You are on page 1of 805

¡Esta traducción fue hecha sin ánimo de lucro!

Ningún miembro de este foro recibe compensación


económica por esto.

Por lo que te pedimos que no vayas a la página de


la autora a comentar que ya has leído esta historia.
Si no hay una traducción oficial de la misma. No
subas screenshots de este libro. No comentes que
existe esta versión en español.
Las autoras y sus fans no les gusta ni apoyan esto.
Así que por favor no lo hagas. No subas nuestras
traducciones ni otras a Wattpad.

De esta manera podremos seguir dándote a


conocer más historias, que no están en nuestro
idioma.
Apoya a los foros y blogs siendo discreta.

Disfruta de la lectura…

Just Read.

Justreadforo.blogspot.com

@wearejustread
Lia Belo
Sleep Pumpkin
Chloé

Frida Chloé

Velaris
Bienvenidos a su reino...

Cole Covington es el rompecorazones más popular de la escuela.

Todos los chicos quieren ser él y todas las chicas quieren


acostarse con él.

Excepto yo.

Su devastadoramente buena apariencia, su brazo dorado y sus


sonrisas coquetas ya no me sirven... ...porque sé lo que se
esconde bajo la hermosa armadura del mariscal de campo
estrella.

Al menos eso creía.

A veces la gente más hermosa... esconde las verdades más feas.

Y a veces la única manera de salvar a alguien...

...es caminar junto a ellos a través del infierno.

Sawyer Church es el empollón de Royal Hearts Academy.

Las chicas se meten con ella y los chicos no la notan.

Excepto yo.

Dulce, curvilínea y sarcástica, es imposible de ignorar.

No importa cuánto lo intente.

Todos en la escuela la consideran la gordita, la geek amante de


Jesús, pero a diferencia de ellos, Sawyer es real y nunca pretende
ser alguien que no es.
Hasta que le pido que sea mi novia falsa.

A veces las almas más bellas... esconden el mayor dolor.

Y a veces la única manera de salvar a alguien...

...es luchando por ellos.

Este es el libro 2 de la serie de Royal Hearts Academy. Nota:


Aunque este es el libro de Cole y Sawyer, el libro de Jace y Dylan
debe ser leído primero para una mejor comprensión de la
dinámica familiar.

ADVERTENCIA: Royal Hearts Academy, es una serie para adultos


y estudiantes de secundaria llena de drama, un toque de
angustia, y chicos que son malos hasta los huesos. Los
personajes son defectuosos. Si buscas un romance seguro y
dulce con héroes agradables y heroínas perfectas todo el tiempo,
esta serie NO es para ti.
Ruthless Knight

ROYAL HEARTS ACADEMY


LIBRO DOS

“Inquieta está la cabeza que lleva una


corona”
—William Shakespeare, Enrique V

Dos meses antes...

COLE
—Vas a llegar tarde.

Mi hermanita necesita arreglar este molesto hábito que tiene de


no llamar a la puerta de mi habitación antes de entrar.

Pensarías que si Casey me hubiera dado una mamada el mes


pasado la habría arruinado de por vida, pero evidentemente no.

La miro fijamente. —¿Has oído hablar de llamar a la puerta?

Se pone una mano en la cadera, y yo lucho contra las ganas de


sacarme los ojos porque no se parece en nada a la chica de
cabello rizado y rostro de ortodoncia que era hace dos años.

Especialmente con el uniforme de animadora que lleva.

Jesucristo. ¿En qué carajo estaba pensando al pedirle a Casey


que le diera un lugar en el equipo?

Bianca es sólo una estudiante de segundo año, lo que la convierte


en la más joven del equipo titular. También es la razón por la que
los chicos de mi equipo de fútbol le han puesto un apodo.
Jailbait1.

Jace me va a matar cuando se entere.

1
Mujer joven, o mujeres jóvenes colectivamente, consideradas sexualmente atractivas, pero por debajo de
la edad de consentimiento
Mi hermano es sólo un año mayor que yo, pero desde que mi
padre se deprimió por la muerte de nuestra madre, nos ha criado
a mí y a Bianca.

Sin embargo, se graduó el año pasado y se mudó a un


apartamento cerca del campus de la universidad con su novia
Dylan.

Los dos están tan enamorados que es nauseabundo, pero no voy


a cagar su felicidad.

La sonrisa come-mierda en el rostro de Bianca me dice que sabe


exactamente lo que estoy pensando.

—Es gracioso lo asustado que estás de él. —Antes de que pueda


argumentar que soy capaz de patearle el culo a él o a cualquier
otra persona con un brazo atado a mi espalda, añade— Si te
molestaras en mirar tus mensajes de texto, sabrías que no puede
ir al partido hoy.

Aplaco el parpadeo de decepción en mi pecho. Nunca se ha


perdido un partido mío antes... y mucho menos el primero de la
temporada.

—Oh. —Rápidamente me encogí de hombros—. Lo que sea. No es


gran cosa.

Se estudia las uñas. —Al parecer, tiene un plazo estricto con esa
gente de los juegos para terminar esa cosa de la isla zombi. —Su
mirada se agudiza—. Entre tú y yo, creo que es un montón de
basura y quiere pasar más tiempo con Dylan. Aparentemente
vivir con la perra y verla todos los días no es suficiente para ella,
así que ahora ella lo está convenciendo para que nos deje.
Sí, no me voy a involucrar con eso. El problema de Bianca con
Dylan es su mierda, no la mía.

Pensándolo bien.

—Tu pequeño acto de princesa malcriada se está volviendo


viejo. —Dándome la vuelta, agarro mi bolsa de gimnasio de la
cama—. Sigue así y la gente empezará a pensar que te gustan tus
hermanos.

—Ew —chilla—. Eso es asqueroso.

La miro y moviendo las cejas. —No te preocupes, estoy seguro de


que la mayoría no te culpará. —Señalo mi cara—. Dado que me
veo así y todo eso. Sin embargo, viste lo que le pasó a Dylan el
año pasado cuando todo el mundo pensó que se había follado a
Oakley. ¿Realmente crees que podrías manejar una tormenta de
mierda como esa?

Oakley es el primo adoptivo de Dylan y el mejor amigo de Jace.

El mío también, para el caso.

Y técnicamente, desde hace poco, también es nuestro inquilino,


ya que mi padre le deja alquilar nuestra casa de huéspedes
porque su familia...

Bueno, digamos que su actual dinámica familiar hace que la mía


se parezca a la tribu de los Brady... lo cual es decir algo.

—¿Qué estás insinuando exactamente, imbécil?

Vaya, casi suena como una adulta. Supongo que todo lo que está
estudiando para convertirse en médico está empezando a dar sus
frutos.

Será divertido derribarla un par de veces.


—Apenas puedes atarte los zapatos sin Jace. —Me acerco a su
rostro—. Pero él ya no está aquí. Lo que significa que yo estoy a
cargo.

Tiene la audacia de reírse. —Ohh, mis pompones están


temblando... —Ella grita cuando la agarro del brazo—. Ouch.
¿Qué demonios, Cole?

—Presta atención y deja que lo que voy a decir se hunda en ese


grueso cráneo tuyo. —La mirada que le doy borra la sonrisa de
su boca—. No soy Jace, así que no esperes que limpie tus
desastres. Si la cagas este año, estás sola. ¿Entendido?

Necesita aprender esta mierda ahora. Puede que sea la niña de


la familia, pero no la mimaré como lo hicieron Jace y nuestra
madre.

Como él lo hizo.

Si cae, no me llevará con ella.

Mi hermano y yo hemos gobernado Royal Hearts Academy


durante los últimos cuatro años, pero mientras que Jace gobernó
con mano de hierro, yo lo he hecho siendo el chico de oro de
todos.

Todos los chicos quieren ser yo, y todas las chicas quieren ser las
afortunadas en follarme y chuparme hasta que me corra.

Y es justo como me gusta.

—Eres un imbécil.

—Cuidado. La última vez que lo comprobé, yo era tu


acompañante en el juego. —Le enseño los dientes—. Se rumorea
que tu capitana de las animadoras puede ser una perra si no
llegas a tiempo.

Sacudiendo su cabeza, me mira con una mirada asesina. —Qué


es exactamente por lo que accediste a conseguirme un lugar en
el equipo. —Ella me empuja lejos—. Pensé que me estabas
haciendo un favor, pero sólo lo hiciste para poder manipularme.

—"Manipular" es una palabra tan fea. —Chasqueando mi lengua,


me acaricio la barbilla—. Prefiero el término "mantenerte en
línea".

—Dios, nunca entenderé porque… —Cierra la boca a mitad de la


frase.

—¿Por qué qué? —indago.

Ambos sabemos lo que había en el final de esa declaración, así


que bien podría decirlo.

Cualquier gusto que tenía es reemplazado por la angustia. —No


es justo.

Con eso, ella sale de mi habitación como una tormenta.

Estoy sacando las llaves de mi auto de la cómoda cuando veo mi


reflejo en el espejo.

Instantáneamente, aparto la mirada.

Tiene razón... no es justo.

El gemelo equivocado murió ese día.

Y es todo culpa mía.


SAWYER
Nunca debí haber venido aquí esta noche.

Por alguna razón, creí honestamente a Oakley cuando dijo que


quería discutir su horario de tutoría con una cerveza durante la
fiesta en Christian’s.

No se graduó con su clase el año pasado y como su prima Dylan


es mi mejor amiga, accedí a hacerle un favor y que mi misión
fuera asegurarme de que se graduara este año.

Sin embargo, durante la última hora, todo lo que ha hecho es


fumar cigarros, beber copiosas cantidades de whisky y meterle la
lengua en la garganta a alguna animadora.

Bueno, no cualquier animadora. Morgan, que resulta ser la mejor


amiga de Casey, la capitana de las animadoras y la perra reina
de RHA.

Estoy tan molesta con él por arrastrarme aquí para nada, le quito
el vaso rojo de Solo2 de su mano y tomo unos sorbos.

—Oakley —me quejo por centésima vez esta noche—. ¿Puedes


por favor tratar de concentrarte?

Finalmente, saca sus labios de los de Morgan. —Mierda. Mi error,


boo. —Apoyando la cabeza en el sofá, enciende un
cigarrillo—. ¿Dónde estábamos?

Reúno el pequeño grano de paciencia que me queda, sin duda


gracias al whisky en mi sistema. —Trabajo los lunes, jueves,
viernes y domingos por la noche. También tengo un grupo de
jóvenes en mi iglesia los miércoles después de la escuela, pero...

2
Bebida alcohólica
—Jesucristo —se queja cuando Morgan empieza a mordisquearle
el lóbulo de la oreja.

Menos de un segundo después ella lo está atacando como un tigre


otra vez.

Santo cielo. Estoy empezando a extrañar a su antigua novia


Hayley. Al menos ella le dejaba terminar una conversación.

Tomo lo que queda en el vaso y lo coloco en la mesa de


café. —Me rindo. Envíame un mensaje de texto mañana si vas en
serio con la tutoría.

Me alejo antes de que pueda detenerme, no es que lo haga.


Diablos, dudo mucho que recuerde que estuve aquí esta noche.

Estoy hurgando en mi bolso por mi teléfono cuando una voz


familiar habla, —Ese es el suéter más feo que he visto en mi vida.
Hazle un favor a todo el mundo y consigue gafas más fuertes.

Bianca.

El miembro más reciente de las animadoras del equipo


universitario y la cría más joven de Covington.

Al cuadrar mis hombros, digo. —Vaya. Mírate. Tus hermanos


finalmente te dejaron salir de la jaula.

Sin supervisión, nada menos... lo cual es muy valiente si me


preguntas. No sólo es ridículamente hermosa, sino que tiene
reputación de ser una alborotadora.

Pensándolo bien, dado el amplio margen que le dan todos los


tipos de la zona... sólo puedo suponer que se corre la voz de que
está fuera de los límites.
Aunque a Bianca no parece importarle mucho. —Sí. A Cole le
importa una mierda lo que haga esta noche.

No me sorprende. El chico de oro de la RHA con su brazo de oro


ganó el primer partido de la temporada hace unas horas. Lo más
probable es que esté festejando tan duro que ni siquiera sabe su
nombre.

Estoy a punto de preguntar quién la está cuidando, ya que sé que


su hermano mayor Jace no está aquí esta noche, pero luego dice
—Si buscas al mariscal de campo que apenas reconoce tu
existencia en estos días, la última vez que lo vi fue besándose con
su novia, Casey en el jacuzzi.

Su declaración no debería sentirse como si me hubiera clavado


un pica hielos en el pecho y lo hubiera retorcido. Sin embargo...

Gira, gira, gira.

La mirada en mi rostro debe delatarme, porque ella echa la


cabeza hacia atrás y se ríe. —Dios, lo haces demasiado
fácil. —Se lleva el vaso a los labios—. ¿Pro tip3? Consigue una
piel más gruesa, chica. El mundo está lleno de imbéciles.

—Supongo que eso explicaría por qué tantos asisten a la RHA.

—Maldita sea, sí. El instituto es donde se crían. —Ella me mira


por un momento demasiado largo—. Hablando de imbéciles, hay
algo que he querido preguntarte desde hace tiempo.

Es seguro decir que estoy sorprendida. —¿Qué?

Su expresión se vuelve pensativa. —¿Por qué te gusta mi


hermano? Y para que quede claro, no quiero decir que de una

3
Pro Tip: consejo profesional
manera del tipo "puedes hacerlo mucho mejor que él", porque
seamos honestos, no puedes. Pero tengo curiosidad por saber por
qué desperdiciarías a sabiendas tus sentimientos en alguien que
nunca los devolverá.

Bianca es una perra con una P mayúscula, pero también tiene


un punto... más o menos.

—No siento nada por él.

No exactamente. Es sólo que… Cole Covington siempre me ha


fascinado. Pero no de la misma manera que lo hace con cualquier
otra chica de la escuela.

No puedo explicarlo, pero siento que hay más en él de lo que hay


en la superficie.

Tal vez sea porque estudia a la gente como yo.

Como si estuviera afuera mirando hacia adentro.

Lo cual es una locura considerando que es el mariscal de campo


más guapo, más popular y más talentoso del planeta... pero, aun
así.

No importa cuántas veces demuestre que me equivoco, no puedo


evitar pensar que sus verdaderos colores no son tan
unidimensionales o superficiales como quiere que todos crean.

No es un agujero negro vacío en el interior.

—No lo sé —susurro—. A veces sólo eres...

—¿Atraído por alguien que no es el adecuado para ti? —interroga,


y no puedo evitar notar que su mirada se fija en algo al otro lado
de la habitación.
Sigo su mirada hasta donde Oakley y Morgan siguen besándose
en el sofá.

Oh, vaya. Realmente espero que sea Morgan por quien esté
suspirando, porque sus hermanos nunca permitirían que ella y
Oakley fueran una cosa.

No sólo porque Bianca es una estudiante de segundo año...es el


mejor amigo de Jace y Cole.

Además, no es exactamente el Sr. Estable.

Vive en la casa de huéspedes Covington porque tuvo una


aventura con su madrastra, una aventura de la que su padre aún
no sabe nada, y ella está embarazada.

Afortunadamente, es de su marido y no de Oak, pero según mi


mejor amiga, su tía realmente hizo un número en Oakley y le
rompió el corazón.

El pobrecito sólo está tratando de juntar las piezas de nuevo.

Y por lo que parece, está pidiendo la ayuda de Morgan para eso


esta noche... que no le sienta bien a la bebé Covington.

Es horrible ver a alguien con quien sientes esta extraña atracción


gravitacional, besarse con otra persona.

—Los chicos apestan —declaro, ofreciéndole algo de apoyo—


. Eres hermosa y...

—¿Qué? ¿Intentas meterte en mis pantalones porque mi hermano


no te deja meterte en los suyos? —con los ojos fijos en mí ahora,
ella resopla—. Confía en mí, no hay suficiente alcohol o
desesperación en el mundo para dejarte comer mi coño esta
noche. Como mi hermano, yo también tengo normas. —Ella
sonríe con suficiencia—. Una moneda de diez centavos o mejor,
cariño. Desafortunadamente para ti, te faltan unos cinco
centavos.

Vaya... sí. Que se joda.

Algunas personas están podridas hasta la médula.

—Es una verdadera lástima que Dios haya desperdiciado tanta


belleza en una bruja malvada como tú. —La rozo, pero me
detengo cuando se me ocurre—. Dijiste que a Cole le importa una
mierda que estés aquí.

Sus labios se retuercen en un ceño fruncido. —Sí, ¿y?

Yo sostengo mi celular. —Estaba a punto de llamar a Dylan, ya


sabes, la novia de Jace. No iba a mencionar que estabas aquí,
pero...

—Bien, tú ganas. Nos vemos en el baño en cinco minutos.

Parpadeo. —Espera, ¿qué? ¿Por qué?

—¿Por qué crees?

Mis ojos se abren de par en par ante sus insinuaciones y ella me


devuelve una sonrisa. —Jesús. Deberías ver tu rostro ahora
mismo. No me extraña que a Cole le encante joderte. —Sacando
su polvera de su bolso, se aplica un poco de brillo labial y
suspira—. Aquí está el consejo número dos de la noche. Si vas a
pasar por el problema de amenazar a alguien, asegúrate al menos
de sacar algo bueno de ello. —Aparentando estar satisfecha, agita
sus dedos en un delicado saludo y hace un guiño—. Mi coño se
convierte en una calabaza a medianoche, así que te sugiero que
me encuentres antes si cambias de opinión.
No puedo decir si se me declaró en serio o si me está jodiendo.
No es que importe, sigue siendo un paso difícil.

Aunque me gustaran las chicas, ella estaría tan abajo en mi lista


de opciones aceptables, que probablemente moriría de vieja antes
de llegar a ella.

Mi teléfono vibra, y mi mal humor se disipa cuando veo el nombre


de Dylan en la pantalla.

Yo respondo al primer timbre. —Las grandes mentes piensan


igual. Estaba a punto de llamarte.

Dylan dice algo, pero la música está tan alta que no puedo oírla.
—Espera, aguanta.

Pensando rápido, me apresuro a subir la escalera. Evidentemente


los dormitorios del segundo piso se usan para parejas que
quieren follar, pero me las arreglo para encontrar uno vacío al
final del pasillo.

—Lo siento. —Sin molestarme en encender la luz, me dejo caer


en la cama todavía hecha—. Tuve que subir las escaleras para
poder oírte. ¿Qué estabas diciendo?

—Iba a preguntarte si decidiste ir a donde Christian para reunirte


con Oakley, pero la música y la gente de fondo respondieron a mi
pregunta.

—Oh, sí.

Estoy debatiendo cómo decirle que no pude formular el programa


de tutorías de su primo porque está borracho y se está acostando
con Morgan, pero entonces ella dice —Uh-oh. ¿Qué es lo que
pasa? ¿Estás bien? ¿Me necesitas...?
—No. Estoy bien.

—Mentirosa.

Odio lo perceptiva que es. Casi tanto como odio que se haya
graduado el año pasado y que esté sola en este infierno otra vez.

—Mira, lo intenté, pero no pude concretar un horario con Oakley.


Estaba demasiado ocupado emborrachándose y jugando al
hockey de amígdalas con Morgan.

—¿Qué? —Ella gime—. Mierda. Lo siento. Hablamos esta mañana


y juró que iba en serio con lo de hacer las cosas bien.

Como yo, Dylan le da a la mayoría de la gente el beneficio de la


duda.

—No es tu culpa. Estoy segura de que me llamará mañana y se


disculpará.

—Más vale que lo haga. O se ocupará de mí. No quiero verlo


arruinar su vida. Tiene que graduarse este año.

De acuerdo. Oakley es un gran tipo con mucho potencial... está


atrapado en un mal espiral. Pero sé que, con suficiente
persistencia, Dylan y yo podemos sacarlo de ello y volver a
ponerlo en el camino correcto.

—No te preocupes. La primera semana de escuela acaba de


terminar hoy. Entre las dos, estoy segura de que llegaremos a él.

Con suerte, más temprano que tarde.

Ella suspira. —Sí, tienes razón. Gracias por echarle un ojo por
mí. Sé que tienes tu propia mierda... espera... eso me recuerda.
¿Qué vas a hacer mañana por la noche?
—Mañana es sábado... así que ya sabes, lo de siempre. Nada.

—Bien. ¿Qué tal una fiesta de pijamas en mi casa? Me imagino


que podemos comer muchos carbohidratos, puedes contarme los
últimos chismes de la RHA, y podemos darnos un atracón viendo
algunas películas de los ochenta.

Suena como el paraíso, pero no quiero entrometerme. O peor...


ser la tercera rueda.

No le diré esto nunca, porque estoy honestamente emocionada de


que haya terminado con su alma gemela y todo eso, pero
realmente apesta que sea Jace Covington.

El hermano mayor de Cole y Bianca.

Aunque, en lo que respecta al triángulo de hermanos del diablo,


es el mejor del trío.

Bueno... ahora. No siempre fue tan amable con Dylan debido a


un trágico malentendido que rompió su antigua amistad.

Afortunadamente, se dio cuenta, sacó la cabeza de su culo y


ahora la trata como si fuera oro.

Tanto es así, que es igualmente nauseabundo e inspirador lo


enamorados que están. Jace no sale de una habitación sin
comprobar cómo está Dylan o ver si necesita algo... y viven
juntos.

El chico literalmente adora el suelo que ella pisa.

Y en estos días Dylan sonríe tanto que -según mi madre- va a


tener unas serias líneas de risa y patas de gallo para cuando
tenga veinticinco años.
Espero que tenga razón. Quiero que mi amiga sea siempre tan
feliz como lo es ahora.

Sin embargo, no quiero imponerme en el escenario de la luna de


miel de la pareja alegre.

Especialmente desde que Dylan dejó escapar que Jace le dedica


tanta atención en el dormitorio como fuera de él.

—¿Estás segura de que a tu novio no le importará que pase la


noche?

—¿Estás bromeando? Jace no sólo sabe que nunca debe interferir


en mi tiempo de chicas contigo, sino que ha estado trabajando
duro para terminar la segunda parte de Z.I. y sé que
secretamente se sentirá aliviado de que esté distraída.

—¿En lugar de ser una idiota?

Su risa me llena los oídos. —Y esa es la única razón por la que


tienes que venir. Han pasado diez días desde que salimos y estoy
pasando por las retiradas de Sawyer. No puedo esperar a que
vayamos a la misma escuela otra vez.

Mi estómago se nuda. —Eso podría no suceder... todo depende


de si Duke me concede una beca o no.

El corazón de Duke es extremadamente competitivo. Necesitas


tener el dinero o el cerebro para que te acepten... y normalmente
prefieren ambos.

Sólo tengo uno para ofrecerles... y me temo que no será


suficiente.

Nada de lo que tengo que ofrecer lo es.


—Hola —Dylan se enfurece—. Eres una de las personas más
inteligentes y grandes que conozco, Sawyer Church. Duke tendría
suerte de tener a alguien como tú y deberían arrastrarse a tus
pies por la oportunidad. Sé que vas a tener éxito en este ensayo
de solicitud, así como tu exámen de admisión. Tú, amiga mía, vas
a llegar lejos. Lugares grandes. La iglesia está en sesión y el
mundo se prepara mejor.

Yo soy la que se está riendo ahora. —Vaya, ese fue un gran


discurso motivacional. ¿Lo pensaste sobre la marcha?

—Sí, pero quise decir cada palabra. —Exhala


fuertemente—. También podría estar tomando una clase de
marketing y cómo atraer clientes potenciales... o en mi caso,
bandas de rock alternativo. ¿Funcionó?

Le digo la verdad. —Totalmente. ¿Dónde firmo?

—Bueno, si finalmente aceptas dejar que el mundo escuche tu


hermosa voz...

La detengo ahí mismo. —Lo siento, estoy pasando por un túnel,


mala recepción. Te quiero, no puedo esperar a verte mañana.

Cuelgo antes de que pueda protestar. Desde que me pilló


cantando durante un viaje en auto este verano, ha estado
pendiente de mí.

Pero sólo canto en la iglesia, junto con un coro, porque es donde


estoy más cómoda.

No tengo la confianza de cantar para nadie más que para Dios,


porque es el único que no critica mi apariencia.

El mundo no se toma bien a las chicas gordas. La fría y dura


verdad es algo que mi madre me metió en la cabeza en el
momento en que la báscula consideró que tenía sobrepeso en
sexto grado.

Sería un desperdicio y me avergonzaría incluso de intentar salir


ahí fuera. A menos que pierda 50 libras primero.

Desafortunadamente para mí, perder peso es más fácil de decir


que de hacer.

Puede que sea buena en algunas cosas... pero la dieta nunca ha


sido una de ellas.

Ajustándome en la cama, cierro los ojos y suspiro.

A veces imagino un mundo donde soy bonita y delgada y tengo


todas las oportunidades que la gente atractiva tiene.

Hay otros momentos en los que mis pensamientos se vuelven


oscuros, y secretamente desearía poder hacer que cada chico
lindo y cada chica mala que se burló de mí se comiera sus
palabras y se ahogara con sus insultos.

¿Pero sobre todo? Sólo quiero poder mirarme al espejo y ser feliz
con lo que veo mirándome.

Quiero saber cómo es sentir que soy suficiente.

No me malinterpretes, mi autoestima no está tan baja como para


odiarme a mí misma. Al contrario, me gusta lo que soy y sé que
soy una gran persona por dentro. Soy muy trabajadora, le daría
a cualquiera que lo necesitara, la camisa que llevo puesta o las
que me sobran, y tengo una personalidad sarcástica y estelar...
pero esas cualidades no son suficientes para el mundo.

Pasa cinco segundos en los medios sociales y rápidamente


descubrirás que lo peor que puedes ser... es gordo.
Pasa diez segundos en una habitación con mi madre o hermana
mayor y te darás cuenta de lo mal que te encuentras con las
reinas de belleza perfectas.

Soy la típica clavija redonda siempre tratando de encajar dentro


de un agujero cuadrado... tratando desesperadamente de hacer
que mi exterior coincida con mi interior.

Es una batalla silenciosa y el demonio gritón que relleno y


mantengo para mí... porque a nadie le gusta una Nancy Negativa
o una Debbie Downer.

A nadie le gusta cuando la chica gorda habla de lo miserable que


es o de lo molesta que le hace ser objeto de burla.

Cuánto desearía estar delgada.

Porque en el fondo... la gente atractiva y delgada te juzga por


ponerte en la posición en la que estás.

Su mente está disparando pensamientos como, "Si es tan infeliz,


debería hacer algo al respecto". O... "Si dejara de ser perezosa y
se ejercitara y comiera bien, perdería peso". Y mi nueva favorita,
"Debería probar la nueva dieta Keto o hacerse la cirugía de banda
gástrica".

Tal vez la gente gorda no quiere hacer una nueva dieta de moda
o someterse a una cirugía.

Tal vez ir al gimnasio le da a la gente gorda un ataque de ansiedad


y hace que se rindan antes de empezar... porque la mitad de la
gente allí nos mira como si fuéramos un pez fuera del agua.
Mientras que la otra mitad se pregunta cuánto tiempo duraremos
antes de rendirnos y dirigirnos al McDonald's más cercano.
Tal vez la gente gorda sólo quiere ser aceptada... con defectos y
todo.

Al igual que el resto de la sociedad.

Y tal vez, sólo tal vez... la gente debería dejar de juzgarnos.

Porque cada persona gorda te dirá... nadie nos juzga más de lo


que nos juzgamos nosotros mismos.

Sabemos exactamente lo que ese espejo refleja.

Cada libra extra que no deberíamos tener.

Cada lágrima que hemos derramado en secreto en la frustración


y la tristeza.

Todas las dietas que hemos intentado, pero al final han


fracasado.

Todo el miedo y la inseguridad que nos acecha.

Cada expectativa a la que nunca estaremos a la altura.

Y es un asco.

Si pudiera desear cualquier cosa en el mundo... después de la


paz mundial, curar la pobreza y deshacerme de los idiotas
racistas y homofóbicos...

Me gustaría ser delgada y bonita.

No más estrés. No más expectativas fallidas. No más juicios.

Por una vez, la gente me mirará porque soy hermosa... en lugar


de mirarme y pensar, que sería hermosa si perdiera peso.
Pero desear algo así no tiene sentido... porque ese tipo de deseos
no se hacen realidad para chicas como yo.

No hay caballeros de brillante armadura esperando para


llevarnos al atardecer para que podamos vivir felices para
siempre.

Los caballeros de brillante armadura no nos quieren.

Quieren a las pequeñas y bonitas animadoras como Casey,


Morgan y Bianca.

Las chicas como yo tenemos que cavar hondo y encontrar la


manera de contentarnos con cualquier caja en la que la
humanidad decida meternos y aprender a aceptar mucho menos
de lo que merecemos.

Porque eso es todo para lo que estamos hechos.

Estoy tan preocupada con mi propia fiesta de lástima, que no


escucho la puerta abrirse hasta que es demasiado tarde y una
figura alta y musculosa se tambalea en el dormitorio.

Solo.

Bueno, no realmente... dado que todavía estoy acostada en la


cama y todo eso.

—Lo siento... um. Ocupado.

Buen trabajo, Sawyer. Le acabas de decir al tipo misterioso que


estabas pasando un rato de amor propio.

Murmura algo incoherente, pero reconocería esa voz en cualquier


parte.

Cole Covington.
Antes de que el shock se establezca, se deja caer en la cama.

Unos centímetros a la derecha y habría aterrizado encima de mí,


pero no importa. Lo que importa es por qué está aquí en primer
lugar.

Acostado en una cama... conmigo. En medio de una fiesta.

—Cole.

—Hola.

¿En serio? —Hola.

Inclino mi rostro para mirarlo, pero es una mala idea porque


incluso en las sombras, es tan guapo que debería ser un crimen.
—¿Estás bien?

—No —miente.

Bueno, mierda. —¿Quieres hablar de ello?

—No. —comenta.

De acuerdo entonces.

Ninguno de los dos dice otra palabra para lo que se siente como
una eternidad mientras miramos al techo.

Busco en mi cerebro el meollo de algo que pueda ayudarle, pero


es casi imposible, ya que no tengo ni idea de lo que está mal.

Esto también pasará. Es algo que mi nanna solía decir cuando


pasaba por momentos difíciles.

Sin embargo, no tengo la oportunidad de decírselo, porque


se queja —Es mi cumpleaños... creo. —Respira con dificultad—.
¿Ya es el veintiuno?
Estoy perpleja, por qué estaría tan molesto por cumplir dieciocho
años, y por el hecho de que su cumpleaños es en agosto en lugar
de noviembre como siempre pensé, pero entonces recuerdo que
su hermano gemelo murió hace unos años.

Miro el reloj de la mesita de noche. Son las doce de la madrugada


en punto.

Le desearía un feliz cumpleaños, pero no soy cruel.

—Lo siento —susurro en su lugar.

Honestamente no sé qué más decir. No estoy segura de que haya


algo más que decir considerando la situación.

Él resopla. —Supongo que uno de nosotros lo hace. ¿Eh?

No tengo ni idea de lo que quiere decir con eso, pero no quiero


presionar, así que cierro la boca.

Cole y yo siempre hemos tenido una extraña...cosa.

No es un secreto que no somos exactamente amigos, pero él va


un paso más allá coqueteando y diciendo cosas que sabe que me
van a molestar.

Fue tan convincente, que llegué al punto en el que pensé que


podría estar interesado en mí el año pasado... pero entonces
sucedió lo de Casey.

Casey es la capitana de las animadoras, y la nueva perra jefe a


cargo de Royal Hearts Academy.

También es la chica a la que golpeé en una fiesta el año pasado


por llamarme gorda.
En realidad, gorda habría sido preferible. La chica dijo cosas tan
viles y desagradables, que no estoy segura de que haya suficiente
rezo por mí o cualquier otra persona para salvar su asquerosa
alma.

Cole estaba allí cuando ocurrió, y estaba claro que no aprobaba


lo que ella decía. De hecho, parecía totalmente repugnado por
ella.

Por un breve momento, creí ver algo en él... algo noble y justo.

Pero luego empezó a ignorarme y a salir con ella.

No hemos hablado mucho desde entonces. Excepto esta noche,


aparentemente.

—Es una mierda —dice en la oscuridad.

No es mucho, pero lo tomo. —¿Qué cosa?

—Todo.

Hay tanto dolor contenido en esa única palabra que mi corazón


cae.

Odio no saber las palabras adecuadas para mejorarlo.

Por otra parte, tal vez Cole no necesite a alguien que arregle sus
problemas.

Tal vez sólo necesita que alguien los escuche.

Ignorando la pequeña voz en mi cabeza gritando que lo que estoy


a punto de hacer es el equivalente a pinchar a un tigre que muy
bien podría darse la vuelta y magullarme... alcanzo su mano.
Una fuerte exhalación se le escapa en el momento en que
hacemos contacto, pero para mi sorpresa, no se aleja.

Me aprieta la mano como si se ahogara... y yo soy su salvavidas.

—Nadie es quien pretende ser.

Quitando mi mirada del techo, lo miro. —¿Cómo es eso?

—Todo el mundo es falso —aclara—. Nadie es real. Todos somos


ovejas... siguiéndonos unos a otros en círculos... sin ir a ninguna
parte.

Por muy deprimente que sea ese pensamiento, no está


exactamente equivocado. El mundo está lleno de más gente falsa
que genuina.

—Todo el mundo es tan jodidamente falso —repite—. Incluido yo.

Está en la punta de mi lengua decirle que está siendo real en este


momento, pero su próxima declaración me deja sin aliento.

—Sólo he conocido a una persona que no pretende ser alguien


que no es.

—¿Quién?

Las mariposas pululan en mi vientre cuando sus labios se


mueven y esos ojos verdes intensos se dirigen hacia mí.

—Mi favorita Bible Thumper4.

Estoy dividida entre querer pegarle y querer sonreír porque soy


su cosa favorita.

—Imbécil.

4
Apodo que recibe la protagonista, significa Fanática religiosa.
Él sonríe y que el cielo me ayude, porque estoy muy jodida.

Solía poner los ojos en blanco a las chicas que decían que no
podían controlarse en presencia de chicos guapos y por lo tanto
tomaban decisiones tontas.

Resulta que el karma no siempre es una perra. A veces es un


mariscal de campo devastadoramente guapo con pómulos tan
afilados que cortarían el cristal, ojos verdes tan penetrantes que
te preguntas seriamente si es parte lobo, y un cuerpo delgado y
musculoso que me hace...

Contrólate, Sawyer.

—Soy un imbécil. —Moviendose, Cole gira su cuerpo hacia el


mío—. Y si eres la mitad de inteligente de lo que creo que eres, te
bajarías de esta cama y te irías.

Las amenazas de mi antagonista no me asustan. —¿Por qué haría


eso?

Su mirada se oscurece. —Porque tu precioso Dios podría


terminar revocando tu billete al cielo si te quedas más tiempo
aquí.

Oh. Bien, entonces.

Mi boca se seca y mis palmas comienzan a sudar... hasta que


recuerdo.

Cole puede estar borracho y teniendo una noche difícil... pero


también tiene una novia.

Alguien tiene que frenar lo que sea que sea esto, antes de que
haga algo de lo que se arrepienta.

—No creo que, a Casey, ya sabes, tu novia, le guste eso.


Rompe el contacto visual. —No creo que le importe.

Sí, está más intoxicado de lo que pensaba. —Por supuesto, ell…

—Estoy bastante seguro de que me está engañando.

Casey es la última persona en el mundo a la que quiero defender,


pero me enorgullezco de dar buenos consejos.

—¿No crees que deberías hablar con ella y preguntarle, en lugar


de asumir...

—No. —Su risa es amarga—. En el fondo me importa una mierda


para quién abra las piernas.

—Oh.

Entonces es un tema completamente diferente.

—Todo el mundo engaña. —Veo como su manzana de Adán se


mueve—. Todo el mundo miente. —Otra risa amarga se
libera—. Incluso mi padre engañó a mi madre, y solía mirarla
como si fuera todo su maldito mundo.

Su mandíbula se aprieta. —La arrastró lejos de la India, lejos de


su carrera y su familia, porque era egoísta y no podía soportar la
idea de estar sin ella. Entonces el bastardo la engañó... y ahora
ella es comida de gusanos mientras él sigue viviendo y
respirando. Todavía se folla a putas llamadas Nadia que se
parecen a su esposa muerta y sigue ignorando a sus
hijos. —Sus fosas nasales se inflaman con un aliento
indeterminado—. No es justo.

Vaya. —Yo...

—No lo hagas. No defiendas lo que hizo o me digas que todos


cometen errores. Deja que se revuelque en su culpa. Se lo
merece. —La confusión salpica sus rasgos y su voz cae en un
susurro—. Ambos lo merecemos.

Mi corazón se pliega sobre sí mismo. No es culpa de Cole que su


madre haya muerto.

Tampoco es de su padre, aunque traicionara a su esposa, pero


no voy a tocar eso ni con un palo de tres metros.

—Oye. —Colocando mi palma en su mejilla, espero que me


mire—. No fue tu culpa.

Echando la mirada hacia abajo, se inclina hacia mi toque. —Dilo


otra vez.

—No fue tu culpa —repito con más convicción.

Con el aliento agotado, inspecciona mi rostro. —¿Bible Thumper?

A pesar del apodo, respondo. —¿Sí?

La agonía que se agita en sus ojos es inconfundible. —¿Cómo es


que las mentiras son tan hermosas y la verdad es siempre tan
jodidamente fea?

Jesús. Antes de esta noche, nunca consideraría a Cole como


introspectivo. Sin embargo, resulta que el sentimiento que
siempre he tenido de que él es más que un nivel superficial, está
muerto.

Reflexionando sobre su pregunta, le digo lo único que tiene


sentido para mí. —Las mentiras son más fáciles de creer porque
normalmente protegen a alguien o esconden algo malo.
—Mordiendo mi labio inferior, añado—. O, tal vez es porque no
hay verdad... definitivamente de todos modos. Todos tenemos
nuestra propia verdad... y cualquier versión que se alinee mejor
con ella es hacia la que gravitamos y creemos... incluso si es una
mentira. Supongo que al final todo se reduce al egoísmo.

Sacudo la cabeza cuando me doy cuenta de lo larga que ha sido


mi respuesta y lo confusa que ha sido. —Lo siento, no he
respondido a tu pregunta.

Su expresión es sombría. —No, tú lo hiciste. —Pasa su pulgar


sobre mi nudillo—. Cuéntame algo de ti que no sabía antes de
esta noche. —Su rostro cincelado se vuelve serio—. Algo real...
algo que duela.

Eso es... aleatorio y un poco jodido.

Por otra parte, la gente borracha no tiende a tener mucho sentido.

—No lo sé. No estoy segura de que haya...

—Sí, hay.

Tiene razón, hay algunas cosas privadas e hirientes que me


guardo para mí y no comparto con otros... pero supongo que no
hay nada malo en decírselo, dado que está tan borracho que
probablemente lo olvidará.

—Mis padres han dormido en habitaciones separadas durante los


últimos dos años y ya casi no se hablan. —A menos que esté en
la habitación, entonces pasan a través de mí—. Pero se niegan a
divorciarse.

Espero una punzada de algo, pero no llega. Ha pasado tanto


tiempo que me he vuelto muy complaciente con todo esto.

¿O tal vez sólo estoy entumecido ahora?

—¿Por qué?
No, eso no es algo que esté dispuesta a decirle. Ya se burla de mi
fe cada vez que puede. Esto sólo le dará más forraje.

—No es asunto tuyo.

Está claro que no le gusta esa respuesta, pero no


presiona. —Cole no es mi verdadero nombre.

Sí, no lo vi venir.

—¿No lo es?

Sacude la cabeza. —No técnicamente.

El suspenso me está matando. —¿Cuál es tu verdadero nombre?

—¿Por qué no se divorcian tus padres?

Incluso borracho, es un imbécil. Estoy bastante segura de que


puede entenderlo, sólo quiere que lo diga.

He conocido a ateos antes, y la mayoría son respetuosos con los


que creen... pero no con Cole.

Es como si guardara un rencor personal contra Dios y usara


cualquier excusa para ridiculizar su existencia.

—Tu cumpleaños no es en noviembre —señalo, cambiando de


tema—. El año pasado Christian hizo una fiesta de cumpleaños
para ti en noviembre.

Se encoge de hombros. —¿Y qué?

Es en agosto. —Mentiste.

Él sonríe. —Como dije antes... todo el mundo miente.


Eso no me gusta... especialmente desde que me pidió que le dijera
algo real.

Dicho esto, me convertiría en un hipócrita si lo reprendiera,


cuando intencionalmente evito su pregunta. Aquí va.

—Mi tío y mi abuelo son ministros. Mi madre es su secretaria y


lleva los libros en su iglesia. Crecimos en un... —Cerrando los
ojos, voy directo al grano. Crecer en un pequeño pueblo del sur
no es relevante—. El divorcio está mal visto.

Aspiro un aliento como un parpadeo de burbujas de dolor en mi


pecho. Ahí está.

Mis padres ya no están enamorados, pero nuestra fe los convence


de que está mal separarse... aunque estoy segura de que Dios no
quiere que sigan siendo miserables.

Odio la sonrisa engreída en la cara de Cole. —¿Porque el hombre


ficticio de arriba los enviará al infierno?

Retiro mi mano. —¿Por qué lo odias tanto?

La mirada que me dispara es cruel. —No puedo odiar a alguien


que no existe. —Levanta un hombro encogiéndose de
hombros—. Pero para que conste, si tu hombrecito imaginario en
el cielo fuera real... Es seguro decir que fue él quien comenzó la
guerra entre nosotros... no yo.

Me pesa el pecho. Definitivamente hay algo indignante y feo que


se está gestando dentro de él.

Su pulgar roza la comisura de mi boca, tomándome por sorpresa.


—Es una locura cómo la persona más genuina que he conocido
puede creer en algo tan jodidamente falso.
Palos y piedras, me recuerdo, pero mi cerebro no entiende el
mensaje.

—Es una locura cómo el tipo más hermoso que he visto puede
ser tan horrible por dentro. —Murmuré una maldición cuando
me di cuenta de que lo dije en voz alta—. Lo siento. Eso fue
grosero. No quise decir...

—Sí, lo hiciste. —No parece molesto ni ofendido. Al contrario...


casi parece feliz. Debe ser el alcohol.

—Colton. —Sus ojos se estrechan—. Díselo a alguien y haré de


tu vida un infierno... unas diez veces peor que aquel con el que
tu pequeño Dios te amenaza.

Le quito la mano de un golpe. —Eres un imbécil.

—¿Vas a seguir diciendo lo obvio? —Su mirada se dirige a la


puerta—. ¿O vas a hacer lo más inteligente y te vas a ir?

Me está probando, me doy cuenta. Si realmente quisiera que me


fuera, no seguiría mirándome como si necesitara a alguien que lo
salvara.

Cole espera mi reacción, pero me niego a darle una. —Estoy


cómoda aquí.

—Como quieras. —Su mirada cae sobre mi pecho—. Me pregunto


qué tan cómoda estarías si desabrochara ese suéter tuyo y
metiera mi cara entre tus tetas.

Estoy agradecida de que las luces estén apagadas porque mis


mejillas se sienten como si estuvieran en llamas.

—Colton…
—Cole —corrige—. Relájate, Bible Thumper. Si me interesaran
tus tetas, ya estarían en mi boca. Lo mismo ocurre con tu coño
virgen.

Sí, definitivamente está poniendo a prueba mi paciencia en este


momento y me está sacando de quicio como si fuera su guitarra
personal.

Vuelve a agarrar mi mano y que el cielo me ayude, porque yo se


lo permito.

—Nací el veintiuno de agosto, pero no celebramos mi cumpleaños


hasta noviembre.

Eso es... raro. —¿Por qué?

Su mano se pone rígida. —Mi familia no se sentía con ánimos


para celebrar el día en que nació Liam después de que se
suicidara, así que Jace me sugirió que escogiera una nueva fecha.
Una que no les recordara la muerte de Liam.

Mi pecho se enrolla. Es todo lo que puedo hacer para no


envolverlo con mis brazos, pero algo me dice que lo interpretaría
como lástima y no respondería bien a ello.

—¿Alguna razón por la que escogiste noviembre?

—Siete de noviembre. —Sus labios se curvan—. Y sí... es el mejor


mes del fútbol.

Estoy procesando la ironía de que una imagen de Cole en el


campo de fútbol corra por mi cabeza. —El número de tu camiseta.
Todo el mundo te llama Lucky Seven. 5

Menea las cejas. —Eso es porque yo lo soy.


5
Siete de la suerte. Apodo del protagonista.
Por un momento creo que va a decir lo impresionante que es su
brazo, o que va a contar sus estadísticas, pero lo que dice a
continuación es mucho peor.

—Dado que soy el gemelo que sigue vivo y todo eso.

Vaya. Auto despreciarse es una cosa, pero esto...

Es casi como su versión deformada de una armadura.

Algo así como que la chica gorda bromea sobre ser pesada antes
que nadie.

Lo hacemos para protegernos, pero sólo profundiza más el


cuchillo... porque reconocemos que nos vemos a nosotros
mismos de la misma manera que todos los demás.

Admitimos que somos tan inútiles como nos hacen sentir.

No puedo imaginar lo que se debe sentir al estar en la posición


de Cole y perder a mi hermano gemelo, pero sí sé lo que es usar
partes de tu personalidad como escudo para intentar proteger lo
que hay dentro.

Porque la verdad es tan fea que duele.

—Cole…

—No lo hagas. —Su voz es el filo de una navaja de afeitar—. No


pierdas tu tiempo tratando de arreglarme. Sólo te cortarás con
mis jodidos pedazos. —La mirada que me da me retuerce por
dentro—. Y cuando eso suceda... te veré desangrarte con una
sonrisa en mi cara.

Nunca antes había conocido a alguien que estuviera más allá de


la salvación, pero supongo que hay una primera vez para todo.
Debería irme.

Debería olvidar esta conversación extraña y aleatoria nuestra y


dejarlo aquí solo.

Debería seguir fingiendo que no estoy completamente fascinada


por él.

Hay tantas cosas que debería hacer...

Sin embargo, me acerco más.

—Amenázame todo lo que quieras, pero no te tengo miedo, Cole


Covingt…

No puedo terminar esa frase porque su boca se estrella contra la


mía.

Oh. Vaya. Dios.

Juro que mi cerebro lo comprueba y mi corazón se salta varios


latidos.

Cole sabe exactamente como siempre imaginé que lo haría.


Cerveza, cielo... y pecado carnal.

Esto último es un recordatorio evidente.

Romper el beso requiere más fuerza de voluntad que rechazar un


decadente pastel de chocolate cuando no has comido en doce
horas.

—No podemos. Esto está mal.

—Cristo. No sólo tu Dios es juicioso, también es un gran


bloqueador de pollas.
Es difícil no reírse porque... bueno, no está exactamente
equivocado.

Sin embargo, la suposición de Cole sobre por qué estoy


deteniendo esto lo es.

—Esto no tiene nada que ver con Dios. Esto tiene que ver con tu
nov…

—Casey no está aquí. Probablemente esté hablando con el tipo al


que ha estado enviando mensajes de texto toda la
semana. —Cambiando de posición, él se agarra a mí, haciendo
que mis sentidos vuelvan a vibrar—. Incluso si ella estuviera
aquí, estaría deseando que fueras tú.

No hay suficiente aire en la habitación después de esa


declaración.

Pero por mucho que quisiera que fuera verdad y que él fuera
sincero, sé que no es así.

—Estás borracho.

—Y eres hermosa. —Mis ojos se cierran cuando él besa un


camino por mi mandíbula—. Y real.

El comentario cortante de Cole de antes se me mete en la cabeza.


—Es curioso, podría jurar que hace unos minutos dijiste algo
sobre no estar interesado en mí.

Me da una sonrisa arrogante. —Te lo dije, dulzura... soy un


mentiroso.

Sus labios cierran la distancia entre nosotros antes de que pueda


discutir.
Dios mío. Tratar de luchar contra el beso de Cole es como tratar
de luchar contra las arenas movedizas en las que ya te estás
hundiendo.

Traté de hacer lo más honorable. Eso tiene que contar para algo,
¿verdad?

Toda mi vida, he intentado con todas mis fuerzas tomar el camino


de la moralidad. Por una vez, quiero darme el gusto y ver cómo
es ser la chica que consigue al chico.

Incluso si es sólo porque el tipo está borracho y yo estoy...aquí.

Al separar mis labios, dejo que su lengua se meta dentro.

Como el movimiento de un interruptor, su beso pasa de ser ligero


y burlón a intenso y absorbente.

Es una lucha por respirar mientras explora ávidamente cada


centímetro de mi boca, como si nunca fuera a tener suficiente.

Mi corazón late, con nervios y placer, cuando sus manos


empiezan a vagar.

Sus dedos juegan con el primer botón de mi suéter. —¿Estás


bien?

No. Estoy petrificada.

Lo más lejos que llegué fue, lo que sea que sea la base, antes de
hacer un jonrón, creo, fue con Tommy DaSilva.

Era un lobo con piel de oveja. Un imbécil que se escondía detrás


de un exterior artificial, de buen chico.

Y el mayor enemigo de los Covington.


Pero no sabía nada de eso cuando nos conocimos en línea... en
un foro de citas cristiano.

No fue hasta que empezamos a hablar en privado en un chat que


reveló que también era de Royal Manor. Sin embargo, él no asistía
a la RHA como yo. Hasta que se graduó el año pasado, fue a la
escuela pública al otro lado de la ciudad.

Tommy sugirió que nos reuniéramos... pero yo me negué.

Pasó un mes, y como un reloj, siguió pidiendo salir.

Finalmente, le dije que no quería porque temía que no le gustara


mi aspecto. No me pareció vanidoso, pero supe por su foto que
era guapo y que estaba en el equipo de fútbol.

Tommy me aseguró que todo estaría bien, y no juzgaba a la gente


por su apariencia.

Finalmente cedí, y nos encontramos en un autocine en un pueblo


cercano.

Conectamos al instante, la conversación y las risas fluyeron...


todo fue perfecto.

Finalmente, una cosa llevó a la otra y terminamos yendo más allá


de lo que yo había previsto.

No me arrepentí de haberle hecho una paja, aunque... no hasta


que dijo que se estaba haciendo tarde y que tenía que irse a casa.

Pensé que, seguro que me ignoraría, basado en lo abruptamente


que se fue después de salir, pero para mi sorpresa, me envió un
mensaje de texto esa noche y dijo un montón de cosas que me
hicieron sonrojar y sentirme deseada.

Acordamos volver a salir ese fin de semana.


Pero me dejó plantada.

Bueno, hasta que se fue de la fiesta en la que estaba con sus


compañeros de fútbol.

Debí saber en ese momento que las cosas no eran serias entre
nosotros, y que él sólo buscaba una llamada para tener sexo, pero
como yo era joven e inexperta, le di el beneficio de la duda.

Y después de algo convincente por su parte... otra paja.

De nuevo, se fue tan rápido como llegó.

Sólo que esta vez, cuando me envió un mensaje de texto más


tarde, no estaba lleno de cumplidos y palabrería sucia.

Me dijo que era una chica dulce, pero no veía un futuro conmigo
porque no le atraía mi tipo de cuerpo. Trató de mirar más allá,
pero se dio cuenta de que después de nuestra segunda cita
estábamos mejor como amigos.

A su favor, hablamos durante unas semanas y mantuvo la


conversación respetuosa y amistosa.

Aunque no podía culparlo por no sentirse atraído por mí, y le di


crédito por ser honesto al respecto, estaría mintiendo si dijera
que no me ha herido el ego.

Puede que no sea un diez, pero sigo siendo un humano con


sentimientos.

Sentimientos que se están volviendo locos gracias a que Cole


Covington me mira como si fuera algo que quiere comer mientras
desabrocha los primeros botones de mi suéter.

Tengo tanto miedo de que se disguste con lo que ve, que invente
excusas y se vaya.
Poniendo mi mano sobre la suya, lo detengo antes de que llegue
al último botón.

Para mi asombro, Cole no protesta, vuelve a besarme.

—Te deseo —murmura entre besos, o al menos eso creo.

Su mala pronunciación está empeorando y su respiración es cada


vez más superficial.

Estoy a punto de preguntar si está bien, pero sus labios viajan


hacia abajo... hasta que está chupando y mordiendo un punto
tierno en mi cuello que tiene hormigueos que suben por mi
columna.

Mierda.

Tengo que detener esto. No sabe lo que está haciendo.

Chica, por favor, mi mente se burla. Cole sabe exactamente lo que


está haciendo.

El idiota inteligente me está convirtiendo en masilla con cada golpe


de su lengua.

Un silbido confuso me deja cuando su boca baja, rozando mi


escote.

—Jesús —gime—. Sabía que eran grandes, pero estos son...

Gigantesco, algo caído, no simétrico.

—Jodidamente perfectos. —Él sopla una ráfaga de aire caliente


sobre el suave y blanco material que cubre mi seno y amasa el
otro con su gran mano—. Los necesito en mi boca.

Dios mío. Eva lo tuvo fácil con esa maldita manzana.


Si el Diablo realmente quería tentarla, debería haberla hecho
pasar dos minutos a solas en una habitación con Cole Covington
mientras le tocaba el cuerpo y le susurraba cosas sucias.

Mis mejillas se calientan cuando miro hacia abajo y él entierra su


cara en mis tetas, gimiendo mi nombre.

Rezo silenciosamente para tener la fuerza para detener esto antes


de que vaya demasiado lejos.

—No podemos tener sexo —chillo, volviendo a mis sentidos.

—Relájate. —Jadeo cuando toma un pezón a través


sujetador—. Sólo quiero chupar estos por un rato. —La mano que
masajea mi otro seno se desliza hacia abajo, y me arranca la
cintura de mis leggings—. Y averiguar a qué sabe este coño
intacto tuyo.

Oh. El infierno.

Escaneo mi cerebro, pero no encuentro una razón válida para


impedir que el tren salga de la estación.

Mi virginidad es para mi futuro marido, pero no significa que no


pueda experimentar otras cosas.

Especialmente las cosas que me hacen sentir tan bien.

Como la forma en que Cole me aprieta los senos mientras su boca


va y viene entre ellos, como si no pudiera decidir cuál le gusta
más, así que está decidido a tener las dos cosas a la vez.

Un temblor me atraviesa cuando me tira de las copas de mi


sostén, exponiéndome.

—Aún mejor.
Mis pulmones se aprietan y el temblor empeora en el momento
en que su boca se posa en mi piel. Estoy tan nerviosa que siento
que no puedo respirar.

—Tan suave —dice en mi carne.

Su voz lenta suena a un millón de millas de distancia.

Intento responder, pero la presión en mi pecho empeora.

Si no lo supiera, diría que estoy teniendo un...

Esto es una mierda.

No he tenido un ataque de asma en más de seis meses y sucede


ahora.

Sibilante, estiro mi brazo sobre mi cabeza y tomo mi bolso de la


almohada. Es donde guardo el inhalador que mi madre insiste en
que lleve conmigo todo el tiempo. Por si acaso.

Llevándolo a mis labios, rápidamente succiono una bocanada y


luego otra. El alivio fluye a través de mí mientras la presión se
disipa y lleno mis pulmones de aire.

Cole ha estado sorprendentemente callado durante todo el


evento, pero no puedo culparlo. Es seguro decir que oficialmente
he arruinado el estado de ánimo.

Respiro profundamente otra vez antes de hablar. —Lo siento


por...

El sonido de sus ronquidos me hace tragarme esa frase.

Miro hacia abajo, y por supuesto, sus ojos están cerrados, y su


mejilla está acariciando mi seno izquierdo como si mis tetas
fueran sus malditas almohadas personales.
Se ve tan contento, que casi sería adorable si no fuera por lo que
estábamos haciendo momentos antes.

No puedo creer que se haya dormido mientras yo tenía un ataque


de asma y él ...

Rechino los dientes. No estoy segura de sí debería sentirme


ofendida o avergonzada... o ambas cosas.

Intento meter a las chicas en mi sostén cuando escucho el ruido


de los tacones en la puerta.

Oh, Dios. Por favor, no dejes que sea Casey y su clan de perras.

Mi primera semana en RHA, Britney, el predecesor de Casey,


junto con Casey y algunas otras animadoras, me robaron la ropa
del vestuario mientras me duchaba. No tuve más remedio que
vagar por los pasillos en una toalla para poder encontrar un
profesor mientras todos se reían y burlaban de mí.

Por supuesto, Britney también publicó una foto del evento en


Instagram. Fue horrible y dolió como el infierno, pero me enseñó
una valiosa lección. Varias de ellas, en realidad.

No te pongas en una posición comprometedora, porque a los


estudiantes de la RHA les encanta empezar rumores y prosperar
con los chismes.

Nunca bajes la guardia con las perras.

Asegúrate de tener ropa de repuesto en tu auto y en tu mochila.

Mi corazón se hunde. Ya he roto la regla número uno esta noche.

—Levántate —siseo mientras me abrocho frenéticamente el


suéter.
Cole no se mueve y es demasiado pesado para empujarlo, pero
no importa... el pomo de la puerta ya está girando.

Los dos estamos tan jodidos.

Me lo merezco. Esto es lo que obtengo por engancharme con el


novio de otra chica.

A pesar de que Cole está convencido de que Casey le está


engañando. Dos errores no hacen un acierto.

No importa lo bien que se sientan los errores juntos.

—Suéltame —gruño en un último esfuerzo antes de que se abra


la puerta y se enciendan las luces.

—¿Qué demonios? —Los ojos marrones de Bianca son anchos


como platillos—. ¿Estás bien?

Por un momento creo que está hablando con su hermano, pero


su mirada está dirigida hacia mí.

La chica, que suele ser tan genial y serena, parece que su mundo
entero se está desmoronando.

Entonces es cuando se me ocurre cómo podría ser desde su


perspectiva. Mierda.

—Estoy bien —le aseguro, buscando en mi cerebro algo que no


exponga nuestra pequeña cita, pero que pueda explicar por qué
está encima de mí—. Cole estaba... —Sostengo el inhalador en mi
mano, como si eso explicara todo—. Ayudándome a respirar.

Bianca levanta una ceja. —¿Qué?


Lo que es correcto porque mi siguiente frase es una pila
humeante de mierda de caballo, pero el agujero ya ha sido cavado
y es lo mejor que puedo hacer.

Además, mi orgullo se niega a que le diga la vergonzosa verdad.

Hago una nota mental para llamar a Dylan cuando llegue a casa,
porque al menos no se burlará de mí cuando se entere de que
Cole se ha desmayado a mitad de la sesión.

—Yo estaba teniendo un ataque de asma cuando él entró aquí


borracho. —Lo aclaro, mezclando dos elementos de la verdad
juntos—. Le dije que no podía respirar y él... empezó a hacer RCP.

Sí, porque eso tiene mucho sentido.

Es comprensible que me mire como si me hubiera brotado otra


cabeza. —¿Por qué haría la RCP si tienes un inhalador en la mano
y aun así puedes respirar lo suficientemente bien para decirle
que no puedes? —Ella cruza los brazos—. Sin mencionar, ¿cómo
podría hacer todo eso mientras duerme?

Esas son muy buenas preguntas. ¿Quién sabía que Bianca era
tan astuta?

—¿Verdad? A decir verdad, me preguntaba lo mismo... pero ya


sabes cómo es Cole cuando bebe. No es exactamente el más...

—¿Lo encontraste? —Oakley grita, entrando en la habitación


detrás de ella.

No sé qué pensar de su cara cuando sus ojos se posan en Cole


que sigue durmiendo... encima de mí.

—Cole le estaba dando RCP —ofrece Bianca con una sonrisa


tímida.
Desconcertado y borracho, Oakley se rasca la cabeza. —Bueno,
o la cagó, o Sawyer se volvió codiciosa y le robó todo el aire hasta
que se desmayó. —Los ojos se estrecharon; me mueve un
dedo—. Será mejor que lo arregles.

Sí, tengo que empezar a darle clases lo antes posible, porque no


es así como funciona.

—¿Puede uno de ustedes, por favor, cerrar la puerta?

Estoy mucho mejor conteniendo este pequeño fuego entre los tres
que entre los cuatro.

Bianca comienza a cerrarla, pero se detiene. —Bien, pero sólo si


aceptas hacer algo por nosotros.

No me gusta el sonido de esto, pero no tengo elección. —¿Qué?

Ella mira a Oakley que está encendiendo un porro. —Oakley nos


trajo aquí, pero está demasiado borracho para conducir ahora. Y
dado que Cole todavía está en su —hace comillas al aire— coma
de RCP y no tengo licencia, vamos a necesitar que nos lleven a
casa.

—Trato hecho. —Los miro a los dos. Si Bianca puede jugar el


juego de la manipulación, yo también—. Mientras ustedes dos
mantengan la boca cerrada sobre esto. No es que haya pasado
nada, pero no quiero que la gente se haga una idea equivocada.

Especialmente cuando no he tenido la oportunidad de entender


lo que me pasó.

No es que espere que Cole rompa con Casey y empiece a salir


conmigo, pero creo que tenemos que tener una conversación
sobre lo que pasó entre nosotros esta noche. Cuando esté sobrio.
Oakley le da una inhalada a su porro. —Mierda, apenas puedo
recordar lo que pasó hace cinco minutos.

—Hace cinco minutos, tu lengua aún estaba en la garganta de


Morgan —murmura Bianca en voz baja mientras cierra la puerta
y se acerca a la cama.

Ambas intentamos mover a su hermano, pero fallamos. No sólo


Cole es más pesado de lo que parece, sino que también es del tipo
que puede dormir cuando explota una bomba.

Chasquea los dedos a Oakley, que todavía está felizmente en el


viaje. —Un poco de ayuda aquí.

Después de tirar la colilla por la ventana, se une a nosotros.

—No debíste haber bebido tanto whisky antes, hombre —dice


Oak mientras se tambalea y Cole sigue fuera de sí—. Te lo dije,
la cerveza antes que el licor...

Oakley no tiene la oportunidad de terminar esa frase porque Cole


tiene una arcada... justo antes de proceder a vomitar en la cama.

Estoy agradecida de haber tenido el buen sentido de apartarlo


cuando lo hice. También me siento mucho mejor porque él se
desmayó encima de mí... porque podría haber sido mucho peor.

Me estremezco cuando recuerdo que Dylan me contó que Jace


vomitó pizza de piña sobre Britney Caldwell en medio de una
fiesta el año pasado.

Su reputación fue destruida después de eso. Aunque tuvo menos


que ver con la pizza, y más con él proclamando que ella no es
exactamente fresca allí abajo.

De cualquier manera, fue el karma.


—Nunca ha estado tan enfermo —termina Oakley antes de dirigir
su atención a una visiblemente asqueada Bianca—. Voy a llevarlo
al baño.

Bianca asiente con la cabeza. —Buena idea.

—Voy a buscar un cubo o un tazón —declaro mientras Oakley se


lo lleva.

Una vez llevé a un chico de mi grupo de jóvenes a casa después


de que se enfermara en la iglesia. Tomó más de un mes para que
el olor a podrido desapareciera por completo, y realmente no
quiero revivir la experiencia de limpiar el vómito de mi camioneta
de nuevo.

Me dirijo a la puerta, pero Bianca me detiene.

—¿Sawyer?

—¿Sí?

Sus labios curvándose, hace un gesto a mi chaqueta. —Te


faltaron algunos botones.

SAWYER
Los nervios revolotean en mi vientre cuando salgo de mi
furgoneta y me dirijo a la entrada de la escuela.

Es lunes por la mañana, lo que ya es una mierda, pero es mucho


más horrible cuando has estado esperando que alguien te llame
o envíe un mensaje todo el fin de semana.
Concedido que Cole no tiene mi número, pero considerando que
su hermano está viviendo con mi mejor amiga, no es como si
tuviera que saltar a través de aros para conseguirlo.

Incluso un mensaje en Instagram habría bastado.

Pero no. No tengo nada.

Lo que me pone en la mala posición de tener que llegar a él


primero.

Supongo que podría ignorarlo y fingir que no ha pasado nada,


pero es una tontería porque sí ha pasado algo.

Algo que tiene el potencial de hacer que las cosas sean incómodas
y raras.

No quiero que las cosas sean incómodas o raras entre nosotros.

Y tal vez también hay una pequeña parte de mí que espera en


secreto que sienta lo que sea que haya entre nosotros.

Womp womp... ahí está.

El pequeño grano de la verdad que he estado tratando de empujar


con la esperanza de que desaparezca.

Estoy enamorada de Cole Covington... y me odio por ello.

Es todo lo que desprecio en una persona.

Es engreído, despiadado, un mujeriego, y lo peor de todo, se burla


de mi fe.

Sin embargo... hay algo en él que no puedo ignorar.

Estúpidas hormonas adolescentes. Lo arruinan todo.


Mi estómago da vueltas cuando paso su auto en el
estacionamiento.

No me molesto en ocultar mi mueca.

El Ferrari verde brillante es tan odioso, llamativo y arrogante


como él. Se rumorea que no sólo costó una fortuna, sino que es
increíblemente raro. Como que hay menos de veinte personas en
el mundo con el mismo vehículo.

No puedo decir que me sorprenda. Los Covington están tan


cargados como plagados de tragedia.

La madre de Cole era una ex actriz de Bollywood antes de morir


en un terrible accidente de auto. Según la fábrica de chismes, no
sólo era hermosa como sus hijos, sino que podría haber sido
parte de alguna familia real en la India.

No sé mucho sobre el padre de Cole, Jason Covington, aparte de


que es el jefe de una conocida compañía farmacéutica.

En silencio añado otra marca de confirmación a mi lista de


contras. Todos saben que la gente que dirige las compañías
farmacéuticas no tienen alma.

Debe ser de donde Cole lo obtuvo.

Vale, eso no es justo. Cole tiene alma.

Me mostró pedazos de ella la otra noche.

Me fortalezco, sigo caminando hacia la entrada.

Lo siento en el momento en que entro en el edificio. La energía en


este lugar está...apagada.
O más bien, todo se dirige a mí en forma de miradas laterales,
miradas asesinas no tan sutiles de varias chicas, algunas
sonrisas de algunos chicos al azar, y muchos susurros.

Pequeñas gotas de sudor salen de mi frente y bajan por mi


espalda, pero me obligo a respirar.

La única manera de sobrevivir a este infierno es no dejar que te


vean sudar.

Obligando mi mirada al suelo, me dirijo a mi casillero.

Unas cuantas filas más abajo, veo a Cole parado junto a él


mientras habla con Dwight Davis, Cortland Bennet, y algunos
otros chicos de su equipo.

Dwight es un tipo decente. Bueno, al menos aparece así todos los


domingos por la mañana cuando lo veo en la iglesia.

¿Pero Cortland? El tío es un idiota con I mayúscula.

No sólo lo he pillado mirando fijamente a mi pecho tantas veces


que he perdido la cuenta, sino que es pomposo y tiene el mal
hábito de intimidar a algunos de los niños impopulares por
deporte.

Supongo que tiene sentido que él y Cole sean amigos. Pájaros de


una pluma y todo eso.

De cualquier manera, no soy tan estúpida como para ir a hablar


con Cole mientras está con ellos.

Hay algunas cosas que nunca se olvidan de una persona, y


cuando me obligaron a caminar por los pasillos con una toalla,
fue Cortland quien mugió más fuerte y animó a la gente a unirse
a él.
Meto la mano en mi mochila y rápidamente muevo algunos libros.

—Odio ser portador de malas noticias, pero se dice que Casey


tiene una bala con tu nombre.

Mi corazón se aloja en mi garganta mientras miro fijamente un


par de ojos azul cobalto inyectados en sangre que pertenecen a
Oakley.

—¿Qué?

¿Por qué razón Casey, o cualquiera, querría dispararme?

Tal vez porque te enrollaste con su novio, mi cerebro señala


inútilmente.

—Relájate —dice—. No te va a matar. —Se encoje de


hombros—. Sólo planea patearte el culo para cuando salgas de la
escuela.

El idiota debe haber olvidado que la única vez que Casey y yo


peleamos, yo fui la que salió victoriosa.

—¿Quién le di...? —Me detengo antes de terminar esa frase.

No quiero admitir ningún delito. No sin hablar primero con Cole.

Tal vez podamos explicarle a Casey que su novio estaba borracho,


y que nuestra relación no significó nada.

Mi corazón se hunde. Claramente no es un fanático de esa idea.

—Quiero decir, ¿por qué querría ella patearme el culo?

Oakley me da una mirada aguda. —Aparentemente tu pequeña


sesión de resucitación llego a ella... y a todo el mundo. —Levanta
las manos inocentemente—. No me mires así. No dije una mierda.
Alguien más debe haberte escuchado o entrado mientras ustedes
dos estaban boca a boca.

Hijo de puta. Eso explicaría todas las miradas y susurros que he


estado recibiendo.

—Oh, Dios mío. —Todo parece estar girando.

Casey me pateara el culo, puedo manejarlo, pero todos sabiendo


mis asuntos, especulando sobre mi vida personal...

No quiero ser la comidilla de la escuela. No quiero que la gente


hable de mí, punto.

Ya sé lo que dirán.

—Vaya, no te ves muy bien —señala Oakley—. ¿Quieres que


llame a Dylan? Apuesto a que puede asustarla.

—No.

No tengo dudas de que mi mejor amiga puede poner a Casey en


su lugar con un solo golpe, pero esta no es la batalla de Dylan.

Es mía.

Hice algo malo, y ahora tengo que reconocerlo y pagar el precio.

—Volveré pronto. Sólo tengo que... —Hago un gesto para ir al


baño y empiezo a caminar.

Necesito un segundo para respirar y recuperar la compostura


antes de enfrentarme a las consecuencias.

Agradezco que esté vacío cuando entro.

Bueno, excepto por Bianca, que está de pie junto a los lavabos
aplicando rimel a sus ya largas pestañas.
—Te ves como una mierda —me saluda cuando nuestros ojos se
encuentran en el espejo.

Abro el grifo. —Me siento como la mierda. —Salpicando un poco


de agua fría en mis mejillas, murmuro—. Todo el mundo sabe lo
mío con Cole.

No tiene sentido seguir negándolo. Ella está obligada a escuchar


la verdad tarde o temprano.

—Maldición. La noticia llegó más rápido de lo que


pensaba. —Sonriendo irónicamente, saca un tubo de brillo labial
de su bolso—. De nada.

Es todo lo que puedo hacer para no meterle ese brillo de labios


en la garganta.

—Espera... ¿tú fuiste la que empezó el rumor? ¿Qué carajo,


Bianca? Lo prometiste.

Poniendo los ojos en blanco, pasa el brillo por sus labios rojos. —
No seas tan dramática. Te estaba haciendo un favor.

Puedo sentir que mi presión sanguínea se eleva a niveles


peligrosos. —¿Un favor? ¿Qué clase de favor...?

—Odio tener que decírtelo, pero eres una perdedora. —Ella se


encoge de hombros tranquilamente—. Ahora... no tanto. —Ella
junta sus labios—. En el lapso de un fin de semana, pasaste de
ser una amante de Jesús tímida a la chica que se enganchó con
el chico más popular de la escuela. Hace que todo el mundo
piense que eres misteriosa y sexy... en lugar de aburrida y
rara. —Nuestros ojos se conectan en el espejo de nuevo—. Como
dije, de nada.
Está loca de remate. —No quiero que la gente piense en mí de esa
manera. No quiero que la gente piense en mí en absoluto. —Me
agarro el pecho, forzándome a respirar—. Gracias a tu bocota,
Casey quiere patearme el culo.

Pone los ojos en blanco. —No te preocupes. La perra no puede


luchar por una mierda. Puedes encargarte de ella.

No lo entiende. —No quiero encargarme de ella. Lo que quiero


es...

—¿Mi hermano? —Antes de que pueda discutir, dice—. Buenas


noticias, Church. Creo que también te quiere a ti. Por si sirve de
algo, prefiero que esté contigo que con Casey. Jace ya está
saliendo con alguien a quien no soporto, y el pensamiento de mis
dos hermanos...

—Oye —gruño—. Dylan es increíble.

—Sí, un coño increíblemente manipulador.

¿En serio? ¿Bianca se ha visto a si misma?

—Si no es el burro hablando de orejas.

Otro giro de ojos. —Lo que sea. —Ella arrebata su bolso de la


repisa del fregadero—. Traté de ayudarte.

—Así no se ayuda a una amiga —grito mientras se


aleja—. Podrías haberme dicho al menos...

Una risa cruel me silencia. —Vaya —Se gira poniendo una mano
en su corazón— Pensaste que éramos amigas?

No exactamente, pero no creí que fuéramos enemigas. Además,


¿por qué se esforzaría en ayudar a alguien que no le gustaba?
—No lo sé. Tal vez.

—Cariño, no. —Su lindo rostro se arruga—. No tengo amigas. En


el mejor de los casos, tengo aliados temporales que no me hacen
querer golpear sus cráneos con mis tacones.

Lentamente, ella camina hacia mí. —Casey es la cabeza del


equipo de animadoras, y por lo tanto piensa que dirige la RHA,
pero no lo hace. —Sus ojos se estrecharon; ella estudia sus
uñas—. La imbécil también cometió el desafortunado error de
enviar un mensaje de texto a alguien que no es mi hermano sin
parar durante la práctica de la semana pasada. Cuando
descubra quién es y tenga pruebas que no pueda negar, voy a
arruinar su vida. —Una sonrisa malvada ilumina su rostro—
. Entonces voy a tomar su lugar... y hacerla a ella y a todos en la
RHA mi perra.

Bueno, mierda.

Se acerca incómodamente a mi rostro. —¿Un consejo? Te sugiero


que te quedes en mi lado bueno. —Saca el brillo de labios por
segunda vez—. Y quédate quieta. Te vendría bien un poco de
color.

Antes de que pueda protestar, empieza a aplicarme un poco en


los labios. —Mi hermano es un imbécil, pero por alguna razón te
tiene cariño. —Metiendo la varita dentro del tubo, me mira
fijamente—. Creo que serías buena para él, Sawyer. Pero debo
advertirte, si alguna vez lo engañas o lo lastimas
intencionalmente, te cortaré la maldita garganta como si fueras
mi propio cordero de sacrificio. ¿Entendido?

Jesús. —Yo…

—¿Entendido?
Cuando asiento, ella sonríe. —Grandioso. Ahora deja de
hablarme y ve a buscar a tu hombre.

¿Mi hombre? Bianca debe estar delirando. Las chicas como yo no


conseguimos a nuestros hombres... porque normalmente no nos
quieren.

Quieren chicas como ella.

Pero, ¿y si Cole no es como el resto de ellos? ¿Y si realmente le


gusto?

Seguro que parecía que lo había hecho la otra noche.

—Bien —susurro.

—Espera —grita detrás de mí.

—¿Qué... qué demonios estás haciendo? —Intento quitarle la


mano, pero se las arregla para desabrochar el primer botón de mi
camisa.

—Tienes unas tetas geniales. No deberías tenerlas cubiertas todo


el tiempo. —Hace una revisión y pone una cara—. Quítate esa
estúpida cinta del cabello. Te hace parecer una niña de diez años
el día de la foto en la escuela.

Que Dios me dé fuerzas. Es una mocosa.

Después de tirarlo a la basura y pasar sus dedos por mi cabello


oscuro hasta la cintura, se encoge de hombros. —No es genial,
pero es lo mejor que puedo hacer en tan poco tiempo. Deberías
considerar seriamente ponerte lentes de contacto... y algunas
mechas. Usar maquillaje tampoco vendría mal.

—Estoy usando maquillaje.


Me puse rímel esta mañana. Porque sabía que estaría hablando
con Cole.

Su nariz se arruga. —La próxima vez prueba con las que te hacen
ver mejor, no peor.

—Caramba, gracias.

Echándole una mirada irritada, salgo del baño.

Los nervios que intentaba sofocar casi se me salen del pecho


cuando voy deambulando por el pasillo. Sin embargo, recobré el
sentido rápidamente cuando vi que Cole seguía hablando con sus
compañeros.

Probablemente no es el mejor momento para declarar mis


extraños sentimientos o sacar a relucir nuestra relación.

Debería hacerse en privado. De esa manera nadie puede espiar y


empezar más rumores.

Estoy a punto de volver a mi casillero, pero su mirada atrapa la


mía.

Mis rodillas se doblan cuando veo sus penetrantes ojos verde


avellana, su cabello oscuro despeinado, su mandíbula
perfectamente estructurada y sus pómulos tan afilados que
atravesaban el granito.

No es justo. Los chicos como él no deberían ser tan malditamente


hermosos.

La duda se arrastra de nuevo, pero me obligo a rellenarla de


nuevo.

Le gusto.
Claro, no llamó, pero no compartes el tipo de cosas que hizo si no
sientes una conexión con alguien.

Y definitivamente no besas a alguien de la forma en que me besó


a mí si no te sientes atraído por ellos.

Borracho o no, Cole me dio un vistazo del verdadero él esa noche.

Tal vez es hora de que silencie la voz negativa dentro de mi cabeza


para siempre, para que no arruine esta cosa entre nosotros antes
de que empiece.

Porque tal vez, sólo tal vez... una chica como yo puede conseguir al
tipo.

COLE
La siento en el momento en que sale del baño.

No estoy seguro de lo que hizo ahí, pero esos labios en forma de


corazón son rojos y brillantes.

Apenas consigo suprimir el gemido de irritación alojado en mi


garganta.

Está tratando de impresionarme. Lo que sólo puede significar


una cosa.

Cristo. Mis errores se acumulan a cada segundo.

No debería haberme emborrachado tanto este fin de semana.

No debería haber subido las escaleras.


Y definitivamente no debí haber hablado con Sawyer Church, la
pequeña Srta. Bible Thumper y dejarla ver ese lado mío.

Rechino mis muelas tan fuerte que me sorprende que no se


conviertan en polvo.

Según los rumores, hay algunas cosas más que no debería haber
hecho con ella.

Cosas que no recuerdo porque me desmayé en medio de la


conversación.

Joder.

Detrás de un par de gafas de montura negra, sus grandes ojos


marrones sostienen los míos... buscando respuestas a un
montón de preguntas no dichas.

Respuestas que no puedo darle, porque no me acuerdo, carajo.

Todo lo que sé es que lo que hayamos hecho o no esa noche está


arruinando su inmaculada y prístina reputación.

Y la mía.

Apartando la mirada, dirijo mi atención hacia Dwight y Cortland.

Como de costumbre, Cortland está siendo un imbécil de sí


mismo. Andando con rodeos de una manera pretenciosa y
burlona que me molesta mucho.

—Entonces, ¿cómo estuvo?

Meto mi chaqueta dentro de mi casillero. —¿Cómo estuvo qué?

He estado lidiando con sus estúpidas insinuaciones durante los


últimos cinco minutos y estoy llegando al final de mi fusible.
Intercambia una mirada con Dwight. —Vamos, Covington. No
seas tímido. Cuéntanos cómo fue tu pequeño ligue.

Mi mano se aprieta en un puño. Debo recordarme que mi brazo


valdrá millones algún día, y Cortland no vale una mierda.

—Apuesto a que una chica que se ve así estaba muy desesperada


por complacer —Lennox Wallace, uno de mis linebackers,
interviene.

Algunos de nuestros compañeros de equipo se ríen.

Ignorándolos, giro mi mirada hacia el extremo opuesto de la sala.

Como si las cosas no pudieran empeorar, Casey y su grupo están


marchando hacia mí.

Bianca me envió antes un mensaje de texto diciendo que Casey


le había dicho a las chicas del equipo que le iba a patear el culo
a Sawyer si era verdad.

La indignación de Casey por mi traición de borracho es casi


cómica dado que Bianca está segura de que me está engañando.

Sin embargo, es sólo una especulación y no tengo pruebas.

Todo lo que tengo es una novia enojada que actualmente me mira


con sus dagas mientras sus tacones golpean el suelo de terrazo.

Y otra chica que me mira como si fuera una especie de caballero


de brillante armadura.

La misma chica de la que me he forzado a alejarme durante los


últimos tres meses.

Sawyer tiene una forma de meterse bajo mi piel y dentro de mi


cabeza como nadie... lo que la convierte en un peligro.
Más aún ahora.

Sólo hay una manera de restaurar el orden y arreglar esta


mierda.

Me dirijo a Cortland. —Tendrás que ser más específico. Me he


enrollado con muchas chicas.

Mucho más que él.

Esta vez es él quien parece confundido. —¿De verdad no te


acuerdas?

—¿Recordar qué? —Ruego, llamando la atención de todos sobre


nuestra conversación—. Estaba muy borracho el viernes.

Los pasos de Sawyer se tambalean.

Sonriendo socarronamente, Cortland mira alrededor del pequeño


círculo de gente que nos rodea. Parece que todos están
interesados en nuestro pequeño pow wow6.

—Odio tener que decírtelo, pero se rumorea que te has follado a


Sawyer Church donde Christian el fin de semana. —Antes de que
pueda responder, me da una palmada en el hombro—.
Nunca pensé que fueras un cazador de gorditas, pero escuché
que los fanáticos de Jesús son salvajes en la cama.

Mi risa suena convincente, incluso para mis propios oídos. —Me


estás jodiendo, ¿verdad? —Antes de que pueda protestar,
digo— ¿Por qué demonios me follaría a una virgen gorda cuando
puedo tener un coño de primera cuando quiera?

Siento el peso de la mirada de todos cuando Casey se pone a mi


lado. En el momento oportuno, le rodeo con un brazo.
6
Expresión que se utiliza para hacer referencia a una reunión o discusión.
Por el rabillo del ojo, veo a Oakley mirándome como si fuera una
escoria.

Lo que sea. Puede besarme el culo. Mi reputación está en juego.

Y la de ella.

Sawyer no sólo será tildada de zorra, porque eso es lo que hacen


las chicas del instituto, sino que Casey y el resto de las
animadoras harán de su vida un infierno.

Además, Casey y yo tenemos sentido. Que estemos juntos es lo


que la gente espera.

Lo que alguien como yo debería querer.

He pasado mucho tiempo construyendo esta vida para mí y no


voy a dejar que un error de borracho me la arrebate.

No importa cuánto me intrigue Sawyer.

Mirando a mi novia, gruño —Nena, cuéntale a este imbécil lo que


pasó el viernes ya que está tan interesado en dónde meto la polla.

Sin perder el ritmo, Casey chirría —Te emborrachaste y luego


subimos las escaleras. —Ella estrecha sus ojos hacia él—. ¿Por
qué te interesa tanto la basura de mi novio, Cortland? Si vas a
cambiar de equipo, me temo que no tienes suerte. Mi equipo ya
está lleno.

No importa cuán alterada esté, sabía que se pondría de pie.

No porque me ame o me apoye, sino porque hemos sido apodados


la pareja de poder de RHA, y la idea de que la engañe con alguien
como Sawyer es un gran insulto a su insípido ego.
Al igual que yo, Casey sabe que es importante mantener las
apariencias y dar al mundo un espectáculo.

Ocultar quién eres realmente.

Cortland parece avergonzado, pero no he terminado con él.

Agarrando su cuello con mi mano libre, lo fijo con una mirada


que deja claro que no se vuelva a cruzar conmigo. —La próxima
vez que me des el tercer grado sobre mi vida sexual, te daré una
bofetada en tu fea cara con mi polla. Como hago con todas las
otras putas engreídas que no saben cuándo saltar a la mierda.

Su cara se afloja mientras todos silban y gritan.

Sonriendo, le doy un ligero puñetazo en el hombro. —No vengas


a practicar hasta que encuentres tus pelotas, Bennet. El fútbol
es para hombres de verdad. No para aspirantes que hablan y
difunden rumores como una perra preadolescente.

Miro a mis compañeros de equipo. —Lo mismo va para el resto


de ustedes.

El respeto ilumina sus rostros una vez más. Crisis evitada.

Sintiendo que se ha levantado un peso, mi mano encuentra el


culo de Casey y empezamos a caminar por el pasillo.

Como siempre, los ojos de todos están puestos en mí.

Excepto Sawyer.

Está mirando sus zapatos... como si le doliera demasiado


mirarme.

Bien.
Le advertí que no se acercara demasiado.
SAWYER
Dos meses después...
—Catherine se va a casar —mi madre casi grita en el momento
en que mi culo se encuentra con la silla.

—Vaya, eso es realmente... algo, mamá. ¿Puedes pasarme el puré


de papas?

La verdad es que estoy mucho más emocionada con eso que con
la noticia del compromiso de mi hermana.

Desde el otro extremo de la mesa del comedor, los labios de mi


padre se curvan.

Es seguro decir que heredé mi gen del sarcasmo de él.

Mi madre hace pucheros. —Dios mío, Sawyer. Catherine es tu


hermana. Uno pensaría que serías capaz de reunir algo de
entusiasmo.

Empujando sus gafas por la nariz, mi padre se aclara la garganta.


—Sawyer probablemente esté pensando lo mismo que yo.
Catherine ni siquiera se ha graduado en la universidad todavía.
Es demasiado joven para casarse. —La preocupación recorre sus
rasgos mientras continúa—. Ella sólo ha estado saliendo con él,
¿qué? Tres, tal vez cuatro meses como mucho, y durante ese
tiempo sólo lo hemos visto una vez. Deberían esperar unos años
más antes de sentar cabeza.
Mi madre pone una sonrisa apretada, de bendito seas en su cara.
Es una que la mayoría de las mujeres sureñas han perfeccionado
para cuando tienen doce años.

—Catherine se graduará en la escuela de enfermería este año,


Dan. Además, ¿crees que los médicos inteligentes como Marvin
esperarán para siempre a que una chica esté lista para el
matrimonio?

Aquí vamos.

Por el lado positivo, esto es lo más que se han hablado en mucho


tiempo.

—Si la ama, lo hará. —Se limpia la boca con una servilleta—


. No quiero discutir, pero no quiero que mi niñita, ninguna de
ellas, se equivoquen y se casen con el hombre equivocado.

Ella suspira. —Oh, por favor. Apenas tenía dieciocho años


cuando nos casamos.

—Sí, y mira lo bien que resultó eso. —La expresión de su cara


deja claro que quiere retirar las palabras—. Yo no…

Ignorándolo, se revuelve el cabello oscuro y dirige su atención


hacia mí. —Ella quiere tener la boda en Knightdale.

Algo me dice que eso es más idea de mi madre que de Catherine.


La reina del concurso más legendaria de Carolina del Norte se
muere por demostrar a todos que su hija convertida en enfermera
se va a casar con un médico.

Sin embargo, la ubicación es algo con lo que puedo subir a bordo.


Han pasado tres años desde que dejamos nuestra ciudad natal y
una pequeña parte de mí echa de menos la simplicidad de la
misma.

—Grandioso. —Me meto el tenedor con comida en la boca y lo


trago—. Avísame cuando sepas la fecha y me aseguraré de salir
del trabajo.

Alcanzo el tazón de puré de papas para darme una segunda


ayuda, pero ella lo mueve fuera de mi alcance. —Tercer fin de
semana de marzo.

—Bueno, viendo que le doy más de un año de preaviso, el Sr.


Gonzales no debería tener problemas con ello.

Por otra parte, podría.

El Señor sabe que mi jefe puede ser... difícil. Como en... el hombre
es totalmente certificable. También hace el mejor pollo de la
ciudad, así que la mayoría de la gente pone la otra mejilla.

—No el próximo marzo, tonta —corrige mi madre—. Este marzo.

Mi padre se ahoga con su bebida. —Falta menos de seis meses


para eso. ¿Por qué tan pronto?

—Son las vacaciones de primavera de Catherine.

—¿No te parece mucho?

Cuando sus ojos se agudizan, añado. —Es sólo que está en su


último año de la escuela de enfermería. Esos exámenes que tiene
que hacer al final no son una broma. Tener una boda durante el
último semestre de la universidad parece un poco...

—Loco —interviene mi padre—. Sawyer tiene razón, Jolene. Esto


es demasiado. Ella se va a topar con el suelo planeando esta
maldita boda, cuando necesita concentrarse en pasar sus clases.
Clases que le están costando a esta familia un brazo y una pierna
y nos están llevando al asilo de pobres.

Es cierto. Ya no estamos estirando cada centavo que tenemos,


estamos empezando a estirar los centavos que no tenemos.

Según la conversación telefónica que escuché la otra noche, las


tarjetas de crédito de mis padres están casi al máximo.

Espero por el bien de Catherine que Marvin venga de una familia


rica y se ofrezca a aportar, porque honestamente no tengo ni idea
de cómo van a pagar esta boda.

Es otra razón por la que es tan importante que vaya a la


universidad.

No sólo la iglesia de mi tío y mi abuelo sufrirán cuando me vaya


el año que viene porque mi madre tendrá que ocuparse de la
recaudación de fondos y las donaciones por sí misma, algo que,
admitámoslo, no es muy bueno, sino que mis padres también
sufrirán.

No quiero eso para ellos.

Mi mamá arroja su servilleta sobre su plato. —Catherine tiene un


promedio de B. Lo está haciendo muy bien. Además, dudo que
tenga que trabajar una vez que tengan los bebés. Marvin
realmente ama...

—La ama tanto ¿Y no tuvo la decencia de pedirme su mano en


matrimonio?

Oh, mierda.
Normalmente mi padre es dócil y tranquilo, pero como todos los
buenos padres, sus hijas son su mundo y tienen la capacidad de
hacerle pasar de cero a sesenta.

Que Marvin no pidiera permiso antes de proponerse serio es


considerado un insulto a la mayoría de los papás del sur.

—En realidad, lo hizo —dice mi madre con toda naturalidad.

—¿Qué?

Mirando hacia abajo, ella arregla el mantel. —Llamó hace dos


semanas y preguntó si le daríamos nuestra bendición para
proponerle matrimonio a Catherine.

El pobre hombre parece que se esfuerza por no coger el tazón de


judías verdes y tirarlo por la cocina. —¿Por qué no me lo dijiste?

Ella agita una mano. —Porque sabía que tendrías reservas y que
le arruinarías todo. Al igual que arruinas todo lo demás.

Maldición. Me esfuerzo por no tomar partido cuando mis padres


discuten, pero estuvo mal que no le dijera algo tan importante.

La mirada aplastada en su cara mientras se levanta me duele el


corazón. —Ya veo.

Sin decir una palabra más, sale de la cocina.

Un momento más tarde, oigo el sonido de su auto arrancando.


Conociéndolo, se dirige a su taller mecánico. No es sólo su
negocio, es su lugar feliz.

Donde va para alejarse de todo.

—No me mires así, Sawyer.


No puedo evitarlo. Ya es una mierda cuando se ignoran el uno al
otro, pero es aún más mierda cuando se hacen daño.

—Eso no estuvo bien, mamá —susurro, arrastrando el tenedor


por el resto de la comida de mi plato—. Catherine también es su
hija.

Algo que parece olvidar mucho últimamente.

Se retuerce las manos. —En lugar de meter la nariz donde no


debes, deberías concentrarte en ti misma.

Antes de que pueda preguntarle qué quiere decir con eso, sisea
—Vas a ser dama de honor.

Hurra. No.

Aprecio el sentimiento y todo eso, pero mi hermana mayor y yo


nunca hemos sido particularmente cercanas. No sólo es cinco
años mayor, sino que es la viva imagen de mi madre cuando se
trata de su aspecto y su amor por los concursos y las animadoras.

No podríamos ser más diferentes si lo intentáramos.

No estoy muy segura de cómo responder. —Oh... um. Dile que


dije ¿gracias?

La frustración se refleja en su rostro. —Mira, no digo esto para


ser mala, pero sobresaldrás como un pulgar dolorido junto a
Catherine y sus amigos si no pierdes algo de peso antes de la
boda. —Me ofrece una pequeña sonrisa que no hace nada para
aliviar la quemadura—. No quiero que te avergüences.

No, no quiere que la avergüencen.

Desde que puedo recordar, ha puesto a Catherine en un pedestal


por ser bella y delgada.
Mientras que yo he sido la hija gorda de la que no se avergüenza
tan secretamente.

La mata que Jolene Church, reina de todos los concursos de


Carolina del Norte, haya hecho algo tan imperfecto y feo como yo.

Afortunadamente, mi padre nunca me ha hecho sentir como un


error.

Me levanto de la mesa y me acerco al gabinete.

—Catherine me enviará por correo electrónico un plan de dieta


que creemos que deberías probar —me informa mientras saco el
Saran Wrap—. Una de sus hermanas de la hermandad perdió 20
libras en dos meses con él. Estoy segura de que, si te apegas a él
esta vez, podrías perder 40 libras antes de la boda. Tal vez incluso
más.

Puede que esté en algo, porque la idea de mi perfecta hermana y


madre discutiendo planes de dieta y cuánto peso debo perder es
suficiente para hacerme perder el apetito.

Envuelvo rápidamente lo que queda del plato de mi padre. —Bien.

Normalmente es más fácil estar de acuerdo con ella que protestar.

—¿Qué estás haciendo?

—Llevando el resto de la cena a papá.

—Sawyer, sabes que no digo estas cosas para ser hiriente. Sólo
quiero que estés saludable. Sabes tan bien como yo que te
sentirías mucho mejor contigo misma si perdieras el peso.

Tal vez. Pero también me sentiría mejor si aprendiera a


aceptarme como soy en vez de intentar convertirme en lo que ella
quiere.
—Claro —susurro porque nunca he tenido el valor de
enfrentarme a ella.

Probablemente porque en el fondo, sé que tiene razón.

No es como si no supiera que podría soportar perder 40 libras.


Diablos, más aún si nos guiamos por un gráfico de IMC, pero es
la forma en que constantemente me hace sentir que no soy lo
suficientemente buena lo que no puedo soportar.

Equilibrando el plato en una mano, saco mis llaves del


mostrador. —Volveré en un rato.

Estoy casi en la puerta cuando paro mis pasos. A pesar de lo que


siente por mi peso, sigue siendo mi madre y me preocupo por ella.

No quiero que piense que traerle la cena a mi padre significa que


lo escojo a él en vez de a ella.

—Te amo.

Hay una larga pausa... y luego. —Debería empezar con estos


platos.

La decepción se hunde como un ladrillo en mi pecho.

No sé por qué tenía la esperanza de que me lo dijera.

Nunca lo hace.
COLE
No hay nada como el subidón después de una victoria. La energía
adictiva tiene una forma de filtrarse a través de tus poros y
recorrer tu cuerpo como un cable con corriente.

Estoy tan entusiasmado que el molesto trasero de Cortland ni


siquiera me molesta.

Dwight, que marcó el último touchdown del partido,


sonríe. —Hombre, ese juego de gancho y escalera se encendió.
Buena decisión, Covington. ¿Cómo sabías que funcionaría tan
bien?

Me encojo de hombros mientras conduzco a mi equipo al


vestuario. Tenemos menos de quince minutos para ducharnos
antes de que tengamos que volver al campo para que anuncien
al rey y la reina del baile.

Como si todos no supieran ya quién ganó.

—Fácil. El número 62 aún se está curando de una rodilla


maltratada y no puede correr rápido, y el número 44 tiene miedo
de lesionarse, así que lo hace a medias. —No queriendo llevarme
toda la gloria, le lanzo un hueso ya que, según mi entrenador,
tengo que trabajar en mi deportividad—. Pero aunque no lo
hiciera, sabía que serías demasiado rápido para ellos.
—Mierda, no sentí nada más que aire detrás de mí. Es como si
ni siquiera lo intentaran.

Cortland resopla. —Montón de coños.

—Sí, amigo. Los cabrones deberían considerar este reembolso por


el año pasado. —Lennox, de la defensa, me da un golpe en el
hombro—. No se puede mantener a un QB como Covington abajo
por mucho tiempo.

Mi sonrisa coincide con la suya. —Claro que sí, maldita sea.

El año pasado Tommy DaSilva, el más inútil de los


manipuladores de mierda del planeta, me hirió
intencionadamente en el campo durante el segundo partido más
importante de la temporada.

Gracias a la conmoción cerebral que me dio el hijo de puta, no se


me permitió jugar en el juego del campeonato.

Los Santos terminaron ganando en su lugar.

Mentiría si dijera que no lo odio a él y al resto de esos vikingos


imbéciles con el fuego de mil soles ardientes.

Afortunadamente, Tommy se graduó el año pasado, así que ya no


tengo que verle ni oír hablar de él.

Lástima que no pueda decir lo mismo de Todd Harris, el mariscal


de campo titular Vikingo.

El tipo es bueno, lo reconozco. Pero es sólo porque su padre, su


tío y su abuelo estuvieron en la NFL.

El cabrón ha estado entrenando desde que era un mierdecilla en


pañales.
No tenía que trabajar para ello como yo.

Y sí, supongo que tal vez estoy amargado porque se le entregó


todo, pero algo en el tipo me molesta.

Aunque lo más probable es que sea porque quiere lo mismo que


yo.

Se dice que Duke's Hearts, que tiene el mejor equipo de fútbol


universitario de la costa oeste, tendrá un mariscal de campo el
año que viene.

Todd Harris está buscando el lugar.

Yo también.

Como si me leyera la mente, Dwight pregunta —¿Crees que


Harris está fuera de la temporada?

Uno sólo puede esperar.

Justo antes del medio tiempo, fue despedido por Lennox y


algunos otros. Estaba cojeando cuando se levantó, así que lo
sacaron del campo y metieron su QB de reserva para terminar el
partido.

Por mucho que odie admitirlo, su lesión probablemente jugó un


papel en nuestra fácil victoria de esta noche.

Abro la puerta del vestuario. —No, no creo...

El resto de la frase se queda en el camino cuando el sonido de la


gente follando me llena los oídos.

—Bueno, maldición —murmura Dwight con una risa.


—Suena como si alguien hubiera decidido celebrar
antes —comenta Cortland.

Sí, la pregunta es ¿quién?

—Más —una chica se queja con voz entrecortada—. Más fuerte.

Los pequeños vellos de la parte de atrás de mi cuello se paran en


el extremo.

Conozco ese lloriqueo sin aliento.

Un momento más tarde, mi novia aparece a la vista.

Su falda de animadora se levanta por encima de sus muslos y


sus piernas curtidas por el spray se envuelven alrededor de la
cintura de un vikingo mientras se la folla sin sentido contra las
taquillas.

El hielo me llena las venas cuando veo el número en la parte de


atrás de su camiseta.

Todd Harris.
COLE
—Oh, Dios mío —grita Casey.

Todo el mundo está demasiado aturdido para hablar, incluyendo


a Cortland, y él nunca se calla, ya que se separan unos de otros.

—¿Quieres que vigile las puertas? —Dwight ofrece.

—Sólo dilo, hermano —Lennox gruñe detrás de mí—. Podemos


tomar turnos para joderlo bien.

—¿Dónde están las palomitas de maíz cuando las


necesitas? —Esto es de Cortland.

—Cole —susurra Casey, su voz temblorosa.

Sin importarme la perra traidora, me concentro en el otro pedazo


de mierda frente a mí.

Puedes cortar la tensión con un cuchillo cuando se da la vuelta.

Los ojos de todo el mundo se ponen a jugar al ping pong entre


nosotros, sin duda esperando una pelea.

La sonrisa de come-mierda en su cara deja claro que no sólo


quiere, sino que espera una reacción de mi parte.

Lástima por Todd, prefiero cortarme las pelotas con un cuchillo


para mantequilla que darle uno.
Porque sé que una vez que le ponga las manos encima, no me
detendré hasta que le cambie la cara permanentemente.

Y eso es exactamente lo que quiere.

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que hará que me
arresten y pueda despedirme de Duke.

El cabrón debe estar muy amenazado para sentir la necesidad de


caer tan bajo como para follarse a mi novia.

Corrección-ex-novia.

—Cole —susurra Casey otra vez.

Ignorándola, miro a Todd y saco mi mano. —Buen juego, hombre.

La confusión marca su cara y sus ojos se mueven por la


habitación brevemente antes de que la sacuda con aprensión.

Cuando suelto mi sujeción, se tensa, sin duda esperando que mi


puño sea el siguiente.

Pero no lo hace.

Me voy a la mierda en su lugar.

No hay una persona en la tierra por la que valga la pena renunciar


a mis sueños.
—Oye —Jace me llama cuando estoy a mitad del pasillo.

Estaba tan distraído que pasé junto a él.

Junta tu mierda..

Doy la vuelta. —Yo…

Con una expresión llena de preocupación, camina hacia


mí. —¿Estás bien?

—¿Por qué no iba a estarlo?

Metiendo las manos en el bolsillo grande de su sudadera con


capucha, se queda sin aliento. —No lo sé. Pareces estar fuera de
lugar.

Mi hermano y yo tenemos una relación extraña. Él es sólo un año


mayor, pero es el que se encargó de las cosas después de que
nuestra familia se desmoronara.

También es la única persona a la que le importo una mierda.

Jace no sólo recibiría una bala por mí y Bianca... recibiría una


carga entera por nosotros.

Es por eso que es la única persona en mi vida que recibe el poco


respeto que tengo que dar.

Después de comprobar que no hay nadie más a la vista, le digo


la verdad.

—Atrapé a Casey follando con Todd Harris en el vestuario.

Junto con el resto del equipo de fútbol.

Sus ojos se abren de par en par. —Mierda. Eso apesta. —La vena
de su frente hace su aparición—. Si quieres que le dé de comer
sus dientes, sólo tienes que decir la palabra. No quiero que
arruines tu oportunidad con Duke's por un imbécil.

Por mucho que aprecie su oferta para manejar a Todd, esta


mierda es mi problema, no el suyo.

—No, no pierdas el tiempo. La verdad es que hace tiempo que


quiero deshacerme del culo de Casey. Ella se me adelantó, eso es
todo.

Sus labios se mueven. —Bueno, no te estreses. No es como si


fueras a estar soltero por mucho tiempo. Seguro que hay muchas
chicas dispuestas a renunciar a su teta derecha para mojarte la
polla.

No se equivoca.

Lástima que ya me he follado a la mayoría y me estoy cansando


de sus falsos gemidos y sus monótonos movimientos.

La mitad de las veces se quedan ahí tiradas como un pez muerto.


Como si la idea de ser follada por mí fuera más interesante que
el acto en sí.

No es de extrañar que Oakley se haya follado a su madrastra.

Las chicas de secundaria son muy aburridas. Especialmente


cuando son vírgenes.

Follarse a una de ellas equivale a obligarse a comer pollo seco y


soso sin condimentos durante veinte minutos seguidos para
quitarse el hambre.

Personalmente, prefiero morirme de hambre.

Alargando la mano, golpeo mi puño con el


suyo. —Verdad. —Hago un movimiento por el pasillo—. Debería
irme. Me llamarán en cualquier momento. Gracias por venir al
partido.

—Espera —dice cuando empiezo a salir.

—¿Qué sucede?

—El donante de esperma sigue en su viaje de negocios, ¿verdad?

—Sí. Creo que dijo algo sobre volver el martes.

Mientras que Jace alberga resentimiento hacia nuestro padre y


se niega a tomar un solo centavo de él ahora que es capaz de
mantenerse a sí mismo, simplemente me importa un carajo y no
tengo problema en ordeñar al maldito por cada centavo que
puedo.

Tal y como yo lo veo, es lo menos que puede hacer Jason


Covington.

Además, me las arreglo para acumular una mierda bastante


dulce cuando actúo como si no odiara sus tripas durante cinco
minutos.

Como mi más preciada posesión. Un Ferrari de dos millones de


dólares al que llamo el monstruo verde.

Lo conseguí poco después de que lo pilláramos con las manos en


la masa con su última puta Nadia, y Jace dejó escapar que
engañó a nuestra madre antes de que muriera.

Bastardo.

—Bien. Vendré el domingo. —Se frota la nuca—. Bianca ha


estado en mis asuntos mucho últimamente. Ella cree que Dylan
me mantiene alejado de ustedes. —Su mirada se dirige a la
mía—. Pero no es así. Dylan nunca haría eso.
Oh, diablos. Aquí vamos.

—No tienes que darme explicaciones. Dylan te hace feliz. No dejes


que Bianca arruine eso.

Suspira. —Lo sé. Odio que piense que no me importa...

—Ella sabe que te importa, Jace. La única razón por la que actúa
como una mocosa celosa y te hace sentir mal es porque tú la
dejas. Sin rodeos, Bianca quiere la atención y disfruta sintiendo
que tiene algún tipo de poder sobre tu relación con Dylan.

A veces mi hermano mayor necesita una dosis de realidad.

Sabe tan bien como yo que a Bianca le gusta joder a la gente y


meterse en su psique para poder controlarla.

Afortunadamente para ella, tiene una ventaja, gracias a la


apariencia de nuestra madre y a que heredó el estúpido gen
Covington de nuestro padre.

Desafortunadamente para todos los demás, la chica no tiene


límites y no se sabe hasta dónde llegaría para conseguir lo que
quiere.

El hecho de que esté planeando convertirse en psiquiatra


después de graduarse es... desconcertante.

El mundo estará jodido una vez que Bianca empiece a mover los
hilos de los enfermos mentales y los criminales dementes.

Por eso Jace tiene que dejar de permitirle que lo toque como un
violín. Mi hermano se ha ablandado desde que se enamoró, pero
acabará quemándose si no tiene cuidado.
—Tienes razón. —Otro suspiro—. No quiero que sienta que no
puede venir a mí, o que la estoy abandonando o alguna mierda.
Ella...

—Hombre, detente. Bianca te tiene envuelto alrededor de su dedo


meñique y cuanto más te rindas a sus tonterías, más fuerte será
su agarre.

Es mi hermanita, por lo tanto siempre le cuidare la espalda si


alguien le hace daño, pero la chica es una maestra de la
manipulación si es que alguna vez hubo una.

Me da lástima el pobre imbécil al que termine de poner en la mira.


El payaso nunca podrá escapar de su loco culo.

Diablos, si Cortland no fuera un imbécil tan pervertido, les


tendería una trampa a los dos.

El cabrón se merece un poco de miseria.

Asintiendo con la cabeza, Jace cruza los brazos. —Lo haré. El


domingo por la mañana la sentaré y le diré que deje la mierda
porque Dylan no va a ir a ningún sitio nunca, y Bianca tiene que
aceptarlo.

—Suena como un plan. Le diré a Oakley que venga a una reunión


familiar. Con los tres allí, sabrá que vamos en serio y se retirará.

Empiezo a alejarme por tercera vez, pero él me detiene de nuevo.


—Sí... sobre eso. —No estoy seguro de qué hacer con la expresión
sombría de su cara—. No quiero a Oakley allí.

Eso es...peculiar. Oak es nuestro hermano de otra


madre. —Siempre viene a nuestras reuniones familiares.

—Ya no.
La irritación se arrastra a lo largo de mi cuello. —¿Por qué carajo
no?

—Porque anoche llegó muy alto como una cometa. —Sus fosas
nasales se inflaman—. Y justo cuando me preparaba para
presionarlo, Loki llamó y él salió.

Loki es un traficante de drogas del otro lado de la ciudad. El tipo


es una mala noticia y Oak admitió haberle comprado éxtasis,
coca y heroína unas cuantas veces en el pasado.

Sin embargo, Loki también vende hierba y, según Oak, la


marihuana ayuda a controlar su epilepsia.

Abro la boca para defender a mi amigo, pero Jace dice —Unos


minutos después lo encontré tirado en el patio.

—Mierda.

Dada la condición de Oakley, los ataques ocurren... pero no tan


a menudo.

No, a menos que esté bajo un estrés extremo o tomando droga


que no debería.

Pero por mucho que me moleste la idea de que vuelva a consumir,


Jace no debería cortarle por un error. La vida del tipo no ha sido
exactamente un picnic últimamente.

—Ha estado discutiendo mucho con su padre —le


informo—. Wayne quiere que vuelva a casa, pero se niega.

Jace sigue siendo una persona de piedra. —Lo sé.

—Sí, y también sabes lo mucho que le jodió el que Crystal se


quedara embarazada. Dale un poco de margen.
Sus ojos se oscurecen en el desafío. —Me he quedado sin nada.
Cuando el donante de esperma regrese, le diré que eche a Oak de
la casa de huéspedes. Está jodiendo con Loki otra vez, y no quiero
que tú o Bianca estén cerca. Echarlo es la única forma en que
puedo protegerte.

No es frecuente que peleemos, pero que le jodan a él y al caballo


juicioso en el que se ha montado. —Oakley no es Walter White,
Jace. Es tu mejor amigo y está pasando por una mierda. Si haces
que papá lo eche, no harás más que firmar su sentencia de
muerte porque sólo va a pasar más tiempo con Loki y ambos
sabemos cómo terminará esa relación.

Con Oakley muerto en una zanja o buscando monedas en una


esquina para su próximo golpe.

—Está lastimando a Dylan. —La ira destella en su


mirada—. Puedo manejar las cagadas de Oakley, pero Dylan no
puede. Anoche, después de que se fuera, ella lloró hasta dormirse
porque él se drogó, y eso no está nada bien.

Yo resoplo. —Suena como si tu pequeña "santurrona" necesitara


un agarre.

Me alegro de que Jace esté feliz, pero su novia es la primera en


mi lista de mierda estos días.

Después de que la mierda paso con Sawyer hace unos meses,


Jace me leyó el acta de disturbios y me dijo que me mantuviera
alejado de ella porque Dylan me patearía el trasero si volvía a
lastimar a su preciosa mejor amiga.

Cuando le dije que me gustaría verla intentarlo, dijo que no


tendría la oportunidad, porque me arrancaría el brazo de lanzar
y me lo metería por el culo.
No era la primera vez que se ponía del lado de otro por encima del
mío.

Me empuja. —No seas idiota, imbécil. Ella está preocupada por


él. —Sus hombros se desploman al exhalar—. Los dos lo
estamos. —Los bordes de sus labios se blanquean con el ceño
fruncido—. Pero no voy a perder mi tiempo o energía explicando
eso a alguien como tú.

—¿Qué demonios se supone que significa eso?

—Dylan está preocupada por Oakley porque ella lo


ama. —Empieza a alejarse—. Lo cual es algo de lo que nunca
entenderás el concepto porque eres demasiado egoísta.

No se equivoca.

Bianca ya me ha diagnosticado como sociópata debido a mi


narcisismo y falta de empatía.

Le dije que era porque todavía no había conocido a nadie que


valiera la pena.

Murmuró que Dios debe haber cruzado sus cables y le dio a Liam
toda la compasión... y a mí todo el mal.

Así que le pregunté dónde estaba la compasión de Liam cuando


se aseguró una soga alrededor de su cuello y dejó a su familia
para encontrar su cadáver colgado en un armario durante el
desayuno.

Luego sonreí cuando ella salió corriendo a llorar.

—Buena charla —digo mientras deambula por el pasillo—. Me


aseguraré de decirle a Oakley que venga a desayunar alrededor
de las nueve. Tal vez puedas hacer panqueques para todos...
como en los viejos tiempos.

