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José Maria Arguedas Letras Hispanicas Los rios profundos Edicin de Ricardo Gonzslez Vigil CUARTA EDICION CATEDRA LETRAS HISPANICAS 1 edicibn, 1995 4s edicibn, 2002 Reservas todos los derechos. El contenido de esta obra esti protegido ‘pola Ley. que establece penas de prion y/o multas, adem de las “orrespondientes indemnv2aciones por dats ¥ pesjuicios, para “qutenesreprejren,plaglaren distabuyeren 0 comunicaren Dablcament, en todo o en parte, una obra Mera, artic, Deventiicn, 0 sa trnsformacion, interpretacion o ejecucion ‘ast ada en cualquier tipo de soporte o comunicida {faves de cualquier medio, sn la preceptia aurrizacion © Herederos de Joxé Marla Arguedas, 1998 © Budciones Cazedea (Grupo Anaya, 5. A), 1995, 2002 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid ‘Depésio legal M. 40.848-2002 ISBN: 84-376-1321-3 Printed in Spain Inpresa en Huertas, S.A. uenlabrada (Madrid) Indice Israopucciox 1. Vida y obra de Arguedas: Consideraciones generales 1, Entre dos culttas sens 2. Bilingtie con predominio quechua . 5. Indigenismo desde y para todas las sangre 4. Neoindigenismo y Realismo Maravlloso 5. Transculturacién novelesea: la Oralidad y Ba Epic nn 7 — I. Configuracin y sentido de Los ros profidos 1. Génesis de la novela 2, Connotaciones del titulo 3. Solider estructural — 4, Intertextualidad (Rive Aguero, Faulkner, Neruda y Camus) sors 3. Nombresy roles Mito y revolucién Esta nicion Bwiooeara .. Los Ros meorunos 1. Elvicio TI, Los viies ML La despedida I. La hacienda V. Puente sobre el munde Vi. Zambayilu 109 13 137 173 187 197 207 235 VIL. El motin .. VII. Quebrada Honda IX. Caly canto X. Yawar mayu XL. Los colonos 267 295 327 357 405 Introduccién Para Humberto Damonte Larrain y Carlos Villanes Cairo, lleno ide agradecimiento. fimdos es una de las novelas mas admirables de la literatura latinoamericana. Esta condicion privilegiada ha demorado en ser reconocida adecuadamente, ¥ aun ahora dista de gozar del amplio consenso critico que rodea a otras, obras capitales de la narrativa latinoamericana, contorme lo consigno Angel Rama hace mas de diez atios, en términos fe cabe dentro de Las letras del pais, al discurs samericano le ha llewado ottos tantos reconcee sepeionalid fe todavia pueds decise que ha jgrado concederle el puesto que ng se Te discute a Pe Param, R Gis ios de soledad 0 G ent can de las tiltimas dcadas (Ram. nneral las narra Arguedas, implica evitar bastante frecuentes en la los esnudic Leer cabalmente Los fo profiond 1s de Jose N ciones y los po tuna serie de errores y contusione vibliogratia existente, incluyendo a casi t sos dignos de relieve, ya que éstos aportan luces en determi: minadas. Felizmente, dicha bibliogratia crece continuamen: te, en cantidad y en calidad. Aqui remitiremos sintética os siembran apreciaciones desca ul mente @ las contribuciones més esclarecedoras de las diver sas cuestiones que plantea la obra de Arguedas 1a difcultad tan manifesta para que la erticaIterara constate la envergadura creadora de Arguedas, su stial in- transferible dentro de la mucua narativa, procede, sobre todo, de la intensidad y la complejidad con que Arguedas inserta elementos de la cultura andina (mentalidad mitico- ‘magica con sincretismo cristiano, quechuizacién del espa iol, tradicién oral ligada a la miisica y la danza) dentro de formas culturales occidentales (incluyendo entre ellas el propio género de la novela), en un grado de transcultwracn! ‘mayor que el logrado no sélo por los restantes autores vin cculables a la corriente indigenista