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HABITOS SALUDABLES Aunque habitualmente los conceptos de promo- de salud y prevencisn de la enfermedad se rntan comto dos tareas diferentes, la realidad es ambvs términos acogen un contenido que, en casos, se esti solapando. De hecho, resul- a dificil encontrar una estrategia de prevencisn al mismo tiempo no sirviese para la promocisin lasalud. y viceversa, todas aquellas intervencio- que se orientan a poteneiar la salud sitven, en yor © menor medida, para prevenir la enferme- ste solapamiento es especialmente evidente lo referente a la Hamada prevencisn primaria, Segiin la clasiticacisn de Fielding (1978), co- gnmente aceptada dentro del campo de las ciencias Ja salud (aunque no exenta de eniticas), se pueden inguir tres tipos tundamentales de prevencidn, prevencion primaria, que se retiere a las medidas 'S pars prevenir la aparicion de la enfermedad Personas sanas; la prevencicn secundaria, que Tefiere a los estuerzos necesarios que se realizan detener el progreso de la enfermedad una vez ésta se ha iniciado y, finalmente, la prevencidn Jos procedimientos de trata- enfermedades Dentro la prevencién primaria se dos estrategias. La primera se centra en 1a mo~ cin de los habitos insanos, como, por ejemplo, tabaco, el alcohol o Ia dieta, Dado el enorme de personas que participan de dichos halbi- Ja intervencién centrada en el cambio de esas ESiScecs Prinide Creencias sobre la salud y cambio de conducta conductas es eseneial, Sin embargo, esos progeamas de intervencisn son tan sdlo, y muy a menudo, parcialmente evitosos debido al importante mimero de recaidas a medio plazo. Pste es ef ease del taba quismo, Aunque se han desarnallade diversos pro: grimas para el abandono det habito de fumar que aleanzan un edite impor corto plazo, a medio plazo un porventaje significative de sujetos retoma este hibit, Es por esto, quiziis, que los estuerzos actualmente tambien se vuelean en la prevencidn de esos habitos insanos, entre los que se ineluyen ta prevencisin del tabaquismo entre adolescentes (He= cata 2000), la prevenein del uso de droga (Espa- day Mendez, 2003), la preveneidn del alcoholismo (Seeades, 2001) o la prevencisin de embarazos:y enfermedades de transmisién sexual (Ciieeres:y Escudero, 2002; Lameinas, Rodriguez y Ojea, 2004), partir de es sid esttatégicn se podefa afirmar que miientras ta promocidn de la salud tie= re como objetivo fundamental de sus intervenciones la adquisicivin imiento de comportamien- tos saludables ¥, por lo tanto, la mejor de la ealli« dad de vida, li prevencidin de la enfermedad ene globaria aquellas intervenciones cuyo objetivo es el de la reduccién o eliminacidn de aquellos com: portamientos que se pueden calificar come de ries« go para el desarrollo de algtin tipo de enfermedad, En esta linea, cobra pleno sentide a distineidn postulada por Matarazzo (1984) entre to que él ha denominado patigeno conductal © inmundgeno conductual. BI primero de esos conceptos hari re= ferencia a todos aquellos eomportamientos «ue in= crementan la susceptibilidad de I persona a las te Scanned with CamScanner 30 / Manual de psicologia de la salud enfermedades de mayor prevalencia y que son, ac- tualmente, la causa més importante de mortalidad en las sociedades industrializadas. De hecho, tal y como se presenta en la tabla 2.1, las principales causas de muerte en el mundo occidental parecen estar estre- chamente vinculadas a estos pat6genos conductuales. TABLA 2.1 Principales causas de muerte en la sociedad industrializada y factores de riesgo asociados Factores de riesgo Tabaco, Hipertensién, Colesterol. Obesidad, Alcohol. Falta de ejercicio fisico. Dieta. Exceso de sal en Ia dieta. Estrés, Causas de mortalidad Ataque al corazén Tabaco. Alcohol Dieta. Sustancias cancerigenas ambientales. Sustancias cancerfgenas en el Ambito laboral. ‘Neoplasias malignas Alcohol. Estrés. No uso del cinturdn de se- ‘Accidentes de circulacién guridad. En concreto, se estima que el tabaco y el alcohol en conjunto causan casi un 30 por 100 de las muer- tes (Centers for Disease Control, 1991). El consumo de cigarrillos contribuye, cuando menos, al desa- rrollo de un amplio rango de enfermedades, entre las que se incluyen el ataque cardiaco, Ia bronquitis crénica y el enfisema pulmonar, ademés del ciincer de pulmén, laringe, pancreas y vejiga. Mientras que el abuso del alcohol esté implicado directamente enel cancer de higado y esta presente aproximada- mente en el 50 por 100 de los fallecimientos por accidente de tréfico. ‘No obstante, las personas pueden desarrollar com- portamientos que permiten reducir el riesgo de en- fermar y es lo que Matarazzo (1984) denoming mundgenos conductuales. Los efectos saludahj estos siete habitos (tabla 2.2), fueron puestos manifiesto en el estudio de Belloc (1973), en et 7,000 adultos fueron entrevistados sobre sus hans de salud. Estas personas fueron seguidas entre cing! aos y medio y nueve afios y medio (los resul a los cinco afios y medio de seguimiento ay en la figura 2.1). A los nueve afios y medio de entrevista inicial, los hombres que segufan los siete habitos saludables mostraban tan s6lo el 28 por 10) de Ia mortalidad de la de aquellos que mostraban tres habitos saludables o menos. En el caso de las muje- res la cifra era del 43 por 100 (Enstrom y Breslow, 2008). En la misma linea, parece que el cumplimien- to de los cinco habitos de salud fundamentales se reitera como la base de una mayor longevidad. Li, Pan, Dong et al. (2018) utilizaron los datos de segui- miento de mds de 30 afios en una amplisima muestra de personal sanitario y tomaron como factores de estilo saludable: no furnar, un indice de masa corpo- ral (IMC) entre 18,5 a 24,9, actividad fisica de mo- derada vigoross 330 min/dta, ingesta moderada de gota!» una alta puntuaciGn en la de calidad de la alia: ton ‘eltados mostraron que a tos 50 afos de siete tecaret que mantiene ese estilo de vida aan Speranza de vida de 43 afios més. mbre de la misma edad seri fi Para las personas que no respetan et oo 37 alos. 29 afios en el caso de las mujency at Media es de hombres. Bs decir, hasta 14 anos ye (oS 25 Pata los ios de diferencia, TABLA 2.2 Hébitos de vide relacionados goy nun mejor estado de salud (Bell oe » Brestoy, 1972) 4, Mantenerse en el peso ade mo a ello, PRO adecuad a jy fala 5. No fumar. os 6. alcohol moderadamente 1 Peter una et fn 222 Ben, © Eaicio os Picdmite Scanned with CamScanner Creencias sobre la salud y cambio de conducta / 31 505 30 20 10 | Y T T Hombres (3) Mujeres (3) Hombres (6-7) Mujeres (6-7) 45-54 aflos 55-64 aos] 65-74 anos Figura 2.1.