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Viviendo Con Mi TDAH - Psic. Danilo Schulz
Viviendo Con Mi TDAH - Psic. Danilo Schulz
SOBRE EL LIBRO
Este libro te muestra qué ocurre con las personas que tenemos TDAH a lo largo de sus
vidas. Sus experiencias, sus sentimientos, su relación consigo mismo y con los demás
vistos desde un Psicólogo que tiene TDAH y que ha tomado en serio el tema por
motivos personales y profesionales. Ya debes intuir que ese psicólogo soy yo.
Molesto por la enorme cantidad de material sobre el TDAH que lo muestra como un
“mal” sin describir lo más importante que es “cómo realmente se siente vivir con
TDAH, y qué pasa en detalle con la vida” opté por escribir este libro. En el interior
expongo el TDAH desde una perspectiva humanizada, vivencial y aplicada a día a día.
Además incluyo varias pautas y formas para entrenar las cualidades TDAH.
El tercero profundiza las cualidades del TDAH que más nos afectan en la vida y cómo
sacarles provecho limitando su impacto negativo. Entre estas características está la
capacidad que denomino “atención autoselectiva dinámica” (o “déficit atencional”
para los que no logran ver las ventajas que este tipo de atención produce). La peligrosa
combinación de frustración con ansiedad, y el optimismo natural de quienes tienen
TDAH combinado con la potente energía y voluntad. Por supuesto, incluye el tema de la
imprudencia involuntaria y nuestra arma secreta: “la empatía”. Una descripción de la
gente con la que debemos tener cuidado debido a que el TDAH nos genera ciertas
vulnerabilidades sociales, complementada con los 10 tipos de “gente tóxica”.
Finalmente se describen algunas sugerencias respecto a cómo elegir a las personas para
relacionarnos considerando el TDAH como una variable presente en la interacción.
El efecto del TDAH en las principales etapas de la vida lo vemos en el cuarto capítulo.
La niñez, la familia y el colegio. La adolescencia con TDAH, terminando con la adultez
y una observación para la vejez.
La corriente Posracionalista, una de las ramas nuevas de la Psicología nos muestra que
hay 4 formas de ver la vida, esto es la manera como le damos sentido a las cosas y
construimos nuestro mundo interno ¿Cómo se vive cada una de ellas con TDAH? Esto y
más lo encuentras en el sexto capítulo.
¿Vivir o dejar que me vivan? Las personas con TDAH están expuestas desde su
nacimiento en adelante a un ambiente poco amistoso. La masa de gente en su necesidad
de parecerse entre ellos no acepta de buena manera que existan personas con facultades
diferentes, es por ello que la persona con TDAH necesita reforzar su amor propio y
manejar a los “entrometidos” además de ser consciente de que no tiene la menor
obligación de ser como el resto. Esto en el séptimo capítulo.
Finalmente, en el octavo capítulo vemos las 12 mejores ventajas del TDAH según mi
criterio, orientadas a la vida del adulto aunque claro pueden ser llevadas a los
adolescentes y niños.
I
EL TDAH NO ES UNA EXCUSA
Hay dos tipos de personas, las que se modifican su vida y las que la asumen tal como
viene.
Las que la asumen tan como viene de fábrica se someten a la vida del mismo modo que
lo hace una hoja caída en un rio, no toman decisiones sobre ellas mismas, y están
siempre expuestas a que cualquier cosa del ambiente altere su existencia.
En cambio las que modifican su vida son el capitán de su navío, la autoridad máxima.
Cuando una persona se entera que tiene TDAH tiene la opción de someterse, que es la
opción más escogida por la gente, o tratar de manejarlo, alternativa que sólo toma la
gente que es relativamente responsable consigo misma.
Si nunca has trabajado tu TDAH sabiendo que se puede y argumentas que tienes TDAH
para excusar tus errores, pues que mal porque es una actitud totalmente irresponsable.
Bueno, debes tener en cuenta que si estás leyendo este material es porque quieres
manejar tu TDAH, o el de otra persona. Te felicito.
II
UNA BIOLOGIA ESPECIAL
Hay conocimientos elementales que toda persona con TDAH debería adquirir para
formarse una idea general y poder entender su mecánica básica, y de pasada también
para comprender mejor el contenido del presente libro.
En el Siglo XX, corriendo la década de los años 60, León Eisenberg (psiquiatra
estadounidense) intentó dar una respuesta médica al comportamiento inquieto y con
dificultad para concentrarse que venía estudiándose aproximadamente desde la década
de los años 30 en niños escolares.
Experimentó distintos fármacos hasta dar con uno (metilfenidato, mejor conocido como
“Ritalin”) cuyos efectos producían un comportamiento tranquilo y obediente.
Cabe señalar que el mes de junio del año 2005 la Administración de Alimentos y
Drogas de EE.UU. advirtió que el Ritalin y drogas de este tipo pueden causar
alucinaciones visuales, ideas suicidas y comportamiento psicótico y comportamiento
agresivo o violento en quienes los utilizan.
Cuarenta y un años después (en 2009) durante una entrevista a Eisenberg, se pueden
destacar las siguientes frases: “el TDAH es un excelente ejemplo de una enfermedad
fabricada… el psiquiatra infantil debe investigar más a fondo las razones
psicosociales que pueden conducir a los problemas del comportamiento… estas
preguntas son importantes, pero toman tiempo… recetar una píldora contra el TDAH
es más rápido”.
En varias de las traducciones del original (al alemán y el español) algunos han
cambiado el sentido de los mensajes para hacer parecer que Eisenberg dice que “no
existe el TDAH”. En realidad en ningún momento señala que el TDAH no existe
(puedes buscar la entrevista original, está en línea) sino que señala que los psiquiatras
(agreguemos por nuestra cuenta a los psicólogos y neurólogos) están diagnosticando
excesivamente el TDAH a problemas distintos que responden a motivos diferentes,
entre ellos la ansiedad por separación de los padres, problemas familiares, abuso
infantil, bullying, falta de cariño y mucho más.
Algunas personas han escrito artículos y libros intentando convencer a su público que
el TDAH no existe, o que “todos tienen TDAH” generando expectativas falsas y
estimulando a las personas a tomar decisiones equivocadas.
Se entiende que algunos de estos autores deseen profundamente que el TDAH no exista
y que en su intento por borrarlo de la lista de trastornos traten de conectar datos por la
fuerza, ignorando los datos que no favorezcan su intención, y también se espera (pero
no se acepta) que algunos autores quieran ganar más dinero vendiendo la esperanza
vacía que el TDAH no existe, sobre todo a los padres angustiados y poco informados.
Por otro lado… normal y anormal son conceptos estadísticos que no nos dicen qué es lo
sano y qué es lo menos sano. Lo veremos un poco más adelante.
El cerebro con TDAH
Durante el desarrollo del niño la capa o piel que recubre el cerebro llamada córtex o
corteza cerebral tiene un crecimiento algo más lento que en los cerebros normales,
especialmente en los lóbulos temporal (la sección del cerebro justo detrás de los oídos)
y frontal (la sección justo en la frente).
En cualquier cerebro todas sus partes están en conexión con las demás, el
funcionamiento de una afecta a las otras. Es un sistema conocido como “Red Neuronal”
o “Red de Neuronas”.
Sin embargo según la actividad que estamos realizando algunas de las partes estarán
más activas que otras, y algunas estarán pasivas. Por ejemplo al leer este texto están
más activas las partes a cargo de la vista y del lenguaje que las a cargo del oído y del
razonamiento matemático.
En el caso del TDAH el lóbulo temporal y el frontal, junto otras partes: la corteza
prefrontal (planificación, evitar distracciones), el cuerpo calloso (comunicación entre
hemisferios cerebrales), los ganglios basales (control de impulsos), y el cíngulo
anterior (manejo de las emociones) no operan como en un cerebro común porque no
alcanzaron todo el desarrollo normalmente esperado (tampoco están subdesarrollados,
no debes asustarte).
A esto se añade que algunas conexiones de la red de neuronas se ven interrumpidas por
el motivo anterior, y a nivel de neuronas existe un problema en la liberación de los
neurotransmisores “Dopamina” y “Noradrenalina” (se liberan menos que en un
cerebro normal).
Antes de aceptar que alguien se quede con tu dinero a cambio de una receta médica, o
que alguien pretenda asombrarte con tratamientos extraños debes por lo menos
considerar un par de cosas.
En este estudio descubrieron que el 56% de los miembros que deciden cuales trastornos
deben ir en el DSM tienen una o más relaciones de dinero con el mercado farmacéutico:
• De ellos: 42% reciben dinero de estas empresas para investigar; 22% son
consultores de estas empresas; y 16% realizan charlas a los trabajadores de estas
empresas.
• Y la relación más fuerte: los miembros que más recomiendan medicamentos
como método principal de tratamiento, son justo los que tienen lazos de interés
comercial con las empresas que los fabrican.
Me parece muy acertado tener en cuenta que intereses personales podrían estar
afectando el criterio de quienes recomiendan medicamentos, esta clase de situaciones
ocurre todos lados. No obstante también es prudente pensar que, aunque algunos
reciban dinero de las farmacéuticas, pueden mantener un criterio ético. Esta postura
última es la que más trabajo lleva sostenerla porque es esperable que la población la
observe con una mirada suspicaz, en este como en cualquier otro entorno.
No tragaría píldoras (por muchos diplomas que tenga en el muro aquel que me las haya
recetado) a menos que unos tres profesionales de distintas disciplinas me lo
recomienden después de haberme analizado en profundidad.
Y no cerraría los ojos a la evidencia que no es obligatorio tomar fármacos para manejar
el TDAH mientras no presente síntomas graves, entendiendo como graves aquellos que
no pueden ser manejados o entrenados y que producen daño a la persona.
No olvidemos las palabras de León Eisenberg: “recetar una píldora es más rápido” y
si observamos la sociedad nos daremos cuenta que la gente común prefiere una
“píldora mágica” en vez de buscar las razones psicosociales del problema, e
intervenirlas.
Tú o tu hijo pueden tener TDAH pero eso no significa que su poco manejo se deba
exclusivamente por no tomar medicamentos. Lo biológico solo es un tercio de lo que
somos, puesto que los componentes en total son tres: biológico, psicológico y social,
por esto se dice que las personas somos “biopsicosociales”.
Lo segundo que deberíamos analizar son las opciones que nos ofrece el mercado:
Según las definiciones clínicas empleadas por los profesionales de la Salud Mental:
Psicología y Psiquiatría, el TDAH tiene tres tipos:
Primer tipo: “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo combinado”.
Su característica primordial es que la persona no presta atención a la vez que es
hiperactivo y/o impulsivo. Puede decirse que la hiperactividad/impulsividad es de la
misma proporción que la desatención.
Segundo tipo: “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con
predominio del déficit de atención”. Su característica primordial es que en la persona
está la presencia de la falta de atención, pero es escasa o muy poca la presencia de
hiperactividad/impulsividad. Puede decirse que la desatención es lo visible, mientras
que hay pocas señales de hiperactividad/impulsividad.
Tercer tipo: “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, tipo con
predominio hiperactivo-Impulsivo”. Su característica primordial es que en la persona
está la presencia de hiperactividad/impulsividad, pero la falta de atención es escasa o
muy poca. Puede decirse que la hiperactividad/impulsividad es lo visible, mientras que
la desatención es poco marcada.
Ningún manual clínico las considera, es más, tampoco consideran ninguna ventaja o
cualidad de ninguna “enfermedad” que describan. No les interesa, ellos están para
detectar lo que está fuera del promedio de la gente común visto desde la inflexible y
arrogante postura de “nosotros los comunes somos los sanos”.
Normalidad versus anormalidad
Por ejemplo si de 500 personas 300 tienen 100 puntos de inteligencia, tener entre 90 y
110 puntos será lo normal, y tener menos de 90 o más de 110 será lo anormal.
Los criterios diagnósticos en general funcionan en ese sentido, normal es lo que más
hay y que más se adaptan a la mayoría, y anormal son los que menos hay y que menos se
adaptan a la mayoría.
Considerando que quienes tienen TDAH no son como la mayoría, si tienes TDAH
serías estadísticamente anormal, un espécimen raro según la estadística y la medicina,
pero… y aquí está lo importante ¿es sano ser normal?
Para saber si es sano ser normal debemos observar con cuidado… mucho cuidado.
Primero que todo las personas especiales, los famosos, los científicos importantes, los
grandes empresarios, los políticos eficientes, incluso los buenos jefes del trabajo, las
personas amables, los profesionales con vocación de servir, las personas que escuchan
a los demás… todos ellos son anormales porque son la minoría, todos son diferentes a
la mayoría, y todos ellos aportan cosas valiosas al mundo o a su entorno.
Una persona normal hace lo mismo que la mayoría, piensa de manera similar, prefiere
cosas similares, ve programas de televisión parecidos, escucha las noticias y no busca
más información, se conforman con ser parecidos entre ellos.
Compiten por aparentar ser mejor frente a los desconocidos, le creen a la publicidad,
toman los productos comerciales como si fueran metas de vida y se frustran si no
compran aquel automóvil o si no van de vacaciones a ciertos lugares.
Ser normal es pertenecer a la masa, un ente sin forma que actúa como un organismo
inmensamente grande atraído por lo que cree fácil, poco racional, inmaduro y egoísta.
Repleto de personas que buscan destacarse del resto pero que no son conscientes que
jamás lo lograrán porque actúan igual que los demás. Sensación de vacío interior que
muchos intentan llenar con cosas que se compran.
Si crees que ser normal es saludable, pues respeto tu opinión pero no lo comparto.
Un filósofo hindú dijo una vez: “No es saludable estar bien adaptado a una sociedad
profundamente enferma”.
La fría visión biológica y médica del TDAH se presta para que padres, profesores,
personas en general y por sobre todos ellos las propias personas con TDAH tiendan a
asustarse, y en ocasiones mucho.
Ese susto es por no saber interpretar la visión médica (ni tienen porqué saberlo)
sumado a que casi todos los artículos y personas que hablan del TDAH lo hacen desde
un punto de vista frío, o casi apocalíptico, o depresivo, o ingenuo, empeorando lo que
la persona entiende finalmente del TDAH.
Por otro lado la fría visión médica del TDAH es una herramienta para que la gente
morbosa y maliciosa use ese susto y prejuicios sociales para manipular, como sucede
en escuelas cuyo equipo de docentes (sin ética) recomienda drogar a los niños para así
evitarse la molestia de ejercer docencia de calidad técnica, y para que en general los
adultos poco decentes abusen psicológicamente de los niños que tienen TDAH
ofendiéndolos y tratándolos de forma que provocará daños en su desarrollo.
Se supone que las personas con TDAH tienen dificultad para atender cosas y para
concentrarse, a eso se le da el nombre de “desatención”. De hecho es la característica
fundamental del TDAH.
Las interpretaciones negativas que se relacionan con algún problema psicológico son un
poco menos frecuentes y surgen cuando las conductas TDAH sin desearlo activan el
problema de la persona que las observa.
Al final, sean quienes sean los que están interactuando con nosotros nos considerarán
como mínimo “distraídos”.
Los médicos y otros profesionales dirán que tenemos un “Déficit Atencional” porque
no hacemos lo mismo que la mayoría “normal”, es decir concentrarse (o aparentar
concentrarse) mucho tiempo en cosas aunque ya se hayan aburrido, ya las hayan
entendido, no les llaman la atención o no le importen.
Si lo vemos desde alguien con TDAH promedio ¿qué puede ser más desagradable que
estar cuarenta y cinco minutos escuchando una explicación que ya entendió en los
primeros tres, o no poder recrear la mente cada veinte minutos en una densa clase de
álgebra para poder descansar y asegurarse de entender bien?
Al verlo desde el punto de vista de la persona con TDAH, descubrimos que podemos
concentrarnos y atender por mucho tiempo algo que realmente consideremos relevante o
interesante.
Inclusive podemos trabajar y atender un tema por mucho más tiempo y con mucha más
energía que los “normales” mientras se cumpla la condición que ese tema nos
entusiasme o que sea urgente.
En efecto, el hecho que no es fácil para nosotros prestar atención a temas que no nos
interesan, o evitar atender estímulos que nos llaman la atención se traduce en un
perjuicio en los estudios, en los trabajos monótonos, en la conversación con gente que
no aporta ni ideas ni opiniones distintas al resto, y en la búsqueda de información en
áreas que no nos gustan cuando tenemos que complementar o mejorar algún proyecto.
Entre muchos otros ejemplos.
En cuanto a los pequeños, afirmar: “el niño es inquieto, impulsivo e incapaz de estar
sentado prestando atención por más de cinco minutos” es totalmente distinto que
afirmar: “el niño es un explorador innato, con mucha energía e incapaz de estar
como espectador pasivo por mucho tiempo”.
Según la afirmación que utilicemos será el trato que le daremos y el resultado que
esperaremos.
Si afirmamos la frase negativa, es decir la que acusa que el niño no es capaz de estar
como el adulto común quiere, no podemos conducirlo hacia un buen desarrollo de sus
habilidades y hacia un buen manejo de sus características.
