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Claudia Caisso Facultad de Humanidades y Artes Universidad Nacional de Rosario Poesia y negritud (sobre Luis Palés Matos, Nicolas Guillén y Aimé Césaire) Este trabajo interroga la dimensién de la africania en tres momentos de la literatura del Caribe. A partir de la revision de algunas caracterizaciones de la critica literaria latinoamericana de los rasgos constitutivos de dicha literatura se analizan algunos procedimientos de la escritura poética de Palés Matos, Ni- colds Guillén y Aimé Césaire. Tales aspectos son contextualizados en el marco de las interacciones culturales que la ‘afroantillania” como movimiento politico y estético condensa. This work asks the dimension of aftican literature in three stages of caribbean literature. After revising some definitions produced by Latin American criticism, this essay undertekes the onalysis of writin poetry “s proceedings in Polés Matos, Nicolds Guillén and Aimé Césaire. That themes have been read in the history contexto of cultural interchanges risen by “aftoantillania” as politic and esthetic movement. a frenturas 72 (remuras 1-1 La poesia de Guillén, basada en los volores rftmicos, es lo prue- ba de fuego para fa tesis de la ‘no teluricidad’ esencial de lo cubano. Lo tesis, creo, sale airosa de lo prueba. Ni siquiera fo negro, al incorporarse realmente 0 fas esencias de la isla, con. serva su espesor telirico Se aligera, se sonrie, se evapora. Esto no significa que no haya una zona sordamente africana, regresiva, en los predios mégicos y oscuros de la pobiccién negra y aun blanca (minuciosemente estudiados por Femando Ortiz y Lydia Cabrera). Pero lo esencial es eémo, en la Jineo mds auténtice de nuestra asimilocién, los profundos y ob- sesivos tambores se transforman en ef fontosioso, Juguetén y un poco incoherente ‘bongs Y cémo el ‘son’, cuyo secreto sélo posee Nicolés Guillén, fevita suave para unirse a (a tonade eterna. Cintio Vitier (1958: 434) “Breve examen de la poesia ‘social’ y ‘negra’, Lo obra de Nicolas Guillén, Hallazgo del son’.' | . La presente intervencién describe algunas situaciones a propésito de la existencia de un érea cultural multilingiie, marcada por la heterogeneidad étnica y la gran capacidad para responder creativamente (es decir: criticamente) a los cénones culturales europeos. Estrictamente hablando me refiero al Caribe, el que, segiin sabemos, luego del estudio de Georges Coulthard reunido en América Latina en su literatura? y la lectura de “La nocién de literatura latinoamericana y del Caribe como problema historiogréfico” publicado en Lo literatura latinoame- ricane como proceso* de Ana Pizarro, constituye un espacio de cruce de diversas idoologias estéticas confor mado, entre otros paises, por Cuba, Haiti, Santo Do- mingo, Jamaica, Puerto Rico, Martinica y las Guyanas. Concebir al Caribe come un érea cultural relevante, paradojalmente cercana ¥ disimil respecto del Rio de La Plata, Mesoamérica, el area andina y el Brasil, entre otras, implica adyertir algunos de los haces de la “unidad en la diversi- dad” configurantes de América Latina mAs alld de las fronteras geogréficas na- cionales. Vectores estos iiltimos que, desde el magma de la afroantillania, son capaces de exponer la maleabilidad de algunas propuestas estéticas elaboradas en el fragor de la percepcién de la disimetria econémica y cultural que vertebra 2 "nuestra América”, as{ como de sus més hondos contlictos sociales. Tal afirmacién lleva 2 considerar a la negrituud como un problema de indole creativa en tanto y en cuanto se constituye en una forma de simbolizacién plural, de ejempler calidad y riqueza: un emergente regional cuyo estatuto es al mismo tiem- po intercontinental, puesto que sus protagonistas y sus obras comprometen el desplazamiento de una patria de origen, como también la posterior incidencia de sus manifestaciones en polos convencionalmente consagrados. Dicho proceso a veces alcanza a condensar la interaccién sumamente productiva, segtin sabemos, entre modalidades diversas de la cultura popular y la mas alta poesia. Ese es el caso, entre otros, de Luis Palés Matos, puertorriquenio nacido en 1898, lider del movimiento diepalista de vanguardia, quien compartiera con José Luis de Diego Padré hacia comienzos de ia década del veinte el horizonte de un arte nuevo marcado por los alcances disruptivos del dadaismo," y por el examen y difusion de los “briosos empejios de renovacién” emplazados por Huidobro, Borges, Apollinaire y Reverdy junto a la apropiacién de los rituales de mayor arcanidad relativos al mundo negro. Puesto que, entre sus motivos variados de escritura, entre los que figura la unidad antillana, aparece la percepcién de los seres y las situaciones del mundo negro danzando en la espesura casi sobrenatural de las islas: un sentido afinado de la elegia al cual se lo conjuga con el despliegue de notable sensualidad, Bisqueda, me interesaria enfatizar, que aparece alentada por el com- promiso con una posicién politica decididamente antiimperialista y proantillana, sureada conjuntamente por el deseo de dar testimonio de “un nuevo lenguaje, justo de palabra, sutil, de gran pureza lirica y estremecido por inquietudes metafisi- cas..." tal como afirma Tomés Blanco (1958: 35-37). Especialmente, en “Hacia una poesia antillana” donde revela algunas lineas de contrastes entre el cubano, el dominicano y el puertorriquefio, asi como en varios de los poemas que componen su libro Tun tun de pasa y griferta (1937), asistimos ala pintura de un tierra exhuberante, Aquetla afirmacién reinscribe en neto contra- punto con los valores antes exaltados por de Diego Padré en sus articulos “Antillanismo, criollismo, negroidismo”* y “Tropicalismo, Occidentalismo, senti- do de la cultura” ¢ las notas de una polémica que el mismo Luis Palés Matos habia abierto anteriormente con la periodista Angela Negron Muioz. Marcas todas de la llamada generacién del treinta puertorriquefia fuertemente inspirada por la aspira~ cién de formar una confederacién antillana, alguna vez sofiada por Bolivar, Betances, Hostos, Marti, De Diego y Llorens. En aquel encuadre, el vigor inusitadlo de la poesia de Palés Matos aparece enarcado por la vastedad de las experiencias que configurarfan un origen mitico, asi come por la inscripcién de varias notas vividas y voluptuosas: el tibio mar en. ditacién, el agua lenta como una melaza, los puertos de aziicar, la célida bahia, la luz en reposo.” Asi, en un pasaje de su célebre poema “Mulata - Antilla”, en el que la mujer encarna el espacio de contemplacién y goce de un paisaje al que se presenta embriagado en la delicia de la inmensidad libre, o en la orquestacién de un ambito de inusitada musicalidad, leemnos: a) Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, fogosas y sensuoles tierras mios j Oh los rones calientes de fomaica ! Oh fiero calotti de Martinica ! B {ealxo ™ ftercures 1-1 { Oh noche fermentada de tembores del Hit! impenetrable y voduiste ! Dominica, Tortola, Guadalupe, j Anailias, mis Antillas ! Sobre el mar de