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Manuales ISCR

Instituto Superior de Ciencias Religiosas


Universidad de Navarra

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribu-
ción, comunicación pública y transformación, total o parcial, de esta obra sin contar con auto-
rización escrita de los titulares del Copyright. La infracción de los derechos mencionados puede
ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Artículos 270 y ss. del Código Penal).

© 2017. Gonzalo Aranda Pérez (†) y Diego Pérez Gondar


Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA)
Campus Universitario • Universidad de Navarra • 31009 Pamplona • España
+34 948 25 68 50 • www.eunsa.es • eunsa@eunsa.es
ISBN: 978-84-313-3205-1 | Depósito legal: NA 1107-2017
Diseño cubierta: Pablo Cerezo Marín
Imprime: Graphy Cems, Pol. Ind. San Miguel, 31132 Villatuerta (Navarra)
Printed in Spain – Impreso en España
GONZALO ARANDA PÉREZ
DIEGO PÉREZ GONDAR

LIBROS POÉTICOS
Y SAPIENCIALES

EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A.


PAMPLONA
4
Colección
Manuales del Instituto Superior de Ciencias Religiosas

1. Cada vez más personas se interesan por adquirir una formación filosó-
fica y teológica seria y profunda que enriquezca la propia vida cristia-
na y ayude a vivir con coherencia la fe. Esta formación es la base para
desarrollar un apostolado intenso y una amplia labor de evangeliza-
ción en la cultura actual. Los intereses y motivaciones para estudiar la
doctrina cristiana son variados:
• Padres y madres que quieren enriquecer su propia vida cristiana y la
de su familia, cuidando la formación cristiana de sus hijos.
• Catequistas y formadores que quieren adquirir una buena prepara-
ción teológica para transmitirla a otros.
• Futuros profesores de religión en la enseñanza escolar.
• Profesionales de los más variados ámbitos (comunicación, economía,
salud, empresa, educación, etc.) que necesitan una formación adecua-
da para dar respuesta cristiana a los problemas planteados en su pro-
pia vida laboral, social, familiar… o simplemente quienes sienten la
necesidad de mejorar la propia formación cristiana con unos estudios
profundos.
2. Existe una demanda cada vez mayor de material escrito para el estudio
de disciplinas teológicas y filosóficas. En muchos casos la necesidad
procede de personas que no pueden acudir a clases presenciales, y bus-
can un método de aprendizaje autónomo, o con la guía de un profesor.
Estas personas requieren un material valioso por su contenido doc-
trinal y que, al mismo tiempo, esté bien preparado desde el punto de
vista didáctico (en muchos casos para un estudio personal).
Con el respaldo académico de la Universidad de Navarra, especial-
mente de sus Facultades Eclesiásticas (Teología, Filosofía y Derecho
Canónico), la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Educa-
ción y Psicología, esta colección de manuales de estudio pretende
5
responder a esa necesidad de formación cristiana con alta calidad pro-
fesional.
3. Las características de esta colección son:
• Claridad doctrinal, siguiendo las enseñanzas del Magisterio de la Igle-
sia católica.
• Exposición sistemática y profesional de las materias teológicas, filosó-
ficas (y de otras ciencias).
• Formato didáctico tratando de hacer asequible el estudio, muchas ve-
ces por cuenta propia, de los contenidos fundamentales de las mate-
rias. En esta línea aparecen en los textos algunos elementos didácti-
cos tales como esquemas, introducciones, subrayados, clasificaciones,
distinción entre contenidos fundamentales y ampliación, bibliografía
adecuada, guía de estudio al final de cada tema, etc.

José Manuel Fidalgo Alaiz


José Luis Pastor
Directores de la colección
6
Formato didáctico

Los manuales tienen un formato didáctico básico para facilitar tanto el


eventual estudio del alumno por su cuenta, el autoestudio con preceptor /
tutor, o la combinación de clases presenciales con profesor y estudio per-
sonal.
Estas características didácticas son:
1. Se ha procurado simplificar los contenidos de la materia sin perder la
calidad académica de los mismos.
2. Se simplifican los modos de expresión, buscando la claridad y la senci-
llez, pero sin perder la terminología teológica. Nos parece importante,
desde un punto de vista formativo, adquirir el uso adecuado de los
términos teológicos principales.
3. En el cuerpo del texto aparecen dos tipos de letra en función de la rele-
vancia del contenido. Mientras que la letra grande significa contenidos
básicos de la materia, la letra pequeña se aplica a un contenido más
explicativo de las ideas principales, más particular o más técnico.
4. El texto contiene términos o expresiones en formato negrita. Se pre-
tende llamar la atención sobre un concepto clave a la hora del estudio
personal.
5. Las enumeraciones y clasificaciones aparecen tipográficamente desta-
cadas para facilitar la visualización rápida de los conceptos, su estudio
y memorización.
6. Al principio de cada tema, inmediatamente después del título, se in-
cluye una síntesis de la idea principal a modo de presentación.
7. En cada tema se presentan varios recursos didácticos:
• Un esquema o sumario de la lección (sirve de guion de estudio y
memorización).
• Un vocabulario de palabras y expresiones usadas en el desarrollo
del tema. Sirve para enriquecer el propio bagaje de términos aca-
7
démicos y sirve también de autoexamen de la comprensión de los
textos.
• Una guía de estudio. Se trata de un conjunto de preguntas. El cono-
cimiento de las respuestas garantiza una asimilación válida de los
principales contenidos.
• Textos para comentar. Pueden dar pie a lecturas formativas o a ejer-
cicios (guiados por un profesor).
8. Se dispone al final de una bibliografía básica y sencilla de los princi-
pales documentos que pueden servir para ampliar el contenido de la
materia.
8

PRESENTACIÓN

En esta asignatura estudiaremos un grupo variado de libros sagrados. Algu-


nos libros son muy utilizados, como el de los Salmos y el libro de Job; otros,
como Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría, ni siquiera son muy bien diferen-
ciados uno de otro aun por cristianos con cierta cultura religiosa. Además, el
Cantar de los Cantares, o suena a algo místico, o se piensa en él como un texto
curioso que sirve para las lecturas en la celebración del matrimonio.
En los libros Poéticos y Sapienciales no encontramos leyes o promesas hechas
por Dios, ni oráculos de personas que hablen en su nombre. Todo en ellos es
palabra humana: es el hombre piadoso el que reza y expone sus sentimientos
ante Dios. En estos libros parece escucharse exclusivamente la voz de sus au-
tores; pero sus palabras, escritas bajo el carisma de la inspiración divina, son
proclamadas en la Iglesia como Palabra de Dios. Este hecho, que puede pa-
recer paradójico, nos lleva a comprender mejor la verdadera naturaleza de la
Escritura y de la inspiración de los libros sagrados. Todos ellos ofrecen direc-
tamente la palabra del hombre que es a su vez y de forma misteriosa Palabra
de Dios.
Al estudiar estos libros lo más importante será, por tanto, descubrir cómo ha-
bla Dios a través de ellos. Una veces es la oración que brota del corazón de
los autores de los Salmos, en otras ocasiones son los sentimientos de amor
expresados en el Cantar, o los sabios mediante la búsqueda de sabiduría. En
alguno de esos modos, Dios está llamando al lector creyente, y poniendo en
su interior, oración, sentimientos de amor, o afán de búsqueda de la verdad.
Como todos los libros del Antiguo Testamento, los que aquí vamos a estudiar, 9
preparaban la Revelación plena de Dios en Jesucristo, consignada por escri-
to en el Nuevo Testamento. Al llegar a su plenitud esa relación del hombre
con Dios en Cristo, el Verbo de Dios hecho hombre, tales libros adquieren su
cumplimiento definitivo. Por eso señalaremos su orientación hacia el Nuevo
Testamento, al tiempo que ayudarán al lector-estudiante a conocer mejor y a
unirse más fuertemente a Jesucristo recorriendo el camino marcado en ellos.
Tras un tema introductorio (Tema 1), dedicado a presentar el conjunto, y a ha-
cer una primera aproximación a los libros, pasaremos al estudio del Libro de
los Salmos que, por su importancia, ocupará cuatro temas (del Tema 2 al Tema
5). A continuación dedicaremos un tema al Cantar de los Cantares (Tema 6).
Para situar cada uno de los cinco libros sapienciales se ofrece el Tema 7 como
una introducción al fenómeno sapiencial en Israel. Los cinco últimos temas se
dedican a cada uno de esos libros siguiendo su orden cronológico de compo-
sición.
El objetivo de la materia aquí expuesta es llegar a una lectura comprensiva
de esta parte del Antiguo Testamento. Por ello es necesario en primer lugar
que el estudio se realice teniendo al lado la Biblia, pasando constantemente
sus páginas y leyendo los textos. En otro caso sólo se adquiriría una noción
superficial y teórica del objeto a estudiar. Para facilitar esta tarea, se ofrecen
ejemplos escogidos de textos bíblicos al hilo de las explicaciones que se van
desarrollando.
La base del presente manual han sido algunos escritos didácticos del profe-
sor D. Gonzalo Aranda, fallecido en abril de 2016. Durante muchos años ha
impartido esta asignatura en la Facultad de Teología y en el ISCR de la Uni-
versidad de Navarra. Muchos de sus alumnos nos hemos beneficiado de sus
sugerentes clases. Este trabajo también se dedica así a honrar su memoria.
10
TEMA LIBROS POÉTICOS
1 Y SAPIENCIALES
La Biblia cristiana, tal como aparece en los códices más antiguos, pre-
senta los libros que la integran agrupados en tres grandes conjuntos:
Libros históricos (incluyendo el Pentateuco); libros proféticos (los cuatro
profetas mayores y los doce menores) y libros poéticos. Este último gru-
po incluye el libro de los Salmos, el del Cantar de los Cantares y los que
llamamos libros sapienciales (Job, Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico y
Sabiduría). Es este tercer grupo el que corresponde a la asignatura que
vamos a estudiar.

SUMARIO
1. LOS LIBROS A ESTUDIAR Y SU SITUACIÓN EN LA BIBLIA • Libros objeto de
la asignatura • Lugar y orden en el canon bíblico • 2. RASGO FORMAL MÁS DES-
TACADO: EL LENGUAJE POÉTICO • La poesía en la Biblia • Peculiaridades del len-
guaje poético: belleza expresiva y condensación del pensamiento • Procedimientos
poéticos: el paralelismo, los recursos fónicos y la estrofa • 3. LA REVELACIÓN DIVI-
NA TESTIMONIADA EN LOS LIBROS POÉTICOS Y SAPIENCIALES.
1. Los libros a estudiar y su situación en la Biblia 11
1.1. Libros objeto de nuestra asignatura

En el presente curso vamos a estudiar los siguientes libros de la Sagrada Es-


critura:
• Un libro de oraciones: los Salmos de David. Se trata de una colección de
ciento cincuenta poemas. Muchos salmos están atribuidos al rey David.
Esta colección se acabó de formar hacia el siglo II a. C.
• Un libro de cantos de amor: el Cantar de los Cantares. Son cantos que
dirige un amante a su amada y ésta a su amante, alternados a veces con la
intervención de un coro. El amante se presenta como un rey, el rey Salo-
món; la amada es una muchacha llamada «la sulamita». Por eso este libro
se ha atribuido tradicionalmente a Salomón. Pero por el lenguaje y la for-
ma poética se considera un libro de la época persa (siglos V-IV a. C.).
• Proverbios es una recopilación de sentencias en forma poética de distintas
épocas sobre la sabiduría, su excelencia y sus ventajas. Las sentencias se
atribuyen a diversos sabios, entre ellos a Salomón, por lo que también se le
ha adjudicado el libro en general. En realidad está compuesto después del
destierro, alrededor del siglo IV a. C.
• El libro de Job cuenta la historia de las desgracias sufridas por este sabio
oriental y presenta una serie de diálogos entre Job y sus amigos sobre el
sentido de su sufrimiento. Finalmente Dios habla a Job y le restituye la
salud y todos sus bienes. El libro pudo haber sido compuesto hacia el si-
glo III a. C.
• Eclesiastés, llamado también Qohélet, contiene las reflexiones de un sabio
sobre el sentido que tiene el esfuerzo humano en esta vida si va a acabar
con la muerte. Ese sabio se presenta como rey e hijo de David, por lo que el
libro se atribuyó también a Salomón. En realidad el libro pudo haber sido
compuesto también en el siglo III a. C.
• Eclesiástico contiene fundamentalmente consejos en orden a vivir según
la Ley del Señor. Por el prólogo del libro, escrito por un nieto del autor,
sabemos que su autor fue Jesús ben Sirac (de ahí que el libro sea llamado
también «Sirácida»), y que su época de composición sería alrededor del
año 190 a. C.
• Sabiduría es una larga meditación sobre la sabiduría humana como par-
ticipación de la Sabiduría divina. Este libro fue escrito en griego y se nota
12 en él el influjo de la filosofía griega. Aunque se presenta como un libro de
Salomón, en realidad está escrito muy cerca ya de la era cristiana, quizá
hacia el año 20 a. C.

1.2. Lugar y orden de estos libros en el canon bíblico


Estos libros están colocados después de los libros históricos del Antiguo Tes-
tamento y antes de los escritos de los Profetas. Este hecho no es casual y tiene
una significación importante que se percibe comparando cómo se organizan
los libros en la Biblia hebrea y en los antiguos códices cristianos que contienen
el texto bíblico en griego y en latín.
En la Biblia hebrea los libros que vamos a estudiar están situados en último
lugar, tras los libros de los Profetas, y agrupados con los de Rut, Lamentacio-
nes, Ester, Daniel, Esdras-Nehemías y Crónicas. Todo este bloque constituye
el conjunto denominado Ketubim (Escritos). El judaísmo oficial posterior al
s. I d.C. no consideró libros sagrados Eclesiástico y Sabiduría. Las Biblias
protestantes normalmente omiten estos dos libros.
En el canon hebreo los libros proféticos se entienden como los que interpre-
tan la Ley y muestran su dinamismo; por eso van a continuación de la Ley.
En el canon cristiano los libros de los Profetas se comprenden más bien como
los que, anunciando al Mesías, apuntan directamente al Nuevo Testamento y
por eso van colocados al final del Antiguo Testamento. En el canon hebreo los
poetas y sabios son considerados como los que cantan y meditan la Ley. En
el canon cristiano, además de eso, se les ve como los que preparan el adveni-
miento de Cristo, aunque no lo anuncien con la inmediatez de los profetas.
En la sección de «libros poéticos» de algunos antiguos códices griegos de la Bi-
blia aparecen otras dos obras: los Salmos de Salomón y las Odas y Oraciones
(entre ellas la Oración del rey Manasés). También aparece un salmo más (el
151). En algún momento estas obras fueron consideradas sagradas. Más tarde,
sin embargo, la Iglesia no las aceptó como inspiradas por Dios, y dejaron de
formar parte de la Sagrada Escritura. Son libros que pertenecen a los Apócri-
fos del Antiguo Testamento.
Los libros que la Iglesia aceptó, pero el judaísmo no (además del Eclesiástico y
Sabiduría) son: el libro de Judit y el de Tobías, los dos libros de los Macabeos, las
partes del libro de Daniel conservadas solamente en griego, la Carta de Jeremías y
el libro de Baruc, así como amplios fragmentos de Ester. Estos libros son llamados
deuterocanónicos por los católicos. Este término indica que sólo en un segundo
momento fueron reconocidos unánimemente como libros inspirados. La Iglesia
ha sido más abierta que el judaísmo en la recepción de libros sagrados de la tra-
dición judía, porque lo ha hecho desde la perspectiva de la fe en Jesucristo, no 13
desde una comprensión centrada en torno a la Ley.
Los protestantes rechazan los libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento y
los suelen designar Libros Apócrifos. Entre ellos incluyen también los no canó-
nicos que aparecen en los antiguos códices griegos formando parte de los libros
poéticos. Para distinguirlos de otras obras judías anteriores a la formación del
canon del Antiguo Testamento y que no entraron a formar parte de éste, llaman
a estos últimos libros pseudoepigráficos. Los católicos, en cambio, llamamos
apócrifos a todos los que no entraron en el canon, estuviesen o no contenidos en
antiguos códices bíblicos.
Los libros deuterocanónicos tienen un interés especial para ver la conexión
entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
• Primero porque evidencian la continuidad temporal entre la realización de
los planes de Dios con Israel y la aparición del Mesías. En efecto, los libros
de los Macabeos sitúan al lector en la puerta del contexto histórico en que
vivió Jesucristo y se formó la Iglesia. A la luz de estos libros entendemos
el último desarrollo de la situación política de Israel según los planes de
Dios, y el surgir de grupos, como los fariseos y saduceos que jugarán un
papel importante en la vida de Jesús y de la Iglesia.
• Segundo porque muestran cómo continúa desarrollándose la revelación
divina a su pueblo hasta su culminación en el Nuevo Testamento. Así se
ve en el libro del Eclesiástico, en el de Daniel y, sobre todo, en el de la Sa-
biduría, compuesto pocos años antes de nacer Jesucristo. Con estos libros
Dios preparaba a su pueblo para la aceptación de la revelación del Verbo
encarnado. Por otra parte la antropología empleada en el libro de la Sabi-
duría prepara la que subyace en el Nuevo Testamento.
Los siete libros que vamos a estudiar están ordenados de manera diversa en la
Biblia hebrea y cristiana. En la Biblia hebrea los libros aparecen en el siguiente
orden:
• Salmos de David. Quizá fue el libro en torno al cual se comenzó a formar
la colección de los Escritos (Ketubim).
• Job y Proverbios.
• Los «cinco rollos» (megillot) que eran leídos en las principales fiestas ju-
días: Rut, Cantar de los Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones de Jeremías
y Ester.
• El libro de Daniel.
• Esdras-Nehemías y Crónicas.
14 En la Biblia cristiana el orden en que son presentados los libros que estudia-
mos parece responder a la antigüedad de sus protagonistas o autores su-
puestos:
• El libro de Job es colocado el primero porque su protagonista es conside-
rado un patriarca de los tiempos antiguos.
• Los Salmos atribuidos a David.
• Los libros atribuidos a Salomón: Eclesiastés, Cantar de los Cantares y Sa-
biduría.
• El Eclesiástico escrito por Jesús ben Sirac a comienzos del s. II a. C.
A pesar de lo indicado, muchos antiguos códices griegos colocan a Job detrás
de Cantar de los Cantares.

2. Rasgo formal más destacado:


el lenguaje poético

2.1. La poesía en la Biblia

Desde el punto de vista literario, los libros que vamos a estudiar utilizan fun-
damentalmente formas poéticas de expresión. Los salmos son piezas poéti-
cas compuestas para ser interpretadas musicalmente en su mayor parte en
la liturgia del Templo. El Cantar de los Cantares contiene los cantos de amor
cruzados entre un amante y su amada, cantos que evidentemente tienen estilo
poético. Proverbios, Eclesiastés, Job, Eclesiástico y Sabiduría recogen pro-
verbios breves construidos en verso, o reflexiones más amplias sobre la vida
y la sabiduría que mantienen asimismo la forma de poemas. Sólo en el libro
de Job se distinguen claramente unas partes en prosa: la parte introductoria
y la final.
El lenguaje poético está presente también en otras partes a lo largo de la Sa-
grada Escritura. Israel, como en general todos los pueblos, cultivó la poesía
desde época muy temprana. Rastros de primitivos poemas, que constituyen
quizás los estratos más antiguos de la Biblia, se conservan insertados dentro
de los relatos en prosa de carácter más reciente. En general es fácil distin-
guir los tipos de poesía presentes en la Escritura atendiendo a los temas
tratados:
• Épica: Cantos de liberación como el de Ex 15,1-18; el canto de venganza de
Gen 4,23-24, propio de las tribus del desierto; cantos de victoria como el de
Jc 5; o de conquista como Nm 21,27-30. También la emplean los profetas 15
para cantar las gestas divinas, por ejemplo Ha 3,2-19.

• Lírica: El canto del pozo en Nm 21,17-18. El mayor desarrollo lo tendrá en


el Cantar de los Cantares.

• Sapiencial: Un ejemplo es Gn 1,27-28. Este tipo se encuentra en algunos


salmos (Sal 1, por ejemplo) y en los libros sapienciales.

• Oracional: Es el caso de Nm 10,35-36. Este tipo constituye el núcleo más


importante de la poesía de los Salmos.

• Oracular: Expresa bendiciones y maldiciones, como en Gn 3,11-16. Este


tipo de poesía fue cultivada especialmente por los profetas que se sirven
de ella para presentar con fuerza y belleza su mensaje. Véase por ejemplo
2 Re 19,2-28.32-34 (= Is 37,22-29.33-35), o los poemas de Is 5,1-7; 38,10-20.

• Elegíaca: Cantos de exaltación de personajes en su muerte, como el de


David a la muerte de Saúl y Jonatán en 2 S 1.

El espíritu poético pervivió a lo largo de la historia del pueblo de Israel y,


en épocas más recientes, se considerará un arte introducir piezas poéticas en
medio de los relatos en prosa, como sucede en 1 M 3,3-9; 14,4-15. Estas piezas
generalmente han sido compuestas por el mismo autor del relato en prosa,
aunque también es posible que existiesen previamente y el autor las acomode
a su narración. En cualquier caso sirven para detener la trama, y, con frecuen-
cia, por tratarse de oraciones, para llevar al lector a elevar el corazón a Dios, y
hacer que participe de los sentimientos del autor.

En el Nuevo Testamento se encuentra ese mismo fenómeno, especialmente en


el Evangelio de San Lucas, donde aparecen los tres famosos cánticos: el Mag-
nificat (Lc 2,46-54), el Benedictus (Lc 1,68-79) y el Nunc dimittis (Lc 2,29-32).
En el libro del Apocalipsis también se recurre a la poesía como forma de ex-
presión de alabanza (cf. Ap 15,3-4; etc.). Todo ello nos da una idea del talante
poético del pueblo hebreo.

En los libros que ahora estudiamos se suele distinguir un tipo de poesía lírica
que se encuentra en algunos salmos y en el Cantar de los Cantares y otro tipo
que tiene más bien carácter sapiencial, propio para transmitir una enseñanza.
De ahí de estos libros, unos se designen comúnmente como libros poéticos
(Salmos y Cantar) y otros como sapienciales (Proverbios, Job, Eclesiastés,
Eclesiástico y Sabiduría).
16 2.2. Peculiaridades del lenguaje poético:
belleza expresiva y condensación del pensamiento

El lenguaje poético constituye una forma literaria particular por la que se


comunica de manera bella un sentimiento interior. El lenguaje poético se ca-
racteriza por su fuerza expresiva; importan mucho las palabras por sí mis-
mas, tanto o más que las ideas expuestas o los acontecimientos narrados. La
expresión poética provoca un impacto sensorial que despierta la imaginación
del que escucha o del lector para que participe del sentimiento del poeta. Un
buen lector recrea el poema hasta tal punto que se identifica con el poeta.
De ahí que el poeta busque los puntos más impresionables del posible lector
al que se dirige. Buscando ese efecto, el poeta combina ideas, sensaciones,
imágenes y ritmo, haciendo que las palabras vayan cargadas de valores con-
comitantes.

En ese sentido, cada tipo de poesía que vamos a encontrar tiene su propia
peculiaridad:
• Los Salmos son, por una parte, la condensación expresiva del sentir de Is-
rael ante las experiencias de su relación con Dios a lo largo de la historia,
y, por otra, el medio de revivir tales sentimientos en generaciones futuras.
Quienes los recitan vuelven a «recrearlos» haciendo de ellos expresión de
sus propias vivencias religiosas.
• El Cantar de los Cantares hace sentir al lector la atracción mutua expe-
rimentada por dos jóvenes enamorados y la ansiedad por el encuentro.
Mediante el uso de metáforas, a veces atrevidas, expresa la belleza de am-
bos jóvenes de manera que impacta en el lector. El ritmo que imprime la
intervención del coro hace que el lector se sienta invitado a participar de la
admiración ante aquella belleza.
• Los libros sapienciales usan un procedimiento poético que sugiere una
manera intuitiva y certera de adquirir conocimiento y sabiduría desde la
observación de la realidad. A la vez, reflejan también un modo lingüístico
de transmitir tal conocimiento de forma que sea impactante al lector y fá-
cil de recordar. Las expresiones breves y condensadas se desarrollan des-
pués en poemas más largos que llevan a la meditación sobre la conducta o
a la contemplación de la sabiduría.
2.3. Procedimientos poéticos más importantes en la Biblia: 17
el paralelismo, los recursos fónicos y la estrofa.

Una de las principales características de la poesía es el ritmo. Ritmo es la repe-


tición sucesiva de un elemento fónico que guía la frase. El ritmo hace que los
sentidos presten atención y surja la representación de las ideas que se quieren
comunicar. Hay un ritmo externo y un ritmo interno o conceptual. En la per-
fecta integración entre ambos ritmos está la calidad poética.
La poesía hebrea adquiere su ritmo externo mediante los acentos, pero en
ella lo realmente importante es el ritmo interno o conceptual. Los recursos
estilísticos de la poesía hebrea son el paralelismo, la versificación y la estrofa.
Un poema está construido por versos y éstos agrupados en estrofas. El verso
corresponde por lo general a un versículo y se compone normalmente de dos
hemistiquios, formando así un dístico. Hay excepciones, como Sal 111 y 112
en los que cada hemistiquio aparece como un verso y otras veces en que los
versos tienen tres miembros.
El paralelismo. El ritmo conceptual se expresa mediante el paralelismo. Éste
consiste en la igualdad o semejanza entre las dos partes que integran el verso y
en que los pensamientos (o palabras) de una parte se correspondan con los de
la otra. Se llama interno cuando se da entre los hemistiquios de un versículo
y externo cuando se encuentra en dos versículos consecutivos. El paralelismo
tiene una importancia fundamental y es como un movimiento continuo, mu-
sical y reiterativo. El paralelismo se da también en otras literaturas vecinas de
Israel. Esto responde quizá a la tendencia a la euritmia y al afán oriental de
dar fuerza a la palabra. También puede deber su origen en la alternancia de
los cantos corales en el culto. En cualquier caso la observación del paralelismo
sirve para comprender mejor el ritmo de los sentimientos del poeta y dónde
quiere poner el énfasis.
El paralelismo aparece construido de tres formas:
• Sinonímico: Consiste en repetir con una expresión equivalente lo que se
acaba de decir. Es el más frecuente. Ejemplos: «El perverso está atento al
labio malicioso, / el mentiroso presta oídos a lengua maligna» (Pr 17,4);
«Los cielos pregonan la gloria de Dios / y el firmamento anuncia la obra
de sus manos» (Sal 19,2); «Señor, no me reprendas en tu enojo, / ni me cas-
tigues en tu cólera» (Sal 38,2). Si los términos se entrecruzan se denomina
quiasmo (por la forma en que aparecen, similar a una ji griega). Supone
una mayor perfección técnica: «Ahora, reyes: / sed juiciosos. / Escarmen-
tad / los que gobernáis la tierra» (Sal 2,10).
18 • Antitético (antonímico): Consiste en oponer a la primera parte la segun-
da. Así se dice lo positivo y lo negativo. Ejemplos: «La ciudad prospera
con la bendición de los rectos, / se arruina con la boca de los malvados»
(Pr 11,11); «Unos confían en los carros, y otros en los caballos; / nosotros
invocamos el Nombre del Señor, nuestro Dios» (Sal 20,8); «Muchos son los
dolores del impío, / pero la misericordia rodea al que espera en el Señor»
(Sal 32,10); etc.
• Sintético (progresivo, constructivo, o formal): Consiste en completar el
pensamiento de la primera parte mediante la segunda parte. Se realiza de
distintos modos:
– Coordinando otra idea con la ya expuesta: «Elevo mi voz al Señor / y me
responde desde su monte santo» (Sal 3,5).
– Introduciendo una pregunta: «El Señor está conmigo: no temo: / ¿qué
puede hacerme el hombre?» (Sal 118,6).
– Proponiendo una comparación: «Mejor es refugiarse en el Señor / que
confiar en el hombre» (Sal 118,8).
– Mostrando el contraste entre dos situaciones: «El Señor me ha castigado
duramente, / pero no me ha entregado a la muerte» (Sal 118,18).
– Introduciendo una subordinada final: «El ángel del Señor se sitúa alre-
dedor de los que le temen / para librarlos» (Sal 34,8) o condicional: «Si el
Señor no edifica la casa, / en vano se afanan los constructores. / Si el Señor
no guarda la ciudad, / en vano vigilan los centinelas» (Sal 127,1).
El verso a veces se complica con estructuras de 3 o 4 partes (versos trimembres
y cuatrimembres):
• Cuando se reitera una parte de la frase y resultan tres miembros aparece
el paralelismo trimembre, típico de la poesía antigua: «Las nubes descar-
garon sus aguas, / los cielos lanzaron su voz, / centellearon tus saetas»
(Sal 77,18).
• Cuando se amplían cada una de las dos partes del verso, y resultan así
cuatro miembros, aparece un paralelismo articulado (cuatrimembre): «Y
no sean, como sus padres, / una generación rebelde y contumaz, / una
generación de corazón voluble, / de espíritu infiel a Dios» (Sal 78,8). Otro
ejemplo: «Que no hay verdad en sus bocas: / sus entrañas son malicia; /
su garganta es sepulcro abierto, / aunque adulen con su lengua» (Sal 5,10).
A veces el paralelismo puede estar construido sobre una idea de lugar o mo-
vimiento, o de ambas cosas a la vez como encontramos en Sal 1,1: «Dichoso
el hombre que no sigue el consejo de impíos, / ni se detiene en el camino de 19
los pecadores, / ni toma asiento con los farsantes, / sino que se complace en
la Ley del Señor, / y noche y día medita en su Ley». La idea de lugar va aquí
unida a un movimiento ascendente (consejo, camino, asiento / seguir, dete-
nerse y tomar asiento).
El paralelismo también puede construirse sobre una palabra que se repite:
«Pues, en verdad, tus enemigos, Señor, / en verdad, tus enemigos perecerán, /
todos los malhechores desaparecerán» (Sal 92,10). También puede usarse la
repetición de una forma gramatical: «El Señor está sentado sobre el diluvio, / el
Señor está sentado como rey eterno» (Sal 29,10).
Cuando una parte del primer miembro se repite en el segundo nos encontra-
mos ante el llamado ritmo gradual: «Tienen boca, y no hablan; / tienen ojos,
y no ven» (Sal 115,5); «Hijos de Dios, dad al Señor, / dad al Señor la gloria y el
poder. / Dad al Señor la gloria de su Nombre, / postraos ante el Señor en su
atrio santo» (Sal 29,1-2) o «Casa de Leví, bendecid al Señor. / Los que teméis
al Señor, bendecid al Señor» (Sal 135,20). El ritmo gradual también puede estar
basado en palabras sinónimas: «Te declaré mi pecado, / no te oculté mi delito. /
Dije: “Confesaré mis culpas al Señor”. / Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado»
(Sal 32,5); o utilizando atracciones sintácticas: «Bendigo al Señor en todo tiem-
po; / continuamente su alabanza está en mi boca» (Sal 34,2).
La sonoridad. El paralelismo contribuye a formar el verso atendiendo a los
conceptos, pero la poesía hebrea utiliza al mismo tiempo otros recursos rela-
cionados con la sonoridad de las palabras. La sonoridad, que evidentemente
sólo se percibe en la lengua original, se consigue con:
• La aliteración: coincidencia de sonidos al comienzo de las palabras o de
las sílabas.
• La asonancia: coincidencia sonora en las vocales acentuadas.
• La paranomasia (juegos de palabras).
• La onomatopeya, es decir, uso de palabras cuyo sonido recuerde lo que se
describe.
El verso a su vez viene marcado por el número y colocación de acentos tóni-
cos. A una sílaba tónica siguen las átonas en número indeterminado. Lo que
cuenta en la poesía hebrea son las sílabas tónicas. Para percibir el efecto so-
noro debido a los acentos éstos han de oírse en hebreo con sumo detalle. Una
estructura bien definida es la quiná (combinación de dos partes desiguales
que tienen acentos en número de 3+2, 4+2 ó 4+3). Recibe ese nombre porque
20 se emplea con mucha frecuencia en los cantos de lamentación (quiná). Es raro
encontrar versos de cuatro acentos o tetrámetros (2+2). Son más frecuentes los
de cinco acentos o pentámetros (2+3), y los de seis (hexámetros) en diversas
combinaciones: 3+3, 2+2+2, 4+2, 2+4. En el verso de tres miembros las combi-
naciones de acentos pueden ser variadas: 2+2+2, 3+3+3, 4+4+4, 3+3+2, 3+2+3,
4+4+3. La métrica ayuda a veces a reconstruir el texto cuando es oscuro. Pero
en la poesía hebrea el sistema de versificación por acentos no se desarrolló con
gran perfección.
La estrofa. Se entiende por estrofa la agrupación de varios versos. La delimi-
tación viene indicada por el sentido del texto o por alguna característica for-
mal, como las asonancias, el ritmo acentual, las letras iniciales, las alternancias
y frases repetidas, etc. Con todo, no es claro que haya siempre una división
estrófica bien determinada. Así lo muestra la diversidad de opciones en múl-
tiples ediciones de la Biblia. Habrá de tenerse en cuenta:
• el sentido general de un grupo de versos que corresponda al de otro gru-
po (a veces en paralelismo de diverso tipo).
• los estribillos, como en el Sal 42, donde los vv. 6 y 12: «¿Por qué te abates,
alma mía, y por qué te me turbas? Espera en Dios, que aún podré alabarlo,
salvación de mi rostro y Dios mío» marcan la división del salmo.
• las letras del alfabeto con las que a veces se inicia un grupo de versos. Son
los salmos llamados acrósticos (cf. Sal 25; 34; 37; 111; 112; 119; 145).
• la aparición de la palabra «selah» (cf. Sal 3,3.5.9). El significado de este
término parecer ser el de intervalo (o pausa, según la traducción de los
Setenta). Aparece 71 veces en los Salmos y 3 en Habacuc, ordinariamente
al final de un verso, y no tiene nada que ver con el contenido. Podría ser
una anotación litúrgica o musical.

3. La revelación divina testimoniada


en los libros poéticos y sapienciales

Desde el punto de vista teológico, todos esos libros, por ser parte del Antiguo
Testamento, participan del mismo valor que la Iglesia atribuye a la Sagrada
Escritura, y su importancia teológica está en que:
• Muestran la forma de actuar de Dios con los hombres (cf. Dei Verbum 15a).
Esto aparece no tanto mediante la narración de los acontecimientos salví-
ficos, o con el anuncio de castigos, como sucede en los libros históricos o
proféticos; sino mediante la alabanza y la oración al Dios que se ha revela- 21
do a su pueblo, y mediante la reflexión sobre la excelencia de la Ley que le
ha otorgado.
• Preparan el advenimiento de Nuestro Señor Jesucristo mediante la oración
confiada pidiendo la ayuda de Dios, y mediante la contemplación antici-
pada del Verbo, es decir, de la Sabiduría divina actuando en el mundo y
entre los hombres.

Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• Paralelismo • Trimembre
• Canon • Asonancia
• Época persa • Aliteración
• Qohélet • Acróstico
• Apócrifo • «selah»
• Deuterocanónico • Paranomasia
• Pseudoepigrafía • Antitético
• Sinonímico • Sintético

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:
1. Escriba de memoria los nombres de los libros de la Biblia que vamos a estudiar
en esta asignatura.
2. ¿Cuáles de los libros señalados faltan en la Biblia hebrea?
3. ¿Con qué libros sagrados se cierra la Biblia hebrea?
4. Escribe por orden según el tiempo en que vivieron sus protagonistas o autores
ficticios los libros que se van a estudiar en este curso.
5. Escribe los mismos libros por orden cronológico según la fecha de su compo-
sición o redacción final.
6. ¿Cómo se llaman las tres formas de paralelismo que se dan en la poesía he-
brea?
7. ¿Qué se entiende por estrofa?
22 8. ¿Cómo se expone generalmente en los Salmos la forma de actuar de Dios con
los hombres?
9. ¿Cómo preparan los libros sapienciales la venida de Jesucristo?

Ejercicio 3. Comentario de texto


Lee el siguiente texto y haz un comentario personal a la luz de los contenidos
de la lección:
La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar,
anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor
universal y la del Reino Mesiánico. Mas los libros del Antiguo Testamento manifiestan a
todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y mi-
sericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos
que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan
también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran, sin em-
bargo, la verdadera pedagogía divina. Por tanto, los cristianos han de recibir devota-
mente estos libros, que expresan el sentimiento vivo de Dios, y en los que se encierran
sublimes doctrinas acerca de Dios y una sabiduría salvadora sobre la vida del hombre,
y tesoros admirables de oración, y en los que, por fin, está latente el misterio de nuestra
salvación.
(Concilio Vaticano II, Dei Verbum 15)
23
TEMA LOS SALMOS. CUESTIONES
2 INTRODUCTORIAS
Este tema ofrece una visión del libro de los Salmos en su conjunto y
responde a cuestiones introductorias de carácter general como la es-
tructura que presenta el libro, la manera en que se ha transmitido, su
formación progresiva, los resultados de su estudio a través de la historia,
y la significación que tiene el libro en el conjunto de la Biblia.

SUMARIO
1. PRIMERA APROXIMACIÓN AL LIBRO DE LOS SALMOS • Nombre y lugar del li-
bro en la Biblia • El texto hebreo y el de las versiones antiguas: dos numeraciones
y diferentes textos • Los títulos al comienzo de algunos salmos • 2. FORMACIÓN
PROGRESIVA DEL LIBRO DE LOS SALMOS • Colecciones anteriores a la composi-
ción final • Etapas en la formación del libro • 3. EL LIBRO DE LOS SALMOS EN EL
CONJUNTO DE LA BIBLIA • Valor religioso de los salmos en su origen y en su desa-
rrollo • Los salmos y la religiosidad de Israel • Los salmos en el Nuevo Testamento:
enriquecimiento de sentido • 4. HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SAL-
MOS • Época Patrística • El renacimiento y el comienzo de la época crítica • El es-
tudio de los géneros literarios y el origen de los salmos.
24 1. Primera aproximación al libro de los Salmos

1.1. Nombre y lugar del libro en la Biblia

Este libro recoge 150 piezas poéticas: oraciones de alabanza, oraciones de sú-
plica, imprecaciones contra los enemigos, meditaciones sobre la ley divina,
etc. Es el único libro de la Biblia de este género. Al dirigirse a Dios desde su
situación vital, los autores de los poemas contemplan las acciones divinas en
la naturaleza, en la historia del pueblo y en la vida particular de cada persona.
El nombre del libro (los Salmos) deriva de la tradición griega y latina. «Psal-
mos» significa en griego canción para instrumento de cuerda (el verbo «psa-
llein» significa pulsar las cuerdas de un «psalterion»). A la colección de «psa-
lmoi» se le dio el nombre de «psalterion» (de donde viene «salterio», nombre
con el que se indica el libro de los Salmos). «Psalmos» viene a ser la traducción
griega del hebreo «mizmor» que significa asimismo un canto acompañado de
un instrumento de cuerda, y que aparece como título de 57 composiciones. En
el Nuevo Testamento se le menciona como «biblos psalmon» (libro de los
salmos) (cf. Lc 20,42; 24,44; Hch 1,20). Pero en realidad ese título no responde
del todo a su contenido, ya que hay piezas que no son «mizmor».
Entre los hebreos el libro se denomina «Sefer tehillim» (libro de los cantos de
alabanza). «Tehillim» es un plural anómalo de «tehillah» (canto de alabanza,
cf. Sal 145,1). Tampoco este título responde al contenido del conjunto, aunque
sí muestra su intencionalidad final: la alabanza al Señor. A veces a los cantos
se les califica de «tefillot», plural de «tefillah» (oración, cf. Sal 72,20).

1.2. El texto hebreo y el de las versiones antiguas:


dos numeraciones y diferentes textos

Dos numeraciones. La numeración de los Salmos en la Biblia hebrea es distin-


ta de la que presenta la traducción griega (a la que han seguido las versiones
latinas y, en consecuencia, la liturgia de la Iglesia). En la Biblia griega aparecen
reunidos en un solo salmo los Salmos 9 y 10 de la Biblia hebrea, de forma que,
a partir del Salmo 11, divergen en la numeración. Al Salmo 11 y siguientes, en
el texto masorético, corresponden el Salmo 10 y los siguientes en el texto grie-
go. Así sucede hasta el Salmo 113 del hebreo, que corresponde al Salmo 112
del griego. Pero los Salmos 114 y 115 del texto hebreo vuelven a estar unidos
en el texto griego en uno solo, el Salmo 113 del griego, mientras que Salmo 116
del hebreo aparece dividido en los Salmos 114 y 115 del griego. De este modo
sigue existiendo la diferencia de un número por encima en la numeración he- 25
brea hasta que el Salmo 147 del texto hebreo es dividido a su vez en dos por el
griego (Sal 146 y 147). Desde el Salmo 148 hasta el Salmo 150, la numeración
vuelve a coincidir como al principio del salterio.

Esquema de la numeración:

Hebreo Griego
0 1-8 1-8 0
0 9 9A 0
+1 10 9B -1
+1 11-113 10-112 -1
+1 114 113 A -1
+2 115 113 B -2
+2 116 A 114 -2
+1 116 B 115 -1
+1 117-146 116-145 -1
+1 147 A 146 -1
0 147 B 147 0
0 148-150 148-150 0

Es fácil recordar que, en la discrepancia, el hebreo representa siempre el número


más alto. Aquí seguiremos la numeración del texto hebreo, puesto que las traduc-
ciones modernas, incluida la Neovulgata, adoptan generalmente la numeración
hebrea. Estas ediciones suelen poner entre paréntesis la numeración correspon-
diente al texto griego y a la Liturgia. La numeración en los leccionarios litúrgicos
y en la Liturgia de la Horas, así como en las traducciones antiguas al castellano,
corresponde a la de los Setenta y la Vulgata.

Esa diversidad de numeración es un indicio de que los límites de un poema


no siempre fueron evidentes, y de que antes de su inserción en el libro de los
Salmos algunos poemas o partes de ellos circulaban de otra forma. Así, los Sal-
mos 9 y 10 debieron de ser originariamente un solo salmo, tal como muestra
la secuencia del alfabeto hebreo que abarca a los dos; los Salmos 42 y 43 son
en realidad una sola pieza poética a tenor del estribillo que se repite en ambos
26 y el Salmo 117 es propiamente un estribillo más que un salmo independiente.
Unidades independientes pudieron ser también algunos versos que aparecen
repetidos en diferentes salmos: Sal 35,4; 40,15 y 71,13.
Diferencias textuales. Son frecuentes en los salmos discrepancias textuales de
carácter puntual entre el texto hebreo y las versiones antiguas, ocasionadas
muchas veces porque no es claro el sentido del texto hebreo. Las traduccio-
nes modernas corrigen a menudo el texto hebreo según las versiones. El texto
hebreo mejor conservado es el que fijaron los masoretas (copistas judíos que
vocalizaron el texto en los siglos VI-IX d.C.). La edición moderna que más
garantía ofrece por el momento en la corrección del texto hebreo es la Biblia
Hebraica Stuttgartensia. Esta edición como la anterior de R. Kittel toma como
base el Códice de Leningrado (1.008 d.C.) de la familia Ben Aser.
De los salmos existen muchos manuscritos griegos debido a su uso frecuente
desde antiguo. Las versiones latinas, utilizadas en la liturgia de la Iglesia en
occidente, siguen en general el texto griego; aunque también muestran di-
ferencias entre ellas. El Psalterium Romanum fue la revisión hecha por San
Jerónimo del texto de la Vetus Latina y corresponde fundamentalmente a esta
versión. En el año 386 el mismo san Jerónimo sacó a la luz el llamado Psalte-
rium Gallicanum que era una revisión de su versión anterior en base a algu-
nos códices de la versión de los Setenta. Esta versión latina fue la que pasó
a la Vulgata. El mismo san Jerónimo hizo todavía otra edición de los salmos
traduciendo directamente del hebreo: el Psalterium Iuxta Hebreos (que no
pasó a formar parte de la Vulgata). Esa última versión de san Jerónimo fue
editada en 1954 por una Comisión de monjes benedictinos para el estudio del
«salterio».
En la Iglesia se venía usando oficialmente la Vulgata, pero en 1945 Pío XII
mandó hacer una nueva traducción latina de los salmos desde el hebreo: Psal-
terium Pianum, que pasó a ser el «salterio oficial» y aún hoy se considera una
buena traducción. Pablo VI, por su parte, mandó hacer una nueva traducción
latina de toda la Biblia que sirviese para el uso litúrgico oficial (Neovulgata).
Esta versión contiene una nueva versión latina de los salmos que es la que se
usa actualmente en la Iglesia.

1.3. Los títulos al comienzo de algunos salmos

Muchos de los Salmos llevan una breve introducción a modo de título. Son
añadidos posteriores a la composición del poema y aluden:
• al tipo de composición de que se trata: 27
– «mizmor»: canción acompañada con instrumento de cuerda. Aparece en
57 ocasiones (por ejemplo en Sal 3,1).
– «maskil»: poema didáctico o poema artístico. Aparece 13 veces (por ejem-
plo en Sal 32,1).
– «miktan»: parece ser un canto penitencial o una oración secreta. Aparece 6
veces (por ejemplo en Sal 16,1).
– «sir hammalot»: «canto de las subidas» (cf. Sal 120-134). El significado de
esta expresión puede ser:
– canto del retorno de los desterrados cuando retornaban desde Babilo-
nia.
– cantos interpretados por los levitas durante la subida de las quince gra-
das al atrio de los israelitas en el Templo.
– cantos de peregrinación cuando los israelitas subían a Jerusalén para
las fiestas (este último es el significado más probable).
– «sir»: canto, canto cultual acompañado de música (cf. Sal 45,1).
– «tehilláh»: alabanza, himno (cf. Sal 145,1).
– «tefilláh»: oración, súplica, lamento (cf. Sal 17,1).
– «shiggaión»: lamento (cf. Sal 7,1).
• al autor: Aparece David 73 veces, Asaf 12, los hijos de Coré 11. Además se
cita a Hemán, Etán, Moisés y a Salomón en alguna ocasión.
• a la circunstancia en la que fue compuesto.
• a indicaciones de carácter musical para cantarlo.
Los datos no siempre van en el mismo orden ni se señalan para cada salmo.
La expresión «leDawid» (de David) en el título de un salmo puede significar
«de David», «para David», «sobre David» o «perteneciente a David». La abun-
dancia de esa designación ha dado pie a atribuir a David los salmos que llevan
tal título (y por extensión todos los que no llevan título). Cierto que David po-
seía cualidades musicales y poéticas (cf. 1 S 16,16-18; 2 S 1,19-27 y 2 S 3,33-34).
En 2 S 22 se pone en boca de David un poema que es reproducido en recensión
distinta en el Salmo 18. A la luz de los datos de los libros históricos se ha de
considerar a David, en efecto, como uno de los iniciadores de la lírica en Israel,
28 y, por tanto, autor de salmos de una forma u otra. Merece el título de «suave
salmista de Israel» (2 S 23,1).
Los títulos no pertenecen al texto de los salmos y cuando estos son recitados
litúrgicamente en la Iglesia se prescinde de ellos.

2. Formación progresiva del libro de los Salmos

2.1. Colecciones anteriores a la composición final

Una lectura atenta del libro de los salmos hace descubrir algunas repeticiones
llamativas que apuntan a la existencia de colecciones parciales anteriores. En-
tre las repeticiones destacan:
– El Salmo 53 es prácticamente idéntico al Salmo 14.
– El Salmo 108 es igual a la fusión de Sal 57,8-12 y Sal 60, 6b-14.
– Sal 40,14-18 viene como pieza distinta en el Salmo 70.
Atendiendo al modo diverso de referirse al nombre divino, a los autores a
los que vienen atribuidos los salmos, y al contenido en el que coinciden va-
rios salmos contiguos, es posible detectar las siguientes colecciones de salmos,
previas a la recopilación final:
• Una colección «yahwista» integrada por Sal 3-41. Los salmos de esta co-
lección están caracterizados por estar atribuidos a David, usar el nombre
divino «YHWH» y tener una cierta lógica interna como veremos en Tema
4. Además, son, en su mayoría, súplicas individuales llenas de confianza
en el Señor, para ser recitadas en diversas circunstancias, sobre todo de
aflicción, privadamente o en grupo en el Templo. También contiene him-
nos de alabanza a Dios creador y dueño de la naturaleza, así como oracio-
nes por el rey. Se considera la parte más antigua del salterio.
• Una colección «elohista» que integraba un grupo de salmos de los «hijos
de Coré» (Sal 42-49), otro de «salmos de David» (Sal 51-72) y otro de «sal-
mos de Asaf» (Sal 73-83). Quizás esta colección se había formado a partir
del grupo de salmos de David (Sal 51-72), al que se unieron los salmos de
Asaf, pero poniendo uno de estos, el Salmo 50, como introducción a todo
aquel conjunto. Después se habría antepuesto la serie de salmos de los
hijos de Coré, resultando así el bloque completo (Sal 42-83). Se piensa que
esta colección experimentó una revisión en la que se sustituyó el nombre
divino de YHWH por el de Elohim. Los salmos que recogía esa colección
son tan antiguos como los de la anterior.
• Una colección de cantos a la realeza de Dios (Sal 93-100). Aparece bien 29
definida por el tema de los poemas: Dios como rey. En general hunden sus
raíces en la época de la monarquía, pero aparecen con retoques posterio-
res.
• El grupo Sal 101-110 (enmarcado por dos salmos reales) tiene como centro
la proclamación del poder de Dios manifestado en la creación y en la his-
toria. Parecen ser de época postexílica.
• El grupo de los «cantos de las subidas» (Sal 120-134), determinado por-
que todos ellos llevan el mismo título. Reflejan el tiempo posterior a la
vuelta del destierro.
• El Hallel (Sal 111-118). Todos ellos (excepto el Salmo 115) vienen introdu-
cidos con el término «Aleluya» y sirvieron para la alabanza divina en las
grandes fiestas. También son postexílicos.
Todos estos conjuntos muestran la religiosidad del pueblo de Israel a lo largo
de su historia. Una vez que pasaron a integrar el libro de los Salmos, quedaron
fijados como medio de oración para todas las generaciones de creyentes.

