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BIBLIOTECA DEL EDUCADOR CONTEMPORANEO Divigida por Gun L. or Romano Brest Jone Bewvsrers ‘et de a Universidad Qa Lita Malan Seheifele: Bini MA. D, Calvin otros ‘Ao sabredatado an lao Proceso de! aprendia ela comin fe intone 2-Fredevick kin: BP w= E, Khdeton y trae 31 fio y Ia sociedad J maesra'y ld conducta — Mary “Sheckler Céme Oe nike eniehay ls ciencier al 18—Le NM. "Perman y otto Sscoar Ea Intligenca, Cl tate 4—Guy Palmade: Lor mé 78 9 ta ett Todos" on pedagogia Ke Lewin y “otros: £1 5 —Gertrde . Beitcol mito 924 Imbiente Gamo estudiar la com 18—Gertrade P. Dristlls acta defor nition Gulando af io en ta 6 WB. Feathertone: C6 sree imo ensehar al exolar'y 19—F. N. Preeman y otros: al enudimte enter Piicologta de tae materos “Eile Pearvont” Gude ‘rotates 9 evauatin ‘de educacion feca fare 20~Clen jes Blair Re Serie Seema Joe Camo 6s : owes: el adotéteente 5. ebro “Bi mito'en te cela, aucarie 9~Percvat “he” Shmonds: ue ene ta panto: i Ta eauencn oF x, Halgard 9. ote Ta igen des nino 23~—Wilata’ Stee, 6 eae ‘mov hocer:progresar al Ne teens cme an tae” PE fudior pore aprender 24~D. Cohen y V. Stern: 12 Roth "sang: "Coat in Gia para "obeeroar lt Vormar ist padres condubte det escolar 18—Hischer Dareow'y Re van 25—J. Piaget y cus BY Ton ‘Mien etter po puis. Upon aprendtajeerendor sho piquete (Sigue en ta plgina 163) VOLUMEN 127 21-0 fern: La person faded tet mee 22 — Bien Heyer Cio sie i for fogueee OF yale. (30 005) ARMINDA ABERASTURY — (2) MAURICIO KNOBEL af i Se 2 LA ADOLESCENCIA NORMAL Un enfoque psicoanalitico Colaboran ADOLFO DORNBUSH NESTOR GOLDSTEIN GELA ROSENTHAL, EDUARDO SALAS EDITORIAL PAIDOS—BUENOS AIRES ——————— 18 edieion, 1974 © Copyright de todas las ediciones en castellano, by Editorial Paidés Queda hecho el depésito que previene Ia ley 11.723, Impreso en la Argentina. Printed in Argentina ‘Todos los derechos reservados INDICE PREFACIO INTRODUCCION: BIBLIOORAPIA CartruLo 4 EL ADOLESCENTE Y LA LIBERTAD por Arminds Aberastury [BILToGRArIA Capiruno 2 EL SINDROME DE LA ADOLESCENCIA NORMAL por Mauricio Knobel Normalidad y patologia en la adolescencia EI sindrome normal de ta adolescencia BIBLIOGRAFIA CariruLo 8 ADOLESCENCIA ¥ PSICOPATIA Duelo por el cuerpo, la identidad y los padres infantiles por Arminda Aberastury, Adolfo Dornbusch, Néstor Goldstein, Mauri- elo Knobel, Gela Rosenthal y duardo BImuiogravia 35 44 104 110 110 126 34 ARMTNDA ARERASTURY Y MAURICIO KNOREL BIBLIOGRAFIA Aberastury, A.: “EL mondo del adolescents”. Monte- video, Revista Uruguaya de Psicocndtisis, 11, 1959, pag. 8 —"adolescencia y Peleopatia", en A. Aberastury y otros: Psizoanalisia dela manta y psicopatin. Bue- not Aires, Paidés, 1966, pig. 889. Brikson, E. H.: Infancia y sociedad. Buenos Aires, Hormé, 1970. “1 problema de la Mentidad del yo", Montevideo, Revista Uruguaya de Paicoanslisis, V, 1963, pis. 2.8, Garbarino, M. F. de y Garbarino, H.: “La adoles- ‘concia”, Montevideo, Revista Uruguaya de Paico- ndlisis, IV, n® 2, afiog 1961-62. Garbarino, M. F. de: “Identidad y adolescencia’ Moutevideo, Revista Urugwaya de Psicoondtisis, Y, n°. 2-8, 1963. Grinberg, In! “El individuo frente a su identidad”. Montevideo, Revista Uruguaya de Psieocnitisis, XVII, n° 4, 1961 Sosselyn, Irene ML: Bt adoteseente y eu mundo, Bue nos Aires, Psique. Pearson, G.: La adolescencia y el conflicto de las ge ‘neraciones, Buenos Aires, Siglo Veinte, \ | | | 1 | Capttuto 2 EL SINDROME DE LA ADOLESCENCIA NORMAL por MAURICIO KNOREL NORMALIDAD Y PATOLOGIA EN LA ADOLESCENCIA Ceisstve plenamente con los autores que, al estudiar Ia adolesceneia, destacan la impor- tancia de los factores socioculturales en la de- terminacién de la fenomenclogia expresiva en esta edad de la vida. Por supuesto, lo mismo cabria sefialar para cualquier otra etapa vital eel ser humano. Es por ello que considero que, en general, cuando se establecen eriterios dife. renciales de tipo social, sociocultural, econémico, eicétera, como predominantes en el estudio de Ja adolescencia, se esta escotomizando, por lo ménos en parte, el problema basico fundamental de Ia cireunstancia evolutive que significa esta etapa, con todo su bagaje biolégico individua- Tizante, Estudiar la adolesceneia, tan s6lo como una caracterfstica social determinada seria realizar 36 ARMENDA ARERASTURY ¥ MAURICIO XNOBEE, una abstracefn muy pareial de todo un proceso Tumano que es necesario considerar dentro de una verdadera totalidad del conocimiente de 1s psicologia evolutiva. Considero que, de acuerdo con lo que acabo de sefinlar, este perfodo de la vida, como todo Yenémeno humano, tiene su exteriorizacién ca- racteristiea dentro del marco cuituralsocial en ‘el otal ge desarrolla. Asi, debemos por una par- te considerar la adoleseeneia como un fenémeno especifico dentro de toda la historia del desarro- Ho del ser humano, y, por otra parte, estudiar su expresién cireunstancial de tipo geografico y temporal histérieo-soctal. ‘Ya G. Stanley Hall sostenfa que el desarrollo y las concomitancias de condueta del mismo se producen “de neuerdo con pautas inevitables, inmutables, universales ¢ independientes del ambiente sociocultural” (BMuuss) (60). Aunque esta idea ha sido sumamente discutida y refu- tada, en especial por Ios psiedlogos sociales, ve- mos ‘que el concepto basico pasa por perfodos de revitalizacién y que aun investigadores alta- mente calificados del campo psicolégico social, ‘como Sherif y Sherif, reconocen que “los prin- cipios psicolégicos fundamentales que obran en todos estos ambientes sociales podrian ser los mismos” (61). No hay duda alguna de que el elemento socio- cultural inflaye con un determinismo especitico en las manifestaciones de la adolescencia, pero también tenemos que tener en cuenta que tras ‘esa expresién sociocultural existe un basamento psicobiolégieo que le da caracteristiess univer- “LA. ADOLESCENCIA NORAAT. 37 sales. Pretender que el redespertar de la sexua~ Udad en el nivel de madurez genital no es un fenémeno bisico de la adolescencia en nuestro ‘medio, seria como pretender que el proceso mis- mo de la civilizacién no acontece en la realidad ¥ que tode la eireunstaneia socicecondmica de esarrollo no he sucedido y que la civilizacion no ha ocurrido como un fendmeno que incide directamente sobre la personalidad. Seria tam- ign admitir que no ha habido una sexualidad previa y que In personalidad es un sinnimo di- recto de madurce dnicamente, Segtin este crite- rio se podria arribar a la conclusi6n, absurda, por elerto desde el punto de vista evolutive, de ‘ue sélo los adultos tendrian personalidad y, también por edo, sélo ellos tendrfan sexualidad. ‘Teniendo en cuenta estos conceptos, al apro- ximarnos a la adolesceneia en nuestro medio y ‘con Ia objetividad necesaria para el investiga- dor —que implica, por supuesto, considerar In, situseién actual del propio investigador y del ‘objeto investigado—, nos ubicamos en el aqui ahora del mundo adolescente, como un presente setual, reconociendo que por razones de ideolo- ‘gla cientifica tenemos un preconcepto que