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CAPITULO I

ANALISIS TEORICO DOCTRINAL

Factores del Feminicidio

“Existente diversos detonantes que llevan a una práctica desmesurada de agresión hacia el género
femenino, según indico la Mesa Nacional tomado de los cuales solo se toman en cuenta cuatro
aspectos, los cuales son:

a) Detonantes Individuales: Está orientado por el conjunto de características y/o rasgos de la


personalidad, además de la práctica de una persona al establecer su respuesta de acuerdo a las
incitaciones que son de carácter estresante en su seno familiar, además encontramos algunos de
tipo externos, en donde podemos mencionar los siguientes: el diálogo, autoconocimiento, la
calidad de sentimientos, los episodios familiares y/o infantiles, además la aparición de
sentimientos como: culpa, miedo y arrepentimiento. (MIMPS, 2015)

Este detonante tiene que ver con la personalidad de cada persona, como afronta una situación, como se
siente en determinada situación, es importante que uno pueda desarrollar su personalidad en un
ambiente que no aporte cosas negativas en su diario vivir,

b) Detonantes del Microsistema: Se encuentran constituidos por todas las circunstancias que se
generan en la familia como el nivel de sociabilidad y aquellos modelos parentales, además
algún tipo de vivencia temprana de agresión y/o violencia entre los padres, además de esto, la
ingesta excesiva de drogas y/o alcohol, por parte de alguno o ambos progenitores. En el caso del
género masculino, esto es destacado en la familia, generalmente se toma como modelo dicho
ambiente violento dado por las figuras paternas, el cual es proyectado en sus futuras relaciones.
(MIMPS, 2015)

“Estos casos de violencia familiar son frecuentes, donde los hijos crecen rodeados de peleas,
discusiones, agresiones y ellos se van formando con ese ambiente, en muchos casos influye el vivir
en esa situación, ya que en el caso de los hombres que crecieron rodeados de toda esa problemática
ellos tienden a ser agresivos con su pareja, viéndolo como algo correcto, y en el caso de las mujeres
al crecer en ese ambiente creen que es normal que el hombre la agrega cuando “hizo algo mal”, que
normalicen que cuando el este con efectos de alcohol “la maltrate, le grite, la obligue a tener
relaciones, a que él sea agresivo porque no está consciente de lo que está haciendo”, lo llegan a
normalizar estos sucesos en su vida porque vivieron rodeados de esas circunstancias”.

c) Detonantes del Ecosistema: Es el conjunto de ámbitos sociales que limitan el desarrollo de


cada persona, entre ellas encontramos: la ausencia de recursos económicos adecuados, la falta
de empleo, nula educación y salud, además del hacinamiento en el hogar. De acuerdo con el
número de casos de violencia generalmente se da porque se encuentran bajos recursos
económicos, además de hombres sin trabajo (MIMPS, 2015)

En este punto detonante se ve el ambiente social, en donde desarrolla su vida cada persona, siendo un
factor el dónde vive, como vive, dejando influir en su personalidad negativamente la falta de
empleo, falta de educación, salud, donde va generando odio, ira, enojo con todo lo que le rodea.

d) Detonantes del Macro sistema: Se encuentra constituido por el conjunto de creencias y


principios culturales, los cuales engloban la relación social de la persona. En los cuales
encontramos, los siguientes: la anomia, la violencia estructural, la ausencia de igualdad en los
estratos sociales y el abuso de poder, entre otros aspectos. (MIMPS, 2015)

“Aquí se puede ver que los feminicidios constituyen una reminiscencia de culturas ancestrales
patriarcales donde los hombres utilizan todo tipo de medios y estrategias para quitar la voz a la
mujer, subordinarla y fijar su rol en la sociedad”.

Los códigos patriarcales de moralidad ya no son imperantes en las sociedades actuales. Sin embargo, la
herrumbre de estos códigos constituye una herencia del pasado que permanece indeleble en la
psique masculina.

e) Machismo: “Esta considerado como una forma aprendizaje basado en roles, en los cuales el
género masculino es educado con el principio de la minimización de la mujer con respecto al
varón, esto se comprende en un contexto orientado por la sumisión”. (MIMPS, 2015)

