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PATROLOGÍA-TEXTOS

ORÍGENES

“’¡Que me bese con los besos de su boca!’ (Cant 1,2).

1.1. Conviene recordar cuanto hemos advertido en el prólogo: que este libro, que tiene
forma de epitalamio, está escrito a modo de drama. Ahora bien, decíamos que hay
drama allí donde se introduce a ciertos personajes que van hablando, mientras otros
aparecen bruscamente, se acercan o hacen mutis, y así todo es cuestión de cambio de
personajes.
2. Esta, pues, será la forma del libro entero, y a ella iremos adaptando la
exposición histórica. En cambio, la interpretación espiritual, también conforme a lo que
señalamos en el prólogo, se ajustará a la relación de la Iglesia con Cristo, bajo la
denominación de esposa y de esposo, y a la unión del alma con el Verbo de Dios.

3. Así pues, según la forma histórica, se introduce a una esposa que recibió del
esposo regalos de boda, a más de la dote, pero que al demorarse el esposo, se ve
atormentada por el deseo de su amor, se consume abatida en su casa y obra en todo de
modo que algún día pueda ver a su esposo y disfrutar de sus besos. Y porque ve a su
amor demorarse, recurre a la oración y súplica a Dios, sabiendo que es el Padre del
esposo.

4. Observémosla, pues: levanta sus manos puras, sin ira ni contienda, vestida de
manera conveniente, con decencia y modestia (cf 1Tim 2,8s), engalanada con los más
dignos adornos con los que se puede adornar una noble esposa, pero, abrasada por el
deseo de su esposo y atormentada por una herida interna de amor, lanza su oración a
Dios, y dice a su esposo: ‘¡Que me bese con los besos de su boca!’ (Cant 1,2). Esto es
lo que, compuesto en forma de drama, contiene la interpretación histórica.

5. Veamos una interpretación más interior: que sea la Iglesia la que está ansiosa
de unirse a Cristo; y advierte que la Iglesia es la congregación de todos santos. Pues
bien, que esta Iglesia sea como único personaje que representa a todos y que habla
diciendo: ‘Tengo todo, estoy repleta de regalos, que recibí con motivo de los esponsales
y como dote antes de la boda. Hace tiempo, efectivamente, mientras me preparaba para
unirme al hijo del rey y primogénito de toda creatura (cf Col 1,15), sus santos ángeles
me agasajaron y sirvieron trayéndome como regalo de bodas la ley, pues de hecho se
dice que ‘la ley fue promulgada por los ángeles en la mano de un mediador’ (Gál 3,19).

6. También me sirvieron los profetas. Ellos también, efectivamente, no sólo me


dijeron todo cuanto podían para mostrarme y señalarme al Hijo de Dios, con el cual,
traídas las que llaman arras y regalos de boda, querían desposarse, sino que también,
para inflamarme en amor y deseo de él, con palabras proféticas me anunciaron su
venida y, llenos del Espíritu Santo, me pregonaron sus innumerables virtudes y obras
inconmensurables. También describieron su belleza, su aspecto y su bondad, tanto que
con todo esto me inflamaba de amor por él hasta lo insufrible.

7. Pero como quiera que el mundo está ya casi acabado y él no me hace don de
su presencia, y en cambio estoy viendo sólo a sus servidores que suban y bajan hasta
mí, por eso lanzo mi oración a ti, Padre del esposo, y te conjuro a que tengas compasión

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de mi amor y al fin me lo envíes, para que no me hable ya más por medio de sus
servidores, los ángeles y los profetas, sino que él mismo venga en persona y ‘me bese
con los besos de su boca’ (Cant 1,2), es decir, infunda en mi boca las palabras de su
boca y yo le oiga hablar de él personalmente y le vea enseñar.

8. Estos son, realmente, los besos que Cristo ofreció a su Iglesia cuando en su
venida, presente en la carne, le anuncia palabras de fe, de amor y de paz, según había
prometido y había dicho Isaías cuando fue enviado por delante a la esposa: no un
embajador ni un ángel, sino ‘el Señor mismo nos salvará’ (Is 33,22).

9. Como tercera interpretación: introduzcamos un alma cuya única voluntad sea


unirse con el Verbo de Dios y penetrar en lo interior de los misterios de su sabiduría y
de su ciencia como en el tálamo del esposo celestial; y esta alma esté en posesión
también de sus regalos, los que le dieron a título de dote. En efecto, como la dote de la
Iglesia fueron los volúmenes de la ley y de los profetas, así también póngase a cuenta
de esta alma como regalo de dote, que recibió la ley natural, la razón y el libre albedrío.
Por otra parte, al tener estos dones como dote, la doctrina de su primera instrucción
tiene sus orígenes en mentores y maestros.

10. Ahora bien, como quiera que en estos no halla satisfacción plena y perfecta
de su deseo de amor, trata de rogar insistentemente que la luz y la presencia del Verbo
mismo de Dios iluminen su mente pura y virginal. Realmente, cuando, por ningún
servicio de hombre o de ángel, la mente se llena de sentimientos y pensamientos
divinos, crea que es entonces cuando recibe los besos del Verbo mismo de Dios. Por
causa de lo dicho y por tales besos, diga el alma orando a Dios: ‘¡Que me bese con los
besos de su boca!’ (Cant 1,2).

