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Tema 6: La filosofía contemporánea: Karl Marx

1.- El autor y su contexto filosófico.


El siglo XIX es un siglo de múltiples agitaciones sociales, motivadas por los cambios
que se produjeron al pasar del Antiguo Régimen (orden feudal) a un sistema social
basado en la producción industrial y el mercantilismo. Ya no se puede hablar de
estamentos sociales, sino de clases sociales: la clase burguesía (poseedora del capital)
será la que más se beneficiará del nuevo orden social, mientras que las condiciones de
vida del proletariado (los trabajadores que sólo poseen para ofrecer en el mercado su
fuerza de trabajo) irán empeorando progresivamente, hasta que toman conciencia de
clase y crean organizaciones políticas para la defensa de sus intereses (socialismo,
comunismo, anarquismo,...).

La ideología de la burguesía es el liberalismo político y económico. Dentro del


liberalismo se pueden diferenciar las siguientes dimensiones: el liberalismo económico
(laissez faire) es la doctrina dominante en economía política (principalmente ingleses:
Adam Smith, Ricardo,...) y sus principios fundamentales son la no intervención del Estado
en los asuntos económicos y la confianza en que el mercado se equilibra por sí mismo
mediante la ley de la oferta y la demanda. El liberalismo político se opone al despotismo y
defiende el gobierno representativo, el sufragio universal y el parlamentarismo censitario
(división de poderes ejecutivo, judicial y legislativo). El liberalismo intelectual aboga por la
tolerancia y la libertad de pensamiento (ilustración). La burguesía estará enfrentada tanto
a los intereses de los estamentos dominantes del Antiguo Régimen, como a los de las
clases populares.

Por otra parte nos encontramos con el tradicionalismo, que es el movimiento que
trata de restaurar el Antiguo Régimen. Este movimiento se basa en las ideas de
legitimidad y tradición: es legítimo el régimen político y social que se apoya en una larga
tradición. Defiende el orden frente al progreso, las instituciones básicas y el
asociacionismo frente al liberalismo y la religión. Este movimiento derivó fácilmente hacia
el nacionalismo.

El movimiento nacionalista cubre todo el siglo XIX, suscita la mayoría de las


guerras y es uno de los factores decisivos de cambio (independencia de las colonias
españolas en América, desmembramiento del Imperio Turco, unificación de Italia y
Alemania). El nacionalismo se inspiró en ideologías muy diversas: el idealismo alemán, el
romanticismo, el liberalismo, el tradicionalismo; únicamente el socialismo quedó al
margen, debido a su tendencia internacionalista. El imperialismo lleva a la expansión
colonialista de Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos y Japón.

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Por último tenemos las ideologías socialistas y anarquistas que tuvieron una gran
difusión debido a que respondían a una situación social (la miseria del proletariado y la
crisis del capitalismo liberal) y a que fueron adoptadas por el movimiento obrero. El
comunismo pretende una sociedad en la cual no exista ni la propiedad privada de los
medios de producción, ni el Estado, ni las clases sociales y ningún individuo sea explotado
por otro. El socialismo propugna la posesión y administración pública de los medios de
producción en pro del interés de la sociedad en general, y no en favor de clases o grupos
particulares (Saint Simon, Fourier, Owen...). El anarquismo mantiene que toda autoridad
política es innecesaria y nociva, por lo tanto, mediante la abolición de la autoridad se
puede crear una sociedad justa, basada en la bondad innata del hombre y en su voluntad
de cooperar pacíficamente con el prójimo (Proudhon, Bakunin,...).

2.- Los antecedentes filosóficos de Marx: Hegel y Feuerbach.


