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El pacto ambiguo y la autoficcién’ Manuel Alberca En el inicio del siglo Xi no creo que sea pertinente resucitar ninguna polémica sabre las discutidas relaciones entre el autor y su obra. No al menos ala manera de Charles A. Sainte-Beuve, cuyo propdsito consistia en buscar al hombre en el escritor, mediante un método a veces dogmatico y policiaco, que sin embargo el critico postulaba como cientifico (SAINTE-BEUVE, 1959). Pero tampoco pareceria adecuado ni de recibo actualmente acatar sin mds la reaccién de Marcel Proust contra el critico decimonsnico, mucho menos conociendo como conocemos zhora las estrechas relaciones entre la biografia de Proust y A la recherche du temps perdu, pues el principio disociativo, casi esquizofrénico, expresado por el BE : E 5 é E & 28 5 & : F ‘ginabat En otras palabras, si Sainte-Beuve pecaba de identificar mecénicamente la persone social con el autor del libro y con el yo creadar de la obra, Proust | Extracte de los capitulos “Las novelas del yo” y “Aventis de autor", en Manuel Alberca, 8! pucto ambigua. De la novela autobiogrifica a la autoficcién. Madrid, Biblioteca Nueva, 2007, p. 59-132. Publicado con autorizacién del autor, 2 “Un libro es el producto de otro yo distinto al que expresamos a través de nuestras costumbres, cen sociedad, en nnestros vicios” (Marcel Proust, Contra Sainte-Beuve. Recuerdos de una mariana. Barcelona, ‘Tusquets, 2005), seriavadmisible, después de la desmesurada y agotadora inflacién de estudios inmanentistas sobre el texto literario durante la segunda mitad del siglo XX, la como un ente independiente que forma parte sélo de la serie literaria, seguin la cual resul- tarfa impropio poner de relieve cualquier contenido extraliterario, tal como la critica textual sostenia. \ (eivaciolentre‘ellast Tengo la certeza de que la obra mantiene con su autor una relacién intrincada y compleja, nunca directa o mimética, pero, parafraseando a Juan José Millas, que a su vez parafrasea a San Agustin, dirfa de esta relacién entre el autor y su obra lo que éste afirmaba del tiempo: “Si me preguntas qué es, no lo sé, pero si no me lo preguntas lo sé” (MILLAS, 2000, p. 73-74). En resumidas cuentas, ajpesarde'ladificultadide-apresar, unasrelacién'tan i si queremos compren- der la especificidad de los relatos que nos ocupan y evitar el riesgo de conver- tirlos en entes abstractos sin encarnadura humana. En una buena proporcion, estas novelas mantienen una relacién incierta con respecto a lo real y a lo vivido, pero los autores, al proponer el estatuto de ficcién para ellas, les confieren a estas un caracter textual, y asi lo reconozco también, pues mi punto de partida es siempre el texto narrativo y no la biografia. Sin embargo,lowqueaqui pasttlores) | i Bes a fin, por el espacio inestable, entre autobiografico y noyelesco, en que se mueven estos textos, no cabe liquidar la cuestion otorgandole a uno 0 a otro elemento del binomio Ja primacta, esiprecisomoverse enumiryvenirconstanteentreesos! dos polos: entre la literatura y la vida, entre el narrador y el autor. No se puede excluir, sino con grave reduccionismo critico, ninguno de los dos términos. Por el contrario, el lector de estas novelas esta requerido y obligado a ir y venir entre planos diferentes y en direcciones distintas, incluso contrarias. En principio, la forma, la estructura o el contenido del texto compele al lector a un movimiento de identificacién del narrador o del personaje con el autor, en un intento de comprender la relacién de la escritura y la vida. cimiento de los hechos biogréficos del autor permite apreciar las coinciden- cias y divergencias, las lagunas del relato, las fantasias ¢ imaginarios que aquel deposita en su personaje. Posteriormente, eblectordebercomprenderque:los | Considerar la instancia biografica aisladamente, fuera de la novela en que se enuncia, podria dar lugar a engafios 0 errores, pues la vida y la personalidad del autor, al trasvasarse en un personaje novelesco, se convierten por fuerza en un haz polisémico y contradictorio, siempre que el novelista haya acertado a levantar, con los dispersos ¢ informes materiales de su vida, un ser autonomo, que ya no sera exactamente el de carne y hueso, sin dejar de sefialar su origen © matriz, En este segundo momento, ya no se trata lanto de descubrir donde se eesconde el autor, por qué omite algo 0 cémo lo trasforma. Aqui layficeién [ Es verdad que en clave metaférica 0 novelistica. 1 Dentro de este panorama y sin entrar por el momento en sus diferentes soluciones narrativas, las novelas del yo constituyen un tipo peculiar de autobiografias y/o de ficciones. En realidad, como su nombre indica, se trata de novelas que parecen autobiografias, pero también podrian ser verdaderas autobiografias que se pre- sentan como novelas, en cualquier caso las considero como la excepcidn 0 el des- vio de la regla y una “tierra de nadie” entre el pacto autobiografico y el novelesco. Como es sabido, si se quiere comprender lo real o intentar explicarlo, no podemos conformarnos con estudiar sus leyes, sino también las excepciones a esas leyes, y en ese sentido los relatos novelescos que estudio constituyen un caso limite del protocolo y las reglas de funcionamiento de los dos grandes pactos narrativos. 