Su respuesta es una sombría sacudida de su cabeza y un dedo


corazón.

Jace nunca lo admitirá, pero sé exactamente lo que está


pensando.

El gemelo equivocado murió ese día.


SAWYER
—No sé qué hacer —susurra Dylan desde nuestros asientos en
las gradas.

Después del partido de fútbol, Jace se fue a hablar con su


hermano, el idiota que no se nombrará, y le pregunté a Dylan si
todo estaba bien porque parecía estresada.

La pobre chica prácticamente se desmoronó en las costuras, lo


que es alarmante porque Dylan no es de las que pierden la
cabeza.

Así es como sé que las cosas están mal.

—¿Debo decirle a mi tío sobre el asunto?

Al retorcerme, sacudo la cabeza. —Creo que eso sólo empeorará


los problemas de Oakley. Está evitando a su padre porque no
puede enfrentarse a decirle la verdad, ¿recuerdas?

—No, está evitando a Crystal porque está embarazada y Oakley


todavía siente algo por ella. —Ella hace un gesto—. Está
recurriendo a las drogas porque no tiene el coraje de decirle a su
padre lo que pasó.

No puedo decir que culpo al tipo. No estoy segura de poder lidiar


con la culpa o tener las agallas para lanzar esa bomba sobre mi
padre tampoco.
Dado que el bebé de Crystal no es de Oakley, sólo puedo asumir
que es de su marido. Lo que significa que él o ella es el hermano
o la hermana pequeña de Oakley.

Un hermano o una hermana a los que no podría ver nunca si su


padre le repudia.

Un hermano o hermana que podría terminar con un hogar roto,


y sin un padre si su padre se divorcia de su esposa.

Hablando de una roca y un punto duro.

Sin embargo, las drogas no van a arreglar ninguno de sus


problemas. En todo caso, sólo van a crear más.

—Mira, sé que es difícil de escuchar, pero si Oakley está usando


drogas, puede que tengas que darle un poco de amor duro y
mantener tu distancia.

—No. —La determinación parpadea en sus orbes azules—. No me


di por vencida con Jace cuando se desquitó conmigo, y no me
daré por vencida con Oakley por tratar de adormecer el dolor que
mi tía causó.

Juro que Dylan tiene más perseverancia en su meñique que la


mayoría de la gente durante toda su vida.

Es una de las muchas razones por las que conectamos y por las
que la quiero tanto.

La chica no toma ninguna mierda y la devuelve mejor de lo que


recibe... pero en el fondo, nunca se dará por vencida con los que
ama.

Incluso cuando no se lo merecen.


—Lo sé, y definitivamente no digo que debas hacerlo. Pero creo
que necesitas establecer algunos límites y dejar claro que no
quieres estar cerca de él si está drogado.

Bueno, drogado con cualquier otra cosa que no sea hierba.


Porque el Señor sabe que ese chico fuma más que una chimenea.

Frotando sus palmas en sus pantalones vaqueros, ella asiente.


—Tienes razón. No quiero que piense que no me importa y lo
aleje.

—No lo harás. En todo caso, le mostrará lo mucho que te importa


y lo preocupada que estás. Una especie de mini
intervención. —Agarro mi taza de chocolate caliente—. Oak es un
gran blandengue en el fondo, y te quiere. Estoy segura que
escuchar lo asustada que estás y lo mucho que te está
lastimando hará que se detenga.

Espero que sí.

Para ser honesta, realmente no tengo experiencia con las drogas


o el trato con adictos.

Todo lo que sé es que tienden a herir a la gente que aman... una


y otra vez.

Espero por Dylan, pero más importante aún, por el bien de


Oakley, él pueda cambiar.

—Supongo que es una tontería preguntarte si alguna vez se puso


en contacto contigo por la tutoría, ¿eh?

Odio tener que aplastar la mirada esperanzada en el rostro de mi


amiga. —No, pero puedo intentar enviarle un mensaje de texto
otra vez si quieres.
Ella deja escapar un pesado suspiro. —No, está bien. Oakley es
un chico grande. Si no se gradúa de nuevo, es culpa suya.

Sus palabras podrían haber sido convincentes si no fuera por la


mirada angustiada de sus ojos.

Alargando la mano, la agarro. —Estará bien.

—¿Y si no lo está?

—Entonces seguiremos tratando de encontrar una manera de


asegurarnos de que lo esté.

Dando un apretón de manos, ella sonríe. —Gracias.

—¿Por qué?

—Por ser tú.

No tiene que agradecerme por ser una amiga.

—Jace es... —Su voz se reduce a un susurro—. Digamos que no


es tan comprensivo como tú cuando se trata de los problemas de
Oakley. Está muy enfadado con él.

Eso no me sorprende. Jace no sólo es un tipo recto como yo y


Dylan, sino que no tiene una gran tolerancia a la mierda.

Algo que Oakley trae mucho.

El hecho de que los dos fueran amigos íntimos siempre me


pareció extraño. Oakley tiene mucho más en común con cierto
imbécil que no debe ser nombrado.

El que bebe como un pez y las fiestas como el mundo se acaban


cada fin de semana.
Como si fuera una señal, veo a la reina malvada y a su caballero
de brillante armadura. O como me gusta llamarlo, su engreído
imbécil en papel de aluminio, parado en un escenario
improvisado junto con el resto de los nominados del
Homecoming.

Como si todos no supieran ya quiénes son el Rey y la Reina de la


RHA.

Poniendo los ojos en blanco, vuelvo a prestar atención a mi


amiga. —No puedo ser la única que piense que esto es ridículo.

—Lo sé. Por lo general, los de segundo año no son nominados


para la princesa del Homecoming.

No tengo ni idea de lo que está hablando. —¿Eh?

—Según Bianca, la princesa del Homecoming se supone que es


una junior, y la cual —ella hace comillas en el aire—, “la reina”
la proclama para que ocupe su lugar después de que se vaya. Los
estudiantes de segundo año suelen ser duquesas o algo así, pero
aparentemente Casey se enojó y peleó para que Bianca estuviera
en la boleta por eso.

Es sólo entonces cuando veo a Bianca parada al otro lado de


Casey. —Maldición. Tú sabes más que yo, y ya ni siquiera vienes
aquí.

Esta vez, Dylan pone los ojos en blanco. —Créeme, no quiero


serlo, pero Bianca vino el viernes pasado. —Sus labios se
fruncen—. Y luego se invitó a sí misma a pasar la noche.

Vaya. Ser una mosca en la pared durante esa fiesta de pijamas.


Al principio, Dylan trató de ser comprensiva con el odio de Bianca
hacia ella y le dio tiempo para volver en sí, pero seis meses
después está llegando al final de su mecha.

—A juzgar por la mirada asesina de tus ojos, supongo que no


salió muy bien.

Los ojos asesinos en cuestión se estrechan. —Cada vez que Jace


intentaba besarme, Bianca hacía un ruido, tiraba su vaso de
agua, dejaba caer algo o estornudaba de forma desagradable.

—En lo que respecta a Bianca, no está tan mal.

Ella sostiene un dedo. —Eso fue sólo el comienzo. —Se vuelve


hacia mí—. ¿Sabes que las películas sangrientas me asustan
mucho?

Asiento con la cabeza en comprensión. A decir verdad, me parece


histérica la forma en que se tapa los ojos y agacha la cabeza como
un niño de cinco años a la primera señal de salpicadura de
sangre.

—Bianca insistió en tener un maratón de películas de


Saw —continúa—. Pensé que estaría bien porque podría
esconderme detrás de Jace durante las partes más asquerosas,
pero no. Ella lo robó.

—¿Qué quieres decir con que lo robó?

—Quiero decir que literalmente secuestró a Jace y lo usó como


su escudo.

Una risa sale de mi boca. —Vaya.

Enfadada, ella resopla. —¿Verdad? Y no es que pueda quejarme


porque es su hermana pequeña. Aunque… —Su expresión se
llena de asco—. No importa, es súper raro y probablemente estoy
exagerando.

Maldita sea, no puede hacerme eso.

—Vamos, Dylan. No puedes dejar a una chica colgada así. Está


en el manual de mejores amigas. Si tienes un buen chisme o una
teoría de conspiración, tienes que compartirlo.

—Bien. —Se estremece—. Pero no digas que no te lo advertí.

—Debidamente anotado. Ahora derrama.

Tomando su taza de chocolate caliente, toma un largo


sorbo. —Ella entró con nosotros mientras estábamos en la cama.

—Oh, Dios. No me digas que ella quería dormir entre ustedes dos
como un niño pequeño porque estaba asustada.

Su expresión se agria. —Ojalá.

Cuando mis cejas se levantan, ella susurra —Entró mientras


Jace se me echaba encima y estábamos a punto de tener sexo.

Mi boca se abre. —Oh.

—Creímos que estaba dormida en el dormitorio de invitados.

—Eso es... ¿por qué haría eso?

Se encoge de hombros. —No tengo ni idea. Después de que nos


pusimos a cubierto, Jace le preguntó por qué no llamó a la
puerta. Ella dijo que sí, pero él estaba tan ocupado que no la
escuchó. Luego dijo que se sentía mal por la cena que hice y que
Jace necesitaba llevarla al hospital por intoxicación
alimentaria. —Ella marca el aire con su dedo—. Para que conste,
no había nada malo con mis espaguetis.
Yo le creo. —Haces unos espaguetis increíbles.

Se mastica el labio inferior. —Lo hago, maldita sea. —Su voz baja
una fracción—. La cosa es que recuerdo claramente haber
cerrado la puerta con llave cuando nos fuimos a dormir porque
estaba... bueno, ya sabes.

—Sintiéndose juguetones.

Sus labios se mueven. —Sí, abuela. O como lo llamamos los niños


locos de hoy en día, cachondos. —Empiezo a reírme, pero su cara
se vuelve seria—. Juro que la mocosa abrió la cerradura y eligió
específicamente el momento en el que iba a entrar. —Respira
hondo y cierra los ojos—. Pero eso no es lo peor de todo.

Mi estómago se hunde. ¿Qué más pudo haber hecho la chica?

Dylan traga con fuerza, pareciendo todo tipo de


incomodidad. —A la mañana siguiente, después de que hiciera
que Jace se quedara con ella media noche por su falsa
intoxicación alimenticia, nos despertamos para encontrarla
haciendo el desayuno para nosotros.

—Oh. Bueno, eso no está mal.

—En realidad, fue bastante terrible. Sin embargo, lo que me


molestó mucho fue lo que llevaba puesto mientras se pavoneaba
en mi cocina y cocinaba para mi hombre.

—¿Qué llevaba puesto?

—¿Recuerdas nuestro viaje a Victoria's Secret con Oakley?

¿Cómo podría olvidarlo? Oakley guiándonos a través de las


estanterías de sujetadores y bragas y diciéndonos lo que les
gustaba a los chicos mientras coqueteaba con todas las
trabajadoras y tratando de adivinar el tamaño del sujetador de
cada chica que pasábamos... fue memorable.

—Sí.

—Llevaba el body de seda azul que compré.

Mierda. —Vaya... eso es...

—Jodidamente raro. —Sus uñas se clavan en la espuma de


poliestireno—. Cuando le pregunté por qué demonios llevaba eso,
dijo que lo encontró colgado en la lavandería y no creía que me
importara porque vomitó sobre su pijama y Jace le dijo que
tomara prestado algo mío.

—¿Por qué Jace prestaría...

—No lo hizo —dice ella—. Dijo que le dio una de mis viejas
camisetas de concierto y un par de pantalones de
chándal. —Frunce sus cejas—. Desde esa noche, me he estado
estrujando el cerebro tratando de encontrar una explicación
lógica y no espeluznante para su comportamiento. —Ella me
mira—. Si alguien puede darle sentido a esto y convencerme de
que abandone la cornisa antes de que corte a una perra loca, eres
tú.

Sí, no tengo nada.

—Vamos, Sawyer. Necesito que me digas que estoy exagerando,


y que la hermana de mi novio no está tratando de robarmelo.

No puedo, porque los mejores amigos no se mienten entre ellos.

—Bueno —digo lentamente, buscando un rayo de luz en este


lío—. ¿Cómo reaccionó Jace a todo esto?
Lo que Bianca está haciendo es bastante inquietante, pero sería
mucho más inquietante si Jace fuera... recíproco.

Piensa en esto por un momento antes de responder. —No pareció


captar lo que ella estaba haciendo durante la película de terror.
Pero definitivamente se molestó cuando ella entró, y parecía
completamente asqueado a la mañana siguiente cuando la vio.
De hecho, después de dejarla y volver, me dijo que tenía que
quemar mi body o quemarle los ojos si quería volver a tener su
polla.

Encantador. Por el lado positivo, no tiene nada de qué


preocuparse por el lado de Jace.

—Eso es bueno. —Se me ocurre un pensamiento—. A menos


que...

—A menos que... —rechina—. No a menos que... ¿qué es a menos


que?

Dylan es una chica inteligente, me sorprende que no se le haya


ocurrido. —Estoy bastante segura de que Bianca no quiere a
Jace. Creo que lo hace para fastidiarte la cabeza y que rompas
con él.

También está tratando claramente de afirmar su dominio porque


se siente amenazada ahora que no es la única mujer en la vida
de su hermano, pero ese es otro tema completamente distinto.

Dylan mastica su uña del pulgar, reflexionando sobre mi


declaración. —No puedo creer que ella piense que hacer algo así
funcionaría.
Tengo en la punta de la lengua el señalar que está funcionando
ya que ella está tan irritada al respecto, pero yo voy con algo más
constructivo en su lugar.

—Está tratando de plantar semillas espeluznantes que acabarán


poniendo a Jace en la incómoda posición de tener que elegir entre
tú y su hermanita. Pero tienes razón, no funcionará. Ustedes son
sólidos como una roca.

—Eso no cambia el hecho de que es una cosa muy jodida para


ella.

Ahogo las ganas de recordarle que los hermanos Covington son


el epítome de lo jodido.

—No digo que esté bien, pero probablemente esté celosa de que
Jace se haya ido. Co… el idiota que no será nombrado, no es
exactamente el hermano del año, y por lo que me has dicho, su
padre es un pedazo de mierda y apenas los reconoce. Jace es la
única persona estable en su vida. Diablos, es básicamente su
figura paterna. El hecho de que se vaya, sin duda, es como perder
a un padre y a un hermano de nuevo.

—Mierda. Cuando lo pones así, me siento un poco mal por


Bianca. —Su rostro cae—. No estoy tratando de alejar a Jace de
ella. Nunca...

—Yo lo sé y Jace lo sabe. Eventualmente Bianca también lo


sabrá, y dejará de intentar sabotear tu relación. Por ahora, sólo
aguanta y esconde tu ropa interior.

Ella sonríe. —Gracias. Siento que acabo de tener la mejor sesión


de terapia del mundo.

—Te enviaré mi factura por correo.


Ambas miramos hacia arriba al mismo tiempo que un
administrador declara a Bianca la princesa del Homecoming y
trata de colocarle una pequeña corona en la cabeza.

Disparándole una mirada irritada, Bianca la despide y se pone la


corona.

Dylan mira a su alrededor. —Jace dijo que fue a hablar con Cole,
pero Cole ha estado allí por un tiempo. Ya debería haber vuelto.

—¿Quizás esté ahí abajo tomando fotos?

—Dudoso. —Mirando su teléfono, murmura una


maldición—. Col... lo siento, el que no será nombrado... y Jace
se metieron en una discusión y ha estado sentado en el
auto. —Me da un beso rápido en la mejilla—. ¿Te parece bien si
me voy?

Agito una mano. —Por supuesto. De hecho, yo también debería


irme. Elijah necesita salir del trabajo temprano, así que le dije
que entraría y cerraría por él...

Y estoy hablando conmigo misma, porque Dylan ya está bajando


las escaleras.

Me alegro por ella y todo eso, pero hay una pequeña parte de mí
que está resentida con Jace.

No sólo es su novio, sino que era su mejor amigo mucho antes


que yo.

Lo que significa que siempre será el primero.

Y hay una pequeña y molesta voz en mi cabeza que se burla de


mí diciendo que nunca sabré lo que se siente al ser la primera
prioridad de alguien.
La gente a mi alrededor se levanta y aplaude y miro el escenario
justo a tiempo para ver al rey y a su reina ser coronados.

Se ven tan perfectos juntos. Como algo salido de un cuento de


hadas.

Odio eso en el fondo, debajo de todas mis capas de grasa, falsa


confianza y autocompasión, daría casi cualquier cosa por saber
qué se siente al ser guapa y delgada como Casey y que Cole
Covington me mire como si fuera la cosa más hermosa que haya
visto.

Pero sé que nunca sucederá, porque lo único que ve, lo que la


mayoría de la gente ve cuando me mira, es una virgen gorda que
ama a Jesús.

Y chicas como esas no obtienen el cuento de hadas.


COLE
—¡Cole, espera! —Casey grita detrás de mí.

Con la corona en mano, salgo del estadio.

No tengo nada que decirle a la zorra infiel.

—Cole, por favor.

La gente está empezando a mirar, sin duda se preguntan qué


pasa con el rey y la reina más prestigiosos de la RHA.

Me empuja el impulso de informarles que su bella reina es una


puta fea y traidora.

Y su rey los desprecia a todos y cada uno de ellos por ser ovejas
y comprar toda la mierda que les sirvo en bandeja.

Todos me adoran porque piensan que soy mejor que ellos.

Pero no lo soy. Sólo soy mejor en ser falso.

Estoy casi en el estacionamiento cuando hay un fuerte tirón en


mi brazo.

Puedo sentir que el cordón se estrecha cada segundo que pasa.

—No me toques, carajo.


Las pocas personas que están a un paso de mi voz se congelan.
Casey parece positivamente petrificada.

Bien. Debería estarlo.

Teníamos un acuerdo y ella lo rompió.

Como si eso no fuera suficiente, me hizo quedar como un idiota


frente a todo mi equipo de fútbol.

Con Todd Harris de todas las personas.

—Todo está bien —declara a la manada a través de una sonrisa


forzada—. Sólo un poco de testosterona sobrante del juego. —Ella
empuja su pompón en el aire—. ¡Vamos Knights!

Algunas personas se alegran, y le doy una mirada que transmite


lo que realmente pienso.

Come mierda y muere.

Para cuando me aleja de la pequeña multitud, estoy viendo el


rojo.

—¿Qué parte de "no me toques" no entiendes?

Mira alrededor nerviosamente, asegurándose de que nadie más


está a su alcance. —Cálmate antes de hacer algo de lo que te
arrepientas.

—¿Como follar a Todd Harris?

La culpa colorea su expresión. —Mira, lo estropeé. Pero todavía


podemos arreglar esto.

Jesucristo. La lejía de su falso cabello rubio debe haberle


quemado el cerebro.
Me río, pero no hay ni una gota de humor. —¿Arreglar esto? ¿Por
qué demonios querría yo arreglar esto? Ahora eres el dolor de
cabeza de Todd, no el mío. En lo que a mí respecta, el cabrón me
hizo un favor.

Su lengua encuentra su mejilla. —¿Ya terminaste?

Ni siquiera he empezado... y nunca lo haré, porque ella no vale la


pena.

—¿Contigo? Sí. Hace tiempo que he terminado.

Nunca debí haber salido con ella para empezar. La única razón
por la que lo hice fue porque ella era la animadora principal y
tenía sentido.

Y porque sabía que lastimaría a cierta Bible thumping que me


vuelve loco.

Empiezo a alejarme, pero Casey se pone delante de mí. Es todo


lo que puedo hacer para no levantarla y echar su desleal y
huesudo trasero fuera de mi vida para siempre.

—No tengo nada más que decirte —le gruño con los dientes
apretados—. Sal de mi vista.

—No lo dices en serio. —Ella trata de tocarme la mejilla, pero yo


le doy la espalda—. Cometí un error. Al igual que tú.

No tengo ni idea de a qué se refiere, pero sé que está delirando


por creer que esta pequeña canción y baile suyos me causarán
simpatía.

—”¿Un error?” Te lo has estado follando a mi espalda durante


meses. Eso no es un error... es una elección deliberada.

Su labio inferior tiembla. —Sólo porque me engañaste con ella.


He recibido algunos golpes en la cabeza esta temporada, pero no
recuerdo haberme follado a nadie más que a la diabla delante de
mí desde que estamos juntos.

—¿Engañarte con quién?

Colocando sus palmas en mi pecho, me empuja. —No te atrevas


a quedarte ahí parado y mentirme, Cole. Sabes muy bien de cual
maldita gorda estoy hablando.

Mierda. A esta perra le falta una papa frita para una comida feliz.

—No tiene ningún maldito sentido. Nunca me he follado a nadie


má…

—¿Qué tal Sawyer? —Apoyando las manos en sus caderas, ella


dice— ¿Creíste que no descubriría la verdad, imbécil?

Oh, diablos. Esta mierda otra vez. —Te lo dije, no pasó nada entre
nosotros esa noche. Subí las escaleras borracho y me desmayé.

Dejo fuera las únicas partes borrosas que recuerdo, como decirle
a Sawyer cosas que nunca le dije a nadie más y querer besarla
tanto que podría saborearlo.

Me clava una de sus garras en el pecho. —¿Cuál es tu excusa


para las otras veces?

—¿Qué otras veces?

Si me estuviera enganchando con la Pequeña Señorita Inocente


Bible Thumper recordaría cada segundo de ello.

Bueno, excepto por la única vez que supuestamente lo hicimos,


pero estaba demasiado borracho para recordar haber tocado algo
más que su mano antes de desmayarme.
Y vomitando por toda la cama.

Si por alguna pequeña casualidad hay un ser superior, estoy


bastante seguro de que esa fue su manera de darme el empujón.

—¡Deja de hacerte el tonto, Cole! Bianca me lo ha contado todo.

Dado que mi hermana pequeña no sabe una mierda de mi vida


sexual, lo dudo.

—¿Ah, sí? ¿Cómo qué?

—Como el hecho de que te has estado enrollando con Sawyer a


escondidas. —La indignación afila su rostro—. Me dijo que tenías
un fetiche secreto por las gordas porque son buenas para chupar
pollas.

Cristo. Voy a matar a Bianca.

Respirando erráticamente ahora, dice —Es por eso que me metí


con Todd. Necesitaba mejorar, no bajar de categoría, así que...

—Cállate.

No puedo soportar otro segundo de esto.

—Nene, por favor. —Me rodea con sus brazos como un tornillo de
banco—. Lo siento. Lo siento muchísimo.

—Deberías sentirlo.

Está a punto de perder lo mejor que ha tenido.

Con los ojos llorosos, me mira. —¿De verdad vas a tirar todo lo
que tenemos y acabar con ello por un pequeño y estúpido error?
Su estúpido error sería más que suficiente para que la mayoría
de los chicos se deshicieran de ella. Sin embargo, no me importa
que se acueste con alguien más, porque no me importa. Punto.

Lo único que me importa es a quién eligió para engañarme y estar


asociada con alguien tan malditamente crédulo.

—No, no lo hago.

El alivio se refleja en su cara. —Bien, ahora que dices si


nosotros...

—Lo estoy terminando porque caíste en la trampa de Bianca.

Su mandíbula cae. —No puedes hablar en serio. No fue mi culpa,


nene. Ella...

—Te estaba tendiendo una trampa y fuiste tan estúpida como


para morder el anzuelo. —Esta vez mi risa es genuina—. Lo
siento, Casey, pero no puedo estar con alguien tan jodidamente
tonta. Necesito que el cerebro de mi chica sea más grande que
sus tetas.

Y eso es decir algo, porque me encanta navegar en una lancha


con un buen par de tetas grandes.

Prácticamente puedo ver su frágil ego rompiéndose en mil


pedazos diminutos mientras da un paso atrás. —En ese caso,
buena suerte con tu tina de manteca de cerdo.

Tengo que recordarme a mí mismo que Casey no seguiría


insultando a Sawyer si no sintiera que me molesta tanto.

Debería dejarle la última palabra y seguir adelante, pero la idiota


sigue hablando.
—Para que lo sepas, puedes despedirte de tu reputación,
Covington. Voy a decirle a todo el mundo exactamente por qué
me folle a Todd, y cuánto más grande es su polla que la tuya, y
cómo me follo mejor que tú. —Sonriendo socarronamente, me da
una palmadita en la mejilla—. Pero nadie se sorprenderá, porque
Todd lo hace todo mejor que tú, especialmente jugar fut…

Algo dentro de mí se rompe y le pongo la mano en la boca antes


de que pueda terminar la frase.

—¿Alguna vez te dije que te amaba? ¿Alguna vez tuviste una


verdadera conversación contigo? ¿Alguna vez pasé tiempo contigo
para algo más que para el sexo? —Sin esperar una respuesta,
grito— En caso de que tengas problemas para entender el
panorama aquí, cariño, la respuesta a todas esas preguntas es
no.

Riéndome, quito la mano. —Estás desperdiciando mucha


hostilidad y resentimiento en alguien que nunca se preocupó por
ti. —Paso mi pulgar por su pómulo—. Así que por qué no te haces
un favor y te detienes, porque apesta a desesperación, coño
patético.

Su odiosa risa es el equivalente a las uñas en una pizarra. —No


menos desesperado o patético que ese cerdo feo. La avergonzaste
frente a toda la escuela, le dijiste a todos que estabas arriba
conmigo esa noche en vez de con ella, y sigue obsesionada
contigo.

Casey lo tiene todo mal. Sawyer ni siquiera me ha mirado desde


que la humillé públicamente.

No puedo decir que la culpo.


Pero fue el precio que tuve que pagar para proteger su
reputación... y la mía.

Al menos ahora me ve como lo que realmente soy.

Un tipo despiadado y manipulador que sólo se preocupa por sí


mismo.

—Tú eres la que suena obsesionada, Casey. ¿Cuántas veces


tengo que decirlo? Nunca me he enrollado con ella.

Ella resopla. —¿Sabes qué? Te creo. Porque, ¿qué tipo en su sano


juicio se enrollaría con ella cuando podrían tenerme a mí? Dios,
esa ballena encallada no es más que un parásito asqueroso. Una
mancha gorda y fea que no puede alejarse de ti...

Mi mano encuentra su boca de nuevo.

—¿Sabes lo que son los celos, Casey? —Inclinando mis labios


sobre su oreja, susurro— Es la inseguridad envuelta en el
autodesprecio, porque en el fondo, sabes que no eres lo
suficientemente buena.

Nunca lo serás.

Sin embargo, si tienes suerte, puedes convertirte en otra persona.

Alguien que todos quieren ser, porque ese tipo lo tiene todo.

Y todo lo que le costó fue una eternidad en el Infierno, un hermano


gemelo muerto y un alma negra y amargada.
SAWYER
Dado que olvidé mi libro de historia en mi casillero y tuve que
recuperarlo, el estacionamiento está vacío cuando me acerco a
mi camioneta.

Bueno, aparte de Oakley que está parado afuera de su BMW.

Supongo que está esperando a Cole, pero un momento después


un auto se detiene junto a él y Loki sale.

Desacelerando mis pasos, veo como le da a Oakley una bolsa de


papel.

No hace falta ser un genio para saber lo que hay dentro.

No puedo escuchar lo que dice Loki, pero sea lo que sea tiene el
roble en el borde.

Mi estómago se llena de plomo cuando Loki se sube a su auto y


se va.

Sería fácil descartar a Oakley como un adicto que no va a


ninguna parte rápido, y alejarme de él, pero no puedo.

Tiene problemas, claro, pero hay mucho bien en él.

Bien que será arrastrado por las drogas que sin duda le quitarán
la vida algún día.
Con ese pensamiento alimentándome, cargo a través del
estacionamiento.

Si Dylan y Jace no pueden llegar a él, dudo mucho que yo lo haga,


pero que me condenen si no voy a intentarlo con mi propia
versión del amor duro.

—Oye, Short Stack7... ¿qué carajo? —grita cuando le quito la


bolsa.

—No voy a dejar que arruines tu vida.

Antes de que pueda detenerme, me acerco a un desagüe en el


aparcamiento y procedo a tirar el contenido.

El horror me llena cuando cincuenta o más pequeñas bolsas de


cera desaparecen en la alcantarilla.

—Buen Dios, hombre. ¿Intentas suicidarte?

No sé mucho sobre drogas, pero esto parece excesivo para el


usuario estándar.

—No lo estaba, pero ahora estoy casi muerto. —La ira se refleja
en su cara—. ¿Tienes alguna idea de lo que acabas de hacer?

Sí, es obvio que ya ha comenzado su descenso por la madriguera


del conejo.

—Uh... sí. Te salvó la vida.

Enfurecido, se agarra unos cuantos mechones de su cabello


rubio. —Acabas de destruir heroína y coca por un valor de cuatro
mil dólares.

7
Una chica corta, generalmente de 5'4" o más corta, con un busto impresionante, casi desaproporcional al
tamaño de su cuerpo. ( corto + apilado ) Shortstacks son generalmente curvilíneas y poseen culos
tambien, así.
Otra razón más por la que las drogas apestan. Los imbéciles
están pagando el culo para morir.

Mantengo mis brazos abiertos. —De nada. —Empieza a hablar,


pero lo que tengo que decir es más importante—. ¿Tienes idea de
lo mucho que molestas a la gente que te quiere? —Cruzando mis
brazos, lo miro fijamente—. Dylan está literalmente llorando
hasta dormirse casi todas las noches, y Jace ni siquiera puede
disfrutar del partido de fútbol de su hermano porque están
preocupados por recibir una llamada telefónica que has tenido
una sobredosis, tuviste un ataque, te atragantaste con tú vómito,
y moriste en una zanja en algún lugar.

¿Dramática? Sí. Pero a veces las tácticas para asustar son


necesarias.

La vergüenza ilumina su rostro. —Sawyer, no es...

—No me interesan tus excusas. —Agitando una mano, marcho


hacia mi camioneta—. Lo único que quiero oír de ti es una
promesa de que pararás esta mierda para siempre.

—No puedo —susurra detrás de mí.

—Sí, tú pue..

—No, no puedo. —Agarrando mi codo, me da la vuelta—. Esto no


es lo que piensas. —Exhala fuertemente—. Soy un corredor.

Oh, esto es bueno. Admitir que tienes un problema es el primer


paso.

—Lo sé. Pero no puedes seguir usando drogas para huir de tus
problemas...

Exasperado, suspira. —Quise decir que soy un corredor de Loki.


Me quedo sin palabras hasta que recuerdo a Dylan diciendo lo
nervioso que estaba la otra noche.

Le señalo con un dedo acusador. —No me engañas, señor. Dylan


dijo que estabas drogado como una cometa la última vez que
ustedes dos salieron.

Tirando de un porro detrás de su oreja, se acerca a su


auto. —Eso es porque algunos de mis clientes me hacen probar
la mierda antes de comprar. No quiero hacerlo, pero no siempre
tengo elección.

También podría estar hablando otro idioma, porque eso no tiene


ningún sentido para mí.

—¿Qué? ¿Por qué ellos...?

—Para asegurarnos de que Loki no los ahogue y que sea de buena


calidad.

¿Quién sabía que los adictos eran tan quisquillosos?

Empujo ese pensamiento a un segundo plano. Hay cosas mucho


más importantes que están pasando aquí.

—Vale, digamos que me creo tu pequeña historia de muestra.


¿Por qué demonios estarías trabajando para Loki en primer
lugar? Hay tantos otros trabajos...

—Ninguno de ellos paga lo que hace Loki.

Es justo, pero aún así no vale la pena arriesgarse.

—Mira, sé que necesitas dinero, pero ¿no puedes encontrar algo


que no venga con un lado de múltiples delitos?
—Lo intenté. —Su expresión se vuelve solemne—. No todo el
mundo es tan listo como tú, Sawyer. No tengo cerebro, ni
habilidades, ni experiencia. —Llevando el porro a sus labios,
inhala—. Ni siquiera puedo ser contratado en la maldita tienda
de comestibles. Terminaron dándole el trabajo para el que me
entrevisté a un nerd de cuatro ojos. —Me mira—. Sin ánimo de
ofender.

Dejo pasar el comentario. —Eres inteligente, Oakley. Sólo tienes


que empezar a esforzarte y aplicarte.

Sé que tiene problemas en el aula, pero también sé que si trabaja


duro, tendrá éxito.

—Nadie tiene la paciencia para mí, Sawyer. Todos los profesores


que tengo creen que soy una causa perdida porque no puedo
concentrarme o comprender mierda como la gente normal. —Se
apoya en su auto—. Trabajar para Loki no era algo que planeaba,
pero mi papá me dijo que me quitará el auto y mi mensualidad si
no regreso a casa para fin de mes. —Exhala una bocanada de
humo—. Loki me ofreció un trabajo ya que, según él, parezco un
surfista blanco de California y los ricos racistas que espera
atrapar tienen tres veces más probabilidades de comprarme que
a él. —Se encoge de hombros inocentemente—. Además, mi
padre es el fiscal del distrito. Así que, aunque me detengan, la
mayoría de los policías no me arrestarán.

—Vaya, con un plan de negocios estelar como ese, ¿qué podría


salir mal? —Apoyada en el lateral de mi camioneta, lo miro
fijamente—. A riesgo de sonar como una mocosa insensible, Loki
obviamente te está usando, lo que significa que no le importará
una mierda cuando termines haciendo un mal movimiento y te
pase algo malo. —Abre la boca para discutir, pero no he
terminado—. Sé que no quieres volver a casa por toda la situación
de Crystal, pero es un techo gratis, comida que no tienes que
pagar y un auto. Aguantar en casa de tu padre un año más es
mucho mejor que vender drogas y apostar por tu futuro.

Sus hombros se desploman. —No lo entiendes.

Tiene razón, no lo hago. —Entonces haz que lo entienda.

Tomando otro jalón de su porro, él gruñe. —¿Alguna vez has


amado a alguien tanto que te duele? ¿Y no sólo porque sabes que
no puedes tenerlo, sino porque al verlo te recuerda las cosas
jodidas que hiciste? —Su voz se reduce a un susurro—. Cada
cosa que perdiste.

—Yo... eh... —Sacudo la cabeza—. No.

—Entonces considérate afortunada, porque no le desearía esta


mierda ni a mi peor enemigo.

Desearía tanto tener las palabras adecuadas para llegar a él.

Lo único que sé es que continuar por este camino no mejorará su


vida.

—Sé que tu vida es un desastre, pero creo que debes decirle a tu


padre lo que pasó. Estará molesto y herido, y sí, probablemente
se divorciará de Crystal, pero tú eres su hijo. —Alargando la
mano, le agarro la barbilla—. Lo que hiciste estuvo mal, pero no
lo hiciste solo. Crystal era la adulta...

—Yo fui quien la manipuló.

Eso puede ser cierto, pero las mujeres adultas normales no van
por ahí follándose a adolescentes.

—¿Teníais qué, dieciséis años cuando se acostaron por primera


vez? No me importa cuánto intentaste convencerla de que se
acostara contigo, debería haberte rechazado. El hecho de que no
lo hiciera, prueba que hay algo muy malo en ella.

Cuelga la cabeza. —Sí, hay. —Aprieta la parte posterior de su


cuello—. Sawyer, si te digo esto, ¿puedes prometer que te lo
guardarás para ti?

A pesar de la agitación de mi estómago, asiento.

—Lo digo en serio. No puedes decírselo a Dylan. Ya le cuesta


mucho estar con su tía después de habernos pillado el verano
pasado, pero sé que aún la quiere. También sé que se preocupa
por mí... y si se entera de lo que realmente pasó entre nosotros,
podría destruir lo que queda de su relación y no quiero que eso
suceda.

Entiendo su enigma. La madre de Dylan murió cuando tenía ocho


años, y su padre, si es que se le puede llamar así hoy en día, la
ha ignorado desde que salió de la cárcel y se escapó con su
despreciable esposa y su nuevo bebé... dejando a Dylan en el
polvo.

La tía de Dylan era la adulta a la que acudía para todo y su


proverbial figura materna...

Hasta la noche en que entró a casa y encontró a la tía querida


follándose a su hijastro adolescente mientras su marido estaba
arriba.

Oakley le hizo prometer a Dylan que no se lo diría a su tío ni se


enfrentaría a Crystal, pero es seguro decir que Dylan nunca
volverá a mirar a su tía de la misma forma y que ha perdido una
gran cantidad de respeto por ella.
Por mucho que odie tener secretos con Dylan, es obvio que
Oakley necesita a alguien en quien confiar.

—Bien. Prometo no decírselo a Dylan. A menos que lo que estés


a punto de decirme sea algo que pueda arruinar su vida.

—Créeme, no estoy tratando de arruinar la vida de nadie.

Sólo la suya.

Se desploma contra su auto. —Hace dos años, mi padre


presionaba mucho a Crystal para que tuviera un bebé. Las cosas
se pusieron muy tensas entre ellos después de que pasara un año
y ella nunca se embarazó. —Envolviendo sus labios alrededor del
porro, se toma un largo tirón—. Fueron a unos cuantos doctores
de fertilidad más, pero nada funcionaba y nadie sabía por qué.
Me sentí tan mal por Crystal, porque sabía que ella estaba
tratando de hacer todo lo posible para quedar embarazada y darle
a mi padre el bebé que quería desesperadamente. Sin embargo,
era como si mi padre tuviera visión de túnel y no pudiera ver
cuánto la mierda del bebé la estresaba porque lo único que le
importaba era tener otro hijo. —Se hace un gesto a sí mismo—.
Mirando atrás, no puedo culparlo por querer volver a tenerlo, ya
que el niño que ya tuvo era un verdadero desastre.

Mi corazón se retuerce. —Oakley

—De todos modos, una noche se pelearon tanto que me despertó.


Bajé a la cocina donde mi padre estaba bebiendo, como siempre
hace cuando está estresado, y le oí gritar que era culpa suya que
no estuviera embarazada. Dijo que no se cuidaba bien, y que tal
vez si se lo follaba como solía hacerlo cuando empezaron a salir
y buscaba su dinero, ya tendrían un bebé.

Me estremezco. —Eso es horrible.


—¿Verdad? —arruga las cejas—. Empezó a llorar y a disculparse,
aunque no fue su culpa. No pude soportarlo, así que me puse en
su cara y le dije que, si no dejaba de tratarla como una mierda,
su nueva esposa terminaría convirtiéndose en una adicta y
dejándolo por las drogas... igual que su primera esposa. —El
dolor se refleja en sus ojos—. Mi papá ama a Crystal, pero mi
mamá... ella... cuando nos dejó lo jodió mucho.

Algo me dice que también jodió a Oakley.

—Lo siento.

Es todo lo que puedo dejar salir.

Se encoge de hombros. —Se molestó y se fue... y luego sólo


quedamos Crystal y yo. Como siempre, ella trató de fingir que
todo estaba bien, pero yo sabía que no lo estaba. —No estoy
segura de qué hacer con la mirada en su cara—. Debí haber
vuelto arriba, pero cuanto más la veía llorar y más pensaba en lo
mucho que le dolía que quisiera reemplazarme con un nuevo
bebé, más enojado me ponía.

Estoy bastante segura de que sé a dónde se dirige esto. —Y


supongo que es cuando ustedes dos tuvieron su primer... ya
sabes.

Sonriendo, asiente con la cabeza. —Justo ahí en la mesa de la


cocina. La hice correrse donde...

Levanto una mano antes de que termine esa declaración. —Whoa


alto ahí, cowboy. No necesito todos los detalles.

Algunas cosas es mejor no decirlas.

Exhala una nube de humo. —Después de que terminamos, dijo


que era un error y que no podía volver a pasar... pero pasó. Todos
los días durante los siguientes cuatro meses. —Se frota la
mandíbula—. Antes de que me diera cuenta, ya no estábamos
follando sólo para vengarnos de él, lo hacíamos porque
estábamos enamorados. —Una sonrisa triste toca su
cara—. Solíamos hablar de lo que íbamos a hacer después de que
me graduara. Nuestro plan era tomar el dinero que ella obtendría
durante el divorcio y vivir en una isla exótica donde nadie nos
juzgaría por estar juntos y sobrevivir a base de cocos.

Lucharé contra el impulso de señalar que, en teoría, sólo se


puede vivir de los cocos durante cinco o diez años como máximo.

Y que este plan suena más como una fantasía que como una
realidad.

—Pero eso es lo que pasa cuando te enamoras,


Sawyer. —Metiendo la mano en su auto, saca otro porro y lo
enciende—. Tarde o temprano... alguien siempre sale
herido. —Su expresión se vuelve dolorosa—. Y nunca es la
persona que esperas.

—Debió dolerte mucho cuando te dijo que quería quedarse con


tu padre.

—Diablos, sí que lo hizo. —Se ríe sardónicamente—. Pero


mientras supiera que era lo que realmente quería, y que era feliz,
podría lidiar con ello. —Otra oleada de humo sale de su
boca—. Lo que no podía soportar era descubrir que todo entre
nosotros era una mentira, y que ella sólo me estaba usando.

—¿Usándote para qué?

—Para quedar embarazada.

No se puede ocultar mi sorpresa. —¿Qué? ¿Cómo...?


—Encontré un test de embarazo positivo en la basura.

—Mierda.

Otro asentimiento. —Cuando me enfrenté a ella por eso, me dijo


que era mío ya que ella y Wayne no habían tenido sexo desde su
gran pelea. Estaba asustada, pero le dije que haría lo que fuera
necesario para cuidarlos. Dejaría la escuela, le diría a Wayne la
verdad sobre nosotros, me uniría al ejército si tenía
que...cualquier cosa.

Tiene aún más sentido por qué Oakley está tan mal por esto. Él
estaba con Crystal y el bebé.

—Querías dar un paso adelante y hacer lo correcto.

—Sí, pero nunca tuve la oportunidad.

Le insto a que siga hablando.

El dolor parpadea en sus ojos. —Terminó teniendo un aborto


espontáneo unos días después.

—Oh. —Es todo lo que puedo hacer para no envolverlo con mis
brazos—. Lo siento mucho, Oakley.

—Sí, realmente apestaba, pero al final, fue para mejor. Al menos


eso es lo que sigo diciéndome a mí mismo. —Parpadeando
rápidamente, desvía su mirada—. Unos días antes del aborto, la
escuché tratando de convencer a mi padre de que me enviara a
la escuela militar.

Grabar. Omitir. —¿Qué?

Esta vez una sola lágrima se abre paso por su mejilla. —Las
paredes de arriba son de papel y el pestillo de la puerta de su
dormitorio está roto, así que no sólo oí... vi. Ella lo estaba
montando, realmente dándolo todo, sin duda para poder
convencerlo de que el niño que llevaba era suyo, y persuadiéndolo
de que me enviara a la escuela militar. Afirmaba que tenerme
cerca la estresaba y que por eso no podía quedarse embarazada.
Dijo que sus vidas serían perfectas una vez que me fuera porque
yo era un desastre. —Su risa es cínica—. Es algo gracioso, ya
sabes. Ella tenía sexo con mi papá, pero era a mí a quien
realmente se estaba follando.

El oleaje de la ira que se eleva dentro de mí es suficiente para


hacerme temblar.

No puedo creer que la tía de Dylan, la mujer que solía pensar que
era tan perfecta y que se había juntado... no sea más que una
serpiente traicionera.

—Pero mi padre... —continúa, su voz se quiebra—. Le dijo que no


podía hacerlo porque yo era su hijo... y que no importaba lo mal
que estuvieran las cosas, nunca me abandonaría como lo hizo mi
madre.

Esta vez, lo envuelvo con mis brazos, abrazándolo tan fuerte


como puedo.

—Dios, lo siento mucho.

—No lo estés. Es el karma por tirarme a su mujer a sus espaldas


y tomar el lado de una ama de casa buscadora de oro en lugar
del suyo. —Se agarra a la parte de atrás de mi camisa como si
estuviera a punto de caerse de un acantilado y yo soy la única
cosa robusta que puede encontrar para agarrarse—. Lo perdí
todo, Sawyer. Crystal, el bebé y mi padre. Todo porque le di mi
corazón a una perra que me usó, y luego me tiró como basura
después de obtener lo que quería. —Enterrando su cabeza en mi
cuello, grazna— Pero todavía la amo. ¿Por qué carajo sigo
amándola?

Le digo la verdad.

—Porque ella te manipuló, y a veces la gente de mierda lo hace


tan bien que se siente como si fuera real. —Poniendo ambas
manos en sus mejillas, le obligo a mirarme—. Cometiste un error
impulsivo, todos los cometemos, pero no merecías lo que Crystal
hizo, y definitivamente no merecías perder ese bebé. Pero no
puedes dejar que lo que pasó arruine el resto de tu vida. Tu padre
te quiere y si le dices...

—No. —Levantándose la camisa, se limpia la cara—. No puedo.


Si le digo la verdad, sólo arruinará aún más todo para él y el
bebé. —Me mira—. Sé que no estás de acuerdo, pero prefiero vivir
en la calle que vivir en la misma casa que ella mientras está
embarazada de su bebé. —Lanza lo poco que queda de su porro
al suelo—. No quiero trabajar para Loki, pero necesito algo de
dinero para poder mantenerme. Hasta ahora tengo dos grandes
ahorrados... —Me mira fijamente—. O debería decir, tenía dos
grandes ahorrados para un auto, pero tendré que dárselo a Loki
y encontrar la forma de conseguir otros dos grandes, gracias a
que me robaste.

Por mucho que odie admitirlo, me siento un poco mal por hacerlo
ahora.

Estoy a punto de disculparme, pero entonces se me ocurre.

—¿Por qué no le pides a Jace el dinero y dejas de trabajar para


Loki por completo? —Él comienza a declinar, pero yo levanto un
dedo—. Jace es tu mejor amigo. Ambos sabemos que te prestaría
con gusto lo que necesites si eso significara que dejaras de vender
drogas. Además, no es como si no lo tuviera, los Covington están
cargados...

—Los Covington lo están, pero Jace no. El tío no ha tomado ni


un céntimo de su padre desde que tenía diecisiete años. Se deja
el culo trabajando por cada centavo que tiene. De ninguna
manera le pido dinero para arreglar mi desastre cuando él y
Dylan están jugando a la casita y tienen sus propias cuentas que
pagar.

—¿Qué pasa con el otro?

El tonto hermano Covington que no será nombrado.

—¿Cole? —Hace una cara—. No sólo querrá saber por qué


necesito el dinero, el tipo cobra más intereses que una tarjeta de
crédito y un banco juntos. Todavía estoy pagando los cien dólares
que me prestó para la hierba en el undécimo grado. Además, ya
me ha hecho un favor convenciendo a su padre de que me deje
quedarme en su casa de huéspedes por un precio muy bajo. No
soy el tipo de idiota que se aprovecha de sus amigos, ¿me
entiendes?

—Sí, te entiendo. —El Señor sabe que no le pido dinero a nadie,


incluso cuando estoy a punto de levantar los cojines del sofá y
buscar monedas para poner gasolina en mi tanque—. Pero sigo
pensando que deberías decirle a Dylan y Jace que trabajas para
Loki para que no…

Él niega con la cabeza. —No puedo hacerlo.

Tratar de llegar a él es como tratar de comprometerse con un niño


pequeño. —¿Por qué? Por el amor de Dios, creen que te estás
drogando. Jace está listo para terminar tu amistad para siempre
y Dylan está —coloco mi pulgar y mi dedo índice a media pulgada
de distancia del otro— así de cerca de tener un colapso mental
preocupándose por ti.

—Me siento mal por haberlos lastimado, pero prefiero que


piensen que estoy pasando por una mala racha a que descubran
la verdad y se ofrezcan a sacarme del apuro.

Es todo lo que puedo hacer para no saltar arriba y abajo. —Eso


no tiene ningún sentido.

Aplaude delante de mi cara. —Sigue las pelotas que rebotan,


joven padawan. Si les digo que estoy trabajando para Loki, me
van a hacer tragar su dinero a la fuerza. Pero no lo aceptaré
porque este no es su lío... es el mío. Un hombre de verdad
descubre cómo manejar su negocio sin involucrar a la gente que
le importa.

Los tiempos desesperados requieren medidas


desesperadas. —Bien. No tienes que decírselo. —Presiono el
botón de desbloqueo en mi llavero—. Lo haré.

Estoy a punto de abrir la puerta de mi camioneta cuando me


agarra la muñeca y me tira. —Lo prometiste.

—Prometí no decirle a nadie lo que realmente pasó entre Crystal


y tú. No hice tales promesas sobre Loki.

—Vamos, Sawyer. No me hagas rogar. —Odio la angustia que se


está gestando en sus ojos—. Ya te lo dije, Loki es temporal.

—¿Cómo de temporal?

—No lo sé. Unos pocos años, más o menos.

—¿Años? —Grito—. ¿Estás loco?


—Hombre, deberías ver tu cara ahora mismo. —Sus labios se
mueven—. Estaba bromeando, Short Stack. Unos pocos meses
como mucho.

—¿De cuántos meses?

Juro que si me dice doce, le voy a dar una patada en las pelotas.

—No estoy seguro. Probablemente hasta que pueda comprarme


un auto nuevo y tenga unos cuantos miles de dólares ahorrados
para poner mis cosas en orden.

A pesar de odiar todo esto, me encuentro cediendo. —Tres meses


como mucho, amigo. —Le pincho el pecho—. Pero eso es todo.

Respira un suspiro de alivio. —Trato hecho.

Se me ocurre otro pensamiento. —No tan rápido. Hay algo más


que quiero.

Algo que podría hacer que todo esto valga la pena si él está de
acuerdo.

Sin mencionar, que alivia algo de la ansiedad de Dylan por no


graduarse...otra vez.

—¿Qué?

—Tutoría. Dos veces a la semana. Sesiones de tres horas.

Significa que lo más probable es que pierda el poco sueño que


tengo, pero vale la pena.

Parece que quiere objetar, pero no voy a ceder. —Ese es el trato,


Zelenka. Tómalo o le diré a Dylan la verdad y dejaré que ella se
encargue de ti.
—Joder. —Estrecha los ojos, se acerca incómodamente a mi
rostro—. ¿Siempre eres tan terca?

—Sí —empiezo a decir al mismo tiempo una voz profunda que


suena muy parecida a la de Cole.

—Sólo en los días que terminan en “s”.

Como si fuera una señal, el propio Satanás se acerca al auto de


Oakley.

Normalmente, su sola presencia basta para hacer que mi pulso


se acelere con desprecio. Sin embargo, es la mirada asesina que
le da a Oakley lo que hace que mi corazón se acelere.

—No quise arruinar su pequeño momento juntos. —Él nos mira


con la barbilla en alto—. Por favor... continúa.

Si no lo supiera, diría que hay una pizca de celos en su tono, pero


eso sería absurdo.

No hemos dicho una palabra desde el incidente.

El que rompió mi corazón en mil pedazos diminutos.

Por instinto, me froto el nudo que se forma en el pecho.

Lo que queda de mi corazón tiene un ataque de histeria y


amenaza con dejar de latir por completo si estoy alrededor del
imbécil por más de un minuto.

Lo que significa que me quedan unos veinte segundos para


subirme a mi auto e irme.

—No arruinaste nada —le dice Oakley—. Sawyer estaba sólo...


—Oakley —siseo—. Lo que hago no es asunto suyo y si quiere
que nuestra pequeña situación funcione, lo recordará.

Oak empieza a hablar, pero mi némesis lo corta. —¿Qué


situación?

Su voz tiene un tono peligroso.

El nervio de él.

—Bendito seas —murmuro antes de hacer un gesto entre Oakley


y yo—. No debes haber recibido el memorándum de que lo que
pase entre nosotros no es de tu incumbencia, Covington.

El imbécil tiene la audacia de sonreír. —Ese pequeño sonido


sureño que se asoma cuando estás enojada es adorable.

Querido Dios del cielo, lo odio.

No puede coquetear conmigo o usar palabras como " adorable "


cuando me arrancó el corazón del pecho y se lo comió como una
bestia salvaje.

Oakley se frota la barbilla, contemplando. —Ahora que lo


mencionas, siempre pensé que ella hablaba de forma graciosa.

Genial. Ahora tiene a Oakley uniéndose al lado oscuro.

Es oficialmente hora de irse.

Alcanzando mi manija de la puerta, murmuro —Te enviaré un


mensaje de texto más tarde.

—No tienes mi número, dulzura.

Eso es todo.
—Eso es porque no estaba hablando contigo. —Cada gramo de
furia y dolor que he estado reprimiendo durante meses retumba
dentro de mí como un volcán mientras me doy la vuelta—. Y para
que quede claro, no te quedes ahí parado y actúes como si todo
estuviera bien entre nosotros, porque no lo está. No quiero volver
a hablar contigo nunca más. En lo que a mí respecta, ya no
existes.

Es la cosa más mezquina que le he dicho a alguien, pero por


mucho que lo intente, no puedo reunir la voluntad de pedirle
perdón a Dios.

Cole me hizo daño... más que nadie.

Y dado que he sido acosada la mayor parte de mi vida y a mi


madre le gusta mucho más mi hermana mayor que yo... eso es
decir algo.

La mirada de Oakley hace ping-pong entre nosotros. Es como si


no supiera si debe interferir o ir a buscar palomitas de maíz.

Conociéndolo, probablemente se incline por lo último.

Ignorándome, Cole se centra en su amigo. —¿Estás listo?

Oakley camina hacia el lado del conductor de su auto. —Diablos,


sí. Sólo necesito hacer unas cuantas paradas técnicas antes de
ir a donde Christian.

La mirada de Cole me hiere. —Al diablo con Christian. Estoy de


humor para un nuevo coño. Todas las zorras de esta ciudad son
aburridas. —Sus orbes verdes recorren mi cuerpo de pies a
cabeza—. Bueno, todas menos una. —Mi aliento se recupera
cuando su mirada se oscurece—. Pero la única vez que nos
enrollamos, me apagó tanto que vomité.
La bilis me sube por la garganta mientras mi mente se remonta
a esa noche.

¿Es eso lo que pasó? ¿Mi cuerpo era tan asqueroso que lo
enfermé?

—Te odio

Apenas consigo ahogar las palabras mientras abro la puerta


trasera y tiro mi bolsa dentro.

Un momento después Oakley arranca su auto y sale del


aparcamiento.

Debí haberme ido en cuanto apareció.

He estado haciendo un gran trabajo para evitarlo durante meses,


pero un estúpido desliz y estoy de vuelta donde empecé.

Los pequeños vellos de mis brazos me pican cuando cierro la


puerta y siento que alguien se arrastra detrás de mí.

Rezo en silencio para que no sea él, pero el buen Dios de arriba
debe haberse tomado la noche libre porque el aroma cítrico de
Cole invade mis fosas nasales.

Me obligo a respirar profundamente, negándome a darme la


vuelta.

Cole no se merece mis lágrimas.

No se merece nada de mí.

—Lárgate.

—Pensé que ya no existía para ti —susurra burlonamente, su


aliento me hace cosquillas en el oído.
—Vete a la mierda.

—Apuesto a que te gustaría eso, ¿eh? Viendo cómo me sacudo


por ti.

—Lo que realmente me gustaría —aprieto con los dientes—. Es


que me dejes en paz.

Me pasa un dedo largo por la nuca y me da un


escalofrío. —Ambos sabemos que eso no es cierto, Bible
Thumper.

—Lo que sea que estés haciendo, termina ahora, Covington.

Se inclina más cerca, presionándome contra la


camioneta. —¿Estás segura de eso? —Su mano encuentra mi
cadera—. Porque parece que recién está empezando.

—Vaya. ¿Esa mierda funciona realmente con las chicas?

—No lo sé. —Su mano se mueve muy ligeramente—. Pero si


deslizo mi mano bajo tu falda, ambos lo descubriremos.

Me maldigo silenciosamente por no cambiarme el uniforme


escolar.

—No. —Pongo mi mano sobre la suya—. Tuviste tu oportunidad


y la arruinaste, ¿recuerdas?

—En realidad, no. —La punta de su nariz roza la curva de mi


cuello e inhala profundamente—. ¿Por qué no me lo recuerdas?

—Prefiero tragarme los cristales rotos. —Mi pulso se desploma


cuando siento que empieza a ponerse denso—. Deja de tocarme.

Odio lo débil e inestable que suena mi voz.


Antes de que pueda parpadear, me da la vuelta. —¿Qué pasa si
no lo hago?

Derrotada, dejo escapar un pesado suspiro. —¿Qué quieres de


mí, Cole?

No contesta, en cambio juega con la cruz de oro de mi collar. El


que me dio mi Nanna antes de morir.

—Qué lástima.

—¿Qué?

Una ráfaga de aire se me escapa cuando me pasa la yema de su


pulgar por el escote.

—Que un muerto ficticio que insistes en adorar tenga el privilegio


de ser enterrado en estas tetas todo el tiempo.

Le quité la mano con un golpe. —¿Qué te pasa?

Sus ojos se endurecen. —Tú, Sawyer Church. Tú eres todo lo que


está mal en mí.

Lucho contra las ganas de reír. —De alguna manera lo


dudo. —Miro alrededor del estacionamiento vacío—. Estoy
bastante segura de que a tu novia no le gustaría que hablaras de
las tetas de otra chica, así que probablemente deberías irte.

—No puedo. —Se muerde el labio inferior y espero por Dios que
no lo vuelva a hacer porque se ve tan sexy que debería ser un
crimen—. No tengo mi auto y le dije a Oakley que se perdiera
durante los próximos veinte minutos.

—Vaya, veinte minutos, ¿eh? ¿Es todo lo que se necesita? —Sin


prestar atención a la forma en que su mandíbula se tensa, le doy
una palmadita en el hombro—. Por muy emocionante que suene,
llego tarde al trabajo.

Llego tan tarde que el Sr. Gonzales va a perder la cabeza en


cuanto entre.

Intento irme, pero mi archienemigo coloca sus brazos a cada lado


de mi cabeza, acorralándome. —¿Sabes cuál es la diferencia entre
nosotros?

—Caramba, ¿por dónde empiezo? —Empiezo a marcar las cosas


con los dedos—. Eres egoísta, malvado...

El shock fluye a través de mi sistema cuando se inclina, su boca


es como el filo de una navaja de afeitar de la mía.

—No me importa una mierda. —Sus ojos brillan con malicia—


. Y tú necesitas desesperadamente que lo hagan.

Mis mejillas arden de indignación. —Gracias por la oferta, pero


paso.

Su lengua se dispara para lamer la costura de mi labio inferior


antes de que se relaje. —No me estaba ofreciendo. —La burla
amenazadora que me dispara es tan despiadada como
él—. Además, ambos sabemos que, si quisiera follarte, lo habría
hecho esa noche.

Sus palabras equivalen a ser sumergido en un cubo de lava.

—Vete al infierno.

No me molesto en ocultar el desaliento en mi voz. Tal vez una vez


que tenga la validación de que se las arregló para hacerme daño
de nuevo... se irá para siempre.
La miseria graba su expresión por un fugaz segundo antes de
pintar en una sonrisa arrogante. —Confía en mí, Bible Thumper.
Si la mierda en la que crees resulta ser cierta, me he ganado un
billete de primera clase para ir allí.

Una vez más, estoy dividida entre querer rescatarlo de sus


demonios... y desear que la tierra debajo de nosotros se abra y se
lo trague entero.

—Maldita sea. —Cerrando los ojos, respiro con dificultad—. Sólo


quiero que me dejes en paz.

Deja de torturarme.

Deja de invadir mis pensamientos.

Deja de mirarme como si fuera tu juguetito que puedes usar y


abusar cuando te dé la gana.

Deja de hacerme sentir cosas por ti que no debería.

—Duele cuando no puedes tener algo que quieres, ¿verdad?

No esperando una respuesta, me agarra la


mandíbula. —Recuerda cuánto me odias ahora mismo. —El
agarre de mi barbilla se aprieta y él inclina su cabeza—. Porque
en el momento en que creas que soy capaz de cambiar, o que hay
algo bueno en mí, te demostraré que te equivocas y te haré daño
otra vez... peor que antes.

Esta vez dejé caer las lágrimas.

No porque tenga miedo de sus amenazas.

Porque me está dando vislumbres de lo oscura y torturada que


es su alma.
Y por mucho que rece por él... nunca podré ayudarlo o salvarlo.

Está más allá de eso.

—Colton —susurro mientras el cielo nocturno se abre y la lluvia


fría comienza a gotear.

Su nombre es la pequeña verdad que me dio esa noche.

Una parte de él que nadie más tiene.

Algo pasa en su mirada. —Habrías sido perfecta para él.

No tengo ni idea de quién está hablando.

—¿Perfecta para quién?

Ignorando mi pregunta, inclina su frente contra la


mía. —Pregúntame otra vez qué es lo que quiero.

Me trago el bulto que se forma en mi garganta. —¿Qué quieres,


Colton?

La pura agonía que recorre su rostro envuelve mi corazón y me


aprieta.

—Algo que nunca podré tener... porque lo destruiré.


SAWYER
Llego diez minutos tarde a Cluck You, y el Sr. Gonzales no está
contento.

Estoy en la parte de atrás atándome el delantal cuando se acerca


a mí.

—Llegas tarde —dice en un inglés roto.

Sus cejas oscuras y peludas están fruncidas, y sus labios están


tan apretados que se están volviendo blancos en los bordes.

Oh, vaya.

Considerando que llevo trabajando aquí casi dos años y nunca


he llegado tarde antes, sin mencionar que estoy cubriendo a un
compañero de trabajo, uno pensaría que me daría un poco de
margen.

Sin embargo, ahora no es el momento de sacar el tema, así que


hago lo más maduro y ofrezco una disculpa seguida de una
explicación. —Lo sé. Lo siento. Estaba en el juego de
Homecoming y cuando terminó, me di cuenta de que olvidé mi
libro de texto...

Me corta con un largo suspiro.

Oh, vaya. Aquí vamos.


—Desde que era un niño pequeño. Soñé con abrir un restaurante.
Pasé todo mi tiempo perfeccionando el pollo perfecto. —Levanta
las manos histriónicamente—. Trabajé sobre la estufa día tras
día. Sufrí quemaduras de tercer grado. Algunos días mi piel se
despegaba de mis dedos y lloraba mientras cocinaba. Solo para
tener la oportunidad de hacer algo de mí mismo y mantener a mi
familia. Y ahora llegas a mi restaurante diez minutos y
veinticuatro segundos tarde —él pisotea—. ¿Estás tratando de
destruirme? ¿Mi familia? ¿Mi pollo?

Dios mío.

En resumen, mi jefe se dejó el culo perfeccionando su receta de


pollo, incluso sufriendo quemaduras de tercer grado en el
proceso. Vino a América con el objetivo de abrir un restaurante
para mantener a su familia. Sin embargo, según él, mi tardanza
está poniendo en peligro su negocio, su familia, y lo más
importante, su pollo.

Aunque respeto su trabajo duro y su determinación, el hombre


tiene un don para lo dramático.

Sacudo mi cabeza, esperando poner sus miedos a


descansar. —No...

Antes de que pueda terminar mi segunda disculpa, Stone se


acerca a nosotros. —Relájate. Sawyer nunca llega tarde.

Se rumorea que Stone fue contratado como lavaplatos porque el


Sr. Gonzales era muy amigo de su padre y quiere que no se meta
en problemas.

Lleva poco tiempo aquí, ya que tiene dieciséis años, pero se


esfuerza mucho, y no tengo ninguna queja sobre el tipo.
Bueno, excepto uno.

Es el hermano menor de Tommy DaSilva.

Incómodo.

Tengo que recordarme constantemente que Tommy y Stone no


son la misma persona y juzgarlo por las terribles cosas que su
hermano hizo a la familia Covington estaría mal.

Visiblemente irritado, el Sr. Gonzales me saluda con la


mano. —Ponte a trabajar. —Mira a Stone—. Los dos.

Le disparo a Stone una sonrisa apreciativa antes de volver al


trabajo.

Estaba más ocupada que de costumbre esta noche, y para


cuando tengo un segundo para respirar son más de las diez y mi
turno ha terminado.

Ni siquiera intento reprimir mis bostezos.

—Cansada, ¿eh? —Luis, el segundo camarero de turno de esta


noche comenta mientras traemos el último de los platos a la parte
de atrás.

Luis no sólo es un amor, está en la universidad estudiando para


ser ingeniero, así que entiende mi dolor cuando se trata de
equilibrar la escuela y el trabajo.
Tampoco viene del dinero y trabaja duro por todo lo que tiene.

—Exhausta —admito—. Tengo que entregar mi ensayo de


admisión para Duke's Hearts en dos semanas, y aún no lo he
empezado.

Suelta un largo silbido. —No deberías posponerlo hasta el último


minuto, ma.

Tiene razón.

Puede que no sea gran cosa para la mayoría de los estudiantes,


pero cuando eres pobre y necesitas un viaje completo más que el
siguiente latido de tu corazón, es una gran cosa.

Sin mencionar que entregarlo antes de la fecha límite te da una


ventaja y hace que parezca que te lo tomaste en serio.

Me acerco al fregadero cuando veo que Stone tiene los platos


hasta los ojos y le echo una mano.

—Iba a comenzarlo mañana, pero prometí... —Me atrapo a mí


misma antes de que el nombre de Dylan se escurra.

Stone sabe que es mi mejor amiga, pero hace que las cosas se
vuelvan raras entre nosotros cada vez que la saco a relucir.

No sólo está saliendo con Jace Covington, sino que Tommy estaba
obsesionado con ella el año pasado. El imbécil incluso llegó a
tratar de forzarla a tener sexo con él en un puerto deportivo
desierto.

Por suerte, Dylan es más fuerte de lo que parece, y le dio una


patada en las pelotas antes de que pasara algo malo.

—Acepté ser tutor del primo de mi amiga —me conformo con eso.
Luis deja lo que está haciendo. —Espero que te esté pagando.

—No lo está, pero...

Luis se encoge de hombros. —Hay una razón por la que te dicen


que te pongas el chaleco salvavidas antes de ayudar a los demás.
Tienes que centrarte en ti misma, ma. Ya estás quemada. Deja de
añadir más al montón.

Tiene razón. La mayoría de las noches tengo un promedio de tres


horas de sueño... si tengo suerte.

Pero no le voy a dar la espalda a Oakley y me niego a dejar el


estudio de la Biblia y el coro. También necesito un trabajo, por lo
que dejar Cluck You está fuera de discusión.

También lo es renunciar a mi propio tiempo de estudio.

No tengo más remedio que encontrar una forma de hacer que


funcione.

Stone, que ha estado terriblemente callado habla. —Deberías


empezar a tomar café.

Intento no reírme. —Demasiado tarde. Ya tengo una taza antes


de la escuela y una taza después de la escuela.

Al principio ayudó, pero un año después... no tanto.

Piensa en esto por un segundo. —Maldición. En ese caso, sube a


bebidas energéticas.

—O Adderall —Luis interviene.

Confundida, me giro para mirarlo. —¿Adderall? ¿No es para


personas con TDAH?
La concentración no es mi problema. La falta de tiempo lo es.

—Sí, pero te da una energía loca y te ayuda a concentrarte.


Mucha gente en mi campus lo toma para ayudarles a estudiar.

Eso es... desconcertante. —¿Cómo? ¿No necesitan una receta de


un médico?

—No lo están recibiendo de su médico —me informa Stone.

Luis y Stone intercambian una mirada antes de que Luis agregue


—Lo consiguen de su farmacéutico callejero.

Es todo lo que puedo hacer para no poner los ojos en


blanco. —Traficantes de drogas.

Luis se encoge de hombros tímidamente. —Más o menos.

Stone busca una toalla. —No vale la pena. Esa mierda es


básicamente Speed8 legal.

—Sí, pero funciona —dice Luis antes de mirarme—. Siempre y


cuando no lo tomes todo el tiempo.

Detente ahí. —¿Lo tomas?

Admito que estoy sorprendida. Luis es la última persona de la


que sospecharía que usa drogas.

—Nah. No regular. —Sonriendo, se levanta la camisa—. Ya estoy


flaco y esa mierda hace que pierdas peso como un loco. La
primera semana que lo probé bajé cinco libras, así que le vendí
el resto de las píldoras a mi primo. —Se ríe—. Pero estudié como
un hijo de puta y pasé todas mis pruebas con éxito, así que eso
es todo.

8
Tipo de droga llamado Anfetamina.
—Oh. —Me faltan las palabras mientras voy hacia el reloj y me
pongo en marcha—. Tengo que llegar a casa y estudiar para mi
examen de historia. Nos vemos mañana.
SAWYER
¿Buscando tu mierda?

Aquí hay una pista, es donde la gente como tú pertenece.

Xoxo

El Escuadrón.

El irritado gemido que me arranca de la garganta asusta a los


pocos estudiantes que estudian en la biblioteca de la escuela.

Durante la última hora he estado buscando mi bolso y mochila


que Casey y su escuadrón de perras robaron de mi casillero.

He buscado en las aulas, en la cafetería, incluso en los


contenedores de atrás... y nada.

Por qué Casey decidió atacarme hoy es algo que nadie sabe.
Pensarías que tiene cosas más importantes de las que
preocuparse considerando los rumores que circulan sobre ella y
la ruptura de Cole.

He tratado de ocuparme de mis asuntos y no prestarle atención,


pero los chismes son muy viciosos.

Supuestamente, la reina perra ha estado engañando a su novio


durante meses con el mariscal de campo de Royal Hearts High
debido a los... bueno, defectos e incapacidad de Cole para
complacerla sexualmente.

Mentiría si dijera que no fue agradable ver a Cole en la silla


caliente por una vez.

Aunque una gran parte de mí se siente realmente mal por él.


Apesta cuando la gente se burla de ti y difunde falsos e hirientes
rumores.

No es que tenga alguna prueba de la validez de las alegaciones de


Casey.

Nunca llegó tan lejos entre nosotros.

Pero como siempre, estoy atrapada en el vórtice de Cole


Covington y mi corazón siente cosas por él que no debería.

Cosas como la compasión y la empatía... a pesar de saber que es


un idiota de la realeza.

Concéntrate, Sawyer.

Como si fuera una señal, mi teléfono, que afortunadamente


estaba en mi bolsillo durante el pequeño robo de la taquilla de
Casey, vibra.

Dylan: Aquí está el número de Bianca. Jace dijo que está en


el entrenamiento de las animadoras ahora mismo, pero si se
niega a decirte dónde están tus cosas, házselo saber y se las
sacará.

El alivio fluye a través de mí mientras mi teléfono vibra de nuevo.

Dylan: Y si no puede, con la ayuda de Dios, se lo sacaré a


bofetadas.
Le sonrío a mi teléfono.

Sawyer: Eres la mejor, pero estoy segura de que no llegará a


eso.

Bianca es una perra, pero no es cruel.

Al menos eso es lo que me digo a mí misma cuando escribo mi


próximo texto.

Sawyer: Hola Bianca, soy Sawyer. Te agradecería mucho que


me dijeras dónde están mis cosas. Tengo trabajo en una hora
y si llego tarde otra vez, mi jefe me despedirá.

Bianca: ¿Sawyer qué?

¿En serio?

Sawyer: Sawyer Church

Bianca: Es un nombre terrible. Deberías considerar


cambiarlo.

Tiene que estar bromeando.

Sawyer: Claro que sí. Me pondré en ello. Tan pronto como me


digas dónde están mis cosas.

Bianca: Quiero decir que podría...

Otro gemido se aloja en mi garganta cuando recibo su texto de


seguimiento.

Bianca: Pero te va a costar.

Por supuesto que sí. El cielo prohíbe que la chica haga algo por
ser amable.
Sawyer: No tengo mucho dinero.

Bianca: Tengo que irme. Casey se está quejando de mí por


estar al teléfono durante el entrenamiento.

Esto es una mierda.

Sawyer: Espera. ¿Cuánto quieres?

Bianca: No quiero tu dinero. Christian dará una fiesta de


Halloween este fin de semana y necesito que vengas conmigo.

Lo que está pidiendo no tiene ningún sentido. Es una animadora


y miembro del equipo de Casey. Aparecer conmigo sería un
suicidio social.

Sawyer: ¿Por qué? La última vez que lo comprobé dijiste que


no éramos amigas, ¿recuerdas?

Bianca: No lo somos. Pero Jace se enteró de que yo iba a la


fiesta de Christian hace unos meses y le dio la vuelta a su
mierda, así que ahora Cole ya no me deja ir a ellas. ¿Tienes
idea de lo mucho que apesta ser excluida?

Sí, sí, lo sé.

Bianca: Y ahora todo el mundo se sigue refiriendo a mí como


Jailbait Covington y ningún tipo me tocará. Está jodiendo
seriamente mi reputación.

Vaya, qué pena.

Sawyer: Por más trágico que suene, necesito saber dónde


están mis cosas.

Bianca: No hasta que aceptes ayudarme.


Juro que esta chica es tan terca y manipuladora como se puede.

Sawyer: Bien, pero ¿qué te hace pensar que ir conmigo hará


que Jace o Cole cambien de opinión sobre tu participación
en la fiesta?

Bianca: Estás bromeando, ¿verdad? Eres el equivalente a un


santo y Jace confía en ti. Ir contigo es la única oportunidad
que tengo de ir.

Antes de que pueda protestar, llega otro texto.

Bianca: Recógeme el sábado a las 9 e intenta no parecer tan...


tú. Hablamos luego.

Es todo lo que puedo hacer para no poner los ojos en blanco,pero


tengo cosas más importantes en las que concentrarme.

Sawyer: ¿Qué hay de mis cosas?

Le toma cinco minutos enteros para responder.

Bianca: En el vestuario de los chicos.

Raro que Casey eligiera ese lugar, pero como sea.

Mi estómago se hunde cuando mi teléfono suena de nuevo.

Bianca: En el baño.

Sorprendente.
El abrumador olor a sudor y almizcle con un toque de cebolla
invade mis fosas nasales en el momento en que entro en el
vestuario.

Aguantando la respiración, me dirijo a los cubículos.

Mi estómago se cae cuando abro el último y encuentro mi bolso


en el baño. Como dijo Bianca.

—Perfecto —murmuro en voz alta.

Por el lado bueno, mi mochila era demasiado grande para unirse


a la fiesta, así que mis notas y libros están intactos.

Por un breve momento debato dejar mi bolso donde está, pero


luego recuerdo que las llaves de mi auto están en él.

Con un suspiro de asco, bajo lentamente mi mano en el cuenco.

Me congelo cuando escucho pasos pesados seguidos por el sonido


de voces profundas.
COLE
—Casey se veía muy sexy durante la práctica de hoy —se burla
Cortland mientras nos dirigimos al vestuario—. Ahora que le ha
dejado el culo a Cole, me pregunto si me dejará darle.

Entre que el entrenador Stalter me regañe por haber sido


despedido varias veces durante los entrenamientos, los rumores
de mierda de Casey empezaron, y Cortland aprovechando la
oportunidad de ser un idiota aún más grande de lo habitual hoy,
estoy en mi último hilo.

—Vamos, hermano —dice Dwight—. ¿Está tu polla tan


desesperada que te follarías a esa zorra traidora?

Cortland lo mira como si le hubiera brotado otra


cabeza. —Diablos, sí. No es que la perra me haya
engañado. —Burlándose, mira a su alrededor—. Además, ella
sólo lo engañó porque Covington no sabe cómo usar su pol...

Me abalanzo sobre él antes de que pueda terminar esa frase.

—Cierra la boca antes de que te haga tragar la lengua.

Estoy a punto de lanzar mi puño en su cara, pero alguien me


agarra los dos brazos.

—El entrenador ya te ha hecho una marca hoy, no le des una


razón para hacerlo de nuevo.
Lennox. No sólo es la voz de la razón en el equipo, es un gran hijo
de puta.

La única forma de salir de su férreo control es si me disloco el


hombro.

Sin embargo, no voy a echarme atrás.

No hasta que aclare algunas cosas y ponga al imbécil en su lugar.

—Pensándolo bien, creo que a todos nos gustaría verte intentar


follarla con ese lápiz en los pantalones que llamas polla.

Unas cuantas risas estallan en el vestuario y la cara de Cortland


toma un color granate, pero aún no he terminado.

—En caso de que seas demasiado estúpido para darte cuenta,


idiota, los rumores que Casey está propagando son una mierda.
Sólo lo hace porque está amargada porque le pateé el trasero a la
acera. —Lennox me libera y yo fijo mi mirada a la bolsa de
mierda—. Pero adelante, hazlo y dale una
oportunidad. —Sonriendo, le doy una palmada en la
espalda—. Todo el mundo sabe que puedo tener el coño que
quiera cuando quiera, así que me da igual. Disfruta de mis
segundos descuidados.

Más risitas se rompen cuando me dirijo a mi casillero.

—Puedes tener cualquier coño que quieras, ¿eh?

No se puede ocultar el brillo burlón de su tono.

Normalmente, lo ignoraría, pero gracias a mi ex, corro el riesgo


de que la gente me confunda con una fruta de baja calidad.
Doblando mis brazos sobre mi pecho, me enfrento a él. —Sí, ¿por
qué? ¿Tu mamá quiere chupármela en la biblioteca después de
la escuela otra vez?

La madre de Cortland es profesora de historia en la RHA.

Pero lo más importante es que está muy buena.

—Maldita sea —exclama Lennox mientras la cara de Cortland se


vuelve pálida—. Tienes razón, Covington.

Puede ser cierto, pero no me arrepiento de haberme acostado con


ella el año pasado.

O el golpe bajo que acabo de dar a mi compañero de equipo.

Es todo lo que puedo hacer para no reírme cuando me empuja.


—No te tocaría ni con un palo de tres metros, imbécil.

Me apoyo en mi casillero. —Palo de tres metros, no. Mi polla de


nueve pulgadas por otro lado...

—Cierra la boca —gruñe—. Crees que eres una mierda caliente,


pero no lo eres. —Dwight se interpone entre nosotros cuando
intenta empujarme de nuevo—. Noticia de última hora,
Covington. No tienes tanto talento en el campo, y no eres ni la
mitad del imán para los coños que crees que tienes por aquí.

El maldito claramente perdió algunas células cerebrales durante


la práctica. —Entonces debes ser sordo, mudo y ciego... además
de feo.

Espero que se abalance sobre mí una vez más, pero para mi


sorpresa, cede. —Sabes, tal vez tengas razón.

La mordida burlona en su tono hace que mis dientes rechinen.


Percibiendo que algo está a punto de pasar, todos los ojos se
centran en nuestro intercambio.

—Me alegro de que esté arreglado. —Saco una toalla de mi


casillero—. Buena charla.

No es el comentario más astuto, pero es uno que pondrá esta


mierda a descansar.

Hasta que escuche las próximas palabras de su boca.

—¿Te importaría apostar por ello?

Lo miro fijamente. —¿Apostar a qué?

—Dijiste que podías tener cualquier coño que quisieras. Yo digo


que eso es mierda.

Oh, diablos. Probar que se equivoca será pan comido.

—Bueno, en ese caso, prepárate para perder.

Dwight se frota las manos, la emoción brilla en sus


ojos. —Espera. No puedes aceptar una apuesta sin discutir
primero los términos.

Cortland asiente con la cabeza. —Tiene razón —Estrecha los


ojos—. Si pierdes, me quedo con tu auto.

Que. Mierda.

Un silencio aturdidor se extiende por el vestuario durante unos


treinta segundos.

Lennox apesta en un suspiro. —Chico, ¿estás loco?

—Debe estarlo. —Mi labio se frunce con irritación—. Es un


Ferrari de dos millones de dólares.
Hay menos de una docena de ellos en el mundo y que me
condenen si Cortland cree que va a poner sus sucias manos sobre
las mías.

El bastardo en cuestión mantiene su expresión


neutral. —Escucha, si no crees que puedes...

—Oh, puedo —Gruño antes de que mi cerebro pueda


detenerme—. Sin embargo, sólo hay un problema... para ti.

La cautela pasa en su mirada. —¿Sí? ¿Cual?

—Dado que he tenido más culos que un asiento de


inodoro. —Enseño los dientes—. Tu madre incluida, no estoy
seguro de quién más...

No tengo la oportunidad de terminar mi frase antes de que


declare —Sawyer Church.

—¿La loca de Jesús? —alguien grita.

—Creía que ya habías tocado ese culo. —grita otro tipo.

—Te refieres a ese culo gordo —alguien en la parte de atrás grita.

Unas cuantas risas estallan y Cortland sonríe con ironía.

—No. Si la memoria no me falla, estuviste con Casey esa


noche. —Cortland se frota la barbilla, evaluándome—. ¿Verdad?

Joder. Hablando de un catch-229.

Afortunadamente, Dwight viene al rescate. —Hombre, por favor.


Por supuesto que sí. El tío de Sawyer es el ministro principal de

9
CATCH-22: traducida al español, significa tanto “círculo vicioso” como “callejón sin salida” o “pescadilla que
se muerde la cola”, es decir, situaciones en las que uno se encuentra atrapado.
mi iglesia y la única manera de que un tío golpee eso es con un
anillo de bodas. Confía en mí.

La cara de Cortland se ilumina como un árbol de Navidad. —Pero


Covington nos dijo que puede tener cualquier coño.

Excepto ese.

—Escoge una chica diferente —me molesto.

—¿Por qué?

Le saco la barbilla a Dwight. —Escuchaste lo que dijo. Llámenme


loco, pero no voy a ponerle un anillo sólo para ganar una estúpida
apuesta.

Piensa en esto por un momento antes de responder —Tienes


razón.

Me siento aliviado... hasta que dice —Entonces sal con ella


durante seis meses. —Mira a su alrededor—. Si ella no lo deja
para entonces, me quedo con tu auto.

La mirada de Lennox ping-pong entre nosotros. —¿Y qué obtiene


Cole si gana?

Se refiere a cuando yo gane.

Debería hacer lo más inteligente y decir que no, pero mi orgullo


no me dejará retroceder en un desafío.

Es mi talón de Aquiles.

Cortland se encoge de hombros. —No lo sé. ¿Qué tal si...?

—La satisfacción de cerrarte la boca para siempre.


SAWYER
Oh, ese hijo de puta de mierda.

Disparo mi mirada hasta el techo. Lo siento, Jesús.

La ira me atraviesa tan rápidamente que me sacudo con la fuerza


de la misma.

Tengo que ordenar a mis pies, que actualmente están apoyados


en la puerta del cubículo para que estén escondidos, que no
corran por ahí y le den al imbécil un pedazo de mi mente.

Cortland siempre ha sido un imbécil, así que su estúpida apuesta


no me sorprende.

¿Pero Cole?

No tenía que ceder.

Podría haberle dicho a su compañero de equipo que se fuera a la


mierda.

Pudo haberle dicho a él y a todos la verdad sobre nuestra relación


para que Cortland la dejara.

La advertencia de Cole de la otra noche me rodea la cabeza como


un bumerán. "En el momento en que creas que soy capaz de
cambiar, o que hay algo bueno en mí, te demostraré que te
equivocas y te haré daño otra vez... peor que antes".
Resulta que tenía razón.

Pero no puedo concentrarme en cuánto me duele ahora, porque


definitivamente llegaré tarde al trabajo si no me voy en los
próximos diez minutos.

Intentando mantener la calma, sintonizo el sonido de las duchas


que corren junto con la charla de fútbol y los planes para el
próximo fin de semana.

No parece que se vayan a marchar pronto.

Sacando mi móvil del bolsillo, tomo nota de la hora y murmuro


una maldición silenciosa... justo cuando alguien entra en el
cubículo de al lado.

Aguantando la respiración, porque estoy segura de que el tipo


debe haber sido atropellado para el almuerzo, me obligo a no
mover un músculo.

Estoy a punto de desmayarme cuando finalmente oigo abrirse la


puerta de su cubículo y se va.

Piensa, Sawyer. Piensa.

Escaneando mi cerebro, me esfuerzo por idear un plan para sacar


a todos para poder salir.

Mi corazón se aprieta mientras el recuerdo revolotea por mi


cabeza.

Por mucho que odie pensar en ese día, sin mencionar la ironía de
usar esta táctica, es la única solución que podría funcionar.

Sólo necesito un cómplice dispuesto.

Un cómplice que ya está aquí.


Sin otras opciones, le envio un mensaje de texto a Bianca.

Sawyer: Necesito tu ayuda.

Bianca: ¿Otra vez?

Sawyer: Estoy atrapada en el vestuario de los chicos.

Bianca: ¿Ves algún buen peinado?

Antes de que pueda decirle que no, mi teléfono se enciende con


otro texto.

Bianca: ¿Es la polla de Lennox tan grande como todo el


mundo dice?

Me pellizco el puente de la nariz.

Sawyer: Necesito que me hagas un gran favor.

Bianca: No tienes suerte. Mi cuota de favor para ti ya ha


alcanzado su límite para el siglo.

Mocosa.

Sawyer: Por favor, Bianca. No puedo permitirme perder mi


trabajo. Sé que no lo entiendes porque comes en bandejas de
oro todas las noches y te bañas en diamantes y caviar, pero
algunas personas no lo tienen tan fácil.

Bianca: Whoa. Pasivo agresivo y perra.

Mierda. Eso no me va a llevar a ninguna parte con ella.

Sawyer: Tienes razón. Eso fue grosero. Lo siento.


Bianca: No lo hagas. Por un minuto casi me gustaste.

Quiero preguntarle si eso significa que me ayudará, pero me


manda un mensaje de seguimiento.

Bianca: Te ayudaré, pero te va a costar.

Sorpresa, sorpresa.

Sawyer: Ya te dije que no tengo dinero.

Bianca: No quiero tu dinero, Church.

Sawyer: ¿Qué es lo que quieres?

Bianca: Aún no lo he decidido. Pero cuando lo haga, te lo haré


saber. ¿Trato hecho?

Esto tiene mala idea escrita por todas partes, pero los tiempos
desesperados requieren medidas desesperadas.

Sawyer: Siempre que no sea ilegal, es un trato.

Bianca: Discutiremos la semántica cuando llegue el


momento. ¿Qué es lo que necesitas que haga?

Sawyer: Tira de la alarma de incendios en algún momento en


los próximos tres minutos.

Bianca: Sólo para que quede claro. ¿Me estás pidiendo que
cometa un crimen?

Bueno, cuando lo dice así.

Sawyer: Tienes razón. Estuvo mal que te lo pidiera. Olvídalo.


Apenas unos segundos después de pulsar el botón de envío, el
sonido de la alarma de incendios se infiltra en mis tímpanos y mi
teléfono se ilumina con otro texto.

Bianca: Ahora me debes dos favores.


SAWYER
Mi boca se abre cuando veo a Bianca paseando por su camino de
entrada hacia mi camioneta.

Su cabello largo y oscuro cae por su espalda en ondas sedosas,


su sombra dorada brillante y su delineador de ojos son
inmaculados, sus pómulos imposiblemente altos están
contorneados y resaltados a la perfección, y su atuendo...

Dios mío.

Cole va a perder la cabeza cuando ella entre por la puerta, y todos


los chicos de Christian van a pelearse por la oportunidad de estar
a su lado.

La camisa escotada de color nudista, con el vientre alzado, si es


que califica como tal, dado que hay tan poco material, combinada
con la falda a juego que se desliza peligrosamente por debajo de
sus afilados huesos de la cadera, muestra su cuerpo impecable.

Para colmo, cada vez que se mueve, los cristales y strass de la


tela atrapan la luz, haciéndola parecer una especie de exótica
diosa desnuda y brillante enviada directamente desde el cielo.

Lástima que su personalidad haya venido directamente del


infierno.
—¿Por qué estás vestida así? —Pregunto mientras se acomoda en
el asiento del pasajero.

Es sólo entonces cuando noto la cicatriz en la parte baja del


abdomen. Quiero preguntarle de dónde es, pero no quiero ser
grosera o molestarla.

La molestia ilumina su lindo rostro mientras ajusta el chal que


trajo consigo alrededor de su cintura. —¿Por qué estás vestida
así?

Miro mi cárdigan púrpura y mi falda negra. No veo nada malo en


mi traje. De hecho, es uno de los mejores que tengo porque no
llama la atención a todos mis rollos.

—¿Qué tiene de malo lo que llevo puesto?

—Nada... si vas a ir como bibliotecario en Halloween.

—Halloween fue ayer —le recuerdo.

Con un resoplido, pulsa un botón en mi radio y una canción de


rap sobre conseguir perras y dinero comienza a sonar. —Sí, y esta
noche es la gran fiesta de Halloween donde
Christian. —Cruzando los brazos sobre su pecho, se inclina hacia
atrás—. Dios, estás tan fuera de onda que a veces parece que no
vamos a la misma escuela.

Es cierto.

—Me lo tomaré como un cumplido —grito sobre la música.

Además, ¿por qué querría yo salir con un montón de imbéciles


ricos, mezquinos y falsos que sólo se preocupan por cosas
superficiales como la popularidad y la apariencia?
Al menos eso es lo que me digo a mí misma cuando piso el
acelerador y nos dirigimos donde Christian.

La fiesta está en pleno apogeo cuando entramos y me siento


estúpida por ser la única que no se ha vestido bien.

—Voy a buscar algo de beber —Bianca, que evidentemente es una


bailarina del vientre para Halloween, dice sobre su hombro antes
de ir a la sala.

Tal como predije, cada tipo que pasa está prácticamente


salivando. Tanto es así, que algunos de ellos dejan a sus citas y
la siguen, lo que nos hace a nosotros, porque no voy a dejar a la
bebé Covington en aguas infestadas de tiburones por sí misma,
a la mesa llena de botellas de alcohol.

—Apuesto a que hay soda en la cocina —sugiero con ayuda, pero


ella sacude la cabeza.

—No es necesario. —Ella saca una vaso rojo de Solo de la


pila—. No estoy bebiendo. Esto es sólo para el espectáculo.

Estoy a punto de preguntarle por qué siente la necesidad de


hacerlo, pero una voz familiar detrás de nosotros dice
alegremente —Bueno, si no es la mejor tutora del mundo.

Mejor tutora mi culo, sólo hemos tenido una sesión hasta ahora
y se quedó dormido en medio de ella.
Me doy la vuelta para enfrentarme a Oakley. Lleva una peluca
con dos largas trenzas, un sombrero de vaquero y una camisa
con una enorme planta de marihuana. También tiene una
guitarra atada a su pecho y por supuesto, un porro en una mano.

Una Morgan igualmente achispada, que parece ser una


enfermera sexy, está sobre su hombro.

—Pensé que se suponía que íbamos a ir arriba para poder


comprobar tu temperatura —canta.

Oakley le da una sonrisa tonta. —En un minuto, nena.

A mi lado, Bianca se pone rígida, parece que la han apuñalado


en el corazón antes de que se recupere rápidamente. Hago una
nota mental para preguntárselo más tarde. No es que me lo diga,
pero vale la pena intentarlo.

Noto la palabra "gatillo" garabateada en la guitarra y la sonrisa


de Oak.

Oakley no me parece alguien que escuche música country, pero


puedo ver por qué sería un fan de este artista en particular dado
su amor mutuo por la marihuana.

—Déjame adivinar... ¿Willie Nelson?

—Jodido A. ¡¡Sí!! —Él sonríe—. Finalmente, alguien lo consiguió.

—Mi padre ha estado escuchando su música desde que tengo


memoria.

—Es un tipo bastante impresionante. —Desconcertado, él revisa


mi traje—. ¿Bibliotecaria?

—Te lo dije —Bianca canta antes de que tome un sorbo de su


vaso y mire a Oakley—. Te ves genial...
—¿Qué carajo? —retumba una voz siniestra.

Antes de que pueda registrar lo que está pasando, una figura alta
con un casco de fútbol y una camiseta de los Patriotas con el
número doce se dirige en nuestra dirección.

Al examinarlo más de cerca, me doy cuenta de quién es.

No me sorprende que un mariscal de campo arrogante como Cole


sea otro mariscal de campo arrogante para Halloween.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Por un momento, creo que me está hablando, pero no, le está


clavando dagas con su mirada a su hermana menor.

Bianca empieza a hablar, pero Cole se quita el casco.

Y luego su camisa.

Unos cuantos silbidos de lobo y aullidos de gato estallan y me


obligo a ignorar su cuerpo delgado y tonificado, su piel impecable
y esos abdominales asesinos que llevan a la V más sexy que he
visto nunca.

—Ponte esto. Ahora.

Bianca simplemente se ríe. —Sí, no. Los Patriotas apestan.

Unos pocos a nuestro alrededor están de acuerdo y eso sólo hace


enojar más a Cole.

—Los patriotas no apestan —Arde en rabia mientras toma su


brazo—. Lo que apesta es ver a tu hermana pequeña vestida como
una zorra. Vámonos.
—Vuelvo enseguida. —Ella me arruga la nariz mientras él la saca
de la sala de estar—. Esto no llevará mucho tiempo.
COLE
—¿Has perdido la maldita cabeza? —Grito mientras saco a
Bianca al patio.

Mi hermanita, que no se parece en nada a una hermana, pone


las manos en sus caderas.

—Jace me dijo que podía venir.

—Mentira.

Jace me dio en el culo la primera y única vez que la dejé ir a una


fiesta donde Christian. No hay forma de que cambie de opinión.

—Es verdad. —Ella saca su celular de su bolso y me lo


entrega—. ¿No me crees? Pregúntale tú mismo

Sin caer en su trampa, marco su número.

Responde en el tercer anillo.

—¿Qué pasa?

—¿Le diste permiso a Bianca para ir a la fiesta en Christian?

Hay una larga pausa y luego —Sí. Pero sólo porque me dijo que
iba a ir con Sawyer. —La preocupación llena su voz—. Sawyer
está ahí, ¿verdad? Juro por Dios que si Bianca mintió...
—Sí —le digo—. Sawyer está aquí.

Era difícil no verla, considerando que no se presentó con un


disfraz.

Por otra parte, no me sorprende. Como de costumbre, Sawyer es


la única que no pretende ser alguien que no es.

—¿Está todo bien? —pregunta.

Obligándome a concentrarme en la situación en lugar de mi


futura novia falsa, digo —No. Bianca apareció vestida...

Bianca me quita el teléfono de la mano antes de que pueda


terminar esa frase.

Nos zambullimos al mismo tiempo, pero ella es flaca, así que


gana.

Después de pulsar el botón de silencio, me apunta como una


pistola. —Si me voy, me llevaré a Sawyer conmigo.

¿Se supone que eso es una amenaza? —Está bien por mí.

El que Sawyer esté aquí es un zumbido infernal. Odio saber que


la Pequeña Señorita Bible Thumper está observando y juzgando
cada uno de mis movimientos.

Además, sé que en el momento en que Cortland la vea, empezará


a fastidiarme con la apuesta.

Sin mencionar la mayor razón por la que necesita irse.

Ella me distrae.

—¿Qué demonios? —Jace grita a través del teléfono.

—Tú y yo sabemos que la quieres aquí —declara.


—Lo único que quiero es que te vayas. —Chasqueo mis
dedos—. Dame el teléfono.

Sosteniéndolo detrás de ella, ella retrocede. —Bien. Pero debo


advertirte que, si haces esto, Sawyer probablemente se irá y se
reunirá con el tipo con el que ha estado hablando.

¿Y ahora qué? —¿Qué tipo?

Sus ojos se lanzan al patio, como si estuviera a punto de revelar


un gran secreto. —No sé todos los detalles, pero ha estado
hablando con un tipo en su trabajo.

—¿El lugar del pollo?

Ella asiente enfáticamente. —Por lo que me dijo, sólo han salido


un par de veces, pero a él le gusta mucho. Creo que a ella también
le está empezando a gustar.

Bueno, mierda.

El miedo me llena el estómago. Si se pone seria con alguien,


podría ser un problema para que yo gane la apuesta.

—¿Cómo se llama?

—No tengo ni idea. Todo lo que sé es que trabajan juntos y que


él es mayor.

Eso es... extraño. —¿Mayor?

—Sip.

—¿Qué edad?

—No sé... —Su rostro se ilumina—. Mira, si te lo digo, tienes que


prometerme que no dirás nada.
La miro con recelo. No sabía que ella y Sawyer eran tan cercanas
que divulgaban secretos, pero supongo que no es del todo
imposible. Las chicas son jodidamente raras. Un día son mejores
amigas, y al siguiente se apuñalan por la espalda por un tipo.

—Bien.

—Es su jefe.

No me lo creo ni por un segundo. —De ninguna manera.

—Sí, claro —argumenta—. Creo que... —Ella mira hacia abajo


con recelo—. Creo que le está dando dinero. —Sus ojos se acercan
a los míos—. Sabes que es pobre, Cole. A veces la gente
desesperada hace cosas desesperadas.

Me aprieta el pecho. Sawyer no es una Sugar Baby. Tampoco es


el tipo de persona que usa a alguien por dinero.

Pero no tengo ni idea de lo mal que está su situación financiera.

¿Hasta dónde llegaría para salvar a su familia de la ruina


económica?

Mierda.

—Cristo. No puedo creer que ese hijo de puta se esté


aprovechando de ella.

Las manos en las caderas de nuevo, ella resopla, —Lo sé,


¿verdad? Es tan asqueroso. —Sonriendo, mueve una mano
arriba y abajo—. De todos modos, es sólo un disfraz, Cole. No es
diferente de lo que llevan las demás chicas. Por una vez, ¿podrías
dejarme divertirme un poco?
Este acto de "yo soy yo" puede volar con Jace, pero no voy a caer
en él. Aunque no soporto su existencia el 99,9% del tiempo, sigue
siendo mi hermana pequeña.

—No. —Saco mi teléfono del bolsillo trasero para llamarla Uber,


pero su siguiente frase me detuvo en seco.

—Es de mamá —susurra, su voz se quiebra como el cristal.

No tengo ni idea de lo que está hablando. —¿Qué?

—Mi disfraz, idiota. Era de mamá. —Ella señala su falda—. La


usó en una de sus películas de Bollywood. En la que interpretaba
a una bailarina del vientre.

Mi aliento se congela. —Oh.

Así como así, una sensación de pesadez envuelve mi corazón y


me aprieta.

No pienso a menudo en ella... porque duele demasiado.

Fue la primera mujer que amé.

Y ella será la última.

Con el labio inferior tembloroso, ella mira al cielo


nocturno. —Era tan hermosa, y la extraño tanto. Sólo quería...

—Vuelve a entrar.

No me voy a quedar aquí para consolarla, porque no sé nada de


eso.

Tampoco voy a decirle lo mucho que se parece a nuestra madre,


especialmente ahora mismo con sus grandes ojos tristes y sus
mejillas llenas de lágrimas, porque sé de primera mano lo mucho
que puede apestar oír que te pareces a una persona muerta.

Lo único que puedo hacer es dejar que se quede y se divierta.

Olvídarse de nuestra jodida familia por un tiempo.

Dios sabe que vivo para esos momentos en los que soy capaz.

La sorpresa resalta sus rasgos. —¿Lo dices en serio?

—Sí. —Hago un gesto hacia la puerta de cristal—. Vete antes de


que cambie de opinión.

Comienza a caminar hacia adentro, pero se detiene


abruptamente.

Para mi consternación, se da la vuelta y me planta un beso en la


mejilla. —Eres un imbécil, pero te amo.

No lo diré de vuelta. No puedo.

Ya no soy capaz de hacerlo.

—Quédate con Sawyer, porque si te enganchas con algún tipo o


te emborrachas, te juro por Dios que nunca más te dejaré venir a
uno de estas. —La miro fijamente—. ¿Me entiendes?

Ella asiente con la cabeza mientras suena mi teléfono.

Jace.

Me lo llevo a la oreja cuando se va. —Hola.

—No me digas hola, hijo de puta. ¿Qué demonios está pasando?

—Nada. Es una fiesta de Halloween y Bianca tuvo el descaro de


venir vestida como un León de Detroit.
Es lo mejor que se me ocurre en tan poco tiempo.

La mistificación de Jace es casi palpable. —¿Y?

—Es una vergüenza. Aquí estoy, el mejor mariscal de campo de


nuestra generación, y mi propia carne y sangre aparece en una
fiesta como un León. Son el peor equipo de la NFL.

—Yo... Jesús. No tengo tiempo para esta mierda, Cole. Pensé que
algo serio había pasado.

—Esto es serio —exclamo, llevando mi punto fabricado a casa


para que pueda enrizar aún más sus plumas.

—Sí, bueno, ve a ocuparte de eso. Te veré mañana en el


desayuno. —Se ríe para sí mismo—. Además, siempre podría ser
peor.

—¿Cómo?

—Podría haber ido como una de los Patriotas —dice antes de


colgar.

Pendejo.
SAWYER
—Tranquilízate, nena. —Oakley inhala un suspiro. —Estoy
tratando de hablar con mi tutora.

A Morgan, cuyos labios han estado bailando entre el lóbulo de la


oreja y el cuello de Oakley, no parece importarle una mierda lo
grosera que sea.

—De todos modos, como decía, siento que le agarre el truco a esa
mierda de la biología de la que hablabas el otro día.

No puedo evitar sonreír. Puede que se haya dormido durante


nuestra primera sesión de tutoría, pero es bueno saber que
retuvo parte de la información.

—¿En serio? Eso es impresionante.

—Sí. —Se lleva el porro a los labios e inhala—. Me hizo pensar.


Tal vez ya no tengas que gastar tu tiempo en esa mierda, y...

—Oakley —intervengo, no queriendo escuchar sus excusas.

—¿Sí?

—Corta el rollo. Necesitas Biología, Inglés, Historia y toda la


mierda que no quieres estudiar para graduarte.
La derrota colorea su expresión. —Sí, tienes razón. Yo
sólo... —Gime mientras Morgan le raspa los dientes a lo largo de
la garganta—. Maldición. Alguien se está volviendo
agresivo. —Esa sonrisa tonta ha vuelto—. Sigue con esa mierda.

Estoy a punto de dejarlos con su pequeña fiesta de amor, pero


Bianca se sienta a mi lado. —¿Todo bien?

Si las miradas pueden matar, la que está apuntando a Morgan la


pondría en una bolsa para cadáveres.

No es que Morgan se dé cuenta en este momento. Está demasiado


centrada en Oakley.

También lo está Bianca.

—Simplemente genial. —Enderezando su columna vertebral, ella


lo mira—. ¿Podemos...?

—Bunny —alguien detrás de nosotros grita.

Oak se vuelve blanco como una sábana y veo por qué cuando
Hayley, su ex-novia, se acerca a nuestro pequeño círculo.

Dado que se graduó con Dylan y Jace el año pasado, me


sorprende verla en una de las fiestas de Christian.

Pero no me sorprende tanto que lleve el mismo disfraz que


Bianca.

Dicho esto, las diferencias entre ellas son sorprendentes.

Al igual que Morgan, Hayley es alta, pálida y rubia, mientras que


Bianca es morena, naturalmente bronceada por ser medio indú,
y sólo dos o tres pulgadas más alta que yo, lo que la pone en el
lado más corto.
También está el hecho inconfundible de que Oakley no ha
reconocido la existencia de Bianca desde que está aquí, pero sus
ojos están pegados a Hayley desde el momento en que ella se
acercó a él.

Sus orbes azules continúan absorbiéndola de la cabeza a los pies.


—Vaya... te ves sexy.

Hayley se ríe, empujando sus pechos juntos. —¿Te gusta?

Oak asiente tan fuerte que parece un cabeza de chorlito en un


tablero.

Colocando las palmas de sus manos juntas, Hayley las pone


sobre su amplio pecho como si estuviera a punto de rezar. —Soy
un genio.

—Bailarina del vientre, perra tonta —Bianca se queda sin aliento,


pero creo que soy la única que la oye.

Hayley le bate las pestañas. —¿Tienes algún deseo que quieras


que te conceda?

Morgan, que parece estar finalmente dando pistas sobre el hecho


de que su pareja está mirando a su ex como si fuera un vaso alto
de agua en un desierto, sonríe enseñando los dientes de una
manera lobuna. —Sí, ¿qué tal si te vas?

Oh. Mierda.

Hayley le echa una mirada sucia. —Hola, Morgan. Ya que te estás


aferrando a mi ex-novio como un árbol en medio de un huracán,
debe gustarte mucho el sabor de mi coño.

Disparo.
—¿En serio? —Las fosas nasales de Morgan se inflaman—. La
última vez que lo comprobé, se cansó de tu aburrido trasero y te
dejó justo antes del baile de graduación del año pasado. —Ella le
sube los dedos por el brazo—. No seas mordaz, porque él siguió
adelante. ¿Quién podría culparlo?

El dolor aparece en el rostro de Hayley. —No me di cuenta de que


te fuiste tan rápido, Oak.

Bendito seas. Oakley abandonó su relación mucho antes de que


terminara. Supongo que fue cuando empezó a meter la polla en
su madrastra.

Frunciendo el ceño, Oakley abre la boca para decir algo, pero


Bianca interviene.

—Él no siguió adelante —le dice a Hayley—. Su polla lo hizo.


Lástima que Morgan no se ha dado cuenta todavía.

Morgan está visiblemente indignada. —Pequeña perra. —Da un


paso hacia Bianca—. Noticias de última hora, jailbait. Casey ha
estado buscando una razón para patearte el culo ahora que ella
y Cole rompieron. Te sugiero que aprendas a meterte en tus
asuntos y a comportarte como una buena niña antes de que le
dé uno.

—Whoa… —Oakley comienza a interponerse, pero Bianca empuja


a Morgan.

—Y te sugiero que aprendas a mantener las piernas cerradas y


te mantengas alejada de los hombres que no te pertenecen, o te
arrancaré ese colgajo flojo de piel infestado de ETS que llamas
vagina y te lo daré de comer.

Buen Señor. Fue directo a la yugular.


—Sí —se burla Hayley.

—¡Eh! —grita Oakley—. ¿Qué tal si nos relajamos y fumamos un


porro?

Bendito sea. Solo hay una cosa en la que estas chicas están
interesadas ahora mismo.

Ganar.

Intento meterme entre Bianca y Morgan antes de que se convierta


en un baño de sangre.

—Saca a tu amiga gorda de mi cara antes de que me coma —gime


Morgan.

Mi codo accidentalmente hace contacto con su nariz al


separarlas.

—Dios mío —jadea Morgan—. Creo que estoy sangrando.

—Vaya —finjo ser inocente—. Mi culpa.

Bianca me menea las cejas. —Bien hecho chica.

Oak extiende un brazo alrededor de los hombros de


Morgan. —Vamos a buscarte un baño.

No estoy segura de si la está alejando para separarlas, o porque


todavía quiere jugar al doctor con ella.

Conociendo a Oakley, probablemente ambos.

El labio inferior de Hayley tiembla cuando se va. Ella parece un


cachorro perdido que acaba de ser abandonado por su dueño.

Me duele el corazón.
—No lo persigas —dice Bianca con los dientes apretados—. Eres
mejor que eso. Déjalo con su basura.

Su consejo funciona porque Hayley parece que acaba de tener


una epifanía. —¿Sabes que? Tienes razón. —Ella tira de la mano
de Bianca—. Que se joda. Vamos a pasar un buen rato.

—Espera —le siseo a Bianca—. ¿Qué vas a hacer?

Bianca no es buena ni amiga de nadie. No a menos que tenga


motivos ocultos.

Por mi vida, no se me ocurre nada que ella quiera de Hayley.

Inclinándose, susurra —Mantén a tus amigos cerca y a tus


enemigos más cerca.

Viendo que Bianca dice no tener amigos, su declaración sólo


puede significar una cosa.

Ella los evaluó y concluyó que Hayley era la amenaza más grande
que se interponía en el camino de lo que, o más bien quién, ella
quiere.

Rezo en silencio por la pobre chica mientras las veo correr a la


pista de baile.
Bianca ha estado bailando con Hayley, y Oakley ha estado
haciendo Dios sabe qué con Morgan durante la última hora..., lo
que significa que he estado vagando sin rumbo.

Es inquietante cómo puedes estar en una casa llena de gente y


sentirte tan sola.

Como si no pertenecieras.

Queriendo un poco de aire fresco, me deslizo hacia el patio y


marco el número de Dylan por segunda vez esta noche. Como la
primera vez, va directo al buzón de voz.

Para ser justos, me dijo que sus exámenes parciales fueron esta
semana y está haciendo turnos extra en la panadería.

Es una mierda cuando estás triste y la única persona en el


mundo que realmente te entiende está ocupada viviendo su vida.

Si fuera inteligente, iría a casa y empezaría mi ensayo de


admisión. El corte es la próxima semana y si no tengo cuidado,
voy a arruinar mi oportunidad.

¿Eso sería tan malo?

Durante los últimos diecisiete años, he sido digna de confianza,


fiable... y predecible.

No presentar mi ensayo a tiempo sería un cambio de ritmo.

Por no mencionar... estúpido.

He querido ir a Duke’s Heart desde que tengo memoria. No voy a


arruinar mi oportunidad porque me compadezca.

Yo no soy así.
Tengo que tirar de mis bragas de niña grande y abordar esto.

Necesito dejar de tener miedo de lo desconocido.

Si no me aceptan, es su pérdida.

El pánico se aloja en mi garganta. Oh, Dios. ¿Y si no me aceptan?

¿O peor? ¿Y si me aceptan, pero no me ofrecen una beca y una


vivienda gratis?

Aceptaron a Dylan y técnicamente, sus notas fueron peores que


las mías desde que terminó con una B+ en estudios sociales, pero
eso fue el año pasado.

Las cosas cambian.

Basta de eso, Sawyer.

Hay gente en el mundo que no tiene comida, ni lugar para vivir,


ni familia, en otras palabras, problemas del mundo real. Y estoy
actuando como si mi vida se acabara si no consigo ir a la
universidad de mis sueños en un viaje gratis.

Como mi padre siempre me dice, el derecho es pereza envuelta


en egoísmo. Si realmente quieres algo, tienes que trabajar por
ello. Gánatelo.

Y si empiezas a perder la fe... reza por ella, porque Dios proveerá.

Puede que no te dé exactamente lo que quieres, pero siempre te


dará lo que necesitas.

Incluyendo la fuerza para capear la tormenta.

Incluso si esa tormenta viene en la forma de unos seis pies,


desagradable, imbécil egoísta llamado Cole Covington.
Ondas de dolor se mezclan con pequeños bultos de rabia
enredados en mi pecho mientras lo veo en el jacuzzi.

Sus ojos están cerrados mientras apoya su cabeza en la cornisa,


y por una vez está solo.

Para la mayoría de la gente, se vería como el epítome de la calma


y la paz.

Sin embargo, no puedo evitar notar la forma en que su pecho se


eleva sobre el agua cada pocos segundos antes de hundirse de
nuevo.

Como si se estuviera quedando sin aliento. Tratando de no


ahogarse.

Supongo que ambos tenemos eso en común.

No, me lo recuerdo. No tenemos nada en común.

A diferencia de mí, Cole intencionalmente lastima y usa a la


gente.

Me giro, con la intención de volver a entrar para poder decirle a


Bianca que quiero ir a casa.

—Ven aquí, Bible Thumper.

Me congelo al oír su voz.

—Por favor —dice después de pasar otro minuto.

