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revista Pinter tiitae (elie! de filosofia COMITE DE REDACCION Rafael Braun Mario A. Presas Osvaldo N. Guariglia Ezequiel de Olaso Eduardo A. Rabossi CONSULTORES Danilo Cruz Vélez (Colombia) Marcelo Dascal (Brasil) Alfonso Gémez Lobo (Chile) __Rigoberto Juarez - Paz (Guatemala) Francisco Miro Quesada (Per) Alejandro Rossi (México) Roberto M. Torretti (Chile - Puerto Rico) Luis Villoro (México) Para suscripciones, pedidos, correspondencia, informaciones, etcétera, dirigirse a REVISTA LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA, Casilla de Correo 6379 Correo Central 1000 Capital Federal ~ Argentina Para suscripciones y pedis en los Estados Unidos y Canadé dirgirse a REVISTA LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA Box 1102 BIRMINGHAM, ALABAMA 35201 usa, ‘Argentina: Tnaividuos 00 $ 500~ Institucones S| 700~ De apoye 3 1.800— Exterior: Tndividvor «es. ceesee Cee ete Intituciones! 222.0. a he Por va ores, recargo de uss 1.50 La Revista Latinoamercians de Filosofia so publica cuatrimestraimente en marzo julio y noviembre de ‘ada at, Editor responsable: Nataio R. Botana. Presidente del Centro de Invetigaciones Filos6ticas, CIF. Domicilio Legal: Cangallo 1479, 4°. plxo. Capital Fedora. Registro. Nacional_ do Ia. Propied Intelectual N° 1,289,956. Copyright by Centro de Investigaciones FilorOicse, CIF. Qued hacho el ‘epbsito que marea In Ley NO 11.729, ives 2: Bayt Presse OSC REVISTA LATINOAMERICANA DE FILOSOFIA Noviembre 1975 Volumen | SUMARIO ARTICULOS Francisoa Mirb Quessda: Sobre ol concopto de razéin Marcelo Dascal: La razén y los misterios da ia fe sep Leibniz Roberto Miguolez: Conicto de paradigmes y andi Mlos6fico de ls ciencias sociales Noras [Néstor Luis Cordero: Acerca de tes parses del Poeme de Porménides COMENTARIOS BIBLIOGRAFICOS Walter Schutz: Philosophie in der verdndecton Welt (Rota Helena Sentos de thlau) ‘Nietzsche: Werke, Kritiche Gesamtauspabe, ed. por G. Golly M, Montinari (Lucta Piossek Prebisch) Joao P. Mont ‘Nicholas Reschor The Primacy of Practice (Ricardo Malian Gregory Viartos: Platonic Sudies (Alfonso Gémez Lobo) ‘A. Owen Aldridge (ed): The Iber:American Enlightenment (Ezaquel de Olaso) Robin G. Colligwood: Eraayos sobre la flesfia de i historia.(E. de 0.) Priscilla W. Cohn: Heidegger: eu tlosffa a wavés dela nada (Maria tla Bertomeu) ‘cRonica Lipnos RECIBIDOS Num, 3 Po. 183 193 2 237 245 22 258 260 264 266 268 260 270 278 COLABORADORES FRANCISCO MIRO GUESADA (1918). Graduedo en tiosotia y doctor en ratemdt profesor de la Universided Nacional Mayor de San Marcos, Protea dele Universe Paso 3. Profesor de ln Universidad Peruse Cayetano Heredia. Oras Problamas fundarmontles de logics heceien aba) {con A. Salazar Bondy) (1961), Apuntes para una teorla de la razén (1563) revolucibn (1968), Universidad Cayetano Horedio. Apartado O45 Line Pate” MARCELO DASCAL (1940). Licnciado on filosoff (Universilad de Si Paulo), Doctor en filoso {9 Universiad Hebrea de Jorsaén|- x profesor on la Unueasind tran ‘So Paulo) y en la Universidad de Tel Aviv (Israel). Ha publicac lototie ee Clonean reac 1964; 1966) y numerosos articulos. Tiene en rape pentane pest ‘reparcion un tro sobre a semolgieas ca Direccién: Depto. de Lingi/stica, UNICAMP, C. P, 1170 Campings, 8. P., Brasil” ee ROBERTO MIGUELEZ (1994) Egresado de lo Facultad de Filosofia (Univered de Bu ‘As) Doctor en Sociologia (Universidad de Part). Es profesor titular en of Dorererene os Sociologia de Iniversidad de Ottawa (Canadé). Ha publicado el libro so {E.U.0,Otave, 1973) y varios actor on estes ntrnaconas ony cs al gat ito Direccién: Department of Sociology. Faculty of Social Scimnee, Decl: Orpen Social Sciences, University of Ottawa, Ottew, NESTOR LUIS CORDERO (1997). Ejercié la doconcia univers tilsofta gregs en Doctor en filosotia (Paris 1971. Buenos Aires 1974, len Buenos Aires dele 1962 hasta 1974. Publicd articalos sobre vistas espocazadas. Es invstigador dol Conseio Nacional de investigocones x la Academia Nacional de sociation pour "Encouragement des Etudes Grecaues (Par, lenin y Téeles ¥ miombva del Canto Se aa te Ciencias y de ta Ass rotate Revista Latinosmaricane da Filostfa, vol. 1 NO 3 (noviembre 1975) SOBRE EL CONCEPTO DE RAZON Francisco Miré Quesada Es incuestionable que @ pesar de que el empirismo légico, como escuela oficial, es cosa del pasado, su influencia filosdfica esté ain vigente, La penetracién de sus principales supuestos ha sido tan enorme, su infiltracién ha legado a dominar ‘al subconsciente filosético de tal manera, que incluso muchos que hoy dia no ‘aceptar‘an ol calificativo de empiristas l6gicos, cuando se trata de temas tan centrales como el de la naturaleza del conocimiento @ priori o el de la estructura de la razén humana, se mantienen dentro de los moldes de la Escuela de Viena, Consideremos, por ejemplo, el tema de la raz6n. A pesar de algunas excepciones ‘como Gadel, que se considera platénico, y de Pap, que defiende la existencia de proposiciones sintéticas a priori, la mayoria de los filésofos cientificos 0 rigurosos estén convencidos de que no puede hablarse con propiedad de una facultad llamada “razbn" que es la que permite fundamentar el conocimiento objetivo. El argumento predilecto de la pléyade de filbsofos modernos de tendencia rigorista que asf piensan, fs el de Ia evolucién de Ia légica y de la investigacién metateérica. La I6gica, nos dicen, después de haber sido considerada durante més de dos mil afios como una disci pina perfecta, que nos revelaba de manera evidente los principios supremos de la razon humana, se ha transformado en un conjunto de teorfas que no parecen tener ‘mucha relacién entre si. La'existencia de logicas bivalentes,intuicionistas, polivalentes, probabilfsticas, modales, denticas, combinatorias, y otras més muestra claramente ‘que no puede creerse ya que la Logica sea una disciplina que nos revela los principios supremos de la razén, aquellos principios que deben ser utilizados por todo conoci miento objetivo para poder constituirse. Cada tipo de légica diferente utiliza princi- pos diversos de manera que no puede considerarse que es producto de una razén, unita- ria y coherente, que funciona como un sistema universal, necesario y de valor supra: historico, Si se consideran los resultados de a investigaci6n metatebrica, lo dicho antes queda reforzado ampliamente, "La existencia de antinomias logicas en la teoria de los Conjuntos muestra que los procedimientos seguros para validar los principios y reglas Jégicas ton un mito, Sistemas de l6gica formal con principios ‘evidentes’ quedaron fefutados por sus propios tooremas, lo cual en cierto modo serfa la manera més 183 “infamante’ en que puede sucumbir un sistema: no tanto por contradiccién con los hechos sino por inconsistencia consigo mismo". Por otro lado la existencia de matomaticas radicalmente diferentes, la una al edo de la otra, como la clésicay la Intwicionista, muestra que es indtil tratar de encontrar principios unitarioy_ y Lniversales que puedan considerarse como manifestaciones de “la” razén, Por donde se mire, hay incompatibilidades, diversidad de sistema, resultados contradictorios, en ‘una palabra, todo lo contrario de lo que tradicionalmente hs sido considerado como roducto de “la raz6n' El horizonte goneral desde el cual se interprotan estos resultados es ef del ragmatismo, que es e! supuesto bisico del viejo empirismo logico, En rolaién a las roposiciones de las ciancias fécticss, el empicismo légico, con las modificaciones exigides por los recientes resultados de las cienciasfisicas, logra mantener algunos supuestos bisicos, como su famosa concepeién de las proposiciones protocolares. Pero cuando de légica se trata, como el empirismo no puede sostenerse