23 CUADRO 1 — | Novelasdelyo: Memorias, autobiografies Noyelas, cuentos 1, A=N=P F (Identidad) LA=N=P/A'N-A'P ELA'N-A'P 2. Factualidad F 2. Ficcién/Factualidad (No identidad) ‘Veracidad E2, Ficcion (- Invencién), Verosimilitud |. @ehtwencién) A, autor: N, narrador; B personajes = idéntico: * mo idémtico;~ menos; + mus; / y-0 ‘que tener en cuenta las reglas. Las reglas y los limites que dibujan son necesarias para poder comprender el funcionamiento del sistema narrativo literario y para reconocer lo singular de determinados relatos. Por paraddjico que parezca, las formas narrativas que estudiamos, situadas entre los dos principales estatutos narrativos, el autobiografico y el novelesco, pueden parecer confusas y ambiguas con respecto a las reglas y dar la impresién de que las borran, de que neutralizan las marcas de oposicidn, pero en el fondo necesitan de ellas, son en realidad una demostracién de su existencia, pues, dicho sea de manera escolar, sin regla no hay excepcidn. Por eso, para describir el estatuto de la autoficcién y del resto: divergencias, con los dos pactos narrativos mas importantes, Entre ambos y en ss . , sa (falta por saber si autobiogrifica 0 novelesca), distante de las obligaciones de la autobiografia y equidistantemente separado de la libertad para imaginar que consagra el estatuto novelesco para lector y novelista; en ese espacio liminar es_ donde hay que situar las novelas del yo, flanqueadas a su derecha por el primero, yasu izquierda por el segundo, como se puede ver en el cuadro 1. HM EL PACTO AUTOBIOGRAFICO En primer lugar, considero las novelas del yo en relacidn a la teoria del “pacto autobiografico’, establecida por PRIRPPE LEEW, como si aquellas supusieran la explotacién y la subversién de los principios basicos de este.’ Como es de 3 Philippe Lejeune expuso su teorfa del *pacto autobiogrifico” por vex primera en un articulo homénimo (Postigue, 1973), que posteriormente incluy6 en su libro Le pacle autobivgraphique sobra sabido, el “pacto” se concibe como un didlogo 0 situacién comunicativa CONTESNECIOTESIprINCIpAlesMaULOMtENIOLECIO En este marco, el texto esta~ blece una relacién contractual en la que elautor'Se Comprometeantwel leCtOral decirlaverdad'sobre'simismo, es decir, le propone al lector que lea e interprete su texto conectado a principios que discriminen la falsedad o la sinceridad del texto, segtin criterios similares a los que utiliza para evaluar mensajes, actitu- des y comportamientos de la vida cotidiana. En pocas palabras, elautabiégrafo Jawerdadi En esta suerte de contrato unilateral o propuesta del autor al lector, tiene una importancia capital lo que Gérard'Génette bautiz6 como Sparatexto” (conjunto de informaciones que rodean al texto), pero que no es el texto pro- piamente dicho, como el titulo, el nombre dal autor, la portada con sus elemen- tos graficos e icénicos, la contraportada, el prologo, la clasificacién genérica, etc. (GENETTE, 1987), yotambién lardialéctica detoposicion binariatentrerel refes frente textual yel extratextial(coun, 2001). Philippe Lejeune ha simplificado al maximo su idea de pacto autobiogré- fico en la formula minimalista siguiente: “En mis cursos, comienzo por explicar que una autobiogratia, no es cuando alguien dice la verdad de su vida, sino, cuandomicerqueladice’ Segin esto, para poder hablar de “autobiografia” no basta que el autor cuente la verdad, ademas debeanuncianyprometerique va a contarla, declarando su compromiso al lector y pidiéndole su confianza, pues al anunciarle y prometerle que va a contar la verdad de su vida, tacitamente solicita al receptor que le crea y que confie en la veracidad del texto. [...] El pacto autobiografico [...] responde a un doble principio o desidera- tam del autor: el principio de identidad y el principio de veracidad. El primero es el compromiso o el esfuerzo del autor para convencer al lector de que quien dice “yo” en un texto explicitamehte autobiografico cs la misma persona que firma en la portada y, por lo tanto, se responsabiliza de lo que ese “yo” dice. yeprotagonistaysonlaymismalpersonia, puesto que comparten y responden al mismo nombre propio, que cobra el valor de signo textual y paratextual y de (Paris, Seu 1975). En trabajos consiguientes fie matizando los principios expuestos en cl pri- ‘mero, luego recogiéndolos en sus libros, sobre todo, en Je est un auire: Iautobiographic de la lité- rature axex médias (Paris, Seul, 1980), Moi aussi (Paris, Seul, 1986) Pour Tautobfographie (Paris Seuil, 1998) y Signes de vie (Paris, Seuil, 2005). 4 “Dans mes cours, je commence toujours par expliquer qulune autobiographie, ce nist quand quelqulun dit Ta vérité sur sa vie, mais quand il dit qu’ la dit” (P. Lejeume, Pour fasuobiographie. Chroniques. Paris, Seuil, 1998, p. 234). 25 clave de lectura (LEJEUNE, 1998, p. 19-35). Aunque controvertido por conside- rarse una concepcidn de la identidad de caracter administrativo 0 formal,.el -dictaminar las diferencias de la autobiografia y la novela. En primer lugar, elnombre:propio resulta'ser‘la"inicasmanerarde:resol=) ‘verlatfantasmagoriadeliyo. en tanto que conector discursivo sin significado propio. Nos permite salir de la nebulosa abstracta de su exclusiva significacién gramatical y darle un feferentempreeiso, que supere el cardcter de conmutador verbal que [imile Benveniste atribuyo a los pronombres personales. En segundo lugar, el nombre no es una simple etiqueta, sino que est4 intimamente ligado a la construcciin de nuestra propia personalidad, individual, familiar y social. no es en la autobiografia, ni tampoco en la vida cotidiana, una mera cuestidn de registro civil, sino que es un tema de profundo calado, pues no existimnos socialmente hasta que no detentamos una identidad administrativa y, por consiguiente, un nombre. Nuestra identidad se constituye en torno aun nombre y el afin de muchos hombres de hacer famoso el suyo, ademés de dotar de estructura argumental sus vidas, se convierte en el = del ascenso y el logro sociales. ..] Laotra promesa o compromiso del autor con el lector aludea la referen- scildenietee elena que se cuenta en el texto se hace como un expediente de realidad, de algo acaecido y comprobable a veces por