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6.4.

La industrialización de los Estados Unidos

Entre comienzos de la década de 1780, al finalizar la Guerra de la Independencia, y 1914, al


estallar la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos pasaron de ser un país con una
población reducida, distribuida en un extenso territorio, a ser la nación con el mayor ingreso
per cápita del mundo y el país industrial líder, superando a Gran Bretaña desde fines del siglo
XIX. Entre 1774 y 1909 la economía norteamericana creció a una tasa anual promedio del 3,9%,
superando a todas las economías curopeas8, Entre 1896 y 1900, generó el 30% de la
producción industrial mundial, mientras que en ese período a Gran Bretaña le correspondió el
20%, y a Alemania, el 17%.

6.4.1. Las etapas de la industrialización norteamericana

Antes de analizar aspectos particulares del proceso de industrialización en los Estados Unidos,
haremos referencia a las etapas por las que ella atravesó a lo largo del siglo xix, utilizando
como base la periodización que propone el historiador DOUGLASS NORTH.
Debemos señalar, en primer lugar, que no se identifica con claridad una etapa de "des-
pegue". La economía y la industria crecieron en forma sostenida en el transcurso de todo
el siglo, aunque con más celeridad después del fin de la guerra civil (que se libró entre 1861
y 1865). El promedio anual de la tasa de crecimiento del producto per cápita fue del 1,3%
hasta la guerra, y del 1,8% en la etapa posterior.
Como veremos después con más detenimiento, el proceso de industrialización se vio
favorecido por la disponibilidad de recursos naturales y por la existencia de un inmenso
mercado interno, con un extraordinario aumento de la población, que pasó de menos de
4.000.000 de habitantes en 1790 a 90.000.000 en 1910, gracias a la inmigración masiva y a las
altas tasas de crecimiento vegetativo.
Además, estos factores se combinaron con un proceso constante de innovación tecnológica y
organizativa, que les otorgó a los Estados Unidos fuertes ventajas frente a sus competidores
europeos.
En la etapa colonial, la economía norteamericana era fundamentalmente agraria: en el norte,
predominaban las explotaciones agrícolas familiares, y en el sur, las grandes plantaciones
esclavistas. La producción industrial era limitada, y se llevaba a cabo en unidades domésticas o
en talleres artesanales. La situación comenzó a cambiar con la revolución de la independencia,
que liberó al territorio del mercantilismo británico y le dio la estabilidad política necesaria para
la expansión comercial.
Entre fines de la década de 1780 y 1920 transcurrió la etapa que North denomina "primeras
tentativas industriales*. Fue un periodo en el cual la producción industrial se expandió(tanto
en sus formas tradicionales como en las más modernas) y en el que comenzó la mecanización,
sobre todo en la industria textil, que se vio favorecida por las limitaciones la importación que
se instauraron en la época de las guerras napoleónicas.
En esta primera etapa, la industrialización tropezó con dificultades considerables. En primer
lugar, la exiguidad y la dispersión del mercado interno: en 1790, la población (como ya
señalamos) era de menos de 4.000.000 de habitantes, diseminada en un territorio muy vasto,
con un grado de urbanización bajísimo (el 929 vivía en áreas rurales). Las comunicaciones eran
muy dificiles porque las distancias cran muy grandes, y el sistema de transportes, inadecuado.
Otros obstáculos eran la escasez de mano de obra y capitales, y el alto costo del trabajo, un
factor que, como veremos, incidió mucho en la posterior industrialización.
Al mismo tiempo, las posibilidades de desarrollo industrial se vieron estimuladas por la
expansión del comercio exterior. La ruptura con Inglaterra alteró las viejas prácticas
comerciales y abrió nuevas regiones al intercambio. La transformación más decisiva fue el
crecimiento del comercio del algodón, que comenzó a cultivarse con fines comerciales a
mediados de la década de 1780. El volumen de las exportaciones de algodón pasó de 550.000
libras en 1793 a 83,000.000 en 1815, y continuó aumentando en las décadas siguientes.
El "boom" del algodón contribuyó al desarrollo de la actividad comercial, del transporte y del
sistema financiero, y a la acumulación de capitales, además de proporcionar la materia prima
para el sector más dinámico de la industria.
Entre 1820 y I860 transcurre lo que NoRTe denomina "la era de la industrialización”.
Fue el período en el que la industria manufacturera se afirmó en una serie de sectores, con
liderazgo de la industria textil. La región más dinámica, en la que se concentró la actividad
industrial, fue la del nordeste, favorecida por varios factores entre los que se contaba la
población, la urbanización y la disponibilidad de energía y de servicios.
El desarrollo industrial y la difusión del sistema de fábrica se vieron estimulados por
construcción de los ferrocarriles, que comenzó en 1830 y se aceleró a partir de 1840. En la
primera etapa, la red ferroviaria complementó a la de vías fluviales (ríos y canales), pero luego
pasó a ser, como veremos, un factor clave en la unificación del mercado interno y en la
constitución de un mercado de masas.
En el período 1840-1860, la industrialización se basó, sobre todo, en la producción de bienes
de consumo, en primer lugar, la de textiles de algodón, seguida por la del calzado y cuero, la
del hierro y la de máquinas.
La industria textil generó fuertes eslabonamientos hacia atrás y hacia adelante. En el primer
caso, impulsó la fabricación de maquinaria textil, que comenzó tempranamente, en la década
de I810. Las fábricas de maquinaria textil fueron el punto de partida para el desarrollo de la
industria mecánica, ya que dieron origen a establecimientos dedicados a la fabricación de otro
tipo de bienes, desde máquinas-herramientas hasta locomotoras. Hacia adelante, la industria
textil derivó en la industria del vestido, que ocupó un lugar relevan- de la expansión
manufacturera.

