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Alejandra Jaramillo Morales Las lectoras del Quijote siete colores. Invoco a todos los dioses y las diosas que pueden llevar mis palabras hasta tus oidos, que no las esperan. Le pido a Fiba, diosa del viento, que les dé alas a mis Pensamientos. Le tuego a Umza, diosa de la oscuridad, que les abra Paso a las palabras entre las tinieblas del viaje. Me entrego a Sia, diosa de las aguas, para que tempere mis emociones y me permita hablar con la verdad. Le pido a Chia, la diosa luna, que en la magia pura de su alquimia te entregue mis palabras convertidas en aves, 0 ranas o pumas veloces. Pido perdén a mis ancestros por escribir en esta lengua que no me pertenece. Pido perdén por alimentar en mi alma la amistad de una espafiola y no haber sido capaz de borrarte de mis dias. Pido perdén en cada trazo de esta pluma que ae negro mis sentires, porque escribo en la lengua del miedo, ens Tesonancias que mi gente guarda en el alma como un ams in candescente que los quema desde su primer sonido. Esa on que resuena con mutilaciones, latigazos, vientres des ie , Cuerpos desmembrados. Esa lengua pequenia ae couerecs mente del hijo de Sue. Esa lengua que p a * Como usar la la materia, desde una mente grande, cadtica. 11 lengua del miedo? gComo encregan's > ay © SSPITICU que soy en una lengua que essolo materia? 7 ; > Eso quisiera. Ser capaz le aceprar que la Madre isa je, un aprendizaje, una sefial, cuando abrié lag puerta del valle de Mhuykyta a los espafioles para que se apro. piaran de la vida entera del hijo de Mhu. Pero no puedo. Yo, que desde nifia hablo tu lengua, yo, que he conocido la vida también enlas que los espafioles sueltan, como pequefios latigos para adoctrinar a los indios. Yo, que he leido el libro, que he vo- Jado en las palabras que leimos juntas, no puedo agradecer a tus palabras. No puedo, mi amada Inés, no puedo. Porque tam- bién desde nifia he tenido el don de ver el pasado, de oir los gritos implorantes y furiosos de mi gente que bramaba a la Madre justicia esos gritos que no entendfan para qué el avasa- llamiento, la codicia, la muerte, Tal vez mis hijos o los hijos de mis hijos, o mis hijas y sus hijas, llegardn al dia en que esta lengua que yo escribo con recelo, como si la pluma que la traza ‘me quemara las manos, sea suya. Lengua propia. Lengua que nunca es de nadie. Tal vez ellos sabrén agradecer. Entenderdn ara que les fue dada, Ellos, que olvidardn el suplicio, agrade- = las Lameeh que a nombren. Tal vez el ser que un dia te nuestra historia lo haga en tu lengua, la lengua rT Quizé un dia en ee ears cisonmia des Se de, ae del alma grande y el espiritu, de los tt lenpun [a pet hijo de Mh, Els y ells engrandecerén chaitash, aia ue ya no serd propia, y en ella sabran Y mis ij, que ee Sus ancestros. Tal vez mis hijos Y Vidas ulna § inados en espafiol, le inventarén i, Serén los hijos de nuestros valles los que volverin cate gur no ee noms duefo. Una lengua que sangre eembrada en lay adit lo que solo por la fuerza de la Para ser Ac sabré despertar un dia lejano los destinos son frites sees me imagino lo peor. Porque ahora que sliron de Be cot Si C85, Pienso que los mores, ATLy yocastigadas por pen vtden las Indias, ;Te imaginas? “mores? Un suplicio sin precedentes. 