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Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales

“Ezequiel Zamora”
Vicerrectorado de Infraestructura y Procesos Industriales
Programa de Ciencias del Agro y Mar

FISIOLOGIA Y TECNOLOGIA DE LA
POSTCOSECHA VEGETAL

Profesor: Estudiante:
Ing. Luis Padilla Luis Chacon
C.I.: 24.013.891

San Carlos. Abril 2023


Introducción

No hay evidencias claras de apoptosis, un proceso de muerte celular muy


ordenado y con unas características bien definidas que elimina de forma selectiva
algunas células durante el desarrollo animal, aunque paradójicamente, apoptosis
era el nombre griego usado para describir la caída de pétalos y hojas. No
obstante, con características distintas, al igual que en animales, la muerte celular
programada de ciertas partes de la planta, es parte esencial del desarrollo vegetal.
La planta necesita deshacerse de aquellos tejidos (hojas, flores, frutos) que ya no
llevan a cabo su función y reciclar, en la mayor parte posible, los nutrientes
minerales y transportarlos a los tejidos funcionales o nuevos tejidos.

Otro de los objetivos de este proceso es la respuesta a estrés, como la muerte de


los tejidos infectados por patógenos como parte de la respuesta hipersensible, que
impide la expansión de la infección hacia los demás tejidos de la planta, o la
formación de aerénquimas en raíces sometidas a hipoxia. Pero también existe una
muerte celular programada durante el desarrollo y crecimiento de la planta, como
por ejemplo durante la formación de traqueidas o durante la formación de hojas
lobuladas (cuya forma viene determinada por este proceso) durante la maduración
del endopospermo o en el desarrollo reproductivo.
Debilitamiento de la Pared Celular

La pared celular es crucial en la determinación del crecimiento y desarrollo de la


célula vegetal. En la mayoría de las angiospermas existen muchos glucanos
entrelazados sobre una infraestructura de celulosa. El monosacárido galactosa es
un constituyente clave de la mayor parte de los polisacáridos no celulósicos en las
paredes celulares vegetales: fucogalacto-xiloglucanos, cadenas de (1→3),
(1→6)β-D-galactano tipo II, proteínas con arabinogalactanos, (1→4)β-D-
galactanos y los arabinogalactanos tipo I.

Cada uno de estos componentes exhibe un metabolismo diferente durante etapas


específicas del crecimiento y desarrollo celular. Por ejemplo, se han observado
alteraciones durante el ensamblaje o remodelación de la pared celular a través de
la hidrólisis de galactósidos o galactanos de la pared, que ocurren antecediendo
ciertos eventos del desarrollo, tales como el inicio de la maduración de los frutos y
el inicio de la formación de haces fibrosos en lino. No se han encontrado endo-
galactanasas en plantas, por lo que se responsabiliza a las exo-galactanasas/β-
galactosidasas por la hidrólisis de todos los polímeros que contienen galactosa en
la pared celular. Esta revisión examina los polímeros que contienen galactosa en
la pared celular y propone una función y rol biológico para las β-galactosidasas
vegetales en el contexto de la dinámica del crecimiento celular.

Senescencia

La formación de semillas y frutos va asociada a un proceso de envejecimiento del


resto de la planta. La senescencia puede terminar con la muerte de toda la planta,
como en la mayoría de las herbáceas (senescencia monocárpica), o sólo de
algunos tejidos y órganos, como en plantas plurianuales (senescencia policárpica).
Asimismo, la senescencia se pude diferenciar según el tejido en el que tenga
lugar, como • foliar: Cuando una hoja deja de ser fotosintéticamente rentable,
suele iniciarse su proceso de senescencia • floral: Una vez ha tenido lugar la
antesis y la polinización, los estambres, la corola, los pétalos y los sépalos inician
su proceso de senescencia.

• frutal: El proceso de maduración del fruto requiere la senescencia de parte de


sus tejidos, especialmente en frutos carnosos.

La senescencia también puede ser climatérica o no climatérica, según sea


inducida o no por etileno. Las células senescentes permanecen metabólicamente
activas durante todo el proceso, aunque sufren un cambio de metabolismo
encaminado al reciclaje de nutrientes. Señales hormonales o ambientales,
asociadas a factores como la edad del tejido, iniciarán cascadas que activarán o
inactivarán muchos genes, lo que conducirá a una reorganización estructural y
metabólica. Finalmente, una vez finalizado el reciclaje celular, se perderá la
integridad celular, de forma irreversible.

