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EL, BASILISCO Pe are aa Boe le El prestigio de la revolucion el bicentenario de la francesa Bh a i Presencia de Grecia y [Roma en la revolucion francesa ete Bb Cie de Aborras de Asturias EL BASILISCO Revista de Filosofia, Ciencias Humanas, Teoria de ta Ciencia y de ta Cultura EL BASILISCO. Segunda Epoca. Nimero 3. Enero-Febrero 1990 ARTICULOS. Gastavo Bueno Sincher I tratado de Ideologia de Fray Zefeino Gonzales / 3 Frond Alfonso Ferminder Tresguerres Antropologia y AgresiGn: notas para un andlsis flasdfico / 17 Gustavo Bueno HISTORIA DEL PENSAMIENTO sath Gustavo Bueno ee ee Libertad, Igualdad, Fratenidad / 29 ging? ‘Waldo Merino I prestigio de la revoluciin y el bicentenario de la francesa / 35 Tomis Recio Garcia Presencia de Grecia y de Roma clasicas en a Revolucién francesa de 1789 / 41 vest oc TEATRO CRITICO Eduardo Peralta Labrador foe es Cofrodias guerreras indoeuropeas en la Espa antigua / 49 a i CUESTIONES DE ETICA Y MORAL aa Pero Belarmino Los «Derechos Humanos» / 67 CRITICA DE LIBROS / 89 son Ae Secundino Femander Garcia, "El iltimo libro de Gustavo Bueno’ Marcelino Luna sly Roane Re ‘Almarza, ‘La Spaiphilosophie de Scheling y el Mateiaismo filosdfico’ Carmen Baftos Pino, ‘Sobre los Diarios de Malinowski? So NOTICIAS Concha Diosdado ELI Congreso Internacional de la 'Schelling Gesellschaft? ime tena Os RESEAAS /'97 grupo helicin Sy EL BASILISCO SBihlotecs Gigi de Ahorros de Asturias ‘te EL BASILISCO Autores en este numero ‘Carmen Baiios Pino (1959) Profesor agre- _38do de flosofia del Instituto de Bachille- rato de Tapia de Casarigo. Pedro Relarmino (1919) Abogado. Fun. sionario internacional. Tras vivir mas de Suarenta aftos fuera de Espana, ocupando diversos puestos de responsabilidad en ins tancias internacionales, est en In actual dad ultimando sus Memories, Gustavo Bueno Martinez (1924) Catedeé tico emérito de la Universidad de Oviedo, autor de Et papel de la filesofia en el conjunto det saber, Ensayo sobre fas cate- gorias de ta economia politica, Ensavos ‘materialistas, Etmologia ¥ utopia, Idea de Cencla desde fa teorta del ciere catego: al, La metafsca presocrética, El animal divino, Cuestionescuodlbetles sobre Dios 1 la religion, Materia, Nosotros y ellos. Gustavo Bueno Siincher (1988) Doctor en Filosofia, profesor en el Departamento de Filosofia’ de la Universidad de Oviedo. Secundino Ferninder Garcia (196) Pro- fesor agregado de filosofia del Instituto de Bachllerato «La Magdalena de Avs. Alfonso Fernindex Tresguerres (1957) Pro- Tesor agregada de filosotia del Instituto de Bachllerato «Juan José Calvo Miguel» ‘de Sotrondio. Marcelino Luna Almarza (1961) Profesor agregado de filosofia del Instituto de Ba- chillerato de Burela (Lugo), Waldo Merino (1911) Catedrético jubila- do de Filologia francesa ¢ inglesa de la Escuela Universitaria de Formacién del Profesorado de Leén, autor de Arquitec- ura hispano-flamenca en Lean (esis doc: tol) y Origenes del regimen consttucio: hal y resistencia leonesa a Napoledn, La Junta del Reino 18031813. Eduardo Peralta Labrador (1987) Licen- ciado en Historia por la Universidad de Oviedo. Entre otros, ha publicado los si- ‘uientes articulos: «Las estelas discoides de Cantabria y de la Mesetay y «La se- tgunda estela de Barros y un caso de posi- ble pervivencia medieval y de su simbolo- cantabray (en Sautuela, n° 4, 1985). Tomis Recio Garcia (1914) Catertco ju bilado de latin (en el Instituto «Alfonso Hy de Oviedo desde 1943 a 1984). Autor de diversos libros de texto. Traductor de las Bucdlicas y Gedraicas de Virgilio (Bi- bliteca Clisica Gredos), Traductor de fos textos latinos en I versién espatiola de EI nombre de la rosa de Eco. 2 Normas para la presentaci6n de originales EL BASILISCO, revista de Fasoia, Cen clas Humenas, Teoria de la Clncio » do aquellos trabajos relacionados directamente con ‘ temion yous sectones, que lesen rei. fos con ese fn Se ecuserd recibo de ofl de todes tos or inal que sean envio ola revista y 3 sl Citard la adecunion de fos ios, en, (fos requsitor formate que se explicitan (sin (que esto prejcave sobre su aceptacion fin, {La revista informard a los autores, en ef me- hor plazo posible, acerca de le aceprcion 0 tno de sus trabajos, una vet somettos a Tos ‘mecanismos de evaluacon presto, como as previsones de ediion en funcion de las ‘reunsancias de propramacién de los mime as. La revista se reserva el derecho de propo ner a os autores modiicaciones Jormales Ss trabais cuando Uo considere neesaro, Los trabajos dberdn eter excita on espa- ‘hol ser ines. En gonerl, no se aeptarin trabajos publeados antrionmente, que haven ‘do enviados af mismo tempo a otra revista Como indeeidn se recomionda gue los arte lor ue se preenten, sin haber sooo dios, mo tengan na extension superior a 12 Dsnas (de 1800 caraceres). Cade origina! deberé incur wo del 1a ajo (ave tard concia e inferiard of lector ‘el contenido encode erica); ef nombre fel tor 3 su receién postal complet: um ‘resumen informaivo del contenido (que no ex (eda de 150 palabras: o ser posible traducido ambien a nee el texto principal: fas notas Ya biblogafia fen su cao). Sia! origin! ontene tbls, cuodros 0 iusrasiones. se pe- Sentarn por separado indcando en el texto ugar donde debon incertae). Las nae le Surin una numeration correlative presen- tardm Juntas a final del texto cen procesadores de texto hagon llegar la revit junto con fas copies impresas de su trabajo, un disco con le archivor que conten fan e! orginal (ndicando ef tipo de maquina Pde programa’ de tratamiento de texto. que Se ha uttzado). Se sipere, en este cas, para tina evental mejor alitaacion directa de estos textos, presetorlos sin jstiear sin pola ‘yas pares. Todos tos wabajos se enviar a a Sect sia de Redacsion, El Buslinc, Apartado 360, ‘3080 Oviedo (Expats, cn pica eiempler Junto con una carta del autor principal en “que se ofezea ef orginal para su pubiacion (QUEL BASILISCO 9 se expresso 19b4)0 indo o se encuentra somendo, simulté- Ineamente,@ examen por otra revista 0 publ ‘ct as como euanas circunstancias ue= ‘don porecerpertimenter aos efectos des evo Iuacién incuvendo une breve referencia per sonal del autor, que incluya el ato. de inacimient y sus datos bibhogrficos » profe: Sionales mds relevant) DISTRIBUCIONES DE ENLAGE, S.A. Distribucion Disibuidor exclsivo para quiososy bri de todo Espata Enlace / Bru, 49 / 08009 Barciona Teleonos: (93) 3175266 (83) 3173382 (pedis) Fa: (3) 317981 Enlae/ Jot Cele Muti, 4 / 2808 Madrid Teléfono: (91) 2558424 (9) 245984 Primera Epoca \Nameros atasados de la primera época de EL. BASILISCO (nimeros 1/4 16, 1978-1984), Disponbls en papel los mimeros 7 a 16 Disponbls en microfcha los nimeros 1 al 6, Precio mimeros sulios: 1000 Pus CColescién-mimero 7 al 16: 8000 Pras (Ge inluye como regalo la