Colén, aupadas todas, sobre ef Caribe mar, todas unidas, soflando y padeciendo y forcejeando contra pestes. ciclones y codicias y muriéndose un peco por la nache, y otra vez a Ja aurora, redvivas, Porque eres td, mulata de los trdpicos, la libertad cantancio en mis Antitas.. (Palés Mates, | 978: 173) Aqui la dimensién de la negritud, la plasticidad de la mirada, se nos plantea como una respuesta sumamente interesante en el marco de la cual es clave la construccién de un nuevo mapa. Esta cartografia cavada en la enumeracion punzante y la reunién abre un sitio de pertenencia que al exceder las fronteras iglllsticas y geograficas, pone en escena una cita con la autenticidad, el encuentro con la magia, el ritual y el arte nuevo. Desde que André Breton saludé el genio de Césaire y elogio su poema Cua- derno de un retorno al pais natal (1939), esta obra se volvié célebre y se la comenzé a analizar y estudiar en diversos lugares al punto que en este momen- to ocupa un lugar que tal vez no posea en las escuelas de la misma Martinica. De lengua y cultura francesas, Césaire amalgama el surrealismo con la poesia negrista. Y varios de sus textos han sido incluidos, como sabernos, en la Antolo- gfa de Ia nueva poesia negra y malgache con estudio preliminar de Jean Paul Sartre publicada en Paris en 1948. Otro tanto ha ocurrido con la bella novela Gobernantes del rocio (1944) escrita por el sociolégo y etnégrafo haitiano Jacques Roumain que alcanzé, poco tiempo después de su aparicién, un éxito considerable por el cual se la tradujo a las lenguas mds conocidas. Teniendo en cuenta la temstica abordada y el modo de representacién elegido por el autor, esta obra legé a sor tan significativa para el campesino del nordeste brasilefio como para e! de! Sahel, que enfrentan los mismos problemas que el campesino haitiano. Pero es sobre todo desde e! punto de vista estilistico que llegé a constituir un modelo para los escritores de paises como Hait’ que viven una situacién de diglosia. Entre Africay las Antillas, entre las-Antilas y el arte. negro: norieamerieana, entre las Antillas y el resto de América Latina y los viajes de los intelectuales aatinoamericanos a Paris en la segunda década del siglo XX, en pleno auge de las vanguardlas artisticas, la negritud relvindica una via sumamente auspiciosa de circulacién ¢ intercambios culturales asi como de construccion de hipétesis cuyo verosimil es la ciencia. Entre ellos, importa considerar los posicionamientos ficcionales y descriptivos por los cuales se le concede un rango singular ala litera~ tura de negros con las primeras tesis fuertemente marcadas por el positivismo, para dar cuenta del “atavismo" o la “caética transplantacién” en palabras de! ‘cubano Fernando Ortiz, autor del extrafio ensayo Las negros brujos (apuntes para un estudio de etnologfa criminal) publicado por primera vez en Madrid en |906 con prélogo de Lombroso. Por otra parte, es necesario nombrar el célebre texto Asi hablé el tio de Jean Price Mars, base fundamental en la ficcién abierta por la delicio- sa novela El reino de este mundo (1948) escrita por Alejo Carpentier® tras un viaje a Halt, ala cual centra en la revolucién y el tirano del siglo XIX Henri Christophe. Texto en el que cobra especial densidad la saga encarnada por Ti Noel donde confluye el contrapunto de diferencias entre el Rey de Francia y el Rey negro en tiempos de licantropia que, desde la ficcién, son los de la Revolucién haitiana, En aquel marco se recuperan narraciones orales de los negros y sus vinculos profundos con religiones africanas, més o menos deformadas, y mixturadas con creencias locales. Novela que, ademés, inscribe una matriz de escritura entrafia~ ble en Carpentier por la que se abre la interpelacién al eurocentrismo: el cuestionamiento de la importacién del ideario iluminista y de la Revolucién france- sa en las Antillas por medio del cual se muestran los vicios circulares de la Historia. Alrespecto, en “Blanco, negro imulato?”, ensayo de Nos jitrik dedicado atra- tar la economia simbélica del relato al que aludimos, se lee: Ti Noel (..) por su nombre encarna un arquetipo: es un nombre de ‘cuento y, para Haiti, segun Price-Mars, de “contar”, 0 sea personajes que el folclor engendra y que destina a narrar ciestas historias: si es “Noe!” 0 sea Navidad, el contar es un “nacimienta”” ef de uno nacién. Aqui entonces, tenemos ya varlas estructuras superpuestes: (..) 0 partir de la subjetivacién surge que 9 través del perscnaje se cuenta, lo subjetivacién no se detiene en ef pasgje de historia a relato sino que aporta un fundamento, un sostén para otre accién, que es lo de relator Gitrik, 1985; 154-156) Entre trabajos de criminalistica, la recoleccién antolégica de las narraciones orales donde se produce una recuperacién antropolégica de los rituales e his- torias de vida y su traslado a las obras de ficcién, nace una profunda atencién hacia la cultura de los negros que no sélo alienta la escritura de novelas, sino también la preocupacién acerca de su estatuto en momentos de argumentar acerca del voior literario de las obras producidas con temas del mundo afroantillano. En el marco de algunas perspectivas de indole sociolégica de la critica literaria latinoamericana, insiste a partir de alli la inquietud acerca del lugar de esta litera~ tura, Tal es e! encuadre por medio del cual se sostiene e! anélisis, la jerarquizacién de niveles que comprende la argumentacién acerca de la autonomizacién estética de [a literatura latinoamericana en el siglo XX, la periodizacién a propésito de las 75 {csiss0 76 {resturas 1-1 estéticas de vanguardia, asi como la confianza en los “bienes simbélicos” cuya cima estaria dada fundamentalmente en la contemporaneidad. Aquella afirmacién es recreada en la década del sesenta, luego de la Revolucién cubanay la consecuen te ampliacién del piiblico lector desatada por el mentado “boom’” de la literatura latinoamericana. Junto a tales fenémenos, encabalgada a la altura estética de los textos que se escriben entre las décadas de! cuarenta y del cincuenta, tiene lugar una actualizacién muy aguda de la teoriay la critica producida en América Latina, Puesto que la critica producida entre las décadas del sesenta y del ochenta co- mienza a preguntarse por los fundamentos gnoseolégicos, los principios argu- mentativos sobre los cuales se tiende la heterogeneidad que no sélo subyace ala literatura indigena sino también a los narradores que trascienden como transculturadores: Augusto Roa Bastos, José Marfa Arguedas, Juan Rulfo y Joao Guimaraes Rosa, entre otros En aquel marco, se juega la consideracién de aspectos que hacen a la dife- renciacién entre obras de escritores letrados y no letrados en el seno de la literatura ameringia o de la llamada literatura de la negritud. Ei celo respecto de la denominacién por medio de la cual se le reconoce por entonces especifi- cidad a tales “desafios de la creacién’, ya se trate de los relatos reunidos en E/ Hano en Hamas de Juan Rulfo o las lineas evolutives por medio de las cuales las, obras de José Maria Arguedas