Si por el contrario afirmamos la frase positiva, la que considera a las necesidades del
niño, podremos efectivamente guiarlo y entrenarlo para manejar constructivamente sus
cualidades.
En consecuencia, si damos crédito a lo dicho por un observador que cree que lo sano
está en que todas las personas deben ser parecidas, se concluye que todos los con
TDAH son enfermos.
Si damos crédito a lo dicho por un observador que cree que todas las personas son en
mayor o menor medida diferentes entre ellas y que esta diferencia no significa
necesariamente una enfermedad, se concluye que todos los que tienen TDAH poseen un
número de habilidades y cualidades que pueden aprender a manejar y aprovechar en su
propio beneficio.
Lo que me gustaría que entiendas, que comprendas y que hagas parte de tu criterio, es
que el TDAH va a ser tan bueno, o tan malo, de acuerdo a cómo TU lo quieras ver.
Domesticar es hacer que un animal, a medida que trascurren las generaciones, sea
dócil.
Un ejemplo es el perro y el gato. Comenzaron hace unos cuantos miles de años como
lobo y como felino de monte, actualmente son lindas mascotas que nos necesitan para
subsistir.
Domar, en cambio, es lograr que un animal salvaje nos obedezca en esta generación,
por lo menos que nos obedezca lo suficiente para que no se atreva a tomarnos de
almuerzo.
No pierde todos sus hábitos, a menos que lo tengamos encerrado será capaz de subsistir
por su cuenta si lo liberamos.
Te presentaré una que es tan simple y fácil que varios me han comentado “¡oh, y cómo
no se me ocurrió antes!” cuando les he hablado del tema. También se puede enseñar a
los niños, y los profesores pueden aplicarla en sus métodos docentes.
Primero que todo, es conveniente tener una idea aproximada del tiempo que toleramos
estar concentrados en una tarea, de las que nos aumentan la probabilidad de distraernos.
A modo de ejemplo, aquellas tareas que nos aburren rápido, que realmente no nos
gustan, y aquellas que son monótonas en general las toleramos entre 15 a 45 minutos
antes de necesitar un recreo, y si no tenemos ese recreo comenzamos ser más
impulsivos e irritables (el tiempo depende de cada uno y de las tareas que
enfrentamos).
Entonces a modo de ejemplo quedaría algo así: tarea por 15 minutos, recreo de 5,
regreso a la tarea por otros 15 minutos, y continuar este ciclo hasta terminar la tarea.
Tercero, el tiempo dedicado a la tarea deberá ser el máximo sin que perdamos la
eficiencia, y el recreo deberá ser del tiempo mínimo que necesitemos para distraernos
sin comenzar a dedicarnos a otra cosa distinta a la tarea.
Si empleamos este método podremos aprovechar más el tiempo junto con nuestras
características TDAH. Suponiendo que toleramos 40 minutos en la tarea, y necesitamos
recrearnos 3 minutos, entonces: 40 de tarea, 3 de recreo, 40 de tarea, 3 de recreo…
hasta terminar.
Empleando este método combinado con múltiples tareas podemos generar estrategias
altamente efectivas para los estudios, para el trabajo, y para lo que se nos ocurra.
Primero, definimos qué tareas queremos realizar. En un niño con TDAH podrían ser los
deberes de sus estudios. En un adulto, podrían ser los deberes de su trabajo, o de su
hogar, o de otra actividad.
Tercero, comenzamos con una tarea cualquiera y al llegar el momento del recreo
comenzamos con la tarea siguiente, omitiendo el recreo. Solo si realmente necesitamos
distraernos tomaremos el recreo, sin embargo hay que dar prioridad a esa tarea nueva.
Cuarto, continuamos de esta manera intercalando tareas y tomando recreos únicamente
entre ellas, si realmente los necesitamos. Esto lo hacemos hasta llegar nuevamente a la
tarea con la que comenzamos todo este ciclo.
Quinto, en este momento en el cual ya pasamos por todas las tareas nos damos un recreo
corto, y al terminar ese recreo volvemos a trabajar en la tarea que nos corresponde y
seguimos con este ciclo hasta terminarlas todas.
La fórmula quedaría: tarea 1, tarea 2, tarea 3, tarea 4, recreo, tarea 1, tarea 2, tarea
3, tarea 4, recreo… hasta terminarlas.
En casos que realmente se necesiten recreos entre tareas, sería: tarea 1, tarea 2,
recreo, tarea 3, tarea 4, recreo principal, tarea 1, tarea 2, recreo, tarea 3, tarea 4…
hasta el final.
Como puedes notar, si conoces tu tiempo máximo de tolerancia, si a tus recreos los
reduces al mínimo necesario, y te esfuerzas por mantener una disciplina básica, podrás
desarrollar la atención y la concentración al mismo tiempo que ordenas tus cosas.
En el caso especial de los profesores basta que cada 20 minutos den un breve recreo de
5 minutos o de menos y/o cambien la materia de forma cíclica. Cabe señalar que no es
necesario alterar el programa diario, basta con que cambien el orden con el cual
presentan los contenidos.
Por otro lado, estos métodos los puedes ir modificando a tu agrado y ejecutarlos en las
actividades que quieras, sean educacionales, familiares, laborales, domésticas,
deportivas, y un largo etcétera.
La combinación mortal: frustración y ansiedad
Sienten todo el tiempo una ansiedad que puede aumentar o puede reducirse según lo que
estén viviendo, pero nunca desaparece. A veces puede ser muy desagradable, tanto que
obstaculiza lo que uno quiere hacer, en otras ocasiones es más amable y casi ni nos
damos cuenta que está ahí.
Mientras mayor es esa sensación más impulsivos nos tornamos, y ni hablar de cuando
nos enojamos de verdad porque en esos momentos podemos ser capaces en un segundo
de mandar todo al diablo, y cuando digo “todo” me refiero a “todo”.
Por lo general esos enojos ocurren cuando nos frustramos. Y nos frustramos fácilmente.
Al mesclar todo eso nos sentimos seguros que estamos por el camino correcto y lo
recorremos a alta velocidad pero como no miramos hacia los lados no vemos un letrero
de “peligro” y ¡plaff! apareció un obstáculo en medio del camino y chocamos dando
volteretas y saltos de una forma digna de la mejor película de acción hecha en
Hollywood.
Después de un choque así solo un Dalai Lama no se frustraría, pero lo bueno es que a la
larga vamos aprendiendo a dosificar esa velocidad, esa potencia y vamos aprendiendo
a mirar hacia los lados buscando letreros. Esto se va desarrollando junto con la edad y
la experiencia.
Cuando somos niños, tiende a dominar el problema del control de los impulsos, pero a
medida que nos vamos poniendo viejos y logramos aprender a dominar al potro salvaje,
nuestras otras características tienen un peso importante respecto a la frustración.
Con tantos golpes que nos vamos dando a alta velocidad, y sumando los que otras
personas nos han dado, dan y darán por no entender que funcionamos distintos (dejando
marcas que nos han afectado profundamente si hemos tenido una infancia y adolescencia
promedio) tenemos una seguridad y una inseguridad que conviven juntas.
Tienes una idea, la transformas en un proyecto de algo, las experiencias negativas que
has vivido desde niño hasta hoy aparecen como una sombra sin rostro y surge la
desagradable sensación de “¿y si no resulta?”, pero choca con la bonita sensación de
“¡pero la idea es buena!” producto de la seguridad de que has planificado bien y de
que puedes arreglar el proyecto durante el camino… y ese choque provoca que tu
ansiedad comience a aumentar.
Entonces para tratar de bajar la ansiedad y eliminar la inseguridad sin querer te vuelves
un poco obsesivo y comienzas a buscar las fallas de tu proyecto, y como todo en la vida
es imperfecto siempre vas a encontrar cosas que mejorar o cambiar.
Estás moviéndote con inseguridad, con seguridad, con ansiedad y con problemas para
concentrarte.
¿En qué crees que termina toda esa mescla? Pues en estrés puro, superior al que toleras
habitualmente.
En todas las personas del mundo (tu incluido) el estrés afecta la capacidad de usar la
inteligencia y la creatividad, estrecha el criterio y la capacidad de planificar,
desacelera el metabolismo, reduce el ánimo, y aumenta la irritabilidad, entre otras
cosas. Como todo eso impide ver o generar soluciones el fenómeno se retroalimenta y
puedes caes en un espiral de bajada como un avión al que se le salió un ala.
El estrés a niveles superiores de los que uno puede tolerar a veces genera
“somatizaciones” (reacciones en el cuerpo como alergias, inflamación del colon, y
otros peores como la caída del cabello o enfermedades). Dicho con otras palabras, el
estrés reduce la capacidad de la persona y puede afectar su salud corporal.
En tu caso como poseedor de TDAH es más fácil estresarte porque llegas al mundo con
una cuota de ansiedad instalada de fábrica acompañada de problemas para motivarte.
Además todos los con TDAH tenemos una particularidad gracias a la ingeniería de
nuestros maravillosos cerebros: nunca nuestras mentes están vacías, así que el término
“cabeza hueca” no nos viene.
En las mentes TDAH los pensamientos fluyen, tomamos uno y lo trabajamos mientras
otros pensamientos pasan por detrás. Si otro nos parece más interesante, pues lo
intercambiamos dejando que el primero siga el riachuelo de pensamientos. También
podemos encontrar o crear conexiones entre ideas, conceptos y situaciones que mucha
gente “normal” no sería capaz.
De hecho una maestra que tuve en mis años de estudiante de Psicología me comentó que
creía que yo tenía rasgos de genio… si ella hubiese sabido que tan solo tengo un TDAH
común y corriente quizá qué me habría dicho.
Manejar así los pensamientos es lo común en nosotros y muchos lo dominamos bien, sin
embargo cuando sufrimos de estrés ese riachuelo de pensamientos se transforma en un
río.
Si ese estrés aumenta mucho el río pasa a ser un torrente poderoso, rápido, nos dificulta
mucho quedarnos solo con una idea y trabajarla… y nos frustramos, y nos ponemos más
inseguros, y nos da rabia, y nos volvemos más impulsivos, y no sabemos qué hacer, y
nos desmoralizamos, y nos sentimos solos, y nos desmotivamos.
En momentos como ese tienes tres opciones: la primera es mandar todo al diablo para
liberarte del estrés; la segunda es reducir ese estrés (la ansiedad más bien) para
continuar con tu proyecto de forma más cómoda; y la tercera es seguir con el proyecto
aguantándolo todo, lo que muy probablemente te va a provocar problemas importantes
como ya lo debes saber.
Lo que debes buscar es lograr reducir la sensación de estrés, de ansiedad. Solo de esa
manera podrás monitorear y dominar tus pensamientos junto con tus acciones en una
dirección útil.
Por la energía positiva que necesitarás no debes preocuparte. Los con TDAH contamos
con un generador ilimitado comparable con la mejor central nuclear del mundo.
La combinación perfecta: energía y optimismo
Toda persona con TDAH tiene una enorme capacidad de generar energía gracias a su
facilidad para ser impulsivo. Esa energía puede dirigirla a acciones orientadas metas, y
producto que generamos menos Dopamina que el normal de los Humanos no
consideramos como “meta” a cualquier cosa que se nos ponga por delante, sino que
solo a aquello que nos entusiasme realmente, a lo que nos da algún grado de placer.
Dicho sea de paso, al tener más facilidad para generar reacciones impulsivas (las
controlemos o las dejemos salir) también tenemos ciertas ventajas en los deportes y
actividades físicas en general.
Y al contrario de los “normales” nosotros tenemos un claro problema para hacer cosas
que sean repetitivas o aburridas. Nos da ganas de salir y de tomar recreos para
distraernos con mucha más frecuencia. De no poder tomar recreos es mejor que nadie
espere que estemos ahí con cara de contentos.
En efecto nos gusta que nos motiven porque si algo no nos interesa bastante, tendemos a
no motivarnos con el peligro de desmoralizarnos.
Nos gusta ser el centro de atención (aunque hay excepciones) y si podemos ser
reconocidos por los logros o por nuestros avances es mejor aún. Pero no tanto como
cuando somos los líderes de alguna cosa que nos entusiasme.
Nos gusta liderar, hay que reconocer que tener el mando, para nosotros, es muy
gratificante.
Ese gusto por el poder no es para llenar necesidades egoístas, que no se mal entienda.
La mayoría de nosotros tenemos un buen sentido de la justicia y nos gusta actuar con
transparencia. Obviamente tenemos secretos como cualquiera, pero no nos gusta en lo
absoluto abusar de otros.
La base de que este optimismo TDAH sea fuerte, es por el mismo TDAH.
Como nuestra mente tiene facilidad para olvidar lo que no nos entusiasma (sobre todo
detalles) olvidamos rápidamente los eventos negativos y los rencores, nos dedicamos a
lo que si nos entusiasma (cosas chicas o grandes) lo cual nos brinda una suerte de
placer que a su vez nos mejora el estado de ánimo y potencia al optimismo, el cual es
energizado por la tendencia a la impulsividad.
El arma secreta: la empatía
Mirar a los ojos de otra persona y saber qué pasa con ella es fácil para la mayoría de
las personas con TDAH, la condición clave para lograrlo es la misma que para
cualquier persona: auto conocimiento y mantener un espíritu de humildad, es decir no
creerse el cuento de valer más que el resto.
Lo que disminuye la empatía inclusive hasta neutralizarla también es lo mismo que para
cualquier persona: dedicarse a vivir pendiente de la opinión de los demás, y el
narcisismo, o sea creerse el cuento de valer más que el resto.
En el caso del TDAH la empatía resulta reforzada y potenciada, dicho de otro modo las
personas con TDAH tienen mayor capacidad para auto conocerse y respetar la dignidad
de los demás (elementos claves para desarrollar la empatía) ¿por qué pasa esto? Pues
porque la suma de tres factores lo posibilita.
Puede haber factores menores, pero los siguientes tres son los que he considerado
fundamentales.
Primero que todo, si tienes TDAH y has vivido una vida promedio entonces durante tu
niñez y adolescencia lo pasaste muy mal, y durante tu adultez aunque menos, también
has experimentado situaciones feas relacionadas con las cualidades TDAH (ya
hablaremos de esto en un capítulo especialmente dedicado) entonces toda esta
experiencia de vida te aporta una sabiduría que te permite comprender lo que los demás
sienten… porque de una u otra forma tú también has sentido cosas muy parecidas.
Segundo, si tienes TDAH también tienes la capacidad de darte cuenta de cosas que los
demás no.
Al hablar con alguien le das atención a su tema, pero también a cómo mira, qué hace
con el cuerpo, cómo usa las palabras, cuáles gestos hace, hacia dónde mira cuando no
te ve los ojos, cómo va reaccionando, cómo va cambiando el ritmo y el volumen de la
voz, etc.
Todo esto te brinda mucha información que complementa la historia que está
narrándote, permitiéndote además detectar si miente, si es sincero, si exagera, si
minimiza, si… en fin.
Inclusive si ya has desarrollado tu habilidad podrás detectar intenciones, e intenciones
ocultas.
Tercero, los dos factores anteriores en la medida que los vas desarrollado te van
facultando para conocer a las personas con más profundidad de lo que muchas de ellas
se conocen, y en este punto es donde podemos cometer imprudencias.
La imprudencia: hacer daño sin querer
Pueden ser desde simples comentarios que no causan daño, hasta comentarios de los
que nos sentiremos arrepentidos por el daño producido, y este daño puede ser hacia
otro, hacia uno, o hacia ambas partes… y todo por haber seguido al impulso casi
irrefrenable de abrir la boca en vez de haber contado hasta diez y pensar en lo que
diremos.
Conducir a exceso de velocidad, comprar algo que nos dañará las finanzas, realizar
algún deporte sin estar preparados, tener sexo sin protección (algo muy común en los
adolescentes con TDAH), decirle algunas verdades al jefe, terminar con una pareja
antes de intentar resolver el problema, eliminar algún proyecto en el que hemos
invertido mucho tiempo, comprometerse a hacer un favor para luego arrepentirse,
borrar un capítulo completo del libro sobre TDAH que escribes porque no te gustó
como quedó, en vez de haberlo editado… Son ejemplos de algunos comportamientos
imprudentes.
Hay muchos adultos en los que su TDAH ha ido disminuyendo hasta ser casi
imperceptible, sin embargo también hay muchos en los que no se ha reducido de
manera significativa. Estos adultos manifiestan el TDAH de maneras más
evolucionadas que un niño o adolescente debido a que han adquirido madurez,
herramientas mentales y conductuales, y un criterio bastante más juicioso, que es lo
esperable para la edad que tienen. Es por esto que resulta muy prudente no imaginar
que “todas” las personas con TDAH se comportan igual, piensan igual, y quieren las
mismas cosas. Cada uno tiene su propia historia de vida, y el aprendizaje que ha
obtenido de esa historia es lo que lo ha construido como persona individual y lo guía
por la vida.