versién en micofi- cha de ls aims 1 al 6) Suseripciones La tarifa de sseripcin por ses mimeros (un ato) es de —Partulaes: 2600 Pas. (IVA include) —nsitusiones: 4000 Pras. (nis IVA), Las suscrpciones se pueden hacer efecivas me. diame: —Ingreso/transferencia a la C.C. 3484012682 de la Caja de Ahorros de Asturias, sucusal Rio San Pro, Oviedo. Cheque bancaio nominativo, Pedidos, suscrpciones y_cortespondenia EL BASILISCO Apariado 360 33080 OVIEDO (Espata) Telsfono: (985) 33334 EL BASILISCO ‘i 25: Js) TEATRO_CRITICO COFRADIAS GUERRERAS INDOEUROPEAS EN LA ESPANA ANTIGUA Eduardo Peralta Labrador Santander 1n Espaia no han sido muchos los autores que han estudiado el tema de los Manner Duinde («Sociedades de hombres»). Ortega y Gasset presté atencién en uno de sus fensayos a las bandas de jévenes solteros como origen de la ciudad y del estado, Julio Caro Baroja ha investigado la pervi- vencia en el folklore y tradicién hispanas de las cofradias masculinas de Anio Nuevo (zamarrones, guirrios, campanei- ros, ete.) responsables de los tumultos, depredaciones, de- safios, cencerradas, mascaradas y ottos rituales de “ARO Nuevo y Carnaval rural:, José M? Blizquez, especialista cen las religiones prerromanas, ya sefalé que muchas de Tas ideas de las bandas de j6venes y de la sacralidad guerre- ra del lobo, en base a lo tratado por Mircea Eliade entre los dacios, Son perfectamente aplicables a las gentes prerro- manas de’ Hispania’. Desde el campo de la filosofia, se- aiin ha propuesto Gustavo Bueno, estas sociedades corres- pponderian con la fase que denomina de religiosidad secun- daria, es decir, aquella en la que los mimenes tienen al ‘mismo tiempo specto humano y zoomérfico (Neolitico y Bronce), pero hundiendo sus raices en la religiosidad pri- ‘maria de los cazadores paleoliticos? ®. Por nuestra parte, consideramos fundamental para este tema el tratar compa” ivamente con los Mannerbunde estudiados por otros auto- entre los germanos, celta, italicos, iranios, griegos, wa: cios, eslavos e indos, los datos fragmentarios que nos per iten rastrear su presencia en a Peninsula. 1), Ortega y Gasset, 3. «El origin deportvo del exadon, Obras Com pets 1, Allanea Ed-Rev. de Osiente, Madi, 198, pp. 607s. (2) Caro Baroja, Ju, EY Camavel, Taurus, Madd, 1988 (3). Blazguez, J. M., Primiths ReigionesIbércae.. Religiones pre rromenas, Cisiandad, Madrid, 1983, p. 148 (3°bis) Bueno, G., EI animal divio, Pesala, Oviedo, 198, EL BASILISCO Sabemos por diversas fuentes del cardcter eminente- mente guerrero de pueblos como los cntabros, astures, arévacos, galaicos, celtberos, vacceos, lusitanos y vetones, y de la fama que adquirieron en el mundo antiguo por Sus hechos de armas y por su cualificacién como mereena- ios y especalistas de la guerra al servicio de piinicos, ro- ‘manos 0 griegos. A este respecto hay un interesante estudio de Gabriel Sopetia en el que trata sobre algunos rituales de los celtiberos que muestran sus concepciones heroicas Y agonisticas de la existencia, como las ordalias, el afin aventurero y la bisqueda de Ia gloria, los trofeos de manos y cabezas cortadas de enemigos, el relato de las gestas y, ‘especialmente, el caracterstico tito de dejar a los buitres (0 los cérvidos los cuerpos de los guerreros muertos va- lientemente en combate, que implica la existencia de la creencia en una especie de Walhalla celeste al que las sagra- das aves carroferas Ievaban las almas de los heroes, como seflalan varios autores clisicos y la arqueologia para los celtberos, vécceos y cintabros’, Consideraban un honor caer en el campo de batalla, por lo que los cdntabros se suicidaban con el veneno del tejo cuando la edad los hacia initiles para la guerra; mientras que los celtiberos tenian por indigno morir en la cama, aconsejando a los viejos ue se diesen muerte con la diestra’, Ya Duméeil habia dobservado la semejanza de estas rigurosas costumbres con las de los jinetes iranios de las estepast. (4 ‘Stio tic, 1, 34.383. iano, De nar. an. X, 22. Diodoeo Y, 34, 3. Sopena, G., Dioses, eee ) itor, Premas Universitaria, Zaragoza, 1987 (5) ‘Slio taco, 1,225; IM, 326331, Valeo Méximo, I, 6, 11 Gieeron, Tass. Dis, I, 65, (6) Dumeti, G., Romans de Seythie et d'Alentour, Payot, Pars, 1978, pp 262.273, ° sels prerromana de Alatis Teruel) con ecena bia que alude fla comumbre cetera de comer las manos a los venides como ftofeer¥ al lo funerario de dear a los bute los cuerpos de los héroes que cien en el combate para que leven sus almas al paraso ira. En meio un lobo oun perro (Sepin F. Marco Siméa) EI dios de ta guerra: En un monumento ibérico de Binefar (Huesca) el bi ‘we que ataca al guerrero yacente es sustituido por un grifo, y-el tema se asocia a una inseripeién que menciona ai dios Neitin. En el mismo monumento y en la estela celtibe- ra de El Palao (Aleatiz, Teruel), junto a los buitres andr fagos y despojos de guerreros se ven trofeos de manos cortadas’, Bajo la denominacidn de Mars Neto (del celta hnefo, «guerrero) Macrobio nos presenta al dios de la gue- fra hispano con un caricter solar y con miltiples radios astrales'. También se le menciona en la inseripeién celti- bbera de Botorrita (Zaragoza) y en aras de Conimbriga (Por- tugal) y Trujillo (Caceres), una de las cuales le Hama Nero- ni Deo Caelius, lo que explicaria la presencia de svisticas ¥ otros signos solares en las eerdmicas numantinas en las {ue tambien se representaron guerreros yacentes picoteados or cuervos y buitres®, En Irlanda el dios guerrero Ner fstaba igualmente asociado al cuervo, la corneja y otras tarrofieras del campo de batalla. Es bien sabido que el feuervo estaba vinculado al germano Odin, dios que forma su -nocturno séquito celeste de einherjar con los caidos en ‘combate, que residen en el Walhalla (heroizacion del valr ‘0 montén de cadaveres de los muertos en el campo de batalla). También era el emblema de su homdlogo celta, (Marco Simén, F. y Baldellou, V.. «El mi Rinefar (Huesca, Pyrenae, a2 11, 1976, pp. ., Nuevorexelar irc de Alea (Teruel pp. 73390 @) Macrobio, 1,19, 5 (9). Bldegues,1.