El patrón de senescencia está bien establecido. Así, en hojas se pierde primero la


integridad de los cloroplastos, mientras que la del núcleo se mantiene hasta el
final. A su vez, para asegurar el transporte de nutrientes reciclados, los tejidos
vasculares en torno al órgano senescente son los últimos en envejecer. La síntesis
de carbohidratos cesa y tiene lugar la degradación de las proteínas, clorofilas,
lípidos y ácidos nucleicos, que requiere la síntesis de enzimas hidrolíticos
(proteasas, nucleasas, lipasas y clorofilasas). Ello implica la activación específica
de ciertos genes. La respiración se mantiene alta hasta el final de la senescencia.

La degradación de clorofila en hojas y frutos deja ver la pigmentación dada por los
caotenoides. Muchas especies, además sintetizan nuevos carotenoides, y otros
pigmentos de origen fenilpropanoide, como antocianinas y flavonoides que
confieren nuevos colores a las hojas y a los frutos maduros antes de la abscisión.
Otras rutas de síntesis de fenilpropanoides producirán lignina y taninos, así como
fitoalexinas y ácido salicílico como protectores frente a patógenos. El metabolismo
oxidativo produce especies activas de oxígeno que disparan los mecanismos
antioxidantes celulares. El balance entre producción de especies de oxígeno y su
retirada por los mecanismos antioxidantes parece ser un regulador del programa
de senescencia. Cuando los mecanismos antioxidantes son desbordados, el
estrés oxidativo conducirá irreversiblemente a la muerte celular como fase final de
la senescencia.

Genes asociados a la senescencia

Se han identificado varias decenas de genes cuya expresión está relacionada con
el proceso de senescencia, o cuya expresión se incrementa durante la misma,
entre ellos, genes de enzimas proteolíticas, otros implicados en la movilización de
nutrientes, otros relacionados con la defensa frente a patógenos y algunos otros
cuya función es desconocida. A su vez, en hoja se han distinguido hasta 10 clases
de genes según se expresión durante el desarrollo de la misma, estando la de 8
de ellas relacionada con la senescencia. Algunos mutantes o variedades tienen
alterado el patrón de expresión de estos genes, como las variedades “stay-green”
(mantente verde) de cereales, que retrasan enormemente su senescencia, siendo
mucho más productivas. Como ya se vio en temas anteriores, el etileno es el
principal inductor hormonal de la senescencia, siendo las citoquininas inhibidores
de la misma.

Muerte celular programada en procesos del desarrollo

Uno de los procesos más importantes para el desarrollo de las plantas vasculares
es la xilogénesis o desarrollo del xilema, que se inicia durante la embriogénesis y
se mantiene durante toda la vida de la planta. Las células del procambium y del
cambium primero se desdiferencian y después se rediferencian hacia traqueidas,
con la intervención primero de auxinas y citoquininas y después de Ca2+,
calmodulina, brasinólidos y proteasas específicas. La rediferenciación a traqueida,
además de una elongación celular, implica la síntesis de una gruesa pared
secundaria. Posteriormente se iniciará la muerte programada de estas células,
comenzando por la lisis de la vacuola, continuando por la degradación de todo el
contenido celular y finalizando con el vaciado de la misma. Durante el desarrollo
del endospermo, además de la muerte de las células centrales, una vez
almacenados los nutrientes, en el proceso de formación de vacuolas con proteínas
de reserva en las células de la aleurona se almacenan hidrolasas ácidas. Durante
la germinación, en respuesta a giberelinas el pH de estas vacuolas se acidifica,
convirtiéndose en orgánulos líticos, que disparan una proceso de autofagia de las
células de la aleurona, una vez cumplida su función digestiva para el proceso de
germinación. El ABA inhibe fuertemente este proceso, previniendo la muerte de la
aleurona durante el desarrollo de la semilla. La forma de las hojas o la aparición
de estructuras como tricomas, espinas, en la superficie de hojas y tallos son
ejemplos de muerte programada. La formación de glándulas con aceites
aromáticos, como las de la cáscara de los cítricos, se da previa formación de una
cavidad con células que almacenan estos aceites seguida de una desintegración
celular (lisigenia), a veces acompañada de separación de paredes (esquizogenia)
para constituir un espacio intercelular. El desarrollo reproductivo también está
regulado por muerte celular programada. En la mayoría de las plantas con flores
unisexuales, el desarrollo conduce a la aparición de primordios masculinos y
femeninos, uno de los cuales tendrá que cesar su desarrollo y morir de forma
programada. Posteriormente, durante la gametogénesis, tres de las cuatro
megaesporas generadas por meiosis degeneran y mueren, al igual que las células
del tapete que rodea a los microesporocitos durante el desarrollo del polen. Tras la
fecundación, el suspensor generado durante la embriogénesis degenera y muere
tras unas cuantas divisiones mitóticas

