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CAPITULO X Cazadores-recolectores en la Patagonia chilena desde 11.000 afios a.p. a la colonizacién occidental MAURIGIO MASSONE, FLAVIA MORELLO, LUIS BORRERO, DOMINIQUE LEGOUPIL, FRANCISCO MENA, ALFREDO PRIETO, CARLOS OCAMPO, PILAR RIVAS, MANUEL SAN ROMAN, FABIANA MARTIN, CESAR MENDEZ, OMAR REYES ¥ DOINA MUNITA 1. Introduccién Trece autores, especializados en distincos temas, se han reunido para escribir un capitulo de sintesis acerca de la arqueologia de la Patagonia chilena, lo que ha significada un importante desaffo colectivo. Patagonia, en un sentido amplio, incluye los variados mbitos de Patago- nia continental, Tierra del Fuego y los extensos archipi¢lagos occidentales y meridionales. Por lo mismo, e! escrito presenta diferentes aproximaciones al cstudio de cada sub-tegi6n. lo que se debe en parte a sus ambientes contrastados, a las diferencias en los procesos de po- blamiento humano, las distintas erayeetorias y temporalidad de las investigaciones en cada zona, y también a las variantes te6ricas y metodol6gicas con que cada grupo de especialiscas ha enfocado dichos estudios. Estimamos que la riqueza de la informacién presentada a lo lar- go del capitulo se basa precisamente en la diversidad de las visiones que se exponen sobre los procesos histéricos de los pueblos originarios que habiraron el extremo austral de Chile. La region de Fuego-Patagonia presenta una gran variedad ambiental, que incluye desde el laberinto de canales c islas hasta las extensas estepas continentales que alternan con sectores de bosque. Estos espacios han sido habitados en tiempos histéricos por eazadores-recolecto- res que sc han organizado en dos modos de vida fundamentales. Algunos lo hicieron alrede~ dor de la utilizaci6n de recursos predominantemente obrenidos de! mar, como lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens), labos finos (Artorephalus australis), moluscos, aves marinas y ce- téce0s, circulando a lo largo de las costas del océano Pacifico. Ocras poblaciones de cazadores marcaron un énfasis en el aprovechamiento de recursos terrestres en las pampas, principat- mente el guanaco (Lama guanicce), complementado ocasionalmente can el huemul (Hippo- camelus bisulrus) en los ambientes boscoses, Aandd (Rhee pennata) en la estepa continental, rocdores y otras especies de fauna, segiin su distribucién espacial en los distintos ecosistemas. ‘Todo lo que se conoce acerca del primer poblamiento humano de Paragonia, hace més de 10.000 affos, indica que el modo inicial de subsistencia ha sido de cazadores que se despla- zaban por tierra*. Ademds de guanacos, estos cazadores utilizaban animales hoy extinguidos, tales camo caballo nativa (Hippidion saldiasi) y milodén (Mylodan dareini)'. Debe mencio- natse que, aunque la evidencia no és fuerte, recientemente ha sido sugerida la alternativa de un poblamienta temprano de América del Sur a lo largo de la costa del Pactfico', Sin embar- go. hasta el momento, la arqueologia patagénica no avala esa alternativa. Sobre cl use de fechas véase note 7. (Nami 1994: Massone 2004; Martin eraf.2011 * Dixon 199; Dillehay a of 2008, Los marcos teéticos mis utilizados para estudiar el proceso de poblamienco humano de Fucgo-Patagonis han side derivados de variantes de la llamada Arqueologia Procesual. BI proceso de poblamiento no es visto como una migracién unidireccional, quizés intencional, como habla ocurride entre las décadas de los aftos 1950 y 1980. En el dltime tiempo se-ha uti- lizado principalmente un modelo ecotégico que considera marcadores atquealégicos acerca del grado de conocimicnto del espacio y otras recursos que tentan los primeros exploradores. Este modelo, de evolucién cultural divergente, reconoce fases de exploracién, colonizacién, ‘ocupacién efectiva y saturacién del espacio', En relacién con el mismo se consideran proce- sos de avance multidireccional de grupos de acuerdo con eriterios de existencia de recursos y de vecinos on los cspacios alcdafos. Los desplazamientos no estaban necesariamente en- focados hacia el sur, aunque ese fuera el vector resultante. Dc esta manera se puede-explicat la exploracién de la isla de Tierra del Fuego cuando esta ain era parte del continente. Estos primeros exploradores habitaron bajo candiciones muy frlas asimilables a la llamada Inver- siGn Frfa Antdntica, de fines del Pleistoceno’, La posterior formacién del estrecho de Magallanes, alrededor de 8.000 aftos atrds?, oca- sioné una separacién entre poblaciones que a partir de es¢ momento debieron permanc- cer aisladas en Tierra del Fuego hasta el Holoceno Medio. Durante este periodo ocurtié una transgresién matina importante, que fue aproximadamente contemporinea con el ini- cio de una adaptacién maritima que inclufa una tecnologia de navegacién. Este es el mo- mento cn que sc conforman los niclcos poblacionales de sectores como Chiloé, mar de Otway-cstrecho de Magallanes y canal de Beagle central. De acuerdo con el modelo de evolucién cultural divergente, durante el tiempo de aislamiento Ins sociedades ubicadas en la Isla Grande de Tierra del Fucgo y en cl continente evolucionaron en independencia, retoméndose los contactos a través de los cazadores marftimos. Para el momento en que la poblacién de canaeros se hizo efectiva, se ha propuesto que la distribucién de fechados ra- diocarbénicos configura un claro patron en que las fechas m&s antiguas sc localizan cn una zona de transicién marftima/terrestre, micncras que las mds recientes se ul exterior de islas-del Pacifica. Por ello se ha sugerido un modelo de progresivo poblamiente hacia las islas exteriores a partir de ndcleos habitacionales situados cn esa zona transicio~ nal’. Las evidencias acerca de este modo-cultural marftimo-o canoero se registraron desde cl archipi¢lago de Chiloé hasta ¢l Cabo de Hornos, en un espectro que abarea todo cl su- doeste de América del Sur. ‘A continuaciGn se presenta una sintesis de los antecedentes conocidos sabre la prehistoria de la Patagonia chilena, subdividiendo los distintos temas, desde el poblamiento mds anti- guo hasta la época reciente y por regiones, de sur a norte scgiin el modo de vida y desatrollo de las poblaciones humanas: los cazadares-recolectores terrestres dc Patagonia Meridional y ‘Tierra del Fuego: las cazadores.tecolectores terrestres de Patagonia Central (Aisén continen- tal); los cazadares-recolectores marltimos de los canales australes; y los cazadores-tecolecto- res marinos de los canales septencrionales (Figura 1). * Botrero 19.1965, 1998. MeCultoch ar, 2005, MeCulloch af.2f. 1997, ‘Legoupil y Fontupne 1997. | | I § Figura I. a) Mapa con los principales sitios ylocalidades argueotigicas de Patagonia Meridional y Tierra del Fuego: b) Mapa del antiguo ambiente de Fucgo-Patagonia Meridional, com linea de costa _y te extensidn de los hielos, estimados para fines del Pleistoceno, 1£2.000-10.000 alos ap. (apa b, inspirado en McCulloch er af, 1997). 