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Corlos Huge Aparicio ha publicado tres libros cle poemas (Pedro Orillas, 1965; En grillo.ciadadano -~ 1968; Andamios 1980),'dos volimenes de cuen- tos (Los bultos, 1974; Sombra del fondo, 1982, Le- ~ gasa) y varias plaquetas(la dtioma sus Copia3 al ._ Vino, 1986).El original de Trenes del sur, que revi. 36 especialmente para esta edicién, data de la ~ 6poca de sus primeros poemarios y'de cuentos como "El Uitimo modelo o*Los bultos", cuando un importante jurado nacional lo distingue con al ~ premio mayor dela Direccién. de Cultura de Sal- ta. : ~ Texto clave entonces, pues constituye el susiénto el humus— a partir del cual’ seh sorollandlo, expandiendo, una obra ue el escritor none ha tun ritmo expresivo que pla: fe densidad ematve; suse: me concepto de la tradicién re Pasaje de Ia nite ala adolescencia, con ept ~ centro en una localidad de la frontera ar boliviana, donde soplan vientos helados. también ‘aviva el indeciinable fuego de hombres. Miranda del Chango protaganista litico, receptiva, critica. “A través de ella del sur se contituye en uno de los poemat man _. Validos e intensos de_ 1a literaruta argentina con temporanea. Carlos Hugo Aparicio _ Carlos Hugo, Aparicio Trene: del sur Carlos Hugo Aparicio TRENES DEL SUR Noo Literatura EDITORIAL LEGASA Disedo de tapa: Marla Cristina Brusca “Carcoza de la teina’®, éleo de la serie ‘arnaval de Salta”, de Osvaldo Juane © Carlos Hugo Aparicio torial Legusa S.A. Rawson 17, A, 1182, Buenos Aires Fotneromos: Chiocelot $'R-L., Tewaat 725, Bucnos Aires Fotocomposicion: Comp:3 S.R-t-y Maipt 864, 7° "A", 8S. As, TImpresin de pa: J.C. Immprezos Graficos S.R.L. Carlos Maria Ramirez 2409, Buenos Aices ‘Queda lech ol depésito que marca la ley 1.723, Tmpreso en la Argentina ~ 1.S.B.N. 950.600-132-4 ala memoria de Felix Aparicio, mi padre de Waldina, la Mamd Uva a Alcira » Victor Enrique en memoria de Angélica @ Le Quiaca al Tango PRIMERA PARTE “y ef bandonedn, reciongo amargo en el olvido, loré su vor que se perdié en la densa bruma, yen la desesperanza, tan cruel como ninguna, la vi partir sin la palabra del adiés”. Reaporece puntual el cesplandor del alba; primero en el rec- ‘tangulo de la banderola, atisbando por ia rendija de la puerta que'da al aire del patio y después abarcande paulatinamente las paredes, tos muebles, el espejo del ropero en cuyo fondo siente que al aclarar se cruzan y-entrecruzan apresurados y $0- Aolientos Angeles, desbandados duendes de enormes sombre- +05, fantasmas que huyen de la luz, y que un hada iluminada y blanquisima vela inmévil los despojos frios de la noche, ahi cn la claridad lechosa del agua congelada bajo la canifia al la- do de la ventana de la cocina oscure. Se despierta resguardado en la tibieza de Ias frazadas, calor de felicidad del que lamenta tener que desptenderse; exteafla can ojos arenosos las nebulosas tibias de su suctio, los oscuros charcos de luz donde a su imagen le ocurren las més raras y sentidas cosas; en la penumbra de calles conocidas, de otras ‘nunca antes vistas que se abjsman en la sombra como despues de un relémpago; ese callején de puertas y ventanas toda la vi- da cerradas, sin luz, que siendo tan angosto a la cuadra se pierde bruscamente en bajada iqué habré ahi detrds abajo?, como pata animarse a averiguarlo; en umbrales que se esfu: man al trasponerlos; ante rostros opacos, de cambiantes fac- ciones, extrafios; el alma sacudida de una recéndita dicha o or una congoja inexplicable; los érboles escasos dando ape- as sombra a la orilla del rio pedregoso; cl perro husmeando it CARLOS HUGO APARICIO. borrosos recovecos © lamiéndole las manos; el baneo de piedra del patio donde a la siesta se sientan al solcito a pelar naranjas, la madre cubriéndose le cabeza de cabellos regros con una revista; el viento empezando a levantar mectas de tierra suelta y luego en el campito de afuera clevandose en re- molinos donde giran enloquecidos papeles, cartones, hojas de diario y que de repente de un brusco envién dobia la esquuina y desaparece; el padre leyendo en voz alta las noticias del diario que llega por tren con tres dias de atraso; todo rapido y entur- biado en una instanténea soledad, prendida después en ia me- ‘moria hasta volverse un solo estremecimiento, A veces ni e30, ‘inicamente la levedad de una huella irreconecible, un soplo de nostalgia, el gusto apagado de un momento feliz, de un Hanto ya diluyéndose a pesar de sus esfucrzos por recupe- rarlo. Se tiene muy a su pesar que destapar y ponerse de pie no- més, si mo se hace tarde, y entonces s{ que lo levanten a la fuerza, a los gritos. Todavia le cuesta vestirse soto, no lo hace bien alin, aunigue se da bestante mafia. Afuera de Ia cama, qué frio, tiembla entero, répido la camisa manga large sobre Ja camiseta gruesa de frisa y secién ligero el pantalén y cl pu- lover tejido a mano largas noches de su madre con el par de agujas finas y aceradas brillando bajo la lampara petromac de suspiro interminable, mientras escucha los tangos de las or- questas tipicas en la onda corta atordndose de sifbidios y des- cargas de la radio a bateria y de antena instalada por encima del techo; las medias de lana, los botines deslustrades, este mocoso es el colmo, seguro pues que juega a la pelota con fos botines de ir a la Escuela, tenés que hacerlo que se cambie, ‘que aprenda desde chico 6 cuidar las cosas; y él que cor. ése de la izquierda le pega a la pelota con alma y vide, hasta canta bajito “Sugaré en la guinta después en primera yo sé que mie espera Ja consagracion"” ‘ya esté aprendiendo poquito a poco a darle com la derecha, a manejar también con esa pierna la petota, sigue canturreando _ TRENES DEL SUR “faltando un minuto estan cero a cero tomé Ia pelota sereno en su accion gambeteando a todos enfrenté al arquero y con fuerte tiro quebré el marcador”” ysilba y se abotona a las apuradas, trancandose a causa de fos ‘dedos entumecidos, él mismo no muy despierto. El hermano menor en la cama contigua parece que lo oye, se da vueltas, pestafiea, babea un murmullo indescifrable, lo mira un ins- tante con los ojos perdidos de suefo y tras darle la espalda si gue durmiendo més encogido, calemtito y a su gusto, Dichoso del hermanito que va ala Escuela en el turno de la tarde, sino tendrian que ir los dos tiritando por la calle, siempre de la ma- no como les enseflaron vos sos el mayor y donde sea tenés que cuidar de tu hermano, ya pues? yél comprende que asi es mejor y més seguro ctucen las vias de la mano, cuidadito con soltar a tu hermanito, l todavia es chico y no sabe, en cambio vos ya sos bastante grandecito y te podés dar mas cuenta de las cosas, vayan pot la vereda, miren bien antes de cruzar las bocacalles, no se distraigan, no abran la boca, no sean elevados, ya? Cada vez més despabilado se sube los tiradores elasticos, se ata Jas trenzas de los botines, qué Ifo, una ya deshilachada se esta por cortar, les hace nudos ciegos, si no siempre se le aflo- jan y podes pisaria y darte un porrazo, entonces no me vengés llorando que te fajo encima, pues se acerca sin dejar de bostezar al espejo, observa sus ojos pe- quetios, negros; su papa ya hace rato que salié para la oficina, dicen