Muerte celular programada en respuesta a estrés

Formación de aerénquimas
Aunque se asociaron en principio con lo hipoxia en raíces, hoy se conoce que la
formación de aerénquimas está causada por un aumento de etileno en las raíces,
sea cual fuere la señal que induzca este aumento (como la falta de N o P),
posteriormente, el etileno inducirá la muerte de algunas células del córtex,
formando un espacio que en hipoxia facilitará el movimiento del oxígeno en la raíz.
El aumento de etileno está mediado por una señal de Ca2+ citosólico, que se
detecta en la célula en respuesta a la hipoxia. El uso de quelantes de Ca2+
previene la formación de aerénquimas.

Respuesta hipersensible

En este tipo de reacción, el tejido invadida por patógenos sufre un rápido colapso.
La respuesta hipersensible está programada genéticamente en la planta. Los
genes de resistencia de la planta (R) pueden reconocer a los productos de los
genes de virulencia (vir) del patógeno, dándose una relación incompatible que
disparará la muerte de las células invadidas y sus vecinas. A veces, la repuesta
hipersensible es disparada solamente por aplicación de péptidos u oligosacáridos
sintetizados por el patógeno, pudiéndose considerar en este caso un “asesinato”
más que un “suicidio” celular.

Abscisión

La abscisión es la pérdida programada de un órgano (hoja, flor, fruto) de la planta,


que tiene lugar al disolverse las paredes de un grupo de células especialmente
localizadas en la planta, en el pecíolo en hojas y en el pedúnculo en frutos. Estas
células forman parte de la “zona de abscisión” y tienen unas características
distintivas. Son células más pequeñas, con el protoplasma más denso y sus
paredes celulares no están lignificadas. Dentro de la zona de abscisión se
diferenciará una zona de separación en la que las células crecen y se disuelve la
lámina media por pectinasas y celulasas. Las células de la cara más próxima a la
planta se suberizan y el órgano caerá por su propio peso (frutos) o por factores
ambientales (viento). Las heridas en las células de la planta se sellan con
depósitos de suberina, lignina y sustancias gomosas en los vasos.

La abscisión se produce en tres etapas:

• de iniciación o activación por ciertos factores ambientales.

• de desarrollo, donde tienen lugar los cambios bioquímicos y estructurales de las


células de la zona de abscisión.

• de separación, en que tiene lugar la separación física del órgano.


Como se ha mencionado, antes de la caída del órgano tiene lugar el transporte de
los nutrientes desde la hoja senescente a las hojas jóvenes. El control de la
abscisión es llevado a cabo por auxinas y etileno. El transporte polar de auxinas
desde el órgano a la planta, provoca un alto nivel de las mismas en la zona de
abscisión y una inhibición de la síntesis de etileno. Cuando se inicia la
senescencia, el nivel de auxinas disminuye y se estimula la síntesis de etileno que
activará la transcripción de genes de enzimas hidrolíticas.

La Pared Celular Tipo I

La composición de las paredes celulares primarias de Arabidopsis es típicamente


la Tipo I descrita para las angiospermas (Carpita y Gibeaut, 1993. Las paredes
celulares de Arabidopsis contienen una red de microfibrillas de celulosa
entrelazada por fucogalacto-xiloglucanos, embebidos en una compleja matriz de
polisacáridos pécticos y glucoproteínas estructurales (Zablackis et al., 1995).
Diversas clases importantes de polisacáridos de las paredes celulares vegetales,
como los glucolípidos y glucoproteínas, contienen residuos de galactosa en
enlaces tipo. Incluyen fucogalacto-xiloglucanos, cadenas de (1-3), (1-6)D-
galactanos, proteínas arabinogalactanos del tipo II, (14)-D-galactanos y
arabinogalactanos tipo I relacionados, así como numerosas y complejas
glucoproteínas con N-enlaces.