2. Los cazadores-recolectores terrestres de Patagonia Meridional y Tierra del Fuego 2.1. Los primeros casadores durante la transicin Pleistoceno-Holocena Las investigaciones palcoaribientales realizades en las Gltimas décades permiven considerar que, a a Hlegada de las primeros grupos humanos a sur Patagonia, poco antes de 11,000 afios 445, ap’, el nivel global del mar estaba situade a mas de 40 m bajo el actual, debido a las gran- des masas de hiclo continentales cxistentes atin hacia el érmino de la tiltima glaciaci6n. Por este motivo las aguas de los océanos Aclintico y Pacifico atin no podian ingresar al sector del futuro estrecho de Magallanes. De este modo, la costa atlintica de Fuego-Patagonia debié star situada varios kilémetros al este de la Ifoea actual, y un amplio puente terrestre locali- zado posiblemcnte entre la actual Segunda Angostura del estrecho de Magallanes y la costa atlintica unia Patagonia Meridional con Tierra del Fuego". La informacién glaciolégiea permire afirmar que poco después de la erupcién del val- cin Reclus, situado cn los archipi¢lagos occidentales, ecurrida cerca de 12.600 afios a.p., se produjo un reavance de! hielo en el estrecho de Magallanes, que debi¢ alcanzar hasta Puer- ta del Hambre. El avance glacial represé un gran fago pro-glacial®, dentro del futuro Estre- cho, que se cxtendia entre la parte norte de isla Dawson y la Segunda Angostura y ocupaba ia bahfa Indtil. Esta situacién se mancuvo entre aproximadamente 12.000 y 10.000 atos a.p. Un gran rfo de desagile de este lago debié correr desde la Segunda Angostura hasta Ia costa ‘Adiintica y habrfa constituido un peligro para el paso de tos humanes hacia Tierra del Fuego. No obstante, hubo intervalos en los cuales ¢! puente terrestre: debid ser transitable, pudien- do ser utilizado por los humanos para cruzar desde sur Patagonia a Ticrra del Fuego. Algunos estudios relatives a los registros de polen antiguo han permirido estimar que cl clima, cn las proximidades del estrecho de Magallanes, habrfa sida flo y seco hacia ¢l final de la ultima placiacion”. Anccs de 10.315 aitos a.p. sc produjo el retroceso final del dltimo avance glaciar que oca- siond a su vez el desapile catastréfica del lago proglacial hacia el océano Pacifico. El ripida rctiro glacial y cl colapso de la represa de hiclo que habfa formado el lago fueron probable~ mente contemporineos con el significative calentamicnto ambiental que define el inicio del Holoceno, No obstante, el nivel del mar permaneefa a unos -40 m con respecto al nivel ace tual, de modo que el sector comprendido entre Ia Segunda y Primera Angostura del estrecho de Magallanes se mantenfa como puente cerrestre". Los primcros humanos que ingresaron pot via terresire a sur Patagonia hace poco mis de ocuparon los sitios de Cueva Fell y Cueva de Pali Aike en la regidn estepa- iental de Pali Aike; Cueva del Medio y Cueva Lago Soffa 1, en la zona de ‘ransicin bosque-estepa de Ciltima Esperanza, y la Cueva Ties Arroyos 1, cn la zona este- Paria norte de Tierra del Fuego. Corresponden a grupos paleoindios de la tradicién cultural Fell | (Periodo I de Bird), que perduraron, con su modo de vida, hasta unos 10,000 afios a.p. (Figura 2). Los grupos I'cll I se distribuycron en extensas zonas de Patagonia Austral, en un Proceso inicial de exploracién de los distintos espacios y sus recursos, y posteriormente de colonizacién. Estos eazadores-recolectores tempranos guardan algunas afinidades culturales ‘con los grupos humanos que dejaron sus restos materiales en sitios arqueolégicos de sur Pa- ‘tagonia argentina, de edades similares!®, ‘Aflos antes Ucl presente (2p). corresponden 3-datacion.cs tadiacarbdnicas (“C). Por convencién indica log afios que se entan hacia atrds 3 panir de 1.950 d.C. Las dataciones seftaladas em este capltuls consideran alioa radiocarbdnicon in calbrat. No obstante, 3¢ ha incluido cl efecto rescreario en los eau. de fechados site conchax irteren U2 Canpren al 18: MeCalscraWoncmeene ne oe tesa Lage que 3¢ forma delante del glaciar. ‘ae MeCalloch ¢ af, 1997: MeCullach y Davies 2001; McCulloch y Morello 2009. MeGulloch y Davies 2001; NeCulloh ef ai, 2005; Bentley eal 2005; NieCulloch > Morello 2009, Bird 1958, 1988: Nami 1987; Naxsane 1982. 2004: Prieta HHI; Massone y Prieto 2008. 446. Figura 2. a) Cucta de Pali ike: b) Vista del eva Chico 0 Giaike y de los volcanes sitweddas al nor. ue, desde ef acceso a ta Cueva de Fell: ¢} Arguestogos revisando el interior de ta Cucea de Fell: d) Pinruras rupestres del logo Sarmiento (antropomorfo, soomorfes.¢ impronte de manop:¢) Pinturas grométricas a base de tases paralelas, abrigo de Usk Aide, primo a Cuetsa de Bell Enterior de ta Cueva del Milodén; g) Cueva del Media. “7 itios untiguos sc ha cacontrade asociacién de restos culturales.con fauna extina Prectecar prubencis de onsnes ou citcin la ecicacin te ina doverrrick wh: {fia Unica que se carecteriza por la preparacién de puntas de proyectil “cols de pescado” para ‘sor enmangadss y utilizadas en la caza, lites discoidales de funci6n desconocida, raspadores frontales de gran tamatto para curtir cueros y raspar otres materiales, racderas laterales para facnar las peesas cazadas. piezas liticas para el desgeste de arcefactos: arvefactos decos clabo- rados con uns técnica transvermal de seccionamicnen y sdomes cilindricws en huesos de ave; retocadores éacos en guanscn: y uso de pigmencos colorantes"’. Destaca en cstos sitios Ia ssociaci6a entre caballo nativo americano (Hippisien saldiasi) 'y guaneco (Lome guesiver), que fucron las principales presas caradas. En menor proporcién emtin también representados restos de camélides extinins como Lam sp., de mayor