—Relacién porcentual entre el nimero de précticas de salud (entre paréntesis) y la mortalidad a los cinco afios y medio de seguimiento. Adaptada de Belloc (1973). El otro modo de distinguir entre prevencién de la enfermedad y promocién de la salud ha sido formu- lado por distintos autores sobre la base de los agen- tes implicados en el proceso. En concreto, Stokols (1992) sostiene que mientras el concepto de promo- cion de la salud enfatizaria el papel de los individuos, grupos y organizaciones como agentes fundamenta- les del desarrollo de las pricticas y politicas de salud para mejorar el bienestar individual y colectivo, la prevencién de la enfermedad se limitaria al ambito clasico de la salud piblica, destacando el papel que desempefian los profesionales sanitarios y las admi- nistraciones puiblicas en la salud. 2. LOS OBSTACULOS EN EL CAMINO DE LA PREVENCION Aun cuando en Ia actualidad se dispone de una fran cantidad de informacién sobre lo que uno Puede hacer para mantenerse saludable y muchas Personas, de hecho, se adhieren a conductas de © Ediciones Pirdmide prevenci6n, existen algunos obstéculos que limitan notablemente la generalizacién de las mismas al conjunto de la poblacién. Dichos obstéculos se pueden agrupar en cuatro grandes categorfas. 2.1. Actitudes y pautas culturales Dentro de la cultura occidental, la salud se con- sidera como uno de nuestros valores mds apreciados y, de hecho, asf se verbaliza en muchas conversa- ciones cotidianas que giran en torno a este tema (como ocurre todos los aiios el dia de la loteria de navidad, especialmente, entre los no premiados). La cuesti6n esté en que existen otros valores que también ocupan una posicién muy alta dentro de nuestra jerarquia cultural y que entran en clara contradiccién con el de la salud. Tener éxito, vivir cémodamente o experimentar sensaciones muy fuer- tes son algunas de las motivaciones que se oponen, en muchos casos, al comportamiento saludable. En este sentido, por ejemplo, las enfermedades cardio- vasculares, primera causa de muerte en la sociedad Scanned with CamScanner 32 / Manual de psicologia de la salud industrial, tienen entre sus factores de riesgo més importantes el sedentarismo, la obesidad y el taba- co. Y, del mismo modo, la moda de la delgadez ha ‘generado unos habitos de alimentacién iatrogénicos (véase capitulo 3) Por otra parte, una segunda actitud que dificulta los esfuerzos de prevencién es la equiparacién que se hace de la buena vida y habitos poco saludables. En este contexto se sobrentiende, por ejemplo, que los alimentos mas apetecibles son los de alto con- tenido en colesterol, 0 que el sedentarismo es més reconfortante que el ejercicio fisico moderado. Este sobrentendido olvida que igual que se aprende a disfrutar de un tipo de alimentaci6n o de una pauta de actividad fisica también se puede aprender a disfrutar de otros habitos mas sanos. ‘A todo lo anterior habria que afiadir que Ia con- tinua publicidad sobre el poder de la tecnologia médica para curar a través de trasplantes, 6rganos artificiales y técnicas quirtrgicas puede servir como justificacién para no emprender medida preventiva alguna. Si bien no se debe olvidar que existen im- portantisimos intereses econémicos creados sobre el actual estilo de vida. 2.2. La naturaleza de los habil saludables La dificultad de Ia prevencién se sitda también en Ia propia naturaleza de los habitos saludables, Mientras que muchas de las conductas que pueden ser perniciosas para la salud (fumar, beber en exce~ So, las practicas sexuales poco seguras, eteétera) ratificacién inmediata que evan casi siempre a una gr: Jas refuerza positivamente, 1os habitos de salud, por cl eontrario, suponen casi siempre una demora de /a fratificacién, por fo que, cuando ambos tipo de sratjueta entran en competencia, existe una enor probabilidad de ocurrencia de Jas conductas saluda- preeten este sentido, por ejemplo, es muy IW vo lo que ocurre con Ja practica del ejercici i se ‘Aquellas personas que To practican habitualiente feconocen que se encuentran mucho mejor ae Fisica oor de psicoldsi ca iio fisico leva a inicia vrdctica del ejercicio fisico Ile te inci es a posponerto indeinidamen Ia gratificacién que supone fica de algunos habitos saludables, habria que {que dichos habitos tan s6lo reducen la posi : Aermar en términos de probabilidad re} hecho hace que, psicol6gicamente, muchas desatiendan, por ejemplo, la diferencia entre An riesgo bajo de sufrir un infarto 0 tener un dito, El hecho de no haber tenido nunca infartg de proporcionar a sensacién de una cierta ji tabilidad ante esta enfermedad. Asimismo, en vonductas de riesgo no existen sefiales antici 6 estimulos discriminativos de los problemas yy pueden acarrear y, cuando existen, Se puede spree mdesatenderlas, tal como ocurre con las advertencss que figuran en las cajetill : Al retraso de las de tabaco. ee 2.3. El sistema sanitario y los cambios en las recomendaciones sobre la salud La propia I6gica de nuestro sistema sanitario supone una dificultad afiadida para la préctica de la prevenci6n. Desarrollado sobre el modelo biomédi- Co, su objetivo primordial es el tratamiento y 1a cu- racién de la enfermedad, por lo que no es de extrafiar que los profesionales de la salud sean entrenados, fundamentalmente, en el diagndstico y tratamiento de enfermedades especfficas. Hay, ademés, reforza- dores positives muy potentes, como el prestigio, as retribuciones dinerarias 0 un cierto sentido de com | petencia profesional muy ligados a la medicina cu rativa, Por el contrario, los esfuerzos por la prever™ cin se acompafian dé muy poco reforeamieno, las institucion, ari; ° ts anc ha a2 ro mendaciones sobre los hal ado las reco contravinlendo las anterint’ stludables (a veoeg favorecer un cierto clima de esceprtne soos que se justifica lo innecesarig qe ncisme sobre el tamienio saludable. Baste pensa, “dOPt&® compor- el caso del aceite de oliva o de} pep or Slemplo, en Pescado azul. 2.4, La orlentacién de ta Psicologia ctr gia clinica Si bien el interés por et tem, ha calado pronto dentro del cant,“ ! prevencién mMpo PO Profesional de Ediciones Pirimide ei Scanned with CamScanner Ja psicologfa, algunos condicionantes han impedido que dicho interés se trasladase de un modo inme, diato a la prictica, En primer lugar, la psicologia clinica se ha centrado historica y tradicionalmecne eneel campo de la salud mental, en el cual se abo dan problemas afectivos y emocionales. El intents por la salud fisica es mucho mas reciente y ne hs cuzjado en una actividad profesional propia a pers de disponerse, en problemas muy conereton ae técnicas mas eficaces que la intervencién médica (véase, capitulo 9). Por otra parte, al igual médica, la practica de la entendido como una inte que ocurre con la practica Psicologia también se ha eraccin privada entre el paciente y el clinico, Esta actitud ha limitado el desarrollo de programas de intervencién en escuelas, lugares de trabajo, etcétera. Dentro de estos contex- tos es