el lector, que espera o exige clmximordereorrespondencia entree texto y la realidad nombrada por este. El autor puede equivocarse 0 confundirse, “pero lo cuenta convencido o persuadido de su veracidad, ademés, como dije antes, de anunciarlo y prometerlo al lector. WEstélprineipio lo denoniina Ngjeune spacto™derreferencialidad” (Ibidem, p. 35-41). Sin embargo, frente a lo que suele ser un lugar comin o tépico cornimmente aceptado, la referencialidad del género no esté amenazada por lo que el lector teme muchas veces, es decir, que el autor no cumpla efectivamente el compromiso de veracidad, ya por error involuntario © por engafio, Las razonables dudas del lector y las posibles mentiras uomisiones , al contrario, acre -qutobiogrificos, expectativa que no tendria sentido en un texto de ficcién. '...] Pero también se puede contemplar la autoficcién y el resto de novelas del yo a partir deo en relacién al pacto novelesco. Cuando se observa la especificidad 26 referencial de la autobiograffa, es mucho més facil comprender la diferencia de esta con la narracién novelesca y lo que separa un relato referencial de otro que ¢s ficticio; por esa raz6n describiré el pacto novelesco en oposicion al auto- biografico (Ibidem, p. 27-29). Como ha comentado el propio Philippe Lejeune, contrasténdolo con el pacto autobiogréfico: “El pactode ficcién nos deja mucho mas libres, no tiene sentido preguntarnos si es verdadero 0 no, nuestra atencion: no esta focalizada en el autor, sino en el texto y le historia, de la que podemos -alimentar mds libremente nuestro imaginario” (ALBERCA, 2004, p. 272). Frente al autobidgrafo, el novelista postula tacitamente lo contrario: el prin cipio de distanciamiento del autor con su narrador. F] novelista comienza por borrarse o desaparecer del texto y cede su protagonismo al narrador, ese sosias, gue ya no es l, pero que ocupasu lugar y asume la funcién de contar, Asfel autor Este principio formal de distanciamiento entre narrador y autor conlleva implicitamente una declaracién de no-responsabilidad por parte de este, pues quien alli habla, opina, sanciona o acta no es él sino otro, y por tanto no se le debe responsabilizar de aquello que no le es atribuible. Dicho de otro modo, el relato, Por tanto, las diferencias de la novela con la autobiografia saltan a la vista. En esta tiltima, el yo narrativo sé hace responsable de todo lo que alli se cuenta ose afirma, y en consecuencia no puede escurrir el bulto si alguien le denuncia, por algo que considera lesivo para su persona o porque falsea los hechos. Ni que decir tiene que una denuncia de este tipo en una novela no tendrfa sentido y solo en casos muy excepcionales tendrfa posibilidades de prosperar judicialmente (LEJEUNE,,1998, p. 123-137). En primer lugar, porque ys para mejor marcar la distancia, los nombres del narrador 0 de los héroes novelescos no son los del autor, y al ser diferentes no pueden ser identificados mas que erréneamente. Se Je pueden - El parecido es amplio y matizable, tiene grados, pero la identidad no. La identidad existe o no existe. Por esta razén, a pesar de que una novela, como es protocolario, presente un personaje, cuyo nombre (ficticio) en nada recordase el del novelista 0 fuese anénimo, el lector podria ‘pensar, sin que el narrador lo afirme ni lo niegue, que tiene razones suficien- tes para sospechar contenidos autobiogesficos en la historia y en el personaje novelesco, que de este modo podria ser relacionado con el autor. F lector, quiz porque conoce la biografia del autor, puede percibir el personaje ficticio como ‘un disfraz o una impostura de este tras la cual esconde su vida secreta 0 des- 7 conocida. para el lector. Sin embargo, este no estaria facultado para afirmar que se trata de una autobiogralia, pues en todo caso podria aducir mayor o menor grado de similitud, pero nunca alegar una correspondencia inequivoca. En segundo lugar, al contrario que el autobidgrafo, que solicita credulidad y confianza, el novelista, que inventa un mundo de papel sin correlato externo, iiniaanliad ees i ‘biel sabe que no lo es. Esta pretensién casi nunca esta formulada explicitamente, salvo que se busque un efecto especial y contradictorio con la verosimilitud novelesca. La verosimilitud del relato es lo que el lector empirico espera a cam- bio de suspender el principio de incredulidad que aplica normalinente a las “mentiras en la vida cotidiana (COLERIDGE, 1975, p. 52). [..-] El contrato novelesco entre autor y lector puede adoptar formas mas complejas, pero en lineas generales funciona del modo descrito y las informa- ciones paratextuales facilitan u homologan este pacto. Cuando en la portada de un libro encontramos el subtitulo genérico de cuento o noyela, el pacto de ficcién se hace explicito y el lector se acerca 0 inicia su lectura bajo esa clave general de la recepcién establecida por el texto narrativo, En el final de la recep- cidn, esta posicién inicial de incredulidad se modificaré si el relato alcanza el aprecio del lector. Al principio, este acepté separarse de la realidad, se creyé las “mentiras” del narrador, de manera que las ley “como verdaderas”, Al final, el lector regresa a lo real desde la irrealidad del relato, pero la realidad no sera ya como antes, pues, sila narracién resulté lograda, la realidad se habra transfor Como ya he dicho, el iusionismo del pacto novelesco no acepta ni acon- seja identificar el universo ficticio con el mundo real, exterior al texto. Fuera de con el mundo real, pues el mundo de la ficcién no existe tal cual la invencién lo ha levantado y por tanto seria erréneo ir a buscarlo 0 cotejarlo con una realidad YP j que no Je corresponde. Pero eso no quiere decir que el mundo imaginario de en la incongruencia (PAVEL, 1995, p. 