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Sia PS ty cut ine Conenpr aa ‘on, hia Malloy fon, Erma Crome ‘nea tn: novi e222 ‘bade por ana Capen EDT Hedara 90 (C)¢BND} Boos Aer ‘icrasermadenucomsat ‘sewneeneecom aN sese7.264 acd epi qu ares le 1.723 Inpro Artin Pined i Arent ‘et pita consi al pari dete be ‘rg mei roca aero 9S ‘elas os elo irs oP" Para Geiger ‘TERO, TERO Pese a la buena disposicién paterna, en mi casa de chicas no se nos permitia tener animales. Duran- teafios mi hermana y yo, sintiéndonos despojadas (todas nuestras compaieras de colegi cotas), reclamamos algo, preferiblemente un perro con quien jugar, y la respuesta era siempre la mis- ma, ustedes jugarén con él pero yo voy 8 tener que ‘ocuparme de cuidarlo y no estoy para esos trotes. El nico animal que era permitido por el momen- to era el tero o mejor dicho muchos teros, ya que cuando moria o desaparecia el que tenfamos siem- pre era reemplazado por otro, A mi hermana y a iil tero,literalmente, no nos decia nada, pero mi madre, tan reacia a mostrar cualquier sentimiento que pudiera inspiral un animal, sala al jardin con tun pufado de came picada clamando suavemente “Teri, teri” y el pajaro se acercaba con entusiasimo ‘a.comer los pedacitos que le tiraba. Alli concluia todo intercambio de mi madre con el tero, salvo cada tanto el momento, brutal, en que lo apresaba y le podaba una de las alas para que no fuera a jun- tarse con las bandadas de teros que cada tanto pasa ban volando y cuyos graznidos escuchaba yo des dde mi cuarto, Lo estén llamando, pensaba yo, y no puede irse con ellos. Hasta que un dia desapareci6, no supimos c6mo. Quizis lo caz6 uno de los tantos gatos sin dueiio ‘que atravesaban el fondo del jardin. Pero prefiero creer que mi madre se olvidé de cortarle el ala y por finel tero consi escaparse. ORDEN EN EL MUNDO ANIMAL Vivi una infancia desprovista de animales, salvo los que aparecfan en los libros. Digo mal: hubo si tun primer contacto real pero no cafa del todo bien cen mi casa, quizés por eso subsiste muy vagamen- te-en mi memoria, Me gustaba jugar con insectos, sis precisamente los llamados bichos cascarudos ‘© bichos toritos o ~acaso més amenazador pero “itil por lo descriptive esearabsjos rinoceronte Los recogia en el jardin de la casa vieja donde vi- -viamos, los ponia en fila, ordendndolos por t- mafo, les cantaba una marcha de mi invencin, los retaba si se salian de la fila, les acariciaba ol ‘euernito, y asi sucesivamente hasta que mis pa- ddres me dijeron que ya basta, que los bichos eran asquerosos y que jugara con mis juguetes que para ” eso los tenia, De ahi en adelante, mi contacto con animales se volviéliterario “los cuentos gue me contaban, los libros que luego aprendi a leer hans mucho mis tarde. ‘De regimentar cascarudos pasé a jugar a las bok tas, alas que también ponfa en fila y las hacia mar- char. Eran menos desobedientes y nadie me decia que eran asquerosas. Carecfan, eso sf, de iniciative, No volvi a tener contacto fisico con animales ‘hasta mucho més tarde, 2 ‘TRANSACCIONES Era compafera mia de elas, habia tenide polio y rengueaba. Acaso por eso ~porque era distinta—no tenfa muchas amigas. Se las ingenié sin embargo para que su presencia en el colegio fuera, sino in- dispensable, may requerida. : En el fondo de su casa, nos enteramos, habia i ‘de go ‘una vieja morera en la que vivian centenares de gu sanos de seda, adictos a sus hojas. Ella se dedico criarlos, a reproducirlos y luego, muy habilmente, a venderlos en el colegio. Mujer de negocios, incu- yy con certeza la sed de lo exStico que habitaba en sus compafieras, las mismas que ~porque no podia zo saberlo~ se burlaban de su manera de eaminar: dlespert6 en ellas la necesidad de adquitirls como mascotes. PEDACITOS De chicas, durante los viajes de vacaciones que siempre nos parecian interminable, mi hermana y ‘yo contabamos animales. Por lo pronto los vi las lechuzas asentadas en los postes de los eampos, los carpinchos, y de noche las vizeachas que, en~ candiladas por las luces del auto se detenfan en medio de la carretera obligando a mi padre a bajar los faros y a detenerse ala vera del camino para que se fueran, Pero también contdbamos los animales nuertos: los atropellados en la carretera, puro pe Ilejo, tripas y sangre, como un guiso asqueroso en medio del asfalto, No sé quién Ilevaba la cuenta, si ‘mi hermana o yo; ganaba la que ve le mayor can tidad, ya vivos, ya muertos VOCACION: De chica estaba convencida de que quetia estudiar ‘edicina, y ya adolescente precisé mis ain la vo- ‘cacign: sera cirujana. Me fascinaba la idea de poder abrir un euerpo y mirarlo por dentro, no en una Jémina como en ios libros sino en la pura realidad, Prevefa un mundo secreto cuyo desorden, provi- sorio, me tocaria arceglar. Fue asf como, en clase de biologia, cuando llegé el momento de disecar ‘un animal para observar el funcionamiento de to- dos sus 6rganos, me ofrect de inmediato ante las rmiradas medio celosas, medio asqueadas, de mis compafieras. Se trataba de