ESTETICAS DEL ARTE
CONTEMPORANEO
SEPARATA
TONIA RAQUEJO
"SOBRE LO MONSTRUOSO: Un paseo por el amor y la muerte"
*
Pags. 51-87
2002
amancaSOBRE LO MONSTRUOSO.
UN PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE
Tonia Raquejo
E GUSTARIA EMPEZAR YUXTAPONIENDO dos fotografias,
una la obra del artista britanico Damien Hirst titula-
da Cabeza muerta (1991) (fig. 0), otra la aparecida
en Internet en la que se ve la ejecucién de Allen Lee Davis.
Esta Ultima fue difundida también por el periddico El Pats en
otono de 1999 con motivo de la controversia sobre la pena de
muerte en EE.UU. (fig. 2). Tanto la imagen de Cabeza muerta
como la de Allen Lee Davis son fotografias en blanco y
negro, pero mientras una, la obra de Damien Hirst, la perci-
bimos como una obra de arte, la otra es un documento real
publicado por los mass-media. Quisiera ahora que el lector y
la lectora las tuvieran en su memoria como fondo visual
mientras leen la siguiente carta que Lord Byron, uno de los
poetas mas representativos del romanticismo, mando a su
editor John Murray desde Italia el 30 de mayo de 1817:
Estimado Sefor: ...
El dia antes de marcharme de Roma vi guillotinar a
tres ladrones. La ceremonia —incluidos los sacerdotes52 TONIA RAQUEJO;
Fic. 1. Damien Hirst, Cabeza muerta, 1991, fotografia
en blanco y negro.
Fic. 2. Ejecucién de Allen Lee Davis. Fotos difundidas por el Tribunal
ida de la ejecucién en la silla eléctrica y publicadas por
Supremo de Flo
EI Pais, 30 de octubre de 1999.
enmascarados, los verdugos semi-desnudos, los crimina
les vendados, el Cristo negro y su estandarte, el cadalso,
los soldados, la lenta procesi6n, el rapido redoble y la
pesada caida de la cuchilla, asi como la salpicadura de la
sangre, y la macabra exposicién de las cabezas— fue
impresionante... Dos de aquellos hombres se comporta-
ron con bastante calma, pero el primero de los tres muri6
con gran terror y resistencia, lo que result6 muy horroroso.SOBRE LO MONSTRUOSO. UN PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE 3
No queria estirarse, y ademAs, como tenja el cuello dema-
siado grueso para la abertura, al final su cabeza qued6
cortada a la altura de las orejas. Creo (no obstante) que
este método de la guillotina es mucho mejor que el de la
horca inglesa y supera al hacha oriental, pues el dolor
parece poco y, sin embargo, el efecto sobre el espectador
—y los preparativos para el criminal— son impresionan-
tes y sobrecogedores. La primera ejecucién me produjo
mucho calor y sed y me dio tal temblor que apenas pude
sostener los gemelos de 6pera: estaba cerca, pero decidi
verlo como hay que ver todas las cosas una vez: con
exactitud. El segundo y tercero (lo que demuestra con
qué terrible rapidez las cosas se vuelven indiferentes),
aunque me dé vergiienza admitirlo, no me produjeron
ningiin efecto, ningtin horror, aunque los hubiera salvado
si hubiera podidot
Por el contenido de esta carta entendemos que Lord
Byron va a una ejecucién con gemelos de 6pera como el que
va a un espectaculo. Mira la realidad con ojos artisticos, pues
le interesan tanto los preparativos como también los efectos
sobrecogedores de la ejecucién. A través del espectaculo
Lord Byron quiere mirar de cerca la muerte en un intento de
conocerla para evitar imaginarsela, pues sabe que lo mons-
truoso emerge de la oscuridad del conocimiento; aquello que
no podemos ver con claridad (tanto sea por falta de luz,
como por falta de entendimiento) cobra inmediatamente
estructuras amorfas que la imaginacion se apresura a com-
pletar con formas monstruosas. De la misma manera, lo que
no alcanza a ser entendido por la raz6n se torna monstruoso.
