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Análisis Crítico de Discurso desde el Enfoque Histórico: La construcción de


identidad(es) latinoamericana(s) en la misión de Naciones Unidas en Haití
(2004-2005)

Chapter · January 2014

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José Manuel Ferreiro Gómez Ruth Wodak


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Análisis Crítico de Discurso desde el Enfoque Histórico:
La construcción de identidad(es) latinoamericana(s)
en la misión de Naciones Unidas en Haití (2004-2005)1 2

José Manuel Ferreiro


Ruth Wodak

Resumen

Desde el año 2004 existe una misión de paz de Naciones Unidas en Haití. Inicialmente, esta
misión fue liderada y compuesta, principalmente, por países latinoamericanos. Aunque
existen algunas investigaciones sobre esta misión, el elemento de la identidad
latinoamericana no ha sido explorado, especialmente desde una perspectiva del Análisis
Crítico de Discurso. Este capítulo tiene como objetivo dar cuenta de la construcción
discursiva de identidad(es) latinoamericana(s) dentro de dicha misión, por medio del
análisis de extractos de entrevistas a sus líderes. De esta manera, investigamos las
estrategias discursivas usadas: cómo se posicionan a sí mismos y su identidad
latinoamericana en el contexto de la misión. Los hallazgos muestran que la identidad
latinoamericana está lejos de ser un concepto coherente y que, más bien, se construye a
partir del contraste con Estados Unidos en el marco de una lucha de poder.
El siguiente capítulo está divido en tres secciones principales. En la sección I
intentaremos presentar brevemente el Análisis Crítico de Discurso (ACD) entregando un
resumen de su historia, principales conceptos y elementos compartidos. En la sección II
describiremos el marco teórico de nuestro enfoque sobre las misiones de paz, la
construcción de identidad y la identidad latinoamericana. Finalmente, en la sección III
contextualizaremos brevemente nuestra investigación, presentaremos el marco analítico
utilizado y lo aplicaremos en algunos extractos de entrevistas a los líderes de la Misión de
Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH).
Este capítulo es parte de un proyecto de investigación doctoral en curso sobre la
construcción discursiva de la identidad y sus estrategias de legitimación en la MINUSTAH.

I. Análisis Crítico de Discurso: Origen, Conceptos y el Enfoque Histórico del Discurso

1.1 Introducción

Desde su comienzo, a fines de los años ’80, el Análisis Crítico de Discurso (ACD) (o
Estudios Críticos del Discurso [ECD]) se ha transformado en un campo consolidado al
interior de las ciencias sociales. El ACD no puede ser entendido como una disciplina
académica propiamente tal, es decir, en el sentido tradicional ―con un conjunto fijo de
teorías, categorías, supuestos o métodos de investigación. El ACD puede ser visto como un
1
Este capítulo es parte de un proyecto de investigación doctoral en curso sobre la construcción discursiva
de la identidad y sus estrategias de legitimación en la MINUSTAH.
2
Quisiéramos agradecer los valiosos comentarios y sugerencias de Camila Cárdenas para la redacción de
este trabajo. Como es de esperar, cualquier error es exclusivamente nuestra responsabilidad.

1
programa de investigación orientado a problemas, conteniendo una variedad de enfoques,
donde cada uno de estos conlleva supuestos epistemológicos propios, con diferentes
modelos teóricos, métodos de investigación y agendas. Lo que unifica todas sus vertientes
es un interés compartido por las dimensiones semióticas del poder, la injusticia y el cambio
político-económico, social y cultural en nuestras sociedades en un mundo globalizado y
globalizante. Las fuentes del ACD están en la retórica, lingüística de texto, sociología,
antropología, filosofía, psicología social, ciencias cognitivas, estudios literarios y
sociolingüística, como también en la lingüística aplicada y la pragmática.
Como punto de partida, sugerimos la siguiente definición-marco para todos los
enfoques:3

En general, el ACD está caracterizado por una serie de principios: por ejemplo, todos los enfoques
están orientados a problemas y por lo tanto, son necesariamente interdisciplinarios y eclécticos. Más
aún, el ACD se caracteriza por el interés común en desmitificar ideologías y poder a través de la
investigación sistemática y retroductible4 de datos semióticos (escritos, hablados o visuales). Los
investigadores en ACD también intentan hacer sus propias posiciones e intereses explícitos, mientras
mantienen sus respectivas metodologías científicas y se mantienen auto-reflexivos de su propio
proceso de investigación.

Por supuesto, podríamos citar diversas definiciones del ACD aparecidas en artículos
de resumen, manuales o introducciones al ACD, las cuales obviaremos por razones de
espacio5. No obstante, cabe señalar que la diferencia significativa entre los Estudios de
Discurso y ACD/ECD reside en su enfoque fundamentalmente interdisciplinario. El ACD,
por lo tanto, no estudia una unidad lingüística per se, si no que ésta en relación con
fenómenos sociales, los cuales son necesariamente complejos y, en consecuencia, requieren
un enfoque multi-/inter-/trans-disciplinario y metódico. Sus objetos de investigación no
tienen que estar necesariamente relacionados a eventos, experiencias sociales, políticas
negativas, excepcionalmente ‘graves’. Éste es un malentendido frecuente acerca de los
objetivos del ACD y del concepto ‘crítico’, el cual, por supuesto, no significa ‘negativo’
como en unas de sus acepciones de sentido común (Chilton, Tian & Wodak, 2010).
Cualquier fenómeno social es susceptible a la investigación crítica, es decir, a ser
cuestionado y no dado por supuesto.

3
Fairclough y Wodak aportan una lista de los ocho principios del ACD (1997) que continúan siendo
relevantes. (ver también Fairclough, Mulderrig & Wodak, 2011). A pesar de algunas reformulaciones a dicha
lista, los principios medulares que se han mantenido estables durante los años son que: el ACD aborda
problemas sociales; las relaciones de poder son discursivas; el discurso constituye sociedad y cultura; el
discurso opera ideológicamente; etc.
4
‘Retroductible’ es una traducción del término alemán nachvollziehbar. Significa que en las Humanidades
y Ciencias Sociales (y en la investigación cualitativa en general), no podemos someter a prueba hipótesis
como en el paradigma cuantitativo. En contraste, el análisis cualitativo debe ser transparente, las selecciones e
interpretaciones justificadas y las posiciones de valor hechas explícitas. En este sentido, los procedimientos y
significados de los análisis cualitativos se mantienen intersubjetivos y, por lo mismo, también pueden ser
sometidos a cuestionamientos.
5
Cfr. Coulthard y Caldas-Coulthard, 1996; Fairclough, Mulderrig, & Wodak, 2011; Fairclough y Wodak,
1997; Fairclough, 1992a, 1992b, 2010; Forchtner, 2012; Fowler, Hodge, Kress, y Trew, 1979; Keller, 2011;
Le y Short, 2009; Locke, 2004; Machin, 2012; Van Dijk, 2008, 2012; Van Leeuwen, 2006; Van Leeuwen,
2005; Weiss y Wodak, 2007; Wodak y Chilton, 2005; Wodak y Meyer, 2009; Wodak, 2011a, 2011b; Young y
Harrison, 2004.

2
1.2 Principales conceptos: Discurso, Poder, Ideología y Crítica

El ACD nunca ha intentado ser o proveer una teoría única o específica. De hecho, Van Dijk
ha llamado la atención sobre “la falta de teoría sobre las normas y principios de su [del
ACD] propia actividad crítica” (2008, p. 823)6. Más específicamente, lo que se requiere, de
acuerdo a Forchtner, es una “elaboración extensiva del porqué la crítica de uno es
particularmente confiable” (2011, p. 2). Como bien sostiene Van Leeuwen: “los analistas
críticos de discurso se involucran no sólo con una variedad de paradigmas analíticos de
discurso, sino que también con teoría social crítica. En trabajos más recientes las teoría
social puede incluso dominar sobre el análisis de discurso” (2006, p. 234). Parece ser el
caso de que son necesarios debates mayormente diferenciados y una mejor justificación del
por qué una teoría social particular podría prestarse para propósitos de análisis discursivo,
sin combinar o integrar enfoques contradictorios (véase Weiss & Wodak, 2007).
Con respecto al prominente concepto ‘ideología’ Van Dijk, por ejemplo, entiende las
‘ideologías’ como ‘visiones de mundo’ que constituyen la ‘cognición social’: “complejos
esquemáticamente organizados de representaciones y actitudes referentes a ciertos aspectos
del mundo social’, e.g. ‘el esquema […] que los blancos tienen sobre los negros, que podría
contener la categoría de “apariencia” (1993, p. 258). Fairclough, por otro lado, tiene una
visión de la ideología más marxista, en la cual las ideologías son “construcciones de
prácticas desde perspectivas particulares […] que ‘ponen en orden’ las contradicciones,
dilemas y antagonismos de prácticas en formas que concuerden con los intereses y
proyectos de dominación” (Chouliaraki & Fairclough, 1999, p. 26). No obstante, tales
desacuerdos no han llevado a una ninguna división significativa dentro del campo;
enfoques y epistemologías tan distintas normalmente potencian debates constructivos y
nuevos desarrollos.
Entonces, lo que une al ACD y sus analistas no es una metodología restrictiva y
dogmática, ni menos una ortodoxia teórica, sino más bien, grandes objetivos comunes,
radicados en la crítica y el cuestionamiento de los discursos hegemónicos, textos y géneros
discursivos que re/producen desigualdades, injusticias, mistificación y opresión en las
sociedades contemporáneas. Los investigadores del ACD también cuentan con una variedad
de enfoques gramaticales. De esta forma, cualquier crítica al ACD debiera siempre
especificar a qué investigación o investigador se refieren. Es por esto que sugerimos usar la
noción de programa de investigación, el cuál muchos investigadores consideran útil y con
el cuál se pueden identificar. Este programa o conjunto de principios ha cambiado con el
correr de los años debido a nuevos desarrollos en el ACD y en las ciencias sociales en
general (Fairclough & Wodak, 1997; Wodak, 1996, 2011a).

1.2.1 La noción de Discurso

Las nociones de texto y discurso han estado sujetas a un proliferante número de usos en las
ciencias sociales. Casi no existen artículos en los que no se revisen estas nociones, citando
a Michel Foucault, Jürgen Habermas, Chantal Mouffe, Ernesto Laclau, Niklas Luhmann,
entre otros. De esta manera, ‘discurso’ puede significar cualquier cosa: desde un
6
En ésta, como en todas las citas cuya referencia no esté en castellano, la traducción será nuestra.
Preferimos indicar esto ahora para no hacer engorrosa la lectura al hacer esta aclaración cada vez, dada la
cantidad de referencias en otros idiomas.

