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MARTIN ALMAGRO-GORBEA La Edad del Bronce en la Peninsula Ibérica: periodizacién y cronologia ‘La Bdad de! Bronce de la Peninsula Thérica es una de los periodos de su Protohistoria que presenta actualmente mayores problemas para su ordenacién interna y su crono- logiarelativa, lo que contrasta con la larga tradicinhistéri- ca ens investigation En efecto, salvo para el Bronce Final, que consttuye, en realidad, una fase de transici6n hacia el inicio del proceso de etogénesis que caracteriza la Edad del Hierro (Alms ‘gro-Gorbea - Ruiz Zapatero (Eds,) 1992), no existe actual- mente una visién de conjunto sobre la cronologia relativa de las diversas éreas cultural identificables. Adem, salvo para la Cultura de El Argar (Blance 1971; Schubar 19754) y el Bronce Atlintico (Ruiz Gélver 1984) no existen seria ‘iones vélidas para las diversas éreas culturales, La seri ci6n de las culturas del Suroeste (Schubart 1975), del Nor- deste (Maya 1992) y de la Meseta (Delibes 1995) presenta serios problemas y, todavia mis, tes de otras éreas cultura- Jes como la de as Motillas, el Bronce Ibérico 0 el del Valle del Guadalquivir, para las que, practicamente, aun no se ha establecido una periodizacién valida, En consecuencia, se ‘comprende la inexistencia de una visién de conjunto que armonice la cronologiarelativa de la Edad del Bronce de la Peninsula Ibérica basada en sus correlaciones culturaes, tanto internas como externas. En efecto, tampoco son fie- cuentes los trabajos sobre la correlacién cultural de la Peninsula Tbérica con el resto de Europa, en especial, con ‘otras éres del mediterrneas y atlénticas. Este tipo de andli- sis, iniiado ya por Siret (1913), ha suscitado muy escasos estudios recientes, salvo en el érea atléntica (MacWhite 1951; Harbison 1967; Ruiz Galvez 1984) y, en menor medi- da, para El Argar (Schubart 1973), siendo muy reciente Ia sintesis de Maya (1992) sobre las relaciones ultrapirenaicas del Bronce del Nordeste Los trabajos de Cartainac (1886) y, en especial, de los hermanos E. y L. Siret (1890) a fines del siglo pasado ya SAGVNTVM (PLAY), 30:217-229 documentaron la personalidad de In Edad del Bronce de la Peninsula Thérica, identficada desde entonces con Ia Cultu- rade El Argar,iniciindose alguns estudios sobre su crono~ logtarelatva(Siret 1913). Los conocimientos basados en la Cultura de El Argar se extrapolaroninicialmente, a flta de datos, a toda Ta Peninsula Tbérica. A mediados de siglo, Martinez Sant-Olalla (1946; 59 s.) definé la exstencia de dos amplis émbitos culturales en la Edad del Bronce de la Peninsula Ibérica, aunque los identifies con sends perio- dos culturales: el Bronce Mediteréneo (2000-1200 aC.) y 1 Bronce Atléntico (1200-650 a,C.). Poco después, en el Congreso Arqueol6gico Nacional de Almeria (1949) se cestablefa una secuencia tripartita teérica del Bronce Hispa- no, que comprend el Eneolitico y cuyo desarrollo cores- pondia al If milenio aC.: Bronce I (= Caleoitco o Eneolit- 0), II (Bronce Pleno 0 Antiguo y Medio) y Lif (Bronce Final o Atléntico). Esta periodizacién del Congreso de Almeria pronto acusdifcultades cronol6gicas y geogrf ‘as, aunque se mantuvo hasta los alos 1960, pues el estudio dla periodizacién y las secuenciasrelaivas de ls culturas de la Edad del Bronce de la Penfnsuls Trica, bésico para comprender sus caractristica, evoluci6n y relaciones, ha sido escasamenteaborddo. ‘Tarraell (1963) delimits Ia