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Primera parte El paradigma de la atrocidad: una teoria del mal! Claudia Card Filosofa, profesora de la Universdad de Wisconsin Se puede esperar que una teoria filosofica del mal aborde muchas preguntas relativas al significado y al valor: Es “el mal” un concepto que vale la pena conservar? En qué formas excede el mal lo que simplemente es equivocado 0 incorrecto? Cuando es mala una persona? ;Y una intencién o un motivo? 4Un. acto? Una institucién? ;Somos todos potencialmente malos? ;Cual es el papel del sufrimiento en el mal? ;Cual es el papel de la culpabilidad? 3 Es el odio nece- sariamente malo? {Como podemios resistirnos a los males sin causar el mal en el proceso? ¢Hay males que debemos tolerar? ;Son imperdonables algunos males? {Qué puede hacer que los males sean dificiles de reconocer? Es el mal un aspec- to inevitable de la condicién humana? En este capitulo se esbozan respuestas a algunas de estas preguntas, las cuales seran desarrolladas mas adelante; en los capitulos subsiguientes se exploran respuestas a otras preguntas. La filosofia y el mal Las teorias filos6ficas abordan las preguntas relativas al significado y al valor en un intento por aclarar conceptos fundamentales o importantes. Una manera de hacerlo es identificar preguntas que se hacen con frecuencia, tales como las anteriores, y utilizarlas para desarrollar un analisis. La teoria de este libro co- mienza con una sencilla definicion abstracta, que se espera no sea controver- sial, y la desarrolla mediante la ampliaci6n de sus conceptos basicos, teniendo en cuenta preguntas como las formuladas al incio, relacionando esta teoria con otras teorias influyentes en la historia de la filosofia moral y considerando al- gunos estudios de caso. * Agradecemos a Claudia Card y a la editorial Oxford University Press por autorizar la traduccion y publicacién del capitulo introductorio de su libro The acrocity paradigm, a theory of evil. Oxford Uni- versity Press, 2002. Traduccién al espaitol de Rosario Casas. 16 En breve, la teoria de este libro es que los males son dafos previsibles e intolerables producidos por el obrar mal culposo. Seguin mi teoria, la naturaleza y la severidad de los dafios, mas que el estado psicolégico de los perpetradores, distinguen los males de los agravios comunes. El mal tiende a arruinar vidas, 0 partes significativas de ellas. No es sorprendente que las victimas jamas se recupe- reno logren seguir adelante, aunque algunas veces, las personas si se recuperan y logran seguir adelante. Los malhechores, no obstante, no son necesariamente maliciosos. Con mas frecuencia son inexcusablemente temerarios, insensiblemen- te indiferentes, y asombrosamente inescrupulosos. Los malhechores no tienen que ser personas malas, pero con el tiempo, pueden llegar a serlo. De acuerdo con este punto de vista los males tienen dos componentes basicos: el dafo (intolerable) y el obrar mal (culposo), ninguno de los cuales puede reducirse al otro. A veces identificamos el mal por el acto, como en el caso del término “genocidio”, y otras veces por el dafio, como en el caso de “muerte ma La terminologia crea facilmente la impresién de que el mal es simplemente el acto, como en el primer caso, 0 el suftimiento, como en el segundo. Pero ni el obrar mal ni el sufrimiento, tomados aisladamente, son su- ficientes para que haya un mal. La terminologia simplemente refleja el foco de nuestra atencién. La definicién abstracta por si sola no es esclarecedora. Requiere de inter- pretacién y ésta se logra no sdlo mediante la ampliaci6n de los conceptos ba- sicos y el abordaje de preguntas como las incluidas en el parrafo inicial de este texto, sino también mediante la comparaci6n y el contraste de esta teoria con otras de la historia de la filosofia moral y la consideracion de ejemplos de males. Las concepciones historicamente importantes del mal se han centrado o en el dafio o en el obrar mal culposo, demostrando un descuido relativo del otro com- ponente, o han fundido los dos componentes en uno. Dos visiones extremas del mal que han sido influyentes en la historia de la filosofia moral son aque- llas del utilitarismo y del estoicismo (las cuales se discutiran en detalle en el capitulo 3). Los utilitaristas ven todo daiio como un mal, no importa cual sea su procedencia, y sostienen que algunos males son justificados. Los estoicos se centran en la voluntad humana y consideran malos todos los usos ilicitos de la voluntad. Para los estoicos, lo que sobrepasa el control de la voluntad no es ni bueno ni malo. De esto, se deduce que el sufrimiento, en cuanto que cae mas alla del control de la persona, no es un mal. Mi teoria de la atrocidad se halla a mitad de camino entre estas dos teorias. Combina rasgos de ambas, pero es mas especifica que cualquiera de ellas. Considera que tanto el dafio como la voluntad del mal son esenciales para que se constituya un mal, pero no estima que todos los danos ni todos los usos ilicitos de la voluntad sean males. Presupone que el obrar mal no se define simplemente por el mal que causa 0 amenaza con causar, lo cual la distingue de la posicion utilitarista. Pero, por otra parte, el daiio cau- sado por el mal no es accidental, lo cual distingue la teoria de la atrocidad de las teorias estoicas, tales como la de Immanuel Kant (capitulo 4). No obstante, dicha teoria, en parcial acuerdo con Kant, trata el mal como un concepto ético que presupone la culpabilidad. También parcialmente de acuerdo con la tradi- cin utilitaria, la teoria considera el suftimiento -real o posible- 0 el dafo como elemento necesario, incluso el mas necesatio, del mal. Las victimas del mal no son accidentales. En el pensamiento cotidiano prefiloséfico se baraja mas de una compren- sién del mal. Mi teoria no pretende abarcarlas todas. Por ejemplo, es una teo- tia