En esta etapa, el desarrollo de la industria del hierro fue todavía limitado, aunque y desde la
década de 1830 se había iniciado la modernización de la producción. Ello se debió, en parte, a
la escasez de carbón en la zona de la primera industrialización y a las dificultades de
comunicación con las áreas de producción. El hecho de que la oferta de carbón fuera
restringida estimuló el uso de la energía hidráulica, sobre la base de la cual se desarrolló la
industria textil de Nueva Inglaterra.
Además, en la primera etapa de la construcción de los ferrocarriles, hasta la década de 1860,
sus efectos sobre la producción local de hierro y acero fueron limitados, ya que en la
construcción de vías y material rodante se utilizó una gran proporción de hierro importado.
El período que va de 1860 a 1914 fue la etapa de afirmación de los Estados Unidos como
nación industrial; en ese lapso, se profundizaron las transformaciones estructurales que se
habían iniciado en las décadas anteriores.
La industria incrementó su participación en el producto nacional, a expensas de la agricultura,
y el proceso de urbanización se aceleró. Mientras que entre 1860 y 1910 la población rural se
duplicó, la población urbana se multiplicó por sietes.
El mercado interno se amplió considerablemente gracias al crecimiento de la población, y se
convirtió en un mercado de masas como consecuencia de la extensión de la red ferroviaria y de
la difusión del uso del telégrafo.
En esta etapa hubo cambios notables en la estructura de la industria. y el liderazgo pesó de los
sectores productores de bienes de consumo a los productores de bienes de como tal. Al igual
que Alemania, en las últimas décadas del siglo XIX. los Estados Unidos fueron protagonistas de
la Segunda Revolución Industrial.
En la industria, el proceso de innovación tecnológica fue constante, y las ramas que más
crecieron fueron la del hierro y el acero, la mecánica y la producción de bienes de consumo
durables. Entre fines del siglo xix y principios del siglo XX. comenzó la expansión de nuevos
sectores que tuvieron un papel decisivo en las décadas sucesivas. En primer lugar, la industria
automotriz, que inició la producción en masa a partir de la década de 1910, y la refinación de
petróleo, que tuvo una importancia creciente desde la década de 1880.
Junto con la expansión y la transformación de la industria, hubo variaciones en su distribución
regional, declinando el peso relativo del nordeste a favor de la zona de los Grandes Lagos, que
fue la principal área productora de hierro y acero, y, más tarde, de la industria automotriz.
Además, se fueron incorporando otras zomas, por ejemplo, las áreas productoras de petróleo
en el oeste y el sudoeste.
Por el volumen de su producción, en 1914. los Estados Unidos eran el país más industrializado
del mundo, y su ingreso per cápita estaba entre los más elevados. En los puntos que
desarrollaremos a continuación se encuentran algunas de las claves de su liderazgo que
continuó a lo largo del siglo XX.
6,4.3. La población, el mercado interno y los recursos naturales
A diferencia de los países europeos, la industrialización de los Estados Unidos en el siglo xix se
basó casi exclusivamente en el mercado interno, si bien a lo largo de dicha centuria su
participación en el mercado externo se incrementó sensiblemente, pasando del 3% al 15% del
total de las exportaciones mundiales.
Aunque las exportaciones contribuyeron a la expansión de la economía (en particular del
sector primario), entre 1800 y 1914 la tasa de crecimiento del comercio exterior fue menor que
la de la producción, y las exportaciones de materias primas y alimentos fueron dominantes,
constituyendo todavía en 1908 el 755 del total de las ventas al exterior. Hasta 1860 el algodón
(producido en las plantaciones esclavistas del Sur) fue el rubro más importante, y desde
entonces fue desplazado por los granos. La elevadísima proporción de bienes agrícolas en las
exportaciones no reflejaba, sin embargo, las transformaciones que había sufrido la economía
norteamericana a lo largo del siglo XIX, en el que la participación de la agricultura en el PBI
había descendido del 50% en 1800 a poco más del 15% en 1913.
Si evidenciaba en cambio el boom agrícola posterior a 1850, producto de la explotación de
nuevas tierras a medida que avanzaba la frontera hacia el Oeste y de los altos niveles de
productividad alcanzados en la producción de granos gracias a la temprana mecanización del
agro. Tras el fin de la Guerra de Secesión, los Estados Unidos -favorecidos por el crecimiento de
la producción, la caída de precios y la reducción de los costos de transporte-- se convirtieron en
el principal abastecedor do granos y carnes para el mercado británico, y mantuvieron dicha
posición hasta que fueron desplazados a fines de siglo por Canadá, Australia y Argentina.
Si bien la proporción de bienes exportados en relación con la producción industrial total le
sementando significativamente desde 1880, a la vez que crecía la participación de las
manufacturas en el total de las exportaciones, hasta la Primera Guerra Mundial el comercio
exterior cumplió un rol mucho más decisivo como factor de expansión del sector primario que
de la industria, cuya producción era absorbida mayoritariamente por un mercado interno cuya
demanda crecía en forma incesante.

