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TU Y YO, LA ARMONÍA PERFECTA

Capítulo 1

Una mañana como cualquier otra, Theodoro


Lamprou se preparaba para ir a estudiar. Ese día
solo le tocaba asistir a sus clases de Lira; no le
gustaba mucho tocar la lira, pero era una
tradición familiar, todos en su familia sabían
tocar algún instrumento, hombres y mujeres,
decían que la música era un regalo divino, y que
le facilitaba la existencia al ser humano.
Theodoro no pensaba lo mismo, nunca le vio
nada especial.
Ya listo para irse, salió de su habitación con lo
que necesitaba para la clase, se despidió de su
padre, y acompañado por su pedagogo salió de
la casa. El pedagogo era un anciano que estaba
en su familia desde hacía años, ni siquiera él
recordaba desde hace cuánto trabajaba para
ellos. Theo ya tenía 17, estaba por cumplir los
18, no creía necesario que lo acompañarán a cada lugar a dónde iba, pero su padre, Daris, consideraba que
era peligroso.
La clase transcurrió con normalidad, el profesor habló durante la mitad de la lección sobre las obras en las
que tocó y el reconocimiento que tuvo, cosa que aburrió bastante a su alumno. Al finalizar, le pidió que se
quedara un poco más para practicar nuevamente una canción, que por más que llevaba 5 años asistiendo a
esas clases, no conseguía tocarla bien.
Ya frustrado, luego de varios intentos fallidos de tocar la canción , alguien llamó a la puerta de la enorme casa
de su tutor, éste le dijo a su esclavo que abriera la puerta. Luego de unos minutos en los que el chico terminaba
de recoger sus cosas para irse, el esclavo volvió acompañado de una chica.
Capítulo 2:

Cuando Theodoro por fin logró guardar sus cosas medio a la fuerza, se
levantó de su silla, y al subir la mirada se encontró con una chica en la puerta
de la habitación. Era bastante bajita, tenía un color de pelo muy peculiar, era
como un magenta oscuro, sus ojos eran grandes y de un color miel.

-Hola, Cora -dijo el profesor dirigiéndose a la chica- ¿cómo estás?

-Hola, profesor. Bien, por suerte- Cora entró y apoyó su lira con cuidado en
una mesita vacía que estaba cerca de la puerta.

-Me alegro- respondió el hombre. Luego miró a Theo- Mira, este es otro de
mis alumnos, Theodoro.-.
-Hola - dijo éste mientras seguía mirando a Cora. Ella se sonreía, lo saludó
con la mano y se acercó para decirle algo a su profesor sobre su clase.Theo
mientras ellos hablaban aprovecho para guardar bien sus cosas, se despidió educadamente del profesor y de
la nueva chica, Cora.
Al salir fue junto con su pedagogo a su casa, que quedaba cerca de ahí. El día estaba muy caluroso, el paisaje
era una mezcla entre violeta y rosa, en el fondo se veían las montañas, el clima era realmente hermoso. En el
camino el pedagogo intentaba sacarle conversación a Theodoro sobre su clase, pero él estaba muy cortante,
ya que no podía parar de pensar en la chica que conoció ese día, nunca la había visto antes a pesar de que
tenían al mismo profesor, pero intentó evitar esos pensamientos y entablar una conversación con el anciano en
lo que quedaba de camino.
Al llegar a su casa le pareció raro no encontrar a su padre en la cocina, donde siempre estaba. Su pedagogo
se quedó ahí como de costumbre y Theo se fue a su habitación. Cuando estaba yendo vio de reojo a su padre
hablando con una persona extraña en el patio trasero de la casa.

Capítulo 3

El chico, parado frente a la puerta de su habitación, podía ver perfectamente a su padre, Darís, hablando con
el desconocido; hablaban casi en susurros. Ellos no habían notado la presencia de Theo, y él aprovechó eso
para escuchar la conversación. Se apoyó en la puerta, dándole la espalda al patio donde se encontraban los
adultos y agudizó el oído
.
-.....¿Pero es seguro? Hace tan poco que
terminaron las guerras con los persas…-
decía su padre, con un tono preocupado.

