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ERIC FONER La historia de la libertad en EE.UU. ‘TRADUCCION DE ALBINO SANTOS MOSQUERA pP EDICIONES PENINSULA BARCELONA - Ia equiparacig a personal y Ia equiparacign ae ae una profunda raigambre a vjomo parte de una Rerencia briténica no SO jdeas concordaban Con ung de Ia propiedad productiva que jrimentaran, cuando me. vimero de colonos experimen hacia que un Bram de independencia econdmica. eae . ensa- 29 dn Creve Het e179 cong « jector St. John Crévecoens i vista francs i a sociedad norteamericana —St ita la base se ae je competencia honrada>— conformaria la base ma- saje uniforme ec efinicién de Estados Unidos como «repi- terial para Is posterior cr como para el corolario de ésta: que la on | da neondicién de propietario era la precondicién social de la libertad.”® dela libertad con la autonomia Ia Norteamérica Dr ideolégices sino también Paes realidad social: el amplio TeP# DEMOCRATIZACION DE LA LIBERTAD Caracterizada por un extenso reparto de la propiedad (y, por lo tan- to, por una vida politica ampliamente participativa), por la debilidad del poder aristocrético y por unas iglesias oficiales mucho menos poderosas que las briténicas, la Norteamérica colonial era una socie- dad dotada de un considerable potencial democratico. Pero fue ne- cesaria la lucha independentista para transformar esta sociedad no ya en un sistema politico republicano sin monarca, sino en una na- cién que consagrase la igualdad y las oportunidades como sus razo- nes de ser, y que se enorgulleciera de proclamarse asilo de la libertad sociales que democratizaron el con i z: ‘cepto de libertad. ul oe libre la guerra de Independencia en » £n ese camino hacia Ia separaci6n politica, no 58 EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE hubo otra palabra que se invocara con mayor frecuencia, aunque rara vez fuera objeto de una definicién precisa. Habia arboles de la libertad, méstiles de la libertad, Hijos e Hijas de la Libertad, y un desfile sin fin de panfletos con titulos como «Un carro de libertad» o «Alocucién sobre las hermosas bondades de la Libertad» (este til- timo, un sermén pronunciado por Joseph Allen en Boston en 1772, se convertirfa en el discurso publico mas popular de los afios pre- vios a la independencia). Medidas briténicas como la aprobacién de Ja Ley del Timbre en 1765 fueron acogidas a lo largo y ancho de la geografia colonial con la escenificacién de funerales por la libertad cuidadosamente coreografiados en los que un atatid era portado a hombros hasta un cementerio, pero del que finalmente acababa sur- giendo su ocupante, milagrosamente resucitado en el tiltimo mo- mento (lo que la multitud allf congregada celebraba retirandose a continuacion a una taberna cercana). La libertad era algo mas que una idea para quienes se resistian a la autoridad briténica: era una pasién. Algunos hombres bien conocidos por su sobriedad hablaban en tono de vehemente deseo de los «dulces placeres de la libertad». La idea misma de libertad pas6 a encarnar toda clase de esperanzas y expectativas. Segiin coment6 un emigrante britdnico al arribar a las costas de Maryland a comienzos de 1775, «estan todos enloque- cidos de libertad».’* Los norteamericanos de la época de Ja Independencia no se ha- bfan propuesto inicialmente transformar los derechos de los ingleses en los derechos del hombre. La primera carta colonial —la de Vir- ginia, de 1606— habia concedido a los colonos las mismas «liberta- des, licencias ¢ inmunidades» que aquellas con las que habrian con- tado si hubieran residido «en nuestro reino de Inglaterra». Y siglo y medio después, los colonos americanos eran participes de la intensi- ficacién del nacionalismo briténico que entonces se vivia, y habfan reafirmado su lealtad al rey y a la Constitucién. La resistencia a las medidas recaudatorias britdnicas de la década de 1760 empezé6 con, una invocacién de los «derechos» de los norteamericanos «como stibditos briténicos» que eran dentro del marco establecido por la Constitucién de Gran Bretafia, «la mejor que jamés haya existido entre los hombres». Al principio, la oposicién a las politicas impe- tiales apelé a principios briténicos de larga tradicién (como el de la 59 ape ts [IBERTAD EN EE-UU. zt 1a HISTO} : via representacion Oddelo.. no imposicion de Gave ia aes de an cia bien cone i 2 jon) mS epi desde ls eto yp desde hacia tiemP? os pmultivudinari’® as medidas britany, : i a Ley del Timbre, la Ley de Acyg see ee estos Townshend) fueron atacadas hae ta exiseencia previa de unos derechos Datury. or ayer frecuencia fueron. criticadas €n nom| les, pero con mt ivilegios de Jos ingleses nacidos libres», ent de los «derechos y Pri libertad frente a la arbitrarieday la itaban, sobre todo, rt Pi nement Soria dela propiedad, el derecho a vivir gy Boberidad pole cya eyes contaran OP el Consentinieny del pueblo, manifestado a través de los representantes de éste, Atin en 1774 las invocaciones ala ley natural solia combsnataecon my srezeatenga de otras formas de reivindicaci6n de la libertad, coma curria con los «Derechos antiguos, constitucionales y concedidos por Carta Real» que invocaron los habitantes de Virginia. Ese mis. mo afio, el primer Congreso Continental defendié sus acciones ape. lando a los «principios de la constituci6n inglesa» y a las «libertades [.] de unos sibditos libres y naturales del territorio soberano del reino de Inglaterra».”* Sin embargo, a medida que el conflicto se fue profundizando, los ideres colonials pasaron a interpretar las politics de la met6- pol ame per eu ace conspiracién dirigida a destruit le ; 1érica y empezaron a entender su propia resis- tencia como algo més que una simple revuelta con motivo d legislacién determinada: su lucha se habia converti es deun conflicto global entre libertad y d eee = sr chee are Las llamadas Le- a an la suspensién del parla- pats puerto de Boston, represen ieee ae de «esclavizacién de las » el derecho a resistir frente ala autoridad arbitraria y la identi hat la identificacion de la libertad con la causa de Dios —tan honda é mente ara ; dele xem — fueron inno na’ Bias @ las huchas imperial e legada dela independencin enn ProPia Gran Bretaia.” rica la noi volvi6 i é ién de Ivi6 irrelevante en Norteamé- los der i echos de los ingleses nacidos en libertad. E 60 EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE marzo de 1775, todavia se podfa oir a Edmund Burke asegurar en el parlamento briténico que los colonos estaban dedicados no a la «li- bertad en abstracto», sino a una «libertad conforme a las ideas y a los principios ingleses». Pero la profundizacion de la crisis