que se le parece tu hermano es la imagen de tu marti, pero suertudo, Su papé trabaja desde la madrugada hasta bien de noche en-una oficina de despachos de aduana. Se contempla Ja cara triguefla, los cabellos rebeldes, secos, calzéndole 1a frente; el padre 1a tiene alta, inteligente, los cabellos peina- 2B CARLOS HUGO APARICIO dos, sin raya, para atrds. A él Ja madre le hace una raya a la izguierda y 10 peina con un jopo; el padre tiene n'a hermosa bicicleta segra, grande, brillosa, el manubrio niquelado, los rayos de las ruedas también; hay feriados y domingos que los saca a pasear, los hace sentar a 10s dos sobre el cuadro y los lleva a dar vueltas por el barrio, primero alrededor de la man- zana y después hasta la plaza; tienen una foto, ellos vestidos de marineros, parados sobre el cafio del cuadro, y él de traje, sin sacarse el soatibrero atis, sosteniéndoios por detras; esa fo- to el padre la lleva siempre guardada en su cartera de bolsillo veni pues, apurate, te voy a lavar la cara, miré esas mejillas cOmo las tenés pero si mamé, ya voy no le gusta que Jo lave ella, se la moja con agua fria, xo tiene consideracién, se la refriega sin contemplaciones y qué decit de las orejas donde més enérgicos se vuelven sus dedos; y i se queja le va peor, lo mismo lo agatra, sin bacerle caso a sus evasivas, sus amagues de escapérsele; lo peina rnano firme, el peine rayando el cuero cabelludo, especialmente en la coro- nilla rebelde ai seguis asf te vas a quedar sin frente pues, en cambio ahora vas a quedar mds presentable, ponete de una vez el guardapolvo y veni al comedor. Le sirve el café con leche humeante en ta taza de loza blan- ca, el pedazo de bollo con mantequilla, Después lo llama para la lltima cepillada, para alisar las arrugas de su ropa, lo ter- tmina de arreglar, le da otra pasada ya mas suave con el peine y poniéndole la moneda de los diez centavos et. el bobillo del guardapolvo lo despide con un beso en la frente estrecha pero por ahora despejada portate bien, hijo, no hagis renegar a la seflorita, obedecé, estudié y a la salida venite derecho la ca- sa, no te distraigas por ahi, ;ya, pero? ‘Sale con el primer rayo atin timido de sol. Et aire frlo, cor~ tante, enrojece sus orejas, las insertsibiliza; también congela sus labios y mejillas; la calle esté casi desierta; alguien, el cuerpo levemente echado hacia adelante; de gorra y chalina (que le tapa media cara, pasa; alguno que otro alumnode lejos 4 _TRENES DI Jo acompaia, Mete las manos en tos bolsillos taterales det pantalén y con el brazo derecho mantiene hacia atrés sobre la espalda la cobartera marrén repleta de libros, ctuadernos y el resto de iitiles. Se acucruca lo més posible y los dientes casta- feando, Is bufanda azul cubriéndole boca y nariz, emprende Ja ida de todos los dias; camino que se conoce de memoria, veredas de piedra, deJaia, largos trechos sin ninguna clase de vereda, sobre calies desiguales por las piedras sueltas, los huellones, todas de tierra. Aqui fa plaza alambrada donde disputan los campeonatos de babifitbol o se divierten en los juegos infantiies, columpios, resbaladeros, liamacas, tranca- balaneas o saltan por sobre la red harapienta de tuna cancha de tenis abandonada. Justo a la esquina el edificio de piedra del Correo donde su padre cuenta que trabajé de mensajero en su adolesconcia; después, y pasando un portén siempre abierto, de madera y alambre, las vias del ferrocarril partien- do en dos el pueblo, de sur a norte, con su Estacién de techo castailo y pilares de hierro. Un poco més alld la plazoleta de Jos actos patridticos, de los desfiles de las escuelas y 10s solda~ dios en Jos dias del guardapolvo bien lavado y planchado, la escarapela fiamants prendida sobre el pecho impecable, y la ‘panderita azul y blanca agitandose en la mano, y el tambor acompasando sonoramente la marcha y la banda de misica ‘con sus instrumentos amarillos destellando al sol tan alto y ra~ diante en ef cielo limapio dea cuatro nifios, procuten no perder el paso, vamos; més erguides, mantengan fa distancia, ca- ramba el estremecimiento, la piel de gallina, el sacudén profundo al cantar ol himno y ver subir la bandera entre las rachas del viento hasta el tope del mastil contra el azul intense totalmen- te despejado. Mas adelante, y ya al frente, la plaza principal con sus montoncites espaciadios de arboles y canteros descolo- ridos, sus bancos de piedra y los de madera pintados de verde, la fuente del medio constantemente seca; y pasando la calle mas gue todo el cine, desde luego mucho mas que la Iglesia toda de piecira, y recién la Escucla también de piedra y rodea- da de alambrados en toda la manzana que ocupa, con altas 15 CARLOS HUGO APARi ventanas de persianas verdes despintadas por el sol y cl vien~ to, Detras de ella otras calles de tierra por las que nunca ha ido y en las que no le gustarfa aventurarse, menos solo, y dini- camente desde lejos contempla. ¥ eso. El sol ya alumbra con mas fuerza, va entibiéndose sl aire; con la caminata shora no sfente tanto frio, aunque atin va ‘echando por la boca un vapor ajustado al ritino de su respira- cidn. Ya no estd solo, son muchos los chicos que se agrupan, se apuran, corren, se juntan; algunos de Ja mano de. sus padres o de sus hermanos mayores, todos ruimbo a la entrada principal, Es justo cuando se le agolpa la desazin infaltable, se le afloja el estomago, se le acelera el corazon, los siente va~ cios, qué es lo gue le pasa, como si lo repelicran las paredes, las puertas, Jas caras repentinamente agrandadas, brumosas, hurafias, las voces rudosas y mezcladas; por qué no huir des- pavoridamente, tirar todo, incluso los ities y volverse a todo, Jo que den las piernas adonde esta el hermanito y ponerse a jugar con al, arrodillados los dos junto al tridngulo rebosante de bolillas.relucientes, bien adeniro de la casa, al aleance'de Jos ojos de la madre; no como aqui tan solo y desamparado, sin el patio y los autitos de carrera aunque se sepa de memoria Ja leccidn y haya dibujado anoche antes de acostarse el mapa de la Mesopotamia con sus rios bien pintados y la costa de la Patagonia con los bordes bien azules sefialando el océano. ‘Cémo cruzar el umbral, andar entre las aulas ain vacias, es- pperar que toquen la hora para formar en el patio sin derrum- arse hacia adentro; debilitarse al punto de sentir -nareos, agitarse, la boca seca y las manos transpitadas. Comono salir disparando, mam4 no me gusta la Escuela, la aborrezco a la seflorita, no quiero ir mas, me hace descomponer. ‘Desde pri- ‘mero inferior basta ahora, siempre igual. A la campanada los hacen formar de mayor a menor, los varones aqui, las nifias alla, dos filas separades ever ese alumno que se ponga mAs derecho caramba, que hunda la barriga, si, usted, usted nino alguien de atrds le pega un cocacho, para qué darse vuelta en medio de los que se hacen ios desentendidos aguantéadose la 16 TRENES DEL SUR risa, ni para qué desquitarse con el inocente de adelante, Una. vez en el aula se ubica en su banco de madera pintada de ama- rillo con una franja negra en la parte de arriba y el agujero en el costado superior derecho para el tintero blanco con ponchi- to de génera; todos los tinteros