El idealismo de Hegel pretende conciliar la diversidad de la existencia concreta con el
absoluto del sistema de la razón (Teología, Estado). La izquierda hegeliana busca una
superación dialéctica de la filosofía de Hegel. La izquierda hegeliana la forman un grupo de
hegelianos que se definieron a sí mismos como ateos y revolucionarios y que tuvieron notable
influencia en Alemania tras la muerte de Hegel en 1831. Marx estuvo en contacto con ellos en un
principio, pero luego se distanció. Este movimiento filosófico propone una reforma del
hegelianismo y elabora una crítica radical a la religión.
Para Marx, la filosofía idealista es excesivamente abstracta y no atiende a los hechos
que afectan directamente al ser humano. La filosofía idealista se limita a justificar el orden
existente. Pero, según Marx, la filosofía debe ser sobre todo práctica: la práctica histórica es la
prueba definitiva de todo pensamiento. La teoría correcta consiste en ser consciente de la
práctica que tiende hacia la transformación del mundo. Marx reconoce un aspecto
revolucionario en la filosofía de Hegel: entender la realidad como un proceso dialéctico. Pero
considera necesario eliminar los aspectos místicos de la dialéctica hegeliana.

Feuerbach afirma que la filosofía hegeliana es el último refugio racional de la teología:


Hegel puso aquí abajo (en la Naturaleza, en la Historia) al ser divino que la teología clásica había
puesto siempre en el más allá. Para Feuerbach en la religión el hombre se encuentra escindido: la
esencia humana es colocada fuera del hombre en un ser ideal (Dios), quedando el hombre
reducido a pura existencia sin esencia. De esta manera, el hombre está enajenado en el ámbito de
la conciencia, porque pone sus atributos esenciales (de un modo absoluto) en un ser extraño. La
enajenación religiosa es la enajenación de los productos de la mente humana. Feuerbach
pretendía explicar todos los fenómenos ideológicos reduciéndolos a las relaciones de los hombres
entre sí, esto es, reducir la filosofía y la teología a la antropología. La religión es la conciencia
primaria, pero indirecta, que el hombre tiene de sí mismo.

La filosofía, tanto para Feuerbach como para Marx, debe realizar la tarea de descubrir y
luchar contra las alienaciones, pero Feuerbach se quedó en el plano teórico. Marx no se limita a
denunciar las alienaciones de la conciencia (ideología), sino que también denuncia las alienaciones

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materiales o económicas. Marx criticó a Feuerbach el que concibiera al hombre como un ser
contemplativo y a la naturaleza como algo dado y ajeno a la acción del hombre, cuando realmente
las relaciones con la naturaleza desempeñan un papel importante en la vida del hombre y no
deben considerarse separadamente de las condiciones espirituales.

Según Marx, la filosofía de Feuerbach es un idealismo, en primer lugar, por su carácter


abstracto que prescinde tanto de la historia como de la interna relación social, y, en segundo
lugar, por su admisión de la existencia de una esencia humana, de la que cada hombre individual
es una realización particular. Es un idealismo porque se centra en la esencia y presta escasa
atención al orden real, social y político.

Feuerbach estaba convencido de que su crítica a la religión y al idealismo constituía una


posición materialista, reduciendo la teología y la filosofía a la antropología, pero el materialismo
de Feuerbach fue criticado por Marx: en primer lugar se trata de un materialismo mecanicista, lo
cual le impide concebir el mundo como un proceso, como una materia sujeta al desarrollo
histórico; en segundo lugar, el hombre es interpretado como objeto sensible, no como un ser
activo-práctico, sino sólo contemplativo. La comprensión teórica de Marx es más completa que la
de Feuerbach, porque incluye el proceso histórico-genético y la dialéctica para el conocimiento y
transformación de la realidad.