desde ningun ‘Angulo, recurre al pragmatismo. Lo Gnico que da sentido a toda esta ssombrosa proliferacién de sistemas incompatibles entre sf y de carécter més bien arbitrario, es ‘que marcha. “They work” es la expresién que justifica todo el pandemonium Producido por esta especie de crecimiento tumoral de las disciplines formaes, Permiten llegar a resultados claros relativamente a los sistemas dentro. de los cuales 8 obtienen y sirven, sobre todo algunos de ellos, para la fisica. Hacen posible la ‘existencia de teorias fiscas verificables que permiten predecir fenémenos, Esto y ‘nada més, basta v sobra para justificaros. Es indudable que si se sigue el camino de la diversidad, los resultados anotados parecen imponer una interpretacién pragmatista. Si se comparan las diferencias come hace 1a mayor parte de los filésofos rigurosos, muchos de los cuales se llamon {analfticos, se hace ditfil otorgar significado al concepto de razén. Pero, como sucnde sempre en cusstiones de filosofia, cuando se recorre un camino tebrico en un sentido, nada imide recorreria en sentido contrari, Por qué en hiyer de efoeer Twestro interds en las diferencias de los sistemas logicos actuals y en las incomea tibilidades de los resultados de la investigacion metateGrica, no hacemos exactamonte lo contrario? Por qué en lugar de buscar las diferencias, como si se tratara de un ober ineludible, no buscamos mejor las coincidencias? Desputs de todo no es un deber, ni tebrico ni moral, tratar de mostrar que no tiene sentido hablar de la razon ‘humana, que no existe ningin sistema de principios de valor suprahistrico, Se trata més bien de una expresién de deseos. En todo este enfoque de las diferencias y los incompatibilidades, se descubren tendencias atévias, trace un amor subeonscente Por el “good old logical empiricism’* Pero en filosoffa el amor, aunque es tema dlignisimo de ser tratado, no constituye crterio de verded. Nada impide, por eso, hhacar todo lo contrario de lo que, desde hace tantos afos, se viene haciendo: en Gregorio Klimovsky, £7 método hipotitica- deductive 1 te tbpica. aiuto de. bce y de filosofia de tas ciencias: Universided Nacional de La Pl "i ta (Argentina) =), pig. 14 184 a eee sete un er aio, man mi el vin, tanbn por ; ‘Comencemos por la légica. El sistema que debe servir de compara on = rams San tt tg ne centages mein tet ere yero que uno observa es que en esta ldgica queda isstes ia la aa eta an cuando’ gocis« le utlizecon de métodos matrioss logra expres ar 1a légica de manera rigurosa y sistematica, y su eoreey eae 185, emi yo de contradict. Por defi us vista desconcierta, pero filos6ficamente ‘entre ambos tipos de ‘no prueba que no puede hablarse ‘compleja y suti EI mismo Lukasiewicz tog Luk logré hacer una interpretacion ‘tivalente de la légica inuicionista yds Unuiionita y desrolb veros sistemas de Telcr olan tea sen {itimamente han recbido epcaciones sorpreniont foe aes ie eee a aes ae de la unidad de la razén ni considerar I = a ‘como sus principios més generales, Pero bastan las mé mi consideraciones para darse cuenta de que las 16. an Tee colapso del concept de "razon" su lquezay su compljidd, Porgu Como anal ono de 1 i ica incon fundamentals y'le dlscreponca ison os ar te hat notcan mis valores ue vdeo, incidencia de_principios ‘ertium. Pero cuando se 2 sorprendernos, porque, ‘nunca ha gozado del mismo status aue el 0 el de la transitividad de la implica- ‘mostrar sus limitaciones cuando se trata de Kaus be logredo pir rol ‘ho adquitido mucha importar ary Proporionado por 20rd los “cojunts tutes une tor ‘en la moderna ciencia elec ‘dao me tn iar ont mode lecténiea lene dato me, fe 186 acontecimientos futuros y aunque los grandes racionalistas como Leibniz lo colocan ai lado de los demés, no cabe duda de que dicho principio nunca ha sido tan evidente como los restantes, En cuanto a la l6gica probabilistica no es sino el limite en el proceso de genera lizacién que significan las l6gicas polivalentes. Todo lo dicho sobre las anteriores vale ‘también en este caso: la l6gica probabilfstica (de infinitos valores) incluye una serie de principios comunes con la clésica. Ast, ninguna proposicién en un sistema de infinitos valores puede tener el valor 7 y el valor 0. Es decir que el principio de no contradic- cién se cumple tanto en la l6giea cldsica de dos valores como en el de la probabilistica de infinitos valores. Puede concluirse de la existencia de las logicas polivalentes que el concepto de propasicién tal como lo analiz6 la légica clisica fue demasiado restringido. Los cldsicos definieron proposicién como una expresion que es verdadera o falsa. Pero en realidad so trata de una expresion susceptible de ser verdadera o falsa, Posiblemente pueden concebirse proposiciones que no son ni verdaderas ni falsas (dentro de ciertos supuestos muy determinados), mas para que puedan ser proposiciones deben tener la posiblidad de ser verdaderas 0 falsas. Es esta relacion con la verdad y la falsedad lo ‘que impone a los diversos sistemas analizados rasgos comunes y los hace converger hacia un conjunto de prinejpios compartidos por todos ellos. Por otra parte, el hecho de que puedan elaborarse lagicas que no incluyan el principio del tertium non datur muestra dos cosas: 1) que esta exclusion s6lo puede hacerse dentro de condiciones muy especiales. Por ejemplo, las proposiciones que no son ni verdaderas ni falsas en la 6gica intuicionista deben referirse a conjuntos potencialmente infinitos. Pero en ef mundo de lo finito el principio conserva toda su validez. La conserva incluso en el easo de conjuntos infinitos recursivos. ‘Otros sistemas que surgen después de la légica intuicionista, pero antes de las polivalentes, y que son utilizados como argumento a favor de la posici6n relativista y pragmatista imperante, son los de légica modal. Dejando de lado su relacion con la logica intuicionista (lo que no hace sino mostrar la intima trabaz6n formal y princi- pista de los diversos sistemas l6gicos) la !6gica modal no hace sino reforzar ta convic cidn de que hay una estructura racional que es condicién necesaria del conocimiento objetivo. En efecto, su origen se debe al aféin de incluir en el formalismo logico un ‘componente fundamental de los principios logicos: fa necesidad de su verdad. Este componente es tan obvio que habla sido observado por Aristételes quien desarrolla fos rudimentos de una logica de las modalidades. Desde el punto de vista de la utilizacion de 1a légica para fundamentar la deduccién matemética, basta explicitar ciertos components estructurales de los principios légicos. Como et archiconocido, la Logica clésica bivalente en sus niveles mas elementales (I6gica de primer orden) basta para fundamentar los procesos deductivos que se realizan en el cuerpo de doctrina de la matemstica clésica, Bastan incluso, para fundamentar estos procesos en los aspectos més modernos de la matemé- tica como la teor‘a de las categorfas. Ahora bien, en estos componentes estructurales no se revela ol cardcter de necesidad de los principios utilizados. Estos principios son 187 de otra manera la deduccién matemética no podria Hecesaria entre los axiomas y los teoremas queda ‘mediante la aplicacién det principio, sin ninguna necesided de que so ‘Cuando se intnta hacer esto, 8 doeubren dos cosa i >, descbrendos cots importantes, La. primera ts aue los coneptos modal bisios, neces, eterna, penta es denci,imposibilided, son raconaes enol sentido de que exsten foocence ee Que spore a ot sletorcogncscantes con el mismo poder sassore imponen tor principios de lage lise; a segundo ‘ata de encontrar relaciones diferentes de las bisicas. las water ieee Y permiten divers a La légica combinatoria es het simbélico. La utilizacién de combi abstraccién y también analizar