impulsé inevitablemente a los americanos a fundar sus reivindicaciones $0- bre el vocabulario (més abstracto) de los derechos naturales y la li- bertad universal. Fusionando la fe evangélica en el Nuevo Mundo como futura sede de la «libertad perfecta» con la imagen secular de un Viejo Mundo sumido en la disipacién y el autoritarismo arbitra- tio, Ia idea de Ja libertad briténica fue transformada en un conjunto de derechos universales y Estados Unidos, en un santuario de liber- tad para toda la humanidad. No deja de resultar irénico que fuera un emigrante de clase baja inglesa, que acababa de llegar a América en 1774 quien captara de Ileno esa imponente visi6n del significado de la independencia, Fue Thomas Paine quien proclamé en enero de 1776 en El sentido comin (el panfleto mas leido de la época) lo si- guiente: jOh, vosotros que amdis a la humanidad [...] dad un paso al frente! Todos los rincones del viejo mundo estén invadidos por la opresién. La libertad ha sido perseguida en todo el globo. Asia y Africa la expulsaron de su seno hace mucho tiempo. Para Europa no es més que una extrafia e Inglaterra le ha dado ya aviso para que se vaya. ;Acoged, oh, a la fugitiva y preparadle a tiempo un asilo para toda la humanidad!"* Escrito, como explicé més tarde el propio Paine, para ayudar a los hombres «a ser libres», El sentido comtin anunciaba una profecfa de la que surgiria la idea decimonénica de Estados Unidos como «impe- tio de libertad». Libre de las cargas institucionales —monarquia, aristocracia, privilegios heredados— que oprimfan a los pueblos del Viejo Mundo, América (y s6lo América) era el lugar en el que podia echar rafces el principio de la libertad universal. Seis meses después, la Declaracién de Independencia legitimaria la rebelién estadouni- dense no sdélo invocando los esfuerzos briténicos por instaurar una «tirania absolutista» sobre las colonias, sino haciendo también refe- rencia a los derechos naturales e inalienables de la humanidad, entre os que la libertad sdlo era superada en rango por la vida misma. En 61 Aambos lados del Atlintico, el gorro de la libertad simbolizaba el derecho al autogobierno y, en general, ala libertad individual. En un grabado de Paul Revere (arriba), publicado en 1770 en la Boston Gazette, Britannia apa- rece sentada con el goro yel escudo nacional, denotando la identficaisn Ave Po entoncr se hacia de a libertad con la tradicidn del «inglés nacido tbre>. Cinco ais més tard, en la portada de la Pennsyloania Magazine, sera s abi amricanizado, El escudo muestra el blason de a eoloth 7a Sura femeina et rodeada de armay de Trobe patristic, inido tan fe CBUChOs colgado de un érbol y marcado con la palabra «liber tad». (Sociedad Historica de Chicago; Sociedad Anticuaria American®) EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE. la Declaracién, eran «las leyes de Ja naturaleza y el Dios de esa na- turaleza», y no la constitucién briténica ni la herencia del inglés nacido libre, los que justificaban la independencia. La idea de liber- tad como derecho natural se convirtié en un lema de Ilamamiento ala revolucién, un criterio con el que juzgar las instituciones exis- tentes y una justificacin para su derrocamiento. La libertad habia dejado de ser un conjunto de derechos concretos o un privilegio reservado a un cuerpo colectivo de personas en unas circunstancias sociales especificas, para convertirse en un derecho universal y abier- to. Y la contradiccién entre el ideal de libertad universal yla realidad de una sociedad acuciada por las desigualdades afectarfa a la vida publica estadounidense durante la Independencia y mucho tiempo después.*5 Asi pues, de igual modo que las raices de la libertad estadouni- dense residen en las tradiciones de la libertad cristiana y del inglés nacido libre, su transformacién en una ideologia nueva y distinta surgié de la lucha por la independencia y de la creacién de un Esta- do nacional que se definié a si mismo, en palabras de James Madi- son, como el «taller de la libertad para el Mundo Civilizado». En esta «reptblica de la mente», por tomar prestada una expresién de Rousseau, tanto una nueva historia nacional recién inventada como el supuesto destino atribuido a esa nacién giraron en torno a la idea de libertad. «Nuestros antepasados —escribié Jefferson en 1775— dejaron su tierra natal para buscar en estas costas un hogar para la libertad civil y religiosa>, una manera inspiradora (aunque un tanto limitada) de explicar los numerosos motivos que Ilevaron a los colo- nos hasta América. En cuanto al futuro, el conmovedor comentario de Paine en El sentido comin («disponemos del poder de recomenzar el mundo») era representativo de un modo de entender la Indepen- dencia estadounidense como un acontecimiento de trascendental importancia historica, una idea reiterada en innumerables sermo- nes, tratados politicos y articulos periodisticos de la época. Desde el principio, la devocién por Ia libertad constituyé la esencia del nacio- nalismo norteamericano.” Ademis de constituir un contundente rechazo de la autoridad imperial, la revoluci6n independentista también hizo que se cuestio- naran estructuras de poder heredadas en la propia Norteamérica. La eS 4 LA LIBERTAD EN EE.UU, ‘ORIA DE 1a HIST! cribié Paine, fue intelectual: oc \s ofdos y pensamos ideas distintas de En su repudio de la corong de fin es +6 segun sn real, evoluciOn T° stro js 3 0j05, ofmos con - otros mos anteriormente>- 3 ee i Prin, do paca aristocracia hereditaria, muchos norteamerica,, i cipio de la ae su repulsa ante Ia idea misma de la deg" igualme! traban igual ivilegios, las influenciag y e°lad Ia sociedad de los privilegios, 'a ¥ el es humana y aquellas venerables tradiciones encarnaban, a inamovible qu te con la que Jefferson afirmé en la Deg, @"* turalidad igs hornbres son treados iztalese, anunciaba Se ee ae rina cnpas implicates ade fue ca ee pnlided Ea ls Amica del Nove briténica ee bnen orded'de tia sociédadidepend& de la obedi ore cided: Gy doa del poder de los gobernanteS dobre sus SE esequens sobre su esporas, de los padres sobre sus hijs, de amos sobre sus siervos y sus aprendices, ? de los duefios de €sclavos sobre estos skimos. La desigualdad habia sido un elements fare mental del orden socal colonial la Independencia lo ilegtimg, muchos sentidos. A partir de entonces, la libertad estadounidense Pasaria a estar inextricablemente-unida a la idea de igualdad (al nos, para quienes pertenecfan al circulo de los ciuda igualdad ante la ley, igualdad de derech oportunidades econémicas y, dad de situacién. «Cuando e ring. Paz de 1 SC crejp lencia a |, Stibditos danos libres) ‘os