donde puede verse mas claramente su utilidad en la promocién de la salud (Costa y Lépez, 2008), 3. LOS DETERMINANTES DE LAS CONDUCTAS DE SALUD De acuerdo con la definicién de Kas! y Cobb (1966) las conductas de salud son aquellas conduc- {as que la persona manifiesta, mientras se encuentra sana, con el propésito de prevenir la enfermedad. Por lo tanto, la conducta de salud engloba, en pa- labras de Matarazzo (1984), «los esfuerzos de las Personas por reducir sus patégenos conductuales y Practicar conductas que sirvan como inmunégenos conductuales». No obstante, a este respecto, la in- \estigacién sobre el tema ha mostrado que la priic- ca de una determinada conducta de salud no con- 'leva la préctica de otras, 0 lo que es lo mismo, que las conductas de salud mantienen entre si una débil corelacién, La persona que usa el cinturén de se~ 8uridad no tiene por qué implicarse en la préctica tle la actividad fisica. ‘xisten distintos tipos de variables que parecen \cterminar en gran medida la conducta de salud. Desde una perspectiva psicolégica, merecen ser ‘stacadas la influencia del contexto social, Ia per- «,bcisn del sintoma, los estados emocionales y las “encias sobre la salud. ° Ediciones Pirie Creencias sobre la salud y cambio de conducta / 33 3.1. El contexto social EI contexto social de la persona ejerce una no- table influencia sobre sus habitos de salud. Asi, por ejemplo, Gil y Ballester (2002) han observado que los dos mejores predictores del consumo y abuso del alcohol en los jévenes lo constituyen que los Padres inicien a los nifios con motivo de fiestas celebraciones y la asuncién, por parte del grupo de iguales, de que el alcohol facilita la diversién, En los adultos las relaciones sociales también influyen decisivamente en el cuidado de la salud. Contar con una verdadera red de apoyo social es una de las condiciones més importantes para evitar las con- ductas de riesgo y promover el comportamiento saludable (véase el capitulo 7). 3.2. La percepcién del sintoma Enel momento en que aparecen algunos sintomas inesperados muchas personas deciden iniciar un cambio en ciertas conductas de salud. La persona que un dia nota que cuando sube las escaleras llega sin aire arriba, puede decidir iniciar un programa de ejercicio fisico. O un fumador que comienza a toser de modo persistente puede empezar a pensar en dejar de fumar. En estos casos los sintomas se suelen considerar como una sefial de un potencial problema fisico y los cambios que se producen en las conductas de salud constituyen una manera de reducir el riesgo percibido. Sin embargo, la influen- cia de estos sintomas suele ser s6lo transitoria, y de hecho, por ejemplo, el fumador suele retomar el consumo de tabaco una vez que la tos ha cesado. 3.3. Los estados emocionales Los estados emocionales pueden modificar no- tablemente las conductas de salud. Asi, por ejemplo, el fumador puede Megar muy pronto a encadenar las situaciones de estrés con el consumo de tabaco como una forma de enfrentarse a dichas situaciones, De hecho, situaciones de ansiedad o de aburrimien~ to suelen ser potenciales desencadenantes de la conducta de fumar (Becofia, 2006). En esta misma Iinea, se ha observado, dentro de la poblacién joven, que aquellos que manifiestan unos niveles mas altos Scanned with CamScanner 34 / Manual de psicologia de la salud tuna menor probabilidad de impli- ‘as de salud en general. Asimis~ ultas que se sienten estresadas jes de comer mas y peor, de fumar més sin son fuma- el contrario, un estado de ‘arse en un mayor de estrés, tienen carse en las conduct mo, las personas adi tienen més probabilidad! hacer menos ejercicio 0 dores (Amigo, 2000). Pot bienestar general induce a implic: niimero de comportamientos saludables. 3.4. Las creencias sobre la salud Las creencias que sobre la salud tiene una per- sona también influyen en sus habitos. Cuando se padece una enfermedad es muy probable que el que Ia sufre desarrolle, sobre la base de sus conocimien- tos y experiencia, toda una serie de valoraciones en relacion a los cambios que se van produciendo y que pueden influir notablemente en las conductas dee salud que adopte. Entre los hipertensos, que en general suelen mostrar una baja adhesin al trata- iniento farmacol6gico, el consumo de la medicaci6n puede quedar regulado en funcién de sus excesos én Ia dieta o de sintomas que atribuyen a la enfer- medad (como el enrojecimiento de Ia piel), sin que exista una evidencia objetiva de que tales cambios puedan atribuirse a un incremento de la presi6n arterial. Una clase de creencias que puede influir en las précticas de salud son las relacionadas con la vul- herabilidad percibida por el propio sujeto. En ge- eral, las personas tienden a ver el futuro de su salud de un modo excesivamente optimista y poco realist. De hecho, cuando se evaltia la probabilidad de padecer una enfermedad en el futuro, la mayorfa gree tener una probabilidad muy por debajo de la media de padecer alguna alteraci6n fisica (Wein- stein, 1988). La compensacion del riesgo es otra clase de creencia que sirve para resolver la disonancia cog- nitiva de aquellas personas que son conscientes de que alguno de sus habitos (p.c. alimentarios, taba- quicos, etc.) no es saludable. Para ello, Hegan a ‘convencerse de que otros habitos saludables (p.e. acudir al gimnasio regularmente) pueden compen- ‘ neutralizar el efecto de los habitos insalubres. nncia estd presente en muchas personas que ambiar comportamientos com. son reacias a © | sedentarismo (Radtke, Set tabaquismo © el Keller et al., 2011)- vAdemés, las creencias sobre Ia bondad de minados comportamientos cn Ia salud no g Ir puesta en prictica de dichos comportami Muchas personas estén convencidas de que dy Ae fumar o hacer ejercicio fisico puede mejorar, oe ad: sin embargo, no son capaces de inclur ay Sarductas dentro de sus hdbitos de vida. Las ce, Cs sobre 1o que leva a la salud se tornan as Condiciones necesarias pero no suficientes Gesarrollo de un estilo de vida saludable. E COGNICION SOCIAL 4. MODELOS DI IDUCTAS DE SALUD DE LAS CON! sentaci6n de ese conjunto de factores 1a conducta de salud, se pasaréna do la I6gica propuesta por Ogden eorfas que han sido desarro- -omportamiento saludable dos que a partir de ahise ficar dicho com Tras la pre: que influyen en | examinar, siguient (2005), algunas de las t ladas para explicar el c de las personas y los méto% han propuesto para ayudar a modil portal 4.1. El modelo de la creencia sobre la salud (MCS) modelo, Becket ¥ de salud estin de bida por trast Segiin los autores de este Maiman (1975), las conductas terminadas por la vulnerabilidad percil sujeto respecto a lo amenazada que se encuet! salud. Segiin el MCS, la disposicién de una pers” nna para adoptar una conducta de salud esti en fur cidn de los siguientes factores. — La