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M. Fichant, La "fabula del mundo” y la significacién metafisica dela
ciencia cartesiana
H.C. F, Mansilla, La controversia entre universalismo y particularismo
en la Filosofia dela Cultura
A. Cupani, Mario Bunge: un estilo polémico de andlisis filossfico
'M. Boeri, Entre motor y movido debe haber contacto: una dificultad en la
teorfa aristotgica del movimiento
P. Pavesi, El yo como Reptiblica.{dentidad personal y bien piblico en Hume
E. Vargas, Leyes naturales y pruebas a priori. Dindmica y verdades
contingentes en Liebniz
NOTAS - ESTUDIO CRITICO - COMENTARIOS BIBLIOGRAFICOS
ACTUALIDAD FILOSOFICA - CRONICA.
Vol. XXIV, N° 2- Primavera 1998,COMITE DE REDACCION
Maria Julia Bertomeu Alejandro Cassini Osvaldo Guariglia
Leiser Madanes (t) Ezequiel de Olaso Mario A. Presas
CONSULTORES
Rafael Braun (Argentina) Mario Bunge (Argentina-Canad)
(1) Héctor N. Castafieds (EE.UU.) Carla Cordua (Puerto Rico)
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. Ulises Moulines (R. Fed. Alemana)
(1) Fernando Salmer6n (México)
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La Revista Latinoamericana de Filosofia se publica los meses de mayo y noviembre de cada
ano. Director Responsable Maria Julia Bertomeu. Presidente del Centro de Investigaciones
Filos6ficas, CI. Domicilio Legal: Mifiones 2073, 1428 Buenos Aires. Copyright, Centro de In-
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ISBN 0325-0725 Disefto de tapa: Buyi Presas
REVISTA LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA.
PRIMAVERA 1998
VOLUMEN XXIV ie
2
SUMARIO
M. Fichant, La “fébula del mundo” y la significacién metafisica
de la ciencia cartesiana..
: 1-199
HC. F, Mansilla, La controversia entre universalismo y particularismo
en la Filosofia de la Cultura, 217
A. Cup:
Mario Bunge: un estilo polémico de analisis filos6fico, 237
M. Boeri, Entre motor y movido debe haber contacto: una dificultad
en la teorfa aristotética del movimiento...
P. Pavesi, El ya como Repablica, Identidad personal y
bien pablico en Hume. = 263
E, Vargas, Leyes naturales y pruebas a priori.
Dindmica y verdades contingentes en Leibniz 281
NoTAS
M, Presas, El juego del tiempo, Nota sobre Borges 301
A. Fierro, El procedimiento demostrativo en la ética
soeratica segtin Arist6tOlessssnennnennnn : ail
ESTUDIO CRITICO
G. Chichi, Carlos Pereda: "Vértigos argumentales, una ética
dela disputa” ea
(COMENTARIOS BIBLIOGRAFICOS
'S. F. Martinez, De los efectos a las causas (A. Cassini). M. Valdés
(comp,), Pensamiento y lenguaje. Problema en la atribuci6n de actiudesproposiionales(E. Barvio)J- L. Molinuevo (coord), Ortega y a Argen-
fina (A. Bertucci). M.A. Badia Cabrera, Le reflexién de David Hume en
tomo a la religion (Margatita Costa). C. Amorés, Tiempo y feminismo,
Sobre feminismo, proyecteilustrado y postmodernidad (M. L. Fementas).
R. Padel, A quien Dios quiere destruir, antes lo enloguece (M. L. Feme-
nas). A. Marcos, Aristteles yolros animales (M. L. Femenias). L. Olive
y L. Villoro (eds.),Filosafia moral, educacin e historia. Homenaje a Fer-
‘nto Salmerén (V. Costa). M. Costa y E. Mizxahi (comp, Teri filo-
séfions de la propiedad (P. Gilabert). A. J. Cappeleti Filosofia argentina
del siglo XX (L. Rossi). M. Burnyet y M. Frede (eds) The Original Scep-
ties: A Controversy (B. Cresto). Y. C. Zatka, Pilosophie et Poitgue a
age classique (M. Costa) R. M. Hate, Sorting Out Ethics (S. Gallicho).
E, Villanueva (ed), Naturalism and Normativity ). Vergara). .
