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Lengua Española
Lengua Española
Faceta adquirida
Sugiere que la característica innata del lenguaje no resulta suficiente para explicar por qué
somos capaces de entablar comunicación. Es decir, el entorno del lenguaje o circunstancias
ambientales que rodean a un individuo desde su niñez, sus experiencias personales y
lingüísticas, pueden influir e incluso determinar el desarrollo del lenguaje. Cabe destacar que
los factores externos son igualmente importantes.
Tanto la faceta innata y la adquirida tienen que el cerebro del ser humano trabaja
principalmente con dos tipos de conocimientos:
1. Conocimiento declarativo: es información consistente en hechos, conceptos o ideas
conocidas de manera consciente y que se pueden almacenar como proposiciones.
Por ejemplo: “Conducir un coche”.
2. Conocimiento procedimental: es el conocimiento sobre cómo hacer cosas. Se refiere
a cómo ejecutar las diferentes tareas.
Por ejemplo: “con la suficiente práctica, seremos capaces de automatizar la secuencia de
movimientos y podremos arrancar y poner en marcha el coche.”
El signo lingüístico, por un lado, es arbitrario. Por otro lado, es convencional. Por último, la
necesidad de intérprete. También, lo más importante para establecer esa convencionalidad,
arbitrariedad y la interpretación tenemos el código, el cual es el conjunto de signos y de
reglas que se combinan hasta formar infinidad de mensajes.
Dentro del código tenemos el significante y el significado. De este modo, la lingüística
estudia todo el funcionamiento de estos códigos y cómo se relacionan el significado y el
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Nos referimos a los monemas, las unidades mínimas de significación que son bifaciales
(abarcan significante y significado).
La doble articulación del lenguaje: la expresión (el significante): se trata de las unidades que
no poseen contenido pero que son distintivas porque permiten diferenciar activamente. Los
monemas (1a articulación) están compuestos a partir de fonemas (2a articulación). Las
lenguas humanas tienen esta propiedad. Así pues, estas presentan dos niveles, uno en el que
los elementos mínimos carecen de significados y otro en el que estas unidades de significado
se unen formando unidades significativas.
Por el contrario, se habla de gramática moderna: tiende a describir la lengua más que a
prescribir, por lo que se identifican construcciones que se emplean en la realidad y no las que
supuestamente deberían utilizarse atendiendo a un modelo ideal. Se asocia a las llamadas
gramáticas descriptivas que pretenden dar cuenta de cómo se presenta la lengua. Este tipo de
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La gramática universal
Los lingüistas defienden la existencia de una gramática universal, es decir, de un fondo
común a todas las lenguas del mundo (características compartidas por todas ellas: x ej., en
todas se da coordinación, todas comparten un sistema de fonemas de entre 20 y 60 elementos
–el sistema fonador es limitado-, todas presentan mecanismos de recursividad, es decir, la
posibilidad de aplicar repetidamente una estructura –oraciones de relativo, CN,...-). A partir
de este fondo común, cada una de ellas selecciona una serie de aplicaciones concretas, una
serie de rasgos típicos/particulares que conforman su gramática particular.
Tema 2: Sintaxis
¿A qué nos referimos cuando hablamos de sintaxis?
La sintaxis se define como “la parte de la gramática que estudia la forma en que se combinan
las palabras y los significados a los que dan lugar estas combinaciones”. (Bosque y
Gutiérrez-Rexach 2008:11).
La sintaxis contemporánea empieza con el estudio de las clases de palabras. Cómo estas se
organizan en grupos pequeños y cómo se organizan posteriormente en secuencias cada vez
más complejas. La sintaxis, pues, se ocupa del análisis de las combinaciones y de cómo unas
palabras influyen en otras. El orden de estudio es de menor a mayor (justo a la inversa de la
gramática tradicional).
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El concepto de “palabra”
Desde un punto de vista sintáctico, una palabra es un conjunto de rasgos (propiedades
sensibles a sus relaciones mutuas). Estos rasgos son de naturaleza muy diversa. El gramático
debe aislarlos y estudiar el modo en que cada uno de ellos permite explicar un aspecto
diferente del funcionamiento o significación del término.
Uno de los rasgos más evidentes de las palabras es el rasgo categorial; es decir, la categoría
(gramatical) o grupo al que pertenece cada una. Además, existen unas propiedades selectivas
que dictan las posibilidades de combinación de los vocablos, las posibilidades de selección de
otros elementos con los que pueden relacionarse frente a otros con los que no pueden hacerlo.
Dentro de las estructuras sintácticas, las palabras ocupan posiciones. Estas posiciones (o
huecos) presentan una doble vertiente:
● Semántica: consecuencia del significado del núcleo de esa secuencia.
● Formal: se refiere a la función que desempeña en ella.
(1) Bea bebe zumo
“zumo” viene seleccionado semánticamente por el V: patatas
Esta posición (el hueco que ocupan) incluso puede quedar vacío, lo que pasaría a afectar el
sentido de la estructura en cuestión:
(2) Bea bebe.
