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\s)| Corrientes fundamentale: en psicoterapia Ble [ amir Pett editores | Po) you eiten One atukerneon Pee oh ReenMen in One Lo uma Leg P00) st tan neCGROs ae antes Pete) Vu reteset enero Re) oh. Satan eee eS uated ey ee ee n po eanaee ae een eek eo Sie en ee cnn) Pes ee SS unerarenn Ne ng unre e tatane ) SOO iinin@e een oak non tro om ‘euencia un quehacer psicoterapéutico: las ete Mme Rgeensc ete Caren PSer a tareMeant canon eco bi cer Coane eects dentro de fa comunidad social, se muestren par- Vernet eam mean nic formalidad; y siempre existieron en la comu- SR ree toot ean nrc ec procuraron aliviar esos menoseabos psiquicos, shi Pree ecm oe ese etter cuca moter Semen tao Crea Gee encn sensor inn Pra non nor nether ont fomar como fecha de referencia la aparieidn de coor c ne meCR Src Ius Lane ea a (Viernes acct eerste erate @F famoso. caso de Anna O., Estudios sob) ent On rrer ement oer nc a cea PCO enn roe Meek ater skeen es See en eee nO SR PU) CMe me nenereettoner Rcaenne Scenes Tee aen ee reson cesar ory Une eercne nes crcr ce freee Tee ocreR CRU RE ia Mca ette eta oer ee cay ORS nes a AUST Cou es Co Geer Scans nner ore en Sera ane Ree Ce Oeiiar Nine setter sents Corrientes fundamentales en psicoterapia OL ioe | Corrientes fundamentales en psicoterapia Jiirgen Kriz Amorrortu editores Buenos Aires eneuans fo Le, <0 72° == , tii 4ilé Directores de la biblioteca de psicologia y psicoanslisis, Jorge Co- lapinto y David Maldavsky Grundkonzepie der Psychoterapie, Jirgen Kriz © Psychologie Verlags Union, GmbH, 1985 ‘Traduccién, José Luis Etcheverry Unica edicién en castellano autorizada por Psychologie Vertags Union, GmbH, Munich (Alemania Federal), y debidamente pro- tegida en todos los paises. Queda hecho el depésito que previene la ley n° 11.723. © Todos los derechos de Ia edici6n eastellana reservados por Amorrortu editores 8.A., Paraguay 1225, 7° Piso, Buenos Aires, La reproduccién total 0 parcial de este libro en forma idéntica 0 modificada por cualquier medio mecénico 0 electrénico, incluyen- do fotocopia, grabacién o cualquier sistema de almacenamiento y reeuperacién de informacién, no autorizada por los editores, vio- la derechos reservados. Cualquier utilizacién debe ser previamente solicitada. Industria argentina, Made in Argentina ISBN 950-518-510 ISBN 3-541-14171-9, Munich, edicién original Impreso en los talleres Graficos Color Efe, Paso 192, Avellane- da, provincia de Buenos Aires, en junio de 1990. Tirada de esta edicién: 000 ejemplares, i ey, A mi madre, que sola crié tres hijos en-los tiempos dificiles de la posquerra; con agradecimiento y afecto, Indice general 15 Palabras preliminares: origen y proposito de este libro 21 1. Introduceién: las ratces de ta peicoterapia 22 1,1 La imagen del hombre en la antropologia y en la psicologia de la época de Froud 25 ‘(1.2 Lat imagen médica del ser humano 27 1.3 Preeursores de Freud 30 Lf Bl nacimiento det psicoandlisis 98, 1.5 Freud y sus discipulos 33 15.1 Alfred Adler 34 1.5.2 Carl Gustav Jung 36 1.5.3 Otros disefpulos de Freud 37 1.6 La dispersién (ulterior) del movimiento psicoanali 39 1.7 La influencia de Freud sobre otras orientaciones terapéuticas 411.8 Bl cuadro de las influencias i 45 Primera parte. Abordajes de psicologia profunda 4) 2 Psicoandlisis (Freud) 48 21 Desarrollo del edifcio tesrico freudiano 49 2.1.1 La teorfa del trauma (hasta 1900 | aproximadamente) j oY 2.1.2 La génesis dol psicoansiisis (1900-1920) 33 2.1.3 De la perspectiva energética a la estructural (después de 1920) 5A 2.1.4 Blaboraciones posteriores 55) 2.2 El modelo estructural de la personalidad 68 2.3 La doctrine de las pulsiones {0 24 El modelo de las fases del desarrollo paicosexual 0 2.4.1 Fases infantiles de a ubido oe 2.4.2 El complejo de Edipo & 2.4.8 Relaciones de objeto y narcisismo 4 2.6 Conflicto, formacién de sintoma y neurosis 672.6 La situacidn verapéutiea 112 153 155 157 187 159 159 160 10 7 Sueno e interpretacién Resistencia, trasferencia y contratrasferencia 3. La psicologia individual (Adler) mo de inferioridad y affin de hacerse valer 3.2 Estilo de vida, lineas rectoras y plan de vida 3.8 Sentimlento de-comunidad y voluntad de poderio 3.4 Bl arreglo de los sintomas neuréticos 3.5 Prineipios de ta terapia 4. La psicolagia anatitioa Qung) 4.1 Estructuras y funciones de la psique 4.1.1 Las funciones eetopsfquicas de In conciencia 4.1.2 Las funciones endopsiquicas de la conciencia 4.2 La doctrina junguiana de los tipos 4.3 El inconciente colective y los arquetipos 44 Individuacion 45 La psicoterapia junguiana Vegetoterapia (Reich) 5.1 Reich contra Freud 5.2 Energia, orgasmo y neurosis, 5.3 Sexualidad y sociedad 5.4 La estructura del caricter 5.5 La coraza corporal y su modificacién 6. Bioonergética (Lowen) 6.1 Estructuras bioenergéticas del caréeter 6.2 «Estar plantada: y trabajo corporal 6.8 Respiracién y voz 2, Anilisis transacoional (Berne) 7.1 Andlisis estructural 7.2 Analisis transaceional (modelo de la. comunicacién) 7.8 Ansllisis de los juegos 74 Analisis del guién 7.9 La intervencion terapéutica Segunda parte. Abordajes de terapia de la conducta 8. Origenes te la terapia de ta conducta 8.1 Abordajes tedricos iniciales 8.1.1 Pavlov: condicionamiento clésico 8.1.2 Beehterev: reflexologin 8.1.8 Thorndike: ley del efecto B14 Watson: conduetismo 162 162 163 165 167 167 168 170 170 173 178 173 1%5 176 178 178 178 179 180 200 202 203, 204 8.2 Primeros abordajes de orientacién préctica B.2.1 Preeursores 8.2.2 Neurosis experimentales 8.2.8 Primeras terapias basadas en la teoria del aprendizaje 8.9 Rafces tedricas II: las teorfas norteamericanas del aprendizaje 8.3.1 Hull: esquema de estimulo-reaccién (teoria del automatismo) 8.8.2 Skinner: condicionamiento operante 8.8.8 Guthrie: teorta de la contigdidad 8.3.4 Tolman: aprendizaje latente 8. Abordajes de terapia de in conducta furdados en ta teoria dol aprendizaje 9.1 Desensibilizacién y dominio de la angustia 8.1.1 El contracondicionamiento 9.1.2 La desensibilizacicn sistematica de Wolpe 8.1.3 Problemas y-criticas 9.2 Variantes 9.2.1 Entrenamiento para el dominio de la angustia 9.2.2 Entrenamiento para Ia autoafirmacién (assertive training) 9.3 Abordajes operantes 9.8.1 Nociones generales del condicionamiento operante 9.3.2 Los programas de fichas 9.8.8 Biofeedback 9.3.4 Autocontrol 9.3.5 Autorrefuerzo 9.8.6 Control de los estimulos 9.8.7 Autoobservacién 9.8.8 Contratos terapéuticos 9 EI modelo de autorregulacion de Kanfer 10, Abordajes cognitivos de la terapia de ta conducta 10.1 Aprendizaje de modelos 10.2 Entrenamiento en competencias sociales 10.3 Solucion de problemas 10.4 Condicionamiento latente 10.5 Autoinstruecién 10.6 ‘Terapia cognitiva 10.7 Terapia multimodal (BASIC ID) 11. Terapia racional-emotiva (Ellis) 1.1 Albert Bilis y el desarrollo de la terapia racional- emotiva ul 207 11.2 El «A-B-Cs de Ia terapia racional-emotiva au 11.3 BI proceso terapéutico 214 11-4 Métodos de intervencién en la terapia racional: emotiva 11.4.1 Técnicas emotivas 11.4.2 Técnicas conduetistas 11.4.3 Técnicas cognitivas 217 Tercera parte. Abordajes humanistas 219 12, Las races de las terapias humanistas 220 12.1 Las raices flloséficas 223 12.2 Las rafces en la psicologia de la Gestalt 225 “12.3 La imagen del hombre de la psicologia humanista, 229 18, Terapia guestéltica (Peris) 231 13.1 Teoria y prictica terapéutica 234 13.2. Asimilacién y crecimiento 235 13.8 Didlogo, encuentro y autorregulacion 238 13.4 Perturbaciones del contacto y estrategias de dominio 240 13.5 Fases del contacto y de la terapia 2a 18.6 Aspectos y técnicas de la intervencién 245 14, Psicoterapia de didilogo (Rogers) 245 ‘14.1 Introduceién 248 ‘14.2. E desarrollo de la psicoterapia de diflogo 249 14.2.1 Fase de la terapia no directiva (década de 1940) 249 14.2.2 Fase de la verbalizacion de sentimientos (década de 1950 hasta mediados de Ia década de 1960) 250 14.2.8 Fase del centramiento en la vivencia (desde mediados de Ia década de 1960) 251 14.2.4 Fase de ampliacin e integracion (desde la década de 1970) 252 14.8 Imagen del hombre y tcorfa de Ia personalidad, segin Rogers 255 ‘14.4 Actitudes baisicas del terapeuta 256 14.4.1 Bstimaci6n positiva y calidez emocional 257 14.4.2 Autenticidad 258 14.4.3 Comprensién empatica 260 14.5 Los deterioros psfquieos y el proceso terapéutico 264 14.8 «Rxperiencings y sfocusings 267 15. Variedades: togoterapia (Frankl) y psicodrama (Moreno) 268 15.1 Logoterapia (Frank) 268 270 271 272 306 308 sul 915 316 B17 S18. 319 319 22 823. 