disecar una rana, pequefia y muy verde, No sé quiéa la habia llevado, no creo que fuera la profesor, acaso unta compafiera que se » habia hartado de tenerla como mascota. Mientras ‘una chica, la que la habia traido, la tenia aprisiong. da en sus manos, otra, que hacia de anestes Ia inyecté con cloroformo. Luego me tocé a coloqué boca arriba y munida de un pequetio bis- turi suministrado por alguien apoyé fuerte sobre la piel blanquecina y tracé un tajo vertical, luego dos mis horizontales usando unas pinzas, descori los pedazos de piel, como ventanitas, para poneral descubierto el interior de la rana. A esto siguié una clase en vivo por parte de la profesora, quien nos ‘mostré cuidadosamente el funcionamiento de los Srganos, el corazén que palpitaba ritmicamente, los pulmoncitos que se inflaban y luego se vaciaban. Soné la campana del recreo y se dio por termi- nada la clase. Las alumnas salicron al patio, también la profesora, que me felicité por el éxito del proce dimiento, y yo me quedé sola con la ranita abiert sin saber qué hacer, Para mis compafieras y para 8 profesora la clase -es decir la ranita~ habia termin- do, Pero el corazén seguia latiendo, los pulmones seguian respirando, Pensé: cuando se despierte a sentir un dolor horrible. Pensé: tengo gue hacer algo antes de que despierte. Me saqué el distintivo og, del colegio que levaba prendide a uniforme y, ra- tando de no pensar en lo que estaba haciendo, le clavé el alfler en el corazén, La cnvolvien la toallita sobre la que la habian colocado y sal al patio, pero ya habia sonado el timbre y mis compafieras volvian 2 la clas. Sali ré- pido con la ranita la cologué al pie de la Santa Rita que trepaba por la pared del edificio y la eubricon ‘un mont6n de hojas muertas. Luego yo también entré a Los ADIOsES ‘Conocimos primero a la madre, una majestuosa gata gris que un dia aparecié en el patio. No sé si tenia domicilio Sjo: empe2s a venir una vez por dia a bus- car comida y se la dimos, Era arrogant, caminaba con la eabeza erguida como Maria Calls cuando ‘entraba en escena, la lamamos Norma. El hijo vino después, también muy fino, atigrado y muy chig to, seguia ala madre de cerea, Hasta que un dia apa- recié solo, y también al dia siguiente. Lo recogimos. ¢Qué nombre poner al hijo abandonado por la cs- ta diva? Decidimos distanciarnos del bel canto y le pusimos Mickey, no pore at6n sino por un amigo de infancia de Emily cuya madte se lamaba Norma. Siempre fue un gato desconfiado, distance. No se seereaba alos otros, na los felinos nia los humanos, B yy no se dejaba tocar. Hasta que un dia adoptamos ‘una perra, Lola, y por alguna razén él la reconocig ‘como madre. La altiva sacerdotisa se transformé en la fesche Lola de Brecht. ‘Dormian juntos en un sillén, entrelazados, Sial- gin otro gato se acercaba, Lola gruiifa y el intruso se alejaba. Cuando a Mickey le hicieron una ope racién algo seria y tuvo que estar aislado durante ‘una semana, Lola se aposenté junto a la jaula don- de convalecia, protegiéndolo. Intentaba lamerlo a través de los barrotes. Cuando él salié retomaron su puesto juntos en el sillén. El idilio duré dos afios, hasta que murié Lola. El gato la buscé por toda la casa, luego, en sefial de protesta, empezé a mear donde no correspondit “sobre mi escritorio, por ejemplo~ y a no comer ‘Al mismo tiempo, insdlitamente, empez6 a pedit ‘aricias humanas. Algo andaba mal. : ‘Lo supimos cuando consultamos al veterinatio: le fallaban los rifiones. Abrevio: no respondié tratamiento y hubo que sacrificarlo. No me olvide dea dkima noche antes de levarlo aa litt” instalé en la cama junto ami, empez6 a revolcats como quien pide exrifo,eomo lo hata. con Lol * ddej6 mimar y pude acariciarlo como munca lo habia hecho. Pensé: se esta despidiendo. ‘Al dia siguiente fuimos 2 la linia, Al volver lo enterramos junto a Lola "Todo esto en plena pandemia. [ANIMALES EN TIEMPOS DE PANDEMIA. Los animales saben. Doy vueltas por la case bus- cando distraerme o, mejor, traerme de nuevo hacia smi, porque me siento dislocada. Uno que otto gto me sigue, curioso y desconcertado, porque noes mi recorrido habitual. En cambio otros, desconfiados, ‘me esquivan por la misma raz6n. Me siento aleer y ‘uno de ellos se me sientaen a flda,impidiéndome ver el libro. Lo aparto suavemente, se me vuelve 2 instalar Lo aparto de nuevo, esta vez no tan sua ‘vemente, y vuelve. Harta, me levanto, tora no me puedo concentra; te dejo el sillén, bobo. Doy wueltas. Me lavo las manos. ‘parece la perra, pide sali, pienso que me haré bien estar afuera y le pongo el collar. Es un dia lu- ‘minos0 el cielo azul incens, la termperatura perfects, igual que los dias que siguieron al ataque delay ‘Torres Gemelas, algo irreal. Nos largamos a andar por la desierta: es puro campo, nunca hay muchos caminantes pero siempre hay por lo menos uno, por ‘eso hoy que hace buen tiempo el vacio se nota tanto ‘ms. La perra tira, como siempre curiosa. Va de un ldo para otro, no se detiene a hacer pis, que es ls razén pot la cual