Hay medicamentos que alteran la consciencia y te hacen sentir como si fueras tonto,
junto con aumentar la probabilidad de hacerte dependiente biológica y/o
psicológicamente. En cambio hay otros (más modernos) que bajan la impulsividad
sin afectar tu razonamiento y sin producir dependencia biológica.
Estas cualidades los demás las pueden interpretar de maneras abiertas, y de maneras
egoístas.
Las maneras abiertas son aquellas que realizan las personas de amplitud de criterio,
que comprenden bien, o casi bien la existencia de una variedad de tipos de personas,
que cada una tiene sus ventajas y desventajas según con qué cosas se comparen.
En cambio las maneras egoístas son aquellas que pretenden ser la única verdad, son
aquellas afirmaciones que hace la gente egocentrista, para quienes todo lo diferente a
ellas es: malo, raro, inferior, usable, desechable, o envidiable.
Dado que con las personas que interpretan de manera abierta nos llevamos bien, no hay
mucho que escribir, excepto que cuidemos esas relaciones de manera activa, dentro de
lo posible.
Con las personas que interpretan de manera egoísta, la situación cambia totalmente.
Si una de ellas es poco creativa y poco avispada nos mirará como bichos raros si le
compartimos nuestras creativas ideas y pensamientos interconectados, y nos mirará
peor aún si le explicamos cómo lograr aquello que no es capaz de ver ni imaginar.
Podría respondernos hasta con un “este sujeto está loco”.
Al estar junto a una persona egocentrista de las que viven para cuidar su imagen (y por
ello no logran ser empáticos: se dedican a ver hacia el exterior y nunca hacia su
interior) si se nos ocurre comentar de los sentimientos que puede estar experimentando
una tercera persona, podrá desde decirnos con algo de asombro que somos
“sensibles”, hasta incluso podría quedar casi paralizado al encontrarse con una idea
que jamás se le habría ocurrido: “los demás tienen sentimientos más allá de lo que
aparentan sentir”. Nos pondrá una mirada como si le hubiésemos hablado en chino
antiguo, hasta incluso se podrá alejará de nosotros producto de su incapacidad de
entender.
Obviamente como toda persona egoísta del planeta no asumirá que él es el que no
entiende, sino que nos culpará a nosotros de hablar tonterías.
A veces ocurre que las personas egoístas intentan ser (o parecer) empáticas, pero no
porque realmente les importe conocer los sentimientos ajenos, sino que buscan que
los demás le alimenten el ego con frases del estilo “¡guau! que eres empático” y “tu
sí que me entiendes”.
Si tienes un amigo o conocido con el cual mantienes una relación real y te pide un favor
es distinto a que alguien con el que no tienes mayor relación únicamente se te acerque
para pedirte cosas.
Es uno quien le enseña a los demás a tratarnos, por tanto si te dedicas a regalar tu
tiempo y recursos a esa gente aprovechadora solo estás enseñándoles a seguir
pidiéndote gratuitamente favores.
No interesa que se enojen, primero cuídate tú, después a quienes quieres, y si al final de
todo te sobra algo recién ahí evalúa si te da ganas de regalar cosas a los abusadores.
Otro tipo de personajes, y que es sumamente habitual encontrarlos por todos lados
(hasta debajo de las piedras… en serio) son aquellos que dependen de las mentiras
complacientes y autocomplacientes para poder vivir relativamente tranquilos.
Las mentiras complacientes son aquellas destinadas a que la otra persona sienta
satisfacción al creer que coincidimos con su opinión (creencias, gustos, etc). Las
autocomplacientes son aquellas mentiras que la propia persona se cuenta a sí misma
y se obliga a creer para sentir satisfacción.
En la Vida siempre uno encuentra todo en pares: día y noche, calor y frío, hambre y
saciedad, vivo y muerto, feliz y triste… en efecto si observas tus venas o las de
cualquier vegetal siempre se dividen en dos, las cadenas de ADN forman como una
hélix doble…
Esta Verdad es la verdad de la realidad objetiva, o sea lo que “es así y no de otro
modo, ya sea que te guste, o que no te guste”.
Cada uno interpreta las cosas a su manera, sin embargo hay un límite entre esa
interpretación y comenzar a mentirse a sí mismo.
No es fácil identificar ese límite y podría provocar debates largos y tortuosos, sin
embargo para no entrar en detalles una manera de identificar dicho límite es evaluar la
lógica de las explicaciones.
Por ejemplo si una mujer “dice” ser buena madre y viste bien mientras que a su hijo lo
viste con ropas arrugadas y sucias estamos frente una afirmación y un hecho (buena
madre, bien vestida) que “no encajan” con la realidad objetiva (el hecho del niño con
ropa arrugada y sucia).
Si esta misma mujer dice que ama a su familia pero habitualmente camina varios metros
por delante de su hijo y de su pareja, estamos frente a otro acto que no encaja. Lo
lógico según su afirmación es caminar los tres juntos. Acá lo que dice la mujer no
encaja con la realidad que observamos.
Si el suegro de esta mujer (cambiemos al personaje para no tener problemas con las
señoras feministas) te mira a los ojos, sonríe y te “dice” que te aprecia mucho,
mientras sus ojos no sonríen con la misma intensidad que sus labios, y luego esas
sonrisas desaparecen como si se hubiese presionado un interruptor de la luz…
simplemente algo no encaja.
Lee abajo.
Todas las emociones sin excepción y por una causa neurocerebral, rápidamente
aumentan su intensidad y llegan a un máximo, disminuyen la intensidad un poco y se
mantienen así por un breve lapso de tiempo. Luego comienzan a disminuir la
intensidad hasta desaparecer. La sensación posterior es de relajo.
O sea, este sujeto no te aprecia realmente, o quizás no tanto como pretende hacerte
creer a ti, o hacerle creer a los demás.
Por hábito, porque lo que dicen es bonito, por la típica esperanza que la gente sea “tan
buena como uno espera”, o por la bondadosa pero inocente creencia de “que la gente
puede cambiar”, pues eso lo debemos evitar y ver las cosas como son en realidad.
Perfecto, teniendo todo esto en consideración volvamos al tema de las personas que
necesitan de las mentiras autocomplacientes.
De partida la mayoría de los que tenemos TDAH tendemos a ser honestos y a ser
sinceros (cuidado con la imprudencia) y la honestidad y la sinceridad es lo que esta
gente odia porque les obliga a ver lo que precisamente no quieren ver.
Podemos darnos el gusto malvado de verlos contraerse como lombrices en un plato con
vinagre y sal luego de decirles todas las verdades del mundo, pero como somos
personas relativamente buenas o neutrales evitamos causar daño innecesariamente.
Esto no quita que si debemos defendernos podamos hacerlo empleando todo o parte de
nuestros recursos TDAH si el caso lo amerita.
Lo primero es conocer qué tipo de persona es el otro de manera general (cada uno
sabrá cómo clasifica a la gente, sin embargo sugiero emplear algún sistema lo más
objetivo posible) basta que la observemos un momento breve para formarnos una idea
suficientemente aceptable gracias a nuestros atributos TDAH (potencial de empatía).
Esto tiene la condición de no dejarse llevar por los impulsos. De dejarnos llevar no
podremos obtener información segura porque sin querer la juzgaremos por adelantado,
no prestaremos atención a algunos detalles, y nuestra imprudencia va a provocar que
esta persona reaccione en vez de mantenerse en su estado normal (si está normal nos
facilita la observación).
Es bastante estratégico esperar a que la persona tome la iniciativa para ver hacia dónde
va, o también podemos nosotros tomar la iniciativa y motivar a la persona en la
dirección que queremos (muchos de los que tenemos TDAH somos buenos
motivadores). La alternativa depende de las ganas que tengamos en ese momento.
Si por el contrario, no nos sentimos cómodos con esta persona y su mundo interior
autocomplaciente, es más saludable para nosotros y para ella que nos distanciemos. De
no poder hacerlo porque resultó que es nuestro jefe, nuestro compañero de trabajo, o
nuestro cliente, pues entonces le damos un trato educado, respetuoso, enmarcado en
solo y únicamente temas en común. Así evitamos permitirle entrar en nuestra vida,
marcamos los límites sin agredirlo, y procuramos mantener una relación cordial pero
sin confianzas innecesarias.
La Gente Tóxica
Este término tan bien puesto fue acuñado por la Psicóloga estadounidense Lillian Glass
hace alrededor de unos 5 años, si no me falla la memoria.
Son 10 tipos de personas con las que tenemos que tener especial cuidado, y sirven de
ejemplo para combinar con el subcapítulo anterior.
Sociópata
Este es el más peligroso de los 10. La primera impresión que se llevan los demás es
que es agradable y simpático, no se dan cuenta que es un gran mentiroso que no siente
culpa.
Mediocre
Sin que los demás se den cuenta va contaminando el entorno con flojera mental y física.
De no ser controlado o sacado, todo el grupo que está con él puede terminar
disminuyendo radicalmente su desempeño con el perjuicio que eso les provocaría. Son
fácilmente reconocibles porque lo que menos desean es esforzarse, tratan que los demás
se le unan en la flojera.
Arrogante presuntuoso
Es una manifestación de narcisismo común. Son arrogantes (pasan a llevar a los
demás), soberbios (no aceptan que se equivocan, ni aceptan que perdieron), y pedantes
(les encanta mostrarse superiores).
Creen irracionalmente tener la razón siempre, y reaccionan con desdén ante críticas y
opiniones de terceros. Necesitan mandar, y lo hacen con despotismo, no les interesan
los demás ni tampoco si causan daños. Dentro de su mundo ficticio creen ser casi
perfectos, lo que los lleva a fallar seguido en el mundo real. Por lo general cuando se
dan cuenta de cómo están siendo, los demás ya los han abandonado.
Víctima
Tal cual, es alguien que se hace la víctima con el propósito de absorber la energía de
los demás.
Está tan centrado en pensar y actuar de manera negativa que no puede hacer cosas
positivas, por esto es que “chupa” el optimismo ajeno (se les conoce también como
Vampiros Emocionales). Es tan manipulador que cualquier persona que no se haya dado
cuenta que es un “hecho la víctima” puede llegar a sentirse mal, incuso culpable por la
vida de esta persona. Si te encuentras de noche pensando en la pobre vida que él dice
tener, es que está logrando succionarte tu alegría. Una buena forma de detectarlo es
fijarte qué hace cuando le muestran soluciones a sus problemas: si es alguien normal,
las va a tomar, pero si es un tóxico, siempre va a encontrar un obstáculo para tomar las
soluciones, o va a cambiar el tema.
Humillador
Su comportamiento recuerda a los psicópatas. Se hacen tus amigos para conocer lo
suficiente de ti, posteriormente usan esa información lanzando comentarios o acciones
directas a hacerte sentir mal.
Sienten placer morboso al verte herido, y mientras más herido estás, más placer sienten.
Al principio lo hacen de manera indirecta, algo como comentarios “sin querer”, pero
cuando creen que les has dado confianza o han adquirido un estatus superior al tuyo, lo
hacen directamente.
Envidioso
Siente odio cuando alguien logra una meta, sea la que sea.
Jefe déspota
Aplicado al entorno laboral resulta en casi una combinación del envidioso con el
arrogante presuntuoso, con la salvedad que en el jefe déspota hay una gran cuota de
autoritarismo radical.
Murmurador
Es similar al humillador en cuanto a que su intención es provocar daños en los demás y
disfrutar de eso, la diferencia está en que el murmurador gusta de operar escondido y
gusta de usar a los demás como herramientas para el daño.
Busca toda la información que pueda del resto, específicamente la que podría provocar
daño a una o más personas. Si no hay información, la inventa sin sentir culpa ni
remordimiento. Su táctica principal es combinar información real con mentiras para
armar historias que parezcan coherentes, las cuales esparce mediante rumores.
Neurótico
Tratan de alcanzar metas imposibles para su realidad del momento, obsesionándose por
ellas.
Dado que se obsesionan generan un comportamiento que semeja a una manía, en la cual
incluyen a cualquiera que se una a ellos. A diferencia de los anteriores, este no tiene
una intención de daño pero lo provoca sin desearlo debido a su conducta avasalladora
que limita y exige a los demás. Creen ser autosuficientes, no aceptan ayuda, y les gusta
mandar.
El propósito de exponerte este listado es ayudarte a identificar las personas con las
que debes tener más cuidado en las relaciones.
Sobre la base de todo lo que vimos en el subtítulo anterior, para decidir aproximarnos o
a alejarnos de personas determinadas el punto de referencia que te sugiero es evaluar
“qué tan bien y que tan mal te sientes con ellas”. Exactamente eso, “que tan bien” y
“que tan mal” en la misma evaluación.
Encontrar personas que sólo y únicamente nos hagan sentir bien siempre, y que jamás
nos sintamos mal por algo que hacen y dicen, supongo que debe ser unas diez veces más
difícil que encontrar una nueva pirámide Maya.
Esto pasa porque en general las personas con TDAH tenemos cierta facilidad para
sentirnos mal por pequeños detalles en la interacción con los demás, detalles que
analizados objetivamente ni siquiera nos deberían haber llamado la atención pero que
en el momento nos parecen relevantes.
Entre las cosas que nos pueden hacer sentir mal según lo dicho, y teniendo en cuenta
que cada uno de nosotros es distinto, nos puede afectar: la interrupción cuando
contamos algo que nos entusiasma o importa, que no mediten respecto a las ideas que
aportamos y las dejen a un lado, que consideren que hablamos tonterías, que se
molesten con nosotros porque se nos olvidó algo que creemos con certeza que es
irrelevante darle urgencia, que cuando contamos un proyecto que queremos hacer no
nos presten suficiente atención y no nos motiven a realizarlo. En fin…
La segunda opción resulta ser más elaborada. Es identificar qué cosas puede hacer la
persona que a nosotros nos generaría incomodidad o malestar, y de esta manera estar
prevenidos para no reaccionar (o sobre reaccionar). Útil para practicar las habilidades
en el manejo del TDAH, especialmente la prudencia y la empatía orientada a
desarrollar la capacidad de predecir a la gente.
La tercera opción es de nivel “pro”. Requiere que las particularidades del TDAH ya
estén siendo manejadas con cierta eficiencia, es simplemente interactuar con los demás.
Poner en la balanza “que tan bien” y “que tan mal” nos sentimos con alguien es
fundamental para poder determinar cuánto tiempo podemos estar en ella, que tanto nos
podemos abrir y qué temas podemos mostrar.
Qué tan escuchados, qué tan entendidos, qué tan comprendidos, y qué tanto vamos a
querer estar con esa persona.
Es mucha la información que podemos extraer al evaluar hacia dónde pesa más la
balanza.
Si esta balanza pesa bastante hacia el lado “bueno” y poco, o casi nada hacia el lado
“malo”, entonces tenemos muchas probabilidades de desarrollar una relación positiva
y constructiva.
Recuerda que debes poner de tu parte para que esto suceda, y jamás pretender que la
persona te dé un trato especial solo porque “eres tú”. Las cosas se ganan, y más aún
en las relaciones interpersonales.
La base de las relaciones entre las personas es el respeto global, tanto hacia el exterior
como hacia el interior, hacia el pasado de las personas y hacia el presente.
Es esperable que los que tienen TDAH sin manejar se molesten, que pongan una cara
rara tipo “nadie me quiere, que vida tan cruel”, que piensen algo como “no le
importan mis cosas”, y varios se callarían por bastante tiempo, o expresarían su
molestia.
Ahora… si la pareja del que tiene TDAH se dio cuenta que la conversación iba a ser
larga, pero necesitaba contar la anécdota para poder desahogarse, consideró que
contarla no tomaría más de tres minutos y simplemente la contó porque sentía confianza
¿es “culpable” realmente de todo lo que el TDAH acusa? Objetivamente no es
culpable de nada.
El problema presentado en este ejemplo radica en que la persona con TDAH no fue
capaz de manejar su imprudencia, no se le ocurrió contar hasta diez, y por eso su
empatía no funcionó.
No se dio cuenta que su pareja también necesitaba narrar algo, y en vez de coordinarse
con ella (bastaban solo tres minutos) simplemente dio libertad a sus pensamientos (a
sus malos pensamientos) y echó a perder el momento.
¿Te das cuenta que es muy importante practicar la prudencia para lograr mantener
relaciones duraderas y satisfactorias?
No voy a describir los procesos de estas fases del desarrollo, primero porque no es
necesario para el objetivo del capítulo, y segundo porque estimo que la mayoría de mis
lectores tienen TDAH y no deseo aburrirlos con información accesoria que no vamos a
necesitar… (Yo me aburriría).
Lo que debemos saber es que la familia y entorno en el cual tuvo la suerte de nacer será
uno de los tres más grandes pilares sobre los que se construye toda persona, junto con
los genes heredados y lo que haya aprendido de la vida. El resultado de sumar estos
pilares se llama “personalidad”.
Cada uno tiene una personalidad distinta al resto, sin embargo hay características que
podemos compartir con otros lo cual permite que los estudiosos del comportamiento
humano (psicólogos) hayan desarrollado distintos modelos teóricos que agrupan a la
gente según unas u otras características para facilitar la comprensión y entendimiento de
las personas, entre otras cosas.
