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La civilización griega

 Introducción
 Epoca oscura de Grecia (1200 a 750 a.C)
 La religión griega
 La ciudad-estado
 Los Juegos Olímpicos
 La colonización griega (siglos VII a VI a.C)
 La cultura de la época
 Esparta y Atenas
 La decadencia de Grecia
 Esplendor de la filosofía
Introducción

Grecia ha ejercido durante siglos un irresistible hechizo sobre la imaginación de los hombres.
Los romanos, que incorporaron Grecia a su imperio - y en cuyo proceso no rehuyeron el
saqueo de sus ciudades-resultaron profundamente impresionados por ella. (En la imagen:
Teatro de Delfos, uno de los más importantes de Grecia)
Cuando el Renacimiento Italiano del siglo XV despertó un interés acrecentado sobre el mundo
antiguo, fue Roma la que primeramente atrajo la atención. Pero tras la imponente fachada
romana los eruditos y los poetas percibieron la presencia de algo más poderoso y más
seductor. Poco a poco, y a medida que se fue desenredando de las neblinas del pasado, se
reveló toda la majestad de la proeza griega. Tan grande era su prestigio que las ideas sobre
medicina, astronomía y geografía fueron aceptadas con fe incuestionable hasta el siglo XVII,
en el cual el nacimiento de un nuevo espíritu científico inauguró la era de la experimentación y
de la investigación, en la que a nosotros nos ha tocado vivir y realizarnos.
Incluso en la actualidad, después de haber desechado tantas creencias y cosmologías, la visión
griega de la vida nos estimula y nos exalta. La Grecia Antigua dejó algunas de la obras de arte
y monumentos literarios más magníficos que jamás una civilización haya legado a otra. Pero
no es principalmente por ellos por lo que el legado de Grecia es magno. Se debe más bien al
espíritu que ellos evocan, un espíritu encendido en el convencimiento de que el hombre es un
ser libre y en verdad sublime. Para los griegos, todas las cosas de la vida debían disfrutarse
con moderación. Aprendieron a mantener sus cuerpos tan sanos como sus mentes, a poner
orden en el desorden y a vivir en armonía con sus conciudadanos.
El genio griego
La Grecia clásica aportó, tanto a la arquitectura como a la artesanía de utensilios domésticos,
un gran sentido de pureza, elegancia y de funcionalismo. La belleza- aunque también la
amaban con moderación- estaba por encima de todo precio. Cuando el rey de Bitina se ofreció
para pagar todas las deudas del empobrecido pueblo de Cnido, con tal de que le vendieran la
estatua de Afrodita de Praxíteles, lo despreciaron.
A los griegos no les impresionaba el concepto de lo "grandioso". El amor a la moderación no
era una frase desprovista de sentido; empleada en contadas ocasiones, influenciaba toda la
vida de los habitantes de la antigua Grecia hasta el momento de su muerte. Los griegos
apreciaban esta cualidad hasta en sus políticos y en sus más populares atletas. Cuando un
corredor famoso llegó a Esparta vanagloriándose de poder permanecer de pie -en una sola
pierna- por más tiempo que cualquier otro ciudadano de la Hélade, el pueblo lo arrojó de la
ciudad por enorgullecerse de una habilidad que cualquier ganso podía realizar con idéntico
éxito.
Lo mínimo que se esperaba de los luchadores griegos era una valentía temeraria. Pero se
admiraba el estilo empleado en la guerra. Los griegos estimaban a Leónidas el espartano
porque, habiéndosele informado de que las huestes enemigas en las Termópilas eran tan
numerosas que oscurecían el sol con sus flechas, replicó: "tanto mejor, así lucharemos a la
sombra".
Los griegos tenían igual respeto por el valor mental que por el físico, puesto que creían que la
vida ideal era la que transcurría en pos de conseguir la excelencia en todas las cosas. Un
hombre completo debía ser igualmente activo como atleta, filósofo, juez, poeta o cualquier
otro empeño de valor. El filósofo Sócrates trabajó un tiempo como aprendiz de escultor; el
comediógrafo Sófocles no sólo actuó como general sino que en distintas ocasiones fue
tesorero del Estado, diplomático y sacerdote. En los festivales atléticos se concebían también
premios a los mejores poetas y destacados rapsodas, bailarines y músicos.
Salvo por lo que hace a la técnica relacionada con las máquinas propiamente tales, a penas hay
cosa en el aspecto profano de nuestra cultura que no proceda de Grecia. Las escuelas, los
gimnasios, la aritmética, la geometría, la historia, la retórica, la física, la biología, la anatomía,
la higiene, la terapéutica, la cosmética, la poesía, la música, la tragedia, la comedia, la
filosofía, la teología, el agnosticismo, el escepticismo, el estoicismo, el epicureísmo, la ética,
la política, el idealismo, la filantropía , el cinismo, la tiranía, la plutocracia y la democracia;
todas estas son palabras griegas que designan formas culturales que, si bien por lo general no
tuvieron su origen en Grecia, aquí se desarrollaron y maduraron, para bien o para mal, gracias
al intenso dinamismo de los helenos.
Todos los problemas que hoy nos preocupan ya agitaron hace miles de años la brillante y
turbulenta vida de la antigua Hélade. La destrucción de la riqueza forestal y el
empobrecimiento del suelo; la emancipación de la mujer y la limitación de la prole; la
corrupción política y las perversiones morales; la lucha entre Oriente y Occidente. Nada hay
en la civilización griega que no pueda servirnos de ejemplo y enseñanza.
Grecia en el mapa
Grecia es la extremidad meridional de la península de los Balcanes. Si se mira un mapa de
Europa se podrá observar que la patria del dios Apolo tiene la forma de una mano esquelética
que extiende sus dedos, torcidos e irregulares, sobre el mar Mediterráneo. Al sur de ella se
extiende la gran isla de Creta. Desde la que aquellos dedos codiciosos capturaron, en el
segundo milenio antes de Cristo, los comienzos de una civilización y una cultura que
inmortalizarían a la Grecia clásica.
Colocada en el Oriente del Mediterráneo y en medio del mundo antiguo, la Hélade pudo
fácilmente ocupar, gracias a su situación admirable, el centro de la cultura y del comercio.
Bastante cerca de Egipto y de algunos reinos asiáticos para apoderarse de la civilización de
estos países, estaba separada de ella por el mar, que le permitió mantener su independencia y
los rasgos propios de su personalidad.
Ninguna otra península europea posee una configuración geográfica tan accidentada. Sus
costas sinuosas forman golfos y bahías, lo que facilita la navegación. Esta ventaja natural
permitió a los griegos alcanzar un desarrollo en la navegación y el comercio. Los marinos
helenos pasaban de Europa al Asia a través del mar Egeo sin dejar de tener nunca tierra a la
vista. Centenares de islas maravillosas servían de faro a los barcos, carentes entonces de
brújula.