El machismo consiste en la descalificación del hombre hacia la mujer, en la que tratan a las mujeres
como si fueran seres invisibles o que solo existen para servir al género masculino. Al mismo tiempo
para algunos hombres, las mujeres son incapaces de tomar decisiones, de salir solas, de emprender,
trabajar, o cuestiones importantes dentro del hogar. Actualmente se puede ver que se ha reducido
estos pensamientos machistas por la educación hacia la igualdad de género, pero siguen siendo una
causa principal de violencia que puede llevar al feminicidio.
f) La adicción en la droga y alcohol: “El alcoholismo es un tipo de costumbre que se da de
forma inadecuada, la cual está íntimamente relacionada con el género masculino, es por ello que
su consumo de forma habitual, genera en la persona, muchas dificultades no solo a nivel físico
sino también a nivel comportamental, generando una serie de actos agresivos” (MIMPS, 2015)

El consumo de alcohol y otros tipos de droga disminuyen la capacidad de autocontrol y de procesar la


información. Por tanto, es más probable que quien ha bebido alcohol u otra sustancia recurra a la
violencia para solucionar un conflicto, o bien, que sea menos capaz de reconocer señales de alarma,
convirtiéndolo en un objetivo fácil para los agresores. Por otro lado, la creencia de que el alcohol es
un precipitante de actos violentos puede llevar a las personas a cometerlos, usando esa creencia
como excusa o como preparación para la participación de violencia.

g) El autoritarismo: “Es un tipo de obediencia y jerarquía, en donde se establece un vínculo entre


la persona que ejerce el mando y quien lo cumple, el subordinado. Ante todo, esto el detonante
que se evidencia para esto radica en la familia, por parte de los modelos agresivos que se
evidencia en las figuras parentales. (Girardi & Velasco y Lambe, 2006)

El autoritarismo es algo que se va aprendiendo en la familia, ya que antiguamente se tenía una idea
bien marcada de que “el hombre manda en la casa”, teniendo así poder sobre la mujer, desde
tiempos atrás los padres criaban a sus hijos con esa idea y a las mujeres con la idea de que tenían
que obedecer a su pareja y estar sometidas al querer de ellos, se tenía el pensamiento de que el
hombre es superior a la mujer, llevando a la situación en que la mujer estaba sometida
completamente al hombre, actualmente sigue habiendo personas con esos pensamientos, con ese
tipo de crianza de que “el hombre manda”.

h) Elementos educacionales: La educación, es un aspecto importante en la vida de cada persona,


porque surge como un elemento primordial en generar una formación integral llena de valores,
los cuales, al darse una ausencia de esto, se presentan una serie de actos violentos que se ejercen
hacia la victima quien opta por tener una actitud se sumisión frente a su agresor (MIMPS, 2015)

La educación juega un rol muy importante en el comportamiento humano, entender al momento de


tomar de decisiones, comprender las diversas situaciones que puedan llegar afrontar y poder
diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, la educación viene principalmente de la casa,
donde los niños van aprendiendo todo lo que ven, escuchan y lo van realizando, es importante en
qué ambiente va creciendo para el desarrollo de su personalidad, donde tiene que aprender los
valores y principios fundamentales para poder desarrollarse en la vida.

i) Factores culturales: Es indudable que la cultura es un aspecto importante la cual genera un


nivel de influencia en la sociedad que vivimos y esto produce comportamientos agresivos en la
familia, entre los principales detonantes de este aspecto encontramos los siguientes: estructuras
de carácter autoritario orientadas por la dominancia y un estado de subordinación en el hogar,
diferencia en los roles establecidos en la familia, donde existe modelos de sumisión y
dominancia frente a las figuras parentales. (Miguel Sánchez Maldonado, 2016)

En este factor podemos ver como ejemplo la cultura mediterránea, donde la mujer constituye un objeto
precioso que los varones de la familia están obligados a guardar y proteger. La conducta de los
varones no es tan importante como la de la mujer. El deshonor masculino acarreado por una
conducta impropia puede ser revertido, sin embargo, la deshonra femenina es indeleble y mancha a
la familia de modo permanente. Como consecuencia, la mujer es instada a permanecer confinada
dentro de la casa, en ocupaciones domésticas, para poder ser vigilada de cerca e impedir que
empañe el honor del marido.

La reminiscencia de la cultura mediterránea hace que muchos hombres encuentren sentido a su vida en
el mantenimiento del orden moral tradicional de género cimentado en la dominación del varón
sobre la mujer. Cuando la mujer transgrede este orden el hombre pierde el control, su reacción es
violenta, y en casos extremos el desenlace es fatal.