Los monstruos emergen, como en el célebre capricho 43 de
Goya, del Sueno de la raz6n (1796-1799), de aquello que se
escapa a su anilisis y comprensién, esto es, del temor a la
muerte y de la experiencia del amor.
1. Lord Byron’s Letters and Journals, Chapter 6: A Dissipate in carni-
val Seasons, en: www.astate.edu/engphil/gallery/byron.html, scaned,
selected and edited by Jeffry D. Hoeper. En texto se puede consultar: The
Works of Lord Byron: Letters and Journals. Rowland E. Prothero (ed.), 6
vols., 1898-1901; y Lord Byron s Correspondence. Londres, John Murray, 2
vols., 1922.54 TONIA RAQUEJO
La experiencia de la muerte y del amor han sido, y son,
dos de los grandes temas del arte que, no obstante, aqui,
recorreremos en relaci6n a lo monstruoso con la brevedad
de un paseo, como exige la ocasi6n. Este paseo constara de
tres recorridos. En el primero, recorreremos lo monstruoso
siguiendo la senda ambigua que apenas distingue la reali-
dad de la ficcién. En este caso lo monstruoso sera asociado
a la idea del espectéculo mass-media y, por tanto, nos cen-
traremos en la capacidad emocional que desarrolla el
espectador ante temas como la muerte o la intimidad fami-
liar. En el segundo recorrido nos aproximaremos a lo mons-
truoso como construcci6n del otro, que exploraremos a tra-
vés del cuerpo femenino en particular. Finalmente, en el
tercer recorrido, conectaremos con la tradicion del bestiario
medieval, para asociar lo monstruoso con una simbiosis
entre lo humano y lo animal.
PRIMER RECORRIDO. EL ARTE Y LOS MASS-MEDIA: EL RECEPTOR ENTRE
LA REALIDAD Y LA FICCION
Comenzaremos con la obra de los hermanos Jake y
Dinos Chapman Grandes hazanias de Guerra (1994) (fig. 3)
cuyo contenido —la
representacién de los
horrores de la gue-
tra— nos interesa ana-
lizar. Aqui los Chap-
man utilizan) sun
sentido del horror
sublime dieciochesco
(el mismo que Byron
experiment6) que
vamos a contrastar
con ese otro que utili-
z6 Goya en sus Desas-
tres (1810-1820). Los
Chapman manejan un
concepto del horror
Fic, 3. Jake & Dinos Champman, Grandes
azanias, 1994, técnica mixta,SOBRE LO MONSTRUOSO. UN PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE 55
basado en el sentimiento contrario y simulténeo de atrac-
ci6n-repulsion que sentimos ante la muerte o ante las cosas 0
seres monstruosos y, que, por cierto, es tan caracteristico de
la prensa sensacionalista hoy en dia (recordemos las fotos de
la ejecucion de Allan Lee Davis). El horror produce un efecto
de pasmo, de enajenaci6n —en definitiva, de shock— que
nos paraliza en tanto que enfrenta dos fuerzas en nuestro
interior: una positiva que nos empuja al objeto que contem-
plamos por el misterio, la fuerza y/o la grandeza que de él
emana, y otra de rechazo por la amenaza 0 repugnancia que
su presencia nos impone. La obra de los Chapman pretende
movernos en esas paradéjicas direcciones.