salimos, y cuando por fin se inca como para mear ve un conejo y tira para otro lado. Me impaciento, la reto, le digo que no se distraigs, mira quién habla, parece decirme. Después pienso ‘que no importa que no mee, no fue esa la razén del ‘paseo, salimos porque estabamos aburridas las dos no queriamos pensar. Volvemos, Me pide un hueso. Se lo doy aunque no haya hecho nada. Me lavo de nuevo las manos meticulosamente, como si mi vida dependiera de «lo, yacaso asi sea. De nuevo me siento a leer pee no puedo, Se me sube otro gato la falda. Deja bro y lo acaricio. Ronronea y esta vez me entrege {Ocurriri lo mismo con la mente? No han pasado dos horas pero me siento ¥? poco mejor. Quizés pueda escribir algo- O salir a dar otra vuelta con la perra- GUARDA NOCTURNO Por ahora no ducrmo en mi cama. Apenas visto -es cl verbo apropiado~ el dormitorio. La pandemia, la ‘enfermedad, a sensacibn de que estoy viviendo tern- pos raros me hace buscar otros lugares donde descan- sar. Inauguro aposentos. La galeria, lugar de paso al queda cocina y espacio intermodio entre la casa y el afuera, se ha vuelto ahora lugar estable; el sill6n en l.que sola eer por las tardes y desde el eval vel ese afuera como quien mira un film, es ahora lugar de tr- bajo y, Hegada la noche, dormitorio. Lo lateral, duran- te la pandemia, puede volverse central. Es vivienda. Pero no se trata de mi, o solo de mi. Esillon de la galerfaen el que antes una de nosotras a veces leis el diario, ahora es mio, ugar de convalecencia. Y ademés se ha vuelto refugio animal. Me explico. De noche este sillén, con la ex. tensi6a usada para elevar las piernasy el respalig echado hacia atris, se vuelve lecho. Me recuesa, apago la luz, si es noche de huna puedo ver afuers es como disponerse a dormir en un avién, el que no puedo tomar para ir a Buenos Aires porque estoy enferma, el que no podria tomar si no lo estuviera porque estamos en plena pandemia. ¥ mi falda, que ‘era. antes lugar de trénsito para uno que otro felino, pasa a ser lugar codiciado. No bien apago la luz se produce un gato que se trepa encima y se acomo- da con toda naturalidad. No es cualquier gato. Es invariablemente el chricaro que durante afios evit6 todo ser humano y que ahora se instala sobre mi, -yaalo largo de mis piernas, mirando para adelants, ‘ual esfinge nocturna, ya en mi pecho, mirandome fijo.Sé que me mira porque una vez cuando prendi Ja huz-me sorprendieron sus ojos, su mirada tore ‘asi encima de mi cara, como si me vieran por Pr mera vez. Es chiicaro, ya lo dij. Nunca se me ha acer” do a pedirme nada, mas bien se mantiene al bor. de. Evidentemente las cosas han cambiado: pas también. LOS GATOS QUE PERDIMOS EN EL FUEGO ‘Una noche, hace varios aos, fuimos a comer a casa de una amigs. Nos invit6 temprano, creo que por- ‘que no queria perderse una serie de televisién y no se atreviaaconfesar esa aficin, pero quizés soy mal- pensads,Partimos, diciéndonos que no importaba, aque si volveriamos a casa més temprano y aprove- charfamos el resto de la noche, nose sabe bien para qué. Yast fue. Volvimos alas nueve y media, entra- mos vimos y olimos algo: el horno estaba en llamas. Pasaramos la noche lichando contra el fuego. Lo primero que hicieron los bomberos fue abrir las puerts, luego las ventanas. Lo primero que hi- cieron los gatos, o por lo menos varios de ellos, fue ssl. No todos; los més apiticos se fueron al segun- do piso como si tal cosa. Pero los osados, o los que a cxefan serlo, dispararon para afuera, Nosotras tam. bién, no por osadas sino por angustia y por el hin no se podia respirar. Los gatos habian desapareide Pasaron horas, vinieron més bomberos, por fy apagaron el fuego pero no el humo que quedaria como suspendido en el aire durante varios dis, ‘Cémo, quisimos saber, pudo pasar esto, si hay que hhacer giear la lave para encender la hornalla. Nos contestaron que no era la primera vez que habjan visto algo asf, que se trataba -dijeron muy serios y as{lo anotaron en el certificado que nos hicieron firmar para presentar al seguro un caso de autocombustién provocada por el sujeto, como sisetratara de una hornalla suicida. Los gatos que se habfan quedado en la cass empezaron a bajar con gran cautela, olisqueando clhumo. A los que estaban afuera ~eran cuatro hhubo que llamarlos, tentarlos con comida, abrir lesa puerta y, en cuanto asomaban el cuerpo Pat adentro, darles un certero empujén. Dos entraons los otr0s dos no, no hubo manera. A Ja semana lo- sgramos atrapar a uno. La otra, gata atigrada a6? pesar de lamarse Sissy era mas valiente que tod los demi, eligié quedarse afuera. ‘Todavia la vemos, afios después, corriendo por al jacdin. Solo se acerca cuando le damos de comer © cuando algiia gato intruso amenaza robarle los bizcochitos que han quedado en su plato. De vez en cuando se trepa.a una enredadera, sube al echo de a cocina, e nstala junto a la chimenea a tomar sol y nos mira desafiante Después desaparece Hoy la volv{ a ver, se habia trepado a la parte nis alta del techo de la casa, como si fuera una ve~ leta divina, de perfil. En momentos de pandemia no hay como un gato meciéndose en el viento para que una se sienta un poco mejor. 