susceptibilidad a la enfermedad (pe tengo una alta probabilidad de desarrollat 0 cancer). _— La severidad de la enfermedad (p.e.01eiee es una enfermedad grave). — El coste de llevar a cabo la conducta Pe ventiva (p.e. dejar de fumar me hard ant peso y estaré muy irritable). é 1m aches BR Scanned with CamScanner Los beneficios de llevar a cabo la conducta preventiva (p.e. dejando de fumar me aho- rraré mucho dinero). Las claves para actuar, que pueden ser in- temas (P.e. sintomas respiratorios) o externas (pe. informacién sobre las causas de la en- fermedad). La motivacién para la salud que refleja la preocupacién que la persona tiene por su salud en general (p.e. estoy preocupado por el hecho de que el alcohol daiie mi salud). — Control percibido (p.e. confi en ser capaz de abandonar el tabaco). Tomando como ejemplo Ia revision mamogré- para la prevencién del cancer de mama, la MCS ableceria las siguientes predicciones: si una ujer percibe que es vulnerable al céncer de mama, éste es una seria amenaza para la salud, que beneficios de las revisiones son importantes y ¢ el coste de la revisién es comparativamente ‘is bajo, entonces es probable que esta medida eventiva se realice regularmente. Ademés, si iene claves para actuar de tipo externo (p.e. infor- cién sobre la enfermedad) e interno (p.e. un Ito en el pecho), conffa en la eficacia de la me- ida y, en general, esta preocupada por su salud, sto facilitard la ejecucién de esta conducta pre- ntiva, .2. Teoria de la motiva para la proteccién Esta teorfa (TMP) fue desarrollada por Rogers 1985), que con ella ampliaba la MCS para dar abida al miedo como el componente emocional del cuidado de la salud. Los factores que postula ‘como determinantes de la conducta de salud son: — Severidad de ta enfermedad. — Susceptibilidad a la enfermedad. — Efectividad de la respuesta (p.e. cambiando la dieta mejorara mi salud). — Autoeficacia (p.e. confio en ser capaz de cambiar mi dieta). — Miedo (p.e. temo desarrollar un céncer). © Ediciones Piesmide Creencias sobre la salud y cambio de conducta / 35 La TMP considera la severidad, la susceptibilidad y el miedo los elementos que sirven para realizar la evaluacién de la amenaza, y la efectividad y auto- eficacia, los que permiten la evaluacién del afron- tamiento, Segin la TMP, habria dos tipos de fuentes. de informacién: la ambiental (p.e. persuasiGn verbal, aprendizaje observacional) y la intrapersonal (p.c. experiencia previa). Esta informacién influenciaria los cinco elementos de la TMP arriba descritos, lo que a su vez elicitaria una respuesta de afrontamien- to adecuada (p.e. intencién de cambio de conducta) 0 inadecuada (p.e. negacién, evitacién). ‘Tomando como ejemplo un caso de cambio de habitos alimentarios, la TMP establecerfa las si- guientes predicciones. La informacién sobre el papel de una dieta rica en grasas en las enfermeda- des cardiocoronarias incrementard: el miedo, 1a percepcién del individuo sobre la severidad de di- chas enfermedades (severidad percibida) y su creen- cia de poder padecer un infarto de miocardio (sus- ceptibilidad percibida). Si una persona se siente confiada en su capacidad para cambiar su dieta (autoeficacia) y en que este cambio tendra conse- cuencias positivas (efectividad de la respuesta), informaré de una clara intencién de modificar su conducta (intencién conductual). Esta serfa una res- puesta de afrontamiento adecuada a la informacién. 4.3. Teoria de la conducta planeada La teorfa de la conducta planeada (TCP) fue elaborada por Ajzen (1988) y es un desarrollo de la teoria de la accién razonada que Fishbein y Ajzen (1975) habian presentado previamente. El supuesto basico de la TCP es que las personas, antes de deci dir Hevar a cabo una accién, consideran las implica ciones que ésta tendra, Seguin el modelo, el determi ante inmediato de una conducta es la intencién que la persona tiene de realizarla, La intencién se define como «un plan de accién con objeto de alcanzar determinadas metas conductuales» y se entiende que es el resultado de tres creencias bisicas: — Actitud hacia la conducta, que esté compues- tade la evaluacién positiva o negativa de una conducta en particular y las creencias sobre Scanned with CamScanner 36 / Manual de psicologia de la salud su resultado (p.e. hacer ejercicio mejoraré mi salud y seré gratificante). — Norma subjetiva, formada a partir de la per- cepcién de las normas sociales y las presio- nes para realizar una conducta y la motiva- cién de la persona para aceptar esa presion (p.c. la gente que es importante para mf me aceptard mejor si dejo de fumar, y yo quiero que me acepten). — Control conductual percibido, basado en la creencia de que la persona puede llevar a cabo una conducta particular teniendo en cuenta factores de control interno (p.e. habi- lidades 0 informacién) y factores de control externo (p.c. obstaculos u oportunidad), am- bos relacionados con su conducta pasada. La TCP también subraya que el control perci- bido puede tener un efecto directo sobre la conducta sin la mediacién de la intencién conductual. ndo como ejemplo un caso de consumo de TCP establecerfa las siguientes predic- ersona cree que reduciendo su con- ol su vida sera més productiva y ud), que la gente importante en su haga (norma subjetiva) y, ademas, de beber menos, atendiendo a su sada y a la evaluacién de los factores externos (elevado control conductual), a predecir una alta intencién de re- agesta de alcohol. El modelo también eel control conductual puede explicar la sin la influencia de las intenciones. La Ser incapaz de reducir el consumo de explicara mejor su conduct, i 5 a ~ Pic que su inten. Apoyos y criticas a las teori: !as conductas de salud SObre Todas las teorfas antes ci : itadas ~YOS parciales sobre su capacidad ne ‘ Comportamientos saludables. As fe ecibido apo. dictiva de los sobre el MCS mons ane Aah investigacign 1a préctica de ejercicio'se relacine i * I dicta o ona con la percep. de modelos son de cién de la persona de su susceptilidad blema de salud concreto, con ia creenci, gravedad del problema y con 'a sensaci 5; reventiva serg os beneficios de la acci6n p' n ue sus costes (Becker y Rosenstock, TME, por ejemplo, se ha utilizado para p TMP, por ejemP 9 fisi dultos practica del ejercicio fisico en a cond tipo 1. Los resultados cate ae 5 y la autoeficacia, aunque no Ta Vi rerebild cibida, correlacionaban de un modo signifi con este comportamiento (Plotnikoff, Johns runamuni y Boule, 2010). Por su parte, la] sido utilizada para predecir un amplio conductas de salud como el tabaquismo o cicio fisico (Armitage y Conner, 2001). A pesar de los apoyos empiricos que, am ejemplo, se han citado sobre la utilidad d teorfas en el dmbito de la prevencién y p de la salud, ha habido también un amplio criticas que pueden servir