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CLAUDE LECOUTEUX ENANOS Y ELFOS N LA EDAD MEDIA OBRAS DE CLAUDE LECOUTEUX (En esta editorial): — Enanos y elfos en la Edad Media. — Hadas,brujas y hombres labo en la Edad Media. Historia del Doble. Prefacio ~ Fantasmas y apareidos en la Edad Media. de Régis Boyer — Demonios y genios comarcales en la Edad Media. — Pequeto diccionario de mitologta germdnica. Traduccién de Francesc Gutiérrez MEDIEVALIA Primera ec: 198 Segunda edi: 2002, ‘Tul original: Ler main fer ae moyen age (© 1988, Eitions Imago, Auzas alters, Pat (© 2002, para la presente edicin, José J. de Olafieta, Editor ‘Apr 296-7080 Pala de Malo Reservador ods ls derechos ISBN: 9-765. 2054 Depo Legal B-#36 2002 Impeeso en Libeiple, SL. Barsona Printed n Spa PREFACIO Lo que hay de interesante en los libros de Claude Lecoutenx —pien- ‘por ejemplo, en sus Fantémes et revenants au Moyen-Age, apareci- ‘hace poco en la misma editorial— no es tan sélo su extenso saber, su eritico y el respeto que muestra a los textos antes de toda inter- cién, sino que tiene el don para confrontar las culturas, para, de mnera repentina pero perfectamente pertinente para la reflexién, dar salto inesperado de la cultura germdnica continental, de la que es gran especialista, a la céltica, a la latina medieval, a la escandinava ‘antigua, etc. Debido a ello, de pronto, no sélo desaparecen las barreras se abren perspectivas inesperadas pero reveladoras que deberian ser el Yesultado de toda verdadera pluridisciplinariedad, sino que ademds, y sobre todo, de pronto sentimos confianza. Después de todo, sin que haya necesidad de dar pruebas de una erudicin impresionante como la suya, ‘nos basta escarbar un poco en el terreno de las creencias inmemoriales que transmitimos sin ser conscientes, ir, como lo hace él, mds alld de la corteza, y todos nosotros redescubrimos en nuestro inconsciente personal ‘o colectivo algunas de esas criaturas maravillosas a las que él hace afios ne se dedica a seguir el rastro, censar, clasificar, analizar y explicar. ‘Aqui va a bablarnos de enanos. Muy bien. Eso despierta toda una leta- nia en el recuerdo de nuestra infancia, pues nuestros jévenes corazones estaban encariiados con muchisimos, y de pronto nos vienen todos de golpe —cuentos mds 0 menos «populares», con apoyo de una imagineria que por desgracia demasiado a menudo era pueril en exceso—, mil repre- 6 ENANOS Y ELFOS EN LA EDAD MEDIA sentaciones seguras, 0 es0 creemos nosotros. De los enanos no conocemos mds que es0, con dibujos animados o bistorietas como prueba. Con los elfos nuestras certezas no son tan firmes, pero con los enanos. Pues bien, sin duda es ese el mayor mérito de Claude Lecouteux: tiene el don de mostrarnos en términos imparables que no, nuestras ideas refe: rentes a lo que llaman la emitologia menor» no son en absoluto lo que piensa generalmente la gente. La cuestién que no cesa de plantearnos es la ‘misma que planteaba Maurice Fombeur a propdsito del ornitorrinco: «gPer0 conoces al ornitorrinco? Lo conoces suficientemente?s ¥ no, no conacemos suficientemente a enanos y elfos jsies que no son idénticos)). ¥ mds todavta, no corresponden en absoluto a la idea que nos hacemos de ellos. Sino pudiese hacerse mds que un elogio del autor, seria este: es un desengartador de primer orden. Porque e un investigador de primer orden que, de una vez por todas, ha resuelto hacer caso omiso de todas las ideas recibidas, preconcebidas, ir a beber en las fuentes, en los tex- £08, y los descubrimientos que nos hace son simplemente apasionantes. Por ejemplo —cosa que muy pocos especialistas saben—, que los ena- nnos no son en absoluto pequetios, ni buenos, al menos en el origen, 0 sea, antes de que comience el lento trabajo de devaluacién, de degradacién que la Iglesia y sus clérigos elaboraron pacientemente a lo largo de los siglos, sin incriminar por ello exclusivamente a la Iglesia: es propio de las crea- ciones muy arcaicas de nuestra imaginacién religiosa erosionarse progres vamente, pasar a un estado inferior para terminar encontrndose en esa especie de fauna de