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La accion de peticion de herencia ANTONIO GULLON BALLESTEROS Doctor en Derecho. Profesor Adjunto de Derecho Civil ‘en-la Universidad de Sevilla. Sumanro: Consideraciones generales—Naturaleza juridica de la accién de peticién de herencia: 1, La accion de peticién ccmo. accién real. 2. La accién de peticién de hezencia como accién personal. 3. La accién de peticién de he- rencia como accién mix'a—Legitimacién activa: 1. Legitimacién del compra- dor de herencia 2, La accién de peticién de herencia en 1a herencia legitimaria, 3. La accién de peticién de herencia y al albaceazgo y administracién de ta herencia.—Legitimacién pasiva—Efectos de la accién de peticién de herencia: 1, Relaciones entre el heredero verdadero, y el aparente: a) Enajenaciones, 8) Fintos. c) Pérdidas y deterioros de las cosas hereditarias. d) La cosa juz- gada y el heredero verdadero. 2. Relaciones entre el heredezo verdadero y 16s terceros—Prescripcin de la accién hereditaria,, CoNSIDERACIONES GENERALES Entre los efectos més importantes que produce Ja aceptaci una herencia destaca Ia facultad que tiene el heredero de ‘car los bienes de la sucesién con la Hamada accién de peticién de herencia. Un estudio general de la misma no lo poseemos en nuestro De- recho. La doctrina (1) ha dedicado atencién preferente,a Gertos as- pectos de la actuacién del heredero aparente, o bien a cuestiones par- Giales que surgen de Ia peticién de herencia. Es nuestro propésito la exposicién total de la problematica de este instituto. Narurateza JUR{DICA DE. LA ACCION DE PETICION DE HERENCIA Uno de los miiltiples problemas complejos que presenta la accién Sbjeto de nuestro examen es el relativo a la determinacién de su exacta naturafeza. La postura de los autores varia, segtin fijen su atencién (q) Jorvano Baza: La teoria del heredero y la proteccién de los terceros. Anuario de Derecho Civil”, tomo ITT, pags. 668 y ss. _ TRULLENQUE Sanyudn: La “actio petitio hereditatis. “Revista General del Derecho”, 1948, pags. 305 ¥ 85.3 466 ¥ ss. 200 Antonio Gullén Ballesteros sobre cualquiera de los elementos que entren en juego en la materia: la restitucién de los bienes, la cualidad personal del heredero, la natu- raleza de la herencia, etc. Vamos a exponer cada una de las teorfas que sobre la cuestién se pueden dar. 1. La accién de peticién como accion real. No cabe duda de que la a. p. h. puede considerarse como real, siempre y cuando admitamos que el patrimonio hereditario es un ob- jeto tinico, sobre el cual el heredero tiene un derecho absoluto, de la misma forma que puede ser propietario de una cosa corporal. En una palabra, Ja herencia tendria el caracter de una «universitas», dando a este término fa significacién de algo que trasciende de los objetos in- dividuales que componen el patrimonio hereditario, y resultado, a su vez, de la consideracién del mismo como un todo tinico. A juicio de Messrve0 (2), ello permitiria la comprensién de algunos fenémenos que se dan en el Ambito de la sucesién hereditaria, tales como el paso de las. deudas hereditarias al heredero, el hacer posible la posesién de los bie- nes hereditarios aun sin el elemento de hecho (corpus), el motivo por el cual una herencia onerosa es una herencia, y la entrada del heredero en las relaciones particulares como consecuencia inmediata de la sucesién en la totalidad indistinta e indeterminada de las relaciones patrimoniales. La idea de la herencia como “universum ins” ha sido seguida en nuestra Patria por algunas decisiones jurisprudenciales. La resolucién de 1 de diciembre de 1927 vela en la herencia una entidad independien- te en cierto modo de los elementos que la componen, dando basé, junto con otras resoluciones del mismo sentido, a la construccién del llamado