tamaho que el guanace, otro camélido mis pequetio. que ha sido identificado como Vicwpee ticmgme eo Lama gracilis, restos de félidos identificados en algunos casos como Sarideden sp.. yen cores como Passive osce mexmbriza. También estén presences restns de cfnidas, entre los que sdestace une cepecic extinta, Dasiyen vas, ¥ restos de aves, entre las que 9¢ puoden mencio- nar caiquén (Chloephape sp.) y bandurria ( Theristiras candaras), enere otros", Hasta el momen- to se discute ti edtot primetos grupos humanos cazaron cl milodéa (pledee darerém), cuyos fesios te encuentran en bos sitios, 0 si estos animales ocuperon dichss cuevas.en momentos dictineos 4 la ocupecién humana y muricron por causas naturales, o bien si eventualmente fueron objeto de pricticas de carroieo pot parte de bos humance'?. El cxrudio de 19 fogones excavedos cn Cueva Fell, Cueva de Pali Aike, Cueva del Medio, Cueva de Lago Sofa | y Cueva de Thes Arroyos 1, demosms que muchos de cltos Preventan restos de fauna extints en su interioe, ademds de restor decos de animales mo- demos y artefectos liticos (Figura 3). La abundancia de restos de camélidos, caballo nati- vo y milodén parecen constituir una carectertstica de lor sitios tempranos de Magallanca. Se encuentran frecuentemente quemsdos, o.con hucilas de fuego, en los Fogones 0 juntoe ellos y orationslmente ve obscrvan huellas de corte cn los restos de camélidos y caballos, Se constaté le presencia de restos de caballe americans native cn 12 fogoncs, milodén ea (O-extructures de comburtida, y camélidos ea 9 casas. Lo entorior apoya la idea de wtilize- tn y consumo de los grandes mamfferos extintos en contentos duméstices de los grupos Palcoindios. Los cinidos parecen haber sido aprovechados también con alguna frecuencia. [Le presencia de algunos restos 6eoos quemadas de milodén en fos Fogones 0 en sus proxi- midades, y wy asociscién con las cetructuras dc combustidn, no parece que pueda ser con: sidered casual, Ecos antecedenies permiten pensar ca la posibilidad de une predackia de miladéa de cieroa recurrencia™. 1 Band 1938 190, Memes 17, Bb Nisan 1087, ’ : re Ioctmn- 1970-0, Presse 1771; Mame y Froese 2004. Ramet taf INE Borers y Maram 2012 Memos ZOE. 2504 In ewnetees de sttrecuingie relimdien per teria Wangenas Salis or hen veando a memer comme ee Figura 3. aj La cueca Tres Arroyos 1:6) Afioraanientos x aleros racosos del cerro de Los Oras tla Alecha indica et accesa ota cweva Tres Arroyos 1); Bifas y lascas en madera siliificada, asociadas 2-costlle de posible caballo nativo, estrato Va; dj Restor de caballa native, guasaco y tasca ttica, estrata Va. Son de mucho interés también los estudios de sitios con fauna extinta, sin asociacién con restos de acupacién humana, en contextos paleontolégicos del Pleistoceno Final. Sus resul- tados iniciales han sido comparados con aquellas obcenidos en contextos arqueol6gicos, con presencia de las mismas especies, en algunos casos, permitiendo reunir nuevos anteceden- tes para cvaluar mejor un conjunto de procesos tafonémicos vinculados a dichos contextos. Por otra parte, en la mayoria de los registros cardiglaciales de Chile Austral hay capas que contienen fauna extinta bajo los depésitos de ocupacion humana, Esta evidencia ha servido para comprender cémo el registro fésil no cst4 constituide solamente por restos aportados por los seres humanos, sino que hay una variedad de agentes de formacién que interactilan de modo especial en emplazamientos protegidos como las cuevas, Este variado conjunte de aa9 informacién ha concribuide novoriamente a una mejor comprensin de les caoenarias y de bes relaciones ecolégicas en las que s¢ incorporaron los grupos hurnanos temprenos, ¥ por canto, 4 descifrar sus formas de inveraccién con la fauna, durante ct proceso de poblamient iniciah en cl extreme sur de América", ; ; Un aspecto de especial consideracién se refiere a la accién predadora de felinos y cfinidor sobre oeras especies y sus implicanciss para el registro amquealégica, debido'a los problemas (que crean para la idencificacion de huellas de corte ¥ fracturss sobre bas hmesns ¥ por La po- tencial mezcla de materiales que pueden product en sitios ocupados por fauna y por huma- nos en distintos momentas de! Pleistoceno Final y Holoceno Temprano™. En definitiva, en este periodo inicial, la presencia humana se manifests cn disrinwos am- bientes de Patagonia Mcridional y Tierra del Fuego, a wavés de procesos de exploraciéa > colonizacién que implicaron conacimiento, seleocién y uso de distintos recurses disponibles, formas de organizacién social espectficas ¥ una manera ée ver el mundo, cuyas huellas que- daron impresas en variados restos de a cultura material. Estas hueliss materiales han per- mitido a los arqueslogos reconocer una modalidad cultural que sc ha dcnominsdo wadiciéa cultural Fell [. Sin embargo, los restas fisicos de estos primeros habitantes auszrales no han ‘sido encontrades hasta ahora en ninguno de los sitios estudiados. De este modo, la pregunm acerea de quiénes o cémo eran los primeros pobladores permancce ain sin respuesta. 2.2. Cazadores def Holoceno Temprano y Medio ‘Con posterioridad 2 10.300 a/tos 2.p...con el aumento progresivo de ba cemperarura global, Se desarollé una cxpansiin del bosque de Nothofages 2 escala regjonal, en forma de bos ques abiertos ndo la franja oriental de los Andes. Se inicid as{ la Epoca del Holoceno: ‘con esta contings e! paulatino aumento del nive! del mara escale mundial, debido al de- mretimiento de grandes mssss de hiclo. El bajo nivel marino precedente habla permitido: mantener cl puente terest que unia sur Patagonia y Tierra del Fuego durante Is cltima glaciacién. Sin embargo, cuando las aguas del mar se-clevaron sobre la cota de 40 metros, coo frespecto al nivel actual, se rompié le comunicaciéa terresure y Tierra de! Fuego se convirtid. ‘en una gran isla separada del continente, Este proceso gradual culminé hace unos 8.000 afios. Los datos palecambientales que nos entregan las columnas de polen fésil indican que du- ‘rante el Holocene Temprano, unos 10,000 a 8,000 ailos ap.. la regién fue sujew de una sever fase frida que también se ssocia a un aumentoen las pardiculas de carbén vegetal, indicado- wres de fuegos. Se discute si este incre mento se debid a la actividad humana oe le sequedad ‘Sips palcontabigics siruads en ta bese de lon deptaites de le cucrn, jooco 2 ocros restos dc fauna. (Berrero Deana DOmerO wa 197: San Raab a 2000: Prewoms 200; Manone POD: Martino al. 2004, Brrr af. 1997; eerero 2001. 