3.- Humanismo y praxis en Karl Marx: la producción social de


la vida y el concepto de alienación.
El progreso de la naturaleza humana no es un problema puramente individual,
que se pueda resolver mediante un perfeccionamiento espiritual, a través de la moral,
la religión y la filosofía, sino un problema que se puede solucionar únicamente a
través de la transformación de la estructura económica de la sociedad. El comunismo
es la única alternativa que hace depender la realización de una personalidad humana
unificada libre de una transformación de la estructura social que condiciona a la
persona misma. La sociedad capitalista, nacida de la división del trabajo, que ha
dividido claramente capital y trabajo, produce una recreación interna de la
personalidad humana. En efecto, en la sociedad capitalista, las fuerzas productoras
han sido arrancadas de los individuos y constituyen un mundo independiente, el
mundo de la propiedad privada. El trabajo, que es el único modo por el que los
individuos todavía pueden entrar en relación con las fuerzas productoras, ha perdido
para ellos toda apariencia de manifestación personal y sustenta su vida sólo a
condición de pervertirla.

El comunismo, al suprimir la propiedad privada, esto es, el capital, elimina la


escisión que la misma ha introducido en la estructura social y en personalidad de los
individuos. Entonces el trabajo vuelve a ser la actividad autónoma, personal del
hombre, el instrumento de la solidaridad humana. Por eso es el comunismo "el

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retorno completo y consciente del hombre mismo, como hombre social, es decir,
como hombre humano”. Por un lado, suprime la oposición entre la naturaleza y el
hombre resolviendo a favor de éste la relación respectiva con el poner a disposición
del hombre todo el conjunto de las fuerzas naturales; por otro lado, suprime la
oposición entre hombre y hombre, instituyendo la solidaridad del trabajo común. En
consecuencia, el comunismo realiza la naturalización del hombre y la humanización
de naturaleza. Sin duda alguna, esta realización se efectuará por grados. En una
primera fase de la sociedad comunista, nacida de la sociedad capitalista tras
prolongados trabajos de parto, será inevitable cierta desigualdad entre los hombres,
particularmente una desigual retribución a base del trabajo prestado. Sólo en una
fase más elevada de la sociedad comunista, con la desaparición de la división del
trabajo y, por ende, del contraste entre el trabajo intelectual y el manual, cuando el
trabajo se convertido no sólo en medio de vida, sino en necesidad de la vida y cuando
las fuerzas productoras hayan conseguido su desarrollo, la sociedad, dice Marx,
"podrá escribir sobre su propia bandera: Cada uno según su capacidad y cada uno
según sus propias necesidades" .

La alienación.

Hegel trato el tema de la alienación de manera puramente metafísica


(extrañamiento de la idea puesta fuera de sí, en la naturaleza), mientras que Marx lo
hizo en su aspecto concreto y humano, concediendo especial importancia a la
alienación económica: la separación entre el trabajador y los medios de producción
constituye un proceso que transforma en capital los medios de producción y a los
productores en asalariados. Marx considera la alienación económica como fruto y
consecuencia del modo de entender y organizar las relaciones de producción en una
época y sociedad determinadas, no como algo propio de la naturaleza humana: la
alienación en Marx no es un estado de conciencia, sino una situación objetiva. La
alienación en Feuerbach es una alienación religiosa: el hombre proyecta fuera de sí
(en Dios) un conjunto de propiedades que le pertenecen. Cuando el hombre se da
cuenta de que Dios es un ser pensado, se atribuye a sí mismo esas propiedades, niega
a Dios y se reconcilia consigo mismo.

Crítica de Marx a la interpretación de la alienación religiosa de Feuerbach:


Feuerbach parte del hecho de la autoenajenación religiosa, pero se limita a trasladar
el mundo religioso al mundo terrenal, mundanizar la religión. Para Marx, la crítica ni
siquiera ha comenzado ahí: "el hecho de que el fundamento terrenal se separe de sí
mismo para plasmarse como un reino independiente que flota en las nubes, es algo
que sólo puede explicarse por el propio desgarramiento y la contradicción de este
fundamento terrenal consigo mismo. Por ende, es necesario tanto comprenderlo en
su propia contradicción como revolucionarlo prácticamente".

