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LACIENCIA ARGENTINA ‘© BID, *Programa de Modernizacién Tecnolégica Ml (PMT Ul) (AR-0171). Resumen Ejecutivo”, s/l, 1979, mimeo, p. 5. “© Entrevista a Enrique Martinez, Buenos Aires, § de noviembre de 2007; Eric Stover, Scientists and Human Rights in Argentina since 1976, Washington, DC, AAAS, 1981, p. 46. ‘7 Entrevista a Rubén Félix, Buenos Altes, 27 de abril de 2007, En esa fecha Félix ea director del Programa de Fortalecimiento de Centros del INT “© Emanuel Adler, The Power of Ideology... op. cit, p. 115; Diego Hurtado y Pablo Souza, "Cincuenta afios del INTI", en Clencia Hoy, vol. 17, n.° 101, 2007, p. 63-64. © Alberto Golberg, “Cuarenta ails de eetecio de la agronomta: vivencias y reflesiones”, en Ruptura y reconstrucion de la cienia argentina, Buenos Aires, Secretaria de Ciencia, Tecnologia e Innovacién Productva, 2007, p. 99. © Mara Saucede, “El caso de Agronomia”, op. cit, p. 105. 5 Ana M. Vara, “Argentina, GM nation. Chances and choices in uncertain times, NYU Project on International GMO Regulatory Conflicts, 2005, en: tp:// vw law.nyu.edu/search/ECM_DLV_015951 (consultado en marzo de 2010). CAPITULO 4 Retorno a la democracia y recuperacion de las instituciones Determinaciones estructurales versus buenas intenciones El primer perfodo presidencial que siguié a la dictadura se carac- terlzé por fuertes limitaciones financieras motivadas por un contexto de ajuste estructural. Los recursos para ciencia y tecno- logia permanecieron congelados durante el periodo 1983-1989 y, en términos generales, las medidas mas importantes giraron fn torno al desmantelamiento de los instrumentos de control ideol6gico montados durante la dictadura. En reemplazo de la Subsecretarfa de Ciencia y Técnica, que dependia de la Secretaria de Planeamiento de la Presidencia, se cred la Secretaria de Ciencia y Técnica (SECyT), como depen- dencia del Ministerio de Educacién y Justicia. Al frente de la SECyT fue nombrado el matematico Manuel Sadosky, quien asumié que “la Universidad desquiciada desde 1966 debfa vol- ver a ser la institucién creadora de cultura”. En este momento se reconocié “la irrupcién del problema tecnol6gico”. Al respec~ to, la SECyT se propuso revisar “no sélo los temas sino los pun- tos de vista de la comunidad cientifica sobre la tecnologia y la investigaci6n tecnolégica”. Mientras que por un lado se asumié la “tremenda importancia” de la investigacién basica para la tecnologia, por otro lado la SECyT se comprometia a “hacer un gran esfuerzo para aumentar la investigacién tecnolégica”. En este sentido, habia que admitir “que los industriales, los gana- deros o los empresarios no iban con sus problemas a la Univer- sidad, al CONICET 0 al INTA”, como tampoco era usual “que los resultados logrados en los laboratorios universitarios o ins- 170 LACIENCIA ARGENTINA titutos se volcasen a la actividad productiva”, Todos estos obje~ tivos iniciales conflu‘an en una idea: “La revolucién industrial del mundo de hoy es ‘cerebro intensiva’”. Entre las Areas inicia~ les de interés seleccionadas por la SECyT se encontraban la elec- trénica, la biotecnologia, la aftosa, el Chagas, las micotoxinas y los complejos agroindustriales.* ‘A comienzos de los afios ochenta, como ya se comenté, Estados Unidos inicié una dréstica reformulacién de su politica para la ciencia y la tecnologia orientada a enfatizar la importan- cia de las innovaciones para el estimulo del crecimiento econé- ico, fortalecer el compromiso de la comunidad cientifica en la produccién de tecnologia militar y reducir el impacto del control social sobre la investigacién reduciendo las instancias de rendi- cidn de cuentas sobre los fondos federales asignados a investi- gacién y desarrollo. Los cambios institucionales y legislativos se orientaron a concentrar de forma creciente los procesos de toma de decisiones sobre la asignacién de fondos para investigacién y desarrollo en manos de Iideres de grupos econémicos y milita- res, En este sentido, varios instrumentos clave fueron puestos en prdctica en 1980, Dos de ellos implicaban un fuerte acercamien- to entre la industria y la academia: el Acta de Transferencia de ‘Tecnologia de Stevenson-Wydler, pensada para facilitar la coope- racién entre laboratorios ptiblicos y universidades con grandes y pequefias empresas; y la Enmienda Bayh-Dole a las leyes de pa- tentes, que otorgé a las universidades y centros de investigacién la posibilidad de percibir derechos de propiedad intelectual por trabajos realizados con fondos piblicos. El tercero, el otorga- miento de la primera patente sobre un organismo vivo por parte de la Corte Suprema de Estados Unidos, estaba relacionado con €l desarrollo y difusién de numetosas aplicaciones de la técnica del ADN recombinante y con los inicios de la industria biotec- nolégica en los pases avanzados, y significaba una clara sefial a favor de incentivar el patentamiento, al otorgar amplios dere- DIEGO HURTADO an cchos sobre nuevas entidades bioldgicas. A este panorama puede agregarse la revisién de la legislacién antimonopolio, en la direc- cién de justificar practicas monopélicas en nombre de la compe- titividad internacional, y el uso de la ciencia como herramienta de politica exterior -a través de la capacidad de Estados Unidos de influir en los organismos internacionales- con el objetivo de imponer nuevos estandares jurfdicos globales para la proteccién de la propiedad intelectual producida en los laboratorios norte- americanos. De esta forma, se abria un panorama inédito para las actividades de investigacién y desarrollo marcado por el des- plazamiento hacia la “privatizacién de la ciencia” -incluidos los seres vivos-, la presién para que la dindmica de produccién del conocimiento se orientara hacia los intereses del mercado y para que todos los paises establecieran marcos regulatorios ri gurosos para el pago de royalties, “solucién elegida para prote- ger la posicién competitiva de los Estados Unidos en una eco- nomia global”? El gobierno militar habia esbozado una respuesta débil a esta reconfiguracién de la arena internacional que hace pensar en un desconocimiento profundo de la magnitud de los cambios que comenzaban a operarse. En esta direccién, habfa impulsado en 1982 un “programa nacional” en biotecnologia ¢ ingenieria ge- nética, que proponia la creacién de un tinico instituto que con- centrara las principales lineas de investigacién en el area. Con el retorno a la democracia, la nueva administracién se hizo cargo del sistema de Programas Nacionales, que en este punto no eran mucho mds que un inventario, Biotecnologia ¢ informatica y lectrénica se convirtieron en las dos reas més dinémicas. En cuanto al area de biotecnologia, la concepeién “cerrada, autori- taria y centralizadora” de la dictadura, orientada a crear “un 4m- bito fisico tinico, de grandes proporciones, en la proximidad de Ja ciudad de Buenos Aires” fue reformulada. La alternativa pro- puesta fue desarrollar una red de laboratorios sobre la base de los wn LACIENCIA ARGENTINA tentes y ottos a crear para contar con una distribucién de laboratorios a lo largo del pais que pudieran concentrarse en probleméticas locales.’ En lo que hace a informatica y clectrénica, se cred en 1983 luna Subsecretarfa de Informitica y Desarrollo, y en abril del afio siguiente una Comisién Nacional de Informatica, que apunté a establecer las bases para la formulacién de un “Plan Nacional de Informatica y Tecnologias Asociadas”. Rapidamente se lleg6 a la conclusién de que dicha comisidn debia ser ampliada para abar- car la electrénica y las telecomunicaciones. Sin embargo, tanto la Secretaria de la Funcién Publica, a cargo de Jorge Roulet ~que se negaba a renunciar al manejo de la informatica desde la ad- ministracién piblica-, como la Secretaria de Comunicaciones, a cargo de Humberto Cinacaglini -que no concebia que se hubi ra excluido a su secretaria de la Comisién Nacional de Infor- matica-, consideraron, que se trataba de un avasallamiento de sus competencias especificas. Tras el fracaso de las “Politicas Nacionales”, la SECyT con- centré buena parte de sus esfuerzos en la creacién y funciona- miento de la Escuela Latinoamericana de Informatica (ESLAI). La ESLAI inicié sus actividades en marzo de 1986, tomando como modelo el Instituto Balseiro, con el objetivo de producir investigadores, docentes y tecndlogos de alto nivel. La Univer- sidad Nacional de Lujan se encargé de expedir los titulos para los egresados. La creacién de la ESLAI habia sido posible, entre otras razones, por el apoyo del Intergovernmental Bureau of In- formatics (IBI), con base en Roma. En 1988, el examen de in- greso tuvo lugar en diecisiete pafses de América Latina, el mis- mo dia y a la misma hora. Sin embargo, ese mismo afio comenzé la declinacién de esta iniciativa con la disolucién del IBI. La inestabilidad econémica motivé la renuncia de Alfonsin meses antes de finalizar su mandato. El cambio de gobierno produjo desencuentros entre la nueva gestién de la SECyT y la DIEGO HURTADO 173 conduccién de la ESLAI. Estos factores sumados a la profunda crisis econémica explican el repentino cierre de la ESLAI, que suspendié sus cursos en junio de 1990 para entrar en liquida- cién. En su efimera historia, la ESLAI lleg6 a producir casi un centenar de licenciados en informatica." Una novedad de este periodo fue la consolidacién de los vin- culos de colaboracién en areas de ciencia y tecnologfa con Brasil. El acercamiento entre ambos pafses habia comenzado en octubre de 1979, en parte debido a la negativa de la dictadura argentina de aceptar el laudo arbitral sobre el canal de Beagle. El conse- ccuente agravamiento del conflicto con Chile motivé a la diplo- macia argentina a explorar un cambio de actitud hacia Brasil. De forma impredecible, a juzgar por la tradicién de competencia y la percepcién de amenazas mutuas vigente en ese momento, la firma del Acuerdo Tripartito sobre las represas de Corpus ¢ Itaiptt por parte de la Argentina, Brasil y Paraguay permitié una salida del conflicto en torno al derecho sobre los recursos hidricos de rios compartidos que inauguré una nueva era en las relaciones argentino-brasilefias. Desde entonces, Brasil y la Argentina ini- ciaron un lento proceso de integracién. Un hito de esta politica de acercamiento ocurrié el 30 de noviembre de 1985, cuando se reunieron en Foz de Iguazti los presidentes Ratil Alfonsin y José Sarney. Como parte de las actividades previas a la reunién de los dos presidentes, entre el 18 y 19 de noviembre se realizé el Encuentro Argentino-Brasileiio de Biotecnologia. Entre las deci- siones complementarias del Acta de Integracién Bilateral, firma- da por ambos presidentes 1 29 de julio del afio siguiente, figu- taba un protocolo dedicado a biotecnologfa, por el cual se creé un grupo de trabajo binacional encargado de la organizacién del Centro Argentino Brasilefio de Biotecnologia (CABBIO), al que mis tarde se sumarian Chile, Paraguay y Uruguay. Este centro no se cristalizé en una estructura fisica centralizada, sino en un marco que integré una red de grupos de investigacién y desarro- 174 LACIENCIA ARGENTINA Io en biotecnologia “orientados a la produccién”. Como primer director binacional del CABBIO fue nombrado José La Torte, di- rector del CEVAN.S Con el retorno a la democracia, el CONICET fue incorpo- rado a la SECyT y asumié como objetivo prioritario la recons- truccién de los vinculos con las universidades. Asi, entre las principales iniciativas, se suprimis el sistema de financiamien- to de subsidios de investigacién a través de los directores de Instituto y se establecié un sistema de subsidios para proyectos anuales y plurianuales otorgados a través de convocatorias pui- blicas. De esta forma, no solo se quitaba a los directores de ins tituto el excesivo poder de decisién sobre el destino de los fon- dos, sino que también se buscaba que pudieran acceder a esta fuente de financiamiento investigadores universitarios que no pertenecian a institutos del CONICET. Esta medida se comple- ments a través del Sistema de Apoyo para Investigadores Uni- versitarios (SAPIU), que se propuso dar un incentivo econémi- co a la actividad de los docentes con dedicacién exclusiva en las universidades que, 0 bien eran miembros de la Carrera de In- vestigador, o bien que, sin serlo, realizaban investigaciones afi- nes a las promovidas por el CONICET. También el histérico problema de vincular la actividad de investigacién con el sec- tor productivo aparecié como tema perentorio para el CONI- CET. Con este objetivo, se creé en marzo de 1984 el area de Transferencia de Tecnologia. En este Ambito se puso en marcha al afio siguiente la Oficina de Transferencia de Tecnologia y, a fines de 1986, la Comisién Asesora de Desarrollo Tecnolégico, compuesta por investigadores, empresarios y funcionarios del Estado, con el objetivo de asesorar al Directorio del CONICET en cuestiones de vinculacién tecnolégica y promover la inver- sion de riesgo dentro del sector productivo. Sin embargo, esta iniciativa fue impulsada en un contexto de crisis econémica y escaso financiamiento. El resultado fue una participacién po- DIEGO HURTADO 15 bre de las empresas nacionales, en su mayoria pequefias y me- dianas. Los mejores resultados se obtuvieron con las industrias quimica, petroquimica, farmacoquimica y biotecnolégica. En esta misma direccién, en septiembre de 1987 se reglamenté la actividad de consultorias para investigadores y técnicos del CONICET, determinandose que los investigadores de carrera pudieran destinar un 20% de su tiempo anual a tareas remu- neradas.