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Fundamentos de Una Familia Solida
Fundamentos de Una Familia Solida
Estas cifras muestran parcialmente lo que está pasando en los hogares. En realidad
existen otras dificultades que no se pueden cuantificar, pero que traen desdicha y
frustración. Entre ellos: la violencia doméstica, los roles mal asumidos, las adicciones,
la falta de comunicación y todas las consecuencias emocionales de los malos
vínculos.
Pero Dios quiere anunciarle a la familia que hay esperanza. La única solución
real está en orientar la vida y la familia, en una obediencia voluntaria y gozosa a la Palabra
de Dios.
Por este motivo quiero invitarle a considerar las palabras de Jesús que se encuentran
registradas en el evangelio: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace,
le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió
lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa, y no
cayó, porque estaba fundada sobre la roca.
Esta ilustración es la conclusión del más profundo, sencillo y práctico mensaje que se
haya predicado y es conocido con el nombre de: “Sermón del Monte”.
Esta breve parábola nos habla de dos construcciones. Ambas fueron sometidas a las
presiones externas, pues dice que: “descendieron ríos, soplaron vientos, y golpearon contra
aquella casa”. En apariencia eran iguales, pero al ser sometidas a las inclemencias del
tiempo, tuvieron diferentes resistencias. De una de ellas se dice que cayó y fue grande su
ruina y de la otra se dice que se sostuvo con firmeza. Jesús explicó que la diferencia estaba
en lo que no se veía: los fundamentos. La casa que permaneció sólida fue la que escuchó las
palabras de Jesús y las puso en obra.
Justamente en este Sermón del Monte se nos dan los siguientes principios para
obedecer en la familia que colocarán fundamentos sólidos sobre los cuales edificar un hogar.
Cuando surgen conflictos en la familia, tenemos que asumir que son absolutamente
normales. Bajo un mismo techo tienen que convivir armónicamente personas que vienen de
historias diferentes, a las cuales se les añaden los hijos y demás
familiares.
No debemos juzgar
Dice en Mateo 7: 1 y 2: “No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con
que juzgáis, seréis juzgados”. Hay familias que funcionan como verdaderos tribunales en
donde el esposo, la esposa o los hijos, ocupan el papel de jueces.
Qué deprimente es para una esposa que da lo mejor de sí, no ser valorada. Los
reproches abarcan desde rasgos de la personalidad hasta su desempeño en las tareas
domésticas. Sucede lo mismo con un esposo que en medio de tantas dificultades se esfuerza
por el bienestar de la familia y debe escuchar la ingratitud por parte de su cónyuge.
Hace poco un adolescente me contaba que no tenía fuerzas para luchar, porque su padre era
tan exigente que nunca podía satisfacerlo. Además le decía que cuando era más joven se
desempeñaba mejor que él y que había logrado más cosas.
Cambiemos de actitud. Las áreas de debilidad de nuestra familia, no se corrigen con juicios
severos. Cuando mires a tu cónyuge, a tus hijos o a tus padres, aprende a valorar sus
cualidades y aprecia sus esfuerzos. Y no dudes: dilo con palabras.
Debemos perdonar
El Señor enseñó: “Si os perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a
vosotros vuestro Padre Celestial”.
Creo que en todos los hogares tendría que colocarse en un lugar visible el mandato
bíblico que dice: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería... antes sed
benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros” (Efesios 4: 31 y 32).
Puede ser que alguien le haya tratado mal o injustamente, pero cuando usted ha
experimentado el perdón de Dios, podrá perdonar a quienes le lastimaron.
JESÚS HABLÓ DE LA FIDELIDAD
Abordó este tema con las siguientes palabras: “Oíste que fue dicho: no cometerás
adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró
con ella en su corazón” (Mateo 7: 27 y 28).
Pero Jesús fue más profundo en el tema, pues dijo: “El que mira a una mujer para
codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. Con esto estaba afirmando que el primer
paso es consentir un anhelo pecaminoso en la mente y al guardarlo en el corazón, se
concretará en acciones.
Contrariamente a lo que muchos suponen, las Sagradas Escrituras nos hablan acerca
de la sexualidad. Es más: hay un libro que se llama El Cantar de los Cantares, que está
compuesto de varias figuras que representan el genuino amor y erotismo que son esperables
entre el esposo y la esposa.
Dios ha colocado el atractivo natural entre ambos sexos, no para atormentarlos, sino
para disfrutarlo. Desde la perspectiva bíblica, hay tres claros propósitos en la sexualidad.
Ellos son: la expresión del amor, el placer y la procreación, siempre dentro del límite del
matrimonio.
En una sociedad que estaba compuesta por amos y esclavos, explica que el dinero no
se debe transformar en un señor ante el cual tener una actitud servil. En la ocasión, usó
estas palabras:
“Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o
estimará al uno y menospreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas” (Mateo
6: 24).
No hay dudas de que vivimos en una sociedad materialista, que ha hecho del confort
y el consumo un verdadero culto. Esto genera todo un abanico de actitudes y estilo de vida
particulares, donde la acción de comprar, tener y exhibir se ha transformado en la principal
finalidad de la vida.
Pero la actitud idolátrica hacia el dinero no es exclusiva de los que lo poseen, sino
también de aquellos que quieren poseerlo. La seducción que produce empuja a ceder a la
tentación de obtenerlo por mecanismos ilícitos o deshonestos. Asimismo se nos ofrece
permanentemente la posibilidad de adquirir lo que queremos, recurriendo a las tarjetas de
crédito que con sus elevados intereses comprometerán el salario y patrimonio personal, con
grandes endeudamientos.
Dice Dios a los esposos: “¿Por qué gastas tu dinero en lo que no es pan, y vuestro
trabajo en lo que no sacia?” (Isaías 55: 2). Asimismo enseña la Biblia que una mujer
virtuosa es modesta y precavida y: “con voluntad trabaja con sus manos y no carecerá de
ganancias” (Proverbios 31: 13 y 11). Los jóvenes tienen que resistir la presión de usar ropas
de marcas internacionales, exigiendo a sus padres gastos innecesarios, sólo por la necesidad
de estar a tono con lo que les imponen las empresas de la moda.
Que bien haremos si ponemos por obra el consejo bíblico que expresa: “Sean
vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te
desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13: 5).
CONCLUSIÓN
Esto es lo que enseñó Jesús. Explicó que al escuchar su Palabra y ponerla por obra, se
colocarán los fundamentos sólidos que posibilitarán que ante los fuertes temporales, la casa
permanezca firme.
Con mucha frecuencia hablo con personas que se sienten mal porque no pueden
controlar su carácter y lastiman a su cónyuge o a sus hijos. Otros sienten la culpa de la
infidelidad o administran equivocadamente el dinero. Quieren cambiar, se esfuerzan en
hacerlo y aunque hagan promesas al resto de la familia, se encuentran atrapados en la
reiteración de sus errores.
Dice la Biblia: “Si el Señor, no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican”
(Salmo 127:1). Hay posibilidad de una vida distinta, si le permite a Jesucristo construir su
hogar.
Pastor