ACTUALIDAD FILOSOFICA
M, Presas, Estética de larecepcién
CRONICA
M. J. Bertomeu, Twentieth world congress of philosophy.
Philosophy educating humanity.
E, Garcia Belsunce, Heian Zucchi.
307
375
379
380
COLABORADORES
MICHEL FICHANT. Ver RLF, Vol. XVII N° 1 (Otofio 1992). Direceién:
25-29 rue des Lilas, 75019 Paris, Fax: 01-47216744
H.C. F, MANSILLA. Nacido en 1942 en Buenos Aires, estudié ciencias
politicas y filosofia en la Universidad Libre de Berlin, donde recibis la li-
cenciatura, el doctorado y la venta legendi (todos ellos con la calificacién
‘magna cum laude). Actuaimente vive como escritor en La Paz (Bolivia) y
no pertenece a ninguna institucién. Es miembro correspondiente de la
Real Academia Espafola. Direccién: Casilla 2049, La Paz, Bolivia. E-
mail: mansilla@cebem.rds.org.bo
ALBERTO CuraNt (1943), Doctor en Filosofia por la Universidad de
Cordoba (1974), Estudios de post-doctorado en Canada, Alemania y
Francia, Profesor del Departamento de Filosofia de la Universidad Fe-
deral de Santa Catarina, Brasil, donde coordina el curso de post-grado
en Bpistemologia. Sus temas de investigacisn principales son el Cienti-
ficismo, el Positivismo y la racionalidad de la Ciencia. Ha publicado ar-
ticulos en revistas especializadas y el libro A critica do Positivismo e 0 fu-
turo da Filosofia (1985). Actualmente prepara un libro sobre Mario
Bunge. Direccién: Rua Heraldo Dias 232 - 88040-210 Florian6polis, SC -
Brasil. E-mail: cupani@cfh.ufse.br
Maxceto D. Bors, Profesor de filosofia (Universidad de Buenos Ai-
res) y Dr. en Filosofia (Universidad del Salvador, Buenos Aires). Se ha
desempefiado como profesor auxiliar y adjunto en la Universidad de
Buenos Aires en el area de filosofia antigua, teoria politica y filologia
clasica (1984-1993). Ha sido investigador visitante en la Universidad de
Georgetown (USA) (1994-1995). Forma parte del Comité de Redaccin
de Méthexis y es miembro de la Society for Ancient Greek Philosophy (Bing
hamton, USA). Entre sus publicaciones més importantes se cuentan una
traduccién comentada de los libros I-Il de la Fisica de Aristételes (Bue-
nos Aires, 1993), Teorias y proyectos politicos 1. De Grecia al metioevo (Bue-nos Aires, 1992, en colaboracién con A.D. Tursi), Epicuro. Sobre el placer y
1a felicidad (Santiago de Chile, 1998). En la actualidad es investigador ad-
junto del CONICET. Direccién: Campos Lalles 1852 Do. 2, 1429 Capital
Federal, Argentina. E-mail: mboeri@mail.interserver.com.ar
PABLO Pavest. Licenciado en Psicologia (UBA). Ha sido Jefe de Traba-
jos Practicos y Adjunto Interino en la Facultad de Psicologia (UBA). Be-
cario del CONICET y de la UBA. Estudiante de doctorado en la Sobor-
nna, Francia, Direccién: 22 Bvd. Garibaldi, 75-15, Paris, Fax 01-45679411
EVELYN VaRGAs, Es doctora en filosofia (UNLP), titulo obtenido sien-
do becaria del CONICET y actualmente se desempefia como docente de
la cétedra de Gnoseologia en la Universidad Nacional de La Plata. Di-
recci6n: Calle 122 N° 7464, 1890 José Maria Gutiérrez, Buenos Aires,
Argentina. Fax: (541) 021-253790
Manto A. Press. Doctor en filosofia (Universidad Nacional de La
Plata). Ex becario de la Fundacién Humboldt. Es profesor titular de
Estetica en las Universidades de La Plata y Buenos Aires ¢ investigador
principal del CONICET. Ha publicado Gabriel Marcel (Bs. As., 1967),
Situacion dela filosofia de Karl Jaspers (Bs, As., 1978), La verdad de la ficeién
(Bs. As., 1997) y numerosos articulos sobre estética, fenomenologia y
hermenéutica. Direceién: Calle 6, n° 529, Dto. 3, 1900 La Plata, Buenos
Aires, Argentina. E-mail: mapresas@isis.unlp.edu.ar
MARIA ANGELICA F1Eeno. Profesora en Filosofia (Universidad de Bue-
nos Aires-1995). Auxiliar en Historia de la Filosofia Antigua en la Fa-
cultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires desde
1989. Becaria en la Universidad de Buenos Aires (1993-1995) donde rea-
lizé una investigacién sobre la figura de Sécrates en las fuentes anti-
‘guas. Becaria en el Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas
donde actualmente desarrolla una investigacién sobre la concepcién
del amor en Banquete de Platon. Participé en el UBACYT (1993-1995)
Los conceptos ético-metafisicos de Homero a Platén” dirigido por el
Dr. Eggers Lan y actualmente en el UBACYT (1995-1997) “Etica y teoria
de la accién” a cargo
Classics and Aument History Uni
University of Du
Dushamn DH 13EU, England. nae
de la Prof Victoria Julié. Direccién: Dep. of
38 North Bailey,
c, Guam M, Cutcit, Doctora en filosofia por la Universidad de Bue
nos a ate a de deci eae Tepicos de Aristételes” (1996,
y loctorado inédita). Actualmente es profesora adjunte
ors a de Mlowofa Antigua, a cargo del dictado del Sonar ae
Grieg ten Departamento de Filosofia de la Universidad Nacional
eta a investigadora del CONICET. Ha sido, entre otros, becaria
externa del “Deutscher Alademischer Austauschdienst” (DAD) 1991-
Tiene publicaciones sobre temas de su especialid:
del pais y del exterior. Direccién: Calle 14 n° 1415,
Plata, Argentina, E-mail: gchichi@isis.unlp.edu.ar
lad en revistas
entre 61 y 62, 1900 La‘VUE INTERNATIONALE
me DE PHILOSOPHIE
Editor: Michel MEYER
ives de Brxeles, CP. 188
50, avenve FD. Roosevelt - 1050 Bruses, Belg
Fach number is devoted to a particular movement, @ particular
philosopher, or a particular problem, f a
‘We publish 4 issues annually. Articles are written in English,
French, German, or Italian. j
Our last issue was devoted to Saint Thomas d’Aquinas.
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te ‘Thomas Aquinas — Christopher Hughes, Matter ‘and anaty
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ne erspective historique, (Michel Lambert) ~ Doug! ¢ ve
De trinivate of Boethius, (Michel Lambert) — J
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(Paul Gochet).
Coming numbers: Les Contemporains: Derrida ~ Le pragmatisme.
7!
Revista Latinoamericana de Filosofia, Vol. XXIV N° 2 (Primavera 1998)
LA “FABULA DEL MUNDO” Y LA SIGNIFICACION
METAFISICA DE LA CIENCIA CARTESIANA*
Michel Fichant
Al hablar de la significacién metafisica de la ciencia cartesiana, de-
signaré exclusivamente por ciencia la fisica que, a diferencia de las ma-
tematicas, depende para Descartes de la “filosofia”: segcin la imagen de
a Carta-Prefacio a la edicién francesa de los Principios , la fisica consti-
tuye el tronco del érbol que ilustra la filosofia en su conjunto. Es ala
sica a la que Descartes se refiere cuando escribe, el 8 de octubre de 1629:
“ahora he tomado una posicién en lo que concierne a todos los funda-
mentos de la filosofia”. En este mismo sentido la Didptrica se califica co-
mo una obra que trata “un sujeto mezclado de Filosofia y Matemati-
cas”, mientras que los Meteoros tienen “un (sujeto) puramente de
Filosofia”, y la Geometria, obviamente, “puramente Mateméticas” (AT I,
370). Dicho sea de paso, esta caracterizacién de los tres Ensayos de 1637
bien indica que para Descartes, desde el punto de vista de las discipli-
nas y de sus tépicos en el conjunto del saber, filosofia y matematicas,
aquellas al menos que llama también “puras y abstractas”, permanecen
dos empresas separadas por su alcance cognitivo y el status de sus ob-
jetos. Si una mezcla o una unién son concebibles, 0 incltiso si se lo exige
en Io que se ha dado en llamar un “matematismo universal” (Gilson),
ello solamente es posible a pi
artir de esta divisién de principios. Por esta
raz6n no hay un lugar asignado a las mateméticas como tales en la ima-
gen del arbol.