o neorindigensta’, sino por ‘otros grandes cultores del realism maraziloso hispanoame ricano, sin omitir a Juan Rulfo, Miguel Angel Astutias, Ale jo Carpentier, Augusto Roa Bastos y Gabriel Garcia Mar quez. Resulta'sintomatico que haya sido Arguedas el punto ¥ A para de 1940, el antopélog cubano Femando Ortiz props cl tésmind ransadrac, consierindco mis adecad gu el de ae ‘aca dene 1880 por antropélogos dela tala de Rede Linton 1 Hr), paca bras el papel acto y creadr de los pueblos dom adios en ls proceon de ineacsin cau gue se dsaolan en ss {leds colonials y petcolonales,iteresdo parsclamente en mos tra It nove de lt ereacones populares ltnoumencanse (Femando ‘Grin, Contapunt cuban dd ahah ot okay, Bareonn, Ea Al, 197, cp.) “rguedisproclams enfiicament: «Yo no soy un acuturado; yo soy tun peruano gue onillesamene como un demon fla, habla en cise no Fendi, en ep en gusta abs el dsc “No soy wn scalaradonpronundado en 1968 cuando recs el Premio Inca Gala, $5 dela Vega revivendo cl ongals con que Gasiaso ve procams tes Selosy malig anes mestza bolic y call (Comer le, Par te Pamera ib. De ap 31) El dscaro de Argedss space inclido en Zara de iy Zara de Aga. Aca gu creo is aio nes de Arguedas conform los cinco tomos de ar Ova compl dion oil pas poral Se Aro eA Ae dle consignar el tomo ya pignssfalrernos a obra corespondente us lrzardo abrevaturas que detallamos al fil de et lnwodccin, ene paral dedicado a sEsta edison As las palabras citadas de Argocds proceden de 22, V4 Sobre exos mines, vas los puntos L3y A de eta Intodccén > Vea el punto L$ de ets Ladue. 12 de partida de las principales teorizaciones sobre esta cues- ‘tin capital para las letras de América Latina: las reflexiones cde Angel Rama sobre la «transculturacién narrativay, las de Antonio Comejo Plat acerca dels literatura heterogé reas» y las de Martin Lienhard caracterizando lo que él nomina «literatura escrta altemativa» ‘Al respecto, cabe distinguir tres grandes orientaciones en. Jas letras latinoamericanas: 1) Asumir el legado cultural «no occidental» y transfigurar (subvirtiéndolas, conforme expli a Lienhard) las formas culturales «occidentales, en. un sin cretismo de fertes raices regionales, pero diestro para tender simbolos de alcance universal. 2) Adhertse ala tradicién woe cidental», con plena integracién al circuito intemacional, ‘manteniendo lazos temaéticos (de contenido) con el suelo na tal. 3) Comulgar, ala vez, con lo ono occidentale y lo «occ dental, admiablementeancado en lo nacional, peo tam- gn capaz de vivir su época a escala planetaia. Las letra peruanas han brindado ejemplos consumados de las tres orientaciones: José Maria Arguedas, Mario Vargas Llo- sa (aunque éste, en una sonprendente ocasiin —EI habla- dor— momentineamente se haya aproximado a la primera otientacién) y César Vallejo (andino como nadie, pero tam bign en sintonia total con Espaita, URSS., etc), respective ‘mente, Existen importantes antecedentes en la prosa colonial: Guaman Poma de Ayala, Espinosa Medrano «El Lunarejo» (Gunque éste tiende a la tercera orientacién, en su obra teatral en quechua) y el Inca Garcilaso, siguiendo el orden sefialado. ‘la condicién transculturada,heteogéneso alternate vva de la escritura de Arguedas debe afiadirse, de un lado, los prejuicios vertidos una y otra vez (en especial, en los afios 60 y 70, marcados por la fascinacién despertada por el ‘room narrativo del 60) contra los escrtores indigenistas, neoindigenistas 0 de temética indigena, condensables en el veredicto de Carlos Fuentes contra la narraiva regionalista al juzgarla anacrénica