12 Una espafiola y una mhuysqa martirizadas en el rollo en la plaza Mayor en Bacaté. ,Tii y yo sometidas por el mismo con- quistador? Pero debo decirlo sin miedo. Sin vergitenza. Lo que si agradezco son las palabras del libro. Qué seria de mf de ti sin ese libro? Ese libro que a ti te llevaba a los parajes de tu infancia y am{ me devolvia el aire frio de los péramos, el susurro del frailején. Ese campo inmenso de verdad que aprendimos jun- tas. Esos campos de la Mancha que recorrimos mientras a lo lejos vefamos el valle de Mhuykyta. Si, mi querida Inés, yo agradezco tu libro. Mi libro. Porque sin ese libro no habria amistad. Nunca habrfamos sabido entender el vacio de nues- tras conversaciones, la imposibilidad de entendernos del todo, y sin embargo transitar por la felicidad de estar juntas. Y le agradezco al hombre de la mano inservible por darnos ese pa- raje de preguntas. Sabes que murié hace tres lunas? Nuestro escritor, el hombre que escribié para nosotras, fallecié en Ma- drid. {Ser4 por eso que te escribo? ¥ lo imagino moribundo, oyendo el eco de las risas que sus personajes produjeron a lo largo y ancho de Espafia. Murié sin saber que tai y yo lo amé- bamos, que no nos refamos con su libro. ;Dénde tus pasos? ¢Dénde tus pensamientos? res in lua traje de azules marinos y con su peinado Y tomé dela mano, Inés no tuvo cémo negatse- in, oe 4a casa hasta una habitacién de venta do como en lar ea Une sintié que la mamé la estaba lleva" donde defor Mes, au i" Se exponen los enanos 0 los wen adie la estaba mirando en los largos corredor> on su, ten las puertas de los muchos cuartos. 196 los tle yo es utr Caminando una vez ms por la c254 TOS, entre tapetes traidos de lejos Y 4g I festivas. En el cuarto la esperaba Lola, con una sonrisa triunfal que casi revienta los pulmones de Inés de furia. La madre le indicé a Lola todo lo que debia hacer por su hija, los trajes que vestirla y la nueva instruccién que debia empezar. ;¥ Do- rothee?, se pregunté Inés, sin ser capaz de musitar palabra fren- tea la mamé, La tarea era ardua, cantaleteé Lola por horas, ensefiarle a una monja a ser mujer en poco tiempo era un des- propésito. Cudnto tiempo perdido en tanta lectura y ascetis- mo?, se preguntaba la institutriz de las hermanas en voz alta para que Inés supiera la incomodidad que sentia. Esa misma tarde, la mamd de Inés regres al cuarto. En- contré a la hija ya vestida con verdugo y saya. La llevé con mucha suavidad hasta la silla del tocador que Lola tenia lleno de ungiientos y colorines, la sent6, y con un peine de ndcar que habia en la mesa empezé a peinarla. Inés sintié por fin la dicha de que las manos de la mami la tocaran, y no solo eso, le acari- ciaran el pelo, todo en un solo momento, pero ahora, cuando la tristeza era lo tinico que ocupaba su alma. Esa noche durmié con la sensacin de que la mano de la mamé la acompafiaba y le traia un calor que abria las puertas de la vida horrible que ahora debia vivir. Inés se pregunté, cada vez. que la madre regres6 a peinarla, si Dios, para que aprendamos a sentir bien la alegria, nos la ensefia rodeada de abatimiento. Las pequefias mechas, que Inés ‘mantenia tapadas con una cofia, quedaron al descubierto desde ue Lola la desnudé y le quité todo rastro de la humildad y la austeridad que debfan caracterizarla. Y con los dias las mismas “a8, con esa magia de las manos de dofia Soledad, fueron Grsciendo hasta convertirse en lo que Inés jamés habia visto, Unos cabellos ondulados color almendra. Pero, aunque su pelo Bi ella misma no se sentfa asf. El cuerpo que habia '9 ante los ojos de Lola estaba apareciendo también Para Inés. Antes no tenia espacio en su mente la Sten dela ee convertide en ait Y Be habia descubierto atin que se habia rhe ee ‘una mujer. Tenfa los pechos demasiado grandes ‘WE en esos vestidos horribles que le empezaron a 49 jaban sin honea, pese 2 los amarradijos dey ea aaa ¥: encontraba su cara inspig, lacara de una mujer ie solo que thor, lera y entonces le parecfa