-Sí, lo sé, Darís, pero últimamente hay


muchas discusiones entre los políticos, por qué
ahora que Atenas tiene un mejor ejército,
podría superar a Esparta.- le respondió el
hombre.
-Adonis, ya se que estamos mejor que nunca, y que nos fue muy bien en la guerra… pero ¿de verdad crees
que podríamos superar a Esparta? Ellos se preparan durante toda su vida…-.

-¡¿Cómo te atreves a decir eso?! Ellos podrán estar entrenados para luchar, pero nosotros estamos protegidos
por Atenea, ¡La Diosa de la estrategia en el combate!- argumentó Adonis. Por su tono, se había molestado
bastante por el comentario de Darís.

-¡Y ellos por Ares, el Dios de la guerra!- replicó el padre del chico -No tenemos oportunidad en una lucha contra
ellos…-

-¡Esto es inaceptable! Un Lamprou, que nació y vivió toda su vida en Atenas.. ¿No cree que tengamos
oportunidad? ¡Inaceptable!- Respondió indignado subiendo la voz.
Luego de eso, Theodoro escuchó pasos apresurados cada vez más cerca, él rápidamente entró a la habitación
para que no descubrieran que había estado espiando. Unos segundos después, se oyeron pasos más calmos
hasta llegar a la entrada de la casa.
Theo no entendía, ¿Otra guerra?¿Atenienses y espartanos? No podía ser nada bueno.
Se quedó unos minutos pensando mientras miraba una de las paredes de su cuarto. No era muy grande,
tenía su cama, unos papiros de la escuela, su lira, ropa,
y muchas vasijas de las que vendía su padre.
Entonces, alguien llamó a la puerta.

-Pasa, papá - dijo Theo, todavía un poco conmocionado.

Él entró y se sentó en la cama que estaba del otro lado


de la habitación, era un hombre alto, de tez clara, con
ojos y pelo castaño oscuro; todos los que los conocían
decían que eran muy parecidos, salvo por el cabello y
los ojos. Los ojos del chico eran verdes, y su pelo casi
rubio; él suponía que en eso se parecía a su madre,
nunca la conoció, nadie en la ciudad la conocía, y su
padre se negaba a hablarle al respecto.

-Tenemos que hablar- le dijo a Theo mientras lo miraba


desde el otro lado de la habitación- Es importante- Se
veía preocupado y como si lo siguiente que saldría de su
boca fuera a cambiar su vida por completo.

Capítulo 4

Nervioso por la actitud de su padre, Theodoro se acercó a la cama y se sentó, mirando a Daris.

-¿Qué pasa?- preguntó el chico con intriga.


-Bueno…antes de que llegaras de tus clases me visitó un amigo. Me contó sobre unos conflictos que estaban
teniendo los espartanos con nosotros, y parece…- hizo una pausa.- que pronto habrá una guerra.- Miró a
Theo preocupado, mientras el chico intentaba actuar sorprendido por la noticia. Parecía que el hombre tenía
algo más para decir, por lo que Theo optó por asentir con la cabeza.

-..Y como bien sabrás- continuó su padre- los mayores de 18 están obligados a formar parte del ejército en
caso de una guerra, y tu cumpleaños número dieciocho es la próxima semana..- se quedó callado y se
acomodó la clámide1, nervioso.
-Entonces, ¿Me van a mandar a la guerra?- preguntó el chico con los ojos muy abiertos. No podía creer lo que
le estaban diciendo. ¿Él en una guerra contra Esparta? Imposible.

-Eso parece- se acomodó para mirarlo mejor - Y hay algo más que quiero decirte -.
¿Qué podría ser peor que ir a la guerra? No sé le ocurría nada peor que eso.

-Siempre me preguntas por tu madre, y creo que ya es el momento de que sepas la verdad. -hizo una pausa-
Tu madre - titubeó - es la diosa Afrodita- parecía que lo decía en serio.

-Es un chiste, ¿no?- Theo se levantó.

-No, es la verdad - y al igual que su hijo se levantó.

