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Tálamo
Tálamo
TÁLAMO
Personajes:
MARIO
NATALIA
1.
inventarte la agencia, Frida y su maldito perro labrador. Qué harías tu sin mi? Ante quién
que soy la única dispuesta a aceptar tus ficciones por verdades. Yo puedo hacer realidad tu
MARIO: Natalia...
Tálamo, parábola conyugal en tres años. 2
MARIO: Haz lo que se te venga en gana, yo no aguanto más... no soporto un solo segundo
más. Vivo o muerto, ya no me tendrás nunca, y para las mentiras, quizá mamá todavía me
tenga paciencia, o tal vez al Diablo le guste escucharlas mientras me despedaza con su
a su tumba: todos los días recibe las mentiras en forma de clavel... yo las pongo en su
lápida, y casi siento que me felicita desde el más allá por ser capaz de mantener la farsa, e
incluso de inspirarme tanto como para sacarme dos lágrimas, y entonces me siento
orgulloso de ser tan buen actor, de todavía poder conmoverme por algo noble, aunque sea
pregunto. Mario era un niño presumido que conquistaba jovencitas a la salida del colegio
La Merced. Una de esas jovencitas fuí yo. Contaba muy bien chistes y bailaba de maravilla.
embarazo, las lágrimas indignadas de mamá, el ajuar de la tía Sandra, los cubiertos de plata
y todo el resto ... ‘juro amarle y respetarle’, etcétera. Cristian corría por toda la casa, rompía
platos y no orinaba en su vasenilla. Yo, llena de cosas, que la casa, que el polvo, que la
oficina, que las plantas. Lo hice bien, fuí buena esposa: corrí al médico en cuanto Cristian
se reventó la naríz, le hice aplicar todas las vacunas, le ayudé a hacer las tareas del colegio,
le aflojaba la corbata a mi marido cuando llegaba del trabajo después que yo, y aprendí a
cocinar sopa minestrone. Hice todo lo que pude, muchas cosas, más de las que aquí estoy
nombrando, fuí buena esposa, economicé energía, no compraba alimentos con demasiados
preservativos, no dejaba que viera tantas películas violentas, no lo llegué a golpear... solo
dos o tres palmaditas en la mano, le expliqué cómo llega la cigüeña, cómo ponerse la ropa,
Tálamo, parábola conyugal en tres años. 3
cómo ir al baño, cómo restregarse las orejas que siempre le quedaban sucias. Hice todo lo
que pude, muchas cosas, más de las que aquí estoy nombrando, le metía dos sanduches en
la lonchera, reclamaba su libreta de notas, lo hice bien, corrí al médico cuando Cristian se
reventó la nariz... (la penumbra ha ido apoderándose lentamente de ella y la cubre sin
2.
NATALIA: Por qué no te largas con ella de una vez por todas?
NATALIA: Sí!
NATALIA: Cobarde, todo lo has hecho a medias. Hasta te casaste conmigo a escondidas
de tu noviecita de barrio.
MARIO: Es mentira!
NATALIA: Entonces por qué te empeñas en comprobarme que sales con ella y que no me
3.
MARIO: (riendo) Parece haber sido ayer cuando veníamos juntos a arrullarlo para que nos
dejara dormir.
manos frías...
MARIO: (riendo). Las mismas manos que tu llamas a gritos por las noches.
NATALIA: (riendo). Sí, las llamo para ver si tienen la cortesía de asfixiarme y librarme
Se escucha un disparo, las risas se cortan, la luz se concentra en la cuna. Silencio. Natalia
canta una canción de cuna, Mario se abraza a si mismo por la cintura. Penumbra.
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4.
Penumbra. Voz en off. Al fondo, el “Ave María” de Schubert, primero ténue, y cada vez
más fuerte.
cruz mediante la cual ellos expiarán todas sus culpas, todos sus rencores y toda su
melancolía. Soy muy joven, lo sé. Pero la muerte no importa porque mi eternidad será real
en sus corazones para siempre... Quizá, si hubiera envejecido, me hubieran olvidado mucho
antes de morir, y entonces respiraría, pero el olvido haría de mí un cadáver. Así, yo prefiero
volverme un recuerdo, porque el recuerdo es más eterno que la carne. Soy un sujeto puro:
los sentimientos me traspasan como un rayo de luz insípido. No nací para sentir, nací para
cuanto tenga el cañón en el paladar: ‘no soy un humano. Esta carne es el antifaz de mi
verdadera esencia. Soy puro. No nací para odiar sino para ser odiado, por eso estoy
condenado a la eternidad y soy feliz, transito hacia la inmortalidad del recuerdo’. Así como
la oruga se ha vuelto mariposa, mi asco se ha vuelto culpa. Ahora soy un problema... pero
5.
