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4º, serie Los Hermanos Westfield

THE TAMING OF THE WOLFE


(Domar al lobo)

Libro 4º de la serie Los Hermanos Westfield

Él nunca podía perder el control....

Dashiel Thorpe, conde de Brimsworth, ha pasado toda su vida luchando


contra el lobo que lleva dentro. Pero cuando llega la luna llena, Dashiel necesita
ayuda. Un encuentro fortuito con Caitrin Macleod en una noche de luna llena, los
une irrevocablemente, y la impetuosidad de Dash los meterá a ambos en una
pesadilla.

Ella nunca lo vio venir....

Caitrin Macleod no es una tranquila joven de campo, si no que ella es una


bruja con extraordinarias habilidades. Pero cuando se trata de Dashiel, ella es
incapaz de luchar contra su verdadera naturaleza como lo es él. Sus sentidos se
encuentran abrumados por lo que ella vuelve corriendo a la seguridad y protección
de su Escocia natal.

Pero Dashiel está decidido a seguirla –ella es la única mujer que puede
liberarlo de un destino peor que la muerte. Y Caitrin, en última instancia, tendrá
que decidir si huye del peligro o del verdadero amor.
UNO

Westfield Hall, Hampshire

Enero 1817

Caitrin Macleod juró que nunca volvería a poner un pie en Inglaterra otra
vez –o al menos, guardaría su distancia de los licántropos en el futuro.

Ella paró su paseo para mirar por la ventana de su recámara, su aliento


empañaba el cristal, su respiración se reflejaba en forma de vapor. Ella lo borró
con la palma de su mano y miró fijamente hacia fuera en la oscuridad. Ella se había
quedado en su habitación todo el día y ahora la mayor parte de la noche.

Era más seguro para todo el mundo de esta manera.

Las visiones habían comenzado hace algunos días, visiones salvajes donde
ella vio lobos y a sus compañeros juntos bajo la luz de la luna.

Había varios de ellos, seguramente todos parte de una familia de


Licántropos.

Ella se encontraba bastante unida a aquellos licántropos en particular,


porque su hermana de aquelarre, Elspeth, se había casado con uno de los
miembros de esa familia.

La mayor parte del día, ellos eran simplemente la familia Westfield, pero
una noche de cada mes, los miembros masculinos caminaban en cuatro pies en vez
de dos bajo la luz de la luna llena.
Generalmente aquellas visiones no eran molestas; ya que ella las usaba
bastante a menudo. Pero oculto alrededor de los bordes de sus visiones se
encontraba un lobo salvaje, un forastero, uno peligroso.

Los Westfields eran conscientes de la amenaza y ciertamente, se habían


preparado para manejarlo. Antes ese mismo día, ella había comenzado a ver en sus
visiones un lobo dorado, uno salvaje. Ella sabía que antes de que la noche hubiera
terminado él causaría algún daño.

Pero no podía decirles a los demás lo que ella había visto, o podía
arriesgarse a afectar el futuro. Y ella no quería ser la persona que interrumpiría el
orden natural de los acontecimientos. Los resultados podrían ser desastrosos. Para
evitar romper aquella regla tácita, ella se había encerrado en su habitación de
huéspedes en Westfield House y había rechazado salir de ella, no pondría un pie
fuera de su habitación y sólo lo haría brevemente para tomar sus comidas. Ella
realmente deseaba hacer algo para que la ayudara a pasar el tiempo. Debido al
largo tiempo que había paseado por su habitación, no pasaría mucho tiempo más
para que a ella agujereara la alfombra del duque, aquel pensamiento le provoco
una sonrisa.

Caitrin cerró sus ojos fuertemente e intentó ver la visión de los lobos
Westfield en su mente. Ella suspiró con mucha alegría cuando observo que todo
estaba bien. El peligro para ellos había pasado, y ahora ella era libre de dejar la
prisión que ella misma había fabricado. Ninguno de ellos regresaría hasta que el
sol se elevara en el cielo. La finca se encontraba vacía excepto por ella y algún
criado que todavía se encontraba despierto. Nadie sabría si ella tomaba su bata de
seda para bajar por las escaleras y recuperaba su libro mientras todos estaban lejos.
Tal vez entonces ella podría tratar de dormir unas cuantas horas.

Ella cruzó la puerta de su recámara y la abrió silenciosamente. Con los pies


descalzos, ella camino a lo largo del pasillo y bajo la escalera principal. En el
último escalón, se acordó de haber dejado su libro en el estudio del duque, Cait
doblo en la esquina del oscurecido estudio y se detuvo en seco.

Parado detrás del escritorio del duque se encontraba un hombre alto. La


mayor parte de él se encontraba oculto en las sombras, pero pudo ver su cara
cuando se filtró la luz de la luna mediante las cortinas caídas. Él era un Adonis
rubio, alto y delgado, tenía un vago recuerdo de él, tal vez de una de sus visiones,
se creó una inquietud dentro de ella.
Un pequeño jadeo escapo de su garganta cuando él poso su mirada ámbar
en ella.

"Lo Siento no conozco a nadie que se levanté a esta hora" Ella daba la
vuelta para marcharse.

"No se vaya, " dijo él. Entonces él cerró sus ojos y suspiró fuertemente.

"¿Usted necesita algo del estudio de Blackmoor?"

"Sí dejé un libro aquí ayer cuando vine a buscar a su Gracia.” Dijo ella. Ella
dio un vistazo rápidamente alrededor de la habitación, aunque ella no vio
inmediatamente su copia del Patrocinio de María Edgeworth. "Quizás lo dejé en la
biblioteca. ¨

"Quizás yo debería correr tan rápido de esta habitación como mis piernas me
lleven.

¿"Tiene problemas para dormir? "él preguntó, su tono increíblemente


familiar, como si la conociera de toda una vida.

"De vez en cuando, solo cuando no puedo sacar algunos pensamientos de mi


cabeza."

¿"Por qué le había dicho esto? Probablemente a él no le gustaría enterarse


como sus visiones jugaban en su mente a todas las horas del día y la noche,
previniendo el resto.

Él camino alrededor del escritorio y colocó una cadera sobre él. Sus caderas
eran estrechas, sus hombros amplios.

“Para de comerte con los ojos el cuerpo del hombre, Cait.” Sus ojos se
estrecharon en ella, como si él supiera que guardaba un secreto, cerró sus ojos y
trató de conseguir una visión de él, algo que le dijera quién era él.

Pero su mente estaba en blanco, lo que la dejó muy desconcertada.

¿Su mente en blanco?-. Jamás le había sucedido algo parecido.

"Yo no puedo ver su futuro, " murmuró bajando su respiración. ¿" Perdón?
“Él levantó una ceja en ella.
"Ah, hay esta mi libro, " dijo ella, riéndose de él, esperando que creyera que
ella no era muy cuidadosa. Ella recogió un libro pequeño, de cuero negro que
estaba sobre el escritorio detrás de él. No era el suyo, pero esto era lo que
necesitaba para salir rápidamente de allí. Antes de que ella pudiera girar, él
extendió la mano y la agarró por la cintura.

Solo pudo pronunciar un jadeo mientras que él la apretaba contra su


cuerpo, su aliento la calmaba.

"¿Qué eres tú?" empezó a decir, pero él le tapó la boca con la suya, sus labios
la abrazaron con fuerza y urgencia.

No debería dejar que un hombre al que nunca había conocido antes se


tomase tales libertades, pero olía tan bien, se sintió tan bien, sabía tan bien.

Su lengua se levantó para recibir un gemido de placer que salió de su


garganta. El corazón le latía con fuerza mientras él Inclinó su cabeza y profundizó
el beso.

Cait había besado antes, pero nunca como esto, nunca tan a fondo que ella
no podía pensar directamente. Nunca tan expertamente que sus piernas
amenazaban con doblarse. Nunca con tanta pasión que ella podría ahogarse en
ello.

Él tiró su cabeza hacia atrás y miró sus ojos, con cuidado él tiró un mechón
de su cabello, dirigiendo su cabeza hasta que esta se inclinara hacia un lado,
exponiendo su cuello.

Casi saltó cuando sus labios rozaron ligeramente como una pluma un lado
de su mandíbula mientras arrastraba un beso por su garganta. Él tiró del cuello de
su camisón y su bata hasta que estos se abrieron, dejando al descubierto su
hombro. Con su mirada ella se estremeció.

Cuando alcanzó el lugar donde su cuello se encontraba con su hombro, él


succiono aquel punto sensible y luego la pellizcó con suavidad. Era la cosa más
sensual que alguna vez había experimentado, mareada ella oyó un gemido escapar
de su garganta. Más, más, por favor.

Él la pellizcó otra vez, luego abrió su amplia boca y mordió la delicada piel
de su hombro, sacándola al instante de la neblina inducida por la pasión.
"¡Ay!" Gritó y golpeó su hombro. "Eso duele.
El dolor de la mordedura se abrió camino por el área de su cerebro
empapada por la lujuria, que ella nunca había sabido que existiera, y ella lo golpeo
otra vez. En un momento, él la había tenido más caliente que el fuego de la
chimenea durante una noche fría de invierno y al siguiente, levantaba su mano a
su cuello para valorar la herida que él había creado sobre su hombro.

Ella lo golpeó en el pecho. "¿Por qué me mordiste, tú gran patán?" Preguntó


mientras se frotaba la herida, secándose la pequeña cantidad de sangre de la
mordida y frunciendo el ceño en él.

"No lo sé" comenzó él.

Pero ella no lo dejó explicar porque se dio la vuelta y huyó del estudio.

"Vuelve", él la llamó en voz baja. Ella lo escuchó, pero igualmente corrió por
el pasillo y por las escaleras tan rápido como sus pies la llevaran.

Cait cerró de golpe la puerta de su habitación, tiro el pequeño libro de cuero


a la cama, y corrió al espejo.

Dejando al descubierto su hombro, ella valoró la herida, que se parecía a una


mordedura en forma de media luna, la misma forma que su boca.

¡Maldición! Él la había mordido. Y por su vida, que no podía entender por


qué.

Bueno, ella no iba a permanecer alrededor de Westfield Hall y dejar que


cualquier otro huésped del duque la mordiera.

Ni siquiera porque pareciera un dios griego y olía delicioso, como al aire


libre y a cítricos. Eran cerdos ingleses maleducados, la mayoría de ellos, y ella ya se
había llenado bastante.

Las mejillas de Cait estaban en llamas cuando recordó estar de pie tan cerca
del hombre en el estudio. Ella se había comportado como una prostituta común,
era sólo otra razón para que se fuera a Edimburgo lo antes posible. Era evidente
que estaba perdiendo la cabeza.

Ella siempre se enorgullecía de su comportamiento, aunque carecía


seriamente de este en el estudio. El hombre era tan misterioso. En sus veinte años,
ella nunca había encontrado a nadie cuyo futuro, inmediato o de alguna otra
manera, no se le viniera a su cabeza.

El Adonis rubio le pareció una página en blanco sin nada escrito en él, no
podía culparse a sí misma por ser curiosa, ¿verdad?

La mordedura sobre su hombro la quemaba ligeramente, y frunció el ceño


con una oleada de irritación, ya se había quedado en Inglaterra más tiempo del que
había planificado. Era hora de irse a casa.

Cait agarró muy fuerte la campanilla y tiró con fuerza. Ella probablemente
despertó a cada criado en la residencia, pero en este momento, se encontraba muy
molesta para preocuparse. Tenía que salir de Hampshire, debía dejar Inglaterra
por su bien y nunca debía mirar hacia atrás.

Dashiel Thorpe, conde de Brimsworth, se hundió en el gran sillón de cuero


del Duque de Blackmoor y enterró su cara entre las manos.

¿Qué había hecho? Por supuesto, él sabía la respuesta a eso.

Bajo el poder de la luna llena, había mordido a una muchacha que ni


siquiera conocía, por el amor de Dios. Él debería haberse encadenado esta tarde, no
debería haber estado vagando por ahí libre.

¿Cómo los otros licántropos lograban controlarse a sí mismos? Dash gimió


en voz alta. Sus circunstancias habían ido de mal en peor, en un abrir y cerrar de
ojos tomo una mala decisión.

La imagen de la muchacha escocesa tan angelical inundó su mente, ella olía


tan delicioso, como a madreselva fresca. ¿Dónde uno encuentra madreselva en
enero?

El hecho de que ella era impresionante no ayudó, no había estado en control


de sus pensamientos o acciones desde el momento en que ella entró en el estudio
de Blackmoor. ¿Qué estaba haciendo en el estudio en medio de la noche durante
una luna llena de todos modos? ¿No sabía que habitaban Licántropos en la
residencia?
¿No sabía que era peligroso ir dando vuelta mirando y andando por ahí con
hombres como el cerca?

Dash miró cuando sus dedos habían tomado el libro, y él se encogió. Al


principio, había sido divertido cuando ella había recogido su pequeño diario,
afirmando que era suyo. Pero él no tenía intención de dejarla huir con él.

El contenido no era apto para los ojos de una dama, la revista sostenía
detalles sobre todas las prostitutas en los alrededores de Covent Garden,
descripciones físicas, direcciones, especialidades de clases y posiciones.

La idea de la lectura hizo que se le revolviera el estómago. Mirar al pequeño


ángel escocés por la mañana sería más difícil si hubiera leído tan solo una entrada.

¿Afrontarla por la mañana? Dios mío, no había tenido intención de morder


a la muchacha, aunque nunca olvidaría la sensación que había experimentado
cuando había marcado su piel. Fue más intenso que cualquier liberación que jamás
hubiera disfrutado en su vida.

Era mejor no pensar en eso, o él iba a ir tras ella y terminar lo que habían
empezado.

Ni siquiera el duque de Blackmoor ni el Major Forster le perdonaría aquella


indiscreción.

Y él ya estaba en bastantes problemas con los Westfield. Si tenía alguna


esperanza de encontrar un mentor licántropo, tendría que ser honesto con ellos
acerca de sus acciones más recientes.

Era la única manera de ganar su confianza, después de todo lo que había


tratado de hacerles.

Dash no estaba acostumbrado a pedir ayuda a nadie, y la idea no se ajustaba


bien con él. Durante sus veintiséis años, había sufrido en silencio, sin entender qué
o quién era. Y ahora que sabía, tenía que saber más. Tenía que encontrar una
manera de ganarse el perdón de los Westfields. Era la única manera de para
obtener la salvación.

Él oyó al mayor Forster antes de que el viejo lobo abriera la puerta del
estudio. El oficial jubilado parecía mucho más en paz que hace unas horas. Dash
deseada poder decir lo mismo de él.
El anciano se aclaró la garganta. "Bueno, veo que se las arregló para
quedarse quieto.

Eso es algo".

"Mordí a una muchacha." Las palabras salieron volando de la boca de Dash


antes de que pudiera detenerlas.

Los ojos marrones del Mayor Forster se redondearon por la sorpresa.


"¿Cómo dice?"

Dash sacudió la cabeza mientras se apresuraba a explicar. "Yo no fui a


buscarla, ella vino a mí, y yo era débil"

"¿Dónde la mordió?"

"Aquí, en el estudio de su gracia", Dash gimió.

"No donde," dijo el mayor. "¿Sino en qué parte de su cuerpo?"

"¿Qué diferencia hay?" Comenzó Dash, pero entonces algo peligroso brilló
en los ojos del mayor.

Dash se refirió a la zona en la que el cuello se encontró con su hombro.


"Aquí".

"¿Estás diciendo que reclamó a esa mujer?"

"No estoy seguro", admitió Dash mientras cerraba los ojos para bloquear la
desaprobación del hombre. "Pensé que debería saber."

"¡Dios mío!" El mayor se quejó. "Ahora vamos a tener la ira de Blackmoor


sobre los dos."

Dash abrió los ojos. ¿Qué quiso decir el mayor con eso? "¿Nosotros dos?"

El oficial se pasó una mano por la cara. "Yo tenía que vigilarte", gruñó él.

Luego bajó las manos y apuntó una mirada intimidante hacia Dash. "¿Quién
era ella?"
Dash se encogió de hombros. "No lo sé, ella era hermosa, de cabello rubio
suelto y ojos azules".

Él Mayor Forster tragó saliva. "¿Ella te hablo?", él preguntó en voz baja.

Dash asintió. "¿Y ella era escocesa?" Parecía como si las palabras fueran
arrancadas de él.

"Sí", admitió Dash. "Usted sabe quién es ella." Eso era evidente.

El mayor se estremeció y se frotó las sienes como si la acción aliviaría su


dolor. "Sí, conozco a la muchacha, Conocía a su madre, también. Esto no es bueno,
Lord Brimsworth. No es bueno en absoluto".

"Bueno, seguramente, hay algo que se pueda hacer. No era mi intención


morderla, y ella"

"No funciona de esa manera, mi Lord. Cuando la mordió, la luna estaba


llena.

Tú la has reclamado como tu compañera licántropa bajo una luna llena.

Estas conectado con la chica ahora, que Dios los ayude a los dos".

"Bueno, ¿qué significa eso?"

"Esto significa", el oficial comenzó mientras se sentaba en una de las sillas


de cuero del duque, "que es tu compañera de aquí hasta que uno de ustedes
muera".

"¿Mi compañera?" Dash miró boquiabierto. "Pero yo no conozco a la chica,


seguramente algo como esto tiene que haber ocurrido antes, tiene que haber una
manera de remediarlo"

"Brimsworth, esta no es la primera vez que un licántropo, bajo el hechizo de


la luna llena, ha reclamado a un compañero no planeado.

"El comandante se estremeció. " No sé de ningún caso donde hubiera un


final feliz.
"¿Por qué?" Dash-preguntó mientras se hundía en su asiento frente al viejo
oficial, su corazón martilleando en su pecho, todavía no estaba listo para creer que
no había una manera de salir de la situación.

"Debido a que la chica no te ama, mi Lord, usted mismo ha dicho que ni


siquiera la conocía.

Casarse con uno de nosotros, aparearse con uno de nosotros, es bastante


difícil para las mujeres que nos aman en algunos días del mes.

"Pero usted se ha conectado a una mujer que no se preocupa por usted, y no


está obligada por las mismas reglas que se aplican a usted o a mí.

Mientras que para usted será imposible tomar a otra mujer en la cama, la
señorita Macleod puede casarse con quien quiera. Y usted estará completamente
solo hasta que la conexión sea rota".

La predicción le preocupaba sobre más de un frente, Dash no era un extraño


para el entretenimiento con mujeres en su habitación.

No podía imaginarse no estar en condiciones de hacerlo más, él no estaba


seguro de creerle aún al hombre. No era posible que perdiera ese deseo.

Pero lo que más le molestaba era que su ángel de Escocia podría elegir a
otro hombre sobre él, eso no parece justo.

El pensamiento de la criatura encantadora que había sostenido en sus brazos


esa misma noche, casándose con otra persona era como una espada en su corazón.
Lo cual no tenía mucho sentido. Él ni siquiera conocía a la muchacha.

"La Señorita Macleod", él preguntó. Al menos tenía un nombre.

El Mayor Forster asintió. "Caitrin. Es una amiga de mi hija Elspeth".

Dash saltó de su asiento. "Voy a tener que hablar con ella."

"No harás tal cosa", gruñó el viejo oficial. "Y usted no va a decir una palabra
de esto a nadie hasta que pueda resolver qué hacer".

"Pero, yo"
"Siéntate," ladró el Mayor Forster. "Por si lo has olvidado, Lord Brimsworth,
usted no es un invitado bienvenido en Westfield Hall. Sus pecados son numerosos
y los sabemos pero lo más importante es que usted es un Licántropo salvaje,
incontrolable.

“Y si usted cree que voy a permitir que aceche en los pasillos de esta casa,
está muy equivocado”.

El aire salió rápidamente de los pulmones de Dash. "Es por eso que he
venido por ayuda, señor. Necesito un mentor, y…"

"Usted está aquí porque Su Gracia, Lord Benjamín y yo impedimos que Lord
William lo destrozara cuando intentó reclamar a su esposa esta misma noche.
Ahora siéntese mientras pienso, "el hombre se lo ordenó con brusquedad.

"Tratar de reclamar a la esposa de Lord William fue una mala decisión de mi


parte," comento Dash, si pudiera simplemente explicarme.

"Le dije: 'Siéntese'" el mayor gruñó.

Dash se sentó en una silla y observó una serie de emociones a través de la


cara del otro hombre.

Por último, el mayor se frotó la barbilla. "Usted realmente necesita un


mentor, y tengo que mantenerlo lejos de los Westfields".

"No pienso hacerles nada malo."

"Como ya se ha escapado de mí una vez, mi Lord, por favor entienda que no


tengo la intención de confiar en su palabra".

Dash podía ver el punto del hombre.

"Mi familia es oriunda de Glasgow, tengo un primo, un constructor de


barcos, que todavía vive allí, estoy seguro.

“Yo lo puedo convencer para que lo tome bajo su brazo".

¿Glasgow? Dash sacudió la cabeza. No conocía a nadie en Glasgow, e ir allí


no resolvía su situación con la señorita Macleod. "Pero la chica"
"No necesita un lobo salvaje en su camino, ni va a tolerar a uno.  Usted
puede confiar en mi palabra con respecto a esto. Una vez que usted tenga el control
de sí mismo, usted puede ir a buscarla y ver que debe hacer con el lío que ha
provocado. "
DOS

"Lord Brimsworth," el Mayordomo del duque de Blackmoor lo llamó desde


la puerta del estudio. "Su coche ha llegado."

Dash había enviado a su carro para que lo llevase a Glasgow, junto con una
carta de introducción del mayor a su primo el constructor de barcos, el Sr. Niall
Forster. Dash se levantó de su asiento y se acercó al viejo mayordomo. Sin
embargo, había algo que tenía que hacer antes de partir hacia Escocia. "Me gustaría
hablar con la Señorita Macleod primero, si no te importa, Billings. "

El viejo criado le frunció el ceño. -"Me temo que eso no es posible, mi señor."

¿No es posible? Dash resistió el impulso por resoplar. No quería pasar más
tiempo en Westfield hall del que era absolutamente necesario, pero el ver a Caitrin
Macleod antes de irse a Glasgow era de suma importancia, si realmente se conectó
a la chica hasta el fin de los tiempos, sería mejor si se ponían algunas cosas en
orden antes de partir.

"No me iré hasta que no hable con la señorita Macleod."

El mayordomo suspiró irritado. "La señorita Macleod ya no está en la


residencia, mi Lord.

"¿Ya no está en casa?" Resonó el eco de Dash. ¿Cómo era eso posible? Sólo
unas horas antes, había besado a la chica, la sostuvo contra él, y la reclamó.

"Yo creo que ha regresado a casa, señor."

Ella se fue sin hablar con él, ¿sin darle la oportunidad de explicarle? Dash
metió la mano en el bolsillo y arrugó la carta del mayor en su puño. Él salió de la
casa y fue inmediatamente asaltado por su olor de madreselva, siguió bajando los
escalones de piedra y tiró para abrir la puerta de su coche de viaje. Dash se apoyó
contra los cojines y miró al lugar vacío a través de él. El viaje iba a ser uno muy
largo.

"¿Glasgow?" Su cochero, Renshaw, preguntó desde la puerta abierta.

Dash asintió con la cabeza. El Mayor Forster no le había dado ninguna


opción en el asunto. Glasgow, por Dios, seguramente el viejo oficial podría haberle
encontrado un mentor en Inglaterra, alguien que no quedara tan lejos. El viaje
duraría para siempre por el camino del norte sobre todo a mediados del invierno.
Quizás Forster pensó que el caería a su muerte en los Apeninos, tal vez ese era el
plan del anciano.

Dash suspiró. "Estoy un poco con prisa, Renshaw, pero la seguridad es de


suma preocupación, mira los caminos, ¿quieres?”

Caitrin distraídamente frotó su hombro mientras tiraba de la manta azul de


viaje sobre sus piernas.

A pesar de que su don de la visión le permitía ver muchas cosas que no


debería, incluidas muchas escenas íntimas, sólo se cernían los bordes de aquellas
imágenes. Ella nunca vio lo que pasaba en realidad entre hombres y mujeres
después que las puertas se cerraban. Por esa razón, ella estaba muy contenta, hasta
ahora.

Quería más que nada poder preguntar si era normal que un hombre en
medio de la pasión la mordiera en la clavícula, pero eso sería terriblemente
inadecuado. ¿A quién en el mundo ella podría preguntarle? Todas sus hermanas
aquelarre en Escocia eran doncellas, justo como ella. Aparte de Elspeth, por
supuesto, a quien acababa de dejar atrás en Hampshire. Cait suspiró
profundamente.

"¿Se encuentra bien, señorita?" Su criada, Jeannie, preguntó desde donde ella
descansaba en el otro lado.

La pregunta sacó Cait de su ensueño, pero por poco. "¿Qué decías?",


Murmuró mientras se apretaba el cuello de su vestido de viaje más para cubrir la
marca.
"Le pregunté si está bien," Jeannie repitió, frunciendo las cejas.

"Estoy bien, y no puedo imaginar por qué quieres pensar lo contrario. "Cait
cerró los ojos y apoyó la cabeza contra los cojines de cuero.

"Estoy preocupada por usted, eso es todo, primero dejamos Westfield Hall
en la oscuridad de la noche como ladrones. Usted ni siquiera le dijo adiós a la
señora Elspeth. Y ahora usted esta tan inquieta que no puede ni siquiera dormir".

Cait levantó la cabeza y miró a su doncella. Jeannie era varios años mayor
que Cait, una década más o menos.

Tal vez podría preguntarle, Caitrin sacudió ese pensamiento tan rápido
como surgió.

"¿Tiene algo que ver con el mordisco de amor en su cuello?"

Cait tiro de su cuello más de lo normal. "Yo no sé lo que dices," jadeó.

"Sí, lo sabe." Jeannie sonrió y asintió con la cabeza, haciendo que sus rizos
oscuros subieran y bajaran. "Usted no puede mentirme a mí, señorita soy quien le
arregla el cabello a usted, y tengo mucho tiempo con usted, desde que era
pequeña. Y eso sin duda es un pequeño mordisco de amor bajo su oído, allí. Eso no
estaba allí ayer".

"¿Bajo mi oído?" Caitrin hizo eco de la sorpresa, arrastrando los dedos por su
cuello. Jeannie no estaba hablando de la mordedura. ¿El maldito hombre dejo otra
marca?

"Sí", confirmó a la criada. "¿Quién era él? ¿Y qué le hizo para que quiera
correr hacia Edimburgo cuando ustedes obviamente lo disfrutaron tanto? "

"¿Disfrutamos?" Jadeó Caitrin. Luego murmuró en voz baja: "Yo tengo que
irme lejos." Pero lo había disfrutado, justo hasta el momento en que la confundió
con un pedazo de carne.

"Usted no puede mentirme a mi señorita, soy como su propio papá, tal vez
incluso mejor." Ella sacudió un dedo hacia Caitrin juguetonamente. "Por lo tanto,
no puede enredarme incluso aunque lo intente".

Esto era demasiado embarazoso para discutirlo después de todo.


"¿Quién era?" Jeannie persistió.

"Yo no sé quién era," Caitrin finalmente admitió.

"Oh, ¿un hermoso extraño?" Jeannie dejo que su voz se calmase y arqueo las
cejas. "¿Dónde lo conoció?"

"En el estudio del Duque Blackmoor." Caitrin suspiró finalmente.

"Yo estaba buscando un libro."

"¿Y?" La doncella la incito.

"Y él... me besó." Cait se encogió de hombros, sin saber qué más decir.

Jeannie se recostó contra los cojines y miró a su ama con cautela.

"Sin siquiera presentarse adecuadamente. " Su padre no lo aprobara".

"Tú no eres Papá, Jeannie, prométeme que no se lo dirás”.

"Por favor, Jeannie", declaró Caitrin. ¨Su padre no estaría del todo contento
con la situación, y nada se podría hacer al respecto, de todos modos¨.

"¿Acaso este hombre la agarro a usted, señorita?"

"Bueno," Cait dudó, sintiéndose de repente protectora hacia el hombre, a


pesar de que era un pensamiento ridículo. "Él me agarró," admitió. "Pero la mente
no lo hace sola ", añadió rápidamente.

Entonces ella soltó una respiración profunda y se armó de valor finalmente


para preguntar: "¿Por lo tanto, las mordeduras de amor, como ustedes la llaman,
son lo que generalmente sucede entre un hombre y una mujer?"

"Sí, eso y mucho más, pero su marido le enseñará todo lo que necesita saber
con respecto a eso. Usted necesitara de la gente como yo".

Un marido. "Si alguna vez encuentro uno", dijo Cait, levantando ambas
manos en señal de rendición. "No importa... no es "importante".

"Pero este hombre..." Jeannie comenzó.


Cait sacudió la cabeza. "Está en Hampshire, y nosotras estamos en camino
de regreso a Edimburgo. ¨No lo veré otra vez." Ella tiro su cabeza hacia atrás y
fingió dormir, con el corazón un poco más pesado de lo que había sido antes de la
conversación.

El ligero olor a madreselva había torturado a Dash todo el día. Él gruñó


mientras miraba por la ventana hacia la oscuridad que rodeaba al coche.

Todo lo que necesitaba era seguir el olor de la señorita Macleod durante


quince días para volverse completamente loco, él resopló para sí mismo y se apoyó
en los cojines.

¿A quién estaba engañando? Ya había perdido la cabeza, viajar a Glasgow


para preguntar por un constructor de barcos para que fuese su mentor. Suspiró.

Parecía una locura, por el lado positivo, si su padre se enteraba de esto, las
noticias probablemente empujarían al viejo perro hacia el borde, quizás Dash
debiese enviar una carta informando a su padre de sus planes.

Él negó con la cabeza ante esa idea, no hay razón para despertar ese nido de
avispas. Con un poco de suerte, el Marqués de Eynsford olvidaría incluso que tuvo
un hijo, después de veintiséis años las probabilidades no estaban particularmente
en favor de Dash en ese sentido, pero un hombre siempre podía esperar un poco
de ayuda.

Quizás Glasgow no sería tan malo después de todo, después de todo la


señorita Macleod se dirigía allí, él podría vigilarla. Asegurándose de que nadie se
la arrebatara antes de que él tuviera la oportunidad de cortejarla adecuadamente,
una imagen de su ángel escocés brilló en su mente, cabello de oro, tan suave y
largo que quería envolver un rizo alrededor de su dedo y simplemente acariciarlo
con el pulgar, ojos azules claros con el color de un cielo sin nubes, labios tan
perfectamente besables que se endureció con tan solo pensar en ellos.

No, una vez más ese pensamiento, Glasgow podría ser exactamente lo que
necesitaba.
El coche desaceleró, y Dash miró por la ventana. Se dio cuenta de un punto
de luz en la distancia que se hacía más brillante mientras el carruaje se acercaba,
una posada, gracias a Dios, podría dormir un poco después de los últimos días que
había soportado.

El carro divagó hasta detenerse en el patio de entrenamiento y Dash ni


siquiera esperó a que Renshaw detuviera sus pasos. Abrió la puerta y salto afuera,
para detenerse en el instante en que el olor de la madreselva le hizo cosquillas en
la nariz. La Señorita Macleod estaba definitivamente aquí, tenía que ser. Su aroma
floral era más fuerte aquí que el que había estado todo el día en la carretera.

¡Qué golpe de suerte! Podrían tener una conversación sobre lo que había
ocurrido la noche anterior y arreglar algunas cosas.

Por último, con un objetivo en su mente, Dash se dirigió directamente a la


cantina. Sin lugar a dudas, ella estaba aquí. El aroma de la señorita Macleod era tan
abrumador que tenía que apretar los dientes para no gruñir en voz alta por ella.

Sus ojos recorrieron a través del cuarto oscuro, pasando por algunos
lugareños que estaban bien ebrios, un hombre moreno con un niño en sus rodillas,
un par de mozas rollizas de taberna, y un camarero corpulento que lucía una nariz
bulbosa y una coronilla calva. Ah, perfecto. Dash sonrió, justo el hombre que
necesitaba.

Elogió al dueño con un gesto de la mano.

"Sí, ¿señor?" El hombre trepó hacia adelante.

"Necesito alojamiento para la noche."

"Por supuesto." El hombre asintió con la cabeza.

"Pero primero," comenzó Dash, "Estoy buscando a una mujer."

Los ojos oscuros del tabernero brillaron. "Estoy seguro de que puedo
encontrar a alguien que le haga compañía, señor."

El hombre miró más profundamente en la taberna.

Dash sacudió la cabeza, sin duda era la primera vez que el rechazaría una
oferta de compañía.
Él sólo estaba interesado en una mujer en ese momento. "No me ha
entendido. Estoy en busca de una mujer que viaja por este camino también, mi
prima del norte. La Señorita Macleod”.

El tabernero se echó hacia atrás sobre sus talones. "¿Cómo dice, señor?"

"¿Esta la señorita aquí?" Dash gritó.

Antes de que el camarero pudiera responder, Dash oyó, la delicada cadencia


de su voz que provenía de un comedor privado en la parte posterior.

"No importa." Dash pasó junto al hombre y se abrió paso entre la multitud
hacia la parte posterior de la sala donde una pesada puerta de roble lo separaba de
la chica en la que había pensado la mayor parte del día.

Dash respiró hondo y empujó lentamente la puerta abierta.

Ella estaba fascinante como lo había estado la noche anterior.

Sin darse cuenta de su presencia, Caitrin Macleod conversó con una mujer
mayor, una dama o una acompañante de algún tipo. Dash frunció el ceño, si la
mujer la hubiera estado vigilando la noche anterior, él no estaría en la situación
actual. Bueno, él todavía estaría de camino a Glasgow, pero no estaría atado a la
señorita Macleod para el resto de sus días. Aunque, ahora que ella estaba dentro de
su línea de visión, él no podía encontrar en su alma algo que lamentara el giro de
los acontecimientos.

Dash se burlaba de sí mismo. Todavía debía encontrarse hipnotizado por la


luna para mantener tales pensamientos. A continuación, una idea aterradora le
vino a la cabeza. ¿Qué pasa si, desde que había reclamado a la muchacha, no
podía sacarla de su mente? ¿Y si había perdido el poco poder que tenía sobre sus
propios pensamientos? ¿Exactamente cómo lo encadenaba a él?

El sonido estrangulado que él oyó debe haber venido de él, porque la


mirada fija de señorita Macleod se disparó hacia la puerta.

Sus ojos se encontraron, y todo el aire de los pulmones de Dash escapó, sus
ojos azules se encontraron con los suyos, y por un momento el mundo se sentía
bien, como si todo tuviera sentido.
Pero entonces ella comenzó a tartamudear, y tosió, lo que había estado
masticando tan bien ahora estaba alojado en su garganta. Ella se puso roja y luego
un poco de color púrpura. Cuando Dash salió de su trance se dio cuenta de que era
mejor hacer algo, él salió hacia adelante, le dio tirón a la silla y comenzó a acariciar
su espalda. Cuando un grito ahogado fue su única recompensa, le dio una
palmada en la espalda un poco más fuerte.

De repente, ella tosió violentamente y soltó una gran inhalación de aire, las
lágrimas brotaban de sus ojos cuando se volvió hacia él, él sentía la extraña
obligación para quitar las lágrimas con las yemas de sus pulgares. Tan extraño, era
una sensación que nunca había sentido antes.

"¿Estás bien?", Le preguntó después de que él tragó el nudo en su garganta.

Estaba completamente sorprendido cuando sus ojos se estrecharon y se


posaron en el hombro.

Ella pisó muy fuerte con el pie e hizo una bola con los puños y gruñó: "¡Oh,
usted!"

"¿Feliz de verme?" Él le dirigió una sonrisa a ella, que nunca dejó de servir
con criadas o mozas. "Te fuiste antes de que tuviéramos la oportunidad de hablar
esta mañana."

"Señorita", preguntó su compañera, poniéndose de pie y mirando a Dash.

Pero su ángel escocés no respondió, ella dio media vuelta y salió corriendo
del comedor privado.

Dash la persiguió por la taberna y por el patio, pero él la alcanzó antes de


que pudiera redondear un pequeño muro de piedra que desaparecía en la
oscuridad.

"¿A dónde diablos va usted?" Dash exigió saber mientras la agarraba por el
codo.

"¿Cómo se atreve usted a tocarme?", Dijo entre dientes contra él, tirando de
su brazo. Sin esperar una respuesta, ella salió por unos adoquines que conducían
lejos de la posada.
Dash la siguió, sintiéndose como un cachorro persiguiendo a su amo.
"Señorita Macleod," él la llamó.

Ella se dio la vuelta y disparó una rápida mirada en él. "¿Qué quiere?" Le
dijo.

"Tengo que hablar con usted," dijo, cerrando la distancia entre ellos.

"¿Cómo me ha encontrado?" Ella frunció el ceño al mirar hacia él.

¿Cómo podría evitarlo? Su aroma lo había molestado todo el día. Dios, eso
sonaría ridículo.

"Un poco de buena suerte de mi parte", le dijo.

"¿Qué quiere?" Escupió. Pero que pequeña tan fiera era, con sus ojos azules
parpadeando de indignación.

Ah, pero el necesitaba estar en control de sí mismo, para así poder actuar
como los otros licántropos, para poder tenerla en sus brazos.

"Usted", él admitió antes de que pudiera detenerse.

Ella debía imaginarlo como el hombre más loco, mordiéndola la noche


anterior, persiguiéndola en la oscuridad esta noche. Fue un absoluto milagro que
ella había parado en una posada, cualquier mujer cuerda de mente habría huido
tan lejos y tan rápido como pudiera.

La señorita Macleod sacudió la cabeza ante él como si fuera una especie de


mosquito inquietante. "¿Yo? ¿Para qué?", preguntó ella, su voz sonando melodiosa
a medida que aumentaban su irritación.

"Usted pregunto lo que quería, señorita Macleod, la quiero. "Entre otras


cosas que él nunca podría explicarle a ella. Por lo menos no ahora.
TRES

Cait parpadeó hacia él, creyendo que no lo había oído bien, trató de ignorar
las palpitaciones en su vientre que su confesión le provoco en su interior y se
centró en su lugar en sus ojos color ámbar, concentrarse en su futuro. Un destello
de algo que sería más que provechoso, su maldito poder nunca le había fallado
hasta ahora.

La fresca brisa le revolvió el cabello de oro, y sus ojos cayeron hacia sus
labios, el calor la inundó, y la mordedura en el hombro le quemaba, suavemente
tocó la herida que le había hecho.

Sin embargo, ninguna visión llegó a ella, absolutamente ninguna. Él era un


completo enigma, que era más que desconcertante. Cait nunca había intentado
tanto examinar el futuro de alguien, por supuesto, ella nunca lo había necesitado
antes, pisó muy fuerte con el pie por la frustración y sostuvo un grito. ¿Por qué no
podía ver algo de él? ¿Por qué su regalo le fallaba cuando más lo necesitaba?

"Te quiero," repitió, con su voz grave retumbando en ella.

Ella recuperó sus sentidos y golpeó sus manos en las caderas. "¿Me quieres,
verdad?". Preguntó altivamente.

Una pequeña sonrisa inclinó las comisuras de su boca. "No tienes ni idea."

Ella frunció el ceño. ¿Cómo se atreve a encontrar esto divertido? "Bien, por
usted o cualquier otra persona, para el caso.

Así que puede dar la vuelta y volver a Hampshire donde usted pertenece”.

La sonrisa desapareció de sus labios. "Me temo que eso no es posible."

"Es muy posible", le informó. "usted simplemente tiene que volver a su


coche e ir a otro lado. No tengo nada más que decirle".
Sacudió la cabeza y sus ojos se oscurecieron cautivadoramente. "¿Huira de
mí otra vez? Usted me golpeo como una chica con un poco más de fuego. "

¿Un poco más de fuego? Deseó que su hermana de aquelarre, Blaire,


estuviera allí con ella. La bruja guerrera podía chamuscar al hombre hasta que él
hubiera tenido suficiente fuego para toda su vida.

"Yo ni siquiera sé quién es usted".

"Permítame poner remedio a eso", dijo suavemente. "El conde de


Brimsworth, a su servicio."

¿Brimsworth? Cait reconoció su nombre inmediatamente y retrocedió un


paso tentativo. Ella bien no podría saber su futuro, pero si sabía lo suficiente de su
pasado. Él era un hombre del que debiera quedarse lejos, era peligroso, y, peor aún
que eso, era un Licántropo, los cuales eran perros desagradables, ella apenas era
capaz de tolerar al que se había casado con Elspeth.

Esta conversación había terminado, no necesitaba un licántropo en su vida,


no importa lo mucho que hiciera que su corazón se acelerase, Cait inclinó la nariz
en el aire y lo niveló con lo que esperaba fuera su más helada mirada.

"Sus servicios ya no se necesitan, Lord Brimsworth, ahora de la vuelta y


vuelva a Hampshire o de donde haya salido".

Un músculo se movió en su mandíbula, y Cait tragó nerviosamente.


Brimsworth dio un paso más cerca de ella y le dijo: "No hay nada para mí en
Hampshire, muchacha, mi futuro está en Glasgow".

¡Lo Arruino! ¿Por qué tenía que decir el futuro? Cait casi se atraganto con su
lengua. ¿Por qué el inglés se dirigía a Escocia? ¿Y por qué a Glasgow? ¿Creía que
se dirigía allí? Bueno, no estaría sorprendido al encontrar que estaba equivocado.

Desde luego no iba a corregir su suposición.

¿Pero qué si su padre se encontraba a Brimsworth en Glasgow en uno de


sus muchos viajes de negocios? Cait sacudió su cabeza por su propia insensatez, su
padre nunca encontraría a Lord Brimsworth. 

Por otra parte, ella no había pensado que pondría los ojos sobre un hombre
otra vez tampoco.
¿Qué pasa si Jeannie le dijera a su Padre lo que Brimsworth le había hecho?
Y luego que pasaría si ellos realmente se encontraran en ¿Glasgow?

Su papá estaba allí bastante a menudo. El vientre de Cait se desplomó, lo


que ella no daría para predecir el futuro del hombre.

"Usted no puede ir allí", chilló.

La sonrisa encantadora del conde regresó. "Yo no sabía que necesitaba su


permiso para viajar al norte, Señorita Macleod".

Cait tomo coraje y metió un dedo en su pecho.

Él capturó su mano y un hormigueo corrió por su piel debido a su tacto,


luego levantó la mano a sus labios y le besó los nudillos mientras su mirada la
abrasaba.

"Desde ayer por la noche, no he sido capaz de pensar en otra cosa que usted
y su delicioso aroma."

El corazón traicionero de Cait latió rápidamente, aunque ella prefirió


ignorarlo y se desprendió de la mano de su captor.

"De algún modo dudo que entre sus actos de venganza, mi lord, usted se
haya preocupado por pensamientos acerca de mí o de mi olor", respondió ella con
aspereza.

Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. "Ah, así que usted sabe lo
que soy."

Ella no encontró la idea remotamente graciosa y ella asintió bruscamente,


cruzando los brazos sobre su pecho. "Usted secuestro a Lord William y planeo
hacerle daño." No, es que ella alguna vez se hubiera preocupado de una u otra
manera por Lord William.

Pero expresar los crímenes del conde sólo podría ayudarle en este punto,
Brimsworth se encogió de hombros. "Entonces usted también debe saber que lord
William entró en una competición conmigo por su propia voluntad, luego hizo
trampa, no me tomé demasiado bien eso".
No, él no parecía el tipo de hombre... no, Licántropo,... ¿quién aceptaría de
buen grado ser engañado?

Cait no tenía la intención de permanecer en el frío para continuar esta


ridícula conversación.

"Honestamente, mi Lord, no tengo ningún deseo de aplaudir o ridiculizar


las decisiones tomadas por Lord William y su novia, el asunto es discutible, al
menos. Ahora, si me perdona, estoy seguro de que mi doncella está muy
preocupada".

Luego se volvió hacia la posada. Casi esperaba que Brimsworth la


persiguiera, como al parecer había estado haciendo todo el día. Pero sus pasos no
sonaron detrás de ella, no debería haber estado decepcionada por eso.

Era lo mejor, después de todo. No tenía espacio para más licántropos en su


vida de todos modos.

Cait entró en la cantina y trató de evitar las visiones del futuro de los otros
clientes "que le asaltaban a su mente, un hombre se sentó llorando sobre la cama de
un ser querido, su esposa, Cait asumió. Una moza de taberna en el otro lado estaba
a punto de descubrir que era una mujer embarazada, el corpulento tabernero
tropezaría en un agujero y se torcería el tobillo.

Se concentró en la puerta del comedor privado y se sintió aliviada cuando


ella pasó por encima del umbral y bloqueó todos los lugares no deseados. Ella no
había apreciado el hecho de que su mente estaba clara y sin carga cuando estaba
con el conde de Brimsworth. Eso en sí fue bastante desconcertante, en cuanto se
cerró la puerta de la sala de comedor, Jeannie le echó los brazos y la besó en la
mejilla. "Ah, señorita, yo estaba muy preocupada por usted."

"Estoy bien, Jeannie", dijo.

"Nunca había visto que usted se comportara de tal manera. ¿Quién era ese
hombre? Y ¿por qué usted corrió de esa manera? "

"Lord Brimsworth", dijo Cait casualmente. "Él es un conocido de los


Westfields."

Su criada frunció el ceño. "Y el resto. ¿Por qué usted corrió hacia fuera? ",
preguntó de nuevo.
Cait debería haber sabido mejor que Jeannie no lo dejaría ir tan fácilmente.
"He pasado un largo día, y sólo quiero ir a la cama. ¿Puedes guardar la Inquisición
española hasta mañana? "

Pero ella ya había decidido que iba a confiarle a su criada y que iba a
guardarse para ella.

Jeannie se escabulló un poco lejos. "Yo creo que el señor Macleod lo


aprobaría, señorita"

"Tonterías," Cait respondió despreocupadamente. "No hay nada que


aprobar, no, vamos a ver a su señoría de nuevo de todos modos. "Ellos se dirigían
a dos ciudades diferentes, después de todo, ellas perderían a Brimsworth en la
mañana, y eso sería todo.

"Señor", el tabernero lo llamó desde el otro lado del patio.

Dash ignoró al hombre ya que no estaba de humor para mantener compañía,


su mente seguía recuperándose de su conversación con la señorita Macleod. Los
pocos momentos que había pasado en su presencia le habían revuelto la sangre de
una manera como nunca había experimentado antes. Bueno, salvo la noche
anterior, y el momento en que ella se alejó de él había sido muy doloroso.

¿Fue una reacción normal al ver a su pareja? Era una tortura estar tan cerca
de ella ya que ella irradiaba calor directamente a su alma, pero no podía tocarla, no
podía saborearla. Él no tenía ningún derecho en absoluto sobre ella, a excepción de
la marca que le había dejado en el cuello.

Toda la prueba fue un tormento cruel, la horrible predicción del comandante


se repetía en su cabeza, ella no estaba sujeta a las mismas reglas que él. Dash pensó
que no podría sobrevivir a desearla toda una vida si ella después lo rechazaba y
escogía a otro, así las cosas,  él necesitó cada poco de autocontrol que él poseía para
no saltar la escalera, encontrar la habitación de Caitrin, y reclamarla de un modo
mucho más íntimo.

"¡Señor!", El tabernero llamó de nuevo.


Dash quería romper al hombre en dos, salió de las sombras. "¿Sí?"

Una expresión de alivio se instaló en el rostro del hombre corpulento. "Ah,


ahí está usted. Pensé que podría haberse marchado".

"¿Qué quiere?" Preguntó Dash, sin siquiera molestarse en mantener un tono


conversacional.

El tabernero tragó saliva con nerviosismo y se apresuró a explicar. "La llave


de su habitación, señor. Es la primera a la izquierda, había otro muchacho que la
quería. Pero como se la prometí a usted primero...

¿Hay algo más que pueda hacer por usted, señor? "

Dash se rascó la barbilla. "En realidad, hay algo que puede hacer por mí, y
esto implica a aquella joven que pregunté sobre cuando llegué, mi prima. "
CUATRO

Caitrin suspiró profundamente mientras se sacaba las horquillas del pelo y


lo dejaba caer sobre sus hombros.

"¿Cansada, señorita?" Preguntó Jeannie mientras doblaba el vestido de viaje


de Cait y ayudó a su señora con su camisón.

Cait se recostó pesadamente. "No tienes ni idea." Estar en lugares con mucha
gente era completamente agotador, no importa lo mucho que trate de bloquear los
nombres, caras y futuros, no podía hacerlo. A excepción de los momentos que pasó
con el apuesto y peligroso Lord Brimsworth, aquellos momentos eran tranquilos,
estaban en calma.

Las únicas emociones que enturbiaban estaban dentro de ella, ella no recibía
nada de las personas que la rodeaban, era casi el cielo.

El deseo de calma casi le daba ganas de buscar a su señoría de nuevo, sólo


para poder ver si era verdaderamente un hombre que podría traerle paz. Incluso
ahora, ella vio a Jeannie en su imaginación mientras salía de la habitación mientras
Caitrin dormía para ir a reunirse con su pretendiente, el cochero de Cait, Lamont.

"¿Por qué no sigues adelante y te vas, Jeannie?" Cait finalmente preguntó,


tratando de mantener la irritación de su voz.

"¿Ir a donde, señorita?" Replicó la dama, fingiendo confusión.

"tú sabes perfectamente a dónde", reprendió Cait. "No puedes mentirme a


mí, ya sabes".

"En verdad, señorita…", comenzó la criada, pero Cait levantó una mano para
hacerla callar.
"Por favor, no me mientas, Lamont está esperando por ti. "Ella trató de
domar su sonrisa hacia la mujer. "Ve," dijo, espantando a Jeannie hacia la puerta
con las manos, la única cabeza en la que ella quiso estar era la propia. "fuera. "

"¿Esta segura que no necesita nada más de mí?"

"Positivo". Suspiró Cait.

La mujer casi saltó por la puerta, dentro de unos momentos, la criada se


envolvería en los brazos del cochero, y no volvería hasta la mañana. Oh, si la vida
fuera realmente así de simple.

Cuando Cait estaba sola, ella todavía veía fragmentos del futuro, pero
cuando no venían llegaban todos juntos de una vez, eran más como un sueño.
Como ver a los actores en el teatro, cuando venían todos ellos a la vez, era más
bien una pesadilla.

Ella se acercó a la ventana y descorrió las cortinas.

La luna aún estaba en lo alto del cielo, ella observo un movimiento y la parte
superior de una cabeza rubia a través del patio de la posada.

¿Lord Brimsworth? No, eso debía ser una ilusión.

¿Deseosa? Ella se burlaba de sus propios pensamientos, ella deseaba que el


Adonis rubio viniera a masticar su clavícula un poco más, era la paz que ella
deseaba.

En tan solo unos momentos, una pequeña lluvia de piedras golpeó la


ventana, miró hacia abajo y vio al hombre señalando con sus brazos, como si
quisiera que levantara la ventana.

Ella sacudió la cabeza con vehemencia y dejo caer las cortinas en su lugar.

Otra lluvia de pequeñas piedras golpeó la ventana, tal vez él se iría si ella
aceptaba, ella empujo de nuevo las cortinas y abrió el cristal chirriante, el aire frío
se precipitó en la habitación, deslizándose debajo de su camisón.

"Lord Brimsworth, ¿qué es lo que quiere?" Ella frunció el ceño.

El llamó de nuevo, su voz sonó un poco más tranquila, "A usted". Él sonrió.
Su corazón se encogió, él tenía la sonrisa más increíble, con dientes blancos y
rectos. Pero también era peligroso, ella se movió para cerrar la ventana y las
piedras golpearon otra vez. Ella se quedó sin aliento.

"¿Está tratando de matarme?", Dijo entre dientes.

"Tengo una excelente puntería, señorita Macleod," dijo, completamente


relajado. "Si hubiera querido hacerle daño, ya lo habría hecho. "

Supuso que era verdad, podría haberle hecho daño en el estudio de


Blackmoor o en el sendero empedrado esta noche si eso tuviera en mente.

"Yo sólo quiero un momento de su tiempo", agregó.

"¿no puede acaso esperar hasta la mañana?"

"Usted no va a estar sola en la mañana", dijo, levantando una ceja.

No podía ver su futuro. Por lo tanto, ella no sabía si eso era cierto, pero fue
interesante saber que, desde esta distancia, su futuro estaba totalmente en blanco
para ella, mientras que los de los otros "todavía se encontraban a su alrededor.

Caitrin escuchó un grito desde la habitación contigua a la suya, a


continuación, una maldición gutural, se tapó los oídos con sus dedos y cerró los
ojos con fuerza. Ya podía ver el futuro de los ocupantes de la habitación. Y no
había una maldita cosa que pudiera hacer al respecto, esta vez, incluso las futuras
emociones la golpearon, lo que la hizo doblarse de dolor.

"Señorita Macleod?" Oyó desde la ventana abierta.

"No puedo hacer esto ahora", murmuró para sí.

"¿No puede hacer qué?", Él preguntó.

¿Cómo había oído él su queja tranquila?

Caitrin levantó la almohada de la cama y se envolvió con ella sus oídos,


tratando de amortiguar algunos de los sonidos provenientes de la habitación
cercana. No pudo lograrlo, se dejó caer al suelo y levantó las rodillas a su pecho y
se meció, tratando de encontrar un ritmo calmante que podría sacarla del tiempo y
del espacio.
"Si no me contesta, señorita Macleod, voy a entrar ahí."

Ella no podía responder, el sentimiento de cualquier cosa era demasiado


doloroso.

Ella escucho un fuerte golpe contra la parte exterior del edificio y luego vio
dos manos que agarraban el alféizar de la ventana, inclinó la cabeza y se quedó con
los ojos en sus rodillas, que venga, que viniera.

No podía ser peor que lo que estaba experimentando en ese momento.

"Aughhh!" Ella gimió en voz alta mientras el cruzaba la habitación y se


dirigía hacia ella. Entonces él la tocaba, y su mundo se quedó en silencio, las
imágenes en su mente desaparecieron. Lo único que oía era el canto de los grillos
desde fuera de la ventana y el relincho de un caballo en los establos.

Ella se levantó y le echó los brazos al cuello, abrazándolo con fuerza.

Lord Brimsworth la atrapó en el aire y no la soltó cuando ella lo agarró


frenéticamente.

"¿Finalmente feliz de verme?" Él se rio en voz baja al oído mientras le


acariciaba la espalda.

Dash nunca había estado tan asustado hasta cuando él la había oído gritar
de dolor, fue realmente extraño, ya que por lo general le daba poca importancia a
los sentimientos de los demás. Pero él no era capaz de no preocuparse por los de
ella, se aferró a su cuello con fuerza, sus curvas moldeadas contra la longitud de
su cuerpo, era una pequeña cosa diminuta. Sus pies colgaban sobre el piso
mientras él simplemente la sostenía frente a él, con la mejilla apoyada en su
hombro.

"No me dejes", susurró.

"No lo haré", le aseguró mientras movía su cabeza para mirarla. La masa


ondulada de su cabello caía sobre sus manos, los extremos le hacían cosquillas en
los dedos, quería enterrar su cara en ellos y beber del aroma que lo había estado
volviendo loco durante todo el día.

"¿Quieres decirme qué pasó?" le dijo.

Ella negó con la cabeza en su hombro, y sólo entonces él se dio cuenta de


que su camisa estaba húmeda, ella había estado llorando, su corazón se apretó por
ella.

Casi sin aliento por la emoción de la primera vez, no sabía cómo reaccionar.
¿Qué era ello?

¿Empatía? ¿Compasión? ¿Afecto? Él no estaba seguro como llamarlo, pero él


nunca lo había sentido antes

“Dímelo", dijo. "Yo podría ser capaz de ayudar."

Ella levantó la cabeza y soltó sus brazos, de inmediato quiso patearse a sí


mismo por hacer o decir algo que la hiciera alejarse de él.

Sin mirarlo a los ojos, dijo con una voz infantil, "En la habitación de al lado,
hay una niña pequeña que no debería estar allí, ese que está ahí no es su padre, si
se queda en esa habitación, algo horrible va a sucederle a ella".

"¿Cómo sabes eso?"

"Yo no puedo decírselo," dijo ella, finalmente encontrando su mirada, su


mano no se apartó cuando le tocó el brazo.

Era casi como si el la anclara de alguna manera. "No se supone que debería
decirle tanto como ya lo he hecho. "

Pero puede hacerle daño. ¿Puede ayudarla? "

"Lo intentaré," él comenzó, pero su rostro se arrugó por la preocupación, se


inclinó y la besó en la frente. "Lo haré.

¿Estará usted bien durante un momento?", él preguntó. "Voy a volver."


Ella asintió mientras se le tensaba el cuerpo, como si estuviera preparándose
para un ataque.  Entonces ella alejo su mano de su brazo, él averiguaría de qué se
trataba y rápidamente y silenciosamente, él se escapó por la puerta.

Cuando se fue, las visiones volvieron, tomando una respiración onda por su
intensidad. Ella avanzó lentamente por la cama y se acurrucó en un rincón,
meciendo su cuerpo despacio, encontrando un ritmo que la calmó.

En un abrir y cerrar de ojos, ella oyó una conmoción en la habitación al lado


de la suya. Era como si el sol comenzara a brillar, borrando las sombras en su
mente, gracias a Dios. La niña estaría ilesa, el autor sería puesto a la justicia, todo
iría bien, ella suspiró.

Hubo un rasguño suave en la puerta justo antes de que esta se abriera y


Lord Brimsworth se deslizara hacia el interior.

"Eso fue interesante", dijo lentamente, moviendo la cabeza con incredulidad.


"Pienso que usted le salvó la vida a aquella niña.

"Yo no hice nada," dijo en voz baja, toda la lucha había desaparecido de su
cuerpo. "Ustedes lo hizo." No quería nada más que cerrar los ojos y dormir.

Pero Brimsworth estaba en su habitación, y ella llevaba un camisón. Y sólo


hace un momento, ella había estado agarrándolo como si ella lo necesitara más que
nada en el mundo. Ella no lo necesitaba, desde luego, pero ella necesitaba la paz
que él le ofrecía.

Él se sentó al lado de su cama y le tendió una mano, ella colocó la suya


dentro de la de él, y sus fuertes dedos se cerraron alrededor de los suyos. ÉL
mostro una media sonrisa. "¿Puedo quedarme contigo un rato?", Preguntó, su voz
un poco más ronca que antes. "Me gustaría saber que estás a salvo."

"Mi doncella volverá ", comenzó.

"Me habré ido antes."

Por lo general, Cait podía confirmar o negar cuando alguien le hace una
predicción así. Pero no con él. ¿Se atrevería a confiar en él?
Ella anhelaba la tranquilidad que podía traerle en ese momento más de lo
que quería algo en todo el mundo, unas pocas horas de paz, eso era todo lo que
quería. Además, nadie sabía que estaba allí.

"¿Cómo entraste por la ventana?" Le dijo.

Él se rio y se recostó en un lado de la cama, con una mano debajo de la


cabeza y la otra agarrándola a ella. "Eso es parte de una historia", dijo acercándola.

Luego le preguntó: "¿Cómo te enteraste de la chica?"

"Eso es parte de una historia, también," ella lo imitó.

Él se rio y rodó hacia ella, la pendiente en el centro de la cama hizo que ella
también rodara hacia él. Se quedó inmóvil mientras retiraba el escote de su
camisón y examinó la herida en su hombro.

Suspiró profundamente antes de inclinarse y tocar con sus labios la zona, sus
labios no eran más que un susurro sensible a través de su piel.

"Lo siento si te hice daño", dijo con una voz que apenas podía oír. "Pero no
lamento lo que hice. "

El rodo lejos de ella y puso algunos centímetros entre ellos, pero aún
estrechaba su mano.

Dentro de unos momentos, la paz en su mente permitió que el sueño la


alcanzara. Y Cait fue a la deriva a un lugar donde los únicos sueños que ella vio
eran los propios.
CINCO

La luz de la mañana invadió la pequeña habitación de Cait y ella se


incorporó de un salto. ¿Había realmente permanecido en la cama con Lord
Brimsworth? Ella se encogió y cayó hacia atrás, bloqueando la luz del sol con su
brazo. ¿Qué había estado pensando? Ella se había comportado como una joven
bruja que no entendía sus poderes, se había comportado como una tonta.

Ella se había comportado imprudentemente.

Rara vez ella se iba de casa, y sólo lo había hecho en este caso porque la
familia de Elspeth la necesitaba a ella en Hampshire, en el viaje a Westfield Hall,
ellos sólo habían parado para cambiar caballos nunca pasaron la noche en una
posada a lo largo del camino. Desde luego, ella había estado corriendo con un poco
de prisa entonces, y dormir en una cama en la noche era un lujo para el cual ella
no había tenido tiempo.

Ella debería haber sabido mejor las consecuencias de pararse a pasar la


noche, estaba acostumbrada a las visiones de Jeannie y Lamont. Pero estar a solas
con tantas personas desconocidas había sido un esfuerzo más que abrumador,
Cait gimió.

Odiaba pensar en sí misma como una persona débil, pero no había otra
palabra para sus acciones la noche anterior, si Lord Brimsworth no hubiera llegado
cuando lo hizo...

Cait gimió más fuerte, él hombre la había visto en su peor momento, eso fue
bastante embarazoso. Nadie la había visto así desde que su madre le había
enseñado a usar sus poderes.

"Esos dos gemidos, señorita Macleod. ¿Está usted bien? "La suave voz de
Lord Brimsworth le llego desde una silla cercana, se le rompieron los nervios que
le quedaban.
¿El hombre estaba todavía aquí?

Cait se quedó sin aliento y tiró de la manta alrededor de su barbilla. "¡Fuera


de mi habitación, señor!"

Él se rio suavemente y dejó que sus pies cayeran desde donde los tenía
apoyados en la esquina de la cama. "Es un poco tarde para la modestia, querida."

El corazón de Cait latía en los oídos. "¿Q-qué está haciendo aquí?" Su voz
sonó como un chillido.

"Quería asegurarme de que estabas bien y que era capaz de dormir."

Cait frunció el ceño hacia el techo, sin atreverse a mirarlo. "Yo no necesito
una niñera, Lord Brimsworth".

"He pasado la noche contigo, ángel, creo que podemos prescindir de las
formalidades, ¿no crees?"

¿Ese era su plan? Cait se sentó y tiró de las mantas a su alrededor,


mirándolo. "¿Eso es lo que quiere usted comprometerme?"

Mirarlo probablemente fue un error. Hasta ahora, todos sus encuentros


habían sido en la noche y ella no había tenido ni idea de lo guapo que era, a la luz
del día. Su cabello rubio estaba despeinado, irradiando el calor del sol. Sus ojos
color ámbar, con manchas de verde, oscurecidos por la sorpresa.

"Eso sería muy descortés, y yo nunca haría una cosa tan deplorable."

Pero secuestrar al hermano de un duque era aparentemente aceptable,


aunque Caitrin mantuvo ese pensamiento para ella misma, no quería colocarse en
la posición de defender a los Westfields de nuevo. Su rivalidad con Brimsworth no
tenía nada que ver con ella, y su preocupación más urgente era conseguir que
cierto conde saliera de su habitación antes de que alguien supiera que estaba allí.

"Usted dijo que no se quedaría mucho tiempo," le recordó.

Lord Brimsworth se levantó de su asiento y se paró frente a la ventana,


mirando hacia fuera abajo hacia el patio.
Ella no podía dejar de notar la manera en que sus pantalones se abrazaban a
sus poderosos muslos, y ella aspiro su aliento sorprendida.

Él era un hombre muy guapo que había sido muy amable con ella la noche
anterior. Si ella no fuera cuidadosa, perdería la cabeza en cuanto a él se refería. Y a
pesar de la forma en que la hizo contener el aliento y causaba alborotos en su
vientre, él era peligroso. Él era un licántropo.

"Yo dije que iba a salir antes de que su criada regresara", comenzó en voz
baja. "Nunca lo hizo."

¿Era su imaginación, o él sonaba enojado? "Estoy segura de que está con mi


cochero".

"Ella la abandonó ayer por la noche, cuando es obvio que necesitaba que
alguien se quedara con usted."

Cait se alegró de que sus ojos aún estuvieran en el patio debajo de ellos, eso
le dio la oportunidad de buscar por la cama y atar la bata con fuerza alrededor de
ella, poniéndolos en igualdad de condiciones. "Creo que usted debería marcharse,
mi Lord".

Miró por encima de su hombro y asintió. "Muy bien, eso me dará tiempo
para buscar a su criada".

"¡Usted no va a hacer tal cosa!" Cait golpeó los puños en la cintura. "Jeannie
es mi criada, y usted no tiene ninguna autoridad sobre ella".

"Todavía no", murmuró, aunque ella lo escuchó con claridad.

"¿Y qué se supone que eso significa?", preguntó ella, incapaz de mantener el
tono punzante de su tono. Lord Brimsworth se dirigió hacia ella, recordándole que
la bestia se acercaba, luego se detuvo, muy suavemente y rozó sus labios sobre su
frente, y se dirigió hasta la puerta. "Usted me encontrara abajo para el desayuno".

Cait lo miró boquiabierta, nadie jamás le dio órdenes, ni siquiera su padre,


incluso dentro de su aquelarre, ella era la líder.

"Le dije al tabernero que era mi prima, usted puede reunirse conmigo
tranquilamente para compartir una comida juntos, nadie preguntara nada. "
El ni siquiera le pregunto si quería reuniré con él. "¿Primo?"

Lord Brimsworth le sonrió. "Yo habría dicho" esposa "si hubiera sabido que
iba a pasar la noche con usted, lo tendré en cuenta la próxima vez.

A Dash le encanto la mirada de estupefacción en el rostro de Caitrin


Macleod. Obviamente nadie le ordenaba a ella, sus mejillas se habían sonrosado
ligeramente, y su linda boca cayó abierta. Probablemente era mejor no pensar en
esa boca, o saltaría encima de ella de nuevo y haría un uso adecuado de ella.

La noche anterior había sido una tortura, tratando de conciliar el sueño en


una silla incómoda, cuando él realmente quería estar bajo la colcha con ella, había
sido una noche particularmente difícil. Cada pequeño sonido que ella hizo
bombeaba sangre a sus regiones inferiores, en cuanto estuviera listo con su mentor,
su meta más alta seria convencerla de casarse con él, más temprano que tarde, o
bien podría explotar.

Esperando en la taberna a la criada de Caitrin que volvía de ver a su amante


Dash notó a una moza a través de la habitación batiendo sus pestañas hacia él.

En el pasado, la semana pasada, de hecho, el no habría perdido la


oportunidad de ir a la cama con la muchacha, ella tenía una buena figura, unos
ojos marrones redondos y cabello oscuro brillante.

Tales encuentro habían sido banales para él; pero ahora él no encontró nada
significativo en absoluto en el aspecto de la muchacha, entonces él reenfocó su
atención sobre la entrada exterior.

Ahora que él pensaba en ello, él no había encontrado a una mujer


remotamente atractiva desde la noche en que él reclamó a Caitrin en el estudio del
Duque de Blackmoor. Él no había comprometido ningún pensamiento a otra
mujer, excepto que ahora notaba el cambio en sí mismo.

"Ah, Lord Brimsworth", comenzó el tabernero, dando un paso al otro lado


de la habitación mientras se apoyaba en gran medida en un bastón. "Entiendo que
usted desea el comedor privado esta mañana."

Dash inclinó la cabeza. "Sí. Mi prima se me unirá pronto".

"Por supuesto, mi Lord, le voy a mostrar el camino".


Dash no se movió de su asiento. "Prefiero esperar a mi prima aquí."

Y observar cuánto tiempo necesita esa criada para sacar los brazos de su
amante.

"Como usted desee. "

En ese preciso momento, la puerta se abrió lentamente, y la criada de Caitrin


cruzó el umbral.

"Perdone, señor", le dijo al tabernero, mientras mantenía sus ojos sobre la


morena tímida que estaba tratando de colarse por las escaleras de los dormitorios.
"Señorita" Dash la llamo, rápidamente cruzando el piso. "Me gustaría hablar con
usted."

La criada volvió a su voz, y arrugó las cejas. "¿Mi Lord?"

Dash se alzaba sobre la mujer y no pudo evitar una mueca en su rostro. La


mujer había abandonado su deber con Caitrin y su pobre ángel había estado
llorando por ello. "¿Es su práctica estándar dejar a su señora desatendida?"

"Lord Brimsworth" la voz de Caitrin se filtraba hacia él desde lo alto de las


escaleras. "Ya hemos tenido esta conversación”.

"Prima Caitrin", respondió, volviendo sus ojos en ella, era impresionante,


con sus cabellos rubios anudados sobre un hombro, su vestido de viaje azul era
útil, pero mostraba su forma curvilínea de la misma manera.

Por un momento, la boca de Dash se secó. "Qué maravilloso es verte de


nuevo, usted y su criada deben realmente unirse a mí para el desayuno."

"Qué generoso es usted, primo," le devolvió Caitrin, su mandíbula apretada


por la irritación y un fuego azul brilló en sus ojos.

El tabernero se aclaró la voz. "La habitación está lista, señor."


"¡Excelente!" Respondió Dash, alcanzando su brazo por la escalera para
tomar la mano de Caitrin. "Vamos, querida".

Cuando llegó al último escalón, metía la mano en el hueco de su codo. Se


sentía con derecho estando allí, la condujo por el pasillo hasta el comedor privado
y le ofreció un asiento para ella y para la criada que tomo el lugar al lado de su
señora.

"Bien," comenzó, "cuando llegue a Glasgow, tengo la intención de llamar al


señor Macleod e informarle del personal mediocre a su servicio".

"¡Mi Lord!" Caitrin dijo entre dientes, y sus mejillas adquirieron un tono más
pálido.

"Pido su perdón", exclamó la dama.

"Usted debería haber estado con su señora la noche anterior en lugar de


entretener a algún pretendiente, Y...”

"Le dije a usted, que esto no es de su preocupación". Caitrin saltó de su


asiento, mirándolo a él.

"Todo lo que es acerca de usted me concierne," le informó.

Parecía como si ella hubiera olido algo asqueroso, y ella cruzó los brazos
sobre su pecho. "Usted es un mal educado, y yo no he pedido su ayuda, y tampoco
la quiero. "

Eso es verdad. Dash asintió. "Bueno, yo voy a dársela de todos modos,


muchacha."

"Usted no tiene derecho", continuó.

"Tengo más de lo que crees", respondió.

"Ven, Jeannie. He escuchado suficiente. "Con eso, Caitrin se alejó de la mesa,


le mandó una última mirada mordaz, y luego salió pisoteando desde el comedor,
remolcando a su criada hacia la derecha con ella.

Dash suspiró. ¿Ella iba a ser tan testaruda sobre todo?


SEIS

¡Cómo se atrevía a regañar a su dama! De todos los hombres arrogantes,


irritantes, desagradables que alguna vez se hubiera encontrado, él tenía que ser el
peor.

Y encima de eso, incluso la había amenazado con visitar a su padre para


decirle sobre la desaparición de Jeannie.

¿Y por qué cree que vivía en Glasgow? No es que ella se viera obligada para
corregirle su error. Aun así, era extraño. ¿Es por eso que se dirigía a Glasgow? ¿Él
pensaba que ella vivía allí? Eso sin duda era una sorpresa, ¿no?