Feminicidio: relación de la condición de género con el aumento de muertes de mujeres en el


último quinquenio frente a las acciones del Estado en Costa Rica. (Pablo Francisco
Ramírez Castro) Costa Rica

Esta investigación se aborda desde el feminismo, el cual, ligado al interés de este trabajo, busca la
defensa de los derechos de las mujeres y su reconocimiento en la sociedad como un individuo
libre y en igualdad de condiciones con los hombres. Además, en cuanto al proceso
metodológico, esta tesis se enmarca dentro de la metodología cualitativa, logrando una mayor
interacción con la realidad que se intenta analizar.
En este trabajo se logran identificar cuestiones como los aparatos ideológicos del Estado, los cuales
influyen en las políticas dirigidas a la atención de la violencia feminicida contra la mujer y
permea a los y las profesionales que de igual manera están inmersas en una sociedad dominada
por aparatos ideológicos del Estado, que influyen en la forma en como atienden la violencia
feminicida, provocando muchas veces la invisibilizarían de actos violentos contra la mujer que
desencadenan en su muerte.

Ligado a lo anterior, se reconoce un actuar deficiente por parte de las instituciones del Estado, las
cuales, por el poco recurso humano y financiero, así como la institucionalización de su personal
y la ideología que consiente actos machistas, se presenta un abordaje que no permite a las
mujeres evitar ser víctimas de feminicidios.

Por otra parte, se identifica las relaciones de poder que se dan entre hombres y mujeres, donde estas
últimas se observan como inferiores, por lo que se permite y legitima la violencia contra ellas,
dando paso a la invisibilizacion de los feminicidios.

Esta investigación se centra en la búsqueda de información acerca de casos de femicidios en


entidades como el poder judicial, así como algunos periódicos que les permita entender el
panorama en su momento de esta situación.

En esta investigación se logra reconocer, como ya se mencionó líneas arriba, que los actos
femicidas son cometidos principalmente por personas hombres y con quienes tienen más
cercanía, es decir, el hogar es el espacio más peligroso para ellas, ya que es aquí donde se
cometen en mayor medida estos crímenes.

De igual forma los feminicidios son cometidos producto de la violencia doméstica y sexual,
principalmente por cuestiones de género y una visión de superioridad por parte de los hombres,
producto de un problema estructural que legitima la subordinación de la mujer y la superioridad
del varón.

Además, se logró determinar que muchas de las muertes que sufrieron las mujeres fueron
anunciadas, es decir, que realizaron las denuncias correspondientes y a pesar de esto siempre
fueron asesinadas, lo que demuestra un trabajo deficiente por parte de las instituciones
encargadas de atender estos asuntos.
Por otra parte, se determina que se ha mantenido un número constante de muertes de mujeres en el
periodo de estudio de este trabajo y que los datos de estas muertes no son del todo confiables,
ya que hay gran cantidad de casos que por falta de pruebas no se ha logrado determinar la
muerte de las mujeres, pero que muchas de ellas podrían responder a feminicidios.

Las investigaciones logran demostrar que los principales agresores contra las mujeres son los
hombres y primordialmente aquellos con más cercanía, estos son los ejecutores de los
feminicidios. Estudios evidencian un avance en tanto la preocupación de trabajar estos temas
con la intención de traer a la crítica estos actos que han sido negados por la posición de
inferioridad que se le ha otorgado a la mujer en nuestras sociedades.

Por otra parte, se logra reconocer que las instituciones encargadas de atender estas temáticas
presentan una deficiencia en sus intervenciones, ya que no han logrado responder
eficientemente ante esta situación. Esto se debe a una ideología patriarcal que está impregnada
en el Estado, las instituciones y el personal encargado de que estas funcionen, por lo que se
siguen reproduciendo las ideas machitas y por ende la mujer sigue presentando una violencia de
sus derechos, aunque la ayuda sea solicitada.

Feminicidio: un delito estructural

El artículo de Ana Leticia Aguilar (2005), titulado “Femicidio… la pena capital por ser mujer”,
intenta evidenciar el peligro que sufren las mujeres en los distintos espacios donde interactúan,
logrando demostrar que no hay un escenario donde no esté propensa de recibir algún tipo de
violencia.

En este trabajo se tocan cuestiones importantes que dejan ver que las mujeres y las agresiones que
sufren irrespetan sus derechos como seres humanos, y que la violencia tiene como punto final el
femicidio. Trae a la luz el problema de que los femicidios son concretados producto de las
relaciones de poder que existen en la sociedad entre hombres y mujeres, que socialmente da una
superioridad de los primeros, lo cual, bajo esta lógica, legitima la violencia como una forma de
control.
Además, demuestra que los femicidios están ligados a violencia sexual contra las mujeres, las
muertes son intencionales e incluso avisadas, lo que desencadena una preocupación mayor, ya
que señala el poco apoyo que tienen estas ante la posibilidad de ser asesinadas.