en sus recursos expresivos, y provin iana en su horizonte temético*. Esto explica que varios cr © Cli Catlos Fuentes, La murs noel hipesoomericans, México, Jo 13 ticos, en su afin de reivindicar a Arguedas y ungirlo dentro de la nueva narratioa, se esmeten en. presentarlo como una superacién de la vertiente indigenista (un valioso intento de ello es el de William Rowe), acufiando incluso expresiones sui generis, como la de «realismo indigenista» que propone Sara Castro Klarén (1973: 22). ago ladon consonanca cons psi sc fa, Arguedas gustaba declararse un escritor vital (sangué neo, visceral), no profesional, alejado de los que toman la li teratra como tina construccion artifical o ficional (es de . No s6lo dieté clases; con dotes de maestro, impulsé a sus alumnos a una valiosa empresa, ensalzada 30 por la especialista Mildred Merino: «Prepata y publica con sus alumnos una recopilacién del folklore de la zona, pro- logada por é! mismo en documento que constituye hasta la fecha la mas adecuade orentacion dela escuela peruan (M, Merino, 1970: 137). José Maria ensefarla después en di- vversos planteles de Lima. Sus esfuerzos por una educacién adaptada al Peni de todas as sangres, del mestizaje transcul- turador, pueden constatarse en el’ volumen Nosotros los maestros. — Otro campo en el que Arguedas bregé mucho ter: diendo puentes entre ls dos cultures, fue d de ls insu Ciones oficiales. Destaquemos cémo en 1947 fie nombrado Conservador General de Folklore, en el Ministerio de Edu- ‘acién; con el narrador Francisco Izquierdo Rios (compa fiero generacional), que era Jefe de la Seccién de Folklore y ‘Artes Populares, organiz6 la primera gran encuesta magise tial de folklore alo largo y a fo ancho del Pert: producto de los materiales obtenidos en ella, publicaron la importante antologia Mitos, levendas y cuentos peruanos. Entre 1951 y 1961, edité la excelente revista Folklore Americano, Organo del Comité Intemacional de Folklore. La amistad con des tacados intelectuales del partido Accién Popular, o préxi- mos a él (en especial, nos referimos a Carlos Cueto Feman dini, Luis Felipe Alarco y Francisco Miré Quesada Cantua rias), asf como las promesas reformistas, proindigenas y procomunitarias de dicho partido, lo levaron a desempe: fharse como Director de la Casa de la Cultura del Peri (de mediados de 1963 a mediados de 1964, renunciando en so- lidaridad con la Gomisién Nacional de Cultura presidida por Cueto), donde cumplié una fructifera labor; sirva de sjemplo la creacin del evita Cir y publ (196), des ‘unada a las masas populares. Luego, de 1964 a 1966 dirigid el Museo Nacional de Historia, retirandose de todo cargo oficial ante el escaso apoyo gubemamental; Mildred Meri- nolo liga a su primer intento de suicidio (creemos nosotros, ‘que operaron varias causas para el deseo de suicidarse, y no sélo ésta): «Ante la dristica reduccion presupuestal de los ‘Museos y el subsiguiente despido masivo de empleados, cu yas esposas y madres de muchos de ellos acudian donde Ar 31 guedas llorando por su intercesién, los nervios de éste no resistieron y en abril de 1966 lleva a cabo su primer intento de suicidion (Merino, 1970: 141). — Alo largo de su existencia tradujo, estudié y antolo- {g6 muestras valiosas de la poesia, el cuento, la misica, el pensamiento mitico y la organizacién de las comunidades indigenas. La primera de esas antologias (Canto kedroa, 1938) iba precedida por todo un manifiesto transcultura dor: «Ensayo sobre la capacidad de creacién artistica del wueblo indio y mestizo». Destaquemos sus traducciones de Fescuentos