cie 'erodoxo Gnicamente en relacién a su desarrolio. inadores le permite alcanzar un enorme grado de rt0s conceptos légicos muy importantes como los de regla de sustitucién y de variable, con mayor profundidad que la clisica. Pero fen esencia, ambas légicas son equivalentes y las dos sirven para fundamentar los procosos deductivos de la matemitic clésica La légica temporal es una variante de a modal pues los operadores tomporales ‘que utilizatienen propiedades formales semejantes alas de las modalidades epistémicas Mediante estas relaciones pueden referirse a verdades que dependen de la duracién temporal de los hechos, con lo cual se determinan una serie de relaciones interesantes entre los conceptos de pasado, presente y futuro. Desde un punto de vista estricta- mente logico las légicas temporales tienen el interés de que desembocan en el problema de la relacion entre la estructura ideal de los principios légicos, de cardeter intemporal, y el carécter temporal de los hechos empiricos. El resultado de este contacto no s6lo no muestra que hay légicas que no tienen nada que ver con la clésica, sino al revés muestra que muchas de las estructuras formales de eardcter l6gico, como, por ejemplo, las modales, se encuentran en las relaciones temporales entre la verdad de las proposi ciones. En lugar de mostrar heterogensidad, revela homogeneidad, Por otra parte, en ‘ran medida, se encuentran formas que corresponden a los principios logicos clésicos. Las divergencias se deben, no a la existencia de leyes logicas diferentes, sino al concepto temporal de la verdad. Es obvio que si una proposicién es verdadera durante tun lapso y después, se torna falsa, se puede afirmar p A~p, peta slo porque se ‘rata de dos momentos diferentes. Mientras es verdadera p, no puede hacerse esta afirmacion, Por Gltimo, es indudable que el cambio temporal de la verdad de las proposiciones plantea profundos problemas filos6ficos, como el de saber si considerar que la verdad de una proposicién puede cambiar con el tiempo no constituye un abuso de lenguaje y no se trata, mas bien, de dos proposiciones diferentes, Cuando, debido a los trabajos de Jaskowsky y més recientemente, de Newton dda Costa, surgen las logicas de los sistemas inconsistentes ellas son saludadat con jbito por quienes niegan la existencia de une raz6n como facultad fundamentadora de nuestros conocimientos. El principio supremo de la léaica. el que habfa resistida todos los embates de los nuevos sistemas heterodoxos pareeta, por fin, haber sido superado. Pero, a pesar dol enorme interés légico, formal y filos6fico que poseen estos sistemas, la superacién del principio de contradiccién no es sino aparente. Lo que permiten hacer estas I6gicas es incluir frmulas contradictorias entre sus derivaciones sin que esta inclusién trivialice ol sistema como sucedfa en la légica clésica. Pero esto ‘no significa que todo teorema pueda tener su contradictorio correspondiente. Para ‘que una l6gica de sistema inconsistente pueda funcionar debe haber teoremas buenos, de os cuales no puede haber contradictorios, y teoremas malas, de los cuales sf puede haberlos. Si todos los teoremas fueran malos, el sistema entrarfa en colapso. Esto muestra que la raz6n es mucho més amplia de lo que creyeron los clésicos, Estos consideraron que bastaba una sola contradiccién para anular una teorfe; ahora sabemos que no es asf. Una teorfa puede incluir muchas contradicciones y mantener su valor, siempre y cuando las contradicciones no se produzcan en relacién a deter ‘minados teoremas que son los que tienen verdadera funcién cognosctiva, El principio 189 eb Sac nm eco, fon mayor fuerza que nunca, la existencia de evidencias intolectuales que revelaban, un grave problema porque parecen ser un contrasjemplo de uno de los principios tie Srna torent a ls famosa prolieracion de sistemas lens diferente no significa de nriguna roe otra, en todos ellos y que esta estructura no puede llamarse sino racional. En segundo universal de todos y el mas transparente, se descubre que puede haber evidencias enqa, fiosas. Pero se descubre, también, que la Gnica ‘Manera de detectar el engafio ey 190 ‘construccion de sistemas formales que no aceptan el tertium, tiene la intencién de ‘laborar un sistema consistente de mateméticas). Conforme la razén va abarcando conjuntos cada vez mayores de conocimientos, va tomando mayor conciencia de sus principios (esdecir, quienes piensan racionalmente van déndose cuenta de cudles y cO- ‘mo son estos principios). Partiendo de un ntcleo originario de principios, va podando €l nicleo, va distinguiendo los principios realmente uriiversales de los ms restringidos ¥ de los que s6lo eran producto de Ia costumbre, producida por extrapolaciones infundadas, Pero también va descubriendo nuevos principios (por ejemplo, el principio de la constructividad que es hoy dia aceptado por todos los lbgicos y metatebricos), vva generalizando los principios originarios, va avanzando sin término en su esfuerzo por fundamentar nuestros conocimientos cientificos. En esta generalizacion y en esta ovacién, se descubren una serie de coincidencias, de conexiones entre los antiguos principios y los nuevos, se encuentra una dindmica coherente que se va constituyendo, ro al azar, sino de acuerdo a lineamientos {ntimamente vinculacos entre sf que se orien tan segiin vectores definidos, En una palabra existe un avance, una expansion historica de la raz6n, Esta expansién se hace dentro de un marco caracteristico que es el sello de la racionalidad. Comprender a fondo cémo es esta dinémica de la razon, y cual es su unidad dentro de una diversidad que se realiza sin término, es la meta més impor tante de una filosofia del conocimiento que pretenda comprender lo que esté sucediendo en el moderno conocimiento cientifieo. No comprender la importancia de esta meta y la posibilidad de acercarse a ella de manera cada vez més rigurosa y sistemética es reducir toda la légica y, en consecuencia, la matemética y la ciencia ‘emplrica (que no puede constituirse sin ellas) a una jerigonza sin sentido. Universided Peruana Cayetano Heredia ABSTRACT Tepper dice» snd wily sre wong “ei” pine of log sith een that the plurality and. versity of formal syrtme cals Tor 8 fropmatcjostieaton of er base toga principe. tf suggested that instead of Woking for Sierites, ass usualy done, one should took st the coincidences. On this igh, the permanency some logical principles (dani, contacction, term nan dtu) witha te ramework St imuitionst Tog, polialnt ogi, probably, mada! loge. and some. hetredoxToges tcombinatory lost, temporal loge and the Tage of inconsistent systems, is cin. Tei Concluded a) that there ee rational principles common to thow aystams, fo) that such pines foveal deep rational structure, (e) that reezon ira system of universal and necessary pane (thot reaton evolves istry, Keeping tunity within versity 191 RevistsLetinosmericana de Filosofia, vol. N° 3 (noviembre 1975) LA RAZON Y LOS MISTERIOS DE LA FE SEGUN LEIBNIZ* ‘Marcalo Dascal La raligién cristiana exige de sus creyentes la creoncia en ciertos dogmas Iamados ‘misterios de la fe"". Por ejemplo, el dogma de la trinidad (que Dios es uno y trino) y el dogma de la transusbstanciacién (que el pan y el vino sacramentales contienen realmente y esencialmente el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesuoristo, al mismo tiempo que conservan sus accidentes como pan y vino). Segin las decisiones de varios concilios ecuménicos que establecieron la doctrina oficial de la iglesia catélica sobre ese tema, estos son ejemplos de “verdaderos misterios”, porque trétase de “dogmas de la fe que no pueden ser comprendidos y verdadera: mente demostrados por una mente adecuadamente cultivada a partir de principios