que dep; aebia rw Tone de ella. La nariz deme ras oor alargndos, sin la vivacidad de los ojos de. Nabi cdmo legal, ies que podria llegar vere sera avergorzada de su propio ser, disfrazada en oops coils que sobre todo tenfan la propiedad de 55. rnarincansablemente ¢ incomodarla al caminar. Inésllevaba muchos dias sin saber nada de su institutt, sometida a esa nueva vida que la madre planeaba minucioss. mente y Lola ponia en marcha, y la tristeza la estaba ahopanda, Tanta era la desazén que terminé cayendo en un sopor del alma que no le permitia salir de la cama. Ni siquiera la madre con el pene y las manos anheladas lograba que Inés se levanta- '2. Enronces Dorothee vino a la habitacién de las ventanas una mafana cuando el sol acababa de salir, abrié las cortinas, ls ‘rata le qui ls cobijasy la sacé de la cama. Y, pese a que Romine instrucciones precisas de que no la dejaran nada que tuviera que ver con la vida de monja, Dorothee ie con tanta fuerza que cuando terminé de vestit aaaiaas ute tan dficiles de amarrar, ya la chica estaba evny Liiinstitutriz habia intercedido con el padre com dena oe *dad se podria lograr: viajar alas Indis ena Nunca eye de Inés. La sorpresa de Inés fue in- ta abrurdeo 2 imaginado que Dorothee algo theardo como vig, peste ener cepa lez atieracales it Pasta las Indias, atravesar el mat Y lads dig tes donde la Sangre fria de la mujer, pens* vce sempre a: {5% podia Dorothee renunciat® “PPE hate War @Qué amor por ella Ia llevab= sips 2 ee rang nesen los auchaceres des eee OO fee wae cnsefiarle los mejores mod Mean, pany 40 formada cuidando a una pri” “otpresa de dovia Soledad, resultd 4° vestr sevider intent Citi 50 sabia més de las maneras dela mesa y los salones que todos log que vivian en la casa. La institutriz Promulgaba la idea de que las mujeres deben set también el alma de Dios en la familia inclufa rezos y cantos en la formacién de la nueva dama, {2 diferencia era que ahora le traia otras misicas y le empexd a dar otros libros, no los libros religiosos que siempre habian leido, sino los libros de moda en la ciudad. Pero Inés se rehusaba « leer algo distinto a los libros devotos que antes lela y por eso dejaba en las mesas, sin abrir los libros que Dorotheelograba conseguir en los mercados de Sevilla. Los cambios que tuvieron que vivir las dos en ese tiempo fueron tantos que la relacién se fue diluyendo y ya no era muy claro qué las unia, Inés, en me- dio de la confusién, tenia la idea de que Dorothee estaba unida a ella en el fracaso, y no se separaria de Inés hasta que por viu- dez cualquier otro accidente de la vida pudiera dejarlaen un convento. El matrimonio de la hermana se adelanté unos meses por- que el padre debia embarcarse, esta vez con Inés y Dorothee, en a Flota de Galeones del mes de mayo, sin haber siquiera cum- Plido un afio de estadia en casa. Entonces todo empezs a girar en torno a ese gran acontecimiento. La madre, que venia a pei- nar a Inés, y con el tiempo comenzé a tener palabras para con su hija, como si ese nuevo espécimen si le pareciera digno de ofr su voz, le fue hablando de cada detalle de esa boda, de los cue- tos de vino viejo y las perdices y los cerdos, las tarts, el arroz con leche y las aceitunas y todos los manjares que se ofrecerian, ¥ del ajuar excesivo que Martirio levaria a su nueva vida. Por- ue, a diferencia de Carmen, Martirio no vivirfa los primeros afios de su vida de casada en casa de los Oviedo. El marqués de in, suegro de Martirio, les habia preparado a su primo- Bénito y su furura familia una gran casa cerca de la Giralda, y Por eso el ajuar debfa llevar colchones varios y camas y telas Para