se dejan leer como un proyecto de escritura cohe- rente, aparece ligado a variados intentos de descripcién de las fuerzas de asimila- cién y modificacién de otras vertientes y rupturas en el seno de un movimiento literario que darfa testimonio de aquella cuestién. En mas de una oportunidad, aquella preocupac cuales se construye un canon de la literatura nacional y continental. Corpus textual, polos de religacién, interacciones textuales y sociales que en los diferentes contex- tos y situaciones abren una vasta pregunta con variadas polémicas acerca de los niveles de tipicidad, color local 0 rechazo con que se producen las obras que articulan la construccién de dichos estratos de andlisis. La diferencia existente entre indianismo y literatura indigena no sélo propone un cambio importante en el interior de los movimientos constitutivos y la mirada critica que se tiende sobre la literatura peruana, sino que también llamaa describir un proceso capaz de dar cuenta de cierto oficio en la escritura: la “superaci6r nivel de las formas narrativas de estadios histéricamente anteriores del género, cuando ellas trascienden el mero hallazgo de representatividad 0 exotismo. Para la critica literaria latinoamericana el anilisis y la periodizacién de las ‘obras literarias en el marco del indianismo, el indigenismo y el neo-indigenismo ‘en el siglo XX en América Latina ha sostenido, en algunos casos con mucho rigor, Ja progunta derivada del apotegrna anotado alguna vez por José Carlos Mariategui en el capitulo “El proceso de la literatura” en sus Siete ensayos de interpretacién de la realidad peruana (1928), por el cual se afirma que habré realmente literatura, indigena cuando ella sea finalmente escrita por los indios. n revela las marcas tedricas 0 conceptuales por medio de las Aquella afirmacién aparece impregnada con la carga mas violenta que es capaz de proponer una concepcién teleolégica de la Historia en el marco de la construc- cién de una perspectiva clasista y marxista, como también por los efectos de verdad en la ficcién con los que se nutre y trabaja el discurso utépico. Encuadre tedrico en el que particioan varios hibridajes, entre los cuales merece considerar- se el motivo del “mito” mariateguiano” ~al que, por razones obvias de espacio, no consideraremos en esta oportunidad~. Mirada sobre las contradicciones constituti- vas del Pert! como nacién para acceder a la modernidad, que sera complejizada, mas tarde, por las lecturas de José Marfa Arguedas, Angel Rama y Antonio Cornejo Polar, entreatros.° A partir de alli, y salvando las distancias, podriamos sugerir que otro tanto ocurre con los estudios que han abordado la pertenencia social de los autores y los cruces entre la cultura letrada y popular en el caso de la negritud. Puesto que, tanto Emilio Jorge Rodriguez en “Pluralidad e integracién en la literatura caribera’,"" como Margot Arce de Vazquez en sus abordajes de las coincidencias y diferencias que existen entre Palés Matos y Nicolis Guillén, 0 Arcadio Diaz Quifiones en sus comentarios de la obra del autor de El palacio en sombras (1918- 1919) y Canciones de la vida media (1925), insisten en destacar, aunque oblicuamente, los problemas que suscita la diferencia entre africanfa, negritud y arte de mulatos: el acento de perplejidad que le concede a aquella cuestién ademés, el hiato existente entre las formas de la oralidad y su transmutacién en el obrar de la palabra eserita. Ezequiel Martinez Estrada, entre otros, trabaja algunos dilemas que abre !2 poesia folklérica al interpretar el dislogo abierto entre formas populares y for- mas cultas en Nicolés Guillén en su historico estudio “La poesfa afrocubana de Nicolés Guillén”, Libro publicado en 1967 en el que el autor de Rediografia de la pampa expone en clave castrista, es decir, “parcialmente” metafisico pero en ‘estado de absoluta simpatia, también respecto de la revolucién cubana sus argu- mentos a propésito del lugar singular de Guillén. Asi, en el capitulo V, “La marca verbal simpatética”, leemos: Guillén tae o! pairimonio comin de to poesta hispaneamericana un problema colateral a {a hiteratura, y que se relaciona més bien con el valor semémtico de la palabra y hasta el idloma todo, su resonanc: ‘aciistica, sus reminiscencias atdvicas, su poder hipnotico y magico Porque fa poesia de Guilén, acaso como ninguna otra, si se exception sus variedades, es para ser dicha, hablado, cormunicada de viva voz, irensferida en el verbo, 0 sea en la cépula (..) La voz ~agrega més adelante en note al pie- tiene en Guilén homéloga importancia a to tipograffa para Mallarmé (Martinez Estado, 1967: 43-71) TT (caisso 78 (testuras 1-1 Mas alla de las cuestiones que estamos sefialando ~cuyo espesor es considera~ ble a la hora de sefalar formas de apropiacién de las literaturas europeas en la constitucién de /as literaturas nacionales en América Latina, como también ritmos diferentes de cambios y de continuidad en las diversas inflexiones que asume el didlogo entre literatura “culta” y popular~ interesa advertir la importancia que cobran en la singularizacién de dichas experiencias las operaciones textuales especi- ficas. Nos referimos 2 a serie de operaciones discursivas ~estrategias de enunciacién— que al inscribir las marcas histéricas de sus condiciones de produccién, inscribe simultdneamente huellas resistenciarios: marcas que insisten en hacer sefias sobre una cultura que se prociama como cultura de la resistencia, ya que en ella inciden obsesivamente concepciones del mundo que debian ser celosamente culdadas como promesa de pertenencia a una patria perdida por el imperio de la esclavitud y la violencia. En més de un sentido, nos parece que es por ello mismo sumamente relevan- te evaluar el sentido de la construccién de la belleza literaria o interrogar la dimensién de palabra bella que existe en las obras de los autores que estamos mencionando. Dicha disponibilidad implica concederle particular atenci6n al culo profundo que asumen los juegos verbales y la fuerza del ritmo en el lenguaje cuando la palabra poética tiende en su ciframiento henchido por la celebracién de la libertad, el tendén del misterio que ofrece el diélogo con la ausencia. Puesto que alli donde la repeticién de las frases en los poemas de Nicolés Guillén abre zonas tan nitidas de eco, regiones intimas del diapasén donde se perturba la linealidad discursiva, la resonancia y el campo de reminiscencia que abren las frases nos hablan de un abrazo tan real como imposible entre el mundo del blanco y del negro. En aquella solidaridad tan intima entre el mundo del negro y del blanco que prociama a voz de Guillén, habremos de leer el poder resistenciario que la repercusién de la africania genera on su vasta critica (re-creacién) del mun- do del blanco, Mencionar aquel problema significa desde el comienzo renunciara la falsailusién de armonia o igualdad entre ambas culturas que el arte vendria luego meramente a representar 0 reflejar. Por el contrario, nos parece que la busqueda de Nicolis Guillén merece ser leida ensu hallazgo arrollador de la combinacién de ambos mundos luego de cefir el duro juego de contrastes 0 contrapuntos transformados en epifania; golpes de los que nos hablan con especial dulzura, entre otras, aquellas lineas que dicen: Q) = Lanza con punta de hueso, tambor de cuero y madera: mi obuslo negro. Gorguera en el cuello ancho, ris ormadura guorrer: mi abuelo blanco. (Guilén, 1985: 123) Pasos que, lejos de animar la representacién de un mundo reconciliado y por ende meramente pintoresco, abren el territorio de la hermandad conquistada, la solidaridad estrechada por el canto que al juntar une y separa. 