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MARIQUITA SANCHEZ DE THOMPSON

Nació el 1 de noviembre de 1786, con el nombre de María Josefa Petrona de Todos los Santos
Sánchez de Velazco y Trillo, pero fue conocida como Mariquita Sánchez. Hija única de una de las
familias más acomodadas y prestigiosas de la época, recibió una educación con los mejores
maestros de ese tiempo. Como todas las niñas de alta cuna, aprendió cultura general, artes,
música, idiomas y buenos modales, y logró una formación envidiable.
Con los años, ganó cierta popularidad en los círculos intelectuales, con las tertulias que se
realizaba en su casa. Allí se relacionó con representantes de la Generación del 37, el
movimiento intelectual que fundó el Salón Literario en Buenos Aires, al que adhirieron distintas
personalidades como Domingo F. Sarmiento, Esteban Echeverría, Bartolomé Mitre, Vicente F.
López, José Mármol y Miguel Cané, entre otros.

Mariquita y el Himno Nacional: Se dice que allí mismo, en su casa, se interpretó el Himno
Nacional Argentino por primera vez. Se trata de un momento cuando comienzan a representarse
los símbolos patrios. El Triunvirato de entonces entendió que existía la necesidad de una canción
oficial. A partir de su sanción, el 11 de mayo de 1813 por la Asamblea del Año XIII, el encargado de
la composición fue el diputado Vicente López y Planes.

Mariquita: mujer empoderada: En contra de lo que se esperaba, fue una mujer con gran
personalidad y opinión propia, sobre la historia, el país, el futuro, el amor. Tenía catorce años,
cuando se enamoró y comprometió con su primo, Martín Thompson. En ese momento, regía
la Real Pragmática sobre Hijos de Familia, la cual establecía que los hijos de “blancos”
menores de 25 años solo podían casarse si contaban con el consentimiento de sus padres o
tutores. Ella no lo tenía: sus padres deseaban casarla con un comerciante rico. En esos
casos, los más pudientes, podían acceder a los “juicios de disenso”, mediante los cuales la
pareja intentaba conseguir el permiso. El procedimiento jurídico que llevó a cabo Mariquita
fue uno de los más resonados de la época.
Luego de 13 días de juicio, finalmente logró su matrimonio. Tuvieron cinco hijos: Clementina,
Juan, Magdalena, Florencia y Albina. Martín Thompson fue primer capitán de puertos de las
Provincias Unidas del Río de la Plata. Murió en altamar en 1819. Unos años después, Mariquita
contrajo nuevas nupcias con Washington de Mendeville, un francés muy cuestionado por sus labores
diplomáticas en el exterior. Con él tuvo tres hijos, Julio, Carlos y Enrique, pero una pareja infeliz.
Mariquita Sánchez también tuvo una formada opinión sobre la situación política y económica
de la región en la que le tocó vivir. Si bien forjó una relación desde niños con Juan Manuel de
Rosas, a través de un conocido en común, los intelectuales con quienes se rodeaba en las tertulias
de su casa fueron todos opositores. Muchos, para evitar la persecución, se exiliaron en distintas
partes, incluida Mariquita, quien se estableció en Uruguay en 1837. Desde allí, nunca dejó de
escribir ni de exponer su punto de vista.
A su vuelta, participó de la sociedad de beneficencia y continuó luchando con un espíritu
independentista, feminista y liberal, en contra de muchos de los principios culturales establecidos
en la región rioplatense de fines del siglo XIX. Juan Bautista Alberdi escribió sobre Mariquita: “Fue la
personalidad más importante de la sociedad de Buenos Aires, sin la cual es imposible explicar el
desarrollo de su cultura y buen gusto".
Murió el 23 de octubre de 1868, pero a 150 años de su fallecimiento, la historia comenzó a
reivindicar a muchas de estas pioneras que, como ella, expusieron su mirada en un mundo de
hombres. Y aún desde el lugar que le asignaron, batallaron a favor de la igualdad, la inclusión y la
oportunidad de construir un mundo, tal vez, un poco mejor.
Mariquita Sánchez se convirtió en una “referente” inevitable de las mujeres de la elite rioplatense.
Partidaria de la independencia, en una suscripción de 1812 promovida por el Triunvirato para pagar
armas venidas de Estados Unidos, acaudilló a un grupo de damas vinculadas a la Sociedad
Patriótica dirigida por Bernardo Monteagudo, que adhirió e hizo publicar en la Gaceta un llamado
que expresa, a la vez, los cambios y las continuidades que se vivían en los tiempos revolucionarios.

Como “vecina” de los sectores más pudientes en tiempos “ilustrados”, Mariquita tuvo acceso a la
educación y las lecturas, sin necesidad de convertirse en monja, como hubiera ocurrido en épocas
anteriores. No cabe duda de que supo sacarles provecho, y sus cartas, recuerdos y demás escritos
muestran una personalidad excepcional.

Así, esta mujer, que participó activamente de los acontecimientos políticos y literarios de aquellos
años, que opinó y entabló polémicas sobre diversos temas, estuvo en boca de cuanto diplomático
pisó suelo porteño, y con el correr de los años se convirtió en una verdadera embajadora
rioplatense. Falleció a los 81 años, el 23 de octubre de 1868.

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