de- fine nuestro marco referencial te6rico. La experiencia psicoanalitiea del tratamiento de adolescentes que concurren 0 son traidos a Ia consulta, muchas veces por consideraciones no alo de tipo patolégico en el sentido estrieto del término, smo de conducta considerada como “anormal” dentro del marco familiar 0 social de nuestro medio, y la experiencia psicoanalitioa con adolescontes con verdaderos trastornos psi- 38 ARMOLNDA ABERASTURY ¥ MAURICIO KNOBEL copatolégicos, que no son sino la expresién mag- nificada, distorsionada, pero que ocurre en la evolucién normal, nos brinda otra fuente de in- formacién. Si a ello unimos los grupos de pa- res, los tratwmientos de adultos en donde se hace una reconstruccién del mundo de su ado- lescencia, veremos otra perspectiva mas de lo ‘que significa este perfodo evolutivo. Debemos ajiadit a esto la experiencia con grupos de oriontacion de padres, los de orientaeién para madres y grupos de discusién de jévenes y de adultos, como otro de los aspectos signifiea- tivos para comprender lo que ocurre con la adoleseencia, Por otra parte, también he investigado’ me- diante Is utilizacién de cuestionarios, tests psi- colégicos, grupos de diseusién con aiolescentes, completancio esto con investigaciones sistemsti- cas desde el punto de vista de la Indagacion psicolégiea, lo que me ha permitid arvibar a algunas conelusiones que son las que trate de unificar y transmitir aqui (80) (81) (85) (26) (40) (41). Concuerdo con Sherif y Sherif (61) en que la adolescencia esté earacterizada fundamental- mente por ser un perfodo de transicién entre Ia pubertad y el estadio adulto del desarrollo y que en las diferentes sociedades este perfodlo puede variar como varia el reconocimiento de Ia condicién adulta que ge le da al Individuo, Sin embargo, existe, como base de todo este proceso, una cireunstaneia especial, que es Ia caractaris- jen propia del proceso adoleseente on si, es de- cir, una situaei6n que obliga al individuo a re- ate EA ADOLESCENCIA NoRMAL 89 formularse los conceptos que tiene acerca de sf mismo y que Io leva a abandonar sw autoima- gen infantil y a proyectarse en el futuro de su adultez, El problema de la_adoleseencia debe ser tomade como un proceso universal de cam- Vio, de desprendimiento, pero que se tehird eo “onnotacTones externas peculiares de cada cul ‘tura que lo favorecersn o dificultarin, segtin las cireunstancias. Abstraer Ia adoleseencia cel eontinuum aue es el proceso evolutive y estudiaria tan s6lo como una etapa preparatoria para la madurez, sig fiea para mf un adultomorfismo que e necesa~ rio superar, ya que induce a prejuicios de in- ‘vestigacion, a los que después resulta dificil substraerse, Esto no implica negar que el sino de la adoleseencia es integrarse en ese mundo del adulto en donde tendré que aceptar su nue- va configuracién de ser humano, su morfologia adulta y la capacidad del ejercicio de su geni- talidad para la procreacién. Enfocado asi el problema de In adolescencia, esta metodologia podria aparecer poco sistema ‘ica. Sin embargo, debemos tener presente, como lo han sefialado Thorpe y Johnson (66) que al- gunos estudios muy sistemticos pueden estoreo- tipar al adolescente individual y dar un euadro equivocado. En trabajos anteriores (80) (82) (83) (34) (35) he legado a definir a ja adoleseeneia como: ‘le etapa de Ta vide durante la eual el individuo busea establecer su identidad adulta, apoyan- dose en Ins primeras relaciones objetales-paren- 4 ARREIINDA ABERASTURY > DIAURIGIO XNOBEL tales internalizadas y verificando la realidad que el medio social le ofrece, mediante el uso de Tos elementos biofisieos en desarrollo a su dis posicién y que a st vez tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano genital, lo que sélo es posible si se hace el duelo por la identi- dad infantil”, Por supuesto, doy por sobre- euitendido que cuando hablo de identidad, como ya lo he indieado, hablo de un continuum y que no me estoy refiriendo a la eapacidad que tiene el adolescente para lograr una identidad deter- minada, como veremos enseguida. El proceso de duelo es bésico y fundamental y se expone en los capitulos que, con ia inspi- raeién y siguiendo las ideas fundamentales de Arminda Aberastury, se presentan en este libro. ‘Pienso que la estabilizaci6n de la personalidad no se logra sin pasar por un cierto grado de conducta “patolégica” que, segtin mi eriterio, de- bemos eonsiderar inherente a la evolueién nor ‘mal de esta etapa de la vida. Frente a un mundo tan eambiante y un in- dividuo que, como el adolescente, presenta una vantidad de actitudes también cambiantes, éste no puede sino manejarse en una forma muy es- peeial, que de ninguna manera puede compa- ‘arse siquiera con lo que seria la verdadera nor- malidad en el concepto adulto del término. El concepto de normatidad no es féeil de establecer, ya que én general varia en relacién ‘con el medio socioeconémico, politico y cultural, como ya lo he indicado. Por Io tanto, resulta generalmente una abstraccién con validez ope- racional para el Investigador que, ubicado en un {UA ADOLESCENCIA NORMAT. an medio determinado, se rige por las normas s0- cialés vigentes en forma implicita o explicita. He sefialado en otra oportunidad (82) que la normalidad se establece sobre las pautas de sdaptacién al medio, y que no significa someti- miento al mismo, sino mds bien la eapacidad de utilizar los dispositivos existentes para el logro de las sutisfacciones bisicas del individuo en una interaceién permanente que busca modif!- car lo displacentero o lo indtil a través del 1o- gro de sustituciones para el individuo y Is co- munidad. Por supuesto que, como lo destaca J. A, Merloo (45), la personalidad bien inte- grada no es siempre la mejor adaptada, pero tiene, si, la fuerza interior como para advertir el momento en que una aceptacién temporaria del medio puede estar en conflicto con la reali- zacién de objetivos basicos, y puede también modificar su conducta de acuerdo con sus nece- sidades civeunstanciales. Hste es el aspecto de Ia condueta en que el adolescente en términos xe- nerales puede faliar. Al vivir una etapa fun- damental de transicién, su personalidad tiene caracteristieas especiales que nos permiten ubi- carlo entre Jas Hamadas personalidades “margi- nales”, en el sentido de la adaptacin y Ta inte- gracién que acabamos de esbozar. Anna Freud (21) dice que es muy difiell sefialar el limite entre lo normal y lo patoldgico en la adolescen- Gia, ¥ considera que, en realidad, toda la con- mocién de este periodo de la vida debe ser esti- mada como normal, sefialando ademas que seria anormal Ia presencia de un equilibrio estable aurante el proceso adolescente. ie 42 ARMEINDA ABERASTURY ¥ MAURICIO KNOEEL Las luchas y rebeldias externas del adoles- eente no son mas que reflejos de los conflictos ce dependencia infantil que fntimamente atm persisten. Los procesos de duelo obligan a netta~ ciones que tienen caracteristicas defensivas, de ‘tipo psicopSticn, f6bieo 0 contratbice, maniacs © esquizoparanoide, sein el individue y sus ceireunstancias. Es’ por ello que considera que puedo hablar de una verdadera “patologia nor- \ mai” del adolescente, en el sentido de que pre- scisamente éste exterioriza sus conflietos de ‘acuerido con su estructura y sus experiencias. ‘Asi como sabemos que hay fantasias psicdti- ‘eas en el bebe —por nuestra experiencia elinica ypsiconnalitica— vemos en la adoleseencia ln ex: teriorizacién, modifieada por la experiencia pre- ‘via, de los remanentes de esas fantasias. Para Exikson existe en la adolescencia un cambio que es fundamentalmente eritico. Bate autor habla de tres estadios en et proceso evo- utivo, que sintetiza en: nif, adolesconte y adulto, baséndose en eonceptos de Piaget, ¥ ‘aceptando que uno no es un adulto adulto (ni ae un nifio nifio, ni se convirtié en adolescente ‘adolescente) sin lo que Piaget lama “conflicto” ¥ que él profiere Hamar “erisis” (17). Destaca entonees que, “de hecho, para cada «inidad de éstas, corresponde una crisis mayor, y cuando, por cualquier razén, una erisis tardia es severa, se reviven las crisis més tempranas”. La ado- Teseoncia adolescente e: entonces, segtin este criterio, también eonflictiva, como fécilmente se puedo inferir. TA ADOLESCENCIA NORMAL as Sobre estas bases, y teniendo en cuenta el cri- terio evolutive de la psicologia, considero que Ta adolescencia, mas que una etapa estabilizada, e8 proceso, desarrollo, y que por lo tanto su apa- yente patolosia debe admitirse y comprenderse para ubjear sus desviaciones en el contexto de In realidad humana que nos rodea. El adolescente atraviesa por desoquilibrios & inestabilidad extremas de acuerdo con lo que eonocemos de él. Hn nuestro medio cultural, nos muestra periodos de elacién, de ensimismamien- to, alternando con audacia, timldez, incoordina- clén, urgencia, desinterés 0 apatia, que se suce- den'o son concomitantes con conflietos afecti- vos, crisis religiosas en las que se puede oscilar del ateismo anérguico al misticismo fervoroso, intelectualizaciones y postulaciones filoséficas, ascetismo, conductas sexuales dirigidas hacia el heteroerotismo y hasta Ia homosexualidad oca- sional, Todo esto es To que yo he Tlamado una entidad semipatologica, 0 si se prefiere, un gindrome normal de la adoleseencia” (80) (32) (sa) TDebo aqui también seftalar, parentéticamente, que estas caracteristieas no son exclusivamente nuestras, de nuestro medio particular, sino que es posible verlas en distin- tas culturas y dentro de distintos mareos socio- econdmicos de vida como lo he podido apreciar en el Seminario Psiquidtrico Transeultural sobre ‘Adolescencia realizado en mayo de 1968 por la Asociacién Norteamericana de Psiquiatria du- rante su 124° Congreso Anval (37). La mayor fo menor anormalidad de este sindrome normal al que acabo de referirme, se deberd, en gran 44 ARANDA ARERASTURY ¥ MAURICIO KNOBEL ‘parte, a los procesos de identificacién y de duelo que haya podido realizar el adoleseente. En la, medida en que haya elaborado los duelos, que son en Gitima instaneia los que levan a la iden- tificacién, e] adolescente veré su mundo inter no mejor fortifieado y, entonees, esta normal ‘anormalidad seré menos conflietiva y por Io ‘tanto menos perturbadora. EL SINDROME NORMAL DE LA ADOLESCENCIA Sintetizando as caracteristicas de la adoles- concia, podemoe describir la siguiente “sintoma- tologia”” que integraria este sindrome: 1) biis-. queda de si mismo y de la identida rid “cia grupal; 3) necesidad de intelectualizar y ‘anlaseaty 4) erisis veligiosas que pueden ir “Wate et ntetsmynias Intransigente hasta el mistieismo mis fervoroso; 5) desubieacién te poral, en donde el pensarfenfo adquiere les cafacleristieas de pensamiento primario; 6) evyolueién sexual manifiesta_que_v: cel ‘aufoerotismo Tas terosexualidad genital adulta; 7)_actitud social reivindieatoria_con tendencfas anti o atociales de diversa intensi- dad; 8) contradiceiones suecsivas en todas las manifestaciones de Tw conducts, dominada por Ja accién, que constituye In forma de expresién conceptital més tipica de esto perfodo de la vida; ‘a separacién progresiva de Jos padres, ¥ 'O)_constantes fluctuaciones del humor y del estado de ania. oe LA ADOLRSCENCIA NOKMAL 45 Deliberadamente acepto la contradiccién que significa el asoeiar aindrome, que implica enti- dad eliniea, con normalidad, que significaria, estar fuera de Ia patologia. Sin embargo, el con- Vivir social y nuestras estructuras instituciona- les mos hacen ver que las normas de conducta estén establecidas, manejadas y resides por los individuos adultos de nuestra sociedad. Bs sobre esta intercorrelacién generacional, y desde la mira regente y directiva, que podemos, y creo yo que debemos, estar eapacitados para obser- Yar la eondueta juvenil como algo que aparente- mente es seminormal 0 semipatolégico, pero que ‘sin embargo, frente a un estudio mas objetivo, Gesde ef punto de vista de Ia psicologia evolu- tiva y de la psicopatologia, aparece realmente como algo coherente, I6gico y normal, Por otro lado, esta manera de encarar el pro- ‘blema permite aceptar los desajustes y desen- euentros, valorarlos con mayor correceién y uti- tizar el impacto generacional no como fuente de conilictos negatives, sino mAs bien como encuen- ‘tro inquietante que facilite el desarrollo de la humanidad. ‘Veamos ahora Ins caracteristieas fundamen tales de las situaciones antes enunciadas como “sintomas”. 1, Biisqueda de si mismo y de Ia identidad Bstablecido el aparato psiquico inmediata- mente después del nacimiento (28) y aceptan- do ademas que el psiquismo esta ya estructurado de una determinada manera durante el perfodo 46 ARMINDA ABERASTURY Y MAURICIO KNOREI embrionario y fetal (64), vemos que se comien- zan a elaborar Ias ansiedades bisicas, substrato Ge Ta personalidad desde el nacimiento mismo, en un proceso psicolégieo que en ua continuum Wevaré al individuo hacia Ia madurez, El periodo infantil y el de la adolescencia no aeben ser vistos, seuiin ya lo he indieado, sélo como una preparaeion para la madurez, sino que es necesario enfocarlos eon un eriterio del mo- mento actual del desarrollo y de Jo que signifies el ser humano on esas etapas de Ja vida. Es 16- gieo aceptar que el sino de la adolescencia es entrar al mundo del adulto, pero tenemos que reconocer que la identidad es una caracteristica de cada momento evolutivo. Como para nozotros Jn adolescencia es también un momento del des- arrollo, una etapa més en el proceso total del vivir, debemos tratar de observar eufles son las caracteristieas fundamentales que apareeen en ese perfodo vital. Bs preciso destnear que el poder llegar a uti- ligar Ia genitalidad en la procreacién os un hecho biopsicodinémico que determina una mo- Gifieacién eseneial en el proceso del logro de la identidad adulta y que earacteriza Ia turbulen- cia ¢ inestabilidad de la Identidad adolescente. El acontecimiento de la maduracién genital, psi- codinimicamente conaiderado, junto con la ve- activacién de todas las etapas pregenitales (en Jas que por supuesto es preciso incluir In fase genital previa (3) (4) (5) que es la que marca gran