Por otra parte, se da una invisibilizarían de muchos de los femicidios, producto de que no se
muestran los datos reales y no se evidencie lo que sucede. La autora propone que, para
conseguir erradicar esta situación, se impulse lograr que las mujeres se presenten de una forma
más equitativa en la sociedad con respecto al hombre, ya que esto les daría la posibilidad de
dejar de lado la inferioridad constituida socialmente.

La tesis de Sulma Dinora Rodas González. (2009), de la Universidad de San Carlos de Guatemala,
Escuela de Trabajo Social, para optar por el grado de licenciatura, titulada “El Femicidio”, se
realiza en el marco de la preocupación de los femicidios que sufren las mujeres constantemente,
muchos de los cuales quedan impunes, y las sobrevivientes presentan traumas por el miedo de
lo sucedido, por lo que, se genera la idea de trabajar la temática para determinar los factores que
crean estos crímenes.

Primeramente, se propone como objetivo general: “Contar con un diagnóstico del femicidio que
permita establecer causas y efectos por las cuales las mujeres de la zona 18 son asesinadas
brutalmente, establecer si existe algún tipo de dolo de parte de los victimarios al momento de
cometer el crimen y determinar las condiciones sociales, económicas y educativas de las
víctimas de femicidio”. (p.77) En esta tesis se logra demostrar que las mujeres han sufrido
históricamente de violencia en escalada que concluye en femicidios, muchas veces por el
ejercicio del poder de los hombres, permitiendo así el sometimiento de las mujeres, de su forma
de actuar, sentir y pensar.

Se reconoce a Guatemala como un país muy violento, que se ha dado un aumento significativo de
las muertes de las mujeres, y, a pesar de las leyes y acuerdos internacionales, los femicidios se
siguen presentando, creando traumas en aquellas que logran sobrevivir, así como para con sus
familias.

Además, se invisibilizan muchos casos de femicidios por no contarse con la información necesaria
o por ubicarlos en otras categorías que admiten ocultar la situación, aunado a la falta de
voluntad política que permite la impunidad y leyes y autoridades con intervenciones deficientes
ante la atención de la muerte de las mujeres.
También se demuestra que mucha de la violencia contra las mujeres es de tipo sexual, lo cual en
muchos casos termina en asesinato y las que logran sobrevivir a esta situación no denuncian por
miedo a represalias, ya que las personas agresoras son principalmente allegados a ellas, como
parejas o familiares.

Las investigaciones demuestran que las mujeres han sufrido históricamente de violencia, la cual en
muchos casos concluye en feminicidios, consecuentemente la violencia de sus derechos
proviene desde tiempo atrás y que, de mantenerse el patriarcado, siempre habrá una lucha de
ubicar a estas en igualdad de condiciones con respecto a los hombres y otros sectores que
pugnan, por lo contrario.

Es a raíz de esto que las relaciones de poder provocan que la subordinación de la mujer ante los
mandatos del hombre se normalice y permita, y en caso de que alguna se revele, la violencia ha
sido un mecanismo que ha respondido eficientemente como una forma de control.
Por ende, los tipos de violencia que sufren las mujeres son de diferente tipo, ejemplo de ella es
la física y psicológica; al vivir constantemente periodos traumáticos que propician una vida en
condiciones precarias apoyadas por una sociedad que es permisiva ante este tipo de situaciones.

Estas investigaciones han aportado en tanto se reconocen los principales factores que posibilitan la
concreción de los feminicidios, mostrando como lo macro penetra en los micro escenarios que
preparan su ideología por medio de la consumación de la muerte de las mujeres en manos de los
hombres.
además, desde punto de vista social es muy similar situación en nuestro país de estado
plurinacional de Bolivia, cuando la sociedad entera sabe que el problema es más estructural.

Es la persona que recibe daño o el agravio por la comisión de un delito culposo. Por ejemplo, la victima
sufre; Robo, Homicidio, Violencia, violencia doméstica, abuso de Autoridad, Lesiones, existen muchas
causales mas son las primeras causales para llegar al feminicidio.