juntos se guardan en cajas de cartén, los.reparten diariamente al comenzar la clase y en la bltima hora los retiran; su nombre y apellido estén bordados cen el generito. Saca los cuadernos y libros que va a utilizar, los guarda en el caj6n interior del banco; la goma de borrar, el piz negro, el sacapuntas, la caja de lapices de cotor, la la- picera también junto a la regla, a la escuadra y al transporta- dor, todos acomodados encima del banco. Tiene de compafie- ra de asiento ala Luva, rubia, de ojos verdes a veces, o celes- tes otras; hace tiempo que ef su aovia, aunque ella apenas le hable para prestarse el compas o una Hoja de cuaderno, Se la pasa soféndola como si fuera la hermosa heroina que aparece en las peliculas, que siempre terminan con ella en brazos de su amor, de su héroe. No con esa faldita plisada por encima de sus rodillas sonrosadas, sino con un traje largo, hasta 10s to- billos, blanco, luminoso. El quisiera también, como el actor- cito, darle un beso en la boca, 0 n0, en la mefilla mejor, toda- via no puede besar en los labios aunque apriete blandamente los suyos de sélo pensarlo. Le gustaria abrazarla, cefiirla contra su pecho; claro que al imaginar noms todo eso se Ile- a de miedo, se siente culpable, se acalora de vergbenza. Si con s6lo mirarla le da pavor, hueco doloroso se le vuelve la vi- da en su presencia, Pero es su novia y en lo mas oculto de sus pensamientos guarda, resguarda noches enteras ¢sa verdad que lo hace tan dickoso, inmensamente afortunado, como pa- Fa entonar entre dlentes mientras resuelve el problema de arit- miética “ate un corazén, déjalo latir, miente mi soar déjame mentic late un corazén porque he de verte mucvamente miente mi soflar porque regresas lentamente” 1Los recreos se la pasa apoyado en cualquier pared, solitario, 7 a mirando desde la distancia c6mo los demés alummos juegan, hacen rondas, saitan, gritan, se volcean; alguno se lastima las rodillas contra el piso de laja y se larga a Worar a ios chitlidos. Otros se esconden, se pillan, se despeinan, se manchan el auardapolvo, lo desgartan; enire ellus la Luva, {por qué se one a jugar asi?, enceadido el rostro, los rulos mas refucien- tes que nunca. Fi quiere estar ya noms en su patio con el her- mano, jugando a las bolillas o haciendo bailar el trompo sobre la palma de ta mano, arrinconarse ya mismo en el gal- ppért a hojear revistas, los libros del padre, sacar su cometa y darle todo el hilo del carretel, encerrarse en el comedcr con la ‘ola y dedicarse a escuchar esos nuevos discos que ha treido su papé junto con la cafita metalica de pias flamantes; no Jos foxtros, ni menos las Tumbas ni las congas, sino ésos de Tan- turi, Di Sarli, Gardel, Laurenz, Troilo, Gobbi, Canaro entre un alto de otros, y en fin, ser por tltimo el actor y metar uno por uno a tados los bendidos, para que dejen de una vex por todas de jugar con su amor. Soio cuando ies dan la galleta del tercer recrea, para la que se ponen en estricta fila mientras el portero las va sacando desde una bolsa de arpillera con rapi- dez y sin equivocarse; después de recibir la que le corresponde corre hasta el alambrado del patio de afuera donde se arriman las vendedoras con sus cajas de caramelos, chancacas, empa- nadillas, chupetines, y se compra miel de cafla; Ie hace a la galleta un agujerito comel dedo hasta casi trespasarla, echa con culdado y bien despacito fa miel, lenta y oscura, y después se la come, qué rico, relamiéndose y enmelandgse entero. To- dos los chicos hacen lo mismo y el fo viene cuando sobre Ja hora hay que ir rapido a lavarse las manos; se amentonan, tratan alos empujones de ganar sitio junto. Ia unica canilla, pechan como en una enorme galaparida, y él mejor espera que el chorro de agua quede libre, no imporia que se Lgue una reprimenda con peligto de orejazo por demnorarse. En un riel colgado desde un tirante del techo de la galeria principal, tocan la campana golpeéndolo con un martillo grande o un fierro justo cuando el tltimo bocado se agolpa precipitado en la boca, y et trago a la fuerza desciende dificul- tosumente, lentisimo, ahogindoto, humedeciéndole los ofos ¥ 18 TRENES DEL SUR recién pasa del todo tras golpearse el pecho von ef puto. A ponerse en fila; y ahi forma ella risuefa y Jejana ese chico esta desalineada, sf, usted alumno, cuando va a aprender, caram- ba, hay que prestar mas atencién y la mano enérgica exprime como una garta su brazo daflén- ‘dole hasta ef alma su amor por la Luva. Se ha acostumbrado a aprenderse ai pie de la letra todas ias lecciones; una porque le gusta sacarse buenas calificaciones, y otta porque ahi est la Luva, su compaftera de banco, la no- via de su vida, su tinico amor con la que se casera cuando scan grandes, No sabe si pedirle una hoja de cuaderno y redactarle tuna carta; te quiero, te mando saludos, gquerés ser mi novia’, ime aceptas una cita?, tu amor, y firmarla con su nombre completo y la ribrica que el padre pacientemente Je est ense- nando; 0 copiarle uno de Ios versos que le ha escrito en les ho- jasvie atrds.del cuaderno de apuntes. Qué se va a animar. veces sus Ojos celestes 0 verdes lo miran desdefiosos, apenas un pestafieo de indiferencia 0 sélo Io consideran de reojo; 0 simplemente’le da la espalda, y el aire frio de esa actitud lo congela hasta el fondo, lo lastima tanto que la mirada se le nubla y a duras penas vence sus ganas de ponerse a llorar. Le viene bien entonces conformarse son cantar en vor bajita, gacha la cabeza “Primero la cita lejana de abril tw oscuro baleén, ‘im antiguo jardin; ras tarde ias cartas.de pulo febril mintiendo que no, jurando que si, romance de barrie tu amor y mi amor...” Pero cuando tocan ia salida, a qué hora, ya no aguanta més, que le aterran las paredes cubiertas de léminas prendidas con chincbes, Uenas de cuadros y mapas; aguel picarrén donde con tizas de colores esté dibujada la Casa Histérica de Tucu- man; las ventanas abiertas para que pase el sol pleno de la me- diamafana; por qué no se acaban ligero todas tas horas y to- 9 CARLOS HUGO APARICIO dos los recreos, menos ef de la galleta con la miel de cana, y tocan de una vez ja campana de salida. Quiere irse con un profundo suspiro de alivio a sus cartucheras, a sus revélveres de cebas, al Stiperman, a Marvel, al Principe Valiente, 2 Mandrake el mago, pucha, que togue ese portero ya, ya, la campana, qué hace que no ja toca, qué espera: siquiera st pa- pé le comprase un reloj pulsera para lucirlo delante de ella Que seguro que entonces lo miraria y hasta le-preguntaria la hora y a lo mejor s¢ lo pediria prestado un ratito para es- cuchar su tietae, como anda; qué bonito que es, ;cudnto te ha costado?; le vienen agudos deseos de ir al bafo, un rstoreijén le atraviesa como rayo el estémago y de repente ganas de agatrarle la mano, parece suavecita, tocarle un bucle rubio, acariciarle la mejilia de manzana deliciosa, el perfil de la nari- cita tespingada, ‘torita, el general Manuel Belgrano, sefio- rita, el 20 de Junio de 1820, seftorita muy bien nifto, siéntese, viva Belgrano’que le gusta més que San Martin; viva Boca, re- pite mentalmente la formacién del ditimo comingo, Vaca, Matante y Dezorzi, Sosa, Lazzati y Pescia, Boyé, Corcuera, Sarlanga, Varela