El chico no sabía que decir, se quedó mirando a su padre, confundido.


-Es imposible, ¡no digas mentiras!- dijo después de unos minutos, negando con la cabeza.

-Creeme, no lo es. Seguramente has escuchado hablar sobre los semidioses, hijos de mortales y dioses…-
empezó a explicar Daris con calma.

-¿Lo dices en serio? ?¿Me estás diciendo que mi madre es la Diosa Afrodita?- Enojado, Theo salió al patio,
cerrando la puerta con fuerza tras él. Se dispuso a dar vueltas alrededor del patio, no podía creer lo que le
acababan de confesar, después de tanto tiempo.
No mucho después, vio cómo su padre salía al patio, en donde se encontraba.

-¿Por qué ahora? Tuviste 17 años para decirmelo, ¿y decidiste hacerlo ahora? - Theo seguía caminando
alrededor del sin mirar a su padre.

-A decir verdad, nunca pensé en contártelo - se notaba


molesto por la reacción que estaba teniendo su hijo, pero
intentó mantenerse calmado - Pero creo que, si de verdad
se desata una guerra, y tú tienes que participar, no quiero
seguir ocultándolo. ¿Nunca habías notado que eres
diferente al resto? ¿Mejor? ¿Más atractivo?-.

No era mentira esto último, siempre conseguía convencer a


todos de hacer cosas, que inicialmente no querían, recibia
cumplidos constantemente, y en repetidas ocasiones lo
invitaron a salir.
-Crees que voy a morir en la guerra y no quieres sentirte culpable por nunca decírmelo, ¿verdad? - respondió
bruscamente mirándolo a los ojos.

-Se acabó.-Dijo su padre,perdiendo la calma- No voy a aceptar que me hables de esa forma. A partir de ahora
vas a dedicar tu tu tiempo libre a entrenar, si la guerra realmente ocurre quiero que estés lo mejor preparado
posible. Y dejaras tus clases de lira, para tener más tiempo para entrenar–.

-¡No puedes obligarme a dejar las clases de lira!- .

-Nunca te gustaron, siempre me dices que las quieres dejar..- pero el chico no estaba escuchando, entró a la
casa y se encerró en la habitación ignorando los gritos de Daris del otro lado de la puerta.
Se dejó caer en la cama, estaba agotado. Vio por la ventana que ya estaba anocheciendo, y decidió dormir sin
cenar.

Diccionario:
1: Clámide: Capa típica griega

Capítulo 5

A la mañana siguiente, su padre salió temprano a trabajar en la venta de artesanías, por lo cual, Theo no lo
encontró cuando se despertó. No logró dormir mucho, se quedó pensando en la discusión que tuvo el día
anterior. Estaba muy hambriento por no haber cenado, así que se dirigió a la cocina a comer algo. Luego de
desayunar, decidió salir a dar un paseo, solo (cosa que su padre nunca permitiría), para aclarar su mente.
Todavía no había amanecido, se veían las montañas a lo lejos, el cielo tenía una tonalidad anaranjada, las
calles estaban desiertas, así que era perfecto para salir a pensar. Theo no podía creer que le habían ocultado
por casi 18 años que era un semidiós, pensaba en eso mientras apreciaba el cielo, hasta que chocó con algo;
al bajar la vista ve a una chica con una cabellera color magenta. Theodoro pidió rápidamente perdón, sin saber
quién era realmente, cuando entró en conciencia vio que era Cora, la chica que había visto en su clase de Lira.

-No, no pasa nada-. Dice Cora, - ¡Ah! Eres Theodoro, ¿no? el de la clase de Lira-.