“Víctima: Persona o animal destinados ,1 un sacrificio religioso, | Persona que sufre violencia
injusta en su persona o ataque a sus derechos. | El sujeto pasivo del delito y de la persecución
indebida. | Quien sufre un accidente casual, de que resulta su muerte u otro daño en su persona y
perjuicio en sus intereses. | Quien se expone a un grave riesgo por otro.”
Es una persona que usa la violencia o es propenso, irritable y presuntuoso, es así como se activa la
fuerza física o moral, por tanto, se da la muerte con violencia a la víctima causándole daños.

“Violento: Fuera de naturaleza, normalidad, situación o modo de ser. | Con fuerza. | Contra la
voluntad. | Con daño o destrozo. | Iracundo, colérico. | Falso, tergiversado; objeto de
interpretación audaz o contra sentido. | Contra justicia y razón al ejecutar algo. | Por accidente o
mano del hombre; como en la muerte violenta. | Sin título o con vicios jurídicos.”

Hablando del infanticidio se refiere a la muerte de las victimas dada violentamente a algún niño o
infante. Y según el mismo Diccionario nos indica de la muerte de las proximidades de una muerte, por
infante o niño se entiende que no llego a la edad de siete años, así como que está de acuerdo en todo
con el establecido en nuestra legislación sustantiva.

“Infanticidio: En sentido amplio, toda muerte dada a un niño o infante, al menor de siete años; y
más especialmente, si es recién nacido o está muy próximo a nacer. | Dentro de la técnica penal,
por infanticidio se entiende la muerte que la madre o alguno de sus próximos parientes dan al
recién nacido, con objeto de ocultar la deshonra, por no ser la criatura fruto de legítimo
matrimonio.”

a) Enfoque o perspectiva de género


Este concepto de enfoque o perspectiva de género se está repitiendo cada vez más en distintas áreas del
quehacer humano, ya sea en el campo académico, en lo informal, en la política, en el derecho, etc.; pero
muchas veces no existe una idea clara, sino más bien vaga, de su significado.
Existen diversas definiciones de este concepto y hemos visto por conveniente captar una que ha sido
planteada en un estudio realizado por un organismo internacional, puesto que en este tipo de estudios es
donde más se ha podido trabajar el enfoque de género, de acuerdo a nuestro criterio. Es así que en la
Guía para Periodistas de la Organización de las Naciones Unidas para la Niñez (UNICEF) se la define
así: “La perspectiva o visión de género es una categoría analítica que toma los estudios que surgen
desde las diferentes vertientes académicas de los feminismos para, desde esa plataforma teórica,
cuestionar los estereotipos y elaborar nuevos contenidos que permitan incidir en el imaginario colectivo
de una sociedad al servicio de la igualdad y la equidad” (UNICEF, 2017)23. En la misma guía está
citada María Florencia Cremona quien, en el Seminario Interdisciplinario de Comunicación y Género,
dado en la Universidad de La Plata – Argentina, definió la perspectiva de género como “una opción
política para develar la posición de desigualdad y subordinación de las mujeres en relación a los
varones. Pero también es una perspectiva que permite ver y denunciar los modos de construir y pensar
las identidades sexuales desde una concepción de heterosexualidad normativa y obligatoria que
excluye”
|
Para examinar los procesos en torno a la tipificación del delito de femicidio o feminicidio en países
latinoamericanos es preciso dar cuenta, previa y brevemente, del proceso de conceptualización de este
fenómeno.
Para ello, se tomarán las definiciones y elaboraciones provenientes fundamentalmente de las ciencias
sociales, a través de la abundante literatura que se ha producido en los últimos años en torno a este
fenómeno.
Tal como lo recogen prácticamente la totalidad de las investigaciones y documentos sobre la materia
producidos en Latinoamérica en los últimos años, las expresiones femicidio y feminicidio, encuentran
su
antecedente directo en la voz inglesa femicide, expresión desarrollada inicialmente en el área de los
estudios de género y la sociología por Diana Russell y Jane Caputi a principios de la década de 1990.