extensin real de ta Cultura de El Argar limitada al SE, planteando Ia existencia de otras areas diferenciadss, como el Bronce Valenciano (id. 1963) Sélo en los aos 1970-1980 se ha comprendido la compleji- dad de la Edad del Bronce al ise ientificando nuevas col turas, no siempre sufiientemente bien definidas, en el Pais Vasco (Apelliniz 1974), el Suroeste(Schubart 1975) la de Jas Motillas (Néjera 1984), la del Bronce Atlético (Rote Galvez 1984) o ls del Nordeste (Maya 1992) 0 de la Mese- 12 Delibes 1995), et. Paralelamente a este proceso, se identfic6 definitiva- mente el antiguo Bronce I como Calcoitico © Eneoltico, 207 MARTIN ALMAGRO-GORBEA ineluyendo en él hasta el fenémeno Campaniforme. En con- secuencia, la Edad del Bronce propiamente dicha 0 “Bronce TT" de 1949 queds delimitada a un Bronce Pleno, que englobaba el mal diferenciado Bronce Antiguo y Medio de ‘otras secuencias europeas y un Bronce Final, que serfa el equivalente al “Bronce III" de 1949, aunque en algunas ‘reas también se ha diferenciado una fase intermedia, el Bronce Reciente o Tardio. De este modo, actualmente, en unas éreas se usa una divisin cuatripartita y en otras tipar- tita, Bronce Antiguo, Medio, Reciente y/o Final, pero gene- ralmente teéricas y no bien adaptadas a los datos arqueol6- gicos reales, dificultad que explica el uso en ocasiones de {érminos como Bronce Pleno, Bronce Antiguo 0 Bronce “Mealio con un significado equivalente. Esta imprecisién terminol6gica refleja la dificultad de ‘organizar secuencias a partir de los pocos datos existentes, incompletos y de escasa calidad, lo que obliga a extrapola- ciones de otras dres, preferentemente de la Cultura de El Argar oel Bronce Atlintico, asf como a basar toda la crono- logia relativa en las dataciones de C-14, en ocasiones utili- zadas al Kite de sus posibilidades te6ricas a falta de otros datos dé mejor calidad para establecer las seriaciones loc: les y las correlaciones interculturales, en vez de lograrlas| por medio de los materiales arqueolégicos. El problema se ha acentuado por revisiones excesivamente te6ricos e hipe- revolucionistas, mds basadas en presupuestos ideolégicos {que en la interpretacién inductiva de los datos (Lull 1983, Martinez Navarrete 1989, Nocete 1989, etc.), muchas veces mas preocupadas por plantear alternativas hipereritcas res- pecto a las visiones tradicionales que por presentar solucio- res validas al rehuir el desarrollo y dispersidn de elementos culturales, por lo que resultan muy poco stiles para precisar la secuencia relaiva y las interrelaciones entre las distintas freas culturales de la Edad del Bronce. Frente a esta tenden- cia, a partir de los aflos 1960, s6lo algunos prebistoriadores, especialmente alemanes, se han ocupado de la cronologt relativa, como Blance (1971), Schubart (1975), Schile (1980), Spindler (1981), ete., casi siempre con su interés centrado més que en establecer una visién de conjunto, en ‘una cultura, en especial la de El Argar, que en este sentido hha servido de referencia a nivel peninsular. La falta de una buena secuencia relativa aun se nota mds tras los crecientes avances en la investigacién de estos, Lltimos afios (vid. supra), que han evidenciado la compleji- dad cultural de la Edad del Bronce en la Peninsula Tbérica, Aveste hecho se afiaden las graves carencias de la investiga ign arqueol6gica, como la falta de una politica sistemética de excavaciones estratigréficas y de estudios tipolégicos {que