"Lo siento, señorita," Jeannie sollozaba detrás de ella. "Yo no pensé que
usted me necesitaría. Y lo hizo, dijo ella, ella gritó cuando Caitrin tiró de ella hacia
la escalera.

"Lo hiciste muy bien, Jeannie", dijo distraídamente, tratando de calmar a la


criada.

Caitrin llamó al posadero al pasar, "Por favor envíe nuestro desayuno arriba
y envié a alguien a recoger mi baúl."

El hombre sorprendido empezó a hablar, pero ninguna palabra salió de su


lengua aparte de un gruñido. Sus mejillas se enrojecieron.

"¿Hay algún problema?" Preguntó Cait, usando su tono altivo.

"No, señorita, pero su señoría dijo"

"Su señoría", se burló, "Él no toma las decisiones por mí."

"Sí, señorita," respondió el hombre, evitando su mirada.


Caitrin tiró de Jeannie por las escaleras y entró en su habitación. Miró a su
alrededor y quedo sorprendida de ver que todas sus cosas habían desaparecido.
¿Por qué sus cosas ya no estaban? ¡Brimsworth!. Ella golpeo la pared con la palma
de la mano en señal de frustración.

"Todo esto es mi culpa", dijo Jeannie en voz baja mientras se retorcía las
manos.

"Nunca debería haberla dejado a usted."

Caitrin le palmeó la mano. "Trata de calmarte, Jeannie. ¿Ahora qué se


supone que ese conde arrogante ha hecho con nuestras cosas? "

Jeannie negó con la cabeza. "Yo no sabría decirle, señorita"

Pero Lord Brimsworth podría decírselo, y Caitrin se aseguraría de eso. Giró


sobre sus talones, pisoteo muy fuerte por las escaleras, y tropezó directamente a los
brazos del hombre que había provocado su ira.

Las manos de Lord Brimsworth se acercaron para atraparla, una mano se


deslizo alrededor de su cintura mientras la otra se trasladaba para sostenerla. Ella
se quedó sin aliento cuando una mano rozó la parte inferior de su pecho. A
continuación, todo el aliento que contenía salió de su cuerpo, le encantaría decir
que fue a causa de su locura. 

Pero, la verdad, es que fue a causa de su contacto, él le quitó el aliento, y él


la sostuvo desde el principio.

Ella levantó la cabeza para mirar al conde.

"Esa no fue la intención, señorita Macleod," dijo en voz baja. Luego se echó a
reír mientras negaba con la cabeza con consternación. "Muy agradable, pero
seguramente no intencionado."

"Déjeme ir." Ella empujó contra su pecho firme.

"Mis disculpas," dijo en voz baja mientras su mirada seguía buscando su


rostro, aunque no hizo ningún movimiento para liberarla.

Cait lo golpeó en el hombro con la palma de su mano. "¡Ahora!" Le grito.


"Oh, por supuesto." Él la apartó de él, como si acabara de recordar que ella
estaba allí, o más probablemente de que estaban en un lugar público. Miró detrás
de ella. "¿Dónde está su criada? ¿La ha abandonado de nuevo? "Sus cejas se
juntaron.

"Ella no me ha abandonado, y ella no lo hizo anoche, la deje salir. "Ella lo


miro fijamente. "Así que deje de preocuparse por ella."

Él asintió con la cabeza rápidamente. "Debería estar preocupado, dudo que


su padre aprobara sus acciones".

"Jeannie es una buena criada. Ella está enamorada y el de ella".

"¿Amor?" Resopló Brimsworth. "Es más como la lujuria."

"Ciertamente, usted no es ajeno a las más bajas emociones ", dijo, y luego
sintió como el color subía por su mejillas.

"¿Cómo sabe a lo que soy o no soy familiar? Sólo hemos dormido juntos una
vez"

"¿Dormimos juntos?", Dijo entre dientes. "No hicimos nada de eso."

"Sí, muchacha, lo hicimos, y tengo la intención de hacer mucho más de lo


mismo. Con excepción de un poco menos de dormir para la próxima vez".

Cait no podía creer su audacia. Ella realmente debe haber hecho el ridículo
ayer por la noche para pensar que pudiera decirle algo así a ella. "¿Y si tengo
objeciones a sus proyectos?"

"Usted simplemente no puede oponerse." Él se encogió de hombros, el


epítome de la confianza masculina, ella solamente quería pegarle".

¿Usted siempre piensa salirse con la suya? ", Le dijo.

"¿Y usted?" Le espetó.

Por supuesto, que esto sería una batalla de voluntades con ella. Estaba
acostumbrada a estar al mando, a hacer lo que quería hacer. Y, probablemente, no
más que eso, ella era completamente encantadora.
Dash metió la mano en el hueco de su brazo y la arrastró escaleras arriba
por el pasillo hacia una habitación para dormir sin utilizar, el cuál era el único
lugar donde podía estar seguro de algo de privacidad.

Empujó la puerta de par en par, entró y tiró de ella con él.

"Tenemos que hablar", dijo, mientras cerraba la puerta y se apoyaba


pesadamente contra ella.

"¿Sobre qué?" Caitrin grito, mirando alrededor de la habitación como si


buscara una ruta de escape.

"Nosotros", dijo él con impaciencia.

"No hay un 'nosotros'", ella se burló.

"Obviamente hay algo entre nosotros."

"Sí, una mordedura de perro," resopló mientras distraídamente frotaba su


hombro. "Una que todavía me duele", murmuró.

¿Así que ella sabía lo que era? Eso fue fortuito, tendría que explicarle a su
maestro y pedirle que tuviera paciencia mientras él estuviera en la formación.
Quizá pudiera entrenar con él durante el día y hacerle la corte a Caitrin por la
noche, usando todo su tiempo a su favor.

Dash sonrió y dio un paso hacia ella mientras ella daba un paso atrás.

Él avanzo un paso, ella estuvo a punto de tropezar con una pequeña mesa
que estaba en el camino hacia atrás. Dash quiso cogerla para que no cayera, pero
ella puso sus manos a la defensiva.

"He estado caminando por mi cuenta desde hace años, mi Lord, no necesito
su ayuda con esa simple tarea".

"Dashiel."

"¿Perdón?"

"Mi nombre es Dashiel", continuó. "Me gustaría oírlo de sus labios." A él le


gustaría mucho.
"Bueno puede esperar mucho tiempo para eso, Lord Brimsworth", respondió
ella con descaro.

"Dashiel." No podía mantener las comisuras de sus labios fijas, al ver la


mirada obstinada en la cara de ella. Era encantadora, su pequeña ángel terca.

"Lord Brimsworth, esto es muy inadecuado," dijo ella. "Y he estado a solas
con usted durante demasiado tiempo".

"Y", él preguntó, feliz, ahora que por fin la había acorralado.

"Y yo voy a estar arruinada si alguien se entera." Su voz tembló un poco


mientras el levantaba sus brazos y tocó la pared con sus manos, poniendo su peso
allí mientras se inclinaba hacia ella. "Ningún hombre decente va a querer casarse
conmigo".

"¿Es eso lo que quieres?", Le preguntó, y luego inhalo su olor a madreselva,


el corazón le latía como el tic-tac de un reloj con demasiada fuerza. "¿Un hombre
decente?"

"Sí," dijo ella, cerrando los ojos mientras dejaba que su aliento soplara sobre
la concha de la oreja.

"No pienso que usted estaría satisfecha con un hombre decente." Dash
quería reírse, pero se contuvo por miedo a arruinar el momento. "Usted se cansaría
de él rápidamente."

"¿Y porque usted piensa eso de mí?" Preguntó.

Entonces él casi tocó sus labios con los suyos, pero no del todo. Después de
un momento, ella se adelantó la última pulgada y cerro el espacio restante cuando
ella tímidamente le dio un beso y luego se estremeció como si ella comprendiera
como fácilmente ella cayó en sus manos.

"Es porque yo sé sobre usted," susurró él contra sus labios mientras él


movió una mano y la uso para desatar los lazos en su cuello, el material susurró
suavemente.

Su mano se acercó para agarrar la suya, pero sus ojos permanecían cerrados.
"Detente," dijo en voz baja.
"Déjame ver tu hombro." Él tiró de los cordones otra vez.

Sus ojos inmediatamente volaron para encontrarlo. "Por qué", preguntó ella,
con la duda escrita en sus rasgos.

"Quiero ver la magnitud del daño que te hice", dijo, tratando de parecer una
disculpa adecuada, era una mirada que él había dominado cuando era un
muchacho joven para mantener el carácter de Eynsford a raya. "No fui capaz de
ver mucho en la oscuridad ayer por la noche. "

"¿Y eso es todo?" El escepticismo nubló los ojos de color azul claro.

"En realidad, me gustaría ver más que eso." Él no pudo evitar sonreír. "Pero,
por ahora, esto es lo que voy a hacer. Me haría sentir terrible si te lastimé
gravemente. "Esa parte era cierto, por lo menos. Él se sentía como el peor tipo si él
la hubiera herido innecesariamente.

"Usted nunca me dijo por qué había sentido la necesidad de morderme,


Lord Brimsworth," dijo mientras le quitaba los lazos de su vestido de las manos y
simplemente tiró del cuello de su vestido, dejando al descubierto su cuello y el
hombro a él.

"Dashiel", el repitió. Él valoró la herida sobre su hombro. No era demasiado


mala, un poco roja alrededor de la señal de la mordedura. ¿Usted realmente no
sabe por qué lo hice?" Ella sabía porque lo hizo, después de todo. De hecho, ella
podía saber más acerca de ser un licántropo que él.

"No tengo ni idea." Parecía completamente atónita, y él le creyó.

Dash suspiró profundamente. Este no era el momento ni el lugar para


decirle sobre una reclamación.

Ni siquiera estaba seguro de que él lo sabía todo, la situación estaba en lo


alto en la lista de preguntas que tenía para su mentor en Glasgow.

Además, Dash necesitaba que a ella le gustara un poco más antes de que él
le dijera la verdad acerca de su mordedura.

A juzgar por el olor de ella, ella estaba bastante interesada en él ahora, pero
no era lo mismo.
Y aunque ella le intrigaba más de lo que hubiera imaginado, no era
suficiente para hacer que divulgara sus secretos aún.

A fin de cuentas, él podría haber elegido un peor compañero.

Caitrin era hermosa, inteligente y terca. Hizo una mueca en el pasado. "Deje
que la pasión me alcanzara", dijo mientras se encogía de hombros.

"Realmente me beso tiempo atrás, usted lo sabe."

"Sí, lo hice."

"Bésame ahora", él instó suavemente.

Justo cuando sus labios tocaron los de ella, la puerta se abrió de golpe. Dash
metió su cabeza en su pecho y miró por encima del hombre, donde un hombre
grande y corpulento parecía a punto de golpearlo.

"Un momento, si no te importa", le gritó.

"Estoy arruinada", ella susurró mientras enterraba la cara en su cuello, sus


manos que agarraban su chaleco en sus puños.

"Yo me encargo de esto", le aseguró. Tal vez no de la manera que le gustaría


hacerlo. Pero lo haría, haría lo correcto por ella, incluso si tenía que matar al
intruso.

"Señorita Macleod," el hombre corpulento la llamó, y Dash no podía omitir


su acento escocés. "¿Esta bien?"

Lamont.

Cait se estremeció y deseó poder desaparecer con un chasquido de sus


dedos. Por desgracia, eso no era una habilidad que alguna vez haya aprendido. Su
cochero nunca la miraría de la misma manera después de esto. ¿Y si el hombre lo
mencionaba a su padre?

Ella gimió, la vida siempre ha sido complicada, aunque nunca tanto como lo
había sido desde que el conde de Brimsworth entró en su vida.

Dashiel la puso lejos de él y giró sobre sus talones. "Se acostumbra a llamar."
Lamont le prestó poca atención y le hablo a ella. "Señorita, ¿Está bien?
Jeannie dijo que la habían despedido."

En un abrir y cerrar de ojos, Dashiel tenía la chaqueta de Lamont en sus


manos y sostuvo al cochero corpulento contra la pared, resultó tan rápido que
Caitrin jadeó.

"Si Jeannie hubiera permanecido en su puesto," el conde gruñó, "no habría


ninguna razón para que la hubiesen despedido".

"¡Mi Lord!" Cait le tiró de la chaqueta, pero no pudo ser persuadido de su


propósito.

"P-pero-" Lamont tartamudeó.

"Y si tienes la intención de mantener su puesto, usted no impugnara el buen


nombre de la señorita Macleod."

Los ojos oscuros del cochero se abrieron con sorpresa. "O por supuesto no."

Dashiel libero al hombre y Lamont se deslizó por la pared hasta que sus pies
tocaron el piso. Tiró del cuello de su camisa, mientras su mirada se posó en Caitrin.
"Jeannie dice que su baúl está perdido y además".

El conde se volvió hacia Cait y sonrió tímidamente. "Yo iba a hablarte de


eso. A medida que nos dirigimos al mismo lugar, deberíamos ir juntos, su coche
puede seguir al mío. "

Excepto por un pequeño hecho de que de hecho no viajaban al mismo lugar.


Ella debía probablemente mencionar esto, pero no estaba segura del poder que
tenía sobre ella. No mientras se comportaba como un rigorista, no mientras
ladraban órdenes y esperaba que ella y sus criados le obedecieran a la carta.
Además, no había mentido técnicamente. Ella nunca le había dicho que viajaba a
Glasgow, que el por alguna razón asumió, y ella se había olvidado de corregirlo.

Cait suspiro de exasperación, los licántropos eran todos iguales, matones


bravadores y arrogantes. Ella había visto esas mismas cualidades en otros de su
especie y no los hallo remotamente atractivos. ¿"Entonces porque usted tiene mis
cosas, Lord Brimsworth? "
Sus ojos ámbar centellaron. "Suponiendo que Jeannie pueda servir como
acompañante adecuada, no veo ninguna razón por la que no deberíamos hacernos
compañía, señorita Macleod, sé que va a hacer de mi viaje más agradable".

Cait quería que su corazón no latiera de esa manera cuando él la miraba de


esa manera. "No estoy segura si Jeannie querrá pasar tiempo con usted, después de
que usted haya amenazado su sustento. "Además, no tenía intención de viajar a
Glasgow con el hombre. Tendría que encontrar una manera de abandonarlo antes
de que llegaran a la frontera. Pero eso no debería ser demasiado difícil para una
bruja de su talento.

Dashiel sonrió con desenfado. "Si ella puede demostrar su lealtad, yo podría
ser persuadido para no hablar de la indiscreción de anoche.

Canalla chantajista.

El suspiro de alivio de Lamont resonó en todas partes de la pequeña


habitación. En este momento no sentía el menor interés de Cait para castigar al
conde por su comportamiento tan torpe, eso podía esperar hasta más tarde.

Ella pego una sonrisa fraudulenta en su rostro. "Eso parece muy justo, mi
Lord."

¿Quién se creía él para intimidarla así? Ella iba a enseñarle al conde de

Brimsworth una lección que no olvidará jamás, pero el tiempo lo es todo.


SIETE

Dash estaba bastante contento con su éxito. Caitrin Macleod viajaba en su


carro, directamente frente a él, no en mucho tiempo la tendría en su cama, también.
Él casi gimió en voz alta por el pensamiento, pero con las miradas que su doncella
disparaba continuamente contra él, eso no era particularmente una buena idea.

Apoyó la cabeza contra los cojines y su mirada cayó en Caitrin, tenía el


aspecto de un ángel a la luz del día, también, sentada correctamente con las manos
cruzadas en su regazo. No podía dejar de imaginarse lo que se sentiría al tener sus
manos sobre su piel desnuda, el cielo en todos los sentidos de la palabra.

Caitrin volvió su mirada de la ventana y poso sus ojos azules en él. Un idiota
eso era, el aliento de Dash quedó atrapado en su garganta, él logró recuperarse y
esperaba que no se diera cuenta. "Era muy agradable no viajar solo."

Una tímida sonrisa iluminó su rostro antes de que ella la sofocara. "¿Por qué
se dirige a Glasgow, mi Lord?"

"Ya se lo dije, señorita Macleod. Mi futuro está ahí. "En todos los sentidos.

Él realmente debería pedirle al padre de la muchacha su mano. Hacer las


cosas correctamente, él no había pedido la mano de Prisca Hawthorne hasta que
fue demasiado tarde. Además, él no había estado enamorado de Prisca Hawthorne.

Él no podía creer en la emoción, pero ella le gustaba bastante.

Ella sería la condesa perfecta, era hermosa, preparada, y podría llevar una
casa sin ningún esfuerzo en absoluto. Había incluso jugado el galán, pero eso no
había bastado para que William Westfield se la arrebatara bajo la propia nariz de
Dash.

La pérdida de Prisca había sido un duro golpe para su ego, pero su corazón
no se había visto afectado. Mirando a la hermosa rubia frente a él, tan diferente de
Prisca en casi todos los sentidos, Dash no estaba seguro si podría sobrevivir si
perdía Caitrin, pero era debido a la conexión que lo ataba, o era algo más.

Ella era una dama, no había ninguna duda al respecto, por la forma en que
se comportaba con tanto orgullo. Sin embargo, una ¿escocesa? Podía imaginar la
mirada en el rostro de su padre cuando él se enterara. Si la noticia de que era
licántropo no acababa con el viejo buitre, una nuera escocesa podría hacer el truco,
ese pensamiento trajo una sonrisa a la cara de Dash.

"¿Qué es lo que piensa, mi Lord?" Caitrin le preguntó.

"Estaba pensando en mi padre." No es que el poderoso marqués de Eynsford


era su verdadero padre, pero había alguna probabilidad de que el viejo vicioso no
lo supiera, en todo caso a Dash no le importaba.

“estoy pensando que tal vez debería tirarme a sus pies”

Un tono rosado tiñó sus mejillas, y Dash reprimió una sonrisa, ella no era
inmune a los halagos, había que tenerlo en cuenta.

La criada irritante se aclaró la garganta, por lo que debe haberle dado algo al
mirarlo a la cara. Dash levantó una ceja, desafiándola a decir algo, después de la
forma en que ella descuidó sus deberes, era muy conveniente la oportunidad para
tratar de darle un escarmiento.

Una risita escapó de la garganta de Caitrin y él le devolvió la mirada a ella,


que le sentaba tan bien. "Usted siempre vivió en Glasgow, señorita Macleod?"

La criada carraspeó.

Caitrin volvió la mirada por la ventana. "Papa tiene tierras en Berwickshire,


pero he estado allí solo una vez".

¿Sólo una vez? Eso fue extraño. Desde que era joven, había estado
arrastrando los pies por la ancestral casa en Kent o por la casa en Yorkshire y por
todos los demás bienes Eynsford. Lo fue hasta los trece años, cuando él comenzó
con los cambios, que los viajes se detuvieron.

Su padre lo llamaba que era un niño demonio, un monstruo. Dash había


sido encerrado cada luna llena, ya sea por orden del marqués o de él mismo. La
primera vez que había estado libre, Caitrin Macleod se había tropezado en su
camino. ¿Fue el destino?

"A mí no me gusta viajar tanto", explicó, interrumpiendo sus pensamientos.

Eso no tiene ningún sentido en absoluto. Dash miró alrededor del coche.
"¿Entonces por qué viajo a Hampshire? No es un viaje corto".

Ella se encogió de hombros. "Elspeth me necesitaba."

"La esposa de Lord Benjamín", se preguntó, aunque él sabía que tenía que
estar en lo cierto, la mujer de pelo rojo era la hija del Mayor Forster y tenía acento
exacto como el de Caitrin.

Ella asintió con la cabeza. "Éramos muy cercanas, como hermanas, se podría
decir".

"¿Y ella te necesitaba en Hampshire?"

Los ojos azules de Caitrin miraron hacia abajo a sus manos. "Usted no lo
entendería, mi Lord."

"Entonces podría explicármelo."

Sus manos comenzaron a inquietarse en su regazo. "Yo no creo que sería


sabio."

Dash frunció el ceño ante su respuesta, ella no confiaba en él, tendría que
hacerla cambiar de opinión, tan pronto como descubriera cómo.

Todo el día en un coche con el conde de Brimsworth. Caitrin suspiró. Ella no


estaba cumpliendo muy bien su promesa de mantenerse alejada de los licántropos,
lo cual era un poco frustrante. Después de observar como Benjamín Westfield
había cortejado Elspeth, había pensado que conocía bien el arsenal de trucos que
los licántropos utilizan para capturar a las mujeres.
Pero Dashiel era diferente, tan pronto como ella decidió que lo odiaba, él
había colocado su mente boca abajo, como lo había hecho la noche anterior, no
tendría que haberse quedado toda la noche con ella, pero fue muy dulce de su
parte preocuparse por ella, de esa manera.

Luego tuvo que darse vuelta y después tuvo que hacer algo tan
despreciable como amenazar con exponer a Jeannie y manipular a Cait para que
fuese en su carruaje.

Su mente seguía zumbando por esa situación, aunque estaba segura de que
una solución se presentaría.

Cait oyó un ligero golpe y giro para encontrar a Jeannie durmiendo, con la
cabeza apoyada en el otro lado del carro, entonces lo oyó reír muy silenciosamente.

"No puedes evitarme por más tiempo, Caitrin", dijo Dashiel sin problemas.

Cait se llevó una mano al pecho por la sorpresa. "Yo no sé qué es lo que
piensa de mi Lord."

"Estás escondiendo algo de mí, porque yo quiero saber todo sobre usted,
cada detalle, pero está escondiéndose tras las faldas de su criada".

Sus mejillas se calentaron por la acusación. "¡Por supuesto que no lo hago!


'", dijo entre dientes. "Y yo no le he dado permiso para utilizar mi nombre de pila".

"Ah, sí". Él le guiñó un ojo. "Tenemos que cumplir con las formalidades de
nuestra clase, señorita Macleod, casi lo he olvidado, gracias por recordármelo,
tiendo a olvidar mis modales cuando estoy con usted".

Cait distraídamente froto su hombro. "¿Tenia usted modales para empezar?"


Ella murmuró.

Una vez más se rio entre dientes, un sonido que casi la hizo sonreír con él.
Casi, pero no del todo.

Luego se encogió de hombros y dijo: "Estaba abrumado por el momento, no


hay otra manera de justificarlo".

Caitrin decidió mirar por la ventana y evitar sus ojos color ámbar, que de
repente parecían mirar en ella en lugar de a ella.
"Háblame de la noche anterior," incitó él. "Me di cuenta de la pareja en la
taberna, pero nunca podría haber sabido qué tipo de villano era el hombre.

¿Cómo te enteraste de lo de la chica? ¿Y cómo se enteró de algo que aún no


había sucedido? "Él levantó una mano cuando estaba a punto de hablar.

"No es que me importe, por supuesto, me gusta cuando te lanzas a mis


brazos, siéntase libre de hacerlo en cualquier momento."

Exactamente, no recuerdo estar arrojándome a sus brazos.

"La niña, señorita Macleod. ¿Cómo lo supo? "

Ahora, ¿cómo podría explicarlo? "Yo los vi abajo, también," Caitrin mintió
sin problemas. Ella había sabido mentir sobre su don de la clarividencia durante
años, fue fácil para ella. "algunas cosas no parecían correctas con ellos".

Sus ojos se estrecharon mientras le apreciaba la cara. "Puedo escuchar


cuando los latidos de su corazón se acelera", dijo suavemente. "No puedo decir si
estás ansioso porque me está diciendo una mentira, o si es porque te gusto yo.
"Sonrió maliciosamente hacia ella.

"Le puedo asegurar que no es por usted." Ella se incorporó un poco más
derecha.

Él se inclinó hacia delante con los codos apoyados en las rodillas. "Entonces,
¿qué es?"

A decir verdad, tan solo una mirada a sus ojos hizo que su corazón latiera
más rápido. Tenía una manera de hacerla sentirse desnuda, a pesar del hecho de
que estaba completamente vestida, ella se retorció en su asiento.

Él se rio entre dientes una vez más y se echó hacia atrás, un ejemplo
supremo de un hombre relajado. "Eso es lo que yo pienso".

Caitrin quería nada más que despotricar sobre su actitud de superioridad.


Pero el sueño de su criada no le permitía decir lo que quería decir, en cambio, ella
junto sus labios con gran esfuerzo para guardar silencio.

Cuanto más Caitrin fruncía los labios, más Dash quería besarlos, su misma
existencia era una tortura para él, a pesar de que parecía ajena a su difícil
situación, si pudiera conseguir de nuevo hablar con ella, podía concentrarse en sus
palabras para distraerse.

"¿Tiene hermanas o hermanos mayores?" Alguien que debiera preocuparse


por usted para cuando lleguen a Glasgow.

Ella negó con la cabeza. "No. Soy hija única, a pesar de que tengo un
pequeño grupo de amigas a las cuales son muy cercana, podría decirse que somos
como hermanas en muchos sentidos".

Dash tenía algunos amigos, pero ninguno tan cercano para considerarlos
familia. Por supuesto, él nunca pudo confiar en nadie lo suficiente como para
divulgar el oscuro secreto que mantenía oculto, lo que no daría por haber sido
criado en algún lugar que lo aceptara.

"Su mirada se encuentra muy lejos, mi Lord." Su voz suave y melodiosa


alcanzó los recovecos de su mente y lo trajo de vuelta al presente.

"No es nada de importancia, se lo aseguro."

"¿Y usted? ¿No tiene hermanos? "

"No que yo sepa", admitió. Honestamente, ¿quién sabe cuántos niños su


verdadero padre había engendrado?

La risa tintineante de Caitrin le calentó el alma. "¿Qué se supone que


significa eso?"

Probablemente no debería haber dicho eso, quería casarse con la muchacha.

Confesar ser un hijo bastardo no era la mejor manera para convencerla. "Uno
nunca sabe", respondió él.

Ella inclinó la cabeza hacia un lado como si lo evaluara, y él no le daría la


bienvenida al escrutinio.

¿Qué secretos iba a descubrir, con sólo mirarlo?

"Mi padre quería muchos hijos, pero sólo fue bendecido conmigo, algo que
ha lamentado por años. "No estaba seguro de por qué le dijo eso, había algo en la
hermosa mirada color azul de sus ojos que le hizo querer confesarlo todo.
Caitrin se mordió el labio inferior, la visión de lo que hizo volvió a sus
pantalones dolorosamente apretados. "¿Su padre no es ningún licántropo?"

Dash casi se cayó de su asiento. ¿Cómo iba a saberlo? Él sacudió la cabeza,


aturdido.

Luego tomó una mirada de soslayo a la criada que dormía. "No y es un


hecho, según el mayor Forster, significa que probablemente no es mi padre. "Él lo
había dicho, no tenía sentido tratar de ocultarlo, su mera presencia tiraría de él de
todos modos.

Tenía los ojos azules muy redondeados por la sorpresa. "¿Y su madre?"

"Muerta, ella murió al dar a luz, llevándose el secreto de mi padre con ella. "

"Oh. Eso debe ser difícil.

Dash soltó un suspiro que no sabía que sostenía. "Es muy amable por no
juzgarme."

"Usted es apenas responsable de sus propias circunstancias, mi Lord."

Él se inclinó a través del coche y tomó sus manos entre las suyas. "Dashiel o
Dash, si usted prefiere."

Ella negó con la cabeza. "Yo no creo que sea apropiado".

Probablemente no, pero el deseo de oír su nombre en sus labios casi lo


estaba volviendo loco. "No diré nada”.

Sus ojos brillaron diabólicamente, como si compartieran un secreto. "Dashiel,


¿por qué dice que su futuro está en Escocia?"

Era el paraíso por oírle decir su nombre, y Dash casi gimió. Se inclinó hacia
delante para tocar sus labios con los suyos, su dulce aliento lo abarco, y su suave
suspiro era casi su perdición, ella no quiso retirarse, ella no se resistió, ella no se
quejó, ella no lo aborreció por lo que era.

"Porque eres mi futuro", susurró el a través de sus labios. "Porque me voy a


casar con usted cuando lleguemos a Glasgow, después de que te haya cortejado
correctamente y pidiera el permiso a su padre, por supuesto. "El apretó los labios
con los suyos de nuevo rápidamente y se sentó otra vez, incapaz de evitar mover
el pie por el entusiasmo ante la sola idea.

Una risa sorprendida se le escapó a ella. "No recuerdo haber escuchado una
propuesta de matrimonio que viniera de sus labios a mis oídos, mi Lord".

Y ella no lo haría tampoco todavía porque si le preguntaba podría


rechazarlo, sería mejor discutir la situación con su padre. "No hay de qué
preocuparse, te voy a hacer una condesa muy rica, Caitie".

"Nunca nadie me ha llamado Caitie," resopló mientras se recostaba contra


los cojines, frunciéndole el ceño. Dash no pudo evitar sonreír porque ella era tan
adorable. "¿Entonces es una expresión de cariño, no es cierto? “Se recostó contra su
propio asiento. "Caitie, mi ángel," suspiró dramáticamente.

"Es usted insufrible '."

"Yo podría decir lo mismo de ti, ángel."

"Entonces, ¿por qué quiere casarse conmigo, o acaso bromea?"

"Hay varias razones, en realidad."

"¿Y son?" ella solicito.

"Para empezar, me caes bien", dijo, guiñándole un ojo.

Ella frunció el ceño. "¿Y?"

"Y tú eres hermosa."

Ella puso los ojos en blanco.

Él se rio en voz alta, pero lo suficientemente suave para no despertar a la


criada que dormía. "Y tú me desafías."

“¿Quiere esa clase de desafío todos los días por el resto de su vida?"

"Yo no tengo mucha opción, ángel."

Ella arrugó la cara. "Eso no tiene ningún sentido."


Dash suspiró, se compadeció de ella, y decidió contarle toda la verdad, o por
lo menos tanto como él sabía. "Ya te reclamé."

"Bueno, indirectamente." Ella cruzó los brazos sobre su pecho.

"No es tan fácil, el Mayor Forster dice que cuando un Licántropo reclama a
su compañero, es... "Hizo una pausa, mirando la palabra adecuada. "Permanente",
dijo finalmente.

Cait entrecerró los ojos hacia él. "¿Permanente?" Repitió ella.

"Si la situación fuera perfecta, la hubiera cortejado y se habría enamorado de


mí, soy bastante irresistible. "Él sonrió abiertamente.

Cait miró por la ventana mientras su corazón empezaba a latir rápidamente,


y él alcanzó a ver una sonrisa mientras la trataba de reprimir. "Ustedes realmente
están llenos de autoconfianza."

"¿Voy a asumir su respuesta que significa que se ha sumado al plan?" Él se


rio entre dientes cuando un rubor tiñó sus mejillas.

"¿Deben ser los licántropos siempre incomprensibles?"

"Nosotros no lo sabemos todo, Caitie," murmuró él. "Por ejemplo, yo no sé si


usted está dispuesto a aceptarme, tal y como soy, sé que me quieres, lo he sabido
desde la primera noche. ¿Pero podrás amarme? No me imagino tanto, nadie lo ha
hecho nunca”.

Dash miró por la ventana, una vez más le había admitido cosas a Caitrin que
preferiría haber dejado sin decir, ni siquiera podía mirarla por miedo de ver el
rechazo que estaba seguro que vería en sus ojos.

Cait lo miró fijamente a través del coche. ¡La reclamó para siempre! ¿Cómo
podía haber hecho una cosa así? No tenía que suceder así, no debería haber
sucedido.

Ella lo habría visto, si lo fuera. Y ahora todo está arruinado no se puede ir en


contra de la tela del destino. Ahora ella tenía que considerar todo lo que él le tenía
para ofrecer.
Ella negó con la cabeza. ¿En qué estaba pensando? ¿Cómo iba a considerar
tal cosa? Ella tenía que haber impuesto al aquelarre, y casándose con algún señor
inglés ella apenas conocía lo que había en su futuro.

Jeannie parpadeó con los ojos abiertos, y la muy extraña conversación llegó a
su fin. Los tres cabalgaron en silencio hasta que el sol empezó a hundirse en el
horizonte.

Finalmente Cait rompió el silencio cuando el coche rodó a una parada fuera
de una posada. “Cambiaremos los caballos para poder continuar '", le informó a su
doncella.

"No." Dashiel negó con la cabeza. "Todos necesitamos un poco de descanso.


Nos quedaremos aquí por la noche”.

Sus ojos ámbar bailaron con algo que ella no pudo identificar, pero tenía un
nudo en su vientre y el pánico corría por sus venas.

"No haremos tal cosa", declaró mientras la ayudaba a bajar del coche. "Tal
vez a su señoría le gustaría, y creo que es una idea maravillosa. Pero pienso seguir
adelante".

¿" Tiene que usted discutir con todo que digo? "él preguntó

"¿Usted no tiene que dictarme como si tuviera algún compromiso conmigo”?


Hice todo el camino a Hampshire por mí misma, y le aseguro que puedo encontrar
mi propio camino a casa".

"Eso no va a suceder." De repente se veía oscuro y peligroso. "Te necesito,


señorita Macleod."

No estaba preparada para discutir más este asunto, especialmente frente a


Jeannie. "No voy a permitir a un sabueso conmigo por el resto de mis días, mi
Lord. “No voy a aguantarlo".

"Está usando la palabra sabueso para probar su punto, supongo." Sacudió la


cabeza, con una leve sonrisa en sus labios. "Me han llamado cosas peores, señorita
Macleod, mucho peores. " Una sombra cruzó su cara mientras apretaba la
mandíbula.
"Yo no tolero bien los lugares concurridos como este", finalmente admitió.
Ella ya podía ver los futuros de personas que no conocía. Ella cerró los ojos y
respiró hondo.

"No te preocupes, yo te protegeré. "

Por alguna extraña razón, ella confió en que lo intentaría, y eso le


preocupaba más que los pensamientos de un centenar de futuros nublados en la
cabeza. Tenía que hacer algo con respecto a Dashiel Thorpe antes de que fuera
demasiado tarde. Antes de que ella perdiera su corazón y su mente por ese
hombre, y ella temía hacerlo más temprano que tarde.
OCHO

Dash entró en la taberna con Caitrin siguiéndolo muy de cerca. La mujer no


confiaba en él, para confiarles sus necesidades. Nunca había tenido que cuidar de
otra persona, pero tenía que admitir que le gustaba bastante, si tan sólo le hubiera
dejado que lo intentara.

Se volvió para hacerle una pregunta y fue sorprendido rápidamente por el


gesto de dolor que se apreciaba en su rostro.

"¿Estás bien?", Le preguntó mientras la tomaba por su codo.

"Bien," ella dijo mientras apretaba sus dientes, sus bonitos ojos azules se
cerraron herméticamente por un momento, entonces los abrió lentamente y
suspiró. "Estoy bien", dijo un poco más agradablemente.

"Usted no está bien", la contradijo mientras alzaba la barbilla de ella con un


dedo, obligándola a mirarlo.

"Yo le dije que no quería parar." Ella giró la cabeza para librarse de su
atención. "Pero usted no escucha, bestia, si su plan es hacer que me quede, puede
por lo menos dejarme ir a mi habitación”.

El posadero sonrió desde detrás de su mostrador. "¿Una habitación para


usted y su esposa, señor?"

"Sí," él comenzó, pero Caitrin lo interrumpió.

"¿Dos por favor?"

"Nosotros solo necesitamos una", dijo Dash, forzándose a no levantar su


labio en señal de advertencia, tomó toda su fuerza impedirle actuar como la bestia
que él realmente era.
"Necesitamos dos" Caitrin insistió, mirándolo a él en lugar de al posadero.

Dash se rascó la barba en el mentón por un momento, había batallas más


grandes que ganar, él asintió con la cabeza ligeramente. "Mi esposa prefiere su
espacio."

El posadero sonrió mientras se giraba para conseguir otra llave.

Un momento después, Dash hizo señas a ella para que subiera las escaleras.

Observó el fácil balanceo de sus caderas e inmediatamente deseo que ella


fuera su esposa, en toda la extensión de la palabra, lo que no daría para envolver
sus brazos alrededor de ella y atraerla hacia él sin restricciones. Por ahora, él
tomaría una sonrisa.

Sonríe para mí, muchacha.

Por supuesto, no lo hizo, ella encajo la llave en la cerradura y la giró, luego


se deslizó dentro de su habitación. Pero antes de que pudiera cerrar la puerta, él
metió la bota en la abertura para evitar que se cerrara y luego intervino detrás de
ella, apoyándose pesadamente contra la puerta.

"Oh, no, usted no debería estar aquí, Lord Brimsworth," ella le dijo,
sacudiendo la cabeza mientras avanzaba hacia él. "Mi doncella llegará en cualquier
momento, y usted debería irse antes."

"Te necesito", le dijo, y luego observó su cara para medir su reacción, sus
cejas se unieron como si estuviera frunciendo el ceño.

"Ya lo dijo en el coche", le recordó. "Pero no quiso decirme para qué me


necesita, si usted piensa que es para ayudarlo a encontrar el camino hacia mi cama
"Él puso un dedo en sus labios para detener su diatriba.

Ella balbuceó, moviendo los labios contra la punta de su dedo, y que el cielo
le ayudara, él no podía seguir así cuando en realidad quería rodearle la cintura
con sus brazos y atraerla hacia él.

Ella no emitió ningún ruido, tal vez la manera de conseguir que la mujer se
callara era besarla. O, al menos, hacerle creer que iba a besarla, infierno, él quería
besarla todo el tiempo, entonces él no tendría que actuar el papel de un
pretendiente devoto, porque él realmente era uno. Tal vez había llegado el
momento que le dijera la verdad de su situación, tal vez ella no iba a luchar más.

"¿Sabes lo que significa reclamar a tu pareja?"

"Lord Brimsworth" ella jadeó. "Estoy sorprendida de que se comporte tan


tosco en mi presencia." Él puso su dedo en sus labios, esta vez ella habló a su
alrededor. "Yo no dejare que usted me distraiga”.

En verdad, él era el que estaba distraído, había planeado decirle sobre la


reclamación de un compañero licántropo, lo que esto quería decir y que él ya la
había reclamado como suya. Pero ¿cómo iba a hacer eso cuando se veía tan
hermosa? Sus labios carnosos y sensuales, sus ojos bailaban con fuego azul, ella
olía a madreselva y todo mezclado olía a deseo.

Sus labios se movieron contra su dedo mientras continuaba su diatriba, su


pantalón se sintió demasiado ajustado, él se reprendió a sí mismo por sus propios
pensamientos indecentes, pero ella era tan malditamente hermosa. ¿Cómo no
pensar en todos los placeres carnales que le podría enseñar? La idea hizo que su
mente vagara por un momento.

"Lord Brimsworth." Ella le dio un codazo para que volviese al presente.

Dash enrosco la mano por su cabello para que pudiera acariciar la parte
posterior de su cabeza. "La reclame para mí la primera vez que te vi ", admitió
finalmente. "Usted no será capaz de deshacerse de mí, porque no voy a dejarla".

"Usted está muy lleno de autoconfianza, mi Lord." Ella no era inmune a él,
no importa lo mucho que tratara de negarlo. Podía oír su corazón que se aceleraba
con su toque. "y un poco más cuando se reclama a un compañero con un beso en
el estudio de su gracia. "Ella se sonrojó brillantemente cuando se dio cuenta lo que
le había dicho.

Si sólo eso fuera cierto. Si es así, él sería capaz de alejarse de ella. ¿Pero sería
capaz de hacer eso si pudiera? No estaba seguro.

"Vamos a tener que terminar esta conversación en otro momento, ángel."


Antes de Jeannie tuviera la oportunidad de tocar en la puerta, Dash la oyó
acercarse, y él no podía ocultar su mueca, la mujer estaba ahí cuando él no la
quería y no estaba cuando su señora tenía necesidad de ella. Tendría que contratar
para Caitrin una mejor criada para que sirviera a su condesa. "Cene conmigo otra
vez esta noche."

Caitrin frunció el ceño, y su adorable nariz se arrugó. "Yo no suelo recibir


órdenes, mi

Lord, esto es una cualidad desagradable encontrada en su clase".

A continuación, se escuchó un ruido proveniente de la puerta, la criada


inepta por fin había llegado a su puesto. "Venga", le gruñó, mientras mantenía sus
ojos fijos en Caitrin. "Solicite un baño, vaya refrescarse, y voy a recuperarla en una
hora".

En ese momento, la puerta se abrió y entró Jeannie.

Dash ignoró a la mujer y tomó la mano de Caitrin en la suya y rozó con sus
labios sus nudillos.

"Hasta entonces, ángel."

Caitrin se armó de valor para el momento en que le soltó la mano, cuando


los futuros de todo el mundo volvían corriendo de nuevo en su mente, los cortos
indultos que se le ofrecían eran el mayor de los regalos, sin embargo, él era un
inglés, arrogante y engreído... Con los ojos de color ámbar más fascinantes.

Ella negó esa idea de su mente y extrajo su mano rápidamente del agarre del
licántropo. Inmediatamente, ella fue asaltada por las imágenes perdidas del futuro
de esas personas extrañas.

Cuando ella regresara y atravesara las puertas de la su casa, ella caería de


rodillas y besaría el suelo, y se negaría a volver a salir de su casa.

Una vez que ella veía el futuro de una persona en particular, no la


perseguiría otra vez a menos que se concentrara otra vez en su mente. En casa, ella
ya había visto el futuro de su padre, el del mayordomo, y los lacayos, el cocinero,
y cada dama en la residencia. Esto era un alivio el no ser inundados con
pensamientos indeseados, como lo habían sido las últimas semanas.
"Debido a que usted quería parar aquí, mi Lord, creo que voy a descansar un
poco y lo veré a usted en la mañana '".

Dashiel negó con la cabeza. "Me temo que debo insistir."

Cait le frunció el ceño. Insisto, de verdad. "¿va a tratar de chantajearme


ahora?"

Una sonrisa lobuna adornaba sus labios. "Si tengo que hacerlo. ¿Será
necesario, señorita Macleod? "

Ella realmente lo odio por eso, si él no hiciera que sus rodillas se volvieran
débiles o pareciera tan preocupado por ella, sería fácil rebajarlo todo junto. Cait
tampoco lo usó.

Sólo hubo otro hombre que hacía que le temblaran las rodillas, pero no
tenían futuro juntos, no importaba lo mucho que Cait deseara lo contrario. Y nadie
la había mirado con tanta preocupación ni de la forma en que Brimsworth lo hizo.
El resto de las brujas de su aquelarre siempre venían a ella para pedirle consejo y
garantías de que las cosas

Iban a salir bien.

Era bueno tener a alguien que se preocupara por ella, para variar, a alguien
muy guapo. ¡Qué vergüenza que él era un licántropo! ¿Y qué desconcertante que
no pudiera ver lo que el futuro le deparaba para él?

"Señorita Macleod?", Dijo el conde, mientras daba un paso hacia ella.

Debía haber estado perdida en sus pensamientos, Cait sacudió la cabeza y


dio un paso hacia atrás. "Sólo estaba pensando, mi lord".

Una expresión de alivio pasó por su rostro, y él sonrió. "¿Cenamos?


Tenemos mucho que discutir".

Si lo hacía, podría poner su corazón en peligro, y Cait no podía permitir eso.


Su aquelarre dependía de ella, y enamorarse perdidamente de un licántropo no
beneficiaba a nadie, tendría que escapar de él esta noche. "Estoy cansada, mi Lord.
¿Por qué no sube después de mi baño a ver si me siento bien para bajar? "
"Será un honor." Y con eso, se fue y se llevó con él todo el calor en la
habitación. Cait escucho un zapato golpeando contra las tablas de madera del piso
y luego se dio cuenta de que Jeannie tenía el ceño fruncido.

"Yo que usted me preocuparía por ese hombre", murmuró la doncella.

Cait se dejó caer sobre la cama y se quedó mirando las manchas del techo
por encima de ella. "Mantén la voz baja", susurró. "Puede oírnos."

Los ojos de Jeannie se dispararon a la puerta, que estaba todavía cerrada. "Él
puede escucharme." Pero ella no bajo su voz.

Cait sonrió. "Confía en mí, Jeannie, él puede".

Jeannie se adelantó, cogió las manos de Caitrin y susurró con vehemencia:


"¿Qué está haciendo, Srta. Cait? Él es un bandido de la peor calaña, Lamont dice
que él fue quien golpeó a Lord William en la cabeza y lo encadeno a una cama para
que pudiera robarse a la esposa de Lord William".

Cait sabía todo acerca de sus crímenes contra los Westfields, pero ella no
estaba dispuesta a discutir la situación con Jeannie.

Además, tenían que hacer algo más importante, escapar. Las pociones no
eran su especialidad en la que Elspeth y Sorcha destacaban, pero Cait era una
bruja, por lo que ella sería capaz de manejar lo que se requería.

"Te voy a dar una lista de ingredientes que necesito y que se encuentran en
el pueblo."

Jeannie parpadeó. "¿Ingredientes"?

"Sí", susurró. "En alguna parte tengo la receta de lady Elspeth para un
proyecto para dormir." Una que ella realzaría con la manzanilla y la lavanda y
unas pocas palabras mágicas.

Cuando Lord Brimsworth venga a llevarla a cenar, ella lo invitaría a tomar


el té y luego se aseguraría de que el hombre dormiría lo suficiente para que
pudiera alejarse lo suficiente de él. Cuando se despertara, él estaría dispuesto a
renunciar a esa tonta persecución, la frente de Jeannie se arrugó. "¿Proyecto para
Dormir?"
"Creo que su señoría tendrá necesidad de una buena noche de sueño,
asegúrese de que Lamont se prepare para salir esta noche".

Los ojos de Jeannie se iluminaron mientras ella parecía entender el plan de


Cait. "Sí, señorita"

"Yo no quiero perder el tiempo, quiero ir a casa, Jeannie."

"Tendré todo lo que necesita."

Caitrin luchó para no poner los ojos en su doncella mientras esta se retorcía
las manos y caminaba de un lado a otro a través de la habitación.

"Nunca podrá engañarlo, Señorita él no es ningún tonto. Él va saber


exactamente lo que sucede tan pronto entre a la habitación ", dijo Jeannie, con la
voz temblorosa por la preocupación.

"¡Shh!" Caitrin frunció el ceño. "Silencio". ¿Cuántas veces tenía que


recordárselo a la mujer? Si ellas hubieran mantenido su voz a un susurro, todo lo
que Dashiel oiría sería un silbido bajo, algo que había aprendido por tratar con
Benjamín Westfield. Ella nunca había conocido hasta ahora, lo útil que este
conocimiento podría llegar a ser.

"A él no le va gustar esto, dijo Jeannie. "Todo estará bien", le aseguró a su


doncella, haciendo apenas un sonido.

"¿Lamont está listo?" Caitrin miró por encima del hombro a su doncella, que
todavía se veía preocupada.

Jeannie asintió. "Él y Boyd dijeron que estarían listos cuando usted lo
estuviera".

Caitrin trató de ocultar la sonrisa que se cruzó su rostro. El exceso de


confianza le había causado más de un vez que una poción fallara, y esto era
demasiado importante.

"¿Usted esperara a su señoría para la cena, supongo? “Preguntó Jeannie, con


el ceño fruncido.

"No, yo no saldré de esta habitación”.


A él lo estará esperando el sueño en el momento en que se esté bebiendo el
Té. Si alguien pregunta por él abajo, él tuvo un sueño muy pesado".

"Eso espero", resopló Jeannie.

"Sí." Tenía que detenerlo. Para poder escapar mientras ella tuviera la
oportunidad y los medios para hacerlo. "Voy a invitarlo a tomar el té cuando venga
acompañarme para la cena. "

Jeannie suspiró pesadamente.

"Sólo asegúrate que el coche esté listo para partir, necesitaremos irnos tan
pronto como él se duerma".

"Los baúles ya se encuentran en el coche, señorita, pero voy a ir a ver a


Lamont y a Boyd otra vez."

Perfecto. Necesitaba que Jeannie a saliera de la habitación para que pudiera


añadir su magia a su poción, una vez que la criada salió por la puerta, Caitrin se
apresuró a encantar las hojas de té.

Por lo general, la lavanda y té de manzanilla simplemente ayudan a relajarse


a una persona, lo bebía ella misma cuando tenía dificultades para descansar. Pero
ella necesitaba hacer algo más fuerte que simplemente relajar a su señoría.

Era arrogante, era desagradable, era irritablemente molesto. Dejó que los
pensamientos construyeran su ira mientras frotaba las hojas secas de manzanilla y
flores de lavanda entre las manos hasta que se calentaran por la fricción del
movimiento. Sus dedos comenzaron a calentarse aún más cuando dejó que su ira e
irritación se infundieran en las flores.

Él le hacía sentir cosas que nunca había sentido antes, cosas peligrosas,
podía ver las plantas secas, que se volvieron rojas como brasas. Una lluvia de
chispas cayó de sus manos al recipiente cuando lanzó los ingredientes y los dejó
caer.

"Cadail, Madadh-allaidh, cadail."

Caitrin abrió los ojos y sonrió, nunca había tenido un impulso tan fuerte
para una poción en el pasado. Pero su señoría le inspiró, ella contuvo una risita
mientras se imaginaba su poción infundada por la cólera enviándolo a un
profundo sueño, lo suficientemente profundo para que ella fuese capaz de escapar
de él, lo suficientemente profundo para que ella ganara este pequeño triunfo.

Caitrin hizo los arreglos para el té especial para que fuese remojado y
entregado cuando estuviera listo, entonces ella se echó hacia atrás con una sonrisa
en su rostro y esperó.

Dash se paseaba de un lado a otro de la habitación como un animal


enjaulado, ella estaba justo al lado.

Estaba tan cerca que podía oírla moverse en su habitación, estuvo


susurrando por alguna razón, pero la lenta manera de conducir esto lo llevaba a la
locura.

¿Qué estaba haciendo allí?

Dash levantó la cabeza y olfateó, el olor a la lavanda le tocó la nariz. Tal vez
ella había ordenado un baño con un jabón de lavanda, tuvo que admitir que
estaría decepcionado si se bañaba en lavanda en oposición al olor de madreselva
que solía llevar.

Sin embargo, el pensamiento de ella desnuda en un baño lo hizo ponerse


inmediatamente duro, maldita mujer. Ella iba a garantizar su permanencia en la
confusión, los pensamientos de ella cuando estaba completamente vestida ya eran
bastante malos, ahora los pensamientos de ella desnuda eran más de lo que podía
soportar.

Pero entonces la oyó tararear y sus pasos se movieron a través de la


habitación, si ella no estaba en el baño, podría empujar de su mente los
pensamientos de ella desnuda. Aunque lo deseó, de todos modos.

La puerta se abrió, y los oídos de Dash inmediatamente se levantaron,


ciertamente, ella no tenía intención de comer sin él. La oyó hablar en voz baja con
alguien en la puerta. Abrió su puerta y entró en el pasillo, no le importaba si sabía
que estaba escuchando. Tenía que saber lo que ella estaba haciendo.
Una criada se quedó en la puerta de Caitrin, y ella le indicó hacia el interior
con una bandeja. ¿Té? Había pedido el té.

Así que ella evitaba la cena con él entonces.

Dash se interpuso en su puerta abierta, mientras la criada salía de la


habitación. Caitrin estaba hermosa, sus rizos colgaban por la espalda, desafiándolo
a tocarlos, para enterrar su cara en ellos.

"Dash, ¿qué estás haciendo?" Jadeó, tirando de ella para apretarla con su
cuerpo.

"No está vestida para la cena."

Caitrin sonrió lentamente, lo que lo desarmó por completo, era


hermosamente encantadora, no era de extrañar que él la hubiera reclamado esa
noche. Entre ella y el poder de la luna, había estado completamente indefenso.

Todavía lo estaba.

"No me sentía bien para ello, así que pedí un té en su lugar. ¿Quiere usted
también un poco? "

"¿Cómo dice?" ¿Realmente le pidió que fuera a su habitación para el té? Su


corazón se disparó un poco.

"Té, Dash." Ella se rio. "¿Quiere un poco de té?"

Entró en la habitación y rápidamente cerró la puerta detrás de él antes de


que cambiara de opinión.

Cait volvió a caminar, y él se acercó a ella, frente a su espalda, si él diera un


paso más cerca, había tenido su parte inferior en sus caderas, respiró hondo y
sonrió. Todavía olía a madreselva.

Echó un vistazo por encima de su hombro al oír sus latidos acelerándose,


dio dos pasos hacia atrás. "¿Está usted bien?".

Él asintió con la cabeza. "¿Qué es ese olor?"


"Oh, es lavanda y manzanilla en el té", dijo mientras se giraba y le ofreció
una taza.

Luego tomó la suya y se sentó en la cama, arrastrándose hacia donde podía


apoyarse en la pared, él tiró de la colcha hasta cubrir sus pies. "Una vez más, me
encuentro en una situación inadecuada contigo, Dash".

Le encantaba el sonido de su nombre en sus labios. "Prometo no decirle nada


a nadie." Se dejó caer en una silla al otro lado de la habitación y trató de parecer un
perfecto caballero. Sólo que no lo era, él lo sabía por lo que le hizo a ella.

Sus labios se fruncieron mientras soplaba el borde de su taza de té. Él nunca


había aspirado el aroma de una taza de té, pero en ese momento...

"¿Le gusta el té?" Preguntó ella, con su ritmo cardíaco acelerado.

Él tomó un sorbo de té. "Es bastante bueno, en realidad."

"Mi propia receta especial." Ella le sonrió de nuevo.

"Eres muy talentosa."

"Oh, no tiene ni idea", comentó ella con aire ausente mientras tomaba otro
sorbo y luego él apoyaba su cabeza en el respaldo de la silla.

"Me encantaría tener la oportunidad de descubrir todos sus talentos


ocultos."

"Usted me adula, mi Lord."

Haría mucho más que eso, si le diera la oportunidad. "No puedo ser el
primer hombre que la halaga." Él tomó otro sorbo de su té, realmente el sabor era
notable, como nada que hubiera probado antes.

"Podría haber habido uno o dos que lo intentaron."

Dash golpearía a cualquier persona hiciera algo así en el futuro. "¿Hay


alguien esperando por usted en Glasgow?" Lo mejor es saber lo que se enfrentaba.
Caitrin miró a su taza de té. "Eso no debería realmente preocuparle".

Era peor de lo que él pensó, Dash trató de mantener el gruñido de su voz.


"¿Quién es él?"

"No me gusta que los perros me ladren, mi Lord. Debería hacerlo bien en
recordar".

"Por el amor de Dios, Caitie, responde a la pregunta. ¿Hay algún chaval


escocés esperando para transportarte frente a un altar a tu regreso? "Dash tomó un
largo trago de té para desviar la importancia que su respuesta tenía para él.

Caitrin negó con la cabeza. "Hubo alguien", admitió en voz baja. "Pero ya no
tiene importancia."

¿Cómo era eso posible? Ella era la chica más bonita en la que había puesto
los ojos, al menos habrían multitudes de hombres que esperarían su regreso eso
era ridículo. "¿Quién era?" La visión de ella antes sus ojos comenzó a desdibujarse.
¿Qué extraño que podría causarle mareos, los celos?

"Dash", escuchó su voz, como si se encontrara a una gran distancia.

"¿Dash?" En esta ocasión, ella estaba aún más lejos.

Abrió la boca para responder, pero se vio incapaz de hacerlo. Ni siquiera le


importaba. Estaba tan cansado.

Tan, tan cansado, cerró los ojos brevemente, molesto al ver que se negaban a
abrir por más que quisiera.

Y, antes de que él se diera cuenta, estaba soñando con una niña con el pelo
rubio que olía a primavera y a madreselva.

Cait se levantó y cruzó la habitación para mirarlo más de cerca. La había


mirado aturdido y confuso, y un poco de culpa se cruzó por su mente. ¿Esto era
realmente lo que tenía que hacer? Por supuesto que sí, ella no podía permitir que
aquel hombre agrediera sus sentidos.
"Dash", preguntó ella con cautela. Él parecía estar en un sueño profundo.

¿Se atrevería a esperar? "Dash", lo llamó otra vez mientras le sacudía el


hombro. Él no se movió, ella puso un dedo debajo de su nariz, feliz de sentir que
entraba y salía aire. No tenía idea de cuánto tiempo iba a dormir. Así, que
rápidamente se puso su vestido de viaje, envolvió su camisón en una bolsa, y
estaba lista para irse por la puerta.

Pero en el último momento, ella lo miro, un mechón de pelo dorado le caía


sobre la frente, cruzó la habitación y lo peino hacia atrás, y luego le dio un beso en
el mechón. "Duerme bien, Dash ", murmuró, y luego salió por la puerta.

Encontró a Jeannie en la taberna y pidió su coche.

"Esta es una mala idea, señorita," Jeannie le susurró con vehemencia. "Yo
creo que no va a tomar muy bien que haya sido engañado".

"Sí, ya lo sé," Cait siseó. "Pero ya está hecho".

Cait permitió Lamont pusiera el coche en movimiento, en un momento el


coche salto por el movimiento, ella casi podía volar. Entonces el coche fue más
lento. Ella gimió. ¿Y ahora qué?

Jeannie levantó la cortina y se asomó. "Parece que es el coche de su señoría",


murmuró.

"Yo le dije que ese trabajo no funcionaria."

Ella escuchó el llamado del conductor de Dash, pero no podía distinguir las
palabras.

Entonces oyó a Lamont devolver la llamada. Él se rio y dijo: "No hay


necesidad de preocuparse, parece que su señoría ha decidido pasar la noche, pero
mi señora debe continuar".

Algunas palabras ahogadas volvieron, entonces Lamont dijo, "Dudo que le


gustaría si usted lo molestara ahora.

Estaba arriba de la escalera con dos mozas la última vez que lo vi. "
El cochero de Dash se rio. "Debe estar de vuelta a sus actividades habituales,
ya era hora".

Caitrin jadeó, ¿entretenerse con dos mozas era su práctica habitual? ¡El muy
bellaco! De repente se sintió mucho mejor acerca de su decisión.

El coche se tambaleó de nuevo y finalmente se puso en marcha.


NUEVE

¿Qué es ese golpeteo incesante? Dash se inclinó hacia adelante y apoyó los
codos en las rodillas, parpadeó con sus ojos muy abiertos solo para encontrar la
habitación inundada por la luz del día, que le mandó un disparo de dolor hacia la
parte posterior de la cabeza. Cerró los ojos con fuerza.

"¿Milord?" La voz de pánico de Renshaw se filtrada a la habitación.

La cabeza de Dash palpitaba, n podía recordar haberse encontrado tan


perjudicado como en ese momento, como si su cerebro fuera a ser partido en dos.
Ni siquiera las noches más libertinas en las que salía de juerga y a emborracharse
lo hicieron sentirse tan miserable.

Los golpes empezaron de nuevo.

Dios mío, ¿Qué es ese ruido? ¿Y dónde diablos estaba?

"Lord Brimsworth!" Gritó al cochero.

¿Debe el hombre gritar tan fuerte? Entonces oyó un tintineo que resonó
dolorosamente en su cerebro.

Él gimió, un momento después, sintió una mano en su hombro.

"Lord Brimsworth," dijo la voz de Renshaw de nuevo, sólo que esta vez
mucho más cerca, resonando en sus oídos.

Dash consiguió abrir un ojo, este era el sueño más extraño, nunca había
experimentado nada así, estaba dispuesto a despertar ahora y terminar con la
niebla que abarcaba su cerebro.

El rostro de Renshaw estaba pálido, pero suspiró con alivio. "Gracias a Dios,
mi Lord, pensé que algo le había sucedido".
Dash abrió la boca para hablar, pero no salió ningún sonido, su lengua se
sentía pesada y seca.

"¿Está bien?" El posadero corpulento rodeó al cochero y se embolsó un anillo


lleno de llaves, ah, eso debía haber sido el tintineo que había oído.

Dash abrió el otro ojo y se centró en los dos hombres frente a él, que estaban
bloqueando la luz cegadora. "agua", dijo con voz ronca.

"Por supuesto." El posadero salió apresuradamente de la habitación, dejando


a Dash con su cochero, que se inclinó sobre él, frunciendo el ceño.

"¿Qué pasó, mi Lord?"

Eso era lo que Dash deseaba saber. "No lo sé." Me duele decirlo, pero
"¿Dónde estoy?"

"Northampton", respondió el conductor. "Donde nos detuvimos para pasar


la noche con la señorita Macleod".

Caitrin, su corazón dio un vuelco. ¿Estaba bien? La noche volvió a él en un


instante, ella lo había invitado a tomar el té, y él tenía la intención de comportarse,
paseó la mirada por la habitación, pero no podía ver ningún rastro de ella.
"¿Dónde está?"

Renshaw frunció el ceño. "Ella se fue esa noche, mi Lord."

Algo hizo que se le apretara el estómago. "Te dije que teníamos que viajar
con ellos,

Renshaw. "Su voz se hacía más fuerte a medida que su memoria comenzaba
a aclararse.

El cochero movió los pies. "Bueno, su conductor dijo que estaba ocupado con
un par de mozas y había cambiado de opinión acerca de ir a Escocia".

"¡Sus órdenes vienen de mí, no de un maldito cochero escocés!". La furia


comenzó a construirse dentro de su pecho, las conversaciones en voz baja, la
invitación a tomar el té. El dolor de cabeza que aún latía en su cerebro.
Había olor de lavanda en su habitación mucho antes de que el té hubiera
llegado.

¡Ella lo había envenenado!

Se agarró de los brazos de la silla y se dio cuenta de que su espalda estaba


adolorida de dormir toda la noche en la silla de respaldo alto, cuando él alcanzara
a Caitrin Macleod, la iba a tirar por encima de su rodilla y se aseguraría que ella
supiera quien estaba a cargo. "Asegúrese de que el coche esté listo."

El posadero bullía con una jarra de agua. "Aquí está mi Lord."

Dash tomó la taza que le ofrecía y se bebió el contenido de un solo trago, se


levantó sólo para encontrar que sus piernas temblaban como las de un potro recién
nacido y la habitación giraba un poco, Renshaw dio un paso adelante para
estabilizarlo.

"¿Vuelve a Londres, Lord Brimsworth?"

"¡No!" Rugió, fue un error, ya que el estruendo resonó en sus oídos. "Tengo
que llegar a Glasgow.

Y tenemos que atraparla antes de que llegue. "¿Por el amor de Dios, era
sordo?

Los ojos oscuros del cochero se dirigieron al suelo. "Por supuesto, mi señor,
pero tienen una gran ventaja talvez nunca vamos a capturarlos. "

"Es sólo un par de horas," rugió Dash, y su cochero era más ligero, eran
solamente ellos dos mientras el carruaje de Caitrin era cargado con pesados baúles
de ropa y todo con lo que viajaba, su vanidad sería su perdición.

Renshaw levantó la mirada, haciendo una mueca cuando él dijo: "No son
horas, milord. Ella se fue hace dos días. "

¡Dos días! ¿Cómo fue posible que estuviera ido por tanto tiempo? El corazón
de Dash se hundía mientas su ira se elevaba aún más.

¿Así planeaba matarlo, con un té venenoso? Ciertamente, ella no creería que


pudiera asesinar a un Lord Inglés y salirse con la suya, eso sí que era suerte estar
conectado de por vida a una chica que le gustaría verlo seis pies bajo tierra.
"Tengo toda la fe del mundo en ti, Renshaw. Eso sí, ten cuidado".

La lluvia golpeaba el campo, y un relámpago iluminó el cielo oscurecido,


más de una vez, el cochero de Cait se deslizó por la pista fangosa, tenían que parar,
la única pregunta era dónde.

Cait cerró los ojos y se concentró en el futuro de su cochero, pero no podía


ver nada.

Un trueno sacudió sus nervios, y lo único que podía hacer era rezar para que
el conductor pudiera encontrar refugio para ellos pronto, esta era la última vez que
viajaba sin el control del clima de Rhiannon, bueno el tiempo era una necesidad
para cualquier excursión en el futuro.

Jeannie se asomó por la ventana, le temblaban las manos sobre el regazo.

"Vamos a estar bien", Cait trató de tranquilizarla.

"¿Está segura?" Los ojos de su criada se dispararon hacia ella, Jeannie nunca
vino directamente y le preguntó cosas como esas. Ella nunca reconoció
abiertamente los poderes de Cait, generalmente ignoraba cualquier cosa que
pudiera ser difícil de explicar. Ella debió estar aterrorizada para hacerlo ahora.

Cait forzó una sonrisa en los labios y asintió. "Lamont es un excelente


conductor. Él ha pasado por peores climas".

"Estoy segura." Jeannie suspiró y parecía más tranquila.

Cait ojalá pudiera ser apaciguada con la misma facilidad, ella había tenido
un constante dolor en su estómago desde que habían dejado Northampton hacia
cuatro días. Era una tontería, pero echaba de menos la comodidad que Dashiel
Thorpe le ofrecía.

Ella apoyó la cabeza en un lado del coche y se preguntó por enésima vez si
había cometido un error en lo que concernía al conde.

Apenas conocía al hombre. ¿Cómo iba a fallarle? Un relámpago iluminó el


interior del coche en el mismo momento que un trueno retumbó por encima.
Antes de que Caitrin colocara en orden su mente, se oyó un choque de
astillas y el carro se sacudió hacia un lado, tanto Lamont como Boyd bramaban una
maldición escocesa tras otra, los oídos de Cait casi se quemaban.

La puerta del coche se abrió de un tirón, y el conductor miró dentro, el agua


de lluvia se vertía sobre él. "Un árbol bloquea nuestro camino, y la rueda trasera se
ha quedado atascado en el barro.

Cait cerró los ojos y tomó aire. "Hay una posada a sólo una milla de
distancia." Veía eso claramente en su mente ahora que habían dejado de moverse.
"Podemos hacerlo a pie."

Jeannie se quedó sin aliento. "Nos ahogaremos si vamos por ahí."

Pero no lo harían, Cait veía una chimenea caliente y un gerente amable y


algo... cómodo, aunque no podía ver bastante bien lo que era, pero, si podía verse a
sí misma dentro de la posada, ellos lo lograrían. "Solo tienes que confiar en mí."

Se envolvió con la manta de viaje Macleod sobre su cabeza y salió a la lluvia,


sus botas medio se hundieron en el camino fangoso, pero no le presto ninguna
atención, tenía que mantener la mente enfocada en la búsqueda de la posada.

Como Lamont y Boyd luchaban para calmar a los caballos y asegurar el


coche, Cait comenzó ir hacia la civilización, Jeannie la siguió detrás mientras
luchaban contra el viento y la lluvia que las golpeaba.

Cait finalmente descubrió un cálido resplandor en el horizonte y pudo


distinguir una señal oscilante en la distancia, sólo un poco más lejos.

Helada y empapada, siguió adelante, ahora podía oír la risa que se escapaba
de la posada, el Cisne Negro está a sólo unos metros de distancia, ella abrió la
puerta de la taberna y se precipitó dentro.

Todos los sonidos de risas se detuvieron, y el agua empezó a reunirse a sus


pies. Había un tipo de aspecto alegre, el hombre de su visión, se precipitó hacia
adelante. "¡Cielos, señorita! ¿Estás bien? "

Cait tenía ganas de llorar, estaba tan aliviada de haber encontrado el lugar.
"Mi coche se ha quedado atascado en el barro."

Ella estornudó. "Tendrá una habitación extra aquí."


Vio un movimiento por el rabillo del ojo y se volvió hacia un grupo de
hombres jugando a las cartas en la esquina, comodidad. La sensación se apresuró a
regresar a ella, entonces Alec MacQuarrie, tan guapo como siempre, se levantó de
su asiento. "Caitrin Macleod, ¿eres tú?"
DIEZ

Dash sinceramente dudaba si había estado tan enojado en su vida como lo


estaba en ese mismo momento, había estado persiguiendo Caitrin Macleod durante
días. Cada día, siguió su aroma de madreselva, que lo llevaba cada vez más cerca
de ella y a la frontera con Escocia.

La lluvia había oscurecido el aroma en las últimas horas, pero sería una
tontería dejar la

Gran Ruta del Norte en la que habían estado viajando, él la alcanzaría tarde
o temprano. Sin embargo, a él realmente le gustaría que la lluvia se detuviera para
que pudiera coger su olor de nuevo, sólo para estar seguro.

Su coche era ligero, y rápido, había empujado cada conjunto de caballos más
allá de lo que normalmente se espera de este tipo de criaturas.

De hecho, él empujó a su cochero hasta el punto de que Renshaw no hizo


nada pero fruncía el ceño hacia él.

Dash miró hacia la oscuridad que cubría el cielo de la fuerte tormenta y dejo
que un poco de agua callera sobre él.

Había sentido una gran satisfacción cuando vio al cochero de Caitrin


detenido a un lado de la carretera, las ruedas hundidas profundamente en el lodo
que el dudaba que un equipo de seis personas pudieran tirar del transporte para
sacarlo libre, con una mirada preventiva de desprecio en su rostro, él había saltado
de su propio coche y se dirigió hacia donde estaba Caitrin, sus sirvientes estaban
tratando de desenganchar los caballos y a las bestias asustadas, él los ignoró y se
dirigió hacia la puerta.

La abrió y asomó la cabeza, esperando ver a la señorita Caitrin Macleod


sentada con relativa comodidad, pero el coche estaba vacío. ¡Maldita sea!
"¿Dónde está la señorita Macleod?" Dash grito a los conductores.

El que había pillado besando a Caitrin se giró y señaló el camino.


"Caminaron hacia esa dirección".

"¿Hay una posada cerca de aquí?" Gritó él, luchando por hacerse oír por
encima de la lluvia.

"Ella dijo que había", respondió el hombre cuando finalmente liberó a los
caballos y los dos cocheros saltaron encima de ellos.

"¿Tú la dejaste ir hacia allá sola?" Dash gruñó, haciendo que el cabello en la
parte posterior de su cuello, se erizara, él les haría un grave daño a sus
incompetentes sirvientes, si algo le sucedía.

"No, ella tiene a Jeannie con ella," el cochero le llamo de nuevo antes de que
él se volviera al caballo y desapareciera en la oscuridad.

Dash se dirigió hacia el árbol caído que hizo que el camino fuese
intransitable y lo levanto casi sin esfuerzo, feliz de que Renshaw no podía verlo en
la oscuridad, cuando el camino estaba despejado, él caminó de regreso a su coche.

"Hay una posada adelante, ahí es donde nos detendremos.

Se subió al coche y golpeó los dedos por la consternación, cuando llegara a


la posada, encontraría Caitrin, se aseguraría de que se encontraba bien, y luego la
arrastraría a una habitación privada donde pudieran hablar, dejaría bien en claro
que él no apreciaba ser envenenado y mucho menos asesinado, le exigiría una
explicación por su comportamiento, y una disculpa, y su mano en matrimonio.

Tal vez no en ese orden.

Su coche se detuvo delante de El Cisne Negro. Él apretó el paso y saltó al


suelo, inmediatamente hundiéndose en el barro.

Cuando tuvo un pie libre soltó una maldición.

Entró en la posada y se detuvo en seco, su aroma de madreselva se borraba


por el olor a cerveza y cuerpos húmedos, ella estaba sin duda allí, en alguna parte,
sacudió la cabeza, lanzando gotas de agua en todas las direcciones.
Entonces la vio, incluso con su piel empapada, con el pelo pegado a la
cabeza, ella estaba radiante. Él resopló, dios, él era un idiota embrutecido incluso
después de lo que había tratado de hacerle.