narrados por Carmen Tatipha y recogidos por el RP, Jorge A. Lira (Canciones y cuentos del pueblo quechua, 1948); y, sobre todo, su traduccin del manuscrito quechua de Huarochiri (recogido por el RP. Francisco de Avila ha: cia 1597-1598), al que titulé Diases y hombres de Huarochirt, primera version directa al espaftol de «la obra quechua més importante de cuantas existen [..] el «nico texto quechua popular conocido de los sigos xvi y xviy el inico que offe ce un cuadro completo, coherente, de la mitologia, de los ritos y de la sociedad en una provincia del Pert antiguo [..] ‘es una especie de «Popol Vuh» de la antigiedad peruanar (Diases y hombres de Huarochirt: 9) — En su vida amorosa ocurre una muptura crucial en 1965: se divorcia de Celia Bustamante y comienza una nue: va relacion con Sybila Amredondo (dama chilena a la que habia conocido en Chile: Sybila recordaria cémo lo cono: cid en una reunién en la que José Maria cantaba en que chua), casindose con ella en 1967, Sybila (nétese el aura gre corromana de este nombre, ligado a creencias real maravi Ilosas en los oréculos) compartié su devocién por la cultura y el arte popular peruanos, avivando en él la preocupacién socio-politica por un cambio profundo del orden existente. ‘Muerto José Maria, Sybila se ha dedicado ejemplarmente a recopilar y anotar (con un meticuloso aparato de variantes yyaclaraciones léxicas) sus Obras completa. — Mucho se ha especulado sobre el trigico suicidio de ‘Arguedas: en la Universidad Nacional Agraria «La Molina» (donde laboraba desde 1962, siendo elegido en 1968 Jefe del Departamento de Sociologia), en Lima, se dispara tuna 32 bala al cxineo el 28 de noviembre de 1969 y, luego de lenta agonia, muere el 2 de diciembre, dejando una serie de car {as y encargos, incorporando su suicidio al final de su nove a El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo. Ninguna causa sola lo explica. Confluyeron varias: 1. Las carencias afectivas los traumas de la infancia y la adoiescencia: «tengo un desajuste emocional y_psiquico que me ha durado casi toda la vida y que se hizo agudo en 1943; desde entonces vivo luchando atrozmente contra el male, Neurosis que lo tomaba angustiado e insomne, conforme recuerda su amigo mis intimo, el poeta Manuel Moreno imeno,Joxé Mars acu varias wees a Chil para curarse de ella, ayudado por la Dra. Lola Hofimann. Desde joven habia sentido la tentacion del suicidio. 2. Los sentimientos de culpa por haber dejado a su pri: ‘mera esposa (aunque sefilando que estaba harto de sus ce los y que amaba mas a Sybila, le guardaba mucho carifo, admiracién yreconocimiento por I vida en comen), agra vvados por la condena y/o el alejamiento de la mayoria de sus amigos cuando se divorcié de ella. Cf. la corresponden: cia editada por Forgues. 3. Un angulo particular de su neurosis lo llevaba a asu: mir con dificultad la vida sexual —fibre de sombras, sana— que le reclamaba la joven Sybila: {@e acuerdas que en Llocllapampa pasiba las noches re cosido sn dormir ni una pestahada en toda la noche? Mis perurbaciones vienen desde ants. Las cosas se agrava ron hasta lo insoportable con mi separaciOn de Celiay Al, i. Mis reacontscon Sy so en estos times meses alcanzan la armonia; fueron un cdmulo de oposiciones innaons due «dca de ld "7 de forme «dn, sobre todo de esto siltimo, Bien sabes que mi cuerpo, mis hibios, son catlicosfudales huspano dion x Ti ‘mo, un enredo padre. Sybila en cambio es una limpida cia tra del siglo 109, comunista, que considera su naturalezs ‘como algo puro en todas sus pate. [.] Sybila no acepta 0 no es apta para ser maternal y yo veia en cada mujer mada 2 una madre pero al mismo tiempo el sexo diabélico (Car aa Manuel Moreno Jimeno, del 9 de noviembre de 1968; cf Ia conespondencia editada por Forgues 1993: 155). 