naturales”, Estos misterios son “‘verdades ocultas en Dios que no pueden ser conocidas a menos que sean reveladas en forma divina’” y “por su naturaleza trascienden de tal modo una mente creada, que aun cuando son comunicadas por la revelaci6n y aceptadas por la fe quedan todavia cubiertas por el velo de la fe, como si estuvieran inmersas en obscuridad”?. ‘Sin embargo, a pesar de la ininteligbilidad fundamental de tales dogmas, se exige de los cristionos que orean on ollos, esto ee, que lor contideren verdadero Pero, écdmo es posible considerar verdadero (0, lo que es lo mismo, falso) un dogma que no es inteligible? Segin las concepciones corrientes de verdad, conside- rar-un dogma (0 cualquier otra afirmacién) verdadero, significa pensar que su * Trabajo leido en ls jarnadse organizadss por et Centro de Investigaciones Flloséficas CIF, Je Buenos Aires, en agosto de 1975. El autor pudo participar merced el apoyo det Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientilico e Tecnol6gica (Brea. El trabajo. fue redactado en xpafol por desconacer su autor la decisién del Comité de Redaccién de la RLF de publica las colaboraciones brasleias en portugues 1 Exigencies semejantes existen en todas las raligiones principales, fo que haco que reso ditcusion sea aplicable © los problemas susctados por la intepretacin del dlscurso foligioro. en general, Sin embargo, nos limitaremos aqul a analiza esos problemas tal como se Imanifietan on crisiaismo; més especticamente, en una de sus varintes: el catoicizmo 2 Estas citas provienen delet resoluciones del Conciio Vaticano 1 (1869-70) que confirmaron resolucioner del Concilio de Trento (1545.63). Véaie New Catholic Eneyelopatie, Washington, The Catholl University of America, 1967, vol. 10, p. 182 193, “contenido” —squelo que es sthmado~ se con paca! ayn dogma parece implicar, por a eid’, eto tf posted er Greer on igo nile? ene incomprnable enters cea, Conteides, probsblamens sory Shales ombidn se exes an 8 I Yada. Le rene en a 0 tania poubiad de determing sa ‘compra. a a, Lebmatee a dcémo boa un croente wn oe Gronci espectin anu a inmates, de tos deris dot at ya incomprensibilidad no afectaria aiquierilosoffa de la religion digna de ese Wis eliioto tiene que enfrentar, tarde o sbilided fundamental det hablar sobre Dios ws evidente, o sea, en el caso de lor coh contrario, cual ombre 'y cualauier teoria del ssc temprano, ol problema de la incompre ¥ lo mejor es enfrentarlo Imisterios de la fe, 8, “la razén, iuminade iluminada por la fe, _aestamente,aleanza porte bondad de Dios ios tion es determinar exactamente qué exist. Porque si la medida ‘de # transformara los misterios en alguna comprensién de los misterios'* medida de ‘comprensin’ de os mister 3 °Si has podido entender Semin $33, 58) "Lo famamo'e insane gh, ft ontempado” Gm! pote dt hase humane 9 eee! Sean alunon, career cieny (San Agustin wensable Dios, ¢! inaprensibie ¢ 1 ence dol entminta art sino tri SOs tke ‘misterio0 6 evo prove no vo en entemotaca del hombre "Radically on ace nes Subject in knowledge and free Ff pacan, once een of any’ comprehenrtas syne redom, theory and practice, consists yee 70,500" scramentum Mundi - An Encyclopedia of cay. N. Yoru rant BREUER vew'untn Ai, Creel oi i Ve Jounal of Poicmpty, i 886), Bo ease om SOE 4 Now Catholic Encyclopedia, iba, 194 I ee es ee iscurso eligioso tendria que conformarse a las _mismas normas del discurso ciontffico sf, los que desean explicar el status peculiar de los misterios en conformidad con las exigencias de la iglesia, enfrentan la tarea de satistacer dos exigencias aparentemente contradictorias. Por un lado, los misterios deberian ser suficiente- ‘mente inteligibles como para que fuera posible atribuirles verdad o falsedad y considerarlos objetos de creencia que pudieran ser individualizados (Vlamémosla ‘ta exigencia de inteligibiidad'). Por otro lado, los misterios deberfan ser suficientemen- te ininteligibles para permitir que fueran significativamente distintos on este respecto de otras afirmaciones, especialmente aquellas que pueden ser refutadas o confirma- das por el uso exclusivo de la ‘razén’ (llamémosla ‘la exigencia de ininteligibilidad’) El éxito en tal tarea depende de la habilidad de mostrar que, al contrario de Jo que sugieren nuestras observaciones anteriores, la caracterizaci6n de algo (un ‘objeto de nuestro pensamiento') como ‘objeto de una creencia, ‘verdadero’, ‘falso', etc., no implica necesariamente que se le atribuyan también las propiedades de ‘ser totalmente inteligible’, ‘ser una proposicién’, ‘ser capaz de ser confirmado 0 Tefutado por métodos légicos 0 empiricos’, ete. Una tentativa seria de resolver el problema de la intelgibilidad de los misterios de la fe exige, por lo tanto, la Clarificacién de conceptos semantico-epistemolégicos bésicos, y aunque fracase en st meta especitica puede revelar aspectos interesantes de la epistemologia y filosofia dol longuaje de sus autores. En este articulo, analizaré algunas de las tentativas de Leibniz para resolver el problema epistemol6gico-seméntico de los misterios. Con ello espero aclarar no solamente algunos puntos de su filosofia de la religién —sobre todo la cuestion de las relaciones entre razén y fe— sino también ciertos aspectos poco conocidos de st filosofia del lenquaje, especialmente en lo que se refiere al lugar del lenguaje en el conocimienta’. Empezaré por considerar brovemente algunas soluciones contempo- réneas al_ problema, que Leibniz probablemente no acoptaria. Enseguida examinaré tres proposiciones distinles presentadas por él en diferentes periodos de su correra, de las cuales s6lo retuvo finalmente la Gltima como satisfactoria. 15 G,W, Leibniz (1646-1716) os rin dude un caso privilegiado para este tipo do est ‘Ademés de haborse dedicedo a aclorar innimeros problemas filorbticos y cieatifens, estaba Girectamente inmiseuido on las grandes controversis teolgieas do su tiempo. Durante toda st farera se dedios a la cifll tarea de ta rounificacién de las iglesias eistianas, tara en que lesorperabe un papel central, la aleraién satsfactoria del statue de los dogmas en general, ‘epecialmente de lor misteros. Lelbniz abordé por lo tanto el probloma de los misterios plenamante conciente de las exigencasteoloyicas que determinaben el cuadro de sus soluciones posible. Por otro lado, la consistencia de sv sistema filoséico exigfa que te soluién adoptads Dudiera ser intograde ‘al sistema sin crearlo.difcultadas mayores. Esto doble conjunto de ‘xgenclas garantiza Ia seriedad de sus tontativas de solucién al problama de los misterios y permite emplearlar como. un punto de partida no. convencional para el estudio db su Pensomionto, 195 Como 1a satisfaccién simulténea de las dos exigencias —la de ininteligibilidad y de Ia inteligibitidad— para la explicacion de los misterios de la fe, asf como de una parte considerable del discurso religioso, parece ser demasiado dificil y tal vez Completamente irrealizable, es natural que algunos autores tomen en consideracion. Solamente una de ellas, ignorando completamente la otra. Tal actitud puede llevar a dos tipos de posiciones unilaterales. 