°M., Op. et, pp. 281, 308. Sobre cerimicas de Nu- Inancia: Wattenberg, F Lar conmicasindignas de Numancia, Bi Dloteca Prachisorica’ Hispana 1V, Made, 1963 (0) Le Roux, F. ¥ Guyowvare’h, Ch. J, Mérrigan-Bodt-Moche, Celica ae XXV, ‘Rennes, 1983, mento sbérico de 16, Marco Simdn, Porenae, 2211, 1976, — el dios solar Lug («EI brillante», «£1 luminoso», vencedor de las fuerzas de la oscuridad). Los textos escandinavos € irlandeses presentan a ambos como jefes guerreros que utilizan la magia paralizante en la batalla, comportamiento de furor extatico que era imitado mediante una serie de antificios por sus devotos iniciados en los Mannerbuinde. El culto a Lug, representante entre otras cosas de la soberania en su aspecto oscuro y militar, se documenta en estclas de Lugo, Soria y, especialmente, en el santuario celbero de Pefalba de Villastar (Teruel), en cuya gran inscripcién del siglo 1 a. C. aparece citado dos veces y puede verse también su cuervo (este santuario, en la cima de una montafa, es el mis importante y antiguo que se conace de Lug en todo el mundo ettico)" Estrabén se tefirid al principal dios de los pueblos del norte, que era un dios de la guerra al que sacrificaban prisioneros de guerra, caballos y machos eabrios (estas he- ‘atombes se asemejan a las que conocemos por otras fuen- tes entre los esctas, galas y germanos en honor de sus doses de la guerra). El mismo gedgrafo griego describe ‘8 continuacién que esta clase guerrera de los pueblos det norte de la Peninsula celebraba juegos gimndsticos, hop ‘c05 € hipicos, en los que se ejercitaban en el pugilato y la carrera y simulaban batallas campales. En estas celebra- ciones los hombres beblan y danzaban al son de flautas Y trompetas, saltando por alto y cayendo en genuflexin, En los demas mbitos indoeuropeos las fiestas de los doses guerreros se celebraban en el sosticio invernal, pe- riodo en el que precisamente se hacian sacrificios de caba- los blancos para revitalizar las fuerzas decadentes del Sol y de su representante terrestre: el monarca, caudillo de las cofradias inicitieas masculinas (Equus October romano del Campo de Marte, asvamedha hindi en honor de Indra, sacrficios germanos de Jul en honor de Odin, etc.). Los {guerreros muertos de Odin y las divinidades que siguen al dios escandinavo combatian contra las fuerzas demonia- fas que se desencadenan en el periodo magico de solsticio {de invierno para restablecer el orden, de la misma forma ‘que las violencias, cencerradas, depredaciones y tumultos de los Mannerbunde en esta época del aio desempentaban lun papel fundamental para el equilibrio colectivo de la sociedad indoeuropea, conjurando a la muerte y a sus espe ritus (decadencia de la Naturaleza al final de un ciclo anual) por la vida (renacer primaveral del Sol) mediante la promo- cidn a la edad adulta de los j6venes iniciados en la cofradia de hombres-lobo, los cuales aseguraban la continuidad de la cadena biolbgica de las generaciones. El equivalente celta cra la fiesta solsticial irlandesa de Samain («reunion») © cl Samonias galo del calendario de Coligny, que se celebra- ba el 1 de noviembre. La saga irlandesa de «La borrachera de los Ulatess (Mesca Ulad) describe una fantéstica cabal- fgada nocturna a modo de caza salvaje emprendida por los guerreros irlandeses en medio de una borrachera colecti- va durante la fiesta de Samain en honor del dios celeste Supremo en su aspecto oscuro y militar. Comienzo de la estacion sombria, como refiere Frangoise Le Roux, esta fiesta se situaba en el punto de unin de dos aftos consecu- (11) Marco Simon, F, El dios cco Lug y el santuario de Pealba ‘de Villar», Estudos on homenaje of Pr A. Belirdn Martine, Za 07a, 1986, ‘pp. 731-759, (1) Eseabéa, UL, 3, 7. EL BASHLISCO tivos, en unos dias que no pertenecian ni a uno ni a otro, ¥ que, por tanto, estaban fuera del tiempo. Era la fiesta de la clase guertera, pretexto para borracheras y festnes, durante Ta cual los ‘espiritus del Mas Allé podian invadie el tiempo humano. Esta misma autora ha recogido indicios bastante seguros de que estaba dedicada al aspecto terible del dios Lug”. EL mas importante testimonio arqueolésico sobre un ritual guerrero de los pueblos del norte se encuentra magni ficamente representado en la diadema aurea de San Martin de Oscos (Asturias), terrtorio de los galaicos albiones. Esti formada por dos bandas superpuestas en las que el orfebre represent6 una procesién de guerreros armados con cactras, cascos empenachados y de triple cimera, lanzas, cuchillos on pomo circular, vainas al cinto rematadas en contera con tres discos y algo que parece un torque. Los guerreras van esgrimiendo en allo sus armas, unos a pie y otros Sobre sus monturas. Entre ellos van ppeces, aves, una cria de caballo y otros animales difiiles de idemtificar, tal vez oseznos. Destacan varios personajes que transportan gran- des calderos con asas. La procesin termina ante dos cabe- zas cortadas con cuemos 0 torques rematados en bolas. G. Lopez Monteagudo la ha considerado obra de los siglo m ata. C., y la interpreta como la representacién de una eseena de sacrificio, seytin parece indicar la presen- cia de una eria de caballo, un torque y calderos. Ha setala- do que estos mismos elementos (caldero, torque y crias de animales) se representan en el bronce votivo del Insttu- to de Valencia de Don Juan, asociado al culto al Marte indigena que recibia ofrendas sangrientas de machos ca- brios, caballos y prisioneros. Las cabezas de uno de los extremos de la banda las pone en relacién con el grupo Peninsular de wcabezas cortadas», de progenie céitica, que ‘aparecen especialmente en tierras de galaicos, vécceos, ve- tones y arévacos, cuyo carécter de trofeo 0 tito de la clase guerrera esta claro Por nuestra parte, creemos que es bien significativo yy de sumo interés el hecho de que en esta pieza se asocien la procesién guercera, el sacrificio del caballo y el caldero, Recuerda a la ceremonia de una placa del famoso caldero de Gundestrup. Es posible que nos encontremos ante la fepresentacién del sacrificio ritual del rey celta en un calde- 0 con los despojos del caballo blanco sacrificado a fin de ano para regenerar las fuerzas decadentes del monarca (da nert real), sin el cual el mundo y la sociedad no pueden prosperar. Fra la fiesta durante la cual la clase guerrera entronizaba al rey por un periodo anual més, ritual deseri- to por Geraldo Cambrense en su Topographia Hibernica (siglo x1) entre una tribu celta de Kenelcunnil (Ulster, Ir Janda), cuyo monarca copulaba ante su pueblo con la ye- agua blanca destinada al sacrificio, simbolizando asi Ia hie- rogamia de la realeza con la tierra de su tribu'*. En nucs- ‘ra Peninsula el caballo también era un animal solar, como se aprecia en las cerdmicas numantinas, en las fibulas 200- (03) Le Roux, Fy La religion de lot clas, Las Reliziones Ani tas, vol IL, siglo 10, Madi, 1984, pp. IS se Id, «Recherches Sur les ements rues de detion royale andsite ct eiquen, Osam, BP AS, CONV, pp. 12ST; ar AB/AT, LXV, 1963, pps 35355 (14) Lopes Monteagudo, G., ua diadema de San Marin de Oscoe» Homenaje « Garcia y Belido, vol. Il, Madrid, 1977, pp. 99 38. (13) Le Rous, F, aRecherches... OP. ci EL BASILISCO morfas de Celtiberia con discos solares y svésticas, 0 en el conocido caballo solar de Calaceite (Teruel. Es de supo- ner entonces que los sacrifiios de caballos al Ares norteno se celebrasen igualmente en el solstcio invernal para infun- dir fuerzas al héroe divino o humano que ha de velar por Ja regeneracién del Universo 0 de la sociedad, como se documenta en