824 325 328, 331 333 334 335, 385, 336 A La persona de Frankl 1.2 La neurosis noégena y otras formas de 15.1.3 Modulacién de la actitud y derreflexién 15.1.4 Intencion paraddjica 15.2 Psicodrama (Moreno) 15.2.1 La persona de Moreno 16.2.2 Nociones teéricas bisicas del psicodrama 16.2.3 Prictica de la terapia psicodramatica Cuarta parte. Abordajes sistémicos 16. % 18, 19. Fundamentos de las torapias sistémicas 16.1 Introduccion en la problematica 16.2 Digresidn sobre el scistema» de la sfamiliay 16.3 Rafees de los abordajes sistémicos Terapia individual sistémica: comunicacton y paradoja 17.1 Axiomas praamaticos y perturbaciones de la 17.2 Coneeptos y aspectos de 1a comunicacion desde el punto de vista sistémico 17.3 Paradojas comunicativas y «doble vinculo» 17.4 Terapia individual de orientacién sistémico- comunicativa La relacién de pareja. como colusién (Willi) 18.1. El principio del deslinde 18.2 Regresién y progresién 18.3 La equiparacion 18.4 Colusién y tipos de colusién 18.4.1 Sobre el concepto de colusién 18.4.2 La colusién narcisista 18.4.3 La colusion oral 18.4.4 La colusion anal-sidica 18.4.5 La colusidn falico-edipica 18.6 Sobre In intervencién terapéutica Terapia familiar 10.1 Aspectos de las intervenciones en torapia familiar ‘comunes a diversas escuelas 19.1.1 Joining (alianza de trabajo terapéutica) 19.1.2 Reframéng (reencuadramiento) 19.1.3 Trabajo sobre las fronteras 19.1.4 Escultura faruiliar 19.1.5 Anamnesis familiar y genograma 13. 19.2 Terapia familiar de orienta 19.2.1 Panorama de conjunto 19.2.2 «Fuerza sistémicas en el proceso de la terapia familiars segin Stierlin 19.3 ‘Terapia familiar centrada en la experiencia 19.3.1 Perspectivas basicas 10.3.2 Las pautas de comunicacién de Satir 19.3.8 La intervenci6n terapéutiea Terapia familiar estructural 19.4.1 La estructura familiar normativa 19.4.2 Bstructuras patogenas 19.4.3. Bsquemas de intervencion 10.5 Terapia familiar estratégica 19.5.1 Sobre el concepto de estrategia 19.6.2 La estructura familiar patogena 19.5.3 Aspectos de la intervencion psicoanalitica 20. Epilogo: prolegdmenos a una terapia de niveles meiltiples Bibliogratia comentada Panoramas de conjunto 1. Abordajes de psicologia profunda IL, Abordajes de terapia de la conducta UL Abordajes humanistas IV. Abordajes sistémicos Referencias bibliogréficas Palabras preliminares: origen y propésito de este libro Este libro nacié de un curso universitario de nivel introducto- rio, Puestas a prueba y modificadas las leceiones con el paso de Jos afios, tienten ahora la estructura que se refleja en esta obra, En principio, su destino es la enseftanza, el aprendizaje y 1a la bor académica; se trata, en consecuencia, de un libro de texto, pensado para una consulta asidua. Por eso mismo par niente y atinado consignar aqui algunas de las ideas y decislo- nes, asi como de los compromisos inevitables, a que se cifié el texto manifiesto, Conocer las intenciones del autor contribuirs a generar expeciativas acordes y facilitara el estudio del libro, ‘Me propuse sobre todo ofrecer un panorama de Ins principa- les cortientes en psicoterapia, que se dejara leer, que resultara atrayente en lo posible, pero que al mismo tiempo estuviera bien fundamentado, El libro debfa tener una extensién «normals. Desde Tuego que un trabajo de esta indole no puede ni debe sustituir al conocimiento directo de la vasta bibliografia que existe para cada uno de los abordajes terapéuticos; al contrario: tiene que servir de introduecién y de estimulo a ese estudio, y proporcio- nar a la vez el marco que facilite la seleccién juiciosa de las lee turas, ¥ su profundizacién No es este, por principio, un «manual de psicoterapias; por eso excluye informes sobre investigaciones hechas en esta mate- descubrimientos obtenidos por medio de estudios empiricos, asf como recomendaciones 0 ejemplos para la prictica terapéut- cca, Aun de esia manera, en varias etapas de mi trabajo de redac- cidn estuve a punto de desistir porque Ta empresa me parecia demasiado osada y habria preferido no tener que tomar las deci- siones que se imponian para condensar en un wvolumen manua- ble» varios centenares de obras sobre psicoterapia (asi es en efec- to, y eso que se trata de una seleccidn restringida). Pero la res- pulesta que encontraron los primeros fragmentos y el deseo, sobre todo de mis alumnos, de disponer de una introduccién concisa, me dieron animo para llevar adelante los compromisos indispen- sables. 15 La decisién mds fécil fue definir las variedades de terapia que se incluirfan y la extensién con que se las tratarfa. Bl rpsico-boom, sobre todo en los tiltimos diez afios, ha dado origen a cientos de variedades de terapia, pero el examen de las publicaciones cien- tificas y profesionales corrientes deja ver con bastante elaridad Jos aleances de su vigencia. ‘Tal vez esto no haga justicia a alguna corriente genial pero desdefiada. Opino, sin embargo, que un li- bro introductorio no se debe apartar demasiado de las valoracio. nes prevalecientes. A pesar de ciertas libertades personales que me he permitido (como una mayor ponderacién de los aportes do Wilhelm Reich), tengo pocas dudas de que la seleceién en su conjunto responde a las opiniones de Ia generalidad. Mis dificil, en cambio, me resulté seleccionar el smaterial» den- tro de cada uno de los abordajes terapéuticos. Es que presentan variantes, modificaciones, complementos. Me parecié atinado to- mar como eje la corriente en su expresién originaria en lugar de reseitar el espectro de las elaboraciones posteriores: quien des- pués profundice en la bibliograffa sobre psicoterapia, 0 en la prac- tica de esta, encontrara més facil articular modificaciones de de- {alle en una estructura de corrientes fundamentales que proce der a la inversa Por tiltimo, la clasificacién general —es decir, la distribucion de las formas de terapia en agrandes grupos: -abordajes de psi cologia profunda», «abordajes de terapia de la conductas, sab dajes humanistas y sabordajes sistémicos:— sdlo puede valer co- ‘mo una enire las posibles de pareja justificacién. Aun si se acep- tan estos cuatro grupos» a los que me he ceftido, la subsuncién en modo alguno es clara y univoca. P.ej., el «andlisis transaccio- nal de Berne, que hemos clasificado entre los abordajes de psi- cologia profunda, con igual derecho se podria incluir entre los shumanistass y aun entre los sistémicos. El espacio de similitud entre las terapias esta determinado por una cantidad grande de factores dependientes (entre otros: psicologfa profunda, huma- nista, teoria de la condueta, del aprendizaje, cognitiva, sistémi- ca, terapia de nifios, orientacién hacia el cuerpo, teoria filos6fi- ca, terapia social), que en parte presentan cardcter bipolar. Con- viene entonces tener presente en la lectura que nuestro agrupa- miento terminol6gico en cuatro conglomerados es arbitrario e in- satisfactorio, En lo que se refiere al método de exposicién, deseché mi plan originario de emplear en todos los capitulos una misma estructu- 1 sistemdtica: habria sido dificil aplicar ese procedimiento en vista de las ponderaciones diferentes de los distintos abordajes 16 de terapia (que se traducen también en la extension expositiva), pero ademas semejante estructura habria parecido una importa ¢i6n extrinseca a los abordajes mismos. Antes que empeharme en ofrecer tna posibilidad de comparacién formal de los aborda- {es segiin casilleros comunes, me parecié importante, en el mar co de una introduceidn, desarroliar las diversas formas de tora pia, en todo lo posible, desde sus estructuras internas y su inten cionalidad central. Este método se impuso después casi como una necesidad de redaccién. P.ej., ln presentacién de las terapias de Ja conducta se rige por hechos empfricos, mientras que la terapia ‘guestaltica se expone de una manera mas bien metafrica y ex- presionista Entonces, me gustaria que el lector, en lugar de emprender tuna comparacién los sparalelismos existentes entre el pensamiento de Schopenhauer y el de Freud: «En Schopenhauer encontramos ya el primado de la voluntad, de lo inconciente, de la sexuali Gad; intelecto y conciencia aparecen como fenémenos secunda- rios; se hace menci6n de afectos, suefios, hipnosis, compulsiGn de repeticién, deseo de muerte, bisexualidad, represion, racio- nalizacién, sublimacién, determinismo del acaecer psiquico en su totalidad, en particular de las asociaciones “libres”; ademds, “el delirio” aparece como una perturbacién del recuerdo conciente causada por sucesos traumiticos que son rastreables en Ta bio: grafia del afectado. Temas muy similares aparecen después en Freud, Eduard von Hartmann (1842-1906), por su parte, habfa