3B 4. El temor de no estar capacitado para cumplir la mi- sién que se habia trazado como creador literario: retratar con fidelidad el Peri. A él no le satisfacia la idea de una obra de ficcién de gran coherencia interna —como es la suya—; debia, ademas, trasuntar cabalmente la realidad del Pend, ayudando a construir un porvenir con participacion predominante de las masas indigenas. Ya le habia preocupa do que los crticos no repararan en el mensaje revolucions- fio de Los ros profendosasunto que veremos mas adelante), a excepcion de César Lévano. Pero la inseguridad cundio cuando, en una mesa redonda efectuada el 23 de junio de 1965 en el Instituto de Estudios Peruano (entidad de la aque era investigador destacado),crticos literarios (Sebastiin Salazar Bondy y José Miguel Oviedo, discrepando de ellos “Alberto Escobar) y socidlogos conceptuaron que su novela Tos las anges nose austaba con exact al tealidad del Perti de los aitos 60. Luego del debate, en un texto escrito esa misma noche, Arguedas se preguntaba si habia vivido en vano (cft. Pilla, 1994). A pesar de la comprensién de Escobar, Hugo Blanco y el RP. Gustavo Gutiérrez (cuya TTeologia de la Liberacién admite antecedentes en Todas las sangres y El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo) quedé mina da su seguridad para entender lo que estaba pasando en el Peni de entonces, Junto con ello, a duda de su preparacién, artistica en las nuevas téenicas narrativas que le exigitia el tema de Chimbote y la compleja experimentacion de pla: tos y niveles desatada en El Zorro de Ariba...E roce que tuvo con Julio Cortézar (el gran escritor argentino lamenta- tia el enredo, en varias ocasiones) parecié poner en eviden- cia su simpeticiae técnica frente a los grandes virtuosos del oom de los ais 60 (eft. Cortézar, 1969, y la edicién critica de El zorro de Arriba... coordinada por E. M. Fell) 5, La indecisién ideologica, desilusionado ante el refor mismo de Acign Popular sin tbe qu pensar de as refor ‘mas impuestas por ef gobiemo del general Juan Velasco Al varado (en el poder desde octubre de 1968), del gir0 de la Iglesia Catblica a partir de Juan XXIII y el Concilio Vatica no I, de Ja Revolucién Cultural en la China de Mao, del «ejemplo de la Revolucién Cubana, reactivado su socialismo 34 juvenil por el comunismo ferviente de Sybila, Frente a ello, percibia la inminencia de un cambio profundo, doloroso y Violento en el Peni, sintiéndose él proclive a predicar la con ciliaci6n y el abrazo pacifico de «todas las sangres». @No serfa él un estorbo, un escritor aferrado a experiencias e ideales que no servian yaa fines de los afios 60? Muchas pé ginas suyas responden llenas de esperanza; pero la depre sin, nutrida por las cinco causas sefaladas (ms la siempre precaria situacidn econémica, que dificultaba una instala Gién adecuada de su matrimonio con Sybila), le gané final- mente. Perdié la fe en si mismo, en lo que podria seguir dindo- nos a todos; pero no en el er tansculturado yen el fu 2. BILUNGDE CON PREDOMINIO QUECHUA ‘Tratamiento aparte merece el del bilingiismo quechua y espafiol de Arguedas, por ser el idioma la herramienta prin cipal de la creacién literaria, su sustento ineludible. ‘Se ha generalizado una interpretacion errada de las decla raciones de nuestro éscritor, segiin la cual su lengua mater na bri sido el quecnua y rect hari aprendio el