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TEOLOGIA, FILOSOFIA Y CIENCIAS DE LA RELIGION Andrés Torres Queiruga Por su extensién en el tiempo, que, en cuanto sabemos, se recubre con la entera historia de la humanidad, y por la intensidad de sus implicacio- nes antropologicas tanto individuales como sociales, la religion consti- ruye un fenomeno de enorme densidad. No puede sorprender que la razon, se haya aplicado a ella con todos sus recursos. De modo que hoy son muchas y muy diversas las diseiplinas que se ocupan de su comprension. Hasta ef punto que la articulacion de las mismas se ha convertido en ano de los problemas principales. El titulo de este apartado apunta justamente a los tres grandes capitulos —a su vez intensamente subdivididos— de esa articulacién. Ya se comprende que no resulta facil intentar una sintesis, y menos en pocas paginas. La intencién del trabajo se dirige a una clarificacion fundamental, que permita una minima orientacién en la compleja estruc- tura de tan vasto espacio. No cabe esperar, pues, informaciones de deta~ Ue, sino ante todo esclarecimiento de relaciones? f FL CAMPO FUNDAMENTAL DF LAS RELACIONFS La distincién mas radical esta ya entre la religién en si misma, como rea- lidad vivida, y los diversos logos que se ocupan de su esclarecimiento Aquélla es el fenomeno primario, el hecho a considerar; éstos son ya actos sogundlos, que responder a una actitud reflexiva. La relacion es, pues, de conciencia directa y conciencia refleja, de espontaneidad y método, de lenguaje y metalenguaje. Una cosa es hablar con Dios o participar activamente en wn Fito y otta distinta, reflexionar acerca de Ia posibili- Leal gui ecbeacas we apn en mi itabaismasestemo 5 dvcamestades Torres yer igs 223 ANDRES TORRES iRuca dad o imposibilidad de ese hablar, as{ como del sentido o sinsentido de ese rito. ‘Asu vez, la actitud refleja puede instaurarse desde posturas muy dis- tintas. Fundamentalmente, cabe distinguir entre un logos que se aplica a lo religioso desde dentro y otro que se le aplica desde fuera EI primero parte de una aceptacion previa de la vivencia religiosa, con la intencién de profundizarla, purificarla, organizarla o defenderla frente a posibles ataques: tal es lo que define a la teologia; 0, si se quiere, a las teologias, pues obviamente existen tantas teologias cuantas son las religiones sobre las que se ejerce ese tipo de reflexion. E] otro tipo de logos esta ya constituido en si mismo con objetos pro- pios y especificos, pero en un momento dado dirige su atencién al fend- meno, para él «externo», de la religion. Tal es el caso de las ciencias de la religién. Asi la sociologia o la psicologia pueden volverse a la religion para estudiarla con sus métodos peculiares ¢ interrelacionarla con otros fenémenos igualmente presentes en su campo de estudio. La exterio. dad es, con rodo, desigual: algunas, como la historia y la fenomenologia de la religién, nacieron muy directamente vinculadas, en su preocupa- cién y en su método, al campo religioso y sélo indirectamente se vineu- Jana las disciplinas generales correspondientes; mientras que otras, como la psicologia o Ia sociologia de Ja religién, son ciencias muy definidas que en un punto de su trayectoria sintieron también interés por el fend- meno religioso. Algo parecido sucede con la filosofia. Pero ésta, dado su caracter tota- lizante, ocupa una situacién intermedia. Puede situarse mas bien «desde fuera», si se considera ya como un cuerpo tedrico ya constituido en si mismo, de modo que se aplica criticamente a examinar la religin como algo a Su vez constituido frente a ella: por ahi va el estilo de las «filoso- fias de...» (la ciencia, del arte, de la religién). Puede tambien situarse mas «desde dentro» al adoptar una postura de mayor apertura y globali- dad, aplicada directamente a las preguntas tltimas, buscando orienta- cidn o respuesta. En ese caso, su caracter es mas «sapiencial» y su biis- queda o posibles propuestas se mueven de algtin modo en un campo muy afin al de la religion: por ahi tiende a caminar la efilosofia primera» (que puede ser cronolégicamente la iiltima en un pensador: piénsese en el lltimo Schelling o el dtimo Heidegger; o puede estar ya desde el princi- pio! piénsese en el neoplatonismo o en Jaspers). Entonces, aunque no coineida con la teologia, puede tener profundas afinidades