Cruzando mis brazos sobre mi pecho, doy la vuelta. —¿Por qué?

¿Hiciste otra estúpida apuesta con tus amigos?

—Oh, vamos, dulzura. No muerdo. —Inclinando su cabeza hacia


mí, me da una sonrisa desequilibrada—. A menos que quieras.
No, no, no. No puede coquetear conmigo como si la apuesta que
hizo con Cortland nunca ocurrió.

Como si no me llamara gorda delante de toda la escuela.

Como si no me hiciera llorar porque no puedo arreglarlo.

Estoy marchando los quince pies que se necesita para decírselo


a la cara cuando de repente se me ocurre que Cole no sabe que
sé sobre la apuesta.
COLE
Ella tiene un adorable ceño fruncido, cuando se acerca a mí. Mide
un metro y medio de altura, pero sus pasos se comen el patio que
hay entre nosotros en un abrir y cerrar de ojos.

Como si no pudiera esperar para regañarme.

Mentiría si dijera que no disfruto mucho de su frustración.

Sin embargo, no puedo hacerlo esta noche, porque algo me dice


que Sawyer no va a aceptar ser mi novia tan fácilmente.

No después de la forma en que la lastimé y la avergoncé.

Lo que significa que tengo que sacar todos los obstáculos.

Coquetear y seducirla hasta que no pueda decir que no.

Afortunadamente, me adelanto al juego porque sé que ella se


siente atraída por mí.

Mi polla se mueve a la vida mientras veo su chaqueta púrpura


colgada de sus grandes tetas y la cinta del cabello a juego en su
largo y oscuro cabello.

Es tan inocente. Tan sana. Tan pura... que sería un verdadero


crimen aprovecharse de ella.
Un buen chico no apostaría por la virginidad de una chica sólo
porque su reputación y su orgullo estén en juego.

Un buen tipo le pondría fin a esto y le diría a Cortland que se


vaya a la mierda.

Pero no soy un buen tipo. Ni mucho menos.

La idea de hacer estallar la cereza de la Pequeña Señorita Bible


Thumper y hacerla correr sobre toda mi polla, justo para después
restregarselo en la cara a Cortland, es demasiado gratificante
para ignorarla.

—¿Qué quieres, Covington?

Está dando golpecitos con el pie como si fuera impaciente. Tiene


mejores lugares donde estar.

Ambos sabemos que no es así.

¿O no? Estoy casi seguro de que Bianca miente sobre que Sawyer
se metió con su jefe, pero por si acaso es verdad, será un gran
problema para mí.

Pero no puedo pensar en eso ahora mismo. Tengo cosas más


importantes de las que preocuparme.

Encendiendo el encanto, le enseño una sonrisa. —Para decirte lo


hermosa que te ves esta noche.

Esos grandes ojos marrones me estudian como si fuera una


bacteria bajo el microscopio durante varios segundos antes de
que agite sus pestañas.

—¿En serio?

Mierda. Esto va a ser más fácil de lo que pensaba.


Asintiendo con la cabeza, me muevo al otro lado de la bañera
para poder estar más cerca de ella.

—Ese suéter realmente saca a relucir tu... —Haciendo una


pausa, examino sus curvas de pies a cabeza antes de seguir con
esas jugosas tetas. Dios mío. Es como si estuvieran rogando por
estar en mi boca—. Tus ojos —termino, atrapándome en el
momento justo.

No estoy seguro de qué hacer con la expresión de su rostro. Por


un momento, creo que me va a dar un puñetazo, pero para mi
sorpresa, se ruboriza.

—Eres tan dulce. —Mordiéndose el labio, susurra— ¿Pero por


qué de repente estás siendo tan amable? Pensé que me odiabas.

—No te odio.

Ha habido momentos en que su actitud de santa y su habilidad


para ver a través de mí han molestado a la siempre cariñosa
mierda de mí, pero nunca la he odiado ni una sola vez.

Al contrario. Me divierte y me gusta meterme bajo su piel.

Además, la mirada de condena que me da cada vez que voy


demasiado lejos nunca deja de endurecer mi polla.

Puede que actúe como si le repugnara, pero en el fondo, sé que


tiene curiosidad.

Como elogiarla no me lleva a ninguna parte y necesito acelerar


las cosas, intento una táctica diferente. —Así que tengo un
problema y esperaba que pudieras ayudarme con él.

Puedo decir que he despertado su interés por que arquea una


ceja. —¿Qué clase de problema?
—Bueno, hay una chica. —Mantengo su mirada—. No es mi tipo
y somos malos el uno para el otro, pero estoy jodidamente loco
por ella.

—Oh. —Ella traga con fuerza—. No estoy segura de qué...

—Tengo miedo de decirle lo que siento porque tengo miedo de que


ella no sienta lo mismo. —Le doy una mirada seria, atrayéndola
un poco más—. ¿Qué crees que debería hacer?

Ella arrastra los pies. —No lo sé. —Sus ojitos marrones me


atraviesan como un cuchillo caliente a través de la
mantequilla—. Tal vez deberías empezar por ser honesto con ella.

Hay un ligero borde en el final de esa frase y no estoy seguro de


por qué.

—Tienes razón. —De pie, a la altura de los ojos, pongo las manos
en el borde de la bañera—. Sé mi novia, Sawyer Church. —Le
muestro una sonrisa tímida—. ¿Qué te parece eso para la
honestidad?

Sus ojos se abren de par en par. —Oh, Dios mío. No puedes


hablar en serio ahora mismo. —Una risa cínica sale a
relucir—. Ni siquiera hemos tenido una cita.

Sin inmutarme, le paso un dedo por el brazo. —Bien. ¿Adónde


quieres ir?

—No quiero. —Sacudiendo la cabeza, da un paso atrás—


. Quiero decir... no puedo.

No estoy seguro de lo que está pasando aquí, pero siento como si


me hubieran echado del asiento del conductor y el tren empezara
a desviarse.
No me gusta.

—¿Por qué?

Evitando su mirada, dice —No se me permite. Mis padres... ya


sabes, siendo unos fanáticos de Jesús y todo eso, no me
dejan. —Sus dientes se hunden en su labio inferior—. No a menos
que les pidas permiso.

Grabar. Omitir.

—Déjame ver si entiendo. Para salir contigo, ¿tengo que pedir


permiso a tus padres primero?

Conocer a los padres no es lo mío. Diablos, la única razón por la


que conocí a los de Casey es porque aparecieron en mis partidos.

Asintiendo con la cabeza, Sawyer da un paso más. —Eso sería


un comienzo.

—¿Un comienzo? —digo con voz roca.

Le estoy pidiendo a su hija una cita. No proponiéndole


matrimonio.

—Lo siento, pero si no le gustas a mis padres, no podemos salir.


Así son las cosas.

Bueno, Joder.

—Pero si lo hacen, ¿definitivamente saldrás conmigo? —Lo


aclaro.

No voy a pasar por esta canción y baile a menos que tenga una
garantía.

Acercándose más, me pasa el dedo por el pecho.


Es un movimiento que atrae toda mi atención hacia otra parte.

Cerrando la distancia entre nosotros le cubro la mejilla —¿Es eso


un sí?

Es tan silencioso que se puede oír caer un alfiler.

Mi corazón golpea en mi pecho cuando ella se inclina. —No


saldría contigo ni aunque fueras el último tipo en la tierra,
imbécil.

Antes de que pueda procesar completamente su declaración, el


dolor caliente se dispara a través de mi ingle y me empuja.

Estoy tan sorprendido que me caigo de nuevo en el jacuzzi.

—¿Qué carajo te pasa? —Le gruño a ella que se


retira—. Confieso mi amor eterno por ti, te pido que seas mi
novia, acepto conocer a tus malditos padres... ¿y me golpeas en
las bolas?

Sus fosas nasales se abren, ella se gira. —Corta el rollo. Sé lo de


la apuesta que hiciste con Cortland, maldito arrogante, egoísta,
inútil de mierda.

Hijo de puta. ¿Qué cara culo de mi equipo se lo dijo?

—Vaya —me doy cuenta, saliendo de la bañera—. Qué cristiano


de tu parte.

Eso sólo la excita más.

—No te atrevas. —Me señala con un dedo acusador—. Siempre


supe que eras un imbécil, pero aceptar esa apuesta fue bajo.
Incluso para ti.

Ella marcha hacia la casa, pero yo le agarro el codo.


—¿Cómo te enteraste? ¿Te lo dijo Courtland?

Ella empuña sus manos. —Tienes que estar bromeando. —Esta


vez cuando me mira, sus ojos están vidriosos—. No importa cómo
me enteré. Lo que importa es cuánto me has herido. Cuánto me
sigues lastimando.

El remordimiento, la bondad genuina, se filtra en mi


pecho. —Dime qué puedo hacer para arreglarlo.

—Puedes empezar por dejarme en paz y no volver a hablarme


nunca más.

Se dirige a la puerta del patio otra vez, pero la


detengo. —¿Podemos ir a algún lugar y hablar?

Me mira como si le hubiera pedido que bebiera el agua en México.


—¿Qué parte de no volver a hablarme nunca más no entiendes?

Entiendo que esté molesta, pero no está viendo el panorama


completo.

—Dijiste que querías honestidad, ¿verdad? Bueno, la única forma


de dártela es que dejes de alejarte y me escuches —Mantengo su
mirada—. Lo que hice estuvo mal.

Me estudia durante varios segundos agonizantes antes de agitar


una mano. —¿Y?

¿No estoy admitiendo que me equivoqué lo suficiente?

—Eso es todo. Es todo lo que tengo.

Ella me empuja fuera del camino. —Eres ridículo. —La rabia


aparece en sus orbes—. ¿Realmente pensaste que caería en tu
estúpida coquetería de mierda? —Se ríe para sí misma—. Oh,
Dios. Por supuesto que lo hiciste. Probablemente pensaste que la
gorda estaría tan desesperada por tu atención que caería a tus
pies, ¿eh?

Vaya. Este es un lado desquiciado de ella que nunca he visto


antes. —No eres go…

—Jódete. —El dedo en mi cara está de vuelta—. Yo estaba allí


cuando lo declaraste a toda la escuela, ¿recuerdas?

No lo entiende. Si no lo hubiera hecho, todos sabrían que algo


pasó entre nosotros. —Yo no...

—No. No te quedes ahí parado tratando de defender o excusar lo


que hiciste para que yo aceptara tu estúpida apuesta.

Tragándose mi orgullo, susurro —Lo siento.

—Toma tu disculpa y trágatela, Covington. No quiero tener nada


que ver contigo. No ahora. Ni nunca.

Mi estómago se nuda. Estoy perdiendo.

No puedo perder.

—Entonces hazme pagar —digo en un último esfuerzo antes de


que se vaya—. Si aceptas ser mi novia, no sólo me haría comer
mis palabras en público, sino que le daría un gigantesco dedo
medio a todos los que se burlaron de ti. A todos los que piensen
que no eres lo suficientemente guapa o flaca para conseguir un
tipo como yo.
SAWYER
Justo cuando pienso que no puede empeorar... lo hace.

—Dios mío, eres un engreído.

Mi némesis asiente con la cabeza. —Cierto, pero no puedes negar


lo bien que se sentiría ver la expresión en la cara de Casey y sus
pequeños secuaces cuando se enteren de que estamos juntos.

Odio la pequeña parte de mí que está de acuerdo con su


declaración. Pero aún así no es una razón suficiente para
ayudarle.

No después de lo que ha hecho.

—Lo siento, campeón. No hay nada que puedas decir para


hacerme cambiar de opinión sobre salir contigo.

—¿Y si te doy dinero?

Jesús. Eso es francamente insultante. —¿Parezco una especie de


prostituta?

La expresión de su cara sería entrañable si no fuera tan imbécil.


—No lo pareces... no es lo que quise decir.

Poniendo mis manos en mis caderas, lo miro


fijamente. —Entonces, ¿qué querías decir exactamente?
Parpadea. —Eres pobre, ¿verdad? —Antes de que pueda gritar
como una loca, levanta las manos—. No estoy tratando de
insultarte. Sólo estoy exponiendo los hechos.

—Oh, bueno, tengo algunos datos para ti, solcito. —Empiezo a


marcar las cosas con los dedos—. Uno, eres un...

—Hijo de puta arrogante, egoísta, inútil de mierda —termina,


repitiéndome mis palabras—. Debidamente anotado.

Evidentemente, el chico puede escuchar.

—Grandioso. —Hago un gesto hacia la puerta—. Voy a entrar. No


me sigas.

Apenas he dado un paso cuando me dice —Sawyer,


espera. —Agarrándome por los hombros, me hace girar—. Sé que
no merezco tú ayuda, pero la necesito. Te necesito a ti. —Se
acerca más. Demasiado cerca—. Dime qué tengo que hacer para
conseguirte.

El hielo alrededor de mi corazón comienza a descongelarse un


poco.

—Dime algo real —digo, con el corazón en la garganta—. Algo que


duela.

Durante los últimos tres años, no he querido nada más que abrir
de par en par a Cole Covington y ver qué hay dentro.

El verdadero él.

No la versión falsa que muestra a todos los demás.

Abre la boca para hablar y luego la cierra.


—No importa. —Detesto la decepción que se está gestando en mi
pecho. Sólo esta vez, esperaba que me demostrara que estaba
equivocada—. Debería haberlo sabido.

—No puedo...

—¿No puedes... o no quieres?

—No puedo —susurra.

—Entonces ya somos dos.

La mirada que me da me atraviesa el alma. —Mi… —Un grupo de


gente sale al patio en ese momento.

—¡Lucky seven!

Sin perder el ritmo, Cole se lanza al grupo con el mentón. —¿Qué


sucede?

Lo que sea. Ya he superado esto.

Empiezo de nuevo hacia la puerta, pero su mano se traga la mía


y me tira hacia el pequeño vestuario exterior.

—¿Qué demonios estás haciendo?

Sin molestarse en responder, me mete dentro y cierra la puerta


detrás de nosotros.

El pequeño espacio ya es bastante estrecho, pero con dos de


nosotros aquí, es casi sofocante.

Voy a encender la luz, pero él me detiene.

—No.

—No tengo tiempo para tus estúpidos juegos, Cole. Déjame salir.
—Esto no es un juego.

—Entonces, ¿qué es?

—Yo siendo real. —Mi aliento se agita cuando pone mi mano


sobre su corazón que late salvajemente—. Pero debo advertirte...
está oscuro aquí adentro.
COLE
Pasado...

—Mamá —digo por lo que debe ser la centésima vez en los últimos
cinco minutos.

Ignorándome a mí y al periódico que intento mostrarle, continúa


furiosa limpiando la casa.

Debe estar sintiéndose mejor hoy.

La semana pasada estuvo en cama durante cuatro días mientras


nuestro padre estaba fuera en un viaje de trabajo. Jace tuvo que
alimentarnos y lavar la ropa.

Afirmó que estaba enferma, pero no parecía estarlo.

Sonaba triste.

Como siempre, mi hermano mayor estaba tratando de


protegernos de la verdad.

Algo estaba mal con nuestra madre, pero no era algo que se
pudiera ver.

Al igual que un súper secreto, era invisible.

Sólo que en vez de hacerla fuerte y poderosa... la hizo débil y


frágil.
Estoy bastante seguro de que también hizo que me odiara.

Aunque nunca hizo que odiara a Liam.

—Mamá. —Sintiéndome frustrado, le pongo el papel en la


mano—. ¿Puedo hacer esto? Por favor...

Finalmente, ella lo mira.

Nunca he sido bueno en nada. A diferencia de mis hermanos, no


saco buenas notas y me cuesta mucho mantenerme interesado
en las cosas durante mucho tiempo.

Pero el día que Jace me tiró una pelota de fútbol americano y la


agarré, fue como si algo dentro de mí encajara en su sitio.

Estaba destinado a hacer esto. Estaba en mi sangre. En mi alma.

Y cuando vi el póster en mi escuela de fútbol americano infantil,


supe que era el destino.

Tiene que decir que sí.

—No. —Ella arruga su linda cara—. El fútbol es peligroso, y no


tengo tiempo de llevarte a los entrenamientos.

Quería argumentar que, si pasara menos tiempo en la cama, lo


haría, pero ya lo tenía cubierto.

—No tienes que hacerlo. Jace dijo que me llevaría.

Allí. No podía decir que no.

—Es peligroso.

—Estaré a salvo. Llevaré el equipo y todo. Lo prometo.

Puedo decir que quiere ceder. Sólo necesita un pequeño empujón.


Le doy mis mejores ojos de cachorro. —Por favor, mamá. Tengo
muchas ganas de jugar.

—¿Jugar a qué?

Liam. Déjale que se abalance justo cuando yo estaba haciendo


algunos progresos.

Él y Bianca suelen dormir cuando tienen la oportunidad, así que


pensé que la mañana sería el momento perfecto para acercarse a
ella.

Supongo que me equivoqué.

—No es asunto tuyo —gruño antes de volver mi atención a


mamá—. Por favor.

—No lo sé. —Ella mira a Liam—. ¿Quieres jugar al fútbol con tu


hermano?

Mi estómago se llena de plomo. Esto no puede estar pasando. Mi


futuro con el fútbol no debería descansar sobre sus hombros.

—No... —Liam empieza a decir al mismo tiempo que yo


grito—. Vamos, mamá. No tenemos cinco años. No siempre
tenemos que hacer las mismas cosas. —Miro a mi
hermano—. Además, todo el mundo sabe que Liam apesta en los
deportes.

El otro día, Ben Phillips le golpeó en la cara con una pelota de


balón de juego quemado e hizo llorar a Liam delante de todos.

No es que me haya sorprendido. El cobarde siempre estaba


llorando por algo o alguien.

A saber, yo.
—Eso no es cierto —Liam gime, su labio inferior temblando.

Un ejemplo de ello.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de burlarte de tu


hermano? —regaña mi madre mientras él corre a sus brazos.

—Sí, Colton —Liam moquea, acariciando su cabeza contra el


pecho de ella.

Es el único que me llama por mi verdadero nombre, y lo odio.

Que es exactamente por lo que sigue haciéndolo.

—Cállate, bebé grande.

Gemelo o no, no lo soporto.

Todos los días me despierto queriendo golpearle la cara por


existir.

Por ser todo lo que no soy.

Desde el útero, me ha estado robando el protagonismo.

Según nuestra madre, nuestros padres no supieron que éramos


gemelos hasta unas semanas antes de que naciéramos.

Aparentemente, Liam me había estado bloqueando durante las


visitas de ultrasonido.

No es una sorpresa.

No fue hasta que mi madre insistió en que algo andaba mal,


debido a que había ganado tanto peso y estaba tan cansada que
apenas podía mantenerse en pie, que finalmente me encontraron.

Detrás de Liam.
Lástima que no me lo haya comido.

Si lo hubiera hecho, no me habría sometido al show de Liam


desde el momento en que respiré por primera vez.

Aproximadamente dos minutos y doce segundos después de que


lo hiciera. Vaya figura.

Como siempre, se puso en el centro del escenario.

Liam era el que mi madre quería.

El gemelo que ella conocía.

El que estaba emocionada de tener.

Y no es la única. Todos en nuestra familia actúan como si fuera


una especie de santo que hace caca de arco iris y sol.

Pero no lo es.

Veo al verdadero Liam por todo lo que es... o mejor dicho, por
todo lo que no es.

—Cole.

Conocía ese tono. Era una advertencia de que mi madre estaba


llegando al final de su fusible. Tenía que actuar rápidamente.

—Por favor, mamá. Haré cualquier cosa.

Pasa sus dedos por el cabello de Liam. —¿Cómo te fue en tu


examen de matemáticas la semana pasada?

El pánico se aloja en mi garganta y mis palmas se ponen


sudorosas. He reprobado.
Pero ella no tiene que saberlo todavía. Puedo contarlo todo
después de que me inscriba.

—No lo sé —digo, dándole a Liam una mirada de muerte—. La


Sra. Myer no los ha calificado todavía.

Sus labios se tuercen. Ella lo está contemplando.

Me encuentro con los ojos de Liam. Lo detesto, pero no se puede


negar esta extraña conexión de gemelos que tenemos.

Será mejor que mantenga la boca cerrada.

No tuve que decirle cuánto me gustaba el fútbol para que supiera


que es verdad.

Necesito esto. Me comuniqué telepáticamente, esperando que lo


entienda.

Me estaba muriendo por dentro. Poco a poco con cada día que
pasaba.

Sin embargo, con una pelota en la mano... la vida no era tan


mala.

Fue la única vez que fui libre de ser yo mismo.

La única cosa que Liam no pudo quitarme.

—Sí, lo hizo —dice Liam y se necesita todo en mí para no


estrangularlo.

Mi madre pone sus manos en sus caderas. —¿Por qué me


mentiste, Cole?

Otra mentira está preparada para salirme de la lengua, pero es


demasiado tarde.
—Porque reprobó —le dice Liam.

Juro que veo una pizca de sonrisa en su estúpida cara.

—Fue una prueba muy dura —exclamo.

Ella resopla. —¿Estudiaste?

No. —Sí.

—Mentiroso —susurra Liam en voz baja.

Ella lo mira. —¿Qué obtuviste en el examen?

—Cien. —Él se irradia—. Además, cinco puntos de bonificación


por acertar la pregunta del crédito extra.

Por supuesto que lo hizo. Perdedor.

Su mirada se vuelve hacia mí. —Liam sacó un sobresaliente. No


hay razón por la que no debieras haber sacado un sobresaliente
también.

Es como comparar manzanas y naranjas. Liam y el resto de mis


hermanos tienen cerebros supersónicos gigantes, mientras que
yo sólo tengo uno normal.

Además, la mitad de la clase falló ese examen. Era una mala


profesora.

—Pero, Mam…

—No, no quiero oírlo. No voy a dejar que te unas al fútbol cuando


estás fallando en los exámenes, Cole. Necesitas usar el tiempo
extra que perderás jugando al fútbol para estudiar y subir tus
notas. —La decepción se arremolina en sus ojos marrones—. Tal
vez si fueras más como tu hermano...
La rabia que hierve a fuego lento bajo la superficie entra en
erupción como un volcán.

—No quiero ser como Liam. —Le doy una mirada que espero que
transmita exactamente lo que siento por él—. Lo odio. Desearía
que nunca hubiera nacido.

—¿Por qué están todos gritando? —Bianca pregunta mientras


sale a la sala de estar, frotándose el sueño en los ojos.

Genial. El otro hijo favorito de mi madre. Bianca no era sólo la


única niña; también era la bebé de la familia y la pequeña
princesa mimada de mamá.

—Se suponía que debías haberte levantado hace veinte


minutos —le dice mi madre.

—Lo siento —Su rostro se anima—. Todavía estamos recibiendo


mis zapatillas de bailarina, ¿verdad? —Sin esperar una
respuesta, añade— Necesito exactamente las mismas que tiene
Julianna. Hay una tienda en el centro comercial...

—Sí, nena. Lo sé. —Sonriendo, mamá chasquea los


dedos—. Ahora ve a prepararte para que podamos irnos.

Sonriendo de oreja a oreja, ella sale corriendo.

No hay manera de que esto sea justo.

—¿La dejas entrar en el ballet, pero yo no puedo entrar en el


fútbol?

Jace entra en la habitación en ese momento.

—Ella no me deja unirme —me quejo, deslumbrando entre él y


nuestra madre.
Tiene que arreglar esto. Para empezar, fue él quien me puso un
balón de fútbol en la mano.

Además, es probablemente la única persona que puede hacerla


cambiar de opinión.

Es sólo un año mayor que yo, pero se estaba haciendo evidente


que mamá esperaba que nos cuidara siempre que estuviera
triste.

Las cosas estaban tan mal que Jace empezaba a sentirse más
como mi padre que mi verdadero padre.

Abre la boca, pero la cierra cuando ella dice —A diferencia de ti,


Bianca no está fallando en ninguno de sus exámenes.

Jace levanta las manos. —Lo siento, hombre. No voy a discutir


eso.

Por supuesto que no. Pero si yo fuera Liam, no tendría problemas


en arriesgar el cuello.

—Esto no es justo.

Me mira de reojo. —La vida no es justa.

No me doy por vencido, digo —Hoy es el último día para


inscribirse. Podemos parar allí de camino al centro comercial
para comprar los tontos zapatos de Bianca. Sólo nos llevará un
segundo.

Pellizcando el puente de su nariz, suspira. —No. —Su rostro se


suaviza—. Muéstrame que puedes hacerlo mejor en la escuela
primero y hablaremos de ello, ¿de acuerdo?
No lo entiende. Incluso si me permitieran unirme tarde, estaría
muy atrasado. Todos en el equipo habrán hecho amigos, tendrán
sus números y se les asignarán sus posiciones.

No quiero sentir que no pertenezco y que la gente se burle de mí.

No soy Liam.

—Para entonces será demasiado tarde.

Ella mira al techo. —La respuesta es no.

Desesperado, digo que la única cosa que sé que la


molestará. —Bien. Llamaré a papá y le preguntaré.

Enojo mezclado con destellos de dolor en sus ojos. —Sí, bueno,


buena suerte en la búsqueda de él.

Ella sale de la habitación, despidiéndome sin echar otra mirada.

Pero esto no había terminado. Ni mucho menos.

Estaba cansado de que me comparara con Liam.

Cansado de sentir que nunca estaré a la altura.

Cansado de que me haga daño.

No importa cuánto la amaba y quería que se fijara en mí, no podía


amarme. Lo sentía en mis huesos.

Los niños siempre saben cuando no son deseados.

Yo la sigo. —Probablemente a ti no te contesta el teléfono porque


no le gustas.

Jace me pisa los talones mientras la sigo a la cocina. —Basta,


Cole.
No. No lo haría. No podría.

El fútbol era mi escape. Mi única oportunidad de ser el mejor en


algo y me la estaba quitando.

—Todo lo que haces es dormir todo el día. Ya ni siquiera nos


cuidas —grito—. Te odio. ¡Eres la peor madre del mundo entero!

—¡No, no lo es! —Liam grita.

—¡Cole! —Jace se rompe.

Sin prestar atención a mi arrebato, ella mira a Liam. —¿Quieres


ir al centro comercial con Bianca y conmigo?

Su cara se ilumina. —Seguro.

Lo odio. Los odio.

—Mamá —declaro, mi voz se quiebra—. Por favor.

Ella le da vueltas al cabello de Liam. —Tal vez podamos recoger


ese nuevo cómic del que has estado hablando.

Ahora sólo está siendo una idiota y echando sal en la herida.

Intento quitarle las llaves del auto de la mesa de la cocina, pero


es demasiado rápida. —Detente, antes de que te castigue.

—Adelante.

Ya ha arruinado mi vida. También podría desterrarme a mi


habitación. Al menos así no tendré que ver o hablar con Liam. O
con ella.

—¿Por qué llora Cole? —Bianca pregunta, y es sólo entonces


cuando me doy cuenta de que hay cosas mojadas goteando por
mi cara.
—Mamá no le dejará unirse al equipo de fútbol porque falló su
última prueba —Liam suministra sin ayuda.

Bianca se rasca la nariz. —Eso apesta.

Me froto las lágrimas con la parte de atrás de la manga. —Te odio.

Si mi madre sintió algo de mi declaración, no lo muestra.

Agarrando su bolso, mira a Jace. —Cuida a tu hermano mientras


no estoy.

Me estremezco cuando la puerta principal se cierra detrás de ella.

Se acabó. He perdido.

Jace me pone una mano en el hombro. —Apuesto a que, si lo


haces bien en tu próximo examen, lo reconsiderará.

—El último día para inscribirse es hoy.

Lo medita por un segundo. —Una vez que vean lo bueno que eres,
te querrán en su equipo.

—¿Qué te hace estar tan seguro?

Se burla de mi brazo. —Este brazo tuyo.

—Lo que sea.

No terminé de compadecerme porque no había garantías de que


me dejaran inscribirme tarde.

—¿Qué tal si hacemos un trato?

—¿Qué clase de trato?


—Te ayudaré a estudiar para tu próximo examen, si prometes
aflojar un poco con mamá.

Pongo los ojos en blanco. —Claro. Ponte de su lado.

—Está pasando por mucho, Cole.

—Ella está arruinando mi vida.

Agarra algo de zumo de la nevera. —No, no es así. Sólo quiere lo


mejor para ti.

—Lo mejor para mí es el fútbol.

—Bueno, tienes que demostrarlo pasando tu siguiente prueba.


Muéstrale cuánto lo quieres y cuánto estás dispuesto a trabajar
por ello.

No lo quiero... lo necesito.

—Sí, tal vez tengas razón.

Cuando llegue a casa, me disculparé por lo que dije y aceptaré la


oferta de Jace de estudiar.

Estudiaré tan duro que obtendré una mejor nota que Liam.
Entonces no tendrá otra opción que dejarme jugar.

Y cuando vea lo bueno que soy en el campo, lo mucho mejor que


soy que Liam, puede que finalmente me quiera más.

Desliza un vaso de jugo sobre el mostrador. —Por supuesto que


tengo razón. Ahora bebe para que podamos lanzar la pelota por
un rato.

Como siempre, Jace tenía una forma de sacarme de la depresión


y animarme.
A decir verdad, a menudo me encontré deseando que fuera mi
único hermano.

Mi vida sería mucho mejor.

Jace agita su mano como si le hubiera picado una


abeja. —Maldición, muchacho. Sigue así y tendré que empezar a
usar un guante. —Sosteniendo el balón, retrocede unos metros
más—. ¿Crees que puedes lanzármela cuando estoy tan lejos?

Corriendo hacia donde está parado, le quito el balón. —No creo


que pueda. Sé que puedo.

Rápido como un rayo, corro a través del patio.

Jace me dijo que correr aumenta la resistencia y voy a necesitar


mucha si quiero ser un mariscal de campo.

Si ese es el caso, le preguntaré a mamá si puedo empezar a correr


hacia la escuela.

Agarrando firmemente el balón, traigo mi brazo hacia atrás y me


concentro en mi objetivo.

Estoy a punto de lanzarlo, pero un dolor agudo se infiltra en mi


pecho.

Mi aliento me deja en un gran apuro cuando la presión crece y


caigo de rodillas.
Jace corre a mi lado. —¿Qué pasa?

Liam.

Esa estúpida cosa de gemelos que tenemos.

Me agarro el corazón, el sudor goteando por mi cara. —Duele.

—Voy a llamar a una ambulancia.

—No. —Sacudo la cabeza—. No.

—¿Estás loco? Algo está mal.

—No soy yo.

Me mira como si estuviera loco. —¿Qué?

—Llama a mamá —gruño—. Asegúrate de que Liam está bien.

—¿Liam? Eso no imp….

—Sólo hazlo —grito.

Vamos, Liam. Sé un hombre y deja de actuar como un bebé todo


el tiempo.

Saca su celular del bolsillo y se la lleva al oído. —No responde.

Me obligo a ponerme de pie. —Está bien.

Las cejas de Jace se fruncen —¿Qué?

Limpio las manchas de hierba de mis pantalones. —He dicho que


está bien. —Recojo el balón de nuevo—. Vamos a jugar.

No voy a dejar que los problemas de Liam se interpongan en el


camino del fútbol.
Se interpone en el camino lo suficiente.

Su boca cae. —¿En serio? Pensé que estabas teniendo un ataque


al corazón.

Eso me hace reír. —Los jóvenes no tienen ataques cardíacos,


tonto. —Le doy la pelota—. Esta vez lo tiras. A ver si puedo
atraparlo.

—No creo que sea una buena idea...

El sonido de su teléfono sonando le corta el paso.

Debe ser mamá.

—Hola, papá —Jace gruñe.

O no.

Algo ha cambiado entre ellos en las últimas semanas. Solían ser


cercanos, pero hoy en día, es casi como si Jace lo despreciara.

Pero probablemente se sienta desairado como el resto de nosotros


debido a que papá trabaja todo el tiempo.

—Espera... ¿qué? ¿Cuándo?

No puedo oír lo que mi padre está diciendo... pero sea lo que sea
no puede ser bueno porque Jace deja caer el teléfono.

—¿Qué ha pasado?

—Señora... —Él traga y lo intenta de nuevo—. Sra. García.

No entiendo por qué está tan angustiado por nuestra vecina.

—¿Murió?
Sacude la cabeza. —No. Ella va a venir. —Parece como si alguien
le hubiera dado un puñetazo en las tripas—. Papá está de camino
al hospital.

Esa sensación en mi pecho ha vuelto con venganza.

—¿Está bien?

—No... no lo sé. —Mira hacia abajo a la hierba—. No sé nada.

—¿Cómo que no sabes nada? Acabas de hablar con papá. ¿Qué


te dijo?

Está tan fuera de sí que tarda un minuto entero en responder.

—Dijo que hubo un accidente. El auto de mamá se salió de la


carretera. —Entierra la cabeza en sus manos—. Eso es todo lo
que me dijo.

Eso no puede estar bien.

—¿Qué significa eso? Están bien, ¿verdad?

—¡No lo sé! —grita—. No lo sé.

Es como si fuera la única frase de su vocabulario.

—Están bien —susurro, más para mi beneficio que para el suyo.

Mamá me dijo una vez que, si pones pensamientos positivos en


el universo, se harán realidad. —Tienen que estarlo.

—Sí. —Pareciendo recuperar la compostura, inhala con


fuerza—. Tienes razón. Todo va a estar bien.

Pero no lo fue.

Nunca volvería a serlo.


Porque dos horas después, descubrimos que Liam y Bianca
estaban en cirugía de emergencia...

Y nuestra madre estaba muerta.


SAWYER
—La policía le dijo a mi padre que estaba conduciendo a casa
desde mi escuela primaria cuando se salió de la carretera. —La
voz agónica de Cole apenas supera un susurro—. Cuando
revisaron su bolso, encontraron una copia del formulario de
inscripción que había llenado, junto con un recibo del cheque que
escribió para que yo pudiera participar en el fútbol
infantil. —Cierra los ojos—. Ella no habría estado allí ese día si
no fuera por mí.

Oh, Dios. Mi corazón, que se hunde rápidamente, se pliega sobre


sí mismo.

Sin pensarlo, lo rodeo con mis brazos, abrazándolo lo más fuerte


posible. —Lo siento mucho.

Me duele el pecho por el niño que creyó que la muerte de su


madre fue culpa suya, y por el hombre que está delante de mí y
que se niega a pensar en algo diferente.

Se pone tenso. —No quiero tu compasión —Antes de que pueda


parpadear, me da la espalda a la pared—. Lo que quiero es tu
ayuda. —Sus dedos me agarran la mandíbula—. Te necesito,
Sawyer.

No está jugando limpio. No puede abrirse a mí como lo hizo y


luego exigirme que lo ayude.
¿No es eso lo que le pediste que hiciera? Mi mente indica.

Maldición. Odio cuando mi conciencia se involucra.

Estaría mal que le diera la espalda, pero también quiero tiempo


para reflexionar sobre esto para poder tomar una decisión
informada.

—Lo pensaré.

Es la única respuesta que se siente bien.

Se calla durante casi un minuto antes de suspirar. —Está bien.

Es sólo entonces cuando recuerdo que mis brazos aún están


envueltos alrededor de él y su cuerpo está presionado contra el
mío.

Ninguno de nosotros hace un movimiento para enmendar


nuestra posición.

Mi visión se ha ajustado a la oscuridad lo suficiente como para


poder distinguir la agitación de sus ojos, el arco de sus labios
llenos y las líneas afiladas de su mandíbula.

Es tan hermoso... tan torturado.

Antes de poder detenerme, rozo su pómulo con mi pulgar.

—Eras sólo un niño —le digo—. No fue tu cul…

—¿Piensas alguna vez en esa noche? —interroga.

El repentino cambio de tema es casi suficiente para darme un


latigazo. —¿Qué noche?

—La noche que nos enrollamos.


Oh, esa noche.

—No realmente —miento.

—Yo sí. —afirma con naturalidad.

—Me dijiste que no te acordabas.

—No lo hago. —Una sonrisa pícara curva su boca mientras se


inclina—. ¿Por qué no me lo recuerdas?

Los nervios se acumulan en mi vientre. —¿Te lo recuerdo?

—Cuéntame lo que pasó entre nosotros. —Sus labios se deslizan


sobre la orilla de mi oreja—. No dejes fuera ningún detalle.

El dulce niño Jesús en un pesebre. No puede hablar en


serio. —¿P-por qué?

—La última cosa que recuerdo es querer besarte. —Su boca se


mueve hasta el cuello y planta un suave beso allí—. ¿Lo hice?

Trago con fuerza. —Sí.

Su mano encuentra mi cintura. —¿Con lengua?

Mis ojos se cierran y asiento.

—¿Fue descuidado y frenético... o suave y gentil?

Mis mejillas se calientan mientras el recuerdo flota en mi mente.


—Yo um. Fue algo así como las dos cosas.

—¿Cómo es eso?

—Al principio fue suave —explico—. Y luego... no sé, fue casi


como si tú...
—¿No podía conseguir suficiente? —Presiona sus labios contra
mi garganta—. Suena bastante bien. —La mano en mi cintura
viaja hacia arriba, justo pasando mi caja torácica—. Entonces,
¿qué pasó?

Una parte de mí quiere poner fin a toda esta farsa, pero la otra
parte quiere restregarle su amnesia de borracho.

Haz que le duela un poco.

—Seguimos besándonos... y luego tu boca bajó.

Tengo toda su atención ahora. —¿Qué tan bajo?

Una ráfaga de calor envuelve mis mejillas. —Mi


cuello. —Obligándome a mirarlo, murmuro— Al principio.

El bulto en su traje de baño es imposible de ignorar mientras sus


ojos se dirigen a mis pechos. —¿Los he tocado?

Me pesa el pecho, llamando aún más la atención sobre los temas


en cuestión. —Sí.

La grava espesa su voz. —¿Con mi boca?

Respiro con fuerza. —Uh-huh.

Un pequeño jadeo me deja cuando la yema de su pulgar roza uno


de mis pezones, haciendo que ambos se vuelvan aún más
duros. —¿Los he chupado?

Cintas de calor se despliegan dentro de mí. —S…

El sonido de la puerta abriéndose nos asusta a ambos.

La mitad de mí quiere gritarle a Cole por no cerrar, y la otra mitad


está agradecida por el salvamento porque he pasado los últimos
meses deseando poder deshacer mágicamente su beso y olvidar
su toque... y sin embargo aquí estoy dejando que me convierta en
una pila de baba de nuevo.

—Ahí estás. Te he buscado por todas partes.

Cole tiene una mirada asesina en sus ojos cuando se vuelve hacia
el causante responsable de interrumpirnos.

Afortunadamente, es Oakley. Si se tratara de cualquier otro,


estoy segura de que no escaparía ileso.

Cole pone un poco de distancia entre nosotros. —¿Qué coño


quieres?

—Hay una situación... —Oak empieza a decir antes de ser


interrumpido.

—Vaya. —Es sólo entonces cuando me doy cuenta de la falsa


enfermera que está a su lado. Morgan ni siquiera trata de ocultar
la mirada de asco en su rostro—. No puedo esperar a contarle a
Casey sobre esto.

Mi estómago se retuerce. Más drama con Casey es lo último que


quiero.

Mi respuesta de lucha o huida se pone en marcha y salgo del


vestuario.

—Tengo que irme —digo con prisa antes de correr hacia la casa.

Cole me llama por mi nombre, pero yo sigo caminando.

Sólo entonces recuerdo a Bianca. No importa cuáles sean mis


problemas con Cole, no soy de las que se deshacen de alguien
con quien he venido a una fiesta.
Cuando llego a la sala de estar, veo una multitud de chicos
alrededor de dos personas girando en la pista de baile.

El shock me lleva al punto en que veo a Bianca y Hayley


besándose mientras sus cuerpos se mueven al ritmo de la
música.

—Amigo, eso es tan jodidamente caliente —grita uno de ellos.

—Diablos, sí que lo está —alguien está de acuerdo.

—Por favor, dime que alguien está grabando esto. Necesito nuevo
material para el banco de pajas.

Y esa es mi señal para intervenir.

Me empujo a través de la pequeña multitud. —Nadie está


grabando nada.

—Deja que la gorda sea una odiosa y lo arruine. —uno de ellos


interrumpe mientras yo las separo.

Imbécil.

—Vamos —le digo a Bianca—. Ya has bebido más que suficiente


por una noche.

—No estoy borracha —dice con una actitud—. Pero gracias por
tu preocupación.

Bueno, esto es incómodo.

Si a Bianca le gustan las chicas, eso es una cosa, sólo espero que
no esté besando chicas para que los estúpidos chicos reaccionen.

O para poner celoso a cierto chico.

Por otra parte, no es realmente asunto mío.


—Me voy. ¿Quieres que te lleve?

Ella sacude la cabeza. —No. Se lo pediré a Cole. —Ella mira a


Hayley—. ¿Quieres llevar esto arriba?

Sí, y esa es mi señal para irme.


COLE
Han pasado casi nueve horas desde que Sawyer me dijo que
pensaría en ser mi novia falsa.

Seguramente, ya se habrá decidido.

Miro fijamente a mi teléfono, debatiendo si enviarle un mensaje


de texto o no.

En serio. ¿Qué carajo hay que pensar? Ella me rasca la espalda


y yo le rasco la suya. Es la solución perfecta.

—¿Cole? —Jace interviene, interrumpiendo mis


pensamientos—. Un poco de ayuda aquí.

Levanto la vista de mi plato de huevos revueltos sin


comer. —¿Eh?

Actualmente le está leyendo a Bianca el acta de disturbios. Me


desconecté en algún lugar entre la intoxicación alimentaria falsa
y el robo del camisón de Dylan.

—Dile a Bianca lo genial que es Dylan.

Encogiéndose de hombros, miro a mi hermana pequeña. —Ella


está bien.

Es lo mejor que puedo hacer. No somos muy cercanos, pero sé


que ella ama a Jace y que Jace la ama mucho.
Eso es suficiente para mí.

Jace abre la boca, pero para su consternación, es Oakley quien


viene en defensa de Dylan.

—Dylan es la mierda... —empieza a decir antes de que Jace le


corte el paso.

—Ella me hace feliz, Bianca. ¿No quieres que sea feliz?

Manteniendo su expresión impasible, Bianca arranca una


manzana del frutero. —¿Estás seguro? Porque no pareces muy
feliz en este momento.

Parece que Jace está a punto de tener un infarto. —No estoy feliz
porque sigues intentando abrir una brecha entre nosotros y no le
das una oportunidad a mi novia.

Bianca piensa en esto por un minuto antes de responder. —Sólo


porque tu novia es una gigantesca puta asesina.

Sí. Vi esa respuesta venir desde una milla de distancia. Estoy


bastante seguro de que Bianca siempre culpará a Dylan por la
muerte de Liam.

Ignoro la forma en que el proverbial cuchillo se retuerce en mis


entrañas.

Levantándose de la mesa, Jace suspira. —Tienes que parar. No


puedo soportar mucho más de esto.

Ella frunce el ceño. —Bueno, si te está causando tanto estrés,


probablemente deberías deshacerte de ella.

—No me voy a deshacer de Dylan... —Jace empieza a gritar antes


de que Oakley tome el control.
—Corta el rollo, B. —Toma un gran trago de su jugo de
naranja—. Dylan es mi familia, y no voy a sentarme aquí y dejar
que sigas dándole golpes. Si tienes un problema con ella, tienes
un problema conmigo. —Estrecha los ojos—. ¿Capice?

Mirándolo fijamente, le da un mordisco gigante a su manzana y


la mastica. —Vaya, alguien está muy salado por lo de anoche.

Incómodo.

Hay un tic en la mandíbula de Oakley . —Sólo tenías que sacar


el tema.

Jace mira entre ellos. —¿Qué pasó anoche?

Los dos cierran la boca.

Tarde o temprano se enterará. Aquí no hay nada.

—Bianca se besó con Hayley.

—¿Hayley? —Aturdido, Jace se vuelve hacia Oak—. ¿Tu ex-novia


Hayley?

Se enfurruña. —Sip.

Jace me mira a continuación. —¿La dejaste besarse con una


chica en una fiesta?

Francamente, no estoy seguro de cuál es el problema. Yo, por mi


parte, soy un gran partidario de su recién descubierto
lesbianismo.

Si Bianca es gay, significa que no querrá andar con ningún


chico... por lo tanto, menos estrés para sus hermanos mayores.
Además, ¿qué quiere que haga? ¿Encerrarla en el sótano?
¿Prohibirle que tenga algún contacto con la raza humana?

Abro la boca para hablar, pero Bianca se me adelanta.

—En defensa de Cole, me dijo que no me acostara con ningún


tipo. Aunque nunca dijo nada sobre chicas. —Sonriendo,
añade— Además, no es que él estuviera allí. Estaba demasiado
ocupado saliendo con su nueva novia, Sawyer.

Pensándolo bien, tal vez encerrarla en el sótano no sea tan mala


idea después de todo. Habría mucha menos mierda para que ella
revuelva desde allí abajo.

Puedo decir el momento exacto en que procesa lo que ella dijo


porque la pequeña vena de su frente hace su
aparición. —¿Sawyer? Como la mejor amiga de Dylan, ¿Sawyer?

—¿Conoces a alguna otra Sawyer?

—Te dije que te alejaras de ella.

—También me dijiste que no me follara a la Sra. Bennett, pero


ella terminó dándome una A en historia.

—Mierda. ¿Te has follado a la madre de Cortland? —exclama


Bianca.

Ambos la ignoramos.

—Mira —empieza Jace—. Dylan no te quiere cerca de Sawyer. No


después de lo que le hiciste.

—Lo siento, la última vez que lo comprobé, soy un chico grande


y Dylan no toma decisiones por mí.

—Sí —Bianca vitorea.


La mirada de Jace se dirige hacia ella. —Sube las escaleras.

—Lo que sea. —Ella fija su mirada en Oakley—. Voy a llamar a


Hayley y ver si quiere pasar el rato.

Oakley hace un bajo gruñido mientras se aleja. Cuando ella está


fuera del alcance de oírnos, él dice, —Hayley es una chica dulce,
Jace. Necesitas ponerle fin a esa mierda.

A decir verdad, entiendo por qué está inquieto por todo el asunto.
Hayley puede ser dos años mayor que Bianca, pero Bianca
es...Bianca.

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que las cosas
probablemente no terminarán bien una vez que Bianca decida
que ya ha tenido suficiente y siga adelante.

Tomando un respiro, Jace me hace señala. —Sí, después de que


apague el otro fuego.

—El que este saliendo con Sawyer no es un incendio.

Es una maldita bomba atómica. Una que no puedo esperar a


soltarle al imbécil de Cortland el lunes.

Jace no parece divertido. —No quiero que salgas con Sawyer. Ya


has herido a la chica lo suficiente. Aléjate de ella.

Oakley asiente con la cabeza. —Tiene razón. La Short Stack es


genial. No está bien joderle la cabeza.

No sabía que eran sus guardias de seguridad personal. —No estoy


jodiendo con su cabeza.

—Bien —se burla Jace—. Tú, el chico que sólo ha salido con
animadoras y modelos, resulta que estás saliendo con una chica
que se parece a Sawyer... justo después de que Casey te deje en
público. Lo siento, hermanito. No me lo creo ni por un segundo.

—Sospechoso como el carajo. —Oakley interviene.

Técnicamente, dejé a Casey, pero no menciono eso porque sólo


les dará más munición.

—¿Qué tiene de malo el aspecto de Sawyer? —En su lugar, yo


respondo.

Jace abre y cierra la boca como un pez antes de decir —Nada.


Ella sólo… —Busca la ayuda de Oakley.

—Tiene más cojín para empujar que tu tipo habitual —Oak


termina por él—. Además, todo el mundo sabe que Casey odia tus
tripas.

—Exactamente —exclama Jace—. Así que, ¿por qué no cortas la


mierda y me dices lo que realmente está pasando aquí?

—No está pasando nada —me quedo sin palabras, porque estoy
seguro de que no voy a decirles la verdad ahora—. ¿Alguna vez se
les ocurrió a alguno de ustedes, payasos, que tal vez... sólo tal
vez... estoy realmente interesado en ella?

—Si te gustara, no la habrías llamado gorda delante de toda la


escuela y habrías negado haberte acostado con ella —señala
Oakley sin ayuda.

Sabes que estás en problemas cuando Oakley empieza a tener


sentido.

Los rasgos de Jace se tensan. —No hagas esto, Cole.

La frustración se eleva en mi pecho. —¿Hacer qué? ¿Salir con


alguien que me gusta?
—Usarla para vengarte de Casey.

—No la estoy usando.

No es usar a alguien si te dan permiso.

No es que Sawyer lo haya hecho...todavía.


SAWYER
Mis dedos presionan las teclas de marfil, llenando la iglesia con
los acordes melódicos de "One of Us" de Joan Osborne.

Es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos, a pesar


de la controversia que la rodea.

Para mí, es simplemente un recordatorio de tratar a todos con


amabilidad y amor.

Asegurándome de que no hay nadie alrededor; tomo un respiro y


empiezo a cantar los primeros compases.

Cierro los ojos, dejando que la música y las letras profundas


fluyan a través de mí como una corriente.

Cuando llego al coro, el que hace la todopoderosa pregunta


filosófica, golpeo el pedal y lo saco desde la punta de los dedos de
los pies, cantando como si nadie escuchara, porque nadie lo
hace.

—A tu nanna le encantaba esa canción.

Excepto mi abuelo.

Debería haberlo sabido. Amo al hombre, pero estoy convencida


de que es mitad ministro, mitad ninja.

Le hago sitio en el banco y se sienta a mi lado.


—Suenas como un ángel. Deberías cantarla para el servicio del
próximo domingo.

Ha intentado que cante un solo de canción entera durante los


últimos diez años, pero siempre he puesto excusas.

—No. La Sra. Feeble ya le preguntó al tío Andrew si el coro podía


cantarla hace unos meses, pero él dijo que la canción no era
apropiada para un servicio de la iglesia.

Mientras que mi abuelo, que técnicamente se ha retirado, es más


indulgente con las cosas, mi tío, el ministro jefe, se rige
estrictamente por las normas y se opone a lo que él llama "cosas
de la nueva era".

A veces es difícil de creer que son padre e hijo dado que no


podrían ser más diferentes el uno del otro.

Él niega. —Tonterías. Su madre solía escucharlo todo el tiempo.

—Tal vez por eso no le gusta —le ofrezco—. El recordatorio


probablemente duele demasiado.

Asiente solemnemente. —Sí, ya lo veo.

Mi nanna era la mejor mujer que he conocido. No sólo era


atrevida, inteligente y empática, sino que era cálida y cariñosa.

El pegamento que mantuvo unida a nuestra familia.

Cuando murió de cáncer de mama hace cuatro años, se llevó un


gran pedazo de nuestros corazones con ella.

Nuestra familia no ha sido la misma desde entonces.

Se suponía que mudarse a California sería un nuevo comienzo


para todos, pero sólo nos ha alejado más.
Mi madre es la secretaria de la iglesia, pero ella y mi tío no se
llevan muy bien, así que hacen lo posible por evitarse
mutuamente. Mi abuelo, que fue un ministro muy querido
durante la mayor parte de su vida, se mudó aquí para ayudar a
su hijo, pero mi tío lo trata como a un ciudadano de segunda
clase y aborrece su aportación.

¿Y mi padre? Bueno, no ha puesto un pie dentro de una iglesia


por más de dos años.

Nuestra familia es un gran desastre.

Espero que la boda de Catherine restaure la paz, pero tengo mis


dudas.

Por suerte el drama no ha arruinado mi relación con mi abuelo.

Descanso mi cabeza en su hombro. —La extraño.

Dicen que el tiempo cura todas las heridas, pero algunas son
demasiado profundas para arreglarlas.

Su fallecimiento fue la primera vez que me encontré


verdaderamente enojada con Dios.

Afortunadamente, con algo de orientación y comprensión de mi


abuelo, fui capaz de poner las cosas en perspectiva y encontrar
mi fe de nuevo.

No significa que perderla duela menos.

—Lo sé, cariño. Yo también. —Sin perder el ritmo, dice— ¿Cómo


está todo en casa?

Sé que se refiere a mis padres.

—Más o menos lo mismo.


Tararea su desaprobación. —Eso es
desafortunado. —Suspirando, pone su brazo alrededor de mis
hombros—. Sigue rezando por ello. Encontrarán su camino.

—Empiezo a pensar que es una de esas situaciones en las que


Dios ya les ha dado la respuesta, pero están eligiendo ignorarla.

—Sí, puede ser. —Otro suspiro—. Odiaría verlos ir por caminos


separados, sin embargo. Esos chicos locos sí que se amaban.

Es verdad.

Como algo sacado de una película, papá era el chico nuevo de la


ciudad que se unió al equipo de fútbol, y mamá era la linda y
popular animadora.

Según mamá, lo miró de pie en la cafetería y fue como si Cupido


la hubiera golpeado con una flecha. Ella supo instantáneamente
que él era con quien estaba destinada a pasar el resto de su vida.
Incluso se lo declaró a mi nanna en cuanto llegó a casa y le dijo
que empezara a planear su boda.

Sin embargo, a papá le costó un poco más de trabajo


convencerse.

Según él, era como hacer pan. Al principio no había nada más
que masa en una bandeja, pero sus sentimientos por ella fueron
aumentando poco a poco, hasta que...bam. Una campana de
alarma comenzó a sonar. Sin embargo, a la manera típica de los
hombres, trató de ignorarlas hasta que fue casi demasiado tarde.

Afortunadamente, recobró el sentido y logró salvar su pan antes


de que se fuera con Richard Samson.

Después de eso, eran inseparables. Como los guisantes y las


zanahorias.
Mis padres no sólo fueron novios en el instituto... fueron
compañeros de alma en el instituto.

Ninguno de nosotros entiende cómo las cosas se pusieron tan mal


entre ellos.

Ni siquiera creo que ellos lo hagan.

—Solía desear que empezaran a hablarse de nuevo, pero ahora


que lo están haciendo, empiezo a desear que vuelvan a no hablar.

Esta semana no ha habido más que discusiones sin parar entre


ellos.

Me aprieta la mano. —No puede ser fácil para ti. Especialmente


con Catherine fuera.

No está mintiendo. Con mi hermana lejos, yo soy en quien


enfocan toda su energía.

Mamá con sus comentarios inútiles sobre mi peso, y papá con


sus ojos tristes alentándome a que me vaya bien en la escuela
para que pueda obtener una beca.

Es mucha presión.

Añade la situación con Cole a la lista y es probable que me ponga


nerviosa en cualquier momento.

Sé que quiere una respuesta, pero aún no lo he decidido.

Mi corazón dice que sí, pero mi cerebro dice que no, y no sé a


cuál escuchar.

Me giro para mirar a mi abuelo. —¿Puedo pedirte consejo sobre


algo?
—Eso depende. —Hay un brillo humorístico en sus ojos—
. ¿Estás pidiendo consejo a tu ministro o a tu abuelo?

Y esa es mi cualidad favorita de él.

Es un hombre de Dios, pero también está en contacto con su


humanidad.

Le doy la misma respuesta de siempre. —Ambos.

—Bien, señorita. Escuchémosla.

—Bueno, hay un chico...

—No me gusta nada el sonido de esto —murmura.

No puedo evitar reírme. —No es así.

La comprensión de que estoy en la casa de Dios me golpea.

—Es un poco como eso —enmiendo—. Verás, solía estar


enamorada de él, hasta que me hizo algo no tan agradable. No
hemos hablado desde entonces, pero ahora necesita mi
ayuda. —Me pongo un mechón de cabello detrás de la oreja—
. La cosa es que es un grosero y egoísta idiota por fuera, pero por
dentro... es... no lo sé. Hay bondad en él, abuelo. No le gusta
mostrarlo, y puede que ni siquiera se dé cuenta él mismo... pero
yo lo siento.

Piensa en esto por un minuto antes de responder. —Parece que


ya te has decidido por este compañero.

Trato de no señalar que ya nadie usa el término "compañero".

—¿Qué te hace decir eso?


—Terminaste con un positivo. Puedes decir mucho sobre lo que
alguien siente por una persona por la forma en que termina una
declaración, especialmente cuando se siente en conflicto con ella.

Hmm. Nunca lo había pensado así antes, pero tiene sentido.

—Entonces, ¿crees que debería ayudarlo?

Junta las manos, reflexionando. —Bueno, como ministro, debo


recordarte lo importante que es que nos amemos, aceptemos y
ayudemos en el nombre de Dios. —Hace una cara—. Pero como
tu abuelo, creo que deberías decirle que se despida de sus agallas
y que busque ayuda en otro lugar, porque ningún chico debería
hacerle daño a mi nieta.

Lo rodeo con mis brazos. No me ayudó mucho con mi decisión,


pero lo amo de todas formas.

—Terminaste con un negativo —me burlo cuando nos separamos.

Asiente con la cabeza. —Claro que sí.


SAWYER
—¿Te sientes bien?

La voz de Oakley me despierta y salto. —¿Eh? Quiero decir,


sí. —Después de comprobar que no se me caía la baba en la mesa
de la cocina, recojo la hoja de estudio que le hice—.
¿Dónde estábamos?

—Estábamos a punto de reprogramar para mañana. Después de


que hayas dormido un poco.

—No importa —murmuro antes de poder detenerme.

Entre la escuela, el trabajo, los deberes, la tutoría de Oakley, las


cosas de la iglesia, y aún no abordando mi ensayo de admisión,
estoy en la mierda.

Hace una cara. —¿Qué quieres decir?

—Nada.

Lo último que quiero es hacer que Oakley se sienta culpable. Me


ofrecí a ser su tutor y no me voy a rendir. Me necesita.

Y yo... necesito unas diez horas más en un día y un mes de sueño.

Me empujo las cutículas, contemplando si debo preguntarle o no.


He investigado un poco y Adderall es seguro para que la gente lo
use en dosis terapéuticas.

De acuerdo, no soy médico, pero mi hermana es casi una


enfermera y cuando la llamé y le pregunté, bajo la apariencia de
preguntar por mi amigo, si usarlo una vez a la semana o algo así
para estudiar los mataría, dijo que no lo haría.

El único problema es que no estoy segura de a quién se lo voy a


comprar. Luis dijo que conocía a alguien, pero no sé quién es esa
persona.

Podría ser cualquiera y potencialmente podrían venderme


cualquier cosa.

Quiero ser inteligente en esto y obtenerlo de alguien en quien


confíe.

Dado que Oakley está vendiendo drogas por el momento... es la


persona perfecta a quien preguntar.

Me levanto de mi asiento y doy vueltas por su casa de huéspedes.


—¿Oakley?

Levanta una ceja. —¿Sí?

—Quiero pedirte un favor, pero necesito que prometas que lo


mantendrás entre nosotros y no me juzgarás.

Recostado en su silla, se rasca la barbilla. —Estás hablando con


el tipo que vende drogas, se tiró a su madrastra, se besó con su
prima, y casi... —Su voz se desvanece y sacude la cabeza—. No
importa. Lo que trato de decir es que soy la última persona que
debería estar juzgando. Tus secretos están a salvo conmigo, Short
Stack.
Me imaginé que lo estarían, pero no hace daño tener alguna
seguridad extra. —Bien.

Se lleva el vaso de soda a los labios. —Entonces, ¿cuál es el favor?

—Esperaba que pudieras conseguirme drogas.

La soda sale de su boca y nariz.

—¿Qué? —tose.

Tomo un rollo de toallas de papel del mostrador y se las


doy. —No como “Las drogas”. Adderall.

Sus ojos se abren de par en par con la confusión. —¿La


medicación para el TDAH?

—Sí.

Limpia la mesa. —¿Por qué?

—Lo necesito para estudiar. —Antes de que pueda sugerir que


deje de ser su tutor, añado— Intento entrar en Duke's Hearts con
una beca. Pero para ello, mis notas tienen que ser perfectas y
también mi ensayo de admisión. Sólo necesito un pequeño
impulso extra.

Asiente con la cabeza para entender. —Le preguntaré a Loki si


tiene algo en su arsenal. Te lo haré saber al final de la semana.

Mi cara se cae. Es martes.

—Oh.

—¿Qué pasa?

—¿Hay alguna manera de que pueda ser más pronto que eso?
Tengo que entregar mi ensayo para el viernes.
—No deberías esperar hasta el último minuto.

Que Oakley me diera una charla sobre la gestión del tiempo y la


entrega de tareas a tiempo sería divertido si no fuera cierto.

—Tienes razón. —Recordando que está bajo de fondos,


añado— Puedo pagarle un pequeño extra para que se apure.

Agita una mano. —No. Yo invito. Es lo menos que puedo hacer


contigo dándome clases particulares gratis y todo eso.

—¿Estás seguro? Porque tiré tu alijo por la alcantarilla y...

—Sí, lo sé. —Se pone de pie—. Aprecio que lo hayas hecho bien.
Loki iba a perder la cabeza.

No tengo ni idea de lo que está hablando. —¿Hacerlo bien? ¿Qué


quieres decir?

Me mira como si le acabara de informar que Santa y el hada de


los dientes no sólo son reales, sino que están casados y tienen
hijos. —Hace unos días, dejaste un sobre con dos mil dólares en
mi puerta.

¿Qué? —Uh. No, no lo hice.

—Uh. Sí, lo hiciste.

Claramente, no me escuchó la primera vez. —Uh. No, no lo hice.

—Uh. Sí, tú...

—¿Parece que tengo dos mil dólares tirados por ahí, Oakley?

—No, pero... —El color se le escapa de la cara—. Mierda. —Mueve


un dedo—. Prometiste no decírselo a nadie.
Levanto las manos. —No lo hice. Lo juro. —Ahí es cuando me doy
cuenta—. Pero cierta persona nos oyó hablar en el
estacionamiento esa noche, ¿recuerdas? Cierta persona que se
preocupa por ti y que no querría que te pasara nada malo.

Sabía que Cole era una buena persona.

Murmura otra maldición. —Sí, que Cole tenga dos grandes tiene
mucho más sentido. —Me mira—. Sin ánimo de ofender.

Demonios, es la verdad. Cole está forrado.

—No hay problema.

Se frota una mano en la mandíbula. —Joder.

—¿Qué?

—¿Crees que se lo dirá a Jace?

Honestamente no tengo ni idea. —No veo por qué lo haría. No a


menos que le des una razón para hacerlo.

—Sí, buen punto. Cole no es de los que delatan a


nadie. —Suspira—. Sin embargo, tengo que pagarle. —Se pone
de pie—. Podría requerir un mes o dos extra de trabajo para Loki.

Aquí vamos. —Tu jura...

Su teléfono suena y lo mira. —Aguanta ese pensamiento. Tengo


que ayudar al hombre de hielo.

Supongo que es un código para algo relacionado con las drogas.


—¿Loki?

Se acerca a su nevera y abre el congelador. —No. —Saca una gran


bolsa de hielo—. Vuelvo enseguida.
Más rápido que un rayo, sale corriendo.

Me congelo cuando noto el tiempo en su microondas. —Mierda.

Debo haberme dormido un rato, porque tengo que estar en el


trabajo en quince minutos.

—¿Todo bien? —Oakley pregunta cuando vuelve a entrar.

Deprisa, recojo mis cosas y las meto en mi mochila. —Llegaré


tarde al trabajo si no me voy.

—Oh.

Coloco mi mochila sobre mi hombro. —¿Te funciona el viernes


después de la escuela?

—Sí. ¿Quieres que nos encontremos aquí otra vez?

Estoy a punto de decir que sí, pero luego recuerdo que tengo una
reunión del consejo estudiantil seguida de un turno en el trabajo.
—¿Podemos vernos en la biblioteca después de mi reunión del
consejo estudiantil? Tendré una hora libre antes de que tenga
que ir a trabajar. Será más fácil si me encuentras allí en vez de
que yo conduzca hasta aquí.

Se lleva un porro a los labios y lo enciende. —Lo tengo, enana.

Con eso, lo saludo y salgo por la puerta.

Estoy caminando por el sendero cuando algo me llama la


atención y hago una pausa.

Los Covingtons tienen una gran y extravagante piscina


subterránea en su patio trasero.
Sin embargo, por razones que no entiendo, hay un jugador de
fútbol de 1,80 metros metido en lo que parece ser una especie de
piscina para niños.

—Sabes que hay una versión de tamaño adulto a tu lado,


¿verdad? —Lo menciono al pasar por delante de él.

Sólo entonces me doy cuenta de que la piscina para niños de Cole


está llena de agua helada y está temblando.

—¡Santo cielo! ¿Qué es lo que te pasa? ¿Estás loco?

Al retroceder, alcanzo su mano, pero él la rechaza.

—Hago esto después de cada práctica. Ayuda a reducir la


hinchazón —dice a través del castañeo de los dientes.

Me estremezco. —¿Realmente tienes tanto dolor?

Sus cejas bailan. —Si digo que sí, ¿lo besarás?

No, no voy a ir allí. —Disfruta del resto de tu baño.

—Va a parecer raro si no coqueteo con mi novia, así que te sugiero


que encuentres una manera de lidiar con ello, Bible Thumper.

Jesús toma el timón.

—Lo siento, ¿todo ese hielo te congeló el cerebro? ¿Cuándo acepté


ser tu novia?

Se encoge de hombros. —No dijiste que no.

—Tampoco recuerdo haber dicho que sí.

Su mandíbula hace un tic. —Tú...

El sonido del timbre de mi teléfono lo corta.


Maldigo cuando veo el nombre de mi jefe en la pantalla.

Levantando un dedo, lo hago callar. —Hola, Sr. Gonzales. ¿Qué


tal?

—Necesito que vengas temprano hoy.

Parpadeo. —Mi turno comienza en quince minutos.

—Lo sé, pero pensé que, si te llamaba antes, podrías llegar a


tiempo por una vez.

Por mucho que odie admitirlo, tiene razón. Mi reciente historial


no es muy bueno. Sólo la semana pasada llegué tarde al trabajo
dos veces.

—Me voy ahora. Llego pronto.

Le oigo aplaudir. —Ándale, muchacha.

Luego cuelga.

¿Muy grosero?

Pasó por encima de Cole. —Ese era mi jefe. Me tengo que ir.
COLE
Cuatro días.

Cuatro días para tomar una decisión que le tomaría a cualquier


otra chica del planeta menos de cuatro segundos en aceptar.

Traté de ser paciente con ella.

Intenté no perder la cabeza cuando me esquivó en la escuela e


ignoró mis mensajes de texto.

Pero cuando vi a Cortland acercarse a ella hoy en el almuerzo y


preguntarle si estaba viendo a alguien, y ella le dijo que no... se
le acabó el tiempo.

Sawyer Church es mi novia... le guste o no.

La pelota ya no está en su campo.

Está en mis malditas manos.

Que es exactamente por lo que estoy llegando a su casa.

Donde no puede desairarme.

Gruñendo, agarro el ramo de peonías rosas del asiento del


pasajero.
Según Bianca, todas las mujeres aman las flores, y éstas son una
sólida elección.

Todo lo que sé es que es mejor que funcionen.

Estoy nervioso mientras subo por el pasillo, lo cual no es propio


de mí.

La casa de ladrillos rojos es casi lamentablemente pequeña y


necesita desesperadamente un lavado a presión y un paisajismo
profesional, pero si pasas por alto todo eso, no es tan malo.

Busco un timbre cuando llego a la puerta principal, pero no hay


ninguno.

—¿Quién carajo no tiene una puerta...?

La puerta principal se abre y me recibe un hombre alto y robusto


con cabello salpimentado y barba.

No parece muy contento de verme.

—¿Puedo ayudarte?

Su voz es más gruesa que la de Sawyer. Y ni de cerca tan sexy.

Me aclaro la garganta, no estoy seguro de cómo responder.

Algo me dice que no le gustaría que le informara que tengo toda


la intención de follarme a su hija tan bien que pronto empezará a
llamarme papá.

En lugar de eso, extiendo mi mano. —Encantado de conocerle.


¿Está su hija en casa?

Es una pregunta tonta. La camioneta de Sawyer está en la


entrada.
Me da la mano tan fuerte que agradezco que la práctica haya
terminado por hoy.

—¿Cuál?

Lo dice como si fuera una especie de prueba.

La verdad es que no tenía ni idea de que Sawyer tuviera una


hermana. Interesante.

—Sawye…

—Dan, quién está en la puer……. oh.

Las cejas de la mujer se levantan cuando me ve.

Ella también tiene un acento. —Bueno, hola. ¿Cómo está usted?

Su madre es una morena delgada y atractiva que parece un poco


más joven de lo que probablemente es, pero no tan joven como
cree que parece.

Los únicos rasgos físicos que Sawyer comparte con su madre son
sus dientes blancos perfectamente rectos y su largo cabello
oscuro.

—Está aquí para ver a Sawyer —la ilumina.

La confusión graba sus rasgos. —¿Sawyer? —Ella ve las flores en


mi mano—. Oh. ¿Estás vendiendo flor...

—¿Quién está aquí para verme… mierda.

La chica del momento parece haber visto un fantasma.

—Sawyer Grace, cuida tu lengua frente a la compañía —regaña


su madre.
Yo sonrío. —Sawyer Grace, ¿eh? Es un bonito nombre.

La mirada que ella me da podría resucitar a los muertos y


matarlos de nuevo. —¿Qué estás haciendo aquí, Covington?

—Me dijiste que tenía que conocer a tus padres.

Ella parpadea. —Al diablo con lo que dije...

—Sawyer —su madre regaña por segunda vez.

—Lo siento, mamá. —Puedo decir que quiere pegarme, pero no


puede porque sus padres lo desaprueban.

Bueno, su madre lo haría. Su padre parece que definitivamente


lo aprobaría.

—Dios mío, no nos tengas a todos en suspenso —proclama su


madre—. ¿Quién es este joven?

Su garganta se balancea en una golondrina. —Él es...

—Soy su novio.
SAWYER
Ese hijo de puta.

Tiene muchas pelotas para no sólo venir a mi casa sin


anunciarse, sino para decirle a mis padres que es mi novio.

Es comprensible que las unidades parentales estén atónitas.

—¿Novio? —Mi padre gruñe—. Nunca dijiste nada sobre tener un


novio.

Eso es porque no lo tengo.

Pero si digo que lo es, mi padre podría traer su escopeta.

Esa sería definitivamente una forma de deshacerse de Cole.

—Relájate, Dan. —Mi madre se ríe como si fuera la cosa más


ridícula que haya escuchado—. Estoy segura de que no está
saliendo con Sawyer.

El hecho de que no crea que alguien tan guapo como Cole pueda
ser mi novio me duele, pero no me sorprende.

No tengo ni idea de qué hacer con la mirada que le da Cole. —En


realidad, señora. Lo estoy haciendo.
Mi madre abre y cierra la boca unas cuantas veces antes de
hablar. —Oh. —Al agarrarse a sí misma, fuerza una
sonrisa—. No tenía ni idea. Pero por favor, entra.

Mierda. Tengo que deshacerme de él antes de que empiecen a


hacer preguntas.

—No puede —farfullo—. Sólo venía aquí para dejar...

—Flores. —Cole se mueve hacia las peonías mientras se mueve


como si fuera el dueño del lugar—. Aquí.

Quiero borrarle la sonrisa de come-mierda de su cara cuando


extiendo mi mano para aceptar las estúpidas peonías y se las da
a mi madre.

—Sawyer me dijo lo mucho que te gustan las flores. Espero que


estén bien.

Que. Mierda. Es. Esto.

La verdad es que a mi madre le encantan las flores, pero él no lo


sabe.

Me pellizco porque debo haber sido absorbido por un universo


alternativo.

Un universo en el que Cole Covington aparece en mi casa sin ser


invitado con flores para mi madre y declara que soy su novia.

Es sólo entonces cuando me doy cuenta de que todo esto es obra


mía.

Cuando le dije a Cole que tenía que conocer a mis padres para
salir conmigo, le estaba jodiendo la cabeza porque quería verlo
enloquecer.
Nunca esperé que me tomara en serio.

Mamá se esponja el cabello. —Oh, Dios. Estas son hermosas. Qué


considerado de tu parte.

—Sí. Tan considerado. —Coloco mi mano en su pecho, ignorando


lo firme que está, y empiezo a empujar—. Ahora vuelve a tu auto
y vete.

—Sawyer Grace —grita mamá—. Será mejor que dejes de


comportarte como si no te hubiéramos criado para tener modales,
jovencita.

Al diablo con mi vida. Es la segunda vez que me llama por mi


segundo nombre delante de él.

—Estábamos a punto de sentarnos a cenar. —le dice a


Cole—. Eres bienvenido a unirte a nosotros si quieres.

Como el infierno que es. —No...

—Me encantaría —interviene Cole.

Por supuesto que lo haría.

Porque el imbécil testarudo está decidido a salirse con la suya.

Puedo decir que mi padre lo está midiendo mientras camina hacia


la mesa de la cocina.

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que no es un fan,


sobre todo cuando Cole comete el error de sentarse en la cabecera
de la mesa.

Imbécil.
Mi padre se aclara la garganta. En voz alta. —¿Piensas ser mi
calentador de asiento durante la comida?

Afortunadamente, Cole capta la indirecta y rápidamente se


mueve al asiento directamente frente a mí.

Los tres nos sentamos en un silencio incómodo mientras mi


madre lleva la comida a la mesa.

Normalmente ayudaría, pero no quiero que empiece a husmear.

Además, tengo que vigilar de cerca a Cole, que parece muy


satisfecho consigo mismo.

Bastardo engreído.

Me siento aliviada cuando mamá se une a nosotros. Será difícil


hablar cuando todo el mundo tenga la boca llena de comida.

Los nervios me sacuden el estómago mientras veo a Cole apilar


comida en su plato. No me avergüenzo de donde vengo, pero es
desconcertante cenar con alguien que tiene criadas y chefs
privados a su disposición.

Mi madre es una gran cocinera, pero no se impresionará con su


asado y puré de patatas cuando le sirvan el filete mignon en una
bandeja de oro todas las noches.

Lo mismo puede decirse de mí. Todos se preguntarán por qué me


eligió a mí cuando puede tener la chica que quiera.

Claramente Colton no pensó muy bien su plan.

Razón de más para rechazar la oferta de ser su novia falsa.

Agarro un rollo de la cesta. Acaban de salir del horno, así que


están calientes y son extra deliciosos.
Mamá se aclara la garganta. —¿Estás segura de que quieres
comer eso?

Mis mejillas se calientan de vergüenza. Ya es bastante malo que


me critique cuando estamos solos, pero hacerlo delante de Cole
de toda la gente.

Rezo en silencio para que se abra un sumidero y me trague, pero


por desgracia no lo hace.

El gran hombre de arriba debe tener cosas más importantes de


las que ocuparse.

Dejo caer el rollo de nuevo en la cesta. —Sí, tienes razón.

—No es por ser grosero, pero ¿por qué no debería comer


eso? —Pregunta Cole.

Oh, no.

La sorpresa ilumina los rasgos de mamá, pero rápidamente se


ríe. —Porque los carbohidratos son el diablo. —Arrugando su
nariz, añade— Es una cosa de chicas, no lo entenderías.

—En realidad —Cole la enfrenta—. Como jugador de fútbol, sé


mucho de nutrición, y los carbohidratos son necesarios para la
energía. Estoy seguro de que eres consciente de lo agitada que es
la agenda de Sawyer. Si deja de comer carbohidratos, estará
cansada y será menos productiva. Como su madre, sé que no
querrás que eso suceda porque quieres lo mejor para
ella. —Resplandeciente, da un gran mordisco a su propio
rollo—. ¿Verdad?

Prácticamente me ahogo con mi carne asada.


La única persona que le ha dicho que me deje en paz es mi padre,
y la última vez que lo hizo prácticamente causó una guerra civil.

Mamá no paraba de gritar que iba a tener problemas de salud y


que me comería en una tumba temprana, y papá no paraba de
gritar que sólo era de huesos grandes, y que la grasa de bebé
desaparecería pronto.

Fue totalmente humillante.

Estaba tan deprimida que me comí tres barras de chocolate que


había escondido en mi habitación.

Mamá mira el mantel. No puedo decir si está avergonzada o


luchando contra las ganas de echarlo. —Por supuesto que quiero
lo mejor para mi hija.

La dura mirada que mi padre ha estado dando a Cole desde que


entró por la puerta se suaviza un poco. —Jugué un poco de fútbol
en mis días.

Respiro más fácilmente. El fútbol es un tema seguro.

Los ojos de Cole se iluminan como el 4 de julio. —¿Ah, sí? Eso es


impresionante. ¿En qué posición jugaste?

Se irradia un poco. —Guardia izquierdo.

Cole cruza la mesa para darle un puñetazo. —Respeto. Ustedes


reciben mucho castigo en el campo.

Papá asiente con la cabeza. —Claro que sí. —El juicio se


arremolina en sus grandes ojos marrones—. Si tuviera que echar
un vistazo, diría que eres el mariscal de campo.

Una sonrisa arrogante se despliega. —Así de obvio, ¿eh?


—Sí.

El hielo en el tono de mi padre deja claro que no lo dijo como un


cumplido.

—Entonces, ¿cómo se conocieron? —Mamá pregunta, rompiendo


la tensión.

—Vamos a la escuela juntos —le recuerdo.

Pone los ojos en blanco. —Lo sé, Sawyer Grace. Lo que quise decir
fue, ¿cómo empezaron a salir? ¿Y cómo es que nunca antes
mencionaste que tenías un novio?

Aquí vamos.

Es hora de aclarar las cosas. —No es...

—Oficial todavía —Cole se interpone—. Sawyer insistió en que


tenía que conocer a sus padres antes de que aceptara ser mi
novia.

Mi madre me mira como si estuviera loca. —¿En serio?

Los ojos de papá se arrugan en las esquinas. —Es bueno saber


que a una de mis hijas todavía le importa lo que su viejo piensa.

Obviamente sigue dolido porque el prometido de Catherine fue a


mi madre para pedirle permiso y lo dejó fuera del todo.

—Dan —mamá aprieta los dientes—. Este no es el momento.

—Sí, sí —se queja.

Mamá mira alrededor de la mesa hasta que sus ojos se posan en


mí. —Tu cumpleaños se acerca pronto. ¿Hay algo especial que
quieras hacer?
Sí... dormir.

La verdad es que no he pensado mucho en ello. Mis padres no


tienen dinero para hacer nada elegante y no quiero ser una carga.

—No lo sé. Esperaba que pudiéramos hacer algo pequeño aquí.


¿Tal vez una cena y un pastel?

La preocupación se desvanece en la expresión de papá. —¿Estás


segura? Es un gran día, Sawyer. Sólo se cumplen dieciocho años
una vez.

—Estoy segura, papá.

—Cielos, todavía no puedo creerlo —dice mamá—. Parece que fue


ayer cuando te trajimos a casa del hospital y nos peleamos por
tu nombre.

Sí, definitivamente es hora de cambiar el tema de conversación.

—El tiempo vuela cuando te diviertes, ¿eh? De todas formas...

—¿Cuándo es tu cumpleaños? —Cole interviene.

Mi estómago hace esa cosa rara de dar vueltas antes de caer al


suelo.

Agito la mano despectivamente. —No es importante. No te


preocupes por eso.

—Por supuesto que es importante —argumenta papá.

—¿Qué te pasa, Sawyer? —me dice mi madre.

Oh, diablos.

—Siete de noviembre.
Su mirada arde a través de mí como la termita a través del
metal. —Es un gran día. —Cambiando su mirada, planta una
gran sonrisa en su preciosa cara—. También es mi cumpleaños.

No, no lo es.

La muerte de Liam debió ser insoportable para todos los que lo


amaban... pero su muerte no borró a Cole.

El verdadero Cole.

La cara de mamá se ilumina. —Vaya, ¿quieres mirar eso? ¿Qué


posibilidades hay?

Con cuatro personas en una habitación... menos del uno por


ciento.

Pero si una de esas personas está mintiendo y poniendo una


fachada... Cien por ciento mentira.

—Imagina eso —murmuro, metiendo un tenedor de patatas en


mi boca.

—Ustedes dos deberían hacer algo especial juntos para celebrar.

La sonrisa de Cole se amplía. —Es como si leyeras mi m…

—No puedo. —Apuñalo la carne asada—. El cumpleaños de


Dylan es dos días antes que el mío y ya hemos hecho planes para
celebrar nuestros cumpleaños juntas.

Mi padre toma un sorbo de su bebida. —¿Cómo ha estado?

—Bien. Ocupada con el trabajo y la universidad.

Y Jace.
—Hablando de la universidad —dice papá—. ¿Ya has entregado
tu ensayo para Duke's Hearts?

Ni siquiera lo he empezado.

Tengo menos de doce horas para presentarlo. Hablando de


caminar por el borde.

—Sip. —Me limpio la boca con la servilleta—. Esta mañana


temprano.

—Muy cerca, cariño. ¿No lo crees?

—Sí, pero estoy segura de que estará bien.

Hago una nota mental para tomar el Adderall que Oakley me dio
hoy después de la cena y terminarlo.

—Así que, Cole —empieza mi madre—. Cuéntanos un poco más


sobre ti. ¿A qué se dedican tus padres?

Quiero recordarle que lo que hacen los padres de Cole por el


trabajo no tiene nada que ver con él como persona, pero es
demasiado tarde.

—Mi padre es dueño de Trust Pharmaceuticals…

—Trust Pharmaceuticals, mi culo —murmura papá.

—Dan —grita mamá.

Cole se limpia la boca. —No, está bien. A decir verdad, siento lo


mismo que su marido por la empresa.

—Sin embargo, eso no te impide cosechar los beneficios,


¿no? —Papá critica—. He estado trabajando en autos durante los
últimos veinte años y no puedo decir que haya tenido el placer de
trabajar en un Ferrari.

Cole endereza su columna vertebral. —En ese caso, tendré que


llevar mi Ferrari a tu tienda alguna vez para que puedas abrir el
capó.

Agarrando su tenedor, papá se inclina hacia atrás en su


silla. —Agradezco la oferta, pero no necesito su dinero de sangre
o caridad.

—Papi —me quejo—. Estás siendo grosero.

Aquí me preocupaba que Cole nos juzgara y es al revés.

—¿Qué hay de tu madre? —Mamá pregunta con una sonrisa


cerrada—. ¿Qué hace ella?

—No mucho —responde Cole con la cara seria—. Está muerta.

Papá se ahoga con su bebida. —Siento oír eso.

—Dios, eso es horrible. Lo siento mucho...

—Es una cocinera fantástica, Sra. Church —interviene


Cole—. Esta es la mejor comida que he tenido en mucho tiempo.

No me sorprende que haya cambiado de tema.

El truco funciona, porque mamá está prácticamente


resplandeciente. —Vaya, gracias. Eres bienvenido a unirte a
nosotros para cenar cuando quieras.

Papá gruñe algo en voz baja que no puedo entender.

Mamá carga más comida en el plato de Cole. —¿Tienes


hermanos?
Cole se sumerge en su segunda ayuda. —Un hermano mayor y
una hermana menor.

Da un poco de miedo lo fácil que es que la omisión salga de su


boca.

Como si no le hubiera ahorrado a Liam un segundo pensamiento.

—Su hermano Jace está saliendo con Dylan —aclaro para


conectar los puntos para ellos.

—Oh —exclama mamá—. Supongo que eso explica cómo se


juntaron.

Abro la boca para decirle que no estamos juntos, pero papá dice
—¿El novio de Dylan es tu hermano?

—Sí. —Cole hace una pausa en el medio de la


mordida—. ¿Supongo que lo has conocido antes?

Asiente con la cabeza. —Trajo el auto que le regaló a Dylan por


su cumpleaños a mi tienda para que le hicieran una segunda
revisión de seguridad. —No estoy segura de qué hacer con la
mirada en su cara—. Buen chico. Trabajador duro, también.

Cole asiente con la cabeza. —Lo es.

—Nunca hubiera imaginado que ustedes dos eran hermanos. Son


muy... diferentes.

Veo un parpadeo de dolor en su cara. Un dolor que me es familiar.

—Sólo porque sean hermanos no significa que tengan que actuar


de la misma manera —exclamo—. Tomemos a Catherine y a mí,
por ejemplo. No podríamos ser más diferentes si lo intentáramos.
Somos tan diferentes, que la gente ha preguntado abiertamente
si soy adoptada y se han referido abiertamente a ella como la
guapa y delgada que tengo delante.

—No es verdad —mi madre está de acuerdo con un pesado


suspiro.

Queriendo sacar a Cole de su miseria, empujo mi silla hacia


fuera. —La cena estuvo genial, pero tengo muchos deberes que
terminar. —Miro a Cole—. Vamos, te acompañaré a la puerta.

—¿Estás segura...? —empieza a decir mamá, pero Cole se pone


de pie.

—Gracias por recibirme. Fue un placer conocerlos a ambos.

Mamá empieza a limpiar la mesa. —Vuelve cuando quieras, ¿me


oyes?

Papá se queda en silencio.

—Tu padre me odia —sisea Cole después de que nos vayamos de


la mesa.

—No te odia. Sólo está molesto porque un chico apareció en su


puerta sin avisar, declaró que estaba saliendo con su hija, le dio
flores a su esposa y luego se invitó a cenar.

—Técnicamente, tu madre me invitó —dice con una sonrisa.

Le señalo con el dedo. —Deberías haber dicho que no.

—Eso hubiera sido grosero.

¿En serio? —¿A diferencia de todas las otras veces que eres
grosero con la gente?
—Mira, dijiste que tenía que conocerlos. —Inclinándose,
susurra— Y ahora que he cumplido mi parte del acuerdo, es hora
de que cumplas la tuya.

Hoy no, Satanás.

—No teníamos ningún acuerdo, Cole. Te dije que lo pensaría.

Su mandíbula se tensa. —Eso fue hace casi una semana.

—Tienes razón, y creo que finalmente he tomado una decisión.

Una sonrisa de satisfacción juega en sus labios. —Sabía que tú...

—No.

Su sonrisa cae. —¿Qué? ¿Cómo que no?

—No, no seré tu novia falsa. —Abro la puerta principal—. Ahora


sal de aquí.

Parpadea. —Estás bromeando, ¿verdad?

Señalo mi rostro. —¿Parece que estoy bromeando?

Se queda sin aliento. —Obviamente necesitas un poco más de


tiempo para pensarlo. Toquemos la base mañana.

Es como si no entendiera el idioma.

—No necesito más tiempo para pensar...

Poniendo su dedo sobre mis labios, cierra el espacio entre


nosotros.

—Hablaremos mañana, Bible Thumper.

Asiento con la cabeza.


No porque esté de acuerdo con él. Sólo quiero que se vaya para
que pueda tomar el Adderall y escribir mi ensayo.

Parece que quiere decir algo más, pero lo corto de raíz.

—¿Qué dices, mamá? —Llamo por encima de mi


hombro—. ¿Necesitas ayuda con los platos?

Juguetonamente tira de mi cola de caballo. —Mocosa.

Con eso, sale por la puerta.


COLE
Estoy a un metro de mi auto cuando escucho que la puerta
principal se abre detrás de mí.

—Espera un minuto, joven.

No es exactamente la sensualidad del sur que esperaba.

Por otra parte, tal vez vino aquí para disculparse. El tipo fue un
maldito imbécil durante la cena. Tendría más respeto por el tipo
si me dijera que no soy lo suficientemente bueno para su hija.

Diablos, yo sería el primero en estar de acuerdo.

Me doy la vuelta. —¿Sí?

Me sostiene la chaqueta del equipo universitario. —Dejaste esto


en el respaldo de tu silla.

Lo tomo de él. —Gracias.

Dobla los brazos sobre su pecho. —¿Tienes un minuto?

Si no lo supiera, diría que estamos a punto de tener un duelo.

A pesar del mal presentimiento que tengo en mis entrañas sobre


esta inminente conversación, acepto. —Claro.
SAWYER
—¿Estás seguro de que no nos estás gastando una broma del día
de los inocentes? —Mamá pregunta mientras subo las escaleras.

—Es noviembre —le recuerdo.

—Ya lo sé. Supongo que sólo estoy tratando de entender... —Su


voz se desvanece, pero no necesita terminar esa frase.

¿Por qué Cole saldría con alguien como yo?

—¿Alguna vez se te ocurrió que no todos los chicos quieren una


animadora o una reina de concurso?

Ofendida, retuerce el paño de cocina en sus manos. —No quiero


que te rompan el corazón, eso es todo. Los tipos como Cole,
no... —Su voz se desvanece por segunda vez.

Quiere chicas como yo.

—Tengo deberes que hacer.

Ella arrastra los pies. —Tal vez cuando termines, puedas ir al


gimnasio.

La mujer me ha estado empujando a ir al gimnasio desde que


tenía doce años.
A decir verdad, hay veces que miento para apaciguarla y en su
lugar conduzco hasta McDonald's.

—Si no estoy muy cansada después, lo haré.

Su rostro se ilumina. —Bien. —La sonrisa que me da es


genuina—. Tal vez salir con este chico te motivará a comer bien
y hacer más ejercicio...

—¿Puedes parar, mamá?

Se encoge de hombros inocentemente. —¿Parar qué?

Tratándome como si no fuera lo suficientemente buena.

Ignorándola, subo corriendo la escalera.

—Disculpa. No había terminado de hablar contigo, jovencita.

—Lo siento. Sólo quería hacer un poco de ejercicio.

—No estoy tratando de ser dura, Sawyer Grace. Pero el hecho es


que los chicos guapos y populares no salen con chicas con
sobrepeso. Tienes que empezar a cuidarte mejor antes de que se
vaya con alguien más…

El sonido del portazo de mi dormitorio ahoga el resto de su


sentencia.

Pescando en mi mochila, encuentro la botella de Adderall junto


con una botella de agua y me meto una pastilla en la boca.

Y ahí es cuando lo escucho.

—Sé lo que buscan los chicos como tú. —grita mi padre.

Oh, joder.
Bajando la botella, me acerco a mi ventana abierta.

—No busco nada —argumenta Cole—. ¿Es un crimen querer salir


con tu hija?

—Vamos. ¿Crees que nací ayer?

Cole empieza a decir algo, pero mi padre le corta el paso. —Vienes


aquí con tu auto caro, tu chaqueta, tus flores y tu actitud
arrogante, y esperas que todos coman de la palma de tu mano.
Podrías engañar a mi esposa e hija —Presiona sobre su
pecho—, pero no me engañas a mí. Un tipo como tú no sale con
una chica como Sawyer porque realmente le gusta.

—¿Qué demonios se supone que significa eso? —Cole gruñe.

—No te hagas el tonto. Sabes muy bien lo que significa. Los


jugadores de fútbol persiguen a las animadoras guapas ... no a
las chicas gordas e inteligentes que se concentran en sus
estudios y se mantienen solas. —Él levanta un dedo en el
aire—. Aléjate de mi hija.

Mi corazón se hunde. Esperaba esto de mi madre... pero mi


padre...

Siempre me dijo que yo era perfecta y hermosa.

Lágrimas brotan en mis ojos. Si el hombre que se supone que me


ama más en este mundo siente en secreto que soy tan poco
atractiva que me hace poco amada... el resto del universo debe
sentirse totalmente repudiado por mí.

Dios, estoy tan cansada de ser la chica gorda.

Estoy tan cansada de sentir que no pertenezco.


Estoy tan cansada de que la gente sólo vea una cosa cuando me
miran.

—Ya sabes —Cole aprieta los dientes—. Me estoy cansando de


que la gente actúe como si el que Sawyer saliera conmigo fuera
un premio que no merece cuando es al revés.

Caminando hacia atrás, se dirige a su auto. —Tiene razón, sin


embargo, Sr. Church. Sawyer es todo lo que dijo antes, y luego
algo más... pero eso es exactamente por lo que me gusta tanto.
A diferencia de todos los demás, no pretende ser alguien que no
es. —Se ríe, pero no hay humor—. Es una pena que usted y su
esposa no puedan apreciar a la increíble persona que trajeron al
mundo por todo lo que es en lugar de todo lo que no es. —Su
lengua encuentra su mejilla—. Por suerte para mí, no tengo ese
problema.

Papá se ha quedado sin palabras.

Yo también.

Al abrir la puerta del auto, Cole se desliza en el asiento y baja la


ventanilla. —Oh, y para que conste, señor. Nadie, ni siquiera
Dios, puede alejarme de su hija, así que le sugiero que se
acostumbre a mí.

La mirada aturdida en la cara de papá mientras se va es algo que


nunca olvidaré.

Ni en un millón de años pensé que Cole Covington vendría en mi


defensa.

No, lo que hizo fue más que eso.

Me ve. Con defectos y todo.


Venimos de dos mundos diferentes y la mitad de las veces ni
siquiera nos llevamos bien, pero por un momento solitario... fue
capaz de verme y valorarme de una manera que nadie más ha
podido.

Con dedos temblorosos, levanto mi teléfono celular.

Sawyer: Yo lo haré.

Su mensaje de entrada es casi inmediato.

Cole: ¿De verdad?

Sawyer: No. Por fingir, ¿recuerdas?

Cole: ¿Por qué el repentino cambio de opinión, Church?

Sawyer: ¿Realmente importa, Covington?

Cole: Bueno, cuando lo pones de esa manera. No.

Otro texto sigue a ese.

Cole: Gracias por ayudarme. Hablamos luego.

Hace que suene como si le hubiera prestado notas de estudio.

Sawyer: Espera un momento.

Dado que sentí algo por él en el pasado, se puede decir que las
citas falsas podrían ser un problema para mí.

Necesito encontrar una manera de protegerme.

Cole: ¿Qué pasa?

Sawyer: Creo que deberíamos establecer algunas reglas


básicas.
Veo los puntos de mi teléfono aparecer y desaparecer antes de
volver a aparecer.

Cole: ¿Qué clase de reglas básicas?

Pensándolo bien, me mastico la uña del pulgar. Quiero ser


inteligente en esto, pero también tengo que completar mi ensayo.

Sawyer: No estoy segura todavía. Encuéntrame en el


estacionamiento de la escuela a las 6:45 mañana por la
mañana. Tendré el contrato escrito para entonces.

Cole: ¿Contrato?

Sawyer: ¿Es un problema para ti?

Cole: No.
SAWYER
Estoy tan cansada que casi paso por encima de la acera cuando
estaciono el auto.

Por el lado positivo, terminé mi ensayo y lo entregué hace cuatro


horas.

El Adderall fue un regalo de Dios... con una pequeña excepción.

Estaba tan excitada que no pude pegar un ojo.

Bueno, hasta ahora, por supuesto. Ahora podría dormir todo el


día.

Desafortunadamente, el sueño tendrá que esperar hasta después


del trabajo.

Dentro de casi dieciséis horas.

Miro alrededor del estacionamiento vacío. Cole llegará en


cualquier momento.

Alcanzo mi taza de café de poliestireno y tomo unos cuantos


tragos mientras miro la botella de Adderall en mi bolso.

Planeaba usar los veinte que tengo para emergencias, pero si


tomo uno ahora, estaré despierta y concentrada para la escuela.
Me meto uno en la boca y tomo otro sorbo de mi café... justo
cuando el Ferrari de Cole se para a mi lado.

Meto el frasco de pastillas sin marcar en mi bolso y saco mi


carpeta con los contratos dentro.

Entonces salgo de mi camioneta y me acerco a él.

Como siempre, su chaqueta azul marino está fuera y las mangas


de su camisa blanca de botones están subidas por sus
musculosos antebrazos, mostrando sus grandes manos y
gruesas venas.

—Hey..

Manteniendo el rostro serio, le entrego el archivo. Podemos


hablar después de que lo lea y acepte los términos.

La mejor manera de hacer esto es tratarlo como un negocio.

Y en cualquier buen negocio, ambas partes se benefician.

Cole me defendió ayer de forma inesperada e increíble, pero sigue


siendo un idiota egoísta y si le dijera que lo hago por la bondad
de mi corazón, me pisotearía.

Sin embargo, si hay reglas y reglamentos en vigor... ayudará a


poner algunos límites entre nosotros.

Y proteger mi corazón.

—¿Quieres que done diez mil dólares a tu iglesia después de que


rompamos?

Enderezando mi columna vertebral, lo miro fijamente. —¿Es eso


un problema?
Nunca aceptaría su dinero para mí, pero no tengo problemas con
que se lo dé a gente necesitada.

Además, sé que la idea de que donara a una iglesia le hace perder


el tiempo... igual que la idea de que salga con él durante meses
me hace perder el tiempo a mí.

Con la mandíbula apretada, se apoya en su auto. —No. ¿Efectivo


o cheque?

—El cheque estará bien. —Levantando mi papel, paso mi uña por


la tinta negra—. ¿Leíste todas las reglas?

—Todavía no. —Escanea su propio papel y frunce el ceño—. ¿No


puedo besarte? —Me mira—. ¿Cómo coño esperas que la gente
crea que estamos saliendo si no nos besamos?

Supongo que tiene razón. —Bien. —Saco un bolígrafo negro de


mi bolso y escribo una enmienda en su contrato y en el
mío—. Pero estás limitado a tres besos a la semana. —Le echo un
vistazo—. Sin lengua.

Encogiéndose de hombros, continúa leyendo. —Tu pérdida. Mi


lengua puede hacer grandes cosas... espera un minuto. ¿Quieres
que asista a una sesión de la iglesia?

—Eso no es lo que dice. —A diferencia de él, yo nunca invadiría


las creencias de alguien—. El grupo de jóvenes no es un servicio
de la iglesia. Además, sólo te pido que asistas una vez.

—¿Por qué? ¿Para que el loco de Jesús que lo dirige trate de


convertirme? No, gracias.

—La persona que lo dirige no intentará convertirte. Lo prometo.


Me mira con escepticismo. —¿Qué te hace estar tan segura de
eso?

—Porque soy la persona que dirige el grupo de jóvenes. Bueno,


yo y otra persona. Nos alternamos cada dos semanas.

—¿Por qué quieres que vaya a esta cosa?

—Espero que te ayude a tener una mejor apreciación y


comprensión para los que creen. Sé lo que piensas, pero la
mayoría de la gente asociada con la iglesia no está de pie en las
puertas de la gente condenándolos a las fosas del infierno. De
hecho, algunos de nosotros somos realmente geniales y de mente
abierta. Si le das una oportunidad, puede que te guste.
Socializamos y hablamos de nuestros problemas...

Levanta una mano. —Sí, sí, sí. Guarda tu discurso sobre la Biblia
para alguien a quien le importe un carajo tu Señor y
Salvador. —Apuñala el papel con el dedo—. Iré a esta cosa, pero
sólo si aceptas asistir al resto de mis partidos de fútbol de esta
temporada.

—¿Cómo es posible que eso sea justo? Sólo te pido que asistas a
una.

—La temporada casi ha terminado. Sólo nos quedan dos partidos


más antes del partido del campeonato.

Escoge tus batallas, me lo recuerdo. —Bien.

—Grandioso. Espero verte en las gradas en el partido de esta


noche.

Mierda. —No puedo.

—¿Por qué?
—Tengo que trabajar.

Me evalúa por lo que se siente una eternidad antes de


hablar. —Bien. Pero asegúrate de estar ahí para la
próxima. —Sus ojos vuelven al papel—. La parte anterior se
compromete a no engancharse con ninguna otra chica durante
la duración de la relación. —Levanta una ceja—. ¿En serio?

Dios mío. Me imaginé que esa regla sería un hecho, pero


aparentemente no.

—Sí. Me hará quedar como una estúpida si tú —hago


comillas—, me engañas a diestra y siniestra. Si no puedes
aceptar mantener tu polla en tus pantalones...

Me corta con una risa ronca. —Deberías ver tu rostro ahora


mismo. —Una pequeña sonrisa se dibuja en su boca—. No voy a
engancharme con ninguna otra chica.

Unos cuantos autos se meten en el estacionamiento.

—Grandioso. ¿Hay algo más que quieras añadir al contrato antes


de que lo firmemos?

Se acerca más. —No se me ocurre nada en la cabeza, pero si lo


hago, te lo haré saber y lo añadiremos más tarde.

Eso no me gusta. Si acepto empezar a cambiar las cosas de un


momento a otro, ya no tendremos un marco sólido.

—No creo que sea una buena idea.

—¿Por qué?

—Necesitamos estructura.
Su mirada se oscurece. —Bien. —Me quita el bolígrafo y lo
firma—. ¿Hemos terminado?

Le quito mi bolígrafo y escribo mi firma al lado de la suya


mientras otros autos entran en el estacionamiento.

—¿Quieres una copia extra para tus archivos?

—No. Lo que quiero es que guardes los dos contratos en tu


camioneta antes de que alguien los vea.

Alguien está muy malhumorado.

A regañadientes, hago lo que él dice.

Estoy cerrando la puerta de mi camioneta cuando siento que se


arrastra detrás de mí.

—Vaya, amigo —digo mientras me doy vuelta—. ¿Qué crees que


estás haciendo?

Su mano se enrosca alrededor de mi cadera y me tira contra él.


—Dando los buenos días a mi novia.

—Oh. —Yo trago—. Bien.

—Tendrás que dejar de actuar como un gatito en el agua cada


vez que te toque. —Su boca se sumerge en la curva de mi cuello
y me inhala—. Hueles bien.

—Es mi gel de ducha de vainilla y coco.

El ligero movimiento de su lengua me pone la piel de


gallina. —Sabes aún mejor.
Trago con fuerza. —Sabes, no es obligatorio que las parejas
participen en muestras públicas de afecto. Podemos ser una de
esas parejas que no lo hacen.

Sus dientes raspan mi tierna piel. —Quiero ser una de esas


parejas que lo hacen.

Mis ojos se cierran mientras él chupa suavemente mi carne,


castigándome.

Debería haber añadido una cláusula que diga que los besos en el
cuello y los chupones están fuera de los límites.

No sólo son asquerosos de ver... se sienten bien.

Demasiado bien.

Sólo entonces me doy cuenta de que todo el mundo se dirige al


interior... con la excepción de la pequeña reunión de gente que
nos mira embobada como si fuéramos una especie de
experimento científico que ha salido mal.

—Cole.

Más gente se detiene y se une a la fiesta. Fantástico.

Probablemente se preguntan con qué planeta se tropezaron,


porque el hecho de que Cole me este besando en el
estacionamiento de la escuela no es la forma en que funciona la
cadena alimenticia por aquí.

—La gente está empezando a mirar —le siseo en el oído.

—Entonces deberíamos darles un mejor espectáculo.

Le doy un golpe en el hombro. —Tengo que ir a clase.


Quita su boca cuidadosamente. —Te acompaño.

Empiezo a asentir, pero me doy cuenta de que el grupo sigue


mirándonos con los ojos. —El espectáculo ha terminado. No hay
nada que ver aquí.

Unas cuantas chicas se ríen.

—Ignóralos —susurra.

Es fácil para Cole decirlo. Su desprecio no está dirigido a él.

Estoy a punto de empezar a caminar, pero Casey y su escuadrón


pasan por delante de nosotros. —Mierda.

—Vamos a tener que enfrentarnos a ellas tarde o temprano.

—Voto por tarde.

Mi ansiedad disminuye cuando pasan de largo, sin molestarse en


echarnos una segunda mirada. —No creo que ella haya visto...

Las palabras mueren en mi garganta cuando ella inclina la


cabeza. —Disfruta de mis segundos desperdiciados, cerda.

Más risas. Más miradas.

Pequeñas gotas de sudor salpican mi frente. No puedo hacer esto.

Cole estrecha sus ojos hacia ella. —Ya sabes lo que dicen... un
borrador viene antes de una obra maestra.

Se golpea los labios con el dedo, fingiendo que piensa. —Es


curioso, porque no recuerdo haberme venido nunca por ti.

Algunas personas jadean.

—Quemado —dice un tipo.


Mi estómago se aprieta. Cole no es de los que se dejan ganar por
nadie... y mucho menos por Casey.

Con hoyuelos en su rostro, Cole dice, —Y no recuerdo que me


haya importado una mierda.

Casey habría ganado su pequeño enfrentamiento... si no fuera


por la mirada de dolor en su rostro y el ligero temblor de su labio
inferior.

Su tripulación se arremolina alrededor de ella en un capullo


protector mientras caminan hacia el edificio.

—No necesitas a ese imbécil.

—Es tan gorda.

—Deberías saltarte el partido de esta noche y follarte a Todd otra


vez. —Esto es de Bianca.

—Se ha rebajado tanto, chica.

Odio la extraña sensación de estar cavando en mi pecho.

El que me dice que soy la que está equivocada.

—Esto fue una mala idea.

—¿Por qué? —Cole señala con su pulgar detrás de él—. ¿Por


Casey? —Él resopla—. Confía en mí. Ella está bien. Este es su
modus operandi. Si pierde, se conformará con el voto de simpatía.
Además, ella es la que me engañó, ¿recuerdas?

—Sí. Pero a diferencia de ti, también recuerdo cuando la


engañaste. —Yo llevo mi mochila al hombro—. No me siento muy
bien con esto, Cole. Obviamente está sufriendo.
—Está manipulando. —Se pellizca el puente de la nariz—. Es por
eso que ella me estaba provocando antes.

No entiendo lo que quiere decir. —¿Provocándote? ¿Cómo?

—Vamos, Bible Thumper. Pensé que eras más inteligente que


esto. —Sus rasgos se tensan—. Cuando hizo el comentario de que
nunca la hice venir, esperaba que me parara ahí y le dijera a
todos lo duro que solía hacer que me pusiera crema en la polla
delante de ti para meterse debajo de tu piel.

Si ese es el caso, ella tuvo éxito. Odio la forma en que mi interior


se retuerce con las imágenes.

—¿Por qué me molestaría eso? —Digo en voz alta—. Somos novios


falsos.

—Sí, pero ella no lo sabe.

—Bien.

Me agarra los dos hombros. Es un movimiento que resalta la


diferencia de altura entre nosotros.

—Si vamos a hacer esto, no puedes dejar que se meta en tu


cabeza. Prométeme que no lo harás.

Nunca hago una promesa que no estoy segura de poder cumplir.


—Haré todo lo posible. —Miro mi reloj y hago un gesto de dolor—
. Llegamos tarde a la clase.

Extiende su mano. —Vámonos.

A regañadientes, la tomo.

—¿Puedo preguntarte algo? —Susurro, asegurándome de que


nadie nos escuche mientras caminamos bajo el saliente.
Es algo que me ha estado molestando desde que acepté ser su
novia.

—Dispara.

—Si Cortland gana la apuesta, se queda con tu auto, ¿verdad?

—No está ganando —dice Cole.

—Vale, bien. Entonces cuando ganes, ¿qué obtienes?

Hay un brillo arrogante en sus ojos. —Hacer estallar tu cereza.


COLE
Mi teléfono suena en mi bolsillo por décima vez desde que empezó
la clase.

Me río para mí mismo. Nunca imaginé que Sawyer fuera una


pegajosa de nivel cinco.

Sawyer: No estamos teniendo sexo.

Al pulsar el botón de respuesta, escribo mi respuesta.

Cole: Lo sé. La escuela es un bloqueador de pollas.


Deberíamos cortar el resto del día y volver a mi casa.

Mis labios se mueven cuando presiono "enviar". Si sus bragas no


estaban en un montón antes, ciertamente lo estarán ahora.

Maldición. Mala elección de palabras. Sólo de pensar en las


bragas de Sawyer me da una semi.

Me pregunto si son del tipo de encaje y transparente.

No. Conociéndola, probablemente sean de algodón liso.

Inocente y pura... como su pequeño coño.

Sawyer: ¿Estás loco? Nunca vamos a tener sexo. Ni hoy, ni


mañana... ni nunca. ¿Entiendes?
Sonriendo para mí mismo, mastico la punta de mi bolígrafo.

Cole: Si te sientes tan segura de no follar conmigo, deberías


haberlo puesto en el contrato.

Pero no lo hizo.

No se mencionó su inminente desfloración.

Le echaría la culpa a su ingenuidad y a no saber todo el alcance


de la apuesta, pero Bianca dejó escapar que Sawyer se escondía
en el vestuario.

Ella lo escuchó todo.

Sin embargo, nada en ese contrato decía que el sexo estaba fuera
de la mesa.

De hecho, su contrato establece claramente que no puedo


engancharme con ninguna otra chica.

Interesante elección de palabras. Un deslizamiento freudiano, si


es que alguna vez hubo uno.

Sawyer: No lo puse en el contrato porque pensé que era un


hecho.

Cole: Te estaré dando algo, de acuerdo. Nena.

Sawyer: Primero que nada, nunca me llames nena. En


segundo lugar, no me darás una maldita cosa que no quiero.

Oh, ella lo querrá.

Sawyer: Y para que quede claro, me refiero a tu polla.

Intento un enfoque diferente.


Cole: ¿Qué hay de mis dedos?

Cole: O mi lengua.

Cole: Yo también podría usarlos al mismo tiempo. De hecho,


esa es mi especialidad.

Sawyer: Estoy bien, campeón. Gracias.

Cristo. Ella es más difícil de romper de lo que pensaba.

Es hora de lanzar la bomba.

Cole: Mira, aprecio a una chica que da, pero no me sentiría


bien si me la chuparas los próximos seis meses y no te
devolviera el favor.

Le toma diez minutos enteros para responder.

Sawyer: ¿Perdón?

Cole: Nuestro contrato dice específicamente que nos estamos


enrollando. Pero si el sexo, los toques con los dedos y el ir a
comerte el coño están fuera de la mesa, eso sólo deja las
mamadas.

Sawyer: Dios mío, Covington. Hay tanto mal en esa


afirmación que no estoy segura de por dónde empezar.

Finalmente, estamos en la misma página.

Cole: Ya somos dos.

Sawyer: Nunca dije nada acerca de que nos engancháramos


en el contrato. ¿Eres analfabeto? Si es así, no es nada de lo
que avergonzarse. Puedo ayudar.
Cole: No soy analfabeto, Church. Tu pequeño contrato dice
específicamente que no puedo enrollarme con ninguna otra
chica.

Sawyer: ¿Qué quieres decir?

Cole: La implicación está ahí. "Cualquier otra chica" indica


que me enrollaré contigo.

Sawyer: ¿Robaste el alijo de hierba de Oakley? Lo único que


indica es que no puedes pasar tu polla como una bolsa de
patatas fritas, idiota.

Jesucristo. Seis meses es mucho tiempo.

Cole: Lo siento, pero eso es inaceptable.

Sawyer: Mala suerte. Ya has aceptado.

Cole: Si no follamos, pierdo la apuesta.

Sawyer: No es mi problema. Acepté ser tu novia falsa. No tu


prostituta.

Cole: Tener sexo conmigo no te convertiría en una prostituta.

Sawyer: Tienes razón.

Eureka. Ya era hora de que se diera cuenta.

Sawyer: Me haría un idiota.

Deslizo mi teléfono en mi bolsillo.

Esto no ha terminado.