laica, aunque muchas concepciones del mal son religiosas. Tal como anotd Nietzsche, los juicios sobre el mal han evolucionado historicamente y encarnan ciertas perspectivas. El mal puede ser lo que Ludwig Wittgenstein lamé un con- cepto de “semejanza de familia” ? De ser asi, no todos los miembros de la familia son igualmente, o siquiera éticamente, interesantes. Utilizando la distincién que hace John Rawls entre el concepto (general) de algo y una concepcién (particu- lar) suya, mi teoria podria considerarse una concepcion del mal, sin ser la unica concepci6n del mal, de manera similar a como Rawls afirma haber proporcio- nado una concepci6n particular de la justicia, y no la Gnica.? Mi propésito, no obstante, es el de articular una concepcién del mal que capture los males mas éticamente significativos, mas serios y putblicamente conocidos de mi vida. 2 Sobre la idea de “semejanza de familia”, ver Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations (traduecién al inglés G.E.M. Anscombe), Oxford: Blackwell, 1958, pp. 31-33. John Rawls, A Theory of justice (ed. rev), Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1999, p. 5. A menos que se especifique otra cosa, las futuras referencias a Rawls corresponden a esta edicion revisada. 18 Los eventos naturales —terremotos, incendios, inundaciones-, no causados por o evitables mediante la agencia moral no son males. Las catastrofes no son. lo mismo que las atrocidades. La muerte en si tampoco es un mal, aunque la forma en que se muera si puede serlo, como también puede ser un mal el ver- se privado de la oportunidad de vivir una vida con sentido. Quienes atribuyen. los desastres naturales a la actividad de un ser supremo podrian preguntarse con razén si aquellos son males, y lo serian si carecieran de justificacion moral. Mi teoria no presupone agencia alguna de ese tipo, pero puede adaptarse para quienes si lo hagan. Cuando no se hallan guiadas por agentes morales, las fuer- zas de la naturaleza no son ni bienes ni males. Simplemente son. Su “agencia” rutinariamente produce consecuencias que son vitales para algunas formas de vida y letales para otras. Una parte significativa del shock producido por la atrocidad se debe a la percepcién de que agentes humanos o fueron sus artifices o no intervinieron para evitarla cuando habrian podido y deberian haberlo hecho. La epidemia de una enfermedad fatal se convierte en un mal cuando los seres humanos equi- vocadamente dejan de evitarla o aliviarla -como en el caso de los experimentos Tuskegee sobre la sifilis- o cuando incorrectamente estuvieron involucrados en la difusion de la enfermedad, en primera instancia.* La distribucion por parte de los ingleses de mantas infectadas con el virus de la viruela entre los indigenas norteamericanos fue una atrocidad. La Peste Negra en la Europa del siglo cator- ce no lo fue, aunque la propaganda antisemitica la haya descrito asi.° El punto No es que sea mas importante aliviar el sufrimiento desencadenado por los seres humanos que aquél causado por las catastrofes naturales. Mas bien, se trata de que la falta de respuesta por parte de los seres humanos puede convertir una ca- tastrofe natural en una atrocidad. Gran parte del involucramiento de la agencia humana en las atrocidades tiene que ver con agravar el sufrimiento ocasionado por causas no humanas 0 con tolerarlo innecesariamente. Es importante que seamos capaces de emitir juicios sobre lo que esta bien o lo que esta mal, con el fin de aplicar la teoria del mal basada en la atrocidad, “Con respecto al experimento Tuskegee sobre la _gee syphilis experiment, New York: Free Press, 1993, © Ver Norman F. Cantor, the wake of the plague: the Black Death and the world it made, New York: Free Press, 2001, pp. 147-67. , Ver James H. Jones, Bad blood: the Tuske- 19 ya que un dafio no se convierte en mal a menos que sea agravado, apoyado, o producido por el obrar mal culposo. La teoria de la atrocidad pretende ser com- patible con muchas comprensiones de la distincién entre bien y mal, siempre y cuando aquéllas no definan “lo que esta mal” como “aquello que es daitino 0 perjudicial”, ni equiparen “lo que esta mal” con “el mal”. Es compatible, por ejemplo, con el intuicionismo de W.D. Ross o de H.A. Prichard, con los principios de justicia y deberes naturales de John Rawls, y con el émperativo categorico de Kant.° No es mi propésito ofrecer una nueva teoria del bien y del mal. Para ilustrar la teoria, llevo a cabo tres estudios de caso, a cada uno de los cuales se le dedica un capitulo. En primer lugar, me refiero a las atrocidades relati- vamente plblicas de violacién masiva como arma de guerra y a formas relaciona- das de esclavitud sexual (capitulo 6). En segundo lugar, tenemos las atrocidades privadas de la violencia doméstica: el maltrato conyugal severo, prolongado y a menudo fatal, y el similar abuso severo, incluyendo el abuso sexual, de los nifios (capitulo 7). El tltimo caso es aquél de las complejas y preocupantes formas de complicidad que existen en lo que Primo Levi, sobreviviente del Holocausto, ha llamado “zonas grises”, en las que las victimas de la opresi6n son utilizadas para mantener y administrar la maquinaria misma de la opresi6n (capitulo 10) Una teoria filos6fica del mal deja sin responder preguntas empiricas de tipo histérico, psicolégico, y sociolégico que tienden a ser las que suscitaron el interés por el tema, en primer lugar: preguntas estadisticas con respecto a la preponde- rancia y a la distribucién del mal, preguntas acerca de sus origenes psicolégicos y causas proximas o situacionales, y preguntas relativas a la eficacia de las di- versas formas de resistencia y de los intentos de prevenci6n. ;Esta aumentando el mal? ZEs el desarrollado mundo occidental contemporaneo menos malo de lo que era Roma bajo los Césares, por ejemplo? {Con qué frecuencia son los mal- hechores mismos sobrevivientes de males anteriores? {Son las causas del mal esencialmente situacionales, tal como lo sugieren los experimentos de obediencia del psicélogo social Stanley Milgram, 0 los experimentos de la prisién realizados en Stanford por su colega (y antiguo compaiiero de bachillerato) Philip Zimbar- © WD. Ross, The Right and the Good, Oxford: Clarendon Press, 1930, pp. 16-47; H.A. Prichaxd, Moral obligation: essays and lectures, Oxford: Clarendon Press, 1957: Rawls, A cheory of justice. pp. 52-56, 98-101. 