¢ En diciembre de ese afio fallecié Leloir. La “Fundacién Cam- pomar” habia comenzado con cinco investigadores. Cuatro dé- cadas mas tarde, trabajaban en el instituto treinta cientificos, veintinueve estudiantes de doctorado, cinco investigadores en stadia posdoctoral y ocho técnicos asistentes. Desde 1970, la “Fundacién Campomar” era dirigida por un comité de cinco in- vestigadores, pero con una presencia decisiva de Leloir. Este co- mité mantuvo la direccién del instituto. Si bien para entonces cxistian mas de veinte areas de investigacién y su biblioteca era la mejor de América Latina en temas como quimica biolégica 0 biologia molecular, hasta mediados de los afios noventa ¢l insti- tuto iba a padecer cierto estancamiento,” En el rea de la energia nuclear, desde la arena internacional se interpreté que el nuevo gobierno democratico produciria una drdstica redefinicién de la politica nuclear. Antes de asumir, el presidente electo habfa anunciado que una comisién consultiva serfa establecida para revisar de forma exhaustiva el programa nuclear. A fines de diciembre, a pocos dias de la asuncién de Alfonsin, renuncié Castro Madero y asumié la presidencia de la NEA el ingeniero Alberto Constantini, el primer presidente vil en la historia de la CNEA. Sin embargo, a pesar de estos ges- tos, las cosas no parecian orientarse en la direccién esperada por la administracién Reagan. Esta incertidumbre era evidente en las paginas del Wall Street Journal: 176 LACIENCIA ARGENTINA La prensa occidental frecuentemente asocié el rechazo a aceptar el sistema completo de salvaguardias nucleares, del difunto régimen militar con el nacionalismo reflejo que tifié la desventura de las Islas Falkland [Malvinas] en 1982. Sin embargo, para intranquilidad de Washing- ton, el presidente electo Ratil Alfonsfn [...] no ha mos- trado inclinacion a aceptar el sistema de salvaguardias. Mr, Alfonsin ha adoptado esencialmente en estas cues- tiones la linea politica de sus predecesores militares.® ‘A pesar de las decididas iniciativas legales y politicas contra la dictadura y contra las expectativas de la administracién Reagan, el gobierno democratico adopts una posicién “autonomista” en lo referido a la cuestién nuclear que, si bien coincidfa con la po- sicién adoptada por la CNFA durante la dictadura, era la posi- cidn tradicional dominante desde los origenes de la CNEA. Sin embargo, a favor de las preocupaciones del gobierno norteame= ricano jugé la inflacién crénica y el problema de la deuda exter= na, que provocaron una cafda drastica del presupuesto de la CNEA durante la presidencia de Alfonsin. Este hecho era clave para los analistas internacionales, Por esos mismos dias, una experta norteameciana en proliferacién, refiriéndose a Brasil y la Argentina, afirmaba: “Pero la luz al final del tiinel para aquellos preocupades por la dispersién de armas nucleares y la industria nuclear es que la crisis econémica que enfrentan estos estados es probablemente prohibitiva de cualquier expansién nuclear gran= diosa para los proximos afios”. Es decir, la pobreza de los paises periféricos era finalmente una fuente de esperanza para los paises exportadores de tecnologia nuclear.” Entre las iniciativas impulsadas por Alfonsin y Sarney a trae vés de la Declaracién de Iguazii, se encontraba la formacién de tun grupo de trabajo mixto, presidido por ambos cancilleres i= tegrado por diplomaticos, cientificos y técnicos de ambos paf= DIEGO HURTADO 7 ses. Luego de ocho meses de negociaciones, el 29 de julio de 1986 se firmé el Acta de Integracién y doce protocolos. Por esos, dias se hizo publica la invitacién de Alfonsfn a Sarney para visi- tar la planta de enriquecimiento de uranio de Pilcaniyeu. Luego de décadas de recelos y vaticinios sobre la posible proliferacién nuclear en América Latina como consecuencia de las tensiones centre Brasil y la Argentina, el comienzo de una sostenida colabo- racién entre ambos paises en el area nuclear desactivaba muchos de los argumentos obstaculizadores desplegados por las poten- clas nucleares.”” A pesar de estas iniciativas, la crisis presupuestaria puso al borde del abismo al desarrollo nuclear. A fines de mayo de 1987, el atraso acumulativo y el riesgo de paralizacién de las principa- les obras, en conjuncién con el estado critico de los salarios del personal de la CNEA y la falta de respuesta del Ministerio de Economia motivé la renuncia de su presidente, el ingeniero Constantini. Emma Pérez Ferreira fue nombrada presidenta de la CNEA. Miembro del Consejo de Consolidacién de la Demo- cracia convocado por Alfonsin, Pérez Ferreira acababa de jubilar- se con més de treinta afios de servicio en la CNEA. Si bien sos ‘tuvo en una conferencia de prensa que contaba con el apoyo del gobiemo, también aclaré que no existia un compromiso para ati- mentar el presupuesto, Mientras qué aceptaba que “la CNEA no puede constituir una isla dentro de la Argentina democritica”, frente a los rumores de privatizacién, Pérez Ferreira también aclaraba que se oponfa a cualquier proyecto de desmembramien- to de la institucién que tuviera la intencién de separar de su seno a los sectores productivos."" A las aprehensiones de Estados Unidos por la cuestién nu- clear se sumaron las presiones por el desarrollo del misil Cén- dor Il. La idea de los principales socios argentinos Alemania, Egipto e Iraq- habia sido que la Argentina estaba lejos de las zonas de conflicto y tenia un desarrollo industrial intermedio 178 LACIENCIA ARGENTINA apto para el desarrollo del misil. Sin embargo, a mediados de 1984, los servicios de Estados Unidos, Gran Bretafia e Israel ya estaban al tanto de los detalles del proyecto. Teodoro Waldner, primer jefe de la Fuerza Aérea de Alfonsin, informs del proyec- to al presidente y algunos altos funcionarios. El ministro de Defensa, Raiil Borrds, visité las instalaciones de Falda del Car- men, donde las empresas SADE y TECHINT se encargaban de dinamitar los cerros y construir las instalaciones subterrane- as. E19 de abril de 1985, Alfonsin firmé un decreto secreto que aprobaba los proyectos Céndor I y Céndor Il. Desde una perspectiva politica, esta iniciativa del gobierno radical estaba vinculada a su necesidad de “tranquilizar” y ganar control sobre la Fuerza Aérea y el programa Céndor, mientras se des- arrollaban los juicios a los militares por violacién de los dere- chos humanos. Entre las debilidades del proyecto, puede mencionarse que los diplomaticos argentinos apenas estuvieron informados sobre sus principales aspectos y que la Fuerza Aérea persiguié este desarrollo en un contexto de virtual vacio institucional. En abril de 1987, Estados Unidos, Alemania Federal, Francia, Gran Bretaia, Italia, Japén y Canada dieron a conocer el Missile Tech- nology Control Regime (MTCR), acuerdo informal y de adscrip- cién voluntaria concebido para prevenir la proliferacién de tec- nologia misilistica. En noviembre de 1988, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Frank Carlucci, le manifesté al en: tonces ministro de Defensa Horacio Jaunarena su preocupacién por el Céndor Il. Mientras que Iraq cancelaba su participacién en el proyecto en 1989, comenzaba a aparecer en el horizonte la amenaza de sanciones econémicas y eventuales restricciones a la transferencia de tecnologia. De esta forma, si bien a media- dos de los afios ochenta la Argentina tenfa en sus manos el pro- yecto més exitoso y ambicioso de desarrollo de un misil balisti- co en América Latina, retrospectivamente también se ver que DIEGO HURTADO 179 resulté ser el pafs de la regién mas afectado por el MTCR, en cuanto al impacto negativo que tuvo esta regulacién sobre su incipiente capacidad."