No hasta que mi polla esté en lo profundo de ella y esté gritando


el nombre de su Señor y Salvador.
SAWYER
La reunión del consejo estudiantil se alargó más de lo que se
suponía, así que para cuando me encuentro con Oakley en la
biblioteca, ya llego diez minutos tarde.

—Lo siento —le digo cuando llego a la mesa en la que está


sentado.

Oakley está tan ocupado garabateando en su bloc de notas que


ni siquiera mira hacia arriba.

Solía preguntarme de qué se trataba todo este garabato, pero


después de mirar por encima del hombro unas cuantas veces,
estoy bastante segura de que lo he descubierto.

Puede que no tenga el don de las matemáticas, la biología o la


historia, pero definitivamente tiene un don con las palabras.

Específicamente, cuando se trata de rimarlas.

Se refiere a ellos como compases, pero ese chico escribe poesía


pura.

Lástima que se niegue a mostrar sus poemas a nadie...


incluyéndome a mí.

Le doy un empujón. —Oakley.


Con los ojos bien abiertos, se saca los auriculares. —Oh, mierda.
Mi error.

Me siento frente a él. —¿Alguna vez me dejarás leerlos?

Se mete el pequeño bloc de notas en el bolsillo. —No. —Me mira


con curiosidad—. ¿Qué tan alta eres?

Hablando de una pregunta al azar. —Un poco más de un metro


y medio. ¿Por qué?

Se pone de pie. —Eso servirá. Vámonos.

—¿A dónde?

Me saca de la biblioteca. —Mi auto.

El shock me lleva al punto en el que me encuentro con una


cabeza gigante parecida a un dibujo animado con grandes ojos
azules, cejas oscuras y un mohawk blanco y peludo que se divide
en la mitad del casco.

No estoy segura de lo que Oakley está haciendo con Izzy, nuestra


mascota de la escuela, y no sé si quiero hacerlo.

Ya está en una situación difícil con sus notas. Lo último que


necesita es meterse en problemas por robo.
Me froto las sienes. —Probablemente me arrepentiré de preguntar
esto, pero ¿por qué tienes a Izzy?

—Me lo dieron a mí. —Él empuja la enorme cabeza en mi


dirección—. Y ahora te lo doy a ti.

¿Y ahora qué? —Vaya, gracias, pero no lo quiero.

Intento devolverlo, pero él se niega. —Vamos, Sawyer. Realmente


necesito tu ayuda.

Parpadeo. —Vas a tener que ser un poco más específico, Oak.

Se quita el porro de la oreja y lo enciende. —El hermano pequeño


de Morgan, Scott, es Izzy.

Todavía no explica nada. —¿Y?

Llevando el porro a sus labios, inhala. —Desafortunadamente, el


pequeño se enfermó de mononucleosis esta semana y estará
fuera de servicio por el resto de la temporada. —Frunce el
ceño—. Scott no quiere que la escuela consiga a alguien que lo
reemplace porque no quiere perder su puesto, así que Morgan me
pidió que me encargara de los próximos dos partidos.

—Bien, eso explica por qué tienes el disfraz. —Levanto una


ceja—. Lo que no explica es por qué necesitas mi ayuda.

—El hermano de Morgan es sólo unos centímetros más alto que


tú. —Se hace un gesto a sí mismo—. Mido más de 1,80, así que
su traje no me queda bien. —Emite una espesa nube de humo—
. Además, Cole dice que aún tengo prohibido ver sus partidos...
especialmente después de lo que pasó el año pasado.

Dios mío. Cole y su estúpida superstición sobre Oakley es


ridícula.
—La conmoción cerebral de Cole no fue tu culpa —le
recuerdo—. Fue de Tommy.

—Yo lo sé, y él lo sabe, pero sigue pensando que soy de mala


suerte. Y como los Knights están invictos otra vez, no quiero
hacer nada para despistarlos.

—Bueno, si ese es el caso, ¿por qué no le dijiste a Morgan que no


podías hacerlo? Estoy segura de que podría haber encontrado a
alguien más.

Me da una sonrisa tonta. —Digamos que me preguntó en medio


de un servicio muy especial con su boca... si me entiendes.

Estoy bastante segura de que una persona sorda podría captar


su sentido.

Sujeta el porro. —De todos modos, tendrás que hacer que tu


nuevo novio y su equipo sean sólidos y ser Izzy en el juego de esta
noche.

Bendito sea. El pobre chico se ha fumado a sí mismo hasta


volverse estúpido.

—Sí... no. Difícil que suceda.

—Tienes que hacerlo, Sawyer. Los Knight necesitan a Izzy.

—No es mi problema. —Coloco la cabeza grande encima de su


auto—. Es tuya.

—Vamos. Sabes que no te lo pediría si no fuera importante. —Su


ceño fruncido se profundiza—. Además, ambos sabemos que te
preocupas por Cole, lo que significa que sabes lo importante que
es el fútbol para él. Ahora mismo está compitiendo con ese
imbécil de Todd por el puesto de mariscal de campo en el Duke's
Heart y no cree que lo consiga si los Knights no ganan el
campeonato.

Maldición. No tenía ni idea.

—Mira, ayudaría si pudiera, pero no puedo. Tengo que estar en


el trabajo... —Compruebo mi reloj—, en veinticinco minutos. El
juego no empieza hasta dentro de dos horas.

—Llama.

Sacudo la cabeza. —No. Mi jefe ha estado sobre mí cabeza por


llegar tarde, y si llamo, estoy segura de que me despedirá.

—Sólo si no tienes una buena excusa. —Me pide mi


teléfono—. Dámelo. Yo lo haré.

—¿Hacer qué?

—Llamar y decir que estás enferma.

Mantengo mi teléfono protegido fuera de su alcance. —¿Estás


loco?

—Confía en mí, soy un holgazán profesional, de poca monta. Yo


me encargo de esto.

—No.

Poniendo los ojos en blanco, saca su propio teléfono. —Cluck


You, ¿verdad? Tengo ese lugar en marcación rápida para cuando
tengo hambre.

Por supuesto que lo hace.

Se lleva el teléfono al oído. —¿Tu padre también habla raro?

—No hablo raro, imbécil.


—Tomaré eso como un sí. —Se aclara la garganta—. Oigan, todos
ustedes, este es el Sr. Church llamando en nombre de mi hija
Sawyer. Ha habido una emergencia y necesito hablar con la
persona a cargo de inmediato.

Mi boca se abre. No sólo su intento de acento sureño es terrible,


sino que suena como un imbécil.

—¿Qué es eso? —pregunta—. Sí, esperaré. Pero que sea rápido,


maldita sea. La vaca está saliendo del granero otra vez.

Oh. Vaya. Dios.

—No tenemos una vaca —siseo.

Tapa el teléfono. —Ahora sí, hola, Sr. G. Este es el papá de


Sawyer. Llamo para decirle que no podrá ir a trabajar esta noche.
Ha habido una emergencia en nuestra granja.

Es seguro asumir que, si uno no tiene una vaca, probablemente


tampoco tenga una granja, pero no en el pequeño mundo
imaginario de Oakley.

—¿Qué clase de emergencia? —Oakley repite,


mirándome—. Bessie... le han... disparado. —Hay una larga
pausa, y luego.

—Bessie... nuestra vaca.

Oh, por el amor de Dios.

Me estoy arrepintiendo seriamente de no haber hecho esto yo


misma.

—Sí. Tuvimos que sacrificar a la vieja chica después de que


atacara a Sawyer esta tarde. —Oakley me sonríe, pareciendo muy
satisfecho consigo mismo—. El doctor dijo que está un poco
golpeada, pero tiene la esperanza de que se recupere
completamente para mañana. —Su voz adquiere un tono
sombrío—. Lástima que no se pueda decir lo mismo de nuestra
pobre Bessie.

De ninguna manera el Sr. Gonzales comprará nada de esto.

Oakley asiente solemnemente. —Aprecio sus condolencias. Se lo


haré saber a Sawyer. Cuídese, señor. —Presiona el botón rojo de
su teléfono y se encoge de hombros—. Fácil de exprimir con
limón.

—¿Una vaca? —Aprieto los dientes.

Levanta las manos. —¿Qué? Dijiste que no tenías una, así que
me deshice de ella. Además, esa vaca muerta te consiguió no una,
sino dos noches libres. Fue muy comprensivo con el trágico
fallecimiento de la vieja Bessie.

Mirándolo, le hago un gesto a Izzy. —¿Dónde está el resto de él?

—En el maletero.

La exasperación sube por mi pecho mientras busco en mi bolso


mi botella de Adderall. —¿Tienes algo para beber?

Oakley trae una botella de agua de su auto. —¿Estás bien?

—Estoy bien, pero tenemos dos horas antes de que empiece el


juego. —Le quito la botella de agua y me pongo una pastilla en la
boca—. Lo que significa que todavía hay mucho tiempo para que
estudiemos y hagamos los deberes.
SAWYER
Los nervios me roen el estómago mientras, hago esto de Izzy,
caminando por el pasillo.

Se supone que debo salir al campo con las animadoras, pero


como están en el vestuario, y esperan que sea un niño de noveno
grado con este atuendo, está fuera de los límites.

Me agarro el cuello al doblar la esquina, esperando no tropezar


con nadie. Las medidas de Oakley estaban definitivamente
equivocadas, porque soy unos cinco centímetros demasiado baja
para ver con esta estúpida cosa. Afortunadamente, la sonrisa
dentada en la cara de Izzy está hecha de material de malla, así
que he estado mirando a través de eso.

Scott le dijo a Oakley que no debía hablar ni hacer nada para


revelar su identidad mientras estuviera en uniforme, lo cual está
bien para mí porque todos en esta escuela ya se burlan de mí lo
suficiente.

Estoy a punto de entrar en la biblioteca para matar un tiempo


antes del juego cuando una voz profunda grita mi nombre.

Bueno, no es mi nombre. El de Izzy.


Entrecerrando los ojos, hago todo lo posible para ver a quién
pertenece la voz, pero para mi horror, veo a un grupo de tipos con
camisetas de los Knights.

Mierda.

Yo retrocedo, pero es demasiado tarde. Los jugadores de fútbol


empiezan a animar el nombre de Izzy al unísono.

—¡Izzy, Izzy, Izzy!

Justo antes de que empiecen a correr.

Joder. Mi...Vida.

Me aferro a mi cabeza falsa por mi querida vida mientras dos


gruesos brazos se envuelven alrededor de mi cintura y soy
levantada del suelo.

—Maldita sea, chico —alguien que suena muy parecido a Dwight


dice—. ¿Has estado yendo al gimnasio?

Claramente.

—Sí, amigo —alguien más grita mientras está al lado de Dwight


y yo me pongo sobre sus hombros—. Ha estado trabajando en
esas ganancias.

—¿Estás listo para vernos aplastar a los Osos esta noche,


Iz? —grita otra persona mientras procede a marchar por el
pasillo.

Estoy bastante segura de que es Lennox.

Como se supone que estoy lleno de espíritu escolar, me agacho y


le choco los cinco.
Eso sólo irrita más al grupo y los dos idiotas que me sostienen
me hacen rebotar sobre sus hombros.

—¡Izzy! ¡Izzy!

Dios mío, haz que se detenga.

Un gemido de irritación se aloja en mi garganta mientras


atravesamos las puertas del vestuario de los chicos.

Es el último lugar en el que quiero estar. Aquí pasan cosas malas.

Como Cole...

Mi cerebro se comprueba temporalmente cuando lo veo junto a


su casillero.

Lleva pantalones plateados ajustados que muestran su redondo


y musculoso trasero, y la mitad superior está completamente
desnuda.

De repente estoy agradecida por la cabeza falsa que llevo puesta


porque mi mandíbula se abre mientras tomo su delgada y
marcada estructura completa con abdominales de seis paquetes.

Y su afilada V.

Querido Dios del cielo, esa V suya es sobre la que cantan los
ángeles.

Es tan hermoso que casi me duele físicamente al mirarlo.

—¿Estás bien, Izzy? —pregunta alguien.

Izzy está bien... Sawyer, por otro lado.

Está jodida.
—Baja a Izzy —grita Cole mientras se pone una camisa y
maniobra en una cosa que parece un cascarón de plástico—. Es
hora de prepararse y concentrarse.

Agradezco cuando todos hacen lo que él dice... hasta que algunos


empiezan a desnudarse.

Mis mejillas se calientan cuando tengo un ojo lleno de pene.

Diferentes tamaños, diferentes colores, diferentes formas.

Para una chica que sólo ha visto uno en la vida real... es


abrumador.

Y decepcionante, dependiendo de a que lado vea.

Por el lado bueno, puedo responder oficialmente a la pregunta de


Bianca sobre Lennox.

El tipo está dotado como un maldito caballo.

Bueno, comparado con todos los demás que están actualmente


desnudos. Especialmente Cortland.

No me extraña que sea tan miserable. Cole tenía razón sobre que
tenía una polla de lápiz.

Habiendo visto más que mi relleno, salgo lentamente de puntillas


del vestuario.

Tomo un respiro purificador para aliviar mi ansiedad mientras


camino por el pasillo.

Funciona... hasta que veo pompones.

—¡Hey, Izzy! —gritan unas cuantas animadoras.


Rezo en silencio para que no traten de levantarme sobre sus
hombros también, porque no terminará bien.

Canalizando mi mascota interior, le doy al grupo una onda


animada.

Lo cual, por supuesto, hace que se acerquen a mí.

—¿Estás bien, hombrecito? —Alguien, creo que Caitlyn, pregunta


por un mohín—. Morgan nos dijo que no te sentías bien.

Le doy un saludo porque es todo lo que puedo hacer.

—Aw, bueno, sólo avisanos si necesitas algo, ¿de acuerdo?

Otro asentimiento.

Ella y otra chica corren por el pasillo. —No lo olvides. Casey


quiere que todos salgan en cinco minutos.

Casey. Justo la persona de la que quiero recibir órdenes.

Estoy bastante segura de que la noche no puede empeorar.

—No te preocupes —susurra Morgan—. No me he olvidado del


sexo de agradecimiento que te debo después del partido.

¿Qué demonios?

Doy un aullido cuando me pellizca el culo.

La repugnancia me atraviesa... hasta que recuerdo que ella cree


que soy Oakley.

Evidentemente, también es terrible con las mediciones.

Ella va a pellizcarme de nuevo, pero yo le muevo el dedo,


indicando que estoy fuera de los límites.
Riendo, se acerca más. —Sabes que me encanta cuando te haces
el difícil, nene.

Oh, diablos.

—Asqueroso —gruñe Bianca—. ¿No es ese tu hermano?

Morgan salta hacia atrás como si se hubiera quemado. —Métete


en tus asuntos, perra. —Al voltear su cabello, se pavonea por
delante de ella—. Tus días están contados, perdedora.

Cuando se pierde da vista, Bianca susurra —Siento decírtelo,


Izzy, pero tu hermana es una mega puta.

Le doy mi aprobación.

Al igual que los primeros tres cuartos del juego, no puedo ver
nada.

Aparentemente, la mascota se cuelga con las animadoras al


margen durante todo lo divertido.

Junto con un montón de otras personas.

Gente que me impide ver a Cole.

Puedo oír a todos animándolo, y sé que los Knights están por


delante de los Osos por dieciséis puntos. Lo cual es
impresionante considerando que sólo quedan dos minutos más
en el juego.

Sólo desearía haberlo visto hacer un touchdown.

Porque cuando lo hace... Es una cosa perfecta.

Lanza con tal precisión que me deja sin aliento.

Déjalo Sawyer. Tu fangirl está empezando a aparecer.

Pero no puedo evitarlo, Cole fuera del campo es un imbécil


despiadado.

Pero el Cole en el campo es un jugador tan hábil e inteligente que


es imposible no notarlo.

Nació para esto.

La multitud aplaude y la gente en las gradas empieza a dar


pisotones.

—¡¡Lucky Seven!!

No puedo evitar sonreír. Cole hizo otro touchdown.

La gente empieza a saltar y yo puedo distinguir trozos de él en el


mar de cuerpos que tengo delante.

Me roba el aliento. Él ilumina, él...

—Vamos, Izzy —grita Casey.

Que se joda.

Estoy segura de que Cole acaba de lanzar el último touchdown


del juego, lo que significa que estamos en la cubierta.
¿El único problema?

Izzy suele bailar después de que ganamos... y yo no bailo...


nunca.

Voy a matar a Oakley.

Las animadoras toman sus posiciones y proceden a sacudir y


menear sus pequeños corazones.

Casey hace su gran voltereta, que incluso yo admitiré que es


impresionante, y luego me pide que me una a ellas.

Aquí no hay nada.

Poniendo mi mano detrás de mi cabeza y extendiendo mi brazo


delante de mí, procedo a hacer el único movimiento de baile que
se me da bien.

El rociador.

Espero que todos abucheen y tiren cosas, pero para mi sorpresa,


todos se alegran. Algunos incluso empiezan a imitarme.

Resulta que ser Izzy no es ni la mitad de malo de lo que pensé


que sería, pero estaría mintiendo si dijera que no tengo prisa por
salir del campo y ser Sawyer otra vez.

El sonido del timbre es música para mis oídos y cuando miro


hacia arriba, veo a Lucky Seven siendo apurado por sus
compañeros de equipo.

No puedo ver su cara ya que su casco sigue puesto, pero puedo


sentir la energía que irradia de él.

Es adictivo.
Debo estar mirándolo mucho tiempo, porque Bianca se acerca y
me susurra —Sigue comiéndote con los ojos a mi hermano y
Casey va a poner a prueba tu armadura, Knight.

Mierda.

Girando, sigo rápidamente a las animadoras fuera del campo.

—Estuviste increíble, Casey —Morgan balbucea.

Lame culos.

—Lo sé. —Casey se esponja el cabello y hace pucheros—. Pero


realmente necesito perder cinco libras.

¿En serio? La chica es talla dos en un mal día.

Detrás de ellos, veo a Bianca intercambiando un giro de ojos con


Caitlyn y otra chica.

—Oh, por favor, chica —le dice Morgan—. Eres perfecta.

—Lo sé, pero la jefa de las animadoras de los Osos es más delgada
y va más alto que yo cuando se voltea. —Ella saca un compacto
de su bolso—. Quiero ser animadora en el Duke's Heart, y son
muy exigentes con quienes aceptan en el equipo. Perder cinco
libras me daría una ventaja.

—Siempre puedes probar con un bajo nivel de carbohidratos.

Casey mira a su amiga como si fuera un bicho en su sopa. —Ya


no tomo carbohidratos, Morgan.

Bianca se aclara la garganta. —La compañía farmacéutica de mi


padre desarrolló recientemente esta nueva barra de proteínas que
se supone ayuda a los atletas a perder peso en poco tiempo.
Puedo tratar de conseguirte un poco si quieres, pero debo
advertirte, es realmente poderosa y está todavía en las etapas
iniciales, por lo que no ha sido aprobada por la Administración
de Alimentos y Drogas todavía.

Casey se detiene en su camino. —¿Funciona?

Bianca asiente con la cabeza. —He bajado tres libras esta


semana. Aunque te hace hacer mierda como loca.

Morgan arruga su nariz. —Asqueroso.

Bianca se encoge de hombros. —Como dije, esto no es una broma.


Además, es como pierdes todo ese peso. Tiene que ir a alguna
parte, ¿sabes?

Casey piensa en esto por un momento. —Supongo que no hay


nada malo en probarlo.

Morgan pone una cara. —No seas tonta, Casey. No aceptaría


nada de esta pequeña...

—Bueno, es bueno que no lo tomes entonces, ¿eh? —Casey


contrarresta—. Aunque a decir verdad, probablemente deberías.
Tu trasero se está poniendo enorme.

Hay muchas cosas malas en Morgan, pero el tamaño de su


trasero no es una de ellas.

—Oakley me dijo que mi trasero se veía muy bien hoy.

Casey hace un ruido de asco. —¿Te refieres al drogadicto que está


repitiendo su último año de secundaria? —Echa la cabeza hacia
atrás y se ríe—. Por favor. Ese imbécil apenas puede encadenar
dos frases decentes, y mucho menos formar un pensamiento u
opinión coherente que a alguien importante le importe.
Abro la boca para defender a mi amigo... pero recuerdo que no
puedo.

Bianca le da a Casey una dulce sonrisa almibarada. —Tengo que


ir a casa con mi hermano, pero puedo traerte algunas barras
mañana si quieres.

Casey asiente. —Sí, gracias.

En el momento en que Bianca se da la vuelta, su sonrisa cambia


a una sonrisa amenazante.

Esa chica definitivamente está preparando algo en su caldero.


SAWYER
—Tengo que devolverlo —dice Dylan, apretando el volante del
nuevo auto que Jace le regaló para su cumpleaños.

Pongo mi mano en su frente. La pobre chica debe tener fiebre y


estar sufriendo delirios.

—No debes sentirte bien. Porque este auto es increíble.

—Es impresionante. Es demasiado asombroso. —El pánico se


apodera de sus ojos cuando gira la cabeza para mirarme—. Es
demasiado. No puedo aceptarlo.

Quiero señalar que no ha tenido auto desde que la conocí, y Jace


se tomó muchas molestias para conseguirle el regalo de
cumpleaños perfecto, por lo que heriría sus sentimientos si lo
hiciera devolverlo, pero como cualquier buena amiga, decido
abordar la raíz del problema primero.

—¿Por qué? —Un horrible pensamiento me golpea—. ¿Quieres


romper con él?

Me mira como si estuviera loca. —No. Por supuesto que no. Lo


amo. —Ella cierra los ojos—. Demasiado.

En ese caso, arreglar esta locura temporal de ella será fácil.

—Entonces, ¿cuál es el problema?


—No lo sé... supongo que hay una pequeña parte de mí que sigue
esperando que el otro zapato caiga. —Ella gime—. Ugh, eso suena
tan estúpido.

—Bueno, al menos te das cuenta.

—Tengo miedo de que las cosas sean demasiado perfectas entre


nosotros ahora.

—¿No es eso lo que querías?

—Sí, pero ahora que lo tengo, estoy petrificada de que algo malo
vaya a pasar y lo joda todo.

No me sorprende. Encontrar a tu madre muerta en el suelo de la


cocina cuando tienes ocho años, ser abandonada por tu padre
por una nueva familia, y descubrir que un chico del que eras
amiga estaba enamorado de ti en secreto y se suicidó la noche en
que te pilló enrollándote con su hermano mayor haría que
cualquiera fuera escéptico sobre tener un felices para siempre.

Sin embargo, eso fue todo en el pasado.

Porque es mi mejor amiga y la quiero, le digo la verdad. —Estás


creando tu propio drama.

Parece insultada. —¿Cómo lo sabes?

—Porque te concentras en todo lo que puede salir mal en vez de


disfrutar de todo lo que sale bien. Literalmente estás creando un
drama de la nada.

—Joder. —Se frota el rostro—. Joder. Tienes razón.

—Lo sé. —Descanso mi cabeza en su hombro—. Te mereces cosas


buenas, Dylan. Y aunque ese zapato termine cayendo en algún
momento, ambas sabemos que tú y Jace lo superarán.
—Lo sé. —Ella suspira—. Dios, me siento como una idiota
ahora. —Ella me aprieta la mano—. Gracias por convencerme de
que me vaya de la cornisa.

—Es lo que hacen las mejores amigas.

—Hablando de mejores amigas, ¿hay algo que quieras decirme?

Oh, mierda.

—¿Como?

Al moverse en su asiento, me mira de reojo. —¿Qué hay del hecho


de que estás saliendo con Cole Covington?

El alivio fluye a través de mí. Por un momento pensé que Oakley


le había hablado del Adderall.

—Oh. ¿Eso? —Agito una mano—. Confía en mí, no es nada.

—¿Estás saliendo con el idiota que te llamó gorda y negó


públicamente haberse enrollado contigo para poder quedarse con
el culo de perra de Casey, y no es nada?

Bueno, cuando lo dice de esa manera.

—Lo siento, déjame reformularlo, no es lo que piensas. No


estamos saliendo realmente. Es falso.

Parece aún más confundida. —¿Por qué demonios fingirías salir


con Cole?

Respiro profundamente. —Porque Cole dijo que podía conseguir


cualquier chica que quisiera, pero su compañero Cortland dijo
que no podía. Una cosa llevó a la otra y Cole terminó aceptando
la estúpida apuesta de Cortland de salir conmigo durante seis
meses.
Omito la parte de quitarme la virginidad porque la pobre Dylan
parece estar a punto de tener un infarto.

—¿Qué carajo...?

—Sé que suena mal.

—No, lo malo es que Cole se enganche contigo pero le diga a la


gente que no lo hizo porque es un asno superficial. Esta mierda
está jodida, Sawyer. Te está usando descaradamente para ganar
una apuesta tonta.

—Técnicamente, sí. Pero me lo contó. —No menciono que fue sólo


después de que lo confronté con la verdad—. Pudo haber mentido
y mantenerme en la oscuridad, pero no lo hizo. Además, también
lo estoy usando a él.

Ella curva una ceja. —¿Usarlo cómo?

—Si gana la apuesta, que lo hará porque estoy en ella, tiene que
donar diez mil dólares a mi iglesia. —Me encojo de
hombros—. En realidad no es nada más que un acuerdo de
negocios.

Me mira fijamente durante unos momentos antes de hablar.

—Me diste un golpe de realidad de mejor amiga hace un minuto,


y siento que es justo devolverte el favor. —Su frente se
arruga—. Esto es una mala idea. Sé que odias hablar de ello, y
vas a jugar como si no fuera tan serio, pero sé lo mucho que te
gustaba, Sawyer. —Sus manos enmarcan mi rostro—. También
sé cuánto te ha herido. Y no me importa cuánto dinero te ofrezca
para que le sigas la corriente, no le debes una mierda.

—Tienes razón —le digo—. Me gustaba Cole y me hizo daño, pero


esa experiencia me mostró el tipo de persona que realmente es.
Ahora que lo sé, no me engañaré otra vez y lo que está pasando
son sólo negocios. Nada más y nada menos. Confía en mí, Dylan.
No soy el tipo de chica que pone su mano en la estufa después
de haber sido quemada por ella.

Mentirosa, mentirosa cara de osa.

—Eso espero, porque si te quema de nuevo... le cortaré la polla y


se la daré de comer. —Ella frunce el ceño—. Y hay una buena
posibilidad de que no sobreviva a la pérdida de sangre, lo que sin
duda haría que Jace se enfadara mucho conmigo, así que espero
por el bien de todos que Cole no la cague.

Riendo, apoyo mi frente contra la suya. —Estás loca, ¿lo sabes?

—Cuando se trata de la gente que amo... Diablos, sí, lo hago.

Y esa es sólo una de las razones por las que la amo tanto.

—Odio tener que decírtelo, hombre, pero creo que tu novia te


dejará por Sawyer —dice una voz que se parece mucho a la de
Oakley.

Giramos la cabeza para ver tres pares de ojos que nos miran a
través del parabrisas de Dylan.

Mi estómago se revuelve cuando los verdes penetrantes se fijan


en mí.

—¿Por qué está Cole aquí? —Susurro, volviendo a Dylan.

—Ni idea. Jace sólo mencionó que iba a recoger a Oakley. —Hace
una cara—. Por otra parte, hoy también es el cumpleaños de Cole,
así que...

—No es su cumpleaños.
Sus ojos se abren de par en par. —¿Sabes de eso?

—Si no se van a besar, ¿podrían al menos tener la decencia de


levantar sus camisas y darnos un poco de acción de teta con
teta? —Cole grita—. Después de todo, es mi cumpleaños.

Jace lo golpea en la nuca.

Separándonos, Dylan y yo le enseñamos el dedo de en medio.

—¿Cómo fue tu viaje hasta aquí? —Jace pregunta mientras


salimos del auto—. ¿Algún problema?

—No. —Dylan lo rodea con sus brazos—. Fue perfecto. Igual que
tú.

—No, este culo es perfecto. —Como si demostrara su punto, Jace


agarra un puñado de su trasero—. Entonces, ¿tú y Sawyer están
casi listas para ser tatuadas, o ambas se van a acobardar?

—Definitivamente no me estoy acobardando. Tampoco


Sawyer. —Rompiendo su abrazo, Dylan me mira—. ¿Verdad?

A pesar de la ansiedad que recorre mi sistema, asiento con la


cabeza.

Hace unos meses, decidimos hacernos tatuajes de mariposa a


juego para nuestros próximos cumpleaños.

Dylan está recibiendo la suya en memoria de Liam, y yo estoy


recibiendo la mía en memoria de mi nanna, que amaba las
mariposas.

Sin embargo, ahora que está sucediendo, estoy empezando a


tener dudas.
—Espera. ¿La pequeña señorita Bible Thumper se va a
tatuar? —Cole se burla entre jadeos—. ¿Estás segura de que a
Dios le parecerá bien que profanes tu cuerpo de esa manera?

Lo miro fijamente. —Vete al infierno, Covington.

Oakley mira entre nosotros. —Maldición. ¿Ya hay problemas en


el paraíso?

Le doy un rápido beso de saludo en la mejilla. —No actúes como


si no supieras que estamos saliendo en falso.

Oakley hace pucheros. —¿Significa eso que no habrá boda?


Porque he oído que el sexo con una dama de honor desesperada
es increíble.

Señalo a Dylan y Jace que van de la mano hacia la tienda de


tatuajes. —Estás ladrando al árbol equivocado, amigo. Te sugiero
que le pidas a la verdadera pareja que te ayude con eso.

Poniendo su mano sobre su boca, Oakley los persigue. —Oigan,


¿cuando ustedes dos tortolitos se van a casar?

Jace se pone blanco como una sábana y Dylan parece


horrorizada.

Una risa se me escapa de la boca. Oakley va a estar esperando


un rato.

Estoy a punto de alcanzarlos, pero Cole me agarra la


muñeca. —He aquí una idea. ¿Qué tal si dejas de decirle a la
gente nuestros asuntos privados?

No tengo ni idea de a qué se refiere. —¿De qué estás hablando?

—Deja de decirle a la gente que tenemos una relación falsa,


porque se correrá la voz.
—Relájate. Es Oakley.

—Sí, y Oakley tiene una gran boca. También está jodiendo a


Morgan, que es la mejor amiga de Casey. Es sólo cuestión de
tiempo antes de que él se equivoque y se lo diga.

Por alguna razón, escuchar su nombre en su boca me provoca


celos.

—Vaya, seguro que pasas mucho tiempo pensando en tu ex.

Me mira como si me hubiera brotado otra cabeza. —¿De qué estás


hablando?

—Nada. —Sacudo la cabeza, sintiéndome como una idiota por


decir algo—. Mira, no estamos en la propiedad de la escuela ahora
mismo, y dudo mucho que Cortland esté en la tienda de tatuajes,
así que qué tal si... no sé...no nos hablamos el resto del día.
COLE
Que Sawyer le diga a Oakley la verdad no debería molestarme.

Pero lo hace.

Lo mismo ocurre con ella que no quiere hablar conmigo.

Demonios, en todo caso, debería estar feliz de que pueda trazar


una línea en la arena y separar las cosas entre nosotros tan
fácilmente, porque la mayoría de las chicas no pueden.

Se vuelven pegajosas y necesitadas.

Confundiendo constantemente las cosas con lo que quieren que


sean.

Pero no Sawyer.

No, mi Bible Thumper no tiene problemas en volver a ponerme


en mi sitio.

—¿Quién se cago en tus Cheerios? —Jace pregunta.

Esquivando su pregunta, sigo viendo a Sawyer y Dylan hablar


con uno de los tatuadores de la tienda. Es sólo unos años mayor
que yo, pero a diferencia de mí, está cubierto de tatuajes y sus
lóbulos de las orejas, si es que se les puede llamar así, están
sobrecargados por unos agujeros negros.
Pero su apariencia no es lo que me preocupa.

Es la forma en que le presta una atención especial a Sawyer.

Jace sigue mi línea de visión. —Te dije que salir con ella era una
mala idea.

—No estamos saliendo.

—Es curioso, porque la última vez que lo comprobé, eso es lo que


significaba llamar a alguien tu novia.

—Es falso...

—¿Estás listo, hombre? —dice un tipo detrás de nosotros.

Jace se quita la sudadera. —Diablos, sí.

Levanto una ceja. —Tú también estás recibiendo tinta hoy... ¿qué
mierda es esto?

Jace no es nuevo en los tatuajes, ya que los tiene desde los 16


años, pero no puedo evitar notar el nuevo bajo su caja torácica.

Al mirar más de cerca, me doy cuenta de que es el estribillo de


una canción de Jimmy Eat World.

Específicamente, la favorita de su novia.

—Jesucristo. ¿Dejaste que te marcara?

Jace se encoge de hombros como si no fuera gran cosa. —Ella no


me marcó. Yo me marqué.

—Eso es aún peor.


Necesitando el apoyo de otra persona con pelotas, ya que mi
hermano ya no tiene las suyas, miro a Oakley, que actualmente
está coqueteando con la chica del mostrador y lo saluda.

En el momento en que llega a mí, le hago un gesto a la nueva


tinta de Jace. —¿Puedes creer esta mierda?

Oakley bizquea. —¿Qué es?

—Letra de la canción favorita de Dylan.

La sorpresa cruza sus rasgos. —Oh. Eso es...interesante.

—La palabra que buscas es muy tonto.

Jace se reclina en una silla de gran tamaño. —¿Ya has


terminado?

Debería conocerme mejor que eso. —No. —Levantando mi mano,


detengo al artista del tatuaje—. No tan rápido. Necesito
asegurarme de que el idiota de mi hermano no se haga otro
tatuaje de mariquita para su novia.

—Cállate, Cole —grita Dylan mientras se sienta—. Fue muy dulce


de su parte hacerlo. —Le hace ojitos a mi hermano—. Sin
mencionar lo increíblemente romántico y sexy.

Hago un sonido de náuseas.

Sawyer se deja caer en la silla vacía junto a ella. —No le hagas


caso, le falta una cosa en el pecho llamada corazón.

No se equivoca.

Volviendo a mi hermano, le pregunto —¿Qué vas a hacer hoy?

—Una mariposa —gruñe.


Oakley y yo intercambiamos una mirada... luego ambos
comenzamos a aullar de risa.

Ya es bastante malo que tenga tatuadas algunas letras de chicas,


pero ¿una maldita mariposa?

Lo miro seriamente. —¿Te dolió cuando te castró?

Eso sólo hace que Oakley se ría más fuerte. —¿Las guarda en un
frasco para que pueda verlas de vez en cuando?

Jace estrecha sus ojos hacia nosotros. —Vete a la mierda.

—No te preocupes, cariño —dice Dylan—. Tu hermano sólo está


siendo un odioso porque tiene que pagarle a alguien para que
sea su novia.

Bueno, mierda.

Sawyer me pidió que donara diez mil dólares a su iglesia al final


de todo esto, pero no pensé que le pagaría por ser mi novia.

¿Por eso es capaz de encenderlo y apagarlo tan fácilmente?

¿Es sólo por el dinero para ella?

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que mi donación


a la iglesia de su familia la beneficiará de alguna manera.

Lo que no puedo entender es por qué eso me molesta tanto.

No debería.

Se que estaba listo para usarla sin pensarlo dos veces.

Los labios de Dylan se retuercen en un ceño fruncido.


Evidentemente, no ha terminado de regañarme todavía. —Jace
no va a conseguir la mariposa por mí. La está consiguiendo por
Liam.

Por supuesto que sí.

No basta con que todo su pecho esté cubierto con gigantescas


alas de ángel y las palabras "El guardián de mi hermano".

Tiene que seguir agregando a su santuario permanente de Liam.

Asegurarse de que todos sepan exactamente quién era su


hermano favorito.

Mientras tanto, sé muy bien que, si yo fuera el que murió en lugar


de Liam, Jace no estaría corriendo a una tienda de tatuajes para
rendir homenaje a mi memoria.

Probablemente se sentiría aliviado.

Todos lo harían.

Puedo sentir los ojos de Jace sobre mí. —¿Quieres uno?

—¿Quiero qué? ¿Una estúpida mariposa para la persona que


destrozó lo que quedaba de nuestra familia cuando se
suicidó? —Sonriendo, me rasco la mandíbula—. No, ya me
acuerdo del maldito cada vez que me miro en el espejo. A
diferencia de ti, no necesito hacer un mural en mi cuerpo
esperando que me quite la culpa que siento por follarme a su
chica cada noche.

Lamento las palabras en el momento en que salen de mi boca,


pero es demasiado tarde.

Siempre es demasiado tarde.

La tienda se queda en silencio.


Pero eso es lo que hago.

Me duele... así que lastimo a otros.

Especialmente la gente que más me importa.

La mandíbula de Jace se endurece. —Me refería a un tatuaje


normal, imbécil.

—Oh. Ya veo. Te ofreciste a hacer algo bonito por mí ya que es


mi cumpleaños. —Le devuelvo la mirada de muerte—. No, gracias.
Estoy bien.

La ira en sus ojos se convierte en angustia y mira hacia otro lado.

Misión cumplida.

Dylan aparece en su asiento. —¿Por qué siempre tienes que


arruinar todo...

—Dylan —susurra Sawyer—. Déjalo.

La boca de Dylan se abre. —¿Hablas en serio...?

—Deberías escuchar a tu amiga —le digo a Dylan antes de que


mis ojos se dirijan a Sawyer.

Ignorarme es lo más inteligente.

Es lo que hace todo el mundo.

—Creo que quiero perforarme la polla —anuncia Oakley.

Es seguro decir que la atención de todos está ahora sobre él.

Dylan parpadea. —¿Qué?

Jace lo mira con recelo. —¿Por qué?


Me estremezco. —Amigo, no.

—A las mujeres les encanta —comenta el tatuador que se está


instalando con Dylan y Sawyer—. Confía en mí.

No hay duda de la sonrisa coqueta que le envía a Sawyer.

O el rubor que se le sube por las mejillas.

—¿Crees que duele? —Oak me pregunta.

—Es un trozo de metal que atraviesa tu polla —le recuerdo—


. Por supuesto que duele, joder.

El tipo del tatuaje se encoge de hombros. —En realidad no es tan


malo. —Se vuelve hacia Sawyer y Dylan—. ¿Ya decidieron dónde
quieren sus tatuajes?

Dylan y Sawyer intercambian una mirada y Dylan señala su


cadera. —Vamos a traerlos aquí.

—Impresionante. ¿Quién va primero?

Sawyer asiente con la cabeza hacia Dylan. —Tu cumpleaños es


dos días antes que el mío, así que deberías ir primero.

—Bien. —Dylan se tira de la parte superior de sus pantalones de


yoga, desnudando su cadera—. Hagamos esto.

Oakley mira a su artista de tatuajes. —¿Cómo se siente el sexo


con uno?

—Jodidamente increíble... especialmente para ella. —Limpia un


poco de antiséptico en la piel de Dylan—. Pero sólo puedo hablar
en nombre del Apadravya, no del Príncipe Alberto.
Oakley reflexiona sobre esto por un momento. —¿Cuál es la
diferencia?

—Un PA va a través de tu agujero de pis y sale por el lateral.


Apadravya va vertical a través de tu punta.

Me estremezco por dentro. A la mierda con eso.

—¿Cuánto tiempo se tarda en... ya sabes, volver al negocio?

Boca abierta, lo miro fijamente. —No estás considerando esto,


¿verdad?

Oakley es muy impulsivo, pero esto tiene que llevarse la palma.

El tipo se ríe. —Deberías ser capaz de follar con un condón puesto


en unas cuatro o seis semanas.

—Maldición —dice Oakley—. Eso es mucho tiempo.

Dímelo a mí.

—Entonces, ¿quién de ustedes hace los piercings por aquí?

El tipo del tatuaje señala a la chica del mostrador. La misma con


la que Oakley estaba coqueteando antes.

Guiñando el ojo, se dirige hacia una habitación en la parte de


atrás. —Listo cuando usted lo esté, soldado.

Oh, diablos. Tratar de convencerlo de que no lo haga ahora es


inútil.

Oakley se frota las manos, su mirada ping-pong entre Jace y yo.


—Muy bien. ¿Quién de ustedes viene conmigo?

Jace hace un movimiento a la máquina de tatuajes que está


entintando su piel. —Estoy algo ocupado.
Oakley se burla de mi brazo. —Estás en la cubierta.

No me importa. —No voy a ver a alguien haciendo un agujero en


tu polla.

Se le cae la cara. —Vamos, hombre. Necesito que alguien me


sostenga la mano en caso de que me duela. Pensé que éramos
hermanos de otra madre.

Lo somos, pero hay algunas cosas que un hombre nunca debería


ver hacer a otro hombre. Esto es lo primero de la lista.

—Yo lo haré. —Sawyer se levanta de su asiento—. Ya que Dylan


se está haciendo el tatuaje como un campeón y no me necesita,
puedo entrar ahí contigo... si quieres.

—Gracias —dice Oakley—. A diferencia de Cole, tú eres una


verdadera amiga. Sin embargo, debería advertirte que no te
asustes.

Sawyer y Dylan intercambian una mirada. —¿Por qué me


asustaría?

Él sonríe. —Digamos que estoy bendecido en ese departamento,


así que...

—Lo haré —interpongo.

La idea de que Oakley se baje los pantalones y se saque la polla


delante de Sawyer no me sienta bien.

—Oh, ahora quieres dar un paso adelante y ser un caballero de


brillante armadura —musita Oakley—. Bueno, lo siento, pero no
acepto...
Agarrándolo por los hombros, lo empujó hacia la habitación de
atrás. —Deja de parlotear para que podamos terminar con esta
mierda, cabrón.
SAWYER
—Espera. No estoy listo todavía —grita Oakley desde el cuarto de
atrás—. Necesito otro segundo.

—Lleva ahí dentro más de cuarenta minutos. —Dylan le hace


señas a su casi completo tatuaje—. Ya casi termino.

—Lo sé. —Trato de no reírme—. Me sorprende que Cole no haya


perdido la cabeza todavía.

—Bien, creo que ya estoy listo —declara Oakley.

—Muy bien. Respira hondo para mí —instruye el perforador.

—Espera —grita Oakley—. Necesito un minuto más.

—¡Jesucristo! —Cole ruge—. Hijo de puta, si le dices que espere


una vez más, yo mismo te meteré esa barra en la polla.

La risa que Dylan, Jace y yo intentábamos suprimir se nos escapa


en una gran ola. Incluso nuestro artista de tatuajes, que
descubrimos que se llama Iván, tiene que hacer una pausa para
orientarse.

—Eso no estuvo tan mal —exclama Oakley cuando sale unos


minutos después, con aspecto de engreído.

—Habla por ti mismo —un Cole sombrío se agita detrás de él.


Eso sólo nos hace reír más.

Iván limpia el exceso de tinta de la cadera de Dylan y le pone un


espejo. —¿Qué te parece?

Dylan sonríe de oreja a oreja. —Mierda, me encanta. —Me


mira—. ¿Y tú qué?

—Es perfecto.

La mariposa 3D es de tamaño medio con detalles intrincados, y


hay profundos matices de azul vibrante que se arremolinan a
través de ella.

Es increíble.

Miro a Iván. —Hiciste un muy buen trabajo.

Él sonríe. —Me alegro de que pienses así... porque te toca a ti.

Oh, claro.

Jace le da al tipo un golpe de puño. —Gracias por cuidar de mi


chica, hombre. Se ve increíble. —Deja caer un beso en la frente
de Dylan—. Lo hiciste muy bien, nena.

Dylan brilla mientras Iván le pone la envoltura plástica sobre su


nuevo tatuaje. —Sólo me dolió un poco. —Me da una palmadita
en el brazo—. Estarás bien, lo prometo.

De alguna manera, lo dudo, pero aquí no hay nada.

Mis dedos encuentran la cintura de mis leggings... y me congelo.

El cuerpo de Dylan es perfecto, y sus caderas son muy afiladas.

Las mías, sin embargo, apenas existen porque están cubiertas


por capas de grasa.
Grasa que no quiero que un grupo de chicos vea... aunque
algunos de ellos sean mis amigos.

Sin perder el ritmo, Dylan mira a Iván. —Mi amiga es un poco


tímida...

—No te preocupes. —Me guiña el ojo—. Te tengo, linda.

Iván es dulce, pero los cumplidos cesarán cuando vea todos mis
rollos de grasa, estoy segura.

Rápido como un rayo, toma una especie de divisor y lo coloca


delante de mí silla, bloqueando la vista de todos.

Dylan camina hacia el otro lado mientras yo bajo mis


mallas. —¿Quieres tomarme de la mano?

Ni siquiera voy a fingir que no lo hago. Me aferro felizmente a ella.


—¿Escala del uno al diez?

Dylan frunce los labios. —A veces un cinco, pero nunca


insoportable. Se siente como si un gato te arañara...
repetidamente.

Me estremezco.

—Ni siquiera he empezado todavía, nena —me dice


Iván—. Relájate.

—Lo sé. Lo siento. Estoy un poco nerviosa. Es mi primera vez.

Me siento como un idiota porque él ya lo sabe.

Me limpia el alcohol en la piel. —Eres adorable.

Los ojos de Dylan se iluminan como fuegos artificiales.

—Está coqueteando contigo —dice ella.


No, sólo está siendo amable y tratando de hacer que la chica
gorda se sienta mejor.

—¿Estás lista? —pregunta mientras abre un paquete que


contiene una nueva aguja.

Doy una respiración temblorosa. —Más lista que nunca.


COLE
Quiero colgarlo por las pelotas y meterle dinamita por los
agujeros de sus orejas.

—¿Cómo estás, nena? —Escucho al imbécil preguntarle desde


detrás del divisor—. ¿Necesitas un descanso?

—No. Estoy bien —responde Sawyer.

Una sacudida de molestia me golpea. Nunca le dice que no la


llame nena.

Oakley codea a Jace. —Tu hermano parece que quiere arrancarle


la cabeza a alguien.

—Le dije que salir con ella era una mala idea —refunfuña Jace.

—¿Podrían dejar de chismorrear, idiotas? —Doblo mis brazos


sobre mi pecho—. Estoy bien.

Intercambian una mirada.

—Lo que tú digas, hombre.

—Tu piel es tan suave —murmura el imbécil—. Un lienzo


perfecto.

Yo rechino mis muelas.


—Gracias. Trato de ser buena en el cuidado de la piel y no uso
nada con aditivos químicos. —Se ríe—. Vaya, sueno como un
idiota. ¿Podemos olvidar que dije eso?

Los vellos de la nuca se me ponen de punta. ¿Está coqueteando


de vuelta?

—No. Me gusta una chica que presta atención a lo que se pone y


mete dentro de su cuerpo.

No te pondrá dentro de su cuerpo, idiota.

—Entonces, ¿de qué parte del sur eres originaria? —pregunta a


continuación.

—Así de obvio, ¿eh? Carolina del Norte.

Yo miro a Jace. —¿Siempre hablan tanto con los clientes?

Por el amor de Dios, uno pensaría que estaría más enfocado en


no arruinar su tatuaje, en vez de en qué estado se origina.

Los labios de Jace se mueven. —Mi chico no lo hace.

—¿En serio? —exclama el imbécil—. Mi tía vive allí.

Una historia genial, hermano.

—¿Está cerca de Knightdale por casualidad? Ahí es donde crecí.

—No estoy seguro. Vive en Raleigh.

—¡Oh! —Odio la emoción en su tono—. Eso está muy cerca.

—Impresionante. Planeaba visitarla en algún momento de marzo.

Tal vez deberías mudarte allí permanentemente, hijo de puta.


—¿En serio? —La alegría de su voz es un poco más
fuerte—. Estaré allí en marzo, para la boda de mi hermana.

Sonriendo, Jace y Oakley intercambian otra mirada.

Que Dios me ayude, si este imbécil le pregunta cuándo es la boda,


voy a partir ese divisor por la mitad y se lo meteré por el culo.

—¿Cuándo se va a casar?

Hijo de puta.

—Tercer fin de semana de marzo.

—Qué coincidencia. Es la misma semana en la que planeaba


visitar a mi tía.

Coincidencia mi trasero. Huelo un montón de mierda.

—Oh. —Su voz vacila lo suficiente como para saber que no está
totalmente comprometida con la idea de verlo—. Eso es genial.

—Si no estás muy ocupada, deberíamos reunirnos y pasar el rato.

Sobre mi cadáver.

Una extraña sensación me retuerce las tripas. No le está pidiendo


que pase el rato en California donde ambos residen. Le está
pidiendo que pase el rato en un estado completamente diferente.

Lo que sólo puede significar una cosa.

Va en serio con otra persona... pero quiere usar a mi novia como


amante.

A la mierda con eso. Mi chica no es la amante de nadie o la


llamada de sexo.
Demonios, ni siquiera es mía.

—Um. —Hay un toque de sorpresa en su voz—. Sí, está bien.


Genial.

Mi pecho se aprieta. No creí que ella estuviera de acuerdo.

El zumbido de la máquina de tatuajes se detiene. —Dame tu


número, lo pondré en mi teléfono.

—Es...
SAWYER
—1-800, mejor que dejes de coquetear con mi novia antes de que
te voltee los malditos dientes —grita Cole, sacando la cabeza por
encima del divisor.

Las cejas de Dylan se disparan hasta el techo y estoy bastante


segura de que mi boca cae al suelo.

El pobre Iván parece tan desconcertado. —¿Ese tipo Ricky-ricon


Preppy 10 es tu novio?

—No...

—Sí —gruñe Cole—. Lo soy, el tipo Ricky-ricon preppy.

Eso sólo confunde más a Iván.

Entrecierro los ojos ante Cole. —No técnicamente. —Miro mis


manos—. Es complicado.

Especialmente ahora mismo.

Nunca pensé que Cole se asustaría con otro tipo por haberme
tirado los tejos.

10
Preppy es una abreviación de la palabra “preparatorio” en inglés. ... Sin embargo, el término “preppy” se
ha democratizado y se convirtió en una forma de vestirse, donde los “preppies” no tienen que ser
necesariamente personas con alto poder adquisitivo o estudiantes.
—No están juntos —le dice Dylan a Iván—. Sawyer sólo está
siendo una buena amiga y le está ayudando. Está totalmente
soltera.

Cole le pone su mirada de muerte. —¿Te gusta vivir con mi


hermano? Porque puedo cambiar eso muy rápido.

—Muy bien, que todo el mundo se calme. —Jace pone una mano
en el hombro de Cole—. Hay una heladería unas cuantas puertas
más abajo. —Nos mira—. Reúnete con nosotros allí después de
que termines aquí.

Cole se enfurruña. —No quiero hela...

—Es tu cumpleaños —Oakley interviene—. Déjame comprarte


uno de esos conos con chispas en la parte superior.

Cole frunce el ceño. —No cumplí cinco años, imbécil.

—Podrías haberme engañado —dice Jace—. Vamos.

A regañadientes, Cole los sigue.

Miro a Dylan después de que se vayan. —Jace será un gran padre


algún día.

—Lo sé. —Ella sonríe—. Es una ventaja añadida que su voz de


padre es un poco caliente.

Iván vuelve a concentrarse en mi tatuaje. —Debería terminar en


cinco minutos.

Su tono alegre y optimista de antes hace tiempo que desapareció.

—Lo siento... —empiezo a decir, pero él sacude la cabeza.


—No lo sientas. —El zumbido comienza de nuevo—. Todo el
mundo tiene equipaje, ¿verdad?

Cierto, pero Cole no es un equipaje.

Es una mina terrestre.

Y es sólo cuestión de tiempo antes de que se vaya.

—No es tan serio —le dice Oakley a Dylan—. Morgan y yo sólo


nos estamos divirtiendo.

Dylan toma un poco del helado que está compartiendo con Jace
en su cuchara. —¿Ella sabe eso?

Oakley toma un largo sorbo de su batido antes de


responder. —Debería. Le dije desde el principio que es dinero por
encima de las perras.

Dylan y yo lo miramos fijamente.

Girando los ojos, Oakley se sienta derecho. —Lo siento, me refería


al dinero por encima de los humanos con dos cromosomas X.
¿Mejor?

Dylan mira al techo. —No.

—Sí —exclamo, contenta de que nuestro estudio finalmente esté


dando sus frutos—. Lo has hecho bien.
Él sonríe. —¿En serio?

—Sip. Y si sigues trabajando bien, estarás en camino de


graduarte este año.

La sonrisa de Dylan coincide con la nuestra. —Estoy muy


orgullosa de ti, Oak.

Me aprieta la mano bajo la mesa.

Jace mira alrededor de la heladería. —Cole se ha ido desde hace


un tiempo.

En el momento en que Dylan y yo aparecimos, Cole dijo que iba


a dar un paseo.

Como si no pudiera escapar lo suficientemente rápido.

No lo hemos visto desde entonces.

—Estoy seguro de que está bien —dice Dylan—. Probablemente


todavía se esté enfriándose o lo que sea.

Jace se pone de pie. —Voy a ir a ver cómo está.

—Yo lo haré.

Antes de que nadie pueda protestar, tomo mi bolsa de la mesa y


me voy.

Después de las palabras que Cole y Jace tuvieron antes, no estoy


segura de que Jace sea la mejor persona para el trabajo.

Probablemente yo tampoco, considerando que yo fui la razón por


la que explotó con tipo de la tienda de tatuajes, pero estaría
mintiendo si dijera que no quería aclarar las cosas entre
nosotros.
Miro por la ventana del auto de Jace, pero no está ahí.

Después de eso, me metí en unas cuantas tiendas de la franja,


pero ni hablar.

No se le puede encontrar en ningún sitio.

Empiezo a preocuparme cuando se me ocurre un pensamiento.


Sólo hay un lugar en el que no he mirado, y es porque ya
estábamos allí.

Dudo mucho que Cole esté dentro, dado lo que pasó antes, pero
vale la pena intentarlo.

La incomodidad se produce cuando entro y veo a Iván en el


mostrador.

—Hola.

—Déjame adivinar, ¿estás buscando a tu novio que no es


realmente tu novio?

O es psíquico, o mi suposición era correcta y Cole está


aquí. —¿Supongo que ha vuelto?

—Sí. —No sé qué hacer con la mirada que me da—. Está en la


parte de atrás con Candace. Deberían terminar pronto.

—Oh.

No estoy segura de que esté insinuando que algo pasa entre ellos,
o si sólo estoy siendo paranoica.

De cualquier manera, odio la forma en que se hace el nudo en el


estómago.
Tal vez Dylan tenía razón y me engaño a mí misma creyendo que
puedo manejar esta situación con Cole cuando es obvio que no
puedo.

Porque si pudiera... no estaría yendo hacia el cuarto de atrás


como una mujer en una misión.

La puerta se abre cuando la alcanzo y Candace se desliza hacia


afuera, cerrándola detrás de ella.

Como los otros artistas que trabajan aquí, está cubierta de


piercings y tatuajes.

También es hermosa... y delgada.

Tal como le gustan a Cole.

—¿Esta él…

Las palabras se alojan en mi garganta porque lo único que me


importa es si se folló a mi novio o no.

—Se está vistiendo. —Ella sonríe—. Puedes entrar ahí si quieres.

Vestirse.

Con el corazón en el suelo, giro la perilla y entro.

Cole no tiene derecho a pedirme que le ayude y luego se da la


vuelta y me hace daño así.

—¿Cómo pudis...?

Mi sentencia muere en el momento en que lo veo.

Está sentado sin camisa en un banco negro con la cabeza entre


las manos... con un aspecto tan abatido que me rompe el corazón.
—Háblame —susurro.

No me importa lo que diga.

Sólo necesito que me deje entrar.

Porque todo el dolor que mantiene embotellado en su interior lo


está matando lentamente pieza por pieza.

Y me niego a que eso suceda.

Porque no importa cuán despiadado y dañado sea... un mundo


sin Colton no es un mundo en el que quiera vivir.

Lentamente, levanta la cabeza.

Sus ojos, esos hermosos estanques verdes profundos que suelen


estar tan llenos de intensidad, parecen apagados y sin vida.

Como si estuviera atrapado dentro de algo que le está chupando


la vida.

No creo... que siga el impulso que late en mi pecho como un


tambor.

En el momento en que mis brazos lo envuelven, algo dentro de él


se desquicia.

Me abraza tan fuerte que me roba hasta la última gota de aire de


mis pulmones.

Puede tenerlo.

Tiembla contra mí, temblando como un árbol en un huracán.

Hay tantas preguntas que quiero hacerle, tantas cosas que


desearía que me dijera.
Pero sé que, si lo presiono demasiado, demasiado rápido,
retrocederá hasta su caparazón y su armadura protectora volverá
a su lugar.

Todo lo que puedo hacer ahora mismo es sostenerlo.

Hazle saber que no está solo.

Después de lo que parece una eternidad, habla.

—Pensé que ayudaría. —Levanta su mirada hacia la mía—. Pero


no lo hizo. —Su voz cae en un doloroso escozor—. Nada lo hace.

Quiero gritar que, por supuesto, follarte a una mujer cualquiera


en una tienda de tatuajes no ayudará, pero no lo hago.

Agarro su cara en mis manos. —Eso es porque las vendas sólo


cubren una herida... no la curan.

—Tal vez no quiero que se cure. —Esos orbes verdes se


endurecen—. Tal vez me merezco el recordatorio.

Sólo entonces me doy cuenta de que tiene el envoltorio plástico


en el brazo. —¿Puedo?

Levanta el brazo. —Hazlo.

Siendo lo más tierno posible, desenrollo la cubierta


plástica. —Nadie merece vivir en agonía, Cole.

Él resopla. —Lo dice la chica que cree en el infierno.

Mis ojos se abren cuando descubro la tinta en su bíceps interior.

Como el resto de nosotros, tiene una mariposa... sólo que la suya


es tres tallas más pequeña. Casi invisible. Y verde.
Junto a la pequeña mariposa, hay una cita. El 21 de agosto de
2001.

Su verdadero cumpleaños.

—El verde era su color favorito. —Su risa es amarga—. Era lo


único que teníamos en común.

Tengo la sensación de que tenían más en común de lo que él se


permite reconocer.

Enrollo el plástico alrededor de su bíceps. —Es tu brazo lanzador.

El hecho de que eligiera llevarlo allí de todos los lugares se siente


significativo.

Esa confusión está de vuelta en sus ojos. —Muy perceptivo de ti,


Bible Thumper.

Con el corazón palpitando, rozo los labios sobre su tatuaje. —Eso


es porque te veo, Colton.

Lo encubre haciendo comentarios groseros e hirientes... pero en


el fondo, está llorando una parte vital de sí mismo que perdió.

Liam.

Me doy la vuelta, con la intención de darle su espacio, pero su


mano me envuelve la muñeca y me tira hacia él.

Espero que se enfade y arremeta, pero no lo hace.

Me besa.
SAWYER
Debería detenerlo. Está herido, es vulnerable, puede que se haya
acostado con otra chica... pero yo no puedo.

Es el beso más suave y gentil que he experimentado... apenas un


susurro de labios. Una caricia sedosa que hace que mi corazón
se agite y mi cabeza de vueltas.

Y así como así... se ha ido.

Las garras de la frustración en mi pecho. —¿Qué... por qué te


detuviste?

Una sonrisa arrogante curva su boca. —Me dijiste que nada de


lengua, ¿recuerdas?

Estoy sin palabras. Completamente sin palabras.

Sin embargo, no me sorprende que me haga comerme mis


palabras. El bastardo.

Su mano se enrosca alrededor de mi cadera de manera posesiva.


—Ese tipo estaba coqueteando contigo —Un pequeño jadeo me
deja cuando su pulgar roza la piel sobre la cintura de mis
leggings—. No me gustó.

Entre el cambio de tema y su toque, tengo problemas para


mantener el ritmo. —Yo…
—Me hizo sentir algo que no había sentido en mucho tiempo.

—¿Qué?

Sus ojos se oscurecen. —Celos.

Oh. Me sorprende que sea tan sincero.

Siento que es justo que haga lo mismo con él. —Creí que te habías
acostado con Candace. Por eso vine corriendo como una loca.

La confusión nubla su cara. —¿Quién es Candace?

Deja que Cole no recuerde su nombre. —La mujer que te hizo el


tatuaje.

—No me la folle.

—¿Por qué?

Necesito saber que no fue sólo por el contrato y la estúpida


apuesta.

—¿Por qué crees?

No. No dejaré que lo eluda. —Responde a la pregunta, Covington.

Su mandíbula se aprieta. —¿Te dolería si me acostara con ella?

Estoy en la última atrapada veintidós. Si digo que no, soy una


mentirosa.

Si digo que sí, admitiré que siento algo por él.

Y dándole el poder de herirme de nuevo.

Odio la forma en que me mira. Es como si pudiera ver todos mis


pensamientos. —Responde a la pregunta, Church.
Mi garganta se siente como papel de lija. —Yo...

La puerta se abre.

—Los encontré —grita Oakley.

Un segundo después Jace y Dylan se nos unen.

—¿Todo bien? —Jace pregunta.

—Sí. —Cole salta de la mesa—. Sawyer me estaba mostrando su


tatuaje.

—Hablando de tatuajes —dice Jace—. Parece que tú también


tienes uno.

Cole arroja su sudadera sobre su cabeza. —No. Estás imaginando


cosas.

Es seguro decir que el verdadero Cole ha dejado el edificio.

Está claro que Jace no le cree, pero no presiona. —Dylan y yo


tenemos planes para esta noche, así que, si quieres que te lleve
a casa, encuéntrame en mi auto en cinco minutos.

Un momento después, todos se van.

Estoy a punto de unirme a ellos, pero Cole bloquea la puerta.

—No intentes meterte en mi cabeza o exigirme respuestas si no


puedes darme lo mismo a cambio.

Su ira me toma por sorpresa. —No tengo ni idea de lo que estás


hablando.

Se acerca incómodamente a mi rostro. —No seas una maldita


hipócrita.
—No lo soy.

—Mentira. —Saca una pequeña caja de su bolsillo y me la


entrega—. Toma. Feliz Cumpleaños.

Con eso, se va.

La mente me da vueltas, abro el joyero.

Sólo que no hay ninguna joya dentro... sólo una nota.

Tu regalo está dentro de tu casillero.

-CC
SAWYER
199 libras.

La báscula debe estar rota porque es imposible que haya perdido


cinco libras en cuatro días.

Me escaneo el cerebro, haciendo un rápido inventario de mi fin


de semana.

El jueves, Cole se presentó a cenar, y yo trabajé en mi ensayo.

El viernes, le di a Cole el contrato y me fui de incógnito como Izzy.

El sábado me hice un tatuaje con un lado del drama de Cole.

El domingo, fui a la iglesia, fui a la práctica del coro y estudié.

Ahí es cuando me doy cuenta. El Adderall.

Luis me dijo que hacía que la gente perdiera peso, pero pensé que
estaba tan gorda que sería inmune a ese pequeño efecto
secundario.

Ahora que lo pienso, no he tenido mucho apetito últimamente.

No podría ni siquiera comer una porción completa de pastel de


cumpleaños.

Me miro en el espejo. No puedo decir que estoy enojada por eso.


Sintiendo que el universo podría estar tomándome el pelo, salto
de nuevo a la balanza para asegurarme de que no es una
casualidad.

Un torrente de felicidad fluye a través de mí cuando se lee lo


mismo.

La última vez que pesé menos de 200 libras fue cuando tuve la
gripe durante dos semanas enteras.

Por supuesto, en cuanto me recuperé y empecé a comer, lo gané


todo y algo más.

Saco el Adderall de mi mochila y me meto uno en la boca.

No pensaba tomar uno hoy ya que ayer estudié mucho, pero ¿por
qué no? En lo que a mí respecta, esta es una droga milagrosa.

No sólo me ayuda a estudiar más y me da energía. Me hace perder


peso. Finalmente he descifrado el código.

Prácticamente estoy bajando las escaleras.

—Alguien está de buen humor —apunta mi padre cuando me ve.

Así como así, mi buen humor se disipa.

No puedo mirarlo sin repetir lo que le dijo a Cole una y otra vez
en mi cabeza.

Ignorándolo, me dirijo a la puerta principal.

—Tu desayuno está en la mesa —dice mi madre.

—Lo siento, le dije a alguien que le daría mis apuntes de estudio


antes de la escuela. Me detendré y tomaré algo en el camino.
No he hablado con Cole desde nuestra conversación, o, mejor
dicho, no-conversación, en la tienda de tatuajes.

Una pequeña parte de mí esperaba que enviara un mensaje de


texto, pero en el fondo, lo sabía.

Cole no es de los que se disculpan.

Evidentemente, tampoco es de los que esperan en el


estacionamiento de la escuela a su novia falsa.

Odio que las cosas sean raras entre nosotros.

Casi tanto como odio a Oakley por interrumpirnos.

Le habría dicho a Cole la verdad.

Tal vez fue una intervención divina que no pensé, considerando


su acto caliente y frío.

No quiero ponerme a mí misma ahí fuera para que me hagan


daño otra vez.

Dado su historial menos que estelar, hay una posibilidad muy


real, si admito que siento algo por Cole, lo usará a su favor para
ganar la apuesta.

Entonces dejará mi culo en el momento en que termine.

No estoy segura de poder soportar ese tipo de dolor.


—¿Por qué los chicos son tan estúpidos? —Refunfuño mientras
me dirijo a mi casillero.

Oakley mira alrededor. —¿Es una pregunta retórica?

—Sí... no. No lo sé —enloquezco.

Sus ojos azules se abren de par en par. —Alguien está montando


la ola carmesí.

—¿Eh?

—Semana del tiburón.

Es como si estuviera hablando otro idioma. —Maldita sea. Habla


en inglés, Oakley.

—¡Tienes la regla! —grita.

Todos los que están al alcance de la mano se detienen a mirarnos.

—¿No podrías haber usado el flujo de la tía o el momento del mes


como una persona normal? —Siseo cuando llegamos a mi
casillero.

—Eran los siguientes en mi lista. —Se apoya en la taquilla que


está al lado de la mía—. Pero para responder a su pregunta, no
somos estúpidos. Nuestros cerebros están llenos de menos
basura que el tuyo.

Hago girar la combinación de mi casillero. —Si sus cerebros


estuvieran llenos de menos basura, deberían ser capaces de
procesar las cosas más rápido... o incluso algo.

Sacude la cabeza. —No lo entiendes. Los chicos operan en una


jerarquía diferente de necesidades. O como me gusta llamarlos...
las tres C.
Hago una pausa. —¿Tres C?

Empieza a marcar las cosas con los dedos. —Cobrar, conseguir


provisiones, eso es comida y otras necesidades...

—Sé lo que son las provisiones, Oak.

Me da una sonrisa lasciva. —Y la más importante de todos, los


coños que se consiguen. —Su cara se arruga—. A menos que seas
gay, entonces es la otra palabra con P.

—¿Pene?

—Polla. Pero eso también funciona.

Pienso en sus tres C por un momento. —Lo que dices es que los
chicos son estúpidos porque lo único que les importa son las tres
C.

—No, lo que estoy diciendo es... todo lo que los chicos piensan
son las tres C. Nos preocupamos por muchas cosas, sólo
necesitamos un recordatorio útil de qué es lo que debería
preocuparnos. —Señala a una pareja discutiendo al final del
pasillo—. Toma a esos dos, por ejemplo. Caitlyn está enfadada
con Danny porque se emborrachó y se enganchó con su amiga
en la fiesta de Christian el fin de semana pasado.

Pobre Caitlyn. —No puedo decir que la culpo por estar


disgustada, eso fue una mierda.

Oakley mueve un dedo. —Sí, lo sería... si Caitlyn se hubiera


empeñado en decirle que no se emborrachara y se acostara con
sus amigas. Pero no lo hizo. Por lo tanto, no es culpa de Danny.
Él no tenía ni idea de que era un motivo de ruptura para ella.

Tienes que estar bromeando. —¿Hablas en serio...?


—Sí. —Da golpes de karate con la mano—. Somos criaturas
simples, cariño. Si quieres que hagamos algo, tienes que
decírnoslo. Si no quieres que hagamos algo ... tienes que
decírnoslo también. No somos lectores de mentes.

Irritada, abro mi casillero. —Ni siquiera sé cómo responder a tu


marca de lógica.

—Quéjate todo lo que quieras, amiga mía. Pero tengo razón.

Se me cae la boca cuando tomo el gran bolso rosa y beige de Louis


Vuitton.

Por un momento, estoy convencida de que debo haber abierto la


taquilla equivocada.

—¿Qué carajo?

Oakley sisea. —Maldición. Alguien dejó caer un lindo centavo en


eso. Crystal tiene unos cuantos y esos cachorros no son baratos.

—Cole —susurro, recordando la nota—. ¿Por qué haría esto?

—Porque la zorra de su ex-novia tiró la tuya en un retrete —dice


Cole por detrás de mí—. Imaginé que podrías necesitar uno
nuevo.

Yo lo hago. Mi viejo bolso del Walmart local era tan asqueroso,


que, gracias a nadar en el agua del baño, tuve que tirarlo en el
basurero.

Esto es lo más bonito y caro que nadie me ha comprado nunca.

Por eso exactamente no puedo aceptarlo.

Me giro para enfrentarlo. —Es hermoso.


La comisura de su boca se levanta con una pequeña
sonrisa. —Es una edición especial...

—Devuélvelo. —Usando la lógica de tipo de Oakley, añado— No


lo quiero.

No quiero que piense que puede comprarme.

Tampoco quiero que los demás piensen que puede comprarme.

Fue un gesto dulce y considerado, por el que estoy increíblemente


agradecida, pero no soy esa chica.

Nunca voy a ser esa chica.

No importa cuántos bolsos me compre Cole.

Nunca seré Casey, Morgan, o cualquiera de los cientos de chicas


que van por la escuela con un bolso Louis.

Sólo soy Sawyer.

Pobre, nerd, amante de Jesús, la gorda Sawyer.

Es todo lo que seré.


COLE
Estoy seguro de que es la primera vez que una chica rechaza un
bolso de diseño.

—No lo quieres —repito.

Maldita sea. Bianca me dijo que le gustaría.

Sin molestarse en aclarar o cerrar su casillero, Sawyer me pasa


por delante. —Tengo que ir a clase.

Atónito, miro a Oakley. —Ella no lo quiere.

Oakley se encoge de hombros. —¿Qué puedo decirte, hombre?


Las chicas son estúpidas.

Sí, pero no esta chica. Algo está pasando.

El pasillo está casi despejado para cuando la alcanzo. —Tenemos


que hablar.

—Por hablar, ¿quieres decir gruñirme en la cara como lo hiciste


el sábado?

—¿Es por eso que no quieres la bolsa?

Supongo que podría haber sido más amable al respecto, pero ella
iba a rechazar mi culo, lo que la convertiría en una hipócrita
porque ambos sabemos que me quiere en secreto.
Sawyer es muchas cosas, pero una mentirosa no es una de ellas.

Y si dejara de ser terca y de intentar resistirse a mí... nos


divertiríamos mucho más durante la duración de la apuesta.

Le da una sacudida a su cabeza. —No tengo tiempo para esto,


Cole. Llego tarde a la clase.

—Es la sala de clases. No pasa nada importante allí.

Me mira como si fuera estúpido. —Um, la asistencia lo es.

Ella puede resolver esa mierda más tarde. Mi problema con ella
tiene prioridad.

Rechazando un no por respuesta, le agarro el codo y la llevo a un


aula vacía.

Entonces me paro frente a la puerta, impidiendo que se vaya.

Hace un ruido irritado. —No tengo tiempo para tus juegos...

—¿Qué le pasa a la bolsa?

—Nada. Es hermosa.

—Entonces, ¿por qué no lo quieres?

Enganchando su mochila en su hombro, ella gime. —Realmente


no quiero hablar de esto, ¿Sí?

—Mala suerte.

Ella resopla, y se enfurece conmigo a cada segundo. —Mira,


aprecio el gesto, fue muy amable de tu parte...

—Entonces, ¿cuál es el prob...


—No soy Casey —grita—. No tengo dinero, no soy flaca, no...

—¿Qué quieres decir?

He recibido muchos golpes en la cabeza jugando al fútbol, pero


no tantos como para que no me importe una mierda.

Se señala el pecho con el pulgar. —Mi punto es que estoy bien


con que no sea ninguna de esas cosas... pero es obvio que tú no
lo estás.

No estoy seguro de cómo el hecho de que le comprara un regalo


de cumpleaños le hizo llegar a esa conclusión.

—Es un maldito bolso.

—No es un maldito bolso —contesta—. Es más que eso. Es... no


soy ella. Y no importa cuánta mierda cargues a la tarjeta de
crédito de tu padre con la esperanza de hacerme moderna y
popular para que encaje y las cosas sean más fáciles para ti... no
funcionará.

Sus palabras duelen.

No deberían, pero lo hacen.

—¿Por eso crees que lo hice?

Respira con dificultad. —¿Por qué si no?

Le digo la honesta verdad. —Porque una perra rencorosa


destruyó algo tuyo... y yo quería arreglarlo.

Sus ojos se vuelven vidriosos. —¿Por qué?

—No lo sé —respondo con frustración—. Porque me apetecía,


¿ok?
—Colton —presiona.

—Casey arruinó tu mierda por mi culpa —gruño—. Si hubiera


jodido a alguien, no me importaría, pero no fue así. Fuiste tú... y
eso es un problema para mí.

Ella traga con fuerza. —¿Por qué es un prob...

No puede terminar su declaración... porque aplasto mi boca


contra la suya.

A diferencia de nuestro último beso, éste no está hecho para


burlarse de ella.

Este es carnal, sin restricciones. Una bomba detonando.

Le lamo la comisura de los labios, instándola a separarlos para


mí.

En el momento en que lo hace, deslizo mi lengua dentro, haciendo


pedazos su contrato de mierda.

Exploro con avidez cada centímetro de su pequeña boca caliente


como un demonio. Sabe a inocencia y fuego... una combinación
embriagadora, si es que alguna vez hubo una.

Puede que no recuerde nuestro primer beso... pero seguro que


nunca olvidaré este.

Deslizando mis manos por su espalda, le doy un apretón firme a


su culo regordete.

—Por eso —digo en su boca antes de alejarme.

—Oh. —Una pequeña sonrisa se despliega—. Esa es una muy


buena razón.
Levanto una ceja. —¿Muy buena? —Me inclino—. A la mierda,
puedo hacerlo mejor...

Pone su dedo en mis labios, deteniéndome. —No tan rápido. Por


muy bonito que haya sido ese momento... también complica las
cosas.

—¿Cómo es eso?

Una vez más, me dice que eres un idiota. —Somos novios falsos,
recue...

—¿Lo somos?

Ella es la que parece confundida ahora. —¿Somos qué?

—Novios falsos.

No hay manera de que no pueda reconocer esta atracción entre


nosotros.

En lo que a mí respecta, las líneas son lo suficientemente


borrosas, no deberíamos tener que definir lo que es real y lo que
no.

O tal vez deberíamos.

—No sé lo que quieres decir.

—¿Somos novios falsos? —Repito.

Ella parpadea. —¿Es una pregunta con trampa?

—Si te dijera que es real... que quiero que sea real entre
nosotros... ¿qué dirías?

Se ve inquieta. —Yo no... ¿es eso lo que estás diciendo?


La única cosa que mi padre me enseñó fue a no mostrar nunca
tu mano hasta que la parte contraria muestre la suya.

No quiero jugar con Sawyer, pero necesito saber qué hay dentro
de su cabeza.

Averigua si está lista para probar las aguas como yo.

—No. Pero si lo fuera... ¿cuál sería tu respuesta?

Resoplando, da unos pasos hacia atrás. —No tengo idea...

—No me mientas, Bible Thumper.

Sus fosas nasales se inflaman. —Bueno, bien. Si me dijeras que


quieres que salgamos de verdad, probablemente te diría... —Ella
levanta su mirada hacia la mía—. Que necesitaría mucho tiempo
para pensar en ello.

No está diciendo que no, pero tampoco es un sí.

Con una sonrisa, trazo sus labios con mi pulgar. —Llegas tarde
a la clase.
SAWYER
—Te ves diferente —dice Bianca, pasando su dedo de arriba a
abajo—. Mejor de alguna manera.

—No sé de qué estás hablando.

Escondo mi sonrisa cuando pongo algunos libros en mi casillero.

Han pasado dos semanas desde que empecé a tomar Adderall, y


en ese tiempo, he perdido diez libras.

No creí que nadie se diera cuenta, pero esta mañana mi madre


me dijo que mi rostro se veía menos redondo y me preguntó si
por fin había empezado el plan de dieta que me había enviado.

Supongo que Bianca también está empezando a darse cuenta.

—Oh, Dios mío —susurra, acercándose más—. Estás perdiendo


peso, ¿verdad?

Presiono mis labios en una línea, negándome a confirmar o negar.

Me golpea el hombro con el suyo. —Movimiento inteligente,


Church. Haz callar a estas perras de una vez por todas.

—¿Qué quieres decir?


Pone los ojos en blanco. —Casey está convencida de que todo esto
entre tú y Cole es falso... la gente está empezando a estar de
acuerdo.

—Oh.

Mierda.

Cole me acompaña a clase todas las mañanas, nos tomamos de


la mano, almorzamos juntos.

Ni siquiera le grito por tratar de deslizar mi lengua cuando me


besa en la despedida.

No entiendo qué estamos haciendo mal.

Cierro de golpe mi casillero. —Me tengo que ir.

Necesito encontrar a Cole para que podamos tener una reunión


y averiguar cómo arreglar esto.

Afortunadamente, lo veo al final del pasillo.

—Tenemos que hablar —siseo cuando lo alcanzo.

La preocupación se refleja en su cara y me toma de la mano,


llevándome al laboratorio de biología vacío.

—¿Qué pasa?

—Casey va por ahí diciendo a todo el mundo que nuestra relación


es falsa.

Suspira. —Sí, lo sé.

¿Cómo dices? —Espera. ¿Sabías de esto y no me lo dijiste?

—No pensé que fuera gran cosa.


Por supuesto que no lo hizo. Cuando la gente habla de que somos
falsos, no es porque él sea el que falta.

Soy yo.

Le doy una palmadita en el hombro. —Oh, bueno en ese caso.


Espero que disfrutes viendo a Cortland conducir en tu Ferrari.

Empiezo a irme, pero él me devuelve el tirón. —¿Por qué te


molesta tanto esto? —Se encoge de hombros—. A quién le
importa lo que piense Casey.

No es sólo Casey... es todo el mundo.

—Sip. Tienes razón. Buena charla.

Intento irme otra vez, pero él me detiene.

—No hagas esa cosa de chicas que dices una cosa cuando
realmente quieres decir otra. Siempre estás exigiendo honestidad
de mí, así que devuélveme algo.

Tiene razón. Lo odio.

—Cuando la gente habla de nosotros... nunca es en el contexto


de que no eres lo suficientemente atractivo para mí. Siempre es
al revés. —Cierro los ojos—. Estoy cansada de sentir que no estoy
a la altura.

Me inclina la barbilla, obligándome a mirarlo. —Que se jodan. El


noventa por ciento de los idiotas de aquí nunca llegarán a nada
de todos modos. Ellos no importan.

—Casey lo hace —susurro, mi voz se quiebra—. No debería, pero


lo hace. Todo el mundo lo hace. —Cierro los ojos—. Los miembros
de tu equipo ya saben la verdad, y si se entera de que sólo
estamos saliendo por una estúpida apuesta...
—Entonces lo hacemos real. —Se aclara la garganta—. Hacemos
que parezca tan real como podamos.

—Ya estamos haciendo eso.

Él resopla. —Confía en mí, hay espacio para mejorar en ciertas


áreas.

Lo miro fijamente. —¿Qué se supone que...?

—Mira, si sigue hablando... lo negamos. Así de simple. Nadie


puede probar que no es real entre nosotros.

—Bien, como si no fueras a derramar los frijoles cuando todo esté


dicho y hecho para salvar tu reputa….

—Nunca le diré a nadie la verdad. —Sus manos enmarcan mi


rostro—. Yo no te haría eso.

Mi primer instinto es creerle. —¿Lo prometes?

—Tienes mi palabra.

La sensación de hundimiento en mi pecho se alivia un


poco. —Está bien. —El reloj de la pared me llama la atención y
murmuro una maldición—. Llego tarde a la clase de inglés.
Hablamos más tarde.

La aprensión se refleja en su cara. —Mira, no iba a decir nada...


pero... Um...

Verlo tropezar con sus palabras sería cómico si no se viera tan


serio.

—Escúpelo, Covington. No tengo todo el día.


Al exhalar un respiro, se aprieta la parte posterior de su cuello.
—Perder peso no era un requisito para nuestro acuerdo, ¿Sí? Yo
no...

—Cállate —Grito, una combinación de ira y humillación que me


quema las mejillas—. No vuelvas a comentar mi peso si quieres
que este acuerdo funcione entre nosotros. ¿Entendido?

Su expresión cae. —Yo no... yo no...

—Tienes razón. No tienes por qué. Porque mi peso no es de tu


maldita incumbencia. Perdiste ese derecho cuando me
avergonzaste y me faltaste el respeto frente a toda la escuela.

Con eso, me voy.


COLE
Sawyer no me ha hablado desde ayer.

Dado que tiene mucho que hacer con la escuela, el trabajo, la


mierda de la iglesia y la tutoría de Oakley, no me lo tomaría tan
a pecho... si no se esforzara en evitarme activamente.

La gente está empezando a darse cuenta.

Sacando mi teléfono del bolsillo, le envío un mensaje de texto.

Cole: Me estás ignorando.

Me quedo aturdido cuando responde.

Sawyer: Vaya, no te pierdes nada. Estrella dorada para ti.

Tragándome mi orgullo, hago algo que nunca hago.

Me disculpo.

Cole: Por si sirve de algo, siento lo de ayer. Tienes razón. Tu


peso no es asunto mío.

Sawyer: Gracias.

Observo cómo los puntos aparecen y desaparecen antes de que


vuelvan a aparecer.

Sawyer: Acepto tus disculpas.


Bien, ahora tal vez acepte otra cosa que quiero darle.

Cole: Sin embargo, como tu novio creo que deberías saber que
sería una pena si algo le pasara a tu culo y tus tetas.

Cole: Bueno, cualquiera de las partes de tu cuerpo.

Sawyer: Jesús, Covington. ¿Estás trabajando


clandestinamente para la mafia?

Sí, eso salió mal.

Antes de que pueda decirle lo que quiero decir, me envía otro


mensaje.

Sawyer: Mira, ya he aceptado tus disculpas. No tienes que


exagerar y lanzar un montón de mentiras para que la gorda
se sienta mejor consigo misma. Aprecio el esfuerzo, pero de
verdad. estoy bien.

Eso no es lo que estaba haciendo.

Cole: ¿Siempre estás tan a la defensiva cuando alguien trata


de hacerte un cumplido?

Sawyer: Sólo cuando eres tú.

Cole: ¿Por qué?

Se siente como una eternidad antes de que ella responda.

Sawyer: Porque ambos sabemos que no tienes un hueso


honesto en tu cuerpo.

La creciente erección en mis pantalones no está de acuerdo.

Cole: Confía en mí, tengo un hueso muy honesto, y él quiere


estar dentro de ti.
Cole: Pero se conformará con otras cosas si tiene que hacerlo.

Sawyer: ¿Siempre hablas de tu polla en tercera persona? Es


un poco raro.

Cole: ¿Siempre te desvías cuando el tema del sexo surge


entre nosotros?

Sawyer: No me estoy desviando. Simplemente no estoy


interesada en acostarme contigo. Gracias por la oferta, sin
embargo.

Cole: Ambos sabemos que es una mentira.

Sawyer: Lo que sea que alivie la picadura y te ayude a dormir


por la noche, campeón.

Aprieto los dientes.

Cole: Tenemos química. Mucha.

Sawyer: Yoko y John también tenían química. Mira lo bien


que les funcionó.

No tengo ni idea de quiénes son esas personas.

Cole: ¿Quién?

Sawyer: ¿Estás bromeando? Los Beatles.

Cole: Lo siento. Solo escucho música de la última década.

Sawyer: Y esa es otra razón por la que nunca encajaríamos.


No reconocerías una gran música si se arrastrara fuera de tu
portátil y te diera una bofetada en tu gran cabeza.

Tendremos que estar de acuerdo en no estar de acuerdo en eso...


pero no estoy por encima del compromiso.
Cole: Si empiezo a escuchar a los Beatles, ¿te enrollarás
conmigo?

Sawyer: No. Pero tendré mucho más respeto por tu gusto en


música. Además, ya que estamos en el tema de la música,
deberías añadir algo de Nick Jonas a tu colección.

Preferiría masticar mi brazo.

Cole: Eso no va a pasar. Jamás.

Sawyer: Tú te lo pierdes. Él es mi alma gemela... sólo que aún


no lo sabe.

En ese caso, no le importará que te robe.

Cole: Te estás desviando de nuevo.

Sawyer: ¿Desviando qué?

Frustrado, mi mano se aprieta alrededor de mi teléfono.

Cole: Sexo.

Sawyer: Eso es porque no tendremos ninguno. Nunca.

Intento un enfoque diferente.

Cole: Estaría dispuesto a esperar hasta que estés lista. Para


el sexo.

Sawyer: Impresionante. ¿Cómo suena "para siempre"?

Cole: Vamos Bible Thumper. Eres humana, ¿verdad? ¿No


tienes necesidades? No necesariamente para el sexo, ya que
no sabes lo que te estás perdiendo. Pero ya sabes... otras
cosas.
Sawyer: Asombroso. Aprecio tu preocupación, pero una vez
más. Estoy bien.

Cole: ¿Quién?

Sawyer: ¿Quién qué?

Cole: Si tus necesidades están siendo satisfechas, merezco


saber quién es la persona que las satisface, maldita sea.

Las palabras de Bianca en la fiesta de Christian hace unas


semanas me golpearon como un ladrillo en la cabeza, pero antes
de que pueda preguntar, mi teléfono se ilumina.

Sawyer: Estás hablando con ella.

Si no estaba duro antes... definitivamente lo estoy ahora.

Mi polla se mueve como si las visiones de Sawyer jugando consigo


misma pasaran por mi mente.

Joder, estoy tan cachondo que podría arrancar la puerta del aula
de sus bisagras.

Cole: ¿Usas algo?

Sawyer: ¿Te dormiste durante la educación sexual? No


necesito usar protección cuando golpeo el frijol.

Estoy a punto de decirle que eso no es lo que quería decir, pero


su próximo texto me toma por sorpresa.

Sawyer: Pero como estás tan preocupado, he tomado la


píldora desde que tenía 16 años, así que no preocupes a tu
corazoncito por eso.

Cole: Creía que eras virgen.


Sawyer: Lo soy.

Cole: ¿Entonces por qué estás tomando anticonceptivos?

Sawyer: No es que sea asunto tuyo, pero tengo unos períodos


terribles. ¿Hay algo más que quieras preguntarme? ¿Grupo
sanguíneo? ¿Resultados de ADN? ¿Tal vez mi número de
seguro social?

Cole: ¿Usas tus dedos o un vibrador?

Mi corazón late en mi pecho. Siento como si cada onza de sangre


en mi cuerpo se precipitara hacia el sur.

Demonios, en este punto ella apenas tendría que tocarme.

Sawyer: Eso fue retórico. No es una invitación, pervertido.

Cole: Apuesto a que estás tan jodidamente apretada.

Sawyer: Lo siento. Me tengo que ir. A diferencia de ti, me


gusta prestar atención a lo que pasa en clase.

No la dejaré ir tan fácilmente.

Cole: Dedos, apuesto. Pero solo uno... porque todavía eres


una buena niña que se está reservando para Jesús.

Sawyer: Y oficialmente me he retirado de esta conversación.

No lo ha hecho.

Cole: Probablemente te despiertas en medio de la noche con


la mano dentro de las bragas, sintiéndote tan mojada y
caliente que podrías gritar. Deseando que alguien esté cerca
para aliviar el dolor. Alguien que lamiera y chupara tu
pequeño clítoris hasta que tú te corras por toda su cara.
No responde, pero eso no me impide enviar mi próximo mensaje.

Cole: Anoche me corrí contigo.

Sawyer: Lo siento, idiota. No hice tal cosa.

Cole: Ah, pero lo hiciste. Eras lo único en lo que podía pensar


mientras me lo sacudía. Esos bonitos labios llenos se
extendieron alrededor de mi polla, chupándome profundo y
rápido mientras jugaba con tus grandes tetas... justo antes
de disparar mi carga sobre ellas.

Sawyer: Ni siquiera sé cómo responder a eso.

Cole: Fue tan jodidamente bueno, Sawyer. Tan jodidamente


caliente. Estuviste perfecta.

Sawyer: Ya puedes parar. Entiendo el punto.

Cole: No, no es así.

Asegurándome de que nadie mira, inclino mi teléfono hacia mi


regazo y tomo una foto de mi polla hinchándose en mis
pantalones.

Entonces presiono enviar.

Cole: Eso es lo que me haces.

Sawyer: Jesús. ¿No estás en clase?

Cole: No.

Agarrando mi libro de texto para ocultar mi erección, me levanto


de mi asiento.

—¿Adónde cree que va, Sr. Covington? La Sra. Edwards regaña.


—Baño —grito por encima de mi hombro.

En el momento en que estoy en el pasillo, saco mi teléfono.

Cole: Estoy en el vestuario de las chicas. Esperándote.

Estará mucho menos nerviosa si lo hacemos allí.

Además, la clase acaba de empezar, así que estará vacía los


próximos treinta y siete minutos.

Sawyer: Debes estar teniendo otra fantasía.

Cole: ¿Qué tal si pones tu dinero, o, mejor dicho, mi polla,


donde está tu boca y lo haces realidad, Church?

Sawyer: Vaya, qué suave. No te la estoy chupando, Covington.


No es que sea asunto tuyo... otra vez. Pero nunca lo he hecho
antes y la primera vez que lo hago seguro que no será en un
vestuario. O contigo.

Veremos lo último... en otro momento. Por ahora, tengo que ir


despacio.

Es aún más inexperta de lo que pensaba.

Cole: Bien. Ahora que conozco tus límites, no los cruzaré...


hoy. Solo necesito algo bonito para mirar mientras me
masturbo.

Sawyer: Hay una cosa genial llamada porno. Deberías


probarlo alguna vez.

Cole: No quiero ver porno. El porno no eres tú.


Cole: Haré esto muy simple. Nos vemos aquí en cinco
minutos. Si no lo haces, nunca te propondré matrimonio de
nuevo. Pero si lo haces...

Sawyer: Si lo hago... ¿qué?

Yo sonrío. No lo habría pedido si no lo estuviera considerando.

Cole: Deja de ser una gallina de mierda y averígualo.


SAWYER
Sólo voy a ir allí para poder informarle a la cara que nunca nos
liaremos.

Al menos eso es lo que me digo a mí misma cuando me excuso


de la clase y voy hacia el vestuario de las chicas.

No puedo creer que le haya dicho que nunca le he chupado a


nadie antes.

Fue casi tan chocante como lo que sus sucias palabras me


estaban haciendo.

Y a mis bragas.

Estúpido, estúpido, estúpido.

Soy una chica inteligente, sé que no debo caer en esto. Otra vez.

Sin embargo, aquí estoy... reflexionando sobre cómo sería dar


otro mordisco a la manzana.

La determinación surge a través de mí mientras abro la puerta


del vestuario.

Tengo toda la intención de poner fin a esto y explicar paso a paso


por qué es una idea horrible...

Pero todas las razones desaparecen en cuanto lo veo.


Como aquel día en la tienda de tatuajes, parece torturado... sólo
que esta vez, no hay ni una gota de tristeza en sus ojos.

Sólo hay hambre.

Pura, cruda, necesidad animalista pulsando a través del cuerpo


de un Dios... que se dirige directamente a mí.

Una sonrisa vulgar curva su boca. —Sabía que vendrías.

—Sólo vine para poder...

Su boca choca con la mía.

Oh, dulce Jesús. No tengo ni idea de lo que está pasando.

Todo lo que sé es que nunca he experimentado nada como esto


antes.

Es el tipo de beso que hace que tus rodillas se debiliten y pone tu


cerebro en una licuadora.

El tipo de beso con el que te tocas en medio de la noche mientras


tienes los más sucios pensamientos.

El tipo de pensamientos que te hacen rezar con más fuerza en la


iglesia a la mañana siguiente.

Es el tipo de beso que deja claro que no tiene sentido pelear...


porque ya he perdido la batalla entre el pecador y el santo.

Mi mente gira mientras me agarra de las caderas y me empuja


contra un conjunto de armarios.

—Colton.

Mis ojos se cierran mientras sus labios viajan hacia mi cuello.


Que se joda por conocer mi punto débil.

Que se joda por la forma en que me agarra los senos y gime...


como si fuera sólo para su placer.

Que se joda por todas las cosas sucias que quiere hacerle a mi
cuerpo.

Y que me jodan... por todo lo que voy a dejar que se salga con la
suya en este vestuario.

—Más —una voz que suena muy parecida a la mía gime.

Al arrodillarse, entierra su cabeza en mis senos.

Siseo mientras su boca encuentra mi pezón a través de mi


camisa. —Oh, Dios.

Mis muslos se aprietan cuando pasa al siguiente y noto la marca


húmeda que deja en la tela blanca.

Le clavo las uñas en los hombros mientras me saca los botones.


—Sácalo.

—Confía en mí, lo haré —Me tira de la copa de mi sostén,


exponiéndome—. Jesucristo.

Gruñendo, me chupa el pezón en su boca caliente y húmeda.

Una oleada de placer me sube por la columna mientras llena su


mano con mí otro seno antes de lamerlo y burlarse de él también.
—Me refería a tu polla. —Trago con fuerza—. Quiero mirarte.

Los voraces ojos verdes me atraviesan mientras desabrocha el


resto de mi blusa. —Mientras pueda seguir jugando con
esto. —Enganchando un dedo en la banda de mi sostén, lo ajusta
contra mi piel—. Quítatelo, Bible Thumper.
Buscando alrededor, desengancho mi sostén y lo quito.

Nunca me he sentido tan vulnerable o indefensa. Espero que su


cara se retuerza de asco cuando vea mi estómago, pero no es así.

Sus ojos se oscurecen cuando se levanta. —¿Tienes idea de lo


caliente que te ves en este momento?

Quiero preguntarle si está bromeando, pero pasa la palma de la


mano sobre la enorme erección que tiene en los
pantalones. —¿Ves lo que me haces?

Hay un brillo de confianza en su mirada mientras se desabrocha


los pantalones.

Entiendo por qué cuando su polla sale de su boxer.

Como el resto de él, es impresionante... y extrañamente atractivo.

No tiene una forma extraña, no hay curvas o colores extraños...


su generosa circunferencia y anchura son proporcionales entre
sí.

Es perfecto.

Pero por alguna extraña razón... ¿Justo ahora en este momento?


Me está mirando como si yo lo fuera.

Mi corazón se acelera en mi pecho mientras lo veo envolver su


gran mano alrededor de su polla y darle un lento y burlón tirón.

Verlo hacer algo tan malvado, tan personal, es muy excitante.

Como un programa travieso que sé que no debería ver, pero del


que no puedo apartarme.

Al morderse el labio, se acerca más. —Lámelo.


Los nervios se alojan en mi garganta. Prometió que no...

Levanta la mano. —A menos que seas demasiado gallina.

Hay algo burlón en su tono... un desafío.

Su pequeño reto no debería excitarme, pero lo hace.

Especialmente porque sé exactamente lo que piensa de mí.

Piensa que soy un nerd inocente... y tiene razón.

Pero no en este momento.

Sosteniendo su mirada, golpeo mi lengua contra la piel áspera y


callosa de su palma.

Su respiración se complica. —Joder.

Con un gruñido, pone su mano en su polla, y se sacude fuerte y


rápido.

Luego se detiene.

Observo en serio como rodea la amplia corona con su pulgar,


recogiendo la pequeña gota de fluido en ella.

—Abre.

Cuando lo hago, me mete el pulgar en la boca.

Cierro mis labios alrededor, probando el sabor salado.

Coloca su brazo libre en la pared al lado de mi cabeza, colgando


sobre mí. —Joder.

Desliza su ahora húmedo pulgar por mi cuerpo, deteniéndose en


mi pezón.
—Quiero follarlos —dice.

—Bien —susurro antes de poder detenerme.

Entierra su cara en mi cuello, como si estuviera derrotado y


hubiera perdido todo sentido de autocontrol. —Acuéstate en el
banco.

—¿Puedo probar algo primero?

No quiero que esto termine sin satisfacer mi curiosidad.

Él sonríe. —Puedes probar lo que quieras, Bible Thumper.

Alargando la mano entre nosotros, enrosco mis dedos alrededor


de él. —Sólo necesitaba... sentirte.

Su respiración se hace más dificultosa cuando muevo mi mano a


lo largo de él. —Me estás matando. —Sus dientes me rozan el
cuello cuando lo toco más rápido—. Se siente tan jodidamente
bien. —Pone su mano sobre la mía—. Demasiado bien. —Me
pellizca la piel—. Súbete al banco antes de que me corra en toda
tu falda.

Los nervios se acumulan en mi estómago mientras me posiciono


en el banco.

Arrodillado, traza mi escote con su lengua. —Cristo. Me encantan


tus malditas tetas.

Levantándose del suelo, se sienta a horcajadas en el banco y se


sitúa sobre mí. —¿Estás bien?

Sólo puedo asentir con la cabeza porque estoy muy concentrada


en la forma en que desliza su polla entre mis pechos.
—Júntalos por mí. —Con un gruñido estrangulado, él acelera el
ritmo—. Sí. Justo así. Tan jodidamente bueno.

Verlo perder el control así es electrizante.

Me encanta la forma en que se mueve su manzana de Adán. El


sonido de sus bolas golpeando mi piel. La forma en que su cara
se tensa con cada empujón.

Pero sobre todo... cómo no puede apartar sus ojos de mí.

Observo como el placer se mueve a través de su cara. —Joder.


Me corro.

Es la única advertencia que recibo antes de que haya un largo


chorro de líquido caliente. —Santa mierda. —Con sus muslos
temblando, Cole se sacude la polla por última vez, disparando
otro chorro de semen en mis tetas.

Preguntándome cuán sucio y abierto de mente es, recojo un poco


en mi dedo y se lo llevo como una ofrenda.

Levanta una ceja. —¿Quieres que me pruebe a mí mismo?

Mordiendo mi labio tímidamente, asiento.

Hay una mirada malvada en sus ojos cuando sus labios se


cierran alrededor de mi dedo.

—Estás llena de sorpresas, Bible Thumper —musita mientras me


pone en posición sentada y cae de rodillas—. Y cubierta de mi
semen.

Estoy a punto de pedir una toalla de papel, pero para mi sorpresa,


él arrastra su lengua sobre mis pezones, lamiendo algo del líquido
de mis tetas.
Está tan mal... tan depravado.

Sus labios se chocan contra los míos, y enrolla mi cola de caballo


en su mano.

Cuando grito, me mete la lengua en la boca, haciéndome probar


y tragar.

Tan despiadado.

Y estoy tan jodida... porque me gusta.


COLE
Ella comienza a pararse, pero yo la detengo. —Todavía tenemos
diez minutos antes de que suene la campana.

—Lo sé. Debería vestirme.

A la mierda con eso. Si dependiera de mí, nunca tendría una


puntada de ropa.

—No tan rápido.

Deslizo mi mano bajo su falda.

Sus ojos se abren de par en par. —¿Qué estás...?

Se muerde el labio mientras paso el dedo por la húmeda


entrepierna de sus bragas.

Algodón. Yo tenía razón.

—Yo no...

—¿Quieres que me detenga?

—No... sí, no. No lo sé. —Resoplando, ella mira al techo—


. Nunca he... ya sabes.

Maldita sea. Eso no debería excitarme tanto. Odio a las vírgenes.

Pero al igual que todo lo demás sobre ella... lo hace.


—No te preocupes. —Separando sus muslos, le doy un
guiño—. Sólo usaré un dedo.

Me golpea en el brazo. —Idiota.

Dios, no tiene ni idea de lo hermosa que está ahora mismo.

Sentada en topless en un banco conmigo arrodillado entre sus


muslos separados. Esas grandes tetas suyas todavía brillan por
mi esperma.

Mi futura esposa debería divorciarse de mi culo ahora porque me


voy a masturbar con esto el resto de mi puta vida.

—Seré amable. —Le pongo las bragas a un lado, pasando los


nudillos sobre la piel lisa y desnuda—. Te afeitas el coño.

Estaba totalmente preparado para encontrar un bosque aquí


abajo.

No es que me hubiera disuadido. Estoy bastante seguro de que


nada podría en este momento.

Me encanta la forma en que sus mejillas se enrojecen. —Cera en


realidad. Es culpa de Dylan. Estaba nerviosa por ir su primera
vez, así que me ofrecí a ir con ella y...

La yema de mi pulgar patina sobre su clítoris.

La novia de mi hermano no es la chica en la que quiero pensar y


hablar ahora mismo.

—Es sexy. —Lentamente, empujo la punta de mi dedo dentro de


ella—. ¿En qué piensas cuando te tocas?

Inhala con fuerza. —Esa es una pregunta muy personal.


—Estamos haciendo algo muy personal —le recuerdo, hundiendo
mi dedo más profundamente.

—Nick Jonas —responde con una sonrisa.

Que Dios ayude al hijo de puta si alguna vez me encuentro con


él.

—¿Alguna vez pensaste en mí? —Pregunto, yendo directo al


grano.

—Una vez —admite.

—¿Sólo una vez?

—Muy bien. Dos veces.

Sospecho que fue más que eso, pero lo aceptaré. —¿Qué he


hecho?

—Nada, en realidad. Era sobre todo yo haciéndote cosas.

Mi polla se anima, pero lo ignoro. Ya tuvo su turno antes.

Los próximos ocho minutos y diez segundos son todos sobre ella.

Empujo mi dedo hacia la empuñadura, apretando los dientes


mientras siento que ella se estira a mi alrededor. Quiero estar
dentro de ella tanto que puedo saborearla.

—Cristo. Estás tan apretada.

Inclinándome hacia adelante, me meto uno de sus pezones en la


boca.

Gimiendo, ella aspira un aliento fuerte. Me encanta que sus


pezones sean sensibles, porque me encanta jugar con ellos.
Casi tanto como me gusta jugar con su pequeño coño.

Presionando mi palma contra su clítoris, empiezo a meter mi dedo


dentro de ella.

Sus ojos se cierran. —Joder.

—¿Te gusta eso?

—Sí, Dios mío —ella respira mientras le froto círculos lentos


sobre su clítoris—. Se siente tan bien.

—Bésame —instruyo—. Ahora.

Hay algo en la forma en que besa que me vuelve loco.

Empieza tímidamente, bromeando, casi como si fuera a dar una


pelea.

Y en el momento en que me deja entrar, es una dulce rendición.

El beso que estamos teniendo ahora mismo no es diferente. Es


tímido... burlón. Fingiendo que no puedo tener lo que claramente
ya es mío.

Me encanta.

La perseguiría por cada centímetro cuadrado de la maldita tierra


si tuviera que hacerlo.

Le mordisqueo el labio inferior, exigiendo acceso. Cuando no lo


da enseguida, presiono más fuerte.

En el momento en que separa sus labios, meto la lengua dentro


y enrosco mi dedo.

Con la mano en mi mejilla, ella gruñe en mi boca. —Oh...Jesús.


Mierda.
—Cuidado, Bible Thumper —me burlo—. Puede que te oiga.

Me muerde la boca. Duro.

—Joder.

Mi mano está empapada. Ya casi está ahí.

Lo único que falta es mi boca. Pero dado que tengo casi seis por
cuatro y ya estoy arrodillado en el suelo, no puedo bajar más.

Necesito un acceso más fácil.

—Acuéstate.

El desafío brilla en sus ojos. —No soy un perro, Covington.

—Hazlo —le insto—. Confía en mí.

Cuando lo hace, coloco una de sus piernas detrás de mi cabeza.

Mi polla vuelve a la vida. Es bonita y rosada y perfecta.

—¿Qué estás haciendo?

Vuelvo a meter el dedo dentro de ella. —¿Alguna vez alguien te


ha chupado el clítoris mientras te follaban con el dedo?

Ella parpadea. —Um... nunca he tenido a nadie que haga ninguna


de esas cosas por separado, y mucho menos al mismo tiempo.

—Bueno, hoy es tu día de suerte, dulzura.

La abro con mi mano libre y le doy a su clítoris un lento y


tranquilo lamido.

Se estremece. —Cole.
Sabe cómo el cielo... si el cielo existiera realmente y estuviera
lleno de coños de sabor supremo.

Cierro la boca sobre el brote sensible y hago un ritmo de succión


con la boca.

Su espalda se inclina y agarra un puñado de mi


cabello. —Mierda. Si te detienes, te juro por Dios que terminaré
contigo.

Tengo que reprimir una risa, pero el humor es de corta duración


porque sus párpados se ponen pesados y ella mece sus caderas,
lo que por supuesto hace que esas hermosas tetas suyas se
muevan.

Ella deja escapar un gemido de aliento. —Creo que me voy a


correr.

¿Ella cree?

A la mierda con ese ruido. Definitivamente lo hace.

Su orgasmo surge a través de mis dedos y su cuerpo estalla en


escalofríos.

Esta chica ha estado tan tensa durante tanto tiempo que es como
ver explotar un géiser.

Un sonido de sobresalto y estrangulamiento la deja mientras se


agarra al banco, apretando su coño a mi alrededor.

—Eso es, nena. —Planto un suave beso en su clítoris todavía


palpitante—. Córrete.

Su pecho se acelera mientras yo doy vueltas en su clímax.


—Te dije que no me llamaras nena —dice después de un minuto,
pero tiene una sonrisa perezosa en su rostro.

—También me dijiste que nunca nos enrollaríamos, pero aquí


estamos.

—Lo sé. —Ella suspira—. Esto no puede ser algo que ocurra todos
los días.

—Estoy bien con cada dos días.

Me mira de reojo. —Hablo en serio. No quiero que las cosas se


compliquen entre nosotros. Pero...

—Pero ¿qué? —Pregunto mientras se sienta.

—Pero tienes razón. Somos humanos, y por lo tanto tenemos


necesidades. No veo el daño en cuidarnos el uno a al otro de vez
en cuando... mientras seamos inteligentes y no nos encariñemos.

Espera. ¿Ella me está tratando como una booty call11?

Al agacharse, recoge su camisa y su sostén del suelo. —Por si


sirve de algo, me alegro de que hayas sido tú. Fue
sorprendentemente...

—¿Asombroso? —Ofrezco—. ¿Fuera de este mundo?

—No es raro. —Ella mastica su labio inferior,


reflexionando—. Agradable.

Intento no ofenderme, pero es como decirle a un ciego que mire


un arco iris.

—Te has corrido por toda mi cara... ¿y fue agradable?

11
Booty call: Llamada para sexo casual// Cita sexual // Sexo casual.
—No lo digo en el mal sentido. En absoluto. Eres muy bueno en
lo que haces, Cole. Y lo mejor de todo es que no me dio miedo.

—Caramba, gracias. Asegúrate de dejar una crítica en


Yelp12. —Me pongo de pie—. ¿Qué carajo, Sawyer?

Empieza a abotonarse la camisa. —¿Qué?

—Agradable no es lo que un hombre quiere oír después de


enrollarse con alguien.

—Oh. —Menea las cejas—. Fuiste el mejor que he tenido, gran


papi. ¿Mejor?

Odio su molesta habilidad para insultarme y hacerme reír al


mismo tiempo.

—Ni siquiera un poco.

Se mete la blusa en la falda. —No quiero pelear.

—Entonces deja de ser una imbécil.

Su boca se abre. —¿Acabas de llamarme imbécil?

—Lo siento. —Le enseño los dientes—. Quise decir, agradable


imbécil.

Y entonces sucede... ella empieza a reír.

Y su risa es tan contagiosa... que no puedo evitar unirme a ella.

Estoy tan jodido.

12
Es una compañía desarrolla, aloja y comercializa el sitio web de Yelp.com y la aplicación móvil de Yelp, que
publican reseñas de empresas de fuentes públicas.
SAWYER
—Le dije que fue agradable —susurro en mi teléfono.

El juego empieza en veinte minutos, así que me escondo en el


armario del laboratorio de química hablando con Dylan.

No estoy de humor para volver a echar un vistazo a las pollas.

A menos que pertenezca a cierto mariscal de campo.

—Oh Dios mío —exclama Dylan—. No lo hiciste.

—Lo hice.

Empieza a reírse histéricamente. —Sería una mosca en esa


pared.

—No entiendo cuál es el problema de decirle que nuestra


conexión se sentía agradable. Muchas cosas que me gustan son
agradables. Mi sudadera favorita. Mi par favorito de pantalones
de yoga. Mi camiseta favorita de Nick Jonas...

—Vaya, te das cuenta de que acabas de comparar a Cole


Covington con tu sudadera favorita, pantalones de yoga y Nick
Jonas, ¿verdad?

—¿Qué quieres decir?

—Sawyer, te gusta. Demonios, creo que incluso podrías amarlo.


—No lo hago.

—Tú lo haces.

—Muy bien. Hay una fuerte atracción. Pero eso es todo lo que
estoy dispuesta a admitir en este momento.

—No te preocupes, tus secretos están a salvo conmigo. —Ella


gime—. Tengo que cambiar mi ropa sucia antes de que empiece
el juego. Te veo en el campo, Izzy. Tengo muchas ganas de verte
agitar la pluma de tu cola. Especialmente ahora que sé que eres
tú.

—Ja, ja, ja. Muy divertido.

—Te quiero.

—Te quiero —digo antes de colgar.

Casi inmediatamente, mi teléfono vibra con un texto entrante.

Cole: Vendrás al partido de esta noche, ¿verdad?

Mierda.

Oakley le prometió a Scott que no le diría a nadie la verdad


porque no quiere ser reemplazado. Evidentemente, el chico sueña
con ser algún día una mascota de las grandes ligas, y piensa que
no haciendo de mascota o como se llame, en los últimos partidos
de la temporada dejará algún tipo de mancha en su historial
permanente.

Lo que significa que no puedo decirle a nadie que soy Izzy.

Ni siquiera Cole.
Lo que realmente apesta porque el juego de esta noche es uno
grande.

El que gane, jugará en el campeonato.

No quiero que Cole piense que no lo apoyo.

Por no mencionar que, como su novia, es bastante esperado que


asista a sus juegos.

Afortunadamente, he descubierto un plan.

Mientras Cole no lance el touchdown ganador y los Knights no


marquen tres minutos antes de que el juego termine como la
última vez... no tendré que ir al campo y bailar con las
animadoras.

Puedo escabullirme a tiempo para cambiarme y luego volver y


actuar como si viera todo el juego como Sawyer.

Cole se alegrará de que yo estuviera allí, y yo seguiré


manteniendo mi promesa a un chico de noveno grado con un mal
caso de mononucleosis.

Me falta el aliento.