Inspirada en un grabado de Goya sobre Los Desastres
(fig. 4) los parecidos, aunque aparentemente evidentes,
son, como veremos muy pronto, mas bien ic6nicos y super-
fluos que sustanciosos. La reaccién mas inmediata ante el
conjunto escultérico de los Chapman de tamano natural
realizado con materiales que simulan con bastante realismo
al cuerpo humano, es la del impacto. No obstante, ese
impacto se descubre poco contundente, pues no es perdu-
rable, ya que, tras la primera impresi6n que se siente al ver
a estos hombres castrados y degollados, el espectador se
separa de la obra como lo hace ante la mercancia de un
Fic. 4. Goya, Grande hazaria!, 1810-1820.56 TONIA RAQUEJO
escaparate. Extrafiamente, el grabado de Goya es, en mi
opinién, mucho mas poderoso, pues los hombres, aun sien-
do hombres dibujados, son més humanos que los de los
Chapman y, por tanto, transmiten de una manera mas ver-
dadera esa descarnada realidad, a pesar de representar los
hechos en dos dimensiones y en blanco y negro, frente al
despliegue de elementos escultéricos «mas realistas» del que
se valen los Chapman. Ciertamente, ni la escala natural en
tres dimensiones ni las carnaciones de la piel ni el color
rojo sangre potencian la sensacién de horror, mas bien al
contrario, la debilitan. Asi, entre los maniquies de los Chap-
man y el espectador se levanta un tel6n, se construye una
invisible vitrina de cristal que nos distancia de lo que
vemos. Ahi no hay mas que una superabundancia de refe-
rentes que concluyen en un simulacro. Claramente no son
hombres los que sufren las castraciones, son simulacros de
hombres, son mufecos con los que no nos sentimos identi-
ficados. En este caso, el efecto es casi el de una parodia de
la obra de Goya: imita con tanta artificialidad que no pode-
mos involucrarnos ante lo que nos presentan. O mejor
dicho, los artistas manejan un tipo de lenguaje visual tan
facil que alimenta especialmente a aquellos que poseen
una sensibilidad mediatica y superficial, apenas intelectual-
mente trabajada. Pues estas Grandes Hazatias de Guerra de
los Chapman son la representacién del horror de la castra-
ci6n en cinemascope, en tanto que usan un trucaje pareci-
do al de las peliculas malas del cine de terror, donde la evi-
dencia de los trucos y la simplicidad del guién nos hacen
sonreir mas que estremecer. El ptiblico que sintid su sensi-
bilidad herida ante esta imagen de la castraci6n es, parad6-
jicamente, el mismo que avido de «sensacionalismo» digiere
sin problemas los espectéculos mas sérdidos divulgados
por la cultura de masas.
Esta obra funciona asi como un trampantojo que mide
la calidad de la sensibilidad del receptor. Dime qué ves,
dime qué sientes y te diré quién eres: si el espectador no se
implica, ve tan solo la representaci6n, y como obra de arteSOBRE LO MONSTRUOSO. UN PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE 7
en si, la de los Chapman es poco estimulante?. Pero si el
espectador se implica, entonces la obra de los Chapman se
convierte en un espejo de la recepcidn que refleja el meca-
nismo por el cual el ptiblico gusta de la vision del horror
pero distanciada, es decir, siempre y cuando ésta funcione
como un excitante psicol6gico que les saque de la monoto-
nia del mundo normal, y no como una amenaza directa, ya
sea fisica, psicolégica o sociocultural.
Por el contrario a la de
los Chapman, la obra de
Richard Billingham (fig. 5) si
que amenaza al espectador
directamente, ya que nos
propone explorar unos
parametros de lo monstruo-
so €tico-estéticos que nos
llevara a asociarlo con lo
extrafio y oculto, frente a lo
socialmente aceptable.
La familia y, en concreto
el amor filial, parece ser uno
de los temas recurrentes a la
hora de producir monstruo- __ Fic. 5. Richard Billingham, sin titu-
sidades. Lo primero que |: 19951995, fotografias en color
sobre aluminio.
