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Antonio Gargano
Universidad de Ñapóles Federico II
1. Sobre la autenticidad del son. XXXVII. Muchos recordarán que, entre los tres
«sonetos que se tienen por de Garci Lasso, de un libro de mano» que Francisco Sánchez
de las Brozas añadió a la edición del 77, se encontraba también el que empieza: «A la
entrada de un valle, en un desierto», y que en las ediciones modernas suele aparecer como
el soneto XXXVII. Nunca han faltado dudas sobre la autenticidad de la composición. En
efecto, es sabido que Herrera se negó a incluirlo en su edición de la poesía del toledano1 y
que por el mismo camino le seguiría más tarde Azara, mientras que, por el contrario,
Tamayo de Vargas no vaciló en considerarlo de Garcilaso, «por la paridad del estilo y la
conformidad de los sujetos»2.
Si saltamos, pues, directamente a nuestro siglo, no es difícil advertir que las dudas
sobre la autenticidad, aunque no se hayan disipado del todo, parecen haber desaparecido a
medida que se ha ido profundizando en la poesía de Garcilaso, tanto en el campo ecdótico
como en el crítico. Todavía a principios de siglo la edición de Navarro Tomás, aún
reproduciendo el soneto, no renunciaba a la lapidaria nota en la que advertía que «su
autenticidad no es segura»3, mientras que, aproximadamente tres lustros más tarde,
1
Con respecto al conjunto de los sonetos añadidos por el Brócense en las ediciones del 74 y del 77,
Herrera (1580) escribió que «Estos sonetos siguientes (sin otros dos o tres, que no me persuado que sean de
G. L.), por opinión común, y por afirmación de don Antonio Puertocarrero su yerno, y por la semejanza del
estilo, ha muchos años que los cuento entre los suyos, y paréceme que ninguno de los hombres que saben y
conocen la igualdad y diferencia de las formas de decir y el número y naturaleza de los versos, confesará
que son de otro que de G. L.», cf. A. Gallego Morell, Garcilaso de la Vega y sus comentaristas, Madrid,
Gredos, 1972, 2" ed., p. 387 (H-167).
2
Cf. Gallego Morell, Garcilaso de la Vega y sus comentaristas, cit, p. 608 (T-38, T-39).
3
Garcilaso, Obras, edición, introducción y notas por T. Navarro Tomás (1911), Madrid, Espasa-
Calpe, 1973, 10a ed., p. 240.
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figura como de Garcilaso en un manuscrito de la primera mitad del siglo XVI, que contiene
poesías suyas, de Boscán y de don Diego Hurtado de Mendoza, y que es generalmente
fidedigno en las atribuciones, aunque no en el texto.5
la autenticidad de este soneto, algo dudosa según el manuscrito citado por el propio
Brócense, se confirma por su atribución a Garcilaso en el manuscrito Mg?
4
Garcilaso de la Vega, Works. A Critica! Text with a Bibliography, ed. H. Keniston, New York,
Hispanic Society of America, 1925.
5
R. Lapesa, La trayectoria poética de Garcilaso (1948), ahora en Garcilaso: Estudios completos,
Madrid, Istmo, 1985, p. 193.
6
Keniston, además de reconocer la autoridad de Mg («Of the extant manuscripts which contain
poems by Garcilaso, only one, the Cancionero Gayangos [...] contains any considerable number of his
compositions and is possessed of authority», p. XIV), formula la hipótesis de que éste se puede identificar
con el «libro de mano» utilizado por el Brócense; cf. Garcilaso de la Vega, Works, cit., p. 308.
7
Garcilaso de la Vega, Obras completas con comentario, Madrid, Castalia, 1981, p. 160.
8
M. Rosso Gallo La poesía de Garcilaso de la Vega. Análisis filológico y texto crítico, Madrid, Real
Academia Española, 1990. Las citas se encuentran, respectivamente, en las pp. 76 y 493.
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Sin embargo, el mayor mérito de la editora es haber dejado sitio a algunas páginas, total
y exclusivamente dedicadas a la discusión sobre la autenticidad de nuestro soneto, en las
que el rechazo de la atribución a Garcilaso aparece ampliamente argüido mediante
explicaciones tanto a nivel ecdótico como estético: las que tratan «los vínculos entre los
testimonios» que nos han transmitido el texto (la edición del Brocence y cuatro
manuscritos), y las que tienen que ver sobre todo con «las características de esta
composición»9, y a propósito de estas últimas, Rosso Gallo emplea argumentaciones de
diferente índole: temática, morfosintáctica, métrica y lexical. En todos los casos, creo
que se trata de objeciones contra las que no es imposible arremeter, y a nivel
exclusivamente ecdótico, en especial por lo que se refiere al manuscrito Mg, el
Lastanosa-Gayangos, no ha tardado en contestar Alberto Blecua, para quien dicho
manuscrito «posee un extraordinario valor por remontarse al propio taller de B osean»10.
