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Tema 13.1.1
Tema 13.1.1
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La comunicación. Elementos de la
comunicación. Tipos de comunicación:
verbal; canales de transmisión no
verbal. La atención al público
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ESQUEMA INICIAL
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4. La comunicación no verbal
4.1. La expresión corporal
4.2. Formas de comunicación NO verbal
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Para poder entendernos usamos unos signos concretos sometidos a unas reglas, a un código
concreto en el cual está determinado lo que cada uno de esos signos indica. Un código es un
acuerdo establecido entre los usuarios del signo, que reconocen la relación entre significante y
significado, y la respetan en el empleo del signo. Es esencial que los que hayan de comunicarse
algo por medio de un signo se hayan puesto antes de acuerdo sobre su valor. De otra forma sería
imposible transmitir algo a los demás.
El código es la base esencial de la comunicación. Sin él sería absolutamente imposible cual-
quier actividad comunicativa. Es por ello por lo que, desde el deporte más nimio hasta la más alta
especulación científica, están sometidos a un código. Los que lo entienden reciben la comunica-
ción transmitida. A mayor número de códigos conocidos, mayor posibilidad de entender el mundo.
El código permite interpretar correctamente el mensaje transmitido y hace posible el hecho
de la comunicación.
Para que exista una perfecta comprensión entre Emisor (E) y Receptor (R) es imprescindible
la posesión de un código común.
No todos los signos tienen el mismo grado de codificación. Los hay que están absoluta y
explícitamente convencionalizados, mientras otros lo están implícitamente. La convención tiene
gradaciones; puede ser más o menos fuerte, más o menos unánime, más o menos coercitiva. Es
casi absoluta en un código de señales de tráfico, en los códigos científico-lógicos de las matemá-
ticas, la física y la química, en la interpretación de los actores... Pero la relación entre significante
y significado puede ser también mucho más imprecisa, intuitiva y objetiva.
La convención posee un carácter estadístico; depende del número de individuos que la reconocen
y la aceptan en un grupo dado. Cuanto más amplia y precisa es la convención, el signo es más codifi-
cado. La convención es un proceso: el uso precisa y amplía la convención y la convención se codifica.
De todo lo anterior se desprende que la convención es anterior a la intelección de la palabra
y anterior al individuo, para que realmente cualquier significante aporte el significado concreto al
receptor de ese signo. También se hace claro que la convención puede ser taxativamente explícita
o implícita solamente. Igualmente es clara la mayor o menor intensidad en la codificación, siendo
absolutamente necesaria la de ciertas señales (como las de circulación de carreteras) y siéndolo
menos la relacionada con ciertos hechos protocolarios.
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b) El lenguaje tiene un valor social como medio de comunicación. Usamos el lenguaje para
intercambiar experiencias procedentes de la realidad externa y de las interiorizaciones
que los seres humanos estamos capacitados para realizar.
c) El hecho de que sirva para reflejar la realidad objetiva hace pensar que el mundo está
estructurado antes e independientemente del conocimiento que de él tenga el hombre.
Es decir, el lenguaje sería un reflejo de la realidad exterior a nosotros. Pero hay quienes
piensan que el lenguaje no sólo no es un reflejo de la realidad sino que la realidad queda
estructurada y delimitada gracias al lenguaje. De hecho, cada lengua tiene una organiza-
ción particular de los datos de la experiencia.
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El origen del lenguaje no está en los gritos de dolor o de alegría, pues son expresiones invo-
luntarias del sentimiento (expresiones instintivas, no simbólicas) y no constituyen una comunica-
ción (no se dirigen a nadie). Tampoco está el origen del lenguaje en las interjecciones, ni en las
palabras onomatopéyicas; porque el lenguaje es un método exclusivamente humano, y no instin-
tivo, de comunicar ideas, emociones y deseos por medio de un sistema de símbolos producidos
de manera deliberada.
Se dice que la producción de esos sonidos se lleva a cabo gracias a los llamados «órganos
del habla». Pero no existen esos órganos del habla; lo que hay son órganos que, de manera acci-
dental, pueden servir para la producción de los sonidos del habla: pulmones (respiración), laringe,
paladar (gusto), nariz (olfato), lengua, dientes (trituración) y labios se emplean para la producción
de la palabra, pero no se pueden considerar como órganos primarios del habla, del mismo modo
que los dedos no se pueden considerar órganos esencialmente hechos para tocar el piano.
El habla no es una actividad simple realizada por órganos biológicamente adaptados para ese
objeto. El habla es una red compleja y siempre cambiante de adaptaciones diversas que tiende a
la deseada meta de comunicar ideas. Desde el punto de vista fisiológico el habla es un grupo de
funciones adyacentes.
Los sonidos del habla están localizados en el centro auditivo del cerebro y en los centros nervio-
sos secundarios. Las localizaciones auditivas son las más importantes de todas en lo que se refiere
al lenguaje. Pero un sonido del habla localizado en el cerebro dista mucho de constituir un elemento
del lenguaje; es preciso que se asocie con algún elemento de la experiencia (imagen visual) o con
una sensación. Ese elemento de la experiencia es el contenido o «significado» de la palabra.
La esencia del lenguaje está en el hecho de tomar sonidos convencionales, articulados de ma-
nera voluntaria, como representantes de los diversos hechos de la experiencia. La palabra árbol no
es un hecho lingüístico por el efecto acústico; tampoco por los procesos motores de las sensa-
ciones táctiles; ni a causa de la percepción visual de la escritura del término árbol; ni por motivo
de la memoria de alguna de estas experiencias o de todas ellas juntas. La palabra árbol es un
hecho lingüístico cuando todas estas experiencias, combinadas, se asocian con la imagen de un
árbol. Pero no cualquier tipo de asociación; ha de ser una asociación simbólica. Es decir, la palabra
ha de denotar imagen, ha de roturar imagen. Esa asociación es, además, voluntaria y arbitraria.
Si la palabra árbol terminara con una sola imagen de un árbol determinado, el lenguaje tendría
escaso valor para la comunicación. El mundo de nuestras experiencias necesita ser simplificado y
generalizado para que sea posible llevar a cabo un inventario simbólico de todas nuestras experiencias
de cosas y de relaciones. Los elementos del lenguaje (símbolos de nuestras experiencias) tienen que
asociarse con clases bien definidas de experiencia y no con las experiencias en sí mismas. Porque
la experiencia aislada no radica más que en la conciencia individual, y, para que sea comunicable,
necesita relacionarse con una categoría que la comunidad acepte como una identidad: mi noción de
árbol debe fundirse con las nociones que se han formado todos los individuos que lo han visto.
Esta primera simplificación de la experiencia se encuentra en los nombres propios (palabras
que designan individuos u objetos individuales). Siguiendo adelante, debemos poner en un solo
bloque masas de experiencias con rasgos comunes, a pesar de las grandes diferencias de detalle.
Árbol ya no es una experiencia aislada, sino un concepto; una envoltura de pensamiento en la
cual están encerradas miles de experiencias distintas y que es capaz de contener otras muchas.