parte de las modalidades de conducta del adoleseente y luego del adulto) de Ja evolucién A ADOLESCENCIA NORMAL. a libidinal y con Ia interaccién tumultuosa de los procesos psicolégieos bésicos de disociacién, proyeceion, introyeccién ¢ identifieacién, irin es. tableciendo, de una manera algo confusa al prin- cipio y més estructurada después, Ia persona- lidad més o menos definida. Es decir, se lograra llegar a una verdadera cristalizaeién del arduo proceso de individuacién, que seria una de las funciones esenciales de esta etapa de Ia vida. EI nifio entra en la adolescencia con dificulta- des, conilictos e incertidumbres que se magni fican on este momento vital, para salir Inego a In madurez estabilizada con determinado carée- ter y personalidad adultos, Se logra lo que Exik- son (15) ha definido como una entidad yoiea, una entidad personal, y lo que Nixon (51) ha denominado la autocognicién, Segiin este iiitime autor, la autocognicién es un fendmeno esencial- mente biolégico y se relaciona con el concepto de “si mismo” (¢elf) 0 sea, el simbolo que cada uno posee de su propio organismo. Entiendo ‘que esto se produce en realidad en todas las eta- pas del desarrollo y que adquiere especiales ca- racteristicas en In adolescencia, La idea del sf mismo o del “soli” implica algo mucho més am- plio en todas las etapas del desarrollo, Es el conocimiento de la individualidad biolégica y social, del ser psicofisico en su mundo cireun- dante que tiene caracteristicas especiales en cada edad evolutiva. La consecuencia final de la edolesceneia serfa un conocimiento del si mismo como entidad biolégiea en el mundo, el todo biopsicosocial de cada ser en exe momento de Ia vida. Al concepto del ‘‘self” como entidad paico- 48. ARMINDA ABERASTURY Y MAURICIO KNOBEL ogica, se une el conocimiento del substrato fi- sico y'biol6gico de la personalidad. El cuerpo y el esquema corporal son dos variables fntima- mente interrelacionadas que no deben descono- corse en Ja ectiacién del proceso de definicién del 9f mismo y de la identidad, Puede aceptarse que en Ia pubertad ocarran cambios fisieos en tres niveles fundamentales (9) que son: un primer nivel donde la activacién Ge las hormonas gonadotréficas de la hipétisis anterior produce el estimulo fisiolégieo necesario para la modifieacién sexual que ocurre en este periodo de la vida. En el segundo nivel tenemos Jas consecuencias inmediatas de la secrecién de la gonadotrofina hipofisiaria y de 1a proseeu- 6m de la seereci6n de la hormona de erecimien- to de la misma hipéfisis: In produccién de 6va- Jos y espermatozoides maduros y también el aumento de Is secrecién de hormonas adreno- cortieales como resultado de la estimulacién de la hormona adrenocorticotrotica. En el tereer nivel se encuentra el desarrollo de las caracte- ristieas sexuales primarias (eon el agranda- miento del pene, los testiculos, o el titero y Ia vagina) y el desarrollo de las caracteristicas sexuales seoundarias (con la maduracién de los pechos, Ia modificaci6n de la cintura escapula- ria y pelviana, el erecimiento del vello pubiano, Jos cambios de voz), a los que debemos azregar las modificaciones fisiologicas del crecimiento fen general y de los eambios de tamaiio, peso ¥ proporcién del euerpo que se dan en este perio- do vital. En nuestro medio, Schteingart (58) ha presentado una deseripeién exhaustiva de lo que LA ADOLESCENGIA NORDIAL 49 courte con las modificaciones endocrinas en este periodo de le vida. El esquema corporal es una resultante intra. psiquica de la realidad del sujeto, es decir, es la representacién mental que el sujeto tiene de su propio euerpo como consecuencia de sus ex- periencias en continua evolueién. Esta nocién de] individuo se va estableciendo desde los pri- meros movimientos dindmicos de disociacién, proyecci6n ¢ introyeecin que permiten el eono- eimiento del “self” y del mundo exterior, es decir, del mundo interno y del mundo externo (89). Aqui son de fundamental importancia los procesos de duelo con respecto al cuerpo infantil perdido, que oblisan a una modiffeacién del es- ‘quema corporal y del conocimiento fisieo de si mismo en una forma muy caracteristiea para, este perfodo. Por supuesto, esto va ocurriendo ‘con earaeteristicas diferentes desde el comienzo mismo de In vida, pero cristaliza, en virtud de Jo recién indieado, de una manera muy signifi- cativa y especial en la adolescencia. (Los pro- cesos de duelo son deseriptos ampliamente més adelante en este libro.) B} logro de un “autoconcepto” es Io que tam- big Sherif y Sherif (61) Haman el yo, desde un pimto de vista psicoldgieo no-psieoanalitico sefialando que este autoconeepto se va deserro- Jando a medida que el sujeto va cambiando y se ‘va integrando con las concepeiones que acerca de | mismo tienen muchas personas, grupos € institueiones, y va asimilando todos los valores ‘ue constituyen el ambiente social. Concomi- ‘tantemente, se va formando este sentimiento de 50 ARMINDA ARERASTURY Y MAURICIO KNOBEL identidad, como una verdadera experiencia de “autoconocimiento” (24). TE psicoandlisis con- firma estas ideas y también acepta que es nece- sario integrar todo lo pasado, lo experienciado, Jo internalizado (y también Io desechado), con Ing nuevas exigencias del medio y con las urgen- cias instintivas,o, si se prefiere, con las moda~ Hidades de relacién objetal establecidas en €l campo dinimico de las relaciones interpersona- jes. El adolescente necesita darle a todo esto una continuidad dentro de In personalidad, por Jo que se establece una Iuisqueda de un nuevo sentimiento de continuidad y mismidad (16). Para Erikson (18), el problema clave de Ia. identidad consiste en Ia eapacidad del yo de mantener la mismidad y la eontinuidad frente 8 un destino cambiante, y por ello la identidad no signifiea para este autor un sistema interno, cerrado, impenetrable al cambio, sino mas bien un proceso psicosocial que preserva algunos ras ges esenciales tanto en el individu como en su sociedad. Para Sorenson (62), la identidad es la crea eién de un sentimiento interno de mismidad y continuidad, una unidad de Ia personalidad sen- tida por el individuo y reconocida por otro, que es el “saber quién soy”. Grinberg (24) dice que el sentimiento de iden- tidad “implica la nocién de un yo que se apoya esencialmente en Ja continuidad y semejanza de Jas fantasias inconseientes referidas primordial mente a las sensaciones eorporales, a Ins ten- denciag y afectos en relacién con los objetes del mundo interno y externo y a las ansiedades co- UA ADOLESCENCIA.NORMAT. a rrespondientes, al funcionamiento especitico en. calidad do intensidad de los mecanismos de de- fensa y al tipo particular de identificaciones asimiladas resultantes de los procesos de intr yeecién y proyeccién”. ‘De la infancis no se pasa al pleno actuar ge- nital procreativo, sino que se atraviesa primero por lo que Erikson (15) ha Tlamado “la morato- ria psicosexual”, donde no se requieren rol especilicos y se permite experimentar con To que In sociedad tiene para ofrecer con el fin de per- mitir Ia ulterior definieién