* La politica econémica del gobierno radical impacté sobre la trayectoria del INTI. Luego de casi dos afios iniciales de una po- litica econémica que podria calificarse de “independentista”, el nombramiento de Juan Vital Sourrouille como ministro de Economia significé un giro dramético. En este momento se ini- cid en el INTI un ciclo de conflictos laborales acompafiado por el recambio de gestiones de corta duracién: entre 1984 y 1989 la institucién tuvo cuatro presidentes. De este periodo, puede des- tacarse el nombramiento, en 1986, de Enrique Martinez al fren- te del INTI. Su posicisn politica era muy diferente a la de los pre- sidentes anteriores, Entre las novedades de su gestién, Martinez impulsé la apertura del INTI a la comunidad. “Esto fue un golpe a la burocracia que se habia consolidado a lo largo de muchos afios, para la cual todo era dificil de hacer”, sostiene Jorge Luis Seghezzo, vicepresidente del INTI entre 1991 y 1993. Durante sta gestién gané protagonismo la participacién del personal, se impulsé la generacién de mayores recursos propios, se creé un régimen de incentivos, se promovié a cargos de direccién a per- sonal de carrera con sélidos antecedentes tecnoldgicos y se man- tuvieron retuniones en los centros y departamentos con la idea de debatir los temas presupuestarios.”? En una reunién de trabajo realizada a comienzos de julio de 1988 ante mas de mil empleados, Martinez presentaba un ba- lance del estado de la trayectoria del INTI. Allf advertia que, si bien se notaba un avance en cuanto a la superacién del aisla- miento y, como complemento, se notaba un mayor compromi- so social del instituto, apenas habia esbozos de acciones de transferencia al medio productivo: “No advierto grupo alguno capaz de liderar tecnolégicamente a la industria argentina en su sector. Tampoco advierto que esto pueda ser una realidad cerca~ 180 LA CIENCIA ARGENTINA DIEGO HURTADO 181 na, sino solo deseable a mediano plazo”. Martinez renuncié el 8 de septiembre de 1988 como consecuencia de una crisis de- sencadenada con la UIA y el Ministerio de Economia. Hasta el final del gobierno de Alfonsin, en un contexto de creciente in- flacién ¢ inestabilidad politica, el INTI se refugié en una gestion de perfil administrativo. Para Lépez Saubidet, presidente del INTA durante la presiden- cia de Alfonsin, a mediados de los afios ochenta se tomé peren- torio lograr masa critica en el érea de biotecnologia, tanto en in- vestigacidn basica como en el desarrollo de capacidades técnicas. Simultaneamente, el INTA amplié sus intereses. Ya no se enfocé Gnicamente en el productor agropecuario, sino que intenté acompaiiar el proceso de industrializacién del campo. Como ex- pica Saucede, es el momento en que “se homologa el campo a una industria sectotial”, Esto significa que “todo cl concepto agropecuario se vuelca a las cadenas productivas, como las cade- nas de la soja, del algodén o de la cafia de azticar, y la producti- vidad pasa a ser la variable dominante, independientemente de lo que hay en el suelo y de lo que le cause a la sociedad”. Un con- cepto complementario es el de “derrame”: el beneficio se deberia obtener como consecuencia de la alta productividad, que haria posible derramar a la sociedad parte de estos beneficios. En un contexto de restriccién del gasto piiblico, en politica agropecua- ria la rentabilidad pasé a ser la tinica variable relevante. “Si eso implica 200 mil pequeiios productores debajo de la linea de com- petitividad, lo lamento, seran reemplazados por la soja o por otros cultivos altamente rentables”. Esta es una etapa de eliminacién de mucha mano de obra, de “desincentivacién” de cultivos que a nivel social son muy importantes." En 1989, la climinacién de la autarqufa del INTA por restricciones econémicas, empuja a la institucién a la busqueda de nuevas fuentes de financiamiento, Oteiza sefiala que para el periodo 1985-1989, los tres objeti- vos centrales de la SECyT no se habfan cumplido. El objetivo de “articular ¢ integrar las politicas cientificas y tecnolégicas con el resto de las politicas de desarrollo econémico y social” no fue po- sible por la evolucién de la economia argentina. El objetivo de “es- tablecer un régimen sobre la importacién de tecnologia y asegurar su efectiva absorcién y adaptacién a las condiciones sociales” fue incompatible con las politicas de liberalizacién y desregulacién. Finalmente, el objetivo de “alcanzar autonomfa tecnolégica en el campo de la informatica” fue neutralizado por la presién de las empresas transnacionales."5 Un telescopio y un acelerador de particulas Durante el gobierno de Alfonsin se inauguraron dos instrumen- tos importantes en términos de costos y escala. El primero de ellos es un telescopio, que fue instalado en el observatorio de El Leoncito, provincia de San Juan, y su historia se remonta a trein- ta afios atrés. A comienzos de abril de 1962 habfa llegado a La Plata la éptica del telescopio reflector de 215 cm, gemelo del que en ese momento se estaba construyendo en Kitt Peak, Arizona, para la Asociacién de Universidades para la Investigacion Astronémica de Estados Unidos. Los planos habfan sido obse- quiados al Observatorio de La Plata. “Con el nuevo reflector que se instalara en nuestro pais, la Argentina seré la cuarta nacién en el mundo que poseer un instrumento de esa clase y magni- tud”, sostenfa la Revista Astronémica a fines de 1962. Mientras se determinaba el lugar del pais con condiciones épticas mas fa- vorables, se esperaba que el instrumento pudiera ser puesto en operacién entre 1966 y 1967. La decisién de comprar un instru- mento importante era de fines de los afios cincuenta. Tenia como antecedente el ofrecimiento que el organismo norteameri- cano Fund for Astrophysical Research habla hecho en 1954 a la UNLP. En ese momento, el ofrecimiento de la dptica de un teles- 182 LA CIENCIA ARGENTINA copio de 178 cm no consiguis el apoyo necesario del Estado ar- gentino, Tras la decisién de construir un telescopio moderno, la UNLP consiguié que el Congreso sancionara, a fines de octubre de 1959, una ley que acordaba que el Estado otorgara a la UNLP los fondos a través de un préstamo del BID dentro del Plan de Reequipamiento de las Universidades. En 1967 se llegé a la con- clusin de que el mejor lugar para instalar el telescopio seria en la regién de Estancia “El Leoncito” en la provincia de San Juan. “Al comienzo, se pensé en hacer la éptica en nuestro propio ob- servatorio, pero desgraciadamente las capacidades técnicas no ¢staban suficientemente desarrolladas”, sostiene el astrénomo Juan Carlos Forte, decano de la Facultad de Ciencias Astronémi- cas y Geofisicas de la UNLP entre 1992 y 1995." Finalmente, el telescopio se adquirié a una compaiia de Es- tados Unidos. “El telescopio llegé a la Argentina un dia muy tor- mentoso del afio 1970. Yo era alumno de primer atio y lo vi en- trar por la puerta del observatorio, Grandes camiones trafan enormes piezas épticas y mecanicas. Hubo que interrumpir el ca- mino Belgrano y