politicos, igualdad de en opinion de algunos incluso, En el ambiente igualitari dencia, fueron varias las rela iones de dependencia y las formas de falta de libertad de antigua Seger taigambre que, de la noche a la majiana, tes alas damas», su recordatorio en » No menor medida que los hombres, vor ni representaciny a PO 'yateuna ena uene haa =e conocida es Ja resin, S bien Tecordado en Ja actualidad. ‘Men ; tra la sensacién de d nels dio el propio John Adams yque Le das de deferencia que rertis te toda clase de ideas hei Por €ntonces; no debian estar «vincul, EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE Nos han dicho que nuestra lucha ha aflojado las ataduras del gobierno por doquier: que los hijos y los aprendices se han vuelto desobedientes, que las escuelas y las universidades son hoy més turbulentas, que los indios han desairado a quienes los custodian y que los negros son ahora més insolentes con sus amos. Para John Adams, aquel vendaval igualitario (incluida la reivindica- ci6n de libertad politica formulada por su esposa) suponia una afren- ta contra el orden natural de las cosas.*® Al final, la Independencia no uso fin a la obediencia que los varones cabezas de familia estaban facultados a exigir de sus esposas, hijos, empleados y esclavos. Pero para los hombres libres, la demo- cratizacién de la libertad fue espectacular, y en ningiin otro ambito lo fue més que en los ataques contra la limitacién tradicional de la participacién politica al ambito de los propietarios. «Todos, desde el zapatero hasta el senador, somos ahora politicos», proclamaba un remitente bostoniano en una carta de 1774. En todas las colonias, las campajias electorales se convirtieron en audaces debates sobre los fundamentos del gobierno, en los que no sélo la élite culta, sino también los artesanos, los granjeros y los trabajadores asalariados (que emergfan con conciencia propia como un nuevo elemento del paisaje politico), discutian sobre temas como las elecciones anuales, el sufragio universal masculino, la tolerancia religiosa o, incluso, la abolicién de la esclavitud. La milicia, compuesta en su mayoria por miembros de los «érdenes inferiores», que inclufan a los siervos y los aprendices, se convirtié en una «escuela de democracia politica». Sus miembros exigian el derecho a elegir a todos sus Oficiales e insis- tian en la concesién del derecho al voto Para todos los soldados, cum- Pliesen o no con las condiciones de edad o de niveles de propiedad tequeridas. Con ello instauraron una tradicién de larga duracién Por la que el cumplimiento del servicio militar permitiria a diversos gtupos excluidos reclamar su derecho a la plena ciudadania. Quienes durante la Independencia pedian elecciones anuales y a expansién del derecho al voto no se planteaban simplemente la destruccién del vinculo entre propiedad y sufragio, sino también una redefinicién del concepto mismo de «propiedad». Al término de la era revolucionaria, el concepto de propiedad se habia ampliado pisTORIA DE LA ISBERTAD ER EEUU: La His srtades ademas de posesiones fi ae sy libel a Cas. aly, hasta incluit dere edison en la Convencién Constituciony 7: hombre —declat sus opiniones y de la libertad de trane ropietario de : . i. i H i eriearo de[.J la seguridad y la libertad de sup, en la elecciones? A partir de aquel momento, la libertag politica (el derecho al autogobierno) pasaria a significar no s6q como en el pasado, el derecho de un pueblo a ser gobernado Por sus representantes electos, sino también el de un individuo a la Partici. blanca, avin quedaba mt pos de la Independencia, en las definiciones de liberta eter een cd tanto econémica como politica, la Independencia revis6 las lineas fronterizas entre quienes eran libres y quienes no, En la Norteamérica colonial, la esclavitud era uno més de los malt. ples sistemas «no libres» de trabajo. En la generacién que siguié a] momento mismo de la independencia, con Ja répida disminucién de Jos siervos por contrato bilateral y de los aprendices, y con Ia trans- formacién del servicio doméstico remunerado en una ocupacién re- servada a trabajadores negros y a mujeres blancas, desaparecieron los estados intermedios entre la esclavitud y la libertad (al menos para los varones blancos). El declive de estas modalidades laborales (muy anterior al momento en el que dejaron de estar extendidas en Gran Bretafia) tuvo numerosas causas, entre las que se pueden citar la disponibilidad creciente de trabajadores asalariados y las medidas tomadas por un mimero considerable de siervos y aprendices que aprovecharon la agitacién propia de la revolucién independentista para huir del control de sus sefiores. Pero la democratizacion de la libertad desempefié un papel importante. La «libertad parcial» era un contrasentido y la servidumbre pasé a ser vista cada vez més como una condicién incompatible con la ciudadanfa republicana. En 1784, un grupo de neoyorquinos «respetables» liberd a todo un Pasaje de siervos por contrato que acababa de atracar en el puerto de la ciudad alegando que el estatus de éstos era «contrario a [...] laidea de libertad que tan felizmente ha instaurado este pais». _, En 1800, la servidumbre por contrato bilateral habia desapare- cido practicamente de Estados Unidos y el aprendizaje como insti- 68 EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE tucién laboral estaba en franca decadencia. Ambos cambios hicieron més acusada atin la dicotomfa entre libertad y esclavitud, y entre una economia nortefia basada en lo que acabarfa conociéndose como «amano de obra libre» y un Sur cada vez, mas fuertemente ligado al trabajo de las esclavos. En el transcurso de ese proceso, incluso se transform6 el significado mismo de términos como master («amo» 0 «sefior») y servant («siervo» o «sirviente»). En el Norte, donde eran considerados una ofensa contra la libertad personal, cayeron en de- suso. Los trabajadores dependientes pasaron a referirse a su emplea~ dor como «jefe» en vez de «amo», y los sirvientes domésticos pasa~ ron a ser Ilamados «asistentes». En el Sur, «amo» significaba duefio de esclavos y «sirviente» se convirtié en un eufemismo de esclavo. Zarandeados por acontecimientos inesperados, los norteameri- canos de la era de la Independencia sondearon no sélo el significado de la libertad, sino también los medios necesarios para preservarla. Interesados por las condiciones sociales de la libertad, les preocupa- ba saber si una repiblica podia sobrevivir con una numerosa clase dependiente de ciudadanos. La influyente Declaracién de Derechos de Virginia de junio de 1776, redactada por el hacendado y lider politico George Mason, describfa