2.1. Algunos creyentes —principalmente, pero no sélo filésofos~ en su ardor por refutar a los que no creen, tratan de probar la verdad de cierta religién © por Io menos la verdad de algunos de sus dogmas principales (por ejemplo, la existoncia de Dios, el hecho de que Dios sea bueno, omnipotente, omnisciente, etc.). Al hacerlo, tienden a enfocar solamente lo que es inteligible y, en algunos casos, solamente 10 {que se puede probar en la religién, ignorando todo lo demas. Es decir que se destaca fl elemento ‘transparente’ de la religidn, mientras que su elemento “oculto’ se considera irrelevante, marginal o no importante. Los elementos transparentes’ son sin dduda parte de la religion, incluso para las corrientes mas ortodoxas. Constituyen el tema legitimo de una parte de la teologéa, la llamada ‘teologia natural’. Pero hay otra parte de la teologia, probablemente mas importante (por lo menos para la iglesia oficial), la “teologia revelada’, que trata principalmente de los misterios de ta fe. La tentativa de concentrarse exclusivamente en la teologia natural, a despecho de la teologia revelada, asi como el uso de los eriterios racionales de inteligibilidad y prueba, que son legitimos en la primera, también en el dominio de la Gltima, fue Considerada por la iglesia catdlica una herejia, y consecuentemente condenada® ‘Tentativas de ese tipo orean en verdad un tipo especial de ‘teligién’, una ‘religion de filgsafos, que tiene muy poco en comin con la religion institucionalizada. De ahi ‘que el rechazo del clero 9 aceptar las ofertas gonerosas de ayuda de los fildsofos en {a batalla de la iglesia contra el escepticismo, esté plenamente justificado. Porque el precio de tal ayuda nv puede ser sino demasiedo alto: cl éxito de Ia razén al refutar fl escepticismo sin duda la estimularia a dirigit su creciente apetito hacia otros objetos que escapan a su control —los primeros candidatos serian, evidentemente, los misterios de la fe @eria el tipo de religion defendido por Leibniz una ‘religion de filésofo"? No, si por esa expresion se entiende una ‘religion sin misterios’. Leibniz criticdel libro de John Toland, Cristianismo no misterioso” y atacd frecuentemente el {6 Uno tle tos eiemplos de este ipo de herlia fue fa seca dle ts Socinianos,Yundda Hor FF. Sosinos tlallecde en 1608), sue negaba, entre otros, el donma de ks inidad, por sr 7 Christianity not Mysterious, London, 1696. Uno buena descipcion del contenido del libro de aus, presupuestos “rocionalitat” #2 encuentra en Paul Hazard, La Crise de io Concince Europeenne\Pars, Bowin, 1935), parte 2, capitulo 1. Leiboiz sobre Toland: GP VI 83 [GP=C. 1. Gerhord teditor), Die Philosophischen Schriften von G. W. Leibniz, 7 toms, Bertin, 1875.90) 196 excesivo énfasis colocado sobre el lado racional de la religién por los socinianos® No debe pensarse, sin embargo, que esta critica lleve a la posicién opuesta, la que acentia los elementos ooultos de la religion y exige una separaciOn total entre teologia natural y teologfe revelada, declarando que cualquier argumento de la primera es completamente irrelevante para la segunda. Por el contrario —como eremos més adelante— Leibniz intentaré demostrar que entre la teologia natural {que se basa solamente en la razén y en la experiencia comin) y la teologia revelada (que se basa en un tipo especial de experiencia, la revelacién) no hay oposicién, sino armonia tota? Eventualmente, para defender satisfacer la exigen textremo la posieién de que hay alguna separacién de principio entre teologfa natural y revelads. Adoptaré probablemente una tosis semejante a la que Mathews denomina 1 ‘nomnaturalismo teolbgico': “a teologla natural no puede contfirmar 0 descontirmar las verdades reveladas por la divinidad’!®. Pero ciertamente no adoptaré la tesis segin la cual la teologta natural es totalmente irrelevante para la fundamentacion de la fe religiosa. Reservaré para la razén un papel particularmente importante on relacién a’ los misterios de la fe, a saber, su defensa contra ataques que pretendan probar que son autocontradictorios y’ sin sentido. Es precisamente tal papel “aunque modesto el que satisfard, para Leibniz, la exigencia de inteligibilidad juntamente con la exigencia de ininteligibitidad, Discutiremos eso més adelante. Por ‘ahora extraemos la conclusién de que, a pesar de la importancia incomparable del concepto de Dios en su filosofia, no hay razén para decir que la religion que Leibniz defiende sea una ‘religién de fildsofos', porque él no elimina los misterios de jn, sino que se esfuerza, al contrario, por atribuirles una posicién satisfac- oso y filos6fico. 2.2. Otra posicién unilateral en relacién a nuestro problema, es la posici6n ‘escéptica, Tal vez su ilustracién esté en la actitud del positivismo lgico frente al discurs0 religioso. La ducttina del carécter oculto de Dios y de la incomprensibilidad do los misterios de la fe, puede considerarse que tiene Ja funcién —entre otras— de salvaguardar los dogmas de la religi6n frente a oriticas provenientes del empleo de la zon’. Este es el motivo por el cual los defensores de la religion colocan esos dogmas ‘més allé’ 0 ‘por encima’ de la razén. Esto significa que tales dogmas no pueden ser objeto ni de una prueba (0 refutacién) légica ni de verificacién” (o falsificacion) empirica, Pero estas son, segiin el positivisme légico, las Gnicas formas segtin las cuales una proposicion puede ser significativa desde el punto de vista status especial de tos misterios y para 8 GRUA, 70 © 177; A, VI par G, Grua, Paris, 1948; A = Prousszchen Akademie der Wissenschaft 9 GRUA, 69 n. 10 G. B. Mathews, “Theology and Natural Theology”, The Journal of Philosophy, LX (1964), p. 100, 1531 (GRUA = G. Wi. Leibniz — Textes Inéaits, publiés W. Leibniz, Siimtiche Schriften und Brite, Berlin, 1973 -. Jespecificado por serie y tomo). 197 ‘cognoscitive, ya que el ‘eriterio de verificabilidad’ del positivismo logico establece que solamente poseen significacién cognoscitiva proposiciones que pueden ser vetificadas (0 falsificadas) empirica o légicamente!". Por lo tanto, al estar ‘més ald’ de la razén, los misterios de la fe ‘estarfan también ‘mas allé’ de la significacién cognoscitiva, aunque pueden todavia retener otros tipos de ‘significaci6n’, como por ejamplo, una significacién emotiva. Es decir, el enunciado de los misterios (y el discurso religioso en general) tendrfa por funcién principal el despertar ciertas femociones y orientar la accién hacia ciertas metas. Pero el tener ese tipo de ‘sgnificacién’ no otorga a tales enunciados los privilegios de aquellos que tienen significacién cognoscitiva. Los Gltimos expresan proposiciones. Como tales pueden set verdaderos 0 falsos, y pueden sor el objeto legitimo de actitudes epistémicas ‘como ‘saber’, ‘creer’, ‘opinar’, etc. Mientras que los primeros solamente despiertan ‘emociones, que no pertenecen a la clase de las cosas capaces de ser verdaderas 0 falsas (en el sentido propio) 0 de constituir el objeto de actitudes epistémicas" Algunos tedlogos y fil6sofos de la religién aceptan este tipo de critica y tratan de destacar su valor positivo. Al notar que la principal funcién det discurso religioso no es cognoscitiva o informativa, sino emotiva o directiva, ven en es0 la liberacién del discurso religioso de las exigencias de la interpretacién literal, lo que permite que su valor postico y sugestivo, ético y metaforico resplandezce sin restricciones!®, Leibniz se opone a este modo de concebir el discurso religioso tanto en su versién positiva como en su version negativa. Todo indica que ya en su tiempo hhab(a autores que defendian una teorfa emotivista del discurso religioso, porque Leibniz se refiere a “aquellos que niegan que la fe sea una opinién, esto es, tiene que ter contrastado con el tomor y la reverencia. Su argumento pataje no es completamente claro: “incluso aquellas personas —continia Leini2— si 17 Sobre ta posicion casi del postivismo layieo wn relacion al eiscuso religioso, véase A. 4. Ayer, Language, Truth and Logie, London, 1942 y A, N. Flew, "Theology snd Fatification®, en New Esays in Philosophical Theology, ed. por Flew y Melntyre, New York, 1955. Detales y diacusién sobre el “trio do veriiebilidad”, véanse en mi ensayo “Empirical Slanficence and Relevance”, Philosophie | (srael, 1971), pp. 81-106. 