3
monumento histórico, un memorial, una política, una estrategia política, narrativas (en el
sentido amplio o restringido del término), texto, habla, un discurso público, conversaciones
relativas a un tema, incluso el lenguaje per se. Encontramos nociones tales como discurso
racista, discurso de género, discursos sobre el des/empleo, discurso de los medios, discurso
populista, discursos del pasado y muchos más. De esta forma, se expande el significado de
‘discurso’ sin mayores restricciones: desde la noción de género discursivo a un registro o
estilo, desde un edificio a un programa político. Esto inevitablemente genera confusiones, y
ha levantado tanto críticas, como malos entendidos (Blommaert, 2005; Reisigl, 2007;
Wodak & de Cillia, 2006; Wodak, 2008). Es por esto que resulta necesario enfocarse en los
significados específicos cuando se leen ciertas contribuciones particulares y se considera un
enfoque puntual del ACD.
El término ‘discurso’ es usado de maneras diversas maneras por investigadores y
culturas académicas. En el contexto alemán y de Europa continental, la distinción se hace
entre ‘texto’ y ‘discurso’, en relación tanto con la tradición en la lingüística del texto como
con la retórica (Wodak & Koller, 2008). En el mundo angloparlante, ‘discurso’ es usado a
menudo tanto para textos escritos como orales (Gee, 2004; Schiffrin, 1994). Otros
investigadores distinguen entre diferentes niveles de abstracción. Por ejemplo, Lemke
(1995) define ‘texto’ como la realización concreta de formas abstractas de conocimiento
(‘discurso’), adhiriendo así a un enfoque más foucaultiano (JWger &Maier, 2009).
El Enfoque Histórico del Discurso (EHD)7, por su parte, ve el ‘discurso’ como
formas estructuradas de conocimiento sobre prácticas sociales, que pueden estar alineadas a
posiciones ideológicas divergentes, mientras que ‘texto’ refiere a afirmaciones orales
concretas o documentos escritos (Reisigl & Wodak, 2001, 2009; Wodak, 1986, 1996, 2001,
2011b; Wodak et al., 1990).

1.2.2. Crítica

Nos gustaría comenzar esta subsección con un comentario de Kress acerca de los objetivos
del ACD, que bien puede servir como un resumen del significado de “ser crítico”:

Los estudios críticos del lenguaje, la Lingüística Crítica (LC) y el Análisis Crítico
de Discurso (ACD) han tenido desde el comienzo un proyecto político claro: en
términos generales, el alterar las distribuciones inequitativas de los bienes
políticos, económicos y culturales en las sociedades contemporáneas. La intención
ha sido llevar a su crisis a un sistema de desigualdades excesivas de poder, por
medio de des-cubrir sus funcionamientos y efectos a través del análisis de objetos
culturales potentes –textos- y así aportar para alcanzar un orden social más
equitativo (Kress, 1996, p. 15).

Para ciertos lingüistas, que los intereses de investigación en ACD estén guiados por
preocupaciones sociales y políticas, no es aceptable8 (como Widdowson, 2004; véase
Wodak, 2006, 2013 para una discusión de varias críticas al ACD). ‘Ser crítico’ en el ACD
7
La traducción de este concepto no es fácil. El original alemán diskurshistorische fue traducido al inglés
como Discourse-Historical, intentando conservar la idea original de que fuera un solo concepto con dos
elementos. En este trabajo mantendremos la traducción Histórico del Discurso, que si bien extravía el sentido
original de un concepto ‘fusionado’, es la que ya se ha utilizado en las traducciones al castellano de Baker et
al. (2011) y Wodak & Meyer (2003) hechas por Iona Cornea, y por Tomás Fernández y Beatriz Eguibar,
respectivamente.
8
Como Widdowson, 2004; véase Wodak, 2006; 2013 para una discusión de varias críticas al ACD.

4
conlleva ser auto-reflexivo y auto-crítico. En este sentido, el ACD no pretende solamente
criticar a otros. También pretende criticar la ‘crítica’ en sí misma, un punto que está en línea
con Habermas y que fue señalado en 1989 (Wodak, 1989) y nuevamente 10 años más tarde
(Chouliaraki y Fairclough, 1999, p. 9). Asimismo, el análisis crítico es en sí una práctica
que puede contribuir al cambio social. El mismo punto sobre la auto-reflexión en el
muestreo y análisis de textos es hecho, por ejemplo, en Reisigl y Wodak (2001: 32 y sigs.).
Ahí, mientras se presentan los cimientos del EHD, se distingue entre ‘crítica inmanente al
texto’, ‘crítica sociodiagnóstica’ y ‘crítica prospectiva/retrospectiva’. Mientras la crítica
inmanente al texto está inherentemente orientada hacia un análisis de textos cuidadoso y
retroductible, la crítica sociodiagnóstica está basada en integrar el contexto socio-político y
estructural dentro del análisis e interpretación de los significados textuales.
En este nivel, el objetivo es revelar los múltiples intereses y contradicciones
existentes en los productores de textos, en base a la evidencia del texto y su contexto. La
crítica prospectiva surge a partir de estos dos niveles para identificar las áreas de interés
que pueden ser abordadas en virtud de un compromiso social directo entre los profesionales
del análisis de discurso y las audiencias más amplias (Reisigl & Wodak, 2001). Reisigl y
Wodak (2001) recurren específicamente a la tradición crítica de Habermas. La integración
de la Escuela de Frankfurt y Habermas con el concepto de crítica y el ACD es elaborado
más a fondo por Chilton, Tian & Wodak (2010) y Forchtner (2012) en sentidos relevantes,
los que enfatizan el rol de las pretensiones de validez de Habermas para una postura
normativa explícita en el ACD.
En cualquier caso, los investigadores en ACD tienen que ser conscientes de que su
propio trabajo es a menudo impulsado por motivos económicos, políticos y sociales
―como cualquier otro trabajo académico― y que ellos no se encuentran en una posición
superioridad. Llamarse a uno mismo ‘crítico’ sólo implica actuar acorde con estándares
éticos explícitos: “la intención de hacer la propia posición, los intereses de investigación y
valores explícitos y los propios criterios lo más transparentes posible, sin sentir la necesidad
de disculparse por la postura crítica de su trabajo” (Van Leeuwen, 2006, p. 293).

1.2.3 Ideología y Poder

Aun cuando la definición de ideología ―como un conjunto de creencias o valores


coherentes y relativamente estables― se ha mantenido en la ciencia política, a través del
tiempo, las connotaciones asociadas a dicho concepto han sufrido constantes
transformaciones. Durante la era del fascismo, del comunismo y la Guerra Fría en el siglo
veinte, la ideología totalitaria era confrontada con la democracia. De este modo, se
construyó una distinción maniquea del concepto, asociada al ‘bien’ y al ‘mal’. Es más, si
hablamos de ‘ideología del nuevo capitalismo’ (Wodak, 2013), nuevamente ‘ideología’
tiene una connotación inherentemente negativa.
Desde la lingüística y los estudios literarios, la obra de Mikhail Bakhtin (1986) ha
probado ser relevante para el ACD (Lemke, 1995). Adicionalmente, el trabajo de Volosinov
(1973) fue la primera teoría lingüística de la ideología. Sostiene que los signos lingüísticos
son el material de la ideología, y que todo uso del lenguaje puede ser básicamente percibido
como ideológico. El trabajo de Bakhtin enfatiza las propiedades dialógicas (e ideológicas)
de los textos, mientras introduce también la noción de ‘intertextualidad’ (véase también
Kristeva, 1986).

5
Es importante distinguir entre ideología (u otros términos frecuentemente usados
como postura/creencias/opiniones/cosmovisión/posición) y discurso (Purvis & Hunt, 1993,
p. 474 y sigs). Muy apropiadamente, Purvis y Hunt sostienen que estos conceptos “no se
entienden por sí solos, sino que están asociados con otros conceptos, pero con tradiciones
teóricas distintas” (1993, p. 474). De este modo, ‘ideología’ es usualmente asociada (más o
menos) cerca de la tradición marxista, mientras que ‘discurso’ ha ganado mucha
importancia con el giro lingüístico de la teoría social moderna

al proveer un término con el cual captar el modo en que el lenguaje y otras formas de semiótica
social no sólo dan cuenta de la experiencia social, sino que juegan un rol principal en constituir los
objetos sociales (las subjetividades y sus identidades asociadas), sus relaciones, y el campo en el cual
existen” (1993, p. 474).

De esta manera, la combinación de ‘ideología’ y ‘discurso’ lleva a, creemos nosotros, un


uso inflacionario tanto de las ideologías como los discursos. Así, ambos conceptos tienden
a transformarse en significantes vacíos, simultáneamente indicando textos, posiciones y
subjetividad, así como sistemas de creencias, estructuras de conocimiento y prácticas
sociales (véase Wodak, 2008).
Poder es otro concepto central para el ACD, dado que con frecuencia se analiza el
uso del lenguaje de aquellos sujetos que se encuentran en el poder, quienes son
responsables de la existencia de desigualdades. Normalmente, los investigadores en ACD
están interesados en el modo en que el discurso (re)produce la dominación social ―es
decir, el abuso de poder de un grupo sobre otros―, como también la forma en que los
grupos dominados pueden resistir discursivamente este abuso. Esto lleva a la pregunta
sobre cómo los investigadores en ACD definen el poder (i.e.: las relaciones donde el poder
es negociado, establecido, promulgado o ejercido) y qué estándares morales les permiten
diferenciar entre uso y abuso de éste ―una pregunta, que hasta el momento se ha
mantenido sin respuesta (Billig, 2008).
Gran parte de la investigación en ACD se interesa en diferenciar los modos de
ejercer poder en el discurso y poder sobre el discurso en el campo de la política
(Holzscheiter, 2005). Holzscheiter define poder en el discurso como las luchas de los
actores sobre las diferentes interpretaciones de significado (2005, p. 69). Esta lucha por la
‘hegemonía semiótica’ se relaciona con la selección de ‘códigos lingüísticos específicos,
reglas para la interacción, reglas para el acceso al debate de construcción de significados,
reglas para la toma de decisiones, para la toma de turno, apertura de sesiones, hacer
contribuciones e intervenciones’ (2005, p. 69). El poder sobre el discurso se define como el
‘acceso general al escenario’ en contextos macro y micro (2005, p. 57), esto es, procesos de
inclusión y exclusión (Wodak, 2007; 2009). Finalmente, el poder del discurso se relaciona
con “la influencia de macro-estructuras de significado históricamente desarrolladas, de
convenciones del juego de lenguaje en el cuál los actores se encuentran” (Holzscheiter,
2005, p. 61)9. La influencia individual de actores podría contribuir a cambiar esas macro-
estructuras. Sin embargo, vale tener en cuenta que, obviamente, las luchas de poder no
siempre están vinculadas a un comportamiento observable.
9
Holzscheiter se refiere al concepto ‘juego de lenguaje’ introducido por el filósofo Ludwig Wittgenstein
en su influyente libro Investigaciones Filosóficas (Wittgenstein, 1967). Los juegos de lenguaje definen
unidades de comportamiento social y comunicativo gobernadas por reglas y contexto-dependientes, dentro de
las cuales todos somos socializados en nuestras respectivas culturas. Este concepto comprende la creación de
significados verbales y no-verbales, es decir, todas las formas de semiosis.

6
Michel Foucault se enfoca principalmente en ‘tecnologías del poder’: la disciplina
es un conjunto complejo de tecnologías del poder desarrolladas durante los siglos dieciocho
y diecinueve. El poder, entonces, es ejercido con intención, pero no es una intención
individual. Foucault parte de la base de lo que es conocimiento aceptado sobre como
ejercer poder (JWger & Maier, 2009; Wodak, 2011b). Él recomienda realizar un análisis del
poder con una estrategia más bien funcionalista: en su análisis histórico en Surveiller et
Punir (Foucault, 1975), Foucault se cuestiona acerca de las funciones sociales y efectos de
distintas tecnologías de vigilancia y castigo: ¿Cómo funcionan las cosas al nivel de una
subyugación continua, al nivel de esos procesos continuos, los cuáles controlan nuestro
cuerpos, gobiernan nuestros gestos y dictan nuestros comportamientos? En los textos, las
diferencias discursivas son negociadas; son gobernadas por diferencias de poder que son,
en parte, codificadas y determinadas por el discurso y por los géneros discursivos. Por lo
tanto, los textos suelen ser lugares de lucha en el sentido de que muestran indicios de
discursos divergentes e ideologías compitiendo y luchando por dominar.