de 1a personalidad. En esta busqueda de identidad, el adolescente recurre a las situaciones que se presentan como més favorables en el momento. Una de elias es ja de la uniformidad, que brinds seguridad y estima personal, Ocurre aqui el proceso de do- ble identificacién masiva, en donde todos se identifican con cada uno, y que expliea, por lo menos en parte, el proceso grupal de que parti- cipa ol adolescente y del que enseguida he de ‘oeuparme. En ocasiones, la Gniea solucién puede ser 1a de buscar lo que ¢] mismo Erikson (15) ha Na- mado también “una identidad negativa”, basada, en identificaciones con figuras negativas pero reales. Es preferible ser alguien, perverso, inde- seable, a no ser nada. Esto constituye una de Jas bases del problema de las pandillas de deli cuentas, los grupos de homosexuales, Ios adietos a las drogas, eteétera. La realidad suele ser ‘mezquina en proporcionar figuras con las que se pueden hacer identificaciones positivas y en- tonces, en la necesidad de tener una identidad, 52 ARMIINDA ABERASTUEY Y MAURICIO KNOBEL, se recurre a ese tipo de identifieacién, anémalo pero conereto, Hato ocurre muchas veces, sobre todo cugnde ya hubo trastornos en la adquisi- cién de Ja identided infantil, Ademés, cuando os procesos de duelo por los aspectos infantiles perdidos se realizan en forma patolégica, In no- cesidad del logro de una identidad suele hacerse sumamente imperiosa para poder abandonar 1a de] nifio, que se sigue manteniendo. Grinberg (24) destaca la posibilidad de Ia disconfermidad con la personalidad adquirida y €l deseo de lograr otra por medio de Ia identi- ficacion proyectiva. Esta puede ser movilizada por la envidia, uno de los sontimientos mis im- portantes que entran en juego en las relaciones de objeto (29). Las primeras etapas del des- arrollo se caracterizan porque el bebe puede en- vidiar el pecho que no lo satisface y fantasear eon sut destruccién de acuerdo eon la teoria let niana, Es éste un sentimiento negativo, ya que busca apoderarse del objeto y daiiarlo. Se im- pide asi la escisién del mismo en bueno y malo ¥ se crean situaciones confusionales (59). Sobre testa base, los atributos masculinos 0 femeninos pueden llegar a ser envidiados indistintsmente, ¥ la identidad serual del sujeto se perturba di- fieultando notablemente Ia solucién de} proceso ‘edipico adolescente. Puede ocurrir aqui Ia “iden- ‘tifleaeién con el agresor”, en Ia cual ol adoles- conte adapta las caracteristieas de personalidad de quienes han actuado agresiva y persecutoria- mente con él. Existen también problemas de seudoiden dad, expresiones manifiestas de lo que se qui- EA ADOLESCENCIA. NORMAL 53 siera o pudiera ser y que ceultan Ia identidad latente, la verdadera (24). ‘Como se yerd en cl capitulo sobre los meca- nismos de defensas predominantes en los ado- lescentes, la angustia que se despierta on éstos, vinculada con el trasterno de la pereepeién del decurso del tiemspo, puede impuisarlos a iniciar precozmente st vida genital o a sustitutos socia- Haados de ésta, aun antes de haber aceptado su jdentidad genital, como si no pudiesen esperar fa que ésta Hegue. En esta premura, que puede Snterpretarse como una forma maniaea de bus- car la identidad adulta, es posible legar a Ta adquisicién de “ideologias” que son solo defen- Sivas 0, en muchos casos, tomadas en préstamo Ge los adultos, las que no estén auténticamente incorporadas al yo. ‘Todo lo antedicho es 1o que puede evar al adolescente a adoptar distintas identidades. Las identidades transitorias gon las adoptadas du- rante un cierto periode, como por ejemplo el Japso de machismo en ei varén 0 de Ia precoz seduccidn histeroide en la-nifia —deseripta con precision en la novela Lolita, de Novokof—, del adoleseente “bebe” 0 del adolescente muy “serio, muy adulto”; las identidades ocasiona~ les son las que se dan frente a situnciones nuevas, eomo por ejemplo en el primer encuen- tro con una pareja, el primer bail, eteétera, y las tdentidades circunstanciales son las que con~ ducen a identifieaciones parciales transitorias ‘que suelen confundir al adulto, sorprendido a veces ante los cambios en la conducta de un mismo adolescente que recurre a este tipo de 54 ARMEINDA AMERASTURY ¥ MAURICTO KNORRL identidad como por ejemplo, cusndo el padre ve a su hijo adolescente, de acuerdo a como lo ven en el colegio, en el club, etestera, y no como él habitualmente lo ve en su hogar, y en su relacién eon él mismo, Este tipo de “identidades” son adoptadas su- cesiva o simulténeamente por los adoleseentes, segiin las cireunstancias. Son aspectos de la fidentidad adolescente, que estoy dexeribiendo, ¥ ‘que surgen como uma de sus caracteristicas fun- damentales, relacionadas con el proceso de 20- paracién —que ulterformente podré ser defini- tiva—, de las figuras parentales, con aceptacién de una identidad independiente, Debemos tener en cuenta también que esto puede interpretarse como el resultado del ma- nejo de las ansiedades persecutorias y de las capacidades. autodestructivas que obligan a Ia fragmentacién del -yo y de los objetos con los cuales éste se pone en contacto, con la eonsi- guiente proyeccién al exterior de estas imagenes amenazantes. No pocas veces se experimenta el desprendimiento como una prueba definitiva pa- ra el yo, puesto que s6lo perdiendo los aspectos que resultan ya inGtiles (padres infantiles per- secutorios destruidos) se pueden integrar otros nuevos dentro de la personalidad. Mientras esto se realiza, se configura un sentimiento depre- sivo que precipita un anhelo de completarse que en muchos individuos produce un “sentimiento anticipatorio de ansiedad y depresién referida al yo”, como dice Grinberg (24), y que obliga a agerrarse a precarios estados de identidad con el fin de presorvarse de alteraciones muy temidas. LA ADOLRSCENCIA NORMAL 35 Sestin este autor, son microdepresiones y mi- erodtielos que previenen y preparan al yo ante cl peligro de depresiones mis severas, como zon Jag que ocurren en los grandes cambios de per- sonalidad y que se producen ante acontecimien- tos importantes de ls vida, que implican estrue- turaciones més permanentes y progresivas. En la adolesceneia todo esto ocurre con una intensidad muy mareada, La situacién cambiante que significa la ado- escencia obliga a reestructuraciones permanen- tes externas ¢ internas que son vividas como intrusiones dentro del equilibrio logrado en Ia infangia y que obligan al adoleseente, en el pro- ‘ceso para lograr su identidad, a tratar de refu- giarse Z6rreamente on su pasado mientras tra~ ta también de proyectarse intensamente en el futuro. Realiza un verdadero proceso de duelo por el cual al principio nlega In pérdida de sus con- diciones infantiles y tiene diffeultades en acep- tar las realidades mis adultas que se le van imponiendo, entre Tas que, por supuesto, se en- euentran fundamentalmente las moditicaciones biolégicss y morfolégieas de su propio cuerpo. Algunos autores separan la pubertad de Ie, adolescencia, por cuanto esta tiltima implicaria ‘algo més que los cambios fisicos (50), pero