Los griegos denominaban al Mediterráneo Ho Pontos, el paso o camino, y para hacérselo
propicio, llamaban al Mar Negro Ho Pontos Euxeinos, es decir, al mar hospitalario, tal vez
porque recibía a los barcos diferentes del sur con corrientes y vientos adversos. Los ríos que
en él desembocan y sus frecuentes nieblas, reducen la evaporación, hacen que el nivel del Mar
Negro sea más alto que el del Mediterráneo, lo que origina una poderosa corriente que,
pasando a través del angosto Bósforo y de el Helesponto, entra en el Egeo. El mar de Mármara
era la Propontis, o sea la que está antes del mar.
Los primeros habitantes
Grecia estuvo poblada originalmente por los pelasgos, un grupo humano relacionado con las
antiguas poblaciones del Asia Menor y de Creta, pertenecientes a la raza Mediterránea.
Al comenzar el segundo milenio antes de Cristo, la península de los Balcanes fue ocupada por
los indoeuropeos, destacándose tres grupos: los ilirios, que se ubicaron a orillas del mar
Adriático; los tracio-frigios, que se establecieron entre los Cárpatos, el Mar Negro y la cadena
montañosa del Pindo. Una rama pasó también al Asia Menor. Finalmente los griegos, que se
instalaron en el sur. Los invasores entraron a Grecia en oleadas sucesivas y el primer nombre
común que se usó para designarlos es el de "aqueos", como los llama el poeta Homero.
Cuando siglos más tarde, con la llegada de nuevos pueblos de origen indoeuropeo, se formó la
nación griega del periodo clásico, surgieron los nombres de "helenos" y "griegos", con que
estos se designaban en oposición a los extranjeros, los "bárbaros".
Epoca oscura de Grecia (1200 a 750 a.C)
Los dorios atacaron y destruyeron las ciudades micénicas cuando éstas se habían debilitado
por las guerras. Los conquistadores vivieron como intrusos en los palacios micénicos
quemados, pero no los reconstruyeron. Las inscripciones se esfumaron y el arte de escribir
desapareció. Los trabajos de artesanía decayeron. Las armas de bronce magníficamente
trabajadas fueron reemplazada por otras más toscas -aunque más efectivas- de hierro. (A
partir del año 600 a.C.ya imperan dos estilos arquitectónicos, el jónico y el de Grecia
continental. La imagen representa el templo de Artemisa, en Efeso, un bello ejemplo del
estilo jónico)
La sociedad micénica de rígida organización fue totalmente desintegrada por los asaltos de los
dorios. Muchos de los micénicos desposeídos de sus bienes se tornaron vagabundos sin
rumbo. A este caos de gente en movimiento se añadieron los traslados de los propios
conquistadores, si bien sus viajes tenían una finalidad. No contentos con saquear las ciudades
micénicas, los dorios presionaron en dirección sur y conquistaron la llanura de Laconia. Desde
el continente griego se embarcaron por el Mediterráneo hasta Creta y la subyugaron por
completo. Y desde Creta una pequeña travesía los llevó a Rodas e islas adyacentes.
Esta fue la Epoca Oscura de Grecia. Ahora bien, aunque escasos remanentes de la antigua
cultura micénica permanecieron aquí y allá -en la isla de Chipre, en las montañas de Arcadia y
en Atica agrupados en torno a la pequeña ciudad de Atenas-, la mayoría del viejo pueblo
aqueo se dispersó.
Dispersión Aquea
Los emigrantes aqueos siguieron las rutas descubiertas en los siglos anteriores por sus
antepasados, continuando e intensificando, de este modo, la colonización griega de las islas
egeas y de las costas de Asia Menor. A raíz de este éxodo surgieron tres importantes zonas:
Eolia, en la parte norte del litoral, entre el Helesponto y el golfo de Esmirna, incluyendo las
islas de Tenedos y Lesbos; Jonia, en la zona central, entre el golfo de Esmirna y el de Jaso,
con las islas de Quíos, Naxos y Samos (sus pobladores fueron los jonios) y Dórida formada
por dorios que siguieron a aquellos que habían huido ante ellos.
De estas tres zonas de colonización, la más importante fue Jonia, pues en ella la civilización
micénica tomó, al relacionarse con Oriente, la forma especial de la civilización jónica. Sin
embargo, no fue esta una continuación , sino una creación original con formas totalmente
nuevas en el orden político, social, económico e intelectual.
Homero fue la culminación del nuevo espíritu que floreció en Jonia, pero no fue la única
manifestación de dicho espíritu. En las artes plásticas, los ceramistas, los fundidores y los
tallistas en madera se movían en nuevas direcciones. Las estatuillas de barro y de bronce
comenzaron a aludir al cuerpo en movimiento: los ropajes aún aparecían estilizados, pero bajo
ellos había un cuerpo. Los templos se adornaron con esculturas de madera, y a medida que los
marineros y los comerciantes griegos se aventuraron más lejos, trajeron a casa joyas y adornos
de oro y marfil aliado, para sí y para obsequiar a sus esposas, madres y hermanas.
Pronto en la Grecia continental se comenzó a copiar y a competir con las colonias jónicas.
Aunque las comunidades mantenían sus reyes patriarcales y gobiernos autónomos, los pueblos
se mezclaron libre y fácilmente. Incluso mezclaban sus actividades con ritos religiosos
comunes. Uno de los primeros fue el festival de canto, danza y juegos en honor de Apolo de la
isla de Delos. Pero un evento mucho más famoso eran los grandes juegos celebrados en
Olimpia en honor de Zeus cada cuatro años. Para el pueblo griego estos juegos eran
especialmente y por encima de todos una manifestación más de su cultura compartida.
Al final de la Epoca Oscura se produjo un desarrollo que hizo aún más fuerte la unidad
griega: la aparición de un alfabeto griego. La escritura ya existía en los tiempos micénicos,
pero era un sistema torpe, bueno para hacer listas y la contaduría de libros, aunque poco
adecuado para la literatura. El nuevo alfabeto se basaba en el de Fenicia, pero adquirió vocales
con que suplementar las consonantes fenicias. Estando admirablemente adaptado a muchas de
las necesidades, se extendió rápidamente a todas las partes del mundo griego.
Disponiendo de un alfabeto, muchas materias que antes había que encomendar a la memoria o
limitarse a tener unas notas de ellas, podían ahora escribirse como documentos literarios. Las
leyes se esculpieron en piedra y se colocaron en la plaza pública para que las leyera todo el
mundo, y la poesía de Homero probablemente se escribió - a lo menos en parte - durante su
vida. El alfabeto griego tomó diversas formas, una de las cuales condujo al alfabeto etrusco,
el cual a su vez inspiró el alfabeto latino que el mundo occidental emplea actualmente.
Con la escritura y la literatura, y con un prometedor renacimiento de sus artes y oficios, Jonia
surgió de la Epoca Oscura a la luz del sol del helenismo y comenzó a extender su mensaje de
belleza y refinamiento por todo el mundo griego.