1.3. Puntos de encuentro entre los enfoques del ACD

Vale la pena mencionar que, aunque la diversidad sea una de las características del ACD
que es deliberadamente buscada, se pueden encontrar algunos puntos convergentes:
• El ACD opera eclécticamente en varios aspectos. Se adopta todo el rango de
grandes teorías, de otras de alcance medio (recurriendo tanto a la teoría crítica como
a las ciencias sociales) y las teorías lingüísticas, aunque cada enfoque enfatice
diferentes niveles.
• La interdisciplinariedad es inherentemente necesaria para dar cuenta de fenómenos
sociales complejos.
• No existe un canon de recolección de datos consensuado, pero muchos enfoques de
ACD trabajan con datos pre-existentes, es decir, textos que no han sido producidos
específicamente para estos proyectos de investigación específicos. Sin embargo, la
etnografía y el trabajo de campo se han vuelto más frecuentes en la medida que
muchos académicos reconocen las limitaciones inherentes del dato escrito o de los
datos ritualizados y escenificados, como son los debates parlamentarios y los
discursos públicos, entre otros.
• La operacionalización y análisis son orientados a problemas y se requieren
conocimientos de lingüística.

La similitud más evidente es un interés compartido en los procesos sociales


relativos al poder, construcción de jerarquías, políticas de identidad, globalización y
glocalización, inclusión/exclusión y subordinación. Dentro de la tradición de la Teoría
Crítica, el ACD investiga los aspectos discursivos de las disparidades y desigualdades
sociales. El ACD frecuentemente detecta los medios lingüísticos utilizados por las elites en
el poder para mantener, e incluso intensificar, las inequidades en la sociedad, dominios
públicos y privados, en primera línea o tras bambalinas. Todas las investigaciones en ACD
conllevan análisis lingüístico sistemático (retórico, pragmático, textual, argumentativo),
auto-reflexión en cada punto de la investigación y distancia con los datos que son
investigados. Es importante mantener la descripción separada de la interpretación para
permitir la transparencia y la retroducción. Por cierto, no todas estas recomendaciones son

7
seguidas consistentemente, y no siempre pueden ser implementadas en detalle, debido a
presiones de tiempo y otras restricciones estructurales semejantes. Por lo tanto, algunos
críticos continuarán sosteniendo que el ACD se encuentra tensionado entre una
superabundancia del análisis lingüístico o un exceso de focalización en el contexto; entre
investigación social y argumentación política o micro-análisis descontextualizado; entre
datos cuantitativos o casos de estudios cualitativos; entre datos tradicionales como diarios o
etnografía y nuevos medios sociales, etc.

1.4 Algunas características del Enfoque Histórico del Discurso (EHD)

Dentro del ACD, nosotros trabajaremos usando el Enfoque Histórico del Discurso
(EHD), pero en vista de que la totalidad de su marco teórico y metodología se encuentra
desarrollada en otras publicaciones (Wodak, 2001; Reisigl & Wodak, 2001), nos
enfocaremos en algunas de sus características que son relevantes para la presente
investigación.
El estudio para el cual el EHD fue desarrollado por primera vez intentaba rastrear en
detalle la constitución de una imagen antisemita estereotipada, o ‘Feinbild’, que emergió en
el discurso público durante la campaña presidencial de Kurt Waldheim en Austria en 1986
(Wodak et al., 1990). Desde entonces, el EHD ha sido desarrollado en una serie de
investigaciones más recientes: en estudios del discurso sobre la nación y la identidad
nacional en Austria, Hungría (Kovács & Wodak, 2003; Wodak et al., 2009) y en la Unión
Europea (Muntigl, Weiss & Wodak, 2000; Wodak y van Dijk, 2000), por ejemplo. El EHD
también toma prestado algunos conceptos de la teoría de la argumentación (Kienpointner,
1996; Krzy ̇zanowski & Wodak, 2009; Van Eemeren & Grootendorst, 2004) y los integra en
el análisis.
El EHD permite el análisis sistemático, explícito y transparente (por lo tanto,
retroductible) de la dimensión histórica (intertextual) de las prácticas discursivas por medio
de la exploración de las formas en las que géneros particulares del discurso son sujetos a
cambios a lo largo del tiempo. Como también, mediante la integración de teorías sociales
para explicar el contexto. Siguiendo a Foucault (1972), ‘contexto histórico’ también puede
significar la historia y el subsistema de reuniones y narrativas en una organización o
cualquier otro evento institucional o cotidiano (Wodak, 2000). La intertextualidad, por su
parte puede abarcar, por ejemplo, los reportes de los medios de determinados eventos, a
través del tiempo, los cuales están interrelacionados con formas complejas por medio de la
recontextualización de citas, argumentos o posturas específicas (Triandafyllidou, Wodak y
Krzyzanowski, 2009). La ‘historia’ nos puede indicar cómo las percepciones de eventos
específicos han cambiado con el tiempo, debido a narrativas y recuentos en conflicto de una
experiencia específica ―un fenómeno que puede ser observado frecuentemente en la
construcción discursiva de identidades nacionales y transnacionales (Heer et. al, 2008;
Strath & Wodak, 2009; Wodak et al., 2009). Recientemente, Kwon, Clarke y Wodak (2009)
y Wodak, Kwon y Clarke (2011) han demostrado que el EHD puede ser usado para arrojar
nuevas luces sobre cómo el significado y la acción dentro de las organizaciones son
moldeados discursivamente a través del poder, la hegemonía y la ideología. Esta habilidad
para vincular la teoría crítica con la investigación empírica rigurosa, es una característica
crucial del EHD.
En el caso de la presente investigación, nos centraremos en la construcción de una
identidad multinacional como lo es la latinoamericana, y entenderemos este proceso dentro

8
de una misión de paz llevada a cabo por una poderosa organización internacional: la
Organización de Naciones Unidades (ONU). Desarrollaremos la parte del marco analítico
del EHD que será utilizado en esta investigación en la subsección 3.2.

II. Haití: contexto y marco teórico

El 1 de junio de 2004 el Consejo de Seguridad de la ONU crea la resolución n° 1542 que


establece la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH). Esta
misión reemplazó la Fuerza Interina Multinacional (MIF), la cual había sido autorizada por
el mismo Consejo en febrero de 2004, luego del exilio del Presidente Jean Bertrand Aristide
en medio de un conflicto armado que se desarrollaba, hace algún tiempo, en distintas
ciudades del país. A partir de esa fecha, tanto el personal civil como militar de la ONU se
han radicado en el país, experimentado dos elecciones presidenciales y un devastador
terremoto el 12 de Enero del 2010 (United Nations Stabilization Mission in Haiti
(MINUSTAH)).
A través de la historia de Haití10, el país ha sufrido dictaduras, invasiones, veinte
años de ocupación por parte de Marines de Estados Unidos, cuatro misiones de paz y sólo
dos presidentes democráticamente elegidos que han logrado terminar sus períodos sin
interrupciones (Zanotti, 2011, pp. 79–84). Esto ha despertado bastantes críticas por parte de
académicos haitianos (Pierre-Charles, 1999) y norteamericanos (Chomsky, 2004; Dubois,
2012; Farmer, 2006). Todos ellos han criticado la forma en la que naciones poderosas,
como Francia y Estados Unidos, han intervenido en Haití. Especialmente, la forma en cómo
éstas han logrado beneficiarse de un trato indiferente de la prensa y, en muchos casos, de
una actitud servil con la cual se presenta Haití como un caso de ‘Estado fallido’ sin
solución, que requiere intervención extranjera. Aparentemente, la MINUSTAH es diferente
de las tres misiones anteriores de la ONU en Haití. Esta vez, ni Francia ni EEUU lideran la
misión. La misión es liderada “y compuesta principalmente por tropas latinoamericanas”
(Ross, 2004, p. 1).
A lo largo de esta investigación exploraremos cuál es el significado de este proceso
para los líderes de la misión y qué significa para ellos ser latinoamericanos. En otras
palabras, cómo esta identidad latinoamericana, que esta misión supuestamente posee,
es construida discursivamente por las personas más poderosas de la MINUSTAH.
En la sección siguiente, presentaremos algunos de los conceptos teóricos claves para
este análisis. Los separaremos en tres subsecciones entrelazadas, a saber, Misiones de Paz y
ACD; Construcción de Identidad e Identidades (Multi) Nacionales; e Identidad
Latinoamericana. Cada una de ellas ofrece un breve estado del arte de los campos/tópicos
relacionados con esta investigación.

2.1. Misiones de paz y de construcción de Estado: tensiones inherentes y ACD

Las investigaciones recientes sobre las misiones de paz y de construcción de Estado han
lidiado con la tensión entre la ayuda internacional y la intervención, dando cuenta de que es
un problema no resuelto. Zanotti (2008, p. 540), por ejemplo, sintetiza las principales

10
Para tener un sumario de la historia haitiana, véase Dubois, 2012; Farmer, 2006; S. Young, 2010;
Zanotti, 2011

9
discusiones sobre las intervenciones internacionales como un reflejo de las aspiraciones
imperiales, la hegemonía occidental, o la proyección de un poder (real o simulado)
centralizado (Chandler, 2006; Escobar, 1988, 1994; Latouche, 1996; Sachs, 1992; Slater,
2006).
Sin embargo, más recientemente, tanto académicos de las relaciones internacionales
como de los estudios de desarrollo (Mac Ginty, 2008) han abogado por mover la agenda de
investigación más allá de los análisis que discuten la intervención junto a las grandes
narrativas de imperio y dominación, con el objetivo de dar cuenta de las modalidades
específicas del despliegue de poder internacional (Zanotti, 2011, p. 77), tales como la
exploración de técnicas de gobierno variadas y contingentes, tanto dentro de los Estados,
como internacionalmente.
La mayor parte de la crítica sobre este tipo de intervenciones tiene relación con el
modo en que la construcción internacional de Estados separa el diseño de políticas de las
instituciones, de los debates políticos locales. Para Chandler (2006), por ejemplo, la
construcción internacional de Estados es el resultado de la negación de la agenda imperial
de las elites internacionales. Por otro lado, Bickerton Cunliffe y Gourevitch (2007) explican
esta tendencia como el resultado de ‘teorías de Estados fallidos’ (Jackson, 1990) que
presentan a las sociedades locales como ‘políticamente deficientes’ y se focalizan en
iniciativas técnicas, esto es, en construir administraciones ‘eficientes’.
Con respecto a las misiones de la ONU en general y la MINUSTAH en particular,
hay algunos trabajos que merecen ser mencionados. Zanotti (2008; 2011) propone un
enfoque teórico para entender la MINUSTAH desde un punto de vista foucaultiano, esto es,
enfocándose en las instituciones disciplinarias y las técnicas desplegadas por la misión para
construir un Estado estable, y el resultado final comparado con el imaginado. No obstante,
la metodología utilizada para recopilar sus datos no está explicada de manera clara. Al
parecer realizó análisis de documentos y etnografía, pero, lamentablemente, ello no se
explicita.
En un tema diferente, el libro de Holzscheiter sobre la Convención de la ONU para
los Derechos de los Niños (2010) es un ejemplo muy interesante de aplicación de ACD a
una política internacional, también de la ONU. Aunque el tema que cubre parece ir más allá
del alcance de nuestra investigación, compartimos con ella la presuposición subyacente de
su trabajo, a saber, que:

[L]a política internacional es presentada aquí como una competencia entre varios discursos y las
percepciones de realidad que ellos acarrean. Estos discursos son reflejados en los actos de habla de
política exterior, son ‘abusados’ para construir dicotomías de ‘yo y otro’ o para legitimar acciones
políticas particulares. El discurso es la estructura subyacente que hace estas cosas posibles, pensables
e inteligibles en primer lugar (Holzscheiter, 2010, p. 41).