12 Hay que-observar que el discurso religoso, sogin esta version, desperta emociones directamente, y m0 por medio de su contenido cognosctvo, Es necetario dlatinguir culdados mente entre ‘oreclones que deseriben emaciones como "José estaba contento ayer") y oraciones cuanto al carter cognoscitivo de ls ‘eecribir un libro deseriptvo Srqumentativo. sobre ta id ‘que 10. “soprado’ es una emocion profunda que no puede ser deseripta 0 prcibide como ‘concepto’o ides 19 Véete, por ojemplo, Karl Barth y Kierkegoard. Pero tics defienden tal posieién: RM Here, “Theol (ompiledores, op. cf. pp. 99-105; J. Wisdom, "Godt Language (1st teres. pp 187-208. "V4 Commentatincule de Judice Controversiarum, 832, (A, V1, 1, 652). Véase la parte NV de este artfuto para una discusion de los pérrafos relavantes de esta obra de Leibniz. wbién algunos ilésofos nd Falsfiation”, an Flow y Melntyre A. N. Flow (compilodor), Lope and 198 son sinceras, tendrfan que tratar de explicar por qué razones tal fe es més o menos ‘aceptada”. Parece que lo que quiere decir Leibniz acé es que el hecho de que sea posible aceptar més o menos clerta creencia (tener razones en pro o en contra de flla) prueba que la oreencia tiene un elemento cognoscitivo aunque puede también tener un impacto emotive, Y esto porque ‘aceptar’ parece ser una ‘actitud proposicional’ que pertenece, por lo tanto, a la esfera cognoscitiva, ya que aceptar tuna ereencia implica que se considere verdadera una ‘proposici6n’ y, en el caso de ‘acoptacién justificada, que se la ligue I6gicamente a otras. Y todo esto no podria ser Verdad, si el discurso religioso tuviera solamente signficacién emotiva. Leibniz rechaza también la ‘teor‘a metaférica’ del discurso reli constantemente contra la interpretaci6n metaforica de los textos sagrados. Tal tipo de interpretacién puede ser tolerado, segin Leibniz, solamente cuando serfa ridfculo no hacerlo, como por ejemplo cuando “nuestro Seftor dijo que Herodes era uno raposa, clertamente lo dijo metaféricamente”!®. La base para su posicién estricta- mente litealista parece ser st tesis de que la metifora tiene valor solamente cuando hay para ella alguna paréfrasis literal equivalonte!®. Segin esta concepcién, el concepto de una ‘metéfora irreductible’ —necesario para justificar la ‘teor‘a metafé- rica’ del discurso religioso— seria rigurosamente sin sentido. sf, cuando evalda positivamente el lenguaje de los misticos, Leibniz subraya que sus metéforas Geberfan tener en diltima instancia una interpretacion literal, esto es, que no podrian ser metéforas irreductibles ya que su valor esti, para Leibniz, no solamente en su fuerza postice, sino principalmente en el hecho de que transmiten cierto contenido ‘cognoscitivo’ “Yo no estoy en contra de los mfsticos; sus pensamientos son en general confusos, pero como usan casi siompre bellas alegorias 0 imagenes conmovedoras, testo puede ser dtil para hacer las verdades més aceptables siempre que uno dé un sentido, una signficacion satisfactoria, a esos pensamientos confusos"!” Una teorfa emotivista de los misterios no puede por fo tanto ser una ‘soluci6 para nuestro problema, porque se limita a insistir en su ininteligibilidad (satisfe iendo asf la exigencia de ininteligbilidad) y niega completamente su inteligiblidad cognoscitiva (dejando asf de satisfacer la exigencia de inteligibilidad). Segin Leibniz, tuna solucién aceptable tiene que satisfacer simultaneamente las dos exigencias. Pa tal fin, ol Ginico camino abierto es el del compromiso, Examinemos ahora algunas de las formas de compromiso propuestas por Leibni “To eiatianos su significado 16 Eun’ de Théodicée, Dscours Préiminaive, 21. Pero como reala debon escuchar los polabras del texto, Y captor tanta verdad cuenta hay Tora” (Commentariuneuia de ud. Contr, 3 24) 16 Sobre la tor‘ leiiziana deta interpretacion, véase A, VI, 1, 297-40. 17 Esx9i de Théodioe, Oicours Prtiminate, § 9 (GP VI, 65), 199) 3.1. Una discusién sumamente interesante del problema de la inteligibitidad de Jos misterios de la fe se encuentra en el opisculo “Sobre el Juez de las Controversias”, escrito alrededor de 1670, pero jamés publicado en vida de LLeibniz!®, Este trabajo esté dedicado a la bisqueda de un método seguro —esto e: tun ‘Juez’ para decidir en toda y cualquier controversia. Pero su mayor pé dliscute la cuestién del “Juez! en las controversies religiosas. En general, Leibniz adopta aqui la posicién que él mismo denomina ‘textualis- ta, 0 sea, que el texto de las escrituras sagradas es el Gnico y Gltimo juez en toda controversia relativa a las "“cuestiones de fe necesarias para la salvacion”. Es preciso istinguir cuidadosamente —insiste Leibniz— entre tales cuestiones y aquellas que pueden también producir controversias religiosas pero que no son “‘cuestiones de fe” fino simplemente cuestiones de tradicién, como lo que dice respecto al matrimonio, divorcio, bautismo, ete. La decisi6n en tales casos exige solamente actuar de acuerdo 8 principios pricticos aceptados por la sociedad a la cual uno pertenece. Pero uno tho tiene que creer en ellos en forma absoluta. © sea, no tiene necesariamente que plantearse la cuestion de la ‘verdad’ de tales principios. Pero esto no es asi en lo que concieme a las “cuestiones de fe". Estas, que incluyen prineipalmente los misterios, estin muy, lejos de las preocupaciones précticas inmediatas. Su nica consecuencia “préctica” —y en verdad es una onsecuencia decisiva— proviene de su relacién con Ia salvacién: se considera que la Creencia en los principios correctos en estas cuestiones es una condicién necesaria para la salvacién. Por lo tanto, la determinacién de los principios correctos tiene que basarse en un procedimiento claro y preciso. El ‘juez’ de las controversias en estas Imaterias tiene que ser “visible infalible”, Segin Leibniz, el propio texto escrituras satisface estas exigencias, Por lo tanto, sugiere la siguiente regla: “En ‘cuestiones de fe (que son necesarias a la salvacién) uno no debe aceptar ninguna proposicién que no esté contenida en los propios términos de las escrituras”” . Uno hho debe intentar deducir del texto proposiciones de este tipo, sino més bien aceptarlas s6lo en la medida en que estén explicitamente contenidas en el texto Cuando uno adopta tal posicién textualista rigurosa, claro esté que es ‘extremadamente importante desarrollar un método filolégico para ta determinacion del texto correcto entre la multitud de traducciones, manuscritos y variantes ‘existentes. Leibniz tiene conciencia de este problema, y las observaciones que hace al respecto son sin duda una contribucién importante para ta ciencia de la filologia®. Pero no tenemos que discutir aqui Ia filologia leibniziana, porque TB Commentatiuncula de Juice Controversrum, seu Tratiné Rationis et Norma Textus (a, Vi, 1, 548558) 19 Op. cit! §7 y 512, 20 Op. cit, 56 21 Op. elt, $99-19 200 jncluso suponiendo que fuera posible determinar la forma correcta del texto, rea omos ain que enfrentar el problema de interpretarlo correctamente para poder creer en los ‘contenidos’ correctos: He aqui cémo justifico esta posicion: tener fe es creer: creer ‘es considerar (algo) 42, En ene weto, Loti india lo ecestad de sate a expendi de ini iaey Se Ste ponte tora de cur los Props oraiones¥, 0 inti anne od dn creenle®, Rechaza eta tera poaue ele 10 “cont a ces cuando, promuniamos o esucamos tales eacane, no etre come, syn chon ine it fon Ma extames,comporindonet muncor)aecmneias de sonidos uy imiars racine ee erento Gun lngut natural, Nai da cue tes Dropidades ection 9s Tere ellorxcucan (a fs cules reccionan) 0 arimales ce on aio as puck do corpora de al frme, Pot 10 : onr ean denies ‘ronan umos creenia0,"n0 odemos tee dante ta, parapet are como nal cao de fv papgwor™, Parl exit solamente Pa ntlerabe cuando to que est en goes nuesta Provia ment, al bts orion lr cass fuera una eeence eh meros “onios in, ann jee sr ombrado ero cue no putde ser coneabido: un nombre sin un oe aged. -y un signa corrasto— 0s ores Sa, ae foo, Lau iiono? den aud media pute a rer comprarion de ext oracanes er Ca? EE 22 Op. cit, $20. 