Theo se rió asintiendo, estaba bastante sorprendido de que ella lo recordara. Ellos se quedaron hablando por
un largo rato. Para Theo, las horas se le pasaban volando, Cora le comentó que estaba yendo a la pescadería
de su padre, ya que él trabajaba allí.
En un abrir y cerrar de ojos ya habían pasado aproximadamente dos horas. El chico tenía que volver a su casa
antes que su padre, pero decidió acompañar a Cora primero. Siguieron charlando felizmente todo el camino
hasta que llegaron a la Pescadería del padre de Cora, ellos dos se despidieron, y Theo se fue rumbo a su casa
lo más rápido que pudo. Cuando estaba en camino de vuelta a su casa, escuchó una voz familiar que gritaba
su nombre por detrás de él…

Capítulo 6
¡Era su padre! Apenas lo vio, supo que tenía un gran problema; su padre comenzó a gritar como un
desquiciado; a pesar de los gritos, Theo, no estaba prestando mucha atención, ya que seguía pensando en su
conversación con Cora y en cómo quería volver a verla. Su padre lo agarró del brazo y sin escuchar sus
excusas, lo llevó hacía su casa, mientras le daba un largo sermón sobre por qué era peligroso salir solo y que
debería estar entrenando en ese momento.
Al llegar a la casa, Daris sometió a su hijo a un duro entrenamiento que consistía en correr alrededor de la
casa y levantar pesados jarrones con agua. El entrenamiento duró aproximadamente dos horas, luego del cual
Theo volvió a encerrarse en su habitación. A pesar de que ya no estaba tan enojado, seguía sin querer hablar
con su padre. Se pasó la tarde haciendo tarea, tenía que asistir a la escuela al día siguiente, y pensando en
cómo podía hacer para ver a Cora otra vez. Cuando terminó todas sus tareas, decidió que lo mejor era
escribirle una carta a la chica.
Por suerte, se había molestado en preguntarle su apellido en su conversación de esa mañana, resultaba que
era Georgiu. Los Georgiu eran una familia muy conocida en la ciudad. Calisto Georgiu, el padre de Cora, era un
exitoso comerciante de pescado, que vendía en la ciudad y en el exterior. Vender de esa forma representaba
bastante importancia, porque está claro que un comerciante de ese tipo gana mucho más que un campesino
que cuida la tierra o que un artesano.
Theodoro estuvo un largo rato pensando en que escribir en la carta y en si debería enviarla. Terminó
escribiendo algo así:

“Querida Cora:
¿Cómo estás? espero que muy bien.
No se me dan bien las cartas, así que voy a ser directo: quiero que nos veamos otra vez.
Sé que apenas nos conocemos y que hablamos unas dos veces, pero creo que nos llevamos muy bien.
Así que, si estás de acuerdo, podemos encontrarnos en dos días por la tarde en el centro.
Espero tu respuesta,
-Theodoro Lamprou “

La dobló y luego la puso sobre su escritorio para dársela al día siguiente a un esclavo que se la haría llegar a
Cora. Esperaba que la respuesta no tardará en llegar.

Capítulo 7

A la mañana siguiente, Cora Georgiu estaba preparando sus cosas para su clase de Lira, como solía hacer,
cuando escucha que llaman a la puerta de su casa. Como ella estaba muy ocupada, quien se encargó de abrir
la puerta fue su madre. Cora no le dio mucha importancia a saber quién era ya que estaba muy apresurada.
Cuando se estaba dirigiendo hacia la cocina para irse la madre le dice:

-Cora, dejaron una carta para ti, está arriba de la mesa- dijo su
madre mientras le pasaba por al lado dirigiéndose hacia otra
habitación.

Cora estaba muy sorprendida de que le haya llegado una carta


para ella, de igual forma, se dirigió hacia la mesa para leerla antes
de irse. Al agarrarla, se fijó si tenía el nombre de su respectivo
remitente y lo encontró en una esquina inferior, y si, era de Theodoro.
Cora se puso nerviosa al ver que la carta era del chico que había conocido en su clase de Lira; antes de
poder leerla, su madre volvió a la cocina y se acercó para preguntarle algo.

- ¿Quién es ese chico “Theodoro" que te mandó la carta?- levantó las cejas con intriga.

-Es un chico que conocí en mi clase de Lira- dijo Cora dando vuelta a la hoja para que nadie pueda leerla, no
sabía cómo explicarle a su madre quien era Theodoro.