a los ciudadanos como «igual- mente libres e independientes», lo que sugeria una conexién entre las cualidades de la libertad, la independencia y la igualdad. «El re- parto general y tolerablemente equitativo de la propiedad de bienes raices —proclamé Noah Webster— es la tinica base de la libertad nacional. La igualdad —afiadié— [era] el alma misma de una repi- blica», muy superior en importancia a la libertad de prensa, a los juicios con jurado y a otras «salvaguardias de la libertad». Hasta un conservador como John Adams, que desconfiaba de las pretensiones democriticas de la €poca, no dejaba de creer que «la igualdad de libertad» hacia preciso permitir que «todos los miembros de la so- ciedad» adquirieran tierras «para que la multitud pudiera ser duefia de pequefias haciendas». El objetivo no era tanto la igualdad mate- tial como la independencia generalizada de las unidades domésticas y la supresién de trastornos sociales como el de la pobreza extendi- da, considerada incompatible con la autonomfa.}4 Cuando Jefferson sustituyé la «propiedad» por «la busqueda de la felicidad» en la conocida triada lockeana con la que se abria la 69 TAD EN EE.UU- pe LA LIBE LA HISTORIA Ag Ja nueva naci6; ja, unié el signo de la nue "con Decaracién de Independent el que los individuos desarg. de hacer realidad sus propios obj. as libre de trabas gube, zaci6n individual, wera. tivos vitales. La ee en un elemento central de la libertag al Jes, Se converti sma seriamente Como objetivo, la igualdad de estadounidense. Si se to! ecuencias casi tan perturbadoras de, n cons ne nidades puede tener consecuencias orien de ls instuciones y ls jrarquies tadicionales como lag : jal. No hay duda de que much reivindicaciones de ee la Independencia dieron = nes ee tle la igualdad de oportunidades sLecmibovaria on un estado bastante aproximado al de la igualdad material. Abolidos los privilegios hereditarios y los monopolios mercantiistas, y abierto asi el acceso a la riqueza a todos los hom. bres de talento, la «libertad perfecta» de comercio y la libertad de los trabajadores para buscar el empleo que consideraran més desea. ble permitirfan que todos los ciudadanos industriosos adquirieran propiedades. Dadas, ademis, las circunstancias excepcionales del Nuevo Mundo, con sus extensas dreas de tierras disponibles y su abundante poblacién de granjeros y artesanos independientes, no parecfa que existiera contradiccién alguna entre una economia de laissez faire liberal y una autonomia econémica generalizada. Elimi- nados los favoritismos gubernamentales, el funcionamiento natural de la sociedad acabaria por generar justicia, libertad e igualdad. Je- fferson argumenté que, en vista del répido aumento de la demanda internacional de cereales estadounidenses, la libertad de comercio beneficiaria a los norteamericanos corrientes y crearia las condicio- nes materiales propicias para una ciudadania propietaria y empren- dedora. Un gobierno con poderes limitados permitiria que los ciu- dadanos adquirieran tanto una auténtica independencia econémica como un cardcter virtuoso, lo que conciliaria el orden con la liber- tad, y la igualdad con la libertad 35 La equiparacién reforza otencial y traten ida de la autonomia con Ia libertad no “rit Gerantizar alos ciudadanos de una repi- opiedad producti 'va? La vinculacién de la pro- 70 EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE piedad con la libertad, que anteriormente se habia Se ee definir las fronteras de la nacién politica de tal manera que quedasen excluidas de ésta las personas que no fueran propietarias, podia ser transformada asi en un derecho politico por quienes querfan ser pro- pietarios de tierras. A partir de los diversos conflictos por el acceso a Jos territorios occidentales sostenidos no sélo con Gran Bretafia, sino también con acreedores, terratenientes € indios, por ejemplo, los colonos de la frontera fueron forjando su propio lenguaje diferen- ciado de libertad. Cuando un grupo de ciudadanos de Ohio pidi al Congreso en 1785 que éste arremetiera contra los terratenientes y los especuladores que estaban acaparando la superficie de terreno dis- ponible, su lema fue «concédannos libertad». Las reclamaciones de acceso preferente a la tierra formuladas por los colonos se funda- mentaban en la idea de que la posesién de propiedad, por emplear las palabras de un congresista por Carolina del Norte, era «una si- tuacién conducente a la libertad y deseada por todos». Otros buscaron por diferentes vias que el gobierno procurara autonomia (y, por consiguiente, libertad) econémica para quienes no la posefan ain. La reivindicacién de igualdad indujo también a la vanguardia més radical de los revolucionarios independentistas a re- clamar del gobierno que garantizara que todos los norteamericanos gozaran por igual de «las bondades y los beneficios» derivados de la independencia nacional. La democratizacién del sistema politico de os estados tras la independencia desat6 una avalancha de promulga- ciones de normas destinadas a fortalecer la autonomia econémica: alivio de deudas, politica fiscal mas equitativa y concesiones directas de tierras a quienes no las poseian. En nombre de la libertad, se Presentaron peticiones incluso a propésito de limitar la cantidad de propiedad acumulable por un solo individuo. Con independencia de la sensatez de cada una de aquellas medidas (y no olvidemos que, €n su conjunto, alarmaron de tal forma a quienes propugnaban una Politica fiscal y econémica prudente que acabaron por inspirar el movimiento de defensa de un gobierno nacional més fuerte que cul- miné en la redaccién de la Constitucién de Estados Unidos), el de- bate en si sugeria que la Independencia habia trafdo a un primer plano de la politica la cuestién de las condiciones econémicas de la hanes 36 > | LA HISTORIA DE LA LIBERTAD EN EE-UU. icanos de su generacié; Como otros muchos se ee eal mas Jefferson crefa que me de un\ Bead limiado, 5. de libertad. Jefferson estaba a favor es ? Pero, a} i : rt el gobierno podia ayudar a crear e] Mareg ea eo Entre los logros de los que més se eno, institucional de la libertad. feta que abollecon el mayer . r gullecia estaban las leyes de Virginia q ceria BO (lg limitacién de la herencia a un linaje especifico de herederos pa, mantener la propiedad de una hacienda dentro fn una ses fami. lia) y la primogenitura (la ley que requeria que a Herras de una fy, milia fueran legadas integramente al hijo var6n de mayor edad) a fi, de impedir el ascenso de una «aristocracia futura» y de establecey los cimientos de «un gobierno verdaderamente republicano», Cop esa misma intencién, Jefferson propuso conceder