y Sanchez, que es mis campeén que River; viva Fangio que es mucho mejor que Galvez; viva ‘'Trenzas”* que es més lindo que ‘La vi llegar”, el preferido de su mamé, aungue en realidad a dl le encantan los dos; viva Gardel que es mejor cantor que Corsini y Magaldi juntos, y viva la Luva ‘que es hermosa y no como aquella flaca cimbuda que cada vez ‘que pasa por su lado lo pellizea o le da un tincazo en la oreja helada o fe saca la fengua, sin que él se lo reclame, ie tire de las mechas, le pegue una pitta en el ojo, ni se desquite con nada y ms blen se refriegue callado con la cara cada vez mas ardien- te y colorada, A formar, a formar en orden y silencio. Qué alivie, qué pe- so tremendo quitado desde dentro mismo de su vida, Hasta maftana sefiorita. Hasta mafiana nifios, hagan silencio por fa- vor. Las filas se mantienen hasta la primera puerta, pero ya bajando la escalinata de piedra el desbande es total. Recupera toda su seguridad, ahora si que se tranguiliza, por fin de 20+ TRENES DEL SUR ruevo rumbo a su casa, qué deseos de salir volando para lle- gar cuanto antes. Maflana esté lejos todavia, detras de toda tuna tarde de pesada y espaciosa luz, detrés de! sueflo de una noche larga, larguisima, La Luva se va bien adelante, como escapdndose, se junta con amigas, se aleja, del brazo de ellas. El sabe donde vive y que su padre es duefic de una imprenta y vende libros; que su familia no es de aqui, tiene una nacionalidad dificil de pro- unciar y de recordar. Qué lindo seria alcanzarla, ponérsele a su lado, hola qué tal, obmo te va, gquerés prestarme tu caja «de lépices de color?, ,quesés ayudarme a hacer los deberes?, gaverés que te acomipatie? Oh, sus ojos de minisculas y pro- Fundas luces, que.a ratos son de un verde clarisimo y a ratos de un azul de puro cielo; sus manos rosadas y sus cabellos de or9. Amarillo se siente a la sola idea, ni pensarlo. La deja que se vaya només, que se pierda de vista dos o tres cuadras mas adelante. ‘Al cruzar las vias le gustan los trenes quietos debajo de cu- yos vagones grises pasa para acortar camino no sin antes fi- Jarse que no vayan a estar en movimiento, haciendo ma- niobras; no se explica por qué lo atraen tanto, :ser& por irse tan lejos y volver desde tanta distancia, cargados de lejania?; igual la Bstacién, donde la gente despide 0 espera, se agolpa, se distrae comiendo cosas con gusto y en silencio. Por é| fuera, se Ja pasarfa ahi, mirando salir y llegar ios trenes, ob- servandolos perderse en la bruma remota del sur o advirtién- dolos desde mucho antes que cualquiera cuando aparece débil el humo en ef horizonte, perdido entre lomas terrosas, sobre el gusanito agrisado que se arrastra apareciendo y decapare- ciendo. Ya le hace calor, se desabotona el guardapolvo, se apura, tiene hambre y ademas ya deben estar las revistas nuevas, patente ef aroma de las paginas recién abiertas, revis- tas que su papa le lleva a la vuelta de la oficina o que él perso- nalmente retira del casillero de la revisteria; seguramente Billiken, Figuritas, El Grétfico con los goles del clAsico del do- mingo anterior, Patoruzi; Héstima que no le dejen ni hojear E] Ahora, El Aqui Esté, Radiolandia o Antena, no son revis- CARLOS HUGO APARICIO tas para chicos de tu edad pues y las ponen encima del ropero, Iejos de su eleance; es Jo que ellos se creen, porque no le cuesta mucho arrimar una silla, subirse de un brinco y sacarlas tranquilamente; claro que para mirarlas tiene que esconderse, aprovechar cuando ellos se ausentan; no entiende por qué se las prohiben si no tienen na- da de malo, fotos de la guerra, el conventilJo de don Iicola, chistes que a veces no comprende, sefiritas semidesnudas, pero ni una sola mala palabra! Por suerte, hasta aho-a no lo han pillado y puede seguir sacdndolas las tardes que se van hacer la siesta y también de noche, cuando salen. Pero desgra- ciadamente lo que nunca se olvidan es la cucharada de aceite de higado de bacalao, ni por supuesto de comé la sopa, toda, to- dita la sopa si no te quedas sin segundo, sin postre, sin permi- 80, vos sabés que la sopa ¢s Jo que ms los alimenta, les hacé falta a los dos ahora que est4n estudiando y en pleno de- sarrollo; y el hermano s¢ la toma haciendo sonar las vuchara- das, y él quisiera dérsela al perro 0 al gato que precisamente en dos patas y rasguilandole las canillas es como si se la estu- viera pidiendo. Hola papa, hola mama, me ha ido bien, me pusieron otro ‘muy bueno y vos che, por qué has sacado mis bolillas?, mi- ralo mama, me saca mis bolillas ¥ me las pierde, se pone a ju- gar al ojito primero con mas grandes que ¢l y se hace ganar, le hacen trampa, se las quitan y claro como no son de £1 qué le importa, ni se aflige, que juegue con sus bolillas, que no se agarre las mies, mamé, el tarro de cristales que él dejé bien escondido ha sido descu- bierto, destapado, violado y te falta su tera preferida, esa ver- de transparente con un mont6n de puntitos blancos y una franja celeste; echa de menos muchas otras, e! bolilin ama- sillo y también varias romanas, el hermanito ni se disculpa ni explica nada devolvemelas, querés? y et hermanito, con el peinado a la gomina meta relucir, se echa a correr lejos de su alcance ya bien preparado para irse & clase; no puede hacer mas que crispar los pufios y mirarlo con. toda la rabia 2 ‘TRENES DEL SUR ya vas ver lo que te va pasar cuando te cache a la vuelta, infeliz. de miércoles el hermano medio asustado y descreido al mismo tiempo, s6io atina a levantarle los hombros varias veces; luego se le acerca, pasa por st lado casi rozandolo, se agacha un poco ante el ademén de un chirlo, pero delante del padre que ni se atreva a tocarlo por esas bolillas que puede comprarle a montones esta tarde misma y deja pues de embromar con que querés la mis- ma tera, yo te consigo otra mds linda, como le vas a pegar a tu hermanito, zonzo grendote pero él se queda observandolo irse, dominando apenas el im- pulso de correr a alcanzarlo, los pufios amenazantes Dios quieta que te pongan un cero, que te dejen en penitencia, que no,sepas la leccibn, que te hagan sonar. Después de almorzar siempre se consigue monedas; si no se las dan, hurga bolsilo tras bolsillo hasta encontrarlas; et padre @ menudo se las olvida en el saco que se cambia, pero aunque entre ntimeros arrugados de loteria, cAscaras de mani y algunas veces barajas usadas y dados también, halla pula- dos de monedas, nunca saca més de las que le hacen falta. ¥ mientras ellos duermen o pasean alrededor de la manzana le complace verlos asi del brazo, ella tapandose la cabeza con su infaltable revista y £1 en mangas de camisa y de sombrero; 0 se suben a la Joma a s6lo un par de cuadras desde la casa, dicen ue para facilitar la digestiGni él se va y se compra un racimo de uva en el Mercado, uva negra de grano pequefito y bien dulce. Se lo vende una sefiora que ya lo conoce y por eso se lo da con yapa; sentada sobre el suelo de laja del primer patio del Mercado, rodeada de bolsas abiertas de aji rojo, ajf.ama- rillo, chufio, pimentén, harina de maiz, azicar, canela, des- pepitados, cajones de duraznos, manzanas del sur, manzanas de aqui nomas de la-quebrada de Tojo; su pollera de varios colores, sus