derecho hereditario “in abstracto”. Prescindiendo en este momento de 1a exposicién de los intrincados problemas que plantea la doctrina de las universalidades, notemos tan sdlo cémo Ia doctrina en esta materia se inclina undnimemente a recha- zar la posibilidad de que frente a los bienes que forman el patrimonio hereditario exista un objeto sobre el cual el heredero tenga un dere- cho distinto del que le corresponde sobre aquéllos (3). (2) Leredita e il suo carattere di “universum ius”. “Rivista di Diritto Civile”, rot, pags. 365 ¥ ss. (3)’ Boxawre sometié a una revisién, por lo que al Derecho romano se refiere, la tesis tradicional de la herencia como “universitas”. La misma es palabra introducida por influencias greco-orientales en el, perfodo justinianeo. En el derecho cliisico no existia un {nico acto de adquisicién, sino traspaso en bloque de un conjunto de cosas, un fnico acto de transmisién. Vid. sus trabajos: La successio in universum ius e Tuniversitas; Il concetto dommatico del eredita nel diritto romano. ¢ in il diritto moderno; La formacione scolasiica della doc- trina dell’universitas, en wScritti giuridici variin, Torino, 1926, t. I. Contra: Borroruccr: La kereditas come universitas e' succesione nella personalité Giuridica del defunto. “Bulletino dellTstituto di Diritto Romano”, vol. XLII, 1034, pags. 150 ¥ 85. “Atsentanio, La critica della critica, “Bulletino” cit, pags. 550 y ss-, rebate Jos puntos de vista en que se apoya la tesis de Borroruccr. Modernamente, La accion de peticién de herencia 201 Ferrara (4), a quien sigue Cizamorno (5), afirma que el derecho sobre el complejo no expresa mas que fa “‘relacién de titularidad” so- bre las cosas que ya pertenecen a alguien. Castro (6), exigiendo la determinacién exacta del objeto para la existencia del derecho subje- tivo, excluye a la “‘universitas” como objeto de derechos. Sobre el pa- trimonio no existe un derecho subjetivo, sino una tituldridad 0 ctralidad juridica que determinara el ser sujeto de una multiplicidad de dere- chos subjetivos concretos, BARBERO (7), en un fundamental trabajo sobre Ja materia, rechaza la posibilidad de que la “universitas” sea considerada como poseyendo una realidad ontolgica. A su juicio, no es més que un modo légico de concebir esos distintos objetos que com- ponen el patrimonio, tinicos que poseen realidad légica, modo, por otra parte, relativo, que depende mds que nada de un dato formal: la consideracién legal. Por ello ve en el juicio de peticién de herencia una muestra de la consideracién de fa misma en este sentido. Segiin Cossfo (8), “si concebimos fa herencia como un objeto de derecho distinto de los elementos distintos que la integran habjamos de llegar a una conclusion absurda, porque, una de dos: o ese derecho real re- cae sobre la totalidad de la masa (bienes, derechos, obligaciones), en cuyo caso puede ocurrir que representando ésta solamente un pasivo en la hipétesis de que no hubiera bienes de ninguna clase, se dé un derecho sobre una masa de dendas, lo que carece de sentido, o bien ta! dérecho recae slo sobre el posible activo, en cuyo caso no se trataria propiamente de un derecho sobre la herencia, sino tinicamente’ sobre los elementos restantes “deducto aere alieno”, Pero este derecho no seria sobre bienes determinados, porque entonces se identificaria con los derechos concretos que sobre esos mismos bienes recayesen, siendo ociosa tal duplicacién, sino sobre una porcién que atin no se habria determinado, y que tal vez, en realidad, no pudiera nunca Hegar a determinarse por no existir 0 por quedar totalmente absorbida por las deudas (en el supuesto de beneficio de inventario). Se trataria, pues, de un derecho que podia carecer de objeto, lo cual es juridi mente imposible, o de una manera expectativa, que