cortinas y para manteles, y platos y copas de todas las va- tiedades, y cuadros y candelabros y mds y mds cosas que a Inés Parecfan incomprensibles. La mami le juré a Inés que ella lle- Barla a Santafé antes de que se realizara la boda con el oidor, 51 . una boda que diera de qué hablar, ue rambien ie yademds intuyé que en ung ay Inés poco le iy como la de esa ciudad de las montafas, cy.) dad an Pra mucho de qué ablat quiet pass a boda de Marttio, todo en la vida de gy, Una ver tener orden. Los dos hermanos mayores, Juan y ee ad casados ambos, se encargarfan de los bienes de cae ia en Sevilla, y Fernando, el menor, se irfa a vivir con ¢| tio Juan de Oviedo para terminar su formacién en ingenieriay poder vigjar un par de afios después a trabajar con el Papé en Sanmafé. La mamé esperaria un afio para ver asentarse a las dos hijas y luego viajaria a las Indias a encontrarse con el marido y Wahija en Tierra Firme. Y ahora, Inés sigue asomada a la ventana. Mira sin ver, gue ‘mo una tormenta de nieve se interpusiera entre ella y l feme,laluz dorada de la mafiana sevillana, los gritertos, e ‘mes muy orca unaallado del otra, *eit los cantos de ls mona, Nun = ‘an jena, lejana, como Sntes. Inés lloré por en una banca de laighsia ca las habian escuchado de i sillas no las hubieran ofdo fined na Mientras trataba de grabar en su Wale ‘ada pintura de esa iglesia. Le retumbi- ‘Wado vj, tbc dificil para quien nunca ba Fate Ye PR kia coms que que lo, artculos que debian viajar con ells PAR deine ent Seana lds Nee el sep a /a#omé a la ventana e Inés se pregul Eedaog mone mae ud anelsi Ia arg oe Vida puede ofrecerles el ma? ‘eters tO Pelarn en an es dad del océano? Dorothee 52 6 a Inés de la mano y Ia guio hacia la puerta. nie dela habitacién, donde las esperaban las despedi- jms Dorothee la abraz6, y la hija de Dios, Inés, se entregé a la eae a ese destino que nadie le supo antcipat. Se soles Pa Dorochee, s limpié las lagrimas y tom6 aire, queria Ilevarse S : villa entero en esa inhalacién, todo dl futuro de su vida que ni el padre, ni el Rey, ni Dios le dejaron vivi. 3, Bacatd o el regreso an, pululan. Si, las palabras estén ron- ee eine «ar nuestro entendimiento. Ese fue el primer pensamiento de Suénika al despertat. Habfa sofiado con la voz del abuelo, el papé de la madre. Un chunsu, casa sagrada, el canto del abue- fo y ella misma danzando sin temores alrededor de la asta del ‘Tambuy en ese boh{o construido para la comunicacién con el cosmos. El fuego encendido y la felicidad extensa. El abuelo vino a sus suefios para tranquilizarla, Vino a decirle, con sus palabras antiguas, que ella era capaz de entender. Que todas las sefiales del camino serfan leidas con verdad. ;Pero cémo?, se pregunté Sudnika, cémo saber si esté interpretando bien, cbmo saber si ha llegado por fin el momento en que el Tamhuy ‘eésmico hable con la pequefia chica venida de la tierra del Zhi- Pa Bogota? Desde‘hace muchos afios los mayores, el abuelo Suagani y ¢l chiki encargaron a Téuziga, el hermano de Sudnika, de ense- foe! tas sabidurias del hijo de Mhu. Ella, con su Tamhuy "#0, la conexién de su cerebro con el cosmos, podia lograr pnstiones que otros no podrian y quizds estarfa a la al de las mds sabias ih my a si a jtura de ‘li peers: Para seguir el camino de la Futcha. Ade- wen £2 84 familia eran hijos del sol y la luna, ambos te- lla, Sitch amplia con el universo. En la casa que bri- de ale Eh encomee nto Patol y toda las rutinas de los no querian los hijos de los de alld. Si nacian silos menjy,: aque las mujeres hacfan para no quedar prefiadas no funcgy” ban, habia que entregares08 nfs alos espafioles,delo gyn