las cofradias de hombres-lobo celtas, germa- nos, iranios y védicos. F. Benoit y F. Le Roux han estudia- do todas las tradiciones c<icas relativas a los calderos sa- crificiales o de la «inmortalidady, de la wresurreccién» y de la «abundanciay. Se relacionan con las concepciones ‘elias del otro mundo, con la historia de los guerreros muertos en combate arrojados a un caldero del que salian Fesucitados y mudos, 0 con el caldero donde se cocian las carnes del caballo blanco que refuerza la potencia deca- dente del rey al final de un ciclo anual, Este ritual celta, presente también en las fiestas de Ao Nuevo de getmanos ¢ indos, daria origen en la Edad Media a la leyenda artu- riana del Grial, la copa que regenera al rey enfermo e impotente Procesin guerera con clderos para un posible sacrifcio de caballo, Diadera de oro preomana de Sen Martin de Osco, Asturias (Sogn G. Leper Monteagud). Mircea Eliade trat6 de las danzas con disfraces o simu- Jacros con cabezas de caballo en el extremo de un palo, {ue representaban al caballo como vehiculo de la ascensién astral chamdnica. Es verosimil, como supone Ow Hole, ‘que Sleipnir, cl caballo funerario que cabalgaba Odin, fue. se el arquetipo mitico de un «caballo con faldas» (de ocho ppatas), que desempenaba un papel importante en el culto (9) Benois F Le monde de Auden dans les reprdsenttions Eeliquese, Ogart n? 3, Vil 1985, pp. 27-32. Le Rots, F «Des shaarons ceiques & Varbre d'sus», Opam, a2 37, t. Vil 1955, pp. 3357; Id, Recherches, Op lt st Aréeasos con armazones de cabeza o cuerpo de caballo y personae fabieto con pie! de lobo, Cerdmieaspinadas de Numancia (Spin F. Watenberp, seereto de las sociedades masculinas. Durante la instruceion inicitica de los eolindator! (los Mannerbiinde de Ano Nue- ‘yo en Europa Oriental) éstos se cubrian con una cabeza de caballo de madera y danzaban armados de mazas y ‘sales para expulsar a los espiitus malignos con sus eenee- rradas y bailes catirticos'". Sus origenes estaban en las cofradias de centauros estudiadss por Dumézil, similares {los gandharva de la India, misteriosas agrupaciones que se disfrazaban de caballos'*. En el folklore espattol del norte han quedado en muchos pucblos las llamadas «Dan- zas de caballitosy, ritual masculino que consiste en una danza con armazones de caballos y sables en Ao Nuevo, ‘como ha recogido Caro Baroja en su estudio sobre el Carnaval”, A este respecto, el etnégrafo cintabro Fernan- do Gomarin nos ha sefialado un interesante dato sobre las danzas de cabalites celebradas en Pamplona y Zuberoa (Navarra), pues los armazones de caballos utilizados en la fiesta van decorados con una svéstica®, El tema enla- za con el mito indoeuropeo del caballo solar revitalizado (17) Bade, M., EF Chamanizmo y lax tenicasareics de! xa FCE, Merce, 1960, p. 349; Id Histone de far ereenclas y de ls deat relists, vol IM, Cisiandad, Madrid, 1983, pp. 231 s6. Ho fer, 0. Kulache Gehcimbunde der Germanen, Verlag Moritz Dies termeg, Frankfurt del Main, 1934, pp. 46 sh, 32 ss (G8) Domes, G., Le probleme des cenaures, Geuthner, Pais, 1929, 19) Caro Baroja, J, Op. ci, (20) Caca, C. dela y Diez, C., £1 Cormoval Vaso, Ayuntamiento de Bibao, 1986, pp. 448. s ‘mediante sacrficios equinos en Ano Nuevo, y ya en las cerdmicas numantinas tenemos los primeros testimonios pe- ninsulares de hombres disfrazados con armazones de eabezas de caballos, en algunos casos asociados 0 decorados con svisticas. Otro fragmento cerdmico de esta ciudad celtibera representa a un guerrero danzante con venablo que va den- ‘ro de un armazén de caballo sujeto de su cintura™. El ‘zalope del caballo,animal guerrero por excelencia, evocaba el retumbar de la tormenta y representaba al Marte Rudiano ‘alo, Ademis de relacionarse con la Caza Salvaje del solst- tio invernal, come ha senalado Le Roux, era el simbolo 4e Sucelus, el infernal dios del martillo cubierto con piel de lobo, sindnimo de Dis Pater, dios de la vida y de la muerte del que creian descender todos los galos. Al ser juno de los emblemas del dios de la guerra y el animal con el que se acude al combate, era el principal animal {que se le sacrificaba, Sabemos que los céntabros concanos bebian la sangre de estos caballos sacrificados, como tam- bign hacian los escitas, por ser este animal un intermediario con la divinidad, ereencia que se documenta igualmente en- ‘re germanos y’cslavos®. El culto a la diosa hipomorfa Epona, simbolo de Ia tierra a la que ha de unirse el rey celta en Ao Nuevo para alcanzar la soberania, se documen- {a en aras y representaciones de la misma encontradas en Monte Bernorio, Lara de los Infantes, Siguenza, Loncejares, “Marguines y Albaine, localidades de Palencia, Burgos, Gua- dalajara _y Alava que se corresponden con’ los teritorios de los céntabros, celiberos, turmogos, caristios y berones Como ha sefialado Blizquez, su culto'se vincula con el de las mazres, cuyas inscripeiones han aparecido fundamental- ‘mente en Celtiberia, y con el rto de la covada que Estrabén documentaba entre’ los. cintabros J.C. Bermejo, uno de los primeros autores en aplicar las tesis de Dumézil al estudio de los hispanos galaicos pre- rromanos, ha planteado que el dios de la guerra citado por Estrabén, denominado Corio, Corono 0 Coso en la epigra- fia del noroeste, se identifica plenamente con ls earacterst- fas del arcaico Ares griego con el que le identificaba el gedgrafo heleno, es decir: Era la figura primitiva de un fguerrero que combate individualmente de una manera feroz y salvaje; usa grandes armas y ataca a gritos, poseyendo fen ose instante un aspecto horcible, similar al de un animal salvaje, con una mirada insoportable y poseido por el bir- baro furor. Es salvaje, cruel y funesto, implacable destruc- tor de sus enemigos y cuya ocupacion exclusiva es la guerra, rechazando la agricultura y la ganaderia como ocupaciones indignas. Por lo que, al igual que su dios, Justino y Silio Itdlico testimonian cémo entre los pueblos det norte de la Peninsula los hombres de dedicaban s6lo a la guerra y a la caza®, cuestién que se documenta arqueoldgicamente en Ja economia casi exclusivamente depredatoria y de subsisten- cia de los castros céntabros excavados 0 en la dieta predo- ‘minantemente cinegética de los eeltiberos™. Estrabén cuen- 1) Wattenberg, Fa Op, cit, Mims. 1, VI, Vib. X, Xb. XV. {2 Le Rou, ake Cheval divin st le zoomorphiine shee les oo teen, Opa, ni 38, Vil, 1955, pp. 101122 (23) Horacio, Il, 3, 34 Silo Taio, I, 361. Sobre tx ecas: Vig Hho Georg lly él. Herodoto, IV, 62'y ef mismo Horacio Ml, 3 BH. Genmtnot: Tact Gorm, X. lava Herbord My 33. {26 “Eston, tt 17 Baer, My Op lp. 383, 29830, 81 (G3). Justinoy XLV, 3, 7. io alc, Ty 308, 35, (25), Garcia ‘une,'M A. y Rincon, Ei onntaminto edntabro ‘de Colada Maret "Santander, Inst. Curl de Cantabria, Sande, 1970, p. 3S. Salinas de Frias, My Conquista ranted de Celie: ‘r,s se Slane Meo Navan, Salamanca, 1986, . 