En la historia de vida de un niño con TDAH que haya nacido y se haya desarrollado
bajo condiciones comunes a cualquier persona promedio del planeta encontraremos que
existen experiencias muy parecidas, incluso prácticamente iguales en las que solo
difiere la intensidad y frecuencia, pero que la esencia es la misma.
Dicho algo metafórico sería: “comparten experiencias de los mismos colores, pero
con diferentes tonos de esos colores”.
Niñez, colegio y familia
El niño con TDAH que está en un colegio o escuela común mientras van pasando los
años tomará conciencia que los profesores le dan un trato diferente a la mayoría de sus
compañeros.
Como es un niño, no sabe que hay gente cerrada de mente incapaces de aceptar que hay
variedad, tampoco sabe que hay personas que les encanta que los niños estén como
hipnotizados con lo que hablan y que se impresionen con sus comentarios.
Este niño de actitud curiosa y exploradora tiene problemas porque lo quieren obligar a
recortar las alas que le da su naturaleza, pretendiendo que se quede encerrado en un
tema que a él nadie le preguntó si le interesa.
Tampoco nadie se da cuenta que él necesita distraerse porque su mente tiene tanto
potencial que necesita darle atención a otros pensamientos e ideas que hierven en su
intelecto.
Se esfuerza en entender el ejercicio de matemáticas pero recuerda que su mamá le
regaló un lindo lápiz verde con un detalle amarillo en la punta, entonces surge potente
su amor por ella y el deseo de volverlo a mirar, lo saca y lo mira contento. De pronto
siente un golpe en su mesa y se da cuenta que el profesor está junto a él mirándolo con
enojo, le dice algo feo y algunos niños se ríen.
En otro momento el niño está anotando en su cuaderno lo que el profesor está dictando
durante la clase del descubrimiento de américa, comienza a imaginarse cómo podrá
haber sido Cristóbal Colón y qué se debe sentir viajar en un barco con velas sintiendo
el viento en el rostro y el vaivén de las olas, de pronto mira su cuaderno y se da cuenta
que dejó de anotar lo que el profesor dictaba y siente rabia consigo mismo por haber
perdido el hilo.
Un momento después el profesor mirándolo fijo a sus ojos le pregunta por algo que no
alcanzó a oír.
Como no sabe, no responde lo correcto y el profesor se enoja diciéndole otra cosa fea,
y los mismos niños de hace rato vuelven a reírse.
Horas más tarde durante la clase de arte todos los niños reciben los materiales y el
profesor les pide que dibujen sus vacaciones.
Luego el profesor les pide que pasen adelante y los expongan, todos los dibujos son una
copia infantil de alguna imagen del tema, el dibujo del niño con TDAH es similar y
muestra la casa de su abuelo en el campo, pero además incorpora dos robots que
podrían ayudarlo a regar y a recoger las frutas.
El profesor sonriendo con un dejo de burla le pregunta si acaso el abuelo tiene esos
robots a lo que el niño responde que no, pero que sería buena idea construirlos.
Este profesor esperando un “no sé” le pregunta “¿y cómo se pueden construir?” ante
lo cual este niño comienza a trabajar usando inocentemente su creatividad e inteligencia
para lograr en algunos segundos exponer cómo se podrían crear los robots.
De paso también presenta ideas para diseñar robots para otras cosas.
El profesor lo mira extrañado, y en cosa de minutos lo empieza a mirar más seguido con
cara de “este es raro”… y el niño se da cuenta.
El comportamiento es normal en el niño, y como lo realiza todos los días, todos los
meses, todos los años: impacta en la percepción que los demás tienen de él.
Sin embargo a medida que pasan los meses esta opinión comienza a cambiar, se va
tornando negativa.
Los niños pronto comienzan a sentir que este niño tiene algo distinto producto de su
facilidad creativa, curiosidad e inquietud y podrían comenzar a aislarlo. Los padres de
estos niños que resulten ser estrechos de mente los estimularán a alejarse.
En síntesis, todo niño con TADH que tiene una vida promedio sufre de constantes
daños, casi día a día en su autoimagen, la seguridad en sí mismo se ve muy disminuida,
y siente cierto temor a relacionarse con los demás…
Y todo causado por adultos que deberían tener prohibida la interacción con los niños
por el grave daño que les provocan.
Los principales factores que ponen en riesgo la salud mental del niño con TDAH, en
relación a los adultos que no los saben guiar ni entender, son:
Ningún hijo con TDAH viene con un manual incorporado, pero si es responsabilidad de
la familia buscar porqué su hijo es así y no de otro modo.
Los factores que señalé arriba son los mismos que ponen en peligro a la salud mental
del niño dentro de la familia, y además es necesario agregar el condicionante de si la
familia es respondiente o no es respondiente. Si es respondiente va a estar con el niño
pase lo que pase, si no, entonces lo dejarán expuesto, además de herirlo.
Si tiene una familia respondiente ésta buscará buenos consejos, buena orientación y
buscará buenas técnicas.
Se asesorará con algún profesional que no sea promotor de drogas (los que creen que
una pastilla mejora la vida) sino que les responda desde las necesidades del niño y
cómo enseñarle, recomendando fármacos única y exclusivamente como apoyo
secundario, y no cualquier fármaco, sino que aquellos que no le afectan la conciencia,
ni lo aletargan.
En fin… si es una familia respondiente, confiemos que el niño queda en buenas manos.
Aquellas preocupadas por la imagen que se ve desde fuera, dejando de lado las
necesidades de sus integrantes. Les interesa que los demás los veamos como familias
casi perfectas, todos felices y unidos, pero si entrevistamos a sus integrantes por
separado y en privado nos enteraremos de un montón de secretos, infidelidades,
mentiras y engaños.
Aquellas cuyos patriarcas o matriarcas solo se preocupan por ellos mismos. Es similar
a la anterior pero en este caso se refiere a las familias pequeñas, por ejemplo papá,
mamá e hijos.
No los escuchan, no les interesa mucho por dónde andan, si les preguntas “¿cómo se
siente tu hija de 14 años estando sola todo el día en la casa?” te responderán que
deben “estar bien” porque le enseñaron a cocinar, a no abrir la puerta frente a
desconocidos, que sabe cómo protegerse, que estudia y hace labores…
Aquellas familias que no protegen al niño frente a los abusos de terceros. Los adultos
hacen como que no ven el abuso, lo minimizan, lo niegan, o más grave aún: tratan al
niño como mentiroso sin que existan pruebas que miente.
Aquellas en las que consideran ciertas y totalmente válidas las opiniones negativas que
expresan adultos en contra del hijo, castigando al niño posteriormente por lo “que ha
hecho”.
El niño es relegado a una posición mínima debido a que su versión de los hechos nunca
es considerada como posible.
Aquellas que por algún motivo (miedo, ignorancia, carácter débil) creen cierto que el
TDAH es una enfermedad limitante.
Tal vez este tipo de familia es la más peligrosa porque no filtran la información, creen
todo lo que digan los “especialistas” que hablan por la televisión (hay que tener en
cuenta que en televisión no están los que más saben, sino los que más audiencia o
atractivo generan), creen lo primero que les dicen sobre el TDAH sin pedir segundas,
terceras y cuartas opiniones.
En breve meten al niño en una burbuja “especial”. Como el niño es normal salvo que
tiene TDAH, su vida posiblemente será una tortura porque no le encontrará el sentido al
trato de evidente sub valoración que ha recibido toda su vida.
Si observamos los factores que ponen en riesgo al niño nos daremos cuenta que siempre
el daño es producto de acciones adultas cargadísimas de cualquier cosa, menos del
interés real por el bienestar del niño, desde el niño.
Esto no quita que existan cientos, quizá miles de adultos que se esfuerzan día a día por
mejorar la calidad de vida de sus hijos, y eso está muy bien.
El joven busca conocer qué lo diferencia de los demás. Prueba, experimenta, sigue
modas, copia estilos… si es intelectualmente más inquieto también leerá más, tratará de
mantener conversaciones analíticas, tratará de encontrar respuestas en las áreas que le
interesen.
Algunos encuentran qué lo diferencian del resto más rápido, algunos tardarán más, y
claro (si quieres lo tomas como broma, aunque…) también hay quienes pueden llegar a
los 40 años sin saber aún qué los diferencia de los demás, manteniendo un
comportamiento parecido al de un adolescente (no confundir con las personas que
independiente de su edad les gusta la jovialidad, la diversión sana, y que mantienen su
capacidad de asombro).
Una de las cosas que el joven intenta es lograr sentirse aceptado y valorado por sus
pares, lo que al joven con TDAH se le hace un poco más complicado que a los
“normales” debido a que generalmente no dominan bien el arte de las relaciones
interpersonales (desarrollo parcial de las “habilidades sociales”, dicho en lenguaje
técnico).
Existen varios obstáculos, pero describiré los que considero que más lo afectan.
Esta impulsividad los empuja a involucrarse con personas antes de conocerlas bien, y
de dar por terminadas relaciones antes de tiempo, junto con la ya comentada
imprudencia (acompañada de sugerencias para manejarla) que impacta negativamente
en quienes son sus cercanos.
Dicho de paso, la solución para evitar este problema es aprender a identificar “qué
compartir”, “a quién”, “en qué momento” y “en qué lugar”.
El tercer obstáculo, y el que más lo afecta por su impacto en todas las áreas de su vida,
es la autoimagen deteriorada.
Si el joven ha vivido una vida relativamente estándar la imagen que tiene de él mismo
se levanta sobre su idea de ser deficiente en las relaciones interpersonales, de tener una
mente algo diferente a la mayoría, de ser el alumno ineficiente del curso además de no
ser el hijo que sus padres desean, de ser alguien que habitualmente comete errores
según los demás.
Inclusive algunos creen que el estudio no es para ellos o que deberían cambiarse de
colegio o escuela para así poder comenzar una nueva vida social y académica. No es
raro que algunos señalen que les gustaría vivir solos, o en otro lugar.
Sensaciones de fracaso en las relaciones de pareja y de amistad (“tengo mala suerte,
siempre escojo mal”) surgidas por traiciones, mentiras, discusiones, humillaciones, u
otras experiencias de las que ha sido víctima (por su elección impulsiva de personas,
sin conocerlas realmente) o de las que ha sido el causante (por su alta sensibilidad ante
conductas que interpreta mal, por su sobre respuesta, o por su poco desarrollada
moderación) generan en su interior la imagen que “algo hay” que los distancia del
resto.
No es raro que alguno de ellos comente que debió nacer en una época pasada o futura,
y/o que piensen que les gustaría que sus padres fuesen mejores guías de vida.
Reprimir es lo mismo que frenar y guardar, y eso nunca es bueno porque genera
problemas de muchos tipos.
El “mito urbano” dice que uno puede controlar las emociones y los sentimientos,
incluso hasta hacerlos desaparecer. Pues es un soberano y terrible error.
Eso solo si estás relativamente sano, porque si ya vienes de antes con problemas
internos que no has solucionado estas conductas no serán “poco positivas” sino que
derechamente negativas como agredir a otros, sexo casual con cualquiera sin tomar
precauciones ni pensar en las consecuencias, realizar comportamientos de riesgo físico
y psicológico, y otras cosas realmente malas.
Por tanto si el joven presenta una mentalidad rígida (inflexible, estrecho de criterio,
poco adaptable, poco tolerante) lo más probable es que se encuentre reprimiendo, y si
está reprimiendo la pregunta lógica es: “¿y por qué reprime?”.
Pues él, así como cualquier otra persona de cualquier edad, reprime porque: le
enseñaron a poner sus necesidades por debajo de las de otros, tiene temor de comunicar
lo que siente porque aprendió que al hacerlo recibe un castigo (desprecio, burlas,
críticas negativas, negarle lo que siente, respuestas tipo “estás equivocado, tu sientes
otra cosa”, o simplemente a nadie pareciera interesarle lo que siente, entre otros).
La persona vive más relajada, es más abierta de mente, más adaptable, y más tolerante.
Se permite hacer y decir lo que piensa y siente, que es justo lo contrario a quien está
reprimido: se bloquea.
Para reprimir menos hay una serie de técnicas que uno mismo puede ejecutar sin
apoyo de terceros.
Cuatro de éstas son:
O si alguien te dice algo que no te gusta, puedes fruncir el ceño mientras lo miras a
los ojos. Con esto ya habrás comenzado.
Tercero, hacer uso de la empatía, o por lo menos del entendimiento básico de que
ninguna persona tiene porqué darte preferencia debido a que cada persona está
haciendo lo suyo.
Comprender que cada persona tiene su propia vida, y que está “metida” en sus
propios asuntos ayuda a entender por qué hay tanta gente que no nos considera como
esperamos.
Si esos asuntos son importantes para esta persona, difícilmente estará dispuesta a
dar mucha atención a los demás, esto incluye a los padres, profesores, amigos y
conocidos. Además que si hay un asunto que la persona no ha logrado resolver,
estará afectado por eso, y hay asuntos que no se resuelven hasta que han pasado
muchos años.
Este fenómeno refuerza su inseguridad en relación a los demás, es decir que aunque esté
completamente seguro que su opinión, deseo o criterio es el correcto, presenta mucha
inseguridad de cómo los demás van a tomarlo. Esto es lo que comentábamos en el otro
punto del libro.
Hay que tener en cuenta que la presión que siente es muy alta. Imagina que tienes en la
mano un jabón bajo el agua, si lo presionas con fuerza se deformará peligrando con
romperse, o resbalará y saltará lejos de ti.
Cabe señalar que el joven, así como cualquier persona con TDAH puede ser más
arriesgado o más precavido, según si tiene o no tiene la “H” (Hiperactividad).
Si es de los arriesgados, tiene mayor posibilidad de recurrir a las drogas ilícitas y otros
comportamientos que lo pongan en peligro durante su búsqueda de ser aceptado
(imitación de los comportamientos de su grupo de referencia, o sea de las personas con
las que se identifica) debido a que lo esperable en la Sociedad es que los jóvenes que
se sienten solos e incomprendidos tiendan a agruparse bajo alguna moda que manifiesta
su pena y rabia con conductas de riesgo voluntaria e involuntariamente.
Si fue formado con la idea de que será todo fácil y que no importa cuantas veces sea un
irresponsable porque ya tiene el apoyo incondicional, estará tranquilo y seguro… hasta
que enfrente la vida real, experimente los fracasos y que la gente no gira en torno a él.
Si fue formado con la idea que a través del esfuerzo puede lograr sus cosas, aunque no
todas, que es bueno fomentar relaciones sociales con personas que aportan de las que
debería aprender, y que para aprender de los errores (y corregirlos) primero hay que
aceptarlos, sus expectativas serán más realistas, estará más preparado para enfrentar
las frustraciones, y podría aumentar su empatía.
Por obviedad estos son ejemplos simples, existen diversas expectativas que se puede
formar el joven sobre todo si comenzamos a analizarlas en detalle con todas las
ramificaciones posibles.
Sería precioso que todos viviéramos en esa Sociedad ideal, pero no es así. Casi la
totalidad de las personas con TDAH tienen una vida promedio común, rodeados de
personas comunes, y experimentan a lo largo de la niñez y de la adolescencia las
consecuencias que en promedio son comunes para la gran parte de los que tienen
TDAH.
El adulto promedio sin TDAH, y con TDAH, generalmente no orientará su vida hacia
los caminos que se planteó originalmente, sino que una tremenda cantidad de ellos se
dedicará a un trabajo no “tan” deseado, vivirá en un sector de la ciudad que no deseó,
ganará una cantidad de dinero que no se aproxima a sus deseos, tendrá conflictos
familiares y de pareja que no quiso ni imagino que tendría, verá sus proyectos solo en
ideas que al final no ejecutará, o que al ejecutarlas no las logra terminar por algún
motivo mientras ve que otros si pueden concretar sus propios proyectos.
Lo anterior es lo habitual a casi cualquier adulto, con o sin TDAH, no obstante las
características del TDAH son un factor muy importante dentro de las causas de este
logro más bajo del que imaginaba cuando era adolescente.
Hay adultos con TDAH que optaron por ser independientes, laboralmente hablando.
Serán sus propios jefes y sentirán esa libertad mental que casi toda persona con TDAH
necesita.
Según que tan buenos o malos sean en los negocios que se metan (y que tan bien o que
tan mal manejen su TDAH) tendrán más o menos éxito. De todos modos la sensación de
libertad les sirve para contrarrestar en gran medida las frustraciones y problemas
nacidos por una mala gestión financiera y/o empresarial.
Si eres parte del 99% de adultos que no tienen una red de contactos que les ayuden a
conseguir sus metas y que no tienen parientes que les consigan un trabajo seguro, hay
algunas estrategias útiles.
Lo usual es que las personas con TDAH sean buenos generales y malos sargentos, es
decir buenos para manejar cosas grandes y malos para cosas pequeñas de detalles
pequeños.