450 del clima. El caricter regional amplio de la fase frida y el incremento en la frecuencia del fucgo sugicre wna causa climdtica, pero el rol de los seres humanos que se movfan cn fa rc gién no puede quedar exeluido”. ‘Varias especies de grandes mamiferos que habitaron Patagonia y Tierra del Fuego, hasta finales del ditimo periodo glacial, como el caballo native americano, el milodén, algunos ca~ mélidos y grandes felinos (a excepeién del puma), se extinguieron, al parecer por causas concurrentes, entre las que sc cucntan notorios cambios climdticos acutridos al inicio del Holocene y la accién predadora humana, El aumento de la temperatura y las variaciones de bumedad, aparejados con importantes cambios en la vegetacién, pudieron incidir notoria- mente en la extincién de parce de la fauna pleistacénica, Sin embargo la velocidad de extin= cidn no debio ser Ia misma para todas las especies involucradas, mative por el que se debe considerar el estudio de cada especie cn sus distintos ambientes, en forma desacoplada®. De este mado, en Patagonia Austral y Tierra del Fuego se configuré una nueva geografia ¥ un paisaje muy distinto al de fines de la dltima glaciacién. El guanaco comenzé a dominar el oucvo ambiente. En Tierra del Fuego, al no-existir los grandes felinos de ancaito, los gua- nacas no tuvieron predadores de significacién, exceptuando a los humanos, Coincidiendo con esta fase Stida y un periode de répides cambios ambicntales, hay un im- portance hiato con escaso o nulo registro arqueoldgico. Tambin coincide con un componente denominado Magallanes o Fell II que Junius Bird describié en las cuevas de Fell y Pali Aike y que fue ubicado tentativamente entre los 10,000 y 8.000 afios a.p."". Se caracterizaba por la pre sencia de puntas de hueso y ottos instrumentos éseos, pero-en la actualidad estos contextas son discutibles, dificiles de evaluat, y no ticnen confirmaci6n empfrica en otsos sitios regionales. Entre 8,000 y 5,000 affas a.p., durante el Holoceno Medio, la temperatura continué en as- censo, periods conocido también a eseala global como Optima Climatico, alcanzandose en sur Patagonia y Tierra del Fuego tempcraturas medias superiores a las actuales y también distintas fases més hiimedas, que favorecieron el avance del bosque hacia ¢l este ocasionan- dol retroceso de la estepa. Durante este periodo c! nivel del marlogré su maximo ascenso, alcanzando hace 6.000 afios a.p. un nivel de algunos metros sobre el nivel actual, como lo in- dican, entre otros, los estudios realizadas en el estrecho de Magallanes y en cl canal Beagle. La linea costera del Holoceno Medio se ubica actualmente en geoformas marinas situadas entre 15 y'9 msnm actual” ‘Tanto en Cueva Fell como en Cueva Pali Aike y Cueva del Medio se han encantrade con- textos culturales correspondientes a cazadores-recolectores del Holoceno Medio, que perte- nectan a ta tradicién cultural Fell III. Dichas manifestaciones culturales han sido datadas cn Cueva Fell entre 8.000 y 6.400 afios a.p. No se conoce con certeza si estos grupos guardaban alguna relacién genética con los antiguos grupos de Ia tradicién Fell [ 0 si correspondfan a grupos humanos distintos. Lo que sf se aprecian son cambios en [a tecnologia y en la dieta, La tecnologia litiea muestra que se reemplazaron las antiguas puntas cola de pescado por puntas de proyectil apedunculadas triangularesde base rectac ligeramente convexa. Se usaron también las primeras boleadoras para a caza, de forma ovalada con surcoen su didmetro méxi- ‘mo, 0 periformes, y pequefios raspadores de filo terminal con dorso rebajado para ser utilizados NieGulloch y Morette 2008, Saxon 1976; Boitere 1977, 1997; Markeraf 1985, 1988, 2 Bird 1988. © NlcCulloch «af 1997; Oxquera eral: 2011; San Roman Z013, 45h con enmangadvea (Figura 4). En la dieta de este periodo el abundante consume de guanaco cra complementado por flandi y otras aves, y én menor medida por huemul, 2arros y roedores. Se encuentran también depésitos adscritos a.cstos contextos, cn los sitios Cafladén Leona Sy Laguna Thomas Gould. Adems se han repistrado algunos de sus elementos caracterfsticas ten la superficie de sitios coma bahia Munici6n, Pecket Harbour y en sectares contiguos al rlo Serrano, Ultima Esperanza. Otros contextos. de algun modo relacionados con este periods, han sido registrados en ¢l Alcro Pedro Cardenas, Ultima Esperanza, con antigledades siruadas cencrc 8.100 ¥ 7.400 aftos a.p. La presencia de restos de absidiana negra, entre sus artefactos, re- presenta el restimoi contactos con las-estepas orientales-y Pampa del Asador”. Por dltimo, el alera Cerro Castillo, en Ultima Esperanza, es un sitio arqueoldgico de fi- rales del Holoceno Medio, que debe ser mencionads. Prescnta caracterlsticas de un campa- mento habitacional, pero con escasos restos de puntas de proyectil que son poco diagné: ¥ hay ausencia de boleaderas, por lo que se manticne marginal con respecto a Ia tradicién cesbozada previamente. La abundancia de racderas, raspadores y cuchillos, préximos a res- tos de fogones, indican Ia importancia que tuvieron las actividades domésticas en este-alero. Las dataciones permiten situar las ocupaciones arqueolégicas entre 6.200 y 4.500 atios a.p.". En Ticrra del Fucgo sc daté inicialmente una ocupacién humana de 9.590 afics a.p. en el sitio Marazai 1. Sin embargo, ha sido cuestionada a partir de un horizonte de palcosuelo da- tado en 8.840 afies a.p. y huesos datados en 4,550 aftos a.p., procedentes de la misma unidad estratigrffica™. De este modo, las evidenciat de ocupaciones humanas tempranas en Tierra del Fuego, después de ‘Tres Arroyas |, corresponden a los componentes basales del sitio Imi- waia | y Tine! |. en la costa norte del canal Beagle. Les equipamientos tecnolégicos dc los ‘ocupances iniciales de ambos sitios son poco comunes a nivel regional, y dichas ocupaciones fueron fechadas en 7.840 y 6.680 atos a.p. Se cree que habrian correspondide a cazadores-re- coleetores pedestres. Los eseasos restos Sseos encontraidos en estos conjuntes sugieren que ‘consumicron en forma prioritaria guanaco y pinnipedas”. Se