dos trenzaé largas sobre el pecho, alguna vez la manta negra con su guagua a la espalda; los ojos oscutos, la piel quemada, los pies Asperos y curtidos, de ulias duras y par- tidas que le dan asco, calzados en ojotas color de fa tierra, 2B _CARLOS HUGO APARICIO permanece en quietud, erguida, como sofiando despierta, masticando imperceptiblemente y vendiendo con la mayor pa ciencia, desganadamente o si no ofertando su mercaderia de ‘mala manera, con brusquedad, hasta con mal genio, Cuando, qué raro, sonrfe sus dientes gastados y tefidos de verde por la coca, tambien le repugnan y hacen que de inmediato desvie su mirada. A su lado, formando una fila que de-pared a pared ‘ocupa cerca de la mitad del patio, hay otras mujeres parecidas a ella; también con sus cosas acomodadas sobre el suelo; des- de espejitos, sortijas, aros seguramente ordinarics, peines; hasta dulees, caramelos, matracas de madera, vercuras, fru- tas, jugos en vasos altos tapades con cartones o servilletas Contra la pared del frente se distribuyen los puestos de comi- da; mesas bajas y gastadas, ennegrecidas por el uso, sillas de madera viejas, bancos desarmandose, crujiendo al set ocupa- dos; pero qué rico que comen los que de pie noms sé sirven un plato de sopa espesa y humeante y pellizcan del pan y sor- ‘ben de un vaso verde interminable; 0 los que sentados cortan Ja carne con et cuchillo filoso o tironean con los disntes de la ppresa de pollo o-de la costitla de asado de chancho. A él, pa- labra que de s6lo mirar se le hace agua la boca. ‘Vuelve bajo el sol entré las primeras réfagas del viento y se ‘oculta en el galpén a comer la tva, erano por grano hasta de- jar desnudo el esquueletito amargo del racimo. ¥ con tal gusto que, a decir verdad, ni de la Luva le importa, ni siquiera se acuerda de ella cuando esta saboreando lo que pera él es el ‘manjar supremo. Y'si tiene alguna compafia es solamente el gaio que se llega relamigndose a curiosear Ia causa de su es condite 0 ef perro que lo echa de menos, Jo extrafia y derechi- to se viene a buscarlo para que lo cabalgue y asise sienta el va quero rapido e invencible y el perro, tal vez el caballo blanco duefio de las praderas, s6lo atento y veloz al largo y agudo sil- bido de su amo. ‘Cudntas cosas queridas lo rodean, se vuelven su vida-dentro de ese galpén. Comenzande por el fornido banco de carpinte: ro donde hay noches que su papa por simple aficion se queda hasta qué hora, a la luz de la limpara colgada desce el techo, haciéndoles repisas, el mes pasado un aparador com puertas 24 TRENES DEL SUR de madera terciada, mesas que el padre mismo lustra; autitos de madera con el capot que se levanta, puertitas que se abren, parabrisas de vidrio y ruedas forradas con goma; todo hecho con la mayor prolijidad, sin descuidar el minimo detalle, bus- cando obstsionadamente el ensamble justo, la forma que to conforme; pasando por’ sus extraordinarias herramie: compradas de una en una; formones de varias medidas, ce- pillos oliendo a virutas frescas, serruchos que éi al jugar transforma en cocodrilos, birabarquines con mechas del ta- mao que le pidan, martillos pesados y de suaves empunadu- ras, el alto ¥ macizo sargento como un venido de otro planeta para pelear contra Flash Gordon, clavos bellamente derechos y acerados acomodados en cajitas de acuerdo a su largo. pin- 2as de venenosa mordedura, tenazas con no menos fuerza en Jas mandSbulas, tarros de pintura, Ia ollita de ta -espesa cola hasta los muebles viejos y en desuso, amontonados, invadidos por ef polvo, inttiles, tristes, pobres, olvidados, con los que hace su mundo propio, tan {ntimo, por el que ceambula ma~ ravillado y feliz y vive a sus anchas; constraye avasallantes bbarcos de pirstas prontos al abordaje, aviones de pilotos suicidas, confortables chozas de pieles rojas con una sola plu- ma de gallina en la cabeza. A ese lugar es donde corren a ocul- tarse después de cada travesura o cuando por peleatse entre cellos se ganan una persecucion que termina por abuenarlos para poder defenderse mutuamente. Cuando murié el abuelo se la pas6 ahi, sentado en un rincén detrés de los muebles ro- tos, un dia entero. Miraba por las rendijas los trajines silen- ciosos en ese pedazo de patio que alvanzaba a divisar: ¢s- cuchaba conteniendo la respiracion les ajetreos sordos en las piezas; le dio tanto miedo, tanta afliccién sentiria llorar a los alaridos a su mama, ver a todos lagrimeando que salié como tun tiro para el galpon, a meterse en el ultimo sitio; desde ahi se la pasé contemplando 0 imaginando las caras imedas, amanecidas, demacradas de los tios; los semblantes graves de Ja gente conocida o apenas conocida que entraban a darle la mano a su papa, lo abrazaban, lo paimeaban repetidamente: nadie sé acordaba de él, es0 era lo que togaba, que nadie lo chara de menos, ni el hermano, toda la vida con los tiradores 25 CARLOS HUGO APARICI desacomodados, por caerse y Jas rodillas paspadas y la nariz floja; a quien por ahi veia pasar colgado de la mano de la otra abucla; curioseando para arriba las caras extraflas que se inciinaban a besuquearlo. Al atardecer se amiontenardn to- dos, escuché gritar y llorar de nuevo a pesar de que se tapé los cidos con ambas manos; peto era el Hanto dz su memé cl que le partia el alma como si no viniera de. afuera sino deste dentro de é{ mismo, y lo colmé la pena, pena por todo y se sintié nus solo que nunca; por qué Luva, por qué; y cerr6 los ojos, y apoyd la cabeza en los brazos cruzados sobre sus t0- dilias y tragaba sélo saliva amarga. Hasta que se fueron todos evandoselo, y él fue el inico que se qued6 en toda ia casa va- cia, completamente solo en ¢! silencio de todas las piezas en penumbra; sentado en la tierra, olvidado, confuso, lagrimo- 50, lleno de suspiros y ahogos, de pensamientos sombrios cy el abuelo?, cantando quedamente “primero hay que saber suftir después amar, después partir, al fin andar sin persamiento, perfume de naranjo en flor, promesas vanas de un amor ‘que se escaparon con el viento”, Bah, los deberes los hace en un rato. Estudia en vor alta y no tarda en memorizar Jos hechos mas importantes en la vida de ‘San Martin desde poco después de libertar Pert hasta su muerte, Después 10 ponen a leer por lo menos una hora diaria, alguno de los libros de Bl Tesoro de la Juventud, cuyos veinte tomos, comprados a crédito especialmente para que ellos s¢ instruyan més, se alinean en orden en la hermosa biblioteca de madera suave y perfumada y que tiexe ademas de los estantes un eseritorio plegable, y que viene incluida en la compra. A veces le distraen, Ie llaman la atencién sus lami- nas en colores de remotos paises; gentes vestides de otra forma, los relatos y los versos que ice atentamente sin enten- derlos mucho; hojeando con el dedo apenas mojado en la be- 26 TRENES DEL SUR ca, las hojas blancas, tersas, relucientes, Otras le abuaren sus paginas pulidas, por'mas lindas y airayentes que sean, ense- ‘éndole mapas exirafos, vidas de otros pueblos que no sabe por qué tiene él que conocer si afuera ya esta 1a pelota tebo- tando entre los gritos y las corridas de los changos. En eso halla una pagina entera con fotos en colores de diferentes cla- ses de sombreros