Cuando su madre se alejó, Cora se dio vuelta para leer la carta rápidamente e irse a su clase, a la cual ya iba
tarde.
En la carta, Theo le preguntaba si podían encontrarse en el centro, a Cora esta propuesta la puso muy feliz,
pero no podía responderle, porque tenía que irse.
Cuando la chica llegó de su clase de Lira, fue rápidamente a su habitación, para darle una respuesta a Theo.
Ella quería decirle que le encantaría, pero no sabía cómo hacerlo.
Pasó horas pensando, y cuando por fin terminó la carta, se la entregó a uno de los esclavos para que se la
llevara a Theodoro.
Unos días después, llegó el día de su encuentro. Cora estaba muy ansiosa pero tenía miedo que su respuesta
no le haya llegado a Theo, pero para su sorpresa cuando llegó al centro, él ya la estaba esperándola.
Se quedaron toda la tarde hablando y riéndose, resulta que tenían mucho en común. Cuando ya se estaba
haciendo tarde, Theo acompañó a Cora hacia su casa. En el camino siguieron conversando, hasta que tuvieron
que parar porque ya habían llegado. Acordaron verse otra vez, ya que se lo habían pasado muy bien juntos. Se
despidieron, y Theo se fue rumbo a su casa, pero no sabía qué una importante noticia le esperaba al llegar a
casa...

Capítulo 8

Theodoro entró a su casa, a esa hora su padre debería estar trabajando, pero para su sorpresa estaba
esperándolo en uno de los salones. El chico pensó que se vendría un gran problema, pero su padre no parecía
enojado por su salida, estaba pálido y se veía muy preocupado.
Theo se acercó lentamente, se miraron unos segundos, hasta que su padre dijo:

-Theo… Ya inició-.

-¡¿Qué?!- exclamó el chico.

-La guerra ya inició. Está mañana, el ejército Espartano atacó en el oeste de la ciudad.- Hubo un silencio
bastante largo. Ninguno de los dos sabía que decir a continuación.

-Entonces ya está, me van a convocar para ir a combatir- Theo se dejó caer en una silla cercana, no tenía otra
opción, en cuatro días cumplía dieciocho, la carta de convocación no tardaría en llegar.

Su padre se sentó junto a él, y le puso una mano sobre el hombro.


-Mira, no es seguro que tengas que ir, tal vez no te llega la carta- estaba claro que lo decía solo para que no se
preocupara, no parecía convencido.

Theodoro se quedó callado, mirando un punto fijo en la pared. Hasta que recordó algo.
Se levantó de un salto, dispuesto a salir. Su padre se sobresaltó.

- Tengo.. tengo que ir a contarle a…- hizo una pausa-.. a un amigo.-.

-De acuerdo- respondió el hombre, no muy seguro - vuelve antes de que anochezca.

Tehodoro salió rápidamente, dispuesto a encontrar la casa de Cora para confesarle su amor antes de que sea
muy tarde.

Capítulo 9

Cuando Theodoro estaba yendo hacia la casa de Cora, pensaba mucho como confesarse, se conocían hace
muy poco y no quería arruinar la amistad, pero sabía que no tenía otra oportunidad de hacerlo. Cuando llegó a
su casa tocó la puerta, se quedó esperando unos segundos, hasta que salió ella. Cora preguntó qué pasaba
mientras cerraba la puerta de su casa, Theo le pidió salir a caminar, Cora aceptó y salieron. En el camino
Theodoro no podía establecer una conversación clara ya que no podía pensar cómo declararse; a Cora se la
notaba incómoda ya que no sabía que estaba pensando Theo, hasta que este se puso delante de ella
impidiéndole el paso.

-Cora, tengo algo que decirte o, más bien, confesarte.- dijo Theodoro pasándose una mano por el cuello

-Si, claro, te escucho- replicó Cora

-Ha empezado una guerra, y como pronto cumplo 18 años, hay muchas probabilidades de que me convoquen-
mientras tenía un nudo en la garganta.

Cora se quedó pálida, no podía creer que una persona que conoció hace poco rápidamente se tenía que ir de
su vida por un tiempo o por mucho, nadie sabía cuánto podía tardar.