tepistraron también acupaciones humanas de cazadores terrestres en los niveles me- ies de! sitio Marazzi 1, en babfa [nd a corta distancia de la desembocadura del rio Mara- rai, datadas entre 5.570 y 5.440 afios-a.p. Ente los arrefactos lIiticos que fueron recupcrados destacan bolas piqueteadas o pulidas de forma esférica u ovalada y puntas apedunculadas de forma folidces. Los restos de fauna corresponden a guanaco, lobo marino, cachalate y con- chas-de moluscos, dejadas en el lugar por grupos cazadores que marcaron un énfasis aparcn- ween la caza terrestre™, En Ia costa del Atiintico se han localizado distintos sitios con ocupaciones humanas del Holoceno Medio en el sector de Laguna Arcillosa. Se trata de sitios dispuestos sobre un Palcoacantilado, con presencia de basurales conchiferos, arrefactos Ifticas y algunos restos ése0s. Entte estos sitios destacan Laguna Arcillosa 1 con un fechado de 5.410 afios a.p..y La- Runa Arcillosa 2, con dos fechas de 5.205 y 5.508 afos a.p. El_antlisis de isGropos estables de Wied 198, 1984; Massone {981 1999-90, 1991: Nami 198%: Nami y 2 Legeupily Benran 200%, yams IS. San Romin y Morello 2005: Legoupil 2009, aming-Emperate ofa. 1972; Mtosello 1999; Morello otal. 2008, 2012 © Dryucea y Pana 199%, 200%; Omgiera ef a. 2012, ‘Moveito era, 2012. 452 restos de un esqueleto humano procedente de este dltimo sitio puso de manifiesto una dieta mixta apoyada cn recursos terrestres y marinos”, Por tiltimo, las tinicas evideneias funcrarias de este periado se remontan a unos 5.500 aftos ap. en Ticrra del Fucgo, con un caso de cremacién er:-el sitio Marazzi | y la sepultura ya re- ferida, siruada bajo el conchal de Laguna Arcillosa 2°, ab aee 465: aN v.@ Figura 4. a) Pentas de proyectil cola de pescado de Cueva del Medio; b) Ponias sriengulares del Perio- do Fell Hl Cueva del Medio y Oberer-Aike (recoleccién superficial): c} Puntas pedunculads Periodo Fello Bird IV de Tom Gould y Seno Lauta-t; d) Punta de flecha Periodo Fell V de Punto Dungeness 2:0) Bifas y raederas de Maras 1. niveles medios:) Puntas de flecha tipa Ona, Periodo Bird V.a (a ixquienda de vidrio, de coleccibn etnogrifica y a la dereche punta litca de Tres Arroyos 1, compo- snentetardio; g) Raspadores de Tres Arroyos 1, niveles tardfes; A} Boleadoras de las niueles medias de Marazai 1:1) Epifisis de guanaco com carte perimetral o machacadores de Magallanes (reeoleciones superficial); j) Retocador éseo con decoracién incisa de cuca Fell (Period Bind IV} (Coleccién ar- queolégiea del Centro de Estudios del Hombre Austral del Instituto de la Patagonia, Univer- sidad de Magallanes). ™ Salemmes ai. 2007. ™ Laming-Empersire a o/, 1972; Salemme eral. 2007. 453 2.3. Cazadores del Hoioceno Tardia De acuerdo con los estudios de palcoambiente, las condiciones climéticas de Patagonia Aus- tral y Tierra del Fuego registraron nuevos cambios a partir de unos 5.000 afios atrfs, dando inicio al Holoceno Tardio, Este periode se caracterizé por una tendencia acondiciones clima- ticas muy semejantes a las actualcs, Se sucedieron fluctuaciones hacia condiciones més hii- medas, que gatillaron el desarrollo de un bosque de Norkofagus mis cerrado como el que se encuentra en la actualidad cn el piedemonte:cordillerane. No obstante, se registraron pullsos frios y secos de distinta intensidad. Por su parte, los niveles marinos deseendieron progresi- vamente hasta alcanzar los niveles actuales, hace unos 4.000 afios a.p.”- Durante este periodo se produje la ocupacién efectiva de gran parte de los espacios bos- cosos ¥ esteparios de sur Patagonia y Tierra del Fuego por parce de divcrsos grupos cazado- res-recolectores, Sc constata la presencia de diferentes y variados sitios arqueoldgicos que dan cuenta de estas ocupaciones en Ia zona de transicién bosque-estepa de Ultima Esperan- za, on la zona velcénica oriental de Pali Aike, en la costa nome del estrecho de Magallanes y en las zonas costeras ¢ interiores de Tierra del Fuege, tanto en sus ambientes de estepa sep- tentrional, como en los bosques occidentales y meridionales. El guanaco y cl fiandti repre- sencaron las prcsas principales de los cazadores de sur Patagonia, mientras que el guanaco tuvo especial impartancia para los grupos cazadores terrestres de Tierra del Fuego. Los re- cursos de Smbitos costeras siguieron siendo un importante complemento alimentario, Entre los cambios cecnoldgicos del Holoceno Tardio destacé el uso dé puntasde proyectil pedunculadas del tipo Periodo IV de Bird, que en el dltimo milenio-cambiaron hacia puncas més pequeias conocidas como “tipo Ona" (Périodo Fell V) y coineiden con el amplio uso de aarca y flecha para Ia eaza, que al parecer se habrla comenzado a utilizar yaa partir del Periodo IV. Se mantuve también el uso de las boleadoras, de preferencia de forma esférica y de gran tamaiio, Llama la atencién que en los antecedentes etnogrificos referidos a los selk’nam dé “Tierra del Fuego hay escasas menciones a las boleadoras, en tanto que abundan las referen- cis de su uso para el caso de tos aénikenk, tehuelches meridionales*. El cambio ocurride cn las armas de caza es interesante y habrfa estado asociado a distin- stemas de caceria, Entre los cazadares terrestres del Holoceno Medio y Temprano las armas eran lanvas, estélicas 0 lanza dardos y bolcadoras, indirectamente evidenciadas en la ‘cultura material por las caracteristicas de las puntas de proyectil y boleadoras, Estas armas de preferencia requerian de estrategias de cara en grupo, en tanto que con la introduccién del atco efa posible que un individuo salicra sole a azar", ‘También fueron caracteristicos en cl ‘Tardio los pequetios raspadores de ufia, el uso de -xrandes cepillos Iticos, perforadores pequeiios y de talla bifacial, y otras instrumentes Iiticas Uutilizados en tiempos anteriores como percutores y raederas, utilizados para distintas activi- dades. De igual modo, siguicron en funcién instrumentos éscos como rerocadores, punzones yadomos en forms de cuentas™. tos Para este Periodo ‘Tardfo se ha constatado un notorio aumento en el néimero de si - queelégicos conocidos, tanto en cl interior como en la costa, posiblemente asociada a un "McCulloch et af 1999: McCulloch y Morello 2008 rd 1938. 