2.2. Etapas en la formación del libro

El proceso de formación del libro de los Salmos parece haber seguido una
serie de etapas, cada una movida por una intencionalidad determinada. En
cualquier caso es lógico suponer que el medio más importante en el que fue
creciendo la colección fue el culto en el Templo y la oración sinagogal.
Primera etapa: Unión de las colecciones yahwista y elohista. Al unirse estos
bloques se habría puesto como introducción el Salmo 2 y como apéndice final
unos salmos de Coré (Sal 84-88) y uno de Etán (Sal 89).
De esta forma, las oraciones davídicas, que abundaban en salmos en primera
persona del singular, habrían pasado de oraciones de piedad personal a ora-
ciones litúrgicas de uso colectivo.
Segunda etapa: Introducción de salmos sobre la Ley. Puesto que el Salmo 119
tiene características especiales por su longitud (es el más largo del libro) y por
tratar de un solo tema, la Ley, se puede pensar que sirvió en algún momento
como punto final de una nueva reagrupación. Se piensa que se habrían inser-
tado los salmos de la realeza de Dios (Sal 93-100); y otros salmos de alabanza
(Sal 101-110 y Sal 111-118). Al conjunto se le puso como introducción el Sal-
mo 1. Esta hipótesis se corrobora observando las semejanzas temáticas entre
30 el Salmo 119 y el Salmo 1, por lo que se piensa en una fase en que los salmos
se transmitieron como libro sapiencial.
Tercera etapa: Nuevos salmos de alabanza. Finalmente se añadirían otras co-
lecciones de salmos (Sal 120-150), es decir, los «cantos de las subidas» (Sal 120-
134), otro grupo de «salmos de David» (Sal 138-145) y los «salmos aleluyá-
ticos» finales (Sal 146-150). De ese modo, la colección global en su conjunto
volvería a presentarse con acentuados intereses litúrgicos, y sería entonces
cuando se habrían introducido las indicaciones musicales. Se puede observar
que los salmos finales (Sal 146-150) son «salmos de alabanza». Así quedaría
fijado el sentido final deseado para todo el libro. De esta forma el libro de los
Salmos queda configurado como el libro de la alabanza al Señor.
En este momento o un tiempo después se produjo un fenómeno significati-
vo: la división de todo el libro en cinco partes. Esta división se llevó a cabo
mediante la adición de una serie de doxologías. Este aspecto final del libro de
los Salmos será objeto de estudio en el Tema 4. Todo hace pensar en que esta
división artificiosa se realizó para establecer un vínculo entre el libro de los
Salmos y la Ley. Podemos pensar que esta forma final cristalizó en tono a los
siglos II-I a. C. En cualquier caso, esa división no tiene en cuenta los bloques
de conjuntos anteriores.
Del mismo tiempo que se detectan en el libro delos Salmos las colecciones
parciales previas, o la división final en cinco partes o «libros», se percibe tam-
bién la unidad y la lógica que guarda la secuencia de un salmo tras otro. Esa
unidad se mantiene incluso en la sucesión de salmos pertenecientes a distintas
colecciones, y de ahí la dificultad a veces de precisar sus límites. Al lector del
libro de los Salmos se le van ofreciendo los poemas en un orden determinado,
que contribuye a captar el sentido de cada salmo en continuidad con el salmo
precedente y posterior. De ese modo se produce un avance en su oración. Así
es como aparece el libro (y no por colecciones previas ni por géneros literarios)
y así es como los salmos son recibidos como Palabra de Dios. A esta secuencia
se habrá de atender también para captar en su contexto el sentimiento trans-
mitido en cada salmo tal como aparece en la recopilación final.

3. El libro de los Salmos en el conjunto de la Biblia

Dentro de la Biblia, el libro de los Salmos es único en su género. Todo es ora-


ción y meditación. Tal como ha llegado a nosotros no refleja un único momen-
to concreto de la relación entre Dios y su pueblo. En los salmos se manifiestan
distintas situaciones del pueblo y de los individuos, e incluso un mismo salmo 31
ha podido ser desarrollado en su contenido y adaptado en su interpretación
según aquellas situaciones. La caída de la monarquía, la destrucción del Tem-
plo por Nabucodonosor, la permanencia en el destierro, el retorno y el so-
metimiento a poderes extranjeros dio nuevas connotaciones al sentido de los
salmos. Por eso son como el centro del Antiguo Testamento.

3.1. Valor religioso de los salmos en su origen y en su desarrollo

No es posible hoy saber con exactitud la fecha de composición de la mayor


parte de los salmos, ya que al ser recitados en distintas situaciones de la his-
toria de Israel, y de la Iglesia, van adquiriendo nuevas connotaciones. Que el
salterio se compuso tras el destierro aparece claro. Un ejemplo es el Salmo 137,
que comienza diciendo: «Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y
llorábamos…».

El contexto vital originario de muchos salmos debió ser el culto en el Tem-


plo de Jerusalén. Por otro lado, la relación del rey con el Templo y el culto es
manifiesta. No se ha de descartar, por tanto, que algunos salmos fueran com-
puestos para ser recitados por el rey. Pero esto no puede ampliarse de forma
general a todo el salterio. Así, un salmo que puede responder originariamente
a una situación histórica respecto a un rey o a un acto cultual, adquiere una
resonancia nueva cuando los reyes ya no existen o se recita a nivel de piedad
personal.

Un salmo, como poesía que es, se actualiza sirviendo de molde para expresar
los sentimientos de la fe en Dios en cualquier época y situación. Su texto sirve
de vehículo para suscitar la confianza en Dios y la esperanza en Él en los lec-
tores de cualquier época. Por otra parte, hay que tener en cuenta que estamos
ante un libro cuidadosamente compuesto y editado. El Salmo 1, que hace de
introducción, da una clave de lectura: el hombre que medita la Ley del Señor.
A esa misma clave se vuelve en el Salmo 19 diciendo que ese hombre es agra-
dable a Dios. Todo esto se desarrolla por extenso en el Salmo 119, en el que se
meditan los mandamientos de Dios. Hay por tanto una proyección sapiencial
del salterio, que induce a la meditación, además de su uso para la oración. A
lo largo del libro parece establecerse por tanto un progreso que se inicia con
la petición a Dios desde las tribulaciones personales o sociales, madura con la
meditación, y que culmina en la contemplación de la grandeza de Dios y de
sus obras, y en la alabanza.
32 3.2. Los salmos y la religiosidad de Israel

Muchos salmos aparecen como súplicas o lamentaciones de un individuo que


se dirige a Dios pidiendo que le escuche y le responda en tiempo de aflicción.
En muchos de ellos escuchamos la voz de un individuo que clama al Señor
porque está rodeado de enemigos que le acusan falsamente:

¡Señor! ¡Cuántos son mis adversarios! Elevo mi voz al Señor


¡Cuántos los que se alzan contra mí! y me responde desde su monte santo.
¡Cuántos los que dicen de mí:
«Ya no tiene salvación de Dios»! Me acuesto y puedo dormir
y despertarme, porque el Señor me sostiene.
Pero Tú, Señor, eres mi escudo protector, No temo al tropel de gente
mi gloria, el que me hace erguir la cabeza. que me ponen cerco (Sal 3,2-7).

Otras veces el salmista clama desde la enfermedad:

Señor, no me reprendas en tu enojo, Estoy todo encorvado y encogido;


ni me castigues en tu cólera. camino todo el día entristecido,
mis entrañas arden de fiebre
Que se me han clavado tus saetas y no hay parte sana en mi carne.
y tu mano ha caído sobre mí. Estoy agotado, abatido del todo;
Por tu ira, no hay en mi carne parte sana; el temblor de mi corazón es como un rugido.
por mi pecado, no hay salud en mis huesos;
pues mis culpas sobrepasan mi cabeza, Señor mío, todas mis ansias te son presentes,
son como un peso que me aplasta. no se te oculta mi gemido (Sal 38,2-10).
Por mi locura, mis llagas están podridas, ya hieden.

En ocasiones es desde la conciencia de pecado desde donde el salmista se di-


rige a Dios de manera personal.

Ten misericordia de mí, Dios mío, Pues yo reconozco mi delito,


según tu bondad; según tu inmensa compasión y mi pecado está de continuo ante mí.
borra mi delito. Contra Ti, contra Ti sólo he pecado,
Lávame por completo de mi culpa, y he hecho lo que es malo a tus ojos.
y purifícame de mi pecado. Por eso has de ser justo en tu sentencia,
has de tener razón en tu juicio (Sal 51,3-6).

A veces emplea la segunda persona «Tú» (cf. Sal 6,3), y de la misma forma
personal habla el «yo», autor de salmo (cf. Sal 6,2), o se refiere a sus enemigos
como «ellos» (cf. Sal 5,9). Otras veces es toda la comunidad la que pide ayuda,
como en Sal 12,8: «Tú, Señor, nos guardarás, nos protegerás para siempre de 33
esta ralea».
También surgen salmos en las circunstancias favorables en que se encuentra
un individuo tras experimentar una curación (cf. Sal 30,1-3) o al contemplar el
mundo creado (cf. Sal 8). Algunos reflejan acontecimientos de la vida del rey
(cf. Sal 45) o del orante. En 23 salmos se dan referencias históricas concretas.
En bastantes salmos se hace referencia a elementos del culto del Templo:
holocaustos (cf. Sal 20,4; 66,13-15), lavatorio de manos y rodear el altar (cf.
Sal 26,6), sacrificios de aclamación (cf. Sal 27,6), toque de instrumentos (cf.
Sal 81,3-4), sacrificios de acción de gracias (cf. Sal 107,22; 116,17), alzar las
manos (cf. Sal 134,2) o servir en el Templo (cf. Sal 135,2). A veces la naturaleza
exacta de los ritos se nos escapa. Otros salmos reflejan que son cantados en el
Templo (cf. Sal 48). En ocasiones, se recogen en los títulos de los salmos indi-
caciones relacionan con días concretos (cf. Salmo 92 para el sábado; Salmo 30
para la fiesta de la Dedicación; Salmo 39 para la fiesta de las Tiendas, según el
griego; etc.). Lo más probable es que sólo se refieran al uso que posteriormente
se hizo de esos salmos. Sin embargo, no hay duda que el contexto más propio
de algunos salmos fue el culto.
Hay como unos 25 salmos que reflejan la experiencia del hombre ante la vida
(cf. Sal 127 y 128), o reflexionan ante los problemas que conlleva la existen-
cia (cf. Sal 37 y 73) o invitan a comportarse según la Ley o a estudiarla (cf.
Sal 1; 19 y 119). Muchos de estos salmos reflejan círculos sapienciales más que
cultuales.

3.3. Los salmos en el Nuevo Testamento: enriquecimiento de sentido


Los recopiladores y transmisores de los salmos los interpretaron de algún
modo al señalar el autor, momento y tipo de composición de muchos de ellos,
tal como lo consignaron en los títulos.
Los autores del Nuevo Testamento citan los salmos para referirlos a Jesucristo
(cf. Hch 2,14-26) o como un medio para dar autoridad a la exhortación (cf.
Rm 13,10-18; 1 Pe 3,10). Siguen la pauta del uso que de ellos hizo el mismo
Jesús según los evangelios, cuando los considera testimonio de su Persona
(cf. Lc 24,44, junto a la Ley y los Profetas), y como palabra del Espíritu Santo
(cf. Mt 22,43: «Como dice David en el Espíritu Santo…» y se introduce el Sal-
mo 110 que se atribuye en su título a David).
En el Nuevo Testamento se abre un horizonte nuevo de interpretación de los
salmos al ser aplicados algunos de ellos a Cristo. En los escritos del Nuevo
34 Testamento se citan literalmente 78 versículos de distintos salmos. Es una hue-
lla del uso que de ellos hicieron las comunidades cristianas desde el principio.
Cuando la Iglesia (o un cristiano) recita un salmo, lo hace suyo con el enri-
quecimiento de sentido que recibió de Jesucristo y los Apóstoles, dándole un
sentido pleno. La Iglesia, en la Liturgia de las Horas, al poner la alabanza a la
Santísima Trinidad al final de cada salmo, lo recita en la nueva economía en la
que el amor de Dios hacia todos los pueblos y todos los hombres se ha reve-
lado en Jesucristo. Los viejos versos quedan así impregnados de la novedad
cristiana.

4. Historia de la interpretación de los Salmos

4.1. Época patrística y medieval

Los primeros autores cristianos continuaron la línea de interpretación presen-


te en el Nuevo Testamento. Para ello echaron mano de la exégesis alegóri-
ca, sobre todo Orígenes de Alejandría, que dio la pauta a autores posteriores.
Los comentaristas de la época patrística hicieron también una interpretación
literal de aquellos salmos que se refieren directamente al Mesías (cf. Sal 2).
Aquellos otros en los que no aparece el Mesías los interpretaron viendo en el
autor al que se atribuía el salmo una figura o tipo anticipado de Jesucristo y
de su vida (especialmente los autores de la escuela antioquena). También se
dio a algunos salmos una interpretación que suele llamarse «prosopológica»,
en cuanto que entiende que es el mismo Cristo quien habla en el Salmo bajo la
«máscara» (prósopon) del autor (cf. Sal 22). Además, con frecuencia, se aplica-
ron los salmos a la vida cristiana, entendiéndolos como exhortación.
Los comentarios más importantes de esa época son los de Orígenes, Eusebio de
Cesarea, san Gregorio de Nisa, san Hilario de Poitiers, san Juan Crisóstomo
(sobre todo en sentido moral) y san Agustín (con derivaciones de carácter doc-
trinal). Sus comentarios siguen el orden de los salmos que aparece en el salterio.

4.2. El renacimiento y el comienzo de la época crítica

A partir del siglo XVI y durante el XVII se pone la atención en la crítica textual
(Biblias Políglotas) y en el conocimiento de las lenguas semíticas. Luego, en el
XVIII, se llevan a cabo amplias recopilaciones de términos, y se comentan las
formas poéticas en la lengua hebrea. Pero la actitud crítica frente a la autoría
davídica de los salmos y en general frente a lo que se expresa en los títulos co-
mienza a plantearse sistemáticamente en el s. XIX. Sobre la base cierta de que 35
el conjunto del libro de los Salmos refleja su composición tras el destierro, se
llegó a considerar que eran de época reciente, algunos cercanos ya al tiempo
del Nuevo Testamento.

4.3. El estudio reciente de los géneros literarios y del origen de los salmos

El giro más importante en el estudio de los salmos en época moderna lo mar-


ca H. Gunkel con su obra sobre las formas literarias de los salmos publica-
da en 1933. Gunkel estudia propiamente la historia de la literatura israelita.
Gunkel estudia cómo surge la literatura israelita en sus formas más elementa-
les y cómo se va desarrollando en géneros literarios. Este autor piensa que el
contexto vital en que se formaron los distintos salmos se deducirá de las for-
mas literarias presentes en cada uno de ellos, ya que la situación en la que se
compone un salmo se refleja en una forma determinada de lenguaje. Gunkel
quiere superar una comprensión de carácter psicológico y devocional de los
salmos ajena muchas veces a su naturaleza y su sentido literal. Un prejuicio de
Gunkel, sin embargo, era pensar que las formas primitivas pierden su frescu-
ra y fuerza de expresión para convertirse en reelaboraciones convencionales
según modelos establecidos.
Como géneros literarios mayores, Gunkel determina:
• himnos,
• salmos de entronización del Señor,
• lamentaciones colectivas e individuales,
• salmos reales,
• y salmos de acción de gracias individuales.
Como géneros menores:
• cantos de peregrinación,
• salmos de acción de gracias colectivas,
• salmos sapienciales
• y salmos litúrgicos.
Esta clasificación de Gunkel ha experimentado después numerosas correccio-
nes, y sobre todo se ha visto que son muy pocos los salmos que reflejan un
género literario puro tal como los planteaba.
36
Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• 
«mizmor» • colección «yahwista»
• 
LXX (Septuaginta) • «hallel»
• 
TM (Texto Masorético) • interpretación «prosopológica»
• 
«Psalterium Gallicanum» • himno
• 
Vulgata • contexto vital
• 
«maskil» • «leDawid»
• 
«Psalterium Pianum» • «tefilláh»
• 
«tehillot» • Asaf, Coré, Hemán y Etán

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿Cuántos salmos hay en el libro de los Salmos?
2. ¿Qué versión latina de los salmos tiene la Iglesia actualmente como oficial?
3. Diga cuatro personajes que aparecen como autores de los salmos en sus títu-
los.
4. ¿Qué salmos abarca la primera colección davídica?
5. ¿Cuándo fue configurado el libro de los Salmos con la forma que tiene actual-
mente?
6. ¿Cuál es el salmo más largo de la Biblia y de qué trata?
7. ¿Quién fue el iniciador del estudio de los géneros literarios de los salmos?
8. ¿Cómo se interpretan los salmos en el Nuevo Testamento?

Ejercicio 3. Comentario de texto


Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación
con los contenidos de la lección:
Los santos Padres, con profunda penetración espiritual, supieron discernir y señalar
que Cristo mismo, en la plenitud de su misterio, es la gran “clave” de lectura de los sal-
mos. Estaban plenamente convencidos de que en los salmos se habla de Cristo. Jesús
resucitado se aplicó a sí mismo los salmos, cuando dijo a los discípulos: «Es necesario
37
que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Sal-
mos acerca de mí» (Lc 24, 44). Los Padres añaden que en los salmos se habla de Cristo,
o incluso que es Cristo mismo quien habla. Al decir esto, no pensaban solamente en
la persona individual de Jesús, sino en el Christus totus, en el Cristo total, formado por
Cristo cabeza y por sus miembros.

Así nace, para el cristiano, la posibilidad de leer el Salterio a la luz de todo el misterio de
Cristo. Precisamente desde esta perspectiva se descubre también la dimensión ecle-
sial, particularmente puesta de relieve por el canto coral de los salmos. De este modo
se comprende que los salmos hayan sido tomados, desde los primeros siglos, como
oración del pueblo de Dios.
(San Juan Pablo II, Audiencia General,
Miércoles 28 de marzo de 2001, n.3)
38
TEMA LOS SALMOS.
3 GÉNEROS LITERARIOS
Este tema estudia los salmos según los géneros literarios en los que se
pueden clasificar, exponiendo las características formales y el contexto
histórico originario en el que surge y se desarrolla cada género.

SUMARIO
1. DETERMINACIÓN DE LOS GÉNEROS LITERARIOS • 2. LOS HIMNOS O SALMOS
DE ALABANZA • Motivos y expresión de la alabanza • Himnos al Dios creador y sal-
vador • Himnos a la realeza de Dios • Himnos al rey • Himnos a Sión • Himnos a
la Ley • 3. LOS SALMOS DE SÚPLICA • Naturaleza y forma literaria • Contexto de
las súplicas individuales y tribulaciones presentadas a Dios • Contexto y motivacio-
nes de las súplicas colectivas • Salmos de súplica con relieves más marcados • Los
salmos de súplica a la luz del Nuevo Testamento • 4. LOS SALMOS DE ACCIÓN DE
GRACIAS • Naturaleza y forma literaria • Contexto veterotestamentaria de los sal-
mos de acción de gracias • Las acciones de gracias en el Nuevo Testamento. La Euca-
ristía o acción de gracias en la Iglesia. Actualización de los salmos.
1. Determinación de los géneros literarios 39
Un género se determina, según Gunkel, por el lenguaje común que poseen va-
rios salmos, por reflejar estados de ánimo y sentimientos propios de una situa-
ción vital determinada, y por servir para la misma acción litúrgica. Aunque la
catalogación de géneros literarios hecha por Gunkel se mantiene en sus líneas
esenciales en la investigación posterior, ha sido discutida y modificada por
cada estudioso según su particular punto de vista, sobre todo eliminando la
distinción entre géneros mayores y menores, o proponiendo nuevos géneros,
como el profético o los salmos de confianza. Por otra parte, hay que tener en
cuenta que existen salmos que corresponden a varios géneros, y otros que no
es posible clasificar de forma clara en ninguno (los llamados salmos «vagos»).
Por otro lado, debemos considerar que, con frecuencia, en un mismo salmo
se entremezclan distintos géneros, pues la inspiración poética no puede en-
casillarse en moldes rígidos. A veces ocurre que un salmo de súplica termina
con una acción de gracias, y que en medio de un salmo de acción de gracias
se encuentran expresiones de tipo sapiencial. Se consideran entonces salmos
de género «mixto».
En cualquier caso es evidente que las diversas formas literarias y los tipos de
composición representados en los salmos sirven para expresar y desarrollar
las actitudes fundamentales del hombre ante Dios en las distintas circunstan-
cias de la vida. Estas actitudes son, en definitiva:
• el reconocimiento de Dios, de su poder, de su amor, de sus obras o de las
instituciones que ha suscitado.
• la petición de ayuda en las necesidades, presentándolas a Dios con rasgos
a veces patéticos o aduciendo las causas de la desgracia.
• el agradecimiento por la salvación que Dios ha otorgado recordando la
situación anterior de aflicción y alabándole por su intervención. Estas acti-
tudes adquieren ciertamente distintas modalidades según los motivos que
las hacen brotar y las circunstancias en las que se expresan.
De ahí que, simplificando, podamos determinar como géneros literarios fun-
damentales en los salmos:
• Himnos o alabanzas.
• Súplicas.
• Acciones de gracias.
40 He aquí un esquema atendiendo a los elementos predominantes en los salmos:

HIMNOS O SALMOS CON ELEMENTOS DE ALABANZA

A Dios Creador y Salvador 8*; 19,1-6; 29; 33; 66,1-12; 67*; 95; 100; 103; 104; 105*; 111; 113;
114; 117; 135*; 136*; 145; 146; 147; 148; 149; 150

A Dios como «rey» 47; 93; 95; 96; 97; 98; 99; 100; 144;

Al Dios de la alianza 50*; 78; 81; 89*; 132

A Dios como «juez» 14; 50; 52; 53; 75; 81; 82; 94;

Al rey, «ungido» de Dios 2; 18; 20; 21; 45; 72; 101; 110

A Sión ciudad de Dios 46; 48; 76; 84; 87; 122

Al Templo del Señor 15; 24; 68*; 82; 115; 134

A la Ley dada por Dios y sus efectos 1; 19,7-14; 36*; 37; 49; 73; 112; 119; 127; 128; 133

SALMOS DE SÚPLICA

Comunitarios 12; 44; 58; 60; 74; 79; 80; 83; 85; 89*; 90; 94; 123; 126; 129

Individuales 3; 4; 5; 7; 9-10; 13; 14; 17; 22; 25; 26; 27*; 28; 31; 36*; 39; 40,12-17;
41; 42-43; 52*; 53; 54; 55; 56; 57; 59; 61; 64; 70; 71; 77; 86; 89*; 120;
139; 141; 142

SALMOS ESPECIALES DE SÚPLICA

Penitenciales 6; 38; 51; 102; 130; 143

Imprecatorios 35; 69; 83; 88; 109; 137; 140

SALMOS DE ACCIÓN DE GRACIAS

Comunitarios 65*; 67*; 75; 107; 124; 136*

Individuales 18; 21; 30; 32*; 34; 40,1-11; 66,13-20; 92; 108*; 116; 118; 138

SALMOS DE ACCIÓN DE GRACIAS CON CONNOTACIONES ESPECIALES

Por la historia de la salvación 8*; 105-106; 135; 136

Especial expresión de confianza 11; 16; 23; 27*; 62; 63; 91; 121; 125; 131

(*) Difíciles de clasificar pues pueden formar parte de más de un grupo.


2. Los himnos 41
o salmos de alabanza

2.1. Motivos y expresión de la alabanza

Aproximadamente, la mitad de los salmos del salterio son salmos de alaban-


za. Los himnos son composiciones en las que se proclaman la grandeza y
bondad divinas y se alaba al Señor. La alabanza presupone la admiración ante
el carácter portentoso del actuar divino. Brota de esa admiración, de la que
se pasa al reconocimiento de la grandeza y la bondad de Dios en sí mismo,
es decir, a la contemplación, y de ahí a la proclamación con palabras. En esto
consiste la alabanza. La alabanza va unida y surge de la alegría producida
por la contemplación. La expresión «halleluia» («alabad al Señor») resume y
sintetiza el espíritu de los himnos. Estos se caracterizan especialmente por su
carácter teocéntrico.
A Dios se le puede alabar por muchos motivos: por su poder manifestado en
sus grandes obras en la naturaleza y en la historia, o por el auxilio concedido
en una circunstancia concreta, como una victoria frente a los enemigos, o la
lluvia en tiempo de sequía. También se alaba a Dios cuando se cantan loas a la
ciudad donde Él reside: Sión; o a quien Él ha establecido para regirla: el rey;
o cuando se contempla el gran don otorgado a su pueblo: la Ley. Los aspectos
formales de los salmos de alabanza se resumen en tres elementos:
• Invitación a la alabanza.
– mediante un imperativo
– dirigido a un grupo o a la comunidad.
• Motivos por los que se alaba (cuerpo del salmo)
– introducidos con partícula causal «porque» o «por»
– introducidos por un participio referido a Dios
– narración de la salvación divina.
• Nueva invitación a la alabanza (como al comienzo)
– mediante un imperativo
– dirigido a un grupo o la comunidad
– acompañado del deseo de bendición.
42 El contexto existencial en el que surgen y se recitan los salmos de alabanza
era predominantemente el culto: la comunidad de Israel respondía así ante
las grandes manifestaciones de Dios. Tal contexto cultual se refleja en las fre-
cuentes alusiones al lugar en que se recitan: los atrios del Templo, las puertas,
el altar, etc.

2.2. Himnos al Dios creador y salvador

Son aquellos que cantan la grandeza de Dios manifestada en la creación, en


su providencia y en la historia de Israel. El contexto originario de estos salmos
pudo ser diverso: fiestas con motivo del cambio de las estaciones (cf. Sal 29), o
fiestas en las que se rememoraban los acontecimientos salvíficos (cf. Sal 105).
Con el tiempo estas composiciones han podido despegarse de su contexto ori-
ginario y ser actualizadas a otras circunstancias.
La estructura de estos salmos sigue en general la secuencia de los elementos
formales de los himnos. La creación es contemplada sobre todo como algo
que Dios mantiene en el presente. Acerca de la historia, destacan la elección
de Israel, la liberación de Egipto, la providencia de Dios hacia su pueblo en el
desierto, la donación de la Ley, la elección de Jerusalén como ciudad santa, etc.

2.3. Himnos a la realeza del Señor

Entre los himnos de alabanza forman un grupo especial los que alaban al Se-
ñor como Rey, llamados salmos de la realeza del Señor y también salmos de
entronización (cf. Sal 47; 93; 95-100).

Pueblos todos, batid palmas, Dios sube entre aclamaciones,


aclamad a Dios con voces de júbilo. el Señor, al sonar de trompetas.
Cantad himnos a Dios, cantad,
Porque el Señor es el Altísimo, temible, cantad himnos a nuestro rey, cantad.
el gran Rey en toda la tierra. Que Dios es el rey de toda la tierra,
Él nos somete los pueblos, cantadle el himno más bello.
las naciones bajo nuestros pies. Dios reina sobre las naciones;
Nos ha elegido una heredad, Dios está sentado en su santo trono (Sal 47,2-9).
la grandeza de Jacob, a quien ama.
Estos salmos, por su forma literaria, son himnos, y tienen en común: 43
• Utilizar la expresión «Dios reina» o «El Señor Dios es rey» (cf.
Sal 47,8.9; 93,1; 96,10 y 99,1).
• Proclamar al Señor como Rey Universal de todos los pueblos y de toda la
tierra (cf. Sal 47,3.8; 93,1-2; 96,10; 97,1.9 y 99,1-2).
• Aludir al trono de Dios (cf. Sal 47,9; 93,2.5; 97,2).
• Proyectar al futuro, o al final, el triunfo decisivo de Dios. Celebran su
realeza, el triunfo sobre sus enemigos y su venida como Juez.
El traslado del arca a Jerusalén y el culto en el Templo salomónico, o las fiestas
en torno al rey son el contexto en que se proclamaría litúrgicamente que Dios
reina sentado sobre querubines. Lo que realmente se desprende de estos sal-
mos es que se celebraba el día decisivo del triunfo de Dios, la renovación de
la naturaleza y de la creación, la reafirmación de la Alianza y la venganza del
pueblo sobre sus enemigos. Todo ello conecta con la esperanza (expresada en
los profetas y en otros libros) del Día del Señor.
En el Nuevo Testamento la expresión «Dios reina» de los salmos, no aparece
expresamente; pero sí la expresión «Reino de Dios», que sería como su conse-
cuencia. De ese modo adquiere el valor de un símbolo que tiene detrás de sí
el sentido de las narraciones veterotestamentarias acerca del señorío de Dios.
Cuando Jesucristo inicia su predicación anunciando que «ha llegado el Reino
de Dios» y explica la naturaleza y características de este reinado, asume y hace
suyos estos salmos, purificándolos del nacionalismo judío con que los inter-
pretaba el pueblo de Israel.

2.4. Himnos al rey

En los Himnos al rey (Sal 2; 21; 45; 72 y 110) se proclama al rey como instru-
mento por el que Dios gobierna y auxilia a su pueblo.
El origen de los himnos dedicados al rey hay que situarlo fundamentalmen-
te en las ceremonias de la coronación, o en acontecimientos extraordinarios
de su reinado, como las bodas reales o una victoria sobre los enemigos. La
unidad de estos salmos en un grupo peculiar responde más a su temática
y contenido que a una estructura literaria formal. El contexto originario de
estos salmos es la corte real y la vida del rey. Para comprenderlos es necesario
recordar la relevancia que la monarquía davídica tiene en el Antiguo Testa-
mento.
44 Exhala mi corazón un discurso aderezado; Escucha, hija, y mira, presta tu oído,
dedico mi poema al rey; olvida tu pueblo y la casa de tu padre:
mi lengua es pluma de escriba veloz. y el rey se prendará de tu belleza;
Eres el más hermoso de los hijos de Adán, él es tu señor, inclínate ante él.
en tus labios se ha derramado la gracia, La hija de Tiro viene con presentes,
pues Dios te ha bendecido para siempre. los pueblos más ricos buscan tu favor.
Ciñe tu espada al costado, valiente: Radiante de gloria, la hija del rey enjoyada
tu gloria y tu honor. (de brocados de oro es su vestido,
Triunfa, sube al carro por la verdad, con bordados de colores), es conducida ante el rey.
la modestia y la justicia; Vírgenes, sus damas, forman su séquito,
que tu diestra te enseñe a realizar hazañas. son conducidas ante ti;
Tus flechas son agudas, son conducidas en medio de alegría y regocijo;
los pueblos se te someten, entran en el palacio del rey.
se clavan en el corazón de los enemigos del rey. En lugar de tus padres estarán tus hijos;
Tu trono, ¡oh Dios!, es por siempre, sin fin; los constituirás príncipes por toda la tierra.
cetro de rectitud es el cetro de tu reino. Haré memorable tu nombre
Amas la justicia y odias la impiedad; en todas las generaciones;
por eso te ha ungido Dios, tu Dios, por esto, te alabarán los pueblos
con óleo de alegría, más que a tus compañeros. por los siglos de los siglos (Sal 45,2-18).
Mirra, áloe y casia exhalan tus vestidos;
en palacios de marfil te deleitan las arpas.
Hijas de reyes están entre tus damas.
A tu diestra está la reina,
adornada con oro de Ofir.

La relación del rey con Dios está en el marco de la Alianza (cf. Sal 89,26-28):
el rey representa al pueblo, y la Alianza con «David» (incluyendo toda su di-
nastía) era una concreción de la Alianza de Dios con su pueblo. El favor y las
promesas de Dios hacia el rey, lo eran hacia el pueblo. De ahí que la esperanza
de salvación se expresara a través de un «ungido», de un rey «mesías», y por
eso se llame a estos salmos mesiánicos.
Cada nuevo rey que continuaba la dinastía davídica era señal de que Dios iba
llevando adelante su promesa, con lo que se avivaba la esperanza en la salva-
ción del advenimiento del Reino de Dios. Así se refleja también en los oráculos
de Is 7-11. A pesar del juicio negativo que hace el Deuteronomista respecto
a los reyes, y que la monarquía desaparece con el destierro, se conservaron
aquellos viejos himnos cantados al rey y se adaptaron a la liturgia del segundo
Templo. Esto hubo de suponer necesariamente una actualización de su senti-
do proyectándolo con más fuerza a la era escatológica. Aquellos himnos, por
encima del tiempo y de las circunstancias, cantaban en definitiva la actuación
de Dios a través de sus mediadores: los reyes de la dinastía de David. Y esa
actuación de Dios se haría efectiva algún día a través de un mediador perte- 45
neciente a aquella misma dinastía que inaugurase el cumplimiento del reino
de Dios. En este sentido se potenció el significado mesiánico de estos salmos.
Cuando hablamos de «mesianismo» hay que tener en cuenta el significado del
término «mesías» en el Antiguo Testamento, y que la realidad que se afirma de
Jesús al proclamarle Mesías (Cristo o Ungido) sobrepasa aquellas perspectivas.
En el Antiguo Testamento el término «mesías» aparece treinta y ocho veces. Apa-
rece ya en Levítico aplicado a los sacerdotes (cf. Lv 4,3.5.16; 6,15). Luego se aplica
como título de los reyes. En Is 45,1 el título «ungido» se aplica a Ciro, un rey persa.
También el título «ungido» se aplica a los profetas (cf. Is 62), y a veces establecien-
do un paralelismo entre «ungido» y «profeta» (cf. Sal 105,15: «No toquéis a mis
ungidos, ni hagáis mal a mis profetas»).

Los Salmos, al celebrar al Ungido (Mesías) recogen la convicción de que su


trono durará para siempre (cf. Sal 18,51; 20,7; 28,8 y 89,5.37). Los Salmos 2 y 89
añaden además que su dominio será universal, y señalan la adopción divina
del rey.
Esta perspectiva escatológica y mesiánica es la que conserva el texto canónico
de los Salmos y la que leen los hagiógrafos del Nuevo Testamento, donde se
interpretan estos salmos como profecía. Por eso se aplican a Jesucristo en sen-
tido literal, como anuncios de su venida, de su vida y de su dignidad.
Pero la letra de estos salmos, aunque se cumple en la vida de Cristo, queda
al mismo tiempo abierta a un cumplimiento pleno en su segunda venida. La
dimensión escatológica que presentan estos salmos queda proyectada a la vic-
toria final de Cristo. Así en Apocalipsis y otros pasajes del Nuevo Testamento
se expresa la esperanza de la Iglesia. Por ejemplo, Ap 9,20 cita Sal 135,15-17
sobre el castigo de los idólatras.

2.5. Himnos a Sión (Jerusalén)

Dentro de los himnos o salmos de alabanza existe otro grupo que se puede
identificar como Cantos de Sión (Sal 46; 48; 76 y 87). Estos salmos resaltan la
grandeza y el esplendor de Jerusalén, porque en ella está Dios. De ahí la con-
fianza que suscita la ciudad misma, su contemplación emocionada y orante,
los votos que se le hacen y el gozo de pertenecer a ella. Estos salmos no guar-
dan propiamente la estructura formal de los himnos, pero son ciertamente
cantos de alabanza.
El contexto originario de estos cantos podría ser alguna fiesta o las peregrina-
ciones a Jerusalén. Tienen relación temática con los «Cantos de las subidas» y
46 con los «Himnos procesionales», cuya estructura formal se basa en un diálogo
entre quienes llegan al Templo en procesión y los guardianes del Santuario
(Sal 15; 24; 46; 68 y 132).
En el Nuevo Testamento Jerusalén es presentada como el centro desde el que
la salvación se extiende a todos los confines de la tierra. Así la considera san
Lucas en su obra. Pero la nueva Jerusalén es la Iglesia, tal como la presenta
san Pablo en Gal 4,26ss., refiriéndola a la Iglesia presente, o como aparece en
Ap 21-22, proyectándola a la Iglesia triunfante. Desde esta óptica los cantos de
Sión adquieren un significado actual para el cristiano.

2.6. Himnos a la ley del Señor y salmos sapienciales

También se alaba al Señor cuando se ensalza su Ley. Aunque no tienen los


elementos formales propios de los himnos, algunas composiciones pueden
considerarse cercanas a éstos en cuanto que proclaman la excelencia de la Ley
divina (cf. Sal 19,8-15 y 119,89.96.129-136.137-144) y los beneficios que reporta
al hombre el seguirla (cf. Sal 1; 112; 119,1-8.25-32).

Mi alma está postrada en el polvo, Aparta de mí el camino falso,


devuélveme la vida según tu palabra. y dame la gracia de tu Ley.
Conté mis andanzas, y me has escuchado. He elegido el camino de la verdad,
Enséñame tus decretos. me he ajustado a tus normas;
Hazme entender el camino de tus mandatos, me he adherido a tus preceptos,
y meditaré en tus maravillas. Señor, no me llenes de vergüenza.
Por la tristeza se va en lágrimas mi alma, Corro por el camino de tus mandamientos
levántame según tu palabra. porque has dilatado mi corazón (Sal 119,25-32).

Estos salmos incluyen temas que aparecen directamente tratados en los libros
sapienciales, como la retribución (cf. Sal 37; 49; 73 y 91), el contraste entre el
justo y el malvado (cf. Sal 1), consejos sobre la conducta, la responsabilidad
personal y la diligencia. Su estilo, cercano al de la literatura sapiencial, se mue-
ve entre comparaciones, exhortaciones, estructuras alfabéticas, proverbios nu-
méricos y bienaventuranzas. Por eso se los ha llamado «salmos sapienciales».
Muchos de estos salmos reflejan ciertamente un contexto de enseñanza al
modo sapiencial y tienen un carácter tardío. Quizás se incluyeron en el sal-
terio porque fueron los sabios posteriores al destierro quienes hicieron las re-
copilaciones sálmicas (a ello se debería que figure en primer lugar el Salmo
1). Además, a lo largo de todo el salterio, se percibe una influencia sapiencial,
como puede verse en el Salmo 2: «Ahora reyes aprended…» o en el Salmo 73: 47
«Fíjate cómo son los impíos…».
Estos salmos preparan asimismo la revelación del Nuevo Testamento. En la
enseñanza de Jesús encontramos expresiones parecidas a algunas de estos
salmos (compárese, por ejemplo el Salmo 1 con las «Bienaventuranzas»). Sin
embargo, por encima de la sabiduría que enseña que la dicha del hombre está
en el temor del Señor y en el cumplimiento de la Ley, Jesús enseña que la dicha
está en pertenecer al Reino de Dios.
Los salmos sapienciales se llenan de un sentido nuevo cuando la Iglesia los
reza. La Ley que cantan estos Salmos es para el cristiano la Ley nueva, la ley
del amor y la libertad. La salvación no viene por el cumplimiento de la Ley,
sino por la fe.

3. Los salmos de súplica

3.1. Naturaleza y forma literaria

La petición de ayuda a Dios se realiza mediante la súplica ante la amenaza


de una desgracia, o en la desgracia misma, que a veces es presentada a Dios
a modo de lamentación. Por eso estos salmos son llamados también salmos
de lamentación, aunque la súplica siempre va acompañada de expresiones de
esperanza. Casi una tercera parte del salterio son salmos pertenecientes a este
género. En ellos se presentan ante Dios las múltiples situaciones de necesidad
en que se encuentra el hombre y se pide ayuda al Señor. De ese modo el orante
profundiza su relación con Dios cuando vive su tribulación.
La súplica puede ser individual o comunitaria, según sea elevada por una per-
sona particular, un «yo», o por la comunidad, un «nosotros». Pero no siempre
aparece con claridad la identidad de ese «yo», pues ocurre con frecuencia que
el que suplica es alguien que habla en nombre del pueblo, quizá el rey o el
sacerdote, o que una oración individual es utilizada comunitariamente.
Las súplicas presentan unos elementos formales bien determinados, aunque
no todos estén presentes en todas las súplicas, ni éstas dejen de presentar a ve-
ces elementos de otros géneros. La estructura de estos salmos suele constar de:
• Una introducción que generalmente es una invocación a Dios.
• El cuerpo del salmo en el que se describe la situación atribulada y se pre-
senta a Dios la súplica.
48 • La conclusión que, con frecuencia, es ya una acción de gracias.
Para mover a Dios a actuar se presentan, en ocasiones, dentro del cuerpo del
salmo, los motivos por los que el orante espera ser escuchado. Estos son:
• Los atributos divinos: misericordia, bondad, justicia, santidad, fidelidad,
omnisciencia.
• La confianza del salmista en Dios.
• El arrepentimiento, la debilidad humana, la inocencia frente al acusador, la
promesa de ofrecer un sacrificio a Dios o la promesa de alabarle.

¡Señor! No me reprendas en tu ira,


no me castigues en tu cólera.
Ten piedad de mí, Señor, que estoy sin fuerzas.
Cúrame, Señor, que mis huesos están dislocados,
y mi alma, conturbada.
Y Tú, Señor, ¿hasta cuándo…?
Vuélvete, Señor, libra mi alma;
por tu amor misericordioso, ¡sálvame!
Que en el país de la muerte nadie te recuerda,
en el seol, ¿quién te alaba?
Me agoto de gemir;
cada noche inundo de llanto mi lecho,
con mis lágrimas anego mi cama.
Mis ojos, irritados, se consumen,
se han envejecido por tantos que me oprimen.
Alejaos de mí cuantos obráis la iniquidad,
que el Señor ha escuchado el clamor de mi llanto,
el Señor ha oído mi súplica,
ha acogido el Señor mi oración.
Que se llenen de vergüenza y turbación
todos mis enemigos,
que al instante retrocedan y queden abochornados (Sal 6,2-11).

3.2. Contexto de las súplicas individuales


y tribulaciones presentadas a Dios

El contexto propio y originario de las súplicas individuales pudiera es-


tar en la búsqueda de la ayuda divina por parte del individuo que acu-
día al Templo. Allí recitaría esas oraciones ante un sacerdote, esperando
un oráculo favorable en caso de padecer una enfermedad, o la declara-
ción de inocencia frente a sus acusadores. De ahí que en dicha súplica 49
sea frecuente pedir perdón por el pecado, que se consideraba causante
de la enfermedad (cf. Sal 6; 32; 38; 51; 102 y 103) y lanzar fuertes impre-
caciones contra sus adversarios (cf. Sal 5; 7; 17; 26; 31; 35; 36; 42; 43; 54-
57; 59; 64; 86; 140; 142 y 143).

Es importante observar que todas las lamentaciones van unidas en los salmos
a actitudes de alabanza o de acción de gracias; no existe la lamentación en
estado «puro». Esto es una señal de que la lamentación no se separa del con-
texto de la fe en Dios Salvador. La desgracia llevada a la oración se contempla
ya como atendida por Dios y por lo tanto se convierte en motivo de alabanza
y de acción de gracias. Esto hace pensar que el orante ha recibido ya la res-
puesta positiva a su plegaria, quizá mediante el oráculo pronunciado por el
sacerdote.

Entre las tribulaciones presentadas a Dios figuran especialmente:


• La muerte, que es el mal más temido. El ideal es vivir muchos años,
de ahí que la muerte prematura se considere un castigo divino (cf.
Sal 55,24 y 102,25). El «sheol» es como un lugar de fango donde se da
una subsistencia disminuida a modo de una sombra (cf. Sal 69,15-16). En
conjunto no se refleja la esperanza en una salvación trascendente, pues no
se ha revelado aún la retribución en el más allá. Además, los muertos no
pueden alabar a Dios (cf. Sal 88,11-13).

• La enfermedad, que se debe a Dios (cf. Sal 38), pues la envía y sólo Él
la puede curar (cf. Sal 38,3 y 102,11). Se considera fruto del pecado (cf.
Sal 107,17) y se describe de forma dramática. Se supone que el enfermo ha
pecado y por lo tanto los enemigos se ríen de su piedad y se aprovechan
de la situación. La curación es como una señal del perdón de los pecados
(cf. Sal 6; 38 y 102).

• La persecución de los enemigos es un tema frecuentísimo (cf. Sal 35). Los


enemigos son mencionados directamente (cf. Sal 10,7; 27,12; 35,11 y 38,20-
21) o bajo diversas imágenes tal como el cazador que pone trampas (cf.
Sal 9,16; 31,5 y 35,8), animales (león, bestias salvajes) (cf. Sal 7,3; 10,9-
10 y 17,22) o armas de guerra (flechas, arco, espada, asedio) (cf. Sal 7,13-
14; 11,2 y 22,21). Dentro de la queja por la persecución por parte de los
enemigos tiene un puesto especial la mención de la falsa acusación ante
los tribunales (cf. Sal 7; 35; 57 y 69).
50 Pero yo te dirijo mi plegaria, Escúchame, Señor, que tu misericordia es benigna,
Señor, en el tiempo de gracia. vuélvete hacia mí con tu inmensa compasión.
Oh Dios, por tu gran misericordia, escúchame, No escondas tu rostro a tu siervo,
por tu fidelidad que salva. que estoy en aprieto;
Sácame del fango, no dejes que me hunda, respóndeme pronto.
líbrame de los que me odian, Acércate a mi alma,
y de las profundidades del agua. redímela, rescátame de mis enemigos (Sal 69,14-19).
Que no me sumerja la corriente de las aguas,
que no me trague el abismo,
que el pozo no cierre tras de mí su boca.

Frente a los enemigos prepotentes y poderosos, los salmistas se presentan


como «pobres», «humildes» y «temerosos de Dios». Estas expresiones vienes
a equivaler a «necesitado» u «oprimido» por la miseria y la desgracia en la
vida. Los «‘anawim» son los que se humillan ante el Señor. Si bien primaria-
mente estas expresiones tienen un sentido sociológico, llegan a espiritualizar-
se indicando al hombre que confía en Dios. En realidad «pobre» es el que no
tiene apoyos humanos (el huérfano, la viuda y el refugiado extranjero son los
«tipos» principales) y su apoyo es el Señor.

3.3. Contexto y motivaciones de las súplicas colectivas

El contexto en que se compusieron los salmos de súplica colectiva fueron los


peligros nacionales:
• Guerras.
• Carestías.
• Plagas.
Algunos salmos reflejan la ruina de Jerusalén el año 587 (cf. Sal 74 y 137). El
Salmo 85 presenta la oración de los que vuelven del destierro, en el Salmo 106
se confiesan los pecados de la nación. Estos salmos podían haber formado
parte de un ceremonial litúrgico, según se deduce de otros textos bíblicos. Al
parecer iban acompañadas de gestos penitenciales como el ayuno y el vestirse
de saco y ceniza. A veces reflejan que eran recitadas por el sacerdote alternan-
do quizá con toda la asamblea.
¿Por qué nos has rechazado para siempre, Dios mío,
51
se ha encendido tu ira con las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que te adquiriste antaño,
la tribu de tu heredad que redimiste,
del monte Sión, en que pusiste tu morada.
Alza tus pasos sobre las ruinas perennes:
todo lo ha desolado el enemigo en el Templo.
Tus adversarios rugían en medio de tu lugar sagrado;
izaron como insignia sus propias insignias.
Se parecían a los que blanden las hachas
subiendo por la espesura del bosque.
Destrozaron por completo sus puertas
con hachas y martillos.
Prendieron fuego a tu Santuario,
profanaron abatiéndola a tierra la Morada de tu Nombre.
Dijeron en su corazón: «¡Destruyámoslos de una vez!».
Incendiaron todos los lugares sagrados de Dios en la tierra (Sal 74,1-8).

3.4. Salmos de súplica con relieves más marcados

Según la intensidad con que aparecen algunos temas, entre los salmos de sú-
plica se pueden distinguir:
• Salmos de confianza en Dios (cf. Sal 3; 4; 11; 16 y 22). Muestran con espe-
cial claridad la profunda actitud religiosa que anima al salmista.
• Salmos de petición de perdón (cf. Sal 6; 32; 38; 51; 102; 103; 130 y 143). Se
trata de oraciones de un enfermo que implora a Dios pidiendo perdón de
sus pecados.
• Salmos imprecatorios. Son aquellos en los que aparecen con especial in-
tensidad imprecaciones contra los enemigos. La dureza de muchas ex-
presiones se explica por el contexto del AT (no se ve otra forma de que
instaure la justicia de Dios y ésta ha de regirse por la ley del talión, cf.
Sal 5; 10; 18; 31; 35; 52; 54; 58-59; 69; 79; 83; 104; 109; 125; 137; 139-140).

3.5. Los salmos de súplica a la luz del Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento Jesús aconseja acudir a Dios pidiéndole ayuda en


cualquier necesidad y enseña la oración del Padrenuestro compuesta de siete
peticiones (cf. Mt 6,9ss.). Él mismo, antes de morir, eleva su oración recitan-
do algún salmo (cf. Sal 22,1 y Sal 31,6). Pero el cambio más sorprendente en
52 la enseñanza de Jesús respecto a las expresiones contenidas en los salmos es
cuando enseña a perdonar a los enemigos y a rezar por ellos (cf. Mt 5,44).

El Salmo 69, un salmo de súplica, es el texto del Antiguo Testamento más cita-
do en el Nuevo. Le sigue en número de citaciones el Salmo 22. Ambos se ven
actualizados en la pasión de Cristo.

Las súplicas colectivas adquieren una nueva riqueza de significado a la luz de


la Iglesia como nuevo pueblo de Dios. Ahora, la restauración de este pueblo
no depende de la victoria sobre otros pueblos, sino de la victoria sobre el mal
y sobre el pecado de cada uno de sus miembros.

4. Los salmos de acción de gracias

4.1. Naturaleza y forma literaria

Estos poemas reflejan una profunda actitud religiosa del hombre que reconoce
a Dios en los acontecimientos positivos de su vida. El contexto originario de
estos salmos pudo ser diverso:

• fiestas con motivo de haber recogido la cosecha (cf. Sal 65 y 67),

• fiestas en las que se rememoraban los acontecimientos salvíficos (cf.


Sal 78 y 105)

• o una victoria sobre los enemigos (cf. Sal 68).

La acción de gracias se despliega en alabanza, por lo que estos salmos a veces


se han incluido en los himnos. No obstante, se distinguen de ellos en que aho-
ra el objeto de atención no es tan directamente Dios mismo, sino el beneficio
que Él ha concedido.

También conectan estos salmos con los de súplica ya que, a veces, se describe
la situación de miseria en la que estaba el orante y de la que ha sido salvado.
Como los salmos de súplica, también los salmos de acción de gracias pueden
ser colectivos e individuales. Los más abundantes son los individuales (cf.
Sal 30; 31; 40,2-11; 41; 66,13-20; 92; 107; 116 y 138). Las acciones de gracias
colectivas son relativamente escasas. Reflejan el agradecimiento del pueblo
por la liberación de un peligro común, por una buena cosecha, o por los
beneficios concedidos al rey que redundan en bien de todo el pueblo (cf.
Sal 66 y 124).
La estructura literaria de estos salmos es la siguiente: 53
• La introducción. Es muy similar a la de los salmos de alabanza, introdu-
ciendo la invitación a dar gracias, o a bendecir o alabar (cf. Sal 9,2 y 138,1).
• El cuerpo del salmo lo constituye generalmente una narración en la que
se expone la situación atribulada del salmista y la intervención salvadora
de Dios. Dos temas que no deben faltar son la historia de la persona que lo
recita y el reconocimiento de Dios como liberador. La narración no puede
faltar en el salmo de acción de gracias, por breve que sea (cf. Sal 69,33-34).
• Al final, como conclusión, se vuelve a resaltar lo dicho en la introducción
del salmo, generalmente en sentido de alabanza.