espa fiol «con cierta eficiencia después de los ocho afios, hasta entonces s6lo hablaba quechua+ (estas palabras vertidas en el Primer encuentro de narradores peruanos han sido citadas como prueba, sin matizacién afguna). Forgues ha sabido cuestionar este «mito del monolingiismo quechua de Ar ‘guedasy, aunque pasindose al extremo opuesto: el esaitr foe tempranamente binge — entre lo animado y lo inanimado, entre lo senso nial y lo espiritual. La realidad también anida en los suetios, los deseos y los recuerdos; la memoria y la imaginacién, no se dia los transports oniicos, Tesponden anvelesprofun dos de la existencia que nos permiten «entender» u «orien tap> nuestra comprensién de lo real", “W Oponiéndose a Husacin racionalita, el Romantcimo (obre todo, semi) post una imagen an dela toralad del el de hos ives profundos de a exstencla: No debe sorprendemos a devocon dl Romantcsmo por lor mites, ls tos y las practcas mages, concorde em ll, ss ints por fos cantor ycueatos del paclo enor de una op (elseimarelot Trae omacon Mera dio cept ‘Argus reslt modelse ba letras de sotresrminticon, Ctr Kl ‘eavha acerado 3 deliner uel romnties lor here angen, (sts resltan mayors, puntsiaramon ens mje: erat ‘pamsciones Convene, empo,precr Gu sade centr de Argue Aires con fo realmantlloso, bid al calor dels cla adios es co ‘main primers lo prepa pars sinonzardespus co ia sensi r- smdacca.De shi ue sc vera s mismo como'on ecto aida (pero de 49 El reaismo maraziloso de Arguedas es primero y siempre, y sobre todo, realismo. Impone al lector la verosimilitud del relato que se presenta como retrato de lo real, y no como ela boracién ficcional de un mundo de mera coherencia artist: ca e imaginativa, Retrato analégico, recompuesto por la imaginacion creadora y el afan simbolizador, pero semejante «alo real, alimentado de sucesos hist6rico-sociales y experien ‘ias biogrificas verdaderamente acaecidas. Lo que afade el calificativo de maravillos es su inscripcién en fa visién del mundo nutrida por lo real maravilloso: éptica que no desfi gura la realidad; todo lo contrario, dado que permite perc: bir la complejidad de niveles del cosmos vivido como tota lidad, como solidaridad de todas las cosas existentes. by) 'Segiin Escajadillo, el segundo rasgo distintivo del Neorindigenismo es la intensificacin de insmo: a tl punto, que una denominacén como Bl Romanscsme le debe mucho ala vertente pitnic: ls distin 6m erge un Mundo Ideal y ee mundo fenomenico el eeuerdo como ‘oranza del Mundo Hea: el amor deazad (con el argoctpo del eer 20 emneninc) el anhelo de una Utopia ce gobremo,tiguran ene las co 2evons mies Clic rd paco To onanitepden Sect ene atanienoangedano del ecuerd, clamor el eemo ie Benno eri de gb po: ug coms apa ro ao va ts pore por i ea 53 jue mejor expresa su ser social, su realidad vital, intraduc: age mor cps noi ried rmunidad plasma unos ritmos musicales tinicos, adecuados 2 su realidad intransferible. No se puede separar el signifi ‘ante del significado, ni el signo del referente, sin desfigurar su real funcionamiento. [No es posible traducir con equivalent inensidad later ura dolente que su texto quechua taste. La repet {én de los verbs que llevan en st fonética una especie de fefejo materal de los movimientos que en fo rent de Supmnlamo se producen con el penar, el sufi, el Hora, atzer ante el golpe de la adversidad implacable, causan exalt un det pentane, porge ly mio mor Sb cargos del exci dl tormenta tan ormade pa ‘dina tec exe mundo exten ee, nea, not dal Gombe ues Una laid forma esr nena eer ne (Argiedss, “Olan: to autoctono ¥ to