108, kL JASILISCO ta que los vetones «no concebian otra actitud que la de ‘estar tranguilamente sentados 0 la de combatir», comporta- ‘miento iéntico al de los germanos y tracios®. El mismo Bermejo ha comprobado que esta divinidad, representacién imitica de la figura del combatiente puro de tipo indoeuro: peo y de su furor demencial y paraizante en el combate, ‘se encontraba asociado a las cofradias de guerreros profesio rales de los pueblos célticos del nororste, equiparables a los équites galos®. Ahora bien, aunque s6lo_disponemos de algunas Fuentes epigrficas sobre este dios, hay que des- tacar que la religion céhica primitiva poseyé, segiin J. de Vries, «la misma estructura fundamental indoeuropea que, por ejemplo, la religion de la India, los Romanos o los Germanos», Io que nos permite suponer su identidad con Indra o con Thor, y aventurar la hipdtesis de que el Marte colta hispano fuese un dios de la tormenta acompaniado por lun Ménnerbund similar a los maruts 0 @ los einherjar. (Cabeza de guerrero galuico de ia Citania de Sanfias(Pasos de Ferre 1, Porta), Como indica J. M. Blazquez, el dios de la guerra hispa- no es el gran dios indoeuropeo del cielo, vinculado a cierios ‘montes, como ef Teleno de Ledn, cerea del cual se encontrd fen Quintana del Marco la insotipcién de Mars Tilenus™, Este autor ha comprobado que ef marte hispano, especial mente en Lusitania, se encontraba asociado al toro, emble- mma de la fuerza viril y de la potencia fecundante™. En 27) stabs, I, 4, 16. Germanos y uacios: Taso, Germ. XIV XV. Heradto, V, 6, (23) ene, 1, Le sociedad en o Gaia care, Follas Novas, Santiago de’ Composiea, 197%, pp. 3962; Id, ul funcion guerra 7 la miologin de Ta Gallia tiga. Contibucsn a la solos & la clara caste, Zephras,n? 523, 198, Salama, pp. 269. (29). Blizquez, J. M. Tagen Mio, Cian, Madrid, 1977, pp 378379, 422404, $84; 1d, Prmvas.-, Op. it, pp. 2278, 260.282, Hs (GO) Blaguee, J.-M Fagen, Op. cit, pp. 268 6. EL BASHLISCO rhuestro trabajo sobre las cofradias indoeuropeas hemos re- cogido otros testimonios sobre la relacién de esta deidad de las tormentas con el culto al hacha, a semejanza de Indra 0 Thor. I dios céntabro Erudinus, al que se dedicé un ara fn la cima del monte Dobra (frente a Torrelavega, Canta- bria) en fechas tan tardias como el 399 4. C., 1 arraigo y la prolongada pervivencia de este no de la guerra entre los eéntabros, dada su posible relacién on otras deidades indoeuropeas (el teénimo se ha explicado por una e- protéica inicial sobre la raiz celta Rud). En celta niad es rojo» y «fuerten. Rudiobros-Rudianus es uno de los epitetos del Marte galo adorado en Newvy-en-Sullians (Orleans, Francia), ancesiro mitico de la raza y dios de la ‘muerte, él cual, como han comprobado varios autores, tiene como simbolo tun caballo celeste eténico y funeratio, y es ala vez una divinidad solar y de la guerra que se relaciona con Tarannis, Teutates y Dispater”®. También en sinsctito rrudra-s significa «tojo» y «fuerten, En cuanto al dios Rudrd (€1 «Rojo», el «Rujidor» o el «Terrible», éste es una oscura y turbulenta divinidad de roja espalda que se viste con picles de animales y vive en las montahas o en los bosques, desde donde se dedica a aterrorizar a los hombres con st furor demoniaco y a proteger a quienes viven al margen de la sociedad, Es representado como un toro rojo 0 un jabali celeste, aunque también asume la forma de lobo y se rela- ciona con la licantropia. Acaudilla a un negro ejétcto (las hubes oscuras de Ia tempestad), pues es el padre de los batallones de los maruts compatieros del dios de la guerra Indra, también lamados rudras rudriyas, es decir, de las sociedades guerreras de la India aria. Lo mismo que la ma- nada salvaje de Odin, como dios de los muertos se alimenta- ‘ba con su jauria de la carne de los eadaveres, Los maruts, hijos de Rudra y de Prigni (diosa de la estacidn oscura), antes de convertirse en genios del huracin y de la tempestad eran almas de muertos. Nacieron del rayo (vara) del peli- rojo Indra, que derroté al dragén Vritra en ARO Nuevo", Entre los itilicos Rudinus 0 Rudiae-Rudae era la ciudad 4e los Rutul, trib latina cuyo rey Pilurmno («dios del mazo» © adios de la jabalinay, arma del Marte italic), relacionado con Picus (animal de Marte), acogié a Dauno («el lobo») © era su padre. Segin W. Borgeaud, la wibu ira de los Rudini baleénicos se relaciona con las itdlicas de los Daunii y de los Rutuli que se asentaron en el Lacio, asi como con los Ruteni del sudoeste de Francia. Este autor observa que la ralz rud- corresponde exactamente al latino rutilus ¥ al sdnscrito rudhiram «sangre». También ha comprobado {que los Rudae y los Rudiae eran los. «perros pelirrojos © los «lobos pelirrojos» del dioslobo de la guerra, el «Es. trangulador de perros» (se le sacrificaban perrillas 0 lobez- G1) Blizguer, 1. ML, Dieionario de le Reiglones Prerromanas de “Hispania, isto, Madi, 1978, pp. 96597. lela, J. Mey Eplraia ‘inabra, os. Cltral Cancabria, Santander, 1978, n° 38 (G2) Lot, J ae de gaulois Rudiobos, Rodianusy, Reme Archeo- logique, nT, Pars, 1928, pp. 210227. Thevenot, Sur fs traces des ers celtiques, De Tepe, Bras, 1988, pp. 138, 190 148 Ss. Hatt, J. Jr kes eroyances funerates dev gao-romains apes 1a decoration des tombesy, Reve Archeologique de Es, n? 21, 1970 pp. Tels. 3) ‘Cid, C., Mttologt orienta dusrada, Vergara, Barcelona, 1962, Bp. 464%. 488, 527" Eade, M, Mao. Op. cy vol ty 19 Bp. 228230, 452-453. Dumer, G.. Ato y Epopeva i, Sein Barr, Barcelona, 1977, pp. 79:18. Wikander, 8. Der sArsche’ Mannerdund, akan Ohlsson; Buchdruckee, Lund, 193, pp. 73 8 ‘nos rojizos, como hacian los lupercos romanios en las Luper tales de Ano Nuevo) iliriodaco-tracio Kanddon (también enominado Dauno-Fauno-Pico-Marte), y al que se consa- fraba la juventud guerrera que partia de su tribu por el tito del ver sacrum™. En Lugo hay una inscripcién incompleta dedicada al dios Erud-®. En Monroy (Céceres) se encontré una estela consagrada a Rudino Oeno en memoria de Ambato, al que se ha relacionado con el Ambadus de Barniedo (Cantabria Teonesa) o el gentilcio de los Ambariqum de Luriezo (Potes, Cantabria) y con los ambacti de la Galia e Hispania,clientes {que por la devorio estaban obligados a no abandonar jams {su patrono (de amb—, walrededor» yg, «llevar>)%. El nombre de Oeno Io identifica con el dios guerrero Coso ‘Oenaeco de Torres de Nogueira (Seavia, La Corufa)". En I Meseta celtibera también esté ampliamente atestiguada la presencia del antropsnimo Ambatus, cuya etimologia hace clara referencia al sistema de clientela de la sociedad celtica™, Una estela burgalesa de Lara de los Infantes va un escudero armado que conduce de las riendas el caba- lig de un jinete; y