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Muchas culturas, como la hindú,b la china, la maya y otras más, le han atribuido importancia a los eventos

astronómicos, por lo que desarrollaron elaborados sistemas para predecir los eventos terrestres basándose en
las observaciones de la bóveda celeste. En Occidente, la astrología muy a menudo consiste en un sistema de
horóscopos —diagrama que representa al cielo al momento de algún evento—, y en la interpretación o
lectura de la carta astral —gráfico que representa al firmamento al momento del nacimiento de una perso-
na—, lo que les permite a la mayoría de astrólogos de oficio comprender el pasado, conocer el presente y
predecir el futuro,13 buscando así explicar las características de la personalidad de un individuo basándose en
las posiciones del sol, la luna y otros cuerpos celestes.

Se estima que la astrología existe desde por lo menos el segundo milenio antes de nuestra era y sus raíces
parecen ser los calendarios agrícolas que se utilizaban para predecir los cambios estacionales y para interpre-
tar los ciclos celestes como señales de comunicación divina.14 Una forma de astrología se practicaba durante
la primera dinastía mesopotámica (1950-1651 a. C). La astrología china se desarrolló durante la dinastía Zhou
(1046-256 a. C). Después del 332 a. C., la astrología helenística se mezcló con la astrología decánica, de origen
egipcio, concretamente de Alejandría, creando lo que se conoce como el horóscopo astrológico. La conquista
de Asia Menor por Alejandro Magno permitió la propagación de la astrología a las antiguas Grecia y Roma. En
esta última, la astrología fue asociada con la «sabiduría caldea». Después de la conquista de Alejandría por
parte de los musulmanes, en el siglo vii d. C., la astrología fue estudiada por los eruditos islámicos, quienes
tradujeron los textos helenísticos al árabe preclásico y al persa medio. Durante el siglo xii d. C. los textos árabes
fueron importados a Europa y traducidos al latín, lo que ayudó a iniciar el Renacimiento europeo de ese siglo,
cuando los principales astrónomos, como Galileo Galilei (1564-1642), Tycho Brahe (1546-1601) y Johannes
Kepler (1571-1630), fungían como astrólogos de las respectivas cortes reales de sus países. En la literatura
renacentista aparecen referencias astrológicas en las obras de poetas como Dante Alighieri (1265-1321) y
Geoffrey Chaucer (1343-1400) y de dramaturgos como Lope de Vega (1562-1635), Christopher Marlowe
(1564-1593), William Shakespeare (1564-1616) y Pedro Calderón de la Barca (1600-1681).

A lo largo de su historia, la astrología fue aceptada en los contextos políticos y académicos como una tradición
erudita y era parte integral de otros estudios como la astronomía, la alquimia, la meteorología y la medicina.15
Hacia el final del siglo xvii d. C., nuevos conceptos como el heliocentrismo de la astronomía y la mecánica
newtoniana de la física, pusieron en duda los fundamentos de la astrología, logrando con ello que la misma
perdiese su posición académica y teórica, y por esto la creencia común en ella se ha ido reduciendo en gran
medida.16

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