Ahora bien, como el tiempo a mi disposición difícilmente me permitiría replicar
articuladamente a cada una de las objeciones formuladas por la editora italiana, limitaré
mi exposición tan sólo al nivel temático, en el cual —según Rosso Gallo— nuestro
soneto «no encaja absolutamente en la tipología de los sonetos de Garcilaso»11.
9
Ibid., p. 487.
10
A. Blecua, «Garcilaso con stemma», in B. Dutton y V. Roncero López (eds.), «Busquemos otros
montes y otros ríos». Estudios de literatura española del Siglo de Oro dedicados a Elias L. Rivers, Madrid,
Castalia, 1992, p. 30. El ensayo de Blecua es una respuesta, no sólo a la edición de la Rosso Gallo, sino
también al estudio de Aldo Ruffinatto, de quien retoma el título, inviniéndolo; cf. «Garcilaso senza stemmi»,
in Ecdotica e testi ispanici. Atti del Convegno Nazionale della Associazione Ispanisti Italiani (Verona, 18-19-
20 giugno 1981), Verona, 1982, pp. 25-44. Por lo que se refiere a Mg, Blecua se beneficia de los trabajos
de M. de Riquer, Juan Boscán y su Cancionero barcelonés, Barcelona, Archivo histórico-Casa del
Arcediano, 1945, pp. 47-53, y A. Armisén, Estudios sobre la lengua poética de Boscán. La edición de 1543,
Zaragoza, Univ. de Zaragoza-Libros Pórtico, 1982, p. 350 y sigs. Para una descripción del «Cancionero
Lastanosa-Gayangos», cf. K. Vollmüller, «Der Cancionero Gayangos», en Romanische Studien, IV, 1879-
80, pp. 197-229.
11
Rosso Gallo, La poesía de Garcilaso, cit., p. 487.
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En el librito sobre la poesía de Garcilaso, publicado por Grant & Cutler, Rivers in-
serta la composición que acabamos de leer en un grupo de nueve sonetos, que tendrían en
común el tema del sufrimiento debido a la ausencia física de la amada13. Si aceptamos
esta hipótesis, debemos interpretar las últimas palabras del soneto: estoy ausente como
«estoy ausente de mi señora» y, mejor aún, como «sufro por la ausencia de mi señora».
En este sentido viene en nuestro auxilio el incipit del soneto IX: Señora mía, sy yo de
vos ausente, en el que el poeta describe cómo se debate entre la vida y la muerte por la
ausencia de la mujer amada. Por otro lado, en la Elegía II, Garcilaso, mientras está
ocupado en tierra africana para conquistar Túnez, y por lo tanto lejos de su amor
napolitano, se queja con su amigo Boscán:
y esto siente:
mirad hasta dó llega el mal de ausencia
Las pocas correspondencias internas con que nos hemos topado hasta ahora son
suficientes, sin embargo, para sufragar la lectura de Rivers: el soneto coloca en el
mismo nivel a un perro, que sufre por la ausencia de su amo, y a un amante, que sufre
por la ausencia de su señora. Respecto a la relación entre los dos seres, Rivers añade:
The grief of a dog for his absent master is used [...] to objectify the presumably even
greater suffering of a rational being.14
[El dolor de un perro por la ausencia de su amo sirve [...] para objetivar el sufrimiento,
probablemente incluso mayor, por parte de un ser racional].
Sin quitar nada a la exactitud de esta observación, la pregunta que nos tenemos que
hacer es la siguiente: ¿por qué precisamente un perro? La pregunta es muy pertinente ya
que, por un lado, al dolor del perro se dedica gran parte del soneto, y, por el otro, una
poesía altamente codificada como la de Garcilaso, soportaría mal una interpretación que
estuviera obligada a apelarse a la simple invención de un tema o, aún peor, al boceto de
tipo realístico. De hecho, entre los intérpretes antiguos, Tamayo alude al topos de la
«fidelidad de los perros», y aunque no falta un ejemplo sacado de la vida real, a propósito
12
Reproduzco el texto establecido por Rivers, ed. cit, pp. 160-61.
13
Cf. E. L. Rivers, Garcilaso de la Vega. Poems. A Critical Guide, London, Grant & Cutler-Tamesis
Books, 1980, pp. 28-9.
14
Ibid., p. 29.