en Borobia (Soria) apareci6 otra estela con un escudero 0 cliente que sigue al jinete agarrindose fla cola de su caballo”. El tema del escudero que corre tras el jinete puede vincularse a la costumbre indigena de montar dos guerreros en un mismo caballo, uno de los cua- les bajaba en el momento de la lucha, como certfican Dio- ddoro entre los cetfberos y Estrabén entre los cantabros®. César sehal6 una costumbre semejante entre los germanos: Jos jinetes iban al combate acompaniados por el infante que habian elegido de escudero, el cual corria con el jnete aga- srdndose a las crines del ‘caballo. EI hecho de que ef dios de la guerra se encontrase asociado a las cofradias suerreras y el que entre los indoeu- Topeos peninsulares se diesen abundantemente instituciones como las clientelas y, especialmente, la devorio, costumbre Feligioso-militar descrita por Plutarco entre otros autores ‘dos que forman el séquito de un caudillo deben perecer con él en ol caso de que este mucra. A esta fidelidad supre- ‘ma llaman consagracién 0 devocién, La mayor parte de Tos jefes solian tener unos cuantos amigos resueltos a este facto...» que al igual que el comitarus de los germanos, Jos soldurit galos, las fravashis iranias 0 los maruts de la India, no pudieron dejar de tener su proyeccién mitica alre- edit del dios de la guerra, al que podemos suponer acom- pafado de un batallon de divinidades menores de la guerra (64) Borgceud, W., Les Hprien en Grice et om Hale, Imp. S. Rost Tis, Ginebra, 1983, pp. 106, 23126. Sobre Piumo: Duma G., Tobit de Pomme ef Phonneur dee dis, Caliard, Pars, 1985, pp. 102s. G5) ‘Dior, Au, «Mineinea epardfcan, Emerfta, if XXVIM, fase 2, 196, 9. 328 (G6) elas J.M. y Sinchez, J. L. «Nuevas estas det provinin de (Cheresn, Arbo Espanol de Arquologl, x2 $05, 1977.18, p. DDS GD Bliequee, 1. Mey Diconario Op. elt, p. 57 (G8) Almapro-Gortes, M. y Lor, A. La exis often en a Pe hisula There ana aprximacioncatopafiean, 7 Sinpostum sobre los {etiberon, lnstiuisn Femando et Cat, Zaragoza, 198, pp. 112, 120. ($3) “Abasolo, 1 Aw Eperfia romone dela rep de' Lara de los Infenes,Dipstacion Regional, Boros, 1976, n° 121. Garcia Merino, Ce TEseas Tanerris Nspanocromanas provedents de Borobin (So Fig Dur, vo. I fase 2, Valladois, 1973, pp. 351-359. (40)" Diodoro, Vy 33, 5. Earabda, ML, 4 18 (@)) Clear, Deb. G.I, 48 (G3). Phataico, Sere, XIV. Tamblén: Servio, Ad Georg. IV. 218 Valeo Maino, Th, 6, 1 ss ——___ como representacién de aquellas cofradias o bandas, méxi- Ime si tenemos en cuenta el cardcter religioso y bélico de la devotio, eniendo que existir por ello un dios que simbo- iad de los batallones consagrados. Reconstr hipodea de miembros den “Menmerbund iniltco de jovencs cantabros, astures 0 eaberos, Dentro de las clientelas militares de los indoeuropeos hispanos los devotos eran una clase especial de guerreros aque, no s6lo juraban fidelidad a su rex y Je seguian en Ta guerra, sind que por este pacto personal de dedicacién 0 devotio, de origen indoeuropeo y muy comin entre los teltiberos, como ha visto Bldzque2, los clientes consagra ban sus vidas a una divinidad infernal para que se dignase aceptarlas en el combate a cambio de la salvacion de la vida del caudillo cuando éta se encontraba gravemente amenazada, Por ello, si el patrono moria en la batalla, sus devoti estaban obligados a suicidarse por entender que no habian sabido defenderle, que la divinidad no habia aceptado las suyas a cambio de la de su patrono y que, desde ese momento, sus vidas eran ilfeitas porque estaban ligadas por lazos de fidelidad y de camaraderia al destino de su sefior. La relacién de dependencia respecto a un i der, ademas de su prestigio y de la grandeza de su persona- Tidad, también derivaba de 1a fe mistica en las relaciones: de sus caudillos con la divinidad, como se deduce de que después del ao 170 a, C. el jefe celtibero Olindico se atrajese a muchos guetreros numantinos blandiendo una Fefulgente lanza de plata, que decia enviada del cielo por EL BASHLISCO, un dios, y adoptando 1a postura de un profeta que augura: ba la derrota ‘de Roma con ella: lanza que Marco Si- mén relaciona con la Gai Bolga del dios Lug, el venablo argénteo que simboliza al rayo (sehala este autor que el propio nombre de Olindico presenta el radieal al—, ol— arriba, encimay, que en antiguo irlandes da ol!—, «am: plio, grande». Ovlarhir u Ollopater, wel padre de todor © «el dios bueno» es un epiteto de Dagda, el dios druida dde la. maza; y en la Galia al dios de la guerra se le llama Oliodius, «muy poderoso»)*. Segiin Plutareo, a Sertorio los miles de hombres de sus comitivas le seguian como un dios y consideraban que su cierva blanca le comunica- ba la voluntad de los dioses* EI nombre del dios de la guerra del norte, Corio o Corono, deriva del indocuropeo +Koros, + Korios («gue- ra, ejérciton), representado en celta por corio («tropas, ‘grupos»)*, lo’ que pudiera hacer alusiGn a los batallones que siguen a la divinidad. Borgeaud ha comprobado que dl dios de la guerra Coridn («Jefe de guerreros, Maestro de la guerra»), documentado entre ilrios y celts, era pri mitivamente el dios-toro 0 el dios-lobo-pajaro carpintero al que se consagraban los excedentes demograficos juveni les que habian de partir de la tribu en pie de guerra por dl rito del ver sacrum*. Se documenta tambien en el grie 180 Kéiranos («jete, rey») y koros («joven guerteran, deri vado de Koirdn). También aparece en la epigratia con los epitetos de ‘Suttunius, Bodo (de bodi, «vicorian), Sigidiaceo y Segomo (de seghos, «sictorian y seghi, esujetar, vencer», que alude 4 la magia paralizante del dios de la guerra) y Rego («que dlirige, guia 0 conduce»)*. Esto ultimo pudiera relacionar- se con los sacrficios de machos cabrios en su honor, pues el carnero es el jefe del rebafo, que conduce a éste como el jefe militar conduce sus tropas a la batalla, de ahi Ja asociacién de este animal a Thor, Indra y otras divinida- des de la guerra. Una costumbre posiblemente relacionada con la magia paralizante que ha de amedrentar al enemigo era la de entrar en el campo de batalla danzando por es- cuadrones, cantando himnos terribles y golpeando ritmica- ‘mente los escudos, tema cuyos testimonios ha estudiado Blazquez*. (3) Flo, 1,33, 14 (49) Marco Simos, F, eha religion de los ceiberos, J impos sobre los elders, Zaragoza, 1987, pp. 62-70 (45). Pluaco, Ser, XIV. Sobre devotio ycintlas: Ramos y Lor etal, JMC, La devi fberica, Los solduriot», Anuaro de His. toria det Derecho Exponol, m2, 1924, pp. 3 si Td, «Hospsio 1 Shentla en Ia Espada ethicas, Emeritay n? X, 1982, pp. 208 3 Rosrguee Adados, F, uLa fies ibis, Eerie, 8? XIV, 1946, pp. 183 ss. Valdeavellano, L. G. De, Curso de Historia de las Istita ‘lone espaolas, Rev. de Ocidente, Madsi, 1975, pp. 116 8, Blie fquez, JM, Imagen... Op. cit, pp. 