20 do?’ :Es la de-sensibilizacion gradual hacia los sufrimientos de otros una causa significativa del mal, como lo sugiere el estudio de la violencia grupal realizado por Ervin Staub? ;Es el castigo un factor de disuasién efectivo? 40 funcionan mejor las recompensas, como argumentaba B.F. Skinner? La filosofia por si sola no puede responder a estas preguntas. Pero las investigaciones empiricas nece- sarias para responderlas pueden beneficiarse de la filosofia al lograr una mayor claridad acerca de lo que cuenta como mal, acerca de cuales son los fendémenos que deberiamos explicar. Sin embargo, no siempre resulta facil 0 siquiera posible mantener separa- das las investigaciones filosdficas y las empiricas. Las cuestiones relativas a la naturaleza humana tienden a ser tanto psicolégicas como filos6ficas. El capi- tulo 4, por ejemplo, dedicado a la teoria kantiana del mal radical, hace uso de trabajos sobre psicologia interpersonal y teoria del apego, una rama del psicoa- nalisis, para complementar y profundizar el recuento de Kant acerca de cémo la gente comtin y corriente puede ser capaz de enormes males. Aunque no se trata en la libertad de escogencia del agente), sugiere formas, distintas a la de darle prioridad a la prudencia, en las que optar por hacer el mal puede volverse atrac- tivo, pero al mismo tiempo preservando algo de la idea kantiana segiin la cual propiamente de una teoria causal (si, con Kant, conservamos la creencia no escogemos el mal simplemente por si mismo. Hasta hace dos décadas, era sorprendente el nfimero reducido de filésofos morales laicos que se hubieran ocupado especificamente del problema del mal. El problema tradicional del mal -cl cual se discutira en breve- abordado por teé- logos y filésofos de la religion ha sido de interés, principalmente para quienes aceptan los presupuestos metafisicos de la teologia.'® La mayoria de los filoso- 7 Stanley Milgram, Obedience to authority, New York: Harper and Row, 1974; Craig Haney, Cur- tis Banks, and Philip Zimbardo, personal dynamics in a simulated prison”, Znternational journal of Criminology and Penology 1 (1973); 69-97. Milgram y Zimbardo fueron colegas en Yale durante un breve patiodo. Ervin Staub, The roots ofevtl: the origins of genocide and other group violence, Cambridge: Cam- bridge University Press, 1989 ° BF. Skinner, Walden two, New York: Macmillan, 1948. + Susan Nieman argumenta gue el problema teolégico clasico del mal deberia ser igualmente inte- resante desde el punto de vista ético para los no-tefstas, en “Metaphysics, Philosophy: Rousseau on the problem of evil”, en Andrews Reath, Barbara Herman, y Christine M. Korsgaard (eds). Reclaiming the history of ethics: essays. for John Rawls, Cambridge: Cambridge University Press, 1997, pp. 140-69. 2 fos morales del siglo veinte no mencionan el mal con mucha frecuencia. En su obra clasica en dos tomos, Theory Qf Good And Evil, Hastings Rashdall men- ciona el mal solamente en el segundo tomo, sin darle la extensa atencién otor- gada a conceptos como los de “bueno” y “bien”."' El indice de The Right and the Good de W.D. Ross no menciona el mal,'? como tampoco lo hace aquél de The methods of ethics de Henry Sidgwick.'* En su Theory of justice, john Rawls tiene una sola referencia al “hombre malo”, quien, dice el autor, se halla moti- vado por “el amor a la injusticia”.* Cuando los filésofos morales si mencionan el mal, a menudo lo tratan prac- ticamente como equivalente a lo “inmoral”, cuando se aplica a la conducta, y, en. un sentido atin mas laxo, como equivalente a lo “indeseable”, cuando se aplica a la experiencia. En Wickedness, la filosofa britanica Mary Midgley considera el mal como aproximadamente equivalente al “obrar mal”, en el sentido de que las preguntas que ella hace con respecto al mal podrian hacerse con respecto ala mayoria de los casos en que se obra mal.’ No obstante, en su escrito sobre la esclavitud estadounidense y el Holocausto, Laurence Thomas proporciona un. contraejemplo de sentido comtn a esa ecuacion del mal con el obrar mal: los usuarios del metro que no pagan el pasaje obran mal pero no hacen el mal.’* Los ejemplos de Midgley también revelan su conciencia de que no todo obrar mal constituye un ejemplo del mal, sino solamente los casos muy graves del obrar mal. Por esto, necesitamos una explicacién tedrica de aquello que hace del obrar mal algo lo suficientemente serio como para convertirse en mal, asi como de las formas en que ese obrar mal es algo serio. Juzgar algo como ejem- plo de “el mal” es emitir un juicio severo. Muchas cosas “malas”, en el sentido de negativas, son decepcionantes, deseables, inferiores, e incluso injustas, pero no son ejemplos de “el mal”. Muchos casos del obrar mal son triviales, pero los 4 Hastings Rashdall, Theory of Good and Evil: @ treatise on moral philosophy, 2 vols, London: Oxford University Press, 1924. " WD, Ross, The Right and the Good. 5 Henry Sidgwick, The methods of ethics, 7a ed. (1907) New York: Dover, 1966. “4 Rawls, A theory of justice, pp. 385-86. + Mary Midgley, Wickedness: a philosophical essay, London: Routledge and Kegan Paul, 1984 *® Laurence Mordekhai Thomas, Vessels of evil: american slavery and the Holocaust, Philadelphia: ‘Temple University Press, 1993, p. 74. 