no hay duda alguns de que estos cambios partici- ‘pan activamente del proceso adolescente, al pun- to de formar con él un todo indehiscente. EI muchacho presenta el crecimiento del pelo axi- lar, pubiano y facial, el eambio de you, el incre- mento muscular y el comienzo de la emisién se- 5G ARMINDA ARBRASTURY ¥ SIAURIGIO KNOB minal. La nifia también muestra la aparicién del pelo axilar y pubiano, la acentuacién de las caderas, el desarrollo del busto, y el comienzo de la ovulacién y de Ia menstruacién (9). Todos estos cambios que se van sucediendo crean gran preocupacién. A veces la ansiedad es tan grande ‘que surge lo que ya he sefislado como disconfor- midad con Ia propia identidad, que se proyecta entonces al organismo. Un grupo de varones ¥ nifias, interrogados acerea de si desearian un cambio de su aspecto fisico, contests en su gran mayoria que si (49), lo que demuestra cémo el adolescente vive estos cambios corporales como perturbadores. La incoordinacién muscular, de- bido al desparejo crecimiento osteomuscular, el aspecto desmafiado, la falta de similitud con’ los que lo rodean en el medio familiar, despiertan en el adolescente sentimientos de extrafeza e insatisfaccin, Esto contribuye a crear ese sen- timiento de “despersonalizacién” unido por su- puesto a In elaboracién psicol6yica de Ia iden- jdad que estoy deseribiendo. Hay aqul ciertos patrones de aspecto fisico que se tratan de imi- tar y de seguir en las identificaciones, y que estin culturalmente determinados. Es muy acer- tada la afirmacién de Mira y Lépez (46) en el sentido de que en nuestro medio cultural se ob- serva en torno, por ejemplo, del vello facial, toda una gran preocupacién. Surge lo que este autor Hama la “tricofilia” del varén y la “tricofobia” de la muchacha. Estos cambios son percibidos no sélo en el exterior corporal sino como una sexsaciin gene- ral de tipo fisie. Hay, como dice Anibal Pon- | { A ADOLESCENCIA NORMAL or ce (58), una verdadera cenestesia, subjetiva & inexpresable. ‘Los procesos de identificacién que se han ido Hevando s cabo en la infancia mediante la in- corporacién de imégenes parentales buenas y malas, son los que permitiran una mejor clabo- racién de las sittiaciones cambiantes que se ha- cen dificiles durante el periodo adolescente de la vida, El proceso de duelo que se efectéia, como todo procaso de duelo, necesita tiempo para ser realmente elaborado ¥ no tener las caracteris- ticas de una aetuacién de tipo maniaco 0 psico- Patieo, lo que explica que el verdadero proceso de entrar y salir de la adolescencia sea tan largo y no siempre plenamente logrado. La biisqueda incesante de saber qué identidad adulta se va a constituir es angustiante, y las fuerzas necesarias para superar estos microdue- los y los duelos aun mayores de Ja vida diaris, se obtienen de las primeras figuras introyecta- @as que forman Ja base del yo y del superyo, de ‘este mundo interno del ser. La integracién del yo se produce por la claboracién dei duelo por partes de sf mismo y por sus objetos (25). Un buen mundo interno surge de una relacion sa~ tisfactoria con los padres internalizados y de la capacidad creadora que ellos permiten, como lo sefiala Arminda Aberastury (2), quien destaca {que ese mundo interno, que posibilita una buena, conexién interior, una huida defensiva en la cual el adolescerite “‘mantiene y refuerza su relaeién eon los objetos internos y elude los externos”, es el que facilita un buen reajuste 58 ARANDA ABERASTURY ¥ wAUBICIO KNOBEL. emocional y el establecimiento de la identidad adolescente. Sobre la base de lo ya dicho, creo légico se- falar que la identidad adolescente es la que se earacteriza por el cambio de relacién del indi- Viduo, bisicamente con sus padres, (Me refiero & Ia relacién con los padres externos reales ¥ & Ja relacion con las figuras parentales interna Hzndas.) Por supuesto, la separacién de éstos comienza desde el nacimiento, pero es durante la adolescencia cuando los seres humanos, como dicen Gallagher y Harris (23), “quieren ‘deses- veradamente ser ellos mismos”. Como estos mis- mos autores sefialan, “lucha por aleanzar la madurez no és lo mismo que ser madaro”.. En In adolescencia el individuo da un nuevo paso para estructurarse en la preparacién para la adultez. Dentro del continuum de si identidad, Jos elementos biolégicos introdueen una modifi. cacién irreversible. Ya no se volverd a ten jamés el cuerpo infantil. Aunque todo el pro- eso evolutivo esta jalonado de microduelos, aqui se inicia un duelo mucho més evidente y signi ficativo, al cual neompaiarén los duelos por el rol y Ia identidad infantiles (junto con ef duelo per la bisexualidad) y por esos padres de Is infancia a quienes tanto se los necesitaba y de Jos cuales se podia depender, La presencia externa, conereta, de los padres empicsa a hacerse innecesaria. Ahora la sopa- racién de éstos no sélo es posible, sino ya nece= saria, Las figuras parentales estén internaliza- das, incorporadas a la personalidad del sujeto, y éste puede iniciar su proceso de individutctin. | LA ADOLESCENCTA NORMAL 59 1 volumen, ia eonfigurecién y le ealided de las figuras parentales internalizadas adecuadamen~ te eniquecioron al yo, reforzaron gus mect- niomos defensives tities, pomitieron el desar=o- Mo de sus reas ms sats 6, st se prefiere, Co las no patetiens,estructuraron ol stperyo, ¢ To otston de Ins nevesnrlas earacterfatcas ence dadoras de Ia vida sexual que eomienza.o poder Geterioizarse en la aatisaccion.genitel, ahora botogleamente posible. El nivel genital adulto, con caracteristicas procreativas, todavia mo 86 tha logrado plenamente (Ashley Montagu nos habla de la "estertlidad dal organismo adoles- cente”), pero el llamado de la sexualidad a la Sstiafacelon genital, que comena6 ya en la fase benltal previa, es alora una realidad tactice. FBxa ex tr de las sitoaciones de eamblo que se produed'eiilta adolescencia, y que influyen en ias fnvacterietens de cémo es en ese entonees Ik Jpisaueda deaf mismo y do la identidad. 2, La tendencia grupal ‘Ya he sefialado que, en su bisqueda de la, identidad adolescente, el individuo, en esa etapa do la vida, reeurre como comportamiento defen- sivo a la bisqueda de uniformidad, que puede brindar seguridad y estima personal. Alli surge el espiritu de grupo al que tan afecto se mues- tra el adolescente. Hay un proceso do sobreiden- tificacién masiva, en donde todos se identifican con cada uno. A veces el proceso es tan intenso que Ia separacién del grupo parece casi impost- ble y el individuo pertenece més al grupo de 60 ARMINDA ABERASTURY ¥ MAURICIO KNONEL, coetineos que al grupo familiar. No puede apar- tarse de la “barra” ni de sus eaprichos o modas. Por eso se inclina a los dictados del grupo, en cuanto a modas, vestimenta, costumbres, prefe- xeneias de distinto tipo, etoétera, En otro nivel, las actuaciones del grupo ¥ de sus integrantes representan la oposicién a las figuras parentales y una manera activa de de- terminar una identidad distinta de la del medio familiar. En el grupo el individuo adoleseente encuentra un reforzamiento