cincuenta acres de terreno a «toda persona mayor de edad» que no los poseyera tod. via, una medida més mediante la que el gobierno podia potenciar Jy libertad de sus sibditos.” James Madison, colega y amigo de toda la vida de Jefferson, coin. cidia con éste en que el granjero y pequefio propietario rural inde- pendiente constituia «la mejor base posible de la libertad piiblica», Segiin escribié el propio Madison, la legislaci6n de una reptblica debia ir dirigida a «reducir la riqueza extrema a un estado de me- dianfa, y elevar la indigencia extrema a un estado de holgura», Pero Madison no estaba contagiado del optimismo congénito de Jefferson y le obsesionaba el miedo a que las condiciones de igualdad econémica relativa resultaran ser ‘inicamente temporales. El desa- rrollo econémico —advirtié a la Convencién Constitucional— aca- baria inevitablemente por producir una sociedad con una mayoria desprovista de propiedades y con un marcado conflicto de clase en- te ricos y pobres. Cémo podria sobrevivir un gobierno basado en /a voluntad popular cuando los formantes de una mayoria democri- tica, hartos de no ser Propietarios, tratasen de expoliar a los ricos? Tecer EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE sigualdad econmica (y de que las concentraciones desiguales de propiedad fueran inmunes a la interferencia gubernamental). Pero Madison y Jefferson también estaban convencidos de que las cir- cunstancias singulares de la nueva naci6n podrfan retrasar durante mucho tiempo el surgimiento de desigualdades econémicas de una ecala similar ala de las de Gran Bretafia y Europa. La expansion hacia el oeste, una opcién que, como es obvio, no estaba al alcance del Viejo Mundo, sostendrfa el «régimen de libertad del Nuevo. Enel fondo, ahi radicaba un poderoso y duradero suefio americano: el de una sociedad de individuos libres igualados por la prodigalidad de la naturaleza.* {El gobierno activo y enérgico era una amenaza a Ia libertad 0, en manos de una ciudadanfa virtuosa, constituia la encarnacién mis- ma de la libertad politica? Para Paine, el Estado era un mal necesa- rio, una «sefial de la pérdida de la inocencia». Para Samuel Adams, segiin escribié en 1785, la autoridad politica dificilmente podia ser vista como un peligro para la libertad, pues «nuestro gobierno ac- tual tiene en la libertad su propio objeto»..” Pero el repunte iguali- tarista propiciado por la revolucién independentista despert6 rece- Jos entre dirigentes influyentes de numerosos estados, temerosos de que el experimento de la independencia terminara por irse a pique si no se hallaba la forma de aislar al gobierno de las pasiones popula- res. Creando una estructura gubernamental con la que pretendian, entre otras cosas, garantizar «los beneficios de la libertad», los auto- res de la Constituci6n instituyeron nuevas formas de entender Ia li- bertad politica y civil que, con el tiempo, afectarfan profundamente al curso futuro de la historia estadounidense. Durante la lucha por la independencia, alguien que escribia des- de Massachusetts coment6 que, mientras se debatia la Constitucién, «las ansias piblicas estaban del lado de la libertad». Entre los artifi- ces del texto, sin embargo, la libertad habia perdido parte de su an- terior lustre. En 1775, John Adams habfa insistido en recordar que «el despotismo democritico es un contrasentido». Pero los nacio- nalistas como Madison acabaron convenciéndose durante la década de 1780 de que el autogobierno popular, la esencia de la libertad politica, era una amenaza para la seguridad de la propiedad y, por lo tanto, debfa restringirse para que la libertad floreciese. «Tanto ‘AD EN EE.UU. pELA LIBERT! ya HISTORIA / 4 —escribié Madison en py jaro Ja liberta fed, ren io mo los abusos del poder. Por deci rita — 105 A005 AE Fica podria poner en peligro Ja ji, ° ay do, Ia libertad P itica podria hacer peligrar la jj, de otro Moco» ibertad po tag tad privada, come omen en que se pone el poder en Ta sl, , resentes la tempestuosa cotidia, Berpacbl. Madson en PT dos durante la década de Es dad demoriin en else plc del estilo de la y los ataques ers 87, en la que unos granjeros ACUCiadgs ipelion de Shays de 178 iis exsoldados dela guerra de Indepen, por las deudas (muchos de © dos del Massachusetts occidental par, dencia) clausuraron los ae jiedades a manos de los acteedores imped I perdi oO sles dea Libertad, los emblemas de, oeee a independent como ae = su ee am no sirvi6 para se granjearan el aprecio de los defensores de la ley y ¢| orden.® ee i aT Lo que los artifices de la Constitucién pretendfan en tltima ins. tancia era conciliar el sistema republicano de gobierno con la estabj. lidad social mediante la difusién del poder politico, la prohibicién a Jos estados de cualquier contraccién de los derechos de propiedad y el equilibrio entre las aspiraciones interesadas de diversos grupos sociales en conflicto. Madison no abandoné la idea de que «la virtud del pueblo» era el sostén esencial de la libertad. Pero en un mundo en el que la virtud civica parecia quedar aplastada bajo el interés Propio, la preservacin de la libertad tendria que depender de la pro- pia maquinaria gubernamental y no del carécter del pueblo: un paso muy importante en la transicién de las premisas republicanas a las os i is Politica, Aun asi, la idea republicana de que wwitanerts = the Y las relaciones econémicas debjan reflejar vivirfa mucho eee Comin mas que por la ganancia privada sobre- pO a la era revolucionaria, mala nueva nacién “un gobierno «enérgico» que capaciti Poderosa en los as dis 2 ‘ener una presencia comercial y diplomitice vinta, eran Complem ettionales. El poder y la libertad, in- lentarios, no antitéticos, ya que la segund® Blaborada alegoria, extraida de un almanaque publicado en Boston en 1781, en la que se representaba la independencia estadounidense como un triunfo de la libertad, La clave que la acompaiiaba explica el simbolismo: «1, Amé- rica sentada en ese sector del globo con la bandera de Estados Unidos on- deando sobre su cabeza, y sosteniendo, en una mano, el ramo de olivo con el que invita a los navios de todas las naciones a ser participe de su comercio, ¥en Ia otra, el palo sobre el que cuelga el gorro de la libertad. 2. La fama, proclamando las gozosas nuevas a todo el mundo. 3. Britannia, lorando por 4a pérdida del comercio americano y asistida por un genio maligno [el dia- blo}. 4. La bandera briténica partida sobre su poderosa fortaleza. 