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de un perro toledano que siguió a su amo hasta la tumba, sobre la cual «después de
algunos días, con notables muestras de su dolor expiró»15, sin embargo la mayoría de los
ejemplos a los que se refiere están sacados de la literatura clásica, a los que enmarca la
cita de Plinio: «O fidelissimum ante omnia homini canem», retomada por Rivers en el
comentario preliminar al soneto. De todos modos, me permito hacer notar que el topos
de la «fidelidad de los perros» está implícito en el soneto; lo que figura como tema
central y constituye la ejemplaridad de nuestro perro es otra cosa muy distinta, como
queda explícito en el v. 11:
Es decir: los otros pastores preguntan cuáles habían sido los primeros síntomas con los
que, a su desgraciado compañero, se había manifestado la enfermedad de amor. El
segundo y último ejemplo está sacado del soneto IX, ya citado anteriormente, que en el
v. 5 recita:
Gallego Morell, Garcilaso de la Vega y sus comentaristas, cit., p. 608 (T. 39).
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Casi todos los autores de finales de la Edad Media o del Renacimiento creían de manera
incontestable que la melancolía, la morbosa y la natural, tenía una particular relación con
Saturno, y que este último era realmente responsable del infeliz carácter y del infeliz
destino del melancólico. Aún hoy, una disposición sombría y melancólica es definida
como «saturnina»; y [...] para un artista del dieciséis, dibujar un melancólico equivalía a
dibujar un hijo de Saturno.17
16
Sobre la cuestión existe, naturalmente, una bibliografía vastísima. Me limitaré a citar J. L. Lowers,
«The Loveres Malady of Hereos», en Modera Philology, II, 1913-14, pp. 491-546; B. Nardi, «L'amore e i
medici medievali», en Studi in onore di Angelo Monteverdi, vol. II, Modena, Societá tipográfica editrice
modenese, 1959, pp. 517-42, luego recogido en Saggi e note di critica dantesca, Milano-Napoli, Ricciardi
Editore, 1966, pp. 238-67; y los más recientes: M. Ciovolella, La «malattia d'amore» dall'Antichitá al
Medioevo, Roma, Bulzoni, 1976; G. Agamben, Stanze. La parola e il fantasma nella cultura occidentale,
Tormo, Einaudi, 1977, en especial las pp. 75-155; M. F. Wack, Lovesickness in the Middle Ages. The
«Viaticum» and its Commentaries, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1990.
17
R. Klibansky, E. Panofsky, F. Saxl, Saturn and Melancholy. Studies in the History of Natural
Philosophy Religión and Art, London, Thomas Nelson & Sons Ltd, 1964. He utilizado la traducción italiana
Saturno e la melanconia, Torino, Einaudi, 1983, p. 119.
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Est quaedam melancoliae species, quam qui patitur gallis canisque similitudinem habere
sibi videtur, unde ut gallus clarriat, vel ut canis ladrat...
18
Cf. Catalogus codicum astrologorum Gmecorum, 12 vols., Bruxelles, 1898-1953, vol. V, I , p. 182.
19
He consultado los tres tratados citados en la siguientes ediciones: Haly Abbas ('Ali ibn al-'Abbas
al-Majusi's), Liber totius medicine, Lugduni, 1523; Avicena, Canon Medicinae, ex Gerardi Cremonensis
versione et Andreae Alpagi Bellunensis castigatione, Venetiis, Apud Iuntas, 1595; Arnau de Vilanova,
Opera omnia, Basilae, 1585. Sobre la «melancolía canina», véase también St. W. Jackson, Historia de la
melancolía y la depresión, Madrid, Tumer, 1989, en especial las pp. 317-22; Ph. Walter, Canicule. Essai de
mythologie sur «Yvain» de Chrétien de Troyes, París, Sedes, 1988, p . 155 y sigs.
Arnau de Vilanova, Liber de parte operativa, en Opera omnia, cit., p. 270 y sigs.
21
Haly Abbas, Liber totius medicinae (Pantechne), lib. IX, cap. 7.
22
Vincentii Burgundi Speculi Maioris - Tomus secundus (qui speculum doctrínale inscribitur),
Venetiis, Apud Dominicum Nicolinum, 1591, lib. XIV, cap. 59.
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canem pingunt [...] quoniam hunc [es decir, splenem] inter caetera animalia canis
levissimum habet: et sive ei mors, sive rabi acciderit, ex splene id contingit25.
Como se sabe, es una característica que el perro tiene en común con el melancólico,
como es ulteriormente confirmado por otro tratado de Hieroglyphica, el de Pierio
Valeriano, algunos años posterior:
Hominem qui aliquo splenis vitio affectus aegre habeat, quaequum in universum ad lienem
attinent, Aegyptij sacerdotes per canis hieroglyphicum significabant26,
y luego añade que, como todos los que sufren del bazo, el perro no sólo no conoce la
risa, sino que se considera de más valor el perro «qui faciem magis, ut vulgo aiunt,
melancholicam prae se ferat»27.