2 FUGAZ COMPANERO La complicada relacin de mi madre con los ani- males se limitaba por lo general especies que no eran, habitualmente, mascota: pongemos algén bipedo inferior en Ia eseala zoolégica que se le ceruzaba en el camino, All morit mi primer perro yo misma -coincidiendo sorprendentemente con ri madre~ no quise tenes, por el momento, otro perro aunque no me cerré a otras posibilidades. asaron meses, mientras segufa pensando, cuando por alguna razén se me eruzaron patos por Ia eabe- za. Me gustaba su torpeza, su modo de caminar con dificultad, bamboledndose, inseguros en su andar como yo con mis lamantes tacos altos. No le dije nada a mi madre. Una tarde, al salir de la faceltad de la calle Per, me encaminé resueltamente hacia 3s una veterinaria en la calle Bartolomé Mitre cuyo nombre no recuerdo. Compré un patito que ten- drfa tres, cuatro semanas de vida. No me atrevi a ‘comprar dos, aunque me lo recomendaban por aquello de que a nadie le gusta estar solo. Volvi 4 Olivos en el tren, con una cajita a mis pies de donde surgian graznidos e insdlitos borboteos. La gente me miraba. La historia, por trivial, no termina all. dre, una de las personas menos demostrativas que he conocido, se enamoré del pao. Confinado a la cocina, el pat hacfa sus necesidades tranquilamen- te por todo el piso. Mi madre encontré la solucién ‘nmediata: le confeccioné un par de bombachas co- loradas para evitar los desastres. Luego se acostum- bré.a sacar al pato afuera, quitarle las bombachas, y dejatlo pasear por el jardin mientras ella se ocupabs de sus plantas. Cuando era hora de entrar lo lla- ‘maba -Pati-, volvfa a ponerle las bombachas y lo colocaba en un boksllo de su delantal de jardinesia Que mi madre, una mujer tan atenta a las regles de conducta, tan atenta al qué dirdn, en una pal bra, tan esnob y tan poco curs, se hubiera enamo~ ado de un pato me divertfa y me daba vergiien2® 38 Me desentendi del asunto. Mi padre se ocupé de construirle una vivienda més estable al fondo del jardin y mi madre le Mevaba comida. Cuando el pato la veia cruzar el jardin en su direccién con algo en la mano graznaba de placer y se abalanzaba Me fui de casa a vivir sola y por unos afos no pensé en animales, a menos que fueranliteratios. Supe mis tarde que una amiga de mi madre que te- ‘fauna pequefia granja en Escobar se habia ofreci- doa adoprar al pato, que habia resultado ser pata y buscaba pareja. Mi madre la dej6 it. Como a mf. ” PARA SER UNO TIENE QUE HABER OTRO Mesorprende lo mucho que tardé en asumir mi ne- cesidad de vivir con animales. Acaso la reticencia materna al contacto con lo otro, acaso mi propia inseguridad, me hayan marcado. Habia tenido un perro pero se habia muertos habia tenido breve- ‘mente un pato pero la prefirié a mi madre. Habia criado gusanos de seda y me habia maravilado ver- los tejer sus capullos, pero no pudimos establecer ‘una relaci6n. ‘Alirme a vivir sola no se me pas6 por a cabeza buscar un perro, un gato, un péjaro para hacerme compatia, Por primera vez queria ser YO, Sola y Vi virmi vida sin tener que compartitla con padres con hermana con animales. Me lev6 mucho tiempos y paso por dos paises que no eran el mio, para darme » cuenta de que para ser uno mismo es siempre estar con otro, sobre todo si el otro pertencee a especie distinta, es decis,sies totalmente no une Alatioy medio de haberme ido alguien toc eli, bbre de mi casa y me pregunts si querfa adoptara ‘una gata. Era la vecina de abajo, habia encontrado tuna gatita abandonada junto a los tachos de basura El resto es historia COINCIDENCIA Comparto mi cumpleaios con Ingrid Bergman: ese descubrimiento ~me gustaria decir de mi ado- lescencia, pero confieso que ocurtié mucho des- poés- me llené de placer, yo que la amaba desde quel vi por primera vez en Cuéntame tu vida, que Juego descubrt se llamaba en inglés Spel/bownd, como corresponde a un film dirigide por Hitch- cock, Pero para mf el titulo sera siempre en cas- tellano y, mds adn, serd en el cine York de Olivos, provincia de Buenos Aires, donde cuajaban mis amores cinematograficos. Pero divago. Una ver le of contar a Isabella Rossellini que su madre amaba a los animales. Uno de sus perros, caprichoso, se empefiaba en mear contra una de las cortinas de la sala. Ingrid tomé el aconteci nto con toda naturalidad: enhuga, de prohibire la entrada para siempre o deshag se del perro, core la cortina con un par de tern para que el perro no la alcanzara y no sucumbien, alla tentacién por mas que levantara la pata, Apa. rentemente la soluci6n fue eficaz si bien arruing Iacortina. ‘Asi que con Ingrid no solo comparto el dia en que mac. 2 PILLOWTALK “Tuve una gata que se Hamaba Lula, y que dormia, todas las noches en mi almohada, bien en el centro, arriba de mi cabeza. Era mindscul toda negra, y de vez en cuando me lama el pelo, distratdamente. ‘Acaso legustaban mis canas. Otras veces