5. Los franceses, los espafioles y los holandeses navegando por los puertos de Amé- rica. 6. Una vista de Nueva York en la que se exhibe al Traidor [Benedict] Amold que, afligido por el remordimiento tras haber vendido a su pais, se ha colgado como un Judas». (Sociedad Anticuaria Americana.) precisaba de a todos aquellos que reconocie- ran a «un Dios Todopoderoso», estaban exentos los cargos publicos de prestar un juramento afirmando su fe en Jesucristo. Antes de la Independencia, la mayoria de las colonias sostenian instituciones re- ligiosas con fondos piblicos y discriminaban a catdlicos, judios e, incluso, protestantes disidentes en las elecciones y en el acceso a cargos oficiales. En visperas de la independencia, en Massachusetts continuaba envidndose a prisién a los baptistas que se negaban a pagar impuestos para sostener a los pastores congregacionalistas lo- cales. («Nuestro pais aboga por la libertad ante las més altas instan- cias —se quejaban las victimas—, pero luego se la niega a sus pro- pios vecinos».)* Como en otros dmbitos, la Independencia cataliz6 un movi- miento que transformé el significado de la libertad religiosa. El im- pulso dirigido a separar la iglesia del Estado reunié a deistas como Jefferson, que esperaba levantar un «muro de separacién» que libe- rara del control teolégico tanto a la politica como al libre ejercicio intelectual, y a miembros de las sectas evangélicas, que pretendfan proteger la religion del abrazo corruptor del gobierno y que vefan en a tolerancia un camino que haria posible que hombres y mujeres levaran vidas verdaderamente cristianas. Por toda la nueva nacién se abolié la oficialidad de las que hasta entonces habjan sido iglesias estatales (0, lo que es lo mismo, se las privé de la financiacién pibli- cay de los privilegios legales especiales de los que habfan disfrutado hasta entonces). Dentro de los estados, la religién y la autoridad publica continuaron reforzindose mutuamente mediante la imposi- cién de condiciones legales que impedian el acceso a cargos publi- Cos para los no cristianos y el procesamiento judicial continuado de EN EEUU. LIBERTAD yRIA DE LA 1a HISTO! esién del descanso doy ania: Fe ee adiensiteferenae mah que no contiene referencia a} ai ape ina a nto puramente secular. Al and las Prueba. Dios—es Hs ae icceso 2 10S CArBOS oficiales federales y, de religiosidad pa ienda, impedir que el gobierno federal Pueda ley Primera vas se alejé radicalmente de la practica habitus sobre materi: » 1s tanto en Gran. Bretafia como en las colonias, Contos, hasta entonce: india siendo posible —como yp a itucién, era y contin i me a la Constitucién, i6— que «un papista, un mahomets. tn de ae agua leg a5 presidente de ay no, uailoes Ja libertad de expresi6n y de prensa, la libertad Teligiosa venfa oie la conviccién de que, tal como dijo Madison, la con. ciencia era el mas «sagrado» de todos los derechos y ninguna auto. ridad politica debia influir en su libre ejercicio ni castigarlo, La j. bertad religiosa se convirtié (mas atin que otras libertades) en el paradigma de «derecho» entendido como cuestin privada que debe ser protegida frente a la intervencién gubernamental (conforme aly ‘nueva interpretacion de los derechos que surgié con la generacién de la época de la Independencia). La libertad religiosa ofrecfa uns nueva légica justificadora de la idea de Estados Unidos como faro y guia de la libertad. Madison se opuso con éxito a un impuesto de Virginia destinado al sostén general de las iglesias cristianas, Ensu Preumentacién, puso especial Enfasis en que uno de los motives para a a i Ia blasfe delitos como femia al ‘Aun ast, la Constitucio! Nl Bislay. ser la misma que la de los reside en la multiplicidad de iplicidad de sectas». Un libre una nacién de abrumad; 7 ‘ora Mayorfa mente practicante), a I Yorla cristiana (aunque no necesaria- 4 Separacién ¢ nite iglesia y Estado servia para 80 EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE trazar una clara linea divisoria entre la autoridad piblica y un terre- no definido como «privado», lo que reforzaba la idea de los dere- chos entendidos como restricciones al poder del gobierno. ‘Asi pues, la revolucién de la Independencia democratiz6 no s6lo el cristianismo norteamericano, sino también la idea misma de la libertad religiosa. No deja de ser irénico que, al mismo tiempo que Ja separacién entre iglesia y Estado creaba el espacio social y politico que permitié el florecimiento de una gran multitud de instituciones religiosas, la cultura de los derechos individuales de la que aquella separaci6n form6 parte amenazara con socavar la autoridad de las iglesias. Un revelador ejemplo lo constituia la experiencia de los Hermanos Moravos, que habjan emigrado a Carolina del Norte desde Alemania en visperas de la Independencia. Seguin los mayores de la Hermandad, los miembros més jévenes de la comunidad (como tantos otros norteamericanos de la generacién revolucionaria) esta- ban empefiados en afirmar «su pretendida libertad y sus presuntos derechos humanos». Para los mayores, «la libertad americana» era poco mas que «una oportunidad para la tentacién», una amenaza para el espiritu de abnegacién y lealtad comunitaria imprescindi- bles para la libertad cristiana. Pero pese a aquellos temores, la abo- licin del cardcter oficial de las iglesias no puso fin a la influencia de la religién en la sociedad estadounidense, sino todo Io contrario. Gracias a la libertad religiosa, la época posindependentista seria es- cenario de una asombrosa proliferacién de confesiones religiosas. Ena actualidad, mientras prosiguen los debates sobre cul debe ser la relacién més apropiada entre los asuntos espirituales y los politi- cos, en Estados Unidos se practican més de 1.300 religiones.” «Rindanse a esta poderosa corriente de libertad americana». Eso imploraba un miembro del parlamento de Carolina del Sur a sus colegas en 1777.°° Y la corriente de libertad barrié no sélo con la autoridad britanica, sino también con el principio del gobierno he- reditario, con las iglesias oficiales, con muchos habitos tradicionales de servilismo y jerarquia, y con los viejos limites de la nacién politi- ca. Pero en un drea crucial, la ola de libertad topé con un obstéculo que no cedié a su fuerza torrencial: la antitesis de la libertad (la es- clavitud) salié de la Independencia més firmemente afianzada que nunca en la vida estadounidense. 