occidental en 1 Bidlde lon dramas ccloniales peruanot; Lenas Peruana, Lima, Ik mim. 8, octubre 1952. La cursiva es nuest), Muchos pasajes de Los ros profiandos, sobre todo el dedi ado al «zumbayllu» al comienzo del cap. VI, se esmeran en develar esa unidad entre el mundo objetivo, el mundo sub jetivo y el lenguaje: cosmos-mente lenguaie, triada en cone: ‘ign totaizante. Esa unidad caracteriza al pensamiento mi- tico y a la imaginacion onirica; pero, también, a la actitud infantil ante el lenguaje (goza con los ritmos, estribillo, ji tanjiforas, etc) y a la sensbilidad lirica (en Ia'poesia, amiga de tomar el significante en un medio riquisimo en conno taciones y sugerencias, intraducible por oto; y no se diga on la musica, donde no puede ya diferenciarse nitidamente entre significante y significado). Nétese que en Los rios pro- {finds calzan o mitico, lo onirico (suefios y ensueios), lo {infantil (actuante todavia en el piber Emesto) y lo poético: OEP tao de Argued samente, en esa El realsmo de Arguedas se apoya, precisamente, en confia one lengua como expreion dela realidad, o sea, wh realismo lingiftco. Por eso su preocupacién mayor al escr bir era una «pelea verdaderamente infernal con la lengua 54 lograr que el espaol diga, quechuizandose, la realidad an- dina: en esa operacién, de otro lado el uso del espanol (idioma acuftado en una realidad distinta a la andina, flex: bilizado por su telaciin con diversos idiomas: italiano, fran és, frabe, etc) favorecia a posibilidad de hacer intliible lo andino para personas de otras latitudes. Una de las plasma ‘ones més claras —hasta ahora descuidadas por la critica— de ese realismo lingiistico 0 verbal (lenguaje = realidad) en los escritos de Arguedas es la pertinencia de los nombres, propios de los personajes y los lugares para comprender st. significacin en la realidad narrada. Los pueblos real-mara villosos escogen nombres propios cargados de sentido, mu- chas veces vistos con atributos magicos para develar la esen: ‘ia del ser nombrado. Con frecuencia, los poetas adoptan ‘una postura similar. Otro tanto sucede con muchos de los cultores hispanoamericanos del realismo maravilloso (baste pensar en la carga significativa de los apellidos Buendia y Babilonia, y los nombres Arcadio, Aureliano © Mauricio, en Cien atios de soledad de Garcia Marquez), siendo Argue das acaso el mas caracteristico de esa actitud, como tendre ‘mos oportunidad de ilustrar al comentar la significacin de los nombres de los personajes de Los res profindos. ©) Segiin Escajadillo, el tercer rasgo distintivo del Neo- indigenismo es la «ampliaciéne de tratamiento del «problema» 0 tema indigena hasta implicar, «en tltimo extremo, ver el “problema indigena” como parte integral de la problemati ca de toda una nacién» (Escajaillo, 1994: 64) Este rasgo se comprende mejor dentro de la teorizacin del Indigenismo ‘que, basada en Mariétegui, ha desplegado Comejo Polar; Por eso remitimos al punto I. 3. de esta Introduccion. d) Finalmente, segiin Escajadillo, el Neo-indigenismo se caracteriza por la transformacion complejizacion) del arsenal de zecursos nico. Eso, unido a que supera el Ambito del Re sionalismo para adentrarse en el Realismo Maravilloso (pri ‘met rasgo neoindigenista, explicado arriba), tiene que ver, a ‘nuestro juicio, con que el Neorindigenismo pertenece a la ‘nueva narrativa en lo relativo a las téoncas narrativasy os recr- 40s expresivos. Es decir, implica una superacién de la «narra tiva tradicional» o «decimonénica», todavia dominante en. 55

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