denominaciones innumerables que siempre terminan por provocar el desespero de mitdgrafos, folkloristas u otros especialistas de las tradiciones populares, Pero no digamos: qué pena para el poeta o el sontador, que gracias a Dios nunca abdicardn de sus derechos. Porque, si leemos bien los estudios como este, descubrimos que los cimientos de nuestra ensonacién llamémos- le roméntica son —aunque de otro modo~ igualmente profundos, ricos, seguros y capaces de irapulsar una meditacién tanto mds fructifera. No sélo Jos enanos de Blancanieves, tales como nos hemos acostumbrado a cono- cerlos hoy, no son mds que una lamentable edulcoracién de una realidad PREFACIO| 7 ia, sino que hay motivos para lamentar todas las connota- fei in “armnicos que les hemos becko perder. Y los elfos dan- de Leconte de Lisle dstan tanto de sus arquetipos que, n realidad, fe valia baberlos petificado en la frialdad del mdrmol parnasiano. Mllgunas supuestos previos o principios de partida que se adopran aqul tatencidn, y respeto. A saber: que és importante trazar netamente diferencia entre literatura por wna parte, creencias (0 mitologia, por nny a menudo las creencias son tan s6lo las escorias de la mitologia) ‘otra parte; que siempre nos hemos movido, y cada vez mds seguimos (las burlas de nuestros racionalisias, materialistas, postivistas,estruc- valistas, etc. moviéndonos en un mundo doble, pero que en siltima ins- ia no se trata de dos universos ajenos el uno al otro: las pasarelas y los inductores son muy reales, estdn muy presentes aunque se haya ‘oscurecido su recuerdos que el trabajo esencial de lo que hemos convenido tn lamar eliteraturas es precisamente recuperar buenos y antiguos temas ‘miticos 0 legendarios imperecederos que sobreviven en la tradicién oral ‘antes de ballar gracia ante la pluma del primer redactor, seguido a su vez ‘por wna infinidad de imitadores; en una palabra, porque las ensehanzas que pueden sacarse de un libro como este som legin, que hay muy pocos studios tan apasionantes y fecundos como este trabajo de arqueologia men- icado a culturas enteras al que agui se nos invita. ” Scan, sino, en cémo fie vez cerrado el libro aparecerd amen: tada la imagen de ese Alberich, Alfrekr, Auberon, Oberén, sobre quien creiamos, sin embargo, poder prodigar las afirmaciones taxativas. Pues bien, es cenano» por muchos rasgos, elfo por su nombre, probablemente ‘A partir de &l hay por hacer una magnifica sintesis, y eso es lo que ba intentado y logrado Claude Lecoutewx. Fiel como es a sus fuentes y a este principio que be citado de confrontacién de documentos salidos de dife rene enlturas, nos mostrar hase gu punto ete personae rene en 4 spequeia> persona a todo tipo de criaturas salidas de la mitologia menor. hanes tacrian gui aan parcn cs el centro mismo del tema y que nos permiten incluso ir mds alld del propésito delimitado por el titulo de la obra Insiste, por ejemplo, en la intima colusién de los enanos y la tercera funcién dumeziliana, la vegetativa, la productora de bienes, en este caso ‘vista desde el aspecto del elemento liquido (acudtico, sise quiere) que pare 8 ENANOS Y ELFOS EN LA EDAD MEDIA PREFACIOL 9 ce congénito. Eso nos conduce muy lejos. Los antiguos textos sagrados esc al jefe de los enanos, en la medida en que, como he dicho, &stos repre dinavos evocan repetidas veces una formidable batalla que se supone que tun proceso de degradacién en curso. enfrenté a dos «familias» de dioses, los Vanes y las Ases, y que no terming ‘Pero, mds en concreto, gdegradacién de qué? Si hay un punto que se con la victoria de un bando sobre el otro, sino con un modus vivendi claramente del estudio que sigue a estas lineas es que, primero, acompatiado de intercambio de rehenes. Los Vanes pertenecen indiscuti. Mdebié de haber diferencia clara entre lo que denominamos gigantes y blemente a la tercera funcién y representan sin gran riesgo de error por nos, De es0 siempre he estado convencido por mi parte, porque creo que nuestra parte un estadio muy arcaico de la religion norgermdnica. Los Ases, estado de la mentalidad religiosa de los antiguos germanos —no sin ser en ningiin caso entidades exclusivamente marciales, tienden sobre ente original en eso, lo admito— se inclinaba al culto a los muer- todo a la soberanta juridico-mdgica (1.