Pero entonces lo vio, su mano estaba aprisionada por un hombre, y él tenía


sus labios en los nudillos, su mirada era demasiado familiar para la comodidad de
Dash. Dio dos grandes pasos hacia adelante y se paró junto a Caitrin.

"Si desea mantener los dedos, le sugiero que quite su mano de la persona de
la señorita Macleod," él gruñó.

Los ojos del hombre se dispararon y la sonrisa desapareció de su rostro, pero


no aflojó su agarre de Caitrin. "Los labios también", Dash gritó. "Usted encontrará
muy difícil sonreír sin ellos."

"¿Amigo suyo, señorita Macleod?" levantó una ceja el desconocido con leve
diversión.

"Su prometido," Dash gritó antes de que Cait pudiera responder, luego tomó
su antebrazo y ella se volvió hacia él. "Tenemos que hablar."

Los ojos de Caitrin se estrecharon en él, pero su mirada se centró más en la


coloración azulada de sus labios mientras ella parloteaba, "Estoy ocupada en este
momento, Lord Brimsworth." Ella se soltó de su agarre, para alguien tan pequeña,
era bastante fuerte. Pero, por supuesto, no era rival para un licántropo.

Él la dejó alejarse.

"Y con respecto a la propuesta no recuerdo haberla aceptado, tampoco


recuerdo que usted haya preguntado. "Él no perdió hincapié en la última palabra.

El hombre se rio. "Ella no acepto la mía, tampoco", dijo, y extendió su mano


hacia él.

"Alec MacQuarrie", se presentó. "Soy un viejo amigo de la señorita Macleod


de Edimburgo."

¿Edimburgo? Dash ni siquiera consideró aceptar la mano tendida del


hombre.
Caitrin le dio un codazo lo suficientemente fuerte en el estómago para
hacerlo gruñir. "Finja por lo menos que tiene buenos modales “siseó.

Él lo hizo a regañadientes, tomó la mano del señor MacQuarrie, pero resopló


mientras lo hacía.

"Este patán detestable es Lord Brimsworth." Cait envolvió sus brazos


alrededor de ella, tiritando con delicadeza.

"¿Están viajando juntos?" Preguntó MacQuarrie con preocupación.

"Sí," comenzó Dash.

Pero Cait dijo, "No", en el mismo momento. "El hecho de que estamos
viajando, en el mismo camino no significa que estemos viajando juntos".

"Voy a tener que hablar con usted ahora, Caitie", dijo Dash lentamente, él no
sería reprendido, y ciertamente no en frente de MacQuarrie, que parecía
demasiado interesado en la situación.

"¿Caitie?" MacQuarrie murmuró, rascándose la barbilla, es evidente que el


hombre estaba tratando de averiguar porque Dash usaba ese apodo y no su
nombre de pila.

Caitrin suspiró. "Me voy a mi habitación a secarme", dijo. "Lo veré más
tarde, Sr.

MacQuarrie? ¿No estará ocupado? "

"No ahora no," dijo con una gran sonrisa mientras ella desaparecía por las
escaleras. "¿Únase a mí para la cena?" llamó a su espalda.

"Estaríamos encantados", gruñó Dash. "Muchas gracias por la oferta."

Caitrin entró en su habitación, feliz de ver un fuego ardiendo en la


chimenea, le castañeteaban los dientes por lo que temía que despertara a sus
vecinos mientras levantaba sus manos temblorosas hacia las llamas, quería sacarse
su ropa empapada, no deseaba nada más que quitársela. Pero Jeannie aún no había
vuelto arriba ya que había querido esperar a Lamont para que llegase.

Pero si ella no se sacaba su ropa mojada, tenía miedo de coger su muerte, se


puso de pie y tiró de los cordones con dedos temblorosos que se negaban a
trabajar.

Un fuerte golpe sonó en la puerta. "Caitrin," la llamaba Dash.

"Vete", respondió ella, su mandíbula temblando tanto que dudaba incluso


que no la oyera. ¿Cómo se atrevía a presentarse en la puerta después del
espectáculo que había dado frente a Alec?

"¿Cait?" Volvió a llamar. "¿Estás bien?"

"Estoy bien", se esforzó a través de los labios dolorosos.

"Pues no suena bien", respondió él, entonces la puerta se abrió un poco.

"¡Vete!" Le grito Cait, pero él abrió la puerta y entró, cerrándola detrás de él.
"No tiene ningún derecho a estar aquí".

"Está perfectamente bien, y tú lo sabes," dijo él bruscamente mientras se


dirigía hacia ella y le levantó la barbilla para mirarla a los ojos. "¿Qué pasa?"

"N-nada," ella tartamudeó. "Tengo-frío".

Dash pasó las manos por sus brazos. "Hay que sacarte la ropa mojada."

Ella levantó los dedos y dijo: "Yo puedo trabajar con los cordones. ¿Puede ir
a buscar a Jeannie por mí? ".

En cuestión de segundos, sus dedos ágiles tiraron de su vestido hasta que


había deshecho todas sus ataduras, refunfuñando algo sobre su doncella inepta, la
parte delantera de su vestido caía libremente hacia adelante, Cait se aferró a ella,
pero la verdad es que no quería nada más que dejarla caer al suelo.

"Puede irse ahora", ella preguntó.

"No hasta que esté caliente."


"Yo puedo manejar eso por mí misma", dijo ella, deseando nada más que él
desapareciera para que pudiera arrojar al piso todo su vestido de viaje empapado.

"No voy a mirar", dijo él en voz baja mientras tomaba las mangas de su
corpiño y lo dejaba caer sobre sus caderas. Ella cerró los ojos para evitar la
intensidad de su mirada.

"¿Debe creer que soy una tonta verdad, Dashiel?" Ella charlaba, con la
mandíbula adolorida por el frío.

Su voz sonaba un poco más ronca cuando respondió. "Yo nunca la acusaría
de ser tonta.

Hermosa, sí, preciosa, absolutamente. "Sus ojos barrieron sobre ella.


"Deliciosa, sin duda."

Él bajo el aliento, y dijo una última palabra que sonaba como "mío". Pero no
podía estar segura.

"¿Pretende ser todo un caballero, verdad?", Dijo. Pero ella estaba tan feliz
por su ayuda que no lo podía alejar, ya el calor del fuego calentaba su piel. ¿O era
su mirada, que le hacía parecer casi como si quisiera devorarla?

Cuando él se detuvo en su camisa, coloco sus manos agarrando sus caderas


mientras se arrodillaba frente a ella, sus ojos recorrieron su cuerpo hasta que sus
pezones traidores respondieron, pero entonces él simplemente deslizó sus manos
por debajo de la tela transparente y se la tiro sobre su cabeza.

Cait inmediatamente cruzó los brazos sobre su pecho y se alejó de él.

"Jesucristo", él murmuró a sus espaldas, un gemido le siguió, uno que estaba


cargado de...algo.

Cait cerró los ojos con fuerza. "Arruinada y mortificada, todo a la vez", dijo.

Una manta cayó alrededor de sus hombros, y ella la agarró.

"No hay necesidad de estar mortificada, ángel," dijo él, mientras la hacía
girar para que lo mirara, él sonrió tímidamente.
"Perdón por mi comentario, no soy nada más que un hombre, un hombre
que acaba de tener una visión de todo lo que quiere en la vida. "

"¿De mí? ¿Desnuda? "Jadeó.

"Por supuesto." Se inclinó rápidamente y le besó la mejilla.

"Gracias", dijo, por fin para reunirse con su mirada de color ámbar. "Por
ayudarme con mis cosas".

"Jugaría a la doncella cualquier día, ángel."

Había fuego ardiendo debajo de la superficie en la piel del hombre, ella lo


sabía muy bien. Sus párpados estaban medio cerrados con el deseo y ella vio la
subida del pulso en su cuello.

Él se quitó la chaqueta y la arrojó a un lado de la habitación mientras él


respiraba profundamente. "Licántropos tienen una increíble cantidad de calor
corporal ", explicó él mientras se desabrochaba los botones de su chaleco.

"Me alegro," dijo ella mientras el tiraba de su camisa por la cabeza, no podía
alejar la mirada de su pecho, sus hombros, su estómago, la pequeña línea de pelo
que desaparecía en sus pantalones. Él se rio entre dientes ligeramente antes de que
él la levantara y la sentara en una silla cerca del fuego.

Colocándola sobre su regazo, él dijo: " Probable no te va a gustar esto, pero


tienes que tocar mi cuerpo, Caitie, mi piel contra la tuya".

Oh, a ella le gustaba mucho, pero en cambio dijo: "Te deseo", y se movió
para levantarse de su regazo, sin embargo, el tiró de ella hacia abajo con un brazo
alrededor de su cintura.

"Yo sólo quiero cuidar de ti", dijo él en voz baja mientras su mano se movió
para acunar su rostro, se veía tan sincero que dejó que su cuerpo se suavizara
contra el suyo. Él tiró de la manta hasta que fue sacada de entre ellos, y luego la
acomodó sobre sus hombros, estaba casi tan caliente como el fuego de la chimenea.

Sus pechos se apretaban contra la dura pared de su pecho.

"Debería conseguir una recomendación por esto", murmuró él.


"Valoro una confrontación”. Le dijo Cait

Pero se interrumpió.

"Cuida de mí", susurró ella.

"Mientras me lo permitas", dijo mientras su mano se movía en un círculo


lento contra su espalda desnuda.

Cait cerró los ojos mientras apoyaba la cabeza en su hombro desnudo, y un


suspiro de satisfacción escapó de sus labios.

Él se rio entre dientes. "Yo también te extrañé."

"Arrogante como siempre", respondió ella, dejando que sus dedos se


arrastraran a través de la extensión de sus hombros, permitiendo que el calor de él
calentara cada parte de ella.

"¿Es por eso que me has abandonado para que muriera?"

Cait debió haberlo escuchado mal, levantó la cabeza para mirarlo a los ojos,
vio el dolor reflejado en su rostro, y le dolía el corazón al verlo. "¿que lo he dejado
para morir?"

“envenenaste mi té. ¿Tal vez recuerdes eso? "

Cómoda como estaba en su regazo, ella no iba a dejarlo que la llamase


asesina. "Yo ciertamente no le he colocado veneno en el té".

Él levantó una ceja, indignado, con sus ojos clavados en los de ella.

Cait se encogió de la intensidad. "Yo no le di a usted veneno", repitió. Luego


se mordió el labio inferior. "Yo-Yo le di una poción para dormir."

"¡He dormido durante dos días!", él gruñó.

"Podría haber sido una poción fuerte para dormir ", admitió mientras se
retorcía, tratando de quitarse ella misma de su regazo.

Su agarre se apretó. "No va a ir a ninguna parte hasta que tengamos algunas


cosas en orden, Caitrin."
"Déjame ir, perro Inglés mal educado."

"Deja de moverte", ordenó. "Necesitas mi calor."

"Me las arreglaré".

Sus ojos color ámbar se oscurecieron. "No me vas a alejar, Caitie, no importa
cuánto te esfuerces.

Y no me vas a envenenar de nuevo, y no vas a huir de mí otra vez. "

Podía oír la determinación en su voz, y Cait se estremeció. "Yo no le he


envenenado."

Su rostro se suavizó y sus hábiles manos se movieron a través de su cuerpo,


calentándola. "Y no más pociones para dormir de nuevo.

¿La idea de estar conmigo es tan terrible que quisiste huir? "Dash la cambió
en sus brazos y tocó suavemente sus labios con los de él.

Cait sintió como su calor abarcaba cada parte de ella, y ella se estremeció por
su conciencia, queriendo que cada parte de él la tocara.

"¿Cuáles son las probabilidades?," la voz de Jeannie la precedió en la


habitación, "que se encontrara al Sr. MacQuarrie aquí". Los ojos de la doncella
aterrizaron en Caitrin que se encontraba en los brazos de Dash y su boca cayó
abierta.

"¡Por favor, Jeannie!" Cait le rogó, "no grites."


ONCE

Dash gimió cuando la criada cerró la puerta, como lo arruinaba todo la


mujer, nada había cambiado, ella todavía no estaba cuando la necesitaba Cait y
siempre aparecía en los momentos más inoportunos.

En ese mismo momento, la plenitud de los pechos suaves de Cait se


apretaban contra su pecho y lo quería más que nada era probar esos pezones
rosados que había vislumbrado fugazmente por su camisa mojada.

"Señorita Macleod!" dijo Jeannie entre dientes.

Caitrin empezó a revolverse en su regazo, pero Dash envolvió su brazo


alrededor de su cintura. "Parece mal ", él susurró. "Pero si se pone de pie, se verá
peor."

Sus ojos azules se centraron en él, y ella asintió con la cabeza. "¿Jeannie,
dame un momento, por favor?"

La criada golpeó las manos en sus caderas y sacudió la cabeza. "Yo no sé qué
decir."

"Su señora llamará cuando esté lista para usted." Dash clavó en la dama una
mirada irritante.

"Sugiero que usted esté disponible para atender sus necesidades, por una
vez."

"Señorita…"

"Jeannie, por favor", rogó Caitrin. "Un momento".


La criada resopló su descontento mientras caminaba hacia fuera de la
habitación, dejándolos solos, Dash deslizo a Cait de su regazo y le envolvió la
colcha con fuerza a su alrededor.

Se inclinó hacia delante en su asiento, para no tener que mostrar la estrechez


de sus pantalones. "Una vez que seas mi esposa, Caitie, eso no importara".

Ella negó con la cabeza. “Lo deje durmiendo porque pensé que eso le
ayudaría para que volviera a sus cinco sentidos acerca de todo esto. "

Todo lo que había hecho solo hizo más fuerte su determinación, ella era su
compañera, por casualidad o por diseño, ser separado de ella era físicamente
doloroso, todo lo que podía pensar mientras corría hacia el norte era en acostarse
con ella, haciéndola suya en todos los sentidos, parecía que era lo único que podría
aliviar el dolor en su corazón.

“Yo no soy como los demás hombres. Puedo oír a tu corazón que se acelera
cuando te toco, puedo oler tu cuerpo y saber que ansía el mío, yo no voy a ir a
ninguna parte, Caitie."

"¡Señorita Cait!" Jeannie se lamentó afuera de la habitación.

Dash gruñó. Apenas podía esperar para sustituir a la sierva torpe con
alguien de confianza.

"Ustedes necesitan salir." Caitrin frunció el ceño.

"Por ahora." Dash se levantó de su asiento y se colocó la camisa por encima


de su cabeza. "Voy a estar esperando junto al Sr. MacQuarrie. "Cogió su chaleco y
la chaqueta. "No nos hagas esperar."

Cait no estaba segura de que si era una bendición o una maldición que
Lamont y Boyd hubieran logrado arrastrar uno de sus baúles al acceso del El Cisne
Negro, no tener nada seco que llevar le habría dado una excusa para evitar la cena
con los dos hombres que tanto habían insistido para que se casara con ellos.
Ella había querido aceptar Alec MacQuarrie cada vez que él se lo había
pedido, al menos él le había preguntado a ella, a diferencia de aquel inglés tosco,
pero no podía casarse con Alec entonces, y ella no podía casarse con Alec ahora, su
futuro no había cambiado, y ella no era una parte de ello.

¿Y cómo se suponía que iba a sentarse a la mesa con el hombre?


Especialmente con Dashiel Thorpe presente. ¿Quién sabía lo que diría, el maldito
conde hace todo más complicado? Sus emociones eran un revoltijo, gracias a él.

"Señorita Cait, Como mantendrá todo esto en secreto para el Sr. Macleod.

"Tú eres la única que me ha visto”, Jeannie. Y ya que Lord Brimsworth debe
ir a Glasgow, nadie le dirá nada a Papá, " dijo Cait, tratando otra vez de
tranquilizar a su criada.

Jeannie se alisaba la falda de lana azul. "No es el conde por quien estoy
preocupada sino por el Sr.MacQuarrie los ha visto a los dos juntos, él puede decirle
algo a su padre cuando lo vea. "

Los hombros de Cait se hundieron hacia adelante, Alec no había estado en


Edimburgo por meses, después de que sospechara que ella era una bruja, él había
salido hacia Inglaterra sin decir una palabra.

¿Responderá Dashiel Thorpe de la misma manera? Cait frunció el ceño ante


la idea, no era su asunto. Él tarde o temprano se cansaría de la persecución de la
manera que todos los demás hicieron.

Alguien llamó a la puerta, Cait asintió para que Jeannie respondiera. Alec
MacQuarrie estaba en la puerta, sus cálidos ojos castaños se centraron en ella.
"Usted es un regalo para la vista, Cait."

Alec MacQuarrie, un día estaba en Edimburgo, y al siguiente desapareció


sin decir una palabra. "

Él le ofreció su brazo, que Cait acepto. La remolco hacia la escalera y bajó la


voz. "Tú eres uno de ellas, ¿verdad?" Su boca se secó. "¿Una de ellas?" Repitió ella.
"Yo no comprendo lo que quieres decir."

"El COIG", él respondió.


El COIG, las cinco brujas míticas de su aquelarre, con poderes que pasan de
madres a hijas por generaciones. Sin embargo, para los miembros esto era un
secreto.

Cait sonrió, como si fuera una niña tonta. "¿No crees en los cuentos de
hadas, Alec?"

"Tú eres la vidente," dijo en voz baja. "Y Elspeth es la sanadora, y…."

El pie de Cait vaciló en los escalones, no se les permitía hablar acerca de su


aquelarre, excepto con su familias, que ya conocían la verdad. Ella negó con la
cabeza. "eso es algo ridículo."

El bajó la mirada hacia ella con una intensidad oscura. "Es por eso que dijiste
que no veías un futuro para nosotros.

No importa lo mucho que te presioné, no cambiaste de parecer".

Cait sólo podía mirarlo.

"Pero yo prefiero hacer mi propio destino, Cait."

"Estoy segura de que lord Brimsworth está esperando por nosotros",


murmuró.

Alec se tensó en su brazo. "¿Lo has visto en tu futuro?"

Cait sacudió la cabeza. "No", respondió ella con sinceridad.

Él dejó escapar un gran suspiro. "Bueno." Entonces él continuó dirigiéndola


por las escaleras, bordando la cantina. "Brimsworth ha asegurado una habitación
privada."

La cabeza de Cait nadaba y las palabras no salieron de su boca, todo era una
espiral fuera de su control.

Alec no podía renovar su pleito con ella, además su destino estaba por otro
camino, y luego

"Caitie." Dash salió de un comedor privado en el otro extremo de la


habitación, su mirada ámbar se encontraba fija en ella y dejándola ligeramente sin
aliento. Él frunció el ceño cuando sus ojos se posaron en la mano escondida en el
hueco del brazo de Alec.

"¿Dónde lo conociste?" Alec se quejó en voz baja.

Cait inclinó la cabeza para ver mejor el hombre del que tontamente se había
enamorado como una chica joven. "Westfield Hall."

Alec frunció el ceño. "Y pensé que Ben era mi amigo."

Antes de darse cuenta, Dash estaba frente a ella, tomando su otro brazo con
su mano. Irradiando calor desde su cuerpo lo que le ocasionó un pequeño
hormigueo en su piel.

"Me alegro de ver de que ya no estás tan fría, ángel."

Alec la miró, con una pregunta sobre su rostro. "¿frío? ¿Ángel? "

"Sí, después de estar caminando bajo la lluvia", admitió ella, lanzando una
mirada a Dashiel, tenía la sensación de que iba a ser una larga noche.
DOCE

Dash nunca había sido ignorado tan bien en su vida, a menos que él contara
el número de interacciones con su padre. El marqués tenía una manera de hacer
sentir a Dash insignificante, algo que él había estado acostumbrado mientras
crecía a lo largo de los años después de que sus rasgos licántropos se habían vuelto
evidentes.

Pero él nunca había querido formar parte de un grupo tanto como había
querido en ese momento durante la cena en el Cisne Negro.

Lo más importante es que quería ser parte del grupo de Alec MacQuarrie y
del de Caitrin. Él quería ser un amigo de confianza, quería que Cait lo mirara con
cariño como lo hizo con MacQuarrie.

"¿Recuerdas la vez que Sorcha te convenció para subir al árbol en el jardín y


caíste de él?"

Caitrin rio suavemente. "Sí, me acuerdo pensé que había caído a mi muerte."

"Entonces, en el último momento, estaba cayendo a través del aire y al


siguiente, yacía en una cama blanda de hojas, era casi como si hubieran sido
colocadas allí para amortiguar su caída. "

Dash señaló que ella se negó a encontrarse con los ojos de Alec cuando
respondió, fingió interés en la comida. "Sí, fue un milagro."

"¿Un milagro?" Dash preguntó lentamente, Cait alzó los ojos y lo miró, había
una sutil advertencia allí. Él solo lamentaba que él no supiera lo que era.

"Sí," dijo mientras tomaba un sorbo de vino y evitó discutir más el tema.
"Por lo tanto, Brimsworth," dijo MacQuarrie mientras el enfocaba sus ojos
oscuros en Dash. "¿Cuáles son sus pensamientos sobre el destino
predeterminado?"

Dash tragó saliva. ¿Qué diablos quiso decir el hombre con eso? ¿Sabía de su
conexión con Caitrin?

"Creo que las cosas sucedan de la manera que se supone que son", respondió
enigmáticamente.

El cultivado escocés sonrió con malicia. "Qué desgracia para usted,


entonces."

"¿Qué significa eso?" Dash preguntó mientras apuñalaba un trozo de


cordero.

MacQuarrie se encogió de hombros. "Sólo que creo que un hombre debe


hacer su propio futuro, yo no creo que mi vida este planeada a pesar de mis
deseos y necesidades".

El rostro de Cait se volvió un poco morado, que hizo Dash estuviera seguro
de que ella omitía algo importante.

Él haría que ella se lo digiera después, le hubiera gustado poder tomar su


mano entre las suyas y calmarla, aunque eso era imposible con el escocés
compartiendo su mesa.

"Así que, dígame, señor MacQuarrie," comenzó Dash ", ¿conoce a Cait de
toda la vida?"

MacQuarrie asintió. "La mayor parte de la misma, salí de Edimburgo


cuando era un niño para asistir a Harrow, pero he estado en casa con bastante
frecuencia en los últimos años".

Ahí estaba de nuevo, Edimburgo. Dash se volvió para mirar hacia Caitrin.
"Yo estaba seguro de que Glasgow era su casa".

Ella se movió un poco incómoda. "No estoy segura porque usted tiene esa
idea, mi Lord, ciertamente nunca he dicho tal cosa".
No, pero ciertamente había dejado que creyera eso, y volvió todo su plan al
revés. Cómo

Iba hacerlo él para cortejarla en Edimburgo y entrenar con su mentor en


Glasgow, al mismo tiempo"

La familia Forster es de Glasgow, usted y Lady Elspeth son cercanas,


entonces solamente asumí… "

"Lady Elspeth también es oriundo de Edimburgo, " MacQuarrie lo informó


más bien con aire de suficiencia.

Dash necesitaba todo su autocontrol para no golpearlo por la mirada


satisfecha que tenía el hombre

"¿De verdad?" Gruñó.

"Vivió toda su vida en las afueras de la ciudad hasta que se casó con mi buen
amigo Benjamín Westfield".

Perfecto, el maldito hombre era un amigo de los Westfields ¿Podría su


suerte ser peor?

"Aunque yo solo he tenido ojos para la señorita Macleod." El arrogante


escocés alcanzo a cubrir la mano de Cait con la suya y Dash gruñó, obligándose a
mantener su control.

Cait tiró de su mano lejos de la de MacQuarrie, y el hombre se echó a reír.


"Ser un poco o demasiado terco puede ser bueno, debo admitir. "

"Alec" ella jadeo.

Dash se molestó con el sonido del nombre de otro hombre en sus labios, era
como si ella lo conociera de toda la vida, lo que en verdad, probablemente así
seria.

El hombre tenía una ventaja sobre Dash, tenía una lista de entretenidos
recuerdos que podía recitar a toda prisa, Dash sólo tenía unos momentos robados
de pasión. No había comparación, era como ver a Prisca con William Westfield,
todo de nuevo, sólo que peor.
Nunca sintió una conexión con Prisca como la que tenía con Caitrin, él no se
recuperaría si la perdía.

"Está bien," se rio Cait. "Lo admito, puedo ser un poco terca a veces".

"¿Un poco?" Los dos hombres lo dijeron a la vez, Dash no pudo ocultar su
sonrisa por su reacción exagerada cuando ella se echó hacia atrás de repente y
resopló como si la hubieran afrontado.

"Mucho," dijo finalmente. "Y sin embargo, ustedes dos todavía quieren
pasar tiempo conmigo, así que algo tengo que estar haciendo bien. "

Allí estaba su Caitie, Gritona como el día era largo, él amaba su sentido
común.

"Ciertamente ayuda que usted sea hermosa", dijo Dash, sonriendo


suavemente hacia ella. Un rubor trepó por sus mejillas, un punto para el equipo de
Brimsworth, era todo lo que podía hacer para no sonreír burlonamente.

"La belleza se desvanece", declaró MacQuarrie suavemente. "Lo que tiene


Caitrin durará para siempre, es parte de ella, y parte de lo que la hace tan
perfectamente adorable".

Adorable, Dash casi se atragantó con el vino, nunca había amado a una
mujer en su vida. Él había estado en la cama con más mujeres de lo que podía
recordar, pero nunca había adorado sinceramente a ninguna.

"Alec, ¿qué estás haciendo en Leeds? Pensé que estabas en Londres, Elspeth
dijo que ella y Benjamín habían cenado no hace mucho tiempo. "

El escocés se echó hacia atrás en su silla y la miró. "Sí, lo hice, Lord Hallam
tiene una casa de caza en la zona, y me invitó la semana pasada, Elspeth parecía
feliz".

Caitrin sonrió. "Lo es, Benjamín finalmente terminó esa monstruosidad de


casa que estaba construyendo”.

“Tienes que verla".

MacQuarrie dirigió su atención a Dash. "¿Has conocido a las otras b…?" Él


gruñó y cortó abruptamente sus palabras mientras se frotaba la espinilla. "No
tienes que darme patadas muchacha ", dijo en voz baja, pero Dash escuchó cada
palabra. "Tu secreto está a salvo conmigo."

"¿Qué secreto sería?" Dash odiaba la idea de que ellos mantuvieran un


secreto que no querían que supieran.

"No hay ningún secreto, mi Lord," dijo Cait. "Es referente a mis amigas, las
jóvenes con las que paso la mayor parte de mi tiempo".

Mis amigas son como mis hermanas, era evidente que se había perdido de
algo importante. "Háblame otra vez de ellas."

Ella abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera pronunciar un
sonido, MacQuarrie habló. "Ya se ha encontrado con Elspeth?"

Dash asintió. "La esposa de Benjamín Westfield."

"Sí, sólo estar en la habitación con ella puede hacer que uno se sienta mejor,
por diez. Luego está Rhiannon Sinclair, Blaire Lindsay, y Sorcha Ferguson.
Rhiannon casi siempre se puede encontrar afuera de las puertas, ella está lo
suficientemente chiflada como para estar afuera bajo la lluvia torrencial".

"Ella no es ninguna chiflada ", Caitrin interrumpió:" El hecho de que a ella le


gusta los elementos no significa que ella este loca".

"Y Blaire puede disparar una flecha recta como ninguno de los otros
hombres en Edimburgo.

Finalmente tuvimos que dejarla de invitarla en asuntos de eventos


deportivos, o nos haría parecer débiles".

"¿Tal vez son débiles?", Dijo Caitrin bajito, obviamente, para provocar al
hombre.

"Y Sorcha", preguntó Dash.

"Sorcha no es más que un niña," dijo MacQuarrie con nostalgia.

"Ella es la más joven de mi círculo de amigas, Dijo Caitrin.

Muchas mujeres están casadas para su edad ", recordó el escocés.


"Sorcha hace que los que están alrededor de ella quieran ser una mejor
persona." MacQuarrie se encogió de hombros.

"Todo el que la conoce la ama."

Caitrin suspiró, con un poco de dolor en su tono, aunque Dash no tenía ni


idea que la había puesto triste.

Caitrin trató de mantener el tono de melancolía de su declaración. Pero, en


realidad, se mostraba que ella tenía un cariño evidente por Alec MacQuarrie, y, en
algún momento, una comprensión mutua se había hecho evidente, una que se
encontraría con ella durante toda la vida. Pero no importa lo bien que encajaran,
Cait ya sabía que era para otra persona, él no era suyo y nunca lo sería.

Ella miró al otro lado de la mesa a Dashiel Thorpe, que había mantenido
modales impecables durante toda la comida, él era un hombre inteligente, cuyo
salvajismo sin duda debía ser a causa de su desventaja, fue gratificante ver que
podía deshacerse de él cuando tenía que hacerlo y convertirse en un perfecto
caballero.

"¿Cuáles son sus planes para el futuro?, Sr. MacQuarrie", preguntó Dash.

Alec se encogió de hombros. "No tengo planes por el momento, voy a volver
pronto a casa, me imagino, y en resumen gestionare mis propiedades, voy a tomar
un breve respiro de la realidad en este momento".

"Tomar respiros de la realidad por lo general indican que uno no está


contento con su suerte en la vida."

Los ojos de Alec se estrecharon, y él bajó la copa de vino. "No estoy contento
con mi suerte en la vida, soy infeliz por no tener una oportunidad para la vida que
quiero."

"Pero le espera algo mucho mejor, Alec," dijo Cait, deteniéndolo. "Confía en
mí en esto."

"¿Cómo podría ser mejor si no estás en él?" Gruñó Alec.

Oh, querida, esto es realmente un mal momento para esta conversación, en


particular, con la sospecha de Alec de que sea un miembro de la COIG.
"Voy a estar en ella, simplemente no en el camino que quieres ahora".

"¿Y si yo no te quiero en mi vida, aparte de en ese lugar?"

Caitrin abrió la boca y se echó hacia atrás. "Esa es la cosa más cruel que
alguna vez has dicho de mí." Ella sintió como las lágrimas picaban sus párpados y
se levantó rápidamente.

Alec dio un paso hacia ella, con el dolor grabado en su frente,


inmediatamente se dio cuenta de sus palabras y se arrepintió por lo que había
dicho, pero él ya las había dicho. Y no había vuelta atrás.

Antes de que Alec pudiera tocarla, Dash se interpuso entre ellos. El hombre
era muy rápido, esto debía ser un rasgo licántropo. Él inclinó su rostro hacia él
para que pudiera mirarlo hacia arriba.

"¿Puedo llevarte a tu habitación? " dijo Dash a Cait

"Cait," intentó Alec.

Pero ella no estaba de humor para escuchar nada más de él, no en ese
momento. "Sí, por favor" le dijo a Dash, quien inmediatamente deslizó su brazo
alrededor de ella y la acompañó desde el comedor.

La mano de Dash en la cintura de Caitrin la calentó a través de su vestido


todo el camino mientras pasaban por delante de clientes en la taberna hacia la
escalera. "Obviamente estás ocultando algo de mí", él le susurro.

Cait giró la cabeza para mirarlo, ella no iba hacerlo ahora, no otra vez. No
aquí. No después de la conversación con Alec.

"¿Y qué si lo estoy?" Preguntó con aspereza. "Yo no le debo nada, mi Lord.

Mi vida es sólo mía, para que usted no pueda decir nada sobre ella.
TRECE

Eso estuvo bien, Dash se reprendió a si mismo mientras veía a Caitrin


dirigirse hacia las escaleras. Él no debería haberla empujado hasta el límite,
después de todo, él solo tenía que acompañarla hasta su habitación, tendría que
haber mantenido su maldita boca cerrada.

Pero tantas preguntas lo fastidiaban después de la incómoda cena que


aparentemente fue incapaz de mantener por más tiempo con ellos.

"Caitie," él la llamó, pero ella se negó a dar la vuelta para mirarlo.

Él tuvo que reclamar a una muchacha escocesa con carácter, ¿verdad? No


podía haber buscado una dama más sumisa.

Una señorita inglesa que seguiría todos sus dictados y haría de su vida más
fácil, él no tenía nada excepto que culpar a su propia impulsividad de su
predicamento.

Dash ni siquiera estaba seguro de si se trataba de un predicamento, cada vez


que sus ojos se fijaban en Caitrin, sentía un tirón en el pecho. ¿Fue porque él la
había reclamado, o había algo más? ¿Algo predeterminado? No se sentía como si
estuviera aquí a causa de un accidente, debido a una pérdida momentánea del
control. Se sentía como si él la conociera de siempre, sin embargo, él no la conocía
en absoluto, por el amor de Dios, él ni siquiera sabía hasta esta tarde que ella vivía
en Edimburgo.

Dash dejó escapar un suspiro y se volvió hacia el comedor privado, puede


que no la conociera en absoluto, pero Alec MacQuarrie seguramente lo hizo y
podía obtener respuestas de una u otra fuente.

Encontró al hombre tomando un whisky, MacQuarrie bajó su vaso y se


inclinó hacia adelante en su asiento. "Bueno, eso fue más rápido de lo que
esperaba."
"¿Ah, sí?" Dash cerró la puerta detrás de él. "¿Qué esperabas?"

MacQuarrie se encogió de hombros, y luego se sirvió otra copa. "Ella no lo


ve en su futuro tampoco, ¿verdad?"

Dash apretó los dientes. ¿Cómo diablos aquel canalla lo sabía? "Ella no tiene
ni la menor idea de lo que va a suceder en el futuro con usted o conmigo. “Habla
como si ella fuese una adivina".

El escocés soltó un bufido. "Puede que se sorprenda."

Dash frunció el ceño ante MacQuarrie, que obviamente no era de los que
podía manejar el licor.

El escocés levantó su copa en un brindis simulado. "Yo le desearía buena


suerte en su búsqueda, pero la verdad es que no. "Bueno, eso fue honesto, Dash
señaló una de las sillas vacías. "¿Te importa?"

"Sírvase usted mismo".

Dash se deslizó en el asiento y miró al hombre frente a él.

Alec MacQuarrie se observaba positivamente torturado, ¿Era un preludio


misterioso de su propio futuro?

La idea le provocó un escalofrío por la espalda. "Sabe hay algo que ella está
manteniendo oculto de mí".

MacQuarrie lo niveló con una mirada helada. "Si me pregunta para que
divulgue sus secretos, puede aguantar la respiración, preferiría morir primero".

Bueno, eso era una opción y no una que Dash se opusiera particularmente.
"Lastimarla no es parte de mi agenda".

"Y ¿cuál es su agenda?"

Dash suspiró, si no cambia por el momento. "Tengo la intención de reunirme


con el señor Macleod y pedirle la mano de Caitrin. "Y aprender a ser un pequeño
lobo bueno, no es que MacQuarrie necesitara saber esto del pasado.
El escocés se burló mientras levantaba su copa a los labios. "Angus Macleod
me dio su bendición, usted puede ver lo bien que me fue,

Cait toma su propia decisión, así podría reducir sus pérdidas, ella no
cambiara de opinión".

Por supuesto, Dash no podía renunciar, su vida estaba condenada a menos


que pudiera convencerla de que se casara con él.

"¿Macleod le dio su permiso, pero ella lo rechazó?". Chica obstinada, había


pensado a ciencia cierta, si podía obtener la aprobación de su padre, no tendría
más remedio que aceptarlo.

MacQuarrie asintió. "Ella tiene a su padre envuelto alrededor de su bonito


dedo meñique. Él la deja hacer sus propias decisiones".

¡Maldita sea! Esto se agrava por momentos, ella le había dicho una y otra
vez que ellos no tenían un futuro. ¿Qué podía hacer para conseguir que Caitrin
cambiara de opinión? O ¿qué podría hacer para que el señor Macleod pusiera su
pie en el suelo y la hiciera entrar en razón? La respuesta saltó a su mente, y él se
estremeció.

Él no había querido tomar su inocencia, parecía un acto tan cobarde y era


completamente innoble sin su anillo en el dedo. Pero el resto de su futuro estaba en
juego, teniendo en cuenta la situación, él podría seducirla, no podría seguir
rechazándolo después de eso, entonces él la tendría por el resto de sus días.

No era un plan verdadero, pero no tenía mucho con que trabajar, y mirando
el dolor, la expresión en el rostro de Alec MacQuarrie lo hizo aún más cautelosos
para no terminar acabando como el escocés. Pero MacQuarrie podría encontrar a
alguna otra mujer, eso no era una posibilidad para Dash.

"Te ves muy serio de repente." MacQuarrie interrumpió sus pensamientos.

"Simplemente ha sido un largo día de viaje." En verdad, había tenido varios


días largos de viaje, corriendo a través de Inglaterra para alcanzar a su ángel
escocés. "Creo que me retiraré temprano."

MacQuarrie levantó su copa de nuevo. "Duerma bien, Brimsworth, puede


que le siga a Escocia, y puede que usted necesite toda su inteligencia".
Dash ni siquiera se preocupó de controlar el gruñido en su voz. "Póngase en
mi camino, MacQuarrie, y se va a arrepentir. "

"Lamont dice que el eje del coche está roto, señorita", dijo Jeannie antes de
que Cait atravesara el umbral.

El corazón le dio un vuelco, un eje agrietado, eso no sonaba nada bien, Cait
suspiró. "Ayúdame a salir de este vestido, Jeannie".

"Pero el cochero, Señorita."

Ella negó con la cabeza. "El problema va a estar allí mañana, voy a pensar en
ello después".

Jeannie hizo un trabajo rápido con el vestido y ayudó a Cait con el camisón.
"Tal vez el Sr. MacQuarrie podría ser de ayuda", sugirió su doncella.

"Tal vez", respondió Cait para apaciguar a la mujer, pero ella no le pediría a
Alec MacQuarrie si podía ayudarla a cruzar Queen Street, él hizo parecer como si
esta situación en la que se encontraban era culpa suya, él fue el...

Él era el que estaba destinado a enamorarse de otra persona, al menos


tenían un futuro. Ella no tenía ni idea de lo que le esperaba a ella.

"Le dije a Lamont…"

"Vamos," le dijo Cait. "Voy a estar bien."

"Pero el conde"

"No hay ninguna preocupación con Brimsworth, yo soy quien te ordena".

Jeannie no necesitó de mucha persuasión, y ella salió por la puerta un


momento después. Cait apagó la lámpara, se sentó en la cama, y vio las sombras de
la luna danzar en la pared.
El sueño era difícil de alcanzar, a pesar del agotamiento, como de costumbre,
fue invadida por el futuro de los clientes que se habían hospedado en la posada,
pero ningún futuro de ellos era particularmente preocupante. No le abrumaban los
sentidos o la hacían desear sacarlos de sí misma, algunos incluso eran alegres,
como la mujer que recibiría una oferta de matrimonio a la mañana siguiente, o la
esposa del tabernero, que pronto sería abuela.

Ella ni siquiera trató de contener su sonrisa, aunque los futuros eran alegres,
todavía tenía suficiente problemas para dormir, por último, se sentó en la cama y
deseo no haber enviado a Jeannie tan lejos, de modo que podría haber enviado a la
mujer por un brandy.

En ocasiones, los espíritus le proporcionaban un espacio para escapar de su


propia mente. Cait suspiró y volvió sus piernas sobre el lado de la cama, si tenía
algo para leer, eso ayudaría. Quizás Jeannie encontró su libro antes de salir de
Westfield Hall.

Cait volvió a encender la lámpara junto a la cama, luego se inclinó y rebuscó


en su baúl. Hizo a un lado su ropa y artículos personales, con la esperanza de
encontrar su copia del Patronato entre sus cosas, pero fue en vano, pero entonces,
su mano se cerró en torno a un pequeño libro encuadernado de cuero, tiró de este y
cayó en su cama.

¡Cielos! El libro que le había sacado del estudio del duque de Blackmoor, no
había querido robar esa cosa, esperemos que a su gracia no le haga falta, ella
tendría que devolverlo a primera hora de la mañana.

Pero mientras tanto, tal vez fuera lo suficientemente aburrido para ponerla a
dormir, Cait se hundió bajo la colcha, abrió el libro, y se sorprendió al ver que un
caballero había escrito las palabras

"Asilo para rameras y herejes." Luego, en letra más pequeña decía:


"Brimsworth."

¿Ella recogió el libro de Dashiel? El recuerdo de su primer encuentro brilló


en su mente. Ella, había estado con él en el estudio de Blackmoor, no había
querido que nadie supiera que andaba a escondidas, pero ella, había ido para
encontrar un libro y consideró necesario que debía irse con uno, así que, ella, tomo
lo primero que vio. ¿Por qué él no había dicho algo?
Ella, no le había dado importancia a ese pensamiento hasta que ella abrió el
diario escrito a mano y leyera las páginas escritas en la página siguiente.

Aunque la señorita W. suelta un silbido por la nariz cuando ella está cerca de la
felicidad, ella se mueve bastante fácil hasta el fin. Una persona que se llama caballero
debería aprender a ignorarlo, o, probablemente le recordaría a una cacería, donde los
sabuesos que se utilizan creen que tienen que empezar de nuevo cuando suene el silbato. Si
se puede pasar por alto el ruido, ella vale muy bien la molestia. Ya que si a uno le provocara
silbar, ella haría todo lo que un caballero desee.

Cait golpeó el libro cerrado, ella lo apretó con fuerza en sus manos, que
temblaban más que un poco.

¿Por qué Dashiel escribió algo así? Lo arrojó sobre la mesa de noche y
sacudió la mano, como solía hacer cuando estaba ofendido por la suciedad que se
le pegaba a la piel cuando ayudaba a Sorcha con sus plantas.

¡Qué cosa tan horrible el escribió!

¿Sin embargo, como Dashiel pudo hacer tal cosa? La intimidad se suponía
que era algo sagrado, algo compartido con amor y dignidad, ella resopló, no había
mucha dignidad y de eso estaba segura, no había amor en los comentarios que
había hecho.

Echó un vistazo al libro y no podía dejar de preguntarse si el resto de las


páginas serian igual.

Por supuesto, sería horrible por parte de ella echar un vistazo, extendió los
dedos tentativamente hacia el libro, entonces lo arrebató de nuevo y tiró la colcha
sobre sus hombros, apretando sus ojos con fuerza.

Ella abrió un ojo, luego se sentó rápidamente y cogió el libro, miró


furtivamente sobre el cuarto, abrió una página en el centro y comenzó a leer.
En una pequeña casa en la calle Shelton viven tres hermanas. Dudo mucho de que
sean verdaderamente hermanas, pero viven vidas muy respetables como tales por el día.
Pero vállale a ver en una visita de noche, y usted quedara muy sorprendido. Si alguna vez
hubiera hermanas que se quisieran tanto como estas tres, me gustaría muchísimo
encontrarlas. Para estas era de gran alegría en hacer un ménage de sí mismas. Al principio,
pensé que no me invitarían a participar. En realidad, mirando solo a la morena separando
los muslos de la pelirroja y sumergía su cara…

Cait cerró el libro otra vez, y luego lo arrojó al otro lado de la habitación
donde golpeó la pared con un ruido sordo, ella debería haber tirado el pedazo de
basura en el fuego.

Un suave golpe sonó en la puerta, el corazón de Cait saltó a su garganta, se


arrastró a través de la habitación y cogió el libro y, a continuación corrió de nuevo
a la cama, lo metió debajo de la colcha.

Luego se pasó una mano por su cabello suelto y abrió la puerta.


CATORCE

Dash se debatía consigo mismo por la acción que debería tomar, pero no
importa el tiempo que contemplara la situación, parecía que la única forma en que
podría ser capaz de ganar la mano de Caitrin sería seducirla. A pesar de que era
muy poco caballeroso y que preferiría en realidad ganársela, una simple seducción
tendría que bastar. Él sabía que ella todavía estaba despierta porque la podía oír en
su habitación después de que su doncella se había ido una vez más por la puerta.

En un principio había asumido que estaba soñando, porque su corazón tenía


la velocidad de un caballo a galope, extraño, ya que la mayoría de las personas que
había conocido en su vida tenían un ritmo cardíaco constante si estaban enojados o
apasionados, se les aceleraba, y si estaban cansados, se les reducía la velocidad,
pero el suyo era errático. Estable cuando estaban en la carretera o cuando la
tocaba, pero salvaje cada vez que se detenían en un lugar nuevo, era agotador
tratar de interpretar todas las señales que su cuerpo le daba.

Después de haber oído sus pasos. ¿Qué demonios estaba haciendo?

Se armó con una botella de whisky y dos vasos, y luego se dispuso a cumplir
con su destino, cuando llamó suavemente a la puerta, oyó que arrastraba los pies
por la habitación durante un momento, entonces ella movió la puerta una
pulgada y se asomó.

"¿Qué es lo que quiere, Lord Brimsworth?", preguntó, entrecerrando los ojos


en él y mirando como una institutriz sin sentido del humor.

"Vengo con regalos", dijo, sin saber cómo proceder después de su recepción
tan fría.

"No tengo ninguna necesidad de regalos", dijo secamente, soplando el pelo


de sus ojos con una respiración rápida.
Él se apoyó en el marco de la puerta, evitando que se cerrara, ella tendría
que empujarlo antes de que pudiera hacerlo. Por desgracia, parecía perfectamente
capaz de hacerlo en este momento. "¿Sigue enojada conmigo?"

"Oh, no tiene ni la menor idea de lo que siento por usted", le espetó, con un
tono de voz tan cortante como un cuchillo.

"Déjame entrar para que me diga."

"No."

"Por favor", dijo él en voz baja.

"Deja caer su voz en un susurro ronco y espera que me valla a derretir a sus
pies como todas las demás mujeres", le dijo, mientras se encontraba con sus ojos
helados y no dudaba.

"No tengo otras mujeres", dijo, de pie en lo alto de la puerta, podría decir
esto con suma verdad.

Ella soltó un bufido. "Por alguna razón, le creo."

"Déjame entrar, Caitie."

Ella no parpadeó en ningún momento a su orden.

"Caitrin", él comenzó.

"No me haga esto Caitrin", ella se rio, el sonido completamente sin humor.
"Yo sé exactamente qué clase de hombre es usted, y no tengo ningún deseo de
estar con usted. Ni ahora ni nunca, así que, buenas noches, Lord Brimsworth."

Se movió a cerrar la puerta, pero ella no era rival para su fuerza superior, él
pasó junto a ella por el cuarto, pateando la puerta que se cerró detrás de él.

"¿Qué es, Cait?"

"Bueno, ahora que usted está en mi habitación sin una invitación." Ella cruzó
los brazos debajo de sus pechos y un mechón de pelo rubio voló por su cara.
"¿Y qué la hizo enojarse conmigo antes de que me invitara a mí mismo a su
habitación, Caitie?" Dejó los vasos y la jarra de whisky sobre la mesa y esperó su
respuesta.

"Yo no sé de lo que está hablando," ella respondió, con tono arrogante y


molesto.

"Sí, si lo sabe", dijo él mientras servía dos vasos de la fuerte bebida y le dio
uno a ella.

Tal vez ella se ablandaría si se estaba emborrachando, de hecho, ella se lo


quitó y lo bebió de un trago grande y rápido.

Se quedó impotente para ayudarla mientras ella contenía el aliento y sus


ojos comenzaron a rodar. "¿Qué era eso?” Ella pregunto.

Él se encogió. "Lo siento mucho", le dijo mientras la tomaba por los hombros
con las manos para mirarla a los ojos. "Es whisky, debería haberle advertido. "

"Sí, eso habría estado bien," jadeó, encontrando al fin el aliento.

"Lo siento, Caitie," dijo de nuevo.

"Ustedes parecen ser muy hábiles diciendo" eso ", le susurró. Luego tomó el
vaso de su mano y bebió su copa también, esta vez, el fuerte licor no la golpeó tan
duro.

"¿Por qué hiciste eso?", le preguntó mientras miraba fijamente el vaso vacío
que ella sostenía en su mano.

"Porque me dio la gana." Ella se encogió de hombros. "¿No es por eso que
usted hace las cosas, Lord Brimsworth?

¿Solo porque le da la gana? "Ella hizo el último sonido como el más vil de
todas las palabras.

"Si yo hiciera todo lo que quisiera hacer, señorita Macleod," él tiró hacia ella,
imitando su tono, "Me gustaría besarte ahora mismo en lugar de tratar de
averiguar lo que está pasando por esa linda cabecita tuya".
"Tendría miedo si mirara lo que pasa dentro de mi cabeza, Dash," ella le dijo
mientras cruzaba la habitación y se vertía otro vaso de whisky, este era mucho más
completo que los dos primeros, y llevo el vaso a la cama con ella, bebiendo a
sorbos mientras caminaba.

"¿Por qué habría de tener miedo?", él preguntó mientras caminaba hacia ella,
los pies de Cait estaban desnudos, y su camisón estaba subido lo suficientemente
alto para que pudiera ver una buena parte de su tobillo, casi perdió el aliento. De
todas las mujeres con las que había estado, él nunca había estado con una que lo
hiciera sentir completamente inepto, como un muchacho inexperto, hasta Caitrin.

"Porque ella siempre estaba hermosa."

Ella se quedó mirando su vaso, que estaba casi vacío, como si se preguntara
porque el contenido se había ido.

"¿Por qué te enojaste conmigo?, Caitie", le preguntó mientras se sentaba en el


borde de la cama y alcanzando el borde de su vaso al lado de su cara.

Mientras que ella le dijo: "Podría hacer eso", ella apretó su cara contra su
mano, acariciándose distraídamente contra él como un gatito, que en cualquier
momento, esperaba a ronronear. Pero entonces sus garras volvieron a salir. "Usted
nunca podría estar con una sola mujer".

"Ahí es donde te equivocas, podría decirle la verdad si tan solo me dejara


explicarle".

"¿Si silbo como la Señorita Quienquiera, seguirá siendo fiel a mí? O ¿voy a
tener que seguir leyendo el pequeño libro?

"¿Qué?" Dash sacudió la cabeza.

Era evidente que estaba ebria.

Tenía los ojos vidriosos, y su discurso se suspendió, se hundió contra la


almohada. "Su libro, Dash, lo he leído. "Asilo para Rameras", o como sea que lo
llamo".

¡Dios mío! Su corazón se encogió al darse cuenta de lo que estaba hablando,


quería golpearse a sí mismo en la cabeza. Todos sus pecados carnales expuestos.
"No es lo que piensas, Cait. ¿Cuánto alcanzo a leer? "
"Dos páginas. Era todo lo que podía soportar. "Ella bostezó con la boca bien
abierta.

"Maldita sea," gruñó Dash. ¿Cómo podría enfrentarla, a la luz del día?
"¿Dónde está?".

Él tendría que tirarlo a la chimenea sólo para asegurarse de que nunca


volvería leer otra palabra maldita de nuevo.

"¿le gustaría saber el paradero del libro, cierto?" Ella se burló de él, una risa
perezosa cruzo sus rasgos mientras sus ojos se cerraban.

"No te vayas a dormir, Caitie." Él sacudió su hombro. "¿Dónde está mi


libro?"

"Vete, Dash," dijo mientras se alejaba de él.

Él quería gritar, él había hecho un lío muy real con esto.

Él había planificado hacerla perder la compostura, entonces su inocencia.


Pero la única cosa perdida era las pruebas de su modo de vivir libertino en el
pasado.

Perdió él, no ella. 

Todavía tenía que estar en alguna parte, se dedicó a buscar en su habitación.

Dash miró alrededor de la habitación, no estaba mintiendo no estaba en


ninguna parte. Abrió el cajón de la mesa de la cabecera, pero estaba vacío, se dejó
caer de rodillas y levantó el borde de la colcha y miró debajo de la cama, nada más
que polvo, se puso de pie otra vez, sabiendo que se estaba perdiendo de algo
obvio.

¡Su baúl! Tenía que estar allí. Parecía como si alguien hubiera estado
hurgando a través de él, cruzó la habitación en un instante y clavo las manos en
sus cosas. Unas zapatillas suaves, vestidos de lana y muselina, una manta escocesa
azul y verde, camisas de seda fina, esto último lo hizo gemir en voz alta. Conocía
cómo era en sólo una camisa, pero ningún diario. ¿Qué demonios había hecho con
él?
La puerta se abrió, y la criada de Caitrin quedó en el umbral, Dash debería
haber escuchado que venía. ¡Maldita sea! Pero había tantos sonidos diferentes en la
posada que no podía haber conocido que las suaves pisadas que había oído hace
un momento se detendrían en la puerta de Cait.

El rostro de Jeannie contorsionado por la sorpresa y luego la ira cuando sus


ojos se posaron en él. "¡Mi Lord!" Ella jadeó. "¿Qué estáis haciendo en la habitación
de la señorita Macleod?"

Dash se levantó de su lugar y se dio cuenta demasiado tarde de que todavía


sujetaba uno de los camisones en sus manos. Él lo tiró rápidamente de nuevo en el
baúl. "Dejé algo aquí antes, estaba en buscándolo. "

La criada resopló. "Bueno, no creo que se mezclara con las cosas de la


señorita Macleod. Bien con su permiso, creo que voy a buscar al Sr. MacQuarrie".

El Sr. MacQuarrie podría irse directamente al diablo, pero Dash no estaba


preparado para que todo el mundo se enterara de su diario, por lo que asintió
bruscamente y se dirigió hacia la puerta.

Detrás de él, Caitrin suspiró y miró por encima de su hombro al verla,


incluso durante el sueño, ella era la mujer más hermosa en la que jamás había
puesto los ojos. Y ahora que lo conocía todo lo reprobable que había sido, Dash
tenía que enmendarse.

Desde Caitrin Macleod había entrado en su vida, no había deseado a otra


mujer de ninguna manera y nunca lo haría.

¿Cómo podía hacer que se olvidara de su diario y aceptara casarse con él?

"¡Mi Lord!" dijo Jeannie entre dientes, dando golpecitos con el pie en las
tablas de madera del suelo.

De vuelta al presente, pasó junto a la sirvienta sin decir una palabra o dar
otra mirada hacia atrás, su plan para seducir y arruinar a Caitrin había sido
totalmente frustrado.
QUINCE

Caitrin despertó con un martilleo en la cabeza. ¿Cuánto whisky había


bebido? Y su hombro dolía, ella se puso de espaldas y colocó un brazo sobre los
ojos para bloquear el sol. Algo duro se le clavó en la espalda, ella gimió y se movió
otra vez, tratando de alcanzar el objeto, un libro de cuero pequeño.

Cerró los ojos, el diario de la maldad de Dashiel Thorpe.

Arrojó el elemento ofensor a través de la habitación, y aterrizó de nuevo en


el interior de su baúl abierto.

Ella no quería volver a ver el maldito libro otra vez mientras ella viviera,
gracias al maldito libro, ella había ido a la cama con imágenes de tres mujeres en la
cama juntas. Al menos podría ir el resto de su vida sin que tales ideas que
invadieran sus pensamientos otra vez.

Un golpe vino desde la puerta. "Entre", se quejó.

Jeannie se deslizó hacia el interior, con una sonrisa gigante en la cara, Cait
frunció el ceño a su doncella. ¿Por qué tenía que ser tan feliz por la mañana?

"Fue tan agradable el señor MacQuarrie ofrecer su coche para llevarnos el


resto del camino."

Alec, el eje roto, la cabeza de Cait comenzó a palpitar más fuerte. "No tengo
ninguna intención de viajar hasta el próximo pueblo con el Sr. MacQuarrie".

La sonrisa de Jeannie se evaporó. "Pero, señorita Catie, anoche usted dijo…"

"Yo no recuerdo lo que dije." En verdad, no podía recordar lo que había


dicho la noche anterior, pero se acordó de las palabras poco amables de Alec, y,
por el momento, la única persona cuya compañía deseara menos que Dashiel
Thorpe era la de Alec MacQuarrie. "Pregunta a Lamont si puede rentar un medio
de transporte, Jeannie. "

"Muy bien, señorita, pero tiene más sentido para Boyd y Lamont quedarse
con el coche de su padre hasta que las reparaciones se llevan a cabo y luego traerlo
hasta Edimburgo".

Cait ladeó la cabeza hacia un lado y apuntó a su doncella con una mirada
irritante. "Yo no acepto la ayuda del Sr. MacQuarrie y eso es final".

Después de su doncella hizo una reverencia a medias y se escabulló de la


habitación, Cait sacó un grueso vestido de viaje de lana de su baúl, llamaron a la
puerta y miró hacia ella. Ninguna visión le vino a la cabeza, eso sólo podía
significar que el conde de Brimsworth estaba al otro lado.

Cait ignoró el golpe y dio un paso a su camisón, entró en su camisón, pero


los golpes se hicieron más fuertes.

"Sé que estás ahí, puedo oírle, "la voz de Dash llamándola a través de la
puerta.

"¿Puede acaso dejar a una chica vestirse en paz? ", Murmuró.

Su voz se suavizó notablemente, y casi podía imaginar que se inclinaba para


mirar a través del ojo de la cerradura cuando él contestó, "¿No está vestida
todavía?"

Cait hizo rodar los ojos, no tenía nada más que decirle, se puso el vestido de
lana sobre su cabeza y se movió a través de la cama, decidida a bloquear su
molesta presencia.

"Caitie, si no abres la puerta, la voy a romper."

Ella soltó un bufido. "Se comporta tan bien como siempre," ella regresó.
"Váyase, Lord Brimsworth."

"Realmente eres la chica más obstinada, Caitrin, ahora abre la puerta y deja
de ser tan difícil. "

¿Ella era difícil? "Perro arrogante", refunfuñó entre dientes.


"Tengo un oído excelente," le recordó a través de la puerta.

Cait suspiró, no importa qué, él no se iba, se deslizó de la cama y se acercó a


la puerta.

Ella la abrió y miró al airado inglés ante ella. ¡Lo arruina todo, siendo tan
guapo casi le robaba el aliento! "Yo no tengo nada que decirle, Brimsworth."

"Toma mi coche a Edimburgo," dijo en voz baja. "Puedo seguir Glasgow a


caballo."

Ella cruzó los brazos sobre su pecho, así que había oído su conversación con
Jeannie. "Escuchar conversaciones ajenas”, es de mala educación, usted es un lord
Inglés, se podría pensar que era un poco más civilizado".

"No puedo evitarlo." Golpeando un oído. "No importa donde me encuentre,


siempre oigo tu melódica voz."

Cait cerró los ojos. "Guarde la adulación para a alguien que lo quiera."

Él frunció el ceño, como si ella le hubiera hecho daño, Cait sintió una
punzada de culpabilidad, pero sólo por un momento, sus hazañas escandalosas
aún estaban frescas en su mente.

"El hotel no tiene coches de alquiler, Caitie. Al menos déjame hacer esto por
ti".

Cait contuvo el aliento, no esperaba eso de él, desde el principio, él buscaba


la manera para poder estar con ella a solas. ¿Él realmente iría a Glasgow solo,
afuera con el frío aire de enero? "¿De repente un caballero?"

Dash dio un paso hacia ella y rozó con sus nudillos la mejilla. "Cualquier
cosa por verte sonreír en mi dirección".

Ella no pudo evitar la sonrisa que tiraba de sus labios.

"Ah, ahí está", dijo en voz baja. "La chica más guapa de toda Gran Bretaña."

Un mechón de su cabello dorado colgaba de sus ojos, y sus dedos se morían


de ganas de colocarlo de nuevo en su lugar, pero animándole no le haría ningún
bien. "No me gustaría imponerme, mi Lord – por su coche”, ella aclaró.
Pero entonces le dijo algo que realmente estaba en el fondo de su mente.
"¿Esta realmente dirigiéndose a Glasgow?"

Una expresión sombría se instaló en su rostro, y él asintió con la cabeza.

"¿Por qué?"

"Porque tengo que aprender a tener cuidado", él se acercó un poco más,


entonces Dash hizo un gesto hacia el pasillo. "Dígales que va a tomar mi coche".

¿Qué otra cosa podía hacer? Cait asintió, todavía sorprendida por su
generosidad, ella no pudo evitar preguntarse qué le esperaba en Glasgow. Había
sido una tontería pensar que había recorrido este camino simplemente para
seguirla, ella se había sentido tan halagada, pero tonta de la misma manera,
hubiera sido tan agradable, supuso, si su viaje se hubiera inspirado en ella, lo que
era una idea romántica tan tonta.

"Gracias a ustedes, señor."

Sus ojos azules se suavizaron cuando se posaron sobre él, y Dash tuvo que
esforzarse para no gritar de alegría, con gusto desafiaría el gélido aire de todo el
camino hacia Glasgow o su casa en Edimburgo si es donde ella quería ir, si eso
significaba que ella viaja en su coche. Mandando a MacQuarrie al diablo por tratar
de mantenerla lejos.

"¿Te unirás a mí para el desayuno?", le preguntó en voz baja, consciente de


que estaba presionando su suerte.

Caitrin le dedicó una hermosa sonrisa. "¿Esta realmente preguntando, mi


Lord? He estado tan acostumbrada a que dictara todos mis movimientos".

Sólo porque había estado convencido de que si él le diera una opción, podría
hacerla cambiar de opinión, esta mañana, sin embargo, se sintió lo suficientemente
seguro de su respuesta a la pregunta, después de todo, ella ya había aceptado la
oferta de su coche. ¿Qué era un poco de comida entre compañeros destinados?

Ella asintió con la cabeza. "Creo que me gustaría."


Dash le ofreció el brazo y no pudo evitar la sonrisa que se dibujó en su cara
cuando ella aceptó, las cosas estaban sin duda mejorando para él.

Si pudiera encontrar una manera de conseguir su diario de vuelta..., estaba a


punto de abordar el tema con ella esta mañana, pero ella le sonreía, e iban a
compartir el desayuno juntos, tendría que encontrarlo más tarde.

Cuando empezaron a bajar las escaleras, Alec MacQuarrie entró por la


puerta de la posada, sus ojos inmediatamente encontraron a Caitrin. "¿Qué quieres
decir con que no me dejas que te lleve a Edimburgo?"

Ella se puso rígida al lado Dash, y le apretó el brazo, él inclinó la cabeza


hacia un lado y levantó la frente en dirección del escocés. "Me dirijo a Escocia, de
todos modos, MacQuarrie, la señorita Macleod aceptó usar mi coche".

El rostro de Alec MacQuarrie se calentó, y Dash no podría reprimir una


sonrisa, pero no lo hizo porque pensó que a Caitrin no le agradaría.

"¿Él?" Farfulló MacQuarrie. "¡Por el amor de Dios, Cait!"

Le dirigió su mirada más glacial a su compatriota. "Me temo que no puedo


estar en tu vida, Alec. No en el sentido que quieres, de todos modos es mejor así”.

MacQuarrie frunció el ceño y se quejó: "Yo nunca renunciare a ella,


Brimsworth", pero su comentario era demasiado blando para cualquier persona
que Dash deseara oír.
DIECISEIS

Cubierta con su manta de viaje, Cait miró por la ventana del coche de
Brimsworth. El conde la miró mientras iba magnífico a lomos de su caballo, viril y
fuerte, aunque por el momento, él también parecía que estaba congelándose. La
última vez que volvió a sonreír y guiñarle el ojo a ella, sus ojos habían perdido su
brillo, quizás ella debería invitarlo adentro del coche, ella tenía a Jeannie de
acompañante, después de todo.

Suspiró al pensar, eso fue probablemente lo que él quería, además, él tenía la


sangre caliente de un licántropo corriendo por sus venas, estará bien.

No fue hasta unas horas después de que ella lo buscó y vio la lluvia, era un
mero rocío, pero él levantó sus manos ahuecadas para soplar un cálido aliento en
los dedos y la culpa le desgarró el corazón a Caitrin. Ella estaba haciendo al pobre
hombre viajar con el frío y la lluvia cuando había una gran calidez en su propio
coche.

Ahora se sentía terrible, Jeannie debe haber visto la expresión de su cara,


porque se quejó y dijo: "Yo me preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de que
usted lo invitara, señorita"

"Él parece tener frío, y yo no puedo hacerlo cabalgar por mucho más
tiempo, tendremos que dejarlo adentro."

"Parece que todo el mundo estaría más cómodo si el señor MacQuarrie


invitara al conde amontar en su coche".

"¿Es obvio MacQuarrie no va hacer eso?" Caitrin no sabía si quería patear a


Alec por la situación. "Tenemos que sacarlo de la lluvia."

Jeannie pidió al conductor que se detuviera, y Caitrin no pudo evitar sonreír


cuando Dash abrió la puerta y asomó la cabeza en el interior.
"¿Usted necesita algo de mí, eh?" Él sonrió ampliamente mientras se sacaba
el sombrero de la cabeza y lo arrojaba en el asiento vacío junto a Jeannie.

"Yo no sé qué decir," empezó.

Él se rio entre dientes mientras subía en el interior, dejando caer su abrigo


empapado en el banco junto a su sombrero, para poder sentarse al lado de Caitrin.
"Admítalo, señorita Macleod," bromeó, "que me echaba de menos."

"Sentí lástima por usted, mi Lord." Cait luchó contra la sonrisa que
amenazaba con salir.

"¡Compadézcase del hombre con el corazón roto que me obligó a montar


fuera de su coche!"

"Hay que tener un corazón antes de que uno pueda afirmar de que se ha
roto", ella comento.

"Oh, tú me hieres, ángel," él se rio.

Jeannie tosió ruidosamente en su lado del carro, como para recordarles su


presencia.

Dash bajó drásticamente su voz. "Yo voto que demos un paseo junto al Sr.
MacQuarrie.

¿Qué dices? "

Cait no pudo contener su risa cuando vio la mirada avergonzada en el rostro


de Jeannie. Ella alcanzo a tocar la rodilla de su doncella. "Él no piensa eso", dijo.

"Lo dudo mucho, señorita," Jeannie escupió mientras miraba en su dirección.

Dash le guiñó un ojo, mientras a la mujer le subió un pequeño rubor.


Entonces él alcanzó y tocó con frígidas manos la mejilla de Cait, ella saltó hacia
atrás y chilló. "Ah, tiene frío.

"Y dolor, he estado a horcajadas en un caballo más de lo que he estado en


mucho tiempo", él se quejó, estirando las piernas.

¿Usted intenta hacerme sentir culpable, verdad?" Cait sacudió la cabeza."


"Estoy contenta que haya vuelto a sus sentidos", dijo antes de que él
agachara la cabeza y la besara en la mejilla.

Cait sintió el calor correr por su cara. "Usted no debería haber hecho eso",
ella le reprendió.

"No pude evitarlo, me puede castigar más tarde. "Él movió las cejas de
forma espectacular.

"Usted es terrible", se rio Cait.

"Y te encanta."

"Yo no puedo dejarte ir tan lejos."

Inclinando la cabeza y susurrándole al oído. "Entonces, ¿Hasta dónde va a


dejar que vaya?"

Jeannie se cruzó de brazos y miró por la ventana, sacudiendo la cabeza, con


los labios apretados con tanta fuerza que líneas blancas aparecieron a su alrededor.

"Pensé que podríamos comer en la próxima parada antes de que resolvamos


lo nuestro por la noche."

Cait hizo una mueca, otra noche horrible en una posada, prefería contar
todas las piedras del asiento del Rey Arturo y luego ordenarlas según su forma y
tamaño.

"¿Qué es lo que busca?" Preguntó Dash, con tono de preocupación en su voz.

Cait se encogió de hombros, sabiendo que no podía realmente hablarle de


las visiones y de todos los futuros que la molestaban a ella en esos lugares. "Estoy
apurada por llegar a casa, es todo." Bueno al menos esa era la verdad.

"¿Quiere conducir toda la noche?" Él distraídamente se frotó los muslos


rápidamente, creando fricción y calor contra los pantalones de montar de cuero.

"Sólo si piensa que su conductor es capaz."

Dash se echó a reír. "Si él piensa, que usted dudó de sus capacidades,
Renshaw lo consideraría un asunto de orgullo. "Su sonrisa se desvaneció y él
asintió con la cabeza en su dirección. "Si quiere viajar a través de la noche, me
ocupare de ello, Caitie".

"Eso suena maravilloso," ella suspiró, Cait levantó el borde de su manta


escocesa y la colocó sobre su regazo.

Se detuvo y la miró. "Gracias."

"¿Por qué?"

"Por mostrarme tal bondad, ángel."

Dash no podía recordar un momento en que alguien lo hubiese cubierto con


una manta o que se hubiesen preocupado por su comodidad, su madre había
muerto al nacer, y su padre había tomado con gran orgullo la contratación de
enfermeras, institutrices y tutores que no tenían un hueso para la crianza en sus
cuerpos.

Por lo tanto, no se sorprendió al descubrir que ella tocó un parte de su


corazón cuando le había ofrecido la esquina de su manta.

Cait se volvió hacia él con el ceño fruncido. "¿Puedo hacerle una pregunta?"

Su mano se deslizó hasta tocar su pierna bajo la manta escocesa, y Dash se


esforzó por mantener a raya la lujuria que su suave toque envió a través de él. Los
viajes a través de la noche de repente parecían la mejor idea que había tenido en
mucho tiempo. Si Cait no tenía cuidado, se tiraría encima de ella en ese mismo
momento.

Muévela sólo un poco a la izquierda, ángel.

"¿Cómo dice?" ella pregunto

"Puedo hacerle una pregunta."

"Cualquier cosa", él respondió. Y se sorprendió al ver que lo decía en serio.

"¿Amaba a Prisca Hawthorne?"


Dash se estremeció, y su ardor desapareció, ella no podría haber elegido un
tema peor. Bueno, ella podría haber preguntado sobre su diario, eso habría sido
peor, pero no por mucho.

"Usted le pregunto si quería casarse con usted," Caitrin pronuncio. "Así que,
supongo que usted debe haberla amado."

"Yo no iría tan lejos..."

Ella lo empujó con el codo cuando él dejó de hablar, y Dash casi gruñó, él
debería de haberse quedado en el caballo, sin importar cuanto frío hacía.

"¿Cómo la conoció?"

"Uno de sus hermanos es amigo mío, la conocí cuando él me invitó a pasar


las vacaciones en Hampshire".

"Lo dice como si usted viniera de otro lugar."

"De Kent", él respondió. "Aunque han pasado años desde que he estado en
casa." Y él no tenía intención de regresar hasta que el viejo buitre se haya ido.

"Ya veo", dijo ella, y por un momento pensó que tal vez ella realmente vio
por él. "¿Estaba triste cuando Prisca se casó con Lord William?"

"¿Francamente?"

"No." Ella hizo rodar los ojos.

Dios, quería besarla. "No, no estaba triste cuando ella se casó con Lord
William, yo estuve enojado y celoso por un tiempo, no me gusto perder, pero no
estaba triste”.

"¿Qué hizo acerca de ella?"

Dash se pasó una mano por la cara. ¿Cómo iba a volver al caballo sin que
pareciera un tonto? Respiró profundamente y le dijo la verdad. "Prisca era
hermosa, ella era encantadora e inteligente, habría sido un excelente condesa. "

"¿Pero?"
"Pero ella no era para mí." Se encogió de hombros. "¿Siempre hace tantas
preguntas?"

"Sí, lo hace," murmuró la sirvienta al otro lado del coche.

"¿Por qué ella no era importante para usted?"

"Bueno, eso es bastante obvio, ¿no?"

"No." Sus cejas se estrecharon. "¿Quiere que hablemos de eso?"

"Porque tú tienes un gran significado para mí, ángel."

"Vamos a ver eso", fue su única respuesta, luego quitó la mano de su pierna,
y simplemente miró por la ventana.