Todos sabemos que a las raices de este arbol le corresponde la meta-
fisica o la filosofia primera; primera porque trata de cosas que se cono-
cen primero segiin el orden que debe seguirse para filosofar. En este
sentido, evidentemente, metafisica y fisica no pueden invertir sus luga-
tes. El argumento aristotélico: “si no existiera algo como substancia in
* Conferencia dictada en la Facultad de Filosofia y Letras (UBA), en agosto
de 1996,m4 M. FICHANT
miévil y separada, la fisica serfa la filosofia primera” (Metafisica B, 1,
11026427), no tiene ya ningiin sentido para Descartes. En el orden, segcin
la tinica definicién que Descartes admite, y que es un orden en el cono-
cimiento y para el conocimiento, la metafisica es de derecho, sin dispu-
ta ni aporia positle, filosofia primera, que precede a una filosofia se-
gunda que es la fisica. Al preguntar por la significaci6n metafisica de la
ciencia cartesiana, entendida como fisica, no se trata de invertir 0 per-
vertir el orden. Se trata mas bien de responder un interrogante que si-
gue vigente en lo que atafie a la unidad de la obra cartesiana y al lugar
que en ella ocupa la fisica. En el estado actual de la interpretacién de la
situacién hist6rica de Descartes, las soluciones reductivistas ya no son
admisibles: ya no podemos admitir una lectura positivista, como fue la
de Louis Liard, que caracterizaba la fisica cartesiana por “Ja ausencia de
toda idea metatisica”,! como si la fisica procediera directamente del mé-
todo, y la metafisica le hubiera sido adjuntada “por razones extraftas a
la ciencia tal como nosotros la concebimos hoy en dia” (ibid, p. 93), es
decir, esencialmente por respeto a las convenciones sociales de una
época pasada, Se llega a sostener que “lo que hay de metafisica (en la
‘obra de Descartes) puede extirparse sin herida” (p. 141). Tampoco es
‘admisible la variante que, reconociendo la anterioridad de la metafisica,
veria en ella una simple propedéutica cuyo tinico sentido se agotarfa en
suministrar a la fisica los principios antecedentes de su encadenamien-
to deductivo. En un caso como en otro, el equivoco de las palabras nos
engafa, y no deberia nunca perderse de vista la advertencia que Btien-
ne Gilson formula en estos términos: “Quizas nada corresponda exacta-
mente en Descartes a lo que nosotros llamamos hoy en dia una fisica
[cf. Liard: “Ia ciencia tal como la concebimos hoy en dia”!], los proble-
mas de las relaciones entre la metafisica y la fisica, para los que noso-
tros exigimos que sus obras nos den la solucién, no tenjan en realidad
ningiin sentido para 61”? Esta {6rmula determinante descarta de entra-
da un camino que me parece decididamente ser una falsa ruta para
comprender lo que est verdaderamente en cuestién en la ciencia carte-
siana, Se trata de la via de una historia de las ciencias que quisiera eva-
luar Io que hay de cientificamente vélido en la fisica de Descartes, para
1. Louis Liard, Descartes, Parts, 1882, p.66.
2. Etienne Gilson, Etudes sur l'histoire de la formation du systeme enrtésien, Pa-
ris, 1930, pp. 164-165,
LA METAFISICA DE LA CIENCIA CARTESIANA
201
en seguida volverla a enviar, sega la fSrmula de Bachelard, “a su sole-
dad hist6rica”, con el motivo de que uno no encuentra en ella las ecua~
ciones y Ia métrica exacta que harian de ella un momento del pasado
convalidado de la fisica matemstica en el sentido actual del término. El
juicio recurrente de la historia de las ciencias conduciria a desolidarizar
la fisica caduca de Descartes de su metafisica, de la cual podria separar-
se sin herida, Asi se daria por preservado lo que la filosofia primera tie.
ne de perpetuamente vivo e innovador, al conferirle una suerte de pri
vilegio meta-historico, Pero esta seria otra manera, tambien totalmente
insatisfactoria, de disociar lo que para Descartes no debia ni podia
Jo. Como escribe Gilson: “Cuando nos preguntamos cual fue la relacién
entre la fisica y la metafisica cartesiana, corremos cl riesgo de cometer
un grave error, e incluso de plantear un problema insoluble, si nos olvi-
damos de que el rumbo inicial del pensamiento de Descartes fue preci.
samente el rechazo a considerar su separacién como posible” (op cit, p.