La religión griega
Según la creencia griega, al principio había un gran vacío denominado Caos. De Caos, a la
larga, surgieron los dioses Mayores o Titanes, acaudillados por Cronos -el Tiempo-. De la
unión de Cronos con la diosa Rhea nacieron muchos hijos, a los que este devoraba a penas
surgían a la vida, para evitar que se rebelaran contra su poder. Pero Rhea consiguió engañar a
Cronos y salvar de su voracidad a varios de sus hijos, que fueron Zeus, Poseidón, Hades,
Deméter y Hera. Zeus luchó contra su padre, lo encadenó y heredó su poder. Con la ayuda de
sus hermanos derrotó a los Titanes y los fulminó con el rayo divino. Desde entonces Zeus fue
el dominador indiscutido del Universo, dio al mundo la armonía y la paz.
La religión griega era politeísta porque rindió culto a numerosos dioses, y era antropomórfica
-del griego antropos: hombre, y morfos: forma- porque las divinidades eran concebidas y
representadas con forma humana. No solamente los humanizaban a su apariencia física, sino
que también les atribuían las cualidades, las pasiones, las virtudes y aún los defectos de los
hombres. Pero eran inmortales y eternamente jóvenes, alimentándose de néctar y ambrosia. Su
residencia era el monte Olimpo donde Zeus, el más poderoso de los dioses reinaba sobre los
demás. Las creencias sobre el origen del mundo aparecen minuciosamente explicadas en un
poema llamado Teogonía u origen de los dioses, cuya redacción se atribuye al griego
Hesíodo, que vivió en el siglo VII a.C.
La familia olímpica
Zeus (Júpiter): Es el dios supremo, soberano de los dioses, de los hombres y del mundo.
Personifica al cielo y la luz, y es el señor de la vida y de la muerte. (En la imagen)
Palas Atenea (Minerva): Virgen patrona de las artes del hogar, diosa de la sabiduría. Nació
completamente desarrollada de la frente de Zeus.
Artemisa (Diana): Diosa virgen de la luna, hermana gemela de Apolo, maravillosa cazadora,
guardiana de las ciudades, de los animales y de las mujeres.
Hera (Juno): Protectora del matrimonio, de las mujeres casadas, de los niños y del hogar. Era
la hermana y la esposa de Zeus.
Afrodita (Venus): Diosa del amor y de la belleza. (En la imagen)
Demeter (Ceres): Diosa de las cosechas, dadora de los granos y de los frutos.
Hermes (Mercurio): Hijo de Zeus. Es el dios de los comerciantes y de los ladrones, de la
habilidad y de la astucia.
Poseidón (Neptuno): Hermano de Zeus, dios del mar y de los terremotos.
Dionisios (Baco): Dios del vino y de la fertilidad, de la vida natural y de la hospitalidad.
Ares (Marte): Dios de la guerra, simbolizado adecuadamente por un buitre.
Hefesto (Vulcano): Dios del fuego y de los artesanos. Fue expulsado del Olimpo por su
propia madre, Hera, disgustada por su cojera.
Apolo (Febo): Dios del sol y patrón de la verdad, de la arquería, música, medicina y profecía,
era el más majestuosos de los olímpicos.(En la imagen)
Héroes, oráculos y misterios
Los héroes de la mitología griega- del griego mythos: fábulas-, a diferencia de los dioses,
eran mortales, pero de una casta muy especial y algunos de ellos pretendían ser descendientes
de los dioses. Sus hazañas eran objeto de descripción en leyendas, y estaban representadas en
obras de arte que expresaban los puntos de vista griegos sobre la vida y la conducta humana.
Las leyendas más famosas fueron las de Lo, Deucalión y Pirra, Heracles o Hércules, que
recibió la orden de completar 12 trabajos como expiación de un crimen cometido por su padre.
Edipo, cuya suerte desgraciada es la de un hombre que no puede escapar a su destino. Perseo,
Jasón y el Vellonicio de oro, Cadmo y su hermana Europa, que diera nombre al continente
europeo; Teseo, pariente de Heracles y matador del Minotauro de Creta; Atalanta, mujer bella
y valiente (ofreció casarse con el que la venciera a una carrera a pie, pero mataría a los que
perdieran). Belerofonte, que recibió la orden de matar a la Quimera; los Atridas, familia de
héroes del Peloponeso y protagonistas de las más famosas de las leyendas. Los héroes de
Troya, cantados por Homero en sus inmortales poemas La Iliada y la Odisea.
Los templos eran las casas de los dioses y no lugares de oración. Los actos de culto consistían
en oraciones, himnos cantados con acompañamiento de instrumentos musicales, ofrendas de
objetos o alimentos, y sobre todo, sacrificios de animales. Estos sacrificios eran de diversas
clases, el más común y corriente consistía en la inmolación sobre el altar de un cabrito o un
cordero. Se llamaba holocausto a la forma especial de sacrificio en que se dejaba consumir
enteramente la víctima por el fuego sagrado. La hecatombe era el sacrificio de mayor
ostentación, que sólo las ciudades o los grandes propietarios podían ofrecer, pues en él se
inmolaban 100 bueyes a la vez. De ahí el sentido actual y corriente de la palabra hecatombe,
cuyos sinónimos, entre otros son carnicería y matanza.
En la Hélade hubo templos que se convirtieron en los grandes santuarios de todo el mundo
griego. Tal fue el templo de Zeus en Olimpia. También el santuario de Apolo en delfos,
situado en Focidia, al pie del Parnaso. Apolo, a quien los griegos atribuían dones proféticos,
solía revelar la voluntad divina por medio de "oráculos". Así lo creían los helenos, que
acudían desde las ciudades más lejanas a consultar ansiosos al oráculo.
Además de los innumerables dioses y héroes, a quienes los griegos rendían un culto público,
cada familia tenía su propia religión particular. El eje de esta religión doméstica era el culto
de los antepasados, basado en la concepción que los griegos se hacían de la muerte. Creían
que los muertos continuaban viviendo en el sepulcro, y que conservaban las mismas
necesidades que en vida. Los griegos de la época de Homero no tuvieron sobre la vida de
ultratumba más nociones que las consagradas por la religión doméstica. Pero, gradualmente,
elaboraron ideas más acabadas y de mayor contenido moral respecto al destino de las almas.
Ya no creyeron suficientes los ritos funerarios para alcanzar la felicidad en la otra vida, sino
que concibieron a ésta como el premio discernido por los dioses a los que fueron de conducta
buena y justa. Pensaron entonces que después de la muerte de las almas atravesaron los ríos
infernales- el Aqueronte, por ejemplo-conducidas por la barca de Caronte y comparecían
ante tres jueces. El virtuoso era admitido a gozar de la felicidad de los justos en los Campos
Elíseos-región deliciosa en que la naturaleza se hallaba permanentemente en torno a su
esplendor- . El malvado era condenado, inexorablemente a los suplicios del Tártaro- del
griego tartaros, que significa infierno, lugar de tormento. El mundo subterráneo estaba
cuestionado por el monstruoso Cancerbero, un perro de tres cabezas.