para precisar el 4 de todas ellas. Desde un punto de vista conceptual, puede observar, no hay consenso entre los i gadores sobre las variables que determi ductas de salud, si bien es cierto que ellas, nominalmente diferentes en los dis delos, parecen solaparse. Ademés, el modo de dirlas puede ser diferente en cada uno de Desde el punto de vista metodolégico, g te de la investigacin realizada para probal modelos ha utilizado disefios transversales limita las conclusiones que se pueden ext que generalmente se obtienen relaciones fT ables deci sepran a variables dopa pee en el temp ables dependientes e indepen » incluso, el andlisis de e una vez que un habito ‘mplo, el tabaquismo), este ©scasa utilidad para predee (Por eje Scanned with CamScanner mnducta de salud de las personas, ya que este tipo ‘comportamientos no conllevan una actividad iva consciente como Ia que estudian dichos delos. Cuando el fumador enciende un cigarrillo, estf Mevando a cabo casi siempre una conducta dtica, sin atender nia sus riesgos ni a sus icidades. Por otra parte, estos modelos, cuando de predecir las conductas de salud, tan s6lo an un limitado porcentaje de la varianza, que entre el 19-38 por 100. La capacidad predic- mayor con respecto a la actividad fisica o la de riesgo o adicciones (Webb y Sheeran, 2010). lemis, estos modelos predicen mejor la intencién bio es autoinformado que cuando se registra imentalmente (Armitage y Conner, 2001). con la salud. Este tipo de teorias plantean que bio en las actitudes y creencias constituyen requisito del cambio de conducta. Por lo fo, estimular conductas de prevencién requiere, ejemplo, convencer a la poblacién de su sus- tibilidad a determinadas enfermedades, tales mo el cdncer o cardiopatia isquémica y conven- la también de que existen estrategias efectivas prevenirlas. Cémo promover ese cambio de actitud? Desde fios cincuenta miiltiples investigaciones han dado muy en detalle el problema y se ha des- 0 alguno de los principios que se pueden usar a promover el cambio en creencias y actitudes. Campajias informativas iar una campafia para que las personas desa- llen conductas saludables, requiere que esas sonas tomen conciencia de la relacién existente Creencias sobre la salud y cambio de conducta | 37 entre conducta y salud. Desde este punto de vista, por lo tanto, motivar a la gente para que realice ejercicio fisico y consuma una dieta equilibrada supondria que esas personas tendrian que conocer, el papel que desempeiia el ejercicio y la dieta en la salud y se den cuenta de su importancia. Como se sefiald anteriormente, un primer paso en el cambio de la conducta serfa la informacién. Promover el cambio de conducta a través de las campaiias de informacién implica al menos cinco procesos diferentes. En primer lugar, es necesario que a través de la campafia se consiga captar la atencién de la audiencia. Esto, obvia- mente, no resulta nada fécil si tenemos en cuenta la enorme cantidad de informacin que a diario transmiten los medios de comunicacién. Una vez que la persona ha recibido el mensaje, el siguien- te paso es el de la comprensién. Esto significa que para que el mensaje sea efectivo, se debe presen- tar en unos términos comprensibles para la audien- cia ala que se dirige. Asumiendo que el mensaje es comprendido, el tercer paso del proceso de persuasién es la aceptacién de las propuestas que se plantean, Finalmente, para que el mensaje ten- ga un efecto a largo plazo se debe conseguir su retencidn y la accién a través de la cual las perso- nas se implican en cambios hacia conductas mas saludable: La cuestién mas importante referida a este pun- to es la de cémo incrementar la probabilidad de que ese proceso informativo se traduzca en cambio de conducta. Las investigaciones ya clasicas realizadas al respecto han encontrado algunos factores criticos en el proceso de persuasi6n, En primer lugar, es de sobra conocido que la efectividad del mensaje de- pende en muchas ocasiones de quien lo presenta. Un comunicador que se presente como un experto en la materia y digno de confianza suele ser la f6r- mula mis eficaz. En el caso que nos ocupa de los mensajes relacionados con la salud, los médicos y otros profesionales de la salud, son los comunica- dores ideales, especialmente, si son conocidos por el piiblico y tienen cierto prestigio. Asimismo, tam- bién se ha constatado que los mensajes son mds efectivos si se presentan a través de comunicadores que resultan personalmente atractivos para el pii- Scanned with CamScanner 38 / Manual de psicologia de la salud blico, seguros en la transmisién del mensaje y si ‘mantienen cierta similaridad con la audiencia. Por otra parte, el modo en el cual esté construi- do el mensaje también es importante. Los mensajes deben ser claros, concisos y no demasiado comple- Jos. Los mensajes ténicos y mas elaborados han de quedar reservados para una audiencia especiali- zada. El tipo de argumento que serd usado depen- deré de la audiencia. Si se presume que la audien- cia mantiene una posicién escéptica 0 critica con el mensaje que se presenta, el comunicador deberd anticipar las objeciones y usar un argumento doble con el cual, por una parte, refutard las posibles objeciones, y por otra, presentard su postura. Final- mente, de cara a asegurar que el niicleo del mensa- je es comprendido, e/ comunicador debe explicitar las conclusiones que se derivan de la informacién presentada y, por lo tanto, no presuponer que la audiencia las extraerd por sf misma. 5.2. Apelaciones al miedo Una de las estrategias mas comunes para intentar cambiar las actitudes es apelar al miedo, tal y como, por ejemplo, se ha hecho en Espaiia dentro de las ‘campafias para preveni los accidentes de trafico. La idea que aqui subyace es que cl mensaje alcanzaré Mejor su objetivo si consigue provocar cierto miedo i6n. Obviamente, esta estrategia es viable de la salud, puesto que el objeto del s hdbitos de riesgo es evitar futuras }oca en una polémica cuya re- tra, probablemente, en los con- os de las apelaciones al mie @ que las llamadas al miedo sean efee, una llamada al miedo debe a cual las précticas nepativas tienen consecuencias indeseables. Ademvn aje debe convencer a las personae ° Hes y pueden afectares ia vex hecho esto, se debe describir Ia forma de evitar esas consecuencias negativas. Finale, el mensaje deberfa persuadir a la gente de gage capaz de comportarse conforme a los cambjayatt se han sugerido. 