sélo se convertiria en derecho en el caso de que pagadas las deudas quede remanente he- reditario.” Bronpr: La dotirina giuridice della universitas nelle fonti romanae, “Ius”, 1055, PaES. 254 ¥ ss. vuelve a la concepcién de la “universitas”. (4) Trattato diritto civile italiano, vol. I, Roma, 1921, pag. 748. (5) Los derechos hereditarios. “Revista General de Legislaci6n y Juris- prudencia”, roqr, tomo CLXIX, pfgs. 312 ¥ ss. © Derecho civil de Espafia, 1, 2° ed., Madrid, 10949, pigs. 383 ¥ 8. (7) La universclité patrimoniali, Mitin, 1936, pags. 2 y $8.5 50 ¥ 88-5 82 ¥ ss, ¥ pags. 244 y 5. (8) Instituciones de derecho hipotecorio, 2* ed, Barcelona, 1056, pagi- nas 297-298. Dice Lacruz (Derecho de sucesiones de J. BanpeR, trad. esp. ¥ notas del citado autor. Barcelona, 1053, pag. 281) one nunca es objeto de Ta p. h el caudal relicto concebido como un objeto tmico, como una cose uni- versal. 202 Antonio Gullén Ballesteros Es decir, no podemos basarnos para admitir el cardcter real de la accién de peticién en una supuesta unidad: de la herencia con inde- pendencia de los bienes. Es comin a los defensores de esta tesis (9) Ja alegacion de que si la herencia no tuviese el cardcter de “univer- sum ius”, seria superflua la accién de peticién, bastando que el he- redero ejercitas¢ la accién de reivindicacién ordinaria respecto a los derechos sobre bienes singulares, Sin embargo, esto no significa pre- cisamente que la herencia se conciba como unidad abstracta. Una cosa es que el heredero pueda reivindicar todos los bienes de la herencia mediante ¢l ejercicio de una sola accién, y otra que todos esos bienes formen un tinico objeto. Este mismo argumento pudiera esgrimirse, como lo hace Barsero, para afirmar el cardcter logico de la univer- salidad hereditaria. Ademds, se olvida que si la accién ha de dirigirse contra el que posee, resulta que si los bienes son poseidos por més personas, 10 por un solo heredero aparente, la misma no puede tener por objeto ya un todo unitario. Si, por el contrario, la accion se dirige contra un solo poseedor, es claro que éste no posee los bienes como “poseedor de Ia herencia”, por haberse confundido con su patrimonio. La individualizacién de dichos bienes como elementos de la herencia se hard entonces probando que sobre cada uno de ellos tenia la titu- Jaridad el difunto (10). Desde otto punto de vista puede criticarse la tesis en examen. Si admitiésemos, con Bronpi (11), que la herencia presenta tna caracteristica particular respecto a otras universalidades en las que no existe la formacién de una unidad nueva y diversa, so- bre Jas cuales, en una palabra, se constituyen las mismas relacion que sobre las cosas particulares; y es que, por-el contrario, sé con: dera verdaderamente como una’ entidad “per se”, sobre la que el he- redero tiene un derecho nuevo y diverso del que pose sobre cada uno de los elementos singulares que la componen, :como —nos dira de una entidad calificada como abstracta y se puede uti cacién de parte del patrimonio hereditario? Después de este examen escueto de la posibilidad’ de fundar el cardcter real de Ja accién de peticién en una doctriria ontolégica de Ja herencia como universalidad, podemos preguntarnos si de las con- clusiones negativas deducidas hemos de afirmar que la accién heredi- taria no tiene un cardcter real. A esta postura llega TRULLENQUE (13) (0) Messtneo: L’eredita cit.; Bronnt: [ beni, Torino, 1936, pag. 116. .G@o) Vid. Cicu: Succestoni per causa di morte, Milén, 1954, pag. 224. Nie gan también Ia existencia de esa entidad abstracta: Nucoto, Succesioni net diritti, “Nuovo Digesto, italiano”, tomo XII, paste T, pag. 986; Vocrxo, Con- fributo alla dottrina del beneficio d'inventario, Milan, 1953, pags. 50 ¥ s.3 Mencont, Listitusione di eredere “ex certa re” secondo