La Pared Celular Tipo I


Xiloglucanos (XiGs)

Comprende el mayor glucano entrelazante en plantas dicotiledóneas y


monocotiledóneas no gramíneas. La mayoría de los XiGs consiste en unidades
heptasacáridas repetidas de cuatro unidades D-glucosa enlazadas en (1 - 4), con
tres residuos consecutivos sustituidos con D-xilosa enlazadas (1 - 6)- al esqueleto
de glucano. Cerca de la mitad de estas unidades heptaméricas contiene
extensiones de D-galactosa-(1 - 2) sobre la xilosa (más cercana al término
reductor) del glucano o a la xilosa media o entre ambos residuos. Un residuo L-
fucosa (1 - 2) se añade al residuo de galactosa en la primera posición La
estructura y distribución molecular de estas cadenas laterales de XiG varía según
la especie y tejidos vegetales (Vincken et al., 1997). Los XiGs almacenados en las
semillas no contienen fucosa pero están mucho más galactosilados (Buckeridge et
al., 2000). La rigidez estructural y la fuerza de la pared celular depende de la
integridad de la red formada por celulosa y glucanos entrelazados. La modificación
de XiG catalizada por las enzimas es un proceso clave para la expansión durante
el crecimiento celular (Talbott y Ray, 1992). El metabolismo de XiG aumenta
durante el alargamiento de la célula vegetal y es un factor que contribuye a la
extensión de la pared celular. La cooperación entre expansinas y xiloglucano
endotransglucosilasas (XETs) está implicada en el alargamiento de polímeros
durante el ensamblaje de la pared (Thompson y Fry, 2001) y en el estiramiento de
la pared durante el crecimiento y la orientación de las microfibrillas (Nishitani,
1998).

Xiloglucanos

Los residuos galactosilados de XiGs desempeñan un papel en el control de


enlace de este polímero a la celulosa y en la actividad de la XET. Los estudios
computacionales de modelaje de las estructuras de XiG en tercera dimensión
sugieren que los grupos laterales enderezan el esqueleto de glucano para facilitar
la formación de enlaces estéricos con las microfibrillas de celulosa (Levy et al.,
1991, 1997). La galactosilación de la xilosa del medio proporciona una forma
alternativa de enderezar la cadena (Levy et al., 1997). Los
genes MUR2 y MUR3 de Arabidopsis codifican por transferasas específicas de
xiloglucano-fucosa y galactosa, respectivamente (Vanzin et al., 2002; Madson et
al., 2003). Mutaciones en estos genes alteran las estructuras de XiG presentando
pérdidas de uno o de ambos residuos. El mur2 tiene una transferasa de fucosa
defectuosa y el polímero es galactosilado normalmente, mas no fucosilado
(Vanzin et al., 2002). El mur3, el cual es deficiente en fucosa, es una mutación en
una transferasa de galactosa requerida para añadir la galactosa a la cual se
enlaza la fucosa. El resultado es que una segunda galactosil-transferasa añade
exceso de galactosa a la xilosa del medio (Madson et al., 2003). Las
plantas mur2 y mur3 son similares al tipo silvestre Columbia, indicando que XiG
necesita al menos un residuo de galactosa, bien sea en la posición del medio o en
la primera posición para el crecimiento y desarrollo normal. A partir de la
comparación de las respuestas mecánicas de mur2 y mur3, Ryden et al. (2003)
dedujeron que las cadenas laterales que contienen galactosa en el XiG hacen una
contribución principal a la fuerza de la pared celular, mientras que el rol de la
fucosilación del XiG es comparativamente menor. Mientras que los tallos florales
de mur2 y mur3 tienen resistencia a la tensión equivalente a la del tipo silvestre,
los hipocotilos etiolados de estos mutantes tienen valores marcadamente menores
a los del tipo silvestre (Peña et al., 2003).

La hidrólisis de XiG por xilosidasas y glucosidasas es modulada por residuos


de galactosa en la xilosa del medio (Edwards et al., 1988; De Alcántara et al.,
1999). Los XiGs de reserva en la semilla tienen una notable similitud con los XiGs
estructurales de paredes celulares primarias de los tejidos vegetativos de las
dicotiledóneas, excepto que las unidades (1 - 2 ) L-fucosa terminales enlazadas a
grupos D-galactosa están ausentes. Una galactosidasa es activa en oligómeros de
XiG y remueve únicamente el residuo de galactosa del medio (Edwards et al.,
1988). La galactosa del medio disminuye también durante el crecimiento y está
involucrada en la partición de XiG desde un compartimiento enzimático activo a
uno inactivo (Pauly et al., 1999, 2001).