que le hacen acordar a los de su papas de los mds fies que se pueden conseguir, importados: los cuida, Jos cepilla constantemente; antes de irse a trabajar elige uno, se Jo pone para mirarse en cl espejo del ropero, se demora arreglindole el ala; y cuando regress lo cuclga con sumo euidado en una percha puesta 2 propésite o fo guarda en su caja de cartéu redonda y no ¢s rare entonces escucharlo tara~ rear “sombrerito azul marino con el ala requintada que lucia de muchacho en un tiempo que se fue, si te habrés hecho campaftas en los afios de estudiante, site habras pasado noches en la esquina del café”, y ellos cuando no los ven lo sacan, no hagés ruido, noo vas 2 fensuciar que nos hace resonar, y también sc lo ponen sélo pa- ra reirse y burlarse uno del otro porque ef sombrero les entra hasta los ojos y qué van a poder mirarse cOmo les queda fren- te al espejo. Pero ahora lo tnico que le interesa es el baldio del campito de afuera, frente al portén, donde todas las tar- des, después de que amaina el viento, sacan esa pelota de cueto; aunque embrome sus botines; y forman dos cuadros y juegan y lo hacen jugar; la macana que antes tiene que termi- nar de leer eso que se hace el de leer y cuando le dan la pelota trata de avanzar gambeteando hasta a los més grandotes sin escuchar reclamos, larga changuito, da pase, pated de una vez; es zardo y su papé tambien se prende a jugar los dias que vuelve més temprano, ¢s uno de los fundadores y basta algu- nos afios formé parte de la Comisién Directiva del club La- valle, el de la camiseta anaranjada y vives amarillos; algunos domingos los lleva a ver los partidos por ef campeonate local en ta cancha de la Liga, y ese libro que le pesa ya inaguan- tablemente, se escuchan los peloteos, alguien golpea fa chapa del porién y lo Hama una, dos, (res veces. La madre deja de Pa] CARLOS HUGO APARICIO. leer su revista, baja un poco el volumen del radioteatro de Is tarde, lo mira, se sonrie ‘bueno pues, andé, andé a jugar, vol ‘vé a su lugar el libro y and que se te va el alma por irte, pero antes cambiate los botines, ponete los zapatos viejos, pero ‘qué importa que estén con la mediasuela agujereada lo mismo sale a la disparada y se pone a jugar con todas Jas ganas, tran- cay le trancan, erra goles y mete uno y se le infla 1a camisa, salia, cabecea, radiante, incansable, transpira y vuelve al os- cutecer colorado, quemado y sucio, lamentindose de que ayer no le dejaron sacar la cometa, habia demasiado viento, ‘su cometa celeste con alas y cola celestes y blancas quéle hizo cl padre; éi en persona corté las cafas, afil6 con un cuchillo las puntas, forme el arco, cont el papel que bajo el brazo tray jo del almacén, abland6 el engrudo, y después que estavo se- Ga, la eché a volar rodeado de los chicos del berrio. Como ¢} hermano de envidioso se puso a Horar le hizo-una verde mas chica y también una rosada para ese chiguito con el pupo al aire que siempre se le prende del pantalén : don Fain, don Fe- ix todo mocoso, los cabellos secos y revueltos, los ojos pegindo- se por las lagafias - hhagamé una para mi pues, jquiere?, sea buenito, ya? Pero esa celeste si que es grande y hermosa, més grande que 41; cuando la lleva al baldio tiene que arrastrar su cola o bien dobiaria y sujetarla con la mano en la que aprieta el cvillo de hilo, porque con la otra mano la va agarrando de los tirantes, y si ya hay bastante aire sus alas se estremecen inquictas Querlendo soltarse a volar cuanto antes y levarselo a #1 inclu- 50, Vuela bien alto. Siempre hay otras cometas en el cielo des- pejado del crepiisculo, pero ninguna tan alta y gallarda como su cometa celeste, Qué sensaciOn sentirla cada vez més arriba y mas pedigllefia hasta que se agota todo ei hilo, y ella asi de pequetlita ya por perderse en cl infinito y lo mismo sigue ti- Tando y pidiendo més y més hilo. También hacetle una carta con una hoja de atrds del cuaderno, cuidando que no sea la de 28 TRENES DEL SUR los versos a la Luva. y envidrsela por el hilo sin panza, y veria subir nerviosamente, a los breves respiros, a las cortas arre metidas; y mas tarde oscuro bajar la cometa envolviendo apresurado el carretel y tocar entonces su humedad y las levi simas gotas que se deshacen en los dedos y despues colgaria lejos de la mano det hermano, que es un hurguete del diablo y como la suya ya esté desparchada y media rota, cudndo no, ¢s capaz de querer sacar la ajena. Por qué serd asi. El cansancio y la sombra paulatinamente los va envolvien- do, los cifte, 10s obliga a buscar abrigo, a prender el brasero, Ja lampara. Agobian ya sus ojos, alisan su voluntad cuando el padre regresa del trabajo qué tal, han hecho ya todos sus de- beres para maflana, edmo se han portado?, no habras hecho Fenegar, ,20?, a ver Vos pues, que has leido en el Tesoro de ta Juventud, guatda con dejar de leer todos los dias y no se olvi- den de lavarse fas manos, si siguen sacando buenas notes a fin dde mes les voy a comprar una pelota niimero cinco reglaren- Cuando el brasero ya esta bien encendido lo traen desde el patio y lo meten en la cocina donde a su alrededor se sientan todos, Afuera la noche esté estrellada y fia, una tiniebla es- pesa y silenciosa se enmarca en fa puerta al abrirta. Piensa con un escalofrio en ef foco solitario de la esquina. Imagina el bar de la vuelta, malatnente iluminado, donde hasta tarde juegan al truco y ya puntiados cantan desorejados y a los gritos que hace falta es empacar mucha moneda vender el alma, rifar el corazén tirar la poca decencia que te queda, plata, plata y plata y plata otra vez” se 10s alcanza a escuchar entre el gemido del viento que se pa- sea solo y oscuro “el verdadero amor se ahog® en fe sopa la panza es reina y el dinero Dios" entre el jadeo de los trenes “que la razbn la tiene el de mas guita? gave la honradez la venden al 29 CARLOS HUGO APARICIO vontado, y ala moral la dan por moneditas?”” y €l motor de un velticulo que pasa a los barquinazos y de a poco se va perdiendo “qué vachaché, hoy ya murié el criterie vale Jestis 1o mismo que el tadréoa”" y elsilbato largo de un agente de ronda. Se representa ¢] puen- fe internacional sobre el rio de la frontera, a esta hora desierto cen la intemperie, en la soledad infinita y mas se acurruca en ‘a tibjeza del aire al lado de sus padres, de su hermanito, de fa Angélica. Se ponen a contar, pos qué no se callan, historias de fantasmas, de aparecidos, y en toda la casa lo inico que es- 14 con luz es la cocina; en las piezas la oscuridad es total; por ahi deben andar esas almas que aprovechan la tiniebla para salir a llorar, 2 borrar sus pasos. Por suerte el padre cambia de tema y sc larga a hablar ahora, mientras tema la sopa de hharina con chalona, de una ciudad del sur que conoci6 de jo- ven y a Iz que siempre que puede vuelve, ‘qué lindo sexfa pues imnos a vivir alld, ¢s uno de mis suefios y sus palabras cada vez le suenan més borrosas} Como a Jo le~ jos sabe que el padre lo alza al hermanito en sus brazos, que le acomoda los cabellos que le tapan la frente humeda y los ojos cerrados, y que lo lleva a acostar. El se aprieta més aitn contra Jos brazos de la madre. Débiles le llegan tos gemidos del aire en los techos; un sifbido aparece