8) Los dos suspiran, Los ‘os las fuertes cabezas alzan: los dos del mismo toma bajo las estrelios altas, los dos del mismo tamaito, ansia negra y ansia blanco; los dos del mismo tomato, Briton, suerian, lloran, canton. Suefan, lloran, cantan, Loran, cantan, jContan (Guillén, 1985: 124) Contra el telén de fondo de las proclamas dadaistas, cubistas, futuristas y surrealistas que revelan la alienacién del arte en el mundo capitalista a la luz de la escisin ineludible por la que el arte moderno atraviesa en la divisién existen- te entre arte y vida, las obras de Alejo Carpentier, Nicolas Guillén y Emilio Ballagas levantan |a bandera de critica tenaz al mundo civilizado. Una puesta en crisis, diremos, que no saria tal sin la diversificacién, e| alzamiento de un pro- yecto por el que cantar, poetizar, ficcionalizar implica abrir la pugna, una pues- ta en cotejo, el perpetuo despliegue del contraste en rebelién hacia la alquimia abierta en las zonas de dificil contigiidad entre ambos mundos.” ‘Cuando Palés Matos levanta la bandera del “arte del instinto” en las descrip- ciones de la vida cotidiana, o cuando Aimé Césaire dibuja un retorno involuntario del Africa como pais natal, asistimos al alzamniento de un mundo tanto mas pleno cuanto menos estabilizado o pacificado. Porque ajeno a la civilizacién del blanco, el arte negro y el arte mulato insisten en cuestionar el peso omnimodo de la razén y los valores del mundo del blanco. En la condensacién de los golpes del decir las poéticas de estos autores ta- chan el lugar del modelo: puesto que Nicolas Guillen, un sitio paradigmatic de las poéticas que estamos comentando, no deviene obra representativa del mundo del negro, sino, por el contrario, invencién de los modos més agudos por medio de los cuales el poeta expone su expoliacién, su libertad furtiva, 0 su altiva imagina- cion. Es en tal sentido que nos interesa enfatizar el horizonte altamente revelador de un estado de situacién que la palabra custodia. Algo parecido ocurre, también, enla siguiente escena de Césaire—escritor al que ya hicimos alusién— que lleva por titulo “TAM-TAM I" en abierta alusién al jadeo paroxistico de! tambor por la que 19 (caso 80 ftexturas 1-1 ‘Aimé celebra, en Las armas milagrosos (1946), el exceso de la presencia africana como redoble, fuente irreductibie de la creacién en estado de combustién: (4) .-.on ef mismo rio de sangre de tierra en la misma sangre de sol quebrado en la misma songre de un ciento de clavos de so! en la misma sangre del suicide de las bestias de fuego en la misma sangre de cenizo de la sangre de sal la songre de los sangres de amor en la mismo sungre incendiada de péjaro de fuego gorzas reoles y hulcones remontaos y orded. (Césaire, 1974: 57) Donde Ia linea proliferante de la imagen poética trazada con la vocacién desautomatizadora de la percepcién a horcajadas del arte propuesta en sus Mani- fiestos de 1924 y 1929 por Breton, nos acercan al descubrimiento inusitado de cierta “presencia comén’, ofrenda tan intensa en su destinacién come paradojal. Puesto que la imagen poetica, elongada, escindida en la repeticién de frases que parecen recrear un hoyo, el espacio yacante de desposesién que curiosamente genera lo mismo, perturba una y otra vez la identidad, hace cara, y, al mismo tiempo, coexistencia de las regiones de tremenda contrariedad. Asilas ckiusulas “en el mismo rfo”, “en la misma sangre”, traen al presente el golpe del tambor que al repetir, antes de crear monotonia, singulariza, separa, hace coexistir mejor cada ser y cada cosa absolutamente diferenciados, peroen un sitio comin, Didlogo con lo ignoto, con cierto carril del vuelo en serie que propalan las aves, “el pdjaro de fuego”, segtin leemos, o las “garzas reales” y los “halcones” en el ensuefio de analogfa, e! peso gravitante de la comparacién que implica consagrarse a “la otra parte", a la segunda simplicidad engastada por la aventu ra verbal de la materialidad conquistada en el doble reino de lo real impregna- do por la extrafeza de estar con que se inviste la dimension absolutamente irreductible —irredenta— de lo sagrado. El poema se consagra asia los golpes del tambor que son golpes de la sangre: llamado que retumba tras de tode aquello que alude a la africania como lo que se puede juntar por su estatura siempre concreta ¢ inalcanzabe; tanto mas material cuanto mas esquiva 0 dada a la impo- sible posesién en su tremenda falta de equidad Idéntica sangre del suicida, segtin nos dice el poema, puesto que el suicida es una de las mascaras del poeta, el que puede exponerse para sostener | nostalgia maldita del crimen (rentea las regiones mas menesterosas de la realidad Estas poéticas se nos proponen, entonces, como construccién en el sentido estricto del término de cierta sensibilidad, en tanto implican desatar en acto fa experiencia mis intima y sensorial de la imaginacién: es decir, volver patente la cifra de emergencia de una serie de imagenes en e! resonar interno del cuerpo. El ejercicio de la sensibilidad se presenta, entonces, como una operacion especulativa, de superior alcance respecto de la intelectualizacién porque nolaexcluye sino que la traspasa. Por aquel acto de reflexién intensa por medio del cual se atraviesa y proyec- ta Ia racionalidad, repercuten las fuerzas escindentes del lenguaje que en algu- os poemas y textos en prosa operan como una frontera indivisa entre el sue- fo, 0 la utopia sin lugar fijo entre el afuera y el adentro del cuerpo. Lugar de henchi- miento que es sitio de caida, de gravitacién y alzamiento de todo aquello que extasialmente singularizado -ya se trate del mar, de una nube, del color de una pollera, o el ruido de un tambor- pareceria transcurrir en el mundo inconmensura- ble del horror transmutado en la “inmensidad intima” que ahora sale afuera."” Y cuya altura estética ocurre, ademas, en el intenso agén que este arte emplaza contra la cultura de élites y los privilegios. En ese gesto plene de politicidad, por el que tras la sublimacién de las situaciones de injusticia acontece la defensa de la subjetividad mas recia, intervienen también los “Motivos de son” (1930), “Séngoro cosongo” (1931), “West Indies Ltd” (1934) “Canto para soldados y sones para curistas” (1937), “Espaiia” (1937), 0 “Elson entero” (1947) de Nicolas Guillén. Asien un pasaje del poema “Sensemaya. Canto para matar una culebra” se lee: 6) j Mayorbe-borbe-mayombs | Mayombe-bombe-mayambé Mayombe-bombe-rnayombé ! culebra tiene ojos de vic: Ja