Dash no estaba seguro de qué hacer con sus preguntas, pero él pensó que
era una buena señal de que sintiera curiosidad por él, como el coche desaceleró en
la próxima posada, se encontraba bastante satisfecho con sus circunstancias. Él bajo
y la ayudo a salir.

"Tengo que hacer algunos preparativos. ¿Va a estar bien? ", él preguntó.

"Sí, sólo necesito estirar un poco las piernas."

Ella le sonrió, y Dash lo sintió hasta su alma. Él negó con la cabeza mientras
se alejaba.

Ella realmente era un desafío, pero él empezaba a pensar que valía la pena.

Cait lo vio alejarse, disfrutando más de lo que debería de su caminar tan


arrogante, de eso estaba segura.

"Bien por lo menos no te ha dejado en pedazos" dijo una voz profunda


detrás de ella, ella se dio la vuelta para encontrar Alec caminando hacia ella.

"Sí, todavía estoy en una sola pieza, Sr. MacQuarrie. No, gracias a usted".

"¿Yo?"
"Usted podría haberle ofrecido dejarlo subir en su coche cuando usted se
dio cuenta de que caminaría bajo la lluvia."

"¿Por qué querría hacer eso?"

"¿Para ser agradable?"

"¿Con él? ¿Te has vuelto completamente loca, Cait? No confió en él, mucho
menos sufriría con su presencia durante todo un día."

"De hecho, él es un buen caballero." Cait ni siquiera se dio cuenta de que lo


estaba defendiendo hasta que las palabras salieron de su boca, aun así, era cierto.
"Fue una compañía agradable."

"No está bien, Caitrin," dijo Alec en voz baja. "Usted no debería estar a solas
con ese hombre."

"Yo no estaba a solas con él, tenía a Jeannie conmigo".

"Gran ayuda seria si él decidiera tomarse libertades con su persona."

"¡El no haría tal cosa!" Insistió Cait, pero su mente se inundó con el recuerdo
de cuando ella estaba desnuda en su regazo la noche que había estado atrapada en
la tormenta.

Se dio cuenta en ese instante que anhelaba a Dashiel Thorpe en más de un


sentido, que era un problema, él no era suyo más de lo que Alec MacQuarrie lo era.
¿Cómo se había metido en semejante lío?

Alec se burló mientras daba un paso hacia ella. "No seas tonta, Cait, el
hombre no es un caballero, conde o no, hay algo peligroso en él, puedo poner mi
dedo sobre eso. Pero no me gusta la forma en que te mira".

Ciertamente, no era la primera vez que había oído eso, pero ella no estaba de
humor para oírlo de Alec.

Cait entrecerró los ojos hacia él. "Cómo me mira es difícilmente su


preocupación."

"Al diablo si no lo es", respondió él. "Sabes que siempre cuidaré de ti, y tú
sabes que te quiero y…"
"No" por mucho tiempo, Alec, y cuando…"

"Ni una palabra", gruñó él. "Puede ver las cosas, Cait, pero no puede saber
que está en mi corazón."

Pero ella sabía quién estaría en su corazón, y no podía modificar el camino


del futuro de Sorcha.

Cait le dio la espalda a Alec y se dirigió hacia la posada, no iba a tener esta
conversación de nuevo, siempre terminaba de la misma manera, con ninguno de
los dos ganando. Si él sabía tanto sobre sus habilidades, ¿por qué no podía aceptar
que ella conocía el futuro mejor que él? ¡Arruinarlo solo haría esto más difícil!

Mientras se acercaba a la puerta de la cantina, esta se abrió y Dash salió a


través de ella. Una sonrisa cálida adornaba sus labios, y se maldijo por encontrar
consuelo en su mirada ámbar. ¿No sería agradable si ella lo viera en su futuro?
DIECISIETE

Dash se sintió aliviado cuando subieron de nuevo al coche después de la


cena, ni Caitrin ni

MacQuarrie dijeron dos palabras sobre la comida, y mientras que él fue


consolado por el hecho de que el escocés no tenía ganas de entrometerse, odiaba
ver a su ángel tan infeliz.

Cait tiró de la manta escocesa Macleod sobre sí misma y se acurrucó en una


bola en una esquina del coche. La criada le lanzo una mirada acida y le frunció el
ceño a Dash mientras tomaba el lugar junto Caitrin, pero él le devolvió la mirada.

No estaba seguro de por qué Cait insistía en viajar directamente a través de


la noche, ella actuaba como si los demonios la estuvieran persiguiendo para salir
de Inglaterra. El aspecto más desalentador de la situación era que su ritmo no le
permite la oportunidad de seducirla. Él había anticipado moverse a escondidas en
su habitación cada noche mientras viajaban, infierno, había soñado con ello.

Y aunque Caitrin estaba dentro de la longitud del brazo en el coche, aún


tenía que tratar con su doncella inepta.

¿Cómo podía convencer a Caitrin casarse con él si él no tenía la oportunidad


de meterse en sus sábanas?

En poco tiempo, se encontró escuchando los ronquidos de Jeannie y los


suspiros de Cait. Su ángel rubio realmente parecía haber sido enviado desde el
cielo, con esos labios de capullo de rosas tan besables y sus suaves pestañas
descansando sobre sus mejillas. Él no podría haber reclamado por error a un
compañero más apropiado. ¡Qué suerte que no había sido su Criada con quien
había cruzado su camino aquella noche en el estudio del duque de Blackmoor!

De repente, el corazón de Cait se aceleró y ella se despertó, ella jadeó y Dash


la arrastró contra su regazo. "Está bien, cielo. Estoy aquí ", la clamo él.
Se aferró a su chaleco y enterró la cara en su pecho.

"Oh, Blaire," murmuró miserablemente.

"¿Blaire?", Repitió él. "¿La muchacha que hace que todos los hombres en
Escocia parezcan débiles?"

Ella asintió con la cabeza, empapando su camisa con sus lágrimas.

"Caitie," dijo él en voz baja, acariciando su espalda. "Fue sólo un sueño,


ángel."

"No," dijo sollozando. "había un monstruo."

"Shh". Él la abrazó, haciendo caso omiso de la palabra "monstruo", como lo


habían llamado más veces de las que pudiera contar. "Vuelve a dormir, Caitie,
todo va a estar bien. "

Se enderezó y lo miró directamente a los ojos, con la luna menguante que


entraba por la pequeña ventana del carro,  él no podía omitir la intensidad de su
mirada fija.

"Yo sé lo que te digo créeme."

"Yo te creo", él trató de asegurarle, en la oscuridad, con su excelente visión,


podía ver el terror en sus ojos y su corazón dio un vuelco, odiaba verla tan llena de
pavor.

"Trata de dormir." Cait sacudió la cabeza. "Yo no quiero ver esos ojos
muertos de nuevo."

"¿Ojos muertos?"

"Negro y muerto ", ella susurró. "Yo te lo digo, Dash, Blaire está en peligro.
La criatura que la acecha... ha muerto".

"Caitie, es sólo un sueño."

Cait quería creer eso más que nada, pero sus visiones nunca se habían
equivocado, su corazón corría por las imágenes inquietantes de su amiga que se
encontraba en grave peligro por la oscuridad que la rodeaba. Tenía que llegar a
Blaire, advertirle del gran peligro que la rodeaba, gracias al cielo, que planeaban
conducir directamente.

Cait cerró los ojos con fuerza, deseando que ella reconociera el bosque en el
que ella había visto Blaire y la acechaba el monstruo. Pero ella no podía ubicarlo,
estaba segura de que nunca había visto ese lugar antes. Si ella hubiese estado
alguna vez allí, habría recordado lo accidentado del terreno y los espesos bosques.

Esos pensamientos se desvanecieron mientras la cálida mano de Dash


acariciaba en círculos su espalda en un intento aparente por consolarla, y en ese
momento ella quería desesperadamente su comodidad, más que la razón.

Sin dar pensamiento a las consecuencias de sus acciones, Cait se inclinó


hacia delante en la oscuridad y apretó los labios con los suyos.

Un jadeo sorprendido se escapó de Dash, pero se recuperó rápidamente,


agarrándola como si él fuera un hombre condenado y ella fuese su salvación. La
boca de Dash vagó sobre la de ella al igual que sus fuertes manos ahuecaron su
trasero y ella se colocó más firmemente en su regazo.

Él gimió contra sus labios, instándola a abrirlos para él.

Su cálida lengua barrió dentro de su boca, tocando la suya, y Cait no podía


acercarse lo suficiente a él, ella ahuecó su mandíbula y se deleitó con el sabor de él.
Dondequiera que el la tocaba, ella volvía a la vida, con ganas de más y más de él
con cada movimiento de sus manos sobre su cuerpo.

"Dios, Caitie", dijo él con voz ronca mientras retiraba sus labios de los de ella
y los apoyaba en la frente de él.

"Usted me deshará aquí."

Al otro lado del carro, un sonoro ronquido de Jeannie les recordó que no
estaban solos. Cait se colocó hacia atrás rápidamente, sorprendida ante su propia
conducta lasciva. "Yo no sé lo que me pasó", trató de disculparse.

Dash se acercó más a ella y la cubrió con la manta en sus piernas. "No me
importa, muchacha aunque preferiría no tener una audiencia".

Cait escondió la cara en su pecho, contenta de que estaba oscuro, así que no
podría ver el rubor que ella sintió en sus mejillas.
"Pronto", él prometió al lado de su oreja, enviando una oleada de escalofríos
a través de su piel.

Ella tragó saliva, sin saber qué decir, debería corregirle su suposición, pero
ella no tenía el corazón para hacerlo, una vez más, sus manos acariciaron su
espalda, y ella comenzó a relajarse.

"Trate de dormir, ángel."

Pero ella no quería dormir, no quería ver a la criatura muerta, ella no quería
verlo cazar a Blaire. Cait sacudió la cabeza, obtener una imagen más clara de
Dashiel Thorpe mantendría su mente ocupada, buscó algo que decir y luego se
acordó de su extraña expresión, cuando habló de su casa.

"¿Por qué no has visitado Kent en años, Dash?"

Él se quedó quieto. "Preguntas", él le preguntó en voz baja. "¿No estás


cansada?"

Cait se encogió de hombros. "Tengo curiosidad."

"El marqués y yo no disfrutamos de la mutua compañía. Es mejor así".

Su padre, que no era realmente su padre. "¿No siente curiosidad de


encontrar a su verdadero padre?"

Dash suspiró. "No he pensado mucho en ello, yo no creo que sea posible
encontrarlo".

"Él Mayor Forster podría ayudar ", ella sugirió. "Su sociedad tiene registros.
Él podría tener un sugerencia sobre como continuar".

"¿Para qué?", le preguntó.

"¿Así puedes averiguar quién eres? ¿De dónde viniste? "

Dash casi la empujó de su regazo, no quería nada más en ese momento que
estar lejos de sus preguntas y los pensamientos no deseados que le trajeron con
ellas. Pero ella tomó su mejilla en su mano y lo miró a los ojos, en silencio
negándose a dejar que la apartara.
"Yo sé de dónde vengo", gruñó.

Pero ella no se dejó intimidar por el tono fanfarrón. "¿De dónde?" Le


preguntó en voz baja, mientras se relajaba y colocaba la cabeza sobre su corazón.
"¿De dónde vienes?"

"Vengo de una puta que se entregó a una bestia", dijo sin rodeos y luego
golpeó su mano a través de su cara con frustración. Ella levantó su cabeza para
mirarlo.

¿Así es como la culpa se sentía?

Lo siento, Caitie, no debería haber dicho eso. "

"Tal vez viniste del amor", dijo en voz baja mientras una suave sonrisa
inclinaba las comisuras de sus labios.

"Amor", él resonó. Él debe haber escuchado mal.

"Sí, tal vez tu madre amaba a tu padre, y tú eres el producto de ese amor”.

"¿Cuentos imaginarios de amor y vida corren por su mente cuándo usted


piensa en mi situación?

Nunca me han tomado por un romántico, ángel".

Ella le dio un codazo en el estómago con su codo. "Yo creo en el amor", dijo
ella en voz baja mientras se cepillaba un mechón de pelo de su frente.

Dash casi derretido con ese toque, ofrecido de manera desinteresada.


"Caitie," gimió él mientras tiraba de su mano y le colocaba un beso en la palma.

"Dashiel", gimió ella, burlándose de su tono.

"Tú eres de esa clase, ¿no es así?", le preguntó. Luego cubrió a ambos con la
manta

"Oh, mi padre sin duda espera que sí", se rio, mientras se retorcía en su
regazo para mayor comodidad.
Se movió a través de su ingle y él tiro su cabeza hacia atrás, cerró los ojos y
respiró profundo.

"¿Podría quedarse quieta?" él suspiró.

"Lo siento", murmuró. "Puede dejarme."

"Me gusta abrazarte", admitió él, deslizando una mano por su espalda,
aunque a él le gustaría hacer mucho más, pero diciéndoselo solo obtendría que lo
sacara del carro.

"Si Jeannie se despierta, ella se escandalizaría."

"Incluso tu criada no me puede impedir sostenerte", insistió él. "Prometo


que mis intenciones son honorables.” En su mayoría, de todos modos.

Cait se sentó y lo miró a los ojos. "¿Todas ellas?"

Su olor se arremolinó a su alrededor, y Dash lucho con su instinto básico de


gruñir en voz alta. "No cuando me miras de esa manera, no. "Le tocó el pecho y la
animó a recostarse hacia abajo, si lo miraba una vez más con esos labios
entreabiertos, él tendría que ponerse a usarlos.

Ella suspiró cuando coloco su cabeza sobre su pecho. "Si pudiera tener una
cosa, algo que quisiera por encima de todas las demás, ¿cuál sería?"

"A ti", dijo él rápidamente, sin siquiera pensarlo.

"Yo no soy 'parte de su futuro ", dijo mientras le daba un codazo.

"Sigues diciendo eso, pero puede suceder de manera distinta".

"Patán obstinado."

"Bruja obstinada."

"No tienes ni idea," susurró ella.


DIECIOCHO

Caitrin no estaba seguro de cuándo sucedió, pero se despertó durante la


noche para encontrar la cama debajo de ella moviéndose, se agarró por el lado del
colchón y saltó cuando los dedos de alguien se enroscaron con los de ella.

"Shhh..." le oyó susurrar en su oído, ella levantó la cabeza para mirar a dash
pesadamente con sus ojos. "Si haces ruido, despertarás al guardia", se rio y asintió
con la cabeza hacia Jeannie, que dormía pesadamente en el otro lado del coche.

"Se me olvidó donde estaba durante un momento", murmuró mientras


inhalaba profundamente, su aroma cítrico caliente.

"Yo no lo hice."

Sintió sus labios tocando la parte superior de su cabeza. "Tan tierno", ella
murmuró.

"Ese es un sentimiento que nunca se ha utilizado para describirme antes." Él


rió suavemente.

El sonido de las gotas de lluvia que golpeaban lentamente la parte superior


del carro le llamó la atención. "Encantador y yo que pensaba empujar la puerta del
carro para que pudieras ver la salida del sol y pudieses disfrutar del clima".

El repiqueteo de la lluvia se convirtió en un sonido constante de un fuerte


aguacero, haciendo su suave Comentario más difícil de escuchar.

"Eso es muy amigable de usted", dijo secamente mientras hacía un pobre


intento de parecer feroz. "¿He sufrido toda la noche con tu trasero en mi regazo, y
ahora me quiere hacer retroceder al frío? ¿Tiene el corazón en alguna parte? "Él
juguetonamente tiró del cuello de su vestido, como si buscara un lugar oculto
donde la amabilidad y el cariño pudieran habitar.
Dejó de tirar cuando había desnudado su cuello y la parte superior de su
hombro, donde su marca estaba situada, ella tímidamente se cubrió con la mano.

"¿Todavía te duele?"

Ella se limitó a negar con la cabeza.

"Llevas mi marca. ¿No te gusta eso? "

"No."Y curiosamente, lo decía en serio.

Él tiró de su mano que descansaba encima de él y presionó suavemente sus


labios allí, un temblor se movió a través de su cuerpo, el temblor más delicioso.

Sus labios hicieron un camino de fuego por el lado de su cuello, sus dedos
presionaban suavemente los mechones de cabello a distancia.

"Pero si me muerde una vez más, voy a colocarlo debajo de la lluvia."

A continuación, sus dientes recorrieron suavemente el lado de su cuello, su


vientre se retorcía, el vello de sus brazos se erizo. ¿Cómo le hizo esto a ella? Echó
un vistazo a Jeannie, que aún dormía profundamente.

Él ajusto la manta de viaje que todavía los cubría a los dos. "Te diré si se
despierta".

Su cabeza se apoyó en su hombro, por lo que no tuvo que hacer nada más
que inclinar la barbilla para besarla, Cait ni siquiera pensaba en resistirse, ella lo
espero con la boca abierta y luego lo recibió como tal avidez como si quisiera
tomarla.

El calor de su mano se filtraba a través de su vestido hasta que aterrizó en su


cintura, su pulgar dibujo perezosos círculos mientras su mano se deslizaba
lentamente hacia su pecho, que de repente se encontraba demasiado pesado y
adolorido, sin embargo, el bálsamo para su dolor fue cuando él finalmente lo tomó
en su mano.

Cait retiro sus labios de los suyos cuando golpeó el pulgar a través de su
pezón, ese golpe apacible tocaba un lugar profundo dentro de ella, un lugar que no
sabía que existía.
"¿Quieres que me detenga?", él preguntó en voz baja.

Ella tomó su mano entre las suyas y la apretó con más fuerza contra su
pecho.

Ahí estaba su respuesta, la bestia dentro de Dash se regocijó, su pequeño


ángel rubio le gustaba el placer que le entregaba.

Cuando ella metió la cabeza debajo de su barbilla y empezó a hacer ruiditos


maullando, eso era todo lo que Dash podía hacer para no aullar a los cielos.

Se forzó a moler su erección en el lado del muslo que descansaba ella en su


regazo.

Pero era difícil, era plenamente consciente de que su pequeño juego tendría
que parar en un momento o que después estaría demasiado ido para preocuparse
de que si su criada dormía o no en el coche.

Miró a Jeannie, cuya mandíbula todavía floja por el sueño, el peso de sus
respiraciones era fácil de escuchar con sus oídos de licántropo.

Cait comenzó a inquietarse en su regazo, su corazón latía a un ritmo


frenético mientras jugaba con ella.

"Dash", gimió en voz baja.

"¿Sí, ángel?"

"¿Qué estás haciéndome?" Ella levantó la barbilla y le besó en la mandíbula


erizada, sus palabras lo bañaron como la dulce melodía de campanas de viento.

"Yo pienso que te voy a llevar al placer", él se rio. "Si no, entonces estoy
haciéndolo todo mal."

"No," ella jadeó mientras pellizcaba suavemente la punta de su pecho con el


índice y el pulgar. "No haces nada mal".

"Hmm," él estuvo de acuerdo. "Tu cuerpo me dice que estoy haciendo las
cosas bien."
Ella asintió con la cabeza, apretando la cara contra él para cubrir su
vergüenza.

"Puedo decir lo mucho que me quieres", admitió él. "Está en los latidos de tu
corazón, y tu aroma a madreselva que es aún más embriagador "cuando tu cuerpo
se calienta con el deseo.

Su mano se deslizó hacia abajo y comenzó a recoger su vestido de viaje,


levantándolo centímetro a centímetro gloriosamente.

Cuando lo tenía hasta las rodillas, él le reajustó la manta que se encontraba


sobre ella, ansiando lo que había debajo como ninguna otra cosa en el mundo.

Cait no protestó cuando arrastró su mano hasta sus medias o cuando sus
dedos anduvieron por delante de las ligas, pero justo cuando estaba a punto de
tocar su calor, que llamaba a la bestia dentro de él como nada antes, la criada se
movió en su asiento. Dash cerró los ojos y su cuerpo quedó inmóvil, fingiendo
dormir y tragando un gruñido irritado.

Él casi podía sentir la desaprobación de la criada mientras miraba por


encima de ellos, en realidad, en realidad el camino que sostuvo con Cait era muy
inadecuado, a pesar del hecho de que el observador casual no podía decir que tenía
la mano bajo sus faldas.

La criada inhalo y rodo hacia otro lado, colocándose más cómoda, cerró los
ojos y se volvió a dormir en un momento.

Dash tiró del dobladillo del vestido de Cait hacia abajo, quería dar una
palmada a sus propios dedos por ser tan valientes para tocarla en un coche cuando
no estaban solos, un licántropo salvaje, eso es todo lo que fue y todo lo que había
sido alguna vez. Ahora nunca, el seria lo suficientemente bueno para los gustos de
Caitrin Macleod.

"Lo siento", él dijo.

"No digas eso," dijo ella mientras cerraba la mano alrededor de la él y se la


llevo a los labios, en la que le dio un beso rápido en la palma de su mano, sintió la
curva de su sonrisa contra su piel.

Ella no tenía ni idea de lo que sus suaves toques hacían con él, y ella
probablemente estaría aterrada si conociera la base de sus instintos realmente.
¿Cómo iba a pedirle que lo aceptara cuando apenas tenía control alguno de sí
mismo?

Niall Forster. El nombre resonó en los oídos de Dash, si tenía alguna


esperanza de ganar a Cait, de ser digno de ella, tenía que llegar al señor Forster,
más temprano que tarde. No había otra manera de Dash para mantenerla a salvo
de la bestia en su interior, tenía que aprender a controlarlo, necesitaba a Cait.

Cait con impaciencia bajó del coche cuando se detuvieron para cambiar
caballos en Newcastle upon Tyne.

Sus piernas estaban rígidas y le dolía la espalda, sabía que debía despertar
Dash, con sus largas piernas, tendría que dolerle mucho más que a ella. Pero su
mente tenía tal revoltijo, que necesitaba un poco de tiempo para sí misma.

Cuando Alec MacQuarrie se puso delante de ella, sus ojos oscuros llenos de
furia, Cait al instante lamentó no despertar a Dash de su sueño. "¿Te importaría
decirme por qué nos estamos moviendo a este ritmo? Mi cochero casi se quedó
dormido en el camino, Caitrin".

Ella inclinó la nariz en el aire, nivelándola con su altiva mirada. "Bueno, me


preguntaba porque me seguías, por supuesto, puede descansar un poco aquí y
luego regresar con sus amigos en Leeds".

Dio un paso adelante y tomó su codo en sus manos. "¿Y dejarte con
Brimsworth? Primero tendrían que poner una bala en mi pecho".

"No me tientes", se quejó Cait.

"¿En qué piensas, Cait? El hombre no debe estar tan de cerca de usted, como
bien conoce". Él frunció el ceño, haciendo que se sintiera como una niña rebelde.

"Y no debería tratar de manipularme", entonces se volvió, tirando el brazo


de su agarre. Entonces comenzó a ir hacia el Tyne, ignorando la forma en que el
viento azotaba a sus faldas.

"Cait", él llamó, corriendo tras ella. "Espera".

Pero ella se negó a detenerse.

"Por lo menos tomar tu manta de viaje," gritó.


Lo cual, en verdad, debería haber hecho, hacía mucho frío, pero no quería
mirar hacia atrás, hacia él. Ella no le daría esa satisfacción. ¡Que estalle Alec
MacQuarrie! Entre más pronto se diera por vencido en esa tonta búsqueda de ella,
mejor sería para todos los involucrados.

Cait cruzó los brazos sobre su pecho y se frotaba las manos de arriba hacia
abajo, tratando de calentarse.

No prestó atención a los hombres que se encontraban en el patio mientras


ella pisoteaba muy fuerte delante de ellos, por un pequeño sendero hasta el río.
Supuso que era bueno tener aire fresco, aunque sería bueno si se trataba de un
lugar un poco más caliente.

Se detuvo en la orilla del agua y miró a la aldea, desde su lugar, vio un


puente sobre el río y un castillo grande descansando sobre una colina.

Un trueno retumbó a lo lejos, y ella se estremeció.

"A este ritmo," la voz de Dash salió desde detrás de ella, " debe de estar en
Edimburgo mañana". Ella se dio la vuelta para encontrarlo tendiéndole una manta
escocesa, la que fácilmente acepto envolviéndola a su alrededor de su brazos.

Ella asintió con la cabeza rápidamente, mientras más pronto llegara a casa,
sería mejor.

"Abrí los ojos y te habías ido", le informó a ella, con los ojos clavados en ella
como si estuviera buscando algo.

"Yo no quise despertarlo, estaba durmiendo tan plácidamente."

"Sólo descansando mis ojos, sólo puedo descansar un poco de las miradas
que tu criada me envía"."

Ella tiene buenas intenciones".

El viento tiró su cabello dorado, y su mirada ámbar la calentó desde adentro


hacia afuera, mientras recordaba la intensidad de su beso y la sensación de sus
manos sobre su pecho. Cait tuvo que apartar la mirada para evitar sonrojarse bajo
su mirada, sus ojos se posaron de nuevo en el castillo a través del Tyne, y ella
deseaba que pudieran llegar a Edimburgo incluso antes.
Las manos de Dash rodaron alrededor de su cintura, y la sujetaron por la
espalda. "¿Algo en el castillo tiene tu atención?"

Ella no debiera sonreír, no debería dejar que la abrazara así, pero se sentía
tan bien, tan reconfortante.

"¿Ha ido alguna vez a Edimburgo?"

"No."Su cálido aliento calentó su mejilla derecha antes de que él la besara.

Cait cerró los ojos, disfrutando de la sensación de él sosteniéndola con su


aroma cítrico que envolvía sus sentidos.

"Tienes que visitar el Castillo de Edimburgo, eso colocaría a ustedes a los


ingleses con mucha vergüenza".

Él se rio entre dientes, sujetándola con más fuerza. "Mi pequeño orgulloso
ángel escocés."

A ella le gustaba la forma en que dijo eso, a ella le gustaba la forma en que
hizo aletear su vientre, aunque ella sabía en su corazón que no debería.

"Pero, Caitie", continuó él en voz baja, "Edimburgo no es mi destino."

El corazón de Cait se desplomó con esas palabras, había estado jugando con
fuego, y, al igual que siempre, era ella la que iba a salir quemada por su necesidad.
Por supuesto, Dashiel Thorpe se movía independientemente de lo que estaba
destinado a hacer, y ella una vez más se quedaría atrás.

Ni siquiera había tenido la intención de que sucediera, había tratado de ser


inteligente en lo que a él se refería, lo mantenía a distancia, lo alimento con un
somnífero, y saltó a ella en la oscuridad de la noche. Pero aun así, había logrado
colarse en su corazón sólo para romper su deseo con agua helada que puede que
también provenga del Tyne.

Nada de eso era justo. ¿No tenía derecho a un poco de felicidad?

Cait dio un paso desde la comodidad de sus brazos y apretó con más fuerza
la manta alrededor de sus hombros.
"¡Brimsworth!" Alec llamó desde la distancia, y Cait gimió. ¿Tenía que tratar
con él ahora también?

Dash se apartó de ella y volvió su atención hacia el irritante intruso. "Ah,


MacQuarrie".

Alec frunció el ceño al conde. "Quería invitarlo a venir conmigo hoy."

Cait resistió el impulso de poner los ojos en blanco, la cortesía con toda
seguridad no era la meta de Alec, con una sonrisa encantadora, Dash inclinó la
cabeza en aceptación.

"¡Qué generoso, MacQuarrie, sería un honor compartir su transporte hoy,


sin embargo, debo rechazar!"

"Por supuesto que es necesario," gruñó Alec.


DIECINUEVE

Dash trató de mantener el gruñido de su voz, dejar a Cait con el escocés


arrogante no era su elección, pero era eso o a ponerla en peligro con su propia
presencia.

"Me temo que me ha entendido mal, MacQuarrie, voy a contratar un caballo


de aquí para ir hacía Glasgow, confío en que usted pueda ver que la señorita
Macleod vuelva a Edimburgo con seguridad"

"¿Cómo dice?" Preguntó el escocés, el hombre no lo podía haber mirado más


sorprendido aunque a Dash le hubiese crecido dos cabezas y le hayan brotado alas.

Los ojos fríos de Cait observaban a Dash de arriba a abajo. "No hay
necesidad de que alquile un caballo, mi Lord, puede ocupar su carro no tengo más
uso para él".

Ella estaba irritado con él y un poco furiosa, si interpretaba sus palabras y su


ceño correctamente.

"No seas imprudente, Caitie, mi coche la llevará con seguridad a


Edimburgo"

Ella negó con la cabeza. "Estoy seguro de que el Sr. MacQuarrie no le


importara mi compañía para el resto del viaje, nos dirigimos al mismo lugar,
después de todo."

MacQuarrie puede irse directo al infierno. "Le dije desde el principio que
Glasgow era mi destino."

Y la única esperanza que tenía para su salvación.

"Bueno, yo no lo voy a mantener por más tiempo, tan pronto como Renshaw
mueva mis maletas desde su coche al del Sr. MacQuarrie, puede partir".
Un gruñido brotó de la garganta de Dash, maldita la bestia dentro de él. Él
no estaba en control de su sangre una vez más, la noche anterior, en la que se había
envuelto en sus brazos era prueba de ello.

¿Qué es lo quería de él? ¿Seguramente se daba cuenta de que era demasiado


peligroso estar cerca de ella en este momento? Lo había demostrado cuando le
había levantado el vestido. Ni siquiera estaban solos, por amor de Dios, ella se
merecía algo mejor.

Dash volvió su mirada hacia MacQuarrie, si el sinvergüenza tocaba un pelo


de la cabeza de Cait, Dash le arrancaría los miembros uno por uno.

"Vas a mantenerla a salvo hasta que llegue con su padre."

"La seguridad de Caitrin siempre ha sido mi más alta prioridad."

Dash ignoró la mirada de pura traición que se reflejaba en el rostro de


Caitrin. Una vez que él fuera un licántropo controlado, le daría las gracias por su
sacrificio. "Te veré tan pronto como me sea posible, muchacha."

Él no estaba seguro de lo que ella quería decirle, pero lo que fuera, cambió
de opinión y se mordió la lengua, entonces Cait fingió una sonrisa.

"Bueno, me gustaría desearle la mejor esperanza para el viaje y que


Glasgow sea todo lo que esperaba". Luego giró sobre sus talones y se dirigió hacia
los coches.

"Me vas a extrañar cuando me vaya", la llamó mientras se marchaba.

De hecho, si tuviera que adivinar, diría que ya lo estaba echando de menos,


su reacción era la prueba de que sentía algo por él. No sabía exactamente lo que
sentía, pero era algo, eso era un comienzo.

"Yo no apostaría eso si fuera usted," disparo hacia él por encima del hombro.

"Yo podría amarte con tanta facilidad," soltó de repente, y lo haría o por lo
menos con lo que sabía del amor.

Ella se detuvo en seco y echó la cabeza hacia un lado para verlo mejor.
"Tiene un camino poco convencional sobre esto". Sus ojos azules brillaron de
indignación. "Buena suerte en su viaje". Luego reanudó su camino hacia el coche
de MacQuarrie.

Los criados del escocés ya estaban trasladando sus pertenencias a su coche,


Dash apretó los dientes.

¿Qué se suponía que debía hacer? Ella se negaba siquiera a mirarlo, no tenía
idea de cuánto tiempo su formación tomaría. Por lo tanto, no podía hacerle
ninguna promesa a ella, ni siquiera podía decirle cómo irrevocablemente estaba
atada a él, todavía no.

Tenía que dejarla ir, y rezar que lo estuviera esperando cuando por fin
llegara a Edimburgo.

MacQuarrie iba rápidamente tras de Cait y tiró de la puerta de su carro


dejándola abierta para ella, agachó la cabeza y entró sin siquiera mirar atrás.

"MacQuarrie," Dash gritó.

El hombre se volvió hacia él, mirándolo demasiado satisfecho consigo


mismo. Dash estaba delante de él en tres pasos, se movió tan rápido que el escocés
dio un paso hacia atrás, sorprendido.

"Si llega lesionada o dañada de alguna manera antes de que la deposite a ella
en las buenas manos de su padre, lo encontraré y no será feliz cuando lo haga. ¿Ha
quedado claro? "

"Vamos, Brimsworth. Si alguien le ha hecho daño, eres tú. "Él se sacudió con
los nudillos la chaqueta. "Yo acabo de obtener la buena fortuna de recoger los
pedazos de su corazón".

"Sólo recuerde que no importa cuántos pedazos quiera salvar, todos ellos me
pertenecen a mí", gruñó ferozmente.

"Creo que la señora no está de acuerdo," respondió MacQuarrie, luego se


volvió y se metió en el carro, que partió en cuanto la puerta se cerró.
Cuando finalmente llegó Dash a la modesta casa del constructor naval en las
afueras de Glasgow, casi lloró de alivio. Subió los escalones de piedra gris, respiró
hondo, luego levantó el metal frío y golpeó la pesada puerta de roble, parecía como
si se quedaría allí para siempre, como un colegial incómodo en espera de la
admisión. Dash estaba dispuesto dañar físicamente a quien abriera la puerta,
simplemente por hacerlo esperar más de lo necesario.

Por último, unas fuertes pisadas sonaban desde el interior y luego la puerta
se abrió de golpe. El mayordomo de Forster miró con su larga nariz a Dash.

"Las entregas se realizan por atrás", dijo el gigante cuando se volvió y


comenzó a cerrar la puerta.

Dash rápidamente se miró a sí mismo, tenía que admitir que parecía un


mendigo común que puede uno encontrarse en la calle, aunque con ropa mucho
más de moda.

Metió la bota en la puerta antes de que el mayordomo se la cerrara en las


narices, él sólo se estremeció por un poco de dolor que duro solo por un momento,
luego metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó la andrajosa carta
que el Mayor Forster había escrito para presentarlo al constructor naval.

Se la tendió. "Veré al Sr. Forster ahora".

Nuevamente Dash miró su ropa y se sacudió el polvo, mientras el


mayordomo tomaba la carta y le cerraba la puerta en las narices, Dash supuso que
podría haber entrado a la fuerza en el interior, pero que probablemente no habría
dado una buena primera impresión. Y necesitaba la ayuda de Niall Forster más de
lo que jamás había necesitado la ayuda de cualquier otra persona en su vida.

Había corrido la mayor parte del camino del condado de Durham, una vez
que se había frustrado por la velocidad de su propio coche, la nieve que había
empezado a caer, junto con las carreteras resbaladizas, había hecho que viajara a
paso de caracol. No tenía tiempo que perder, tenía que volver con Cait y tenía que
hacerlo rápidamente. Por lo tanto, había partido a pie, siguiendo sus instintos todo
el camino a Glasgow, hasta la puerta de Forster.

Tenía salpicaduras de barro hasta las rodillas, e incluso sentía una línea de
fango en la mejilla cuando él la froto enviando un poco de calor hacia la cara. La
verdad se ha dicho, Dash probablemente tendría que cerrarle la puerta en la cara a
cualquier persona que se presentara en su casa como él se encontraba en ese
momento. Sacudió la cabeza con desaliento. ¿Cómo se había reducido a esto?

La puerta principal se abrió una vez más, y el mayordomo le hizo un gesto


hacia su interior, tomó el abrigo de Dash, y, cuando Dash se movió para seguir por
el pasillo, ambos se dieron cuenta de los grumos de barro que estaban cayendo de
sus botas, con un suspiro de frustración, Dash se sentó y tiró de las botas de sus
pies.

Infierno, él tendría que caminar con los pies descalzos, si tenía que hacerlo,
nunca había profesado ser un caballero.

"¿Satisfecho?", Gruñó.

"Absolutamente", fue la única respuesta del hombre.

Con un corto gruñido que no parecía molestar al gigante en lo más mínimo,


Dash lo siguió por el pasillo a una pequeña biblioteca. Las paredes estaban
cubiertas con dibujos de barcos de todos los tamaños y los estantes estaban llenos
de libros y modelos de grandes y pequeños veleros.

Un hombre de pelo gris se levantó de detrás de la gran mesa a un lado de la


habitación y empujo sus gafas con firmeza sobre la nariz, él no dijo ni una palabra,
ni siquiera llego a tomar la mano de Dash cuando la extendió. El hombre
simplemente señaló la silla frente a él, Dash se hundió en ella como un niño.

Justo cuando pensaba que el hombre nunca hablaría, puso la carta sobre la
mesa y juntó las manos delante de sí mismo. "¿Ha conseguido bastante salmuera
para los pepinillos, no?".

"'Un pepinillo" sería una descripción muy generosa para mi situación actual,
señor. "Dash se sentía bastante desnudo en calcetines, con tierra de pies a cabeza.
No se había sentido tan expuesto desde que era muy niño pequeño o por lo menos
desde la última vez que había visto a su padre.

"¿Por qué estás aquí?" Preguntó el señor Forster.

"Todo debe estar en la carta del comandante, señor", dijo Dash, haciendo un
gesto hacia el papel.
"Estoy seguro de que lo está, pero me gustaría oírlo de tus propios labios,
hijo", dijo Forster en voz baja.

"¿Qué es lo que ya sabes?" Preguntó Dash, sin saber muy bien por dónde
empezar.

"Nada", le ofreció el señor Forster.

Dash no estaba muy seguro de si creía eso, pero no tenía mucha elección.
"Mi nombre es

Dashiel Thorpe, Conde de Brimsworth, heredero del Marqués de Eynsford".

"Aproximadamente traducido, significa que tiene más dinero que sentido."

Dash suspiró. "Probablemente, señor."

"¿Qué puedo hacer yo por usted, Dashiel? Está bien si lo llamo Dashiel? "

¿Es una prueba de algún tipo? "Puedes llamarme como quieras, siempre y
cuando usted me puede ayudar. Vera, hay una chica... "Dash comenzó.

"Una víctima de la ferocidad de usted, ¿no?"

"Yo no la llamaría exactamente su víctima."

"¿Cómo quiere llamarla?"

"Bueno, su nombre es Cait."

Sr. Forster tomó la carta y leyó rápidamente, sus ojos se abrieron por la
sorpresa, y luego miró por el borde de sus gafas de lectura. "La señorita Macleod?"

"Sí, señor." No podía dejar de sonreír un poco cuando él contestó, sólo la


idea le trajo una sonrisa a los labios de Dash.

"Bueno, ustedes seguramente vera el problema en este punto, Dashiel."

Lo cual era algo Dash no necesitaba recordarlo.

"Esta señorita Macleod es un amiga de la hija de Desmond, ¿correcto?"


Dash asintió.

El anciano se rio entre dientes. "Y una Macleod, nada menos. Sí, muchacho,
creo que Desmond lo ha enviado al lugar correcto".

Dash casi sintió como se elevaba un peso de su pecho, las palabras de


Forster era la primera buena noticia que había oído en mucho tiempo. "Me alivia
oír eso, señor."

Sr. Forster suspiró. "Así que dime, ¿Que siente la chica Macleod después de
todo esto?"

"Ella me quiere, la mayor parte del tiempo".

"Usted espera que lo haga."

"Sí, lo creo." Él tomó una respiración profunda. "Ya ve, me temo que estoy
locamente enamorado de ella."

Los ojos verdes del constructor naval brillaron de alegría. "Eso es algo
bueno, muchacho, ya que van a estar atados para toda la vida".

"Necesito su ayuda, señor, como nunca he necesitado nada más, pero


necesito que me enseñe rápidamente porque tengo que ir a Edimburgo sin
demora".

"¿Para convencer a la encantadora señorita Macleod de su amor por ella?"

"Sí, y tengo que hacerlo antes de que alguien se me adelante", explicó Dash.
"Por lo tanto, tengo un poco de prisa. ¿Cuánto tiempo durará esta capacitación? "

"Toda una vida, en la mayoría de nosotros", Forster suspiró.

"No tengo tanto tiempo." Dash se levantó para caminar, de pronto fue
consciente de sus calcetines nuevo, lo que lo hacía sentir como un tonto completo.

El Sr. Forster tamborileó con los dedos sobre el escritorio y le confesó: "Mi
esposa murió hace unos años."

"Lo siento mucho." Dash podía ver el dolor escrito en la cara del hombre.
El constructor lo miró a los ojos. "Si puede ganar el corazón de la Señorita
Macleod, estarán condenados hasta que usted, o ella, mueran. "Él tomó una
respiración profunda. "Y ahora que he experimentado la pérdida, no se lo deseo a
nadie, por lo tanto, dadas las circunstancias, creo que deberíamos ir a Edimburgo
juntos, muchacho.

Por lo tanto, tiene una buena oportunidad para ganar el corazón de su dama
enamorada”.

"¿En serio?" El corazón de Dash estaba a punto de saltar de su pecho por la


emoción. Pero el recuerdo de Cait en el coche le había cuestionado la sabiduría de
su aventura. "¿Va ser seguro estar cerca de ella?

Casi pierdo el control cuando estaba con ella, esperaba que cuando fuera
tuviera el control total de la bestia dentro de mí".

El Sr. Forster tiró la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. "El control de la
bestia", él se rio. "Mi querido muchacho, usted puede controlar a la bestia, usted es
la bestia es una parte de usted, no el enemigo".

Dash se burlaba, lo que no daría para matar a la bestia e ir en busca de


Caitrin como un hombre normal.

Una de las cejas de Forster se levantó ante la sorpresa de Dash.

"Eso será su primera lección, a continuación, podemos hablar de ello en el


camino a Edimburgo. "

No le gustaba que se rieran de él, pero si Forster podía ayudarle, Dash


aceptaría todo lo que ofreciera sin quejarse. "Gracias por hacer esto por mí."

"Bueno, esta de suerte, estoy de humor para una buena historia de amor, y
usted es el único licántropo que golpeó a mi puerta hoy. "

Si Dash estuviera en forma de lobo, su cola golpearía contra el suelo, estaba


tan entusiasmado con la perspectiva de ver a Cait de nuevo.

Forster indicó a Dash que se colocara de pie y lo siguiera. "Usted debe de


estar deseando, hablar con su padre y si viajamos por la noche, podemos estar allí
por la mañana".
"Eso es un alivio, señor."

"Bueno, sólo espero que no sea demasiado tarde. ¿Tiene un rival, cierto? "

Dash asintió.

"Usted me puede decir todo acerca de él en el coche, soy demasiado viejo


para correr todo el camino a Edimburgo".
VEINTIUNO

A este paso, debe estar en Edimburgo mañana, las palabras de Dash


resonaban en los oídos de Cait, él sin duda debía de haberse equivocado en eso,
¿no? Otra línea para añadir a su creciente lista de pecados. No es que él podría
haber previsto los caminos fangosos que amenazaban con tragarse el coche de
MacQuarrie a lo largo del camino, si no que reducía su velocidad diez veces.
Aunque sería demasiado tarde para Cait decir que había previsto la situación de
aquel poco particular futuro en su mente, no importaba ella todavía colocaba la
culpa a Dashiel Thorpe.

Tan pronto como vio a los armamentos escoceses desde la vista desde su
ventana, ella dejó escapar un suspiro de alivio, estaba lejos de estar satisfecha por
pasar la noche en otro hostal, pero era mucho menos deseosa de andar por la
peligrosa carretera de noche. Por lo menos si Dash hubiera estado con ella, podría
haber bloqueado el futuro de los extraños de su mente.

Ella suspiró, pateándose por querer estar con él tanto.

"Ese es otro suspiro, Cait," Alec le informó.

Ella lo miró.

"No me mires así. Estoy atrayendo tu atención, no has hecho nada más que
suspirar por las últimas horas. ¿Te sientes bien? "

Cait resopló. "Alec estoy bien, solamente estoy cansada por estar todo el día
en la carretera".

El coche divagó hasta detenerse, y el propio Alec suspiró, la ironía no pasó


desapercibida para Cait. A continuación, el hombre abrió la puerta y la ayudó a
salir.
"Tenía la esperanza de que tener este tiempo te ayudara para cambiar de
opinión, Caitrin."

Ni siquiera se molestó en mirarlo. ¿Cuál era el punto de participar con el


mismo argumento otra vez?

"Me conoces de toda la vida, Alec MacQuarrie. ¿Me habéis visto cambiar de
opinión una vez que me he decidido? "

Alec no tuvo tiempo para responderle antes de que la puerta se abriera y las
carcajadas se filtraran desde la cantina al patio helado, lista para lavar el polvo del
viaje de su piel, Cait pasó junto a Alec hacia la entrada. No podía esperar a
tumbarse en una cama, que tenía la esperanza de que fuese confortable, pero a
estas alturas, cualquier cama sería un regalo del cielo.

Cait entró en la taberna, agradecida por la calidez que emanaba de una gran
chimenea en el lado lejano del cuarto oscuro. Su espalda y piernas estaban tan
dolorosas que se sentía como si ella hubiese caminado todo el camino de
Hampshire. Ella lanzó un suspiro de alivio, pero luego la momentánea sensación
de confort ceso de inmediato.

Instintivamente, Cait dio un paso hacia atrás, chocando con lo que parecía
una pared de ladrillo. Ella ladeó la cabeza a un lado y se encontró mirando
fijamente a unos ojos oscuros de uno de los hombres más llamativamente guapos
que jamás había visto.

Una leve sonrisa se instaló en el rostro del hombre, haciendo su mandíbula


cincelada más pronunciada. "Señora". Sus ojos se clavaron en el costado de su
cuello donde Dash la había marcado. "Perdóname, yo no la había visto."

Cait no pudo encontrar su voz, había algo un poco intoxicante acerca de su


presencia, y tragó, flashes rápidos de una horripilante batalla medieval se
intercalaron en la mente de Cait.

Ella contuvo la respiración y se quedó mirando al caballero bien vestido.

"¿Qué es?", Susurró, más para sí misma que para él.

Ella sabía que él la oyó, sin embargo, cuando una oscura ceja se levantó por
la diversión. "Una pregunta mejor, querida, ¿qué es usted?"
En la mente de Cait, vio un hilillo de sangre en el cuello delgado de una
mujer, que se arqueaba de placer, instintivamente levantó la mano para cubrir la
marca en su propio cuello mientras la visión del hombre mordiendo a una mujer
pasaba por su mente. Ella debería haber tenido miedo, debería haber corrido hacia
el frío de la noche.

¡Caitrin! "Alec llamó desde la puerta. "¿Crees que es posible que podría
esperar por mí?"

La sonrisa del caballero se amplió. "Ah, señor, creo que su esposa estaba
simplemente esperando escapar del enfriamiento de sus huesos".

Cait resopló, que era bastante poco femenino, pero no podía evitarlo.
"Esposa, de verdad," murmuró para ella misma.

El apuesto caballero tomó aire con su declaración, y los ojos de Alec se


redujeron en Cait.

"¿Tienes que llamar la atención donde quiera que vayamos?"

Un frío dedo inclinó la barbilla de Cait hasta que se encontró con la mirada
oscura del caballero Inglés. "¿Este hombre la deshonrado?" Su mirada se posó de
nuevo en su cuello.

Alec ciertamente le había molestado, pero nunca había sido deshonroso.


"No, señor, él es sólo un viejo amigo, un poco irritante."

Un vistazo de tristeza cruzo por el rostro de aquel hombre. "Los viejos


amigos pueden ser irritantes hasta que se van, entonces uno encuentra que los echa
de menos terriblemente".

Cait no estaba muy segura de lo que quiso decir con eso, y ella no tuvo la
oportunidad de preguntarle. Alec la agarró del brazo y la tiró lejos del extranjero.
"¿Has perdido la cabeza?"

¿Cuántas veces se lo había estado preguntado, en los últimos quince días?


"Yo necesito que nadie me rescate, Alec MacQuarrie".

El caballero encantador rio. "Perdone mis modales, señor, permitidme que


me presente. El Conde de Blodswell a su servicio".
La boca de Alec se abrió. "Blodswell?"

"¿Lo conozco?", Preguntó el hombre.

Alec sacudió la cabeza. "Alec MacQuarrie. La Tercera Cruzada era un interés


particular para mí".

Con una tímida sonrisa, Blodswell se encogió de hombros. "A menudo es


difícil vivir a la sombra de un famoso antepasado".

Cait miró de un hombre a otro. ¿De qué estaban hablando?

Alec debió ver su confusión, porque él sonrió y se compadeció de ella. "Sir


Matthew Halkett se convirtió en el primer conde de Blodswell, luchó junto a
Ricardo Corazón de León. Era un valiente Caballero normando de leyendas, los
que se enfrentaron a él huían con miedo, incluso después de su gran actuación en
el campo de batalla, el hombre regresó a su casa completamente ileso, sin siquiera
con el más mínimo rasguño.

"Pero la sangre brotaba de su espada cada vez que él la tomaba, de ahí el


nombre que el rey le dio -Blodswell u oleaje de sangre ", explicó Alec. "El condado
fue concedido al caballero cuando volviera a Inglaterra".

Una sonrisa iluminó el rostro de Blodswell. "Estoy seguro de que sir


Matthew se habría honrado de conocer que su leyenda sigue viva aún en los
tiempos que corren".

"Por supuesto", rugió Alec. "Pasé gran parte de mi tiempo en Cambridge


investigando las cruzadas.

“Fascinante en un ambiente académico ".

"Absolutamente fascinante en un ambiente contemporáneo," dijo Cait en voz


baja.

Como Alec se apartó de ellos para hablar con el dueño, el conde de


Blodswell volvió la mirada a la marca en su cuello. "Esa no es la marca de mi
clase."

"Si tuviera conocimiento de usted, mi Lord, probablemente podría formular


una respuesta más adecuada."
Una esquina de su boca se levantó por la diversión. "Yo podría decir lo
mismo."

Un destello del futuro la golpeó, trayendo tanto consuelo que ella lanzó un
suspiro de alivio. "Usted sabrá lo suficiente acerca de mi especie con el tiempo,
señor. "Ella giró, pero entonces se devolvió sobre su hombro,

"Disfrute del buen tiempo, mi Lord, mientras usted todavía puede."

Cait daba vuelta y más vueltas en la cama, visiones de espadas


ensangrentadas y garrotes brillaron en su mente, entonces vio a Blaire corriendo
junto a un lago congelado perseguida por una figura oscura.

Se despertó con un grito de sorpresa y se sentó de golpe, sin aliento,


chorreando sudor. Un sueño, era sólo otro horrible sueño, pero sabía que no lo
era, Blaire estaba en problemas; Cait podía sentirlo en sus huesos.

Se dejó caer sobre la almohada raída, golpeando accidentalmente la cabeza


contra la pared en el proceso.

Un suave golpe sonó en la puerta. "¿Caitrin?" La voz susurrada de Alec llenó


la habitación.

Suspiró, se deslizó desde la cama y caminó a través del frio suelo de madera,
Cait abrió la puerta y cruzó los brazos sobre el pecho.

"¿Justamente que piensas que haces en mi puerta en medio de la noche?,


Alec MacQuarrie? "

Una expresión de alivio cruzó su rostro. "Yo te oí gritar y quería asegurarme


de que estabas bien."

Deseaba que Dash estuviera delante de ella, pero Dash había desaparecido.

"Estoy bien," gruñó mientras se frotaba con dolor la parte posterior de su


cabeza.
"¿Sólo un mal sueño, entonces?" Preguntó Alec.

El peor sueño que nunca tuve, Blaire estaba en un peligro mortal, Cait estaba
segura de ello. Ella cerró los ojos e Intentó ver Blaire, trató de encontrar su aura,
pero no sirvió de nada, todo lo que Cait podía imaginar era barrido por la
oscuridad.

¡No! Ella se sujetó de la puerta para no caerse, Blaire no estaba en peligro de


muerte, ella estaba muerta.

Si ella misma hubiera estado en casa, tal vez entonces lo habría visto antes.

"Cait" La voz de pánico de Alec apenas filtró en su mente, pero Cait lo


empujó hacia afuera.

Se concentró en su aquelarre, vio a Elspeth en Hampshire y sabía que estaba


a salvo y feliz con Benjamin y su familia, una imagen de Rhiannon destelló en su
mente, estaba sola en la Silla de Arturo, mirando hacia Edimburgo bajo un manto
de nieve fresca, y Sorcha. Cait llamaba el aura de Sorcha, la bruja más joven dormía
en su habitación, cálida y confortablemente, con un poco de tierra para macetas
bajo sus uñas.

"¡Caitrin!"

Una vez más Cait trató de concentrarse en Blaire, la llamó a su mente, pero
no había nada. Nunca antes ella había sido incapaz de encontrar a alguien que
estaba buscando.

Los fuertes brazos de Alec la agarraron del hombro y comenzó a sacudirla,


los ojos de Cait se abrieron, y ella parpadeó para contener las lágrimas.

"Sólo quiero llegar a casa," dijo en voz baja.

Alec asintió con la cabeza, el pánico grabado por la frente. "Saldremos a


primera hora de la mañana."

"¡No Ahora! ", Insistió. No había tiempo que perder, no más paradas, no
importa qué. "Si no me llevas, lo haré sola Alec".

"Caitrin", comenzó él.


"Tengo que ir a casa, Alec, ahora.".

No tenía ni idea de lo mucho que era estar en un lugar familiar, en algún


lugar que pudiera acurrucarse como un balón y sollozar, en algún lugar que
pudiera descansar.

"Cait, es demasiado peligroso, mi cochero se dormirá a mitad de camino, si


no nos tomamos un descanso, nunca desde que salimos de Leeds, lo he empujado
tan fuerte, tratando de mantenerme al día contigo."

Ella asintió a regañadientes, el conductor de MacQuarrie era tan sólo un


hombre, después de todo, tendría que descansar a lo largo del camino. "¿Podemos
al menos salir con la salida del sol?"

"Por supuesto", afirmó Alec. Mantuvo una pregunta en su mirada. "Tu


sueño. ¿Has visto algo?", le preguntó. "¿Algo de lo que tienes miedo?"

Ella negó con la cabeza rápidamente. "No es lo que veo, Alec, es lo que no
veo".

"No sé de lo que estás hablando, Caitrin, no estoy lo suficientemente


familiarizado con tu don."

"Es más una maldición que un don," ella espetó.

"Dime lo que viste o lo que no viste. "Sacudió la cabeza en la confusión.”

"Yo no puedo encontrar Blaire."

"Es probable que este en casa practicando con el sable de Aiden Lindsay,
estoy seguro de que está bien".

"Si ella estaba en su casa, yo sería capaz de verla", susurró con fiereza. "Me
gustaría ser capaz de sentirla.

Para poder encontrarla".

"¿En serio?"
"Sí. Pero no la veo en absoluto, no está en Edimburgo. "Las lágrimas
quemaron en sus ojos, y ella se los limpió mientras rodaban por sus mejillas. "Creo
que podría estar muerta."

"¿Te ha sucedido esto antes?" él le pregunto, mirándola detenidamente a los


ojos.

"Nunca, bueno, con Brimsworth, yo no puedo ver su destino, pero no es "lo


mismo".
VEINTIUNO

"¿De dónde cree que esta la necesidad para controlar la bestia dentro usted?"
Niall Forster le preguntó mientras se apoyaba en los cojines de su coche.

Qué pregunta más ridícula, Dash sacudió la cabeza. Había llegado a Forster
por ayuda real. "Si no puedo tener el control de la bestia, entonces podría herir a
Caitrin, no puedo permitir que eso suceda".

Los ojos verdes de Forster se centraron en Dash. "Usted es quien puede


decidir si lo permite o no". Debe aceptar su lado licántropo, no puede ser
reprimido y escondido, Dashiel, es parte de usted tanto como su pelo rubio y su
herencia Inglesa".

Herencia Inglesa, Dash soltó un bufido. ¿Quién iba a decir que su herencia
era inglesa? Su padre podría ser probablemente una rana o incluso un perro
irlandés.

"No me está ayudando, Forster, no voy a ser capaz de confiarme con Caitrin
si no me puedo controlar a mí mismo".

"Necesita abrazarse a ello, muchacho."

Eso parecía exactamente lo que no debía hacer. "Usted no parece


imprudente. Tampoco el mayor ni ninguno de los hombres Westfield, pero
siempre si se mira por debajo de la superficie, el enmascaramiento toma años, pero
siempre está ahí".

"Por supuesto, está ahí, es parte de nosotros, y yo me siento muy cómodo en


mi piel.

Y si usted quiere la misma paz, lo que necesita es aceptar esa parte de


usted".
Dash cruzó los brazos sobre su pecho y suspiró.

Forster le sonrió como si él era el más simple de los simplones. "Puedo ver
que acerca de esto es un inglés obstinado, así que voy a cambiar de táctica '. ¿Qué
sabe acerca de la muchacha Macleod? "

Que ella es la única mujer para Dash. "Ella es hermosa." Sonrió imaginando
a su descarada sonreír. "Ella es inteligente, tiene una mente propia, que nadie tiene
una esperanza de cambiar sin intervención divina".

Forster rio entre dientes. "Suena como su madre."

La boca de Dash se abrió. "¿Usted conoce a la madre de Caitie?"

Forster frunció el ceño. "No, pero Desmond tuvo unos pocos encuentros con
la vieja bruja. He oído de ella durante años, espero, por el bien de usted, que la
chica sea un poco más maleable que su madre".

"Bruja" es algo bastante poco halagüeño que decir acerca de la madre de mi


futura esposa, gruñó Dash desde su garganta.

"Ah, así que usas a la bestia para intimidar a otros." La mirada de Forster
barrió a Dash. "No es de extrañar que tengas miedo de aceptar quien eres, ya que
te intimidas a ti mismo también."

"Él mayor me dijo que me ayudaría a controlar a la bestia."

Forster negó con la cabeza. "Lo dudo mucho. Su carta solo me decía que yo
era solo su mentor, eso no es lo mismo, Dashiel. "

Justo cuando Caitrin estaba empezando a pensar que no volvería a ver el


horizonte de Edimburgo de nuevo, finalmente le llegó la vista desde la ventana
del pequeño coche. Ella dejó escapar un suspiro, durante los dos últimos días,
había buscado a Blaire en vano. La esperanza que tenía de salvar a su amiga había
ido desapareciendo poco a poco.
Con el corazón encogido, sonrió con tristeza a la vista familiar de Charlotte
Square y a la casa de su padre.

Desde esa fatídica noche en la posada, Alec había estado bastante callado, él
gruñó en varias ocasiones cuando cambiaba de posición los brazos y las piernas,
mientras trataba de estar cómoda en el carruaje que era empujado a través de la
traicionera carretera. Pero en la mayor parte del camino, había dicho muy poco,
evidentemente, hablar de su don lo había asustado en silencio.

Ella se reprendió a sí misma por decir algo sobre ello, el hecho de que ella
era una bruja, era un secreto. Era un secreto que sólo podía decirle a su esposo.

Nadie debía saber de sus habilidades, era demasiado peligroso para todos
los miembros de la COIG.

Por último, el coche desaceleró en frente de su casa, ella ni siquiera espero a


que dejara de moverse ella saltó y corrió hacia los escalones de piedra de la
entrada. Findlay abrió la puerta justo cuando se estaba acercado.

"Bienvenido a casa, señorita", dijo él mayordomo.

"¿Dónde está mi padre?" Preguntó ella rápidamente, tenía que encontrarlo,


tenía que hablar con alguien que sabía todo sobre ella. Tenía que contarle todo, o
simplemente perdería su mente, ella necesitaba a alguien seguro.

"Creo que está en su despacho, señorita", le informó Findlay. Ella se dirigió


en esa dirección, sólo deteniéndose brevemente cuando él le preguntó: "¿Qué voy a
hacer con el señor MacQuarrie, señorita Macleod?"

"Sólo... Ponlo en algún lugar", dijo con un gesto negligente de la mano, luego
continuó por el pasillo.

El estudio de su padre olía como a casa, al igual que todas las cosas
familiares. El olor de cigarro fumado recientemente flotaba en el aire, el aroma de
la loción de afeitar de su padre la recibió por la nariz y aspiró profundamente.
¡Qué alivio de estar en casa!

Ella voló a través de la habitación a los brazos de su padre antes de que él


pudiera quitarse las gafas de lectura.
"Oh, Cait, te he extrañado tanto, estoy tan contento de que estés en casa ",
canturreó mientras la abrazaba, su brazos fuertes la ayudaba a aliviar en parte la
carga que llevaba.

"Yo también, necesito hablar de algo importante".

"¿Estás bien?", le preguntó, mientras la valoraba de la cabeza a los pies.

"¿Por qué todo el mundo está preguntando por mí?" Suspiró ella mientras
levantaba una mano para frotarse la frente.

¿Cuándo fue la última vez que dormiste? ¿Qué tiene de malo?

Él la llevó al sofá y se sentó a su lado. "Dime que problemas tienes".

"Yo no puedo encontrar a Blaire."

"¿no puedes encontrarla?"

"Sí, no puedo verla, no la veo en absoluto, creo que algo le ha sucedido,


¿dime, papá? ¿Ella murió mientras yo no estaba? "

"Oh, querida, Hace un tiempo atrás, el Capitán Lindsay recibió una


notificación de su abogado acerca de una propiedad cerca del lago Calavie, no me
recuerdo bien el nombre. De todos modos, el muchacho estaba tan ansioso de
poner los ojos en ella, hizo sus maletas subió a Blaire y a Brannock al coche y quiso
ir a verlo por sí mismo. "

"¿Lago Calavie?" Cait pensó que jamás había oído hablar de ese lugar antes,
sintió que un peso se levantaba de su corazón, no habría podido buscar a Blaire
allí, o dondequiera que estuviera.

Su se puso de pie y se acercó a su mesa, rebuscando en su correspondencia.


"Una nota llegó a nosotros es de ella. "Él le ofreció la nota.

Cait la rasgó como si contuviera la luna y las estrellas, desdobló el papel y


sonrió a la escritura bastante masculina de Blaire.

Querida Caitrin,
Espero que hayas vuelto antes de recibir esta carta, pero si ese no es el caso, espero
que todo haya ido bien con Elspeth. Estoy segura de que llegaras a tiempo. Siempre lo haces,
Rhiannon estaba mirando unas tiendas, y Sorcha está en su propio pequeño mundo, como
siempre.

Aiden estaba fuera de sí cuando se enteró de su herencia. Mientras que cualquier


persona sensata esperaría que la nieve se derritiera y el hielo se descongele antes de salir a
través de las Highlands, mi hermano estaba bastante impaciente por hacer el viaje. Debes
estar aliviada de no estár aquí conmigo. El castillo Briarcraig es absolutamente terrible.
Todo el lugar apesta a mosto y a decadencia. Sigo pensando que hay alguien muerto aquí y
nadie se tomó el tiempo para enterrar al pobre, es fácil entender por qué dejaron las ruinas
del castillo para nosotros, nadie sería tan tonto como para desearlo.

Brannock y yo estamos muy ansiosos por volver a la civilización, como te podrás


imaginar. Estamos a la espera de que los caminos sean lo suficientemente seguros para
viajar, y luego vamos a salir de este lugar. Si Aidan vuelve con nosotros o no, me tiene sin
cuidado.

Te echo de menos,

Blaire Lindsay

Cait presionó la carta en su corazón y respiró hondo mientras se limpiaba las


lágrimas de felicidad en sus ojos.

Nunca había estado tan feliz de leer una misiva antes en su vida.

Su padre se sirvió un vaso de whisky. "¿Te sientes mejor ahora?"

"Oh, sí," ella suspiró. "Pensé que algo terrible le había sucedido a ella, no
poder verla casi me volvía loca. Yo nunca he podido no ver el futuro de alguien
que yo desee, bueno, no hasta mis recientes viajes, pero eso no viene al caso".

Una pequeña sonrisa inclinó las comisuras de los labios de su padre, como si
él supiera un secreto que ella no. "¿Te encontraste a alguien cuyo futuro no puedes
ver? Se reunieron." Él se rascó la barbilla.

"¿Esto te sucede con un hombre, verdad?"


"Sí, un hombre, es extraño, papá. Yo no puedo ver su futuro, en absoluto
cuando lo intento, no sale nada por más que trate de concentrarme en su destino,
ha sido bastante frustrante".

"Esto es una buena cosa", dijo su padre, y luego lanzó un largo suspiro, una
sonrisa llena ahora cruzaba sus labios.

Cait le frunció el ceño, ella apenas se referiría a su trato con Dashiel Thorpe
como una experiencia positiva. "¿Por qué esto es algo bueno?"

"Es el camino que tiene que ver con tu don, Cait."

Él se frotó la frente. ¿Por qué su padre hablaba con acertijos?

"Déjame ponerlo de esta manera." Se sentó a su lado, sin dejar de sonreírle


como un tonto. "Tu madre no podía ver mi futuro, tampoco."

"No." Cait sacudió la cabeza, estaba equivocado. "Mamá me conto que tan
pronto como te vio se enamoró".

"Amor a primera vista", admitió él, acariciando su pierna. "Pero ella no


podía ver a mi destino."

Cait quedó asombrada con su padre, y la habitación comenzó a girar un


poco, esto no tiene ningún sentido en absoluto.

"¿Estas segura?"

Parecía una cosa bastante importante para que su madre la dejara fuera de
su entrenamiento.

Él se rio entre dientes. "Sí, muchacha, estoy seguro."

"Bueno, ¿por qué no?", preguntó Cait, seguro de que ella omitió algún
detalle vital que haría que todo se despejara.

Su padre se encogió de hombros. "No estoy seguro, no hay textos para


explicarlo, siempre supuso que era porque yo era el que estaba destinado para ella,
y eso es porque lo de nosotros fue destinado a ser natural y no obligado por
ninguna visión, un matrimonio no puede sobrevivir si un miembro siempre está
enojado con el otro por cosas que el otro aún no ha hecho".
Cait ignoró la sabiduría en eso, porque no era justo, durante años, ella había
estado esperando al hombre con quien se casaría, quería ver su vida entera y feliz
demostrada antes de que ella viera primero al hombre. Ella había visto todos los
demás futuros, los buenos y los malos, ella debería haber vislumbrado algo del
propio.

"Posiblemente el hombre no puede significar algo para mí ", susurró.

"No estoy de acuerdo con eso," dijo una voz profunda desde la puerta, se
volvió para encontrar a Dashiel Thorpe allí de pie, mirando tan agradablemente
como cuando la había dejado. Y con su oído de licántropo, él había oído todos y
cada uno de los comentarios de su padre, ella gimió en voz alta.

Findlay frenéticamente trató de bloquear a Dash mientras entraba en la


habitación, pero el mayordomo fracasó miserablemente.

"Le dije a su señoría que lo haría anunciar, pero al parecer tenía una mente
propia."

"¿Una mente propia, dices?" El padre de Cait observó cómo cruzo la


habitación y aceptó la mano extendida de Dash.

"Es algo muy bueno cuando la mente de uno puede ir por sí misma. En
particular, cuando se tiene a alguien como Cait a su alrededor. "

Ella no estaba muy segura de que le gustaba la forma en que su padre dijo
esto.

"Dashiel Thorpe, Conde de Brimsworth, heredero del Marqués de


Eynsford," se introdujo Dash a sí mismo, lleno de pompa y circunstancia, mientras
le ofrecía una leve reverencia.

La sonrisa de su padre se desvaneció un poco. "Ah, Inglés, ¿Verdad?"

"Me temo que sí," Dash respondió con un gesto fingido. "Su hermosa hija me
regañó sobre este hecho todo el camino desde Hampshire, hasta que conocí a
Caitrin Macleod, no tenía que pedir disculpas por mi nacionalidad".

Su padre se rio de eso. "Un inglés con sentido del humor. ¿Cómo novela?,
dígame, Lord
Brimsworth, ¿que lo trae a Edimburgo?"

"Bueno, señor, he venido a pedir la mano de su hija."

Un chillido escapó de la garganta de Cait, estuvo a punto de atragantarse


con la lengua. Primero él la abandonó y luego, sin previo aviso, aparece de la nada
a pedir su mano. Cuando ella colocara sus manos en su cuello...

"Ya veo", continuó su padre. "¿Y dónde se encuentra usted en la ciudad?"

Dash sacudió la cabeza. "Corríamos tan rápido para llegar hasta aquí, señor,
no he tenido tiempo para pensar mucho en eso. ¿Hay alguna bonita posada que
pueda recomendar? "

Su padre parecía estudiar a Dash con ojos astutos. "¿Ha realizado realmente
todo el viaje desde Hampshire con mi hija?"

Cait tragó saliva, recordando por un momento la indecencia que había


experimentado en manos de Dash a lo largo de la Gran Ruta del Norte. Ella se dio
la vuelta para ocultar el rubor que estaba segura que se deslizó hasta sus mejillas.

Que el cielo la ayudara si su padre se enteraba de sus indiscreciones.

"Bueno, la mayor parte del camino", comentó Dash. "Nos separamos unos
días, después de que me dieron un somnífero particularmente potente, y luego
otra vez cuando tuve que ir en busca de un amigo".

"Un amigo", Cait resonó, alguna puta de su pequeño libro, sin duda.

Pero su padre ignoró sus palabras, centrándose en cambio en la historia de


Dash.

"Ella hizo una poción," él le arrojo a Cait.

"He hecho una excepción." Miró airadamente a Dash. ¿Cómo se atreve a


sacar el tema? ¿Y cómo se atrevía abandonarla a ella para ir a buscar alguna ramera
en Glasgow?

Su padre se rio de nuevo. "Bueno, en ese caso, Lord Brimsworth, usted


probablemente debería permanecer aquí como nuestro invitado."
Sobre el cadáver de Cait.

"Gracias, señor", respondió Dash, y parecía tan sincero que casi le creyó.

Su padre se burlaba, como si la oferta no fuese nada. "Es lo menos que


puedo hacer y darle las gracias por traer a Caitrin segura a casa".

"¿Segura?" Se burló Cait. "Sólo si el considera que abandonarme antes de la


frontera se consideraría llegar a casa sana y salva".

Los ojos de color ámbar de Dash brillaron en ella, y el aliento de Cait quedó
atrapado en su garganta, luego concentro su atención de nuevo en su padre. "Su
oferta es muy generosa, señor, pero tengo un amigo que viaja conmigo", empezó
Dash.

Cait estaba segura de que su cara estaba en llamas. ¿Había traído a algunas
de sus amigas a su casa?

El señor Macleod ondeó a Dash en el silencio.

"Su amigo es bienvenido también."

"Y si no es demasiado tarde para una imposición", continuó Dash, "Me


gustaría tener la oportunidad de hablar con usted en privado. "Él dijo esto último
en voz baja.

"Creo que sí, después de todo ha viajado desde tan lejos con mi hija."

"Papa", las mejillas de Cait estaban en llamas, ella estaba en la habitación.


Quería meterse debajo del sofá y morir de vergüenza. Pero no le haría ningún bien
dejarlos a ellos para trazar su futuro, eso era de ella, y ella debía tener algo que
decir en ello. "¿Les importaría darme unos minutos a solas con su señoría?"

La mirada de su padre, pasó a través de ella, como si estuviera buscando


algo vital. "¿Quieres estar a solas con el conde, al mismo hombre, que si no me
equivoco, habéis drogado para deshacerse de él en algún lugar a lo largo del
camino?"

Cait asintió con la cabeza.


"Bueno, después de tanto tiempo pasado con su señoría, yo no veo qué daño
podría hacer unos minutos más.” Entonces su padre se dirigió a la puerta y miró
por encima del hombro a Dash. "Voy a dejar que Findlay tome sus cosas y las deje
en una de las habitaciones. "

"Gracias, señor Macleod."

"No me des las gracias hasta que hayamos tenido nuestra conversación
privada, mi Lord."