NATALIA: Mario?
MARIO: (mirando la cuna) Es como si lo estuvieras. (mirándola a ella) Eres como la flor
de un cementerio enterrada en el borde de una lápida... la flor abonada con los gusanos que
NATALIA: Basta.
NATALIA: Lo sé. Soy como un muñeco vudú. Me gusta clavarme agujas porque sé que
cada pinchazo en mi piel te retuerce de dolor a tí de una forma u otra. No lo crees? Vamos,
MARIO: Ayer estuve con Frida todo el día si es eso lo que quieres saber.
NATALIA: Otra vez con tu ‘verdad absoluta’? Y de casualidad no te diste un paseo por el
cementerio?
MARIO: Por el cementerio? para qué? Para visitar la putrefacción de los genes de tu
amante?
6.
Natalia le apunta a Mario con el revolver. Pausa. Se miran. Natalia baja el arma. Mario
continua empacando.
NATALIA: Solo vi una vez su cadáver. No pude volverlo a ver, ni siquiera cuando lo
maquillaron en la funeraria. Sus pupilas apuntaban directamente a las mías con un gesto de
nada... porque nunca entiendo lo que me está preguntando. Desde chiquito me miraba con
esos ojos inexplicables cuando salía a la oficina o cuando sacaba la basura a la calle... pero
al morir, su mirada se quedó congelada en esta expresión para siempre, y yo, atrapada en
los puntos suspensivos de la ignorancia, esperando que algún día su fantasma apareciera
revelando esa frase muda cerrada con el signo de interrogación que fue su muerte.
7.
MARIO: Tendremos que vender la casa. Todos los rincones huelen a él.
NATALIA: He invertido todos mis sueldos pagándola, no la voy a dejar ahora por un
berrinche.
MARIO: Tengo mucho trabajo en la agencia y lo sabes. No comprendo a qué viene esa
negligencia a progresar...
MARIO: Ah, es eso? Otra escenita cursi de esposa agraviada? Bien, he estado con Frida, si
eso es lo que...
NATALIA: Ayer hablé con su esposo. Frida se fue del país hace cinco meses.
respiratoria, la cantidad de sonidos que hace tu cuerpo con tu ropa al vestirte y el número de
NATALIA: Tambor inoxidable con gatillo de seguridad, made in USA! (saca un revolver).
MARIO: Es un recuerdo de Cristian. Es lo único que me quedó de él. Lo uso para rezar por
su alma...
NATALIA: ...Y para matarme a mi en cuanto hubieras resuelto tus asuntos, crees que soy
idiota?!
NATALIA: Nunca has rezado, y menos por las noches. Qué hace un revolver debajo de tu
almohada?
MARIO: Pero sí a las esposas insomnes que toman pastillas estimulantes para vigilar a sus
maridos!... si eres tan poco creativa, quédate con el arma. Con mucho gusto dejaré la boca
abierta al dormir para que apuntes más fácilmente a mi paladar y recuerdes con placer tu
maternidad fracasada.
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Mario le pone el arma en las manos a ella, y agarrándoselas, conduce el cañón del
revolver hasta su propia boca. Natalia quita velozmente el cañón de la boca de Mario y
NATALIA: Nunca pedí un hijo. Lo tuve, lo perdí y se acabó. Solo fue un aborto
extrauterino.
cultivaste...
Penumbra.
8.
MARIO: No voy a darte el gusto de que me mates por la espalda. Me tendrás que ver los
ojos con gesto de pregunta incognoscible, y entonces, no tendrás más remedio que
suicidarte!
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NATALIA: (ríe delirante, le pasa el arma a Mario). Tú ganas, está muy bien. Hazlo. No
vida!
9.
NATALIA: Mamá dijo que su viaje duraría uno o dos meses, cuando menos.
MARIO: (al público. Los latidos del perro serán progresivamente más fuertes). Mi
conciencia está en paz, la suya no. Por eso me atormenta con el látigo de la envidia. Desde
que nos casamos se ha sentido culpable porque sabe que cometió un error tras otro error.