173-179). Ayeces, el novelista pone al servicio de la verosimilitud hechos y personas que existieron fuera ¢ independientemente del texto, como sucede en las lama- 28 das novelas histéricas, y por tanto su contenido ficticio es menor (COHN, 1994, P. 53-76). En apariencia este tipo de novelas parecerfan desdecir el principio ficticio del género, pero en realidad los hechos y personajes histéricos no estan alli para instruir un expediente de lo real 0 dar cuenta fehacientemente de su verdad, sino que, en :i opinidn, aparecen y funcionan como elementos privile- iad 28 ae ¢s ficticio, Son “efectos de realidad” al servicio de la verosimilitud de la ficcién histérica, tomando prestado con alguna amplitud este concepto de la poética del relato de Roland Barthes, que el critico francés aplicé sobre todo a la novela realista decimondnica (BARTHES, 1970, p. 95-101). En resumen, no creo que se deban ni se puedan igualar novelas y autobiogra- fias, pues se rigen por estatutos narrativos distintos y proponen diferentes formas de lectura. Al autor le mueve una intentio diferente en una autobiografia que en una novela, entre otras razones, porque en la primera el hecho mismo de escri birla constituye ya un acto biografico que engendra sus propias consecuencias y compromisos, derivados de la responsabilidad que se asume al firmar un texto como veridico. Dicho propésita toma cuerpo porque el contenido referencial y comprobable del pacto autobiografico impide que las autobiografias sean lefdas como si fuesen ficcion, Aun aceptando que el lector es libre de leer una autobio- grafia como una novela, este no podria pasar por alto Jos efectos extra-textua- les provocados por aulobiografias y memorias, que en principio una novela no desencadena. Y cuando Jos desencadena los consideramos delirantes. En razon de esto, la expectativa del lector es radicalmente distinta ante una autobiografia yuna novela. Aunque la primera incurra en inexactitudes, mentiras, omisiones 0 mitificaciones mas 0 menos conscientes, la referencialidad extratextual que la preside permite al lector una valoracién de las opiniones ¢ informaciones del autobidgrafo y un cotejo contrastado entre el relato y los hechos histéricos. Sin embargo, aunque no lo comparta, no puedo ignorar que actualmente los compartimentos estancos entre ficcién ¢ historia, distincién de origen aris- tottlico (“poiesis” frente a “mimesis”, 0 lo que es lo mismo invencidn contra his- toria), tienden a ser negados, borrados o ignorados por determinadas pricticas discursivas, artisticas y literarias, que son las que concitan mi atencién. En mi opinién, dichas practicas de propuestas receptivas deliberadamente indetermi- nadas, que buscan socavar los limites y confundir al lector, no niegan ni consi- guen abolir las fronteras, al contrario, como ya adelanté antes, dichos desvios dc las reglas funcionan y pueden ser interpretados gracias a ellas.[...] 29 CLASES DE NOVELAS DEL YO. Pero voy a detenerme un momento para establecer unas coordenadas mas cla- tas en esta compleja y porosa zona de encrucijada que son las novelas del yo, pucs, de continuar sin poner de relieve las distintas y mas importantes modali- dades, todo esto parecer atin més confuso de lo que es, En el cuadro 2 distingo | cuapRoz Novelaautobiograticay | Autoficeiin (equidistancia feentntess G prox. ala autobiografia)_| de ambos pactos) ot prox, ala novela) 1 Principio deidentidad | +. Principio de identidad | s, Pineipio de dentidad ATNHAYR | A=N=P, AMNAYP, Identidad nominal ficticiao | Identidad nominal expresa | Identificacién nominal anonimato: N =P /j N"P ficticia: N= P // A= editor | 2.Propuestadelestora 2Propuestadelectura _| 2. Propuesta de lecture Ficcion/Factualidad Ficcion/Factualidad Ficcibn/Factualided Atobiografismo escondido | Autobiografismo Autobiografismo simulado ((also/verdadeno) transparente A, Autor; N, Narnadior; B Personaje;-, menos; 4, ms; = idéntico: » no idéntices ‘9-0 En el cuadro se barajan dos criterios de clasificacién como son la identi- dad nominal (explicita o tacita) y la mezcla de pactos contradictorios (novelesco y autobiogriifico) en grado y proporcién variables. ‘También se puede ver, de manera esquemitica, que el mecanismo de constitucién de estas narraciones es el resultado del encuentrolde ‘elementos antiteticos en un mismo relats, en la medida que, como sc explicara més arriba, lalidentificaci6i Ue autor Con el narrador/protagonista se afirma en el caso de la autoficciGn y se sugiere o insi- mita de manera indirecta o camuflada en el resto de novelas del yo, y al tiempo se Ppropone un pacto de ficcién, bajo la apariencia de una autobiografia o viceversa. de propuestas antitéticas, mezcla de la factuali- dad de la autobiografia y de la ficcién de la novela, cuya elaboracion y resultados parecen guardar alguna similitud con los productos de ingenieria genética. 30 El cuadro escenifica el mecanismo del doble sentido propuesto por las nove- las en primera persona, quizd simplificdndolo en extremo, pero dando una idea general de su cartograffa. Segiin su ubicacién en el cuadro, se comprende que la autoficcién se relacione sobre todo con la novela autobiogrifica y con la autobio- grafia ficticia (0 memorias ficticias), y por tanto no bastaria cotejarla solo con la autobiografia declarada y con la novela en general. Esiprecisoyportantoyrelacio= nar y contraponer la autoficcién con sus precedentes genéticos mas evidentes, de los cuales proviene con toda probabilidad y con respecto a los que es preciso amarcardistanciay buscar swespecificidad) pues entre aquellos y esta, aunque en la forma se parezcan, hayumvsaltorcualitativoyidefunciémmuymotable, que guarda relacién con el resto de fenémenos artisticos y contextos sociolégicos, anticipados en