permitan defini las reas culturales identificadas y pre~ cisar sus caracterfsticas, secuencias tipol6gicas, limites y evolucidn, muchas veces desconocidos, lo que lleva a extra- polaciones basadas en dreas prGximas 0 a interpretaciones as teéricas que basadas en datos arqueolégicas. Igualmen- te, faltan andlisistipol6gicos esenciales de elementos vsli- «dos como indicadores cronolégicos, rara vez recogidos sistemdticamente y carteados para permitir precisar las 218 reas culturales y su cronologfa relativa. Pero en la Edad del Bronce, salvo las hachas (Monteagudo 1977) y las raras cespadas (Almagro-Gorbea 1976) y alabardas (Schubart 1973; de Senna-Martinez 1994), se echa a faltar el andlisis de otros elementos culturales, como los diversos tipos de tumbas (en pithos, en fose, dentro 0 en poblado, ete), para los que se carece de todo andlisis de conjunto. Este hecho es aun mas evidente en lo que ataiie a la industria dsea y las cerémicas. La importancia de estas ti- ‘mas es esencial por ser el clemento arqueolégico més fre- cuente a falta de mejores indicadores tipolégicos, pero su tipologfa y el estudio de sus formas y asociaciones esté por hacer en la mayorfa de las reas. Incluidos algunos elemen- tos tan caracteristicos como las cerdmicas de cordones 0 las “queseras". Por ello, salvo algunos estilos decorativos més precisos como los campaniformes o los de Cogotas, que se identifican con el Bronce Reciente, es casi imposible su uti- lizacién cronoligica antes del Bronce Final. ¥ este proble- rma se ve acentuado por Ia escasez de objetos de bronce, cuya secuencia tipol6gica, salvo en las areas atlanticas, resulta en Ia mayor parte de los objetos poco precisa antes del Bronce Final Solo de este modo se explica la dificultad existente para, poder precisar cambios culturales significativos en muchas ‘reas culturales durante gran parte de la Edad del Bronce, 1o {que ha Hevado a basar su cronalogia exclusivamente en andlisis de C-14, uilizando incluso fechas aisladas de inter- pretacidn incierta a fin de evitar los estudios tipolbgicos y cestratigrdficas para precisar la cronologfa relativa, hecho que supone un circulo vicioso que explica la falta de estu- dios de conjunto y de visiones de sintess Esta situacion de hecho, agravada por el hiperevolucio- rismo de es0s afios que ha despreciado de hecho analizar Jos contactos externos, aun los mas evidentes, a veces just- ficdndose en razones epistemolégicas o ideoldgicas, explica ue en estos 20 ciltimos afios a penas se puedan sefialar para la Edad del Bronce algunas visiones de conjunto vélidas cconstruidas sobre secuencias locales y correlaciones exter~ has y, en consecuencia, as carencias de la visiGn aquf plan- teada, En consecuencia, la periodizacién de la Edad del Bronce de la Peninsula Ibérica aqui propuesta resulta aun ‘muy teérica en muchas regiones. Dada la dificultad de definir el inicio de la Edad det Bronce, de acuerdo con la visién més generalizada, se puede considerar que la Edad del Bronce arranca tras Ia desapari- cid del substrato Campaniforme generalizado por todas las 4reas de la Penfasula Ibérica (Harrison 1977; id. 1980), que Cconstituye un seguro horizonte delimitador precisado por sus distintos estilos cermicos (AOC, Maritimo, Ciempozuelos, Palmela, Carmona, Salom6, Silos, Domajos, etc), al que se asocia su metalurgia de pufales de lengleta y puntas de Pal~ mela, botones en V, brazaletes de arquero, etc. y el enterra- ‘miento