176). Por lo tanto hay que encontrar en la fisica de Descartes ur sign.
ficacion que eluda el juicio de invalidacién de la historia de las ciencias,
para relacionarla con otra historia, que se constituye segtin otro ritmo y
otra temporatidad, con otras lineas directrices y otros eriterios herme-
néuticos:justamente, la historia de la metafisica,
Intentaré aquf bosquejar lo que podria ser la inscripcin de la ciencia
cartesiana en esta historia. Descartes nos brinda dos exposiciones cané~
niicas de su fisica: la primera se encuentra en E! Mundo o Tratado de la
luz, comenzado en 1629 ¢ interrumpido en 1633, cuando Descartes se
entera de Ia condena de Galileo por Roma. La segunda la constituyen la
U, IIL y IV parte de los Principia philosophize de 1644. Evidentemente ha
srandes diferencias entre los dos textos, diferencias de estilo, de situa.
cién del autor, del pablico al cual apunta, y, en fin, del dispositive con-
coptual puesto en obra. El Mundo expone, en francés, el contenido de
una filosofia que incluye todos los fenémenos de la naturaleza, segin
una puesta en perspectivafelérca que un autor que todavia noha ps
bizado nada clige para un piblico que debe ser me amplio que e de
les dectos El Dicrso del mda describe‘ en estos termina elecén
3. Gaston Bachelard, L’Activité rationalis
ican (érationaliste de la physique contemporaine , Paris,202 M. FICHANT
*Proyectéabarearen 6] todo lo que penstba ster, antes de escribir,
respecte dela naturaeza dels costs svateriles, Pero, 10 rosin eu los
pittores, que como no pueden represenfar igualmente bien en un euadro
Fiano todas lascvernscras de un cuerpo slo, eligen un de las pine
Fates que ponen hcl lazy dejan en la sombra as demas yo las hacen
parecer sno ex cuanto sels puede eral rare ax temiendo no poder
ner en mi sur todo logue tenia en el pensamiento, me propuse
seme solamenie con mucha ampitud lo que concebia de la Is despues,
mente mov, agregar algo del Sly de sete fs, porque xs! toda
tll provione dels; de os clos, porque la transite, dels plancas, de
i cetan yd lat, porque I ej yen pt de os os
CKerpos que cin en a tera porque son colorendos,tanaparentes 0 lumi
nowy y Bor dtme de hombre, porque ess espectado."
Expresdndose asi Descartes describe, en 1637, tuna obra que ha re-
nunciado a publicar y que no aparecera sino después de su muerte. Por
el contrario, es un autor conocido y reconocido quien publica, en latin,
los Principia philosophiae , siguiendo la disposicién de un manual de en-
seftanza destinado a propagar una doctrina cierta en los colegios. La Ii
nea de exposicién ya no se define por la eleccién de un angulo de vista
casi pictérico para producir el cuadro del Mundo, sino por el encadena-
miento segtin reglas de los articulos que se suceden por orden a partir
de primeros principios, que por su parte se desprenden de la experien-
cia original del pensamiento que ha sacado por primera vez.a la luz en
as Meditationes de Prima philosophia,
Por el contrario, E! Mundo era un texto en el que la relacién a la me-
tafisica no se dejaba decifrar directamente en el orden manifiesto de
composicién de lo que se expone. Esto es efecto de una decisin metafi-
sica capital, que consignan las cartas de Descartes de 1630: se trata de la
tesis, totalmente singular e inaudita, de la libre creacién por Dios de las
verdades que se dicen eternas, a las que se asimilan a su vez las verda-
des mateméticas y las leyes de la naturaleza. La discusién del sentido y
del alcance de esta tesis estuvo en el corazén de las mayores transfor-
‘maciones que cembiaron profundamente, para los lectores de mi gene-
racién, el accesoa la obra de Descartes. Hace 46 afios Ferdinand Alquié*
crey6 que podia sostener que la creacién de las verdades eternas habia
4. La découverte métaphysique de Uhomme chez Descartes, Paris, 1950, del que
‘resumo las tesis cardinals relativas a nuestro propésito.
