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Ml ya Mira Lobe | Ingo y Drago \lustraciones de Susi Weigel Ingo se mets entre on acbustos para buscar bu pelt La habia ped | {Sten esto mientras juga eo la, | =P No ee oR adn ms en ama. ina hormiga leo conga ena Ploma: as espns dena aon le afta fa cra. No aba rata de cen (0 puede esfumar a como al! pensd ingoY. encima. 20s ne 4 ama ego cas sin ll “Paro esque sempre tenes qu Pe. de oun gu tuo oh fa, me proguniar enadad Yt FRermana Kara diet “ea mia st ura a Tago ‘ld buscando. Se tal suelo y 6 avast como fade, pot ea ne an Ht eo ‘rend que todo ere it ila pelota ha lado! La dejo por it Boe ah fate ee aes Esra attra ee m pot ee Shee coe cashes — «(| ne . LL —————————————————— seto estaba el muro gris de la fabrica. En cambio, hoy veia aquel prado cu- bierto de una hierba espesa y suave, brillando al sol. En medio se veia algo redondo y de colores. —jEs mi pelota! —exclam6 Ingo. Pero enseguida dijo—: No, no es. No tiene los mismos colores ni la misma forma, Esto parece un huevo. Corrié hasta aquel objeto y lo levan- t6, Bra grande, pesado, y al tocarlo lo not6 caliente a causa del sol. La cés- cara tenia unos colores preciosos, mu- cho més bonitos que los de su pelota. —jHola, huevol —le dijo el mucha- cho—. Te Ilevaré conmigo a casa. Ahora eres mio. La vuelta no fue nada facil, pues Ievaba una mano ocupada. Por es0 iba con cuidado, despacio, para que no le pasara nada al huevo. Las raices y las ramas le cerraban el camino. Los espinos no le dejaban andar. Pero Ingo avanzaba tranquilo. Mientras, le hablaba carifosamente a su huevo: —No tengas miedo, yo te cuidaré. Este es un seto horrible, pero pronto estaremos al otro lado. Te Hevaré a casa, te haré un nido muy comodo. Estaras de maravilla. Ya veras lo bien que vas a estar... Cuando, al fin, dejaron el seto atrés, Ingo estaba cubierto de arafiazos y se le habian enredado pequefias ramas en el pelo. Llevaba la camisa fuera de los pantalones. Se la puso bien y guar- dé el huevo entre la camisa y la piel. —Para que no te vea nadie —le dijo. ‘A continuacién eché a correr por el parque. Aquello era digno de verse: jun nifio desgrefiado, agarrandose la ae con las dos manos y hablando solol... a 9 Al pasar por la fuente, un chucho emper6 a_ladrarle. Era el perro de Miguel y Petra. Seale —Eh, Ingo! —grité Miguel—. ¢Por qué corres como si te persiguieran?

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