Entraré en tu Casa con holocaustos, Le invoqué con mi boca


para cumplirte los votos, y lo ensalcé con mi lengua.
que mis labios habían prometido Si hubiera tenido en mi corazón miras perversas
y mi boca pronunciado en medio de mi angustia. no me habría escuchado el Señor.
Te ofreceré holocaustos de animales cebados, Pero Dios ha escuchado,
con aroma de carneros, ha atendido la voz de mi plegaria.
inmolaré bueyes y machos cabríos. Bendito sea Dios,
Los que teméis a Dios, venid, escuchad, que no ha rechazado mi plegaria
os contaré lo que ha hecho por mi alma. ni me ha retirado su misericordia (Sal 66,13-20).

4.2. Contexto veterotestamentario de los salmos de acción de gracias

Estos salmos suponen reconocer que lo que acontece en la historia, individual


o colectiva, es voluntad divina. En realidad estos salmos son inseparables de
los de súplica y, a veces, ambos sentimientos y sus expresiones se entremez-
clan en un mismo salmo. Responden a la misma convicción de fe en un Dios
personal y todopoderoso.
En los libros históricos del Antiguo Testamento se narran las intervenciones
de Dios. En los proféticos se descubre el sentido de esa historia desde la Ley
dada por Dios y desde el desvelamiento de su destino. En los libros sapien-
ciales se extraen las consecuencias de la Ley y de la historia para el recto com-
portamiento del hombre. En los salmos de acción de gracias se asume todo
lo anterior y se hace oración agradable a Dios. En estos salmos culmina la
experiencia de salvación del hombre y del pueblo.
Las referencias al Templo y a la liturgia son más frecuentes que en los gru-
pos de salmos que hemos visto antes. Por las indicaciones de estos salmos es
posible de algún modo reconstruir la reacción del agraciado y el proceso de
54 la acción litúrgica del sacrificio de acción de gracias. Tras ser librado, se dirige
gozoso al Templo acompañado de sus amigos y llevando unas ofrendas a Dios
(cf. Sal 66,13). Ya en el Templo tenía lugar propiamente la acción de gracias na-
rrando lo que había pasado. Luego seguiría el sacrificio de las víctimas yendo
en procesión hasta el altar. Con anterioridad se habría purificado. Y, por últi-
mo, se celebraba el banquete sagrado en el que se comía parte de la víctima si
no era un holocausto.

4.3. Las acciones de gracias en el Nuevo Testamento. La «Eucaristía» o acción


de gracias en la Iglesia. Actualización de estos salmos

En el Nuevo Testamento la acción de gracias culmina en las palabras y gestos


de Jesús en la institución de la Eucaristía (cf. Mt 26,25ss.). También el Bene-
dictus y el Magníficat pueden considerarse cantos de acción de gracias, sobre
todo teniendo en cuenta el aspecto narrativo.

Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• súplicas • salmo «vago»
• Sión • género literario
• teocéntrico • imprecatorio
• mesianismo • persecución, enfermedad, muerte
• ungido • guerra, carestía, plaga
• Ley • fiestas, peregrinaciones
• acción de gracias

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿A qué salmos se suele designar como «salmos vagos»?
2. ¿Cuáles son los dos motivos más importantes por los que se alaba directamen-
te a Dios?
3. ¿Qué expresión del Nuevo Testamento recoge el tema de los salmos de la rea-
leza del Señor?
4. ¿Por qué suelen llamarse «mesiánicos» los salmos reales?
55
5. ¿En los salmos de súplica «ser librado de la muerte» significa ser librado de la
enfermedad o ir a gozar de la vida eterna?
6. ¿A quién se designa en realidad como «pobre» en los salmos?
7. ¿Qué elemento literario es peculiar de los salmos de acción de gracias?

Ejercicio 3. Comentario de texto


Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación
con los contenidos de la lección:
El Salterio es el libro en el que la Palabra de Dios se convierte en oración del hombre.
En los demás libros del Antiguo Testamento “las palabras proclaman las obras” (de Dios
por los hombres) “y explican su misterio” (DV 2). En el salterio, las palabras del salmista
expresan, cantándolas para Dios, sus obras de salvación. El mismo Espíritu inspira la
obra de Dios y la respuesta del hombre. Cristo unirá ambas. En El, los salmos no cesan
de enseñarnos a orar.

Las múltiples expresiones de oración de los Salmos se encarnan a la vez en la liturgia


del Templo y en el corazón del hombre. Tanto si se trata de un himno como de una
oración de desamparo o de acción de gracias, de súplica individual o comunitaria, de
canto real o de peregrinación o de meditación sapiencial, los salmos son el espejo de
las maravillas de Dios en la historia de su pueblo y en las situaciones humanas vividas
por el salmista. Un salmo puede reflejar un acontecimiento pasado, pero es de una
sobriedad tal que se puede rezar verdaderamente por los hombres de toda condición
y de todo tiempo.

Hay unos rasgos constantes en los Salmos: la simplicidad y la espontaneidad de la ora-


ción, el deseo de Dios mismo a través de su creación, y con todo lo que hay de bueno
en ella, la situación incómoda del creyente que, en su amor preferente por el Señor, se
enfrenta con una multitud de enemigos y de tentaciones; y que, en la espera de lo que
hará el Dios fiel, mantiene la certeza del amor de Dios, y la entrega a la voluntad divina.
La oración de los salmos está siempre orientada a la alabanza; por lo cual, corresponde
bien al conjunto de los salmos el título de “Las Alabanzas”.

(Catecismo de la Iglesia Católica, 2587-2589)


56
TEMA
4 LOS SALMOS. ANÁLISIS
En este tema estudiaremos los salmos según el orden que siguen en
el libro de los Salmos, atendiendo a las agrupaciones internas que éste
presenta. Destacaremos algunos de los salmos que son los puntos cul-
minantes de cada una de las cinco partes que lo forman.

SUMARIO
1. EL ORDEN DE LOS SALMOS EN EL INTERIOR DEL LIBRO • 2. INTRODUCCIÓN
AL SALTERIO (Sal 1-2) • 3. EL LIBRO I DEL SALTERIO (Sal 3-41) • El reconocimien-
to de Dios (Sal 3-14) • La oración de quien reconocer al Señor (Sal 15-24) • La bon-
dad del Señor con sus fieles (Sal 25-34) • Confianza en el Señor frente a los enemigos
(Sal 35-41) • 4. EL LIBRO II DEL SALTERIO (Sal 42-72) • El Señor presente en Sión y
en el Templo (Sal 42-49) • Desde el Templo el Señor habla a su pueblo (Sal 50) • La
respuesta del hombre (Sal 51-72) • 5. EL LIBRO III DEL SALTERIO (Sal 73-89) • Los
beneficios y las exigencias de la Alianza (Sal 73-83, de Asaf) • Dios salva desde Sión
(Sal 84-89, de Coré) • 6. EL LIBRO IV DEL SALTERIO (Sal 90-106) • La parte mo-
saica del salterio • El Señor, Rey de la tierra (Sal 93-99) • El Señor, salvador de su
pueblo (Sal 101-106) • 7. EL LIBRO V DEL SALTERIO (Sal 107-150) • La dignidad y
función del rey ungido (Sal 110) • Cantos para la alabanza (Sal 111-118) • Un canto
a la Ley del Señor (Sal 119) • Cantos de las subidas (Sal 120-134) • La oración del
desterrado (Sal 137-145) • La gran alabanza final (Sal 146-150).
1. El orden de los salmos 57
en el interior del libro

Tal como aparecen en el libro de los Salmos las composiciones que lo integran
no vienen agrupadas ni por su género literario ni por su temática, sino que si-
guen un orden que responde a otros criterios. Como ya expusimos al explicar
la formación del libro de los Salmos, en éste han sido incorporadas diversas
colecciones que existían previamente.
En la redacción final, tal como ha llegado a la Iglesia, se percibe un orden y
una disposición de los salmos que se ha de tener en cuenta para su correcta
comprensión. El libro se abre con una introducción formada por los Salmos 1
y 2 y concluye con un pequeño bloque de salmos de alabanza (Sal 146-150).
Además, en su interior, el libro se presenta dividido en cinco partes o libros
(en correspondencia a los cinco libros de la Ley o Pentateuco). Esto indica que
el libro tiene actualmente una configuración propia en la que cada colección
incorporada (y cada una de las cinco partes que se van sucediendo) tiene una
significación peculiar en el conjunto de la obra (como la tiene igualmente cada
salmo respecto a los que le preceden y le siguen).
En este tema vamos a ir considerando cada grupo de salmos que aparecen
en el libro al hilo de los cinco libros de que consta. He aquí un esquema que
puede servir de guía:

2. Introducción al salterio. Sal 1-2.

Los Salmos 1 y 2 son una introducción a todo el libro. Con estos dos salmos
se invita al lector a hacer motivo de meditación y de oración cada uno de los
acontecimientos de la vida humana a la luz de la Ley de Dios y en unión a su
Ungido, el Mesías.
El salmo 1 proclama primero la dicha del hombre que sigue la ley de Dios
(vv. 1-3); y luego, en antítesis, el fracaso de aquél que se aleja de ella (vv. 4-6).
También invita a meditar sobre la orientación fundamental de la vida. A lo
largo del salterio el lector podrá aprender a secundar la Ley de Dios, pues de
ella se irá hablando reiteradamente (sobre todo en el Salmo 119). La situación
en que quiere estar el autor del Salmo 1 culminará cuando nuestro Señor Je-
sucristo (que hace presente entre los hombres al Reino de Dios) proclamará
definitivamente quién es el hombre «dichoso» o «bienaventurado»: aquel que
pertenece al Reino de los Cielos (cf. Mt 5,1-11; Lc 6,20-23).
58 FASES
LIBROS
FORMACIÓN

1 reflexión
Salmo 1 INTRODUCCIÓN
sapiencial

Salmo 2 2

Colección Davídica 3-41 I (1-41) 39 41 doxología

Colección Elohista 42-83

A 42-49 hijos de Coré II (42-72)

50 de Asaf 31

51-71 de David

72 de Salomón 72 doxología

73-83 de Asaf 73 reflexión


B
(ALIANZA) sapiencial

84-88 hijos de Coré


III (73-89) 17
(86 de David)

C 89 de Etán 89 doxología

90 reflexión
90-92 Moisés (90)
sapiencial

93-100 Realeza del Señor IV (90-106) 17

Parte mosaica 106 doxología

101-110 Alabanza

111-118 Aleluyáticos
(Liturgia Pascual) Hallel

119

Nuevos Salmos de Alabanza 120-150 V (107-150) 44

120-134 de las Subidas

136 Gran Hallel

138-145 de David

150 doxología
146-150 ALELUYÁTICOS Hallel
final
Dichoso el hombre y no se marchitan sus hojas: 59
que no sigue el consejo de impíos, cuanto hace prospera.
ni se detiene en el camino de pecadores, No así los impíos, no así.
ni toma asiento con farsantes, Son como polvo que dispersa el viento.
sino que se complace en la Ley del Señor, Por ello, los impíos no se levantarán en el juicio,
y noche y día medita en su Ley. ni los pecadores en la asamblea de los justos.
Será como un árbol Porque el Señor vela sobre el camino de los justos,
plantado al borde de la acequia, mientras el de los impíos acaba en perdición (Sal 1,1-6).
que da fruto a su tiempo,

El salmo 2 responde a los intentos de sublevación contra el rey de Israel por


parte de los reinos vasallos con ocasión del cambio de monarca. Se trata, por
tanto, de una composición que refleja los tiempos de la monarquía antes del
destierro. Situada al comienzo del libro y tras el Salmo 1, al hacerse la recopi-
lación de los salmos, cuando ya no existía rey en Israel, proclama que el Señor
va a realizar sus proyectos e imponer su Ley a través del Rey Mesías, cuando
éste sea enviado a Israel. El lector del libro podrá ir alimentando esa esperanza
al leer los salmos que hablan del rey y especialmente los que cantan el reinado
de Dios (cf. Sal 93-100).

3. El libro I del Salterio (Sal 3-41)


Con el Salmo 3 comienza un grupo de salmos atribuidos a David que forman
la primera parte del libro (Sal 3-41). En ellos el rey David es presentado como
modelo del hombre que ora en las diversas situaciones. Dentro de este conjun-
to se pueden apreciar ciertas agrupaciones que marcan un ritmo interno en la
entera colección davídica.

3.1. El reconocimiento de Dios (Sal 3-14)

Los Salmos 3-14 constituyen una serie que incluye, al comienzo, plegarias de
la mañana, de la noche y en el Templo (Sal 3-5), luego presenta dos oraciones
en las que el hombre expone su conciencia de pecador y de justo ante Dios
(Sal 6-7), y, como punto culminante, un poema de reconocimiento de la gran-
deza divina (Sal 8). A éste le siguen, en contraste, los Salmos 9-14, que tratan
de quienes no reconocen a Dios como Señor, los impíos o pecadores, que final-
mente son calificados de «necios» (por negar su existencia) (cf. Sal 14,1).
60 El Salmo 8 fija la atención en la primera gran obra del Señor: la creación y,
más en concreto, la creación del hombre. Tras las súplicas recogidas en los
Salmos 3-7, ahora, la oración se despliega en alabanza.

• El poema se abre con el reconocimiento ante Dios de su grandeza en la


tierra y en el cielo (8,2): «¡Dios y Señor nuestro, / qué admirable es tu
Nombre en toda la tierra! / Has exaltado tu majestad sobre los cielos».

• A continuación proclama la forma en que Dios manifiesta su gloria:

– primero mostrando su poder (8,4): «Cuando veo los cielos, obra de tus
dedos, / la luna y las estrellas, que Tú pusiste»;

– después cuidándose del hombre y otorgándole una dignidad semejante


a la suya (8,5-9): «¿qué es el hombre, para que de él te acuerdes, / y el hijo
de Adán, para que te cuides de él? / Lo has hecho poco menor que los
ángeles, / le has coronado de gloria y honor. / Le das el mando sobre las
obras de tus manos. / Todo lo has puesto bajo sus pies: ovejas y bueyes,
bestias del campo, / aves del cielo, peces del mar, cuanto cruza las rutas
del piélago»,
– y concluye con el mismo reconocimiento de la gloria de Dios con el que
comenzaba (8,10): «¡Dios y Señor nuestro, qué admirable es tu Nombre en
toda la tierra».

En los Salmos 9-14 se descri- Dice el necio en su corazón:


ben actitudes opuestas a la «No hay Dios».
reflejada en el Salmo 8. Hasta Se han corrompido, han obrado actos abominables.
No hay quien haga el bien.
tal punto se da la impiedad El Señor mira desde los cielos a los hijos de Adán
que lo humanamente aconse- para ver si hay alguno inteligente,
jable parece que sería huir (cf. que busque a Dios.
Sal 11). Los hombres, hijos de Todos se han extraviado, a una se han pervertido.
No hay quien haga el bien, ni uno solo.
Adán, se jactan de su fuerza (cf.
¿Es que no entienden los que obran la iniquidad,
Sal 9,20) y no reconocen a Dios los que devoran a mi pueblo como si comieran pan?
(cf. Sal 10,11), se apoyan en su ¡No invocan al Señor!
propia mentira (cf. Sal 12,4-5) Ahora temblarán de espanto,
y arguyen al creyente con el porque Dios está con la estirpe del justo.
El consejo del pobre os avergüenza,
silencio de Dios (cf. Sal 13,2.5).
pero el Señor es su refugio.
En el Salmo 14 los impíos son ¡Que venga de Sión la salvación de Israel!
presentados como necios y fal- Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo
tos de conocimiento. se gozará Jacob, Israel se alegrará (Sal 14)
Culmina así la oración que brota desde la contemplación de la sociedad que 61
rodea al salmista, en vivo contraste con la grandeza de la dignidad huma-
na cantada en el Salmo 8. Este salmo sólo se cumple plenamente en Cristo
pues «bajo sus pies» ha sometido Dios todas las cosas, incluida la muerte (cf.
1 Co 15,26-28). El sometimiento de la creación al hombre y con él a Cristo está,
por tanto, en proceso; pero ya se ha iniciado de manera irreversible en la Re-
surrección de Jesús.

3.2. La oración de quien reconoce al Señor (Sal 15-24)

En esta sección se proclama quién puede subir al Templo del Señor. Com-
prenden un ciclo de poemas en el que van apareciendo las figuras del levita
(Sal 16), del rey (Sal 18; 20 y 21) y del hombre injustamente perseguido (Sal 22).
En el Salmo 15 se proclaman las condiciones que hacen falta al hombre para
permanecer en el Templo de Dios: una conducta justa, precisamente lo con-
trario de lo que hacen los impíos o malvados. Tras presentar en el Salmo 17
la súplica del hombre cuyas acciones responden al plan divino, en los salmos
siguientes, aparece, de un modo u otro, la figura del rey (Sal 18-21) como tipo
de quien reconoce al Señor. El Salmo 18 se encuentra también en 2 S 22,1-5,
puesto en boca de David, e introducido con las mismas palabras que leemos
en el titulillo: «De David cuando Dios le libró de todos sus enemigos». Des-
pués viene la oración del justo que sufre (Sal 22), y el Salmo 23, que proclama
que el verdadero pastor (rey) es el Señor.
El Salmo 22 tendrá un fuerte eco en el Nuevo Testamento. Nuestro Señor Je-
sucristo pronunció las primeras palabras de este salmo cuando estaba clavado
en la cruz («Eloí, Eloí, lamá sabaktani», cf. Mt 27,46; Mc 15,34) y manifestó
que hacía suyos los sentimientos de confianza en Dios encerrados en esta ora-
ción. El salmo adquiere así un valor excepcional en cuanto que, por una parte;
podemos ver en él prefigurados los sentimientos de Jesús; y, por otra, nos
permite acercarnos un poco más al modo en que Jesús vivió su muerte y el
significado que tiene para nosotros. En efecto, al narrar la muerte del Señor
los evangelistas han querido poner de relieve que entonces se cumplieron las
palabras de este salmo.
62 ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Pero yo soy un gusano, no un hombre,
Lejos estás de mi salvación, oprobio de los hombres,
de mis palabras suplicantes. desprecio del pueblo.
Dios mío, te invoco de día, y no escuchas; Al verme, todos hacen burla de mí,
de noche, y no encuentro descanso. tuercen los labios, mueven la cabeza:
Pero Tú eres el Santo, «Confió en el Señor: que lo salve Él,
sentado entre las alabanzas de Israel. que lo libre, si es que lo ama».
En Ti pusieron su esperanza nuestros padres; Tú me sacaste del vientre,
esperaron y los liberaste. me confiaste a los pechos de mi madre.
A Ti gritaron y fueron salvos, A Ti me encomendaron desde las entrañas maternas;
en Ti confiaron y no quedaron avergonzados. desde el seno de mi madre Tú eres mi Dios (Sal 22,1-11).

El Salmo 23, uno de los más bellos de la Biblia, es un poema construido en


torno a dos metáforas: el Señor como Pastor (vv. 1-4): «El Señor es mi pastor,
nada me falta. / En verdes prados me hace reposar; hacia aguas tranquilas
me guía; / reconforta mi alma, me conduce por sendas rectas por honor de su
Nombre. / Aunque camine por valles oscuros, no temo ningún mal, porque
Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan», y el Señor como anfi-
trión (vv. 5-6): «Preparas una mesa para mí frente a mis adversarios. Unges
con óleo mi cabeza, mi copa rebosa. / Tu bondad y misericordia me acompa-
ñan todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por dilatados
días». Puede tener su contexto originario en una celebración de alabanza en la
«casa del Señor» (v. 6). El salmo adquiere su pleno significado después de que
Jesús dijera: «Yo soy el buen pastor» (Jn 10,11.14; cf. Hb 13,20).

3.3. La bondad del Señor con sus fieles (Sal 25-34)

Con el Salmo 25, construido con secuencia alfabética (salmo acróstico), se ini-
cia un conjunto de salmos que va hasta el Salmo 34 (también acróstico). En
ambos, además, aparece cantada la bondad del Señor: en el primero se afirma
que «el Señor es bueno» (cf. Sal 25,8) y en el otro se dice: «gustad y ved qué
bueno es el Señor» (Sal 34,9).
Dentro de este conjunto resaltan conceptos como el amor, la misericordia y
la gracia de Dios. La bondad del Señor se va manifestando en cuanto que el
Señor hace justicia (Sal 26), protege y guía (Sal 27), es refugio seguro (Sal 28),
deja oír su voz (Sal 29), cura de la enfermedad (Sal 30), no abandona frente a
los perseguidores (Sal 31), perdona el pecado (Sal 32) y es creador y providen-
te (Sal 33). Por eso, en el Salmo 34, se concluye con una alabanza personal, ya
que «los ojos del Señor» velan sobre los justos (cf. Sal 34,16).
En el Salmo 25 el orante reconoce su pecado y pide perdón y en el Salmo 26 63
presenta a Dios su inocencia y pureza de corazón. Estas eran las condiciones
requeridas en el Salmo 24 para entrar en el Templo, y recibir la bendición del
Señor. Sólo se es plenamente inocente cuando el Señor perdona (Sal 25).
En los Salmos 27 y 28 aparece de nuevo el Templo como lugar de salvación
y de escucha del Señor. Dios deja oír su voz poderosa en la tormenta (Sal 29)
y con su poder atiende la súplica de quien está al borde de la muerte (Sal 30)
y abandonado de todos (Sal 31), porque es un Dios que perdona (Sal 32) y
providente con todos (Sal 33). De ahí que se invite a reconocer su bondad y a
temerle (Sal 34,8-11).
El Salmo 31 cobra especial relieve entre estos ya que la angustiosa situación
humana referida en este salmo, que recuerda a la del profeta Jeremías, la expe-
rimentó, más que nadie, nuestro Señor Jesucristo en su pasión y muerte. Hizo
suyas las palabras del v. 6 justo antes de expirar en la cruz: «En tus manos
encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46), dándonos a conocer que Dios es fiel, es el
Padre que no iba a abandonar a su Hijo. Rescatado de la muerte y exaltado a
la derecha del Padre, Cristo es también aquél en cuyas manos pone el cristia-
no su vida antes de morir, como hizo san Esteban, el primer mártir cristiano:
«Señor Jesús, recibe mi espíritu» (Hch 7,59).

En Ti, Señor, espero; porque Tú eres mi peña, mi fortaleza:


no quede yo nunca avergonzado: por honor de tu Nombre, dirígeme y guíame;
por tu justicia, líbrame. sácame de la red que me han tendido,
Inclina tu oído hacia mí, que Tú eres mi refugio.
date prisa en socorrerme. En tus manos encomiendo mi espíritu:
Sé para mí la roca de refugio, Tú, Señor, Dios fiel, me has rescatado
el alcázar firme de mi salvación; (Sal 31,2-6).

3.4. Confianza en el Señor frente a los enemigos (Sal 35-41)

Con el Salmo 35 se inicia un grupo de composiciones que pueden verse en-


marcadas por la petición de que los adversarios del salmista sean «avergon-
zados y confundidos» (cf. Sal 35,26 y 40,17). En esta serie quedan recogidos
unos salmos que manifiestan especialmente la saña y maldad de los enemigos
(Sal 35-37), seguidos de otros en los que el salmista utiliza la expresión «yo
digo» para dar fuerza a la exposición de sus sentimientos (Sal 38-41).
En el Salmo 35 un justo se lamenta del acoso que sufre de parte de sus enemi-
gos, los impíos, y en el Salmo 36 se indica la raíz de la maldad que les mueve:
64 la falta de temor de Dios. El Salmo 37 ofrece una reflexión sobre el poder y el
éxito aparente que los impíos alcanzan en la vida.

Condena, Señor, a los que me acusan, Di a mi alma: «Yo soy tu salvación».


lucha contra los que me hacen la guerra; Queden avergonzados y confusos
embraza el escudo y la adarga, los que buscan mi alma;
levántate en mi auxilio; retrocedan abochornados
empuña la lanza y el hacha los que traman mi mal (Sal 35,1-4).
contra los que me persiguen.

En el grupo de los Salmos 38-41, el salmista confiesa ante Dios su pecado y


eleva una oración penitencial, como lo hacía por sus enemigos cuando caían
enfermos (cf. Sal 35,13). El Salmo 38 hace así avanzar la oración respecto a
los salmos anteriores, invitando a pedir perdón a Dios, como lo hacían los
Salmos 6 y 32.

En Ti, Señor, espero,


Tú me escuchas, Señor, Dios mío.
Por eso digo: «Que no se alegren a mi costa;
que no se ufanen cuando mi pie vacile» (Sal 38,16-17).

4. El Libro II del Salterio (Sal 42-72)


El Libro II de los Salmos comienza con un grupo de ocho poemas atribui-
dos a los hijos de Coré (Sal 42-49), en los que predomina el deseo de llegar
al Templo y permanecer en él, junto al gozo de la contemplación de Sión. A
continuación viene un salmo atribuido a Asaf (Sal 50) en el que Dios se dirige
a su pueblo como si le hablara desde el Templo.

4.1. El Señor presente en Sión y en el Templo (Sal 42-49)

Los salmos de «los hijos de Coré» presentan ciertos rasgos propios que los
distinguen de los demás:
• su expresividad lírica,
• su amor a Jerusalén y
• su carácter universalista.
Los Salmos 42-43 forman parte de una misma plegaria que manifiesta el de- 65
seo de Dios, como la cierva el agua, y, pensando que Dios le ha abandona-
do, anhela poder acercarse al Templo. Además, la gloria y majestad del rey
sigue manifestándose en sus bodas con una princesa extranjera (Sal 45), y
el Señor sigue habitando en Sión (Sal 46), morada del Altísimo (cf. Sal 46,5).
Aunque Dios como rey ya es aclamado en el Salmo 24 (y de nuevo lo será en
los Salmos 93-100), en el Salmo 47, la aclamación de la realeza de Dios viene
unida a la contemplación de la gloria de Jerusalén y se anuncia que será
participada por los demás pueblos (cf. Sal 47,10). La belleza y seguridad de
la ciudad santa, causada por la presencia de Dios, vuelve a cantarse en el
Salmo 48. Es la ciudad del Dios de los ejércitos, cuya alabanza se eleva por
toda la tierra.
El grupo de salmos de los hijos de Coré termina centrando también la aten-
ción en el hombre concreto. El Salmo 49 destaca una enseñanza derivada de
la fe en la presencia de Dios en Sión: la seguridad de los individuos no está en
su riqueza sino en la confianza en el Señor. La enseñanza va dirigida a todos
los hombres, pues el Dios de Israel es Rey de todos los pueblos y de toda la
tierra.

4.2. Desde el Templo el Señor habla a su pueblo (Sal 50)

En el Salmo 50 Dios invita a su pueblo a escucharle, poniendo como testigos


cielo y tierra, pues es Señor de ambos. El Salmo 50 es el punto central del li-
bro II. La belleza de Sión, cantada en los salmos anteriores, es el marco en el
que el Señor se manifiesta y deja oír ahora su voz. Quizás por este motivo el
Salmo 50 ha sido separado del grupo de salmos atribuidos a Asaf (Sal 73-83) e
introducido en este lugar.

Escucha, pueblo mío, voy a hablar. me pertenece todo lo que se mueve por el campo.
Contra ti, Israel, voy a dar testimonio: Si tuviese hambre, no tendría que decírtelo,
Yo, Dios, soy tu Dios. pues mío es el orbe y cuanto lo llena.
¿Es que voy a comer carne de toros
No te reprendo por tus sacrificios, y a beber sangre de machos cabríos?
pues tus holocaustos están siempre ante Mí.
No tomaré de tu casa ni un ternero, Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
ni un cabrito de tus apriscos; cumple tus votos al Altísimo,
porque mías son todas las fieras de la selva, e invócame en el día de angustia:
y los miles de animales en mis collados; Yo te libraré
conozco todas las aves del cielo, y tú me glorificarás (Sal 50,7-15).
66 El poema comienza describiendo la manifestación de Dios que va a hablar a
su pueblo (vv. 1-6). Después viene la locución divina a modo de un oráculo
(vv. 7-23). Tras invitar al pueblo a escuchar (v. 7), le habla de los sacrificios de
animales que, aunque Él no los necesita, los acepta como alabanza (vv. 7-15);
luego corrige la conducta hipócrita de quienes no cumplen sus mandamientos
aunque los proclaman (vv. 16-22) y termina mostrando su aceptación de los
sacrificios sinceros y de la conducta recta (v. 23).
Dios no rechaza los sacrificios en general (v. 8), sino la actitud de querer com-
prar con ellos su voluntad, de querer obligarle, como si Él tuviese necesidad
del algo (vv. 10-13). Dios pide actos de culto que procedan verdaderamente
del deseo de alabarle y de la sincera petición de auxilio (vv. 14-15). En el poe-
ma Dios recrimina también a los «impíos» que son caracterizados por su hipo-
cresía al querer engañar a Dios (vv. 16-18) y por su deslealtad hacia los demás
(vv. 19-20). Ellos interpretan el aparente silencio de Dios como si éste aprobase
su conducta; imaginan un Dios a su medida, que equivale a olvidarse del ver-
dadero Dios. Por eso se les anuncia el castigo (vv. 21-22) y en contraposición a
ellos Dios mismo señala quiénes le van a ser gratos (v. 23).
Las advertencias que el Dios de la Alianza hace a su pueblo en este salmo
quedan recogidas en las palabras de Jesús a sus discípulos: «No todo el que
me dice: “Señor, Señor”, entrará en el Reino de los cielos; sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt 7,21). De nada sirve conocer
la ley, o enseñarla, dirá san Pablo a los judíos en Rm 2,17-24, si se deshonra a
Dios transgrediéndola.

4.3. La respuesta del hombre (Sal 51-72)

Los salmos que siguen al Salmo 50 son una serie de oraciones de súplica y de
alabanza, en su mayor parte atribuidas a David. Representan la respuesta del
hombre a Dios que habla desde el Templo. La serie incluye:
• en primer lugar una petición de perdón (Sal 51);
• la súplica ante el mal proceder de los impíos:
– su aparente prepotencia y necedad (Sal 52-53),
– y la violencia que ejercen contra el justo (Sal 54-60);
• después, la confesión de encontrar refugio en Él (Sal 61-64),
• la alabanza (Sal 65-68),
• y, de nuevo, la petición de ayuda, que culmina en la petición por el rey 67
(Sal 69-72).
El Salmo 51 es una respuesta a la acusación divina expresada en el salmo ante-
rior (cf. Sal 50,7). Los vv. 18-19 muestran haber comprendido lo que Dios pedía
en Sal 50,8-13, y toda la oración del Salmo 51 viene a ser el cumplimiento de
Sal 50,15. Por ello se piensa que los Salmos 50 y 51, aun siendo tan diferentes,
van uno a continuación de otro porque fueron usados en la misma liturgia
penitencial. En el Salmo 51, el salmista,
• comienza su oración pidiendo a Dios que quite de él su pecado (vv. 3-4):
«Ten misericordia de mí, Dios mío, según tu bondad; / según tu inmensa
compasión / borra mi delito. / Lávame por completo de mi culpa, / y
purifícame de mi pecado.»;
• luego presenta su condición de pecador (vv. 5-8): «Pues yo reconozco mi
delito, / y mi pecado está de continuo ante mí. / Contra Ti, contra Ti sólo
he pecado, / y he hecho lo que es malo a tus ojos. / Por eso has de ser justo
en tu sentencia, / has de tener razón en tu juicio. / ¡Mira! En culpa nací, /
y en pecado me concibió mi madre. / Pero Tú amas la verdad más íntima,
/ y, en lo oculto, me enseñas la sabiduría.» y
• de nuevo pide ser librado del pecado mediante un rito de purificación
(vv. 9-11): «Rocíame con hisopo y quedaré limpio, / lávame y quedaré más
blanco que la nieve. / Hazme sentir gozo y alegría, / que exulten los hue-
sos que has quebrado. / Aparta tu rostro de mis pecados / y borra todas
mis culpas».
• A esta parte centrada en el pecado sigue otra centrada en la gracia (vv. 12-19):
– se pide a Dios una nueva condición humana (vv. 12-14): «Crea en mí, Dios
mío, un corazón puro, / y renueva en mi interior un espíritu firme. / No
me arrojes de tu presencia, / ni me retires tu santo Espíritu. / Devuélveme
el gozo de tu salvación / y afírmame con un espíritu noble»,
– y se le promete dar testimonio de su acción, alabarle y ofrecerle un sacrifi-
cio agradable, el del corazón (vv. 15-19): «Enseñaré a los malvados tus ca-
minos, / y se convertirán a Ti los pecadores. / Líbrame de la sangre, Dios
mío, / Dios de mi salvación; / mi lengua anunciará tu justicia. / Señor,
abre mis labios / y mi boca proclamará tu alabanza. / No te complaces en
los sacrificios, / y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. / El sacrifi-
cio grato a Dios es un espíritu contrito: / un corazón contrito y humillado,
/ Dios mío, no lo desprecias».
68 • Finalmente se ruega por Jerusalén (vv. 20-21): «Por tu benevolencia, favo-
rece a Sión, / reconstruye los muros de Jerusalén. / Entonces te complace-
rán los sacrificios legítimos, / holocaustos y oblaciones; / entonces, sobre
tu altar, / se ofrecerán novillos», de manera semejante a como el salmista
oraba por él mismo al comienzo de la oración.
En los Salmos 52-60 se contempla la malicia humana:
• la prepotencia de los fuertes (Sal 52),
• la necedad de quien niega a Dios (Sal 53 que repite Sal 14),
• la alevosía de los enemigos del salmista (Sal 54-57),
• la iniquidad de los jueces (Sal 58)
• y la saña de los pueblos enemigos de Israel (Sal 59-60).
La oración cambia de tono en los Salmos 61-64, donde predomina el tema de
la seguridad que se encuentra en Dios, en el Templo y en su poder.
A este grupo de salmos de súplica en los que se acentúa la seguridad que el
orante encuentra en el Señor sigue otro pequeño grupo en el que se alaba al
Señor con una perspectiva universalista (Sal 65-68). Es como si Dios hubiese
escuchado y actuado. La oración de alabanza encuentra un momento cumbre
en el Salmo 68, ya que en él culminan las alabanzas iniciadas en el Salmo 65,
y en él convergen los recuerdos de las hazañas del Señor en el pasado, la con-
templación de su presencia en el Templo y la consideración de su señorío so-
bre toda la tierra y todos los pueblos.
Para cerrar el Libro II aparece la súplica en los cuatro salmos finales (Sal 69-
72). En ellos, un hombre enfermo, piadoso y afrentado por todos (Sal 69) pide
el auxilio divino (Sal 70) desde una situación llena de debilidad (Sal 71). Final-
mente, se pide para el rey y su reinado (Sal 72) juicio y justicia, pues mediante
ella Dios librará al pobre y desvalido. La sucesión de estos salmos manifiesta
la convicción de que Dios envía su auxilio a través de su ungido, el rey.

5. El Libro III del Salterio (Sal 73-89)

La tercera parte del libro de los Salmos comienza con un grupo de ellos atri-
buidos a «Asaf» (Sal 73-83). A estos sigue un nuevo grupo de salmos «de los
hijos de Coré» (Sal 84-88) entre los que se intercala una plegaria de David
(Sal 86) y termina con una oración asignada a «Etán» en la que se pide por el
rey (Sal 89).
5.1. Los beneficios y las exigencias de la Alianza (Sal 73-83, de Asaf) 69
Los Salmos 73-83 tienen la peculiaridad de expresar con más fuerza que el res-
to del Salterio las exigencias de la Alianza. Además recuerdan los prodigios
que Dios realizó por el pueblo al sacarlo de Egipto y al instaurar la dinastía
davídica.
El Salmo 73 guarda cierto paralelismo con el Salmo 1 porque expresa que es
la verdadera sabiduría la que va guiando constantemente al lector del libro de
los Salmos y le introduce ahora en la contemplación del poder de Dios (Sal 74-
76) y en la meditación de la historia de Israel (Sal 77-80).
Aunque parezca que triunfan los impíos (Sal 73) y haya sido destruido el
Templo (Sal 74), Dios es el juez supremo (Sal 75) ante el que nadie puede
resistir (Sal 76). La historia de Israel muestra los prodigios de Dios en favor
de su pueblo sacándole de Egipto (Sal 77) y guiándolo a la Tierra Prometida
y manteniendo la monarquía davídica (Sal 78), a pesar de la pérdida del
Arca y el abandono divino del santuario de Silóh como castigo por los pe-
cados del pueblo (Sal 78,59-61). También la profanación del Templo (Sal 79),
como la devastación de las tribus del Norte (Sal 80), son consecuencias del
pecado. A continuación, el Señor vuelve a pedir que se le escuche (Sal 81)
y condena a los jueces inicuos (Sal 82). Ante esto no puede sino surgir la
plegaria para que Dios destruya a los enemigos de Israel (Sal 83). La histo-
ria muestra por tanto que Dios mantiene su Alianza, pero corrige al pueblo
cuando no es fiel.

5.2. Dios salva desde Sión (Sal 84-89, de Coré)

A continuación aparecen dos pares de salmos de «los hijos de Coré» (Sal 84-
85 y 87-88). Cada uno de esos pares de cantos de los hijos de Coré consta de un
salmo dedicado a Sión (Sal 84 y 87), seguido de otro de súplica (Sal 85 y 88).
Sus acentos son similares a los que encontrábamos en el grupo de salmos de
los hijos Coré al comenzar la segunda parte del Libro II (Sal 42-49). El Sal-
mo 84 ensalza ante todo al Templo y el Salmo 87 a Jerusalén. En el Salmo 85
ora el pueblo viendo que la justicia divina se ha unido a su fidelidad y en el
Salmo 88 ora un individuo al borde de la muerte.
El Salmo 86 es una oración de David situada en el centro del grupo y procla-
ma la venida de todas las gentes a postrarse ante Dios en el Templo. En esta
oración se encuentran bastantes frases pertenecientes a otros salmos que aquí
están reunidas a modo de antología. Es indicio de una composición tardía.
70 La oración por el rey del Salmo 89 con la que concluye el Libro III está en co-
rrespondencia con el final del Libro II, que también terminaba con una oración
por el rey (cf. Sal 72).

No hay como Tú entre los dioses, Señor, para que ande en tu fidelidad.
ni obras como las tuyas. Haz que mi corazón sea sencillo,
Todas las naciones que hiciste para que tema tu Nombre.
vendrán a postrarse ante Ti, Señor, Te daré gracias de todo corazón, Señor, Dios mío,
y a dar gloria a tu Nombre; y glorificaré tu Nombre por siempre.
porque Tu eres grande y haces maravillas: Pues tu misericordia es grande conmigo
Tú solo eres Dios. y has librado mi alma del seol profundo (Sal 86,8-13).
Enséñame, Señor, tu camino,

6. Libro IV del Salterio (Sal 90-106)

6.1. La parte mosaica del salterio

El Libro IV comienza con el Salmo 90, que lleva como título «plegaria de Moi-
sés». La mayoría de las composiciones que integran esta parte no llevan en ge-
neral título, salvo algunos salmos atribuidos a David (Sal 92; 98-100; 101 y 103)
y el Salmo 102, atribuido a un hombre afligido. Se pueden distinguir:
• Los Salmos 90-92 que, con un matiz didáctico, invitan a ver las proezas de
Señor.
• Los Salmos 93­­-100 que cantan la realeza de Dios.
• Los Salmos 101-110 que tienen como centro el recuerdo de la salida de
Egipto y la entrada en la Tierra Prometida (los Salmos 107-110 pertenecen
ya, sin embargo, al Libro V del salterio).
Al final del Salmo 106 aparece una doxología que marca el final del Libro IV.
Coincide que en este salmo se menciona a Moisés, lo mismo que en el título
del Salmo 90, con el que comienza este Libro. Por eso se ha llamado la Parte
mosaica del Salterio y porque, además, el nombre de Moisés lo encontramos
en los salmos que la componen con más frecuencia que en el resto del salterio.

6.2. El Señor, Rey de toda la tierra

Los Salmos 93-99 son una confesión de fe y de esperanza en la implantación


de un Reino de Dios en la tierra. Es quizá el grupo más significativo del Libro
IV, que, de ese modo, está invitando a reconocer y confesar el Reinado de
Dios. El Salmo 93 proclama a Dios Rey eterno y el Salmo 94 lo presenta como 71
Juez universal. El Salmo 95 invita al pueblo a reconocer a Dios y a escuchar su
voz. El Salmo 96 proclama ese reconocimiento ante las naciones. La invitación
dirigida a toda la tierra a reconocer el reinado del Señor continúa resonando
en los Salmos 97-98. El Salmo 99 canta la revelación de Dios Rey a Israel. El
Salmo 100 es como la conclusión lógica de los que cantan la realeza de Dios:

Aclamad al Señor, la tierra entera; Entrad por sus puertas con acción de gracias,
servid al Señor con alegría, en sus atrios con cantos de alabanza,
entrad a su presencia con júbilo. dadle gracias, bendecid su Nombre.
Sabed que el Señor es Dios: Porque el Señor es bueno:
Él nos hizo y somos suyos, su misericordia es eterna,
somos su pueblo y ovejas que Él apacienta. y su fidelidad, por todas las generaciones (Sal 100).

6.3. El Señor, salvador de su pueblo (Sal 101-106)

En el Salmo 101 un rey terreno promete un buen gobierno. Este poema tiene
una correspondencia con el Salmo 110 en el que se canta la subida del rey al
trono y su sacerdocio. Ese conjunto vendría a mostrar que el rey ha de go-
bernar con rectitud y justicia (Sal 101). El rey, como instrumento de Dios, se
preocupa del hombre abatido y de la suerte del pueblo (Sal 102-103). Dios
manifiesta su poder en la creación y en la liberación de su pueblo de Egipto
(Sal 104-105). Dios actuó por medio de Moisés (Sal 106) y puede en cualquier
momento cambiar la suerte del pueblo (Sal 107-108) y castigar a los impíos
(Sal 109), porque ha puesto al rey como su representante y sacerdote (Sal 110).
Pero la bondad de Dios con su pueblo, cantada en el Salmo 105, contrasta con
su pecado, presentado en el Salmo 106. En él se exponen los pecados del pue-
blo y el perdón de Dios junto al mar Rojo (vv. 6-12), en el desierto (vv. 13-33) y
en la tierra de Canaán (vv. 34-43), concluyendo con la afirmación de que Dios
tuvo misericordia de los cautivos (vv. 44-48). Si en el Salmo 105 se proclama y
se muestra la fidelidad del Señor a su palabra, en el Salmo 106 se muestra su
misericordia mediante el perdón. Así, las dos características fundamentales
del Dios de la Alianza quedan proclamadas al final del Libro IV del salterio.

7. Libro V del Salterio (Sal 107-150)


El Libro V del salterio comienza también con un salmo de tono sapiencial
(Sal 107). Tras el Salmo 112 viene una colección de salmos de alabanza que se
72 utilizaba en la liturgia de Pascua (Sal 113-118). Después está insertado el gru-
po de los cantos de las subidas (Sal 120-134), a continuación viene un grupo
de oraciones atribuidas de nuevo a David (Sal 138-145), y, finalmente, hay cin-
co composiciones enmarcadas con el término «Aleluyah» (Sal 146-150). Con
esta secuencia de los salmos, el Libro V desemboca en la alabanza al Señor y
tal sería la connotación que marca para todo el Libro de los Salmos.

7.1. La dignidad y función del rey ungido (Sal 110)

Tal como ha quedado el Libro V, los Salmos 107-112, vienen a ser como una in-
troducción al grupo de salmos de alabanza o «Hallel» constituido por los Sal-
mos 113-118. Esa «introducción» consta de un salmo sapiencial que no lleva
título (Sal 107), seguido de tres salmos atribuidos a David (Sal 108-110), más
otros dos de tipo sapiencial y sin título (Sal 111-112). Si entendemos que los
salmos atribuidos a David formaban un grupo propio, entonces el Salmo 107
sirve para introducir ese pequeño grupo que culminaría con el Salmo 110.
Este salmo significaba que la acción redentora de Dios hacia su pueblo se hace
extensible por la mediación del rey. Así, la figura del rey queda resaltada ahora
como agente de la alabanza que viene a continuación. El Salmo 110 muestra:
• Que Dios hace al rey su lugarteniente (v. 1): «Oráculo del Señor a mi señor:
“Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como estrado de
tus pies».
• Las consecuencias que ello conlleva para los enemigos y para el pueblo
(vv. 2-3): «El Señor extenderá desde Sión el poder de tu cetro: “Domina en
medio de tus enemigos”. Para ti es el principado el día de tu poder, entre
esplendores sagrados. Desde el seno, antes de la aurora, como el rocío, te
he engendrado».
• Después se declara el sacerdocio del rey (v. 4): «El Señor lo ha jurado y no
se arrepiente: “Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melqui-
sedec”»,
• y se hace un comentario sobre su dominio universal (vv. 5-7): «El Señor, a
tu derecha, el día de su ira quebrantará a los reyes. Juzgará a las naciones,
amontonará los cadáveres, quebrantará las cabezas sobre ancha tierra. En
el camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza».
Jesús empleó y citó el Salmo 110 cuando planteó a los judíos que si David, a
quien todos atribuían el salmo, llama «señor» al Mesías, ¿cómo puede éste ser
un descendiente suyo? (cf. Mc 12,35-37 y par.). El Mesías es muy superior a
David puesto que éste le llama «señor». De esta forma Jesús mostraba el ca- 73
rácter trascendente de su mesianismo, por lo que «Señor» se ha de entender
con mayúscula.

7.2. Cantos para la alabanza (Sal 111-118)

Los Salmos 113-118 se empleaban en la liturgia de las grandes fiestas, espe-


cialmente en la cena de la Pascua. Los Salmos 111-112 los introducen de forma
inmediata y da la impresión de que el editor del Libro de los Salmos invita a
hacer una pausa con ellos, para hacer comprender que la alabanza al Señor de
los Salmos 113-118 va unida a la sabiduría. Los Salmos 111-112 son composi-
ciones acrósticas (señal de su elaboración en ambiente sapiencial). El primero
contempla la forma de actuar Dios; el segundo la forma de actuar el hombre
justo y sabio. La conducta de éste se corresponde en cierto modo a la del Señor.
Al servir de prólogo al grupo de los Salmos 113-118, estos salmos desvelan al
lector que la verdadera sabiduría está en reconocer al Señor, cumplir sus man-
datos, alabarle y darle gracias.

Aleluya.
Alef
Doy gracias al Señor, de todo corazón,
Bet
en el consejo de los rectos y en la asamblea.
Guímel
Grandes son las obras del Señor;
Dálet
dignas de ser contempladas por todos los que las aman.
He
Esplendor y majestad son su obra,
Vav
y su justicia permanece para siempre.
Záin
Ha hecho maravillas dignas de recordar.
Het
El Señor es clemente y compasivo.
Tet
Da alimento a quienes le temen,
Yod
recuerda siempre su alianza.
Kaf
Manifestó a su pueblo la fuerza de su obrar,
Lámed
al darle la heredad de las naciones.
Mem
Las obras de sus manos son verdad y justicia.
Nun
Dignos de confianza, todos sus mandatos;
Sámek
promulgados para siempre,
Áin
se han de cumplir con fidelidad y rectitud.
Pe
Envió la redención a su pueblo;
Sade
ordenó para siempre su alianza.
Qof
Su Nombre es santo y temible.
Resh
Principio de la sabiduría es el temor del Señor.
Shin
Sensatos son cuantos lo practican.
Tav
Su alabanza permanece para siempre (Sal 111).
74 El Salmo 114 celebra lo que hizo el Señor al sacar a su pueblo de Egipto y
el Salmo 115 habla de su presencia manifestada en su bondad para con su
pueblo y en la creación. El Salmo 117 (el más breve del salterio) es como una
ampliación del «Aleluya» que se viene repitiendo en los salmos anteriores.
Finalmente, en el Salmo 118, resuena, real o ficticiamente, la voz del rey que
alaba al Señor después de una victoria. El «Hallel» termina así con la atención
puesta en el rey.

7.3. Un canto a la Ley del Señor (Sal 119)

Entre el grupo de salmos que forman el «Hallel» (Sal 113-118) y el de los can-
tos de las subidas que va a continuación (Sal 120-124) aparece el extenso Sal-
mo 119. Este salmo pudo hacer de conclusión a una edición del libro de los
Salmos anterior a la que ha llegado a nosotros. En ese caso habría servido de
colofón al libro, dejando al lector en la contemplación de la Palabra y de la Ley
del Señor.
El Salmo 119 está compuesto con un arte literario especial y un dominio ex-
cepcional de la lengua hebrea. Va siguiendo las letras del alfabeto y haciendo
coincidir la primera letra de la primera palabra de cada ocho versículos con
cada una de sus veintidós letras. Resulta así una composición larguísima de
176 versículos. Todo el salmo está dedicado a la Ley de Dios que es menciona-
da en cada versículo utilizando a lo largo del salmo ocho términos distintos:
ley, preceptos, caminos, decretos, mandamientos, juicios, palabras y pro-
mesa. No se percibe una unidad temática estricta en cada uno de los grupos
de ocho versículos, ni una sucesión de argumento entre ellos. Aparecen, sin
orden determinado, máximas sapienciales, súplicas al Señor, frases de lamen-
tación, alabanzas a Dios, o reafirmaciones del salmista en su conducta. Se trata
claramente de un salmo compuesto después del destierro, más para ser leído
y meditado personalmente en orden a estimular la reverencia y la piedad ha-
cia la Ley de Dios, que para ser proclamado en público. Mientras que en otros
salmos aparecen las acciones de Dios en la creación y en la historia del pueblo,
aquí la gran acción de Dios es haber dado la Ley y comunicado su palabra
con la que orienta la vida del salmista y ante las que pide obediencia.

7.4. Cantos de las subidas (Sal 120-134)

Estos salmos reflejan la subida anual a Jerusalén y la visita al Templo. Quizás


hayan sido agrupados para usarse en la liturgia de alguna fiesta de peregrina-
ción (posiblemente la fiesta de las Tiendas). Estos también son denominados 75
salmos «graduales».