me empu- jabala cabeza levemente con la sya, como para que sme apartaray le dejara mis lugar. No fueron ls n0- ches més fciles de mi vida, confieso, pero me adap- ‘6 Hasta surgié un inconveniente: otra de las gatas, como quien quiere hacer valer st antiiiedad, circu laba alrededor de la cama y cuando vefa que Luh abandonaba su puesto, brincaba sobre la almohada Para desplazarla, Esto daba luger a peless, mavlidos ¢iaterminables reeriminaciones de mi compafera de cama. Y, desde Inego, noches insomnes. Hasta que un dia Lulu amaneci6 desganada ali sigutemte muti. Sobre mi almobads, Lae ‘enrol fondo del jardin, répido, porque aman. ‘Gaban una nevada. Cuando entré subs al dormita. to, triste, agotada, queriendo olvidarme de todo, Mi almohada ya estaba ocupada: bien en el centr, vrcdndome desfachatads, estaba Sofia, Pensé en un TTbvo supuestamente para chicos, como todos los dela Condesa de Ségur, titulado Les malheurs de Sophie, y mentalmente pensé que esta Sofa habia ‘encontrado no la desdicha sino la pura dicha, Bajé, ‘me senté en el primer silln que encontré, y me ‘quedé dormida. Soffa siguié durmiendo sobre mi almobada bat ta que muriéa su ver. Varios aios después. CASA TOMADA, Hacia poco que habjamos comprado Ia casa de Long Island y todavia nos estibamos acostum- brando a sus espacios, sus ruidos, sus olores, sus manjas, (Para dar tan solo un ejemplo: por més que habjamos cambiado la cerradura dos veces, la puer- ta del frente, con gesto hospitalario, se negabs 2 cerrat con lave) La casa se empefaba en sorpren- dernos a diario pese a nuestros esfuerzos de reju- vvenecerla: esa misma tarde al arrancar los pedazos de enyesado que ya apenas recubrian el interior de un armario, habia descubierto mechones de pelo, de-un pelo grueso, apelmazado, rojizo, entre] vigas de madera que sostenfan la pared. Pensé en El barril de amontillado, pensé que la casa estab embrujada y nos rondaba un peliojollamé un s CORRALON Yasé que no se trata de un corralén pero me gosta la palabra, evoca vagos recuerdos de campo argentino, yea tiempos de pandemia es como un consuelo. En fin, que en ese “corral6n” estén nucstras gallinas y nuestros patos, dos caprichos de Geiger alos que me centregué con disimulado disgusto. Primero fueron tres gallinas adultas, andaban siempre pegadas la una ala otra, cacareando y comiendo maiz, Lo pasaban. bien, parecian esas sefioras jubiladas que se van vivir a Miami, se mojan solo los pies en el mar y s© pitan dl dia chismeando y jugando ¢ le canasta. Las llamamos Pearly, Ruby y Goldie. Durante un tiempo fueron ls inicas, lo oval e~ 16 a Geiger, que de chica habia vivido en una gra js,adarmeinstrueciones bésicas de avicutura. No ° ceran pichonas y alos pocos meses murieron dos, Hiubo que adquirie otras, no se podia condenar la sobreviviente a una vida monjil. Les pusimos nombres 0 sobrenombres de mujeres de presiden- tes muertos urbi et orbe: Eleonor, Jackie, Ladybird, Timelda (esta iltima porque era mala) y desde luego Evita. ¥ ademas otra con la que rompimos con la replay por alguna raz6n llamamos ~0 mejor di- cho llamé, porque era como un nombre secreto~ Curuzé Cuaté Procurésescatar lo que habia aprendido de chi- ca cuando en mi casa habia un tero, luego un pato, pero no fue gran cosa. Las gallinas ponian huevos sin cesar, los eocindbamos, los comfamos, los rega- labamos,y siempre habia de sobra. No llegamos a poner un puesito delante de la casa porque hubiera sido demasiado, t00 much. Terminamos dandoselos de comer alos mapaches que cireulaban entrada Ia noche. ‘Abrevio: murieron algunas, legé otra tand% llena de energia, esta vez recibieron nombres d¢ deportistas gay ~Martina Navratilova, Renée Ri chards, Billie Jean King porque ejemplarment® desafiaban lo binario. Dos murieron trégicament® * seevestradas por los zorros, apenas quedaron a unas plumas y pequefios regueros de sangre, Fi salmente qued solo una: a vieja Ladybied, por mujer de Lyndon Johnson, que sigue con nosotros gorda majestuosa, de un negro lustroso cain be, lancedndose como una carabela en plena tormenta La.cosa no pare all Por casualidadllamazon un dia del vivero local, ustedes siguen teniendo gal nas, preguntaron, y ante la respuesta airmativa de Geiger Ie ofrecieron tres pollitas gratis, de una raza extrafia proveniente de Polonia, alguien las habia encargado y no pas6 a retirarlas,silas quiere se es regalamos, sino las tenemos que sactificar. Mindsculas, apenas més grandes que una ge- viowa, negras y chillonas. En lugar de crestatenian un pelucén rubio platinado con un flequillo que les caia sobre los ojos. Pensamos en Andy Warhol, ‘ayo apellido originalmente era Warhola. ¥ asi las lamamos: las chicas de Warhols 0,2 veces, ls Watholita. st GLORIA Empecemos por el nombre: al principio le pusi- mos Gloria. Daba vucltas por el jardin, se instalaba nel patio al lado de una de nosotras, no cejaba en sus intentos de que la adoptdramos, cosa que por fin hicimos y entré en la casa. De abi el Gloria: “Live Gloria, happy at last”, como se habia dicho