Proteínas con Arabinogalactanos Tipo II (AGPs)

Son una clase de proteoglucanos que se encuentran en las paredes celulares,


membranas plasmáticas y en la matriz extracelular. Cerca del 70% de los
polisacáridos dentro de las vesículas secretoras son AGPs, lo cual indica que
estas moléculas ubicuas funcionan como moléculas glucochaperonas en el
proceso secretor (Gibeaut y Carpita, 1991). Están involucradas en los procesos de
proliferación celular, expansión celular, embriogénesis somática y muerte celular
(Nothnagel, 1997). Se caracterizan por contener compuestos carbohidratos ricos
en galactosa y arabinosa, y compuestos proteicos ricos en hidroxiprolina, serina,
treonina, alanina y glicina (Clarke et al., 1979). La unidad núcleo de carbohidrato
de AGPs generalmente consiste de un esqueleto de D-galactano enlazado (1-3),
del cual se ramifican cadenas de D-galactano en enlace (1-6). Estas cadenas
usualmente están fuertemente saturadas con residuos de arabinosa y también con
otros azúcares como xilosa, ramnosa, fucosa, ácido glucorónico, y ácido
glucorónico 4-O-metilo.

Estructura molecular de una proteína arabinogalactano (AGP)

Las AGPs clásicas contienen un dominio transmembrana hidrofóbico en su


términal carboxilo. En la AGP madura, sin embargo, este dominio hidrofóbico está
ausente y es reemplazado por un ancla lipídica de glucosa-fosfatidilinositol (GPI;
Majewska-Sawka y Nothnagel, 2000). El descubrimiento que una clase de AGP
asociada a la membrana posee un ancla de GPI sugiere un papel dual en
señalización. Estas anclas de GPI otorgan una forma alternativa a los dominios
transmembrana para anclar las proteínas a las superficies celulares (Schultz et al.,
1998).

Las llamadas AGPs no-clásicas contienen un dominio carboxilo terminal rico en


cisteína o uno o dos dominios ricos en asparagina que siguen o rodean a un
domino rico en prolina, hidroxiprolina, alanina, serina o treonina. Ninguno de las
AGPs no clásicas conocidas contiene un dominio carboxilo terminal hidrofóbico o
codifica por una modificación GPI. Otras macromoléculas parecen ser quimeras de
AGPs o extensinas, conteniendo ambas largas polisacáridos arabinogalactanos de
AGPs del tipo II e hidroxiprolina-oligoarabinósidos cortos de extensinas
(Majewska-Sawka y Nothnagel, 2000).
La gran cantidad de AGPs en las vesículas secretoras no se acumula
apreciablemente durante el crecimiento en la pared celular. Así, es factible que
sufra una hidrólisis considerable después de que los contenidos vesiculares son
llevados a la pared celular. Marcaje de pulso de coleóptilos de maíz etiolados
proporcionó evidencia directa de esta hidrólisis y el reciclaje de arabinasa y
galactosa (Gibeaut y Carpita, 1991). Las galactosidasas y arabinosidasas han sido
implicadas en acciones sinergísticas en la degradación de AGPs en hojas de
espinaca (Hirano et al., 1994). Singh y Knox (1985b) postularon que la función de
la galactosidasa del polen de Brassica campestris era la hidrólisis de
arabinogalactanos.

Los mutantes deficientes en galactosidasa aislados en B. campestris presentan


fertilidad impedida (Singh y Knox, 1985b), lo cual soporta la hipótesis de que esta
enzima tenga un papel importante en el crecimiento del tubo polínico o la
fertilización. El polen de lirio (Lilium auratum) contiene altos niveles
de galactosidasa (Singh y Knox, 1985a). La actividad total de la enzima
permaneció constante durante la germinación in vitro, sugiriendo un rol para
la galactosidasa en la degradación de arabinogalactanos estilares con el fin de
proveer de una fuente de carbono para la nutrición del polen. La galactosidasa
putativa del tabaco descrita por Rogers et al. (2001) es otro miembro del grupo de
genes cuyo ARNm se acumula tarde durante el desarrollo del polen, y se presume
que se almacena alistándose para la germinación del polen. Algunos de estos
genes están involucrados en el metabolismo de las pectinas, incluyendo
poligalacturonasa, metilesterasa de la pectina y pectatoliasa.

