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El Efecto Sobre China

Charles Galton Darwin destaca en su libro The Next Million Years que quien desee
causar un efecto de consideración en la historia humana tiene tres niveles en los
que puede trabajar, puede elegir la acción política o creer un credo o intentar
modificar la composición genética de la especie humana. El primero es el más
débil por cuanto los efectos de la acción política rara vez sobreviven a quien los
causa. El Tercero no es factible porque, aunque tuviéramos el conocimiento y la
técnica, sería difícil hacer cumplir una política genética siquiera por un periodo
corto y es casi seguro que se lo abandonaría antes de que se lograron efectos
apreciables. Esa es la razón por la cual –concluyó Darwin- un credo es la mejor
esperanza practica que pueda tener un hombre para controlar realmente su futuro
destino.
No hay en toda la historia un apoyo más decidido a esta opinión que el trabajo de
Confucio, por que sus enseñanzas han afectado profundamente durante más de
dos mil años a una cuarta parte de la población mundial su difusión es como un
cuento de éxito, porque el increíble resultado de la carrera de Confucio, de
mediocre exterior, fue la institución de una clase de eruditos que se convertirían en
la elite gobernante de China y el surgimiento del propio Confucio como uno de los
personajes más importantes de la historia China. En el año 130 a. C. los textos de
Confucio, se convirtieron en la disciplina básica de la preparación de funcionarios
practica que continuo (aunque interrumpida por la fragmentación política entre los
años 200 y 600 a. C.) hasta el colapso del imperio en 1905. Durante la dinastía
Han misma el confucianismo se convirtió, de hecho, en la religión nacional de
China. En año 59 a. C. se ordenó la celebración de sacrificios en honor de todas
las escuelas urbanas, y en los siglos VII y VIII se eligieron templos en todas las
prefecturas del imperio como santuarios dedicados a Confucio y sus discípulos
principales.
En la relación directa con el tema de este libro se encuentra la forma, única entre
las civilizaciones del mundo, en que China logró la sincretización de sus religiones.
o En la India y en Occidente, las religiones son exclusivas, cuando no
competitivas, ( no tiene sentido pensar que alguien puede ser simultáneamente
cristiano, musulmán y judío o incluso budista e hinduista). Pero China arregló las
cosas de manera diferente. Tradicionalmente todos los chinos eran confucionista
en cuanto a la ética y a la vida pública taoístas en lo referente o a la vida privada y
a la higiene, y budistas a la hora de la muerte, salpicado todo con saludables
pizcas de la folclórica religión chamanista. En otras palabras, los chinos llevan
sombreros confucianos mantos taoístas y sandalias budistas. En Japón se añadió
el sintoísmo a esta mezcla.
La Doctrina del Justo Medio, de Confucio, sigue siendo hoy la preferida por los
chinos para las negociaciones, las mediaciones y los “intermediarios” en oposición
a los estatus rígidos e impersonales.
La convicción que tenía Confucio de que el aprendizaje y las artes no son un mero
barniz, si no poderes que transforman las sociedades y el corazón humano. China
honró esa convicción. Chiba ha tenido épocas doradas en las que las artes
florecieron como ninguna otra parte en esos tiempos y en que se hicieron
profundos estudios; la caligrafía, la pintura paisajista Sung y la danza de la vida
de tai chi chuan son ejemplos que vienen rápidamente a la memoria. Se inventó
el papel: se descubrió el tipo móvil cuatro siglos antes que Gutenberg: en el siglo
XV, una enciclopedia producida gracias a la investigación realizada por dos mil
eruditos alcanzo un total de 11.095 volúmenes. Hubo grandes poesías magnificas
pinturas sobre rollos de pergamino y cerámicas, que debido a la finura de su
material y su decoración y debido a la elegancia de sus formas, puede ser
considerada la mejor cerámica de todos los países y de todos los tiempos.
Para constatar la persisten influencia constructiva de Confucio, no debemos
centrarnos en la política china del siglo XX sino en el milagro económico de Asia
oriental durante los últimos cuarenta años. Configurados por la ética confuciana,
Japón, corea, taiwan y Singapur constituyen el centro dinámico del crecimiento
económico de finales del siglo XX, testimonio impresionante de lo que puede
ocurrir cuando la tecnología científica se une a lo que aquí podríamos llamar la
tecnología social de los asiáticos orientales.

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