Es difícil tener una identidad secreta. Empiezo a tener una nueva


apreciación de Superman.

Estoy a punto de salir, pero la puerta se abre.

—Deja de ignorarme —dice Bianca.

Me escabullo de nuevo en el armario del laboratorio.

—No te estoy ignorando —dice Oakley—. He estado ocupado.

—Sí, ocupado con Morgan y Hayley.


—Bueno, por lo que he estado escuchando, tú también has estado
ocupada con Hayley.

—Aw, ¿estás celoso? —Bianca se burla—. Bien. Tal vez ahora


sepas cómo se siente.

Oakley suspira. —Te dije...

—Cállate —sisea. —Todavía estamos en la escuela. Alguien


podría oírnos.

Sí, alguien podría. ¿Qué carajo está pasando?

Pensándolo bien... no estoy tan segura de querer saber la


respuesta.

—Vendré esta noche después de que Cole se


duerma —dice—. Entonces podremos hablar.

¿Hablar de qué?

—No —gruñe Oakley—. No hay nada de qué hablar. Lo que sea


que pienses que está pasando en tu enferma, retorcida y jodida
cabecita psicópata está mal.

Jesús, Oak. Un poco duro.

—¿Sabes qué? —dice Bianca—. Tienes razón. Me aseguraré de


decirle a mi padre que vendes drogas en su casa de huéspedes, y
que una noche tú y su hija...

—Te lo dije. Esa noche fue un error.

Oh no. Mal Oakley. Mal.

Primero su madrastra. Ahora Bianca.


Es como si su polla tuviera preferencia por las chicas que son
totalmente equivocadas para él.

Jace y Cole lo matarán literalmente por esto.

Y eso sin siquiera tener en cuenta a Dylan.

Me siento débil.

No puedo respirar.

¿Pero sobre todo? Realmente desearía esconderme en la


biblioteca.

—Pero tú... —Bianca trata de decirlo, pero Oakley la corta de


nuevo.

—Métetelo en la cabeza, chica. No te quiero. Nunca te querré, y


estoy seguro de que nunca te follaré. No importa si tienes dieciséis
o ciento dieciséis años. En lo que a mí respecta, eres Satán en un
vestido. La única razón por la que te tolero es por tus hermanos.

Vaya, amigo. Entiendo que necesitas acabar con las cosas, pero
¿podrías ser más idiota?

—Pero... —Bianca empieza a decir.

—Adelante, díselo a tu padre. Díselo a tus hermanos. Dile al


maldito Papa que estoy vendiendo drogas por lo que me importa.
No puedes manipularme para que te folle, porque eso nunca va a
pasar.

Bueno, maldita sea.

—Y la próxima vez que te arrastres a mi cama mientras duermo,


llamaré a Morgan y dejaré que se ocupe de ti. ¿Entendido?
Dios mío. Bianca se convirtió en una atracción fatal en su culo.

—Eres un imbécil —Bianca se ahoga.

Oh, tío. La verdad es que no creía que la chica fuera capaz de


sentir emociones.

Bueno, aparte de la ira y la manipulación.

—Para que lo sepas, la noche en que me colé en tu casa de


huéspedes era el aniversario de la muerte de Liam. Fui allí
buscándote porque Jace estaba ocupado con Dylan, Cole nunca
quiere hablar de él, y mi padre nunca está en casa. —Su voz se
quiebra—. Lo echo mucho de menos... pero a nadie le
importa. —Respira con dificultad—. Siempre fuiste tan amable y
comprensivo. Y no importaba lo que te dijera, nunca me juzgaste
por ello. Pensé que estaba a salvo contigo, Oakley. Hasta esa
noche.

—Yo no...

—No importa. —Se aclara la garganta—. Pero como obviamente


lo has olvidado. Fuiste tú quien me besó. No al revés.

—No sabía...

—Sí, lo sé. Pensaste que yo era Hayley. O Morgan. O la perra que


pensaste que trajiste a casa mientras estabas drogado esa noche.
Lamento que fuera la hermana menor psicópata de tus amigos
que necesitaba un hombro sobre el cual llorar para no ahogarse
en la maldita piscina.

Mi corazón se aprieta. Es todo lo que puedo hacer para no salir


corriendo y abrazarla.

—Bianca…
Escucho el fuerte golpe de piel contra piel. —Déjame en paz.

Oakley trata de hablar de nuevo, pero Bianca no lo hace.

—No. —Un pequeño gruñido se le escapa, como si tratara de


apartarlo físicamente, pero no puede—. No me toques, joder.
Vete.

Un momento después, la puerta del aula se cierra de golpe... al


mismo tiempo que mi teléfono vibra con otro mensaje de texto de
Cole.

Cole: ¿Estás enojada conmigo otra vez? ¿O tengo que


empezar un grupo de búsqueda porque alguien te secuestró?

Sawyer: No. Lo siento, estaba estudiando. Estaré en el


partido. Lo prometo.

No es una mentira.

Cole: Dulce. Nos vemos más tarde, Bible Thumper.

—Ya puedes salir del armario, Sawyer —dice Bianca—. O debería


decir... Izzy.

Mierda.

—¿Cómo lo supiste? —Digo, tomando unos pasos tentativos.

—Porque Scott tiene mononucleosis y escuché a ese idiota de


Morgan decirle a Casey que Oakley lo sustituía. Sólo que Oakley
mide 1,80 m y Scott 1,60 m. El disfraz no le queda bien.

—Oh. ¿Pero cómo supiste que era yo?


—Scott no salta como un Jack in the Box cuando mi hermano
está en el campo. Tampoco se come su culo con los ojos todo el
tiempo.

Me parece justo.

Ahora que nos hemos quitado eso de encima.

—Mira, escuché lo que pasó. Lo siento...

—No lo estés. —Se ríe insensiblemente—. Dios, ¿pensaste que


eso era real? —Pone los ojos en blanco—. Sólo estaba jodiendo
con él porque estaba enojada porque me faltó el respeto.

Ella hace un buen acto, pero no puedo evitar sentir que su


bravuconería es todo un espectáculo ahora mismo.

Debe haberlo aprendido de Cole.

Esos grandes ojos marrones se afilan como cuchillas de afeitar.


—Pero para que quede claro, si alguna vez le dices a alguien lo
que escuchaste, puedes despedirte de tu relación, falsa o no, con
mi hermano. —Se acerca incómodamente a mi rostro—.
Porque te arrancaré el corazón de tu maldito pecho y me lo
comeré como aperitivo. ¿Entiendes?

¿Demonio en un vestido? Suena bien.

—No se lo diré a nadie.

—Bien. —Me da una dulce sonrisa— Ahora dile a Izzy que ponga
su trasero en marcha. Casey nos quiere en el campo en cinco
minutos.

Con eso, se dirige a la puerta.

—Bianca.
No hace ningún movimiento para darse la vuelta. —¿Qué?

—Si alguna vez necesitas alguien con quien hablar... estoy aquí.

—Jesucristo. Deja de hacerte la tonta, Church. A pesar de ser


sólo un cinco, mi hermano de alguna manera se las arregló para
enamorarse de ti. Felicitaciones, carajo.
COLE
—¿Vienes, Covington? —Lennox pregunta—. Todo el mundo te
está esperando.

—Sí, sólo necesito un segundo.

Asiente con la cabeza para entender. —Caca de última hora, ¿eh?

Estoy a punto de decir que no, pero es más fácil dejar que piense
eso. —Sí.

—No digas más, hombre. Te tengo.

Se pone las manos sobre la boca justo antes de salir. —Denle un


minuto más. Está cagando.

Al abrir la puerta de mi casillero, busco el trozo de tela verde.

No lo hago antes de cada partido... sólo los importantes.

Cerrando los ojos, me froto el material sobre mi brazo de lanzar


y el nuevo tatuaje.

Me vendría muy bien tu ayuda hoy, hermano mayor.


—Maldita sea —el entrenador Stalter escupe en la línea de
banda—. ¡Están atravesando nuestra línea defensiva como la
mierda atraviesa un ganso!

A pesar de la colorida analogía, es la verdad.

Normalmente nuestra defensa es impresionante... pero hoy. Hoy,


los Guerreros son mejores.

Deben haberse preparado para esto.

Miro el marcador.

Veintiuno a diecisiete... a favor de los Guerreros.

—Lennox, será mejor que saques la cabeza del culo y dejes de


recoger dientes de león en el maldito campo antes de que te ponga
en el banquillo la próxima temporada.

Lennox cuelga su cabeza. Con toda honestidad, me siento fatal


por él, pero no puedo centrarme en eso ahora mismo.

Cuando la defensa es una mierda... la ofensiva tiene que tomar


el relevo.

Especialmente cuando sólo quedan tres minutos de juego.

El entrenador me mira. —Espero que creas en Dios, Covington.


Porque lo vas a necesitar ahí fuera.

No... pero sí creo en mí.

Aplaudo. —Hagamos esto.

Miro hacia las gradas, tratando de ver a Sawyer. No puedo


encontrarla, pero estoy seguro de que está aquí.

Prometió que lo haría.


Aunque, odio que ella sea testigo de este juego.

El impulso es tan bajo, un cuarto de nuestros fans se han ido,


las animadoras parecen deprimidas, y… oh, demonios.

Izzy el Knight, nuestra mascota, es tan miserable, que está


literalmente rezando por una victoria desde la línea de banda.

El corazón me golpea en el pecho cuando me pongo en posición.

Sé exactamente lo que el entrenador querría que hiciera:


aprovechar cualquier oportunidad para anotar.

Sin embargo, con un equipo como los Guerreros... sólo hay una
forma de ganar.

Tienes que jugar de forma más inteligente.

Cuando el centro golpea la pelota. Se la lanzo a Dwight. Corre por


el campo y luego gira hacia la línea de banda.

Cinco yardas. Perfecto.

Aunque todavía necesito más tiempo.

A lo lejos, el entrenador Stalter empieza a gritar como un loco.

En el momento en que el chasquido está en mis manos, vuelvo a


hacer lo mismo.

Sólo que esta vez, Dwight se detiene a diez metros y me lo lanza


de vuelta.

Más vale que el cabrón esté listo para anotar.

Sonriendo, propulso la pelota.

Es una cosa hermosa cuando la atrapa...


Pero no tan hermoso como el momento en que cruza a la zona de
anotación.

Lo hicimos, carajo.

Mi corazón está listo para salir de mi cuerpo mientras mi equipo


se apresura hacia mi.

Una vez más, miro hacia las gradas... esperando que la única
persona a la que quiero impresionar haya visto lo que acaba de
pasar.

La decepción parpadea en mi pecho cuando veo a Jace y a


Dylan... pero aún no hay señales de Sawyer.

Puede que haya ganado... pero seguro que no se siente así ahora
mismo.
SAWYER
Mierda. ¡Ganaron!

Estoy tan emocionada que salto arriba y abajo, levantando el


puño en el aire.

Sólo cuando veo a Cole mirando hacia las gradas con una
expresión triste en su cara me doy cuenta...

Me está buscando.

Es bueno que lleve una cabeza de un Knight gigante y estúpida


porque definitivamente frunzo el ceño cuando me uno a las
animadoras.

Mi aspersor es apenas un rociador... y en cuanto termino, salgo


corriendo del campo.

Estoy a mitad de camino del laboratorio de química para


cambiarme a mi ropa normal cuando suena mi teléfono.

El nombre de Cole aparece en la pantalla.

Mierda.

—Oye —digo cuando lo recojo—. Gran juego.

—¿Cómo lo sabes? —pregunta.


—Duh. Yo estaba allí, tonto. Lo vi todo. Estuviste asombroso...

—Jace dijo que nunca te vio.

Maldición. Esa rata bastarda. Esto es lo que obtengo por apoyar


a él y a Dylan... incluso cuando era un imbécil con ella.

—Eso es porque él no... no me senté con él. Estaba tan lleno.

—Había un asiento vacío justo al lado de él y de Dylan.

Abro la boca para decirle la verdad, pero no puedo.

Le dije a Oakley que guardaría su secreto, y no soy el tipo de


persona que se retracta de su palabra.

Tendré que localizar a Oakley y hacer que le diga a Scott que le


estoy contando todo a Cole.

Mientras tanto, tengo que decir una pequeña mentira piadosa.

—Lo siento, Cole. Mi jefe me llamó al trabajo en cuanto llegué al


partido. Hubo una emergencia y...

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Debería haberlo hecho —admito—. No quería que te enfadaras.

—No estoy enojado contigo, Sawyer. Decepcionado de que no


hayas venido... seguro. Pero lo entiendo. Tu jefe es un imbécil.

—Confía en mí, no tienes ni idea.

—¿A qué hora sales?

—¿Eh? Oh, quieres decir trabajo... cierto. Once. ¿Por qué?


—¿Quieres ir donde Christian conmigo más tarde? Puedo
recogerte. O… podemos hacer otra cosa si quieres. —Empiezo a
responderle, pero luego me dice—. No me refiero al sexo. Aunque
no me importaría el sexo. Sólo quiero verte... me importa un
carajo lo que hagamos.

No cuelgo el teléfono. —¿Era esa tu forma de pedirme una cita?

—Tal vez. —Se aclara la garganta—. En realidad, ¿sabes qué? Lo


era, carajo. ¿Tienes un problema con eso, Church?

—No se me ocurre ninguno, Covington.

—Bien. Te veré a las once.

Con eso, cuelga el teléfono.


COLE
—¿Adónde vamos? —Bianca pregunta desde el asiento del
pasajero—. Nuestra casa es al otro lado, idiota.

Apretando mi mano alrededor del volante, la miro


fijamente. —No voy a ir a nuestra casa, idiota.

Deja salir un suspiro irritado. —Lo que sea. No acepté que me


tomaran de rehén esta noche, así que déjame en casa.

Últimamente ha estado de un humor aún más perra que de


costumbre.

—Mi auto... mis reglas. Además, sólo tomará cinco minutos. Sólo
estoy haciendo una parada en el trabajo de Sawyer.

—¿Por qué?

—Yo…

¿Por qué voy a su trabajo?

Oh, es cierto. Porque quiero robarla durante cinco minutos y


besarle la cara... entre otras cosas.

—Estoy de humor para un poco de pollo.

Y por pollo... me refiero a enterrar mi cara en sus tetas y coño de


nuevo.
En eso, Bianca se ríe. —Bien. —Otro suspiro—. Dios, eres tan
primitivo.

—No lo soy. —Cierra la boca.

Ella resopla. —Vaya, lo tienes mal. —Su expresión cambia de


humor a serio—. Está bien, ya sabes. A decir verdad, creo que es
algo increíble. Te conozco de toda la vida y nunca te he visto
tan... —Su voz se desvanece.

La veo de reojo. —¿Qué?

—Feliz.

Aprieto los dientes. —Lo que sea.

—Lo que sea que digas, pero te gusta ella.

—Ella no es mi tipo —argumento, sabiendo que no hay ni una


onza de verdad en ello. Ella es exactamente mi tipo—. Somos
completamente opuestos.

—Ya sabes lo que dicen de eso.

Hago un giro brusco a la izquierda. —Ella es molesta.

Se ríe. —Tú también.

—No es real.

—Tú y yo sabemos que eso es una mierda.

Odio cuando tiene razón.

Pasamos los siguientes minutos en silencio.


Debí tomarlo como una señal de que era una mala idea en el
momento en que entré y lo vi en el mostrador.

Stone DaSilva.

El hermano pequeño de Tommy.

A mi lado, Bianca se tensa. —No sabía que ella trabajaba con él.

Yo tampoco.

Uno pensaría que ella habría dicho algo.

Concedido, es Stone, no Tommy.

No es que importe... mucho.

Siguen teniendo la misma sangre venenosa asesina bombeando


a través de su sistema.

La mirada en su cara cuando nos ve me dice que no le gusta que


estemos aquí más de lo que nos gusta verlo a él.

Arroja su toalla sobre el mostrador. —¿Qué es lo que quieres?

—Vaya —dice Bianca burlonamente—. Uno pensaría que no


somos bienvenidos aquí.

—No lo eres.

Bianca me mira. —Sabes, me siento un poco insultada por su


falta de hospitalidad.

Yo también.
—¿Quién dice que no somos bienvenidos, imbécil? —Resoplando,
miro alrededor—. Tu familia come cucarachas para la cena. Dudo
mucho que seas el dueño de este lugar.

Rechina su mandíbula. —Si estás buscando a Tommy, se fue de


la ciudad.

—Entonces es bueno que no estemos buscando a ese asesino de


mierda. —Bianca derriba una jarra de agua—. ¿No es así?

Dobla los brazos sobre su pecho. —Mira, dudo mucho que un


montón de ricos como tú estén aquí por la comida, así que por
qué no vas al grano.

—Estamos aquí para ver a su novia. —Bianca agita sus


dedos—. Así que por qué no eres una buena perra y te vas y nos
traes a Sawyer.

Ladra una risa. —No, en serio. ¿Por qué coño estás aquí?

Me inclino. —¿Ella tartamudeo, imbécil?

—No, hombre. —Guiña el ojo—. Ese era tu hermano, ¿recuerdas?

La ira se acumula en la boca del estómago y lo agarro del cuello


de su camisa. —Tienes dos segundos para decirme dónde carajo
está mi novia antes de que te rompa los dientes en este
mostrador.

Al toser, se ahoga, —Sawyer no está aquí.

—Mentira —digo, apretando mi agarre.

Sawyer no miente.
—Es verdad —insiste—. Normalmente trabajo en la parte de
atrás, pero me pidió que cubriera su turno esta noche para poder
ir al partido de fútbol en su escuela.

Bianca pone una cara. —Pensándolo bien... tiene razón. Sawyer


estaba definitivamente en el juego.

—No, no lo estaba. Me dijo que la llamaron al trabajo.

Ella sostiene un dedo. —Vuelvo enseguida... sólo necesito hacer


una llamada rápida.

Ella sale corriendo antes de que pueda detenerla.

¿Qué demonios está pasando?

¿Por qué carajo me mentiría Sawyer?

—¡No! —grita un hombre mayor con una escoba en la


mano—. Tú fuera. ¡Ahora!

Soltando mi sujeción a Stone, me giro para mirarlo. —Lo siento,


amigo. ¿Quién carajo eres?

Pisotea su pie. —Este es mi lugar.

Todo me golpea en una gran ola.

Bianca me contó sobre Sawyer y su jefe.

Sawyer mintiendo sobre estar en el juego.

Su jefe la llamó antes de sus turnos, exigiendo que viniera


temprano para poder verla.

Stone la encubrió diciéndome que fue al partido y que no estaba


aquí... aunque confesó que estaba aquí.
Bianca corriendo afuera para hacer una llamada telefónica...
probablemente advirtiéndole.

Por el amor de Dios, es lo suficientemente mayor para ser su


padre. Demonios, tal vez incluso su abuelo.

—Eres el jefe de Sawyer.

No es una pregunta. No tengo tiempo para eso. Ya estoy


caminando hacia el asqueroso viejo como un buitre descendiendo
sobre su presa.

Abre la boca para hablar, pero no tiene la oportunidad.

Enrollo mi puño hacia atrás y lo lanzo a su cara. —Eres un


pervertido enfermo, hijo de puta.
SAWYER
—¿Por qué no pudiste reunirte conmigo en la casa de.
huéspedes? —Oakley pregunta mientras me acerco a su auto.

—Porque Cole cree que estoy en el trabajo.

—¿Por qué?

—Porque no fui a su juego como yo. Y como me hiciste prometer


que no se lo diría a nadie, tampoco podía decirle que era
Izzy. —Le pincho el pecho con mi dedo—. Lo cual, por cierto, es
una promesa que voy a romper esta noche cuando lo vea.

Hace pucheros. —Scott va a estar tan molesto.

—Oh, bueno. Me siento mal, pero no tanto como para seguir


mintiéndole a Cole. Él me quería a mí en el juego de esta noche...
no a Izzy. No voy a volver a hacerle daño. —Me encogí de
hombros—. Además, estoy segura de que mantendrá la boca
cerrada.

—Maldita sea, chica.

—¿Qué?

—Te gusta mucho.

Desvío mi mirada. —Un poco. —No puedo evitar


sonreír—. Bueno, bien. Me gusta. ¿Es eso un crimen?
Saca un porro y lo enciende. —No. Es algo bueno, Short Stack.

Mirando alrededor del estacionamiento para asegurarme de que


está vacío, susurro. —¿Lo has traído?

—Sí. —Mete la mano en su bolsillo y me tira una botella—. Esta


vez hay treinta.

—Gracias.

Me meto uno en la boca y tomo un trago de mi botella de agua.

Me mira con recelo. —¿Planeas estudiar esta noche?

—No. Cole me va a llevar a una cita y estoy cansada. Pensé que


me vendría bien un pequeño empujón.

Además, no quiero tener hambre y terminar comiendo como un


cerdo delante de él.

Especialmente porque he bajado 12 libras a partir de hoy.

Oak se frota la barbilla, evaluándome. —Me dijiste que las


tomabas para ayudarte a estudiar.

—Lo hago.

—Pero no estás estudiando esta noche.

—¿En serio, Oakley? Es la primera y única vez que tomo una sin
estudiar justo después.

Inhala una nube de humo. —No estoy tratando de darte mierda.


Sólo quiero asegurarme de que estás bien.

—¿Por qué no iba a estarlo?


—No lo sé. Tal vez porque estas píldoras tienen un cierto efecto
secundario que las chicas como tú probablemente disfruten
demasiado. No quiero que uses esta mierda por la razón
equivocada.

Wow, nunca pensé que Oakley de todas las personas me haría


daño.

—¿Chicas como yo?

Se le cae la cara. —Eso no es lo que quise decir.

—Entonces, ¿qué querías decir?

Su boca se abre y se cierra antes de decir —La gente en la escuela


son unos imbéciles. Su idea de lo sexy es una modelo de
Instagram que retoca sus fotos hasta que esté perfecta. Ya nadie
aprecia la belleza natural. —Levanta una mano a la
defensiva—. No quiero decir que no estés caliente. Tienes esa cosa
de chica nerd linda que a muchos hombres les gusta. Cole es uno
de ellos.

—Te refieres a la cosa de la chica gorda nerd.

—Nah, cariño. No estás gorda. Eres frondosa. Acéptalo. La gente


viene en todas las formas y tamaños diferentes y una no es mejor
que la otra.

—Dice el tipo que parece que podría estar en la portada de una


revista para surfistas de California y le gustan las rubias flacas.

Se da una palmadita en la cara. —¿Qué puedo decir? No pedí esta


hermosa taza. Además, todo el mundo tiene un tipo, ya sabes...

El sonido del timbre de mi teléfono lo corta.

¿Por qué me llama Bianca?


—Es Bianca —digo, trayendo el teléfono a mi oído—. ¿Hola?

Oakley hace una cruz con sus dedos —Que el poder de Cristo te
obligue.

—Hola —dice Bianca—. Entonces, dos preguntas.

—Um, claro. Dispara.

—Uno... ¿por qué demonios no le dijiste a mi hermano que eras


Izzy? Y dos: ¿por qué mentiste sobre estar en el trabajo?

Mi estómago cae.

—Bueno, le prometí a Oakley que no diría nada a nadie porque


le prometió a Scott que no lo haría. Y le mentí a Cole porque no
sabía qué más decir cuando me preguntó por qué no estaba en el
partido. No es que fuera correcto, sólo intentaba hacer feliz a todo
el mundo.

—Oh, bueno, esa mierda salió mal.

Me congelo. —¿Cómo?

—Porque decidió visitarte en el trabajo. Además, ¿por qué carajo


no nos dijiste que trabajaste con esa serpiente de piedra
DaSilva… santa mierda. Me tengo que ir. Cole acaba de golpear
a un viejo y lo dejó inconsciente.

Mi corazón salta a mi garganta. —¿Qué?

La línea telefónica se corta.

Miro a Oakley. —Me tengo que ir. Creo que Cole acaba de pegar
un puñetazo a mi jefe.
—Mierda. —Oakley arroja su porro—. Tomaremos mi auto. Es
más rápido.

Sin perder tiempo, me subo al asiento del pasajero y él dispara el


motor.

—¿Por qué demonios Cole golpearía a mi jefe?

Entiendo que estaba molesto porque yo trabajaba... pero eso es


una locura.

—No tengo ni idea. —Saliendo del estacionamiento, presiona un


botón de su estéreo—. Oye, papá, es tu esperma número uno.
Devuélveme el golpe cuando escuches esto... Co… Quiero decir,
Calvin. El apellido rima con Bovington… se pasó con el dueño de
una tienda y le dio un puñetazo.

—¿Quién diablos es Calvin? —Pregunto cuando cuelga.

—No tengo ni idea. —Su voz se reduce a un susurro—. Si no uso


su nombre real, no puede ser usado en la corte.

Intenta llamar a Cole a continuación, pero va al buzón de voz.


Suspirando, presiona otro botón y llama a Bianca.

Ella lo recoge después del segundo tono. —¿Qué parte de no


volver a hablarme nunca más no entiendes?

—Relájate. No te estoy llamando, Satanás. Estás con Cole,


¿verdad?

—Sí, pero está un poco ocupado ahora mismo. Dándole una


paliza al Sr. Gonzales y todo... —Murmura una maldición—. Y
ahora Stone.

Oh, Dios mío.


Oakley presiona el acelerador. —¿Ha aparecido la policía?

—Todavía no.

—¿Está respirando el Sr. Gonzales?

—Hasta donde puedo decir.

Mi mano vuela sobre mi boca. Esto es horrible.

—Entonces tienes que sacar a tu hermano de ahí antes de que el


Sr. Gonzales vuelva en sí y aparezca la policía.

—Vaya —dice Bianca—. Gracias, Capitán Obvio. ¿Qué demonios


crees que he estado tratando de hacer, idiota? Si Stone sigue
provocándolo, no se irá.

Oakley me mira de reojo. —Dile que Sawyer está en problemas.


COLE
—¿Qué carajo? —Stone grita, saltando sobre el
mostrador—. Acabas de dejarlo inconsciente. —Se deja caer a su
lado—. Sr. G, despierte.

El cabrón tiene suerte de que eso sea todo lo que hice... por
ahora.

Escupo en la cara del viejo. —Eso es lo que obtiene por


aprovecharse de una adolescente.

Unas cuantas personas en el restaurante se quedaron sin aliento.


Algunos empiezan a tomar fotos.

Bien. Que lo documenten y lo pongan en los medios sociales y en


las noticias.

Si alguien le hace daño a Sawyer, lo arruinaré. Así de simple.

Lástima que no te sintieras tan protector con Liam, mi mente se


burla.

Tal vez entonces no estaría muerto.

Una neblina roja nubla mi visión mientras empujo el dolor


paralizante tan lejos como pueda.
—¿De qué carajo estás hablando? —Stone grita—. ¿Qué
adolescente? —Con los ojos abiertos de horror, Stone mira a
Bianca, que vuelve a entrar por la puerta principal—. Perra.

Agarro un puñado de su cabello. —Llama a mi hermana perra


una vez más. Te reto, joder.

Tomaré uno de los cuchillos para mantequilla de una de las


mesas y le cortaré la garganta pulgada por pulgada.

—Es una perra por inventar rumores sobre el Sr.


Gonzales —grita.

Bianca parece ofendida. —No inventé rumores sobre el Sr.


Gonz… Oh, carajo. —La culpa le da color a su cara—
. Pensándolo bien, puede que lo haya hecho.

—Sí, lo hiciste, perra...

Le doy un golpe con la palma de mi mano. —Considera que es tu


última advertencia. La próxima vez que ocurra, acabaré contigo.

Gruñe. —Conozco al Sr. Gonzales desde que era un bebé. Él no


tocaría a tu hermana pequeña, hombre. Lo juro por mi vida.

No tengo ni idea de qué está hablando el gilipollas. —¿Bianca?


Esto no tiene nada que ver con ella...

—En realidad, sí. —Frotándose las sienes, dice— Me lo he


inventado, Cole. Sawyer no se acuesta con su jefe.

Stone empieza a toser. —¿Sawyer? ¿Estás bromeando? Por


supuesto que no se acuesta con el Sr. Gonzales. ¿Qué carajo le
pasa a su familia? Son todos unos manipuladores de mierda.

Yo miro a Bianca. —¿Por qué te inventaste eso?


—Porque sabía que, si te ponía celoso por Sawyer, me dejarías
quedarme en la fiesta ya que ella me llevaba a casa esa
noche. —Ella mira al Sr. Gonzales, que está empezando a
despertarse de su sueño—. Nunca pensé... no quise que nada de
esto sucediera.

Stone se levanta. —Salgan de aquí. Los dos.

—No estás a cargo aquí —empieza a decir Bianca, pero el sonido


de su teléfono la interrumpe.

Stone vuelve su mirada enojada hacia mí. —Cómo una escoria


como tú se las arregló para conseguir una buena chica como
Sawyer es algo que cualquiera puede adivinar. —Ayuda al Sr.
Gonzales a levantarse—. Ahora váyanse, manchas de mierda,
porque se nos acabaron los rumores. —Mira a Bianca, que
todavía está al teléfono—. Fotos de pollas retocadas con
Photoshop. —Me mira fijamente—. Y hermanos gemelos muertos.

No lo pienso, sólo empiezo a balancearme.

—Cole, detente.

Bianca intenta sacarme de él, pero no puede.

No puedo.

No puedo dejar de hacerle daño.

No puedo dejar de hacerle pagar.

No puedo dejar de sentirme culpable...

—Cole, por favor. —Las sirenas en la distancia la hacen tirar más


fuerte de mi brazo—. La policía está en camino. —Cuando eso no
funciona, ella dice— Oakley acaba de llamarme. Sawyer está en
problemas. Te necesita.
¿Sawyer? ¿Problemas? Es como una inyección de epinefrina
directa al corazón.

Me pongo de pie. —¿Dónde está ella?

Sus ojos se lanzan alrededor. —Está... Donde Christian

—Ahora que estás un poco más calmado, necesito ser honesta


contigo —dice Bianca mientras apago el motor.

Puedo oír la música que suena desde aquí.

—¿Puedes esperar hasta que encuentre a Sawyer?

—Sawyer no está en problemas. Oakley me dijo que te lo dijera


para que te fueras antes de que apareciera la policía.

Joder. ¿Todos decidieron convertirse en unos malditos


mentirosos esta noche?

Empiezo a reírme.

Cuando la mierda en la que estás atrapado tiene seis pies de


profundidad, cuando el dolor es tan severo que no puedes
disfrutar ni una onza de felicidad sin que te recuerden tu mayor
error y tu mayor pérdida... no hay nada más que hacer.

Excepto empaparse de tu miseria.

Porque te mereces cada maldito segundo agonizante.


—Cole. —Bianca palidece—. Estás empezando a asustarme un
poco.

Mi risa maníaca se dispara. —¿Sólo un poco?

—Tal vez deberíamos ir a casa...

—No. —Saco las llaves del contacto y se las tiro—. Conduce a


casa, amiga.

—Cole…

—No.

No quiero hablar de eso.

No puede psicoanalizarme como uno de sus futuros pacientes.

—Le echo de menos...

Golpeo el tablero con mi puño. —Cierra la boca.

—Bien —dice en voz baja—. No tenemos que hablar de eso.

—No quiero hablar en absoluto.

—Está bien. Podemos hacer otra cosa. Lo que quieras.

Al abrir la puerta de mi auto, me pongo de pie.

Sólo hay una cosa que quiero hacer ahora mismo.

Emborracharme y adormece el dolor.

Ser lucky seven por un tiempo... porque ser Colton me pone tan
enfermo que quiero terminar con todo.
SAWYER
Bianca: No vengas donde Christian. Cole no se siente bien.

Si eso no es un texto alarmante, no sé qué es.

Le entrego a Stone una bolsa de hielo. Al parecer, llegamos a


Cluck You un minuto tarde y los perdimos.

También la policía.

—Mire, Sr. Gonzales —empieza el padre de Oakley. Cruzó la


puerta justo después de que lo hiciéramos—. El padre de mi
cliente es un hombre muy poderoso. Se ha ofrecido a pagar por
todo... incluyendo su dolor y sufrimiento. Siempre y cuando no
presente cargos contra su hijo.

Stone chasquea la lengua. —Por supuesto que lo hizo. —La ira


agudiza sus rasgos—. El Sr. Gonzales no está interesado en que
le paguen. Quiere justicia.

—Lo siento —dice el Sr. Zelenka—. ¿Quién eres tú otra vez?

—Soy el otro tipo al que le dio una paliza.

—Bien, bueno. El Sr. Covington no le ofrece nada. —Su cara no


tiene expresión, pero hay tensión en su mandíbula—. Debido a
que su hermano es responsable de la muerte de su hijo y todo
eso.
—Mi hermano no hizo una mierda. No es como si se hubiera
puesto la soga alrededor del cuello...

—Stone —grito—. ¿Qué te pasa?

Sé que Tommy es su hermano, así que naturalmente quiere


defenderlo, pero todos saben lo que hizo Tommy.

El papel que jugó en la muerte de Liam.

Stone señala a la puerta. —Esa familia es lo que me pasa. Estoy


cansado de que actúen como si fueran los dueños de esta ciudad.
Irrumpieron aquí como animales y empezaron conmigo sin razón
alguna. —Le hace un gesto al Sr. Gonzales—. Lo acusó de
acostarse con una adolescente y luego lo agredió. —Se toma las
manos—. La perra de su hermana incluso admitió que mintió
sobre todo el asunto y aun así me golpeó. Ese tipo es un maldito
mariscal de campo. ¿Sabes cómo se sienten sus golpes?
Probablemente tenga un daño cerebral permanente.

A pesar de los dos ojos negros y el labio partido que Stone tiene,
eso no suena como Cole... bueno, no exactamente.

Algo debe haberle provocado.

No ataca a la gente sin motivo.

Bueno, lo hace. Pero, aun así. Algo no se siente bien.

—¿No dijiste nada para provocarlo?

—No. —Stone se cruza de brazos—. Nada que no mereciera


escuchar.

Bueno, eso es tranquilizador. No lo es.


El Sr. Gonzales agita sus manos. —No hay recompensa. Paga en
la cárcel.

Oakley y yo intercambiamos una mirada nerviosa.

—Por favor, Sr. Gonzales, Cole no es así. —Hago un gesto hacia


mí misma—. Fui yo quien mintió y le dije que estaba aquí. Estaba
defendiendo mi honor.

Bueno, más o menos. Puede que haya mentido sobre ser Izzy,
pero definitivamente no le hice creer que estaba tonteando con
mi jefe. Qué asco.

El Sr. G estrecha los ojos. —Tú, chica impuntual. Ahora eres una
chica despedida.

Mierda. —¿Qué? Eso no es justo.

Stone viene en mi defensa. —Sawyer no tuvo nada que ver con


esto. No la despidas por un imbécil. Es la trabajadora más dura
que tienes, y lo sabes. Este lugar se desmoronará sin ella.

Lo medita durante un minuto. —Suspendida por una


semana. —Sus ojos se dirigen hacia mí—. Sin paga.

Yo lo tomaré.

Agita sus brazos de nuevo. —Pero no hay novio aquí. Nunca.

—Me aseguraré de que nunca vuelva a poner un pie aquí dentro.


Tiene mi palabra.

El padre de Oakley se aclara la garganta. —Ahora que tenemos


eso resuelto, ¿podemos hablar del tema de la presentación de
cargos?

—Sí.
—Muy bien. ¿Así que aceptas el trato del Sr. Covington?

Sacude la cabeza profusamente. —No.

Stone sonríe y nosotros tres gemimos.

Oakley da un paso adelante. —Mira, no estoy defendiendo lo que


hizo, pero ya has tenido nuestra edad antes, ya sabes cómo es. A
veces hacemos mierda sin pensarlo bien. Pero, Cole no es un
matón que vino aquí a causar problemas. Estaba preocupado por
su novia. Pensó que alguien se estaba aprovechando de ella. No
debería haberte pegado, pero está lejos de ser un mal tipo.

El Sr. Gonzales pone una cara. —Ella es la mala.

Me pellizco el puente de la nariz. Nunca entenderé por qué este


hombre me odia tanto.

—Eso puede ser cierto —dice Oakley, disparándome una mirada


de advertencia para no discutir—. Pero Cole estaba tratando de
protegerla. Como cualquier buen hombre haría por su mujer.
Como estoy seguro que tú harías por la tuya.

—¿Eso fue antes o después de que convirtiera mi cara en carne


molida sin razón? —Stone argumenta.

Oakley chasquea los dedos. —Cállate, hombrecito.

—¿Hombrecito? Soy un estudiante de segundo año. Demonios,


probablemente tengo más vellos en las pelotas que tú.

Oakley arruga su nariz. —Dadas esas fotos tuyas que se filtraron,


lo dudo seriamente.

—Eso fue porque esa estúpida hija de puta...


Oakley aplaude. —Oye. Ya es suficiente de ti, pequeño. Vete a
casa. Ya pasó tu hora de dormir. —Se vuelve hacia mi jefe—. No
castigues a Cole por un error que cometió con buenas
intenciones. Es un buen chico de verdad. Va a una buena
escuela. Se rompe el culo jugando al fútbol. Se vuelve mejor...
bastante bueno, obtiene buenas calificaciones. Pero lo más
importante es que nunca antes se ha metido en problemas.
¿Realmente suena como una amenaza que merece ir a la cárcel
por un malentendido?

Maldición. Oakley es bueno.

Por el rabillo del ojo, veo a su padre brillar con orgullo.

Después de lo que parece una eternidad, el Sr. G habla. —Sin


cárcel. —Mira al padre de Oakley—. Quinientos mil. Quiero abrir
una segunda tienda.

Extiende su mano. —Considéralo hecho. Se lo haré saber a mi


cliente y le enviará el dinero a usted. —Sonriendo, le muestra su
barbilla a la policía—. Váyanse a casa, muchachos. —Mira a
Oakley—. ¿Tienes un minuto para hablar?

—Lo siento, no puedo. Tengo... —Oakley se vuelve hacia mí. Sus


ojos me suplican que lo ayude.

—Cole está en casa de Christian y necesita que vayamos a


recogerlo. Oakley me trajo aquí, de lo contrario lo haría.

La mandíbula del Sr. Zelenka se aprieta. —Tienes dos semanas


más con ese auto, Oak... a menos que vuelvas a casa.

—Dijiste eso hace dos semanas.

—Oakley —siseo
Esta no es la manera de ganar una discusión.

Sin mencionar que quiero ver cómo está Cole.

—Bianca dijo que Cole no se siente bien. Deberíamos irnos.

Oakley saca sus llaves. —Vamos.

Escaneo la fiesta para encontrar a Cole en el momento en que


entremos por la puerta.

No lo encuentro, pero veo a Bianca bailando con Hayley.

—Oye. ¿Dónde está tu hermano?

Sus ojos se convierten en platillos. —Estás aquí. ¿Por qué? Te dije


que no vinieras.

—Necesito ver a Cole.

Se ríe nerviosamente. —Esta noche no. Confía en mí.

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que algo va muy
mal.

—¿Qué está pasando?

—Está... teniendo una noche un poco dura. Y si estuviera sobrio,


lo cual definitivamente no está, no creo que quiera que lo veas
así.

Se me aprieta el pecho. —¿Por qué?


Agarrándome la muñeca, me arrastra de la improvisada pista de
baile. —Por favor, no me pongas en una posición en la que tenga
que elegir entre mi hermano y mi amiga, porque no terminará
bien para ti.

—No entiendo...

—Vete a casa, Sawyer. Confía en mí. —Ella mira hacia abajo—


. Y cuando llegues a la escuela el lunes, trata de ignorar los
rumores.

Mi estómago da vueltas. —¿Qué rumores?

Ella sostiene mi mirada. —Mi hermano siente algo por ti. Pero
ahora mismo, está borracho y herido. Siendo un chico estúpido...

La sensación de malestar en mi estómago empeora. —¿Dónde


está?

Ella sacude la cabeza. —No. No lo haré...

—Está en el jacuzzi —interviene Cortland con una


sonrisa—. Probablemente deberías ir a ver cómo está antes de
que se ahogue.

—¿Qué?

Pasando por delante de ellos, salgo corriendo por las puertas del
patio.

El órgano de mi pecho se rompe como un cristal cuando lo veo.

O más bien...los veo.

Los ojos de Cole están cerrados y su cabeza está apoyada en la


cornisa. Hay un gran vaso en su mano y unas cuantas botellas
vacías esparcidas por el exterior de la bañera.
Pero eso no es lo peor de todo.

Lo peor de todo es que está a horcajadas mientras él le acaricia


con el rostro el cuello.

Su bikini de cuerda, si es que califica como tal, apenas está


aguantando.

—Ahogándose en el coño de Casey —grita Cortland detrás de mí.

Algunas personas se ríen.

—Eres una mierda, Cortland —dice Bianca.

Coge una botella de la cubierta y la lanza. Se estrella contra el


lado de la bañera.

—Despierta, idiota. Tu novia está aquí.

Eso lo despierta.

—Hola, nena —dice Cole, con una sonrisa perezosa en la


cara—. Deberías entrar y unirte a nosotros... el agua se siente
genial.

—No quiero esa vaca gorda cerca de mí —grita Casey.

Cole la aparta de él. —Tú eres la que habla, zorra. ¿Te has visto
últimamente? —Sale tambaleándose de la bañera—. Cuando
entré, pensé que estabas embarazada... pero luego me di cuenta
de que ya nadie quiere follarte.

Bianca empieza a reírse, y todos se unen a ella.

Pero no es gracioso. Es triste y patético.

—A la mierda con esto. —Le miro con ira—. Jódete.


Me giro para volver a entrar.

—Vamos, Bible Thumper —dice Cole—. No seas así. Diviértete un


poco con tu novio.

Está en la punta de mi lengua corregirlo, pero todavía hay una


parte de mí que se preocupa demasiado por el culo como para
hacerlo.

Acelero mis pasos.

—Vamos, nena —se burla, persiguiéndome hasta la casa—. Hay


toda esta gente alrededor. Eso es exactamente lo que querías,
¿verdad?

¿De qué demonios está hablando?

Me doy la vuelta para enfrentarlo. —Qué..

—No actúes como si no supiera la verdadera razón por la que


estás saliendo conmigo. —Empuja su vaso, derramando algo del
líquido ámbar sobre el borde—. Diablos, todos aquí saben por
qué alguien como tú está saliendo conmigo.

Con las manos en mis caderas, lo miro fijamente. —Oh, ¿en


serio? Bueno, adelante, Covington. Ilumíname.

Si quiere poner fin a esto, no me interpondré en su camino.

Es su pérdida.

—Porque yo soy yo —afirma, tambaleándose—. Y tú... eres tú.

—Vaya, qué manera de aclarar las cosas, campeón.

Sorprendentemente, algunas personas se ríen.


—Oh, mira eso. Sawyer finalmente está recibiendo algo de
atención. —Toma un sorbo de su bebida—. Vamos, todos. Denle
lo que quiere.

No tengo ni idea de dónde viene nada de esto.

No salgo con él para llamar la atención.

—Es como si ni siquiera me conocieras.

Se golpea la cabeza con la mano libre. —Oh, pero sí lo hago. —Se


acerca más—. Todos aquí pueden verte como lo que realmente
eres... todos menos tú.

—Ah, ¿sí? ¿Qué soy?

Él titubea, tratando de conseguir su equilibrio. —Una puta de


atención. Una loca, dramática, buena chica llorona que siempre
necesita ser el centro de atención. —Me señala con el dedo en el
rostro—. ¿Y sabes qué? No me gustas, joder. No le gustas a nadie.
Es por eso que todo el mundo te intimida. —Sus ojos se ven
vidriosos—. ¿Sabes qué más? Soy mejor que tú. Siempre lo he
sido. Siempre lo seré, carajo. —Se golpea el pecho—. Porque estoy
vivo y libre... y tú no eres más que una falsa cobarde que nunca
será lo suficientemente buena.

—Cole —grita Bianca—. Cierra la boca.

Me agarro el estómago. Intento no ofenderme por las cosas que


dice porque está claramente borracho... pero sus palabras arden.

No, más que eso. Me queman la maldita alma.

Es como si sacara mis peores miedos y pensamientos más


oscuros y los pusiera a la vista de todos.
—¡Así que por qué no me haces un favor! —le grita al techo—. ¡Y
deja de torturarme para que pueda vivir mi vida!

No me di cuenta de que se sentía asfixiado por nuestro... lo que


sea que seamos. Fuimos.

—Yo no...

—¿Qué es eso, Bible thumper? —pregunta—. ¿Tienes algo que


decir?

Cierro la boca de golpe. Está tan borracho que nada de lo que


diga hará una pequeña diferencia ahora.

—Te crees muy especial, ¿no? —Mira alrededor de la


habitación—. Pero damas y caballeros... no dejen que mi inocente
ángel los engañe. Ella también no es más que una mentirosa.

Mis mejillas arden. —No te mentí porque quisiera hacerte daño.

Me roza la mejilla con el pulgar. —No, por supuesto que no.


Acabas de mostrar tus verdaderos colores, eso es todo. —Su
sonrisa es cruel—. Y ahora... te estoy mostrando los míos.

Estos no son colores verdaderos... es alguien que se emborracha


para escapar de algo que no puede manejar.

Si alguien es el cobarde, es él.

—Eso es todo. Voy a llamar a Jace —le dice Bianca.

—Por favor, hazlo —se burla Cole—. Créeme, me encantaría que


escuchara esto. Tal vez se haga otro tatuaje para conmemorar la
ocasión especial.

Oakley da un paso adelante. —Estás borracho.


—Y tú eres un tonto drogadicto al que le gusta follar con las
MQMF.13 Gracias por decir lo obvio para todos. Todos lo
apreciamos.

Cortland se ríe. —Tío, creo que me gusta el Cole borracho.

Definitivamente no. Cole muestra algunos dientes. —¿Lo haces,


amigo? —Pone su mano sobre su corazón—. Bueno, gracias, polla
de lápiz. Es un verdadero honor ser querido por un don nadie.

Vuelve su atención hacia mí. —Mira, Sawyer. Es nuestro


hombre...

Pongo mi mano sobre su boca. —Cállate, Cole.

Me da golpecitos en la nariz. —Eres tan malditamente linda, ¿lo


sabías?

Jesús. De un extremo del espectro al otro.

—Y tienes unas tetas fantásticas. Las mejores que he visto, de


hecho. Y créeme. He visto muchas.

Me mortifica positivamente cuando algunos tipos aúllan.

Él trata de poner su brazo alrededor de mí, pero yo me aparto del


camino.

—Oh, Bible Thumper. No seas tímida. Dale a papá una probadita.

Oakley lo empuja. —Es suficiente. Este no eres tú, Cole.

—Tienes razón. —Toma otro sorbo de su bebida—. No es así.


Porque Cole apesta. —Mira a todo el mundo por la

13
Acrónimo de Madre Que Me Follaría. equivalente al 'MILF'
habitación—. Lucky Seven es lo que ustedes, perras, quieren.
¿Estoy en lo cierto?

Unas cuantas personas se alegran.

—Mira, nena. —Menea las cejas—. Tu novio es una mierda.

—Más bien un imbécil —le digo.

—Quemado —dice un tipo.

Cole, no se toma bien que se burlen de él, frunce el ceño. —¿Es


eso cierto, Sawyer Grace? —Se da un golpe en la
pierna—. Bueno, yeehaw... ¿por qué no tenemos un pequeño
enfrentamiento y dejamos que el tribunal de la opinión pública
decida?

Dios, en realidad me da lástima ahora mismo. No tiene ni idea de


lo mucho que se está avergonzando a sí mismo.

Se agarra la entrepierna y gira la cadera. —¿Cuántas chicas de


aquí quieren a Lucky Seven?

Todas las chicas, excepto Bianca y yo, reaccionan.

—Quítatelo —grita una chica.

—Sácalo —dice otra.

—Muy bien, cálmense, perras. Es el turno de Sawyer.

—Por favor, no lo hagas —susurro—. Ya lo has dejado claro.

—No. No creo que lo haya hecho.

—Lo hiciste. Todo el mundo te quiere. Yo lo entiendo.


Algo pasa en sus ojos nebulosos. —Ese no es el punto que yo
estaba tratando de hacer. —Se da un golpe en la pierna otra
vez—. Lo que significa, que está en el segundo asalto. —Me hace
un gesto—. ¿Cuántos tipos de aquí quieren mi Sawyer?

Literalmente quiero arrastrarme en un agujero y morir cuando


puedas oír caer un alfiler.

—Vamos —grita Cole—. ¿Qué carajo les pasa, bastardos? —Se


pone una mano sobre la boca—. ¿Cuántos tipos de aquí quieren
a Sawyer?

Nadie dice una palabra.

—Malditas ovejas —gruñe—. Ninguno de ustedes será nunca


bastante buen…

—Yo sí.

Antes de que pueda parpadear, Oakley me agarra el rostro.

Justo antes de besarme.


SAWYER
Estoy tan sorprendida que mi cerebro se desconecta
temporalmente.

No es hasta que siento su lengua entrar en mi boca que vuelvo a


mis sentidos y lo alejo.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué...?

—Te voy a matar, hijo de puta —gruñe Cole, lanzándole un puño.

—Vamos. —Oakley apunta a su mandíbula—. Aquí mismo.

—¡No! —Bianca grita.

Pero es demasiado tarde, Lucky Seven ya está en


marcha. —Traidor…

Oakley da un paso al costado a mitad de la carrera.

Está tan borracho que pierde el equilibrio y cae al suelo con un


golpe fuerte.

—Eso —dice Oakley mientras señala a un Cole ya


desmayado—. Es por lo que te besé. —Se inclina—. Tú y Bianca
agarren cada una, una de sus piernas, y yo me encargaré del
resto. Es hora de volar este puesto de paletas.
—Creo que está sangrando —digo mientras empezamos a
arrastrarlo hasta la puerta y veo un pequeño rastro de sangre.

—Es un chico grande, estará bien —dice Oakley—. Pero si no lo


es... como que se lo merece. ¿No es así?

Cole empieza a gritarle cosas incoherentes.

—Yo también te quiero, hombre —le responde Oakley.

Unos minutos después lo colocamos en el asiento trasero y nos


vamos.

—¿Estará bien si lo llevan a la casa?

Como dejé mi camioneta en la escuela, Oakley tiene que dejarme


primero.

Agita una mano. —Tenemos esto.

Bianca asiente con la cabeza. —Somos bastante profesionales.

Oh. —Bueno, en ese caso. Que tengan una buena noche.

Empiezo a caminar hacia mi camioneta, pero Bianca me detiene.

—Las cosas que Cole dijo antes...


La detengo ahí mismo. —Sé que quieres defender a tu hermano
porque lo amas, pero no puedes sacarlo de esto. Me hizo daño y
no es algo que vaya a olvidar.

No ahora... no nunca.

—Sé que parece una locura, pero esas cosas no eran sobre ti,
Sawyer. Quiero decir, algunas cosas lo eran. Pero no la larga
tangente que siguió sobre que no le gustas a nadie y que es
mucho mejor que tú.

Estoy muy confundida. Definitivamente me estaba mirando


cuando dijo todas esas cosas malas.

—Si no dijo esas cosas sobre mí, ¿quién...?

—Liam. Todas esas cosas que dijo estaban dirigidas a


Liam. —Ella frunce el ceño—. Lo que presenciaste esta noche no
fue Cole. Fue el gemelo malvado.

—Oh.

Honestamente no tengo ni idea de cómo responder a eso.

Sé que Cole no siempre se llevó bien con Liam y que no eran muy
cercanos... ...pero eso es mucha animosidad para albergar hacia
tu hermano.

—No tengo derecho a pedirte esto, pero por favor no te rindas con
él todavía. Eres buena para él, Sawyer.

Eso puede ser cierto, pero después de esta noche, está claro que
no es bueno para mí.
COLE
El golpeteo en mi cabeza se siente como un martillo.

Si el martillo fuera un picahielos.

Miro a mi alrededor con confusión.

¿Por qué estoy durmiendo en el sofá de Oakley?

Miro al suelo. Bianca está acurrucada con una manta y una


almohada.

No tengo ni idea de qué hora es, y por mi vida, no puedo unir las
piezas de cómo terminé aquí.

—¿Dormiste una buena siesta? —Pregunta Oakley.

Giro la cabeza hacia la cocina. —¿Qué hora es?

Agarrando una botella de agua de la nevera, dice —Un poco más


de las tres de la mañana. —Se acerca y me lo entrega—. Ten.

—Gracias. —Abro la tapa y tomo un largo trago. Mi garganta se


siente como papel de lija—. ¿Qué ha pasado esta noche?

Se deja caer en la silla frente a mí. —¿Conoces el evento K-T que


acabó con todos los dinosaurios?

—¿Sí?
—Bueno, lo que pasó esta noche fue así... sólo que peor.

Bueno, mierda. —Así de mal, ¿eh?

Oakley no parece divertido. —Sí.

Me siento. —Muy bien, Oak. El suspenso me está matando.


Golpéame con él.

Su expresión se vuelve dura. —¿Oak? ¿O un tonto drogadicto al


que le gusta follarse a las MQMF?

No tengo ni idea de lo que está hablando. Bueno, quiero decir que


sí la tengo porque es un drogadicto y se tiró a su madrastra...
pero...

Me estremezco cuando un flashback de mí gritando esas mismas


palabras en la sala de Christian, se me pasa por la cabeza.

—Joder. Lo siento, tío. Yo no...

—Está bien. Lo superaré. —Me da una mirada afilada—


. Aunque no puedo decir lo mismo de Sawyer.

Tiene razón. —Sí, me imaginé que se enojaría por haberle dado


una paliza a su jefe.

Pero una vez que le diga que Bianca mintió, y como ella también
mintió, pensé lo peor y me puse como loco con él, estoy seguro
de que me perdonará.

Eventualmente.

Oak se ríe, pero no hay ni una pizca de humor. —Hermano,


golpear al Sr. Gonzales es la menor de las tormentas de mierda
que has causado.
Se me revuelve el estómago. —¿Qué quieres decir?

De pie, se queda sin aliento. —Veamos... ¿por dónde debería


empezar? —Se rasca la barbilla—. ¿Qué tal si Sawyer entra al
patio trasero de Christian y los encuentra a ti y a Casey en el
jacuzzi? Concedido que estabas desmayado, así que
probablemente no tenías idea de lo que estaba pasando y esa
serpiente se aprovechó de la situación, pero aún así no te detuvo
para invitar a Sawyer a unirse a ustedes dos allí.

Prácticamente puedo sentir mi mundo desmoronándose pieza por


pieza. No importa lo enojado que esté con Sawyer por mentir o lo
jodido que estaba por la mierda que Stone dijo sobre Liam, nunca
tocaría a Casey.

No de buena gana, de todos modos.

—Yo no... —Me froto una mano en la cara. Me cuesta creer que
alguna vez haya lastimado a Sawyer de esa manera...otra
vez—. No le haría eso a Sawyer. —Me preocupo demasiado por
ella.

El temor llena mi pecho.

Así es como sé que está diciendo la verdad.

Hago daño a la gente que más me importa.

Siempre lo he hecho. Siempre lo haré.

Cristo. He jodido mucho esta mierda.

—Normalmente estaría de acuerdo, pero lo vi con mis propios


ojos, hombre. —Se encoge de hombros—. Por si sirve de algo, no
creo que te la hayas follado, probablemente porque estabas tan
borracho que no podías levantarla, pero, oye, es una pequeña
bendición, ¿verdad?

Nada de Casey es una bendición.

—Tengo que disculparme.

Para alguien que no lo hace muy a menudo, parece que es todo


lo que hago cuando se trata de Sawyer.

Oakley pone una cara. —Sí, no creo que una disculpa vaya a ser
suficiente. Quiero decir, si eso fue lo único que hiciste... tal
vez. —Sus ojos se vuelven sombríos—. Pero no lo fue.

Mi boca se seca de nuevo, así que me tomo el resto de mi agua.

—Cuéntamelo todo.

Necesito escucharlo... de esta manera puedo averiguar cómo


puedo hacerlo bien.

Cómo arreglarlo.

—Bueno, después de que te encontró con Casey, la perseguiste


hasta la casa y la acusaste de salir contigo para llamar la
atención.

Un gemido se aloja en mi garganta. —Sawyer no es una puta de


atención.

Chasquea los dedos. —Es gracioso que digas eso, porque así es
exactamente como la llamaste... delante de todos. —Empieza a
marcar las cosas con los dedos—. También le dijiste que era una
llorona. Le dijiste lo mucho que no te gustaba. Bueno, a ti y a
todos los demás. Luego le dijiste alguna mierda sobre estar viva
y libre... ...antes de llamarla cobarde y gritarle que te dejara en
paz y dejara de torturarte.
Se está convirtiendo en una lucha por respirar.

Podría habérselo dicho a Sawyer... pero definitivamente no estaba


hablando de ella.

Los músculos de mi pecho se tensan. —Liam.

Oakley frunce el ceño. —Eso es lo que dijo Bianca.

—Stone empezó a hablar de él y yo perdí la cabeza.

—Bueno, ese tipo Stone es un verdadero imbécil. —Se deja caer


en la silla de nuevo—. Y tú también, porque después de todo
eso... le dijiste a todo el mundo lo geniales que eran sus
tetas. —Toma aire—. Quiero decir, no fue un insulto, pero ya
sabes cómo es Sawyer.

Probablemente se sintió humillada. No sólo odia cuando la gente


habla de su cuerpo... el hecho de que yo hablara de ella como un
pedazo de carne delante de todos...

—Jesucristo. Por favor, dime que me calle la boca después de eso.

—Hermano, ojalá lo hubieras hecho, porque la mierda que hiciste


después fue definitivamente el clavo en tu ataúd.

—¿Qué hice?

—Decidiste hacer un pequeño concurso entre tú y Sawyer.

Es seguro decir que estoy confundido. —¿Un concurso?

Se da un golpe en la pierna. —Yeehaw. ¿Te suena?

No puedo decir que lo haga. —No.

—Bueno, debería porque eso es exactamente lo que dijiste...


antes de que tu egoísta culo preguntara a todos en la sala si
querían follarte. —Sus fosas nasales se hinchan—. Las chicas se
volvieron locas, por cierto. Pero no se puede decir lo mismo de la
pobre Sawyer cuando volteaste las apuestas y le preguntaste a
los chicos sobre ella.

Justo cuando pienso que no puede empeorar... lo hace.

—Yo…

Sus ojos se estrechan. —Y fue entonces cuando la besé.

Mi culpa se convierte rápidamente en rabia, y me pongo de pie.


—¿Qué hiciste qué, hijo de puta?

Él coincide con mi postura. —Besé a Sawyer.

—¿Por qué carajo...?

—Porque el tipo con el que estaba emocionada de tener una cita


se dio la vuelta y la masacró públicamente... otra vez. —Señala
su pecho—. De ninguna manera iba a dejar que esa chica creyera
que no valía nada, porque su novio borracho estaba pasando por
una mierda y decidió usarla como su proverbial saco de boxeo
por la noche, imbécil despiadado. —Haciendo una cara, se encoge
de hombros—. También sabía que te daría ganas de pegarme, y
cuando intentaste dar un golpe, me aparté del camino y te
golpeaste contra el suelo. Ahí fue cuando todo se acabó.

Siento ondas de remordimiento dentro de mí... del tipo que sólo


he experimentado una vez en mi vida.

—Tengo que verla.

Oakley sacude la cabeza. —Tienes que hacerle un favor a esa


chica y dejar que se enfríe un poco.

—No puedo.
Mantenerse alejado de Sawyer no es una opción... nunca.

Busco mis llaves en el bolsillo, pero no encuentro nada. —¿Aún


las tiene Bianca?

—Probablemente, pero tu auto está donde Christian.

No importa. Caminaré hasta allí si es necesario.

Sin embargo, no me llevará allí lo suficientemente


rápido. —Necesito que me lleven.

—¿A dónde?

—Su casa.

Oakley me mira como si me hubiera brotado otra


cabeza. —Definitivamente todavía estás borracho. Son las tres y
media de la mañana.

—No me importa.

Oakley empieza a protestar, pero yo le corto el paso. —Deja de


actuar como si nunca la hubieras cagado antes.

Suspirando, saca las llaves de su bolsillo. —Bien, vamos. Pero


cuando su padre te dispare en tu estúpido trasero, no vengas a
llorarme.

Demonios, en este momento me lo merezco.


SAWYER
Estoy dando vueltas en la cama cuando algo golpea mi ventana.

Asumiendo que es inofensivo, me doy la vuelta y me vuelvo a


dormir.

Hasta que unos minutos más tarde oigo un crujido contra la


casa, seguido de un bajo "Ay". Y, "Maldita sea".

Instantáneamente, salgo de la cama... y me maldigo en silencio


por dejar la ventana abierta.

Estoy a punto de salir corriendo a buscar a mi padre, pero una


figura alta con una sudadera con capucha entra por mi ventana.

Un grito se aloja en mi garganta. Como si la noche no pudiera


empeorar, estoy a punto de ser asesinada en mi propia cama.

Al diablo con eso.

Saco el bate que guardo debajo de mi cama y lo levanto sobre mi


cabeza.

—Jesús. Soy yo —dice la figura que se parece mucho a


Cole—. Baja el bate.

Debo estar teniendo una pesadilla.


Desafortunadamente, un Cole muy real baja la capucha de su
sudadera y se acerca a mí.

Yo dejo el bate, pero sólo para poder empujarlo. Es literalmente


la última persona en el mundo que quiero ver, así que el hecho
de que esté aquí ahora mismo es absurdo.

—Sal de aquí...

Su mano me golpea en la boca y me apoya contra la pared. —Sé


que estás enojada. Tienes todo el derecho a estarlo. —Él sostiene
mi mirada—. Lo siento.

Es increíble.

Si cree que arrastrarse por mi ventana en medio de la noche va a


ganar mi perdón, está loco.

Le quito la mano. —Sal. Ahora.

—No. No hasta que sepa que no me odias.

No lo odio.

Me arrepiento de él. Es una gran diferencia.

—Bien, no te odio. Ahora vete.

—No.

—Entonces supongo que llamaré a la policía.

Me dirijo a la puerta, pero sus brazos me envuelven la cintura y


me tira hasta que mi espalda está a ras de él. —La he cagado,
Bible Thumper.

Al menos en eso podemos estar de acuerdo.


—Eres la última persona en el mundo a la que quiero hacer
daño —dice.

—Y, sin embargo, lo hiciste de todos modos —susurro, mi pecho


se derrumba—. No hay vuelta atrás de esto. Lo que está hecho,
hecho está. —Odio la forma en que mi voz se quiebra—. Vuelve
con Casey.

—No la quiero.

Abro la boca para decirle que obviamente tampoco me quiere


considerando lo que hizo, pero sus labios se ciernen sobre mi oído
y me susurra —Me desmayé en el jacuzzi. No recuerdo que se
haya metido. Diablos, no recuerdo nada de lo que pasó después
de que encontré la botella de Jack Daniels. Pero no la follé.

—Caramba —me burlo—. Suena terriblemente familiar. ¿Cómo


se supone que voy a creerte si sé que nos hemos liado y tú
tampoco lo recuerdas?

Trato de salir de su control, pero me rodea con sus


brazos. —Porque nunca he sentido por ella lo que siento por ti. O
por cualquier otra persona.

—Seguro que tienes una forma divertida de demostrarlo,


Covington.

—Dame otra oportunidad, Church.

—Yo lo hice. Mira lo bien que resultó eso.

—¿Quieres que te suplique?

—No. Quiero que te vayas.

—¿Arrodillarme y pedir perdón?


—No te molestes.

Su voz se reduce a un susurro. —Dime qué hacer para arreglar


esto, Sawyer.

—No puedes. —Odio las lágrimas que me pican los ojos. El dolor
que golpea mi corazón. Cómo me sigue importando a pesar de
que me ha hecho tanto; daño—. Se acabó. El trato entre nosotros
se acabó.

—No, no sé acabó.

—Me has humillado delante de todos. No sólo con Casey, sino


con todas las cosas hirientes y mezquinas que dijiste. Tal vez las
otras chicas con las que has estado no tienen respeto por sí
mismas, pero yo sí.

—Déjame arreglarlo.

—No puedes.

—Puedo intentarlo.

Mi corazón golpea contra mi caja torácica. —¿Por qué, para que


puedas volver a cagarla? ¿Crees que estoy hecha de acero,
Colton? ¿Cuántas veces crees que puedo sobrevivir a que me
hieras así?

—Esa fue la última vez. —Me roza la nariz a lo largo de mi cuello,


inhalándome—. Lo prometo.

—No hagas promesas que no puedas cumplir.

—Me quedo con eso. No me importa lo que cueste o lo que tenga


que hacer. No hemos terminado.
—Tienes razón —me ahogo—. No hemos terminado. —Girando la
cabeza, lo miro—. No podemos haber terminado cuando ni
siquiera hemos empezado.

—Dame una oportunidad más —gruñe.

Mi corazón se retuerce, queriendo desesperadamente darle lo que


pide.

—¿Por qué no te vas?

No puedo pensar claramente cuando me sostiene como si fuera


su salvavidas y pide una segunda oportunidad.

—Porque perderte no es una opción para mí.

Suena tan convincente. Como si realmente le importara una


mierda en lugar de perder su auto de un millón de dólares.

—Entonces deberías haber pensado en eso antes de


emborracharte y destruirnos.

Nosotros. Dios, soy tan estúpida. Nunca hubo un nosotros.

—Tienes razón —está de acuerdo—. Pero no estaba pensando.


Estaba... Stone... —Su voz se desvanece—. No importa una
mierda.

Déjame juzgar eso a mí. —¿Qué hizo?

Sea lo que sea, no va a quitar lo que hizo Cole. Pero al menos me


dará algún tipo de comprensión sobre su estado mental antes de
decidir echar gasolina a esta cosa entre nosotros y prenderle
fuego.

—Te lo dije, no importa. Lo único que importa es recuperarte.


—Recuperándome para que no pierdas la apuesta —aprieto los
dientes.

—No. Pero si eso es lo que realmente piensas, está bien. —Él


libera su agarre sobre mí—. Porque voy a demostrar que te
equivocas. —La determinación en su voz es
inquebrantable—. Arreglaré esto, Sawyer.

Dios mío. Nunca he conocido a nadie más terco en mi vida.

No tiene sentido seguir discutiendo con él. Es más fácil dejar que
piense lo que quiera para que se vaya.

—Muy bien. Lo que sea. —Señalo la ventana—. Vete.


SAWYER
El lunes mi casillero estaba lleno de rosas de tallo largo.

El martes, fueron cinco libras de chocolates.

Que, por supuesto, eran mis favoritos y tan difíciles de tirar.

Lo cual hice después de que Oakley agarrara un puñado de ellos,


es decir.

Oakley se frota las manos. —¿Qué crees que será hoy?

No estoy segura, pero realmente espero que no sea un artículo de


comida otra vez. He conseguido perder otros cinco kilos y no
quiero caer en la tentación.

Con un gruñido, abro mi casillero.

Maldición. Cole conoce mi debilidad.

Oakley levanta una ceja. —¿Qué es...

—Nick Jonas —suspiro—. Claro que sí.

Y está autografiado. Maldito sea. Maldito sea, directo al infierno.

Cole, no Nick. Nick es perfecto.

Pero al igual que el resto de las cosas con las que Cole trata de
comprarme... Nick también, debe irse.
—Hay un sobre —observa Oakley.

Yo se lo entrego. —Date el gusto.

Lo abre felizmente... y luego hace pucheros. —Son sólo unas


entradas para el concierto. —Se encoge de hombros—. En
primera fila, sin embargo.

En realidad, me quejo.

Va a ser tan jodidamente difícil tirar esto a la basura.

—Tienes que hacerlo por mí —le digo—. No tengo la fuerza.

Él resopla. —Felizmente.

—Espera. —Acaricio la foto brillante—. No lo lastimes demasiado.


Es muy bonito.

Oakley pone los ojos en blanco. —Sabes que podrías aceptar sus
regalos... y luego, ya sabes... aceptar sus disculpas y darle otra
oportunidad.

—Oh, Dios. No tú también. —Ya es bastante malo que tenga a


Bianca defendiendo su caso cada vez que me ve, ¿ahora Oakley?

Se encoge de hombros inocentemente. —Lo siento, no puedo


evitarlo. Nunca lo he visto tan miserable.

—Bien. Ahora sabe cómo se siente.

—Juró dejar de beber por el resto de su vida.

—Muy bien. Debería jurar que es un imbécil para el resto de su


vida también.

—Sawyer, no quiso hacerte daño. Tiene muchos problemas.


Y si me dijera esas cuestiones y me ayudara a entender por qué
es cómo es, y por qué hace las cosas que hace... pensaría en darle
la segunda oportunidad que quiere.

Pero no lo hará.

Porque ese no es Cole.

—El hecho de que tú conozcas sus problemas y yo no, es una


gran parte del problema. —Me despido en silencio de Nick. Es
una mierda que nuestro tiempo juntos haya sido tan corto—. No
puede comprarme. Si quiere que acepte sus disculpas, tiene que
darme una razón para... y la única forma en que puede hacerlo
es dándome al verdadero él. Porque es el único Cole que me
interesa perdonar. —Cierro de golpe la puerta de mi
locker—. En lo que a mí respecta, Lucky Seven puede irse a la
mierda...

—¿Supongo que no te gustaron las entradas del concierto? —Cole


pregunta detrás de mí.

Lo miro fijamente. —Basta de regalos. Los regalos no son lo que


quiero.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres?

—El hecho de que aún no lo sepas es simplemente... triste.

Intento alejarme, pero él me bloquea. —Sawyer.

—Sal de mi camino.

Fuera de mi corazón.
COLE
—Vale, pero si te dejo ir a clase, almorzarás conmigo.

Esos ojos bebé marrón se endurecen. —No.

—Cena entonces.

Hace una cara. —No sucederá.

Dándole mi sonrisa más sexy, le paso un dedo por el


brazo. —¿De postre?

Sus fosas nasales se inflaman. —Muévete.

—Bien. —Inclinándome, susurro— Ve a clase, Bible Thumper.


Pero esto está lejos de terminar.

Ella murmura algo que no entiendo.

Espero hasta que esté a mitad de camino en el pasillo. —Una


cosa más, Sawyer.

Ella deja de caminar. Prácticamente puedo ver la ira que se


desprende de ella. —¿Qué?

—Te ves hermosa hoy.

La verdad es que siempre se ve hermosa, pero quiero que todos


me escuchen decirlo.
Se escabulle rápidamente dentro del aula.

Casey y Morgan intercambian una mirada cuando pasan a mi


lado.

—Vaya, alguien ha sido azotado —dice Morgan.

—Sólo está azotado porque hizo una apuesta con alguien del
equipo de fútbol. —Casey me mira—. Tan pronto como termine
con la cerda gorda, volverá arrastrándose.

Al carajo que lo haré.

—No aguantes la respiración, coño rancio.

Me miran mal y las dos salen corriendo.

—Hoy fue mejor que ayer —señala Oakley—. A este paso,


deberías tener a tu chica de vuelta en, digamos, diez o veinte
años. —Me da una palmada en el hombro—. Más o menos.

—No sé qué más hacer.

Ya he hecho todo lo que se me ocurre. Todas las mierdas típicas


que las chicas aman.

Para ser honesto, realmente pensé que la mierda de Nick Jonas


iba a ser un golpe de suerte, pero evidentemente no.

—Eso es porque no estás prestando atención —dice Oakley


mientras comienza a caminar por el pasillo.

Me pide que me una a él. —Deja de pensar en las tres C y empieza


a escuchar lo que tu chica está diciendo.

—Lo que está diciendo es que la deje en paz —gruño—. Y eso no


está sucediendo. Nunca.
—Relájate, asesino. Lo que quiero decir es, lo que su corazón está
diciendo. Las chicas tienen esta extraña forma de decirte lo que
necesitan sin decírtelo realmente... ¿me entiendes?

No. No lo hago, joder. —¿Cómo es eso?

—Cuando te colaste en su habitación. ¿Qué fue lo último que te


dijo antes de que te fueras?

—Ella me dijo que me fuera.

Sacude la cabeza. —Antes de eso.

—Que sólo la quería de vuelta por la apuesta.

—¿Y qué le dijiste a eso?

—Le dije que no era verdad y que lo arreglaría.

—¿Realmente crees que has hecho eso hasta ahora?

Lo miro fijamente. —Obviamente no. Pero entre las flores, los


dulces...

—Mira, la solución a tu problema es muy simple, amigo


mío. —Caminando hacia atrás, abre los brazos
ampliamente—. Tienes que darle algo real.
SAWYER
Presiono las teclas de marfil, llenando la iglesia con los acordes
de "Counting Blue Cars" de Dishwalla.

Es nuevo para mí, pero en cuanto Dylan lo tocó, me enamoré.

Vivo para el tipo de música que te hace reflexionar sobre el


significado de la vida mientras hace que tu alma se sienta viva.

Por eso exactamente decidí desmontarlo. No sólo aumenta la


emoción de la canción, sino que hace más fácil empaparse de
cada palabra.

Echando un vistazo rápido para asegurarme de que la iglesia está


vacía, abro la boca y canto.

Normalmente me lleva semanas memorizar las partituras, pero


esta vez no. Esta vez es como si cada nota viniera directamente
de mi corazón.

Cierro los ojos, dejando que la canción me lleve.

Cuando llego al coro, no me guardo nada. Mi vibrato emana de


las puntas de los dedos de los pies, reverberando a través de las
paredes.

—Jesucristo... tu voz —dice Cole.


Me callo a mitad de la letra y mis dedos se deslizan sobre las
teclas.

—Qué diablos... —Me sorprendo—. ¿Qué estás haciendo aquí?

En una iglesia de todos los lugares.

Sus hombros se levantan en un encogimiento de


hombros. —Imaginé que aquí es donde te encontraría. —Él
sonríe—. Yo tenía razón.

Me estoy arrepintiendo seriamente de haber venido aquí antes de


la práctica del coro ahora.

No entendió la indirecta de que quiero que se vaya, se acercó al


primer banco y se sentó. —No sabía que tocabas el piano... o que
cantabas. Especialmente así.

—No es nada.

Hay músicos y cantantes mucho mejores por ahí. De hecho,


apenas me considero uno.

Pero no puedo concentrarme en eso ahora mismo. Estoy


demasiado preocupada por el motivo por el que está
aquí. —¿Necesitabas algo?

Mira a su alrededor. —Es un poco más pequeño de lo que


imaginaba, pero es bonito. —Sus labios se tuercen—. Ya sabes,
para una iglesia.

Lo intento de nuevo. —¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

Estira su brazo a través del banco. —¿Crees que Dios es un Her?

—¿Eh?
—La canción.

—Oh. —Dudo mucho que haya venido aquí en busca de


iluminación espiritual, pero le doy el gusto de todos
modos—. Supongo que todo es posible. Hay todo tipo de
religiones diferentes ahí fuera. Algunas incluso tienen múltiples
dioses.

Se inclina hacia atrás, evaluándome. —¿Quieres decir que


admites que otra religión puede tener razón, y que hay una
posibilidad de que tu gente se equivoque?

—¿Mi gente?

—Cristianos. Amantes de Jesús.

—Amo a Jesús, pero eso no significa que todos los demás tengan
que hacerlo.

—Eso no es lo que te pregunté.

Su tono es hostil, pero no me siento insultada.

A pesar de mi frustración con él, me gusta que haga preguntas


en lugar de asumir.

Por lo tanto, le doy la verdad. Mi verdad.

—Sólo porque tenga mis propias creencias sobre Dios no significa


que no pueda respetar el hecho de que otras personas tengan las
suyas. —Me encojo de hombros—. Al final del día, todos estamos
tratando de llegar al mismo lugar, ¿verdad? ¿Quién soy yo para
juzgar?

—¿Qué pasa con los que no creen en absoluto?


Me froto las palmas de las manos en la falda. —Llevo una pesadez
en mi corazón por ellos.

Sus ojos verdes brillan en el desafío. —¿Porque no creen en lo


que haces?

—Porque debe ser muy difícil que el peso del mundo descanse
únicamente sobre tus hombros todos los días. —Lo miro a los
ojos—. Pero sin importar mis creencias personales, nunca
trataría de convertir a alguien, ni le diría que se equivocó por no
creer. Estoy segura de que tienen sus razones para ello... al igual
que yo tengo las mías.

Me mira fijamente durante casi un minuto antes de hablar. —No


hay nadie en el mundo como tú, Sawyer.

Mi corazón se dobla sobre sí mismo. Odio que me mire como si


fuera la cosa más fascinante que haya encontrado.

Pero no tanto como odio la forma en que mi corazón late cuando


él está en la habitación...

Y el profundo y sordo dolor en mi pecho cada vez que se va.

Como si mi alma estuviera en sintonía con él y sólo con él.

—Mira, no creo que hayas venido aquí a debatir sobre


religión —digo, tratando de poner algo de distancia entre
nosotros.

—Tienes razón. —Caminando hacia el piano, saca un


sobre—. Vine aquí para darte esto.

—Si es otro regalo...

—No es un regalo. —Me lo entrega—. Prometido.


Desconcertada, lo abro.

Una extraña combinación de sorpresa y desánimo se enreda en


mi pecho cuando veo el cheque de diez mil dólares.

—No puedo aceptar esto.

No sólo se sentiría mal, sino que no quiero que piense que su


donación me convencerá de cumplir mi parte del contrato.

En lo que a mí respecta, nuestra falsa relación ha terminado.

—Tenía el presentimiento de que dirías eso. —Sus rasgos se


endurecen—. Toma el dinero, Church. Te lo has ganado.

Sostengo el sobre hacia él. —Apenas.

Apenas estábamos juntos.

¿Y aun así? Sentí como si todo mi mundo se acabara la noche en


que se emborrachó.

Dios, detesto todos estos sentimientos conflictivos que tengo


respecto a él.

Un segundo quiero darle un puñetazo, y al siguiente quiero


lanzarme a sus brazos y volver a cuando las cosas estaban bien
entre nosotros.

¿Pero sobre todo? Sólo quiero saber qué causó los eventos de esa
noche.

Por qué se emborrachó tanto y dijo todas esas cosas brutales.

Cómo puede ser tan abierto y franco un minuto... pero tan


cerrado al siguiente.

De lo que está tratando de escapar.


Si se arrepiente sinceramente de haberme lastimado... o si es sólo
otra parte del acto de Lucky Seven.

Cruza los brazos sobre el pecho. —Se me permite donar dinero a


cualquier organización que quiera, Sawyer. Si no lo aceptas, se
lo daré yo mismo a tu tío.

Culo testarudo.

—Bien —lo reconozco—. Se lo daré a mi tío. —Lo que sea que lo


haga irse—. ¿Algo más?

—Sí. —El músculo de su mandíbula se contrae—. Te echo de


menos... mucho.

—Co..

—No tienes que responder. Sólo quería que lo supieras.

Observo su mano. Los moretones y rasguños están empezando a


desaparecer. —Esperemos que tu mano no interfiera con el gran
juego.

No parece muy preocupado por eso. —Me las arreglaré.

Nos miramos incómodamente hasta que rompo el contacto


visual. —Gracias por venir a...

—No me gusta esto.

—¿Qué?

—La pequeña charla que está ocurriendo ahora. La incomodidad.


—El surco en su frente se profundiza—. No somos nosotros.

Empiezo a decirle que no hay un "nosotros", pero la puerta se


abre y la gente empieza a entrar.
—Práctica de coro —le digo.

Hay un surco en sus cejas. —¿Podemos hablar después?

—No creo que sea una buena idea. —El órgano de mi pecho
protesta. Estúpido traidor—. Tengo mucho trabajo escolar para
ponerme al día.

Parece que quiere discutir, pero simplemente me da un rápido


asentimiento antes de irse.

—¿Quién era ese? —Amanda pregunta después de que él se vaya.

—Mi no... —Me detengo—. Sólo un chico con el que voy a la


escuela.

Un tipo que todavía tiene mi corazón en la palma de su gran mano.


SAWYER
—Dios, ¿por qué tarda tanto? —Caitlyn se queja con impaciencia.

Estamos todos acurrucados fuera del vestuario de las chicas...


esperando que la Reina finalmente nos honre con su presencia.

Otra chica, que ahora sé que es René, mira su reloj. —Se suponía
que íbamos a estar en el campo para estirar hace cinco minutos.

Bianca se queda en silencio, pero no puedo evitar notar el indicio


de una sonrisa astuta que se curva en sus labios.

A decir verdad, hasta yo me estoy cansando de esperar a que


Casey ponga su trasero en marcha.

El juego del campeonato comienza en veinte minutos y no hay


manera de que Izzy salga solo.

Sin mencionar que hace un calor infernal bajo esta cosa.

Unos minutos más tarde, Morgan sale del vestuario.

La expresión en su rostro no es buena. —Tenemos un problema.

—¿Tú crees? —Caitlyn chilla—. Hemos estado esperando una


eternidad.
—Menuda capitana que es —murmura René—. Ni siquiera puede
molestarse en llegar a tiempo al partido más importante de la
temporada.

Juro que la sonrisa de Bianca crece.

—No es su culpa —defiende Morgan. Asegurándose de que no hay


nadie más alrededor, deja caer su voz en un susurro—. No puede
ponerse el uniforme.

Sus bocas se abren... la mía también.

Bianca simula un jadeo. —Oh no. Dios, no me digas. Eso es


terrible. —Su boca se frunce—. Debe haber sido algo que comió.

Intercambia una mirada humorística con Caitlyn y Rene.

Esta conversación sobrepasa la cabeza de Morgan. —Lo sé. Traté


de ofrecerle el mío ya que soy más grande, pero tampoco le queda
bien. —Se encoge de hombros—. Como seré capitana de las
animadoras el año que viene, me nombró para sustituirla
durante el partido de hoy.

Las tres chicas intercambian otra mirada. No lo aprueban.

—No —dice Caitlyn—. No te ofendas, pero eres un asco. Ni


siquiera puedes hacer una voltereta.

—Afrontémoslo, Morgan —se burla René—. La única razón por la


que te hiciste miembro del equipo es porque le besaste el culo a
Casey.

—Su culo gordo —bromea Caitlyn y las chicas se ríen.

Mi estómago se revuelve. Dios sabe que no soporto a Casey, pero


burlarme de ella porque ha ganado algo de peso está... mal.
—Lo que sea. —Morgan pone sus manos en sus caderas—
. Ahora soy la nueva capitana de las animadoras. Lidia con ello.

La lengua de Caitlyn se suelta. —No tan rápido. La última vez que


lo comprobé, todo el equipo votó por la nueva capitana de las
animadoras.

—¿Hablas en serio ahora mismo? —Morgan chasquea,


enderezando su columna—. Muy bien. ¿Quién crees que debería
ser la nueva capitana? —Pone los ojos en blanco—. Oh, déjame
adivinar...tú.

Caitlyn sacude la cabeza. —No.

Las cejas de Morgan se disparan. —¿Entonces quién?

Bianca estudia sus uñas.

—Bianca —dicen Caitlyn y René al mismo tiempo.

Morgan no parece feliz con eso ni un poco. —¿Estás bromeando?


Ella es sólo una estudiante de segundo año. La única razón por
la que llegó al equipo titular es porque Casey estaba saliendo con
Cole.

—Será una junior el año que viene, idiota —argumenta Caitlyn,


la más audaz de las dos—. Además, está aquí a tiempo, es
pequeña y en forma, puede dar la vuelta, y lo más importante, es
buena.

—Muy buena. —añade René.

Mierda.

Bianca claramente ya tiene a estas dos envueltas alrededor de su


dedo meñique.
Parece que Morgan quiere llorar. —No puedes hacer esto. No es
justo.

Caitlyn y René levantan sus manos. —Todos los que estén a favor
de que Bianca sea la nueva capitana de las animadoras, levanten
la mano. —Ella me mira—. Izzy, tú también cuentas. Dado que
eres nuestra mascota y todo eso.

Bianca me echa una mirada cuando se une a ellas.

A regañadientes, levanto la mano.

Morgan realmente se estremece.

Ese es un favor que se cobra.

Bianca le da a Morgan una sonrisa dulce. —Espero que disfrutes


del juego de hoy. —Sus ojos se convierten en pequeñas
rendijas—. Será el último.

—Son unas idiotas.

Bianca agita sus dedos en una delicado saludo. —Adiós, Felicia.

Morgan pisotea. —Perra malvada.

Riendo, Caitlyn y Rene la siguen. —Vamos a correr al puesto de


concesión antes del partido. ¿Quieres algo?

Volviendo a estudiar sus uñas, Bianca levanta un hombro. —Una


botella de agua sería genial.

—Ya lo tiene, Capitana.

Cuando ya no están cerca, Bianca levanta su mirada hacia mí.


—Y así, amiga mía, es como se hace, carajo. —Caminando hacia
atrás por el pasillo ella grita— De nada, por cierto. Lo que le pasó
a Casey es algo que me gusta llamar karma.

Por muy malo que sea, no puedo negar que una pequeña parte
de mí lo está disfrutando.

Casey me ha torturado durante años por mi peso.

Tal vez ahora finalmente comprenda cuánto duele.

Abro la boca, pero luego los veo por el rabillo del ojo.

Mi estómago retrocede. No esta mierda otra vez.

Estoy debatiendo hacer una carrera, pero es demasiado tarde.

Me han visto.

La tripulación de jugadores gigantes de fútbol se abalanza sobre


mí. —¡Izzy! ¡Izzy! ¡Izzy!

Mierda. Aquí vamos de nuevo.

—¡Vestuario equivocado, Iz! —Lennox llama.

Un tipo sisea. —Miren a Izzy seduciendo a las porristas.

—¡Está eligiendo un buen tema para después de que le demos


una paliza al vikingo! —exclama Cortland.

Todos aúllan como una manada de lobos.

Dwight levanta el puño en el aire. —¡Izzy! ¡Izzy! ¡Izzy!

Al diablo con mi vida.

Me resigno mientras proceden a sentarme sobre sus hombros.

Llévenme, chicos.
COLE
Los cánticos de mi equipo rebotan en las paredes mientras entran
en los vestuarios en un maremoto gigante. —¡Izzy! ¡Izzy! ¡Izzy!

Me trago una risa. Sabía que tarde o temprano encontrarían al


pequeño cabrón.

El reloj de la pared me llama la atención. El entrenador saldrá de


su oficina en cualquier momento.

Es hora de concentrarse.

Veo a Dwight y Lennox, que todavía rebotan con entusiasmo a


Izzy en sus hombros. —Baja a Izzy.

Como en el momento oportuno, el entrenador Stalter grita —Muy


bien. Está bien. ¡Todo el mundo toque a alguien! —Aplaude—. Es
hora de que nuestro mariscal de campo nos guíe en la oración.

Maldita sea, cómo odio esta parte.

La ironía de un no creyente liderando el equipo en la oración


antes de cada partido no se me escapa.

Yo resoplo. Si tan sólo Sawyer estuviera aquí para presenciar


esto.

Si tan sólo no lo arruinara todo y no la hiciera odiar mis malditas


agallas.
—¿Algo gracioso, Covington? —El entrenador grita.

—Sí —grito, cubriendo mi pensamiento—. ¡Qué mal vamos a


patear el culo de los vikingos hoy!

Todo el mundo estalla en vítores y aullidos.

—¡Está bien, está bien, cálmate! —gruñe después de un


minuto—. Adelante, Covington.

—Querido, Señor —comienzo.

Puede que no crea en el todopoderoso, pero creo en mi equipo.

Creo en este deporte.

Y cuando estoy en ese campo... creo en mí mismo.

—Al acercarnos al gran juego, te pedimos que estés ahí para


guiarnos en cada movimiento y que estés ahí para celebrar cada
touchdown con nosotros.

Respiro profundamente. —Que nuestros pies sean veloces, que


nuestros músculos nunca se cansen... ...y que nunca nos
quedemos sin esperanza y determinación mientras aplastamos a
los vikingos hasta polvo hoy. Estamos agradecidos por ustedes,
por la gente en las gradas que vino a vernos jugar, por nuestro
entrenador que nunca se rinde... y por cada jugador de este
equipo con el que he tenido el honor de compartir el campo en
estos últimos cuatro años. La temporada pasada fue dura, pero
por favor... ayúdenos a traer el campeonato a casa esta
vez. —Mirando al techo, digo— Dios sabe que nos lo hemos
ganado.

Miro a mis compañeros de equipo, incluso a Cortland, el maldito.


Porque todo mariscal de campo que se precie sabe que es tan
bueno como el equipo que tiene detrás. —Amén.

La habitación estalla en vítores. Bueno, excepto Izzy, que sigue


rezando.

Oye, lo que sea que funcione.

—Maldición, Covington —Dwight gruñe—. Eso fue hermoso.

El entrenador se aclara la garganta. —Bueno, mierda. No sé cómo


diablos podemos perder después de eso.

—No vamos a hacerlo —digo yo.

—Claro que sí —grita Lennox.

—¡¡Joder, sí!! —Dwight grita.

El entrenador empieza a hacer un gesto hacia la puerta. —Bueno,


no puedes vencerlos si no estás en el campo para jugar, ¿verdad?
Saquen sus culos de ahí.

Los músculos de mi pecho se tensan. —En realidad, necesito otro


minuto.

Esta es la última vez que estaremos todos juntos en el vestuario,


así que es ahora o nunca.

Es una mierda que se haya reducido a esto, pero le dije que lo


arreglaría.

Y lo dije en serio.
SAWYER
Cole Covington acaba de rezar a un Dios que ni siquiera cree que
exista por el bien de su equipo.

Mi aliento se recupera. Hay algo tan magnánimo en eso.

A pesar de mi enojo con él, una vez más me encuentro pensando


que tal vez no es tan egoísta como pensaba.

Algunos de los chicos empiezan a irse, pero Cole los


detiene. —En realidad, necesito otro minuto.

La confusión nubla las expresiones de sus compañeros de equipo


mientras busca algo dentro de su casillero.

Evidentemente, están tan perdidos como yo.

Tal vez tenga algún tipo de equipo presente planeado para el gran
juego.

Me quedo atónita cuando arroja un juego de llaves de Cortland.


—Disfruta de tu nuevo auto.

Mi corazón se detiene en frío.

Espera... ¿qué?

Él no...
No puede...

Las bocas de todos caen al suelo. La mía incluida.

Cortland parece totalmente desconcertado. —¿Qué hay de la


apuesta? Aún quedan más de cuatro meses.

Hay un destello de culpa en los ojos de Cole antes de que sus


rasgos se endurezcan. —Nunca debí aceptar para empezar.

Mis entrañas se desploman. Oh... Mi... Dios.

Lo hizo.

—¿Qué parte de poner sus traseros en el campo no entienden,


imbéciles? —El entrenador Stalter se pone en marcha.

Todo lo que puedo oír es el frenético golpe de mi corazón contra


mis costillas cuando una multitud de jugadores de fútbol pasa
corriendo por delante de mí.

Nunca, nunca esperé que hiciera esto.

—¿Un poco de privacidad, Izzy? —Cole ladra, sacándome de mis


pensamientos.

Ahí es cuando me doy cuenta. No tiene ni idea de que soy yo aquí


abajo.

Las lágrimas saltan a mis ojos mientras me agarro el pecho.

No hizo esto bien para ganarme de nuevo... lo hizo porque


realmente cree que es lo correcto.

Con o sin mí.

Lucky Seven no merece una segunda oportunidad...


Pero Colton sí.

Saca un trozo de tela verde de su casillero... y luego vacila.

Con la mandíbula flexionada, gira su mirada hacia


mí. —¿Quieres salir de aquí, hombre? Jesús.

Rápidamente me apresuro hacia la puerta... y luego me detengo.

—Buena suerte hoy, Colton.

Con eso, me voy.


COLE
Una lenta oleada de ira llena mis venas mientras veo a Todd
Harris lanzar su cuarto touchdown del juego.

La mitad de la gente en las gradas se vuelve loca, y los dos caza


talentos de Duke's Hearts empiezan a garabatear furiosamente
en sus cuadernos.

Levanta el puño en el aire, bailando como si ya hubiera ganado.


El bastardo.

A dos minutos del final del partido, se anotan el punto extra,


haciendo el marcador treinta a veintisiete. El entrenador Stalter
parece que quiere vomitar... dos minutos no es mucho tiempo.

Está listo para aceptar la derrota.

No es así.

Lennox me mira con remordimiento en sus ojos mientras sale del


campo.

Sin embargo, no es culpa de la defensa que estemos perdiendo


este juego.

Es la ofensa... específicamente yo.

Mi mirada se dirige hacia Izzy-Sawyer.


No tenía ni idea. Aunque probablemente debería haberlo
adivinado la semana pasada. Izzy nunca ha sido de los que se
arrodillan en medio de un juego para empezar a rezar.

Mi pecho se enrolla. Ella me vio.

—¿Estás listo, hombre? —Dwight balbucea.

Cortland resopla. —Hombre, primero se roba la novia de nuestro


QB, luego se roba nuestro campeonato. Bien podría inclinarse.
Cole. Estás jodido.

Una oleada de determinación se eleva dentro de mí. —No. A la


mierda con eso.

Todd podría follar a mi ex, robar mi oferta de Duke's, y ganar el


juego...

Pero si voy a caer... voy a caer balanceándome.

Me desangraré por este deporte.

Mi mirada se vuelve hacia Sawyer otra vez. Por ella.

—No vamos a salir como un montón de maricas. —Agarrando la


parte delantera del casco de Dwight, choco el mío contra el
suyo—. ¿Estás conmigo?

Él sonríe. —¡Joder, sí!

Aplaudo. —Vamos a hacer esto.

Comenzamos nuestra marcha firme por el campo. Puedo decir


que el entrenador está jugando asustado, enviando una jugada
de carrera tras otra. No confía en mí para pasar, teme que me
ahogue en el embrague. A la mierda con eso. Soy el puto Cole
Covington y soy el embrague.
Aún nos queda la mitad del campo y un vistazo al marcador me
recuerda que nos queda menos de un minuto de juego.

Me queda menos de un minuto de mi carrera de fútbol en el


instituto. No voy a salir como un tonto.

Mis ojos encuentran a Izzy, de rodillas otra vez, y tengo que


sonreír.

Sigue rezando, Bible Thumper, pero yo me encargo de esto.

Ignorando la jugada que nuestro corredor acaba de traer desde


la línea de banda, hago mi jugada. Dwight sigue su ruta
perfectamente, nunca rompe el paso cuando mi pase cae en sus
manos. Se dirige hacia la zona de anotación, pero su seguridad
es rapidísima y se las arregla para derribarlo por detrás en la
línea de las nueve yardas.

Escucho al entrenador gritando por un tiempo de espera, el


último, y miro para ver cuánto tiempo queda.

Diez segundos. Una jugada.

Todo o nada.

Nos dirigimos a la línea de banda y el entrenador se mete en mi


cara.

—No vuelvas a hacer esa mierda, Covington. Y no me empujes.


Duke's Hearts no te aceptará sin mi recomendación. ¿He sido
claro?

Joder. —Sí, entrenador. Fuerte y claro.

Hace un diagrama de la jugada y nos envía de vuelta al campo.


No funcionará, carajo. Sé que no lo hará. He estado observando
a sus linebackers toda la noche y son inteligentes. Si hago la
jugada del entrenador, perdemos.

Yo no pierdo, carajo.

—Acérquense. —Una vez que volvemos al campo, llamo a la


ofensiva... un movimiento inusual después de un tiempo muerto.
Su confusión se reemplaza con aprensión cuando llamo a una
nueva jugada.

—Cero derecha Y jet caballero en uno.

—Cole, eso no es lo que el entrenador...

—Cero derecha Y jet caballero en uno. ¿Te encargas de esto,


Dwight?

Mira alrededor del círculo, y luego a mí. —Lo tenemos, hombre.

Miro a todos los jugadores a los ojos antes de


preguntarles —¿Están conmigo?

Sus gruñidos afirmativos son exactamente lo que esperaba oír.

—Toda nuestra temporada se reduce a esta obra, chicos. Vamos


a divertirnos un poco.

Nunca he estado más seguro de nada en mi vida.

Excepto ella.

Mi equipo corre a la línea de escaramuza y yo me alineo en la


formación de escopeta, solo en el campo trasero. Observo cómo
se mueven sus defensas y sus linebackers ahora que saben que
vamos a pasar. Escucho al entrenador gritando en la distancia,
pero lo ignoro. Se nos acabaron los tiempos muertos, así que no
puede detener esto.
El tipo necesita relajarse.

—Listo. Set —grito, mi voz se eleva sobre el ruido de la multitud.


Pisoteo mi pie, enviando a Dwight en movimiento. Justo cuando
pasa por detrás de la guardia izquierda, grito—. Hike.

La defensa es sorprendida cuando el balón es lanzado


directamente a Dwight, que se lanza hacia el extremo derecho de
la línea. Observo y espero... los tres segundos más largos de mi
vida. Cuando veo a los linebackers y a los safeties morder, todos
dirigiéndose al lado derecho del campo, despego a la izquierda
tan rápido como puedo correr.

Nadie de la defensa me presta atención. Todos están


obsesionados con detener a Dwight. Estoy a tres yardas de la
zona de anotación cuando giro, justo a tiempo para ver a Dwight
pivotar y lanzar el balón con todo lo que tiene.

El lanzamiento es alto y más lejos de lo que esperaba. Me propuse


atravesar dos yardas más, y luego me lancé tan lejos y tan alto
como pude, sin apartar nunca la vista del balón. El cuero golpea
mis manos con más fuerza de lo que esperaba, pero se cierran
alrededor de él y tiro el balón hacia adentro justo cuando mis
hombros golpean el suelo. Escucho a la multitud enloquecer y el
zumbido que señala el final del juego.

El árbitro más cercano a mí levanta los brazos indicando un


touchdown. Salto y clavo el balón como si fuera mi
perra. —¡Joder, sí!

Santo cielo. Lo hicimos, carajo.

La multitud irrumpe en el campo y segundos después todo mi


equipo se precipita.
Pero por muy emocionado que esté con nuestra merecida victoria,
sólo hay una cara que quiero ver ahora mismo.

Me concentro en la mascota que está haciendo el rociador,


revolviendo a la multitud aún más.

Puede que no merezca a Sawyer... pero la deseo.

Toda ella.

No hay paredes. No hay barandillas. No hay redes de seguridad.

Ningún contrato o apuesta estúpida.

Sólo nosotros.

Esta vez de verdad.


SAWYER
El aire rezumba con la conmoción y la emoción cuando los
Knights anotan el touchdown ganador.

Lo hicieron. Salto de arriba a abajo en la línea de banda mientras


la excitación bombea a través de mi sistema.

Sé lo duro que han trabajado todos por esto y merecen absorber


cada segundo de esto.

—Mierda —murmura Bianca justo antes de que ella y el resto de


las animadoras corran hacia el campo.

Observo como se mueve y sacude su corazoncito, haciendo los


movimientos de Casey incluso mejor que Casey.

Estoy nerviosa cuando llega la hora del gran salto, pero como
todo lo demás, ella lo logra.

Estoy tan distraída que casi pierdo la señal para unirme a ellas.

Aferrándome a la cabeza de Izzy, me voy.

Dado que es el último juego, le doy a mi notorio movimiento de


rociadores todo lo que tengo. Trabajando mis caderas y
arqueando mi espalda.

La multitud pierde la cabeza, cantando por Izzy y el resto de los


Knights.
Sintiéndome audaz y alimentándome de la energía, empiezo a
sacudir mi trasero.

Hasta que siento un par de penetrantes ojos verdes mirándome.

Su mirada es tan intensa que me roba el aliento de mis pulmones.

Sin avisar, está caminando por el campo como un hombre en una


misión. Sus largas zancadas se comen la distancia entre nosotros
en tiempo récord.

Y luego está parado frente a mí... acercándose a mí como un


eclipse.

Mi sangre se acelera y una corriente de pánico fluye a través de


mí mientras le arranca la cabeza a Izzy y la tira al suelo.

La multitud de gente que nos rodea jadea.

—Qu...

Me da pánico por una razón totalmente diferente cuando me


toma en sus manos y me dice —Sé mi novia.

Mi mente se arremolina, escupo lo primero que me viene a la


mente. —¿Es... es una broma?

—No. Esto es real. —Las grandes manos que enmarcan mi rostro


se tensan—. Tan jodidamente real.

Se me humedecen los ojos y mi visión se vuelve borrosa.

Hay tantas razones por las que debería rechazarlo.

Tantas razones por las que no funcionará entre nosotros.

Tantas razones para dar la vuelta y correr.


Pero al órgano que late en mi pecho no le importa ninguna de
ellas.

Sólo se preocupa por él.

—Sí...

No puedo terminar esa declaración porque él aplasta su boca


contra la mía.

Es un beso que me roba el aire y hace que todo vaya en espiral.

Un beso que tiene un reclamo indiscutible.

Un beso lleno de disculpas por el pasado, una promesa de hacerlo


mejor en el futuro, y un voto de luchar siempre por nosotros.

Un beso que lo cambia todo.

Sus manos bajan hasta mi cintura, manteniéndome contra él


mientras mueve su lengua contra la mía.

Un escalofrío baila en mi columna, y abro más la boca,


provocándolo de nuevo.

Pasando sus dedos por mi cabello, sonríe contra mis labios y


pronuncia un profundo gemido.

—Um... hola a todos? ¿Van a quedarse aquí y chuparse la cara


el uno al otro toda la noche? —Bianca grita—. Algunos de
nosotros necesitamos que nos lleven a casa.

La ignoramos.

Ignoramos todo lo que nos rodea.

Porque nada de eso importa.


Todo lo que importa es lo que está pasando ahora mismo.

Porque es real.
SAWYER
Un gemido ronco llena la habitación. —Joder. Eso es, Bible
Thumper. Justo ahí.

Reteniendo una risa, continúo presionando con mis dedos sus


músculos, deshaciendo el nudo en su espalda.

Su equipo quería que fuera donde Christian a celebrar su victoria


esta noche, pero Cole les dijo que tenía otros planes.

Evidentemente esos planes implicaban volver a su casa.

Conmigo.

No es que me esté quejando.

Hay formas mucho peores de pasar la noche que en la cama


tocando a un Cole sin camisa.

Mi novio.

Mierda.

—Eso se siente tan jodidamente bien —Cole dice bajo y


profundo—. Cásate conmigo.

Eso me saca del trance.


—Te estás adelantando un poco, amigo —bromeo—. Acabamos
de empezar a salir.

Miro alrededor de su habitación. Esperaba que fuera


extravagante y elegante como el resto de su casa, pero aparte de
la pantalla plana gigante de T.V. y una cama King California...
está completamente envuelta en recuerdos de fútbol.

No hay fotos ni toques personales.

—¿Qué vas a hacer con tu auto?

—Nada. Es de Cortland.

—¿No vas a intentar recuperarlo?

Es un auto de un millón de dólares, por el amor de Dios.

Si le dijera a mi padre que lo entrego, estoy segura de que


derramaría algunas lágrimas.

Demonios, incluso podría prohibirme salir con Cole debido a su


estupidez.

—No. Tengo algo mucho mejor a cambio.

Sus palabras son casi tan dulces como el gesto mismo, pero en
serio. Esto es un gran problema.

—¿No se molestará tu padre?

Con eso, se tensa. —Sí, se va a enojar.

Tiene que haber una laguna legal en algún lugar. Estoy a punto
de decírselo, pero luego dice —Es lo que es. Mi madre apartó
algunos fideicomisos para sus hijos con el dinero que ganó con
sus películas. No tendré el mío hasta después de que me gradúe
en el instituto. No son millones ni nada, pero podré comprarme
un auto nuevo con él.

Aún faltan más de cinco meses para la graduación. —¿Qué harás


hasta entonces?

Inclinando la cabeza, mueve las cejas. —Suplicar a mi muy sexy


y muy generosa novia que me lleve.

Suspiro dramáticamente. —Muy bien. Pero te va a costar.

—¿Así que es así?

Su voz tiene un filo seductor que me hace todo tipo de cosas.

Antes de que pueda responder, se da la vuelta en la cama y me


agarra las caderas, tirando de mí encima de él.

Se lame el labio inferior sugestivamente. —¿Qué me va a costar,


Church?

Trago con fuerza mientras me siento a horcajadas con él.


Normalmente soy rápida con los pies, pero él ha convertido mi
mente en papilla.

—¿Qué quieres? —Pregunto, pero luego recuerdo que se supone


que soy yo quien le dice lo que quiero—. Quiero decir...

Los nervios me cierran la garganta cuando la mano de mi cadera


se mueve hacia mi trasero.

Dado que ahora soy su novia, ¿esperará que tenga sexo con él?

Porque no estoy segura... en realidad lo estoy.

Estoy segura de que no estoy lista para entretenerme yendo allí


con él todavía.
No sólo por mi fe, sino... todavía somos tan nuevos.

Y aunque no dudo que Cole sienta algo por mí, quiero que mi
primera vez sea con alguien que me quiera.

—¿Esto está bien? —Cole pregunta mientras su mano se mueve


hacia mi muslo.

Le doy un saludo. —¿Tú...? —Me aclaro la garganta y lo intento


de nuevo—. Quiero decir, sabes que no estoy list...

—Relájate —dice—. Sé dónde está la línea. —Rodea mi muslo


interno con su pulgar—. No la cruzaré sin que me des luz verde
primero.

La presión en mi pecho se alivia. —No estoy tratando de ser una


mojigata...

Las palabras mueren en mi garganta cuando su pulgar roza mi


sexo a través de mis leggings. —Confía en mí, después de lo que
pasó en ese vestuario, lo último que te llamaría es una mojigata.

Le doy una sonrisa tímida. —Todavía piensas en eso, ¿eh?

Levanta las caderas, haciéndome saber cuánto tiempo y esfuerzo


ha estado pensando en ello. —Dímelo tú.

Deslizándome hacia atrás, miro fijamente el impresionante bulto


que dibuja su chándal gris. —Creo que voy a necesitar un poco
más de pruebas. Ya sabes, de esta manera puedo tomar una
decisión informada y todo eso.

Sus ojos se oscurecen mientras estira su brazo, ahuecando mi


coño a través de la fina tela. —¿Estás segura de eso? Porque
parece que no soy el único que ha estado pensando en ello.
No se equivoca. Dios, estos jueguitos nuestros siempre se las
arreglan para encenderme.

Siguiendo el juego, arrugo la nariz. —¿Quién, yo? Nah.

Mentirosa, mentirosa.

Gruñendo, nos da la vuelta y ahora está encima de mí. —No


tienes ni idea de cuánto me va a gustar probar que te equivocas.

Mis ojos se cierran cuando su boca encuentra mi cuello. Antes


de él, ni siquiera sabía que era un punto caliente mío.

—Tendrás que esforzarte más que eso. —me burlo porque sé


cuánto le gusta un desafío.

Hago pucheros cuando se me tira encima. —Hola.

Apoyándose en un codo, sonríe. —Disfruto mirándote.

Una gran parte de mí quiere preguntar por qué cuando veo como
lo hago, pero no quiero arruinar este momento.

Especialmente cuando desliza la palma de su mano sobre mi


seno. —Jodidamente perfecto. —Siseo cuando me pellizca el
pezón—. Me encanta lo sensibles que son tus tetas.

Le devuelvo sus palabras. —¿Es así?

—Oh, sí. —Su manzana de Adán se balancea mientras la mano


en mi seno se desliza hacia abajo—. También me encanta lo
sensible que eres, ¿Sí? —Gimoteo cuando presiona la yema de su
pulgar contra mi clítoris—. Aquí.

La piel de gallina cubre mis brazos y cuando miro hacia abajo,


veo que mis pezones se arrugan a través de mi camisa.
Y él también.

Al morderse el labio, traza la forma de mí con la punta del dedo.


—Te gusta cuando me burlo de tu lindo coño, ¿eh?

Me da escalofríos porque lo que hace me quema todas las


terminaciones nerviosas.

—Ni siquiera un poco —digo sardónicamente—. Se siente terrible.

—Es una lástima —balbucea bajando por la cama.

La mirada en sus ojos es totalmente depredadora.

—¿Por qué?

Me separa los muslos. —Porque entonces definitivamente no te


gustará esto.

Antes de que pueda parpadear, su boca está en mi coño.

Mis caderas se sacuden cuando él mordisquea y chupa, jugando


conmigo. Tengo tantas ganas de gritarle que me arranque las
estúpidas mallas, pero entonces perderé este pequeño juego
suyo.

—Se siente tan mal —me quejo—. Tan jodidamente mal.

Se ríe, su aliento caliente enviando otra ronda de escalofríos por


mi columna vertebral.

—Oh, Dios.

—La mayoría de la gente me llama Cole —murmura.

—Idiota...
Sus dientes raspan a lo largo de mi abertura y yo arqueo mi
espalda. —Está duro como una puta roca ahora mismo, gracias
a ti.

—Oh, bueno, definitivamente no quiero jugar con


eso —bromeo. Y como también quiero volverlo loco, añado— O
besarlo.

Gime. —Este es mi juego, ¿recuerdas? —Me pellizca el hueso


pélvico—. No es tuyo. —Lame la tela ya mojada—. Así que sé una
buena pequeña Bible Thumper mientras juego con mi coño.

—Um... creo que te refieres a mi coño. Muchas gracias.

Sonriendo, me mira. —Ya no, no lo es.

—Oh, así que supongo que eso significa que tu polla se acaba de
convertir en la mía.

—Es tuya cuando lo quieras —dice—. Sólo di la palabra.

Si ese es el caso, con gusto aceptaré este intercambio.

Finjo que pienso. —Hmm. ¿Qué tal ahora?

Sacude la cabeza. —No se puede.

—Pero tú sólo...

Me da besos entre las piernas. —El juego no ha terminado


todavía. —Acaricia la tela con la nariz—. Pero estos están
empapados ahora, así que probablemente deberíamos
quitártelos.

De un solo golpe, me tira de los leggins y la ropa interior.


Estoy confundida cuando se detiene a mitad de camino por mis
piernas.

Por un momento pienso que algo malo o vergonzoso sucedió, pero


me presiona los muslos contra mi estómago y los mantiene en su
lugar con sus manos.

No sólo bloquea mi visión de él bajando sobre mí, la posición me


deja muy abierta y expuesta.

Estoy a punto de protestar por la injusticia, pero su rastrojo


raspa mi piel desnuda... justo antes de que me meta la lengua
dentro de mí.

Todo lo que puedo hacer es gemir mientras me trabaja hasta el


punto del olvido.

—Dios, estoy tan cerca.

—¿En serio? —reflexiona lamiéndome—. Pero, pensé que odiabas


esto.

Me tiemblan las piernas. —Es lo peor. —Agarrando las sábanas,


me aplasto contra su cara—. Por favor, no me hagas correrme.

—No te preocupes —dice roncamente—. Definitivamente no lo


haré.