El proceso de formación de un fruto requiere una serie compleja de interacción


de genes y rutas de señalización para la conversión de un ovario de la flor en un
fruto. En frutos carnosos involucra el crecimiento, el desarrollo y la maduración del
fruto. El objetivo de esta revisión se enfoca en la recopilación de la información
sobre investigaciones relevantes relacionadas con la maduración, ablandamiento y
regulación transcripcional de los frutos durante el manejo postcosecha de éstos.
Para realizar esta búsqueda se hizo uso de múltiples bases de datos.
La importancia de la maduración de los frutos y su análisis a nivel molecular ha
sido de gran interés en la investigación, ya que es un proceso fisiológico y
bioquímico complejo que conduce a cambios en la apariencia, la textura, el sabor
y el aroma. Los factores de transcripción han mostrado tener una gran
importancia, no sólo durante el desarrollo temprano, sino también en el control
regulatorio de la maduración y la senescencia; aunque hay avances en la
identificación de estos reguladores, queda mucho por investigar. En un futuro
próximo, será posible controlar la maduración de los frutos y alargar su vida de
anaquel manipulando la producción de etileno utilizando un enfoque transgénico.
La senescencia es el último estadio en el desarrollo ontogénico de una hoja.
Comunmente definimos la senescencia como un proceso de desmantelamiento
celular, que finaliza con la muerte de células, tejidos u órganos. El proceso de la
senescencia foliar puede ser dividido en dos etapas: 1 un período inicial de
redistribución de nutrientes que implica principalmente la degradación de los
cloroplastos y la exportación del N y otros nutrientes liberados hacia otros órganos
(v.g., semillas, tubérculos, etc); y 2 un proceso final de muerte celular una vez que
la redistribución de nutrientes ha sido completada. Aunque el término
“senescencia” usualmente evoca la idea de irreversibilidad, el proceso de
degradación de los cloroplastos y redistribución de nutrientes es reversible, y las
hojas pueden “reverdecer” aún después que han perdido el 90% de la clorofila y
proteínas (v.g., Zavaleta-Mancera et al. 1999).
La senescencia foliar es un proceso de importancia económica. Por ejemplo,
los procesos de senescencia acortan la vida post-cosecha de muchas hortalizas
de hoja, y en especies forrajeras pueden reducir la cantidad y calidad nutricional
del forraje. Pero el mayor interés por controlar la senescencia se centra en los
cultivos de grano, donde es razonable pensar que un retraso de la senescencia, y
por lo tanto la prolongación de la actividad asimiladora del canopeo podría
contribuir a aumentar el rendimiento de algunas especies.
Desmantelamiento celular durante la senescencia
El síntoma inicial y distintivo de la senescencia foliar es la degradación de los
cloroplastos. Tras la dilucidación de la vía de degradación de clorofila (Thomas et
al. 2001), el principal enigma en este campo es el mecanismo de
desmantelamiento de los cloroplastos y degradación de sus proteínas. Aunque por
su abundancia parecerían un objeto sencillo de estudio, se desconoce casi por
completo el mecanismo involucrado en la degradación de proteínas cloroplásticas
durante la senescencia. Los esfuerzos de investigación se han orientado a la
búsqueda de enzimas hidrolíticas (fundamentalmente proteasas) localizadas en
los plástidos y expresadas preferencial o específicamente durante la senescencia.
Sin embargo, estudios de fraccionamiento subcelular muestran que la mayor parte
de la actividad proteolítica en las células senescentes reside en la vacuola.
Los numerosos estudios sobre cambios en la expresión génica han arrojado
una larga lista de proteasas, en gran parte proteasas cisteínicas, cuya expresión
(niveles de ARNm) aumenta durante la senescencia; paradójicamente, algunas de
estas proteasas son enzimas vacuolares o extracelulares, muchas otras tienen
una localización desconocida, y solamente unas pocas residen en el cloroplasto
(Gepstein et al. 2003). Sin trabajos donde se manipule la expresión de las
proteasas asociadas a la senescencia es difícil establecer sus funciones, pero la
abundancia de proteasas no-cloroplásticas y de proteasas de procesamiento
vacuolar (v.g., Kinoshita et al. 1999) sugiere que al menos parte de la degradación
de proteínas podría ocurrir en otros compartimientos celulares. En este sentido
son interesantes distintas observaciones que indican que algunos componentes