Las categorías léxicas son las que designan realidades externas al sistema gramatical (se
refieren a cosas, personas, animales, acciones, propiedades, etc.). Son universales. Estas
constituyen inventarios abiertos, que evolucionan y se modifican constantemente, por
ejemplo, con la entrada de préstamos que sirven para designar nuevas realidades (son
palabras denotativas). Este tipo de términos puede coordinarse entre sí (algo que es más raro
en las categorías funcionales), también pueden aparecer aisladas (las funcionales no). Son las
que aparecen en el diccionario.
Las categorías funcionales son las que manifiestan conceptos fundamentales para expresar
relaciones y propiedades gramaticales; es decir, se definen por su función en el periodo
sintáctico. Se trata de conceptos del tipo género, número, tiempo, reflexividad, etc. Son
particulares. Se consideran transitivas, es decir, necesitan de otras categorías para que
“llenen” o saturen los espacios sintácticos que ellas proporcionan. Además, son formas
átonas, que se apoyan de manera acentual en el elemento sobre el que inciden. En algunos
casos, los elementos funcionales han acabado por ser propiamente elementos de tipo
morfológico (desinencias de futuro en los verbos, por ejemplo).
Hay otras oposiciones, como la que enfrenta las categorías manifiestas y las categorías
encubiertas/vacías: las primeras aparecen expresamente en el discurso mientras que las
segundas no se realizan fonológicamente pese a tener contenido (caso de la posición de sujeto
de infinitivo, o la de sujeto elíptico, o el núcleo de determinados SN).
- Sujeto de infinitivo: “Yo quiero ir al cine” (sujeto (yo), infinitivo (ir)).
- (Yo) quiero (yo) ir al cine. Este yo en análisis actual es pro (pronombre) y el otro yo
es PRO. Para demostrar si es correcto se hace uso de la concordancia (por ejemplo,
“yo quiero que tú vayas al cine”,en este caso se utiliza el subjuntivo).
De forma implícita todas las categorías funcionales se representan.
Las categorías manifiestas son las que aparecen expresamente en el discurso, en cambio, las
categorías encubiertas o vacías no se realizan fonológicamente pese a tener contenido (caso
de la posición del sujeto de infinitivo o la del sujeto elíptico, o el núcleo de determinados
SN).
Categorías léxicas: sustantivos, verbos, adjetivos, adverbios y preposiciones.
Categorías funcionales: determinantes, pronombres, verbos auxiliares, conjunciones, flexión
complementarios (oraciones subordinadas en general).
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También se han denominado clases mayores de palabras. La tradición reconoce aquí a los
sustantivos, verbos, adjetivos, adverbios y preposiciones. Es importante, pues, repasar los
rasgos que lo hacen posible.
- El nombre / sustantivo: semánticamente designa personas, animales, eventos…
características o nociones abstractas. Morfológicamente, tiene formas específicas para
marcar el plural; posee rasgos de género y número cuya manifestación morfológica es
la flexión nominal. Sintácticamente, admite artículos, demostrativos y otros
modificadores, junto con ellos puede formar una frase más larga y, además, junto con
un verbo puede constituir una oración, en la que será argumento de ese verbo. Los
adverbios nunca pueden modificar un nombre. Los sustantivos pueden tener
complementos y reciben referencia de unos elementos denominados determinantes
(categoría funcional). Es importante destacar un fenómeno que ha provocado bastante
confusión y debate en los últimos años: la elipsis nominal en el seno del sintagma. En
casos como: La de María, el sustantivo ha sido elidido. Se trata de un núcleo léxico
nulo y como tal se analiza. ¿Cómo puede darse algo así? Por la existencia de un
elemento que recupera los rasgos funcionales del sustantivo. Existen distintas clases
de nombres, que se pueden catalogar en función de determinadas propiedades
semánticas y morfológicas. Así, tradicionalmente, se distingue entre nombres
propios y comunes, concretos y abstractos, continuos y discontinuos, contables e
incontables,etc. También, se puede tener en cuenta el género y el número.
con las características semánticas del verbo: Di un paseo (argumento) para estirar
las piernas (adjunto).
Verbos inergativos:
Verbos ergativos:
Verbos unipersonales:
- Los adjetivos: típicamente se ha dicho del adjetivo que hace referencia a las
propiedades de personas o cosas y se emplea para modificar nombres. Son adjuntos.
Tener en cuenta la semántica, sintaxis y morfología en sus contextos. Comparten con
los artículos la capacidad de combinarse con un sustantivo , pero lo hacen con un
orden fijo:
Ejemplos: “Un hombre guapo pero *guapo un hombre/ El coche antiguo pero * antiguo el
coche.
Tipos de adjetivos:
Calificativos:
- Colocar el adjetivo tras el verbo ser, formando una oración: atribución.
- Ciertos adjetivos presentan formas especiales para mostrar el grado en que se da la
propiedad que se atribuye a algo: comparativo y superlativo.
- Los adjetivos pueden tener modificadores (de grado o intensidad), así como
complementos (muy alto/ contento con su suerte).
Relacionales
Adverbiales