Estas autoras incluyen en este concepto las muertes violentas de mujeres que se ubican en el extremo
de un continuum de violencia, que incluye muchas más formas que la que se da en el ámbito privado o
íntimo. En efecto, ya desde esta primera formulación femicide surge como expresión para evidenciar
que la mayoría de los asesinatos de mujeres por parte de sus maridos, novios, padres, conocidos y
también los cometidos por desconocidos, poseen un sustrato común en la misoginia, crímenes que
constituyen, a juicio de las autoras, “la forma más extrema de terrorismo sexista, motivada por odio,
desprecio, placer o sentimiento de propiedad sobre las mujeres”. Es, por tanto, un concepto que surge
con una intención política: develar el sustrato sexista o misógino de estos crímenes que permanece
oculto cuando se hace referencia a ellos a través de palabras neutras como homicidio o asesinato. A
pesar de hablarse principalmente de crímenes, la amplitud de este concepto queda expresada en el
siguiente párrafo, uno de los más citados en diversas publicaciones y estudios sobre el tema: El
femicidio representa el extremo de un continuum de terror anti-femenino que incluye una amplia
variedad de abusos verbales y físicos, tales como violación, tortura, esclavitud sexual (particularmente
por prostitución), abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y emocionales,
acoso sexual (por teléfono, en las calles, en la oficina, y en el aula), mutilación genital
(clitoridectomías, escisión, infibulaciones), operaciones ginecológicas innecesarias (histerectomías
gratuitas), heterosexualidad forzada, esterilización forzada, maternidad forzada (por la criminalización
de la contracepción y del aborto), psicocirugía, negación de comida para mujeres en algunas culturas,
cirugía plástica, y otras mutilaciones en nombre del embellecimiento. Siempre que estas formas de
terrorismo resultan en muerte, ellas se transforman en femicidios. En la traducción del término
femicide al castellano ha habido dos tendencias: como femicidio o como feminicidio. La diferencia
entre estas dos expresiones ha sido objeto de profunda discusión a nivel latinoamericano, y la mayor
parte de las investigaciones sobre este tema en la región dedican un capítulo o sección a la distinción
entre ambas, y aún en la actualidad se sostiene que no existe consenso a nivel teórico en cuanto al
contenido de cada uno de estos conceptos. Atendidos los fines del presente documento, sintetizaremos
los principales elementos de cada una de estas nociones, relevando los aspectos que puedan tener
mayor importancia desde una perspectiva jurídicopenal y de derechos humanos. En cualquier caso, es
necesario tener en consideración que estas elaboraciones conceptuales provienen de las ciencias
sociales, constituyendo marcos teóricos y políticos para la acción e investigación en torno a este
fenómeno; por tanto, no es posible su aplicación directa en el ámbito jurídico, en particular en lo penal,
en donde el principio de legalidad importa exigencias materiales y formales especialmente rigurosas en
lo referido a la precisión, determinación y taxatividad de sus conceptos. El propósito de esta revisión,
entonces, es dar cuenta de los elementos que pueden tener mayor relevancia en aquel ámbito, en los
procesos de tipificación del feminicidio o femicidio. En relación a estos conceptos y sus elementos,
seguiremos la caracterización que han dado recientes publicaciones sobre esta materia:
En cuanto al femicidio, ha sido definido como la “muerte violenta de mujeres, por el hecho de ser
tales” o “asesinato de mujeres por razones asociadas a su género”. La expresión muerte violenta
enfatiza la violencia como determinante de la muerte y desde una perspectiva penal incluirían las que
resultan de delitos como homicidio simple o calificado (asesinato) o parricidio en los países en que aún
existe esta figura. Existen, sin embargo, dentro de quienes utilizan la voz femicidio, posturas más
amplias que abarcan situaciones tales como “la mortalidad materna evitable, por aborto inseguro, por
cáncer y otras enfermedades femeninas, poco o mal tratadas, y por desnutrición selectiva de género”.
Desde esta perspectiva se incluyen en el femicidio las muertes de mujeres provocadas por acciones u
omisiones que no necesariamente constituyen delito, básicamente porque carecen –en general– del
elemento subjetivo que requieren los delitos contra la vida –la intención de matar a otra persona– o son
conductas que no pueden ser imputadas a una persona determinada, sin perjuicio que pueden dar cuenta
de violaciones a los derechos humanos por el incumplimiento de las obligaciones del Estado relativas a
la garantía del derecho a la vida de las mujeres. En cualquier caso, como se verá, es importante tener en
cuenta que tanto la aproximación más restrictiva (muertes violentas consecuencia de delitos) como la
más amplia (muertes como resultado de discriminación de género que no constituyen delito) pueden
traer aparejada la responsabilidad internacional del Estado en relación a sus obligaciones en materia de
derechos humanos.
Respecto del concepto de feminicidio, existen también diversas aproximaciones. Así, se ha señalado
que esta expresión surge a partir de la insuficiencia que tendría la voz femicidio para dar cuenta de dos
elementos: la misoginia (odio a las mujeres) presente en estos crímenes y la responsabilidad estatal al
favorecer la impunidad de éstos. Como veremos en la quinta parte de este documento, el concepto de
feminicidio, además, presenta –al menos en sus primeras formulaciones como tipo penal– una amplitud
mayor al concepto de femicide en la formulación de Russell, en cuanto incluye otras conductas
delictivas que no necesariamente conducen a la muerte de la mujer, sino a un daño grave en su
integridad física, psíquica o sexual. Respecto de los elementos misoginia –aversión u odio a las
mujeres– e impunidad, es interesante constatar que pudieran encontrarse tanto en las elaboraciones
teóricas de femicidio como de feminicidio. En efecto, la misoginia puede considerarse constitutiva de
todo crimen cometido “por razones de género” contra una mujer (considerando que el sistema
sexo/género posee una base misógina), y en cuanto a la impunidad –dependiendo del concepto que se
le dé– puede ser también considerada consustancial –desde alguna perspectiva– a todo sistema jurídico
que justifica la violencia contra las mujeres, ya sea responsabilizando a las víctimas o atenuando la