rio moririan de hambre. Nadie alimentarfa un hijo del caog ser que nunca entenderia la verdad del mundo. un Sudnika crecié entre lacasa que brilla y el pequefio cases de indios de la min, cerca del encomendero, Ella no tenia qu ir al pueblo de indios de la Quira, no tuvo que conocer esa, casas més pegadas, més impuestas. Alld trabajaba Téuziga que siempre tuvo que viajar a casa de los curas y aprender |, religidn y la lengua. Pero su hermano, aunque vivia en el pue blo que el oidor Luis Enriquez acababa de fundar, y ayudaba a misionero a convencer a los nifios de acd de creer en un Dios que nunca podré ser de ellos, era un iniciado de los dioses mhuysqas. Cada vez que lo veia salir hacia el pueblo a ayuda al misionero, Suénika pensaba, una tarea mas del cas, y s mordia la lengua entre las preguntas y las iras que sentia y que nadie podia saber. Porque su hermano era en verdad, entre los jévenes, el set mas conectado con los dioses. El cuidaba las memorias y los cantos y sabia recuperar las energias que el caos rompia. El, sin que nadie de alld supiera, habia sido elegido ara viajar hasta la laguna sagrada de Iguaque a rendir cultoa {a gran madre Bachué. Y como Tiuziga todavia podia transmit ws Suénika lo habia visto partir convertido en puma, para po- Senge hasta esas aguas y ver la dos serpientes que haat Re Pa rs del ox: Thscgn ea pus el ma oe qu d ue no, que era ella la gran mas hom nzinuler viene con Tamhuy abierto, nadie, ning nate re superar, Pero ella tenia que crecer, confiar &© . aa as Sonexiones de su espiritu, -Y e5mo confiat ities so el aos slo que rein? we itié las memorias, le hablé de todos ls pe -oaes mo al territorio los suyos, le Chis fone ba ee ety Sua, el sol, y Sia lagu) Wuelo espiritual, porque j_templo del Suamox, a través de mo Sudnika no podia transmuta °° 56 | | ar de la mina. Sudnika sabia que, si uP f luban el permiso de estar con su ida, volarfa hasta ese tem + ik evernidad alas tierras del Sua que Soa. donde le canta en los suefios. éSabré Co die digan? ;Sabrd dar la informacién que los sae eibir? Porque las memorias vienen ahora, yor ne mura, en vor femenina, porque, dice Téuziga, cuand® Spi de la madre Bachue, alld en el cosmos de lo woe undo y lo pensado, de lo increado y lo creado, puede ire verdad. Solo ella sabe si somos capaces de expulsar el carne nuestra tierra o dejaros llevar por la muerte hasta que dl tiempo nos haga revivir. Sudnika supo también que el abuelo, en las palabras del sucho, le mandé a alterar el orden de los rituales: hoy primero se agradecerla, después se bendecirfa para terminar con la ofrenda. Porque solo Bacaté se merecfa la ofrenda, porque el viaje necestarfa las bendiciones, y la tierra del Zhipa y Quira, elagradecimiento. No como se ha hecho desde siempre: bende. Gi oftendat, agradecer. Estos tiempos de caos todo lo tornan, Tae y se levanté a empezar las tareas antes de que caballos guise iluminarlos, antes de que los cascos de los Y los gritos vinieran a buscarlos. Recogié sus mochilas, senia manera de e5caP3 entender lo qu mayores neces! aa ie Pons esa tierra de Quira los habia pro- ae ae aes an. de sostener la comunicacién dioses Vigilanci: 4. Pe mineasels habla ido la fuera poo: Atadecta por- tregaran ala im » ¥ aunque algunas familias verdades, Fist Posicién, ellos habian Sostenido a la Madre ika, pero como ella era un ser de la confianza del ee no le requisarfan las mochilas. Ast que = Vino a reibirun soplo de la hosqa sagrada, ya darleg Sy, iltimas instrucciones: las Sera legaron bien, sabemos que la has ented, Suénika quiso decirl al chiki que no, que ella no enren, nada, que temfa cada paso, que tenia