el capitulo anterior’ La autobiografie ficticia Con el Lazarillo de Tormes la literatura castellana fue pionera de esta variante de las novelas del yo. En su forma, la autobiografia ficticia (por lo arriba argumentado cabria atribufrsele con mayor precision el adjetivo de fin- gida) parece una auténtica autobiografia 0 unas memorias verdaderas, y todo en apariencia lo confirma, incluido su titulo, que en general quiere colaborar también a que el lector crea que el relato ante el que se encuentra no es una novela. Con esa finalidad simula deliberada y miméticamente el discurso de la autobiogralfa, jugando con la expectativa del lector al hacer pasar como refe- -rencial un texto que, en realidad, es ficticio. Crea también la ilusidn en el lec- tor que el apécrifo autor del relato (su narrador-protagonista) es su verdadero autor y el que firma en la portada, un simple mediador o editor, cuya autoria quedard en entredicho en la presentacién 0 prélogo, tal como frecuentemente se explica en algtin umbral de esta clase de novelas, con el fin de alcanzar un mayor verismo. Pero del mismo modo que el discurso y la estrategia narrativa se esfuer- zan en aparentar una factura de veracidad, su presentacidn est sefialando la impostura desde el momento en que en su portada el relato aparece firmado ieniioniloniani J di ihleidentificacié narrador ficticio. Y para que no queden dudas sobre la verdadera propuesta de lectura, la presentacién de estos relatos bajo la etiqueta de novela asegura que, a 5 Manuel Alberca se reftere al capitulo I. Soy yos (El pacto ambiguo..., op. cit. p. 19-58), donde analiza Ia nocidn de “autoficciGn’ como parte Ge un fenémeno cultural més amplio, que concierne 4 otras manifestaciones artistices como la pintura y el cine, y que, en parte, responde a los presu: ‘puestos ideoligicos de la posmodernidad. (Nota de la editora) 31 pesar de la indeterminacién inicial, el autor esta proponiendo alos lectores una fiecién. Dicho de otro modo, estos relatos presentan tina forma autobiogréfica bajo un pacto de ficcion. Por tanto su parecido formal con la autobiografia o con las memorias no asegura ningun parentesco natural, su relacién es pura- mente formal, del tipo del que mantiene el original con la copia o el manuscrito y su fotocopia, Solo por gusto de continuar la ejemplificacién, se podria afiadir que la autobiografia y las memorias son dos hermanas gemelas, mientras que Jas memorias ficticias o la autobiografia ficticia son clones mas o menos logra~ dos de su original genético. [.--] El fingimiento de relato veridico puede prolongarse, como ya he sefia- Jado, -trasmisor del texto. La simulacién extrema de veracidad consistirla en la ocul- tacién del nombre y apellidos del autor empitico del relato, pues, al omitir su firma en la portada, automaticamente el autobidgrafo ficticio se convierte en su autor apécrifo, poniéndose en circulacién una cadena de confusiones como [..-] ocurrid en Ja recepcién del Lazarillo. Pero en su presentacion habitual, es " decit, con la autoria inequivoca y explicita en la portada del libro, establece de "manera clara un alejamiento entre el autor, que figura en el paratexto del relato, ¥ el natrador-protagonista, es decir, cl autor ficticio del telato, acentuando y. -tatificando la distancia entre ambos a través de su diferencia nominal. Sin esta operacién de comprobacién nominal, ciertamente nada hay en un yo ficticio que permita identificarlo como tal ni distinguirlo del que no lo es, pues la diniea que ha de ser, por imposicién normativa, diferente al de su autor. Las novelas de esta clase suelen llevar en el titulo algtin indicativo referente a vida, autobiografia 0 memorias y la indicacién del nombre del narrador-pro- tagonista: La familia de Pascual Duarte, de Camilo J. Cela, Autobiografia del general Franco, Manuel Vazquez Montalban, Sonata de otono. Memorias del Margués de Bradomin, de Ramén del Valle-Inckin, 0 Memorias de Adriano, de Margueritte Yourcenar. Semejantes titulos dan la apariencia, si se hace caso omiso a la indicacion del autor verdadero, de que se trata de textos autobio- graficos y no novelescos. Sin embargo, las instrucciones de uso las acercan ala novela pura, si el personaje es ficticio, y a la novela histérica o a la falsa biografia €n primera persona, si el personaje es historico. Evidentemente en ambos casos. ‘son novelas, pues, incluso si sus provagonistas son histéricos, no se trata de un texto hist6rico ni biografico, sino de la invencion de la vida privada e intima del ‘personaje, justamente dela que menos noticias documentales se dispone y cuya introspeccién solo es posible en el espacio inventive de la novela, toda ver que 32 el novelista est autorizado por una licencia de la que carece el historiador o el bidgrafo, que le permite representar desde dentro los pensamientos y procesos psicolégicos de su personaje histérico-ficticio. [...] | Hasta ahora he tenido en cuenta el protocolo del nombre del personaje ala hora de definir las memorias ficticias siguiendo las pautas ya sefaladas del pacto autobiogrifico y novelesco. EhiconceprondelnciMoriasicticiasTerue autobiografia ficticia presupone la identificacion nominal del narrador-prota- gonistaySearesteldercardcterinvent#dd (Bradomin, Pascual Duarte) othistérico (Franco, Adriano). En consecuencia, cuando el narrador-protagonista de una novela en primera persona es anénimo, ya no nos encontramos en el registro | Al abordar el concepto de novelaautobiogréfica, que es una forma narrativa mucho mas amplia e imprecisa que la de las memorias ficticias, nos enfrentamos aun problema que no encontrébamos en estas. En la novela autobiografica, (a expresoio"andnimas, Quiero decir con esto que cualquiera de las combinaciones posibles puede dar