culebro viene y se enreda en un palo; con sus ojos de vicrio, en un pato, con sus ojos de vidrio. La culebra comina sin patas; fa culebra se esconde en ta yerba; uminando se escontie en la yarbat cominancio sin patas. Mayombe-bombe-mayombé ) Mayombe-bombe-mayamb | Mayombe-bombe-rnayombé £ j Mayombe-bombe-rnayombé (Guillén, 1985: 131) Poema en el cual nos encontramos, nuevamente, con el fendmeno de la per- cusion generado por la repeticién. Tres veces se repite en estrofas alternadas la 8) fcaisso 82 textures 1-1 frase "Mayombe-bombe-mayombé”, por la cual se divide y aglutina la palabra “mayombe"’. Alli pareceria generarse el umbrai del recuerdo constante de la par- ticién, los golpes tripartitos que no cesan de remitirnos ala fuerza. Tres veces se inscribe también la fijeza de los ojos de vidrio. Transparece, asi, un émbito magico, encantatorio de perturbacién més que intensa por la fuerza del ritmo, En ese mar- co, la culebra vale ambiguamente como huella seméntica de los rituales religiosos de la tierra de los antepasados, también como emblema del mal, Mediante esa ambivalencia del sentido que e! poema cuida, apropiarse dela culebra significa abrir el estado de trance, sembrar el trénsito animal donde pervive el misterio de lo més extrafio que deviene familiar. Umbrales por los que el buen decir en comue nién celebra la accién casi oximorénica del “caminar sin patas”, via auténtica de cierto teatro breve de materialidad animista donde inciden el abismo junto al talls~ man, el acto de bajar el mundo de los espiritus para liberar cierta imagineria cuya mayor eficacia trabaja a favor del despojamiento absoluto de univocidad y cuestiona el imperio de las estrategias al servicio de la voluntad taxonémica occidental Il. Sobre el telén de fondo del magisterio encauzado por los estudios criti- cos del uruguayo Angel Rama -protagonista, seguin sabemos, de la Revista montevideana “Marcha” y de una critica de urgencia que contaba como uno de sus principales horizontes el acto de argumentar, articular y difundir la calidad estética de las obras producidas en este continente-, Pizarro y quienes compo- nen el equipo de intelectuales responsables de elaborar una Historia de la lite- ratura latinoamericana vertebran entre las décadas del 80 y el 90 una propalacién vigorosa respecto de dicha “aventura intelectual de integraci6n”. Obvio es decir, entonces, que tal emergencia de un sentido critico, que al tempo que intentaba Intervenir en las formas de representacién de lo real operantes en las obras de ficcién, intentaba ampliar un puiblico lector también en emergencia, despliega una y otra vez una fuerte creencia en |a cultura latinoamericana como espacio de dilo- g0y de encuentro para un continente en estado de dependencia luego de los prime- rosimpactos de achesién y de rechazo intelectual que se desatan, segtin hicimos alusién mas arriba, tras la Revolucién Cubana que tuve lugar en 1959. Angel Rama propone en aquel encuadre que mientras las obras literarias existen por si mismas, la literatura latinoamericana es una construccién.' Aquella proposicién, enunciada de un modo ~por cierto- bien simple, alcanza sin embargo~ por sus propésitos. relieves de monumentalidad tal como es posible advertirlo en los tres voliimenes editados por el Memorial de San Pablo en Palabra, literatura e cultura cuando se publican los resultados del proyecto “Hacia una historia social de la literatura latinoamericana” coordinado inciaimente desde el AILC por Ana Pizarro. ‘Angel Rama habfa dascrita y cusstionado las relaciones existentas entra litera- tura y mercado’ a propésito del tan mentado "boom", y propuesto nuevas hipé- tesis de lectura de los sitios histéricos de nacimiento o umbrales de la llamada “nueva novela” en relacién con las vanguardias literarias historicas de la década del veinte. En ese marco, a expensas de un proyecto que tiende a pensar la “unidad en la diversidad”* del continente al sur del Rio Bravo, asi como a desplegar varia- das estrategias de caracterizacién de los procesos culturales ~entre ellos el funcio- namiento del tiempo de “larga duracién” trazado por Fernand Braudel-, esta vertiente culturalista de la critica, de corte decididamente sociolégico, despliega tras las simnientes pioneras de la historiografia literaria ensayadas por el dominica- no Pedro Henriquez Urefa la labor intelectual de Alfonso Reyes y José Carlos Mariétegui (entre otros), una tarea que simulténeamente se piensa como articuladora de los fendmenos histérico-literarios més relevantes del continente, y una escena auspiciosa de debate. Angel Rama, Antonio Candido autor del imprescindible libro Formacién de fa literatura brasilena (1959)-, Antonio Cornejo Polar y José Luis Martinez —respon- sable de trabajos historiograficos notables sobre libros y cédices mexicanos, asi como del bello libro Vide y obra de Nezahualc6yot!—"" dibujan una mirada capaz de instalar a la literatura lejos del fetichismo de las “bellas letras”, lejos del lugar del mero “reflejo", también de los abordajes terrigenos de corte esencialista. Nos referimos en ese timo caso a las perspectivas metafisicas que conciben a los textos literarios como mero reflejo de una supuesta identidad que preexistiriaa los procedimientos ficcionales y modos de representaci6n especificos de las prcticas ciscursivas. La contextualizacién de las obras, los escritores, los grupos literarios, las “biblotecas americanas”, la puesta en perspectiva histérica de las revistas literarias y las polémicas, disefian, muy por el contrario, una escenografia que a través de la nocién de “imaginario social” y el trazado de “polos de religacion”'* permite pensar en un lugar privilegiado para la ficcién como condensado simbéli co y al mismo tiempo como una puesta en acto de formas de simbolizaci6n marca- das plenamente por su dimensién histérica. En un doble juego: a) en el énfas's puesto sobre los procesos literarios, en tanto cellos pueden resguardar los aspectos que hacen ala heterogeneidad constitutiva de los fenémenos literarios como también a a coexistencia de fendmenos de dife- rente espesor y resonancia cultural con sus ritmos variados de continuidad y rup- tura:y b) en la exaltacién de cierta autonoméa de la cultura latincamericana dichos criticos disenian el camino a un tiempo variado y riguroso de un comparatismo que a los ojos de Ana Pizarro asume el calificativo de “heuristico”, 0 dado al arte de inveneién.”