11. En efecto, mientras fue incapaz de captar la pura y sólida doctrina del Verbo
mismo de Dios, recibió por necesidad besos, esto es, pensamientos de la boca de los
maestros; pero, cuando por propio impulso haya comenzado ya a distinguir lo oscuro, a
desenredar lo intrincado, a desvelar lo implícito y a explicar con apropiadas fórmulas de
interpretación las parábolas, los enigmas y las sentencias de los sabios, crea que
entonces es cuando recibe ya los besos de su propio esposo, esto es, del Verbo de Dios.

12. Por otra parte, la razón de haber puesto besos, en plural, es para que
podamos comprender que la iluminación de cada pensamiento oscuro representa a un
beso que el Verbo de Dios da al alma perfecta.

13. Y acaso en relación con esto decía la mente profética y perfecta: ‘Abrí mi
boca y atraje al espíritu’ (Sal 118,132). Ahora bien, entendamos por boca del esposo la
fuerza por la que Dios ilumina a la mente y, como dirigiéndole las palabras de amor –
con tal que ella merezca comprender la presencia de poder tan grande-, va revelándole
todo lo desconocido y oscuro; y éste es el beso más verdadero, más suyo y más santo
que el esposo, el Verbo de Dios, ha dado a su esposa, esto es, al alma pura y perfecta.
Imagen de este es el que mutuamente nos damos en la iglesia cuando celebramos los
misterios.

14. Por lo tanto, cada vez que en nuestro corazón hallemos sin ayuda de
mentores algo que andamos buscando acerca de las doctrinas y pensamientos divinos,

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creamos que otras tantas veces nos ha besado el esposo, el Verbo de Dios. Pero si no
podemos encontrar lo que andamos buscando acerca de los pensamientos divinos,
entonces hagamos nuestro el sentir de esta oración y pidamos a Dios la visita de su
Verbo, diciendo: ‘Que me bese con los besos de su boca’. 15. El Padre conoce,
efectivamente, la capacidad de cada alma y sabe en qué momento, a qué alma y qué
besos de su Verbo debe dar, esto es, en los pensamientos y en los sentimientos”.
(ORÍGENES, Comentario al Cantar de los cantares 1).

“El pueblo muere de sed, aun teniendo a mano las Escrituras, mientras Isaac no venga
para abrirlas... Él es el que abre los pozos, el que nos enseña el lugar en el que hay que
buscar a Dios, que es nuestro corazón... Considerad, pues, que hay sin duda dentro del
alma de cada uno un pozo de agua viva, que es como un cierto sentido celeste y una
imagen latente de Dios. Este es el pozo que los filisteos, es decir, los poderes adversos,
han llenado de tierra... Pero nuestro Isaac ha vuelto a cavar el pozo de nuestro corazón
y ha hecho saltar en él fuentes de agua viva... Así pues, hoy mismo, si me escucháis con
fe, Isaac realizará su obra en vosotros, purificará vuestro corazón y os abrirá a los
misterios de la Escritura haciéndoos crecer en la inteligencia de la misma... El Logos de
Dios está cerca de vosotros; mejor, está dentro de vosotros, y quita la tierra del alma de
cada uno para hacer saltar en ella el agua viva... Porque tú llevas impresa en ti mismo la
imagen del Rey celestial, ya que Dios, cuando en el comienzo hizo al ser humano, lo
hizo a su imagen y semejanza. Esta imagen no la puso Dios en el exterior del ser
humano, sino en su interior. Era imposible descubrirla dentro de ti estando tu morada
llena de suciedad y de inmundicia. Esta fuente de sabiduría estaba con certeza en el
fondo de ti mismo, pero no podía brotar, porque los filisteos la habían obstruido con
tierra, haciendo así de ti una imagen terrestre. Pero la imagen de Dios impresa en ti por
el mismo Hijo de Dios no pudo quedar totalmente encubierta. Cada vicio la recubre con
una nueva capa, pero nuestro Isaac puede hacerlas desaparecer todas, y la imagen divina
puede volver a brillar de nuevo... Supliquémosle, acudamos a él, ayudémosle a cavar,
peleemos contra los filisteos, escudriñemos las Escrituras: cavemos tan profundamente
que el agua de nuestros pozos pueda bastar para abrevar a todos los rebaños”
(ORÍGENES, Hom. sobre el Génesis XIII,3-4).

“Estamos en deuda, pues tenemos ciertas responsabilidades no sólo dar, sino también de
hablar con amabilidad y de poner en práctica ciertas obras. Más aún, estamos
‘obligados’ a tener buena disposición con los demás... De igual modo hay que proceder
en las deudas con nuestros hermanos para que sean éstos regenerados con nosotros en
Cristo o porque son hijos del mismo padre y madre que nosotros. Tenemos también
deuda con respecto a los ciudadanos y por igual con todos los hombres. En particular
con huéspedes y personas de tal edad que pudieron ser nuestros padres... Tenemos
obligación con nosotros mismos y las cosas referentes al cuerpo, no para derrochar a
impulsos del amor desordenado. Estamos obligados a cuidarnos mucho del alma:
fomentar pensamientos dignos, agudeza de ingenio, decir palabras provechosas, no
hirientes o inútiles (cf Mt 12,3). Siempre que faltamos en cumplir obligaciones que
tenemos con nosotros mismos se agrava nuestra deuda. Sobre todo por ser nosotros
hechura e imagen de Dios (cf Ef 2,10) hemos de mantener para con Él una disposición
de amor que brote del corazón de nuestras fuerzas y de nuestra mente (cf Lc 10,27)”
(ORÍGENES, Sobre la oración, “Comentario al ‘perdona nuestras deudas...’).

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