dela nia heredera de los Vanderbilt. Quedé para siempre ageadecida (esas cosas con los animales sesaben), cuando todavia sala a corretear (luego se sgoltrond) volvia siempre con algiin regaito, los resto de un rata, la oreja de un conejo. Minucio- samente lo depositaba a los pies de alguna de noso~ rs era muy atenta, como decfa Borges de aquella muerta que, segxin una amiga suya, habia regresado, tnluno de sus suefios para despedirse. A veces esa 3 arwncinlleaba a imite- Una tarde aparecié un - vor el corredor, ¥ mientras yo lo re- ed " yueada y com- Topi para leva al jardin, entre asqueada y com- pegia,aradecindo el eal 97 forme, emergs aeegundo puro maltrecho de detas de un sillbn, Gloria haba traido uno de repuesto. ‘De Gloria pasa ser Glory. Cuando yo me re- copeiba de aquelaesienteen que me romps la era, alien me dijo que los gatos, 0 ms presi- mente el ronconeo delos gatos, ayudaba a soldar Jos huesos. Fsa opinin, para nada cientifica pero ro por ello necesariamente errénea, fue reafirmada por una amiga. Me pasé dos meses en el cuarto que dabs al jardin sin poder caminar, com la pierna en alt envarillada, y Glory en la falda, Lei mucho ese verano, no recuerdo demasiado bien qué. Leta, aca~ ricaba ala gta que onroneaba,aletargada, hasta aque también me quedabs dormida, Rara vez sofia- br, el accident me habia dejado la mente en blan-~ ¢o, Todava no suefo, yo que armaba fieciones con 1 deambulr onto, pero esa es otra historia que prefiero no contat. Glory tenia el habin de tragar saliva, como quieas isponiéndose a hablar en publica, se aclara la sgarganta. Esto que pareefa un tc gracioso se de- bia, descubrieron, a un tumor implacable, Noha. bia cura, sufria, hubo que sacrificarla, Tave que irme varias veces del cuarto mientras el veering. rio esperaba que surtiera efecto el sedante bru- tal que le administré primero para luego darle el barbindrico que le pararia el corazén: el mismo procedimiento que se sigue, segin parece, con los presos condenados a una muerte que no siempre es inmediata y puede ser dolorosa. Volvi a entrar alcuarto cuando le dieron la segunda inyeccibn: queria verlairse, Se fue como quien se va. All ver el cuerpo muerto me dije que como todo cuer- ‘po muerto parecia un trapo, que la gata me habia ayudado a curarme y que yo no habia podido re- tribuirl el favor. 5s TINA Le pusimos Tina por Tina Turner, porque estiba ros en una época de poner nombres de cantantes, Ala gata negra que un dia muy feio aparecié en el umbral y entré cuando le abrieron la puerta, se subi6 a la mesa de la cocina y no se movi6 nun- ca mis salvo para ir al bafio le habiamos puesto Miss Patt, por Patti Labelle, aunque le hubieca quedado mejor Nina Simone por lo gruion, Tina quedé para siempre agradecida. No nos tao re- tazos de animales muertos de regalo, pero sf dos crfas con quienes compartia la comida que le po- nfamos en el patio. Ariscas como la madre, corsian en cuanto se las miraba, era imposible determinar lsexo, Hasta que conseguimos araparla, aman- sarlas y ponerles a su vez nombre, A la que tenia sr Javorronea y apenas maullaba le pusimos Dora, como Ie paciente de Freud. A la otra le pusimos fan nombre que solo tenia sentido para nosotras dos asi que n0 lo cuento. "Tina nunca quiso entrar, pero desde afuera mi- ‘aba por la ventana hacia adentro, la cara junto al video, como Libertad Lamarque en esos films en aque la madre impresentable mira el bienestar la boda, pongamos~ de la hija que adoptaron otros. Eine tl film o lo he inventado? 38 TAPUJOs ‘A menudo pienso en un amigo mexicano amante dde-acaso habria que decir adicto alos gatos Ese amor o adicci6n nos uni, mis all de cual- quier simpatia intelectual, més alli de cualquier gusto literario, més all de cualquier posicién poli- tica, mis allé de la preferencia sexual. Yo me enoja- basi alguien, al comentarle los problemas de salud de ese amigo comiin y ol mal estado de sus pulmo- nes le echaba la culpaa sus gatos, opiniéa que co- bré defensores después de su muere, qué quieres, con el pelo que debia inhalar, las vias respiratorias se atascan, asf cermind con fibrosis pulmonat Impaciente y aliva, yo contestabe que también habfa muerto de fibrosis pulmonar un pariente mio ‘que nunca tavo gatos, es una leyenda invented por » Jos f6bicos, decfa yo, pero nunca lograba conven. ‘xr misinterlocutores, quienes, por lo general, no ‘eran amantes de los gatos. Recuerdo que cuando me encontraba con mi en algin evento lterario la primera pregunta {que me hacia, con tono cémplice, torciendo leve- mente la cabeza y guifiindome un ojo, era invaria- blemente:geudntos?, pregunta a la cual, entendien- do may bien «qué se referfa, yo contestaba con ‘un nero relativamente bajo y enteramente falso: ppongamos seis. gY vos? le preguntaba a mi vez. Y 4h sontiendo, me decia qu tenia ocho. Los dos sa- biamos que mentizmos y que ifamos a la hoguera antes de revelarla verdadera cfra, ‘Los dos cediamos también a la tentacién del spodo curs. Delos suyos recuerdo Miau Tse Tung, Cazinger, Miss