Para 1910, la población de los Estados Unidos era mucho mayor que la de cualquier país
europeo, salvo Rusia (que en 1913 tenga casi 156 millones de habitantes). El gran aumento de
la población norteamericana en el siglo xix se debió a una elevada tasa de crecimiento
vegetativo, pero, sobre todo, a la inmigración europea, que comenzó en los años veinte y se
fue incrementando en las décadas sucesivas, alcanzando su pico en los 10 años anteriores a la
Primera Guerra Mundial. Entre 1820 y 1920 se radicaron 25.000.000 de inmigrantes,
provenientes de Europa del Norte, del Este y del Sur.
La fuerza del mercado interno norteamericano no se explica sólo por el número de habitantes,
sino también por su capacidad de demanda y por la integración de la población al mercado. En
este sentido, el proceso de urbanización y la política de distribución de tierras, que favoreció la
conformación de un amplio estrato de propietarios rurales, crearon una fuerte demanda que
pudo ser cubierta a medida que el desarrollo de los transportes fue unificando el territorio. El
carácter masivo del mercado fue un requisito para el desarrollo de la producción y la
distribución en gran escala, que fueron una de las características sobresalientes de la
industrialización norteamericana.
Además de una población en constante crecimiento, los Estados Unidos temían una dotación
privilegiada de recursos naturales. Poseían vastas tierras fértiles y excepcionales recursos
minerales en oro, hierro, carbón y petróleo. Contaban, también, con abundante madera y
cursos de agua en las primeras zonas industriales, lo que permitió obtener energía barata antes
de que comenzara la explotación del carbón.
De todos modos, el potencial de recursos sólo pudo ser aprovechado en su totalidad a
medida que avanzó la ocupación del territorio hacia el Oeste, y cuando el desarrollo de las
transportes y el de las comunicaciones hicieron viables los intercambios regionales.