Tálamo, parábola conyugal en tres años. 12
todos los pecados. Yo cumplí, no necesito demostrarlo, pero cumplí. Cristian era un
muchacho extraño, todos lo decían, Natalia y yo lo sabíamos, casi me atrevo a asegurar que
ambos sentimos un alivio mutuo en el funeral. Claro, lo había hecho y era terrible, pero por
lo menos se acabó el miedo, el miedo a la certeza de que tarde o temprano lo haría. Esa
noche, Natalia y yo miramos su alcoba vacía, ella cantó una canción de cuna y luego, por
primera vez en muchos años, pudimos dormir la noche entera, ya que las pesadillas nos
aferraban sádicamente al sueño. Pero yo cumplí, y ya duermo tranquilo. Eso es lo que ella
no puede soportar. Por eso trajo aquí a ese chandoso, para atormentarme por las noches,
para que yo piense que su fantasma me persigue. No tengo deudas metafísicas ni con Dios
ni con mi esposa ni con nadie. Tengo una amante y salgo con ella porque es la única que
comprende mi inocencia, y que yo sepa, la inocencia no es un pecado sino una virtud. Ella
envidia mis virtudes y pretende arrebatármelas, clavarme las agujas de sus errores y
deudas metafísicas ni con Dios ni con mi esposa ni con nadie. Ha traído aquí a ese perro
para atormentarme, para lanzar el recuerdo de Cristian sobre mi. pero como siempre, se ha
como si caminara precipitadamente con un revolver apretado en sus manos, listo para
10.
Se escucha en el fondo el tic-tac de un reloj. Los personajes hablan con desazón mutua.
MARIO: Hidrofobia.
NATALIA: (grita) Quiero largarme de aquí! (pausa). Si por lo menos hubieras asestado las
balas en mi cráneo.
NATALIA: (mirando la cuna). Dos años, once meses, cuatro días y seis horas.
NATALIA: Es inevitable. Los presos condenados a cadena perpetua son los que
contabilizan con más rigor el paso del tiempo (pausa). No podré decírselo a mamá.
NATALIA: Solo jugaba. Seguro que no sabía que el revolver estaba cargado.
MARIO: Lo siento.
MARIO: Hidrofobia.
NATALIA: (grita) Quiero largarme de aquí! (pausa). Si por lo menos hubieras asestado las
balas en mi cráneo.
NATALIA: (mirando la cuna). Dos años, once meses, cuatro dias y seis horas.
NATALIA: Es inevitable. Los presos condenados a cadena perpetua son los que
contabilizan con más rigor el paso del tiempo (pausa). No podré decirselo a mamá.
NATALIA: Solo jugaba. Seguro que no sabía que el revolver estaba cargado.
MARIO: Lo siento.
11.
12.
NATALIA: Fumigué la semana pasada: los ratones hacían ruidos extraños en la casa.
MARIO: (tras una pausa). Frida prometió conseguirme un perro labrador. Dice que es
MARIO: Qué?
MARIO: Yo?
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MARIO: Giraste bruscamente el cuello, pensé que ibas a empezar una frase.
MARIO: Olvídalo.
MARIO: Bueno, eh... simple curiosidad... es una tontería... has estado leyendo hasta el
NATALIA: Fue una pregunta estúpida, perdona (pausa). Hay que pagar la misa, los tres
NATALIA: No hay mal que por bien no venga (ríen nerviosamente, pausa larga). Hay que
NATALIA: (pausa).
MARIO: (pausa).
NATALIA: (pausa).
MARIO: (pausa).
NATALIA: No, no voy a detenerme, no voy a darte el gusto de que me veas quieta, solo
muerta!
inventarte la agencia, Frida y su maldito perro labrador! Qué harías tú sin mí? Ante quién
13.
14.
Se escucha el “Ave María”, de Schubert. Natalia tiene una curación en una oreja, Mario
MARIO: Muy pronto serán treinta y no sabremos a qué horas (pausa). Cómo sigue tu
herida?
Pausa larga, ambos miran la cuna, Natalia canta, pero se interrumpe a si misma. Mario se
dispone a salir.
MARIO: Todavía está muy temprano, voy a... salir con Frida...
NATALIA: Espera... Llévale esto, por favor... yo no podría... (le pasa el ramo de claveles).
TELÓN.