fotosintéticos pueden ser exportados desde los cloroplastos de las hojas
senescentes. En hojas senescentes de soja, por microscopía confocal in vivo
observamos glóbulos con características espectrales similares a las de la clorofila
rodeando a los cloroplastos, probablemente exportados desde los cloroplastos
(Guiamet et al. 1999). En hojas senescentes de trigo aparecen fuera de los
cloroplastos cuerpos de 1-2 µm de diámetro que contienen Rubisco (Chiba et al.
2003).
Sorprendentemente, cuando se marca la actividad proteolítica de las células
senescentes con un sustrato fluorescente específico para proteasas cisteínicas, la
mayor actividad aparece concentrada en pequeñas vacuolas (Fig. 1, Otegui, Noh,
Martínez, Vila-Petroff, Staehelin, Amasino y Guiamét, resultados no publicados).
Estas vacuolas difieren de la vacuola central por su tamaño y también en términos
de la composición del tonoplasto (i.e., carecen de la acuaporina γ TIP); además, 1
aparecen específicamente en células senescentes, y no son detectables en hojas
maduras, 2 acumulan la proteasa asociada a la senescencia SAG12, -3
concentran gran parte de la actividad proteolítica de las células, y 4 ocurren en el
mesófilo (i.e., células con cloroplastos) y no en las células sin cloroplastos de la
epidermis. Con las evidencias disponibles es prematuro establecer el papel de
estas nuevas vacuolas durante la senescencia, o determinar si las proteínas de los
cloroplastos son degradadas in situ o exportadas a otros compartimientos
celulares. Sin embargo, dado que los cloroplatos de hojas senescentes de trigo
pueden degradar parcialmente la subunidad grande de Rubisco, pero son
incapaces de completar la degradación del fragmento de 44 kDa resultante
(Kokubun et al. 2002), la posibilidad de que parte de la degradación de proteínas
cloroplásticas ocurra en otros compartimientos celulares debería ser considerada
seriamente. En el futuro inmediato es posible vislumbrar avances en el estudio del
mecanismo de degradación del aparato fotosintético utilizando métodos de
biología celular, y nuestro grupo está utilizando proteínas cloroplásticas fusionadas
a GFP, y mutantes “knock out” para las proteasas asociadas a la senescencia con
el fin de obtener información sobre el sitio donde ocurre la degradación de
proteínas cloroplásticas y las proteasas involucradas.
Regulación de la senescencia
Es evidente que el inicio y el ritmo con que se desarrolla la senescencia deben
estar estrictamente regulados. Muchas evidencias indican que el desarrollo de la
senescencia involucra la expresión relativamente específica de una batería de
“genes asociados a la senescencia” (Gepstein 2004). Muchos de los “genes
asociados a la senescencia” codifican hidrolasas, o enzimas involucradas en la
síntesis de aminoácidos exportables (v.g., asparagina), pero otros tienen un rol
regulador.
La expresión de varios factores transcripcionales, genes involucrados en la
biosíntesis de etileno, y genes involucrados en vías de señalización aumenta
durante la senescencia (Gepstein 2004) y se han identificado “blancos” de la
acción de factores transcripcionales asociados a la senescencia (Robatzek y
Somssich 2002). En la mayoría de los casos, se desconoce la función de estos
genes en la regulación de la senescencia, y sólo recientemente se ha comenzado
a manipular su expresión (Lim et al. 2003). Una aproximación alternativa en el
estudio de la regulación genética de la senescencia consiste en la utilización de la
variabilidad natural presente en poblaciones o variedades de una especie.
La ventaja de este enfoque es que permitiría identificar genes con una función
importante en el control de la senescencia; desafortunadamente, la mayoría de las
numerosas mutaciones “stay green” que se han estudiado no han podido ser
identificadas a nivel molecular. Algunos de estos genotipos “stay green” son
particularmente interesantes; por ejemplo en soja la combinación homocigótica de
los alelos recesivos en los loci d1 y d2 causa una marcada inhibición de la
degradación de clorofila y Rubisco (Guiamet y Gianibelli 1996), operando
probablemente corriente abajo del/os sitio/s donde ejercen su influencia promotora
de la senescencia el etileno, el ácido abscísico y el ácido jasmónico (Guiamet y
Gianibelli 1994). Otra mutación interesante es cytG, una mutación de herencia
citoplasmática (¿un gen cloroplástico?) que afecta específicamente la degradación
de clorofila b y del complejo recolector de luz del fotosistema II (LHCII, Guiamet et