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, Haz volver, Señor, a nuestros cautivos
nos parecía soñar. como los torrentes del Négueb.
Se nos llenaba de risas la boca, Los que siembran con lágrimas
la lengua, de cantares de alegría. cosechan entre cantares de alegría.
Entonces se decía entre las naciones: Al marchar iban llorando,
«El Señor ha hecho con ellos cosas grandes». llevando las semillas.
El Señor ha hecho con nosotros cosas grandes: Al volver vienen cantando,
estamos llenos de alegría. trayendo sus gavillas (Sal 126).

Después de los «salmos de las subidas» aparece el Salmo 136 que resume en
forma de letanía las acciones divinas en la creación y en la liberación de Egip-
to. Junto con el Salmo 135, forman en la liturgia judía el llamado «Gran Ha-
llel», o «Hallel egipcio», distinto del formado por los Salmos 113-118.

7.5. La oración del desterrado (Sal 137-145)

Los Salmos 138-145 forman un grupo por estar todos ellos atribuidos a David.
Su sentido se comprende mejor a la luz del Salmo 137, que presenta la situa-
ción de un desterrado al que sus deportadores piden que les cante los cantos
de Sión. Para ellos no puede cantarlos, pero sí para el Señor, y tal sería el sen-
tido de los ocho salmos que van a continuación y que pueden considerarse la
oración del desterrado. El grupo contiene seis oraciones de súplica (Sal 139-
144) enmarcadas en dos cantos de alabanza (Sal 138 y 145).

Junto a los ríos de Babilonia, ¿Cómo cantar un cántico del Señor


allí nos sentábamos y llorábamos, en tierra extraña?
acordándonos de Sión. Si me olvido de ti, Jerusalén,
En los sauces, en medio de ella, que se paralice mi diestra;
colgábamos nuestras cítaras. que se me pegue la lengua al paladar
Allí, los que nos deportaron nos pedían cantares, si no me acuerdo de ti,
nuestros opresores, diversión: si no pongo a Jerusalén
«Cantadnos canciones de Sión». en el colmo de mi gozo (Sal 137,1-6)

Como grupo de oraciones del desterrado todos estos salmos tienen especial
relevancia a la luz del Nuevo Testamento, que enseña al cristiano que vive
76 como extranjero (cf. 1 P 1,1), y que mientras habitamos en este mundo, vivi-
mos lejos del Señor, pues caminamos en la fe, no en la visión (cf. 2 Co 5,6).

7.6. La gran alabanza final (Sal 146-150)

Está integrada por un grupo de composiciones que se caracterizan porque


comienzan y terminan con el término «aleluya». Se considera a este grupo el
«tercer Hallel» o «Hallel final». Con ellos termina el libro de los Salmos.

¡Aleluya! Alabadle con panderos y danzas,


Alabad a Dios en su Santuario, alabadle con laúdes y flautas.
alabadle en el firmamento de su poder. Alabadle con címbalos sonoros,
Alabadle por sus proezas, alabadle con címbalos de júbilo.
alabadle por su inmensa grandeza. Todo ser que respira alabe al Señor.
Alabadle con el sonido del cuerno, ¡Aleluya! (Sal 150)
alabadle con arpas y cítaras.

Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:

• cantos de las subidas • ungido


• salmo acróstico • gran hallel
• doxología • hallel final
• desterrado • Aleluyah

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:

1. ¿Cuántos grupos menores de salmos se pueden distinguir en la primera colec-


ción davídica?
2. ¿En qué salmo se canta la grandeza de Dios reflejada en el dominio que ha
dado al hombre sobre la creación?
3. ¿De qué son calificados en el Salmo 14 los que no reconocen a Dios?
77
4. ¿Dónde está situado el grupo de los salmos de los hijos de Coré?
5. ¿Qué representan o qué función tienen los Salmos 51-72 respecto a lo que se
dice en el Salmo 50?
6. ¿Con qué grupo de salmos comienza la tercera parte o «libro» del salterio?
7. ¿En qué parte o libro de los salmos se encuentra el grupo que canta la realeza
de Dios?
8. ¿Cuándo se supone que se cantaban los «cantos de las subidas»?
9. ¿De qué género son los últimos cinco salmos del libro de los Salmos?

Ejercicio 3. Comentario de texto


Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación
con los contenidos de la lección:
En una secuencia que va de la «Aleph» a la «Tau», es decir, de la primera a la última letra
del alfabeto, de la «a» a la «zeta» diríamos con nuestro alfabeto, el orante se entrega a
la alabanza de la Ley de Dios, que usa como lámpara para sus pasos en el camino con
frecuencia oscuro de la vida (cf. versículo 105).

Se dice que el gran filósofo y científico Blaise Pascal recitaba diariamente este Salmo,
que es el más amplio de todos; mientras que el teólogo Dietrich Bonhoeffer, asesinado
por los nazis en 1945, lo convertía en oración viva y actual escribiendo:

«Indudablemente el Salmo 118 es largo y monótono, pero nosotros tenemos que ir pa-
labra por palabra, frase por frase, lenta y pacientemente. Descubriremos entonces que
las aparentes repeticiones son en realidad aspectos nuevos de una misma realidad:
el amor por la Palabra de Dios. Como este amor no puede tener nunca fin, tampoco
tienen fin las palabras que lo confiesan. Pueden acompañarnos por toda nuestra vida.
En su sencillez se convierten en la oración del niño, del hombre, del anciano» (Rezar los
Salmos con Cristo, «Pregare i Salmi con Cristo», Brescia 1978, p. 48).
(Catequesis de san Juan Pablo II sobre
el salmo 119 (118), Audiencia General,
miércoles 14 de noviembre de 2001, n. 2)
78
TEMA
5 LOS SALMOS. TEOLOGÍA
Este tema presenta una síntesis del mensaje que aparece contenido en
los Salmos sobre Dios, el hombre y el mundo. Se pretende dar unas cla-
ves para la comprensión de los Salmos a la luz del Nuevo Testamento.

SUMARIO
1. UNA TEOLOGÍA DE LOS SALMOS • 2. DIOS Y SU FORMA DE ACTUAR • Sobe-
ranía universal del Dios de Israel • La actuación de Dios con Israel • La actuación de
Dios con el justo y con el impío • 3. EL HOMBRE EN EL MUNDO Y ANTE DIOS • La
condición humana • La unión con Dios • Dimensión cristológica del Mesías y del
Templo.
1. Una teología de los salmos 79
En el libro de los Salmos cada poema es una composición completa en sí mis-
ma, que expresa quién y cómo es Dios para el orante, cómo éste se comprende
a sí mismo y al mundo que le rodea y cuál es su relación con Dios. Por otra
parte los salmos recogen el sentir religioso del pueblo elegido desde la épo-
ca de la monarquía hasta la última etapa del Antiguo Testamento. Dada esa
variedad interna es legítimo preguntarse si es posible una «Teología de los
Salmos». La respuesta es afirmativa por las mismas razones por las que es
posible una teología bíblica. En efecto, la teología bíblica trata de sistematizar
de forma orgánica lo que en los diversos libros se expone sobre Dios, objeto
propio de la teología, de forma narrativa, preceptiva o sapiencial. En cuanto
a la Teología de los Salmos se trata de sistematizar esos contenidos desde el
ámbito de la oración.
En los salmos queda reflejada toda la Revelación de Dios al antiguo Israel, y la
respuesta de éste a Dios. La dimensión religiosa de los salmos sólo puede per-
cibirse, por tanto, en la lectura y meditación detenida de cada poema. Que en
los salmos estos aspectos hayan sido hechos oración contribuye a situarlos en
la perspectiva que les es más propia, el diálogo entre Dios y el hombre, pues
la Revelación de Dios tiene como fin «invitar a los hombres a la comunicación
con Él y a recibirlos en su compañía» (C. Vaticano II, Dei Verbum, n. 2).
Aunque la historia de la formación del libro puede delatar sucesivos acen-
tos religiosos a medida que se fue configurando la colección (relación del
individuo con Dios, aspectos cultual y sapiencial, dimensión litúrgica), el
libro, tal como ha sido recibido, constituye una unidad en la que quedan
reflejadas, mejor que en ningún otro libro del Antiguo Testamento, la fe y la
espiritualidad de Israel. Una fe que se fue fraguando a lo largo de la historia
y al hilo de la meditación de las intervenciones divinas; y una espirituali-
dad que surgió de la vivencia de esa fe en las más diversas circunstancias
por las que atravesaban el hombre y el pueblo. De ahí que el libro de los
Salmos sea el lugar por excelencia dentro del Antiguo Testamento para co-
nocer la manera de actuar de Dios y para percibir quién es Él y qué es el
hombre ante Él.

2. Dios y su forma de actuar

En los salmos se contempla a Dios a través de las acciones que manifiestan


su ser. Esas acciones se descubren en la realidad de lo que existe y de lo que
80 acontece. Por eso, quién es Dios, se ve en la creación, en la historia y, de forma
más inmediata, en la vida personal y social del hombre.
El punto decisivo en esa contemplación es que el único y verdadero Dios es el
Señor, que ha revelado su «Nombre» a Israel. El «Nombre», término que apa-
rece unas cien veces en los salmos, significa el Dios que se ha dado a conocer
a su pueblo y al orante; pero también el Dios que gobierna el mundo y asiste
con su providencia a toda criatura. Otras denominaciones (Dios, Señor de los
ejércitos, Altísimo, Omnipotente, etc.) siempre convergen en el «Nombre», es
decir, sirven para resaltar aspectos del Dios de Israel (cf. Sal 8,2.10; 9,3; etc.).

2.1. Soberanía universal del Dios de Israel

En los salmos se contempla en primer plano la absoluta soberanía de Dios so-


bre todo lo creado (animado o inanimado) porque todo es obra de sus manos y
Él lo mantiene en la existencia y lo cuida (cf. Sal 24,1-2; 33,6-9; 65,7-8; 74,12-15).

Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos,


y por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
Reunió las aguas del mar como en un odre,
metió en depósitos las aguas del abismo.
Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante Él cuantos habitan el orbe,
porque Él habló, y existió,
Él lo ordenó, y se mantuvo (Sal 33,6-9).

Dios está por encima del universo visible y es trascendente a todo. La repre-
sentación de Dios habitando en los cielos (cf. Sal 2,4; 11,4; 14,2; 29,10; 33,13-
14; 102,20; 113,5-6), o expresiones como «Señor de los ejércitos» (cf.
Sal 103,21 y 148,2) o «Soberano de todos los dioses» (cf. Sal 95,3), formadas
sin duda a partir de concepciones religiosas más primitivas, sirven para poner
de relieve la trascendencia y señorío absolutos del Dios de Israel.
La soberanía de Dios abarca, por tanto:
• a los cielos con todos sus elementos: «Tuyos son los cielos, tuya es la tierra;
el orbe y cuanto lo llena, Tú los fundaste» (Sal 89,12);
• a todas las naciones y reinos de la tierra que subsisten porque Él quiere:
«¡Levántate, oh Dios! Juzga la tierra, porque Tú eres el Señor de todas las
naciones» (Sal 82,8);
• a todo hombre y todo ser vivo a los que Él cuida con su providencia (cf. 81
Sal 33,13-15 y 36,6-10) y a los que muestra su grandeza y su gloria median-
te
– el ritmo de los astros (cf. Sal 19,4-6 y 74,16)
– y la fecundidad de la tierra (cf. Sal 65,9-10 y 67,7).
La absoluta soberanía de Dios a la que se acaba de hacer referencia se ha
manifestado en la historia de Israel. Dios lo eligió como su pueblo, lo formó
y lo mantiene como tal a pesar de las vicisitudes por las que ha atravesa-
do y, sobre todo, a pesar de que el pueblo no ha sido fiel a la Alianza (cf.
Sal 33,12; 50,7).

El Señor mira desde los cielos,


ve a todos los hijos de Adán.
Desde el lugar de su morada observa
a todos los habitantes de la tierra.
Él modela el corazón de cada uno,
Él conoce a fondo todas sus acciones (Sal 33,13-15).

2.2. La actuación de Dios con Israel

En el actuar de Dios con su pueblo se refleja no sólo su poder, sino también


su misericordia, pues es un Dios que perdona una y otra vez (cf. Sal 65,3-
4 y 103,8-14).

El Señor es compasivo y misericordioso,


lento a la ira y rico en misericordia.
No dura siempre su querella,
ni guarda rencor perpetuamente.
No nos trata según nuestros pecados,
ni nos paga según nuestras culpas.
Pues cuanto se elevan los cielos sobre la tierra,
así prevalece su misericordia con los que le temen.
Cuanto dista el oriente del occidente,
así aleja de nosotros nuestras iniquidades.
Como se apiada un padre de sus hijos,
así el Señor tiene piedad de los que le temen.
Pues Él conoce de qué estamos hechos,
recuerda que somos polvo (Sal 103,8-14).
82 El poder y la bondad del Señor se manifiestan a todas las naciones mediante
la existencia misma de Israel como nación. El cuidado de Dios por su pueblo
se ha mostrado:
• guiándolo y protegiéndolo a lo largo de su historia: «Salva a tu pueblo,
bendice a tu heredad. Sé su pastor y su guía para siempre» (Sal 28,9);
• dándole su Ley y haciendo Alianza con él: «Mejor es para mí la Ley de tu
boca que montones de oro y plata» (Sal 119,72); «Los estableció para siem-
pre, por los siglos, les dio una ley que no traspasarán» (Sal 148,6)
• y, sobre todo, estableciendo a David, su siervo, como rey y haciéndole la
promesa de un linaje perpetuo: «Su linaje será perpetuo, y su trono como
el sol en mi presencia; como la luna, siempre permanecerá como fidedigno
testigo en el cielo» (Sal 89,37-38).
El rey puede llamar a Dios «Padre mío» (cf. Sal 2,7 y 89,27), y, a través del rey,
y de las victorias que Dios le otorga sobre los pueblos, éstos pueden conocer el
poder y la salvación que despliega el Dios de Israel (cf. Sal 2,10-12). También
mediante el rey, y la justicia y el derecho con los que gobierna, brilla la bondad
(justicia) del Señor.
La elección de la dinastía davídica por parte del Señor va acompañada de la
elección de Sión como ciudad del gran rey y como lugar en el que está el San-
tuario donde el Señor se ha hecho
Una cosa pido al Señor,
presente, pues Él, al mismo tiempo
ésta sólo busco: que habita en los cielos, ha queri-
habitar en la Casa del Señor do poner su morada en el Templo,
todos los días de mi vida, sobre los querubines del Arca (cf.
para gozar de las delicias del Señor Sal 46,5; 80,2 y 99,1).
y contemplar su Templo.
Él me ocultará en su tienda No importa que en los salmos se
en los días aciagos; encuentren ecos de la Jerusalén pre-
me esconderá en lo secreto de su morada, davídica y del culto que allí, o en
me subirá a lo alto de una roca. otras partes de Canaán, se ofreciera
Entonces será exaltada mi cabeza
al Dios de la naturaleza (cf. Sal 110).
sobre los enemigos que me cercan;
ofreceré en su morada sacrificios jubilosos,
Con la elección de la ciudad como
sede del rey y con la llegada del Arca
cantaré y entonaré salmos al Señor (Sal 27,4-6).
al Templo allí construido, Jerusalén
se ha convertido en Ciudad Santa. El
Templo es el lugar de refugio y de súplica, de acción de gracias y de alabanza,
para quien confía en el Señor y para todo el pueblo (incluso para todos los
pueblos de la tierra) (cf. Sal 5,8; 27,4 y 86,9).
2.3. La actuación de Dios con el justo y con el impío 83
El Dios soberano de Israel es el Dios personal. Él ha dado la vida a cada hombre
en el seno materno y puede arrebatarla cuando quiera. Él dispone su duración:

«Señor, hazme saber mi fin,


cuál sea la medida de mis días,
para saber qué fugaz soy yo.
Has dado a mi vida unos pocos palmos,
mi existencia es nada delante de Ti.
Un soplo es todo hombre en su vigor.
Como una sombra el hombre pasa,
en vano se afana,
amasa fortuna sin saber quién la cosechará. (Sal 39,5-7).

También es Dios quien da el éxito o el fracaso a las acciones humanas. Por eso
se apela a Él en la enfermedad y en las situaciones de angustia a causa de la
persecución de los enemigos. Él es «saddiq» (justo) con todos y a cada uno da
su merecido (cf. Sal 112,4 y 116,5). Así muestra su justicia: salvando al pobre y
al humilde y castigando al que confía en sí mismo y al soberbio.
De la forma de actuar de Dios con su pueblo a lo largo de la historia y con cada
hombre tal como éste lo percibe en su experiencia personal, se deduce que:
• Dios siempre es fiel a Sí mismo, a lo que Él es, soberano, providente y
justo: «A Ti, Señor, levanto mi alma. / Dios mío, en Ti confío. / No quede
yo avergonzado, / no se alegren mis enemigos a mi costa. / Nadie que
espera en Ti queda avergonzado; / queden avergonzados los traidores sin
motivo. / Muéstrame, Señor, tus caminos, / enséñame tus sendas. / Haz-
me caminar en tu fidelidad, instrúyeme, / pues Tú eres mi Dios salvador,
/ y en Ti espero todo el día. / Acuérdate, Señor, de tu misericordia / y de
tu amor, que son eternos» (Sal 25,1-6).
• Dios es compasivo y misericordioso y está lleno de una bondad que se
manifiesta en su constante disposición al perdón: «Pero Tú, Señor, / Dios
compasivo y misericordioso, / lento a la cólera, rico en misericordia y fi-
delidad, / mírame y ten piedad, / da fuerzas a tu siervo, / y salva al hijo
de tu esclava» (Sal 86,15-16).
• En todo su actuar Dios muestra fidelidad a su Palabra. Tal fidelidad divi-
na llena la tierra y no tiene fin: «La palabra del Señor es recta, / y hace con
fidelidad todas sus obras. / Él ama la justicia y el derecho: / la tierra está
llena de su misericordia.» (Sal 33,4-5).
84 La absoluta soberanía de Dios no queda mermada por el hecho de que las
naciones no la reconozcan de momento (cf. Sal 79,6), pues son invitadas a
hacerlo y llegará el día en que la reconocerán (cf. Sal 68,32; 67,2). Tampoco
queda oscurecida por el hecho de que la vida de todos los hombres, incluso de
los justos, acabe en la muerte, pues, aunque en los salmos no aparezca expre-
samente la esperanza en una recompensa divina más allá de este mundo (cf.
Sal 6,6 y 88,11), la muerte no es entendida como límite ni al poder de Dios ni
a su misericordia hacia el hombre. La muerte es el designio divino sobre todo
ser vivo, algo connatural al hombre cuando ha cumplido sus días. Por encima
del valor de la vida está la misericordia divina: «Tu misericordia vale más
que la vida» (Sal 63,4a). La Revelación contenida en otros libros de la Biblia, y
sobre todo en el Nuevo Testamento con la resurrección de Cristo, harán más
explícita esa esperanza y mostrarán su cumplimiento.

3. El hombre en el mundo y ante Dios

3.1. La condición humana

El hombre es definido en los salmos por su relación con Dios y su capacidad


de elección entre vivir en la presencia divina o al margen de Él. Ante todo el
hombre es criatura que, desde el vientre materno hasta la muerte, es sostenido
por Dios y está bajo su mirada.

Tú has formado mis entrañas,


me has plasmado en el vientre de mi madre.
Te doy gracias porque me has hecho como un prodigio:
tus obras son maravillosas,
bien lo sabe mi alma.
No se te ocultaban mis huesos
cuando en secreto iba yo siendo hecho,
cuando era formado en lo profundo de la tierra (Sal 139,13-16).

El hombre posee una dignidad superior a la de los demás seres de la tierra


(cf. Sal 8,6-7). Esa dignidad consiste en el dominio del mundo y en la capaci-
dad de admirar las obras del Creador y de alabarle. Pero al mismo tiempo el
hombre es pecador ante Dios, por lo que le llegan la enfermedad y las tribu-
laciones, de las que espera salir recurriendo al Señor y pidiendo su perdón y
su auxilio (cf. Sal 51). En los salmos, el hombre creyente, fiel a la Ley de Dios,
se sabe miembro del pueblo elegido y partícipe de su historia. Se apoya en
las intervenciones salvíficas de Dios en el pasado para fundamentar su cono- 85
cimiento de Dios y la forma de dirigirse a Él.

En Ti pusieron su esperanza nuestros padres; A Ti gritaron y fueron salvos,


esperaron y los liberaste. en Ti confiaron y no quedaron avergonzados (Sal 22,5-6).

Las experiencias personales de la salvación divina, que son testimoniadas


constantemente en los salmos, se unen al recuerdo de la forma de actuar de
Dios en el pasado, y se ven como parte de un único proyecto divino. El hom-
bre que ora en los salmos no se comprende sin tener en cuenta la tradición del
pueblo y su experiencia de Dios.

3.2. La unión con Dios

En los salmos quedan reflejadas las distintas situaciones de la vida humana:


• la enfermedad,
• el abatimiento,
• el acoso por parte de los enemigos y
• el rechazo de los amigos,
• la alegría y el agradecimiento tras la curación o tras la victoria,
• los momentos de paz interior, el gozo de las celebraciones festivas; etc.
Pero todas esas situaciones son trascendidas al convertirse en motivo de ora-
ción ante el Señor. Desde todas ellas se anhela la unión con Dios y el gozar de
su presencia, que muchas veces se refleja en el encuentro con Él en el Templo
(cf. Sal 24,6; 42,2).

Qué alegría cuando me dijeron: Pues allí está la sede de justicia,


«¡Vamos a la Casa del Señor! la sede de la casa de David.
Ya se han parado nuestros pies Pedid la paz para Jerusalén;
a tus puertas, Jerusalén». estén seguros los que te aman.
Jerusalén, bien cimentada, Haya paz dentro de tus muros,
ciudad sólida y unida. seguridad en tus casas.
Allí suben las tribus, Por mis hermanos y mis amigos
las tribus del Señor. diré: «¡Haya paz dentro de ti!».
Es un precepto de Israel, Por la Casa del Señor, nuestro Dios,
para alabar el Nombre del Señor. buscaré tu bien (Sal 122).
86 Para lograr la unión con Dios el hombre posee un medio que es al mismo
tiempo don de Dios: la Ley. El hombre es capaz de conocerla y de secundarla
en su vida y ello le convierte en sabio y temeroso del Señor (cf. Sal 1 y 19). El
cumplimiento de la Ley divina acarrea ya el éxito y la felicidad en esta vida. A
lo largo de los salmos se encuentran constantemente exhortaciones que supo-
nen la decisión libre del hombre de orientar su conducta según la ley de Dios y
señalan las consecuencias de hacerlo o no hacerlo. El hombre que se aleja de la
Ley divina y que no tiene en cuenta a Dios o piensa que Dios no ve lo que pasa
en este mundo ni actúa en él es calificado de «impío», «soberbio» o «necio».
Los «enemigos», tan mencionados en los salmos, lo son fundamentalmente
en cuanto que se olvidan de Dios y se ríen de sus leyes. Están implicados en
el mal y sirven a un poder adverso a Dios: «Belial» (cf. Sal 18,5). Su futuro es
claro: también Dios se olvidará de ellos y, en consecuencia, les sobrevendrán
todo tipo de desgracias. Las imprecaciones contra los enemigos recogidas en
los salmos a veces son muy duras y reflejan el celo por Dios y por su Ley, más
allá del conflicto real que describen. Representan la actitud del salmista ante
el mal.

3.3. Dimensión cristológica del Mesías y del Templo

Dos instituciones de Israel cobran especial relieve en los salmos: el rey, como
instrumento de la salvación otorgada por Dios, y el Templo, como lugar de
la presencia divina. Ambas anuncian a Cristo, aunque de forma distinta, y
culminan en Él.
En los «salmos del rey» queda abierta la promesa de Dios sobre su Ungido,
el descendiente de David. En el Nuevo Testamento se comprenderá que tales
promesas se han cumplido en Jesucristo y a él se aplicarán en sentido estricto
expresiones que en los salmos sólo tenían sentido metafórico. Por eso a esos
salmos se les ha llamado «salmos mesiánicos», aunque en realidad, todos
pueden referirse a Cristo de una forma u otra (cf. Lc 24,44).
Para los hombres del Antiguo Testamento el máximo encuentro con Dios se
producía en el Templo de Jerusalén y los salmos dejan constancia de la año-
ranza del lugar santo y del gozo de permanecer en él. En el Nuevo Testamento
se proclama que Dios se hace presente en la Humanidad de Cristo, nuevo
Templo (cf. Jn 2,17-22); en Él se ofrece a todos los hombres la posibilidad de
un encuentro filial con el Dios Creador y Redentor. El cristiano aspira no a
permanecer en el Templo, sino a vivir en Cristo.
La dimensión cristológica del Salterio arranca del uso que Jesús hace de los 87
Salmos y de cómo los comprendieron los hagiógrafos del Nuevo Testamento,
especialmente san Pablo y los evangelistas.

Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:

• Belial • «Nombre»
• compasivo y misericordioso • Templo
• «saddiq» • Teología bíblica
• «Señor de los ejércitos» • Ley y Alianza

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:

1. ¿Cuál es la finalidad de la Revelación de Dios ofrecida en la Biblia?


2. ¿Cuál es la finalidad de la teología bíblica?
3. ¿Cómo se llega a contemplar el ser de Dios en los salmos?
4. Di al menos dos denominaciones de Dios, además de «El Señor», que aparecen
en los salmos.
5. ¿Por qué Dios tiene, según los salmos, absoluta soberanía sobre todo lo que
existe?
6. ¿Cómo se manifiesta, además de por su providencia, el poder y la bondad de
Dios a todas las naciones según los salmos?
7. ¿En qué salmo se canta con más fuerza la dignidad que el hombre ha recibido
de Dios?
8. ¿En qué se apoya el orante de los salmos para dar testimonio de la bondad y
grandeza del Señor?
9. ¿Qué medio tiene el hombre, según los salmos, para alcanzar la unión con
Dios?
88
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación
con los contenidos de la lección:
Podríamos introducirnos en la comprensión de los salmos por diversos caminos. El
primero consistiría en presentar su estructura literaria, sus autores, su formación, los
contextos en que surgieron. También sería sugestiva una lectura que pusiera de relieve
su carácter poético, que en ocasiones alcanza niveles altísimos de intuición lírica y de
expresión simbólica. No menos interesante sería recorrer los salmos considerando los
diversos sentimientos del alma humana que manifiestan: alegría, gratitud, acción de
gracias, amor, ternura, entusiasmo, pero también intenso sufrimiento, recriminación,
solicitud de ayuda y de justicia, que a veces desembocan en rabia e imprecación. En los
salmos el ser humano se descubre plenamente a sí mismo.

Nuestra lectura buscará sobre todo destacar el significado religioso de los salmos,
mostrando cómo, aun habiendo sido escritos hace muchos siglos por creyentes judíos,
pueden ser usados en la oración de los discípulos de Cristo. Para ello nos serviremos
de los resultados de la exégesis, pero a la vez veremos lo que nos enseña la Tradición, y
sobre todo escucharemos lo que nos dicen los Padres de la Iglesia.
(San Juan Pablo II, Audiencia del miércoles
28 de marzo de 2001, n. 2)
89
TEMA EL CANTAR
6 DE LOS CANTARES
En este tema se estudia el libro del Cantar de los Cantares. Primero se ex-
plica el lugar que ocupa el libro en la Biblia y el título con el que se trans-
mite; después se analiza su estructura y contenido. Una vez situados en
el texto, se abordan cuestiones sobre la autoría, fecha de composición y
género literario. Por último se enuncian las principales interpretaciones
de esta singular obra. El estudio del Cantar nos ayudará a valorar la be-
lleza y dignidad del amor entre varón y mujer según el proyecto divino
y a aprender a ver en las expresiones con las que se describe ese amor
un camino apto para profundizar en la relación entre Cristo y la Iglesia y
entre Dios y el alma.

SUMARIO
1. PRIMERA APROXIMACIÓN AL LIBRO • Su lugar en la Biblia • Título • Aspecto
general • 2. ESTRUCTURA Y CONTENIDO • Estructura • Primer poema: la bús-
queda y el encuentro del amado (Ct 1,1-2,7) • Segundo poema: la celebración del
amor (Ct 2,8-3,5) • Tercer poema: día de bodas (Ct 3,6-5,1) • Cuarto poema: admi-
ración ante el amado (Ct 5,2-6,3) • Quinto poema: admiración ante la amada (Ct 6,4-
8,4) • 3. CUESTIONES ENTORNO AL CANTAR DE LOS CANTARES • El autor • El
género literario • Unidad de la obra • Fecha de composición • 4. ­LA INTERPRETA-
CIÓN DEL CANTAR: INTERPRETACIONES ALEGÓRICAS Y SENTIDO LITERAL.
90 1. Primera aproximación al libro

1.1. Su lugar en la Biblia

En la Biblia cristiana el libro del Cantar de los Cantares se encuentra normal-


mente situado entre Eclesiastés y Sabiduría (por estar los tres atribuidos a
Salomón). Así aparece en la mayoría de los antiguos manuscritos griegos. En
la Biblia hebrea forma parte del conjunto llamado «cinco rollos» o «megui-
llot» (Rut, Cantar, Eclesiastés, Lamentaciones y Ester) que se leían en fiestas
especiales. Cantar de los Cantares se leía y se lee la noche de Pascua.
Poseemos testimonios judíos del s. II d.C. en los que se ofrece una diversa va-
loración del Cantar de los Cantares. Así, hacia el año 130 d.C., Rabbí Aquiba
argüía con fuerza en defensa del carácter sagrado del Cantar diciendo: «To-
dos los siglos no son dignos del día en que el Cantar fue dado a Israel, todos
los libros son santos pero el Cantar de los Cantares es el santo de los santos»
(Misnah, Yedaim 3,5). Sin embargo, otros testimonios hablan de un cierto re-
celo: «Quien cante en los banquetes empleando palabras del Cantar de los
Cantares, no tendrá parte en la vida futura» (Toseftá, Sanedrín 12,10). Esto
hace suponer que pudo haber entre los rabinos cierta controversia sobre la
consideración del Cantar como libro sagrado. La Iglesia lo recibió como tal
desde el principio.

1.2. Título

El título de la obra es «Cantar de los cantares de Salomón». La perífrasis «can-


tar de los cantares» significa «canto» en grado superlativo. La obra viene atri-
buido a Salomón, autor de muchos cantos según 1Re 5,12: «Pronunció tres
mil proverbios, y sus canciones fueron cinco mil». Todo hace suponer que la
referencia a Salomón en el título es un añadido. Lo más probable es que la
obra está pensada para que el rey, no el poeta, se identifique con Salomón (cf.
Ct 1,5; 3,7.9.11 y 8,11). Tampoco el nombre de la mujer amada que aparece en
la obra (la «sulamita») es argumento para atribuir la obra a Salomón.

1.3. Aspecto general

El libro contiene un conjunto de poesías de amor, puestas alternativamente en


boca de dos amantes como en un diálogo, en el que, discretamente, se entre-
mezcla la voz del coro compuesto por las amigas de la amada. En las poesías
aparece reflejado de forma eminente el amor recíproco de dos jóvenes. La si-
tuación parece la de unos prometidos, aunque en otras ocasiones, más bien 91
parecen desposados. En ambos casos los dos se buscan apasionadamente uno
al otro, se encuentran, y de nuevo se hallan alejados. Al final del libro da la
impresión de asistir a un encuentro definitivo.

2. Estructura y contenido

2.1. Estructura

La división del libro y su estructura ha sido objeto de propuestas muy diver-


sas, dependiendo en cierto modo de cómo se interprete. Hay quienes ven en
el texto del Cantar:

• 5 grandes poemas (Ct 1,5-2,7; 2,8-3,5; 3,6-5,1; 5,2-6,3 y 6,4-8,4), precedidos


de un prólogo y seguidos de una conclusión y apéndice,

• otros estudiosos distinguen 8 cantos (Ct 1,1-2,7; 2,8-3,5; 3,6-5,1; 5,2-6,3; 6,4-
6,12; 7,1-14; 8,1-7 y 8,7-14), otros 13, y los hay que ven hasta 53 cantos me-
nores.

Estas diferencias entre los autores en cuanto al número de cantos da idea de la


dificultad de determinar la extensión de cada uno de ellos.

De acuerdo con los temas que desarrolla, y por la repetición de versos a modo
de estribillos, la estructura hipotética más probable es la que distingue 5 gran-
des poemas, cada uno incluyendo varios cantos menores.
A un conocedor de la historia bíblica no le resulta difícil descubrir en los diversos
cambios de la acción unas imágenes de la relación amorosa entre Dios y su pueblo
en la época que sigue al destierro de Babilonia. Israel es la amada que ha buscado
a su Dios aunque no siempre ha sido completamente solícita con Él; pero ahora la
amada, Israel, ha pasado por la prueba del destierro que la ha purificado, y, reno-
vada, anhela ardientemente el momento de paz en el que pueda celebrar la unión
inquebrantable con su amor (Dios-amado). Esta es la interpretación que hacían
desde el principio los rabinos.

2.2. Primer poema: La búsqueda y el encuentro del amado (Ct 1,1-2,7)

Como introducción y clave de lectura del libro se señala ante todo que es la
amada la que se asombra ante las singulares cualidades del amado. Es ella
quien tiene la iniciativa y sale en busca la unión amorosa con él (Ct 1,1-4). Am-
92 bos se encuentran y se cantan recíprocamente (Ct 1,5-2,7). Este primer poema
puede dividirse en tres partes.
• La amada sale en busca del amado (Ct 1,5-8),
• sigue con el encuentro de los amantes y el canto en el que cada uno exalta
la singularidad del otro (Ct 1,9-2,3)
• y concluye con la quietud de la unión amorosa (Ct 2,4-7) expresada en el
ruego de no despertar al amor (Ct 2,7).

¡Que me bese con los besos de su boca! Llévame contigo. ¡Corramos!


Más deliciosos que el vino son tus amores; Condúzcame el rey a sus alcobas.
de aroma exquisito, tus perfumes. Alegrémonos y deleitémonos contigo,
Perfume fragante es tu nombre, celebremos tus amores más que el vino.
por eso se enamoran de ti las doncellas. ¡Con razón se enamoran de ti! (Ct 1,2-4)

2.3. Segundo poema: La celebración del amor (Ct 2,8-3,5)

El segundo poema supone la aceptación del amor, con la que concluía el pri-
mer poema, que ahora se desarrolla en la primavera (Ct 2,8-17) y por la noche
(Ct 3,1-5). La acción recomienza: el poema anterior concluía con el sueño y éste
se abre con el despertar.
Al llegar la primavera (Ct 2,8-17) se describe la llegada del amado y su llama-
da a la amada, coincidiendo con el despertar de la naturaleza en primavera. El
canto celebra, en campo abierto, un renacimiento de la naturaleza y del amor.
Como la fecundidad de la primavera triunfa sobre la esterilidad del invierno,
así triunfa el amor.
• Comienza el canto con la voz de la amada que está a la espera del amado,
• le reconoce en la lejanía por la voz y, en la cercanía, por el rostro (Ct 2,8).
• En correspondencia, el amado cantará después el rostro y la voz de la ama-
da (Ct 2,14).
• El cuerpo del poema es la invitación del amado a gozar del amor en comu-
nión con la naturaleza (Ct 2,10-14). De ahí también la petición conjunta que
viene a continuación: hay que hacer desaparecer todo cuanto estorbe esa
celebración triunfal.
• Las palabras finales de la amada en las que reclama para sí de manera
exclusiva al amado, al tiempo que le ofrece la libertad (Ct 2,16-17), serán
después estribillo (Ct 6,3 y 7,11) y final (Ct 8,14) del Cantar.
(El amado)
93
¡Levántate, ven, amada mía, y el arrullo de la tórtola
hermosa mía, vente! se escucha en nuestros campos.
Que ya pasó el invierno, La higuera comienza a madurar sus frutos,
las lluvias ya cesaron, se fueron. las viñas en flor ya exhalan su fragancia.
Aparecieron los brotes en el campo, ¡Levántate, ven, amada mía,
ha llegado el tiempo de la poda, hermosa mía, vente! (Ct 10b-13)

La siguiente escena se desarrolla en la noche (Ct 3,1-5). La noche se caracteriza


por la ausencia del amado y la búsqueda angustiosa de la amada hasta que lo
encuentra (Ct 3,1-4). Este canto, en contraste con el anterior, ofrece el segundo
momento del amor. Durante la noche, en la ciudad, ante la ausencia del amado,
la amada lo busca hasta encontrarlo. Quien habla es la amada que, desde el pre-
sente de la unión amorosa (Ct 3,5), recuerda el pasado: su búsqueda infructuosa
(Ct 3,1-2) y, finalmente, tras un nuevo intento, encuentra al amado (Ct 3,3-4).
El canto alude a las pruebas por las que pasa la amada y cómo las vence con su
perseverancia. No es difícil aplicar este texto a Israel a lo largo de la historia.

(La amada) Apenas los pasé, cuando encontré


Lo busqué, pero no lo encontré. al que ama mi alma.
Me encontraron los guardias Lo abracé y no lo soltaré
que rondan por la ciudad: hasta hacerlo entrar en casa de mi madre,
«¿Habéis visto al que ama mi alma?». en la alcoba de la que me concibió (Ct 3d-4).

2.4. Tercer poema: Día de bodas (Ct 3,6-5,1)

Si se lee el Cantar como una unidad literaria, este tercer poema está en el cen-
tro y presenta ciertas particularidades. Esta sección describe el día de bodas
del rey Salomón (Ct 3,11). Faltan los estribillos que se repiten en los otros
poemas del Cantar y, frente al diálogo y la exaltación que dominaban los an-
teriores, el tono de este poema es más descriptivo.
Comienza con la presentación de los novios (Ct 3,6-4,15) y acaba con la unión
conyugal y la invitación a los amigos del esposo para que celebren el aconte-
cimiento con un banquete (Ct 4,16-5,1).
• Presentación de los novios (Ct 3,6-4,15)
– Comienza hablando el poeta a partir del aspecto visual, como si descubrie-
ra en la lejanía del horizonte «algo» que se acerca, y, al poco, se ve que es
la litera de Salomón con su escolta (Ct 3,6-7).
94 – Entonces, como si estuviesen ya cerca, se describen, con asombro, la litera
y la figura real de Salomón (Ct 3,8-11). El canto no especifica quién sube
desde el desierto.
– A continuación es el amado quien describe la belleza de la amada. Tal des-
cripción consta de dos partes que pueden denotar distinta procedencia.
– En la primera (Ct 4,1-7) la amada
(El amado)
es denominada «amiga» y reco-
¡Ven del Líbano, esposa mía,
ge un retrato poético del cuerpo
ven del Líbano, vente!
de la mujer; canta la belleza físi- Aléjate de la cumbre del Amaná,
ca de la «amiga» y concluye con de la cumbre del Senir y del Hermón,
una expresión significativa: no de las guaridas de leones,
hay «tacha» alguna en ella. de los montes de leopardos.

– En la segunda (Ct 4,8-15), a la Me robaste el corazón,


amada se la llama «esposa» y ex- hermana mía, esposa,
presa más bien los sentimientos me robaste el corazón,
que ésta despierta en el amado. con uno solo de tus ojos,
Éste expresa el deseo de que la con una sola sarta de tus collares.
¡Qué lindos son tus amores,
«esposa» se haga cercana y pre-
hermana mía, esposa!
sente, y confiesa estar cautivado
¡Cuánto más deliciosos que el vino,
por ella designándola con dos tus amores!
bellas metáforas: «huerto cerra- ¡Cuánto más la fragancia de tus ungüentos
do» (v. 12), «fuente de los huer- que todos los aromas!
tos» (v. 15). El poema es así una Panal que destila son tus labios, esposa,
descripción adecuada de la sin- miel y leche hay en tu lengua;
gularidad del otro en el amor la fragancia de tus vestidos
esponsal. es como el aroma del Líbano.

• Consumación de las bodas (Ct 4,16- Huerto cerrado eres,


5,1). En la parte final del poema se hermana mía, esposa,
huerto cerrado, fuente sellada.
retoma la imagen del huerto para
Tus retoños son un paraíso de granados
expresar la unión nupcial. La espo-
con deliciosos frutos,
sa como «huerto cerrado» se ofrece alheñas y nardos.
al esposo (Ct 4,16) y éste acepta el Nardo y azafrán, canela y cinamomo,
don entrando y disfrutando de sus con todo árbol de incienso, mirra y áloe,
delicias (Ct 5,1). Los versos se cie- con los mejores aromas.
rran con la invitación a la alegría ¡Oh fuente de los huertos,
que deben compartir los amigos del manantial de aguas vivas,
arroyos que bajan del Líbano! (Ct 4,8-15)
esposo por esta unión.
2.5. Cuarto poema: Admiración ante el amado (Ct 5,2-6,3) 95
El poema reproduce motivos ya aparecidos antes: la búsqueda en la noche
(Ct 5,5-8; cf. Ct 3,1-4), el retrato poético de la persona amada (Ct 5,10-16; cf.
Ct 4,1-5) y la mutua pertenencia de los amantes (Ct 6,3; cf. Ct 2,16). Sin embar-
go, a pesar de la reiteración, describe adecuadamente qué es el amor: tiene la
capacidad de decir las mismas cosas sin que signifiquen una repetición.
• La tardanza de la amada (Ct 5,2-8). En el desarrollo del libro, el primer
canto de este poema es un tanto desconcertante, ya que el poema anterior
concluía en la unión del día de bodas y éste se inicia con un desencuentro
(Ct 5,2-6). Ello ha hecho que algunos lo interpreten como si fuese un sueño
de la amada; pero tal interpretación no se impone. Más bien parece que
se trata del comenzar de un nuevo poema y que, como al comienzo del
segundo poema, el alejamiento del esposo es un recurso para presentar
luego la búsqueda con crecida intensidad. Los versos de este canto repro-
ducen dos situaciones:
– la vela durante la noche, con la llamada, el diálogo y los gestos de los
amantes (Ct 5,2-6)
– y la búsqueda del amado por parte de la amada (Ct 5,7-8) cuando descubre
que éste ha desaparecido (Ct 5,6). La amada está en vela y recibe la lla-
mada del amado. Contesta de una manera sorprendente, con una excusa
(Ct 5,3), que, sin embargo, desmiente con sus acciones, ya que se levanta
para abrirle (Ct 5,6). Pero ya es tarde: el amado ha desaparecido. Si real-
mente hay que interpretar Ct 5,3 como consecuencia de la pereza por parte
de la amada, éste sería el único caso de falta de pasión en todo el libro. Pero
atendiendo a la estructura formal del canto, se ve que la amada contesta
con sus palabras las palabras del amado, y con sus gestos a los gestos de él
(Ct 5,2-6). Como los amantes no pueden vivir separados, la amada inicia
enseguida la búsqueda. En contraste con la búsqueda anterior (cf. Ct 3,2-
3), esta vez no encuentra al amado sino a través de penalidades (Ct 5,7).
• La descripción del amado (Ct 5,9-16). Una pregunta de las hijas de Jeru-
salén: «(Coro) ¿Qué es tu amado más que otros, / oh, la más hermosa de las
mujeres? / ¿Qué tiene tu amado más que otros, / para que así nos conju-
res?» (Ct 5,9), le sirve a la amada para describir las excelencias del amado
(Ct 5,10-16). Hay dos descripciones de carácter general: único «entre mi-
llares» (Ct 5,10); todo él «delicias» (Ct 5,16) que sirven de marco al retrato
físico que se hace del amado describiendo las diversas partes del cuerpo.
96 Las imágenes escogidas por el poeta y puestas en boca de la amada remi-
ten a dos lugares distintos:
– Unas, como el oro, las piedras preciosas y el marfil, el mármol y los cedros,
denotan majestuosidad y evocan los elementos del Templo de Jerusalén.
– Otras, como las palomas, plantas aromáticas, azucenas y mirra, se aplican
también a la amada a lo largo del Cantar. Por eso la lectura sugiere la trans-
formación del amante en el amado.
• El recuerdo de la posesión mutua (Ct 6,1-3). Una nueva pregunta (Ct 6,1)
provoca la conclusión del poema: la pertenencia mutua de los amantes no
podrá ser nunca desmentida (Ct 6,2-3). El poema no concluye con la unión
física sino con la declaración de la amada que afirma la posesión total.
En el conjunto del libro, el poema recorre las vicisitudes del amor: presencia
y ausencia de los amantes, pérdidas y reencuentros, errores y pruebas que lo
acrecientan.
La tradición ascética leyó este poema como ilustración de los estados del alma
en el amor a Dios, en donde conviven luz y oscuridad, devoción y sequedad,
consuelo y desolación.

(La amada)
Yo abrí a mi amado, pero mi amado Me golpearon, me hirieron,
ya no estaba, me despojaron del chal
se había marchado. los guardias de las murallas.
Se me escapó el alma por este motivo.
Lo busqué y no lo encontré; Os conjuro, hijas de Jerusalén:
lo llamé y no me respondió. si encontráis a mi amado,
Me encontraron los guardias ¿qué le habéis de anunciar?
que rondan por la ciudad. Que estoy enferma de amor (Ct 5,6-8).

2.6. Quinto poema: Admiración ante la amada (Ct 6,4-8,4)

El poema parece un nuevo conjunto heterogéneo de fragmentos de proceden-


cia diversa. Algunos nombres propios, como Aminadib (Ct 6,12) o Sulamita
(Ct 7,1), que no han aparecido en todo el Cantar, resultan enigmáticos. Por otro
lado hay dos retratos de la amada (Ct 6,4-10 y 7,2-10) de tono bastante distinto.
En el conjunto del libro el poema tiene, sin embargo, una cierta unidad y en
él se recopilan temas y motivos que han aparecido en los poemas anteriores.
• La singularidad de la amada (Ct 6,4-10). En el poema anterior la amada
cantaba la singularidad del amado y ahora es éste quien toma la palabra
para singularizar a la amada. El canto reproduce un retrato poético de la 97
amada (Ct 6,5-7; cf. Ct 4,1-3), que se abre y se cierra con la misma imagen:
«Terrible como escuadrones en orden de combate» (Ct 6,4.10). Como en
otras ocasiones, las metáforas del Cantar pueden desconcertar al lector,
pero todavía hoy acudimos a este lenguaje bélico cuando decimos que una
persona nos cautiva o nos conquista. El retrato de la amada es paralelo al
que ésta hacía del amado en el poema anterior (Ct 5,10-16), aunque con un
orden inverso.
Algunas cualidades de la belleza del amado, cantadas en el poema anterior, te-
nían su correspondencia en la ornamentación del Templo de Jerusalén, e invita-
ban con ello a la lectura alegórica. Algo semejante sucede ahora: la belleza de la
amada se compara a Tirsá, la primera capital del Reino del Norte y a Jerusalén,
capital del Reino del Sur. La amada resume en sí misma la belleza de la tierra
prometida. Es más, en esta perspectiva, la amada, ya purificada (Ct 6,10) resume
en sí misma la belleza del cosmos.

Eres hermosa, amada mía, como Tirsá, Aunque sean sesenta las reinas,
bella como Jerusalén, ochenta las concubinas,
terrible como escuadrones y un sinnúmero las doncellas,
en orden de combate. ella sola es mi paloma, mi preciosa;
Aparta de mí tus ojos, ella la única de su madre,
que me conturban. la preferida de quien le dio a luz.
Tus cabellos son como rebaño de cabras Las muchachas, al verla, la aclaman dichosa,
que bajan de Galaad. la alaban las reinas y las concubinas:
Tus dientes, como rebaño de ovejas «¿Quién es ésa que se asoma como el alba,
que suben del baño, hermosa como la luna,
todas con crías mellizas, brillante como el sol,
ninguna de ellas estéril. terrible como escuadrones
Tus mejillas, medias granadas rojas en orden de combate?» (Ct 6,4-10).
a través de tu velo.

• Admiración y deseo hacia la amada (Ct 6,11-7,11). Este es uno de los can-
tos más complejos del Cantar. Con todo, pueden distinguirse cuatro mo-
mentos:
– el recuerdo de la posesión de la amada (Ct 6,11-12);
– un nuevo retrato poético de ella (Ct 7,1-6),
– el avivarse el deseo de gozar del amor de un modo nuevo (Ct 7,7-10) y
– el asentimiento a ese deseo por parte de la amada (Ct 7,10-11).
• Asentimiento pleno de la amada (Ct 7,12-8,4). Al final del poema la ama-
da se siente querida y toma otra vez la iniciativa y expone al amado los
98 planes que ha preparado para consumar el amor. De nuevo tiene lugar en
primavera, el tiempo de la celebración del amor (Ct 7,10-14; cf. Ct 2,10-14).
La referencia a ser «su hermano» expresa el deseo de que el amor entre
ambos se manifieste abiertamente, con naturalidad, de modo espontáneo
y en libertad, sin trabas ni posibles confusiones (cf. Pr 7,10-23).
El poema concluye con un epílogo (Ct 8,5-7) que representa la consumación
del amor y es como la culminación de todo el libro.

3. Cuestiones entorno
al Cantar de los Cantares

3.1. El autor

El autor es desconocido y la obra no presenta referencias históricas que permi-


tan datarla con precisión. El lenguaje, en general, no refleja el ambiente de la
corte y pudo ser escrito en el norte del país donde el influjo extranjero, sobre
todo persa, era más fuerte. El autor fue un sabio y poeta de Israel que mues-
tra una gran altura lírica y una excepcional sensibilidad hacia las bellezas del
mundo natural. También poseía una profunda percepción del misterio del
amor humano. No ha faltado la opinión de que el libro podría haber sido
escrito por una mujer, dada la fuerza con que expresa los sentimientos feme-
ninos; pero, en realidad, expresa con fuerza tanto los sentimientos de la mujer
como los del varón.