escr to ya en 1869 una Filosofia de lo inconciente. Literatos como Johann W. von Goethe (1749-1832) y Friedrich von Schiller (1759-1805) en Alemania, 0 Fjodor M. Dostoievski (1821-1881) en Rusia, describieron el influjo de factores sociales y psiquicos en la génesis de conflictos y enfermedades mentales, Pero antes, de Freud estas ideas no se ensamblaron en una teoria coherente ri, menos atin, se aplicaron en concreto y de manera sistemstica al tratamiento de enfermos. Intuiciones de sabios que —desde nuestra perspectiva actual— presentaron gran afinidad con la teoria de Freud, como el filésofo y psicdlogo espaol Juan Luis Vives (1492-1640), quien advirti6 claramente Ia importaneia de asocia- ciones, motivaciones inconcientes y pulsiones sexuales para la psicopatologia, o de Theophrastus Bombastus von Hohenheim (1493-1641), conocido como Paracelso, quien describis la exis: tencia de finalidades inconcientes en neurosis infantiles, se con- sideraban hacia mucho tiempo «superadass en el siglo XIX domi- nado por cl materialismo y la somatogénesis, Ms influyentes, en cambio, fueron los descubrimientos del anédico de Viena expulsado luego a Paris, Franz Anton Mesmer (17341816). L, Pongratz (1982), p.ej., caracteriza a Mesmer co- ‘mo precursor de la hipnoterapia, que después aplicaron con buen resultado al tratamiento de la histeria, entre otros, los maestros directos de Freud, Breuer, Charcot, Janet, Liebault y Berpheim (véase infra). Pero cuando después Pongratz, que ha puesiv de relieve el predominio de explicaciones somatolégicas en la medli- cina (y en la psiquiatria) de la época de Freud, coneluye: sla orien- tacidn contraria en psicologia fue [. ..] introducida por [.. .1 Mes mer», es necesario tener en cuenta que esta explicacin de los 28 logros terapéuticos de Mesmer, 0 sea, que se debian aun influjo sugestivo e hipnotico, en realidad estd pensada desde nuestros actuales contextos de saber. El propio Mesmer entendia que la histeria era rigurosamente una perturbacion fisica y atribuyo sus logros terapéuticos a la accién de un fluido magnético —en el sentido de la ciencia natural—. En realidad aplicaba, no obstan te sus curiosas escenificaciones misticas, sobre todo sustancias quimicas y varillas de metal destinadas a trasferir el «magnetis- ‘mo animals De igual manera, James Braid (1795-1860), quien experimen- 6 en Inglaterra con la hipnosis y en su obra de 1843 Neurokyp- nology or the rational of nervous sleep emple6 por primera vez conceptos como «hipnotismo», shipnotizar, etc., estaba conven. ido de que los fenémenos por él investigados obedecian a can- sas fisiologicas (ademés crefa en la frenologfa, es decir, en que Jas capacidades intelectuales se podian determinar por la forma de la cabeza). El propio Chareot (véase infra) sostuvo al comien- z0 una posicion somatogenstiea acerca de Ia histeria; s6lo ewan do sus alumnos Io engaitaron con una paciente # quien le habian sugerido sintomas histéricos por medio de hipnosis, empez6 a in- teresarse también por eausas no somditieas. Si dejamos de lado intelecciones recogidas en el campo de la filosofia y de la creacién literaria, el médico Freud se atuvo en- teramente al paradigma de la medicina mecanicista/somatica y de la ciencia natural. Esta fuera de duda que esto determind la imagen del mundo que sostuvo hasta su vejez. Por eso su teoria, cl psicoanlisis, se inspiré claramente en los modelos cientificos de la mecénica, la hidrodinérica y la neurofisiologia. Ademas, Freud caracteriz6 los procesos psiquicos como eestados cuantita- tivamente comandados de unas partes materiales comprobables» (Freud y Fliess, 1950, pag. 305), y hasta su muerte alimenté la esperanza de que finalmente su teorfa se pudiera anudar a des- cubrimientos fisiolégicos y bioquimicos (ef. el capitulo 2). La im- portancia extraordinaria de Freud se debe a que a pesar de su ‘esperanza de aleanzar una reduccién somético-fistolégica (0 tal vez a causa de ella), se dedicé al estudio intenso de procesos psi- quicos y de los fenémenos elinicos correlativos (sin seguir los de- rroteros de la psicologia experimental, sobre todo la reflexologia rusa 0 el conductisino norteamericano, que se dedicaron a fen6- menos no clinicos). Freud fue el fundador del psicoandlisis, pero no tuvo menor importancia su papel de eatalizador de una serie de sdisefpulos: notabilisimos que crearon sus propias orientacio- nes. En el capitulo que sigue expondremos los conceptos funda: 29 mentales del psicoandlisis y de las otras variedades de terapia elaboradas a partir de este; aqui presentaremos ese desarrollo en Sus rasgos mas generales. 1.4 El nacimiento del psicoandlisis ‘Aunque en la medicina predominaban las concepciones pura- mente somaticas, ya en los tiempos de Freud estudiante corrfan, sobre todo en Viena, Paris y Nancy, las explicaciones psicogené- ticas de las enfermedades mentales. Mientras estudiaba medici- na en Viena, Freud conocié al médico Joseph Breuer (1842-1925), precursor en Ia aplicacion de Ia hipnosis; en 1885-1886, estudié con Charcot en la Salpétriére, el gran hospital de mujeres de Pa~ ris, Estados histéricos, en particular tics, pardlisis, anestesias, per- turbaciones de la eonciencia y del lenguaje, asi como ceguera (his- térica), eran en aque! tiempo formas de enfermedad relativamen- te mas frecuentes que hoy. Esto muestra por lo demas el fuerte influjo de factores socia- Jes en el cuadro sintomatico de la histeria; en efecto, una forma muy frecuente en ese entonces, sel gran ataque histéricos 0 varco de circulo», durante el cual una mujer acostada de espaldas se ar- queaba hacia atras extremadamente, hoy sha pasado de moda» por completo (para decirlo conservando la referencia a lo social) Asimismo, desde el punto de vista diagnéstico, la histeria ocupaba un lugar especial porque este cuadro clinico, que originariamente se relacion6 con el titero (en griego shystera» significa titero), se conocia desde hacia siglos y habia sido deslindado de otras per- turbaciones psfquicas. En cambio, a las dems perturbaciones se las incluia de manera global bajo designaciones generales como Hlocuras, vextraviow o «manias; esto fue ast hasta que Kraepelin introdujo su clasificacién. Jean M, Chareot (1825-1808) y su disefpulo y continuador Pie- rre Janet (1859-1947) investigaron sisteméticamente el nexo en- tre histeria e hipnosis. Como Jo sefiala Bitter (1977), ellos demos- traron ante todo que los sintomas histéricos podian ser inducidos por medio de hipnosis, hecho este que sugerfa la inferencia in- versa: los sintomas histéricos se adquirfan en un estado antmico excepcional, semejante a aquella. En particular, Janet compro- bé en innumerables historiales clinicos esta génesis pstquica de los fenémenos histéricos, tanto en varones como en mujeres. Se averigné que la histeria no raramente era producto de una vi- 30 vencia traumitiea. Se habl6 de trauma psiquico (lesidn) y de la génesis traumética de los sintomas histéri De regreso a Viena, Frend se instalé como psiquiatra y traba- j6 de nuevo con Breuer, quien investigaba también la aplicacién de hipnosis en el tratamiento de pacientes (cf. el capitulo 2). Mas adelante, en 1889, Freud haria una breve estada en Nancy, don- ec los dos famosos psiquiatras A. Liebeanlt (1823-1904) y H. Bern- heim (1840-1919) enseftaban igualmente la aplicacién de la hip- nosis. Observaciones que hizo con Bernheim inspiraron a Freud la técnica de la asociaciGn libre, que empero s6lo elaboré después que se separé de Breuer. ‘También de Bernheim recogié Freud Ia idea de transiciones ‘luidas entre la salud y la enfermedad. En contra de Charcot, ‘quien opinaba que la capacidad de ser hipnotizado era ya un sin- toma histérico, Bernheim sostuvo la tesis de que todos los seres hhumanos eran hipnotizables hasta cierto grado. Tal vez sobre to- do por eso estudié a enfermos: queria formarse de ese modo una idea sobre la psique de los sanos. Freud avanzaria después eon mas decision por ese camino y atribuiria la represién de tenden- ccias pulsionales no sélo a personas enfermas sino a todas las per- sonas que en grados diversos son sanas Si Janet, en armonfa con el espfritu de la 6poca —segtin lo hemos expuesto—, attibufa sla escisién de la concionciae histérica (esta caracterizaci6n le pertenece) a una debilidad innata para lasintesis psiquiea, Breuer ensefiaba ya que la eseisi6n de Ia con- ciencia no era el resultado de una degeneracién del histérico si- no un fendmeno secundatio, adquirido a raf de una vivencia no- civa. Bl descubrimiento de Breuer consistié en que estos sinto- ‘mas histéricos se relacionaban con