* funcién) y la guerra (2.4 funcibn). “a los antepasados, a aquellos grandes antepasados, en particular, que Pese a su nombre, que evoca ecos sdnscritos (tema asu, con la idea de fuer. fundadores de linajes y de clanes. E incluso si quisiera hacerse de los za vital), pudiera ser que fuesen menos antiguos que los vanes. Se adivina mntes personificaciones de los grandes elementos naturales, 0 nada cam Jo que sigue: los «diosese, tal como los entendemos, que se convertirén en fa en un universo en el que, por una parte, no estd demasiado clara- ediabloss después de la cristianizacién, pudieran ser los Ases (Odinn, Tyr, e marcada la frontera entre vivos y muertos y, por otra parte, el mds Baldr, etc, aunque con prudencia; Thr, por ejemplo, no esta decididae de nuestra vision estd decididamente constituido por los muertos. No ‘mente situado en la funcién marcial, pese a un error comin, como se dice rerla en absoluto imposible ni absurdo demostrar que ese manismo auna- aqui claramente), y los Vanes, mds antiguos, mds «gastados» por el tiem» ‘con el culto a las grandes fuerzas naturales muy bien pudo haber engen- po, pudieran ser el prototipo de lo que serdn los enanos y los elfos. sCémo poco a poco, por intelectuacién, el mundo mitolégico organizado justificar, si no, el hecho de que se considere que el principal de los Vanes, _que nos presentan los grandes textos de la época literaria. Manes indife- Freyr, posee una mansiin que se lama Mundo de los Alfes (Alfheimt) y siados, facilmente encarnados, me atrevo a decir, en el tejido mismo de que, sobre todo en Suecia, le estén dedicados, a él 0 a su paredra Freyja, ‘nuestro mundo, mds tarde dioses.. tantos topénimos? Dicho de otro modo: los enanos son los muertos. He aqui por qué tie- también: si existe en la mitologla escandinava wna criatura que nen nuestro tamatto (algo que han conservado los trolls noruegos) y muy resulte exasperante para el estudioso actual, es Loki, el dios del «mals, 0 bien pueden haber sido gigantescos, por respeto y veneracién en cierto modo, sea, del desorden. sPero es un Ase? zEs un Vane? Llaman la atencién muchos “por qué son eretorcidos» en todos los sentidos de la palabra —ese es el sig- detalles: uno de los significados posibles de su nombre es earaftar, del que nificado del antiguo norsego dvergr— como lo estan los caddveres en la nos hablard Claude Lecoutewx varias veces. Lo que me ha llamado sobre tumba; y por eso también, como todos los muertos en todas partes, estdn todo la atencién desde siempre es el hecho de que, en distintos lugares, nos tan estrechamente asociados a la tercera funcién, puesto que el hombre, 10 presentan como «hermano jurado» de Odin, como si no fuesen de la imagen biblica que aqui hay que tomar literalmente, salié del humus (homo- misma «especie», Acaso representaba un estadio ya degradado de criaturas humus), el cual estd hecho de la carne de los enanos (0 de los gigantes). Y mds antiguas... y el caso es que hay un célebre gigante que lleva su nom- luego, es una idea totalmente corriente el que la muerte es también el des- bre: los dos mitégrafos escandinavos mds importantes de la Edad Media, cubrimiento del gran secreto, en una palabra, la divulgacién de los mis- el islandés Snorri Sturluson y el danés Saxo Gramdtico conocen mitos ela. terios que tanto han abrumado nuestra existencia. Ast pues, nada hay de borados sobre él. 3No serd Loki el més representative de esas poblaciones asombroso en la ciencia de los enanos, que tan bien expone uno de los tex- divinas antiguas, el nico que aseguré la transicién con el mundo de los tos mds elegantes de la Edda poética, el Alvismdl. dioses claramente antropomorfizados e individualizados? El hecho es que Pero, ay los elfos? Me pregunto si Claude Lecouteux no hubiera teni- su nombre también puede significar «fins. Digamos, pues, que en tal caso do que insistir mds en este punto. El fenémeno de la muerte tiene dos 10 NANOS Y ELFOS EN LA EDAD MEDIA caras: un aspecto fisico que acabo de apuntar y un aspecto mental, tra: duccién de la vieja dicotomta materia-spiritu que tanto ha preocupado a nuestro Occidente desde hace milenios. Muerto materia y muerto expiri. 