3.2. El género literario

Por el juego de ritmos y por el mismo título del libro, resulta lógico incluirlo
en el género lírico. Un poema lírico no necesita desarrollo de la acción y, ade-
más, el Cantar tiene momentos de gran intensidad poética. El libro no consta
de un solo poema, sino de un conjunto de cantos de amor de diversa proce-
dencia reunidos por un recopilador. Son abundantes las imágenes pastoriles,
el ambiente festivo de una boda (la de Salomón u otro rey o cantos de boda
de ambiente rural). Cada canto sería completo en sí mismo y en él se daría la
búsqueda ansiosa del amado y la amada, y el encuentro. Sin embargo, el texto
no presenta esos cantos por separado (como los Salmos), sino que aquí encon-
tramos un único poema en el que se van enhebrando diversos estribillos (cf.
Ct 2,16; 6,3 y 7,11 y Ct 2,7; 3,5 y 8,4).
3.3. Unidad de la obra 99
Por todo lo dicho, parece que la hipótesis más probable es que el Cantar in-
cluye cantos de boda ya existentes en la tradición de Israel y que, recogidos
por un autor con ligeros cambios, los ha dotado de un cierto argumento y de
una consistencia propia, aunque no han quedado borrados del todo algunos
rasgos de la diversidad originaria. Esta hipótesis es bastante congruente. En
efecto, algunas partes del libro son muy semejantes a otros cantos de amor
orientales de los siglos XIII ó XIV a. C.
Lo más lógico y acorde con el texto es ver en el Cantar la obra de un poeta
que presenta el amor de dos jóvenes que culmina en su matrimonio. El libro
consta de escenas ficticias, lo mismo que los personajes, sin orden cronológico
ni realidad objetiva. Son como círculos concéntricos en torno al tema de fondo:
la ansiedad de la búsqueda y la alegría del encuentro.
Junto a lo que es común con los cantos de amor de la época está también lo
que es peculiar en el libro bíblico y que también deja notar la mano unificado-
ra de un autor. La protagonista del Cantar es la amada que busca al amado y
que pasa por diversas pruebas para llegar a la comunión con él. El amado se
caracteriza por su fidelidad y porque, al final del poema, es conquistado por
la amada. Las imágenes y las comparaciones de los amantes evocan muchos
lugares de la geografía de Palestina y muchas metáforas (rey, pastor, esposo,
esposa, viña, rocío) que la literatura profética aplicaba a Dios y a Israel en su
relación de alianza. Esta presencia continua de imágenes bíblicas hace que los
lectores de la obra se hayan preguntado desde la antigüedad si no se está ante
una alegoría que expresa en forma poética la alianza esponsal entre Dios y su
pueblo, anunciada por los profetas (cf. Os 2,16-25; Is 62,4-5; Jr 31,1-34).
«El Cantar es un enigma», decía san Agustín (Sermón 46,35). La lectura cui-
dadosa del texto obliga a coincidir en esa apreciación. Únicamente dos cosas
parecen claras:
• que habla del amor entre el hombre y la mujer y
• que usa constantemente una terminología que es empleada también por
los profetas en las alusiones a la alianza esponsal entre Dios e Israel.

3.4. Fecha de composición

En el libro aparecen expresiones griegas y persas que suponen una época de


composición tardía. En concreto, se encuentra una palabra persa en Ct 4,13
100 («pardés», que significa «jardín»). Asimismo, se encuentra una palabra griega
en Ct 3,9 («’apirion», que significa «palanquín»).
Algunos de los poemas, como los que se refieren a la boda de Salomón (cf.
Ct 3,11), son probablemente muy antiguos. Otros, como el título (Ct 1,1) o
los apéndices (Ct 8,8-14), parecen añadidos posteriores. Para fijar el momento
de la composición es lógico mirar al texto del Cantar y a la historia de Israel
y descubrir el contexto histórico en el que pudo componerse como un canto
único. Si atendemos al elogio del amor esponsal que se hace en el escrito, en-
contramos un contexto semejante al del tercer oráculo del profeta Malaquías
(cf. Ml 2,10-16) cuando condena los matrimonios mixtos y el divorcio. Estas
ideas son las mismas que aparecen en el Cantar, pero en sentido positivo. El
Cantar es un poema de esperanza: la comunión entre los esposos es un signo
de la comunión de alianza entre Dios y su pueblo.
El gozo que respira todo el Cantar, la exultación y la alegría del novio y la
novia son signos de la restauración de Israel que quiere ser fiel a su Dios y de
Dios que se apasiona con su pueblo. Por eso se puede pensar que el Cantar
de los Cantares recibió su unidad en los siglos V-IV a. C., como aliento a los
hombres piadosos en la época de la restauración (durante el dominio persa
de oriente medio).

4. La interpretación del Cantar:


interpretaciones alegóricas y sentido literal
La primera impresión que se tiene al leer este libro es que no se trata de una
obra religiosa, ya que sólo una vez, al final, aparece el nombre de Dios (cf.
Ct 8,6). Sin embargo, se trata de un libro incluido en la Biblia y tenido como
libro sagrado e inspirado por Dios desde los testimonios más antiguos que se
conocen sobre él. Es más, ningún libro de la Biblia ha sido interpretado con la
fuerza religiosa y la altura mística como lo ha sido el Cantar de los Cantares. De
ahí que respecto al Cantar se plantee la cuestión de si el libro en su composición
originaria era un canto de amor humano sin más, o una alegoría del amor
entre Dios y su pueblo. En el primer caso, el libro debería leerse en su sentido
literal e histórico como referido al amor entre los esposos y, a partir de ahí,
podría ser interpretado en sentido alegórico como expresión del amor entre
• Dios e Israel o
• entre Cristo y la Iglesia o
• entre Dios y el alma.
En el segundo caso, el sentido literal histórico sería ya de carácter espiritual y 101
sería ajeno a la intención del hagiógrafo entender sus palabras como referidas
directamente al amor entre el hombre y la mujer.
Como canto al amor esponsal, este libro viene a ser un comentario a los pa-
sajes del Génesis en los que se narra la creación del hombre, varón y mujer, y
la atracción mutua puesta por Dios en cada uno de ellos antes de haber sido
trastocada por el pecado (cf. Gen 1,26-29 y 2,18-25). El amor así comprendido,
puede ser, y es, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, apto para
comprender y expresar el amor de Dios.
En sentido alegórico, el amor esponsal expresado en el Cantar puede aplicarse
también a las relaciones de Dios con su pueblo, tal como se ha hecho en la
tradición judía y cristiana. La tradición judía lo lee precisamente en la fiesta
de la Pascua, para significar el amor entre Dios y su pueblo. En el Nuevo Tes-
tamento no se cita explícitamente el Cantar. Sin embargo, sí hay más de una
alusión al lenguaje del Cantar en esos libros. La parábola de los invitados a las
bodas (cf. Mt 22,1-14, y par) y la de las vírgenes necias y prudentes (cf. Mt 25,1-
13), reflejan un ambiente de expectación mesiánica bajo la imagen de la boda.
Jesús mismo (cf. Mt 9,15, y par; cf. Jn 3,28-29) se compara con el esposo cuya
presencia entre los hombres supone la celebración gozosa del banquete me-
siánico (cf. Ct 5,1). Esta imagen, en la que la esposa es el Pueblo (sea Israel o la
Iglesia) y el esposo Dios (o Cristo), se percibe en más de un lugar del libro del
Apocalipsis, donde Cristo, como el esposo, llama a la puerta (cf. Ap 3,20; cf.
Ct 5,2) y donde la Iglesia se presenta como la esposa engalanada:

«Alegrémonos; saltemos de júbilo; démosle gloria, deslumbrante y puro: el lino son las buenas obras
pues llegaron las bodas del Cordero y se ha engala- de los santos» (Ap 19,7-8; cf. Ap 21,2).
nado su esposa; le han regalado un vestido de lino

La tradición judía más antigua que se conoce a propósito del Cantar de los
Cantares ya lo interpretaba en sentido alegórico y quizás esa interpretación
contribuyó a que el libro pasase a formar parte de la Biblia. Con ese mismo
sentido fue acogido el libro en la Iglesia como parte de las Escrituras y se desa-
rrolló en general la interpretación cristiana refiriéndolo al amor entre Cristo y la
Iglesia (aunque hubo algunas excepciones, como Teodoro de Mopsuestia, que
aceptaba como canónico el Cantar, pero no aceptaba la interpretación alegórica).
Gran parte de la interpretación reciente del Cantar entiende que su sentido
literal histórico, el pretendido por el hagiógrafo, se ha de buscar en el ámbito
102 del amor humano. Los cantos serían expresión modélica de ese amor, puesta
en boca de Salomón. También desde esa interpretación tiene perfecto sentido
que el Cantar llegase a ser reconocido como libro santo. Vendría a ser una ex-
posición inspirada de la bondad y grandeza del amor matrimonial, inscrito
por el mismo Dios en el corazón del hombre y de la mujer al principio, en la
creación (cf. Gen 1-2).
El libro canta el amor según el proyecto de Dios, purificado de la sensuali-
dad y pecaminosidad con que quedó viciado por el pecado. A pesar de que
el lenguaje resulte a veces un tanto crudo para nuestra mentalidad, muestra
cómo la vida humana en todos sus aspectos (incluido el amor entre varón y
mujer) entra en el proyecto de Dios. El carácter de exclusividad y totalidad
que presenta presupone el matrimonio monogámico e indisoluble, aunque
no aborde esos aspectos de forma directa. El libro se fija en el fundamento: la
naturaleza misma del amor esponsal en el corazón del hombre y la mujer, tal
como fue proyectado por Dios.
En la misma línea de interpretación que los rabinos estuvieron casi todos los
Padres de la Iglesia (con la diferencia de que lo aplicaron al amor entre Cristo
y la Iglesia).
El comentario cristiano más antiguo que conocemos es el de san Hipólito.
Con los ojos puestos en Ef 5,21-33, este Padre interpreta muchas partes del
Cantar como un desposorio entre Cristo-esposo y la Iglesia-esposa. El des-
posorio se realiza en la Cruz, desde la que Cristo derrama sus perfumes (la
vida) sobre la humanidad. Esta tipología de Cristo y la Iglesia pervive en toda
la Tradición y es fácil encontrarla en Orígenes, san Ambrosio, san Agustín u
otros. Este hecho tiene testimonios en la tradición textual ya que algunos có-
dices griegos añadieron acotaciones al Cantar para señalar cuándo hablaba el
amado o la amada. Estas acotaciones, en la Vetus Latina, ya se traducían como
Cristo y la Iglesia.
En el comentario que Orígenes hace del Cantar recoge la tipología de la
Iglesia, pero la completa: la amada es también el alma cristiana que, encen-
dida de amor, busca la unión con Dios en la Iglesia. La línea antropológica
abierta por Orígenes tiene pronto su culmen en las homilías que escribió
san Gregorio de Nisa. Para el niseno, la esposa es tanto la naturaleza huma-
na como el alma cristiana que se sienten llamadas por el esposo, el Verbo,
a embellecerse y a perfumarse con las virtudes. Así, debe ser para acceder
a la unión con el amado que se da en los sacramentos (especialmente en la
Eucaristía).
Por último, san Ambrosio introduce la tipología de la Virgen María como la 103
representada por la esposa y, por tanto, modelo también para las vírgenes cris-
tianas que se desposan con Dios. También la tradición ha aplicado el Cantar
de los Cantares a la Santísima Virgen María en los escritos que tratan acerca
de su Asunción.

Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• lírico • metáfora
• Sulamita • restauración
• Aminadab • exclusividad
• alegoría • singularidad
• esponsal

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿Por qué se considera que el Cantar de los Cantares, a pesar de ser atribuido a
Salomón, fue compuesto en la época persa o griega?
2. ¿Por qué, según la tradición judía, el libro del Cantar de los cantares es un libro
sagrado?
3. ¿A quién representan en la lectura alegórica más antigua el amado y la ama-
da?
4. ¿Qué indicios presenta el texto del Cantar que llevan a una lectura alegórica?
5. ¿Qué escritor eclesiástico de la antigüedad interpretó el Cantar como cantos
de amor entre el rey Salomón y una joven?
6. ¿Es rechazada por la iglesia la interpretación literal, es decir como cantos de
amor humano, del Cantar de los Cantares?
7. ¿De quién parte la iniciativa de ir al encuentro del otro entre los dos amantes
del Cantar?
8. ¿En qué poema se habla de las bodas del rey Salomón?
9. ¿A qué se compara la fuerza del amor en el epílogo del Cantar de los Cantares?
10. ¿A qué se ha aplicado la imagen de la amada en la tradición cristiana?
104
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación
con los contenidos de la lección:
Imitad, hijas mías, a ésta a quien se acomoda aquello que se dijo de la Iglesia ¡Qué
bellos son tus pies en tus sandalias, hija de Aminadab!; a causa de la Iglesia camina
ella llena de hermosura por la predicación del Evangelio. También camina hermosa el
alma que usa del cuerpo como de un calzado, de modo que pueda dirigir sus pasos
adonde quiera sin impedimento alguno. Con este calzado caminó bellamente María
que sin obra de varón engendró, permaneciendo virgen, al autor de la humana salud
(…). Bellos, pues son los pasos de María o de la Iglesia, porque bellos son los pies de los
que evangelizan.
(San Ambrosio, De la formación de la virgen,
87-88; PL 16,326)
105
TEMA INTRODUCCIÓN A LOS
7 LIBROS SAPIENCIALES:
SABIOS Y LITERATURA
SAPIENCIAL
En este tema se muestra en qué consiste la «sabiduría» tal como es pre-
sentada en la Biblia. Se trata de tener una visión de conjunto de la litera-
tura sapiencial canónica, encuadrándola en la corriente de pensamiento
sapiencial del antiguo Medio Oriente, y de ver hasta qué punto la Biblia
asume la sabiduría de los pueblos vecinos de Israel, y qué presenta de
propio y específico.
Al mismo tiempo se intenta percibir el desarrollo de la tradición y litera-
tura sapiencial dentro de Israel desde las etapas más antiguas en la épo-
ca de la monarquía hasta la contemplación de la Sabiduría personificada
posterior al destierro.

SUMARIO
1. LA SABIDURÍA EN EL ORIENTE ANTIGUO • Los libros sapienciales de la Bi-
blia • Escritos sapienciales en Egipto, Mesopotamia y Canaán • 2. LA SABIDURÍA
EN ISRAEL: ELEMENTOS COMUNES CON LA SABIDURÍA EXTRABÍBLICA Y PRO-
PIEDADES ESPECÍFICAS • 3. DESARROLLO DE LA SABIDURÍA: VISIÓN DE CON-
JUNTO DE LOS LIBROS SAPIENCIALES • Etapas en el recorrido de la sabiduría en el
AT • Revelación de Dios a través de la reflexión sapiencial y los libros que la contiene.
106 1. La sabiduría en el Oriente antiguo

1.1. Los libros sapienciales de la Biblia

La Biblia contiene cinco libros dedicados directamente a transmitir al lector


lecciones sobre la forma en que se ha de comprender la vida y sobre la manera
en que hay que comportarse para tener éxito y alcanzar la felicidad. El hom-
bre que conoce y enseña tales cosas, y que las practica, es el hombre sabio.
Por eso estos libros reciben el nombre de «sapienciales». Son: Job, Proverbios,
Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría. Su nota más característica desde el pun-
to de vista literario es la abundancia de proverbios, reflexiones sobre la vida,
sobre la sabiduría misma y sobre la historia.
La literatura sapiencial inspirada por Dios que encontramos en la Biblia ha de
comprenderse en el contexto más amplio de la tradición y escritos de sabidu-
ría del Medio Oriente, pues tal fue el entorno histórico y cultural en el que se
escribieron los libros bíblicos.
La «sabiduría», como conocimiento de la vida y destreza en el modo de vi-
vir, y como género literario propio, tiene una antiquísima tradición en todo el
Oriente Medio. Tal «sabiduría» había llegado a constituir como un patrimonio
común en toda aquella área geográfica y cultural.
• Por las obras que nos han llegado se ve que muchas de esas expresiones
de la sabiduría tuvieron su origen en las cortes de los reyes. Allí existían
personas dedicadas a aconsejar a los monarcas y a la formación de los
príncipes y futuros funcionarios de la corte. Sus dichos tenían fuerza con-
vincente por sí mismos, por su evidencia. En ese contexto se implantaron
las primeras escuelas.
• Pero otras veces los proverbios reflejan ser fruto de la reflexión de hom-
bres inteligentes e ingeniosos que dieron cauce a la sabiduría popular, o
que expresaron su descontento ante la marcha de las cosas en la sociedad
en que vivían.
• Y no menos importante para la transmisión de la sabiduría era la familia
y la educación de los hijos.
Escritos sapienciales con un aire parecido al de los de la Biblia, aunque mucho
más antiguos, se han encontrado sobre todo en Egipto y Mesopotamia. Más
recientemente han aparecido también en Canaán (desde donde probablemen-
te llegó el influjo más directo a los sabios israelitas). Estos no tuvieron incon-
veniente en insertar elementos de aquella «sabiduría internacional» en sus
propias enseñanzas, pero al mismo tiempo supieron integrarlos en la fe en el 107
Dios que se había revelado a Israel.
«Lo que llama la atención en la lectura, hecha sin prejuicios, de estas páginas de
la Escritura, es el hecho de que en estos textos se contenga no solamente la fe de
Israel, sino también la riqueza de civilizaciones y culturas ya desaparecidas. Casi
por un designio particular, Egipto y Mesopotamia hacen oír de nuevo su voz y
algunos rasgos comunes de las culturas del antiguo Oriente reviven en estas pá-
ginas ricas de intuiciones muy profundas» (San Juan Pablo II, Fides et ratio, n. 16).

1.2. Escritos sapienciales en Egipto, Mesopotamia y Canaán

Egipto y Sumeria fueron la cuna de la civilización en el III milenio a. C. Allí


se inició el arte de la escritura. De las obras de sabiduría que nos han llegado
del país del Nilo unas tienen el carácter de instrucciones y otras se presentan
en forma de disputas o diálogos. Las primeras constituyen una especie de
manuales para la educación, generalmente de príncipes, y recogen consejos
de cómo comportarse en las diversas circunstancias; las segundas son más
bien voces de protesta ante la situación social, o de reflexión, generalmente
pesimista, ante la realidad humana.
• Entre las instrucciones, las más antiguas son:
– La instrucción de Ptah-hotep (ca 2450 a. C.): Ptah-hotep fue visir en la
quinta dinastía y expone cómo se ha de comportar quien ejerza un cargo
público: debe saber hablar con elocuencia, tener etiqueta en la mesa y ser
precavido ante las mujeres.
– La instrucción de Kaguemni y la de Hardjedef (2000-1700 a. C.): se repiten
prácticamente los temas de la instrucción anterior.
– Nos han llegado dos instrucciones atribuidas a dos faraones:
– la de Merikare (2150-2080 a. C.): dedica la obra a su hijo, recomendán-
dole, además de la elocuencia, un gobierno justo y ofrecer sacrificios a
los dioses para que le sean favorables
– la de Amenemhet (ca 1960 a. C.): invita sobre todo a la prudencia y a la
desconfianza.
– Las instrucciones posteriores se caracterizan por presentar una moral más
elevada y una religiosidad más personal. De entre ellas, sobresalen:
– la del escriba Ani (ca 1200 a. C.): Ani, al parecer un oficial de la corte,
dirige su obra a su hijo, quizá antes de que contraiga matrimonio, reco-
108 mendándole ser discreto, piadoso y prevenido ante la mujer alejada de
su marido.
– la de Amenemope (ca 500 a. C.): parece compuesta para la educación
de los oficiales de la corte. Su autor es un escriba sacerdote del Templo
de Min in Ipu. Tiene un tono ético y moral más elevado que la de Ani
y recomienda serenidad ante el destino. Parte de esta obra se parece
estrechamente a Pr 22,17-24,22.
– De época posterior (ca 400 a. C.) es la instrucción de Ank-Sesonqui:
presenta una colección de más de 500 proverbios y parece dirigida a
todo el pueblo, no sólo a una élite cortesana. Por la forma es parecida al
libro de los Proverbios.
• Las obras egipcias en forma de discusiones o diálogos que conservamos son:
– Dialogo de un hombre con su alma (de finales del III milenio a. C.). En
ella un poeta de nombre desconocido se plantea el tema de la trascenden-
cia. El autor, abrumado por los infortunios de esta vida, quiere suicidarse,
pues prefiere la vida del más allá. El alma trata de disuadirle y se entabla
un diálogo en el que el hombre aduce la amargura de esta vida en la que
no hay ningún justo y la tierra está en manos de los que obran la iniqui-
dad, y en la que todo es como una enfermedad que acaba con la muerte.
El alma replica que el más allá no es más que una vana esperanza y que la
solución está en ahogar las penas en el placer. Por fin el alma se convence
de lo contrario y quien tiene la razón es el hombre, pues prevalece la visión
de la felicidad futura en el más allá.
– Protestas del campesino elocuente (ca 2000 a. C.). Un campesino pronun-
cia nueve discursos ante los administradores de justicia para recuperar
unos bienes robados. Es bastante pesimista ante la justicia social y se dis-
tingue por su oratoria. Al final obtiene justicia.
– Otra obra, al parecer muy popular, es El canto del arpista. En ella se hace
una invitación a disfrutar la vida presente, pues el destino final es incierto
y nadie ha vuelto del más allá.
La literatura sapiencial de Mesopotamia no es tan abundante como la egipcia
en instrucciones, pero plantea con más profundidad que aquella el problema
de la teodicea, en concreto, de cómo Dios permite que sufra el hombre justo.
Algunos ejemplos son:
• La Instrucción de Suruppak (III milenio a. C.) presentan una colección de
proverbios similar a las instrucciones egipcias.
• De gran altura ética es La historia y sabiduría de Ajicar (ca 500 a. C.). 109
Ajicar es un hombre de estado que intenta educar a su heredero a pesar de
que éste se vuelve contra él. Posee parecidos con la segunda colección de
«proverbios de Salomón» del libro de los Proverbios.
• Entre las interrogaciones ante el sufrimiento es famoso el Poema del justo
que sufre (1500-1200 a. C.). Narra al comienzo las desgracias de un hom-
bre rico y piadoso que pierde su fortuna, cae enfermo, y es abandonado
incluso de sus familiares y amigos. Finalmente es agraciado de nuevo con
la salud y la fortuna. La conclusión es que nadie puede comprender los
planes de los dioses, pues son un misterio para el hombre. Se ha llamado a
esta obra el Job babilónico por las semejanzas que tiene con el libro de Job.
• Recuerda también al libro de Job (por los diálogos de éste con sus amigos)
otra obra conocida como Diálogo de un sufriente con su amigo o Teodicea
babilónica (ca 1000 a. C.). Centra la atención en las injusticias que sufre el
hombre débil, aunque sea piadoso y fiel, porque los dioses le abandonan.
El amigo que responde a las quejas del sufriente va aduciendo argumentos
como el del pecado oculto, pero al final responsabiliza a los dioses de lo que
sucede. En cambio el hombre que sufre termina encomendándose piadosa-
mente a ellos y pidiendo la ayuda de su amigo y el favor del rey.
En las tablillas encontradas en Ras Shamra (Ugarit) hay varios textos escritos
en acadio y en babilónico que muestran la difusión de la sabiduría mesopo-
támica en Canaán. Un ejemplos son las Enseñanzas de Shube´awilum que
contienen los consejos de un padre a su hijo, algunos muy similares a los del
Libro de los Proverbios. Hoy parece que esas tradiciones de ambiente cananeo
fueron las que más de cerca influyeron en la literatura sapiencial de la Biblia.
Todas estas obras contienen reflexiones en forma de proverbios. Un prover-
bio es un dicho breve y fijo, a modo de un refrán, sobre lo que sucede en la
naturaleza o en la conducta humana, que encierra una enseñanza de carácter
universal. Con frecuencia se utiliza el verso y el paralelismo.
Las enseñanzas contenidas en los libros de sabiduría son fruto de la experien-
cia. No sólo de la experiencia individual, sino de la experiencia acumulada
por las generaciones anteriores; de ahí el gran respeto hacia la autoridad de
los antiguos, y el carácter tradicional que reflejan esos proverbios. Estas ense-
ñanzas siempre tienen una dimensión práctica. Busca determinar las causas
y los efectos de las acciones humanas en el orden natural, de descubrir y cla-
sificar las reglas que rigen la vida social y de esclarecer los sentimientos del
corazón humano.
110 Al abordar estos temas se pone de relieve que lo que sucede no es fruto de la
casualidad, sino que responde a un orden determinado que puede ser descu-
bierto por la inteligencia humana. Este orden abarca tanto la naturaleza como
la vida social, es un orden universal y cósmico. Una conducta acorde con ese
orden es la propia del sabio y tendrá éxito, mientras que la que no se ajusta a
él es la propia del necio y desembocará en el fracaso. Las virtudes o actitudes
que se acomodan a ese orden son prácticamente las mismas en Egipto, Meso-
potamia o Israel: el trabajo, la magnanimidad, la discreción y la prudencia.
En toda la sabiduría del Medio Oriente ese orden universal está relacionado
con la divinidad y concretamente con la acción creadora de los dioses. Entre
los egipcios se trata de la «Maat» (un término que vendría a significar «or-
den», «justicia» y «verdad»). En los textos más antiguos se une al dios Atum y
posteriormente al dios solar Re. La «Maat» es como el principio que mantiene
todo en su orden (la naturaleza, la política, las acciones humanas e incluso a
los dioses).
En Mesopotamia ese orden está relacionado con la «Me» (estrechamente uni-
da al dios «An», el dios creador y en los textos de Ugarit al dios «El»). En todos
estos casos no se trata tanto de algo inmutable que el hombre deba conocer y
someterse a él de manera mecánica, sino de algo que debe ser vivido y que con
su actuar el hombre lo va estableciendo y desarrollando en el mundo.
Pero la sabiduría descubre también que tal orden, tal como se comprende en
las formas tradicionales, no siempre está presente en los efectos que siguen al
comportamiento humano. Hay justos que sufren y parecen abandonados de
sus dioses. Surge así la llamada «sabiduría pesimista» teñida de escepticismo,
e incluso de cinismo, ante ese orden cósmico y universal que debería estar
reflejado en la vida personal y social.

2. La sabiduría en Israel: elementos comunes


con la sabiduría extrabíblica y propiedades específicas

Los libros sapienciales de la Biblia presentan numerosas coincidencias con las


obras de sabiduría de los pueblos vecinos de Israel. Estas coincidencias se
dan tanto a nivel literario como a nivel de planteamientos. Incluso el tenor de
muchos proverbios bíblicos es similar al de los que se encuentran en aquellas
obras, aunque no siempre los parecidos se han de atribuir a un influjo recípro-
co, pues a veces puede tratarse de imágenes similares surgidas independien-
temente.
Aunque a todas estas obras de sabiduría del vecino Oriente no era ajeno el 111
elemento moral y religioso, en este punto no son comparables con la sabiduría
bíblica. En la Biblia se trata de una enseñanza que invita a la reflexión bajo la
luz de la experiencia y de la Ley del Señor. Ya desde sus primeras manifes-
taciones, la sabiduría en Israel adquirió un matiz propio: ir unida a la fe en el
Dios que se había revelado a los padres, al Dios del Sinaí, el «Señor». El Dios
del sabio israelita es el Dios del pueblo y el Dios personal que se ha revelado
desde el principio clemente y misericordioso. A ese Dios, al Señor, es al que
hay que temer para que a uno le vaya bien.
Los libros sapienciales de la Biblia fueron redactados después de la vuelta
del destierro, y alguno, como el libro de la Sabiduría, muy cerca ya de la era
cristiana (hacia el año 50 a. C.). A pesar de estar redactados en época tardía, en
estos libros bíblicos han quedado recogidas piezas muy antiguas de sabiduría.
Algunas secciones son de tiempos de la monarquía, atribuidas a Salomón o a
Ezequías, o a algún famoso sabio de la antigüedad, incluso no judío. De ahí
que los autores de estos libros (los redactores finales) no tengan inconveniente
en ponerlos a veces bajo la firma del mismo rey Salomón. Así sucede con Pr,
Qo, Sb. Esta forma de proceder, llamada «pseudoepigrafía», era una manera
de mostrar la relación con la tradición anterior del pueblo y dar autoridad al
libro en cuestión.
Merece la pena destacar ya un punto culminante del Antiguo Testamento que
se alcanza al describir la relación entre Dios y la «sabiduría» en tres textos de
belleza singular: Pr 8,22-31, Sb 7,22-30 y Si 24. Por otra parte, la sabiduría bí-
blica tiene desde sus manifestaciones más antiguas una connotación universal
que no se da en otras literaturas. No va dirigida a funcionarios de la corte,
sino directamente al hombre. El espacio que ocupan los libros sapienciales en
la Biblia muestra cuánto se apreciaba esta forma de enseñanza en el judaísmo
postexílico. Su función parece clara: complementar la Ley y los Profetas.

3. Desarrollo de la sabiduría:
visión de conjunto de los libros sapienciales

3.1. Etapas en el recorrido de la sabiduría en el Antiguo Testamento

Al estudiar los libros sapienciales se debe tener en cuenta el desarrollo de la


sabiduría en Israel, que es al mismo tiempo manifestación del carácter progre-
sivo de la Revelación divina que encontramos a lo largo de la Sagrada Escritu-
ra. En ese desarrollo podemos distinguir los siguientes pasos:
112 • Expresiones en la época de la monarquía. Se encuentran en algunas sec-
ciones del libro de los Proverbios (Pr 10,1-31,9). Estas secciones se parecen
en gran medida a la sabiduría común al mundo cultural del medio Oriente
del III y II milenio a. C. Son máximas breves sobre el comportamiento hu-
mano a la luz de la experiencia y de la observación del orden existente en
la naturaleza. Asientan el principio de que a quien obra bien le irá bien y
proyectan el éxito y la felicidad a este mundo. Pero al ser asimilada por Is-
rael esta enseñanza, aquella sabiduría queda integrada en la fe en su Dios,
y adquiere ya unos rasgos propios. Para la fe de Israel el establecimiento
del bien y del mal pertenece a Dios y aunque el hombre es tentado para
que se adueñe de él, sólo llega a conocer su propia limitación.
• La redacción del libro de los Proverbios después de la vuelta del destie-
rro. En él quedan recogidas las antiguas colecciones de proverbios breves
y son encuadradas en una visión nueva acerca de la sabiduría. En esa vi-
sión incide la reforma religiosa que había llevado a cabo el rey Josías en
el año 622 a. C., con el descubrimiento del libro de la ley del Señor (cf.
2 R 22,3-10). También dejan ver su influjo las enseñanzas acerca de la retri-
bución personal y de la existencia de un Único creador de cielos y tierra
desarrolladas por los grandes profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel. Esta
etapa queda reflejada en Pr 1,1-9,18; 31,10-31. Desde el punto de vista for-
mal, en vez de proverbios breves, aparecen poemas más o menos amplios
que desarrollan temas relacionados con la sabiduría. Ahora la sabiduría
que puede alcanzar el hombre es identificada con el temor del Señor, está
interiorizada en el hombre y va acompañada del cumplimiento de unos
mandamientos divinos, como sucede en el libro del Deuteronomio. Ade-
más, la sabiduría misma es presentada como una persona que llama a to-
dos los hombres (cf. Pr 8,1-5), asiste a los reyes para obrar con justicia (cf.
Pr 8,12-21) y su origen es anterior a la creación pues todas las cosas fueron
creadas estando ella presente (Pr 8,22-31). La sabiduría personificada se
parece a la palabra de Dios que anuncian los profetas, pero no llama direc-
tamente a la conversión en una situación concreta sino a dejarse instruir
por ella y a seguir sus caminos.
• Crisis de la sabiduría tradicional (Job y Eclesiastés). La experiencia del
justo que sufre y la reflexión sobre la vanidad de todas las cosas que aca-
ban con la muerte aboca a una «crisis de la sabiduría». Los presupues-
tos de la «sabiduría tradicional» respecto a la retribución del justo quedan
puestos en tela de juicio en el libro de Job y la adquisición de aquella sa-
biduría por parte del hombre queda relativizada en el libro de Qohélet
(Eclesiastés), al considerar que tanto el sabio como el necio acaban en la 113
muerte. Los autores de estas dos obras (de época persa o griega) se hacen
eco de temas planteados en la sabiduría de otros pueblos. Pero ambos au-
tores plantean las cuestiones desde la fe en el Señor. Job se encara con Dios
y, finalmente, guarda silencio ante él (cf. Job 42,1-6). Qohélet reconoce que
todo es don que proviene de Dios (Qo 2,24-26). La crisis de la sabiduría
tradicional en estas obras contribuirá a una profundización mayor en la
misma sabiduría y en el tema de la retribución, aunque en ambas no se
vislumbra aún una retribución ultramundana.
• Reafirmación de la sabiduría en obras cercanas ya al Nuevo Testamento
(Eclesiástico y Sabiduría). El libro del Eclesiástico (Sirácida) presenta un
compendio de la sabiduría tradicional de Israel frente a los reclamos de la
cultura y filosofía griega que se difundía por Palestina. El autor pertenece
al ambiente escolar e identifica la adquisición de sabiduría con el conoci-
miento y cumplimiento de los preceptos de la Ley de Moisés. Una Ley
que, después de las reformas de Esdras a mediados del s. V a. C., ya se ha-
bía recopilado en el Pentateuco. En este libro, la retribución llega a la hora
de la muerte, pero consiste en el reconocimiento, buen recuerdo y ejemplo
que el hombre deja entre sus descendientes. En diálogo con la cultura grie-
ga se escribe en Alejandría hacia el año 50 a. C. el libro de la Sabiduría, el
último del Antiguo Testamento. Al tiempo que muestra la superioridad de
la sabiduría de Israel sobre la de los gentiles idólatras, recoge conceptos
de la filosofía griega, como el de la inmortalidad del alma, que le permite
dar un nuevo giro al problema de la retribución con el premio o castigo del
hombre tras la muerte. Otros escritos judíos anteriores habían llegado a
una solución afirmando la resurrección de los muertos (Dn 12,1-3; 2 M 7).
Tanto en Eclesiástico como en Sabiduría sigue desarrollándose la figura de
la Sabiduría personificada.

3.2. Revelación de Dios a través de la reflexión sapiencial y de los libros que


la contienen

En el conjunto de la revelación bíblica la aportación más destacada de los li-


bros sapienciales es sin duda mostrar el vínculo profundo que existe entre el
conocimiento de fe y el de razón. Por un lado, la expresión sapiencial hunde
sus raíces en la observación y en la experiencia. El sabio descubre que el mun-
do y la vida responden a un orden y a unas leyes que él puede descubrir y
secundar. Pero descubre también que esa ley y orden le trascienden y que tie-
114 nen su fundamento último en Dios. Por eso el temor del Señor es el principio
y fundamento de toda sabiduría (cf. Pr 1,7).
En lo libros sapienciales, los sabios ofrecen una auténtica «teología de la crea-
ción» y, como derivada de ésta, una elevada moral. La diferencia de los libros
sapienciales respecto a los de la Ley (el Pentateuco) y los de los Profetas, no
está tanto en el contenido, cuanto en la forma de presentarlo. La Ley regula
la conducta del hombre con mandatos que provienen de Señor y los profetas
lo hacen denunciando con fuerza, mediante oráculos, las faltas del pueblo en
oposición al amor de Dios.

Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• «Maat» y «Re» • sabiduría personificada
• proverbio • fe y razón
• retribución • Ugarit
• sabiduría tradicional • Amenemope
• ultramundano • pseudoepigrafía

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:

1. ¿En qué consiste fundamentalmente la «sabiduría» en todo el antiguo Oriente


próximo?
2. ¿Cómo llega a Israel la sabiduría de Egipto y de Babilonia?
3. ¿Cuál es el principio y fundamento de la sabiduría humana según la Biblia?
4. ¿Qué actitud adoptan los sabios israelitas frente a la sabiduría de otros pue-
blos? ¿La rechazan o la asumen?
5. ¿Qué libro contiene la sabiduría inicial de Israel y qué libro su culminación en
el Antiguo Testamento?
6. ¿En qué libros aparece la Sabiduría personificada?
115
Ejercicio 3. Comentario de texto
Compara estos dos textos:
El Señor me tuvo al principio de sus caminos, En el principio existía el Verbo,
antes de que hiciera cosa alguna, desde antaño. y el Verbo estaba junto a Dios,
Desde la eternidad fui formada, y el Verbo era Dios.
desde el comienzo, antes que la tierra. Él estaba en el principio junto a Dios.
Cuando no existían los océanos fui dada a luz, Todo se hizo por él,
cuando no había fuentes repletas de agua. y sin él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.
Antes que se asentaran los montes, En él estaba la vida,
antes que las colinas fui dada a luz. y la vida era la luz de los hombres.
Aún no había hecho la tierra ni los campos, Y la luz brilla en las tinieblas,
ni el polvo primero del mundo. y las tinieblas no la recibieron.
Cuando asentaba los cielos, allí estaba yo, El Verbo era la luz verdadera,
cuando fijaba un límite a la superficie del océano, que ilumina a todo hombre,
cuando sujetaba las nubes en lo alto, que viene a este mundo.
cuando consolidaba las fuentes del océano, En el mundo estaba,
cuando ponía su límite al mar y el mundo se hizo por él,
para que las aguas no lo traspasaran, y el mundo no le conoció.
cuando fijaba los cimientos de la tierra, Vino a los suyos,
yo estaba como artífice junto a Él, y los suyos no le recibieron.
lo deleitaba día a día, Pero a cuantos le recibieron
jugando ante Él en todo momento (Pr 8,22-30) les dio la potestad de ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre,
que no han nacido de la sangre,
ni de la voluntad de la carne,
ni del querer del hombre,
sino de Dios.
14Y el Verbo se hizo carne,
y habitó entre nosotros,
y hemos visto su gloria,
gloria como de Unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad (Jn 1,1-5.9-14).
116
TEMA EL LIBRO
8 DE LOS PROVERBIOS
Esta lección explica en qué consiste la «sabiduría» tal como es presenta-
da en la Biblia en el Libro de los Proverbios de Salomón. Se trata de tener
una visión de conjunto de la literatura sapiencial canónica, encuadrán-
dola en la corriente de pensamiento sapiencial del antiguo Medio Orien-
te, y de ver hasta qué punto la Biblia asume la sabiduría de los pueblos
vecinos de Israel, y qué presenta de propio y específico. En este libro se
encuentra la literatura sapiencial dentro de Israel en las etapas más an-
tiguas. El objetivo último es recorrer el camino que marca la Biblia para
adquirir sabiduría.

SUMARIO
1. PRIMERA APROXIMACIÓN AL LIBRO DE LOS PROVERBIOS • 2. ESTRUCTURA
Y CONTENIDO • El prólogo • Las colecciones de proverbios de Salomón • Las co-
lecciones de proverbios de los sabios • El epílogo • 3. CUESTIONES EN TORNO A
PROVERBIOS • El género «proverbio» • Composición del libro y contexto históri-
co • 4. EL LIBRO DE LOS PROVERBIOS EN EL CONJUNTO DE LA SAGRADA ESCRI-
TURA • Su singularidad • Su aportación propia • Significación del libro a la luz del
Nuevo Testamento.
1. Primera aproximación al libro de los Proverbios 117
El libro lleva en hebreo el título «Proverbios de Salomón hijo de David, rey
de Israel». En una primera lectura se advierte que contiene diversas coleccio-
nes de dichos atribuidas a diversos autores. Estas máximas o refranes llenas
de sentido común eran denominadas «meshalim» (plural de «mashal»). La
versión griega de los LXX dispone en un orden ligeramente distinto esas co-
lecciones de proverbios. Esta divergencia entre el texto hebreo y LXX muestra
que una serie de colecciones independientes fueron unidas y organizadas de
dos maneras distintas.

2. Estructura y contenido

2.1. El prólogo (Pr 1,1-9,18)


Vete donde la hormiga, perezoso,
observa su conducta y hazte sabio:
El prólogo se caracteriza por
ella no tiene jefe, guardián, ni quien le mande;
contener poemas sapienciales prepara en verano su sustento,
amplios en los que un padre almacena su comida en tiempo de siega.
(maestro) amonesta a su hijo ¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado?
o en los que habla la sabiduría ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Un poco de dormir, un poco de sopor,
personificada recomendándose otro poco de cruzar los brazos para reposar,
a sí misma, o siendo confrontada y llegará, como un vagabundo, tu propia miseria,
con la estupidez. A veces apare- y, como un hombre armado, tu indigencia (Pr 6,6-11).
cen algunas interrupciones como
el poema de la pereza (Pr 6,6-11), Seis cosas hay que detesta el Señor,
y siete son las que abomina su alma:
el de la malevolencia (Pr 6,13- ojos altaneros, lengua mentirosa,
15) y el de las cosas odiadas por manos que derraman sangre inocente,
Dios (Pr 6,16-19). Con todo ello, corazón que maquina planes maliciosos,
el prólogo parece responder a un pies presurosos para correr al mal,
testigo falso que profiere mentiras,
fin educativo: la preparación de
y sembrador de discordias entre hermanos (Pr 6,16-19).
jóvenes cara a los problemas y
riesgos del mundo de los adul-
tos, de forma que puedan llegar
a ser miembros sabios y responsables de ese mundo. Ese modelo está conden-
sado en la idea que aparece al principio y al final del prólogo:
«El temor del Señor es el principio del saber, los necios desprecian sabiduría e
instrucción» (Pr 1,7) y «Principio de la sabiduría es el temor del Señor, y el cono-
cimiento del Santísimo es discernimiento» (Pr 9,10).
118 El temor de Dios no es solamente el punto de partida para adquirir la sabidu-
ría, sino su mismo contenido, su sustancia. El temor del Señor consiste en la
inteligencia y comprensión de la relación entre Dios y el hombre. En contraste,
el necio, en cuanto opuesto al sabio, es el que rechazando la sabiduría rechaza
a su creador, rechaza a Dios.
En su desarrollo, el prólogo incluye 10 lecciones del maestro a su discípulo,
al que suele dirigirse llamándolo «hijo mío». Entre éstas lecciones se insertan
algunos discursos sobre la Sabiduría. Al final del prólogo, la Sabiduría y la
necedad invitan al banquete que han preparado y cada uno debe discernir a
dónde ha de dirigirse.
Las diez lecciones del maestro:
• La primera lección (Pr 1,8-19) alude a la «sabiduría tradicional». Se trata
de una recomendación práctica necesaria para que la instrucción pueda
ser bien acogida: conviene evitar la compañía de personas que puedan
torcer el camino.

• En la segunda lección (Pr 2,1-22) el maestro identifica la adquisición de


sabiduría con la escucha y obediencia de sus palabras. Los frutos de la
sabiduría son:

– El temor del Señor (equivalente al conocimiento o ciencia de Dios): es una


relación viva de fidelidad a Dios.

– La armonía en la propia vida: La sabiduría informa el corazón y toda la


personalidad que encuentra gozo en el buen camino.

– La sabiduría libra al hombre del mal camino. La doctrina de los dos cami-
nos se hará muy popular en el judaísmo posterior y en el cristianismo.

– También libra de la mujer ajena. No queda especificado claramente si se


trata de una mujer judía que ha abandonado a su marido o si se trata de
mujeres cananeas residentes en la tierra tras la conquista. En cualquier
caso se trata de un uso desordenado de la sexualidad, fuera del matrimo-
nio, y que lleva a la ruina.

– Finalmente está la posesión de la tierra prometida. Esta perspectiva acer-


ca el libro de Proverbios a la teología deuteronomista.

• En la tercera lección (Pr 3,1-12) se expone que la adquisición de la sabi-


duría implica bondad personal y confianza en el Señor. Sólo es digno de
recibir la sabiduría quien es fiel.
• En la cuarta lección (Pr 3,21-35) el maestro enseña al discípulo algunas 119
normas concretas para comportarse como corresponde a quien desea ser
sabio.
• En la quinta lección (Pr 4,1-9) se vuelve a resaltar el carácter tradicional de
la sabiduría y exhorta a adquirirla.
• En la sexta lección (Pr 4,10-27) aparece la metáfora del camino para aludir
al comportamiento práctico, frecuente en la tradición hebrea.
• En la séptima lección (Pr 5,1-23) el maestro exhorta encarecidamente a
la fidelidad matrimonial, que es imagen de la fidelidad a las enseñanzas
recibidas de los mayores.
• La octava lección (Pr 6,1-19) presenta consejos en orden a la responsabili-
dad en el cumplimiento de las propias obligaciones.
• Las lecciones novena (Pr 6,20-35) y décima (Pr 7,1-27) vuelven a recoger
la imagen de la mujer extraña: señalan el cuidado que es necesario tener
ante su seducción que se disfraza incluso de apariencia de religiosidad.

No vayas por la senda de los malvados, pierden el sueño si no ponen tropiezos,


ni sigas el camino de los perversos. pues el pan del que se alimentan es la maldad,
Evítalo, no pases por él, y el vino que beben, la violencia.
desvíate de él, y pasa de largo. Pero la senda de los justos
Pues no pueden conciliar el sueño es como la luz de la aurora,
si no hacen el mal, cuyo resplandor avanza hasta el pleno día (Pr 4,14-18).

Los discursos de la sabiduría:


• Pr 1,20-33 es una llamada de la Sabiduría a la conversión. En este discurso
la Sabiduría aparece descrita con rasgos propios de una persona viva que
dirige su mensaje a todos los hombres. La Sabiduría habla en público y
pronuncia un discurso al estilo de los profetas, pero ahora la Sabiduría
habla en nombre propio, de forma semejante a como lo hace Dios. Sus
consejos ofrecen serenidad y confianza a quienes los acogen.
• Pr 3,13-20 ofrece una reflexión sobre la bienaventuranza del sabio. Comien-
za con el término hebreo «’asheré» (feliz, bienaventurado, bendito), fre-
cuente en el libro de los Proverbios y en los Salmos (cf. Pr 8,34; 16,20; 20,7
y Sal 1,1). Como forma literaria implica una invitación e incluye una ad-
monición. En el v.18 se utiliza una metáfora que remite a Gen 3: «ella es un
120 árbol de vida». De esa manera se da paso a hablar de la creación. La Sabi-
duría, o conocimiento que Dios tiene de las cosas, empieza a personificarse
y su expresión culminará en Pr 8,22ss.
• Pr 8,1-36 es la cima del prólogo del libro. Como en Pr 1,20-33, la sabiduría
pronuncia sus palabras al aire libre. Primero reclama vivamente la aten-
ción de todos. Después, expone su relación con los hombres: ella hace que
las relaciones humanas sean justas y de su acción depende el buen orden
de la sociedad:
– La sabiduría guía a reyes y magistrados para que actúen con justicia cuan-
do la buscan con sinceridad (Pr 8,15-21).
– A continuación habla de su origen anterior a todas las cosas (Pr 8,22-26)
– y de su papel activo en la creación del mundo (Pr 8,27-30)
– y en la salvación de los hombres (Pr 8,31.35-36).

Bienaventurado el hombre que encuentra Caminos deleitables son sus caminos,


la sabiduría, y pacíficos todos sus senderos.
y el hombre que alcanza la prudencia, Es árbol de vida para quienes la abrazan,
pues adquirirla vale más que negociar con plata, ¡feliz quien la retiene!
y sus ganancias son mejores que las del oro fino. El Señor fundó la tierra con sabiduría,
Es más preciosa que las perlas, afirmó los cielos con prudencia.
ni lo más atractivo se le iguala. Con su saber se escindieron los océanos,
Larga vida en su derecha, y las nubes destilan el rocío (Pr 3,13-20).
riquezas y gloria en su izquierda.

2.2. Las colecciones de «proverbios de Salomón»

Las «colecciones salomónicas» (Pr 10,1-22,16 y Pr 25,1-29,27) contienen los


proverbios más antiguos. La primera colección recoge 375 proverbios breves,
cada uno formando un versículo. La segunda contiene 128, normalmente tam-
bién de un versículo, pero algunos de dos o más. En la primera predominan
los proverbios construidos en paralelismo antitético; en la segunda las compa-
raciones, sólo Pr 28-29 ofrece paralelismo antitético.
• La primera colección (Pr 10,1-22,16) parece provenir de los últimos años
del reino de Judá tras la muerte del rey Josías (609 a. C.). Ante las amena-
zas inminentes de las tropas babilónicas, los sabios habrían reunido estos
proverbios para que no se perdieran y para enseñar al pueblo una conduc-
ta recta y solidaria confiando en el Señor. En el fondo es una llamada a la
conversión como hacían los profetas. Esta primera colección consta a su 121
vez de dos partes:
– una primera en la que se incluyen enseñanzas concretas acerca de aspectos
humanos de la vida ordinaria (Pr 10,1-15,33)
– y una segunda en la que se
trata más directamente de las El Señor abomina la balanza fraudulenta,
relaciones con Dios (Pr 16,1- y le complace la pesa exacta.
22,16).
Entra la soberbia y viene la infamia,
• La segunda colección (Pr 25,1- pero a los humildes, la sabiduría.
29,27) viene atribuida a la re-
copilación llevada a cabo por La integridad guía a los rectos,
los hombres de Ezequías (ca pero la perversidad arruinará a los traidores.
700 a. C.). En realidad no es
De nada servirá la riqueza el día de la ira,
posible datar la formación pero la justicia librará de la muerte.
de esta colección, aunque al-
gunos términos en arameo La justicia de los íntegros hace recto su camino,
apuntan al período postexíli- pero el malvado caerá por su maldad.
co. Como en la anterior colec-
La justicia librará a los rectos,
ción de Salomón, también se pero los traidores quedarán atrapados en su codicia.
pueden distinguir en ésta dos
partes: La esperanza del malvado se desvanece
con la muerte,
– la primera centrada en la y la expectación de los maliciosos perece.
sabiduría profana (Pr 25,1-
27,27) El justo se libra de la angustia
que recaerá sobre el malvado.
– y la segunda, de contenido
más explícitamente religioso El corrupto hace daño a su prójimo con la boca,
(Pr 28,1-29,27). pero los justos se salvan por su saber.

Como se indicaba hace un mo- La ciudad se alegra con el bien de los justos,
mento, salvo unos pocos casos, y canta de júbilo con la ruina de los malvados.
cada uno de los proverbios de las
La ciudad prospera con la bendición de los rectos,
colecciones salomónicas ocupa se arruina con la boca de los malvados.
un versículo y, originariamente,
fue una unidad independiente Quien desprecia a su prójimo es un insensato,
que existió en forma oral. Pue- el hombre prudente guarda silencio.
de decirse que los versos de los
El chismoso divulga secretos,
capítulos Pr 10,1-22,16 y Pr 25-29 el hombre de fiar se guarda la palabra (Pr 11,1-13)
han estado en uso como prover-
122 bios independientes antes de que comenzara el proceso editorial. Al integrar-
se en grupos recibieron una nueva significación, se convirtieron en literatura
sapiencial.