que cortar cables”, cuenta Forte. Sin embargo, el proyecto se paralizé. “Ese aparato estuvo quince afios en cajas de madera, aqui en el Observatorio”. Entre las razones, se sostu- vo que la magnitud del proyecto superaba las posibilidades eco- némicas de una tinica universidad, En 1977, la iniciativa pasé a manos de la Secretaria de Ciencia y Tecnologia del Ministerio de Educacién. Se firmé un convenio con las universidades de La Plata, Cérdoba y San Juan y se formé un grupo de trabajo. La construccién del edificio del observatorio se inicié a comienzos de 1979. El telescopio se inauguré finalmente en 1986, a casi 30 afios de concebido el proyecto. Agreguemos de paso que, en Cérdoba, entre 1965 y 1968, el telescopio reflector de Bosque Allegre, luego de un periodo de decadencia, habia sido moderni- zado y equipado con accesorios, aunque volvera a encontrarse en situacién de estancamiento a comienzos de los afios setenta. Un DIEGO HURTADO 183 ejemplo de la falta de influencia politica de los astrénomos es la instalacién de una estacién de comunicaciones de la empresa es- tatal ENTEL a 1.800 metros de la estacién astrofisica. A esta al- tura ya resultaba claro que la gestién de los grandes instrumen- tos astronémicos padecia de un mal crénico estructural, donde se combinaban la ineficacia administrativa, la escasez de finan- clamiento y la falta de capacidades técnicas..” ‘Como contraste, un ejemplo sobre gestién de compra, cons- truccién ¢ instalacién de grandes instrumentos que puede con- siderarse exitoso es el del acelerador de particulas TANDAR. A mediados de 1975, durante los meses convulsionados de de- rrumbamiento del gobierno democratico, hiperinflaci6n y deva- Iuacién de la moneda argentina, el Departamento de Fisica Nu- clear de la CNEA decidié embarcarse en la adquisicién de un acelerador clectrostitico de iones pesados. Inédito en cuanto a costos, niveles de organizacién y capacidades involucradas, este proyecto significé un salto cualitativo riesgoso ¢ innovador, no s6lo para la fistca nuclear, sino también para la fisica experimen- tal en la Argentina. Las tinicas grandes maquinas disponibles en el pais para in vestigar en fisica nuclear hasta mediados de la década de 1980 habian sido adquitidas por el gobierno de Perén en febrero de 1952. Recién a fines de los afios sesenta se habia logrado confor- mar un equipo de investigacién en fisica nuclear dotado de in- fraestructura técnica y cientifica para desarrollarse a nivel inter- nacional. Sin embargo, pese a las numerosas modificaciones que €l Departamento de Fisica Nuclear de la CNEA hizo al sincroci- clotrén comprado en 1952, era evidente que ya era un instru- mento obsoleto con el que se hacia cada vez mas dificil pubicar trabajos. Luego de algunos intentos fallidos de comprar un nuevo instrumento y de vaivenes politicos que amenazaban con des- membrar el grupo de fisica nuclear, en él marco de un convenio firmado en 1975 entre el CONICET y la National Science Foun- 184 LACIENCIA ARGENTINA DIEGO HURTADO 185 dation, se concreté un convenio entre la CNEA y el Brookhaven National Laboratory. El 3 de octubre de ese mismo afio, los inte- grantes del Departamento de Fisica Nuclear decidieron elaborar un estudio de factibilidad para la compra de un acelerador. El in- forme estuvo listo en febrero de 1976, Luego de considerar las ventajas y desventajas de varios tipos de aceleradores y dejando de lado los proyectos de avanzada, “limitados por obvias razones econdmicas”, el informe se incliné por un acelerador electrost- tico tipo tandem de 16-20 MY. Entre las conclusiones, se destacaba que la instalacién de una nueva maquina debia seguir criterios que amplien al maxi- ‘mo su posible impacto en la comunidad cientifica argentina y su ubicacién debja contribuir a facilitar su uso por estudiantes gra- duados y personal de las universidades y de otros organismos de investigacién y desarrollo del pafs. Previendo algunas debilidades del complejo cientifico-tecnolégico argentino, un rendimiento adecuado solamente serfa alcanzado si se disponfa de equipo pe- riférico adecuado, personal suficiente, en cantidad y formacién, y los recursos econémicos que garantizaron una alta ejecutividad ‘en la compra, montaje y puesta en marcha del proyecto, en la re- alizacién de experimentos y en el contacto con laboratorios del exterior,!® Durante los afios de construccién del acelerador TANDAR, otros argumentos fueron esgrimidos por los cientificos que im- pulsaron el proyecto, como la necesidad de detener la fuga de ce- rebros y de contar con un Laboratorio Nacional con influencia regional. Si bien el proyecto fue concebido en los meses finales de un gobierno democratico, las decisiones claves y gran parte del proceso de construccién se concretaron durante un perfodo de ocho afios de dictadura militar. Irénicamente, el golpe mili- tar fue decisivo, dado que el proyecto se torné financieramente posible como consecuencia del aumento de las inversiones en el area nuclear que se concreté durante este periodo. Pérez Ferreira expresaba en 1980 que “no est excluido el uso del instrumento para investigacién aplicada [...] pero se trata de un aparato para investigacién basica”.” En este sentido, si bien los cientificos que lideraron el proyec- to TANDAR argumentaron que el principal objetivo para la ad- quisicién del acelerador era el desarrollo de “ciencia béstca”, tam- bién sostuvieron que un proyecto de esta envergadura favoreceria el desarrollo auténomo de tecnologia, incentivarfa el desarrollo de la industria local y ayudaria a consolidar la hegemonfa regio- nal de la Argentina en el area nuclear. Finalmente, por muchos aspectos relacionados con el costo, la organizacién y coordina- cién de las capacidades involucradas -técnicas, administrativas, ingenieriles y cientificas-, las conexiones politicas requeridas y la relacién entre cientificos y militares, el proyecto TANDAR cum- plié con muchas de las caracteristicas que definen la Hamada “big science” 2° Luego de un complejo proceso de diez afios, que obligé a los fisicos nucleares de la CNEA a superar enormes obstaculos culados a la administracién, compra, instalacién y programa de capacitacin de cientificos jovenes para disponer de masa critica para el laboratorio TANDAR, el 23 de octubre de 1986 fue final- mente inaugurado el acelerador con la presencia del presidente Alfons{n. En su discurso, Alfonsin se refirié a la tradicién de la NEA de incorporar tecnologia en paquetes abiertos como estra- tegia para alcanzar la autonomia tecnolégica. El discurso también aludia a la presencia de representantes de Brasil, Bangladesh, Colombia, Cuba, Marruecos, México, Peri, Tailandia, Turqufa y Yugoslavia. En esa ocasién, también hablé el fisico Emesto ‘Maqueda, quien recordé al ingeniero Roberto Ardito, integrante del grupo de asistencia técnica, que fue secuestrado en octubre de 1976, junto con su esposa y su hermana, y al presente figu- ran en la lista de desaparecidos. También sostuvo que la tradi- cién de la CNEA les ensefié a buscar la maxima participacién de 186 LACIENCIA