22 verdaderos males nunca lo son, aun cuando sus perpetradores sean personas comunes y corrientes y sus motivaciones no sean inusuales. La no trivialidad del verdadero mal puede explicar en parte la resistencia generalizada a la idea de la banalidad del mal de Hannah Arendt.'’ Como observaba Nietzsche, lo que juzgamos como malo atrae nuestra atencién profundamente.'* Lo tomamos seriamente y hasta podemos dudar de la humanidad de quienes no lo toman asi. Lo que simplemente es pobre o inferior no atrapa nuestra atencion de esta manera. Segtin Nietzsche, tratamos de elevarnos por encima ello, de no tomar- lo demasiado en serio. En un nivel prdctico, ha habido interés internacional en la prevencién de las atrocidades. Se consultaron fildsofos para la formulacién de documentos tan importantes como la Declaracion Universal de los Derechos Humanos, procla- mada por la Asamblea General de la ONU en 1948." El concepto de derechos humanos partié de preocupaciones que motivan un interés en el mal pero que se hicieron mas incluyentes. La Declaracién Universal incluye los derechos ba- sicos para una vida tolerable y decente, tales como el derecho a no ser sometido ala tortura o a la esclavitud; derechos a un estandar de vida adecuado para la salud; y otros derechos esenciales para poder librarse de males, tales como los derechos a cambiar de nacionalidad o de religion. A diferencia de la tortura y la esclavitud, la ausencia de un estandar de vida adecuado no se debe siempre al obrar mal y por lo tanto no es siempre un mal desde el punto de vista ético. Mas atin, la Declaracién incluye derechos que facilmente sobrepasan lo necesario para una vida tolerable o decente, como por ejemplo el derecho “a gozar de las artes y a patticipar en el progreso cientifico y en los beneficios que de él resulten”.2° De manera interesante, la profesora de Derecho de Harvard, Mary Ann Glendon, encontré que a pesar del consenso generalizado entre las naciones con respecto " Hannah Arendt, Zickmann in Jerusalem: a report on the banality of evil (edicién cortegida y aumentada), New York: Viking, 1965. + Friedrich Nietzsche, On the genealogy of morality: a polemic (traduccién al ingles, Maudemarie Clark y Alan J. Swensen), Indianapolis: Hackett, 1998, pp. 9-33. * Para un recuento fascinante al respecto, ver Mary Ann Glendon, A world made new: Eleanor Roosevelt and the Universal Declaration of Human Righis, New York: Random House, 2001, ® para el texto de la Declaracion, ver Glendon, A world made new, pp. 310-314 a las listas de los derechos humanos especificos, no hubo siquiera una aproxi- macion a un acuerdo con respecto a las razones filosficas subyacentes.* Las obras publicadas o traducidas en las tltimas décadas del siglo vein- te que si tratan el mal como tema digno de investigacién filos6fica, por dere- cho propio, incluyen, ademas de las ya citadas obras de Thomas y Arendt, The drowned and the saved de Primo Levi, partes de mmorality de Ronald Milo y de “Wickedness” de Stanley Benn, Women and evil de Nel Noddings, Facing evil y aeainst liberalism de John Kekes, el ensayo de Susan Nieman sobre las hipétesis de Rousseau acerca de los origenes del mal, y las reflexiones de Robin Schott sobre la violacion durante las guerras.”? Humanity: a moral history of the twentieth century de Jonathan Glover, publicada en el afio 2000, es, en ciertos sentidos, la contribucion reciente mas ambiciosa al tema realizada por un fildso- fo, ya que discute en detalle las dos guerra mundiales, asi como el nazismo, el estalinismo, la Guerra de Vietnam, la crisis de los misiles con Cuba y el problema de Ruanda.* Dicha obra aclara, de manera muy itil, los conceptos involucrados en la forma de pensar que puede llevar a los perpetradores a cometer masacres masivas. Sus paradigmas del mal, como los mios, son las atrocidades. El paradigma de la atrocidad La preocupacion por las atrocidades a gran escala y, en muchos casos, sin pre- cedentes, es lo que durante mi vida ha motivado mi propio interés por el mal: el Holocausto; los bombardeos a Hiroshima, Nagasaki, Tokio, Hamburgo y Dres- den; la reclusi6n de los americanos y canadienses de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial; la masacre de My Lai; los experimentos Tuskegee sobre la sifilis; los genocidios en Ruanda, Burundi y Timor Oriental; los campos % Glendon, op. ctt., pp. 73-78: 147. % Primo Levi, The drowned and the saved (traduccién al ingles, Raymond Rosenthal), New York: Vintage, 1989; Ronald Milo, Jmoraligy, Princeton: Princeton University Press, 1984: Stanley I. Benn, “Wickedness”, Eehics (1985): 795-810: John Kekes, Facing evil, Princeton: Princeton University Press, 1990 y Against liberalism, Ithaca: Cornell University Press, 1997; Nel Noddings, Women and evil, Berkeley: University of California Press, 1989; Robin Schott, “Philosophical reflections on war rape”, en: Claudia Card (ed), On feminist ethics and politics, Lawrence: University Press of Kansas, 1999, pp. 173-99. ® Jonathan Glover, Humanigy: a moral history of the twentieth century, New York: Yale Univer- sity Press, 2000. 24 de exterminio en Camboya; los campos de violacion/ muerte en la antigua Yu- goslavia; y la amenaza a la vida en nuestro planeta planteada por el envene- namiento ambiental, el calentamiento de la tierra y la destruccin de las selvas y otros habitats naturales. Esta letania parece confirmar la posicién de Arthur Schopenhauer, el famoso/infame fildsofo del pesimismo, segtin la cual la con- ducta humana produce mucho mas sufrimiento y dafto que dicha y felicidad.