385s Salinas de Fins, Mu ‘TLaTuneion det Rosia ia cena en a conquiea de Celera ‘Studia Fistrice, nf 1, 1983, pp. 21 8 (46) Bldaquez, 1. M., Diccionario... OP. eit, pp. S657. (4) Borgeaud, Wo, Op. cits pp. 127-128, (48). Bermejo, J. C., La sociedad... Op. ct. pp. $45. Bldzqver, FM Iman... Op. elt. pp. 83795 Id, Pinas... Op. bp. 230282 (49) Blazguer, 3. M., Imagen 0. cit. pp. 382 58. Sopeta, G., EL BASILISCO Bajo el signo de Ia piel de lobo: Las sociedades guerreras de los indocuropeos, que du- ante el solsticio invernal tenian un comportamiento depre- atorio inicistico y que se transformaban ritualmente en eras eubriéndose con pieles de lobos para adquirr el furor paralizante, han sido estudiadas por diferentes autores en- tre os germanos, iranios, védicos, itlicos y eslavos™, Se sabe que estos Mannerbunde de jOvenes solteros emigraban de sus terrtorios tribales para realizar un acto fundacional (nueva sociedad, tribu, ciudad © monarquia) y que su genio tutelar era un dios de la guerra identificado con el lobo © con un campeén divino vencedor del dragon. Mircea Eliade comprobé cémo una de estas bandas pudo organizar y dar nombre al pueblo dacio‘. Segtin Mallory, el origen de las mismas se remontaria a la cultura Proto-Indoeuropea esarroliada entre el 4500 y el 2500 a.C. en las estepas Péntico-Caspianas* Escena central deta estela de Zurita, Pilagos (Cantabria). En ela unos guerrero cintabros se cubven con piles de lobo y ott animal similar yrecben en el Mis Alida eabalo fneraio que transporte Al itunto, mientras queen el exergo se hace alsin a to preroma fo de dejar a los bules w otras aves carroBeras lon cerpos de los fuereros culos en combate (Actalmente en el Museo Regional de Prehsioria, en Santander) (0) Hor, 0., Op. cit. Wikander, 8. Op. cit Widensren, G., Les felcions de tan, Payot, Paty 196%, pp. 39 sd, Der feudasmas ‘im alten Tron, Wesdeuscher, Colonia Oplaen, 1969. awl A, «Kal {Gahe Geteimisinde der apaner und Cermanénn, Wiener erige ur Kultugeschiohe wnd Lingus, m2 WV, SaabutgoLeipi, 1936, py (618-768, Jeanmaie, H., Cour! er Cours, bib Universal LilePaig, 199. Praiuh, J, Les conf des los-grous dat les soc Inde europdenesn’ Revue de /Histove det Reeons, Dt, pars, 1840, pp 128145. Duel, ., Le problime. Op. cit: 14," Horace ot ler Curigcs, Gallimard, Pst, 1942; 1d destino dei guerrero, siglo 3, Mexico, 1973. Rey, R.A, Wait and Were tif Bale abd Slavic tation, Journal of indo European Studs, Nol 4, n? 4, Halesbure (Mosisipp, 1976, Bp 320-31 ($1) “Blade, Mt, De Zalmoxi o GenticXhon, Critlandady Madrid, 1985, pp. 17 98 (51 bi)” Mallory, J. Ps, tn Seorch of the Indo-Europeans, Thames © Hudson, Londres, 1989, pp. 110111 En la Peninsula hay numerosos testimonios de la rela- cidn del lobo con las ereencias de ultratumba®, pero no tenemos textos que nos indiquen expresamente que en His- ppania el lobo se encontrase asociado a este dios y a la funcién guerrera. Hay una serie de indicios que apuntan hhacia este hecho: Ptolomeo cita entre los oretanos de la zona de Céstulo (Linares, Jaén) la ciudad de Luparia®, y Livio sitéa en la misma regién la ciudad de Lyco (de Iykos, «lobo»)*. Las acufaciones indigenas de Mlreraka (cerca de Céstulo), Mtirta 0 Herda (Lérida) e Mduro (Cata- Tuna), al igual que algunos denarios sertorianos, llevan en los reversos. imagenes de lobos como emblemas de estas ciudades’’. La capital de los celtbéricos lobetanos men- cionados por Ptolomeo era Lobetum (Cuenca o Albatra- cin)*, Entre los vetones de Salamanca se sabe de las gen- tilidades de los Lupercum y de los Luponicum®. La an- toponimia de los indigenas de diversas regiones hispanas refleja nombres derivados del lobo, y en la localidad burea- lesa de Gumiel (cerca de Aranda de Duero), se documenta, la gemtilidad de los Vailicom'*. En Postoloboso (Candele- da, Avila) hay un santuario vetén dedicado a Vaelico 0 Velieo, divinidad relacionada con el lobo (del radical celta vailos, «lobo», «perro lobo», «el aullador»)®. Estas apelaciones étnicas se puede suponer que proce- den del hecho de existir una divinidad con este nombre © un antepasado mitico licomorfo. El que se diesen nom- bes de lobo no es accidental, y desde luego no es porque ingenuamente se imaginasen descender de un lobo w otro ‘animal, sino porque pretendian relacionarse con el simbo- lismo guerrero del lobo®. El origen de estos antepasados 1miticos relacionados con el dios-lobo debe buscarse en aque: los Mannerbuinde de j6venes emigrantes fundadores de un ‘nuevo’ grupo social, en las sectas inicidticas, o en las perso- fnas que se identiicaban con el animal del dios de la guerra Apiano nos informa de que en el afto 152 a. C., cuan- do ol cénsul Claudio Marcelo sitié a los exltiberos de la ciudad de Nertbriga, ésos le enviaron un heraldo cubierto| ‘con una piel de lobo", Esta noticia se ha relacionado con el dios celta Sucellus, divinidad nocturna que se cubre con tuna piel de lobo y va armado con un martillo, como se le representa en varias estatuillas descubiertas en la Peninsula'®. Tal vez pueda relacionarse con el dios-lobo Vaelico © con infernal Endovellico de Lusitania, dado {que es un conductor de muertos. (52), mlaquer, 3. ML, Primitives. OP. ts pp. 16 S54 170, 189 SS ld, Imagen... Op. et, Bp. 221 ($3) Piolomeo, Vi, $8 (58) Livio, XXXVI, 38; XXXVI, 46 y 59, ($5) Villaronga, Ly Lat moneda de Ikizda con lobo en el reveso>, ‘Ampuria. 31-33, 19691990, pp. 284-272; 1a, Numismaen Ant (qua'de Espana, Barcelona, 197, pp, 128-129, 146-147, 226227. 289 ives y Enondero, A, La moneda hspdnica, Madrid, 1926. Grande Bri, elo enc, Herman Bue, Madr, 1984, pp. 239240, ($5) Prolomeo, Il, 6, 39 (60) Salinas de Frias, M., La organizcion tbat de fs vetones, Universidad yDiputacin Provincia, Salamanca, 1985, pp. 5, 88. (68) Abberts Fim, ML, «Nees atropdnmes span, Emer, IRS XXX, fase 11965, pp. 102, 130-14; Id, La onomisica peso hal prniive dea Hispana’ Tarconense Baca, Sataranss, 966 ‘Sobre lot Vaiicom: Sais de Fras, M Conquista. Op. ct p. 6% ($3), Fernandes Gomer, F «El santuario de Posoloboso (Candele. ‘ba, Ala), Norio Araueoleico Hiparic, n° 2, 1973, pp. 228231 (Ga) Sobre exta curson Le Rous, F La tein, Ope ot p17 (61) Apiano, Zber 48 (62) Blguer, 3M, Prins... Op. et, pp. 26, 715, 85, ti. 156 La més significativa confiemacién arqueotégica de la costumbre de enmascararse con pieles de lobo para simboli zara solidaridad mistica con el animal y la transformacién ritual del guerrero es la estela cintabra de Zurita (localidad del ayuntamiento de Pielagos situada en la falda norte del Pico Dobra, donde se veneraba a Erudino, el dios de la guerra que también parece que deba asociarse al lobo)®. En dicha pieza, labrada en un disco de arenisca de dos metros de didmetro, dos guerreros situados frente a un caballo, armados con lanzas 0 mazas y grandes escudos