ARGENTINA la industria local y agregé: “Creemos modestamente haberle ga- nado una partida al subdesarrollo, en su propio terreno pero con nuestras propias reglas de juego”. EI Estado neoliberal y el conocimiento como negocio El proceso renunci perinflacionario desencadenado en 1989 llev6 a la anticipada de Alfonsin, La legada de Carlos Menem a Ja Casa Rosada el 8 de julio y las primeras medidas del nuevo go- bierno sacaron a la superficie la permanencia y continuidad, subyacentes durante los ochenta, del proceso de destruccién del Estado iniciado por la politica econémica de Martinez de Hoz. En un estudio sobre la mercantilizacién de las ciencias biomédi- cas, Vara analiza los ensayos clinicos en la Argentina desde la perspectiva de la teorfa del sistema mundial y considera que se trata de un caso especialmente revelador de la llegada de los afios noventa como el momento de cristalizacién en el pais del “pro- yecto de globalizacién” -también llamado Reaganismo-Thatche- rismo y “Consenso de Washington”~ vinculado a la ideologia de libre mercado, el ataque al Estado de bienestar y a las politicas keynesianas. El caso muestra cémo Jas transnacionales farma- céuticas, mediante la tercerizacién de los ensayos cl cidencia sobre la conformacién del marco regulatorio, lograron poner a trabajar una parte sustancial del complejo cientifico tec- nolégico local en funcién de sus intereses.2? Integrar la economia argentina al “proyecto de globaliza- Por su parte, Del Bello sostuvo que se habia elegido “al doctor Stefani, en repre- sentacién del Poder Ejecutivo Nacional, pues tenia centralmen- te el atributo de estar alejado de los grupos de presién o de inte- xés que caracterizan a la comunidad cientifica argentina”. Sin embargo, puesto frente a este desafio, “el doctor Stefani no de- dicé el tiempo ni la energia necesarias”. De acuerdo con Del Bello, la dedicacién de Stefani al CONICET “se fue reduciendo (asistié a su lugar de trabajo sélo 31 dias entre septiembre y fe- brero inclusive, es decir el 25% de los dias habiles)”.** Asi, desde DIEGO HURTADO an julio de 1989, habfan estado al frente del CONICET Cavotti, Quartino, Matera, el médico Domingo Liotta, el gedlogo Floren- cio Acefiolaza y Stefani, que ahora renunciaba. Alla desilusién generalizada por el final abrupto de la gestién de Stefani se opuso un fuerte refuerzo presupuestario orientado exclusivamente a la ANPCYT. Si hasta 1996 el dinero dedicado a proyectos de investigacién era de 4 millones de délares (corres- pondientes al CONICET), se sumaron ahora 35 millones apor- tados por la ANPCyT. Algunos investigadores argentinos comen- zaron a recibir por primera vez subsidios de hasta 25.000 délares anuales (antes dificilmente superaban los 2.300 délares), Durante los primeros afios de la ANPCyT, la comunidad cientifica debatié intensamente. Uno de los puntos de conflicto fue el origen del dinero recibido. La mayor parte proveniente de organismos internacionales de crédito, como el Banco Interame- ricano de Desarrollo. También se acusé a la ANPCyT de tener un espiritu mercantilista, porque se habria propuesto transformar a las universidades en centros proveedores de las empresas y, de esta forma, la produccién de ciencia y tecnologia sélo servirfa en Ja medida en que fuera capaz de crear productos de inmediata ga- nancia, Por tiltimo, se criticé la falta de definicién (y la superpo- sicién) de incumbencias en el reparto de funciones entre la ANPCYT y el CONICET. Ahora bien, a pesar de estos comienzos turbulentos, con el paso de los afios, la ANPCyT pudo construir un lugar complementario al del CONICET, transformandose en una institucién central del complejo cientifico-tecnol6gico argentino, ‘A modo de epflogo inconcluso, puede mencionarse que a co- ‘mienzos de 2000, el gabinete aprobé un nuevo plan. El entonces secretario de Ciencia y Tecnologia del gobierno de Fernando de la Ria, Dante Caputo, sostuvo que su propésito era, una vez mis, consolidar los vinculos entre las universidades y cl CONI- CET. El plan proponia que los nuevos miembros de la Carrera del Investigador del CONICET deberfan obtener un puesto en algu- 212 LACCIENCIA ARGENTINA ha universidad y, a cambio, recibirian del CONICET un suple- mento de dinero sobre su salario universitario, Aquellos que fa- Haran en el plazo de cuatro afios perderian su cargo en el CONI- CET, El estatus de aquellos investigadores que ya pertenecian ala Carrera del Investigador permaneceria inalterado, salvo que vo- Juntariamente decidieran pasar al nuevo régimen, E] CONICET se habia vuelto demasiado burocratico, argumentaba Caputo, y la reforma propuesta darfa mayores oportunidades ¢ incremen- taria la movilidad de los investigadores jévenes, Muchos inter- pretaron que esta iniciativa destruiria la estructura de la Carrera del Investigador, La répida reaccién de la comunidad cientifica hizo que este plan no pudiera ser implementado.” Notas " SECYT, Memoria erica de una gestin.., op. city pp: 14-16 y 20. 2 Sheldon Krimsky, "The profit of scientific discovery and Its normative Implications", en Chicago Kent Law Review, vol. 75, n.° 3, 1999, pp. 21-23 ® SECYT, Memoria erftca de una gesti.., op. elt, pp. 81 y 85-87 + Jorge Aguirre y Rail Camota, “Las polémicas académicas de desarrllo de la Informatica en el etorno democritico y su posterior ruptura, cl PABI, las EBAL y la ESLAI", en Ruptura y reconstruccién de la cencia argentina, Buenos Aires, Secretaria de Ciencia, Teenologia e Innovacién Productva, 2007, pp. 135-140. * Carlos Eseudé, La Argentina vs, las grandes potencas. 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Vara, “Globalizacion e Investigaciones blomédieas, Los ensayos clinicos en la Argentina como politica clentifiea ‘por defaule™, ef Perspectvns ‘Metodoligcas, aio 8, n.° 8, 2008, pp. 67-81 * Eduardo Mallo, “Ciencia, Tecnologta ¢ Innovacin para el Desarrollo. Un Analisis de los Proyectos de Investigacisn Cientfica y Tecnica desde Ia pers- pectiva del anilisis de polticas publicas", Tesls de Macstria, Universidad "Nacional de San Martin, 2007, pp. 55-59; Carlos Cortea, “Instrumentacion del acuerdo TRIPPs en Latinoamérica. 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Stefani rerunci ala pre. sidencia del CONICET”, en Exactamente (versinelectrinica), aio 5, n.° 11, 1998 en http://www feen.ubaar/publicac/revexact/exactat/opinion htm (consulta do en enero de 2007), ‘Juan Carlos Del Bello, “Ideas, desacuerdos y presiones. La posicién de Del Bello en Exactamente (versn electrénica), aio 5, n.° 11, 1998 en http://uww. fcen.uba.ar/publicac/revexact/exactat/opinion.htmn (consultade en julio, de 2008), * Xavier Bosch, “Argentinian researchers fight government plans for ree form, en Nature, vol. 408, n.