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Para Marx, el sujeto de la historia es el hombre concreto que intenta realizarse
en su trabajo y el trabajo es la actividad creadora del hombre, mediante la cual se
humaniza la naturaleza: la personalidad del trabajador queda plasmada en el
producto de su trabajo. El hombre, fundamentalmente, no es conocimiento,
contemplación, sino trabajo productivo. La alienación económica es la causa del resto
de alienaciones humanas. El fin del trabajo consiste en que los productos que los
hombres hacen con su trabajo sirvan para la producción de la vida, pero en la historia
observamos que los hombres no se crean a sí mismos mediante el trabajo productivo;
no ha habido encuentro, el hombre va por un lado y los productos por otro: debido a
la propiedad privada de los medios de producción, los productos elaborados por el
trabajador no han retornado a él. El trabajador está alienado, porque atribuye a un
ser (el producto de su trabajo) un conjunto de cualidades que son su propia
personalidad pero que no retornan a él.

Doble alienación del hombre en el trabajo:

1.- En el producto del trabajo: el resultado de la acción productiva en la


sociedad capitalista no le pertenece al trabajador, sino que pertenece al propietario
de los medios de producción, mediante la plusvalía.

2.- En el proceso de trabajo: el trabajo en el sistema capitalista no es un modo


de realización libre de las potencialidades humanas, sino un medio para satisfacer las
necesidades básicas.

La división social del trabajo se lleva a cabo sin considerar el talento de los
individuos, ni el interés de la totalidad social, obedeciendo sólo a las leyes capitalistas
de la producción de bienes: el producto y el proceso de trabajo determinan la
actividad humana, ya que es el capitalista el que decide cómo y en qué rama de
producción invierte dinero.

Los hombres se relacionan entre sí a través de los bienes que intercambian,


por lo tanto, las relaciones entre los hombres quedan reducidas a las relaciones entre
hombres y cosas, y la libertad y las capacidades de los individuos están limitadas por
el valor de sus mercancías.

La liberación de la alienación del trabajo es una condición que va más allá de


la economía política y afecta a los fundamentos del ser humano y de su existencia. La
alienación del hombre en el trabajo da lugar a la alienación del hombre respecto a su
propia esencia, entendida como la actividad libre y consciente mediante la cual
aparece la naturaleza como su obra. La emancipación de los trabajadores entraña la
emancipación del ser humano, porque la servidumbre humana está encerrada en la
relación entre el trabajador y la producción.

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El capitalismo tiene contradicciones internas que conducen a su desaparición:
el capital es trabajo acumulado; la acumulación de capital aumenta la cantidad de
industrias, llevando a la superproducción y terminando por dejar sin trabajo a una
gran parte de los trabajadores o por reducir su salario al mínimo.

Otros tipos de alienación:

Alienación social: Las relaciones humanas que se establecen entre patrón y obrero se
convierten en relaciones conflictivas, cosificadas. Se forman dos clases sociales
antagónicas (la burguesía y el proletariado) cuya oposición es irreducible, ya que una
vive de la explotación de la otra.

Alienación política: el Estado, cuya misión es armonizar los conflictos de intereses


entre sus miembros, se dedica a defender los derechos de la clase burguesa.

Alienación religiosa: proporciona una justificación ideológica y estabilidad al orden


capitalista, mediante la justificación transcendente de la justicia social y la
compensación de los sufrimientos terrenales en el paraíso.

Alienación filosófica: cuando la filosofía desempeña una función ideológica; se limita


a interpretar la realidad y la interpreta falsamente (por ejemplo, el idealismo).

4.- El materialismo histórico: modos de producción,


estructura y superestructura.
El materialismo histórico supone la transformación material de la filosofía de la
historia de Hegel: para Hegel es la idea (conciencia) la que va desenvolviéndose
dialécticamente y en su desarrollo va realizando la historia (el proceso real es reducido a
mera apariencia y es el pensamiento el que le confiere su verdad). Marx también concibe
la historia de forma dialéctica, pero en el lugar de la idea pone la materia. La materia está
en constante transformación a base de las contradicciones que están en su propio seno.