** Los historiadores y los psicdlogos justificadamente exploran las causas de la maldad, con el fin de ayudarle a las generaciones futuras a evitar algunas de las peores consecuencias de los errores y la ignorancia del pasado. Pero si Scho- penhauer tiene raz6n, si no es realista esperar que no se cometan mas atroci- dades en el futuro de nuestra especie, entonces cobra atin mayor importancia el que los filosofos también consideren c6mo podemos vivir mejor con esa certeza y con las secuelas de los males que no logramos evitar 0 escapar. El genocidio, la esclavitud, la tortura, las violaciones como arma de guerra, el bombardeo por saturacién de ciudades, la guerra quimica y bioldgica que desencadena virus y gases letales, y el terrorismo doméstico caracterizado por el maltrato, el acoso y el abuso de menores son algunas de las atrocida- des mas conocidas. Algunas de ellas son altamente visibles (los bombardeos) , mientras que otras pueden ser dificiles de detectar (el envenenamiento ambien- tal). Las atrocidades no siempre tienen nombres especiales (los asesinatos orde- nados por Stalin en Katyn, en Polonia, la muerte lenta por trabajo e inanicién en los Gulags, la inanicién masiva desatada por las politicas de Mao durante la revoluci6n cultural). No hay controversia en cuanto a que algunos de estos ejemplos constituyen paradigmas del mal.?> Algunos incluirian la pena de muer- te en esa lista, especialmente en los casos en que la indigencia de los acusados aumenta la probabilidad de condenas equivocadas. Mi propia lista incluye el dafio infligido a los animales, levantados en criaderos y luego sacrificados > Arthur Schopenhauer, On the basis of morality (traduccion al inglés, E.F]. Payne), Indianapolis: Bobbs-Mentll, 1965, pp. 120-98, y The world as will and representation (traduccion al ingles, EF], Payne), New York: Dover, 1969, 1: 271-412. ® El estatus del uso de bombas nucleares y de otros tipos conta la poblacin civil, en cuanto efem- plo de maldad, sigue siendo controversial en los Estados Unidos, que nunca ha ofrecido disculpas por sus bombardeos a Hiroshima y Nagasaki, ni por su bombardeo de fuego a Tokio. 25 en mataderos de produccién masiva.’° No creo que los seres humanos sean las unicas victimas del mal, aunque en este libro me centro principalmente en las victimas humanas (y en los perpetradores humanos exclusivamente) 2” Para un desarrollo de la idea de que algunos primates no-humanos tienen un cierto grado de agencia moral, ver Frans de Waal, Good natured: the origins of right and wrong in human and other animals, Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1996 y Peacemaking among primates, Cam- bridge, Mass: Harvard University Press, 1989. 26 el rasgo mas notable de las atrocidades. Las preguntas que suscitan interés por las atrocidades son aquellas que probablemente harian las victimas, las victi- mas potenciales y los sobrevivientes. El solo hecho de describir algo como una atrocidad sugiere una identificaci6n con las victimas. Los términos “victimas” y “perpetradores” pueden, no obstante, inducir a error, si sugieren que los indivi- duos simplemente son lo uno 0 lo otro, si es que son alguno de los dos. Pero no es inusual que las victimas de algunos males (y talvez como resultado de ello) se conviertan en perpetradores de otros males. Los perpetradores generalmente no ven sus actos como atrocidades. El psicdlogo Roy F. Baumeister llama “brecha de magnitud” a la discrepancia en- tre las percepciones de los perpetradores y aquéllas de las victimas, y sefiala gue la importancia de lo ocurrido casi siempre es mayor para la victima.?* Re- sumiendo los resultados de un experimento cuya conclusion fue que “victimas y perpetradores distorsionaban igualmente los hechos" aunque “las distorsio- nes eran sistematicamente diferentes”, Baumeister afirma que las victimas “re- ordenaban y alteraban los hechos para hacer que el delito pareciera peor de lo gue era”, mientras que “los perpetradores reordenaban y alteraban los hechos para hacer que pareciera menos grave de lo que era”. Asi, parece que las vic- timas sobrestiman y los perpetradores subestiman la ofensa cometida. Con la teoria de la atrocidad podemos conjeturar, mas especificamente, que los perpe- tradores probablemente subestiman el dafio, mientras que las victimas proba- blemente tienden a exagerar lo censurable de los motivos del perpetrador. Asi, no estarian subestimando y sobrestimando la misma cosa. El pertenecer a gru- pos (0 especies) étnicos, religiosos o raciales diferentes exacerba la brecha de magnitud. En consecuencia, muchos males no son perclbidos como tales por el publico en general, mientras que otras cosas son temidas erroneamente como males. La caza de animales como deporte es un mal que no es ampliamente re- conocido como tal. Hasta hace poco, la violacion masiva de mujeres durante la guerra tampoco se denunciaba publicamente. Entre las infames atribuciones de 2 Roy F, Baumelster, Zvil: inside human cruelty and violenc 18-19, jew York: Freeman, 1997, pp. » Baumeister, ap. cit.. p. 46. mal se encuentran los difamatorios y antisemiticos Protocolos de los sabios de Sion y la “calumnia de sangre”.*° El comenzar con el enfoque sobre el suftimiento no significa asumir que quienes se autoidentifican como victimas tienen razon necesariamente ni que las victimas reales tienen raz6n en lo que le atribuyen a los perpetradores. Segiin Levi, el privar a los prisioneros de comida, agua, e higiene en los trenes trans- portadores es un ejemplo de “violencia inutil", puro sadismo.