El culto de algunos dioses estaba vinculado con ceremonias secretas a las que sólo podían
asistir los fieles iniciados en ellas. Su revelación se castigaba con penas que llegaban hasta la
muerte. El más importante de esos cultos misteriosos era el realizado por la localidad de
Eleusis, próxima a Atenas, en un santuario levantado en honor de la diosa Deméter.
El mito de Deméter simboliza la alternativa de la vegetación, y la alternancia periódica de
muerte y resurrección de los frutos de la tierra debía sugerir la noción de una resurrección
semejante del alma humana que no se aniquilaba con la muerte. Esta era, precisamente la
creencia esencial que animaba los misterios de Eleusis.
Otro mito importante, por el desarrollo que dio a la noción de la vida de ultratumba, era el
celebrado en honor del héroe Orfeo. El orfismo se difundió rápidamente en el mundo
helénico a partir del siglo VI a.C. y se mezclaba con la figura divina de Dionisios, devorado
por los Titanes, hijos de la Tierra y del Cielo y antepasados del género humano. Para el
orfismo, en los hombres coexisten dos elementos: uno grosero y material, el cuerpo,
heredado de los Titanes; otro divino y espiritual, el alma, prisionera en la miserable y
grosera envoltura carnal sometiéndose a prácticas ascéticas y ajustando su conducta a
una moral severa. Así triunfaría en ellos el elemento divino y sería vencida la muerte por una
definitiva resurrección.
La ciudad-estado
Las dos etapas culminantes de la cultura europea- la Grecia antigua y el Renacimiento
italiano- se asentaron sobre un comienzo político que no iba más allá de la ciudad-estado. Es
posible que, en el caso de Grecia, haya contribuido a ella el factor geográfico. Allí, en efecto,
las montañas y el agua aparecían por doquier, siendo los puentes raros y malos caminos. Y
aunque el mar era una ruta abierta, servía más bien a los que mantenían entre sí relaciones
comerciales.(En la imagen: Parte del Erecteión en la Acrópilis de Atenas, que muestra las
hermosas Cariátides. Estas son esculturas de mujer que soportan la parte superior del
edificio).
La diferencia de intereses económicos y políticos mantenía separadas a las ciudades.
Luchaban entre sí, en el afán de conseguir lejanos mercados o de abastecerse de cereales, o
bien formaban alianzas rivales para alcanzar el dominio del mar. Contribuía a esas divisiones
la diversidad de origen, pues si bien los griegos se estimaban pertenecientes a una misma raza,
la peculiaridad de los distintos grupos tribales de eolios, jonios, aqueos y dorios era vivamente
sentida, y Atenas y Esparta se odiaban con gran virulencia. Las diferencias de religión
fomentaban las divisiones políticas, y éstas, a su vez, contribuían a ahondar a aquellas. Los
cultos privativos de cada localidad y clan dieron lugar a festivales y calendarios diversos y a
diferentes costumbres, leyes y tribunales.
Desde un punto de vista histórico la ciudad-estado no era sino la comunidad aldeana en una
fase superior de fusión o progreso: un mercado común un lugar de reuniones, un centro
judicial para todos los labradores de una misma comarca, que pertenecía a la misma estirpe y
adoraban al mismo Dios. Desde un punto de vista político, fue la ciudad-estado expresión del
más perfecto equilibrio a que los griegos podían llegar entre esos dos factores de la sociedad
humana, opuestos y oscilantes, que son el orden y la libertad. Aristóteles concebía el Estado
como una asociación de hombres libres que reconocen un mismo gobierno y que pueden
reunirse en asambleas, estimando no ser viable aquel que tuviera más de 10 mil ciudadanos.
En lengua griega la palabra polis significaba, a la vez, ciudad y estado.
Es bien sabido que los Helenos no lograron realizar la unidad política, cabe, pues, hablar se
civilización griega o helénica, pero no de un estado helénico, y por eso la historia política de
los griegos es la historia de las luchas incesantes entre las diversas ciudades que deseaban
imponer su hegemonía a las otras. Empero, sin la ciudad-estado, Grecia no habría existido.
Sólo aquel sentido de individualidad ciudadana que los griegos tenían, aquel celo por su
independencia y la rica variedad de sus instituciones, costumbres, artes y dioses podían
estimularlos, por la competencia y la emulación, a vivir la vida humana con una fruición, una
plenitud y una originalidad creadora como ninguna otra sociedad conoció jamás.
Los Juegos Olímpicos
Si la religión no consiguió unificar a Grecia, los deportes lo lograron periódicamente. Las
gentes iban a Olimpia, Delfos, Corintio y Nemea no tanto para honrar a los dioses, pues estos
podían ser venerados en cualquier parte, cuanto para asistir a las bravas pugnas de atletas
elegidos y a la congregación ecuménica de griegos de todas las regiones de la Hélade.
Alejandro, que podía contemplar a Grecia desde fuera, consideraba a Olimpia como la capital
del mundo griego.
Bajo el aspecto del deporte aparecía la religión verdadera de los griegos: el culto a la salud, la
belleza y el vigor. "Estar sano-decía Simónides- es lo mejor que el hombre puede poseer".
Apenas había una ciudad que no organizara juegos en honor de los dioses, pero la atención de
toda Grecia estaba centrada sobre los cuatro grandes festivales panhelénicos: los Juegos
Olímpicos de Olimpia, en honor de Zeus, y los Juegos Píticos de Delfos, en honor de Apolo.
La leyenda decía que Apolo había matado en Delfos a la serpiente Pitón. De ahí el nombre de
Apolo Pítico. Ambos se celebraban cada cuatro años. En Nemea, localidad de Argólida, se
efectuaban los Juegos Nemeicos, en recuerdo de la hazaña realizada allí por Heracles al dar
muerte al león de Nemea, y en el Istmo de Corinto se celebraban los Juegos Istmicos, en honor
de Poseidón. Estos juegos tenían lugar cada dos años. Atraían atletas- de azlos-, pugna-de
todas partes de la Hélade , e incluso de partes tan apartadas como Marsella. Competían como
individuos, no como equipos- aunque sus respectivas ciudades se vanagloriaban de sus
triunfos-. Las guerras se dejaban de lado por los juegos; Esparta fue multada por violar la
tregua durante la guerra del Peloponeso.