Las relaciones que establece el hombre con la naturaleza y con los demás
hombres son relaciones materiales. Marx denomina producción social de la vida a la
producción e intercambio de bienes para satisfacer necesidades materiales. Estas
relaciones dan origen a la ideología y a la estructura jurídico-política del Estado. Por lo
tanto, lo que condiciona la historia humana no es el espíritu (Hegel), sino las relaciones
económicas de producción.

a) Conceptos fundamentales del materialismo histórico:

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Producción: actividad por la que los hombres crean bienes materiales para poder vivir
(humanización de la naturaleza).

Factores de producción:

Proceso de trabajo: - objeto sobre el que se trabaja (materia prima).- medios de trabajo
(maquinaria,...). - fuerza de trabajo: (energía humana)
Relaciones sociales de producción: entre los propietarios de los medios de producción y
los trabajadores. Son conflictivas (el trabajador es explotado porque vende su fuerza de
trabajo al precio que determina el capitalista) y antagónicas (unos defienden la propiedad
privada de los medios de producción y otros la propiedad colectiva de éstos).

Fuerzas productivas: es la combinación de la fuerza de trabajo y los medios que tienen los
trabajadores para trabajar.

Infraestructura económica: conjunto de elementos materiales que intervienen en las


relaciones de producción (producción, distribución, intercambio y consumo).

Estructura: conjunto de relaciones sociales.

Superestructura: conjunto de ideas, creencias, costumbres, instituciones,...que


configuran la conciencia social.

La historia es concebida por Marx como una proceso de maduración de la especie


humana para producir medios con los que satisfacer las necesidades. La dialéctica es el
motor de la historia y consiste en la superación de las contradicciones que se dan en la
realidad económica, o sea, entre los propietarios de los medios de producción y la fuerza
de trabajos: la lucha de clases es el motor de la historia, que camina hacia la sociedad sin
clases.

b) El Materialismo Dialéctico.

La dialéctica: Es el proceso de superación de las contradicciones entre el objeto y


el sujeto a través de sus tres momentos de tesis, antítesis y síntesis: el sujeto (tesis) se
relaciona con la naturaleza como algo exterior a él, como su negación (antítesis), pero
estas diferencias pueden ser superadas mediante la negación de la negación, llegando a
la humanización de la naturaleza (síntesis). Marx aplica el método dialéctico para la
superación de las contradicciones del capitalismo, mediante la supresión de las clases
sociales y de la propiedad de los medios de producción.

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Leyes dialécticas:

a) Ley de la conexión universal: los fenómenos de la naturaleza no se pueden comprender


aislados unos de otros, sino como un todo articulado y orgánico.

b) Ley del salto cualitativo: la acumulación de cambios cuantitativos inadvertidos da lugar


a cambios cualitativos radicales (ej.: estados del agua y la temperatura).

c) Ley de la unidad y lucha de contrarios: Cada estado de la naturaleza lleva en sí el estado


contrario. Las contradicciones internas son propias de los objetos. La esencia del
movimiento consiste en que descansa en contradicciones que están en el interior de cada
cosa y que se exteriorizan en la realidad del cambio, dando lugar al movimiento, al
devenir.

c) La lucha de clases.

A partir de la decisiva importancia de los medios de producción, trata Marx de


explicar en el Manifiesto comunista cómo el medio de producción que es el molino
manual produce o determina la organización social del feudalismo medieval, así como
la máquina de vapor introduce el sistema capitalista industrial. Las relaciones sociales,
«relaciones de producción», han tenido que ir pasando por la presión de las fuerzas
productivas del esclavismo al feudalismo gremial, a las formas de división del trabajo
de la primera industria manufacturera y, finalmente, a las nuevas relaciones entre
patronos y obreros de la producción industrial capitalista. Ello no se ha producido
ciertamente sino con crisis revolucionarias y lucha de clases: la historia entera es, en
este sentido materialista básico, lucha de clases.