2.3. Las colecciones de proverbios de los sabios

• La primera «colección de los sabios» está ubicada después de la primera


colección de «proverbios de Salomón». El libro de los Proverbios recoge
los dichos y máximas de «los sabios» sin decir su nombre. Consta de dos
bloques:
– El primer bloque posee una treintena de pequeños poemas proverbiales.
La primera sección (Pr 22,17-23,11) presenta gran similitud con la «Sabi-
duría de Amenemope». La mayoría de esos dichos coinciden palabra por
palabra con esa obra egipcia. El resto de estos proverbios parecen proceder
de la «Sabiduría de Ajicar», de origen mesopotámico (Pr 23,12-24,22).
– El segundo bloque no ofrece indicios para conocer su origen ni antigüedad
(Pr 24,23-34).
• La segunda «colección de los sabios» aparece después la segunda «colec-
ción salomónica». Se introducen con las expresiones: «Palabras de Agur»
(Pr 30) y «Palabras de Lemuel» (Pr 31,1-9). Estos dos personajes son dos
sabios extranjeros. El primero, Agur, comienza con un monólogo sobre la
incomprensibilidad de Dios para el hombre (parecido en cierto modo a
Job 40,4-5; 42,2-6). El segundo, Lemuel, ofrece una serie de sentencias bre-
ves exhortando a prevenirse de las mujeres y del vino, y a acordarse del
pobre.

Más vale buena fama que muchas riquezas, Instruye al muchacho acerca de su camino,
buena estima, que plata y oro. y ni de viejo se apartará de él.
Rico y pobre tienen en común El rico domina a los pobres,
que a ambos los hace el Señor. y el deudor es esclavo del acreedor.
El hombre cauto ve el mal y se oculta, Quien siembra malicia cosechará desgracias,
pero los ingenuos siguen adelante y lo sufren. y la vara de su ira lo consumirá.
Recompensa de humildad y temor del Señor, El generoso será bendito,
son riqueza, honra y vida. por haber dado de su pan al pobre (Pr 22,1-9).
En el camino del retorcido hay espinas y trampas,
quien cuida su alma se mantiene lejos.
2.4. El epílogo (Pr 31,10-31) 123
Se trata de un poema acróstico que describe a la mujer ideal. Esa figura de
mujer representa la sabiduría personificada y puede ser el punto culminante
del libro. En efecto, en el conjunto del libro de los Proverbios, este epílogo se
ha de leer en relación con el prólogo donde se había presentado la Sabiduría
personificada como una mujer que invita a todos al banquete preparado en
su casa. Ahora, en esta mujer fuerte que sabe hacer lo oportuno en todas las
circunstancias concretas de la vida, queda reflejada de nuevo la Sabiduría que
Dios ha dejado impresa en el orden de las cosas creadas.

3. Cuestiones en torno a Proverbios

3.1. El género «proverbio»

La arqueología atestigua a partir del siglo VIII a. C. una notable difusión de


la escritura y una proliferación de escuelas que proporcionaban alfabetización
y cierta instrucción a los funcionarios intermedios o incluso de rango inferior.
En Israel, lo mismo que en las regiones vecinas, la instauración de la monar-
quía también hizo surgir la necesidad de preparar un cuerpo de funcionarios
competentes. Los métodos de enseñanza debían de ser análogos a los que se
empleaban en otros países del creciente fértil. Esos métodos estaban basados
en la repetición oral de frases para grabarlas en la memoria, sin que faltasen
los castigos corporales como apoyo a la instrucción.
Para llamar la atención del discípulo se empleaba el paralelismo.
• Sinonímico: «El perverso está atento al labio malicioso, / el mentiroso
presta oídos a lengua maligna» (Pr 17,4).
• Antitético: «La ciudad prospera con la bendición de los rectos, / se arruina
con la boca de los malvados» (Pr 11,11).
• Otra forma de expresión que causa impacto en el lector es la comparación:
«Como vinagre a los dientes y humo a los ojos, / así es el perezoso para
quien le encarga algo» (Pr 10,26).
Parece probable que muchas máximas de sabiduría fueran recogidas de un
ambiente popular. Después, personas instruidas en el ámbito escolar o indivi-
duos especialmente capacitados que cultivaron la educación, llevaron a cabo
su recopilación literaria. Además, las reflexiones de otros pueblos y el inter-
cambio de ideas fueron otra notable fuente de enriquecimiento cultural. En
124 cualquier caso, las propias tradiciones religiosas y, especialmente, el temor
del Señor ofrecieron orientaciones precisas sobre del modo de comportarse
en diversas circunstancias y, a medida que se fue desarrollando la sabiduría
en Israel, la misma Ley de Dios pasó a formar parte, y parte privilegiada, de la
sabiduría del pueblo escogido. Todo eso fue configurando una rica tradición
sapiencial que los maestros transmitieron a las nuevas generaciones y que el
redactor final del libro de los Proverbios quiere ofrecer al lector.

3.2. Composición del libro y contexto histórico

Los proverbios más antiguos del libro reflejan una estructura social que encaja
en el contexto histórico de la monarquía, en la época anterior al destierro (si-
glos X-VI a. C.). Por eso, es probable que el núcleo original del libro fuera una
recopilación de esos proverbios, bien en forma oral o escrita, que se completó
más tarde (en torno al año 700 a. C.) y que quizá estuvieran destinados a la
instrucción de los jóvenes en la corte de Jerusalén. Más adelante se irían aña-
diendo una tras otra las demás colecciones de diversas procedencias.
En la redacción final del libro, realizada por un autor cuyo nombre no cono-
cemos, se compuso un largo prólogo, con un estilo propio e inconfundible,
para que sirviera de introducción al «manual» de sentencias y animase a su
aprendizaje (Pr 1-9), y se situó el hermoso poema de la «mujer fuerte» como
colofón final. Esta última fase del proceso tuvo lugar en la época postexílica y
se culminó probablemente durante los últimos años de la dominación persa
en el siglo IV a. C.
La unidad del libro viene dada por la figura de Salomón. El autor real com-
pone el amplio prólogo como si fuera Salomón; introduce a continuación la
sabiduría de este rey y la de otros sabios que vendría a ratificarla; y, al final,
el poema de la mujer perfecta que ejemplifica aquella sabiduría. Se trata por
tanto de una recopilación que ha sido cuidadosamente planeada.

4. El libro de los Proverbios en el conjunto


de la Sagrada Escritura y de la Revelación

4.1. Su singularidad

El libro de los Proverbios es en la mayor parte de su contenido un conjunto


de máximas de sabiduría profana, orientadas a la vida práctica en medio de
la sociedad. En las sentencias de Proverbios no aparece directamente abor-
dada ni la acción de Dios ni la respuesta religiosa del hombre a Dios, aunque 125
se da por supuesto que el hombre es criatura de Dios y que sus obras no son
indiferentes ante él. Aunque el libro no proviene de círculos que tuviesen una
función cultual o profética, es un libro inspirado por Dios y canónico, y por
tanto, Palabra de Dios, como toda la Escritura Santa.

4.2. Su aportación propia

En el conjunto de la Sagrada Escritura, el libro de los Proverbios representa un


paso adelante, sin duda el primero, en la interiorización de la Ley de Dios.
Lo que en el Pentateuco se presenta como Ley dada por Dios, y en los profe-
tas como interpelación directa de parte de Dios, en Proverbios (en los libros
sapienciales), aparece como reflexión humana en torno a la vida que se ha de
ajustar a la Ley de Dios y a las exigencias de justicia y rectitud que reclama la
vida del hombre en sociedad. Tal consideración humana, guiada misteriosa-
mente por el Espíritu de Dios, se hace palabra de Dios.
Es interesante notar que en Proverbios se encuentra una tendencia universal,
en el sentido de que la enseñanza va dirigida a todos, también a los sencillos,
y no sólo a príncipes, o funcionarios especiales como suele ocurrir en las obras
de sabiduría egipcias.

4.3. Significación del libro a la luz del Nuevo Testamento

Dos rasgos de Proverbios quedan especialmente iluminados y valorados des-


de el Nuevo Testamento:
• la capacidad de la razón humana para descubrir el comportamiento recto
en las distintas situaciones y
• la relación entre la sabiduría humana y la Sabiduría divina.
Respecto al primero se ha de recordar que Jesús invita constantemente a la
reflexión y a la prudencia para percibir los signos del Reino de Dios y acoger-
lo. Basta recordar frases como la de «¿Qué le sirve al hombre ganar el mundo
entero si pierde su vida?» (Mc 8,36), o comparaciones coma la del hombre que
quiere construir una torre o presentar batalla. Por otro lado, la propia pre-
dicación de Jesús utiliza procedimientos en parte análogos a los empleados
en los Proverbios: frases concisas y expresivas para poner de relieve algunos
aspectos de su enseñanza; comparaciones gráficas (las «parábolas») para que
su doctrina fuera atractiva y se fijase mejor en la memoria, como por ejemplo:
126 «El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas
y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene
y la compra» (Mt 13,45-46) y paralelismos como: «Quien recibe a un profeta
por ser profeta obtendrá recompensa de profeta, y quien recibe a un justo por
ser justo obtendrá recompensa de justo» (Mt 10,41). En ocasiones, textos del
Nuevo Testamento asumen el contenido de ciertos proverbios. Por ejemplo,
en la Carta a los Romanos, san Pablo utiliza uno de los textos de este libro para
expresar adecuadamente su enseñanza:
«Si tu enemigo tuviese hambre, dale de comer; si tuviese sed, dale de beber; al
hacer esto, amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza. No te dejes vencer por
el mal, sino vence al mal con el bien» (Rm 12,20-21; cf. Pr 25,21-22).

Respecto a la relación entre la sabiduría humana y la Sabiduría divina, la pre-


sentación de Jesucristo como Sabiduría de Dios (cf. Mt 11,19; 1 Co 1,24.), y la
función que se le atribuye en la creación (Col 1,16-17; Jn 1,1-3), similar a la que
tiene la sabiduría en los poemas de Proverbios (especialmente en Pr 8,22-31),
llevan a considerar a esos poemas de Pr como una preparación para la revela-
ción del misterio de Cristo.
En la tradición cristiana, por otra parte, se aprecia mucho la educación en las
virtudes que proporciona el libro de los Proverbios. Los Padres de la Iglesia
recurren a este libro en la instrucción de los cristianos para formar su carácter
de acuerdo con el orden de la naturaleza, de modo que luego puedan acoger
mejor la manifestación de los misterios divinos. Así se expresa, por ejemplo,
san Ambrosio al comienzo de sus catequesis para los recién bautizados:
«Hasta ahora os hemos venido hablando cada día acerca de cuál ha de ser vuestra
conducta. Os hemos ido leyendo los hechos de los patriarcas o los consejos del li-
bro de los Proverbios a fin de que, instruidos y formados por estas enseñanzas, os
fuerais acostumbrando a recorrer el mismo camino que nuestros antepasados y a
obedecer los oráculos divinos, con lo cual, renovados por el bautismo, os compor-
téis como exige vuestra condición de bautizados» (San Ambrosio, Tratado sobre los
misterios, n.1: SC 25 bis, 156).
127
Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:

• 
«mashal» • mujer extraña
• 
Agur • sabios extranjeros
• 
Lemuel • mujer perfecta
• 
acróstico • Amenemope
• 
temor de Dios • Ajicar

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:

1. ¿En qué época fue compuesto el Libro titulado «Proverbios de Salomón»?


2. ¿Cómo indica el autor de Proverbios que quiere dar una enseñanza apoyada
en la tradición?
3. ¿Con qué dos recursos da el autor de Proverbios unidad a su obra?
4. ¿Cuántas colecciones de proverbios de Salomón están incluidas en Prover-
bios?
5. ¿Cuáles son los nombres de los sabios extranjeros cuyas enseñanzas se reco-
gen en Proverbios?
6. ¿Con qué obra egipcia coinciden las primeras enseñanzas de los sabios recogi-
das en Proverbios?
7. ¿En qué capítulo del libro aparece con más amplitud la Sabiduría personifica-
da?
8. ¿Con qué concluye el libro de los Proverbios y qué significa esa conclusión?
9. ¿Qué aportación representa en orden a la voluntad de Dios (la Ley) el Libro de
los Proverbios respecto al Pentateuco?
10. ¿Cuál es la aportación más importante del libro de los Proverbios como prepa-
ración a comprender la figura de Jesucristo revelada en el Nuevo Testamento?
128
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación
con los contenidos de la lección:
Hoy, en la Liturgia, la Lectura del Antiguo Testamento nos presenta la figura del rey Sa-
lomón, hijo y sucesor de David. Nos lo presenta al principio de su reinado, cuando era
aún jovencísimo. Salomón heredó una tarea muy comprometida, y la responsabilidad
que pesaba sobre sus hombros era grande para un joven soberano. En primer lugar,
él ofreció a Dios un solemne sacrificio – «mil holocaustos», dice la Biblia. Entonces el
Señor se le apareció en visión nocturna y prometió concederle lo que pidiera en la
oración. Y aquí se ve la grandeza de alma de Salomón: él no pide una larga vida, ni ri-
quezas, ni la eliminación de sus enemigos: dice en cambio al Señor: «Concede entonces
a tu servidor un corazón dócil, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el
mal» (1 Re 3,9). Y el Señor se lo concedió, de modo que Salomón llegó a ser célebre en
todo el mundo por su sabiduría y sus rectos juicios.
Él, por tanto, pidió a Dios que le concediera «un corazón dócil». ¿Qué significa esta
expresión? Sabemos que el «corazón» en la Biblia no indica solo una parte del cuerpo,
sino el centro de la persona, la sede se sus intenciones y de sus juicios. Podríamos decir:
la conciencia. «Corazón dócil» entonces significa una conciencia que sabe escuchar,
que es sensible a la voz de la verdad, y por esto es capaz de discernir el bien del mal.
En el caso de Salomón, la petición está motivada por la responsabilidad de guiar una
nación, Israel, el pueblo que Dios eligió para manifestar al mundo su designio de sal-
vación. El rey de Israel, por tanto, debe buscar estar siempre en sintonía con Dios, a la
escucha de su Palabra, para guiar a su pueblo por los caminos del Señor, el camino de
la justicia y de la paz. Pero el ejemplo de Salomón vale para cada hombre. Cada uno de
nosotros tiene una conciencia para ser en un cierto sentido «rey», es decir, para ejercitar
la gran dignidad humana de actuar según la recta conciencia, obrando el bien y evitan-
do el mal. La conciencia moral presupone la capacidad de escuchar la voz de la verdad,
de ser dóciles a sus indicaciones
(Benedicto XVI, Audiencia en Castelgandolfo, 24 de julio de 2011)
129
TEMA
9 EL LIBRO DE JOB
En este tema se estudia el libro de Job en sí mismo y en el conjunto de la
Revelación. Se trata de saber situar esta obra en el momento histórico en
que fue compuesto, conocer la problemática que aborda y comprender
qué significado tienen en el progreso de la Revelación. También interesa
comprender cómo este libro prepara la llegada del Nuevo Testamento.
Por otra parte, se hará hincapié en el estudio de la composición y forma
literaria del libro y en su contenido.

SUMARIO
1. PRIMERA APROXIMACIÓN AL LIBRO DE JOB • Situación en la Biblia • Título y
argumento de base • 2. ESTRUCTURA Y CONTENIDO • Los relatos en prosa: pró-
logo y epílogo • Los discursos en verso de Job y sus amigos • Los discursos de Eli-
hú • Discursos del Señor • 3. TEMAS EN TORNO AL LIBRO DE JOB • Autor y épo-
ca de composición • Unidad y modo de composición • Relación con la literatura
sapiencial extrabíblica • 4. EL LIBRO DE JOB EN EL CONJUNTO DE LA SAGRADA
ESCRITURA • Ante el problema del sufrimiento del justo • Job figura de Cristo.
130 1. Primera aproximación al libro de Job

1.1. Situación en la Biblia

El libro de Job suele aparecer el primero dentro del grupo de los libros poé-
ticos y sapienciales (antes del libro de los Salmos). No sucede lo mismo en la
Biblia hebrea, en la que viene colocado a continuación del libro de los Salmos.
Quizá su posición al principio del grupo se debe a que Job era considerado un
patriarca que vivió en los tiempos antiguos, antes que David y Salomón.

La sabiduría ¿de dónde proviene?, cuando fijó la fuerza del viento


¿cuál es el lugar de la inteligencia? y marcó el volumen de las aguas;
Está oculta a los ojos de todo viviente, cuando puso límite a las lluvias
escondida a las aves del cielo. y trazó el camino a la centella y al trueno.
Abismo y muerte repiten: Entonces la vio y la examinó,
«De oídas tenemos noticias». la revisó y escudriñó su origen.
Pero Dios conoce su camino, Después dijo al hombre:
sólo Él sabe dónde está. «En el temor del Señor está la sabiduría,
Pues Él contempla hasta los confines de la tierra y en apartarse del mal, la inteligencia» (Job 28,20-28).
y ve todo lo que existe bajo el cielo,

1.2. Título y argumento de base

El título de «Libro de Job» le viene por su protagonista. Se trata de un hom-


bre íntegro, natural de Us (ciudad situada al sur de Edom) que sufre grandes
reveses en sus posesiones, en su familia y en su propia salud. Tras defender
su inocencia ante los amigos que le visitan y escuchar la voz del Señor, acaba
callando, y entonces Dios le otorga de nuevo los bienes con mayor abundancia
aún. Su figura tiene los rasgos de los antiguos patriarcas y su nombre era co-
nocido en la tradición de Israel, pues el profeta Ezequiel menciona a Job como
un hombre justo, junto a Noé y Daniel (cf. Ez 14,13-20).

2. Estructura y contenido

2.1. Prólogo en prosa de carácter narrativo (Job 1,1-2,13).

El relato cuenta cómo Job vivía feliz siendo un fiel servidor de Dios. Dios per-
mitió que Satán le tentase para probar su fidelidad y Job perdió primero todos
sus bienes y luego a sus propios hijos. Finalmente fue herido en su cuerpo
con una terrible enfermedad. Job soporta todo con paciencia y sin separarse 131
de Dios. La esposa de Job llega incluso a invitarle a maldecir a Dios. Entonces
aparecen en escena tres amigos de Job que intentan consolarle: Elifaz de Te-
mán, Bilbad de Suar y Sofar de Naamá. Siete días y siete noches están senta-
dos a su lado en silencio.

Sucedió un día que vinieron los ángeles de Dios para presentar-


se ante el Señor, y vino también Satán entre ellos. El Señor dijo a
Satán:
—¿De dónde vienes?
Él respondió:
—De dar vueltas por la tierra, recorriéndola entera.
Y le preguntó el Señor:
—¿Te has fijado en mi siervo Job? Nadie hay como él en toda la
tierra; es íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal.
Satán le contestó:
—¿Acaso Job teme a Dios de balde? ¿No será porque Tú le rodeas
con tu protección a él, a su casa y a todo lo que posee? Tú bendices
las obras de sus manos y sus rebaños se multiplican por toda la
tierra. Bastará con extender tu mano y tocar un poco lo que posee
para que te maldiga en tu cara.
Entonces el Señor dijo a Satán:
—Mira, en tus manos dejo cuanto posee. Pero a él no lo toques.
Y Satán salió de la presencia del Señor (Job 1,6-12).

2.2. Discursos de los protagonistas en verso (Job 3,1-31,40).

• Lamentación de Job maldiciendo su suerte y el día que nació (Job 3,1-26).


• Diálogos de Job con sus amigos (Job 4,1-27,23) en 3 ciclos de interven-
ciones. Primero los amigos intentan convencerle, cada uno a su modo, de
que su mal se debe a que ha pecado, pero Job va contestando a cada uno;
se sabe inocente y no comprende el sentido de su dolor (cap. 4-14). En el
segundo ciclo de diálogos (cap. 15-21) se abunda en las mismas ideas. Job
puede considerarse justo a sus propios ojos, pero no lo es, según sus ami-
gos, a los ojos de Dios. Job arguye apelando a su dolorosa experiencia y a
las injusticias que se dan en el mundo. Job se ve asolado ante el misterio
inescrutable de un Dios justo que hace sufrir al inocente. En el tercer ciclo
de diálogos (cap. 22-27), peor conservado, los amigos tratan con más ru-
deza a Job acusándole claramente de pecador. En estos ciclos de diálogos
parece que el pensamiento no avanza y Job sigue sin encontrar sentido
a su dolor. Sin embargo, sus sentimientos van del grito de rebeldía (cf.
132 Job 3,3-26) a la sumisión más humilde (cf. Job 9,1-35) y a la esperanza (cf.
Job 19,1-29).
• Elogio de la sabiduría (Job 28,1-28). La sabiduría es contemplada como
trascendente e inaccesible; un atributo divino, pero con relieve personal
en la línea de otros pasajes sapienciales (cf. Pr 8,22-31). El hombre ha de
conformarse con el «temor de Dios» (v. 28).
• Lamentación de Job (Job 29,1-31,40) en forma de un largo soliloquio ape-
lando directamente a Dios.

Después de esto Job abrió su boca y maldijo el día de su nacimiento, diciendo:


—Perezca el día que me vio nacer,
la noche que dijo: «Un varón ha sido concebido».
Que aquel día se convierta en oscuridad,
que Dios desde arriba no lo tenga en cuenta,
que nunca brille la luz sobre él.
Que lo envuelvan tinieblas y sombras de muerte,
que las nubes lo cubran,
y le aterrorice el sol eclipsado.
Que la tiniebla se apodere de esa noche,
y no entre en el cómputo del año
ni en la cuenta de los meses.
Que sea una noche estéril,
sin gritos de júbilo.
Que la maldigan los que maldicen el día,
los que evocan al monstruo Leviatán.
Que se apaguen las estrellas del alba,
que espere la luz y no llegue
ni vea los parpadeos del amanecer,
por no haber cerrado las puertas
del vientre que me llevó,
y no haberme ahorrado ver tanta miseria (Job 3,1-10).

2.3. Intervención de Elihú (Job 32,1-37,24)

Este personaje aparece y desaparece sin que el redactor del libro dé explicación
alguna. Pronuncia cuatro discursos intentando justificar el proceder de Dios
con Job. Su estilo se caracteriza por la ampulosidad. Elihú resalta la dimensión
correctiva del sufrimiento. Éste es una instrucción divina (cf. Job 33,14-25) y
medio de vuelta a Dios (cf. Job 36,15). Dios interviene si se le invoca como
Creador y Señor (cf. Job 35,9-16) y salva a los penitentes (cf. Job 34,31-33).
A Dios le basta con hablar una sola vez, y la comida le resulta insoportable;
133
no lo repite dos veces. su carne se consume a la vista
En sueños y visión nocturna, y sus huesos, antes revestidos, quedan
cuando el sopor invade a los hombres al descubierto.
y duermen en su lecho, Su alma está próxima a la fosa
abre los oídos de los hombres, y su vida a la morada de los muertos.
los estremece con sus apariciones, Si hay junto a él un ángel,
para alejar al hombre de su mal obrar protector suyo entre mil,
y librarlo de la soberbia, mostrando al hombre el camino recto,
para preservar su alma de la fosa y que, compadecido de él, diga:
y su vida de cruzar la frontera de la muerte. «Líbralo de bajar a la fosa,
También le amonesta con dolor en el lecho que he encontrado su rescate»,
y continuos temblores de huesos; entonces su carne recobrará el vigor primero,
le hace aborrecer en ese estado el alimento volverá a los días de su juventud (Job 33,14-25).

2.4. Discursos del Señor (Job 38,1-42,6)

Son 2 discursos en el marco de una teofanía. En el primero (cap. 38-39) Dios


se presenta infinitamente sabio, poderoso y trascendente, como se manifiesta
en la creación. Dios da como respuesta a Job que el hombre no tiene dere-
cho a llamarle a juicio. Después de esta repuesta, Job decide guardar silencio
(Job 40,3-5). En el segundo discurso, Dios muestra a Job su poder declarándole
otra de sus grandezas: el dominio sobre «Behemot» y «Leviatán» (Job 40,15-
41,26), las dos criaturas monstruosas que simbolizaban el poder del cosmos.
Job reconoce haber hablado de forma insensata (Job 42,1-6).

¿Dónde estabas cuando Yo cimentaba la tierra?


Explícamelo, si tanto sabes.
¿Quién fijó sus dimensiones, si lo sabes,
o quien extendió sobre ella el cordel?
¿Sobre qué se apoyan sus pilares?
¿Quién asentó su piedra angular,
cuando cantaban a una las estrellas matutinas
y aclamaban todos los ángeles de Dios?
¿Quién encerró el mar con doble puerta,
cuando salía a borbotones del seno materno,
cuando le puse las nubes por vestido
y por pañales la niebla,
cuando le fijé un límite
y le puse cerrojos y puertas,
y le dije: «Hasta aquí llegarás y no más,
aquí se romperá la soberbia de tus olas»? (Job 38,4-11)
134 2.5. Epílogo en prosa (Job 42,7-17)

En esta sección se narra cómo el Señor censura a los tres amigos de Job y cómo
le restituye lo perdido ampliamente. Job «murió anciano y colmado de días»
(Job 42,17). Entre los bienes otorgados por Dios, destacan siete hijos y tres hijas
hermosísimas.

3. Temas en torno al libro de Job

3.1. Autor y época

Como ocurre frecuentemente con otras obras de la literatura sapiencial bíbli-


ca y extrabíblica, no se conoce quién fue el autor de este libro. Por el estilo y
por el conocimiento que demuestra de la sabiduría tradicional de Israel y las
tradiciones del pueblo, quien lo compuso, tuvo que ser un israelita docto. A
veces se ha puesto en duda que el autor de Job hubiera pertenecido al pueblo
escogido, pues llama la atención que apenas utilice el nombre del Señor. Sin
embargo, este hecho probablemente es señal de que en los escritos sapiencia-
les se buscaba un auditorio amplio.

Tampoco poseemos datos suficientes para datar este libro con seguridad. El
relato en prosa sitúa a Job en la época patriarcal cuando el «paterfamilias»
cuidaba de los suyos y ofrecía sacrificios personalmente. Por estas razones la
antigua tradición rabínica hacía remontar la fecha de composición al siglo XX
a. C. No obstante, los comentaristas cristianos más antiguos y muchos Padres
de la Iglesia ya consideraban que el libro no pudo ser escrito antes del reinado
de Salomón.

Modernamente se han ido señalando detalles que concuerdan mejor con la


época persa (siglos V-IV a. C.). Por un lado, tras la experiencia del destierro de
Babilonia se agudiza el problema del sufrimiento: ¿cómo Dios puede permitir
que un inocente, sea una persona individual sea el pueblo entero de Israel, so-
porte tan enorme aflicción? Por otro, durante esos años es cuando más florece
la literatura sapiencial. Además, es posible que la figura de Satán que aparece
en el prólogo como «tentador» tenga influencias persas. En cualquier caso re-
fleja una época anterior a la de los Macabeos y Daniel, en la que todavía no se
ha iluminado el misterio del «más allá».
3.2. Unidad y modo de composición 135
Desde el punto de vista literario resulta una obra compleja, pues contiene
una parte en prosa, y otra en verso, muy diferentes entre sí. Muchas de las
secciones que componen el libro pudieron haber existido como piezas inde-
pendientes de un mismo autor o de autores distintos. Con todo, el libro en su
conjunto forma una obra coherente, está dedicado a la reflexión sobre el pro-
blema del justo que sufre y éste es el gran tema que se plantea en el conjunto
de la obra, y a cuyo servicio está el marco narrativo ficticio que lo introduce
y lo concluye.
De todo ello se concluye que existía una leyenda popular sobre Job recogida
ahora en el prólogo y el epílogo. Esa leyenda mostraría que el justo que sufre
con paciencia y recurre al Señor es finalmente socorrido y premiado. De ese
modo, un autor desconocido compuso la obra poética aprovechando la leyen-
da e introduciendo tres amigos para los diálogos. En esa amplia sección se
plantearía el problema del justo que sufre, al que la sabiduría tradicional, re-
presentada en los discursos de los amigos, no daba respuesta satisfactoria. Es
también posible que el mismo autor compusiera los discursos del Señor y que
retocara la parte final en prosa, con la mención de los interlocutores, haciendo
que la obra fuera aceptable para los sabios de su tiempo (cf. Job 42,7-9). Des-
pués de esto, la obra habría sufrido ampliaciones con los Discursos de Elihú y
el elogio de la Sabiduría.

3.3. Relación con la literatura sapiencial extrabíblica

El problema del sufrimiento del justo que plantea el libro de Job no es origina-
rio de la literatura bíblica, sino que se ambienta en las reflexiones del mundo
antiguo sobre el problema del mal y del dolor. Hay que relacionarlo sobre
todo con algunas obras procedentes de Mesopotamia (como, por ejemplo el
«Poema del justo que sufre» o también el «Diálogo de un sufriente con su
amigo»).
El libro de Job parte desde el comienzo de la fe en un único Dios, el Dios de Is-
rael. La fuerza del libro está en la parte poética: en los diálogos entre Job y sus
amigos y en la manifestación y locución de Dios. En esta parte el libro de Job
es único tanto por la fuerza con que se plantea el problema del justo que sufre,
como por la actitud del protagonista: Job más que suplicar a Dios, se encara
con Él. El lector no dejará de sorprenderse cuando la respuesta de Dios desde
la tormenta no conlleva la promesa de devolverle los bienes.
136 4. El libro de Job en el conjunto de la Sagrada Escritura

4.1. Ante el problema del sufrimiento del justo

En el Antiguo Testamento, el sufrimiento, como todo lo que ocurre, tiene su


causa en la voluntad divina y se explica como castigo por el pecado. En con-
traposición, la felicidad se considera premio por la justicia.
El libro de Job presenta dos grandes afirmaciones:
• El sufrimiento no es siempre consecuencia del pecado.
• Dios premia a quien se mantiene fiel en la prueba.
El libro de Job representa al mismo tiempo una crítica radical al tipo de re-
ligiosidad basado en el «do ut des», es decir, en apoyar la fidelidad a Dios
únicamente en la motivación de recibir bienes de Él en este mundo. Job busca
algo más: ver a Dios y experimentar su presencia. Es lo que consigue al final y
entonces sí que puede quedar tranquilo aún en medio de su sufrimiento.
En el prólogo se quiere enseñar que Dios pone a prueba la integridad de los
justos: éstos han de demostrar que temen a Dios de balde (cf. Job 1,9). El sufri-
miento tiene carácter de prueba. Job superó la prueba, permaneció fiel bendi-
ciendo a Dios, y no llegó a pecar con sus labios.
El epílogo está estrechamente relacionado con el prólogo. El protagonismo de
Dios en estos versículos subraya el carácter teológico de la obra y muestra que
el Señor cuida de sus fieles con especial esmero.
Estos discursos constituyen el elemento sapiencial de la obra y son su cen-
tro. Están insertados como una sesión académica en la que cada personaje va
exponiendo sus ideas con cierto orden y siguiendo los modos retóricos de la
época. Dentro de esta parte en verso se distingue el elogio de la sabiduría.
Esta sección ocupa un lugar preeminente dentro del libro y constituye un co-
lofón de la discusión entre Job y sus amigos. Es un himno de exaltación de la
sabiduría en el que se la describe como un objeto más valioso que el oro o las
piedras preciosas, e inaccesible al hombre. Es probable que el autor sagrado
compusiera este bello poema para señalar en el centro del libro que el hombre
es muy limitado para comprender intelectualmente todo lo que Dios conoce,
y que el camino para aproximarse a Él es «el temor del Señor» (cf. Job 28,28).
Este mensaje da fin a la discusión entre los sabios, pero sobre todo abre y anti-
cipa la lección del Señor en los discursos finales.
En el conjunto de estos diálogos la respuesta al problema del sufrimiento del
justo queda en el aire. Dios no castiga a los malos o premia a los buenos de
forma mecánica. La experiencia muestra que el dolor no es señal indiscutible 137
de pecado ni el bienestar lo es de rectitud. Los discursos de Job vienen a ser
una apelación para que Dios mismo dé una respuesta al problema y aporte
una solución satisfactoria.
«Si es verdad que el sufrimiento tiene un sentido como castigo cuando está
unido a la culpa, no es verdad, por el contrario, que todo sufrimiento sea con-
secuencia de la culpa y tenga carácter de castigo» (San Juan Pablo II, Salvifici
doloris, n. 11).

El nombre de Elihú sí es israelita y bastante común en la Biblia. En sus dis-


cursos hay elementos que tienen cierta conexión con todo lo precedente. Así,
sus palabras tienen como base los diálogos anteriores y hacen referencia a las
palabras de Job y también mencionan las argumentaciones de los amigos. En
sí mismos constituyen una pieza unitaria con una estructura sencilla. En con-
junto, las palabras de Elihú añaden una interpretación nueva del dolor huma-
no: Dios podría utilizarlo como castigo del impío, de acuerdo con la opinión
de los interlocutores anteriores, pero también como prueba y corrección del
justo.
La teofanía y el subsiguiente discurso del Señor constituyen la culmina-
ción de la trama del libro: después de que cada uno de los personajes han
expuesto sus opiniones sobre la actitud de Job y sobre el sentido del su-
frimiento, y después de que el propio Job ha solicitado una y otra vez el
veredicto divino, la presencia del Señor viene a ser el remate perfecto de la
discusión. El Señor desautoriza a los amigos que negaban la posibilidad de
una manifestación de Dios para responder a Job y acredita a éste que ansia-
ba encontrarse con Él.
Desde el punto de vista literario, los discursos del Señor contienen expresio-
nes de alto valor lírico y excelentes descripciones de las diversas criaturas,
como la del avestruz (Job 39,13-18), la del caballo de guerra (Job 39,19-25), o
las de Behemot y Leviatán (Job 40,15-41,26). En la presentación de estos mons-
truos se mezclan rasgos realistas y pinceladas fantásticas con tal pericia que no
se sabe si se trata de animales reales o míticos. En todo caso son criaturas del
Señor. Desde el punto de vista del contenido los discursos de Dios coinciden
con los anteriores en la consideración de que las criaturas son reflejo del poder
y de la sabiduría de su Hacedor, pero difieren radicalmente en el tono. El Se-
ñor no se enfrenta con las opiniones de Job ni lamenta su situación angustiosa,
ni siquiera responde directamente al requerimiento sobre su inocencia. Dios
le invita a contemplar las maravillas de la creación y a reconocer la soberanía
y la sabiduría del Creador.
138 A los dos discursos del Señor siguen sendas respuestas de Job. Llama la aten-
ción su brevedad, pero sirve para resaltar su significado. Ante la manifestación
de Dios, el hombre sólo puede guardar silencio y reconocer su pequeñez.

4.2. Job figura de Jesucristo

En el Nuevo Testamento, a la luz de la muerte y resurrección de Jesucristo,


aparecerá con claridad que el sufrimiento tiene una dimensión misteriosa en
los planes de Dios: el valor expiatorio y redentor que se manifiesta plenamen-
te en Jesucristo (cf. Rm 5,6-19; 1 Co 15,3; 2 Co 5,15; Col 1,14.20 y Flp 2,5-11).
Cristo en la cruz, aceptando obedientemente la voluntad del Padre, es la res-
puesta al problema del sufrimiento del inocente que plantea el libro de Job.

Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• Bildad, Elifaz y Sofar • dolor
• prueba • Satán
• corrección • Behemot
• «do ut des» • Elihú
• temor de Dios • Leviatán

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿Por qué, según parece, la tradición latina puso a Job el primero de los libros
poéticos y sapienciales?
2. ¿Dónde se encuentran las partes en prosa que contiene el libro de Job?
3. ¿Cómo se llaman los tres amigos de Job mencionados en el Prólogo y Epilogo?
4. ¿Cuántos ciclos de intervenciones de los amigos se descubren en el libro de
Job?
5. ¿Cuantos discursos pronuncia Elihú?
6. ¿Qué argumentos utiliza Job para mantener su queja ante Dios cuando éste le
habla?
139
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación
con los contenidos de la lección:
A menudo, en nuestra oración, nos encontramos ante el silencio de Dios, experimen-
tamos una especie de abandono, nos parece que Dios no escucha y no responde. Pero
este silencio de Dios, como le sucedió también a Jesús, no indica su ausencia. El cristia-
no sabe bien que el Señor está presente y escucha, incluso en la oscuridad del dolor,
del rechazo y de la soledad. Jesús asegura a los discípulos y a cada uno de nosotros
que Dios conoce bien nuestras necesidades en cualquier momento de nuestra vida.
Él enseña a los discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los genti-
les, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues
vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis» (Mt 6, 7-8): un corazón
atento, silencioso, abierto es más importante que muchas palabras. Dios nos conoce
en la intimidad, más que nosotros mismos, y nos ama: y saber esto debe ser suficiente.
En la Biblia, la experiencia de Job es especialmente significativa a este respecto. Este
hombre en poco tiempo lo pierde todo: familiares, bienes, amigos, salud. Parece que
Dios tiene hacia él una actitud de abandono, de silencio total. Sin embargo Job, en su
relación con Dios, habla con Dios, grita a Dios; en su oración, no obstante todo, conser-
va intacta su fe y, al final, descubre el valor de su experiencia y del silencio de Dios. Y así,
al final, dirigiéndose al Creador, puede concluir: «Te conocía sólo de oídas, pero ahora
te han visto mis ojos» (Jb 42, 5): todos nosotros casi conocemos a Dios sólo de oídas
y cuanto más abiertos estamos a su silencio y a nuestro silencio, más comenzamos a
conocerlo realmente. Esta confianza extrema que se abre al encuentro profundo con
Dios maduró en el silencio. San Francisco Javier rezaba diciendo al Señor: yo te amo no
porque puedes darme el paraíso o condenarme al infierno, sino porque eres mi Dios.
Te amo porque Tú eres Tú.

(Benedicto XVI, Audiencia general, 7 de marzo de 2012)


140
TEMA EL ECLESIASTÉS
10 (QOHÉLET)
El libro del Eclesiastés busca el sentido de la vida. En sus enseñanzas
afronta cuestiones difíciles con una actitud serena. Es consciente de las
limitaciones de la razón humana, pero no se desanima ante el aparen-
te «sin sentido» de la vida. Sabe convivir con problemas no resueltos y
trata de encontrarles una solución. Vive en el presente, disfruta de los
momentos que tiene por delante y recomienda servir a Dios en los días
de la juventud, sin esperar a que llegue la vejez cuando falten las fuerzas.

SUMARIO
1. PRIMERA APROXIMACIÓN AL LIBRO • Lugar en la Biblia • Título • 2. ESTRUC-
TURA Y CONTENIDO • Primera Parte: La Sabiduría es vanidad • Segunda Parte: La
sabiduría reside en el Temor de Dios • 3. CUESTIONES EN TORNO A QOHÉLET • El
autor y el género literario • Entorno cultural y religioso • Relación con la sabiduría
extrabíblica • 4. EL ECLESIASTÉS EN EL CONJUNTO DE LA SAGRADA ESCRITU-
RA • En el contexto del Antiguo Testamento • A la luz del Nuevo Testamento.
1. Primera aproximación al libro 141
1.1. Lugar en la Biblia

El libro de Qohélet (Qo) viene situado a continuación del libro de los Prover-
bios. Este orden se debe probablemente a la atribución del libro a Salomón. En
la Biblia hebrea está situado de otra forma: entra en el grupo de los «megui-
llot» o «cinco rollos» que se leen en festividades especiales. En este grupo, el
libro está ubicado detrás de Proverbios y antes de Daniel. Eclesiastés se leía y
se lee en las sinagogas en la fiesta de los Tabernáculos (sukkot). Esta fiesta se
celebra al comienzo del otoño, una vez terminada la recolección de los frutos,
y la lectura del libro del Eclesiastés supone una invitación a gozar con agra-
decimiento de los bienes obtenidos en la cosecha, sin olvidar que son un don
de Dios.
Entre los judíos hubo un tiempo en que se discutió su canonicidad. Dudaron
de su carácter sagrado algunos rabinos. Finalmente fue aceptado en el canon
judío debido sin duda a la supuesta autoría salomónica y a que se vio en él
una doctrina ortodoxa.

1.2. Título

En la Biblia hebrea se llama al libro «Qohélet» porque así se denomina el au-


tor de las enseñanzas recogidas él: «Palabras de Qohélet, hijo de David, rey
en Jerusalén» (Qo 1,1; cf. Qo 12,9-10). En la versión griega de los Setenta ese
término fue traducido por «Ekklesiastés». El significado exacto del término
Qohélet no está claro. Se trata de un pseudónimo un tanto enigmático. En
cualquier caso, el término griego «ekklesiastés» designa al que reúne con su
llamada a una asamblea (ekklesía).
El libro aparece ya a primera vista como la obra de un sabio. La síntesis del
contenido hecha al principio y al final «vanidad de vanidades, todo vanidad»
(Qo 1,2 y 12,8) hace que este libro sea singular en el conjunto de los libros sa-
pienciales. Qohélet expone la vanidad de todo lo que sucede en este mundo,
incluida la búsqueda de la sabiduría.

¿Qué ventaja saca el hombre pero la tierra permanece siempre.


de todo lo que trabaja bajo el sol? Sale el sol, y llega el sol
Generación va y generación viene, jadeando al lugar de donde sale (Qo 1,3-5).
142 2. Estructura y contenido

No es fácil esquematizar el contenido del libro, ya que los argumentos se repi-


ten siempre desde el mismo punto de vista (todo es vanidad). Éste es a gran-
des rasgos su contenido: Un prólogo (Qo 1,1-11), el cuerpo del libro (Qo 1,12-
12,8) y un epílogo (Qo 12,9-14).
Una lectura detenida del Eclesiastés descubre al observador atento que los
primeros capítulos disuaden al lector de esforzarse por alcanzar la sabidu-
ría, mientras que a partir del cap. 7 se comienza a ponderar la importancia
de adquirirla. No se trata de un cambio de opinión en Qohélet sino de una
consecuencia del diálogo figurado que va manteniendo con los sabios de su
época. Con esta estructura vendría a mostrar que no vale la pena empeñarse
en adquirir la sabiduría que ellos enseñan (la tradicional), ya que es vanidad,
es decir, esfuerzo vano, empeño inútil. En cambio, sí que tiene ventajas buscar
otra sabiduría distinta, la que proporciona el temor de Dios y que se adquiere
a partir de la contemplación de lo que incomprensiblemente sucede en la rea-
lidad. Por eso, el libro se podría dividir en dos partes, cada una de ellas con su
propio esquema:

2.1. Primera parte: La sabiduría es vanidad (Qo 1,3-6,12)

• El razonamiento comienza mostrando que, de acuerdo con lo que se ob-


serva en la naturaleza, parece que todo es un continuo devenir cíclico en
el que no se puede esperar nada nuevo (Qo 1,3-11).
• Seguidamente, se aduce la experiencia para mostrar que es un empeño
vano emprender cualquiera de los diversos caminos que ordinariamente
se presentan en la vida para buscar la sabiduría (Qo 1,12-2,26).
• Esa exposición de motivos se continúa con una reflexión sobre el acontecer
de las cosas a su tiempo (Qo 3,1-15) y con una serie de discursos en los
que Qohélet va narrando lo que «ha visto» (fraude y corrupción, muerte,
explotación, envidia, soledad, etc.), y que le merece siempre la misma con-
clusión: todo carece de sentido (Qo 3,16-4,16).
• Ante esa situación siguen unos consejos (Qo 4,17-5,11) en medio de los
cuales está uno que encierra la tesis fundamental del libro: «A muchos
sueños, muchas palabras huecas. Tú, teme a Dios» (Qo 5,6).
• Las riquezas en las que algunos ponen su confianza, aun siendo don de
Dios, sólo traen consigo males (Qo 5,12-6,9).
• Por eso, la conclusión de esta primera parte podría ser: ¿qué ventajas trae 143
consigo esa sabiduría que en nada aclara el sentido de la vida? (Qo 6.10-12).
Si ves que en una región se explota al pobre y se conculca el derecho y la justicia,
no te desconciertes, que la autoridad tiene otra por encima, y sobre ambas hay
una suprema. Con todo, lo más ventajoso para un país es que alguien se cuide de
que se cultiven los campos.

El que ama el dinero no se sacia de dinero, y el que ama las riquezas no las consigue; también esto es vanidad.
Si abundan los bienes, abundan los depredadores, ¿y qué provecho saca el dueño sino verlo con sus ojos?
Dulce es el sueño del obrero coma poco o mucho, pero al rico el empacho no lo deja dormir (Qo 5,7-11).

2.2. Segunda parte: La sabiduría reside en el temor de Dios (Qo 7,1-12,7)

• A pesar de todo lo que se ha expresado en la primera parte del libro, el


autor sagrado observa que hay unas cosas que valen más que otras y que
invitan a la reflexión, a la búsqueda de una sabiduría que dé razón de lo
que sucede (Qo 7,1-9,10).
• Pero llega a la conclusión de que no está al alcance del hombre (Qo 7,23).
• Por eso, después de ponderar todo detenidamente en el corazón, conclu-
ye que «el honrado, el sabio y sus obras están en las manos de Dios»
(Qo 9,1). Éste es el punto central de la segunda parte del libro.
• Después considera la situación en la el necio prospera (Qo 9,11-10,7) y
da instrucciones para vivir sensatamente acordándose del Creador (cf.
Qo 10,8-12,7).

Si un hombre vive muchos años sigue los caminos de tu corazón


gozando en todos ellos, y la mirada de tus ojos.
que piense en los días sombríos, Pero has de saber que de todo eso
que serán muchos. Dios te pedirá cuentas.
Todo porvenir es vanidad. Quita el sufrimiento de tu corazón
Goza, joven, de tu juventud y aparta el mal de tu carne,
y que tu corazón te haga feliz durante los días porque juventud y pelo negro son vanidad (Qo
de tu mocedad; 11,8-10).

El libro termina casi del mismo modo que comenzó: «¡Vanidad de vanidades,
dice Qohélet, todo es vanidad!» (Qo 12,8). Se cierra, finalmente, con un epílo-
144 go en el que el autor señala a Qohélet como maestro de la verdadera sabiduría
(cf. Qo 12,9-14).

3. Cuestiones en torno a Qohélet

3.1. Autor y el género literario empleado

La contraposición de opiniones presentes en Eclesiastés da a entender que en


el libro hay al menos dos estratos no fácilmente conciliables entre sí. Cómo
explicar su aparición en la misma obra ha llevado en la historia de su interpre-
tación a exponer diversas opiniones sobre la manera en que fue compuesto.
• San Gregorio Niseno, san Jerónimo, san Gregorio Magno y otros Padres
entendían que el autor del libro a veces no exponía sentencias propias,
sino opiniones erróneas de otros, o que presentaba las dificultades que
le asaltaban, y luego él mismo las refutaba. Veían pues dos voces: una de
carácter materialista, pesimista, y otra de carácter espiritual confiando en
el Señor.
• A principios del siglo XX algunos estudiosos veían en el trasfondo dos
sabios: uno que manifestaba las dificultades y otro que respondía. Se tra-
taría de un género peculiar en el que se habrían fundido esas dos voces sin
indicar cuando habla un sabio u otro.
• Otras hipótesis proponen un proceso de composición en el que habrían
intervenido diferentes autores. Esta explicación fue propuesta a finales del
s. XIX y ha sido seguida por muchos comentaristas incluso católicos. Se ha
llegado a determinar hasta cuatro autores:
– Qohélet, pesimista, sin visión de fe, que habla de la vanidad de las cosas y
la búsqueda de felicidad.
– Un sabio que intercala sentencias afirmando la utilidad e importancia de
la sabiduría, tema ausente en el escritor anterior.
– Un fiel piadoso que añade otras sentencias sobre el temor de Dios y la
existencia del juicio y la ley moral, intentando hacer más ortodoxo el libro.
– Un epiloguista que añadió las sentencias en que Qohélet habla en tercera
persona y el epílogo final.
En realidad la obra presenta una fuerte unidad de principio a fin. Da la im-
presión de que es obra de un solo autor que presenta las insatisfacciones y
desgarramientos de la existencia humana. Lo que parecen proposiciones 145
opuestas respondería a las contradicciones que presenta la vida.
El autor muestra un ansia de felicidad que no encuentra en ninguna parte, por
eso, según él, hay que contentarse con el placer relativo de las cosas peque-
ñas. Teniendo en cuenta los géneros literarios empleados en la antigüedad,
hoy se ve con cierta claridad que el autor usa el género llamado «diatriba».
Ésta consiste en presentar personajes ficticios que exponen sus opiniones; el
autor se identifica con algunos de ellos al mismo tiempo que va presentando
las opiniones contrarias a las suyas. En cada respuesta, a veces, no se indica
expresamente el cambio de interlocutor. Así, van apareciendo afirmaciones
y contraafirmaciones. Es un género que se emplea en la literatura griega y
habría sido por influjo helenístico como llegó a ser conocido y empleado por
el autor del libro del Eclesiastés. Éste, a partir del personaje Qohélet, en cuya
boca pone su enseñanza y con el que se identifica cuando habla en primera
persona, va exponiendo su propio pensamiento intercalando las ideas con las
que está en desacuerdo. Pero, en realidad, emplea a su modo el género de la
diatriba, sin ofrecer indicaciones claras acerca de a quien corresponden las
distintas afirmaciones. De ahí que no siempre es fácil deducir qué está tomado
del ambiente y qué se ha de considerar afirmación propia del autor.
Así, con su recurso a la diatriba griega, un maestro judío expone brillante-
mente los tesoros de la sabiduría israelita con la conclusión final de que temer
a Dios y guardar sus mandamientos es ser hombre cabal (cf. Qo 12,13). Esta
puede ser la clave para comprender la posición del autor.