° 6812, 2000, p. 504. ‘S{NTESIS Y REFLEXIONES FINALES Rasgos nacionales Como en el resto de los paises de América Latina, resulta claro en este relato que, a lo largo de las siete décadas estudiadas, el Estado desempefié un papel dominante en el impulso de las principales actividades de investigacién y desarrollo en la Argen- tina, Con algunas excepciones -notablemente los institutos pri- vados de investigacién creados por Houssay y sus colaboradores durante la década de 1940 y las actividades de investigacién y desarrollo de empresas como FATE, INVAP y BioSidus-, la casi totalidad de la investigacién fue realizada en universidades y es- tablecimientos sostenidos con fondos piiblicos. En el proceso de conformacién de una comunidad cientifica a escala nacional, sobre todo en el periodo que va de la creacién de la AAPC a la creacién del CONICET (1934-1958), jugé un papel central el grupo reunido alrededor de la figura de Houssay, principalmente médicos y quimicos. Como contrapunto, duran- te este periodo algunos sectores de las Fuerzas Armadas impulsa- ron la institucionalizacién de actividades de investigacién y desa- rrollo que se consideraron estratégicas para la industrializacién y la defensa nacional. Podrfa pensarse que ingenicros y fisicos fueron un tercer grupo que, si bien mas cercano ala AAPC, tam- bin compartié iniciativas con el sector militar, Entre 1943 y 1955, en un escenario escindido, se puede hablar de un combate por la legitimidad de la produccién cientifica, en el que se enfren- taron ideologias y modelos de institucionalizacién divergentes. En este sentido, puede decirse que durante este periodo las tensiones entre la politica oficial centralizadora, planificadora y orientada a la resolucién de problemas ~que en la retorica se ma~ 218 LACIENCIA ARGENTINA nifest6 por la preeminencia de la técnica sobre la ciencia-, por un lado, y la perspectiva mas cercana a la “investigacién basica” y la libertad de investigacién defendida por el sector opositor de la comunidad cientifica, por otro, reprodujeron, con las inflexio- nes propias de un pais que se encontraba en los primeros esta- dios del proceso de industrializacién, el debate que se impuso al final de la Segunda Guerra Mundial en los pafses avanzados acer- ca del papel social y econémico de las actividades de ciencia y tec- nologia. Mientras que el gobierno intent poner en practica una politica de vinculacién de los laboratorios de investigacién y des- arrollo con la industria y el area de defensa, los cientificos opo- sitores al gobierno de Perén combatieron esta orientacién y re- clamaron autonomfa como condicién para contribuir con el maximo de eficacia, sostenian, a concretar objetivos sociales y el vinculo con los sectotes de la produccién. Desde el punto de vista de este sector de la comunidad cientifica, el peronismo habia puesto en peligro la libertad de investigacién en su inten- to de planificar la ciencia y subordinarla al Estado. Lovisolo co- ‘menta que para los cientificos argentinos la conciliacién de estos opuestos -utilidad de la ciencia y libertad de investigacién- se concretarfa “postulindose una mano oculta” que convertiria “buenas teorias en utilidad tecnolégica”. Sobre esta estructura argumentativa, concluye, los cientificos buscaron legitimar sus actividades.* Ahora bien, s inexacto justificar las limitaciones de esta posi- cién a través de suponer una concepcién simplista o ingenuia de los cientificos argentinos. Como sostiene Dickson, refiriéndose al ‘caso de Estados Unidos a comienzos de los afios ochenta: “La ex- periencia de los pasados treinta afios ha demostrado que la cone- xién entre el gasto en ciencia y el progreso econémico y social no ¢s simple y automatica”. ¥ agrega: “La economia no respondié au- tométicamente, como algunos habfan predicho, ni a las politicas basadas en la ‘presién de la ciencia’ ['science push’] del periodo de DIEGO HURTADO ae posguerra ni a las politicas basadas en la ‘traceién de la demanda’ [demand pull’] que las sucedieron”. Es decir, la propia potencia dominante tard varias décadas en comprender la complejidad de ‘estos vinculos, aunque esta limitacién fue parcialmente compen- sada con enormes inversiones y una actividad notable de refle- xién, debate, diseiio y redisefio de politicas cientificas, fenémenos que pueden entenderse, no solamente a partir de la envergadura del poder econémico y militar de Estados Unidos, sino también del lugar socio-politico que, por lo menos desde comienzos del siglo XX, comenz6 a ocupar la ciencia y la tecnologfa entre las eli- tes politicas, econémicas y militares norteamericanas como valot cultural primario y como ideologfa de progreso? En definitiva, el gobierno de Perén logré instalar algunas Ii- neas de institucionalizacién que iban a perdurar, como fue el caso de la energia atémica o las actividades de investigacion y desarrollo de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, los grupos que podrian calificarse, con alguna ambigiiedad, como elites politi- cas, econémicas, militares y cientificas estuvieron lejos de com- partir sentidos convergentes en cuanto al lugar cultural y econé- mico de la ciencia y la técnica, Esta ausencia de consenso, si bien se puso en evidencia durante el primer peronismo -como conse cuencia de que por primera vez hubo un esbozo de politica pi blica para la ciencia y la técnica-, demostrd en las décadas si- guientes que su persistencia estaba vinculada con el cardcter semiperfirérico del desarrollo argentino. La “reorganizacién’ de las instituciones que siguié al golpe de Estado que expulsé a Perén del gobierno anulé uno de los polos de la disputa -el de la politica planificadora, junto con los valo- res asociados a ella por el peronismo- y cedié espacio a la insti- tucionalizacién de la posicién de la comunidad cientifica, que puso cl énfasis en la autonomia y la libertad de investigacin. Esta perspectiva, que se complementé con una tendencia a crear importantes espacios institucionales para la “ciencia basica”, 220 LACIENCIA ARGENTINA perduré en el tiempo y derivé en una ideologia promotora, du- rante los afios sesenta, de un modelo de investigacién, dominan- te en las universidades, que terminé configurando una dinami- a “ofertista” en la biisqueda de vinculos con otros sectores de la sociedad, entre ellos con un sector productivo mayormente de- sinteresado en la actividad de los laboratorios puiblicos. Ia presién para orientar las actividades de investigacién y desarrollo realizadas en instituciones piblicas hacia cuestiones “aplicadas”, desde la década de 1940, estuvo presente no solo en la retdrica de cientificos, ingenieros, militares y politicos, sino que también guié diferentes iniciativas, aunque nunca logré cristalizar en politicas piblicas perdurables. Con la caida de Pern se produ- jo el quiebre del primer intento de institucionalizar las actividades de ciencia y la técnica mediante su integracién a la planificacién econémica. En la segunda mitad de los afios cincuenta, la clausu- ra de las iniciativas planificadoras del peronismo se complements con una reestructuracién de las universidades, Fue durante un go- bierno de facto, con serias limitaciones para establecer un rumbo politico y econémico, preocupado més por borrar lo acontecido ue por construir una propuesta de modelo de pafs, cuando se crea- ron las principales instituciones que hasta mediados de los afios noventa conformaron la