6.4.3. La innovación tecnológica

El constante proceso de innovación tecnológica y organizativa es otro de los factores que


explican los altos índices de crecimiento de la economía norteamericana y la expansión de su
industria a lo largo del siglo XIX.
La competitividad de la industria se basó, prioritariamente, en su eficiencia y en su elevada
productividad, y ella derivó, a su vez, de la utilización de métodos de producción capital
intensivos. Eso se dio también en la agricultura, en la que el empleo de maquinarias como ya
mencionamos, se difundió tempranamente.
Uno de los rasgos que diferenció a los Estados Unidos de las naciones europeas fue el alto
costo de la mano de obra. A principios de siglo, ello se debió, sobre todo, a la escasez de
población, y, más tarde, a la existencia de una frontera móvil hacia el oeste y un vasto territorio
a colonizar.
A partir de las diferencias entre los métodos de producción ingleses y los norteamericanos,
que eran ya perceptibles desde las primeras décadas del siglo xix, el historiador inglés JOHN
HABAKKUK elaboró una interpretación en la que sostiene que el alto costo del trabajo y la
escasa clasticidad de su oferta en los Estados Unidos, que dicho autor atribuye a la abundancia
de tierras, fueron el factor determinante para la adopción de tecnología que permitiera ahorrar
mano de obra. Ello habría generado, según HaBAKUK, una mayor tasa de inversión en la
economía nortcamericana que habría actuado, a su vez. como impulso al desarrollo.
La interpretación de HABAKKUK ha sido muy discutida, fundamentalmente en lo concerniente
a la relación de causalidad entre abundancia de tierras y altos salarios, pero es indudable que
la industria norteamericana tendió a ser capital-intensiva desde las primeras decadas del siglo
XIX.
En los comienzos de la industrialización hubo importantes influencias externas; en primer
lugar, la difusión de las innovaciones que se habían desarrollado en Gran Bretaña (la maquina
de vapor - utilizada en las fábricas y en el transporte- Y las técnicas de la industria textil y la
metalurgia), pero ya desde las décadas de 1820 y 1830 empezaron a generarse innovaciones
locales. En algunos casos, la productividad se incrementaba con una combinación original de
las técnicas existentes. En Massachusetts se instaló por primera vez, en los inicios de la
industria textil, una fábrica que integró el hilado y el tejido del algodón, reduciendo
sensiblemente los costos de producción.
En muchos casos, las innovaciones tecnológicas consistieron en mejoras de las técnicas en uso
(microinvenciones). En otros, en aportes originales que contribuyeron a desarrollar lo que ya a
mediados del siglo xix los británicos denominaron "The American System of Margacruring*.
Entre éstos, se destaca la utilización de piezas intercambiables en la fabricación de bienes
industriales, método que se originó en la industria de armas y luego se fue difundiendo en
otros rubros: relojes, cerraduras, máquinas de coser, implementos agricolas, locomotoras,
herramientas, máquinas de escribir, bicicletas y, a comienzos del siglo xx, automóviles.
La particularidad del sistema de piezas intercambiables consistía en que se trataba de un
método para producir mecanismos cuyos componentes podían ser usados indistintamente en
otros mecanismos, sin necesidad de ajustes, lo cual simplificaba notoriamente la reparación y
el mantenimiento (lo cual explica que haya tenido tanto éxito en la fabricación de armamento).
Para comprender el significado del nuevo método de producción, es importante saber a qué
sistema reemplazó. La fabricación de armas, por ejemplo, estaba hasta entonces a cargo de
artesanos especializados, que elaboraban distintas partes del producto final a métodos
tradicionales. El ensamblaje requería el limado de las piezas para poder ajustarlas, lo cual
incrementaba los costos y tiempos de fabricación y reducía la efectividad del producto final. En
Birmingham, a fines de la década de 1850, había más artesanos dedicadas a la terminación y
limado de componentes que a su elaboración. Con el sistema de piezas intercambiables
comenzaron a fabricarse, mediante maquinaria especializada especialmente diseñada, partes
que podían ensamblarse sin usar más que un destornillador, lo cual adujo drásticamente los
tiempos y costos de fabricación y mejoró la calidad del producto final. Las piezas que
componían cada modelo de arma eran idénticas. Fue la habilidad para inventar, diseñar,
modificar y producir maquinaria especializada lo que permitió crear un sistema que hizo
posible fabricar en masa y a bajo costo bienes estandarizados
Tras su inicio en la industria de armamentos en las dos primeras décadas del siglo xix, el
método fue perfeccionado y aplicado, como ya mencionamos. a distintas subramas de la
metalmecánica. Tal vez lo más importante es que nació también una industria de maquinas-
herramientas especializadas (tornos, fresadoras, laminadoras) que fabricaban las partes de
acuerdo a especificaciones técnicos muy precisas. Dicha industria requirió un alto grado de
capacitación y un gradp de capacitación y un complejo proceso de aprendizaje y tuvo un rol
escencial tanto con la resolución inicial de problemas técnicos como en la difusión del nuevo
sistema. No sólo fue un factor clave en el avance industrial en el siglo xix, sino que permitió
incrementar la productividad en otros sectores de la economía, como los transportes, la
mineria y la agricultura.