Luego se marchó, dejándolo a solas a Cait con Dash. Y ahora que ella lo tenía
todo para sí misma, no estaba segura de qué decirle, él tomo la opción por ella, sin
embargo, cuando él dijo: "Disculpe por un momento".
VEINTIDOS

Dash no podía entender por qué Caitrin fruncía el ceño hacia él, sólo se
había apartado por un momento para preguntar al Sr. Forster cómo proceder, el
antiguo astillero había sonreído, le dio unas palmaditas en la espalda a Dash y
apresuradamente le susurró unas palabras al oído.

Ella era la que tenía que guardar secretos y, a partir de los sonidos de ellos,
que eran bastante grandes. Él no había puesto todas las piezas juntas, sin embargo,
no estaba muy seguro de que juntaría todas las piezas, pero el comenzaría a
unirlas.

No quería hacer demasiado hincapié, sin embargo. Al señor Macleod le


gustaba, fue un golpe que ni siquiera se había atrevido a esperar, ahora, si tan sólo
pudiera conseguir que Cait le sonriera de nuevo, todo sería perfecto, sólo con verla
le tranquilizó su alma, y escuchar las instrucciones de Forster sería mucho más
fácil si supiera que Cait lo aceptaría.

Dash cruzó la habitación hasta donde estaba sentada ella en un pequeño


sofá y la tomó de la mano, él tiró de ella hasta dejarla de pie y envolvió sus brazos
alrededor de su cintura. Ella encajaba perfectamente allí que no pudo evitar
sonreír. ¿Cómo se le había escapado esta propiedad de ella?

Pero el ceño de Cait se profundizó, Dash suspiró al verla. "¿Qué pasa,


ángel?"

Sus ojos claros se clavaron en los suyos. "Después de que me dejaste a un


lado de la carretera, y ahora apareces de la nada, y preguntas por mi mano. "

"Tan pronto como sea posible", él estuvo de acuerdo.

"Y él dirá que sí."

"Es bueno saberlo."


Cait le dio un manotazo en el pecho.

Él le guiñó un ojo. "Me parece que no puedo evitarlo, sabes que es lo que he
querido desde el primer día".

"No, yo creo que me querías engullir el primer día."

Se echó a reír, tan aliviado de que no estaba condenado a una vida sin ella.
"No, muchacha, esa fue la primera noche, el primer día, yo quería casarme
contigo".

Ella se alejó de él. "Yo quería mantener una distancia aquí, puede ir al cardo
y a la espina. Ahí es donde Benjamín se quedó, Findlay puede darle indicaciones a
su hombre, es agradable y limpio y... "

Dash sintió una leve ligereza en él. "No me empujes lejos, Caitie, he viajado
tanto y tan fuerte para llegar hasta aquí"

"Yo no le he pedido que viniera."

"Pero he venido de todos modos porque eres mi compañera destinada," él


gruñó. "Lo sé, tú lo sabes, incluso tu padre lo sabe, así que deja de hacerlo difícil."

No había querido sonar de mal humor, pero habían sido unas largas
cuarenta y ocho horas, primero correr a través cuatro condados, entonces el
sufrimiento a través de cuatro horas de conferencias con respecto a su bestia
interior, y ahora que Dash estaba tan cerca de conseguir todo lo que quería, ella le
estaba diciendo que se fuera.

No tengo miedo de ti Dash, pero no estoy de humor para esto. He pasado


los últimos dos días pensando a que una de mis amigas más queridas yacía muerta
porque no estaba aquí para mantenerla fuera de peligro. Estoy exhausta y agotada,
y no quiero hacer esto ahora."

No tenía ningún sentido precipitarse en todo, a pesar de que podía ver la


angustia en sus bonitos ojos.

"Caitie, no tenemos que hacer esto ahora, pero yo me quedo aquí, tu padre
me lo ha pedido, y estoy aceptando su oferta. "

"Quieres pedirle mi mano", dijo en voz baja.


"¿Por qué diablos no?" Sintió que su temperamento empezaba a subir, y la
sangre empezó a hervirle.

"Porque yo no lo quiero."

El corazón de Dash se hundió, ella lo negaba, y él ni siquiera se lo había


preguntado todavía. "Yo sé que soy un poco salvaje", le confesó. "Sin embargo,
estoy trabajando en eso, es por eso que tuve que ir a Glasgow".

Ni siquiera sabía lo que era hasta hace un mes, siempre le habían dicho que
era un monstruo.

Encadenado durante cada luna llena, salvo en la última, para proteger a los
demás de él. Tal vez si ella entendiera, sería diferente, por otra parte, tal vez no. Y
no podía correr el riesgo, estaría condenado sin ella.

"Voy a tener que hablar con tu padre, Cait, y le voy a pedir tu mano".

Ella frunció los labios. "Eso no va hacer ningún bien, y no voy a casarme, no
importa lo que pase, no "ahora".

Dash apretó los dientes. ¿Por qué la chica tenía que ser tan difícil? Él sabía
que ella estaba contenta de verlo, lo podría decir en el momento en que entró en el
estudio.

"No estés tan segura de ello." Él se dirigió a la puerta, esperemos que el


señor Forster pudiera tener algún consejo sobre cómo pasar de aquí.

Cait se desplomó de nuevo en el sofá de su padre, estaba segura de que su


corazón se rompía, y ella estaba tan confundida, quería a Dashiel Thorpe de
muchas maneras, y ella lo había echado de menos desesperadamente, pero no
sabía qué hacer con él.

Era encantador, a continuación, exasperante, amable, entonces dominante.


¿Cómo iba a pasar su vida con un hombre que no podía leer? ¿Y qué era
exactamente tan importante en Glasgow? Nunca se lo dijo.
Encima de todo eso, el patán insoportable se negó a darle tiempo siquiera a
pensar en la situación, insistiendo en hablar con su padre inmediatamente. Y
todavía no le había pedido que se casara con él, durante sus viajes, él le dijo que
ella se casaría con él, y ahora que estaban en Edimburgo, se estaba comportando de
la misma manera.

Bueno, ella no iba a atarse de por vida a un hombre que no confiaba en ella
lo suficiente para darle siquiera un pensamiento.

Cait se levantó de su asiento y mantuvo la cabeza alta, no importa lo que


pensara su padre, tenía que convencerlo de no aceptar la oferta de Dash, abrió la
puerta, dispuesta a ir en busca de su padre, pero lo encontró en el pasillo.

Jeannie estaba a sus pies, las lágrimas corrían por su rostro. "Traté de
detenerla, señor Macleod, pero ella no me escuchaba, y entonces pasó la noche en
su habitación más de una vez a lo largo del camino."

Cait respiró mortificada, ni en sus sueños más salvajes habría podido haber
imaginado que Jeannie iría corriendo hacia su padre, que la traicionaría de tal
manera. ¿Cómo no la había visto ella?

Vio que los ojos de su padre se movían de forma palpitante desde Jeannie
hasta aterrizar directamente en ella, su rostro se endureció, como una piedra,
nunca había visto una mirada tan feroz en sus ojos antes.

"No te preocupes, Jeannie", dijo, manteniendo sus ojos en Cait. "Mañana


Lord Brimsworth y Caitrin tiene una cita con el Sr. Crawford".

¿El Sr. Crawford? ¿El vicario? Si Cait fuera el tipo que se desmayara, se
habría desmayado allí, incluso aun así, todo lo que ella era capaz era de jadear.

"Papa" Te lo ruego.

"La sociedad tiene reglas, Caitrin, y aún tú tienes que seguirlas, sugiero que
busques al conde, tendremos esa conversación privada ahora en lugar de más
tarde. "

Ella tragó saliva.


"Y para mantenerte ocupada será mejor que comiences a enviar las
invitaciones. Asimismo, te mantendrás ocupada mientras hablo de algunos
asuntos con su señoría".

"Pero, yo había planeado estar allí cuando quisieras hablar con él", protestó
ella.

"Tengo algunas cosas que tengo que decirle a su señoría que no necesitas
escuchar", espetó. "He dejado que te manejes sola la mayor parte de tu vida,
Caitrin, pero, en esto, voy a hacerlo a mi manera. "Él le indicó que pasara a la sala".

"Pero, papá..." Dejó que las palabras murieran en su garganta cuando vio la
mirada tormentosa en su rostro.

"¡Ahora!", Él espetó.

Caitrin volvió y corrió por el pasillo hacia la escalera, ella escuchó el llamado
de su padre a Findlay que le decía: "Encuentre a su señoría y tráiganlo a mi
estudio."

Entonces la pesada puerta de roble se cerró de golpe.

Dash se sentó en la silla frente al padre de Cait y respiró hondo, en toda su


vida, nunca había esperado estar tan nervioso como un perrito regañado cuando
pidiera la mano de una mujer. Él no se había sentido así en absoluto cuando había
pedido la mano de Prisca Hawthorne, había estado todo lleno de pompa y de
orgullo.

Ahora, él no tenía nada en absoluto, su destino estaba en las manos de este


hombre, bueno, más o menos, siempre podía tirar a Caitrin por encima del hombro
y largarse con ella. Y nadie iba a ser capaz de detenerlo, aparte del señor Forster
que era un licántropo, después de todo.

Pero había una parte de él que realmente quería hacer esto bien, quería pedir
su mano y ser aceptados porque él le demostraría a su padre que podía cuidar de
ella y siempre lo haría, él no dudo un poco.
"¿Usted ama a mi hija?" Mr. Macleod retumbó mientras caminaba hacia el
aparador para servirse una copa.

Dash se aclaró la garganta rápidamente y dijo: "Sí, señor, lo hago."

El señor Macleod le tendió un vaso de líquido, y Dash lo tomó, notando que


su mano temblaba un poco, él resopló ante su propia situación.

"Un poco nervioso, ¿verdad?"

"Bueno, aún tiene que aprobar mi propuesta, señor", admitió Dash. "Usted
tiene mi futuro en sus manos".

"¿Qué haría si digo que no?" El hombre se sentó y estrechó su mirada en


Dash.

"Me gustaría decir que yo acepto su decisión, pero estaría mintiendo, señor
", respondió Dash con toda sinceridad.

El hombre se defendió con una sonrisa.

"¿Qué le gusta de ella?" Preguntó el señor Macleod mientras él buscaba


distraídamente en un cajón. "¿Su simpatía? ¿Su deseo de agradar? ¿Sus actos
desinteresados de buena voluntad? "

"¿Honestamente, señor?" Preguntó Dash, luego esperó a que el señor


Macleod cabeceara. "Ella es obstinada y odiosa como el diablo, y no he visto mucho
de su buena voluntad."

"Entonces es su belleza, ¿lo que ama?"

"Eso sin duda ayuda", admitió Dash, iba mal el ceño fruncido del Sr.
Macleod era prueba de ello.

"Mi hija no es tan fácil de llevar."

"Estoy al tanto de eso. Pero, señor, creo que estás siendo un poco duro, ella
es hermosa. Pero también tiene un buen corazón, y creo que ella es mi otra mitad. "

"¿Qué hará ahora? Estaba preguntándome dado que ella lo dejó dormir en
su habitación durante los viajes eso le hizo enamorarse de ella. "
Después de un momento, Dash se dio cuenta de que su boca estaba abierta,
y se las arregló para cerrarla.

"¿Usted piensa que no soy consciente de lo que sucedió con mi hija?"

"Nunca le hice nada" Dash empezó.

Pero el hombre mayor le interrumpió. "La doncella me informó que durmió


en su habitación en más de una ocasión, no puedo creer que ande dando
libremente sus favores, pero también la he descuidado por no enseñarle acerca de
hombres como usted."

Dash se puso en pie, no iba a dejar que nadie asumiera lo peor de Cait,
incluso si era su padre. "Dormí hasta tarde en su cuarto señor solo porque ella me
necesito."

"¿Todas las mujeres lo necesitan, a usted, mi Lord?"

Dash pellizcó el puente de su nariz entre el pulgar y el índice, tratando de


hacer retroceder el dolor en la cabeza que se fue construyendo poco a poco. Esto
había sido mucho más fácil cuando lo había hecho con el padre de Prisca
Hawthorne, y cuando había practicado con el Sr. Forster en el coche.

"La doncella salía a escondidas todas las noches para ir a ver a su cochero,
dejando Caitrin sola," Dash finalmente gruñó.

Los ojos del señor Macleod se estrecharon. "Continúe". Él juntó las manos
delante de él.

"Y durante la noche, podía oír su llanto a través de las paredes, no estoy
seguro de por qué, señor Macleod, pero mi presencia parecía traerle paz".

Su padre frunció el ceño ligeramente. "Ese tipo de lugares pueden ser muy
duro para ella, a veces," admitió.

Por lo menos el hombre era consciente del problema, "Honestamente, señor,


fui con ella para calmarla, no para ensuciarla”.

"¿Y usted? ¿La calmo? "

"Sí".
"Yo no sé si debería estar enfadado por el hecho de que usted la calmaba
para empezar o si debo estar sorprendido por el hecho de que ella se consoló con
usted, es típicamente un alma solitaria, al margen de su círculo de amigas".

Dash se encogió de hombros y se recostó en la silla y cogió su vaso de licor.


"Mis intenciones eran nobles".

"¿Y usted la aceptó, a pesar de que ya sabe que es una bruja?"

"¿Ella es una bruja?" Dash sabía que sus ojos debían de haber rodado con
sorpresa, esa posibilidad no se le ocurrió.

El señor Macleod cerró los ojos y movió la cabeza, suspirando


profundamente. "Sí, así es como consiguió ese poder".

Dash se sentía como si el viento lo hubiera golpeado. "Poder", él hizo eco.

Su padre asintió con la cabeza. "Sí, igual que su madre, ella puede ver el
futuro de todos aquellos con lo que tiene contacto, en un entorno desconocido es
asaltada por visiones continuas de lo que está por venir, se supone que puede ser
muy doloroso".

Un millón de pensamientos se agolpaban en la mente de Dash mientras se


repetía el viaje de principio a fin.

Eso por eso que sabía sobre el villano en la habitación al lado de ella en la
primera posada del camino, por eso que quería ir directamente, para evitar los
horrores de una posada tras otra.

¡Una bruja! Niall Forster no había insultado a la madre de Cait cuando la


llamó así, no estaba más que siendo preciso.

Entonces, un momento particular de su viaje sobresalió, y Dash frunció el


ceño. "¿Es así como ella fue capaz de hacerme dormir durante días, por algún
poder mágico?"

El señor Macleod finalmente se echó a reír. "Sí, así es, ella no hace pociones
muy a menudo, debió haber estado bastante enfadada con usted".

"Está enfadada mucho", admitió Dash, dios mío, ¿qué otra cosa era que ella
capaz de hacer? ¿Había reclamado a una bruja? Su Caitie. Aún era difícil de creer.
"¿Ella todavía lo está?"

La pregunta del hombre trajo Dash de vuelta al presente. "¿Cómo dice?"

"Me dijo que está muy enfadada con usted."

Dash asintió. "Sí, pero creo que es por lo que hay entre nosotros."

"¿Y qué sería eso exactamente?"

No importa que el señor Macleod le hubiera contado la verdad sobre Cait a


Dash, él no podía decirle al hombre que había reclamado a su hija bajo el poder de
la luna llena. Ningún hombre querría tal futuro para su hija.

"La amo", confesó, en su lugar, bruja o no, era su futuro, y él la amaba.


"Quiero casarme con ella. Quiero estar con ella para siempre, no me importa si ella
puede ver futuros o poner hexágonos en la gente".

El señor Macleod rio. "Ella es apenas esa clase de bruja."

Bueno, Dash supuso que era bueno, no estaba seguro, él suspiró. "Sólo
quiero tiempo para hacerle ver que podemos hacer que esto funcione. ¿Me puede
dar su permiso para casarme con ella? "

"Oh, sí", dijo su padre mientras agitaba su mano ausente. "¿O piensa que le
digo a cualquiera que mi hija es una bruja? No, Lord Brimsworth, yo insistí en que
se casaran tan pronto como me enteré de que ella no podía ver su futuro, eso
indica que era el indicado para ella no solo por el deseo de tenerla. "Disparó a Dash
una mirada que decía. "Y ciertamente no porque sea un lord Inglés."

"No hay mucho que pueda hacer sobre este hecho, señor." Dash Sonrió.

"Eso puede ayudarle tal vez por haber nacido fuera de Escocia." Él Sr.
Macleod rebuscó en el cajón de su escritorio hasta que finalmente encontró lo que
buscaba. Sacó una pequeña caja y se la entregó a Dash.

"Me encantaría que usara el anillo de su madre, estoy seguro de que podría
comprarle uno, pero me gustaría que Cait lo usara si ella quiere, y podría ganar
algunos favores con este presente para ella".
"Usted la conoces tan bien," murmuró Dash, a decir verdad, no tenía anillo
para ofrecerle a su futura esposa.

Y él no tiene ninguna herencia Thorpe sobre él, su padre nunca lo había


considerado digno de la familia, y mucho menos llevar un recuerdo de ella en todo
momento.

Abrió la cajita y miró la banda de oro delicada, adornada con un rubí tan
oscuro que era casi negro.

"Hay una leyenda sobre esa piedra," le dijo Angus Macleod. "Dicen que fue
una vez el ojo de un dragón".

Dash resopló, qué tontería, licántropos y brujas eran una cosa, pero los
dragones eran otra cosa.

"Puede reírse todo lo que quiera", dijo su padre. "La madre de Fiona, que en
paz descanse, dijo que una vez que su abuela le dijo en una ocasión cómo el COIG
derrotó a la temible criatura. "

"El COIG?"

Él Mr. Macleod lo miró directamente a los ojos. "Quiero ser muy claro en
una cosa, si hiere a mi hija o la hace sufrir de alguna manera, no solo a sus poderes
debería temer. ¿Me entendió? "

"Entiendo completamente." A pesar de que no tenía ni idea de lo que


significaba. ¿Quería decir el señor Macleod que iba a tener que responder ante él?
O, ¿a una potencia aún mayor?

"Bueno, entonces está decidido, mañana se casaran y… "

"Pero las amonestaciones," comenzaron Dash.

El anciano se rio. "Estamos en Escocia, Brimsworth, tener a tiempo las


amonestaciones estaría bien, pero no podemos darnos el lujo de semejante tontería,
dadas las circunstancias. Sería mejor que lo vea a usted y a Cait obligado por el
matrimonio tan pronto como sea posible. Voy a ser multado por un matrimonio
irregular, pero es ciertamente factible. Así que el Sr. Crawford los casará a ustedes
mañana, y eso es todo. "
Dash se levantó y estrechó la mano del padre de Caitrin, se supone, en
definitiva, que le había ido mejor de lo que esperaba, qué alivio no tener que
esperar otras tres semanas para oficialmente hacerla suya!

"Hay una cuestión de la dote que discutir, mi Lord, pero eso puede esperar
hasta mañana".

"No tengo necesidad"

"Pero yo sí, usted entenderá cuando tenga una hija propia".

"Sí, señor", aceptó Dash, podía proporcionar al hombre un poco de placer, si


era verdad lo que quiere. "Voy a tener que encontrar a Caitrin", comentó cuando
salieron del estudio hacia el pasillo.”

"Eso va a ser un poco difícil, señor," anunció el mayordomo a sólo unos


metros de distancia.

"¿Por qué?" Los dos hombres le preguntaron al mismo tiempo.

"Se ha ido."
VEINTITRES

Caitrin sólo había paseado por su habitación un momento antes de que ella
se lavara y se cambiara de vestido, entonces fue en busca de sus amigas, estaba a
punto de ser encerrada en un matrimonio que no quería. No había forma en que
ella estaría encerrada en su habitación, como un niño que había sido reprendido y
enviado a la cama sin la cena.

La ventana crujió un poco cuando Caitrin empujó y pasó por encima del
borde, su pie encontró fácilmente el enrejado de rosas que abrazaba la pared, todo
el camino hasta el techo.

Rápidamente bajó y cayó sobre los dos pies al saltar sobre el rosal en la parte
inferior. Aprender a hacer eso tomaba años, además ella no podía haber vuelto a
casa con un vestido lleno de espinas y arañazos en las piernas.

No debía haber ninguna prueba de sus reuniones nocturnas con sus


hermanas aquelarre.

Cerró los ojos y de inmediato vio que Rhiannon y Sorcha estaban en los
invernaderos Ferguson.” Ella sonrió mientras se dirigía en esa dirección.

Sorcha gritó y se arrojó en brazos de Cait tan pronto como ella se acercó al
invernadero y Rhiannon sonrió suavemente.

"Estoy tan contenta de estar en casa. ¿Cómo está Elspeth? ¿Qué sucedió en
Hampshire con el tiempo? "Sorcha hacia pregunta tras otra, mientras que
Rhiannon se limitó a sonreír, Rhiannon era mucho más de la clase que creaba un
viento suave para cepillar tu mejilla que la de abrazarte. Y Cait siempre había
apreciado esto alrededor de ella.

"¿Habéis visto a Lord William?", preguntó Sorcha, con una tonalidad de


ensueño en su voz, Cait suspiró. ¿Porque Sorcha estaba obsesionado con los
hombres licántropos?, ella nunca lo había entendido, no hasta recientemente, sin
embargo.

"Sí, y me encontré con su esposa."

Los oscuros ojos de Sorcha se abrieron ante eso. "¿Su esposa?"

"Es lo mejor," Cait se lo dijo con la mayor dulzura posible. "Ya tenemos
suficientes licántropos en medio de nosotras." No quería quitarle importancia, pero
no quería entrar en detalles en ese momento.

Sorcha frunció el ceño. "Yo no puedo estar de acuerdo con eso, ninguno de
ellos está en medio de nosotras, incluso Benjamín estuvo aquí".

"Sí," estuvo de acuerdo Rhiannon. "Pero él y Elspeth estarán de regreso


pronto, están en su derecho, ¿Cait?"

Ella asintió con la cabeza. "nosotras no sabemos si ella va a entregar a su hija


aquí, a nuestro círculo."

"Le preocupaba que los Westfields no la aceptaran. ¿Está bien? "Sorcha se


mordió el labio inferior.

Cait les dijo todo sobre el viaje, o la mayor parte, mientras tomaban el té en
el invernadero, entonces Rhiannon se quedó inmóvil mientras miraba por encima
del hombro de Cait hacia la puerta. "Parece que tenemos visitantes" murmuró.

Cait gimió al oír la voz de su padre detrás de ella. "Mire, yo le dije que las
encontraríamos aquí" dijo en voz alta, se dio la vuelta y se sorprendió al
encontrarlo de pie con Dashiel.

"Y yo que pensaba que al fin era libre de ellos, aunque sólo fuera por un
momento. "Ella dejó caer la cara en sus manos.

"Cait," la llamaba Dashiel. "¿Puedo hablar contigo un momento?"

"No" en este momento, Lord Brimsworth, "ella llamó. "Estoy un poco


ocupada."

"Creo que voy a ir a visitar a Seamus Ferguson y dejar que se enfrenta a la


ira de las mujeres, Brimsworth".
Su padre se rio entre dientes antes de abandonar a Dash, riendo tan fuerte
que se oía a través de la puerta cerrada.

Rhiannon dijo en voz baja en su oído, "¿Un rayo?"

"No" en interiores ", susurró Cait.

"Puedo utilizar lo suficiente para que lo golpee en los pantalones."

Dash se acercó hasta quedar justo detrás de Cait. "Aprecio el sentimiento,


pero la única que me sacara de mis pantalones es Cait, mañana".

Un jadeo fue la única respuesta de Rhiannon, y Sorcha que se taparon la


boca para reír. Luego se sonrojó y se rio más fuerte.

"¿Le hizo un guiño a ella?"

"Yo no, mi ángel."

Cait se puso de pie junto a él. "Compórtese", dijo mientras le daba un codazo
en el estómago.

"Preséntanos a tu amigo", sugirió Sorcha.

"Sorcha Ferguson, Rhiannon Sinclair, este es Dashiel Thorpe, Conde de


Brimsworth y no es mi amigo", se quejó Cait.

"Eso es correcto, yo sólo soy su prometido. "Él puso su brazo alrededor de


sus hombros.

"¿Prometido?" Rhiannon preguntó y Cait estaba segura de que sus ojos color
avellana no podrían ser más amplios.

"Estaremos casados mañana" Dash le informó, sonando un poco orgulloso


de ello.

"¿Estaremos?" Gimió Cait, sin embargo, un pequeño pedazo de su corazón


dio un salto en ese pensamiento.

Él tiró de su barbilla. "Lo estaremos, así que deja de poner mala cara".
"Yo no pongo mala cara."

"Sí, lo haces."

Rhiannon se inclinó y murmuró algo a Sorcha, que la hizo reír de nuevo.

"¿Qué dijiste?" Preguntó Cait.

"Nada." Rhiannon se encogió de hombros, con una sonrisa tirando de las


comisuras de su boca.

"¿Qué te dijo, Sorcha?"

Pero Dash la interrumpió. "Ella dijo que pensaba que finalmente pudiste
haber encontrado a un partido."

"¿Cómo me escucho?". Rhiannon se levantó, un fuerte viento azotaba el pelo


de Dash.

"Nada lo suficientemente nefasto para requerir una de tus tormentas," siseó


Cait.

"Entonces, ¿cómo?"

"¡Es una bestia!" Sorcha aplaudió con alegría. "¡Apuesto a que es igual que el
Señor Benjamín y su hermanos! ¿Estoy en lo correcto? "

Dash levantó una ceja hacia Cait, como pidiendo permiso para responderle a
la chica más joven en cuestión, ella asintió con la cabeza rápidamente y se encogió
de hombros. "Ellas conocen a los Westfields."

"Ah." Dash sonrió, eso lo resume todo. "Pues sí, es cierto, soy un licántropo".

"¡Oh, una bestia propia!" Exclamó Sorcha. "¡Yo también quiero uno!"

"Hay que tener cuidado con éste," le informó Cait. “Muerde".

Dash la pellizcó en el trasero, y ella le lanzó una mirada que habría hecho
que la mayoría de los hombres se mantuvieran a distancia.
"Damas, sé que usted acaban de reunirse con Caitrin, pero es imprescindible
que hable con ella. ¿Será muy inquietante si me la llevo lejos? "

"Oh, no hay necesidad de llevársela." Sorcha rio, tirando Rhiannon por el


codo. "Vamos hay dejarlos un tiempo solos. "Como Sorcha caminó hacia ellos, ella
se acercó y frotó amorosamente un capullo de rosa cerrado. Después de que se
abrió bajo sus caricias, ella lo arrancó y se lo tendió a Dash, él lo tomó con una
pequeña sonrisa y una reverencia y luego se lo metió en el ojal de su chaqueta.

Cuando se fueron, Dash la miró. "¿Más brujas, supongo?"

¿Así que sabía? Su padre debió haberlo dicho, no es que Rhiannon o Sorcha
hubieran mantenido en secreto sus poderes, supuso que era una buena señal de
que no hubiera corrido por las colinas. Y fue inevitable, supuso, que él iba a
aprender todo lo demás, sobre todo porque no tenía otra opción de este
matrimonio. "Hay cinco de nosotras."

Dash la sorprendió diciendo: "Yo no te he obligado a un matrimonio que no


deseas."

"¿No?" el corazón de Cait cayó al suelo.

"Pero te pido que me des una oportunidad para influir en ti. "

"¿Y cómo podría hacer eso?" Susurró cuando sus labios se cernían por
encima de ella.

"Tengo la intención de seducirte." Luego se inclinó y le cubrió los labios con


los suyos, presionando con insistencia hasta que se abrió para él y su lengua podía
barrer en su interior.

Todo pensamiento consciente se fue de su cabeza cuando él levantó sus


brazos para envolverlos alrededor de su cuello, en agradecimiento ella se puso de
puntillas para presionarse contra él.

"Más fácil de lo que pensaba", murmuró él, sonriendo contra sus labios antes
de que se apartara.

“Ella tiró de su cuello para traerlo de vuelta a ella, no te detengas ahora,


sedúceme por favor.”, ella se quejó.
"¿Qué tan grande es este invernadero?", le preguntó, con una amplia sonrisa,
que el hombre no podía disimular.

"Es enorme, ¿por qué?"

Dash la tomó en sus brazos y dobló una esquina, serpenteando a través de


filas y filas de plantas, árboles y otros artículos que Sorcha utilizaba en su trabajo,
cuando llegaron a la pared del fondo, la única que no poseía ventanas, lentamente
la soltó y la dejó deslizarse por su cuerpo. Él gruñó cuando ella se deslizó a través
del bulto de sus pantalones.

"Lo siento", susurró ella, sin saber por qué lo sentía, pero el hombre parecía
aguantar el dolor.

"No lo sientas, puedes arreglarlo mañana. "

"¿Qué?"

"Nada", se rio mientras empezaba a tirar de los cordones de su vestido.

"¿Qué estás haciendo?"

"Seducirte." en cuanto él la había descubierto, sus labios bajaron por su


cuello hasta su clavícula.

Se detuvo brevemente para besar tiernamente la marca del mordisco que


había dejado en ella.

"Estas tratando de seducirme, aquí."

Dash tiró de su cabello hasta que ella inclinó la cabeza para exponer más de
su cuello, lamió y mordisqueó la bajada de su pecho.

"¿Eso es un reto, Cait?" Incluso en las sombras de los naranjos, pudo ver el
brillo en sus ojos.

"No" un desafío ", ella dijo mientras el tiro el vestido de su hombro y


exponía la cima de su pecho. "Es un hecho. Esto no es apropiado”.

"¿Debes pensar que soy un maldito acerca de lo apropiado? Si es así, no me


conoces muy bien. "
Su mano acarició su pecho, su pulgar rozo el pico erecto, ella temía que se
derretiría en la mesa, luego el dio un paso más y se inclinó para llevárselo a la
boca.

Cait gimió en voz alta mientras tomaba la parte posterior de su cabeza y


enhebraba los dedos a través de su cabello.

"Shhh", él se rio, el sonido era como agua caliente sobre una cascada, salvaje
e indómito. "No es apropiado hacer tanto ruido".

"Oh, cállate." Ella lo atrajo aún más cerca. "Dash", ella suplicó.

"Sí, ángel"

"¿Qué estás haciéndome?"

"Seduciéndote," dijo distraídamente mientras empezaba a recoger la falda


con sus manos, mientras sus dedos rozaban los muslos, a través de las ligas, y
tocaban la hendidura entre sus piernas.

"¿Me estás haciendo el amor?"

Él levantó la cabeza y respiró por la boca, "¿Quieres que lo haga?"

Ella tembló bajo su intensidad.

"Yo quiero…" Ella se detuvo, incapaz de ponerlo en palabras.

"¿Qué quieres?" Sus dedos sondeando su calor, su pulgar presionando


ligeramente pero insistentemente contra el lugar que más le dolía.

"¡A ti!"-Ella exclamó-. "¡Te quiero a ti!"

"Entonces me tendrás", dijo, retirándose de su cuerpo, luego le enderezó la


ropa y miro su pelo, que se había desordenado. "Mañana."

La besó en la frente y se dio la vuelta, dejándola allí sola, con el pulso aun
golpeando en lugares secretos con una necesidad que ella no podría satisfacer.

Pero él podía, y era muy consciente de ello.


VEINTICUATRO

Dash sonrió al salir del invernadero, muy satisfecho de sí mismo. Ella lo


deseaba, lo había sabido, pero oírla decir las palabras le trajo más alegría de lo que
podría haber imaginado.

Se maravilló de su propia capacidad de alejarse de ella, el olor de su deseo y


el rápido ritmo de su corazón, batiendo con entusiasmo, habría sido un preludio
para el desastre antes de que él hubiera conocido a Cait. Pero, por alguna razón,
quería hacer todo bien con ella, quería ser respetable, él quería ser su marido.

Por lo tanto, había apisonado su propia concupiscencia, empujó a la bestia


más lejos. Él no la tomaría como un tipo corriente en un lugar público, había
tentado al destino sólo sosteniendo su pecho desnudo en la mano mientras se lo
llevaba a la boca.

Dash se ajustó los pantalones y se recordó a sí mismo que al día siguiente iba
a ser suya, empezó a caminar por el pasillo, con la esperanza de que un criado lo
podría dirigir al señor Macleod. Entonces oyó una gruñido infeliz, y un hombre del
tamaño de un pequeño ogro entro en su camino, los brazos del hombre eran del
tamaño de los troncos de los árboles, y él miró amenazadoramente a Dash.

"Usted es Brimsworth", le preguntó.

Sorprendido en el silencio, Dash asintió.

"¿Y piensa que puede tomar a Caitrin de mí?"

¿Quién diablos era ese hombre? ¿Y por qué creía que podía reclamar a Cait?

"Exactamente, ¿quién es usted?"

"Wallace Ferguson, y entiendo que pidió la mano de Cait. "


Dash asintió con la cabeza una vez más, le había preguntado a Cait en más
de una ocasión si alguien esperaba por ella en casa. Ya se había encontrado con
Alec MacQuarrie y ahora con Wallace Ferguson. ¿Cuántos otros Escoceses estaban
allí esperando por ella? Era una buena cosa que ellos se iban a casar mañana.

"Angus Macleod me ha dado su bendición, tal vez lo invitemos a la fiesta".

Wallace Ferguson gruñó. Y a pesar de que era más o menos del tamaño de
un elefante bebé, Dash era un licántropo, el hombre no lo asusto, no mucho de
todos modos. A pesar de que el gigante, posiblemente, podría tener algún especie
de energía desconocida.

"Wallace" Una de las amigas de Caitrin, la linda chica de pelo oscuro que
parecía un espíritu del bosque, surgió de detrás del escocés de gran tamaño, luego
flotó hacia ellos y dejó escapar un suspiro. "Yo lo siento, Lord Brimsworth, pero mi
hermano tenía su corazón puesto en Caitrin para que se casaran, usted tiene que
perdonar sus malos modales".

El gigante frunció el ceño cuando sus ojos recorrieron a Dash como si lo


estuviera evaluando.

"Ya veo", respondió Dash.

"Wallace, papá me envió para encontrarte, él y el señor Macleod están en la


biblioteca. Les gustaría que ustedes se reunieran con ellos allí. "Ella lo ahuyentó
con sus manos y una mirada impaciente. El patán de gran tamaño gruñó un poco
cuando él se apartó de ellos, aunque Dash estaba seguro de que era sólo un
gruñido humano destinado a asustarlo. Si el hombre quería oír un gruñido real,
Dash se lo daría.

Con los hombros caídos hacia delante, Wallace Ferguson pisoteo por el
pasillo y dobló en una esquina, desapareciendo de la vista, Dash volvió su atención
hacia el espíritu del bosque. "¿Eres Sorcha?"

Su sonrisa iluminó el pasillo. "Sí, mi Lord, es agradable hacer amistad, está


buscando al señor Macleod?"

Él asintió con la cabeza.

"Bueno, tal vez debería esperar un poco, Wallace no está con el mejor estado
de ánimo de esta tarde. ¿Dejo a Cait en mi invernadero? "
"Sí."

"Bueno, me han enviado para encontrarla, también, tenemos invitaciones


que enviar para mañana por la noche. "

Angus Macleod le había dicho en el camino que iban a invitar a la mitad de


la ciudad para celebrar con ellos la noche siguiente. Todo parecía bastante
precipitado. "¿Necesitas ayuda con las invitaciones?"

Sorcha se echó a reír cuando ella se dirigió el invernadero. "Es muy amable,
pero eso es de conocimiento de cualquiera en Edimburgo".

"Todavía puedo ser de ayuda." Él siguió a la chica al interior del


invernadero, donde sus ojos aterrizaron inmediatamente en Caitrin.

Sólo la visión de sus labios hinchados por los besos le hizo preguntarse
cómo había tenido la fuerza para salir de la habitación en primer lugar, ella cruzó
los brazos debajo de su pecho y parecía incapaz de mirarlo a los ojos.

"¡Ahí estas!" La dulce voz de Sorcha vino de su lado. "Estamos empezando


las invitaciones".

"¿Ah, sí?", Dijo Cait, centrando sus ojos en la joven bruja.

"Por supuesto." Sorcha se apresuró hacia Cait y enlazó su brazo con el de su


amiga. "Tienes que decidir a quienes hay que enviarlas".

"¿Te importa si les acompaño?", preguntó Dash.

Cuando Cait finalmente lo miró, un rubor rosado se posó en sus mejillas. "Si
quiere".

Le guiñó un ojo y le encanto cuando su rubor se oscureció. "Acabo de


conocer al encantador hermano de la señorita Ferguson, creo que lo mejor es que lo
tenga en la mira".

Sorcha se echó a reír. "Yo casi tenía miedo de que Wallace lo golpeara, pero
si usted es realmente tan fuerte como el señor Benjamín, no tendrá nada de miedo
de mi hermano".
"Él no tiene un poder místico", preguntó Dash, volviendo su atención hacia
el pelo oscuro de la muchacha. Ella se rio. "Pura suerte, es mi medio hermano, no
es que importe, porque sólo las mujeres en mi familia han tenido poderes místicos,
aunque estoy empezando a preguntarme acerca de la próxima generación.

Elspeth tiene a Ben, y ahora usted tiene a Caitrin. "Miró a Cait. "¿Cómo
saldrán sus hijos?" Ella se preguntó en voz alta.

"Estoy seguro de que van a llevar a los rasgos de su padre, al igual que otros
muchachos Licántropos".

Sorcha cabeceó, como si eso tuviera sentido. ¿"Así que piensa que esto sigue
una pauta de algún tipo?

¿Conseguiremos todas nuestro propio licántropo"? Cait frunció el entrecejo


mientras dirigía a su amiga hacia la salida. "Según mis conocimientos cuántas
veces te lo he dicho, Sorcha, he visto al hombre con el que te casaras y es no es un
licántropo".

Dash se apresuró a seguirlos hacia el pasillo.

"¿Estas segura, Cait? Tal vez es un licántropo, y tú lo conoces".

Soltó un largo suspiro. "Él no es un licántropo, Sorcha, estoy segura de ello,


ahora, no más, por favor. "

Cait estaba consciente de los ojos de Dash sobre su espalda en todo el


camino hasta el pasillo y luego por el siguiente. Su corazón aún latía violentamente
por su seducción, quería maldecirlo por lo que hizo, incluso aunque ella sabía que
era para mejor.

Mañana, le había prometido.

Mañana iba a ser su marido, aunque ella todavía no estaba muy segura de
cómo se sentía al respecto. Ella lo quería, lo necesitaba, estaba a mitad de camino
de enamorarse de él. Pero era un matón, y a ella no le gustaba el control que
parecía tener sobre ella.
"Aquí estamos", Sorcha casi cantaba cuando llegaron al salón amarillo de
Ferguson.

En el interior, se encontró con Rhiannon sentada en un escritorio con una


pila de hojas de papel, un tintero y una pluma, sus ojos se abrieron por la sorpresa
cuando aterrizaron en Dash.

"¿Lord Brimsworth, nos ayudara con las invitaciones?"

Cait miró por encima del hombro, Dash sacudió la cabeza. "Yo, sólo parece
que no puedo alejarme de mi hermosa novia".

Sorcha suspiró junto a ella. "¿No les recuerda a Lord Benjamín?"

"Un poco", admitió Rhiannon.

Cait se sentó en un sofá de brocado de color amarillo, mientras que Sorcha


eligió un asiento frente a Rhiannon, entonces Cait niveló su mirada sobre Dash.
"¿Usted sabe cuál es el rasgo más irritante de Benjamín Westfield?"

Una sonrisa fácil salió sus labios, y él apoyó su hombro contra la puerta. "No
dime, ángel".

"Cada una de nosotras tenemos nuestras propias capacidades", comenzó


Caitrin, "como probablemente ha adivinado, Rhiannon puede controlar el clima
dentro y fuera, Sorcha puede hacer que las cosas vuelvan a la vida o se marchiten
y Elspeth puede curar casi a cualquier persona, con sólo las puntas de sus dedos".

Él asintió con la cabeza como si entendiera todo eso. "¡Qué maravilloso


regalo!"

"Sí," estuvo de acuerdo Cait. "Ella ha ayudado a muchas personas a través de


los años, pero Benjamín no lo aprueba y ha sido un poco matón acerca de eso. Y yo
ni siquiera debería haber ido a Hampshire en primer lugar, si la hubiera dejado
simplemente usar sus poderes para curar a su madre, patán obstinado".

La frente de Dash se frunció, y él dio un paso en la habitación, cruzó los


brazos sobre su amplio pecho.

"¿Así que tengo que agradecerle a Lord Benjamín por conducirla hacia mí?"
Ella frunció el ceño, ese no era el punto de la historia. "Lo que estoy
diciendo, Dash, es que…"

"Ese Westfield es un patán terco, sí, Caitie, te escuché, pero nunca podría
haberte encontrado si no hubieras llegado a Hampshire, así que voy a tener que
enviarle una muestra de mi gratitud."

Sorcha lanzó otro suspiro melancólico y Cait pensó que iba a gritar. ¿Cómo
podría su amiga encontrar encanto en esas características? "¿Bueno puede
encontrar algo que hacer? Creo que vamos a estar ocupadas aquí el resto del día."

"¿El resto del día?" Él arqueó una ceja divertida en su dirección.

"Sí, y la mayor parte de la noche, también, tal vez voy a estar demasiado
cansada incluso para ir con usted a la iglesia mañana".

Él se rio entre dientes. "Vas a estar allí, Caitie, no lo puedes negar aunque lo
quieras, pero ambos sabemos que me deseas". Luego se inclinó a sus amigas.
"Señoras, confío en que voy a verlas a las dos en la mañana."

Rhiannon asintió y reprimió una sonrisa, y Sorcha rio. "No nos la


perderíamos por nada del mundo, mi lord".

Finalmente, Cait se volvió hacia sus dos hermanas aquelarre y frunció el


ceño. "Yo no sé por qué me voy a casar con ese matón".

"Porque lo amas ", dijo Sorcha, sonriendo.

Caitrin soltó un bufido, si la amaba, él nunca se lo había dicho, no quería


admitírselo a sus amigas. "¿Por lo tanto, las invitaciones?"

"Bien esto es lo que tenemos que hacer", dijo Rhiannon. "Sólo necesitamos
algunas direcciones."

Cait asintió. "Los Colsons", ella comenzó. "Y los Gillespies." Entonces ella se
detuvo cuando su corazón se sentía pesado. "No me gusta que Elspeth y Blaire no
estén aquí, no se siente bien."

Sorcha se encogió de hombros. "Ninguna de ustedes estaban allí por Elspeth,


aparte de mí."
Cait le frunció el ceño. "Yo estaba recuperándome en cama" de un ataque de
lobo."

"Aun así no estaban allí, además, Elspeth lo entenderá, ella cree en el amor
verdadero".

Sorcha y sus ideas extravagantes, Cait sintió un ascenso de ira por lo


segundo.

"Pero Blaire..." La culpa se clavó sobre ella, había visto esa visión terrible del
futuro de Blaire, y, a pesar de que sabía que su amiga estaba segura, no sabía por
cuánto tiempo más sería así.

"¿Qué pasa con Blaire?" Rhiannon preguntó en voz baja.

Cait sacudió la cabeza. "Tuve una visión, y yo no reconozco el lugar, pero


estaba oscuro y ella estaba siendo perseguida por una criatura muerta, de ojos
negros, parecía como si fuera a cazarla. "Estaban en un lugar que Cait nunca había
visto antes. En este momento, Blaire fue al castillo de Briarcraig, un lugar al que
Cait nunca había ido, su corazón se encogió.

Tenía que llegar a ella, para advertirle antes de que fuera demasiado tarde,
saltó del sofá y se dirigió a la puerta.

"¡Caitrin!" Sorcha la llamó. "Las invitaciones".

"Invita a quien quieras."

Voló por los escalones de la Casa Ferguson a las calles de Edimburgo y


corrió hacia su casa.

Apenas se dio cuenta de los otros peatones mirándola mientras corría a toda
velocidad, en cuestión de minutos, ella corría por los escalones de la casa Macleod,
Findlay abrió la puerta para ella, y casi chocaron. "Necesito un coche, Findlay, y
una maleta".

"¿Está corriendo de su futuro marido?"

Alec MacQuarrie salió al pasillo de una sala.

Caitrin lo miró boquiabierta. "¿Qué estás haciendo aquí?"


"He estado esperando para hablar contigo todo el día," dijo Alec.

¿Él no había regresado a su casa? ¿Había estado esperando aquí desde la


mañana?

Le debía algo mejor que eso, pero no podía hacerlo ahora, tenía que
encontrar la manera de llegar al lago Calavie. "Alec, no tengo tiempo ahora,
pero…"

"¿De verdad te casaras con Brimsworth?"

Cait tragó, ella realmente pensaba eso, estaba lista, pero tendría que esperar.
Las palabras se quedaron atrapadas en su garganta, pero se las arregló para
asentir.

Él se acercó a ella, sus ojos oscuros llenos de dolor y pesar. "No lo hagas,
Cait, voy a hacer lo que quieras, antes de que lleves esto demasiado lejos".

No podía tener esta conversación con Findlay mirando, así que agarró del
brazo a Alec y lo arrastró de vuelta a la sala, donde había estado diligentemente
esperando todo el día, rápidamente cerró la puerta detrás de ella. "Alec, por favor."

"Yo soy el que te lo pide, Cait, no sé lo que ves de mí, pero yo sé lo que hay
en mi corazón, y te amo."

Alec la amaba, él se lo había dicho antes, y sin embargo ella se casaría con un
hombre que nunca le había dicho esas palabras a ella, pensó que su corazón
podría romperse. "Yo no soy para ti, Alec, créeme".

"¿Yo no debería tener alguna opinión que decir con respecto a eso?", él
preguntó, con la voz afligida.

Las lágrimas empezaron a caer por la mejilla de Cait, no era justo. "Por
favor, esto es bastante difícil para mí como lo es para ti, Alec, y me preocupa
Blaire".

"¿Ella no está aquí?"

Él al parecer estaba inconsciente de todo lo que había ocurrido hoy, con la


excepción de su compromiso, ella negó con la cabeza. "Ella está en un castillo cerca
del lago Calavie, en el Castillo Briarcraig, donde quiera que quede. Está en las
Highlands en alguna parte, tengo que conseguir llegar a ella."

Alec le apartó las lágrimas con la yema del pulgar. "Voy a ir con usted, la
encontraremos juntos".

Cait parpadeó, no sabía qué decir, pero sabía que no podía aceptar su
ofrecimiento, sería lo más inconcebible que podía hacer.

"Ven conmigo, Cait", le dijo. "Yo te amare todos los días de mi vida, te lo
juro."

Ella negó con la cabeza. "No puedes ir conmigo, no puedes hacer esto más
difícil, Alec.

Él inclinó la cara hacia arriba para mirarla. "¿De verdad quieres casarte con
Brimsworth?"

¿Ella quería casarse con Dash? Ella no quería ser obligada a hacerlo, pero
ella lo quería. Alec merecía una respuesta honesta, tal vez lo ayudaría a moverse a
su sendero destinado, Cait asintió.

Su rostro se retorció de agonía, y Cait sintió una nueva oleada de lágrimas


que se arrastraban por sus mejillas, en otra vida, Alec MacQuarrie habría sido el
hombre para ella.

"No puedes ir tras Blaire entonces, Caitrin, se supone que debes casarte con
el hombre mañana".

"Pero tengo que ir", subrayó ella. "Blaire está en peligro."

Dash entenderá, había que explicárselo a él y él... creería que ella estaba
huyendo de él de nuevo.

"¿Alguna vez me amaste?" la voz tensa de Alec le desgarraba el corazón.

"Sí," ella se ahogaba. "Pero nuestros caminos nos separaban."

Él bajó la cabeza y apretó sus labios contra los suyos, era tierno y dulce y
hasta ahora estaba muy lejos de sentir la pasión que la abarcaba cuando se
encontraba en los brazos de Dash, fue un adiós a lo que pudo haber sido.
Lentamente, levantó la cabeza y la mirada de angustia en sus ojos oscuros le
retorció su estómago en nudos. "Yo no puedo estar aquí y ver cómo te casas con
él", le susurró. "Por lo tanto, voy a ir a buscar a Blaire, tú debes permanecer aquí".
Entonces él se alejó de ella. "¿El Castillo Briarcraig por el lago Calavie?"

Ella logró asentir.

Alec abrió la puerta y contuvo el aliento estrangulado, Cait miro por encima
para ver a Dashiel Thorpe de pie en el pasillo.

"La Señorita Ferguson dijo que estaba alterada y que se había ido a toda
prisa," dijo el suavemente, aunque sus ojos ámbar parecían llenos de rabia.

Alec asintió con la cabeza hacia Dash. "La mejor de las suertes, Brimsworth."

"Y a usted, MacQuarrie." Respondió Dash, pero él no quitaba los ojos de


Cait.

La puerta se cerró suavemente detrás de Alec, y Cait se volvió para mirar


por la ventana mientras se alejaba.

Su paso era fuerte, pero la manera en que sus hombros descendían casi le
rompió el corazón.

Ella se limpió una lágrima de su mejilla.


VEINTICINCO

"¿Volviste corriendo aquí para tener una cita con MacQuarrie?" Exigió saber
Dash, la ira corría por sus venas, y le estaba resultando difícil controlar su
temperamento.

Ella sorbió su nariz y le dio la espalda a la ventana con vista a la acera.

Tomó una respiración profunda, MacQuarrie había desaparecido, que era lo


que había querido desde que había conocido al hombre, Dash se acercó lentamente
a la sala hasta que él estaba detrás de Cait mientras miraba fijamente por la
ventana, el corazón le dolía un poco cuando se secó una lágrima de la mejilla.

Dash cerró los ojos con fuerza, él no podía tocarla, no hasta que supiera lo
que había en su corazón.

"Si lo amas tanto, puedo ir y traerlo de vuelta para ti", le dijo. Esto lo
mataría, pero lo haría, tendría que sufrir las consecuencias.

Se dio la vuelta con rapidez hasta que se enfrentó a él, un fuego azul ilumino
sus ojos., entonces ella empujo un dedo en su pecho.

"Si yo lo amara, le habría pedido que se quedara conmigo en vez de pasar mi


vida con una bestia pero en cambio me he condenado a mí misma a pasar toda una
vida contigo".

"Si me encuentra tan detestable, Caitie..." Dejó que su voz se apagara.


"Maldita sea al infierno", le grito, se pasó una mano por el pelo frustrado. "¿Te
quieres casar conmigo o no? ¿Puedes aceptar quién soy? "Cait se volvió para mirar
por la ventana, ella no respondió.

Esa fue toda la respuesta que necesitó, rápidamente el cuarto, precipitándose


arriba hacia la escalera a sus cuartos prestados lo más rápidamente que pudo,
conseguiría sus cosas, encontraría a Niall Forster, llamaría a su coche, y estaría
fuera de su vida para siempre. Sus rápidos pasos golpeaban contra el piso de
madera mientras corría detrás de él, pero a último minuto, ella giró y entró en otra
dirección, era preferible así, podría salir sin hacer una escena.

Le arranco el corazón, y él estaría condenado a vivir una vida en solitario,


pero podría encontrar una cantidad mínima de felicidad, aunque ya no estuviera
en su vida; que fue aparentemente lo que deseó.

Dash vio al señor Forster asomar la cabeza por la puerta contigua a la suya,
entonces el viejo sonrió y tiró la cabeza hacia atrás y cerró la puerta antes de Dash
pudiera preguntarle qué debía hacer, algunos mentores resultaban así.

Él irrumpió en su habitación y abrió su maleta.

"No debería olvidar su revista de libertinaje, Lord Brimsworth," Cait se burló


desde la puerta, donde le tendía su pequeño diario encuadernado en cuero.

"Ya no lo necesito, puedes tirarlo al fuego. "Ya no era de ninguna utilidad


para él, si no podía estar con ella, no podría estar con nadie. ¿Pero lo haría si
pudiera? Si a él realmente le preguntaran tendría que decir que no, quería Cait, y
por Dios, él sólo quería Cait.

“¿No más mujeres, Lord Brimsworth”? lo incitó desde la puerta. "Sin duda
necesitará el diario para que pueda encontrar a alguna actriz rellenita que pueda
hacer esa pequeña artimaña con la lengua".

Cerró los ojos y los dejo inmóviles, haciendo una mueca, era evidente que
había leído más de su libro. "Eso fue en el pasado ", él murmuró.

Luego abrió su pequeño diario, hojeó algunas páginas, y leyó en voz alta:

"Lord Ridgely me dijo hoy que planea jubilar a su encantadora amante, ya que ha
descubierto de repente que ama a su esposa y desea ejercer tanto la lujuria y el amor con
una única persona, yo no puedo imaginarme jamás sintiendo una emoción tan irracional
como el amor, creo que es un mito inventado por aquellos que creían en cuentos de hada y
sueños.

¿Puedo pagarle a la mujer una visita?"


Dash gruñó silenciosamente en su garganta, alguna vez ese ruido detendría
a los hombres adultos en su paso.

Pero Cait sólo entrecerró los ojos, levantó la mano y tiró el libro por su
cabeza con tal fuerza que él tenía que agacharse o posiblemente le habría sacado
los ojos.

Con eso, Dash dio un paso hacia ella, la tomó por la cintura y la atrajo
rápidamente contra él, ella luchó y lo golpeó en el pecho hasta que le cogió las
muñecas en la mano y se las coloco detrás de la espalda, encarcelándola contra él.

"Yo creo en cuentos de hadas y en los sueños, mi Lord." Ella tenía la barbilla
muy alta, cuando la miró.

"¿Dejaste que te besara?" Él sabía que ella lo había dejado, había oído la
mayoría de las palabras que habían hablado en voz baja en el salón con claridad a
través de la puerta cerrada, y aún podía oler a MacQuarrie en ella, cuando ella no
respondió el repitió la pregunta.

"¿No es así?"

"Sí, lo hice."

Él volvió a gruñir, dios ayudara a MacQuarrie después de que Dash pusiera


sus manos sobre él.

"Tenía que saber", dijo ella en voz baja, volviendo toda su atención hacia
ella.

"¿Tenías que saber qué?"

"Tenía que saber si..." Sus palabras salieron rotas, ahogado por un sollozo.
"... Si sus besos me hacen sentir como los tuyos. “Ella resopló con fuerza. "Y yo
tenía que decirle adiós."

Dash sentía dolor físico cuando sus ojos se llenaron de lágrimas, aflojó su
abrazo de sus manos y ella enterró el rostro en su chaqueta.
"¿Y su beso... no te hace sentir como los míos?" Su mundo entero dependía
de la respuesta a esa pregunta.

"No", murmuró contra su pecho.

"¿No?" Sin atreverse a esperar

"Dilo de nuevo."

"Nadie me hace sentir de la forma en que tú lo haces", admitió al fin.

Entonces Cait sacó su barbilla y Dash no pudo resistirse a la invitación,


cuando tocó sus labios ella, se estremeció en sus brazos y su pulso latía como loco.

"Quiero arrancarte la ropa y ponerte sobre la cama, luego hacer el amor


contigo durante horas ", él le susurró al oído.

"Entonces, ¿qué es lo que te detiene?"

"Aún debes decir tus votos hacia mí."

"Todavía tienes que preguntarme."

"¡Yo te lo pregunte, pequeña bruja!" Dash gruñó.

"¡No, nunca lo hiciste bestia!" Ella le dio un puñetazo en el hombro.

"Soy una bestia," él murmuró. "Maldita sea". Ella lo miró, con los ojos
todavía húmedos con el dolor que le había causado, él se dejó caer de rodillas ante
ella.

"Caitrin Macleod, ¿me harías el honor de ser mi esposa?"

"Es lo mejor puedes hacer", preguntó ella, con lágrimas brillando en sus
pestañas, pero con una sonrisa en su rostro.

"¿Qué más quieres de mí, Cait?"

Ella giró su cuerpo y se sentó en su rodilla extendida, entonces ella coloco su


mano alrededor de su oreja, se inclinó y le susurro: "Quiero todo de ti."
Cait chilló cuando Dash la tomó en sus brazos, cerro de una patada la puerta
del dormitorio, y la arrojó en el centro de la cama.

"Las niñas traviesas que se burlan de los lobos grandes y malos merecen ser
castigadas", dijo con una media sonrisa en su rostro cuando cayó encima de ella y
la empujó hacia la cabecera.

"¿Te he contado el momento en que fui atacada por un lobo?"

Él se quedó quieto sobre ella. "¿Por un licántropo?"

"No, por un lobo real, Elspeth tuvo que sanarme".

"¿Qué sucedido, Caitie?"

"Fue un mal juicio de mi parte lo que me puso en esa situación."

"Eso no lo dudo", él bromeó. "Dime, de todos modos."

Cait suspiró. "En ese momento, me oponía totalmente a la relación de


Elspeth con Benjamín Westfield, y había ido a dar un paseo por el bosque con
Jeannie para despejar mi mente, me coloco un poco molesta cuando las personas
no ponen atención a mis consejos".

"Lo tendré en cuenta." Él le sonrió. "¿Qué pasó?"

"Bueno, en ese momento yo no estaba colocando atención por donde yo iba,


y me encontré con una guarida de lobos." Ella se encogió de hombros.

"La madre era protectora con sus cachorros."

Una sombra de algo cruzó por su rostro.

"¿Qué es?" Ella preguntó mientras le alisaba el pelo de la frente.

Dash cerró los ojos y apretó la mejilla contra su mano, luego se volvió y besó
el centro de la palma de su mano. "No es nada", dijo con aire ausente.

Cait se sentó. "No es 'nada'."

"Crees que soy tonta."


"Ya lo creo tonto, gran patán, ahora dime lo que estás pensando, yo no
puedo leer la mente".

"Eso es correcto, soy el único hombre al que no puedes verle el futuro, él tiró
juguetonamente de un mechón de su cabello.

"Lo que ahora me recuerda," ella gruñó. "Que dejes de cambiar el tema."

Dash cerró los ojos y respiró, como si estuviera armándose de valor. "¿Me
pregunto si vas a ser tan protectora con nuestros cachorros como la madre loba lo
fue?"

Cait cruzó las piernas debajo de ella, metiendo la faldas a su alrededor.


"Nosotros realmente no tendremos cachorros". Dash se rio. "Por suerte, creo,
aunque no estoy completamente seguro. Yo ni siquiera sabía lo que era, hasta que
conocí a los Westfields, pensé que era una especie de monstruo, una anomalía, una
broma cruel del destino.

'Revelations' fue un libro especialmente difícil para llegar a mí a través de


mis estudios de teología".

Cait trató de resolver el problema en su cabeza. "¿Por lo tanto, el padre que


tu creías que era tu padre nunca te dijo lo que eras, tampoco? ¿Creciste
completamente sin ninguna idea de que eras un licántropo?

Caitrin podía ver que ella había tocado un lugar donde nadie antes lo había
tocado.

"Piense en ello como si tuvieras el don de la clarividencia, pero sólo se les


permitía usarlo de vez en cuando, y cuando lo utilizamos, era incontrolable. Tanto
es así que tuvo que obligarse a impedir el uso de esa parte de ti mismo, una parte
con que se nace, un regalo que se supone que es una parte de ti, si sólo se pudiera
encontrar la manera de utilizar la maldita cosa. "

"Eso sería positivamente terrible."

"Y cuando se les permitía usarlo, no tenía idea de cómo controlarlo."

"¿Solo te puedes convertir en lobo durante la noche de la luna llena?"

"Sólo durante una noche, correcto. "De repente se veía muy serio.
"Así que, voy a ser capaz de observarte en tu forma de lobo, para cuando
tenga que prepararme para nuestros cachorros".

Ella se echó a reír con esa última palabra, exagerando más de lo necesario.
"Voy a estar bien con ello, pero te diré en este momento que lo único que tienes
permitido es mordisquear los dedos".

Él le tomó la mano y la apretó. "No, No va a ser así. "

"¿Qué quieres decir?"

"Quiero decir que voy a compartir cada parte de mí contigo, Caitie, y yo te


haré feliz, voy a ser un buen padre. Incluso podría mordisquearte en varias partes,
pero yo no voy a compartir la noche de luna llena contigo".

"Sin embargo, Ben y Elspeth están juntos cuando está la luna llena, y
también los otros hermanos Westfield y sus esposas".

"Ellos no son como yo." Se sentó y tomó sus manos entre las suyas. "No son
salvajes, están controlados".

Él desprendió el hombro de su vestido. "Mira que te he hecho daño, y ni


siquiera lo pretendía".

"Solo querías seducirme."

"Oh, todavía quiero eso, bastante, " él gruñó mientras se sentaba y la hacía
rodar por debajo de él. Su rodilla rápidamente se deslizó entre sus piernas y las
abría.

"Espera." Ella golpeó su hombro, lo que lo obligó a retirar sus labios de un


lado de su cuello, donde hacían cosquillas en un camino hacia la oreja.

"Sí, ángel," suspiró mientras levantaba la cabeza.

"Tengo que decirte algo."

"¿No puede esperar? Te estoy haciendo el amor aquí".


"Cambiaste de tema, Dashiel Thorpe, puedo ver a través de ti. "Ella tomó su
rostro entre sus manos y le obligó a mirarla, con los ojos como piscinas ámbar que
seguramente podrían ahogarla

"Yo amare a nuestros cachorros, y los protegeré con mi vida, si es necesario,


el hecho de que podrían ser licántropos, no me hace tratarlos de manera diferente,
salvo, tal vez, amarlos más, porque son parte de ti. "

Él la besó suavemente y tiernamente, hasta que ya no pudo hacerlo por más


tiempo, él presionó su frente contra la de ella y respiró, "Si no sales de mi
habitación, no voy a ser responsable de lo que haga contigo. "

"Me atrevo ", ella se rio.

"No," dijo mientras la hacía rodar fuera de la cama. "Quiero hacer esto bien."
Él la ayudó a levantarse y la empujo hacia la puerta.

"Yo nunca he hecho nada honorable en mi vida, ángel. Hasta ahora, fuera".

Su despedida fue casi dolorosa, y Cait no podía esperar hasta el día


siguiente para casarse con el gran patán.

Dash finalmente la empujó a su cuarto y cerró firmemente la puerta tras él, a


continuación, la cerradura tintineo como una última barrera entre ellos.

"Dashiel," susurró suavemente a través de la rendija de la puerta.

Lo oyó reír al otro lado. "Vete a tu cuarto, Caitrin, antes que me olvide mi
voto para esperar y hacer esto correctamente, voy a tener tus faldas alrededor de
las orejas, y ni siquiera voy a recordar lo que sucedió".

"Promesas, promesas", bromeó de nuevo.

Asumía el pensando mientras oyó un puño golpeando la puerta.

¿Los mentores deben ser útiles, o cual era el punto de tener uno? Dash
volvió a llamar en la puerta de Forster. ¿Dónde estaba el hombre, por el amor de
Dios? Entonces oyó los viejos pasos del licántropo por las escaleras.

Se dio la vuelta y vio a su mentor detenerse, tenía un brillo en sus ojos


verdes.
"Asumo que todo resulto bien con tu prometida."

Dash le frunció el ceño. "Necesito tu ayuda, Forster."

El hombre negó con la cabeza e hizo un gesto hacia Dash para entrar en su
habitación. Luego se unió a él y cerró la puerta detrás de ellos.

"¿Qué ayuda necesitas, Dashiel? Sonaba como si tuvierais todo "bajo


control".

Control, él dijo la palabra como si fuera una maldición. "Me voy a casar con
Caitrin mañana."

"Sí, lo he oído, felicitaciones”.

Dash se pasó una mano por su cabello. ¿Cómo podría el hombre no ver su
angustia? "¿Qué debo hacer, Forster? ¿Cuándo Caitrin es todo para mí? "

El viejo se echó a reír. "Estoy seguro de esa parte, muchacho. ¿Realmente


tienes un diario de libertinaje? "

Dash gimió, así que Forster había oído cada palabra que Cait le había dicho,
no es que él debería haberse sorprendido. "Eso fue hace una eternidad."

Forster se dejó caer en una silla de madera junto a una ventana y sacudió la
cabeza. "Ha habido claramente mujeres en el pasado, Dashiel, si no pregúntame a
mí".

Dash se pasó una mano por la cara, Niall Forster iba a ser la muerte de él.
"He tenido mi parte de rameras, señor, pero Cait... "

"Antes, en tu vida anterior, ¿cómo iban las cosas con las muchachas con que
te habéis acostado?"

Nunca nadie le había preguntado esa pregunta a él antes, y realmente


preferiría no discutir los detalles.

El anciano negó con la cabeza, mientras una expresión de impaciencia cruzó


su rostro. Aunque Dash pensó que Forster no tenía ningún derecho a ser
impacientes acerca de una maldita cosa.
"¿Habéis podido controlarte a ti mismo o la bestia interior tomaba el
control?"

¿Eso es lo que estaba pidiendo? Dash dejó escapar un suspiro de alivio.


"Luché para tener el control."

Forster asintió con la cabeza. "Me lo imaginaba, sólo quería estar seguro." Él
tamborileó con los dedos sobre el brazo de su silla. "Tienes que aceptar lo que eres,
Dashiel. Así como la señorita Macleod parece aceptar la verdad sobre nosotros,
trátala con una página de tu libro, por lo tanto, deja que ella conozca cada parte de
tu alma".

"¿Estás diciendo que la bestia la debe tener a su manera?"

Forster suspiró. "Ustedes hablan de ella como si no fuera una parte de


nosotros, es su camino, tu eres la bestia, Dashiel. Acéptalo. "

El hombre era tonto, acéptalo, no era más que un montón de tonterías. La


bestia le haría daño a Caitrin y Dash nunca podría permitir que eso sucediera.

"¿Cuándo fue la última vez que habéis tenido una corrida refrescante?"

Dash sacudió la cabeza, Forster era realmente un tonto. "¿Una corrida


refrescante?"

"Sí, sólo corriendo por el bosque o en una pradera abierta, el golpe de aire
fresco" a través de tu pelo"

"Corrí todo el camino desde el condado de Durham a Glasgow."

Un suspiro escapó de Forster. "Eso no fue una carrera refrescante."

"Casi", coincidió Dash.

"Eso no lo es lo que estoy preguntando, Dashiel, solo estaba tomando un


poco de prisa cuando se iba desde Inglaterra.

Lo que estoy sugiriendo es una carrera salvaje por el parque, ayuda a


ponerse en contacto con la bestia dentro de nosotros.

Vamos a soltarlo en un lugar seguro".


"¿Un lugar seguro?"

Por último, Forster sonrió. "Yo puedo decirle el lugar, la silla de Arturo es el
punto más alto en Edimburgo. Es lo que queda de un antiguo volcán, de todos
modos, la leyenda dice que el lugar tiene propiedades mágicas.

"Ir a la base de la colina en el lago Dunsapie, tienen un largo efecto


refrescante. Puede pensar en su bestia, puede pensar en sus nupcias. Sólo escuche
la brisa, de la vuelta al lago, cierre los ojos y absorba su interna y corra libremente
por la silla de Arturo".

¿Ese era el consejo de su mentor? Los hombros de Dash se hundieron hacia


adelante. Estaba verdaderamente condenado, tenía que aprender a doblegar a la
bestia, aprender a controlarla.

No le hacía falta convertirse en uno con él, él no tenía que aceptarlo como
parte de sí mismo. ¿Qué tonterías? Obviamente, el mayor Forster lo había enviado
en una misión inútil cuando lo envió con su primo.

Tal vez ese era su penitencia por torturar a Lord William y a Prisca
Hawthorne como lo había hecho, él suspiró profundamente.

"Dejar de pensar", el Sr. Forster instó a que se diera la vuelta y Dash le dio en
el hombro un no muy suave empujón, Dash se tambaleó hacia delante, un gruñido
salió de su garganta. Se volvió hacia el viejo astillero, por lo frustrado que estaba,
listo para desnudar sus dientes en el viejo licántropo, pero antes de que pudiera
siquiera levantar el labio, el anciano levantó la mano y golpeó Dash justo en el
medio de la frente.

"¡Ay!" Dash gritó al llegar a frotar la zona ofendido." ¿Por qué ha hecho eso?"

El Sr. Forster sacudió un dedo en la cara de Dash. "Si pensabas que me


podías intimidar con un ceño o un gruñido, tienes que pensarlo mejor, cachorro."

"No tenía que golpearme " Dash murmuró mientras distraídamente se


frotaba la cabeza.

"Usted debería ser feliz que no tomo un papel de periódico enrollado


pequeño ingrato"
Forster murmuró para sí mientras se apartaba de Dash. "Vengo aquí por una
historia de amor, y todo lo que consigo es un licántropo agresivo que no escucha lo
que le digo, tanto miedo le da una simple carrera hacia la Silla de Arturo, como ya
he indicado."

"No tengo miedo", Dash trató de explicar.

"Dashiel," dijo el anciano. "Tiene miedo, miedo de lo que pueda encontrar


cuando se permita a si mismo ser todo lo que podría ser. "Él se dio la vuelta, con
tristeza en sus ojos, al instante Dash lamentó su beligerancia. "Le puedo decir
ahora mismo que un licántropo no puede amar a otro hasta que no se ama a sí
mismo, Dashiel. "

Él se amaba a sí mismo. ¿No es así? Y le encantaba Cait, sabía que amaba


Cait.

"Puedes ir allí y lamentarse del viejo tonto que soy, o puedes ir y seguir mis
instrucciones. La elección es tuya".

Dash gimió para su interior mientras se giraba y se escabullía de la


habitación, sintiéndose como un perrito regañado con su rabo entre las piernas. El
Sr. Forster estaba decepcionado de él, al igual que su padre lo había estado toda su
vida.

La diferencia fue que en realidad le importaba si el señor Forster estaba


enfadado con él o no, a diferencia de su padre, el anciano había intentado
ayudarle. Se lo debía a él, por lo menos debía seguir su consejo, Dash no tenía
ninguna duda que era una tontería, pero a petición del anciano, lo haría.

Dash salió al frío y tiró de su capa sobre su cuerpo. "Ser uno con la bestia ",
cantaba para sí mismo. "Disfrute de un refrescante paseo." Resopló en voz alta en
el pasado.

Dash se concentró en no frenarse a sí mismo y simplemente dejó que su


cuerpo se moviera, tenía una idea bastante buena de donde se encontraba la Silla
de Arturo, aunque era imposible ver a través de la densa niebla que cubría la zona.

Mientras corría, el frescor de la noche se deslizó por su piel, en lugar de


maldecir el frío, lo abrazó. El aire olía a limpio, los sonidos de la noche fueron
sonidos inocentes del agua acunándose contra el lago, no eran sus propios
pensamientos lo que era una decepción, tenía que admitir que era algo liberador
disfrutar de la tranquilidad de la noche, tomó una respiración profunda, la bestia
dentro de él se calmó.

La niebla se hizo más espesa al llegar a la base del asiento de Arturo. Nunca
había visto una niebla tan pesada que abarcaba todo, como si se envolviera
alrededor de la base de la ladera, ocultándolo de la vista. Se guio ciegamente
buscado con la mano y busco puntos de apoyo para subir por el lado de la
pequeña montaña.

El viento lo levantó, lo zarandeo mientras seguía a escalando la pared. Era


una cuestión de orgullo en este punto, encontraría la punta de la Silla de Arturo,
Dash cerró los ojos y respiró profundamente, luego rápida y velozmente corrió
hacia el pico.