23 No puedo decir st alguien propuso und te tl concepeion es may popular, sobre todo gracias & fa do exe tipo en ol siglo XVI, pero hoy ‘obra de WV. Quine 24 Commanttvncu! 822 ! aorta ve encunta en un an Int de, gains compas por eit cis ora ii, Cements (167-21. “MIN eq nominate, hie is frosemen sine are mente soni” (A, VI, 2 87. 201 3.3. La respuesta ents curtin stn depend dl sentio del temino “verdadero! aus oz nn potion canal on Wao tbo encore” Aswan si bs clon tne cocina ved athe dao, qe asa re Sere erodo (1669-1672). Consideraba que Sia vate eine a ea See ot dl uso corect"™, Ho agul don tnmusccnce sein enc “Verdadero es aquelio que Seder", Puede ser clara y distintamente sentido (puede ser "Una orcin es verdeder cuand ‘ una sposcn correcta del periiontey del ass, Pron a tows de Para aclarar estas definiciones see iciones tomemos el ejemplo empleado por el propio “La ern ‘ome et a ao dl Tbe verdad pore, pr pec 0 Que cad, solo weston el percent yo mao estén en la relacién jane que no sr ciego ¥sordo,y el medio sone que sr dematio gre S xo cure yo estoy en Rootes oe 2, 48 coneluye que on une sola mirada vré la eluded y a! Ho, me don cuenta de que esta ciudad esté al lado. Tams et iu et a ado de aa ro, y escuchar qu a cluded se En otras pars, In ocin et vedere porque un cbsertor ‘norma, condones “ore de obra, sera cops‘ trina samen an ayuda de ws satdov que fo ae dermal feaente ce Per » como indica el ejemplo de Leibniz, no es suficiente que el obser, a cy slot pare sus orl. Cen alien escuch que aquls cada, por sepa ster‘ rd iment sense an 9 i os : 6 eso: a ensucha ina secuncia de sonidos ye Roa oan Pertenecient ala clase de as pulabras er caellano (yen summa eae imagen acistica eorrespo ji gen acist spondiente); b) ve cierto objeto y Io identifica como portene- 26 “Prelacio sa eden el As del Antibarbars dM, Ni ‘prc de ta det de verda een 31 naa ‘signiticativamente de la definicién jeibniziana condcida de eoneepciin “anal de ln ved, Sogn To uel une presi ‘oncspto del predzado ets contenido" enel concep 27 La. primera formutacion (“Verum est quicquid clare dstncteque vnsibite est (pee otest)"} estd en ta mencionsda lista de definiciones (A, VI, 2. 403). La sogunde (Vane oy oratio quae sentionte et medio rect is z gre, i positosentiewr"l, n’el “Prefacio a Nizolius” (A. VI ae (A, VI, 2,40). Entre eon Ademd liens rn. aire oa ‘ta proponicin es verdes sh t0 del sujeto, ae facio a Nizollus”, foe. ct. 202 ciente a la clase de las ‘ciudades’ (y en su mente se forme una imagen visual Correspondiente); c) sabe como conectar la imagen acistica con la imagen visual, por medio de las relaciones seménticas “nombre de" 0 "se refiere a”. Una descrip Gin semejante, que esté lejos de ser completa, se aplica también a los demés ‘Componentes de la oracién simple ‘Roma esti al lado del Tiber’. Es claro, por lo tanto, que la ‘sensacion’ mencionada en la definicién de verdad de Leibniz, se refiere no solamente a los sentidos “externos' sino también 2 ‘operaciones mentales’ como ‘conocer cierta relacién seméntica’, ‘entender una dafinicién’, etc2, La posibilidad de determinar el valor de verdad de una oracién depende de la capacidad de ejecutar tales operaciones. Y més particularmente de la apacidad de ‘sentir’ (esto es percibir, comprender) el significado de cada uno de los componentes de la oracién, asf como de su modo de composicion. Esta vs la razén por la cual “es imposible percibir la verdad de una proposicién si los significados de {us palabras no son elaramente percibidos”. Si uno tiene en cuenta que en el mismo texto Leibniz dice que “una oracién es clara si los significados de todas sus palabras son conocidos por lo menos para aquel que presta atencion”, es necesario conclult ‘que para considerar que una oracién es verdadera (esto es, para poder creerla) ol Significado de la misma tiene que ser clara y distintamente comprensible™ Por lo tanto, parece que si la “més verdadera definicin de la verdad” se aplica no solamente al discurso cientifico ¥ filos6fico sino también a religioso, uno tiene que concluir que tal discurso debe ser en principio claro y distinto, esto es, ‘que no puede haber en él lugar para ‘misterios. Pero, ées esta conclusién realmente ecesaria? 2No serfan las definiciones de Leibniz capaces de preservar la ininteligi- bilidad esencial de los misterios, y, al mismo tiempo, permitir la aplicacién legitima 2 ellos de las expresiones epistémicas ’S cree que p' o ’S considera que p es Verdadera’? Examinemos un poco més de cerca las definiciones de estos conceptos. 4. Nuestra discusién no ha tomado suficiememente en cuenta todavia une distincién importante en las definiciones lelbnizianas. Se trata de la distincién entre ‘comprension posible y actual de una oracién deda. Aunque lo definicién de verdad hable de lar sensaciones de un observador, tales sensaciones son mencionadas en 1a definicién solamente como parte de condicionales de ta forma: “Si tales y tales ‘observaciones son efectuadas bajo tales y tales condiciones, entonces ellas product rin tales y tales resultados”, La oraci6n p es verdadera, de acuerdo a la definicién, fi'y s6lo si el eondicional de esa forma, correspondiente ap, es verdadero, Pero la 20 En efecto, en ese period de su carrera (y también més tarde, Leibniz usvalmente da «al término ‘sentsct6a’ un sentido amplio que inclvye los ‘sentidos externos, el ‘sentido comin’ 4 ie fhamacion interna’ e inmediata que tenemos de nuestras actividades ‘mentaas (A, VI, Yot-ooy. El hecho de que emplee este sentido amplio del témino en su definici6n de a verde tr todavia, més evidente en su s2gundo ejemplo de oplicaién Teoma uno. puede “sent” la verdad. de una proposicién abstacta del po “un nimero ‘visible por dos es un adoro pa’ '90 “Prefacio a Nizolus” foc, cit, He aqut ova formulacion de Ia definici6n de ‘elariad’, del mismo parfodo? “clritas est notitia omeium partum cognii” (A, VI, 1, 457) 203 verdad de tal condicional no depende de la ejecucién actual por parte de alguien de las observaciones descritas en é1, puesto que sblo firma que si las observaciones son jecutadas los resultados serén de un cierto tipo. Entenderemos mejor la distincién en cuestién, si comparamos la definicién de verdad, formulada en términos de ‘percibirfa’ (esto es, en términos de percepcion posible},con Ia definicién de certeza formulada en términos de ido" (0 sea, percepcién actual “Cierto es aquello que es clara y distintamente percibido” 3! Es evidente que tal definicién no es completa. Pues es natural preguntar: cierto para quién? Lo que es cierto para Juan puede no ser cierto para Pedro. En otras palabras, la nocién de certeza es una nocién epistémica. Atribuir certeza a alguien con respecto a una proposicién p es describir el estado, tipo 0 modo de su ‘conocimiento de p. Una formulacién lingifstica mejor para este concepto seria, 'S tiene certeza de que p’. La definici6n de Leibniz puede entonces ser reformulada como: S tiene certeza de que p si y sélo siS percibe p clara y distintamente, Al contrario de la certeza, la atribucién de la verdad a una oracién o proposicién no exige la atribucién de una propiedad o estado a un sujeto en particular. La verdad de una proposicién depende solamente de la relacién entre ella ¥ la realidad, y no de las sensaciones o conocimiento de este o aquel sujeto. En este sentido, ‘p es verdadera’ no pertenece a la familia de expresiones epistémicas que describen ‘actitudes, proposicionales’ como ‘S tiene certeza de que py ‘S sabe p','S cree que p' Por otro lado, ‘S considera