Otro de los rasgos de la industria norteamericana fue la producción de bienes estándarizados


destinados al mercado de masas. Las características de la demanda requerían bienes
relativamente homogéneos, lo cual estimuló la utilización de maquinaria en su producción.
Hasta fines del siglo xix, los principales aportes de los Estados Unidos se dieron en el campo de
la tecnología, mientras que el avance científico continuó generándose en los paises europeos,
sobre todo, en Alemania. A partir de comienzos de este siglo, esa situación empezó a
modificarse.
La competitividad de la industria norteamericana no fue producto sólo de la innovación
tecnológica, sino también de la innovación organizativa, en particular desde las últimas
décadas del siglo xix. Como veremos luego con más detenimiento, a partir de la decada de I870
se fueron desarrollando nuevos métodos de gestión de las empresas y de organización del
trabajo, que redundaron, a su vez, en el incremento de la eficiencia y la reducción de los costos
de producción.
En las primeras décadas del siglo XX, el "American System", perfeccionado con la organización
científica del trabajo y la cadena de montaje, se difundió más allá de sus fronteras, y sirvió de
modelo para la organización de las grandes empresas industriales europeas, que de otro modo
no hubieran podido competir con las firmas estadounidenses.

6.4.4. El Estado, el proteccionismo y la industrialización

Uno de los temas más debatidos en la historia económica norteamericana es el del papel
jugado por la protección aduanera en el proceso de industrialización. Desde la Declaración de
la Independencia, los Estados Unidos aplicaron políticas proteccionistas, que se mantuvieron a
lo largo de los siglos xIx y xx. Dicho debate trasciende el análisis histórico, y tiene fuertes
connotaciones (teóricas e ideológicas, dado que remite a la discusión sobre el papel del Estado
en los procesos de desarrollo y sobre las ventajas del laissez faire con respecto al
intervencionismo.
La protección aduanera a través de elevados aranceles para la importación tuvo dos objetivos
explicitos: proveer al nuevo Estado de recursos y favorecer el desarrollo de la industria local.
Las manufacturas más protegidas fueron las lextiles (en particular las de algodón y las
industrias del hierro y el acero, Los primeros aranceles fueron implementados en 1789
incrementados varias veces a lo largo del siglo xix, en particular en 1832 (con el apoyo da
Tesoro, de los industriales y del público) y de nuevo, fuertemente, en 1861, para hacer fuerte a
los gastos de la Guerra Civil. Si bien de allí en más fluctuaron, su nivel permaneció mas alto
hasta la Primera Guerra Mundial: la aprobación de la MoKinley TarifT en 1890 dio a los Estados
Unidos los aranceles más altos dentro del mundo industrializado.
Distintos investigadores han discutido hasta qué punto los aranceles contribuyeron al
desarrollo industrial, o bien al bienestar de la población y al crecimiento económico. Las más
escépticos tienden a medir sus efectos en el conjunto de la economía; los más favorables se
concentran en su impacto sobre determinadas ramas de la industria, ya que no lo das
recibieron, como ya señalamos, iguales niveles de protección. Los optimistas se enfocan sobre