Los juegos panhelénicos más importantes eran los olímpicos, que se celebraban en Olimpia,
donde están las ruinas mudas de la palestra o zona de entrenamiento. Las pruebas duraban
siete días, y comprendían los siguientes ejercicios: la carrera simple o doble, a lo largo del
Estadio, de 185 metros de longitud, la carrera con armas, la lucha, el pugilato, el lanzamiento
de la jabalina, el lanzamiento del disco, el pentatlón, o cinco combates, y las carreras de
carros, que era el espectáculo que provocaba mayor entusiasmo entre los concurrentes. Pocos
de los competidores que tomaban la salida terminaban el recorrido. Incluso alguno de ellos
perdía la vida.
A los vencedores se les recompensaba con unas coronas de olivos, único premio oficial. Pero
al retorno de Olimpia toda clase de honores esperaban en su ciudad natal al atleta victorioso.
Se colocaba su estatua en sitio de preferencia y en sitios públicos se cantaban poemas para
inmortalizar sus hazañas.
El entrenamiento era un trabajo duro. No es casualidad que la palabra griega con que se
expresa juegos públicos corresponde al vocablo "agonía". Se cuenta de Milo de Crotona que
había desarrollado sus músculos llevando al hombro, día tras día, un ternero hasta que se hizo
toro adulto.
La era de las Olimpiadas
La primera gran fiesta panhelénica celebrada en el templo de Olimpia data del año 776 a.C y
desde entonces los juegos en honor de Zeus se efectuaron ininterrumpidamente cada cuatro
años. Los griegos atribuían tanta importancia a las fiestas olímpicas que sirvieron de base al
sistema de contar el tiempo, y la fecha de la primera gran fiesta olímpica -776 a.C- fue tomada
como punto de partida de su cronología. Desde entonces se empezó a contar el tiempo por
Olimpiadas o periodos de cuatro años. Así, por ejemplo, para indicar la fecha de un suceso se
decía: en el año primero, segundo, tercero o cuarto de tal Olimpiada.
La colonización griega
(siglos VII a VI a.C)
El movimiento de colonización del Mediterráneo, que había de transformar en todos sus
aspectos la vida griega, se produjo en el correr de los siglos VIII, VII y VI a.C, y es uno de los
helenos.
Una de las causas más importantes del movimiento colonial fue la densidad excesiva de la
población, que habitaba en un suelo sumamente pobre. Por otra parte, las tierras estaban
acaparadas por las familias nobles que, lejos de facilitar su división, se empeñaban en
concentrar la mayor cantidad posible de tierra, oprimiendo a los pequeños propietarios. Otra
causa que influyó sensiblemente en la colonización fue la situación política dentro de las
ciudades, cuyo gobierno en este periodo estaba monopolizado por la nobleza, había luchas
constantes, sangrientas y crueles que impulsaron a los vencidos a alejarse de su país para
fundar, en otra parte, una nueva patria que les fuera más generosa y más propicia.
Una de las primeras zonas colonizadas por los griegos fueron las costas de Macedonia y el
norte del mar Egeo, donde fundaron numerosas colonias como Olinto y Potidea. Después
colonizaron la ruta de los estrechos que, a través del mar de Mármara, conducen al mar Negro.
Así establecieron colonias como Sestos y Abydos a la entrada del helesponto -dardanelos-;
Cizico, en el mar de Mármara; Bizancio, centinela del Bósforo. Finalmente, el mar negro fue
el nuevo vasto escenario de la colonización: Odesa, Tania, Panticapea, Quersoneso, Fasia,
Sínope y Heraclea, gracias a la exportación de cereales en gran escala, convirtieron el mar
negro o Ponto Euxino en el granero del mundo griego.
Los griegos, además, colonizaron parte de la isla de Chipre y fundaron en la región del delta
del Nilo, previa concesión de los faraones, la ciudad de Naucratis. En el norte de Africa la
principal colonia fue Cirene, en la región que hoy conocemos como Libia.
El número de colonias fundadas en el sur de Italia fue tan amplio que la civilización helénica
pudo imponerse totalmente. Incluso el griego llegó a ser el idioma de la población primitiva.
Las primeras colonias griegas en el sur de Italia datan del 750 a.C. Un siglo después se
extendían desde el golfo de Tarento el golfo de Nápoles. Allí fundaron infinidad de ciudades.
Entre las más importantes estaban Síbaria, Crotona y Tarento; Nápoles; Mesina y Siracusa en
Sicilia; Neapolis o Nápolis -Neapolis significa en griego ciudad nueva- y Cumas en la costa
del mar Tirreno. El sur de la península italiana y Sicilia se convirtieron, así, en una nueva
Grecia, a la que se llamó más tarde Magna Grecia.
Sobre el año 600 a.C los griegos jonios de la isla Focea del Asia Menor, percibiendo las
ventajas del puerto natural de la marsellesa actual, fundaron allí una colonia que denominaron
Massilia.
Al este de Masilia, a lo largo del litoral que ahora es la Rivera francesa, se establecieron las
antiguas colonias griegas de Nicea, Heracles Monecus y Antipolis - en la actualidad Niza,
Mónaco y Antibes, respectivamente- En España se fundaron Ampurias, Sagunto y Málaga.
Masilia tenía un comercio floreciente, trocando productos griegos manufacturados por
materias primas celtas. Sus negocios los llevaron río arriba por el Ródano hasta las regiones
interiores de Gaul, y tan hacia occidente como hasta Cronwall -Inglaterra- e Irlanda. Una
prueba de que existió este intercambio es un gran vaso de bronce encontrado en Vix, cerca de
Chatillonsur-Seine, a unos 225 kilómetros al sureste de París. Constituye un bello y famoso
ejemplar de la artesanía griega arcaica, y puede que haya sido encargado por algún rey local
como regalo de boda.
Consecuencias de la colonización
La expansión por el Mediterráneo favoreció el desarrollo de la navegación; los griegos
revelaron notables condiciones de navegantes y construyeron barcos más rápidos que los
usados por los fenicios. Estimuló el comercio de modo extraordinario y, como necesaria
consecuencia, la industria progresó considerablemente. La cerámica fue una de las
producciones mejor cotizadas de la industria artística griega de esta época.
El progreso económico del mundo griego se aceleró al aparecer la moneda. Las primeras
monedas empezaron a usarse en el reino de Lidia, en el Asia Menor, a principios del siglo VI
a.C.Luego se usaron en las ciudades griegas de Jonia, y poco a poco se generalizó su uso en
todo el mundo mediterráneo, así como en el reino de Persia en los tiempos de Darío.
Las más importantes monedas conocidas son los dracmas. Un dracma era una pequeña
moneda de plata; una oveja costaba un dracma; un buey, 5 dracmas. Un propietario con renta
anual de 500 dracmas, y el talento, que valía 60 minas; a su vez el dracma se subdividía en 6
óbolos. Había monedas de medio y de un óbolo.
La cultura de la época
La colonización, que provocó tan grande transformación en la vida económica y en la
estructura de la sociedad griega, influyó también en la evolución espiritual del pueblo heleno.