individual, elementos culturales que en muchas dreas pasan a la fase iniial de la Edad del Bronce. Las sintesis de Harrison (1980), han permitido sefalar en Ia Peninsula Ibérica dos fases principales en la dispersion LA EDAD DEL BRONCE EN LA PENINSULA IBERICA: PERIODIZACION Y CRONOLOGIA RELATIVA del vaso campaniforme, que corresponden 2 Areas diversas y aestilos diferenciados, aunque una y otra ofrecen gran jnterés para identificar correlaciones cronol6gicas. La fase inicial la representa el campaniforme Maritimo y sus deri- vaciones, de muy amplia dispersién peninsular (Harrison 1980; £. 6), Al margen de éste, destaca el estilo decorativo con cuerda y peine (cord and comb), cuya distribucién se limita al NE peninsular, aunque lega hasta Entretérminos, ‘Madrid, en su punto mds occidental, Este tipo puede consi- derarse legado a través de los Pirineos Orientales desde el Languedoc, pues se relaciona con el inicio del campanifor- ime en el Este y Mediodia de Francia, seguramente llegado por el valle del Rédano, junto a los AOO (All Over Oma- mented) y los AOC (All-over-Corded) (Harrison 1980: f. 5). Sélo en la Cueva Filomena (Castell6n) aparecen campa- niformes Cordados junto a Maritimos y AOC, pues en Por- tugal y Andalucia s6lo aparece el tipo Maritimo. En Portugal, en los yacimientos fortificados de tipo Vila Nova de San Pedro, como Pedra de Ouro, Penha Verde 0 “Zambujal, asf como en las sepulturas colectivas de tipo tho~ Jos, como Paia das Magas y Palmela, el campaniforme Marftimo aparece en la dltima fase en estrecha asociacién con vasos seguramente de produccién local asociados a oro, botones de tortuga (Pai Mogo) y putiales de lengiicta, Aun- {que se usa cobre arsenical, también aparece el bronce en algunas puntas de Palmela. Paulatinamente el estilo Mariti- ‘mo evolicioné hacia el campaniforme de tipo Palmela, que representa la fase final. Los cuencos predominan sobre los ‘vasos campaniformes y su decoracién es incisa, en banda alrededor del borde externo, apareciendo finalmente formas ccarenadas, como en Ciempozuelos, y vasos sobre pie asi como grandes vasos de almacén decorados con estilo cam- paniforme, como el de Carmona, en Andalucia Occidental (Harrison 1974: 17 s, y 22 s.). Se asocian a botones de tor- tuga (S. Pedro de Estoril), puntas de Palmela, raras muie- {queras (una de oro de Agua Branca, con paralelos briténi- ‘cos, ef. Harrison 1980: £96) y algunas hachas planas y ala- bardas (Grutas de Alcobaca, Leiria), que sefalan la tran cign al Bronce Antiguo. El estilo Maritimo también aparece en el NW en peque- fias sepulturas megaliticas y la perduracién de la metalurgia, ‘campaniforme constituye el horizonte de Montelavar-Atios, que marca, igualmente, el inicio del Bronce Antiguo en Galicia ‘A su vez, por todo el centro, levante y mediodia penin- sulares, el estilo campaniforme més caracteristico es el ‘Ciempozuelos. Sin embargo, en la parte oriental de la Meseta Norte, el grupo de Silos puede considerarse también epi-campaniforme tard(o, como en Ia parte oriental de la ‘Submeseta Meridional, el “Grupo de Domajos” (Poyatos et al. 1988) que pudiera relacionarse con cerdmicas impresas el Bronce Valenciano, como Muntanya Asolada (Marti 1983) 0 el Castillejo de los Moros (Fletcher - Alescer 1958), mientras que en Catalua otro grupo campaniforme local, también tardio, se conace como tipo Salomé (Harri- son 1974: 20.) [A su vez, este andlisis de ta cronologta relativa de la Edad del Bronce en la