que p os verdedera’, que os ol anslisis propucsto por Leibniz para ‘S cree que p’, pertenece sin duda a esta familia, ya que es una fexpresién que describe (en los casos relevantes para la presente discusién) si no una ‘actitud proposicional, por lo menos un estado epistémico. éCudl es su lugar en esta familia? Si uno considera los conceptos epistémicos como ordenados en una ‘inica escala, segtin sus ‘grados de fuerza’ —como sugiere por ejemplo Platén—entonces es posible decir que “S tiene certeza de que p’ ocupa tal vez la més alta posicién en festa escala, mientras ’S considera que p es verdadera’ ocupa una posicién més baja. Pero tenemos que ser més especiicos, porque queremos saber cual es la cantidad de 231 “Cortum est quicquid clare distincteque zentitur” (A, Vi, 2, 99), Noted ta diferencia ‘rainatial entre el indicative sentitur de esta detiniclén y ot subjuntivosentinur de le deinilén Se verded, 2 Leibniz habia estudiado con culdado les expresiones modslas epistémicas, Wbaleas ¥ omolégicas, Indicando tanto diferencias como semejancas.en su comportamiento. Véase mi it de doctorado Aspects de fa Sémiologe de Leibniz, erusalén, 1972, pp. 105-11 204 propiedad particular (la ‘cantidad de comprensibilidad’ dep) las exigencias que se “ “La certeza —dice Leibniz— es nada més que /a claridad de la verdad”? . O- 35. Comentando el problema que formuld en el pirrato 20, ya discutido anteriormente, Leibniz declara que “este es un problema muy diffe’, y continda: vipero puede ser reivelto como sige, No et slampre neceario, para ia f, ave eens te erdadero un sentido particular de ts palabras. Bast que ease sql sentido, y que no Wo rechacemos postivement, sino que cara jo dud aun si nos ineinamos hacia algin oto (sent). Esto, 1 aaa gue cream, ante todo, due, se Yo que fuer fo que ests contenido a ecu ce wardedoo, sto. oe clramanta 10 que oaure en los tution "en tos cuales priticn no vara, evlquire qu se fnamente el rein ambargo, le mente no dee str expuesta meramente. 9s aoeateamso un papanaye. Debera ol conrario~ perebir agin significado, cane, fueragoetal y confuse, , por ast deco, dayuntve, como en 18 pereepcion de un campisino 0. cuaquler otra pasona contin, de eunquir psuntotwoico"™, 1 ion aqut propuestaeparentemente significa que uno puede crer en P, esto of conara que ex verdaders, ineliso xno sabe qué propostién ep. La aa cara par eta que el sujto sepa o pleae en aquel momento ago aoe ae Ene. vat’ pucde ser, por ejemplo, el conocimiento, de que Ps 38 "Prefacio # Nizolius, 10. cit, “Lista do definiciones”, fo. ft ‘34 Commentatisneule, § 24-2 205 ‘encuentra en las esrituras, 0 la creencia de que p es esencial para cirtas ceremonias religiosas que no cambian de generacién en generacién, o la formacién de ciertas imagenes en su mente, o —y éste puede ser el mejor caso posible con respect a los isterios— a comprensi6n de los conceptos que componen p pero sin comprender la forma por la cual ellos se combinan en p%. La satisfaccién de tal exigen garantiza que la mente del creyente no esté vacia cuando escucha o pronuncia p, Porque habré. siempre algin contenido ante el ‘ojo de su mente’ y no merat palabras. Y més atin, tal contenido seré relevante con respecto ap en cierto sentido, ues se trata de algin pensamiento acerca de p. Sin embargo, como es posible pensar acerca de p de éstas y de muchas otras maneras sin saber claramente qué es , uno puede decir sin contradiccién que “la fe de la mayoria de los crstianos Consiste_y siempre consistié en la aceptaci6n de proposiciones que no son comprendidas". Es posible mantener tal posicién, pero solamente si uno acepta la tesis de que saber lo que es,9 no es una condicién necesaria para creer que p 0 para con: siderar que p es verdadera. Leibniz parece convencido de tal tsi, y no solamente en el campo del discursoreligioso sino también en la filosoffa y la ciencia. En otras palabras, cree que tal propiedad (el no ser necesario saber qué proposicién es p) es una propiedad ‘general del uso de las expresiones y conceptos epistémicos 'S cree que p” y ‘S considera {que p es verdadera’'y no algo peculiar a'su uso en el contexto de los misterios de la te” En realidad, me parece que tiene razén al decir esto, y que es posible por lo menos ofrecer dos reconstrucciones satisfactorias de la posicién defendida por ‘Leibniz. Sin embargo, quedard también claro que ninguna de estas reconstrucciones ser capaz de resolver el problema de la inteligibilidad de los misterios. 35 "...s1 uno pregunta a un campesino si eee que Dios existe, se rebslaré ante tal dude Y i uno le pregunta qué os fo que él llzma ‘Dios’, no se mostraré menos sorprendido con tl preyunts, suru aditrd tinaimente que Jamas se. preocupo por 10 que s0 entiende con It palabra ‘Dior’, y que siempre lo bart con repeti aquela orseién con agin significado confuse [tribuido a te palabras, Imaginando @ Dios en forma variable, 0 como un hombre grande y sabio (0 como algo distinto” lop. et. 330). 36 0p. cit, fc. cit 37-“...La_mayor parte de los hombres tions solamente une comprension equivoca ‘confusa de fos téeminos quo figuran en proposiciones que Watan de asuntorteéricos. Pero ain rds significatvo y admirable es el hecho de que’ todos lor eecolsticos, empezando por ‘AistOtoes, emploan el témino ‘caus’ on las expresiones ‘causa materi’, “causa formal’ “causa ficient" y “cause tial. Sin embargo, ni Arist olstico aiguno, en sums, nadie ‘xplledjamés To. que significa ‘caura” cuando ee to. Por 0 tanto, bistanos compronder ls. nto comprenden los sicoldsticor el axioma Corractamenta sobre lat causa, ereyendo que no necsstaban Un significado mds dstinto para palabra, es igusimente luna comprensiGn més dstnta doe 206 3,6. Primeramente, consi (1) Juan cree que el actual presidente de los EE.UU. tiene que asumir la responsabilidad por los actos de sus ayudantes principales. De acuerdo con (1), hay una cierta proposicién (p = el actual presidente de los EE.UU. tiene que asumir la responsabilidad por los actos de sus ayudantes prin- ipales) que es el objeto de la creencia de Juan, y uno puede decir que Juan festé en una relacion ‘directa’ con ella, Con esta expresion quiero indicar que p es parte del sistema de creencias concientes de Juan. Una buena forma para averiguar si esto ocurre de hecho, es preguntarle a Juan: (2) Cree Ud. que el actual presidente de los EE.UU. tiene que asumir la responsabilidad por los actos de sus ayudantes principales? i isposicién para contestar Si su respuesta es positiva, esto es, si él demuestra una disposicién ps positivamente @ preguntas de este tipo, entonces es posible decir que p es parte del fistema de creencias concientes de Juan y que hay una relacién directa entre Juan y Cuando la relacién entre Juan y el objeto de su creencia, p, es directa, uno puede en general decir que Juan sabe qué proposicién es p. Pero uno tiene que istinguir entre diferentes grados posibles del conocimiento que tiene Juan de p, Porque suponiendo, por ejemplo, que (3) El presidente es Richard Nixon, si preguntamos a Juan (4) 2Cree Ud. que Richard Nixon tiene que asumir la responsabilidad por los actos de sus ayudantes principales? , 41 puede contestar “st” 0 “no” y no habré ninguna razén si él contesta “no'”— para acusarlo de inconsistencia, La causa de esto es que solamente si Juan tiene Conocimiento de (3) uno puede conecluir en base a (1) y (3) la siguiente proposicion: (6) Juan cree que Richard Nixon tiene que asumir la responsabilidad por los ‘actos de sus ayudantes principales. Pero Juan puede perfectamente no saber (3), y por lo tanto no hay ninguna ineonsistencia en su sistema de creencias, cuando ese sistema puede ser correcta: ‘mente deseripto por la conjuncion de (1) y (6): 207

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