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Lo que el signo lingüístico une no es un nombre y una cosa, sino un concepto y una imagen
acústica. Ambas partes deben presentarse unidas. Si oigo la palabra árbol, la reconozco como
un signo que me transmite algo, porque en mi interior hay una imagen mental de ese objeto y
una imagen mental de esa palabra. Si la oye una persona que no sepa español, no entenderá
la palabra árbol, porque no tiene memorizada, junto a la imagen mental del objeto, la imagen
acústica «árbol».
Al conjunto que forman el concepto y la imagen acústica lo llama signo. Da el nombre de
significado al concepto y el de significante a la imagen acústica.
El signo lingüístico tiene cinco conocidos caracteres o rasgos diferenciadores:
a) vocal,
b) lineal,
c) doblemente articulado,
d) arbitrario y
e) mutable e inmutable a la vez.
Pero lo que diferencia el sistema de comunicación constituido por las lenguas naturales hu-
manas de todos los demás medios de comunicación, humanos o no (su especificidad), no está ni
en la intención de comunicar, ni en el carácter lineal del lenguaje, ni en la arbitrariedad del signo
lingüístico, ni en la noción de sistema de signos, sino en la doble articulación del lenguaje.
Decimos que un mensaje está articulado cuando se puede analizar y descomponer en ele-
mentos menores que pueden ser utilizados en la composición de otros mensajes. Los elementos
de la secuencia «El niño canta» (el, niñ-, o-, cant-, a-), los podemos encontrar en otros mensa-
jes. La doble articulación es la propiedad del lenguaje humano consistente en la posibilidad de
segmentación de cualquier cadena hablada en unidades mínimas de dos tipos: significativas
(monemas) y distintivas (fonemas).
La unidad superior con la que se trabaja en lengua es el enunciado. Los enunciados son
magnitudes significativas susceptibles de ser descompuestas en elementos menores dotados
también de significación: los signos mínimos o monemas, elementos menores no divisibles. Los
monemas son a la frase como los ladrillos a la construcción: unidades mínimas. Los monemas
son las unidades de la primera articulación.
La primera articulación supone una gran economía en el lenguaje, pues nos ahorra tener que
memorizar una forma distinta para cada uno de los contenidos de conciencia posibles.
La segunda articulación está formada por unidades no significativas, pero que sirven para
diferenciar significados: la «e» nos sirve para diferenciar «mesa» de «masa», de «misa», de «musa».
Las unidades de la segunda articulación son fonemas. Son unidades mínimas porque ya no
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pueden ser divididas en unidades más pequeñas. Su función es sólo distintiva: paso, peso, piso,
poso, puso. Los fonemas a, e, i, o, u, no significan nada por sí mismos: sirven para diferenciar el
significado de las palabras.
La segunda articulación supone también una gran economía en el lenguaje, ya que, gracias
a ella, las lenguas, con un número reducido de fonemas, pueden construir todos los monemas
de la primera articulación.
La doble articulación permite una gran economía de medios en el intercambio de mensajes
lingüísticos. Con los 24 fonemas de nuestra lengua podemos construir miles y miles de signifi-
cantes distintos. De igual forma, a partir de estos fonemas y un número de reglas obtenemos el
infinito número de mensajes posibles en español.
Con 18 signos mínimos de las series A, B y C, construimos 216 mensajes distintos (sin ne-
cesidad de modificar ni el orden ni las relaciones sintácticas).
Todos los elementos lingüísticos se encuentran en una doble relación: sintagmática (se da
entre los elementos presentes en el discurso; es una relación «en presencia») y paradigmática (se
da entre cualquiera de los elementos que aparecen en el discurso y aquellos que podrían haber
aparecido en su lugar; es una relación «en ausencia»). Ambas relaciones nos señalan una gran
verdad en el lenguaje: cuando hablamos estamos continuamente haciendo una «elección» entre
todos los elementos que componen el lenguaje para comunicar lo que queremos.
CÓDIGO
Médium Médium
Médium Médium
REFERENTE
El signo tiene una función primordial: comunicar ideas por medio de los mensajes. Esta
operación supone la acción de varios elementos: a) un objeto o cosa de la que se habla (refe-
rente); b) un código, cuyo conjunto de signos facilite la comprensión del mensaje; c) un medio
de transmisión que sirva de vehículo del mensaje; d) un destinador o emisor del mensaje; e) un
destinatario o receptor del mensaje. Gráficamente:
El emisor envía un mensaje al receptor o destinatario. El mensaje tiene un contenido (refe-
rente). Para que ese mensaje llegue al receptor hace falta un contacto físico y sobre todo psicoló-
gico (médium). Por fin, si el mensaje enviado por el emisor al receptor comunica una información,
es porque tanto uno como otro tienen en común un código.
– El emisor (en lengua, el hablante), es la persona que elige las señales que necesita para
transmitir y codificar el mensaje.
– El receptor (en lengua, el oyente), es la persona a la que se dirige la comunicación y
tiene que descodificar el mensaje.
Onomasiología
Hablante Oyente
A veces nos ocurre no poder expresar con palabras todo aquello que querríamos comunicar;
nos hallamos con la sensación de no encontrar las palabras que expresen suficientemente todo
nuestro interior y lo que queremos comunicar. ¿Qué sucede? Que la lengua es un molde que a
veces se queda estrecho y no puede encerrar todo nuestro pensamiento, no puede decir todo lo
que queremos.
El oyente, receptor del mensaje, lo valorará para poder captar la comunicación. Para el oyen-
te se trata de una interpretación, que la solucionará recorriendo el camino exactamente inverso
al hablante: camino semasiológico o interpretativo.
Semasiología
Hablante Oyente
Pensamiento Pensamiento
El pensamiento del hablante pasa al oyente a través de la palabra, que cumple su misión de
instrumento de la comunicación.
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sión, aunque ésta sea la de no decidirse. El soliloquio no se sostiene en voz alta ni tampoco en
tono de susurro, sino que transcurre totalmente como diálogo interior, como discurso «pensado».
a) Algunas veces al monólogo le faltan los rasgos del lenguaje hablado, pues el hablante lo
que ha hecho es escribir lo que ha de decir y luego aprendérselo. En este caso, el lengua-
je carece de la vitalidad, imprevisión y viveza que suele tener cualquier lenguaje hablado
en condiciones normales. El hablante a veces es un lector de un texto escrito.
b) Los fines que se proponga obtener el hablante de su público marcarán las características
que ha de tener su exposición. El fin marca la forma de hablar. No será lo mismo el
lenguaje que un funcionario utiliza ante una persona con solvencia lingüística y cultural
que el utilizado ante una anciana, tal vez analfabeta, que se acerca al mismo funcionario
pidiéndole le ayude a rellenar un impreso. Los fines marcan las formas de hablar.
c) El lenguaje hablado monologado suele ser preciso y exacto. El monólogo carece de inte-
rrelación comunicativa; su dirección es única: del emisor al receptor; es un lenguaje que
suele ser lineal, preciso y exacto. En general, el monólogo es un lenguaje en el que la
cadena hablada sufre pocas modificaciones tonales, se suele hacer monocorde, con la
consiguiente pérdida de interés por parte del destinatario.