Teniendo ese currículo como marco de referencia busca empleos que se relacionen, o
genera proyectos que te exijan esas competencias. Al buscar empleos no se te ocurra
entregar ese currículo especial, sino que hazte uno normal, pero que resalte tus
virtudes.
Segundo, empieza a ocupar una agenda especial. Yo sé que las agendas no nos sirven
mucho porque tendemos a olvidarlas, sin embargo esta agenda especial… es
especial.
Si usas un computador todos los días puedes crear un archivo en Excel o en Word y
en el escribes tus cosas pendientes de forma resumida, por ejemplo:
*******************
Fecha Alumno Pago
12/04 Felipe Domínguez Confirmado
12/04 Sebastián contreras Confirmado
…
*******************
14/04 Catalina Ferreira No confirmado
14/04 Daniel Pedreros Confirmado
…
*******************
Con algo tan simple yo organizo a los alumnos de clases y sé a quienes considerar y
a quienes no para los diplomas, autoadhesivos, tipos de ejercicios, tiempo
aproximado, entre otros.
Esta lista es tan larga como número de alumnos hayan. Tú puedes hacerte algo
parecido, resumido con lo suficiente para que automáticamente recuerdes todo el
asunto.
Si eres más hábil puedes hacer que se abra automáticamente cuando enciendes el
aparato (si no sabes cómo, busca en internet).
A lo largo de este libro aprendes cosas… ¡aplícalas! Hasta exactamente éste párrafo,
han transcurrido 10 días con 3 horas desde que me senté a comenzar a escribir, a
corregir y a editar unas 9 a 10 horas por cada día sin tomar ninguno para descansar.
Por lo menos yo no tengo la disponibilidad ni el tiempo para escribir algo que no
sirva… así que practica con confianza.
Cuarto, y basado en lo anterior, cuando uno tiene TDAH y hay un trabajo que le
gusta, puede esforzarse más que los “normales” gracias a que tenemos las ya
descritas y explicadas impulsividad, energía y optimismo.
Si utilizas esas cualidades a favor de tus proyectos estás con una buena ventaja
comparativa.
El punto es analizar que tanto te gusta: según el resultado del análisis sabrás si
tendrás las ganas permanentes de derribar tantos obstáculos como se te vayan
presentado, o menos. Si son muchas ganas y sabes cómo hacerlo… hazlo.
Como vimos en otro lugar del libro, una persona estándar puede atender y
concentrarse en cosas que no le importen, que no le interese o que considere inútiles.
Nosotros tenemos gran dificultad para hacer eso, por tanto perseverar en algo “sea
como sea” es prácticamente actuar en contra de nuestra propia naturaleza, y actuar
de ese modo nos produce más perjuicios que a los demás.
El objetivo debería ser trabajar por algo que nos guste, que nos entusiasme, que
utilizar nuestras características TDAH sean una herramienta y no una desventaja.
Por tanto, si quieres hacer eso de “perseverar” hazlo solo con lo que te gusta, o si
no puedes escoger, persevera en aquellas cosas que por obligación y no por gusto
debas perseverar como lo es tu trabajo no deseado.
Sexto, saber cuándo y cómo transformarse en una máquina. La mayoría de los que
tenemos TDAH sufrimos mucho frente a tareas repetitivas o monótonas.
Cuando uno camina no camina pensando en cada paso que da, solamente
caminamos… nuestra mente divaga o trabaja en otras cosas. Esto puedes llevarlo a
las tareas mecánicas… aprende a hacerlas, practícalas hasta que salgan solas, y
desde ese punto puedes salirte del cuerpo y disfrutar.
Como te puedes dar cuenta enfatizo en usar inteligentemente las cualidades TDAH, y es
porque si no las manejamos resulta que de cualidades pasan a transformarse en grandes
desventajas.
No obstante pese a que existen algunos datos estadísticos que señalan que
aproximadamente un 4%, 6%, u otro porcentaje (según la fuente que leamos) de los
adultos con TDAH siguen presentando síntomas notorios, la verdad es que únicamente
estos datos incluyen a los que van a atenderse justo a los lugares en los que justo se les
consulta por el número de diagnósticos de TDAH, justo en los países y ciudades que
(justo) son incluidos en los estudios.
Todos los diagnósticos que no son informados a estas entidades del estado, no son
considerados.
Repitiendo lo que nos decía uno de los profesores de Psicología Científica en aquellos
tiempos donde mis dos grandes preocupaciones de vida únicamente eran estudiar y
trabajar para pagarme la universidad: “no debemos tomar en serio los resultados de
una investigación hasta que la tengamos en la mano y evaluemos cómo fue realizada
para saber si hay errores, y aun así los autores podrían estar inventando u ocultando
cosas para que su trabajo sea tomado en cuenta, o para evitar preguntas que no
pueden responder”.
Esto de inventar u ocultar cosas, así como investigaciones mal hechas lo he observado
en aproximadamente la mitad de las tesis y memorias de título en las que he sido asesor
privado, y considerando que sus autores han sido personas a puertas de transformarse
en profesionales, pues imagino que ya siendo profesionales también podrían cometer
los mismos errores y equivocaciones.
La cantidad de adultos con TDAH en los que sí pueden reconocerse sus síntomas, y que
no están contabilizados en los estudios es muchísimo mayor a lo informado. De hecho
se ha manifestado que uno de los grandes problemas para crear estadísticas válidas está
en que se debe recurrir a la memoria del adulto, y es prácticamente imposible
diagnosticar un TDAH en base a sólo lo que la persona recuerda de su niñez y
adolescencia.
Cambiemos de tema.
La siembra son las acciones que llevamos a cabo pensando en metas a mediano y
largo plazo, como ahorros, estudios, inversiones financieras, proyectos de negocios,
compra de una casa, casarse y tener familia, y más.
La cosecha sucede cuando comenzamos a recibir los resultados de esas acciones,
pudiendo hacerlas crecer.
Sin embargo… como nosotros somos especiales, en el adulto promedio con TDAH
existe algo que podría provocar cierta excepción o alteración a la regla: su optimismo.
Primero, frente a los problemas para el adulto con TDAH es más fácil levantarse y
continuar con sus cosas. Aunque esto es una característica transversal a la edad, con lo
demás que sigue se forma la diferencia.
Claro que si ha vivido frustraciones fuertes como contraer matrimonio y que al cabo de
unos meses su pareja le avisa que tendrá un hijo con otra persona, o estar cesante por
demasiado tiempo, el intenso dolor y frustración pueden estar siendo repasados con
frecuencia, quizá a diario, entorpeciendo su actuar productivo.
Tercero, está biológicamente hecho para atender lo que le gusta, lo cual aumenta la
sensación de placer porque está más en contacto con lo agradable que con lo
desagradable, ayudándolo enormemente a superar las complicaciones laborales,
económicas, familiares y de otros tipos que suelen convertir al adulto común en un ser
un poco amargado, aburrido y sin esa “chispa” de vida en los ojos.
Es cosa que te pongas a observar a la gente en el metro o en la calle, casi todos van con
esa mirada apagada que nos recuerdan a las películas de zombis, nacida de asumir y
dar por hecho que la vida es plana.
Esto si es manejado con un poco de ingenio, nos permitirá tener una vida dinámica, con
cambios y fluctuaciones, además de ser unos viejitos activos que aprovechan hasta la
última gota de vida, viviéndola.
¡Que levanten la mano y digan ¡yo! todos aquellos adultos que tienen TDAH y que
jamás en su vida han tenido problemas con alguna pareja producto de una mala
comunicación, problemas por malos entendidos, o problemas por haber tomado
decisiones sin meditar previamente!
Okay, suponiendo que has leído y comprendido todos los capítulos anteriores he de
suponer también que te has formado una buena idea de que ocurre en las relaciones de
pareja.
Quiero aclarar que como el TDAH forma parte de nosotros, es lógicamente esperable
que todas las relaciones estén teñidas por él.
Este tema (pareja) debería ser profundizado en un libro exclusivo… quizá lo escriba
con lujo de detalles y técnicas incluyendo obviamente la Conquista y la Sexualidad
vistas desde la acción, sin embargo en el presente me remitiré otros menesteres menos
apasionados pero que no dejan de ser relevantes.
Parejas egoístas que dañan
Primero que todo debemos tener muy en cuenta las recomendaciones señaladas en el
sub capítulo que habla sobre la gente que debemos evitar. Que conste que si tú quieres
de todos modos tratar de establecer relaciones de pareja con ese tipo de persona, ya
vas avisado.
Todos somos más o menos egoístas, es una condición de cualquier ser vivo.
Para llegar a ser un egoísta hay muchos caminos, pero todos tienen en común una
profunda sensación de soledad, y de que nadie estará realmente con él.
El gran error de prácticamente todas las personas es creer que la pareja va a cambiar
después de vivir así (egocéntricamente) toda la vida.
Algunos lo creen porque son buenas personas y quieren ayudar, pero otras solo están
actuando desde su propio egoísmo orientado a que su pareja sea como a él le conviene.
Si te atrae alguien egoísta resulta que no importa que tan atractiva parezca, o que tan
lindas sean sus palabras, o que te ponga ojitos de ternura como el personaje Gato con
Botas de las películas “Shrek” cuando desee que hagas algo.
Muy rara vez te preguntará con atención “¿cómo te sientes?”, “¿cómo te fue con el
problema?” y no esperes que sea muy capaz de leer tus sentimientos más allá de los
que cualquier podría darse cuenta.
Hay gente que puede vivir de esta manera, no tienen mayor problema en dejar
constantemente sus necesidades en segundo plano para favorecer las necesidades de la
otra persona, pero al fin y al cabo todos necesitamos de satisfacer lo que deseamos (en
mayor o menor medida) y someterse a los deseos de la pareja finalmente se traduce en
una represión de las emociones y de los sentimientos, dicho de otra manera: hace mal
(ya tratamos antes respecto a la represión), muestra cierta cantidad de dependencia, y/o
baja autoestima.
Para cada uno sus propias necesidades son lo más importante. Es esperable que en una
relación saludable cada uno trate que sus deseos se realicen, pero sabiendo que también
son importantes las necesidades de la pareja, quizá no al mismo nivel que las propias,
pero son importantes al fin y al cabo.
Por ejemplo quieres ir de compras pero tu pareja quiere quedarse en casa. Perfecto,
entonces tú vas de compras, y tu pareja se queda en casa. También pueden ir de
compras más tarde u otro día, o ir de compras y quedarse en casa el fin de semana que
viene.
Y actuar de esa manera también es típica de alguien con TDAH que no ha conseguido
domar sus impulsos (para aclarar su mente), que no aplica bien su empatía (no
identifica que su pareja también tiene necesidades), y/o que simplemente es alguien con
TDAH y con egoísmo al mismo tiempo.
Entre los desaires habituales, que son desaires y no otra cosa, están desde no
preguntarte casi nunca cómo te sientes, hasta la infidelidad reiterada, pasando por
recibir frecuentemente un trato de fantasma (estás presente pero es como que fueras
invisible).
Todo esto depende de qué tan egoísta es aquella persona y de su nivel del desarrollo
moral (los valores).
Una lógica de calle, o sea una lógica sumamente básica diría que basta con que dejes a
esa persona y sigas tu camino.
Según el nivel de Salud Mental, el grado del sentimiento de poseerte que tenga, y la
fortaleza de sus valores morales serán las acciones que tome.
Si tienes suerte, antes que termines de decir “hasta acá nomás llegamos” se habrá
dado la vuelta y ya no sabrás más de esta persona.
Para terminar la relación con los egoístas y evitar problemas asociados, hay una
alternativa.
Primero, identifica su nivel de Salud Mental aproximado (¿qué tan bien o mal le hace su
comportamiento a esta persona y a sus cercanos?) e identifica su desarrollo moral (¿qué
tan coherente es respecto a los valores morales?).
Tercero, conoce qué hace con las crisis y con los problemas (huye, se congela, o los
enfrenta).
Cuarto, tomando todo lo anterior fórmate una idea de cómo reaccionaría si tras unos
días en que tú te distancies le dices que ya no va más la relación.
Quinto, y último, procede según lo que sabes. Puedes cortar rápido y claro. Puedes
dejar rápida o lentamente de darle lo que quiere de ti. Puedes pedirle un tiempo de
separación y esperar que esta persona tome la iniciativa de cortar.
En fin, procede según lo que te convenga para producir el menor daño posible a ambos.
Casi siempre que hay un rompimiento los dos salen con algún tipo de daño, la idea es
minimizarlo.
Y recuerda que hay cosas que tu “ex” no tiene porqué saber, como por ejemplo que
rompes porque te gusta alguien más, porque tu ex es una mala persona, porque lo que
sea. Evita el daño innecesario.
Parejas egoístas que no dañan
Parece contradictorio pero no lo es. Hay parejas que siendo egoístas no provocan daño.
Estas personas son egoístas, sin embargo no lo son tanto como el nivel visto
anteriormente.
Las parejas de este tipo suelen actuar de una forma que parecieran no tomar en cuenta la
opinión del otro, sin embargo la realidad es que si la toman en cuenta pero su egoísmo
los impulsa a actuar como si su propia opinión fuera la válida.
Al equivocarse sienten que debieron hacer lo que el otro les dijo, a veces lo reconocen
directamente, pero la mayor parte de las veces solo dan señales de arrepentimiento (sin
decirlo) lo cual nos debería bastar si realmente queremos y aceptamos a nuestras
parejas.
Cuidado con creer que hay desaires. Como ya fue dicho, los con TDAH son sensibles a
lo que creen desaires, y la forma de manejar ese tema también ha sido explicada
muchas veces así que no lo repetiré.
Estas parejas no actúan desairándonos, sino que simplemente su cabeza está demasiado
cerrada en sus ideas como para estudiar las nuestras hasta que por su propia porfía
terminan equivocándose y pidiéndonos ayuda. Esto también pasa con los que tienen
TDAH, no te creas otra cosa.
Son capaces de amar y de querer. La empatía es algo inestable cuando se cierran en sus
ideas pero no es algo que no tenga solución, basta con que le preguntemos en un tono
agradable: “ya… ¿y cómo crees tú que me siento yo con esto, ah?” para que nos miren
directo a los ojos y nos presten mucha atención. Su reacción será en general
considerando nuestro sentir y opinión.
Con estas parejas así como con todo el mundo nosotros les enseñamos a tratarnos. Por
tanto si nos habituamos a hacerle la pregunta anterior (en un tono agradable) la pareja
comenzará a acostumbrarse a planteársela por si misma sin necesidad que
intervengamos.
Un error por nuestra parte sería hacerle esa pregunta en un tono y modales agresivos, o
en tono de estar heridos. Si nuestra pareja nos quiere, si le hacemos creer que nos ha
provocado un daño se va a sentir mal… dañar a nuestra pareja inocente es una soberana
estupidez que hay que aprender a evitar como sea.
Para mejorar u optimizar nuestra relación con alguien egoísta que no es dañina debemos
ir poco a poco enseñándole a cómo tratarnos. Tenemos TDAH, la pareja lo sabe (hay
que decírselo y explicárselo) pero no venimos al mundo con un manual de usuario, por
tanto no podemos exigirle que nos sepa tratar con nuestro TDAH más todo lo que somos
como personas.
Tener TDAH no es una excusa barata de los errores, tener TDAH es una
responsabilidad, nos guste o no nos guste, y nuestra pareja no tiene porqué ser una
especie de enfermera, ni una secretaria personal, ni una madre o padre sustituto.
La enseñanza de cómo tratarnos debe ser tranquila y sin apuros. El pan horneado rápido
siempre queda crudo por dentro. Debemos con buenos modales, respeto y apoyándonos
en nuestro optimismo e ingenio natural ir enseñando con indirectas, directas y
descripciones simples.
Parejas dependientes
Una persona dependiente es aquella que es capaz de hacer cosas que nadie más haría
para, de esta manera, asegurarse de no perder a la gente.
También podríamos intentar enseñarle a la persona a actuar sin depender, pero eso ya
es un tema complejo porque mientras estemos en la vida de la persona, en el fondo
estará dependiendo igual de nosotros.
Una pareja dependiente es alguien que necesita imperativamente estar segura que
siempre estaremos con ella, pase lo que pase. Esto de “pase lo que pase” depende de
si sólo es dependiente, o si está combinado con uno de los tipos de pareja egoísta.
Algunos pensarán que si es dependiente dar su vida por la relación la hace feliz, pero
no es así.
Como vimos, todos tenemos necesidades personales. Reprimirlas por otra persona solo
le brinda una satisfacción temporal que no la ayuda a desarrollar su vida.
Por tanto la persona aprendió desde la infancia que la manera de no estar en desamparo
es reprimiendo lo que desea, piensa y opina para favorecer a otra persona que quiere
tener cerca.
Perfecto, la pregunta acá es: ¿y qué puedo hacer para optimizar o mejorar la relación
con alguien dependiente?
Pues si notas que está buscando satisfacer sus necesidades importantes por ella misma y
que pese a ser dependiente es capaz de expresar sus opiniones y deseos, te felicito
porque significa que tú le das mucha confianza y le haces bien en su vida.