5.3. Cambio de actitud y cambio de conducta Los estudios sobre el efecto de las campag, basadas en la informacién y la apelacién al miegy parecen haber demostrado su utilidad para modig. car las actitudes de la audiencia a Ia que van dir. gidas. Aunque éste puede ser considerado como un paso importante, especialmente en el campo de la salud, es tan sélo un primer paso, ya que las cam- paiias dirigidas a promover un cambio de actitud tienen como objetivo tiltimo modificar Ia conducta {Hasta qué punto lo logran? Las investigaciones sobre la relaci6n entre cam- bio de actitud y cambio de conducta han mostrado resultados dispares. Los intentos de prevenir la enfermedad basados en el cambio de actitud también han constatado esos efectos contradictorios (Bishop, 1994). Por todo ello, no se debe olvidar que la debilidad de Ia relacién entre el cambio de actitud y de conducta constituye una importante adverten- cia para todos aquellos intentos de prevenir la en- fermedad basados, exclusivamente, en las técnicas de cambio de actitud. Se puede influir, en cierta medida, en las conductas de salud a través del cam- bio de actitud, sin embargo, esto es sdlo probable bajo ciertas circunstancias. En general, parece que las actitudes tendran una mayor influencia sobre la conducta cuando éstas se adquieren a través de una experiencia directa, cuando son facilmente accesi- bles y son relevantes y tienen interés para la per sona. Ademés, el cambio de actitud tendré més efecto sobre la conducta cuando es consistente al menos, no entra en contradiceién con las normas Prevalentes, | | 6. EL ENFOQUE CONDUCTUAL 7 Tal y como se ha sefialado, los habitos relacio- nados con la salud estin fuertemente anclados € | ‘omportamiento de las personas y muestran Und — © Ediciones Pedi Scanned with CamScanner susceptibilidad al cambio. Los procedimientos jo de actitud, tanto aquellos que intentan ar miedo en la poblacién como k n proporcionar informacién, a menudo no cientes (aunque sf necesarios) para provocar ambio. Esos procedimientos pueden motivar a sonas para cambiar, pero no proporcionan habilidades necesarias para alterar y mantener ambio de conducta. Ja base de esta premisa, desde el andlisis onducta se ha propuesto la utilizacién de los pios de aprendizaje para modificar los hébitos ilud de las personas. La terapia de conducta 1a como centro de su intervencién la conducta misma, las condiciones que la mantienen y los res que la refuerzan. La conducta se encuentra ada por un amplio abanico de estimulos riminativos y contingencias de reforzamiento, e trate de estimulos externos o de eventos in- Nos como lo que uno piensa y se dice a sf mismo. ste modo, ciertos patrones de conducta desa- ativos pueden tener su origen en los monélogos mos sobre los habitos de salud que, a modo de ilos discriminativos, pueden bloquear el cam- conducta. Por ejemplo, para una persona que a dejar de fumar decirse a si misma de un modo emitico «nunca seré capaz de dejarlo» 0 «ya he pasado demasiadas veces» podria actuar inhi- ndo un cambio de conducta. Del mismo modo, otro supuesto basico del and- de conducta es que los procesos encubiertos, como pensamientos e imagenes, se ajustan a mismas leyes de aprendizaje y reforzamientos las conductas externas observables. Por lo 10, del mismo modo que se podria modificar Ponducta controlando las condiciones estimu- s en las que se da y los reforzamientos que iguen, asimismo se podrian modificar las los que se Dentro del andlisis de conducta es importante tacar otra cualidad de los habitos de salud: la incién entre iniciar un cambio en la conducta nantener ese cambio. Como ya se ha comentado, Nenudo resulta relativamente facil conseguir que fente inicie un cambio en determinados hdbitos Salud (por ejemplo, la dieta); sin embargo, sue- Creencias sobre la salud y cambio de conducta / 39 le ocurrir que no resulta nada fécil mantener ese cambio a lo largo del tiempo. Desde el enfoque conductual se reconoce la existencia de este pro- blema y se trata de elaborar programas que permi tan mantener el cambio. No obstante, éste continia siendo el obstdculo més importante en el ambito de la modificacién de los habitos de salud, 6.1. El problema de la recaida Efectivamente, la recafda es uno de los problemas ‘més importantes dentro del émbito de la promocién de la salud, La literatura pone en evidencia que éste constituye uno de los principales obstaculos para la consolidacién de los logros terapéuticos en cual- quier ambito de la salud, Asi, por ejemplo, las es- tadisticas muestran que mas del 75 por 100 de aquellos que han conseguido abandonar el consumo de tabaco, alcohol o heroina tras un programa de tratamiento, suelen recaer en dichos habitos al cabo de un afio. Uno de los programas de prevencién de recaidas més citados en Ja literatura es el desarrollado por Marlatt (1985). Su propuesta tiene como objetivos: 4) que la persona considere la posibilidad de eleccién entre las conductas posibles, y 6) desarrollar habili- dades de afrontamiento para solventar satisfactoria- mente las situaciones susceptibles de recaida. Se trata, en definitiva, de un programa multimodal que pone el énfasis en ayudar a los clientes a identificar las posibles situaciones de recaida para posterior- mente entrenar las habilidades necesarias para ma- nejar esas situaciones. Las técnicas utilizadas son las que comiinmente se citan dentro del marco de la aproximacién cognitivo-comportamental. 7. AMBITOS DE APLICACION DE LOS PROGRAMAS DE PREVENCION Y PROMOCION DE SALUD Derivadas de las aproximaciones teéricas antes citadas, se han Hevado a la practica una serie de estrategias para potenciar los hibitos saludables y reducir la préctica de conducta insana, que a con- tinuacién pasaremos a resefiar. Scanned with CamScanner 40 / Manual de psicologia de la salud 71. Las recomendaciones del médico EI prestigio con el que suelen contar algunos médicos parecerfa situar en la consulta médica el contexto idéneo para promover las conductas de salud entre la poblacién general. Asf, por ejemplo, se ha comprobado que advertir a los pacientes de un modo breve pero firme sobre la conveniencia de dejar de fumar puede ser suficiente para que algunos de ellos dejen de hacerlo. El porcentaje de personas que responden a esta advertencia del médico estaria en torno a un 3 por 100 (Lancaster y Otead, 2004). A pesar de que ese porcentaje pueda parecer peque- fio, es significativamente mayor que el de las per- sonas que abandonan el tabaco sin dicha recomen- dacién y, ademis, si cada médico persuadiese a ese 3 por 100 de sus pacientes de dejar de fumar, el efec- to acumulativo de esta intervencién seria enorme. 