Part. 588, comma 2, Cvc,, “Rivista di diritto e procedura civile”, 1948, pags. 754 ¥ ss. {i1) I beni, pag. 116. ~ (2) .0b. y' loc. cit., supra. (3), La actio petitio hereditatis. “Revista General del Derecho”, 1048, La accion de peticién de herencia 208 cuando nos dice que la misma es una accién universal fundada en un derecho absofuto no real, pues sobre este ente incoscreto y vago como es la herencia no se puede ostentar derecho real alguno, Lacruz Brr- DEJO (14) tampoco estima acertado calificar de real a la peticion de herencia por el hecho de dirigirla contra cualquier poseedor que tenga las condiciones para ser legitimadlo pasivamente que después diremos, pues el reconocimiento del derecho sucesorio del demandante, que for- ma st fase esencial, se logra mediante acciones personales. Indudablemente, la afirmacién de TRULLENQUE es cierta, aunque no de modo absoluto. Ella no significa que neguemos en el heredero la éxistencia de un derecho a Ja reivindicacién de todos y cada uno de los bienes que forman el patrimonio hereditario. No cabe duda de que a este respecto Ja herencia es considerada como un objeto, no dis- finfo de los singulares bienes, sino producto de wna ficcién legal que responde a una necesidad: la de evitar que el heredero tenga que acu- dir a las acciones que ha recibido del difunto para poder pedir la restitucién de los bienes hereditarios. El heredero reclama los bienes hereditarios, a los que tiene derecho por su titulo, que es universal. Para darnos exacta cuenta de lo que representa 1a conceptuacién de la herencia “sub specie universitatis”, pensemos que la peticién de la misma es lo que la accién reivindicatoria a la propiedad. El derecho del heredero a los bienes de la sucesién postula la restitucién de los mismos, y ese es el motivo por el que se ejercita la accién. Por otra parte, tampoco podemos afirmar que el reconocimiento de la cualidad hereditaria se logra mediante el ejercicio de las acciones personales, ya que 0 poseemos en nuestro Derecho esa distincién, dentro de la peticién de herencia, entre la accién en que puramente se ptetende el reconocimiento del titulo hereditario —es decir, una accién puramente declarativa— y aquella que tiene por objeto la res- titucién de bienes hereditarios. Por el contrario, en nuestro sistema, la “vindicatio hereditatis” se presenta con la especialidad de ser una accién distinta de las que existen en la sucesién concedida por Ja ley al heredero, que exige, como toda accién de condena, la previa decla- racién o constatacién del derecho. No se ejercitan, por tanto, dos ac- ciones distintas para conseguir la, misma finalidad, Opinién original es la que ha mantenido Scurestncer (15). Para dicho autor, el derecho subjetivo del heredero debe considerarse como absoluto, y por ‘ello Ia accién ‘tiene naturaleza real, en cuanto “ace dé la violacién de ese derecho absofuto. El heredero tiene el derecho de pretender de todos los terceros que ninguno se atribuya los bienes he- Teditatios,-y por tanto, verificdndose tal cosa, es necesario Ja elimina- cién de la situacién juridica creada, con la restitucién al heredero del bien en cuestién. Entonces, decimos ‘nosotros, siguiendo el mismo ra- zonamiento, debiamos admitir que Ja accién que le corresponde al titu- Jar de un derecho de crédito lesionado.—no se olvide que también los “Ga Ob. pag. 282,” (Gs) La petizione di eredité, Torino, 1957, pag. 199. 204 Antonio Gullén Ballesteros derechos de créditos llevan en si esa obligacién de respeto a cargo de os terceros (16)— seria uma accion real, cosa que esta en desacterdo con el caracter personal que siempre se le atribuye. En el fondo, fo que se pretende al hablar de ese derecho absoluto es considerar como derecho real el derecho del heredero sobre la he- rencia (17), entendida como “universitas” ontolégica. 