81 La Libertad mostrando las a 5 (1792). Este cuadro de Samuel Jennings, encargado por la Library Company de Filadelfia, es una de lis Pocas imagenes visuales de los primeros tiempos de la repiiblica en las que se vincula explicitamente la esclavitud con la tiranfa y la libertad con lt abolicién de aquélla. La f nina de la Libertad oftece libros a unos esclavos recién liberados; '¢ izquierdo aparecen unas cadenas rota. (Museo Winterthur) irtes y las ciencias igura femey bajo su pi LLAMARLA LIBERTAD LA ESCLAVITUD Y LA REPGBLICA Aparte de «libertad», la palabra invocada con mayor frecuencia en la literatura legal y politica del siglo xvi fue su opuesto: «esclavi- tud». La institucién de la esclavitud es tan vieja como la civilizaci6n y sus significados metaféricos se remontan a la Antigiiedad. Casi todas las formas de opresién han sido calificadas de esclavitud en algin momento. En el siglo xv, la libertad y la esclavitud apare- cian a menudo yuxtapuestas como «los dos extremos de felicidad y sufrimiento en la sociedad». La condicién de esclavo estaba amplia- mente considerada como algo detestable. «Si un inglés quisiera re- tratar la mayor maldicién que pudiera acaecerle —comenté en una ocasién el comerciante bostoniano Nathan Appleton—, ésta seria la de no gozar de mejor situacién que la de un esclavo africano». Pero en el discurso politico de la época, la esclavitud figuraba primordial- mente como una categoria politica, una manera abreviada de refe- Tirse a la negacién de los derechos personales y politicos propios por parte de un gobierno arbitrario. Quienes carecfan de voz en los asuntos publicos, afirmaba una peticién de 1769 que solicitaba una expansién del sufragio britdnico, estaban «esclavizados». En los afios que precedieron a la independencia, la esclavitud asumié un lugar central en el lenguaje de la resistencia colonial. Muchos norteame- ticanos empezaron a describir su relaci6n con la madre patria preci- samente como una forma de esclavitud.’ Alguna que otra vez, los autores coloniales de la década de 1760 establecieron una conexién directa entre la esclavitud como realidad y la esclavitud como metfora. Pocos fueron tan francos en ese sen- tido como James Otis, de Massachusetts, cuyos panfletos contribu- yeron en gran medida a popularizar la idea de que el parlamento 83 {TAD EN EE.UU. LA LIBER’ EN El . IA DE LA HISTOR! autoridad para gravar las colonias y Tegular ad La libertad, insistia Otis, | cage ‘universal, ha nacido libre jamas st no lo 50M todos Jog «{Qué hombre nace egin Otis, no eran figuras alegéricas oy 8c hombres?». Los negros; a destino que aguardaba a los Norteamer;. ilustraba el terrible desuno : cae ee ino stibditos briténicos de carne y hueso «a quienes canos libres, s! iviles de tales». corresponden todos in a oes un caso tipico. Cuan. : ee dirigentes de los Ilamados , «E] gobierno representativo —afirmé— es libertad». Hasta la década de 1760, los colonos habian participado también de la exaltacién de Gran Bretafia como tierra de libertad. Pero en el fragor de la lucha patridtica posterior, su imagen de la madre patria se transformé por completo. En visperas de la independencia, el contraste entre Gran Bretafia, «un reino de esclavos», y América, un «pais de hombres libres», se habia convertido ya en un elemento habitual del habla de Ja resistencia. «Libertad o esclavitud, ésa es ahora la cuestién», de- clar6 el radical de Filadelfia James Cannon en abril de 1776. Aquel lenguaje se empleaba sin ironfa alguna, incluso en aquellas zonas en |as que la mayoria de la poblacién estaba formada, en realidad, por esclavos. Carolina del Sur, segiin escribié alguien de alli en 1774, era ‘una «tierra sagrada» de la libertad, donde resultaba imposible creer que «se vaya a permitir en un futuro minimamente cercano que la esclavitud erija su tronom? briténico carecia de comercio de é3ta. LLAMARLA LIBERTAD familiaridad de éstas con la esclavitud real era Ja que hacfa que los lideres coloniales fuesen tan sensibles a la amenaza de la esclavitud metaférica. Donde la libertad era un privilegio y no un derecho co- min, sefialé, «quienes son libres son también, con mucho, los mas orgullosos y celosos de su libertad». Mas 0 menos el mismo argu- mento refirié David Ramsay, de Carolina del Sur, cuya Historia de Ja Revolucién Americana, publicada en 1789, contribuy6 a populari- zar una nueva interpretacién del pasado norteamericano, entendi- do como una historia de progreso de la libertad. En las colonias surefias, escribié Ramsay, la esclavitud «alimenté el espiritu de li- bertad entre los habitantes libres», pues nada podia incitar mas efi- cazmente la oposicién de los hacendados contra el dominio britinico que el miedo a ser «degradados» a una posicién andloga a la de sus esclavos.* Los estadounidenses no eran el tinico pueblo que rendfa culto a la libertad y, al mismo tiempo, se aprovechaba de la esclavitud. En el mundo antiguo, «uno de los elementos de la libertad era la libertad de esclavizar a otros individuos». La libertad cristiana, un estado espiritual, no exclufa la posesién de esclavos, una condicién terrenal reconocida en la Biblia. Durante el siglo xvi, Gran Bretafia, Fran- cia y Holanda, paises donde florecieron numerosas ideas de libertad, estaban profundamente implicadas en el comercio atléntico de es- clavos; de hecho, la libertad de los mares que tanto valoraban los britanicos abarcaba también el derecho a transportar esclavos hacia cualquier puerto que sus traficantes escogieran. Los observadores briténicos, pese a-no estar menos exentos de critica por ese mismo motivo, gustaban de sefialar la aparente hipocresia de los colonos. «zCémo puede ser —se pregunté el doctor Samuel Johnson— que tengamos que oir los mayores alaridos por Ia libertad de boca de los transportistas de negros?». La Declaracién de Independencia ins- piré a Thomas Hutchinson, ex gobernador real de Massachusetts, para preguntarse cémo podian justificar los norteamericanos, «si esos derechos son tan absolutamente inalienables», que se privara «a los africanos de sus derechos a la libertad y la busqueda de la felici- dad». Algunos amigos britdnicos de la independencia estadouni- dense, como Richard Price, temian que la esclavitud pusiera en un compromiso insuperable la promesa misma de la revolucién inde- 85 A LIBERTAD EN EE.uy, -oRIA DE Le 1a HIST ersonas que han estado luchando tan deg ista. Si «las P mas de la esclavitud no tiene, gy, si mist ee ras, escridié Price a Jefferson g,™ roblema en es norteamericana significarfa poco ma, . \7%, ‘eufo en un largo relat intemporal de strana arigge ® nuevo capitulo ibumana>, ¥ 108 «amigos de la libertad y jy yo — ray avergonzados>.