Siendo de ese modo no tengo nada útil que sugerirte excepto que sigas cuidando la
relación manejando tu ego para que esté a un nivel saludable, y por supuesto manejar tú
TDAH, en especial no dejar que ese placer que sienten varios al sentirse el centro de
atención nuble tu mente y tu empatía.
Primero, tu toma la iniciativa para llevarla donde necesita ir para obtener lo que
necesita. Un trámite para una beca, obtener los documentos para una comprar una casa,
ir a mirar motocicletas… Tú tomas la iniciativa y que tu pareja vaya contigo ¿No
quiere? No importa, insístele.
Puedes usar frases estructuradas como la siguiente: “te quiero mi amor… verte feliz me
hace muy bien”. Si lo notas, la frase primero que todo refuerza que estás con ella (te
quiero), luego refuerza que te importa (verte feliz), y finalmente dejando al último por
ser menos importante acude al factor de la dependencia de ella a tenerte como eje (me
hace muy bien).
Las personas cuando nos expresamos de forma espontánea siempre decimos primero
lo que más nos importa, y después lo que menos: “eres tan atractiva y tan
inteligente” muestra que le importa más el cuerpo, lo de la inteligencia puede ser
real (y secundario al cuerpo) o solo de relleno para no quedar de superficial (o de
otra cosa asociada al calor, je). Si el comentario no es espontáneo podría estar
pensado especialmente para provocar una determinada percepción, cuidado con eso.
Segundo, a medida que van a hacer esas actividades juntos vas dejando que tu pareja
sea quien actúe, de esta manera irá generando autoconfianza. Tú procedes a tomar un
rol de acompañante que da apoyo moral, y disminuyes tu intervención.
Tercero, deja que tu pareja vaya sola. La puedes motivar, persuadir, inventar alguna
excusa para no ir (¡que sea creíble por favor!), o estando en el lugar justo y muy
curiosamente te da ganas de ir al baño o de hacer algo privado urgente obligando a que
tu pareja sea quien hace todo.
Cuarto, repite lo mismo desde el paso primero hasta el tercero con los demás deseos de
tu pareja. Mientras más autoconfianza ella genere, menos dependerá de que la
acompañes la próxima vez (o que otra persona la acompañe), más contenta estará, y la
relación será más saludable.
Esta clase de parejas a simple vista nos pueden parecer egoístas del tipo dañinas, pero
al observar desde más cerca podremos ver que se preocupa tanto de sí misma como de
los otros, y nos costará detectar un comportamiento egocéntrico frente al que podamos
decir: “¡hey, pero que egoísta es!”.
Alguien egoísta puede ser indiferente, obvio. La diferencia radica en que los sólo
indiferentes no actúan como divas o divos, no tratan de imponerse sobre la pareja, y al
hablarles nos prestan atención real. No nos tratan como objetos de su propiedad, sino
que como personas.
Esta indiferencia es sentida por uno como falta de interés o como un exceso de
racionalidad que nos provoca percibirlos como fríos, y que además nos pincha el
TDAH.
Las parejas indiferentes suelen ser bastante racionales, es común que les guste mantener
una actividad analítica y lógica. Tienen dificultad para conectarse con sus sentimientos
y emociones, y no es de extrañar que tengan problemas para socializar y conocer
personas nuevas.
Tampoco es de extrañar que no les guste estar en situaciones con mucha gente
alrededor, y menos si esta gente es alborotada.
Pueden tomar decisiones con una frialdad que a muchos nos puede dejar asombrados,
más por su aparente falta de empatía y consecuencias emocionales en terceros que por
el hecho de haber tomado la decisión misma.
Con estas parejas, si realmente las queremos lo más sabio es explicarles las cosas con
argumentos sólidos porque al ser muy racionales necesitan conocer la estructura lógica
de las cosas (los “porqué”, y los “porqué de los porqués”).
Por otro lado como tienen problemas para conectarse con sus sentimientos cualquier
argumento afectivo que les demos no le harán mucha mella, no le encontrarán el mismo
valor que a un fundamento lógico.
La mejora u optimización de la relación se realiza ayudándolos a conectarse con los
sentimientos, pero no es llegar y evidenciarles las cosas. Hacerlo así, sin cuidado sólo
puede causarles un daño psicológico fuerte, confusión y dolor que no sabrán manejar
porque no están habituados a permitirse vivir las emociones.
Sería como tirar desnudo y sin herramientas en medio de un incendio a alguien que
recién está en su primer día como bombero.
El proceso se realiza con sumo cuidado, tanto cuidado que únicamente te señalaré el
primer paso confiando (y sabiendo con certeza) que al aplicarlo esta persona podrá por
sí misma comenzar el desarrollo de sus habilidades afectivas.
Primer paso (y único que te expondré), realizar preguntas según estos ejemplos:
“¿cómo es que hiciste eso y no lo otro?”, “¿cómo es que te sientes así?”, “¿cómo es
que esa persona reaccionó de esa manera?”, “¿cómo es que piensas eso y no esto
otro?”.
Resulta que cuando preguntamos “¿por qué?” la persona a quien le preguntamos activa
las partes del cerebro que trabajan con el razonamiento y la lógica, y no es eso lo que
queremos hacer en este caso.
Lo apropiado es comenzar todas las preguntas con un “¿cómo es qué?”. Al plantear una
interrogante con esa frase la persona a la que le preguntamos activa partes del cerebro
que trabajan con los afectos (emociones, estados de ánimo y sentimientos) y aumenta
drásticamente la probabilidad de tomar conciencia de lo que siente. Este es un truco
que usamos algunos psicólogos para ayudar a la gente a darse cuenta de algunas cosas.
La primeras veces, la gente que tiene alguna dificultad para conectarse con lo que siente
sentirá que se bloquea y tenderá a no saber que responder. Eso es normal. Algunos
incluso se perturban un poco y dicen “no entiendo la pregunta”. Y eso también es
normal.
No la entienden porque no hay nada que entender puesto que la pregunta es de un
carácter afectivo y no racional, y estimula áreas cerebrales afectivas y no racionales.
Frente a esos comentarios sólo pones una sonrisa y repite la pregunta.
A medida que trata de responder esas preguntas que inician con un “¿cómo es qué?”
las conexiones neuronales se van estimulando y fortaleciendo hasta que puede
responderlas.
Te invito a probar contigo mismo… pregúntate cómo te sientes, y luego “¿cómo es que
me siento así?”.
Entiendo que estas parejas nos pueden causar desesperación si tenemos TDAH, pero
tranquilo, a estas alturas del libro ya estarás practicando el manejo del TDAH…
supongo.
Parejas maltratadoras
Alguien que permite que lo maltraten es una persona con un serio problema de tipo
psicológico producto de una muy baja autoestima muchas veces acompañada un
trastorno mental por dependencia y la creencia irracional que no puede evitar el
maltrato.
Inclusive a veces se puede observar que el paciente presenta síntomas psicóticos en los
que él se percibe como merecedor del maltrato.
En otras ocasiones existe el aprendizaje social que el género femenino debe tolerar el
maltrato, o la creencia religiosa (por psicosis, ignorancia profunda o una combinación
con la creencia social que el género femenino está por debajo del masculino) que el
hombre tiene el derecho dado por Dios para ejercer maltrato.
Las víctimas de maltrato deben ser tratadas ahora mismo por un profesional, y en lo
posible también denunciar a los victimarios ante la policía. Por lo general, en todos
los países hay teléfonos para realizar estas denuncias de manera anónima. Hacerlo
sin avisarle a nadie es lo mejor.
Uno de los problemas más graves de estos sujetos radica en que son incapaces de darse
cuenta o de asumir su enfermedad, por tanto no van a buscar ayuda nunca, o si lo
llegasen a hacer no es raro que abandonen el tratamiento antes si quiera de haberlo
comenzado.
Es por eso que la única manera de tener más probabilidad de éxito frente a esta gente es
mediante una denuncia en la policía.
La gente no cambia porque sí, no esperes que un tigre deje sus rayas sólo porque dice
que lo hará.
Parejas y su funcionamiento
Vimos algunas de las parejas que nos podrían complicar la vida, a algunos más y a
otros menos, pero lo relevante es que manejes tu TDAH y que evalúes si esa pareja es
realmente para ti, ojalá antes de tener algo con ella.
Cuando conocemos a alguien que nos asombra positivamente y nos produce bastante
atracción, si nos orientamos hacia esta persona con la intención de tenerla como pareja
y nos acepta, comenzamos el proceso del Enamoramiento.
Nuestra vida estará inmersa en la belleza absoluta de tener a nuestra persona amada
junto a nosotros… a menos que lo jodas todo por no manejar tu TDAH.
Okay, okay, lo sé. La relación de pareja nunca es igual a una canción romántica. A
veces parece un tema de rock pesado, otras veces semeja un tema de música clásica,
hay ocasiones en que parece un tema musical sacado de una película de suspenso, o de
una película de espionaje, incluso de algún filme de Disney. Pero lo relevante es que la
continuidad y el bienestar general de ambos prevalecen.
Entremos de lleno en la esencia de las relaciones, en cómo funcionan.
Primero que todo, todas las relaciones que puedan existir entre personas, existen por el
mismo motivo: beneficio. Recuerdo a una profesora de la universidad, en clases de
Desarrollo Personal explicándonos este proceso e insistiendo en que recordáramos esta
frase: “todas las relaciones entre personas son utilitarias”.
Podemos encontrar que hay necesidades que todos tenemos, y éstas son las más
profundas.
Existen varias teorías de las necesidades humanas, y cada una plantea su propia lista de
lo que según los estudios de esa misma teoría identifican como necesidades.
Por ejemplo la teoría de Mc Clelland señala que existe el logro (conseguir las cosas
por sí mismo y destacarse sin ayuda), poder (influencia en los demás y controlarlos) y
afiliación (generar relaciones y pertenecer a la mayoría). Cada una de estas tres
necesidades tienen sus propias características únicas, y cada persona tiene una de ellas
como prioridad.
Maslow plantea que las necesidades se pueden agrupar en una pirámide de cinco
niveles que van desde la base (necesidades físicas) hasta la punta (autorrealización),
aunque a la hora de comparar su pirámide con la realidad se encuentran fallos.
Algunas de las teorías son aplicables más al trabajo y organizaciones, otras son más
generales y tienen un carácter multiuso. En fin, hay de todo para todos. Te invito a
buscar información de “principales teorías de motivación humana” por internet si
quieres profundizar el tema.
Imaginemos que una amiga tuya tiene esta lista de necesidades que satisfaciéndola la
hará ser más feliz:
Si esta amiga tuya conoce a alguien, y estando a su lado siente que esas necesidades se
satisfacen, la probabilidad que sienta mucho agrado es alta, e interpretará que junto a
esa persona y no a otra es más feliz. Entonces ella, si comienza el Enamoramiento y esta
persona la acepta, comenzará a construir una relación de pareja.
Por el otro lado pasa lo mismo, si ese sujeto percibe que su lista de necesidades que lo
harían feliz es satisfecha por tu amiga, le ocurrirá lo mismo que a tu amiga.
Cabe señalar que las listas de necesidades personales no son tan poquitas… son
muchas, y cada una tiene sus propias características de acuerdo a la persona. Es por
esto que si uno se siente solo, no nos sirve cualquier compañía, sino que sólo nos
sirve aquella compañía que tiene características especiales.
Bien, ahora si a lo largo del tiempo resulta que tu amiga disminuye la intensidad de la
necesidad de compañía y este sujeto se da cuenta (o tu propia amiga le pide un poco de
libertad a solas), seguirá siendo satisfecha esa necesidad.
Si este sujeto, en cambio, no acepta darle más libertad a solas, tu amiga comenzará a
sentir algo de presión que según como sea ella la podrá reprimir, manejar, u otro.
Más adelante el sujeto consigue lograr una meta, varias de sus necesidades se ven
satisfechas y aparecen otras nuevas o se modifican las existentes, por ejemplo la
necesidad de tranquilidad mental aumenta. Esto provoca que ya no pueda ser tan
tolerante cuando tu amiga se acelera, por tanto ya no satisface bien la necesidad de ella
(tolerancia cuando se acelera). Según como lo tomen podrán negociar, discutir u otro.
Y así… a medida que las necesidades de uno y otro van siendo satisfechas, modificadas
o cambiadas por otras es como va cambiando la relación en la esencia. La manera
como van tomando estas variaciones es lo que decide si la calidad de la relación se
mantiene, aumenta o disminuye.
Cuando alguien tiene TDAH sin entrenamiento lo normal es que le sea algo difícil
entablar relaciones interpersonales. Por una parte está el temor a la crítica destructiva,
por otro lado está la imprudencia, y también la falta de interés por los temas que no nos
importan pero que al otro sí.
VI
LAS CUATRO FORMAS DE VER LA VIDA: 4 TDAH
Existen cuatro formas de ver la vida. Entiéndase esto como las cuatro formas de
interpretar, experimentar y dar sentido a la vida.
Cada forma es una manera de cómo en nuestra mente se organizan los significados que
vamos dando a las vivencias personales, desde niños hasta que fallecemos.
Pues bien, como la mayoría de los lectores de este libro no son colegas y no saben de
tecnicismos (y no tienen por qué saberlos) todo será explicado de la misma manera que
en los demás capítulos, es decir “escrito para todo el mundo” evitando complicarles
la vida con nombres que puedan generar confusión, y evitando palabras que deban
buscar en un diccionario especializado.
Ninguna de las cuatro son enfermedades, trastornos, síndromes, u otra cosa. Sólo y
únicamente son normales y corrientes. Lo que uno haga con ellas es lo que nos puede
favorecer o no.
Solo cuatro
Son cuatro. Por más que se ha investigado sólo se han hallado cuatro.
Una de estas cuatro es la que siempre será la más importante porque guiará a la persona
durante su vida. Cuando digo “siempre” es siempre, desde niño hasta la muerte. No se
puede cambiar por otra de las cuatro.
La persona tiene su principal forma de ver la vida, y además en ocasiones hay otra de
las cuatro que también se manifiesta en una intensidad que pudiera parecer que es la
principal, sin embargo no lo es.
La principal suele combinarse un poco más, o un poco menos con otra de las cuatro, sin
dejar de ser la principal. Es por esto que en el ambiente se dice que es muy difícil
encontrar a alguien que sólo y únicamente le funcione sólo una de las cuatro.
La mejor forma de identificar cuál de las cuatro formas de ver la vida es la principal,
es observando cuál de las cuatro es la que “manda” cuando estamos experimentando
una crisis. La solución que demos al problema crítico siempre será en base a la
principal.
De dónde surgen
Las formas de ver la vida comienzan a formarse desde que nacemos, a través de la
interacción con nuestra madre o figura materna como pilar principal, y la interacción
con los demás como factor secundario.
Dicho de otro modo, lo normal es que aprendemos a ver la vida tal como lo hace
nuestra madre, y un poco modificado según nuestro entorno.
Hay una relación entre estas cuatro formas de ver la vida y los estilos de apego que
produce la madre o figura materna con el niño. No lo explicaré (además hay varias
teorías) pero en síntesis hay tres estilos de apego que son generalmente aceptados por
todas las teorías.
En esta forma de ver la vida, la persona necesita que los demás le confirmen lo que le
interesa (que estén de acuerdo con ella). Y lo que le interesa forma parte del sentido
que le encuentra a la vida.
Si la joven cree que se ve bien con ese pantalón, necesitará que los demás den muestras
de estar de acuerdo con ella. Opiniones, miradas, coqueteos, e incluso que la envidien
le sirve.
Si cree que su opinión es inteligente, necesitará que los demás muestren su acuerdo
mediante alguna frase positiva, gestos de afirmación, u otros.
Todo esto aplíquese a cada cosa que la joven exponga al entorno: su trabajo, sus
estudios, su familia, su pareja, sus amigas y amigos, etc.
Nota que la joven no necesita que le digan qué hacer, sino que necesita la confirmación.
Por el contrario, lo que no quieren es que los desconfirmen, o sea actuar de la forma
contraria a lo que ellos necesitan. Eso les hace sentirse mal.
Estas personas otorgan mucha relevancia a la imagen que proyectan, es por eso que
suelen preocuparse por su apariencia (física, familiar, intelectual, etc.) y de ocultar o
reprimir aquello que creen que perjudicará la imagen que quieren dar.
Entre las relaciones que más cuidan es la que tienen con su madre o figura materna, esto
es porque como la madre también necesita la confirmación, mutuamente se van
confirmando y apoyando, además que comparten secretos en común relacionados con la
familia o parejas.
En cuanto al padre o figura paterna, lo observado en los estudios es que suelen ser
fríos.
Estas personas son las que más hay en el mundo, de hecho algunos textos hablan que un
70% o más de la gente pertenecen a esta forma de ver la vida. En efecto si analizamos
los mensajes de la publicidad veremos que casi siempre apuntan a la imagen personal,
y dudo que las empresas gasten tantos millones si los interesados por la imagen fuesen
escasos.