Es dentro de este marco que nos interesa observar las percepciones de realidad a través del
discurso, a saber, las percepciones de los líderes de MINUSTAH tanto construyendo su
‘nosotros – ellos’ como posicionándose a sí mismos.
Enmarcamos nuestra investigación dentro del ACD porque sostenemos que una
intervención internacional per se puede ser entendida como un fenómeno social complejo,
relacionado con luchas de poder y conflictos sociopolíticos. Estas tensiones surgen entre un
poder multinacional y países que suelen ser pobres y políticamente inestables con guerras
civiles inminentes. En vista que ya hemos establecido que el ACD está orientado a
problemas, parece ser una mirada apropiada para comprender este fenómeno.
10
2.2. Construcción de identidad e identidades (multi)nacionales

El concepto ‘construcción de identidad’ automáticamente implica que la identidad está lejos


de ser algo fijo, sino más bien parte de un proceso de construcción continuo. La mayor
parte de la literatura sobre identidad -siendo quizás el concepto de “identidad narrativa” de
Ricoeur (1984; 1994) uno de los más relevantes al respecto- han tomado este enfoque que
parece ser radicalmente opuesto al concepto de identidad proveniente de la lógica (Díaz
Genis, 2004; Larraín, 2001; Ricoeur, 1994). Tal como explican Wodak et al.:

El concepto de identidad […] nunca significa algo estático, inmutable o sustancial, sino que siempre
un elemento situado en el flujo del tiempo, siempre cambiante, algo envuelto en un proceso. Esto,
por supuesto, aplica para todas las formas de identidad personal y social, así como para “identidades
del ego” (2009, p. 11).

En un enfoque similar, De Fina considera que la identidad es vista como: “un


concepto plural, esto es, se sostiene que las personas no tienen una identidad única, sino
que extraen elementos de un inventario de posibilidades para la presentación de sí mismos
y de los otros” (2011, p. 223). Por lo tanto, es posible esperar distintos elementos en la
construcción de la identidad latinoamericana y que éstos puedan ser sean incoherentes e
incluso contradictorios. Al respecto, Bamberg, De Fina y Schiffrin (2011) señalan la
relevancia de discurso y construcción para entender la identidad como parte de un proceso:

Al usar el prisma del discurso y el prisma de la construcción y enfocándolos en la identidad, lo que


aflora son las prácticas discursivas como lugares para los procesos de formación de identidad –
donde lo social y lo personal/individual se fusionan y hacen empíricos, en tanto procesos interactivos
situados en vivo (2011, p. 189).

Benhabib refuerza la idea del vínculo entre sí mismo y otros con la identidad, al
sostener que “cada búsqueda de identidad incluye diferenciarse a sí mismo de lo que uno no
es” (1996, p.3). En otras palabras, entender lo que es latinoamericano también significa
buscar lo que no es latinoamericano. Es decir, con respecto a quiénes se diferencian los
líderes de la misión cuando hablan acerca de lo que es ser latinoamericano.
De acuerdo a Wodak et al.: “los individuos, así como grupos colectivos como las
naciones, son híbridos de identidad en muchos aspectos, y por lo tanto, la idea de una
identidad homogénea ‘pura’, ya sea a nivel individual o colectiva, es una ficción engañosa e
ilusoria” (2009, p. 16). Entonces, un colectivo como una nación también puede estar lleno
de significados y características no siempre coherentes. Cabe decir que para los efectos de
este trabajo, consideraremos a Latinoamérica como un “colectivo” y por lo tanto, un
posible caso de identidad híbrida.
En vista que hemos podido establecer ―brevemente por los límites de espacio― la
dimensión dinámica de la identidad y que la construcción de ésta ocurre discursivamente, la
siguiente pregunta implica considerar con qué se construye la identidad.
El concepto ya clásico de Benedict Anderson (2006 [1983]) “comunidad
imaginada” establece que toda nación es imaginada: sus miembros nunca conocerán a la
mayoría de los otros miembros, pero en sus mentes vive la imagen de su comunión;
limitada: tiene fronteras finitas, donde más allá de ellas hay otra(s) nación(es); e imaginada
en tanto comunidad: a pesar de las desigualdades, las naciones siempre son concebidas

11
como una camaradería profunda y horizontal. Esto quiere decir que la imaginación es el
factor clave para construir el concepto de nación. Y si ya hemos establecido que las
naciones son formas de identidad colectiva, parece razonable asumir que la imaginación
también juega un rol importante en la construcción de identidades multinacionales.
La idea de una comunidad imaginada extendida a Latinoamérica pone el foco en
buscar aquellas ‘imágenes’ que sostienen esa identidad, y no una definición de
Latinoamérica acotada y con límites coherentes.
En esta línea, parece apropiado el concepto de ‘nacionalismo banal’ acuñado por
Billig (1995). Tal como acota Wodak: “el nacionalismo banal suele usar formas de deixis en
periódicos, discurso político, reportes de noticias, etc., de modo que ‘aquí’ se asume como
el país natal y ‘nosotros’ como los miembros de una comunidad imaginada” (2007, p. 660).
Para efectos de este capítulo, se asumirá que casos de ‘multinacionalismo banal” pueden
tener lugar en Latinoamérica enmarcados en el discurso de los líderes de la misión,
reconstruido en esta investigación a través de un cuerpo de entrevistas.

2.3. Identidad latinoamericana

En la considerable cantidad de literatura acerca de la identidad latinoamericana, el trabajo


de Sambarino (1980) destaca por ser uno de los pioneros en argumentar la no-existencia de
un ethos cultural compartido entre las naciones latinoamericanas. Para él, no existe un ‘Ser’
latinoamericano. De este modo, la pregunta por el ‘Ser latinoamericano’ sería un falso
problema porque sólo habrían formas de vida históricas y generadas culturalmente que no
tienen ni pueden conllevar una realidad ontológica. Latinoamérica –de acuerdo a esta
visión- no tiene una fuente común de creación cultural, ni tampoco las mismas
características culturales entre sus países. Es decir, no existe una uniformidad étnica ni
cultural.
Larraín concuerda con Sambarino en que es impreciso buscar una ‘esencia
latinoamericana’ ontológicamente constituida, pero sostiene que hay un ‘modo de vida’
relativamente común, que es históricamente variable, por lo tanto es posible hablar de una
identidad latinoamericana en tanto “identidad cultural” históricamente cambiante (2001, p.
52).
Asumiremos el punto de vista de Larraín para el análisis de los datos, significando
que aunque no esperamos encontrar una “esencia latinoamericana” (o encontrar una
respuesta a la pregunta ¿qué es Latinoamérica?), buscaremos algunas características
contextualizadas que puedan encontrarse a través de los extractos analizados. En otras
palabras, aquellos elementos comunes a ambos líderes de la misión que podrían ser
sometidos a crítica en términos ontológicos, pero sostenidos en el contexto dado de la
MINUSTAH. También significa que le pondremos atención a ese ‘modo de vida’
latinoamericano que traduciremos en la perspectiva para enfrentar desafíos en la ‘vida real’
(en el contexto de la misión) proveniente de la experiencia y comprensión de fenómenos
de la vida cotidiana.
Por su parte, Walter Mignolo sugiere que los modos de vida latinoamericanos aquí
referidos son los de una elite criolla, y no de los pueblos originarios:

La historia de América “Latina” después de la independencia es la historia variegada de la elite local,


conscientemente o no, adoptando la “modernidad” mientras los pueblos indígenas, afros y mestizos
son más empobrecidos y marginados. La “idea” de América Latina es aquella triste de las elites

12
celebrando sus sueños de hacerse modernas, mientras se hunden más y más en la lógica de la
colonia. (Mignolo, 2005, pp. 57-58)

Siguiendo a Mignolo, vale la pena considerar que el concepto de Latinoamérica en sí


mismo está atravesado por luchas de poder y colonialismo. Lamentablemente, nos es
imposible presentar aquí la discusión abordada por el postcolonialismo, un concepto que
como sostiene Loomba: “es sujeto de un debate en curso” (2005, p. 12). Díaz-Genis
sintetiza muy bien cómo intentaremos la investigación de identidad latinoamericana en este
capítulo: “Entendemos que las identidades pueden ser comprendidas como identidades
narrativas, y que en esa narración que hacemos particularmente los latinoamericanos acerca
de nosotros mismos, existe una manera central que se ha constituido negando a los otros,
negando alteridades” (2004, p. 23)

III. Datos y Análisis

En la sección siguiente presentaremos una breve contextualización de nuestra investigación


y trabajo de campo, explicando cómo fueron obtenidos los datos y quiénes fueron los
entrevistados. A continuación, expondremos nuestro marco analítico seguido por el análisis
de los datos, su discusión algunas conclusiones y nuevas las preguntas surgidas durante
proceso para continuar con la investigación.

3.1. El contexto de la investigación

De acuerdo a las cifras oficiales de Naciones Unidas en diciembre de 2004 (momento entre
ambas entrevistas) los países del continente americano, excluyendo Canadá y EEUU, que
aportaron fuerzas militares o policiales a la misión fueron Argentina, Bolivia, Brasil, Chile,
Ecuador, El Salvador, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay. Estos países representaban un
25% de la totalidad de países participantes en la MINUSTAH, sin embargo, en términos de
personal aportaban el 45% de los efectivos (United Nations Stabilization Mission in Haiti
(MINUSTAH)).
Este análisis se enfoca en la construcción de la identidad latinoamericana dentro de
la misión, explorando cómo ambos líderes de la misión (uno miembro del liderazgo civil y
el otro del militar) entienden lo que significa ser latinoamericano y qué es lo distintivo de la
primera misión liderada por latinos (Ross, 2004).

Podemos resumir nuestros intereses de investigación en las siguientes preguntas:

1. ¿Cómo se auto-definen y posicionan quienes trabajan en la misión con respecto a


dónde pertenecen?
2. ¿Existe(n) una(s) identidad(es) latinoamericana(s) construida(s) discursivamente en
la misión de Naciones Unidas en Haití?
3. Si ese es el caso, ¿cuáles son las principales dimensiones de esa(s) identidad(es)
latinoamericana(s)?
4. ¿Cuáles dispositivos o instrumentos discursivos son usados para construir esta
identidad en el contexto de una entrevista?