de pronto y va creciendo agudo “no quiero nada, nada més ‘gue no me dejes frente a frente con la vida, me moriré si me dejas porque sin vos no he de saber vivir" cruza la noche, se aleja y s¢ pierde; ahora es el cansancio sombrio de las maquinas del ferrocarril; locomotoras brumo- samente imaginadas en la oscuridad helada; apagades y tris- tes, 0 at pito de algiin tren remoto gue se acerca 0 se va, pero gue va entrando temblorosamente en su coraz6n con todas sus ventanillas rapidas y palidas a 10 largo de la noche fia. ‘Se siente alzado, leve y tibio, amparado, balanceado suave- 30 te, tapado hasta cubrirle la cabeza, acomodada en la ca- ma con el mayor cuidado; que manos agiles y diestras lo van desvistiendo, quisicra ayudar pero le faltan fuerzas; sus zapa- tos gastados de jugar a la pelota caen al piso con un ruido se- 0; fas sdbanas parecen de hielo, pera con stu cuerpo no tar- dan en entibiarsc; lo cubren asegurando las frazadas a ambos lados del colchon este chico es muy patalete pues y se destapa y se puede resfriar iodo con.suma precaucion, a tos cuchicheos Gradualmente se pierde en un abismo de haces opacas don- de van apareciendo y desapareciendo el rosiro moreno de Ja ‘maestra, Una cara que jamés antes ha visto y que flota como tuna carta de carnaval; los pacifes bajando del brazo la loma, fosforescenies en una aureola amarilla, la felicidad de verlos as el hermano llorando aita, aits, atajdndese una lagrima comel dedo doblado; zpor qué resquicio se cuela el carraspeo de la radio con los compases de “‘Patético” por Troilo?; la Lava sentada a su lado en el banco de la Escucla y mirandolo sonriente con esa mirada entre azul y verde que suefla con be- sar; la cometa celeste yéndose desesperada hacia el horizonte, cayéndose como sitbitamente desmayada, y él corriendo soli to detrés de la punta del hilo cortado que baila en el viento y se vay se va sin que 61 al rote y llorando pueda asirlo; y otra vez la cara sonrosada de la Luva, y él mismo ahora en medio de un circulo de chicos de guardapolvo que le sacan la lengua y quieren mojarle la oreja, se arremangan para pelearle; y su ‘bucle dorado y sus mejillas con pelusas de durazno y sus ojos envovigndolo de cielo limpio; y la felicidad interminable de sentirse bien tapado, calentito, inmensamente protegido. 3h if Proxima la época de la velada escolar lo designan para salir junto a otros alumnos en das mimeros, el vals y el Pericén Nacional. E inmediatamente comienza el trajin dees dias de ensayo; por la mafiana a veces un par de horas en ‘a misma Escuela, y por la tarde van a la casa de la maestra donde al son de discos tocados en una vitrola gris se ejercitan, primero cen los giros de Bl Aeroplano y, tras un descanso, en las vuel- tas, relaciones y figuras de El Pericén. Para colms en am- bos, qué coincidencia, lo eligen de compaiiero de le Luva, ustedes dos quedan el uno para el otro, hacen linda pa- reja, se complementan muy bien en todo sentido, si, hacen de verda wna pareja perfects, y la maestra se sonrie y él se queda desconcertado y halagado al mismo tiempo, y la Luva distraida en hojear cuelquier re- vista, como si nada. Las mejillas le arden, las manos se le hu- medecen, las siente aceitosas, pesadas, initiles, ajenas. Su co- raz6n late a mil por hora, el cuello de fa camisa le ajusta, le in- comodain 1os botines lustrados a las apuradas. Bailan abraza~ dos y al solo contacto de sus manos, la increible cercania de sus Ojos tiembla vergonzosamente, Ella se Cebe dar cuenta. Pensar gue noches, dias y noches soflando con tocarla, acer~ citsele, wirarla, animdndose hay momentos, desanimandose estrepitosamente en cuanto la tiene a la vista, y ahora que se cumple su suefio se desarma entero, se derrite. Cife débilmen- te su cintuta, sus dedos suaves y tibios en los suyoslo colman de espanio; ni qué mirarla, hablarla menos; ,cOmo te va?, ihas hecho el deber de aritmética?, zhas aprendido de memo- tia el preémbulo?, chas repasado ta poesia, ghas terminado 2 ‘TRENES DEL SUR la redacciOn?; todas tas palabras estan prietamente amon:o- nadas, duras en la garganta seca, cerradas en la boca reseca La maestra parece que lo advierte, ya ustedes dos qué les pasa, bailan como si estuvieran enojados, como enemigos, ‘qué Ocurrencia, més cerca nifia, mas derecho y aplomado ni- fio, qué Ie ocurre caramba, ctiene frio? y la Luva ataja disimuladamente con Ia rigidez de su brazo apoyado sobre el hombro derecho de él cualquier posible acercamiento. Turbado, herido, se hace el de mirar para otra parte, En el vals ella es armoniosa, ligera y ¢s la que de mala gana, con gesto huraiio, cortige sus torpezas, arrastrandolo, tirone- Andolo, llevandolo ella en realidad. En E! Pericén es airosa, decidida y también por haberlo bailado on otras ocasiones'es clla la que secamente va dictando los pasos, manda los cam- bios, lo corrige visiblemente molesta. El baila a los tropezo- nes, y por mas que le enseiien, que se Io fepitan ni atiende a las indicaciones. Eso si, baila sintiéndola, peso maravilloso, vecindad de ensueio; baila sin musica, sordo, ciego, mudo, girando con toda el alma en el lento remolino del milagro, fee liz.aiin en sus lastimaduras; ausente en todo fo demas que no sean esas vueltas y vueltas en las que quisiera eternizarse, que se fueran fos dos asi abrazados al mismisimo olvido. Ah, si tla acaso lo mirara, apenas amable, un poguilo gusiosa, su sangre estallarfa, mancharia tas paredes, brincaria hasta le calle, inundarfa el aire y él saldria loco a la carrera, tapandose Jas heridas dichosas, llorando de dicha, imparable de jitbilo y de vergtenza. : Todo el encanto de mirarla a lo lejos se le vuelve teniéndola ahi a su lado, tomandola de la mano, en sus brazos, trages y tragos de terror, interminables, duros, hirientes. ¥ falta como tun mes de ensayo todas las tardes menos sabados y domingos a Jas cuatro en la casa de la maestta con la vitrola gris y El ‘Aeroplano y El Pericén Nacionat y la Luva en persona. Si lo supieran sus padres, si la maestra estuviera enterada, sitodo el pueblo conociera que ella, la Luva, es su novia, que Ia quiere como en las peliculas, que le gustan sus ojos de Lapiz CARLOS HUGO APARICIO entre verde y azul, su perfil de la nariz, la puntita levemente hacia arriba; que si llora por zapatos en vez ce botines, por ‘otra camisa nueva, ya por un traje con chaleco como é0s que ssa papa se pone, ¢5 solamente por ella, para que ella se fije en i, para distinguirse delante de ella, aunque al final no le eve el apuate y prefiera jugar con sus amigas o mirar Jas figuras de fas revistas que hojea tras ponerselas sobre sus rodillas des rnudas, sentada en el umbral, moviendo en silencio los labios que él semidormido besa abrazdndose a la almohada. El, en cambio, se atrincona lo més leios posible, no sc juata con amigos, no juega a las pilladas, ni a las escondidas, nia ia sal- vadera, ni al trigngulo, También, si estan a mano, alza las re~ vistas y en las aventuras de Patoruzito, de Isidoro, de El Pato Donald busca el olvido y Ia distracci6n que lo consvelen hasta que salga la maestra y los reina, zestén todos?, para comen- zar el ensayo. Y de nuevo la tortura mezela de felicidad y horror, el gusto 2 espinas