2. Los Chapman realizaron una serie sobre Los desastres de la Guerra
(ag993) de Goya en tres dimensiones. Sin embargo, con excepci6n de la que
aqui hemos comentado, son escenas reconstruidas en esculturas de tamafio
muy pequefo y expuestas sobre mesas cubiertas con vitrinas que dan un
sentido mas real —pseudo-cientifico— a lo que se presenta. El conjunto es
mucho mis interesante, pues la escala liliputiense permite que el espectador
compense el despliegue de referentes y se acerque a la obra con mas dis-
tancia, pudiendo as{ adentrarse mejor en el contenido. De la misma manera
funciona Infierno (1999-2000), la obra que los Chapman presentaron en Apo-
calypse, Beauty and Horror in Contemporary Art, una exposicion celebrada
en la Royal Academy de Londres del 23 de septiembre de 1999 a diciembre
de 2000 y que, por cierto, pretendié causar el impacto social que caus Sen-
sation (véase mas adelante). En Infierno el espectador se encuentra ante
una diminuta reproduccién de la masacre nazi realizada por mufecos que
nos remiten a una construccién del mundo semejante a la que los juegos de
nifios/as construyen con los soldaditos de juguete.58 TONIA RAQUEIO
sentimos al contemplar las fotos de Billingham (1993-1995)
es la distancia de lo que nos parece falso, ni el escenario ni
los personajes parecen reales, pues la atmésfera que cons-
truyen ambos nos parece excesiva: la porqueria que lame el
perro del suelo, la incomunicaci6n entre los personajes soli
tarios que estén como ausentes... todo es demasiado terri-
ble... y, sin embargo, a pesar del exceso, a pesar de esa
sobrecarga dramatica, poco a poco, descubrimos el peso de
la autenticidad. Porque en efecto, lo que aqui vemos perte-
nece a la vida real de una familia de Birmingham; se trata,
de hecho, de la propia familia del artista: el Sr. y la Sra.
Billingham, es decir, su padre Ray, un alcohélico crénico y
su madre Liz.
Exponiendo su intimidad como la expone, el artista se
hace cémplice de la vida televisada (recordemos los reality
shows televisivos muy populares en los aos ochenta), y
muestra sus fotos, un diario privado, al ojo ptiblico que tan
pronto se siente sumido en la miseria y revulsion como tan
pronto construye una visi6n em ‘a que le revuelve contra
los valores del mundo que generan tanta miseria material y
humana, pues podemos tocar la calidad de los objetos, res-
pirar la atmosfera, olerla y percibir esa mezcla de aromas
que producen los gatos, los perros, la comida, el alcohol
barato, el vomito, la basura... también podemos espiar las
emociones y escuchar el histérico griterio, los reproches, el
silencio corrosivo de una pareja, de dos seres destrozados.
Un mundo deplorable construido mediante la poderosa
alianza de varios sentidos, pues ciertamente las percepcio-
nes del oido, olfato, tacto y vista trabajan conjuntamente
para construir una realidad mucho mas contundente.
Pero lo que realmente desajusta y daha la mirada del
receptor es la paradoja ante la que se encuentra, pues esta
construcci6n artistica de la realidad (que contempla con
una mirada estética) es idéntica a la vida real. Si Byron miré
la realidad con ojos artisticos, aqui el espectador observa al
arte con la mirada que escrutina la realidad, pues el artista
se ha convertido ademas (y literalmente) en reportero al
presentarnos un documento sociocultural, esto es, la vidaSOBRE LO MONSTRUOSO, UN PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE 59
cotidiana de una familia trabajadora britanica en la época
del gobierno de Margaret Thatcher. El espectador se
encuentra asi en una situaci6n inc6moda porque no sabe
desde que angulo emocional debe mirar. ;Acaso con la dis-
tancia de una obra de arte que nos habla de valores estéti-
cos, 0 acaso con el compromiso social y politico de un tes-
timonio real producto de la época thatcheriana que produjo
tanto desempleo y miseria en la década de 1980? ;dénde
comienza aqui lo ficticio y dénde acaba lo real?