*' Sin embargo, es posible que esas politicas hayan sido motivadas en parte por frias considera- ciones econémicas, como fue el caso del programa de “eutanasia” del Nacional- Socialismo, bajo el cual los ancianos, los enfermos mentales, los desahuciados y los discapacitados fueron asesinados por ser “comedores inttiles”. ;Por qué “desperdiciar" comida e higiene en personas que van a morir pronto (y qui- za mas pronto, sin esos elementos)? El ganado se ha manejado con principios similares, y los encargados de él no tienen que haber sido sadicos. Es posible que los disefiadores y encargados de implementar las politicas de transporte no hayan tenido en cuenta cémo se podria sentir la gente dentro de los vagones de transporte. Aunque el diagnéstico de sadismo de Levi haya exagerado el ca- racter censurable de los motivos de los perpetradores, el mal no es excusable de ninguna manera. Y la posibilidad de la distorsion no perjudica la posicion segin la cual el suftimiento de las victimas es lo que mejor revela la importan- cia del mal. Puesto que mi propésito al llamar la atencién sobre la experiencia relativamente ignorada de las victimas no es el de apoyar sus acusaciones es- pecificas sino el de ampliar el conjunto de datos que una teoria del mal debe or- ganizar, no digo mucho acerca de cémo cotregir esos errores, aunque creo que esas correcciones son posibles en principio y por eso hago algunas sugerencias en capitulos posteriores. Desde la Segunda Guerra Mundial, los psicélogos sociales, los psicoana- listas y los psiquiatras generalmente han abordado el mal con un enfoque en © Sobre el papel de los Profacals of the elders of Zion en el Nacional-Socialismo, ver Norman Co- ban, Warrant for genocide: the myth. Of the jewish world-conspiracy and the Protocols of the elders of Zion, London: Eyre and Spottiswoode, 1967; sobre la “calumnia de sangre” en contra de los jucios, ver Alan Dinders (ed), The blood libel legend: a casebook in anti-semitic folklore, Madison: Uni sity of Wisconsin Press, 1991. * Levi, op. cit., pp. 105-26. 28 el perpetrador, investigando como es que los seres humanos llegan al punto de infligir terribles daiios a otros seres humanos, con plena conciencia de estarlo haciendo. En los afios noventa, otros empezaron a estudiar las respuestas de los sobrevivientes al trauma.* El paradigma de la atrocidad intenta ampliar atin mas nuestros intereses te6ricos al darle a las perspectivas de las victimas la atencién gue se merecen y al considerar como los perpetradores podrian responder a lo que han hecho y a las necesidades continuadas de las victimas. Los testimonios de las victimas constituyen una importante fuente de in- formacién con respecto al dafio producido por las atrocidades. Esta fuente a menudo se pierde con la muerte de las victimas. No obstante, se han publicado muchas elocuentes narrativas de los sobrevivientes de las atrocidades del siglo veinte. En general, estos sobrevivientes no estan preocupados por las motiva- ciones de los perpetradores (y cuando especulan al respecto, a menudo se equi- vocan). Mas bien, plantean inquietudes como las siguientes: cOmo vivir con los efectos del trauma, cémo evitar ser victimizados y qué actitudes adoptar hacia los perpetradores (si reconciliarse, perdonar o ignorarlos) y hacia la humanidad e general. Martha Minow ha explorado recientemente muchos tipos de iniciati- vas (comisiones de la verdad, los intentos de reparacion, la educacion, los mo- numentos), que van desde la venganza hasta el perdon, que las naciones y los grupos dentro de las naciones pueden tomar en respuesta a las atrocidades que han sufrido a manos de otros, con los cuales ahora deben de alguna manera convivir e interactuar.** Los capitulos 8 y 9 tratan cuestiones éticas relativas a las respuestas actitudinales que surgen para los victimas en cuanto individuos gue deben ocupar el mismo territorio que los antiguos malhechores, asi como © Para un enfogue en la psicologia del perpetrador, ver, ademés del tatado de Staub y de los estu- dios ya mencionados de Milgram y Zimbanio, Erich Fromm Anatomy of human destructiveness, New York: Holt, Rinehait, and Winston, 1973; Alice Miller, For your own good: hidden cruelty in child-rear- ing and the roots of violence (traduccion al ingles, Hildegarde Hannum y Hunter Hannum), New York: Farrar, Straus, and Giroux, 1983 y Zhow shale not be aware: sociewy’s betrayal of the child (traduc- cion al ingles, Hildegarde Hannum and Hunter Hannum), New York: Farrar, Straus, and Giroux,1984, Sobre las respuestas de las victimas al trauma, ver Judith Lewis Herman Trauma and recovery, New York: Basic Books, 1992; Shoshana Felman y Dori Laub, Testimony: crises of witnessing in literature psychoanalysis, and history, New York: Routledge, 1992 y Jonathan Shay, Achilles in Vietnam: com- bat trauma and the undoing of character, New York: Atheneum, 1994. ® Martha Minow, Berween vengeance and forgiveness: facing history after genocide and mass violence, Boston: Beacon, 1998. 29 problemas que surgen para las victimas, los perpetradores y sus descendientes, que deben vivir con el legado de los males. Estas cuestiones -el perd6n, la cle- mencia, la gratitud y la culpa~ adquieren especial interés en el caso de las atro- cidades, debido a los limites del castigo. Al comenzar con la perspectiva de la victima, el enfoque desde la atrocidad también difiere de los enfoques de la mayoria de los trabajos recientes sobre el mal. Kekes, por ejemplo, en su serio e interesante tratado, Facing evil, entien- de el mal como infligir un sufrimiento inmerecido. Pero en lugar de centrarse en el suftimiento o en la victima, se enfoca en la tragedia de convertirse en un malhechor. El mal es un problema, dice, “porque pone en peligro nuestras as- piraciones de vivir buenas vidas”.** Su interés central es el del peligro para el perpetrador. No obstante, en un libro posterior, Against liberalism, ttabaja con una comprension del “mal moral” muy parecida a la mia.