redondos, parecen cubritse la cabeza y las espaldas con Pieles de lobo o de 050. El desgastado bajorrelieve de esta aran estela funeraria permite observar todavia en la figura situada junto al caballo cOmo sobre su cabeza resaltan dos pequefas orejas animales de Ia piel con que se cubre y ‘que asoma debajo del escudo colgando de las espaldas de ‘ambos personajes. En el exergo de la pieza se hace alusién 2 la costumbre cintabro-cetibera de dejar en el campo de batalla a los guerreros caidos para que los buitres los devoren y lleven su alma a los cielos. Por ello tal vez festemos ante la representacién de Ia ascension del guerrero picoteado y yacente del exergo, que todavia embraza su éaetra, a un ideal paraiso guertero céntabro a semejanza del Walhalla germénico o del celeste mundo de Indra, el cual estaria simbolizado por la escena superior donde los Buerreros con picks reciben al caballo, animal que, como hhan comprobado F. Benoit y J. M. Blizquez entre los ga- Jos, cimtabros vadinienses y otros hispanos, transporta las almas de los muertos al Mas Alla y al mismo tiempo sim- boliza al propio difunto «heroizado» en el paraiso astral (el reverso de la estela de Zurita va decorado con emblemas astrales)#. Esta heroizacién bélica del Mas Ali se basa fen que los guerreras celts, igual que los germanos, consi- deraban el ultramundo como una prolongacién ideal de ‘su existencia terrestre. En las leyendas célticas los muertos continuan batiéndose después de terminados los combates ‘, como en la célebre batalla de Mag Tured, resucitando ai dia siguiente. Segtin Jan de Vries, para ellos «el mundo inferior era también una especie de Walhalla. Escenas de batalla de ultratumba semejantes son especialmente abun- ddantes en las estelas funerarias celto-romanas de Lara de los Infantes (Burgos), terttorio de los turmogos®. Varios autores han sefalado que las fiestas de pastores de los «zamarrones», propias de los valles céntabros de guia, Buelna y Toranzo, en las que se utilizaban mésearas y pieles animales, estarfan relacionadas con la costumbre guerrera de cubrirse con pieles para paralizar el alma de Jos enemigos. Sobre los zamarrones de la vecina Asturias se ha observado también su similitud con Jos lupercos ro- ‘manos. En esta fiesta de la «Vijaneran (danzas_salvajes en el tltimo dia del afto) 1os zamarrones de Sitié (Canta- bria) se visten disfraces de 080, lobo, picles de cordero y se tiznan Ia cara de negro el 3 de enero, para recorrer 1 pueblo organizando un violento tumulto con sus eence- rradas (este mismo afo se ha realizado en Santillana del (6) Calderon y G. de Rueda, F., ha eselagigame de Zuray, ‘Allomra, 9° 2%, 1948, Sasander, pp. 107-118. Perla Labrador, B, wEstlss discoidea de Cantavian, en Evelos discodeas de ly Pee insta Toérica de E, Frankowski, Isimo, Mads, reedic. de 1989 (en prensa). (64) Benot,F, L’héroisaion éuesre, Gap, Aicen-Provence, 1984, 81, lm. V."1.Blazque, J. ML. Zmagen. Op cl, pp. 261-288, (es) ‘De Vis, J, La religion des cles, Pay, Par, 1963 (66) Abatolo, 5A. Op. ct, a 3, 121124, 128, 138, EL BAS! Mar una exposicin en el «Museo de las Comarcas de Can. tabrian sobre estas fiestas de invieno y Carnaval, donde el etndgrafo edntabro Fernando Gomarin Guirado ha reco- sido los interesantes atuendas animalescos de la arcaica fiesta)®. La costumbre de pintarse de negro la cara, lo mismo que la de los guerreros montaneses de vestir de negro‘, se puede relacionar con el exercitus feralis vesti- do de negro de los harii germanos 0 con similares costum- bres nocturnas de los Mannerbunde iranios®. Fernando Gomarin Guirado ha tenido la amabilidad ‘de comunicarnos personalmente que en el valle de Polacio- nes (Cantabria) ha recogido la noticia de que algunos de los miembros de las cofradias juveniles de los zamarrones se cubrian la cabeza y las espaldas con una piel de lobo, tal como se ve en la estela de Zurita. Este autor ha investi agado las fiestas de Carnaval en Cantabria y, del mismo valle de Polaciones, da la noticia en una de sus publicacio- nes de las cacerias de animales salvajes que representaban al espiritu del Carnaval en la mentalidad popular: un oso (muchacho con su piel) o un lobo, Durante el fin de Alo, como sefala Caro Baroja, estos zamarrones se enzar- zaban en las afueras de los pueblos en luchas rituales entre dos grupos de diferentes pueblos, que comenzaban lanzan- do un peculiar grito de desafio: thie. Wee they Jes jut, que en el pasado dio lugar en muchos sitios a autén- ticas’ batallas por Ios montes con derramamiento de sangre”. En su origen estas luchas eran la reactualizaciéa del combate cosmogénico entre el héroe fundador y el dra- sx6n primordial”. Tanto en los paises de ascendencia germénica como en los de origen céltco 0 eslavo, quedaron en el folklore idénticos restos de los rituales iniciticos de los Mdnner- biinde alrededor de las fiestas de solsticio de invierno, leja- nos cos de las ceremonias de los Centauros griegos, de los Luperos romanos y de los guerreros-fieras germanos, que en la Caza Salvaje debian alejar a los espiritus de Ja muerte para permitir el renacer del Sol y de la fecundi- dad agricola, humana y animal. Durante estas fiestas los clubs de muchachos» de las aldeas se disfrazaban con mdscaras de animales y, tras nombrar a su «rey» de la cofradia (su simbolo de’autoridad podia se un bastén 0 ‘maza), haefan reinar un eierto terror en las aldeas: invasién de las casas, persecucidn y azotamiento de las mujeres sol- teras, rapinas de vituallas y estruendos de cencerros”. En el folklore del nordeste de Portugal y en el espafol de Galicia, Asturias, Cantabria, Vascongadas, Cataluna, Cas- (61) Garcia Lomas, A., Miologia y supersticiones de Contbri, Di- puracién Provincial, Satander, 1964, pp. 295-308. Cabay Cy Dio. hano fllisrco de Astras, 3 ole, Eh, Oviedo, 1935-58; ld Le imitoloia asturiana, IEA, Oviedo, 1972, pp. 207-208 (68) Esrabo, Il, 3, 7 (6) Mourreat, J... la Chasse sauvage, mythe exmplairen, Now Yelle Ecole, n!"16, Pars, 1972, pp. 948. Widengren, ©., Les vel sions... Op. cit pp, 3948, Wenger, L., wExertus Terai, Archi J Religiosmsenschat, 92 1X, 1906, pp. 201247; n° X, 1907, P 61-81, 229.256. Taco, Germ. XL, 6 (G0) “Gomarin Guiraso, FE Carnaval en ef Valle de Polaciones (Comabriay, Santander” 1987, Gy Cara Baroja, J Op. ct. pp. 28 ss. Gomarin Guirado, F. sMascaradasy eatrliacones eh ls Vijaneas de Cantabrian, ct ‘de as Jornada sobre teatro popular en Espana, CSIC, Mad, 1987, pp. 130.63. (72) Blade, Mt, E1.Mio del Bterno Retomo, Alan, Maid, 1985, BP. 25 Sy Ms, 3 (3) Mouirau, I! 1, Op. it pp. ss. EL RASILISCO tila la Vieja y Castilla la Nueva, como ha recogido Caro Baroja, hay rituales de mascaradas y cencerradas a prime- 105 de afio y Carnaval (los wzarramacos», «zamarrones», ‘

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