Pennsula Iria fnalizaen el Bron- ce Final, cuyo desarrollo cultural y relacionesinternas y textemas resultan mejor conocidas y presentan ya una pro- blemtica distints, por epresentar el inicio de ls procesos de emogénesis que caracterizan la Edad del Hiero y las culturas prerromanas (Almagro-Gorbes-Ruiz Zapatero (Eds.) 1992), ‘Como base de partida de esta peridizacin se ha toma- do la sintsis de Ruiz Galver (1984), que ofece un primer anliss de conjunto de las diversas éreas cultural hasta éntonces documentadas, aungue con una visin en la que Sélo se diferencia un Bronce Pleno (equivalente al Antiguo- ‘Medio de Europa Occidental) y un Bronce Tardfo (id., 340). Festa divsién, que coincide con lade Early and Late Bronze ‘Age planteada aos antes por Savory (1968), es valida para comprender el desarrollo general de la Edad del Bronce en Ja Peninsula Thérica, pero los datos actuals exigen una periodizacién mas precisa de las dreas cultraes para pe mtr su comelacin muta, que se ha obtenido de Ia dife- rentes secuencias locales, Pero en la Edad del Bronce dela Penfnsula Thérica se usa una divisia cuatripartta (Bronce ‘Antiguo, B. Medio, B. Tardfo o Reciente y B. Final) en ‘nas dreas y,en otras, una triparita (Bronce Antiguo, B Medio, B. Final), lo qe dificlta su equiparaci6n, Ademds, unas y otas son tericas en Ia mayor parte de las areas y, porello, se adaptan a veces con difcultad a los datos arque- olgicos ero tambign es esencial valoar Ia compleja articula- cin interma qoe oftece La Edad del Bronce en la Peninsula Tbética como consecuencia de fuertes diferencias geografi cas internas y de su situacién en el extremo Suroeste de ropa, entre el Mediterrneo y el Atlntico, Esta sitacion explica las diversas corrientes culturales que afectan de diverso modo a ls distitas reas calturales dela Peninsula Tbética contribuyendo a su diversificacién (Almagro-Gor- bea 1986) Una aléntica,afecta especialmente a las éreas ovtidentalesy a la Meseta, pero también alcanza pratica- mente toda Andalucia; ora mediterinea, caracersica de Tas repioneslevantnas, ega hasta el Alénico meridional; una tera ulapienaica es evident en el Nordeste,espe- cialmente al Norte del Ebro. “Teniendo en cuenta elsubstrato caleoitico y Ios infljos de as comientesseiaadas, cabediferenciar 9 reas cultara- tes principales, que en gran parte coinciden con ls seal das en estudiosprevis (Ruiz Galvez 1984; Vega Femindez “Hiemnando 1995): 1, El Bronce Atlénico: 2, La Meseta Norte: 3, La Meseta Sur; 4, El Bronce del Suroeste; 5, Andalucia Occidental (Bronce del Bajo Guadalquvir y de ta Campy; 6, El Sureste (Cultura de El Argar); 7, El Levante (Bronce Valenciano o Trico); 8, El Bronce del Noreste; 9, El Area céntabro-prensica. L- El érea nord-oecidental: El Bronce Atléntico La importancia del mundo atlantico ha sido valorada desde hace més de 50 afios, en especial tras el trabajo de 219 MARTIN ALMAGRO-GORBEA ‘MeWhite (1951), pero ha sido la periodizacién de las espa- das (Almagro-Gorbea 1976) y hachas (Monteagudo 1977) lo que ha permitido establecer una secuencia, posteriormen- te precisada y confirmada por otros elementos culturales, como la orfebrerfa y las sepulturas (Ruiz Galvez 1979; id 1984), gracias a los que se ha logrado la secuencia més completa y correlacionada de toda la Peninsula Ibérica. Las dreas atldnticas ofrecen un importante substrato ‘campaniforme cuya perduracién ha sido inicialmente sobre- valorada. En Galicia y Norte de Portugal el