Lo que define el modo de producción industrial capitalista es la separación de


los medios productivos respecto al trabajador, es decir, la propiedad privada de los
medios productivos en manos del empresario; lo que da lugar, de una parte, a la
acumulación del capital que requiere el sistema y, de la otra, al proletariado
desposeído que aporta su fuerza de trabajo como mercancía que lo alimenta.

Las crisis económicas del sistema de producción capitalista demuestran que el


capitalista no puede subsistir como tal en el sistema sino aumentando el proceso de
pauperización de la clase obrera, lo cual pone en crisis a su vez todo el sistema de
producción. El absoluto que es el capital supone y requiere una demanda absoluta en
la sociedad, pero el subconsumo que provoca en la masa trabajadora hace patente la
contradicción interna entre esas fuerzas productivas crecientes y las relaciones sociales
determinadas por el modo de producción. La demanda se estanca o disminuye como
consecuencia inmediata de las relaciones de producción en que el trabajador ha

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quedado reducido al subconsumo y mercancía de trabajo a causa de la propiedad
privada de los medios de producción.

En la lucha de clases desempeña un papel fundamental las ideologías. La ideología


tiene su origen en la división del trabajo, pero esta división está unida a la propiedad de
los medios de producción y a la división en clases de la sociedad. Las principales funciones
de las idologías son: representar la relación imaginaria de los individuos con sus
condiciones de existencia reales; reproducir deformadamente la realidad; cohesionar la
estructura social y servir a la clase dominante para someter a la clase dominada.

La ideología que predomina en una sociedad es la ideología de la clase dominante,


ésta elabora una teoría para justificar sus intereses, para justificar el modo de producción
existente y para justificar el domino de su clase social. Cuando la lucha de clases se
agudiza, la clase dominada (explotada) toma conciencia de sí misma y de sus propios
intereses, elaborando una ideología alternativa, para justificar la lucha de los explotados y
para justificar un nuevo modelo de sociedad.

d) El desarrollo de las fuerzas productivas y la estructura social.

Marx divide la sociedad en dos componentes necesarios: por una parte está la
estructura, que se compone del conjunto de relaciones de producción (producción,
distribución, intercambio y consumo); y, por otra parte, está la superestructura, que es el
conjunto de ideas, creencias, instituciones y normas que configuran la conciencia social.
La superestructura se componen de lo jurídico-político (normas y leyes que reglamentan
la sociedad) y de lo ideológico (ideas e instituciones que forman la conciencia social).

En el modo de producción capitalista la división social del trabajo se lleva a


cabo sin considerar el talento de los individuos o el interés de la sociedad, ya que está
determinada por las leyes capitalistas de producción de bienes: la mercancía y el
proceso de producción determinan la actividad humana.
El nacimiento, la afirmación y la victoria del comunismo, están condicionados por
el desarrollo económico. El comunismo no puede ser un ideal, deber ser una utopía que
se contraponga a la realidad histórica y pretenda torcerla en su dirección. Los enunciados
teóricos de los comunistas no reposan precisamente en ideas o principios que hayan
inventado o descubierto este o aquel reformador del mundo. No son sino expresiones
generales de las relaciones efectivas de una lucha de clases ya existente, de un
movimiento histórico que se va desarrollando ante nuestros ojos. El fin de la sociedad
capitalista y el advenimiento del comunismo serán debidos a un desarrollo inevitable de
la misma economía capitalista, la cual, mientras por un lado es incapaz de asegurar la
existencia de los trabajadores asalariados, de los cuales no puede prescindir, por otro

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lado, une a los mismos trabajadores en la gran industria y hace de ellos una fuerza
destinada a destruirla.

El materialismo histórico afirma que ningún cambio histórico se produce por la acción
de una ideología o de un ideal utópico, pues la ideología no hace más que expresar
relaciones sociales históricamente determinadas. El capital pretende demostrar que el
comunismo expresa las relaciones sociales que se van formando en la sociedad capitalista
y que, por tanto, es el desenlace inevitable del desarrollo de dicha sociedad.

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