Antropia, Rosa Luz Emburgo, acaso alguno més de entre tantos. Algunos de los ‘fos se aman (o se lamaban) Baba (de Faucigny Lucinge por la princesa) 0, en otras ocasiones, Baba Ganouche (por la especiaidad de la cocina ‘ibanesa), Kiki (de Montparnasse), Booker (por- ue de chico se cay6 detrés de una biblioteca y asi muere), Big Sza Seay Little Sza Sea (en doble o hhomenaje ala estrella del clan Gabor de Bella Lugosi (porque es bella y aly como su tocayo rumano), Schneide, acuerdo por qué). ¥ otros nombres ot Hollywood, vez maligna (Ya no me que callo, CIncuLiTa Conseguimos que entraraen la trampa que habia- mos eebado la tarde anterior, en visperas de una tormenta de invierno, de esas que los meteorélo- gos anuncian, con cierto placer, como una de as peores del aio, tormentas que nos mandan corrien- do al mercado a comprar viveres porque no sabe- ‘mos euinto va a durar la catéstrofe. Las compras yyalas habfamos hecho, nos disponiamos a comer y a esperar, cuando al atardever vimos una ver mis ala gata enclenque que rondabs el jardin buscan- do qué comer. Pusimos una trampa con algo de comida bajo un érbol, la vimos acercarse con ese andar que le cera tipico: no avanzaba en linea recta sino en ‘nea curva, como quien va trazando un laberinto o de circulos que poco a poco, laboriosamente, Je permiten llegar ala meta. Enteé en la trampa y Tuavés de las rejas pudimos ver de cerca lo que rrunca hubiéramos sospechado, Era ciega de un ojo y apenas vela con el otro: lo suficiente para mirarnos fijamente, con odio. Latormenta no lleg6, a la gata la llevamos aden- troy se instal en la casa, Es decir se instal6 en tua mesa la qu inerefblemente llegé com tn sal- to certero Los dems gatos, la perra y nosotra la ‘mirébamos asombrados. Ella como si tal cosa. Pu- simos una toalla sobre la mesa; se arropé en ella y se quedé dormida. [A dia siguiente no la encontramos sobre la ‘mesa, pero si instalada en un sofé. No diré que ‘nos vio pero sin duda nos oy6 entrar porque se bajé del sofé y con su andar circulatorio y zigza- {gueante se acercé a la mesa, pegé un salto cicgo y aterrizé en su toalla. Y asi durante varios dias. ‘Mirindola de cerca pude ver bien el ojo muerto, le aba un ate de pirata. Empezamos a llamarla Cir- sculita. La mesa pas6 a ser su dominio. La hacfamos un lado cuando comiamos y en cuanto recogia~ ‘mos ¢l mantel volvia ainstalarse. Nos mirbamos o sin hablas, como quien dice menos mal que no nos vyenadie. ‘asé el invierno en casa y la lleg6 a conocer por dentro tan bien como la conocia por fuera. Can tlmismo andar oscilante aungue no insegurotra- zaba citculos, evitaba obstéculos y registraba los distintos ambientes, A veces tamteaba con a pats, como el ciego de manos precursoras de Borges, para ubiear un plato de comida o una cazuca de agua, Nunca la vi levarse nada por delante. POSDATA A CIRCULITA, De pronto, aprovechando wna puerta mal cerrada,se sscap6. Pasé meses afuera, soportsnevads, corti en cireulos por el jardin y no se dejaba atrapar. Un dia Inencontramos distraida bajo un érbo, su mente y cl ojo que atin vefa fijados en algo, qvizds un rat6n {que estaba a punto de eazat. Me inclin€ ylatomé cenlos brazos. Se dej6 levar adentro y una vezen la cocina salté sobre la mesa, como si munca hubers salido de la casa, y se eché a dormir. Durmié dos dias, Luego volvi6 a su deambular por todos los rincones, con cautela. Fue como si no se hubiera ido. Seguia caminan- do en efrculos, se empefiaba en comer dormir sobre la mesa, recobré las mantas de siempre: 8 doa uno de los otros gatos se le daba de comer o elsuelo,sltaba de la mesa como un relmpago y goiada sin duda por el olor circulaba hasta dar con, plato del otro; perentoriamente, como duquesa aque hace vale su rango, se lo apropiaba, Una ver, vaciado el plato, volvia a su puesto sobre la mesa Pero algo habia cambiado: ahora se dejaba acs- riciar, Se dejaba besar la cabeza. Creo que hasta Iegué a ofrle alguna vez, mas all del carraspeo de vieja, un levisimo ronroneo. Por primera vex me parecié que estaba conten- ta, Por primera vex me parecié que me miraba, CUMPLIR UN DEDER, Use imagen que no me deja. Hace varios aos, ya casillegando a la asa, veo al borde del camino un tmapache herido, caso porque lo atropelé un auto cuando eruzaba la carretera, acaso porque uno de sos cazadores que ronda la zona con a excusa de que esti climinando animales posiblemente dainos le pegS un no tan certero tiro en el est6mago. El an- mal se desangra, lamo a la comistia del pueblo ry me dicen que mandarin a alguien. Sigo camino. Desde el portdn de mi casa acecho, no quiero que me van, Al rat lega un pavalleo bia de un policfa que se acerca al animal Lo mira. Vuele al automévil. Se acerca de nuevo y una ver mis aleja. Con la cabeza gacha se apoya en el costado del auto y comienza a pegar pusetazos cada ve mis fuertes y desesperados, queda quieto. Luego vuelve junto al mapache, del cinto y le pega un tiro. Y se va, Py contra el metal y saca la pistoly ANTISATURNO Me enteré por teléfono, estaba fuera