196 Massone 198; Tes 2008. rie 1989.90. * Massone 198 crecimiento demognifico ¥ a la ocupacién efectiva de amplios espacios regionales". En lo re- ferente a los tltimos 2,000 afios se ha comprobade un uso diferencial de distintos espacios, Por una parte se observa el uso de patrones de asentamiento nucleados en localidades conti- nentales interiores, como es ¢] caso de Pali Aike, Rfo Chico, y en las localidades costeras de San Gregorio, Pasesién y punta Dungeness, entre otras. Algo similar se ha observado en Tie- rra del Fucgo cn localidades como Tres Arroyos, Estancias Florentina y Dos Marfas. Mara- zai, cabo San Vicente y punta Catalina, por mencionar algunas de las principales localidades donde se compmieba una especial redundancia de ocupaciones. Por contraste, las praspec- ciones han pucsto de manificsto la presencia de otros sectores donde la densidad de restos ocupacionales es mds baja y dispersa. Tanto los datos arqueolégicos como-ctnchistéricos y es nogréficos tienden a confirmar el uso preferente de ciertos espacios. por sus condiciones de reparo, de acceso a variados recursos, por aspectos territoriales © por su ubicacién estratégica en relacién con rutas habituales de desplazamiento™. En cuanto al arte rupesire, este ¢s. conocido principalmente por ls evidencia de Patagonia argentina, en especial de Iz zona de Rio Pinturas y Cueva de las Manos, entre otras. con da taciones que van desde el Holoceno Temprane al Tardio y la descripcién de distintos esti En Patagonia austral chilena se han identificado dos modalidades estilfsticas de arte parietal la modalidad estilistica de Rio Chico, en la zona volcénica oriental de Pali Aike, que u ba motives geomeétricos con énfasis en el uso de trazos; y la modalidad estilistica de Ultima Esperanza que ocupaba de preferencia motivos geométricos con un mayor uso de puntos, como ocure en varios sitios ubicades en el cerro Benitez y en sus proximidades. El estudio preliminar de algunos contextos estratigrificos con restos de pintura situados en abrigos ro- ‘cosos con paredes pintadas, sugieren para dichas pricticas dataciones de los dltimos 3.000 afios”. Los estudios de composicién del disefio han demostrade, para cl caso de Rio Chico, ‘que los motivos geomérricos compuestos presentan una estructura simétrica que probable- mente permitié reunir conocimientos, codificando mensajes legibles para los otros miembros del grupo social. Por otra parte, ¢s llamativa hasta e! momento la ausencia de arte rupestre ‘en los abrigos rocosas utilizados por los cazadores terrestres de Tierra del Fuego. Los patrones mortuorios conocides hasta la actualidad para grupos de cazadores tertes- ‘wes, al parecer, serfan en su mayorfa de tiempos tardios. La cremacién, que inicialmente fue ssociada 4 los grupos de transicién Pleistoceno-Holoceno, ha sido refutada por nuevas daraciones cercanas a los 3.000 afios a.p., en Cueva Cerro Sora y Pali Aike. La evidencia més antigua de eremaci6n se encuentra en Tietra del Fuego, en la sepultura 2 de Marazzi 1, con una fecha del contexto de 5.570 aitos a.p. Lucgo, se conoce otro entierro humana ca % Enite ls sitios y locuidades sonacides en la provincia de Magallancs deviacan Pui Dutigciis, Poseside, Baie Municién. Bahia Sanciaga, Caiadén Céador. Laguna Thomas Gould, Juni Alte, Cueva de los Chingues, Ush Aike, Cemo Teters, Laguna Sora, y Alero Peggy Bird. Para Tier del Fuego-se puede mencionas el conjunto de yacimientos Uubicados en las lagunas de las estancias Dis Matfas y Flocentina les sins de Bahla Felipe, las abriges de Ties Asrovos, ‘chsitio Demies Campamecnt Ona y los yacimientas de Mararzi,cntre muchos otras. En Uitima Esperanza s¢ conocen vanos sitios en el sector de Cervo Benieez, como Alero del Diablo. Alero Dos Herradumas. Cueva de ia Ventana, Cueva ‘Cina, Gueva Porter, también sitios en 1 Parque Torres del Paine, el sitio Puesta Leona I ¥ otros yacimiensns en ‘dl curso superior det rlo Baguales (Empersire of 1963: Laring-Empernire 1967: Laming-Emperiire a af 972: Massone 1978, 1981, 1989.90, 1997; Maztinic 1964; Gémex 1969-60; Pricto 1983.90: Jackson 198; Massone a af 199% Aguilera yGrendi 19% Ocampa eral, 199% Morello al, 199%: San Romdny Morello 199%; San Romin ata: 2000, * MMassone 1984, 2009. © Bate 19704, 1971; Massone 1982, 1985, * Galante 200%, 455 ese mismo alero, con el cuerpo que fue eubierto de colorante rojo, identificade coma la se paltura | de Marazzi 1. Ouro sitio funerario en que se registré uso de pigmentos es Cueva del 1-ago Soffa 1, Ultima Esperanza, con un enticrro méltiple asaciado a depésitos de colo- tantes ¢ cremacién, dacado catre 3.950y 3.915 afios a.p. [gualmente, para los dltimos 2.000 afios de nucstra fa se amplfa la evidencia funeraria y s¢ conocen encicrros en chenques 0 estructuras de piedra como en Cerro Guide, Bahia Felipe y San Gregorio 11, entre otras”. La informacién arqucolégica de 10s Gltimas 2.000 aftos, reunida para sur Patagonia y Tie- tra del Fucgo. correspande a evidencias materiales dejadas por Jos antecesores direetos de tos grupos aénikenk (rchuclehes meridionales}en ¢l continente, y selk’nam (onas) en Ia isla, ‘Arsbos prupos fueron descricos por los navegantes, viajeros, misioneros y colonizadores oc- cidentales, durante el periodo denominado “histérico", que s¢ desarrollé a contar del siglo xvid. 1 Patagonia Mleridional, a partir de los primeros contactos, los europeos constataron la presencia de grupos cavadores-recolectores pedestres, aénikenk, que utilizaban el arco'y bo- Jeadoras para la caza preferente de puanaco y fandd. Para la costa del estrecho de Magallanes referencias escritas de diferentes paraderos tehuctches en distintas localidades costeras, én eh zonas del interior, inseritas en diferentes rutas de circulacién, como pare de su sistema de nomadismo. A pantirde una fecha que puede situarse entre fines del siglo XVII ¢ inicio del siglo XVI, ocurrié un importance cambio en Jos modos de vida tradicionales entre Jos peupos de cazadores continentales aGnikenk, al incarporarse el uso del caballo, Este he- cho, sin duda porencié su capacidad de desplazamiento € incrementé el dinamismo de los procesus de contacto interétnico con grupos del norte de Patagonia y con las colonias argen~ tinas y chilenas* El nuevo contexte histérico permitié generar un conjunto de modificaciones en el acervo cultural de los aGnikenk, incorporande y/o reemplazando una serie de elementos de su culcu- ra material, tal