muy necesario para los aspectos cambiantes del yo que se producen en este periodo de la vida. ‘De esta manera, el fenémeno grupal adquiere una importancia trascendental ya que se trans- flere al grupo gran parte de la dependencia que anteriormente se mantenfa con In estructura familiar y con los padres en especial. El grupo constituye asi la transicién necesaria en el mun- do extorno para lograr Ia. individuacién adulta. El grupo resulta ttil para las disociaciones, pro- yeeciones ¢ identificaciones que siguen ocurrien- do en el individuo, pero con_caracteristicas que differen de tas infuntiles. Después de pa- sar por la experiencia grupal, el individuo podrd empezar a separarse de la “barra” y asumir ou identidad adults, La utilizacién de los meca- nismos esquizoparanoides es muy intensa duran- te la adolescencia, y el fendmeno grupal favo- rece la instrumentacién de los mismoz. Cuando durante este periodo de la vida el Individuo su- tre un fracaso de personificacién, producto de Ja necesidad de dejar répidamente Ios atributos infantiles y asumir una cantidad de obligacio- LA ADOLESCENGIA. NORBIAL, on nes y responsabilidades para las cuales atin no Gsté- prepatado, recurre al grupo como un re- faerz0 para su identidad. Se ve también que una Ge las Iuchas més despindadas es la que se lleva fn eabo en defensa de la independencia en un momento en que los padres desempefian todavia im papel muy activo en la vida del individuo, Por eso es que en el fendmeno grupal el adoles- cente busca un lider al cual someterse, 0 si no, se erige él en lider para ojercer el poder del padre o de la madre. Precisamente, también por los mismos meea- nismos de tipo esquizoide a los que me estoy refiriendo, el individuo siente que estén ocu~ rriendo procesos de cambio, en los cuales 61 no puede participar en forma activa, y el grupo viene a soluclonar entonces gran parte de sus conflictos. Sin embargo, en virtud de la estrue- tura esquizeide que caracteriza este fenémeno grupal, su propia personalidad suele quedar fuera de todo el proceso que esti ccurriendo, especialmente en las esferas del pensamiento, eomo se veré en el capitulo correspondiente, y fl individuo se siente totalmente irresponsable ‘por lo que ocurre a su alrededor. Pareceria que el adolescente no tuviese nada que ver con lo ‘que hace, Io que puede explicar actitudes que aparentemente implican una gran dependencia de los adultos pero que se contradicen inmedia~ tamente con demandas y pedidos de ayuda que revelan la extrema dependencia que en realidad tienen. El fenémeno grupal facilita Ia conducta pei- copatica normal en el adoleseente como se enfa- 62 ARMTINDA ARBRASTURY ¥ sraURICIO NOBEL fizard en otros capitulos de este texto, El acting- Out motor, producto del descontrol frente a in pérdida del euerpo infantil, se une al acting out atectivo, producto del descontrol de! rol infantil gue se esta perdiendo; aparecen entonces con. Guctas de desafecto, de crueldad con el objeto, de indiferencia, de falta de responsabilidad, que son tépicas de la psicopatia, pero que encontea, mos en la adolesceneia normal. Como se ein, tizaré luego, In diferencia fundamental reside en que en el paicépata esta conducta es permas nente y cristalizada, mientras que en el adolen manifestaciones de eonducta neurética 0 psied. tia de distinta naturateza segiin las circunstan. clas y las condiciones internas de cada sujeto, Al reiterar Jo sefialado en el capitulo 5 so. bre el pensamiento en el adolescente, puedo afirmar que en el pslespata el “cortocireuite atectivo, al eliminar el pensamiento, donde Ja culpa puede elaborarse, permite el maltrato de. finitive de los objetos reales y fantaseados, creando en ditima instancia un empobreciimion, to del yo, que trata de mantenerse irrealmento en una situacién infantil de irresponsabilidad, Pero con aparente independencia. A difereneit, Gel adolescent normal, que tiene conflictos de dependencia pero que puede reconocer la fru. traclén, la imposibilidad de reconocer y aceptar ja frustracién obliga a bloquear la culpa e ine ducir al grupo @ Ia actuacién sado-masoquista, sin partieipar de la misma. Puede hacerlo por, sorceress EA ADOLESCENCIA NORMAL 6 ar ee ee ‘a provocar su actuacién, satisfaciendo asi, sec etic? ia i i at eel ln a tape REST AMAEENT SS ee tory uae haw ewe se borada”. 8, Necesidad de intelectualizar y fantasear necesidad de intlectualizar y fantasear 20 cane as Tors ties de pes miento del adolescente. En esta obra nos re mes con mayor extensi6n al tema del pensa- : siento en esta etapa de la vida en un capitulo apoclalmente dedieado al tema. Agu! tomo estos Specaniome, avo pueden ser For suptesto coe Avent fenoméntea trate de expla ps resin fenoménta, y tr odinimfcamente estos sintomes dl’ sindrome Go le aolesceneia normal. a metesidad que a rsildadnopone de xe nuneiar al eserpo, el rol_y a los padres de Infancia, asf como a la bisexualidad que acom- Datla a la Mentidad infant, enfrenta sl ado- 64 amenina anprastuey ¥ jiaRIcrO KNOBEE, lescente con una viveneia de fracaso o de impo- fencia frente a la realidad externa, Esto obliga también al adolescente a recurrir al pensamiento Para compensar las pérdidas que ocurren dentro de sf mismo y que no puede evitar. Las elucu braciones de las fantasias conscientes —me re- fiero al fantasear— y el intelectualizar, sirven como mecanismos defensivos frente a estas si- tuaciones de pérdida tan dolorosas, La intelectualizacién y el aseetismo han sido sefialados por Auna Freud (20) como manifes. taciones defensivas tipieas de la adolescencia, Esta autora nos muestra que la funcién del ascetismo es mantener al ello dentro de ciertos Ifmites por medio de prohibieiones, y la funciém de Ia intelectualizacion consistiria en ligar los fenémenos instintivos con contenidos ideatives ¥ hacerlos asi accesibles a la conciencia y f4 tiles de controlar, La incesante fluctuacién de Ia identidad ado- lescente, que se proyecta como identidad adulta enun futuro muy préximo, adquiere caracteres que suelen ser angustiantes y que obligan a un refugio interior que es muy caracteristico. Hs alli donde, como ya lo he indicado, el mundo in- fantil desempefia un papel predominante que es absolutamente fundamental tener en cuenta Para comprender cémo el adolescente, frente todos estos embates de su mundo interno eam- biante y de su mundo externo indominable y frustrante, puede salir airoso. Como lo ha sefia- Indo Arminda Aberastury (2), sélo teniendo tuna relacién adecuada con objetos internos bue- mos y también con experiencias externas no de- | | | | | EA ADOLESCENCIA. NORMAL 65 masiado negativas, se puede legar a eristalizar na personalidad Satistactoria. ‘Tal huida en el mundo interior permite, segn esta autora, una especie de reajuste emocional, tun autiamo’ positive en el que se da un “inere- mento de la intelectualizacton” que leva a la preocupacién por principios étieos, filos6ficos, Sociales, que no pocas veees Implican un formu- Javse un plan de vida muy distinto al que se tenia hasta ese momento y que también permite la teorizaeion acerea de