Para hacer una presentación ordenada y coherente se hace imprescindible una comprensión
clara y previa del tema a exponer. Es necesario entender primero lo que se va a decir. La in-
telección precisa del tema dará una comunicación precisa del mismo. Acto seguido se procederá
a una espontánea ordenación de todo lo que se va a exponer en torno a la idea central. Se hará
distinción entre lo principal y lo secundario, para darles la categoría y el tiempo que realmente
merezcan, de manera que siempre quede resaltado lo auténticamente importante.
Los objetivos presidirán la exposición. La comprensión perfecta y la ordenación de las ideas
no bastan para lograr los objetivos de la comunicación. Son éstos, precisamente, los que presidi-
rán la misma. Si el hablante sabe lo que quiere, pondrá todos los medios apropiados para conse-
guir comunicar a sus oyentes el contenido de su mensaje. Hay que combatir la monotonía. La
monotonía es la enemiga esencial del lenguaje monologado. El interés del oyente puede ir deca-
yendo con facilidad si no es sostenido por recursos que lo mantengan en el tema. Las constantes
preguntas puede ser una forma de tenerle pendiente de la palabra expuesta.
Lo dicho anteriormente es válido para todo tipo de lenguaje monologado. Digamos, como
síntesis, que todo lenguaje debe estar acomodado al objetivo que el hablante busca con la comu-
nicación. Olvidar los fines es casi siempre causa de error en la elección de los medios a emplear.
Todo lenguaje debe acomodarse a los fines que intente.
3.1.3. El diálogo
El diálogo es la forma más universal de comunicación. La manera más corriente y uni-
versal de comunicación es la conversación entre dos o más personas, por medio de la palabra.
Desde que nacemos se nos estimula constantemente al aprendizaje de la palabra. La trans-
misión del lenguaje hablado es una actividad que se realiza en el seno de la vida familiar para
hacer posible la incorporación del niño a la sociedad. La vida del ser humano está constituida,
ante todo, por la interacción con los demás hombres a través de la lengua común, actualizada
en el habla. Cuando dos o más personas hablan sobre cualquier punto de la vida humana están
dialogando, poniendo en común su pensamiento.
El diálogo es una comunicación en donde participan activamente los dos polos del
circuito. Diálogo, etimológicamente, significa «palabra compartida por dos». Sabemos que el
hombre es un ser sociable. De su sociabilidad le nace el deseo de hablar con los otros hombres.
Estamos dialogando todo el día. El diálogo es la forma más natural y universal de comunicación.
El hombre se va haciendo a través del diálogo con los demás. Porque el diálogo es la forma
más perfecta de comunicación: un emisor y un receptor entre los cuales se intercambia un men-
saje transmitido por un medio apropiado. Cuando la comunicación se da en ambos sentidos, los
dos polos del circuito se convierten alternativamente en emisores y receptores. Este es el tipo de
comunicación que tiene lugar en el diálogo: en él participan activamente los dos polos del circuito
comunicativo.
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Hay que hablar lentamente hasta adquirir un hábito de vocalizar y de silabear; una
vez lograda una vocalización más clara, la velocidad ha de adecuarse al tema, al
oyente y al valor de las ideas que deseamos destacar.
– Pausas. Las pausas sirven para puntualizar los pensamientos. Ortográficamente, la
coma, el punto y coma y el punto sirven para separar las palabras escritas en grupos
de pensamientos; ortológicamente, las pausas de distinta duración nos ayudan a
separar las palabras habladas en unidades que tienen significado en conjunto.
La pausa, al facilitar las inflexiones de la voz, el cambio de tono y de ritmo, contribu-
ye a mantener más viva la atención. El uso inadecuado de la pausa en la conversa-
ción resulta tan ineficaz como el uso de una inadecuada ortografía en un escrito.
Las pausas pueden ser: a) psicológicas: se producen cuando el hablante quiere
permitir al oyente un momento de reflexión; b) lógicas: son breves y se usan al
término de una frase importante; c) afectivas: si se desea suscitar la emoción en
el oyente y d) respiratorias: cuando, agotada la respiración, se hace necesaria una
nueva inspiración. Una modalidad especial de pausa es el silencio, especialmente
querido y deseado por el que habla. Bien usado (detrás de una pregunta retórica, por
ejemplo), el silencio (que no es más que una pausa prolongada) ayuda a mantener
el interés del oyente; pero usado anárquicamente tiene resultados negativos.
– Ritmo. Es la relación entre los acentos y las pausas. Está íntimamente relacionado
con la velocidad en el habla. Los contrastes en el ritmo tienen suma importancia
para la expresividad de nuestras palabras y para la atención de nuestro interlocutor.
Una persona de temperamento excitable habla siempre a un ritmo apresurado; una
persona tranquila habla con un ritmo más lento. El entusiasta y reflexivo procura
evitar ambos extremos.
– Tono. Cuando hablamos comunicamos no sólo con las palabras sino también medi-
ante un elemento sonoro no verbal: la entonación, que juega un papel fundamental
en la comunicación oral. Debemos hablar en tono de voz normal, que tiene amplios
registros. Quienes no aprovechan la amplitud de registros del tono normal, caen en
la monotonía; quienes lo hacen, dan vivacidad a sus comunicaciones.
La entonación puede ser: a) ascendente: sugiere interrogación, indecisión, incerti-
dumbre, duda o suspense; b) descendente: sugiere firmeza, determinación, certeza,
decisión o confianza; c) mixta (descendente y ascendente a la vez): sugiere conflicto
o contradicción de los significados y se usa para denotar ironía o sarcasmo o para
exponer sugerencias.
Por medio del empleo adecuado de estas variantes, podemos lograr que el significa-
do de una frase sea más claro y más preciso.
d) Énfasis. Para dar sentido a lo que se dice, a veces hay que acentuar lo que tiene más in-
terés, es decir, poner énfasis en aquellas palabras o frases en las que el hablante quiere
llamar la atención del oyente. Pero se ha de procurar no caer en dos prácticas viciosas:
el uso exagerado de la fuerza enfática y el uso del énfasis de una manera continua.
La mejor práctica consiste en seleccionar las ideas realmente importantes y apoyarse en
ellas sólo con el énfasis que merecen.
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Todo el esfuerzo del que habla (superior en principio al esfuerzo y responsabilidad del que
escucha) debe orientarse a que se consiga esta comunicación, y para ello ha de tener presente
la situación anímica, nivel moral y cultural, edad, aficiones, capacidad intelectual, receptividad...
del interlocutor, porque de lo contrario no hay comunicación.
