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LA ECONOMÍA POLÍTICA CLASICA t ____131


garoso y saludable. Sin crítica; el pensamiento se estanca y las ideas
se marchitan hasta el escolasticismo, y es innegable que en la herencia
No es extraño que la Economía Política clásica haya conmovido a del pensamiento, económico hay múcho que debe ser arrancado de
•. su época y ejercido una influencia revolucionaria sobre las nociones cuajo. En algunas de estas críticas modernas, sin embargo, la impa­
y la práctica tradicionales. En· la historia del pensamiento en las ciencia parece haber acabado con la discriminación. Al rechazar
ciencias sociales, su aparición marca una etapa porque formuló el todas las nociones clásicas considerándolas como el resultado de un
concepto de sociedad económica como un sistema determinista, es supuesto de la fantasía, parece que hay el peligro de no someter a
decir, como un sistema regido por leyes propias, de acuerdo con las un examen riguroso las verdades económicas que pueden ser fun­
cuales podían hacerse cálculos y predicciones de los acontecimientos. damentales, no meramente para un conjunto de conclusiones, sino
Se demostró por primera vez que en las cuestiones humanas existía para toda predicción dentro del terreno económico. Existe el peligro,
un determinismo de ley, comparable al determinismo de las leyes particularmente, de confundir muy fácilmente ciertas verdades per­
naturales. Subrayando así la unidad esencial de los hechos económicos, manentes que fueron la contribución esencial de la Economía Po­
la Economía Política recalcaba al mismo tiempo la interdependencia lítica clásica, así llamada con toda propiedad, con las formas que
de los diferentes elementos de que se compone el sistema. Intro­ subsecuentcmente dieron a estas nociones manos más escolásticas o
ducir una alteración en cualquier punto era poner en movimiento apologéticas. Cuando estas piedras angulares clásicas no se sustituyen
una cadena de cambios interconectados en el resto del sistema. Esos por otras de igual calibre, y cuando -como sucede con demasiada
movimientos adoptaban cierta forma y también cierto orden de am­ frecuencia- el mismo hueco que dejan pasa inadvertido, hay razón
plitud en relación con la magnitud del impulso inicial. La forma y para temer que el campo esté siendo despejado para dar lugar a
magnitud de esos cambios interconectados se expresaban en una serie una especie de misticismo económico que habrá de dominar en un
de relaciones funcionales mediante ecuaciones que, como ya hemos mundo abandonado al azar en el que puede ocurrir cualquier milagro
visto, constituían la teoría clásica del valor. Así, pues, la teoría del a condición de que haga su aparición un hechicer�.. Esto no qui�re
valor era un rasgo esencial, y no puramente accidental, de la Eco­ decir, por supuesto, qu� haya que ]�mentar toda cnhca a la, �octnna
nomía Política clásica. clásica por su tendencia a sustitmr_ _
la certidumbre dogmabca por
Sosteniendo no sólo que esa interdependencia existía sino que, la duda. Éste debe ser el primer efecto de toda crítica. Lo único
además, adoptaba cierta forma, la teoría hacía algunas inferencias que se quiere decir e� que se deben disting_uir dos espec�e� de crí­
que eran de importancia fundamental para la práctica. Negativamente tica que con frecuencia se confunden. La pnrnera es la cnbca de la
implicaban que cierta clase de explicaciones eran inapropiadas para Economía Política que hace retener algunos de los rasgos esenciales _
interpretar una situación y que cierta clase de actos gubernamentales de la estructura clásica corno elementos muy importantes de la ver-
eran impotentes para lograr sus fines. Positivamente implicaban que 1ad al mismo tiempo que subraya relaciones adicionales que tienen
la verdadera explicación de los fenómenos estaba restringida a ciertas el �fecto de remodelar la estructura y revolucionar la significación
causas específicas, las únicas a que podían atribuirse directamente práctica tanto del conjunto como de las partes. De esta clase es,
esos fenómenos. como veremos, la crítica de la Economía Política clásica que formuló
Hoy día, después de ciento cincuenta años, existe una tendencia, Marx, quien no titubeó en recurrir a ella para refutar los sofismas
no poco común, a desconocer tanto el sorprendente efecto de esta de Proudhon. La segunda es la crítica que rechaza la totalidad de la
concepción de un determinismo económico sobre el pensamiento de estructura clásica v cierra los ojos a la necesidad de crear nuevos
su época, como la privilegiada posición que ocupó en el desarrollo principios estruct�rales adecuados para Henar el hueco que dejan
de la doctrina económica. Existe cierta propensión a olvidar las ver­ aquellos que se rechazan. Semejante crítica tiene una tendencia esen­
dades fundamentales incorporadas en la estructura clásica y su sig­ cialmente nihilista..