Abrazó la fuerza que vino de ser licántropo, ya que le permitió tirar de su


cuerpo hasta la ladera de la montaña escarpada.

Cuando por fin llegó a la cima, y se volvió para mirar hacia abajo hacia la
ciudad de Edimburgo, sin embargo, la niebla era tan espesa que no podía ver nada.
Ni siquiera podía ver el suelo bajo sus pies.

Dio un paso adelante y se sorprendió al encontrarse de repente en un área


libre de la niebla con un fuego tostado que quemaba lentamente, el inclinó la
cabeza hacia un lado y escuchó una suave voz cerca.

Y fue entonces cuando se dio cuenta del montón de ropa tirada en el suelo
junto al fuego. Un vestido de lana.

Una camisa y Medias, se volvió para mirar a su alrededor, completamente


desconcertado. ¿Si había tropezado en una cita? ¿Una cita entre amantes?

"Debería haber adivinado que usted no prestaría atención a la densa niebla


que puse en su camino, Lord Brimsworth".

"Perdón", llamo de nuevo hacia el sonido.

"El viento que casi lo golpeó del lado de la colina, y la niebla que obscureció
su camino, era mi don. Yo no estaba de humor para nadie, pero usted era
implacable."
Dash miró la pila de ropa. "Parece que no esperaba compañía", estuvo de
acuerdo.

Luego se dio la vuelta a la pila de ropa. "¿Cuál eres tú?", Preguntó,


plenamente consciente de que tenía que estar hablando con una de las hermanas
de aquelarre de Cait, si tan sólo pudiera recordar que poderes tenían. Una de ellas
podía controlar el clima, no era el espíritu del bosque, la otra, "Rhiannon", fue todo
lo que dijo. Oyó el vestido, sacudiendo las arrugas del mismo.

Había una bruja desnuda detrás de él, hubo un tiempo en que había estado
fuera de sí por la lujuria, la bestia habría tratado de asumir el control y consumirla,
sin embargo, la bestia no quería saber nada de esta bruja, Dash sólo quería a Cait, y
sintió una simpatía instantánea por la bruja del clima, él estaba un poco
desconcertado.

Tomó una respiración profunda. "Señorita Sinclair", comenzó.

"¿Tiende a menudo caminar desnuda por la silla de Arturo?"

"Sólo cuando me estoy sintiendo particularmente triste, la verdad", admitió


con un suspiro. "Cuando estoy estancada, me gusta venir aquí y dejar que mis
emociones causen todos los estragos que les gusta. ¿Sabe por eso la gente del
pueblo piensa que hay un volcán dentro de la montaña? "

"¿No lo hay?"

"Pudo haberlo habido en algún momento", se encogió de hombros. "Pero los


disturbios de aquí son por lo general cosa mía."

Él se volvió hacia ella, feliz de encontrarla ahora vestida.

"¿Le importaría hablar de la causa de su estado de ánimo triste?"

"No" especialmente ", suspiró de nuevo. Una lluvia fría lo empapo al


instante. "Oh, lo siento," dijo mientras se limpiaba una lágrima de debajo de su ojo.
"No tenía intención de hacer eso".

Dash sacudió la cabeza, lanzando gotas de agua fría en todas las direcciones.

"Acérquese al fuego, voy a enviar una brisa cálida para que se seque, Lord
Brimsworth."
La niebla se agitó, empujando un viento suave que calentaba sus huesos de
apoco.

"Yo le ofrecería un té, pero no estaba preparada para visitas ", dijo mientras
le indicaba un tronco junto al fuego. "Pero ustedes puede sentarse, si gusta."

"Debo volver," Dash comentó distraídamente, estaba completamente fuera


de su elemento, atrapado en una cima de montaña en un círculo de niebla con una
bruja melancólica que controlaba el clima.

"Voy a despejar la niebla para usted en un momento," dijo en voz baja. "Yo
sólo necesito unos minutos más."

Dash se sentó con cuidado y extendió las manos hacia el fuego, las llamas
saltaron hacia él, lo suficiente para darle calor, pero no para chamuscarlo.

Es decir, si él se quedaba muy quieto.

"No se preocupe no le van hacer daño, puede descansar".

"Eso es muy fácil para usted, Señorita Sinclair, tengo la sensación de que
sólo he visto una pequeña muestra de sus poderes esta noche. "

Una sonrisa cruzó sus labios. "Muy cierto."

"¿Por qué tan triste?" Él preguntó finalmente, sentía una gran simpatía por
esta bruja, su dolor era grande, y casi podía sentir el viento, la lluvia y el frío.

"Es difícil decir adiós a los buenos amigos", dijo en voz baja. Entonces ella
soltó: "Cait ya ha visto el futuro de Sorcha, es uno feliz. "

"¿No ha visto uno para usted verdad?"

"No" todavía". Ella se encogió de hombros. "Si ella lo ha visto no me lo dijo,


ella ha visto uno para Blaire por lo que no me preocupo demasiado.

Un relámpago atravesó el cielo. "Maldito sea todo", ella soltó.

Dash levantó las cejas y miró hacia el cielo, y luego le lanzó una mirada
diciendo.
"Sí, ese fue mío."

Le apostaría que puede tirar al diablo con una rabieta de su genio si tiene la
provocación correcta, Señorita Sinclair"

Por fin sonrió. "No me tiente." Se levantó y se sacudió el polvo de sus faldas,
su mano se movió hacia sus labios, ella sopló suavemente, y la niebla comenzó a
moverse.

En unos momentos, se había disipado por completo, la ciudad de


Edimburgo estaba debajo de ellos. Él podía incluso ver la Plaza de Charlotte y la
casa de Cait, se la imaginó cómoda en su cama, el cubrecama metiéndose debajo
del mentón, entonces se imaginó envuelto alrededor de ella.

"Hágala feliz, Lord Brimsworth."

"Nunca dude de ello", le garantizó. Y, por una vez, la bestia dentro de él no


estaba pidiendo que hiciera lo contrario de lo que su corazón deseaba.
VENTISEIS

La mañana no podía llegar lo suficientemente rápido, Dash necesitaba a


Caitrin como necesitaba el aire para respirar.

Sólo un par de horas más, había estado esperando por casi dos semanas,
unas horas más no lo iban a matar.

Simplemente parecía que lo harían.

En realidad, él podría utilizar un poco de whisky fuerte, eso debería


ayudarlo a dormir.

Toda la casa estaba en silencio, así que en silencio se dirigió a la primera


planta por el pasillo hacia el estudio de Angus Macleod.

Dash podía ver una luz cálida debajo de la puerta e inclinó la cabeza hacia
un lado. ¿Había dejado el padre de Caitrin fuego en la chimenea? Golpeo
suavemente.

"Adelante", lo llamo su futuro suegro.

Dash abrió la puerta y asomó la cabeza para encontrar al hombre estudiando


detenidamente los documentos de su escritorio. "Espero no molestarlo, señor."

"Ah, Lord Brimsworth, adelante, permanecí con los Ferguson para la cena de
esta noche., espero que me hayan echado de menos. "

Dash sacudió la cabeza y luego cerró la pesada puerta de roble tras él. "De
hecho, llevé la cena a mi habitación".

"¿Nervioso?", preguntó el escocés, señalando uno de los asientos de cuero


negro frente a su escritorio.
"Un poco", afirmó Dash, pero sólo porque tendría a Caitrin toda para él al
día siguiente. Ella seria suya, y lo único que podía pensar era en su noche de
bodas. No sería bueno decirle esto al hombre que lo único que podía pensar era en
rodar con su hija debajo de él y tomarla como un esposo toma a una esposa.
Mientras Dash se dejaba caer en la silla, el señor Macleod se levantó de la suya.
"¿quisiera algo de beber, mi Lord?"

Él asintió con la cabeza, esperando que él no pareciera demasiado ansioso,


no quería que el hombre pensara que era un borracho.

¿Cuándo comenzó a preocuparse de lo que los otros pensaran de él?


"Gracias, eso estaría bien. "

Angus Macleod comenzó a verter un poco de whisky de una botella de su


aparador, y luego levantó su mirada hacia Dash. "Caitrin me dice que usted es de
la misma variedad de bestias que Benjamín Westfield y Desmond Forster".

"¿Le molesta?"

Su futuro suegro, sonrió, dando un paso adelante y ofreciéndole a Dash una


de las copas. "¿Acaso soy juez, Brimsworth? Me casé con una bruja, y engendre a
una".

Bueno, eso era generoso de su parte, aunque no era exactamente lo mismo,


Dash se relajó un poco.

"Dado que está despierto," Angus Macleod comenzó, " Bien podríamos
terminar nuestra conversación anterior."

"¿Señor?"

"La dote de Caitrin."

De alguna manera, con todos los eventos de la tarde, había olvidado eso.
"Por supuesto."

"¿Que tierras posee?"

Dash se encogió de hombros. "Tengo un conjunto de habitaciones en


Londres, todo lo demás es parte del marquesado.
Las propiedades de Eynsford son extensas, ahí está el asiento de la familia,
la casa solariega de Kent, una casa de caza en Derbyshire, una casa en Mayfair,
casas rurales, tanto en Gloucestershire y Cambridgeshire".

"Bueno, puede añadir una casa en Berwickshire a la lista."

Dash se puso cómodo por la sorpresa, no había esperado eso, sinceramente,


no esperaba nada salvo unos pocos cientos de libras. Había dejado toda su
herencia para Caitrin. "A su hija no le gustaría viajar".

"Ah, bueno," el hombre se echó a reír, "Tendrá que esperar meter la cuchara
en la pared antes de que pueda tomar la casa Macleod de mí".

Una extraña calidez corrió por el cuello de Dash. "Eso no es lo que quería
decir, señor…"

Angus Macleod se rio un poco más. "Buena suerte para usted, Brimsworth”

Entonces su sonrisa se desvaneció mientras se acomodaba en el asiento


detrás de su escritorio. "De todos modos, la propiedad Mordington es de Cait, en
realidad, era la dote de su madre, y algún día va a pertenecer a su hija.

"Es la sede ancestral de los videntes, aunque sólo la línea de Cait ha


sobrevivido a la caza de brujas de los últimos siglos, al menos hasta donde
conocemos. Ya tiene un secreto propio, no tengo que decirle cuán imperativo es
que nadie fuera de la familia descubra lo que es".

Entonces, ¿por qué parecía como si Alec MacQuarrie ya conocía esa


información? Dash sacudió el pensamiento y se tragó el resto de su whisky, Cait lo
eligió, no a MacQuarrie. "La protegeré con mi vida, señor".

Angus Macleod asintió. "Me alegro de escucharlo, suena como si el hijo


primogénito fuese bastante cuidadoso. Por otro lado, las hijas a menudo son
ignoradas, como Cait es mi única hija, en el caso de ella, y me gustaría asegurar
también a sus hijas.

"¿Qué piensa tu padre acerca de este matrimonio?"

"Él no sabe nada todavía, señor Macleod, ha pasado bastante tiempo desde
que hemos intercambiado correspondencia".
El padre de Caitrin se levantó de su escritorio y miró a Dash. "Bueno, usted
tiene necesidad de arreglar eso, muchacho."

Dash se enfadó ante la censura, Angus Macleod no sabe nada acerca de su


vida.

"Hay todo tipo de círculos dentro de la COIG, Brimsworth. La primera es


entre las brujas mismas, si no están en armonía con las demás, pueden causar
estragos con sus poderes. Y el segundo círculo está dentro de su familia se debe
reparar cualquier fisura que tenga. Cait necesita a su círculo familiar fuerte".

Entonces el hombre se dirigió a la puerta. "Eso es todo el consejo no


solicitado que tengo para usted esta noche, me voy a la cama porque mañana tengo
que renunciar a mi única hija".

El señor Macleod se deslizó en la oscuridad de la sala, dejando boquiabierto


a Dash por su forma de desaparecer.

¿Reparar la grieta con su padre? Honestamente había esperado no volver a


ver al viejo de nuevo. Dash sacudió la cabeza ante el pensamiento, sería un día frío
en el hades antes de que le dirigiera un par de líneas al buitre vengativo.

Se levantó de su lugar y se dirigió a su habitación, el whisky había ayudado


a opacar sus sentidos, y rogó que el sueño lo encontrara pronto.

Caitrin miró en el espejo su reflejo, su ligero vestido de seda azul era


agradable, pero simplemente agradable, no era exactamente lo que ella hubiera
querido como un vestido de novia, pero tendría que servirle, no le había dado
tiempo para algo nuevo. Una cinta blanca amplia descansaba debajo de sus pechos
y los hizo parecer un poco más grandes de lo que realmente eran, con suerte, Dash
no estaría decepcionado. Por supuesto que ya los había visto a través de su camisa
mojada.

Detrás de ella, Sorcha se quedó sin aliento. "Oh, ¡Cait! Te ves muy bella. "La
joven bruja dejó caer una pequeña valija en la cama y Cait corrió hacia adelante
para besar ambas mejillas. "Una novia tan bonita."
Espero que a su señoría le guste este vestido viejo".

Sorcha le ordenó. "Sólo sonrisas en el día de tu boda, no quiero ver líneas a


través de tu frente. Y el vestido no es tan viejo, solo lo llevaste una vez antes de
irte a Inglaterra. Y estoy segura de que a lord Brimsworth le encantará, te
encuentras radiante. "Hizo una pausa sólo para tomar un respiro. "Ya se ha ido a la
iglesia, creo que está muy ansioso".

Cait asintió. "Supongo que estoy bastante nerviosa yo también."

Los ojos oscuros de Sorcha se iluminaron. "¡Oh, Cait! Prométeme que me


dirás lo que me espera en mi noche de bodas'.

“Yo no quiero tener esperar para poder conseguir la conversación de mis


tías ".

La boca de Cait se abrió, ella no había tenido ningún tipo de conversación


con nadie, y a la única persona que se sentiría cómoda pidiéndole preguntas era a
Elspeth, a pesar de que todavía estaba en Inglaterra, Cait imagino que tendría que
arreglárselas por su cuenta. Después de todo, Dashiel sabía lo que estaba haciendo.

"Lo prometo", de alguna manera logró decirlo.

Sorcha se echó a reír. "Un rubor bonito, eso es agradable. "Luego volvió a la
cama y abrió la maleta.

"Traje brazadas de la madreselva para el cabello, creo que debes llevarlo


arriba, Rhiannon promete un inusualmente día agradable".

La iglesia estaba escasamente poblada, con tan sólo los amigos más cercanos
de los Macleods. Dash pensó que era bueno, mientras menos gente conociera,
menos tendría que recordarlos y su mente ya estaba bastante preocupada.

Se paseó por el camino delante del altar de la pequeña iglesia, tratando de


no centrarse en el vicario, el Sr. Crawford, que estaba sentado en el banco del
frente ensayando sus líneas. El vicario se frotó la cabeza más de una vez, y sólo
viendo al hombre hizo que los nervios de Dash estuvieran peor. ¿Dónde diablos
estaba Cait?

¿Ella no lo abandonaría otra vez?, ¿verdad?

El Sr. Forster le palmeó el brazo a Dash. "Ella estará aquí pronto, muchacho."

Angus Macleod caminó por la puerta de la parte posterior de la iglesia, con


una gran sonrisa en su rostro.

"¿Se encuentra bien, mi Lord? Usted parece un poco mareado".

"Estoy bien." Dash consiguió asentir.

"Ah, Angus." El Sr. Crawford se levantó de su lugar. "Hace un día


sorprendentemente cálido hoy. ¿Eso es una buena señal para un matrimonio
duradero y feliz, no? "

Dash se dio cuenta que Rhiannon Sinclair sofocaba una sonrisa mientras se
sentaba en la segunda fila de bancos. ¿Así que esto era su obra? Era una chica
interesante.

No tuvo tiempo de contemplarla ya que la puerta trasera se abrió de nuevo


y entró Caitrin a la iglesia con Sorcha Ferguson siguiéndola detrás de ella.

La boca de Dash se secó, Cait estaba impresionante, incluso más de lo


normal. Su pelo rubio estaba amontonado en la cabeza, y llevaba una corona de
madreselva.

Sorcha tomo la pelliza de Cait y le entregó un ramo de rosas de color rosa y


blanco, Dash no pudo evitar la sonrisa que cruzó sus labios. Tan pronto como la
ceremonia terminara, él iba a sacarle ese vestido azul a su novia, ella se sonrojó,
como si pudiera leer sus pensamientos, y Dash deseo por un momento que pudiera
ver lo que le tenía reservado para ella.

"Caitrin está aquí, el Sr. Crawford," dijo el señor Macleod, trayendo a Dash
de vuelta al presente. "¿Están listos para empezar?"

El vicario asintió y sacó su Biblia del primer banco, Dash contuvo el aliento
mientras Caitrin caminó por el pasillo, nunca quitaba sus ojos de él. El señor
Macleod la encontró a mitad de camino y le ofreció el brazo.
"Mi niña querida", le susurró: "Estas hermosa."

Ella sonrió a su padre y luego volvió su atención de nuevo a Dash, Cait se


detuvo delante de él, el señor Macleod le coloco la mano en la de Dash, luego se
deslizó detrás de ellos y se sentó.

"Me alegro de que lo hicieras", dijo Dash entre dientes.

"Estaba justo a tiempo", le informó.

Él suspiró, sabiendo que era una tontería. "Estoy ansioso, ángel."

El Sr. Crawford se aclaró la garganta, obteniendo la atención de todos.


"Slainte mhor Agus un h-uile beannachd duibh".

Dash miró a Cait que sonreía beatíficamente hacia él.

"Repita después de mí, Lord Brimsworth. ' Yo, Dashiel Jameson Aberdare
Thorpe: Tomo, a Caitrin Louisa Macleod, para que sea mi esposa ante Dios y estos
testigos. '"

Dash respiró hondo, hace un mes, nunca hubiera imaginado que estaría en
Escocia, sosteniendo las manos de una chica que conocía todos sus secretos y que
de alguna manera lo quería de todos modos. "Yo, Dashiel Jameson Aberdare
Thorpe, te tomo a ti, Caitrin Louisa Macleod, para ser mi esposa ante Dios y estos
testigos".

A su lado, Caitrin suspiró y apretó sus manos, la amaba más de lo que nunca
había pensado que fuese posible.

El Sr. Crawford miró a Cait y sonrió cálidamente. "Y ahora usted, señorita
Macleod, repita las palabras: "Yo, Caitrin Louisa Macleod: Tomo a, Dashiel
Jameson Aberdare Thorpe, como mi marido ante Dios y estos testigos. '"

Su voz solo se sacudió un poco mientras repetía las palabras, sus ojos de
color azul claro se cernieron sobre él, él corazón de Dash saltó ante el sonido, ella
era suya.

"¿Tiene el anillo, mi Lord?", Preguntó el vicario, rompiendo con su tranquila


celebración.
La mirada de Caitrin se disparó hasta llegar a él, sus cejas dibujadas juntas.
"Está bien si no tiene uno ", ella murmuró.

Dash dio unas palmaditas en los bolsillos hasta que encontró el bulto de la
caja del anillo. Luego lo sacó y dijo: "Tengo todo lo necesario, ángel. "Abrió la cajita
y le mostró el contenido.

Su grito se oía alrededor de la iglesia mientras levantaba sus dedos a la boca


y los ojos se llenaban de lágrimas.

"¿Lo puedo colocar?" A Dash ni siquiera le importaba si la sonrisa en su


rostro era tan juvenil como un cachorro que recibía un regalo.

Ella asintió con la cabeza rápidamente, tendiéndole la mano.

"Que se adapte a la perfección", susurró mientras lo deslizó en su dedo.

"Así será," susurró ella.


VEINTISIETE

Caitrin se colocó de puntillas para presionar sus labios contra los suyos,
esperando un beso rápido antes de que saludaran a sus invitados y se dirigieran a
la celebración con amigos y familiares. Pero Dash obviamente tenía otras ideas,
porque cuando ella lo besó, sus manos agarraron sus codos, animándola a
envolverlos alrededor de su cuello mientras sus manos se deslizaron alrededor de
su cintura y la atraía hacia él.

Atrás quedó la dulzura que había mostrado cuando se mantenía bajo


control, en su lugar había una pasión ardiente que le quito el aliento, sus labios se
separaron inmediatamente, su lengua barriendo el interior. Casi se sentía con la
necesidad de llorar con pasión cuando él gimió y comenzó a mover las manos
hacia abajo, hacia su trasero.

De repente Dash saltó hacia atrás. "Ouch", gruñó mientras la soltaba.

"¿Qué es?" Preguntó Cait, llegando a tocar un lado de su cara.

"No lo sé, pero me dolió," murmuró Dash.

"Ustedes están en una iglesia", dijo Rhiannon, sonriendo mientras caminaba


hacia ellos.

"¡Rhi!" Dijo Cait entre dientes. "¡Dime que hiciste!"

"Oh, sólo fue una pequeña cantidad de relámpagos, y fue por su propio
bien," susurró en voz baja mientras tenía la audacia de tirarle un guiño a Dash.

"¿Acaba de...?" Dash dejó que su voz se desvaneciera, sacudiendo la cabeza


con asombro.

"Sí, lo hizo, lo siento mucho, "Cait se apresuró a añadir. "Ella debería


comportarse como si tuviera modales".
"Se lo merecía, Caitrin", dijo su padre detrás de ella. "Él puede ser tu marido,
pero él necesita comportarse de forma educada. "Se inclinó más cerca de Dash y le
dijo:" Debe ser muy feliz de que sólo lo haya golpeado con un poco, muchacho, ella
tiene mucho más que podría haberle arrojado".

Dash tosió en su mano, escondiendo la sonrisa en su rostro, al menos no


había ofendido terriblemente al padre de Caitrin cuando había intentado
devorarla sin pensar. "Mis disculpas," él ofreció.

El padre de Cait extendió los brazos abiertos a ella, y ella cayó en ellos.
"Estoy muy orgulloso de ti", susurró.

"Y tu madre también lo estaría." Él levantó la mano izquierda y le dio un


rápido beso en el anillo de rubí.

"¿De verdad quieres que tenga esto padre?" Preguntó ella, rezando para que
dijera que sí.

"Yo ya te lo he dado, se lo di a tu marido. "Puso la mano de Cait en la Dash.


"Y no puedo pensar en un lugar más bonito para mostrarlo".

Si Dash no estaba dentro de ella pronto, seguramente perdería su mente,


había pasado las últimas dos horas socializando con sus amigos y los amigos de su
padre, fue la única vez que había apreciado todo lo que su padre había hecho por
él, ya que él sabía cómo socializar en sus conversaciones, sólo que no practicaba a
menudo.

Pero él quería a Cait, la deseaba con una intensidad que ni siquiera él


entendía. Había tenido a mujeres debajo de él, encima de él, y en todas las
posiciones desde la primera vez que había estado con una criada a la edad de
catorce años, pero nunca había sentido el deseo de tener una mujer, de acariciarla,
de darle placer. Luego de hacerlo una y otra vez hasta que ambos estuvieran
saciados, entonces dormiría y lo haría un poco más.

En varias ocasiones, había sido arrastrado lejos por sus amigos o un


conocido u otra persona. Y cada vez, sentía un dolor físico en su partida.
La quería y de la peor manera, Dash hizo su camino a través de la sala
Macleod para buscarla, ya era hora de que estuvieran solos.

Ya era hora de que él la amara, ella se inclinó hacia él e inclinó la cabeza para
sonreírle cuando deslizó su brazo alrededor de sus hombros. Se sentía como en
casa, o por lo menos lo que él imaginaba un hogar y como una familia debería
sentirse.

Pero entonces un fuerte viento azoto su pelo.

"¿Es una advertencia?", Preguntó, forzando una sonrisa agradable que no se


sentía cuando se dirigió a Rhiannon Sinclair.

"Sólo un recordatorio, mi Lord," dijo la chica en voz baja, ella se acercó y se


inclinó como si le estuviera contando un secreto simple. "Si alguna vez le hace
daño a nuestra hermana, tendrá a cuatro de nosotras con quien tratar.

Y Blaire no está aquí, así que puede hacerse una idea de lo que ella tiene que
ofrecer".

"Estoy temblando de manera positiva", comentó Dash, tratando de mantener


el gruñido de su voz, si las brujas creían que podían mantener a Cait lejos de él,
estaban muy equivocadas.

Tan casualmente como sea posible, se volvió se volvió hacia Cait y le dijo en
voz baja al oído: "¿Crees que podríamos estar solos, pronto? Me gustaría hacer el
amor con mi mujer".

Ella tragó tan duramente que él podía oírla. "¿Ahora?"

Él levantó la barbilla hasta que sus ojos azules se encontraron con los suyos.
"Por favor", él dijo. Por favor, sálvame de esta tortura.

"Sí, podemos ir", le dijo, y luego se volvió para abrazar a Rhiannon y a


Sorcha, la joven tenía vértigo de la emoción.

"No tienes que olvidar tu promesa, tienes que decirme todo al respecto".

"¡Shh!" Dijo ella, tratando de calmar al espíritu del bosque.


Dash tiró de sus dedos tan suavemente como le era posible, hasta que
finalmente la hizo avanzar hacia la puerta. "Si una persona más te detiene, yo no
seré responsable de mis acciones", él gruñó.

"Oh, como una bestia", bromeó ella, con una sonrisa en su rostro.

"¿Estás bien?" Sus lágrimas tiraron de su corazón.

"Sí, lo estoy." Ella subió al carruaje.

"¿Qué es lo que se supone que debes informar a la bruja más pequeña?"

Cait hizo un gesto con indiferencia, pero su mano temblaba un poco en el


aire. "Ella quiere saber qué sucede en la cama de matrimonio. "Un rubor se deslizó
hasta sus mejillas.

Dash tiró de ella a su regazo. "Vas a tener que aprender un poco sobre ello tu
misma, ángel, antes de que pueda decirle todo. "Él la metió con fuerza en su regazo
y la miró a los cálidos ojos azules, luego le susurró a ella. "Pero no te preocupes,
voy a tratar de ser un buen maestro”.

Ella se estremeció en sus brazos.

Cait casi saltó cuando él le rozó la mejilla con la mano. "¿Por qué tan
voluble, ángel? Puedo decir que me quieres, tu pulso late con la fuerza de un loco.
"Él apretó los labios contra el costado de su cuello y luego gimió en voz alta: "Si no
llegamos a donde quiera que vamos pronto, me voy a deshonrar a mí mismo en el
carro. "Él miró por la ventana mientras el coche iba más lento. "¿A dónde vamos?"

"Se suponía que iba a ser una sorpresa, pero lo averiguaras bastante pronto,
la casa de Elspeth está vacía, desde que Westfield construyó su enorme propiedad,
y ya que están en Hampshire de todos modos, Rhiannon y Sorcha la arreglaron un
poco y para que pasemos allí esta noche. "

El corazón de Dash se hinchó un poco, había hecho planes para ellos para
que estuvieran solos. "¿A solas contigo? ¿Cómo es que tendría tanta suerte? "No
podía recordar a nadie jamás haber planeado una sorpresa para él, nadie nunca se
había preocupado lo suficiente.
El coche desaceleró y Dash abrió la puerta, salió afuera, tomo la mano de ella
en el hueco de su brazo, y contempló la pequeña casa de campo. "Un lugar
encantador", remarco.

Cait giró el pestillo de la puerta y entró.

Él interior le quitó el aliento cuando ella fue inmediatamente asaltada por el


agradable aroma de las flores. El fuego rugía en la chimenea donde unas mantas se
habían arrojado sobre la alfombra, las ventanas estaban cubiertas con enredaderas
colgantes que se retorcían y giraban, sus hojas y flores bloqueaban toda la luz de la
habitación, lo que los dejaba en la oscuridad, solo con la luz de la chimenea y las
velas colocadas alrededor de la habitación.

"¿La obra de Sorcha, supongo?" Dash se rio, con la boca abierta mientras
observaba todo lo que la chica había hecho. "No tenía idea de que ella era tan
talentosa."

"Oh, ella solo le dice a las plantas lo que tienen que hacer y ellas lo hacen."
Cait se encogió de hombros y luego se ocupó de una de las flores que colgaban de
la pared.

Dash puso sus brazos alrededor de su espalda, y la atrajo lentamente hacia


él. "¿Por qué tan inquieta? ¿Asustada? "

Ella olfateó. "No tengo miedo".

"Entonces, ¿por qué tiemblas?", Le preguntó mientras sus manos se


deslizaron por su vientre para ahuecar la plenitud de sus pechos, levantó un brazo
y lo engancho detrás de su cuello, lo que hizo que la cabeza cayera hacia su
hombro.

Su cálido aliento sopló sobre su cuello, y ella dijo en un grito ahogado, "No
he hecho esto antes".

Él la giró en sus brazos hacia él, alzó su cara hacia él, y le dijo: "Yo no te haré
daño, Caitie. "Ella asintió rápidamente antes de que Dash la levantara y cruzara la
habitación con ella para dejarla sobre las mantas amontonadas frente al fuego.

"Dash", dijo ella, apretando su mano contra su pecho para detenerlo.


"Sí, ángel", le preguntó distraídamente mientras desataba lentamente los
cordones de su vestido, al parecer teniendo un gran placer de alargar el momento.

"Yo no puedo ver tu futuro."

"Sé que no puedes ver el nuestro, eso es una buena cosa, Caitie."

"No" para mí ", protestó ella, pero ella levantó sus brazos cuando él tenía su
vestido suelto para que pudiera sacarlo por sus hombros, luego levantó su trasero
cuando él golpeó su cadera para poder deslizar su vestido por las caderas y echarlo
a un lado, dejándola en nada más que su camisa y medias. ¿Cómo lo había hecho
con tanta rapidez? De inmediato cruzó los brazos sobre el pecho.

"¿Has realizado esto con un montón de mujeres, Dashiel?" Preguntó ella,


mirando su rostro de cerca por una reacción, sus ojos se estrecharon ligeramente.

Él se quedó quieto, sin siquiera tocarla, su mirada ámbar casi tragándola.


"Debes saber, Caitrin, que nunca he hecho esto con nadie".

"No puedo creer lo que me dices, Dash. Tu libro"

Él la detuvo con un dedo en los labios. "Eso no era nada como esto." Se pasó
una mano por el pelo”.

No te enojes conmigo, debería haber mantenido mi gran boca cerrada. "Las


lágrimas pinchaban en la parte posterior de sus párpados.

"No estoy enojado contigo, Cait, tienes una buena razón para tener dudas,
soy un licántropo, eso es suficiente para hacer que cualquier mujer tenga miedo,
lamento no haber hablado de esto antes”.

Él se apoyó en la parte delantera del sofá y extendió sus piernas, luego la


tomó y la coloco en el medio, acunando su frente con su espalda.

"Cierra los ojos", le dijo en voz baja.

Cait los cerró con un suspiro mientras descansaba su cabeza sobre su


hombro y se relajaba en él. "Yo no sé cómo será esto, "admitió finalmente.
"Hay que dejar que algunas cosas simplemente suceden" dijo Dash mientras
sus manos se movieron hasta sus pechos una vez más, sin preámbulos, le
acariciaba los pezones, ella se defendió con un jadeo. "Justo como esto".

Su aliento rozó su oreja.

"Deja de tratar de predecir qué tan bien te amaré, porque, si yo no lo hago


bastante bien la primera vez, planeo hacerlo de nuevo. "Otro golpe en su pezón
hizo que arqueara la espalda. "Y otra vez." Su mano camino por su estómago hacia
los rizos que se encontraban en la unión de sus muslos. "Y otra vez," gruñó cuando
los dedos finalmente se sumergieron en su calor.

La acarició, la sensación no era desagradable, pero no era lo que ella había


esperado. "¿Eso está bien?"

"Sí," ella jadeó cuando un dedo la acarició donde latía su pulso y luego se
deslizaba dentro de ella, ella arqueó la espalda, completamente avergonzada de la
forma en que la hizo reaccionar.

"Así de mojada para mí." Él jadeó con cada respiración.

"¡Dash, por favor!" Exclamó.

"Por favor, ¿qué?". Él bromeó mientras sus dedos se movían en el interior de


ella para acariciarle los pliegues y viceversa.

"¡Yo no puedo más!" Finalmente lloro. "Yo no puedo más ¿qué pasa
después?"

"No te preocupes, ángel, te lo voy a mostrar ", dijo mientras la giró en sus
brazos y comenzó a trabajar con su propia ropa, tirando de su camisa sobre su
cabeza.

Había visto ese pecho antes, pero no lo suficientemente cerca para tocarlo,
extendió una mano vacilante.

Su pecho palpitaba contra sus dedos antes de cerrar su mano alrededor de


él.

"Si me tocas, me desharás, muchacha."


"Pero..." ella protestó.

Él la convenció para levantar los brazos para que pudiera tirar de su camisa
sobre su cabeza, entonces ella se sentó delante de él completamente y totalmente
desnuda, aparte de sus medias de seda con la ligas rosa que Sorcha insistió en que
usara. "¿Debo quitármelas?"

Él negó con la cabeza. "Me gustan. "Le sonrió suavemente.

Su ternura y consideración tocaron su corazón, ella se echó hacia atrás y


extendió los brazos hacia él.

El contacto de su pecho desnudo moviéndose a través de ella mientras él la


cubría era sublime. Se movió debajo de él, instándole a moverse un poco más
rápido. ¿Qué hacía? No tenía ni idea, el detuvo un beso abajo en el lado de su
cuello, y ella llegó a enhebrar sus manos por el pelo.

"Nunca esperé que fueras tan complaciente, Caitie", él bromeó.


"Normalmente eres como el fuego."

"Estoy un poco preocupada bestia." Ella no pudo evitar reírse de él. ¿Era el
tipo de persona que sólo se encontraría debajo de él, incluso si se trataba de su
primera vez? Por supuesto que no. "Pero si insistes... Sácate los pantalones ella le
ordenó”.

"No estoy dispuesto a sacármelos", él se rio, se inclinó para tomar su pezón


en la boca. Ella arqueó la espalda, tirando de su cabello para acercarlo. "Si me los
quito, voy a tener que estar dentro de ti.

Y tú no estás completamente lista. "

"Creo que lo estoy." El hombre hablaba con acertijos, y su cabeza ya estaba


girando con la forma que su áspera lengua erosionaba las sensibles puntas de sus
pechos mientras él iba y venía, de ida y vuelta.

"¿Qué debo hacer?"

"Nada, puedes estar tranquila para poder trabajar”.

"¿Quieta? ¿Quieres que esté tranquila? "


"Puedes hacer todo el ruido que quieras, ángel. Pero, por favor, deja de
hablar. "Su mano recorrió su vientre y se detuvo sobre su montículo, donde le
presionaba y se mecía contra la palma de su mano mientras sus dedos se perdían a
través de su calor.

"Si puedes hacer ruido cuando hago esto", dijo mientras separaba sus
pliegues y tocaba el centro de ella.

Ella se quedó sin aliento y se meció contra él, gritó cuando él movió el
pulgar por el pezón que era su centro de placer, con la boca todavía devorando sus
pechos.

"No estás jugando limpio."

"Nunca dije que lo hiciera." Él levantó brevemente la cabeza para responder.

"Fuera los pantalones, Brimsworth," gruñó ella, el ruido ajeno a sus propios
oídos.

"Como la mujer quiera," susurró.

Final, finalmente él se aliviaría este dolor, por último, él la tomaría y la haría


suya.

Cuando regresó a ella, abrió sus piernas con la rodilla y luego se acomodó
totalmente entre sus muslos, algo caliente y duro presionaba en su lugar más
secreto.

"Nunca he querido nada más de lo que te he querido a ti," le susurró.

"Entonces tómame lobo grande."

"Bruja", gruñó él cuando ella pasó la mano por su pecho.

"Dices eso como si fuera un insulto."

Apenas podía respirar la última palabra ya que sondeaba su centro,


presionándose con ella insistentemente.

"Eso es todo, Caitie, dime cuando estés lista. "Se mantenía por encima de
ella, mirando profundamente en sus ojos, sus profundidades ámbar la llamaban.
"Hazme tuya", le suplicó. Entonces él se empujó a sí mismo totalmente en su
interior en un golpe rápido, un breve momento de dolor la sacudió de su bruma
llena de pasión.

"Te amo, Caitie", le dijo él, con la frente tocando la de ella mientras respiraba
con dificultad, quedando completamente inmóvil dentro de ella, sus dedos se
deslizaron entre ellos para que pudiera avivar el fuego dentro de ella.

Arriba, arriba, hasta que ella se dejara llevar, él comenzó a moverse


lentamente dentro de ella, sus movimientos lentos que lo conducían como un loco,
combinada con el movimiento lento y constante de sus dedos.

"No te detengas," le ordenó, tirando con dureza de su cabello para que la


mirara. "Te deseo mi bestia ", ella exclamó.

A sus órdenes, sus trazos se profundizaron, el ritmo aumentó y su


respiración soplaba con mayor dureza a través de su piel, él gruñó, con los brazos
deslizándose debajo de ella mientras apretaba más y más profundo de lo que
nunca había esperado. Hasta que ella comenzó a seguir el ritmo de su cuerpo,
dando un empuje para cada empuje.

La presión para la presión, el placer por el placer.

"¡Dash!" Gritó cuando la pasión se apoderó de ella en una dulce liberación,


empujándola hacia el placer, lleno de promesas que ni siquiera sabía que estaba
allí, siguió todavía revoloteando a su alrededor y luego se calmó para que pudiera
sacar el último poco de placer de él, permaneció dentro de ella por un momento,
sobre ella.

Luego levantó la cabeza y miró hacia abajo sobre ella, secándose el pelo de la
frente sudorosa. Su licántropo trataba de estar tranquilo y complaciente, pero
debajo de todo eso, todavía era un poco salvaje.

"Yo no sé lo que viene después. ¿Lo hacemos de nuevo? "Ella se rio ante la
mirada afligida en su rostro.

Él se rio entre dientes. "Necesito un momento, ángel."

A Cait le gusto el sonido de eso, y ella apoyó la cabeza contra su pecho,


disfrutando de la sensación de sus brazos abrazándola con fuerza.
VEINTIOCHO

Dash rodó debajo de ella y le hizo el amor de nuevo. Trató de tener en


cuenta que esto era nuevo para ella y debería tener cuidado, pero ella tenía otros
planes. Ella le rogó que la tomara más duro y más rápido que antes, y Dash
necesito todo su control para mantener su ferocidad en jaque. Si él la dañaba,
nunca se lo perdonaría.

Su pequeña bruja finalmente pareció saciada y dejó caer la cabeza sobre su


pecho, Dash coloco una manta sobre ella para mantener el frío lejos de ellos
durante la noche. Luego acunó a Caitrin contra él y lanzó un suspiro de alivio
cuando su calor se extendió sobre cada parte de él, él nunca podría llenarse de ella.
Ella era todo lo que siempre había querido y más, todo envuelto en el paquete más
bonito. "Trata de dormir, ángel."

"¿Me estas ordenando de nuevo?" Se cubrió un bostezo con su delicada


mano.

Dash se rio entre dientes. "Yo soy tu amo y señor ahora, Caitrin." Ella le dio
un codazo en la cara, y él rio más fuerte. "Además, vas a necesitar tu fuerza
mañana."

"¿Ah, sí?" Tomo su delicada mano sobre su pecho.

"Mmm", admitió él, apretando su agarre sobre ella. "Puede que no te permita
salir de la cama por una semana."

Caitrin rio suavemente. "No estamos en una cama, Dashiel."

Él sonrió en la oscuridad mientras miraba sus ojos. "Buenas noches,


muchacha."

Dash sabía el momento en que se quedó dormida, cuando su respiración se


hizo rítmica y su cuerpo quedó inerte contra el suyo, cansado como estaba, Dash
no era capaz de quedarse dormido, estaba demasiado sorprendido por su buena
suerte, para el resto de su vida, podría hacer el amor con Caitrin y despertar cada
mañana con ella en sus brazos.

Nunca antes había sido responsable de cualquier persona que no fuese él


mismo, ella era suya, en todo el sentido de la palabra. Y cada suspiro que
pronunciaba, cada vez que respiraba, le fascinaba, no quería perderse ni un
momento de ella.

"Vuelve a casa, Dashiel," ella susurró en su sueño, agarrándolo más fuerte.

Pero él estaba en casa. "Shhh, Caitie, estoy aquí." Le pasó la mano por la
espalda, tranquilizándola.

Cuando ella se relajó, miró alrededor de la casa de Elspeth Westfield, él no


estaba en casa exactamente. Pero donde Caitrin estuviera, él estaría a su lado, y
tenía la sensación de que eso quería decir Edimburgo, su vida estaba aquí, y no
podía imaginar su partida, Dash suspiró. Tal vez debería buscar una casa para
ellos tan pronto como fuese posible, Dash no quería vivir con Angus Macleod. Pero
él no sabía cómo encontrar en la ciudad un buen un lugar propio, tendría que
contratar a un agente por la mañana para iniciar su búsqueda.

El corazón de Caitrin comenzó a acelerarse, lo cual lo distrajo de sus


pensamientos. Entonces su respiración salió rápidamente, y antes de que Dash
pudiera responder, su esposa se sentó de golpe y jadeó como si desesperadamente
necesitara aire.

"Caitrin", le dijo. "Estás bien, estoy aquí. "Envolvió sus brazos alrededor de
ella.

Ella tomó una respiración angustiada y tembló.

"Caitie, ¿qué es?"

Ella negó con la cabeza. "Yo no lo sé".

"¿Estabas soñando?", se preguntó. "¿Es tu amiga de nuevo?"

"No, no era Blaire. "Su corazón empezó a detenerse a un ritmo normal. "Era
un hombre."
"¿Un hombre?" No estaba para nada contento con la perspectiva de los otros
hombres que la visitaban en sus sueños.

"En mi sueño, creo que vi el pasado ", explicó. "¿Pero no sé si está correcto,
mi don es ver el futuro, no las personas o acontecimientos que ya han sucedido”.

"¿Viste el pasado en tu sueño?"

Ella asintió con la cabeza contra su pecho. "El hombre, el anciano", aclaró,
"no tenía polvo en su cabello."

Una intranquilidad comenzó a formarse en la boca del estómago de Dash,


pero él la dejó continuar.

"Él estaba con dolor y..." Se sentó y lo miró directamente a los ojos. “Estaba
llamándote a ti."

Dash cerró los ojos, no quería escuchar nada más.

"Pero ¿por qué estaba llamándote? ¿Sabes quién era? "

Dash tenía una idea bastante buena. "Has sido muy vaga", evadió. "¿Cómo
voy a saber quién era?”

Cait le frunció el ceño. "Tú sabes quién es, puedo oírlo en tu voz. ¿Quién es,
Dash? "

Hizo una mueca cuando él preguntó: "¿Tiene una nariz torcida? ¿Barbilla
fuerte? "

Ella suspiró con alivio. "Sí. ¿Quién era? ¿Qué quiere de ti? Tan extraño es ver
el pasado”.

Dash sacudió la cabeza. "Yo no creo que haya sido el pasado, Caitie, suena
como mi padre Eynsford.".

Una mirada de confusión se instaló en su rostro. "Pero él parecía"

Dash sabía muy bien lo que el hombre parecía. "Como una página de la
última generación", terminó por ella.
"Él todavía llevaba una peluca y polvos en su pelo, él piensa que la moda
actual es indigna y más bien común”.

Caitrin pasó los dedos por su pelo. "Él estaba llamándote, Dash."

"¿No le sorprenderá saber que no estoy en Inglaterra?", Respondió


secamente.

"Yo no sé lo que sucedió entre ustedes dos, pero hay una razón por la que
tuve mi sueño”.

"¿Y por qué es eso?"

"No estoy segura, pero tienes que verlo."

Dash volvió la cabeza y besó la palma de su mano. "Hice mis votos el día
de hoy, Caitie y no te vas a librar de mí tan fácilmente. "

"No quiero alejarme de ti, pero tienes que ir con él, es importante".

"Nada es más importante que tú, yo no te voy a dejar el día después de


nuestra boda y ciertamente no correré al lado de ese miserable".

"Se está muriendo", dijo Cait suavemente.

No fue capaz de cuidar de él durante toda su vida, el marqués lo había


reprendido y lo despreciaba, lo había mantenido bajo llave y maldecido su
existencia. A Dash no le importaba volver a ver al anciano. "No lo suficientemente
pronto."

Ella golpeó el pecho. "Eso es terrible."

"Caitie", empezó a decir, pero ella metió su dedo en el pecho.

"Escúchame, Dashiel Thorpe, tienes que ver al hombre, es importante, pero


no podrás verlo si no vas. "

"No te voy a dejar", insistió Dash. Se había pasado toda su vida necesitando
a alguien que lo entendiera, alguien que se preocupara por él. Cait no había
admitido a amarlo, pero su afecto era lo más cercano que jamás había tenido, y él
no estaba dispuesto a correr hasta el final de Kent para ver al hombre que había
hecho su existencia miserable.

"Me voy contigo", dijo con determinación.

Dash resopló. “Te vi en cada posada durante el camino a aquí, Caitie, no


puedes estar al alrededor de todas esas personas extrañas, no te voy a torturar de
esa manera. No te voy a pedir eso, y yo no tengo ningún deseo de volver a
Eynsford Park, no importa de todos modos. "

"Mientras tu vayas conmigo, voy a estar bien", susurró, tocando sus labios
contra su pecho.

"¡Cait!" Gimió. "No trates de convencerme, no voy a ir".

"Mientras tú me estés tocando, puedo bloquear todas las imágenes", admitió


Caitrin.

Dash se echó hacia atrás y la miró, perfilado por la tenue luz de la chimenea.

"Bloquear las imágenes ". "¿Qué quieres decir con eso?"

"Quiero decir," ella suspiró, "Tu toque es el remedio para el dolor de los
sentimientos de todos esos extraños cuando viajo, no estoy plagada de los futuros
de los que me rodean cuando tú me tocas. "Ella entrelazó sus dedos con los suyos.
"Tenemos que ir a ver al marqués, Dash, de lo contrario yo no soñaría con él."

Ella parecía inquebrantable, y Dash dejó escapar un suspiro, no podía creer


que estuviera obligándolo a hacer esto.

Era verdaderamente un tonto enamorado por tan solo considerarlo.

"No me puedo imaginar lo que vamos a ganar con esto."

Cait sacudió la cabeza. "Sea lo que sea será revelado." Entonces ella sonrió.
"Oh, y si calculamos correctamente, nos encontraremos a Elspeth y a Benjamín en
el camino, ellos sólo han empezado su viaje."

Maravilloso, un hermano Westfield y su padre en el mismo viaje, Dash ni


siquiera intentó detener el gruñido que escapó de él.
Caitrin parecía estar envuelta en un capullo oscuro que la abarcaba con
calor, la sensación era completamente desconocida como a menudo hacía tanto frío
en Escocia. Ella suspiró, perfectamente contenta de quedarse envuelta así para
siempre.

"Caitie." Ella oyó su nombre de tan lejos. "Caitie." Escucho la voz de Dash de
repente mucho más fuerte, junto a su oído.

"¿Hmm?" Ella dijo perezosamente.

"Haces pequeños sonidos muy encantadores cuando duermes, ángel ", él se


rio entre dientes.

Ella parpadeó con los ojos abiertos para encontrarse mirando el esculpido
pecho de su marido, ligeramente espolvoreados con el pelo de color oro, Cait
sonrió mientras los recuerdos de la noche anterior brillaban en su mente, y ella no
podía recordar ser tan feliz, ella le dio un beso en la clavícula.

"Buenos días, mi Lord."

Los dedos de Dash realizaron círculos en su espalda.

"Buenos días, mi Lady. ¿Cómo has dormido? "

Cait levantó la cabeza para mirarlo. "Eres muy caliente, no creo que tenga
necesidad de una manta nunca más”.

Una sonrisa salió de sus labios, y él la hizo rodar por debajo de él. "¿Estás
sugiriendo que te cubra día y noche?”

Cait rio.

"Eso se puede arreglar, muchacha." Él acaricio con su nariz su cuello,


haciendo que un hormigueo corriera a través de su piel.

"¿Cuánto tiempo podemos permanecer aquí en casa de Westfield?"

"En el momento en que regresamos de Kent, Elspeth ya estará de regreso."

Dash se detuvo, y luego levantó la cabeza y la atravesó con su mirada


ámbar. "No estas realmente hablando en serio, ¿verdad?”
Cait le frunció el ceño. ¿Creía que su poder era algo para tomar a la ligera?
"Por supuesto que hablo en serio, Dashiel, tenemos que salir hoy”.

Frunció el ceño. "¿El día de hoy? Caitie, quiero encontrar un corredor hoy
para que nos ayude a encontrar un hogar propio, y acabamos de terminar un largo
viaje, me gustaría una semana o más para recuperarme de eso, y…”

"Hoy", insistió ella, empujándole el pecho. "Tuve mi sueño anoche, tenemos


que salir para Kent hoy durante el día. "

Él gruñó y se apartó de ella. "No quiero hacer esto, Cait, no quiero viajar
todo el camino a

Eynsford Park y visitar a mi padre, quiero construir nuestra vida aquí y


mirar hacia el futuro”.

Podía oír el dolor en su voz, y su corazón le dolía por él, el marqués debía
ser un hombre horrible, pero su sueño significaba algo y no podía ignorarlo. Su
madre podía haber sido negligente por no mencionar ciertas cosas como que no
sería capaz de ver el futuro de su marido, pero ella había sido muy clara acerca de
seguir sus premoniciones.

Hacer caso omiso tendría terribles circunstancias, Cait no estaba muy segura
de lo que quería decir, pero no había nada en su vida que ella estuviera dispuesta a
poner en riesgo para averiguarlo.

"Tenemos que ir hacia allá, Dash," dijo ella en voz baja. "Me hubiera gustado
quedarme, también, pero mi sueño...”

Él asintió con la cabeza ligeramente en señal de asentimiento. "Si sientes que


es necesario, vamos a viajar hoy”.

Cait se incorporó y echó los brazos alrededor de él, aliviada de que él


entendía la importancia de su poder, ella no pudo evitar sonreír, Dash no sería el
mismo presuntuoso dictatorial que Benjamín Westfield era con Elspeth, él
respetaba su don, quería llorar de alegría.
VEINTINUEVE

Mientras Dash descendía los escalones de la casa Macleod y se acercaba a su


cochero, no podía creer como había accedido a este viaje. El medio de transporte ya
estaba cargado con los baúles de su esposa, Renshaw parecía que estaba dispuesto
a renunciar a su puesto, el pobre hombre había conducido a través de los brutales
vientos y tormentas para llegar aquí, y ahora Dash le hacía dar la vuelta y hacerlo
de nuevo.

Al menos Dash y su novia iban al sur, no habría escoceses arrogantes


tratando de robarle a Cait bajo sus narices, no habría criadas irritantes que hacer
frente en esta ocasión. Esta vez, Dash podía tocar a Caitrin cuando quisiera sin
miedo a ser descubierto.

En el frente de su coche, Sorcha Ferguson y Rhiannon Sinclair se reunieron


en torno a Caitrin, mientras se despedían, mientras su esposa les aseguraba a sus
amigas que no se irían por mucho tiempo, una mano golpeó a Dash en la espalda,
se dio la vuelta para encontrar a Angus Macleod sonriéndole.

“Cuidara de mi niña, ¿verdad, Brimsworth?"

"Con mi vida", aseguró a su suegro.

El viejo escocés le guiñó un ojo. ¿Ella dice que quiere encontrar una casa
para ustedes para cuando vuelvan? "

Dash asintió. "Yo no quiero tomar ventaja de su generosidad, señor."

Angus Macleod echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. "Usted es
un mal mentiroso, muchacho, usted quiere a mi hija toda para usted mismo”.

¿Era tan fácil de leer?


"Yo era de la misma manera con Fiona hace tantos años", continuó Macleod.
"Cuando vuelva, voy a tener un corredor y puede buscar en Edimburgo un hogar
adecuado para ustedes, usted la ama con todo su corazón ¿Verdad?"

"Sí, señor." Dash estrechó la mano de su suegro, entonces miró por encima
del hombro para encontrar Niall Forster que lo observaba con una mirada de leve
diversión.

Dash asintió con la cabeza en dirección al hombre. "Señor, gracias por todos
sus consejos."

Forster se adelantó y negó con la cabeza. "¿A pesar de todo lo que le aconseje
no prestó atención, Dashiel?"

De alguna manera, Dash fue capaz de mantener un gruñido antes de que


escapara de su garganta. El viejo simplemente no lo entendía, Forster se había
criado sabiendo lo que era, aprendiendo a controlarse a sí mismo; Dash no.

Si permitía a la bestia dentro de él tener carta blanca, Caitrin podría estar en


grave peligro. Ningún asunto la amenazaría aunque llamara a la libertad dentro
de, Dash era suficientemente caballero en el exterior para mantener a la bestia a
raya. "Por el contrario, la carrera fue muy refrescante."

El constructor naval bajó la voz, para que sólo pudiera escuchar Dash. "Si
pones atención a lo que he dicho, Dashiel, no hay ningún daño que puedas hacer,
acéptate, abrázate a ti mismo o serás condenado”.

¡Qué pensamiento tan alegre! Dash frunció el ceño al hombre. "Creo que
tengo todo bajo control, señor."

"Sí", comentó Forster. "Ese es el problema, amigo."

Dash no estaba de humor para más palabras de Forster, por lo que se


inclinó, dejándole saber que la conversación había llegado a su fin. " Que
tenga un buen viaje de regreso a Glasgow."

Luego llamó la atención de Caitrin en el frente del coche, donde aún estaba
charlando con sus amigas. "¿Lady Brimsworth, está usted lista?"
Cait le sonrió y salió por el costado del carro, Dash abrió la puerta para su
esposa y la ayudó a subir. Antes de que pudiera subir con ella, sintió que alguien
tiraba de su chaqueta.

Dash se dio la vuelta para encontrar a Sorcha de pie detrás de él, con
lágrimas que se arrastraban por sus mejillas. "Yo me encargo de ella, muchacha,
no hay necesidad de preocuparse, estaremos de vuelta antes de que te des cuenta".

Ignoró el gemido de su cochero ante esas palabras, iba a tener que


aumentarle la paga al hombre si quería mantener sus servicios.

Sorcha se acercó a él y le entregó un ramillete de flores de color púrpura.


"Wisteria", dijo en voz baja. "Es para un viaje seguro."

Dash aceptó las flores y levantó la mano enguantada de Sorcha a los labios.
"Gracias, señorita Ferguson, eso fue muy atento."

Luego se metió en el coche y golpeó en el techo para que Renshaw partiera.

El coche se tambaleó hacia delante y Caitrin se instaló a su lado, apoyando la


cabeza sobre su brazo, su mano aterrizó suavemente en su pecho y suspiró, una
vez se había burlado del amor. Pero, ya no, no tenía duda de su existencia, ya que
casi lo abrumó con cada respiración que tomaba.

"¿Ha pasado mucho tiempo desde que viste por última vez a tu padre?,
Dash", preguntó en voz baja mientras sus dedos comenzaron a moverse
lentamente sobre su pecho.

"Lo suficiente."

"Espero que siga vivo cuando lleguemos allí, me gustaría conocer al hombre
que ha hecho tu vida tan miserable”.

"¿Planeas hervirlo en aceite, ángel?" Él no pudo evitar reírse de la imagen.


"O ¿envenenarlo con una de tus pociones?"

Cait suspiró con tristeza.

Él le dio un codazo suave. "¿Qué sucede?"


"No dejo de pensar cuan solitario debe estar. ¿Nunca se volvió a casar
después de que tu madre muriera? "

"Ninguna mujer de mente sana se casaría con él." Tomó a un pedazo de


pelusa imaginaria del pantalón de su pierna.

"Tu madre se casó con él."

"Ella también se dejó seducir por un licántropo, su situación mental es


todavía desconocida para mí".

Ella le dio un puñetazo en el hombro y se sentó, con la boca bien abierta con
indignación. "¿Cómo puedes decir tal cosa?" Ella se quedó sin aliento.

"Oh, vamos, Caitie," dijo, tratando de calmarla mientras se alejaba a sí


misma de él por completo.

"No quise decir eso", finalmente él dijo, aunque no tenía ni idea de por qué
ella estaba tan disgustada con él, Cait no le hizo caso y se quedó mirando por la
ventana opuesta.

"¿Qué he hecho?" Preguntó finalmente cuando el silencio se hizo


ensordecedor.

"Nada." Dijo ella mientras se daba vuelta.

"Ángel", él comenzó.

"No me digas ángel, Dashiel Thorpe, si piensas insultarme y luego esperas


que caiga directo a tus brazos sólo porque eres encantador estas muy equivocado".

"¿Cuándo te he insultado?" Malditas mujeres, nunca se les entiende.

"Tu dijiste que el estado mental de tu madre estaba en duda, porque se dejó
seducir por una bestia". Ella levantó una ceja y luego pasó la mirada por el cuerpo
de él.

"Oh." Él suspiró fuertemente. "No me refiero a ti, Caitie, tú no tenías


oportunidad contra mi encanto. "Él la miró por el rabillo del ojo.
Una sonrisa tiró de las comisuras de su boca, a pesar de que luchó, luego ella
tiró del cuello de su vestido, dejando al descubierto su hombro. "¿Podía luchar
contra tu mordedura? Una vez que enterraste tus dientes en mí ya estaba hecho y
no es como si tuviera muchas opciones ¿verdad?"

"Oh, tenías varias opciones, podrías haber elegido a MacQuarrie, podías


haber seguido adelante. "Él la tomo en brazos y la coloco en su regazo, a pesar de
sus luchas. Él bajó la voz. "Pero no lo hiciste, debido a que me amas, incluso si digo
las cosas mal a veces y sea completamente inapropiado".

Ella dejó de moverse en su regazo, gracias a Dios. Si su trasero se hubiese


meneado contra de él una vez más, la bestia habría estado bajo sus faldas, aunque
ella estuviera enfadada con él.

"Eres un patán", dijo mientras se calmaba y apoyaba la cabeza contra su


pecho.

"Lo sé, lo siento. "Ella le dejó que le cepillara el pelo de la frente.


"Perdóname".

¿Perdonarlo? ¿Y que el muy patán se quitara esto tan fácilmente? No con


mucha probabilidad.

"Quizás mañana", dijo ella, incapaz de detener la risa que estalló.

"¿Tienes alguna predicción sobre lo que va a ocurrir cuando lleguemos a


Kent?" Su frente se vio empañada por la concentración.

"Yo no puedo ver el futuro que te concierne." Si tan sólo pudiera, podría
hacer esto mucho más fácil para los dos. "¿Estas preocupado?"

"No nos separamos en buenos términos, ángel, mi padre probablemente


detesta mi sola presencia, al igual que lo ha hecho todos los días desde que nací".

"Eso no tiene sentido con lo que vi en mi sueño, Dash. Él te necesita,


solamente no entiendo porque".

El la coloco más cerca de él, y ella estaba contenta con que solamente la
abrazara durante un tiempo mientras colocaba la cabeza debajo de su barbilla.
"Él sabe que yo no soy su hijo," dijo Dash finalmente en voz baja. "Él mismo
me lo dijo, no le creía en ese momento, pensé que era su decepción la que hablaba.

"¿Él sabe quién es tu verdadero padre?"

El hizo que su cabeza se moviera de lado a lado mientras respondía. "No, y


si lo sabe, no me lo dijo".

"¿No quieres saber?"

Él se encogió de hombros.

"Por supuesto que quieres", ella murmuró.

"Sería bueno saber," dijo finalmente, aunque nunca había pensado mucho en
ello. ¿De qué sirve saber esto ahora? "Pero si no fuese importante, yo no estaría
haciendo este viaje, si no fuera por ti". Él le dio un codazo juguetonamente a ella.

"Las cosas que hago por amor."

"Sólo estas esperando para colocarte bajo mis faldas de nuevo," dijo ella,
sintiendo como el color subía por su rostro mientras él reaccionaba ante su
comentario, ella tomó su barbilla con la mano y le dio un beso rápido.

"No trates de distraerme con tus besos, ángel," gruñó. "Me gusta la idea, la
que acabas de tener, vamos a volver a eso".

"Eres incorregible." Pero, a decir verdad, le gustaba ser una con él, le gustaba
su cercanía.

Tenerlo dentro de ella era más de lo que nunca había soñado que sería. "No
podemos hacer esto en un coche".

Él la miró con las cejas levantadas. "¿Y por qué no?" Él dejo caer su voz "Te
puedo tomar donde yo quiera."

Cait podía sentir la loca carrera de su pulso y sabía que él podía escucharlo,
y también uno en la unión de sus muslos comenzó a golpear también. El hombre
sólo tenía que hablar de tomarla, y ella se calentaba como el fuego alimentado en
un frío día de invierno.
"Me encanta la forma en que reaccionas para mí", él murmuró mientras la
levantaba y colocaba cada pierna a un lado de él para colocarla a horcajadas sobre
su regazo, sus manos ahuecaron su trasero, atrayéndola tan cerca que ella podía
sentir la protuberancia de él contra su muslo.

"No puedo hacerlo así," ella susurró, ligeramente escandalizada, pero muy
excitada al mismo tiempo, Dash la distrajo hablando mientras él aflojaba el corpiño
de su vestido. "Podemos hacerlo en cualquier lugar, ángel, podemos hacerlo de
pie. "¿Podrían?” “Podemos hacerlo acostados."

Ella asintió con la cabeza, cada vez más distraída mientras él tiraba
hábilmente de su corpiño hacia abajo y dejaba al descubierto sus pechos al fresco
aire, las cimas de sus pechos se endurecieron de inmediato. "Y podemos hacerlo en
un coche."

"Sí, estoy empezando a darme cuenta de eso", ella dijo casi sin aliento
mientras levantaba su pecho a la boca y lentamente tiraba de la cima hacia el
interior, sin apartar los ojos de ella. Ella avanzó poco a poco en su regazo, tratando
de conseguir estar un poco más cerca de él.

"Fácil", dijo él rápidamente, cuando ella hizo un mal movimiento.

"Lo siento, me refiero que no quiero hacerte daño".

"Es un dolor delicioso, ángel, no te preocupes. Tratando de mantener a la


bestia bajo control. "Él se desabrochó los pantalones y se deleitó con la piel suave
que cubría su dureza contra su muslo.

"Suave", ella preguntó.

"¿Perdón?", Su cabeza se levantó. "Ángel, no hay nada suave en mí en este


momento," él se rio entre dientes.

"¿Puedo tocarte?" De repente estaba curiosa por ver y sentir la parte de él


que la llenaba tan bien.

Él levantó las manos detrás de la cabeza y se recostó contra los cojines.


"Puedes tocarme donde quieras de todos modos me gusta. "Una sonrisa traviesa
jugo alrededor de su boca.
Cait se puso cómoda para poner suficiente espacio entre ellos para que ella
pudiera tenerlo en su mano, él soltó una respiración rápida, y ella lo soltó aún más
rápido. "¿Te he hecho daño?"

"Ese fue un suspiro de placer, no de dolor, pero no estoy seguro de cuánto


más placer puedo tomar, para ser honesto. ¿Podríamos terminar esta exploración
más tarde?"

Sus manos se deslizaron de nuevo por debajo de la falda para que pudiera
acariciar su trasero desnudo y tirar de ella hacia adelante, donde ella descansaba
sobre él. Luego le dio un codazo en su centro, amasando su trasero mientras tiraba
de ella y la llenaba de un golpe rápido.

Cait levantó sus brazos alrededor de su cuello y le permitió llevar su danza,


subiendo y cayendo mientras la levantaba y la bajaba con sus manos sobre sus
caderas, una mirada muy curiosa cruzó su rostro mientras se acercaba al ápice de
su placer y lo miró a los ojos. Su mano se deslizó entre ellos y la llevo a las alturas.

Ella estuvo encima de él durante algunos momentos preciosos, su corazón se


apretó contra él, luego ella se incorporó y tiro hacia atrás su camisa en el cuello.
"Llevas la marca de la bestia."

Él miró hacia abajo para ver lo que ella se refería. "¿Mi marca de
nacimiento?"

"Sí, es como la de Elspeth, la he visto toda mi vida. ¿Ves cómo está formada
como la luna?"

"Nunca le he prestado mucha atención a eso", dijo, él quitando sus manos


suavemente.

"puedo hacer esto", protestó ella, inclinándose para poner sus labios sobre su
marca. "Me gusta, sin embargo, otros pueden decir que estoy loca por amar a un
licántropo, "ella se rio contra su cuello, donde se inclinó y le dio un beso rápido.

"Oí eso," él gruñó.

"Quiero decir, porque pude escucharlo."


TREINTA

"¡Están allí!" Cait casi gritó mientras miraba por la ventanilla del coche en la
posada del violín y el gato.

Dash suspiró, durante la última semana, él había visto a su esposa ponerse


más entusiasmada ante la perspectiva de reunirse con Elspeth Westfield, ahora, al
parecer, el tiempo estaba sobre ellos.

"¿Y estás segura de que están aquí?", preguntó Dash, él no tomaría la misma
alegría que ella, pero él no estaba ansioso por reunirse de nuevo con Benjamín
Westfield, ni con su esposa. Él no había sido exactamente un huésped bienvenido
cuando se habían visto anteriormente.

"Por supuesto, que estoy segura, mira, allí está el coche de Benjamín".

Dash se asomó por la ventana, efectivamente, allí en el patio contra el sol


poniente, el emblema de los Westfield estaba estampado en el lateral del carro, un
lobo orgulloso, de color dorado y azul. "Parece que verdaderamente están aquí”.

Ella ahuecó su mandíbula en sus manos. "No te preocupes, estoy segura de


que se han olvidado de todo ese asunto con la abducción de Lord William y... "

Algo que él dudaba, Dash se estremeció, no había sido su mejor momento.


Los Westfields eran un grupo leal, él no era parte de su manada, y nunca lo sería.

Sin embargo, él no era un cobarde, empujó para abrir la puerta del coche y
ayudó a Cait a bajar del carruaje, al acercarse a la taberna, Dash serpenteaba su
brazo alrededor de su cintura.

Abrió la puerta y dirigió a Caitrin hacia el umbral, luego se lanzó hacia él el


posadero tan rápido que perdió el control sobre ella, Cait se echó hacia atrás y
Dash se precipitó hacia adelante, colocando su mano en su espalda, con la
esperanza de quitarle su dolor. Mientras él la tocaba, ella no sería asaltada por los
futuros de desconocidos.

Ella tomo aliento y luego levantó la vista hacia él. "Es mi culpa, no estaba
pensando."

"Estaba muy emocionada." Dash enganchó su brazo con el suyo, decidido a


que no sucediera de nuevo, el verla con angustia le desgarró el corazón. Era una
cuestión de orgullo para él que él, y sólo él, podía mantener las imágenes no
deseadas fuera de su cabeza. Destinos predeterminados, si no era un creyente
antes, sin duda lo era ahora.

Dirigió a su esposa hacia el esbelto, posadero que se encontraba detrás de la


barra.

Dash asintió con la cabeza en señal de saludo.

"Mi esposa y yo requerimos alojamiento, señor."

"Por supuesto", respondió el hombre.

"Y creo que mis amigos están aquí también", Caitrin interrumpió: "Lord
Benjamín Westfield y Lady Elspeth".

El hombre se rascó la barbilla. "En efecto, señora, su señoría ha reservado


uno de los comedores privados esta noche”.

Caitrin casi resplandeció. "¿Cuál, señor?"

Pero no había necesidad de preguntar, Benjamín Westfield tenía un oído que


igualaba al de Dash, y el sonido de su nombre, obviamente, lo había escuchado con
su poderoso oído. El licántropo se presentaba al final de la taberna, con la puerta
del comedor privado abierta en una mano.

"Caitrin Macleod", él preguntó, aunque sus ojos color avellana se nivelaron


sobre Dash. "¿Qué estás haciendo aquí, muchacha?"

Cait comenzó a moverse hacia el hombre, pero Dash mantuvo su dominio


sobre ella esta vez. "Cuidado, ángel," le susurró a ella.
Westfield captó sus palabras, Dash podría decirlo por la forma en que su
ceño se frunció un segundo después, Cait miró a Dash, a continuación, miro al otro
lado de la taberna en dirección del otro licántropo.

Un momento después, Elspeth Westfield asomó la cabeza en la taberna, sus


rizos ardientes se balanceaban en cada movimiento, y su rostro se iluminó de
alegría. "¡Cait!"

La pelirroja embarazada se lanzó desde la habitación y echó los brazos


alrededor del cuello de Caitrin. "¡Dios del cielo! Eres la última persona que
esperaba ver aquí. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué huiste de Westfield Hall en
medio de la noche? ¿Y qué...? "Sus ojos verdes finalmente aterrizaron en Dash.
"Lord Brimsworth."

"Lady Elspeth," dijo suavemente. "Qué bueno verle de nuevo, Cait estaba
segura de que la encontraríamos aquí”.

Lady Elspeth parpadeó, aparentemente perpleja por las palabras, sin


embargo, esa indisposición no afligió a su marido que cruzó el piso en unas pocas
zancadas para dejar caer una mano protectora en el hombro de su esposa. "Quizás
se nos debiera unir para la cena, sugirió Lord Benjamín.

Cait apretó la mano de Dash, y no importaba lo incómodo que se sentía en


ese momento, el amor y él afecto de su gesto le calentó el corazón. "Gracias,
Westfield, Lady Brimsworth y yo estamos bastantes cansados de nuestro viaje".

No estaba seguro de quien fue más fuerte el grito, si fue de Lord Benjamín o
su esposa. Cuando lady Elspeth se recuperó de la impresión ella rápidamente besó
las mejillas a Caitrin. "Bueno, ¡enhorabuena! Deben unirse con nosotros.

“Eso suena como si tuvieran un cuento que contar”.

Como Cait miró fijamente a través de la mesa a su mejor amiga en el mundo,


esperaba con todas sus fuerzas que Elspeth y Ben encontrarían una forma de
aceptar a Dash. Como miembros del COIG, ellos estarían en la vida de los otros,
hasta el fin de los tiempos, sería mejor para todos si se llevaran bien.
"Entonces," comenzó Benjamín mientras empujaba una copa de vino hacia
Dash, "¿te has casado con Caitrin?"

Vio que su marido asintió y tomó nota de la contracción muscular en su


mandíbula. "Tuve la suerte de convencer Caitrin de aceptar mi propuesta."

"¿Cuando sucedió esto?" Preguntó Elspeth, moviendo nerviosamente la


comida por el plato.

"Ustedes deben comer," Caitrin le recordó.

Su amiga negó con la cabeza. "Más tarde, quiero oír todo sobre él".

"Bueno," comenzó a Cait, "nos encontramos en Westfield Hall, y luego Dash


y yo nos conocimos en el camino a Escocia.

Cuando llegué a casa, él me convenció."

Elspeth nunca aceptaría la versión de los hechos, pero espero que no la


cuestionara con los hombres presentes, más tarde, cuando estuvieran a solas, Cait
le confiaría todo a su amiga, el resto de las brujas sabía la verdad, de todos modos.

"El comandante dijo que te había enviado a Glasgow", dijo Ben,


entrecerrando los ojos en Dash.

"Él lo hizo, el Sr. Forster me acompañó a Edimburgo, no es que sea de tu


incumbencia", su marido gruñó.