2. La accién de peticién de herencia como accién personal. Ha sido Pitter quien ha mantenido radicalmente la tesis de que el objeto de la peticién de herencia no es mas que la declaracién de la cualidad de heredero (18). Una vez hecha esta declaracién a su favor, con el ejercicio de las acciones que le ha transmitido el difunto, y no por medio de la peticién, el heredero obtiene la restitucién de los bie~ nes hereditarios que se encuentran en poder del heredero demandado. Toda accién de peticién de herencia, segtin esta concepcién, com- prende dos acciones distintas, siendo la primera particular del herede- ro. Una accién de declaracién de derechos hereditarios fundamenta ei ejercicio de las acciones que pertenecen al difunto. La tinica accién que tiene el heredero y que no tenia aquél es la peticién de herencia, accién compleja, que consta de ds elementos; uno de cardcter fijo y otro variable. El primero es la accién declarativa del derecho heredi- tario, preliminar indispensable de toda persecucién ejercitada contra una persona que niega en el reclamante un derecho de sucesién que ella pretende atribuirse. El elemento variable es la accién hereditaria, ob- jeto tiltimo de aquella persecucién que da a la precedente el interés que le falta para ser actuada, de acuerdo con Ia regia “donde hay in- terés hay accién”. Ahora bien, supuesto de que se reivindique un pa- trimonio, subordinado ello al resultado de la discusién prelimiaar so- bre la herencia, :cudl es en este caso la accién a Ja cual precede la (16) ‘Vid. nuestro trabajo: En torno a los Wamados contratos en daiio de tercero, “Revista de Derecho Notarial”, abril-junio 1938. (7) L. Ferrt Recensién a la obra de Schlesinger. “Rivista di diritto procedura civile”, 1957, pag. 753. (G8) Essai sur la nature de la pétition Chéredité. “Revue critique de legis- lation et de jurisprudguee”, Paris, 1884, pags. 210 y ss. Es de notar que la doctrina pandectistica discutia si la peticién de herencia era una “vindicatio hereditatis” en el sentido objetivo (la herencia) o en el subjetivo (el derecho hereditario). Wrxpscnem (Diritio delle Pondette, Trad. ital, Torino, 1925, vol. TIT, pig. 367, nota 3) cree que esta controversia es ociosa. Si se parte de Ia concatenacién de los conceptos, parece innegable que para los romanos la p. h. aparece como la reivindicacin de wna cosa. Pero esta cosa conste de derechos, respecto a los cuales al actor afirma que son suyos, 0, en otros términos,. que 4 es heredero del difunto. Pero también en la reivindicacién el actor afirma que a cosa es suya, es decir, que tiene ef derecho de propiedad sobre Ia misma, vy, sin embargo, ninguno dice que Ja reivindicacién sea “non rei”, sino “dominit vindicatio”. Un valor préctico puede tener la opinién de que la p. h. mira a Ia “hereditas” en sentido subjetivo, si con ella se quiere llegar a la conse- cuencia de que Ia accién hereditaria puede establecerse sin retencién de hecho de Ta herencia, frente a la simple impugnacién verbal del derecho hereditario. La accién de peticién de herencia 205 peticion de herencia? No hay duda alguna de que se trata de una ac- ciéa que no-estaba en la sucesién. Nadie puede reivindicar un patri- imonio de la misma manera que wna cosa singular perdida. Es preci- samente esta circunstancia de hecho lo que determina a conceder esta facultad o accién general al heredero. A falta de un texto legal que diga que el derecho del titular sobre un patrimonio no es complejo, sino simple, hemos de entender, basados también en la identidad entre derecho y accién, que esa facultad de orden general al heredero no es tnica, sino una serie de acciones diversas correspondientes a los dis- tintos derechos de que ese patrimonio se halla compuesto. El heredero no