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Capitulo II EL ABISMO ECONOMICO. Nunca el Congreso de los Estados Unidos, al atalizar et cs- tado de Ja Unidn, se ha eneoatrade con una perspestiva mds ple- centera que la que existe en cste momenta ... La grim riqueza que han creade nuesiras empresas y nuesiras industrigs, y que ha aho- crado nuestra economia, ha sido distribuida ampliamenie entye auestra poblacién y ha salido del pais en una conients consuante para servir a Ia actividad bendfica y econémica en todo el mun- do. Las exigensias no se cifran ya en satibfacer Iz necosidad sino en conseguir el luju, El aumenio de Ja praduccidn ha permitido atender ura demanda creciene ene! interior y un comercio in§s activa en el exterior, Et pafs puede contemplar el presente con salisfaceides y micat hécia el future com opeimnisme, Mensaje al Congreso del presidente Cavin Coatings, A de diciembre de 1978 Desputs de la guerra, et desemplev ha sido la enfermedad mas extendida, insidiosa ¥ desiructiva de nuestra generacion: ©5 la izacién occidental en nuestra época. The Times, 23 de enero de 1943 I Imaginemos que la primera guerra mundial sdlo hubiera supuesto una pet- turbacién temporal, aunque catasiréfica. de una civilizact dn y ama economia esiables. Bn tal caco, una vez retirados Jos escombros de la guerra. la econo- nia habria recuperado |e normalidad para continuar progresandy, en forma parecida a come Japdn enterré a los 300.000 muertos que habia causado el teremoto de 1923. retiré les escombros que habian dejado sin hogar a dos 0 tres milfones de personas y reconsiruyé wna ciudad igual que la anterior, per® EL ABISMG ECONOMICG 3 ifs resistente a los lerremotos. ;Cémo habria sido, en tal caso, el mundo de entreguertas? Es imposible saberlo y no tiene objeto especular sobre alge que no ocuttié y que casi con tada seguridad no podia ocurrir. No ¢s, sin embargo, una cuestion indtil, pues nos ayuda a comprender las prafundas consecuencias. we tuvo él hundimiente econdmico mundial del periodo de entreguetras en el devenir histérice del siglo xx. ‘En efecto, si no se hubiera producida la crisis econdmica, no habria e: ude Hitler y, casi con toda seguridad, tampoco Roosevelt. Adcmés, difi- eilmente el sistema sovistico habria sido considerado come un amagonista econdmico del capitalismo mundial y una altemativa al mismo. Las conse- cuencias de Ja crisis econémica en el mundo no europeo, @ no oceidental, a las que se glude brevenente en ole capitulo, fueron verdaderamente drama ticas. Por décirlo en pocas palabras, él] mundo de ba segueida mitad del si- glo Xx es incomprensible sin entender e] impacto de esta catiswofe ccond- nica. Este es el] temta del presente capitulo. ‘La primera guerra mundial slo devast algunas ronas del viejo mundo, principalmente en Europa. La revolucién mundial, que es el aspecto mas lla- mative del derrumbamienta de fa civilizacion burguesa del sigle xu. uve una difasion mas amplia: desde Méxica a China y, a uavés de los movi mientos de liberacion colonial, desde ¢l Magreb hasta Indonesia, Sin embar- 9, no habria sido dificil encontrar zowas del planeta cuyes habitantes no s¢ ‘weron atectados por el proceso revolucionario, parlicularmente los Estados ‘Unidos de América y extensas zonas del Africa colonial subsahariana. No obsiante, la primera guerra mundial fue seguida de un derrumbamiento de earscter planelario. al menos en todos aquellos lngares en los que los hamt- bres y mujeres participaban en un tipo de (ransacciones comerciales de ca- récter impersanal. Be hecho, los orgulloses Estados Unidos. ne sdlo no quedaron a salvo. de las convulsiones que sufrian otres continentes menos afortunados, sina gue fueron el epicentre del mayor terremato mundial que ha side modido nunca en ja escala de Richter de los historiadores de Ta cco- noma; ‘a Gran Depresion que se reyistrd entre las dos guerras mundiales, En Pocas palabras, la economia capitalisra mundial parecié derrumbarse en e! Perlodo de entreguerras y nadie sabia