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Las relaciones entre la Familia y la escuela

¿A quién le corresponde qué?

La familia, tal como suele ser evocada tradicionalmente, remite a representaciones sociales fuertemente ancladas, qu

Para Sarmiento era importante neutralizar al menos dos tipos de crianza que, según el
pedagogo sanjuanino, actuaban en extremo. Se trataba tanto de la educación de la
familia oligárquica como la de la familia popular. De ahí que el proyecto de la escuela
moderna intente avanzar sobre la vida doméstica con una fuerte impronta
normalizadora y que, progresivamente, lo haga a través del paradigma del positivismo
y el higienismo (Puiggrós, 1990). La familia importaba por su incidencia en "la
herencia", la constitución de los niños "débiles" y los buenos y malos hábitos. Un
artículo publicado en este período higienista sobre "los retrasados escolares y falsos
retrasados" explica sin titubeos que "la acción de los padres sobre los hijos no se
detiene en el punto que nace [...] los estigmas mentales de los padres se transmiten a
los hijos a pesar de que se les aparte de ellos.

Históricamente la escuela funcionó como espacio para la homogeneización colectiva


en el proyecto de nación común. En este contexto, la escuela debía cumplir con su
función de “normalización” y “homogeneización” por medio de la escolarización de
cada alumno “más allá de la familia que tuviera”. La maquinaria escolar procesaba las
diferencias de origen de sus alumnos y docentes para imponerles un imaginario
“civilizado”. Debían formarse sujetos que se opusieran tanto al lujo y derroche
aristocrático como a la sensualidad y “brusquedad” de los sectores populares.

Era función de la escuela homogeneizar cultura, hábitos, idioma en un país donde las
corrientes inmigratorias lo convirtieron en un crisol de razas, cada una con sus
diferencias. Se debía lograr incluir a todos y terminar con la estigmatización de
algunos grupos.

Hoy esta estigmatización no tiene que ver con diferencias culturales o económicas
sino más bien con situaciones familiares inciertas, que inciden en la capacidad de
aprendizaje y motivación para la escuela por parte de niños y jóvenes.

Según, Laura Cerletti (2006) la idea de que “si la familia no está, la escuela no
puede”, implica un cambio absoluto con respecto a la confianza en el poder
“normalizador” de la escuela. En consecuencia, la solución a los problemas de los
alumnos -de aprendizaje, de conducta, etc- tiende a situarse por fuera de la escuela
para ubicarlo en la familia. Y así como sus causas son explicadas en términos ajenos
a lo escolar, también lo son sus soluciones. Se genera entonces un círculo vicioso: se
culpabiliza a las familias, considerándolas causantes de los problemas escolares, y a
su vez se las responsabiliza para que busquen de su solución.

Si tomamos como familia a un grupo de personas que viven juntas y se ayudan


mutuamente en lo económico, emocional, psíquico, cuidado de los niños, etc. Vemos
que en la actualidad hay muchas maneras de “ser familia”, pero esto no significa que
la familia esté en crisis.

Que una familia esté constituida por una mamá y su hijo; o un papá, una abuela y una
hija; unos abuelos y sus nietos; o papa, mama y sus hijos no significa que va a estar
mal constituida, que tendrá problemas de violencia, o que no va a estar presente en la
educación de los hijos. Por el contrario que se trate de una familia tradicional tampoco
garantiza la no violencia y la presencia y rendimiento escolar.

La escolarización moderna intervino no sólo como factor de homogeneización de las


infancias y juventudes, sino además como agente de socialización y moralización de
las generaciones adultas. La organización del sistema de enseñanza formal implicó,
en el marco de la construcción de una identidad nacional para la "civilización" y el
"progreso", la interpelación de un tipo de infancia y también de un tipo de familia (Carli,
2002). En el proyecto de Sarmiento, si bien la escuela no debía impugnar totalmente la
educación doméstica, sí debía ser capaz de ejercer una fuerte influencia sobre ella.