3.2. Entorno cultural y religioso

A tenor de las distintas afirmaciones que van apareciendo a lo largo de la obra,


se puede afirmar que el contexto en el que se compone la obra responde a los
primeros tiempos de la helenización de Palestina (finales del s. IV o inicios
del s. III a. C.). Es en esta época cuando el influjo de las corrientes filosóficas
griegas del momento y el arte de la retórica se extendieron por todo el Oriente
próximo. Entre esas corrientes estaban:
• Los cínicos (discípulos de Diógenes) que despreciaban los convenciona-
lismos sociales y las exigencias de la moral.
• Los cirenaicos (discípulos de Aristipo, natural de Cirene) de tendencia
fuertemente hedonista y que se reclutaban entre los miembros de familias
acomodadas.
146 • Los escépticos (seguidores de Pirrón de Elis) sostenían que el hombre no
puede conocer la verdad.
• Los epicúreos (llamados así por su fundador Epicuro) que veían la felici-
dad como el valor supremo que había que conseguir por búsqueda razo-
nable de placeres.
• Los estoicos (movimiento iniciado por Zenón) intentaban sintonizar con la
armonía del universo estando por encima de las pasiones. Proclamaban
la hermandad universal y se pueden encontrar ecos de muchas de sus afir-
maciones en Eclesiastés.
Aunque no es fácil explicitar el influjo de la cultura helenística en Qohélet, sí
se aprecia que el autor está abierto al diálogo con esa cultura. Es más, parece
asumir muchas de sus afirmaciones, así como la forma de presentar sus razo-
namientos. El autor del libro imagina un maestro judío (Qohélet) que rompe
con los moldes de la enseñanza tradicional en Judá y sale a las calles y a los
mercados como hacían los filósofos ambulantes e instruye a sus alumnos lla-
mando la atención de los viandantes. Utiliza razonamientos y procedimientos
retóricos análogos a los de sus competidores y va mostrando que las nuevas
filosofías, que no cuentan con el «temor del Señor», son ilusorias y totalmente
vanas.
Al mismo tiempo es evidente que el autor conoce muy bien los esfuerzos de
los sabios israelitas que le habían precedido. En efecto, en las palabras del
Eclesiastés resuena la riqueza de la sabiduría de Israel. Las afirmaciones de la
«sabiduría tradicional» van apareciendo a lo largo de la obra:
• La idea de que Dios «premia al justo y castiga al malvado» (cf. Qo 3,17; 8,12b-
13 y 11,9).
• El aprecio por la sabiduría (Qo 9,16).
Pero, a la vez, somete estas ideas a una crítica radical desde la consideración
de que:
• La muerte afecta igualmente a todos (cf. Qo 3,19).
• No se da una retribución proporcionada a la conducta (cf. Qo 7,15).
• El hombre no sabe lo que le va a pasar después de la muerte (cf. Qo 6,12).
En cualquier caso, Qohélet, apoyado en su fe en el Dios de Israel y en su ex-
periencia, ni se deja llevar por las corrientes de la filosofía griega, ni está de
acuerdo con las afirmaciones de la sabiduría tradicional.
3.3. Relación con la sabiduría extrabíblica 147
El libro del Eclesiastés guarda un parecido lejano con algunas obras egipcias
en las que aflora una crítica de la sociedad de su tiempo («Diálogo de un hom-
bre con su alma», por ejemplo). Sin embargo, el autor de Eclesiastés es más
radical. Ciertamente ecos de obras antiguas pudieron llegar al autor del Ecle-
siastés, pero la obra parece más bien inspirarse en la sabiduría o filosofía de al-
gunas corrientes de retórica y de pensamiento griego que ya habían llegado a
Palestina en su tiempo (sobre todo los epicúreos). Qohélet enjuicia todo desde
la perspectiva del «temor del Señor» y su punto principal de referencia (aun-
que sea para mostrar su desacuerdo) son las afirmaciones que se derivaban de
la concepción tradicional de la sabiduría dentro de Israel.

4. El Eclesiastés en el conjunto de la Sagrada Escritura

4.1. En el contexto del Antiguo Testamento

En el momento en que se escribía el Eclesiastés ya estaba redactada la Ley de


Moisés y la literatura profética, pero aún no se había alcanzado la plenitud
de la Revelación. Todavía en el Antiguo Testamento, será necesario que pase
al menos un siglo hasta que, en el libro de Daniel, y después, en el segundo
de los Macabeos, se afirme que, tras la muerte, Dios retribuirá a los mártires
resucitándoles de nuevo a la vida. Ya a las puertas del Nuevo Testamento, en
el libro de la Sabiduría, será donde se enseñe claramente la inmortalidad del
alma y la retribución de los justos tras la muerte. La ausencia de estas verda-
des explica la incertidumbre acerca del más allá del autor de Qohélet. Por eso
se ve impulsado a afrontar la vida resaltando el escaso valor de las acciones
humanas: no hay que obrar bien para lograr un premio en el cielo, sino porque
así ha de hacerse para vivir más felices aquí.
En el conjunto de la Revelación el Eclesiastés se sitúa en un momento pareci-
do al del libro de Job. Ambos representan una crítica al pensamiento tradicio-
nal sobre la retribución en esta vida, sin tener claras las perspectivas de una
vida tras la muerte.
En conjunto, Qohélet ofrece la enseñanza de que la verdad profunda es un
misterio insondable que pertenece a Dios. El hombre ha de plantearse ese mis-
terio con realismo, siendo consciente que siempre se le escapa en su explica-
ción última. La sabiduría, para el autor, no soluciona los problemas que se le
plantean en su deseo de comprensión y de felicidad. Sin embargo, la sabidu-
148 ría es útil para poder gozar de las pequeñas cosas de este mundo. La fe del
Eclesiastés se mantiene por encima de la desilusión. Es más, la desilusión que
presenta frente a la realidad de este mundo supone un paso para una búsque-
da trascendente, si bien el autor, en las circunstancias en que escribe, no lo da,
aunque lo prepara.
Qohélet no es un pesimista sin más, como se ha dicho, sino un hombre realista
ante un estado de cosas que no satisfacen por su misma limitación. De ahí que
la obra pueda ser punto de partida para la búsqueda de algo superior que,
en definitiva, se obtiene por gracia y no por la capacidad humana. Quizás en
este sentido significa una profunda preparación para recibir la llegada de Je-
sucristo al mundo.

4.2. A la luz del Nuevo Testamento

La revelación neotestamentaria da respuesta a la inquietud de Qohélet ante la


inutilidad de las cosas de este mundo. Como ya se ha indicado, el comienzo
del libro (cf. Qo 1,3-11) expresa que todo en la naturaleza parece estar en un
continuo devenir cíclico sin esperanza de que pueda suceder algo realmen-
te nuevo: «todo es vanidad» y todo acaba con la muerte. San Pablo está de
acuerdo en que «la creación se ve sujeta a la vanidad» (Rm 8,20), pero tiene la
«esperanza de que también la misma creación será liberada de la esclavitud
de la corrupción para participar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios»
(Rm 8,20-21).
La conciencia de la vanidad de la vida y de las acciones humanas, expresada
con tanta fuerza por Qohélet, es asumida en profundidad por san Pablo cuan-
do enseña que el hombre no puede justificarse por sus obras, sino por la gracia
que recibe de Dios. Frente a la impotencia de la capacidad humana para enten-
der el sentido último de la vida, el Apóstol afirma que en Jesucristo se nos ha
dado toda sabiduría e inteligencia, revelándonos el Misterio de la voluntad de
Dios Padre (cf. Ef 1,7-9), o lo que es lo mismo, tal como lo ha enseñado el Con-
cilio Vaticano II: «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del
Verbo encarnado» (C. Vaticano II, Gaudium et spes, n. 22). Qohélet testimonia
que era imposible desvelar el misterio del hombre antes de Cristo.
149
Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• 
diatriba • muerte
• 
epicúreo • riquezas
• 
vanidad • Qohélet
• 
estoico • Sukkot
• 
temor de Dios

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿Por qué en las Biblias cristianas el libro del Eclesiastés viene detrás del de los
Proverbios?
2. ¿Por qué al libro del Eclesiastés se le llama también libro de Qohélet?
3. ¿En qué fiesta leían los judíos el libro de Qohélet?
4. ¿Qué género literario helenístico emplea el autor del Eclesiastés?
5. ¿Qué hace de contrapunto a la actitud hedonista que podría verse en la afir-
mación de que «lo mejor para el hombre es comer, beber y pasarlo bien»?
6. ¿Qué afirma Qohélet ante la enseñanza sapiencial tradicional?
7. ¿Qué expresión a modo de lema resume la enseñanza de Qohélet?

Ejercicio 3. Comentario de texto


Compara estos dos textos y elabora un comentario:
Es un decreto de este gran Benévolo (¿Osiris?- ¿Ra?):
el buen destino se debilita;
una generación pasa, otras quedan, desde los tiempos de los antepasados.
Y de los dioses que existían antes, que reposan en sus pirámides,
¿qué es de ellos?
Yo he escuchado las palabras de Im-hotep y de Her-didif,
muy proclamadas en su declamación.
¿Dónde está el emplazamiento de sus tumbas?
Sus muros están arruinados; sus lugares, como si no existieran.
De allí no viene nadie; que se nos diga su forma,
que se nos diga su suerte,
150 que se alegre nuestro corazón
hasta que lleguemos al lugar al que se han ido.
Alegra tu corazón para olvidar esto;
lo que es útil para ti es seguir tu corazón (sus deseos)
mientras estés con vida.
Pon incienso en tu cabeza, y telas sobre ti,
bysus decorado con las maravillas auténticas de las cosas divinas.
¡Aumenta tus bienes! ¡No desfallezca tu corazón!
¡Sigue (los deseos de) tu corazón y de tu bienestar!
Haz tus asuntos sobre la tierra según tu corazón
hasta que llegue para ti el día de los funerales.
Si el dios Osiris no entiende sus lamentaciones,
sus ceremonias fúnebres no salvan el corazón de los hombres en la necrópolis.
¡Alcanza un día dichoso; no te debilites ante él!
¡Nadie vuelve de los que han ido!
(Fragmento del «Canto del Arpista», M. García Cordero, La Biblia y el legado del medio
oriente, BAC, Madrid 1977, pp. 577-578)

Esto es lo malo de todo lo que pasa bajo el sol, que haya un único destino para todos.
Así el corazón de los seres humanos se llena de maldad, sus corazones desvarían duran-
te su vida y después se van con los muertos. Pero quien se cuenta entre los vivos tiene
esperanza, ya que más vale perro vivo que león muerto. Los vivos saben que morirán,
pero los muertos no saben nada, ni tendrán más recompensa porque su recuerdo se
ha esfumado; también se perdieron sus amores, odios y envidias, y ya nunca tendrán
parte en nada de lo que se hace bajo el sol. Anda y come tu pan con alegría, y bebe tu
vino con buen corazón, que Dios ya se ha complacido en tus obras. Lleva siempre ropas
blancas, y que no falte el perfume en tu cabeza. Goza la vida con la mujer que amas, to-
dos los días de la vana vida que tienes bajo el sol, todos tus vanos días, pues es lo tuyo
mientras vives y trabajas bajo el sol. Todo lo que esté al alcance de tu mano, hazlo con
todas tus fuerzas, pues en el sheol adonde te diriges no hay acción ni discernimiento,
ciencia ni sabiduría (Qo 9,3-10).
151
TEMA EL ECLESIÁSTICO
11 (SIRÁCIDA)
Conocer el libro del Eclesiástico ayuda a profundizar en la sabiduría de
Israel, que se presenta ahora a modo de síntesis y en clara confrontación
con la cultura griega. Es un libro del que se conocen muchos detalles
concretos: autor, lugar de composición, fecha y estructura. Un maestro
de Israel de inicios del s. II a. C. compendia todas sus enseñanzas en una
obra de valor siempre actual. Este libro no es reconocido como parte
de la Biblia ni por los judíos ni por los protestantes. Siguiendo la fe de la
Iglesia se estudia aquí como preparación cercana a la llegada de Cristo.

SUMARIO
1. PRIMERA APROXIMACIÓN AL LIBRO • Su lugar en la Biblia • Título • 2. ES-
TRUCTURA Y CONTENIDO • El prólogo • Primera Parte: Dios tiene la plenitud de la
Sabiduría • Segunda Parte: Dios infundió la Sabiduría en sus obras • Tercera Parte:
Dios concede la Sabiduría a quien guarda los mandamientos • Cuarta Parte: La ple-
nitud de la Sabiduría es temer a Dios • Quinta Parte: La lección de las generaciones
pasadas • Epílogo • 3. CUESTIONES EN TORNO AL ECLESIÁSTICO • El autor y su
época • El texto del libro del Eclesiástico • 4. EL LIBRO DEL ECLESIÁSTICO EN LA
SAGRADA ESCRITURA • En el conjunto del Antiguo Testamento • El Eclesiástico a
la luz del Nuevo Testamento.
152 1. Primera aproximación al libro

1.1. Su lugar en la Biblia

El libro del Eclesiástico (también llamado «Sirácida») viene normalmente si-


tuado el último de los libros sapienciales (aunque a veces se le pone el penúl-
timo, antes de Sabiduría, por haber sido éste compuesto más tarde). La Biblia
hebrea y las protestantes no lo incluyen.
Los judíos de finales del s. I d. C. decidieron que este libro no pertenecía a los li-
bros sagrados, quizá porque no era de tendencia farisea. De hecho, el autor elo-
gia a la estirpe sacerdotal de los saduceos (cf. Si 45,28-30 y 50,26). Sin embargo,
los Padres apostólicos y los Apócrifos del Antiguo Testamento lo citan como
Escritura (cf. Didaché 4,6; Epístola a Bernabé 19,9; 1 Henoc 30,15 y 42,2-3.11).
El hecho de que los judíos no lo admitieron como libro sagrado hizo que sur-
gieran dudas sobre su canonicidad en algunos escritores cristianos como Ru-
fino, Orígenes, Eusebio y san Jerónimo, aunque lo citan con frecuencia. San
Agustín lo tuvo por inspirado.

1.2. Título

Esta obra se ha trasmitido con diversos nombres en las tradiciones judía, grie-
ga y latina. En los escritos rabínicos se la conoce como «Instrucción de Ben
Sirac», o bien, «Libro de la Instrucción». En la mayoría de los manuscritos
griegos cristianos recibe el título de «Sabiduría de Jesús, hijo de Sirac» (o,
de forma breve, «Sabiduría de Sirac»). Algunos manuscritos latinos coinciden
con los griegos en llamarle «Sabiduría de Jesús, hijo de Sirac». A partir del si-
glo III se hace frecuente también llamarle «Eclesiástico», quizá por el uso que
se hacía de él en la Iglesia para la instrucción de catecúmenos o neófitos. Esta
última denominación ha sido la prevalente en el área latina hasta la actuali-
dad, en que parece ganar terreno la de «Jesús ben Sirac» o también «Sirácida».

2. Estructura y contenido

2.1. La estructura del libro

El libro, por su estilo, es parecido al de Proverbios. Está escrito en forma poéti-


ca y en él se encuentran sobre todo proverbios y advertencias sobre el compor-
tamiento humano (cf. Si 1,1-42,15). También incluye un himno elogiando a la
sabiduría (cf. Si 24) y, a partir del cap.42 hay tres bloques claramente diferen- 153
ciados: una exposición de la gloria de Dios en la creación (cf. Si 42,15-43,33);
otra sobre la manifestación de la gloria de Dios en la historia (cf. Si 44,1-50,29);
y, finalmente, un himno de acción de gracias (cf. Si 51,1-12), seguido de un
poema sobre la búsqueda de la sabiduría (cf. Si 51,13-30).
Existen diversas propuestas de estructura del libro. A pesar de esta diversidad
se percibe con claridad que el libro posee un plan didáctico y literario relati-
vamente ordenado. Se puede decir que la idea central del libro es «Quien se
aferra a la Ley alcanzará la sabiduría» (Si 15,1). Por ello, el libro se ha escrito
para los que «desean instruirse y conformar sus costumbres para vivir con
arreglo a la Ley» (Prólogo 34-35). De ahí que la propia estructura del libro re-
fleje el esquema de la Ley, ya que comprende cinco partes a semejanza de los
cinco libros del Pentateuco.
Cada una de esas cinco partes comienza con una introducción doctrinal
de carácter sapiencial-teológico. A continuación se añade una colección de
consejos en forma de máximas sapienciales, proverbios, etc., que vienen a
constituir las enseñanzas y aplicaciones prácticas a la conducta. Esta segunda
sección suele ser bastante más larga que la primera, y, aunque los temas que
aborda son muy variados, se trata siempre de exhortaciones al lector para que
sea fiel a la Ley de Dios.
Esas cinco partes van precedidas por el Prólogo del traductor al griego y se-
guidas por dos epílogos.

2.1. Prólogo del traductor griego.

El traductor señala de modo explícito la principal originalidad de este libro:


haber sido compuesto para que los amantes del saber, además de adquirir la
sabiduría, pudiesen progresar en una conducta conforme a la Ley. El autor
quiere orientar a quienes buscan respuesta a las nobles exigencias de la razón
y desean saber en qué medida esto es compatible con la aceptación de las nor-
mas de comportamiento que el Señor ha manifestado a su pueblo. Su mensaje
es que la Ley de Dios y la racionalidad humana no son instancias contrapues-
tas sino complementarias.
En este prólogo se citan en tres ocasiones los tres grupos de libros que confi-
guran la Biblia hebrea: la Ley, los Profetas y los otros escritos. Esto no quiere
decir que ya estuviese formado y cerrado el canon de los libros sagrados en
el judaísmo. Quizás sí lo estuviese el bloque de la Ley en cinco libros (el Pen-
154 tateuco); pero no debía estar claro aún qué libros formaban el grupo de los
Profetas, pues en la carta de Judas se consideran entre ellos a los libros de
Henoc (cf. Judas 9). Por otra parte, el término «los otros escritos» designa un
grupo todavía no definido. En el prólogo puede verse por tanto la tendencia
a clasificar y reagrupar los libros sagrados; no un canon ya formado y defini-
tivamente cerrado.

Muchas y extensas enseñanzas se nos han transmitido mediante la Ley, los Profetas y los otros que han
continuado tras ellos; se debe, por tanto, alabar a Israel por su doctrina y sabiduría. Pero, puesto que con-
viene que los lectores no sólo se hagan sabios, sino que, como amigos del saber, también puedan ser útiles
a los de fuera tanto de palabra como por escrito, por eso mi abuelo Jesús, después de haberse dedicado
por mucho tiempo a la lectura de la Ley, de los Profetas, y de los otros libros de los antepasados, y una vez
adquirida una gran familiaridad con ellos, se propuso escribir él también algo que sirviera para enseñanza
y sabiduría, de modo que las poseyeran también los amantes del saber, y pudieran progresar siempre más
en una conducta de acuerdo con la Ley (Si, Prólogo 1-14).

2.2. Primera Parte: Dios tiene la plenitud de la sabiduría (Si 1,1-16,23)

• Introducción: Origen divino de la Sabiduría (Si 1,1-2,23).


– La primera cuestión que se plantea es: ¿de dónde viene la sabiduría? Y la
respuesta es clara desde el principio: «Toda sabiduría procede del Señor y
está eternamente con él» (Si 1,1). No hay otro principio que el único Dios:
«Uno sólo es sabio» (Si 1,8). Él creó todas las cosas y «ha infundido la sa-
biduría en todas sus obras» (Si 1,10). Por lo tanto, la observación y estudio
de la naturaleza y del hombre es camino para descubrirla. El ser humano
alcanzará la felicidad y la sabiduría si se ajusta a las normas que el Señor
le ha marcado.
– Ben Sirac expresa ya desde el principio: «si deseas la sabiduría, guarda los
mandamientos, así el Señor te la concederá» (Si 1,33). Sin duda tal afirma-
ción constituye la mayor originalidad de la obra.
– La actitud lógica de quien está abierto a recibir la sabiduría es el respeto
agradecido que se debe al Creador y que se manifiesta en lo que la tradición
de Israel llama «el temor del Señor». Esa expresión no se refiera a tener
miedo a Dios, sino a la actitud religiosa que corresponde al hombre ante
ese Dios que se ocupa de él con tanta solicitud. Esos cuidados se ven en la
experiencia de lo sucedido en la historia: «Fijaos en las generaciones pasa-
das y aprended: ¿Quién confió en el Señor y quedó avergonzado?» (Si 2,11).
• Enseñanzas prácticas (Si 3,1-16,23).
Sería demasiado prolijo detallar los temas tratados en esta sección. Ofrecemos 155
a continuación algunos ejemplos y animamos a leer con detenimiento esta
parte del libro acudiendo a una buena edición de la Biblia.

Hijos, escuchad la corrección de vuestro padre; ni luches contra la corriente de un río.


ponedla en práctica para salvaros. No te sometas a un hombre necio,
El Señor glorifica al padre en los hijos, ni tengas acepción por la persona de un poderoso.
y establece la autoridad de la madre sobre la prole. Pelea hasta la muerte por la verdad,
Quien honra al padre expía los pecados; y el Señor Dios luchará por ti.
quien da gloria a la madre es como si juntara tesoros. No seas arrogante con la lengua,
El que honra al padre recibirá alegría de sus hijos, y lento y perezoso en tus obras.
y será escuchado en el día de su plegaria. No seas como un león en tu casa,
Quien honra al padre vivirá largos días; alardeando ante tus domésticos.
y quien obedece al Señor será el consuelo de su No tengas tu mano tendida para recibir,
madre. y contraída cuando hay que dar (Si 4,30-36).
Quien teme al Señor honra a los padres,
y como a señores servirá a los que le engendraron. No abandones a un antiguo amigo,
Hijo mío, honra a tu padre con hechos y palabras, pues no es lo mismo que el reciente.
para que descienda sobre ti su bendición. Amigo nuevo es vino nuevo;
La bendición del padre afianza las casas de los hijos; cuando sea añejo, lo beberás con fruición.
pero la maldición de la madre socava los cimientos No envidies la prosperidad ni las obras del pecador,
(Si 3,2-11). pues no sabes cómo será su final.
No te complazca el bienestar de los impíos,
No contradigas la palabra verdadera, recuerda que no bajarán impunes al hades.
sino avergüénzate de tu ignorancia. Mantente lejos de hombre con potestad de matar,
No te avergüences de confesar tus pecados, y no sentirás el temor de la muerte;
pero no te rindas a nadie para pecar. y si te acercas, cuida de no faltar en nada,
No quieras resistir de frente al poderoso, para no dar pie a que te quite la vida (Si 9,14-19).

2.3. Segunda Parte: Dios infundió la sabiduría en sus obras (Si 16,24-23,38)

• Introducción: La sabiduría en la creación (Si 16,24-18,14). Al crear sus obras


el Altísimo «las puso en orden para siempre y estableció sus reglas por to-
das las edades» (Si 16,27). Esta afirmación la apoya el autor recordando
algunas enseñanzas de los primeros capítulos del Génesis:
– La creación fue hecha «en el principio» (cf. Si 16,26 y Gn 1,1).
– En ella el Señor fue distinguiendo y estableciendo un orden en lo que crea-
ba (cf. Si 16,26b y Gn 1,3-2,3).
– Todo lo hizo bien (cf. Si 16,30b y Gn 1,4.10.12.18.21.25.31).
– El Señor «cubrió la tierra de seres vivos» (cf. Si 16,31a y Gn 1,20-31).
156 – Entre las criaturas sobresale de modo eminente el ser humano, creado a
imagen de Dios (cf. Si 17,1 y Gn 1,26-2,7).
– La razón humana, al observar la armonía del universo y de todos los seres
que lo pueblan, puede descubrir esas leyes y, con la ayuda de la Ley mani-
festada por Dios, conocer la sabiduría (cf. Si 17,1-15).
– De todo esto se sigue la consideración de Dios como Juez y del hombre
como criatura que debe rendir cuentas a su creador, no de modo mera-
mente exterior, sino en su ser más íntimo. Es una llamada bien razonada a
la vuelta a Dios (Si 17,16-32). Las ideas de Ben Sirac sobre el sentido de la
vida y la muerte son luminosas. Él es consciente de que el Señor retribuirá
a los hombres fieles dándoles el premio merecido (Si 17,19), pero no llega a
afirmar la existencia de la vida más allá de la muerte (Si 17,25-32). En todo
caso, para el autor, lo importante es dar gloria a Dios (Si 17,25-27), de ahí
su llamada a la conversión (Si 17,20.23.28).
– Concluye esta sección elevándose a la reflexión sobre la majestad y mag-
nanimidad de Dios desde la pequeñez del hombre (Si 18,1-14). Dios podría
no tener en cuenta al hombre, ni para bien ni para mal. Es esta una típica
cuestión sapiencial para enfatizar la benevolencia y misericordia de Dios
hacia la criatura humana.

El Señor creó al hombre de la tierra, Les otorgó que se gloriaran siempre de sus mara-
lo hizo según su imagen. villas
Y a ella lo hará volver de nuevo, para que alabaran su santo Nombre,
y le revistió de fuerza como la suya. y proclamaran la grandeza de sus obras.
Le asignó días contados, un tiempo determinado, Además puso ante ellos la ciencia
y le dio el dominio de cuanto hay sobre la tierra. y les dio en herencia la Ley de la vida.
Hizo que todo ser viviente le temiese Estableció con ellos una alianza eterna
para que dominara sobre las bestias y los pájaros. y les dio a conocer sus juicios y sus decretos.
Le concedió discernimiento, lengua, ojos y oídos, y Sus ojos contemplaron la grandeza de su gloria,
un corazón para razonar con ellos, y sus oídos oyeron su majestuosa voz.
y lo llenó de la capacidad para entender. Les dijo: «¡Guardaos de toda iniquidad!»,
Creó en ellos el conocimiento espiritual, y dio a cada uno preceptos con relación al prójimo.
llenó de sentimientos su corazón, Los caminos de ellos están siempre ante Él,
y les mostró el bien y el mal. no permanecen escondidos a sus ojos.
Puso el temor de Él en sus corazones, En cada pueblo constituyó un jefe,
mostrándoles la grandeza de sus obras. pero Israel es la porción del Señor (Si 17,1-15).

• Enseñanzas prácticas (Si 18,15-23,38). En esta parte se intensifican las lla-


madas a la prudencia al hablar.
Quien calla es tenido por sabio, El hombre sabio calla hasta la ocasión propicia,
157
pero el que habla demasiado es despreciado. pero el pretencioso y necio adelantan la ocasión.
Hay quien calla por no tener respuesta, El prolijo en palabras se hace detestable,
y quien calla porque aguarda el momento oportuno. y el que pretende imponerse será odiado (Si 20,5-8).

2.4. Tercera Parte: Dios concede la sabiduría a quien guarda los


mandamientos (Si 24,1-32,17)

• Introducción: Sabiduría y fidelidad a la Alianza (Si 24,1-47). La Sabiduría


se ha expresado en lenguaje humano en la Ley. Muchos autores ven en el
capítulo 24 el centro del libro. Lo es desde el punto de vista literario, pero,
sobre todo, lo es por su contenido. Estos versículos contienen uno de los
más bellos y ricos textos de la obra de Ben Sirac. Se trata de un elogio de
la Sabiduría. Esta alabanza de la Sabiduría recuerda en parte a Pr 8,22-31,
pero ahora se reúnen en ella los aspectos sapienciales, cultuales y legales
que configuran la tradición religiosa de Israel. De hecho se observa una
concentración del pensamiento que va desde la universalidad de la crea-
ción del hombre a la elección específica de Israel como pueblo elegido, al
que se ha dado la Alianza.

La sabiduría se elogia por sí misma En todos ellos busqué un lugar de descanso:


y se gloría en medio de su pueblo. ¿en la heredad de quién habitaré?
Abre su boca en la asamblea del Altísimo Entonces, el creador del universo me dio una orden,
y, en presencia de su majestad, se gloría. el que me creó me hizo plantar mi tienda,
En medio de su pueblo será ensalzada, y me dijo: «¡Pon tu morada en Jacob,
en la totalidad de los santos será admirada, y toma como herencia a Israel!».
en la multitud de los elegidos recibirá alabanza, Antes de los siglos, en el principio, Él me creó,
y entre los bienaventurados será bendita, y dirá: y por los siglos no dejaré de existir.
«Yo salí de la boca del Altísimo, En el Tabernáculo santo, en su presencia, le di culto,
primogénita antes que toda criatura. y así me establecí en Sión.
Yo hice brotar en los cielos una luz indefectible, En la ciudad amada me dio descanso,
y como niebla cubrí la tierra entera. y en Jerusalén está mi potestad.
Puse mi morada en las alturas, Arraigué en un pueblo glorioso,
y mi trono sobre columna de nubes. en la porción del Señor, en su heredad,
Yo sola recorrí la bóveda celeste, en la reunión de los santos hago mi parada.
y paseé por la profundidad del abismo. Yo soy la madre del amor hermoso y del temor,
Sobre las olas del mar y sobre la entera tierra, del conocimiento y de la santa esperanza.
y sobre todo pueblo y nación dominé, En mí está toda la gracia del camino y de la verdad;
y pisé con mi fuerza los corazones de todos, en mí, toda esperanza de vida y de fuerza (Si 24,1-
famosos y humildes. 16.24-25).
158 • Enseñanzas prácticas (Si 25,1-32,17). Desde el punto de vista literario
abundan los dichos numéricos.

En tres cosas se complace mi alma que agradan al Señor y a los hombres:


concordia entre hermanos, amistad entre vecinos, buena avenencia entre mujer y marido.
En cambio, tres clases de personas detesta mi alma que me irritan mucho:
el pobre soberbio, el rico embustero, y el anciano lascivo, falto de inteligencia (Si 25,1-4).

2.5. Cuarta Parte: La plenitud de la sabiduría es temer al Señor


(Si 32,18-42,14)

• Introducción: El temor del Señor (Si 32,18-33,18). El que «teme al Señor» no


es engreído ni se considera capacitado para descubrir por sí mismo toda
la verdad, sino que sabe contar con el parecer de los demás y se rige por
los mandamientos de la Ley (Si 32,22-26). A ese no le sucede ningún mal;
en cambio el que no acepta la Ley es un necio (Si 33,1-6), pues no alcanza
a distinguir que el que haya tiempos y seres diferentes se debe a la acción
de Dios Creador (Si 33,7-15). Una vez más, el autor del libro da testimonio
de sus desvelos para alcanzar sabiduría y transmitirla (Si 33,16-18).
• Enseñanzas prácticas (Si 33,19-42,14).
– Esta sección comienza con consejos de prudencia humana. Después de
esta serie de enseñanzas aparece una oración a Dios por Israel (Si 36,1-19).
Esta oración se interrumpe bruscamente con unas máximas sobre el dis-
cernimiento de los corazones (Si 36,20-28), a las que siguen otras reglas de
prudencia.
– Para resaltar el valor del oficio de escriba Ben Sirac pasa revista a los dis-
tintos oficios manuales, que, siendo necesarios para la sociedad (Si 38,25-
39), sin embargo no tienen la importancia que tiene el maestro de sabiduría
que es capaz de guiar a los demás (Si 39,1-15):

En cambio, quien se entrega al temor de Dios,


y medita en la Ley del Altísimo,
indaga la sabiduría de todos los antiguos,
y se dedica al estudio de las profecías;
conserva las explicaciones de los hombres célebres,
y penetra en las agudezas de las parábolas,
investiga el sentido escondido de los proverbios,
y se ocupa de los enigmas de las parábolas;
159
entre los grandes presta su servicio,
y está presente ante los príncipes;
viaja por países extranjeros,
y adquiere experiencia del bien y del mal de los hombres;
muy de mañana dirige su corazón
al Señor que lo creó,
y suplica ante el Altísimo;
abre su boca para rezar,
e implora por sus propios pecados;
si el Señor, el Grande, lo quiere,
será colmado de espíritu de inteligencia;
como lluvia esparcirá las palabras de su sabiduría,
y en la oración alabará al Señor.
Enderezará su consejo y su ciencia,
y meditará en sus misterios.
Hará brillar la doctrina de su enseñanza,
y se gloriará en la Ley de la alianza del Señor.
Muchos alabarán su inteligencia,
que no será olvidada por siglos;
no desaparecerá su recuerdo
y su nombre perdurará de generación en generación.
Las naciones proclamarán su sabiduría,
y la asamblea pronunciará su elogio.
Si vive mucho, su nombre será notorio entre mil,
y si muere pronto, ya habrá hecho bastante

2.6. Quinta Parte: La lección de las generaciones pasadas (Si 42,15-50,31)

• Introducción: Dios, Señor del mundo y de la historia (Si 42,15-43,37). Aquí


se invita al lector a contemplar las obras de Dios, hechas con sabiduría
(Si 42,15-43,37) y a recordar a los hombres ilustres de la historia de Israel
en los que brilló la sabiduría (Si 44,1-50,31). Lo primero constituye lo equi-
valente a la introducción doctrinal que hemos visto en las otras partes de
la obra; lo segundo a la recomendaciones prácticas, en este caso ejemplifi-
cadas en los antepasados a los que se elogia: «los piadosos a quienes Dios
ha dado la sabiduría» (Si 43,37). En este sentido, esta última parte del libro
de Ben Sirac es como una recapitulación.
• Elogio de los hombres ilustres (Si 44,1-50,31). El recorrido empieza con
en Henoc (cf. Si 44,16 y Gen 5,24) y llega hasta el Sumo Sacerdote Simón
(Si 50,1-23). En realidad el autor se remonta hasta Adán, porque está en el
160 origen de todos los hombres (Si 49,19). En la presentación de los personajes
se deja ver que el autor está cerca de la enseñanza contenida en la tradición
del Deuteronomio: fidelidad a la Alianza con Dios, cumplimiento de la
Ley, único culto en el Templo. Así, sólo los tres reyes que reciben elogios
en la historia deuteronomista (David, Ezequías y Josías) son alabados tam-
bién aquí (Si 49,5).

Henoc agradó al Señor y fue arrebatado al paraíso,


ejemplo de conversión para las gentes.
Noé fue hallado justo, perfecto,
y al tiempo de la ira fue motivo de reconciliación:
gracias a él un resto fue dejado en la tierra,
cuando se produjo el diluvio.
Con él se pactó alianza eterna,
para que no fuera destruido todo viviente con el diluvio (Si 44,16-19).

2.7. Epílogo (Si 51,1-38)

Consta de un himno de acción de gracias (Si 51,1-17) y un poema sobre la bús-


queda de la sabiduría (Si 51,18-32).

3. Cuestiones en torno al libro del Eclesiástico

3.1. El autor y su época

Gracias a los datos que nos ofrece el Prólogo al libro es posible situar con bas-
tante precisión el tiempo y lugar de su autor: «Jesús, hijo de Sirac, hijo de Elea-
zar, de Jerusalén» (cf. Si 50,29b). También es fácil ubicar a su nieto, el traductor
griego, de nombre desconocido. Éste dice haber llegado a Egipto y haberse es-
tablecido allí (probablemente en Alejandría) el año 38 del reinado de Evergetes,
que corresponde al 132 a. C. De ahí se deduce que la traducción griega tuvo que
ser realizada después de esa fecha. El abuelo del traductor fue un maestro de
Jerusalén amante de la Sabiduría y que se dedicó a la enseñanza de la Ley regen-
tando una bet-midrásh (cf. Si 51,31), es decir, una academia o escuela para estu-
dios de los libros sagrados del judaísmo. Como Ben Sirac no parece conocer la
revuelta macabea, se supone que escribió su obra unos sesenta años antes de la
traducción de su nieto (190-180 a. C.). En el libro no aparece ninguna referencia
a los acontecimientos acaecidos bajo el reinado de Antíoco IV Epifanes (175-164
a. C.), que impuso por la fuerza la helenización de la tierra de Israel. En cambio,
por lo que dice en Si 50,5-23, parece que pudo conocer personalmente al sumo 161
sacerdote Simón II, que ejerció su oficio sacerdotal hasta el 196 a. C.
La experiencia docente de Ben Sirac está bien reflejada en sus escritos. La ins-
trucción parte de las máximas tradicionales, aunque cambia un poco el estilo
de exponerlas. En el libro de los Proverbios, como hemos podido ver, se re-
cogen frases muy breves, con la concisión propia de refranes, y se suceden
unas a otras con rapidez aunque sean de temáticas diversas. En cambio, en la
«Instrucción de Ben Sirac», el maestro desarrolla un poco más cada una de las
ideas y realiza una cierta agrupación temática en unidades breves que, a su
vez, se van concatenando con las anteriores y las siguientes sin cambios brus-
cos de tema. Toda esa sabiduría se va trenzando con llamadas a la fidelidad a
la Alianza, que se concreta en el estudio y cumplimiento de la Ley que Dios
ha entregado a Israel.
El libro refleja los tiempos en los que la cultura griega se ha afianzado en todo
el Oriente próximo. En los últimos años del s. III a. C. y comienzos del II a. C.,
las «Guerras Sirias» entre los lágidas de Egipto y los seléucidas de Siria ter-
minaron por dejar Palestina bajo el poder del sirio Antíoco III. Éste promulgó
varios decretos destinados a acelerar la reconstrucción y repoblación de Jeru-
salén, concedió privilegios a los sacerdotes, escribas y miembros de la «gerou-
sía» o consejo de ancianos, y dispuso lo necesario para el mantenimiento de la
ciudad y del Templo. Con ello, la Ciudad Santa fue adquiriendo una fisono-
mía cada vez más parecida a la de las grandes ciudades griegas.
En esta situación las escuelas tradicionales de Judá fueron acusando el im-
pacto de la cultura helénica, especialmente con la aparición de maestros que
enseñaban a sus discípulos las diversas concepciones filosóficas debatidas en
el mundo cultural griego de entonces. No obstante, el acercamiento al mundo
helenista no supuso un menoscabo en la observancia de la Ley de Dios, la
Torah. Por el contrario, ésta cobraba una mayor importancia, como muestra
de fidelidad al Dios de los padres y como característica distintiva de la propia
identidad del pueblo judío.
Por su parte, ante las nuevas influencias extranjeras, los sacerdotes en el Tem-
plo hubieron de afrontar no pocas dificultades para desempeñar dignamente
sus funciones. Es en este contexto cuando se debió de escribir esta obra, como
un llamamiento a la fidelidad a las tradiciones de Israel. En el libro se mani-
fiesta la veneración del autor por el culto del Templo de Jerusalén, por la histo-
ria de Israel y por el sacerdocio. Enlaza además con la tradición sapiencial de
Proverbios y se hace eco de algunas expresiones de filósofos griegos.
162 3.2. El texto del libro del Eclesiástico

La obra original fue escrita en hebreo, según lo atestiguan el traductor al grie-


go y los manuscritos encontrados en la sinagoga de El Cairo, la fortaleza de
Masada y las cuevas de Qumrán. El texto hebreo se perdió en los primeros
siglos de la Era Cristiana por no haber sido recogido en la Biblia hebrea. Como
ya se ha indicado, un nieto del autor la tradujo al griego y escribió un prólogo.
Los fragmentos hebreos recientemente encontrado suponen casi el 80% del
texto total. Este texto hebreo no es muy fiable, pues no está cuidado. Esta ver-
sión hebrea comenzó a ser conocida a partir de 1896, cuando se publicó un
folio de un manuscrito del siglo XII encontrado poco antes en Egipto. En los
años sucesivos se fueron descubriendo otros fragmentos procedentes de cinco
manuscritos medievales, a los que siguieron nuevos fragmentos de notable
extensión aparecidos entre los rollos de Qumrán y de Masada (s. I a. C.- pri-
mera mitad del s. I d. C.).
La versión griega es la más importante, no sólo porque conserva todo el texto,
sino porque es la que recibieron el judaísmo de habla griega y la Iglesia. En
griego hay dos recensiones:
• La primera recensión es llamada texto primario. Es las más breve y apare-
ce en los principales códices unciales de la versión de los Setenta (Vatica-
no, Sinaítico y Alejandrino, de los siglos IV-V d. C.) y en algunos códices
minúsculos de gran importancia. Esta recensión es la que llegó a constituir
el «textus receptus» de las ediciones impresas en los últimos siglos.
• La segunda recensión es denominada texto secundario. Contiene bastan-
tes adiciones sobre el anterior, por lo que es un poco más extensa (134 ver-
sos más larga que la anterior) y se conserva en otros muchos manuscritos
griegos así como en citas de escritores eclesiásticos y santos Padres, de
modo relevante en la edición hexaplar de Orígenes y en la recensión de
Luciano.
Parece que estas dos recensiones griegas responden a dos textos hebreos dis-
tintos, pues ambas se hallan atestiguadas en los manuscritos hebreos encon-
trados. Algunos especialistas piensan que el texto más largo corresponde a
interpolaciones hechas por fariseos.
En el siglo II d. C. se hizo en occidente una traducción latina que pasó a la
«Vetus latina». Esta versión fue hecha a partir de la recensión larga del texto
griego y presenta además añadiduras o glosas explicativas que no están en el
griego. San Jerónimo no tradujo el texto del Eclesiástico, sino que esa versión
de la «Vetus latina» es la que añadió a la «Vulgata». De ella se sirvieron la Li- 163
turgia latina y los escritores y Padres de la Iglesia occidentales. Está contenida
en muchos manuscritos y hay numerosas citas de ella. A ella se refirió el Con-
cilio de Trento (sin querer definir que una recensión fuese inspirada y otras
no). Hoy se considera que el texto inspirado está representado por el griego
en sus dos recensiones.
Actualmente, el texto oficial de la Iglesia latina, la «Neovulgata», ha tomado
como norma la versión Vulgata, retocándola con arreglo a la versión griega y a
los fragmentos del texto hebreo. En cualquier caso, la «Neovulgata» ha mante-
nido algunas palabras sueltas, frases y versículos, que no están en los Setenta y
que vienen a ser aclaraciones del texto griego, o pequeños desarrollos del pen-
samiento del original desde la visión de la fe cristiana. Las citas que hacemos
aquí del libro del Eclesiástico corresponden a la numeración de la Neovulgata.
La compleja historia de la transmisión del libro de Ben Sirac explica por qué el
texto de este libro es uno de los menos fijados de todo el Antiguo Testamento.
Estas fluctuaciones y discrepancias no afectan, sin embargo, a lo sustancial
del texto, aunque originan muchas diferencias en las traducciones de algunos
pasajes. Es canónico todo el libro con todas sus partes, y esa inseguridad en el
texto forma parte del aspecto humano que tiene la revelación divina.

4. El libro del Eclesiástico en la Sagrada Escritura

4.1. En el conjunto del Antiguo Testamento

Aunque la doctrina del Eclesiástico es tradicional, representa un progreso en


varios aspectos. Así, Ben Sirac afronta el tema de la retribución divina y no es
ajeno al problema del sufrimiento del justo y a la realidad de la muerte, plan-
teados en los libros de Job y de Qohélet. Por eso afirma repetidamente que
Dios retribuye al hombre a la hora de la muerte (cf. Si 1,13 y 11,28), pero no
precisa en qué consiste esa retribución:
• Puede ser en las circunstancias de la muerte (edad o tipo de enfermedad).
• Podría ser un recuerdo digno de alabanza que deja el hombre tras de sí.
• En las añadiduras del texto largo griego y de la versión latina se supone la
pervivencia consciente en el otro mundo (cf. Si 2,9; 6,23; 24,31 y 31,10).
La mayor aportación del Sirácida respecto a la tradición sapiencial anterior
está en integrar aquella sabiduría adquirida desde la observación de la na-
164 turaleza y la reflexión racional en la Sabiduría que Dios ha manifestado en la
creación, en la historia de Israel y especialmente en su Ley. De esta forma, la
Sabiduría, en cuanto es don de Dios y actividad del hombre, se introduce en
el marco de la Alianza de Dios con su pueblo. La Sabiduría por excelencia es
la Ley de Moisés, la Torah, escrita en un libro. Es sabio quien la conoce y sabe
ponerla en práctica en todas las circunstancias aplicando el razonamiento hu-
mano. No se trata por tanto de una mera recopilación de sentencias. Ésta es
una de las obras en las que
«la Sagrada Escritura nos presenta con sorprendente claridad el vínculo tan pro-
fundo que hay entre el conocimiento de la fe y el de la razón» (San Juan Pablo II,
Fides et ratio, n. 16).

Dios ha enseñado el camino de la Sabiduría mediante la Ley de Moisés, la pre-


dicación de los Profetas y la contemplación de los sabios. Pero en la concep-
ción del autor el referente primordial del cumplimiento de la Ley, y por tanto
del sabio, es el culto a Dios en el Templo de Jerusalén. Ben Sirac está interesado
por la liturgia del Templo porque es un modelo para la relación del hombre
con Dios y sirve de guía a la vida moral. Culto y moral se relacionan entre
sí, como habían subrayado los profetas de Israel: no puede existir verdadero
culto sin el esfuerzo por una conducta moral recta y justa.
Otra de las aportaciones más características de Ben Sirac consiste en que medi-
ta sobre la historia del pueblo (Si 44,1-50,21). El autor presenta una especie de
historia sagrada en la que desfilan las grandes figuras del Antiguo Testamen-
to. En esta narración detallada resalta la providencia de Dios, que otorga a su
pueblo hombres fieles que guían su historia y son puntos válidos de referencia
para los demás por su fidelidad a la Alianza y a la Ley. La vida humana tiene,
pues, una dimensión social y una trascendencia para todo el pueblo que no
conviene perder de vista.
Otra novedad de este libro dentro de los libros sapienciales es la referencia de
Eclesiástico a los tiempos mesiánicos (cf. Si 36,1-19).
A lo largo del complejo y extenso desarrollo de los diversos temas se puede
observar cierta concentración en las enseñanzas fundamentales:
• La Sabiduría es presentada en su dimensión divina y universal, es decir, la
Sabiduría está en Dios (cf. Si 1,1-9)
• Es Dios mismo quien ha infundido la Sabiduría en los seres de la creación,
la ha destinado a «toda carne» y la ha comunicado a los que le aman (cf.
Si 1,10).
• El horizonte de la Sabiduría se ve limitado en beneficio del pueblo elegi- 165
do, que es el destinatario privilegiado de la Sabiduría entre los hombres.
Parece que en tal insistencia hay una intención apologética frente al influjo
del helenismo. Pero, en cualquier caso, Dios ofrece la Sabiduría que llega a
todos los pueblos a través de Israel.

4.2. El Eclesiástico a la luz del Nuevo Testamento

El libro de Ben Sirac, aunque nunca es citado textualmente en el Nuevo Tes-


tamento, es evocado en no pocos pasajes. Sus expresiones resuenan para un
lector atento en algunas palabras de Nuestro Señor en los Evangelios y en las
exhortaciones de las Cartas de san Pablo y de Santiago.

Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os Todo el que bebe de esta agua tendrá sed de nue-
aliviaré. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended vo, pero el que beba del agua que yo le daré no ten-
de mí que soy manso y humilde de corazón, y encon- drá sed nunca más, sino que el agua que yo le daré
traréis descanso para vuestras almas (Mt 11,28-29) se hará en él fuente de agua que salta hasta la vida
eterna (Jn 4,13-14)
Escucha, hijo, ten en cuenta mi parecer
y no desprecies mi consejo. Los que comen de mí aún tendrán más hambre,
Mete tus pies en sus cepos y los que de mí beben, aún sentirán más sed.
y tu cuello en su argolla (Si 6,24-25) Quien me obedece no se avergonzará,
y los que obran conmigo no pecarán.
Someted vuestro cuello a su yugo, Los que me esclarecen tendrán la vida eterna
Que vuestra alma reciba la instrucción. (Si 24,21-22).
Al alcance está el encontrarla.
Ved con vuestros ojos qué poco me he fatigado,
y el gran sosiego que me he encontrado (Si 51,34-35).

También la Carta de Santiago hay numerosas expresiones que recuerdan a las


del libro de Ben Sirac, entre las que destaca la exhortación a dominar la lengua
(cf. St 3,1-12) que parece evocar Si 28,14-30.
Todo el libro orienta a comprender la Sabiduría de Dios encarnada en Jesucris-
to. En ese sentido cobra especial relieve la imagen de la Sabiduría personifica-
da. La comparación con la madre y con la esposa, viene a mostrar que la Sabi-
duría ejerce sobre el hombre un cuidado del que él tiene imperiosa necesidad,
y que a ella le incumbe una iniciativa y una actitud activa cuya motivación no
puede ser otra que el amor, amor similar al de madre y de esposa. Esta repre-
sentación permite profundizar la comprensión de Jesús como Sabiduría divi-
na encarnada, presente en el prólogo del Evangelio de san Juan (cf. Jn 1,1-18),
166 en el himno de Pablo a la primacía de Cristo sobre toda la creación de la Carta
a los Colosenses (cf. Col 1,15-20), o en el comienzo de la Carta los Hebreos (cf.
Hb 1,1-2).
La aplicación a Jesucristo encontrará cierta dificultad ya que la personificación
de la Sabiduría se hace con rasgos femeninos: como madre y como esposa. Por
eso a Jesús se le aplicará más bien el título de «Logos/Verbo de Dios», aunque
en él subyacen algunas de las características de la Sabiduría personificada.
Los escritores eclesiásticos de los primeros siglos y los Santos Padres recu-
rrieron en muchas ocasiones a pasajes de Ben Sirac para apoyar su predica-
ción, especialmente aquellos pastores y catequistas que se proponían educar
a los cristianos en la sana doctrina moral. Tales son los casos, por ejemplo, de
Clemente Alejandrino en su obra El Pedagogo, o de san Gregorio Magno en
su Regla pastoral y en su Moralia in Iob. San Agustín lo cita cientos de veces y
confiesa haber hallado en este libro más recursos para la vida espiritual que
en ningún otro.

Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• Bet-midrash • Henoc
• Masada • Ley
• Qumrán • catecúmeno
• Evergetes • Sumo sacerdote Simón II
• lágidas y seléucidas • retribución

Ejercicio 2. Guía de Estudio


Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿Cómo ha llegado hasta nosotros el texto completo del Eclesiástico?
2. ¿Por qué al libro del Eclesiástico se le llama también el Sirácida?
3. ¿Cuántas veces menciona el autor del prólogo «la Ley, los Profetas y los otros
escritos»?
4. ¿De qué secciones consta cada una de las partes del libro del Eclesiástico?
5. ¿En qué capítulo del libro del Eclesiástico habla la Sabiduría personificada?
6. ¿En qué parte del libro del Eclesiástico se canta la gloria de Dios manifestada
167
en la creación y en los antepasados ilustres del pueblo?
7. ¿Cuál es la recompensa que, según el autor del Eclesiástico, espera a los justos
a la hora de la muerte?
8. ¿Qué personaje del Antiguo Testamento abre la lista de los antepasados dig-
nos de elogio el libro del Eclesiástico?
9. ¿Además del «temor del Señor» dónde ve el autor del Eclesiástico representa-
da la Sabiduría?

Ejercicio 3. Comentario de texto


Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación
con los contenidos de la lección:
La Sagrada Escritura nos presenta con sorprendente claridad el vínculo tan profundo
que hay entre el conocimiento de fe y el de la razón. Lo atestiguan sobre todo los Li-
bros sapienciales. Lo que llama la atención en la lectura, hecha sin prejuicios, de estas
páginas de la Escritura, es el hecho de que en estos textos se contenga no solamente
la fe de Israel, sino también la riqueza de civilizaciones y culturas ya desaparecidas. Casi
por un designio particular, Egipto y Mesopotamia hacen oír de nuevo su voz y algunos
rasgos comunes de las culturas del antiguo Oriente reviven en estas páginas ricas de
intuiciones muy profundas.

