You are on page 1of 5

Clínica y Evaluación Psicopedagógica II

FICHA DE CÁTEDRA 3

Melisa Godoy

La observación y lo cualitativo.

Para comenzar es importante poder distinguir dos aspectos en un proceso de


evaluación: lo cuantitativo y lo cualitativo.

La construcción de técnicas de evaluación ha sido guiada a lo largo de los años


bajo estos dos ejes, y en muchas oportunidades las posturas se han radicalizado,
sin embargo, hoy, contamos con posturas más equilibradas al respecto.

¿A qué nos referimos con lo cuantitativo y lo cualitativo de las evaluaciones?

Las evaluaciones cuantitativas, o psicométricas, permiten cuantificar la


conducta, de manera que se pueda comparar estadísticamente con sujetos de
características semejantes y poder definir entonces, si su rendimiento se
encuentra por debajo o por encima de la media, o en la media misma (Labos,
2019). De este modo realizaremos una comparación intersujeto, pero no es lo
único, el análisis cuantitativo también nos permitiría realizar una comparación
intrasujeto, al comparar las puntuaciones en diversos tests.

Por otro lado, las evaluaciones cualitativas nos ofrecen información diferente y
exige técnicas de registro y análisis distintas, ya que lo que estaremos poniendo
en foco es CÓMO la persona ejecuta las pruebas (Labos, 2019), CÓMO el sujeto
se desenvuelve en la evaluación.

Las posturas equilibradas que mencionábamos anteriormente nos ilumina en


una cuestión importante. Esto refiere a que, en casi todo proceso de evaluación,
partimos de una debilidad: al paciente generalmente lo evaluamos en un
contexto altamente estructurado, que en muchas oportunidades resulta incluso
intimidante (Lezak, 2012). En este sentido, debemos recordar que la gran
mayoría de las técnicas que empleamos en el proceso de evaluación fueron
construidas en contexto de “laboratorio” donde se aísla, más o menos,
rigurosamente toda variable que no se directamente aquello que se pretende
evaluar… y esto resulta un contexto bastante diferente a la vida cotidiana de la
persona con las altas demandas y distractores que nos rodean...

En este sentido, podríamos aseverar que una observación real, o natural, como
menciona Lezak (2012), nos brindaría información con validez ecológica (más
adelante veremos qué implica este constructo) más significativa. Pero no es lo
que ocurre cotidianamente en la práctica de las evaluaciones.

Ciertas situaciones clínicas lo ponen más en evidencia ya que parte de nuestra


labor como evaluadores es generar inferencias y pronósticos respecto del
impacto en la vida cotidiana del paciente. Pensemos por ejemplo, en un paciente
que posterior a un TEC con daño frontal, quiere (y debe porque en Argentina si
estás en relación de dependencia, la licencia tiene un límite) volver al trabajo, la
pregunta sería qué es lo que se refleja en la evaluación en relación a la demanda
que tenía su cargo o bien que otras funciones o tareas (de la vida cotidiana en
el ámbito laboral) puede realizar con éxito y así aportar realmente en el trabajo
(inclusión social).

Por ello la información cualitativa y la observación como técnica de registro y


análisis resulta valiosa, en varias ocasiones vincula, acerca los resultados
cuantitativos de la evaluación con las creencias/expectativas que tiene el
paciente (o sus familiares) respecto de su desempeño en la vida cotidiana (con
todas las demandas que esto implica. Conocer con qué recursos cuenta la
persona y cómo puede (si quiere) administrarlos es de significativo valor en la
evaluación de un psicopedagogo, ya que muchas veces el contexto facilita u
obstaculiza, como lo hemos revisado en la unidad 1.