Quisiera finalizar este breve repaso sobre el perro como animal melancólico con una
referencia, realmente inevitable, al arte figurativo. En 1512, Willibald Pirckheimer llevó
23
E. H. Gombrich, Simbolic Images. Studies in the Art ofthe Renaissance, London, Phaidon Press Ltd,
1972. H e utilizado la traducción italiana Immagini simboliche. Studi sull'arte del Rinascimento, Torino,
Einaudi, 1978, p. 226.
24
Cf. V. D e Caprio, «Roma», en A. Asor Rosa (dirigida por), Letteratura italiana. Storia e geografía,
vol. I I . l , L'etá moderna, Torino, Einaudi, 1988, p. 4 1 4 ; y G. M. Anselmi, L. Avellini y E. Raimondi, «II
Rinascimento padano», ibid., pp. 570-1.
25
H e utilizado Orí Apollonis Niliaci, De sacris notis et sculpturis libri dúo, ubi adfidem vetusti codicis
manu scripti restituía sunt loca permuta, corrupta ante et hac deplorata, Parisiis, Apud lacobum Keruer,
1551, p. 60.
Ioannis Pieriis Valeriani Bolzanii Bellunensis, Hieroglyphica sive de sacris aegyptiorum litteris
commentarü, Basilae, 1556, p. 43e.
27
Ibid., p. 44b.
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a cabo una traducción de los Hierogliyphica de Horapolo, para la cual proporcionó las
ilustraciones Albrecht Dürer. Desgraciadamente, el códice se ha perdido casi enteramente,
aunque —por suerte nuestra— nos ha llegado la página que contiene el jeroglífico del
perro. En ella, resumen Klibansky, Panofsky y Saxl,
pone que el jeroglificó de un perro significa, entre otras cosas, el bazo, los profetas y las
«sacras ritieras» (nociones todas que de Aristóteles en adelante habían sido estrictamente
relacionadas con el melancólico), y que el perro, más dotado y sensible que otros
animales, tiene una naturaleza muy seria y puede caer víctima de la locura, y, como los
profundos pensadores, tiende a estar siempre a la caza, husmeando las cosas y siguiéndolas
sin dejarlas.28
BIBLIOGRAFÍA
Agamben, G., Stanze. La parola e il fantasma nella cultura occidentale, Torino, Einaudi,
1977.
Anselmi, G. M., Avellini, L. y Raimondi, E., «II Rinascimento padano», en A. Asor
Rosa (dirigida por), Letteratura italiana. Storia e geografía, vol. II. 1, L'etá
moderna, Torino, Einaudi, 1988.
Armisén, A., Estudios sobre la lengua poética de Boscán. La edición de 1543, Zaragoza,
Univ. de Zaragoza-Libros Pórtico, 1982.
28
Klibansky, Panofsky, Saxl, Saturn and Melancholy, cit.; trad. it., p. 303.
29
Sobre el significado del perro en el grabado de Dürer, además del libro fundamental de Klibansky,
Panofsky y Saxl, Saturn and Melancholy cit.; trad. it. pp. 302-3, cf. también el importante estudio de
K. Giehlow, «Dürers Stich "Melencolia I" und der maximilianische Humanistenkreis», en Mitteilungen der
Gesellschaft für vervielfaltigende Kunst, Wien, 1904, especialmente p. 78 y n. 4; y el más reciente
M. Calvesi, La melanconia di Albrecht Dürer, Torino, Einaudi, 1993, en especial las pp. 29 y 116-7.
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Ruffinatto, A., «Garcilaso senza stemmi», in Ecdotica e testi ispanici. Atti del
Convegno Nazionale della Associazione Ispanisti Italiani (Verona, 18-19-20
giugno 1981), Verona, 1982, págs. 25-44.
Vega, Garcilaso de la, Obras, edición, introducción y notas por T. Navarro Tomás
(1911), Madrid, Espasa-Calpe, 1973, 10a ed.
Vega, Garcilaso de la, Obras completas con comentario, edición de E. L. Rivers, Madrid,
Castalia, 1981.
Vega, Garcilaso de la, Works. A Critical Text with a Bibliography, ed. H. Keniston,
New York, Hispanic Society of America, 1925.
Vicente de Beauvais, Speculum maiore. Tomus secundus (qui speculum doctrínale
inscribitur), Venetiis, Apud Dominicum Nicolinum, 1591.
Vollmüller, K., «Der Cancionero Gayangos», en Romanische Studien, IV, 1879-80,
pág. 197-229.
Wack, M. F., Lovesickness in the Middle Ages. The «Viaticum» and its Commentaries,
Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1990.
Walter, Ph., Canicule. Essai de mythologie sur «Yvain» de Chrétien de Troyes, París
Sedes, 1988.
AISO. Actas III (1993). Antonio GARGANO. Garcilaso y la «aegritudo canina»: el s...