lugar a novelas autobiogréficas. Por tanto, el criterio formal no resulta plenamente relevante ni definitorio en este caso, puesto que no se puede asegurar que se trate de una noyela autobiografica sin tener en cuenta el conte- nido, Dicho de otro modo, eliconceptoienovelaautobiogréficarapartedealgin | | Dentro de las posibles variantes de novelas autobiogréficas, HSS amiDE : érica. En este caso, a falta de otra indicacién paratextual acerca del género narrativo, es dificil deter- minar en qué género nos encontramos, pues un relato autodiegético de narra- dor-protagonista andnimo (es decir, aquel en el que el narrador-protagonista cuenta en primera persona su propia vida) dejaalslectoritotalmentewvacilante E] anonimato del narrador redunda por fuerza en el equivoco, pero lo caracteriza con otros rasgos y lo desplaza con otros vaivenes de incertidumbre, que nos sitéan ya en el campo de la sospecha biografica como lectores y de la intencién autobiogréfica inconfesa del autor, pues, de forma escondida, se pro- 33 pone contar o aprovechar su vida o parte de ella para levantar su mundo nove- lesco. Porque, qué ocurre cuando el yo narrative es anénimo y no se establece Como leer un texto sin protocolo nominal ni genérico? Deleorrectoseria hacer arriba expuesto, seguin el cual, para reconocer una obra como autobiografia, antes que la intencién tacita del autor o la sospe- cha del lector, debe manifestarse una promesa de veracidad explicita del autor. Y sin embargo, como controlar 0 impedir la ansiedad interpretativa del ‘lector autobiogréfica en ese caso, ante un texto que lo incita a esta dase de lectura, aunque la promesa y el compromiso autobiografico no se hegan expli- citos? ;Cémo exigirle al lector que alli donde hay una insinuacién o una con-— Es cierto que podria leer estos relatos como pura ficcién, desentendiéndose del autor y de su realidad, pero cuando este mismo ha puesto en marcha textual 0 extratextualmente una serie de marcas, guifios 0 comentarios, en los que el lec- tor puede establecer una relacin identificadora entre el narrador (andnimo o no) y su creador, es muy dificil que quede impasible ante el envite. Por lo tanto, nos adentramos en una en que rara vez, cl autor se aclara, y resbaladizas, porque el lector no puede tener una seguridad absoluta al guiarse por sus sospechas e intuiciones. Biveambio, cuando al prétagonista dela novela (esté narrada en primera o en tercera persona) fienemmnomibre DropiowdistinlOUel UNtOR estOracentaeT! distanciamiento propio de la novela y ratifica su cardcter ficticio, aunque desde el punto de vista argumental acumule pruebas de autobiografismo 0 incorpore materiales biogréficos de la vida del autor. [...] EMnevelistatautobiograficé, que deriva directamente de la estética roméntica, sictlneeeeeetecuas teal hen a conferirle a su experiencia personal un valor universal. Por lo tanto, el primer | itiempollarliteratura’del'y0!(GASPARINI, 2004, p. 338). Para no ser reprobado por exhibicionista, el novelista se oculta tras la mds- cara novelesca por pudor y por pura necesidad:deantodiefensa. En su origen la novela autobiogréfica es deudora de la idiosincrasia liberal que [omental secreto y la ocultacién, puesto que igual que reconoce la libertad a decir, también con- sagra cl derecho ano decir, a callar Jo que se considera privado. Dentro de ese 4 contexto, que fomenta la libre expresién del yo, pero la castiga también, ya sea por motivos sociales, religiosos 0 literarios,’ _deardid o arte para contar piiblicamente una verdad privada, pues, como decia Ricardo Gullén a propésito de Unamuno: “escribir una novela autobiogréfica es contar a muchos lo que de palabra dirfamos a pocos, elevar la confidencia a sistema, pasar del susurro al tono de voz audible para todos, gritar hasta hacerse oir por los sordos” (GULLON, 1976, p. 281). De acuerdo con esto, i sin y necesidad de ocultacion. Contar lo que no se puede decir y verbalizar el cuando se trata dela vida propia, pues cumple la funcién de compensar las limitaciones de la exis- tencia y de poder construirse una personalidad mas satisfactoria que 1a real © apuntalar el yo con algiin elemento de ficcién. Desde este punto de vista, ) -eonstituciénidelaypropiampersona. E] handicap del novelista autobiografico se acrecentaba en el pasado por razones sociales o por prescripcidn religiosa, pues surgia de un ambiente que censuraba su apuesta. El camuflaje tras una formula de ficci6n indicaba que el autor no podia, por el contexto sefialado, o no queria, por pudor, arrostrar los inconvenientes y molestias que la apucsta autobiogra fica lleva consigo. Asi pues, esconder y mostrar, al mismo tiempo, el yo intimo. ASimieazosidelisigionay, la libertad para hablar y escribir de si mismo alcanza un consenso practicamente absoluto con la unica limitacién que impone la convivencia entre las personas, Esteicontextorpodriaihacer pensar i y su utilizacién pareceria solo un residuo del pasado. Siniembarge, a poco que se revise la produccién narrativa actual se comprenderd que aiférmularlela ‘névelaautobiografiva'siguewigente. Y, aunque su perpetuacién se debe mas a razones de caracter literario (la ya citada doxa estética que considera superior la literatura inventiva que la autobiografica), tampoco se pueden ignorar las razones de tipo social. Quizatelitabwimoraliyamorexista con la intransigencia , pero no algunas del pasado o que cl disimulo hipécrita haya desaparecido casi, AeERTODTOPETATUlescossignas , TAZOneSyparalesqUIVaFIESOSTESCOIIGENY es que, como ya sefialaba al comienzo de este capitulo, la materia més genuina de buena parte de la novela actual la aportan Ja vida y la personalidad de los autores, que por procesos y motives, tal vez desconacidos para ellos mismos, hablan de si, y