-Aunque no parezca, tengo algo más importante que decirte- dijo Theodoro

Cora asintió con la cabeza dándole así el paso a hablar, sin saber que le tenía para decir ese chico.

-Se que nos conocemos hace muy poco, pero me llamaste mucho la atención desde que te conocí, me pareces
una chica maravillosa, la paso muy bien estando contigo… y la verdad es que… me gustas. Espero que esto no
cambie nuestra relación, porque realmente quiero pasar más tiempo contigo y no quiero que nos separemos
por mis sentimientos- dijo Theo rápidamente mientras se ponía rojo.

Cora se quedó sorprendida, y no supo responderle por unos segundos.


Capítulo 10

-Theo, yo, creo que eres muy lindo, y enserio me gusta pasar tiempo contigo pero, si te toca ir a la guerra, ¿de
verdad crees que vale la pena iniciar algo?-.

-Yo…- El chico no sabía qué responder, no había pensado en que pasaría luego de su declaración- No, tienes
razón, solo pensé…. Pensé que si sentías lo mismo podríamos pasar mis últimos días aquí juntos. Sin
compromisos.-.

Cora pensó un momento, realmente quería aceptar pasar todo el tiempo que pudiera con él, pero no quería
encariñarse y que pasara lo peor.

-No lo sé..- dijo finalmente.

-Cora, desde que te conocí ese día en la clase de lira no pude dejar de pensar en ti, realmente me interesaba
conocerte y saber más sobre ti, cosa que nunca me había pasado con nadie antes. Todavía quiero, pero no sé
si me queda mucho tiempo en la ciudad. Por favor, si sientes lo mismo que yo, acepta a pasar un par de días
conmigo. Lamento mi insistencia.- añadió al ver la cara de Cora.

La chica dudó durante unos segundos, no estaba segura.

-De acuerdo- terminó diciendo.

Theo la abrazo. - Gracias - le susurro al oído y Cora se rió nerviosa.

Hablaron durante horas, sobre sus vidas, sus gustos y secretos. Theodoro hasta llegó a contarle lo de su
madre, hablaron de miedos e inseguridades, llegaron realmente a conocerse. Ya no había vuelta atrás, los dos
estaban enamorados.

Capítulo 11

A la mañana siguiente, cuando se despertó, Theo seguía pensando en su encuentro con Cora del día anterior,
estaba sumamente feliz. Eso era hasta que salió al salón y su padre le dijo, no muy alegre, "feliz cumpleaños,
hijo"
Había llegado el día, el cumpleaños número 18 de Theodoro, en otras circunstancias estaría preparándose
para dentro de dos años tener la oportunidad de participar en el Ágora, como hacían todos a su edad, antes de
la guerra; para tomar decisiones importantes sobre la ciudad, (como leyes y otras cosas políticas); pero ya no
estaba seguro de si llegaría a hacerlo. Había pensado varias veces en escapar, pero no podía hacerlo, no
podía dejar así a la ciudad en la que nació y vivió toda su vida, lo único que lo animaba a continuar era la
remota posibilidad de reencontrarse con Cora si volvía en un futuro, con la ilusión de que sea en un futuro
cercano.
Fue una mañana muy tensa, su padre mandaba a revisar a los esclavos constantemente si había llegado
correo, pero eso no había ocurrido.
Luego de comer se dirigió junto a Daris a la Acrópolis, para dejarle una ofrenda a la diosa Atenea,(como cada
año) y pedirle un deseo. "Que todo salga bien", pensó Theo al dejar la ofrenda en la entrada del templo.
También le rezo a Afrodita, nunca antes lo había hecho, bueno, al menos no después de enterarse que era su
madre.
Volvieron a su casa, y poco después alguien tocó la puerta. Alarmados fueron ambos a atender. Era Cora,
sostenía una pequeña caja de madera.

-Hola, venía a desearte un feliz cumpleaños- Se acercó a Theo y lo abrazó.