? Alli donde el empejio de Angel Rama, Antonio Candido y Antonio Cornejo Polar revela la preocupacién por la circulacién de las obras literarias, el lugar mediador de la critica ~capaz de evaluar la singularidad estética de las obras asi como de sembrar un andlisis de su dimensién historica— frente a las grandes mul- titudes, al mismo tiempo piensa en un lugar que merece ser observado como absolu- tamente resistente respecto de la creencia en que la literatura latinoamericana cons- ituye un objeto meramente derivado de la literatura europea. Puesto que esta pers- 83. {caisso 84 ftexuras 1-1 pectiva formula para la literatura en tanto construccién de un objeto, la lectura en interaccién de las obras literarias y las series que ellas inauguran, el disefio de un espacio que puede ser concebido como supracional sin que este Uikimo valor pueda ser reducido ala dimensién de una mera sumatoria de literaturas nacioneles. Dicha articulacién ~equiparable en su aspiraci6n, a trazar comparatisticamence un objeto anivel continental con las propuestas Ge Erich Auerbach y Ernst Robert Curtius** anivel de la literatura europea reflexiona sobre las formas de aproplacién de las ideologlas estéticas europeas. En el cuestionamiento de las teorias hermenéuticas que ven alas obras lite- rarias como un epifenémene de concepciones metafisicas de la territorialidad," este ‘comparatismo busca exponer la pluralidad y la capacidad reactiva, resistenciaria de algunas formaciones simbélicas entre las cuales la ficcién aparece como un bien simbélico y una operacién clave. En ese marco, la interrogacion a propésito de la existencia de la literatura del Caribe no sélo configura un disefio nuevo de la iden- tidad cultural en la que los textos literarios -ya se trate de novelas o poemas~ ganiah un estatuto central en relacién con los manifiestos y proclamas o los ensayos, sino que, al hacerlo, cobra espesor el despliegue de cierta patria -metaféricametne hablando— que desborda y mezcle aspectos lingiisticos, geogrdficos y etnograticos La observacién de las pautas mediante las cuales se sostiene la construccién de tuna sensibilidad negra ligada a operaciones textuales especificas habla de una vasta urdimbre de interacciones discursivas y sociales a las que la critica latinoa- mericana comparada apela para argumentar y enfatizar a propésito de la sélida sedimentacién de sus principios y valores. La linea cultural afficana —eseribe Pizarro en “Le nocién de literatura fatinoamericana y del Caribe come problema historiogrdfico”~ que sgenerci uno de los grandes procesos transculturales del dree tiene como ubicacién geogrdfica fundamental el Caribe y lo costa atldntica, (Condo €! ‘Contrapunteo cubano de! tabaco y del azticar' (| 940) de Feinande Ortiz. agrega més adelante:) ..con jos blancos llegaron fos negros, primero de Espaito, entonces curio ce esclavos guineos y congos. y luego directamente de tacia la Nigricia. Con ellos to culturas, unas selvditicas como fa de los ciboneyes, otras de ron sus diversos wanzeda barbarie como fa de los tainos, y algunas de més complejidad econémica y social, como les mandinges, yelotes, hansas, dahornayanas y yorubas...La diferenciactsn de orgen de la trata, esto pluralidad étnica, tionde a homogeneizarse progresivemente; y 9 partir de uno de los primeros actos de desculturacién que lleva a cabo al colonizador. la pérdida de! nombre de fos esclavos. En la irigicamente célebre isla de Gorea, centro comercial de lo trota, frente a Dakar, las mazmorras tastrocaban fo que quedabo de unidad familiar despus de la cacerfa en unidades de trabajo sin nombre. en amontonomiento de hombres y mujeres jévenes que irian © constituir lo mano de obra esctava de fas plantaciones cariberias y de! sur de Estados Unidos. Era un comercia cuyo mercado implicaba el histérica vigje sin retoyno, Los comerciantes de esclavos —holandases, ingleses entre otros— se encargaban de su distribucién en el dreo. Alli desempehé un papel importante lo Compania Hotandesa de las Indias Occidentales, que hizo de Curaza0 un centro importante de trifico de esclavos, En un sigi, en- tre 1650 y 1750, pasan por alli mds de des millones de esclavos que vienen de los “factorias” holandesas de las costas de Africa, y ellos se encargan de su redistribucién.. (Pizarro, 1985: 137) La pregunta por los fenémenos literarios que fundé en el Caribe la africania no sélo implica indagar los usos literarios de indole antropoldgica que, segin ya decfamos, desde diversos lugares recrearon con singular prolijidad el haitiano Jean Price Mars en As/ hablé el tio (1928) y el cubano Fernando Ortiz ~creador del cefiimiento de la “transculturacién”, descripcién por cierto productiva a la hora de dar cuenta de los intercambios entre culturas heterogéneas—* en Los negros brujos (1906). Al mismo tiempo, requiere de la descripcién de una construccién largamente elaborada a propésito de cierto primitivismo resguardado en textos y pronunciamientos por los que la cultura de América Latina incide en fenémenos culturales europeos. Pero también necesita de una prolia atencién en los manifies- tos publicados entre las décadas del veinte y del treinta en algunas revistas litera~ rias editadas en los pafses del Caribe. Angléfona (pensemos en el premio Nobel de Literatura de 1992, Derek Walcott), francéfona (con los lugares paradigméticos del Cuaderno de un retorno «al pais natal de Aimé Césaire, y la bella novela Las Gobernantes del rocfo de Jacques Roumain) hispanica (recordemos la ficcién carpenteriana desde El reino de este ‘mundo ~1948- hasta la fabulosa nouvelle Concierto barroco ~1974~), la negritud se transforma en una suerte de piedra basal de la literatura de las Antillas, Tal cuestion es relevante, ademas y muy particularmente, por los vectores reactivos que gene- r6, entre los cuales deberiamos considerar algunas posiciones del origenismo cu- bano por ejemplo la teoria de la “insularidad” de Lezama Lima, lider de la revista “Origenes" de La Habana (1944-1956)-. El proceso transcultural ofroanericano —welve 0 decirnos Ana Pizasro-, que cubre pues el Caribe y sobre todo fa zona de fa costa atidntica cel continenie, se manifesta en todo esta érea en dos sistemas literarios distintos: uno permanente corriente de literatura popular muy enraizada cen imdigenes, mitos y Orituales afticanos. Personajes como la ara, que se encuentra profusamente en Curazoo y otros lugares, pertenace, junto con el coneja, al relato de Alrica Occidental y son expresivas de la cultura de lo sabana y de la selva. En el sistema literario culto ja linea transcultural 85 (casso 86 (textures 1-1 ¢ ho monifestado sobre todo desde comienzos de siglo en movimientos literarios importantes mds que nada posticos, con figuras de nivel intemacional, como Nicolas Guillén o Aimé Césaire, Es sobre todo en el ditimo tiempo que comienze 0 producirse sistemdticamente en narratwa, donde también adquieren un reconocimienta figuras come René Depreste y Vidiadhr S. Noipaul. Esta Iinee transcultural abarca un drea importante de la cultura latinoomericana y desde este punto de vista los mecanismos del Caribe son los mismos que los del continente, tanto en su zona hispandfona como de lengua portuguesa, Pero el Caribe tiene su unidad (plural) en si misma y en esa medida cabe tembién considerarlo adscrito como taf at descrralla histérico de lo cultura de América Latina. ¥ es importonie en este sentido percibir en ambos los rasgos de un desarrollo que con diferentes actores ha pasado por las mismas etapas enfrentando los mismnas colonizadores, reformulado en términos similares su proceso cultural, Percibir que ambos constituyen no madelos culturoies anclades en el pasado, a pesar de su