LA METAFISICA DE LA CIENCIA CARTESIANA 208
significado para Descartes el descubrimiento de la ruptura entre el
mundo objetivo de la ciencia y la experiencia ontolégica del fundamen-
to. El punto de partida ce Descartes habria sido, fuera de toda metafisi-
ca, la seguridad tecnicista y la confianza en la autosuficiencia de la cien-
cia, para las que toda realidad se reduce al objeto. El descubrimiento, en
1630, de la libre creacién por Dios de las verdades eternas, habria per-
mitido reconocer Ia impotencia de la ciencia para aleanzer el Ser que
trasciende toda representacién de objetos. El universo objetivo de la fi-
sica es un mundo fingido, es el de la “fabula del mundo", una ficcién
sin alcance ontol6gico. Lejos de apartar a Descartes de sus concepciones
fisicas, la condena de Galileo, en 1633, habria tenido sobre él el efecto
de una confirmacién saludable al disuadirlo de elaborar ua cosmolo-
gia en la que la ciencia usurparia una pretensién de explicacién total
que no puede ser de su incumbencia. Pero ocurre de manera totalmen-
te diferente en los Principia philosophiae, que Alquié debe reconocer que
contradicen semejante lectura de la fisica. Es por ello que reconoce en la
filosofia natural de los Principia algo asi como un retroceso, una lamen-
table regresién a la ambici6n totalizante. La teorfa de la substancia y del
atributo principal, que hace del objeto de la fisica una “substancia ex-
tensa”, habria permitido restaurar el realismo espacial y devolverle a la
fisica un aleance ontolégico y suficiencia explicativa. Abandonando “la
fabula del mundo”, en la que la fisica se mantenia en su rol, alimenta
ahora la ilusién de poder cargar “el peso del mundo”,
Al poner por titulo “la fabula del mundo” y “el peso del mundo” a
los dos capitulos de su libro que corresponden respectivamente a El
‘Mundo de 1630-1633 y a los Principia de 1644, Alquié mide la distancia
que segtin él separa las dos maneras que tiene Descartes de fundar me-
tafisicamente el sentido de su fisica: por un lado, la tesis de la ereacién
de las verdades eternas justifica la desrealizacién del objeto fisico y, en
un uso pasablemente sumario de las ideas de Duhem, la concepcién de
laciencia como una representacién sin valor de explicacién ni investi-
dura ontol6gica. Por otro lado, la doctrina de la substancia vendria a
darle a la fisica un anclaje realista, y por eso mismo entraria en contra-
vencién con los criterios duhemianos de la ciencia y con la exigencia
propiamente metafisica de distincién entre el plano del Ser y el del ob-
jeto. Si he recordado las grandes lineas de esta interpretacién, es porque
Ia creo falsa, pero al mismo tiempo nos orienta hacia los des problemas
que Descartes nos impone: comprender ante todo la significacién, para
la fisica, de la doctrina de las verdades eternas, y luego reconstituir laaa M.FICHANT
filiacion que va de El Mundo a los Principios. Para decir en una palabra
por qué considero que la tesis de Alquié es falsa, observaré que la diso-
iacién del Ser y del objeto me parece que torna ininteligible la situa
cién histérica de Descartes: en las dos exposiciones de E! Mundo y los
Principios, a través de dispositivos conceptuales distintos y con intencio-
nes diferentes, se trata, en efecto, del ser de ese ente que nosotros llama-
‘mos objeto de la ciencia fisica. En un caso como en otro, si Descartes
pudo llamar “filosofia” lo que nosotros designamos como su fisica, es
porque se trataba de una ontologia regional de la realidad corporal o de
Ja cosa material, y por ello, debia recurrir a una metafisica. En lo que si-
gue, desearfa precisar el sentido de esta afirmacién prineipalmente a
propésito de El Mundo, en razén mismo de la concesién que Descartes,
habria acordado alli a una concepei6n antirealista de la fisica, la que se-
ria corolatio de ia creacién de las verdades eternas.
Releamos ante todo el documento inaugural en el que se proclama
esta doctrina, la carta a Mersenne del 15 de abril de 1630; intentemos
hacerlo sin prejuicio y sin buscar allf la confirmacién de una u otra pre-
ferencia interpretativa,
Descartes evoca ante todo la distincién entre la teologia y la metafi-
sica, esta iltima dependiendo del examen por la sola razén humana.