13
Para llevar a cabo esta investigación, usamos entrevistas realizadas y grabadas en
Haití y en Chile. Estas entrevistas eran parte de un proyecto de documental acerca de la
misión de la ONU, el cual, entre sus objetivos, contenía el deseo de explorar la dimensión
latinoamericana de ésta.
Los extractos fueron seleccionados en tanto cumplieran con el criterio de referir a
Latinoamérica. Por razones ilustrativas y de espacio, se privilegió mostrar distintos rasgos
y argumentos, obviando las repeticiones.
Los entrevistados son: JP un alto líder civil de la misión al momento de la
entrevista, cuyo verdadero nombre y cargo han sido omitidos, y Augusto Heleno Ribeiro,
Force Commander (FC) (Comandante de la misión), quién al momento de la entrevista era
el General a cargo de todas las tropas de Naciones Unidas en dicha misión.
Ambos líderes se consideran a sí mismos latinoamericanos ―JP es chileno; FC,
brasileño―, por lo que sus puntos de vista sobre la identidad latinoamericana también se
construyen a partir de sus auto-definiciones y de la forma en la que se posicionan a sí
mismos en el contexto de la misión.

3.2. Marco Analítico

Para nuestro análisis nos basaremos en el marco analítico utilizado por Wodak et al. (2009)
en una investigación acerca de construcción discursiva de identidad nacional. El sofisticado
análisis realizado por ellos, nos resulta imposible replicar aquí dada su extensión. Sin
embargo, consideramos necesario al menos presentar las principales categorías de análisis
que su estudio propone, para luego precisar cuál de ellas ejemplificaremos. De acuerdo a
Wodak et al:
En el macro-nivel podemos distinguir entre diferentes tipos de macro-estrategias empleadas en la
formación discursiva de identidad nacional. Estas macro-estrategias corresponden a las principales
macro-funciones sociales […], a saber, construcción, perpetuación o justificación, transformación y
desmontaje o desmantelamiento. Aunque analíticamente son distinguibles unas de otras, estas
estrategias ocurren más o menos simultáneamente y se entrelazan en casos discursivos concretos
(2009, p. 33).

El énfasis del análisis se ubicará, principalmente, en las estrategias de construcción,


ya que ellas: “intentan construir y establecer una cierta identidad nacional promoviendo
unificación, identificación y solidaridad, así como diferenciación” (2009, p. 33).

Cuadro 1. Una selección de Estrategias Discursivas

Estrategia Objetivos Instrumentos (ejemplos)


Referencia o nominación Construcción de grupos -Categorización de la pertenencia
internos y externos -Metáforas y metonimias
-Sinécdoques (parte por el todo,
todo por las partes)
Predicación Calificar a los actores sociales, -Atribuciones estereotípicas y
objetos, fenómenos, procesos valorativas de los rasgos negativos
y acciones de formas más o o positivos
menos negativas -Predicados implícitos o explícitos

14
-sustantivos/adjetivos/pronombres
Argumentación Justificación y -Topoi utilizados para justificar la
cuestionamientos de las inclusión o la exclusión
atribuciones positivas o -Falacias
negativas
Puesta en perspectiva, Expresión de la implicación -Comunicación, descripción,
enmarcado o representación Ubicación del punto de vista narración de acontecimientos y de
del discurso del que habla afirmaciones
-Expresiones deícticas
-Uso de pronombres y personas
gramaticales
Intensificación, atenuación Modificación de la posición -Intensificación o atenuación de la
epistémica de una proposición fuerza ilocucionaria de las
afirmaciones
-Hipérboles
-Mitigaciones
-Actos de habla indirectos
-Expresiones vagas

Fuente: Wodak, 2009; Reisigl & Wodak, 2009

Parece necesario precisar qué entenderemos por estrategias discursivas. Por regla general,
con ‘estrategia’ queremos significar un plan de prácticas más o menos preciso y más o
menos intencional (incluyendo las prácticas discursivas) que se adopta con el fin de
alcanzar un determinado objetivo social, político, psicológico o lingüístico. En lo que a
estrategias discursivas se refiere, éstas se pueden localizar en distintos planos de
organización y de complejidad lingüística (véase el cuadro 1).

Es posible resumir el análisis de las estrategias mediante las siguientes preguntas:

1. ¿Cómo son nombradas y referidas lingüísticamente las personas?


2. ¿Qué rasgos, características y cualidades se les atribuyen?
3. ¿Por medio de qué argumentos y esquemas de argumentación personas
específicas o grupos sociales intentan justificar y legitimar la
inclusión/exclusión de otros?
4. ¿Desde qué perspectiva o punto de vista son expresados estos rótulos, atributos
y argumentos?
5. ¿Las afirmaciones respectivas son articuladas abiertamente, son intensificadas o
son mitigadas?

En un nivel más detallado, en este análisis nos enfocaremos principalmente en dos


estrategias implicadas en la presentación positiva de sí mismo, y negativa de otros, en tanto
articuladores discursivos de la construcción de identidad, a saber:

• Estrategias de referencia y nominación: observaremos cómo los diferentes actores


sociales (latinoamericanos, haitianos, no-latinoamericanos) son nombrados y

15
representados. Pondremos atención en el uso de pronombres y personas
gramaticales, viendo cómo se posicionan a sí mismos los entrevistados.
• Estrategias de predicación: indagaremos en cómo los diferentes actores sociales
(latinoamericanos, haitianos, no-latinoamericanos) son caracterizados, por medio de
atribuciones evaluativas de rasgos positivos y negativos en la forma lingüística de
predicados implícitos y explícitos. Nos fijaremos en los adjetivos, presuposiciones,
hechos y atributos que se les otorga a los actores sociales. Pondremos especial
atención en los contrastes.

Adicionalmente, aun cuando no realizaremos un análisis en profundidad de ellas,


referiremos elementos de otras estrategias que complementan las anteriores, a saber:

• Estrategias de puesta en perspectiva: pondremos atención a cómo los hablantes


posicionan su punto de vista, expresando cercanía o distancia. Identificaremos
formas deícticas, personas gramaticales, pronombres y modalidad.
• Estrategias de argumentación: identificaremos cómo son justificadas las
atribuciones positivas o negativas de los actores sociales y cómo son explicadas las
distintas posiciones que éstos ocupan. Si bien no podremos conducir un análisis
argumentativo detallado, pondremos énfasis en las formas de legitimación ocupadas
para justificar las atribuciones de identidad (latinoamericana). Examinaremos las
presuposiciones de dichos argumentos, así como la posibilidad de refutarlos.
Buscaremos contradicciones e indicios implícitos o explícitos que pudieran estar
detrás de los argumentos planteados.
• Estrategias de intensificación o atenuación: reconoceremos cómo ciertos elementos
son enfatizados o mitigados en su fuerza ilocucionaria. Pondremos atención a
hipérboles, modalidad, vaguedad y atenuaciones de los argumentos y rasgos
presentados.

3.3. Análisis

Los extractos I a IV corresponden a una entrevista a JP. Él es chileno y ocupó un


alto cargo en la misión entre 2004 y 2006. La entrevista tuvo lugar en su casa, en Santiago
de Chile en octubre de 2004. El entrevistador fue José Manuel Ferreiro (JMF) excepto en el
caso del extracto IV, donde la pregunta es realizada por Jerónimo Valdés (JV), director del
proyecto documental e hijo del entrevistado:

Nota sobre la transcripción: se intentó conservar tal cual fue expresado, incorporando
titubeos, repeticiones, tartamudeos y pausas. Las pausas prolongadas, pero que no
alcanzaban a superar el segundo de duración son indicadas con el símbolo (.). En los
extractos transcritos no hubo pausas mayores a un segundo.
Los extractos I, II y III corresponden a la respuesta una misma pregunta, separados
para hacer el análisis más amable. En los extractos II y III se incluye la pregunta en
cursivas y entre corchetes para indicar al lector qué está respondiendo el entrevistado, aun
cuando la pregunta haya sido hecha sólo a comienzos del extracto I.

Extracto I

16
JMF: Ehh (.) El otro tema que me mmm interesaba pudiera profundizar (.) tiene que ver
con esta particularidad latina en la MINUSTAH ehh. En la práctica, el hecho que ehh esté
en manos de fuerzas latinoamericanas, ¿Qué significa?

SRSG: Bueno, ehh... mira, ehh . Desde un punto de vista (.) de estrategia militar digamos,
yo creo que tiene (.) uno uno puede imaginar ciertas uno uno puede imaginar ciertas
categorías: ¿Qué significa la presencia de latinoamericanos desde en términos de (.) las
tácticas de los militares [inaudible]? Alguien podría decir de que los latinoamericanos son
más blandos, en el sentido de que como tienen un concepto, porque han estado
acostumbrados a la pobreza, por lo tanto tienen una cierta reacción de (.) cercanía con la
pobreza y entienden perfectamente que la pobreza engendra violencia y que no se puede
enfrentar a esa violencia simplemente con las armas, sino que tienen que haber otros
elementos para disuadir esa violencia. Tienes ahí una diferencia que tu dirías “bueno,
países de esa naturaleza (.), una conducción militar de esa natu, de ese tipo, es distinta a la
conducción tradicional americana o bien a la colonial que en realidad considera que ehhm
hay que aplicar la fuerza y punto”...

Esta pregunta apunta directamente a uno de los principales focos de nuestra


investigación en Haití, a saber, el significado de esta supuesta “particularidad
latinoamericana” de la MINUSTAH, lo que se conecta con nuestra tercera pregunta de
investigación [¿Cuáles son las principales dimensiones de esa(s) identidad(es)
latinoamericana(s)?]. Esta “particularidad latinoamericana” fue traída a colación por el
propio entrevistado durante una respuesta a una pregunta previa (que no estará entre los
extractos analizados), y es relevante desde el punto de vista de la presentación de sí mismo
por la doble condición del entrevistado de chileno y jefe de la misión. Por consiguiente,
podemos esperar no sólo una ‘voz’ latina o chilena, sino que también una voz de la ONU,
relacionada con las organizaciones internacionales y la diplomacia.
El entrevistado utiliza estrategias de mitigación y puesta en perspectiva. Acerca de
las primeras, la modalidad en el uso de ‘puede’, ‘podría’ y ‘dirías’ mitiga las afirmaciones
poniéndolas en términos de ‘posibilidades’. Sobre las estrategias de puesta en perspectiva,
él asume una posición distante a través del uso de un hablante externo: “Alguien podría
decir…” y “…una diferencia que tú dirías…”.
El argumento es que la experiencia y comprensión de la pobreza podría explicar las
diferencias entre la conducción militar de franceses (implicados en el uso de la expresión
“colonial”) o estadounidenses frente a una conducción latina. Esto lleva a la idea de que la
experiencia de la pobreza es tanto una experiencia cognitiva (es algo que puede ser
entendido o no, y al mismo tiempo es fundamental para entender y lidiar con ciertos
asuntos) como una característica identitaria (es un modo de establecer un punto de contraste
con EEUU y otros países desarrollados). En este argumento hay una causalidad construida
explícitamente (marcada por el uso de “por lo tanto”) entre haber tenido la experiencia de
pobreza y comprender las complejidades de la pobreza y violencia. Parece razonable
sugerir que en vista de que JP intenta aportar las razones de una supuesta ventaja ─que
sería útil para la misión─, esta construcción discursiva concuerda más bien con una
argumentación causal. Esto refuerza el argumento otorgándole ‘pruebas’. Estaríamos frente
a un caso de presentación positiva de los latinoamericanos, en contraste con una
presentación negativa previa de los estadounidenses.