Elspeth puso una mano sobre Ben. "Está claro que Cait es feliz, sólo debemos
desearles lo mejor".

Ben Westfield refunfuñó algo en voz baja, pero Cait estaba segura de que no
eran sus mejores deseos.

Ella ignoró al marido de su amiga, como solía hacer.

"Extremadamente felices", ella confirmó, sonriendo a Elspeth. "De hecho,


estamos en nuestro camino para visitar al padre de Dash en Kent".

Cuando terminaron de cenar, Elspeth rodeó la mesa y apretó el hombro de


Cait. "¿Quieres salir a caminar conmigo?"
Así ella podría llegar a la verdad, Cait sintió a Dash tensarse a su lado, y ella
le dedicó una sonrisa. "Voy a estar bien, mientras nos alejemos de la posada, las
visiones me molestaran menos".

Él dejó escapar un suspiro. "Ten cuidado, ¿de acuerdo?"

Cait asintió, Dash deslizó sus brazos alrededor de su cintura y le dio un beso
en la frente. "Te quiero."

"Yo te quiero, también, volveremos pronto".

Cait siguió a Elspeth través de la taberna por la puerta principal del edificio.
La parte de que era muy feliz de ver a su hermana bruja peleó con el lado que
mantenía lealtad a Dashiel.

"¿Por qué te está mirando tan preocupado?" dijo Elspeth distraídamente


mientras ella se puso a caminar a su lado.

"Elspeth," comenzó Cait, entonces se detuvo y sacudió la cabeza. "Él no


aprueba lo que hago"

"Yo no era consciente que teníamos que tener la aprobación de los cónyuges,
Cait." Los ojos de la bruja pelirroja bailaron con algo que Cait no podía identificar,
pero posiblemente había un poco de complacencia en su mirada. "Recuerdo
vagamente que te opusiste a mi matrimonio con Ben, hiciste que Rhiannon
sacudiera la ciudad con una tormenta furiosa. "Entonces ella se rio y rompió la
tensión. "Pero, al menos, tuviste la oportunidad para ir a mi matrimonio, yo no
puedo decir lo mismo del tuyo. “Tú eres mi mejor amiga”.

"No hubo tiempo" Cait murmuró, con la esperanza de que Elspeth lo


entendería.

"¿Por qué no? ¿Cuál es la prisa? "

"¿Cuál era la prisa con Benjamín y contigo?" Cait le lanzó una mirada
significativa.

"Me había arruinado, si no te acuerdas correctamente."

Cait sólo levantó las cejas hacia ella y puso las manos en las caderas.
Elspeth prendió inmediatamente. "¿Te arruino? ¿Fue a propósito? Siempre
he sospechado que Ben me arruino a propósito. "Ella se echó a reír.

"A Westfield nunca le importó si te arruinaba o no, él simplemente te


quería".

"No más de lo que yo lo quería a él ", dijo Elspeth suavemente, una leve
sonrisa apareció en su rostro. "Sin embargo, Ben y Brimsworth no se encuentran
cortados por la misma tijera".

Elspeth debe haber visto la furia que gritaba en el cuerpo de Cait con ese
comentario porque se apresuró a añadir: "Aunque no me atrevería a juzgarlo
porque no he pasado mucho tiempo con él."

La comparación de Benjamín Westfield a Dashiel Thorpe era como comparar


manzanas con naranjas.

"¿Por qué dejaste Westfield Hall en medio de la noche sin siquiera mirar
atrás?"

Ahora, ella llegaba al punto es cuestión. "Es una larga historia", dijo ella.

"Entonces debes comenzar con el principio."

"Conocí a Dash", se encogió de hombros Cait. "El resto de ustedes estaban",


le dirigió una mirada a Elspeth, “en el bosque”. No había nadie más alrededor y
nos acabamos topando en el interior de la casa".

"¿Y fue amor a primera vista?"

Más como amor a la primera mordida, Cait no respondió y siguió


caminando.

"¿Qué paso, Cait?" Elspeth preguntó en voz baja. "Siempre asumí que Alec..."

Cait suspiró. "Tú sabes que Alec MacQuarrie y yo no estábamos destinados


a estar juntos."

“Sí. Lo dijiste, pero nunca he entendido por qué, él hombre ha estado


enamorado de ti toda su vida.
"No lo veía conmigo."

"No porque no lo hayas visto en tu futuro, no significa que no sucederá, sólo


porque no vieras específicamente a ustedes dos con un niño o dos no significa que
no sucedería. Yo espero que la falta de una visión no te haya llevado a una boda
con el hombre equivocado".

El hombre equivocado, Cait hizo una mueca. Sería bueno si Elspeth tuviera
un poco de fe en ella. Sin embargo, su amiga la conocía mejor que nadie en el
mundo, y Cait no podía mentirle. "Vi a Alec con otra persona.

Y estaban tan felices, no tenía más remedio que dejarlo ir".

Elspeth se quedó sin aliento. "¿Con quién estaba?"

"Yo no puedo decirte," gimió Cait. "Podrías cambiar los acontecimientos en


el futuro, no puedo correr el riesgo."

"¿Podías verte a ti misma con Dashiel Thorpe en el futuro?"

"No." Cait dio la vuelta y sacó un tallo alto de la hierba de donde


anduvieron. "No puedo ver ningún futuro con él en absoluto."

"Oh, Cait," suspiró tristemente Elspeth.

"No es" lo que piensas ", explicó. "Mi madre no podía ver a mi padre,
tampoco."

"¿En serio?"

"Sí, de verdad, es el camino de las cosas, dice mi padre, ya sabes que sucede
conmigo, soy asaltada por cada futuro que existe, y él solamente debe tocarme
para aclarar mi mente, por lo que me siento más tranquila que antes”

Su amiga tomo las manos entre las suyas y las apretó. "Está bien, te lo digo
yo, es adecuado para mí".

Elspeth le devolvió el apretón. "El conde tiene un poco de pasado, y eso me


preocupa, pero si puedes ser feliz con él, voy a estar feliz por los dos".

Cait tiró a Elspeth cerca para un abrazo.


"Estoy muy contenta de que me haya reclamado," suspiró Cait.

Elspeth se quedó helada. "¿Por qué piensas que te reclamó como suya? No
hemos tenido una luna llena desde la noche que dejaste Westfield Hall.

¿Cómo podría haberte reclamado? "


TREINTA Y UNO

Dashiel Thorpe nunca había estado tan incómodo en su vida como cuando
estuvo sentado en la mesa de Benjamín Westfield. La sagaz mirada avellana del
hombre lo observo de arriba abajo, el pelo en la parte posterior del cuello de Dash
se erizo.

"La señorita Macleod significa mucho para mi esposa, Brimsworth," el


hombre finalmente se lo dijo mientras levantaba un vaso de whisky a los labios.

"¿Te refieres a mi condesa?, ¿no? Ella no es más Macleod, pero Lady


Brimsworth le agradecería si usted recordara eso."

Dash sabía que estaba actuando un poco exageradamente, pero él era un


conde, después de todo, si alguien tenía el derecho para comportarse de tal
manera, ese era él.

"Es algo muy difícil para mí conciliarlo en mi mente, mis disculpas ", dijo
Westfield mientras miraba hacia Dash y llenaba su vaso.

"Aceptado", gruñó Dash.

Westfield respiró profundo. "Yo tengo que decirle, que parece un hombre
cambiado, tal vez ella es buena para ti".

"No estoy seguro de lo que quieres decir." Aunque Dash tenía una idea
bastante buena, pero sólo quería escuchar al hombre decirlo.

"Tal vez Caitrin saca lo mejor de ti," Westfield le aclaró. "Usted ha perdido
un poco el salvajismo que tenía, como cuando un perro persigue a un zorro, no del
todo, que conste, pero un poco".
"Es difícil sacudirse el perro, ¿no es así, Westfield? En particular, cuando
nacemos con él en nosotros, ya sea lo queramos o no."

"¿Lo queramos o no?" dijo Lord Benjamín. "Eso suena como si hubieras
aceptado quién eres".

El hombre parecía Niall Forster, y Dash no estaba ansioso por escuchar de


nuevo la forma en cómo debía abarcar la bestia dentro de él. Él bebió el resto de su
bebida en un gran trago y empujó el vaso hacia Westfield para una recarga. "Yo
soy un licántropo, como usted, no hay nada más que discutir".

Benjamín Westfield se erizó visiblemente. "Bueno, no todos los licántropos


son iguales, obviamente."

Antes de que Dash pudiera responder a ese comentario bastante poco


halagüeño, Lady Elspeth ingreso en el comedor privado, con Cait que la seguía de
cerca y que la llamaba.

"Elspeth, espera", su encantadora esposa le suplicaba.

Al oír el tormento de su voz de inmediato se puso en pie. "¿Qué es, Caitie?"

Elspeth voló por la habitación a los brazos de Westfield, y luego dijo con
vehemencia: "Creo que lo hizo, Ben, él la reclamo la última noche, la noche de la
luna llena. La reclamo después de conocerla por no más de unos pocos minutos".

"¿Quieres decir que...?" Westfield dejó que sus palabras se apagaran,


mientras sus ojos color avellana adquirieron un brillo asesino.

"Sí, él la reclamó."

"Maldita sea," Dash murmuró antes de empujar a Cait con seguridad a un


lado antes de que tomara el primer golpe que Westfield arrojó sobre su barbilla. Él
chocó contra el aparador, y la pieza del mueble se astillo por la fuerza de ese golpe
trascendental.

El jadeo de Cait hizo eco en sus oídos.

Dash se quedó allí por un momento, frotándose la mandíbula, como


Licántropo enfurecido lo miró. Luego dijo: "Estoy seguro de que me lo merecía,
Westfield." Él se puso de pie mientras Cait iba a evaluar sus lesiones.
Él miró a su atacante sin pestañear y gruñó: "No siempre he sido un hombre
de honor, pero si vuelves a hacer eso, voy a hacer mi mejor esfuerzo para
aplastarte”.

"No puedo creer que hayas hecho esto, Elspeth," Cait le dijo a su amiga.

Dash puso su brazo alrededor de los hombros de Cait y la atrajo hacia él.
"Está bien, tenía que recibir uno, ángel."

"No tenía derecho para golpearte así", insistió Cait, poniéndose de puntillas
para besar a un lado de su mandíbula, que ya estaba sanando.

"Sí, tenía derecho, ángel. "Una sonrisa tiró de las comisuras de su boca. "Él
tiene el honor en su mente, pero creo que él está pensando que te reclame de una
manera un poco diferente de la que en realidad lo hice."

"No sé qué quieres decir." Ella parpadeó hacia él.

Él la besó en la frente.

Dash dirigió a Westfield un comentario en voz baja que sólo otro par de
oídos licántropos podía oír. "Yo no lo hice hasta que me casé con ella."

"Entonces, ¿qué hiciste?" El hombre parecía totalmente desconcertado.

"Yo la reclamé como mi compañera licántropa, sin ninguno de los beneficios.

"Él arqueó las cejas ante el hombre, aun hablando en voz baja.

Los ojos de Westfield se abrieron por la sorpresa, y se veía un poco enfermo.


"Yo no sabía que se podía hacer eso."

"Yo tampoco", Dash se rio entre dientes. "Pero tuve suerte." Acerco a Cait de
nuevo y dejó caer un beso en su cabello, apretándola con fuerza. "Así que tuvimos
suerte", dijo finalmente con una voz para que ella oyera.

Ella simplemente le acarició la mandíbula, el amor por él brilla en sus ojos


azules.

"Yo no entiendo", dijo Elspeth, sus ojos que destellaban fuego, Westfield
probablemente tenía las manos llenas con esa pequeña pelirroja.
"Te lo explicare, después," su marido respondió mientras le ofrecía una silla
a ella en la mesa, entonces el rostro del hombre se iluminó y se frotaba la barbilla.
"Esto realmente es muy apropiado, en realidad."

Dash hizo lo mismo, manteniendo el asiento de Cait para ella, luego se dejó
caer en su silla mientras Benjamín Westfield le pasó la botella de whisky. "Gracias."

El otro licántropo sonrió como si disfrutara de una broma privada. "Usted


sabe que su esposa ha tenido un deleite especial antagonizando conmigo",
preguntó Westfield. "Me ha llamado perro, sabueso y perro callejero, entre las
cosas más desagradables".

Cait se tensó a su lado. "Sí, y en su caso, Benjamín, son todas muy precisas."

Westfield inclinó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada, voy a disfrutar
completamente viendo cómo lleva a cabo esta obra. "Movió la mano, haciendo un
gesto para abarcar tanto a Dash como a Cait. "¿Supongo que ella lo obligo a residir
en Edimburgo?"

Dash sacudió la cabeza. "Caitie no ha hecho ninguna demanda sobre mí." No


es que no lo hubiera hecho si lo pidiese.

Los ojos de Westfield se agrandaron. "¿En serio?"

Caitrin se inclinó hacia delante, nivelando a la mirada del hombre. "Dashiel


no necesitaba convencimiento, nunca se le ocurriría hablar de mi aquelarre, a
diferencia de cualquier otro mestizo pulguiento que pudiera hablar".

"Ah, sí." Westfield dirigió su atención a Dash. "Creo Caitrin te castigará más
de lo que mi hermano nunca podría haber esperado”.

Dash apretó la mano de Cait. "No encuentro el matrimonio con mi hermosa


bruja un castigo más bien como un premio que no merezco".

La mirada de preocupación en el rostro de la señora Elspeth se desvaneció, y


ella realmente le sonrió. "En ese caso, Lord Brimsworth, bienvenido a nuestro
círculo”.

Dash le guiñó un ojo. "Mucho mejor que la bienvenida que recibí de la


señorita Sinclair".
Cait suspiró dramáticamente. "Rhi lo sorprendió, justo en el centro de la
iglesia. ¿Puedes creer eso? "

Westfield asintió. "Tienes suerte de que eso es todo lo que tienes, yo fui
atacado por una hiedra muy decidida, mi coche fue destruido por un rayo, y bolas
de fuego fueron arrojadas a mi cabeza".

"Por favor." Los ojos azules de Cait brillaron con malicia. "Fue una bola de
fuego, Benjamín, tú ya no eres un niño".

Era el turno de Dash de reír....

Era difícil no unirse a la risa de Dash, aunque Caitrin logró ocultar su


sonrisa, molestar a Benjamín Westfield era una de sus actividades favoritas, pero la
bola de fuego la había hecho pensar en Blaire.

Miró al otro lado de la mesa a Elspeth. "¿Cuando llegues a casa, puedes ir a


ver a Blaire?"

"¿Está enferma?"

La leve molestia en la mirada en el rostro de Benjamín se convirtió


rápidamente en un ceño fruncido, y Cait le hubiera gustado tener el poder de
lanzar bolas de fuego ella misma. Si una de sus hermanas brujas estaba enferma,
Elspeth la querría curar, sin embargo, su molesto esposo trataría de impedírselo.
Además, no se le habría dado el poder de curar a Elspeth si no iba a usarlo.

"Ella no está enferma". Ella envió a Benjamín una mirada mordaz. "Yo no la
he visto, estaba en algún castillo en las montañas cuando nos fuimos, una
monstruosidad que al parecer Aiden heredó, de todas formas, he tenido una serie
de visiones atemorizantes sobre ella, por lo que el Sr. MacQuarrie fue a ver como
estaba por mí."

Elspeth se inclinó hacia delante, de inmediato. "¿Visiones atemorizantes?"

Cait asintió. "Fue como si algo, algún mal la estuviera cazando, para mí él
no se siente como un hombre regular, no hay vida en él. "Ella se rio de sí misma.
"Estoy sonando como una loca, pero yo no sé cómo explicarlo mejor que eso. "

"Alec MacQuarrie fue tras ella", preguntó Benjamín.


Cait ignoró el gruñido que provenía de su esposo ante la mención del
nombre de Alec. "Sí."

"Bueno, estoy seguro de que estará bien, entonces," le aseguró Ben.

"No hay un hombre más honorable para que la encuentre".

Dash se levantó de su asiento, al parecer la charla de Alec MacQuarrie no lo


dejo demasiado bien. "Bueno, ha sido un día muy largo, es agradable ponerse al
día con usted, Westfield, Lady Elspeth".

Caitrin lentamente se levantó también y enganchó su brazo con Dash. "Estoy


muy cansada." Miró al otro lado de la mesa a Elspeth. "Te veré en la mañana."

Tan pronto como recuperaron la llave del posadero, Dash dirigió a Cait por
las escaleras hacia su habitación.

Sus ojos color ámbar se clavaron en ella mientras giraba la llave en la


cerradura.

Ella entró en la habitación con la mano de Dash en su cintura, había sido


muy cuidadoso de no dejar que ninguna visión invadiera su mente, por lo que ella
estaba muy agradecida.

"Parecía como una especie de acuerdo, alabando las muchas virtudes de


Alec MacQuarrie."

Él cerró la puerta detrás de ellos.

Cait se levantó de puntillas para darle un beso en su mandíbula. "No hay


necesidad de que estés celoso, Dash.

“Mi corazón es tuyo".

Él deslizó sus brazos alrededor de ella y la atrajo hacia su dureza. "Yo no


pienso renunciar nunca hacia ti. "Sus labios descendieron sobre los de ella.

"Yo sé que lo quieres de vuelta, y me obligarás a tratarlo", dijo cuándo sus


labios dejaron de arrastrarse por un lado de su cuello.
"Descarada pequeña bruja", Murmuró mientras sus dedos se pusieron a
trabajar en los cierres de su vestido, en cuestión de segundos, se quedó desnuda
ante él, a excepción de sus ligas y medias.

"¿Por qué siempre me desnudas paro que dejemos de hablar de estas cosas?"
Le preguntó distraídamente mientras él dio un paso atrás para trabajar en su
propia ropa.

"¿Para darte algo más de qué quejarte?", Dijo él con una gran sonrisa.

"¡Oh, no tienes sentido del humor en lo más mínimo!" Ella gimió mientras
miraba alrededor buscando algo para tirarle, pero antes de que pudiera recoger un
arma, él la levantó en brazos y la depositó de espalda y en el centro de la cama. Él
llevó su mano a su pie mientras la miraba fijamente.

"Yo no te quite las medias, ángel, porque si te las quitaba, tendría que darte
unos besos en algunos lugares inapropiados”.

Ella se incorporó sobre los codos. "¿Cómo?" Sintió como el color subía por
sus mejillas mientras levantaba una ceja.

"¿Quieres que te lo muestre, mi pequeña inocente?"

Ella estaba muy feliz de escuchar su voz temblar un poco cuando dijo: "Si
insistes."

Dash tiró de las cintas de su liga izquierda hasta que se había aflojado,
entonces comenzó a deslizarla lentamente la media por su pierna, ella suspiró
fuertemente.

Inclinó la pierna lo suficiente para dejar al descubierto su trasero, él la


golpeo lo suficientemente alto para que pudiera ser oído alrededor de la
habitación. El golpe no le dolía a Cait, sino que lo que más la sorprendió fue que
ella contuvo el aliento.

"Paciencia", dijo él, con los ojos muy atentos en su proyecto.

"La paciencia no es una virtud que tengo, Dash, siento mucho decírtelo,
pero lo averiguarías muy pronto, de todos modos".

Él se echó a reír a carcajadas.


Pero entonces su pie estaba desnudo y sus labios tocaron el interior de su
tobillo, un escalofrío estremeció su columna vertebral.

Dash hizo su progresión hasta la pantorrilla convirtiéndola en una


experiencia encantadora, sus labios adorando cada centímetro de su carne y
dejando sensible su piel.

"Dash", dijo ella, tratando de llamar su atención, su lenta tortura la volvería


loca.

"Sí", él respiraba contra la parte interior de su muslo mientras abría sus


piernas un poco con las manos.

Cait jadeó cuando con mucha ternura el raspaba con los dientes a través de
la piel sensible de la cara interna del muslo.

"Nada."

Cait se encontró agarrando las sábanas con fiereza en sus manos mientras
sus labios viajaron más lejos y más arriba, alternando entre molestos lamidos y
aperitivos tentadores, hasta que su sangre estaba lista para hervir.

Luego hizo lo impensable, tocó con sus labios el mismo centro de ella, Cait
saltó y trató de deslizarse de la cama.

"No deberías estar haciendo eso."

Pero él puso sus brazos alrededor de la parte exterior de los muslos para
atraerla hacia abajo, sosteniéndola firmemente en su lugar.

"¿Por qué no?", le preguntó, empeñado en su tarea.

"No es adecuado ", dijo Cait, seguido de un gemido de puro placer mientras
la lamía a través de su centro.

Levantó la cabeza por un momento y dijo: "Te lo advertí que iba a tener que
hacer cosas que eran totalmente inadecuadas si te quitaba las medias y tu único
comentario fue: "si insistes."

Sus lamidas lentas a través de sus pliegues rápidamente se hicieron más y


más fuertes hasta que él coloco sus dedos dentro de ella, Cait apoyó la cabeza
contra la colcha y le permitió que la llevara más alto hasta que termino
arqueándose contra su boca y sus manos y ella gritaba su nombre.

Entonces, tras una lamida rápida en el punto en que el pulso latía entre los
muslos, ella se elevó hasta la cima, en la que él era su ancla y le brindaba una
sensación maravillosa.

Cuando había escurrido cada pedacito de ella de placer y, sólo entonces, se


arrastró hasta la cama y miró hacia ella.

"¿Estás bien?", le preguntó mientras le cepillaba el pelo de la cara.

"Me gusta lo inapropiado", ella suspiró, todavía temblando por dentro.

Se rio mientras se introducía en su interior de un solo golpe. "Lo sé."


Entonces él hizo que envolviera sus pies alrededor de su espalda para que pudiera
tomarla aún más profundo.

Una vez que la había llevado de vuelta a la parte superior desde ese
hermoso precipicio, se unió a ella, que término siendo la sensación más
maravillosa de todas.
TREINTA Y DOS

Desde el coche, Cait despidió a Elspeth y a Benjamín, y luego se secó una


lágrima de su mejilla cuando el transporte se tambaleó hacia delante. Dashiel la
envolvió en sus brazos y le dio un beso en la parte superior de la cabeza. "No
pasará mucho tiempo antes de que la vuelvas a ver, ángel."

Aunque no podía ver lo que le deparaba el futuro para ella y Dash, de


alguna manera ella sabía que él estaba equivocado, este viaje en el que estaban
duraría más tiempo que lo que cualquiera de ellos esperaba, a Cait le hubiera
gustado tener alguna idea de lo que estaba reservado para ellos.

Dos días más tarde, su coche cruzó la frontera invisible que marcaba el
límite de Eynsford

Park, Cait sintió el cambio en su esposo casi al instante. Se había ido el


amoroso y considerado hombre con el que se había casado, si no lo hubiera
conocido mejor, habría pensado que alguien lo había reemplazado con un irritante
duplicado.

Miró por la ventana, observo la casa solariega que se hacía más grande a
medida que se acercaban, Dash tenía los brazos cruzados sobre el pecho y su
espalda estaba rígida, él parecía estar preparándose para un encuentro de lo más
desagradable. Cait tragó nerviosamente, su aprehensión sólo la hizo estar más
ansiosa.

Cait se deslizó más cerca de él en el banquillo y le tocó el brazo. "¿Dash,


estas bien?"

Él gruñó esquivamente, entonces el coche retumbó en una parada, Dash no


salto como hacía por lo general, en cambio, tomó una respiración profunda y
permitió que Renshaw abriera la puerta. Después de que descendió, se volvió y le
tendió la mano a Cait, cuando salió a la luz del sol, Cait miro hacia la gran mansión
barroca de piedra arenisca que se alzaba ante ellos, tragó saliva cuando vio en su
mente a un anciano frágil, que se encontraba en cama. Aparte de su camisón, sólo
llevaba una peluca empolvada y tenía el ceño fruncido.

Dash metió la mano en el hueco de su brazo, y la visión se desvaneció como


si nunca hubiera existido.

Eso no hizo nada para aliviar sus temores, sin embargo.

Subieron por la escalera, entre los grandes pilares de piedra, a Cait la


asombraba el tamaño del lugar. Era aún más grande que Westfield Hall, al
acercarse a la enorme puerta, esta se abrió, y fueron recibidos por un antiguo
mayordomo que parecía que podía haber estado en servicio durante el reinado de
Jaime II. ¿Cómo el hombre tenía la fuerza para abrir la puerta era un completo
misterio?

Cait miró alrededor de la sala principal, suelo de mármol y pilares, era tan
grandioso como ningún lugar que ella hubiera visto alguna vez.

"Price", dijo Dash a modo de saludo.

"¡M-mi Lord!" El mayordomo tropezó con sus palabras. "No lo esperábamos,


Lord Brimsworth."

Dash se dirigió a Caitrin por encima del umbral, aunque sus ojos no se
apartaban del viejo sirviente. "Por favor, prepara una habitación para mi esposa y
para mí, no sé cuánto tiempo nos quedaremos".

Price asintió con la cabeza. "Por supuesto, mi Lord."

"Y, Price, me gustaría ver a mi padre." Él llevó a Caitrin más abajo por el
pasillo a una sala inmaculada que era de puro blanco con detalles en oro.

Cait ni siquiera se quería sentar en el elegante sofá por temor a molestar la


naturaleza prístina de la habitación. "Este lugar es"

"Una prisión sangrienta," Dash se quejó en voz baja.

"Iba a decir espectacular." Los ojos de Cait brillaron hacia él, tenía la
mandíbula apretada, y sus ojos color ámbar estaban tan fríos que se estremeció.
"Hmm", refunfuñó él. "Nunca lo pensé de esa manera."

"Dash", empezó a decir ella, tocándole el pecho. "Estoy segura de que vas a
estar bien."

Una sonrisa torcida apareció en su rostro. "No puedes saberlo, Caitie, y yo lo


dudo mucho."

"¿Por qué no subes para ver a tu padre, Dash? Puedo entretenerme un rato".

Dash se estremeció visiblemente, y luego lo vio enderezar su columna


vertebral y sacudir la cabeza. "¿Tienes miedo de encontrarte con el viejo buitre?"

Cait suspiró. "No tengo miedo, si lo que necesitas es que vaya contigo, lo
haré, sólo pensé que quizás podrías querer pasar un tiempo a solas con él."

"¿Por qué querría verlo a solas? Si no hubieras insistido en este viaje, ni


siquiera estaría aquí". Él se removió nerviosamente y frunció el ceño.

Cait tensó sus propios hombros. "Me gustaría conocerlo, entonces." Metió la
mano en el hueco de su brazo, su músculo sobresalía debajo de sus dedos. Ella tiró
de él hasta detenerse cuando comenzó a moverse.

"Dash", susurró.

"¿Qué es, Cait?", él suspiró.

"Sólo quería decirte que te amo." Ella se puso de puntillas para presionar sus
labios contra los suyos rápidamente, él inmediatamente la tomó en sus brazos y
hundió el rostro en su cabello, inhalando profundamente.

"No puedo hacer nada de esto sino estas a mi lado", dijo finalmente, y
entonces tiro de ella hacia las escaleras.

Cait creía en él, creía que había bondad en él, creía que podía ser digno de
ella, estaba decidido a probar que ella tenía razón.

Llamó rápidamente a la puerta de su padre, una criada pequeña abrió la


puerta una pulgada, lo suficiente para que él la viera.

"Muévete hacia un lado", dijo Dash, Cait le dio un puñetazo en el brazo.


"¿Qué?", le preguntó, sin entender el motivo de su censura.

"Tu preguntas qué", ella gruñó, cruzando los brazos debajo de sus pechos.
"Contrólate a ti mismo."

La puerta se abrió rápidamente después de su cortesía, Dash la llevó a la


habitación con su mano en su espalda, la doncella hizo una reverencia con un
rápido "Milord, mi lady," su mirada apuntando hacia la puerta abierta, como si ella
ansiara huir.

El olor de un cuerpo sin lavar de inmediato encontró a Dash cuando


entraron por la puerta, luchó para evitar cubrirse su nariz, tomó el brazo de Cait en
su mano y la giró. "Te tienes que ir, este no es un lugar para ti."

Ella se llevó una mano a su pecho y le sonrió suavemente a él. "Estoy aquí
por ti, Dash, no por otra cosa

"¿Quién está ahí?", dijo una voz áspera. "Si es el médico sanguinario, dile
que se vaya al diablo, voy a morir a su debido tiempo, cuando esté listo y no un
momento antes."

Cait se apartó mientras Dash se acercó a la cama.

"Siempre hace todo a su debido tiempo, ¿verdad, padre? ¿Por qué su muerte
debería ser diferente? "

Dash intentó de modular su tono, sin mostrar emoción alguna, Eynsford no


apreciaba las muestras de emoción, una lección que aprendió hace muchos años.

"¿Quién está ahí?", Su padre llamó desde la cama.

"El Monstruo de Eynsford ha regresado," dijo Dash mientras entraba en la


línea de la vista del hombre, en todos los años, Dash nunca había visto la mirada
del marqués tan... vulnerable. Ya no era tan fuerte y robusto, Eynsford todavía
llevaba la maldita peluca, pero su rostro estaba demacrado y su piel tan pálida que
Dash podría haber visto a través de ella si él hubiera mirado lo suficiente.

Dash dudaba de que el hombre incluso fuese capaz de sostener su propio


peso, tan ligero como estaba ahora.
Por un breve momento sintió una punzada de remordimiento por lo que
podría haber sido, aunque pasó lo más rápidamente posible.

"El bastardo de Eynsford, el flagelo de Eynsford, el monstruo de Eynsford.


¿Cuál es la diferencia? Fuera."

La mente del hombre aún funcionaba, sin embargo, era el mismo viejo
sinvergüenza putrefacto, a pesar de su decrépito estado. "Encantador como
siempre, por lo que veo," Dash respondió.

El anciano soltó un bufido. "¿Has venido para garantizar tu herencia,


muchacho? No te preocupes, yo no te he desheredado, no por falta de intentos,
malditas vinculaciones, sin embargo, todavía tendrás que esperar hasta que tome
mi último aliento”.

Volvió la cabeza hacia el otro lado, como si se negara a reconocer la


presencia de Dash.

"Por lo menos yo nunca tendré que ver tal parodia con mis propios ojos, un
monstruo como tu heredando todo lo que he construido, mi asiento de la familia,
mi riqueza es intolerable".

Cait se acercó al lado de Dash y tiró de su manga. "Presénteme," le susurró.

Era increíble que pudiera estar tan tranquila con todo esto, Dash se encogió
de hombros. "Padre, aunque me repugna la idea de ponerla en su camino lleno de
odio, quiero presentarle a mi esposa, Caitrin Brimsworth".

"¿El monstruo tiene una novia?" El viejo se quedó sin aliento, luego tosió tan
fuerte que Dash temía que iba a expirar ante sus propios ojos, pero el marqués
finalmente se calmó y se recostó contra las almohadas, agotado.

"¿Es usted una especie de anomalía, también, Lady Brimsworth? ¿Por qué
más podría llevarse tan bien con alguien como mi hijo?", se rio de la palabra",
¿cómo su marido? ¿Esto se debe a que va a ser terriblemente rico cuando
finalmente pase?, ¿no es así? "Se tocó la sien con el dedo índice. "Parece que
encontraste un ser inteligente que te tolerara, Dashiel."

"En realidad, mi Lord, soy una bruja," Cait lo dijo mientras se acercaba al
viejo, Dash le envió una advertencia con la mirada que ella ignoró rápidamente.
El marqués gruñó. "Y tiene un sentido del humor que va con sus ganas de
morir, veo".

El dejo que el hombre creyera que estaba bromeando, a él no le importaba.

"Es un placer conocerlo, señor," dijo finalmente, a pesar de que su cara le dijo
la verdad. No fue un placer en absoluto, su delicada nariz se arrugó,
probablemente por el olor., y ninguna sonrisa iluminó su hermosa cara.

"¿Una muchacha escocesa?" El marqués parpadeó sus ojos plateados.

"Sí." Cait inclinó la cabeza, y luego ella lo sorprendió cuando dijo: "Una chica
escocesa que no tiene miedo de decir, que huele terrible. "Se dio la vuelta y le
indicó a la criada para abrir la ventana.

"Él no quiere que la abra, mi Lady," dijo la criada.

"Si él quiere cerrarla, él tendrá que levantarse y cerrarla por sí mismo,"


respondió Cait.

La chica dudó hasta Dash asintió con la cabeza para que ella siguiera la
orden, entonces la joven doncella se apresuró a cumplir sus órdenes, el olor debía
molestarla, también. No había ningún olor tan desagradable como la de un cuerpo
postrado en cama sin lavar.

Una vez que la ventana estaba abierta, Cait inhaló una bocanada de aire
fresco. "Eso está mejor ya, llame un baño para el marqués, necesita uno. "La criada
vaciló de nuevo.

Cait dijo con rapidez y decisión, “¡Ahora!"

La chica rápidamente tomó atención, corriendo de la habitación tan rápido


como sus pies se movieron. "Ahora necesitamos ropa limpia ", murmuró para sí
misma. "Y un pijama limpio." Ella miró rápidamente alrededor de la habitación.

"Cait," comenzó Dash, no importaba lo que hiciera, no serían apreciados sus


esfuerzos.

"No estoy seguro de que esto sea una buena idea."


Cait lo sorprendió por completo cuando se sentó en el lado de la cama de su
padre y tomó y tomó la mano nudosa del anciano.

"Su olor es terrible, y yo, y su señoría, "ella dijo, haciendo un gesto hacia
Dash," le gustaría pasar un tiempo con usted. ¿Va a consentir un baño y una
limpieza por mí?

"Entonces ella hizo lo impensable y batió sus bonitos ojos azules hacia el
hombre.

Ella podía encantar casi a cualquier persona con un parpadeo de sus


pestañas y ella se aprovechó de ello.

Su padre asintió con aire ausente. "Lo haré por ti, no por él, claro está, pero
lo haré por ti, porque eres una cosita bonita, y porque ha pasado un largo tiempo
desde que he sido un anfitrión en mi propia casa".

El corazón de Dash se hinchó a tal punto que estaba listo para estallar, Cait
había roto el hielo de él, de alguna manera logro suavizar al viejo buitre, lo estaba
haciendo todo bien, teniendo éxito donde el habría fallado, ella estaba haciendo lo
imposible.

Estaba siendo Cait, el amor de su vida.


TREINTA Y TRES

"Es un hombre encantador," dijo Cait mientras ella se dejó caer


pesadamente en la cama de las habitaciones de invitados. "Yo no puedo ver porque
no querías hacer el viaje".

Dash se sentó junto a ella y la besó en la parte superior de la cabeza.

"Pero tú eres increíble, Cait, nunca lo habría creído si no lo hubiera visto con
mis propios ojos".

"¿Creer que?" Ella inclinó su rostro para verlo.

"Convertiste al viejo león gruñón en un manso gatito."

No pudo evitar el gruñido que se le escapó, nadie que jamás hubiera puesto
los ojos en el marqués de Eynsford sería capaz de llamarlo un gatito manso, el
hombre era una bola de ira contenida.

"No lo creo, sólo tengo un poco de práctica en la gestión de los hombres


difíciles".

"De hecho", preguntó Dash, con su frente alta con la diversión.

Cait le sonrió. "Hmm. Mi esposo, por ejemplo, es un hombre muy difícil."

Más rápido que un rayo, Cait estaba de espaldas con Dash cerniéndose sobre
ella. "¿Te refieres a que puedes manejarme, ángel?” Salió un gruñido gutural, pero
una sonrisa pícara se inclinó en sus labios.

El deseo recorrió a Cait y se instaló bajo su vientre, sólo hacía falta una
mirada de él para hacer que su interior se derritiera, ella se rio y tiró de su oreja.
"Todos los días de mi vida."
"Bruja", la acusó, bajando su boca a la de ella.

Pero antes de que pudiera devolverle el beso, llamaron a la puerta y tubo


que apartarse de ella a regañadientes.

"Entre", él llamó.

Cait hizo subir sus brazos cuando la puerta se abrió y el mayordomo


anciano miró dentro del umbral. "Lord Eynsford está pidiendo por lady
Brimsworth."

A pesar de que no había ningún lazo de sangre entre Eynsford y su marido,


y sólo compartían la animosidad,

Cait podía sentir la decepción de Dash, incluso después de todo este tiempo,
parecía que ansiaba la aprobación de su padre o quizás simplemente su aceptación,
se levantó y se alisó las arrugas de su vestido.

"Gracias, Price, pero estoy bastante cansada por el viaje, quizás Lord
Brimsworth pueda acompañarlo por un tiempo."

Dash sacudió la cabeza. "Vamos, Caitie, es a ti a quien quiere ver".

"Tú eres su hijo," respondió ella, aunque ambos sabían que no era cierto.

Dio un paso hacia ella y bajó la voz. "Tu viste la visión, sabes que significaba
algo, estuve de acuerdo con su rechazo hace muchos años".

Ella no le creía, sin embargo, su voz casi se agrietó, y eso pareció un signo
muy revelador para Cait. Todavía, ella no lo empujaría para hacer algo que lo
hiciera sentirse incómodo.

Ella le apretó la mano. "Muy bien, mi Lord"

Dash le sonrió, animándola a seguir, entonces Cait dio un paso alrededor de


él hacia donde Price todavía estaba esperado en el pasillo, siguió al antiguo
mayordomo a la otra ala de la casa donde golpeo la puerta antes de que la abriera
para ella.

"Lord Eynsford, su señoría está aquí."


La habitación olía un poco mejor esta vez, y el marqués, acostado en su
cama, parecía como si tuviera un poco más de color en sus mejillas, Cait entró y
cruzó la habitación, dejando caer una reverencia, una vez que llegó a su suegro.
"Mi Lord, se le ve bien."

Una mueca cínica tiró de sus labios. "Eres una mentirosa, Lady Brimsworth,
pero una bonita, le concederé eso. "Señaló una silla de madera junto a su cama.
"Siéntase."

Cait ni siquiera era parte licántropo, pero se sentía como si estuviera siendo
ordenado ahí como a un perro, se sentó de todos modos. "¿Usted quería verme?"

Un suspiro escapó de sus labios. "Un consejo, mi señora, tome sus cosas y
corra tan rápido y tan lejos de mi hijo como le sea posible."

Cait contuvo el aliento, se supone que no debería estar sorprendida por el


hombre, pero lo estuvo de todos modos.

"Lord Eynsford."

El marqués no se conmovió por su tono castigador. "Pareces una dama


encantadora, y prefiero no verla dolida por gente como él, no estaré mucho en este
mundo, y hay muy poco que pueda hacer, pero me encargaré de que Brimsworth
le asiente un subsidio agradable. Y...”

"No voy a dejar a mi marido", dijo con más dureza de lo que pretendía.

El miedo destelló en sus ojos y su piel pálida se volvió aún más pálida. "La
luna llena está a sólo días de distancia, mi señora, puedes confiar en mí... que no
querrás estar con él entonces, usted no querrá ver el monstruo que habita en él. "

"Yo sé lo que es", dijo Cait suavemente. "Lo que es capaz de hacer y no es un
monstruo".

Eynsford cerró los ojos. "Me pregunto si Philippa sabía lo que era su
verdadero padre."

El rostro del marqués se retorció de dolor. "Usted puede pensar que sabe lo
que es, y estoy sorprendido, pero no es posible saber lo que puede y va a hacer con
usted, Lady Brimsworth, yo no creo que mi esposa lo supiera, porque ella nunca
fue la misma”.
Un malestar repugnante se instaló en Cait.

Eynsford sabía quién era el padre de Dash-su verdadero padre.

Podía oírlo en su voz, ella se inclinó hacia delante en su silla y agarró su


mano fría y temblorosa.

"¿De quién estamos hablando, mi Lord?"

"Brimsworth," escupió el nombre, sus ojos se estrecharon ahora con


desprecio. "¿No ha estado prestando atención?”

Cait asintió. "Por supuesto, señor, yo no estaba segura si todavía estábamos


hablando de Dashiel o de quien lo engendro".

Eynsford apartó la mano de ella y dio un respingo. "No he hablado del


nombre de ese canalla en casi tres décadas. ¿Por qué iba yo a hablar de él? "

Él lo sabía, Cait dejó escapar un suspiro de alivio. ¿Cómo iba a conseguir


que el marqués divulgara la información? "Yo puedo ver que usted es consciente
de quién era."

"Por supuesto que lo sabía", se quejó, luego le vinieron una serie de toses
que sacudían su cuerpo.

Cait corrió a una mesa y le sirvió un vaso de agua de una jarra de porcelana,
regresó y le llevó la copa a los labios.

Cuando terminó, el marqués le rozó la mano y luego se hundió en las


almohadas, cerrando los ojos grises una vez más. "Traje a ese canalla a mi casa."

Cait escuchó en silencio por temor a que cualquier interrupción pudiera


poner fin a su historia, ella volvió a su asiento y tomó su mano una vez más.

"Tonto de mí", continuó Eynsford, pasándose la lengua por los labios


resecos. "Me sentí halagado por su alabanza de mis discursos en los Lores, fui
vanidoso, me parece”.

Se quedó en silencio por un tiempo, y Cait imaginó que estaba relatando


hechos pasados, como la lectura de las páginas de un libro. "No tenía forma de
saber que el hombre era un monstruo, que se llevaría a mi esposa al bosque y le
revelaría al verdadero animal que era".

Eynsford hizo una mueca y sus palabras se desaceleraron como si los


recuerdos fuesen dolorosos.

"Philippa, tan joven y bonita, ella había estado tratando de darme un


heredero por tanto tiempo, era viejo aun entonces, creo que ella se enamoró de
aquel hombre. Yo estaba molesto cuando me enteré de su relación, y yo sabía que
el niño no era mío cuando me dijo que lo estaba esperando, pero ella prometió no
verlo nunca más, permití que descansara con esa promesa.

“Necesitaba un heredero". Los ojos subieron para encontrar Cait, como si en


silencio le pidiera que lo comprendiera.

“Regresó con cicatrices en el cuello, y creo firmemente que fue esa noche con
Radbourne que mató a mi Philippa porque no pudo sobrevivir al nacimiento de
esa cosa que todos llaman mi hijo".

Dash, Eynsford lo culpó por la muerte de la marquesa.

Podía oír el dolor aún en su voz, a pesar de que no era justo, podía
entenderlo, ningún hombre disfrutaba siendo engañado.

Caitrin revisó las palabras del marqués, Radbourne. Ella tenía un nombre,
así como el inicio de una muy triste historia, el marqués pensó que la madre de
Dash había quedado débil y con cicatrices de su encuentro con Radbourne bajo la
luz de la luna llena.

Cait tragó el miedo que la historia le provoco ya que le recordó a ella.

Ella supuso que tenía las mismas cicatrices, marcas de una mordedura como
cuando Dash la había reclamado, sin embargo, ella no se vio afectada, aparte de un
breve momento de dolor. Y Elspeth no parecía estar peor después de su
matrimonio con Benjamín, tenía límites de energía, de hecho, incluso para una
mujer embarazada.

Eynsford volvió la cabeza y la atravesó con sus ojos plateados. "Usted dice
que sabe lo Dashiel es, pero estoy preocupado por usted, debe salir antes de la luna
llena, mi Lady.
No es demasiado tarde para usted, no quisiera que otra mujer estuviera
sujeta al mismo destino que mi Philippa, ser forzada a llevar un monstruo dentro
de su propio cuerpo.

Cait se levantó de su asiento y le dio un beso en la frente al marqués, no


llegó a parecer el tirano que ella esperaba. Él había sufrido su propia angustia,
entonces ella le sonrió.

"Gracias a usted por su preocupación, mi Lord, por favor, no se preocupe


por mí, Dashiel es muy cálido y considerado, él nunca me haría daño".

Dash no estaba tan seguro de eso, nunca le haría daño a ella


intencionalmente, pero no tenía el control de sí mismo durante una luna llena,
dudaba incluso que alguna vez lo tendría en el futuro.

El escuchar a escondidas no era algo que pudiera controlar bien, y sobre


todo cuando la suave voz de Cait estaba en los alrededores, Radbourne. Ni
siquiera había oído el nombre, ni siquiera sabía quién era el hombre, su padre,
conociendo el nombre era como si trajera al hombre a la vida, haciéndolo real para
el por primera vez en la historia.

Dash pasó las manos por las paredes de piedra oscura de la bodega sin
ventanas, el olor a humedad de la habitación le trajo muchos recuerdos, ninguno
de ellos buenos, como las noches que pasó encadenado en esta habitación.

El marqués había insistido en que era por su seguridad, pero realmente era
por la seguridad de todo el mundo en Eynsford Park.

Las clases estaban tan incrustadas en la mente de Dash que incluso después
de que había dejado la Eynsford House, él mismo se ataba y se esposaba antes de
cada luna llena para mantener a salvo a los que lo rodeaban. A pesar de que no
tenía intención de aparearse con Caitrin durante una luna llena, la inquietante
historia del marqués sólo solidifico esa decisión en la mente de Dash, nunca se
perdonaría si él hería a Caitrin.
Un crujido en el otro extremo de la bodega le había anunciado la llegada de
un criado, y Dash dio un paso más en la oscuridad de la habitación, luego, sus
fosas nasales fueron atacadas por el olor a la madreselva, y cerró los ojos.

¿Cómo lo había rastreado Caitie a este lugar alejado de la mano de dios?

"Dash", ella llamo en voz baja mientras empujaba la puerta abierta.

"Vuelva arriba, Cait, "Dash la llamo, negándose aún incluso a mirarla, el no


deseó que viera la evidencia de la bestia que vivía dentro de él.

"Estaré arriba en un momento."

"Quería hablar contigo," dijo ella, mientras miraba alrededor la habitación.

"¿Qué estás haciendo aquí?"

"No deberías estar aquí", dijo él, sabiendo que su tono era un poco
demasiado duro.

"Y, ¿por qué no?", preguntó ella, maldita mujer.

"Porque está sucia", él mintió.

Ella soltó un bufido. "¿Piensas que nunca he visto la suciedad antes?"

Dash suspiró y se acercó a ella, listo para conducirla fuera de la habitación,


usando la fuerza física, si era necesario, si veía los grilletes en las sombras de la
habitación, se vería obligado a enfrentarse a sus preguntas.

Por suerte, ella dejó que la alejara.

"Acabo de terminar de hablar con tu padre", dijo ella, con una sonrisa astuta
en su cara.

"Sí, lo sé."

"¿Cómo lo sabes?" Ella se detuvo y lo encaró, con las manos en las caderas.

Dash señaló sus orejas con un suspiro y colocando los ojos en blanco le dijo:
"Encantado de conocerte, Cait, soy un licántropo, tenemos una audición
extrasensorial".

Ella se rio, justo cuando estaba totalmente preparado para ser un asno, ella
se rio.

Maldita fuera por ser tan perfecta.

"¿Realmente puedes escuchar tan lejos?" Ella se suavizó y se apoyó en él,


encajaba tan perfectamente allí que no pudo evitar envolver su brazo alrededor de
ella.

"Puedo oír a los mozos de cuadra que hablan de la carrera de caballos que se
aproxima." Inclinó la cabeza para escuchar de nuevo. "Puedo escuchar a las criadas
de la cocina parloteando acerca de cómo ha vuelto el monstruo a casa y cómo van a
ser solicitados para irse antes de la luna llena y pude oírte hablar de mi familia con
mi padre, sí, lo escuche todo. "

"¿Y?" Preguntó ella, con una pequeña sonrisa en las comisuras de la boca.

"¿Y qué?", él preguntó. Era más bien un gruñido y él era consciente de ello.

"Y el marqués me dijo quién es tu padre." Sus ojos azules brillaban de


alegría.

"Radbourne." Dash asintió.

"¿Sabes quién es?"

"No tengo ni idea," Dash respondió, y luego se inclinó para besarla en la


frente, debía huir de ella antes de que dijera o hiciera algo para trastornarla.

"Tengo que ir a hablar con el mayordomo de mi padre, y echar un vistazo a


algunos de sus libros. ¿Vas a estar bien si te dejo un rato? "

Cait se tensó, al parecer, podía ver a través de él.

"Estoy perfectamente bien por mí misma, pero no podrás salir corriendo de


mí. "
Ella apartó un mechón de pelo de su frente, él cerró la mano alrededor de la
de ella y se la llevó a sus labios.

"A medida que la luna llena está llegando, se hace más difícil mantener el
control, lo siento".

"Si hubiera querido un hombre que estuviera en control todo el tiempo, me


habría casado con otra persona, no es como si no tuviera ofertas”. Él volvió a
alejarse, pero ella lo agarró.

"Yo sabía lo que eras antes de casarme contigo y te quería de todos modos y
siempre lo haré. Ahora, corre si es lo que necesitas para pasar el mal humor, pero
no puedes echarle la culpa a la luna o al hecho de que crees que podrías hacerme
daño porque yo nunca creeré que podrías hacer algo así”.

"Me gustaría estar tan seguro", él suspiró. "Te veré en la cena." Se volvió
para caminar por el pasillo, sintiendo como si su mirada fuera lo suficientemente
caliente para agujerearle la espalda.

"La cena será en el cuarto del marqués '" ella lo llamó.

"Bruja", él murmuró, sacudiendo la cabeza, incapaz de contener su sonrisa.

"Gran patán", dijo entre dientes.

"Oí eso" él llamo.

"¡Lo dije para que lo oyeras!"

Dash no pudo evitar reírse, sólo su Caitie podía llevarlo desde las
profundidades del infierno a un lugar donde no podía dejar de sonreír, maldita
mujer.
TREINTA Y CUATRO

Cait sentó en el borde de la cama del marqués y lo ayudó a ponerse su bata


mientras los criados se alborotaron, instalando una pequeña mesa con finos linos,
vajilla y plata.

"Me pregunto dónde está Dashiel", murmuró para sí misma mientras se


levantó y se acercaba a la ventana de nuevo. "Le dije que cenaríamos con usted
aquí."

El anciano gruñó en respuesta, Dash podría no ser su hijo natural, pero sí


compartían algunos rasgos.

"¿Esta seguro que no quiere sentarse en la mesa?", preguntó Cait mientras


una sirvienta ahuecó las almohadas detrás del marqués y le ayudaba a
incorporarse.

"No creo que tenga las piernas para eso, mi Lady, pero estoy muy feliz de
tener su compañía, incluso si Dashiel no está aquí, ha pasado un largo tiempo
desde que he compartido una comida con una dama".

"¿Incluso si esa dama sólo puede ser la mía?" Dash retumbó mientras
caminaba a través de la habitación, Cait estaba tan feliz de verlo que ni siquiera
podía regañarlo por su tardanza. Él se inclinó y la besó le dijo en voz baja. "Siento
llegar tan tarde, es terriblemente desconsiderado de mi parte no llegar a tiempo
para un compromiso de una cena", dijo mientras se inclinó rápidamente hacia su
padre.

"Muy formal, ¿verdad?" Murmuró Cait.

Dash se volvió y le guiñó un ojo. "Algunos de nosotros nos gusta estar al


límite en la formalidad."
El marqués, finalmente, dijo desde su cama: Ni aún el hecho de que ella es
suya podría hacerme tenerle aversión a ella, Dashiel. 

¿Cómo encontró a tal esposa? "

Ella deslizó su mano en la de él y la apretó suavemente. "Abajo, muchacho,"


ella susurró.

Dash inmediatamente se relajó y dijo a su padre: "Me tropecé con ella por
casualidad, en realidad, yo estaba visitando a unos amigos, y todos habían salido a
una tarde de entretenimiento”. Él le lanzó una gran sonrisa a Cait.

"Ella tropezó con mi camino cuando buscaba un libro en el estudio”

Sólo pasó por donde yo estaba secuestrado y supe de inmediato que tenía
que reclamarla como mía.

Cait tuvo que luchar para no reírse de su giro en la historia.

"Incidente afortunado allí, Dashiel, debes considerarte muy afortunado,


podría haber salido mucho peor". "En eso, nosotros concordamos, " Dash dijo
mientras sostenía la silla de Cait en la mesa, después se sentó, y tomó un lugar a su
lado y le indicó a los criados que comenzaran a servir la comida.

"¿Cuánto tiempo piensas permanecer en Eynsford?", preguntó el marqués


mientras un sirviente colocaba sopa en su plato.

Cait miró a Dash, quien se encogió de hombros. "Hasta que mi condesa se


haya llenado de ti."

"¿Entonces qué?" Preguntó el anciano mientras llevaba una cucharada de


sopa a la boca.

Dash sacudió la cabeza. "Nunca lo he conocido por estar interesado en mis


planes, señor."

"Estoy seguro de que hay muchas cosas que no conoces", le espetó su padre.

Cait reprimió un suspiro, sus sensibilidades no hacen esta comida más


agradable. "Ahora volveremos a casa ", le dijo con dulzura. "Dashiel ha contratado
a un agente en Edimburgo, y buscaremos una residencia cerca de mi padre y sus
amigos".

Los ojos acerados del Marqués se centraron en ella como si ella fuese una
especie de extranjera. "¿Escocia? Sin duda es una broma".

Cait sonrió tan dulcemente como pudo. "Como soy escocesa, no puedo
imaginar por qué piensa que es una broma, mi Lord."

Eynsford agitó su nudosa mano en un círculo, como para abarcar toda la


habitación.

"Brimsworth tiene un deber, querida, no creo que haya escapado de su


atención que me estoy muriendo, si tuviera una elección de dejar mis propiedades
a alguien más... bien, a alguien más adecuado, yo lo haría, pero el destino no fue
amable conmigo, en este respecto, y su marido es mi heredero, he trabajado toda
mi vida construyendo mi imperio, y Brimsworth no puede ver a que se ejecute
correctamente desde Edimburgo. "

Él se burló del pasado como si el mero pensamiento de Escocia le dejara un


mal sabor en la boca.

"Nunca me ha necesitado hasta ahora, señor", dijo Dash amistosamente,


usando un tono que Cait oyó raro en él.

Muy extraño, ya que ella hubiera esperado un gruñido. "Además, es


importante para Cait estar cerca de su padre."

Cerca de su aquelarre que era lo que quería decir, y el corazón de Cait se


calentó con sus palabras, no había hecho ninguna exigencia a Dash, pero él sabía lo
que era importante para ella.

Él sabía lo que necesitaba, y estaba dispuesto a darlo por ella.

El marqués frunció el ceño hacia abajo, hacia la sopa, como si no tuviera


apetito por mucho más tiempo, entonces levantó la mirada hacia su hijo. "No
pasará mucho tiempo, Dashiel, antes de que seas un par del reino, rara vez nos
hemos visto con otros ojos, pero no me esperaba que le dieras la espalda a tu
deber".
Dash suspiró. "Lo haces sonar como si Edimburgo estuviera en el otro lado
del mundo, le aseguro que no lo está, Padre. "

¿Pero estaba lo suficientemente cerca? Cait envió a su marido una mirada de


soslayo. ¿Estaba siendo egoísta por querer alojarse en Escocia? El círculo de su
aquelarre nunca se había roto, aunque sabía que en el tiempo que vendría, Elspeth
pasaría una buena cantidad de su tiempo en Inglaterra, tal vez era hora de un
cambio, deseó poder ver lo que se suponía que iba a suceder.

"La sesión comenzará pronto", comenzó el marqués. "¿No tienes la intención


de tomar mi asiento en los Lores?"

"Todavía estas entre los vivos," Dash respondió en voz baja.

El anciano negó con la cabeza. "No voy a estarlo en el momento en que


comience la sesión."

Un manto de silencio cayó sobre la noche, y Cait miró de un hombre a otro,


nunca había imaginado que se encontraría a sí misma casada con un Lord Inglés, el
pensamiento nunca había entrado en su mente hasta que sucedió.

Así muchos de sus compatriotas habían huido de Escocia durante los


espacios libres, expulsados de sus pequeñas fincas en busca de oportunidades en
Canadá y Estados Unidos, tener la voz de Dash en la Cámara de los Lores podría
ser una feliz circunstancia para sus compañeros escoceses. "Estoy seguro de que mi
marido tiene toda la intención de cumplir con sus obligaciones, mi Lord."

Dash gruñó a su lado, en verdad, no necesitaba que hablara por él.

Ella volvió con la sonrisa más encantadora a su marido, con la esperanza de


apaciguarlo. "Los Westfields estarán en Londres para la temporada... así puede
reunirse con algunos de su condición, pero ese es el plan para los años futuros”.

"¿Qué tiene que ver eso?" El marqués frunció el ceño. "¿Y quiénes son los
Westfields? ¿Se refiere a la familia de Blackmoor? "

Cait asintió con la cabeza a su suegro. "Mi querida amiga se casó con el
hermano menor de su gracia.

Ellos residen en Edimburgo la mayor parte del año, pero planean pasar la
temporada en Londres cada primavera”.
"Hmmph". El ceño de Eynsford oscureció. "El duque actual no ha hecho
nada para recomendarse, él nunca ha tomado su asiento.

Anda demasiado ocupado persiguiendo faldas y apostando para ser de


alguna utilidad para el país". Sus ojos plateados sostuvieron la mirada de Dash.
"¿Es esa la clase de compañeros con los que pretendes estar?"

Sin duda era el tipo de hombre que Dash había sido antes de casarse con
Cait, su pequeño diario le había dado la indicación, aunque se mordió la lengua,
dijo que sus días de desenfreno habían terminado, y ella creía en él. Dash miro al
marqués. "Tengo la intención de ser el tipo de hombre que cuida de su familia en
primer lugar, cumple sus obligaciones con ellos, y luego ve a todos los demás."

El marqués gruñó, pero parecía estar aplacado por el anuncio de las


intenciones de Dash. "Trata de hacer un mejor trabajo de lo que hice ", dijo
finalmente.

"Eso me deja con poco margen para el error, ¿verdad, padre?" Dash
respondió secamente antes encontrarse con la mirada del anciano.

El marqués resopló con fuerza justo antes de que tirara la cuchara en el


cuenco con un fuerte ruido. "Yo no podría dejar que un monstruo arruinara todo
en lo que había trabajado, era una cuestión de juicio, uno que probablemente haría
otra vez. "

Dash se puso de pie lentamente. "Yo no soy un monstruo."

Cait hizo señas a todos los siervos de dejar la habitación a toda prisa, tan
pronto como todos ellos iban y venían por la puerta, se puso de pie al lado de Dash
y deslizó su mano en la suya. Él la apretó suavemente mientras miraba abajo hacia
ella y sonrió suavemente, Dash continuó su discurso. "Yo soy un licántropo,
padre."

"¿Qué tontería es esa?" Vaciló el marqués, tropezando con sus palabras,


sorprendido.

"No es una tontería, es la verdad.

Me inclinó a creer toda la vida que yo era una anomalía, pero yo me he


reunido recientemente con más hombres como yo, somos licántropos, hombres
lobo, si quiere verlo así".
"Basura", se quejó el marqués.

"No es basura" Dash gritó mientras él golpeó con la mano abierta sobre la
mesa. "Es la verdad, sólo eres demasiado ciego para verlo”

“ demasiado terco para pensar que podía ser otra cosa que ese niño bastardo
que mato a su esposa"

"¡No hables de ella!" le gritó el marqués, con la cara enrojecida.

Cait corrió a su lado con un vaso de agua mientras el hombre farfulló y


tosió, levantó una mano para que ella diera un paso hacia atrás.

"¿Por qué no puedo hablar de ella?" Dash pregunto hacia la habitación en


general, dirigiendo su pregunta a nadie en particular.

"Tu", dijo el marqués mientras señalaba con el dedo a Dash, "¡no puedes
hablar de ella, porque tú eres quien la mató, por Dios! Tú y tu verdadero padre el
monstruo que era".

El aliento que Dash tomo fue casi doloroso para Cait.

Se cubrió el corazón con su mano cuando Dash la soltó, luego se acercó a él,
pero fue tan rápido que estaba fuera de su alcance casi inmediatamente.

"Yo no la maté." Dash hizo esa pequeña declaración, su voz tranquila, pero
concisa. "Y tampoco Radbourne".

Dash vio que todo el color de la cara de su padre se iba ante la mención de
su progenitor. "Lo hizo", lo hizo el marqués insistió. "Se la llevó al bosque bajo la
luz de la luna llena, y él…"

Dash levantó una mano y gruñó, parando con eficacia el recuento de los
acontecimientos de su padre, él no necesitaba que le digieran lo que Radbourne
había hecho.

Dash hizo señas para que se acercara Cait. "Nosotros los licántropos, la
mayoría de nosotros, podemos tomar a nuestras verdaderas compañeras en el
bosque con nosotros, o en cualquier otro lugar. Cuando las reclamamos como
propias, es hermoso, no es degradante, como sugieres. "Él miró a los ojos azules de
Cait, y su corazón se expandió, era tan preciosa, tan confiada, tan condenadamente
perfecta. Él pasó una mano a lo largo de su mejilla. "Caitrin lleva mi marca, la
marca que significa que es mi verdadera compañera licántropa, ella era para mí. "

"Blasfemo", su padre le gruñó.

"Es cierto", dijo Cait tranquilamente desde su lugar junto a él.

Dash no podía dejar de atraerla a sus brazos y darle un beso en la frente, ella
siempre lo defendería, ella siempre estaría a su lado, era lo único que jamás tuvo.

La voz de Cait era un poco más fuerte la próxima vez que hablo. "Él no es un
monstruo, mi Lord, nunca lo ha sido, es un licántropo, como él dice, sé de otros de
su clase. "Ella se movió para sentarse en el lado de la cama de su padre, tal era la
bondad en ella, casi lo suficiente para templar el fuego de Dash, pero no del todo.

"Pero la luna viene", dijo el marqués con dureza, sus palabras se arrastraron,
hasta Dash. "Evidentemente, nunca lo ha visto cuando hay luna llena".

"¿Lo ha visto usted?" Cait le espetó.

Dios, amaba a esa mujer, él quería envolverla en sus brazos y nunca dejarla
ir, no dejaría que nada la dañara, ni siquiera él mismo.

"Yo fui el primero en ponerle grilletes cuando vi el daño que podía hacer." El
mentón de su padre sobresalía hacia arriba con una inclinación terca.

"Usted lo dice como si estuviera orgulloso de ello, mi Lord."

"¿Orgulloso de tener encadenado al monstruo? Sí, lo estaba. "El color rojo


regreso a las mejillas del hombre.

Obviamente, él estaba dispuesto a luchar. "No podía dejar que le hiciera


daño a nadie."

"Y él lo admitió libremente", dijo Dash en voz baja mientras se hundía


pesadamente en una silla. "Puedes parar, Cait, él nunca lo entenderá, morirá como
un hombre amargado y solitario un anciano que no tiene a nadie para amarlo".

"Nunca he necesitado a nadie que me ame, yo soy un hombre de recursos,


mira mi posición en la Casa de los Lores, mira mis tierras, mira todo esto. "Hizo un
gesto a su alrededor. "No he fracasado en nada"
"Sí, lo hiciste." Dash se puso de pie sobre sus piernas que estaban un poco
inestables y cruzó la habitación, tiró una cortina en la pared hasta que se deslizó
hacia atrás para revelar un retrato de su madre, estaba casi impresionante dulce
con su belleza de rizos dorados que ondeaban sobre sus hombros, con una sonrisa
tranquila que adornaba un juego de labios y ojos tan verdes que el artista debía
haberla embellecido.

Cuando Dash era más joven, se colaba en la habitación cuando el marqués se


había ido y estudiaba el retrato de la mujer con la cara sonriente que parecía tan
feliz. Y soñaba, soñaba con una vida que nunca podría tener porque los monstruos
no encuentran la felicidad.

Dash se refirió a la pintura. "Has fallado en esto."

"No he fallado en nada", el hombre gruñó, su respiración cada vez más


trabajada.

"Cierra la cortina, yo no quiero verlo".

"¿Su sonrisa te hace sentir triste, padre? Esto debió haber sido pintado antes
de conocerte, ella en realidad se ve contenta, eufórica, incluso".

"Eso se terminó pocos días antes de tu nacimiento, cuando ella estaba


embarazada de ti". Se burló de la última palabra, que voló de su boca.

La voz de Cait llegó a sus oídos. "Ella te amaba a ti, Dash, puedes verlo en la
pintura, pienso que fue feliz al verte nacer".

"¡Silencio!" Gritó el marqués. "¡Fuera! ¡Ustedes dos, fuera! "Entonces una


nueva ola de la tos se apoderó de él.

Como Cait se inclinó hacia adelante para ofrecer al hombre un poco de agua,
Dash vio el movimiento del marqués con el rabillo del ojo. Pero se sentía tan fuera
de orden, dándose cuenta de que su madre estaba feliz de estar con el niño, con él,
que él no pudo evitar lo que sucedió después. Su padre levantó el brazo e hizo
girar con todo su poder el dorso de la mano, realizando un sonido crujiente
cuando golpeó a Cait en la cara. Ella aterrizó en el suelo con un ruido sordo.

"Dije fuera" gruñó el anciano.


Dash no podía ver nada más que rojo detrás de sus párpados, estaba furioso.
Cruzó la habitación en tres rápidos pasos, coloco a Cait de pie, y luego la empujo
inmediatamente detrás de él.

En algún lugar en el fondo de su mente, la sintió tirando frenéticamente


sobre su brazo, tratando con toda la fuerza que tenía evitar que se moviera hacia su
padre, pero su leve movimiento no era rival para él.

Él puso sus manos alrededor de la garganta del marqués y en realidad sintió


una oleada de alegría ante la idea de matar al viejo, el rostro de Eynsford se puso
rojo, luego morado. Luego se hundió en las almohadas tratando de luchar contra
él.

Ya que tirar y suplicar no había funcionado, la suave voz de Cait dijo muy
claramente en su oído, "Por favor, Dash, te quiero no hagas esto. "Entonces ella lo
repitió, tirándolo a él desde la neblina que cubría su mente.

Dash miró al anciano moribundo bajo sus manos y aflojo su agarre.

El marqués se quedó sin aliento durante un tiempo. "Se lo dije, siempre será
un monstruo", su padre lo dijo con voz ronca, luego señaló con un dedo débil a
Dash. "¡Siempre! No puedes correr lo suficientemente rápido ni lo suficientemente
lejos para dejar atrás el monstruo que hay en tu interior".

"Si alguna vez tocas a mi mujer de nuevo, te mataré", gruñó Dash, luego se
apresuró a salir de la habitación, escapaba tan rápido y furiosamente como podía, a
pesar de las súplicas de Cait de que la esperara. A pesar de sus súplicas de que
parara, a pesar de que todavía estaba lívido de rabia.
TREINTA Y CINCO

Acostada en la cama, Cait cerró los ojos y deseó que Dash volviera a ella, no
tenía pistas de dónde buscarlo, Eynsford Park era muy grande, y ella no conocía el
camino alrededor en absoluto, especialmente en la oscuridad. No iba a encontrar a
Dash hasta que quisiera ser encontrado, aunque Cait estaba segura que donde
quiera que fuera, él sabía que ella lo estaba esperando. Tenía que haberla oído
llamarlo por su nombre en la última hora, no había nada que hacer más que
esperar, y tal vez hacer un poco de investigación.

Por lo menos, le mantendría la mente ocupada ahora que su marido había


escapado, Cait rodó hacia un lado y abrió la copia de Debrett de Eynford, ella pasó
las páginas, en busca de la entrada de la derecha, fue a través de la lista de los
duques, Radbourne, aparentemente, no era un marqués o un conde, tampoco,
luego sonrió cuando por fin encontró la página que buscaba.

"Radbourne de Baslow, Derbyshire, vizconde," susurró para sí misma


mientras sus dedos se perdían a través de las palabras.

El primero en la línea era un Timoteo Hadley en 1573, Cait echó un vistazo a


la parte inferior de la página, luego alcanzo a un Clarence Hadley en 1596, pasó
dos páginas, luego dos más, hasta que sintió como se estaba acercando a la lista
que necesitaba.

Allí estaba, el actual vizconde Radbourne era Archer Hadley, nacido en


1793, pero que lo haría más joven que Dash, subió un párrafo, y luego una
sensación de malestar se hizo cargo de ella, si el actual vizconde Radbourne era
más joven que Dash, entonces su padre natural se había ido, Dash nunca tendría la
oportunidad de conocer al hombre, él nunca sabría lo que era tener a un padre.

Con un dedo tembloroso tocó el nombre de Edward Hadley, nacido 1765,


muerto 1797. ¡Dios del cielo! Él se había ido hace casi veinte años.
"Edward Hadley se casó con Violet Archer en 1792, la hija mayor de John
Archer, el sexto

Baron Wardley, él tuvo con su esposa tres hijos, Lord Archer Hadley, el
vizconde actual, nacido 1793, Weston Hadley, nacido 1795 y su gemelo, Grayson
Hadley, nacido en 1795, "murmuró en voz baja.

Cait se quedó mirando las palabras en la página, Edward Hadley había


desaparecido, pero Dash tenía tres hermanos, tres hermanos que nunca había
conocido, no sabía que existían, no estaba segura de cómo iba a reaccionar a la
noticia, y ella suspiró. ¿Cuánto tiempo iba a mantenerla para ella?

Dash merodeaba por los terrenos de Eynsford Park, maldiciendo a Eynsford


por ser un pedante tan miserable, por dejar que el viejo aún llegara a él, y a Cait
por hacer que el viniera a este horrible lugar para empezar. Quería salir corriendo,
correr lo más lejos que pudiera, las palabras a su padre no dejaban de resonar en
sus oídos, siempre sería un monstruo, no quería que fuera verdad, pero sabía en su
corazón que así era.

Otros licántropos lograron controlar la bestia que vivía en su interior, para


aprisionarlo cuando fuese necesario.

Él nunca tendría esa clase de poder sobre sí mismo, era demasiado salvaje.

Si Caitie no le hubiera pedido que se detuviera, habría sacado todo el aire


del cuerpo de su padre. Él no lo dudaba por un momento, todavía tenía la
necesidad de hacerlo, para asaltar hacia el interior de la casa señorial y acelerar la
desaparición del viejo buitre.

Dash aumentó su andar, llegando a la rectoría de Eynford, el viejo edificio


de arenisca llamó su atención a la luz de la luna, y se detuvo en seco.

Se preguntó si el señor Nelson seguía allí, empleado por su padre.

Durante algunas de sus horas más oscuras como niño, él había tomado
consuelo en las enseñanzas del viejo rector, la paz, el perdón, la responsabilidad.
Dash se apoyó en la valla de piedra y se quedó mirando la vieja puerta de
madera que daba a la residencia del rector, ningún latido venía desde dentro,
ninguna respiración, no es que le sorprendiera, el Sr. Nelson estaba bastante viejo
cuando Dash era un niño. Sin embargo, los recuerdos de la cara amable del anciano
y palabras suaves se apoderaron de él y le trajo un poco de paz.

Cait lo aceptó, lo sabía en su corazón, podía verlo en sus ojos cada vez que
ella lo miraba. Dash sonrió mientras su imagen se filtraba en su mente, casi podía
oler su pelo rubio con su aroma de madreselva. Se merecía algo mucho mejor que
él, se merecía un hombre que no fuese salvaje y peligroso, si él fuese más
honorable de alguna manera, no la habría obligado a estar en su vida, pero había
sido un asno egoísta.

Tal vez no era demasiado tarde, tal vez aún podía protegerla de sí mismo,
podía enviarla de vuelta a Edimburgo, donde sus hermanas aquelarre esperaban
su regreso.