escenas impresionantes pero olvidadas (traumas) que el individuo habia vivido. Breuer hacta que los pacientes en estado de hipnosis recordaran esas escenas y las deseribieran con palabras y gestos; asi el trauma era revivi do como si fuera actual. Tras el despertar se observaba (a veces hhacfan falta varias repeticiones) la liberaci6n del sintoma. Breuer Mam «eatérticos, purifieador, a este proceso. El verdadero punto de partida de este trabajo fue el trata- miento de «Anna O.» (es un nombre ficticio que en las publicacio- nes de Freud y de Breuer designa a Berta von Pappenheim). Es- te se convirtid en uno de los casos mas famosos de la bibliografta clinica desde que Breuer y Freud expusicron en detalle su logra da terapia, condueida por el primero de ellos. Cabe conjeturar que este proceso terapéutico fue una esencial fuente de conoci- mientos para el posterior trabajo de Freud, aunque hoy sabemtos 31 que Anna 0. nunca sané por completo ¥ debié recurrir después a la morfina; Davison y Neale (1979, pig. 23) concluyen: wes fas- cinante y singular que el psicoandlisis se remonte a un caso clini co cuyo relato no se cortespondia con la realidads. (Anotemos que para la terapia de la conducta se presenta una situacién anéi- Joga: el condicionamiento clasico de la angustia del epequeno Al bert», levado a cabo por Watson en 1919-1920, fue un experi mento en exiremo dudoso, no reproducible. Sin embargo, una eversién depuraday de él constituy6 durante décadas uno de los pilares del conductismno y de sus Correspondientes steorfas de la angustias.) La colaboraci6n de Breuer y Freud no durarfa mucho, Breuer ‘opinaba que la causa de la histeria eran vivencias traumaticas y afectos no manifestados sino retenidos. La energia estancada {de estos afectos era almacenada en lo inconciente y se trasfor- maba en sintomas. Freud iba més alld; suponia que no se trataba tanto de una sofocacién de afectos movida por cireunstancias ex- teriores cuanto de exigencias pulsionales sexuales que no se ha- bian podido manifestar en razén de instancias morales. Esta ener- gia se trasmudaba en sintomas corporales, lo que Freud llamé ‘conversion. Esta insistencia en la energia de la pulsién sexual, Ja «libido» —a la que Freud s6lo mucho después contrapuso las tendencias mortiferas, agresivas: Ia pulsién de muerte— fue el principal motivo del alejamiento de Breuer. ‘Tras esta separacién, pronto Freud trocé la técnica de la hip- nosis por la de la «asociacién libres, en Ja cual el paciente era exhortado a declarar con libertad todo cuanto se le ocurrfa, De esta manera descubrié un fenémeno que antes habia permaneci: do er buena parte oculto por la hipnosis, a saber: la «resisten- cia», Después introdyjo la interpretacién de suefios como scami- no real- hacia lo inconciente y labors el concepto de strasferen- cias, En los afios que siguieron, Freud no cesé de trabajar en un edificio tedrico mas y ms completo, el psicoandlisis (ef. cl capt tulo 2). ‘Como ya sefialamos, la doctrina de Freud ha ejereido y ejerce poderoso influjo sobre el desarrollo de la psicoterapia en gene ral. Casi todos los abordajes psicoterapéuticos aciuales se han ori- ginado en perspectivas psicoanaliticas (ya por el hecho de que la mayorfa de los fundadores de las nuevas escuclas de terapia se iniciaron como psicoanalistas), con excepcidn de la terapia de la conducta (y sus derivados), aunque es cierto que esta tiltima ha recibido notable influjo del psicoanilisis y sus logros clinicos (cf. el capitulo 8), Fn general, el influjo de Freud y del psicoand- 32 lisis sobre otras variedades de terapia no se registra tanto en una acepiaciOn directa de ciertas perspectivas cuanto en una tora de posicién frente a estas. Porque tal vez lo més notable de la persona y de la doctrina de Freud sea que por una. parte congre- garon a un cireulo de personalidades destacadas, pero que estos sdiscfpulos: se separaron después (en muchos casos tras enérgi cas luchas y discusiones con Freud) para fundar corrientes pro- pias. La ya mencionada funcién cutalitica de Freud y de su aborda. Je psicoanalitico es por eso, en mi opinién, al menos tan impor- tante como su propia obra, En lo que sigue daremos una caracte- rizacion panoramica de algunos aspecios de esta funcién cataltti cay de las discusiones a que dio lugar; y los iremos retomando parcialmente con mayor detalle en los capitulos del libro, 1.5 Freud y sus discipulos Desde el otofio de 1902, se reunié semanalmente en casa de Freud la ‘Sociedad psicoanalitica de los miércoles, a la que per- tenecieron Adler, Kahane, Reitler y Stekel. Se fueron agregando nuevos miembros, de los que Abraham, Ferenezi, Jones, Jung, Rank y Reich son hoy los mas eonocidos. En 1906 aparecié el primer trabajo psicoanalitico en el area lingtiistica anglosajona, obra de James J. Putnam, de Harvard. En 1908 se reunié en Salz- burgo elPrimer Congreso de Psicoaniilisis, En 1909-1914 apare- cieron seis publicaciones dedicadas a la investigacién en psico- anélisis y psicopatologia, dirigidas por Freud y Bleuler. En 1910 se fundd en Nurenberg la Asociacién Psicoanalitica Internacio- nal (presidente: Jung) y empez6 a aparecer el mensuario Zentrad- batt flr Psychoanalyse (directores: Adler y Stekel), que desde 1912 se convirti6 en Internationale Zeitschrift fir Psychoanaly- se (irectores: Ferenczi, Rank y Jones). 1.5.1 Alfred Adler EI primero en separarse de Freud fue Alfred Adler (1870- 1937). En 1911 renunci6, junto con nueve socialistas, a la Socie dad Psicoanalitica de Viena, que 61 habia presidido. Pero el he- cho no obedecié a motivos politicos en el sentido propio del tér- mino, como lo demuestra la permanencia en aquella del socialis 33 ta y durante muchos afios representante oficial de Freud, Paul Federn (1871-1950), Lo que se discutia era més bien la amplia- cién de la teoria\de lasypulsiones de Freud para incorporar as- peetos sociales, como la «pulsidn de hacerse valer» (ef. el capitu 108), Para diferenciar del psicoandlisis su doctrina, que contenta fuertes rasgos de psicologia social y encontré partidarios sobre todo entre los pedagogos, Adler la llamé «psicologia individual designacién nada feliz para un abordaje de orientacién psicoso- cial. A la corriente de la psicologia individual de Adler pertene- cen, como discipulos directos, ademas de sus hijos Alexandra (véa- se infra) y Kurt, Meiers, A. Starr y Raymond J. Corsini; en los pafses de lengua alemana es muy conocido Rudolf Dreikurs, quien desde 1937 vive en los Estados Unidos (véase infra). Pero las ideas de Adler han influido sobre Karen Horney y Erich Fromm, ;cipulos de Freud, y también sobre Harry Stack Sullivan, a pun- to tal que, en opinién de Dienelt (1973), de los tres se podria de- cir que son tanto meo-adlerianos» como mneo-freudianos». Diver- sos aspectos de la teoria de Adler reaparecen en otras corrientes terapéuticas que exponemos en este volumen: sobre todo ent la sterapia guestalticas de Friedrich S. Perls (1893-1970), que a su vez fue discipulo de Karen Horney (pero también de Wilhelm Reich, diseipulo de Freud), y en la terapia racional-emotiva de Albert Ellis. Por lo demas, a Adler le sucedi6 lo que a Freud: disefpulos xy amigos hicieron estallar su abordaje y fundaron corrientes nue- vas. Ya Rudolf Dreikurs y Alexandra Adler lo ampliaron vigoro- samente en el sentido de la terapia de grupo y la ater de los jovenes. Mas todavia se alejaron del abordaje de Adler, Fritz Kankel (-ciencia del cardcter)), Johannes Neumann y Rudolf Allers. El fundador de Ja elogoterapia», Viktor E. Frankl (nacido en 1905), que se formé con Adler y con Allers, fue excluido en 1927, junto con este ultimo, de la Sociedad de Psicologia Indivi- dual 1.5.2 Carl Gustav Jung ‘No menos importante que la ruptura con Adler y la escisién de Ia «psicologia individuals fue para Freud y para el desarrollo de las orientaciones psicoterapéuticas Ia controversia con Carl Gustav Jung (1875-1961), que en 1913 terminé en ruptura y en la fundacién de una corriente psicoanalitica separada. 