17
Los estadounidenses (y franceses) son referidos como ejércitos dispuestos a usar la
fuerza sin mayores consideraciones. Se insinúa una relación de causalidad entre no haber
experimentado ni entendido la pobreza con el uso directo de la violencia. Por lo tanto, el
contraste sitúa a los latinos como más comprensivos y “suaves” con el uso de la fuerza,
dado el ‘vínculo de pobreza’ con los haitianos. Esto les permitiría tomar en cuenta la
complejidad de los orígenes de la violencia, donde, entonces, enfrentar la violencia no tiene
que ver sólo con tácticas militares, sino también con encarar la pobreza.
El principal conocimiento presupuesto de esta respuesta radica en que ni EEUU ni
Francia entienden o están familiarizados con la pobreza. Es más, en vista de la causalidad
evidenciada en el extracto, ellos no verían las complejidades de la violencia vinculadas con
la pobreza, lo que explicaría un uso de la fuerza militar más directo y menos comprensivo.

Extracto II
[JMF: Ehh (.) El otro tema que me mmm interesaba pudiera profundizar (.) tiene que ver
con esta particularidad latina en la MINUSTAH ehh. En la práctica, el hecho que ehh esté
en manos de fuerzas latinoamericanas, ¿Qué significa?]

SRSG: [...]Y no ha faltado quien ha dicho (.) que por qué, que este acercamiento de Brasil
y América del sur hacia … el América del norte puede tener consecuencias muy fuertes si
mañana se produce una crisis grave en Cuba ..., porque naturalmente que (.) después que las
fuerzas (.) latinoamericanas participan en una operación de Naciones Unidas en Haití, si
mañana se produce una crisis mayor en Cuba o en otra región, en otro país de esa zona,
Brasil, Argentina, y Chile van a poder decir con todo derecho que ellos tienen que
participar en la solución del problema, porque este no es un problema para EE.UU.
solamente. Hay ahí un cuadro digamos que es sin duda interesante desde el punto de vista
futuro, y que puede traer consecuencias.
Este extracto es una continuación de la respuesta comenzada en el extracto I. Entre el
extracto I y éste, el entrevistado resume la historia de intervenciones estadounidenses en
Haití, para luego centrarse en el hecho de que las intervenciones internacionales se han
ido transformando en “intervenciones regionales”. Esto significa que los países
involucrados en la intervención pertenecen a la misma región. A continuación ejemplifica
con la importancia de países sudamericanos interviniendo en el hemisferio norte, en un
país de interés directo de EEUU, el cual tenía sus energías volcadas a la guerra en Irak.

Desde el punto de vista de las estrategias de nominación y referencia, lo primero


que llama la atención es la separación entre Brasil y América del Sur, marcada por el uso
del ilativo “y”, como si fueran dos entidades separadas. En vista que Brasil pertenece a
América del Sur, el nombrarlos por separado funciona ―en este contexto― para destacar
el predominio de Brasil por sobre el resto de los países sudamericanos de la misión. Por
otro lado, siendo Brasil el país más grande y poderoso de la región, es posible analizar esta
separación ―usando un término de Foucault (1976)― como una resistencia (discursiva) al
poder.
Latinoamérica es referida otra vez en esta respuesta, sin embargo se trata
específicamente de las fuerzas (refiriéndose a las fuerzas armadas). Hay un desplazamiento
desde “Brasil y América del Sur” hacia “fuerzas latinoamericanas”, las que más tarde son

18
personificadas (“van a poder decir con todo derecho”) y ejemplificadas con Brasil,
Argentina y Chile ―los tres países sudamericanos con más efectivos en la misión.
Cuba es mencionada dos veces y en ambas como ejemplo de una posible crisis
grave. Mencionar a Cuba tiene un impacto doble: por un lado, su cercanía geográfica con
Haití la hace un ejemplo más cercano a la realidad. Por otro lado, Cuba tiene una historia
de enfrentamientos y oposición a EEUU. Con todo, vale la pena notar que Haití asume un
rol ‘utilitario’, con lo cual se le otorga el derecho a las tropas latinoamericanas a formar
parte de una solución en una hipotética crisis cubana.
En este extracto, el entrevistado se posiciona a sí mismo desde un ‘lugar externo’,
desactivándose como enunciador, para así adjudicar la autoría de los argumentos a otro
indefinido: “Y no ha faltado quien ha dicho…”. Esto parece ser una estrategia de puesta en
perspectiva por parte de un diplomático de la ONU que no quiere aparecer sosteniendo una
visión polémica que involucra asuntos sensibles, como lo es una crisis en Cuba y un posible
desafío desde Latinoamérica hacia EEUU, en otras palabra, que el hecho de que esta misión
sería un medio para ese fin.
Junto con des-responsabilizarse a sí mismo en la opinión que presenta, SRSG
refuerza la estrategia con mitigación utilizando el adjetivo “interesante” para dicha
situación hipotética, así como la expresión vaga “puede traer consecuencias”. El no
especula sobre cuáles consecuencias, ni tampoco acerca de los resultados que tendría tal
controversia entre EEUU y Brasil, Chile y Argentina sobre Cuba. Tal como en los extractos
anteriores, él asume el punto de vista de un ‘observador externo’, excluyéndose de las
fuerzas latinas involucradas.
Desde el punto de vista de los conocimientos presupuestos, lo que es descrito como
un “acercamiento” entre Brasil y América del Sur con América del Norte, implica que hay
una especie de ‘distancia’ entre ambos hemisferios y que este tipo de intervenciones ayuda
a acercarlos.

Extracto III
[JMF: Ehh (.) El otro tema que me mmm interesaba pudiera profundizar (.) tiene que ver
con esta particularidad latina en la MINUSTAH ehh. En la práctica, el hecho que ehh esté
en manos de fuerzas latinoamericanas, ¿Qué significa?]

SRSG: […] hay una cantidad de factores que podrían hacer que esa sociedad, que es
mucho más latinoamericana que las anglosajonas del Caribe … , o sea Jamaica, Trinidad y
Tobago, Bahamas [...] pero la verdad es que no tienen la estructura cultural que tienen estos
países. Haití si la tiene, la tiene mucho más a pesar de que hablan Francés, son latinos,
tenían la iglesia católica, hicieron la independencia, ehh sus líderes se vestían como
Bolívar, O'Higgins, y San Martín. ehh Se sentían ehh de alguna manera (.) parte de esta
historia, y por lo tanto yo creo que en ese sentido, la parte más importante y la que cuesta
más mover, la que cuesta más mover es convencer a los latinoamericanos que tienen que
incorporar a Haití para acá. […] hay un grado de cercanía entre estos países y Haití que
hace que Haití –que va a ser siempre referido a EE.UU. también (.) y a Francia por razones
culturales- sienta que su escape está por el lado de Latinoamérica.
Este extracto sigue siendo parte de la misma respuesta de dónde hemos obtenido los
extractos I y II. Entre el extracto II y este, el entrevistado declara que hay otra manera de

19
contestar la pregunta, asumiendo el punto de vista de los haitianos. En otras palabras, qué
significaría esta particularidad latinoamericana de la misión para los haitianos. Sostiene
que algunos haitianos le han dicho que esta misión debiera ser una oportunidad para
fortalecer los vínculos entre Latinoamérica y Haití, más que sólo concluir la misión y
retirarse.

Si ponemos atención a las estrategias de referencia y nominación, este extracto


comienza con una comparación entre la sociedad haitiana y las anglosajonas del Caribe.
Esta referencia a las ‘sociedades’ ayuda a poner el foco en los elementos culturales y
sociales, más que en los geopolíticos. Desde este punto de vista, el argumento se construye
apuntando a un sentido de ‘comunidad’ que otorga un tipo de evidencia distinta para apoyar
la idea de que Latinoamérica tiene el ‘derecho’ de intervenir en Haití (como lo era la noción
de “intervención regional” mencionada en el contexto del extracto II). En otras palabras,
Haití compartiría más rasgos culturales y sociales con Latinoamérica que con las
sociedades anglosajonas del Caribe.
El uso de la expresión “[sociedades] anglosajonas del Caribe” ―ejemplificadas con
las referencias a Jamaica, Trinidad y Tobago y Bahamas― parece ir más allá del lenguaje
que se habla en dichos países. De hecho, JP desestima que el hecho de que Haití sea
francófono conlleve la razón para no considerarlo un país latinoamericano. Esto se
ejemplifica por medio de la locución conjuntiva “a pesar de…”. La presuposición aquí sería
que existe una lengua (o lenguas) para Latinoamérica, donde el francés queda excluido. No
obstante, después de ese “a pesar de” JP declara que “son latinos”. Tomando en cuenta que
el francés es una lengua romance, derivada del latín, parece ser que el lenguaje juega un rol
ambivalente en este argumento donde el francés no parece calificar como lengua latina
frente al castellano y portugués.
Vale la pena tomar en cuenta el uso de la expresión “más latinoamericana que”
empleada al comienzo del extracto. En vista de que el punto de comparación es la sociedad
anglosajona ―la que por definición, no es latinoamericana― parece que habría sido
suficiente con sólo establecer el contraste diciendo, por ejemplo, la sociedad haitiana es
latinoamericana mientras que las de Jamaica, Trinidad y Tobago y Bahamas son
anglosajonas; sin embargo, la expresión “más que” permite poner a estas sociedades en un
continuo de distintos grados de latinoamericanismo. Esto sólo podría tener sentido si el
latinoamericanismo de Haití es discutible en términos absolutos. En otras palabras, el
argumento pareciera indicar que la sociedad haitiana es “más latinoamericana que las
anglosajonas del Caribe” justamente porque Haití no es completamente latinoamericano,
aunque comparte algunos rasgos latinos.
Mirando más de cerca los rasgos latinos señalados por el entrevistado, éstos
aparecen enmarcados bajo la expresión de “estructura cultural”. Dicha “estructura cultural”
comprende a la iglesia católica, los procesos de independencia e incluso el modo de vestirse
de los líderes independentistas. Uno podría discutir si acaso estos rasgos son suficientes o
pertinentes para hablar de una “estructura cultural” compartida, a su vez, si acaso es posible
encontrar esos rasgos en otros lugares del mundo11. Parece plausible que algunos países
africanos puedan afirmar tener en su historia a la iglesia católica, como también un proceso
11
Parece plausible que algunos países africanos puedan afirmar tener en su historia a la iglesia católica,
como también un proceso de independencia. Por otro lado, el modo de vestirse de los líderes independentistas
tanto en Latinoamérica como en Haití fue heredado de las maneras coloniales, tal como veíamos con Mignolo
en la subsección 2.3.