Dios, era un tonto. ¿Cómo dejó que el marqués consiguiera enojarlo? Dash
tomó una profunda y relajante respiración y luego otra mientras observaba la
danza de rayos de la luna alrededor de la casa parroquial.

Cuando su alma parecía estar más en paz, él caminó hacia la casa solariega,
con la esperanza de que Cait aceptara sus disculpas.

Hizo caso omiso de la mirada de reproche que Price le disparó mientras


caminaba por la puerta principal, el mayordomo podría irse directamente al
diablo, Dash no le dio ni un ápice por lo que el hombre pensaba de él, de todas las
personas que actualmente habitan en Eynsford Park, sólo Cait le importaba.

Dash la encontró durmiendo en su cama en un camisón de gasa, situada


encima de la colcha, su gloriosa cabellera cubría un hombro. Parecía un ángel, tan
etérea y celestial, debió haberlo esperado durante horas hasta que regresara.

Apagó la lámpara y luego arrojo rápidamente la chaqueta y el chaleco antes


de arrojar su camisa a una silla cerca de la cama.

Cuando se sentó a su lado para tirar de las botas, Cait rodó hacia él, con una
sonrisa en sus labios tentadores, Dash apartó un rizo de su cara para que pudiera
verla mejor. "Te amo, Caitie, lo siento si soy una bestia tan ingobernable".
Ella suspiró en sueños, y él no pudo evitar sonreír ante la forma en que el
sonido lo tranquilizó. Él tiró las botas, luego termino con el resto de su ropa,
suavemente, bajó la colcha de debajo de ella y tiró hacia arriba por encima antes de
deslizarse en la cama junto a ella.

Dash se acostó, pero se sentó de nuevo a la vez cuando algo duro lo golpeó
en la cabeza, sacó un libro de debajo de la almohada y frunció el ceño.

¿Qué demonios estaba haciendo ella con un libro en la cama? La respuesta


era obvia, sin embargo, debía haberla ayudado a pasar el tiempo mientras
esperaba a que su marido descarriado hiciera acto de presencia, y una nueva ola de
culpa se apoderó de él.

Dash miró el título, nobleza de Debrett de Inglaterra, ¿Escocia e Irlanda? No


era exactamente una lectura ligera, era peor que el “Génesis”.

Tiró el libro a la silla donde su camisa estaba, pero cayó al suelo con un
ruido sordo. Frunció el ceño al oír y se dejó caer contra la almohada. ¿Podría no
seguir su camino?

"¿Dash?", Dijo Cait adormilada.

"No quise despertarte, vuelve a dormir, Caitie ", dijo, mientras se acurrucaba
contra él, su dulce aroma le hacía burla en la nariz.

"¿Estas bien?" Ella preguntó.

"Estoy bien." Antes de que las palabras salieran de su boca, ella le golpeó el
pecho. "Entonces estas en problemas."

"Sí, mujer, estoy en problemas", admitió él, frotando una mano en el lugar en
que lo asalto. "Sin embargo, no hay necesidad de pegarme".

Cait se sentó y lo miró profundamente a los ojos. "Llamé y te llamé tonto",


ella se quejó.

"Deberías haber regresado."

"Yo no estaba en condiciones de estar cerca de ti, Cait, confía en mí. "
"Escúchame, Dashiel Thorpe." Un dedo delgado se le clavó en el pecho. "Yo
soy tu esposa, no te puedes ir y mantenerte alejado tantas horas en la noche, yo no
puedo saber lo que piensas, y yo estaba preocupada por ti".

Dash suspiró, sin saborear la pelea, estaba demasiado cansado para eso. "No
hay nada de qué preocuparse, Caitie, soy un licántropo. ¿Qué crees que me va
pasar a mí? "

"El hecho de que eres un licántropo no significa que eres invencible, Dash,"
dijo en voz baja.

Él la tiro hacia él y le rozó los labios con los suyos. "No me castigaras,
muchacha, ha sido un largo día".

"Yo desconozco lo que sucederá." Los brazos de Cait se deslizaron alrededor


de su cuello, y lo mantuvo apretado. "Pero eres parte de mí ahora, Dash, no puedes
salir corriendo."

"Caitie", susurró antes de besarla de nuevo. "No es seguro para ti estar a mi


alrededor cuando estoy fuera de control".

Su dulce aliento sopló en sus labios, y Dash gimió mientras ansiaba


encontrar consuelo en su interior, para borrar toda la angustia y el dolor del día
dentro de Cait.

"¿Estas bajo control ahora?", ella preguntó, mientras sus dedos se arrastraron
por su pecho.

Dash la hizo rodar por debajo de él. "Molestando al lobo", preguntó contra
su piel suave, rozando su hombro con los dientes. "Esa es una muy buena manera
de conseguirse una mordida."

Cait rio. "Ahora, ¿quién es quién?"

Dash amaba despertarse con Cait en sus brazos, sus pechos desnudos
presionando contra él, con el pelo extendido sobre el pecho.
Ella se movió hacia un lado y luego levantó sus brazos para mirarlo. "Buenos
días." Sus suaves ojos azules brillaron.

Nunca había visto un espectáculo más hermoso, y Dash contuvo el aliento,


trataría con el futuro más tarde, cuando ella no parecía tan desesperadamente
necesitada de un beso.

"Buenos días, ángel," él susurró, inclinándose para rozar sus labios contra los
suyos, ella sabía celestial, como las bayas dulces de verano.

Después de un momento, Cait jadeó y se echó hacia atrás.

"¿Qué?", él preguntó, sintiendo como si su juguete favorito le hubiese sido


arrebatado de sus manos.

Cait echó la pierna sobre el borde de la cama. "Se me olvidó, le dije a Price
que le ayudaría con el desayuno del marqués."

Dash no pudo evitar el gruñido que escapó de él cuando llegó con ella. "El
hombre se ha alimentado a sí mismo durante siete décadas, pienso que puede
hacerlo solo".

De pie frente a él, Cait cruzó los brazos sobre sus pechos deliciosos. "Él no
está comiendo bien, Price dijo que el poco de sopa que comió anoche fue más de lo
que ha comido en mucho tiempo".

"Si él decide morir de hambre por sí mismo, no veo por qué tenemos el
derecho a interponernos en su camino." Dash miró hacia el techo para evitar la
mirada mordaz que él sabía que ella le dirigió.

"Es una cosa horrible que digas eso, Dashiel Thorpe."

Tal vez, pero él no se inmutó por su protesta y se centró en una pequeña


grieta en la moldura. "Es un hombre horrible."

Ella resopló y luego caminó hacia el vestidor, en un instante, Cait gritó


cuando su pie hizo contacto con algo pesado y ella cayó sobre su trasero. "¡Ay!"

Dash saltó de la cama para ayudarla.


Cait ignoró su mano extendida mientras apretaba el tomo de Debrett contra
su pecho. "Dash, hay algo, que tengo que decirte".

Él frunció el ceño ante el libro en sus brazos. "Tengo algo que decirte, Caitie,
esa cosa me golpeo en la parte posterior de la cabeza la noche anterior, no deberías
andar por ahí escondiendo libros bajo las almohadas".

Una sonrisa beatífica iluminó su rostro, y luego estalló en un ataque de risa.

Era evidente que él se había perdido de algo. "¿Qué es lo que es tan


divertido, muchacha?"

"Ahí es donde había escondido, tu pequeño diario malvado, bajo mi


almohada".

Era evidente que había perdido la cabeza esta mañana, Dash se pasó una
mano por el pelo. "Imposible, yo queme esa cosa. ¿Tu cabeza está bien? ¿Te
golpeaste cuando te caíste? "

Cait se rio aún más fuerte. "No, seas tonto mi lobo, aquella noche en la
posada cuando lo estabas buscando, lo había escondido debajo de mi almohada, tú
estabas buscando en mi baúl, a través de mis ropas y cajones".

Ella cayó hacia atrás, casi sin aliento por su risa. "Me gustaría que hubieses
visto tu rostro cuando Jeannie entró y te vio".

Dash nivelo su mirada más mordaz. "Pensé que estabas dormida."

Ella se puso de pie, sin soltar el pesado tomo contra su pecho. "Bueno,
estabas equivocado, estoy segura que no será la última vez. "Cait se inclinó y besó
su frente. "Encontré a Radbourne la última noche. "Ella le dio el libro a él.

La boca de Dash se abrió, eso es lo que había estado haciendo.

"No estoy seguro de estar listo para encontrarlo, Caitie."

Sus ojos claros comenzaron a humedecerse, y sus labios se apretaron. "Lo


siento, Dashiel, pero es demasiado tarde."

Radbourne estaba muerto, podía verlo en su expresión torturada. "¿Cuánto


tiempo?" le dijo ahogadamente.
Hace unos momentos, no estaba seguro si estaba preparado para encontrar a
su padre, y ahora sabía que nunca tendría esa oportunidad, sentía su corazón en la
boca del estómago.

"¿Cuánto tiempo?" Repitió ella, sacudiendo la cabeza por la confusión.

"¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se fue?"

"Oh," dijo en voz baja. "Veinte años, lo siento".

Dash sacudió la cabeza, no debería importarle, él ni siquiera sabía el nombre


del hombre hasta ayer. No debería importarle que él se hubiera ido, pero de
alguna manera lo hizo, pero no tenía ningún sentido en absoluto.

"Su nombre era Edward Hadley…"

Dash levantó la mano, en silencio para detenerla, no quería saber nada más,
sus entrañas se apretaban, y él no quería que ella viera que lo debilitó.

Los ojos de Cait se suavizaron, y ella se acercó a él. "Hay más, Dash."

"No quiero oírlo, Caitie."

Ella frunció los labios obstinadamente. "tienes hermanos," dijo ella


bruscamente.

"Hermanos", el eco hizo que la habitación empezara a dar vueltas.

Cait asintió. "Tienes tres hermanos."


TREINTA Y SEIS

Tras reflexionar sobre ello, Caitrin pensó que podría haber sido una mala
idea decirle a Dash de sus hermanos, él se había lanzado sobre su pantalón y la
camisa y salió de la habitación sin decir nada más. Sin importar la cantidad de
súplicas o llamadas a su nombre lo hicieron volver a sus sentidos, fue la segunda
vez en pocos días que él se había marchado, dejándola sola.

"Dios del cielo," ella gruñó para sus adentros. "Lobo temperamental." Era tan
frustrante que no pudiera ver su futuro, le hubiera traído un poco de alivio si
pudiera saber por lo menos que estaba a salvo.

Cait suspiró mientras rápidamente se vestía sin la ayuda de una criada y se


arregló el cabello en un moño sencillo, ella y Dash iban a tener una conversación
seria sobre sus salidas maleducadas y su tendencia a pensar.

Justo cuando ella se dirigía a la puerta, oyó un leve golpe, la abrió para
encontrar al mayordomo en el pasillo, haciendo muecas. "Price, ¿qué es?"

El anciano negó con la cabeza. "Es su señoría, Lady Brimsworth, está


desapareciendo ante mis ojos, y…."

"Lo pondré a comer algo, Price." Cait sonrió, con la esperanza de consolar al
hombre. "Estoy segura de que va estar bien", mintió.

Aunque "bien" era probablemente un término relativo, lo que sí sabía, lo que


pudo ver claramente, era que para el marqués de Eynsford no habría otro día. Lo
que ella no sabía era si iba a encontrar la paz con su hijo antes de morir, y
viceversa.

Se armó de valor para un día difícil, Cait siguió a Price a la habitación del
marqués. "Nunca he visto a su señoría querer a alguien como a usted, mi Lady, me
alegro de que lo haya venido a visitar".
Cait apretó la mano de Price. "Usted es un elogio para la lealtad".

El mayordomo se arregló un poco ante sus palabras, lo que calentó el


corazón de Cait. Llamó una vez en la puerta del marqués "antes de permitirse
entrar" Buenos días, Lord Eynsford ", gritó alegremente.

Las cortinas estaban cerradas y muy poca luz se filtraba a la habitación, la


respiración trabajada del Marqués se oía desde la puerta, y Cait cruzó
rápidamente la habitación junto a su lecho, deseó que Elspeth estuviera aquí, ya
que podría facilitar la muerte de ese hombre.

Cait se acomodó en un sillón de cretona a su lado y le enderezó la peluca.


"Entiendo que la avena está en el menú para el desayuno, mi Lord"

Él frunció el ceño. "No voy a comer eso, ni siquiera por ti. "

Cait rio suavemente. "No es mi favorita tampoco", confesó. "Un amiga mía
siempre realiza cosas horribles, no entiendo como ella tiene estómago".

"Me estoy muriendo, Lady Brimsworth."

"Yo lo sé." Cait estudió su rostro antiguo, incluso el poco de color que tenía
el día anterior se había ido, pero su mente seguía aguda, y su lengua tan cortante
como siempre.

"Y yo no voy a comer algo que no quiero."

Podía ver su punto, Cait le puso la mano sobre la suya. "No lo obligare a
comer la avena, mi Lord. ¿Hay algo que quiere que haga? "

El marqués negó con la cabeza. "Quédate aquí, habla conmigo, ha pasado


una eternidad desde que alguien ha hablado conmigo".

Cait asintió. "Por supuesto, mi Lord. ¿Qué vamos a hablar? "

"Escocia", él sugirió antes de que la tos sacudiera su cuerpo, moviendo la


cama debajo de él.

¿Escocia? Estaba literalmente en su lecho de muerte, sin embargo, él quería


hablar de tonterías ¿Qué tal de Dashiel? ", Sugirió en cambio, mientras le ofrecía un
trago de agua.
Eynsford se estremeció y negó la bebida apretando la boca cerrada.

Cait volvió a su asiento. "Usted mismo ha dicho que se está muriendo, mi


Lord. ¿No le gustaría deshacer la animosidad que hay entre usted y Dash antes de
que sea demasiado tarde? "

Él negó con la cabeza. "Lo hecho, hecho está, querida, no tiene que ser así
para usted, sin embargo, la luna llena es esta noche, pero no es demasiado tarde
para que vuelvas a tus sentidos y te escondas lejos del monstruo".

Cait trató de ser paciente con el hombre, era viejo, se estaba muriendo, pero
él no entendía. "Él no es un monstruo ", dijo en voz baja. "El linaje de los
licántropos era uno benévolo." O eso es lo Benjamín Westfield decía con bastante
frecuencia. "Nos han ayudado a dar forma a la historia como ya sabe, y Dash es tan
noble como sus antepasados”.

Él frunció el ceño, cruzando los brazos delgados sobre el pecho, pero Cait se
dio cuenta de que estaba escuchando, respiró hondo y continuó.

Viendo el sol como comenzaba a establecerse desde el viejo escritorio de su


padre, la inquietud se apoderó de Dash y él se centró en el libro delante de él.
Había estado temiendo la llegada de esta luna más que ninguna antes, a pesar de
que nunca había sido especialmente aficionado a cualquiera de las noches de luna
llena, hasta hace un mes, él siempre la había pasado con grilletes y encadenado,
solo, luchando contra el dolor que viene con estar fuera de control.

No le había confiado sus planes aún a Cait, como ella había estado
encerrada con su padre, susurrando la mayor parte de la mañana, no quería
interrumpir, no quería ver a ninguno de ellos. Y ahora como Eynsford Park fue
envuelto en el resplandor de un día lleno de sol, decidió que sería mejor tomar el
camino del cobarde, e escabullirse como un ladrón y enfrentarse a la luna llena
solo, antes de que lo hechizara para que él se quedara allí y aceptara el riesgo de lo
que podría hacer.

Él simplemente no podía, no era posible, bajo ninguna circunstancia estar


con Cait durante la luna llena. La única forma en que ella estaría a salvo era si
estaba esposado y encadenado en la misma habitación donde su padre por primera
lo había dejado enfrentarse a la bestia dentro de él en esa noche de luna llena hace
mucho tiempo.

Dash estaría envuelto en los hierros que odiaba, pero ella estaría a salvo, que
era lo más importante.

Había contemplado brevemente dejar Eynsford Park antes de la luna llena,


pero sin medios adecuados para asegurarse a sí mismo, él acababa de oler su
aroma a madreselva al otro lado del río. Infierno, él probablemente la olería si
estaba en el camino de vuelta a Londres, entonces estaría corriendo por el bosque
hasta volver a ella, y probablemente lo lograría. Así que se encadenaría en la sala
abajo de las escaleras, esperaba que funcionara bien, o al menos era lo mejor que
podía hacer por ahora.

Consideró enviar a alguien a limpiar la habitación para que fuese un poco


más habitable. Pero habían pasado años con telarañas y polvo, podía pasar una
noche más así, recordó la forma en que había despertado en brazos de ella en la
mañana, su dulce aliento haciendo cosquillas al vello de su pecho y sus manos
sobre su piel.

La lujuria inmediatamente empezó a nublar su cerebro, y luego escucho sus


suaves pisadas por el pasillo, maldición, por supuesto, ella lo buscaba cuando se
sentía melancólico.

La puerta del estudio se abrió y ella asomó la cabeza en su interior. "Dash",


gritó en voz baja, luchó por ignorarla por un momento, sólo necesitaba tiempo
suficiente para despejar su cabeza. "Dash", lo intentó de nuevo, esta vez con mayor
urgencia.

"¿Qué es, Cait?" él ladró, inmediatamente arrepentido por su tono. Pero ni


siquiera levantó la mirada hacia la de ella, no podía, porque él no quería ver su
amor por él que brillaba allí. Por último, no podía evitar mirar hacia ella tan
brevemente.

"Veo que estas de buen genio, Dashiel," dijo con severidad mientras
colocaba sus manos sobre sus caderas y lo fulminó con la mirada. Dios, esas
caderas que sólo quería aferrarse a ellas para poder montarla en la noche.

Cerró el cajón de su escritorio, tratando de llamar a su deseo. "Estoy


ocupado, Caitrin."
"Sí, puedo ver eso, y tú eres un gran patán. "

Finalmente él tiró su pluma sobre el escritorio y se recostó. "¿Qué has estado


haciendo?"

"Oh, ahora tienes interés", preguntó ella sarcásticamente.

"Cait," él gimió mientras se pellizcaba el puente de la nariz entre el pulgar y


el dedo índice en señal de frustración.

"La tos de tu padre empeoró durante la noche, y él ha pasado un momento


difícil por la misma."

"Lamento escuchar eso," Dash murmuró, bajando la cabeza hacia su libro de


contabilidad para considerar los números que había alineados en filas ordenadas.

"Maldita sea", dijo mientras cerraba el libro. "¿Qué haces aquí, Cait?"

"¿Necesito una razón para visitar a mi marido?" Sus ojos azules brillaban con
irritación.

"No, pero me imagino que tienes uno, así que".

Cait cruzó la habitación hacia él, sus medias susurrando en voz baja
mientras se movía lentamente en su dirección, eso lo hizo pensar en la última vez
que había retirado sus medias y la nueva forma en que le había hecho el amor a
ella.

"Debes ir a visitar a tu padre, Dash, me temo que su tiempo aquí no será


mucho más largo".

"¿Esperas que vaya a envolver mis manos sobre su cuello y le facilite su


muerte? Si es así, vamos a apresurar su paso, Cait".

Dash vio la sutil advertencia de ira en el enrojecimiento de su cara, ella se


volvió rápidamente y cogió un florero de una mesa y se lo lanzó con todas sus
fuerzas, directamente a la cabeza.

Él se agachó y el vaso voló junto a su oído, tan cerca que podía sentir el
viento que creó. "Cait", él gruñó mientras tomaba los fragmentos rotos que yacían
esparcidos sobre la alfombra.
"Corriste de mí dos veces, Dash, no me buscaste durante todo el día, y he
estado pacientemente esperando.

Pero el tiempo ha llegado su fin, y tú necesitas ir a ver a tu padre. "Ella piso


fuerte con su diminuto pie. "Te vas a arrepentir si no vas a verlo, está preguntando
por ti".

Los oídos de Dash se animaron. "¿Por qué haría una cosa tan tonta?
Aborrece el suelo que camino".

"Necesita verte." Ella se encogió de hombros. "Eso es todo lo que se".

Dash se pasó una mano por la cara y respiró hondo.

"¿Me necesitas para que valla contigo?"

Sus palabras se escaparon en un suspiro. "Yo no puedo hacerlo solo, yo no


puedo garantizar que va a estar mejor debido a mi visita, si sobrevive a ella. "

"Iré contigo", ella resolvió.

"Si crees que es mejor," Dash se quejó mientras caminaba rápidamente por
delante de ella, conteniendo la respiración mientras se acercaba a ella por temor a
desatar la bestia dentro de él simplemente inhalando su hermoso olor.

"Bruja obstinada", él murmuró.

"Patán Irritable," murmuró ella al mismo tiempo.

Dash intentó, sin éxito, reprimir una sonrisa.

Cait lo siguió, consciente de la batalla que se libraba en su interior, la bestia


en él quería gobernar, mientras que el hombre en él quería arrebatarle el control de
nuevo, y el niño en él todavía quería la aprobación de su padre.

Esa fue la parte más triste, sabiendo lo mucho que Dash anhelaba el amor de
Eynsford. Sabiendo lo mucho que deseaba que le perteneciese, aunque sólo fuese
por un momento, al igual que una palabra fuera de lugar podía dejar cicatrices
eternas, una palabra bien pensada podría sanar viejas heridas.
Dash llamó suavemente a la puerta antes de entrar en la habitación de su
padre y camino lentamente hacia la cama, el marqués estaba tan quieto, que de
inmediato vio el miedo en los ojos de Dash, ella vio su pena, y se le rompió el
corazón.

"Mi Lord," ella llamó a la forma que dormía.

Luego sonrió cuando él se quejó en voz baja, "Vete". Oyó la debilidad de su


tono y vio cómo él luchaba por abrir los ojos.

"Dashiel está aquí", ella dijo.

El marqués abrió los ojos, buscando por la habitación hasta que encontró
Dash de pie a su lado. "¿Vienes a terminar el trabajo?"

"Vine porque Caitrin dijo que preguntó por mí." Dash la fulminó con la
mirada.

"¿Por qué diablos iba a hacer eso?"

Ella se encogió de hombros cuando el marqués confirmó su mentira, pero


¿qué otra cosa iba a hacer?

Los dos eran demasiado tercos para su propio bien, incluso ahora, a esta
hora tardía.

Dash miró como si pudiera cometer asesinato, sólo que iba dirigida a ella en
esta ocasión. Cait luchó para no estremecerse. "Si él hubiera estado pensando con
claridad, habría pedido hablar contigo", dijo, con la esperanza de que ambos, padre
e hijo simplemente aprovecharan el tiempo que les quedaba.

"Parece como si mi esposa ha tomado para sí misma torturarnos a ambos,"


gruñó Dash. "Y ya que ninguno de nosotros tiene deseo de que yo esté aquí, voy a
retirarme".

El marqués dijo en voz baja: "Ya que estás aquí, tú también puedes
quedarte."

Dash se sentó tan rápidamente en el borde de la cama de su padre, que Cait


tiró del lóbulo de su oreja y se preguntó si se había perdido el mandato para
sentarse, pero allí estaba él, mirando tan ansioso como un cachorro a la espera de
un cariño, casi le rompió el corazón.

"¿Cómo estás?" Preguntó Dash.

"Muriendo", dijo el anciano con voz ahogada, arrastrando la tos a través de


su cuerpo.

"Lo siento", dijo Dash en silencio.

Cait inmediatamente se preguntó a qué se refería. ¿Estaba arrepentido de


que su padre se estuviera muriendo? ¿Lo sentía por la forma que sufría? ¿Lo sentía
por las acciones pasadas? ¿Lo siento por ser un bastardo? Ella esperó, casi tan
ansiosa como Dash parecía estarlo.

Las lágrimas se reunieron en sus ojos cuando el anciano se acercó y cubrió la


mano de Dash con la suya.

"Soy yo quien debe decir que lo siente, hijo." Ella podía jurar que Dash
tembló un poco. Pero él se sentó en silencio y dejo que el marqués continuara.
"Parece que me encanta tu esposa."

Dash se rio, con su voz un poco cambiante. "Yo no estoy muy preocupado
de que la mantienes lejos de mí".

El marqués hizo un gesto a Cait y le preguntó: "¿Va a abrir la cortina de


allí?" Señaló hacia la que ocultaba el retrato de su difunta esposa, Cait corrió feliz
para revelar la imagen de la mujer tan sonriente tan hermosa.

"Eso es todo, ahora," Eynsford murmuró, colocándose pacíficamente contra


las almohadas, una débil sonrisa apareció en sus labios.

Dash no realizó ningún ruido.

"Ella te amaba", el marqués finalmente admitió. "Ella estaba muy feliz por
estar embarazada, no hablaba de nada más que de su deseo de tenerte en sus
brazos".

"¿Por qué nunca me lo dijiste?" preguntó Dash en voz baja.


"Yo estaba enojado. La alejaste de mí, incluso antes de tu nacimiento, ella te
amaba y te cuidaba más de lo que nunca cuido de mí, y entonces ella se había ido,
debido a tus orígenes, era fácil suponer que la mataste.

Y así aliviar mi culpa, yo no fui capaz de ayudarla a ella al final, nadie


pudo".

"¿Ella me amaba?" Dash repitió, y esta vez, Cait tuvo que apartarse para no
derramar lágrimas en ambos. Lo demás tendría que brotar como un enorme crisol
de riego.

"Ella lo hizo", Eynsford susurró. "Y, aunque nunca entendí a la bestia dentro
de ti, tu señora me lo explicó todo hoy, así que siento que tengo que arreglar las
cosas, mientras todavía tengo tiempo."

"No es importante", comenzó Dash.

El marqués levantó un dedo, y Dash inmediatamente se calmó, como un


buen perrito pequeño. "He sido un tonto, Dashiel, y lo siento, me siento orgulloso
de dejarte todas mis posesiones mundanas, y te dejo también mi respeto, así, hijo
ahora vete para que pueda descansar".

"Pero", dijo Dash, como si necesitase decir una o dos cosas suyas.

Con los ojos ya cerrados, Eynsford apretó la mano de Dash y Cait observó
con asombro como Dash mantenía apretada la del marqués con fuerza.

Cuando su padre dormía, Dash trasladó una silla al otro lado de la


habitación y se sentó en ella. "Creo que me quedaré un poco" murmuró él, sus
palabras ahogadas por la emoción.

Cait salió silenciosamente de la habitación, cerrando la puerta suavemente


detrás de ella. Padre e hijo necesitaban un poco de tiempo a solas y ella les daría
eso a ellos.
TREINTA Y SIETE

Cait paseaba de un lado a otro por la entrada de Eynsford Park, rechinando


los dientes tan fuertes que Price disparaba miradas de preocupación en su
dirección.

"¿Estás seguro que no ha dejado una nota? O no le dijo a nadie dónde


estaría, ¿Price? "

"Estoy seguro, mi Lady," dijo el mayordomo estoico, evitando su mirada.

"¿Están todos los caballos en los establos?"

Finalmente él la miró. “Lo están”. Acabo de enviar a Owens para verificarlo,


su señoría no se marchó a caballo".

Habían pasado horas desde que Dash había desaparecido, según Price, él se
quedó con su padre hasta que el hombre finalmente se durmió profundamente.
Luego salió de la habitación de forma rápida y no lo había vuelto a ver.

El sol se hundía en el horizonte mientras Cait miraba por la ventana del


salón, estaba deseando tener a Dashiel de pie junto a ella para que pudieran
compartir la caída del sol en el cielo y el ascenso de la luna, por lo que podrían ser
marido y mujer licántropos y aparearse. Pero ella estaba sola, las sombras bailaban
sobre los jardines, el sol se hundía y la luna tomaba su lugar, pero Dash todavía no
aparecía en ninguna parte para poder ser encontrado.

"Está seguro que no salió con un viejo amigo, ¿Price? Quizás se perdió con
las idas y vueltas, después de haber estado con en el marqués durante todo el día”.

El hombre infló su pecho hacia fuera, con la cara caída, como si ella le
hubiera asestado un duro golpe. "No he salido de mi puesto de vigilancia, mi
Lady, y yo ya he pedido a los lacayos de cada parte de la propiedad traer cualquier
noticia, nadie lo ha visto".
"Lo siento, Price, simplemente estoy preocupada".

Algo brilló en los ojos del hombre, un poco de pena, ¿tal vez? Si es así, ¿Por
qué tendría que tener pena? A menos que... a menos que él supiera dónde estaba
Dashiel.

Cait se le acercó lentamente, tratando de mantener una sonrisa agradable en


su rostro. "Tienes un poco de polvo en la manga, aquí, Price, "dijo casualmente
mientras lo alcanzaba para cepillar la manga de su chaqueta. Así como había
pensado que sucedería, el hombre estaba tan nervioso ante la idea de ensuciar la
ropa con la que se encontraba y con atención comenzó a buscar la tierra infractora.

"Yo no lo veo, mi Lady." Levantó una mirada de cuestionamiento hacia ella.

"¿Limpiaste las chimeneas hoy, Price?", él se rio mientras se sacudía el polvo


de su hombro. "Mi mayordomo en casa nunca ha llegado a ser tan sucio."

"Tuve algunas tareas especiales para hacer hoy, mi lady. ¿Cómo dijo? Se
colocó un poco más alto y levantó la nariz en el aire, de modo que no apreciaba su
valoración en absoluto. ¿Podría la vanidad del mayordomo ser su caída?

Tal vez.

"¿Cuáles fueron sus tareas especiales, Price?", preguntó casualmente


mientras se dirigía de nuevo a la ventana para mirar otra vez en las profundas
sombras.

"Yo... yo..."

Ella se volvió hacia él, dándole su mirada más altiva. "Sí, ¿Price?", Le espetó.

"Quería limpiar una de las habitaciones que no hemos utilizado desde hace
mucho tiempo, mi señora."

"¿Y qué habitación sería esa?, ¿Price?" Ella entrecerró las cejas hacia él.

"Basta con que es una cámara antigua, Lady Brimsworth", él murmuró.

"¿Por casualidad, pidió su señoría que limpiara esta sala?"

"¿Cuál mi Lord, mi Lady?" Price preguntó.


Eso fue más que suficiente, Cait puso sus manos sobre sus caderas y pisó
fuerte con el pie. "Usted sabe dónde podría estar mi marido, Price, le sugiero que
me diga o voy a ser una mujer muy infeliz, y a usted no le gustaría verme cuando
no estoy contenta".

"No me imagino, mi lady," Price se quejó.

"¿Y bien?" Si el hombre no seguía adelante, tendría que sacar sus hierbas y
hacer un té especial, sólo para él, uno que quizás lo atormente por días, oh, sí, eso
sería muy agradable.

"Yo no tengo nada que decirle, mi lady." Él apretó los labios en una delgada
línea.

"¿Por orden de quién?"

Price dijo: "¿El marqués?". Pero salió más como una pregunta.

"¿Así que quiere decirme que el marqués que está arriba luchando por
respirar, se preocupaba por una vieja habitación con polvo y le dice que valla a
limpiarlo?"

El hombre asintió con la cabeza rápidamente. "Eso es correcto."

"¿Dónde está la habitación? Me gustaría verla por mí misma. "

"No puedo decirle." Él frunció los labios de nuevo.

"Bien," dijo Cait. "Voy a preguntarle al personal hasta que alguien me diga
lo que quiero saber".

"Eso por eso que su señoría me ha enviado solo, mi Lady, no quería que
nadie lo supiera".

"Seguramente alguien lo vio cuando iba y venía," dijo ella, burlonamente.

Se dio cuenta de que él lo pensó mucho. "Oh, espero que no," por fin suspiró,
cerrando los ojos a la vez herméticamente.

Cait bajó la voz. "Voy a averiguarlo por lo tanto, ustedes podría querer hacer
que esto sea más fácil para los dos, o me volveré hacia adelante y lo sacare ahora".
"¡No se atrevería!" Gritó Price.

"¿Está seguro de eso?", preguntó Cait mientras recogía una pieza imaginaria
de pelusa de la manga.

"¡El marqués ni siquiera está en la tumba todavía!"

Caitrin sintió una pequeña pena por su arrebato, pero sólo duró un
momento. "Pero lo estará pronto, Price, por lo tanto, ustedes podría querer
recordar quién llevará a cabo los términos de empleo".

Price bajó la cabeza hacia atrás con señal de derrota y gimió. "El marqués me
hizo limpiar la habitación." Dijo las dos últimas palabras con suficiente inflexión
para que Cait diera un paso atrás.

"¿La habitación?"

"Sí. La habitación, el marqués hizo que limpiara la habitación de Lord


Brimsworth, no se había utilizado en varios años, por lo tanto, la limpié, sábanas
frescas, un buen lavado. Debo admitir que es casi inhabitable, incluso tuve que
traer una cama nueva traída desde de arriba de las escaleras para sustituir a la
antigua, su señoría ha pasado las noches de la luna llena en ella cuando se veía
mucho peor".

"Entonces, ¿por qué tenía que estar limpio, ahora?"

"Me dijo que quería que su hijo se sintiera cómodo en esta noche que era tan
dolorosa para él."

"¿Él lo hizo?" Cait cubrió su pecho con la mano. "Que bien".

En ese momento, un lacayo se acercó a Price y dijo en voz baja: "Todas las
criadas se han ido de la propiedad, tal como lo pidió, y con poco tiempo que
perder, debo añadir, las cadenas ya se golpean allí abajo".

Price abofeteó al niño en el lado de la cabeza. "Cuidado con la lengua


alrededor de la condesa." Asintió hacia Cait.

"Le ruego me disculpe, mi Lady."


Cait trató de juntar las piezas del rompecabezas en su mente, una habitación
sucia que ahora estaba limpia.

Estaba un nivel más abajo porque Owens lo había dicho allí, Cadenas, Cait
sopló con frustración.

"Sólo espero que las cadenas contengan al monstruo," Owens murmuró


mientras se alejaba. "Nunca he sabido que él estuviera tan agitado desde tan
temprano en la noche."

Él jadeo de Cait atrajo la mirada de Price.

"No puede ir por ahí, mi Lady," dijo el mayordomo, corriendo hacia ella.

"¿Mi marido está en el sótano? ¿Ese lugar oscuro y sucio que vi el primer día
que estaba aquí? "

"No es tan sucio ahora" Price murmuró, arrastrando los pies.

"¡Es ahí donde está!" Gritó mientras corría en esa dirección.

"¿A dónde va, mi lady?"

"¡Con mi marido!" ella llamó de vuelta, incapaz de detener la sonrisa que


cruzó su rostro al pensar en encontrarlo y pasar la noche con él bajo la luz de la
luna.

Dash ya estaba luchando contra las cadenas, había luchado su turno en


forma de lobo, tan pronto como la luna apareció por encima del horizonte, pero
algunas cosas no podían ser detenidas, y el surgimiento de la bestia era una de
ellas, lo sabía por experiencia.

Ahora, la bestia dentro de él quería escapar de los grilletes y escapar de la


bodega, y luego ir a encontrar a su esposa y encontrar su camino lobuno con ella.

Pero eso no iba a suceder, él no lo permitiría.


Dash no llevaba nada más que la piel de oro que adornaba su cuerpo y un
collar de titanio que lo encarcelaba y le impedía ir a buscar el deseo de su corazón,
se estremeció ante la sola idea, una gota de baba caía de su boca a la tierra en el
suelo de piedra.

El pelo en la parte posterior del cuello de Dash se levantó cuando oyó la


suave voz de Cait que lo llamaba por su nombre, él bailó en cuatro patas, tirando
de su cuello hasta el punto del dolor, ella lo llamó de nuevo, incapaz de resistirse,
él levantó su hocico en el aire y se volvió para llamarla, un aullido profundo y rico.

Oh, Dios mío ¿Qué había hecho? Había llamado por ella, tal vez ella no lo
había oído, pero entonces oyó sus suaves pisadas.

Dash gimió, bailando de nuevo por la agitación. ¡Cait! La necesitaba, la


quería, pero él no podía tenerla.

"¿Dash?", Dijo desde el otro lado de la pesada puerta de roble.

¡Cait! Él gritó en la única forma que sabía, pero entonces recordó, recordó lo
que él era.

Él era un licántropo, era peligroso, él no podía tenerla, tal vez si él se sentaba


en silencio, ella se iría.

Las barras en la puerta se hicieron para mantener a Dash dentro, no para


evitar que otros entraran, así que no había manera de impedirle entrar en la
habitación, él se deslizó en las sombras, caminando tan lejos como su correa le
permitiera.

Tal vez si ella no lo veía, no daría un paso dentro de su celda.

Un golpe seco sonaba mientras Cait eliminaba las barras de la puerta, luego
se deslizó hacia el interior. La puerta se abrió, Dash se sentó a la sombra y trató de
mantenerse y evitar correr hacia ella. A continuación, el olor a madreselva de ella
alcanzó su nariz extremadamente sensible y tuvo que lamer sus labios para no
babear de nuevo.

"Dash", ella preguntó de nuevo mientras entraba más en la habitación.


Podía ver en la oscuridad total a causa de sus sentidos licántropos, pero su
pequeña bruja no podía, lo recordó con gratitud. Ella se dio la vuelta y se fue, el
corazón de Dash se apretó en su pecho.

La deseaba más que el aire que respiraba, la deseaba más que su próximo
trago de agua. Él la quería a ella más de lo que quería su propia existencia. Maldijo
en su cabeza y tiró de las cadenas que lo unía a la sala de piedra.

Un momento después, un destello de luz le llamó la atención, ya que se


filtraba a través de la rendija de la puerta que ella había abierto, Dash inclinó la
cabeza hacia un lado para que pudiera escucharla claramente, ella tarareaba un
pequeña pero animada melodía. Cait abrió la puerta completamente y dio un paso
hacia atrás en el interior, con una lámpara alta para que pudiera iluminar la
habitación, Dash se puso de pie y se agachó, gruñendo, tenía que salir. Ella acaba
de hacerlo.

Cait saltó y se puso una mano en el pecho. "¡Cielos! Me asustaste".

Bueno, ella debería tener miedo de un lobo salvaje, si no era así, la mujer era
simplemente una tonta. Y eso era una cosa que nunca había asumido de ella, podía
ser molesta como el demonio, pero ella estaba completamente cuerda. Cait se
dobló por la cintura y coloco la lámpara en el suelo, luego dio un paso hacia él. Él
gruñó bajo su garganta.

"¿Vas a dejar de hacer ese ruido?" Ella espetó. "Simplemente quiero echarte
un vistazo. No voy a hacer nada que no quieras que haga. "

Dash volvió a gruñir, no quería que hiciera nada, ese era el problema.

Cait se colocó las manos en las caderas y frunció el ceño, Dash estaba casi
abrumado por el deseo de sacar su pata por una sacudida, sacudió la cabeza para
despejarse, maldita mujer.

"¿Por qué estás atado así, Dashiel?", ella preguntó mientras caminaba hacia
donde su atadura lo anclaba a la pared de piedra.

Porque yo podría hacerte daño.

Cait pasó sus dedos a lo largo de los eslabones de metal hasta que estuvo a
su alcance. Estaba tan cerca que podía oler su cabello, casi podía saborear el valle
entre sus pechos. Y entonces empezó a pensar en el pequeño pliegue donde sus
muslos se encontraban con sus caderas.

"Pareciera que quisieras devorarme," dijo ella distraídamente mientras se


levantaba y comenzó a buscar en la habitación algo. ¿Qué podría estar buscando?
Entonces oyó el ruido metálico del metal contra el metal, él gimió cuando ella
encontró la llave. "Y ahora suenas como si algo que comiste no cayó bien en tu
estómago".

No he comido nada, ángel, sino que podría devorarte y ni siquiera me verías venir,
no serías capaz de moverte lo suficientemente rápido para escapar de mí.

Ella tendió la llave en sus pequeños dedos. "Yo tengo la llave de tu libertad."
Entonces ella tentativamente toco la parte superior de su cabeza y el collar de
titanio se abrió en su cuello, en el momento en que era libre, Dash se sorprendió al
sentir el dolor de pasar de la bestia al hombre. Él nunca había cambiado a voluntad
antes, sin embargo, allí estaba, su acortamiento nariz, las orejas se aplastaban, el
pelo que retrocedía.

Cuando se presentó ante ella como un hombre, una vez más, cerró los ojos y
respiró profundamente, se acercó más, pero tenía miedo de tocarla, en su lugar,
decidió decirle lo que había en su corazón.

"Creo que has tenido la llave a mi libertad desde esa primera noche, Caitie."
TREINTA Y OCHO

Aunque se encontró con algo de seguridad en las profundidades de sus ojos


ambarinos, Cait todavía temblaba cuando extendió una mano para tocarla y luego
la retiró. Se balanceó hacia él como si no hubiera una atracción invisible, pero
rápidamente se apartó de ella.

Ella trató de mantener el temblor de su voz mientras se alejaba, pero era


plenamente consciente de que el resto de su vida dependía de este momento.
"Dash", empezó a decir, pero él la interrumpió.

"Me imagino que estas completamente disgustada por la visión de mí", dijo
Dash en silencio, se puso de pie con la espalda hacia ella, su cuerpo gloriosamente
desnudo, sus músculos brillando a la luz de las velas. No quería nada más que
tocarlo, pero tenía la sensación de que no sería lo correcto, no para él, no para ella,
no esta noche.

"No estoy disgustada". Resopló Cait.

"Asustada", él preguntó, en un tono un poco más profundo.

"¿Has visto lo que soy, ahora entiendes por qué me coloco grilletes cuando
hay luna llena, no querrías hacer frente a una bestia, y yo no lo esperaría, tampoco,
estas mucho mejor sin mí".

Cait luchó contra la rabia ciega que se arrastraba por su espalda. "¿Piensas
que soy lo suficientemente débil para dejarte fuera de mi vida, Dashiel Thorpe?"
ella se acercó lo suficiente para que pudiera sentir su aliento en la mejilla, pero él
no la tocó, se dio cuenta de que quería, pero él se mantenía bajo control.

"No eres débil, Cait." Él se tocó la sien con el dedo índice. "Eres muy
inteligente".
"Estas lleno de elogios en la actualidad, por lo que veo," gruñó Cait. "Sin
embargo, veo un problema."

"No puedo evitar ser lo que soy, créeme, si pudiera dejar de ser un lobo lo
haría".

"Oh, cállate, eso no es el problema, tengo que mantenerme a tu alrededor,


porque sin mí”, ¿quién mantendrá a la gran bestia en su mejor comportamiento? Él
necesitaba a alguien que le ayudara con los grilletes, necesitaba alejarlos de él.

“O hervirlos en aceite hasta que se fundieran”. Ella podría sacar las argollas
porque no se utilizarían para encarcelar a su marido nunca más.

"Price puede hacer eso", murmuró Dash, su rostro caía como ella había
esperado que fuera, no quería estar encadenado, quería ser salvaje y libre, con ella.
Pero las viejas heridas corren profundamente, ella se dio cuenta de ello, ella no era
una curandera, pero podía ayudar con esto.

"Yo no puedo permitir poner a Price en peligro de esa manera", dijo,


fingiendo un suspiro. "Yo en cambio".

"Nunca he querido devorar a Price, ángel," él ofreció. "Tú, en cambio..."

Cait giro alrededor de la habitación y se dio cuenta de la cama en la esquina.


"¿Estaba aquí, antes?"

"No la había visto antes" Dash respondió con el ceño fruncido. "Creo que
Price hizo un trabajo aquí esta mañana. "

"Sí, a las órdenes de tu padre."

La cabeza de Dash se levantó. "¿Perdón?"

"Tu padre quería que limpiara esta habitación para que pareciese lo menos
posible una prisión. "A Dash lo confundió su mirada, ella le explicó: "Él quería que
te sintieras cómodo." Cait estiró los brazos por encima de la cabeza y bostezó de
forma espectacular. "Y yo, por mi parte, estoy muy contenta de que lo haya hecho,
estoy agotada".

"No puedes quedarte aquí, Caitrin, tienes que irte".


Cait permitió una sonrisa cruzar sus labios mientras tiraba de los cordones
de su vestido, hasta que se aflojaron y se quedaron abiertos en la parte delantera,
Dash se apartó, flexionando sus manos a los costados.

Cait se despojó de su vestido, se sacó su camisa por sobre su cabeza, y tiró


de todas las horquillas del pelo, cada vez que cada una daba en el suelo de piedra,
Dash se estremecía una y otra vez. Si no fuera por el espontáneo movimiento,
habría jurado que el hombre estaba hecho de piedra porque fue toda la respuesta
que obtuvo.

Cuando ella estaba desnuda, caminó lentamente hacia la cama, lo que


permitió que su hombro rozara su brazo mientras lo hacía. Dash tembló un poco y
se volvió hacia otra dirección.

"Ven aquí, Dash," dijo ella en voz baja, a sabiendas de que la había oído.

"No puedo, Cait." Las palabras salieron como un gemido torturado.

"¿Por qué no?"

"No quiero hacerte daño, Caitie, por favor, no lo hagas. "

Podía ver la batalla que libraba en su interior, y lo amaba aún más por el
cuidado que tenía con ella.

"Traeré los grilletes, voy a estar por aquí, al menos así podrás dormir un
poco".

"Sinceramente, lo dudo."

"¡Ouch!" Cait de repente gritó.

Él estaba a su lado en cuestión de segundos. "¿Qué es? ¿Estás herida? "

Ella sonrió con una sonrisa pícara en él. "No" “ya no", dijo mientras se ponía
de puntillas y envolvía sus manos alrededor de su cuello, ella presionó su cuerpo
desnudo contra el suyo y se frotó como un gato.

Las manos de Dash llegaron hasta la cintura para colocarla a distancia de él,
para que estuviera segura. "Eres una pequeña bruja traviesa, "ella gruñó. Sin
embargo, las rodillas de él se encontraban en el fondo de la cama, ella empujó con
todas sus fuerzas hasta que él cayó de espaldas sobre el cubrecama, ella aterrizó
encima de él, su cuerpo presionado la longitud del suyo. Inmediatamente, sintió la
dureza de él contra su vientre, y movió sus caderas contra él, Dash apartó la
mirada y apretó los dientes, como si se le presentara una tortura después de la
tortura.

"Tengo algo que decirte, Dashiel," dijo, con tono de complicidad cuando se
incorporó, sus muslos se abrían por encima de su abdomen mientras lo miraba
fijamente.

"Que sea rápido, Caitie," él gruñó. "Yo no puedo aguantar mucho más de
esto."

Ella se acercó a su oído y le susurró: "A partir de hoy, las únicas cadenas que
llevaras son las mías. "Y la única parte de tu bestia que jamás estará encadenado es
tu corazón.

Dash cerró los ojos a la vista de sus pechos, tan cerca de su cara mientras ella
se inclinaba sobre él, que podía tocar fácilmente con sus labios el tenso pezón, pero
levantó la cabeza.

Cait se incorporó, todavía a horcajadas sobre él, con el pelo rubio colgando
sobre sus hombros, se llevó un dedo a los labios y fingió mirar desconcertada.
"¿Oh, me olvidé de algo que decirte? Yo te amo mi lobo, tal como eres. "Ella apoyó
su peso en la palma de sus manos, que se apretaban contra su pecho. "¿Realmente
piensas que puedes luchar contra el amor que siento por ti? ¿Qué puedes correr lo
suficiente rápido o mantenerme lo suficientemente lejos para dejarte? "

"Cait," la llamo Dash. "Yo podría hacerte daño. ¿No lo ves? "

Ella se inclinó para que su boca casi tocara la suya y respiró en sus labios,
"Me gustaría ver de qué se trata. "Sus ojos azules brillaban con el desafío. "Soy una
bruja poderosa, ¿u olvidaste eso?"

"No, pero eso no quiere decir…"

"Significa todo '", ella insistió.


"¿Cuál es tu plan ahora?" él pregunto.

"Planeo hacerte el amor ", dijo ella, con el peligro parpadeando en sus ojos
azules. "¿Te vas a negar?"

"¿Tengo alguna otra opción?" Gruñó Dash.

"Deja de mirarme tan angustiado, Dashiel," ella dijo, golpeándolo en el


pecho.

"Tu arruinaste el momento, gran patán".

"Disculpa", él murmuró.

"Yo sé que me quieres," dijo ella en voz baja mientras movía sus caderas
sobre él, dejando que se deslizara lo largo de su eje la resbaladiza humedad de su
piel.

"Más que el aire", él admitió, mirándola a los ojos por primera vez en toda la
noche, todo lo que él vio brillar fue su amor por él. Una alegría llenó su corazón
como ninguna que jamás había sentido, dejó que su mirada vagara por su cuerpo
desnudo, ella era suya, lo amaba tal y como era.

Ella gritó cuando de repente la hizo rodar por debajo de él.

"¿Qué estás haciendo?" Se quejó ella casi sin aliento.

"Todo lo que quiero", él gruñó mientras se mordía los labios.

Se rio cuando una maldición cruzó sus labios.

"Dijiste que me querías", le ordenó con suavidad. "Ahora tómame como


soy."

Cait levantó la cabeza y le tocó los labios con los suyos, tiernos y reverentes
al principio. Pero antes de que él pudiera incluso esperarlo, su lengua se deslizó
dentro de su boca a la guerra con él.

"Me encantan tus labios, muchacha, pero quiero probar más que eso ", dijo,
levantando las cejas mientras su mirada viajaba por su cuerpo.
Sin ninguna inhibición, ella arqueó la espalda, atrayendo su pezón más cerca
de su boca. El lentamente lo succiono, molestándola con su lengua áspera y lentos
lamidos, hasta que ella casi ronroneaba debajo de él.

Luego se pasó al otro pecho.

Finalmente él la llenó de un golpe rápido, gritó, pero eso sólo alimentó su


pasión.

Nunca había visto una visión más bella, con la boca abierta y los ojos
cerrados. "Creo que te gustaría tener misericordia, ángel, " él respiró,
permaneciendo completamente inmóvil dentro de ella.

"Por favor, Dash," ella susurró.

Cait se sacudió debajo de él, con las piernas envolviéndose a alrededor de su


cintura.

Le apartó el pelo de la frente, y finalmente pudo ver la necesidad que


brillaba en sus ojos. "Si no empiezas a moverte pronto, voy a esforzarme para hacer
tu vida insoportable hasta que la luna comience a decaer".

"Tú brujita", murmuró Dash. Su ángel era un demonio disfrazado, la


pequeña descarada.

"Tómame, Dash", ella respondió mientras levantaba la cabeza y llovía besos


contra su pecho, aun meciendo sus caderas.

Él estaba sorprendido de que no tenía la fuerza suficiente para devorarla, de


no hacerle daño. Quería un momento para disfrutar la sensación, para disfrutar de
un ciclo de la luna, para disfrutar de ella y todo lo que ella representaba.

Finalmente, comenzó a moverse, empalando toda la longitud de él en la


vaina húmeda de su cuerpo, sus ojos cerrados mientras la exprimía, jadeos
pequeños dejaron su boca a cada paso, sus pechos aún se apretaban contra su
pecho, sus pezones se burlaban de él sin cesar.

"Mírame, Caitie," le susurró en su oído.


Cait hizo lo que le ordeno, con las manos llegando a su cara. Observó con
sensación embelesada mientras la llevaba, cada empuje más difícil que el anterior,
con los labios entreabiertos por el deseo. Él se movió más y más rápido.

Dash sentía que podría explotar sólo de la visión de su cuerpo delgado que
se movía bajo él y la forma en que sus ojos azules se movían.

"¿Quieres venir, Caitie?", él gruñó en su oído.

Ella asintió con la cabeza con fuerza.

"Deja que yo me ocupe de ti." Ella se había ido demasiado lejos, incluso para
reconocer el tono sin sentido que había utilizado.

Movió la mano entre ellos, para que pudiera frotar el bulto sensible de
nervios que era su centro.

Cait jadeó, sus movimientos cada vez más inestable mientras se acercaba al
clímax, tenía la boca abierta.

Ahora, con el cuerpo tenso, como un arco de flecha que estaba listo para ser
liberado.

"Eso es todo, Cait," la tranquilizó mientras inclinaba la cabeza y tomaba su


pezón en la boca, dibujando fuertemente la pequeña cima perfecta. Cuando
sobrepaso la cresta, una lágrima rodó por su mejilla, él la limpio con el pulgar. "Oh,
Cait," él la tranquilizó.

"No debes darte demasiado crédito, Dashiel.

Siempre lloro cuando los licántropos hacen el amor en la noche de luna


llena".

Él rio entre dientes ligeramente.

Su carne húmeda se estremeció a su alrededor, y era todo lo que Dash podía


hacer para no seguirla en la liberación, pero él no estaba dispuesto a poner fin a su
encuentro, no en el corto plazo.
Cuando el apretón de sus paredes internas, finalmente se detuvo, ella lo
miró con tanto amor en sus ojos que casi dolía, una sonrisa tímida en su rostro.
Dash se retiró de ella y la puso sobre sus rodillas.

Ella protestó suavemente con un gruñido de desagrado.

"Todavía no he terminado, Cait", dijo mientras tomaba su mano y le mostró


lo duro que él seguía.

"Oh," ella jadeó. "Lo siento."

"No". Él la hizo callar con un pellizco en el hombro. "Voy a dejar que lo


arregles."

Dash se deslizó detrás de ella y presionó su erección contra su trasero.

"Dash, que haces" empezó a decir.

"Sé lo que hago, puedes confiar en que no te haría daño, ahora confía en que
voy a complacerte, también. Por mucho que lo desee o cómo quiera dártelo a ti,
quiero tomarte como una bestia toma su compañero".

Una sonrisa se dibujó en su rostro. "¿Qué es lo que estas esperando?"

Con un brazo alrededor de su cintura, Dash la dobló por la cintura,


presionando sus hombros hacia la cama. Luego se hundió dentro de ella en un solo
movimiento fluido que la hizo gritar de nuevo, por un momento, la duda entró en
su mente, que había sido demasiado duro con ella.

Maldita su crianza licántropa, su vida entera se había moderado.

Él se había perdido en...esto.

Finalmente, podría ser libre, podría estar entero, podría abrazar a la bestia
dentro de él y nunca mirar hacia atrás.

Ella se echó hacia atrás contra él, moviéndose sobre él. Él puso sus manos
alrededor de sus caderas y estableció un ritmo tan antiguo como el tiempo. Se
movió más fuerte que nunca antes y le dio más placer del que fuese posible.
Y sólo cuando ella estallo en torno a él una y otra vez y le rogó le suplicó que
terminara el dulce tormento que pronunció ante su cuerpo y alma que no podía
seguir.

Cait se hundió en la cama, con la respiración jadeante que entraba y salía en


enormes jadeos mientras él se derrumbó encima de ella. Le apartó el pelo de su
hombro y le besó suavemente la delicada piel que llevaba su marca.

"Mi pequeña bruja", él murmuró contra su piel.

"Mi bella bestia", ella susurró de nuevo, luego se puso a su lado y la tomó en
sus brazos.
TREINTA Y NUEVE

"Lady Eynsford." Price se aclaró la garganta, en la puerta de la habitación de


Caitrin.

Al oír el nombre con el que se refería a ella, todavía era a algo a lo que se
estaba ajustando a, a pesar de que habían pasado casi tres semanas desde que Dash
había asumido el título de su padre.

Con el tiempo, el nombre se sentiría más como el suyo, estaba segura.

De su pequeño escritorio, alzó la vista hacia el antiguo mayordomo. "¿Sí?"

Él asintió con la cabeza en deferencia a su posición. "Su huésped ha llegado,


mi Lady," dijo él, teniendo cuidado de no decir el nombre del hombre a quien ella
se había dirigido.

Cait salió disparada de su asiento. "¿Está en la sala verde, Price?"

No estaba segura de cómo Dash tomaría la intromisión en sus asuntos, en


realidad, tenía una idea muy clara, él no estaría feliz por eso, especialmente
cuando le prohibió hace semanas contactar a Lord Radbourne. Pero era lo mejor, si
Dash se daba cuenta o no.

A pesar de que había llegado a un acuerdo con los sentimientos del marques
hacia él y coloco muchos de sus viejos demonios a descansar, de vez en cuando,
Cait todavía podía ver la mirada perdida en los ojos de su marido.

Y eso venía de no saber de dónde el realmente pertenecía, había visto esa


expresión en innumerables ocasiones en el rostro de Elspeth en el pasado, antes de
que ella se reuniera con su padre, el Mayor Forster.

Dash se lo perdonaría, por lo menos eso esperaba.


Cait se dirigió hacia el salón verde, pero se detuvo en seco cuando Dash
salió de su estudio, bloqueando su camino, olió el aire y luego volvió su
intimidante mirada ámbar hacia ella.

"¿Hay un licántropo aquí en Eynsford Park?"

Maldito olfato, ella habría preferido haber hablado con el vizconde antes de
que Dash se enterara de su llegada. Los preparativos hechos, advirtieron al hombre
qué esperar, Cait fingió una mirada de inocencia. "Sí, lo hay ", le dijo acercándose a
él y deslizando su mano por su musculoso pecho. "Y él es increíblemente guapo,
qué suerte para mí que estoy casada con él".

La mirada de Dash se ensombreció. "Sé cuál es mi propio olor, Caitie, y ese


no lo es. ¿Qué estás haciendo?"

"¿Te volviste más sospechoso cuando te convertiste en marqués, Dash?" Ella


se puso de puntillas para presionar un beso en la mandíbula, con la esperanza de
seducirlo antes de que se percatara de su plan.

"Sí, y con razón." Él envolvió sus brazos alrededor de su cintura. "No he


olvidado tu potente somnífero, muchacha, nunca estoy muy seguro de lo que eres
capaz".

Cait se rio, aunque ella sabía que no había querido decirlo exactamente
como un cumplido. "¿Se permite a una esposa tener algunos secretos, o no?"

No cuando uno de ellos era otro licántropo en su medio, el olor no familiar


se hizo más fuerte, Dash frunció el ceño ante su encantadora esposa que estaba
haciendo todo lo posible para distraerlo. "Estas escondiendo algo". Olió el aire otra
vez, definitivamente no era un olor que reconociera.

No es un Westfield, no es Forster, negó con la cabeza tratando de colocarlo,


en vano. "Sería mejor para ti si confiesas tu nefasto esquema ahora".

"Yo puedo decirte una cosa, es una sorpresa. "Sus ojos azules brillaron con
picardía, lo que hizo que sus pantalones se apretaran vergonzosamente. Dios, él
nunca podría llenarse de ella. Por el momento, no quería nada más que llevarla por
las escaleras a su habitación y obligarla a decírselo, si él podía conseguir
desvestirla, tendría la verdad en menos de un segundo.
"No me gustan las sorpresas, última oportunidad, Caitie, "él gruñó
suavemente. "Dime y sino."

Ella juguetonamente lo golpeó en el pecho. "Vuelve a tu guarida, mi Lord,


voy a llamar por ti cuando esté lista".

Si pensó por un momento que iba a dejarla tratar con algún licántropo
extraño estando cercana la luna llena, ella estaba muy equivocada.

Pero antes de que él pudiera atemorizarla con la verdad, un extraño


apareció al final del pasillo.

"¿Usted me está buscando?", preguntó el misterioso licántropo.

Era alto, más joven que Dash por unos pocos años y con el cabello marrón
bastante normal que era un poco más de lo que estaba de moda, pero sus ojos, un
ámbar profundo, parecían mirar a través de Dash, Radbourne, su medio hermano,
no tenía duda en su mente.

Los pulmones de Dash no soltaban el aliento que tenían, y sintió una


sacudida en el pecho y apretaba tanto los dientes que lo dejaban imposibilitado
para hablar. Caitrin, al parecer, no podía dejar las cosas como estaban, a pesar de
que él le había pedido expresamente que no se metiera.

Su esposa dio un paso de su abrazo y caminó hacia el otro hombre, le


extendió la mano en forma de saludo.

"Lord Radbourne, siento haberlo dejado esperando, yo estaba de camino


para cumplir con usted".

"¿He de suponer que es Lady Eynsford, entonces?", Preguntó el hombre,


levantando los dedos de Cait a los labios.

Dash no había sentido tal destello de celos en toda su vida, en realidad sus
manos temblaban con un intenso deseo de tirar físicamente a su hermano de su
casa cuando sus labios se demoraron demasiado tiempo en la piel de Caitrin.

Cait miró por encima del hombro a Dash, con una advertencia en sus ojos.
"En efecto." Ella se volvió hacia el hombre. "Gracias a usted por hacernos una
visita."
"Bueno, que tengo que decir," el hombre lanzó una mirada inquisitiva a
Dash ", su carta era más que interesante."

¿Carta? ¿Qué diablos había dicho ella en esa carta? Un gruñido escapó de la
garganta de Dash. Él no estaba listo para esa entrevista, puede que él jamás
estuviera listo, Caitrin lo arruino por forzarlo.

"Qué mal educada por tenerlo esperando en el pasillo, por favor, mi Lord,
vamos a retirarnos a la sala".

Dash tragó, a pesar de que no estaba preparado para esta conversación,


estaría condenado si dejaba a Cait conducirlo sin él, rápidamente se dirigió a su
lado, dejando caer su mano posesivamente sobre su hombro. "Después de ti,
querida."

Cait lo miró, sonriendo dulcemente, antes de preceder a los hombres a la


sala verde, los ojos de Radbourne bajaron a ver su tentador trasero hasta que el
gruñido de Dash hizo ascender su mirada una vez más. Hermano o no, si el
hombre miraba en dirección a Cait una vez más, él le desgarraría su maldita
cabeza.

Dash miró a su hermano, a parte de su color de cabello, ellos parecían tener


un aspecto similar. La misma nariz aristocrática, la misma barbilla fuerte, sus ojos
eran casi idénticos, Dash le hizo un gesto hacia el interior del salón. "Por favor,
Radbourne."

Una vez dentro, Dash reclamó su lugar junto Caitrin en un oscuro sofá
damasco, sus ojos brillaron por ella. "Cuando esto termine, te voy a tirar por
encima de mi rodilla", le susurró, aunque la rareza en los labios de Radbourne
confirmaron que había oído la amenaza.

Su medio hermano se sentó en una silla de respaldo alto, frente a ellos, y él


sonrió encantadoramente a Cait. "Es un placer conocerla, Lady Eynsford, su
correspondencia capturó mi interés en seguida".

Ella ni siquiera tuvo el buen sentido de parecer avergonzada por ignorar los
deseos de Dash. En su lugar, se sentó hacia adelante en su asiento y respondió a
Radbourne con una muy bonita sonrisa. "Gracias a ustedes, mi lord, y este hombre
bruto a mi lado, por supuesto, es el marqués de Eynsford, espero que se considere
aquí como nuestro invitado mientras negociamos los detalles".
¿Negociar qué detalles? Dash estaba seguro de que su cara estaba ardiendo.

¿Qué exactamente estaba haciendo? "Cait" él se quejó en voz baja.

"Supongo que ha traído los bocetos con usted, mi Lord," continuó,


ignorando por completo a Dash.

"Cait", dijo él más fuerte. "Me gustaría saber exactamente lo que está
pasando."

Finalmente, inclinó la cabeza para verlo. "Se suponía que iba a ser una
sorpresa.

"Ella hizo un gesto a Radbourne con un movimiento de su mano. "El


vizconde está vendiendo un pedazo de tierra en Lancashire, había planeado
adquirirla para tu cumpleaños, Dash".

Lo que ella en realidad había planeado era enfrentarlo cara a cara con su
hermano, y su cumpleaños no era hasta un mes más. "¡Qué dulce de tu parte
pensar en mí, muchacha!"

Radbourne rio para sus adentros. "No estaba seguro de lo que iba a
encontrar aquí, pero esto ciertamente no lo era."

Dash frunció el ceño ante el hombre. "¿Qué significa eso?"

Su hermano se encogió de hombros y luego se dejó caer en su silla. "Cuando


recibí la noticia de Lady Eynsford sobre la propiedad en cuestión y se lo mencione
a mi madre, pensé que ella iba a desmayarse.

Ella me dijo quién eres, Eynsford".

"¿Quién soy yo?" Dash resonó.

Radbourne cruzó las manos sobre el regazo. "Lo que no sé es lo que quiere,
es por eso que he venido".

La boca de Dash se secó. ¿Qué iba a decir a eso? Él no quería nada de


Radbourne.
Ahora que él examinaba realmente al hombre, observó que la ropa del
vizconde estaba unos años fuera de moda y las botas fueron arrastradas
terriblemente. "¿Puedo preguntar por qué usted está vendiendo esta propiedad?",
preguntó él, pero de alguna manera él lo sabía.

"Por la misma razón que cualquier familia noble vende sus terrenos,
Eynsford, dinero. Ahora seguiremos jugando estos juegos, ¿señor? ¿O va a decirme
lo que quiere de mí? "

Cait se levantó de su asiento. "Voy a dejarlos a ustedes solos."

"Oh, no, no," dijo Dash, tirando de su falda hasta que ella volvió a sentarse.

"Tú me metiste en este desastre". Luego volvió su mirada de nuevo a


Radbourne. "Hasta hace un mes, yo nunca había oído su nombre, yo no quiero
nada de usted".

"¿Entonces por qué la pretensión de traerme aquí?"

Cait suspiró junto a él. "Debido a que era la excusa perfecta para traerlo
aquí, mi marido nunca lo habría buscado a usted por su cuenta".

Radbourne se rascó la barbilla. "Así que, aquí estoy. ¿Y ahora qué? "

Cait apretó la mano de Dash y, a pesar de que estaba molesto con ella, la
presión le recordaba su amor. "Díganos todo acerca de su padre, no escatime
ningún detalle".

Pero Dash habló al mismo tiempo. "¿Qué tan grave es su situación


financiera?"

"¡Dashiel!" Cait le regañó, frunciendo el ceño hacia él.

Radbourne simplemente levantó una ceja, mirando como si él encontrara


diversión en sus preguntas.

"¿Su padre murió cuando era joven?" Continuó Dash.

"Sí, nuestro padre murió cuando yo era joven," Radbourne lo corrigió.


Cait abrió la boca para hablar, pero Dash se acercó y le apretó la rodilla, sin
palabras advirtiéndole que se quedara tranquila.

"Su esposa es encantadora", dijo Radbourne calladamente, sus ojos ámbar


planeando sobre ella.

"Tal vez usted encontrará una propia algún día," Dash advirtió al hombre
sutilmente. Luego cogió los bocetos que Radbourne había traído. "Mi esposa es
entrometida, pero yo la amo, a pesar de ese hecho” El abrió el pergamino para
echar un vistazo a los dibujos. "Esta es una gran parcela de tierra."

Radbourne se limitó a asentir.

"Vamos hacia mi estudio, ¿para que podamos hablar sobre su situación?


Creo que puedo ayudarle sin que usted venda sus propiedades".

Los hombres se levantaron y Caitrin se puso de pie para seguirlos. "Nos


vemos más tarde, ángel," le dijo Dash a ella mientras besaba su frente.

Cait protestó: "Pero…"

"Te prometo que voy a contarte todo." No podía dejar de reír al ver su
expresión abatida, cuando llegaron al final del pasillo, oyó decirle en voz baja,
"Bestia"

"Escuché eso", él le dijo.

"¡Quise decirlo porque puedes escucharlo!" Volvió fuertemente, luego


susurró: "Y yo te amo."

"Oí eso, también," él la llamó de nuevo, feliz cuando su risa alcanzó sus
oídos.
EPÍLOGO

"Tus hermanos son una delicia." Caitrin sonrió por encima del hombro a
Dash mientras se desabotonaba la parte posterior de su vestido.

Él frunció el ceño en respuesta. "Son un paquete de demonios."

"Son una manada de licántropos," corrigió ella, saliendo de su vestido de


cena. "Y es muy obvio que han estado buscando a un líder para la manada".

Dash gimió. "Yo no firmé por ese papel." Él tiró de la corbata y luego la tiró a
través de la habitación, su chaqueta le siguió un momento después.

Cait sintió como sus ojos aterrizaban sobre ella, quemándola a través de su
camisola, y ella no pudo evitar sonreír. Él era adorable en camisa, le encantaba
verlo tan relajado. Encontrar a sus hermanos le había hecho mucho bien a él, no
importaba que él protestara lo contrario.

"También es muy obvio cuánto los adoras."

Una sonrisa asomó en sus labios. "Sí, lo acepto", él admitió.

De hecho el viaje a Hadley Manor había estado sanando a Dash, parecía


haber encontrado un propósito que había estado desaparecido antes.

Ya no era un lobo solitario, un licántropo salvaje, ahora formaba parte de la


horda de los Hadley en más de un sentido. Además de que sus tres hermanastros
lo aceptaron sin rechistar en sus filas, incluso Lady Radbourne lo adoraba.

Cait recupero un camisón de gasa del armario, sólo para que se lo arrebatara
de su alcance. Se dio la vuelta para ver a Dash tirarlo al otro lado de la habitación.
"Yo voy a arrancártelo en algunos minutos, Caitie, es mejor incluso que no te lo
coloques”.
"Estas muy seguro de ti, Dashiel."

"Y con razón, tú no puedes mantener tus manos alejadas de mí. "

Ella hizo rodar los ojos para no alentar a su esposo, entonces Cait caminó
alrededor de él hacia la cama y cogió su chaqueta descartada desde el suelo era
más pesada de lo que debería haber sido.

"¿Tomaste rocas y las escondiste en tu bolsillo como un muchacho?"

Su expresión se arruino, y él recogió la chaqueta. "Déjame a mí, Caitie."

Bien, él ciertamente ocultaba algo, ella se resbalo bajo su brazo y se deslizó


hacia el otro extremo de la habitación. "¿Qué estas escondiendo de mí, Dash?" ella
metió la mano en el bolsillo y sus dedos encontraron un pequeño libro de cuero,
Cait lo deslizó de su chaqueta y su boca se abrió. ¿Tu diario de libertinaje?

Ella frunció el ceño hacia él. "Me dijiste que lo habías quemado."

"Lo hice", dijo él con voz ronca. "No es el mismo libro, déjame tenerlo".

Cait lo fulminó con la mirada. "Dashiel Thorpe, ¿piensas que soy tonta? ¡Este
es el mismo libro! "

Su rostro se colocó de un fuerte tono rojo. "Ábrelo, entonces."

"Ya lo he leído de principio a fin."

Su rubor se intensificó, ella ni siquiera sabía que era posible, Dash le


arrebató el diario de su mano y lo abrió, y luego comenzó a leer.

"No estoy seguro de lo que he hecho para merecer Caitrin, ella es mi ángel,
mi salvación..."

La boca de Cait se abrió. ¿Él había escrito sobre ella?

"… Voy a pasar el resto de mi vida tratando de ser digno de su amor..."

Cait le echó los brazos al cuello y le besó el pecho, la mandíbula y los labios,
con la esperanza de mostrarle que no tiene necesidad de demostrar su valía.
"... Y cuando ella me tiene en su cuerpo, es mágico." Dash sonrió. "En
particular, cuando ella está en lo más alto".

Cait lo golpeó en el pecho y le arrebató el libro de su mano, procedió a leer


unas pocas líneas más antes de que ella misma lo cerrara de golpe.

"Te has ruborizado hasta llegar a las raíces de tu cabello, ángel," Dash
bromeó.

Cait ocultó su vergüenza, colocando la cara en su pecho.

Entonces Dash tiró el libro a la cama y la envolvió en sus brazos

"No es el mismo libro, Cait, quemé el otro, porque sólo hay una mujer a la
que quiero recordar".

FIN

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