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Realidad Vida Cotidiana
Realidad Vida Cotidiana
El primer apartado del capítulo I: Los fundamentos del conocimiento de la vida cotidiana,
se titula “La realidad de la vida cotidiana”. Su análisis fenomenológico se inicia posándose
en la conciencia, que es intencional, como indica la tradición metodológica seguida. La
conciencia posa su atención entre objetos y situaciones diversas, interpretándolas desde el
sentido común. Ella experimenta realidades múltiples: sueña, desea, observa; se angustia,
etc. Se desplaza de una a otra realidad, pero una de ellas es la suprema realidad: la de la
vida cotidiana.
Otra característica fenomenológica, es decir, que todos comprendemos, y por eso Berger y
Luckmann utilizan en el texto la primera persona, es que la realidad tiene zonas de interés
pragmático, vinculadas con nuestras prácticas cotidianas, y otras menos relevantes.
También tenemos la experiencia de transitar por zonas limitadas de significado: el sueño, el
juego, el rezo, el relato fantástico (ir al cine, ver una serie, leer una novela), etc.; uno pasa
de uno a otro, pero quien los organiza es la vida cotidiana.
Por supuesto, puede referirse también a otras realidades y superar el cara a cara. El lenguaje
es externo y es coercitivo, uno se adapta a sus pautas sintácticas. Las objetivaciones
comunes de la vida cotidiana se sustentan primariamente por la significación lingüística, lo
que hace que la su comprensión sea esencial para cualquier comprensión de la realidad de
la vida cotidiana. El lenguaje tipifica experiencias; por ejemplo, dicen Berger y Luckmann
que la experiencia de pelearse con la suegra es típica y así tipificada lingüísticamente se
Cualquier tema que pase de una realidad a otra es para Berger y Luckmann un símbolo (p.
57). El lenguaje simbólico trasciende la experiencia cotidiana; construye enormes edificios
de representación simbólica que parecen dominar la realidad de la vida cotidiana como
gigantescas presencias de otro mundo. Aquí pueden mencionarse la religión, la filosofía, el
arte y la ciencia. El simbolismo y el lenguaje simbólico llegan a ser constituyentes esenciales
de la realidad de la vida cotidiana y de la aprehensión que tiene de esta realidad el sentido
común.
Esta acumulación es selectiva, ya que estos campos indican qué información es relevante y
se ha de retener y cual habrá que olvidar. Mediante esta selección se forma un acopio social
de conocimiento que se transmite de generación en generación y está al alcance del
individuo en la vida cotidiana.
Una última reflexión atañe a la distribución social del conocimiento, que Berger y Luckmann
relacionan con la idoneidad personal. “Diferentes individuos y tipos de individuos poseen el
conocimiento en grados diferentes (…) y se, en general, cuáles son los tipos de individuos
de quienes cabe esperar que posean determinados tipos de conocimiento” (p. 63). No se
aprecia en este párrafo una consideración de factores sociales coercitivos explícitos, ni
situaciones sociales de crisis o disfuncionalidades de esta distribución social.