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Ws * - 4 clin Siesta ELASCENSO DE LOS TOTALITARISMOS Politica, sociedad y economia en el periodo de entreguerras JOAN SOLE ston —-PATASIA El periodistay politico turinés Piero Gobetti, muer- to en 1926 a ralz de una paliza de una escuadra, fund varias revistas de signo democritico. El abogado e historiador romano Carlo Rosseli,co- fi jel movimiento antifascista Giustizia e Liber ‘8, combati6 con la palabra en Italia y después desde el eaxilo, Particip6 en la guerra civil espafiola y fue asesi nado en Francia por la ultraderecha del general Pétain, La principal organizacién popular antifascista fue la de los Arditi del Popolo, que incluia a anarquistas, comunistas y socialistas. Se enfrentaron resueltamente alos camisas negras en ciudades como Parma Piacen 2a, Bres ia, Turin, Florencia y Trento, Llegaron a tener cerca ce 20 000 miembros. EB bd t Leone Ginsburg, Pero Gobet, Carlo assel yl logoinoidentifeativo dels [Aditi del Popote con un chs cortando ie El nazismo » 1919-1939 Si tala fue el pais que creé el vérmino y el concepto «totalitarismo» y el primero que avanzé en su direccién sin llegar a realizarlo por completo, Alemania fue el Es tado que lo llev6 a cabo en todos sus terribles aspectos, cn todas sus atroces implicaciones. Mussolini abrié ef camino, y Hitler lo continu hasta despefar a su pats y ‘Europa por el més horrenclo precipicio, La pregunta que no cesan de hacerse los historia- dores es cémo te posible el nazismo, emo un pals que habia brillado por su cultura humanista, que tenia en su bagaje una brillante Hlustracién (Aufldrang), el pals de Kant y de Goethe, pude llegar a esos extremos de barbarie organizada, Por supuesto, segiin veremos, hhubo cicunstancias propiciatorias, como la frustra- cién y a resentimiento por las draconianas condicio nes impuestas a Alemania por las aliados vencedores, cn la Primera Guerra Mundial y sobre todo, la devasta~ dora crisis econémica y sacial que siguié al desplome ‘Basconso deo tation bbursdtil de Nueva York de 1929: el terrible inicio de los aos 30, en que casi uno de cada dos alemanes en edad de trabajar estaba desempleado y muche gente pasaba hambre, Hubo circunstancias fcilitadoras, sf, pero que se llegara a los extremos de violencia y de bajeza moral de Ia Alemania nazi sigue siendo un fendmeno desar ‘ante, que el historiador no puede explicar ni con to- ds los instrumentos que le proporciona su diseiplina ‘Tampoco los filésofos han podido dar razén dle aquella realizacién plena del mal. Lo nico que se ha podido hhacer es mostrar una y otra vez. las imagenes espeluz- nantes de los campos, estudiar la crisis de la economia en Alemania, analizar la biografla y la mente del lider carismiétieo que conduj al pals primero al totalitaris- ‘mo y despues las matanzas, examinar las personali- dlades disfuncionales de sus esbirros y secuaces. Pero «dia de hoy nadie ha legedo al nicleo del problema: a explicar el abismo de maldad, crueldad y brutalidad que se aduerié ce uno de los paises més cultos de la historia Lineas generales de interpretacién del nazismo En la presentacidn de este libro nos hemos propuesto poner entre paréntesis, dejar al margen, lo que sabemos -n- deo ocurtido a partir de 1939, Nos interesa agufenten: der el auge de los totalitarismos, c6mo se hicieron con el poder unos grupos que aspiraban a imponer su vo- Juntad sin ninguna limitaci6n ni oposicién, aestablecer regimenes de partido tinico y lider absoluto, El horror sistemitico perpetrado en la Segunda Guerra Mundial es la consecuencia de la implantacién de esos regime. res, Mediante el ejecicio de dejar en suspenso nues- tros conocimientos sobre aquellos hechos posteriores ros sera més posible aproximarnos —sin aleanzatla— una comprensién de este auge. Avancemos de momento que. entre los historiadlo- res que estudian el ascenso del nacionalsocialisino, hay dos corrientes principales: los «intencionalistas», que lo atribuyen ala personalidad carismética de Adolf Hit- ler (asus obsesiones, ala fuerza de voluntad maniaca con que logré Hlevarias a término), y los westructuralis- tas» 0 «funcionalistasy, que lo explican més bien por el ‘caos institucional ya anargula politica en la Alemania de aquel tiempo. Esté claro que la crisis social y politica produjo un vacio de poder en el que Hitler pudo medrar con su determinacién neutdtica y su habilidad esteaté- ggica. Un Gobierno fuerte le habri parado los pies, ha- bia podido frenarlo en alguno de los varios momentos de debilidad en que result francamente vulnerable. Nadie lo hizo porque no haba nadie con suficiente de- terminacién para hacerlo, -n- Lascanss de os ttre Esta disyuntiva determina si