todo en el período previo a la Guerra de Secesión, en el que las tarifas podían se justificadas
por el carácter incipiente de la industria y sus dificultades para competir con las naciones
europeas.

La controversia comenzó con la publicación, en 1931, de una obra del economista FuNk
TAUssIO (The Tariff History of the United States), un teórico del comercio internacional
partidario del Voissez faire, que sostenía que los aranceles no habían tenido un rol decisivo en
el desarrollo industrial, aún en el de las ramas más protegidas, que se habría visto beneficiadas
principalmente por otros lactores, como la abundancia de materias primas los bajos costos de
transporte y las condiciones de la demanda. Esta visión fue retomada por distintos autores,
entre los cuales cabo mencionar a DOUGLAss NoRTH, aunque este último afirmaba que la
protección a la industria del algodón había tenido un efecto positivo hasta la década de 1840.
Diversos estudios recientes sobre la industria textil y sobre Ia del hierro y el acero revelan que
la protección cumplió un rol decisivo en el desarrollo de ambos sectores a lo largo de todo el
siglo, pero el tema sigue estando sujeto a fuertes debates acerca de los efectos del
proteccionismo sobre el conjunto de la economía y sobre el bienestar de la población.

615. La revolución de los transportes

A comienzos del siglo xix, el elevado costo del transporte interior limitaba la posibilidad de
explotar los recursos naturales del territorio. Además, a diferencia de los países europeos, las
distancias entre las regiones eran muy grandes, lo cual dificultaba el establemiento de
comunicaciones por vía terrestre.
En las primeras décadas del siglo xix, la vía de comunicación por excelencia fueron los rios y los
canales. En la década de 1810 comenzó la utilización de buques de vapor en los ríos. El
Mississippi y sus afluentes fueron la vía de comunicación del norte con el sur y el Medio Oeste;
el río San Lorenzo y los Grandes Lagos, la ruta hacia el oeste por el norte. Se completaron las
comunicaciones fluviales con una compleja red de cuales, construida sobre todo en las décadas
de 1820 y 1830, que agilizó el comercio interregional y permitió la conexión entre los
principales centros urbanos.
Como ya señalamos, en 1830 se inició la construcción de los ferrocarriles. En una primera
etapa, éstos no alteraron de forma sustancial las rutas o los medios de transporte existentes,
pero la situación comenzó a cambiar a partir del primer "boom" ferroviario. a fines de la
década de 1840 y principios de la de 1850. En los años cincuenta llegaron al Medio Oeste, y en
1869. a la costa del Pacífico. Para entonces, ya había 70.000 millas en funcionamiento, y estaba
construida la red básica. A partir de 1880 se fueron completando las redes secundarias, y en
1910 se había integrado el trazado ferroviario, con una longitud de 135.000 kilómetros.

18.1.6. El impacto de los ferrocarriles


El tema del impacto del ferrocarril en la industrialización norteamericana ha dado lugar a
fuertes controversias. En las interpretaciones tradicionales sobre el papel del ferrocarril en el
desarrollo industrial se sostenía que había sido un factor decisivo en el crecimiento de la
economía norteamericana a lo largo del siglo xIx. y que el desarrollo de la agricultura y la
industria no hubieran sido posibles sin él.