como podria recuperarse. Ei fancienamiento dc ja cconomia capilalisia né cs nunca uniforme y tas fluciuaciones de diversa duracion. a menudo muy intensas, constituyen una fare esencial de esta forma de organizar ios asuntos del mundo. Et Hamado Ciclo scondmico de expansién y depresién eta un elemento con el que ya ‘estaban familiarizadus todos los hombres de negocios desde oligdrquica de 1890-1930 y Hevé al poder, que detentaria durante veime afios, a Genulio Vargas, a quien podifa calificarse de populista-naciona- Jista (véanse pp. 140-141}. El giro hacia ta izquierda fue mas evidemte en Pex. aunque el mas sdlido de los nuevos partidos, fa Alianza Poputar Revoluciona- ria Americana (APRA) —uno de ios escasos partidos abrecos de tipo seropeu que tiusfaron en é] hemisferio occidental," no consiguié ver cumplidas sus ambiciones revolucionarias (1930-1932). El deslizamiento hacia Ia izquierda fue at mas prommnciado ea Colombia, donde los bberales, con su presidente reformista fuertemente inf luide por el New Deal de Koosevell, pusieron fin a un periodo de casi Ieinta afins de dominio conservador. Mis palente incluso fue La radi cidén de Cuba, donde la cleccién de Roosevelt permitis a ta poblacidn de este protectorade estadounidense desalgjar del poder a un presi- dente odiado y muy corrupto, incluso segin los criterions prevalecientes enton- ces en Cuba, En ef vasto mundo colonial, la crisis intensifies notablemente Ja activie dad antitmperialista. en parte por el hundimienin det precié dé los productos bisicos en los que se basaban les economias coloniales (o cuando menos sus Finanzas publicas y sus clases medias), y en parte parque los paises metropo- fitanas sdin se preceuparon de proteger su agriculasra y su empleo. sin tener en cuenta las conseauencias de esas politicas sobre Jas colonias. En soma, unos paises europeos cuyas decisiones econdmicas se adopiaban en funcion de factores internos ne podian conservar por mucha tiemgo unos imperios cuyos intereses productivos eran de tan gran complejidad (Holland, 1985, p. 13} (véase ef capitule VO). Por esa raz6n la Depresion sefialé en a mayor parte dé! munde colonial €1 inicio del descontento politico y social de la poblacién autéctona, descon- leflo que necesariamente debia ditigirse contra ¢! gobieme (colonial), inclu- 30 donde no surgieron movimientos politicos nacionalistas hasta después de la segunda guerra mundial. Tanto en el Africa occidental britanica come ene] Caribe comenzaron a producirse disturbios civiles, fruto directo de la crisis que afecid al secter de cullives locales de exportacidn (cacao y azticar), Pero en los paises donde ya existian movimientos nacionales anticoloniales, los altos de la Depresion agudizaron el conilicto, particularmemie en aquellos lugares en que la agitacién politica habia Wegado a las masas. Después de toda, fue durante eso¢ artos cuando se registt6 la expansion de los Hermanos Musulmanes en Egipta (creados en 1928) y cuando Gandhi movilizé por se- guada vez a la gran masa de la pablacién iadia (1931) (véase el capitulo VID). Posiblemente. el triunfo de los republicanos radicales dirigidos por De Valera #0 las elecctones irlandesas de 1932 ha de explicarse come una tardia reac- cién anticolonial al derrumbamiento econdmica, Nada demuestra mejor Ia universalidad de la Gran Depresién y la grave- ad de sus efectos que el cardcter universal de las insurrecciones polilivas 9. 1a ome fueron tox purtiden sarnunistas chileno y subane utd La ERA DI LAS CATASTROFES que desencadend (y que hemos examinade superficialmente} en un periodo. de meses o de poces afias, desde Japén a Ilanda, desde Suecia a Nueva Zelanda y desde Argentina u Egipio. Pere por dramaticus que fueran. les con secuencias peliticas inmediatas no son el Gnico ni cl principal criterio para juzgar la gravedad de la Depresién, Fue una catdsirofe que acabé con cual- quier esperanza de restablecer la economia y la sociedad del siglo xix, Los acontecimientos del perfode 1924-1933 hicieron imposible, e impensable, un fetorig a la situacién de 1917. El viejo liberalismo estaba muerte o parecia condenado a desaparecer. Tres opciones competian pot la begemonla politi- co-intelectual. La primera era el comunismo marxista. Después de todo. las. Ptedicciones de Marx parecian estar cumpliéndose, como tuvo. que oir inclu. 