Sintonizar con el oyente es objetivo obligado, y a veces difícil, que debe imponerse a sí mismo
quien aspire a comunicar sus ideas, sus planes o sus sentimientos. Es mucho más fácil decir las
cosas tal como a uno le gustaría, pero esto es un error cuyo precio puede ser el no ser escuchado.
El emisor ha de buscar hacerse entender y no caer en la cómoda tentación de buscar el lu-
cimiento personal, imposible, por otra parte, si el oyente se niega a escuchar. «Es mejor bajar la
puntería y ser entendido, que subirla y ser admirado».
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3.2.1. La voz
Crea las primeras imágenes e impresiones de la institución; por tanto, nuestra voz será:
agradable, natural, clara y armoniosa, no regresiva. No deberá ser: monótona, apagada, brusca.
Además, cuando hablemos, lo haremos con nitidez, articulando bien las palabras y a una veloci-
dad normal.
3.2.2. La actitud
Nuestra actitud ha de ser en todo momento positiva y profesional. No olvidemos que las
respuestas agradables transforman situaciones negativas en positivas. Reflejemos entusiasmo,
confianza en nosotros mismos, deseos de ayudar, formalidad, seriedad y sinceridad.
3.2.3. El lenguaje
Evitemos usar términos desconocidos o que puedan generar confusión en los clientes; sea-
mos claros y precisos en la elección de nuestras palabras. Por lo general, los ciudadanos no
suelen estar acostumbrados a los tecnicismos; por ello convendría evitar emplearlos. En el caso
de que fueran imprescindibles, explicaremos con claridad lo que estamos diciendo y las posibles
repercusiones que pueda tener sobre el cliente.
3.2.4. El silencio
Muchas veces, obligados por la necesidad, tenemos que guardar unos segundos de silencio.
Esos segundos se le hacen interminables al cliente que está al otro lado del teléfono. De tener
que guardar silencio, explicaremos al cliente qué es lo que vamos a hacer durante ese tiempo
que él se va a quedar esperando al otro lado de la línea telefónica. Si vamos a tardar más de un
minuto, hemos de decírselo, ofreciéndonos a volverle a llamar tan pronto como podamos, procu-
rando que no tenga que estar pendiente de nuestra llamada.
Por otra parte, cuando el cliente nos habla deberemos guardar silencio aplicando las técnicas
de escucha activa, con la finalidad de que el ciudadano aprecie que no sólo lo estamos oyendo
sino escuchando. Para no interrumpir al emisor, hagamos uso de la función fática del lenguaje
utilizando expresiones del tipo: sí..., ya..., claro..., desde luego..., entiendo..., etc.
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– Realización de la llamada: durante la realización hay que seguir una serie de pasos:
* Saludar.
* Presentarnos.
* Crear un clima acogedor en la conversación. Para ello, es importante emplear el
nombre de nuestro interlocutor frecuentemente (sin abusar). El nombre de una
persona es da las cosas más apreciadas y con la que más se identifica.
* Justificar la llamada.
* Aplicar la técnica de escucha activa.
* Exponer el tema de forma objetiva y profesional. Para ello deberemos: precisar,
aclarar y llegar a un acuerdo.
* Concretar lo acordado y recordar al cliente que estamos a su servicio.
* Despedirnos adecuadamente.
b) Recepción de la llamada. Tendremos en cuenta las siguientes fases:
– Contestar la llamada lo antes posible, sin hacer esperar. Por lo general, una llamada
nunca debe superar los tres tonos.
– Identificarse (el personal de centralita tendrá un listín telefónico con todo el personal
para poder pasar la llamada a la mayor brevedad).
c) Una vez que la llamada ha pasado la centralita y llega a su destino final, conviene:
– Saludar, presentarnos y ofrecer nuestra ayuda.
– Centrarnos en la llamada y aplicar las técnicas de escucha activa.
– Hablar agradablemente, crear una atmósfera positiva entre nosotros y el cliente.
– No mantener conversaciones paralelas.
– Explicar al cliente por qué está esperando (p. ej.: buscamos información).
– Agradecer su llamada; recordarle que estamos a su servicio y despedirnos de una
forma correcta (es importante esperar que la otra persona cuelgue primero, ya que si
lo hacemos nosotros puede pensar que deseamos librarnos de ella lo antes posible).
– En caso de atender la llamada directamente, nos identificaremos con nuestro
nombre.
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e) Recibir mensajes: a la hora de tomar nota de una llamada es importante usar impre-
sos y no cualquier papel o post-it que encontremos a mano. Conviene guardar estos
impresos en el mismo taco; así no se nos pasa nada esencial. Un posible modelo es el
siguiente:
Para:_________________________________________________
De_______________________________________
Empresa:_________________________________
Teléfono:_ ________________________________
Recado:__________________________________
_________________________________________
_________________________________________
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Esto permite no caer en incorrecciones morfológicas y sintácticas que se dan con fre-
cuencia en el fluir de la conversación ordinaria. Consecuencia de ese «tempo» es que el
escrito puede resultar más exacto y puede reproducir con mayor precisión y concisión el
pensar y sentir del que escribe.
e) El lenguaje escrito no reproduce exactamente el oral. Aunque es un deseo de
muchos escritores el escribir como se habla, realmente, nadie escribe como habla. Hay
personas que hablan bien y, sin embargo, tienen dificultades para escribir; también ocu-
rre el caso contrario. Nunca se escribe exactamente tal como se habla.
Y es que la lengua hablada permite palabras, construcciones, interrupciones, y desórdenes
que no son permisibles en la lengua escrita. Al hablar se cometen incorrecciones, se utilizan es-
casas palabras, en ocasiones no se rematan las frases... y es que el gesto, la expresión del rostro,
el tono de voz, la situación en que se habla... contribuyen a entender y ser entendido, pues suplen
las deficiencias de nuestro lenguaje oral.
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4. LA COMUNICACIÓN NO VERBAL
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Los gestos, para ser eficaces, han de proceder espontáneamente de un estado de ánimo de
ansiedad, entusiasmo o emoción. Los gestos han de usarse con suma prudencia. Un uso abusivo
de los mismos puede acarrear resultados negativos en la comunicación. Los gestos han de favo-
recer siempre las posibilidades comunicativas y la repercusión positiva del mensaje.
Hay gestos y mímicas eficaces:
– Sinceridad: concordancia entre lo que se siente y lo que se revela a través del gesto o
de la mímica.
– Sincronismo: cuando las palabras expresen duda será el momento preciso en que deba
aparecer un rictus dubitativo en el rostro del emisor.
– Exactitud: no bastará solamente apuntar un gesto ni abandonarlo después de haberlo
comenzado.
– Diversidad: «Las cosas dos veces repetidas agradan»; más de dos veces, pueden des-
agradar. La repetición frecuente de un gesto acaba por importunar.
– Sencillez: evitar a toda costa las falsas sonrisas, los ojos deliberadamente entornados,
los movimientos pedantescos o las admiraciones suspiradas, que se apartan de la natu-
ralidad.