Por esto mismo cuando usamos la empatía y nos damos cuenta que tiene alguna
necesidad profunda e intentamos satisfacerla, se muestra interesado en nosotros
Este interés que despertamos se debe a una razón súper lógica: como siempre está
mostrando una imagen, y la mayoría de las personas tienden a juzgar por la imagen,
nadie o casi nadie lo ve por dentro, por consiguiente nadie o casi nadie lo comprende
realmente, entonces cuando uno si lo hace, él se siente bien, con temor y curiosidad,
pero bien.
En cuanto a la pareja, les gusta que sea semejante a la imagen que les gusta dar, por
ejemplo es extremadamente raro encontrar a uno de ellos que tenga ojos claros, sea alto
y rubio, con alguien de ojos obscuros, bajo y moreno. O a uno de un estrato social alto
con alguien de estrato más bajo.
Sobre las personas con las que prefieren relacionarse ocurre algo parecido. Esto
sucede porque al estar con personas semejantes tienen más seguridad de resultar
confirmados.
En términos generales son inseguros y evitan situaciones que puedan afectar esa imagen
que pretenden proyectar, prefieren esperar a ver qué opina el resto antes de opinar
ellos, compiten solo si saben que podrán resultar dentro de los ganadores, evitan mirar
directo a los ojos (temor a que vemos como son tras la imagen).
Tienden a competir solos. Por ejemplo se compra zapatos de alto valor y cuando ve que
hay gente con zapatos de menor valor intenta llamar la atención a sus zapatos, ya sea
chocando los talones, estirando las piernas, o hablando de zapatos para que le
pregunten por los suyos.
No se da cuenta que solo él está atento a los zapatos y que los demás ni siquiera se dan
cuenta, o que no les interesa.
Otro ejemplo simpático es en el metro, la señora le cuenta a su amiga en voz bien alta
sobre el éxito de su hijo en alguna cosa, y esta señora cree que los demás pasajeros
están interesados en su tema, que se impresionan, que la admiran a ella, pero no se da
cuenta que lo único que hace es ruido molesto porque a nadie le importa la vida de ella
ni la de su hijo.
Una de las metas que deberían tener los que pertenecen a esta forma de ver la vida es
aprender a desarrollar un filtro que les permita separar las confirmaciones de las
desconfirmaciones.
Sin ese filtro serán sensibles a cualquier tipo de opinión o expresión, y como sabemos
que la gente en promedio tiende a decir lo malo 4 veces más que lo bueno, se exponen a
recibir muchas más desconfirmaciones que confirmaciones.
Otra de las metas que deberían plantearse es lograr un buen dominio de la imagen que
les permita mejorar la capacidad de persuasión. Es decir aprender qué imagen es la
más recomendable para cada tipo de situación: lograr un ascenso, ganar la confianza de
alguien, etc.
Finalizando, es necesario indicar que esta forma de ver la vida tiene sus propias
subcategorías, pero en síntesis (y bien sintetizado) están los activos y los pasivos. Los
activos “buscan” ser confirmados, los pasivos “esperan” ser confirmados.
Los activos tratan de conocer gente, de salir y de hacer cosas que aumente la
probabilidad de conseguir confirmaciones, en cambio los pasivos evitan esa actividad
y esperan que los demás se les aproximen.
Segunda: Los Protegidos y Libres
La persona necesita dos cosas: protección (obtenida por una sensación de seguridad) y
libertad.
Necesita que sus seres importantes estén con él en las buenas y en las malas. Si pelea
con su mejor amigo sabe que esa pelea no dañará la amistad y que en caso de requerir
de la ayuda del amigo, este estará presente directa o indirectamente de todos modos.
Busca aquellos que le dan sensación de seguridad, y se aleja de los que generan la
sensación de inseguridad, todo mirado desde qué tan confiable y predecible es la gente
(confiable en lo que dicen y hacen, así como predecible en función a que no esconden o
fingen pensamientos y emociones).
Esta seguridad no se levanta por saber que serán confirmados, como en la forma de ver
la vida anterior, de hecho preservar la imagen proyectada al entorno no es su prioridad.
Si va a viajar necesita planificarlo bien, ver el mapa del lugar al que va, conocer la ruta
que seguirá, y que mejor si hay alguna persona en la cual poder confiar un poco al
arribar.
Finalmente todo esto genera que la parte del cerebro encargada de la interpretación
de los rostros se desarrolle más que en el resto de los niños porque está
constantemente aprendiendo a identificar los pequeños movimientos musculares y a
asociarlos con los estados de ánimo, emociones y sentimientos.
Al darse cuenta que alguien no les da seguridad, toman distancia. Es muy difícil volver
a recuperar la confianza en quienes los han abandonado o traicionado.
Por otro lado necesitan de la libertad. Esta libertad es para hacer lo que quieren.
Entonces si por un lado necesitan de protección, y por el otro necesitan libertad, hay un
punto sensible donde ambas necesidades se unen.
Esto genera una respuesta de escape que recuerda un poco a una fobia, o una respuesta
impulsiva de búsqueda de protección.
Pero… cuando estaba justo a punto de abordar el avión se arrepintió. Tomó conciencia
que allá no conocía a nadie, que nadie la podría ayudar, que estaría sola y
desamparada, y sufrió un episodio de pánico por exceso de libertad.
No viajó.
Otro ejemplo es algo que he visto muchas veces en estas personas, y es que varios
terminan haciéndose cargo de la familia completa: abuelos, padres, hermanos, y
sobrinos. Se desviven por ellos, y adoptan un rol de matriarca o patriarca en el que
deben resolverle los problemas a los demás.
La frase típica es “si yo no lo hago, ellos tampoco”, pero en el fondo lo que sucede es
otra cosa que además representa el funcionamiento de esta forma de ver la vida: “él
cuida al resto porque si el resto está bien, pueden cuidarlo a él. Si el resto está mal,
no pueden cuidarlo a él” ¿Recuerdas cómo funcionan las relaciones? Acá tienes un
ejemplo clarísimo del utilitarismo: “los cuido para que me cuiden de vuelta”.
Por ejemplo, decide pedir dinero prestado para pagar algo urgente, sabe que podrá
devolverlo en pocos días más así que llama a un amigo para que le preste ese dinero.
El amigo acepta así que se queda tranquilo.
Otra debilidad al tener TDAH y esta forma de ver la vida sucede cuando se dispara la
respuesta de escape o de búsqueda de protección debido al exceso de libertad o de
protección.
Si no hay TDAH la respuesta tiende a ser impulsiva y a buscar satisfacer ese “deseo de
escape” sin pensarlo mucho, como dejar el trabajo que lo asfixia tardando sólo 30
minutos en decidirlo sin medir las consecuencias económicas, o comenzar y entregarse
en una relación de pareja con alguien que conoció recién hace unos días para encontrar
esa protección deseada sin saber realmente quién es esa persona.
Si un grupo de personas se van de viaje para escalar el cerro más alto de la Cordillera
de los Andes, lo cual significa realmente un gran esfuerzo (conozco gente que lo ha
hecho), al llegar a la cúspide todos en algún momento sacarán fotografías, celebrarán,
se abrazarán, se felicitarán y recordarán a los que no lograron subir porque se
enfermaron o se rompieron alguna parte del cuerpo.
Sin embargo… habrá alguien que no estará tan contento como los demás del grupo
porque para él lo que le da un sentido a las cosas es el esfuerzo, la lucha por
conseguirlas, pero no disfrutan mucho cuando las consiguen. Estas son las que ven la
vida desde una perspectiva de la lucha constante.
Él disfrutó más que todos cuando se esforzaron por subir, y lo hará más que todos
cuando se esfuercen por bajar si es que toman un camino difícil, pero no disfruta tanto
como el resto allá arriba sentados o de pie sin tener que luchar por algo.
La gente que ve la vida de esta manera tiende a escoger sin darse cuenta los caminos
más difíciles para llegar a sus metas, porque sus metas “son” el camino difícil.
A modo de ejemplo, si puede trabajar en un lugar de fácil acceso que le paguen bien, y
que las tareas sean simples, versus un trabajo que sea más complejo de llegar, que no le
paguen tan bien, y que las tareas son más exigentes, tendrá la tendencia a escoger este
último.
Dicho de otro modo, mientras más deban luchar en la vida, más sentido le encuentran.
Algunas de las explicaciones comunes que se dan, son: “me gusta ayudar a esta
empresa porque recién está comenzando”, “es que me gusta pasar por ese lugar”,
“no necesito tanto dinero”, “no sé pero me agradó más hacer estas tareas”, y
similares.
Pues pese a que estas frases también son comunes cuando alguien se encuentra en un
momento malo de su vida, se le pasa cuando su vida mejora. En cambio en ellos no
importa que tan bien o mal esté su calidad de vida, lo piensan siempre.
Lo que me gusta de esta forma de ver la vida está en sus posibilidades cuando son de
los activos, y de hecho es algo que les admiro. Cuando son activos operan de una
manera que si la traducimos a palabras sería: “tengo algo distinto al resto, así que
haré méritos para compensarlo”.
Sobre esta base, si se orientan bien pueden lograr tremendas cosas gracias a su
necesidad de lucha, por ejemplo si se plantean crear un negocio y trabajan en lograrlo,
lo lograrán. Cuando llegan a concretarlo ese negocio pierde sentido porque ya no es una
lucha, así que si lo dejan en manos de un tercero y se dedican a crear otro negocio… a
la larga pueden ser dueños de muchos negocios ¿Te explicas en parte como es que hay
gente que logra tremendos conglomerados de empresas, pero no lideran ninguna?
Las metas para desarrollarse que deberían tener en cuenta, son primero que todo
orientar su lucha hacia metas que puedan sostenerse en el tiempo, en vez de
abandonarlas una vez conseguidas. Para eso pueden buscar a terceros de su confianza.
Una segunda meta es intentar darse cuenta que sostener una meta en el tiempo es más
esforzado que soltarla y dejar que se vaya.
Combinando esta forma de ver la vida con el TDAH se puede ver que existe un
tremendo potencial en cuanto a la suma de la necesidad de lucha con la necesidad de
hacer cosas, propia del TDAH. La cosa es orientarlo hacia algo con sentido, y no dejar
que la parte TDAH haga gastar fuerzas en cosas inútiles.
También está la desventaja de la facilidad para desmoralizarse y desmotivarse del
TDAH. Si la persona es de las pasivas, o si es de las activas pero deja de luchar, queda
muy expuesta a generar un estado de ánimo depresivo, lo cual la “atrancaría” hasta
que lo resuelva.
Cuarta: Los Normados
Siendo extremadamente difíciles de hallar, tanto que se dice en algunos textos que son
un 1% a 3% de la población mundial, estas personas le encuentran sentido a la vida si
acatan al pie de la letra el conjunto de normas preestablecidas que han hecho propias.
Entre estas normas pueden ser las de la religión que profesan, las de cierta filosofía
hindú, las leyes y normas sociales, etc. También pueden ser combinaciones coherentes
de normas.
En esta forma de ver la vida la persona está segura que es correcta e incorrecta al
mismo tiempo, y como es imposible ser ambas cosas al mismo tiempo, toman la norma
como punto de referencia para asegurarse de actuar de la manera correcta.
No debes confundirte y creer que porque alguien sigue las normas y leyes es de este
estilo, no es así.
De no tener esa creencia entonces no es de esta forma de hallar sentido a la vida, sino
que de alguna de las otras tres.
Como señalé a principio de este capítulo, la forma de ver la vida se desarrolla desde
que somos unos infantes, no es que uno la escoja.
Al tener este estilo junto con un TDAH habría que tener cuidado con los
comportamientos impulsivos puesto que la gran presión que genera el propio estilo
sumado al impulso del TDAH puede detonar un comportamiento intenso e irracional
que luego provocará una sensación de culpa por no haber respetado la estructura de
normas y haberse conducido de manera muy incorrecta. Lo recomendable es dar
prioridad al manejo de la impulsividad cuando se entrene el TDAH.
Una segunda prioridad es aprender y tratar de tomar conciencia que siempre lo más
correcto y bueno es actuar en base del valor moral más alto que existe, y es la Buena
Voluntad.
Todas las normas han sido creadas por personas para regular personas, pero solo la
Buena Voluntad es una predisposición igual para todos que no fue creada por nadie.
Forma parte de nuestra esencia social profunda. La Buena Voluntad es el querer ayudar
a otros, sólo porque uno quiere ayudar a otros, y eso no puede ser generado por una
norma o ley. Las normas mandan a ayudar, pero cuando uno deja que la Buena Voluntad
siga su curso, no es necesario que nadie nos lo ordene porque nace sola.
Lo mejor para las personas de este estilo es tomar un curso o taller de desarrollo
personal (se le pregunta a los encargados si se trabaja la expresión de emociones), y no
como hacen muchas personas que toman de teatro, porque el teatro se orienta a enseñar
a fingir que somos algo que en realidad no somos y eso no nos sirve para aprender a
expresar… todo lo contrario.
Un taller de teatro podría servir al primer tipo de forma de ver la vida, y tal vez a los
otros dos, pero no a este.
Lo adecuado para este es un taller o curso directo al hueso y guiado por profesionales
de la Psicología, no por cualquiera.
A tener presente
En ningún modo las descripciones se pueden tomar como académicas puesto que no
lo fueron, únicamente las redacté para dar una idea general bastante simple, lo
suficiente para poner exponer su relación con el TDAH.
Cada una de las cuatro tiene una cantidad enorme de variables y formas de
manifestarse, incluso omití que todas tienen un momento de crisis en la adolescencia
que es cuando la persona toma la decisión de ser activa o pasiva, más libre que
protegida, o qué repertorio de normas tomar.
Lo habitual es que cuando uno por primera vez lee sobre las cuatro formas de ver la
vida, se identifica con todas, o se identifica sólo con una. Rara vez no se identifica con
ninguna en absoluto.
Como fue dicho al principio hay una que es la principal. Otra podría manifestarse y ser
notoria pero no es la principal. ¿Cómo darse cuenta? Pues analizando cómo enfrentas
las crisis importantes…
Revisa tu historia de vida respecto a que has hecho frente a los problemas fuertes y
podrás distinguir cuál de las cuatro es la que manda.
Cuando conduces un vehículo ¿tú lo guías o dejas que otro meta las manos por la
ventana y tome el volante? Al caminar ¿tú te guías o dejas que otro te sujete por los
hombros y te mueva donde quiera?
Lo primero y que requiere de hábito es darse cuenta que tu forma de ver la vida está
funcionando y diciéndote qué hacer o qué no hacer.
Así de simple.
Una forma de detectar cuando funciona es en situaciones durante las cuales surgen tus
temores relacionados con tu forma de ver la vida… qué pensarán, esto es inseguro, no
hay esfuerzo o no tengo el mismo derecho que los demás, está fuera de la norma, etc.
Entonces como te diste cuenta puedes hacer un alto, te detienes y separas las cosas…
una es tu forma de ver, y la otra es lo que deseas. Deberías permitirte hacer lo que
deseas… una técnica muy eficaz es pensar y decir: “me doy permiso para hacerlo”.
El truco es actuar sobre el temor. A corto plazo ese temor será muy bajo.
Se dice que los valientes son aquellos que aguantan 5 minutos el miedo… y así es.
El miedo o temor es normal y aparece cuando detectamos algo que creemos
amenazante, pero es no significa que debamos hacerle caso.
Una similitud con demás animales es que ellos se dejan llevar por el miedo, responden
agrediendo, escapando o congelándose. Nosotros en cambio podemos manejarlo con el
uso del razonamiento, nos damos cuenta que si actuamos tolerando el miedo
conseguiremos un beneficio mayor.
Ahora… es bueno estar conscientes que las personas que no tienen mucho desarrollo
personal, es decir que no han afrontado sus problemas personales y que niegan ser
quienes son realmente, sufren de más debilidad frente al miedo, tienen más
probabilidad de responder sin razonar completamente, y además es extremadamente
difícil que cambien algo de sí mismos.
Esto ocurre porque su miedo más grande es tener que ver la verdad de quienes son y
asumirlo, y ese es el miedo más terrible de todos.
Quienes afrontan sus problemas personales y aceptan cómo son ellos realmente son los
que mejor manejan el miedo y por obviedad, también son los que más cambios pueden
producir en su interior.
Un ejemplo. Tienes un televisor que falla pero no quieres aceptar que la tiene, tratas de
adaptarte a su problema y si alguien te dice que está malo tú te molestas y te haces el
sordo ¿Alguna vez llevarás ese televisor a un técnico, o lo reemplazarás por otro?
Claro que no.
Si en cambio aceptas esa falla el paso lógico siguiente será ver si se puede reparar, o
pensarás en reemplazarlo por otro.
El que no acepta los problemas o que debe corregir algo, no puede dar el paso lógico
siguiente, por consiguiente se queda estancado… y no acepta que está estancado.
Para manejar la forma como vemos la vida, de una forma avanzada, es conociéndonos y
aceptándonos lo más y mejor que podamos. No hay otra cosa. Solo así sabremos
cuando atajarla, cuando da lo mismo, y cuando darle más fuerza. Nuestra madurez
interior estará por encima de nuestras características y necesidades. Podremos elegir
con libertad.