En la década de 1960, esta visión fue cuestionada por el historiador Romer FOGeL
que argumento, a partir de un análisis cuantitativo, que no existió una relación de causalidad
entre la construcción de los ferrocarriles y el desarrollo económico, y que su función pudo
haber sido desempeñada por los sistemas de transporte fluvial preexistentes. Fogel ofreció
también una visión revisionista del papel del ferrocarril como generador de eslabonamientos
hacia atrás, refutando el argumento que veía en la demanda ferroviaria un gran impulso al
desarrollo de la industria local.
La publicación de los trabajos de Fogel. estimuló el debate y suscitó nuevas investigaciones.
Mientras que sus afirmaciones sobre el papel de los ferrocarriles en la integración del mercado
han sido refutadas por distintos historiadores, se ha aceptado, en cambio, que hasta 1860 la
demanda generada por el sector ferroviario tuvo una incidencia limitada en el desarrollo de la
industria del hierro, ya que hasta entonces una parte significativa de dicha demanda se cubría
con importaciones, aunque luego la tendencia se revirtió.
Desde la historia de empresas, ALFRED CHANDLER ha ofrecido una interpretación novedosa
sobre el impacto de los ferrocarriles, enfatizando su contribución al nacimiento y el desarrollo
de la gran empresa moderna. CHANDLER afirma que los ferrocarriles fueron el primer "big
business" norteamericano, y que, debido a la completidad de su financiación y de su
administración, sus cuadros dirigentes fueron pioneros en la adopción de modernas formas de
gestión.
CHANDLER discrepa con Fogel., y enfatiza el papel del ferrocarril --junto con el telegrafo-- en la
integración de un mercado de masas, gracias a la disminución de los costos de transporte y al
incremento de la velocidad de la distribución.

6.4.7. Las empresas y los empresarios

Otro de los grandes temas en la historia de la industrialización norteamericama ha sido


el del papel que debe atribuirse al factor empresarial, y en particular, en qué medida la
existencia de empresarios innovadores fue una de las condiciones que posibilitaron el
desarrollo económico.
En este campo, la propuesta más integral es la de ALReD CHANDLER a quien ya nos hemos
referido que ha elaborado en diversas obras una interpretación de la historia económica
norteamericana desde la perspectiva de la empresa.
El enfoque de CHANDLER se centra particularmente en la gestación de lo que denomina "la
gran empresa moderna"; analiza cómo las grandes empresas pasaron a dominar la economía
norteamericana a partir de la segunda mitad del siglo xIx.
Como ya señalamos, las primeras empresas modernas, según CHANDLER, Fueron los
ferrocarriles, por cuya dimensión y complejidad se erigieron en el escenario del desarrollo de
nuevas formas de gestión.
Las modernas empresas industriales nacieron en las últimas décadas del siglo XIX. junto con la
producción y la distribución en gran escala, favorecidas por las dimensiones del mercado y la
modernización del sistema de transporte y comunicaciones.
Junto a la conformación de un mercado de masas, el otro factor que condicionó la aparición de
las grandes empresas modernas fue el proceso de innovación tecnológica. Fueron hijas de la
Segunda Revolución Industrial y se desarrollaron en sectores capital intensivos se requerían
economías de escala.
Las grandes empresas modernas nacieron en diversas ramas de la producción: industrias de
producción en gran escala mediante procesos continuos (refinación y destilación, bienes de
consumo masivo), industrias de fusión y primera elaboración de metales, industria
metalmecánica (maquinarias producidas en gran escala a través del sistema de piezas
intercambiables). En todos ellos, la producción estaba concentrada en unos pocos
establecimientos grandes, y muchas de estas empresas oligopólicas se transformaron en
multinacionales a comienzos del Siglo XX. Entre sus características comunes CHANDLER destaca
sus dimensiones, y la integración de producción y distribución a gran escala.
Se trataba, además, de empresas gerenciales, en las cuales se había dado el proceso
desaparición entre propiedad y gestión, y que eran administradas de acuerdo con una
estructura jerárquica y burocrática. Desde las últimas décadas del siglo xix fueron adquiriendo
una estructura descentralizada, con una organización departamental.
La forma de propiedad característica fueron las sociedades anónimas, y la principalmente de
financiación fue el mercado de capitales, en el que los bancos de inversión tuvieran un papel
destacado.
Para CHANDLER, la organización gerencial y burocrática fue una de las claves del éxito de las
grandes empresas norteamericanas; enfatiza que el hecho de que la legislación haya prohibido
los acuerdos interempresarios favoreció la búsqueda de la competitividad mediante la
eficiencia.
Como veremos con más detenimiento en el capítulo 7, las empresas norteamericanas fueron
los primeras en las que se desarrolló lo que se conoce como "management científico”. Éste se
basó, fundamentalmente, en el incremento de la productividad del trabajo a traves de la
racionalización de la producción.
El modelo más acabado de organización científica de la producción a comienzos de este siglo
fue el de la empresa Ford, en la que en 1913 se implantó por primera vez la cadeta de montaje.