En el terreno intelectual se produjo el despertar maravilloso de nuevas ideas. Hasta entonces
los griegos lo habían explicado todo por la mitología. Ahora surgió una serie de inquietos
pensadores, a quienes aquellas explicaciones parecieron insuficientes, y pusieron en juego su
razón para buscar soluciones que se adaptaran mejor a las exigencias de sus espíritus curiosos.
Así nacieron la Ciencia y la Filosofía.
Una de las figuras dirigentes de este movimiento fue Tales de Mileto, que vivió en esta
próspera ciudad de Jonia a fines del siglo VII a.C. Tales había observado y estudiado
atentamente el movimiento de los astros. Valido de sus conocimientos, logró predecir un
eclipse solar, aclarando así la naturaleza de un fenómeno cuya misteriosa producción había
dado asidero, durante siglos, a toda clase de supersticiones. Muchos otros pensadores deben
ser mencionados, además de Tales. Pitágoras de Samos que enseñó en la Magna Grecia y es
reputado como uno de los grandes matemáticos de la antigüedad; Anaximandro y
Anaxímenes de Mileto, Xenófanes o Jenófanes, Hecateo. Este último fue geógrafo que hizo
una descripción completa de la Tierra o, por lo menos, del mundo conocido en su época.
En la literatura se advirtió una transformación fundamental, consistente en el nacimiento de
la poesía personal e íntima. Las obras de Homero eran relatos en los que el poeta no ponía en
juego nunca sus propios sentimientos ni hablaba de sí mismo. Esta poesía personal es
conocida con el nombre de poesía lírica y los poemas se cantaban con acompañamiento de
flauta o de lira. La poesía lírica tenía varias aplicaciones y adoptó varias formas. Tirteo
escribió emocionantes canciones militares. Alcman compuso poemas maravillosamente
límpidos y alegres. Alceo de Mitilene, Safo de Lesbos y Anacreonte de Teos cantaron
especialmente al amor.
Las artes plásticas en las que el genio griego había de revelar sus más admirables
condiciones, nacieron, verdaderamente, durante la época de la colonización. En la escultura, el
proceso fue muy lento: las estatuas anteriores al siglo VI a.C son de una ejecución realmente
primitiva. El cuerpo humano aparece rígido. Y es en el curso de dicho siglo que se advierten
los primeros progresos, todavía muy leves, pero que preludian ya la perfección acabada que la
estatuaria griega habría de alcanzar un siglo más tarde.
La arquitectura adelantó más rápidamente que la estatuaria. Hasta fines del siglo VII a.C los
edificios religiosos fueron construidos con madera y ladrillos. En el curso de los dos siglos
siguientes, la piedra sustituyó a los primitivos elementos y se modificaron las formas
arquitectónicas. Estos templos de piedra adquieren ya, en el siglo VI a.C las características que
habrían de ser definitivas en la arquitectura religiosa griega. Poco faltaba para llegar a los
templos de mármol del siglo V a.C majestuosos y perfectos en su simplicidad. En la cerámica
es donde se manifestó, primeramente, el genio artístico de los griegos. A partir del siglo VI
a.C adquiere tal perfección que puede ser comparada con ventaja a la de la época cretense.
La colonización amplió, de modo extraordinario, la extensión del mundo griego, multiplicando
a lo largo de las costas del mediterráneo el número de pequeños estados independientes. Pero,
en cambio, consolidó los lazos espirituales de unión entre todos los griegos. Su religión, sus
costumbres, sus ideas siguieron siendo siempre esencial y profundamente helénicas. Un griego
de masilia o de Cirene, en nada se diferenciaban de uno de Atenas o de Corinto. Una íntima
unión cultural, un sentimiento poderoso de helenismo existió, pues, por sobre las diferencias
políticas que separaron a las ciudades griegas.
Esparta y Atenas
No toda Grecia reaccionó del mismo modo frente a la matanza dórica a raíz de las invasiones
en el 1.200 a.C., ni sobrevivió a la Epoca Oscura de manera parecida. La historia primitiva de
dos de las influyentes ciudades-estados y tuvo gran importancia. Es curioso que al principio la
primera de ellas no fuera muy importante y la otra puede ser que no existiera en los tiempos
micénicos. No obstante, lo que les ocurrió a Atenas y Esparta en la Epoca Oscura preparó el
escenario para los papeles que iban a representar después en la Edad de Oro de Grecia y que,
paradójicamente, aseguró el término de aquella gran edad.
Esparta, asentada por los dorios en el lugar de lo que debió haber sido una villa minúscula,
estaba destinada a permanecer esencialmente dórica en su perspectiva. Atenas mantuvo a raya
a los dorios y pudo ofrecer refugio a sus compañeros micénicos que escapaban de los
invasores. En la repleta ciudad se conservaron elementos del espléndido pasado, sobre los que
algún día habría de construirse un futuro glorioso. Atenas pudo rechazar a los invasores dorios
porque estaba situada en una fortaleza natural, la pétrea Acrópolis-del griego acro: alto, polis:
ciudad.
La vida en Esparta
En el siglo VIII a.C. los espartanos se apoderaron de la tierras vecinas de Mesenia. Medio
siglo después una sublevación de Mesenia colocó a Esparta al borde de la ruina. Varias
ciudades del Peloponeso ayudaron a los rebeldes, pero los espartanos, después de esfuerzos
desesperados, sofocaron la sublevación. Desde entonces, el temor a nuevas revueltas
obsesionó a la aristocracia dominadora de Esparta, que reorganizó por completo la vida
espartana sujetándola a una dura disciplina militar.
Durante un periodo de tiempo Esparta se convirtió en uno de los centros más brillantes de la
cultura que floreció al final de la Epoca Oscura. Pero cuando las guerras se convirtieron en un
afán de dominio en el Peloponeso, todo eso desapareció. Desde la edad de siete años los niños
era adiestrados para la guerra. La vida de hogar prácticamente no existía. Los hombres comían
en una mesa común, no podían casarse antes de los 20 años y no podían convivir con sus
esposas hasta los 30 años. Pasada esta edad se les permitía tener un hogar, pero sus hijos
pertenecían al Estado.
El rígido conservadurismo de Esparta perpetuó su antigua monarquía dualista. Tampoco
adoptó el comercio en gran escala y prefirió continuar como una sociedad agraria dependiente
del trabajo de sus siervos.
La sociedad estaba dividida en tres clases: Espartanos, que constituían la aristocracia;
Periecos o laconios, descendientes de los vencidos, pero que conservaban ciertos derechos; y
los Ilotas, que eran los esclavos de la tierra.
La vida en Atenas
Los atenienses habían aprendido en qué consiste el "deleite de vivir". Como la mayoría de los
griegos, los atenienses profesaban su amor al ocio, y siempre había tiempo para una buena
charla, o participar en un banquete. Después de haber abandonado la libertad del periodo
infantil, los niños atenienses eran educados estrictamente. Desde los 7 a los 18 acudían a
escuelas particulares, donde aprendían a leer, a escribir, aritmética, poesía y música. La
sociedad estaba organizada básicamente como un mundo de hombres.