Este acercamiento o ambigiiedad entre lo real y lo vero-
simil que ya habia experimentado Lord Byron, se acentia
mucho mas ahora en el arte actual a través de la simbiosis
que entre ambos conceptos (realidad y ficci6n) provocan
los medios de comunicaci6n en el receptor. Como ya se ha
senalado en muchas ocasiones, la T.V. con una amplia
gama de canales a elegir, presenta tanto documentos reales
como géneros de ficci6n. Es decir, en la misma pantalla, en
el mismo soporte, vemos tan pronto la narraci6n de la reali-
dad (la ejecucion de Allen Davis, por ejemplo), como la
mas pura ficci6n, de tal manera que el receptor aunque por
un lado distingue perfectamente lo real de lo inventado,
por otro, quiz4s no tiene los reflejos emocionales suficiente-
mente 4giles como para reaccionar alternativamente (ahora
es real/ahora no) a una velocidad e intensidad que le exige
el zapping, por lo que la actitud emocional de sobrecarga-
da que esta ya no responde al estimulo. En otras palabras,
la actitud psicologica ante el horror de los sucesos reales
(distanciados no obstante porque estan teledirigidos, pero
siempre curiosamente llenos de detalles anecdéticos que
nos conducen a una lectura narrativo-tragica del suceso)
tienen una recepcién semejante a la de los hechos fingidos,
no tanto porque se confundan cuanto porque la capacidad
emotiva del receptor esté «danada», de la misma manera
que la de Lord Byron se dafé al ver la segunda y tercera
ejecuci6n pues, recordemos, para entonces ya se sentia
«saturado», De esta manera el receptor actual se sittia ante el
mundo a través de una pantalla que le distancia de la reali-
dad; es decir, permanece en el mismo lugar emocional sea
ficticio o real.60 TONIA RAQUEJO
El hechizo de este acercamiento entre lo verosimil y lo
real ha hecho que la vida se haya convertido en arte, en
tanto que la vida se ha convertido en un gran teatro (0 en
una gran pantalla televisiva) donde el sujeto, al sentirse
cobijado, puede contemplar una gran tragedia sin identifi-
carse en un sentido real (sdlo figurado, es decir, catarti
mente). El hechizo se rompe cuando se descubre el escon-
dite bajo el que se cobija el sujeto: su sentido de la
normalidad, ant6nimo de lo monstruoso que jamas recono-
ce como suyo, pero que paraddjicamente acude a contem-
plarlo como espectaculo. Con ello, el sujeto aplica una dis-
tancia automatica entre «su realidad» y lo que sucede fuera;
de tal forma que se tranquiliza a si mismo pensando que
eso que estoy viendo no me pasa a mf, esto es, «eso no
tiene nada que ver conmigo porque yo soy normal y vivo
en la normalidad». En este caso, lo monstruoso no hemos
de entenderlo tanto como un catélogo de imagenes freaks o
como una iconografia de lo feo o de lo grotesco, sino como
un sintoma que muestra las fisuras por donde el pensa-
miento normalizado se empieza a resquebrajar y, con él
también el concepto de lo que es normal. Quiero recordar,
a propésito de este concepto antirretiniano de lo monstruo-
so, que el diccionario antes de calificar a lo monstruoso
como «feo», «abominable» o «disparatado», lo define como
una anormalidad. Lo monstruoso es, por tanto, siguiendo
esta definicion, «todo aquello» que se sale de la norma, todo
aquello que rompe la regla sobre la manera como se hace o
esta establecido que se haga o sea una cosa. Segtin esta
definicién, lo monstruoso es todo aquello que no obedece
a lo que una comunidad ha acordado en establecer como
«normal, Pero lo curioso es que lo monstruoso lejos de ser
algo digamos «anormal» 0 «extraordinario» con lo que no
tenemos nada que ver, se manifiesta en las cosas mas cono-
cidas y familiares precisamente porque éstas cobran un
aspecto siniestro.
3. Definicién segtin el Diccionario de uso del espanol de Maria Moli-
ner, Madrid, Gredos, 1989.SOBRE LO MONSTRUOSO. UN PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE or
En su ensayo sobre «Lo siniestro» (1919), Freud define
esta categoria psicolégica asociada a lo monstruoso como
un-heimlich, es decir como lo contrario de heimlich, que
en aleman significa lo familiar, lo agradable, lo hogareno, lo
conocido, y, por ende, lo seguro. El prefijo wn- nos remite,
pues, a aquello que aun resultandonos familiar nos produce
una sensaci6n desagradable, desconocida e incluso amena-
zadora que Freud conecta directamente con aquello que
habiendo sido reprimido (es decir, oculto) reside en nuestro
inconsciente como una vivencia negativa e impulsa nues-
tros actos conscientes+.