Cora pasó la tarde en su casa, y para sorpresa de Theo se llevó muy bien con su padre. Hablaron y comieron
juntos.
Ya cuando estaba anocheciendo, sonaron golpes en la puerta. El chico fue a atender, ya que los demás
estaban sumergidos en una conversación sobre música. Abrió la puerta y un hombre vestido con uniforme
militar le entregó un papiro a su nombre, y sin decirle nada más, se marchó.
Theodoro lo desplegó rápidamente tras cerrar la puerta. La carta decía lo siguiente:

"Estimado señor Lamprou, nos vemos en la obligación de informarle que ha sido seleccionado para participar
en el ejército ateniense en estos tiempos de guerra. Deberá presentarse pasado mañana en el este de la
ciudad. Debemos recordarle que el servicio militar es una obligación como ciudadano, y que cualquier intento
de huida u oposición será sancionado.
Lo estaremos esperando.",

Al terminar de leer la carta, Theo se quedó paralizado junto a la puerta. Todo iba tan bien. No podía estar
pasando le eso, no ahora.
Debió haber pasado mucho rato desde que se ausentó, porque Cora y su padre fueron a buscarlo, el chico,
sin decir nada, les entregó la carta para que la leyeran. Luego de leerla Cora rompió en llanto y abrazó con
fuerza a Theo, quien todavía no asimilaba todo lo que estaba pasando.

Poco tiempo después, la chica se tuvo que despedir, muy triste, no quería hacerlo, pero prometió que volvería
al día siguiente para pasar un último día con Theodoro.
Por otro lado, su padre estaba devastado, ni siquiera se despidió de Cora cuando se fue, se encerró en su
habitación sin dirigir la palabra a nadie.
Ya no quedaba nada, todo había terminado, no le quedaba otra opción más que abandonar todo, e ir a luchar
en menos de dos días.

Capítulo 12

El día siguiente llegó; el último día de Theodoro antes de irse a la guerra… Theo quería que este día fuera
especial, ya que él no sabía por cuánto tiempo no iba a verla.
Theodoro fue a buscar a Cora a su casa con un ramo de flores de ciclamen, Cora estaba encantada, pero en el
fondo, no podía parar de pensar que estos eran sus últimos momentos con Theo antes de que este se vaya,
caminaron hacia el centro de la ciudad por un largo tiempo, no paraban de hablar, se la pasaban muy bien
juntos. Theo invitó a Cora a almorzar, realmente, era todo perfecto como Theodoro lo había planeado.
Al llegar la hora en la que Cora tenía que volver a su casa, ninguno de los dos quería despedirse, en tan poco
tiempo que se habían conocido ya tenían mucha confianza, Cora no pudo aguantarse las lágrimas, Theo
intentó consolarla pero a él también se le llenaron los ojos de lágrimas. Cora lo abrazó muy fuerte y entró a su
casa, se dirigió a su cuarto y siguió llorando desconsolada mientras sus padres intentaban calmarla. Por otro
lado, Theodoro se fue camino a su casa sin saber cuándo la volvería a ver.
Al día siguiente, por la mañana, Theodoro se estaba preparando para irse, a él no le agradaba mucho su
uniforme, era una especie de vestido y un cinturón, un gorro color rojo y zapatos puntiagudos. Él se dirigió
hacia el lugar, cuando llegó se encontró con un montón de chicos de su edad, pero Theo no podía dejar de
pensar en el tiempo que no iba poder ver a su padre, por más que se peleaban, lo iba a extrañar, y sobre todo,
a Cora.
Cuando el chico iba a entrar escucho la voz de una chica que gritaba su nombre.

-¡Cora! ¿Qué haces aquí?- dijo Thedoro

-Theo, no quiero que te vayas- replicó Cora con un nudo en la garganta, ya con los ojos hinchados.

-Cora, eres una chica increíble, vas a conocer personas mejores, si no vuelvo, no me esperes- dijo Theo
mientras se alejaba de ella

-Pero Theo, yo solo quiero estar contigo- dijo mientras se le caían las lágrimas

-Te prometo que haré lo más que pueda para volver contigo, ni notaras mi ausencia- dijo Theodoro casi
gritando mientras se iba.

Theodoro entró y rompió en llanto, pero sabía que iba a hacer hasta lo imposible para volver a verla.

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