como el arco y la fecha, por él uso preferente de boteadoras y, en los periodos finales, la incorporacién de armas de fuego, Otro tanto sucedié con la incorporacién de mate- riales com el vidrio y los metales, los que pasaron a constituirse en la materia prima sobre la ue se fabricaban diferentes instrumentos, debiendo sefialarse ademis el desarrollo de todo un complejo anccsanal relacionado con el ajuar ecuestre, Las relaciones de intercambio de- sarrolladas con las colonias impusieron cl establecimiento de una serie de nuevas necesida- des materiales forineas, tales como yerba mate, alcohol y baratijas, que se obtentan a cambio de pieles de guanaco, plumas de Aandi, y otros elementos, que ampliaron el espectro de la subsistencia de los tehuelches meridionales, para convertirse también cn un mecanismo de Reneraci6n de excedentes. El caballoadquirié ademés une connotacién de prestigio y era acu- mulado por los principales representantes de cada grupo come un bien que indicaba poder", Los selk’nam, a la Ilegada de los colonizadores occidentales, se dividian en dos grandes Brupos: los selk’nam del norte que ocupaban las planicies esteparias septentrionales de la a, entre el tla Grande y cl estrecho de Magallanes, y los sclk’nam del sur, que habitaban ‘as zonas boscosas meridionales, alcanzando cventualmente hasta la costa del canal Beagle. ‘Cada grupo local selk'nam ocupaba un distrito territorial con limites gcogréficos preestable- hay yom * Laaming-Emperaire «af, 1972; Massone 1984; Nuassone at ai, 1985, ore! ons ste a Bb; Priceo 1991, 1993.94; San Romin y Morello © Massone 1974, 1904; Maninic 1995, Manone 1981; Martinic 1995, cidas denominade harueren. En cada territorio sus habitantes tenfan derecho a cazar, recolec tar frutos silvestres, pescar, selevcionar materias primas para diversos usos y establecer sus. campamentos transitories. De igual modo, establecfan telaciones de intercambio y por otros: motivas entre los distintos grupos territoriales, Los sclk’nam, en términos generales, se dedi- caban preferentemente a la cava del guanaco y del corura. Complementaban su dieta con el consumo de aves, zorros, algunos frutos silvestres y productos de origen marino, tales como pinnipedos, cetéceos y moluscos*, En el caso de los selk’nam en Tierra de] Fuego. los cambios originados durante el perio- do histérico denotan una influencia occidental mucho més tardia que en el continente. Estos cazadores mantuvieron su nomadismo pedestre y los sistemas tecnolégicos asociados a este. No obstante, incorporaron el uso del vidrio, los metales y otros restos que les era posible te- colectar en las playas, producto de naufragios o de restos dejados por los exploradores que visitaron Tierra del Fuego, Hacia finales del siglo XIX, luego del asentamienco de los encla- ves mineros y de las primeras estancias ganaderas en la isla, comenzaron a intensificarse las acciones de violencia de parte de los colonos, hecho que trajo como consecuencia I perse- cucién, el asesinato, las deportaciones y cl arrinconamiento, en breve tiempo, de estos-caza- dores-recolectores hacia el sector sur de la isla. En los alrededores del Cerro de los Onas, en la Estancia Tres Arroyos, se encuentran sitios arqueolégicos representativas de esta époe: entie otros lugares. ‘Tanto los adnikenk de sur Patagonia, como los selk'nam de Tierra del Fuego, recibieron el fuerte impacto del proceso colonizador occidental moderna, que en forma directa e in- direcea ocasioné su casi complera extincién hacia fines del siglo XIX y durance las primeras décadas del siglo Xx. En el extremo sur oriental de Ia isla, en la peninsula Mitre (actual cerri- torio argentino), los grupos haush, al parecer emparentados con los selk’nam, debieron sufrir ‘efectos similares, aunque en su caso se cuenta con limitados antecedentes etnohistéricos y ‘etnogtéficos, como para tener una visién mis precisa de su extinciéaY. 3. Las cazadores-recolectores terrestres de Patagonia Central: Aisén continental 3.1, Context ambiental Aisén es un territorio inmenso, con cerca de 110.000 km', extendiéndosc por unos 540 km lineales de norte a sur y sumamente diverso. Incluye grandes extensiones de bosque que atin hoy presentan problemas por su dificil acceso. Desde la década de los afios 1970 8€ inicié preferentemente el estudio del sector oriental de la cordillera de los Andes y sus valles intercordilleranos*, Las zonas estudiadas en los dltimos aftos han considera- do los valles que se ubiean en fa transici6n entre el bosque y la estepa ¢ incluyen cober- turas distintas de bosque siempreverde montano, bosque caducifolio de Aisén y estepa ‘(Gusinde 1982; Chapman 1986; Massone at af, 1995, Massone 20100. Gusinde 1982; Chaprnan 1986; Zangrando of af 2014. [Bate 1970s, 1970b: Nicmeycr 1578; Menu y Ocampo 199%; Sena y Lucero 2004; Reyes etal, 200% Méndez, Reyes, “Tiejoy Nuevo Delaunay 2013. 457 patapénica de Aisén™. asf como morfologias gencrles de relieve que incluyen: la cordi- Tera andina, cordones subandinos orientales y relieves planiformes orientales”. La fau- na ectual de la regi6n estd altamente alcerads, aunque algunas zonas descacan sn por In presencia de cicrtas taxones nativos, como es el caso de la abundancia de Handi (Ree peurata) en el valle de Rirehuaoo el guanaco (Lama guazicor) cn el valle de Chacabuco, ‘Animales emblemitices de la regién, como cl huemul (Hippocemelas biswfeus), ban cedido espacios ¥ limirado sus ambientes como se ha podido diagnosticar a partir de sistemati- zaciones de los datos arqueoldgicos™. La cvolucién del ambiente al que se enfrenté el ser humano. s lo largo de su ocups- cin de Aisén continental. se ha empezado a conocer mejor solo en forma reciente. Du- rante cl Pleistoceno final grandes glaciares se desprendieron desde la cordillera de los ‘Andes hacia el este, generando un escenario gélido, con legos proglaciares que proba- blemente solo pocos grupos humanos conocieron. Varies registros polinices en lagunas mmuestran que hace 10.000 aftos a.p. se inicié el desarrollo del ecotono bosque-estepa a partir de un incremento-en la humedad efectiva, en conjunto con un aumento de les tcm- peraturas estivales”. Estos y otras registros ambientales de Pacegonia indican condiciones mis secas y cili- das para el inicio del Holoceno, lo que s¢ debié 4 una posicién més meridional