tiene que ejercitar separadamente las mismas. Presentan la mas estricta conexién, y deben de ser comprendidas todas en una misma demanda. En andlogo sentido se expresa un importante sector de la doctrina més moderna (19). Segtin la misma, lo que en realidad se quiere en la peticién de herencia es el reconocimiento de la cualidad de here~ dero, y no la restitucién del bien, que es una consecuencia del reco- nocimiento antedicho. La base fundamental de esta concepcién se apo- ya en centrar todo el peso de Ia accién sobre el aspecto declarativo. Significativas son las palabras de Nicoto sobre Ja materia. En Ja pe- ticién de herencia —dice (20)— la declaracién del derecho y lo relativo a Ja condena tiene una configuracién distinta de la normal, ya que, en. términos generales, mientras la funcién de declaracién, préliminar a Ja de condena, se desenvuelve sobre el mismo objeto (relaciéa 0 es~ tado litigioso) sobre el cual debera incidir la sentencia de condena, por el contrario, en nuestra accién fa declaracién se refiere, no ya al particular derecho controvertido, sino a la cualidad de heredero del actor, y la condena, a la particular relacién aducida en juicio. La tesis de la p. h. como accién personal es inadmisible. Al pen- samiento de Priuer se le ha opuesto que va contra la tradicién, por~ que la peticién ha sido siempre considerada como conteniendo a. la vez la declaracién de heredero y la restitucién de bienes heredita~ rios (21). Por otra parte, la distincién entre la accién que el heredero ejercita por si mismo y la del difunto no es exacta, Es falsa, dicen Prantor y Riert (22), en la hipétesis de que la peticién se traduzca, no en una mera reivindicacién, sino en una accién de divisién o de reduccién (heredero omitido, reservatario desconocido dirigiéndose con- tra los herederos 0 legatarios universales). El actor no se vale enton- G9) Nicovo: La wocasione ereditaria diretta e indiretta, “Anmali Mes- sina”, 1934-1935, pag. 117; Messinzo: Manuele di diritio civile ¢ commerciale, vol, III, parte 2, Milan, 1952, pag. 4533 Pino: La iuiela del legitimario, Padova, 1954, pag. 85, n. 26. (20) Op. cit., pags. 117 y s. @:) Baupry-Lacanrinerr: Er Want: Traité théorique et pratique de droit civil. “Des successions”, tomo I, Paris, 1905, pag. 673. (2) Peantor-Rivert-Mavry-Viatteros: Traité pratique de droit civil. “Successions”, Paris, 1928, pag. 398. 206 Antonio Gullon Ballesteros ces de las acciones del difunto, sino de sus derechos personales a la particién o a la atribucién de fa teserva.” Ademés, si nos fijamos en el articulado de nuestro Cédigo civil dedicado a la peticién, observaremos claramente cémo el objetivo fun- damental de ésta es la reivindicacién de los bienes hereditarios. El ar- ticu!o 1.016 habla de “accién para reclamar la herencia”. El articu- lo 1.021, mas concretamente, dice en su comienzo: “El que reclame judicialmente a herencia de que otro se halle en posesién”, En este mismo sentido se expresa Ia jurisprudencia. La sentencia de 18 de marzo de 1951 afirma que mediante la p. h. puede reclamarse toda una masa heteditaria con stt activo y pasivo, sin concretar nominal- mente sus componentes. De la naturaleza de la accién declarativa se deduce fa imposil dad de encajar en ese molde Ia auténtica peticién hereditaria. Preci- samente la doctrina y la jurisprudencia ha considerado undnimemen- te que no todo poseedor de los bienes hereditarios est4 legitimado pasi- vamente en-el juicio de peticién, Si nos encontrésemos en presencia de tna mera actuaciéa en declaracién de Ja cttalidad de heredero, no existiria ningiin inconveniente para que pudiese ser propuesta la p. h. contra todo poseedor, dado que Ja sentencia declarativa no tiene fuer- za por si misma para provocar una inmediata ejecucién (23). Por el