les constituyen en su fuero interno en una conjuncién inesperada de necesidad y azar. [...] Para poder hablar de novelatautobiogréfica, ademaswdesilaledisocia- ciénedevautorynarrador, caracteristica del género, esmecesario Gus) bier desde Ja intencidn del novelista o desde la expectativa del lector, se perciban la historia 'y su protagonista o Jos personajes de esta, como una proyecciGn, encubierta y_ ‘i li periiles de la ficcién se dibuje una figura en la que se reconozean 0 encuentren. parecidosicon'este. Sea porque el texto novelesco coincide con los contenidos de otros textos autobiograficos, sea por informaciones biogrificas ajenas al autor, o Porque se nota demasiado bajo el disfraz o la impostura que el autor cuenta su vida con escaso disimulo, ehlectonencuentrarevidenteel:autobiografismorde la novela, pero no esté facultado para decir que se trata de una autobiografia. Ante laimposibilidad de poder definirla mas satisfactoriamente y con la advertencia de que lo que sigue no es sino una simple y voluntariosa propuesta de definici6n: Jas, Jaficcién que se sirve de la autobiografia, y en ese giro brusco o mutacién nueva de la funcidn interpretativa del relato reside su especificidad. En las novelas autobiogtaficas de origen decimonénico, el autor podia jugar a esconder su identidad y utilizaba su biografia con disimulo, porque en buena medida la figura del autor y su vida eran todavia ajenas al circuito literario. En cambio, en WA ‘egla. La anfibologia que se deriva de la representacién autoficticia es de orden diferente, aparentemente més directa, pero mas sibilina y contradictoria en el fondo, pues lo ficticio parece verdadero. Y, viceversa, lo verdadero pareceria ficticio y en consecuencia se podrfa tomar erroneamente por falso. 36 Esta incertidumbre, que la autoficcién crea en el espacio narrativo, pero. Aunque nadie puede discutir el acierto y la plasticidad del neologismo creado por Serge Doubrovsky a partir del molde de la palabra autobiografia, su forma de contracciéa forzada, proyeniente de dos étimos, un griego (auto) y otro latino (ficcién), no determina, sino por una explicacién perifrastica, qué es lo sustan- tivo y qué lo adjetivo. Si se compara esta denominacién con las de las memorias ficticias y la novela autobiografica, se comprueba que, en estas tiltimas, el sustan- tivo da idea precisa de la forma del relato, y el adjetivo, que trata de matizarlo, lo contradice para revelar su caracter simulado. En cambio, el neologismo “auto- azloblogralasensrlanreoatiaforma'y eesti Ge Ga ROWE oee bien podria introducir incluso algunos elementos ficticios)? O, por el contrario, jse trata de Eyidentemente, como més adelante veremos, caben estas dos posibilida- ‘des y alguna més, pero mientras en la primera pregunta no se cuestiona sino Ia forma de actualizar e intentar darle a la autobiografia la categoria literaria que a veces se le ha negado, en la segunda se plantea con bastante exactitud la busqueda de un mecanismo propio de la posmodernidad, un artificio 0 una Pariente mayor, La autoficcidn se presenta como una novela, pero una novela que simula o aparenta ser una historia autobiografica con tanta transparencia y claridad que fia, o lo que ¢s lo mismo, que aquel relato tiene “gato encerrado” Su transparen- cia autobiogrdfica proviene de la identidad nominal, explicita o implicita, del narrador y/o protagonista con el autor de la obra, cuya firma preside la portada. Este rasgo resulta inimaginable en los novelistas autobiograficos, toda vez que estos aspiran a ocultarse, es yerdad que de forma contradictoria, en un perso- naje ficticio y distanciarse de ¢l mediante una nominaci6n distinta a la suya. La identidad nominal coincidente de personaje y autor en la autoficcién constituye uno de sus pilares fundamentales (véase el cuadro 2) y ocasiona una 37 alteracién de la expectativa del lector, que contrariamente al “aura de verdad” que, a juicio de Lejeune, produce la presencia del nombre propio del autor en ‘el relato autobiografico (LEJEUNE, 1986, p. 70-72), en la novela autoficticia no ‘se cumple. La coincidencia onoméstica produce una inestabilidad en la recep- cidn del relato de tal calibre que resulta inquietante. La mera aparicién de un _tamente atenuada 0 cuestionada al producirse en el contexto de una fiecidn. De este modo, el autor se afirma y se contradice al mismo tiempo. Es como si nos podria serlo” Y también la autoficcién podria ser, tal como Gérard Genette la entiende, un relato de autofabulacién en el que el autor advierte: “Yo, autor, voy” (GENETTE, 1993, p. 70). [...] Sea la que sea la importancia o frivolidad del invento, sus limitaciones © rémoras, lo cierto es que la autoficcién resulta ser, a pesar de su apariencia de artefacto o de fruto de cultivo trasgénico, la estrategia autobiografica mds des- las del yo, No es desde nego una autobiogratia, pues no anuncia que va a decir la verdad, y tampoco cabe confundirla con la novela autobiogréfica, porque no comparte con esta él mismo sentido de disimulo. Al contrario, se mueve en una mayor indeterminaci6n si cabe, pues su aparente transparencia autobiogrifica nos deja inermes a Jz hora de interpretarla. i Il Como se puede ver en el cuadro 2, ee Su relacién con la novela le da ina libertad casi absolute, toda vez que esta se caracteriza por su or su polimorfismo, pues se adapta a todas las formas y propuestas posibles, incluso aquellas que niegan o rechazan su pertenencia al género novelistico, Algunas autoficciones, como las de Javier Marias y de Enrique Vila- Matas [...] & _juegan con estos principios descritos o los subvierten, sin dejar de apuntar una clara intencién de representacién autoficticia por parte del autor. Por otra parte, ‘novela autobiogratica (también por