con ella. ‘Como es obvio, si se enfoca mas de cerca, este campo de relaciones se complica y ramifica con gran ntimero de contagios, anastomosis 0 inte- rrelaciones. Pero resulta preferible dejarlo en este nivel de generalidad, para detectar las aportaciones mas importantes y concentrarse en las rela~ ciones fundamentales 224 TEOLOGIA, FILOSOFIA ¥ CIENCIAS DE LA RELIGION Ul, LAS CIENCIAS DE LA RELIGION 1. El complejo impacto de las ciencias de la religion Cronolégicamente, las ciencias de la religién son, entre las disciplinas aludidas, las dltimas en constituirse. Y lo han hecho en una época reciente segunda mitad del siglo xix— y de profundo cambio, de auténtica mutacin religiosa y cultural (Meslin, 1973, 79}. De ahi que su estatuto no pueda considerarse todavia suficientemente clarificado. En rigor, ni siquiera existe para ellas un nombre undnime: «ciencia de la religion» aparece por ver primera (1867) en Max Miiller (Science of Religiost, segu- ramente traduccién del alemsn Religionswissenschaft); pero atin hoy sigue flanqueado por otros como «ciencia comparada de las religiones», «his- toria de las religiones», «fenomenologia o tipologia de las religiones» (Duch, 1974, 21-22); y sobre todo queda sin decidir el juego singular /plu- ral entre ciencia/ciencias de la(s) religién/religiones, segin se privilegic Ja atencién a lo unitario del campo © al «politeismo» de los métodos?. En realidad, hay que dar razén a N. Luhmann cuando afirma que climpacto de las ciencias en la religion ha producido un cambio tan radical que shasta ahora ni la dogmatica religiosa ni su analisis cientifico han podido reencontrar de nuevo posiciones consolidadas» (1977, 66). El natural imperialismo de lo nuevo, por una parte, y la espontanea resis- tencia de lo establecido, por otra, produjeron de entrada una polariza- cién abstracta entre negacién radical y apologetica a ultranza, que per- turbé la serenidad de {a reflexidn. Por otra parte, la vigencia de la mentalidad evolucionista favorecia la tendencia positivista a interpretar Ia sucesidn cronolégica como mera sustitucién: las ciencias desplazarian asi tanto « la teologia (estadio teolégico} como a la filosofia estadio meta- fisico), desembocando en el estadio positivo, el cual opera una reduccién total de lo religioso, que de ese modo desapareceria diluido en los res- pectivos objetos cientificos (Terrin, 1983). La perspectiva historica permite hoy visiones mds serenas. Por un lado, «las confrontaciones globales ¢ indiscriminadas (Pauschalkonfrontatio- nen) entre religion y ciencia pertenecen a los residuos de una fase evolu- tiva de la sociedad en la que todavia era preciso luchar por la diferencia- cién del sistema religioso y el cientifico» (Luhmann, 1977, 71). Por otro, el reduccionismo positivista, con su excesiva colonizacién del smundo de la vidan, ha perdido (al menos mucho de) su encanto; y, en cambio, estamos en mejor disposicién para ver la enorme riqueza de datos, la fle- xibilizacion de perspectivas y el sentido de concrecién que las ciencias han aportado —y deberdn seguir aportando— en este terreno. So pena de caer en una mala abstraccion o en simples repeticiones banales, tanto 2. Cuestisn bien analizady en Filoramo y Prandi, 1987, 21-22 (obséevese su opcidn, desde el titulo, por el doble plural) La expresién «politeismo+ y también -ateiemo» 0 -agnosticismnos metodo- Fpico es de estos aucores {Obid., 25 ANDRES TORRES QUEIRUGA Ja teologia como la filosofia deberdin permanecer en intimo contacto con la instancia cientifiea aplicada a lo religioso. Intentemos, pues, indicar brevemente el sentido de su aportacién. Historia de las religiones y etnologia La historia, recogiendo la avalancha de datos que llegaron desde el redes- cubrimiento humanista de la antigedad clasica, desde los datos etnol6- gicos que afluyeron en masa con la epoca de los descubrimientos en Amé- rica, Asia y Africa, desde las investigaciones arqueologicas y, acaso sobre todo, desde la traduccién de los textos de las grandes religiones orienta- les, constituyé sin duda el impacto decisive. La superacion de la resis- tencia a lo excraiio, como necio’ o demoniaco’, y la consiguiente amplia- cidn de las perspectivas, con el desbloqueo de un concepto de religion medido exclusivamente sobre el patrén occidental y cristiano, representa con seguridad su mejor aportacion. Y, aunque «el Toynbee della religién todaviaro hurnacidas (Duméry, 1957, 11,n. 1), hoy contamos con una vision de la vivencia religiosa humana en su rica variedad de tiempos, lugares y culturas, que permite una comprension mas abierta a la dife- rencia y mas concreta y receptiva ante los datos, Al mismo tiempo, el movimiento de la misma ciencia histérica contribuyé a la superacién de los positivismos estrechos. Habria que hablar aqui dela etnologia de la religion, que tanto contri- buyé a la superaci6n de todo etnocentrismo y tanto ayudé a una compren- sidn més rica y matizada de las experiencias originales. Como disciplina, reconocida su enorme aportacién, tiene un destino raro, que la inclina a ladisolucién, En virtud del propio progreso, su objeto tiende, por un lado, a repartirse entre la historia, la sociologia y la psicologia de la religion; Y, Por otro, a suptimirse a si mismo, en cuanto que la «extrafeza cultu- ral», que es su principio, tiende por definicion a desaparecer en la misma medida en que el conocimiento convierte la extrafieza en familiaridad’, 3. Sociologia de la religién La sociologia de la religién es de estas disciplinas la que tal vez logré un estatuto mas acabado, gracias a su largo cultivo y a que se muestra capaz de integrar a su modo los resultados de todas las demis®. Su evo- 3. Pidngere que todavia Voltaire caliticaba de «abominable fatrase anda menos que el Zend: Avesta que AnquetilDuperron acababa de sradoeis por primer’ vev ‘el. Bianchi, 1979, 219) 4. Fendmeng clan en el encuentra con las elgiones de America; cf ung sintesis fpretada, con bibliografi en K. H. Kohl. «Geschichte der Religionswissenschaferen Cav, Glasgow y Laubecher, 1988.1, 226-231. 5." Mucn andlisis de esca daléerica en G. Schlatter, ~Relsionsatinologie-, en Cacik, Gladigow vy Laubseher, 1988. fy 158 6. CHF. Wagher, 1986. 305-306. Indiquemes, con todo, que Bianchi (1979) no se eansa de reivindicar este rtulo para ia hiworin de fs rligincs, entenciva devdle luego de mada muy ampio, 226 TEOLOGIA, FILOSOFIA ¥ CIENCIAS DE LA RELIGION lucién es notoria y enriquecedora. Los autores «precidsicos» —A. Comte, K. Marx, H. Spencer— enfatizaban la contraposicion abrupta individuo- sociedad, tendiendo a recluir lo religioso en las sociedades premodernas. Los «eldsicos» —E. Durkheim, M. Weber, B. Malinowski— acentiian lo complejo de las interrelaciones, tienden a ver la religion como constitu- tivo de la existencia social del hombre como tal y buscan, sobre todo con ‘Weber, una , pues en si misma se plantea ya como tratado (logia) de Dios {theds}— se aplica integramente y de modo directo al estudio de lo reli- gioso. Al partir de la aceptacion en principio de una determinada reli- gion, el pensamiento teoldgico estd de entrada marcado por la particula- ridad historica de su credo. Pero en las religiones universales la propia particularidad es vivida como dotada de validez universal. Universali- dad que tiende luego 2 validarse como reflexién sobre sus propios fu damentos. En el cristianismo resulta claro desde los primeros pasos de su teologia, sobre todo a través del didlogo con Ja filosofia (también, mediante ella, con la religion griega y judia, y mas tarde con la érabe). De ahi que mas tarde esto haya podido explicitarse por medio de la distincién entre una teologia fundamental, que busca la justificacién racional de la fe —como defensa hacia fuera, pero también hacia dentro como cercioramiento refle- xivo de la propia conviecion— y tealogia dogindtica, que atiende, de modo inmanente a la propia comunidad, como explicitacion y profundizacion 16. Eneste sent resulta ejemplar la obra itl sativa subtitle, le Cinco Reser {1989}, n su signi 230 TEOLOGIA, FILOSOFIA ¥ CIENCIAS OF LA RELIGION de las creenciasaceptadas. En todo ello se vale de ciencias auxiliares como la exégesis, la historia, Ia critica literaria 0 la hermenéutica de los pro- pios textos y tradiciones, asi como también de disciplinas mas practicas, como la pastoral o la liturgia. Pero también para ella la crisis de la Tlustracién supuso un cambio profundo: al perder de modo cada vez mas agudo la evidencia esponté- nea de su trasfondo de fe y sentirse cuestionada hasta sus mismos funda- mentos —por la division confesional, por la ampliacién del horizonte ope- rado por las ciencias de la religion y por los ataques de la critica deista ¥ atea—, tuvo que replantear su estatuto epistemoldgico, sus métodos y las razones de su universalidad y validez. Ya se comprende que esto sucedia en paralelo muy estrecho con el emerger mismo de la filosofia de la religion, lo cual plantea para ella uno de los problemas fundamen- tales en el Ambito tedrico. La teologia en su relacién con ta filosofia Las relaciones no podian ser ficiles. La espontanea autoafirmacién de Ia filosofia naciente y el reflejo defensiva de la teologia heredada lleva- ron a una diferenciacién extremada entre la fe y la razén. De suerte que se hizo como un reparto de competencias, quedando la fe y su fuente, la revelacién, como dominio exclusivo de la teologia; mientras que el Ambito de lo racional quedaba cada vez mas en manos de la filosofia Aquella guardaba asi su especificidad, pero a costa de aislarse de la con- crecion humana y siempre bajo la sospecha de ser algo ajeno y heter nomo. La filosofia, por su parte, fue abandonando en buena medida el pensar lo religioso, exponiéndose, como repetidamente advirtio Hegel, a perder su universalidad y su profundidad tiltima. El resultado fue un creciente dualismo, con la consiguiente incomunicacidn entre lo filosé- fico y lo teolégico. Sin embargo, la revision de la historia del pensamiento occidental a que antes aludiamos hace ver que no todo ha sido tan lineal ni tan uni- voco. Ha habido siempre una corriente que desde los dos campos man- tuvo una fuerte conciencia de unidad. Y es muy probable que Ja altura histérica permita un avance mucho mas profundo y decidido en esta direccién. Por parte de la filosofia, su permanente veta no racionalista, el impacto de la fenomenologia y del existencialisma, asi como la ampliacién del Tenguaje a partir del limo Wittgenstein y la fuerte eclosin de la herme- néutica... empujan hacia una razon ampliada, capaz de afrontar sin reduc- cionismos apriéricos el dificil pero real problema de la positividad reli- giosa. La teologia, por su lado, desde la despositivizacion de la Escritura por la asuncién de la critica biblica, por el abandono de la escolistica como vehiculo casi obligado de los conceptos filoséficos y por el sentido histérico y hermenéutico en sus producciones mas actualizadas, sale al encuentro de ese movimiento, humanizando la revelacién. Lo que desde 231 ANDRES TORRES QUEIRUGA ésta se propone no es algo cafdo del cielo, como un aerolito ajeno a las preguntas y preocupaciones humanas, sino respuesta histrica conquis tada en un esfuerzo teflexivo, apoyado en la experiencia y enriquecido en la tradicion, El mismo Vaticano II, hablando nada menos que del ‘oscuro dogma del pecado original, afirma que «Io que la revelacién divina nos dice coincide con la experiencia» (GS, 13). Si a posteriori esa respuesta se presenta como reconociéndose fun- dada en una «palabra de Dios», esto no significa ni una denominacién univoca ni mucho menos un proceso magico, sino un reconocimiento de algo que —como toda verdad: a-létheia, heideggeriano venir a la com- prensién lo que estaba oculto— se expresa em la realidad de una expe- riencia histérica humana, Esta, como tal, es controlable y no se la debe aceptar por imposicion; ni siquicra, como tantas veces se da por supuesto, dinicamente porque «alguien dice que Dios le dijo». El examen de los tex- tos biblicos muestra que ese «decir Dios» es un interpretament de una experiencia dirigida a todos y, por lo mismo, en principio accesible a su examen, al menos una vez expresada (como por lo demas sucede, en su modo especifico, con toda creacién cultural profunda: ante una obra cla- sica no nos sentimos capaces de crearla, pero «re-conocemos» en ella tam- bien muestra verdad, una vez que la encontramos manifestada). Estamos ante una reflexion en curso, no siempre aceptada por todos ni todavia perfectamente formulada, pero con una presencia efectiva en el pensamiento teolégico mas vivo. Personalmente he tratado de articu- larla en torno a la categoria de mayéstica hist6rica. Pretendo indicar con ella que la palabra reveladora no lo es porque venga de fuera, sino por- que descubre la realidad intima del mismo oyente en cuanto trabajada por la presencia fundante y salvadora de Dios, que estaba ya tratando de manifestarsele también a él. Como Sécrates decia de si mismo, la pala- bra reveladora no

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