contrario, en la realidad juridica ocurre qué, invocado por el poseedor un titulo de adquisicién singular, queda a salvo de la posibilidad de ser obligado a la restitucién por la peticién, Ello no significa, sin embargo, que el heredero no pueda pedir la de- claracién de su cualidad, a lo cual tiene perfecto derecho como cualquier titular de una relacién juridica en el caso de que se discuta. Lo anico que quiere decir es que Ja p. h. no se confunde con una accién mera- mente declarativa. El ejercicio de la accién hereditaria presupone Ia cualidad de heredero en ¢l actor, que la ha de probar. El juez co prueba ésta, pero no hace declaracién expresa acerca de Ia misma t camente. De la misma manera que en la accién reivindicatoria, en la que el titular ha de ser propietario y probar su cualidad, el actor en el juicio de peticién prueba su derecho a la herencia y pide su entrega. Si se accede a esto tiltimo, es porque se le ha estimado como tal he- redero (24). (23) Guasr: Comentorios a la Ley de Enjuiciamiento civil, tomo T, Ma- drid, 1943, pag. 346. La sentencia de 3 de mayo de 1944 declaré, en cuanto a os efectos de la accién, que “se detiene en los Iimites de tna declaracién o expresién juridica del pretendido derecho, y sin aspiraciones de eieeucion en ei mismo pleito, aunqueypueda tenerlas el ulterior proceso”. @4) Truntengue (Ob. cit, pags. 467-473) no acierta a ver la diferencia entre la mera actin declarativa y la mera prucba del titulo de heredero con el que se reclama la herencia. “El primer propésito—dice—que persigue Ja p. h. es obtener ef reconocimiento del titulo de heredero... y ahora ya es tiempo de afirmar que a esta accién se le debe asignar caricter declarative” (pag. 467). Después distingue otra acciéh que mira a Ia restitucién de los bie~ nes hereditarios. zDistinta? Parece que no, ya que afirma: “a esa accién que completa el contenido de la p. h. la calificamos nosotros de“ accién universal La acctin de peticién de herencia 207 Pero suponiendo que la que se reivindicase por medio de Ja p. h. fuera el simple titulo de heredero, :cémo podria explicarse el hecho de que la accién pueda ser dirigida contra el que posee sin ningiin tit Jo? De modo evidente se comprueba en ese supuesto que la restitucién de los bienes hereditarios es lo que se persigue en ella. Dentro de la tendencia a ver en la p. h. una accién personal, cab sefialar un grupo de autores que ven en la misma Ja defensa del “status” de heredero, El fundamento de ello consiste en explicar el feadmeno sucesorio producido por la adquisicién de bienes del difunto, mediante Ja previa atribucién de una cualidad personal —el titulo de herede- ro— a una determinada persona (25). Tal tesis ha sido acerbamente criticada por Crco 126). Ni por el modo de operarse la transferencia de bienes —mediante el subentrar del sujeto en el puesto del difunto— ni de los particulares efectos que la ley atribuye a ello, se puede de- ducir que la cualidad de heredero sea una cualidad personal. Si se quiere hablar de ella, hay que hacer notar que no tiene otro significado que el de la indicacién de Ja cualidad de la herencia, asi como el ad- quirente de cualquier bien 0 complejo de bienes tiene la cualidad de propietario o titular del derecho relativo a los mismos. La cualidad de heredero deriva de que ha sido llamado en la totalidad de los bienes o en una cuota de ellos. En el fondo, lo que se quiere expresar con esta idea es el distinto significado que tiene el heredero en el Derecho romano y moderno. En el primero, la adquisicién def patrimonio en bloque derivaba de Ja titu- laridad previa del titulo de heredero. En los Cédigos modernos, el titulo de heredero y el fundamento mismo de Ja herencia dependea exclusivamente de la atribucién de la universalidad o una cuota de bienes. Por