nificación no sólo como base de simples corolarios que hoy han El reino de la ley formulada por la Economía Política era acep­
llegado a ser tradicionales, sino quizás de todo pensamiento y ·pre­ tado con dificultad por sus contemporáneos. Lo que podía creerse
dicción deterministas en el campo económico. Los últimos años han de los cuerpos inanimados era más difícil de aceptar en el terreno
sido testigos de una reanudación de las críticas a la Economía Política social, donde los acontecimientos son el resultado de la actividad
tradicional y hasta de una impaciencia iconoclasta por arrasar las humana v de la rnluntad sin trabas del hombre. Sostener que un
estructuras clásicas. En esa reacción contra nociones que se habían sistema de cambio y de producción de mercancías podía funcionar
endurecido hasta el dogmatismo y que habían llegado a ser los pun­ por sí mismo, sin regulación colectiva o sin designio particular, pa­
tales de un sistema apologético de pensamiento, hay mucho de vi- recía increíble al principio. Afirmar que un sistema de visible anar-
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I!. SEP 1981


32 LA ECONO�rt-1. POLÍTICA cd.srcA LA ECONOMÍA POLÍTICA CLÁSICA
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hecho de
q uía económica estaba regulado por u na ley, parecía un milagro muy laciones entre hombres en su cará�ter de productores. El an habían
y os re s s prod c iv s q e ma nej��
extraño. ¿Cómo podía surgir el orden de un conflicto entre millones que los hombres l � ur o u t o u
on en bus­
de volun tades independientes y autónomas? La respuesta que dieron de distribuirse e ntre las diferentes ramas de la pr?ducc1 o s
.
s�lanos y
los economistas se hizo depender del hecho de la competencia. Cuan­ ca de las máximas ventajas, aseg u raba q ue no _ sol �o
do se trataba de un solo vendedor, entre muchos que intervenían las ganancias te ndían a uniformarse
en to�as las mdustnas, �mo tam­
en el mercado, sus propias acciones no podían ejercer si no una i n­ bién que la proporción en qu e se cambiaba?, las :i_nercancias en el
fluencia i nsignificante sobre la situación general de dicho mercado. mercado te n día a c o rrespo n der a la proporc10n existente entre sus
Por ello se veía f orzado a tomar como dados los valores del mercado costos reales. Estos últimos representaban el valor "no rmal" o "na­
ca cías. Las e aci nes de cambi eflejaba n, p or
y a _ conformar sus actos a esos valores. Cada uno, separadamente tural" de las me r n r l o o r
considerado, estaba sujeto a los valores del mercado y no éstos a iente, relaci nes de p od cció n y se hallaban controladas
consigu o r u
ntalment�,
los vended ores. De ahí q ue si su deseo los conducía a au me ntar sus por esos valores. La Econ�1;1ía Política llegó a se�, f undame arlo mas
gana ncias correspondientes a la situación en que cada uno se ha­ una teor ía de la pr o d u cc10 n . C o m o tfarx babia de expre � _
s, smo mter­
llaba, todo te ndía a responder de un modo uniforme a l movimien to tarde: "en principio no existe i ntercambio de -�ro. dulcto modo de cam­
de valores. Lo que a la postre sucedía en el mercado era, por su­ cambio de trabajos que compiten en la producc10n E de las fuerzas
p uesto'. e l res ultado de la totalidad de las acciones sepa radas en las bio de los productos depende del modo de cambi o
q ue, sm embargo, la voluntad de cada uno era indiferente, tanto productivas" .2 • • •
muy im­
por�ue s?, aislamiento resultaba impotente, como porque desconocía Varios p rincipios fundamentales que ha� ocupad� sit10la o de la
l b
la s1tuac10 n en su conjunto. Ésta es la explicació n de por qué e l portante en la discusión clási�a y :J.1:1e han sido especia �e �usta. �
pe
mercado parecía estar gobernado por una "mano invisible" que obli­ crítica recien te, se ha l laban 1mphc ito s e n e � t e p unto
de dme , c s1d a � este
acuerdo con el p rimero, la cantidad � r o
gaba a cada i:no a servir un propósito y a lograr un resultado com­ ro on
md1fe�ente
p letamente diferente del que había concebido e intentado obtener como patrón de v�}ores y como :i_nedio de cambio,. eraes _esencia l es.