Conviene distinguir entre gesto y gesticulación. El gesto es una expresión muy personal, un
desahogo íntimo. El mejor gesto es el que acierta a exteriorizar, con el cuerpo o con algún miem-
bro del cuerpo (brazos y manos), lo que desea expresar el hablante cuando no puede comunicarlo
con el solo concurso de la palabra, porque si ésta es suficiente, el gesto sobra. La gesticulación
es un movimiento anárquico e incontrolado del propio cuerpo, un movimiento artificioso e inex-
presivo o que no expresa lo que pretende quien lo realiza.
Los gestos de las manos se hacen casi siempre acompañados de gestos del brazo. Las
manos son un buen emisor de señales. Podemos realizar con ellas gestos concretos, cargados de
significación. A medida que se avanza, si el que habla va sintiendo lo que dice, necesita acompa-
ñar sus palabras con el gesto de las manos y de los brazos.
– Gestos convencionales. Son los movimientos básicos de las manos y los brazos que,
gracias a la rutina de la costumbre, han llegado a constituir una especie de lenguaje por
signos de carácter universal. Mover las manos demasiado cansa al receptor; no moverlas
da a entender rigidez, mala gana y alejamiento.
Las manos han de estar a la vista del interlocutor. Hablar con las manos en los bolsillos
es una incorrección. No es necesario decir que la higiene de las manos es el dato perso-
nal que más influye en el receptor desde el primer momento. Son gestos convencionales
de las manos:
* Señalar, indicar: cuando el hablante quiere llamar la atención sobre una idea o un
objeto, apunta hacia él con el índice de la mano derecha (o de la izquierda).
* Dar o recibir: se extiende las mano con las palmas hacia arriba. Este mismo gesto
sirve para presentar una nueva idea o para pedir ayuda al destinatario para la idea
que expone.
* Rehusar o rechazar: movimiento oscilante de la mano con la palma hacia el público.
* Puños apretados: expresa intensidad de sentimientos, con ira o firme determinación.
* Precaución: el hablante hace como que apoya su mano en el hombro de su interlo-
cutor para advertir a los oyentes del peligro que encierra perder la ecuanimidad.
* División: el hablante acerca y separa las palmas de las manos ente sí, mantenién-
dolas paralelas, indicando la separación neta y clara de los hechos.
– Gestos descriptivos. Son movimientos de las manos y de los brazos, menos tradicio-
nales y más individualizados, con los que se pretende describir o imitar directamente las
ideas que se quiere comunicar. Son actividades del cuerpo que no pueden plasmarse o
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La mirada
Todo el mundo se comunica con la mirada. En las comunicaciones cara a cara utilizamos la
mirada para asegurarnos que el receptor está asimilando nuestro mensaje y que nos está escu-
chando. En la cultura occidental las miradas se realizan durante unos segundos, pero reiteradas
veces. Tendemos a desconfiar de las personas que no miran a los ojos de forma directa o de las
que no apartan su mirada de la nuestra durante diez o más segundos (sobre todo si está física-
mente cerca de nosotros).
NOTA: En ciertas culturas orientales se considera de mala educación mirar directa-
mente a los ojos de otra persona. Acto semejante es considerado por el interlocutor como
un desafío y no como una señal de mayor atención al mensaje.
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La expresión facial
El rostro humano puede realizar cientos de miles de expresiones diferentes, pero muchos de
estos gestos sólo se producen durante centésimas de segundos, por lo que pueden pasar des-
apercibidos. De todos es conocido el significado de las distintas expresiones faciales: saturación,
fatiga, enfado, alegría, dolor...
El «paralenguaje»
Cuando hablamos, nuestra voz comunica una gran cantidad de información no incluida en
los sonidos de las palabras que pronunciamos. Esta información adicional e involuntaria es el
paralenguaje, cuyos elementos básicos son: velocidad de pronunciación de las palabras, las pau-
sas, la enunciación, el tono, la vocalización, el volumen... Como el resto de los elementos de la
comunicación no verbal no están presentes en la comunicación telefónica, el paralenguaje es
especialmente importante en la comunicación por teléfono.
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a los interesados en un expediente determinado sobre las incidencias del mismo, escuchando a
quienes deseen hacer sugerencias o tengan iniciativas para mejorar el servicio público, a quienes
formulen quejas y reclamaciones por sentirse desatendidos o lesionados en sus derechos, a quie-
nes pidan atención, ayuda, respuestas, etc.
Las informaciones que se suministren a los consultantes serán claras y sucintas, y versarán,
en todo caso, sobre hechos y situaciones o estados de tramitación o comunicación de expedien-
tes en que estén interesados.
La información encomendada a las unidades y oficinas de información administrativa podrá
ser general o particular.
Información general es aquella que se refiere a los siguientes aspectos:
a) La relativa a la identificación, fines, competencia, estructura, funcionamiento y localiza-
ción de organismos y unidades administrativas.
b) La referida a los requisitos jurídicos o técnicos que las disposiciones impongan a los
proyectos, actuaciones o solicitudes que los ciudadanos se propongan realizar.
c) La referente a la tramitación de procedimientos, a los servicios públicos y prestaciones,
así como a cualesquiera otros datos que aquellos tengan necesidad de conocer en sus
relaciones con las Administraciones públicas, en su conjunto, o con alguno de sus ámbi-
tos de actuación.
La información general se facilitará obligatoriamente a los ciudadanos, sin exigir para ello la
acreditación de legitimación alguna.
Información particular es la concerniente al estado o contenido de los procedimientos en
tramitación, y a la identificación de las autoridades y personal al servicio de la Administración
General del Estado y de las entidades de derecho público vinculadas o dependientes de la misma
bajo cuya responsabilidad se tramiten aquellos procedimientos.
Esta información sólo podrá ser facilitada a las personas que tengan la condición de intere-
sados en cada procedimiento o a sus representantes legales.
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Artículo 23.- Los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos públicos, directa-
mente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio
universal.
Artículo 29.- Todos los españoles tendrán el derecho de petición individual y colectiva, por
escrito, en la forma y con los efectos que determine la ley.
Los miembros de las Fuerzas o institutos armados o de los Cuerpos sometidos a disciplina
militar podrán ejercer este derecho sólo individualmente y con arreglo a lo dispuesto en su legis-
lación específica.
Artículo 51.- Los poderes públicos promoverán la información y la educación de los consu-
midores y usuarios, fomentarán sus organizaciones y oirán a éstas en las cuestiones que puedan
afectar a aquellos, en los términos que la ley establezca.
Artículo 53.- Los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo segundo del presente
Título vinculan a todos los poderes públicos, sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su
contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades, que se tutelarán
de acuerdo con lo previsto en el artículo 161, 1,a).
Cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y derechos reconocidos en el
artículo 14 y la Sección primera del Capítulo segundo ante los Tribunales ordinarios por un proce-
dimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad y, en su caso, a través del recurso
de amparo ante el Tribunal Constitucional. Este último recurso será aplicable a la objeción de
conciencia reconocida en el artículo 30.