Sus labios envuelven mi clítoris, y yo me ahogo en un gemido


mientras la presión crece y crece.

Chupa más fuerte... hasta que la tensión se rompe como una


goma elástica.

Juro que veo las estrellas mientras convulsiono y tiemblo.


Probablemente debería avergonzarme por lo mucho que me corrí
y el punto húmedo que siento debajo de mí cuando me suelta las
piernas, pero honestamente no tengo la energía para
preocuparme por eso.

Y la forma en que Cole me mira, me dice que no le importa nada


mi desorden.

Acostado a mi lado, me hace sonreír de forma desproporcionada.


—No deberíamos volver a hacer eso nunca más.

—Nunca —estoy de acuerdo con una sonrisa.

Miro la evidente erección que todavía tiene. —Y realmente no


debería devolverte el favor. —Paso mis dedos a través de la banda
elástica de sus pantalones de chándal—. ¿Debería?

—No. —Su garganta se balancea al tragar—. Porque


definitivamente no me muero por poner mi polla en tu
boca. —Debe ver la vacilación en mi rostro, porque rápidamente
añade— No tienes que hacerlo si no quieres.

No es que no quiera... tengo miedo de ser mala en ello.

No se puede evitar el hecho de que nuestros niveles de


experiencia son como la noche y el día.

No quiero ser un cuatro, y estoy siendo generosa aquí, cuando


está acostumbrado a tener un ocho o mejor en términos de
habilidad.

Demonios, he visto porno antes. Hay una razón por la que lo


llaman una mamada.

Sin embargo, no me opongo a aprender algo nuevo.


Especialmente si le da una onza del placer que me acaba de dar.
—No, yo quiero...

—¿Puedo preguntarte algo?

—Puedes preguntarme cualquier cosa.

No estoy segura de qué hacer con su expresión. —¿Qué es lo más


lejos que has llegado con alguien?

Mis mejillas se calientan. —Fui a Florida con mis padres una vez.

Hace una cara. —Vamos, Sawyer. No estoy tratando de ser un


imbécil.

Sé que no lo es, pero aun así no hace esta conversación menos


incómoda.

—En noveno grado, Abbott Carney me metió la lengua en la boca


y me metió la mano en el jersey.

Los ojos de Cole se estrechan. —Odio a Abbott Carney.

Eso me hace reír. —Ni siquiera lo conoces. En realidad, es


insanamente inteligente. Estuve muy enamorada de él cuando
era niña, pero él estaba enamorado de Catherine, que solía
cuidarlo. —Me encojo de hombros—. Éramos muy buenos
amigos... hasta el día que sucedió y admitió que fingía que era mi
hermana mayor todo el tiempo.

Sus fosas nasales se inflaman. —Qué imbécil.

Agito una mano. —Eh, tiempo pasado. Ya lo superé.

Además, Abbott Carney no besa ni la mitad de bien que mi


Colton.
Hay un brillo arrogante en sus ojos cuando pone mi mano en su
polla. —Así que dejando la marioneta de Abbott Carney a un lado,
¿seré el primero en todo para ti?

—Ss-no —digo mientras el recuerdo pasa por mi cabeza.

Es curioso como tu mente puede poner en segundo plano


experiencias horribles que preferirías olvidar.

Cole levanta una ceja. —Voy a necesitar alguna aclaración al


respecto.

Aprieto su longitud a través de sus pantalones de chándal, con


la esperanza de cambiar el enfoque en otra parte. Lo último que
quiero mencionar es a él.

Especialmente ahora mismo.

—No es importante. —Empiezo a maniobrar en la cama—. Lo que


importa es cuánto no quiero intentar esto ahora mismo.

Cole pone una cara. —He esquivado dar respuestas lo suficiente


para saber cuándo alguien me lo está haciendo. —Me inclina la
barbilla—. Nunca te juzgaré. Además, después de lo que he hecho
en el pasado, no tengo derecho a molestarme por lo que has
hecho en el tuyo.

Normalmente, estaría de acuerdo. Sin embargo, siempre hay una


excepción a la regla.

Y desafortunadamente para mí... lo he encontrado.

O más bien... sacudido. Dos veces.

Al diablo con mi vida.


Me levanto de la cama. —Por favor, no te enojes. Probablemente
debería habértelo dicho antes, pero nunca hubo un buen
momento para mencionarlo. Y para ser honesta, no es algo en lo
que realmente piense, así que se me olvidó. Enrollarme con él fue
un erro...

—¿Quién?

—Confía en mí, es mejor para los dos si no lo digo. Sacar el tema


sólo te molestará. Como traté de decirte antes, fue un gran error.

En realidad, comparado con Cole y la mitad de los chicos en el


vestuario ese día, fue un error bastante pequeño, pero no hay
necesidad de mencionarlo.

Parece que Cole se va a poner enfermo. —Fue Oakley, ¿no? —Se


pone de pie—. Juro por Dios que voy a joder...

—Mierda. No. Nunca me enganché con Oakley. —Hago una


pausa—. Aparte de cuando me besó donde Christian.

La forma en que su mandíbula hace tic me dice que


definitivamente no ayudó a la situación.

Palidece. —¿Jace?

—No. —Le golpeo el hombro—. ¿Qué demonios te pasa? Nunca le


haría eso a Dylan.

Poniendo sus manos en sus caderas, se encoge de


hombros. —Esos son los únicos dos tipos que se me ocurren que
me harían enojar. —Pone una cara—. Mierda. No es Bianca, es...

—Oh, Dios mío —exclamo, exasperada—. Nunca me he enrollado


con tu mejor amigo ni con ninguno de tus hermanos, bicho raro.
—¿Entonces quién? —Agita sus manos—. ¿Quién es este hombre
misterioso que no quieres decirme...

—Tommy —lo admito—. Era Tommy.


COLE
Esa maldita serpiente buena para nada.

Ya tenía todas las razones para odiarlo y después de oír lo que le


hizo a Sawyer, cómo la usó para correrse y luego trató de actuar
como un noble príncipe después de terminar con ella...

Es seguro decir que acabo de añadir una razón más a la lista.

—Lo siento —susurra—. Pero...

—No tienes nada que lamentar.

No debería disculparse. Si alguien debería disculparse, es él. Es


bueno que el cabrón se haya ido de la ciudad, de lo contrario ya
no estaría respirando.

Basta con decir que el momento entre nosotros se ha arruinado


y mi erección ha desaparecido oficialmente.

—Me muero de hambre. —Me dirijo a la puerta de mi


dormitorio—. Voy a pedir una pizza. Vuelvo enseguida.

—Cole.

Me doy vuelta. —¿Sí?

—Puedes hablar de él... de hecho, creo que podría ayudar si lo


hicieras.
—¿Por qué coño querría hablar de Tom...

—Me refería a Liam.

Así como así, el hielo descongelado alrededor de mi corazón


comienza a congelarse.

La miro fijamente. —Si esto va a funcionar entre nosotros, tengo


tres reglas.

Ella levanta una ceja. —¿Qué?

—No vuelvas a mentirme nunca más. No te metas nunca con otro


tipo. Y no saques a relucir a Liam...nunca.

El tono letal de mi voz deja claro que no hay lugar para la


discusión.

—Me voy a ir.

Miro su plato. Apenas le dio un mordisco a su pizza.

Después de la bomba Tommy que lanzó antes, las cosas han


estado un poco tensas entre nosotros.

Bajando la mano, ella agarra su bolso del suelo. —Tengo que


trabajar todo el día mañana. Te diría que te pases, pero... sí.

No se me permite. Lo cual es una mierda si me preguntas.


Cualquier lugar que me impida ver a Sawyer es un lugar que
merece ser quemado hasta los cimientos.

—Saluda a Stone de mi parte. —Un pensamiento desgarrador


nacido de los puros celos me golpea—. A menos que también te
estés acostando con él.

Lamento las palabras en el momento en que salen de mi boca,


pero es demasiado tarde.

Sawyer ya me está mirando como si fuera un idiota de la realeza.

Lo estoy haciendo.

Respira profundamente, como si tratara de mantenerse lo más


tranquila posible. —No puedo... literalmente no tengo palabras,
Colton.

Debería disculparme.

No hizo nada malo.

Fui yo.

Siempre soy yo.


COLE
Odio la forma en que dejé las cosas con ella.

Pero, como no responde a ninguno de mis mensajes, ella solo


trajo lo que va a suceder.

Levantando mi sudadera con capucha, respiro profundamente y


subo al lado de su casa. Estoy agradecido por todos los años de
agotadora práctica de fútbol que mantuvieron mi cuerpo en
forma, porque esta mierda no es tan fácil como parece en las
películas.

Afortunadamente, su ventana está abierta de nuevo, lo que hace


mi trabajo mucho más fácil.

Hago una nota mental para gritarle que la cierre después de irme,
porque cualquier maníaco podría arrastrarse a través de ella en
medio de la noche.

Caso en cuestión, el que lo está intentando ahora mismo.

Agarrado a la cornisa con una mano, levanto la ventana con la


otra.

Estando tan tranquilo como puedo, me subo dentro.

Las luces están apagadas, ya que es más de medianoche y todo,


pero para mí consternación ella no está aquí.
¿Qué mierda? Su camioneta está en la entrada.

Sacando mi teléfono, le envío un mensaje de texto.

Cole: ¿Dónde estás?

El teléfono de la mesita de noche se enciende.

Supongo que eso explicaría por qué ignoró mis dos últimos
mensajes.

Estoy a punto de ir a sentarme en su cama y esperar, pero oigo


el débil clic de un pestillo. —Buenas noches, papá. Te quiero.

Mierda. Su padre sigue despierto.

Pensando rápido, me deslizo detrás de la puerta abierta de su


armario y me agacho.

No tengo dudas de que, si ve una figura oscura en su habitación,


gritará como una loca y él entrará corriendo.

No voy a darle a su sobreprotector padre campesino el lujo de


dispararme esta noche.

Su aroma a vainilla y coco invade mis fosas nasales en cuanto


entra en la habitación.

Cristo. Siempre huele tan bien.

Me muerdo los nudillos mientras veo la bata que lleva puesta y


la toalla anudada en su cabeza.

Mi polla se mueve. Recién salida de la ducha.

Espero que encienda la luz para que yo pueda tener un mejor


espectáculo, pero no lo hace.
Después de ponerse las gafas, se acerca a su vestidor y saca una
camiseta y unas bragas.

Mi polla cobra vida cuando se sube el algodón blanco por las


piernas.

Espero que luego se deslice de la bata, pero se quita la toalla de


la cabeza y se vuelve al espejo encima de su cómoda.

Un momento más tarde, enciende una luz y recoge su secador de


cabello.

Es ahora o nunca.

De pie, abro la puerta del armario y salgo.

El suelo cruje al mismo tiempo que el secador de cabello hace


clic.

Sin embargo, eso no impide que me vea en el espejo.

—No grites —instruyo, poniendo rápidamente mi mano sobre su


boca—. Soy yo.

Puedo sentir el pánico recorriendo su cuerpo mientras deja caer


el secador y hace un sonido sordo y asustado en su garganta.

Su cerebro tarda unos segundos en captar la señal, pero cuando


lo hace, me pisa el pie.

—¿Qué demonios? —sisea—. Otra vez...

Se detiene por un golpe en su puerta. —¿Todo bien, cariño?

Se agarra el pecho. —Estoy bien, papá. Sólo un poco torpe.

Se ríe. —Está bien. Voy a bajar para ir a la cama. Duerme un


poco.
—Dulces sueños.

Ella espera que sus pasos se desvanezcan antes de hablar. —¿Por


qué estás aquí?

—No me gustó la forma en que dejamos las cosas antes.

Sus ojos se abren de par en par. —Sabes, hay estas cosas


ingeniosas llamadas teléfonos.

—Intenté enviarte un mensaje de texto, pero no respondiste.

Ella barre una mano por todo su cuerpo. —Porque estaba


tomando un baño de burbujas, tú también...

No tiene oportunidad de terminar esa declaración porque cierro


la distancia entre nosotros y la beso.

Como siempre, se resiste.

Agarrando un buen puñado de su trasero, paso mi lengua por la


costura de sus labios, exigiendo acceso.

Cuando no lo concede, le chupo y le mordisqueo el labio inferior


y la pongo contra la pared.

El grosor de mis pantalones crece cuando me muerde.

Está enfadada.

Tal vez sólo necesita la salida correcta para ello.

Por suerte para ella, conozco la perfecta.

—Eso es —muerdo mientras aprieto una de sus tetas a través de


su bata—. Hazme pagar.

Esta vez cuando la beso de nuevo, es puro veneno.


Me muerde la lengua tan fuerte que gruñe mientras me clava las
uñas en el cuero cabelludo.

—Vete a la mierda —susurra.

Pongo mi mano bajo su bata y le pellizco el pezón.

—No me tientes, Bible Thumper —advierto mientras sumerjo mi


cabeza, bajando mi boca hasta su cuello.

Al igual que sus pezones, es otro punto débil.

Chupo su carne lo suficientemente fuerte como para saber que


tendrá marcas.

Bien. Ella también me dejó su marca.

—Vete a casa —dice, pero sale en un susurro sin aliento.

No va a pasar.

—Tú y yo sabemos que no quieres eso —Deshaciendo el nudo de


su bata, la empujo hacia un lado, exponiendo su
pecho—. Además, no podría alejarme de ti, aunque lo
intentara. —Ella sisea cuando le doy un golpecito en el pezón con
la lengua—. Pero creo que en secreto te gusta mi obsesión por ti.

Gimiendo, cierra los ojos. —Dios, eres imposiblemente terco.

—Y te encanta. —me burlo antes de cerrar la boca sobre el brote


fruncido.

Ella suelta un suave gemido mientras paso la yema de mi pulgar


por la entrepierna de sus bragas.

Estoy a punto de meter el dedo dentro, cuando me mete las uñas


en el cuero cabelludo otra vez —Mira, estoy en esto contigo,
Colton. Hasta el final. Pero si vuelves a arremeter contra mí de
esa manera, te voy a patear tan fuerte en las pelotas que te haré
un daño permanente —Sus ojos oscuros arden como
carbones—. ¿Lo entiendes?

—Entendido.

No quiero arruinar esto entre nosotros.

Respira con dificultad. —Bien. —Ella empuja su barbilla hacia la


ventana todavía abierta—. Es tarde y tengo que trabajar por la
mañana.

Me retiro. —Me iré... sí es lo que realmente quieres.

Asintiendo con la cabeza, se vuelve a atar la


bata. —Probablemente sea lo mejor.

No estoy de acuerdo.

Me dirijo hacia su ventana cuando el pensamiento me golpea.

Todavía estoy tan acelerado que ni siquiera cincuenta duchas


frías podrían aliviarme.

Ella tiene que sentirse de la misma manera.

—¿Vas a tocarte?

Oigo el tirón en su respiración. —¿Qué?

No tengo que verla para saber que se está sonrojando.

Me doy la vuelta. —Después de que me vaya, ¿te tocarás a ti


misma?

—Eso es...
—¿Realmente personal? —Me burlo, caminando hacia
ella—. Bien. Sé personal conmigo.

—Yo..

De un solo golpe, la tiro contra mí. —No me vengas con tonterías,


Church. Ahora soy tu verdadero novio, ¿recuerdas?

Su verdadero novio, que está muy caliente.

Hay fuego en sus ojos otra vez y me encanta. —Sí, me iba a tocar
a mí misma. —Ella sonríe—. Posiblemente con dos dedos esta
vez.

Maldita sea, si esa descarada no me hace estar duro como una


roca. —Ah, ¿sí?

—Sip. —Mordiéndose el labio tímidamente, me da palmaditas en


la mejilla—. Lástima que sólo los chicos buenos puedan quedarse
a ver el espectáculo.

Toda mi sangre corre a mi polla.

Normalmente me encanta cómo me hace trabajar por ello... pero


esta noche estoy de humor para ser un imbécil despiadado y
tomar lo que es mío.

Envolviendo mi brazo alrededor de su cintura, rozo mis labios


contra los de ella.

Justo antes de que la incline sobre la cama y le dé una nalgada.

—Lástima por ti, nunca he sido un buen chico. —Metiendo mi


mano por la abertura de su bata, le saco el coño. Puedo sentir su
humedad filtrándose a través del algodón de sus bragas—. Por
otra parte, no parece que te importe.
—Cole…

Deshago el nudo de su bata y la tiro al suelo. —Dime que no


quieres esto y me iré.

Es una mentira. No me iré, pero dejaré de tocarla. A pesar de que


podría matarme.

—No. Sólo iba a pedirte que cerraras la puerta.

Inclinándome, susurro —¿Por qué? ¿Temes que tus padres


entren?

Enganchando mis dedos en sus bragas, las tiro hacia


abajo. —Mírame aprovechando su amable… —Paso mi dedo por
su abertura—. Dulce —Lentamente, deslizo la punta de mi dedo
dentro de ella y gimo. El ángulo la hace aún más
estrecha—. Inocente, hija.

Un suave gemido se le escapa mientras trabajo mi dedo más


profundamente.

—Imagina que esta es mi polla que esta deslizándose dentro de


ti —digo en tono áspero mientras lo saco y lo vuelvo a
meter—. Qué bien se sentiría, joder.

Al llegar detrás de ella, pasa su mano por encima de mi erección.


—Sácala.

Si lo hago, estaré hasta las pelotas en su interior y sé que no está


preparada para eso todavía.

Estoy a punto de decirle que no, pero me tira de la cintura de mis


pantalones de chándal. Dado que no llevo boxers, mi polla sale
disparada, golpeando contra mi ombligo.

—Quiero tocarte —susurra, envolviéndome con la mano.


Aprieto los dientes porque el impulso de empujar mis caderas es
demasiado fuerte para ignorarlo. La cabeza de mi polla está tan
cerca de su coño que una suave brisa podría quitarle la
virginidad.

Un escalofrío me atraviesa y pongo mi mano sobre la de


ella. —Tienes que parar.

No creo que se dé cuenta de lo mucho que la quiero. Cuánto


autocontrol me está costando no follarla.

Especialmente cuando su coño está extendido como un buffet.

Por muy caliente que esté... también es una maldita y dulce


tortura.

Puedo oír la decepción en su voz. —¿Por qué?

Le meto el dedo dentro de ella. —Porque si no lo haces, una de


dos cosas sucederá. Una, iré al otro lado de la habitación y me
quedaré allí hasta que pueda pensar con claridad. O dos, te
sacaré la mierda amorosa que siempre has tenido fuera de ti,
Church.

—Oh. —Ella suelta un aliento nervioso—. Bueno, en ese caso, ¿lo


siento?

—No lo estés. —Cayendo de rodillas, susurro—. Estás a punto de


compensarme.

—¿Cómo?

—Dejándome comer este pequeño coño.

En el momento en que mi lengua sale a probar, hace un sonido


estrangulado en su garganta. —Oh, mierda.
Sí. Eso es exactamente lo que quiero hacer.

Pero como no puedo con mi polla, la tengo bien abierta y me la


follo con la lengua. Lamiéndola con brazadas ansiosas y
profundas.

—Frota tu clítoris por mí —instruyo—. Quiero saborear tus jugos.

Duda por un momento, pero seguro que empieza a dar vueltas al


palpitante capullo con su dedo.

Su respiración se hace más difícil mientras que yo meto mi


lengua dentro de ella, aumentando su excitación.

Ella me empuja su coño a la cara. —Joder, sí. No te detengas.

Diablos, estoy bastante seguro de que ni siquiera la muerte


podría detenerme en este momento.

Acelero mis movimientos, enterrando mi cara en su humedad.

Sawyer se vuelve loca, doblando sus caderas. —Estoy tan cerca.

Gruesas gotas de pre semen se forman en la punta de mi polla y


me doy un lánguido golpe con mi mano libre para quitar el borde.

—Oh, Dios, cariño. Eso es —gime Sawyer, agarrando las


sábanas.

¿Cariño? Bueno, entonces.

Se contrae alrededor de mi lengua tan fuerte por un segundo que


creo que me va a arrancar la maldita cosa de mi boca.

Su cuerpo se hunde contra la cama y comienza a


jadear. —Mierda... eso fue. Tan intenso.

Mucho más que placentero.


Lástima que no se pueda decir lo mismo de mi enorme caso de
bolas azules.

Cuando recupera el aliento, gruño: —¿Recuerdas la oferta que


rechacé antes?

—Sí.

—Me retracto. Voy a necesitar que juegues con mi polla. Ahora.

Juro que se ríe mientras pone su mano en mi polla.

—Espera —le digo.

Girando la cabeza, me mira por encima del hombro. Joder. Una


vez más, no se da cuenta de lo hermosa y sexy que es.

—¿Todo bien?

—Sí. Sólo necesita un poco de humedad.

Meto mi dedo dentro de ella y esparzo su humedad sobre mi


cuerpo.

Sus ojos se nublan de curiosidad mientras me mira.

Y su interés sólo me excita más.

Guío su mano hasta mi polla. —Mucho mejor.

Empieza despacio. —Si te digo algo, ¿puedes prometerme que no


te pondrás muy arrogante?

No, en absoluto. —No. —Sonrío—. Pero dime de todos modos. Me


gustan los cumplidos.

Suspirando, dice —Tienes una polla muy bonita.


Mi respuesta de culo sabelotodo muere en mi garganta cuando
empieza a golpearme fuerte y rápido.

Jesús. Ella es buena.

Por lo general, los trabajos manuales equivalen a comer una


hamburguesa en un restaurante. Preferirías comerte el bistec,
pero oye, sigue siendo carne de vacuno, así que no puedes
quejarte.

Sin embargo, lo que Sawyer está haciendo es... jodidamente


asombroso.

La cantidad perfecta de presión. Increíble velocidad constante. Le


doy a su técnica un sólido diez de diez.

Sin mencionar la espectacular vista que tengo de su culo redondo


y gordo y su perfecto coño. Un bonus seguro.

Mis pelotas me cosquillean en advertencia. —Joder. ¿Dónde me


puedo correr?

—Donde quieras.

Cristo. El placer de calor blanco me chisporrotea en la columna


mientras me bombea fuerte y rápido.

Gruñendo, le agarro las mejillas del culo y las extiendo.

Se sorprende, pero ya es demasiado tarde. Mi semen ya está


saliendo a chorros en gruesas cuerdas calientes por todo su culo
y coño.

Sin pensarlo, empujo un poco dentro de ella con mi dedo.

La mirada en su rostro es una mezcla de shock y


excitación. —¿Acabas de...?
—Sip. —No tiene sentido tratar de negarlo. Hice lo que
hice—. Eso pasó.

Para ser justos, nunca debes decirle a un tipo que se corra donde
quiera, a menos que lo digas en serio.

Me preparo para que empiece a gritar, pero no lo hace.

Lo que dice a continuación es mucho peor.

—Estoy en el control de la natalidad. Debería estar bien, ¿verdad?

Mierda. Ahora estoy nervioso. Sawyer es mi versión de un santo


y todo lo que está bien con el mundo, pero no estoy tratando de
crear la próxima inmaculada concepción aquí.

El hecho de que estemos en una posición que requiere que


confiemos en mi vasto conocimiento del tema es... aterrador como
el infierno.

De repente mis pulmones no parecen funcionar tan bien como


hace un minuto. —Te lo tomas como se supone que debes,
¿verdad?

Asintiendo con la cabeza, se pone de pie. —Sí. Nunca me he


perdido una dosis.

Mi hermosa, inteligente, sexy, responsable, Bible Thumper.

Todo está bien con el mundo de nuevo.

Se siente bien poder tomar aire. —Estamos bien.

Busca su bata de baño. —Voy a ir... a limpiarme. Vuelvo


enseguida.
Probablemente debería llamar a un Uber y ponerme en marcha,
pero no quiero irme sin despedirme primero.

Una ola de cansancio me golpea y bostezo.

Me quito los zapatos y me arrastro hasta su cama.

Sólo tomaré una pequeña siesta hasta que ella regrese.


SAWYER
La luz del sol que entra por una grieta en mi cortina me despierta
de mi sueño.

Lo primero que veo cuando me despierto es la hermosa cara de


Cole durmiendo.

Estaba desmayado e imposible de mover cuando volví a mi


habitación, así que decidí no molestarlo.

Entre el juego del campeonato y todo lo demás... debe haber


estado agotado.

Como si sintiera mi mirada, abre los ojos. —Es de mañana.

Me acurruco contra su pecho. —Es de mañana.

—Buenos días —habla una voz que suena como la de mi padre.

Los dos saltamos de la cama.

—Papá, ¿qué...?

—No te preocupes por mí, jovencita. —Sus ojos enojados se fijan


en Cole—. ¿Qué demonios crees que estás haciendo en la cama
de mi hija?

—Durmiendo —responde Cole con naturalidad.


A papá no le divierte.

—Jolene —grita—. Trae mi pistola.

En eso, los ojos de Cole se vuelven grandes como platillos. —No


lo hagas, Jolene. —Le golpeo el brazo—. Quiero decir, Sra.
Church. —Le golpeo más fuerte el brazo, para que se calle.

Mamá entra en mi habitación con una bata de baño y rulos


gigantes en el cabello. —¿Qué demonios...? —Su rostro se vuelve
pálido cuando ve a Cole—. Oh, Dios. —Agarrando su bata de
baño, me mira—. Sawyer Grace, ¿qué es esto?

Empiezo a hablar, pero papá no me deja.

—Este es el chico que te gusta tanto. —Con la cara roja de ira,


señala a Cole—. En la cama de mi hija.

Mamá suspira. —Puedo ver eso, Dan. No estoy ciega.

—Te dije que esto pasaría —grita papá—. Te advertí que se estaba
mezclando con un huevo malo. —Señala a Cole otra vez—. Ahora
el huevo malo está durmiendo en su cama.

—Sé cómo se ve esto —afirma Cole—. Pero te aseguro que no


tuvimos sexo anoche.

El horror en las caras de mis padres deja claro que no creían que
lo hiciéramos... hasta que Cole abrió su gran y gorda boca.

—Ciertamente espero que no —dice mamá—. No estoy segura de


con qué clase de chicas has estado saliendo, joven, pero nuestra
Sawyer fue criada para ser una verdadera dama.

—No te preocupes —dice papá, dando un gran paso


adelante—. Este chico no va a andar saliendo por ahí una vez que
termine con él.
Oh, Señor.

—Papi, detente. —Me froto las sienes, tratando de evitar el dolor


de cabeza que se está formando—. Todos paren.

Me deshago de las sábanas y me levanto de la cama. De repente


estoy agradecida de haber tenido la sensatez de ponerme una
pijama. —Cole vino a verme anoche. Necesitaba ayuda con un
proyecto escolar.

Odio mentirles a mis padres, pero no tengo muchas opciones.

Perderían la cabeza si les dijera que se coló por mi ventana y le


dio a su propia hija el mejor orgasmo que ha tenido.

—¿Qué clase de proyecto escolar? —Mamá pregunta.

—Matemáticas —Cole empieza a decir hasta que le echo un


vistazo.

¿Cuándo fue la última vez que un profesor entregó un proyecto


de matemáticas?

—Lo cual es una parte muy importante del proyecto de ciencia


en el que estábamos trabajando —añade.

Debería limitarse a dejarme mentir.

Mamá y papá no se lo creen.

—Veamos este proyecto de ciencias matemáticas —declara papá.

—No puedo. —Cole mira a la ventana como si fuera un


salvavidas—. Es alto secreto. Si se lo mostramos a alguien antes,
podría alterar los resultados clínicos.

—Joven, ¿parezco haber nacido ayer?


—No —dice Cole—. Definitivamente no parece que hayas nacido
ayer.

Mamá se frota la frente. —Sawyer Grace, conoces las reglas. Nada


de chicos en tu dormitorio.

—Lo sé... pero necesitaba ayuda. —Mis manos encuentran mis


caderas—. Sin mencionar que ahora tengo dieciocho años.

Por la forma en que me tratan, pensarías que soy una niña de


diez años corriendo en una pandilla. Estoy tan cansada de estar
siempre bajo su pulgar, nunca tener espacio para respirar o
tomar mis propias decisiones.

Dado que les gusta tanto Catherine, deberían ir a Brown y


molestarla un rato.

—Dieciocho no significan nada para mí, jovencita —grita mi


padre—. Mi techo, mis reglas. —Sus ojos parpadean de
decepción—. Estás castigada por dos meses. —Le hace una seña
a Cole—. Y tienes dos segundos para salir de mi casa antes de
que te rompa las dos piernas.

La ira acelera mi pulso. —No puedes castigarme. Soy un adulto.

Sin mencionar que nunca he sido castigada en mi vida.

Se apunta con el pulgar en el pecho. —Ciertamente puedo,


señorita. Soy el padre. Por lo tanto, yo hago las reglas.

—No eres el único padre. —Miro a mamá. Nunca antes los había
enfrentado, pero los tiempos desesperados requieren medidas
desesperadas—. Está siendo poco razonable.

La simpatía sombrea sus ojos. —Dan, ella tiene razón. Sawyer


nunca ha hecho algo así. De hecho, no recuerdo que nos haya
dado problemas antes. —Ella suspira—. Por fin tiene una vida
social y hace algunos amigos. No está bien quitarle eso.

—Estoy de acuerdo de todo corazón —Cole aporta inútilmente


mientras se pone los zapatos—. Le aseguro que su hija es una
muy buena chica.

No sólo hizo una insinuación delante de mi padre. Es como si


quisiera morir.

—¡Quieres seguir e irte! —Papá grita.

Cole se inclina para darme un beso, pero papá se aclara la


garganta.

—Te llamaré más tarde —dice mientras se acerca a la ventana.

—No, no lo harás —discute papá—. Después de hoy, Sawyer ya


no tiene teléfono.

Está loco. —Pago por mi teléfono. No puedes quitármelo.

—¡Mi casa! —Papá grita—. Mi teléfono.

No es así como funcionan las cosas.

Me dirijo a mi madre. —Mamá haz algo. Tu marido está actuando


como un maníaco. Muy pronto me prohibirá ir a la escuela y
trabajar.

Señala la ventana por la que Cole finalmente salió. —Bueno, si


tienes intención de encontrarte con ese chico allí, puedes
despedirte de ambas cosas también.

Estoy convencida de que un demonio ha poseído a mi


padre. —¿Te oyes a ti mismo ahora?
—No le quitarás el teléfono, Dan —grita mamá—. Y tampoco le
impedirás ir a la escuela o al trabajo. ¿Qué demonios te pasa?

—Ese chico… —Papá empieza a gritar antes de que el hilo dentro


de mí se rompa.

No lo he confrontado por las cosas que le dijo a Cole, porque duele


demasiado.

—Por lo menos ese chico no se paró en el jardín delantero y llamó


a su hija gorda a sus espaldas como tú lo hiciste.

La boca de mamá se abre.

El dolor salpica la cara de papá. —Yo no...

—Escuché lo que le dijiste. Escuché cada palabra. —Lágrimas


bien en mis ojos—. Lo espero de mamá... ¿pero tú? Dios, papá.
Eso duele como el infierno.

La culpa le da color a su cara. —Sawyer, sabes que creo que eres


hermosa.

Mentiras. Todas mentiras. —Sí, hermosa para una chica gorda.

—No quise decir eso.

—Entonces, ¿cómo lo has querido decir? Porque según lo que oí,


parecía que no creías que alguien como Cole pudiera estar
interesado en una chica gorda como yo.

—Sólo intentaba protegerte, cariño.

—¿De qué? ¿Alguien que te puso en tu lugar cuando te


equivocaste? ¿Alguien que realmente se preocupa por mí?

Su mandíbula se tensa. —No creo que lo haga.


—¿Cómo lo sabes? Porque tú también eras jugador de fútbol, así
que eso significa que Cole debe ser una mala
noticia también. —Apunto a la ventana—. Pero no lo es. Es
mucho más de lo que crees. —Cruzo los brazos y le miro
fijamente—. Adelante, intenta castigarme todo lo que quieras,
pero no voy a dejar de verlo. Me mudaré antes de que eso suceda.

Se ha quedado sin palabras.

Me acerco a mi tocador. —Si me disculpan, tengo que prepararme


para el trabajo.

La tristeza llena sus ojos. —Sawyer…

Miro a mamá. —¿Estoy castigada, mamá?

Ella sacude la cabeza. —No.

—Bien. En ese caso, llegaré tarde a casa. —Miro a mi


padre—. Voy a la casa de mi novio después del trabajo, ya que
obviamente ya no es bienvenido aquí.
SAWYER
—Maldición, chica —susurra Bianca—. ¿Qué demonios has
estado haciendo? Porque sea lo que sea, está funcionando.

Trato de ocultar mi sonrisa, pero fallo.

Ha pasado un mes desde que Cole y yo nos hicimos oficiales, y


en ese tiempo, he logrado perder otras diez libras.

Mamá está tan entusiasmada que sugirió que fuéramos de


compras y tuviéramos un día de chicas este fin de semana.

Nunca antes habíamos tenido un día de chicas... eso siempre ha


sido lo suyo con Catherine.

Me encojo de hombros sin darle importancia. —Nada loco. Sólo


un poco de dieta baja en carbohidratos.

—Bueno, sigue así. Se dice que Casey está muy celosa de que
ocupes su lugar en el reino.

—¿Lugar en el reino?

—La reina de RHA, idiota.

—No te sigo realmente.

Pone los ojos en blanco. —Cole sigue siendo el chico más buscado
de la escuela. Especialmente ahora que se ha enamorado de una
campesina. Por alguna extraña razón, sólo hace que todos lo
quieran más. —Juega con sus cutículas—. De todos modos, como
ahora eres tú la que está en su brazo, eso te convierte
oficialmente en la nueva reina. —Ella arruga su nariz—. Bueno,
hasta el año que viene cuando yo me haga cargo.

Eso no me gusta nada. —No quiero ser una reina.

—Demasiado tarde. —Sacando un compacto de su bolso, se


empolva la nariz—. En serio, chica de la iglesia. No veo cuál es el
problema. Después de la mierda que esta gente te hizo pasar, es
mejor que te sientes y lo disfrutes. —Deja caer su voz en un
susurro—. Y haz algo con tu cabello y tu maquillaje mientras lo
haces. —El compacto se cierra—. La reina debe mantener las
apariencias después de todo. —Me da un beso—. Te hablo más
tarde...

—Hey… —Oakley se interpone, caminando hacia mi


casillero—. ¿Tienes un minuto?

—¿Para un canalla como tú? —Bianca pregunta con una


mirada—. Nunca.

—Guarda tu ira para alguien a quien realmente le importe un


carajo, bebé Satanás. —Oakley me mira—. Estaba hablando con
Sawyer.

Bianca levanta su dedo medio y lo lame. —Sólo estás celoso


porque tu ex dijo que mi coño sabe mucho mejor que tu polla.

Oh, vaya. Aquí vamos.

La mandíbula de Oakley se tensa. —¿Eso fue antes o después de


que me la chupara anoche?

Bianca vacila. —¿Qué?


—Ya me has oído. —Le muestra una sonrisa malvada—.
Digamos que mi porro no fue lo único que se fumó cuando vino
anoche.

—Estás mintiendo —dice, pero no resulta muy convincente.

Chasquea la lengua. —¿Quieres una prueba? —Le hace señas a


Morgan—. Oye, enana. Ven con tu chico un momento.

Morgan casi corre. —¿Qué hay de nuevo?

Coloca su brazo alrededor de ella. —Cuéntale a Bianca lo bien


que nos lo pasamos Hayley, tú y yo anoche.

Con sus mejillas en llamas, Morgan mira a su alrededor. —¿Qué


demonios, Oak? Prometiste que lo que pasó quedaría entre
nosotros.

—Maldición. Tienes razón, cariño. —Le da un beso en la mejilla


mientras mira a Bianca—. Mi error.

Resoplando, Morgan se va a la mierda.

Bianca empieza a hablar, pero Oakley se inclina y


susurra —Sigue jodiéndome, nena. Te reto.

La mirada que ella le dispara podría matar un cadáver. —Desafío


aceptado.

—¿Qué está pasando entre ustedes dos? —Siseo después de que


ella se vaya.

—Nada. —él frunce el ceño—. Pero alguien debería hacerle un


favor al mundo y encerrar a esa pequeña psicópata en una
habitación acolchada hasta que aprenda a ser amable. —Exhala
fuertemente—. De todas formas, tengo la recarga que
necesitabas. Nos vemos en el estacionamiento después de la
escuela.

—¿Por qué estabas en el auto de Oakley?

Salto al escuchar la voz de Cole. No tenía ni idea de que estaba


esperando al otro lado de mi camioneta.

—¿Qué?

—Fuiste directamente al auto de Oakley en lugar del tuyo cuando


saliste del colegio. ¿Por qué?

Mierda. —Oh. Tuve que dejarle unas notas.

—Pensé que vendrías a darle clases particulares más tarde. ¿Por


qué no se las diste entonces?

Odio la mirada en sus ojos ahora mismo. Como si no confiara en


mí.

—¿Por qué me das el tercer grado?

El borde duro de su voz se suaviza una fracción. —Yo sólo... joder.


Tienes razón.

Cerrando la distancia entre nosotros, envuelvo mis brazos


alrededor de su cuello. —Sabes que nunca te haría daño.

Deja caer su frente sobre la mía. —Sí, yo sólo... —Su voz se


desvanece.
—No tienes motivos para estar celoso, Colton.

—Créeme, tengo todas las razones para estar celoso. —Entierra


la cara en mi cuello, inhalándome—. Eres aditiva, Bible
Thumper —Sus dientes rozan mi piel—. Pero tú eres mi adicción.

Mis ojos se cierran. —Tú también eres mi adicción.


COLE
Salgo del Uber y entro en la iglesia.

Se suponía que Sawyer iba a venir y pasar el rato después de que


ella tutelara a Oakley... pero ella lo canceló en el último minuto.

A los dos.

Dado que estaba dirigiendo su grupo juvenil de mierda esta


noche, espero que no sea nada demasiado serio.

Sólo hay una forma de averiguarlo.

Está vacío cuando entro.

Bueno, aparte de un viejo que está de pie en el altar.

No ayuda en nada al mal presentimiento que tengo en mis


entrañas.

—Disculpe. ¿Por casualidad sabes dónde está Sawyer?

No sé qué pensar de la mirada en su cara. —Todavía está abajo.

Empiezo a alejarme, pero él me detiene. —No quiero ser grosero,


pero ¿quién eres?

Levanto una ceja. Quien soy no es importante. Asegurarse de que


Sawyer está bien lo es.
—¿Quién es usted?

Sus labios se mueven. —Soy el ministro asociado de esta


iglesia. —Hay un tono en su voz—. También soy el abuelo de
Sawyer.

Bueno, mierda.

Es como si cualquier hombre en su familia estuviera destinado a


odiarme.

Yo extiendo mi mano. —Soy el novio de Sawyer.

La agita. —Es la primera vez que escucho que ella tiene un novio.

No sé por qué me molesta tanto, pero lo hace.

—Sólo han pasado unas pocas semanas.

Estudia mi cara. —Ya veo.

Yo también veo.

Veo que está claro que no le gusta que salga con su nieta.

Mala suerte.

—A menos que seas un hipócrita, y afrontémoslo, la mayoría de


ustedes lo son, creí que a un hombre de Dios le gustaría todo el
mundo.

Por eso, se ríe. —Bueno, ella dijo que eras grosero.

Eso me confunde. —Pero acabas de decir...

—Dije que era la primera vez que oía que ella tenía un novio. No
es la primera vez que oigo hablar de ti.
—Oh.

Sus ojos se arrugan en las esquinas. —¿Ves lo que pasa cuando


asumes?

—Si estás a punto de darme un sermón...

—¿Quieres un sermón?

—No particularmente.

—Entonces no te daré uno —Me mira con curiosidad—. Sólo


tengo una pregunta.

—¿Cuál?

—¿Alguna vez te enfadas con Sawyer?

Qué pregunta más rara. Debería salir de esto con una mierda,
pero no vine aquí para impresionarlo.

Vine aquí para ver a mi chica.

—Sí, en realidad. Mucho. Me vuelve loco la mayoría de los días.


Pero también me hace feliz. Realmente feliz, joder. Así que, ahí
está eso.

Espero que me grite por mi lenguaje, pero no lo hace.

Me aprieta el hombro. —Terminaste con un positivo. Bien por ti,


joven.

¿Termine con un positivo?

—¿Qué significa eso? —Pregunto mientras camina por el pasillo.

Se ríe de nuevo. —Pregúntale a tu novia.


Estoy bajando las escaleras cuando la oigo.

Y a él.

—No puedo no decirle a nadie sobre esto, Oliver.

¿Oliver? ¿Quién carajo es Oliver?

Una fea sensación se cuece en mi pecho.

Lo sabía. Sabía que lo de Sawyer era demasiado bueno para ser


verdad, y que tarde o temprano, se iría a pastos más verdes.

Su voz cae en un suave susurro. —Por favor, déjame ayudar.

¿Ayudar?

—No puedes —protesta Oliver—. Confía en mí, sólo lo


empeorarás, muñeca.

—No voy a dejar que vuelvas allí para que él pueda hacer esto de
nuevo.

—Déjalo ir, Sawyer —el tipo se ahoga—. Lamento haberte


involucrado en mis cosas.

—No lo lamentes nunca —dice—. Nadie se merece esto. Tienes


derecho a amar a quien quieras.
Sollozos apagados se infiltran en mis oídos. —Dijo que iría al
infierno por ser marica.

—Eso no es cierto —argumenta Sawyer—. Dios no castiga a la


gente por amor.

El tipo solloza. —¿Estás segura?

—Positivo. —Se aclara la garganta—. Pero tienes que dejarme


sacarte de ahí, Oliver. No puedo dejar que te haga daño otra vez.

—No cumplo dieciocho años hasta dentro de una semana.


Llamará a la policía y me llevarán de vuelta.

—Entonces necesitas quedarte con alguien, en algún lugar donde


estés a salvo. Puedo preguntarle a mis padres. Y si no quieres
quedarte con nosotros, mi mejor amiga Dylan y su novio tienen
una habitación extra en su apartamento...

—No. Gracias, pero puedo quedarme con mi novio y su


madre. —Exhala un aliento tembloroso—. No tengo ninguna de
mis cosas y tengo miedo de que si voy a casa y empiezo a hacer
las maletas... él, ya sabes.

Le dé una paliza de nuevo.

—Iré contigo —dice Sawyer—. Después de eso, puedo llevarte con


tu novio.

Sobre mi cadáver.

Dando la vuelta a la esquina, entro en la habitación donde están


acurrucados en el suelo.

—Me voy a ir.


Me gustaría ver al capullo poner un dedo sobre cualquiera de
ellos mientras estoy allí.

El tipo en el que Sawyer tiene sus brazos envueltos levanta su


cabeza. Tiene dos ojos negros, una nariz sangrante y un labio
roto.

Jesús.

Entiendo que los padres no siempre están de acuerdo con sus


hijos, pero ¿golpearle hasta la médula porque es gay?

Ese tipo de mierda no tiene ningún sentido para mí.

—¿Quién eres?

—Es mi novio —responde Sawyer con los ojos muy


abiertos—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Doy otro paso adelante. —Yo…

—¿Tu novio? —Oliver pronuncia—. Maldición, chica.

Los labios de Sawyer se curvan. —¿Supongo que lo apruebas?

—Lo apruebo con creces. —Señala el techo—. El buen Señor de


arriba te ha bendecido, cariño. —La mira de nuevo y
dice— Quiero oír cada palabra sobre cómo terminaste con este
hermoso y alto vaso de agua.

Meto las manos en los bolsillos de mis pantalones ya que está


claro que ya no estoy incluido en esta conversación.

Se ríe. —¿Qué tal si te pongo al corriente de los detalles después


de que consigamos tus cosas? —De pie, ella le ayuda a levantarse
del suelo—. ¿Es un trato?
—Trato hecho. —Volviéndose hacia mí, saca la mano—. ¿Tiene
nombre mi caballero de brillante armadura?

El tipo tiene sentido del humor, lo reconozco. —Cole.

—Ya era hora de que trajeras a una chica a casa —dice el


borracho bastardo.

—Sawyer es mi amiga. Me está ayudando a conseguir algunas de


mis cosas. —le informa Oliver.

—¿Conseguir tus cosas? Oh, ¿crees que te vas, pequeño marica?


Veamos hasta dónde llegas después de que yo...

Y ahí es donde entro yo. —Ponle un dedo encima y te romperé


todos los tuyos, hijo de puta.

Sus ojos se agrandan, el imbécil se tambalea hacia


atrás. —¿Quién demonios eres tú? —Se vuelve hacia
Oliver—. Déjame adivinar. También es un empaquetador de
caramelos de dulce de leche.

—Hey. —Sawyer empieza a gritar, pero yo agarro al tipo por la


camisa.

—Soy el tipo que destruirá tu miserable culo borracho si no


cierras la boca.

Miro a Oliver y a Sawyer. —Agarra tu mierda.


—¿Están seguros de que no quieren quedarse por un rato? —El
novio de Oliver pregunta—. Está feo ahí fuera.

No se equivoca. Rara vez llueve en California... excepto esta


noche, por supuesto.

Esta noche está cayendo un diluvio.

Le quito las llaves de Sawyer de la mano. —La llevaré a casa a


salvo.

Oliver sonríe. —Gracias por...

—No tienes que darnos las gracias. —Sawyer le da un


abrazo—. Te llamaré mañana, ¿de acuerdo?

—Más te vale.

La tomo de la mano mientras salimos al estacionamiento del


complejo de apartamentos. La lluvia está cayendo a cántaros, así
que salimos corriendo.

Estamos casi en la camioneta cuando Sawyer se ahoga, —Cole.

—Lo sé. El clima apes..

Ella me besa.

Es seguro decir que no me importa una mierda la lluvia ahora.


Jesucristo. Hay tanta pasión detrás de su beso que provoca un
gruñido de mi garganta.

Eso sólo la estimula. Ella me pone contra el costado de su


camioneta.

No tengo ni idea de lo que justifica esto, pero joder si voy a hacer


algo para detenerlo.

Su boca viaja al lado de mi cuello. —Lo que hiciste por


Oliver... —ella carraspea—. Eres increíble.

No sé de qué está hablando. No fue gran cosa.

En todo caso, lo que ella hizo por él marcó la diferencia. Yo sólo


fui el músculo.

Sin embargo, tampoco soy un idiota. Si ella quiere prodigarme


cumplidos mientras ella… mierda.

Y ahora estoy duro.

—Métete dentro —gruño mientras continúa frotando mi polla a


través de mis pantalones mojados—. Ahora.

La lluvia ha disminuido a una llovizna ahora y si acelero, puedo


llevarnos a mi casa en menos de quince minutos.

Abre rápidamente la puerta del pasajero y salta dentro.

Para mi sorpresa y deleite de mi polla, la encuentro


desabrochando los botones de su suéter cuando me acerco y me
subo.

Como siempre, esta chica está llena de sorpresas.


Me acerco al asiento y le aprieto una de sus tetas. —Quiero
follarlas de nuevo.

Apoyando la cabeza en el asiento, susurra —Primero pon tu boca


sobre ellos.

Diablos, si hacer algo bueno la revoluciona así, me convertiré en


un maldito santo.

Sin perder tiempo, le quito el sostén y pongo su pezón entre mis


labios.

Empieza a gemir... y luego se congela. —Espera. Detente. Creo


que alguien nos está observando.

Por supuesto, cuando levanto la mirada por el parabrisas, veo a


un tipo parado bajo el toldo de su terraza, fumando un cigarrillo.

Mirándonos fijamente.

Sawyer mete sus tetas dentro del suéter. —No puedo creer que
él...

—Pon tus manos en el tablero.

—¿Qué? ¿Por qué?

Paso mi lengua por su garganta. —Confía en mí.

—¿Qué estás...?

Ella traga cuando le meto la mano debajo de la falda.


Normalmente odio estas cosas de culo largo por la forma en que
esconden sus curvas. Sin embargo, es muy conveniente para lo
que estoy a punto de hacer.
—Te mira fijamente porque eres hermosa. —Deslizo mi mano por
su muslo—. Y te desea.

Pone los ojos en blanco. —Por favor...

Inclinando mi cabeza, muerdo y provoco su pezón a través de su


cárdigan. —Pero no puede tenerte... ¿verdad?

Sus ojos se oscurecen por la lujuria y sacude la cabeza. —No.

Rozo mi dedo sobre la mancha húmeda de sus bragas. —¿Por


qué?

Ella sabe lo que quiero oír. Lo que necesito oír.

Ella extiende sus muslos muy ligeramente. —Porque soy tuya.

—Así es. —Le tiro de las bragas por las piernas—. ¿Sigue
mirando?

Se lame los labios. —Encendió otro cigarrillo.

Por supuesto, que lo hizo.

Desafortunadamente para él, nuestra nueva posición significa


que no podrá ver nada...

Excepto por la mirada en su cara cuando la haga correrse.

—No quites las manos del tablero. —Lentamente, meto mi dedo


dentro de ella—. No va a llegar a ver lo que es mío.

Presiono la palma de mi mano contra su clítoris mientras la


trabajo.

Le pesa el pecho, levantando esas pesadas tetas en alto. —Eso se


siente tan bien.
Debido a la lluvia y a que es mediados de enero, las ventanas
están empezando a empañarse. Lo que significa que tengo que
acelerarlo.

Quiero darle una lección a este pervertido y hacerle saber


exactamente a quién pertenece Sawyer.

Se sorprende cuando añado un segundo dedo, apretando a mi


alrededor.

—Relájate —susurro—. No te haré daño.

Esos grandes ojos marrones están tan llenos de confianza que me


dejan sin aliento.

Lo ralentizo un poco, dejando que se acostumbre a la nueva


sensación.

Cuando su cuerpo se calma de nuevo, arrastro mi pulgar sobre


su clítoris y lo empujo un poco más rápido. —¿Duele esto?

—No. —Su cabeza cae hacia atrás—. No te detengas.

Al avanzar, presiono mis labios contra su garganta y miro por la


ventana.

El maldito está en su tercer cigarrillo ahora.

Ella se queja. —Ve más rápido.

Lo hago.

Mi polla se mueve mientras me sujeta y tiene espasmos a mi


alrededor. Usando el salpicadero como palanca, ella empieza a
montar mi mano. —Eso es. Follame los dedos.
Un pliegue se forma entre sus cejas mientras su mandíbula cae.
—Oh, Dios. Voy a correrme jodidamente duro.

Cristo. Me encanta cuando mi inocente Bible Thumper pierde el


control de esta manera.

—¿Ah, ¿sí? —Digo persuadiéndola—. Me vas a hacer probarlo.

Se estremece, agarrando mis dedos como un tornillo de banco.

El hombre que está afuera no podría estar más lejos de mi mente


mientras ella se corre por toda mi mano.

—Una chica tan sucia —digo con voz ronca mientras gime y se
retuerce contra el asiento.

Chupando su liberación de mis dedos, miro por la ventana.

Pareciendo irritado ahora, el hombre tira su cigarrillo y vuelve a


entrar.

Sawyer se ríe. —Supongo que no le gustó el espectáculo.

—A quién le importa. —Pongo su mano en el bulto de mis


pantalones—. A mí me gustó.

Sus párpados están más bajos. —Probablemente deberíamos


hacer algo al respecto, ¿eh?

Empiezo a asentir, pero gruño cuando raspa con la uña por mi


cremallera. —¿Podemos ir al asiento trasero? Por si acaso sale
otra vez.

—Confía en mí. Me importa una mierda si ve mi polla.

Se ruboriza, se ve tan tímida y nerviosa que nadie pensaría que


sólo me la folle con el dedo mientras un extraño miraba.
—No quiero que vea mi boca en tu polla.

Mi cerebro temporalmente se desconecta.

Desde la charla de Tommy ese día, Sawyer no ha vuelto a


mencionarlo. Hubo una vez que me la estaba follando en mi
habitación, y abrió la boca como si quisiera probarla... pero
entonces...

Bueno, digamos que la visión por sí sola aceleró las cosas.

Estoy en el asiento trasero tan rápido que mi cabeza da vueltas.

Aunque eso probablemente tenga más que ver con el hecho de


que Sawyer está a punto de chupármela.

Mi polla está palpitando mientras cae de rodillas en el asiento


trasero.

Por toda la mierda que he hablado de ella conduciendo una vieja


minivan, me siento agradecido por el espacio extra.

Esa expresión tímida está en su rostro otra vez.

Por mucho que quiera esto, no es ni la mitad de divertido si no lo


hace. —No tienes que hacer...

—Oh, no. Quiero hacerlo —dice con prisa—. No tienes ni idea de


lo mucho que quiero.

Mi presión sanguínea sube... y luego cae en picada hacia el sur.

Abre el botón de mis pantalones y baja mi cremallera. —Sólo


estaba... realmente quiero... —Su voz se desvanece.

Levanto mis caderas mientras ella me baja los


pantalones. —¿Qué?
Sus dedos juegan con la cintura de mis boxers. —Nunca he hecho
esto antes, así que esperaba que me dejaras... tomarme mi
tiempo y explorarte. Así sabré lo que te gusta.

Mi polla se sacude y mi corazón se acelera.

Suprimo el impulso de decirle que sólo tiene que poner su boca


en este punto y palmear su mejilla en su lugar. —Puedes
explorarme a mí y a mi polla todo lo que quieras.

Me baja los boxers. —¿Me harás saber lo que te gusta? ¿Cosas


que pueda mejorar?

Estoy tan duro que mi polla me golpea en el estómago. —Seguro.

El hecho de que se preocupe tanto por complacerme es... caliente


como el infierno.

Me muerdo el labio mientras se ata el cabello.

Pulgada por pulgada insoportablemente, baja la cabeza.

Aguanto la respiración mientras me rodea con su mano y me besa


los abdominales.

—Eres tan sexy.

Muchas chicas han dicho lo mismo durante una relación, pero


ella es la única que me ha importado.

Es diferente cuando te preocupas por alguien... de alguna


manera.

Significa más.

El primer barrido de su lengua sobre mi punta me tiene


murmurando una maldición.
Sawyer mira hacia arriba. —¿Bueno o malo?

—Bueno... —Gruño cuando ella repite el movimiento—. Tan


jodidamente bueno.

Aprieto los dientes cuando ella lame una línea caliente a lo largo
de mi eje.

Le dije que podía explorar, pero no creo que pueda soportarlo.

Por el amor de Dios, mi polla está literalmente llorando por ella.

Pareciendo darse cuenta, rodea el fluido con su pulgar y se lo


lleva a la boca. —Sabes bien.

Santo cielo. Esta mamada me va a matar, y ella ni siquiera ha


empezado todavía.

—Sawyer.

Me estoy muriendo. Me estoy muriendo aquí.

—¿Sí? —Vuelve a dar una vuelta en mi punta, sólo que esta vez,
golpea su lengua contra el agujero.

Me está matando. Maldita sea, me está matando.

—Necesito que lo chupes.

—Oh. Cierto.

Me arrebato el cinturón de seguridad y casi lo rompo por la mitad


cuando me lleva la cabeza del pene a su boca y la chupa.

—¿Más presión o menos?

—Un poco más... y mucho más abajo.


Ella quería honestidad.

Envolviendo su mano alrededor de mi base, desliza su boca hacia


abajo antes de deslizarse de nuevo hacia arriba.

—Oh, joder. Justo así.

Me da un lento tirón a mi polla mientras me suelta con un pop


mojado. —No creo que pueda hacerte una garganta
profunda. —Ella resopla como si fuera un inconveniente para
ella—. Eres demasiado grande, Colton.

Tengo que reprimir una risa. Pequeña entusiasta. —Está bien.


Lo que estás haciendo está bien.

Lo digo en serio. ¿Me la chupa como una estrella del porno? No.

Pero su afán de complacerme, su necesidad de querer saber lo


que me gusta... compensa cualquier falta de experiencia que
tenga.

—Sin embargo, si quieres una respuesta franca, Bible thumper.


Menos hablar y más chupar por el puto Cristo.

Una ráfaga de calor me chisporrotea en la polla cuando empieza


a chuparme más tiempo... más fuerte... más profundamente.
—Mierda. Me gusta eso... me gusta mucho. Por favor, joder, no
pares. Nunca.

No me jodas. Esta chica me ha reducido a una súplica.

Mis manos. Maldita sea. Me duele la necesidad de colocarlas en


la parte posterior de su cabeza y mantenerlas ahí
permanentemente.
Tengo que ser inteligente en esto, sin embargo. Un movimiento
equivocado podría hacer que Sawyer no quiera mamármela
nunca más, y no quiero que eso suceda.

Estoy a punto de sentarme sobre ellas, pero sus movimientos se


detienen. —¿Qué pasa?

—Nada —miento.

La mirada que me echa deja claro que no se lo cree. —Vamos,


Cole. Se supone que debemos ser honestos el uno con el otro,
¿recuerdas? Dime...

—Estoy tratando de no agarrar la parte de atrás de tu cabeza y


follarte la cara, ¿bien?

Allí. Ya lo dije.

Parece que se esfuerza al máximo por no reírse. —Quiero decir,


puedes si quieres.

Ya no tengo que preguntarme si Sawyer es un ángel en la tierra...


porque ahora mismo, estoy seguro de ello.

Envolviendo su boca alrededor de mi polla otra vez, vuelve a


chuparme, sus dedos rozando ligeramente mis bolas.

Estoy tan cerca. —Tan cerca, joder —digo con voz ronca.

Sawyer debe tomar eso como que necesita trabajar más duro
porque va de viaje sobre mi polla.

Esta vez, agarro la parte de atrás de su cabeza y la empujo.

Entre el sorbo y mis bolas sintiendo que están a punto de estallar


en el espacio exterior, no hay mucho que un hombre pueda
soportar.
Empujo de nuevo, golpeando la parte posterior de su garganta
esta vez. —Joder, sí.

Hace un sonido de náuseas, pero es demasiado tarde.

El placer es tan fuerte que casi me desmayo al correrme.

Ella traga. Por supuesto que lo hace.

Porque es perfecta.

Me desplomo contra el asiento, sintiendo mi cuerpo más agotado


que después del partido del campeonato.

—Lo siento —digo al inhalar, esperando que no me odie.

—¿Por qué?

—Debería haber... no sé... haber sido menos duro. Supongo que


sí.

No parece muy preocupada por eso. —Ojalá me hubieras avisado


antes de venir, pero me las arreglé.

Se sienta a mi lado. —¿Estás bien?

Asiento, tirando de ella hacia mí. —Más que bien. Eso fue
increíble.

Ella está a punto de ignorarlo, pero no se lo permitiré.

Probablemente soy el novio menos considerado del planeta la


mayoría de los días, pero sé que lo que hizo esta noche fue algo
importante para ella.

—Lo digo en serio, Sawyer.


Apoya su frente contra la mía. —Me importas... tanto, joder. Me
asusta.

Ya somos dos.

Mis sentimientos por esta chica son tan profundos... tan intensos
que se están convirtiendo en consumidores.

Ella no te merece.

—Bésame.

En el momento en que sus labios están sobre los míos, la presión


en mi pecho disminuye y puedo respirar.

Pero es de corta duración.

Porque las verdades más feas no pueden permanecer enterradas


por mucho tiempo.

Y si Sawyer descubre la mía...

Nunca me mirará de la misma manera.

Ella huirá lejos y nunca volverá atrás.

Ella me odiará...

Igual que lo odiaba a él.


SAWYER
—Lo siento, cariño, pero esto no está funcionando. Vamos a tener
que pedirte un vestido completamente nuevo. —Ella debe notar
la mirada de terror en mi rostro porque rápidamente dice—. No
te preocupes. Mientras haga el pedido hoy, tendrás tiempo de
hacer los nuevos arreglos antes de la boda. Volveré enseguida.

Sé que he perdido peso... pero no pensé que fuera tanto.

La talla catorce era tan ajustada que pensé que se rompería por
la mitad cuando entré para mi primera prueba

Por otra parte... eso fue a mediados de noviembre.

Hace poco más de tres meses.

Miro a mi madre. Los vestidos de las damas de honor son caros,


y mis padres se ofrecieron a pagar el mío. No quiero poner otra
carga sobre ellos.

—Lo siento. Puedo comprar...

Mamá agita una mano. —Está bien, Sawyer. Diablos, mejor que
bien. Esto es algo bueno. Me alegro de que finalmente te
mantengas a dieta por una vez en tu vida.

A su lado, Dylan se estremece. —Sawyer siempre ha sido


hermosa.
—Claro, pero ahora es aún más hermosa. Sin mencionar,
saludable. —Mamá le da palmaditas en la pierna—. Aunque eres
una buena amiga.

Probablemente es bueno que mi madre no vea la mirada asesina


que Dylan le está echando.

La señora que se encarga de los vestidos vuelve con dos de ellos.


—Teníamos unos cuantos, vestidos de muestra en la parte de
atrás, así que traje uno para que te lo pruebes. Quiero
asegurarme de que lo hagamos bien esta vez.

Casi se me salen los ojos del cráneo cuando veo que es dos tallas
más pequeño que mi vestido original.

Sorprendentemente, encaja como un guante.

—Hmm. —La dama me evalúa después de que salgo—. Sabes,


tienes un poco de margen de maniobra en esto. Todavía faltan
cuatro semanas para la boda. ¿Planeas perder más peso de aquí
a entonces?

Honestamente no tengo ni idea. Todo depende del Adderall.

No está funcionando tan bien como al principio. Sólo he perdido


cuatro libras en las últimas tres semanas.

No es que me queje de haber perdido 31 libras en tres meses y


medio.

—Yo no...

—Sawyer Grace, no te detengas ahora. Deberías apuntar a otras


diez libras... por lo menos. —Mamá se encoge de hombros cuando
todos la miramos—. ¿Qué? Todo el mundo sabe que la cámara
añade diez libras. Quieres verte bien para las fotos, ¿no?
Ella tiene razón. —Yo..

—No creo que necesites perder más peso —dice Dylan—. Eras
perfecta antes y eres perfecta ahora.

Le doy una sonrisa, sintiéndome agradecida de que aceptara


venir conmigo.

Lidiar con mamá sin ningún tipo de respaldo puede ser... difícil.

Mamá le da una palmadita en la pierna a Dylan otra vez. —Ella


es tan buena amiga.

—Si sólo pierdo cinco libras más, ¿todavía serías capaz de alterar
la talla diez?

Honestamente no sé cómo podría perder más que eso.

A menos que aumente mi dosis un poco.

—Por supuesto —dice la señora—. No será un problema en


absoluto. Diablos, incluso puedes ganar unos cuantos kilos. Sólo
dejaremos que las costuras salgan un poco.

Sí, definitivamente no quiero ganar nada. Estoy empezando a


sentirme bien conmigo misma.

—¿Y si pierdo más de cinco libras?

Ella reflexiona sobre esto por un momento antes de responder.


—Bueno, es diferente para cada uno. Por lo general, de diez a
quince libras le bajará a alguien una talla entera de vestido. Pero
eres tan baja, es... —Su voz se desvanece, pero la leo alto y claro.

Las chicas de más de 1,80m son mucho más delgadas


comparadas con alguien que sólo mide 1,50 m.
—Ordena el ocho.

Hago una nota mental para ir a donde Oakley por más pastillas
más tarde.
SAWYER
Trazo su ceja con mi dedo. —¿Cuándo supiste que el fútbol era
lo que querías hacer con tu vida?

Ya que tengo la noche libre, pasaremos un domingo flojeando en


su cama.

Y enfurruñados por el hecho de que ninguno de los dos ha tenido


noticias de Duke’s Hearts.

Ni siquiera lo piensa antes de responder —En el segundo que


Jace puso un balón en mis manos.

—Así que fue amor a primera vista.

Él sonríe. —Más o menos.

Él traza pequeños círculos arriba y abajo de mi columna


vertebral. —¿Cuándo supiste que ser maestra era lo que querías
hacer con la tuya?

—No lo hago —lo admito.

Frunce sus cejas. —Pero pensé...

—Quiero decir, definitivamente quiero ser


profesora —aclaro—. No estoy segura de querer ser una profesora
de ciencias.
—¿Qué tema preferirías enseñar?

No tiene sentido decírselo porque no va a suceder.

—No importa. Y no quiero que te rías de mí.

—No me voy a reír de ti... a menos que me digas que es una


escuela de payasos.

Eso me hace reír. —Mis pies no son tan grandes. —Desvío mi


mirada—. Si fuera por mí, sería una profesora de música para
niños.

A diferencia de mi madre, yo los animaría a perseguir sus


sueños... sin importar su aspecto.

—¿Quién dice que no puedes?

—No es muy práctico, Cole. Más y más escuelas se están


deshaciendo de sus departamentos de música.

Se apoya en su codo. —No todas. Además, siempre podrías


enseñar en privado.

Pienso en esto por un momento, pero decido que es aún más


impráctico. —No. Me quedaré con el plan.

Él levanta una ceja. —¿Cuál es el plan?

—Conviértete en una profesora de ciencias. Cásate con un buen


hombre del sur que esté involucrado con la iglesia y ten un hijo...
porque más de uno te dejará en la ruina. Sin mencionar...gorda.

Puedo agradecerle a mi madre por ese pequeño detalle.

—Eso suena como un plan aburrido.


Me doy la vuelta hasta que estoy de cara a su techo. —Culpa a
mis padres. Han estado empujando ese plan por mi garganta
durante años.

—No tienes que seguirlo. Siempre puedes hacer un nuevo plan.

Una risa sale volando. —Supongo... pero mi plan no es muy


diferente del de ellos... excepto... —No, definitivamente no se lo
diré—. No importa.

Nunca deja ir las cosas, Cole mete sus dedos en los míos. —Sabes
que tienes que decírmelo ahora, ¿verdad?

Suspiro. Sí. A veces es más fácil darle al terco lo que quiere.

—Muy bien. En mi vida ideal, sería una profesora de


música. —Lo miro—. Casarme con alguien que esté tan
enamorado de mí que siempre luchará por nosotros... no importa
lo difícil que sea. —Porque no quiero ser como mis padres—. Y no
quiero sólo un bebé... quiero muchos bebés.

En eso, sus cejas se disparan. —¿Cuántos?

Sonrío cuando pienso en rodillas despellejadas, besos, cuentos


para dormir, y amando a todos y cada uno de ellos tanto que mi
corazón podría estallar.

—Cuatro... por lo menos.

Se queda sin aliento. —Maldita sea. Eso es mucho. —Frunce el


ceño—. Pero con tantos de ellos... uno está obligado a sentirse
dejado de lado y descuidado. Especialmente si no son tus
favoritos.
No puedo evitar preguntarme si así es como se sintió mientras
crecía. Como si Liam y el resto de sus hermanos fueran más
importantes que él.

No puedo decir que no lo entienda, pero afortunadamente para


mí, sólo tengo una hermana con la que competir.

Catherine es obviamente la favorita de mi madre, pero siempre


he sabido que soy secretamente la de mi padre. O más bien... lo
era.

De cualquier manera, todavía tuve la suerte de sentirme amada


por uno de mis padres.

Algo me dice que Cole nunca ha sentido eso.

Y Dios cuánto apesta... porque su madre dio a luz a un increíble


ser humano.

Es una pena que no estuviera viva para presenciarlo.

Pero no tan vergonzoso como que ella no lo valorara por lo que


fue mientras estuvo aquí.

Cambiando ligeramente el tema, paso mi pulgar sobre su pómulo.


—Los niños no son muñecos ni películas. No deberías favorecer
a uno sobre el otro. Cada uno de ellos obtendría un pedazo igual
de mi corazón y mi alma.

Como debe ser.

Llevando mi mano a su boca, me besa la parte interior de la


muñeca. —Serás una madre increíble, Sawyer. —La mirada que
me da llega hasta la médula—. No pronto, pero... eventualmente.

Mi corazón late tan rápido que siento que acabo de correr un


maratón.
No sé si es su forma de decir que nos ve juntos a largo plazo,
como yo... o insinúa que pasará cuando hayamos terminado y
ambos hayamos seguido adelante.

Sin embargo, la punzada aguda en mi corazón me dice que nunca


pasaré de Colton Covington.

No sólo está bajo mi piel... está enterrado tan profundamente


dentro de mí que ya no sé dónde termino y él comienza.

Nunca he sido el tipo de persona que se anda con rodeos, así que
voy directo al grano. —¿Quieres esa vida... conmigo?

Sus ojos son tan grandes que tengo miedo de que se le salgan de
la cabeza. —Voy a pedir algo de comida. —Salta de la cama como
si se hubiera quemado—. ¿Está de humor para algo en
particular?

Sí. Que deje de actuar como si le hubiera preguntado si quería


ser un asesino en serie y empezar nuestra primera serie de
asesinatos esta noche.

—No tengo hambre.

—Te conseguiré algo de todos modos. —Teléfono en mano,


empieza a caminar hacia la puerta—. Vuelvo enseguida.

Abro la boca para preguntarle por qué necesita alejarse para


pedir comida... pero ya se ha ido.
COLE
¿Siento algo por Sawyer? Claro que sí.

¿Quiero pasar el resto de mi vida con ella y tener bebés? No tengo


ni puta idea.

Sólo tengo dieciocho años, carajo. Ni siquiera sé lo que haré


mañana, y mucho menos dentro de cinco años.

Cristo. ¿Por qué las chicas tienen que hacer todo tan
malditamente complicado?

Además, hay un enorme y flagrante defecto en su plan para


nosotros.

No podemos tener este gran y brillante futuro juntos que ella


quiere cuando está basado en mentiras.

Puede que no sepa dónde acabaremos dentro de cinco años, pero


sé que no estoy dispuesto a renunciar a ella ahora.

Demonios, no estoy seguro de que esté dispuesto a renunciar a


ella.

Me llevo el teléfono al oído, con la intención de pedir un montón


de comida basura, porque Sawyer ha estado perdiendo más peso
últimamente y no me gusta, pero mi pantalla se ilumina con una
llamada entrante.
No reconozco el número, pero quiero ganar algo más de tiempo
antes de unirme a la tierra de los cuentos de hadas de arriba.

—¿Hola?

—Hola, soy el entrenador Jenkins, de Duke's Heart. Estoy


buscando a Cole Covington.

Casi se me cae el teléfono de la mano. —El habla.

Levantando mi puño en el aire, suelto una ovación silenciosa.


Finalmente.

Ya era hora de que llamara.

—Como estoy seguro de que sabes, has tenido una temporada


fenomenal este año —comienza—. Por lo tanto, voy a ir directo al
punto de esta llamada telefónica. Nos gustaría ofrecerle un lugar
en nuestro equipo como el mariscal de campo inicial. A pleno
rendimiento, por supuesto. Nuestro QB14 se graduará y
necesitamos a alguien que pueda hacerse cargo y jugar desde el
primer día.

Joder, sí. —Ese soy yo. Soy tu hombre.

Todd Harris puede chupar mis bolas sudorosas.

—Me alegra oírlo. Cuando Todd Harris nos rechazó para Ohio,
pensamos que estábamos jodidos.

La cosa que late en mi pecho se estanca.

¿Todd los rechazó?

14
Quarter Back
—¿Hola? —dice por la línea—. Mierda. Creo que tenemos una
mala conexión. Te llamaré la semana que viene.

Se cuelga la llamada, pero no lo registro.

No fui su primera opción.

Nunca soy la primera opción de nadie.


SAWYER
Salgo del baño cuando veo una puerta parcialmente abierta en el
pasillo.

Pensando que debe ser Bianca, me dirijo a esa dirección para


poder saludarla.

Me siento como una idiota cuando me doy cuenta de que no es


ella después de todo... no es nadie.

Estoy a punto de darme la vuelta e irme cuando veo las grandes


letras de imprenta encima de un estante.

Liam.

Mi conciencia dice que no tengo nada que hacer en esta


habitación y que debería irme.

Pero mi curiosidad es demasiado fuerte para anularla.

Cole no hablará de él... nunca.

Y Dylan y Jace hablan de él como si fuera un santo... lo que no


es muy útil porque no me ayuda a entender por qué Liam y Cole
no se llevaban bien.

Normalmente se puede tener una idea de alguien por su


habitación... de las cosas que le gustan, el tipo de cosas en las
que está metido, el tipo de personalidad que puede tener.
Hay un agudo pinchazo de tristeza en el momento en que entro
en la habitación de Liam.

Parece la típica habitación de cualquier chico de trece años.

Una vida que terminó demasiado pronto.

La pesadez llena mi pecho mientras tomo el edredón verde y las


almohadas de la cama.

Cole dijo que era su color favorito.

Me acerco al escritorio. Hay algunos Post-its, resaltadores y


algunos blocs de notas llenos de notas.

Como yo, Liam se tomaba la escuela en serio.

Incluso teníamos la misma calculadora científica... y un mapa del


sistema solar sobre nuestro escritorio.

Sonrío cuando veo la tabla periódica de elementos.

Recuerdo que lo aprendí cuando estaba en séptimo grado... y


luego corrí a hacer una copia en la biblioteca más tarde ese día
para poder saltar y memorizar cada una.

Me pregunto si él hizo lo mismo.

Lástima que nunca lo sabré.

Al acercarme a su tocador, lo primero que noto es la falta de


polvo.

Alguien viene aquí y limpia.

Hay algo tan trágico en eso. Como si estuvieran tratando de


preservar su memoria.
Esperando que vuelva a casa algún día.

Mis ojos se quedan en una foto en un marco.

Con dedos temblorosos, lo recojo. Son los Covington. Todos ellos.


En lo que deben haber sido tiempos mucho más felices.

Sabía que la madre de Cole era una bailarina de Bollywood, y por


lo tanto hermosa, pero aun así me sorprende lo impresionante
que era.

Y cuánto se parece Bianca a ella.

Mi mirada viaja a su padre a continuación. Es alto, fácilmente se


eleva por encima de los seis pies. Debe ser de donde Cole y Jace
sacaron su altura.

También es muy guapo. Casi demasiado guapo.

Mientras que Jace tiene rasgos de sus dos padres, y Bianca


claramente favorece a su madre... Cole es la viva imagen de su
padre con sus llamativos ojos verdes y su piel clara.

No puedo evitar notar la forma en que están alineados en la foto.


Bianca, que sigue siendo una niña pequeña en la foto, está siendo
sostenida por su madre, y los tres niños están en el suelo. Liam
y Cole, que están vestidos tan parecidos, que no puedo
distinguirlos, están sentados en lados opuestos de Jace... ambos
con el ceño fruncido.

Como si no pudieran soportar estar uno al lado del otro.

Estoy a punto de poner la foto de nuevo cuando veo una Biblia


en la cómoda. Cole no es religioso, y ni Jace ni Bianca han
mencionado la religión antes, así que es sorprendente.
Por no mencionar que no es algo que típicamente encontrarías en
el dormitorio de un chico de trece años.

No puedo evitar notar que una de las páginas está marcada.

Sosteniendo el marco en una mano, lo abro.

Mi corazón salta cuando me doy cuenta de que el marcador es


una foto de dos preciosos bebés idénticos en una cuna...
Agarrados de la mano mientras duermen.

Es un momento tan hermoso capturado.

Estoy a punto de cerrarlo, cuando me doy cuenta de que hay una


escritura rodeada.

Si alguien dice: "Amo a Dios", pero odia a su hermano, es un


mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto,
no puede amar a Dios, a quien no ha visto. Y nos ha dado esta
orden: "El que ama a Dios debe amar también a su hermano.

-1 Juan 4:20-21

La frase "odia a su hermano" está subrayada.

Mis ojos se llenan de lágrimas. La imagen que una vez fue


hermosa ahora se siente empañada de alguna manera.

La escritura misma es un recordatorio de que todos debemos


amarnos los unos a los otros. Pero dada la imagen, el subrayado,
la relación que tenía con su gemelo... pude ver como uno podría
tomarlo muy literalmente.

Especialmente si están de luto y buscando respuestas.

Una sensación extraña se esconde en mis entrañas.


Sabía que Cole tenía sus razones para no creer, y está bien, es
su elección, pero no puedo evitar sentir que esto puede tener algo
que ver.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí?

La voz helada de Cole me asusta y el marco de la foto se me cae


de la mano.

—Lo siento mucho. —Sin pensarlo, me tiro al suelo y recojo un


fragmento de vidrio roto—. Mier..Miércoles, digo mientras el
vidrio me corta en mi dedo, recordando que aún me aferro a la
Biblia.

Cole se inclina hacia abajo.

Hay una mirada oscura y amenazadora en sus ojos mientras


examina mi dedo. —Te advertí que te cortarías con mis malditos
pedazos, Bible thumper. —Sus dientes brillan en blanco y señala
el armario—. Ahí es donde lo hizo. ¿Quieres echar un vistazo?
¿Satisfacer tu curiosidad aún más?

Abro la boca para disculparme otra vez, pero no me da la


oportunidad. —Sal cuando termines de husmear.

Con eso, sale de la habitación como una tormenta.

Un momento después, la puerta principal se cierra de golpe.


COLE
La rabia me corre por la sangre mientras salgo por la puerta
principal. Busco mis llaves, pero recuerdo que no tengo un
maldito auto.

Dando la vuelta, corro hacia la casa de huéspedes.

Oakley responde en el segundo golpe. La mirada en mis ojos


mientras exijo que me preste su auto debe decirle que no estoy
bromeando, porque me entrega las llaves.

—¿Qué está pasando...?

Me voy antes de que pueda terminar su frase.

No debería haber entrado ahí.

No tenía nada que hacer husmeando en las cosas de Liam.

Un destello de terror me atraviesa.

Ahora ella va a hacer preguntas sobre él.

Preguntas como... ¿por qué se quitó la vida?

¿Qué pasó con ese pasaje de la Biblia?

Podría eludir la verdad con Jace por el bien de nuestra familia,


pero no puedo mentirle.
Ella ve a través de mí.

Piso el acelerador tan fuerte que quemo la goma mientras vuelo


por la calle.

Voy a perderla.

Aprieto los dientes mientras hago un giro brusco a la izquierda.

Necesito darle una paliza a algo, a alguien, antes de perder la


maldita cabeza.

Perderla.

Desafortunadamente para Stone, su hermano mayor ya no está


para soportar el calor.

Una risa morbosa sale de mí mientras me acerco a la parte de


atrás del trabajo de Sawyer y apago el motor. Mi hermano mayor
tampoco está aquí.

Planeaba esperar hasta que terminara su turno, pero no tengo


que hacerlo, porque lo veo llevando basura al basurero de atrás.

Mientras Bianca lo persigue, gritando como una loca.

No tengo ni idea de qué se trata, pero ya estoy entusiasmado, así


que salgo del auto.

—Hey, DaSilva.

Es la única advertencia que recibe antes de que le golpee la cara


con mi puño.
SAWYER
—No sé qué hacer —grita Bianca—. Jace no contesta el teléfono
y no tengo el número de Dylan.

Jesús. Nunca la había oído tan aterrorizada.

—Bien, cálmate. ¿Qué está pasando? —Agarro mi bolso y bajo las


escaleras de Covington—. Mejor aún, dime dónde estás. Iré a
buscarte.

Hay un momento de vacilación antes de que ella diga. —Estoy en


Cluck You.

—¿Por qué?

—No es importante. Lo que importa es que Cole está actualmente


golpeando a Stone hasta convertirlo en una pulpa sangrienta. Es
malo, Sawyer. Tan jodidamente malo.

Mi corazón salta a la garganta mientras ella grita —Déjalo, Cole.


Vas a matarlo.

Corro hacia mi camioneta. —Estoy en camino.

Nunca debí haber entrado en la habitación de Liam.

Honestamente no creí que lo hiciera enojar tanto.

Sólo quería saber algo.


Porque no me dice nada.

—¡Cole, por favor! —Bianca grita—. Sawyer, no sé...

—Pégale —grito—. Pégale con algo. Ahora. Hará que se detenga.

El dinero no siempre garantiza que saldrás de un cargo de


asesinato y no puedo perderlo.

Escucho un fuerte golpe en la otra línea. —Le arrojé un ladrillo a


su cabeza.

Casi me salgo de la carretera. —Jesús, Bianca.

—No te preocupes, fallé. Golpeó el lateral del contenedor. Pero


rompió la pelea y la mierda. ¿Qué vas a hacer ahora, maníaco?

—¿Qué ha pasado?

—Cole se va.

—¿Se va? ¿Cómo? No tiene auto.

—Está conduciendo el auto de Oakley.

Que se joda un pato. Pensé que había tomado un Uber.

—Bien, sólo... llama a una ambulancia para Stone.

—¿Estás bromeando...?

—Sólo hazlo, Bianca. Probablemente esté seriamente herido.

Cuelgo antes de que pueda protestar y llamar a Oakley.

—Hey

—¿Tu auto tiene algún tipo de rastreador GPS?


Joder sí sé cómo se llama en realidad. Mi camioneta es vieja como
la tierra.

—Me imaginé que Cole y tú podríais estar peleando, pero no…

—Cole está peleando con Stone, Oakley. Al menos lo estaba antes


de que se fuera de nuevo. ¿Tienes un rastreador de ubicación o
no? ¿OnStar15? ¿Algo?

—Sí.

Doy un respiro. —Bueno.

—Pero hice que Jace lo desactivara. No quería que mi padre me


siguiera.

Por supuesto que esta desactivado. Jesús, toma el volante.

—Hazme un favor y llama a Jace. A ver si te atiende.

—Si lo hace, ¿quieres que le diga que Cole golpeó a Stone otra
vez...

—No. Quiero que le preguntes si sabe adónde iría Cole cuando


está molesto... —Me golpea tan fuerte que siento que me acaban
de golpear en la cabeza con un ladrillo.

—Pensándolo bien, lo he descubierto. Me tengo que ir. —Se me


ocurre otro pensamiento—. Llama a tu padre. Bianca dijo que
Cole le dio una paliza a Stone...

—¿Por qué estaba Bianca allí?

15
OnStar Corporation es una subsidiaria de General Motors que brinda comunicaciones por suscripción,
seguridad en el vehículo, servicios de emergencia, llamadas con manos libres, navegación paso a paso y
sistemas de diagnóstico remoto
—No tengo ni idea. Y ahora mismo, honestamente no me importa
una mierda. Lo único que me importa es llegar a Cole.

Y sólo hay un lugar en el que estaría ahora mismo.


COLE
—¿Eres feliz ahora, Liam? —Grito en el cielo nocturno—. ¿Es esto
lo que querías?

El dolor es tan profundo que corta como mil cuchillos


apuñalándome a la vez.

Tan paralizante, que cada respiración se siente como si fuera la


última.

Karma.

Le quité la vida... así que es justo que destruya la mía.

Abrirme en filetes y exponerme por el despiadado gilipollas que


soy realmente.

—Cole —dice Sawyer antes de que aparezca—. ¿Qué está


pasando? Háblame.

La miro. La forma en que la luna brilla detrás de su cabeza la


hace parecer un ángel al que le falta un ala.

Porque la destruí.

Destruyo todo.

—¿Cómo...?
—Es tu lugar favorito.

Odio que me conozca tan bien.

Antes de que pueda detenerla, se acuesta a mi lado en la hierba.


—Lo siento...

—No te disculpes. —Los músculos de mi pecho se


tensan—. Estaba destinado a salir tarde o temprano.

Esperaba que fuera más tarde. Mucho más tarde.

—¿Qué es?

La fea verdad.

No importa cuánto intente olvidar... nunca compensará el feo y


horrible suceso del que soy responsable.

Giro la cabeza para mirarla de nuevo.

Es tan malditamente hermosa.

Tan pura e inocente y buena.

La santa que un pecador como yo nunca mereció.

Por una vez, desearía que Dios fuera real. Desearía que el Cielo y
el Infierno y la reencarnación fueran legítimos para poder pagar
mi penitencia y pedir una segunda oportunidad.

Encontrarla de nuevo en otra vida. Una en la que realmente la


merezca.

—Te lo contaré todo. —Cambiando de posición, me giro para


enfrentarla—. Sólo quiero besarte una última vez antes de
hacerlo.
Una última vez antes de que todo desaparezca.

Antes de que le muestre el pedazo de mierda sin valor que soy y


se dé por vencida.

Ganaste, Liam.

No me importabas, pero me va a matar perderla.

Las cejas de Sawyer se unen con confusión y ella se


sienta. —No, no puedes besarme una última vez. Porque no
importa lo que me digas, no me iré a ningún lado.

Ella está equivocada. Muy equivocada. —Dices eso ahora...

—Lo digo en serio. —Ella me agarra la cara—. Sea lo que sea, no


cambiará lo que siento por ti. Nunca. Colton, yo...

—Es mi culpa.

Sus manos se aprietan. —¿Qué cosa?

—Liam... su muerte. Es todo culpa mía.


COLE
Pasado...

—¿Pensaba que venías al baile con Heather? —Hayley pregunta


mientras nos balanceamos con la música.

Técnicamente lo hice, pero a mitad del baile, Hayley me llamó la


atención.

O, mejor dicho, sus tetas lo hicieron.

La mayoría de las chicas de séptimo grado no tenían un conjunto


decente todavía, pero no Hayley.

La chica tiene un puñado entero... y me muero por saber si se


sienten tan bien como se ven en su vestido esta noche.

Me pregunto qué haría falta para que me dejará tocarla un poco.

—¿Cole?

—¿Eh?

He estado tan ocupado pensando en sus tetas, que olvidé que me


hizo una pregunta.

Haciendo una pausa en nuestro pequeño baile, me mira.


—Heather.

—¿Qué pasa con ella?


—Creí que habías venido aquí con ella.

Mierda. —Quiero decir, viajamos en el mismo auto... —Por el


rabillo del ojo, veo a Liam bailando con mi antigua cita.

Eso es... interesante.

La iluminación aquí debe ser peor de lo que pensaba. Ella cree


que soy yo.

De cualquier manera, definitivamente puedo usarlo a mi favor.

—Pero ella y Liam tienen algo en marcha. —Le doy a Hayley mi


mejor sonrisa—. Lo cual está bien para mí, porque sólo me
importas tú...

Y los dos cojines suaves a unos centímetros al sur de tu cuello.

Se ruboriza. —¿En serio?

—Sí...

Espera. ¿Por qué Liam está bailando con Heather? ¿Está tan
desesperado por mis sobras?

Por mucho que me moleste, no puedo decir que lo culpe.

El accidente que mató a nuestra madre le dejó unas cicatrices


faciales espantosas y un mal tartamudeo.

Según el médico de la familia, es una combinación de trauma


cerebral y ansiedad que desarrolló a partir del accidente.

Personalmente creo que todo es una tontería.

Podría hablar bien si realmente lo intentara... sólo que elige no


hacerlo.
Creo que quiere que la gente se sienta mal por él.

De cualquier manera, este tartamudeo es sólo otra forma de


robarme toda la atención. Como siempre lo hace.

Por el lado positivo, se ve y suena como un fenómeno, la gente ya


no nos confunde.

Lo que sea. El imbécil puede quedarse con mis sobras.

A pesar de que Heather no es la chica que realmente quiere.

Esa sería Dylan. La mejor amiga de Jace. O debería decir ex mejor


amiga.

Evidentemente, Jace invitó a Britney al baile... y luego Liam


aprovechó la oportunidad y le pidió a Dylan que fuera al baile con
él.

Sorprendentemente, dijo que sí.

Aunque nunca lo sabrías, porque Dylan está actualmente


involucrada en lo que parece una conversación muy acalorada
con Tommy DaSilva.

Me muerdo el interior de la mejilla, suprimiendo una risa.

Tommy es el némesis de Jace, pero no por ningún problema


personal entre ellos.

No... Jace odia sus agallas porque Tommy intimida a Liam.

Tanto es así, que incluso le puso un pequeño apodo a Liam. La


historia.

Porque la historia siempre se repite.


En cuanto lo escuché, casi me muero de la risa. Muy inteligente
ese Tommy.

Por supuesto, la primera vez que lo usé en casa, Jace me dio un


puñetazo en el brazo y me dijo que lo dejara.

Aun así, no me detuvo de burlarme de Liam con eso cuando Jace


no estaba cerca.

—¿Por qué te ríes?

Porque está a punto de haber algo de drama, y eso siempre es


gracioso... siempre y cuando no me involucre a mí.

Miro a los ojos de Hayley. —Es curioso cómo crees que podría
querer a cualquiera menos a ti.

El rubor que sube por sus mejillas se hace más profundo. —Ni
siquiera sabía que te gustaba así. Quiero decir, estás tan bueno.

—Lo sé. —Sonrío—. Tú tampoco estás tan mal.

Sin embargo, estará más guapa una vez que esos horribles
aparatos se le caigan de los dientes y pierda algo de la gordura
de su cara.

Comparada con el resto de las chicas de la secundaria, ella sigue


ahí arriba... que es todo lo que importa.

—¿Estás seguro de que Heather no se enfadará?

—Heather qui...

Espere un momento. ¿Por qué Heather está sentada en las gradas


llorando... otra vez? ¿Dónde está Liam?
Hago girar a Hayley en la pista de baile para poder buscar a
Dylan.

Al igual que su cita... ella también se ha ido. También Jace y


Tommy.

Jesús. Es como si todos se hubieran convertido en fantasmas y


se hubieran desvanecido en el aire.

—¿Estás bien? —Hayley pregunta.

—Estoy bien, Heather-Hayley.

Mierda. Malditos sean sus nombres por sonar tan similares.

Ella deja de bailar. —Soy Hayley.

—¿Qué demonios está pasando? —Murmuro mientras veo a un


Liam visiblemente angustiado volver a entrar en el gimnasio.

Un sonriente Tommy lo sigue de cerca.

Esto no puede ser bueno.

Dejando a Hayley, me acerco a ellos.

Y entonces sucede.

Tommy señala a un Liam que sigue llorando. —Mira a este marica


remilgado llorando como un bebé.

No toma mucho tiempo para que todos miren a Tommy... o, mejor


dicho, a Liam.

Debería intervenir y poner fin a esto.

Pero no lo hago.
A Liam le encanta robarme el protagonismo... bueno, aquí está.

Que se ahogue en él.

Liam se limpia los mocos y las lágrimas con la parte de atrás de


la manga, tratando de componerse. —J-j-j-j-j-j

Su tartamudeo parece continuar por una eternidad. Es tan malo


que no puede decir ni una sola palabra. Por supuesto, eso sólo
hace que todos se rían más fuerte.

—¿Qué es eso, h-h-historia? —Tommy se burla.

La ira cruza los rasgos de Liam. —J-j-j-j

Estoy seguro de que intenta decirle a Tommy que se joda, pero ni


siquiera puede hacerlo bien.

Frustrado, Liam intenta irse, pero el círculo de gente que lo rodea


no permite que eso suceda.

Y ahí es cuando todo va de mal en peor.

Rápido como un rayo, Tommy le baja los pantalones a Liam.

Desafortunadamente para Liam, Jace escatimó en la lavandería


esta semana y eligió la peor noche para ir de comando.

La risa en el gimnasio aumenta en varios decibeles y unos


cuantos chaperones se precipitan hacia el círculo.

Pero es demasiado tarde.

—¡Mierda, es una chica! —Tommy grita—. De ninguna manera


esa cosita califica como una polla.

Más risas.
Mi pecho se aprieta. La vergüenza de segunda mano debe ser algo
legítimo, porque estoy seguro de que la estoy experimentando.

Tommy también juega al fútbol, y lo he visto en el vestuario.

No tiene un paquete más grande que el de Liam.

O que cualquiera de nosotros, para el caso.

Pero ningún chico de secundaria se levantará y anunciará eso


frente a un montón de chicas.

Y la mayoría de las chicas de la escuela media no sabrían la


diferencia de todos modos... porque todavía no han visto una, así
que no hay nada con lo que puedan compararla.

Tampoco ayuda que hay un proyector en el ventilador del techo


y ahora todo el mundo lo vio, y que no empezó a pasar por la
pubertad hasta hace unos meses.

Pero nada de eso importa.

A partir de este momento, Liam será conocido para siempre como


el tartamudo con polla de bebé.

Lo seguirá a todas partes por el resto de su vida.

Demonios, incluso podría seguirme.

Garras de pánico se instalan en mi pecho. Por mucho que intente


distanciarme de él, no se puede negar que somos gemelos
idénticos.

Es seguro decir que si todos se burlan de él por tener una polla


pequeña... asumirán que yo también tengo una.

No puedo dejar que eso suceda.


Así que me uno a ellos.

—¿Alguien tiene una lupa?

—Muy buena —dice Tommy antes de que los profesores lo alejen


y terminen con la conmoción.

La vergüenza recorre mi sistema mientras Liam se sube los


pantalones y sale corriendo del gimnasio.

Podría haberlo detenido. Podría haberlo defendido.

Pero no lo hice.

Estoy a punto de irme, pero Jace me ve. Dada la expresión de su


cara, supongo que vio el final de lo que pasó con Liam.

—¿Dónde está Liam?

O no.

Me encojo de hombros. —¿Qué parezco, su guardián?

—Cole —rechina los dientes.

Parafraseo a Tommy. —Corrió a casa llorando como una pequeña


perra.

—¿Por qué?

—No estoy seguro —empiezo—. Tommy y Liam dejaron el


gimnasio por unos minutos. Cuando volvieron, Liam estaba
llorando y Tommy sonreía como un gato que se comió un pez
dorado.

No es exactamente una mentira. No es toda la verdad.

—Mierda.
—Se pone peor. —Me estremezco—. Tommy empezó a señalar y
a reírse de él. Llamándolo marica remilgado. Muy pronto todos
los demás se unieron a él. —Aparto la mirada—. Liam trató de
defenderse, pero estaba tan molesto que...

—Se atascó en la primera palabra.

Yo resoplo. —Más bien la primera letra. Fue bastante brutal,


incluso yo me sentí mal por él.

Estoy a punto de decirle todo el alcance de esto, pero la decepción


en sus ojos se siente como un ácido en la cara.

Jace es la única persona que me importa en este mundo ahora


que nuestra madre se ha ido.

Si descubre lo que Tommy hizo... y que no hice nada para


defender a Liam.

O peor aún... que en realidad participé.

Me odiará.

Como todos los demás.

—Liam está tan enfadado contigo. —dice Bianca en el momento


en que Jace y yo entramos por la puerta principal.
Quería arreglar las cosas con Hayley, pero Jace me leyó el acta
de disturbios sobre ser un hermano de mierda para Liam y me
obligó a volver a casa con él.

Que mucho bien me ha hecho. El bastardo me delató.

Jace me mira. La decepción ha vuelto.

—No es mi culpa que saliera corriendo del baile


llorando —grito—. Culpa a Tommy DaSilva.

Estoy tan cansado de que todos me reprendan constantemente


por los problemas de Liam. Se lo hace a sí mismo.

—Tú no. —Ella mira a Jace—. Tú.

Jace parece sorprendido... ya somos dos.

A diferencia de Liam y yo, Jace y Liam se llevan muy bien.

El gran Jace niega sus verdaderos sentimientos por Dylan. Lo


cual es un montón de mierda si me preguntas. Cualquiera con
pulso puede ver que Dylan y Jace son perfectos el uno para el
otro.

—¿Yo? —Jace pregunta—. ¿Dijo por qué?

Bianca piensa en esto por un momento antes de


responder —No. —Sonriendo, mira hacia el techo—. Pero me
preguntó dónde estaba el bate.

Como si fuera una señal, hay un fuerte golpe arriba.

Bueno, mierda. Parece que Liam no es un marica después de todo.


Dejo salir un aullido de lobo. El tren expreso del drama ha dejado
oficialmente la estación. —Voy a adivinar y decir que le has
apuntado en la dirección correcta.

Bianca se sopla en las uñas. —Duh.

—Muchas gracias —murmura Jace antes de subir la escalera.

Estoy justo detrás de él. —¿Qué hiciste?

Tengo que escuchar esto. Jace y Liam nunca se pelean.

—No tengo ni idea.

No me lo creo. Dado que Liam se está cagando en el bate, debe


haber hecho algo.

—Nunca lo había visto tan enojado antes —susurra Bianca


detrás de nosotros.

Ya somos dos. Lo que significa que ella necesita quedarse en el


sofá donde es seguro.

Jace y yo nos damos la vuelta. —Baja las escaleras.

Haciendo pucheros, se escabulle por la escalera. —Espero que


Liam tome el bate hacia tus bolas.

Los cristales me asaltan los oídos cuando Jace abre la puerta de


su habitación.

Mi boca casi golpea el suelo cuando entro. Su habitación está


completamente saqueada.

El imbécil incluso se las arregló para destruir la posesión más


preciada de Jace, un monitor de computadora gigante.

—¿Qué demonios estás haciendo? —Jace grita.


Con el bate en mano, esos ojos enojados giran hacia
nosotros. —T-t-tomando a-algo que a-a-mas. —Liam se balancea
de nuevo, atacando la torre esta vez—. T-tal v-vez a-así s-sepas
lo q-que se s-siente.

Jace parece tan perdido como yo. —No tengo ni idea de lo que
estás hablando. No le he quitado nada a...

—Dylan —Liam hierve de rabia, pasando a su Xbox. Varias piezas


de plástico y metal se propulsan a través de la habitación—. L-
los vi a-a l-l-los d-dos b-b-besándose e-e-en e-e-el a-a-armario.

Hora del espectáculo

Bueno, mierda. Vamos Jace. Finalmente.

—Ya era hora —le digo.

Durante años, Jace ha atiborrado sus sentimientos por Dylan


con la esperanza de no herir a Liam, que la reclamó
estúpidamente en cuanto Jace la trajo a casa.

—C-cállate —grita Liam, y su voz se quiebra.

Jesucristo. Qué bebé.

Levanto las manos, tratando de controlar la


situación. —Hermano, estás actuando como un psicópata. Baja
el bate.

—No. —A continuación, se encuentra con una pila de


videojuegos—. S-s-sabías c-cuánto la a-a-amaba.

Parece que Jace se va a enfermar. —¿Cómo te enteraste?

Una cara engreída que pertenece a cierto matón me pasa por la


cabeza.
Tengo la sospecha de que fue Tommy DeSilva.

Como mis dos hermanos, también le gusta Dylan.

Sólo que, a diferencia de ellos, Dylan no quiere tener nada que


ver con él.

Aunque estuvieron muy unidos esta noche.

Por otra parte, Jace fue al baile con Britney, que todo el mundo
sabe que es la enemiga de Dylan.

Me froto la barbilla. Tal vez por eso dijo que sí cuando Liam la
invitó al baile. Dylan estaba celosa y herida. Tal vez quería
devolverle el favor y darle a Jace una probada de su propia
medicina.

Y qué mejor manera de hacerlo que usar a Liam, el hermano que


está enamorado de ella. Sólo que Liam probablemente pensó que
ella dijo que sí porque realmente le gustaba. El tonto.

Mientras tanto, Dylan pasó la mayor parte del baile acariciando


a Tommy.

Y luego, de alguna manera, terminó besando a Jace en un


armario... donde sorpresa, sorpresa Liam estaba mágicamente
allí para presenciarlo.

Huelo una rata. En realidad, huelo dos de ellas.

El infierno no tiene tanta furia como una mujer despreciada.

Y un atormentador al que le gusta revolver la mierda.

—T-te a-a-acabo de d-decir, t-tonto-o-o —grita Liam—. T-te v-vi


—¿Cómo supiste que estábamos en el armario? —Puedo ver el
momento en que finalmente Jace se da cuenta—. Maldición

Sí, esta mierda es mala. Muy mala.

Especialmente considerando lo que Tommy le hizo a Liam justo


después.

Habla de patear a alguien mientras está en el suelo.

Liam destroza la televisión de Jace a continuación. —Tommy m-


me d-d-dijo que e-estaban e-e-escabulléndose a mis e-e-espaldas.
No le c-creí, p-p-pero d-d-dijo que p-podía p-p-probarlo.

Maldición, ese imbécil es bueno.

La cara de Jace se cae. —Yo estoy tan…

Una canción de Jimmy Eat World llena la habitación. El tono de


llamada de Dylan.

La chica tiene pelotas para llamarlo después de lo que ha hecho.

Liam lo mira como un halcón. —¿Es ella?

Por supuesto que sí, idiota. ¿Qué otra chica conocemos que esté
obsesionada con esa estúpida banda?

Jace presiona rápidamente el botón de ignorar en su teléfono.


Una jugada inteligente.

—No importa.

Liam coloca la nueva laptop Apple de Jace en su escritorio.

Mi padre se ofreció a comprarla para su cumpleaños, pero Jace


lo rechazó... como siempre lo hace.
En cambio, ahorró cada centavo que ganó cortando el césped el
año pasado para comprarla él mismo.

Jace da un paso hacia él. —¡Liam, para!

Liam se balancea en el aire, atacándolo, antes de que abra el


portátil y lo haga pedazos.

Nunca antes había sentido la necesidad de matar a alguien. Sé lo


duro que trabajó Jace para eso.

Sé lo mucho que quiere a Dylan.

Y Liam.

Esto no está bien. Liam actúa como un mocoso malcriado que no


se sale con la suya y no es justo para Jace.

—¿Le d-d-dijiste que la a-a-amaba? —Se balancea de


nuevo—. ¿A-a-ambos se r-rieron m-m-mucho?

—No. Te dije que no te haría eso.

Le creo. Es imposible que Jace traicione a Liam.

—Ja. C-c-como si p-p-pudiera c-confiar en ti —grita—. N-no e-e-


eres n-nada más que u-un m-m-mentiroso.

No, no lo es. Es un buen hermano que no merece nada de la


mierda que Liam le está dando actualmente.

—Cristo, hombre. Contrólate —grito—. Deja de actuar como un


maníaco y de destruir las cosas de Jace.

Liam me mira fijamente. —E-el b-beso a Dy…

—Sí, lo sé. Pero Dylan nunca fue tuya, amigo. —Yo resoplo. Su
olvido es casi cómico—. ¿Realmente pensaste que tenías una
oportunidad con ella? —Me balanceo sobre mis talones, tratando
de no reírme—. Hasta una persona ciega pudo ver que le gustaba
Jace desde hace tiempo. Pero incluso si no lo estuviera, de
ninguna manera saldría con alguien como tú.

A pesar de ser rara y perra, Dylan es una pieza de diez centavos.

Liam ni siquiera es un cinco. Bueno, ya no.

Algunos niños en la escuela lo apodaron el monstruo de ojos


verdes por las cicatrices que le cortan la cara.

Gracias a la apariencia excepcional de nuestros padres, todos en


nuestra familia son muy superiores a la media.

Todos menos él. Ahora su exterior coincide con su interior.

—Cole —Jace se rompe.

No. Si no va a defenderse y detener el tren de la compasión de


Liam... lo haré yo.

Es hora de que alguien ponga a Liam en su lugar. ¿Quién mejor


que su gemelo para hacerlo?

—No le gustas a nadie, Liam. Ni siquiera a tu propia


familia. —La repugnancia me atraviesa—. Eres vergonzoso.
Siempre buscando atención con tu llanto y tu tartamudeo...

—Ya basta —gruñe Jace, devolviendo el golpe—. Di una palabra


más y te juro por Dios que te daré una paliza.

¿En serio? Liam destruyó todas sus cosas, no le deja ser feliz con
la chica que le gusta, y de alguna manera, yo sigo siendo el
problema en este escenario?
Es como si todos los que me importan tuvieran lentes y nadie
pudiera ver al verdadero él.

Tal vez debería caminar con una máscara puesta también.

Una que engañe a la gente para que piense que soy tan genial...
como Liam.

—Lo que sea. Al diablo con esto. —Miro a Liam. Nunca he odiado
a nadie más de lo que lo odio a él. Estoy bastante seguro de que
nunca lo haré—. Que te den.

Les muestro el dedo de en medio a ambos. —Ustedes dos, idiotas,


arreglen su propia mierda. Yo ya he terminado. —Empiezo a
alejarme, pero me detengo cuando llego al marco puerta—.
Desearía que fuera uno de ustedes quien muriera en lugar de
mamá. Tal vez entonces esta familia no sería un desastre.

Sin uno de ellos, tal vez podría haberme amado finalmente.

Estoy a punto de darme la vuelta e irme a dormir, pero llaman a


mi puerta.

Lo ignoro.

Sé quién está del otro lado y no me interesan sus tonterías.

Toc, toc.
—Vete.

—P-p-por favor —Liam gruñe—. N-n-ecesito... n-necesito... n-


necesito hablar c-c-contigo.

Oh, diablos. Aquí vamos.

Al igual que nuestra madre, Liam sufre de lo que mi familia llama


cambios de humor.

Normalmente se queda en la cama y duerme cuando está


molesto, pero a veces se queda despierto durante horas.
Haciendo estupideces.

Como pintar un mural en la sala de estar. Uno horrible.

Mi padre se enojó cuando lo vio. Pero por supuesto, Liam


encendió el agua y lloró por lo mucho que extrañaba a mamá y
por lo que le hubiera gustado su feo trasero pintado con una fea
mariposa verde.

No sólo no se metió en problemas... la monstruosidad permaneció


en la pared durante seis meses seguidos.

Otra noche al azar decidió tirar toda la comida del refrigerador.


Cuando lo confrontamos por la mañana, dijo que estaba cansado
de que matáramos animales y exigió que nos volviéramos
vegetarianos al instante.

Cuando nos opusimos, amenazó con llamar a la policía y decirles


que éramos asesinos.

¿Se metió en problemas? No.

Nos obligaron a comer como conejos hasta que Liam decidió que
se hartó una semana después y nos sacó de nuestra miseria.
Luego llegó el momento en que decidió que quería aprender a
tocar el trombón.

¿Cuándo le gustaba practicar? A las tres de la maldita mañana.

Nos obligaron a usar tapones para los oídos durante dos semanas
enteras... hasta que decidió que ya tenía suficiente y lo tiró a la
piscina.

Jace no dijo una palabra mientras lo sacaba, pero en el fondo,


sabía que se daba cuenta.

Liam estaba enfermo... como nuestra madre.

Pero con los tornillos sueltos o no, aun así, no le daba una excusa
para actuar como un idiota y molestar a todos los que lo
rodeaban.

Jace intentó que nuestro padre lo llevara a terapia, pero se negó.

Liam, no nuestro padre.

A regañadientes, abro la puerta. Sé que, si no lo hago, es probable


que acampe fuera y siga llamando toda la noche.

—¿Qué es lo que quieres? —Pregunto, ignorando sus ojos rojos y


vidriosos y la manta que lo rodea.

¿Muy dramático?

Si fuera inteligente, habría ido a la habitación de Bianca. Desde


que ocurrió el accidente, ha pasado algunas de sus noches allí.

Jace y yo solíamos pensar que era raro, un poco pervertido, pero


cuando fuimos a investigar, los encontramos con los brazos
alrededor del otro, temblando y llorando.
Decidimos no volver a molestarlos por eso después de eso.

Pasa a mi lado. —N-necesito a-a-ayuda.

—¿Ayuda con qué?

Se sienta en mi cama. —¿N-nunca le voy a-a gustar a D-d-


dylan...?

No soy de los que endulzan las cosas, así que le digo la verdad.
—No.

La ira se refleja en sus ojos. —Jac-c-ce m-me t-traicionó.

—No te ha traicionado.

No siempre se trata de él. Cualquier tonto podría ver que se han


gustado el uno al otro durante años. Cualquier tonto menos él.

O tal vez pueda verlo. No quiere que Jace sea feliz.

Más tiempo con Dylan significa menos tiempo con Jace. Su


sustituto mimado.

—¡S-sí, lo hizo! —Liam grita, de pie—. Y T-T-Tommy... él... t-t-


todos lo v-vieron. N-n-nunca voy a-a o-o-olvidar e-esto. S-s-se va
a p-p-poner p-p-peor en la e-e-escuela a-a-ahora... ¿N-no es así?

—Probablemente.

Las lágrimas corren por sus mejillas. —D-d-desearía que la gente


d-d-dejara de b-burlarse de mí.

—Entonces deja de darles una razón para hacerlo.

La respuesta es muy simple. El imbécil se niega a mezclarse.

Es casi como si disfrutara de ser diferente de todos los demás.


—¿Qué s-se s-supone que s-s-significa eso?

No quiero que Jace venga aquí y me grite por hacerlo llorar, lo


dejo caer. —Nada. —Me acerco a mi puerta—. Me voy a la cama.
Sal de aquí.

Liam sacude la cabeza, envolviendo la manta a su alrededor más


fuerte. —Van a s-s-seguir b-burlándose de m-mí. M-mi vida e-e-
está a-arruinada.

No estoy de humor para esto. En lo que a mí respecta, cavó su


propia tumba. —Fuera.

—N-no me s-s-siento bien, C-C-Colton. —Apretando sus ojos


cerrados, se golpea la cabeza una y otra vez—. A-algo está. m-
mal. —Un sollozo estrangulado se libera—. D-duele m-m-mucho.

Verlo con tanto dolor no debería sentirse tan bien... pero lo hace.

Una vez más, señalo la puerta. —No me importa.

—E-e-extraño a m-mamá —solloza—. E-ella es la u-u-única que


m-me ha a-a-amado. E-ella m-me d-d-dijo que yo era e-especial.

Apuesto a que sí.

La ira corre sobre mi piel, y le agarro el brazo. —Entonces tal vez


deberías unirte a ella.

—¿Q-q-qué?

—¡Sal de mi habitación! —Grito, mi frustración


aumenta—. Quiero ir a la cama.

Liam planta sus pies, negándose a ceder. —N-n-no.


No me ha dado otra opción. Apretando su brazo, lo jalo hacia la
puerta.

Liam lucha conmigo todo el tiempo, pero yo soy más fuerte, así
que yo gano.

—¿P-por q-qué no me d-d-dejas quedarme? ¿P-por q-qué me o-o-


odias tanto?

Porque todos me comparan con él.

Porque no existo cuando él está cerca.

Porque estoy cansado de ser constantemente eclipsado por él.

Porque es sensible, débil, frágil y falso.

Porque se le permite tener defectos.

Porque él es todo lo que yo no soy.

—Porque tú eres tú.

Y yo soy yo.

Frunce el ceño. —B-b-bueno, t-tal vez te odio t-t-también.

Lo miro a los ojos. —Bien.

Será la única cosa en la que nos pusimos de acuerdo.

Giro el pomo de la puerta. —Vete.

Solloza, se limpia la cara con su manta como el bebé que


es. —P-por favor, C-c-colton. N-no quiero e-estar s-solo.

Intenta acercarse, pero no se lo permito. —Y no quiero tener un


hermano gemelo molesto que se niega a salir de mi habitación,
pero oye... la vida no es justa. —Me acerco a su cara—. Ahora
vete antes de que te golpee.

—C-c-colton.

Señalo el pasillo. —Fuera. Estoy cansado de mirar tu estúpida


cara.

Con la cabeza agachada, finalmente sale de mi dormitorio.

Doy un portazo detrás de él tan rápido que su manta queda


atrapada.

—M-mi m-manta

Si lo abro, tendré que volver a verlo. Al diablo con eso.

—Oh, bueno.