responsabilidad de los victimarios, impunidad que –en cualquier caso– siempre importa un
incumplimiento de las obligaciones del Estado en materia de derechos humanos, como se verá más
adelante.
De este modo, el debate sobre estas dos expresiones se ha extendido, llegando incluso a los argumentos
lingüísticos a favor y en contra de una u otra. Y si bien es posible observar una coexistencia
relativamente pacífica de las voces femicidio y feminicidio en Latinoamérica, considerando al
elemento impunidad –y, por tanto, responsabilidad estatal– como principal diferenciador entre ambas,
el cuestionamiento a la validez de una u otra expresión por parte de ciertas autoras dificultan hasta la
actualidad la posibilidad de acercarse a un consenso en el plano teórico y político. De cualquier
manera, es importante tener en cuenta que la mayor parte de las investigaciones y estudios realizados
en la región en los últimos años, ya sea en torno al femicidio o feminicidio, igualmente aluden a una
visión restringida respecto del concepto original de Russell y Caputi, referido inicialmente. En efecto,
las definiciones más frecuentes de femicidio y feminicidio se restringen a las muertes violentas de
mujeres, consecuencia directa de delitos, excluyendo los decesos que se producen como consecuencia
de leyes o prácticas discriminatorias (abortos clandestinos, deficiente atención de la salud de las
mujeres, etc.), así como a las manifestaciones de violencia que no conllevan la muerte. En las
investigaciones de campo –y en la medida en que para calificar la impunidad se requiera de una
elaboración más compleja incluso en las que se utiliza el concepto de feminicidio, se define el objeto de la
investigació n excluyendo este elemento. Recordemos que para Rusell y Caputi constituyen femicide tanto
el caso de la mujer asesinada por su marido como forma de control y dominació n extrema, como el de
aquella que muere como consecuencia de una esterilizació n forzada o incluso de una cirugía plá stica
innecesaria (necesaria só lo que la mujer cumpla adecuadamente el rol de género tradicional). Si bien este
concepto amplio también ha sido tomado por algunas autoras latinoamericanas como femicidio, en la
prá ctica los estudios e investigaciones sobre el fenó meno –incluso los provenientes de las mismas
autoras– se limitan a casos que se califican penalmente como homicidios de mujeres. Así, por ejemplo, los
suicidios de mujeres –también eventualmente femicidios, dependiendo del contexto en que se producen–
no son considerados en estas investigaciones, al igual que las tasas de mortalidad materna consecuencia
de abortos clandestinos, etc. Desde esta perspectiva, es posible comprobar que las investigaciones
producidas en Latinoamérica en los ú ltimos añ os se refieren ú nicamente a las muertes violentas de
mujeres por razones de género, ya sea bajo la denominació n femicidio o feminicidio.
Clases de femicidio/feminicidio: tipologías existentes, Ahora bien, incluso dentro de esta noció n
“restringida” a las muertes violentas de mujeres, existe debate teó rico respecto de la conveniencia de
utilizar la misma expresió n para abarcar los asesinatos misó ginos con características que pueden ser muy
diferentes. Ya resulta ampliamente conocida la tradicional clasificació n del femicidio o feminicidio
formulada con base en las investigaciones de Diana Russell, que distingue entre femicidio o feminicidio
íntimo, no íntimo y por conexió n. El primero alude a los asesinatos cometidos por hombres con quien la
víctima tenía o tuvo una relació n íntima, familiar, de convivencia o afines a éstas; mientras el segundo, a
aquellos cometidos por hombres con quienes la víctima no tenía dichas relaciones y que frecuentemente
involucran un ataque sexual previo, por lo que también es denominado femicidio sexual. Finalmente, el
femicidio o feminicidio por conexió n “hace referencia a las mujeres que fueron asesinadas ‘en la línea de
fuego’ de un hombre tratando de matar a una mujer. Este es el caso de mujeres parientes, niñ as u otras
mujeres que trataron de intervenir o que simplemente fueron atrapadas en la acció n del femicida”. Sin
embargo, se ha señ alado que estos conceptos aú n resultan demasiado generalizadores cuando se trata de
identificar o visibilizar fenó menos con características particulares. Como señ ala Rita Laura Segato: Si la
unificació n y demarcació n de todas las variedades de muertes cruentas de mujeres interpretadas a la luz
del extenso y omnipresente entramado del patriarcado fue un avance para la comprensió n de la violencia
de género y de la naturaleza violenta del ambiente patriarcal, estas ventajas parecen caducar cuando nos
aproximamos a localidades como Ciudad Juá rez, donde un tipo particular de crímenes de mujeres llama la
atenció n. (...) [E]s difícil aislar la cifra específica correspondiente al tipo particular de crimen
característico de Ciudad Juá rez pues los nú meros relativos a “asesinatos de mujeres” tienden a ser
unificados tanto en el có mputo policial como en su divulgació n en los medios de comunicació n. Es
evidente, sin embargo, que solamente una caracterizació n precisa del modus-operandi de cada tipo
particular de crimen y la elaboració n de una tipología lo má s precisa posible de las diversas modalidades
de asesinatos de mujeres podría llevar a la resolució n de los casos, a la identificació n de los agresores, y al
tan anhelado fin de la impunidad. (...) [C]rímenes pasionales, violencia doméstica seguida de muerte,
abuso sexual y violaciones seguidas de muerte en manos de agresores seriales, trá fico de mujeres,
crímenes de pornografía virtual seguidos de muerte, trá fico de ó rganos, aparecen en la media y en los
boletines de ocurrencias mezclados y confundidos en un ú nico conjunto. Entiendo esa voluntad de
indistinció n como una cortina de humo que impide ver claro en un conjunto particular de crímenes de
mujeres que presenta características semejantes.
El planteamiento de Segato –quien se refiere a los feminicidios idiosincrá sicos de Ciudad Juá rez como
feminicidios corporativos como los de otras autoras, muestran una voluntad de diferenciació n al interior
del concepto de feminicidio, elaborando tipologías específicas que van má s allá de la tradicional
clasificació n ya mencionada. Estas tendencias, sin duda, pueden tener un impacto concreto en las
reflexiones en torno a la tipificació n penal del femicidio o feminicidio.