Artículo 54.- Una ley orgánica regulará la institución del Defensor del Pueblo, como alto
comisionado de las Cortes Generales, designado por éstas para la defensa de los derechos com-
prendidos en este Título, a cuyo efecto podrá supervisar la actividad de la Administración, dando
cuenta a las Cortes Generales.
Artículo 77.- Las Cámaras pueden recibir peticiones individuales y colectivas, siempre por
escrito, quedando prohibida la presentación directa por manifestaciones ciudadanas.
Las Cámaras pueden remitir al Gobierno las peticiones que reciban. El Gobierno está obligado
a explicarse sobre su contenido, siempre que las Cámaras lo exijan.
Artículo 103.- La Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa
de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordi-
nación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho.
Artículo 105.- La Ley regulará el acceso de los ciudadanos a los archivos y registros adminis-
trativos, salvo en lo que afecte a la seguridad y defensa del Estado, la averiguación de los delitos
y la intimidad de las personas.
Artículo 109.- Las Cámaras y sus Comisiones podrán recabar, a través de los Presidentes de
aquéllas, la información y ayuda que precisen del Gobierno y de sus Departamentos y de cuales-
quiera autoridades del Estado y de las Comunidades Autónomas.
Artículo 129.-1. La ley establecerá las formas de participación de los interesados en la Se-
guridad Social y en la actividad de los organismos públicos cuya función afecte directamente a la
calidad de la vida o al bienestar general.
Artículo 149.- El Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias:
1ª. La regulación de las condiciones básicas que garanticen la igualdad de todos los españo-
les en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de los deberes constitucionales.
18ª. Las bases del régimen jurídico de las Administraciones públicas y del régimen estatutario
de sus funcionarios que, en todo caso, garantizarán a los administrados un tratamiento común
ante ellas; el procedimiento administrativo común, sin perjuicio de las especialidades derivadas
de la organización propia de las Comunidades Autónomas; legislación sobre expropiación forzosa;
legislación básica sobre contratos y concesiones administrativas y el sistema de responsabilidad
de todas las Administraciones públicas.
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Toda empresa cuida sobremanera la imagen que el público pueda tener sobre ella. En la ac-
tualidad, cualquier institución (privada o pública) tiene que justificar su existencia a través de los
servicios que presta y, además, ha de dar de sí misma una imagen lo suficientemente clara como
para ganarse la simpatía y confianza del público. El apoyo de la opinión pública y la confianza de
los segmentos sociales con que la Administración se relaciona y a quienes sirve, es una de las
metas propuesta por todas las empresas. Influye mucho en esa opinión la imagen que exteriorice
el servicio y la atención al ciudadano.
La empresa pública, la Administración, se exterioriza a través de sus representantes, entre
los que se encuentran, con carácter de prioridad, los informadores públicos, cuyo buen hacer y
profesionalidad dará a conocer una buena imagen de la Administración en la que trabajan, del
servicio de atención al ciudadano y de su función social, en la búsqueda de que, tras la opinión
favorable, los ciudadanos reciban no sólo la respuesta idónea a sus necesidades de información y
a la ayuda para la tramitación de trámites burocráticos, sino también un trato humano aceptable y
adecuado a su calidad de ciudadano. De la calidad de esa información y de la calidad del mensaje
que se envíe a los ciudadanos va a depender, repetimos, la imagen que la sociedad tenga del
servicio y atención públicos al ciudadano.
El trabajo de auxiliar administrativo implica, la mayor parte de las veces, una relación humana
de confianza. Pero la verdad es que la actividad de atención al ciudadano no goza siempre de la
mejor imagen. Tal vez la raíz del problema esté en la falta de información del público al respecto
o la no puesta en práctica de los rasgos característicos personales que todo informador público
ha de tener presentes en la realización de su trabajo. En efecto, el perfil del informador público
en su trabajo de atención al ciudadano está conformado por cualidades susceptibles de aprender
y de mejorar con la realización del propio trabajo. Se trata, más que de unos dones naturales, de
una técnica de trato con los clientes. Y esa técnica se puede aprender y mejorar con la práctica.
En este punto parece oportuno recordar que, a diferencia de los productos primarios y se-
cundarios vendidos por empresas del sector privado, para los que el consumidor paga un precio
a cambio de algo que lo puede apreciar a través de los sentidos y que puede usar y poseer de
inmediato (el consumidor adquiere, antes, el objeto real y, luego, paga), un informador público
«vende» productos del sector terciario, es decir, productos intangibles con una doble vertiente: a)
de inmediatez: el sentimiento de seguridad en la información que necesita ante situaciones que
como ciudadano vive; b) de promesa a corto plazo (el momento en el que se produzca el problema
que necesita solucionar).
Paga sus impuestos a cambio de la promesa de un servicio. Porque a veces, la atención al
ciudadano es, en principio, la promesa de un servicio que, como promesa, no se ve. Cuando una
persona se acerca a un informador público lo hace porque siente necesidad de información y de
solución a su problema personal. Cuando se soluciona éste es cuando llega la hora de la verdad
para ambas partes: el cliente porque puede comprobar que ha acertado en la decisión de aseso-
rarse, el informador público porque ha demostrado su capacidad para resolver con profesionalidad
situaciones propias de su quehacer laboral.
NOTA: En una encuesta publicada por «Forum Corporation» acerca de las causas
por las que los clientes de las compañías aseguradoras abandonan éstas cancelando las
pólizas suscritas, se llega a la conclusión de que el 70% de los asegurados abandonan
sus compañías porque han recibido poca atención individual y porque la poca atención
recibida era de mala calidad: descortesía y escasa actitud de servicio.
NOTA: Un cliente poco satisfecho con el servicio recibido puede resultar muy perjudi-
cial para la institución pública, pues la imagen negativa que puede propagar en su círculo
de relaciones ni la mejor campaña publicitaria conseguirá mejorarla.
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De poco sirve tener empleados y funcionarios bien entrenados en el trato con el público, muy
amables y respetuosos, pero que a la hora de la verdad (satisfacer al ciudadano) no sepan decirle,
con los mejores resultados, a dónde o a quién debe dirigirse.
La atención al cliente y la calidad en el servicio son un reto en todos los aspectos de la vida
social, pues de lo que se trata es de que, cuando los ciudadanos necesitemos un servicio o una
información, nos sea facilitado por una persona amable en el trato y en las formas y, a ser posible,
en el momento en que lo pedimos y como lo pedimos.
La atención al ciudadano cliente de la Administración no termina nunca, ni siquiera cuando
un cliente deja de necesitar atención e información de los informadores públicos.
EL CIUDADANO CLIENTE
– Es la persona más importante para la empresa pública.
– Hace un favor a los informadores públicos cuando acude a ellos.
– Espera que se le resuelvan sus problemas de atención e información al ciudadano.
– Puede influir sobre cuestiones vitales del servicio público.
– No puede ser ni quedar defraudado porque quien le atiende se vaya por las ramas.