Las regiones y la industrialización

El proceso de industrialización en los Estados Unidos no puede ser comprendido si no


hacemos referencia a las diferentes regiones que integraban su territorio el nordeste, el sur y el
oeste y a la complementación económica que se dio entre ellas.
El desarrollo industrial se concentró en la región del nordeste, que mantuvo su primaria a lo
largo de todo el siglo xix. La primera zona industrial fue la de Nueva Inglaterra, el principal
centro de desarrollo de las industrias textil y mecánica hasta la década de 1860. En esa etapa,
Nueva Inglaterra fue la zona más poblada y urbanizada, y la que disponía de sus servicios
comerciales y financieros.
A partir de entonces, el eje se desplazó hacia la región de los Grandes Lagos, donde se
desarrollaron las nuevas actividades industriales, fundamentalmente la siderurgia y todas las
ramas vinculadas a ella (incluyendo desde fines del siglo xx la industria automotriz).
Las otras dos grandes regiones del territorio, el sur y el oeste, fueron, en esencia, probaturas
agrícolas. Ambas abastecieron a las industrias y a las poblaciones del nordeste. Y dieron
mercados de consumo para la producción industrial del norte.

El sur fue hasta el fin de la Guerra de Secesión una zona de plantaciones esclavistas. Su
principal producción desde fines del siglo xvi fue el algodón, que contribuyó decisivamente al
proceso de industrialización, dinamizando el comercio exterior y abasteciendo a la industria
textil. Después de la guerra, la agricultura del sur entró en decadencia y la región se transformó
en la zona más deprimida del territorio. Ello fue en parte revertido desde fines del siglo XIX por
el desarrollo de algunas zonas industriales, en las ramas textil, del tabaco y de la industria del
petróleo.
El oeste fue poblado a lo largo del siglo xix. en un proceso de permanente expansión de la
frontera. El tema de la frontera ha ocupado un lugar relevante en las interpretaciones sobre la
historia norteamericana, que va mucho más allá de su impacto económico. Pero
restringiéndonos a este último, señalemos que la ocupación de un inmenso territorio ofreció
una amplia disponibilidad de recursos minerales y de fértiles praderas sobre todo en el Medio
Oeste-- que fueron explotadas para la producción agraria y ganadera.
El oeste actuó como una fuente de abastecimiento del este, al que enviaba pieles, cueros, oro,
minerales y productos alimenticios a cambio de productos manufacturados y de servicios. Fue
también una zona de atracción para los capitales del este.
Las praderas que se fueron colonizando a partir de la década de 1840 abastecieron la
demanda de alimentos de las zonas industriales, desarrollándose tempranamente una
agricultura extensiva y mecamizada. Constituyeron, además, un importante mercado de
consumo para los bienes industriales. El sistema de propiedad de la tierra, que favorecía las
explotaciones familiares, creó una extensa clase media rural con fuerte capacidad de demanda.

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