$ ving cay degradacion humat 4 bare iad en radicciN entre libertad y esclavitug a _En realidad eerllaprecar hoy en dia la fortaleza gy evidente que MN ye contaba la aboliciOn. En épocs de lng obstéculos resclaviend era ya una instituciOn de larga tracing: pendencia, — existia en todos los estados y constitufa la base ge, Nona estactra socal del sur del pats a partir de Marjan, Fane esclovitad la que convirté a las colonias productoras de gy, tivos extensivos en la regién mis rica de la América briténica, Pag entonces, era ya obvio que, segiin sefialé un visitante francés, «. posesién de unos cuantos negros» resultaba esencial paral posin social de los colonos surefios y para el modo en que se definian ag mismos. Thomas Jefferson, como es bien sabido, era propietario de fs de cien esclavos cuando escribi6 las inmortales frases que pro- clamaban el derecho inalienable a la libertad, y todo lo que él mis preciaba de su propio modo de vida —desde sus espléndidas formas de entretenimiento hasta el ocio que hacfa posible su dedicacién al arte ya la ciencia— descansaba en tiltima instancia sobre la mano de obra esclava.® La esclavitud de los negros no estaba necesariamente en contra- diccién con Ja concepcién de la libertad que tenfan los norteameri- canos blancos. Podria incluso decirse que la esclavitud hacia posible la libertad republicana, ya que, al eliminar de la nacién politica a grueso de la poblacién pobre dependiente, dejaba el terreno de lo puiblico a disposicién de hombres propietarios Y, por tanto, indepen- dientes. Para muchos norteamericanos, la posesién de esclavos si" onfa una via de acceso a la autonomfa econémica que tantos cots deraban indispensable para la auténtica libertad (algo que se hizo patente cuando una ley de Virgini 8 _ y ce Virginia de 1780 recompensé a los vet® ranos de la guerra de Ind . P Bnerra dle Independencia con tresci es de terre” no... yun esclavo). Fl ideal republi, eee ae . Publicano de una sociedad de hombr 86 LLAMARLA LIBERTAD independientes activamente dedicados al bien publico era facilmen- te conciliable con la esclavitud de quienes quedaban fuera del circu- lo de los ciudadanos. En una repiiblica, sefialo Adam Smith, resulta- ba atin més dificil abolir la esclavitud porque «las personas que elaboran todas las leyes de ese pais son propietarias de esclavos». De ahi que la «libertad de los libres» ayudara a generar «la gran opre- sién de los esclavos». De ahi, también, que fuera facil invocar la manera liberal de definir la libertad (entendida como algo eminen- temente privado) y la comunidad politica (entendida como grupo de individuos que buscan la proteccién de sus derechos naturales) para defender la esclavitud. Nada era mds esencial para la libertad libe- ral que el derecho al autogobierno y a la proteccién de la propiedad frente a la intervencién del Estado. Segiin sugerian tales principios, desposeer a alguien de su propiedad (incluidos sus esclavos) sin su consentimiento suponfa una violacién de la libertad. El derecho a la propiedad, tal como insistfa Arthur Lee desde Virginia, era «la salvaguardia de todos los demds derechos y privar a alguien del mismo significa, en el fondo, privarlo de su libertad». Si el gobier- no mediante el consentimiento de los gobernados era la esencia de la libertad politica, exigir a los propietarios que renunciaran a los esclavos de los que eran duefios seria como reducir a aquéllos a la es. clavitud.? 5 En cualquier caso, por su atribucién de un valor tan absoluto a la libertad, por su contribucién a la erradicacién de numerosas mo- dalidades de libertad parcial preponderantes en la era colonial y por su planteamiento de la libertad como un derecho universal mas que como un conjunto de derechos especificos de un lugar o un grupo de personas concretos, la revolucién independentista repercutié inevitablemente en un cuestionamiento del estatus de la esclavitud y del comercio de esclavos en Estados Unidos. Antes de la Indepen- dencia, como comentaria més tarde John Jay, primer presidente del ‘Tribunal Supremo de la historia del pais, «muy pocos [..] dudaban de la correccién y la rectitud» de la esclavitud, aun cuando en el mundo atléntico se hacia ofr ya una opinién ilustrada (evidenciada, Por ejemplo, en los escritos de Montesquieu, David Hume y Adam Smith) que condenaba la inmoralidad de la misma, asi como su ineficiencia econémica, y la consideraba una reliquia de un pasado |e LA HISTORIA DE LA [IBERTAD EN EE.UU- de la Inde endencia, Ia esclavitd —— bérbaro. Durance la ares ‘Je debate pablico en nic No fe si6 por vex primers Oran Bret, m0 el patriota de Pesan una vor ences Oo "on 17731 lao 8 clos partidarios ela iba Benji Rush quiet “propuenat 2 one de] ibe i rreamericana> # <1 -} bead aoe adviri6 que ka esclavitu! > coe esac fess que, llegado el dia, acarrea” cu panna los ¢ das esperanzas de que Ia escla- «peticiones de libe 88 LLAMARLA LIBERTAD Iias). Diecisiete esclavos del mismisimo George Washington huye~ ron hacia las lineas britinicas. Varios millares mis escaparon de la esclavitud alistindose en el ejército revolucionario. Los negros advirtieron tanto la hipocresia como Ia oportunidad que se les abria en la ideologia de la libertad. Los més insistentes defensores de la libertad como derecho universal fueron afroame- ricanos que exigian que los lideres de la lucha por la independen- cia hicieran honor a su pretendido credo y extendieran asf el con- cepto de libertad a territorios no previstos. Ya en 1766, los blancos de Charleston habian podido comprobar con asombro cémo su oposi- cién a la Ley del Timbre bajo el lema «libertad y papel timbrado» inspiré a un grupo de negros a manifestarse por la ciudad al grito de «libertad». Nueve afios después, el Congreso Provincial de Caroli- na del Sur se sintié obligado a investigar las «elevadas nociones de libertad» que la lucha contra Gran Bretafia habia evocado entre los esclavos.° En 1776, afio de la independencia estadounidense, Lemuel Ha- ynes, miembro negro de la milicia de Massachusetts y, posterior- mente, célebre pastor protestante, insté a los norteamericanos a «ampliar» su concepcién de la libertad. Si ésta fuese realmente no figu- raban en lugar alguno de la Constitucién original: una concesién a las sensibilidades de aquellos delegados que temfan que semejantes términos «contaminaran el glorioso tejido de la libertad america- na», Tal como escribié Luther Martin, un abogado de Maryland opuesto a la ratificacién, sus compaiieros delegados «trataron por todos los medios de impedir la admisin de expresiones que pudie- ran resultar detestables a ofdos de los norteamericanos». Pero, pro- seguia el propio Martin, sf estuvieron «dispuestos a admitir en su sistema las cosas mismas que aquellas expresiones significaban>. Es evidente que las cléusulas sobre la esclavitud incluidas en la Constitucién fueron compromisos, intentos de encontrar un punto medio entre los criticos y los defensores de la institucién. Tomadas

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