Asi, lo familiar, asociado al espacio seguro de la casa
hogarefia, existe junto a su inevitable revés: lo siniestro,
aquello que niega ahora lo que antes afirmaba su lado posi-
tivo. Y es que ante lo siniestro sentimos una sensaci6n de
inquietud cuando lo mas cercano y conocido se torna de
repente en extrafio e impenetrable. Porque, lo siniestro,
més que horadar en lo subterraneo, trabaja en la superficie
de las cosas desocultando la «otra cara» para, sigilosamente,
corroer nuestra tranquilizadora idea de lo que es «normal».
Por ello, las instantaéneas de unos exteriores de una ciudad
como Saint-Etienne (cuyo aspecto es aparentemente normal
y semejante a cualquier otra ciudad del primer mundo) se
tornan inquietantes (fig. 6). El autor de estas fotografias,
to do Ba
Fic. 6. Jean-Louis Schoellkopf, Saint-Etienne,
expuestas en la Documenta X de Kassel, 1997,
4. FREUD, S.: «Lo siniestro», en: Obras completas. Madrid, Biblioteca
Nueva, 1996, t. Ill, p. 2.500.62 TONIA RAQUEJO
Jean-Louis Schoellkopf (presentadas en la Documenta X de
Kassel en 1997), dialoga con la paradoja de lo familiar y lo
siniestro mediante la dialéctica del espacio interior y del
espacio exterior: mientras las tomas del exterior tienen un
formato rectangular, son a color y muestran lugares en la
distancia, las interiores nos acercan al hogar y a sus habi-
tantes aqui representados en blanco y negro y en formato
cuadrado. Schoellkopf nos invita a mirar a través de la ven-
tana para penetrar en una realidad que nos produce una
profunda desconfianza y ante la que sentimos el rechazo de
lo desagradable, pues notamos que los interiores tan hoga-
renos resultan irrespirables, agobiantes, son casi carceles en
donde habitan seres que tienen la destreza de comunicar-
nos su naturaleza peculiar (por no decir siniestra) que para-
ddjicamente es producto de esa normalidad socialmente
aceptada.
De la misma manera la artista britanica Gillian Wearing
trabaja con material biografico propio de la intimidad de un
diario para mostrarnos esa cara oculta de la normalidad que
se torna siniestra. Entre 1994 y el afio 2000, realiz6 Trauma
y Confiesa todo en video, dos obras para las que requiere la
participaci6n de un ptiblico anénimo que esté dispuesto a
narrar lo que siempre ha querido confesar: delitos cometi-
dos, robos, acosos sexuales, etc. Para ello, la artista incluy6
un anuncio en el periédico que decfa: se buscan personas
que hayan tenido una «experiencia negativa o traumatica en
la infancia o juventud, y quieran hablar de ello en una peli-
cula. Se garantiza el anonimato. Si te interesa llama a
Gillian»s, y a continuaci6n daba un ntimero de teléfono.
El anonimato estaba garantizado por las mascaras tras
las que los participantes se escondian para hablar de sus
historias ante las camaras. Lo sorprendente es que hubo
mucha gente que llam6, quiz4s animada porque, como la
propia Wearing sefala’, los programas tipo reality shows
5. Gillian Wearing, Catalogo, Fundacion «La Caixa-/CGAC, Madrid, 9
de febrero - 1 de abril, 2001, pp. 14 ¥ 24.