34 De 1900 a 1909, Jung fue médico jefe del Burghdlali de Zitrich bajo la direccién de Eugen Bleuler (1857-1939), y sélo en 1907 ingresé en el circulo de Freud. En 1912 aparecié el libro de Jung Symbole und Wandlungen der Libido, donde Uev6 el concepto de libido mas alla de la acepeién estricta de energia sexual hasta darle el significado de energia animiea. Lo inconeiente constitu- ye para Jung «e] suelo materno de donde brota la concienci é incluye contenides personales, provenientes de In ontogénesis —el vinconciente personal—, asi como contenidos colectivas, pro- venientes de la filogénesis —el rinconciente colectivor. En el Cuarto Congreso de la Asociacién Psicoanalitica Inter nacional que se celebr6 en 1913 en Munich, Freud atacé incisiva- mente el libro de Jung, Aunque este fue reelegido por otros dos aiios como presidente de la Asociacién, Ia ruptura estaba const mada (y, por desdicha, durante el régimen nazi Jung no se abst vo de criticar a Freud, por momentos, con argumentacién racis- ta), Jung bautizé su doctrina en lo sucesiva como «psicologia ana Iiticas, y después también como «psicologia de los complejos», € integré con predileccin concepciones religiosas y miticas (cf. el capitulo 4). En oposici6n a la psicologia individual de Adler, 1a psicologia de los complejos de Jung no ha producido hasta hoy variantes; tuna de las razones es quizé que Jung vivid hasta 1961. Dienelt (1973) s6lo menciona a su disefpulo Hans Trib, que ampli e abor- daje de Jung y elabors un fundamento mas metafisico de la ima- ‘gen del hombre, Para Trib, ela relacién con el tis, el encuentro personal entre los hombres, desempefia un papel esencial en la relacién del hombre con el mundo (esta concopeién adquiere re- lieve también en la «psicologia humanistas; ef. el capitulo 12) Erich Neumann (1905-1960) es otro destacado diseipulo de Jung gue también elaboré una posielén original en ol campo de la psi- cologia profunda de lo femenino y de la ereacién. Durante mu- cho tiempo se consideré representante dle la psicologia de Jung en Alemania a su disefpulo Gustav Richard Heyer (1890-1967), cofundador de la medicina psicosomatica. La unidn de psicotera pia occidental y artes curativas orientales, que ya era nuclear en la obra de Jung, reaparece en su disefpulo Hans Jakob. Pero también el efreulo de Karen Horney asimil6 este aspecto (ef. Die- nelt, 1973, pig. 40). 1.5.8 Otros disctpulos de Freud Antes todavia que Jung, en 1912, se alejé de la Sociedad Psi coanalitica de Viena el coeditor de Zentralblatt fir Psychoanaty: se, Wilhelm Stekel (1868-1940). Motivo de sus controversias con Freud, ademas del rechazo de la teoria de la libido, fueron la técnica del andlisis y de la interpretacién de los suefos. Steke! elabors una variedad de psicoanalisis breve, el Hamado «método activor. Los otros dliscipulos de Freud no produjeron rupturas y aleja- mientos tan espectaculares como Adler, Jung y Stekel. Pero to- dos adoptaron puntos de vista mas 0 menos divergentes de los de Freud (muchos mantuvieron controversias con él) y, de ese modo, se convirtieron en fundadores de orientaciones terapéuti- ‘cas que se siguieron desatroliando como formas originales del psi- coandlisis freudiano, Con el mayor grado de spureza» trasmitié la doctrina de su maestro Otto Fenichel (1898-1946), quien hasta su muerte pre- matura se esforz6 en sostener la teoria psicoanalitica en contra de modificaciones biologizantes (como la de Melanie Klein) 0 am- bientalistas (como la de Karen Horney), si bien es cierto que abo- g6 por una adecuacién del psicoanzlisis a los diversos contextos de saber y de vida. Karl Abraham (1877-1926) fue uno de los discipulos mas alle- gados a Freud e hizo notables aportes a la difusién teérica e ins- itucional del psicoandtisis en Alemania. Habia sido médico asis- tente de Bleuler en Berna (1904-1907) y entré en contacto con Freud por medio de Jung; en 1907 se instalé en Berlin donde, ‘en 1908, fundé un grupo andilogo al de Viena: la Sociedad Psi- ‘coanalitica de Berlin. Terminada la Primera Guerra Mundial fun- d6 en esa ciudad la Policlinica Psicoanalitica y el Instituto de For: macién, en el que estudiaron o ensefiaron muchos analistas que después serian famosos; el primer eandidato graduado fue Franz Alexander (1891-1964), que se destaeé por sus aportes al desa- rrollo de Ia medicina psicosomética; Melanie Klein (1882-1960), Karen Horney (1885-1952) y Sandor Rado hicieron andlisis didc- tico con Abraham; Frich Fromm (1900-1980), Michael Balint (1896-1970) y René Spitz, para nombrar unos pocos analistas que se hicieron famosos, salieron de este Instituto, En el eampo te6- rico, Abraham se destacé sobre todo por una ampliacion de la teorfa de la libido (y su division en seis estadios) y por aportes a la teorfa del desarrollo del cardcter, asf como a la psicopatolo- sia psicética y su terapia psicoanalitica, Discipulo, y durante mucho tiempo amigo intimo de Freud, fue Sandor Ferenczi (1873-1933), quien en Budapest presté gran des servicios al psicoanilisis en lo te6rico y en lo institucional En correspondencia con la teoria de Abraham sobre los estadios del desarrollo libidinal, Ferenczi averigué las fases de desarrollo del «sentido de realidady: desde In omnipotencia absoluta de la experiencia intrauterina hasta el pensamiento y la aceién dirigi- dos al mundo objetivo. Sus divergencias con Freud se debieron sobre todo a que en el afin de fortalecer el «yor del paciente, Ferenczi le brindaba cuidados maternales y lo mimaba como a nifio pequefo. Michael Balint, ef més conocido disefpulo de Sandor Ferenczi ~también recibié en Berlin su formaci6n psicoanalitiea—, se ocu muucho antes que René Spitz, de las relaciones de objeto del nifio pequerio, Desarroll6 una teoria de Ia regresién e insisti6 50 bre todo en el fortalecimiento del yo («pedagogfa del yor) para superar vel agostamiento de la capacidad de amar» que muchos pacientes presentaban. Son conocicos las wgrupos Balints: semi narios de formacién y supervisicn para médicos (con posteriori- dad también para psic6logos, consejeras matrimoniales y asisten- tes sociales), con fuerte orientacidn hacia la experiencia de st mis. mo y el desempeiio de roles en las sesiones de consulta, 1.6 La dispersién (ulterior) del movimiento psicoanalitico El propio Freud habia dedicado muchos esfucrzos a la estruc- tura organizativa e institucional y a la difusién del psicoanalisis. Por iniciativa de su discipulo britiinico Ernest Jones (1879-1958), en 1912-1918 fundé el Namado «Comité»; pertenecieron a este al comienzo, ademés de Freud, cinco partidarios jurados del psi- coandlisis, que eran Karl Abraham, Sandor Ferenczi, Ernest Jo- nes, Oito Rank y Hanns Sachs; en 1919 se sumé Max Bitingon. La tarea del Comité era velar por la difusién del psicoandlisis, aliviar el trabajo de Freud y protegerlo hacia afuera. Este grupo de intimos de Freud se mantuyo en contacto, desde 1920, por medio de circulares que partfan de Viena (redactadas por Freud Y por su secretario personal Otto Rank) hacia Berlin (Karl Abra- ham, Hanns Sachs y Max Eltingon), hacia Londres (Ernest Jones) y hacia Budapest (Sandor Ferenczi). Cada uno de sus miembros habfa recibido de Freud, en signo de alianza, un anillo con una 37 gema labrada; por eso se los conocié como sos portadores del anillo». Pero ademds de la heterogeneidad creciente de las opiniones teéricas, las cireunstaneias politicas concurrieron a una ulterior dispersion del movimiento psicoanalftico. Bajo el gobierno nazi se produjo su destruccién casi total en Alemania y Austria, La editorial psicoanalitica, con sede en Viena y en Leipzig, fue ce- rrada, y sus libros fueron destruidos. Como Freud y muchos de sus disefpulos eran judios, tuvieron que emigrar para no ser asesina/los en los campos de coneentra- cién, Casi todos se radicaron en Inglaterra o en los Estados Uni- dos, lo que explica el fuerte infhujo anglosajén que recibe hoy el psicoandlisis. Freuil emigré en 1988 a Londres, acompatiado de su hija y discfpula Anna (1895-1982), conocida sobre todo por sus trabajos sobre los mecanismos de defensa y sobre el andlisis de nifios. Escogié Inglaterra a instancias de su discipulo y des- pués bidgrafo Ernest Jones, quien ya en 1926 habfa llamado a Gran Bretaiia a Melanie Klein, quien, como Anna Freud, se dedi- caba al andlisis de nifios. La mayorfa de los emigrantes fueron a los Estados Unidos, ‘como Hein: Hartmann (1894-1970) y Ernst Kris (1900-1957), quie~ nes enriquecieron al psicoandlisis con sus aportes centrados en la epsicologga del yor; René Spitz (1887-1974), quien se hizo cono- cer sobre todo por sus observaciones de lactantes y la elabora- cidn de las fases del desarrollo de la relacién de objeto; también, Erik Brikson (nacido en 1902), quien integr6 el Grupo de Nueva York. A Nueva York emigraron —aunque después fueron exclui- dos por los freudianos clisicos a causa de sus doctrinas wlesvia- clonistas:— Karen Horney y Erich Fromm, quienes en 1943 fun- daron en Washington, junto con Harry Stack Sullivan (1892-1949), tuna escuela de psicoterapia neo-analitica (cf. el capitulo 1, 5.1). Con estos nombres (unto a los de Adler y Jung), se esbozan elaboraciones de psicologia profunda todavia més distanciadas de la concepci6n freudiana, Si los «freudianoss, a pesar de su he- terogeneldad, se atuvieron por principio a la teorfa de la libido, a la dindmica de desarrollo de la persona y a la doctrina de las pulsiones y los afectos, de Freud, los «neo-analiticos» Horney, Fromm, Sullivan, Rado y otros relativizaron en particular la sig nificacién de la teorfa de Ia libido y el ral de la sexualidad. Estos iltimos atribuyeron considerable importancia a los influjos del ambiente y a Ins posturas y actitudes falsas que dependian de este. En Alemania, el neo-anlisis se asocia prineipalmente con los nombres del discfpulo de Rado, Harald Schultz-Hencke 38. (1892-1953), que se empen6 en alcanzar una sintesis de las con- cepeiones de Freud, de Adler y de Jung (y propuso acortar el anilisis a ciento cincuenta o doscientas horas, puesto que sol durar mucho més). 