– Hay que escucharle para identificar sus problemas. Para escuchar, preguntar.
– Hay que atender con rapidez y reflexión sus reclamaciones.
– Hay que motivarlo proporcionándole datos prácticos.
– Toda la empresa pública es responsable de las relaciones con los ciudadanos clientes.
– Deben sentir interés por parte del informador público para con sus problemas.
– Han de percibir disposición permanente de ayuda y servicio.
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TIPOLOGÍA DE CIUDADANOS
CLIENTES CARACTERÍSTICAS TRATO
Hablan mucho
Ser amable y abierto
Se salen del tema
Habladores Encauzarles en el tema
Muy impulsivos
Brevedad, cortesía
Abiertos y comunicativos
Avasallan, insultan Autocontrol
Excitables Exigentes Calmarle y escucharle
Muy susceptibles Argumentos objetivos
Reservados Prestarles confianza
Tímidos Asustados e inseguros Prestarles ayuda
Prefieren escuchar Tratarles en reservado
.../...
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.../...
Calma
Negativistas Permanecer impasibles
Irrazonables Poco objetivos Conseguir cortos acuerdos
Creen tener la verdad absoluta Presentar argumentos
Mantenerse firmes
Conocimientos técnicos
Críticos
Dar detalles
Meticulosos
Inquisitivos Paciencia
Preguntar mucho
No contradecirse
Inseguros
Confiarles
Orgullosos Humildad
Engreídos No competir con él
Presuntuosos
Altivos Amabilidad
Creen saberlo todo Adulación
Hablan poco
Llevar nosotros la iniciativa
Van directamente al asunto
Silenciosos Ir al grano
Poco diplomáticos
Brevedad y cortesía
Desorientados, fríos
Paciencia y perseverancia
Desconfiados
Sinceridad
Escépticos Agudos y críticos
«Pasarse a su bando»
Ponen todo en entredicho
Dar garantías
«Listillos» Prudencia, escucharles
Entendidos
Creen saber mucho No enfrentarse
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.../...
8. Expresamos nuestras opiniones en una reunión, implicando a nuestros jefes.
9. En una reunión participamos activamente.
10. Pedimos al jefe, si nos interrume mientras hablamos, que nos deje termianr.
11. Discutimos abiertamente con un compañero que critica nuestro comportamiento.
12. Por un problema en el departamento, solicitamos una reunión con nuestro jefe.
13. Pedimos a alguien, que no cesa de preguntarnos, que nos deje en paz.
14. Admitimos a nuestro jefe que estamos confusos sobre nuestro próximo proyecto.
15. Pedimos a alguien que hace ruido en una reunión que se esté quieto o que se vaya.
16. Agradecemos a nuestro jefe cuando nos felicita por algo que hemos hecho bien.
17. Decimos a un camareo que no estamos satisfechos con el filete demasiado hecho.
18. Decimos a un amigo lo mucho que apreciamos el favor que nos ha hecho.
19. En una fiesta, nos presentamos a una persona atractiva de sexo contrario.
20. Insistimos al pintor de casa que vuelva a repasar algo que no nos ha satisfecho.
20-39 Tendencias pasivas.
40-59 Mezcla de pasiva y asertiva, tendiendo hacia pasiva.
60-79 Mezcla de pasiva y asertiva, tendiendo hacia asertiva.
80-89 Tendencias asertivas.
90-100 Tendencias agresivas.
Recuerde que la escala de «grado de conformidad» mide actitudes, mientras que la escala de
«similitud de comportamiento» mide comportamientos. Si la puntuación en cada columna varía
entre 8 o más puntos es que existe una clara discrepancia entre lo que se piensa y cómo se actúa.
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– Empatía.
– Profesionalidad y resolutividad.
En general los ciudadanos clientes esperan de la Administración que nos preocupemos por
sus problemas y los resolvamos con eficacia y solvencia.
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El feed back puede referirse no sólo a la recepción del mensaje sino a expresar de forma
verbal el impacto emocional del mismo: cómo nos afecta y qué sentimos.
Efectos positivos del feed back:
a) Apoya y estimula modos de comportamiento positivos, cuando éstos son reconocidos
(«Si no le he entendido mal, Vd. está interesado en...»).
b) Corrige modos de comportamiento: «Nos hubiera ayudado más si hubiera traído esta
carta nada más recibirla».
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c) Aclara las relaciones entre personas y ayuda a comprender mejor al otro: «Sincera-
mente, señor, pensaba que tardaríamos más en resolver su problema pero, gracias a su
ayuda, se nos ha hecho muy fácil. Haremos lo siguiente...».
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B) Respuesta al ciudadano
Una vez que hemos escuchado al cliente, el segundo paso es responderle prestándole el
servicio requerido: explicando, convenciendo o negociando.
Explicar. A menudo nos encontramos con la tarea de tener que explicar un asunto a un servi-
cio. Cuando un cliente se acerca a la Administración espera, entre otras cosas, recibir información
precisa sobre su problema o necesidad. Una explicación es una descripción de cómo, cuándo o
por qué ocurre algo. En la explicación:
– Nos aseguraremos de dar la información correcta. Si no estamos seguros de alguna
información lo comunicaremos y, si es posible, diremos también cuándo dispondremos
de la información precisa.
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Una de las mayores gratificaciones que podemos obtener de nuestro trabajo de atender a
los ciudadanos es la sensación de haber ayudado positivamente a satisfacer sus necesidades o
resolver su problema, obteniendo una solución satisfactoria tanto para el cliente como para la
Administración.
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Nunca hay que negarse a recibir cualquier tipo de reclamación. Recordemos que
cuando un ciudadano reclama no está enfadado con nosotros, sino con el problema que
padece, por lo que no tomaremos la reclamación como algo personal.
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transitoria única, sobre los plazos de adecuación a la normativa de este Real Decreto y una
Disposición derogatoria única, sobre la derogación normativa.
Termina el Real Decreto 208/96, de 9 de febrero, por el que se regulan los Servicios de Informa-
ción Administrativa y Atención al Ciudadano, con una Disposición final, sobre la ausencia de aumento
de gasto público, a la que le sigue una Disposición final, sobre la entrada en vigor del Real Decreto.
5.4.1. Objetivos
Así, la plena consolidación de la Sociedad de la Información y el Conocimiento, como ele-
mento clave para el desarrollo económico y social, hace que se incluya como línea estratégica
sectorial la implantación de la administración digital con un doble objetivo: en primer lugar, acer-
car al máximo los servicios de la Administración al ciudadano por medio de la diversificación de los
canales de acceso, otorgando prioridad al canal Internet pero sin olvidar los canales alternativos;
y, en segundo lugar, mejorar la calidad de los servicios prestados mediante el empleo de las Nue-
vas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (NTICs).
La atención telemática consiste en acercar la tecnología a los ciudadanos, en una primera
fase, en aquellos espacios en donde se relaciona presencialmente con la Administración, a fin de
promover y fomentar la implantación paulatina de la administración electrónica y posteriormente
en aquellos espacios públicos de amplia utilización por los ciudadanos, al objeto de facilitar sus
relaciones con las Administraciones públicas.