1: la distincin la encontramos también perfectamente en el par especr trofantasma, que tan bien conoce Claude Lecouteux. El muerto materia serd maléfico 9 peligroso, y el muerto espiritu serd mds amistoso, Es segu- 70 que los elfos (far, tendria que escribir) son mds eaéreoss, més finos, més inteligentes, y posiblemente racjores que los enanos. Desde que existe el hombre, es muy concebible que éste se haya becho mailtiples ideas de la muerte. Gigantes, enanos y elfos no serlan entonces mds que otras tantas posibles representaciones, Estas pocas notas consignadas a vuelapluma confirman la riqueca de semejante tema, las perspectivas que abre, y también la renovacién radical que le valdrd este tipo de presentacién. Fijémonos, si no, tal como yo pre- ddecia antes: jcudntas nuevas ensofaciones, qué reviviscencia de lo que con- siderdbamos tradiciones inamovibles! ols da eeat de todo, el ator nos invita también a una obra pia a tre &sdel Oberén, el elfo y sus semejantes, nos propone us és fami: liar de la muerte. ce ae INTRODUCCION {Dénde quedaron los tiempos en que a la hora del crepisculo se a ante la puerta el objeto roto en espera de que los enanos lo repa- antes del alba? ¢Qué se hizo de las ofrendas —alimentos 0 ropas— iban a poner en el drbol del patio, en el granero o en el establo? era antafio, cuando los enanos todavia tenfan trato con los hombres, lo forjaban espléndidas armaduras y espadas que siempre estaban , y joyas en las que centelleaban gemas de virtudes maravillosas aquel lejano pasado, los enanos devolvfan al buen camino al caba- 0 perdido, o por el contrario se burlaban de él y lo humillaban. Iban buscar a los valientes para que los librasen de un gigante o de un dra- in que les hacia la vida imposible. En aquella lejana época, Berta hila- Carlomagno temia encontrarse con las hadas, la reina Piedeoca escon- su pie de ansarén en los pliegues de su manto, y san Brandin se tba a la busca del paraiso terrenal. Era la Edad Media. Campos, bos- y arenales, aguas y montes bullian de vida oculta; la naturaleza esta- poblada por mil criaturas, las més de las veces habitantes de la noche, ‘entre éstos estaban los enanos. Gobelins o lutins, elfos y duendes, zquién sabria hoy qué fueron el mundo de antafio antes de convertirse en pequefios personajes de 0s maravillosos y leyendas? Hace mucho tiempo, cada uno de ellos dba de existencia propia y ejercia una actividad reflejada en su nom- , pero han pasado los siglos y se ha hecho notar la erosién del tiem- , de modo que para nosotros los enanos son muy misteriosos. For- R.B. La Varenne, 3 de marzo de 1988, 1B ODUCCION ENANOS Y ELFOS EN LA EDAD MEDIA INTR ‘man parte de esos vestigios de nuestra antigiiedad, val, de esos restos que acarrea Ia historia y que I siglo XX encuentran a lo largo de los textos, ; La evolucién histérica, y sobre todo Is cristianizacién, fue us, "Alemania, el gran poeta Wieland se inspira en agresién de la que los enanos no se rehicieron nunca, Confundida ne rs Oho de (1780), del que Goarha pronen- con incubos, demonios y diablos, las diferentes razas de seres emo, én para escril ee card el Oberén de Wieland mientras la damente designados con el vocablo cenano» ya no formaron mie que Se a cca an essen, Hl compottor una sols familia, Viendo en ella la huella de un paganisma a I oe Chet on Sper, capo earsio de caltbrd do, la Iglesia la hizo objeto de anatema, desnaturaliee el conjunto de. yon Weber hizo de - il de 1826 y que Paris descubrié el 15 de Seogneias que tenian que ver con ella y enredé de tal manera los hilos OU seals Rowdid voce a tomar el tema para hacer de las diversas tradiciones que el resultado fue una maraia que hign eee eee eee re retroceder a los investigadores. bes, yen 1922 Alex Armour escribe un melo Seal dees Quien intente saber qué erén. Estas son las grandes etapas de la laridad? rsonaje. De