1� :"olunta� individual. És ta era la alq uimia que permi tía mezclar los para la determinac1on de cualesqmera de estas relac10 �
v1c1 os particula res y obtener beneficios para la comunidad. Puesto que el dinero rep r ese n taba me rame n te_ un a te : m .ca con �e­
Pero la teoría implicaba algo más. No sólo suponía que eran cambi , ya pa a e cá c , ya c m o mtermediano, era m­
niente de o r l l ulo o
_
les por tant , no
muy numerosos los i ndividuos que en cada mercado competían entre diferente para las relaciones productivas _esencia de y,l s proporc� ones
sí, s�no tam_bién que los i ndividuos y los recursos eran móviles y los podía afectar ( e n úl t imo a n á�isis) el _
, sis t ema � �
p rec10s_ flexibles (por lo menos dentro de las fronteras de un país, . U a ment d1smm uc10n de la can1:1dad de dme ro
de cambi o n u o o
tente entre los pre?10s, puest o que
y cons1dera?do un periodo de tiempo suficien te). Podía deci rse, en no p odía afectar la relación exis _
c?nsecuenc1a, que los propios valores de cambio se conducían de a afecta rl s a t d s p igua l: se operaba, simplemente, u_na
tendía o o o or
c1ert ? modo : observaba
_ n ciertas uniformidades y se ajustaban a ciertas elevación o disminución un if o rme del prec10 d� todas l as cosas.,( m­
relac10nes esenc1ales.1 Estas relaciones controladoras no eran sino re- cluyendo l a t ierr �; l a f uerza � e traba j o y_ los bienes . de producc101:);
te P �11:­
pero su proporc10n de camb10 segma �ndo la misma. Es s1 _
par icu armen e p � 1ca d p � a a tacar la ,,�e¡a
1 Puede decirse, cier tamente, que todos los eleme ntos de la situación "pueden cipio fue usad o t l t
. or r o r
on hoy dia) de. que el tipo
_
noción (n uevame nte puesta en circul�c1
determmarse mutuamente" entre sí ( com o Marshall Jo , subrayó al criticar a Boh m­
Bawerk). Pero eso se puede decir de todas las cosas del un i,·erso en un m omen :o
de interés dependía de la ab un dancia o escasez de dmero; co:110
dado. Ello no q�iere decir, sin embargo, que deje de ser cierto (com o se dijo en
,
el capitulo anterior) que, en lo concerniente a n uestro conocimiento de la situa ci én fue usado, además, por Say para atacar ,la. ºfi, nión �endqouse e el "capital
10 e ?e c edi , f da en qu_e el
y de la pr áctica, e.,isten cier tos factores que son la "clave" de todas las o tras se multiplica por las operac n � � to
. un
siste de va res p sitiv s mver id s e n c osas 1:1atenales
var ia bles y que, por consiguiente, debe n desta carse como factores esenciales y de- '
"capital con lo o o t o
mcapaces
y no en productos i nmateriales, que son completamente
te�minantes. De o tro modo todo p rincipio causal sería imposible. Es in teresant e
s<;nala: que Engels observaba que '1a ca usa y el efecto son represe ntaciones que
s".3 Al form la las pr p sici es ce ntrales de la
solo nge n como tales en su ap licación a l caso concreto, pero que, situado el caso de ser acumulad o u r o o on
la me-
concreto en sus perspectivas generales, articulado con la ima¡,e n total del un iverso Economía Política podía hacerse abstracción del dinero y de
s e diluyen en la idea de una trama uni,·ersa] de a ccion es �recíprocas en que la;
fluencias determinantes como las más
caus�s y los efectos cambian constantemente de sitio y en que lo que ,:hora o aquí cipio semejante aísla necesariamente ciertas in
es erect�, cobra _ luego o allí carácter de causa , y viceversa." (Anti-Diihring, p. 9, importan tes en un ca s ? d a do : 61.
ed. Cemt, Madnd, 1?3�.) Esto no Je impedía referirse a la "primacía" (por ejem­ 2 Miser e de Ia Philosophie (ed. 1847), p. 145. Ya en la primera
plo) del f act�r �c_onom1c� en la historia como base de interpreta ción y predicción 3 Say, Treatise o n P o li � ; E <;ono1:1f (1821), vol. II, p.
i< Ul
t ipo
su Traite h bia cnhc do a Locke por h aber dich o que el
�n un_ �o h1Stonco p �rt:c1!Jar. E l reconocimien to de la in teracción no implica la edición (1803) de a a
1mp os1b1hdad de un pnnc1p10 causal, sino el reconocimiento de que cualquier prin- l fert de d ero.
de interés dependía de a o a in

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