lo que se refiere a nuestro Derecho, es necesario tener en cuenta las dos condiciones fundamentales de la institucién; que quede patente la voluntad del testador de nombrar heredero y, ademas, que éste lo sea en la totalidad o en una parte alicuota de la herencia (27). fundada en un derecho absoluto no real” (pig. 469). Con ello se llega a resul- tadés contradictorios con Jas reglas de la p. h. La primera accién, como el mismo autor reconoce (pig. 460), se puede proponer contra todos (squerrd decir contra todos los poseedores de los bienes hereditarios, que son los tinicos que Te niegan de hecho su cualidad al heredero?); pero entonces tendriamos que legitimar pasivamente a todos esos terceros contra los que se propone Ja accién declarativa cuando se trata de la restitucién de los bienes hereditarios, ya que, recordemos, esa segunda acci6n va englobada con la primera, lo cual, como veremos al tratar de“la legitimacién, pasiva, es totalmente inexacto. ‘TRuLtENQUE no ha hecho el estudio de dicha legitimacién pasiva, con lo cual no ha podido apreciar la falta de fundamento de su tesis. También por ello admite la imprescriptibilidad de Ta accién de peticién (pag. 472), dado que an- teriormente habla declarado imprescriptible Ia accién declarativa -del_ titulo, en contraste con la jurispradencia y con la verdadera esencia de Ja p. h. (23) Nicco1.6: Ob. cit, pgs. io y s.3 Vocrao: Ob. cit, pigs. 44 ¥ 583 Natoit: L’amministrasione dei beni ereditari, Milin, II, pigs. 73 y s.; TRULLEN- gue: Ob. cit, pas. a : Ob. cit., pags. 16 ¥ ss. @ Torestas Santos: La herencia en el Derecho romano y en el Derecho 208 Antonio Gullon Ballesteros 3. La accién de peticién de herencia como accién mixta, En ef derecho moderno (28), de la consideracién de los fines que se pretenden conseguir con el ejercicio de la accién, llegan ciertos au- tores a afirmar que fa p. h. tiene una naturaleza mixta; contiene, a su vez, una demanda en reconocimiento de la cualidad de heredero —y por ello es personal— y una reivindicacién general del patrimo- nio —por lo que es real (29)—. No cabe admitir este criterio. La accién mixta, calificala.por la juris- prudencia y la doctrina de concepto artificioso, resultado de una acumu- lacién de acciones que obliga a discernir a efectos de competencia cual es la principal y cudl la subordinada, no es fundamento para asentar en él la naturaleza de la p. h. “No cabe hablar —dice Guase (30)— de accio- nes mixtas, desde el momento en que no existen derechos mixtos como una categoria distinta de los absolutos y relativos, reales y personales; por otra parte, el reservar esta denominacién para los ‘supuestos de acumuiacién procesal de una accién personal y una accién real tam- poco es admisible, porque en tal caso debe de determinarse Ia compe- tencia con arreglo a la que se considere como accién principal y no por aplicacién de las normas contenidas en el ntimero 4 del articu- jo 65. De este modo Hegamos al resultado de que las acciones mixtas no existen en cuanto tales.” De esta teoria a la negacién de la autonomia de la p. h. no hay mas que un paso, y por ello se ve por Mrerpr (31) en la accién here- moderno. “Anales de la Academia Matritense del'Notariado”, tomo VI, pa- ginas 37 ¥ ss, en especial 58-61; Purc PeXa: Tratado de Derecho civil espa- Hol, tomo V, vol. 1, Madrid, 1954, pag. 24, nota 25. (@8) Enel Derecho romano, dice Bronot (Diritto ereditario romano, Mi- Jén, 1954 pag. 387), se encuentza Ia p. hh, entre las acciones mixtas, concebidas “tan in rem quam in personam” (Inst. 4, 6, 20). Sin embargo, no es explicita- mente incluida entre dichas acciones en el mencionado pasaje, sino que como tal es considerada en el Cédigo (3, 31, 7). A ello se Iega porque podian de-

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