7.2. Las campajias en los medios de comunicacién Otra formula conocida para modificar las acti- tudes de la poblacién es, obviamente, a través de los medios de comunicacién. En las sociedades industrializadas son pocas las personas que no re- ciben informacién a través de la radio, la television © Ia prensa escrita. En las sociedades modernas, ms de la mitad de la poblaci6n ve la television a diario durante una media de entre 3 y 6 horas. Este simple dato es suficiente para evidenciar el enorme potencial que podrfan tener los medios de comuni- caci6n de masas para modificar los habitos de salud. No obstante y a pesar de ello, las investigaciones sobre el tema han puesto de manifiesto que las campaiias en los medios de comunicacién dirigidas a problemas especificos tienen un efecto bastante débil. Algunas campafas, sin embargo, han sido exitosas, caracterizdndose todas ellas porque pro- porcionan una informacién bastante amplia sobre el tema que abordan y porque se mantienen duran- te bastante tiempo en pantalla. Quizd uno de los ejemplos mas conocidos de este tipo es el Stanford Three Community Study, un proyecto encaminado a reducir el riesgo coronario (Maccoby, Farquhar, Wood y Alexander, 1977). Este trabajo se llev6 a ae cabo, durante tres afios, en tres pequefias ciy de California y durante el estudio se Tealizg sistematica evaluacién de los factores de ri coronario al inicio y durante cada uno de Iog afios de duracién del proyecto. La ciudad de7, fue elegida como ciudad control, no recibiendg informacién sobre la salud que la que habitualme te era presentada a través de los medios de co nicaci6n. En la ciudad de Gilroy se monts campaiia multimedia de dos afios de duracién que incluy6 més de 50 anuncios en televisién, dive horas de programas de radio y mas de 100 anunciog radiofénicos, columnas semanales en los periédicos,, asf como informacién proporcionada a través de la correspondencia sobre qué es el riesgo coronatio y_ c6mo reducirlo. Esta misma campaiia fue repetida en la ciudad de Watsonville, donde ademas se come plet6 como un programa de instruccién intensiva cara a cara. A Io largo de los tres afios de estudio) el riesgo coronario de aquellos que inicialment Presentaban alto riesgo de cardiopatfa isquémic Mostr6 una tendencia descendente en las tres civ: dades, siendo ese descenso significativamente ma. yor en las dos ciudades experimentales. La mayoi obtuvo en Watsonville, qui | el programa de instruccién las intervenciones tuvie- : cién i no se obtuvieron apenas resulted sida de pe Cabria preguntarse, a luz de 1s a h las Campa através de lon mesg terior, por qu 8 de comunica: cia obtienen resultados tan yes razones, se encontraria el hechg 4ues: Entre otras medios de comunicacién, gozan de. que, aunque los el enorme ntimero de inform, ones ott Ubicuidad, hace que muchos mensajes sopns® We transmiten quefio porcentaje de Personas, ueuen @ un pe- campafias muy amplias e intense i¢Amente, las amplio sector de la poblacién, aqiv*S Hegan a un los mensajes que entran en ig muchos de atendidos, ya que, tal y como se ha ‘ares no son del proceso de persuasién, 1a Fecepcignt© al hablar n “amen. | Scanned with CamScanner no garantiza que éste sea comprendido y/o ado. En esta linea, habria que recordar que muchas de las recomendaciones que sobre salud se n en los medios de comunicacién compiten, uencia, con un ntimero mayor de anuncios blicitarios que tratan de promover habitos insa. tales como el consumo de tabaco, En conjunto, el valor fundamental de las reco- ndaciones hechas a través de los medios de co- inicaci6n se encuentra en sus efectos acumulat Aunque los mensajes individuales de los medios il, el efecto aditivo de los mensajes a lo largo el tiempo incrementa su potencia. Hecho conoci- por las grandes multinacionales (del refresco, ejemplo) que saben que s6lo la publicidad con. nua de sus productos garantiza el mantenimiento 0 incremento de sus ventas, En esta linea se ha mnstatado que el recuerdo de los anuncios antidro- € asocia con una menor probabilidad del abuso sustancias (Block, Morwitz, Putsis y Sen, 2002). demds, la efectividad de estos programas se op- miza cuanto més coherentes son los mensajes ssde las distintas fuentes de informacién. 3. La promocién de la salud en la escuela La escuela, dada su naturaleza y funcién, cons- rye el marco inicialmente idéneo para promover § conductas saludables debido, entre otras razones, que durante la infancia se aprenden muchos pa- ones de conducta y a la gran cantidad de tiempo he los nifios pasan en ella. Desde esta perspectiva, han desarrollado los programas de educacién ra la salud en la escuela que tratan de ayudar a 08 nifios a comprender las implicaciones sociales Personales de las cuestiones relacionadas con la lud © incrementar su competencia para tomar i decuadas sobre sus comportamientos En qué medida son efectivos estos programas? Existen datos muy alentadores sobre las posibil dades de estos programas, aunque quedan cuestio- Res por resolver. En la literatura pueden encontrarse numerosas ferencias de programas de prevencién aplicados T la escuela y destinados, principalmente, a la Creencias sobre la salud y cambio de conducta / 41 prevencién de distintos factores y/o conductas de riesgo en relaci6n con el consumo de sustancias, Précticas sexuales y habitos de alimentacién, En general, y en relacién a los objetivos formulados, los programas han mostrado ser efectivos. Los pri- meros programas, bésicamente orientados a propor- cionar informacién, no provocaron cambios sustan- ciales en relacién a comportamientos especificos. En consecuencia, los programas mds recientes se dirigen a desarrollar habilidades de afrontamiento conforme a los objetivos propuestos (comunicacién, asertividad, resolucién de conflictos, competencia social, etc.). Por otra parte, los programas mis eficaces, ademas de centrarse en las personas, in- cluyen componentes dirigidos a los contextos en los que interactiia el participante (trabajo con fami- lias, grupos de iguales, etc.). En el ambito de la prevencidn del consumo de sustancias un buen ejemplo de estos programas son los de Botvin, Baker, Dusenbury, Tortu 0 Botvin (1990); Perry, Williams, Veblen-Morteson (1996) 0. Perry, Wi Hiams, Komro et al. (2002). Disefiados para prevenir el consumo de alcohol y drogas entre adolescentes, dichos programas mostraron su capacidad para reducir el consumo de estas sustancias a lo largo del perfodo de seguimiento. Sin embargo, otras investigaciones no han encontrado esos resultados y muestran la necesidad de seguir investigando sobre cules son los componentes efectivos de los programas de prevencién y las poblaciones idéneas para su implementacién (Komro, Perry, Veblen- Mortenson et al., 2008). En el ambito de la preven- cin de los trastornos alimentarios, aunque existe un buen ntimero de programas preventivos aplicados en la escuela, hay pocos estudios controlados en los que se analice su eficacia (Raich, Sanchez-Carra- cedo, Lépez-Guimera, Portell, Moncada y Fauquet (2008). En el trabajo de Killen, Barr Taylor, Ham- mer y Litt (1993) una muestra de 963 chicas fueron divididas en un grupo control y grupo experimental. La intervencién consistia en dieciocho horas de informacién y habilidades de afrontamiento. Los resultados revelaron cambios en el nivel de