Numerosos estudios han mostrado que, por ejemplo, una gran cantidad de
personas que presentan un TEC por accidente automovilístico pueden presentar
evaluaciones con puntajes cercanos a la media, pero que sólo un tercio puede
volver al trabajo de manera competitiva sin mayores problemas, el resto expresa
dificultades en la atención, el temperamento y el autocontrol que termina
operando como obstáculo para la inclusión laboral (Lezak, 2012). Del mismo
modo Mesulam en 1986 registró como pacientes con daño frontal no exhibieron
una performance deficitaria en las evaluaciones, sin embargo, el impacto en sus
vidas era extremadamente doloroso para la familia (Lezak, 2012).

Es por ello que técnicas como la observación de lo cualitativo, con su posterior


análisis y contrastación, nos brinda un puente, una herramienta altamente
valiosa y que enriquece nuestra práctica clínica.

Ahora bien, parémonos en el CÓMO ejecuta las pruebas el paciente, en el


CÓMO se desenvuelve en la evaluación (incluimos desde el primer contacto, a
veces telefónico, que tenemos).

El COMO se realiza una actividad, una tarea, una prueba… refiere de los
recursos, obstáculos, las estrategias (creativas, compensatorias) que encuentra
una persona en la resolución de problemas, o en la aproximación al mundo. Cabe
aclarar que estaremos hablando de situaciones de características semejantes,
es decir, cómo responde una persona a situaciones nuevas, a situaciones
estructuradas, o bien a situaciones dónde externamente no le marcan la
estructura.

Como parte de nuestra labor se produce a nivel inferencial, es técnicamente


correcto explicitar aquello que se observa para conocer el registro que tiene el
paciente de aquello que observamos. Es decir, si el paciente se toma un tiempo
excesivo previo a comenzar a ejecutar la prueba, podríamos inferir que presenta
ansiedad, que establece compensaciones obsesivas, que procesa información
de manera lenta… etc., etc., etc. Si la conducta se repite, podremos contrastar
nuestras hipótesis con aquello que registra el paciente, lo cual sería preguntarle
qué es lo que piensa antes de comenzar las actividades.
A continuación, dejamos algunas preguntas válidas al momento de observar lo
cualitativo:

● ¿Comienza la ejecución antes de que termine de dar la consigna?


● ¿Pide más consignas de las que se tienen que proporcionar?
● ¿Se toma tiempos excesivos de planificación antes de comenzar la
ejecución?
● ¿Es desparejo el rendimiento cuando la actividad es cronometrada vs
aquella que no es cronometrada?
● Si comete errores, ¿lo autocorrige?
● ¿Se resiste a continuar ante los errores?
● Ante un andamiaje del evaluador, ¿lo toma y generaliza?
● ¿Es conciente que emplea estrategias de resolución?
● ¿Es consistente su rendimiento a lo largo de todo el test?
● ¿Usa autoinstrucciones para ejecutar las pruebas más complejas?
● ¿Concibe lo general, o se pierde en los detalles?

Anteriormente usamos una expresión, la de VALIDEZ ECOLÓGICA. Este


constructo refiere a la cualidad que tienen algunas técnicas y tests de reflejar en
sus resultados el desempeño que el sujeto tiene en su contexto (fuera del
consultorio), por ello tiene un fuerte sentido pronóstico. Pero la realidad nos
muestra que la gran mayoría de los tests que tenemos disponibles en nuestro
medio NO fueron construidos en función de este constructo, por ello la
importancia de la experiencia y casuística que tenga el clínico que evalúa.
Existen algunas pruebas, desarrolladas por ejemplo por Barbara Wilson que han
sido pensadas y diseñadas desde este constructo. Más adelante durante la
cursada conoceremos algunas.
Referencia bibliográfica:

Labos E, Slachevsky A, Torralva T, Fuentes P, Manes F. (2019). Tratado de


neuropsicología clínica. Bases conceptuales y técnicas de evaluación. 2da. Ed.
Buenos Aires: Akadia.

Lezak MD, Howieson DB, Bigler ED, Tranel D. (2012). Neuropsychological


assessment. 5ta. Ed. Oxford University Press.

You might also like