Segato considera que los feminicidios idiosincrá sicos de Ciudad Juá rez son “un tipo de crimen específico,
no necesariamente el má s numeroso pero sí el má s enigmá tico por sus características precisas, casi
burocrá ticas: secuestro de mujeres jó venes con un tipo definido, trabajadoras o estudiantes jó venes,
privació n de libertad por algunos días, torturas, violació n “multitudinaria”, mutilació n, estrangulamiento,
mote segura, mezcla o extravío de pistas y evidencias por parte de las fuerzas de la ley, amenazas y
atentados contra abogados y periodistas, presió n deliberada de las autoridades para inculpar chivos
expiatorios claramente inocentes, y la continuidad ininterrumpida de los crímenes desde 1993 hasta hoy.”
Ella estima que estos feminicidios “no son crímenes comunes de género sino crímenes corporativos y, má s
específicamente, son crímenes de segundo Estado, de Estado paralelo”, entendiendo corporació n como “el
grupo o red que administra los recursos, derechos y deberes propios de un Estado paralelo, establecido
firmemente en la regió n y con tentá culos en las cabeceras del país”. Desde su perspectiva, estos crímenes
se asemejan en su fenomenología a los cometidos por regímenes autoritarios en los que “la dimensió n
expresiva y genocida de la violencia prevalece” (Segato, Rita, ibidem, p. 9-11)
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- Guillermo Cabanellas de las Cuevas
- http://derechoguatemala.blogspot.com/
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