Hay algunos gruñidos y tirones en su extremo hasta que escucho


el desgarro de la tela.

Finalmente, se ha ido.

Dolor.

Un dolor punzante y agudo que hace que todo mi pecho se


derrumbe.

Me levanto en la cama. Liam.


Miro el reloj de la mesita de noche. Son las tres pasadas de la
mañana.

Liam probablemente esté durmiendo.

Otro agudo dolor punzante me atraviesa el corazón como una


aguja a través de un alfiletero. Duele.

Me duele tanto que no tengo más remedio que gritar. —Liam.

Más vale que el idiota no esté haciendo algo que no debe hacer.
No estoy de humor para otro cambio de dieta o para un incidente
de trombón perforador de oídos.

Debería ir a ver cómo está. Asegurarme de que no se lastime


mientras hace Dios sabe qué.

Levantando las mantas, balanceo mis piernas sobre la cama.

Pero, así como así... el dolor disminuye.

Está bien.

Bostezando, me deslizo de nuevo a la cama y me quedo dormido.

—¿Qué quieres comer, Cole? —Jace gruñe mientras continúa


haciendo panqueques.

Sólo que no son sólo panqueques. Son la comida favorita de Liam


para el desayuno.
—Mi comida favorita para el desayuno.

Sé que le estoy molestando, pero no me importa. ¿Por qué Liam


debería recibir un trato especial cuando destruyó la habitación
de Jace?

—Bien —dice Jace, visiblemente agitado—. Ya que ya no son


huevos revueltos, ¿cuál es tu nuevo favorito?

Sonriendo con suficiencia, aparto mi tazón de


cereales. —Frittatas y crème brûlée.

No estoy seguro de lo que es una frittata, pero una vez escuché a


nuestro padre pedirle a su secretaria que le consiguiera una.

Suena elegante y difícil de hacer. Perfecto.

Jace mira al techo. —Nunca has tenido una frittata en tu vida.


Además, la crème brûlée no es un alimento para el desayuno, es
un postre. Y para que quede claro que no soy un maldito chef,
así que o comes la mierda que estoy haciendo o no.

—¿Por qué todo el mundo sigue gritando? —Bianca se queja


cuando se deja caer en el asiento a mi lado.

—Porque a Jace le gusta más Liam que yo.

No soy de los que se andan con rodeos.

—Eso no es...

—Duh. —Ella pesca una manzana de la cesta de frutas—. A todo


el mundo le gusta más Liam.

Tampoco lo es Bianca.

—Mamá no lo hizo. Yo era su favorito.


A veces la verdad duele tanto... que prefiero decir mentiras.

Bianca empieza a reírse. —No...

—Bianca. —Jace le da una mirada de advertencia—. Ya


basta. —Limpiándose las manos con una toalla, me mira—. ¿Por
qué no salimos tú, yo y Liam hoy?

Bianca hace una mueca. —¿Y qué hay de mí?

—Duh —le dice—. Podemos llamar a la Sra. García y pedirle que


nos lleve al centro comercial. O podemos ir al cine.

Evidentemente, ha conseguido entradas de primera fila para otra


película que le gusta a Liam.

No, gracias.

—Esas son las cosas favoritas de Liam —le recuerdo, no que


necesite que se las recuerde.

Suspirando, se pellizca el puente de la nariz. —Podemos tirar un


balón de fútbol por el patio trasero un rato antes de irnos.

Maldito sea. Mi talón de Aquiles. Tal vez Jace se preocupa por mí


después de todo.

—Bien. —Miro a Bianca—. ¿Crees que Liam llorará como la


última vez?

—Sólo si le vuelves a tirar el balón a la cara.

Ah, tiempos de diversión. —Buena idea.

—¿Quieres parar? —Arroja la sartén sucia en el fregadero y saca


otra diferente—. ¿Podemos pasar un maldito día juntos sin toda
la mierda?
Bianca me da un codazo. —¿Cuál es su problema? Está más de
mal humor que de costumbre.

—Todavía puedo oírte, sabes —grita Jace.

Ignorándolo, le doy el 41116. —Jace y Dylan se enrollaron anoche


en el baile y Liam perdió la cabeza.

—¿Por qué? —Hace una mueca—. Jace y Dylan se han estado


haciendo ojitos durante meses. —Ella saca unas cuantas uvas de
la cesta—. No puedo creer que Liam pensara que tenía una
oportunidad.

—Esta es una gran idea —refunfuña Jace—. ¿Qué tal si no


hablamos de esto?

Bianca hace ruidos de besos. —Pero tú y Dylan están


enamorados.

—No, no lo estamos. Estamos... estamos tomando un


descanso. —Remueve la masa de panqueques con más
fuerza—. Hasta que Liam... ya sabes.

Calma su loco trasero de mierda y te permite tener una vida.

—¿Te de su permiso? —Sondea Bianca, sacando las palabras de


mi boca.

—Más o menos —murmura.

—Eso es una tontería —declaro—. Liam tiene que tragárselo. El


mundo no gira a su alrededor.

—Tal vez tú y Dylan puedan verse en secreto —ofrece


Bianca—. Vi una película el otro día en la que el marido de esta

16
Decir la información relevante o la verdad.
señora se fue a trabajar, pero el chico de la piscina se coló
después. Estaba tan emocionada de verlo que se arrodilló...

—¿Qué carajo? —Jace y yo gritamos al mismo tiempo.

—¿Cómo... dónde...? —Jace trata de decir, pero se tropieza con


sus palabras.

Bianca le da un mordisco a su pera. —Entré en la habitación de


papá la semana pasada buscando un poco de esmalte de uñas de
mamá. No quería volver abajo para pintarme las uñas, así que
encendí el televisor y la película estaba encendida. —Hace
pucheros—. Aunque no llegué a terminarla. Terminé derramando
el esmalte en la alfombra justo cuando la señora empezó a rezar.

Jace y yo intercambiamos una mirada.

—¿Empezó a rezar? —Pregunto, esperando que lo hayamos


entendido todo mal y que ella estuviera viendo alguna mierda de
iglesia en vez de porno.

—Sí. —Bianca se encoge de hombros inocentemente—. ¿Por qué


si no estaría de rodillas?

Bueno, eso es fácil. —Porque ella estaba..

Jace me dispara una mirada de muerte.

—Rezando. —Toso—. Apuesto a que estaba rezando muy bien.

Hago una nota mental para encontrar ese video y comprobar yo


mismo sus habilidades de rezo.

Jace voltea el panqueque en la estufa y mira el reloj. —¿Puede


uno de vosotros subir a buscar a Liam? El desayuno estará listo
pronto.
—No hare eso —Bianca y yo decimos al mismo tiempo.

—Bien... —empieza a decir, pero la puerta principal se abre.

La tensión llena el espacio en el momento en que nuestro padre


entra en la cocina.

Jace lo desprecia. De hecho, diría que lo odia tanto como yo odio


a Liam.

Bianca y yo lo toleramos, pero sólo porque nos compra cosas


geniales.

Plantando una sonrisa falsa en su cara, mira a su alrededor.

Tiene el hábito de hacer esta cosa extraña en la que olvida que


nuestra familia está tan jodida como lo está.

Algo así como que se olvida de que tiene hijos cuando está fuera
todo el tiempo.

—Oh, wow. ¿Qué es todo esto?

Jace lo mira fijamente. —¿Qué parece?

—Bien, bueno. Huele muy bien. —Al apartar la mirada, le


estropea juguetonamente el cabello a Bianca—. Gracias, Jace.

Siempre trata a Jace como el ayudante contratado por aquí.

Pero también es la forma en que mamá lo trató.

El mundo entero ha sido puesto sobre sus hombros desde que


ella murió.

La mayoría de los días olvido que la razón por la que Bianca,


Liam, y yo podemos tener una infancia es porque Jace dejó la
suya.
Sería bueno que Jason Covington se diera cuenta de eso también
y se ofreciera como padre.

—Lo que sea. —Jace arroja la espátula sobre el mostrador—


. Voy a ir a despertar a Liam.

Jace sube las escaleras... dejándonos a solas con el donante de


esperma.

—Así que, ¿algo interesante está pasando en la escuela?

Bianca se mira las cutículas. —No, en realidad no.

Me mira. —¿Y qué hay de ti? ¿Cómo va el fútbol?

—No tengo ni idea... es primavera.

Se ríe nerviosamente. —¿Qué puedo decir? El tiempo se me


adelanta. —Se frota la barbilla—. ¿Pero sabes qué? Voy a cambiar
algunas cosas en el trabajo y empezaré a ir a tus partidos la
próxima temporada.

No aguantaré la respiración. Aún no ha asistido a ninguno.

Mientras tanto, Jace nunca se lo pierde.

—Si tú lo dices.

Se vuelve hacia Bianca. —¿Cómo va el estudio?

—Bien. —Ella frunce los labios—. ¿Puedo tener dinero para ir de


compras? Realmente quiero zapatos nuevos y un poco de esmalte
de uñas.

Su cara se ilumina. A diferencia de Bianca, que es la viva imagen


de nuestra madre, y de Jace, que es una extraña mezcla de
ambos, Liam y yo lo favorecemos con nuestros ojos verdes y
nuestra pálida piel irlandesa.

Lo odio.

—Claro, cariño. Avísame cuando quieras ir y le daré mi tarjeta a


la Sra. García.

—Jace dijo que quiere llevarnos al centro comercial hoy.

—Supongo que se lo daré a Jace entonces. —Sus ojos se abren


de par en par—. Pensándolo bien, ¿cómo se sentirían si despejara
mi agenda y los acompañara?

Bianca casi se atraganta con su bebida. —¿En serio?

—¿Te sientes bien? —No recuerdo que haya salido del trabajo
para pasar tiempo con nosotros. Lo que sólo puede significar una
cosa—. ¿Te despidieron?

Bianca se pone pálida. —¿Tienes cáncer?

Se ríe. —No, no me despidieron. Y no, no tengo cáncer. Soy el


dueño de la empresa y puedo tomarme un día libre cuando
quiera.

Desconcertada, Bianca me mira. —Oh.

Arranca una manzana de la cesta de frutas. —Así que, sport.


¿Hay algo que necesites que te compre en el centro comercial?

Odio cuando me llama sport.

Sin embargo, me encanta cuando me consigue cosas.


Tamborileo mis uñas en la mesa, pensando. —En realidad no,
pero hay un campamento de fútbol al que quiero ir este verano.
Es muy caro, ya que lo dirige un tipo que estuvo en la NFL.

—Considéralo hecho.

—Pareces culpable, papá —dice Bianca mientras lo vigila de


cerca—. ¿Hiciste algo malo?

Su pregunta lo toma por sorpresa, y él comienza a ahogarse con


su manzana. —No. Por supuesto que no. Sólo quiero pasar
tiempo con mis hijos, eso es todo. —Me mira—. ¿Se te ocurre algo
que Jace pueda querer? Sé lo duro que trabaja por aquí y quiero
hacer algo bueno por él.

—Sí. —Empiezo a marcar cosas en mis dedos—. Va a necesitar


un portátil, un nuevo monitor de ordenador, una nueva torre,
una nueva Xbox...

—Whoa, espera, sport. ¿Qué pasó con los que tiene ahora?

—Liam les dio con un bate. —le informa Bianca.

Su boca se abre en shock. —¿Qué? ¿Por qué...?

Un fuerte lamento penetrante lo calla. Si no lo supiera, diría que


hay un animal herido arriba.

—¡Papá! —Jace grita, su voz se quiebra—. Papá, te necesito. ¡Algo


le pasa a Liam!

Mi estómago golpea el suelo. Jace no le ha llamado papá en años.

Esto es malo. Realmente malo.

Estoy en pie antes que nadie.


Tal vez Liam hizo algo estúpido anoche y está herido.

Como aquella vez que subió a una de las altas estanterías del
estudio, se resbaló, se golpeó la cabeza en una esquina y terminó
necesitando cinco puntos de sutura.

Como soy el primero en subir las escaleras, también soy el


primero en llegar a su habitación.

—¿Qué paso…

Mi sangre se enfría. Lo que tengo en el pecho quiere salir.

Esto no es como la vez que Liam recibió puntos de sutura.

Los puntos no arreglarán esto.

Me clavo las uñas en las palmas de las manos, convencido de que


esto es una pesadilla.

Pero no lo es.

Porque a dos metros delante de mí está mi hermano gemelo...


colgando de una cuerda en la puerta de su armario.

Jace parece aún más indefenso que papá en el funeral de mamá.

—Qué…oh, Dios mío —nuestro padre grita, sus piernas se


desploman.

—¿Qué está pasando? —Bianca grita por el pasillo, sus pasos se


acercan.

La intuición toma el control y yo cierro y trabo la puerta antes de


que ella llegue.

No puedo dejar que vea esto. Tendrá pesadillas el resto de su


vida.
Ella ama a su hermano mayor. Es su favorito.

—¡Eh! ¡Déjame entrar! —Bianca grita, golpeando la puerta.

—¡Baja y llama al 911! —Jace grita.

No ayudará. Liam está más allá de la ayuda.

Pero la mantendrá ocupada por el momento.

—Tenemos que bajarlo —dice Jace—. No podemos... no podemos


dejarlo... —Sus ojos llenos de lágrimas—. Tal vez... tal vez todavía
hay tiempo...

No lo hay.

Su cuerpo rígido ha tomado un tono azulado, y sus ojos casi se


han salido del cráneo.

No podemos salvarlo. Nadie puede.

Jace mira a nuestro padre que ahora está acurrucado en posición


fetal en el suelo. —Papá.

Vamos, viejo. Contrólate. Tus hijos te necesitan.

Sé un maldito padre por una vez en tu maldita vida.

Pero no lo hará... no puede. No sabe cómo.

Busco en mis bolsillos la navaja que llevo encima. —Yo lo haré.

Lo odiaba tanto... debería ser yo.

No será tan emotivo para mí como lo será para Jace. Sólo otra
tarea.
Empiezo a dar un paso adelante... pero la manta verde en el suelo
del armario me llama la atención.

Falta una parte.

La encontré en el suelo de mi dormitorio esta mañana.

Liam trató de decírmelo.

Un pensamiento horrible ocurre justo entonces. Es tan


enfermizo, tan retorcido, tan desordenado que estoy jadeando por
aire.

Le dije que se uniera a ella.

Pero no... no pensé que él...

Se suponía que esto no iba a pasar. Liam hace cosas para llamar
la atención, pero esto...

Debí haberlo revisado.

Tuve esa sensación. Sé lo que significa esa sensación.

Limpiándose las lágrimas con la manga, Jace me quita la navaja


de las manos. —Puedo hacerlo.

Bianca golpea la puerta de nuevo. —La ambulancia está en


camino. Déjenme entrar.

—Ve abajo —grita Jace.

—No. Quiero ver a Liam.

No puede.

Ella nunca lo volverá a ver.


Ninguno de nosotros lo hará.

Porque nunca va a volver.

—Bianca, ve abajo —grita Jace otra vez, pero se está ahogando


tanto que apenas puede decir las palabras.

—¡Liam! —Bianca llora, golpeando más fuerte la puerta—. ¡Liam,


ven aquí!

No puede.

Los sollozos guturales la sacan de sus casillas. —Quiero ver a


Liam.

Se ha ido.

Nunca va a volver.

—Necesito que la lleves abajo. Cuando los paramédicos lleguen,


ella va a intentar pasar corriendo.

Creo que Jace me está hablando, pero suena tan distante.

Todo parece estar muy lejos. Como un universo alternativo.

Un universo del que Liam ya no forma parte.

Me siento diferente...

Como si me faltara algo dentro de mí. Un órgano o...

Bianca patea la puerta. —¡Liam!

—Cole.

Liam y Cole... siempre han sido Liam y Cole.

Ahora es sólo...
—Cole —alega Jace—. Por favor.

—Bien. —No reconozco el sonido de mi voz. Está destrozada.

Mi visión es confusa, y mis piernas se sienten como fideos


blandos mientras me dirijo a la puerta.

De alguna manera, me las arreglo para girar la perilla.

Estoy tan fuera de mí, que no estoy preparado para la fuerza de


Bianca. Ella pasa volando a mi lado.

Un grito agudo y espeluznante llena la habitación. —¡Liam!

—Maldita sea —sisea Jace.

—Lo siento. —Me giro para mirarlo—. Siento haberla cagado.

La he jodido mucho. Tan mal que nunca me perdonará.

Nunca me lo perdonaré.

Levanto a Bianca, pateando y gritando, y bajo la escalera.

—Lo siento —susurro mientras ella solloza.

Siento que tu hermano mayor favorito ya no esté aquí.

Siento no haberlo escuchado anoche cuando me necesitaba.

Siento haberlo odiado cuando se suponía que le quería.

Siento que esté muerto cuando debería estar aquí.

El dolor en mi pecho ha vuelto con venganza, pero no es porque


Liam esté herido.

Es porque, al igual que esa manta verde, ahora también falta un


pedazo de mí.
Una pieza que nunca podré arreglar o reparar.

Una pieza que nunca recuperaré.

Y es todo culpa mía.


SAWYER
Las lágrimas caen tan rápido que no puedo limpiarlas con mi
manga lo suficientemente rápido.

Mi corazón se está rompiendo en mil pedacitos por Liam.

Por Jace.

Por Bianca.

Pero sobre todo... por él.

—Cole…

—Después de que se llevaron su cuerpo, volví al armario y


encontré la Biblia —dice, con su voz apenas por encima de un
susurro—. Estaba debajo de su manta. Debe haberla sostenido
cuando...

—Cole…

—No dejó una nota... pero dejó eso.

—Sólo Liam sabe por qué dio la vuelta a ese pasaje. Es fácil ver
algo como negativo cuando lo peor ya ha pasado. Tal vez Liam lo
dijo como un recordatorio para que la gente amara a todo el
mundo porque fue acosado...
—No lo conoces —argumenta Cole mientras se pone de pie—
. No lo conociste, carajo.

Mira al cielo, su expresión tan abatida que me arranca todas las


fibras de mi corazón.

—Está muerto por mi culpa.

—Está muerto porque se suicidó. —corrijo, levantándome del


césped.

No para echarle la culpa a Liam, sino para quitársela a Cole.

No es de extrañar que nunca deje entrar a nadie. El verdadero


Colton está encerrado en una tumba de culpabilidad.

Como si hubiera muerto ese día también.

Sacude la cabeza vigorosamente. —Trató de decirme que algo


andaba mal.

Es fácil verlo así después del hecho.

Cole lo despidió porque Liam lo molestaba, y pensó que estaba


teniendo otro episodio maníaco o buscando atención.

No porque quisiera que muriera.

Lo que hizo Cole fue insensible y despiadado... no hay duda de


eso.

Pero él no mató a Liam.

Le agarro la cara, obligándole a mirarme. —En un mundo ideal,


lo habrías detenido, ¿de acuerdo? Pero no tenías ni idea de lo que
iba a pasar. No es como si Liam llevara un cartel de neón
parpadeante mostrando sus intenciones esa noche.
Nunca se sabe realmente cuando alguien está en su último
aliento... incluso cuando es un suicidio.

—Sí, lo era. Y yo lo ignoré, carajo. Peor que ignorarlo... lo


empeoré.

No tengo la respuesta correcta para él. No una que esté listo para
escuchar.

Pero tengo que tratar de comunicarme con él.

—¡Porque eras un niño! —Grito—. Un niño que no se llevaba bien


con su hermano. Un chico que no sabía cómo lidiar con los
problemas de salud mental de su hermano porque estaba
pasando por los suyos. La ignorancia no te hace culpable. Es
como culpar a alguien por ahogarse cuando nunca aprendió a
nadar. No tenías las herramientas o los conocimientos
adecuados. No sabías...

—Trató de decírmelo y yo lo rechacé. —Agonía se refleja en su


cara—. Diablos, probablemente fui yo quien le plantó la maldita
idea dentro de su cabeza en primer lugar.

—No lo sabes. Necesitaba ayuda, Cole. Una ayuda seria. Es una


mierda que no la haya conseguido.

Cierra los ojos. —No lo consiguió por mi culpa.

—No, porque todo el mundo, llámalo, tu padre, que era el adulto,


estaba tan asustado por la enfermedad de Liam, que la barrió
bajo la alfombra.

No creo que el Sr. Covington sea una mala persona. Mi corazón


está con él por todo lo que ha soportado. No puedo imaginar el
dolor de perder una esposa y un hijo tan cerca.
Sin embargo, sus otros hijos no pidieron ser traídos al mundo, y
seguro que no están muertos.

Necesitaban que fuera un padre... y él les falló.

La frustración marca su expresión. —No lo entiendes, Sawyer.

—Tampoco tú. Lo más devastador del suicidio es que deja a los


que quedan con tantas preguntas... y cero respuestas. Pero sólo
porque no tengas esas respuestas no significa que haya sido tu
culpa. Hay tantas pequeñas cosas que dan forma a nuestras
decisiones...

Un ruido de estrangulamiento lo deja, y cae al suelo otra


vez. —Detente. Deja de poner excusas... deja de mirarme a través
de tus gafas de mierda de color rosa cuando te estoy mostrando
mi verdadero yo.

Quiere que lo culpe y que termine con él.

Cree que es lo que se merece... pero no lo es.

Me arrodillo a su lado. —Deja de mirar el suicidio de Liam a


través de un lente.

Él resopla. —Cristo. ¿Te oyes a ti misma? Lo intimidé. Lo lastimé.


Cada maldito día le hice daño a ese chico. Nunca... —Su voz se
quiebra—. Yo nunca...

No puede decir las palabras.

Lo rodeo con mis brazos. —Nunca olvi..

—Nunca le he amado —se echa atrás antes de que su voz baje a


un susurro roto—. Y ahora nunca tendré la oportunidad. —Él
amontona mi jersey en sus manos, temblando contra mí—. Me
quito esa oportunidad. Ese hijo de puta egoísta y cobarde.
Lo sostengo más fuerte. Tan fuerte que puedo sentir el dolor
recorriendo su cuerpo. —Apesta tanto, Colton. Tan jodidamente
mal. Pero aun así no fue tu culpa.

Cole nunca seguirá adelante si no puede entender eso. Entiendo


por qué quiere culparse a sí mismo. Estoy segura de que algunos
incluso estarían de acuerdo con él.

Pero no es blanco o negro. Cosas como esta nunca lo son.

—Nunca tuve la oportunidad de arreglarlo —su voz se amortigua


en mi cuello—. Nunca me dio la oportunidad de arreglarlo.

Y eso de ahí es probablemente la parte más triste de la muerte de


Liam.

Liam y Cole pueden haber arreglado su relación... pero nadie lo


sabrá nunca.

Su dolor es tan palpable que es tangible. —Soy una maldita


persona horrible, Sawyer. Una ho…

—Si fueras una persona horrible, no habrías ayudado a Oliver.

Su expresión se nubla. —Yo..

No. No dejaré que intente poner excusas. Seguiré golpeándolo con


mis palabras una y otra vez hasta que algunas de ellas empiecen
a pegarse.

—Si fueras una mala persona, no le habrías dado tu auto a


Cortland.

Gruñe con exasperación. —Nunca debí haber tomado la apu..

—Si fueras una mala persona, no habrías pulsado la alarma de


incendios ese día en la escuela.
Se congela. —¿Sabías de eso?

Por supuesto, que lo sabia. Recuerdo cada momento agonizante


de ese incidente.

Todo el mundo estaba de pie en un círculo mugiendo hacia mí, la


nueva chica gorda de la escuela, mientras que yo estaba de pie
allí en nada más que una toalla.

Todos menos Cole, que se alejaba de la manada como si fuera


una misión.

Poco después de eso... la alarma de incendios se disparó.

Todo el mundo empezó a correr hacia las salidas, pero yo corrí


hacia los vestuarios.

No me importaba si el edificio se incendiaba y yo me quemaba


viva.

Yo quería morir ese día.

Sin embargo, cuando entré, vi una chaqueta en el banco.

Las iniciales CC estaban en la etiqueta interior.

En ese momento supe exactamente quién activó la alarma de


incendios... la misma persona que me dio su blazer, así que tuve
algo que me ayudara a cubrirme hasta que mi madre llegó a la
escuela con ropa nueva.

Retrocediendo un poco, lo miro. —Fue el peor día de mi vida, pero


me ayudaste. No tenías que hacerlo. Podrías haberte unido y
reírte de mí como todos los demás... pero no lo hiciste.

Así es como supe que era especial.


Más que un simple agujero negro insípido en el interior.

Colton Covington es un hombre magnífico y un talentoso jugador


de fútbol con un gran brazo de oro.

Pero esas no fueron las razones por las que le di un pedazo de mi


corazón ese día.

Se lo di... porque me mostró el suyo.

A veces, cuando menos te lo esperas... dos almas hermosamente


rotas terminan encontrándose.

Incluso cuando el mundo dice que no deben... porque no caben


dentro de la misma caja.

—La gente terrible no hace cosas así por los demás —le digo.

Desvía la mirada. —Todavía no borra lo que le hice a Liam. No


quita el hecho de que lo intimidé... que lo rechacé cuando me
necesitaba.

—Tienes razón, no cambia lo que hiciste en el pasado. —Beso su


frente, sus mejillas—. Pero significa que aprendiste... creciste.
Todos cometemos errores. Algunos tan horribles que revuelven el
estómago, rompen el corazón y arruinan la vida. Pero la gente
puede cambiar y lo hace. Ya no eres el mismo chico de trece años.
La muerte de Liam fue trágica, pero algo bueno salió de ella
porque te cambió... para mejor.

Le paso el dedo por la mandíbula. —Y aunque Liam muriera esa


noche culpándote de ello. El hecho de que desees arreglar las
cosas... que te arrepientas de haber sido malo con él. Lamentar
no haberlo escuchado. Arrepentirte de no amarlo mientras estaba
aquí... significa que tienes un alma digna de ser perdonada,
Colton. —Respiro con dificultad—. Y aunque se haya ido... no es
demasiado tarde para empezar a amarlo.

Nunca es demasiado tarde para empezar a amar a alguien.

Me abraza tan fuerte que me roba el aire de los pulmones.

—Acabas de salvarme la puta vida, Bible Thumper.

Entonces estamos en paz.

Porque hace un tiempo...

También salvó la mía.


SAWYER
—Sólo necesita un pequeño respiro —dice Bianca mientras
entramos por la puerta de Christian—. El espacio es bueno para
una relación.

Puede que tenga razón, pero eso no hace que duela menos.

Ha pasado casi un mes desde su colapso, y las cosas no han sido


muy buenas.

Seguimos juntos, pero hay una distancia.

Es como si cuanto más lo amo... más me aparta.

Dado que me voy mañana al aeropuerto para ir a la boda de mi


hermana, esperaba que pudiéramos arreglar las cosas antes de
eso.

Sin embargo, dijo que tenía planes de salir con Oakley para una
noche de chicos. Me molestaría que apartara, pero
honestamente... Si Oakley puede ayudar a Cole a sacarse la
cabeza del culo, estoy de acuerdo.

Planeaba pasar la noche en casa, pero Bianca me pidió que la


acompañara a donde Christian.
—Además, no creo que sea tu culpa —continúa mientras
caminamos hacia la mesa llena de alcohol—. Se está tomando las
consecuencias con Jace muy en serio.

Eso es cierto.

Cole decidió confesar la conversación que tuvo con Liam antes de


morir.

Digamos que Jace no fue tan comprensivo como yo.

Le dijo a Cole que necesitaba un descanso de ser su hermano.

Cole no lo dirá, por supuesto, pero sé que está sufriendo.

Sin embargo, sé que con un poco más de tiempo, Jace entrará en


razón.

¿Y si no lo hace? Le haré una visita.

—¿Cómo te sientes por lo que pasó?

Probablemente esté mal sacar el tema en medio de una fiesta,


pero ya que estamos en el tema.

Bianca reflexiona sobre esto mientras llena su taza roja de Solo


con licor que no se molestará en beber. —Desearía que lo hubiera
detenido. Pero no creo que Cole pudiera ver más allá de su propio
egoísmo en ese entonces, así que no tenía idea de que Liam... ya
sabes. —Se aclara la emoción de su garganta—. Podría
pasar el resto de mi vida odiando a Cole por ello, pero entonces
perdería dos hermanos.

Justo cuando crees que Bianca no es más que una manipuladora


y malcriada alborotadora... te muestra un lado de ella que te llega
al corazón.
Miro a mi alrededor. —Sabes, siempre podemos dejar la fiesta e
ir a algún lugar para hablar... si quieres.

No quiero que sienta que está sola o que no tiene a nadie a quien
acudir.

Se rasca el rostro. —Lo siento, chica de la iglesia. Gracias por la


oferta, pero ya he superado mi fase lesbiana... —Su mirada se fija
en algo al otro lado de la habitación—. Pensándolo bien. —Me da
su bebida—. Volveré en un rato.

—¿Qué...? —Empiezo a decir, pero ya está cruzando la sala de


estar hacia la improvisada pista de baile.

Donde Morgan y Hayley están bailando.

Sí, ni siquiera me voy a involucrar en ese lío.

En lugar de eso, salgo al patio a tomar un poco de aire fresco.

Es muy raro no ver a Cole en el jacuzzi, pero estoy orgullosa de


él por no recurrir a la bebida y la fiesta para resolver sus
problemas.

—Déjame adivinar —dice Cortland detrás de mí—. Te ha dejado


el culo. —Antes de que pueda decirle que se vaya a la mierda,
está parado a mi lado—. Era sólo cuestión de tiempo.

Uno pensaría que dejaría de hablar después de que Cole le diera


un auto de un millón de dólares, pero no. El imbécil está decidido
a esparcir la miseria por ahí.

—¿Quién te hizo daño, Cortland?

Se ríe, tomando un trago de su botella de cerveza. —Te


preguntaría lo mismo, pero es dolorosamente obvio quién lo hizo.
A menos que esté aquí. —Mira a su alrededor
burlonamente—. No. No está. —Me mira con lascivia—. Aunque
eso se está convirtiendo en un gran error de su parte, porque
pareces menos una ballena encallada y más un bombón estos
días. —Él golpea su botella contra el vaso que todavía estoy
sosteniendo—. Bien por ti.

Es tan imbécil que me pone la piel de gallina.

—Cole no rompió conmigo. Lo estamos haciendo bien, idiota.

Espero que sí.

—¿Por cuánto tiempo? —La pulla de Cortland, haciendo eco de


mis pensamientos.

No morderé el anzuelo. —¿Te irás?

—Bien. —Se inclina de cerca. Demasiado cerca—. Pero cuando


decida que ya no lo haces por él y te deje el culo gordo sin ni
siquiera un adiós... no digas que no fuiste advertida. —Me
muestra una sonrisa—. Que tengas una buena noche.

Sus crueles palabras me hacen estremecer.

Cole no es así... lo que tenemos no es perfecto ni sol ni arco iris


veinticuatro siete. Pero es real.

Me quedo sin aliento mientras él se aleja... hasta que Casey se


acerca a mí.

—Es difícil ser la chica de la cima... ¿no?

Entrecierro los ojos. —No tengo ni idea de lo que estás hablando.

—Todavía no, no lo haces —susurra—. Pero lo harás, y confía en


mí, cariño. Te dolerá muchísimo.
Sus palabras apestan a presagio, pero sé que no debo confiar en
una serpiente como ella. —Gracias por la advertencia...

Se ríe. —No es una advertencia, Sawyer. Es inevitable. Cole


Covington va a romper tu corazón en mil pedazos. ¿Y el hecho de
que tú estés aquí esta noche y él no? Significa que está
sucediendo antes de lo que crees.

Mi corazón golpea contra mi pecho. —¿Qué te hace...?

—Porque yo era la chica antes que tú, ¿recuerdas? —Ella frunce


el ceño—. Los tipos como él no son capaces de amar. Sólo son
capaces de darte su polla temporalmente antes de pasar a su
siguiente bonita conquista.

A pesar del dolor que me oprime el corazón, digo —Eso no es


cierto.

Cole y yo ni siquiera hemos tenido sexo todavía.

La verdad es que no hemos tenido mucho de nada últimamente,


pero eso es porque está pasando por cosas.

—Dios, para alguien tan inteligente, eres terriblemente


estúpida. —Ella se vuelve para mirarme—. A Cole nunca le
gustarás ni la mitad de lo que él te gusta a ti. —La repugnancia
cruza su expresión mientras me mira de arriba a abajo—. Claro,
estás bajando de peso, pero sigues siendo gorda y fea. Nunca
serás el tipo de chica que le atrae físicamente, Sawyer. —Ella
pone su mano en su pecho—. No te digo esto por ser una perra.
Sólo trato de darte una advertencia amigable para que lo dejes y
termines tu relación de mierda con algo de dignidad antes de que
él te la arranque también.

Con eso, ella se aleja.


Y me pregunto si la pequeña y molesta voz en mi cabeza, la que
he estado tratando de derribar con tanta fuerza e ignorancia,
podría tener razón.
COLE
—Dijiste que ibas a pedir pizza. —Miro fijamente a Jace cuando
entra por la puerta de la casa de huéspedes de Oakley con dos
pizzas—. No a mi antiguo hermano.

Oakley camina hacia la nevera. —No, dije que iba a pedir pizza y
alguien la iba a recoger. Sólo que no mencioné que ese alguien
era Jace. —Me mira—. ¿Vas a hacer eso toda la noche?

Actualmente estoy sentado en el suelo de su cocina haciendo


rebotar una pelota de tenis. —Sip. —Golpea la pared de la
habitación antes de saltar hacia mí—. ¿Tienes un problema con
eso?

Sawyer dijo que necesitaba encontrar una forma saludable de


manejar mi estrés ya que beber y golpear a Stone no lo es.

Ayer me dejó un paquete de pelotas de tenis.

En realidad, no ayudan, pero me hacen olvidar las cosas.

O, mejor dicho, lo hicieron. Hasta que él apareció.

Jace no dice una palabra mientras aparca su culo en la mesa de


la cocina.

Debí saber que Oakley intentaría hacer una intervención durante


la noche de los chicos.
Sin embargo, sé cómo es Jace. No sólo guarda rencores... los
encadena durante años y tira la llave.

Hay una pequeña parte de mí que no puede evitar pensar que, si


fuera Liam en mi lugar, ya lo habría perdonado.

Y como los viejos hábitos no mueren de la noche a la mañana, he


decidido que le guardo rencor, uno más fuerte y mejor que el que
él me guarda a mí.

Bastardo.

Jace no parece molestarse ni un poco mientras carga una


rebanada de pizza en su plato.

Por supuesto que el cabrón se fue con la piña. La que nadie en


su sano juicio, excepto él y Liam, disfrutaría.

—Jodida piña —murmuro mientras hago rebotar la pelota. Más


fuerte esta vez—. Sorpresa, sorpresa.

Levanta una ceja, abre la segunda caja de pizza.

Albóndigas. Mi favorita. —Imbécil.

—Imbécil —contesta.

Oakley agita una mano mientras se acerca a la mesa. —Esto es


bueno. Sigue adelante. Finalmente estamos llegando a alguna
parte.

A alguna parte mi trasero. Sólo consiguió mi pizza favorita para


hacerme quedar como un idiota por quejarme.

Puto santurrón.
—¿Por qué estás aquí ahora mismo, hijo de puta? —gruño—
. Creí que querías un descanso.

Un descanso de ser mi hermano.

Habría dolido menos si me hubiera dicho que estaba muerto para


él.

—No estoy aquí por ti, imbécil. Oakley llamó y me preguntó si


quería pasar por aquí y relajarme. No mencionó que estarías
aquí. —Se encoge de hombros—. Aunque puedes quedarte si
quieres.

—Vaya. Caramba, gracias, Su Alteza.

—De nada, imbécil.

Oakley abre una ventana y enciende un porro. —Los llamé a


ambos aquí porque es hora de terminar con esto... lo que sea.

No es mi culpa.

—Cúlpalo —digo—. Yo no soy el que pidió un descanso.

Cristo. Sueno como una de las ex de Jace.

—Pedí un descanso porque necesitaba tiempo para procesar la


bomba que me arrojaste. Jesús, Cole. Durante años me dejaste
creer que fui la última persona que habló con Liam esa noche.

—No quise quitarte ese honor tan distintivo. Mi error.

Con gusto lo devolvería si pudiera.

Jace gruñe. —Juro por Dios que puedes ser un pedazo de mierda
egoísta a veces.
—Tienes razón. El gemelo equivocado se suicidó. Tal vez un día
encuentres tus pelotas de niño grande y lo admitas.

Jace se pone de pie. —¿Qué carajo te pasa? Deja de decir mierdas


como esa.

Me levanto del suelo. —Oblígame.

La mirada de Oakley hace ping-pong entre nosotros. —Todo el


mundo tranquilo —Sostiene su porro—. Mejor aún. Denle unos
cuantos golpes a esto y calmen sus traseros.

Lo ignoramos.

—¿Por qué? —Empujo a Jace—. Es la verdad.

Me empuja hacia atrás. —No, no es así. No pongas palabras de


mierda en mi boca.

—Sólo digo lo que no tienes las agallas para...

El puño en mi cara me hace tambalearme hacia atrás.

—Cierra la boca —grita Jace—. Habría dolido igual si hubieras


muerto, maldito imbécil. —Resopla—. Pero como siempre, Cole
tiene que hacer que todo sea sobre él. Dios no permita que nadie
llore a Liam. —Se da palmaditas en el pecho—. Puede que fuera
tu gemelo, pero también era mi hermano, maldita sea. Puede que
no te hayas llevado bien con él, pero yo sí. Y me niego a seguir
fingiendo que no lo extraño sólo porque te molesta. Estoy harto
de andar con cáscaras de huevo a tu alrededor.

Joder. Nunca antes lo había pensado así.

Abro la boca para hablar, pero Jace aún no ha terminado. —No


te culpo. Odio que lo hayas echado. Pero no tanto como me odio
a mí mismo por pelear con él la única noche que me necesitaba.
Nunca habría ido a ti si no hubiéramos peleado. Habría venido a
mí... como siempre lo hizo.

Sus palabras me dolieron más que el puño en la cara.

—Caramba. Cuéntame más sobre la mierda de hermano que soy.

Abre bien los brazos. —Fuiste un hermano de mierda para Liam.


No voy a quedarme aquí y endulzar la mierda para hacerte sentir
mejor. Pero... —Respira hondo—. Liam no siempre... tampoco fue
un buen hermano para ti. Ustedes dos eran como el aceite y el
agua... no se mezclaban. —Frotando una mano sobre su cuero
cabelludo, da un paso atrás—. Mamá solía decir se llevarían
mejor cuando fueras mayor... es un asco que nunca tuvieras la
oportunidad de demostrarle que tiene razón.

Los músculos de mi pecho se tensan con remordimiento. —Ojalá


lo hiciéramos.

Sawyer me dijo que no era demasiado tarde para empezar a


amarlo, pero no creo que nunca sea suficiente para absolverme
completamente.

Es todo lo que puedo hacer, sin embargo. No va a volver.

La tristeza persiste en los ojos de Jace. —Lo sé.

—¿Alguno de ustedes me va a ayudar a terminar este porro o


no? —Pregunta Oakley.

Jace se lo quita. —Sí. No sé si me vendría bien ahora mismo.

Me siento en el suelo con mi pelota de tenis.

Todavía hay tensión en el aire, pero no tan mala como antes.

Sin embargo, no quita el daño que he causado.


El daño que sigo causando.

Estoy a punto de coger un trozo de pizza cuando llaman a la


puerta.

Jace mira a Oakley. —¿Esperando compañía?

Oakley se acerca a la puerta. —No. Puse a todas mis perras en


pausa esta noche. —La abre—. Esta es la de Cole.

Sawyer se golpea el brazo mientras ella entra. —No soy su perra,


imbécil.

Muevo las cejas. —Lo serás esta noche.

Cruzando los brazos, me mira fijamente. —Gracias por la oferta,


pero me voy al aeropuerto por la mañana, ¿recuerdas? —Ella
mira a Jace—. Por cierto, si buscas a tu hermana, todavía está
en donde Christian. Le dije que me iba para despedirme de Cole,
pero insistió en quedarse allí. —Sus ojos se dirigen a
Oakley—. Con tus perras.

Oakley estrecha sus ojos. —Esa pe…

Jace le da una palmada en la nuca. —Cuida tu boca.

Para ser honesto, no culpo a Oak por sentirse así.

—Sé amable con él. No es su culpa que Bianca siga robando todas
sus chicas.

Oakley levanta un dedo en el aire. —Para que quede claro, no me


está robando nada.

—No te preocupes. Hablaré con ella —dice Jace—. Averigua por


qué está causando estragos en tu vida.
—¿Por qué? —De pie, tomo un trozo de mi pizza—. Si se está
metiendo con las chicas, no volverá a casa embarazada y no
iremos a la cárcel por asesinato.

Jace piensa en esto por un momento. —Buen punto. —Le da una


palmada en el hombro a Oakley—. Lo siento, hombre. Estás solo.

—¿Quieres una rebanada? —Le ofrezco a Sawyer mientras me


agarro una para mí.

Espero que diga que sí porque sus curvas están desapareciendo


y lo odio.

No entiendo por qué las chicas hacen tonterías como perder peso
para las bodas.

Con suerte, una vez que termine, esas curvas volverán.

—No, gracias. —Ella arrastra los pies—. Mi vuelo sale a las ocho
de la mañana.

—¿Necesitas que te lleven al aeropuerto? —Ella comienza a


responder, pero yo miro a Oakley—. ¿Puedo pedir prestado...?

—No, no es por eso que dije eso. —Se retuerce las manos—
. Cada vez que saco el tema de la boda cambias de tema. Ya es
jueves por la noche, Cole. La boda es el sábado. ¿Compraste tu
boleto de avión o no?

Mierda.

Sé que realmente quiere que vaya, pero tengo que poner algo de
distancia entre nosotros.

Estos sentimientos que tengo por ella se están volviendo


demasiado intensos. Demasiado poderosos.
Demasiado confuso.

Por el amor de Dios, perdí la cabeza por completo y le mostré las


partes más oscuras de mi maldita alma.

Sawyer me vio en mi peor momento, en mi más vulnerable... y


aun así se quedó.

Incluso me dijo que me amaba de nuevo después de esa noche,


pero no pude responderle.

No sé cómo. Y eso no es justo para ella.

—No lo hice. —Aparto la mirada—. Lo siento, tengo que hacer


esto. Pero, oye, espero que te diviertas.

Detrás de ella, Oakley y Jace intercambian una mirada.

Inquietud se arremolina en sus ojos. —¿Estás rompiendo


conmigo?

No. Soy demasiado egoísta para hacer eso.

Esperaré a que se dé cuenta de que se merece algo mejor que yo


y corte el cordón.

—No. Sólo estoy... manejando mis asuntos. Enfocándome en mi.

Jace empieza a ahogarse con su pizza. Oakley toma un largo tirón


de su embotellamiento.

—¿Enfocándote en ti? —repite con un borde.

—Sí... ya sabes.

—No, no lo sé. —Ella levanta las manos—. Lo que sea. No tengo


tiempo para esto. Llámame cuando termines de ser un imbécil.
Ella comienza a alejarse, pero yo la hago retroceder. —Sabes que
me preocupo por ti. Todavía estoy en esto.

Si rompemos, no será por mi culpa. Nunca.

—Entonces actúa como tal, Colton.

Puedo sentir las miradas de Jace y Oakley mientras camina hacia


la puerta.

Debería detenerla.

Se detiene, casi como si me diera la oportunidad de arreglar mi


error, pero en cambio se vuelve hacia Oakley. —¿Puedo hablar
contigo afuera muy rápido? —Cuando ella nota la curiosidad en
mi cara, añade— Cosas de tutoría.

En el momento en que la puerta se cierra, Jace me mira. —Eres


un idiota.

Creí que habíamos terminado de pelear, pero evidentemente no.

Me siento en la mesa. —¿Qué hice ahora?

Señala la puerta principal. —Hijo de puta, eres la persona más


difícil de amar en el mundo y esa chica lo hace sin esfuerzo. Si la
dejas ir a esa boda sola, eres un maldito imbécil que merece
perderla.

Me inclino hacia atrás en mi asiento. —No recuerdo haberte


pedido consejo sobre citas.

—Sólo digo lo que veo. —Enciende el porro que Oakley dejó en el


cenicero y se deja caer en el asiento frente a mí—. Maldito imbécil.

—Confía en mí, sé lo increíble que es Sawyer. Ese no es el


problema.
—Entonces, ¿cuál es el problema?

—Es que... no lo entenderías.

—Pruébame.

—Mamá no me quería.

Él resopla. —Jesucristo, aquí vamos, carajo.

—¿Sabes qué? Jódete. No voy a explicarte una mierda cuando


sigues desestimándola.

Su expresión cambia a una de sinceridad. —Muy bien.


Mantendré mi boca cerrada. —Él golpea con el dedo en la
mesa—. Pero para que conste, mamá amaba a todos sus hijos,
así que no me vengas con esa mierda.

—Eso puede ser cierto, pero fue diferente conmigo.

Empieza a abrir la boca, pero yo lo detengo. —Sabes que tengo


razón. Yo era su menos favorito. Diablos, Jace. Me criaste más
que ella.

Echa una nube de humo. —No hay argumentos aquí. Pero,


hombre. Peleaste con uñas y dientes por todo. Incluso cuando
hizo algo bueno por ti, la rastrillaste sobre las brasas... como si
nunca fuera lo suficientemente buena.

No se equivoca.

—Porque sabía que ella amaba más a Liam.

Siempre que fue amable conmigo se sintió falsa...falsa. No podía


soportarlo.
—Ella no amaba más a Liam. —Rompe el contacto
visual—. Liam sólo hizo que fuera más fácil amarlo.

La verdad no sólo duele...jodidamente destruye.

—Lo entiendo —le digo—. Pero yo la amaba.

Aunque ella no sintiera lo mismo... yo todavía la amaba.

—Sé que lo hiciste, Cole. Lo que no puedo entender es por qué


estás jodiendo a Sawyer.

—Porque ella me ama.

Levanta una ceja. —Eso realmente aclara todo.

—No puedo amarla de vuelta.

No sé cómo.

Hace una cara. —¿Por qué?

Le digo la verdad. —Porque no tengo idea de cómo amar a nadie...


ni siquiera a mí mismo.

Pasé tanto tiempo odiándome a mí mismo después de que mamá


y Liam murieron, es como un interruptor que no se puede volver
a encender.

—Pero Sawyer... a pesar de toda la mierda por la que la hice


pasar... la mierda que he hecho. Ella todavía me
ama. —Exhalando fuertemente, lo miro—. Ella me ama tanto que
olvido cómo se siente odiarme a mí mismo cuando ella está cerca.

Siento tanto por esta chica que llena todos los espacios vacíos.

Me hace sentir completo de nuevo.


Jace me evalúa durante casi un minuto antes de hablar. —Como
dije... eres un idiota.

Es todo lo que puedo hacer para no tumbarlo. —¿En serio?


Acabas de decirlo tú mismo, soy difícil de amar. —Me doy con un
puño en el pecho—. Es sólo cuestión de tiempo que la cague y la
lastime tanto que no vuelva nunca más.

Como hice con mamá y Liam.

—Dije que eras difícil de amar, hijo de puta. No dije que fueras
imposible de amar. —Él sujeta el resto del porro en el
cenicero—. Arregla esta mierda con ella antes de que sea
demasiado tarde. —Su expresión se vuelve solemne cuando se
pone de pie—. Sé que no crees en Dios... ni en nada. Pero no
puedo dejar de pensar que tal vez, solo tal vez, mamá y Liam te
la enviaron por una razón. —Me da una palmada en la
espalda—. Esta es tu llamada de atención, hermano. No lo
arruines.

Mi pecho se enrolla. Tiene razón.

No quiero añadir a Sawyer a mi lista de errores.

—Mierda.

Parpadea. —¿Qué?

—No puedo dejarla ir a esa boda sola.

Es importante para ella, por lo tanto, es importante para mí.

Se pellizca el puente de la nariz. —¿Tú crees?

Estoy a punto de salir, pero Oakley entra por la puerta principal.

Solo.
—¿Dónde está Sawyer?

Se levanta un pulgar detrás de él. —De camino al aeropuerto.


Evidentemente, hay una especie de emergencia en la boda y la
novia está enloquecida, así que tomarán el próximo vuelo.

Jace pone los ojos en blanco mientras saca el teléfono.

—Maldito imbécil —murmura mientras se lo lleva al


oído—. Hola, me preguntaba cuándo sale el próximo vuelo de
California a Carolina del Norte. —Mira su reloj—. Bien, si todo
está reservado para esta noche, ¿cuándo es el próximo? —Me da
el visto bueno—. Genial, me gustaría reservar el vuelo de las ocho
de la mañana para mi hermano.

Perfecto. Ahora tendré mucho tiempo para disculparme con


Sawyer y ayudar con los preparativos.

Demonios, esforzarse podría incluso hacer que su padre me


odiara menos.

—¿Qué? —exclama Jace—. ¿Existe la posibilidad de que se


cancele? ¿Por qué? —Sus ojos se abren de par en par—. Bueno,
joder. —Agarra el auricular—. Evidentemente las Carolinas
esperan un huracán mañana.

Oakley me mira. —Esa debe ser la emergencia.


COLE
—Según mi investigación, sólo se ha registrado un huracán en
marzo —dice Oakley desde el asiento trasero del auto de
Jace—. En 1908.

—Treinta y dos malditas horas más —murmura Jace, con la


mano apretando el volante.

Ya llevamos seis en el auto.

Aparentemente toma casi dos días conducir desde California a


Carolina del Norte.

Sin embargo, no quería arriesgarme a no tomar un vuelo, así que


Jace y Oakley se ofrecieron a compartir el viaje conmigo.

Y con "ofrecieron" me refiero a que me sacaron de la carretera


conduciendo directamente sin dormir, así que vinieron a
regañadientes.

Para cuando llegue a Knightdale, la recepción casi habrá


terminado.

Pero estaré allí, y eso es todo lo que importa.

—Se supone que deberías estar durmiendo, Oak —le recuerda


Jace—. No leer los datos del huracán en tu teléfono.
Oakley se lleva el porro a los labios e inhala. —Te dije que quería
el primer turno ya que soy una lechuza nocturna, pero no, tú...

—Treinta y dos horas más —repite Jace, mirándome


fijamente—. Me lo debes, joder.

—Necesito mear —dice Oakley—. Detente.

Al diablo con eso. Debería haber orinado en la última parada. No


puedo permitirme perder más tiempo.

Sólo tenemos cinco horas más hasta que lleguemos.

Golpeo mi pie en el acelerador. —No. Paramos hace tres horas.

—Tres horas es mucho tiempo, hombre —se queja—. Vamos,


amigo. Ten corazón.

Tengo un corazón... y ahora mismo, está en Carolina del Norte.

La última vez que hablé con Sawyer, dijo que su vuelo había
aterrizado a salvo, pero que la boda de su hermana al aire libre
tenía que ser trasladada al interior y que estaba teniendo una
crisis de bridezilla por ello.

Poco después de eso, se apresuró a dejar el teléfono.

Iba a decirle que estaba en camino, pero…

A- no quería asustarla con lo de que iba a atravesar un huracán.


Y B- arruinar el elemento de la sorpresa.

Me ha funcionado bien en el pasado, es decir, la vez que le


arranqué la cabeza a Izzy y le pedí que fuera mi novia, y no quiero
arruinar mi historial.

Puede que sea el novio más mierda del mundo, pero si hay algo
que sé hacer bien en nuestra relación... es cortejarla.

Y de hoy en adelante, siempre la cortejare cuando menos lo


espere.

Un Jace atontado le pasa a Oakley una botella de agua


vacía. —Mea aquí.

—Si crees que alguna parte de mi polla va a caber ahí, estás muy
equivocado, amigo mío.

Jace me mira. —Detente para que pueda orinar.

—Se llama puntería, hijo de puta —aprieto los dientes.

—Bien, pero si me meo en el cuero de Jace...

—Detente, Cole —gruñe Jace—. Ahora.

Moliendo mis muelas, cruzo a la derecha y piso los frenos. —Si


no terminas en un minuto, dejaré tu trasero a un lado de la
carretera.

Oakley mira alrededor. —¿Dónde estamos? Ya sabes... por si


acaso.

Los labios de Jace se mueven. —Knoxville, Tennessee.

—Nuh-uh —argumenta Oakley—. Deja mi trasero en otro lugar.


—Oh, por el amor de Dios —Jace se queja—. Sal del maldito auto
antes de que Cole tenga un aneurisma.

—Bien. —Oakley me mira—. Pero no me dejes aquí, Covington.


Sé dónde vives.

Cerrando los ojos, me obligo a mantener la calma y a no


estrangular a mi mejor amigo.

Ya voy, Bible Thumper.

Eventualmente.

—Tormenta tropical —declara Oakley desde el asiento


trasero—. Como traté de decirles mofos, los huracanes en marzo
no ocurren. Con la excepción de 1908, por supuesto. Deberías
haber tomado el vuelo.

Jace y yo intercambiamos una mirada irritada.

Llegaremos a Knightdale en cuarenta minutos. Ahora no es el


momento de debería-podría-habría.

—Ahora un tornado, por otro lado —Oak continúa—. Eso podría


suceder. De hecho, hubo un brote mortal de ellos en mil
novecientos ochenta.

—¿Deberíamos ponerle cinta adhesiva en la boca? —Jace gruñe.


—Voto por que lo pongamos en el maletero.

Oakley se sienta en su asiento. —Mis incisivos son más afilados


que los de un vampiro. No sólo gritaré extraños peligro, sino que
te roeré los brazos.

Jace se da la vuelta en su asiento. —Sus incisivos me parecen


normales. Yo digo que lo hagamos, y lo enterremos en el desierto
a la vuelta.

Oakley sonríe con arrogancia. —Adelante. Pero diviértanse


explicando mi desaparición a Dylan.

Jace contempla esto antes de volverse. —No puedo hacerle daño.


Dylan se volverá loca. —Revisa su reloj—. ¿Cuánto falta para que
lleguemos al lugar?

Trago con fuerza. No tengo ni puta idea.

—¿Qué lugar?

—¿El lugar donde está la recepción?

—Sí, sobre eso...

Recuerdo que Sawyer habló de la boda una vez, pero ella llevaba
un suéter escotado y mi atención se centró en otra cosa.

Las fosas nasales de Jace se inflaman. —¿No sabes dónde está la


recepción?

—No. —Tomando mi teléfono del bolsillo, se lo tiro a


Oakley—. Aquí, Wikipedia. Haz algo útil y empieza a llamar.

—Bueno, bueno, bueno —canta Oakley—. Mira quién necesita mi


ayuda ahora.
—Maldita sea —grito—. ¿Quieres dejar de hacer eso?

Es mucho más difícil afeitarse en un auto de lo que pensaba.

Especialmente cuando Jace sigue deslizandose por toda la


maldita carretera.

—No puedo detener a la madre naturaleza, idiota.

Oakley suspira. —Deberías haber tomado el vuelo...

—¡Quieres callarte! —ambos gritamos al mismo tiempo.

Estamos a tres minutos de estar en el hotel y he terminado con


los, te dije que, de Oakley.

Todo será perfecto.

Voy a irrumpir allí y cortejarla como el infierno.

Estará tan sorprendida por mi cortejo, que se le saltarán las


lágrimas y se ofrecerá a chupármela en el baño.

Pero como soy un caballero... no la dejaré.

Le diré que puede hacerlo después de la recepción.

—¿Dónde está mi corbata? —Gruño.


—No trajiste una —responde Oakley—. Pero no te preocupes, lo
hice.

—¿Por qué diablos trajiste una corbata? —Jace pregunta.

—Sexo caliente de dama de honor.

Parece que Jace se esfuerza por no reírse. —¿Sexo caliente de


dama de honor con quién?

Se encoge de hombros. —Con quien quiera la P. No soy


quisquilloso.

Ahí es cuando me doy cuenta. —No te vas a colar en la boda, hijo


de puta.

Demonios, ni siquiera creo que esté invitado en este momento.

—Y una mierda que no lo haré. —Mira alrededor del auto—. He


estado atrapado en esta prisión por más de treinta horas. Estoy
consiguiendo un coño caliente de dama de honor sureña.

—Sólo déjalo hacer lo que quiera —dice Jace—. Lo importante es


que llegues a tiempo para estar allí para el final de la recepción.

Tiene razón.

Le arrebato la corbata. —Muy bien. Pero no hagas nada que nos


avergüence a Sawyer o a mí. Toma tu coño y lárgate.

—Trato.

Un momento después, Jace se detiene frente al hotel. —Entra y


busca a tu chica. Voy a conseguirnos una habitación para pasar
la noche, llamar a Dylan y dormir. —Mira a Oakley—
. Pensándolo bien, que sean dos habitaciones.
Mi corazón golpea en mi pecho mientras me dirijo hacia adentro...
con Oakley caminando al frente.

No tengo ni idea de qué decir cuando la vea.

Lo cual parece bastante importante para poder cortejar. Lo que


sea. Estoy seguro de que me acordaré de ello.

—Sawyer dijo que no podías hacerlo —una voz profunda grita


antes de que entre en el pasillo.

Joder.

Me paro en seco. —Hola, Sr. Church.

—Oh, mierda —susurra Oakley—. Lo distraeré. Tú corre antes de


que te dispare.

—No me va a disparar —digo.

Los ojos del Sr. Church se estrechan en pequeñas


rendijas. —Podría.

—Bueno, en ese caso, ¿puedo entrar y disculparme con su hija


por ser un idiota primero? —Miro mi reloj—. Pasé las últimas
treinta y siete horas y media en un auto para poder estar aquí.

Sus cejas se disparan hasta el techo. —¿Por qué?

—Porque hubo un aviso de huracán y pensé que no iban a dejar


salir los vuelos. Sabía que estar aquí era importante para ella, y
no quería perdérmelo.

Me mira como si estuviera loco. —Es marzo. Puede haber una


pequeña tormenta de vez en cuando como hoy, pero no hay
huracanes.
—Te lo dije —sisea Oakley.

Hace un gesto hacia la sala. —Sawyer está en la mesa dos.

Yo extiendo mi mano. —Gracias.

Sacudiéndola, mira a Oakley. —¿Quién es tu amigo?

—Oakley. Él es...

—Estoy aquí por las damas de honor.

Iba a decir mi amigo mutuo y el de Sawyer, pero eso ya está fuera


de discusión.

El Sr. Church se ríe. —Bueno, hoy es tu día de suerte, muchacho.


Mi hija Catherine está en una hermandad.

—Dulce. ¿Está buena?

—Ella es la novia —aprieto a través de mis dientes.

El Sr. Church se ríe. —Me gustas. Si tocas a mis hijas, te


mataré... pero me gustas. —Se aclara la garganta—. Lo que quise
decir es que algunas de las damas de honor son chicas de
hermandad. Sin embargo, son un poco mayores que tú, así que
mejor juega bien tus cartas.

Eso es como la hierba gatera para Oakley.

El puño de Oakley bombea el aire. —Gracias, Jesús.

Dejo a Oakley y al Sr. Church para hablar de las chicas de la


hermandad y me dirijo al salón.

Sawyer no está sentada en su mesa y el tono púrpura de la


habitación combinado con las luces de neón de la pista de baile
hace que sea difícil encontrarla. Sin embargo, veo al abuelo de
Sawyer.

Me acerco rápidamente y le doy la mano. —Oye, ¿sabes dónde


está Sawyer? La he buscado por todas partes.

Señala al otro lado de la habitación. —Claro que sí. Ella está allí.

En el momento en que la veo, mi corazón se detiene en frío. Por


dos razones.

Una... es tan hermosa que me deja sin aliento.

Y dos... se está riendo y hablando con un tipo.

Demasiado cerca para mi gusto.

—¿Quién es él?

—Abbott Carney. Se conocen desde que estaban en pañales. Él


ayuda mucho en la iglesia local. Un chico muy agradable.
SAWYER
—Así que le dije que debía venir a trabajar para el Señor. El
trabajo es duro, las horas son largas, y la paga es baja. Pero los
beneficios de la jubilación están fuera de este mundo. —Abbott
Carney se ríe como si fuera la cosa más divertida que ha oído en
su vida—. ¿Lo entiendes? Porque él...

—El cielo, sí. —Fuerzo otra risa—. Esa es buena.

Realmente espero que Dios se sienta extra misericordioso en este


momento y se apiade de mí, porque no sé cuánto más puedo
soportar esto.

—Voy a ir al bar a tomar un trago.

Guiñando el ojo, me apunta con el dedo como si fuera una


pistola. —Espero que sea virgen.

Dios mío, cómo desearía que esa arma falsa fuera una verdadera
ahora mismo.

Durante años estuve enamorada de este idiota y no tengo ni idea


de por qué.

Culpo a Knightdale de ser un pueblo pequeño. No hay suficiente


variedad.

Me saco el teléfono del bolsillo, debatiendo si debo llamar a Cole.


No. No te desesperes.

Sabía lo importante que era para mí estar aquí y aun así decidió
no venir.

—Ya veng…

Las palabras se me atascan en la garganta, y por un minuto creo


que debo estar viendo cosas porque Cole Covington está parado
frente a mí.

Parece más guapo de lo que cualquier hombre tiene derecho a


ser.

Quiero pellizcarme para asegurarme de que es real. —Estás aquí.

Él toma aliento. —Estoy aquí.

—Pensé que no ibas...

—¿Quién es tu amigo, cariño? —Abbott habla, poniendo un brazo


alrededor de mi cintura.

Abbott me ha estado llamando Cariño desde que tengo memoria,


pero no tengo oportunidad de explicárselo a Cole, o de quitar el
brazo a Abbott, porque el puño de Cole se le mete en la nariz.

—Soy su maldito novio, cariño.


COLE
Probablemente no debería haberle pegado.

Pero no debería haber puesto su brazo alrededor de la cintura de


mi novia y haberla llamado cariño.

He jodido el cortejo.

Unas cuantas personas jadean y se precipitan hacia nosotros.

—Que alguien traiga servilletas y hielo —grita Sawyer, cayendo


al suelo junto a Abbott.

Ella me mira. —¿Estás loco?

Sí, estoy loco por ella, pero no tengo oportunidad de decirlo


porque la sangre de Abbott brota tan rápido que gotea por su
camisa de traje blanco.

Más gente se amontona a nuestro alrededor.

—Oh, Dios mío. ¿Está bien? —dice una mujer.

—¿Deberíamos llevar a Abbott al hospital? —grita otra mujer.

—¿Quién lo golpeó? —pregunta un hombre.

Sawyer me mira fijamente... pareciendo más enojada de lo que


nunca la he visto.
Mierda. Se suponía que esto no iba a pasar. Se suponía que iba
a venir aquí y ser el caballero de brillante armadura.

No el villano que arruinó la boda.

Pero eso es lo que hago.

Incluso cuando intento hacer lo correcto, siempre termino


haciendo lo incorrecto.

Y lo arruinó todo.

A través del caos, Oakley me agarra. —Corre.

Así que lo hago.


COLE
—Abbott es un estúpido nombre de mierda —murmuro antes de
tomar un sorbo de mi agua.

Desearía que fuera algo más fuerte, pero piden identificaciones


en los bares del hotel y yo no tengo la mía falsa.

La recepción terminó hace una hora... más o menos a la misma


hora que llevaron a Abbott en una ambulancia porque se sentía
mareado.

Quería arreglar las cosas con Sawyer, pero estaba demasiado


ocupada con Abbott, su hermana teniendo una crisis por la pelea,
y limpiando.

Además, la mirada que me dio cuando intenté acercarme a ella


dejó claro que yo era la última persona con la que quería hablar.

Así que aquí estoy, en el bar del hotel. Sintiendo lástima de mí


mismo.

—Estúpido nombre o no, aun así, no deberías haberle dado un


puñetazo —dice Jace—. Sabes que Sawyer nunca te engañaría.

Sí, pero no estaba pensando racionalmente.

El brazo posesivo alrededor de su cintura fue una advertencia no


tan sutil para que me mantuviera alejado de su chica.
Sólo que Sawyer no es su chica. Ella es mía.

Sin embargo, en ese momento, sólo podía pensar en perderla por


un imbécil que encajaba perfectamente con la descripción del tipo
con el que sus padres querían que se estableciera.

—La he cagado. —Me trago el resto de mi agua y le pido al


camarero que me la rellene—. Sigo jodiéndola.

Jace me aprieta el hombro. —Estoy seguro de que te perdonará.


Sólo dale un poco de tiempo para que se calme. —Se levanta del
taburete del bar—. Me siento muerto, tío. Voy a subir a dormir
un poco.

Después de un improvisado viaje de treinta y ocho horas por


carretera, se merece uno.

—Subiré en un rato. —Está a punto de irse, pero lo


detengo—. Gracias por... ya sabes.

Sacarme de apuros. Como siempre lo hace.

Golpea su puño contra el mío. —Eres mi hermano, imbécil.

Con eso, se va.

—Bebiendo tus penas en el bar, ¿eh? —El padre de Sawyer dice


mientras toma asiento en el taburete vacío del bar a mi lado.

Agito el hielo en mi vaso vacío. —Agua.

—Bien. Espero que eso signifique que no dejes fuera de combate


a nadie más esta noche.

Aquí vamos.

—Si estás esperando una disculpa...


—¿Por golpear a Abbott Carney? Diablos, no. He querido hacerlo
desde que Sawyer llegó a casa llorando porque ese hijo de puta
la besó, pero fingió que era Catherine.

—Sí, ella me habló de eso. —Mi mano se aprieta alrededor del


vidrio. Debería haber hecho más daño—. Imbécil.

Sus cejas se levantan. —No es el único.

—¿Puedo traerle algo? —pregunta la camarera mientras me da el


agua.

—Bourbon.

—Seguro.

Él toma un largo sorbo del vaso que ella le da antes de que hable.
—¿Por qué no has venido aquí al inicio? Y no me vengas con
tonterías sobre un huracán.

Joder. —Porque soy un idiota.

—Bueno, maldita sea. Ese ego tuyo puede ser apartado después
de todo. —Me estudia durante un minuto antes de decir— No
puedo creer que tu estúpido culo haya conducido treinta y ocho
horas.

—Tuve ayuda —admito—. Mi mejor amigo Oakley y mi hermano


Jace compartieron el auto conmigo.

Asiente con la cabeza. —Suena como si tuvieras algunas


personas que te respaldan en tu vida.

Sí, lo sé.

Un largo suspiro lo deja. Como si estuviera resignado. —Estoy


bastante seguro de que ya sé la respuesta, pero ¿por qué
terminaste viniendo? Sawyer estaba decepcionada por tu
ausencia, seguro. Pero no estaba tan destrozada por ello, te
habría perdonado... eventualmente.

—Eso es todo. No quería cometer otro error por el que ella tuviera
que perdonarme.

Porque la amo.

Y estoy tan cansado de ser una cagada.

Toma otro largo sorbo de su bebida. —Diablos, muchacho.


Cometer errores es una gran parte de amar a alguien.

—No te sigo.

—¿Crees que el amor es perfecto? ¿Como uno de esos cuentos de


hadas? —Sacude la cabeza—. Diablos, no. El amor es duro..
difícil. Es lidiar con la mierda de alguien día tras día, pero nunca
te rindes porque tu corazón no te lo permite. Es tener un millón
de razones para dejarlos... pero siempre tener una buena razón
para quedarse.

Supongo que nunca lo había pensado así antes. Nunca lo había


pensado en absoluto.

—¿Cómo puedo arreglar esto?

—Joven, ¿parezco un terapeuta con todas las respuestas? No


tengo ni idea. —Baja el resto de su bebida—. Pero creo que
deberías empezar por hablar con ella en vez de conmigo.

El hombre tiene razón. —Buena idea.

Otro suspiro de resignación. —Eres un verdadero imbécil,


Covington.
Y yo que pensaba que nuestra conversación iba tan bien.

—Tengo mis momentos.

Pide otra bebida al camarero. —Está compartiendo habitación


con una de las damas de honor de Catherine. Habitación 227.

Empiezo a salir, pero él me agarra del brazo. —Que Dios me


ayude, si te encuentro en su cama otra vez, te dispararé en el
culo esta vez.

No, no lo hará.

Pero incluso si lo hiciera, Sawyer vale la pena.


SAWYER
—¿Esto se ve bien?

Mi cabeza se da vuelta cuando Clementine, sí, ese es su nombre


real, sale del baño.

Lleva lencería roja y sexy, con liguero y medias de red.

Maldición. Todo lo que tenía debajo de mi vestido era un sostén


decente y un confiable par de spanx.

Conozco a la chica desde que tenía cinco años, ya que es la mejor


amiga de Catherine y todo eso, pero aun así es incómodo tenerla
delante de mí en nada más que su ropa interior.

Sin embargo, no se puede negar que se ve hermosa, así que se lo


digo.

—Te ves hermosa, pero es un poco... um, excesivo... para la cama.


¿No crees?

Tirando su largo cabello rubio sobre su hombro, se ríe. —Eres


tan linda. —Se tapa la boca con una mano, aunque no haya nadie
más en la habitación del hotel—. Conocí a un tipo en la boda.

Bien por ella. —Eso es impresionante.

Empieza a tirar varias cosas en un bolso de mano. Hmm.


—Supongo que no pasarás la noche aquí.

Colocando la bolsa en la cama, se pone un vestidito negro. —No,


sólo está en la ciudad por la noche. Evidentemente, uno de sus
amigos tenía problemas con una chica, así que; sugirió que
vinieran aquí para que su amigo pudiera arreglar las cosas con
ella. —Pone su mano sobre su corazón—. Dios, amo a un hombre
que es compasivo con los demás. —Camina hacia mi
cama—. ¿Puedes subirme la cremallera?

—Claro.

Al cambiarme en la cama, le subo la cremallera por detrás del


vestido. —Una noche, ¿eh? Eso apesta.

—Lo sé. —Se mete en un par de zapatos de tacón


rojo—. Normalmente no haría algo así, pero es tan diferente a
cualquiera que haya conocido antes. Realmente abierto y
extrovertido... pero también profundo. Casi filosófico. —Sus cejas
bailan—. También parece muy aventurero, si me entiendes.

Lo entiendo, de acuerdo.

—Eso es impresionante. Me alegro por ti.

Su sonrisa es tan brillante, que rivaliza con el sol. —Yo también.


Realmente creo que él podría ser el indicado.

No quiero ser una Nancy negativa, así que me cierro la boca.

Además, ¿quién sabe? Puede que lo sea.

—Bueno, si necesitas algo, llámame.

Ella besa mi mejilla al aire. —Por cierto, quería decírtelo antes.


Te ves tan bien, chica. No es de extrañar que tuvieras chicos
peleando por ti durante la recepción.
No es algo en lo que quiera pensar ahora mismo. Fue tan malo
que Catherine me regañó públicamente por invitar a Cole en
primer lugar.

Estaba tan enojada que mamá vino a mi defensa y le dijo que se


callara y comiera un poco de pastel de bodas.

Funcionó como un encanto, porque en el momento en que


Catherine tuvo algunos carbohidratos en su sistema, se disculpó
por actuar como una mocosa malcriada.

Sintiéndome incómoda, miro la alfombra. —Sí.

Clementine prácticamente salta a la puerta, pero yo la detengo.


—¿Puedes describirlo? Por si acaso pasa algo.

He visto suficientes programas de crímenes para saber que debo


obtener algunos detalles del tipo antes de que pase la noche con
él.

Ella parpadea. —Oh. Bueno, quiero decir que es precioso, por


supuesto. En realidad, me recuerda a un surfista. Alto, cabello
rubio, ojos azules misteriosos. —Se pone la mano en la boca otra
vez—. Huele a hierba.

Espera un momento. No. No puede ser.

—¿Cómo se llama?

Golpeando su barbilla con el dedo índice, piensa en esto. —No


recuerdo exactamente. Sé que es un poco extraño.

Lo dice la chica que se llama Clementine.

—Se llama como un árbol, creo.

Bueno, mierda.
—¿Oakley? —Yo casi grito.

—Sí, eso es. —Me da un beso al abrir la puerta—. Que tengas


una buena noche, cariño. Volveré por la mañana.

—Esper...

Se cierra de golpe antes de que pueda detenerla. Maldición.

Un momento después, oigo un golpe.

Debe haber olvidado su llave. Lo que significa que aún tengo


tiempo para evitar que se suba al tren de Oakley.

Giro el pomo de la puerta. —No tengas sexo con Oakley.

Siento como si me hubieran dejado sin aliento cuando veo a Cole


en el otro lado. Su corbata está desabrochada, su chaqueta de
traje hace tiempo que no está, hay círculos bajo sus ojos, y su
cabello oscuro está despeinado.

Sin embargo, sigue siendo tan guapo que casi olvido que estoy
enfadada con él.

Las cejas de Cole se alzan. —No lo planeaba, pero gracias por la


advertencia.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Sus ojos me queman cuando me ve. —No quiero que te cases con
Abbott Carney y tengas su bebé.

¿Y ahora qué?

—Qu...

Da un paso adelante. —Quiero que te cases conmigo y tengas mis


bebés. —Su manzana de Adán se mueve—. No porque te merezca,
sino porque estoy tan enamorado de ti que nunca dejaré de luchar
por ti... por nosotros.

Estoy bastante segura de que mi mandíbula golpea el suelo.

La emoción me obstruye la garganta. —Cole…

—Siento haber arruinado la boda. Siento haberte alejado cuando


te acercaste demasiado. Siento haber seguido jodiendo las cosas.
Ojalá pudiera decir que me detendré, pero la verdad es que
probablemente la cague un millón de veces más... ...pero una
cosa que nunca haré es dejar de amarte. Nunca. —Golpea el
punto sobre su corazón—. Se suponía que no debías entrar aquí,
pero lo hiciste. —acuna mí rostro—. Y ahora estás atrapada.

Siento que mi corazón va a explotar justo en mi pecho.

—Bien. Porque ahí es exactamente donde quiero estar atrapada.

—Te amo —susurra contra mi boca—. Mucho, mucho, mucho.

Su beso es como respirar aire después de que te hayas asfixiado.

Un hermoso arco iris después de una horrible tormenta.

Tu primer trozo de chocolate después de una agotadora dieta.

Su beso lo es todo.

Envolviendo un brazo alrededor de mi espalda baja, patea la


puerta para cerrarla detrás de él.

Y así como así, nuestro beso pasa de suave y dulce...a apasionado


y consumidor.

Una gota de lluvia para un maremoto.


—Te amo —repite, mapeando besos en la columna de mi
garganta.

—Yo también te amo.

Lo amo tanto, que el solo hecho de pensar en estar sin él es


suficiente para evitar que mi mundo gire.

Pero no lo hará... porque él está aquí.

Y no importa cuánto arruinemos esto... siempre encontraremos


el camino de regreso al otro.

Porque lo que tenemos es real.

—No puedo creer que hayas conducido hasta aquí —digo,


recordando lo que Clementine me dijo—. Podrías haber tomado
un avión.

—Dios, tú también no. —Me agarra la barbilla, obligándome a


mirarlo—. Por si sirve de algo, siento no haber tomado el avión
en el que estabas.

La sinceridad en sus ojos y el hecho de que condujo 38 horas


para estar aquí, prueba que lo esta. —Lo sé.

Sus labios encuentran mi cuello otra vez. —Prométeme que no te


rendirás conmigo.

No lo haré. Nunca.

—Lo prometo.

Caemos en la cama, una fusión de besos obsesivos y suaves —Te


amo.

Una mezcla de toques incontrolables y respiraciones irregulares.


Dos personas dañadas y rotas se unieron tanto que volvieron a
estar enteras.

Desabrocho los botones de su camisa y se la quito de los


hombros, plantando una fila de besos a lo largo de su clavícula.

Solía pensar que sabía lo que era el sexo: las hormonas y la


lujuria. Cumplir con un impulso biológico y liberar algún impulso
reprimido.

Y aunque puede ser todas esas cosas... también puede ser más
que eso.

Puede ser amar a alguien tanto que quieras darle las partes más
crudas y despojadas de ti mismo... porque no hay suficientes
palabras para expresar lo que sientes por él.

Necesita algo un poco menos fortificado... y mucho más


vulnerable.

Algo puro y genuino.

—Te quiero dentro de mí —respiro mientras entierra la cara en


mi escote.

Con un gruñido, me baja los pantalones del pijama. Mis bragas


le siguen rápidamente. —Mis dedos y mi lengua estarán dentro
de ti en cualquier momento. Prometido.

Es casi adorable lo inconsciente que es.

—No... me refería a ti. A todo de ti. —Me aclaro la


garganta—. Tener sexo.

Porque si no puedes decirlo, no deberías tenerlo.


Deja de moverse. Diablos, estoy bastante segura de que deja de
respirar por un minuto sólido.

Finalmente, levanta la cabeza. —¿Estás segura?

Asiento con la cabeza. —Estoy lista.

Sus cejas se unen. —Yo no... no tengo un condón. No


esperaba… —Una ráfaga de aire se le escapa—. Pensé que
estabas esperando hasta el matrimonio.

El hecho de que esté dispuesto a esperar tanto tiempo significa


para mí más de lo que nunca sabrá.

Pero sé lo que quiero. A él. Ahora.

—Estoy tomando anticonceptivos —le recuerdo—. A menos que


te opongas a tener sexo sin condón...

—Nunca he tenido sexo sin uno antes. —Traga con


fuerza—. Serás mi primera. —Sus labios se curvan en una
sonrisa—. Sé amable conmigo.

Le doy una bofetada en el hombro. —Idiota.

Me inclina la barbilla, su expresión se vuelve seria. —No quiero


que te arrepientas de esto...yo. Porque una vez que pase, se
acabó. No hay vuelta atrás.

Poniendo mi mano en la base de su cuello, lo acerco


más. —Nunca me arrepentiré de ti, Colton.

Aunque nos estrellemos y nos quememos... nunca me arrepentiré


de haberle dado esto.

Nunca me arrepentiré de amarlo.


Al levantarse de la cama, se quita los pantalones y los boxers.

Ver a Colton desnudo delante de mí es... bueno, no hay palabras.

Sin embargo, es el indicio de vulnerabilidad en su expresión lo


que me importa.

Como si esto fuera más que sólo sexo para él también.

—¿Puedo verte? —dice—. ¿Todo de ti?

El pánico se eleva en mi garganta. Cada vez que nos hemos


besado, me las he arreglado para mantener una prenda de ropa
encima... intentando protegerme.

Pero no puedo hacer eso con él ahora. Amar a alguien... significa


darle todo.

Incluyendo las partes feas de ti mismo que preferirías que nunca


vieran.

Levanto mi camisa sobre mi cabeza y la tiro al suelo...


desnudándome ante él.

—Eres hermosa.

El hecho de que no me mire al cuerpo, sino a los ojos, cuando lo


dice, hace que mi corazón golpee en el pecho.

Arrastrándose hasta la cama, me besa lentamente mientras su


mano se desliza entre mis piernas. —Primero quiero asegurarme
de que estás lista.

—Lo estoy.

Sus dedos se hunden dentro de mí. —Realmente lista.


Hay tanta ansiedad que me recorre que es difícil de calmar. No
es aprehensión o miedo... es sólo... mi cuerpo y mi mente son
plenamente conscientes de lo que está a punto de suceder, lo que
hace imposible relajarse lo suficiente para tener un orgasmo.

—No podré... pero está bien —le digo mientras baja la


cabeza—. No es tu culpa, sólo estoy nerviosa...

Separando mis piernas, su lengua golpea mi coño.

—Cierra los ojos —murmura, plantando besos descuidados a lo


largo de mi carne sensible.

Cuando lo hago, su boca se agarra a mi clítoris y gimo.

Me encanta cómo siempre sabe cómo complacerme.

Mi respiración se hace más dificultosa mientras él bombea sus


dedos en tándem con su lengua, acercándome al borde.

Le doy un tirón en el cabello cuando los primeros movimientos se


producen. —Me voy a correr.

Me golpea más fuerte, más rápido... hasta que no soy más que
un desastre tembloroso, gritando su nombre.

—Eso debería facilitar las cosas —dice, alineándose encima de


mí.

Abro mis muslos más cuando lo siento empujando mi entrada.

—Por mucho que quiera esto, odio que vaya a hacerte


daño —susurra.

—La primera vez nunca es genial —le recuerdo, recordando todo


lo que he oído de otras chicas a lo largo de los años—.
Aunque no te lo reprocharé. —Una sonrisa se libera—.
Además, puedes compensarme con una vida entera de sexo
alucinante.

Él sonríe. —Más vale que lo creas, Bible Thumper. —Se interpone


entre nosotros y se guía dentro de mí, pulgada a pulgada—. Dime
si necesitas que me detenga un poco.

Mi cuerpo se tensa con la primera ola de presión. —Lo haré.

Hace una pausa. —¿Estás bien?

El dolor es temporal. Nosotros somos para siempre. —Sigue


adelante.

Otra ronda de dolor me agarra, y me tenso. —¿Estás dentro?

Su mandíbula se tensa. —¿En serio?

Oh, mierda. Definitivamente no quise decir eso. Definitivamente


no hay duda de eso. —Quise decir todo el camino.

—No. Sólo a mitad de camino. Estoy tratando de ir despacio para


no lastimarte.

Eso no va a funcionar para mí. Siempre he sido del tipo de chica


que se quita las vendas.

—¿Crees que puedes... ya sabes...

—¿Empujarlo completo?

Asiento tan fuerte que me sorprende que no se me salga la


cabeza. —Dios, sí. Por favor.

Me preparo para el dolor, pero él se detiene de nuevo.

Estoy a punto de gritarle, pero la adoración en sus ojos es tan


abrumadora que mi corazón da volteretas.
—Te amo, Sawyer.

Inclinándome, beso sus labios. —Yo también te amo, Colton…Oh.

Su polla se desliza dentro de mí de un solo golpe.

—Joder —dice Cole con voz ronca.

Una puñalada afilada que se convierte en un dolor punzante me


atraviesa. Me obligo a respirar a través de él mientras me estiro
para acomodarlo dentro de mí.

Cole apoya su frente contra la mía, su respiración es


frenética. —Dios, te sientes jodidamente increíble.

Le subo las manos a la espalda. —Tú también.

Todavía hay algo de incomodidad, pero a pesar de eso, no tengo


dudas de hacer esto.

No hay nadie más en el mundo a quien quiera darle esto.

Sólo Colton. Sólo Colton.

Su frente se arruga. —Avísame cuando pueda...

—Ahora —respiro—. Por favor.

Nuestras miradas chocan cuando él comienza a empujar.

—Sawyer —gime, con la voz ronca y raída.

Dibujo pequeños círculos en su espalda con mis uñas. —Puedes


moverte más rápido.

Quiero que disfrute de esto.


Además, sé que me compensará en la próxima ronda cuando esté
un poco más relajada y mucho menos dolorida.

Levantando una de mis rodillas, se retira y vuelve a


entrar. —Jesús.

—Te amo —susurro de nuevo, agarrando su trasero para tirar de


él más profundamente.

Tener sexo con él no se siente como romper un juramento a


Dios... se siente como dar algo especial a mi alma gemela.

Sus ojos se oscurecen con la absolución mientras me mira. —Te


amo.

Mis ojos se cierran cuando reanuda su ritmo lento y constante,


aunque debe estar matándolo hacerlo.

Me encuentro con sus suaves empujes con mis caderas. —Más


rápido. Por favor.

—Quiero hacerte venir.

Eso no va a suceder. No esta vez, de todas formas. —Ya lo hiciste,


¿recuerdas?

Su cara se estira con placer mientras acelera el ritmo. —Quise


decir...otra vez.

Aunque aplaudo el esfuerzo, mi cuerpo está demasiado inquieto.


—Puedes hacerlo después.

Parece que quiere protestar, pero yo saco las armas


grandes. —Quiero sentir te corras dentro de mí.

Sus ojos se entre cierran y gime bajo y profundo. —Jesucristo.


Empuja sus caderas tan rápido que mis piernas tiemblan.

Un momento después un gemido estrangulado lo deja, y se


estremece, dejándose llevar.

Entierra la cara en mi cuello, inhalándome. —Yo... joder.

—Está bien. —Pasando mis dedos por su cabello húmedo, le digo


la verdad—. Fue perfecto.

Tan perfecto.

Tan nosotros.

Tan real.
COLE
He estado viendo a Sawyer dormir durante los últimos treinta
minutos.

Se ve tan tranquila que no tuve el corazón para despertarla antes


de irme.

Así que me quedé.

—Buenos días. —digo mientras se despierta de su sueño.

Bostezando, se acurruca contra mi pecho. —Buenos días.

—¿Cómo te sientes?

Sé que estaba dolorida anoche, pero espero que ya se haya ido el


dolor.

Me mira, con su dedo arrastrándose por mi caja


torácica. —Diferente. —Ella sonríe—. Pero en un buen diferente.

Ella también se ve un poco diferente... como si estuviera


resplandeciente.

Beso su hombro desnudo. —Te amo.

Su sonrisa crece. —Te amo.


Nos miramos el uno al otro, sonriendo como dos idiotas golpeados
por el amor antes de que Sawyer jadee. —Mierda. ¿Qué hora es?

Miro el reloj de la mesita de noche. —Un poco más allá de las


nueve. ¿Por qué?

Se clava el talón de la palma de la mano en la frente. —Se suponía


que debía bajar con el resto y la novia para el desayuno de
despedida.

No tengo ni idea de lo que es eso. —¿Desayuno de despedida?

—Mi hermana se va de luna de miel hoy. Querían desayunar con


la novia antes de irse.

Me quito el edredón. —Saldré de aquí en tres minutos.

Ella me tira del brazo. —No.

—¿No?

—No te vayas.

Ella mira la cama vacía y todavía hecha al otro lado de la


habitación. —Supongo que Clementine está ahí abajo... lo que
significa que aún tenemos al menos otra hora para nosotros.

—¿Qué hay del desayuno de despedida?

—Su nuevo marido la lleva a Francia para su luna de miel. Confía


en mí, no necesita que su hermana pequeña esté allí para su
desayuno de despedida.

Al morderse el labio, su mano desaparece bajo las sábanas. —Sin


embargo, hay algo que necesito ahora mismo. —Ella envuelve su
mano alrededor de mi polla—. Dios mío, Cole. ¿Siempre eres tan
duro por la mañana?
Sí. —Cuando me despierto junto a una chica sexy y desnuda, lo
hago.

Sonriendo tímidamente, ella planta una fila de besos en mi torso.


—Bueno, esta sexy chica desnuda quiere tener algo de sexo
desnudo y caliente con su novio antes de que su compañera de
cuarto regrese. ¿Estás listo para el trabajo, Covington?

Le hago un gesto a mi polla. —Dímelo tú, Church.

Hace pucheros. —No lo sé. Aún no estoy convencida.

Un gemido se aloja en mi garganta cuando baja la cabeza y pasa


su lengua por la cabeza de mi polla.

Hace seis meses, si alguien me hubiera dicho que iba a conducir


a través del país para declarar mi amor a una chica que tenía
todas las razones para odiarme... nunca le habría creído.

Es curioso cómo las cosas funcionan para mejor.

—Joder. —Le doy un golpe a las sábanas mientras me mete en


su boca y me chupa larga y profundamente—. Jesús.

Mi chica tiene una boca como una maldita aspiradora.

La miro. —Sawyer.

Me libera con un pop de su boca. —¿Sí?

La arrastro por mi cuerpo. —Si sigues chupándome la polla así,


no habrá sexo caliente al desnudo.

Dándole la vuelta para que esté de espaldas, le separo los muslos


y maniobro entre ellos. —Para que lo sepas, esta vez te vas a
meter en mi polla.
Sonríe tímidamente. —Lo que sea que...

Un silbido se escapa de su boca mientras la introduzco en su


interior.

—¿Estás bien?

Sus ojos que se cierran revoloteando, ella tararea. —Más que


bien.

Agarrando el cabecero para hacer palanca, acelero mi


ritmo. —¿Tienes alguna otra función familiar a la que debas
asistir hoy?

—No. —Sus ojos se abren de golpe—. ¿Por qué?

Le doy una sonrisa de satisfacción. —Porque una hora no será


suficiente.

Quiero toda una vida con Sawyer Church... y algo más.


SAWYER
—Solo necesito veinticinco más —susurro—. Eso es todo.

Oakley frunce el ceño. —Dijiste eso la última vez.

Para ser justos, tiene razón. Pero eso fue por la boda, que fue
hace casi dos semanas. Esta botella es para mantener mi pérdida
de peso.

—Realmente tengo que estudiar...

—Ya te aceptaron en Duke's Heart, ¿recuerdas?

No entiendo por qué está siendo tan difícil sobre esto. No es que
le esté pidiendo drogas de verdad.

—Lo sé, pero aún tenemos algunos exámenes más por delante, y
me ayudan a concentrarme.

Su mandíbula se tensa. —Entonces tal vez deberías ir a un


médico y conseguir una receta para ellos.

—La última botella, lo prometo. —Me inclino—. Sólo quiero


terminar mi carrera de secundaria con una nota alta. Además,
me acabo de enterar hoy de que estoy en la lista para ser la mejor
estudiante.

Sus cejas se levantan. —¿En serio? Mierda. Eso es


impresionante, Short Stack.
—Lo sé. —No puedo evitar sonreír. La noticia casi me hace
desmayar de felicidad—. Pero es entre Miles Wilson y yo, y ya
sabes lo inteligente que es ese chico. Puedo usar toda la ayuda
que pueda conseguir.

—Bien, te tengo. —Me mueve un dedo mi la cara—. Pero esta es


la última vez.

Estoy totalmente de acuerdo con eso. —De acuer…

—¿Qué es la última vez? —Cole interviene, deslizando su brazo


alrededor de mi cintura.

Mierda. El pasillo estaba vacío hace veinte segundos.

—Que insiste en darme clases particulares un sábado —grita


Oakley—. Está arruinando mi agenda. Ya terminé con esta
mierda.

Le doy a Oakley una sonrisa agradecida.

—Amigo, relájate —exclama Cole—. Sawyer está tratando de


ayudarte a que te gradues esta vez, ¿recuerdas?

Oakley parece avergonzado. —Sí, lo sé.

—No te preocupes, imbécil. No puede darte clases este


sábado —dice Bianca al unirse a nuestro pequeño círculo.

Estoy confundida. —¿Por qué?

—Necesito que vayas de compras conmigo.

Prefiero meterme un tenedor en el ojo.

Busco a Cole para que me ayude.

—No puede. Tenemos planes.


Los ojos de Bianca se estrechan. —Falta casi una semana. ¿Qué
clase de planes podrías tener que yo no sepa?

Dios mío. ¿Muy acosadora?

Cole me da una sonrisa torcida. —De las que implican no tener


ropa puesta.

Bianca arruga su nariz. —Asqueroso.

Le doy un golpe en el brazo. Sólo porque tengamos sexo, bien, un


gran sexo, no significa que tenga que anunciarlo a todo el mundo.
O a su hermana.

—Vamos a ir al cine... y luego a lo de Christian.

Es la única cosa creíble que se me ocurre. Además, no hemos


estado allí juntos desde que ventiló la mierda hace tiempo, y
quiero probar a todos que Cole y yo estamos bien.

Poner a Casey y al resto de esas perras habladoras de mierda en


su lugar.

Bianca sacude la cabeza. —Nada de películas. Lo que he


planeado va a llevar un tiempo.

Cole se inclina, su aliento me hace cosquillas en la oreja. —Lo


que he planeado también va a llevar un tiempo.

Me da escalofríos. Es seguro decir que prefiero sus planes a los


de ella.

Bianca lo golpea con su cuaderno. —Otra vez... asqueroso. —Se


apoya en mi casillero—. Mira, hermano mayor, voy a hacerte esto
muy simple. ¿Quieres que interfiera en tu relación con Sawyer
como lo hago con Jace y su zorra?
La miro fijamente. —Oye...

—Joder, no —dice Cole.

—Muy bien. Entonces mantén tu polla en tus pantalones y


déjame robarte a tu chica por una tarde.

—Mala idea, hermano —refunfuña Oakley—. Confía en mí.

Bianca le enseña algunos dientes. —No te preocupes, a diferencia


de las perras de Oakley... devolveré a Sawyer. —Me da un beso—
. Te veo el sábado, querida.
SAWYER
—¿Recuérdame otra vez por qué estamos aquí? —Dylan se queja
cuando entramos en la tienda.

—Porque Bianca me preguntó si iría de compras con ella y no voy


a ir sola.

Sería el equivalente a enfrentarse a un pelotón de fusilamiento.

—Sabes que me odia, ¿verdad?

Sí. Es otra razón por la que la invité.

Por muy difícil que sea Bianca, también la considero mi amiga.


Espero que obligar a mi mejor amiga y a mi nueva amiga a pasar
el rato termine esta disputa entre ellas para siempre.

Entonces todos podamos pasar el rato.

—Sólo dale una oportunidad, Dylan. No es tan mala una vez que
la conoces. Prome…

—Espera, no recuerdo haber invitado a la asesina de mi hermano


a unirse a nosotras. —Bianca interviene.

Pensándolo bien, tal vez esto fue una mala idea.

Demasiado tarde para volver ahora.


Respiro profundamente varias veces antes de dirigirme al elefante
en la habitación. —Lo que le pasó a Liam no fue su culpa, Bianca.
En el fondo sabes que es verdad.

Arroja la camisa que estaba viendo sobre una mesa. —No la


quiero aquí.

Dylan levanta las manos. —Está bien para mí.

Ella comienza a irse, pero yo le agarro el brazo. —No tan


rápido. —Mi mirada hace ping-pong entre ellas—. Sé que ustedes
dos tienen sus problemas entre sí, pero también tienen algo muy
importante en común.

—Por favor —exclama Bianca—. No tengo nada en común con


ella.

—Ambas aman a Jace —le recuerdo—. Y no es justo que las dos


mujeres más importantes de su vida se peleen constantemente.

—No es mi culpa... —Dylan empieza a decir, pero yo la hago


callar.

—Lo sé.

—Tampoco es mi culpa —argumenta Bianca.

Le doy una mirada. La lucha es definitivamente su culpa.

—Lo que sea. Nunca la perdonaré por lo que hizo. —Sus rasgos
se suavizan al mínimo—. Pero ella puede quedarse... supongo.

No es mucho, pero es algo.

Dylan empieza a protestar, pero yo le susurro —Toma la rama de


olivo. —Aprieto su mano—. Por Jace.
Ella mira al techo y resopla. —Muy bien.

Bianca se pone en una fila de ropa en perchas. —¿Qué talla eres,


chica de la iglesia? Ya he escogido algunas cosas, pero quiero
asegurarme de que te quedarán bien.

Miro a Dylan porque es imposible que Bianca me hable.

Mis ojos giran alrededor de la boutique de moda. Un solo traje


aquí cuesta lo que gano en una semana. —Pensé que estábamos
comprando para ti.

—¿De verdad crees que te pediría que me ayudaras a comprar


ropa? —Agarrando su pecho, resopla—. Oh, Dios. Lo hiciste. Qué
lindo.

—Sí —Dylan murmura detrás de mí—. La chica es un verdadero


encanto.

—Lo siento, pero esto no es... no planeaba ir de compras


hoy. —Me estremezco cuando veo la etiqueta del precio de un
vestido que ella está revisando—. Y aunque lo estuviera, este no
es el lugar al que iría. No puedo permitirme nada aquí.

—Me lo imaginaba. —Bianca me muestra su tarjeta de


crédito—. Por eso traje esto.

Está loca. —No voy a dejar que pagues por mi ropa.

Hace un ruido irritado en su garganta. —Mira, realmente no me


va bien con todo eso de ir y venir. Así que, saltemos la discusión
por completo y haz lo que yo diga. —Ella empuja un vestido
blanco corto en mi dirección—. Ve a probarte esto.

No sólo el vestido parece demasiado pequeño para mí, no es mi


estilo... en absoluto.
—No.

Ella frunce los labios. —Somos amigas, ¿verdad?

La miro con recelo. —Sí.

—Bueno, como tu amiga, me niego a dejar que sigas caminando


por ahí pareciendo un vagabundo Amish. —La repugnancia llena
sus rasgos—. Era adorable al principio, pero ahora no tanto.

—Caramba, gracias.

—No estoy tratando de insultarte. Sólo estoy siendo honesta.


Faltan cinco semanas para el baile, y te prometo que te sentirás
peor que la mierda de perro cuando Cole sea coronado rey del
baile, y Casey sea coronada reina. Otra vez. —Vuelve a rebuscar
entre los percheros de ropa—. Además, necesito un nuevo
proyecto positivo en el que concentrar mi energía. Hacerte un
cambio de imagen es perfecto.

No puedo dejarla hacer esto. —No...

—Mi cumpleaños es en junio —dice, cortándome el


paso—. Considera esto como tu súper regalo de cumpleaños
anticipado para mí.

—No necesita un cambio de imagen —dice Dylan—. Se ve muy


bien tal como está.

Bianca pone una cara. —Dice la chica que vive en vaqueros raíles
y camisetas de concierto. No me extraña que se lleven tan bien.
Stevie Wonder puede elegir mejor ropa que ustedes, idiotas.

Dylan y yo intercambiamos una mirada exasperada.

—Bien —Bianca se queja—. No dejes que te ayude. Pero no


vengas a llorarme cuando Cole vuelva a Casey después del baile.
Los nervios me oprimen el estómago. No creo ni por un segundo
que Cole me deje por Casey... pero odio la pequeña parte de mi
estúpido cerebro que aún siente que podría dejarme por alguien
mejor.

¿Y por mejor? Quiero decir más bonita y más delgada.


Especialmente después de la universidad cuando se haga
profesional. Las chicas ya se le lanzan encima... no quiero ni
pensar en lo peor que será dentro de cinco años.

—Un vestido. —grito.

Los labios de Bianca se tuercen. —Tres. Además, un vestido de


graduación, un corte de cabello y un tinte. —Ella saca su teléfono
de su bolso—. ¿Sabes la receta de tus lentes de inmediato? Le
diré a mi padre que traiga a casa algunas muestras de contacto
del trabajo.

No puede hablar en serio. —Un traje, sin vestido de graduación,


y un corte.

Allí. Compromiso.

—No. —Ella cruza los brazos sobre su pecho—. Dos trajes. Un


vestido de baile de graduación en el que te dejaré tener una
participación marginal. Un corte con algunas capas largas para
dar dimensión, y unos pocos reflejos de caramelo para enmarcar
la cara. Oh, y un viaje a Séfora. Eso es lo más bajo que estoy
dispuesta a llegar.

No creo que Bianca entienda cómo funciona el trueque.

O tal vez sí, porque de alguna manera, me encuentro de acuerdo.


—Te dije que no cabría — me quejo mientras me
pongo la tela roja apretada sobre mis caderas.

Quien lo haya hecho no debe haber dado una mierda si la


persona que lo lleva puede respirar.

Bianca marcha hacia mí. —Estás bromeando, ¿verdad? Es


exactamente la forma en que se supone que encaja.

Miro la etiqueta. —Esto dice que es una talla seis. No soy talla
seis.

Parece que fue ayer cuando una talla 14 se sentía demasiado


ajustada a mí.

Bianca sonríe mientras me gira hacia el espejo. —Ahora lo eres.

Me quita la cola de caballo del cabello y pasa sus dedos por mis
mechones oscuros. —Amiga, no quiero ponerme lesbiana contigo,
pero eres sexy.

Mierda.

—Vaya, me veo... diferente.

Es como si hubiera entrado en uno de esos espejos de feria en un


carnaval.

El que te permite ver cómo te verías si fueras más delgada y


bonita.

Sólo que esto no es falso.

Se ríe. —Ese es el punto, tonta.


Miro a Dylan. —¿Qué piensas?

Ella arrastra los pies. —¿De verdad?

—Por supuesto.

No espero menos de ella.

—No te pareces a ti. Para ser franca, parece que perteneces al


equipo de animadoras. —Ella resopla—. Esto es tan tonto,
Sawyer. No necesitas un cambio de imagen. Siempre has sido
hermosa.

Para una chica gorda.

Por un lado, entiendo lo que Dylan está diciendo. Una gran razón
por la que conectamos al instante fue por nuestro mutuo desdén
por chicas como Casey.

Nosotros éramos las rechazadas.

Y a su vez...las rechazamos.

Porque te hace sentir mejor dejar lo superficial cuando te hacen


sentir que nunca pertenecerás.

Pero cuando te haces una idea de cómo es su mundo... de cómo


se siente la aceptación ...

Cuando la sociedad deje de verte como la chica gorda y empiece


a mirarte como si fueras un ser humano de verdad digno de
atención y amabilidad...

Es como si el sol se abriera paso entre las nubes.

El mundo se siente mucho más cálido... mucho menos oscuro.


Me vuelvo al espejo. —¿Tienen esto en verde? Es el color favorito
de Cole.
SAWYER
—Oh, Dios mío. Sawyer Grace —grita mamá—. ¿Qué has hecho?

Me estremezco. —Así de mal, ¿eh?

Dejé que Bianca se saliera con la suya con un poco más de lo


acordado originalmente.

Específicamente, cuatro trajes, un vestido de graduación, uno


que me encanta, unas cuantas capas largas y mechas, y un
montón de maquillaje nuevo.

Oh, y... lentes de contacto.

Que fueron un serio dolor en el culo para poner.

Pone su mano sobre su corazón. —No. Te ves tan hermosa. —Las


lágrimas saltan a sus ojos cuando da un paso atrás—. Dios,
cariño. Estoy tan orgullosa de ti.

A lo largo de los años he sido miembro de la Sociedad Nacional


de Honor, obtuve 1600 puntos en mi examen de admisión, fui
aceptada en Duke's Heart en un viaje completo, y soy la
candidata perfecta para ser el mejor estudiante en la graduación.

Sin embargo, esta mujer nunca me ha dicho ni una vez que estaba
orgullosa de mí.

Hasta ahora.
Mi padre se detiene brevemente cuando me ve. —¿Qué...? —La
decepción llena sus ojos marrones—. Ya veo.

No tengo ni idea de lo que eso significa.

Lo que sea. El que nos separemos está únicamente en él.

Sólo porque yo haya perdido peso no significa que él haya perdido


una hija.

Además, él fue quien me llamó gorda a mis espaldas ese día.

Debería estar contento de que me haya ocupado del problema.

—Gracias, mamá —Miro el reloj—. Tengo que ir a recoger a


Cole —tomo mi bolso y la bolsa de viaje que empaqué de la mesa
de la cocina—. Oh, y no me esperes levantada. Voy a pasar la
noche en casa de Dylan.

Es una mentira. Voy a pasar la noche en casa de Cole. Sin


embargo, no tienen por qué saberlo.

Aunque creo que mi madre secretamente sospecha la verdad.

—Pásalo bien en la fiesta. —Me besa la mejilla—. Ten cuidado.

Sí, lo he leído alto y claro.

No vuelvas a casa embarazada o papá le disparará a tu novio.

—Adiós, papá.

Refunfuña algo en voz baja antes de alejarse.

Me dirijo hacia la puerta. —Adiós, mamá. Te quiero.

—Te quiero.
Es todo lo que puedo hacer para no desplomarme.

Son dos de dos hoy.

Primero, está orgullosa... ahora me ama.

Tomar estas píldoras fue lo mejor que me ha pasado.

Voy a tener que conseguir más.

—¿Qué quieres decir con que no tienes más? —Pregunta


Oakley—. Acabo de darte veinticinco de ellas el lunes.

—Baja la voz —siseo.

Estamos en la casa de huéspedes, pero no es que Cole o Bianca


no puedan aparecer al azar y escucharnos.

—Fue una semana muy agitada, Oak. Tenía mucho que estudiar,
¿recuerdas? Además, las píldoras no funcionan tan bien como
antes, así que tuve que tomar más para tener un poco de
impulso.

—Sí, eso se llama desarrollar una tolerancia. Pero dado que sólo
has estado en ella unos pocos meses en vez de años, y te has
terminado todas las malditas pastillas que te di, obviamente
estás tomando más de lo que se supone que debes.

Odio la vergüenza que me recorre.


Pero no tanto como odio la forma en que me mira como si fuera
escoria.

No es justo. Actúa como si nunca hubiera tenido problemas o


tomado pastillas antes.

A diferencia de la mierda que él toma, en realidad necesito esta


medicación. Mis píldoras hacen que todo sea mejor... no peor.

—Vaya, eso es mucho juicio viniendo de alguien que no sólo


esconde el hecho de que está vendiendo drogas a sus mejores
amigos, sino que una noche estaba tan drogado que se aprovechó
de la hermanita de Cole.

Es duro y está mal.

Pero odio que la clave de mi felicidad esté en él.

Oakley puede cortarme cuando quiera y arruinarlo todo.

No puedo dejar que eso suceda.

No quiero volver a ser la chica gorda nunca más. No cuando


finalmente tenga todo lo que siempre he querido.

Oakley parece que le he dado una bofetada. —No lo hice... fue un


error. Se arrastró hasta mi cama...

Odio las próximas palabras que salen de mi boca... pero son un


mal muy necesario. —¿De verdad crees que Jace y Cole lo verán
así cuando se enteren?

Se ve tan traicionado que podría llorar.

Dios, no me soporto a mí misma.


—Puede que no sea tan listo como tú, pero puedo oler el chantaje
a una milla de distancia. —Sus hombros se desploman—. ¿Qué
es lo que quieres?

—Cien deben alcanzarme hasta el próximo mes.

Su cara se estropea. —Estás bromeando, ¿verdad?

—No necesito tu juicio, Oakley.

—No, no necesitas estas píldoras. —se da con una palma en la


cabeza—. Esta no eres tú.

—Tienes razón. —No la tiene—. Y gracias a Dios, joder. Porque


esa Sawyer era asquerosa y...

—No, no lo era. —Su voz está llena de tristeza—. Ella era mi


amiga que nunca me chantajearía por drogas. —Escarbando en
su bolsillo, saca un frasco de pastillas—. Aquí tienes diez para
ayudarte con la abstinencia. Porque después de eso... he
terminado.

Garras de pánico se instalan en mi pecho. —No puedes hablar en


serio.

Señala la puerta. —Confía en mí, lo estoy.

Él trata de alejarse, pero yo me pongo a su lado. —Por favor,


Oakley. No hagas esto. Necesito...

—No, no lo haces.

Se me revuelve el estómago y me siento mareada. Si me corta,


volveré a estar gorda.

Lo perderé todo.
Mi cuerpo, el amor de mi madre... tal vez incluso Cole.

Mi pecho se comprime mientras la habitación gira. —Por favor.


Haré lo que quieras. Cualquier cosa.

Alcanzo su cara, pero él me agarra las muñecas. —Jesucristo.


¿Qué carajo te pasa?

Me congelo, la realización de lo que estaba a punto de ofrecer me


golpea justo en el corazón.

No puedo creer que casi...

Dios, me siento mal. Tan jodidamente enferma.

—Esta no eres tú, Sawyer.

Tiene razón.

—Lo siento...

—No te disculpes conmigo —se burla—. Discúlpate con Cole. Él


es el que está enamorado de una puta.

Le doy una bofetada. Fuerte.

—¿Cómo te atreves...?

—¿Cómo se le llama a alguien que se lanza a los hombres a


cambio de dinero o drogas?

Oh, Dios. No puedo respirar.

—No lo estaba. Yo no... —No puedo hablar.

Nunca le haría eso a Cole.

Lo amo. Mucho.
Finalmente, encuentro mi voz. —No soy una puta. Nunca te
follaría por Adderall porque no soy una especie de drogadicta
inútil. —Lo miro fijamente—. No soy tú.

Grito cuando me da un tirón en el brazo. —Es curioso, mi madre


juró que tampoco era una drogadicta inútil. —Abre la puerta de
su casa—. Luego vació la cuenta bancaria de su marido y se folló
a su camello delante de su hijo de cuatro años... justo antes de
abandonar a su familia para siempre.

Una punzada de simpatía me golpea. —Oak.

—Sal. —Me empuja—. Vuelve cuando vuelvas a ser Sawyer.

—Yo soy Saw…

—No, no lo eres.
COLE
—¿No te gusta? —Sawyer pregunta, mordiéndose el labio.

No. No lo hago, joder.

El vestido, el cabello, los tacones, el maquillaje en la cara... los


lentes.

No se parece en nada a la chica de la que me enamoré.

—Está... bien —lo dejo estar—. Supongo.

No quiero ser un idiota o herirla, pero no me quedaré aquí


fingiendo que me gusta su nuevo look cuando no es así.

Afortunadamente, la verdadera Sawyer de la que me enamoré


sigue dentro.

Espero que sí.

—¿Quieres que conduzca?

—No. —Me lanza una mirada helada mientras se tambalea por la


entrada de mi casa con sus tacones—. Estoy bien.

—Estás enfadada conmigo.

—Caramba, ¿tú crees?

—Lo siento si te he hecho daño...


—Está bien.

Envolviendo mi mano alrededor de su muñeca, la detengo. —No


necesitas toda esa mierda en tu rostro o ese pequeño
vestido. —Inhalando bruscamente, le doy otra dosis de
honestidad—. Y ya que estamos en el tema, creo que tú...
cualquier dieta que estés haciendo tiene que parar.

He tratado de ser comprensivo, pero ya no puedo.

Parece una persona completamente diferente.

Sus curvas se han ido. Su trasero es casi inexistente.

Y no me hagas empezar con sus tetas... lo que queda de ellas.

Sin embargo, podría lidiar con todo eso si no estuviera siempre


tan agotada y malhumorada últimamente.

Si todavía fuera su linda, sarcástica, descarada y dulce persona.

Pero no lo es.

Es como si la hubiera perdido más y más con cada kilo.

Puede parecer más delgada... pero no parece más saludable.

Si no lo conociera mejor, diría que casi parece estar nerviosa.

Probablemente porque no está comiendo lo suficiente.

Sus ojos se estrechan en pequeñas rendijas. —Tienes mucho


valor. —Me pincha en el pecho con una de sus uñas
rosas—. Me llamaste gorda delante de toda la escuela, y ahora
que he perdido peso tú...

—Me equivoqué, Sawyer. No lo dije porque lo decía en serio. Lo


dije porque...
—Porque era de esperar —dice, con la voz temblorosa—. Lo que
tenías que decir porque me pusieron en la caja de la chica
gorda. —Ella jala su muñeca hacia atrás—. Al diablo con esa caja.
Y que te jodan a ti también si ya no me quieres porque estás
inseguro de que finalmente sea atractiva.

Lo ha entendido todo mal. Tan jodidamente mal.

—Nunca dije que no te amara. Y esto no es inseguridad... es


preocupación por tu salud. Una gran diferencia.

—Bien. —Echando la cabeza hacia atrás, se ríe—. Dios mío, la


gente nunca deja de sorprenderme. Cuando era gorda, lo único
que oía era... —Hace citas al aire con los dedos—. "Deberías
preocuparte por tu salud". Y ahora que por fin tengo un peso
normal... sigo teniendo la misma mierda. Increíble, carajo.