Forma de gobierno: Atenas, como casi todas la polis a excepción de Esparta y Tesalia,
pasaron por las siguientes etapas de evolución política: monarquía patriarcal, aristocracia,
plutocracia, dictadura legal, tiranía y democracia.
Los repetidos choques entre aristócratas y ciudadanos comunes dieron origen a un código
legal escrito. El más antiguo data del siglo VII a.C. Uno de estos códigos, preparado para
Atenas por un hombre llamado Dracón en el 621 a.C., resultó tan riguroso que el adjetivo
"draconiano" se hizo sinónimo de extrema crueldad. Más tarde el poeta Solón, que vivió desde
el 640 al 560 a.C. divulgó una filosofía de reforma social a una ciudad desgarrada por las
disensiones y, consiguió algunas de sus reformas cuando fue jefe del Estado.
Desde 561 al 527 a.C. Atenas estuvo gobernada por un tirano con talento, Pisístrato. Muchos
de aquellos tiranos fueron excelentes soberanos y llevaron a sus Estados a la grandeza política-
cultural.
Pisístrato embelleció la ciudad y comisionó a un cuerpo de eruditos al preparación de un texto
definitivo de la Iliada y la Odisea. Cuando murió lo sucedieron sus hijos Hipias e Hiparco.
En el 507 a.C. la constitución ateniense fue revisada por un brillante reformador, Clístenes,
que le imprimió un franco sentido democrático. También estableció el ostracismo por el cual
la asamblea podía votar el destierro por diez años de todo ciudadano que por su prestigio e
influencia amenazara convertirse en tirano.
El pueblo ateniense estaba dividido en tres clases distintas: ciudadanos, metecos, o
extranjeros avecindados en Atenas y esclavos. La esclavitud fue, puede decirse, el
denominador común de las sociedades antiguas. En el año 506 a.C. los espartanos invadieron
Atica pero los atenienses los rechazaron. Luego surgió un nuevo problema que acaparó la
atención de los griegos: el de sobrevivir a la Guerras Médicas (guerras con Persia).
La decadencia de Grecia
Además de la increíble energía desplegada en los asuntos del entendimiento y del espíritu, la
Atenas de Pericles estaba también muy ocupada en extender su comercio y su influencia
política. Se había establecido firmemente como potencia marítima, y comenzaba a dirigir sus
codiciosos ojos sobre sus vecinos continentales. Los estados griegos que hasta entonces habían
mantenido entre ellos un precario equilibrio de poder, fueron arrastrados hacia uno de los
campos -el de Atenas o el de Esparta- y pronto la guerra se hizo inevitable. (En la imagen:
Restos del templo de Erecteión en Atenas).
Guerra del Peloponeso
La Guerra del Peloponeso comenzó el 431 a.C y duró, aparte de un pequeño periodo de paz,
hasta el 404 a.C. Era el preludio de la decadencia política de Grecia, que culminaría en el siglo
IV a.C. Fue una guerra larga, amarga y desmoralizadora, y terminó en desastre para Atenas. Y
sin embargo, durante ella e incluso después de terminada, Atenas continuó siendo el manantial
de la vida intelectual y artística griega, produciendo comediógrafos y filósofos cuya
contribución a la riqueza del espíritu era diferente que la de la época de Pericles, si bien
igualmente extraordinaria. Durante las peores fases de la guerra. Atenas construyó dos de los
templos más bellos de la Acrópolis, el Erecteión y el dedicado a la diosa alada de la Victoria
o Niké.
Al comienzo de la guerra en el 431 a.C, Grecia estaba subdividida en dos. La Alianza
Espartana comprendía la mayor parte del Peloponeso, el itsmo de Corinto y Megara. El
Imperio Ateniense abarcaba las islas del Egeo y el litoral de Asia Menor. Corinto indujo a
Esparta y a los demás miembros de la Liga a romper la paz. Tucídides, historiador y marino,
que fuera condenado a muerte por no liberar con su flota a Antípolis, escribió una soberbia
narración de este conflicto entre griegos. Muerto Pericles durante la gran peste que asoló a
Atenas, tomó el mando del partido popular un aristócrata llamado Alcibíades.Este indujo a los
atenienses a declarar la guerra a Siracusa, aliada de Esparta, sin calcular las verdaderas
posibilidades de la empresa. La expedición marítima resultó un fracaso y Alcibíades, que
había huido a Esparta ante una acusación de sacrílego contra imágenes del dios Hermes,
aconsejó a los espartanos, lo que había de causar serio perjuicio a Atenas.
En el año 413 a.C la batalla de Siracusa termina con la derrota de Atenas. Finalmente, la
guerra se decidió en la batalla de Egeos Pótamos, puerto de Tracia, donde el espartano
Lisandro destruyó, en el 405 a.C a la marina ateniense mientras las tripulaciones estaban en
tierra comiendo tranquilamente. Atenas se rindió a Lisandro en abril del 404 a.C. Por las
cláusulas de la paz concertada perdió todas sus posesiones extranjeras, su flota quedó
confiscada, accedió a destruir las murallas de Pireo y las Murallas largas entre Pireo y Atenas,
y se doblegó a ser aliada de Esparta.
Esparta y Tebas
Los espartanos impusieron en la democrática Atenas y en las otras ciudades, gobiernos
oligárquicos y afectos a Esparta. El de Atenas, formado por treinta miembros, se conoce con el
nombre de "treinta tiranos".
Esparta fue la potencia dominante en la Hélade desde el año 404 a.C, al 379 a.C., pero su
hegemonía no estaba llamada a perdurar. Agesilao, rey de Esparta, quiso ampliar la
dominación espartana por el lado de Asia Menor. Agesilao desembarcó en Efeso, y batió a los
sátrapas persas. Pero el Gran Rey, en lugar de defenderse con su ejército, lo hizo con su oro
que derramó en Grecia para fomentar el sentimiento de rebeldía, ya latente, contra Esparta.
La ciudad de Tebas, en Beocia, tomó la iniciativa organizando una coalición contra los
espartanos. Tebas disponía de dos hombres de genio: Pelópidas y Epaminondas. Ambos
aseguraron la hegemonía de su patria derrotando a los espartanos en las batallas de Leuctra -
371 a.C.- y Mantinea -362 a.C. La supremacía de Tebas duró nueve años. Y declinó
rápidamente con la desaparición de sus dos grandes jefes militares. Tebas mantuvo su
categoría de capital política de Beocia, pero fuera de esa región perdió la preponderancia de
que había gozado. Esparta reconstruyó su hegemonía en el Peloponeso, y Atenas conservó su
nuevo poderío naval, recientemente logrado.