cono- cimiento y en el indice de masa corporal (IMC), aunque estos tiltimos fueron menores. Sin embargo, Jas chicas consideradas de alto riesgo segiin el nivel Scanned with CamScanner 42 / Manual de psicologia de la salud de preocupaciones que exhibfan en relacién al peso fueron las que més se beneficiaron, por lo que los autores concluyeron que los programas de preven- cién de los trastornos de la conducta alimentaria serfan mas efectivos y eficientes si se dirigiesen a las adolescentes de alto riesgo. Esta hipétesis ha sido corroborada recientemente con un programa de prevencién de los trastornos alimentarios a través de Internet (Taylor, Bryson y Luce, 2006). TA. La promocién de la salud en el lugar de trabajo Puesto que los adultos pasan una gran parte de su tiempo en su lugar de trabajo, este contexto se presenta como un lugar muy adecuado para desa- rrollar programas de promocién de la salud. Posi- blemente por esta razén, en los tiltimos afios se han puesto en practica algunos programas de este tipo, que van desde la simple lectura de recomendaciones basicas para la salud (por ejemplo, ejercicio o nu- tricién) hasta aquellos que posibilitan la prictica del ejercicio fisico u otras actividades para la pro- mocién de Ja salud. En el ambito laboral los pro- més frecuentes han sido los de prevencién sg0s laborales y resucitacién cardiopulmonar, quellos centrados en el abuso de drogas, baco, ademas de la toma de la presién cicio fisico y programas de manejo del Bullen, Howden-Chapman y Thorn- agishi, Kobayashi, Kobayashi, Na- azu y Kageyama, 2007). ante, el lugar de trabajo presenta algunas s, ya que para que uno de estos programas to a largo plazo es necesario el apoyo de la yresa, la implicaci6n en el programa de dos, liderazgo profesional y continuos e esfuerzos promocionales. Por otra parte, debe tener en cuenta que los intentos de no modo, deben ser atendidos otros factores que ‘a la organizaci6n del trabajo, tales como el snerado por el propio tipo de trabajo, la ex- 6n a sustancias t6xicas 0 el uso de equipos y imientos peligrosos (Sloan, 1987). 75. Los grupos de autoayuda suponen un en diferente en los programas de promocién dey, en la medida que los que Io Hevan a cabo Grupos de autoayuda experiencia, son conocedores directos del que se trate. En los tltimos afios han surg tiples grupos de autoayuda en problemas tales ¢g la enfermedad crénica, el alcoholismo o las dro en Ia medida que proporciona a sus miembros yo, refuerzo, sanciones y feedback sobre sus ductas (Bardet Blochet y Zbinden, 2008). Los grupos de autoayuda mas conocidos ¢ también se han desarrollado mucho los grupo adiccién a la comida). En general y debido propia estructura de dichos grupos no hay much resultados sobre su eficacia. Asi, por ejemplo, estudio sobre AA indica que una tasa de recaf tras un afio de seguimiento es del 68 por 10 (Brandsma, Maultsby y Welch, 1980), lo que giere que, aunque para muchas personas estos g pos pueden ser titiles a corto plazo, a largo pl su eficacia no estd establecida. 7.6. Programas comunitarios Los programas comunitarios trascienden los 4 bitos especificos antes mencionados y tienen com objetivo la promocién de la salud para todos ag los miembros de una comunidad dada, lo que importantes ventajas. Por una parte, estos prog! se Hevan a cabo en el medio natural donde las P Sonas a las que va dirigido desarrollan su Vi@ diaria, lo cual puede facilitar la generalizaci6n 4 los resultados del programa, cuestién fundamen Y que suele ser dificultosa cuando la aplicacion Programa se lleva a cabo en contextos espec!! ajenos a los cotidianos. Asimismo, puesto que !@ Scanned with CamScanner mbros de la poblacién viven en la misma co- icin y de dar, al tiempo que recibir, apoyo social e ven notablemente favorecidas entre los partici- Por tltimo, también cabria recordar que jue los programas comunitarios son aplica- an escala, el costo per cApita de los mismos bstante, para que estos programas sean efec- necesario que cumplan, al menos, una con- Este proyecto constituy6 un programa muy de educacién para la salud Hevado a cabo condado de North Karelia, elegido, entre otras 1es, porque en él se encontraba una de las ilencias de hipertensién mas altas del mundo. rograma incluy6 la elaboracién de material ivo sobre el tema del riesgo de cardiopatfa ica, asi como el entrenamiento necesario promover cambios hacia habitos saludables, fs de movilizar el apoyo social necesario para tener dichos cambios. En este sentido, se intro- fon cambios ambientales en 1a comunidad, ‘como la restriccién del uso del tabaco y la ecién de grasa en el contenido de los alimentos onibles en las tiendas. Todos estos esfuerzos se ujeron, tras cinco afios de trabajo, en reduccio- stadisticamente significativas en el consumo 0, niveles de colesterol y presién arterial. unto, el riesgo cardiovascular se redujo un Creencias sobre la salud y cambio de conducta / 43 17 por 100 entre los hombres y un 11 por 100 entre las mujeres, observindose, ademas, que las tasas de fallecimiento asociadas a la cardiopatia isqué- mica también mostraron un decremento significa- tivo. Las implicaciones de esta estrategia global de intervenci6n en la prevencién primaria estén clara- mente vigentes (Puska y Keller, 2004). 77. Conclusiones En este capitulo se han presentado los hébitos que conformarian un estilo de vida saludable, las estrategias de promocién de la salud que se estin utilizando para desarrollarlos y potenciarlos entre Ja poblacion general, asf como los obstéculos que habria que sortear para promover dichos habitos. La tarea no resulta facil si se tiene en cuenta que las consecuencias a corto plazo de las conductas insanas suelen ser més gratificantes que las conse- cuencias inmediatas de las conductas saludables. Quizis sea por esta raz6n por la qué los programas de prevencién de la enfermedad y promocién de la salud no siempre obtienen resultados éptimos. No obstante, dada la repercusién del estilo de vida en la salud, parecen justificados todos los esfuerzos en esta area. Existe claramente una desproporcién entre los trabajos publicados sobre intervenciones en trastor- nos especificos y programas de prevencisn (Balles- ter y Gil, 2003). Estos autores calcularon que, por ejemplo, en el Ambito de las drogas, desde 1997, los programas de prevencién s6lo suponen un 0,2 por 100 del total de publicaciones en esta drea. Todo Jo cual hace pensar en la necesidad no sélo de pro- mover la implantacién de estas actuaciones, sino de desarrollar programas que presenten una ade- cuada evaluabilidad, tal que pueda ser posible con- trastar no sélo sus efectos globales, sino también qué elementos y condiciones explican los resultados de los programas preventivos. Scanned with CamScanner

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