80 la Asociacién Econémica Norteamericana en 1938, y ademas (esa era mas impresionante ain) la URSS parecia inmune a la caldstrote. La segunda. opcidn era un capitalismo que habia abandonado la fe en fos principios del mercade libre. ¥ que habia sido refarmade por una especie de maridaje infor- mal con la socialdemocracia moderada de los movimientos obreros no comu- nistas. Encl periodo de la posguerra demostraria sec la opci6n mis eficaz, Sin embargo, al principio no fue cante wn programa consciente 9 una aliemaiva politica como la conviccién de que era necesario evilar que s¢ produjera una. crisis Coma ta Que se acababa dé auperar y. ert el inejor de las casas, «na dis« posicién a experimenter otras formulas, estimulada por el fracaso del liberse lismo clisico. La politica secialdemécrata sueca del periode posterior a 1932, al menos a juicio de uno de sus principales inspiradores, Gunnar Myrdal, fue tna reaccién conscionte a los fracasos de la crtodaxia econérnica que habla Aplicado ¢} desastrose gobierno laborista en Gran Bretafia en 1929-1931. En ese momento, todavia estaba en proceso de elaboracidn [a ieoria alternativa a la fracasada economia de libre mercado. En efecto, hasta 1936 no se publi- 06 la obra de Keynes Teoria general del empico. ef interés y et dinero, que fue la ms importante Contribucién a ese proceso dé elaboraciGn tedrica. Hasta la segunda guerra mundial, y posterionncnte, 86 se formullasia una pristica dé gobierno alternativa: la direcci6n y gestiGm macroeconémica Ue la economia basada en 1a contabilidad de Ja renta nacional, aunque, tal vez por influencta de la URSS, en Ins afias treinta bes gobiernos y olras instancias priblicas comenzaron ya a comtemplar las cconomias nacionales coma un todo ¥ & estimar fa cuaatia de su producto o renta total." La tercera opcién era el fascismo, que ka Depresisn convirtid en un ma- vimiento mundial 0, més exactameme, en in pebgre mundial, La version 10. Los primero: esbiernos em aduptar ene puntes de vista fueron lus de ta URSS ¥ Canad en 1925, En 193, nueve pafses cfaboraban esiudi iets ofteiales do By rents mavions| ¥ La Saciedad de Naciones exloulubs extirmaciones pare wn tal de veintivéis paises. Inmedio- laments después de la segunda guerra mundial. exiswon estimacioncs puty Urtinia y nueve pat ses, mediandos de Ie aes CHNCUCHLA para HOVERIA } em. 7 AEsde cnlences las estadisteus de Js renta mactonal. que ém muchos casos tienen poco que ver van ba reatidad ve ia condi de vids de la poblacién, sc hav convertida én algo fan caracteriMics Ue los gstzabs indeper owes como sux banderas. EL ABISMO ECUNGMICO us alemana de! fascismo (el nacionalsocialismo) se beneficié tanto de Ja eradi- cidn intelectual alemana, que (a diferencia de ja austriaca) habla rechazado jas teonias neoclasicas det liberaliso econémico que constitufan fa ono doxia internacional desde la década de 1880, como de la existencia de un gobierno implacable decidido a terminar con el desemplco a cualquier pre- Go. Hay que reconocer que afronsé la Gran Depresion tipidamente y con més ito que ningtin otro gobierno (bos logros del fascismo italiana son mucho menos eSpcclaculares}, Sin embargo. ne era ese su mayor atractivo en una Europa que hubfa perdido el rumbo, A medida que la Gran Depresidn torta- lecié la marea del fascisme, empezd a hacerse cada vez mds patente que en fa esa de las catdetrofes no sdlo hi paz, la estabilidad social y la economia, sino dambién las instivuctones petiticas y los valores intelectuales de Ta sucie- dad burguesa liberal del sighe xX estaban retrocediende o derrumbindose. En cae proceso centraremos abora la atencién,

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