No es casual que, en el momento en el que el autor sagrado quiere describir al hombre


sabio, lo presente como el que ama y busca la verdad:

«Feliz el hombre que se ejercita en la sabiduría, y que en su inteligencia reflexiona, que


medita sus caminos en su corazón, y sus secretos considera. Sale en su busca como el
que sigue su rastro, y en sus caminos se pone al acecho. Se asoma a sus ventanas y a sus
puertas escucha. Acampa muy cerca de su casa y clava la clavija en sus muros. Monta
su tienda junto a ella, y se alberga en su albergue dichoso. Pone sus hijos a su abrigo
y bajo sus ramas se cobija. Por ella es protegido del calor y en su gloria se alberga» (Si
14, 20-27).

Como se puede ver, para el autor inspirado el deseo de conocer es una característica
común a todos los hombres. Gracias a la inteligencia se da a todos, tanto creyentes
como no creyentes, la posibilidad de alcanzar el «agua profunda» (cf. Pr 20, 5). […] La
168 peculiaridad que distingue el texto bíblico consiste en la convicción de que hay una
profunda e inseparable unidad entre el conocimiento de la razón y el de la fe. El mun-
do y todo lo que sucede en él, como también la historia y las diversas vicisitudes del
pueblo, son realidades que se han de ver, analizar y juzgar con los medios propios de la
razón, pero sin que la fe sea extraña en este proceso. Ésta no interviene para menospre-
ciar la autonomía de la razón o para limitar su espacio de acción, sino sólo para hacer
comprender al hombre que el Dios de Israel se hace visible y actúa en estos aconteci-
mientos. Así mismo, conocer a fondo el mundo y los acontecimientos de la historia no
es posible sin confesar al mismo tiempo la fe en Dios que actúa en ellos. La fe agudiza
la mirada interior abriendo la mente para que descubra, en el sucederse de los acon-
tecimientos, la presencia operante de la Providencia. Una expresión del libro de los
Proverbios es significativa a este respecto: «El corazón del hombre medita su camino,
pero es el Señor quien asegura sus pasos» (Pr 16, 9). Es decir, el hombre con la luz de la
razón sabe reconocer su camino, pero lo puede recorrer de forma libre, sin obstáculos
y hasta el final, si con ánimo sincero fija su búsqueda en el horizonte de la fe. La razón
y la fe, por tanto, no se pueden separar sin que se reduzca la posibilidad del hombre de
conocer de modo adecuado a sí mismo, al mundo y a Dios.
(San Juan Pablo II, Fides et Ratio, 16)
169
TEMA
12 EL LIBRO DE LA SABIDURÍA
El libro de la Sabiduría recoge el legado de la fe en el Dios único y de la
tradición sapiencial de Israel y lo expone en moldes culturales helenísti-
cos. Desde ahí aporta una concepción antropológica que le permite dar
una nueva solución al tema de la retribución afirmando la inmortalidad
del hombre y expone la historia de Israel como manifestación de la sa-
biduría que ha conducido al pueblo elegido a adorar al verdadero Dios
frente a la idolatría imperante. Las afirmaciones del libro sobre el origen,
naturaleza y función de la sabiduría resuenan en el Nuevo Testamento
cuando se enseña el origen eterno del Verbo, su divinidad y su función
en la historia al hacerse hombre.

SUMARIO
1. PRIMERA APROXIMACIÓN AL LIBRO • Lugar en la Biblia • Título • Recepción
en la Iglesia • 2. ESTRUCTURA Y CONTENIDO • Primera Parte: La sabiduría lleva
a la inmortalidad • Segunda Parte: Cómo alcanzar la sabiduría • Tercera Parte: La
sabiduría actuando en la historia: Israel y Egipto • 3. CUESTIONES EN TORNO AL
LIBRO DE LA SABIDURÍA • Recepción en la Iglesia • Fecha de redacción • Am-
biente cultural de redacción del libro • 4. EL LIBRO DE LA SABIDURÍA EN LA SA-
GRADA ESCRITURA • En el conjunto del Antiguo Testamento • A la luz del Nuevo
Testamento.
170 1. Primera aproximación al libro

1.1. Lugar en la Biblia

El libro de la Sabiduría suele estar después del Cantar de los Cantares. Esta
situación se debe a que el libro se atribuye a Salomón lo mismo que el Cantar.
Muchos antiguos códices griegos lo ubican a continuación de Job, y éste, des-
pués del Cantar. En este caso Sabiduría no parece que se atribuya a Salomón
y queda descolgado como libro aparte, seguido de Eclesiástico. El libro de la
Sabiduría (del mismo modo que Eclesiástico) no se encuentra en la Biblia he-
brea. Un elemento que pudo influir es que Sabiduría fue escrito originalmente
en griego.

1.2. Título

En la tradición eclesiástica latina (Vulgata) este escrito ha sido comúnmente


titulado «Libro de la Sabiduría». En las iglesias orientales se le ha llamado «Sa-
biduría de Salomón». El libro fue atribuido a Salomón por el prestigio que este
rey tenía como sabio (cf. 1 R 3,6-7; 5,9-14 y 1 Cro 28,5-6) y porque de Sb 9,7.8.12
se deduce que quien habla es él.

2. Estructura y composición
Parece que el hagiógrafo estructuró su obra en tres partes, que se podrían
resumir así:

2.1. Primera Parte: La Sabiduría lleva a la inmortalidad (Sb 1,1-6,21)

Esta sección trata de la vida del hombre desde una visión escatológica. Co-
mienza exhortando a los que gobiernan la tierra a amar la justicia que da la in-
mortalidad (Sb 1,1-15). A continuación, expone la forma equivocada de pensar
de los impíos y su comportamiento (Sb 1,16-2,24), muestra el distinto final que
aguarda en la muerte a los justos y a los impíos (Sb 3,1-4,20) y presenta el juicio
de Dios en el que los impíos reconocerán su error y recibirán su castigo (Sb 5,1-
23). Concluye recordando la responsabilidad de los que gobiernan (Sb 6,1-11)
y los invita a amar la Sabiduría para reinar eternamente (Sb 6,12-21). En con-
junto, esta primera parte enseña que la justicia (en el sentido de rectitud de
conducta) y la felicidad en la vida presente estriban en cumplir (bajo la guía
de la Sabiduría divina) la voluntad de Dios. De la conducta observada en la
vida presente depende la vida del más allá. La virtud («areté» en griego) era 171
el ideal más alto de los griegos. El autor inspirado sitúa este ideal como equi-
valente al comportamiento del justo dándole una dimensión religiosa (Sb 4,1).
La Sabiduría que ha de actuar en el hombre se define como algo relaciona-
do con Dios: un «espíritu santo» (Sb 1,5), «un espíritu que ama al hombre»
(Sb 1,6). Se trata de una expresión novedosa en el Antiguo Testamento, pero
que se explica desde la personificación de la sabiduría (cf. Pr 8 y Si 24) y desde
el uso del término «espíritu» («pneuma» en griego y «ruaj» en hebreo) con el
significado de fuerza.
En cuanto que todas las criaturas proceden de Dios, y tienen, por tanto, una
relación originaria con Él, están destinadas a la inmortalidad. La muerte, ex-
plica el autor de Sabiduría, no fue hecha por Dios. Tampoco creó Dios los seres
vivos para la muerte, sino para que vivieran (Sb 1,13-14). La muerte entró en
el mundo por envidia del diablo (Sb 2,23-24). Dios no hizo la muerte; sino
que «creó al hombre incorruptible y le hizo imagen de su misma naturale-
za» (Sb 2,23). La muerte es consecuencia del pecado (Sb 10,3).
Pero el impío no se limita a disfrutar de los placeres, sino que no tolera la
presencia del justo, porque es para él un constante reproche. Por eso el impío
somete a prueba al justo:

Oprimamos al indigente que es justo, no tenga- fin de los justos y se ufana de tener a Dios por pa-
mos piedad de las viudas, ni respeto de las viejas dre. Veamos si son veraces sus palabras, pongamos
canas del anciano. Que nuestra fuerza sea ley de a prueba cómo es su salida. Si el justo es de verdad
la justicia, pues lo débil ha de ser rechazado por hijo de Dios, Él le amparará y le librará de manos de
inútil. Preparemos trampas para el justo, pues nos los adversarios. Sometámosle a prueba con ultraje
es molesto: se opone a nuestros actos, nos echa en y tortura para cerciorarnos de su rectitud y compro-
cara pecados contra la Ley, nos denuncia de faltas bar su paciencia. Condenémosle a muerte ignomi-
contra la educación que recibimos. Declara que niosa, pues, según sus palabras, Dios le asistirá».
conoce a Dios y se llama a sí mismo hijo de Dios.
Es un reproche de nuestros pensamientos, sólo el Así discurren, pero están engañados, pues su maldad
verle nos resulta una carga, pues lleva una vida dis- los ciega; no conocen los misterios de Dios, ni tienen
tinta de los demás, y sus sendas son diferentes. Nos esperanza en el premio de la santidad, ni aprecian el
considera como escoria, y se separa de nuestros honor de las almas sin mancha (Sb 2,10-22).
caminos como de la impureza; proclama dichoso el

2.2. Segunda Parte: Cómo alcanzar la sabiduría (Sb 6,22-9,18)

Identificándose implícitamente con Salomón el autor habla retóricamente y


expone cómo adquirió la sabiduría: siendo un hombre normal, la pidió a Dios,
172 éste se la concedió y le hizo sabio porque la sabiduría penetra todo (Sb 6,22-
8,1); él la amó y, comprendiendo que era un don de Dios (Sb 8,2-21), la pidió
al Señor con todo su corazón (Sb 9,1-18). De esta forma se enseña al lector del
libro cómo puede él también alcanzar la sabiduría.

Dios de los padres y Señor de la misericordia, que en tu santo monte y un altar en la ciudad de tu mo-
hiciste todas las cosas con tu palabra y con tu sabi- rada, a imitación de la tienda santa que preparaste
duría formaste al hombre, para que dominara so- al principio. Contigo está la sabiduría, que conoce
bre las criaturas hechas por ti, rigiera el mundo con tus obras, que estaba presente cuando hiciste el
santidad y justicia, y juzgase con rectitud de ánimo: universo, y sabe lo que es agradable a tus ojos y
otórgame la sabiduría que asiste junto a tu trono, conforme con tus mandamientos. Envíala desde los
y no me excluyas de entre tus hijos. Porque soy tu cielos santos, mándala desde el trono de tu gloria,
siervo e hijo de tu esclava, hombre débil y de corta para que me asista y trabaje conmigo y sepa yo lo
vida, incapaz de comprender los juicios y las leyes. que te agrada. Ella, que todo lo sabe y lo entiende,
Pues si alguien cree ser perfecto entre los hombres, me guiará con prudencia en mis actos,
pero le falta la sabiduría que viene de ti, no vale me custodiará en su gloria. Así, mis obras te serán
nada. Tú me elegiste como rey de tu pueblo y juez gratas, gobernaré a tu pueblo con justicia
de tus hijos e hijas. Me mandaste edificar un Templo y seré digno del trono de mi padre (Sb 9,1-12).

2.3. Tercera Parte: La sabiduría actuando en la historia: Israel y Egipto


(Sb 10,1-19,22)

El autor desarrolla en esta sección una amplia visión de la providencia y de


las acciones divinas en la historia de Israel. Se inicia con la presentación de
la actuación de la sabiduría en los patriarcas y Moisés (Sb 10,1-11,4) y sigue
reconociendo a Dios los prodigios obrados en los acontecimientos del Éxodo
(Sb 11,4-12,27). También hace especial referencia al castigo de los egipcios con
las plagas, a cómo se manifestó la omnipotencia y misericordia de Dios en
ese tiempo. A continuación hace una crítica de los filósofos (Sb 13,1-9) y de la
idolatría (Sb 13,10-15,19), seguida de la descripción del castigo de los egipcios.
opresores del pueblo (Sb 16,1-18,4). Aquí se detiene en la acción maravillosa
de Dios mediante su Palabra en la Noche Pascual y en los prodigios del éxodo
y de la marcha por el desierto (Sb 18,5-19,21).
De la consideración histórica, el autor pasa a un razonamiento de carácter uni-
versal sobre la existencia de un único Dios y la aberración que supone la idola-
tría. Razona por vía de «analogía» y realiza una profunda crítica de muchas de
las filosofías divulgadas en su época, y del culto a las fuerzas de la naturaleza
(«elementos») y de los astros. El hagiógrafo pudo utilizar la crítica que los
mismos filósofos griegos hacían a la mitología de los poetas y a las religiones
«mistéricas». Algunos supuestos que explica el hagiógrafo para ridiculizar el 173
culto a los ídolos resultan irónicos y hasta divertidos.

Desgraciados son, pues, los que ponen su esperan- con minio, pinta de rojo su superficie y recubre to-
za en cosas muertas, quienes llamaron dioses a las das sus manchas;
obras de manos humanas, al oro y a la plata labra- le prepara una habitación digna, lo pone en la pa-
dos con arte, y a figuras de animales, o a la piedra red fijándolo con un clavo: prevé que no se caiga, a
inútil, obra de mano antigua. Es como si un hábil sabiendas que no puede valerse por sí mismo, pues
carpintero corta un tronco moldeable, lo descorte- sólo es una imagen que necesita ayuda. Pero le reza
za con pericia, y, aplicando oportunamente todo su por sus bienes, su matrimonio y los hijos, sin aver-
arte, fabrica un objeto útil para los menesteres de la gonzarse de hablar a un objeto inanimado, y pide
vida. Los desechos de su obra los emplea para pre- salud al que está enfermo, ruega por su vida al que
pararse la comida, con la que se sacia. Pero lo que está muerto, suplica ayuda al ser más inepto, y por
aún sobra, que no sirve para nada, un leño torcido y un buen viaje al que no puede ni mover los pies,
nudoso, lo toma y lo esculpe para ocupar su tiempo y por los negocios, el trabajo y el éxito de sus ma-
de ocio; con su saber, en horas de descanso, le va nos demanda habilidad al más torpe de manos.
dando forma, hasta parecer la figura de un hombre, (Sb 13,10-19).
o dándole la semejanza de algún vil animal. Lo unta

3. Cuestiones en torno al libro de la Sabiduría

3.1. Recepción en la Iglesia

La Iglesia recibió el libro del judaísmo de la diáspora como libro inspirado.


Aunque entre algunos escritores eclesiásticos del s. III existieron ciertas dudas
sobre su canonicidad, debido a que no estaba en la Biblia hebrea, fue común-
mente admitido y el Concilio de Trento lo incluyó el libro entre los sagrados
y canónicos (1546). Lutero y los reformadores protestantes del siglo XVI, si-
guiendo la norma judía, no contaron Sabiduría entre los canónicos, sino entre
los «apócrifos».

3.2. Fecha de redacción

Aunque el libro no da referencias para datar el momento de su composición,


ésta ha de situarse con posterioridad al año 200 a. C., fecha aproximada de la
traducción de los Setenta (obra conocida y empleada por el autor). Al mismo
tiempo, el libro tuvo que componerse con anterioridad a las Cartas de san
Pablo, ya que éste parece conocerlo (cf. Rm 1,8-32 y Ef 6,11-17). La mayoría de
los estudiosos se inclinan por la segunda mitad del siglo I a. C. El libro fue
originariamente escrito en el griego común de las personas cultas de las ciu-
174 dades del bajo Egipto. Esa zona había sido helenizada por Alejandro Magno
en el último tercio del siglo IV a. C.

3.3. Ambiente cultural en que fue redactado el libro

Del contenido del libro se deduce claramente que su autor fue un judío de la
diáspora en Egipto, buen conocedor de la cultura helénica, pero en abierta
polémica con el politeísmo. Ese autor, formado en la tradición de Israel, que ve
en el Éxodo la mano poderosa de Dios y el castigo implacable de los idólatras,
vertió el legado religioso israelita en el lenguaje de la cultura griega, sin perder
contacto con la revelación del Antiguo Testamento.
La atracción del helenismo constituía un peligro para la identidad judía. La
deslumbrante cultura helénica había impregnado la vida de las ciudades del
Delta del Nilo, y los judíos que habían fijado su residencia en Alejandría se
encontraban en fuerte tensión:
• De un lado, los lazos religiosos y de costumbres les mantenían insertados
en la tradición de sus antepasados.
• Pero, por otro lado, era evidente que no podían vivir al margen de la nue-
va cultura que había traído el helenismo.
Una actitud de cerrazón y aislamiento no era razonable ni posible. La posición
del autor del libro de la Sabiduría fue la más sabia y positiva: afirmar los va-
lores fundamentales del legado religioso de Israel y aprovechar, con capaci-
dad crítica y a la luz de la religión del Dios Único, las aportaciones ciertas de
la filosofía griega. Al mismo tiempo, procuró evitar el sincretismo religioso
del mundo helénico.
La intención principal del autor del libro es hacer el elogio de la Sabiduría.
Para ello usa el género demostrativo y encomiástico griego, pero con clara
finalidad religiosa. Esta visión de fe conduce al autor sagrado a hacer no sólo
el encomio de la sabiduría como virtud (que sería lo específicamente griego),
sino a presentar la Sabiduría como un atributo divino, personalizado fuer-
temente a nivel literario. Además, el hagiógrafo propone una valoración reli-
giosa de la historia como historia de la salvación y, a tal efecto, hace un repaso
sucinto de la historia del pueblo elegido y de sus relaciones con otros pueblos.
Lo más significativo de Sabiduría no es sólo la lengua en que fue redactado,
sino la actitud del autor respecto a la cultura griega. Mientras que el libro del
Eclesiástico se caracteriza por la defensa de la tradición judía frente al hele-
nismo, y los libros de los Macabeos por narrar el enfrentamiento a la cultura y 175
dominio griegos y la victoria del judaísmo, el libro de la Sabiduría representa
otra corriente distinta dentro del judaísmo de la diáspora. El autor se expresa
con un lenguaje comprensible para la cultura griega, teniendo en cuenta a
veces las adquisiciones de la ciencia de su tiempo (cf. Sb 7,17-21 y 8,8) y se
dirige a los judíos que viven en la diáspora, que corren el peligro de dejarse
llevar por el prestigio de la ciencia pagana helenística. Al mismo tiempo el ha-
giógrafo tiene la intencionalidad de hacer comprensible y amable la ley judía
ante el pensamiento griego.

4. El libro de la Sabiduría
en la Sagrada Escritura y en la Revelación

El libro de la Sabiduría es cronológicamente el último libro del Antiguo Tes-


tamento y el más cercano al Nuevo. En él convergen el legado sapiencial de
Israel, la interpretación de la historia de las acciones de Dios desde la fe en el
Dios de Israel y las aportaciones de la razón humana aprendidas en lo más
selecto de la cultura helénica.

4.1. En el conjunto del Antiguo Testamento

La afirmación fundamental del libro es que la sabiduría lleva al hombre al re-


conocimiento de Dios y a una relación de obediencia hacia Él. Esta situación
define el significado de la «justicia» y es lo que proporciona la inmortalidad.
La sabiduría es presentada con rasgos personales (Sb 7), como en la tradición
sapiencial anterior (Pr 8; Si 24), pero además se la define como un espíritu
emanado de la misma esencia divina. En el libro de la Sabiduría se encuentra
el punto culminante del Antiguo Testamento sobre la personificación de la
Sabiduría. Se describe su origen (Sb 7,25-26) en términos de procedencia y
participación de la divinidad; se señalan sus atributos, que la sitúan igual-
mente en la esfera de Dios (Sb 7,22.23.25.27), y se dice que su misión es par-
ticipar en la creación y en el gobierno del mundo (Sb 8,1.6) y conformar el
hombre a Dios (Sb 7,23.27 y 8,2-8). La sabiduría gobierna el universo entero y
la historia, guía la conducta moral humana en esta vida y suscita la expecta-
tiva de la vida del más allá. Dios la comunica al hombre que se encuentra en
buenas disposiciones. Desde estos presupuestos el libro presenta directamen-
te una advertencia y una puesta en guardia contra el desvarío de la idolatría
y del ateísmo.
176 El contenido teológico de Sabiduría es tan rico que abarca, de algún modo, los
temas mayores de la Revelación y del pensamiento humano: Dios, el mundo,
el hombre, la creación, gobierno y providencia de Dios sobre todas las criatu-
ras, la Revelación divina, natural y sobrenatural, la vida y la muerte, el más
allá, la retribución en la tierra y en la otra vida, las virtudes morales, etc.
Quizá el aspecto más destacable del libro es que en él el lector se encuentra con
una novedad en el plano intelectual y cultural. El legado de la Revelación del
Antiguo Testamento es ahora fecundado y expresado con modos y conceptos
culturales del pensamiento griego. El resultado es una «síntesis superadora».
En sus textos vemos reflejada con más claridad que en los otros libros del An-
tiguo Testamento la «ley de la Encarnación», por la que Dios asume la cultura
humana para comunicarse con los hombres. Si en los otros libros la Palabra
de Dios se da en moldes fundamentalmente semitas, en éste, se hace oír con
términos y expresiones helenistas, abriéndose así a un mundo cultural más
amplio. Se prepara así el Nuevo Testamento, en el que la Palabra de Dios en-
carnada, Cristo, rompe las limitaciones culturales del pueblo de Israel.
Como aportaciones peculiares de Sabiduría respecto al Antiguo Testamento
pueden señalarse:
• La clara distinción entre alma/espíritu y cuerpo en la antropología, base
imprescindible para comprender el mensaje escatológico del Nuevo Testa-
mento.
• En coherencia con tal distinción, la percepción y creencia firme en la vida
del más allá de la muerte, con la consiguiente inmortalidad del alma o
espíritu.
La antropología semita era de carácter eminentemente unitario al revelar que
el hombre es criatura de Dios, hecho a imagen y semejanza suya, pero poco
precisa. La antropología griega estaba más inclinada al dualismo y podría re-
sumirse con la afirmación platónica del «cuerpo como cárcel del alma». Con la
síntesis superadora de ambas antropologías, Sabiduría nos acerca a las puer-
tas del Nuevo Testamento, donde el Hijo de Dios encarnado nos revela la ple-
na realidad de qué es el hombre.

4.2. A la luz del Nuevo Testamento

Son abundantes las semejanzas entre pasajes de Sabiduría y del Nuevo Testamen-
to. Se ofrece ahora un elenco sintético y no exhaustivo de algunas coincidencias
temáticas:
TEMA PASAJE DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA PASAJE PARALELO DEL NT

Acción creadora del «Conozco lo escondido y lo patente; pues me lo enseñó la sa- «Todo se hizo por él, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho» (Jn 1,3).
Verbo biduría, artífice de todo» (Sb 7,21). «En el mundo estaba, y el mundo se hizo por Él, y el mundo no le conoció»
«Si poseer riqueza es algo apetecible en la vida, ¿qué hay más (Jn 1,10).
rico que la sabiduría que lo causa todo? Y si es la prudencia
la que obra, ¿quién mayor artífice que ella entre los seres?»
(Sb 8,5-6).

Omnisciencia del Ver- «Contigo está la sabiduría, que conoce tus obras, que estaba «Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que Él hace, y le mostrará
bo presente cuando hiciste el universo, y sabe lo que es agrada- obras mayores que éstas para que vosotros os maravilléis» (Jn 5,20).
ble a tus ojos y conforme con tus mandamientos» (Sb 9,9).

Amor de Dios por la «La sabiduría es un espíritu que ama a los hombres, pero no «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el
criatura humana dejará sin castigo al que blasfema con sus labios; porque Dios que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Pues Dios no envió a su
es testigo de sus interioridades, vigilante veraz de su corazón, Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
y escucha su lengua.» (Sb 1,6) (Jn 3,16-17).
«Amas a todos los seres y no odias nada de lo que hiciste; por-
que si odiaras algo, no lo hubieras dispuesto. ¿Cómo podría
permanecer algo, si Tú no lo quisieras? ¿Cómo podría conser-
varse algo que Tú no llamaras? Tú perdonas a todos, porque
son tuyos, Señor, amigo de la vida» (Sb 11,24-26)

Dios ama a los que «[porque] Dios ama sólo a los que conviven con la sabiduría» «Jesús le respondió: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le ama-
aman a la «Sabiduría/ (Sb 7,28) rá, y vendremos a él y haremos morada en él”» (Jn 14,23)
al Hijo» «(…) ya que el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis
creído que yo salí de Dios» (Jn 16,27)

El conocimiento de la «Y si, fascinados por su belleza, los tomaron por dioses, que «En efecto, la ira de Dios se revela desde el cielo sobre toda impiedad e injusticia
existencia de Dios a sepan cuánto mejor es el Señor de ellos, pues los creó el de los hombres que tienen aprisionada la verdad en la injusticia. Porque lo que
través de la contem- progenitor de la belleza. Y si se asombraron de su potencia se puede conocer de Dios es manifiesto en ellos, ya que Dios se lo ha mostrado.
plación de las obras y eficacia, que deduzcan de ellas cuánto más poderoso es el Pues desde la creación del mundo las perfecciones invisibles de Dios (su eterno
de la creación que los formó. Pues por la grandeza y hermosura de las criatu- poder y su divinidad) se han hecho visibles a la inteligencia a través de las cosas
ras se puede contemplar, por analogía, al que las engendró» creadas. De modo que son inexcusables» (Rm 1,18-20)
(Sb 13,3-5)
177
178
TEMA PASAJE DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA PASAJE PARALELO DEL NT

Corrupción de la con- « Luego no les bastó con errar en el conocimiento de Dios, «[P]orque habiendo conocido a Dios no le glorificaron como Dios ni le dieron
ducta moral por los sino que, debatiéndose en la dura guerra de la ignorancia, les gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos y se oscureció su in-
hombres y correspon- llaman «paz» a tan grandes males. Practicando ritos infantici- sensato corazón: presumiendo de sabios se hicieron necios y llegaron a trans-
dientes consecuen- das o misterios secretos, o banquetes orgiásticos de ritos gro- ferir la gloria del Dios incorruptible a imágenes que representan al hombre co-
cias y castigo tescos, no guardan ya puras ni la vida ni las bodas, sino unos rruptible, y a aves, a cuadrúpedos y a reptiles. Por eso Dios los abandonó a los
a otros se matan a traición o se afligen con adulterios. Todo es malos deseos de sus corazones, a la impureza con que deshonran entre ellos
un caos: sangre y homicidio, robo y engaño, corrupción, infi- sus propios cuerpos: cambiaron la verdad de Dios por la mentira y dieron cul-
delidad, rebeldía y perjurio; perturbación de las cosas buenas, to y adoraron a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos.
olvido de los beneficios, corrupción de las almas, perversión Amén. Por lo tanto, Dios los entregó a pasiones deshonrosas, pues sus mujeres
sexual, desorden en el matrimonio, adulterio, impureza. En cambiaron el uso natural por el que es contrario a la naturaleza, y del mismo
verdad que el culto de los ídolos nefandos es el principio, cau- modo los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos
sa y fin de todo mal. Pues, cuando se divierten, se enloquecen, de unos por otros, cometiendo torpezas varones con varones y recibiendo en sí
vaticinan falsedades, o viven de modo inicuo, o se apresuran a mismos el pago merecido por sus extravíos. Y como demostraron no tener un
perjurar: al confiar en ídolos sin alma, no esperan castigo por verdadero conocimiento de Dios, Dios los entregó a un perverso sentir que les
haber perjurado. Les aguarda una doble sentencia: por haber lleva a realizar acciones indignas, colmados de toda iniquidad, malicia, avaricia,
errado acerca de Dios, dirigiéndose a los ídolos, y por haber maldad; llenos de envidia, homicidio, riñas, engaño, malignidad; chismosos, ca-
perjurado para engañar, despreciando a la Santidad. Porque lumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios, fanfarrones, inventores
no es el poder de aquellos por los que juran, sino la misma de maldades, rebeldes con sus padres, insensatos, desleales, desamorados, des-
culpa de los que pecan la que persigue siempre las transgre- piadados. Ellos, aunque conocieron el juicio de Dios (que quienes hacen estas
siones de los inicuos» (Sb 14,22-31) cosas merecen la muerte), no sólo las hacen, sino que defienden a quienes las
hacen» (Rm 1,21-32).

La misericordia y pa- «Pero te apiadas de todos, porque todo lo puedes; no mi- «¿O es que desprecias las riquezas de su bondad, paciencia y longanimidad, y
ciencia de Dios, que ras los pecados de los hombres a fin de que se conviertan» no sabes que la bondad de Dios te lleva a la penitencia?» (Rm 2,4)
llama a la conversión (Sb 11,23).
a las criaturas huma- «Tú perdonas a todos, porque son tuyos, Señor, amigo de la
nas vida» (Sb 11,26)
«Por eso corriges poco a poco a los que caen; los corriges re-
cordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean
en ti, Señor» (Sb 12,2)
TEMA PASAJE DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA PASAJE PARALELO DEL NT

El poder absoluto de «Pues ¿quién puede decirte: “Qué has hecho”? ¿Quién podrá «Pero me dirás: “¿Entonces, por qué reprende? ¿Es que alguien ha podido resistir
Dios oponerse a tu juicio? ¿Quién te reprochará la destrucción de a su voluntad?” ¡Hombre, quién eres tú para contradecir a Dios! ¿Acaso le dice la
naciones que Tú creaste? ¿Quién se te enfrentará como ven- vasija al que la ha moldeado: “Por qué me hiciste así”? ¿Es que el alfarero no tie-
gador de hombres inicuos?» (Sb 12,12) ne poder sobre el barro para hacer de una misma masa una vasija, bien sea para
usos nobles, bien para usos viles? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y dar
a conocer su poder, soportó con mucha paciencia las vasijas de ira preparadas
para la perdición…?» (Rm 9,19-23)

La «Sabiduría / Cristo» «Es un hálito del poder de Dios y un destello puro de la glo- «El cual es la imagen del Dios invisible, primogénito de toda creación» (Col
como imagen de Dios ria del Todopoderoso: por eso nada inmundo penetra en ella. 1,15)
invisible Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la acción de Dios» «Él, que es resplandor de su gloria e impronta de su sustancia y que sustenta
(Sb 7,25-26) todas las cosas con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purifica-
ción de los pecados, se sentó en los cielos a la diestra de la Majestad» (Hb 1,3)

Los poderes de Dios «Él tomará la panoplia de su celo y armará la creación para «Así pues, estad firmes, ceñidos en la cintura con la verdad, revestidos con la
y las virtudes del cris- vengarse de los enemigos. Se revestirá de la armadura de la coraza de la justicia y calzados los pies, prontos para proclamar el Evangelio de
tiano justicia, y se pondrá el casco del juicio veraz. Tomará como la paz; tomando en todo momento el escudo de la fe, con el que podáis apagar
escudo la santidad inexpugnable, afilará la espada de la ira los dardos encendidos del Maligno. Recibid también el yelmo de la salvación y
implacable. El universo luchará a su lado contra los insensa- la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios» (Ef 6,14-17).
tos» (Sb 5,17-20)

Las cualidades exce- «Porque hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, mul- «En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, y además
lentes de la sabiduría tiforme, sutil, móvil, perspicaz, incontaminado, lúcido, inofen- pacífica, indulgente, dócil, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial,
sivo, amante del bien, agudo, incoercible, benigno, amigo sin hipocresía. Los que promueven la paz siembran con la paz el fruto de la jus-
de los hombres, firme, cierto, seguro, omnipotente, que lo ticia» (St 3,17-18)
observa todo, que penetra todos los espíritus inteligentes,
puros, sutilísimos. La sabiduría es el más móvil de todos los
movimientos, pues por su pureza atraviesa y penetra todas
las cosas» (Sb 7,22-24)
179
180 Las afirmaciones del Antiguo Testamento sobre la sabiduría fueron cauce para
los hagiógrafos del Nuevo. A partir de la misma enseñanza de Jesús y de los
acontecimientos pascuales, comprendieron y presentaron la figura de Jesu-
cristo como el Verbo (Palabra o Sabiduría) de Dios encarnado. El libro de la
Sabiduría presenta con especial claridad aspectos de la sabiduría que pueden
aplicarse a la actividad terrena de Jesús y a la preexistencia del Verbo. Así, la
actuación de la sabiduría en la historia, culmina en Jesucristo muerto y resuci-
tado, a quien san Pablo designa como «sabiduría de Dios» (1 Co 1,24-30).
La tradición cristiana aplica a Jesucristo la imagen de la sabiduría. Pero ésta
puede aplicarse también al Espíritu Santo. Así es designada la sabiduría en
Sb 1,5 y 9,17, y su acción en el hombre es similar a la que Is 11,2 atribuye al
Espíritu de Dios (que inspira y santifica a los profetas). También las funciones
que se atribuyen a la sabiduría respecto al hombre (guiarle y dirigirle en sus
empresas, cf. Sb 10,10 y 11,1) son similares a las que realiza el Espíritu Santo
respecto a Jesucristo (cf. Lc 4,1) y los apóstoles (cf. Hch 13,2). El Espíritu Santo
es el que crea en el cristiano una relación con Dios semejante, aunque a nivel
más profundo, a la que la sabiduría crea en el justo según el libro de la Sabi-
duría (cf. Rm 8,11 y Sb 7,27).
La carencia de este libro (judíos y protestantes) propicia que la fe y la razón
caminen por calles distintas y tiendan más fácilmente a desembocar, una, en
el deísmo o el fundamentalismo, y la otra, en el cientificismo o en la increduli-
dad. En ambos casos, se hace más arduo el trabajo propio de la Teología.

Ejercicio 1. Vocabulario

Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:

• inmortalidad • idolatría

• helenismo • historia

• diáspora • éxodo

• justicia • religiones «mistéricas»

• «areté» • retribución
181
Ejercicio 2. Guía de Estudio
Contesta a las siguientes preguntas:
1. ¿Qué lugar ocupa en la Biblia hebrea y en las Biblias protestantes el libro de la
Sabiduría?
2. ¿Cuándo fue redactado el libro de la Sabiduría y en qué lengua?
3. ¿Con qué rey se identifica el autor del libro cuando dice haber recibido la sabi-
duría?
4. ¿Qué es lo que hace al hombre inmortal según el libro de la Sabiduría?
5. ¿Qué significa «justicia» en el libro de la Sabiduría?
6. ¿Por qué y cuándo se introdujo la muerte en el mundo según el autor de Sabi-
duría?
7. ¿Cómo entiende el autor del libro de la Sabiduría la muerte prematura del jus-
to? ¿Cómo un castigo divino o como un acto de amor de Dios?
8. ¿Cómo es definida la sabiduría en el libro de la Sabiduría?
9. ¿Cuál es la mayor aberración del hombre y de la razón según el autor de Sabi-
duría?
10. ¿Por qué se detuvo la cólera de Dios cuando los israelitas pecaron en el desier-
to?

Ejercicio 3. Comentario de texto


Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación
con los contenidos de la lección:
La práctica del bien va acompañada de un placer espiritual gratuito y de la belleza
moral. De igual modo, la verdad entraña el gozo y el esplendor de la belleza espiritual.
La verdad es bella por sí misma. La verdad de la palabra, expresión racional del conoci-
miento de la realidad creada e increada, es necesaria al hombre dotado de inteligencia,
pero la verdad puede también encontrar también otras formas de expresión humana,
complementarias, sobre todo cuando se trata de evocar lo que entraña de indecible,
las profundidades del corazón humano, las elevaciones del alma, el Misterio de Dios.
Antes de revelarse al hombre en palabras de verdad, Dios se revela a él, mediante el
lenguaje universal de la Creación, obra de su Palabra, de su Sabiduría: el orden y la
armonía del cosmos, que percibe tanto el niño como el hombre de ciencia, «pues de la
182 grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor»
(Sb 13, 5), «pues fue el Autor mismo de la belleza quien las creó» (Sb 13,3).

«La sabiduría es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Om-
nipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla. Es un reflejo de la luz eterna,
un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad» (Sb 7,25-26).
«La sabiduría es más bella que el sol, supera a todas las constelaciones; comparada
con la luz, sale vencedora, porque a la luz sucede la noche, pero contra la sabiduría no
prevalece la maldad» (Sb 7,29-30). «Yo me constituí en el amante de su belleza» (Sb 8,2).
(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2500)
183

BIBLIOGRAFÍA

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Von Rad, G., Sabiduría en Israel, Cristiandad, Madrid 1985.
184

ÍNDICE GENERAL

Presentación .................................................................................................................... 8

Tema 1. LIBROS POÉTICOS Y SAPIENCIALES ...................................................... 10


1. Los libros a estudiar y su situación en la Biblia .................................................. 11
1.1. Libros objeto de nuestra asignatura .............................................................. 11
1.2. Lugar y orden de estos libros en el canon bíblico ....................................... 12
2. Rasgo formal más destacado: el lenguaje poético ............................................... 14
2.1. La poesía en la Biblia ..................................................................................... 14
2.2. Peculiaridades del lenguaje poético: belleza expresiva y condensación
del pensamiento .............................................................................................. 16
2.3. Procedimientos poéticos más importantes en la Biblia: el paralelismo,
los recursos fónicos y la estrofa. .................................................................... 17
3. La revelación divina testimoniada en los libros poéticos y sapienciales ......... 20
Ejercicios ............................................................................................................................ 21

Tema 2. LOS SALMOS. CUESTIONES INTRODUCTORIAS ................................ 23


1. Primera aproximación al libro de los Salmos ...................................................... 24
1.1. Nombre y lugar del libro en la Biblia ........................................................... 24
1.2. El texto hebreo y el de las versiones antiguas: dos numeraciones y dife-
rentes textos ...................................................................................................... 24
Esquema de la numeración: ............................................................................................ 25
1.3. Los títulos al comienzo de algunos salmos ................................................. 26
2. Formación progresiva del libro de los Salmos .................................................... 28
2.1. Colecciones anteriores a la composición final ............................................ 28
2.2. Etapas en la formación del libro .................................................................... 29
3. El libro de los Salmos en el conjunto de la Biblia ................................................ 30 185
3.1. Valor religioso de los salmos en su origen y en su desarrollo .................. 31
3.2. Los salmos y la religiosidad de Israel ........................................................... 32
3.3. Los salmos en el Nuevo Testamento: enriquecimiento de sentido ......... 33
4. Historia de la interpretación de los Salmos ......................................................... 34
4.1. Época patrística y medieval ........................................................................... 34
4.2. El renacimiento y el comienzo de la época crítica ...................................... 34
4.3. El estudio reciente de los géneros literarios y del origen de los salmos . 35
Ejercicios ............................................................................................................................ 36

Tema 3. LOS SALMOS. GÉNEROS LITERARIOS ................................................... 38


1. Determinación de los géneros literarios .............................................................. 39
2. Los himnos o salmos de alabanza ......................................................................... 41
2.1. Motivos y expresión de la alabanza .............................................................. 41
2.2. Himnos al Dios creador y salvador .............................................................. 42
2.3. Himnos a la realeza del Señor ....................................................................... 42
2.4. Himnos al rey ................................................................................................... 43
2.5. Himnos a Sión (Jerusalén) .............................................................................. 45
2.6. Himnos a la ley del Señor y salmos sapienciales ........................................ 46
3. Los salmos de súplica .............................................................................................. 47
3.1. Naturaleza y forma literaria .......................................................................... 47
3.2. Contexto de las súplicas individuales y tribulaciones presentadas a
Dios .................................................................................................................... 48
3.3. Contexto y motivaciones de las súplicas colectivas ................................... 50
3.4. Salmos de súplica con relieves más marcados ............................................ 51
3.5. Los salmos de súplica a la luz del Nuevo Testamento ............................... 51
4. Los salmos de acción de gracias ............................................................................ 52
4.1. Naturaleza y forma literaria .......................................................................... 52
4.2. Contexto veterotestamentario de los salmos de acción de gracias .......... 53
4.3. Las acciones de gracias en el Nuevo Testamento. La «Eucaristía» o ac-
ción de gracias en la Iglesia. Actualización de estos salmos ..................... 54
Ejercicios ............................................................................................................................ 54

Tema 4. LOS SALMOS. ANÁLISIS ............................................................................ 56


1. El orden de los salmos en el interior del libro ..................................................... 57
2. Introducción al salterio. Sal 1-2. ............................................................................. 57
186 3. El libro I del Salterio (Sal 3-41) ............................................................................... 59
3.1. El reconocimiento de Dios (Sal 3-14) ............................................................ 59
3.2. La oración de quien reconoce al Señor (Sal 15-24) ...................................... 61
3.3. La bondad del Señor con sus fieles (Sal 25-34) ............................................ 62
3.4. Confianza en el Señor frente a los enemigos (Sal 35-41) ............................ 63
4. El Libro II del Salterio (Sal 42-72) .......................................................................... 64
4.1. El Señor presente en Sión y en el Templo (Sal 42-49) ................................. 64
4.2. Desde el Templo el Señor habla a su pueblo (Sal 50) ................................. 65
4.3. La respuesta del hombre (Sal 51-72) ............................................................ 66
5. El Libro III del Salterio (Sal 73-89) ......................................................................... 68
5.1. Los beneficios y las exigencias de la Alianza (Sal 73-83, de Asaf) ............ 69
5.2. Dios salva desde Sión (Sal 84-89, de Coré) .................................................. 69
6. Libro IV del Salterio (Sal 90-106) ........................................................................... 70
6.1. La parte mosaica del salterio ......................................................................... 70
6.2. El Señor, Rey de toda la tierra ........................................................................ 70
6.3. El Señor, salvador de su pueblo (Sal 101-106) ............................................. 71
7. Libro V del Salterio (Sal 107-150) ........................................................................... 71
7.1. La dignidad y función del rey ungido (Sal 110) .......................................... 72
7.2. Cantos para la alabanza (Sal 111-118) ........................................................... 73
7.3. Un canto a la Ley del Señor (Sal 119) ............................................................ 74
7.4. Cantos de las subidas (Sal 120-134) .............................................................. 74
7.5. La oración del desterrado (Sal 137-145) ....................................................... 75
7.6. La gran alabanza final (Sal 146-150) ............................................................. 76
Ejercicios ............................................................................................................................ 76

Tema 5. LOS SALMOS. TEOLOGÍA .......................................................................... 78


1. Una teología de los salmos ..................................................................................... 79
2. Dios y su forma de actuar ....................................................................................... 79
2.1. Soberanía universal del Dios de Israel ......................................................... 80
2.2. La actuación de Dios con Israel ..................................................................... 81
2.3. La actuación de Dios con el justo y con el impío ........................................ 83
3. El hombre en el mundo y ante Dios ...................................................................... 84
3.1. La condición humana ..................................................................................... 84
3.2. La unión con Dios ............................................................................................ 85
3.3. Dimensión cristológica del Mesías y del Templo ....................................... 86
Ejercicios ............................................................................................................................ 87
Tema 6. EL CANTAR DE LOS CANTARES ............................................................... 89 187
1. Primera aproximación al libro ............................................................................... 90
1.1. Su lugar en la Biblia ........................................................................................ 90
1.2. Título ................................................................................................................. 90
1.3. Aspecto general ............................................................................................... 90
2. Estructura y contenido ............................................................................................ 91
2.1. Estructura ......................................................................................................... 91
2.2. Primer poema: La búsqueda y el encuentro del amado (Ct 1,1-2,7) ........ 91
2.3. Segundo poema: La celebración del amor (Ct 2,8-3,5) ............................... 92
2.4. Tercer poema: Día de bodas (Ct 3,6-5,1) ....................................................... 92
2.5. Cuarto poema: Admiración ante el amado (Ct 5,2-6,3) ............................. 95
2.6. Quinto poema: Admiración ante la amada (Ct 6,4-8,4) ............................. 96
3. Cuestiones entorno al Cantar de los Cantares ..................................................... 98
3.1. El autor .............................................................................................................. 98
3.2. El género literario ............................................................................................ 98
3.3. Unidad de la obra ............................................................................................ 99
3.4. Fecha de composición ..................................................................................... 99
4. La interpretación del Cantar: interpretaciones alegóricas y sentido literal ..... 100
Ejercicios ............................................................................................................................ 103

Tema 7. INTRODUCCIÓN A LOS LIBROS SAPIENCIALES: SABIOS Y LITE-


RATURA SAPIENCIAL ................................................................................. 105
1. La sabiduría en el Oriente antiguo ........................................................................ 106
1.1. Los libros sapienciales de la Biblia ................................................................ 106
1.2. Escritos sapienciales en Egipto, Mesopotamia y Canaán .......................... 107
2. La sabiduría en Israel: elementos comunes con la sabiduría extrabíblica y
propiedades específicas .......................................................................................... 110
3. Desarrollo de la sabiduría: visión de conjunto de los libros sapienciales ....... 111
3.1. Etapas en el recorrido de la sabiduría en el Antiguo Testamento ........... 111
3.2. Revelación de Dios a través de la reflexión sapiencial y de los libros que
la contienen ...................................................................................................... 113
Ejercicios ............................................................................................................................ 114

Tema 8. EL LIBRO DE LOS PROVERBIOS ............................................................... 116


1. Primera aproximación al libro de los Proverbios ................................................ 117
2. Estructura y contenido ............................................................................................ 117
188 2.1. El prólogo (Pr 1,1-9,18) ................................................................................... 117
2.2. Las colecciones de «proverbios de Salomón» ............................................. 120
2.3. Las colecciones de proverbios de los sabios ................................................ 122
2.4. El epílogo (Pr 31,10-31) ................................................................................... 123
3. Cuestiones en torno a Proverbios .......................................................................... 123
3.1. El género «proverbio» .................................................................................... 123
3.2. Composición del libro y contexto histórico ................................................. 124
4. El libro de los Proverbios en el conjunto de la Sagrada Escritura y de la Re-
velación ..................................................................................................................... 124
4.1. Su singularidad ................................................................................................ 124
4.2. Su aportación propia ....................................................................................... 125
4.3. Significación del libro a la luz del Nuevo Testamento .............................. 125
Ejercicios ............................................................................................................................ 127

Tema 9. EL LIBRO DE JOB .......................................................................................... 129


1. Primera aproximación al libro de Job ................................................................... 130
1.1. Situación en la Biblia ....................................................................................... 130
1.2. Título y argumento de base ........................................................................... 130
2. Estructura y contenido ............................................................................................ 130
2.1. Prólogo en prosa de carácter narrativo (Job 1,1-2,13). ............................... 130
2.2. Discursos de los protagonistas en verso (Job 3,1-31,40). ........................... 131
2.3. Intervención de Elihú (Job 32,1-37,24) .......................................................... 132
2.4. Discursos del Señor (Job 38,1-42,6) ............................................................... 133
2.5. Epílogo en prosa (Job 42,7-17) ....................................................................... 134
3. Temas en torno al libro de Job ................................................................................ 134
3.1. Autor y época .................................................................................................. 134
3.2. Unidad y modo de composición ................................................................... 135
3.3. Relación con la literatura sapiencial extrabíblica ........................................ 135
4. El libro de Job en el conjunto de la Sagrada Escritura ........................................ 136
4.1. Ante el problema del sufrimiento del justo ................................................. 136
4.2. Job figura de Jesucristo ................................................................................... 138
Ejercicios ............................................................................................................................ 138

Tema 10. EL ECLESIASTÉS (QOHÉLET) .................................................................. 140


1. Primera aproximación al libro ............................................................................... 141
1.1. Lugar en la Biblia ............................................................................................. 141
1.2. Título ................................................................................................................. 141 189
2. Estructura y contenido ............................................................................................ 142
2.1. Primera parte: La sabiduría es vanidad (Qo 1,3-6,12) ................................ 142
2.2. Segunda parte: La sabiduría reside en el temor de Dios (Qo 7,1-12,7) .... 143
3. Cuestiones en torno a Qohélet ............................................................................... 144
3.1. Autor y el género literario empleado ........................................................... 144
3.2. Entorno cultural y religioso ........................................................................... 145
3.3. Relación con la sabiduría extrabíblica .......................................................... 147
4. El Eclesiastés en el conjunto de la Sagrada Escritura ......................................... 147
4.1. En el contexto del Antiguo Testamento ........................................................ 147
4.2. A la luz del Nuevo Testamento ..................................................................... 148
Ejercicios ............................................................................................................................ 149

Tema 11. EL ECLESIÁSTICO (SIRÁCIDA) ............................................................... 151


1. Primera aproximación al libro ............................................................................... 152
1.1. Su lugar en la Biblia ........................................................................................ 152
1.2. Título ................................................................................................................. 152
2. Estructura y contenido ............................................................................................ 152
2.1. La estructura del libro .................................................................................... 152
2.1. Prólogo del traductor griego. ........................................................................ 153
2.2. Primera Parte: Dios tiene la plenitud de la sabiduría (Si 1,1-16,23) ......... 154
2.3. Segunda Parte: Dios infundió la sabiduría en sus obras (Si 16,24-23,38) . 155
2.4. Tercera Parte: Dios concede la sabiduría a quien guarda los manda-
mientos (Si 24,1-32,17) .................................................................................... 157
2.5. Cuarta Parte: La plenitud de la sabiduría es temer al Señor (Si 32,18-
42,14) ................................................................................................................. 158
2.6. Quinta Parte: La lección de las generaciones pasadas (Si 42,15-50,31) .... 159
2.7. Epílogo (Si 51,1-38) .......................................................................................... 160
3. Cuestiones en torno al libro del Eclesiástico ........................................................ 160
3.1. El autor y su época .......................................................................................... 160
3.2. El texto del libro del Eclesiástico ................................................................... 162
4. El libro del Eclesiástico en la Sagrada Escritura .................................................. 163
4.1. En el conjunto del Antiguo Testamento ....................................................... 163
4.2. El Eclesiástico a la luz del Nuevo Testamento ............................................ 165
Ejercicios ............................................................................................................................ 166
190 Tema 12. EL LIBRO DE LA SABIDURÍA ................................................................... 169
1. Primera aproximación al libro ............................................................................... 170
1.1. Lugar en la Biblia ............................................................................................. 170
1.2. Título ................................................................................................................. 170
2. Estructura y composición ....................................................................................... 170
2.1. Primera Parte: La Sabiduría lleva a la inmortalidad (Sb 1,1-6,21) ........... 170
2.2. Segunda Parte: Cómo alcanzar la sabiduría (Sb 6,22-9,18) ....................... 171
2.3. Tercera Parte: La sabiduría actuando en la historia: Israel y Egipto
(Sb 10,1-19,22) ................................................................................................. 172
3. Cuestiones en torno al libro de la Sabiduría ........................................................ 173
3.1. Recepción en la Iglesia .................................................................................... 173
3.2. Fecha de redacción ......................................................................................... 173
3.3. Ambiente cultural en que fue redactado el libro ........................................ 174
4. El libro de la Sabiduría en la Sagrada Escritura y en la Revelación ................. 175
4.1. En el conjunto del Antiguo Testamento ....................................................... 175
4.2. A la luz del Nuevo Testamento ..................................................................... 176
Ejercicios ............................................................................................................................ 180

Bibliografía ........................................................................................................................ 183


Índice General ................................................................................................................... 184

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