en el paladat, el hueco creciente en cl estoraago, 1a flojedad de las piernas, de los brazos, la soledad en sl alma, como una Iluvia torrentcial sobre fos hombros sin encontrar jamés sitio donde guarecerse, el cielo rasgado, herida la desgracia, en pedazos Ja suerte, y girar y gitar con ota miss ca, otras palabras empaiiéndolo sordamente por dertro “total que le importa a ella que viva como yo vivo, metido siempre en el boliche de esa esquina que ha dejao de ser tan linda por su olvido"” a ver ustedes, no hacen caso caramba, mas cerca uno del otro niftos, qué, zsiguen peleados?, per fax vor més juntos, zacaso no entienden? caramba... Enso ella se agacha, vaya a saber si por un recbal6n 0 por al- ‘guna otra causa, y sus izos rozan perfumados ios labios de él; lla se abandona por unos segundos, sin quererlo, en su pecho, y a él sibitamente le dan ganas de ir al bafo, se quiere orinar abj només. Répidamente ella se recupera, mira, al dar- se cuenta, hacia otro lado, se hace la desentendlida. El tampo- cola mira pero s6lo porque no se aguanta, que si sigue asi se 34 _TRENES DEL SUR _ ‘ya.a descomponer, s¢ va a ir al suelo, se vaa caer en medio de todos. Suerte que justo termina el disco, y entonces busca ur- gente la pared para apoyarse. Cierra los ojos y con mano temblorosa se limpia la cara haciéndose el cansado, hasta exhala un poco de aire por entre sus labios apenas entreabier- tos. ‘Al oscurecer terminan de ensayar. El viento frio comienza a despoblar paulatinamente las calles, sus repentinos pufiados ide tierra suelta raspan las mejillas, lastiman los ojos, entorpe- cen la respiraciOn. Sale a la cartera para su casa, cruza solita- rio las vias donde todo se halla oscuro y quieto menos el an- dén de la Estaci6n bajo sus luces palidas. En las esquinas con Tocos asediados y mecidos por las rafagas su sombra, primero detras y después adelante, comicamente agrandada y desfor- ‘me, es lo tinico que lo acompafis. En el baldio ya no debe ha- ber nadie; en otra esquina un grupo de muchachos grandes, las nanos en Jos bolsillos del pantalén y el cuello del saco le- vantado, bablan y se rien; de a ratos zapatean para desentu- meeersc. Uno de ellos, el de sombrero, silba “Yo me acuerdo no tentas casi nada pa ponerte hoy lucis ajuar de seda con rositas rococé sme revienta tu presencia, pagaria por no verte si hasta el.nombre te has cambiado como has cambiado de suerte ya no sos mi Margarita, hora te aman Margot.” Liega agitado, abre el portén y'se encuentra en ef patio con su mamé y el brasero terminando de encenderse hola hijito, anda vurgente a abrigarte pues, te podés resfriar, zqué tal el ensayo?, tu papa te esté escribiendo las coplas para las rela ones del pericOn, adclantaselé a fa sefiorita, zya? y aki viene el hermano con los bolsitlos hinchados, sonoros, rebalsando de bolillas y piedritas y hasta aparéciendo, su trompo cucarro; la camiisa fuera del pantalén corto, los tiran- tes torcidos, las rodillas pyro tierra, su hermanito. ‘ Por fin recobra ia seguridad, pisa bien al foudo de su vida todas las lastimaduras para que ni él pueda sentirlas ni mi- ratlas, ahora en la tibieza del aire propia, Hace de noche los 35 CARLOS HUGO APARICIO deberes que le faltan; el penetrante olor de la tinta azul, el ro- ce intimo de la pluma en Ja hoja rayada del cuaderno, et per- fume del sacapuntas afilando la mina y la madera bianda y olorosa de los lépices, todo, todo se va juntando zara ali- viatlo y despejarlo. Mientras intenta la mejor letra posible, la menor cantidad de errores, le va contando @ la madre con ca- dda vea més vivo entusiasmo que es el que mejor baila; po ld seflorita no se cansa de ponerlo de ejemplo, que como es buen alumno y tiene tan buena redaccién lo van a nombrar presidente del club de alunos y le van 2 dar un escritorio co- mo el de mi papa con maquina de escribir y pianillas y secan- tes ylapiceras de varias clases; si, ahi en la Bscuela, ademés de las aulas hay habitaciones especiales hasta para los secreta- rios, con estantes repletos de carpetas y bibliovatos porque to- do se va a archivar, y tendré que usar llavero por'gue todo se va a dejar bajo lave; y vos sabés mama las resoluciones que tengo que firmar cada dia que se me cansa la mano y las car- tas que tengo que dictarle a mi secretaria, una chice del otro Jado de Ia via, vos no la conocés, y si me descuido se me amontona el trabajo. ‘Al hermano, arrodillado ahi cetca, meta a comtar y reson. tar un montén de bolillas, le vuelve a secretear que la Luva, esa rubla de més alla del cuartel de la gendarmeria, ;no te acordas?, se muere por l; que una vez aprovechando que él estaba distraido fue y lo beso en Ja mejilla; que ya la acompa- AAS varias veces hasta su casa, que se agarran de la mano sin que los vean, que se escriben versos y cartas de amor, que a un picaro que le desaté ef mofo del guardapolvo él, sin ayuda de nadie, qué te crees, le dej6 el ojo en compota después de mo- jarle dos veces la oreja; todas estas confidencias acompafia- as por los infaltables juramentos y besos 2 la cruz de dedos 4que el hermanito le hace hacer para recien creerle juralo de nuevo, alabancioso, te lo juro por Dios y todos los santos si, pero juralo que es tu mina, deci te Jo juro por Dios y todos los santés que la Luva es mi tina 36 ‘TRENES DEL SUR aunque contandoselo se hace el mai él mismo, ya que las veces ‘que no le quiere dar con el gusto 0 se niega a prestarle 0 rega- latle cosas lo primero que se le ocurre al hermanito es amena- zatlo con decirselo todo, todito a mi mam y a mi papa, qué te pasa a vos, si no me das esa tera café, si no me dejds jugar con tu trencito, si no me prestas tu cometa, si no me regals la cartuchera con el revdlvcr y las cebas. Qué vivo, siempre les compran igual para los dos, asi no pelean por andarse quitando; pero como el hermanito al rato ya romnpe todo, © lo picrde o se lo hace robar, no le queda otra cosa que agarrar lo del otro, Si querés te doy diez cristales y veinte romanas, te ayudo en los deberes, te hago ios nimeros, i querés mafiana te compro caramelos. ‘Al final logra convencerlo, lo conforma, y se ponen a jugar ‘olvidados de fo demés hasta queder rendidos, softolientos, las rodillas paspadas, sucias de tierra, y eso que él nunca us6 ni usa pantalén corto y Hora cuando quieren comprarselo; no como el hermanito que anda con las rodillas al aire, lo mis franquilo en su infaltable pantalén corto. Sale a orinar antes, de irse a la cama. No va al bafto, wna por el frio y otra a causa de la oscuridad del trayecto, zsile sale un cuco?, csi le aparece alguien? Orina en el patio només, delicia de aliviarse, temblando y solo bajo la inmensidad del cielo completamente estrellado, entre cl sonido espaciado y lejano de motores de autos, de puertas que se cierran, se trancan, perros que ladran, a veces pasos, el silbido escuro "qPor qué me ensefiaron'a amar sies volcar sin sentido Ios suefios al mar? Si el amor es un viejo enemige y enciende castigos y ensefia a lorar” que irrumpe, se demora y desaparece. ‘Ahora se pierde répido en la pieza calentite donde ellos juegan al ludo 0 la Jota, escuchan las audiciones de Ja radio. 0

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