‘Agrega que es el uso de esta raz6n en el conocimiento de Dios y de si
mismo lo que ha determinado la via por la cual ha podido buscar “los
fundamentos de la Fisica”. Y en esta buisqueda ha comprobado: “al me-
nos pienso haber hallado cémo se pueden demostrar las verdades me-
taffsicas de una manera que es mas evidente que las demostraciones de
la geometria”. Sin embargo, a falta de estar seguro de poder persuadir
a otros, postergaré la publicacién de este género de proposiciones, de-
seando haber “visto primeramente cémo sera recibida la Fisica”. Pese a
este distanciamiento en el tiempo que subordina la publicacién segun-
da de la metafisica a una tentativa primera de persasién de la que la
fisica sera el instrumento, una excepcién deberd consentirse: en algunos
casos, la fisica podra y deberd anticipar la puesta en evidencia de pro-
posiciones metafisicas: “Pero no dejaré de tocar en mi Fisica diversas
cuestiones metafisicas, y particularmente esta: Que las verdades mate-
‘miticas, las que usted denomina eternas, fueron establecidas por Dios y
dependen de Fl enteramente, tanto como todo el resto de las criaturas”.
Sigue una discusi6n acerca del sentido y el alcance de esta tesis que
concluye asi: “Espero escribir esto, incluso antes de quince dias, en mi
Fisica”. Asi, la proposici6n que Alquié sostuvo que establecia un corte
| &
LA METAFISICA DE LA CIENCIA CARTESIANA 205
infranqueable entre ciencia y metafisica se formula ab initio en un con-
texto donde se trata esencialmente de la relacién de la fisca a la metal
sica; mejor atin, el sitio de esta proposicién, su lugar de escritura, se en-
uenir en el Horo mismo donde Descartes e propane exponer toda su
sia.
Las verdades llamadas eternas pasan por ser principalmente las ver-
dacdes matemticas, Al menos Descartes mismo sugiere esta asimilacién
tradicional en la carta del 6 de mayo de 1630: aquellos que no tienen de
Dios més que un (des)conocimiento verbal pueden fécilmente creer que
las verdades mateméticas, que comprenden perfectamente, no depen-
den de la existencia de Dios, la que no entienden. La ratifica en la earta
del 27 de mayo de 1630, al dar como ejemplo que Dios era libre para ha-
cer “que no sea verdad que todas las lineas tiradas del centro a la cir-
cunferencia fueran iguales.,Por qué entonces hablar de ello en una Fi-
sica? Porque desde la primera carta estas verdades eternas se lamaban
también leyes, leyes que “Dios establecié en la naturaleza”. Debido a
que las verdades matematicas son leyes para la naturaleza, e inversa
mente porque la naturaleza esta determinada por leyes que al mismo
tiempo son verdades matematicas, la tesis metafisica as{ enunciada es
pertinente para la Fisica y debe allf tener su lugar:
Intrinsecamente, la tess significa que no hay diferencia de status on-
tologico entre los matliemata y los physika: unos y otros son creados y se
situan en el mismo plano. Esto vale contra todas las determinaciones
ontol6gicas anteriormente admitidas, tanto contra cl platonismo como
contra el aristotelismo: para el primero, la idealidad de los objetos ma
teméticos los ubica por encima de la realidad solamente natural, de
suerte que, desde que la naturaleza sera considerada como creada, se
impondré su caracter increado; para el segundo, la abstreccidn de las
matemiticas las relega por debajo dela realidad plena y subsistente de
las cosas naturales, de las que no son sino sombtas mentales. Por otro
lado, Descartes abolis toda diferencia epistémica: la fisica puede cono-
cer su objeto con la misma certeza, en una comprensién tan exacta y de-
terminada, como la matematica conoce los suyos; la ineomprehensibili-
dad de sus fundamentos siendo la misma, la inteligibilidad de la
concepcisn de aquellos que son sus objetos también puede ser la mis-
‘ma, Ast la “fisicomatematica” (segiin la palabra de Beckman, el iniia-
dot cientifico de Descartes), en la que ya habia logrado algunos éxitos
(Principlamente en éptica) y algunos sinsabores (con los infructuosos
ensayos de una ley de la caida de los cuerpos) deviene algo diferente de