Para ello, se lleva a cabo la instalación de terminales que permiten el uso de las diferentes
herramientas y utilidades que las Administraciones públicas ponen a disposición de los ciudada-
nos y permiten la realización de consultas y operaciones electrónicas de carácter personal.
Con esta atención telemática se quiere conseguir:
– Potenciar el desarrollo de espacios virtuales de información y gestión electrónica.
– Promover el uso de la firma digital en las relaciones con las distintas administraciones
desde las propias Oficinas donde se puede obtener el certificado digital.
– Favorecer la accesibilidad a la información de las personas con discapacidad física, au-
ditiva y o de expresión.
– Promover y facilitar la tramitación telemática, generando flujos de información entre el
canal presencial, telefónico y telemático.
La moderna Administración pública, incluye entre sus objetivos «Mejorar la atención, infor-
mación y transparencia administrativa», con apertura de nuevos canales de comunicación para
favorecer el acceso de los ciudadanos a la sociedad de la información y la implantación progresiva
de la Administración electrónica.
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través de las que el ciudadano desee interactuar con la Administración (telefónico, Web, presen-
cial); y el establecimiento de un Sistema de Tramitación Telemática, mediante una plataforma que
posibilite el tránsito de un sistema meramente informativo sobre la tramitación de expedientes a
un sistema de interacción bidireccional, que permita la tramitación completa de los expedientes
seleccionados sobre la base de su demanda por los ciudadanos.
Para la implantación de la administración electrónica se ha optado por una solución global que
permita la información y tramitación telemática de los distintos procedimientos administrativos y que
dé soporte a los canales presencial y telefónico, consiguiéndose así la atención integral al ciudadano.
La incorporación de las nuevas tecnologías por la Administración en su actividad y en sus
relaciones, ya sean internas o externas, es un elemento esencial para el desarrollo y futuro de la
sociedad, por ello, es necesario poner a disposición de los órganos de la Administración, tanto
una plataforma y herramientas tecnológicas comunes que estandaricen, aceleren y permitan re-
ducir costes, como las normas y procedimientos a seguir para incorporar los contenidos, servicios
y trámites existentes al modelo de administración electrónica.
5.4.3. Conceptos
Es necesario precisar una serie de conceptos que inciden en la atención telemática al público:
a) Técnicas de administración electrónica: conjunto de actividades e instrumentos que se
producen por la conjunción de la electrónica, la informática o la telemática, utilizados por
la Administración.
b) Soporte: objeto sobre el cual o en el cual es posible grabar y recuperar datos.
c) Medio: mecanismo, instalación, equipo o sistema de tratamiento de la información que
permite, utilizando la electrónica, la informática y la telemática, producir, almacenar o
transmitir documentos, datos e informaciones.
d) Aplicación: programa o conjunto de programas cuyo objeto es el tratamiento electrónico
de la información.
e) Documento electrónico: aquel documento constituido por una entidad identificada y es-
tructurada que contiene texto, gráficos, sonidos, imágenes o cualquier otra clase de in-
formación que puede ser almacenada, editada, extraída e intercambiada entre sistemas
de tratamiento de la información o usuarios como una unidad diferenciada.
5.4.4. Garantías
La utilización de las técnicas de administración electrónica se desarrollará teniendo en cuenta
la salvaguarda de los derechos de los ciudadanos reconocidos legalmente, las limitaciones estable-
cidas por el ordenamiento jurídico, las especificaciones técnicas contenidas en las normas naciona-
les e internacionales y el respeto a lo dispuesto en las normas reguladoras de cada procedimiento.
En especial se garantizará el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos de
acuerdo con lo dispuesto en la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de
Datos de Carácter Personal, y en las demás leyes específicas y normas de desarrollo sobre trata-
miento de información.
En ningún caso, la utilización de las técnicas de administración electrónica podrá implicar la
existencia de restricciones o discriminaciones de cualquier naturaleza en el acceso de los ciuda-
danos a la prestación de servicios públicos o a cualquier procedimiento administrativo.
Cuando se utilicen técnicas de administración electrónica en actuaciones o procedimientos
que afecten directa o indirectamente a los derechos e intereses, individuales o colectivos de
los ciudadanos, se garantizará la identificación y el ejercicio de la competencia por el órgano
correspondiente, así como el derecho a obtener información que permita identificar los medios y
aplicaciones utilizados.
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Las comunicaciones a través de medios electrónicos serán válidas siempre que exista cons-
tancia de la transmisión y recepción, de sus fechas, del contenido íntegro de las comunicaciones
y se identifique fidedignamente al remitente y al destinatario de las mismas.
La citada Ley, regula también la cooperación entre Administraciones para el impulso de la
administración electrónica, a través de órganos de cooperación de la Administración General
del Estado con las Comunidades Autónomas y con la Administración Local, y se determinan los
principios para garantizar la interoperabilidad de sistemas de información así como las bases para
impulsar la reutilización de aplicaciones y transferencia de tecnologías entre Administraciones.
Los ciudadanos tendrán derecho de acceso a los archivos y registros, que puedan crearse
por la implantación de técnicas de administración electrónica, con los requisitos y limitaciones
establecidos en el artículo 37 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de
las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común.
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El registro telemático funcionará durante las 24 horas del día todos los días del año y se regirá
por la fecha y hora oficiales españolas.
A los efectos del cómputo de plazo, la recepción en un día inhábil se entenderá efectuada el
primer día hábil siguiente. Serán considerados días inhábiles para el registro telemático y para los
usuarios de éste sólo los así declarados en el calendario anual de días inhábiles.
Sólo cuando concurran razones justificadas de mantenimiento técnico u operativo podrá
interrumpirse, por el tiempo imprescindible, la recepción de solicitudes, escritos y comunicacio-
nes, y la interrupción deberá anunciarse a los potenciales usuarios del registro telemático con la
antelación que, en su caso, resulte posible.
En supuestos de interrupción no planificada en el funcionamiento del registro telemático, y
siempre que sea posible, el usuario visualizará un mensaje en que se comunique tal circunstancia.
El registro emitirá por el mismo medio un mensaje de confirmación de la recepción, firmado
electrónicamente por la Administración, en el que constarán los datos proporcionados por el inte-
resado, junto con la fecha, hora y número de registro.
El mensaje de confirmación podrá ser impreso o archivado informáticamente por el intere-
sado y garantiza la identidad del registro, tendrá el valor de recibo de presentación a efectos de
lo dispuesto en el artículo 70.3 de la Ley 30/1992, de Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común.
Finalmente, el usuario será advertido de que la no recepción del mensaje de confirmación o,
en su caso, la recepción de un mensaje de indicación de error o deficiencia de la transmisión im-
plica que no se ha producido la recepción, debiendo realizarse la presentación en otro momento
o utilizando otros medios.
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