1.7 La influencia de Freud sobre otras orientaciones terapéuticas Corrientes terapéuticas de orientacién filos6fica, cuyos repre- sentantes conocieron la obra de Froud pero no pertenecieron al circulo de sus discipulos, se ineluyen también en la psicologia pro- funda. A ellas pertenece ante todo el ya citado Viktor E. Frankl, que fue primero discipulo de Adler (expulsado después) pero que durante mucho tiempo mantuvo correspondencia con Freud. Su slogoterapia», en que lo/central es la pregunta por el sentido, se considera la tercera corriente de psicoterapia de Viena» (cf. el capitulo 15) ‘También el fundador del vandlisis existencials, Ludwig Bin: wanger (1881-1966) mantuvo con Freud una amistad de muchos afios, segiin lo atestiguan sus mutuas visitas y un activo inter- cambio epistolar. Binswanger provenia del Burghdlali y se habia formado con Jung. El segundo orientador de esta corriente, Me- dard Boss (nacido en 1903), se habfa hecho analizar por Freud. Binswanger estaba fuertemente influido, ya en esa época, por la filosofia de Edmund Husserl (1859-1938) y, todavia mas, por la del discipulo de este, Martin Heidegger (1889-1976). La meta de su tratamiento psicoterapéutico es llegar a entender la estruc- tura de la existencia humana y volver a disponer de las posibili- dades més auténticas de Ia existencia. Un fuerte influjo sobre el desarrollo de las denominadas «tera- plas corporales+ ejercié otro discipulo de Freud, Wilhelm Reich (1897-1957). Ensefi6 que la libido ocupa el cuerpo entero y no sélo las zonas erdgenas (ef. el capftulo 5). Reich sostuvo ideas socialistas e hizo después experimentos en el sentido de las cien- cas naturales, espectaculares y muy cuestionados (sobre todo en ‘conexién con la energia «orgons que 61 habfa descubierto). Estos dos factores se conjugaron para que en los Estados Unidos de mediados del siglo XX, en una extraftisima campajia (1954-1956), 80 pretexto de razones econémicas y de politica de salud, todos sus libros fueran prohibidos, destruidos sus «acumuladores de or- gon», y sus escritos, quemados en presencia de agentes del go- bierno: veintivin aftos después que los nazis habian quemado los libros de Freud en Berlin, Roich muri6 en prisién. Desde Freud y pasando por Otto Rank, una via llega hasta Garl Rogers (nacido en 1902), el fundador de la eterapia centrada en el clientes, que en Alemania se conoce, y se ha difundido, ccon el nombre de «psicoterapia de diflogor gracias a su discipulo Reinhard Tausch (ef, el capitulo 14). Rogers fue el primero en llevar a cabo intensos trabajos de investigacién empirica sobre los procesos de la psicoterapia y las cualidades necesarias de los psicoterapeutas. ‘También la «psicologia humanistay ha recibido el influjo de Freud y del psicoandlisis, aun cuando junto a este y al conduc- tismo (con su shijas, Ia terapia de la conducta, cf. infra) ha sido caracterizada como el tercer gran «movimientor psicol6gico del siglo XX (de steoria psicolégica: no se puede hablar por la he- terogeneidad de las perspectivas que se incuyen en este grupo). Segiin se lo entiende en el humanismo y el existenciatismo, Ia paicologia humanista quiere coneebir al hombre (renovadamen- te) en su realidad social cotidiana, como totalidad organfsmica orientada por el sentido, con la meta de su autorrealizacién y su autonomia (ligida alo social; cf. el capitulo 12) Estos aspectos cobran particular relieve en las formas de te- rapia humanista a que pertenecen algunos de los abordajes ex- puestos en este volumen: la terapia centrada en el cliente, de Rogers; la terapia guestaitiea, de Perls; el psicodrama, de More- no (quien por su parte, y con independencia de Freud, influy6 mucho en la psicologia humanista; ef. el capstulo 12); la logotera- pia, de Frank; la bioenergética, de Lowen, y cl andlisis transa cional, de Berne. Pero no se consigue establecer un deslinde cla- ro de «las terapias humanistas: su entretejimiento bastante fn ‘mo con aspectos psicoanaliticos se demuestra en el hecho de que algunos de los «abordajes de terapia hummanistae que acabamos de mencionar se incluyeron en este libro entre los abordajes ana- Iiticos de psicologia profunda. También los neo-analistas norte- americanos ya mencionados —Hlorney, Fromm, Sullivan—se sue- len titular representantes de la psicologia humanista. Como pre- ‘cursores se sefialan (junto a Moreno) a Adler y a Rank, En tiempos recientes se ha producido una unién heterogénea més amplia de diversas variedades de terapia; lo tomdin a estos, abordajes es prestar atencién preferente ala familia y no al indi vviduo. Segtin las nociones tradicionales, la persona estaba enfer- ma y necesitaba terapia; para estos abordajes de terapia fami- liar, aquella es s6lo vel paciente designador que es el portador 40 de sintoma y la manifestacién directa del sistema enfermo. Co- mo sucedié con los abordajes de la terapia humanista, estos de- sarrollaron casi simultaneamente, partiendo de diversas perspec: tivas y concepciones terapéuticas, una intencién y una manera de ver bisieas, y aun unitarias si se las considera en bloque; se Justifica entonces darles una designacién comin: terapia fami- liar. También esta asociacién de teorias contiene elaboraciones de ratz psicoanalitica; en el rea de lengua alemana, estas se aso- cian sobre todo con los nombres de Horst-berhard Richter y Helm Stierln (y de Jiirg Willi para la terapia de pareja). En este caso, Jas perspectivas psicoanaliticas de Freud quedan referidas sobre todo a la estructura de las interacciones sistémicas (cf. el capitu- lo 19). 1.8 El cuadro de las influencias En este capitulo hemos intentado rastrear las raices de la psi- coterapia @ lo largo de una linea central de desarrollo dominada por Freud y el psicoandlisis. Sin duda, existieron personas y abor- dajes que no fueron rozados por ese desarrollo, 0 lo fueron ape- nas, y sin embargo hicieron aportes esenciales al cuadro de con- junto de la psicoterapia contempordnea. Entre ellos cabe men ‘cionar buena parte de la terapia de la conducta —sobre todo en la obrae B. F. Skinner, J. Wolpe y H. J. Eysenck (cf. el capitulo '8)— y grupos de la terapia sistémica o familiar —como el «grupo ‘de Palo Alton de G. Bateson, P. Watzlawick y V. Satir, entre otros (cf. el capitulo 16). Como personalidad individual hay que men- cionar a lacov Moreno (1889-1974): no s6lo fue precursor de la psicoterapia humanista por sus perspectivas tedricas y su abor- daje terapéutico (e! epsicodramas), sino que tuyo importancia para Ja sociologia por su «sociometrias (cf. los capitulos 12 y 15). Es asombroso que no lo hayan influido Freud y el psicoandilisis puesto que hasta 1926 trabajé como psiquiatra en Viena (emigré des- pués a los Estados Unidos). Pero si en nuestro capitulo introductorio hubiéramos integra- do estas y otras importantes raices de la psicoterapia, habrfamos perdido por completo el shilo rojo» (que, por lo demés, nos ofrece una linea de conexién apenas suficiente). Por eso citaremos al- unas de estas perspectivas sdlo en la exposicién de los diversos abordajes de terapia (sobre todo en los capitulos 8, 12 y 16). Esta limitacién vale para nuestro «cuadro de las influencias» 41 Con este cuadro intentamos mostrar el conjunto de las rela- ciones mis importantes para el desarrollo de las perspectivas psi coterapéuticas (limitadas en buena medida a la psicologia pro- funda). Desde luego que ademés existieron importantisimos con- tactos, encucntros ¢ influjos entre las personas mencionadas (y con otras no mencionadas aquf). Pero no los hemos inchuido en nuestro cuadro para no perjudicar la visién panordmica. P.