se pone ol énfasis en Hitler o bien en las circunstancias socioeconémicas. Por supuesto, Hitler no habrfa triunfado de no haberse en contrado el pais hundido en la més espantosa miseria, Sin Ja Primera Guerra Mundial y las frustraciones que siguie~ ron ala derrota, Alemania no habria tendo al «Fuhrer» Elresentimiento quo siguié al ratado de Versalles (1919) impulss las posiciones de extrema derecha, primero en- tue los soldadas desmovilizados que no sabian qué hacer con sus vidas, y después, a través de la eampata nazi, en sectores cada vez. mis amplios de la sociedad. La poste lor crisis econémica acabé de reforzar el ultranacionalis: mo de Hitler y los suyos, que reclamaban un pafs fuerte y autérguico, independiente de la economia internacional yy libre de la supeditacion a las potencias que To hablan derrotado en la reciente guerra. Sin dud estas crcuns- tancias expli no que pudieran legar a semejantes cotas de violencia ya antes de la Segunda Guerra Mundial. Aqui es donde se yergue la figura ce Adolf Hitler Sin tal vez habrfahabi- ‘doen Alemania alguna modalidad de fascismo segiin se habia articulado en Italia, un régimen fuerte y antidemo- cexético capaz. de imponer el orden y de frenar alos mov ‘mientos oberos, tal como deseaban las clases dominan- tes pero el Estado terroristaytotalitaro, la persecuciény el asesinato plaificado de judo, homosexuales,gitanos ‘ypersonas con discapacidades eso fue debido ala mente an parcialmente el auge de los nazis, pero ‘ninacen sédica de un solo hombre que fue capax de arrastrar a todo un pats hasta Ia perdicién. Eso no lo determinaron Jas coyunturas socioccondémicas No obstante, hay que advertir de los riesgos de una historiogralfa excesivamente personalizada, que tiende 4 convertir el nacionalsocialismo en chitlerismo y a responsabilizar de los hechos —las catistrofes— tinica- ‘mente ala personalidad de Hitler: puede caerse en un ex: ceso de simplificacién, y, mis grave ain, puede llevarnos « exculpar a demasiada gente que partieip6, por activa © por pasiva, en la barbarie organizade nazi El extremo ‘puesto es el de los estudiosos que presentan a Hitler como un titere, un servidor del gran capital, de los gru- pos de poder ocultos que pretendieron aprovecharse de ly de sus matones para frenar el creciente movimiento obrero. Lo cierto es que estos grupos, que infravalora- ron la capacidad de Hitler, trataron de servirse de 6, y le centregaron la cancillerfa alemana cuando el poder nazi ya menguaba: pero Hitler les superé en astucia y aca- 6 aprovechéndose de ellos para sus propios fines. En conjunto, vemos, pues, que la opcién basica es decidir si se recalea la figura aislada del dictadoro si se subraya cn eambio el contexto histério, En el binomio «Hitler- contexto», cada historiadlor hace hincapié en uno de los dos componentes, sin por supuesto prescingir del otro. La personalidad de Hitler ha producido a su vez, nuevas disyuntivas entre los estudiosos. En los miles ‘Basen dao ttaltaramas delibros que sele han dedicado cabe sefalar dos Uneas predominantes: la que lo presenta como un monstruo inhurano y la que lo muestra como un hombre normal trastomado, neurdtico. La primera plantea el peligro de disculpar al género humano por haber producida ‘este espeimen atroz: decir que fue inbumano es pro- teger un concepto favorable de humanidad. Quienes lo ‘muestran como un ser normal podrfan suscribr la tesis, ‘Bimaions del psicdlogo austriaco Alfred Adler, quien sostenfa que 1 neurético no se diferencia sustancialmente del resto de los humanos, sino solo en el grado que lleva al extre- _mo rasyos mentales presentes en todos los demés, Esto dejaa los humanos en bastante mal aga, claro. De lo que no cabe duda es de que Hitler establecis tuna relacién simbidtiea con buena parte del pueblo ale én, Llegé a convertirse para muchos en una suerte de Cuatro biografias de Hitler uy probablemente, iter sla persona del siglo mas esta ‘a biogrfiaa (a difcutad de ati ef nombre epersons pone de manifesto ol rechaze que produce), Mas eset datas espués de su sui, iguenapaecendo biogralias que tatan de uminare misteia de esa mente sic y(n a oideres) cars, Cada genera atnid su biogas de iter Las ‘ual mis dstacads son las de lan Bullock (ite: A Study Tyranny, 1982), Joachim Fst (ler. ne iogaphie, 1973) an Kershaw (hier 1889-1936: Hubs, 1998, y Hider 1936-1945: Nemesis, 2000) y Volker Ulich (Ado Hale Die leds Au stegs 1889-1939, Blographie, 2013), Lasts primers han sido traducidas al castena, nos) de moment, aut Aunque os matrales eesti no han aid ut cine, cut bids dan vslones muy din el lider demin Bulla present como un oponita disprvstde pin

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