supuesio con la autobiografia), pero realiza’ una mutacién con respecto a aquella y establece una propuesta narrativa dife- rente, que como tal permite posibilidades y resultados distintos, Entre la novela autobiogréfica y la autoficcién, en la teoria al menos y también en los ejemplos mis logrados, se produce un salto cualitativo, pues se instala en un diferente dispositive autobiografico y ficticio, que nada tiene que ver con la cantidad de referencias biogrificas. Dicha mutacién consiste en pasar del disimulo y del El paso de la novela autobiogréfica a la autoficcién sefiala ademas el tran- sin que disminuya por ello Ta ambigitedad a la que nos tenia acostumbrado Ja primera, al contrario, se torna mds sutil ¢ inquietante en Ja segunda. En otras palabras, lo que en la novela autobiografica es una que, no obstante, permite detectar el parecido entre los hechos novelescos y los sucesos biogréficos comprobados, sé convierte en la autoficci6n en tuna relacién expresa (sin que ello quiera decir que bajo esta no puedan producirse equi- Yocos 0 imposturas). Este dispositivo hace posible que elementos biograficos del autor, conocidos y desconocidos, itrampan en la historia como material narrativo en bruto, coexistiendo abierta © sutilmente junto a otros que son 0 “parecen ficticios. Si el cardcter contradictorio de la novela autobiogrdfica (ocultamiento + desvelamiento) revela que esta se inscribe en un contexto que estimula y tam- bién censura la expresién libre del yo -no en vano el autor se exhibe/oculta Por miedo a ser reprobado moralmente o tildado de autocomplaciente y narci- sista-, i6 el de la autoficcién, que aparece en un marco no menos contradictorio, propaga la idea de la debilidad y fragmentacién del sujeto y, al tiempo, hace proliferar una exagerada reproduccién y profusion exhibicionista del mismo. — Como el narrador y protagonista de Doctor Pasavento, la novela de Enrique Vila-Matas, el yo autoficticio se ocupa de reiterar su exasperante programa de desapariciones y reapariciones sucesivas, en las cuales pareciera que, cuanto mas se difunde y se repite la idea de la desaparicién del sujeto (la ‘muerte’ del hombre), mayor y mas aguda fuera la necesidad de afirmar y mostrar ese supuesto moribundo, En le medida que la novela autobiogréfica es deudora de una atmésfera que fomenta el secreto y, al mismo, pugna o juega a revelarlo 39 de manera camuflada, la transparencia y visibilidad del sujeto en la sociedad engafiosa de Ja autoficcin. ‘Lanovela autobiografica -siguiendo con la comparacién— puede sugerir © hacer sospechar al lector que el parecido entre el protagonista, el narrador y el autor permite una incierta identificacién, pero nunca la confirma con la | Tatificacién de su identidad. Puede haber muchas coincidencias 0 pistas que’ ‘son el mismo. Los equivocos de la novela autobiogréfica se producen sobre todo a nivel de enunciado narrative, porque, con respecto a la enunciacién, : : Por el contrario, en la autoficcion, la la misma nominacién y, en principio, la posicién enunciadora es la del pacto autobiogrifico, Sin embargo, esta relacién resulta contradictoria con el esta- "ilo narrative ficticio otorgado al relato. En la novela autobiogréfica la indefini- -cién del relato procede de las contradicciones del enunciado en el que el autor, haciéndose pasar por otro, se enmascara en sus personajes; la de la autoficcién proviene, sobre todo, de su contradiccion estatuaria (novela y/o autobiografta), por la simulacin de una y otra que abre el relato al vértigo interpretativo, [...] en el cual la identidad nominal de personaje y autor podria tratarse de una fic- in o, simplemente, de una engafosa apariencia autobiografica. Aunque existen relatos que plantean problemas de dificil solucién, son inequivocas, al menos en teorfa, por lo que identificarlas sin més o renun- ciar a sus diferencias, ademés de resultar confuso, supone una claudicacién al uso descuidado e impreciso del término autoficcién, con que algunos criticos lo utilizan por la pura y simple razén de parecerles mis moderno que el de novela autobiografica.* 6 En la.ndmina de autoficciones incluyo, entre otros titulos, La tia Julie ef escribiier (1977) de Vargas Hosa, Paisajes desprués de la batalla (1982) de Juan Goytisolo, Pentiltimes castigos (1083) de Carlos Barral, La otra Sonia (1987) de Sonia Garcia Soubriet, Todas las alrmus (1989) y Negra espalda del tiempo (1998) de Javier Marias, imo me hice monja (19ya) de César Aira, Bsconas de cine mmdo (1994) de Julio Lamarares, El mal de Montano (2003) de Enrique Vila Matas, La velocidad de la tts (2008) de Javier Cercas,y Finalmustk (2007) de Justo Navarro, @ los que presto atencion critica alo largo del libro. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ALBERCA, Manuel. Entrevista con Philippe Lejeune. Cuadernos hispanoamericanos, n. 649-650, p. 272, jul.-ago. 2004, BARTHES, Roland. El efecto de realidad. In: _. Lo verosimil. Buenos Aires: Tiempo Contempordneo/Comunicaciones, 1970. COHN, Dorrit. Le propre de la fiction. Paris: Seuil, 2001. COLERIDGE, $. T. Biographia Literaria. Barcelona: Labor, 1975. GASPARINI, Philippe. Est-il je? Roman autobiographique et autofiction. Paris: Seuil, 2004. GENETTE, Gérard. Ficcion y diccidn. Barcelona: Lumen, 1993. —___. Seuils, Paris: Seuil, 1987. GULLON, Ricardo. Autobiografias de Unamuno, Madrid: Gredos, 1976. LEJEUNE, P. Pour lautobiographie, Chroniques. Paris: Seuil, 1998. Moi aussi. Paris: Seuil, 1986. MILLAS, Juan José. Ladrones del yo. In:_. Cuerpo y prétesis. Madrid: Aguilar/El Pais, 2000. PAVEL, Thomas G. Mundos de ficcién. Caracas: Monte Avila, 1995. SAINTE-BEUVE, Charles A. (Euvres, edicién de Maxime Leroy. Paris: Gallimard, 1959.

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