20
de independencia. El argumento de la “estructura cultural compartida” no parece muy
fuerte tal como es formulado, sin embargo el hecho de que ‘se sentían parte de esta historia’
parece consistente en razón de las nociones de “comunidades imaginadas” y de identidad
de Larraín revisadas anteriormente.
Sin embargo, aunque existen conexiones entre la historia de Haití y de
Latinoamérica, puede ser difícil demostrar que existe un ‘sentimiento’ de pertenencia a una
historia compartida. Adicionalmente, el año 2012 Haití anunció sus intenciones de unirse a
la Unión Africana de Naciones12, lo cual podría indicar un sentimiento de mayor cercanía
con la historia y las tradiciones de los países africanos.
La forma como JP, en este extracto, se posiciona frente a Latinoamérica, es mixta.
Cuando él habla acerca de los haitianos sintiendo que tienen una historia compartida con
Latinoamérica, utiliza la expresión deíctica “esta historia”, presentándose como un
latinoamericano que comparte dicha historia. Sin embargo, la frase “convencer a los
latinoamericanos que tienen que incorporar a Haití para acá” resulta ambivalente a primera
vista. Por un lado, la expresión deíctica acá nuevamente incluye al entrevistado dentro de
Latinoamérica, así como al país donde está situado (Chile). Por otro lado, la referencia a los
latinoamericanos en tercera persona genera el efecto de posicionarse a sí mismo fuera de
este grupo. Al menos, del grupo particular de latinoamericanos que podría tomar la decisión
de incorporar a Haití. En este sentido, JP parece asumir la perspectiva de diplomático de la
ONU (tal como lo vimos en el extracto II), y no la de un líder latinoamericano
―perspectiva que tendría mayor sentido. Asimismo, JP desliza su posición al sugerir que
incorporar a Haití en Latinoamérica es algo sobre lo cual habría que convencer a los
latinoamericanos. Por supuesto, presuponiendo que ello es un objetivo deseable.
La referencia a Haití que realiza JP muestra la imagen de un país que no ha sido
incorporado a Latinoamérica, como también un país que se define en tanto es siempre
referido en relación con EEUU y Francia. La conexión de EEUU con Haití, como fuente de
problemas e intereses directos del primero, ya ha sido establecida durante la entrevista, por
lo que se asume como un conocimiento presupuesto. El vínculo con Francia por razones
culturales debilita el argumento presentado previamente acerca de la “estructura cultural”
compartida con Latinoamérica. En otras palabras, en este mismo extracto, la ‘cultura’
aparece como criterio de vínculo de Haití tanto con Francia como con Latinoamérica.
Hacia el final de la respuesta, JP utiliza la expresión “sienta que su escape está por
el lado de Latinoamérica”, utilizando una retórica de amenaza y conflicto. El “escape”
alude a una situación indeseable, donde su salida tiene como alternativas a Latinoamérica
frente a Francia o EEUU. El uso de la palabra “lado”, refuerza esta idea de opciones
excluyentes, al mismo tiempo que sitúa a Haití en un lugar intermedio. La presentación de
Latinoamérica en esta expresión aparece presentada como positiva para Haití frente a
Francia o EEUU.

Extracto IV

JV: Sería una dictadura progresista como decía Baba 13, ¿no?

12
Véase: “Haiti to join the African Union?,” 2012.
13
Baba es una mujer haitiana que trabaja haciendo ‘inducciones’ sobre la cultura haitiana a las personas
que llegan a trabajar a la misión.

21
SRSG: Sería, bueno sería no, sería un colonialismo. EE.UU. se transformaría en potencia
colonial declarando que Haití no se puede gobernar a sí mismo decide invadirlo, y coloca
un presidente que es un señor que maneja como gobernador eso (.), bueno Puerto Rico es
una dependencia norteamericana, con la diferencia de que los puertorriqueños viven una
vida ideal en comparación con a los demás (.), es un país extraordinariamente agradable; a
mí una vez que fui para allá el partido socialista puertorriqueño me dijo que quería
mostrarme la miseria (.), y me llevaron a ver unos edificios donde vivían los trabajadores y
los explotados que eran como las torres de Tajamar 14 (.), entonces yo dije: “ustedes
péguense un viajecito por América Latina primero antes de andarle mostrando los pobres a
los latinoamericanos aquí, porque a nosotros nos da risa lo que tienen ustedes aquí como
pobreza.

Este extracto es una respuesta a la pregunta hecha por el director del documental e hijo
del entrevistado. La pregunta sigue a una respuesta previa frente la pregunta de si acaso la
MINUSTAH fija los objetivos de lo que debiera hacer el Estado haitiano. Durante la
respuesta a esa pregunta, JP hipotetiza acerca de una nueva crisis institucional en Haití y
que a partir de eso, los EEUU hicieran una nueva intervención instalando bases de
Marines y dirigiendo Haití como un protectorado. En este momento se hace esta pregunta.

La primera frase de la respuesta de JP clarifica que el concepto de un hipotético


protectorado en Haití no sería una “dictadura progresista” si no que colonialismo,
mencionando el caso de Puerto Rico como un ejemplo de esto. Dentro de las estrategias de
nominación y predicación, Puerto Rico es presentado como una dependencia de EEUU y
caracterizado como un país “extraordinariamente agradable”. Los puertorriqueños son
presentados como viviendo “una vida ideal en comparación a los demás”. Es difícil saber
quiénes son esos “demás”, podrían ser otras dependencias de EEUU o acaso países
caribeños vecinos (como Haití). El hecho de que la respuesta esté enmarcada dentro de una
pregunta sobre Haití nos invita a pensar esta última interpretación, ya que es una expresión
imprecisa.
Inmediatamente después de caracterizar de forma positiva a Puerto Rico
(“agradable”, “vida ideal”), JP cuenta una anécdota que inicialmente parece respaldar la
idea de la “vida ideal” de los puertorriqueños. La narración de una anécdota personal, en
primera persona, constituye un cambio a la posición que había adoptado en los extractos
anteriores, donde el relato estaba enmarcado en la distancia de la segunda y tercera persona.
La anécdota relata cómo las condiciones que eran consideradas como “miseria” en Puerto
Rico se asemejaban a las de acomodados en Chile. Independientemente de si acaso esta
expresión adopta la figura de una hipérbole, lo relevante para nosotros es que nuevamente
la pobreza aparece como un elemento identitario de la experiencia latinoamericana, tal
como vimos en el extracto I. Es más, la frase que el sostiene haber dicho en ese momento
(“ustedes péguense un viajecito a América Latina primero antes de…”) utiliza un
argumento de autoridad en la cual se asume que ser latinoamericano confiere una
‘cualificación’ sobre la pobreza, la cual no existiría como tal en Puerto Rico.

14
Las Torres de Tajamar son un complejo habitacional de Santiago de Chile construido a fines de los años
’60 del siglo veinte, en un barrio acomodado.

22
Sin embargo, resulta especialmente interesante que toda esta formulación no sólo
reafirme el rol identitario de la pobreza ―dentro de la concepción que JP tiene de
Latinoamérica―, sino que además excluye a Puerto Rico de Latinoamérica. El uso de
“ustedes” versus “nosotros los latinoamericanos”, sumado al inicial “péguense un viajecito
a América Latina”, implican que Puerto Rico no sería parte de este grupo al cuál Chile, por
ejemplo, sí pertenecería. Utilizando los mismos argumentos expresados por JP en el
extracto III, Puerto Rico no es una “sociedad anglosajona” del Caribe (el primer idioma es
Castellano) y comparte la herencia cultural del colonialismo español. Entonces, parece
apropiado preguntarse por qué Haití, que está geográficamente cercano con Puerto Rico,
puede calificar para esa “estructura cultural” mencionada en el extracto III, y no Puerto
Rico. Una razón para excluirlo podría ser que Puerto Rico nunca tuvo un período de
independencia. Sin embargo, es la forma en la que la JP enmarca su respuesta, la que nos
entrega la clave para entender esta exclusión: Puerto Rico además de no poseer una pobreza
‘real’, mantienen una dependencia de los EEUU. Y ya hemos establecido cómo el contraste
entre Latinoamérica y EEUU es un articulador de identidad recurrente en esta entrevista.
Los extractos V y VI corresponden a la entrevista a FC. Él es un General Brasileño
y fue Force Commander (líder militar) de la MINUSTAH entre 2004 y 2005. La entrevista
tuvo lugar en Enero de 2005 en Haití, en el barrio Bel Air de Puerto Príncipe, durante
operaciones de retiro de basura de las calles. El entrevistador fue José Manuel Ferreiro
(JMF).

Extracto V
JMF.: ¿Crees que la falta de contacto de la gente civil, la gente que está trabajando hoy en
MINUSTAH, responde a un reglamento de Naciones Unidas o a…?

FC.: [...] Les falta experiencia, una visión estratégica de algunos problemas, eso es normal
en cualquier organización hay gente que tiene que aprender, hay gente que ya tiene más
experiencia. Eso muchas veces hace falta, la experiencia, la sensibilidad, gente que en su
país nunca han visto una favela, eso cambia mucho. Yo para mí acá…claro no voy a decir
que estoy bien, claro se siente mal, uno se siente mal acá, pero yo estoy acostumbrado con
el paisaje acá, la pobreza existe en mi país, la miseria existe. Para mí la miseria no es una
enfermedad, la miseria es un problema social. No es una enfermedad. Y yo creo que para
algunos parece que la miseria es una enfermedad, como si la miseria se pudiera resolver
con repelente. No es así. La miseria la tiene que tratar con acciones contra la miseria,
acciones sociales, acciones humanitarias para cambiar la situación de la gente.

Contexto del extracto: Previo a esta pregunta, el entrevistado estaba hablando acerca de
las ventajas del trabajo en terreno frente al burocrático. Él explicaba que el hecho de tener
la posibilidad de poder ver las cosas con sus propios ojos le permitía entender mejor la
situación en Haití, a que si estuviera tras un escritorio. Había criticado el hecho que la
mayoría del personal civil de la misión prácticamente no tenía contacto con los haitianos y
su realidad. La entrevista tiene lugar en uno de los barrios más grandes, pobres y
peligrosos de Puerto Príncipe. Las tropas brasileñas limpian toneladas de basura que se
habían acumulado en grandes cerros sobre las calles.

23
FC contesta la pregunta en primera persona usando el “yo”, es decir,
posicionándose a sí mismo como proveniente de un país con pobreza y miseria. Se vuelve a
marcar aquí el elemento de la experiencia de la pobreza expresado con el “yo estoy
acostumbrado a…”, una experiencia que es vinculada por FC a la “sensibilidad” y a la
capacidad de entender la pobreza como un fenómeno complejo, lo que es consistente con la
‘experiencia cognitiva’ de la pobreza que presentábamos en el análisis al extracto I. En este
sentido, FC se posiciona como teniendo una ventaja por sobre quienes no conocen la
pobreza. Adicionalmente, en este extracto FC se presenta a sí mismo como brasileño
(aunque no menciona explícitamente su nacionalidad, se refiere a “en mi país”) y como
miembro de la misión. No hay una mención explícita de pertenencia a lo latinoamericano.
A contrario, los otros son referidos como inexpertos (en la pobreza) y tampoco hay
mención explícita a nacionalidades.
El uso de las metáforas conceptuales como “enfermedad” para pobreza y
“repelente” para combatirla es bastante significativo: tanto la nociones de enfermedad
como de repelente evocan imágenes de ataque y defensa (la enfermedad atacando el cuerpo
y el sistema inmune; el repelente como en defendiéndose o repeliendo un ataque). Estas
imágenes son consistentes con la crítica expresada por JP en el extracto I a los
estadounidenses, quienes sólo usan la fuerza, en vez de tener un entendimiento más
complejo de la pobreza y la violencia.

Extracto VI
JMF: ¿Tú crees que para los Latinoamericanos que tal vez tenemos la oportunidad de estar
en contacto con más favelas, con más pobreza, con más miseria que los europeos o los
norteamericanos, es una ventaja para trabajar en estas situaciones o para sobrellevar el
trabajo en Haití?