Para terminar: “aceptar y cambiar es como un parto, duele y cuesta mucho, pero
cuando termina tenemos en las manos una vida nueva”.
Amor propio
El amor propio no debe confundirse con ser egoísta. Amor propio es ese cariño que nos
tenemos a nosotros mismos, que puede ser bajo, alto o medio. Es lo mismo que
“autoestima”, pero dicho de manera más bonita.
El amor propio nace de la imagen que tenemos de nosotros mismos (la “autoimagen”)
y esta a su vez es resultado del concepto que tenemos de nosotros mismos.
Por lo tanto si el concepto que tienes de ti es malo, el amor propio es bajo. Si es bueno,
el amor propio es alto. Si está entre bueno y malo, el amor propio será medio.
Los egoístas tienen un amor propio bajo, aunque popularmente se cree que es alto. Pues
no. Es bajo.
Sucede (ya fue explicado en otra parte del libro) que al tener un amor propio bajo uno
no pude vivir de manera saludable, entonces en algunas personas la mente comienza a
estimular que se invente una historia racional de superioridad, y comienzan a actuar con
arrogancia, soberbia, narcisismo, u otros.
Al ser una historia racional si le preguntas a cualquier egoísta “¿señor egoísta, cómo
es que usted es egoísta?” te responderá únicamente con fundamentos racionales y
sociales, pero no con fundamentos afectivos.
De hecho las personas humildes no reconocen abiertamente que son de actitud humilde,
solo un egoísta le dice a los demás: “soy humilde y comprensivo por mí carácter”,
“ayudo a los demás porque me enseñaron a ser bueno”.
Cabe señalar que hay algunas personas con amor propio bajo que equilibran todo esto
de otras maneras, en vez de crear historias.
Okay, una persona con amor propio alto no permite que otros gobiernen su vida, se
respeta lo suficiente a sí mismo como para regalar partes de su existencia. Tampoco se
entromete en la vida de los demás con la intención de decirles qué hacer. Puede callar,
sugerir, recomendar, ayudar, pero no señalar que su opinión es la única válida y
verdadera. Su actitud es humilde, respeta a los demás y pide respeto.
Aceptan sugerencias, recomendaciones, aportes, y evitan reaccionar mal frente a
críticas destructivas que les hagan, cuando las reciben generalmente (no siempre)
intentan responder de una manera respetuosa consigo mismo y con quien lo criticó.
Una persona con amor propio bajo hace lo contrario, es decir que se torna temerosa y
puede reaccionar con agresividad excesiva o con una actitud de sumisión.
Toma en serio a la gente entrometida que le dice que hacer y le da vueltas al asunto
aunque no comparta la opinión, y lo peor es que se permite sentir emociones negativas
ante cosas que hagan otros, responsabilizando a los demás con la clásica frase “tú me
hiciste sentir esto” sin asumir, o sin darse cuenta que el mismo es quien se permite
sentir esas emociones.
Muchos caen en prejuzgar a los demás y les cuesta cambiar de opinión al respecto
aunque vean directamente que su criterio se equivocó. Este prejuicio puede ser
negativo, pero también positivo (sobrevalorar a otros, o verles cosas buenas que no
tienen en realidad).
Naturalmente que hay una alta probabilidad de generar egoísmo, es lo más habitual
cuando hay amor propio bajo. También hay algunos (pocos) que en vez de generar
egoísmo acuden a instituciones sociales en las cuales sentirán que son aceptados y
protegidos, como por ejemplo grupos juveniles o adultos de ciertas religiones, y grupos
no institucionales de personas que tienen alguna afinidad sobre algún tema que los aleja
del contacto social abierto. Obviamente las personas con amor propio alto pueden
acudir también a estos grupos, la diferencia es que estos últimos lo hacen porque
quieren en vez de buscar un beneficio en la autoestima.
En síntesis las personas con amor propio alto están mejor preparadas para llevar el
control de sus vidas, le guste o no a los que los rodean, y las personas con amor propio
bajo se encuentran muy expuestas a que terceros les conduzcan sus vidas, les guste o no
a ellos mismos.
Si tienes un amor propio algo bajo y quieres retomar el control de tu vida, una opción
muy válida y eficiente es “actuar como si” tuvieses un amor propio alto. A hacerlo no
te darás cuenta al principio, pero realmente como tus comportamientos van orientados
de manera positiva para ti (aunque no les guste a otros), tu psicología comenzará a
generar realmente un amor propio cada vez más alto, causando una mejora en la calidad
de tu vida porque estarás cambiando para bien.
Y… de un momento a otro tomarás consciencia que está mucho mejor que antes.
Subiendo el amor propio
Alguna vez, en los tiempos en que dejaba la niñez y me convertía en adolescente, leí un
viejo libro de poesía de la biblioteca que recibí como herencia de uno de mis abuelos.
No recuerdo el título y menos su autor, sin embargo había una línea muy especial que
me quedó rondando hasta hoy: “puedes estar muy mal, sin nada más que hacer, ni
nada más por qué vivir, sin embargo siempre te quedará, en el centro de tu Ser, una
delgada línea roja, y es tu dignidad”.
Pues así es, no importa que tan mal sea el momento de vida por el cual estamos
pasando, siempre al final la dignidad es la que nos dará la fuerza para levantarnos y
continuar hacia delante. Volver a nacer.
Claro... hay otros cuantos que se suicidan o se enferman, pero es otro tema que no
trataremos.
Resulta que para subir el amor propio también podemos usar la dignidad sin necesidad
de haber caído en un hoyo obscuro. De hecho podemos usarla cuando queramos si la
detonamos entendiéndola como un respeto propio.
Pues esa no es la respuesta que buscamos, esa respuesta es la que se dan casi todos y
mira cómo está la sociedad de desesperada e hipnotizada por conseguir metas
externas… gastar dinero que no tienen, parecer algo que no son, quedar pegado al
televisor en programas que no aportan nada, etc.
No sirve para mejorar el amor propio, solo sirven para obtener una mínima satisfacción
de corto plazo.
La respuesta que debes buscar es de otra clase absolutamente distinta, es de tus propias
carencias personales, de aquello que no has desarrollado o que no has aprendido a
manejar mejor.
Entre estas podría estar la carencia de disciplina y de orden, la falta del manejo de los
impulsos, el hacer caso a los temores en vez de ir y tomar lo que te falta, decirle a esa
persona aquello que guardas, desperdiciar tu tiempo en mejorarle la vida a otro,
preferir seguir sentado con el mismo problema en vez de ponerte de pie y solucionarlo.
En fin, son aquellas cosas que tú y tan solo tú puedes arreglar porque detonan la energía
de tu dignidad.
La pregunta que deberías hacerte si ya respondiste las dos anteriores, es: “¿qué
soluciono primero?”.
Lo adecuado es escoger lo más fácil, y una vez hecho, entonces seguir con lo siguiente
en un orden desde lo más fácil a lo más difícil. Así tu cerebro y sus habilidades se irán
desarrollando con una exigencia paulatina.
Otra forma de aumentar el amor propio es haciendo algo que la gente común nunca
hace: “permitirte ver y valorar los pequeños logros que día a día tienes”.
La suma de ellos provoca el aumento del amor propio, pero ¿qué es un logro pequeño?
Pues cualquier cosa que signifique que eres mejor, no importa si es sólo un grano de
arena en la costa.
Aprender a escribir bien una palabra, ceder tu puesto en la fila a un anciano, saludar a
quienes antes no saludabas… son esas pequeñas cosas que significan que has tenido un
cambio aunque sea mínimo.
Como te digo, la suma es lo que te aumenta el amor propio.
También para ayudar a subir el amor propio sirve usar algo de Programación
Neurolingüística (PNL).
Por ejemplo si quieres bajar de peso y usas frases del estilo “no quiero engordar”, se
cambia a “quiero bajar de peso”.
Siempre hay que tener en cuenta que nuestro camino de vida tendrá obstáculos, habrá
compañeros por un rato, nos cruzaremos con los caminos de otros, y también habrá
personas molestas que tienen vidas pequeñas en las que no caben y buscan meterse o
colarse en la vida de los demás para robarles espacio, con buena o con mala intención.
De estas últimas tenemos que cuidarnos porque en su afán de sentirse bien con ellos
mismos intentarán hacer lo que creen mejor para nosotros sin considerar nuestra propia
opinión.
A los primeros, es decir aquellos que quieren nuestro bienestar pero que no nos
consultan nada deberíamos tratarlos relativamente bien mientras al mismo tiempo les
vamos marcando con amabilidad los límites de hasta dónde pueden meterse, porque al
fin y al cabo ¿cuánta gente se preocupa por uno?
A los segundos, que son aquellos entrometidos a los cuales no les importamos y que
solo quieren alimentar su egocentrismo intentando convencernos de que ellos son
nuestra Solución Definitiva o nuestra Última Esperanza, podemos darles las gracias por
sus aportes y disculparnos por no hacerles caso “porque nuestras ideas tienen
argumentos de mayor peso, las que no explicaremos en ese momento”.
En todo según tu humor puedes ser más desagradable o simplemente hacerte el que no
escuchas.
Y a los terceros, aquellos que tienen intención de daño, los aislamos, los rechazamos y
marcamos los límites con fuerza para que no vuelvan a insistir. Si uno se muestra débil
de carácter o confuso, creerán que pueden convencernos, con la molestia que nos van a
ocasionar.
Al repelerlos no temas causarles daños, estas personas están habituadas a que la gente
reaccione mal.
Resumiendo, hay que atreverse a dejar en claro hasta donde los demás pueden
inmiscuirse en la vida de uno. Si no dejamos los límites claros no podemos reclamar
después.
Hasta el infinito… y más allá
En efecto las personas que tratan y no pueden son las que aumentan su sabiduría,
mejoran sus habilidades, y aumentan la probabilidad de éxito en futuros objetivos.
Al tener una meta (la que sea) es bueno tomar en consideración las sugerencias y
recomendaciones orientadas a alcanzar esa meta, sobre todo las opiniones de quienes
saben.
Un cliente dueño de cierta empresa me mostró una crítica negativa que le hizo un
funcionario de gobierno, y me comentó: “si una persona común que jamás ha creado
una empresa viene y me dice que estoy equivocado en mi negocio, no puede pretender
que tomaré su crítica con la misma seriedad que si hubiese sido hecha por un
empresario más exitoso que yo”.
Una persona juiciosa sabe que debe tomar en cuenta las opiniones de los que saben, y
desechar o dejar en “pausa” las opiniones de los que no saben.
Si tienes una meta, por ejemplo conseguir un ascenso en tu trabajo y sólo recibes
críticas negativas por parte de gente que nunca logró un ascenso ¿crees que es sabio
eliminar tu meta sólo porque ellos no pudieron?
Existe una multiplicidad de variables y condiciones que afectan a cada uno y a cada
cosa que existe.
Si tienes un objetivo y la gente te dice que no lo hagas, pues piensa en que ellos tal vez
no actuaron como tú, o que algo les faltó, o que algo les sobró. Cada caso es único,
generalizar la derrota de otros y hacerla propia sin haberlo intentado nunca, es un grave
error.
Aprender de los errores propios y de los errores de los demás es sabio. Con la
información obtenida puede aclarar mucho el camino hacia tu objetivo, e incluso
conseguir lo que otro no pudieron.
En la niñez de alguien con TDAH es frecuente tener que oír opiniones negativas, y
muchos de los que tenemos TDAH nos acostumbramos tanto que tendemos a pensar
“ya… ¿y cuando me va a criticar?”, y nos sorprendemos cuando en vez de críticas
negativas recibimos buenas y motivantes opiniones.
Pues céntrate en eso, en trabajar para desarrollar tu habilidad de filtrar las opiniones
útiles de las opiniones inútiles, las que no sirven, las derrotistas. Toma lo bueno, deja
lo malo.
Esfuérzate por dejar a un lado esa casi innata espera del rechazo.
VIII
VENTAJAS DE TENER TDAH
Más que ser un capítulo descriptivo o explicativo en este contestaremos una pregunta
crucial que muchos hacemos en algún momento: “¿y qué gano con el TDAH?”.
Potencia elevada
Tenemos mucha energía que nos permite destacarnos en las cosas que nos gusten como
las actividades de creación intelectual, deportes, outdoor con trekking, montañismo y
más.
Esta potencia si la comparamos con los demás observamos que tiene más resistencia,
más aguante que nos faculta para incluso realizar más de una cosa al día.
Para los “normales” es una desventaja pero para nosotros, si la entrenamos, resulta en
una tremenda capacidad para obtener información del entorno y de pensamientos que
los demás no podrían conseguir nunca. Esta información nos sirve para entender mejor
al mundo y por su puesto para complementar la creatividad y la solución de problemas.
Ejecutar muchas tareas
Aprendizaje fácil
Quienes tenemos TDAH y nos encontramos en un entorno que nos agrada y motiva,
logramos aprender rápidamente. Tareas, técnicas, e información complementaria son lo
más habitual. Esta facilidad está dada por nuestra especial atención y la potencia alta,
junto con la habilidad innata de encontrar a relación entre conceptos y sus aplicaciones,
entre ellos los aprendizajes recientes.
Cuando ya estás entrenando tu TDAH y has dedicado tiempo al tema de “qué hacer con
esta mala memoria para cosas chicas” habrás aprendido distintas estrategias para
organizar y recordar tus tareas, si le das duro a esto podrías terminar siendo casi un
experto en gestión del tiempo.
Tolerancia a la presión
En promedio nuestra creatividad y atención nos faculta para poder “ir arreglando las
cosas en el camino”, por tanto no somos dependientes de planificaciones exhaustivas y
detallistas porque sabemos que podemos adaptar lo que hacemos mientras lo hacemos.
Claro… esta capacidad hay que manejarla con responsabilidad porque si nos ganó la
impulsividad en vez de la razón podríamos resultar en un feo fracaso, y tener que
escuchar esos “te lo dije” de los demás.
Curiosidad y exploración
Como nuestra mente es activa y llena de energía, necesitamos conocer las cosas. Nos
formulamos preguntas, atendemos lo que nos llama la atención, tratamos de conectar los
hechos y las hipótesis… a nuestra mente le gusta ser un Indiana Jones.
Lo mejor de todo es que si ésta a necesidad de conocer le damos una orientación clara
podríamos volvernos en unos casi expertos en las áreas que nos fascinan sin tener que
tomar cursos.
Para muchos que no tienen TDAH es una actitud infantil, pues aunque lo sea no interesa
porque nos permite vivir la vida sintiéndola, en vez de quedarnos entre cuatro aburridas
paredes grises.
Simpáticos y agradables
Pese a que un TDAH puede desesperar a mucha gente que lo ve en acción, en general
caemos bien porque somos simpáticos, o por lo menos agradables.
Cualquier sujeto con habilidad o talento para persuadir puede ejercer liderazgo en
alguna de sus formas, pero el que el TDAH potencia es uno de los más efectivos porque
considera el todo.
Por obviedad la calidad del liderazgo depende de qué tanto manejas tu TDAH… si no
lo manejas podrías terminar siendo un líder déspota y torpe (como muchos de los
líderes “normales”)
Toda desventaja tiene una ventaja que la compensa, por tanto por cada debilidad que
creas tener deberías buscar una habilidad y procurar desarrollarla más para
inclinar la balanza hacia lo positivo.
FINAL
COMENTARIOS DEL AUTOR
Comencé a escribir este libro pensando en dar una mirada desde la perspectiva de la
persona que tiene TDAH. Por un lado pretendía que el lector supiese que no está solo y
que en realidad somos muchísimos, y por otro lado también provocar que el lector se
identificara con todo o gran parte de lo escrito, así ayudándolo a darse cuenta que todos
esos muchos que somos, nos sentimos más o menos como él.
El único problema que tuve al redactar fue que me puse como condición evitar todo
concepto técnico, todas las descripciones complicadas, y sintetizarlo todo a una
narración fácil de entender por cualquier persona del mundo. Creo que lo logré, aunque
sacrifiqué mucha riqueza de contenidos en hacerlo.
Luego tomé en cuenta que cada uno ve el mundo de distinta manera y tomé el modelo
que más me gusta (Posracionalismo Cognitivo) para marcar las diferencias básicas,
asociadas al TDAH, en el capítulo siguiente al de las cuatro formas de ver la vida.
Por entonces ya estaba evaluando que no todos los lectores tendrían TDAH y varios
podrían ser padres de niños con TDAH, por consiguiente revisé todo lo avanzado e
intenté modificarlo para que ellos también lograran formarse una idea de qué es vivir
con TDAH pero sin perder la perspectiva y orientación hacia las dos metas originales
que señalé en el primer párrafo.
Todo el contenido del libro es genérico, no debe tomarse como una verdad única puesto
que cada uno es diferente, con vidas diferentes, familias diferentes, cuerpos diferentes,
y en fin cada uno tiene una profunda y apretada historial personal que nadie jamás
tendrá aunque hayan clones.