No tengo ni idea de qué decir a eso.

La sociedad apesta... a veces la gente no siempre lo hace bien.

Ser más grande no siempre significa que no estés sano y ser más
pequeño no es una garantía de que lo estés.

Pero no puedo arreglar la sociedad.

No puedo quitarle todas las cosas de mierda que la gente le ha


dicho a lo largo de los años y que la hicieron sentir menos que
perfecta.

No puedo hacer que se vea a sí misma como yo la veo.

La forma en que siempre la he visto... mucho antes de que bajara


de peso.

Todo está fuera de mi control.


Lo único que puedo hacer es amarla.

En cualquier forma que venga.

La envuelvo con mis brazos. —Dime cómo arreglar esto.

—No puedes —se ahoga, con lágrimas cayendo por sus


mejillas—. Sólo quería que mi novio me dijera que estaba linda
para que pudiéramos ir a divertirnos a la fiesta. Quería ser una
chica normal por una noche.

Sawyer es cualquier cosa menos una chica normal... y eso es


exactamente lo que me gusta de ella.

Pero quiero que tenga esto.

Porque quiero hacerla feliz.

Inclinando su barbilla, limpio las rayas del rímel con los pulgares.
—Te ves hermosa, Bible Thumper. —Inclinándome, le doy un
beso—. Vamos a divertirnos en la fiesta.

Ese brillo vuelve a sus ojos cuando me mira. —¿Lo dices en serio?

—Sí.

Se está metiendo en el auto cuando algo me llama la atención.

El bolso de diseño que le regalé para su cumpleaños.

El que juró que no era ella.


SAWYER
—¿Por qué no estás comiendo? —Dylan pregunta—. Tengo tu
comida favorita.

La repulsión me asalta mientras miro el plato de papas fritas con


queso.

A pesar de las quejas en mi estómago, sé que no es así.

Un mordisco destruirá todo.

Afortunadamente, me tomé cinco Adderall hace poco, así que sólo


estoy luchando contra el hambre mental.

Las alejo, deshaciéndome de la tentación. —Comí antes de salir


de la casa.

Dylan me mira con recelo. —¿Por qué? Sabías que teníamos un


maratón de comida basura y películas esta noche.

No puedo soportar la forma en que me está mirando


fijamente. —¿Por qué siempre tiene que ser comida
basura? —Ella empieza a hablar, pero yo no la dejo—. No todo el
mundo es naturalmente delgado como tú. ¿Le llevarías cigarrillos
a un paciente con cáncer de pulmón?

Parece insultada. —Por supuesto que no. Pero Sawyer no eres...


nunca lo fuiste... ya sabes.
La rabia blanca y caliente me recorre la sangre. Desde que la
conozco, ha andado de puntillas alrededor de esa palabra como
si fuera un misil nuclear.

—Por el amor de Dios, sólo di la palabra, Dylan. Gorda. —Me


pongo de pie—. G-O-R-D-A. No curvilínea. No rellena. No de
huesos grandes. No gordita. Gorda.

Se forma un pliegue entre sus cejas. —Esa palabra nunca ha


pasado por mi mente cuando se trata de ti. Nunca.

Jesús. Es como si quisiera un premio por no llamar gorda a la


chica gorda.

—Felicidades, ¿quieres una maldita medalla?

Ella se bebe de golpe su bebida. —¿Cuál es tu maldito problema?

Un torrente de emociones me atrapa por la garganta. Nunca


antes nos habíamos peleado. —Nada…todo.

—Háblame. —Exhala fuertemente—. Porque la forma en que has


estado actuando últimamente es...

—¿Es qué?

—Estoy preocupada, Sawyer. Muy preocupada. Entre perder todo


este peso...

—Tienes que estar bromeando.

—¿Qué?

—Eres talla dos, Dylan. Soy literalmente dos tallas más grandes
que tú, así que deja de actuar como si fuera una anoréxica que
está en peligro de morirse de hambre.
—Puede que no seas una anoréxica que se muere de hambre,
pero definitivamente no estás actuando como tú misma.

No ella también. —Dios, me estoy cansando de que la gente me


diga eso.

Se inclina hacia atrás en su asiento. —Bueno, si tanta gente te


dice lo mismo, deberías pensar mucho sobre por qué podría ser
así.

Vaya. Se supone que es mi mejor amiga y aquí está poniéndose


del lado de los demás en vez del mío.

—Eres una gran amiga.

—¿Perdón?

—Ya me has oído. —Me levanto tan rápido que mi asiento sale
volando—. Por otra parte, tal vez te gustaba tener una mejor
amiga gorda.

Sus cejas se levantan. —Qu...

—Porque eso es lo que hacen las chicas guapas y flacas.


Consiguen una mejor amiga gorda para que se vean aún más
guapas y delgadas delante de los chicos. Dios, debería haberme
dado cuenta de que ese era el trato después de que te acostaste
con Jace y me dejaste caer de culo.

No es cierto. Pero estoy sufriendo, y quiero hacerla sufrir.

—Eso es tan ridículo que ni siquiera sé cómo responder, imbécil.

—¿Imbécil? Bueno, prefiero ser un imbécil que un usuario.


Hablaste mucho de Britney el año pasado, pero en el fondo eres
igual que ella.
No lo es, pero ya he empezado, y parece que no puedo encontrar
el botón de parada. Estoy tan enfadada todo el tiempo.

Es el tipo de rabia que no puedo controlar y no sé de dónde viene.

—Jesucristo —dice Dylan—. ¿Qué te pasa? ¿También perdiste


peso en tu cerebro?

Eso es todo. —No, pero apuesto a que te encantaría, ¿no? Así


tendrías algo de lo que quejarte como haces con todo lo
demás. —Coloco mi mano sobre mi frente de forma
dramática—. Pobre de mí, mi padre está en la cárcel. Pobre de
mí, mi primo se folló a mi tía y no se graduó. Pobre de mí, mi
novio me pidió que me mudara con él. Pobre de mí, la universidad
es tan difícil. Pobre de mí, mi novio me consiguió un auto. Pobre
de mí, mi mejor amiga perdió peso. Que te jodan a ti y a tu drama,
Dylan.

—Vaya —ella se pone de pie—. No eres la persona que pensé que


eras.

—Lo mismo digo.

Nos miramos la uno a la otra durante la mayor parte del minuto


cuando Jace entra por la puerta principal.

Sin tener en cuenta la tensión, se acerca a la mesa. —Papas fritas


con queso. Dulce.

—Toma el mío —le digo—. Ya me iba.

—Bien —dice Dylan—. Llámame cuando estés lista para


disculparte.

Dios, es tan arrogante. —Llámame cuando termines de ser una


mocosa engreída.
Con la boca llena de patatas fritas, Jace mira entre
nosotras. —¿Qué está pasando?

—Nada —ambas gritamos al mismo tiempo.

Se aleja lentamente.

—Llámame cuando saques la cabeza del culo.

Agarro mi bolso. —Llámame cuando termines de ser una perra


falsa.

Su mandíbula cae. —Llámame cuando termines de canalizar a


Bianca.

Le doy el dedo mientras camino hacia la puerta. —Pensándolo


bien, no me llames. Nunca.
SAWYER
—Sólo fue una pelea, estoy seguro de que todo terminará pronto.

Actualmente estoy en los brazos de Cole, sollozando como un


bebé en su cama.

—Dylan y yo nunca peleamos.

Sus palabras. La forma en que me miró como si yo fuera más bajo


que la suciedad... me dolió mucho.

No entiendo por qué ella... por qué nadie puede alegrarse por mí.

—Sólo está preocupada por ti. —susurra.

—¿Por qué? Perdí peso, Cole. No me uní a una red de prostitución


o a una pandilla.

Él me mira. —Es sólo que... has estado un poco nerviosa


últimamente. A la defensiva.

—Porque todo el mundo está en mi caso sobre mi cuerpo.

Y entonces sucede... las lágrimas caen más y más rápido. Tan


rápido que apenas puedo respirar.

Ya no sólo estoy perdiendo peso. Estoy perdiendo a todos los que


amo.
Y no entiendo por qué. ¿Por qué una cosa tan positiva se vuelve
negativa?

¿Por qué todos me odian?

¿Por qué estoy tan enojada todo el tiempo?

¿Por qué nunca soy lo suficientemente buena?

Cole me acuna en sus brazos. —Relájate. Todo va a estar bien.

—¿Y si no lo está?

¿Y si Dylan y Oakley me odian para siempre?

¿Y si Oakley tenía razón sobre que yo tenía un problema?

Sacudo la cabeza. No. Es Adderall.

Un medicamento prescrito a personas de todo el mundo.

Y con la excepción de Cole, es lo mejor que me ha pasado.

Sólo hay un pequeño problema. Podría estar arruinando mi vida.

Porque no puedo contárselo a nadie.

Porque no entenderán por qué quiero seguir tomándolo.

Porque perderé a todos.

Los estás perdiendo de todos modos, se burla mí mente.

Cambiando, lo envuelvo con mis brazos. —Cole.

La preocupación en sus ojos me quita el aliento. —¿Sí?

—Por favor, no me dejes nunca.


Me siento tan indefensa y expuesta, tan desprotegida.

Él me pone una mano en la mejilla. —Me tienes a mí. Siempre.

Necesitando más que palabras, le levanto la camisa por encima


de la cabeza. —¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Sus párpados caen cuando me acerco a la cintura de su pantalón


de chándal. —Qu...

—Te deseo.

Ahora mismo, siento que es el único en todo el mundo que se


preocupa por mí y necesito estar cerca de él.

Lo más cerca que puedo estar.

Me hace rodar de espalda y me baja las bragas por las piernas.

Su cabeza desciende hacia el sur, pero yo lo detengo. —No.

Extendiendo mis muslos hasta donde llegan, le miro. —Ahora.

Su expresión es una mezcla de deseo y confusión mientras se


baja encima de mí, frotando la punta de su polla sobre mi coño
hinchado.

—Sawyer.

Sale como una súplica mientras sus manos se deslizan bajo mi


trasero y se impulsa dentro de mí.

Me estiro para acomodarlo... como si mi cuerpo fuera moldeado


para el suyo.
Él gime, sus dedos apretando mis caderas mientras bombea con
empujones codiciosos. —Joder.

—Te necesito —susurro, mi cabeza y mi mente giran en espiral.

No me siento normal últimamente y mi vida de repente se siente


como si estuviera girando fuera de control, pero es la calma de
mi tormenta.

Sus ojos verdes se arremolinan con un hambre desenfrenada


mientras repite lo que dijo antes. —Me tienes a mí. Siempre.

Levantando mis caderas, me encuentro con él empuje por


empuje.

Lo necesito tanto... porque me duele mucho.

Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, aferrándome a él.

Lo necesito porque lo amo mucho... y es la única cosa buena que


me queda.
SAWYER
Loki: Puedo reunirme contigo en una hora.

Mi pulgar se cierne sobre el teclado de mi teléfono mientras me


agacho junto a la cama. Terminé preguntándole a Luis del trabajo
si conocía a alguien que pudiera conseguirme Adderall desde que
Oakley me cortó el paso.

Resulta que... él conocía a Loki y me puso en contacto con él.

Hoy tenemos nuestro primer encuentro.

Levanto la cabeza sobre la cama y veo a un Cole que aún duerme.

Un brazo está metido debajo de su almohada y el otro está


estirado en mi lado del colchón, como si me estuviera buscando.

Sawyer: Nos vemos más tarde.

Para asegurarme de que sigue dormido, saco el frasco de pastillas


de mi bolsillo.

He estado tomando cinco por día, normalmente en dos dosis


diferentes, pero no funciona tan bien como antes.

Dado que realmente tengo que estudiar hoy, y voy a recibir más
píldoras de Loki, no veo el problema en tomar un poco más.
Vierto las cinco pastillas restantes en mi mano y me las llevo a la
boca.

Estoy buscando un vaso de agua en la mesita de noche cuando


escucho, —¿Qué estás haciendo?

Me trago rápidamente las pastillas. —Me duele la cabeza y


recordé que tenía un poco de Tylenol en mi bolso.

La verdad es que me gustaría tener un poco porque mi cuerpo


está muy dolorido por el entrenamiento de anoche.

Frunce el ceño. —Quizás te duela la cabeza porque ya no


duermes. —Acaricia el lugar a su lado—. Vuelve a la cama.

Estoy a punto de inventar una excusa, pero no puedo decirle que


no.

Me arrastro bajo las mantas. —Está bien, pero sólo por un rato.
Tengo que ir a casa y estudiar.

Me rodea con su brazo. —Siempre puedes estudiar aquí.

Tengo que suprimir una risa. Cole es la cosa más distractora del
universo.

—Gracias, pero eso no va a funcionar bien para mí.

Parece ofendido. —¿Por qué?

Le meto la punta del dedo en la nariz. —Me distraes demasiado.

Bajando la cabeza, me besa el cuello. —Tú también me distraes...


pero en el buen sentido.

—Nunca dije que me distrajeras de mala manera —señalo.


Mi pulso se acelera mientras las yemas de sus dedos recorren mi
estómago.

—¿Te distraigo cuando hago esto?

Me muerdo el labio. —Tanto.

Mi respiración se acelera mientras juega con el cordón de mis


pantalones de dormir.

—¿Estás bien?

Eso es raro. —Sí, ¿por qué no lo estaría?

Estudia mi cara. —Te ves un poco pálida.

—Eso es lo que pasa cuando tienes una agenda ocupada. Nunca


tienes tiempo para cosas divertidas como broncearte.

Sonriendo, mete su mano en mis pantalones. —¿Qué tal esto


como algo divertido?

Mi corazón da una pequeña vuelta... y entonces una ola de


náuseas me golpea.

—Guau.

—¿Qué?

Muevo su mano. —No te lo tomes a mal, pero no me siento tan


caliente.

Parpadea. —¿No te sientes tan caliente, como?

—Tengo un poco de náuseas.

Se levanta como si se hubiera quemado. —¿Náuseas?


Dios mío. Uno pensaría que él es el que se siente enfermo.

—No te preocupes. Estoy segura de que pasará.

Me siento en su cama... pero la habitación empieza a dar vueltas.


O no.

Sus ojos están pegados a los míos. —¿Crees que podrías estar
embarazada?

Ahora la habitación está girando por una razón completamente


nueva.

Sin embargo, estoy noventa y nueve por ciento segura de que no


lo estoy.

—Estoy en el control de la natalidad, ¿recuerdas?

Su mandíbula se tensa. —Lo sé. Pero no es a prueba de


tontos. —Se pone de pie, apretando el cuello—. Sawyer, te amo,
pero no estoy listo para ser padre. Sólo tengo dieciocho años.

Actúa como si no tuviéramos la misma edad.

Sin embargo, la mirada petrificada de su cara tiene mi corazón


en la garganta. —Relájate. Tomo mis anticonceptivos todos los
días.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste tu período?

—Unos días antes de la boda.

Aunque era tan ligero que apenas calificaba como uno. No es que
me esté quejando.

Parece que está tratando de agregar cosas en su cabeza, pero lo


detengo.
—No estoy embarazada. Tuvimos sexo el fin de semana de la
boda.

La mirada en su cara me dice que no tiene idea de lo que eso


significa, así que lo aclaro.

—Sólo hemos tenido sexo durante tres semanas. Si por alguna


loca casualidad estuviera embarazada, ni siquiera lo sabríamos
todavía.

Parece aliviado... hasta que veo las ruedas girando en su cabeza.

—Yo hice esa cosa. —Me da una mirada—. Ya sabes de qué estoy
hablando.

Si se refiere a la noche en que se coló por la ventana de mi


habitación y metió su semen en mi coño con sus dedos. Entonces
sí, sé qué cosa. Pero eso fue hace un tiempo.

—Estamos bien.

Yo, sin embargo, no lo estoy. Otra ola de náuseas me golpea, peor


que antes. —¿Tienes algo de ginger ale abajo?

Mira entre mí y la puerta de su dormitorio, casi como si estuviera


debatiendo una carrera.

¿Qué carajo?

—¿Hablas en serio ahora mismo?

—Te amo —repite—. Pero no estoy listo para ser padre. Cristo. Ni
siquiera nos hemos graduado de la escuela secundaria todavía.
Sé que probablemente no crees en el aborto...

Eso es todo. No hay necesidad de hablar de esto porque no hay


ningún bebé.
—¿Podrías callarte? No estoy embarazada. —Me levanto de la
cama, con la intención de irme—. Pero es bueno saber que, si lo
estuviera, no respetarías mis decisiones.

Sus ojos se abren de par en par. —Eso no es lo que estoy


diciendo.

—Entonces, ¿qué estás diciendo?

—Creo que deberías hacerte una prueba. Sólo para estar seguros.

—Muy bien. Conseguiré uno de camino a casa. Sin ti alrededor.

Parece que quiere discutir, pero no le doy la oportunidad.

Me pongo la sudadera por la cabeza, me pongo las zapatillas y


tomo el bolso y la bolsa de viaje.

Me da un tirón en el brazo. —Sawyer.

—Qué…

Me besa tan suavemente... como si estuviera hecha de cristal.

—Pase lo que pase, estoy en esto.

—Conozco mi cuerpo, Cole. No estoy embarazada. Pero, como no


me crees, me haré un maldito test.

Demonios, tomaré tantos como pueda permitirme para probar


que se equivoca.

—No quiero pelear contigo. Has estado tan malhumorada las


últimas dos semanas...

—Que tengas un buen día. —Lo aparto—. Yo y mi culo


malhumorado nos vamos.
—Sawyer —llama cuando llego a la puerta.

—¿Qué?

—Te amo.

Mi corazón se salta un latido. —Yo también te amo.

Tomo una foto de las tres pruebas de embarazo diferentes que


están en el lavabo del baño.

No el lavabo de mi baño. El del baño de la farmacia.

Cole me tenía tan alterada que decidí parar de camino a casa


para demostrarle que se equivocaba.

Tal como sospechaba, todos son negativos.

Rápidamente presiono enviar.

Responde casi instantáneamente.

Cole: Gracias, joder.

Sawyer: Sip.

Cole: ¿Estás molesta?

Sí, lo estoy.
Sawyer: ¿Por qué no me creíste? Sí. ¿Que no estoy
embarazada? No.

Como dijo antes, sólo tenemos dieciocho años. Tenemos toda la


vida por delante para tener bebés.

Cole: No me disculparé por estar preocupado y querer


asegurarme de que estamos a salvo. Hay dos de nosotros en
esta relación, ya sabes.

Bueno, cuando lo dice así. Me hace sentir como un imbécil.

Sawyer: Siento haber actuado como una loca contigo.

Cole: Te amo.

Sawyer: También te amo. Te llamaré más tarde.

Puedo oír a mis padres discutiendo en el momento en que abro


la puerta de mi casa.

Se supone que debo encontrarme con Loki pronto, pero primero


necesito controlar las náuseas.

Estoy tan mareada cuando entro en la sala de estar, que me


siento tentada de caerme en el sofá.

—Dylan pasó por aquí —me dice mi madre mientras paso por
delante de ellos—. Nos pidió que te pidiéramos que la llamaras
ya que has estado ignorando sus llamadas.
Lo haré. Sólo tengo que evitar que la habitación gire primero.

—Ella es tu mejor amiga, Sawyer. ¿Qué está pasando entre


ustedes dos? —Pregunta papá.

—Nada —respondo, mi voz apenas un susurro.

—¿Estás bien? —Mamá pregunta—. No te ves muy bien.

Y volvemos al principio. Yo creía que estaba haciendo un buen


trabajo y ella estaba orgullosa de mí.

Trago con fuerza, esperando que baje las náuseas y el ácido que
suben por la garganta. —Creo que me estoy enfermando de algo.

Honestamente, siento que me acaba de atropellar un camión


Mack.

Debo tener la gripe.

—Bueno, sube y métete en la cama —dice papá—. Estaremos


arriba para ver cómo estás en un rato.

No es una mala idea. —Está bien.

En el momento en que salgo del salón empiezan a discutir de


nuevo.

—¡Mira lo que has hecho! —Papi se pone en marcha—. Ella está


convirtiendo su cuerpo desarrapado tratando de ser delgada.

—Ella está sana ahora, Dan. Deja de decirme cómo ser madre.
Además, tú eres el que habla. Ustedes dos no se han hablado en
semanas.

Genial. Están peleando por mí.

Por supuesto que lo están.


Mi corazón late erráticamente mientras subo las escaleras. Estoy
tan cansada que tengo que hacer una pausa a mitad de camino
porque me estoy quedando sin aliento.

Como si acabara de correr un maratón.

El dolor en mi pecho empeora cuando voy al baño y abro el


botiquín.

Mi teléfono zumba con un mensaje de texto entrante.

Loki: Hey. ¿Dónde estás?

Mierda. Pensé que tenía más tiempo. Tendré que reprogramar.

Jesús, ¿te oyes a ti misma? Reprogramando con un traficante de


drogas.

Esta no eres tú.

Mirando hacia arriba, me miro en el espejo. Apenas me reconozco


a mí misma.

Tal vez tengan razón. Tal vez debería parar.

Últimamente siento que no importa cuánto peso pierda, nunca


será suficiente y esa es una sensación muy aterradora.

Puede que me vea mejor estos días, pero definitivamente no me


siento... especialmente ahora.

Apoyándome en el lavabo del baño, presiono el botón de


respuesta para decirle a Loki que no lo lograría, pero mi corazón
se oprime tan severamente que se siente como si hubiera un
puño envuelto alrededor de él.

—Jolene, te juro por Dios...


Es lo último que oigo antes de que el dolor se vuelva
insoportable...

Y todo se oscurece.
COLE
Lleno mis pulmones de aire mientras meto mi teléfono en el
bolsillo.

No está embarazada.

Cuando le dije a Sawyer que quería que tuviera mis bebés, lo dije
en serio.

No quiero esos bebés ahora. Preferiría al menos graduarme de la


universidad ya que los próximos cuatro años serán los más
difíciles de mi vida.

Los años que determinarán si me hago profesional o no.

Sintiéndome mucho mejor que hace cinco minutos, me dirijo a la


cocina para comer algo.

Se supone que debo reunirme con el entrenador principal de


Duke's Heart hoy más tarde y quiero asegurarme de que mi
estómago no esté gruñendo.

Estoy rebuscando en la nevera cuando oigo que llaman a la


puerta del patio.

Girando la cabeza, le pido a Oakley que entre.

Por el amor de Dios, ni siquiera sé por qué se molesta en llamar


para empezar. Sabe que este lugar es su hogar.
—¿Qué pasa, hombre?

No tengo ni idea de qué hacer con la mirada que me da. —¿Tienes


un segundo para hablar?

Mierda. Esto no puede ser bueno.

Por el lado positivo, sé que él tampoco está embarazado.

—Claro. Habla mientras preparo algo de comida. —Saco unos


huevos y pimientos—. ¿Es un juego de charadas y quieres que
adivine qué pasa?

Sacude la cabeza, la expresión de su cara se vuelve sombría.

Mi estómago se nuda. Como yo, Oakley suele estar de buen


humor.

Pero no en este momento.

En este momento, parece que está a punto de tener un colapso


de hombre-bebé.

Rompo unos huevos en un bol, los revuelvo, añado unos


pimientos, revuelvo un poco más y vierto el brebaje en la sartén.

Mientras tanto, no dice una sola palabra.

—Amigo. Me estás poniendo nervioso. ¿Qué carajo pasa?

Se balancea sobre sus talones. —Sawyer... ella…

—Se metió en una gran pelea con Dylan —intervine—


. Hermano, lo sé. Pero deja que las chicas se encarguen ellas
mismas. Si Jace y yo no estamos preocupados por ello, tú
tampoco deberías estarlo.
—Eso no es... —Su voz se desvanece—. Sólo necesito que sepas
que nunca quise...

Coloco la espátula en el mostrador. —Jesucristo, Oakley.


Escúpelo.

—Sawyer ha estado tomando Adderall.

Vuelvo a coger la espátula. —¿La medicación para el TDAH?

Nunca antes mencionó tener TDAH. Pero el nuevo diagnóstico y


la nueva medicación explicarían por qué ha estado actuando tan
raro. Probablemente todavía se esté adaptando.

Aunque todavía me duele que no me lo haya dicho.

—Para ser honesto, estoy un poco enojado porque te lo dijo a ti


en vez de a su novio. Supongo que estaba avergonzada porque
siempre me burlo de ella por ser una empollona cuando en
realidad necesitaba ayuda.

Y así como así, vuelvo a la casa de mierda de los novios.

Arruga las cejas. —No creo que lo entiendas.

—¿Entender qué?

Se agarra la parte de atrás de su cuello. —No tiene TDAH y no le


recetó Adderall un médico. —Inhala con fuerza—. Se los di a ella.

Tiene razón. No lo entiendo.

—¿Por qué? ¿Cómo? ¿Por qué carajo le darías...?

—Dijo que quería que la ayudaran a estudiar... pero, joder, tío.


Ella tiene un problema. Uno grande.

No, está a punto de tener un problema.


Todo esto me golpea en un gran apuro. No sé mucho de esta
mierda, pero sé que los universitarios la toman para ayudarles a
estudiar.

Tampoco puedo evitar preguntarme. —Estas píldoras... ¿hacen


que la gente pierda peso?

—Es una anfetamina, así que sí... lo hacen.

—Anfetamina... quieres decir...

—Speed.

Maldita sea.

Colocando la espátula de nuevo, lo miro a los ojos. —A ver si lo


entiendo... ¿le diste speed a mi novia?

Su culpa es palpable, pero no tanto como la rabia que me recorre.

—Ella dijo que lo necesitaba para ayudarle a estu…

No puede terminar esa frase porque le doy un puñetazo en la


cara. —¿Cuándo?

Se tambalea hacia atrás. —¿Cuándo qué?

Le doy un puñetazo otra vez. —¿Cuándo empezaste a dárselas?

—Hace unos meses. En la época en que ustedes dos empezaron


a salir.

Fue entonces cuando empezó a perder peso.

Agarro el cuello de su sudadera con capucha. —¿De dónde


sacaste las pastillas?

—He estado traficando para Loki.


Hijo de puta. Le lanzo mi puño a la cara otra vez. —¿Qué carajo
te pasa?

¿Dándole pastillas de un traficante de drogas de poca monta? No


se sabe qué podría haber en ellas.

Jesucristo. Podría haberla matado.

Estoy tan enojado. Tan jodidamente cabreado que quiero prender


fuego a su precioso BMW y luego mearlo, para que sienta sólo
una pequeña fracción de lo que yo hago ahora mismo.

—Lo siento —dice—. Lo siento muchísimo.

Sentirlo no es suficiente. Sawyer ha estado desapareciendo ante


mis ojos durante meses gracias a él.

Le doy un puñetazo otra vez. Fuerte. Tan fuerte que siento su piel
dividida y su nariz agrietada bajo mis nudillos.

El tipo que era mi mejor amigo no es más que un traidor... un


traidor que ha estado traficando con drogas, dándoselas a la
chica que amo a mis espaldas durante meses.

No sólo rompió el código... el hijo de puta se cagó en él.

—Bastardo. —Lo golpeo de nuevo—. Fui con mi padre y te di un


lugar donde quedarte cuando no tenías nada, pedazo de mierda.

Le he sostenido la cabeza cuando bebía demasiado y vomitaba.

Lo he vigilado cada vez que ha tenido convulsiones para


asegurarme de que estaba a salvo.

Le he mentido a Jace sobre que se drogaba porque no quería que


Jace terminara su amistad.
Le pateé el culo a la gente por joderlo cuando era nuevo en la
ciudad.

Diablos, lo consideraba mi hermano sustituto, el que tomó el


lugar de Liam... ¿y así es como me lo paga?

—Lo siento —repite una y otra vez.

Cristo. Si fuera cualquier otro, probablemente podría perdonarlo.

Pero no mi Sawyer. Ella es mi línea que no se cruza.

Ella es mi todo.

La sangre le gotea por la cara y por el suelo. Traigo mi mano para


golpearle de nuevo, pero un agudo dolor punzante se apodera de
mi pecho.

Vuelvo a tropezar. —Joder.

—¿Estás bien? —Pregunta Oakley.

Duele tanto que no puedo ni decirle que se vaya a la mierda.

Liam.

No puede ser, sin embargo. Es imposible.

Otra ronda golpea, peor que antes.

—Realmente estás empezando a asustarme, hombre.

Estoy a punto de decirle que debería estar asustado porque aún


no he terminado de patearle el culo, pero mi teléfono suena.

Busco mi teléfono. ¿Por qué demonios me llama Dylan?

Me siento mal cuando se me ocurre. —Algo le pasa a Jace.


—¿Qué...? —Oakley empieza a decir, pero yo me llevo el teléfono
a la oreja.

—¿Qué le pasó?

Dylan está llorando tanto que no puede formar palabras... sólo


sollozos.

Agarrando el teléfono en mi mano, grito, —¡Maldita sea, Dylan!


¿Qué coño le ha pasado a mi hermano?

Jace es nuestro pegamento... Bianca y yo... lo necesitamos.

—Jace está bien —dice con voz ronca y otra ronda de


sollozos—. Sawyer... ella... tuvo un ataque al corazón. Sus padres
llamaron a una ambulancia, pero ella se puso mal en el camino...

El teléfono se me cae de la mano... y yo me arrodillo.

Odiaba a mi padre por no poder moverse después de que


encontrara a Liam en el armario ese día.

Pero ahora... creo que lo entiendo.

No es que no quisiera... es que no podía.

Porque la agonía y la angustia fueron tan severas, tan


penetrantes, que, aunque todavía respiraba...

Él también murió.
COLE
—Cole. —Dylan y Jace gritan desde la sala de espera.

Evidentemente, dejé caer el teléfono antes de que Dylan pudiera


terminar. Sawyer tuvo un paro en la ambulancia de camino aquí,
pero la trajeron de vuelta.

Me acerco a ellos. —¿Dónde está ella?

Necesito verla, tocarla, sentirla, besarla... para saber que está


realmente bien.

Necesito que me vuelvan a poner el corazón en el pecho para poder


estar vivo.

Jace y Dylan intercambian una mirada.

—No podemos verla ahora mismo —empieza Dylan—. Sus padres


están hablando con los doctores y pronto nos pondrán al
tanto. —Sus ojos rojos se dirigen a Oakley—. ¿Qué le pasó a tu
cara?

Oakley gira la cabeza. —Nada.

Y mierda que no hizo nada. La única razón por la que no está


muerto es porque necesitaba que me llevaran al hospital.

—¿Qué ha pasado? —Bianca grita—. ¿Dónde está Sawyer?


—¿Cómo has llegado hasta aquí? —Jace pregunta.

—Tomé un Uber. —Ella me mira—. ¿Dónde está Sawyer?

Eso es exactamente lo que quiero saber.

Estoy a punto de pasar por la sala de visitas y averiguarlo por mí


mismo, pero los padres de Sawyer entran por la puerta doble.

No me gusta la expresión de ninguno de sus rostros.

O el hecho de que ambos parecen haber estado llorando.

—Sr. Church —grito, mi voz a un hilo de romperse—. Está bien,


¿verdad? Puedo verla.

Tiene dieciocho años. Es joven, vibrante, y antes de que Oakley


le metiera esas malditas pastillas por la garganta, estaba sana.

Si las personas de sesenta y setenta años pueden sobrevivir a los


ataques cardíacos, Sawyer no debería tener problemas para
recuperarse.

Se miran el uno al otro, pero ninguno de ellos dice una palabra.

Bien. Si nadie me va a decir cómo está Sawyer, lo averiguaré por


mí mismo.

Empiezo a pasarlos, pero una gran mano me sujeta el


hombro. —Tenemos que hablar. —dice el Sr. Church.

—¿Podemos hablar después?

Después de ver a la persona más importante del mundo.

Sus ojos marrones, que se parecen a los de Sawyer, están tan


abatidos que el dolor agudo en mi pecho ha vuelto.
Me lleva a un asiento vacío cerca de Dylan y Jace.

Luego se dirige al grupo.

—Tengo buenas noticias... y tengo algunas muy malas noticias.

—Empieza con las buenas noticias —dice Dylan—. No sé si puedo


soportar más malas.

Su padre asiente con la cabeza en señal de comprensión. —La


buena noticia es que fueron capaces de revivirla.

—¿Cuáles son las malas noticias? —gruño.

Respira profundamente varias veces, como si tratara de reunir el


valor para decir sus próximas palabras.

—Tuvo un ataque cardíaco masivo.

—Paro cardíaco —murmura la Sra. Church—. Hazlo bien.

—¿Realmente importa, Jolene? —gruñe antes de dirigirse a


nosotros de nuevo—. De todos modos, para que ella tuviera la
mejor oportunidad de sobrevivir... ...necesitaban ponerla en un
coma inducido médicamente.

Salgo corriendo de mi asiento. —¿Qué?

¿Un coma? Eso no tiene ningún sentido.

—¿Por qué? ¿Por qué le harían eso a ella?

—Para reducir la carga de trabajo de su corazón. Ayudarla a


recuperarse del trauma...

—Si se recupera —su madre se asfixia entre sollozos—. Oh, Dios.


—¿Qué quieres decir con que si se recupera? ¿Qué carajo
significa eso?

Por supuesto que se está recuperando. Tiene que hacerlo.

Parece que el Sr. Church quiere estrangular a su esposa. —Te


dije que me dejaras manejar esto. —Nos mira a todos
nosotros—. Las posibilidades de sobrevivir después de algo así no
son... grandes. Pero no quiero que piensen en eso ahora mismo.
Sawyer necesita toda la positividad y oraciones que pueda
conseguir.

—¿Cuándo puedo verla?

Me pide que me siente de nuevo.

No lo hago.

—Solo familia inmediata puede desde que está en la UCI.

Sí, eso no va a funcionar.

Como si sintiera mi frustración, sus ojos se dirigen a mí. —Hemos


hablado con las enfermeras y están dispuestas a hacer una
excepción por ti y por Dylan. —Él mira entre nosotros—. Uno
a la vez. —Se pone de pie—. Sin embargo, antes de dejar que
alguien la vea, tenemos que hablar de otra cosa.

Confundidos, todos se miran unos a otros.

—¿Qué? —Dylan finalmente pregunta.

—Los médicos dijeron que tiene anfetaminas en su sistema, pero


nos cuesta creerlo porque...
—Sawyer no toma drogas —interviene Dylan—. Ella nunca se
drogaría. Confía en mí. —Su voz se tambalea—. Nos contamos
todo. Ella me lo habría dicho.

La Sra. Church asiente con la cabeza. —Lo sé, cariño. Sin


embargo, encontré un frasco de píldoras vacío y sin marcar en su
bolso.

—Hemos intentado averiguar de dónde vino —dice el Sr.


Church—. Porque el hecho de que Sawyer tome drogas no tiene
sentido para nosotros.

—Los doctores siguen insistiendo lo estaba —susurra la Sra.


Church, mirando a Dylan—. Cariño, si sabes algo...

—Su hija no se droga —declara Dylan—. Conozco a mi mejor


amiga. Los médicos cometieron un error.

Miro a Oakley, pero él no me mira a mí. Cobarde.

—Bien, entonces. —El Sr. Church se aclara la garganta—. Cole,


puedes verla ahora si quieres.

Saco mi teléfono mientras me dirijo a las puertas dobles y escribo


un texto.

Cole: Será mejor que le digas a los padres de Sawyer la verdad


ahora mismo, imbécil. O lo haré yo.

Lo menos que puede hacer es mirar a sus padres a los ojos y


explicarles por qué su hija está en una cama de hospital...
luchando por su vida.
La habitación se siente muy fría en el momento en que entro.

Pero no es nada comparado con el frío que siento en mi columna


cuando la veo.

El Sr. Church me dijo que era mucho para asimilar, pero no le


escuché.

Un montón de cables e intravenosas la rodean.

Una máscara cubre la mayor parte de su rostro... una que está


conectada a una máquina.

Hay un vendaje en su frente. Supongo que de cuando se


desplomó y se golpeó la cabeza con el lavado.

Pero es la forma en que está acostada ahí lo que me afecta.

Desde que conozco a esta chica, ha sido una fiera... iluminando


mi vida con su descaro y sarcasmo.

Con su gran corazón.

No quiero nada más que ella se despierte y me diga que todo


estará bien... pero no puede.

Con el pecho pesado, tomo el asiento de la izquierda porque hay


menos mierda en mi camino.

Odio que sus gafas no estén puestas y no pueda mirarla a los


ojos, así que en su lugar busco su mano.
Hay un millón de preguntas que tengo para ella sobre cómo
terminamos aquí... pero ninguna de ellas importa ahora mismo.

Llevando su mano a mis labios, le doy un beso.

Entonces me levanto.

Porque no voy a ver cómo se marchita así.

Me niego a hacerlo.

La chica que amo no es una maldita flor marchita.

Es una maldita luchadora.

Toda su vida ha estado luchando contra la sociedad, los imbéciles


que la acosaban... incluso contra su propia madre.

Pero ahora mismo, necesito que ella pelee por mí... por nosotros.

—Será mejor que luches, Bible Thumper. —Inclinado sobre la


cama, la miro fijamente—. Pelea por mí como yo peleé por ti...
porque no puedo hacer esto sin ti.

No lo haré.

Sin ella... no hay ningún yo.


COLE
Escucho una discusión en el pasillo en el momento en que salgo
de su habitación.

—Todo era genial antes de que empezara a salir contigo —le grita
Dylan a Bianca—. La fastidiaste con toda tu manipulación y tus
tonterías. Haciéndola sentir constantemente como si no fuera lo
suficientemente buena. Se está muriendo ahí dentro por tu
culpa.

—¿Algo así como lo que le hiciste a Liam? —Bianca se rompe.

Jesús. Esto es lo último que Sawyer querría.

Antes de que nadie pueda detenerla, Dylan golpea con su puño


la cara de Bianca. —Pequeña zorra.

—Oye. —Envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de ella,


Jace le dice a su novia—. Ya es suficiente.

Con la boca abierta por el shock, Bianca coloca su mano en su


mejilla roja. —¿En serio acabas de golpearme?

Bianca se abalanza hacia Dylan, pero Oakley la agarra. —Dijo


suficiente.

El hecho de que Oakley siga aquí me dice que aún no les ha dicho
la verdad.
Me acerco a ellos, pero lo de Dylan no ha terminado.

—Dios, tu familia está tan jodida. —Le está gritando a Jace,


tratando de salir de sus brazos, pero es obvio que su verdadera
ira está dirigida a mí y a Bianca—. ¿Por qué tuvieron que meterse
con ella? Ella era perfecta. —Grandes y feas lágrimas ruedan por
sus mejillas mientras mira hacia mí—. Ella era tan jodidamente
perfecta y él la arruinó... porque eso es lo que hace Cole. Destruye
a gente increíble... justo antes de que mueran.

Bianca retrocede como si la hubieran golpeado de nuevo y Jace


se paraliza.

Me quedo ahí y lo cojo.

Dylan está enojada y confundida. Necesita alguien a quien


culpar. Lo entiendo.

Los ojos de Dylan se agudizan en mí. —Ella era perfecta, y te


quería tanto, tanto. Todo lo que siempre quiso era ser lo
suficientemente buena para ti... y tú la destruiste.

Dylan tiene razón. Yo destruyo a la gente.

Pero nunca quise destruir a Sawyer.

Todo lo que quería hacer era amarla.

—No, no lo hizo —susurra Oakley, su voz ronca—. Cole no fue el


que suministró a Sawyer con Adderall durante meses... fui yo.

—Suéltame —gruñe Dylan, abofeteando a Jace.

Cuando lo hace, ella se pone en la cara de Oakley. —Dime que


estás bromeando. —La pena en su expresión es reemplazada por
pura rabia cuando ella lo empuja—. Dime que estás bromeando,
Oakley.
Hay lágrimas en los ojos de Oakley cuando la mira.

Bien. Te duele, hijo de puta.

—He estado trabajando para Loki, y Sawyer me pidió que...

El agudo aguijón de la mano de Dylan golpeando su ya magullada


mejilla es tan fuerte que lo siento. —Eres repugnante. —Bajando
la voz, se inclina hacia adelante—. Mejor reza para que esté bien.
Porque si no lo está... nunca te perdonaré.

Ella se aleja en una nube de furia.

Jace mira fijamente a Oakley. —Jesucristo. Ni siquiera sé qué


decirte ahora mismo. —Su mirada se dirige a Bianca y luego a mí
antes de decidirse por Bianca—. Siempre te pongo a ti primero.
Cada vez te escojo a ti y a esta maldita familia por encima de
ella. —Él se retira—. Ya no.

—Jace. —dice Bianca, con la voz temblorosa.

Ignorándola, persigue a Dylan.

Miro a Oakley. —Dile a sus padres. Ahora.

—Ya lo hice. Venía a decírselo a todos los demás, pero Dylan y


Bianca ya estaban peleando cuando volví. —Exhala un aliento
tembloroso—. Lo siento...

—No lo hagas. Una disculpa no arreglará esto, imbécil.

—Sé que no lo hará —se apoya contra la pared—. Yo sólo...

Sus ojos se vuelven hacia atrás y su cuerpo estalla en un ataque


de tirones y sacudidas.
Bianca es rápida en sus pies y se hace un cojín para él antes de
que golpee el suelo y se rompa la cabeza.

—Cole, necesito tu ayuda. Es demasiado pesado.

Es la última persona en el mundo a la que quiero ayudar ahora


mismo... pero sé que Sawyer querría que lo hiciera.

Así que lo hago.

—¿Tenía razón Dylan? ¿Te he destruido? ¿Es así como


terminamos aquí?

Al igual que las últimas veinticuatro horas... no recibo respuesta


de ella.

Los médicos están preocupados... pero dijeron que le diera un


poco más de tiempo.

No tengo nada más que tiempo para ella.

—Siento haberte llamado gorda ese día. Siento haberme unido al


grupo de imbéciles que te hicieron daño... pero te juro que no lo
dije en serio.

Entrecruzo mis dedos con los de ella. —Te amaré con cien libras
y te amaré con quinientas libras. —Llevo su mano a mis
labios—. Te amaré en cualquier forma que vengas... porque tú
eres tú.
Levantándome de la silla, me inclino sobre su cama. —Si todavía
estás enojada conmigo por lo que hice... entonces despierta y
pelea conmigo. Grita que soy un imbécil... rompe mi maldito
corazón y deja mi culo... pero por favor... vuelve.

Porque sin ella... no hay ningún yo.


COLE
Observo confundido mientras llevan su cama por el pasillo.

Sólo han pasado poco más de 48 horas desde que fue admitida,
así que no entiendo el repentino cambio de habitación.

Miro a sus padres. —¿Por qué la están trasladando?

Intercambian una mirada desolada.

El Sr. Church mira a su esposa. —Se lo diré. Ve a buscarnos más


café.

La Sra. Church asiente con la cabeza antes de irse.

La aprensión se eleva en mi garganta. —¿Decirme qué?

Me rodea con su brazo. —Vamos, demos un paseo.

Yo maniobro lejos de él. —No quiero dar un paseo. Quiero saber


qué pasa con Sawyer.

Me pide que me siente en una silla cercana, pero no lo hago.

Con un fuerte suspiro, señala una gran habitación con paredes


transparentes cerca de la enfermería. —La están trasladando allí
para poder vigilarla mejor... asegurarse de que no se pierdan
ninguna señal de que esté mejorando.
—¿Cómo pueden buscar signos de mejoría cuando ella no puede
moverse porque está en coma? Un coma en el que la pusieron.

Sus hombros se desploman. —No hay una manera fácil de decir


esto. —Doblando las manos, mira al suelo—. El doctor dijo que
sabríamos más sobre su resultado después de las primeras
cuarenta y ocho horas. Pero las primeras cuarenta y ocho horas
han ido y venido... y todavía no está mejorando. —Sus ojos se
cierran—. La falta de mejora no es por el coma... es porque no
está respondiendo.

Supongo que soy un idiota porque eso no tiene sentido. —Pero


ella es...

—Le han estado quitando la medicación... así que debería haber


empezado a mostrar signos. —La emoción obstruye su
garganta—. El doctor dijo que le darán más tiempo porque es
muy joven. Sin embargo, aunque vuelva, dijo que no lo hará...
que será diferente.

—¿Qué carajo significa eso?

—Significa daño cerebral, Cole. Pero no lo sabremos realmente


hasta que se despierte. —Las lágrimas se deslizan por sus
mejillas—. Si alguna vez se despierta.

La furia fluye a través de mí mientras me levanto. —Ella lo hará.

Tiene que hacerlo.


—El doctor cree que tienes daño cerebral —le digo—. Sé que da
miedo y que realmente apesta, pero... lo superaremos. —Le
aprieto la mano—. La verdad es que eres tan inteligente... un poco
de daño cerebral podría permitir que el resto de nosotros
finalmente te alcance... ¿sabes?

Inclinándome sobre su cama, pongo mis labios en su


frente. —Pase lo que pase cuando vuelvas a mí... te seguiré
amando. Y te prometo que nunca jamás te dejaré. Sólo por favor,
Sawyer. Vuelve a mí.

Porque sin ella... no hay ningún yo.

—Siento haber dicho esas cosas el otro día —dice Dylan a mi


lado—. Estaba enojada y devastada.

Me giro para mirarla. —¿Y ahora?

—Estoy jodidamente petrificada. —Empieza a sollozar tan fuerte


que se sacude—. Su madre no cree que lo logre.

Eso no me sorprende ni un poco. Siempre ha pensado lo peor de


su hija... ¿por qué ahora sería diferente?

—Su madre es una puta.

Resopla entre sus lágrimas. —Sí, lo es. Dios, realmente lo es.


Fijo mi mirada a la de ella. —No te rindas con ella.

—No lo haré... sólo… —Sus labios inferiores tiemblan—. La


extraño.

Yo también la extraño.

—Sal

La Sra. Church me mira con los ojos abiertos. —¿Perdón?

—No tienes derecho a verla cuando vas por ahí diciendo a la gente
que no lo logrará. —La agarro por el codo y la llevo de vuelta al
pasillo—. Lárgate de aquí.

Ella lucha contra mí, pero yo soy más fuerte. —Quítame las
manos de encima ahora mismo antes de que llame a seguridad.

El Sr. Church se precipita hacia nosotros. —¿Qué demonios está


pasando?

Con el rostro lleno de conmoción, se acerca a su marido. —Cole


está tratando de echarme de la habitación de mi propia hija.

Joder, sí, lo estoy. Sawyer no puede hablar ahora mismo, así que
yo hablaré por ella.

—Una hija que no te mereces —digo mientras miro al padre de


Sawyer—. Sabe tan bien como yo que ella es la razón por la que
Sawyer empezó a tomar esas píldoras, señor. —Le doy una
mirada asesina—. Tal vez nadie tenga las agallas de decírselo a
la cara, pero yo lo haré. Eres un veneno. Una maldita madre
horrible. Puede que seas bonita por fuera, pero seguro que eres
horrible por dentro.

Me abofetea. Fuerte. Pero no me importa.

—Nunca entenderé cómo alguien tan hermosa como Sawyer salió


de alguien tan feo como tú.

Ella se tambalea. —Cómo te atreves.

—¿Cómo me atrevo, señora? ¿Cómo se atreve a hacer sentir a su


hija que no es lo suficientemente buena cuando es todo lo que
está bien con el mundo? ¿Cómo se atreve a renunciar a ella
cuando está luchando como un demonio para volver a mí? —Miro
al Sr. Church—. Nunca hay una razón suficientemente buena
para quedarse con alguien que trata a su propia carne y sangre
como ella. Jamás.

Las cejas del Sr. Church se disparan. —Yo…

—Cole tiene razón —dice Dylan detrás de mí—. Estuve allí para
una de las pruebas de vestuario. Sawyer ya había perdido un
poco de peso en ese momento y se sentía bien consigo misma. No
creo que buscara perder más, pero su esposa insistió en que ella
también lo necesitaba.

Vuelve sus ahora lívidos ojos a su esposa. —Jolene..

—Era una boda —grita—. Dios mío, están actuando como si le


hubiera dicho que se muriera de hambre. No tenía ni idea de que
estaba tomando pastillas para perder peso. Nunca hubiera estado
de acuerdo con eso. —Ella levanta un dedo en el aire—. Sólo
quería que estuviera saludable con algo de dieta y ejercicio. Eso
no me hace una mala madre.
El Sr. Church hace un doloroso ruido en su garganta. —¿Y qué
hay de la felicidad?

Jolene parece que es un concepto extraño para ella. —Yo no...

—Pasaste mucho tiempo preocupándote por su peso y lo que


pensaban los demás... pero no te preocupaste por su
felicidad. —Su expresión está grabada de dolor cuando pasa
junto a ella—. Me enfermas.

—Bueno, regañé a tu madre —le informo—. Y antes de que te


enojes, no me arrepiento. Ni un poquito. Necesitaba escuchar
cuánto te estaba lastimando. —Le beso la mano—. No dejaré que
nadie te vuelva a hacer daño, Sawyer. No sin que yo les haga daño
y les haga pagar.

Le beso la frente. —Sólo necesito que te despiertes para poder


probártelo.

Porque sin ella... no hay ningún yo.


—Hablé con el entrenador de Duke's Heart —dice Jace—. Envía
su... —se detiene poco antes de terminar su frase—. Me dijo que
le llamaras y que lo reprogramara cuando pudieras.

No me importa.

Lo único que me importa es ella.

Me aprieta el hombro. —Has estado aquí durante cinco días. Creo


que deberías ir a casa y descansar un poco. O al menos tomar
una ducha.

No. Necesito estar aquí en cuanto se despierte.

Porque se despertará.

Tiene que hacerlo.

—Obviamente no estoy haciendo algo bien. Algo que necesitas...


así que por qué no me das una pista... una pequeña pista... para
que pueda hacerlo.

Nada.

Beso su mano. —Por favor, Sawyer. Ya han pasado seis días.

Extraño su voz. Sus ojos. Su descaro. Su olor.

Extraño cada maldita cosa de ella.


Agarrando su mano con más fuerza, le digo —Me amas,
¿no? —Paso mi pulgar por su frente—. Entonces despierta de una
puta vez... por favor.

Me llevo el puño a la boca, suprimiendo la agonía. —Te daré lo


que quieras, Bible Thumper. Cualquier maldita cosa que quieras.
Sólo necesito que vuelvas a mí.

Trato de tomar un respiro más allá del peso aplastante en mi


pecho, pero se siente imposible —Vamos a superar esto, ¿verdad?

Nada. Ni siquiera un aleteo de ojos.

—Muy bien. Una apuesta nos unió, así que, ¿qué tal si hacemos
otra? —Me trago el bulto que se me sube a la garganta—. Me
casaré contigo, te daré un millón de malditos bebés, y nos
compraré una enorme casa en la que envejeceremos juntos. Te
daré el para siempre, Sawyer. —Sumerjo mi cabeza para que mis
labios se cierren sobre su oreja— Todo lo que tienes que hacer es
despertar.

Porque sin ella... no hay ningún yo.


COLE
Hay un silencio inquietante en la pequeña capilla.

Mirando alrededor, me doy cuenta de que está completamente


vacía.

Debe ser una señal.

El doctor pidió hablar con los padres de Sawyer en privado hace


un rato. Espero que sea porque tienen buenas noticias.

Pero sólo para asegurarme... aqui estoy aquí.

—Aclaremos una cosa —le digo a la gran cruz del altar—. Yo no


creo en ti... pero ella sí.

Y creo en ella.

—Desafortunadamente, no puede estar aquí, porque no está muy


bien en este momento. —Me arrodillo ante el altar—. En
resumen... necesito que la arregles.

La necesito de vuelta.

—A diferencia de mí, es una persona muy buena. Es cariñosa y


compasiva. Ella es... —La emoción me obstruye la garganta, así
que la aclaro y vuelvo a intentarlo—. Ella es todo lo que yo no soy
de la mejor manera. —Mi visión se nubla y extiendo mi brazo,
apoyándome en un banco—. Esta es la cosa... le prometí a mi
chica el por siempre y para siempre, y no hay manera de que
pueda dársela si no está aquí. Por lo tanto, necesito que hagas lo
correcto y la arregles. No porque me lo merezca... sino porque ella
lo merece.

Con las piernas temblorosas, me paro, la pura rabia mezclada


con el pánico ahora fluye por mis venas. —No me la quites, hijo
de puta. Te llevaste a mi madre y a Liam... pero no dejaré que te
la lleves. Lucharé con uñas y dientes. —Miro fijamente a la
cruz—. Todos y cada uno de ellos. ¿Me oyes?

Soplando un aliento, meto las manos en los bolsillos. —Me alegro


de que hayamos llegado a un acuerdo.

Me doy la vuelta para alejarme... y encuentro al Sr. Church ahí


de pie.

Espero que empiece a gritarme, pero no lo hace.

Con un aliento pesado, comienza a caminar por el pasillo. —No


he puesto un pie dentro de una iglesia en más de dos años.

—¿Por qué?

Se acerca a un banco de la fila del medio y toma asiento.


—Digamos que Dios y yo tuvimos un pequeño desacuerdo sobre
algo. —Mira hacia la cruz—. Ojalá lo hubiera perdonado antes...
tal vez entonces no estaría aquí rogando por su perdón
ahora. —Sus ojos tristes se vuelven hacia mí y acaricia el espacio
a su lado—. Ven a sentarte, Cole.

No me gusta la sensación que se está gestando en la boca de mi


estómago. —¿Por qué?

—Sé que quieres luchar contra todo en el mundo ahora mismo.


Lo entiendo. Pero realmente necesito que te sientes, hijo.
A regañadientes, lo hago.

Lo miro en el momento en que mi trasero toca la madera. —¿Qué


dijo el doctor?

Él visiblemente traga. —Lo que estoy a punto de decirte es lo más


difícil... —Mi garganta se anuda cuando él agarra el banco de la
mesa delante de él—. Ella luchó tan duro... pero ella...

La habitación empieza a girar. —¿Por qué hablas de ella en


tiempo pasado?

—La doctora... un equipo entero de ellos en realidad... no creen


que ella vaya a volver.

Entonces no conocen a mi chica.

—Son idiotas... —Empiezo a decir, pero él me corta el paso.

—Han pasado siete días, Cole. Si fuera a lograrlo... ya nos estaría


dando señales. —Un sonido gutural lo deja—. Jolene y yo... no
queremos que tenga más dolor.

No. Esto no puede estar pasando.

Me pongo de pie. —Jódete.

—Sé que estás enojado...

Estoy tan enojado que no han inventado la palabra para eso.

—Es tu hija. ¿Cómo pudiste...?

—Estoy haciendo lo que es mejor para ella. —Se levanta de su


asiento, con lágrimas en los ojos—. Estuve allí cuando esa chica
especial vino a este mundo. En el momento en que tomó su
primer aliento. Nunca planeé estar allí para su último. —Coloca
ambas manos en el banco, su cuerpo se agita con
sollozos—. Pero ya no depende de mí.

Se equivoca. —Sí, lo hace. No tienes que...

—No la haré seguir luchando cuando está claro que ya ha tenido


suficiente. No haré pasar a mi niña por eso. —Se golpea el
pecho—. Créeme, es la decisión más difícil que he tenido que
tomar en mi vida.

—Entonces no lo hagas.

No me la quites.

—No quiero que sufra más. Si Dios la quiere en su reino... está


fuera de mis manos.

El tono de su voz deja claro que es su decisión final.

—Al diablo con tu Dios.

Siento como si mi pecho estuviera hecho de vidrio y él acaba de


lanzar un mazo contra el.

No puedo respirar. Me estoy asfixiando.

No... no me estoy asfixiando. Rompiendo. Poco a poco. Pedazo a


pedazo.

—Están quitando el ventilador y apagando las máquinas en la


próxima hora más o menos. Puedes estar ahí si quieres, pero
entiendo si no puedes.
Todo pasa en un torbellino mientras subo a la sala de espera.

Dado que los ojos de todos están hinchados y vidriosos... supongo


que Jolene les contó todas las noticias.

Con una expresión llena de dolor, Jace se acerca y me rodea con


sus brazos. —Lo siento mucho, Cole.

Por el rabillo del ojo, veo a un sacerdote con una biblia en la mano
hablando con el abuelo y el tío de Sawyer.

El mismo sacerdote que presidió el funeral de mamá y Liam.

No.

Empujando a Jace fuera del camino, me acerco a la camilla de


Sawyer de una habitación de hospital y golpeo mi puño contra el
cristal. —Lo prometiste, joder.

Mi voz está tan llena de lágrimas que son las únicas palabras que
puedo decir.

Me hizo prometer que no la dejaría... y yo le hice prometer que


nunca se rendiría conmigo.

Pero sólo uno de nosotros está rompiendo la suya.

Dondequiera que ella vaya... yo también voy.

Porque sin ella no hay yo.


COLE
Corro lo más rápido que puedo, pero no lo suficiente para superar
el dolor que me golpea.

Estoy mareado y con náuseas mientras abro la puerta de mi casa


y subo las escaleras.

Si por alguna loca casualidad el Cielo existe, sé que ahí es donde


estará Sawyer.

No puedo decir lo mismo de mí... pero no importa.

Vivir en un mundo sin Sawyer no es una opción para mí. De


hecho, es mi propia definición de Infierno.

¿Y lo que estoy a punto de hacer? Bueno, eso es sólo mi karma.

Agarro la cuerda de debajo de la cama de Liam.

Lo encontré unas semanas después de que se fuera... resulta que


lo cogió del garaje. Casi como si lo hubiera estado planeando
durante algún tiempo.

La cosa rota en mi pecho se siente como si fuera a explotar al


abrir la puerta del armario.

Mi madre solía contarnos que las historias de amor más


profundas eran también las más trágicas.
La historia de amor de Sawyer y yo no es diferente.

Pero por muy enojado que esté por el poco tiempo que pasamos
juntos… estoy tan jodidamente agradecido de haber tenido la
oportunidad de amarla.

Sólo desearía que se amara a sí misma lo suficiente.

Sawyer amaba todo mi dolor... pero yo no pude hacer lo mismo


por ella.

Fallé.

Y ahora por fin sé lo que Liam debe haber sentido cuando estaba
en este armario.

Necesitaba a alguien que amara su dolor también... pero eso


nunca sucedió.

Porque no tenía una Sawyer.

Tuve que experimentar algo que él nunca hizo.

—Lo siento. —le digo mientras me siento en el suelo de su


armario.

Agarrando la cuerda en mi mano, soplo unas cuantas veces... y


espero a que esa punzada tan familiar me golpee el pecho.

El que me dirá que ella se ha ido.

Porque iré justo detrás de ella.

Tal vez eso me hace un cobarde por no ser lo suficientemente


fuerte, pero no me importa.

A menos que te hayan arrancado tu alma gemela sin piedad como


yo... no puedes juzgarme a mí y a mis acciones.
No puedes determinar si mi dolor era soportable o no.

No tienes que dictar cuánto puedo soportar.

Cerrando los ojos, hago un último alegato. —No me debes nada,


Liam. Pero si tienes algún tipo de conexión ahí arriba. Por favor,
tráela de vuelta a mí. Necesito...

La puerta del armario se abre.

—Jesucristo —ruge Jace—. ¿Qué diablos estás haciendo?

Esto no es algo que anticipé. Pensé que ambos estarían todavía


en el hospital.

Pero salí corriendo como un murciélago del infierno, así que


debería haberlo sabido.

—Oh, Dios mío —grita Bianca, corriendo detrás de él—. ¿Por


qué, cómo...? —Un sollozo estrangulado la deja—. ¿Cómo
pudiste?

Les digo la verdad. —No quiero estar aquí si ella no está.

Arrodillado, Jace me quita la cuerda de las manos. —Y no quiero


perder a otra persona que amo. Especialmente así. —Se frota una
mano en la cara—. Sé que duele... no puedo ni imaginar lo mal
que está, pero de ninguna manera voy a dejar que me dejes.

—No puedes dejarnos, Cole —susurra Bianca—. Te amamos.

No lo entienden. —No es que no te ame también... lo hago. —Me


trago el nudo en la garganta—. No soy un suicida. No quiero
morir... simplemente no...
—Lo entiendo —dice Jace—. De verdad que sí. Pero no puedes
abandonar a la gente que aún está aquí... la gente que aún te
ama.

Agarrándome por el cuello, me arrastra hacia adelante hasta que


nuestras cabezas se juntan y gruñe —Perderte me destruiría,
hermanito. ¿Es eso lo que quieres?

No lo es. —No.

—Bien. —Me libera—. Entonces no vuelvas a tirar de esta mierda


nunca, y me refiero a nunca más. No importa lo que pase.

Bianca se limpia las lágrimas con el dorso de la mano. —Ni


siquiera sé...

El sonido del teléfono de Jace la corta.

Se lo lleva al oído. —Oye. Volveré... espera... ¿qué? —Su cara se


estropea—. ¿Hablas en serio? —Con los ojos abiertos, me
mira—. Aguanta, nena. —Me pone la mano en el hombro—. Sé
que no crees en Dios... ¿pero crees en los milagros?

—No tengo ni idea.

Nunca he tenido uno antes.

Él sonríe. —Bueno, deberías hacerlo, imbécil. Porque unos


segundos después de que le quitaran el ventilador y apagaran las
máquinas, Sawyer empezó a respirar por su cuenta... y apretó la
mano de su padre.

—Mierda. —exclama Bianca.

Jace asiente con la cabeza. —Lo sé.


No escucho el final de su frase porque ya estoy saliendo de la
habitación.

—¿Qué significa?

El Sr. Church aspira un fuerte aliento. —No lo sabemos todavía...


todavía está muy fuera de sí. El doctor dijo que probablemente
no estará completamente consciente hasta la mañana. Pero el
hecho de que esté respirando por sí misma y haya podido agarrar
mi mano... es...

—Un milagro.

Él sonríe. —Exactamente. —Su sonrisa crece—. También fue un


agarre firme, Cole. Casi como si supiera que era yo.

Eso es música para mis malditos oídos.

—¿Puedo entrar a verla?

—Puedes, pero los médicos dijeron que no la molestaran. Todo el


mundo necesita estar tranquilo a su alrededor y dejarla
descansar.

Puedo hacerlo. Diablos, mientras Sawyer esté viva, puedo hacer


cualquier cosa.
Las luces se apagan cuando entro en la habitación y una
enfermera está al lado de su cama colocándola de lado.

—Sólo unos minutos —susurra.

Suprimo el impulso de decirle que se vaya a la mierda.

Cambian de turno pronto y la enfermera que viene es un poco


más comprensiva de mi necesidad de ver a Sawyer cuando
demonios quiera.

Espero a que salga por la puerta y me arrastro a la cama con ella.

Probablemente no debería, pero la mayoría de las máquinas ya


no están, y necesito estar cerca de ella.

—Oye, tú —susurro, rodeándola con mi brazo y alcanzando su


mano—. Despierta cuando estés lista, ¿ok? —Beso el punto
debajo de su oreja—. Estaré aquí.

Mi pecho se ondula con alivio y apreciación cuando ella me


aprieta la mano.

Miro al techo. —Gracias.

Él intervino por mí... sé que lo hizo.


SAWYER
Despertar de un coma se siente como si te dijeran que asististe a
una fiesta épica y salvaje... que no recuerdas en absoluto.

Al principio no tienes ni idea de por qué todo el mundo está


haciendo tanto escándalo... hasta que empiezan a llenarte de
todas las piezas que te has perdido.

Tuve un ataque al corazón o un paro cardíaco, dependiendo de


con qué padre hables.

Estuve en coma durante siete días. Vaya.

Y lo más aterrador de todo... me quitaron el soporte vital. Mierda.

No me extraña que mis padres me miren como si fuera un


fantasma. Casi lo era.

—¿Estás bien?

—¿Necesitas algo?

—¿Hay algo que podamos conseguirte?

—¿Tienes frío?

—¿Quieres una manta?

—¿Cuánto son dos más dos?


Mi cabeza da vueltas mientras trato de procesar todas estas
preguntas.

—Creo que necesita un poco más de tiempo —dice Cole,


envolviendo su brazo alrededor de mi cintura. A pesar de que las
enfermeras tratan de echarlo de mi cama, se niega a irse. Lo cual
está bien para mí—. Tenemos que darle algo de espacio.

Gracias a Dios que alguien lo dijo. Por muy feliz que esté de ver a
todo el mundo y de estar viva, necesito un minuto para jugar a
ponerme al día y orientarme.

—¿Qué es lo último que recuerdas? —Mamá


pregunta—. ¿Cuánto son cinco más cinco?

Papá me estaba dando RCP en el baño y diez.

Abro la boca para responder, pero papá suspira.

—Jolene, ¿quieres parar?

—Sólo estoy tratando de asegurarme de que no tenga daño


cerebral.

¿Qué? —¿Daño cerebral?

El terror en mi voz debe ser evidente porque Cole grita —Fuera.


Ahora. Los médicos nos dijeron específicamente que nos lo
tomáramos con calma y tú la estás asustando.

Asintiendo con la cabeza, papá señala la puerta. —Ya lo


escuchaste.

Parece que mamá quiere discutir, pero en vez de eso se aleja.

Bueno, entonces está bien.


Mis ojos hacen ping-pong entre Cole y mi padre. —¿Tengo daño
cerebral?

Intercambian una mirada preocupada.

—¿Te sientes como si lo tuvieras? —Cole pregunta.

Pienso en esto por un segundo y decido que, aunque lo hiciera,


probablemente no es algo de lo que sería consciente de todos
modos. —¿No?

Una sonrisa juega en sus labios. —Creo que estarás bien, Bible
Thumper.

Miro a mi padre. —Me diste la resucitación cardiopulmonar.

Su frente se arruga. —Por supuesto, lo hice.

—Pensé que me odiabas —susurro.

Pensé que todos me odiaban.

El dolor en sus ojos es inconfundible. —Ni en un millón de años,


cariño.

Mi garganta se cierra cuando alcanzo su mano. —Odio pelear


contigo. No lo hagamos nunca más, ¿de acuerdo?

Sonriendo, me da un apretón. —Trato hecho. —Enjugándose las


lágrimas, se pone de pie—. ¿Hay algo que quieras? ¿Algo que
pueda conseguirte?

Agua. Mucha, mucha agua. Mi boca se siente como el Sahara.

—¿Se me permite tener agua?

Él se dirige hacia la puerta. —Déjame ir a averiguarlo. Si es así,


te traeré la mejor agua que pueda encontrar, ¿de acuerdo?
—Suena perfecto.

Está caminando hacia la puerta cuando lo detengo. —¿Papá?

—¿Sí?

—Te amo.

Se siente como si fuera una eternidad desde que se lo dije y eso


no está bien. Especialmente después de lo que pasó.

Sus ojos se vuelven vidriosos. —Yo también te amo, cariño.

Me dirijo a Cole. —Tú.

Se inclina la cabeza hacia un lado. —¿Sí?

Yo apoyo mi frente contra la suya. —Yo también te amo.

Una sonrisa triunfal juega en sus labios. —Lo sé.

Un silencio incómodo desciende mientras ambos andamos de


puntillas alrededor del elefante en la habitación.

No puedo ni imaginarme cómo se siente. Si Cole me ocultara algo


así, y luego casi muriera por ello... estaría totalmente devastada.

Su dolor supera cualquier vergüenza que yo sienta.

—Lo siento mucho.

La ira endurece sus rasgos. —¿Has terminado?

—¿Terminado?

—¿Tomando pastillas para perder peso que no necesitabas


perder para empezar y mintiéndome sobre ello?

Vaya... hablando de una pregunta cargada.


Quiero decir que la respuesta obvia es sí... no quiero morir.

¿Pero el espacio de mi cabeza con respecto a mi peso? No sé cómo


responder a eso. Soy un desastre ahora mismo.

Lo único que puedo decirle es la verdad.

—Casi te pierdo a ti y a todos los que me importan. —Agarro su


cara—. No quiero que eso vuelva a suceder. He terminado de
tomar Adderall.

Llevando mi mano a su boca, me besa la parte interior de la


muñeca. —Entonces acepto tus disculpas. Pero más vale que
creas que voy a estar sobre tu trasero por esto. —Se forman
profundas líneas de dolor a lo largo de su frente y su voz cae en
un susurro—. Creí que ibas a morir, Sawyer. —Su dolor es tan
tangible que siento que me atraviesa—. Creí que te habías
rendido conmigo... con nosotros.

Un dolor profundo llena mi pecho. Odio lo que le hice pasar.

Ahogando las emociones que se sienten como hojas de afeitar,


digo —Prometí que eso nunca sucedería.

Lo digo en serio.

Lo único que recuerdo del coma es sentir que alguien me estaba


esperando y que necesitaba llegar a ellos lo antes posible.

Ese alguien era mi Colton.

Colton que me mira con tanto amor que me deja sin aliento. —Te
amo, Bible Thumper.

—Te amo —le digo de nuevo, porque si hay algo que he aprendido
de lo que pasó, es que nunca puedes decirle a la gente que te
importa que los amas lo suficiente.
Nunca se sabe qué palabras pueden ser las últimas.

Va a besarme, pero yo lo detengo. —He estado en coma durante


siete días, ¿recuerdas?

—Me importa un carajo —dice antes de cerrar su boca contra la


mía.

Mi padre se aclara la garganta. —Te traje un poco de agua. —Le


lanza una mirada de muerte a Cole—. Uno de estos días te voy a
disparar en el culo.

Cole sólo sonríe. —No, no lo hará.

—Hola —dice Dylan mientras golpea la puerta—. ¿Puedo entrar?

—Por supuesto.

Da unos pasos adelante, luego vacila, se retuerce las manos.


—Lo siento mucho...

—Dylan.

No tiene nada de qué disculparse.

Nuestros ojos se encuentran... y entonces ella corre y nos


abrazamos.

—Lo siento —le digo—. Lo siento mucho.


—Te amo —susurra—. Me has asustado mucho.

Mi pecho se contrae mientras la abrazo más fuerte. —Yo también


te amo. Lo siento mucho.

Ella se aleja, ahuecando mi rostro en sus manos. —Desearía que


te vieras a ti misma como yo te veo, Sawyer.

Oh, chica. Ya estaba llorando, ahora me hará llorar tanto que me


saldrán mocos por la nariz.

—Yo…

Un golpe en la puerta me detiene.

—Siento interrumpir —dice una mujer—. Pero necesito hablar


con Sawyer en privado.

Uh-oh. Esto no puede ser bueno.

Llevo despierta casi dos días enteros y nunca he visto a esta


mujer en mi vida.

Dylan mira entre nosotros antes de que su mirada se pose en mí.


—Estaré afuera, ¿de acuerdo?

Quiero decirle que no se vaya, pero esta mujer no parece que lo


apruebe.

—Está bien.

Me da un apretón de manos antes de irse. —¿Puedo ofrecerte algo


mientras no estoy? ¿Jugo? ¿Agua...

—¿Sigues siendo mi mejor amiga?

Su sonrisa llega a sus ojos. —Siempre.


Le devuelvo la sonrisa. —Entonces estoy bien.

Mis ojos se dirigen a la mujer que está levantando una silla al


lado de mi cama.

Como yo, tiene cabello castaño y ojos marrones... sólo que sus
ojos son duros.

Como si fuera en serio.

Oh, vaya.

—Hola. —Yo trago—. ¿Quién es usted?

—Me llamo Sandy. Soy una de las psicólogas del hospital. Tu


padre me pidió que bajara a hablar contigo.

Caray. Uno pensaría que él habría mencionado algo sobre eso


cuando hablamos antes. —Oh. ¿Por qué?

Ella estudia mi cara. —Me especializo en desórdenes


alimenticios.

Casi me caigo de la cama.

—Es un placer conocerte, pero creo que ha habido un error. No


tengo un desorden alimenticio.

Golpea su bolígrafo contra su libreta. —Entonces, ¿cómo


terminaste aquí? —Ella inclina la cabeza hacia un lado,
evaluándome—. ¿Es porque eres adicta a las anfetaminas?

Nunca he estado tan perpleja en mi vida. Me siento como si


estuviera en el asiento caliente de todos los asientos calientes.
—Bueno, no... no exactamente. Sólo tomaba el Adderall, así que
no tenía hambre, y seguía perdiendo... —Mi voz se apaga cuando
se enciende la bombilla—. Mierda.

Sus ojos ásperos suavizan una fracción. —¿Puedo hacerte una


pregunta personal?

No creo que pudiera decir que no, aunque quisiera. —¿Sí?

—Antes del Adderall, ¿con qué frecuencia pensabas en tu peso y


en la comida?

Intento calmar mis temblorosas manos, pero es inútil. —Mucho.

Ella garabatea algo más en su cuaderno de notas. —¿Semanal?


¿Diario? ¿Múltiples veces al día?

—Al menos una vez cada hora —lo admito.

Asintiendo con la cabeza, sonríe con simpatía. —Los desórdenes


alimenticios no siempre son anorexia o bulimia, Sawyer. Y para
ser franca... Suena como si tuvieras grandes problemas no sólo
con la comida, sino también con la forma en que te ves a ti
misma.

No se equivoca.

Dejo escapar un suspiro irregular. —Sí... puede que tengas razón


en eso.

Coloca su bolígrafo y su libreta en el suelo. —Tengo que hacerte


otra pregunta muy seria.

—Está bien.

—Si te dijera, después de que te den de alta, por supuesto, que


quería que vinieras a mi clínica de trastornos alimentarios
durante tres semanas... y que después te reunieras conmigo para
las sesiones semanales. ¿Qué dirías?

Diría que es una mierda... es mucho para asimilar.

—Diría que estoy nerviosa —me conformo con eso, antes de que
se me ocurra—. También diría que se acerca mi graduación y...

—Podemos hacer que tu escuela envíe tus tareas a la clínica para


que no te retrases. —Ella dobla sus manos en su regazo—. Pero
la cosa es... esto no funcionará y no puedo ayudarte si no lo
quieres. Tienes que quererlo.

Las lágrimas me pinchan en la parte posterior de la


garganta. —Sé que quiero sentirme mejor conmigo misma. Sé que
no quiero volver a usar Adderall para perder peso.

—Ese es un buen lugar para empezar. —Mirando su reloj,


dice— ¿Qué te parece? Tengo la siguiente hora libre. ¿Por qué no
me cuentas un poco sobre ti?

Una parte de mí quiere huir de la confrontación con estos temas


porque da mucho miedo.

Sin embargo, la mayor parte de mí, la que late en mi pecho, la


que casi muere porque nunca me sentí lo suficientemente bien,
quiere mejorar por sí misma.

Y por la gente que amo.


SAWYER
Estoy a punto de ponerme de pie y entrar, porque a pesar de lo
dolorida que estoy, estas malditas enfermeras siguen insistiendo
en que me mueva, cuando hay un golpe suave en la puerta.

—Puedo volver si estás ocupada —dice Bianca.

Parece que está a punto de salir corriendo, pero la detengo. —No,


entra.

Da unos tímidos pasos hacia adentro. —Sólo vine porque quería


asegurarme de que estabas bien. Habría venido antes, pero pensé
en darte unos días para que te adaptaras y...

La detengo porque está empezando a divagar. —Me alegro de que


estés aquí.

Se inquieta, parece tan incómoda que tengo que reprimir una


risa. —Siento todas esas cosas malas que dije. Yo no... sólo quería
ayudarte a vengarte de esas zorras. No quise... no pensé...

—Está bien.

Sé que, en el fondo, en el fondo, Bianca tenía buenas intenciones.

—Yo... um. Espero que podamos seguir siendo amigas. Entiendo


si no quieres eso. —Sus ojos se vuelven vidriosos—. Pero, yo... no
tengo mucha gente en la que confíe...
—Por supuesto que seguimos siendo amigas. —se lo aseguro.

Esta chica está loca, pero sé que hay un gran corazón debajo de
todas sus bravuconadas.

Su rostro se ilumina. —¿En serio?

Estoy a punto de responder, pero antes de que pueda parpadear,


me rodea con sus brazos... más o menos.

Es el abrazo más incómodo que he experimentado en mi vida,


pero algo me dice que Bianca no lo hace mucho, o nunca, así que
estoy bien con ello.

Este es un gran paso para ella.

—Me alegro de que no hayas muerto. Significa que aún tengo


tiempo para convencerte de que te hagas un flequillo lateral.

Y ahí está.

Un suspiro se me escapa. —Sí, sí, lo haces.

Nos separamos y ella se acerca a la puerta.

—Oh, antes de que me olvide. ¿Recuerdas cuando te llamé un


cinco?

—Sí.

Ella desvía su mirada. —Sí, bueno... fui una


maldita idiota. —Esos orbes marrones encuentran los
míos—. La verdad es que... eres realmente un diez, chica de la
iglesia.

Mi boca se abre en un simulacro de shock. —Vaya, ¿un diez?


—Bueno, un nueve coma ocho. —Guiña el ojo—. Serás un diez
sólido después de ese flequillo lateral.

Hay un surco en las cejas de Cole. —¿Necesitas algo?

—En realidad estoy un poco... hambrienta.

He estado comiendo comida de hospital los últimos seis días, pero


ya lo he superado.

Mi apetito ha vuelto con fuerza y esta chica necesita comida de


verdad.

Sonríe a sabiendas. —Sí, apuesto a que sí. La comida aquí


apesta. ¿Quieres algo en particular?

—Tomaré lo que sea. Mientras no sea avena o sopa.

—Ya lo tienes. —Bajando la cabeza, me da un beso


rápido—. Vuelvo en un rato.

Dios, lo amo tanto, que a veces siento que podría estallar como
una piñata en una fiesta infantil.

Me pongo de espalda a la cama y alcanzo el control remoto.

Estoy a punto de encender un reality para pasar el tiempo cuando


llaman a mi puerta.
Oakley.

Esperaba que viniera a visitarme.

He querido arreglar las cosas con él, pero no quería hacerlo por
teléfono.

Se merece una disculpa cara a cara.

Me siento rápidamente. —Hey.

Su expresión es tan sombría que mi corazón se cae.

—¿Qué está mal...?

Ni siquiera termino de decir las palabras antes de que me abrace


con tanta fuerza que apenas puedo respirar.

—Lo siento, Sawyer.

No tengo ni idea de lo que está hablando. Si alguien necesita


disculparse, soy yo.

Cuando me doy la vuelta a mirarlo, hay lágrimas en sus ojos.

Me rompe el maldito corazón.

—¿Por qué, Oak? No hiciste nada malo.

—Nunca debí haberte dado las pastillas. Casi te mueres por mi


culpa.

Una tarta humilde para uno, por favor. —No. Casi muero por mi
culpa. Sólo me conseguiste Adderall porque te lo pedí. —Le
enmarco la cara con mis manos—. Yo soy la que lo siente. La
manipulación... las cosas horribles que dije. No quise decir nada
de eso. —Ahora soy yo la que está llorando—. Ni una maldita
palabra. Eres una de las mejores personas que he conocido en
mi vida. Lamento mucho haber lastimado...

—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —Cole gruñe.

Dirijo mi mirada a la puerta. —Whoa. ¿Cuál es tu problema?

Cole tira de golpe la bolsa que lleva en mi mesa. —No lo quiero


cerca de ti.

Sí, algo está definitivamente mal.

Oakley está a punto de irse, pero le tiro del brazo. —No. Tú te


quedas. —Parece que quiere protestar, pero no se lo
permito—. Por favor.

La ira se refleja en la cara de Cole. —Oakley es la razón por la


que casi terminas en un ataúd y quieres que se quede? ¿Qué
carajo, Sawyer?

—Soy la razón por la que casi termino en un ataúd, Cole.

Es obvio que hay un gran error y necesito arreglarlo pronto.

Tampoco hace falta ser un genio para darse cuenta de que si Cole
cree que Oakley es el responsable de ponerme en el hospital...
probablemente no sea el único.

—Necesito que traigas a todos aquí.

Cole parpadea. —¿Por qué?

—Ahora —grito. Y porque sé lo terco que puede ser, añado —No


discutas con la chica que tuvo un ataque al corazón.

Los ojos de Cole se convierten en platillos y rápidamente


retrocede hasta la puerta. —Vuelvo enseguida.
Desconcertado, Oakley se acerca a mí. —¿Qué estás haciendo?

Alcanzo su mano. —Esto no es tu culpa, Oak.

Y voy a probarlo.

Mi abuelo y mi tío se fueron a casa, pero afortunadamente mis


padres, Dylan, Jace, y Bianca todavía están vagando por los
pasillos.

Una vez que todos están dentro, desato la bomba de la verdad.

—Le dije a Oakley que quería Adderall para ayudarme a estudiar.


Por eso me lo consiguió. Pensó que me ayudaba ya que sabía lo
loco de mi horario y cómo me estaba hundiendo en el suelo
tratando de mantenerme al día con mis tareas escolares. Cuando
se dio cuenta de que estaba perdiendo peso, me confrontó al
respecto. Sin embargo, le aseguré que todo estaba bien, y que
sólo tomaba las pastillas para estudiar.

Miro a todos ellos. —Le mentí en la cara... cómo les mentí a todos
ustedes.

Cole empieza a hablar, pero yo levanto un dedo. —No he


terminado todavía.

Esta vez, me dirijo a Oakley. —Cuando me dijo que estaba


dejando de dármelas... lo manipulé. Amenacé con contarle sus
secretos a la gente, lo llamé drogadicto inútil... Hice una mierda
realmente jodida. —Vuelvo a dirigir mi mirada al grupo—. ¿Y
sabes lo que hizo?

—¿Qué? —Dylan pregunta, sus rasgos se pinchan en la


preocupación.
—Aun así, no me dio más y me echó de la casa de huéspedes. Me
dijo que no podía volver hasta que volviera a ser Sawyer.
—Aprieto la mano de Oakley—. Estaba siendo un buen amigo...
aunque yo no lo merecía. Y si alguno de ustedes tiene un
problema con eso... les sugiero que lo superen. O empiecen a
señalar con el dedo a la persona que realmente tiene la culpa de
todo esto. —Miro a Cole—. Porque no es Oakley.

Soy yo.

Cole aspira un aliento fuerte. —No sabía que había sido


así. —Mira a Oakley—. Intentaste decírmelo.

Los hombros de Oakley se desploman. —Pero llegué demasiado


tarde.

—Sin embargo, aun así intentaste hacer lo correcto —susurra


Dylan—. Y por mucho que odie echarle la culpa a Sawyer. —Su
mirada se dirige hacia mí—. Suena como si te hubiesen dejado
en la oscuridad como a todos nosotros. —Exhala un
aliento—. Creo que hablo por todos nosotros cuando digo: por
favor, no vuelvas a tocar esas cosas. Eres mucho más que un
estúpido número de mierda en una balanza.

Mis mejillas se calientan de vergüenza y las lágrimas me queman


los ojos.

—Siento haberte hecho daño.

Sus ojos azules se nublan de tristeza. —Lamento que te hayas


lastimado.
SAWYER
Oh, no.

Mi estómago cae en cuanto lo veo en mi puerta.

—Hola, Sr. González. —pongo una sonrisa falsa en mi


rostro—. Pase.

Espero que me diga que estoy despedida, pero para mí absoluta


sorpresa, se cruza sus brazos a mi alrededor. —Por favor, no te
mueras.

Resulta que me equivoqué. Este es el abrazo más incómodo que


he tenido.

El hombre está prácticamente sollozando en mis brazos. —Stone


es un horrible camarero. Confunde todos los pedidos. Maldice a
los clientes. Todos se quejan.

No puedo evitar reírme. —Estoy segura de que mejorará... con el


tiempo.

Se aleja, sus ojos suplicando. —¿Cuándo puedes volver?

Oh, vaya.

—Bueno, me dan el alta mañana... pero tengo que ir a una clínica


especial durante tres semanas.
—Oh. —El pánico se refleja en sus ojos—. ¿Pero entonces
volverás?

Vaya, cómo han cambiado las tornas. —Claro, por supuesto.

Sostiene una bolsa. —Bien. Te traje algo de pollo.

Le quito la bolsa con entusiasmo. Huele delicioso.

—Gracias, Sr. G.

—Nos vemos en tres semanas —dice mientras sale por la


puerta—. No llegues tarde.

Algunas cosas nunca cambiarán.

Suspirando, abro la bolsa y tomo un gran bocado. El cielo.

—Por el amor de Dios, Sawyer Grace. ¿Tuviste un ataque al


corazón hace dos semanas y estás comiendo pollo frito?

Aquí vamos.

He querido tener esta conversación. La he estado posponiendo


porque sé que le hará daño.

Pero no tanto como me va a doler a mí.

Es mi madre. La mujer que me dio a luz.

Me ha llevado a las citas con el médico, ha celebrado todos mis


cumpleaños, me ha cuidado cuando me he enfermado, ha
aparecido en todas mis ceremonias de entrega de premios de la
escuela, y tantas otras cosas a lo largo de los años.

Pero... también me ha dejado cicatrices.


Toda mi vida he intentado averiguar por qué es como es. Por qué
está tan centrada en la apariencia que tiene prioridad sobre todo
lo demás... pero honestamente no lo sé.

Mi abuela nunca se molestó en cosas superficiales, y mi abuelo


es igual, así que no tiene ningún sentido.

Y entonces me doy cuenta. La sociedad también la jodió.

Toda su vida la gente ha hablado una y otra vez de lo hermosa


que es. Cómo tiene la sonrisa más impresionante. Los dientes y
el cabello más bonitos. El rostro más hermoso. El cuerpo más
perfecto.

Pero nadie le dijo nunca que era más que cualquiera de esas
cosas.

Por lo tanto, su aspecto es lo único que cree que tiene a su favor.

Desafortunadamente, ella transmitió esa creencia tóxica a sus


hijas.

Necesita ayuda.

Pero hasta que ella consiga esa ayuda... tengo que hacer lo más
difícil que he hecho nunca.

Tengo que romper con mi madre.

—Te amo, mamá.

Y lo digo en serio. Incluso con todo lo malo... todavía la amo.

Siempre lo haré.

Pero tengo que cortar este hilo y hacer lo mejor para mí.
Parpadea, se ve tan incómoda que podría gritar. —Si me estás
haciendo la pelota para que te deje comer ese pollo...

—Mamá, realmente necesito que me escuches.

La preocupación se refleja en su rostro. —¿Qué está pasando?


Creí que te iban a dar de alta mañana...

—Lo harán.

Su preocupación cambia a la confusión. —Entonces, ¿qué...?

—Toda mi vida me has hecho sentir que no soy lo suficientemente


buena.

Frustración se refleja en su rostro. —Por el amor de Dios, Sawyer


Grace. Basta de dramatismo. Sólo he estado tratando de
ayudarte.

—¿Ayudarme a qué? —Lo pregunto honestamente, porque si


había una lección en todo esto, obviamente me la he perdido.

—Ayudarte a estar más saludable. —Sus manos encuentran sus


caderas—. Los doctores pueden culpar a Adderall hasta que se
les ponga la cara azul, pero entre tú y yo, creo que lo que pasó
fue un efecto secundario de lo pesada que solías ser. Te dije que
el peso extra no era bueno para tu salud.

Mi corazón se desmorona. Nunca lo conseguirá.

—No eres buena para mi salud.

Su boca se abre. —¿Perdón?

—Ya me has oído, mamá. Dije que no eres buena para mi salud.
Por eso, después de que me den el alta de la clínica, me quedaré
con Dylan y Jace. Bueno, hasta que abran los dormitorios de
Duke's Heart. El punto es que me voy a mudar.

Le rompió el corazón a mi padre cuando le di la noticia, pero me


apoya en hacer lo que sea para no terminar aquí.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunta.

Repito lo que dije antes. —Porque no eres saludable para


mí. —Limpio las lágrimas que caen por mis mejillas con el dorso
de mi mano—. Y estoy tan cansada de no estar nunca a la altura
de tus estándares... así que he terminado de intentarlo. He
terminado contigo.

Es hora de tener mis propios estándares.

—¿Qué quieres decir con que has terminado? Soy tu madre,


Sawyer Grace. No puedes terminar conmigo.

—Entonces busca ayuda. Ve a un consejero, habla con alguien,


arregla tus cosas. Porque la forma en que me tratas... la forma
en que te tratas a ti misma... no está bien.

—Sawyer Grace, es mejor que deje de hablarme así. No soy una


persona loca.

—Y no soy una persona gorda —grito, mi voz se quiebra—. Soy


tu hija. Una hija a la que se supone que debes amar... pero no
puedes a menos que sea perfecta. —La miro a los ojos—. Nunca
seré perfecta, mamá. Lo que significa que no puedo ser tu hija...
no hasta que me aceptes y me ames como soy.

—Estoy cansada de que me culpen por tratar de ayudarte. Pero


adelante, Sawyer Grace. Sigue enterrando tu cabeza en la arena
y engañándote a ti misma pensando que no estabas gorda. Te
garantizo que volverás aquí.
Sale de la habitación tan rápido que hay prácticamente un rastro
de polvo detrás de ella.

Ojalá pudiera decir que estoy sorprendida, pero no lo estoy.

Pero no importa cuánto duela... sé que hice lo correcto.


SAWYER
Tres semanas después...

—Vale, no te asustes —dice Dylan mientras tira de la cremallera


como si eso le salvará la vida.

Sólo las palabras que quieres oír de tu mejor amiga cuando te


está arreglando tu vestido de graduación.

—¿Qué ha pasado?

—No subirá. Pero oye, no es tu culpa en absoluto. Es de Jace.

La miro por encima del hombro. —¿Qué tiene que ver Jace con
que mi vestido no me quede bien?

—El otro día usó un humidificador para sus fosas nasales y


obviamente encogió tu vestido. —Ella frunce el ceño—. Esa rata
bastarda lo estornudo.

Tengo que reprimir una risa. Me encanta cómo trata de


protegerme de la verdad.

Gané peso en la clínica... mucho.

Resulta que cuando no te metes anfetaminas por la garganta y


empiezas a comer de nuevo, tu cuerpo absorbe las calorías como
una esponja.
En el fondo tenía la sensación de que el vestido no me quedaría
bien, me sorprende que incluso me lo haya puesto en la cabeza,
pero es tan bonito que no pude evitar intentarlo.

Afortunadamente, todavía tengo mi vestido de dama de honor, el


de la primera prueba, en casa de Dylan.

—No es gran cosa. Sólo usaré el...

—Muy bien, chop chop, perras. No tengo todo el día —dice


Bianca, entrando en el dormitorio como una tormenta.

Cuando le dije que planeaba peinarme y maquillarme para el


baile, casi tuvo un infarto.

Ahora aquí está... junto con una maleta llena de maquillaje y


herramientas para el cabello.

Dios mío.

Nos mira fijamente. —¿Hablé en ruso o algo así? —Hace un golpe


de karate con las manos—. ¿Qué parte del chop chop no
entienden ustedes dos? El baile de graduación comienza en dos
horas.

Dylan y yo intercambiamos una mirada.

Bianca arquea una ceja perfectamente depilada. —¿Qué está


pasando?

Dylan está delante de mí de forma protectora. —Te lo diré, pero


que Dios me ayude si dices algo negativo, te meteré un rizador en
el culo y te haré mi marioneta. —Se aclara la garganta—. El
vestido no le queda bien.

Espero que Bianca se asuste, pero para mi sorpresa está


totalmente tranquila.
—Bien. —Me examina de pies a cabeza—. No es gran cosa. Por
eso tenemos planes de respaldo. —Ella mira a Dylan—. ¿Viste ese
rizador que quieres meterme en el culo?

Dylan parpadea. —¿Sí?

—Enciéndelo por mí. —Ella toca algunos botones de su


teléfono—. Volveré.

Estoy muy confundida. —¿Adónde vas?

—A ser tu maldita hada madrina.

Bianca me da una bolsa de ropa negra cuando regresa. —Ten.

—¿Qué es?

Ella abre la bolsa. —Tu vestido de graduación, tonta.

Claro que sí.

Miro el vestido idéntico colgado en la puerta del dormitorio de


Dylan. —Pero eso...

—Te conseguí uno nuevo.

Mi garganta me pica con las lágrimas. —No tenías que...


El chasquido de sus dedos me corta. —Bla, bla, bla. Deja de
ladrar, chica de la iglesia. El tiempo corre. Tenemos que meterte
en esto ahora.

Me quito la bata y me meto en el vestido.

—Qué tamaño... —Empiezo a preguntar, pero luego me detengo.

El tamaño no importa.

Voy a ir al baile de graduación con un hermoso vestido con el tipo


que me ama por lo que soy.

—Mierda —suspira Dylan—. Te ves tan hermosa.

Bianca coge un pañuelo de la caja y empieza a frotarse los ojos.


—Es mi mejor trabajo hasta ahora. Pura maldita
perfección. —Ella lloriquea—. ¿Estás lista?

¿Después de todo eso? Claro que sí.

Agarrándome por los hombros, me da la vuelta.

Hmm. No es lo que esperaba.

El largo cuello en V de satén verde con un vestido de cintura


imperio realmente halaga mi figura y me hace sentir hermosa.

Sólo hay un problema.


—Uh... Bianca. No estoy tratando de criticar tus habilidades ni
nada, pero ¿me has maquillado?

Me veo exactamente como yo. Bueno, una versión menos cansada


y brillante de mí.

—Por supuesto, lo hice. Puse un poco de cobertura bajo tus ojos.


Un poco de polvo en tu nariz, incluso usé tu brillo de labios
favorito... claro. —Sus ojos se encuentran con los míos en el
espejo mientras apoya su barbilla en mi hombro—. Te lo dije...
eres un diez.

Mi primer impulso es declinar o convertirlo en una broma.

Pero no esta vez.

En lugar de eso, miro mi reflejo y sonrío.

Porque una cosa que la terapia me ha hecho darme cuenta es que


tengo tanto amor en mi corazón... y no me he dado nada de eso
a mí misma.
SAWYER
El hotel es el más grande en el que he estado y tan elegante y
glamoroso que tiene sentido que el tema del baile fuera la
alfombra roja.

Miro el gigantesco candelabro de cristal que se balancea sobre


nosotros. —Es tan hermoso.

Cole sacude la cabeza como si estuviera perdido en sus


pensamientos. —Lo siento. ¿Qué?

—Estaba comentando la lámpara de araña.

Él mira hacia arriba. —Oh. —Se encoge de hombros—. Es


bonito... para un candelabro.

Estoy tratando de no dejar que los pensamientos negativos


entren en mi cabeza, pero no puedo evitarlo. Cole ha estado un
poco distraído esta noche. Como si tuviera algo más en su mente.

Algo que definitivamente no soy yo.

Nos hace girar alrededor de la pista de baile. —¿A qué hora


termina esto otra vez?

Tiene que estar bromeando.

Por supuesto, esta fiesta es un poco aburrida. Vale, muy


aburrida. Pero sólo tenemos un baile de graduación.
—Once. —digo a través de mis dientes.

La frustración recorre su hermoso rostro. —¿Qué hora es ahora?

—No tengo ni idea.

Porque a diferencia de él, no soy un imbécil impaciente que tiene


prisa por salir de aquí.

Odio la forma en que mi estómago se tensa con la ansiedad.

Pero no tanto como odio esa voz negativa que me susurra cosas
falsas y malas al oído.

Cosas como que Cole ya no me quiere porque he ganado peso.

Es una voz estúpida. Sé que no debo escucharla.

Nada positivo viene de esa voz. De hecho, literalmente arruina


casi todo en mi vida.

Sin embargo, es la primera vez desde el hospital que tenemos


tiempo para nosotros mismos como pareja... y ni siquiera ha
hecho una insinuación sexual.

Conozco a mi hombre, lo conozco muy bien y este no es él.

Dado que lo único que ha cambiado desde la última vez que


tuvimos sexo es mi apariencia... mi aumento de peso es la única
conclusión posible a la que puedo llegar.

—Necesito un poco de aire.

No. No puedo huir de esto.

Sandy me tiene haciendo esta nueva cosa donde me enfrento a


estos pensamientos oscuros en vez de atiborrarlos.
Porque rellenarlos me llevó al hospital con un ataque al corazón.

—En realidad no, no necesito aire.

Parpadea. —Está bien.

Le pincho el pecho con mi dedo. —Aclaremos una cosa, amigo. Si


no quieres estar conmigo, o si ya no te atraigo porque he ganado
peso... puedes irte a la mierda.

Al diablo con esa voz negativa.

Sus cejas se disparan hasta el techo. —Qué..

La música se apaga abruptamente. —Damas y caballeros, si me


prestan atención, por favor. Es hora de anunciar al rey del baile...
y a su reina.

La habitación estalla en vítores. Escogí un momento muy difícil


para empezar una confrontación.

Puedo sentir los ojos de todo el mundo sobre mí, bueno, no sobre
mí, Cole.

Es un ganador.

Sin embargo, parece que a Cole no le importa ser el rey del baile.
—¿De qué demonios estás hablando?

Apoyándome en él, siseo —Antes no podías quitarme las manos


de encima. Pero esta noche... Ni siquiera me has agarrado el culo.

Y ahora, me siento como una idiota.

¿Qué chica en su sano juicio le grita a su novio por no agarrarse


el culo en medio del baile?

Esta chica lo hace. —Lo siento...


Agarrando la base de mi cuello, me atrae para un beso tan
caliente, tan lascivo, que envía una ráfaga de calor desde las
puntas de mis zapatos hasta la parte superior de mi cabeza.

—Es el baile de graduación, te ves hermosa, y tienes un vestido


elegante —exhala apresuradamente—. Estaba tratando de
respetarte y ser un caba…..

—El nuevo rey del baile de Royal Hearts Academy es —interroga


el locutor—. Nuestro mariscal de campo favorito, Cole Covington.

Me siento como una idiota aún más grande ahora. Aquí él estaba
tratando de ser respetuoso, y yo estaba casi rogándole que me
violara delante de todos.

—Lo siento...

De un solo golpe, su mano me envuelve la muñeca y empieza a


tirar de mí.

Mierda. Camina tan rápido que apenas puedo seguirle el ritmo.

—¿Adónde vamos? —Pregunto cuando llegamos al pasillo.

Me arrastra a un salón de banquetes vacío al lado. —Nos


conseguí una habitación de hotel para pasar la noche. —Jadeo
sorprendida cuando me levanta y me pone en una mesa—. Pero
estoy harto de esperar.

Oh, diablos. Soy una maldita tonta. —Así que no lo haré.

El estrella su boca con la mía.

Nuestro beso es de fuego y hielo... el santo se encuentra con el


pecador.
Una frenética y palpable necesidad tan combustible que debería
haber llamas a nuestro alrededor.

Le tiro de la bragueta mientras me planta una línea de besos en


el cuello y me palma el pecho.

—Lo siento. —dice con voz ronca.

—¿Por qué?

Apenas puedo dejar salir la palabra antes de oír el sonido del


material que se desgarra y mi seno salta a su mano ansiosa.

—Por eso.

Mi cabeza se tambalea hacia atrás mientras él me provoca el


pezón con frenéticos movimientos de su lengua. —Oh, Dios.

Su gemido es bajo y salvaje. —Te he echado tanto de menos,


joder.

Mi corazón alza el vuelo. —Yo también te extrañé.

Poniendo mi teta en su mano, me mira mientras me chupa el


pezón con su boca. —Estaba hablando con ellos.

Claro que sí.

—Imbécil.

Sus labios se curvan con una sonrisa vulgar cuando se mete


debajo del vestido. —Deberías dejar de usar bragas.

—¿Por qué?

Destruye la tela de encaje por el medio como si no fuera más que


papel. —Siguen interponiéndose en mi camino. —Sin perder
tiempo, lame dos dedos y los mete dentro de mí—. Follame
los dedos. Ahora.

Sí, señor.

Procedo a hacer exactamente eso mientras se acaricia con su


mano libre.

—¿Alguien ha visto a Cole Covington? —pregunta el anunciador


del salón de banquetes—. Tenemos que darle su corona.

Sus ojos se oscurecen. —Abre las piernas, Bible Thumper.

Las separo lo más posible, mientras sus manos se deslizan bajo


mi trasero y él angula mis caderas.

Los dos hacemos un ruido estrangulado mientras él se conduce


dentro de mí con un poderoso empuje.

—Joder. —Al retroceder, me golpea de nuevo. Más fuerte esta


vez—. Se siente tan jodidamente bien.

Lo hace. Sí que lo hace, joder.

—Supongo que pasaremos a anunciar la reina del baile —declara


el anunciador—. No hay ninguna sorpresa aquí. Es Casey
Mulligan.

—Fóllame más fuerte. —gimo, arrastrando mis uñas por su


espalda.

Me folla tan fuerte que la mesa en la que estamos empieza a


golpear contra la pared. En voz alta.

—¿Oyes eso? —grita una mujer.


—¿Vas a correrte por mí como una buena chica? —Cole gruñe,
acelerando el ritmo.

Me está follando tan bien que haré lo que quiera ahora mismo.

Me agarro a su espalda mientras un intenso placer me


chisporrotea por la columna vertebral. —Oh, Dios. Oh, mi
maldito Dios.

—Es hora de que el rey y la reina del baile de graduación


bailen —afirma el anunciador con nerviosismo—. Así que una vez
más... ¿alguien ha visto al rey del baile?

Sí, está ocupado follándose a su novia.

Me aferro a sus hombros y balanceo mis caderas mientras la


tensión en mi núcleo se estrecha. —Estoy cerca.

Al llegar entre nosotros, comienza a frotar mi clítoris


vigorosamente. Dulce niño Jesús.

Intento tragarme mi grito cuando la tensión se rompe y se libera,


pero no puedo. Se siente demasiado bien.

—Joder, sí —gime mientras yo le aprieto y me estremezco a su


alrededor—. Correte por toda esta polla.

Me corro tan fuerte que no sólo veo las estrellas, sino todo el
sistema solar.

—Tan hermosa —gime—. Eres tan malditamente hermosa,


Sawyer.

Le beso la mandíbula cuando tiene espasmos contra mí. —Tú


también.
Hay un brillo de sudor en su cara, su cabello es un desastre, y
su traje está desordenado... pero nunca se ha visto más sexy.

Y nunca me he sentido más afortunada.

Porque me ama.

Incluso cuando no sabía cómo amarme a mí misma.


SAWYER
Miro hacia abajo mientras mi teléfono vibra por lo que parece ser
la centésima vez en una hora.

Cole: Deja de ignorarme, Bible Thumper.

Dios mío.

Asegurándome de que siguen llamando a los estudiantes de la


fila B, le respondo.

Sawyer: Te estoy ignorando porque estamos a punto de


graduarnos y lo único que te importa es si llevo o no bragas.

Cole: ¿A qué te refieres?

Antes de que pueda responder, llega otro mensaje.

Cole: Te hice una pregunta y exijo una respuesta, Church.

Sawyer: No.

Cole: No, ¿no llevas bragas? ¿O no vas a responder a la


pregunta?

Mis labios se mueven en una sonrisa cuando presiono el botón


de respuesta.

Sawyer: Lo averiguarás más tarde, Covington.


Inclinando mi cabeza, miro hacia abajo en la fila de sillas.

Sonrío cuando veo a Cole mordiéndose los nudillos.

Un momento después recibo otro mensaje.

Cole: Aquí viene el sol.

Confundida, miro a mi alrededor.

Sawyer: Está lloviendo.

Cole: Me refería a la canción de los Beatles.

Casi me caigo de mi silla.

Sawyer: ¿Cuándo empezaste a escuchar a los Beatles?

Cole: Te lo diré si respondes a mi pregunta primero.

Culo testarudo.

Sawyer: No funciona así, campeón. Vas a tener que esforzarte


un poco más.

Cole: ¿Qué tan duro?

Sawyer: Jonas duro.

Cole: Al diablo con eso. Preferiría cortarme las orejas.

Yo sonrío.

Sawyer: Supongo que me estoy poniendo las bragas de nuevo.

Aunque estamos a siete sillas de distancia, puedo sentir el calor


de su mirada.

Cole: Maldita sea. Me estás matando.


Cole: Es como si me tuvieras encadenado.

Caray. Eso es un poco dramático.

Cole: Pero pensar que alguien más te tenga me da celos.

Cole: Por eso siempre te quiero cerca.

Espera un segundo...

La última palabra de esos textos son títulos de canciones de Nick.

Mis dedos empiezan a volar a través del teclado... hasta que el


chico a mi lado silba, —¿Puedes moverte?

Oh, mierda. Por supuesto, aquí es cuando llaman a nuestra fila.

Observo cómo Miles Cabalo, nuestro mejor alumno, camina por


el escenario para aceptar su diploma.

Podría perder mi tiempo disgustándome por el hecho de que no


lo conseguí.

—Sawyer Church. —dice el anunciador.

Pero prefiero centrarme en las cosas que realmente importan.

Respirando profundamente, cruzo el escenario.

—Whoop. Whoop. Ve, Short Stack —grita Oakley desde la última


fila mientras acepto mi diploma.

—¡Woo! ¡Sawyer! —Dylan, Jace, y Bianca animan.

¡Esa es mi niña! —Papá grita, haciendo que todos se rían.

La gente que siempre estuvo ahí para mí.

Mi corazón casi se sale del pecho cuando llaman a Cole.


—¡Lucky Seven! —alguien grita cuando acepta su diploma, pero
la atención de Colton está únicamente en mí.

Y el amor de mi vida... que siempre me quitará el aliento.

No puedo evitar sonreír mientras me rodea con sus brazos y me


atrae para darme un beso.

A principios de este año, pensé que sabía exactamente cómo sería


mi vida.

Pero me equivoqué.

Porque a veces cuando menos lo esperas...

El mariscal de campo más popular puede enamorarse de la nerd


amante de Jesús.

El orgullo se hincha en mi pecho y animo mis pulmones mientras


veo a Oakley caminar por el escenario y aceptar su diploma.

El drogadicto de la escuela puede terminar convirtiéndose en una


de las personas más inteligentes que conoces.

Las lágrimas me pinchan los ojos cuando noto una mariposa de


alas verdes y negras revoloteando sobre nosotros.

Verás una mariposa en medio de una tormenta.


Tres meses después...
—¿A dónde me llevas? —Cole refunfuña, intentando quitarse la
venda de los ojos.

Le quito la mano con un golpe. —Detente o te ataré las manos.

Sus labios se mueven. —Pervertida. —Su expresión se vuelve


severa cuando le tiro del brazo y empezamos a caminar de
nuevo—. Bueno, en serio, ¿a dónde vamos?

—Lo descubrirás pronto, cumpleañero.

—En ese caso, será mejor que sea una cama. Y más vale que estés
desnuda.

Eso sucederá después.

—Relájate, Colton. Estaremos allí en diez segundos más.

—No sé por qué te tomaste tantas molestias. Te dije que no era


un gran...

—Tu cumpleaños siempre será algo importante para mí.

Puedo decir que quiere discutir, pero ya estamos aquí, así que le
quito la venda de los ojos.

Esos preciosos ojos verdes brillan mientras lo asimila. —¿Campo


de fútbol del Duke's Hearts?
—Sip. Quería llevarte al lugar donde todos tus sueños se harán
realidad. —Alcanzo el presente que escondí—. Y te doy esto.

Hay un surco en sus cejas. —No tenías que conseguirme nada.

Le pongo la bolsa de regalos en sus manos. —Ábrela.

Me llevó semanas de turnos extras para pagarlo, pero la mirada


en su cara cuando sacó la camiseta firmada de Tom Brady valió
la pena.

—Mierda... esto es... mierda. —Él sonríe—. Nunca te consideré


un fan de Brady, Bible Thumper.

—Oh, no lo soy —le aseguro rápidamente—. Pero sé que lo


eres. —Mi corazón se expande en mi pecho mientras lo miro. Su
primer partido es la próxima semana, y sé que ha estado
estresado como un loco—. También sé que vas a ser mejor que
él.

Empieza a hablar, pero aún no he terminado.

Le agarro las mejillas porque lo que voy a decir es importante y


necesito que me escuche. —Pero no importa lo que suceda en
este campo durante los próximos cuatro años, siempre serás mi
número uno. Ganes o pierdas, siempre te amaré, Colton.

El mundo puede tener a Lucky Seven... mi corazón siempre y


para siempre pertenecerá a Colton Covington.

La emoción en sus ojos me roba el aliento cuando busca algo en


su bolsillo trasero. —Yo también tengo algo para ti.

No hace falta decir que estoy desconcertada. —¿Por qué? Es tu


cumpleaños, tonto. Se supone que no debes darme regalos.

—Bien. —Se arrodilla—. Entonces, ¿qué tal una apuesta?


Mi cerebro se revuelve y me agarro el pecho. —¿Qué clase de
apuesta?

Una sonrisa arrogante curva sus labios mientras abre una caja
de joyas que contiene un impresionante anillo de
diamantes. —Apuesto a que te casarás conmigo en cuatro años.

Un torrente de emociones se apodera de mi corazón,


atrapándome por la garganta.

—Acepto. —le susurro.

Y luego le doy una sonrisa propia.

Porque esta es una apuesta que no va a perder.


Wicked Princess
Advertencia: Proceda con cautela.

Operadora: 911, ¿cuál es su emergencia?

Mujer: Hola... hay un accidente muy grave en la carretera 151 del


condado, cerca de Royal Manor Road. Necesita enviar una
ambulancia inmediatamente.

Operadora: ¿Es un accidente de auto, señora? Señora, ¿sigue


ahí?

Mujer: Todavía estoy aquí. Sí, un accidente automovilístico. Dos


vehículos. Parece que uno se desvió directamente hacia el otro...
una colisión frontal. Jesús... esto es muy malo. Tienes que enviar
a alguien ahora mismo.

Operadora: Una ambulancia está en camino, señora. ¿Hay


alguien herido? ¿Puede describir los vehículos?

Mujer: No... no tengo ni idea. Está oscuro afuera y hay


demasiado... ambos autos están totalmente destrozados. Ni
siquiera parecen autos... Dios mío.

Operadora: ¿Qué está pasando, señora?

Mujer: La chica en el asiento del conductor... a ella... le faltan


partes del cuerpo... y su cabeza... esta pobre chica. No creo que lo
haya logrado.
Operadora: Bien, señora. ¿La persona que conducía el otro
vehículo sigue en la escena?

Mujer: Déjame ver. Sí, hay un tipo en el asiento del conductor del
otro vehículo... pero hay... um, él... no hay manera de que pueda
sacarlo... es... el auto está demasiado destruido. Tampoco creo que
esté vivo... ¡Dios mío!

Operadora: ¿Señora? ¿Sigue ahí?

Mujer: Hay un cuerpo en medio de la carretera. Una chica, ella...


hay mucha sangre.

Operadora: Muy bien, señora. Tenemos ayuda en camino.


ROYAL HEARTS ACADEMY

Orden de la Serie:

Cruel Prince (Libro de Jace)

Ruthless Knight (Libro de Cole)

Wicked Prince (Libro de Bianca)

Broken Kingdom (Libro de Oakley)

You might also like