Campaniforme Maritimo y. posteriormente, Palmela-Ciempozuelos aparece en délmenes simples, como Chi do Carval 1 (Baido) con 2 pufiales y 5 puntas de Palmela para dar paso a cistas bajo caims, con vasos troncocénicos y espirales de plata, atrbui- dos ya al Bronce Inicial (Jorge 1990: 222) Dentro de esta tradicin campaniforme, el Bronce Anti- ‘uo se inicia por la Fase Montelavar, Sintra, definida por la aparicién de enterramientos en cista (Harrison 1974) y ala- bardas de tipo Carrapatas, de origen campaniforme atlintico probablementeirlandés, asociada en la estela de Longroiva ‘un pufial de lengieta y un arco, elementos caracteristicos del armamento campaniforme. La metalurgia de esta fase es campaniforme y de cobre arsenical, con puntas de Palmela y espada de lengtieta, como en Quinta da Agua Branca, y. ademds, aparecen dia- demas y espirales de oro y brazaletes de arquero, pero ya no hay cerdmica campaniforme (Ruiz Galvez 1979; Jorg etal 1990), lo que recuerda el horizonte de Ferradeira en el Suroeste (Schubart 1975). El enterramicnto es individual, cn cistas 0 fosas bajo timulo, como en Camota, Conta, San Pedro de Bruriz, Lugo 0 Los Pasos, Zamora (Delibes 1977: 77). En Villalmanzo, Burgos (Delibes 1977: 124), un pailal campaniforme se asocia a cistas, pero también se conocen dos pithoi, que suponen contactos con El Argar B y con otros yacimientos de la Meseta, como La Loma del Lomo (vid, infra). En el depésito de Roufeiro, Orense, apa- recen elementos campaniformes de tradicién atléntica aso- ciados a pufiales de remaches y a hachas planas de tipo Monteagudo 4B (1977: 1. 143A) que se relacionan con el Argar A, mientras que la alabarda To hace con el horizonte de Ferradeira en el Suroeste. A su ver, las alabardas de tipo Carrapatas (Schubart 1973; de Senna-Martinez. 1994), ati- buibles a esta fase, penetran hasta In Meseta y Andalucia (Harrison 1974) e indican relaciones con el Bronce Antiguo de Irlanda, en sincronfa con la Cultura de Wessex I y la I Serie de los Tiimulos Armoricanos (Briard 1976). A esta fase pertenecen también las diademas simples del grupo de Montelavar-Pantoja-Montilla, que en Quinta da Agua Bran- ‘a se asocian a las primeras espadas campaniformes y en S. Bento de Belugies, Barcelos, a3 puntas de Palmela @ una gargantilla de oro Pingel 1992: 12s, 1. 19,8; 62, ‘A continuacién la Fase Atios se caractriza por espadas campaniformes de Pinhal do Melos-Santiago-Cuevallusa I, ésta més evolucionada por su hoja ancha y ranurada (Alma ¢g10-Gorbea 1976: 470; Ruiz Galvez 1979: 157). Se relacio- nan con espadas bretonas tipo Carnéet (Briard-Mohen 20 1974) de ta fase Wessex Ly a I Serie de los Timlos Armoricnos, Tambien sparecen grandes hachas (Montea- gio 1977, tipo 2C), algunas de tipos relacionados con Irlanda, como Santa Cruz (Bajo Alemtejo), Iglesuela (Teruel, de tipo Ballybig (Harbison 1969; Monteagido 1977: 100, tipo 9A1), 0 la de Alba (Lugo), tipo Monteagudo HICK (197: 114), En la exebreria de eta fase aparecen espiraes simples de oro y plata (ita de Atios), que conic- tin elaciones con el Argar A. En Anta de Ulla Pnteve- dra, apaecié un anllo con expres en una caja de once, to que recterda hallazgos irlandeses (Eogan 1994: 123 3), en ccasiones asociados a Iinulas (Armstrong 1920: 40), como en el depSstobret6n de Kerivoa (Briard 1965; Taylor 1968: 259, cya caja conteniaKinulas locales, comparables ‘alinala los 2 discos de oro locales pero de io irandes del depésito de Cabeceiras de