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Se trata de un fragmento de un real decreto promulgado el 1 de octubre de 1823, aunque hecho

público en la Gaceta de Madrid seis días después. Su autor es individual, ya que es obra del rey
Fernando VII y el destinatario, público, es el pueblo español. Además estamos ante de una fuente
primaria y podemos decir que es de un texto histórico jurídico puesto que se trata de un decreto real,
de contenido político.
La idea principal del texto es la anulación de la obra legislativa y todas las actuaciones del trienio
liberal por parte del rey, restableciendo la monarquía absoluta.
Las ideas secundarias se distribuyen a lo largo del texto en tres partes diferenciadas: En la primera
de ellas, de la línea 1 a la 6, Fernando VII justifica la eliminación del régimen liberal, acusando de
traición, de violencia y de ilegítima la revolución del general Riego. En la segunda parte, de la línea
6 a la 10, el rey pone de relieve el apoyo popular y la ayuda militar que le prestan parte de las
naciones europeas para volver a restaurar los principios absolutistas, y alude a su incapacidad de
decidir en la etapa del Trienio Liberal. Tras esta justificación, de la línea 11 a la 18, el monarca abole
los principios y reformas del liberalismo recogidos en la Constitución de Cádiz.

Podemos enmarcarlo en el contexto de la Restauración monárquica en Europa tras la caída de


Napoleón y en el marco de las revoluciones liberales de 1820. En España, tras los años de la Guerra
de Independencia (1808-1814) durante la cual se promulga la Constitución de Cádiz de 1812,
Fernando VII es instaurado en el trono iniciando un periodo de seis años en los que vuelve a
restablecer el Antiguo Régimen. En 1820, el coronel Rafael del Riego encabeza una revolución
triunfante desde Las Cabezas de San Juan (Sevilla) y Fernando VII acabó acatando la Constitución
de 1812.
Comienza así el Trienio liberal (1820-1823), que asistiría a la división dentro de los liberales en
moderados y exaltados. Durante este período se intentó culminar la obra de Cádiz: supresión de
mayorazgos, señoríos, ley de Supresión de Monacales, restablecimiento de Milicia Nacional… pero
la hostilidad absolutista fue constante, prueba de ello fue la sublevación de la Guardia Real o la
Regencia de Urgel, ambas sin éxito. Finalmente la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis,
de acuerdo con la Santa Alianza, provocó que en 1823 Fernando VII recuperase el poder absoluto
iniciando la década ominosa (1823-1833). En este último periodo, el monarca, hostil a los liberales,
combinó represión y posibilismo, lo que implicó algunas reformas fiscales que no contentaron a los
defensores del Antiguo Régimen, como se vio en la Revuelta de los Malcontents; pero tampoco a los
liberales, con movimientos insurreccionales sin éxito, como el de Torrijos. Fernando VII anuló la
Ley Sálica en 1830, que prohibía reinar a las mujeres para dejar como sucesora a su hija Isabel,
privando del trono a su hermano Carlos María Isidro y naciendo así el carlismo, que enfrentó a
absolutistas y liberales isabelinos durante todo el siglo XIX.

Como conclusión diremos que esta fuente es de gran importancia para comprender el absolutismo
monárquico de principios del siglo XIX y nos ayuda a conocer, de manera subjetiva, cómo afectó el
liberalismo político a un monarca absoluto. La abolición de los principios del liberalismo durante el
reinado de Fernando VII, puso de nuevo en marcha las bases del Antiguo Régimen, aunque no por
mucho tiempo, ya que con Isabel II asistiremos a la construcción del Estado liberal.

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