al. 1991), probablemente alterando la regulación de la fosforilación de LHCII
(resultados no publicados). La identificación de los genes mutados en los
genotipos “stay green” indudablemente aportaría información relevante sobre el
control y/o mecanismo de la senescencia foliar, pero es probable que esto
requiera un mayor desarrollo de las herramientas genómicas en las especies
involucradas. El conocimiento actual sobre la regulación de la senescencia foliar
ofrece entonces una larga lista de genes y mutaciones asociadas con el desarrollo
de este proceso. Distintos sets de “genes asociados a la senescencia” se
expresan dependiendo del factor inductor de la senescencia, las condiciones
ambientales (luz u oscuridad), presencia de factores de estrés, o por la acción de
distintas hormonas (Weaver et al. 1999; He et al. 2001).
Estas observaciones sugieren que pueden existir distintas vía regulatorias que
controlan el desarrollo temporal de la senescencia de las hojas. En forma
recíproca, las mismas mutaciones que inhiben la degradación de componentes
cloroplásticos durante la senescencia foliar en soja aumentan la susceptibilidad de
las plantas frente al déficit hídrico (Luquez y Guiamet 2002), indicando que
algunas vías de señalización pueden ejercer efectos pleiotrópicos y controlar tanto
el desarrollo de la senescencia como las respuestas a factores de estrés.
Finalmente, es esperable que un mayor conocimiento del mecanismo y regulación
de la senescencia nos permita intervenir para retrasar este proceso durante la
postcosecha de productos hortícolas, en especies forrajeras, o en cultivos donde
el rendimiento pueda ser sensible a la prolongación de la actividad de la fuente.
Resulta paradójico que desconozcamos el mecanismo de degradación de la
proteína más abundante sobre el planeta (Rubisco), aunque el advenimiento
reciente de la transcriptómica y proteómica, y de nuevos conocimientos en el área
de la biología celular de plantas probablemente contribuyan a develar esta y otras
incógnitas de la senescencia foliar en un futuro cercano.
Conclusión
Las auxinas son un grupo de hormonas que regulan muchos aspectos del
desarrollo y crecimiento en plantas. La más abundante es el ácido indolacético. Su
síntesis ocurre mayormente en meristemos apicales y tejidos jóvenes de donde
son transportadas al resto de la planta. El gradiente de concentración de éstas
reprime el desarrollo de brotes axilares hacia la base del tallo. Entre las principales
funciones, las auxinas promueven la elongación celular, inhiben el crecimiento de
raíces primarias, median la respuesta a tropismos, reprimen la abscisión de
órganos e inducen el desarrollo floral y de frutos.
Aunque con modo de acción distinto, las giberelinas también son una familia de
hormonas que regulan positivamente el crecimiento de la planta, especialmente la
elongación de tallos. También promueven la movilización de reservas y
germinación de semillas, así como el desarrollo floral y de frutos. Por otro lado, las
citocininas son hormonas que estimulan la división celular, activan la brotación de
yemas, inducen organogénesis y retardan la senescencia. A pesar de la
simplicidad de la estructura de los compuestos hormonales de plantas descritos
más arriba, no ha sido igualmente fácil conocer los múltiples mecanismos que
promueven las diversas respuestas fisiológicas a nivel celular y de organismo. En
algunos casos, las respuestas son evidentemente simples como el hecho que IAA
protona rápidamente paredes celulares con el consiguiente “soltamiento” de
microfibrillas favoreciendo la elongación, acción que también pueden realizar
compuestos análogos de diferente estructura molecular. Por otro lado, menos
simple aparece la función a nivel de señales nucleares codificantes de ARNs
específicos del tipo SAUR, que ocurren a mayor plazo, vinculados a algunas
respuestas gravitrópicas. Lo anterior es sólo un ejemplo de la variedad de
respuestas desencadenadas por IAA y sus análogos a nivel celular que puede
diferir aún más cuando se encuentra en presencia de otros reguladores.
Bibliografía

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Vegetal. Interamericana-McGraw-Hill, Madrid.
 BARCELÓ COLL, J.; NICOLÁS RODRIGO, G.; SABATER GARCíA, B. y
SÁNCHEZ TAMÉS, R. (2001). Fisiología Vegetal. Ed. Pirámide, Madrid.
 TAIZ L, ZEIGER E, M Ø LLER IM y MURPHY A (2018). Fundamentos de
Fisiología Vegetal , 1ª ed.Prensa de la Universidad de Oxford.

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