Basto Urge 1986: 863), ‘También a esta fase comesponden las garganclas de tas spo Golad, Pontevedra (Ruiz Galvez 1984: 379; de Blas 1994), euya dfusién Hegaigualmente hata Bretafa Elutre 1977), donde se asocian a torques de paletas (Briard 1965). Estos, a su ver, se relacionan con las Winlas‘elandesas (Ruiz Galvez 1979: 164) y con discos atireos, como en Cabeceira de Bast, elementos que deben considerarse todavia como el final de i radicién de orfebrera campani- forme attics a fase Caldas de Reyes representa Ia transicin al Bronce Medio. Est representada por las espadas Cuevall- sa IPI, relacionadas cone tipo Saint-Brandan de Bret, {que suponen ia transici6n hacia el Bronce Medio, Parlelas deben considerarse las hachas de lo tipos 9A, 9B1 y 12B de Monteagudo (1977), eon grandes cortes eurvos muy | MERE | wagere | suncesre|gnpas|sumste | uevare | nnoesne | ME YAO te 7 [Cewonics|eeronmicsleewaneins| PAs caruona |ctenpozuevos|cenpozue.os| pienaco | cienPozuELos ie =a = Reon an rae ce Tote eaten OS ES EOL TT orem | cute Oates orem BE | | eee ao ues ‘eee |2% aot al a, = © e wes | as WS |e | y | | va ee ee AY eases : atypia] ee [Suilins | & j iin ONES, geht | ee mr ge, | Se [St ane PROTO. | CARRASCOSA! ORIENTALIZANTE comes vile 1 — Ten eat tho cu eavaenao @ 7 nece0 cexrmenco [Ris eres Sy 10 2@ 3M 40 s@ 6@ 76 80 99 wWUY PA DA uA CCuadro cronol6gico-cultural de la Edad del Bronce en la Peninsula Ir 1. pufiales de lengueta; 2. puntas de Palmela; 3. muequerae; 4 botones perforados 5. esirales: 6. espadas de tipo “argérico"; 7. hachas de tipo Bujoes y similares; 8. hachas de tal sin anillas; 9. cerémicas de tipo “Cogeces": 10. cerdmica de Roquiqoe: 11 espadaspisilformes; 12. vasospolipodos; 13. espadas de tipo Huelva: 14 buss de cod, 226 LA EDAD DEL BRONCE EN LA PENINSULA IBERICA: PERIODIZACION Y CRONOLOGIA RELATIVA lurgia atléntica. Los elementos de origen campaniforme desaparecen sustituides paulatinamente por otros locales estimulados por contactos con el mundo atldntico (orfebre- ria y armas en el Occidente y Meseta Norte), con el Medite- rmneo (pithos, armas y cerimicas de El Argar B, en Anda- Twuefa y el Suroeste) y com las zonas ultrapirenaicas (cerdmi- ‘eas y hachas del Nordeste). El Bronce Reciente se diferencia s6lo en algunas reas, como etapa de ruptura (Sureste, Motillas). En general pre- ddomina la continuidad hasta el Bronce Final (Bronce Atién- tico, Cogotas, Surceste, Andalucfa Occidental, Bronce Ibé- rico, Bronce del Nordeste). Pero cabe sefialar Ia intrusién de cerdmicas de tipo Cogotas en Areas perifércas, la aparicién ‘de nuevos tipos metélicos gracias a los contactos atlénticos y la llegada de cerdmicas y hachas de rebordes de origen ‘ltrapirensico (Noreste), apareciendo también los primeros elementos egeos del MU IIIB, en Andalucia EL Bronce Final supone un periodo de cambio acelerado ‘por los intensos contactos atlénticos, ultrapirenaicos (Cam- ‘pos de Umas) y mediterrineos precoloniales (Mediterrineo Oriental), Este aumento de contactos internos y externos explica el fuerte desarrollo cultural y la aparici6n de cultu- ras locales en las que cristaliza el proceso de etnogénesis de Ia Edad del Hierro. Magers ALMAGRO-GoRaEN Departamento de Prekistoria. Universidad Complutense BIBLIOGRAFIA ALMAGRO, M., 1962: EI ajuar del "Dolmen de ta Pastora” de Valencina del Alcor (Sevilla), sus paralelos y cronologla (Trabajos de Prekstoia 5), Madi. 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