FC: No yo creo que nuestra historia tiene un enlace más grande con ese asunto de miseria,
de pobreza que la historia de los países desarrollados, porque ellos no tienen pobreza
extrema en sus países, muy raramente. Claro, hay algunos pero el aspecto general no es lo
que tenemos ─no voy a generalizar en toda América Latina─ pero tenemos en América
Latina un nivel de pobreza que es considerable. Entonces me parece que nosotros tenemos
el hábito del contacto con la gente más pobre, tal vez ya tengamos eso en la cabeza, en el
corazón, en el alma que hay necesidad de hacer alguna cosa, entonces eso me parece que
nos da la oportunidad de dividir un poco lo que tenemos…tenemos poco el hecho de dividir
el poco que tenemos yo creo que nos engrandece, es bueno para nosotros, nos sentimos
bien, dividir el poco que tenemos. [...] Yo creo que ese es el problema de casi todos los
países que están acá contribuyendo con tropas de América del Sur, América Latina, tienen
pobreza pero decidieron dividir un poco, lo poco que tienen con alguien que está peor que
nosotros. Eso me parece muy bueno para la conciencia de nuestros pueblos, para nuestra
formación histórica, para la maduración de nuestra sociedad, creo que hay mucha ventaja
en eso.

Contexto del extracto: Esta pregunta es hecha inmediatamente a continuación de la


respuesta presentada en el extracto anterior. Nuestra intención fue ahondar en la ventaja
de conocer la pobreza que había mencionado previamente y además hacer que se
pronunciara explícitamente sobre Latinoamérica.

24
Por una parte, desde el punto de vista sobre cómo se presenta a sí mismo, esta
vez FC habla en primera persona de los latinoamericanos incluyéndose explícitamente en
esa categoría. Por otra parte, desde el punto de vista de las estrategias de predicación, los
latinoamericanos son nuevamente descritos como teniendo una ventaja por la experiencia
de la pobreza, lo cual les permite ser solidarios con aquellos que están peor. Esta
solidaridad es descrita como algo bueno para la “conciencia”, “formación histórica” y
“maduración” de las sociedades latinoamericanas. Esto último además presupone que tales
tres elementos están inacabados y en un proceso de potencial mejora. El contraste es hecho
con los “países desarrollados”, sin ser especificados ni ejemplificados. Dichos países
desarrollados serían los “otros” que carecen de esta experiencia de la pobreza que genera el
sentimiento de solidaridad.
Vale la pena notar que la historia de Latinoamérica es mencionada dos veces en
este extracto: primero, para señalar que la pobreza es parte de la historia de Latinoamérica;
segundo, para la recién mencionada “formación histórica”. La importancia de la historia
para la identidad también fue mencionada por JP en el extracto III.

3.4. Síntesis, conclusiones y nuevas preguntas

Proponemos comenzar la síntesis del análisis dando cuenta de las principales similitudes y
diferencias entre lo dicho por JP y FC.

Desde el punto de vista de las similitudes, ambos:

• En algún momento se consideran a sí mismos como latinoamericanos.


• Le otorgan a la experiencia de la pobreza un carácter identitario para Latinoamérica.
• Consideran que dicha experiencia tiene una dimensión “cognitiva” que permite
comprender ciertos procesos complejos (realidad de Haití) y supone una ventaja
para enfrentarlos.
• Incorporan la historia como un elemento compartido por una comunidad y que es
central en la construcción de identidad.

Por otro lado, las diferencias más relevantes son:

• FC mayoritariamente habla en primera persona, presentándose como alguien que


trabaja en la misión, haciendo explícitas sus perspectivas y opiniones. JP tiende a
hablar en tercera persona (excepto cuando cuenta una anécdota personal), marcando
una posición “externa”, consistente con la de un diplomático de la ONU que intenta
no hacer explícitas sus opiniones.
• Al momento de establecer contrastes con Latinoamérica, JP los marca con EEUU,
Francia, el hemisferio norte, las sociedades anglosajonas del Caribe y Puerto Rico;
FC marca los contrastes con los “países desarrollados”, sin precisar o ejemplificar.
• Paradójicamente, FC puso el énfasis del trabajo en la misión en temas humanitarios
y términos de solidaridad; fue JP, en cambio, quien hizo las referencias a las tácticas
militares y la mirada geopolítica de luchas de poder en la cual la misión en Haití

25
aparece como medio para otros fines (ver referencia al “rol utilitario” en el análisis
del extracto II).

Llegado este punto, quisiéramos volver ahora a nuestras preguntas de


investigación para estructurar las conclusiones de este trabajo:

1. ¿Cómo se auto-definen y posicionan quienes trabajan en la misión con


respecto a dónde pertenecen?

Hemos visto ya que ambos se definen como Latinoamericanos. FC además se define


como alguien que trabaja en terreno en la misión, sin nunca manifestar explícita o
implícitamente el hecho de que él es el comandante de la fuerza militar. El hecho de
provenir de un país donde hay pobreza extrema, lo posiciona en un lugar privilegiado para
comprender las causas y complejidades de la pobreza. Esta posición, le permitiría
desenvolverse mejor en el contexto de la misión en Haití. JP tiene la misma valoración
respecto a su posición en relación con la pobreza, pero adicionalmente asume el lugar de
un “observador externo”, consistente con la de un diplomático de la ONU que no puede
interferir (dando explícitamente su opinión) en asuntos internos de países.

2. ¿Existe(n) una(s) identidad(es) latinoamericana(s) construida(s) discursivamente


en la misión de Naciones Unidas en Haití?

Hemos visto que ambos líderes son capaces de vincular rasgos que constituirían la
identidad latinoamericana en el contexto de lo que implica trabajar en la misión. Ambos
tienen una idea similar de cómo estos rasgos pueden significar una ventaja para
desenvolverse en ese contexto, con lo que parece que la misión es capaz de proveer una
oportunidad para reforzar elementos identitarios de Latinoamérica.
Establecimos que ambos contrastan estos rasgos latinoamericanos, siendo JP quien
es más explícito para nombrar con quiénes se contrasta. Por otro lado, JP también cree que
algunos de los rasgos identitarios de Latinoamérica son compartidos con Haití.
Pudimos encontrar también un ‘utilitarismo’ en el interés de considerar Haití como
latinoamericano, en dónde operaría como un medio para un fin político: legitimar la
intervención de países latinoamericanos en un país de interés directo de EEUU. Esto
desafía la hegemonía de EEUU y legitima el ‘derecho’ de países latinoamericanos a
participar en la solución de una eventual crisis en Cuba.

3. Si ese es el caso, ¿cuáles son las principales dimensiones de esa(s) identidad(es)


latinoamericana(s)?

Fue posible encontrar tres principales dimensiones para el establecimiento de dicha


identidad. La primera ─que encontramos tanto en JP como en FC─, tiene que ver con la
experiencia de la pobreza y la subsecuente comprensión de la pobreza y sus complejidades,
incluida su relación con la violencia. Esta dimensión se hace explícita en los extractos I, IV,
V y VI.

26
La segunda dimensión tiene que ver con lo que JP llama “estructura cultural”. Aun
cuando el análisis del extracto III mostró que la mayoría de los elementos nombrados bajo
este concepto son algo problemáticos para establecer una identidad coherente y específica
de Latinoamérica, es posible encontrar nexos entre la noción de “sentirse parte de esta
historia” con el concepto de “comunidad imaginada” discutido anteriormente. En el caso de
FC también vimos la importancia que él le otorga a la historia en el extracto VI, en tanto
compartida por una comunidad, a lo que añadía los conceptos de “maduración de las
sociedad” y “conciencia de los pueblos”.
Otros criterios como el idioma o fronteras geográficas parecen ser ambivalentes y
no muy claros para definir Latinoamérica. Con respecto al lenguaje, parece ser que el latín
como raíz es el mínimo común, como revisamos en el análisis del extracto IV. Pero el
hecho de considerar países que hablen castellano, portugués y francés, nos indica que no
parece haber un lenguaje común para Latinoamérica. Por su parte, las fronteras geográficas
nunca fueron mencionadas explícitamente, pero vale resaltar que cuando se dieron ejemplos
de países latinoamericanos, éstos eran sudamericanos. Ningún país caribeño fue
mencionado como latinoamericano: respecto a Cuba nunca se precisó explícita o
implícitamente su pertenencia, respecto a Haití ésta era “inacabada” y en el caso de Puerto
Rico, fue negada.
Por último, vimos el rol crucial que juega el contraste ―en especial con EEUU―
para definir una identidad latinoamericana. En este contexto ―donde resulta difícil
encontrar rasgos comunes que sean indiscutibles―, la definición de lo que no es
Latinoamérica resulta ser un elemento estable. Hemos visto también que dicho contraste
con EEUU juega un rol geopolítico, confirmándonos que efectivamente la construcción
discursiva de la identidad latinoamericana está cruzada por luchas de poder. En otras
palabras, Latinoamérica pareciera necesitar a EEUU para construir su identidad, a partir del
contraste.

4. ¿Cuáles dispositivos o instrumentos discursivos son usados para construir esta


identidad en el contexto de una entrevista?

A través del análisis hemos podido detectar diversas estrategias discursivas que
fueron usadas en las entrevistas. Las de referencia y nominación aparecieron como las más
frecuentes, junto a las de predicación, donde se articulaban la presentación negativa del
‘otro’ y positiva de ‘sí mismo’. Algunas presuposiciones fueron detectadas, sobre todo al
momento de caracterizar los rasgos latinoamericanos. En el caso de JP, también pudimos
ver puestas en perspectiva (cambiando la perspectiva desde la cual hablaba), hipérboles y
mitigaciones.
A modo de cierre, podemos decir que el análisis hecho en esta investigación nos
indica que la identidad latinoamericana está lejos de ser un concepto coherente. Más bien es
el objeto de luchas de poder, las cuales se expresan en los contrastes que se efectúan al
intentar definir dicha identidad. En este caso puntual, parece ser utilizada extendiéndose
hacia Haití con el fin de disputar la hegemonía de EEUU.
Con todo, lo que hemos mostrado aquí está lejos de ser un análisis acabado, sino
más bien un ejemplo concreto de cómo detectar y analizar algunas de las estrategias
discursivas presentes. Sin duda, es posible llevar a cabo un análisis lingüístico más

27
detallado y poner un acento en el análisis de argumentación, el cual por razones de espacio
aquí no se llevó a cabo de manera acabada y sistemática.
Aun así, lo presentado en este análisis nos abre una serie de nuevas preguntas que
están siendo desarrolladas en la investigación doctoral que da origen al presente artículo.
Para nombrar algunas:
Esta construcción de identidad Latinoamericana, ¿es compartida por otra gente que
se encuentra trabajando en la misión (incluidos no-latinos)? ¿Cómo ven los haitianos que
trabajan en la misión esta identidad Latinoamericana? ¿Hasta qué punto la identidad
multinacional del personal de MINUSTAH se vinculan con cómo se posicionan a sí
mismos y definen su trabajo? ¿Cómo han cambiado los discursos de MINUSTAH desde
2004? ¿Qué impacto tuvo el terremoto de 2010 y el posterior brote de Cólera en la manera
en como la misión se entiende a sí misma y es entendida? ¿Cuáles formas de vida o
elementos culturales siente un latinoamericano que comparte con otros latinoamericanos?
¿Qué contrastes puede establecer un latinoamericano con respecto a otro latinoamericano
de un país distinto al suyo?
Todas estas preguntas nos invitan a profundizar, tanto en las herramientas teóricas,
como metodológicas, así como también una nueva recolección datos. Sin embargo, los
hallazgos presentados aquí ya proveen un punto de entrada sustantivo para los objetivos
principales de esta investigación.

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