grandes reformas que pueden oeurrir en el mundo exterior. Este mun- Go exterior se va diferenciando cada vez més del mundo interno y por lo tanto sirve también para defenderse de los cambios incontrolables de este ltimo y del propio cuerpo. Surgen en- tonces las grandes teorias filoséficas, los movi- mientos politicos, las ideas de salvar a la huma- nidad, eteétera. ‘También es entonces euando el ‘adolescente comienza a escribir versos, novelas, ‘euentos y se dedica a actividades literarias, ar- tiaticas, eteétera. ; Es preciso destacar que ésta es una explica- cién de ciertas manifestaciones culturales y po- Aiticas que se dan muy habitualmente en la gran mayorfa de los adolescentes. Pero no implica, concluir que todas las manifestaciones artisticas, culturales y politics de los adolescentes tengan forzosamente este substrato, ni que siempre res- pondan a situaciones conflictivas inmanejables. Quizé cabria entrar aqui a discutir toda 1a pro- blemétiea de Ia sublimacién por un lado o el enfoque psicosociolégico por el otro, lo que es- capa a las posibilidades de este trabajo. 66 ARMINDA ABERASTURY ¥ wAURICIO KNOBEL 4. Las crisis religiosas santa ea, tnomnai rai i pen te hy a arn sii pn ern oe et gt ey, ake a ctr e220 er fn hein a ok ed int ney 8 ae ee a esta pregunta, interrogarse acerca de qué ha- er don etna aoe intensidad, jeounnten oes ina tain i sey a nth amir eo I iva de los padres y también m de la posible muerte de los mismos, scnensomeemareerenany onetime LUA ADOLESCENCIA NORMAL 6 Esto nos explica cémo el adolescente puede Tegar a tener tanta necesidad de hacer identi- ficaciones proyectivas con imagenes muy idea lizadas, que le aseguren la continuidad de Ia existeneia de si mismo y de sus padres infan- tiles. La figura de una divinidad, de cualquier tipo de religién, puede representar para él una salida magica de este tipo. Si las situaciones de frustracién son muy intensas y las vivencias de pérdida sumamente penosas, por carencia de buenas relaciones en virtud de las earacteristi- cas de las imégenes parentales perseguidoras internalizadas, el refugiarse en una actitud ni- hilista, como una aparente culminacién de un proceso de ateismo reivindicatorio, puede tam- bién ser une actitud compensadora y defensiva. Como muy bien Jo afirma Gonzdlez Mon- clis (26): “Entre ambos extremos, misticismo exacerbado, atefsmo racionalista, es quizis opor- tuno sefialar entre los adolescentes una muy freeuente posicién: la del entusiasmo formal en contraposicién con una indiferencia frente a los valores religiosos esenciales.” El misticismo, que puede Ilegar s aleanzar niveles delirantes, y el materialismo con carac- terfsticas nihilistas, son actitudes extremas de una forma de ‘desplazamiento a Jo intelectual religioso, de cambios concretos y reales que octi- rren a nivel corporal y ei el plano de la actua- cién familiar-social que resultan incontrolables en ese nivel factico, frente a los cuales la impo- teneia del adolescente e3 sentida por éste como absoluta, 65 ARMINDA ABERASTURY ¥ MAURICIO KNOBEL Considero que en la construccidn definitiva de una ideotogia, ast como de valores était rales, es preciso que el individuo pase por algu- 2s Healizaciones ‘perstestorias, gue lee aber done por objetos Idealizados egosinténiees ara Juego sufi un oroveso te desteainsion que ermita construit nuevas y verdadeas teste gis de vida, We verdaderss ‘ol 5. La desubleacién temporal me centr Saha a mi conclusions. . “eon Tanisha Fame de nth oreccmcama ty ee dit trae aes Sm recs mids Seaman feta Hoke Sure anne late son aparentemente irracionales, scones a ae ge oor ciertan al adulto. El padre que recrimina a su Mighell pra tema te ean oc LA ADOLESCENGIA NORDIAT. 69 frente a su padre quejéndose de In actitud des- considerada de Ja madre que no contempla sus ecesidades “inmediatas” de tener ose vestide huevo para su proximo baile. En esas circuns- tancias el padre trata de solidarizarse con la urgeneia de su hija y comprende Ia necesidad el traje nuevo para esa reunién social tan im- portante para ella; cuando interroga a ja madre neerea del porgué de su negative, se encuentra sorprendido con Ia respuesta de que ese baile se Ya @ efectuar dentro do... tres meses. ‘En realidad, este problema debe ser estudiado, psicodindmicamente, desde la perspectiva que nos ofrece el analizar la paulatina elaboracién de las partes no diseriminadas de la persona- lidad a medida que el sujeto va madurando. Bl individuo ge inieia eomo ser unicelular absoluta- mente dependiente de un medio (madre) y se desarrolla y diferencia progresivamente. De le indiferenciacién més primitiva va a la diseri- minacién (38) que, como ya lo he repetido, se da en un medio social con caracteristicas deter- minadas. Siguiendo las ideas de Bion (10) y de Bleger (11), seerea de la lamada parte psicética de la personalidad, considero que al romperse el ‘equilibrio Iogrado en la latencia predomina por momentos, en el adolescente, precisamente Ja parte psicética de la personalidad. Con ese eriterio es posible considerar que Js adolescencia se caracteriza por la ixrupcién de ‘partes indiseriminadas, fusionadas, de la perso- nalidad en aquellas otras mas diferenciadas. 10 ARMINDA ABERASTURY ¥ MAURICIO KNONEL Las modifieaciones biolégieas y el erecimiento corporal, ineontrolables, son vividos como un fenémeno psicdtico y psicotizante en el euer- po. Las ansiedades ‘psiestieas resultan incre. mentadas por la posibilidad real de llevar a cabo las fantasins edipiens de tener un hijo con el Progenitor del sexo opueste. Bl cuerpo se trans- forma, pues, en un dren en la eal confluyen exigencias biolégicas y sociales y se hace asi de- positario de vivencias y fantasias persecutorias, terroriticas, de caréeter psieétieo. Predomina una organizacién sinerétiea con una particular pereepeién del mundo, una reali- dad especial donde el sujeto no puede llegar a configurar contradicciones. Muchos de Ios even~ ‘tos que el adulto puede delimitar y diseriminar son para el adoleseente equiparables, equivalen- tes o coexistentes sin mayor dificultad. Son ver- daderas crisis de ambigitedad, que pueden con- siderarse como unas de las expresiones de con- Gucta més tipieas del perfodo de la vida que nos ecupa. EI tiempo, por supuesto, esta entonces: dotado de esa indiscriminacién ‘que explica Ia conducta que ejemplificamos anteriormente. Considero que es durante la adolesceneia que In dimensiin temporal va adquiriendo lenta- ‘mente caracteristicas diseriminativas. A los dificnltades del adolescente para di- ferenciar externo-interno, adulto-infantil, ete., debo agregar la difieultad para distinguir pre. sente-pasado-futuro. Se puede unir “el pasado y el futuro en un devorador presente” (60), pre- sente que tiene earacteristicas no diseriminadas ¥ gue por lo tanto implicaria una temporalidad LA AOLESOENCIA NORMAL a que el mismo pasaje del tiempo, cuando se viven- ie ce ane Neh ero el cuerpo y en la relacién interpersonal-corp6- ag 7m au, rpm med nn rages ee Er ee ol ol Soci ae ce

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