¢j., el fundador de la terapia guestaltica, Fritz Perls, fue recibido en 1936 por Freud en una fria saudiencia de cuatro minutos», y su lectura sobre «resistencias orales» en el congreso psicoanalitico realizado ese afio no encontr6 eco. El, empero, habia esperado tuna recepcién mas amistosa porque poco antes habia fundado ven defensa de Freude un instituto psicoanalitico en Sudafrica, Este desengatio determin6 el alejamiento de Perls del psicoanali- sis y la elahoracidn de la terapia guestaltica; él mismo lo refiere: «Estoy profundamente agradecido por haber podido crear tanto en mi revuelta contra é1 [contra Freud] (Perls, 1969, pag. 45). No sélo hemos omitido en nuestro cuadro esta y otras relacio- nes importantes, sino que por la selecciGn de una determinada perspectiva hemos introducido una restriecién adicional: la con- feccién del cuadro se hizo desde el punto de vista del influjo de Freud sobre los «fundadores» de otras corrientes terapéuticas. Ha- briamos obtenido un cuadro diferente si hubiéramos considera- do, p.ej.,¢l influjo de ciertas escuelas filosdfieas y sus doctrinas. 42 prety in Primera parte. Abordajes de psicologfa profunda 2. Psicoanélisis (Freud) ‘Aun si se limita el concepto de «psicoandlisisy a las perspecti- vvas trazadas por el propio Freud, parece discutible que tenga sen- tido hablar det psicoandlisis. El mismo, en efecto, después de la primera formulacién completa que hizo de la teorfa (La interpre tacién de los suerios, 1900), tuvo cuatro décadas enteras para se- guir claborando su concepeién, No obstante su afin de poner la teoria a resguardo de modificaciones excesivas —afn que moti v6 la exclusion de Adler, Jung, Reich y otros de la Sociedad Psi- coanalitica de Viena—, se comprende que en. un lapso tan pro- Iongado ciertas aspectos se fueran modificando y se complemen- taran con nuevos puntos de vista, Mas todavia: el propio Freud ‘ensay6 repetidas veces modificar el centro de gravedad de su teoria, lo que es vatido en particular, segéin veremos, para sus concepeiones sobre la angustia, Por otra parte, Freud mismo no concibié el spsicoandlisiss como eorriente terapéutica exclusiva mente, sino que el concepto abarcaba, segiin su propia declara- cién, por lo menos tres campos deslindable: 4. Una teoria psicolégiea general de Ia vivencia y la accién humanas. A ella pertenecen la doctrina de las pulsiones (en par- ticular la teorfa de la libido), la teorfa de la personalidad (sobre todo el modelo estructural del aparato pstquico), la psicologia del desarrollo (principalmente e! modelo de las etapas) y la doctrina de las neurosis (todos estos conceptos se elucidardn en lo que sigue). A los aspectos tedricos puros (en titima instancia son fic- ciones que no admiten corroboracién por la experiencia) de es- tos abordajes, Freud los earaeteriza con el término «metapsicolo- iar (formado por analogia con «metafisiear). +b. Un método de investigacién de procesos psfquicos, método ligado al «encuadre» psicoanalitico (cf. én/ra), cuyo micleo lo eons- tituyen Ia asociacidn libre y In interpretacion de suertos. ¢. Un procedimiento para tratar perturbaciones psfaulcas, que esté también relacionado con ¢l xencuadres y cuyos nticleos son los fenémenos de la trasferencia y de la contratrasferencia, el 47 anélisis de las resistencias y las (écnieas de interpretacién (cf. infra). La obra de Freud es extraordinariamente abarcadora; se ex- tiende desde el campo estricto de las consideraciones psicopato- ogicas —doctrina de la enfermedad y de Ins neurosis—, pasando por la elaboracién de un modelo de tratamiento, hasta enuncia- dos psicolégicos de un carécter muy general. Ejemplifican esto liltimo los trabajos sobre materias etnolégieas y de eiencias s0- ciales, En este dominio Freud ha sido criticado; tal el caso de su tesis sobre ela universalidad del complejo de Edipos (cf. in- fra), sewin la expuso en Tétem y tab (1913). Ademas se le ha reprochado descuidar los procesos historico-sociales e incurrir en psicologismo, o sea, reducir a la shistoria pulsionale constelacio- nes que en definitiva son socioeconémicas, como las estructuras de poder y de dominacidn, Pero en época reciente han aparecido abordajes que procuran reinterpretar como fecundas contribu- ciones 2 Ia ciencia social los escritos de Freud sobre estos temas, como Peicologia de las masas y andlisis del yo (1921) y Bl ma- lestar en la cultura (1930; ef. Erdheim y Nadig, 1983), En lo que sigue omitiremos estos aspectos etnolégieas y de ciencia social, y expondremos Gnicamente las perspectivas que atafien a la psicoterapia en sentido estricto. También estas en parte han sido muy diseutidas, y ciertos supuestos ya no son sos tenibles hoy; p.ej., determinadas hip6tesis antropolégicas sobre psicologfa del desarrollo, Ia significacién de la teorfa de la libido, etc. Determinadas concepciones fueron modificadas por el propio Freud, segin ya dijimos, y otras, por sus disefpulass. Y muchas, después que Freud las modifié, fueron retomadas por otros en su forma anterior (esto es valido sobre todo para eiertos aspectos energéticos que después desempefiarian un imporiante papel en las sterapias corporaless, p.¢j., las de Reich y Lowen, si bien os cierto que estos autores les modificaron la base conceptual). Por eso parece recesario y atinado exponer primero la génesis de unas pocas perspectivas centrales (presuponemtos la previa lectura de nuestro capitulo 1 por lo que se refiere al desarrollo de Freud y del psicoanilisis). 2.1 Desarrollo del edificio teérico freudiano La concepeién teérica del psicoanilisis se liga intimamente a Ja actividad préctica de Freud y a sus experiencias personales. 48. En el capitulo anterior mencionamos que desde 1887 trabajo con hipnosis —como directa consecuencia de su aprendizaje junto a Charcot—, lo mismo que Breuer. Antes de su viaje a Paris, Freud habia empleado durante breve lapso los procedimientos por en- tonces corrientes de la cura de aguas, la estimulacién eléctrica, Ja cura de reposo, los masajes, ete. Por medio de la hipnosis se intentaba sugerir a los pacientes la eliminacién de sus sintomas. Sobre todo las experiencias de Breuer en el caso de «Anna 0.» levaron muy pronto a modificar este trabajo hipnético. 2.1.1 La teoria del trauma (hasta 1900 aprowimadamente) Tal vex porque en este caso de una paciente aquejada de gra- ‘ves sintomas histéricos habian fallado otros intentos (entre ellos, la sofocacion hipnética de los sintomas), Breuer se habitué a es- cuchar simplemente a «Anna O.», quien en estado de hipnosis aso- ciaba espontaineamente en lengua inglesa (es cierto que existen diversas versiones acerca del camino por el cual Breuer y su pa- ciente llegaron a claborar esta forma de trabajo en comin). Esta produceién asociativa de una gran cantidad de material, que Ia paciente misma llamé «cura por la palabra» o slimpieza de chime- nea», en general producia la pronta desaparicién de los sintomas 6, al menos, su alivio. Era entonces claro que las asociaciones producidas guardaban alguna relacién con la enfermedad, Pare ci6 atinado buscar la causa de Jos sintomas en un trauma tem: prano (en una lesién animiea). La hipétesis central fue que la causa genuina del efecto terapéutico se situaba en el recuerdo y la revivencia de experiencias traumaticas, De esla manera, se~ fin esa hipétesis, se podia abreaccionar por las vias normales un afecto descaminado y sestrangulados (Freud). Pero Freud abandoné pronto también este «mnétodo catarticor (ci bien el concepto de catarsis no ha perdido legitimidad en el psicoanilisis). Por un lado, percibié una contradiecién entre la hipnosis, como método que tiende a encubrir, y el recuerdo y actuacién de los afeetos, como método que tiende a descubrir. Por otro lado, la proliferacién de contenidos intimos sexuales en las asociaciones de algunos de sus pacientes —que demostré el importante papel que se debia atribuir al vinculo del cliente con cl terapeuta— lo llev6 a esbozar su teoria de'la libido: Freud re- condujo (en oposicién a Breuer) los afectos segregados a viven- cias y traumas sexuales tempranos. Primero crey6 que los tran- 49 mas que segiin esta teoria estaban en la base de la histeria eran seducciones sexuales reales padecidas en la niftez temprana. En- tonces, el sintoma reflejaba el conflicto entre el recuerdo y Ia defensa frente a ese trauma. Con posterioridad (hacia 1897) aban- doné esa hipétesis; en lugar de vivencias reales de seduccién se- xual supuso que obraban fantasias del paciente. Este abandono de su primera hipdtesis se suele citar como el paso decisivo para el comienzo del psicoanalisis; el padecer pasivo (Ia seduccién) era sustituido por un vivenciar activo de la sexualidad en la primera {nfancia: e violentamiento por el padre dejaba sitio al «conflicto edipicor (cf. infra). Pero habia ademés otras razones que desaconsejaban la hip- nosis como procedimiento terapéutico fundamental: pacientes a quienes se habia aplicado hipnosis con influjo sugestivo sobre los ‘sintomas mostraban inicialmente una modificacidn de su patolo- gia, pero algunos volvian después, con otros s{ntomas; esto era indicio de que Ia causa de Ia enfermedad no habja sido atacada. ‘Ademdés resulté que algunos pacientes no eran hipnotizables y que en otros existia el peligro de que pot aplicacion de la hipno- sis cayeran en una fuerte dependeneia de los terapeutas. En el empefio de descubrir un método mejor que la catarsis hipndtica para traer a la luz lo reprimido, Freud intenté primero sustituirla or una técnica de concentracién: ejerefa con los pulgares una presién sobre la frente del paciente. Finalmente, observaciones ‘que él habfa hecho en 1889 con Bernheim en Naney contribuye- ron a que aplicara el método de la asociacién libre con prescin- dencia de 1a hipnosis. Con este método de la asociacién libre, en que el paciente se acostaba en el divan (es decir, adoptaba una postura regresiva y distendida) y declaraba todo cuanto se le ocurria sin ejercer Sobre ello censura, se habia descubierto uno de los pilares del tratamiento psicoanalitico, que conserva hoy importancia (al me- nos en el »gran psicoandlisis:). Este método no s6lo s@ puso a prueba y se desarrollé en el tratamiento de pacientes sino que desemperié un papel conside- rable en el autoandlisis de Freud, que é! llevs adelante en inter- ‘cambio epistolar con Wilhelm Fliess. Por medio de asociacion li- bre en el andlisis de sus suefios y de su conducta, Freud se libré 41 mismo de sintomas histéricos. En ese proceso descubrié sus deseos sexuales hacia su madre, lo que sin duda influyé mucho en el valor central que su teoria habria de attibuir al complejo de Edipo (cf. infra). 50 2.1.2 La génesis del psicoandlisis (1900-1920) En las primeras dos décadas del siglo XX, Freud elaboré las piezas maestras del edificio tedrico del psicoanalisis. Con La in- lerpretacién de los sueiios (1900) produjo la primera obra abar- cadora, donde en el capitulo final expuso ya el inicial modelo t6pico (es decir, la diferenciacién del aparato psiquico en siste- ‘mas parciales), Cuyos esbozos habia desgranado en cartas a Fliess y en el «Proyecto de psicologiay de 1895. Freud distingue en él ‘entre vinconcientes, «preconcienter y sconcientes; dicho en tér- mainos aproximativos (ef. infra para mAs precisiones), lo precon- ciente puede ser traido a la conciencia en cualquier momento, y lo inconciente, comiinmente, no (lograrlo es la tarea de la téc- nica psicoanalitica) En relacién con ese modelo se dilucidaron los otros conceptos fundamentales (ademés de la casociacién libres) del método de tratamiento psicoanalftico: una perspectiva central del trabajo analitico es la «resistencia de un paciente a hacer conciente lo inconciente y tramitarlo en el proceso de la cura. La elaboracién de estas resistencias pas6 cada vex més al primer plano en la cli- nica, Otra idea fue la strasferencias de vivencias afectivas y pau- tas de conducta del cliente sobre el terapeuta; considerada al co- mienzo una desventaja, se termin6 por ver en ella el instrumen- to nuclear del trabajo psicoanalitico. Algo semejante vale para Ja contratrasferencia (la reaccién afectiva del terapeuta a la tras- ferencia que el cliente hace sobre él; mas adelante aclaramos es- tos tres conceptos). Un cambio notable experiments la concepci6n de la enerafa on Freud. Antes de 1900, una energia psfquica de fuentes fisio- logieas era la nocién prevaleciente. Freud habia trabajado con anterioridad en el Inboratorio de fisiologia con Ernst von Briicke y habia recibido una fuerte influencia de Theodor Meynert (pro- esores de Viena los dos, que sustentaban el fisicismo de Helm- holtz y de Mach), y él mismo habia publicado trabajos sobre fisio- login. La ya citada vdefensa frente al afecto desencaminado y es- trangulador, con la que Freud explicaba el logro de la catarsis, pone de manifiesto el intimo nexo entre enfermedad psiquica y energias afectivas en su teorfa temprana. Esta energia afectiva se caracterizaba como «cantidad de excitacién:, que él especifi- caba asi: valgo que es susceptible de aumento, disminucién, des- plazamiento y descarga, y que se difunde por las huellas mnémi- cas de la representacién como una carga eléctrica por la superfi- cie de los cuerpos. Se puede aplicar esta hipétesis [...] en el ae mismo sentido en que él fisico opera con el supuesto del fluido eléctrico corriente» (Freud, 1894, en Gasaminelie Werke, vol. 1, 4g, 74). En sus trabajos sobre la histeria primero, y sobre la neu- rosis de angustia después, Freud puso de relieve de manera cada ‘vex més clara el origen sexual de esta energia de excitacidn (donde ssexuals no se reduce al ambit genital, como se lo suele enten- der en el lenguaje eotidiano; véase infra). Llamé slibidos a esta cenergia de la pulsién sexual. La libido pasa por fases muy deter- minadas en el desarrollo infantil (véase infra). Freud supuso que las causas de las neurosis se situaban en conflictos que ne habian sido superados en esas fases, y en una perturbacidn de la econo- mia libidinal, En este punto atribuy6 importancia particular a la perspectiva del conflicto edipico (véase infra), esencial para la ‘teoria de la libido y para el posterior modelo estructural (véase infra). En este contexto, Freud traz6 una distincién importante (al comienzo; véase #nfra) entre neurosis actuales y psiconeurosis; se la suele indicar como el nticleo de su primera teorfa de la an- gustia: las neurosis actuales (neurosis de angustia, neurastenia) tienen, segin eso, una etiologia somética porque su causa es la insuficiente o inadecuada descarga (por masturbaclén) de la ener- gia sexual, La acurnulacién de excitacién sexual se trasmuda, sin mediacién psiquica, directamente en sintomas, sobre todo, en an- gustia, Freud pensaba en una intoxicacién por los productos del metabolismo de sustaneias sexuales, En cambio, la formacién de sintoma en las psiconeurosis (histeria, neurosis obsesiva) es una expresién simbéliea de conflictos de la temprana infancia en co- nexidn con el desarrollo libidinal, Sus eausas, por lo tanto, no se sittian (directamente) en el ambito somaitico sino en el psiqui- co. Sefialemos desde ahora que Freud después desech6 en buena parte esta teoria (véase infra). Acerca de esta terminologia de Freud conviene tener en cuenta que los aspectos biologistas y mecanicistas de su edificio tedrico correspondian al espiritn de la época (que expusimos con detalle en el capitulo 1), Asf, no s6lo los conceptos de »pulsiGne y slibidor ‘estan concebidos por analogia con la fisica (sfuerza», y «energia») sino que conceptos como saparato psfquico» (véase infra), «fun- cionamiento», «flujo: (de energia) y otros muestran que Freud sin duda tomaba préstamos de los modelos cientificos de fines del siglo XIX: neurofisiologia, hidrodinémica y mecdnica, Si en su in- tercambio epistolar con Wilhelm Fliess (Aus den Anfiingen der Psychoanalyse) Freud caracteriza los procesos psiquicos como se: tados cuantitativamente comandados de partes materiales com- 52 probables» (Freud y Fliess, 1950, pag. 505), y en el prologo a esa obra B, Kris escribe que wse trata de un intento consecuente de definir la funci6n del aparato psfquico como funcidn de un siste ma de neuronas y de aprehender en definitiva todos los procesos como alteraciones cuantitativass (ibid. , pag, 29), se advierte con evidencia que Freud esperaba poder reducir el campo de la psi cologia, que él empezaba a estudiar, a un sistema de hipétesis mecanicistas. 2.1.3 De la perspe (después de 1920) ina. energética a la estructeral ‘Tanto mis notable es, en consecuencia, el cambio consumade con el abandono de Ia libido coneebida como energia segiin la entiende la ciencia natural (se lo puede situar mas o menos entre 1920 y 1926). Primero, en Mas alla del principio de placer, Freud postulé una pulsién de muerte (véase infra) junto a la libido. Des- pués, la elaboracién de un modelo estructural de la personalidad el segundo modelo tépico de Freud— hizo que él «yor se situara en el centro de la consideracién psicoanalitica: las neurosis que daron referidas al conflicto entre vprovinciass (0 «instancias») ps quicas del caparato animico», el welloy, el syor y el vsupery6s (véa- se infra). El propésito del psicoanilisis fue definido entonces por Freud asi:

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