*° En Wickedness, Midgley también se centra en los perpetradores, y estudia la responsabilidad, la agresi6n, el libre albedrio, y una variedad de motivos. E] trabajo de S.I. Benn, “Wickedness”, ofrece una taxonomia muy Util de la perpetracion, como también lo hace Jmmorality de Ronald Milo. En Women and evil, Noddings se aparta sustancialmente de esta tradicion. Comienza por enumerar una serie de males desde el punto de vista del que los padece, aunque el que sufre, segin Midgley, no es necesariamente una victima del obrar mal, y toma las experiencias de las mujeres como paradigmas. Redu- ce los males a tres tipos basicos: el dolor, la separaci6n y la impotencia. Pero, al final de cuentas, ella también centra sus propuestas practicas en los perpetra- dores potenciales y en cémo éstos podrian evitar la actualizacion de su poten- cialidad para hacer el mal. El mal puede resistirse y a veces evitarse, no sélo por parte de los malhe- chores potenciales sino también por parte de las victimas potenciales. Muchos sobrevivientes evitan el término “victima” porque sugiere pasividad, y prefieren utilizar el término “sobreviviente”. Sin embargo, por respeto a las victimas que no sobreviven, yo prefiero recalcar que las victimas son también, con frecuen- * Kekes, Fucing Evil, p. 3. * Entiende el mal como un datio injustificado “lo suficientemente serio como para perjudicar la ca- pacidad de funcionar normalmente de la victima”, Kekes, Against liberalism, p. 26. 30 cia, capaces de agencia. Las cuestiones relativas a los perpetradores que mas me preocupan son aquellas que surgen para las victimas que se ven forzadas a la complicidad con los mismos males que han sufrido. Como lo aprecia Kekes, un mal grave es la corrupcién del caracter de las victimas. El capitulo 10 de este libro trata de la corrupcién consciente o deliberada del caracter de una victima como un caso del mal diabélico, dandole asi sentido filosofico y tradicional a una nocién que Kant, quien la entendia de forma diferente, hallaba inaplicable alos seres humanos. Levi demuestra una profunda sensibilidad hacia las cues- tiones de complicidad en sus reflexiones acerca de los prisioneros en los cam- pos de exterminio, quienes proporcionaban servicios a sus captores a cambio de “privilegios” que a menudo no resultaban ser mas gue un aplazamiento de su asesinato. Para Levi, la creacion de los sonderkommando, escuadras espe- ciales de prisioneros encargados de manejar los crematorios, fue el crimen mas demoniaco del Nacional-Socialismo.%¢ Quiza el mejor argumento en contra de la guerra moderna es que no se puede llevar a cabo sin cometer atrocidades. Aunque la guerra pre-moderna también se veia normalmente acompafiada de atrocidades, éstas eran menos inevitables y tendian a ser a menor escala. En junio de 1999, el New York Times publico un extenso articulo en la seccion cientifica sobre el acopio de vi- tus de la viruela por parte del ejército y la imposibilidad de controlar la difusién de la infeccion una vez que el virus fuera desatado entre una poblacién densa y vulnerable.*’ Con la tecnologia actual, el uso malvado de un virus tal puede extenderse atin mas y mas rapidamente que en siglos pasados. Las atrocidades demuestran que el mal es un concepto moral de orden superior. El mal presupone el obrar mal culposo por parte de un agente moral como fuente del dafio que se causa 0 se amenaza con causar. Los conceptos morales de orden superior presuponen otros conceptos mas basicos. Aunque el mal es de fundamental importancia, no es un concepto basico en el sentido légico. Es posible gue no haya conceptos morales absolutamente basicos en el sentido de conceptos que no hagan referencia a ningun otro concepto moral. No obstante, algunos tienen una mayor complejidad que otros en cuanto a lo * Levi, op. cit, p. 53. * New York Times, 15 de junio de 1999, pp. D1. 4. gue presuponen. El concepto kantiano de valor moral de una accion es de or- den superior en el sentido de que su definicion hace referencia a los conceptos mas basicos de deber, obligacién o derecho, definidos independientemente del valor moral. Las acciones tienen valor moral cuando se realizan porque son lo correcto, porque se trata de un deber, o porque se trata de una obligacién. Asi- mismo, al definir el mal, es necesario hacer referencia al concepto mas basico del obrar mal, para distinguir los males de otros horrores. El dao intolerable es un mal cuando previsiblemente se detiva del obrar mal culposo. Esta complejidad del concepto del mal es lo que le otorga al clasico proble- ma teolégico del mal su interés ético. En este problema, surge la pregunta de cémo un ser supremo podria permitir la injusticia humana y que las catastrofes naturales como los incendios y las inundaciones recaigan sobre culpables e ino- centes sin distincion alguna. {Como es posible que un creador del mundo om- nipotente, omnisciente y providente, que ejemplifica en grado sumo la bondad, permita el sufrimiento de los inocentes? Como observaban David Hume y John Stuart Mill, un ser omnipotente que quisiera evitar eso seguramente estarfa en capacidad de hacerlo, y un ser supremo que estuviera en capacidad de hacerlo, seguramente queria hacerlo.** Entonces, ;por qué sufren los inocentes? Interpretado simplemente como una dificil cuestion metafisica, este problema no requiere, estrictamente hablando, el concepto del mad. Un mundo imperfecto basta para generar la pregunta. {Por qué un ser supremo habria de crear un mundo defectuoso? El citar la existencia del mal en el mundo del creador va mas alla de lo necesario para este acertijo meramente légico, y amenazaria con po- ner en entredicho el caracter del ser supremo. El interés duradero del problema deriva no de meras imperfecciones, sino de lo que parece ser verdaderamente graves defectos que producen dafios intolerables. El reto especificamente moral para los teistas ha sido el de argumentar que un ser supremo no es culpable de ocasionar (0 de no evitar) los dafios intolera- bles, es decir, el de demostrar que el ser supremo no es un malhechor. Algunos concluyen, con Mill, que la existencia de los males comprueba que no existe un. ® David Hume, Dialogues conceming natural religion, Patte 10, en Hume's ethical writings: se- lections from David Hume, Alasdait Macintyre (ed), New York: Colliet, 1965, p. 315; john Stuart Mill, “Nature”, en The philosophy of J.S.Mill: ethical, political, and religious, Marshall Cohen (ed), New York: Modem Library, 1961, pp. 468-69, 32 creador supremo que sea tanto omnisciente como absolutamente bueno. William James opto por la creencia en un ser supremo finito, mas que en un ser supremo omnipotente y omnisciente. La respuesta mas popular ha sido la defensa del li- bre albedrio, la cual argumenta que un mundo en el que las criaturas libremente rechazan el hacer el mal es mejor que un mundo en el que no tienen opciones, y que el mal es, por lo tanto, responsabilidad de quienes optan libremente por ély no del creador. Esta respuesta tiene en cuenta solamente los males perpe- trados por seres humanos, no los incendios o las inundaciones, para los cuales no parece haber justificaci6n divina o excusa alguna. A los creyentes les queda entonces solamente la fe en que debe haber alguna justificacién, que es inescru- table para los simples humanos. El paradigma de la atrocidad le da asi sentido a lo que esta en juego, desde el punto de vista moral, en el problema teolégico del mal, pero sin resolverlo y sin presuponer ni el teismo ni el ateismo. En contraste con el tratamiento clasico del problema teolégico del mal, el paradigma de la atrocidad no se centra en el merecimiento de las victimas ni en. su inocencia. La inocencia no es ni necesaria ni suficiente para que el sufrimiento cuente como un mal. No es suficiente porque es posible que el suftimiento no sea intolerable. Y no es necesaria porque el obrar mal culposo del perpetrador no presupone la inocencia de la victima. Hay males especiales en los que se les hace dafio a los inocentes, que generalmente son indefensos e ingenuos. Pero no existe una presunci6n general de inocencia entre las victimas de la atrocidad, las cuales pueden incluir criminales habituales, como suele ser el caso en el ge- nocidio. La presuncién es, mas bien, la de que nadie deberia tener que padecer atrocidades, sin importar su caracter 0 merecimientos, lo cual da que pensar a muchos con respecto al caracter de un ser supremo que condena a los pecadores a las eternas llamas del infierno. Pero quienes ven la pena de muerte como una atrocidad lo hacen sin que importe la culpabilidad de la victima. Los abolicio- nistas no dudan en conceder la culpabilidad de muchos, quiza de la mayoria, de las victimas.* Los males no solamente son peores que otros dafos, tales como las injus- ticias leves, sino que también algunos males son peores que otros. No obstante, ® Un ejemplo poderoso de esto es la novela de John Grisham, Tike chamber, New York: Doubel- day, 1994 oa a el comparar atrocidades es un asunto delicado. Una teoria del mal debe poder explicar tanto los grados del mal como la resistencia que podemos experimentar a hacer las comparaciones sugeridas por esos grados. El paradigma de la atro- cidad logra esto. Primero, podemos distinguir las dimensiones segtin las cua- les una atrocidad puede ser peor que otra, aunque puede no ser facil o posible lograr un juicio general acerca de cual es la peor de ellas. Segundo, al identifi- carse con la posicién de las victimas, el paradigma de la atrocidad nos induce a considerar el impacto que puede tener sobre las victimas el hacer compara- ciones. Esta consideracién constituye un argumento en contra del clasificar las atrocidades, por respeto a las victimas. Una aproximacion a la distincién entre los grados del mal consiste en ca- lificar la severidad del dano. La “severidad” es algo mas complejo de lo que se podria esperar inicialmente. Porque el dao tiene muchos aspectos, y eso de los “grados” es una metafora. Lo que esta en juego no es algo meramente cuanti- tativo. Asi como en el caso de la “doctrina del justo término medio” en Aristéte- les, que no es la idea puramente cuantitativa sugerida por la media matematica, aqui tenemos una nocién multifacética sin comin denominador, que hace que los niveles de severidad no sean reducibles a cantidades de algo.*° La severidad del dario es una funcion de factores tales como (1) la intensidad del suftimien- to, (2) sus efectos sobre la capacidad de funcionar (de trabajar, por ejemplo) y (3) sobre la calidad de las relaciones del individuo con los demas, (4) qué tan contenible es el dafio (lo que Bentham Ilamaba curiosamente su “fecundidad”), © Aristoteles, The nicomachean ethics (traduccién al inglés, David Ross), New York: Oxford Uni- versity Press, 1925, p. 38, “Asi, por ejemplo, en el tener miedo, el tener aucacia, el desear, el airarse, el compadecerse, y en general en el tener placer o dolor, hay su mas y su menos, y ninguno de ambos esta bien, Pero expetimentar esas pasiones cuando es menester, en las circunstancias debidas, con res- pectoa tales o cuales personas, por una causa justa y de la manera apropiada, he ahi el término medio, que es al mismo tiempo lo mejor, y esto es lo propio de la virtud” (Atist6teles, Erica nicomaquea, po- itica (trad. Antonio Gomez Robledo) México: Editorial Porria, 1998, decimoséptima edicién, p. 22), y p. 45, “Alcanzar el término medio en cada caso es una faena...Airarse es cosa facil y al alcance de todos, Jo mismo que el dar dinero y el gastarlo; pero con respecto a quién y cuanto y cuando y por qué y cémo, ya no es cosa de todos ni nada facil. ¥ asi, el bien es raro, loable y bello”. (trad. cit. p. 26) Los criticas de Aristoteles tienden a malinterpretar su “término medio” como una nocién mas sencilla, més cuantitativa, como, por ejemplo, Kant, quien atacé a Aristételes argumentando que “Lo que dis- igue la avaticia (en cuanto vicio) del ahorro (en cuanto virtud) no es que la avaricia lleve el ahorto demasiado lejos, sino que la avaticla tiene un principio (maxima) totalmente diferente”. The Doctrine of Virtue: part it of the metaphysic of morals (taducci6n al inglés, Mary J. Gregor) Philadelphia: Uni- versity of Pennsylvania Press, 1964, nota de pie de pagina, p. 65. 34

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