del pais, no recuerdo por qué razén, uno de es0s viajes que, ‘ena distancia, se confunden com tanios otros. La yor que me hablaba todavia acusaba a extraieza, ‘como quien cuenta algo sin saber del vodo si hizo mal o bien. Me contaba cémo, de camino al pue- blo, a a hora del creptisculo, por una de esas ruts secundarias habitualmente desiertas, hab ereido veral borde del camino algo que se movis, un smal chico, no sabia bien qué, pens6 que la habfan cogefiado los ojos, con la maa uz y tod0, evo Por las dudas dio media vuelta y desanduvo casino. Y entonces, me dijo, encontré un gato muerte, unt hembra ya medio descompuesta, con él viene abierto, Pero no habia sido eso lo que habia sto moverse, sino unos gatitos que espiaban desde dg. tris de una mata, asustados. Para tranquilizarloy volvfal auto y vi c6mo salfan despacito y se acer. cabun al cadiver eran cuatro, escudlidos, de apenes ‘unas semanas, y me di cuenta de que se estabsa comiendo ala madre muerta. Al oft el relato pen- sé que era como el viejo Vizeacha, comido por sus pets, pero no die nada porque hubiera sido largo deexplicary no venia al caso, ‘También me conté cémo habia vuelto a su casa «buscar una trampa y los habia agarrado, bueno, solo habia atrapado a tres porque cuando volvié se éncontré con uno muerto, habia intentado cruzar Jarut y lo habfa aplastado un auto, sin duda como ala madce, A ese todavia no se lo habjan comido, Losadoptaron Sin esfuerzo, abandonaran el ca- nibalismo Les gustaban, sobre toda, ls galletitas seas. CONVIVENCIA He dicho, si, que era perversa. No le gusaban los ‘otros animales y cuando ravo eras tes gaits e5- calidos- los mieaba como sino fueran suyos. No Jos conocfa, no queria conocerlos era todo culpa ina y me lo hacia saber. Menos querfa conocer a animales de otra es- pecie, Cuando con Geiger decidimos vivir juntas, aula una aporté su animal al nuevo hogar Recwer- do a tarde que ente6 Charlie al deparamento, Era sun perro de agua portugués, clegante, obedient, ‘con sentido del humor. Olé la presencia de otro ser y se paraliz6, desconfiando del nuevo espacio Y sobre todo del ser desconocido que sele acerca ba deliberadamente inspirandolejustifiado one Lagata se puso junto a él, Jo olisqueé prolijams 2 por dos ladosy luego, mientras Charlie seguiy sa ie, ptrifiado, se instal6 debsjo de El como Sal pero fuera una carpa. Finalmente salié de pure sus patas taserasy le pas6 la cols, como al ‘eseuido, por los testiculos. Le habja mostrado aquién era quiéa. Convivieron. Cada uno practicaba su estilo. Ti- toga hanera difil de complacer: Charlie siempre lindo y bien educado, salvo el dia que los dejamos a losdos solos y Charli secomié (de rabia?) medio ‘olumen de las memorias de Lucio Mansill, ero esses otra historia. " REQUIEM Face aiios, en Venecia, quise vista el palacio Ve- rier dei Leoni, casa de Peggy Guggenhelin. Quera ver el museo, por supuesto, con sus deshambrantes Man Ray, pero sobre todo queria ver el cemente- rio de sus queridos perros, enterrados en el jardin junto a ella: Here rests Peggy Guggenheim (1898- 1979) reza una lipida y justo al lado, otra: Flere lie my beloved babies: Cappucino, Madam Buster, Foglia, Sir Herbert, Hong Kong, para nombrar solo algunos. Pensé en mi amigo Carlos, cuyos gatos tenian nombres no menos vistos, ¥ me dio envi dia, Pensé en el orden de las muertes que indicaban aquellas dos lépidas, en las disposiciones que hs: bra dejado Pegay para su propio entero: dice * quiero que mis perros sean enters milad"y 8 sino “quiero ser enterrada al Jado de mis perros" {os perros a habian precedido; ahora que jutarsecon ellos. | ‘Nuestros animales muertos estén enterrados al fondo dela casa de Long Island debajo de un elmo, compiedrasrecogidas en la playa a manera de lip. ds Es decir, los primeros. Cuando empez6 a mo- rir la segunda generacin ya el primer cementerio texaba leno, fue necesaio iniciar el segundo debsjo de oo olmo, Algtin dia empezaremos el tercero, Por suerte hay més olmos. Huelga decir que no dejaremos instrucciones para que entierren nuestras cenizas en ninguno de alos seria complicado explicar dénde estan ya que Ja maleza lo ha invadido todo. Pero igual estaremos con ellos. % invice “ert, tert ‘Orden en el mundo animal ‘Transacciones Pedacitos Vocacién Los adioses ‘Animales en tiempos de pandemia. Guarda nocturne Los gatos que perdimos en el fueg0 Fugez.compaiiero Para ser uno tiene que haber otro Coincidencia Pillowtalle ‘Casa tomada Corzalén, Gloria uw B a 1” 23 2 2» et 38 9 4 8 6 ° 33 Tina Topas Gira Posdata a Circulica Complirundebee Anisaurno Convivenia Réquiew 37 39 6 m1 % 7 ee DST Tareas ee once tat yee tes rene cert arate eee Feta acer Or el otro perteneceaunaespeciedistinta, es Ceaieeee entry Fe a een ncn coe ee eler eo pemarnennen aan Tenor esr du Pisin ols con wioi onomrer Septem oe Seat Fe it, bese oe om Feral age De a {Gomi coors aang oe ponies Satya iene Iogear aes feeb (2dihuartmumnyecrsesnonng union debe arlene eanpe obmcoat

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