columna vertebral del complejo cientifi- co y tecnoldgico argentino. Una consecuencia de las debilidades de este proceso fue que las actividades de investigacién y desarrollo que proponian explicitamente vincularse con el sector productivo quedaron fuera de las universidades. En este sentido, puede ha- blarse de una “politica dual”, opina Del Bello, ‘por un lado la pro- mocidn de la ciencia basada en los principios de la libertad acadé- ‘mica y en acuerdo con los principios de la universidad auténoma del periodo 1958-1966 y, por otro lado, los institutos tenolégicos vinculados al tema atémico, industrial y agrario”.? Indudablemente, la creacién del CONICET organizé y dina- ‘mizé 1a investigacién a escala nacional a partir del estableci- DIEGO HURTADO 2 miento de reglas de juego en armonfa con estandares de produc- ccién cientifica internacionales. Ahora bien, la creacién de esta stitucién respondié mas a una demanda sectorial de la comu- nidad cientifica y al prestigio que significé para el Estado dat apoyo a las iniciativas “modernizadoras” del momento, antes que el producto de una demanda efectiva del sector productivo 0 de una politica orientada a dar respuestas a problemiticas socia- les y econémicas. Si bien la ley de creacién del CONICET no le asignaba explicitamente la tarea de orientar la politica cientifi- co-teenolégica, una de las clétusulas de su “Reglamente Interno” aprobado en 1958, sostenia que “corresponde ademas, al direc torio, orientar la politica cientifica nacional en materia de inves- tigacién cientifica y técnica”, tarea que asumié de manera oca~ sional y limitada. En este sentido, el CONICET de la primera época representé los intereses de la comunidad cientifica y se ca~ racteriz6 por esquemas intelectuales que promovieron una légi- a de validacién de la produccién de tipo internalista, con esca~ sas iniciativas de vinculacién con sectores de la produccién. Para la dictadura desarrollista y con pretensiones planifica- doras que llegé al poder en junio de 1966, la principal limitacién del érea de ciencia y tecnologia era la falta de un organismo para la formulacién de las politicas a escala nacional. Por otro lado, para una dictadura que impulsaba una cruzada anticomunista, resultaba peligroso que el rea de ciencia y tecnologia estuviera ‘en manos de los cientificos. La creacién del CONACYT, por “arriba” del CONICET en el organigrama politico, tenfa como meta cubrir aquel vacio y salvar aquel peligro. Ahora bien, crea~ da la entidad que debfa encargarse de la formulacién de pol cas, no existe indicio més claro de la debilidad de esta funcién a lo largo de las décadas siguientes que las sucesivas mutaciones y peregrinaciones ministeriales del organismo. E] CONACYT se cred con dependencia de la Presidencia de la Nacién. Su secreta- ria, la SECONACYT, se convirtié en 1972 en Subsecretaria de 222 LACIENCIA ARGENTINA Ciencia y Técnica y al aio siguiente en Secretaria de Ciencia y Tecnologia con lugar en el Ministerio de Educacién. En 1981, el gobierno de facto la transformé en subsecretarfa y al afio si- guiente la trasladé a la Secretaria de Planeamiento de la Pre- sidencia de la Nacién. En 1983, el gobierno democratico dispu- so que se transfiriera con rango de secretaria al Ministerio de Educacién y Justicia. En 1989, pas6 a ser dependencia de la Pre- sidencia de la Nacién, Volvié al Ministerio de Cultura y Educa- cién en 1996 y tres afios mas tarde cambié su nombre por Secre- taria para la Tecnologia, la Ciencia y la Innovacién Productiva. Durante la iiltima dictadura, el terrorismo de Estado marcé un corte abrupto para el complejo de ciencia y tecnologia que se habfa conformado en los afios cincuenta. La creacién de institu- tos del CONICET favorecis su desvinculacién con las universi- dades, Por otro lado, el drastico cambio de régimen de acumula- cién y el consecuente proceso de desindustrializacién que puso en marcha la politica econémica de la dictadura tuvo consecuencias que iban a extenderse a las décadas siguientes. Dado que las prin- cipales instituciones habian sido concebidas en un régimen de in- dustrializacién por sustitucién de importaciones, la posterior apertura de los mercados y la desregulacién de la economia, tanto como el predominio del capital financiero sobre el productivo, clausuraron abruptamente un horizonte de sentidos que habian justificado la creacién y la ideologia de instituciones como el INTI 0 la CNEA. Con el retorno a la democracia a fines de 1983, buena parte de los esfuerzos se orientaron al intento de devolver al complejo cientifico-tecnolégico a su estado previo al golpe militar de 1976, La SECyT de Alfonsin se propuso recuperar cierta mirada de conjunto, Sin embargo, no parece que existiera mucha con- iencia en ese momento ni de la mutacién irreversible que habia operado la politica econdmica de la dictadura, manifestacién del lugar asignado a la periferia en el nuevo orden mundial que co- DIEGO HURTADO 223 menzaba a conformarse, ni del nuevo lugar social y econémico que habian comenzado a construir las potencias, especialmente Estados Unidos, para las actividades de investigacién y desarro- Ilo. De forma confusa, los débiles esbozos de politicas para el sector fueron guiados por una mirada sincrética, que combinaba algunas pocas novedades que llegaban de los paises desarrollados como la expansién de la biotecnologia y de las tecnologias vi culadas a la informatica- con ideales propios que persistian, te- races ¢ inconclusos, desde los afios sesenta. El retorno de la de- mocracia en diciembre de 1983 mostré que en el imaginario de muchos investigadores persistfa como grado cero de toda inicia- tiva la recuperacién de la iciones de los sesenta, especial- mente de la universidad y el CONICET. Borradas las represen- taciones que para el desarrollo de la ciencia y la técnica se habfan elaborado durante el primer peronismo, como si todo hubiera comenzado en septiembre de 1955, la década 1956- 1966 fue codificada en varias claves, desde su interpretacién como momento de audaces idealismos -las instituciones de ciencia y tecnologia, con la universidad al frente, s¢ dice, eran capaces de forjar modelos de pais-, hasta idilica “edad de oro” del desarrollo cientifico y tecnolégico. Los debates sobre ciencia basica versus ciencia aplicada, 0 sobre cémo debian responder las actividades de investigacién a las demandas sociales y pro- ductivas fueron retomados como si Martinez de Hoz no hubie~ 1a existido. Los intentos de concebir politicas renovadoras para la ciencia y la tecnologia mostraron una enorme incapacidad para incorporar dos insumos claves: (1) el conocimfento acu- mulado sobre las propias experiencias institucionales; y (2) una conceptualizacién del lugar de la Argentina en un escenario glo- bal dinamico, en plena reformulacién de las pautas de control ¥y acceso al conocimiento, producto de una agresiva tendencia a su mercantilizacién y uso estratégico. Ahora bien, més alla del real avance en la direccién de la democratizacién de las practi

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