Esplendor de la Orden Franciscana, ejemplo de virtud, espejo de santidad, refugio de los afligidos y médico celestial, que das vista a los ciegos, salud a los enfermos y vida a los muertos. Te suplico Santo mío te dignes admitirme por uno de vuestros siervos y ruegues a la Divina Majestad me asista siempre con sus auxilios, o para salir de la culpa si estoy en ella o para perseverar en la gracia. Alcánzame también Santo mío entera salud y la gracia especial que te pido en esta oración (pedir la gracia) si conviene para la gloria de Dios y bien de mi alma o si no, una perfecta resignación a su Divina Voluntad. Amén. LA HISTORIA DE SAN BENITO San Benito de Palermo fue el renombrado líder laico de los Hermanos Franciscanos en Palermo, Sicilia, en el siglo XVI; a pesar de ser analfabeto e hijo de padres africanos esclavizados. La humildad piadosa de Benito, su generosidad compasiva, así como su perspicacia espiritual y sabia atrajeron tanto a los simples como a los poderosos de toda Italia a buscar su consejo. Fue canonizado en 1807 y más tarde nombrado santo patrón de los afroamericanos. Benito de Palermo nació en Sicilia, de padres que fueron llevados de África y luego se convirtieron al cristianismo. Obtuvo la libertad a los 18 años debido a la ardua labor y lealtad de sus padres. Trabajó como jornalero, gastando regularmente su dinero en comida para los pobres y su tiempo libre cuidando a los enfermos. A menudo acosado por su raza y antecedentes, Benito mantuvo su dignidad y actitud amistosa. Reconociendo su fuerza espiritual e integridad, el líder de un grupo de ermitaños que vivían cerca lo invitó a unirse a ellos para imitar la vida de San Francisco de Asís. Benito regaló todas sus posesiones, se unió a los ermitaños como cocinero y de mala gana se convirtió en su líder a los 28 años. En 1564 se unió a la Orden de los Frailes Menores de la Observancia, cuando se ordenó a las comunidades independientes que se unieran a las órdenes religiosas establecidas. Como cocinero en el convento franciscano, Benito aparentemente siempre tenía suficiente comida, a pesar de los recursos limitados. Cuando sus superiores se dieron cuenta de la profundidad de su comprensión sobre la compleja teología y las Escrituras, fue nombrado guardián de la comunidad. Benito dirigió con éxito la orden en el regreso a una versión más estricta de la regla franciscana. Al final de su vida, Benito pidió retirarse a la cocina donde reanudó la alimentación de los pobres, el cuidado de los enfermos y el asesoramiento de los poderosos que venían de visita. Murió a los 63 años, el 4 de abril de 1589. La tradición sostiene que murió a la misma hora que había predicho.