y débil del curdn de Vientos del Oeste. Un registro obtenido en Laguna El Shaman, en Alto ria ‘Cisnes, ha demostrada ser mis sensible para documentar lus varisciones durante el Holo- ccno, por estar localizado en los limites entre la estepa y la transici6n bosque-cstepa. Este muestra que hacia los 7.600 sifos a.p. se dieron los miximos valores de Nosbofages, los que habeian estado asociados a mayores precipitaciones que las actuales, extendiéndose hasta Jos 3.000 aitos a.p.". datos. en conjunto con otras de Patagonia, sugicren que s¢ die+ tun condiciones mds himedas con posterioridad al Holoceno Temprano, producto de un incremento en la actividad del Cintueén de Vientos del Oeste. como consecuencia de una pequeita migracién hacia cl nome de su érea de influencia. Havia lus 3.000 afos a.p. los registros ambientales de Patagonia Central muestran una mayor variabilidad a escala regional. Desde los 1.200 aos ap., al menos en Aisén, se este blecicron las distibuciones vegetacionales actuales bajo un régimen climdtico modemo®. La extensiva ocupacién humana ocurrida desde inicias del sigla XX em Aisén cuvo coase- cueneias importantes en la composicién vegetacional, ya sea por ls introduccién de espe- cics cxéticas, por la estrategia extensiva del pastoree ovine o por el clarea de los bosques, con cated fue ta actual distribucién en parches de los paisajes que observames en li a i Hubeete + Beanctt 2004; Natal a a 2007: Meader Reyes, 8 peneanintan ee Tet Makdonade y Fraagois 2007: Reyes a at 200% Ds Whidech a of 2007: Moreno af 3000, De Porras af 2012, Sherk 1 Reece 00% Marts a 2007 Rj y Moca 20% De Porm aa 2012, 458 200 km ‘uipdlae de By Chubur, Argentina D6 Figura 5. Mapes con les principales sities argucoligicos de Patagonia Central chitena. 3.2. Primeros poblamientas de! Holocene Temprano Hasta ahora los resultados de mayor interés vinculados a la primera presencia humana en Ai- sén han sido identificados en el curso superior del rfo Cisnes (Figura 5). El Chuece 1, contex- to bajo reparo rocosa en la estepa extra-andina, expuso depésitos que alcanzan una cronologia de 10.000 afios a.p. y s¢ exticnden hasta los 2.700 aftos a.p., pudiendo alcanzar probablemen- te los dltimos siglos. Doce eventos acupacionales permiten pensar que el érea del Alto Cis- nes fue habitada en forma intermitente y muy poco intensa desde principios del Holoceno. La presencia de otros hallazgos superficiales en las cabeceras del valle, Appeleg 1 y El Des- hielo, sugieren que contextos a cielo abierto podrfan haberse integrado funcionalmente a las scupaciones fechadas en El Chueco, La ocupacién inicial de este sitio fue minima; solo se 459 cuenta con un fechado en carbén asociado 4 un instrumenco multifuncional y se percibe una mayor redundanciafintensidad de ocupacién solo después de los 9.000 altos a... Sin embargo, para estas fechas, son las evidencias del valle de Nirehuao las més sélidas para caracterizar la presencia humana en Aisén. Esta drea cuenta con presencia humana en depésicos estratigrificos fechadas en la cucva Bafio Nuevo | entre los 9.500 y 3.000 aftosap, EI sitio fue ocupado como campamento temporal de cazadores-recolectores de alta movil dad, como tienden a indicar los andlisis de procedencia de obsidianas que fueron obtenidasa mas de 300 km de distancia y varios eventos ocupacionales reiterados en el sitio, Los testos de 10 seres humanos mucstran una densidad de enverracorios sin precedentes pata el Ho- loceno Temprano en Patagonia, lo que s¢ condice con lo espcrado para una “fase de colo- nizacion™. Siete de estos individuos {los diez, sin embargo, en la misma capa estratigrsfica) fueron fechados directamente sobre hueso-y sus resultados coinciden en edades comprendi- das entre: los 9.000 y 8.850 afios a.p., antiguos registradas en toda Patagonia. Este grupo fue enterrado-en su mayorfa en posicién flectada cerca de las paredes de la cueva y durante un corto lapso de tiempo, Constituye un conjunto bastante hercrogéneo compuesta por hombres y mujeres, tanto adultas como subadultos c infantes. Estudios genéticos de ADN mitocondrial, realizados con mucstsas de algunos individuos de este grupo, destacan la presencia del haplogrupo B, totalmente des- aparecido en Patagonia Centro Meridianal en tiempos de contacto histérico, y que sugiere mavimientos poblacionales en el pasado™. Sin lugar.a dudas, una de las devdas inmediatas es poder continuar precisando las carac- reristicas de esta ocupacin humana a través de integrar sus datos con informaci6n regional, ya que-es ilogico suponer que las actividades de estos grupos se hayan centrado solo-en las in- mediaciones de la cueva. La gran preservaci6n de este sitio ha permitido contar con notables evidencias de fauna que instruyen sobre las preferencias de subsistencia de cxtos cavado- ses-recolectores. Esta informacién, ausente en sitios come El Chuvce 1, sugiere preferen- cias sclectivas orientadas a la caza de guanacos. Estudios de isStopos estables de carbona y nitrégeno sobre los huesos de algunos de estos individuos tienden a corraborar estos datos y posicionarlos como consumidores preferenciales de herbfvoros como el guanaco, presas vin- culadas a ecosistcmas de estcpa abierma®. Si bien es cierto existe la tendencia a considerar que las poblaciones tempranas fueron homogéncas en. su comportamiento, uno de los avances realizados con los estudios de proce- dencia de obsidianas ha sido poder identificar que el abastecimiento-de estas racas no ocurti6 del mismo modo en todos los lugares. Una comparacién entre El Chueco 1 y Baio Nuevo I. ese a indicar el uso de Ia fucnte de Pampa del Asador cn ambos casos, mastré que los ocu- pantes de El Chueco | accedieron a fuentes situadas 400 km mds al norte, Las diferencias detectadas indican la temprana emergencia de patroncs recurentes de aptovisionamiento que se-ratificaron durante el Holaceno Tardfo en las mismas regiones”. % Reyes a af 2006; Reyes, Ménes, Tiejo y Vellsquez 2007; Mendez, Reyes, Maldonado y Frangoas 200% Méndes & af 201 * Barrero 1989-90; Stern 1999; Mena o#/, 2003; Mena y Stafford 2006: Reyes O. cf ai. 2012; Mtnder. Reyes Tixje ¥ ‘Nuevo Delaunay 2015. % Velisquer y Mena 2006; Reyes O. era/. 2012. Méndez « al 2008-%, Méndez, Reyes. Trejo y Nuevo Delaunay 2013, 460

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