6. En la entrevista con Donna de Salvo, la artista menciona dos pro-
gramas de la televisin britanica, Seven Up (1964) y The Family (974).SOBRE LO MONSTRUOSO. UN PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE 6
llevaban ya afios funcionando y mostrando al amplio puibli-
co imagenes muy parecidas, por lo que las situaciones emo-
cionales que derivaban de ellas empezaron a percibirse
como algo muy normal. La T.V. alent6, por tanto, a que
muchos se desinhibieran ante una camara: no precisaban de
una persona para desahogarse, puesto que no buscaban la
comprensi6n, tan sdlo el alivio de contar sus angustias, sus
secretos, anénimamente y a un ptblico mayoritario y desco-
nocido que estuviese al margen de toda implicaci6n senti-
mental. Quizds debido a este doble anonimato, el contenido
de los mondlogos se presenta especialmente siniestro y no
ya solo por lo que se cuenta sino por la situaci6n en la que
se cuenta. En el video de Trauma, los sujetos que aparecen
tras las mdscaras «confesandose» permanecen muy quietos,
de tal manera que el tiempo discurre solo a través de la
narraci6n y no de la imagen. A continuacién reproduzco un
fragmento de una de las confesiones, ésta dice asi:
Voy a explicaros algo que me ocurrié cuando era
nifio, Cuando era pequefio, tendria unos siete afios, esta-
ba en un orfanato y me enviaron a vivir con una familia
adoptiva. Durante un tiempo vivi alli felizmente, pero al
cabo de unas semanas empecé a notar un cambio en mi
padre adoptivo. El padre, por ejemplo, preparaba la
comida y me servia una racién pequefa, mientras que al
resto de la familia les daba mucho mis. Me hacia ir a la
cama mas temprano que a los otros nifios, cosas asi. Al
cabo de un par de meses aquello se convirtié en practicas
sexuales [..,] Al cabo de cierto tiempo deseé suicidarme
[..1 No podia explicarle a nadie lo que ocurria. EI era un
hombre felizmente casado con otros dos hijos. ;C6mo
podia yo, una persona salida de un orfanato explicar a las
autoridades que aquel hombre me habia violad:
Lo que artistas como Wearing, Schoellkopf o Billingham
ensefan es el otro lado, la cara oculta del mundo normal
Véase la monografia: Gillian Wearing. Londres, Phaidon, 1999, p. 15; y Juan
Vicente Auaca: Gente normal, sobre la obra de Gillian Wearing-, Catalogo,
Fundaci6n «La Caixa:/CGAC, Madrid, 9 de febrero - 1 de abril, 2001, p. 11
7. Ibid., p. 8764 TONIA RAQUEJO
para situarnos ante una realidad que crefamos pura fic-
cin. «Lo siniestro —escribe Freud en su ensayo— se da
cuando se desvanecen los limites entre fantasia y realidad,
cuando lo que habiamos tenido por fantastico aparece
ante nosotros como real,
Si hasta ahora hemos trabajado con el concepto de nor-
malidad/monstruosidad en lo social, pasando por la unidad
familiar, veamos seguidamente cOmo opera la anormalidad
en la construccién del cuerpo, y en particular del cuerpo
femenino como espectaculo monstruoso aprovechado por
los mass-media.
Comparemos esta vez una obra de otra artista britanica,
Sarah Lucas, titulada algo asi como Que os den por culo (Sod
You Gits, 1990) (fig. 7), donde aparece retratada una mujer
de estatura anormalmente pequefia que esta semi-desnuda,
y una foto publicada en la prensa (E/ Pais, 28 de octubre de
1999) donde se retratan a tres candidatos (todos del tercer
mundo) para el récord mundial de estatura: en la medida
gigante femenina tenemos a Bibi con 2,10 cm. de altura y en
Fic. 7. Sarah Lucas, Sod you Gits, 1990, fotocopia sobre papel (216 x 315 cm.).
8. FREUD, S.: Op.cit., p. 2500SOBRE LO MONSTRUOSO. UN PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE 65
la categoria masculina a
Satti con 2,28 cm. En la
modalidad de estatura mini-
ma a Ali Zaman con gr cm.
(fig. 8).
En esta obra de Sarah
Lucas la artista denuncia el
mecanismo reflejo por el
cual el ptblico responde
masivamente al estimulo de
las sensaciones que satisfa-
cen el placer de la contem-
placién de lo deforme a un
nivel tan bajo como repulsi-
vo, tan sensacionalista
como alienante. Lucas ha
realizado un gran collage a
base de noticias, cada cual
mas aberrante, soez y pc. 8. Tipos de récord, El Pais, 28
extravagante, publicadas en de octubre de 1999.