herencio, sino sociededes y culturas obiertas a construirse a si mismas, o inventor su vida cotidianamente, y que asf se va articulando el imaginarie social que plasman sus literotures. Porque éstas ponen en evidencia que ambas van mirando la historia de ayer como enfrentanda fa de mafiana con una conciencia comtin de Mundo Nuevo. (Pizarro, 1985: 140) Un punto de focalizacién y estallido de un régimen étnico y cultural, en medio del cual tanto la literatura escrita por blancos como la literatura producida por los negros condensa las formas de resistencia més vigorosas de la cultura ya consagra- day del logocentrismo occidental, Nicolas Guillén en Cuba con el ritmico, rebelde quehacer de! “son”, ai que ya hicimos alusin; Luis Palés Matos en Puerto Rico con una busqueda rigurosa por trascender la literatura provincial Frantz Fanon (autor del ensayo Piel negro, méscaras blancas de 1952 y Los condenados de la tierra de 1964, puente entre Aimé Césaire de quien fuera discipulo y de Jean Paul Sartre) nos rablan del resurgimiento de un espiritu rebelde, del rechazo pleno de las formas del racismo que el blanco encarna sin igual. Entre las décadas del veinte y del cincuenta la negritud, el tema de a vida de los negros, sus costumbres, sus précticas rituales, las formas que toma la “tra- ta” y esclavizacién de los negros, abre en las Antillas zonas de investigacion que van desde el tratado antropolégico hasta alcanzar ser inscriptas en el arte. Entre la mirada de Fernando Ortiz y las novelas de Alejo Carpentier, pasando por la poéti- ca de Nicolas Guillén y los posicionamientos distantes y distintos del origenismo cubano, asistimos a una progresiva maduracién, puntos de condensacién de un estrato cultural que configura una regién més alld del concepto de nacién. A tal punto y con tal intensidad que esta cuestién no sélo emplaza gradualmente una critica al euroservilismo y alas formas ominosas del poder, sino que en su cuestio- namiento del racismo aprehende del imaginario estético las vias por las cuales destituir los argumentos de superioridad racial y los méviles de dominio del blan- co. Las formas creativas de reaccién a las posiciones hegeménicas del blanco se nutren de las formas populares de circulacién de una cultura bésicamente oral y cuya oralidad insiste en inscribir las marcas de la percusién, de la repercusién. iCémo habitar, sino, mas alld de los textos que hemos comentado, los émbitos de extrafieza suscitados por Carpentier desde El reino de este mundo hasta el ya mencionado Concierto barroco? Textos en los que se nos ofrece la alquimia de una mezcla por momentos imposible entre el imperio de la razén occidental y el salto, el despliegue de cierto primitivismo, territorios de sagacidad o de agudeza que en la enumeracién proliferante de frases y el pulso tenso del acento desmonta el peso estructural de Occidente. Desde la concepcién ruinosa del progreso de la Historia leida, circulamente roida en Ef siglo de las luces a expensas de la Implantancién de las consignas de Ia Revolucién francesa en América, hasta Concierto barroco, con efectos por cier- to bien diferentes de hilaridad y argumentacién narrativa, Carpentier inscribe a la negritud como un punto de méxima provocacién y dislocacién del saber del blanco. Desde su teoria del realismo maravilloso plasmada en el Prélogo a El reino de este mundo hasta la mostracién sarcéstica, absolutamente parddica o farsesca de la solemnidad conventual emplazada en el Ospedale de la Piet en Concierto barroco asistimas, una vez mas, al trabajo eufdnico del desconcertan- te concierto, Ia exaltacién del éxtasis, el exceso por medio de los cuales, ahora, es posible habitar zonas tragicas a través del humor. . ¥ concertabanse yo en nuevo ejecucién —leernos en uno de fos frogmentos finales de ia novela~ ircs def virtuoso, los instrumentos reunidos en el escenarie: saxofores, clorinetes, contrabajo, guitarra eléctrica, tambores cubanos, maracas (gro serfan, acaso, aquellos “tipinaguas" mentodas alguna vez por el poeta Balboe!), cimbalos. maderas chacedas en mano a mano que sonaban martes de ploteria, cajas destimbrados, escobillas de flecos, cimbolos y tridngulos-sistros, y el piano de tapa levantada que ni se ccordaba de haberse llamado, en otros tiempos, algo asi como “un clave bien temperado”, “Ei profeta Daniel, ‘se, que tanto habia aprendido en Caldea, hablé de une orquesta de cabres, salterio, cara, arbas y sambucas, que mucho debié porecerse « ésta", pensé Filomeno.. Pero ahora reventaban todos, tras de la trompeta de Louis Amsirong, (..) quevo concierto borroco al que, por inesperedo portento. vinieron o mezclorse. caidas de uno dlaraboya, jas horos cladas por Jos moras de a torre del Orolegio. (Carpentier, 1980: 82-83) 87 {aaisso 88 (texturae 14 Apologia del mestizaje que se contrae y despliega en el movimiento casi infinito que abre la enumeracién, o en la escena propiciatoria de los encuentros que erosionan la solemnidad de la cultura y juegan en el sentido mas serio del término. con la extrafieza del sitio donde Vivaldi, Hzendel, Scarlatti, un indiano y su criado. negro danzan otro carnaval en Veneciaa comienzos del siglo XVI El texto de Carpentier cumple asi con el gesto de impugnar la fetichizacién de la cultura, confunde casi rabelaisianamente los lugares de la alta la baja cultura: por encima de los siglos los hace dialogar, hace perpetuarse alos personajes y divierte (Civersifica) sus rostros a la luz de la fuerza singularisima que tiende la repeticién de. frases, la enumeracién, la proliferacién ofrecida en la gozosa propalacién de ritmos Vegetales y series que una vez més nos hablan de cierta fuerza incandescente, indomefiable en la presencia comin de la magia y el ritual Relerencias AA.WY. (972) América Loting en su literature. Maxico. Siglo X%I edit, Coord de César Femindez Moreno. Blanco, Toss. (1958) "Reincidencia y ratitcaci6n (goore L. ales Matos)’. En: Revista del Institito de Cultura Puertorrquera. San juan. Ao Ineo | Carpentier, Alejo (1980) Concierto barreca México, Siglo XX. Césaire, Aimé (1974) Los armas miagrosas.Bs.As, Fausto. Tad. de Lizandro Gabier. Guillén, Nicolis (| 885) Obra poética. La Habana. Letras Cubanas, Jivik, No€ (1967) La memoria compartide, Bs.As. CE. ALL Martinez Estrada, Ezequiel (1967) Lo poesta offacubano de Nicolas Guilin. La Haba- ra, Cuadernos Unién, Palés Matos, Luis (1978) Poesia completa y prosa selecta Caracas. Biblioteca A) Pizarro, Ana (1985) La literatura Jotincamericara como proceso. Bs.As, C.E.D.AL ‘Vitiar, Cinco 1970) Lo cubano on ia poesia La Habana. Latras Cubanas, Notas Neer C. Vitier Lo cubano en to poeséa La Habana: lrstituto del Libro, 1970. pp. 413-434 Ver La plurolidad cultural México: Siglo XI. 1972. pp. 53-72 > Bs. As.: Centro Editor de Américz Latina, 1985, “Vase ‘El dadaforno” Luis Palés Matos Poesia cempleta y prosa selecta Caracac: Biblio teca Ayacucho, 1978, pp. 204-206, 5 £1 Mundo, 19 de noviembre de 1932 ibid, 18 de noviembre de 1932, "Al respecto pueden verse, entre otros estudios: Arce de Vazquez, Margot “Evolucién y Unidad de Ia obra poética de Luis Palés Matos’, prélogo a Luis Poles Matos Poesia completo y prosa selecta. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978; Arce de Vézquez, Margot Los poemas negros de Luis Polés Matos [Conferencia en la Universidad de Puerto Rico, 22 de setiembre de 1933}. 1 Mundo, Sen Juan, 2 de enero de 1934; Ateneo Puerto- ‘riquetio, 1935.1, 35-52: En: Impresiones. San Juan, Edit. Yeurel, 1950. 43-51: Arce de Vazquez, Margot: Mids sobre les poems negras de Lu Polés Woitos. Ateneo Puerto= riquefio, 1936, ll, p 34-45, Revista Bimastre Cubana, 1936, XXXVIll, p. 30-39; Diaz Quivones, Arcadio: Lo poesia negra de Luis Pelés Matos: Realidad y conciencia de su dimensién colectve. Sin Nombre, Puerto Rico, 1970, |, nimero 1, p. 7-25; Orti2, Fernando Sobre: Luis Palés Motos, Poemas offoantilanes. Estudios Aricanos, La Habana, 1937, |, nm. 7, ps 156-159. "Yer “Blanco, negro... imulato?™ de No¢ jitrk en La memoria compartida. Bs.As.: BibFotecas Universtarias. Centro Editor de Américs Latina, 1987, pp. 146-177 - Ver le “introduccién’” de José Avi y el capitulo Ill “Mariétegu, isoreliano o marxis- tat", Mariiteguiy los origenes del marisa latinoomeicana, México: Siglo XXI, Cuar demos de Pasado y Presents, 1980. "® Nos parece que para esta cuestin vale la pena repasar, una vez més, las diferencias inscriptas contra el telén de fondo de los ensayos de José Carlos Mardtegul por las perspectivas aun tiempo clésicasy igurosas de josé Marla Arguadas en la sistematiza- ‘66m del inventario de rituales de vida, artesara, canciones, formas de culivo y dafar- rmaciones de mitos en el mestzo peruano. Muy particularmente cefidas en elhermoso lisro Formacién de una cultura nacional indoamericena. Mésico: Siglo XXI Edltores, 1977. Seleccién y prélogo de Angel Rama. En ese marco, asumen entre otros, valor absolutamente instrumental los ensayos "Evolucién de las comunidades indigenes. El Valle del Mantaro y la ciudad de Huancayo: un caso de fusién de cultures no compro- rmetida por la acci6n dele instituciones de origen colonial” op. cit. pp 80-147 y *Razén de ser del indigenismo en e! Perd" (pp. 189-197) ambos de José Marla Arguedas. Por cia parte consinian y hacen valiosas “variaciones sobre aquellas perspectivas Angel Rama en el ya clésico Tronseulluracion nareatva en América Lotina, México: Siglo XI, 1985 y Las unversos narratives de José Maria Arguedos y Eserbir en el ate. Ensoyos de heterogeneidad cukural de Antonio Comejo Fola. A xquela serie debemos sumar las fecundas roleviones de Willam Rowe y de M. Lienhardt "Ver Rew. Universe! de Le Habana nro. 212, La Habena: enero-diciembre de | 980. "2 Seguimos en este movimiento, la caracterizaciones propuostas en su Teoria de fa vanguarda por Peter Birger, particularmente en el capitulo Il, “La cbra de arte vanguar- sta Barcelona: edit. Peninsula, 1987, pp. 11-149 © Para estas corsideraciones nos basamos en el belo capitulo de Gastén Bachelard "La inmensidad intima’. Yer Lo pottica del espacie, México, FCE., 1965, cap, Vilpp. 220-248. ' Vease en particular La novela en América Latina, Panoramas 1920-1980. México: 89 (crisso 90 {toxturas 1-4 Fundacién Angel Rame, Universidad Veracruzan, 1986, En particular el “Prstogo" pp 9-19 (fimado en la Universidad de Maryland en enero de 982) y al largo capitulo “Medio siglo de narrativa latinoamericana (1922-1972) pp. 99-202. Véase en particu- lar “El Caribe es un solo pals" pp. 194-202 °S Cisco y de neludsteconsuta es en ese sentido el arco “El boom en perspective" cde Angel Rama reunido en Mis ali de! boom: teow y mercado. BAS. Folios Edicio- nes, 1984. pp. 51-110 "Ver la mencionadaIntroduccién de Ana Pizarro en Le teratuelatinoamericane como proceso, Alise lee: “Fsimportante anotar que la perspeciva de unidad con que se puede hablar de teratura latincarnerican, asi como ce la cultura -unidad nla dversdad ha sefitiad con juteza José Luis Martinez conettuye una stuncibn de vanguard expect e otros procesos: ora ponbiidad de integracién no te ha dado en oto riveles sino como una aspracén de proyectos poftcos,iealogicas © econémico-sacals dl con- tinente. Los grandes proyectos ntegracionistar de loslideres de laindepandencia enol siglo pasado caen pronto ena rencila nacionalsta alentada as mse las veces pore! partido que de ela extraeelinzerésfordneo, Enel caso de guerras como lade! Pacfico 9, més cercanamente, la del Chaco, por ejemplo. Estos proyectos integracionistas no surgen desde luego del vaclo: se asientan en una real situacin de organizacién econdmi- «2, social, cultural, hist6rica det continente, cuyos rasgos estructurales atnan la diversiicada ‘realidad de su funcionamiento, lo que hace de su evolucién una caracterizaci6n espectica de temporalidades propias, que iluminan la midad del historiador’. pag. 17. Antes, en América Launa en su iteroturo José Luis Martinez haba arotado: "La primera singulan- ‘dad de América Latina es la de su existencia coma tal, esto es, como un conjunto de ‘veintiin paises con liga historicas, sociales y culturales tan profundas que hacen de ellos na unidad ex muchos sentidos. Oreos grupos de paites se encuentran relacionados por su bistoriay por su raza, por su lengua y por su religion © por pacts poticos © econdmicos, perong es Irecuente que coincidan todos esos inculos, ylo es atin menos que, como en ‘el caso de Latinoamérica, los rasgos comune sean més fuertes que la voluntad de indivie duatzacion y aun que las disidencias.” op. cit. pég. 73. "Ver Nezahualeéyoul vila y obra de Jost Luis Martinez, México: FC.E., (972 Biblioteca Americana ' Véaee, entre otros, “Modernidad y religacién: una perspectiva continental (1880- 1916)" ce Susana Zanetti publicado en ol volumen 2.de Améaco Latina. Potabra, era: ura € cultura. San Pablo: Unicamp, 1994. '9 Ver, ademas de los textos que ut supra hemos mencionado, de Ana Pizarro “Sobre las direcciones del eomparatisme en América Latina’. Revista Cosa de las Américas rvo. 135, La Habana: 1982 op. 40-49. strictamente hablando y salvands las distancias més que hondas que se proponen en este caso, nos referimosa Ltecatura europea y edad media ictina de Curtius ye Mimesis de Erich Auerbach 2 Tal seria el caso, entre otros , de lox “tratados” de Rodolfo Kun las bisquedas del grupo colaborador de la Revista Megafén (ce modo priviegiado varios de los texcos de. Graciela Sold y Edelweiss Serra). Véase al respecto de Laura Estrin y Oscar Blanco: “Hermenéutica nacional” en Nicolis Rosa (editor) Poiticas de la cca. Histone de la ‘critica terana en fo Argentina, Be.As.: Edit, Biblos, pp. 251-285. En particular: 2.4. “Fuentes, influencias, el objeto latinoamericano” pp. 267-270. Vertientes que @ grandes rasgos comparten con mayorlucimiento intelectual, por certo, desde Ezequiel Martinez Estrada en su Radiograffa de la pampe (1933) hasta Octavio Paz en El laberinto de ko saledod (1950). * Vease su Contrapunteo cubano del tobaco y del azicar. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1987. Prélogo y cronclogla de Julio Le Riverend, a ealsso

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