dénde viene tal populari Pea ae a figura enigmética y fascinante que se sitia a, } esa Rifeecat tones de antic. Se uae —escribe nae ba cruci ipo legendario y probablemente i ue nos las habemos con un tipo leg a om mes Se MUN, no tml mln nym enanos no son unos desconocidos, y sménica» . Su recuperacién en ey ise poems oe vas See clos, hombrecillos barbudos de gorre igo de Saint-Omer se inscribe en el gra el Occidente medi los investigadores dal wperadoreselfinos. Shakespeare consagra 2 cle ar unc noche de Sernc. Ea al com Neer cen (1705-1783) rodesabre al que aman ol peau aa y adapta el romance medieval para la Biblioahéque uni- mente en Ia literatura fabulosa antigu de cuentos relativamente recientes, aparte de algunos articulos de bi reciente y fiable. Sin embargo, lo: cualquiera es capaz de imagindrs a, 0 bien lo hacen en colecciones las Zi iglo antes. Los letrados recurren a ‘ojo, traviesos y guasones, serviciales y plcaros, industrious y hétilen Bem hebie inisnds we si ceguiees, xb iearsion cols pel Asi es como los vemos en los jardines, sobre todo en Bélgica y Ale. diciones orales y a las creencias p mania, y més recientemente en nuestro pais, pero alguien se ha pre- guntado nunca qué hacfan alli? De todos los enanos de Alberich, es sin duda el mds iajes, ete.—, para enriquecer su repertorio y dar més SNe ee acrary asl ef coun enue Obata |a Edad Media, Auberon, u Oberdn, alias Ia literatura y es inmortalizado ee ne Joraledol pers heciae- célebre. Pertenece a una larga tradicibn lite. a te Laarea'y inch, de oda eee lgencia Ade taria y hace su aparicién en Francia en el siglo XII, en Huon de Bur- mezcla afortunada de Cree pias Pisce Olessates antes deos, cuyo éxito fue inmenso pero cuyo autor ignoramos', El cantar fue grandeza y bondad, genio tute fi dadera Saran leee orn rene modificado, dotado de una introduccién que contaba las mocedales de ee ont a bajo el barniz cortés de las Oberén, traducido al flamenco, y luego al inglés por sir John Bourchier, antiguas y originales, traslucer Al otro lado del canal de la Mancha, Chaucer habla de‘Oberén en [Guertos de Canterbury, Robert Green lo pone en escena en su drama tia lado jaime IV, y Spenser le da una magnifica genealogia en su Grbvie pe eee ele ¢ cL. Fink, «Naissance et Apogée du ‘conte mer eemcniten hes (17401000), ari i968 el ints oe! Unto de Banga, 8) er Paris, 1982, p. 100. "GFP Ruelle, Hom de Bordeaux, Bruxeles/Patis, 1960, introduccién, > Le Merceilleux a Moyen Age, Paris, 1982, p. ENANOS ¥ ELFOS EN LA EDAD MEDIA INTRODUCCION 5 BI resultado esté entonces a Ia altura del esfuerzo: ‘que permiten tender un puente entre las s vos en lo que Georges Dumézil logré rescatar de las brumas del cias de antafio. traspasando las fronteras de Occidentel Hay que emplear todos Raarsos,exclarecer la Hiteratura por medio de la civilizacin y a la fin excluir ninguna forma de escrito. Ta examen atento de los textos en los que ocupan un papel des- Jos enanos muestra que el mundo céltico y el germinico estén en cuanto uno empieza a ocu| ‘cerca uno de otro: basta comparar, por ejemplo, los cuentos de que se denomina la mitologia menor, o baja mitolog! ver con I Thermanos Grimm con los recogidos por T. Crofton Croker (1825) se convierte en una desventaja. No poderen ne cei la especializacion orm Kennedy (1866-1871) para Irlanda y el Pais de Gales, y por ae e una sola civilizaci ce heim) con estudiar = Campbell (1860-1862) para Escocia’. Francia ocupa un lugar apar- smasiado a menudo, pu ; F que se come: ‘cipar, por lo que se refiere a los enanos y también a muchas bre medieval: homo me al cari peed el sobrenombre del home ; se, ie ee dee civilizaciones, pero el aie digimoslo de producen de modo permanente en el seno de ls dire an ios UE I, no es un personaje del mundo roménico. Le Alvar . 6051s, dF. Guesard & A. de Monagln, Pai, 17 Anciens poites de la France, X), eae ee "BLA! Miche, 9 vay Gendve/Pai, 1978 és rtburienne, 3 Vol > Tad. R. Lous, Paris, 1970, p. $1. Gf también E. Fal, La Légende arth Pars, 1969, para los documentos mis antiguos.

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