La Hélade, pues, permanecía dividida, sin que ninguna de sus ciudades tuviera la fuerza
suficiente para adquirir influencia general y dominadora. En esos momentos empezaba a
formarse en el norte el poderío macedónico, ante el cual tendrían que someterse las ciudades-
estado de Grecia.
Esplendor de la filosofía
Los dos rasgos más característicos del genio griego fueron, sin duda, su amor a la belleza y su
intensa curiosidad intelectual. Su sensibilidad para lo bello se materializó como se ha visto, en
admirables realizaciones artísticas. Su curiosidad intelectual se tradujo en un incesante estudio
de los problemas concernientes al universo y al hombre. Por ello los griegos fueron los
grandes propulsores del desarrollo del espíritu científico y filosófico, pues su avidez de saber
no dejó de abordar ninguno de los grandes problemas que la naturaleza plantea al hombre.
Después del año 404 a.C. Atenas ya no volvió a recobrar la gloria de la época de Pericles. Sin
embargo, sus logros durante la centuria que siguió a la guerra, si bien menos gloriosos, no
fueron menos sorprendentes. Con Platón y Aristóteles produjo -Sócrates es anterior- dos de los
pensadores más extraordinarios que jamás hayan vivido: los sistemas de pensar de Platón y de
Aristóteles son el fundamento de una gran parte de la Filosofía occidental. La Atenas del siglo
IV también elevó la oratoria a un arte. Demóstenes fue el más grande de todos los oradores
griegos.
Sócrates: (469-399 a.C): El sofismo había degenerado a tal punto, que la oratoria fue
aprovechada para defender con brillantes frases cosas falsas e injustas. Después de haber
tratado los filósofos de conocer la verdad suprema por medio de la razón sin conseguir su
propósito, se impuso el escepticismo, afirmando los sofistas que la razón era incapaz de
conocer la verdad. Sócrates fue el primero en reaccionar. Dedicó su vida a plantear,
incesantemente, a sus conciudadanos atenienses los problemas más íntimos del alma: qué es la
virtud, en qué consiste la felicidad.
Sócrates no fue un maestro profesional que enseñase para lograr una remuneración material,
sino que lo hacía simplemente, impulsado por su afán de difundir ideas que conceptuaba justas
y nobles. En el Agora, controvertía con los atenienses sobre los temas de su predilección y se
ingeniaba para refutar los argumentos de sus contrarios hasta que éstos se viesen obligados a
proclamar, por sí mismos, lo que Sócrates deseaba. La principal enseñanza socrática consistió
en la afirmación de que a la virtud se llega por el conocimiento. "Conócete a ti mismo", decía
su máxima favorita, que completaba con esta otra:"Sólo sé que nada sé".
En el año 399 a.C fue acusado por sus enemigos de introducir dioses extraños y de corromper
a la juventud, por lo que fue llevado a juicio. Sócrates se hubiera podido salvar retractándose o
admitiendo que había faltado, pero rehusó hacerlo. Por el contrario, se opuso a los jueces
defendiendo sus propias actitudes con un discurso que consideraron arrogante. Atenas lo
condenó a muerte ordenándole beber cicuta. Mientras el veneno iba haciendo su efecto.
Sócrates, sentado, hablaba tranquilamente con un grupo de sus amigos. La conversación fue
tomada por su discípulo Platón, que aclamaba a Sócrates como al "hombre más sabio, mejor y
más justo", que jamás haya vivido, como a un santo y a un mártir. La filosofía presocrática fue
dogmatiza y se ocupó, sobre todo, de la Naturaleza; la de Sócrates, crítica, y trata del hombre
y de la moral. Entre lo poco que con precisión conocemos de su doctrina, se sabe que dijo:"La
virtud es esencia".
Platón (429-347 a.C): también ateniense y discípulo de Sócrates, fue uno de los grandes
filósofos de la Hélade. Durante ocho años siguió las lecciones de Sócrates -tenía 30 años de
edad cuando murió su maestro-, y luego abandonó Atenas. Viajó intensamente a su regreso a
la ciudad natal en el 385 a.C fundó una escuela en el jardín denominado Academo -a la
escuela se la denominó Academia-, en donde profesó hasta su muerte.
Platón fue un profundo pensador y además, un fino escritor. Compuso infinidad de libros, en
los que pedirán sus enseñanzas. Entre los principales se destacan: "Los diálogos" y "La
república". Este último es un comentario sobre la forma ideal de Estado. En "Los diálogos",
Platón desarrolló la parte más esencial de sus doctrinas. Sostiene allí que los hombres,
prisioneros de sus sentidos, no alcanzar a percibir la exacta realidad de las cosas. Las cosas
que se ven y se sienten, decía Platón, no son más que reflejos de modelos perfectos y eternos
que llama ideas y formas, las cuales sólo son perceptibles por medio del espíritu y no por los
sentidos. La más perfecta de esas "ideas" es Dios, que ha creado el Universo, y a su
conocimiento sólo puede llegarse por la superación del espíritu.
Aristóteles (384-322 a.C): Originario de Estagira, ciudad griega del litoral de Macedonia, se
radicó desde muy joven en Atenas donde por varios años se incorporó como discípulo a la
Academia de Platón. A la muerte de éste, fundó su propia escuela llamada "Liceo", por el
nombre de gimnasio y parque en que paseaba y conversaba con sus discípulos. Estos también
fueron llamados "peripatéticos" -del griego-: los que pasean alrededor-, porque a menudo
Aristóteles les impartía sus enseñanzas caminando con ellos.
Aristóteles fue, más que un filósofo, una verdadera enciclopedia humana, en quien se resumió
todo el saber de su época. Escribió libros sobre astronomía, sobre la naturaleza del alma, sobre
zoología, sobre botánica, sobre las virtudes y los vicios, sobre oratoria, sobre arte y sobre
política. La grandeza de Aristóteles no radicó sólo en su saber universal, sino también en su
capacidad para analizar de modo lógico y claro, todos los temas que abordó.
Enseñó reiteradamente a pensar sobre el pensar y, como ningún otro filósofo antes que él,
profundizó el estudio de la lógica, o sea de la ciencia del razonamiento. Su tratado de Lógica
fue considerado durante siglos como la obra más completa escrita sobre el razonamiento
humano, y a ella debió en gran medida su inmenso prestigio. También como Platón, escribió
Aristóteles una obra "La Política", en la que se analizó la estructura del Estado, pero más que
investigar cuál debía ser la forma ideal de Estado, como Platón lo hiciera en "La República"
describió cuidadosamente los variados tipos de gobierno a que pueden ajustarse las
comunidades humanas. En sus múltiples libros, Aristóteles reveló un minucioso temperamento
objetivo de análisis y clasificación, que hace de él uno de los grandes precursores de la ciencia
moderna.
El pensamiento filosófico griego tuvo también representantes eminentes en las personas de
Epicuro, Zenón y Pirrón, creadores del epicureísmo, estoicismo y
escepticismo,respectivamente.

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