tanta rabia. Quiso deci, que no queria dejar ese paisae, que ella sabla que Bacar en tierra, pero habia crecido en Zhipaquira, con el canto perperuy de la Quira enamorada. Cémo alejarse de las montafias des infancia, de ls encenillosy los riachuelos que bajan desde altos frios? Como dejar la chagra que con tanto esmero habian sembrado? Queria gritar que se quedaba ahi, abrazada a ly abuelos Tabaco, acurrucada entre los tihikcy y las hierbas, que no queria olvidar el sonido del viento cuando atravesabad sembrado, ;Cémo dejar la cueva otra vex vacfa y sin conexién al infinito? Pero guard6é silencio. Bajé la cabeza y acepté lo que le decian. —Cuida tu silencio, que nadie oiga tus pensamientos —agregé el chiki y salié del bohio. Sintié temor de las palabras del chiki, zserd que él si puede oft los pensamientos, seré que el chiki puede oir la rabia de Su nika? Después de liberarse de las dudas que le produjeron es Palabras, pens6 ir, como todos los dias, a la casa que brilla part | empezar sus labores con Lucia, la Gltima hija del encomender | una chiquita de cuatro afios que Suénikca cuidaba, pero ante i fe oho se oyeron lo cascosy en pocos minutos *# Vad efi ito juere, ene camino que ant” Tea mie el camino de Sa a Bact - (piocya ¢ tan répida. Los hombres de los caballo Todo sucedig on fuet0n sacando a la gente de sus 2! brit que moicaPide que los espafioles no alcanzfor’ nila lis det orn! Habfanhuido durante la noche: de los dea cbalo ist eiba a Lcta que a 8 por el caning, 271 #eomodé en su epalda para oP "¥2 © encontré bajando el alto de las casa 58 araba de la chagra, pero en direccién con- al bovaue oa re ‘a diario, Adin los cobijaba la oscuridad Fase de Uma, Le grité en au mutismo a sus hierbas, les agra por haberla mantenido en pie, por ser el soporte de su conexién. Les agradeci6, aunque sabia que mds que certezas spaballena de dudas, que nada de lo que sucediera podela ser ‘an claro para ella. Estaba turbada por la rabia? zEra el caos de Jos de alld lo que Ia habia poseido? Quiso saber quién venia y quién no. No podia saber si en medio de la confusion los de Sti habfan traido a todo el pueblo o habian dejado a algunos. 2 sias/ era, a quién habjan dejado? El corazén aleteé otra vez, como el dia anterior, el murciélago estiré las alas y ella quiso voltearse para saber quién venia atris, pero uno de los de a ca- ballo venta cerca y la golpearia si osaba voltear la cabeza. Por la bajada, y gracias a que la luz empezaba a cuartear la noche, pudo ver que el abuelo Suagani iba de primero en la fila, con tno de a caballo déndole golpes para que caminara mis répido. Porque el hombre de allé no podfa saber que el guexica Suagani tiene los pies alados, que si camina adelante es porque él abre los caminos, como una semilla de enebro, es un viento dulce que limpia el territorio. Vio también a Téuziga, que llevaba en su espalda dos batiles grandes. Y una mula que lo segula carga- da con dos hijas del encomendero. Después venta mucha gente na eo los de allé habfan decidido vivir del todo en Pore no hab a sins cargaban todo: las personas, Vin0y ae gh mas suficientes, y los batiles y los toneles del Si = ontinud Lica no deaba de habla, cla que se ofa ro, eat # Auen no golpearfan por las palabras. los de 1 Pa gras de los deal, yl silencio sn aire de Regen ruben ou empees ailuminarlos con recelo, Se negro entre el Pie iba y venfa, y Sudnika, con su ani- = Yu papd “Bi ge lo peor. No podia saber si su Alo lej va aravana, no podia saber de nadie rauna niga 0s nevados: Se los mostré a Lucia, que ¥ Juguetona. Y mientras Lucia empezé a 59

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