Esto era necesario en ese momento de gran inmigración para construir un modelo
homogéneo de nación, pero no se tuvieron en cuenta las características propias de
cada inmigrante.

Para algunos padres es muy difícil acompañar a sus hijos en las cuestiones de
contenidos porque ellos no han alcanzado un nivel educativo que les permita
ayudarlos y enseñarles, algunos apenas han cursado algunos años la primaria. Para
otros la jornada laboral extendida dificulta esta ayuda. Otros a pesar de necesitar a los
hijos mayores ayudando en la casa los mandan a la escuela. Por eso considero que
en muchos casos no es que no exista acompañamiento por parte de las familias o
desinterés en la educación sino que tienen grandes falencias que deben ser
detectadas y solucionadas por el estado mediante apoyo escolar.

Ni las familias ni la escuela son los responsables únicos de los logros de los niños en
la educación. A cada uno le corresponde un lugar de privilegio en el desarrollo integral
de la persona humana desde el nacimiento. La familia como principal, aunque no
única, célula de la sociedad, debe estar presente desde los inicios sentando las bases
de lo que es bueno y malo, moral e inmoral, importante o no para su pleno desarrollo.
Las escuelas y los docentes deben brindar los conocimientos necesarios para que esa
persona pueda desenvolverse con soltura en un mundo en constante cambio.

Una vez integrado el niño en el sistema de enseñanza oficial, hasta bien avanzado el siglo XX la familia es una refer

Para algunos sociólogos: “la forma más perfecta de la comunidad es la familia”, La


familia como primer ámbito educativo, los avances científicos suceden de forma muy
rápida, a veces no permiten a que el hombre pueda adaptarse tan rápido, esto va
imponiendo al mundo de la cultura. Estos cambios afectan en la educación familiar ya
que esta inestabilidad e incertidumbre da inseguridad y miedo, se confunden las viejas
creencias, los valores vividos, y la educación recibida en muchos casos no sirve para
educar a su generación actual.

La familia está en medio de una diferencia notable, en la cual se siente sobrepasada y


se pregunta cómo responder a las demandas de sus hijos, que están fuera de los
esquemas de sus propias experiencias.

El niño comienza su trayectoria educativa en la familia y la escuela complementa. Así


la familia y escuela son dos contextos en la que el niño vive diariamente, y exigen un
esfuerzo común para crear espacios de participación, de forma que le den coherencia.
Este esfuerzo ayuda para el desarrollo integral de la personalidad del niño.

Se puede trabajar en conjunto, con escuela – familia, actividades enfocadas hacia


intervenciones globales en las que se impliquen las instituciones sociales, escolares y
familiares. Cambiando esa educación estructurada dentro de las escuelas y desafiar a
aprender a ser y aprender a vivir en comunidad, esto exige hacer posible espacios de
comunicación e intercambios que fomenten la participación y conduzcan a
compromisos que enriquezcan la vida personal y colectiva de los implicados.

Los cambios de la sociedad actual deben encaminarla hacia una estructura


participativa y de compromiso, de modo que cada uno de sus integrantes desempeñe
su función, y tenga conciencia de su identidad individual como miembro de esa
comunidad.
La escuela se sitúa en el segundo espacio, de vital importancia, en la vida de los niños
y niñas. Entre sus objetivos se encuentra: fomentar la participación, cooperación y
colaboración entre los alumnos. En consecuencia, la puesta en práctica de los valores
comunitarios y democráticos que se proponen en la familia y la escuela, formarían
parte de las experiencias y vivencias de los alumnos, desde los dos ámbitos en los
que interactúa cada día, configurando su identidad y el concepto que de sí mismo van
adquiriendo.

En definitiva, es esencial que padres y profesores se pongan de acuerdo sobre cómo


hacer efectiva la participación de la familia en la escuela, para que sus relaciones sean
de ayuda mutua y hacer frente a los desafíos que les presenta este mundo en cambio,
lo que va a repercutir de forma positiva en la educación de los niños y va dar
coherencia a sus experiencias.

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