los periddicos sensaciona-
listas (su collage consiste en la mera ampliaci6n de las noti-
cias publicadas el 11 de noviembre de 1990 en el Sunday
Sport) que tienen una amplisima tirada. Aqui recoge las
declaraciones de esta mujer de estatura enana, Sharon, que
tras haber trabajado esclavizada y aburrida «detras de una
mesa» como secretaria decidi6 cambiar de trabajo promo-
cionandose a si misma. En otras palabras, Sharon entendid
a su manera esa consigna de la filosofia laboral thatcheriana
que tanto estimulaba a los parados incitandoles a que fue-
sen emprendedores y abriesen nuevas perspectivas labora-
les. A su manera, Sharon fue muy emprendedora y decidié
cambiar su alienante trabajo por el de la prostituci6n, y
segtin cuenta ella misma en este articulo de prensa, cuando
se quito la ropa el resultado fue sorprendente, pues com-
probé, segtin leemos en los titulares del periddico que: «los
hombres se vuelven locos por mi cuerpo»; «creo que soy
bastante sexy para mi tamafio», afirma Sharon algo mas66 TONIA RAQUEJO.
abajo, quien, tras el éxito, aprovecha la publicidad para
vengarse de todos aquellos que verbalmente han abusado
de ella por su aspecto; a ellos va dirigido este mensaje late-
ral: yodeos cabrones que... las grandes cosas vienen en
paquetes pequefios». Al lado de este cuerpo cuyo aspecto
y proporcién en nada responde al canon de belleza esta-
blecido, aparecen otros rostros de mujeres que se ofrecen
para el sexo: Jackie, Caroline, Lesley, Paula, Maria... infor-
man de sus tallas, su edad, su color de pelo, sus preferen-
cias sexuales.
Cuando las estadisticas estudian el nivel cultural de una
sociedad de acuerdo con el numero de lectores, no espec’
fican que la mayor parte de la prensa que se lee es prensa
amarilla 0 sensacionalista. Parece como si al ptiblico le gus-
tara sentirse conmocionado por lo anormal, pero lejos de
aceptarlo abiertamente se muestran escandalizados cuando
acuden a ver «monstruosidades». Es un juego por el que se
pretende guardar las normas disfrutando de lo anormal. Y
este juego lo hemos visto en una de las exposiciones mas
controvertidas de los ultimos tiempos y que ha marcado
decisivamente la historia del final del siglo xx. Me refiero a
Sensation, una muestra que recoge la coleccién del publi-
cista Charles Saatchi de los entonces j6venes artistas britani-
cos, y que desde 1996 ha recorrido Europa para finalmente
exponerse en el Museo Brooklyn de Nueva York durante
1999 y el alo 2000. En Nueva York la exposici6n, como
muy bien reflej6 la prensa, fue censurada por las autorida-
des debido a su alto contenido potencialmente ofensivo
que hirid, a juzgar por las noticias, la sensibilidad del publi-
co. Paraddjicamente, el ptiblico, lejos de evitar la confronta-
cion de estas imagenes monstruosas acudi6 en masa atraida
(como lo estuvo Lord Byron por las ejecuciones) por los
efectos sobrecogedores que prometia.
9. De entre los numerosisimos articulos que se han publicado en
torno a los escandalos de Sensation remito, por ejemplo, a dos en la pren-
espafiola en relacién a Nueva York: Berta SIcHEL: Que siga el especta-
culo», El periddico del arte, noviembre de 1999, y Alfonso ARMADa: «El alcal-
de de Nueva York, censor artisticor, ABC Cultural, 2 de octubre de 1999.SOBRE LO MONSTRUOSO. UN PASEO POR FL AMOR Y LA MUERTE 67
Los organizadores de Sensation se hicieron por tanto,
cémplices del doble juego (es decir, disfrutar de lo anormal
guardando las normas), ya que al mismo tiempo que hicie-
ron propaganda de la exposici6n avisaron —para asi acen-
tuar la excitaci6n y el morbo— que en ciertas salas la entra
da a menores estaba prohibida si no iban acompafiados de
adultos, o que el contenido de estas otras podia herir la
sensibilidad del piblico. Pero veamos qué se escondia.
Lo que se ocultaba al «ptiblico sensible», lo que los
organizadores estimaban como obras